Revista de Estudios Penitenciarios
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Revista de Estudios Penitenciarios
ISSN: 0210-6035
252
252
2006
Estudios e Intervenciones:
Novedades en el concepto de tratamiento penitenciario
La responsabilidad civil en la L.O. 7/2003 VCTOR MANUEL LPEZ CERRADA y su incidencia en el tratamiento penitenciario
CONSEJO DE REDACCIN
Presidenta D. Mercedes Gallizo Llamas Vicepresidente D. ngel Herbella Alonso
Vocal Asesor Directora General de Instituciones Penitenciarias
Investigador del Programa Ramn y Cajal - Universidad de Barcelona Profesor y Doctor en Derecho
D. Gloria Corrochano Hernando D. Santos Rejas Rodrguez Secretaria D. Laura Lledot Leira
Subdirectora Adjunta de la Subdireccin General de Tratamiento y Gestin Penitenciaria Subdirector General de Personal de Instituciones Penitenciarias
Edita: Ministerio del Interior. Secretara General Tcnica. NIPO: 126-06-020-2 ISSN: 0210-6035 Depsito legal: M-9123-2007 Imprime: Organismo Autnomo Trabajo Penitenciario y Formacin para el Empleo Imprime: Taller de Artes Grficas del Centro Penitenciario de Madrid III (Valdemoro)
SUMARIO
Pgs.
ESTUDIOS E INTERVENCIONES ................................................... Novedades en el concepto de tratamiento penitenciario. FRANCISCO BUENO ARS .............................................................. Una aproximacin prctica a la clasificacin penitenciaria. MARA J. ARANDA CARBONEL ........................................................ La responsabilidad civil en la L.O. 7/2003 y su incidencia en el tratamiento penitenciario. VCTOR MANUEL LPEZ CERRADA ........
7 9 37 77
Cuestiones penitenciarias para el final de una guerra. GUTMARO GMEZ BRAVO ................................................................................. 117 El traslado de reos al lugar de cumplimiento de condena durante el Antiguo Rgimen. PEDRO-ALEJO LLORENTE DE PEDRO ........ 133 RECENSIN. ABEL TLLEZ AGUILERA .......................................... 163 NORMATIVA PENITENCIARIA ....................................................... 167
ESTUDIOS E INTERVENCIONES
Abogado del Estado y Letrado del CGPJ jubilado Profesor emrito de la Universidad P. Comillas
1 Texto revisado de la ponencia expuesta en el XV Seminario de Jueces de Vigilancia Penitenciaria, organizado por el Consejo General del Poder Judicial los das 12 a 14 de junio de 2006. Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigacin sobre El proceso de reforma del sistema de determinacin de la responsabilidad criminal: Anlisis de los fundamentos dogmtico-penales y constitucionales y de su eficiencia en la aplicacin, que se desarrolla en el rea de Derecho penal de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y que ha sido financiado por el MEC (Proyecto SEJ004-05603/JURI) dentro del Plan Nacional de I+D para el trienio 2004-2007.
I. INTRODUCCIN
1. El Derecho, en cuanto estructura lingstica, se caracteriza por ser un lxico sui generis, compuesto, en gran o en su mayor parte, por palabras que representan conceptos jurdicos indeterminados. Lo llamo lxico sui generis, porque ni es un lenguaje exclusivamente tcnico y slo manejable por los profesionales o los iniciados (como conocemos tantos ejemplos en otras ramas del saber) ni tampoco es un lxico coloquial, aunque abunden en las normas jurdicas los trminos que proceden del lenguaje vulgar y que nos parecen tan en su sitio cuando los empleamos para discursear por ejemplo sobre los derechos de las personas y la organizacin de la familia y de las personas morales, o sobre los delitos y las penas, temas que el ciudadano medio considera de experiencia generalizada. Decir que el lenguaje jurdico es una mezcla de lenguaje tcnico y lenguaje coloquial no es un reproche por lo que respecta al lenguaje jurdico-penal, ya que, en este sector del ordenamiento, por sus consecuencias, es quiz ms necesario que en ningn otro que el lenguaje sea comprendido fcilmente por el pueblo destinatario de las leyes. Aqu, la claridad de la norma es casi siempre garanta de libertad. 2. Una nocin bien estudiada de concepto jurdico indeterminado es la que nos ofrece Sainz Moreno, quien, distinguiendo los conceptos indeterminados de los homnimos y los sinnimos, entiende que los indeterminados constituyen una especie de tierra de nadie entre dos conceptos sinnimos o se trata de conceptos de apreciacin relativa (v.g. concepto de rapidez). Un trmino es indeterminado cuando no tiene lmites precisos, no traza una lnea clara sobre la realidad a la que se refiere. Hay como unos crculos concntricos: zona de certeza positiva, zona de certeza negativa, zona de indeterminacin. En los conceptos jurdicos, la indeterminacin puede darse en el supuesto de hecho (v.g. aprovechamiento de especial inters) o en la consecuencia jurdica (principio de proporcionalidad, principio de intervencin mnima). 3. Que el lenguaje jurdico abunde en ellos tiene sus ventajas prcticas y sus inconvenientes tericos. Los inconvenientes, en relacin con lo antes dicho, se centran sobre todo en las dificultades para garantizar principios esenciales, como son el de legalidad y el de seguridad jurdica (art. 9 de la Constitucin), cuando no se puede estar seguro del sentido de las palabras que emplean la ley y la jurisprudencia, o cuando la jurisprudencia se muestra partidaria de cambios constantes y profundos en la interpretacin de las mismas normas.2 Las ventajas prcticas constituyen la otra cara de este mismo fenmeno: si es posible encontrar diversos significados a una palabra o a una expresin, el juez siempre (o casi siempre) podr hacer prevalecer su criterio mediante una interpretacin de la norma, hbil (vase art. 3.1. del Cdigo Civil) y si llega el caso voluntarista ms que
2 A propsito de este tema, me siento obligado a llamar la atencin sobre el peculiar sentido que el principio de legalidad penal est adquiriendo en Espaa. Antes hablbamos del principio de legalidad y del principio de oportunidad como principios opuestos, el primero aplicable al Derecho penal sustantivo y al procesal, el segundo (reconocido por la ley, claro) aplicable, no a la tipicidad sino al proceso, por cuanto significaba permitir al Ministerio Fiscal desistir o renunciar a la accin penal por motivos tcnico-jurdicos, es decir, cuando por las circunstancias del caso concreto la exigencia a rajatabla del principio de legalidad poda ser contraproducente desde la perspectiva de los fines del proceso y de la pena La novedad actual es que, aunque la ley no dice nada, parece que nuestros conciudadanos la valoran ms como instrumento de poder que como mecanismo de justicia, y, en consecuencia, es como si estuviramos aceptando implcitamente el viejo axioma de la Escuela libre del Derecho, a saber que
inteligente, y el jurista tambin podr encontrar siempre algn argumento razonable para defender no importa qu sentido de la norma: el que le convenza racionalmente o el que beneficie a sus clientes. Lo mismo le acontece al tratadista que pretenda arrimar de entrada el ascua de la justicia a la sardina de sus preferencias de escuela. Y, en los ejemplos ms radicales, la flexibilidad interpretativa de la norma jurdica puede ayudar a que un profesional se d el gusto de tratar de demostrar que 2 y 2 son 5, o tal vez 3 y media, cosa que entiendo no es posible en otras ramas del saber, seguramente ms cientficas. 4. El objeto de esta ponencia se refiere a la evolucin del concepto y del contenido del tratamiento penitenciario en la legislacin espaola, como elemento sustantivo de la ejecucin de las penas privativas de libertad para darles el sentido y la orientacin a que se refiere el artculo 25.1 de la Constitucin: reeducacin y reinsercin social, y tambin el artculo 1 de la LOGP y 1 de su Reglamento de 1996. La importancia del tratamiento penitenciario radica en que, con mayor o menos precisin cientfica, el tratamiento est ntimamente vinculado a la ejecucin de la pena de privacin de libertad con una finalidad de prevencin especial positiva (llmese correccin, reeducacin, reinsercin social, resocializacin, o de cualquier otro modo parecido, y sta es la nica o la preponderante finalidad de la pena que las normas del Estado de Derecho aceptan expresamente del amplio abanico de posibilidades definido por la doctrina y puesto en prctica en otras pocas histricas, en las que las dificultades para el reconocimiento de los derechos de las personas provenan sobre todo del carcter absoluto del poder real o del establecimiento de una situacin de dominio del Estado nacional en el mbito econmico, merced a circunstancias como el protectorado, el colonialismo, o simplemente la declaracin de guerra a los pueblos que se resistiesen. 5. No quisiera dar la imagen de fatalista, pero, despus de mencionar que el tratamiento penitenciario constituye un concepto jurdico indeterminado, procede reconocer su vinculacin estrecha en nuestro tiempo con el Estado de Derecho, pero es que el Estado de Derecho tambin es un concepto (o un superconcepto) jurdico indeterminado. De lo nico que estamos seguros es de que no es bastante, para hablar de un Estado de Derecho, identificarlo con el Estado sometido al Derecho que l mismo elabora (Jellinek), y el modelo de un Estado garante de los derechos de los ciudadanos y del principio de legalidad no deja de ser una frmula, que puede ser rellenada de muy diversas maneras: Estado liberal de Derecho, Estado social de Derecho, Estado democrtico de Derecho, Estado de Justicia, son todos modelos del Estado de Derecho que a su vez admiten otros submodelos, como el Estado polica y el Estado gendarme dentro del Estado liberal, o, dentro del Estado democrtico, tantas variedades como
la ley no es sino un til del que el Parlamento dota a los otros dos poderes como una orientacin, una sugerencia, para que la tengan en cuenta cuando les convenga, o para que prescindan de ella en otro caso y acudan a los principios generales o al leal saber y entender de la conciencia judicial para resolver el conflicto de que se trate. Por lo tanto, yo dira que actualmente el principio de legalidad no se contrapone al principio de oportunidad, sino que se confunde con l, pero adems no se trata de una oportunidad tcnica (tcnico-jurdica), como razon antes, sino de una oportunidad meramente poltica Lo ms difcil de digerir es que este enfoque del ordenamiento penal, adems de por el Gobierno y los polticos, ha sido aceptado tambin por las fuerzas de seguridad y por el Ministerio Fiscal, y est empezado a serlo por los Jueces, aunque sea como "un mal inevitable impuesto por la fatalidad del destino" No es eso lo que nos ensearon acerca del principio de divisin de poderes, ni creo que el cambio de orientacin sea para rer.
especies de democracias se han contabilizado en la historia de la humanidad (democracias liberales, democracias populares, democracias orgnicas, populismo, tercermundismo, dictaduras democrticas) A su vez, el enfoque en cada una de estas categoras, claro es, es diverso segn que el principio de legalidad se respete mnimamente o sufra el proceso de corrupcin lingstica al que me refiero en la nota 2. Sin que dispongamos de una varita de avellano que se ponga a oscilar cuando la enfrentemos a una democracia verdadera, puesto que adems tampoco tiene sentido hablar de verdadero o falso en sede de juicios de valor jurdicos, que slo admiten la calificacin de justos o razonables y sus contrarios, y sabemos que aqu reina el ms puro subjetivismo, puesto que cada uno enfoca tales valoraciones desde sus propias creencias, necesidades y conciencia personal, y no puede ser de otra manera. Sin subordinar el Derecho a otro orden normativo, las normas jurdicas son siempre relativas, y, si las subordinamos a otras normas legitimadoras, morales, religiosas o polticas, el relativismo no har sino multiplicarse. Ya nos queda menos para identificarnos con el anarquismo filosfico.
