Hace ya 3 años, durante una comida cualquiera en un día cualquiera, nació la idea de hacer un webcomic narrando aventuras y desventuras de una chini-andaluza en España y su familia. Quién me lo iba a decir, algo que empezó como un hobby, sin expectativa ninguna a que me leyeran más que cuatro gatos (compañeros de trabajo, amigos y familia) se convirtiera en novela gráfica, me llevara a firmar mi primer libro a toda España, a colaborar en Radio 3, a salir en muchísimos medios de comunicación, a conocer gente interesantísima e incluso a dar charlas en universidades. Ha sido sorpresa tras sorpresa, la gran mayoría de ellas, impresionantes.
Soy de la firme convicción que la muerte es el estatismo, y la vida, movimiento. Así como Mamá Zhou ha ido cambiando y hasta se permite un mes de vacaciones (antes eso era impensable, con todo el dinero que se pierde el mes que te vas por ahí de parranda), Gazpacho Agridulce tiene que continuar con su camino y reinventarse. Nuevos temas, nuevos estilos, pero misma alma, mismo corazón.
Gracias a todos por haberme leído durante todo este tiempo, por haber reído, por haber reflexionado, por haber comprendido, por haberme escrito, gracias por todo. Me tomo una pausa para reformular la salsa, pero prometo volver. Con nuevos proyectos que ya están en marcha, libros en camino, nuevos blogs y más agridulce que nunca.
¡Nos vemos a la vuelta!
PS: ¡No me he muerto, así que si me echáis de menos siempre podéis seguirme en redes! (Instagram y Facebook)
Leyendo dichos comentarios (más de 2000 entre el artículo y redes), uno puede llegar las siguientes conclusiones:
“La españolidad” tiene distintos niveles.
Requisito básico es haber nacido en España con padres españoles, si no los tienes, eres solo hijo de inmigrantes. (Parece que tenemos un vacío legal con los niños adoptados de otros países)
Tienes que tener raza española (Porque cómo va a ser igual de español que yo una amarilla de ojos rasgados o un negro, ¡en España! ¡que nunca ha habido mestizaje, todos mis ancestros son españoles de pura cepa!) La prueba de la pureza de raza la podéis ver en el siguiente video
A pesar de la libertad religiosa que hay en España, puedes ser de cualquier religión, pastafarismo incluido, menos musulman. (¿Y qué pasa con los españoles que se han convertido al islam? Que no cunda el pánico, se les resta un minipunto de españolidad.)
Si has nacido en el seno de una familia inmigrante, aunque compartas valores, ideas, te sepas la geografía española de pe a pa, te guste la forma de vivir de España, tengas DNI español y hasta cantes coplas rocieras, no te esfuerces, porque NO vas a ser español, te pongas como te pongas. (En cambio si eres catalán, y quieres no ser español… ay, ay, ay… LO ERES)
En el mundo en el que vivimos, si quieres viajar, en 12 horas en avión estás en la otra punta del planeta, estamos permanentemente estamos conectados e informados de las noticias de todo el globo terráqueo, saber o al menos intentar aprender otro idioma es indispensable… Yo me pregunto ¿es correcto juzgar a las personas sólo por su procedencia, nacionalidad o pasaporte? Ya lo dijo el escritor Josep Pla, “hay que viajar para descubrir con los propios ojos que el mundo es muy pequeño”.
Muchos de los que hemos nacido aquí como segunda generación, hemos sufrido ataques racistas durante la infancia y adolescencia, esto nos aleja de la integración, porque ¿como nos vamos a sentir españoles si nos rechazan? y teniendo una mentalidad tan distinta a la de nuestra familia, te sientes a la deriva en un océano inmenso, estando siempre entre dos aguas, a no ser suficiente ni para un lado, ni para el otro. Y no sabéis lo mal que se pasa al crecer sintiendo que no perteneces a ninguna parte, y remando hacia no se sabe dónde.
