7 El Silogismo
7 El Silogismo
7 El Silogismo
Tomando como referente este cuadro donde se expresan mediante vocales la cantidad y cualidad de
las proposiciones, y teniendo en cuenta las reglas particulares de las figuras del silogismo,
procedamos a analizar los modos que corresponderían a cada una de ellas
1. Modos de la primera figura del
silogismo
La regla para esta figura dice que “la
premisa mayor debe ser universal y la
premisa menor debe ser afirmativa”. De
esta forma solo hay dos vocales posibles
para la premisa mayor (A y E) y dos para
la premisa menor (A e I).
• Así entonces, como la premisa mayor es universal,
suprimimos en color más obscuro, aquellos modos que
no la contemplan Y dejamos únicamente las que entran
en las vocales válidas:
• Como la premisa menor debe ser afirmativa, suprimimos entonces
aquellos modos que sean negativos, incluyendo solo las que tengan las
vocales válidas. De esta forma tenemos el siguiente cuadro:
• La regla para esta figura señala que “la premisa mayor debe ser
universal y una de las dos premisas debe ser negativa”. Así
entonces, hay dos vocales para la premisa mayor (A y E).
Suprimimos, por tanto, aquellos que no cumplen con la regla:
• Y, si una de las dos premisas tiene que ser
negativa (E u O), suprimimos aquellas que son
afirmativas:
• Al aplicar la regla 5 del silogismo (de dos premisas
negativas no se concluye nada), suprimimos ahora
las dos opciones que contemplan premisas
negativas:
• Finalmente, al aplicar la regla 8 del silogismo (la
conclusión siempre sigue la parte más débil),
completamos nuestro cuadro con las conclusiones
correspondientes:
Así entonces,
sintetizando los
esquemas anteriores,
podemos obtener el
cuadro que da los
cuatro modos válidos
para la segunda figura
del silogismo de la
siguiente manera:
Observemos a
continuación
algunos ejemplos
de los cuatro
posibles modos
del silogismo de
esta segunda
figura, tomando
en cuenta su
estructura en
cuanto a los
términos:
3. Modos de la tercera figura del
silogismo
• La regla para esta figura nos recuerda que “la premisa
menor debe ser afirmativa y la conclusión debe ser particular”.
Así entonces, la premisa menor solo puede ser A e I, por lo que
procedemos a identificar cuáles premisas menores son
negativas (E y O) para eliminarlas:
• Ahora bien, para seguir delimitando las premisas
debemos atender a las reglas generales del silogismo
para identificar cuáles de ellas son vulneradas.
Continuamos aplicando nuestras reglas del silogismo e
identificamos que, de acuerdo con la regla 8 (la conclusión
siempre sigue la parte más débil), podemos ir generando las
conclusiones pertinentes, las cuales son todas particulares, por lo
que solo pueden ser I y O.
Y entonces
obtenemos los
seis modos
posibles para esta
tercera figura del
silogismo, los
cuales son:
Modos de la cuarta figura del
silogismo
• La cuarta figura, explicábamos anteriormente, es la menos común en la
práctica pues es la “primera invertida”, por ello, la mayoría de los manuales de
lógica aristotélica omiten su atención porque estiman que su empleo es
escaso, puesto que al ser la primera figura invertida, consideran que son solo
tres las figuras del silogismo típico. Sin embargo, nosotros atendemos a la
explicación de los diversos esquemas modales de la cuarta figura en aras de
comprender plenamente todos los caracteres posibles de los silogismos
categóricos. Así, como la cuarta figura es la “menos lógica” en la práctica, para
obtener sus diversos modos primeramente es necesario apelar a las reglas
generales del silogismo. Siguiendo la regla 5 (de dos premisas negativas no se
concluye nada) y la regla 7 (dos premisas particulares no dan una conclusión),
procedemos a suprimir las combinaciones que vulneran dichas reglas:
Una vez aplicadas las reglas generales, aplicamos las reglas particulares para la
cuarta figura, las cuales señalan tres aspectos: a) “Si la premisa mayor es
afirmativa, la premisa menor debe ser particular”. Tenemos entonces que
cancelar aquellas combinaciones donde siendo la premisa mayor afirmativa, la
premisa menor es general:
b) Ahora bien, atendiendo a que “si la premisa menor es afirmativa, la conclusión
debe ser particular”, procedemos a identificar las conclusiones particulares:
Advertimos como la traslación del espíritu del primer párrafo del Artículo 1° de la Constitución en forma de
silogismo, en este caso un silogismo de la primera figura, modo darii (todo M es P; algún S es M; algún S es
P), nos permite comprender de manera más efectiva cuál es el sentido auténtico de la norma jurídica, lo
cual ayuda una interpretación adecuada para su mejor aplicación.