Desde el momento en que nos encontramos con una legislacin penitenciaria, satisfactoriamente moderna o avanzada, en Espaa, la misma nos ofrece dos ideas clave para nuestro objeto. Primera idea: el fin jurdico y social de la pena privativa de libertad, con carcter prevalente sobre otros fines, es la correccin (en sentido moral o en sentido social) del delincuente. La pena no pretende, pues, en primer trmino, ni el escarmiento del penado, ni la defensa de la sociedad, ni la intimidacin general, ni la venganza por el dao causado, aunque la mayor parte de estos fines sean fines principales e incluso imprescindibles, tanto para una mentalidad autoritaria como para los impulsores del Estado de Derecho en sus diversas acepciones. El ltimo de los fines mencionados slo lo ha sido a efectos dialcticos, porque, no obstante un determinado movimiento en nuestros das a favor de la pena como venganza contra el delincuente (Hugo Grocio), propiciado por los padres de vctimas adolescentes de delincuentes asimismo menores de edad, no es compatible, ni con los principios constitucionales de un Estado democrtico de Derecho, ni con una tica social mnimamente exigible a favor de la convivencia, concebir la venganza como una finalidad esencial de la pena. Y, sin embargo, algo debe haber en el subconsciente cuando los clsicos hablaban de la pena en el Renacimiento como vindicta publica (tambin la Ordenanza General de Presidios de 1834), y todava actualmente los internacionalistas, en el terreno del Derecho penal internacional (que no los penalistas), repiten la expresin vindicta publica como una etiqueta con un valor sobreentendido, axiomtico, legitimado por el uso centenario. La segunda idea que nos ofrece la legislacin penitenciaria espaola moderna (de las dos que mencion hace dos prrafos) es que, en el siglo XIX y primera mitad del XX, la pena correccional no se vincula a una concepcin de la ejecucin de la pena
como tratamiento, que sera un trmino en ese tiempo fuera de contexto. La correccin se consigue, o se intenta conseguir, por el juego combinado de aquellos elementos que se encuentran en la base de la formacin de todo ciudadano dentro de una sociedad establecida: escuela, trabajo y religin, de los cuales se supone que se ha producido una recepcin incompleta por parte del delincuente para poder explicarnos el hecho del delito. Haced a un hombre trabajador y ser honrado, deca el bueno de Howard (quien sin duda no pudo conocer una pelcula de cine britnica de hace algunos aos, en la que se haca patente el entusiasmo de los internos en una prisin ante la imparticin de cursos acelerados de cerrajera destinados a los autores de delitos de robo con violencia en las cosas u otros delitos contra los bienes patrimoniales o econmicos). Sobre esta base, nada tiene de extrao que, en el caso de emplear eventualmente en los tiempos de referencia la palabra tratamiento, sta hubiera tenido algn significado muy genrico, y de escasa o nula utilidad para nuestro objeto, como son los que aparecen en los Diccionarios al uso. Hojeemos dos Diccionarios prestigiosos: el de la RAE, ltima edicin, y la Enciclopedia Salvat distribuda por El Pas en el ao 2003. En estos Diccionarios tratamiento es accin y efecto de tratarse (= de comunicarse), procedimiento empleado en una experiencia, modo de trabajar ciertas materias para su transformacin, conjunto de medios que se ponen en prctica para la curacin o alivio de las enfermedades o ttulo que se da o con que se habla a una persona. Es llamativa la variedad de acepciones del tratamiento, que apenas tienen nada que ver las unas con las otras, pues heterogneas son las situaciones que consisten en comunicarse con otro, saludarle con todo respeto, curarle una enfermedad o transformar algn objeto. No obstante, todas ellas se enuncian con el mismo trmino pero sin embargo no estn todas las existentes, pues justamente la acepcin especfica que venimos buscando no forma parte de los enunciados transcritos. Un Diccionario de poca, el Tesoro de la lengua castellana o espaola, de Sebastin de Covarrubias Orozco, primera edicin 1611, es todava ms decepcionante, pues no atribuye al tratamiento otro significado que el de la humanidad y cortesa, y as decimos buen tratamiento o mal tratamiento. La consulta de otros Diccionarios conocidos (Corominas, Seco, Mara Moliner) no ha aportado nada nuevo. La doctrina jurdica vena empleando tratamiento y trato prcticamente como conceptos homlogos, lo cual es cierto si trato se emplea en el sentido de accin o efecto de tratarse o tratamiento de cortesa, acepciones que recoge el Diccionario tambin para tratamiento, pero no es cierto si trato se emplea, en su acepcin ms distante de todas las anteriores, como sinnimo de negociacin, ajuste o convenio, que es el significado predominante que tiene esta voz para el Diccionario de Covarrubias. De entrada, pues, al no darnos los Diccionarios una acepcin de trato y de tratamiento que podamos aplicar sin duda en el mbito penitenciario, escojo, como ms aproximada a la acepcin de tratamiento que venimos buscando, la de conjunto de medios que se ponen en prctica para la curacin o alivio de las enfermedades, sustituyendo enfermedades por trastornos de personalidad o de socializacin, y haciendo de los ms jvenes sus protagonistas. Tambin es aceptable provisionalmente en sede penitenciaria la acepcin de tratamiento como mtodo de transformacin de ciertas materias, al menos en un sentido metafrico, pues, en efecto, se aspira a que la pena transforme, moral, social o polticamente, al condenado. Pero en cualquier caso nos quedamos insatisfechos y pensando en la conveniencia de sugerir alguna idea sobre nuestro tema de hoy al jurista que forma parte de la Real Academia Espaola como Acadmico de nmero.
Consultados los Cdigos penales espaoles, liberales, conservadores o autoritarios, desde el de Fernando VII (1822) hasta los promulgados durante el franquismo (1944, 1963, 1973), no encuentro en ellos la voz tratamiento, pero quizs he buscado mal. En cambio, s aparece la misma en el epgrafe del captulo IV del ttulo VI del libro II de la Ley de Enjuiciamiento criminal, concebido en los siguientes trminos: Del ejercicio del derecho de defensa, de la asistencia de abogado y tratamiento de los detenidos y presos, pero este dato carece de inters para nosotros, primero, porque aqu el tratamiento equivale a su sentido ms primitivo, es decir, al trato, o manera de comportarse en general con las personas o las cosas de nuestro alrededor, teniendo en cuenta sus derechos y responsabilidades, lo que le aleja de las acepciones usuales que hemos visto en los Diccionarios sin completarlo con otra acepcin jurdica suficientemente convincente, y no poda ser de otra manera puesto que las personas aludidas son detenidos y presos preventivos, respecto de los cuales no cabe (entonces, no caba) un tratamiento que ya es ejecucin de una condena; y, segundo, porque incluso la expresin de marras pas a la LECrim en la reforma operada por la L.O. 14/1983, de 12 de diciembre, y por lo tanto no tiene siquiera la antigedad de dicha Ley (promulgada en 1882).
2.3. Legislacin penitenciaria espaola
Tampoco nuestros textos penitenciarios extensos, desde la Ordenanza General de Presidios de 1834 hasta la segunda mitad del siglo XX, contienen la palabra tratamiento, creada a mi entender para hacer frente a una nueva realidad que se present posteriormente. Pido excusas para el supuesto hipottico, no imposible, de que mi consulta legislativa haya sido hecha precipitadamente.
B) Reglamento de los Servicios de Prisiones de 1956
El RSP de 2 de febrero de 1956 (que tiene la peculiaridad de que, aun elaborado durante el franquismo, se acomoda, aunque sea parcialmente, a lo previsto en las Reglas Mnimas para el Tratamiento del Delincuente, aprobadas por las Naciones Unidas en 1955) utiliza ya tan revolucionario trmino en el artculo 49, relativo al primer perodo de cumplimiento de la pena privativa de libertad en el sistema progresivo, diciendo que dicho perodo se dividir en dos fases de 10 y 20 das como mnimo, salvo que por motivos de salud le deba ser impuesto otro tratamiento. A mi entender, aqu el trmino en cuestin no es tcnico ni tiene un significado propio, al no haber sido definido en el articulado de la disposicin, lo que hubiera sido necesario si el legislador hubiese pretendido incorporar al ordenamiento penitenciario un trmino fundamental, nuevo, de manera precisa, por la primera vez. No siendo as, creo que podemos entender que el trmino, o bien hace relacin a un tratamiento sanitario, o, si no es as, resulta tan vago e indeterminado como el viejo trato de la doctrina o el mismo trmino rgimen, otro concepto jurdico indeterminado que en el contexto reglamentario puede interpretarse
como conjunto de derechos y beneficios propios del penado (utilizado a su vez expresamente y de modo nico en el artculo 47 del Reglamento para citar conjuntamente y distinguir el rgimen de los detenidos y presos del rgimen de los condenados). Me extrao de que un Reglamento, inspirado como he dicho en las Reglas Mnimas de las Naciones Unidas, no haya sacado partido de unos conceptos de rgimen y tratamiento concebidos ms extensamente, de acuerdo con las orientaciones internacionales. Esa utilizacin se ha hecho, sin embargo, como veremos, en el momento en el que el legislador ha sentido la necesidad de dar un paso adelante en la regulacin del sistema progresivo (arts. 84 del CP y 48 del RSP), esencia del sistema penitenciario espaol y que consta, como siempre, de cuatro etapas, grados o perodos, con el contenido elstico y vagamente progresivo que desarrolla el citado artculo 48 y siguientes del RSP de 1956, modernizando desde la perspectiva de las exigencias del siglo XX aquello que crearon en el siglo XIX sobre todo Crofton y Montesinos, interpretado este ltimo por el poderoso ingenio de Rafael Salillas. El giro copernicano en cuanto al uso y sentido de la voz tratamiento se produce con la promulgacin del Decreto 162/1968, de 25 de enero, que modifica una serie de artculos del Reglamento de 2 de febrero de 1956, para, como se dijo entonces, introducir la Criminologa en el sistema penitenciario espaol (todava estamos pendientes de su introduccin paralela en el sistema procesal) y dar cumplimiento, segn su exposicin de motivos, a la necesidad de mejorarlo en su aspecto tcnico, de modo que recoja las nuevas soluciones que la Ciencia penitenciaria ofrece, aplicando mtodos nuevos a los complejos problemas de reeducacin y reinsercin social de los delincuentes, siendo de subrayar que en este prrafo la expresin reeducacin y reinsercin social se anticipa, cuando an quedan siete aos de franquismo, a lo que expresarn como fines de la pena con ms propiedad la Constitucin de 1978 y el restante ordenamiento legislativo de la Transicin. Se vuelve a hablar de tratamiento, como en volandas, en la exposicin de motivos del citado Decreto de 25 de enero de 1968, al enumerar los cuatro grados o perodos del sistema progresivo, ahora ms sistemticos y relacionados con los tipos de establecimiento, y con las actividades de observacin, clasificacin y tratamiento, voz que, sin embargo (es mi modesta opinin), se emplea en el precepto correspondiente en un sentido tan universal como se empleaba rgimen en la versin reglamentaria de 1956. El trmino y su interpretacin se repite en otros artculos (se ha cogido gusto al juguete y hay que disfrutarlo), por ejemplo, los cuatro grados progresivos se especifica que son propios del tratamiento; los equipos tcnicos se encargarn de la aplicacin del tratamiento que se requiera; el tratamiento es continuo e incluye la libertad condicional Ms enjundia tiene desde luego el prrafo sptimo de la exposicin de motivos, que trata de definir el tratamiento, el cual se basa fundamentalmente en el estudio cientfico de la personalidad del sujeto, y la progresin en el mismo se hace depender de la conducta activa del interno, entraando un acrecentamiento en el grado de confianza en l depositado y la atribucin de responsabilidades cada vez ms importantes que habrn de comportar una gran libertad Estos conceptos legales responden a la influencia de Jess Alarcn, pieza clave de la reforma penitenciaria espaola a finales de los 60 y durante los 70, y los mismos veremos que se repiten prcticamente con ligeros matices en la nueva LOGP, pero de manera mucho ms ampliada.
A partir de la reforma de 1968, que se complementa con la creacin del Cuerpo Tcnico de Instituciones Penitenciarias en 1970, los tcnicos penitenciarios de los que va a depender entre otras funciones todo lo que se refiere a la observacin, clasificacin y tratamiento de los internos, perciben o intuyen que rgimen y tratamiento son conceptos diferenciables, a pesar de la homogeneidad de su contenido (conjunto de derechos y deberes de los que es titular el interno en cada fase de la ejecucin de su pena), y de momento se impone una diferenciacin, intencionada aunque todava imprecisa, que viene a entender como rgimen cuanto se debe al interno como hombre, y, como tratamiento, cuanto se debe al interno como persona sometida al cumplimiento de una pena (Rodrguez Surez). Este ltimo concepto estara vinculado a la relacin jurdica penitenciaria, en tanto que el anterior lo estara a las relaciones jurdicas anteriores a la condena del sujeto, que por lo tanto no nacen a consecuencia de la misma, aunque la condena tampoco tiene la eficacia de producir su extincin. Su continuidad tiene que ver con la configuracin constitucional de los derechos fundamentales de la persona, garantizados por la Norma suprema.
