La Buena Nueva de La Dignidad Humana

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SALMO 8

Poder del nombre divino


¡Yahvé, Señor nuestro,
qué glorioso es tu nombre en toda Apenas inferior a un dios lo hiciste,
la tierra!
coronándolo de gloria y
Tú que asientas tu majestad sobre esplendor;
los cielos
señor lo hiciste de las obras de tus
por boca de chiquillos, de niños manos,
de pecho,
todo lo pusiste bajo sus pies:
cimentas un baluarte frente a tus
adversarios, ovejas y bueyes, juntos,
para acabar con enemigos y y hasta las bestias del campo,
rebeldes. las aves del cielo, los peces del
Al ver tu cielo, hechura de tus mar
dedos, que circulan por las sendas de los
la luna y las estrellas que pusiste, mares.
¿qué es el hombre para que te ¡Yahvé, Señor nuestro,
acuerdes de él, qué glorioso es tu nombre en toda
el hijo de Adán para que de él te la tierra!
cuides?
El material Doctrinal que presenta el desarrollo
específico de este principio es:
1. Catecismo de la Iglesia Católica,
2. El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia,
3. la Agenda Social del Pontificio Concejo
Justicia y Paz (nn. 32-47),
4. Orientaciones para el Estudio y Enseñanza de
la Doctrina Social de la Iglesia en la Formación
de los Sacerdotes de la Congregación para la
Educación Católica
5. y el Documento de Aparecida
 http://www.vatican.va/archive/ESL0022/_INDEX.HTM
 www.vatican.va/.../justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-
soc_sp.html
 http://www.thesocialagenda.org/espanol/index.html
 http://www.multimedios.org/docs/d000135/
 http://www.celam.info/download/Documento_Conclusivo_Aparecida.pdf
OBJETIVO DEL TEMA
 Presentar la centralidad, conocimiento y
promoción del principio de la Dignidad
Humana como parte de la misión
evangelizadora de la Iglesia y la respuesta que
la vida en Cristo ofrece para todos los anhelos
de nuestros pueblo, a través del conocimiento
sistemático de nuestra realidad social
inmediata y de la reflexión de la Doctrina de la
Iglesia en el Documento de Aparecida y en el
Magisterio Social, para que desde la propia
conciencia y acción, los fieles participen en
procesos comunitarios que gradualmente
permitan la realización de condiciones de vida
cada vez más humanas y dignas.
 (Cfr. Documento de Aparecida n. 381. En adelante DA.)
VISION DE LA REALIDAD DESDE LA FE
 La contemplación de la realidad
respecto de la promoción y defensa de
la dignidad humana, nos coloca de
frente a la totalidad de la vida humana y
sus múltiples manifestaciones pues siendo
un principio universal exige su
reconocimiento en todo el hombre y
todos los hombres.

 Nuestra situación social específica


mostrará una realidad, “Nuestra
realidad”, en la que es irrenunciable el
anuncio de la Buena Nueva de la
dignidad humana.
 Ante las violaciones y faltas de respeto a
la dignidad humana, a los derechos
humanos fundamentales y al bien
común (como el mayor desarrollo posible a ser
realizado en nuestro contexto socio-histórico),
directamente derivados de la dignidad
que en Cristo hemos recibido y al
nuestro Bien Común definitivo (plenitud de
nuestra existencia: llegar a la presencia de Dios)
para el que hemos sido creados
 El simple enunciado del principio de la
Dignidad Humana (en adelante DH) nos dirige a
una de las más abundantes reflexiones de
nuestro tiempo, desde luego motivada por
las gravísimas violaciones a la dignidad de
las personas y de los pueblos que se han
dado en los contextos de las dos guerras
mundiales y en los totalitarismos padecidos
en gran número de naciones, entre las
cuales la nuestra que desde finales del s.XIX
vió prolongada hasta la así llamada
“Dictadura perfecta” y desbordada en la
violación de los derechos humanos
fundamentales entre los cuales la libertad
religiosa.
 A causa de todas estas experiencias se
llegaría a una Declaración Universal de
los Derechos Humanos en 1948, para
tratar de garantizar el respeto a la
dignidad humana y los derechos
humanos fundamentales que de ella se
derivan. En la consideración de las sombras sobre este
tema aconsejo presentar en material específico para los
participantes los números del 33 al 100 del documento de
Aparecida que presentan el análisis de la realidad y los retos
que presenta.

