7 El Silogismo

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El Silogismo

Abg. Francisco Lobo


DEFINICIÓN
Ya adelantábamos que el razonamiento genera un conocimiento nuevo a partir
de aquello que se conoce; dicho conocimiento surge de la comparación de dos
antecedentes que generan un consecuente. En otras palabras, el razonamiento,
entendido como argumento formalmente estructurado, deduce una conclusión;
de ahí que el razonamiento deductivo es, por antonomasia, el silogismo.
Aristóteles llamó a esta actividad mental como συλλογισμός (sillogismós), cuyas
raíces son las palabras σύν (sín), que significa “con” y la palabra λογίζομαι
(logíthomai), que significa “discurrir”. Por ello el silogismo es una actividad de
discurrir mediante el uso del λογοσ (logos) o la razón. En suma, un silogismo es
una especie de reflexión mental para concluir algo de manera razonada.
Asentada la raíz etimológica del silogismo, en términos generales
podemos definirlo como “un argumento deductivo en el que
se infiere una conclusión a partir de dos premisas”. Se dice así
que, al ser un razonamiento deductivo, tiene una conclusión
derivada de unas premisas de manera categórica, es decir, no
generan hipótesis o probabilidades, sino que sus enunciaciones
son definitivas.
• En otras palabras, el silogismo “es una argumentación en la que,
de un antecedente que compara dos términos con un tercero,
se deduce necesariamente un consecuente que une o separa a
los dos primeros términos”
MATERIA DEL SILOGISMO
• Anticipamos en párrafos anteriores que el silogismo,
al ser un razonamiento deductivo consta de: a) una
materia remota, que son los tres términos que lo
integran (término mayor, término menor y término
medio) y, b) una materia próxima, que son las tres
posposiciones que lo componen (premisa mayor,
premisa menor y conclusión. Retomemos estos
elementos para clarificar la materia del silogismo.
a) Términos. Cada proposición que compone a un
silogismo está formado por tres términos:

Término mayor (T): es el predicado de la conclusión.

Término menor (t): es el sujeto de la conclusión.

Término medio (M): sirve de enlace comparativo y


aparece en las dos premisas pero no en la conclusión.
b)Proposiciones. Todo silogismo está compuesto por
tres proposiciones:
Premisa mayor (PM): es la proposición que contiene
al término mayor; es el predicado de la conclusión.

Premisa menor (pm): es la proposición que contiene


al término menor; es el sujeto de la conclusión.

Conclusión (cncl): es la proposición que expresa el


juicio inferido o deducido de las premisas.
Veamos a continuación la estructura del silogismo mediante un sencillo
ejemplo:
En el ejemplo citado, la noción “debe ser castigado” tiene mayor
extensión que los otros dos términos y contiene, a su vez, la extensión de
quien “comete el delito”; la premisa mayor, por tanto, enuncia que la
clase de los que “cometen un delito” está contenido en la clase de los que
“deben ser castigados”; la premisa menor enuncia que “Juan Pérez” está
incluido en la clase de aquellos que “cometen un delito”. La conclusión
manifiesta que el término menor “Juan Pérez”
está contenido en el término mayor “debe ser castigado”.
En suma, la premisa mayor señala que la extensión del término medio
está completamente incluida en la extensión del término mayor; por su
parte, la premisa menor indica que el término menor está incluido
totalmente en el término medio; por último la conclusión señala que el
término menor está incluido en el término mayor.
REGLAS DEL SILOGISMO
Para que la deducción derivada del silogismo sea considerada como
correcta, debemos verificar que dicho silogismo sea confirmado como
correcto no solo en cuanto a la materia que lo integra, sino también en
cuanto a su forma. Esto significa que debemos darle la estructura
adecuada para que la conclusión sea la apropiada. Para ello existen
ciertas reglas que debemos tomar en cuenta a la hora de realizar
nuestros silogismos. La importancia de seguir estas reglas radica en que,
de no considerarlas al momento de estructurar el silogismo, podemos
caer en alguna falacia
1. Reglas de los términos:
El silogismo consta de tres términos: mayor, menor y medio.

El término medio jamás pasa a la conclusión.

Ningún término debe tener mayor extensión en la conclusión,


solo las premisas.