C) Tratamiento penitenciario y Criminologa
La promulgacin del Decreto de 1968 tiene un significado implcito muy importante, y es que a mi entender constituye el resultado del complejo de inferioridad que las llamadas Ciencias culturales, sociales o del hombre han sentido y sienten ante las Ciencias naturales, de las que en consecuencia tratan de adoptar el mtodo y la sistemtica en la mayor medida posible, para parecer ms Ciencias y menos Sistemas de valoracin. El positivismo jurdico del siglo XIX es consecuencia del positivismo de las Ciencias naturales, de las que se adopta hasta el lxico en temas concretos, como por ejemplo la relacin de causalidad en la teora del delito, que no tiene la misma claridad que tiene en las Ciencias fsicas, porque su adaptacin al mundo de los valores es forzada y de aqu que andando el tiempo haya tenido que ser, ms que completada, corregida con la teora de la imputacin objetiva, gracias a la cual nos encontramos en nuestro ambiente propio (los juicios de valor), al tener que concluir que el Juez tendr por causa de un resultado tpico a aquella conducta que, dadas las circunstancias, merezca ser tenida como causa de ese resultado. Pues bien, en tal contexto la teora de la pena todava no haba recibido las bendiciones cientficas que haba empezado a recibir, aparentemente, la teora del delito, y corra prisa hacer algo. Y lo que se hace, no slo en Espaa, porque la orientacin proviene de la poltica criminal de las Naciones Unidas, es corregir la discrecionalidad en la aplicacin y ejecucin de la pena, tratando de transformar la primera en un clculo objetivo, matemtico, aunque es imposible, y dignificar la ejecucin, no haciendo depender las actividades resocializadoras del buen criterio de los funcionarios penitenciarios, sometidos en su caso a control de la Jurisdiccin correspondiente, sino elevndola al rango de actividad cientfica, controlada por expertos cientficamente preparados, cuyo saber habra de estar suficientemente acreditado con profesiones universitarias o diplomadas, como las de psiclogo, psiquiatra, asistente social, etc. Tambin aqu se produjo una situacin de influencia de las Ciencias naturales (la Biologa positivista) sobre el Derecho, en cuanto que los conceptos jurdicos de correccin, reeducacin, reinsercin, resocializacin o similares son herederos de los conceptos de regeneracin y regeneracionismo (que tanto gustaban a la
Generacin del 98). Tal orientacin, encaminada a evitar sobre todo la discrecionalidad administrativa, basada en criterios como el ojo clnico o la responsabilidad del buen padre de familia, no dej de suscitar crticas profundas, como veremos ms adelante. As pues, la reforma de 1968, confiando en las propias fuerzas de la Administracin penitenciaria, pretende que en el procedimiento elegido por el Estado para provocar el cambio anmico o de actitud social en el recluso en que consiste el xito en su caso de la pena de prisin desde el correccionalismo decimonnico hasta nuestros das no intervengan solamente criterios rutinarios de relacin con los dems, ni el famoso don de gentes de Montesinos, ni siquiera una educacin ms intensa en el mbito de la religin, la cultura y el trabajo (respondiendo al esquema de los primeros correccionalistas, que, como buenos filntropos, cifraban en esos aspectos de la enseanza la ceguera de la ignorancia o las luces del desarrollo de la personalidad de cada individuo), sino que intervenga tambin la Criminologa, esto es, intervengan las Ciencias del Hombre, aplicadas a la materia penal, en cuanto que el hombre (delincuente) se concibe tambin como objeto del conocimiento cientfico y las modificaciones en la manera de ser o en la personalidad del sujeto constituyen objeto de tcnicas especficas a consecuencia de conocimientos especializados de las ciencias que estudian los aspectos somticos y psquicos de la persona humana. Solamente estos conocimientos y estas tcnicas especficas tendrn la altura adecuada para poder ayudar a superar los obstculos interiores y exteriores que impiden la perfecta socializacin del individuo, integrndose con normalidad en el conjunto de la poblacin del Estado o, con miras ms limitadas, en la poblacin de la ciudad, villa o regin a la que pertenece el interesado, o en el grupo o clase social de la que procede o que le corresponde. La idea de conceptuar la ejecucin de la privacin de libertad como un tratamiento, esto es, como una metodologa de carcter cientfico, nace ya con la primera Escuela de criminlogos, la Escuela positiva italiana, liderada por Lombroso, Garofalo y Ferri, que fomenta la idea del delincuente como alguien cuya personalidad tiende a delinquir (aunque reconoce tambin la categora del delincuente ocasional), por un defecto de orden corporal o espiritual (delincuente nato), para el cual la Ciencia puede poner lenitivos en funcionamiento pero nada ms: los defectos y las desviaciones no se curan. Todo lo ms se mitigan. Las sanciones no son penas, porque no dicen relacin a la culpabilidad del acusado (que no puede ser culpable porque no se le considera libre), sino a su peligrosidad (riesgo de volver a delinquir, dada la mentalidad y la personalidad del acusado). Para el delincuente no susceptible de cambiar en absoluto, las medidas de seguridad pueden llegar, de forma natural e indiscutible, hasta la muerte o la cadena perpetua. Para quien es capaz de iniciar un cambio, demuestra que le convence el lenguaje que utilizan con l los expertos, y trata de asimilarlo y de ponerlo en marcha, esa postura de acercamiento merece la ayuda de la sociedad y la medida aplicable no perseguir la inocuizacin sino la correccin del delincuente. La ejecucin de la pena (o medida) como tratamiento supone, por tanto, las siguientes novedades: introducir la Criminologa (fundamentalmente, la Psicologa y la Psiquiatra criminales) en el Derecho penal y penitenciario, dar ejemplo de la importancia que tienen los mtodos interdisciplinarios para influir o guiar la peripecia biogrfica de los hombres, llevar un rgimen de vida que conduzca sensible o
insensiblemente a un cambio definitivo socialmente aceptable y que se trace y dirija con arreglo a criterios cientficos (me refiero, una vez ms, a las Ciencias del Hombre o de la Conducta) mediante un plan cientficamente organizado y con el consentimiento y el apoyo del interesado. Por decirlo de una manera tcnicamente incorrecta pero bastante grfica: la delincuencia u oposicin a las reglas sociales de convivencia y solidaridad requiere un tratamiento cientficamente dirigido (como el de los enfermos graves), en el que, de comn acuerdo los directores, que han de ser expertos en las ramas y tcnicas indicadas, proceden a la elaboracin de un plan racional y sistemtico como consecuencia del cual las acciones y los pensamientos del recluso y los oportunos remedios se programan para ejercer una influencia constante y matizada en el interesado, de manera que los cambios que pueda experimentar en su forma de ser le acerquen cada vez ms al ideal del hombre en sociedad, al menos en el nivel mnimo necesario para que los conflictos sociales ofrezcan siempre la probabilidad de emplear mtodos suficientemente razonables encaminados a lograr su solucin. Despus de la Criminologa positiva (que nace en Italia), la Criminologa de base sociolgica, promovida sobre todo en Francia, pas de nacimiento de muchas cosas (derechos humanos, Ilustracin, Arte abstracto, Sociologa), tiende a diluir el estudio cientfico del Hombre y sus problemas genticos y espirituales en un estudio de la organizacin y funcionamiento de los grupos criminales para facilitar la oportuna respuesta y preparacin de la contraofensiva adecuada por parte de los Estados, que suelen ir siempre segn demuestra la prctica a remolque de los delincuentes, pero no hay mayores avances en el terreno de los problemas de la determinacin de la responsabilidad generada por el delito y los cambios de actitud personal de los delincuentes. De forma que, desaparecidos los epgonos de la Escuela criminolgica positiva, el testigo, en lo que respecta a nuestro tema, pasa directamente a la Escuela de la Criminologa Clnica. La idea de que los problemas de adaptacin o inadaptacin a la sociedad pueden ser enfocados de manera similar a los trastornos de personalidad, dando lugar a un diagnstico, un pronstico y la utilizacin de mtodos psicolgicos o sociales que eliminen o al menos iluminen las dificultades y potencien las actitudes y los sentimientos de integracin, hizo furor en el siglo XX y capt la atencin de numerosos estudiosos franceses e italianos, proyectndose en la actividad de una serie de organizaciones internacionales, como la Sociedad de Criminologa, la Sociedad de Defensa Social o la Fundacin Internacional Penal y Penitenciaria, con proyeccin destacada en las Reglas Mnimas para el Tratamiento de los Reclusos y otros acuerdos de los Congresos quinquenales de las Naciones Unidas sobre prevencin del delito y tratamiento del delincuente, que han servido de referente para las legislaciones estatales. Procede citar aqu los nombres de Ferracuti, Marc Ancel, Jean Pinatel, entre otros. La Criminologa Clnica tuvo su momento de esplendor en la revisin que se hace en el citado siglo XX de los sistemas penitenciarios puestos en pie en el siglo XIX. Tambin le ha alcanzado la frustracin que es caracterstica de los sueos sociales que no salen del todo bien. Esta Escuela era eclctica, en cuanto que combinaba la libertad y el determinismo, las penas y las medidas, la culpabilidad y la peligrosidad, la prevencin general y la prevencin especial, y valoraba la ejecucin de la pena de prisin como una situacin en la que el condenado contina formando parte de la sociedad, tiene sus derechos y deberes como un ciudadano normal (aparte de los especficamente penitenciarios), debe ser objeto de un tratamiento especfico dirigido, ms
que por criminlogos, por expertos en las Ciencias de la Conducta orientadas al hombre delincuente. La Criminologa de Pinatel, en particular, es un libro que tuvo un gran predicamento, desde luego en la Escuela de Estudios Penitenciarios en Espaa, hasta no hace mucho tiempo. Sus criterios son tambin responsables de la orientacin de la Ley Orgnica y dems disposiciones penitenciarias. La Criminologa es todava, a mi entender, una asignatura pendiente entre nosotros, minoritaria, poco abordada fuera de los crculos especializados, despreciada por el legislador y por los no iniciados. Sera bueno que en el futuro nos encontrramos en condiciones de elaborar una estadstica criminal perfeccionada, ilustrativa, al da, sin contradicciones y capaz de acompaar dignamente a una explicacin docente o divulgativa de la evolucin de la criminalidad, as como a las propuestas legislativas o administrativas a fin de que no parezcan una simple improvisacin o una medida arbitrista como en otras pocas. Es tal vez conditio sine qua non para que cambie o mejore la disposicin a tomar en serio propuestas o proyectos de legislacin o de organizacin, que con esa presentacin resultaran ms elocuentes. Tambin facilitara el conocimiento de la situacin real por parte de los funcionarios de las fuerzas de seguridad o de instituciones penitenciarias que han de estar al pie del can. Y, puesto que es necesario que todos colaboremos en las obras de todos, tambin unas estadsticas bien realizadas y difundidas podran contribuir a un cambio espectacular en la actitud del ciudadano medio (que, en sta y otras esferas de conocimiento, como en el poema de Antonio Machado, desprecia cuanto ignora), ayudndole a comprender el fenmeno de la delincuencia y cunto se puede contribuir desde todos los estamentos a la lucha contra el mismo. Y, una vez superado este primer paso, que contribuira al prestigio de la Criminologa, y de sus objetivos y funciones, vendra el retomar con los debidos asesoramientos, no la introduccin porque ya est introducida, pero s el aseguramiento de la participacin creciente de la Criminologa y de sus profesionales en todos los estadios del Derecho penal, desde la preparacin de las normas hasta la ejecucin de las sentencias y el tratamiento postpenitenciario.
La LOGP fue la nmero uno de las leyes orgnicas (categora creada por la Constitucin de 1978) que se promulg con carcter de tal. (Ya se sabe que la finalidad de estas leyes orgnicas era obtener una mayora reforzada por medio del consenso, que hiciera igualmente necesario el consenso para la derogacin o modificacin de normas de especial intensidad). De otra parte, es casi la primera vez en Espaa que la materia penitenciaria en su conjunto se regula por una Ley y no por una Ordenanza o un Reglamento, adquiriendo de esta forma el reconocimiento de que la normativa penitenciaria incide sobre los derechos fundamentales de la persona. Por ltimo, la elaboracin y entrada en vigor de esa disposicin marc para siempre la juventud o la madurez de los miembros de la generacin que puso manos a la obra en la reforma penitenciaria. Se ha dicho que el xito de esta disposicin se manifiesta, sin necesidad de otros argumentos, cuando se piensa en que ha formado parte del ordenamiento espaol durante ms de 25 aos sin sufrir prcticamente ninguna reforma y desde luego ninguna reforma de fondo.
La Ley de 1979, por la fe ciega o vidente de sus redactores, consagra desde luego la existencia del tratamiento penitenciario, de su carcter esencial de ncleo de la vida penitenciaria de los internos, de su concepcin cientfica, de su direccin por grupos de expertos en las Ciencias del Hombre o de la Conducta. Por eso, la exposicin de motivos (quinto prrafo) de la LOGP dedica una amplia referencia al tratamiento reformador, al considerar que la finalidad resocializadora de la pena (la ms importante de las finalidades desde una perspectiva constructiva) exige un rgimen jurdico encaminado a preparar su vuelta a la vida libre en las mejores condiciones para ejercitar socialmente su libertad, de donde viene la necesidad de contar con la cooperacin de las Ciencias de la Conducta para establecer el tratamiento reformador ms apto para la personalidad de cada penado. El prrafo sptimo de la misma exposicin de motivos es ms significativo: La sancin de privacin de libertad se concibe como tratamiento, esto es, como actividad directamente dirigida a la consecucin de la reeducacin y reinsercin social de los penados, mediante la utilizacin de los mtodos cientficos adecuados. El tratamiento no pretende consistir en una modificacin impuesta de la personalidad del hombre, sino en una puesta a disposicin del mismo de los elementos necesarios para ayudarle a vivir fecundamente su libertad. En consecuencia, el tratamiento ser programado, individualizado y voluntario, llamado a desempear un papel cada vez ms intensamente protagonista, en el marco de un sistema penitenciario progresivo, dotado de una flexibilidad que lo aleje de los precedentes clsicos, aproximndolo a lo que podra denominarse un sistema de individualizacin cientfica. Como se ve, el lenguaje penitenciario ha adquirido mayor complejidad y empaque. Las afirmaciones transcritas han llegado a constituir entre nosotros valores entendidos, afirmaciones coloquiales, donde no importa lo que demostraron o trataron de demostrar en su momento los protagonistas, sino la orientacin terico-prctica que haba detrs de esas palabras, la fe que se ha depositado en los aludidos fines de la pena, la ilusin a raudales que oscila entre la prudencia y el desmelenamiento, la rutina establecida, la lentitud con la que esa fe prcticamente se ha ido acumulando muy despacio El ttulo III de la Ley, artculos 59 a 71, se refiere exclusivamente al tratamiento penitenciario. Veamos, en un esquema sistemtico, el resumen de esos artculos de la LOGP:
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Concepto: art. 59.1 Contenido: art. 59.2. Principio de comunidad teraputica: art. 66. El trabajo es tratamiento: art. 26. El trabajo ocupacional puede serlo: 27.1 Relaciones entre tratamiento y rgimen: art. 71 Caracteres: cientfico, global, individualizado, complejo y programado, continuo y dinmico: art. 62 Organizacin y medios: art. 60. Equipos de especialistas: art. 69 Voluntariedad y participacin: art. 61 y art. 4.2 Informe pronstico inicial: art. 62 Observacin: art. 64. Central de Observacin: art. 70 Clasificacin individualizada: art. 63. Grados: art. 72.