Continuemos expresando en forma de silogismo el espíritu del segundo párrafo del
mismo Artículo 1° de la CPEUM para reafirmar la utilidad del silogismo: “Las normas
relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo
tiempo a las personas la protección más amplia”.
Aquí realizamos un silogismo de la tercera figura, modo Darapti (todo M es P; todo M es S; algún S es P),
para desentrañar el espíritu contenido en la norma jurídica y de esta forma darle un sentido lógico
formal para su mejor comprensión. Así pues, evidenciamos que razonar jurídicamente implica razonar
correctamente, por ello, la comprensión del silogismo bajo sus diferentes formas, ayuda al jurista a
enfrentar con mayor claridad el sentido real de la norma que interpreta, lo que le brinda las
herramientas de conocimiento necesarias para formalizar una argumentación pertinente. Si se tiene la
disciplina de convertir el texto de la ley a un modo silogístico, el razonamiento jurídico puede aclararse
de manera idónea.
Por ello, el buen jurista no debe olvidar la importancia del conocimiento y uso del silogismo, puesto que
su empleo permite una deducción argumentativa más eficiente.
Ahora bien, muchas de las veces el razonamiento jurídico se da manera indirecta, es decir, sin reparar en
la forma propicia de la creación del silogismo, esto es porque en la mente del jurista, el razonamiento
preponderantemente se da por inferencia inmediata; es decir, el abogado no construye silogismos de
manera directa, sino que llega a una posible solución inmediata al caso concreto que se somete a su
juicio, mediante una respuesta mental previa. Una buena estructura en el razonamiento jurídico invitaría
a que el jurista, con posterioridad, y en otro acto mental, someta a una revisión formal esa solución
previa inmediata. Dicha revisión, si se hace de manera adecuada, se dará en forma de un silogismo
categórico.
Por ello, el conocimiento de la estructura y la forma del silogismo es de gran utilidad para corregir los
posibles sesgos lógicos que el jurista llegase a tener al momento de identificar una posible respuesta en
la inferencia inmediata que su mente realizó.
Demos un ejemplo sencillo para comprobar la importancia de la revisión lógica posterior de la
inferencia inmediata que hace la mente del jurista, mediante un silogismo. En efecto, consideremos el
Artículo 14 de la CPEUM, el cual señala que: “A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de
persona alguna”. Por inferencia inmediata se suele establecer, mediante una derivación previa, que “si
la aplicación de la ley es beneficio de alguien, entonces sí se aplica retroactivamente”, sosteniendo la
siguiente conclusión: “la ley que beneficia se aplica retroactivamente”.
Sin embargo, cuando verificamos formalmente en un segundo acto mental esta inferencia inmediata
mediante un silogismo, comprobamos que dicha conclusión es errónea. Identifiquemos, mediante la
conversión a un silogismo, el supuesto contenido en el Artículo 14 constitucional para obtener la
correcta conclusión:
El hecho de que “la ley no es aplicable de manera retroactiva”, no necesariamente significa que “la
aplicación de ley sea beneficiosa para alguien”, más aún, que “la ley que beneficia se aplica
retroactivamente”, como suele concluirse de manera equívoca; en el silogismo simplemente se señala
la “no aplicación retroactiva de la ley”, pero de este razonamiento no se desprende el “beneficio de la
aplicación de la ley”. Dicha conclusión equivocada, al ser resultado de una inferencia inmediata, no
fue obtenida de manera lógica, es decir, adolece de un error formal; sin embargo, cuando
descendemos el supuesto contenido en el Artículo 14 constitucional al modo de un silogismo,
verificamos que sí podemos obtener una respuesta formalmente lógica, la cual dista de la errónea
conclusión que previamente se había supuesto. Para llegar a la conclusión “la ley que beneficia se
aplica retroactivamente”, tendríamos que elaborar el siguiente silogismo:
Esto refuerza el hecho de que, mediante el uso correcto del silogismo, los
posibles errores que la inferencia inmediata en el razonamiento jurídico
pudiese contener, son corregidos de manera pertinente. Vemos así, en
suma, como el conocimiento y uso del silogismo evidentemente permite al
jurista una interpretación pertinente para realizar un argumento adecuado.