 Para conocer el texto completo de la Declaración Universal


de los Derechos Humanos, http://www.dudh.es/
 El principio de la Dignidad Humana está
considerado desde el Catecismo de la Iglesia
Católica:
“La dignidad de la persona humana está
enraizada en su creación a imagen y
semejanza de Dios; se realiza en su vocación
a la bienaventuranza divina. Corresponde al
ser humano llegar libremente a esta
realización. Por sus actos deliberados (artículo
4), la persona humana se conforma, o no se
conforma, al bien prometido por Dios y
atestiguado por la conciencia moral. Los seres
humanos se edifican a sí mismos y crecen desde el interior:
hacen de toda su vida sensible y espiritual un material de su
crecimiento. Con la ayuda de la gracia crecen en la virtud
evitan el pecado y, si lo cometen, recurren como el hijo
pródigo.” Catecismo de la Iglesia Católica n. 1700.
 y vendrá ser especificado dentro de la Doctrina
Social de la Iglesia (en adelante DSI) donde los
principios tocantes a la persona humana son
considerados fundamentales, y junto con toda la DSI
la enseñanza y difusión del Principio de la DH es:

“parte esencial del mensaje cristiano y forma parte


de la misión evangelizadora de la Iglesia”.
(Sagrada Congregación para la Educación Católica,
Orientaciones para el Estudio y Enseñanza de la Doctrina Social
de la Iglesia en la Formación de los Sacerdotes, n.38, en
adelante OEDSI.)