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Evolucin y nueva clasificacin: art. 65 Informe pronstico final: art. 67. En establecimientos de menores: art. 68 Efectos del tratamiento en el horario (25.2), en el trabajo (28), en el uso de libros y revistas (58) Proteccin de los Jueces de Vigilancia: art. 76,2,g) y 77 Tratamiento de los excarcelados: art. 75.2
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A los efectos de esta ponencia, lo ms relevante es la consideracin del tratamiento como actividad cientfica, dirigida por expertos (preferiblemente funcionarios a personal contratado) y orientada por la aplicacin metodolgica de los principios propios de las Ciencias del Hombre, que, en conjunto y en cuanto a su aplicacin al conocimiento de la persona humana, de sus desviaciones y de los modos de influir sobre la misma, es o sera o habra de ser objeto preferente de la Criminologa Clnica. En este sentido en Espaa han sido siempre muy estimadas las publicaciones de Di Tullio, Pinatel, Ferracuti, en general de fcil comprensin para un lector espaol, fciles de adaptar a nuestra realidad social y administrativa, y de integrar en sus esquemas la manera de proceder correctamente de nuestro sistema penal y de nuestra Administracin de Justicia. Es de justicia recordar aqu los nombres de algunos criminlogos espaoles que han prestado una atencin especialsima al mundo de la criminalidad y a los ordenamientos penal y penitenciario: Beristain, Serrano Gmez, Garca Pablos de Molina, Dez Ripolls, Garrido Genovs, Redondo Illescas, adems de Jess Alarcn Bravo y la larga lista de psiclogos y socilogos integrados en los Cuerpos de Instituciones Penitenciarias, que, con una formacin ms moderna, han sustitudo los estudios tericos propios de una poca ya pasada de nuestra historia penal y penitenciaria por investigaciones precisas y cada vez ms tcnicas, y han relegado un tanto el trmino equvoco de tratamiento, prefiriendo en su lugar el ms exacto de intervencin. Hubo sus dificultades. Como adelant ms arriba, en la prctica, a la Criminologa Clnica, como a otras actividades relacionadas con la Administracin de Justicia o la persecucin del delito, se les ha reprochado el (ab)uso de la ciencia para dominar, manejar, cosificar y anular la dignidad inherente a la persona humana respecto de aquellos a quienes se les ha aplicado un tratamiento bajo forma de interrogatorio coactivo o creando procedimientos aversivos para vincular las respuestas a un resultado de dolor o de doblegamiento de la mente y de la conciencia del sujeto (ejemplos: La naranja mecnica, Alguien vol sobre el nido del cuco). Aceptando tambin nosotros la memoria histrica, hemos de reconocer el peligro pero tambin la falta de correlacin necesaria entre el uso de procedimientos cientficamente dirigidos y la violacin de los derechos fundamentales de la persona, lmite esencial de todo mtodo cientficamente legitimable como exige el artculo 60.2 de la LOGP. Tambin tiene ventajas el empleo de los mtodos a los que vengo haciendo referencia, respetando en todo caso los lmites jurdicos y morales requeridos. Por una parte, tales medios de tratamiento pueden tener la ventaja sobre criterios usuales y empricos de favorecer el desarrollo de la personalidad del interesado, un bien irrenunciable de acuerdo con el artculo 25.2 de la Constitucin espaola. En cierto
modo, tambin los trminos empleados pueden suscitar el respeto que suscitan las divinas palabras de las que hablaba Valle Incln, pero veamos qu hay detrs del espejo. Si creemos que slo cabe aplicar un tratamiento cientfico, y los expertos o los recursos son pocos en el mundo penitenciario, con independencia de las posibilidades de xito que tenga ese tratamiento, estamos impidiendo aquellas otras posibilidades que puedan tener humanamente lugar (no hay por qu rechazarlo a priori) al margen del tratamiento cientfico, y esta reflexin tambin es de mbito internacional. Pero yo entiendo que, como lo que no est prohibido est permitido (Jardiel Poncela, ms fino, deca que en Espaa lo que no est prohibido es obligatorio), nada nos impide interpretar que, junto a las reas de tratamiento que requieren una formacin especializada para su gestin, hay innumerables zonas en las que se puede conseguir una facilidad o un remedio parcial para los problemas del condenado que se pueden poner en funcionamiento acaso solamente con un gesto de amistad y de apoyo, o con un mnimo sentido comn, y que tambin conducen, aunque con tintas tal vez menos intensas, a la reeducacin y reinsercin social de los as tratados. Que lo llamemos igualmente tratamiento o no, es secundario. Si predominan la buena fe y la buena voluntad, tiene que producirse un avance incluso no constatado en el acercamiento a la familia y a la sociedad. Naturalmente, hay que insistir en que lo que procede es una oferta de medios (cientficos o no) tiles para ser aceptada voluntariamente por el interesado, no una imposicin. Por eso, la negativa ni puede dar origen a responsabilidad disciplinaria, ni a privacin de derechos, ni a malos tratos fsicos o morales sobre el interno rebelde. Ahora bien, ruego que adoptar un concepto ms vulgar y flexible de tratamiento que no sea el estrictamente cientfico no se interprete como un ejemplo ms de la estrategia consistente en que, si Mahoma no va a la Montaa, se pague el viaje de la Montaa hasta Mahoma, porque de hecho la Montaa podra llevar su pan debajo del brazo, en cuanto que la ampliacin de modos de relacin con el interno y sus efectos positivos podran representar ampliaciones en los beneficios aplicables y en definitiva una gran ayuda en la rapidez para excarcelar antes a los ingresados en los establecimientos penitenciarios. Cuantas ms actividades merezcan la consideracin, sea en sentido estricto, indirecto o figurado, de tratamiento, o al menos produzcan los mismos efectos, ms posibilidades de ayuda puede tener el condenado, y ms expectativas de buen orden la Administracin penitenciaria. En este sentido se van a orientar precisamente las reformas posteriores de nuestro ordenamiento.
3.2. Reglamento penitenciario de 1981
En principio, su ttulo IV, Del tratamiento penitenciario, reproduce casi al pie de la letra los artculos que comprende el ttulo III de la LOGP. Con ello, el legislador se muestra prudente y avisado, pues, a pesar de la oposicin de los Altos Tribunales a que las normas reglamentarias reproduzcan el contenido literal de los artculos de la Ley que desarrollan, se sigue pensando que ofrecer en un solo cuerpo al administrado el texto ntegro de la Ley y del Reglamento relativos a una misma materia, englobando el contenido de los artculos de la Ley en los artculos del Reglamento, facilita el conocimiento inmediato de la realidad normativa. Por lo dems, es obvio que las normas refundidas conservan su eficacia especfica, de rango de ley o de
rango de reglamento, y que es un peligro imposible el a veces denunciado de que la refundicin de normas de distinto rango podra interpretarse como una rebaja del mismo en las legales o una elevacin en las reglamentarias, actuando la Administracin como si los preceptos de la Ley se hubieran deslegalizado y perdido eficacia al ser acogidos por la norma reglamentaria. Me parece que es una alarma innecesaria: el principio bsico consiste en que cada norma conserva su jerarqua original a menos que se haya producido un cambio amparado formal y expresamente por la norma de mayor rango formal, de lo cual depende su propia eficacia, y no tienen por qu producirse confusiones en la prctica administrativa. Los artculos 237 a 273 del Reglamento de 1991 (elaborado en parte por las mismas personas que fueron responsables de la redaccin de la LOGP) regulan idnticos temas que los que ya conocemos por el apartado 3.4 anterior, y aaden algunas cuestiones nuevas: ampliacin de las normas relativas al consentimiento voluntario del interno al tratamiento, en el sentido de que (como en la Ley General de Sanidad) deber ser informado de los resultados de la exploracin y de que el rechazo voluntario del tratamiento no ha de tener consecuencias disciplinarias, regimentales ni de regresin de grado de tratamiento (art. 239.4); ampliacin de las normas relativas a la individualizacin del tratamiento, explicitando las cuestiones que habrn de tenerse en cuenta para la clasificacin del interno, incluyendo elementos objetivos, como la duracin de la pena, el medio al que retornar el condenado y las facilidades y dificultades existentes en cada caso para el buen xito del tratamiento (art. 241); refutacin detallada del modelo de propuesta de clasificacin, que incluye los antecedentes penales (art. 242); flexibilidad del plazo de que dispone el Equipo Tcnico para elevar las propuestas de clasificacin (art. 243), organizacin del tratamiento en los Centros Especiales (peligrosidad extrema o inadaptados) (art. 246), propuesta de clasificacin en tercer grado y efectos de la fuga (arts. 252 y 253). Encuentro dignos de ser resaltados sobre todo dos temas: el primero es la falta de efectos negativos de la voluntad del interno de aceptar y colaborar con el tratamiento, principio aplicado en la vida cotidiana para todos aquellos que rechacen dicho tratamiento. Hay un doble fundamento y me parece razonable: a) de una parte, la experiencia demuestra que los tratamientos mdicos y psicolgicos no son eficaces si el interesado no quiere y colabora, dentro o fuera del mbito penitenciario; b) de otra parte, se trata de proteger la libertad del recluso incluso ms all de sus propias convicciones. La recomendacin me parece certera. Sin embargo, yo dira que el precepto legal peca un tanto por exceso o por silencio, pues, si en ocasiones un determinado tratamiento puede ayudar a mejorar las reacciones del interno y el aprovechamiento de las ventajas que se le ofrecen, dando lugar a un beneficio determinado, entonces, si se quiere beneficiarle al mximo, hay que plantearle la dualidad: si se somete a la medida indicada, ser progresado de grado o recibir un permiso de salida o lo que sea; si no acepta lo que le es ofrecido y que puede beneficiarle, no ser progresado de grado ni recibir un permiso, etc. Si no recibe de buen grado lo que puede beneficiarle, bien est que el interesado no sea castigado disciplinariamente ni siquiera objeto de un gesto de repulsin, porque la libertad es un derecho fundamental proclamado en la Constitucin, pero, como acept decir no, no le pueden beneficiar las consecuencias positivas que se hubieran deducido de haber dicho s, y no se diga que esto es ilegal porque al interno se le est forzando por parte de la Administracin. Si sta quiere urgir al interesado y l pretende no comprometer su
voluntad y rechaza lo que se le sugiere, entiendo que no puede y sera injusto que recibiese el beneficio para el cual era imprescindible que hubiera accedido a lo que se le indic. Igual se funciona en la vida libre. Conceder lo no merecido, a pesar de haber sido ofrecido, es lo que constituira una discriminacin inaceptable. Y si, por casualidad, que el interno dijera que no a la medida o acto tratamental que se le ofrece, pudiera causar algn perjuicio a tercero, naturalmente, el interno en cuestin estara obligado a indemnizar. La responsabilidad civil cada vez es ms objetiva y resulta compatible con los dems tipos de responsabilidad, con la falta de culpabilidad o con la concurrencia de alguna causa de justificacin, como el estado de necesidad o el ejercicio legtimo de decisiones concernientes al acervo jurdico del actor.