El término medio debe ser, por lo menos, una vez universal.


2. Reglas de las proposiciones:

e) De dos premisas negativas no se concluye nada.


f) De dos premisas afirmativas no puede
concluirse una negativa.
g) Dos premisas particulares no dan una
conclusión.
h) La conclusión siempre sigue la parte más débil.
A. El silogismo consta de tres términos: mayor, menor y medio
B. El término medio jamás pasa a la conclusión
C. Ningún
término debe
tener mayor
extensión en
la conclusión,
solo las
premisas
D. El término
medio debe
ser, por lo
menos, una
vez universal
en alguna de
las premisas
E. De dos
premisas
negativas
no se
concluye
nada
F. De dos
premisas
afirmativas
no puede
concluirse
una
negativa
G. Dos
premisas
particulares
no dan una
conclusión
• Seguir la parte más débil significa concluir en función
de la menor cantidad o cualidad comparada. Esto
significa que: a) si una premisa es negativa (parte
débil comparada con lo afirmativo), la conclusión será
negativa; b) si una premisa es particular (parte débil
comparada con lo general), la conclusión será
particular y; c) si alguna premisa es particular y
negativa, la conclusión será particular y negativa.
Todo esto es importante para lograr determinar
adecuadamente la cantidad y la cualidad en la
conclusión.
H. La
conclusión
siempre
sigue la
parte más
débil
FIGURAS DEL SILOGISMO
• Podemos definir a la figura del silogismo como “la
forma que toma este de acuerdo a la colocación
del término medio dentro de las premisas”.
• Como el término medio puede ocupar el lugar del
sujeto o el predicado dentro de las premisas, esto
da lugar a la existencia de cuatro posibles
combinaciones o formas del silogismo:
Veamos un ejemplo para identificar esta
situación:
REGLAS DE LAS FIGURAS DEL
SILOGISMO
a) Primera figura. “El término medio es el sujeto en
la premisa mayor y el predicado en la premisa
menor”. Aquí tenemos dos reglas:

i. La premisa mayor debe ser universal.


ii. La premisa menor debe ser afirmativa.
Esto significa que, si la premisa mayor fuera particular y la
menor afirmativa, se atenta contra la regla 4 (el término
medio debe ser, por lo menos, una vez universal). Si la
premisa menor fuera negativa, entonces la conclusión debe
ser negativa según la regla 8 (la conclusión siempre sigue la
parte más débil), y se violarían las reglas 3 (ningún término
debe tener mayor extensión en la conclusión, solo las
premisas) y 5 (de dos premisas negativas no se concluye
nada). Por ello, la premisa menor tiene que ser siempre
afirmativa.
B) segunda figura. “El término medio es el
predicado en ambas premisas”. Aquí también
tenemos dos reglas:

La premisa mayor debe ser universal.

Una de las dos premisas debe ser


negativa.
Esto significa que, si las dos premisas fueran
afirmativas, siendo el término medio el predicado en
las dos premisas, se atenta contra la regla 4 (el término
medio debe ser, por lo menos, una vez universal). Si se
diera el caso que la mayor fuera particular, se atenta
contra la regla 3 (ningún término debe tener mayor
extensión en la conclusión, solo las premisas).
C) tercera figura. “El término medio es el
sujeto en ambas premisas”. También aquí
ubicamos dos reglas:
La premisa menor debe ser
afirmativa.

La conclusión debe ser particular.


Esto significa que si la premisa menor fuera negativa, la premisa
mayor sería afirmativa según la regla 5 (de dos premisas negativas no
se concluye nada) y la conclusión sería negativa según la regla 8 (la
conclusión siempre sigue la parte más débil) y el término mayor se
tomaría como particular en la premisa mayor y de modo universal en
la conclusión, con lo que se atenta contra la regla 3 (ningún término
debe tener mayor extensión en la conclusión, solo las premisas).
Ahora bien, si la conclusión fuera universal, el término medio sería
más amplio en la conclusión que en la premisa menor, vulnerando
también la regla 3.
D) cuarta figura. “El término medio es el predicado en la
premisa mayor y el sujeto en la menor”. En esta figura
hay tres reglas particulares:
Si la premisa mayor es afirmativa, la premisa menor debe
ser particular.