 “Con ello la Iglesia da su contribución a la solución


de los problemas urgentes del desarrollo humano
integral proclamando la verdad sobre Cristo, sobre sí
misma y sobre el hombre, aplicándola a una
situación concreta.” (Pontificio Consejo Justicia y Paz,
Agenda Social, LEV, Roma 2000, nn. 39-40. En adelante AS.)
 La afirmación de este principio en la Iglesia se basa
en el hecho de que la persona es creada a imagen
y semejanza de Dios (“Y dijo Dios: Hagamos al ser humano
a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en
los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en
todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que
reptan por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen
suya a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó.”
Gn. 1,26-27) y elevada a un fin sobrenatural
trascendente a la vida terrena.
 Se afirma así que: “El hombre como ser inteligente y
libre, sujeto de derechos y deberes es el primer
principio, corazón y alma de la enseñanza social de
la Iglesia”, pues afirma que “Creyentes y no
creyentes están generalmente de acuerdo en este
punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse
en función del hombre, centro y cima de todos
ellos”. (OEDSI n. 31.)
 Este principio antropológico DH constituye
la fuente de los otros principios que forman
parte del cuerpo de la DSI:
“El hombre-persona es el sujeto y el centro
de la sociedad, la que con sus estructuras,
organizaciones y funciones tiene por fin la
creación y la continua adecuación de las
condiciones económicas y culturales que
permitan al mayor número posible de
personas el desarrollo de sus facultades y la
satisfacción de sus legítimas aspiraciones
de perfección y felicidad.” (OEDSI n. 31.)
El pleno respeto de la DH se dará en la
realización efectiva del Bien Común
histórico y del Bien Común definitivo de
cada persona Humana.
 Por la importancia misma de este principio:
“la Iglesia no se cansará nunca de insistir
sobre la dignidad de la persona humana,
de manera directa contra todas las
esclavitudes, explotaciones y
manipulaciones perpetradas en perjuicio
de los hombres en el orden político,
económico, cultural, ideológico y médico.”
Será mediante el desarrollo de la acción
social de la Iglesia inspirada en la DSI y en
los distintos procesos educativos de
inspiración cristiana donde se realice el
proceso que haga consciente a las
personas de su propia dignidad y de la de
cada uno de los seres humanos.
 El Documento de Aparecida dedica el
capítulo 8 a la relación entre el reino de
Dios y la promoción de la dignidad
Humana, como respuesta a los abismos
reales que los miembros de nuestros
pueblo latinoamericanos experimentan
en detrimento de la propia dignidad y
del incumplido respeto y realización de
los derechos humanos fundamentales
que de ella se derivan.
 Las interrogantes cotidianas del ser
humano sobre su existencia, por la fe
encuentran su definitiva respuesta en
Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre
para nuestra salvación, pues: “Su
mandato de caridad abraza todas las
dimensiones de la existencia, todas las
personas, todos los ambientes de la
convivencia y todos los pueblos. Nada
de lo humano le puede resultar
extraño”. Cfr. DA n. 380
 Ante las situaciones incompatibles con
la dignidad de la persona Humana la
Iglesia Latinoamericana busca
responder ante la Buena Nueva de
Jesucristo que ha venido a liberar a los
pobres.
 Las dimensiones concretas en las que el
Documento de Aparecida nos invita a
considerar el respeto de la dignidad
humana:
1. la pobreza real experimentada en gran
cantidad de nuestros hermanos,
2. nuestra complicidad en la corrupción
estructural e institucional
3. junto con a la realidad de nuestra
indiferencia
4. Y el paternalismo infructuoso con que le
atendemos ante la falta de conversión de
las estructuras de pecado que siguen
produciendo la pobreza en los seres
humanos de nuestra sociedad.
 Es evidente la falta de interés por el bien
común de las personas humanas y la
transformación de nuestra realidad
social, donde el individualismo e
indiferencia se ha convertido en la
constante actitud de nuestra vida ante
las necesidades de nuestros más
cercanos incluso dentro de nuestras
familias, y son en ocasiones sólo las
grandes catástrofes lo que nos motiva a
la comunión y la solidaridad.
 De manera particular nos llama a atender
“los rostros sufrientes” :
1. de quienes no tienen hogar, Cfr. DA n. 407
2. los migrantes, Cfr. Ibid n. 411
3. Los enfermos, Cfr. Ibid n. 417
4. Los adicto-dependientes,
5. Los encarcelados, Cfr. Ibid n. 427
6. y de manera particular en nuestra realidad
los niños, ancianos y discapacitados
olvidados de la sociedad y explotados en
la mendicidad en nuestra calles,
7. así como la falta de atención integral a
todos aquellos que entre nosotros no tiene
capacidad de alcanzar lo necesario para
su subsistencia.
 La presencia efectiva del Reino
presentará una serie de señales
evidentes (Cfr. DA n. 383) ante las cuales
nosotros como Discípulos y misioneros
estamos llamados a una respuesta fiel a
la gracia comunicada en Cristo siendo
capaces de: “asumir evangélicamente
y desde la perspectiva del Reino las
tareas prioritarias que contribuyen a la
dignificación de todo ser humano, y a
trabajar junto con los demás
ciudadanos e instituciones en bien del
ser humano”. Cfr. Ibid n. 384
 Los dos acentos de esta primera afirmación
son:
 la búsqueda de la dignificación de todo
ser humano y la colaboración con todos los
hombres de buena voluntad que procuran
el bien integral del ser humano (dentro o
fuera de la Iglesia).