Las circunstancias que determinaron la redaccin del Reglamento de 1996 son originales, pues se parte de una proposicin no de ley del Congreso de los Diputados, que encomienda a la Administracin una regulacin precisa del rgimen jurdico de los internos llamados FIES (respecto de los cuales la doctrina ha criticado supuestas infracciones del principio de legalidad) y que se incluya esa regulacin en el Reglamento Penitenciario (de 1981). El resultado de la proposicin es que la Direccin General de Instituciones Penitenciarias nombra sucesivamente dos Comisiones de expertos que culminan la redaccin de un nuevo Reglamento (promulgado en 1996), en el cual no se dice una palabra de los FIES. Tampoco se aprovecha la ocasin para haber incorporado al Reglamento lo que mereciere la pena de las Circulares e Instrucciones de la Direccin General, pues, como es sabido, tales disposiciones son numerosas y con frecuencia caen en el vicio de regular materias de fondo que constituyen derechos subjetivos de terceros, lo que no es admisible, porque las Circulares e Instrucciones no pueden exceder de dar rdenes para el funcionamiento del servicio, como normas de rango inferior que son y precepta la Ley 30/92 de Rgimen Jurdico de las Administraciones Pblicas y del Procedimiento Administrativo comn. A pesar de que el nuevo Reglamento Penitenciario contiene algunas previsiones encaminadas a racionalizar el tema de las Circulares, se siguen regulando, por las mismas, cuestiones de fondo. (Y las Circulares de la Secretara de Servicios Penitenciarios, de la Generalidad de Catalua, hacen lo propio y tranquilidad absoluta). El problema de la legalidad y de la jerarqua normativa de las Circulares penitenciarias no ha sido abordado ni por los Jueces de Vigilancia ni por la Jurisdiccin contencioso-administrativa, hasta ahora. La redaccin del nuevo Reglamento Penitenciario fue aprovechada, en cambio, para regular algunos temas con criterios ms novedosos y flexibles, teniendo en cuenta la experiencia acumulada de casi veinte aos de reforma penitenciaria y las orientaciones ms razonables que en torno a cuestiones esenciales presentaban las ltimas revisiones de las Reglas Mnimas para el Tratamiento de los Reclusos, de las Naciones Unidas, y de las Reglas Penitenciarias Europeas, formuladas por la Unin sobre la base de las Reglas de las Naciones Unidas, pero completndolas y mejorando su redaccin desde el punto de vista del inters del condenado y bajo la perspectiva de continuar defendiendo la finalidad de prevencin especial positiva (correc-
cin, reeducacin, reinsercin social, resocializacin) como la fundamental de las penas privativas de libertad. Tradicin en cuanto a los fines esenciales y los principios generales que disciplinan la pena de prisin (no de crcel)3 , y modernidad en cuanto a los medios y mtodos empleados. Lo que no se ha hecho, sin embargo, ha sido seguir la sugerencia de Alejandro del Toro, que, a raz de la promulgacin de la LOGP, consideraba legalmente imprescindible incluir expresamente, al menos en el articulado del Reglamento, la lista exhaustiva de mtodos mdico-biolgicos, psiquitricos, psicolgicos, pedaggicos y sociales a los que se refiere el artculo 62 c) de aqulla. No habindolo hecho antes por razones obvias, menos cumple hacerlo ahora en que el tratamiento pierde empaque y se vulgariza y adquiere un carcter ms bien difuso. La exposicin de motivos del Reglamento de 1996, ms amplia que la de la Ley, dedica una serie de compases majestuosos y retumbantes al tratamiento penitenciario y sus bondades, afirmando en el tercer prrafo (parte I): Es en el aspecto de la ejecucin del tratamiento donde se encuentra el potencial ms innovador para que la Administracin penitenciaria pueda mejorar el cumplimiento de la misin de preparacin de los reclusos para la vida en libertad que tiene encomendada, cuya consecucin exige ampliar la oferta de actividades y de programas especficos para los reclusos, potenciando las prestaciones dirigidas a paliar, en lo posible, las carencias y problemas que presenten los internos Y en el penltimo prrafo del mismo apartado de la exposicin de motivos el Reglamento va derecho al tema que nos interesa en el da de hoy: El nuevo Reglamento Penitenciario incorpora a su texto los avances que han ido producindose en el campo de la intervencin y tratamiento de los internos, consolidando una concepcin del tratamiento ms acorde a los actuales planteamientos de la dogmtica jurdica y de las Ciencias de la Conducta, haciendo hincapi en el componente resocializador ms que en el concepto clnico del mismo. Por ello, el Reglamento opta por una concepcin amplia del tratamiento, que no slo incluye las actividades teraputico-asistenciales, sino tambin las actividades formativas, educativas, laborales, socioculturales, recreativas y deportivas, concibiendo la reinsercin del interno como un proceso de formacin integral de su personalidad, dotndole de instrumentos eficientes para su propia emancipacin.. El cambio de perspectiva en cuanto al concepto y contenido del tratamiento contina en el prrafo sexto (apartado II-b) y dcimo (apartado II-d) de la misma exposicin de motivos. Dice la primera cita acotada: La utilizacin generalizada de los instrumentos de diseo y ejecucin del tratamiento implica una mayor potenciacin y diversificacin de la oferta de actividades, para evitar que dichos instrumentos queden vacos de contenido, dinamizndose la vida de los centros penitenciarios que, sin perjuicio de sus funciones custodiales, se configuran como un autntico ser3 Es llamativo el cario por la palabra crcel que existe, tanto en los medios de comunicacin y en el pblico en general, como entre los mismos operadores jurdicos, sean profesores, jueces, fiscales o abogados en ejercicio. No cabe duda de que aqu la expresividad con que se pronuncia y hace retumbar el acento en la palabra crcel no acompaa, en cambio, a la palabra prisin, ms apagada aunque sea palabra aguda. Sin embargo, el nomen iuris de la pena es precisamente el de prisin y el principio de legalidad nos debera obligar a decirlo as. La crcel no existe en nuestro lenguaje legal, penal o penitenciario; histricamente, no era tanto la detencin preventiva cuanto el lugar o edificio donde se cumpla aqulla (algo as como el jail de las pelculas del Far-West). Las crceles dependan administrativamente de los ayuntamientos y no del Estado, como los posteriores depsitos, pero, como ancdota, es suficiente.
vicio pblico dirigido a la resocializacin de los reclusos.. La segunda de las aludidas citas tiene en este momento menor importancia, porque no se trata de una declaracin general sobre el tratamiento penitenciario en la nueva concepcin, sino que se limita a afirmar que, respecto de los que se encuentren en rgimen cerrado o cumpliendo sancin de aislamiento en celda, En cualquier caso se realizan actividades programadas para atender las necesidades de tratamiento e incentivar su adaptacin a las situaciones de referencia y dentro de las limitaciones que les son inherentes. La regulacin reglamentaria, a la luz de esa nueva perspectiva de la que se hace eco la citada exposicin de motivos, se encuentra en el ttulo V, Del tratamiento penitenciario, del nuevo Reglamento. El captulo I, Criterios generales, comprende los artculos 110 a 112, y el captulo II, Programas de tratamiento, los artculos 113 a 117. El artculo 110 relaciona los Elementos del tratamiento: disear programas formativos orientados a desarrollar las aptitudes de los internos, utilizar programas y tcnicas de carcter psicosocial, potenciar y facilitar los contactos del interno con el exterior, contando con los recursos de la comunidad. El artculo 111 se refiere a las Juntas de Tratamiento y los Equipos Tcnicos, y prev la colaboracin de todos los funcionarios pblicos para lograr programas de tratamiento eficaces, as como la colaboracin y participacin de los ciudadanos y de instituciones pblicas y privadas. El artculo 112 insiste en el conocido problema de la participacin del interno en el tratamiento, y en el principio de que el interno que no colabore o acepte participar en las tcnicas de estudio de su personalidad no puede ser objeto de consecuencias disciplinarias o de regresin de grado. Como se ve, se ha aprovechado con tenacidad la oportunidad de matizar, aclarar, precisar o hacer ms flexible el lenguaje de la Ley. Lo mismo sucede con los artculos siguientes. El artculo 113 se refiere a las actividades de tratamiento, que se desarrollarn en los establecimientos o fuera de ellos y teniendo en cuenta los recursos existentes en la comunidad. El 114 regula las salidas programadas, el 115 los grupos en comunidad teraputica, el 116 los programas de actuacin especializada (drogodependencias, delitos contra la libertad sexual), y el 117 las medidas regimentales para la ejecucin de programas especializados para penados clasificados en segundo grado, que no ofrezcan riesgo de quebrantamiento de condena. Debe ponerse de relieve que, conforme a la nueva orientacin, bajo el ttulo del Reglamento relativo al tratamiento se regulan tambin las siguientes materias: formacin, cultura y deporte, y trabajo penitenciario. No voy a discutir hasta qu punto la educacin y el trabajo son elementos de tratamiento o no, pero, a mi juicio, no en todos los casos ambas actividades persiguen el desarrollo de la personalidad del interno, porque no lo necesita, y su objetivo, siendo necesario, es meramente conservador. Tambin podran haberse includo en relacin con la reinsercin social algunos aspectos de los tratamientos mdicos y de las relaciones de los reclusos con el exterior, pero es razonable no fragmentar los temas entre varios ttulos o captulos de la norma, lo que hara muy incmodo el manejo de la misma. Con carcter complementario (porque simplificar la comprensin de lo que es tratamiento no significa disminuir la lista de temas que integran el mismo, ya que las decisiones a tomar estn en funcin de la actitud y los logros de los internos en materia de reeducacin y reinsercin social), el estudioso ha de examinar los siguientes artculos del Reglamento penitenciario de 1996:
* Clasificacin: 100-102 * Rgimen de los establecimientos abiertos, ordinarios y cerrados: 80.4, 83, 84, 91, 94 * Permisos de salida: 154-162. Salidas del establecimiento (86). Salidas de fin de semana (87). Salidas programadas (114). * Beneficios penitenciarios (203). Referencia a la libertad condicional, de la que hay ahora siete regmenes diferentes. * Juntas de Tratamiento: 272-273 * Formas especiales de ejecucin: 163-191 En conclusin: comienza el deshielo, quiero decir, la ruptura de la comprensin cientfico-clnica del tratamiento como nica orientacin posible. Cualquier cosa es tratamiento si ayuda a los fines de la pena. Y, si no hacen falta expertos de preparacin cientfica para estas actividades ms simples, sino solamente mano izquierda o capacidad de entendimiento con buena fe, cordialidad y solidaridad, los problemas tradicionales sobre dificultades y obstculos, a los que alud antes, vinculados a los medios econmicos y el personal cientficamente preparados, se van a caer o reducir consecuentemente. En cierto modo, estamos repitiendo la paradoja de Mahoma y la Montaa (dicho sea en broma): si no hay medios para organizar respecto de todo recluso un tratamiento cientfico, descientificemos el tratamiento, declaremos que en todo caso los derechos humanos de los internos quedan garantizados, afirmemos la importancia de un trato humano y sonriente, y sigamos adelante tan ilusionados. Debo decir que a m personalmente esta conclusin no me disgusta, y que en el contexto de la normativa penitenciaria, puede ser una decisin til y satisfactoria, pero quede tambin claro que sta no es una decisin de naturaleza jurdica, ni tampoco cientfica, sino meramente poltica. Tampoco sta es una valoracin excluyente o peyorativa, pero que cada palo aguante su vela. A veces es verdad que las cosas son como son y no ganaramos nada disimulndolo.
4.2. Anteproyecto de reforma de la LOGP (2005)
La Direccin General de Instituciones Penitenciarias encomend a una Comisin de expertos ad hoc, presidida por quien tena un curriculum ms adecuado para hacerlo, la redaccin de un Anteproyecto de Ley Orgnica de reforma de la Ley Orgnica General Penitenciaria de 1979, que qued entregado con fecha 6 de junio de 2005. No era intencin del Gobierno cambiar drsticamente una Ley que, vigente ya durante 25 aos, no ha necesitado ninguna modificacin esencial para seguir cumpliendo su papel de guin de actividades para las Administraciones y los funcionarios penitenciarios y estatuto de los derechos y deberes de los internos, junto con las garantas de su cumplimiento, entre las cuales destaca la implantacin en Espaa de la Jurisdiccin de Vigilancia, que desde un principio (1981) se revel perfectamente sintonizada con la funcin encomendada. No obstante, dado el tiempo transcurrido, era por lo menos conveniente realizar una nueva lectura de la LOGP para actualizar su contenido, aadiendo o suprimiendo lo que durante estos aos se
hubiera revelado que faltaba o que sobraba, teniendo en cuenta la experiencia penitenciaria, los cambios doctrinales y las nuevas tendencias de las instancias internacionales, ms orientadas hacia los pequeos xitos prcticos que hacia las grandes construcciones sistemticas. En ese contexto, era ms que conveniente que los cambios de orientacin del Reglamento de 1996 en relacin con el tratamiento o con otras cuestiones penitenciarias (por ejemplo, la clasificacin de los centros) se incorporaran a la Ley para que no cree o deje de crear dificultades el hecho de que el Reglamento desarrolla novedades, si no contra la Ley, al menos fuera de la ley, lo que no es desde luego recomendable. El segundo prrafo del apartado I de la exposicin de motivos lo afirma paladinamente: Se ha efectuado un proceso de relectura de esta Ley para reafirmar la vigencia del principio de legalidad respecto de aquellos mbitos en los que la prctica penitenciaria, y tambin el Reglamento de 1996, han ido abriendo en los ltimos tiempos caminos tiles, pero no imaginados por el Legislador de 1979.. Sobre la cuestin concreta objeto de esta ponencia, la exposicin de motivos del Anteproyecto es muy escueta (apartado III-): Se diversifica el contenido del Ttulo destinado al tratamiento penitenciario, separando lo estrictamente tratamental (desvinculado ahora de sus aspectos clnicos), de la clasificacin penitenciaria en grados, en cuyo mbito se redimensiona el principio de individualizacin cientfica y se da cobertura legal al principio reglamentario de flexibilidad (artculo 72).. Las modificaciones del articulado afectan a todos los artculos del ttulo destinado al tratamiento (arts. 59-72):
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El nuevo art. 59 define el tratamiento como el conjunto de actuaciones basadas en las ciencias sociales y de la conducta directamente dirigidas a la consecucin de la reeducacin y reinsercin social de los penados. Las palabras en cursiva, que son nuevas, aaden el matiz de explicar en qu se basan las actividades o actuaciones reeducadoras, pero quiz, precisamente ahora, sea discutible circunscribir esa base a las ciencias. Quedamos en que el tratamiento penitenciario se expansiona en grado sumo. El nuevo art. 60 reproduce y legaliza el art. 110 del Reglamento de 1996.4 El nuevo art. 61 matiza la cuestin del libre consentimiento del penado en su tratamiento, al indicar que la participacin se plasmar en un acuerdo-programa. La negativa no puede tener consecuencias regimentales ni disciplinarias. Para
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4 La mana, injustificable, de promulgar reglamentos que, al desarrollarla, contradicen lo dispuesto en la Ley que desarrollan (o en alguna anterior) parece tpicamente celtibrica. El ejemplo ms patente y de ms larga duracin fue el adelantamiento de la libertad condicional de los septuagenarios y de los enfermos incurables, establecido durante la II Repblica por una norma administrativa, en contradiccin palmaria de lo dispuesto en el Cdigo penal. Pero, posteriormente, el franquismo decidi mantener esa regulacin, y ms tarde el rgimen democrtico, alegando razones de humanidad comparada entre los grupos polticos correspondientes, llegndose a formular el principio, acogido por los JVP, de que, en materia de ejecucin penal, el tradicional principio de legalidad se haba de sustituir por el principio de humanidad. (Cundo tan fcil hubiera sido incorporar el correspondiente precepto al Cdigo penal en cualquiera de las numerossimas reformas que ha padecido en sesenta aos, legalizando de esa manera las normas reglamentarias!, pero tiene sin duda ms morbo aplicar una norma ilegal, justificando al ms alto nivel jurdico la licitud de su aplicacin, que respetar algo tan fcil como el principio de legalidad penal. Spain is different, sin duda Espero que la contradiccin que existe ahora entre la LOGP de 1979 y el Reglamento de 1996 no vaya a durar otros sesenta aos, pero, claro, todo depende de la rapdez o lentitud con que la oportunidad poltica aconseje remitir al Parlamento el (ante)proyecto de modificacin de la LOGP preparado ya en junio de 2006.
que se pueda propugnar la adecuada rehabilitacin psicosocial y su reinsercin en la sociedad, cada interno deber seguir los procesos o itinerarios personales necesarios, a lo largo del cumplimiento de la condena (apartado 3).