Si la premisa menor es afirmativa, la conclusión debe ser


particular.

Si alguna premisa es negativa, la premisa mayor debe ser


universal.
Significa que si la premisa mayor es afirmativa, entonces su predicado es
particular, por tanto, el término medio deberá ser universal en la
premisa menor para no vulnerar la regla 4 (el término medio debe ser,
por lo menos, una vez universal). Igualmente, si la premisa menor es
afirmativa, entonces su predicado es particular, por tanto, la conclusión
debe ser particular para no atentar contra la regla 2 (el término medio
jamás pasa a la conclusión). Por último, si alguna de las dos premisas es
negativa la conclusión también debe serlo, según la regla 8 (la
conclusión siempre sigue la parte más débil) y su predicado será
universal según la regla 2 (el término medio jamás pasa a la conclusión),
por lo que la premisa mayor debe ser universal.
LOS MODOS DEL SILOGISMO
• Cuando explicamos el tema de las proposiciones, señalamos que estas
se determinaban según su cantidad (universal o particular) y según su
cualidad (afirmativa o negativa). Pues bien, en cuanto al tema de los
silogismos, también es posible determinar la manera en la que se
manifiestan, atendiendo a dichas categorías, en función de las figuras
que acabamos de explicar en párrafos anteriores; esto es lo que se
conoce como los modos del silogismo. En efecto, podemos definir a
los modos del silogismo “como las distintas formas que adopta el
silogismo atendiendo a la cantidad y a la cualidad de las premisas que
lo integran”.
En cada una de las cuatro figuras del silogismo existen varias
combinaciones posibles que se pueden determinar en función de
la cantidad y la cualidad de las premisas, y siguiendo las reglas
particulares de cada figura. Ya sabemos que existen cuatro clases
de proposiciones dentro de un silogismo categórico:
• Universal afirmativa (A)
• Universal negativa (E)
• Particular afirmativa (I)
• Particular negativa (O)
Combinando estas cuatro clases de proposiciones podemos obtener
diversos modos para cada figura. De esta forma, observamos que existen
16 modos posibles para cada figura, es decir un total de 64 modos, y
dado que existen cuatro figuras que se obtienen variando el término
medio, el número total sería multiplicar por 4 los 64 modos posibles, es
decir, tendríamos 256 combinaciones posibles. Sin embargo, no todos los
modos son válidos y para determinarlo, habrá que aplicar las ocho reglas
del silogismo, lo cual reduce en 25 las combinaciones viables, pero de
ellos, 6 son inútiles, lo que nos da un total de 19 modos posibles del
silogismo: cuatro para la primera figura, cuatro para la segunda, seis para
la tercera y cinco para la cuarta. Expliquemos, mediante una tabla, cómo
se logan los modos posibles del silogismo
En la fila superior aparece la premisa mayor, en la inferior la premisa menor y la tercera corresponde a
la conclusión. Como solo caben cuatro tipos de proposiciones para el silogismo (A, E, I, O), hay que
combinar ambas filas mediante columnas que integren a las cuatro proposiciones. Así entones,
tenemos el siguiente cuadro:

Tomando como referente este cuadro donde se expresan mediante vocales la cantidad y cualidad de
las proposiciones, y teniendo en cuenta las reglas particulares de las figuras del silogismo,
procedamos a analizar los modos que corresponderían a cada una de ellas
1. Modos de la primera figura del
silogismo
La regla para esta figura dice que “la
premisa mayor debe ser universal y la
premisa menor debe ser afirmativa”. De
esta forma solo hay dos vocales posibles
para la premisa mayor (A y E) y dos para
la premisa menor (A e I).
• Así entonces, como la premisa mayor es universal,
suprimimos en color más obscuro, aquellos modos que
no la contemplan Y dejamos únicamente las que entran
en las vocales válidas:
• Como la premisa menor debe ser afirmativa, suprimimos entonces
aquellos modos que sean negativos, incluyendo solo las que tengan las
vocales válidas. De esta forma tenemos el siguiente cuadro:

Ahora, atendamos a la conclusión tomando en cuenta a las reglas


generales del silogismo. Si sabemos que, según las reglas 5 y 7 (de dos
premisas negativas y de dos premisas particulares, no se obtiene
conclusión alguna), suprimimos estas combinaciones
• Por último, y siguiendo a la regla 8 (la conclusión
siempre sigue la parte más débil), obtenemos las
respectivas conclusiones. De esta forma, tenemos
entonces el siguiente cuadro:
Tomando en cuenta
todo lo anterior,
podemos sintetizar
nuestro esquema
para lograr los cuatro
modos posibles para
la primera figura del
silogismo de la
siguiente manera:
Como las combinaciones analizadas únicamente como
simples vocales resultaban confusas de aprehender,
desde los tiempos de la filosofía medieval se emplearon
ciertas nemotecnias para memorizar mejor su estructura.
Se usaron desde entonces ciertas palabras que incluyen
cada vocal correspondiente de las premisas y la
conclusión. Así pues, para la primera figura tenemos las
palabras: BARBARA, DARII, CELARENT, FERIO
• Vistos de forma esquemática, y teniendo en
consideración la combinación de los términos,
podemos esquematizar a los silogismos de la primera
figura de la siguiente manera:
Veamos a
continuación
algunos sencillos
ejemplos para
comprender major
cada uno de los
cuatro modos de la
primera figura del
silogismo,
tomando en
cuenta la
estructura de la
figura en cuanto a
los términos:
2. Modos de la segunda figura del silogismo

• La regla para esta figura señala que “la premisa mayor debe ser
universal y una de las dos premisas debe ser negativa”. Así
entonces, hay dos vocales para la premisa mayor (A y E).
Suprimimos, por tanto, aquellos que no cumplen con la regla:
• Y, si una de las dos premisas tiene que ser
negativa (E u O), suprimimos aquellas que son
afirmativas:
• Al aplicar la regla 5 del silogismo (de dos premisas
negativas no se concluye nada), suprimimos ahora
las dos opciones que contemplan premisas
negativas:
• Finalmente, al aplicar la regla 8 del silogismo (la
conclusión siempre sigue la parte más débil),
completamos nuestro cuadro con las conclusiones
correspondientes:
Así entonces,
sintetizando los
esquemas anteriores,
podemos obtener el
cuadro que da los
cuatro modos válidos
para la segunda figura
del silogismo de la
siguiente manera:
Observemos a
continuación
algunos ejemplos
de los cuatro
posibles modos
del silogismo de
esta segunda
figura, tomando
en cuenta su
estructura en
cuanto a los
términos:
3. Modos de la tercera figura del
silogismo
• La regla para esta figura nos recuerda que “la premisa
menor debe ser afirmativa y la conclusión debe ser particular”.
Así entonces, la premisa menor solo puede ser A e I, por lo que
procedemos a identificar cuáles premisas menores son
negativas (E y O) para eliminarlas:
• Ahora bien, para seguir delimitando las premisas
debemos atender a las reglas generales del silogismo
para identificar cuáles de ellas son vulneradas.
Continuamos aplicando nuestras reglas del silogismo e
identificamos que, de acuerdo con la regla 8 (la conclusión
siempre sigue la parte más débil), podemos ir generando las
conclusiones pertinentes, las cuales son todas particulares, por lo
que solo pueden ser I y O.
Y entonces
obtenemos los
seis modos
posibles para esta
tercera figura del
silogismo, los
cuales son:
Modos de la cuarta figura del
silogismo
• La cuarta figura, explicábamos anteriormente, es la menos común en la
práctica pues es la “primera invertida”, por ello, la mayoría de los manuales de
lógica aristotélica omiten su atención porque estiman que su empleo es
escaso, puesto que al ser la primera figura invertida, consideran que son solo
tres las figuras del silogismo típico. Sin embargo, nosotros atendemos a la
explicación de los diversos esquemas modales de la cuarta figura en aras de
comprender plenamente todos los caracteres posibles de los silogismos
categóricos. Así, como la cuarta figura es la “menos lógica” en la práctica, para
obtener sus diversos modos primeramente es necesario apelar a las reglas
generales del silogismo. Siguiendo la regla 5 (de dos premisas negativas no se
concluye nada) y la regla 7 (dos premisas particulares no dan una conclusión),
procedemos a suprimir las combinaciones que vulneran dichas reglas:
Una vez aplicadas las reglas generales, aplicamos las reglas particulares para la
cuarta figura, las cuales señalan tres aspectos: a) “Si la premisa mayor es
afirmativa, la premisa menor debe ser particular”. Tenemos entonces que
cancelar aquellas combinaciones donde siendo la premisa mayor afirmativa, la
premisa menor es general:
b) Ahora bien, atendiendo a que “si la premisa menor es afirmativa, la conclusión
debe ser particular”, procedemos a identificar las conclusiones particulares:

c) La tercera regla particular sostiene que “si alguna premisa es negativa, la


premisa mayor debe ser universal”, procedemos entonces a anular las
combinaciones que no cumplen con este criterio.
Y por último aplicamos, como siempre, la regla 8 del silogismo (la conclusión
siempre sigue la parte más débil), para obtener todas las conclusiones posibles para
esta cuarta figura:

Así entonces, aplicadas las reglas pertinentes,


tenemos cinco modos posibles para la cuarta
figura del silogismo, los cuales los podemos
esquematizar de la manera siguiente:
Como en todas las anteriores figuras, bajo el esquema nemotécnico para
identificar los diversos modos del silogismo, encontramos también
ciertas palabras particulares para esta cuarta figura, mismas que son:
BAMALIP, CAMENES, FESAPO, FRESISON, DIMATIS Atendiendo a los
términos, podemos esquematizar los modos de la cuarta figura de la
siguiente manera:
Veamos ahora algunos
ejemplos para
comprender
adecuadamente esta
cuarta figura del
silogismo, teniendo en
cuenta su estructura:
LA IMPORTANCIA DEL
SILOGISMO PARA EL
RAZONAMIENTO JURÍDICO
• Tomando en consideración todo lo que hasta aquí hemos explicado en torno
al silogismo, podemos concluir la importancia de su conocimiento y sus
diferentes formas para el acto de razonar, sobre todo, resulta de gran utilidad
para el ámbito de lo jurídico, pues nos brinda las herramientas necesarias
para lograr una correcta interpretación y su realización mediante la
argumentación.
• Vemos, desde luego, que una expresión jurídica formal se realiza mediante la
estructuración de un silogismo. El silogismo se convierte así en una
herramienta indispensable para la interpretación y la posterior
argumentación, pues todas las normas pueden expresarse en forma de
silogismo para concretar su contenido esencial cuando se determinan hacia
un caso concreto.
Entendemos aquí por “expresión jurídica formal” a la posibilidad de
una norma jurídica de formalizar su contenido textual mediante la
estructuración de un razonamiento categórico para determinar su
dimensión esencial normativa.
Pongamos, por ejemplo, la primera parte del Artículo 1° de nuestra
Constitución: “En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas
gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta
Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado
Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección,
cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los
casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece”.
Cuando transformamos el sentido de dicha norma en forma de silogismo,
tenemos la siguiente estructura:

Advertimos como la traslación del espíritu del primer párrafo del Artículo 1° de la Constitución en forma de
silogismo, en este caso un silogismo de la primera figura, modo darii (todo M es P; algún S es M; algún S es
P), nos permite comprender de manera más efectiva cuál es el sentido auténtico de la norma jurídica, lo
cual ayuda una interpretación adecuada para su mejor aplicación.
Continuemos expresando en forma de silogismo el espíritu del segundo párrafo del
mismo Artículo 1° de la CPEUM para reafirmar la utilidad del silogismo: “Las normas
relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo
tiempo a las personas la protección más amplia”.
Aquí realizamos un silogismo de la tercera figura, modo Darapti (todo M es P; todo M es S; algún S es P),
para desentrañar el espíritu contenido en la norma jurídica y de esta forma darle un sentido lógico
formal para su mejor comprensión. Así pues, evidenciamos que razonar jurídicamente implica razonar
correctamente, por ello, la comprensión del silogismo bajo sus diferentes formas, ayuda al jurista a
enfrentar con mayor claridad el sentido real de la norma que interpreta, lo que le brinda las
herramientas de conocimiento necesarias para formalizar una argumentación pertinente. Si se tiene la
disciplina de convertir el texto de la ley a un modo silogístico, el razonamiento jurídico puede aclararse
de manera idónea.
Por ello, el buen jurista no debe olvidar la importancia del conocimiento y uso del silogismo, puesto que
su empleo permite una deducción argumentativa más eficiente.
Ahora bien, muchas de las veces el razonamiento jurídico se da manera indirecta, es decir, sin reparar en
la forma propicia de la creación del silogismo, esto es porque en la mente del jurista, el razonamiento
preponderantemente se da por inferencia inmediata; es decir, el abogado no construye silogismos de
manera directa, sino que llega a una posible solución inmediata al caso concreto que se somete a su
juicio, mediante una respuesta mental previa. Una buena estructura en el razonamiento jurídico invitaría
a que el jurista, con posterioridad, y en otro acto mental, someta a una revisión formal esa solución
previa inmediata. Dicha revisión, si se hace de manera adecuada, se dará en forma de un silogismo
categórico.
Por ello, el conocimiento de la estructura y la forma del silogismo es de gran utilidad para corregir los
posibles sesgos lógicos que el jurista llegase a tener al momento de identificar una posible respuesta en
la inferencia inmediata que su mente realizó.
Demos un ejemplo sencillo para comprobar la importancia de la revisión lógica posterior de la
inferencia inmediata que hace la mente del jurista, mediante un silogismo. En efecto, consideremos el
Artículo 14 de la CPEUM, el cual señala que: “A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de
persona alguna”. Por inferencia inmediata se suele establecer, mediante una derivación previa, que “si
la aplicación de la ley es beneficio de alguien, entonces sí se aplica retroactivamente”, sosteniendo la
siguiente conclusión: “la ley que beneficia se aplica retroactivamente”.
Sin embargo, cuando verificamos formalmente en un segundo acto mental esta inferencia inmediata
mediante un silogismo, comprobamos que dicha conclusión es errónea. Identifiquemos, mediante la
conversión a un silogismo, el supuesto contenido en el Artículo 14 constitucional para obtener la
correcta conclusión:
El hecho de que “la ley no es aplicable de manera retroactiva”, no necesariamente significa que “la
aplicación de ley sea beneficiosa para alguien”, más aún, que “la ley que beneficia se aplica
retroactivamente”, como suele concluirse de manera equívoca; en el silogismo simplemente se señala
la “no aplicación retroactiva de la ley”, pero de este razonamiento no se desprende el “beneficio de la
aplicación de la ley”. Dicha conclusión equivocada, al ser resultado de una inferencia inmediata, no
fue obtenida de manera lógica, es decir, adolece de un error formal; sin embargo, cuando
descendemos el supuesto contenido en el Artículo 14 constitucional al modo de un silogismo,
verificamos que sí podemos obtener una respuesta formalmente lógica, la cual dista de la errónea
conclusión que previamente se había supuesto. Para llegar a la conclusión “la ley que beneficia se
aplica retroactivamente”, tendríamos que elaborar el siguiente silogismo:
Esto refuerza el hecho de que, mediante el uso correcto del silogismo, los
posibles errores que la inferencia inmediata en el razonamiento jurídico
pudiese contener, son corregidos de manera pertinente. Vemos así, en
suma, como el conocimiento y uso del silogismo evidentemente permite al
jurista una interpretación pertinente para realizar un argumento adecuado.
Por ello, su entendimiento del razonamiento silogístico no es un tema
baladí, todo lo contrario, se convierte en un imperativo intelectual para
desarrollar de mejor manera el raciocinio en el ejercicio de su actividad
jurisprudencial.
SILOGISMO Y SUBSUNCIÓN
JURÍDICA
• En torno al tema del silogismo jurídico es importante hacer aquí una breve
aclaración. Hemos explicado que el conocimiento y adecuado uso del silogismo
sirve primordialmente para generar una corrección en el pensamiento. Aplicado
al ámbito del Derecho, la comprensión apropiada de la naturaleza del silogismo
es una eficaz herramienta para realizar un razonamiento jurídico adecuado, por
ello su importancia de estudio para nuestra materia.
• Ahora bien, tradicionalmente la teoría del positivismo jurídico ha sostenido que
la solución de los casos se realiza mediante una forma silogística bajo un
esquema metodológico, en el cual existe una norma jurídica general hipotética
que describe ciertas condiciones particulares a aplicar en el caso de que un
hecho actualice dicha hipótesis.
La función del razonamiento sería estructurar formalmente el hecho concreto a la
hipótesis normativa para que la conclusión se actualice definiendo la situación
particular. En este sentido, el silogismo sería la herramienta para aplicar los principios
normativos a los casos concretos. La forma de estructurar el razonamiento para la
operatividad de la norma es explicada por el positivismo jurídico como un esquema
de subsunción, donde el caso o hecho particular se subsume (es decir, se incluye)
como componente del principio general contenido en la norma. En este sentido, la
subsunción jurídica se define por el positivismo jurídico como una operación lógica
deductiva en la que se establece una dependencia del hecho concreto a la hipótesis
general normativa de la ley para generar una respuesta particular en forma de
conclusión. Esto significa que la norma, el hecho y la consecuencia jurídica pueden
estructurarse en forma silogística.
En efecto, la subsunción denota que la premisa mayor del silogismo
está constituida por el precepto general de la ley que señala la hipótesis
normativa; la premisa menor es el hecho condicionante de las
consecuencias normativas; y la conclusión sería la actualización o
imputación de la hipótesis condicionada en la norma. Tenemos el típico
ejemplo de la subsunción silogística: “Si es A, debe ser B; es A; luego
entonces debe ser B”, o estructurado como silogismo hipotético: “Si
alguien roba, merece una pena de x años; sucede que P robó a Q; luego
entonces, P merece una pena de x años”. Vemos que este esquema
silogístico, más que un razonamiento valorativo es un método acotado
de interpretación, en el cual, el razonamiento está sometido al
imperativo de la ley, negando, en cierta forma, el carácter ponderativo
de la auténtica interpretación.
Así por ejemplo, la jurisprudencia mexicana ha señalado este aspecto en los
siguientes criterios:
CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. REQUISITOS LÓGICOS Y JURÍDICOS QUE DEBEN REUNIR.
El concepto de violación debe ser la relación razonada que el quejoso ha de establecer entre los actos
desplegados por las autoridades responsables y los derechos fundamentales que estime violados,
demostrando jurídicamente la contravención de estos por dichos actos, expresando, en el caso,
derechos públicos individuales conculcados, por tanto, el concepto de violación debe ser un verdadero
silogismo, siendo la premisa mayor los preceptos constitucionales que se estiman infringidos; la premisa
menor, los actos reclamados y la conclusión la contrariedad entre ambas premisas

CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. DEBEN CONTENER UN RAZONAMIENTO LÓGICO JURÍDICO.


Los conceptos de violación como silogismo jurídico constan de tres proposiciones consistentes en: la
premisa mayor, en los derechos fundamentales del ciudadano, la premisa menor, en el acto desplegado
por la autoridad; su conclusión, base elemental de todo concepto de violación, en la existencia de una
relación razonada entre las primeras proposiciones y la demostración jurídica del quebrantamiento por
parte de los actos de la autoridad, de las garantías constitucionales en perjuicio del quejoso que
contraría ambas premisas
QUEJA POR EXCESO DE EJECUCIÓN. PARA CONOCER SI LO HUBO O NO
EN EL CUMPLIMIENTO DE UNA SENTENCIA DE AMPARO, EL EXAMEN
DE AQUELLA DEBE HACERSE MEDIANTE UN SILOGISMO.
Para saber si hay exceso o no, en el cumplimiento de una sentencia
concesoria de amparo, debe realizarse un silogismo, en el cual la
premisa mayor consistirá en los lineamientos señalados por la
ejecutoria, en los que se precisan los efectos y alcances de la tutela
constitucional; luego, la premisa menor será el quehacer judicial que en
cumplimiento del fallo protector lleven a cabo las autoridades
responsables, conforme a las pautas señaladas; y, finalmente, en base a
ambas premisas deberá arribarse a una conclusión, en la medida
propuesta en los agravios que el inconforme haga valer.

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