Por ello, su entendimiento del razonamiento silogístico no es un tema
baladí, todo lo contrario, se convierte en un imperativo intelectual para
desarrollar de mejor manera el raciocinio en el ejercicio de su actividad
jurisprudencial.
SILOGISMO Y SUBSUNCIÓN
JURÍDICA
• En torno al tema del silogismo jurídico es importante hacer aquí una breve
aclaración. Hemos explicado que el conocimiento y adecuado uso del silogismo
sirve primordialmente para generar una corrección en el pensamiento. Aplicado
al ámbito del Derecho, la comprensión apropiada de la naturaleza del silogismo
es una eficaz herramienta para realizar un razonamiento jurídico adecuado, por
ello su importancia de estudio para nuestra materia.
• Ahora bien, tradicionalmente la teoría del positivismo jurídico ha sostenido que
la solución de los casos se realiza mediante una forma silogística bajo un
esquema metodológico, en el cual existe una norma jurídica general hipotética
que describe ciertas condiciones particulares a aplicar en el caso de que un
hecho actualice dicha hipótesis.
La función del razonamiento sería estructurar formalmente el hecho concreto a la
hipótesis normativa para que la conclusión se actualice definiendo la situación
particular. En este sentido, el silogismo sería la herramienta para aplicar los principios
normativos a los casos concretos. La forma de estructurar el razonamiento para la
operatividad de la norma es explicada por el positivismo jurídico como un esquema
de subsunción, donde el caso o hecho particular se subsume (es decir, se incluye)
como componente del principio general contenido en la norma. En este sentido, la
subsunción jurídica se define por el positivismo jurídico como una operación lógica
deductiva en la que se establece una dependencia del hecho concreto a la hipótesis
general normativa de la ley para generar una respuesta particular en forma de
conclusión. Esto significa que la norma, el hecho y la consecuencia jurídica pueden
estructurarse en forma silogística.
En efecto, la subsunción denota que la premisa mayor del silogismo
está constituida por el precepto general de la ley que señala la hipótesis
normativa; la premisa menor es el hecho condicionante de las
consecuencias normativas; y la conclusión sería la actualización o
imputación de la hipótesis condicionada en la norma. Tenemos el típico
ejemplo de la subsunción silogística: “Si es A, debe ser B; es A; luego
entonces debe ser B”, o estructurado como silogismo hipotético: “Si
alguien roba, merece una pena de x años; sucede que P robó a Q; luego
entonces, P merece una pena de x años”. Vemos que este esquema
silogístico, más que un razonamiento valorativo es un método acotado
de interpretación, en el cual, el razonamiento está sometido al
imperativo de la ley, negando, en cierta forma, el carácter ponderativo
de la auténtica interpretación.
Así por ejemplo, la jurisprudencia mexicana ha señalado este aspecto en los
siguientes criterios:
CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. REQUISITOS LÓGICOS Y JURÍDICOS QUE DEBEN REUNIR.
El concepto de violación debe ser la relación razonada que el quejoso ha de establecer entre los actos
desplegados por las autoridades responsables y los derechos fundamentales que estime violados,
demostrando jurídicamente la contravención de estos por dichos actos, expresando, en el caso,
derechos públicos individuales conculcados, por tanto, el concepto de violación debe ser un verdadero
silogismo, siendo la premisa mayor los preceptos constitucionales que se estiman infringidos; la premisa
menor, los actos reclamados y la conclusión la contrariedad entre ambas premisas