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El nuevo art. 62 repite los principios del tratamiento penitenciario (cientfico, diagnstico y pronstico, complejo, integrado, global, individualizado, continuo y dinmico, participativo), pero con distintas palabras, que tienden a quitar solemnidad al tema. As, por ejemplo, el primer principio no estar basado en el estudio cientfico de la persona, sino en el estudio realizado por los especialistas de los factores de riesgo individuales, ambientales y sociales del sujeto que se identifiquen como circunstancias determinantes de su comportamiento delictivo.. El nuevo art. 63 repite los criterios para la clasificacin del penado despus de la observacin y agrupa en un solo artculo los criterios para la clasificacin en primero, segundo y tercer grado. El nuevo art. 64 regula la actividad penitenciaria con los preventivos, y, as como antes el tratamiento para los preventivos era incompatible con el principio de presuncin de inocencia, ahora se propugna el ofrecimiento de programas de ayuda que se estimen ms eficaces para mejorar sus carencias en aspectos sanitarios, educativos, formativos y laborales. El nuevo art. 65 sigue regulando la revisin de la clasificacin inicial y la progresin y regresin de grado, sin grandes novedades. El nuevo art. 66, dedicado a los programas de actuacin especializada y formas especiales de ejecucin, repite prcticamente el apartado 1, dedicado a la comunidad teraputica, pero son nuevos los apartados 2 y 3, que definen, como formas especiales de ejecucin, las siguientes: unidades de madres, dependientes, mixtas, extrapenitenciarias y psiquitricas, y los programas relacionados con las drogodependencias, las formas de delincuencia especialmente violenta y agresiva, las de violencia de gnero, contra la libertad sexual y los dems que se establezcan. Era una regulacin necesaria. El art. 67 se mantiene. En el nuevo art. 68, se suprime el segundo prrafo, destinado a los establecimientos para menores de 21 aos, en armona con la existencia de una Ley especfica para regular la responsabilidad penal de los menores, actualmente en trance de modificacin, que podra extenderse a los comprendidos entre los 18 y los 21 aos si prospera alguna de las enmiendas presentadas en el Congreso de los Diputados. El nuevo art. 69 regula igualmente los equipos multidisciplinares, pero precisa la naturaleza de sus componentes: juristas, psiclogos, educadores, trabajadores sociales, criminlogos, profesionales de las ciencias sociales y de la conducta (no se especifica cules son), mdicos y psiquiatras. Se mantiene la colaboracin de los ciudadanos y de las instituciones pblicas y privadas en las actividades de tratamiento. El nuevo art. 70 regula la Central Penitenciaria de Observacin, para que desempee unas funciones muy parecidas a las actuales, pero estructurada como un grupo de especialistas, que completarn la labor de los equipos tcnicos e informarn al Centro Directivo, no como un establecimiento distinto de los dems.
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El nuevo art. 71 se refiere a la coordinacin entre el rgimen y el tratamiento en forma prcticamente anloga a la actual, pero precisando que todos los servicios deben actuar coordinadamente en el establecimiento, en el ejercicio de sus correspondientes funciones y responsabilidades. El nuevo art. 72 repite la estructura del sistema de individualizacin de la ejecucin penitenciaria, que dudosamente se sigue llamando cientfica (?), define las caractersticas de los regmenes ordinario, abierto y cerrado; legaliza el principio de flexibilidad, y sobre todo regula minuciosamente la clasificacin o progresin al tercer grado de tratamiento, exigindose un perodo de seguridad y el esfuerzo reparador del penado para hacer frente a las responsabilidades civiles, as como el abandono de los fines, medios y organizaciones terroristas para quienes hubieran cometido este tipo de delitos (especialmente execrables, tambin en los mbitos internacionales, aunque el Gobierno espaol actual parece haber tomado, en este particular, el rbano por las hojas y estar dispuesto a comerse el rbano), todo ello de acuerdo con las reformas de las leyes penales promulgadas en la segunda mitad del ao 2003, en aquellos aos en los que el PP y el PSOE andaban a veces de acuerdo.
Los Jueces de Vigilancia tambin han abordado, aunque no de forma extensa, el problema de cambio de rasgos del tratamiento penitenciario. En el texto refundido de los Criterios de actuacin de los Jueces de Vigilancia, actualizado por el Consejo General del Poder Judicial a 1 de enero de 2006, se recogen dos nicos Criterios referidos al Tratamiento penitenciario, con los nmeros 116 y 117, que son del siguiente tenor:
Nmero 116.- Tratamiento penitenciario: potenciacin de los medios y recursos destinados a estas actividades.
Se insta de la Administracin penitenciaria la potenciacin en la mayor medida posible de los medios y recursos dedicados a tratamiento penitenciario, que es el conjunto de actividades directamente encaminadas al fin constitucional de la reeducacin y reinsercin social de los condenados (art. 59 de la LOGP) y que por ello tienen siempre preferencia sobre las actividades de rgimen (art. 71 de la misma ley). (Aprobado por unanimidad). Motivacin: Se trata nicamente de llamar la atencin del Poder Ejecutivo sobre la importancia del tratamiento penitenciario, que es el conjunto de actividades desarrollado en los establecimientos ms directamente encaminado a conseguir la finalidad exigida por la Constitucin a las penas privativas de libertad, y de aqu que se haga hincapi en la necesidad de arbitrar los medios y recursos necesarios, incluso con preferencia a los medios y recursos destinados a otras actividades, que legalmente son secundarias respecto del tratamiento. Debe reconocerse que, desde la promulgacin del Reglamento penitenciario de 1996, el ordenamiento espaol est intentando hacer ms flexible el concepto de tratamiento, a fin de que no slo comprenda las actividades clnicas a las que se refiere la LOGP, sino todo tipo de activi-
dades, por poco tcnicas que sean, que representen algo favorable para el interesado. (Parece ser que este concepto vulgar de tratamiento ser incorporado a la LOGP en su prxima reforma, a fin de que se puedan extender las consecuencias beneficiosas del llamado legalmente tratamiento).
Nmero 117.- Implantacin de programas reeducativos
Se insta la implantacin de programas reeducativos para todo tipo de actividades delictivas, especialmente programas en caso de violencia sexual y domstica. (Acuerdo por... en la reunin de enero de 2004). Motivacin: Con independencia de que Instituciones Penitenciarias deben establecer en cada caso programas individualizados de tratamiento, las menciones expresas en la norma de tratamientos especiales refuerzan la necesidad de atencin a este mecanismo de resocializacin. Lo dispuesto en el criterio de los Jueces de Vigilancia que antecede es coherente con la reciente L.O. 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de proteccin integral contra la violencia de gnero (Boletn Oficial del Estado de 29 de diciembre), cuya disposicin final quinta insta al Gobierno a modificar el artculo 116.4 del vigente Reglamento Penitenciario para establecer la obligatoriedad para la Administracin Penitenciaria de realizar los programas especficos de tratamiento para internos a que se refiere la presente Ley..
V. CONCLUSIN
1. El tratamiento penitenciario ha experimentado una notable evolucin, en cuanto a su concepto y contenido, que tambin se ha registrado en la normativa espaola. Desconocido durante siglos, a tono quiz con una legislacin penal y penitenciaria ms bien cruel y partidaria de la prevencin general negativa (intimidacin, terror), ms adecuada en la mentalidad de la poca para proteger los derechos absolutos de los titulares absolutos del poder poltico, tiene su momento de mayor auge, concebido desde un punto de vista clnico y teraputico, cuando en el siglo XIX se constituye la Criminologa como ciencia y se entrev la posibilidad de mejorar y de aumentar el prestigio de la ejecucin de las penas de privacin de libertad, concebida como procedimiento de intervencin en la correccin moral, primero, y en la reinsercin social, despus, de los delincuentes, entendiendo que las carencias de personalidad que motivaron su enfrentamiento con la sociedad podan ser sanables mediante la aplicacin por expertos profesionales de mtodos cientficos tomados de las Ciencias del Hombre o de la Conducta, que tambin se vienen aplicando en la vida libre con la misma finalidad teraputica. 2. De este modo, las Ciencias jurdicas pretendan asumir, al menos en parte, el prestigio que acompaaba socialmente a las Ciencias naturales, y se llenaban de divinas palabras susceptibles de producir respeto en la medida en que no fueran fcilmente comprensibles ni por los justiciables ni por los operadores del Derecho. Pero el tiempo ha vencido esa dificultad, los juristas hablan tambin con desparpajo del tratamiento sin confundirlo con el simple trato y, por otro lado, ha puesto de manifiesto que un tratamiento penitenciario clnico no dejaba de ser una limitacin y
que una concepcin amplia o moderna, social, del tratamiento permita, de una parte, ampliar el nmero de actividades que podran tener el mismo efecto beneficioso en la personalidad y en la situacin jurdica del penado que las actividades de tratamiento propiamente dichas, con menos dificultades y menos recursos que los necesarios en una prisin concebida al modo de la Criminologa clnica, y, de otra parte, con la posibilidad de extender su eficacia a los preventivos, para quienes el tratamiento clnico podra haberse considerado como una ignorancia del principio de presuncin de inocencia, pero ofrecerles la posibilidad de actividades formativas, educativas, socioculturales, recreativas y deportivas que pueden mejorar su situacin en diversos aspectos, no puede producir ningn recelo. 3. En suma, la concepcin moderna del tratamiento que ya ha hecho suya el Reglamento penitenciario espaol de 1996, es de desear que se incorpore a la prxima modificacin de la LOGP, para que se aplique en toda su extensin objetiva y subjetiva, colabore a la desmitificacin del tratamiento clnico y a suprimir los recelos de obligatoriedad o manipulacin de la mente humana que se haba creado en determinados mbitos a propsito de su naturaleza cientfica, que poda dar lugar a la aplicacin de las normas jurdicas por personal no profesionalmente jurista, que por su formacin poda no caber total seguridad de su actitud respetuosa o no de los derechos fundamentales de la persona humana, as como a permitir unas esperanzas de xito en los establecimientos penitenciarios mayores que las actuales, dada la mayor facilidad de contribuir a la prevencin especial sin necesidad de grandes recursos. Lo que se acaba de indicar tendr otro efecto beneficioso, y es que, aumentando la capacidad de cualesquiera funcionarios para intervenir de alguna manera en el procedimiento resocializador, esto obligar a la Administracin a intentar mejorar los conocimientos y las tcnicas propias de las relaciones humanas que permitan una mayor colaboracin entre funcionarios e internos y una disminucin de la situacin de enfrentamiento que siempre ha puesto de manifiesto la psicologa social. Tambin es muy positiva la posibilidad de que los preventivos se beneficien de las nuevas actividades resocializadoras y no se dediquen a perder el tiempo en los patios en tanto llega su condena. 4. Todo esto es muy alentador y, aunque no responde a la lgica de las Ciencias del Hombre ni a la lgica jurdica, y es nicamente consecuencia de un criterio poltico (de poltica criminal), que propugna la aplicacin y la interpretacin de las normas en la forma menos gravosa para el reo, por razones de pietas pero tambin de buena imagen del Estado en los mbitos internacionales, suscribo al menos la conveniencia de experimentar este cambio de orientacin en el sistema penitenciario espaol, y apoyo y deseo la rpida promulgacin de la Ley Orgnica que modifique en el sentido indicado la LOGP de 1979 a fin de que no se repita entre nosotros la clsica situacin de discordancia entre el contenido de la Ley y el Reglamento, pero aplicando de facto el Reglamento sobre la base de una pretendida inexigencia en determinadas situaciones del principio de legalidad que puede traer ms males que bienes. Finalmente, slo falta, en mi opinin, para poder inaugurar una nueva poca en nuestro ordenamiento en relacin con el concepto todava sin larga tradicin del tratamiento penitenciario y de la finalidad preventivo-especial positiva de la pena, que el Tribunal Constitucional enmiende su equivocada doctrina de negar la existencia de un derecho fundamental a la reeducacin y la reinsercin social, manteniendo cerrados los ojos ante la ubicacin concreta del artculo 25 en el conjunto del texto y la sistemtica de la Constitucin espaola de 1978.