El respeto efectivo de la dignidad humana


incluye la acción de amor, misericordia y
compasión “hacia todos los que ven
vulnerada su vida en cualquiera de sus
dimensiones” (Buen samaritano). Cfr. DA n. 384
 Y actuando de manera concreta
conforme a lo que la Declaración
Universal de Derechos Humanos advierte
sobre la obligación de los gobiernos
nacionales de garantizar jurídica y
realmente el respeto de la Dignidad
Humana y los derechos humanos
fundamentales. “Considerando que los
Estados Miembros se han comprometido a
asegurar, en cooperación con la Organización de
las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo
a los derechos y libertades fundamentales del
hombre”. Cfr. DUDH preámbulo.
 Está plenamente identificada la situación
cultural contraria a la Dignidad Humana,
que se ha unido a la ineficiencia de los
procesos que directamente procuran
resolver los atentados a ella de parte de
todas la instituciones sociales, y de los
cuales nosotros mismos llegamos a ser
cómplices al favorecer el circulo vicioso del
permanente asistencialismo infructuoso en
casos que es posible la intervención
efectiva a favor del propio desarrollo.
 De manera clara se advierte la urgencia de
fortalecer los procesos educativos de las nuevas
generaciones que fortalezcan la capacidad del
actuar solidario en medio de las situaciones
inhumanas que siguen acompañando nuestra
realidad social.
 Desde la conciencia y respecto de la propia
dignidad y de la dignidad de los demás, junto con
una efectiva promoción de acciones que
permitan educarnos en la apertura y búsqueda
del bien común de las personas humanas y de
manera concreta en la compasión que “llegue a
convertirse en un permanente impulso para luchar
contra la erradicación de las formas dominación,
opresión en injusticia que producen sufrimiento”.
(Cfr. J.M. MARDONES, Recuperar la justicia, Sal Terrae, Santander
2005, p. 170.)
 El Documento de Aparecida, nos llama a
un análisis real de la pastoral social de la
Iglesia en relación a la promoción humana
integral que favorezcan la globalización de
la justicia y la caridad.
 El documento organiza en ámbitos,
prioridades y tareas la misión de los
Discípulos de Jesucristo en el “Hoy” de AL y
el Caribe. Y advierte que:
“La voz del Señor nos sigue llamando como
discípulos misioneros y nos interpela a
orientar toda nuestra vida desde la
realidad transformadora del Reino de Dios
que se hace presente en Jesús.” Cfr. DA n. 382
 La respuesta en la fe implica la acción
transformadora de Cristo en el reino de Dios, Buena
Nueva del Evangelio: pues Dios-amor es Padre de
todos los hombres y mujeres de todos los pueblos y
razas.
 Jesucristo es el Reino de Dios que procura desplegar
toda su fuerza transformadora en nuestra Iglesia y en
nuestras sociedades.
 En Él, Dios nos ha elegido para que seamos sus hijos
con el mismo origen y destino, con la misma
dignidad, con los mismos derechos y deberes vividos
en el mandamiento supremo del amor.
 El Espíritu ha puesto este germen del Reino en
nuestro Bautismo y lo hace crecer por la gracia de la
conversión permanente gracias a la Palabra y los
sacramentos
 Como parte de nuestro compromiso podemos
analizar el desarrollo y alcance de la
dimensión social de nuestra pastoral, revisar
nuestra organización en el trabajo pastoral, los
alcances de los proyectos y programas de
nuestro trabajo y respondamos
 ¿Cómo estos responden las necesidades de
nuestra realidad inmediata?
 ¿cuánto asumen el carácter promocional del
desarrollo?
 ¿Hemos madurado la simple acción
asistencialista, necesaria bajo ciertas
circunstancias y en específicas necesidades
pero llamada a llegar a una auténtica
promoción de la persona?
 ¿la promoción del desarrollo humano
integral
“El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico.
Para ser auténtico debe ser integral, es decir, promover a
todos los hombres y a todo el hombre”. Paulo VI, Carta
Encíclica Populorum Progressio, n. 14.

 y la auténtica solidaridad son la base de


nuestra acción de pastoral social.?
“la solidaridad…no es, pues, un sentimiento superficial por los
males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario,
es la determinación firme y perseverante de empeñarse por
el bien común.” Juan Pablo II, Carta Encíclica Sollicitudo Rei
Socialis n.38.
 PRECES COMUNITARIAS
 Señor, Dios, escucha nuestras oraciones, que con humildad te presentamos:
 R. Que aprendamos de Cristo a ser generosos.
 Por el Papa y los obispos, para que atentos a las necesidades de los demás, sepan
testimoniar y motivar a la solidaridad con los más necesitados. R.
 Por los gobernantes, para que estén siempre atentos a las necesidades de los
demás y vivan preocupados de los que menos tienen. R.
 Por todas las personas necesitadas del socorro de los demás, para que el Señor las
 guarde y alivie todas sus necesidades. R.
 Por todos nosotros, para que siendo conscientes de que hay más alegría en dar
que en recibir, podamos cada día alegrarnos compartiendo nuestros bienes y
nuestra vida al servicio de los necesitados. R.
 Por quienes viven encerrados en sí, envueltos en su egoísmo, para que abiertos a la
gracia de Dios, encuentren la alegría de compartir. R.
 Acudamos a Dios Padre, tal como Cristo nos enseñó: Padre Nuestro.

Escucha, Señor las oraciones que te presentamos


y concédenos llegar a imitar la generosidad de tu Hijo,
que se quiso quedar con nosotros
en el sacramento admirable de la Eucaristía,
para que como Él,
vivamos dándonos al servicio generoso de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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