Hoy en día, definir la identidad de una persona con un simple “española, americana, siria o kurdistaní” se queda bastante pequeño. La forma de ser y de sentir de alguien, no está limitado a las fronteras del país en el que nace, ni siquiera en el del que crece. Las personas tenemos valores, creencias, ideologías, cada uno tiene una forma de pensar, influida más o menos por el país en el que residimos, y sobre todo tenemos experiencias, que van conformando nuestro carácter. Y eso sí forma nuestra identidad, nuestra esencia.
Mi identidad no está definida ni por mi nacionalidad ni por mi pasaporte, no soy sólo española, soy española de nacimiento, andaluza de corazón, de ascendencia china, me encanta la comida japonesa, tailandesa, mexicana y todo lo que esté bueno, adoro hablar más de 3 idiomas en una noche, aunque sea malamente, tengo amigos de más de 19 países del mundo (entre ellos Siria y Kurdistán), en resumen, soy ciudadana del mundo.
La integración y el avance es un trabajo de las dos partes, nosotros estamos haciendo la nuestra.
Hace unos días la marca SK-II publicó un video sobre lo duro que es ser soltera en China.
A día de hoy, en el 2016, mujer sobrante o “mujer de sobra”, es como se denomina a una mujer que ha cumplido los 25-26 sin estar casada. Hasta las famosas en China se casan jóvenes. Angelababy, una de las actrices más exitosas, se casó a los 26 con su novio de toda la vida.
Tengo 26 años y vivo en España, aún así el punto de vista de mis padres no difiere demasiado de lo que vemos en el vídeo, aún llevando más de 30 años en España. No conciben el hecho de que una mujer esté completa sin estar casada y con hijos. Mientras, a lo largo de la adolescencia y al principio de la vida adulta, a la mayoría de los chinos se nos prohíbe tener pareja, cuando llegas a los 20 ya esperan que estés lista y preparada para casarte. Y se desquician y preocupan en caso de que no tengas pareja, y ni se les ocurre pensar que alguien no quiera casarse. En mi caso, he notado bastante la presión al cumplir 26, de repente éstas navidades recibí una llamada de mi tía diciéndome: Quan, ya no eres joven, deberías bajar tus expectativas respecto a los hombres. Si no es tan bueno, con que llegue a la media se puede aceptar. O una preocupación excesiva de mis padres sobre mi edad fértil, porque el momento de tener hijos ya ha llegado.
Una buena amiga mía taiwanesa me explicó que aún hay algo peor que ser “mujer de sobra”. Si cumples 30 y sigues sin estar casada, pasas a ser “pescado seco”. Un familiar le regaló 5 amuletos para encontrar el amor de distintos templos budistas. Conozco casos en los que los familiares se han entrometido tanto que incluso han llegado a organizar citas a ciegas. Tengo otra amiga cuya madre, viendo que su hija seguía soltera a los 30 años, se conformaba únicamente con que consiguiera pareja. Y además conozco otras chicas que se han tenido que mudar de China a España para escapar de la presión familiar.
Puede que nos choque más por la edad, en España la gente de 25 o 26 años nos parece jovencísima, algunos de ellos, por la situación económica, ni siquiera han podido independizarse de casa de sus padres, pero… ¿y si sumamos 10 años más?entonces, no nos es tan ajeno. A mis amigas españolas también sus padres le han dicho: “te quedas poyetona” o “a ver cuando te casas ya” o “dame ya nietos”. Parece que la angustia de un anillo en el dedo y la descendencia es algo universal.
Y yo me pregunto, a día de hoy en el que la mujer puede elegir, que no tiene que casarse por obligación porque ya no depende ni necesita de ningún hombre que la proteja o que le de permiso para tener cuenta bancaria o propiedades, y que tener hijos es más bien una elección y no una obligación, ¿porque tendríamos que bajar nuestras expectativas?
¿No estaremos educando mal a las niñas, inculcando la necesidad de casarse y tener hijos? Y por lo tanto, ¿no estaremos creando una presión innecesaria en la edad adulta?
¿No sería más sano cultivar el amor hacia uno mismo? ¿No sería mejor que tuvieran claro desde pequeñas que el amor de sus vidas son ellas mismas? ¿Que pueden elegir? Aunque la mujer se case o no, tengan hijos o no, siempre será mujer. Nunca será sobrante.