5. Es tambin muy de celebrar que los Jueces de Vigilancia manifiesten, ante la modernizacin del tratamiento penitenciario, la misma postura abierta y gratificante que aqu se mantiene, con lo que cabe pensar que la evolucin de uno a otro concepto de tratamiento se va a llevar a cabo sin ninguna dificultad. Y quiz la mencin del tratamiento vuelva a desaparecer de nuestro lenguaje algn da, cuando resulte superflua para subrayar la eficacia preventiva de un ordenamiento coactivo concebido sin embargo pro reo y no contra el justiciable. Una enseanza, asimismo fructfera, que puede desprenderse de este modo de hacer las cosas, es que la globalizacin y la internacionalizacin, que estamos viviendo, del rgimen y del sistema penal y penitenciario, puede regularse y aplicarse con las palabras ms sencillas del mundo, y que est cobrando urgencia, pero que es posible, la vivencia de dicho sistema como una actividad ldica, que determine la inexistencia, con todas sus consecuencias, de vencedores y de vencidos, tambin en este sector, que de suyo es susceptible de hacer imposible la brevedad en el mbito de las relaciones interpersonales conflictivas y susceptibles de enfrentamiento.
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Independientemente de ello, lo cierto es que de acuerdo con el sistema de individualizacin cientfica, como paso previo a la aplicacin del correspondiente tratamiento penitenciario, se procede a la clasificacin inicial del penado en uno de los tres grados de tratamiento. Cada seis meses, como mximo, se reconsiderar la clasificacin del interno (artculos 65.4 de la LOGP, 243.4 del R.P. de 1981, y 105.1 del R.P. de 1996), pudindose: a) mantener en el mismo grado; b) proceder a la progresin de grado dependiendo de la modificacin de aquellos sectores o rasgos de la personalidad directamente relacionados con la actividad delictiva, y manifestndose en la conducta global5 del interno (artculos 65.2 de la LOGP, 243.2 del R.P. de 1981 y 106.2 del R.P. de 1996), o c) a la regresin de grado cuando se aprecie en el interno en relacin con el tratamiento una evolucin desfavorable de su personalidad (artculo 65.3 de la LOGP), y de su conducta (artculo 243.3 del R.P. de 1981), y una evolucin negativa en el pronstico de integracin social (artculo 106.3 del R.P. de 1996).
(artculo 103.6). Esta resolucin se notificar al interesado, indicndole la posibilidad de acudir en va de recurso ante el Juez de Vigilancia Penitenciaria (artculo 103.5). En el supuesto de penados a condenas de hasta 1 ao, la propuesta de clasificacin adoptada por acuerdo unnime entre los miembros de la Junta, tendr la consideracin de resolucin a todos los efectos, salvo que se haya propuesto la clasificacin en primer grado, en cuyo caso la resolucin corresponder al Centro Directivo (artculo 103.7);6 el acuerdo de la Junta se notificar al interno, quien podr recurrir ante el Juez de Vigilancia (artculo 103.8). Si la propuesta en segundo o tercer grado no fuese por unanimidad, se remitir al Centro Directivo para la resolucin que proceda (artculo 103.9). El artculo 104 contempla en relacin con la clasificacin inicial, una serie de casos especiales, que son los siguientes: - Cuando un penado tuviese adems pendiente una o varias causas en situacin de preventivo, no se formular propuesta de clasificacin inicial mientras dure esta situacin procesal (apartado 1.); si ya estuviese clasificado y se le decretar prisin preventiva por otras causas, quedar sin efecto la clasificacin, dando cuenta al Centro Directivo (apartado 2.).7 El artculo 252 del R.P. de 1981 permita la clasificacin del penado si las causas ya penadas lo haban sido a penas graves y los delitos imputados en las causas en que eran preventivos tenan legalmente atribuidas penas inferiores. La regulacin vigente nos parece ms acertada, atendiendo a la imprecisin de la que en demasiadas ocasiones adolecen los mandamientos de prisin provisional. - Para que un interno que no tenga extinguida la cuarta parte de la condena o condenas pueda ser propuesto para el tercer grado, deber transcurrir el tiempo suficiente para obtener un adecuado conocimiento del mismo y concurrir, favorablemente cualificadas, las variables intervinientes en el proceso de clasificacin penitenciaria enumeradas en el artculo 102.2, valorndose, especialmente, el historial delictivo y la integracin social del penado (artculo 104.3). El R.P. de 1981 regulaba este supuesto en el artculo 251, valorndose como circunstancias especiales la primariedad delictiva, buena conducta y madurez o equilibrio personal; asimismo, requera un tiempo mnimo de conocimiento del interno, previsin de conducta y consolidacin de factores favorables, no inferior a dos meses de estancia real en el centro que lo proponga. Mediante Real Decreto 1.767/93, de 8 de octubre, se modifica este precepto, en el sentido de sustituirse el plazo mnimo y concreto de dos meses por otro expresado mediante un concepto jurdico indetermi6 Mediante escrito de fecha 23-4-1997, la Subdireccin General de Gestin Penitenciaria clarifica algunas dudas surgidas en la aplicacin prctica de este precepto, as dispone lo siguiente: ha de ser siempre clasificacin inicial, no admitindose este procedimiento en los casos de progresiones o regresiones; en los supuestos de penas determinadas por meses, ha de entenderse que la duracin de las mismas debe computarse multiplicando el nmero de meses por 30; y en las condenas de hasta un ao deben incluirse todas las penas privativas de libertad, no slo las de prisin, sino tambin la responsabilidad penal subsidiaria por impago de multa y la pena de arresto de fin de semana, sta slo en el caso de que se cumpla de forma ininterrumpida y refundida con la pena de prisin o con la de responsabilidad subsidiaria. 7 La Circular 7/96 de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias, de fecha 12-6-1996, dispone sobre el tema que si antes de transcurrir 6 meses desde la desclasificacin se procede a la libertad provisional, bastar con comunicarse tal circunstancia al Centro Directivo para que se le vuelva a asignar el grado que ya tena. Si la libertad se acuerda pasados 6 meses ser necesaria la formulacin de nueva propuesta de clasificacin. En este sentido se pronuncia tambin la Instruccin 20/96, hoy vigente.
nado: tiempo suficiente.8 Esta reforma se incorpor en el proyecto de R.P., ante lo cual el Consejo de Estado afirm que la eliminacin del plazo de los dos meses implica la reduccin de aquellos lmites que deben servir para evitar el uso arbitrario de la mayor libertad que el proyecto concede al Centro Directivo y, en esa misma medida, no puede juzgarse un aumento de garantas, sino todo lo contrario.. - Los penados enfermos muy graves con padecimientos incurables, segn informe mdico, con independencia de las variables intervinientes en el proceso de clasificacin, podrn ser clasificados en tercer grado por razones humanitarias y de dignidad personal, atendiendo a la dificultad para delinquir y a su escasa peligrosidad social (artculo 104.4). El protocolo de clasificacin penitenciaria contendr la propuesta razonada de uno de los siguientes grados: Primer grado, determinante de la aplicacin de las normas del rgimen cerrado; segundo grado, implica la aplicacin de las normas correspondientes al rgimen ordinario; tercer grado, supone la aplicacin del rgimen abierto. Y con independencia de la posible aplicacin de lo dispuesto en el artculo 100.2 del R.P. actualmente vigente adopcin de un modelo de ejecucin en el que puedan combinarse aspectos caractersticos de cada uno de los mencionados grados,9 cada uno de stos deber cumplirse en establecimientos o departamentos distintos artculo 10 del R.P. de 1996, por lo que la propuesta de destino ir en funcin de la propuesta de grado. El Centro Directivo tiene competencia exclusiva para decidir, con carcter ordinario o extraordinario, la clasificacin y destino de los reclusos en los distintos establecimientos, segn las propuestas formuladas al efecto por las Juntas de Tratamiento o, en
8 Anteriormente a esta modificacin, la Orden de Servicio del secretario de Estado de Asuntos Penitenciarios de fecha 17-8-93 exhortaba a los Equipos Directivos a que a los internos que extinguan condena por rehusar, sin causa legal, el cumplimiento del servicio militar o la prestacin social sustitutoria, en el caso de los objetores de conciencia, se les formulara propuesta de clasificacin inicial en tercer grado sin esperar el plazo de dos meses, salvo que otras circunstancias especiales lo impidieran. La Circular 2/94, de fecha 29 de abril, dispens que concurriera la circunstancia especial de primariedad delictiva cuando se tratara de infracciones directamente encaminadas a sufragar la adiccin a las drogas, los delitos se produjeran en una secuencia cronolgica acotada en el tiempo y seguida de un esfuerzo serio, prolongado y evidente de deshabituacin, y concurran favorablemente calificadas la buena conducta, madurez y equilibrio personal, as como buen pronstico. 9 Este principio es consecuencia del sistema de individualizacin cientfica. Consideramos que no puede admitir la combinacin de aspectos de segundo grado con aspectos de rgimen cerrado, ello en aplicacin del principio que prohbe la analoga in peius o ad malam partem. Esta medida, al ser excepcional, necesitar de la ulterior aprobacin del Juez de Vigilancia correspondiente, sin perjuicio de su inmediata ejecutividad. El Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Santander, de fecha 9-10-1996, afirma lo siguiente: La concepcin de los grados en que el sistema se divide no como compartimentos estancos sino como algo flexible e individualizable, ya que de este modo puede llevarse a buen fin mediante instrumentos adecuados la reinsercin y resocializacin de los internos utilizando mecanismos ms dinmicos y ajustados a las necesidades de cada interno, ms individualizados en suma y, probablemente, con mayores y mejores resultados. La Audiencia Provincial de Madrid en Auto de fecha 3-6-99 acuerda el mantenimiento en segundo grado de clasificacin, pero con los efectos de acordar su salida durante los fines de semana propios del tercer grado; en similares trminos destacar tambin Auto del J.V.P. de Ocaa, de fecha 30-4-2004, Auto del J.V.P. de Madrid-3, de fecha 2-3-2004, y Auto de J.V.P. de Ciudad Real, de fecha 6-9-2004. Mencionar tambin programa llevado a cabo en los centros de Nanclares y Basauri, en donde 18 reclusos en segundo grado salan al exterior diariamente en un plan de acompaamiento a 150 internos (en El Diario Vasco, 11-7-2001). La Orden de Servicio de la Subdireccin General de Tratamiento y Gestin Penitenciaria de fecha 26-12-2005, efecta a las Juntas de Tratamiento unas indicaciones sobre la gestin de la aplicacin de este principio.
su caso, por el director o el Consejo de Direccin (artculos 80 del R.P. de 1981 y 31 del R.P. de 1996).10 Contra estos acuerdos de la Direccin General cabe instar recurso de alzada en el plazo de un mes desde la notificacin (artculo 115 de la Ley 4/99, de Reforma de la Ley 30/92, de Rgimen Jurdico de las Administraciones Pblicas y del Procedimiento Administrativo Comn), ante la Subsecretara del Ministerio de InteriorSecretara General Tcnica, pudiendo incluso solicitar junto al recurso, la suspensin de la resolucin recurrida; y en el plazo de dos meses desde esta resolucin cabe la va contencioso-administrativa ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Autnoma de Madrid (artculo 10.1 y 14.1 LJCA), contra la que todava cabe interponer recurso de casacin en el plazo de 10 das desde el siguiente al de su notificacin (artculo 89 LJCA). Pese a ello, algunos jueces y tribunales conocieron del tema, planteando as conflictos de jurisdiccin que tuvo que resolver el Tribunal de Conflictos; mencionar las Sentencias 16 y 17/1986, planteadas entre el Departamento de Justicia de la Generalidad de Catalua y el Juzgado de Vigilancia nmero 2 de Barcelona, as como la Sentencia de 8 de julio de 1991 entre el Departamento de Justicia de la Generalidad de Catalua y la Audiencia Provincial de Barcelona, la de 25-6-1998 entre la Generalidad y el Juzgado de Vigilancia nmero 1 de Barcelona, y la 4/04, de fecha 13 de octubre entre JVP de Ceuta y la Direccin General de Instituciones Penitenciarias. Los Jueces de Vigilancia Penitenciaria en las VI, VII y VIII Reuniones aprobaron sobre el tema de los traslados el siguiente acuerdo: La gestin corresponde a la Administracin, pero al Juez de Vigilancia le compete el control de la forma de realizarlos, pudiendo dejar sin efecto el traslado cuando haya habido abuso o desviacin de poder por parte de la Administracin penitenciaria, por ejemplo, cuando con el traslado se intente sustraer al interno de la competencia de un determinado Juez de Vigilancia, que haya de resolver una queja o recurso formulado por aqul; cuando el traslado constituya una sancin encubierta, o cuando con el mismo se produzca un empeoramiento de la situacin del interno respecto de los beneficios penitenciarios, de la aplicacin de un tratamiento o de la posibilidad de desempear un trabajo en rgimen abierto.. La Instruccin 20/96, sobre clasificacin y destino de penados y aplicacin del artculo 10 de la LOGP a preventivos, de fecha 16 de diciembre, concede una especial importancia, junto al grado de tratamiento, al centro de destino para el cumplimiento de los penados, y su fijacin es tambin funcin del conjunto de variables
10 La Instruccin 20/96 presenta una relacin de los centros de destino y de los recursos disponibles, que no tiene carcter exhaustivo, sino selectivo, para facilitar la formulacin de propuestas priorizadas de destino. Durante el ao 2004 tuvieron lugar un total de 12.332 conducciones por motivo de clasificacin, seguido de las 10.651 que se realizaron por razones judiciales. Asimismo, el medio de transporte ms utilizado fue el vehculo celular (segn fuentes de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias). Sobre las especificaciones tcnicas que deben reunir los vehculos destinados a la conduccin de detenidos, presos y penados, el Ministerio de Justicia e Interior dict la Orden de 15 de junio de 1995. Posteriormente, en virtud de la Disposicin transitoria cuarta del R.P. del 96, se dict la Instruccin 23/96, de fecha 16 de diciembre, sobre conducciones. En esta disposicin se estipula, como ya hizo la Circular de 232-1982, que el equipaje no podr exceder de 25 kg de peso 20 kg por va area, debiendo de ser por cuenta del interno los gastos ocasionados en el transporte por el exceso de equipaje, lo que ha sido criticado por los jueces de Vigilancia, que han considerado que estos gastos deba de soportarlos la Administracin; vase sobre ello el Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Tenerife, de fecha 16-1-1997 y el de la A.P. de vila, de fecha 13-12-2002; y del titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Zaragoza, Vilar Barda, Ramn, Traslados de presos y penados. Intervencin y control del Juez de Vigilancia, en Vigilancia penitenciaria. (VI Reunin de Jueces de Vigilancia Penitenciaria y Bibliografa), C.G.P.J., Madrid, 1993, pp. 87-88. En la actualidad rige la Instruccin 6/05, de 23 de mayo, que en realidad viene a actualizar la anterior, la 23/96.
