El documento describe la "batalla cultural" como la lucha por la hegemonía ideológica y cultural en una sociedad entre visiones del mundo contrastadas. El pensamiento conservador ha buscado imponer su agenda neoliberal como el orden natural, mientras que los gobiernos de CFK y NK iniciaron una batalla cultural al cuestionar esta visión y repolitizar la sociedad. Esta batalla involucra confrontar proyectos sociopolíticos y establecer una hegemonía cultural duradera más allá de la mera preeminencia política.
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El documento describe la "batalla cultural" como la lucha por la hegemonía ideológica y cultural en una sociedad entre visiones del mundo contrastadas. El pensamiento conservador ha buscado imponer su agenda neoliberal como el orden natural, mientras que los gobiernos de CFK y NK iniciaron una batalla cultural al cuestionar esta visión y repolitizar la sociedad. Esta batalla involucra confrontar proyectos sociopolíticos y establecer una hegemonía cultural duradera más allá de la mera preeminencia política.
El documento describe la "batalla cultural" como la lucha por la hegemonía ideológica y cultural en una sociedad entre visiones del mundo contrastadas. El pensamiento conservador ha buscado imponer su agenda neoliberal como el orden natural, mientras que los gobiernos de CFK y NK iniciaron una batalla cultural al cuestionar esta visión y repolitizar la sociedad. Esta batalla involucra confrontar proyectos sociopolíticos y establecer una hegemonía cultural duradera más allá de la mera preeminencia política.
El documento describe la "batalla cultural" como la lucha por la hegemonía ideológica y cultural en una sociedad entre visiones del mundo contrastadas. El pensamiento conservador ha buscado imponer su agenda neoliberal como el orden natural, mientras que los gobiernos de CFK y NK iniciaron una batalla cultural al cuestionar esta visión y repolitizar la sociedad. Esta batalla involucra confrontar proyectos sociopolíticos y establecer una hegemonía cultural duradera más allá de la mera preeminencia política.
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La batalla cultural
Nos referimos a la cuestión de la hegemonía ideológico-
cultural en una sociedad, a la lucha por la construcción de sentidos, y a su relación con la política. El pensamiento conservador cuestiona estas expresiones en pos de un supuesto consenso que de tal solo tiene el nombre; es la imposición de la agenda neoliberal naturalizada como lo típico y deseable. Todo lo que se sale de esa agenda es conflicto, populismo o "crispación”.
El escenario de la batalla cultural es la existencia de
diversas visiones del mundo, muchas de ellas contrastantes o antagónicas entre sí. La batalla cultural
En ese sentido, el debate, la polémica y el “conflicto” no
son aberraciones ni enojosos desvíos del “natural” consenso, sino expresión de las contradicciones reales que albergan las sociedades contemporáneas y de los distintos proyectos políticos en pugna. Lo que aparece como sentido común está estrechamente relacionado a proyectos político- societarios de vocación hegemónica, que buscan establecer el marco de interpretación del movimiento de lo social, y de aquello que es bueno y deseable.
El pensamiento conservador ha buscado
sistemáticamente imponer su proyecto hegemónico camuflándolo de orden natural de las cosas. La batalla cultural Un primer paso es develar aquello que aparece naturalizado restituyéndole su dimensión política, de proyecto de organización de lo social. Y establecer con claridad los fundamentos de la propia visión, del propio proyecto político.
Los operadores de los monopolios de la comunicación y
los ideólogos conservadores, aquellos que han erigido la auténtica hegemonía exclusiva y excluyente (la de “mercado”), demonizan como “hegemónico” todo intento democrático de cuestionar la preeminencia de su visión del mundo. La batalla cultural Aquí se da la primer “batalla” cultural: recuperar la política como herramienta de transformación al servicio de los pueblos.
Ahora bien: la hegemonía política siempre es transitoria,
reversible, y a veces decididamente circunstancial.
Otra cosa es la hegemonía cultural, de la visión del
mundo y el movimiento de lo social. Ese es el verdadero desafío de la batalla de ideas. La batalla cultural Nuestro país atraviesa una etapa de confrontación de proyectos político-societarios, que pugnan entre sí por establecer una hegemonía cultural y no solo una preeminencia política.
El gobierno de CFK (y antes el de NK) al cuestionar la
naturalización de lo instituido por la hegemonía del proyecto neoliberal, al negarse a ser disciplinados en el “consenso” preexistente, al impulsar la repolitización de la sociedad, iniciaron una batalla cultural en la cual estamos inmersos. Los movimientos nacionales La noción de movimiento nacional se refiere a los fenómenos llamados populismos. El concepto de movimiento nacional se relaciona con la lucha por la autodeterminación nacional y la movilización de distintos grupos y clases sociales con banderas democráticas que alcanzan un grado de articulación política.
En los países dependientes, los movimientos
nacionales han coaligado a distintos sectores sociales y bloques de clases en pos de lograr un mayor margen de autonomía nacional y una redistribución progresiva de la riqueza. Los movimientos nacionales En nuestro país el movimiento nacional, a partir del peronismo, asumió la bandera de la industrialización con justicia social.
Los movimientos nacionales son necesariamente
policlasistas, lo cual introduce la cuestión de las contradicciones internas. Esta comprensión es parte de la batalla cultural, de la lucha por la hegemonía del campo popular, ya que la resolución “exitosa” de las contradicciones en el seno del pueblo, es lo que permite reducir el impacto de los conflictos, evitar el desarrollo de los antagonismos fatales que condicionan negativamente a los movimientos nacionales y pueden ser factores de disgregación y derrota. La comunicación audiovisual La conformación de auténticos monopolios comunicacionales es un problema global y excede largamente a nuestra Argentina.
Ante esta situación, la Ley de Servicios de
Audiovisual 26.522, fue una respuesta que abrió un nuevo marco para lo público y lo social en la comunicación audiovisual. PODER DEMOCRÁTICO El poder democrático debe ser fuerte. La hegemonía neoliberal promovió un poder político debilitado en tanto se fortalecían las corporaciones y se instalaba el clima de “sospecha permanente” sobre la política.
En este escenario, la recuperación de lo público
va de la mano de la recuperación de la política como herramienta de transformación al servicio del pueblo. BIEN COMÚN COMO NORTE DE LA POLÍTICA Estado y ciudadanía fuertes, militancia y participación activas, organización socio- comunitaria, bien común como norte de la política. Todo esto atravesado por el debate y la contradicción, pues la recuperación de lo público no se da de una vez y para siempre, sino que es un ejercicio permanente de la democracia y una de las claves estratégicas de la batalla cultural.
Genitli P. El Consenso de Washington y La Crisis de La Educaci N en Am Rica LatinaEl Consenso de Washington y La Crisis de La Educaci N en Am Rica Latina