A parte de los típicas poses de estos abejarucos, donde ya se le aprecia ese desgaste en el pico producido por cavar la larga galería en la tierra para construir su nido, pude hacerles bastantes fotos mientras hacían sus estiramientos de alas
durante toda la tarde, que además tenía luces cambiantes debido a las nubes que cubrían el sol de vez en cuando, el macho estuvo cazando abejas para entregarlas a la hembra a modo de regalito de cortejo, fueron muchísimas cebas las que le aportó esa tarde, ahí va una muestra de estos momentos de cebas, que a mi personalmente son los de los momentos en los que mas disfruté fotografiando a esta especie.

Desde luego pude comprobar que son grandes consumidores de abejas, fueron las únicas presas que les vi comerse.
Otro de los momentos que mas me gustó fotografiar, fue a ese ejemplar expulsando una enorme egagrópila, una gran bola con restos de comida no digerida que expulsan las aves. De hecho, el suelo debajo del posadero estaba lleno de egagrópilas, síntoma inequívoco de que utilizaban el palito que había colocado para fotografiarlos.

Después de tanto regalito del macho, al final la hembra accedió a sus pretensiones, y llegó la cópula, otro momento que me encantó fotografiar de la vida de estas preciosas aves multicolor, y era la antesala a la nueva generación que luego posteriormente pude ver volar.
Después cada uno a lo suyo, acicalarse el plumaje, vuelos de caza, sacar tierra del nido en el suelo, etc,...
Otra de las cosas que mas me gustó es poder compartir la experiencia con los amigos, que también les hicieron unas fotos a estos abejarucos emeritenses.
Ya estoy deseando volverlos a escuchar en el campo, ya queda poquísimo para eso, y lo volveremos a intentar este año para mejorar estas tomas.
Con el equipo de siempre: Olympus E-510 + Zuiko 70-300 + trípode + silla hide + rede de camuflaje.
muchas gracias a todos por los comentarios a la entrada anterior.