personales y sociales de los internos, as como de su evolucin, debiendo, en consecuencia, ser objeto de similar consideracin por parte de todos los rganos intervinientes. Por ello, las propuestas de cambio de destino deben venir asociadas, como regla general, a los momentos de revisin del proceso nico de clasificacin y tratamiento, formuladas, por tanto, en un mismo modelo.. Antes de entrar a examinar los caracteres propios de cada uno de los grados de tratamiento, veamos en el siguiente cuadro la evolucin de la poblacin reclusa penada por grados de tratamiento:11
GRADO DE TRATAMIENTO AOS 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2006 (21/7) 874 859 637 774 772 924 961 839 790 689 646 697 885 915 939 1.032 1.092 1.292 1.082 5.739 6.345 6.918 9.905 12.244 15.375 18.305 20.001 20.160 18.443 18.632 19.615 23.793 25.323 26.988 28.442 31.984 26.857 34.410 4.554 4.645 4.843 5.361 5.104 7.883 7.007 4.367 4.499 5.305 3.091 3.717 3.449 3.341 3.917 4.002 3.330 3.217 Primer grado 769 640 655 678 Segundo grado 3.805 4.937 3.564 4.443 Tercer grado 2.580 4.141 2.923 3.116
11 Datos publicados en Informe General, 1983-84 (p. 185), 1985 (p. 65), 87 (p. 135), 88 (p. 101), 89 (p. 151), Memoria de Actividad, 1994 (p. 36), 95 (pp. 14 y 15), 96 (pp. 25 y ss.), 97 (pp. 19 y ss.), y el resto obtenidos de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias.
sentido de que cualquier nueva clasificacin vendr determinada por la evolucin del tratamiento a partir de aqulla y, especialmente, su regresin a primer grado proceder cuando en relacin con el tratamiento se aprecie en el interno una evolucin desfavorable de su personalidad.14 La prctica, sin embargo, discurra por otros derroteros, asocindose el primer grado tan slo con la concurrencia de alguna de las circunstancias establecidas en el artculo 10 de la LOGP. Los criterios de peligrosidad extrema o inadaptacin manifiesta a los regmenes ordinario y abierto son conceptos difciles de precisar. La peligrosidad, segn Mapelli Caffarena15, no es un acto, sino un estado y no es social, sino criminal; Bueno Ars16 opina que puede ser evaluada criminolgica o penitenciariamente. El mismo autor defiende en cuanto a la inadaptacin manifiesta a los regmenes ordinario y abierto que debe ser consecuencia de una falta grave y continuada de colaboracin con las normas de rgimen propiamente dicho (infracciones disciplinarias repetidas, desobediencia permanente, incumplimiento de obligaciones laborales). El artculo 10, tras sealar estos criterios, aade el siguiente inciso: Apreciados por causas objetivas en resolucin motivada al aceptarse la enmienda n. 70 presentada al proyecto por el Grupo Socialista, para as corregir la posible objetividad en su estimacin.17 Estas apreciaciones se llevan a cabo mediante la ponderacin global de los factores enumerados en el R.P. El R.P. actualmente vigente, en el artculo 102.5, partiendo de los establecidos en el artculo 43 del R.P. 1981, contempla los siguientes criterios de peligrosidad: a) Naturaleza de los delitos cometidos a lo largo de su historial delictivo, que denote una personalidad agresiva, violenta y antisocial. Parece referirse a la personalidad del psicpata; b) Comisin de actos que atenten contra la vida o la integridad fsica de las personas, la libertad sexual o la propiedad, cometidos en modos o formas especialmente violentos. La utilizacin del plural excluye, lgicamente, la comisin de un acto aislado; c) Pertenencia a organizaciones delictivas o a bandas armadas, mientras no muestren, en ambos casos, signos inequvocos de haberse sustrado a la disciplina interna de dichas organizaciones o bandas; d) Participacin activa en motines, plantes, agresiones fsicas, amenazas o coacciones; e) Comisin de infracciones disciplinarias calificadas de muy graves o graves, de manera reiterada y sostenida en el tiempo. Al igual que en la sancin de aislamiento, consideramos que debera exigirse una evidente agresividad o violencia por parte del interno o cuando ste reiterada y gravemente altere la normal convivencia del centro (artculo 233.1.a); f) Introduccin o posesin de armas de fuego en el establecimiento penitenciario, as como la tenencia de drogas txicas, estupefacientes y sustancias psicotrpicas en cantidad importante, que haga presumir su destino al trfico. En cuanto al rgimen de estos centros, se caracterizar por una limitacin de las actividades en comn de los internos y por un mayor control y vigilancia sobre los
14 Alarcn Bravo seala que: Desde hace dos aos (en 1986) en la ltima reunin de directores se transmiti a los mismos la indicacin de que los equipos puedan proponer o fundamentar el primer grado basndose en una u otra postura interpretativa, segn su leal saber y entender., en La clasificacin penitenciaria de los internos, p. 21. 15 MAPELLI CAFFARENA, en Los establecimientos de mxima seguridad en la legislacin penitenciaria, pp. 133 y ss. 16 BUENO ARS, Estudio preliminar, en GARCA VALDS, La reforma penitenciaria espaola, Publicaciones del Instituto de Criminologa de la Universidad Complutense de Madrid, ao LXXXI, Madrid, 1981, p. 19. 17 Vase Ley General Penitenciaria. Trabajos parlamentarios, p. 82.
mismos en la forma que reglamentariamente se determine; la permanencia de los internos en estos centros ser por el tiempo necesario, hasta tanto desaparezcan o disminuyan las razones o circunstancias que determinaron su ingreso (artculo 10.3 de la LOGP). El R.P. de 1981 desarroll dos modelos de regmenes; por un lado, los establecimientos cerrados de rgimen comn a donde deban trasladarse los internos procedentes de una clasificacin teraputica negativa (artculo 46), y, por otro, los establecimientos cerrados de rgimen especial o departamentos especiales para los internos calificados segn el artculo 10 de la LOGP (artculo 47). El Real Decreto 787/84, de 28 de mayo, dej sin contenido el artculo 47,18 estableciendo el artculo 46 un nico rgimen para los establecimientos cerrados y los departamentos especiales, de cuyas normas o principios destacamos la armonizacin entre rgimen y tratamiento; la observancia puntual del horario; la posible intervencin de las comunicaciones y la prohibicin de las especiales19, as como restriccin del nmero de internos en la realizacin de actividades. La Direccin General de Instituciones Penitenciarias ha dictado una serie de Circulares e Instrucciones con el objeto de uniformar las normas comunes de aplicacin general en los establecimientos de rgimen cerrado y departamentos especiales. Mencionar las de fecha 7-6-1984, 25-2-1985, 30-8-1985 y 10-11-1988, esta ltima sobre cacheos a internos clasificados en primer grado o sujetos al artculo 10 de la LOGP. La Circular de 26 de junio de 1989 establece unas normas comunes tipo para cada una de las tres fases del primer grado y artculo 10 de la LOGP, de estricto carcter en la primera fase y que van flexibilizndose a medida que se avanza a la segunda y la tercera fase. En el ao 90 se instaur un programa de intervencin en primeros grados-adultos con la finalidad de evitar comportamientos altamente peligrosos y romper crculos de conducta violenta, para lo que se procedi a la distribucin de los internos por grupos; se contemplaba un sistema concreto de incentivacin (cancelacin progresiva de sanciones, posibilidad de tener televisin en la celda, etc.) como plan de motivacin, as como un plan de seguimiento y de evaluacin (duracin del programa y logros obtenidos).
18 Sobre las razones, vase MAPELLI CAFFARENA, Los establecimientos de mxima seguridad en la legislacin penitenciaria, p. 139; Garrido Guzmn se manifestaba en relacin con los departamentos especiales del siguiente modo: No nos parece oportuna ni conveniente, pues parece una forma solapada de crear y mantener departamentos o galeras de castigo, con todos los inconvenientes que ello lleva consigo., en Manual de Ciencia Penitenciaria, p. 259. 19 El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Bilbao mediante Auto de fecha 18 de septiembre de 1985, reconoci el derecho de los penados clasificados en primer grado al disfrute de las comunicaciones especiales, negndolas a los sometidos al rgimen especial del artculo 10 de la LOGP. Tras el recurso de reforma y apelacin, se recurri en amparo; la STC 89/87, de 3 de junio, no se pronunci sobre esta posible discriminacin. S que manifest que para quienes se encuentren en libertad, el mantenimiento de estas relaciones no es el ejercicio de un derecho, sino una manifestacin ms de la multiplicidad de actividades y relaciones vitales que la libertad hace posibles. Los derechos fundamentales, que garantiza la libertad, no tienen ni pueden tener como contenido concreto cada una de estas manifestaciones de su prctica, por importantes que stas sean en la vida del individuo. Vase el comentario a la misma de BUENO ARS, La jurisprudencia del Tribunal Constitucional en materia penitenciaria, en Vigilancia Penitenciaria. Poder judicial, nmero especial III, pp. 173-174. Garrido Guzmn opina que la satisfaccin de los impulsos sexuales puede jugar un papel fundamental, equilibrando las relaciones de convivencia en dichos centros e influyendo positivamente en el tratamiento penitenciario., en Rgimen penitenciario e instituciones de mxima seguridad, EGUZKILORE, nmero extraordinario, enero 1988, 145-146, p. 155. El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Sevilla en autos de fechas 10-10-1989 y 30-1-1992, requiere al director del centro para que en lo sucesivo se autoricen comunicaciones especiales a los internos clasificados en primer grado y a los sometidos al rgimen del artculo 10 de la LOGP, con las excepciones previstas en el artculo 51.1 de la LOGP, lo que deber acreditarse.
La Circular de fecha 2 de agosto de 1991 se dict con la pretensin de introducir algunas correcciones, tendentes a actualizar y perfeccionar la normativa existente, con el fin de facilitar la organizacin interior de los centros, posibilitando, al mismo tiempo, el paso de los internos del rgimen cerrado al ordinario;20 para ello, en su disposicin final se ordena que los internos que estuvieran asignados a la tercera fase, debern pasarse al rgimen ordinario (preventivos) o progresarse a segundo grado, o bien asignarse a alguna de las fases del rgimen cerrado que se establecen primera y segunda fase. En el ao 1995 se dicta la Instruccin 7/95, de 28 de febrero, sobre actualizacin de Normas de Departamentos Especiales y de Rgimen Cerrado. Esta disposicin normativa, de carcter provisional pues en aquel momento se estaba redactando el actual R.P., trata de abordar de forma integral la intervencin con este colectivo. Establece dos modalidades de vida y entre sus normas, destacar que se adoptan los pronunciamientos y resoluciones de algunos Jueces de Vigilancia Penitenciaria en cuanto a autorizar la tenencia de aparatos de radio o de televisin (Autos de fecha 810-1991 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid; de 30-1-1992 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Sevilla; de 27-10-1993 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Madrid III); y a contemplar la concesin de comunicaciones especiales, salvo a los grupos terroristas en los que pueden existir razones de seguridad (Autos del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid de fecha 318-1993, del de Santander de fecha 20-11-1992, etc.). El rgimen cerrado es probablemente una de las materias que mayor transformacin normativa ha experimentado en el nuevo Reglamento Penitenciario (Captulo IV, Ttulo III). Entre las novedades ms importantes destacan las siguientes: - Atribucin al Consejo de Direccin de la competencia en la elaboracin de las medidas de seguridad, orden y disciplina (artculo 90.2 del R.P.), previo informe de la Junta de Tratamiento. - Establecimiento de dos modalidades en el sistema de vida, segn los internos sean destinados a centros o mdulos de rgimen cerrado (artculo 91.2), o a departamentos especiales (artculo 91.3), caracterizndose estos ltimos por un mayor control y rigidez en cuanto a las normas procedimentales. - La asignacin de la modalidad de vida se encomienda a la Junta de Tratamiento, previo informe del Equipo Tcnico, y ser autorizada por el Centro Directivo (artculo 92.1 del R.P.). De este modo, se pone fin a la disfuncin existente en la normativa anterior, pues el artculo 46.5 del R.P. de 1981 atribua esta competencia a la Junta de
20 En esta Circular, con el objetivo de incentivar al interno para conseguir su progresiva adaptacin al rgimen ordinario y de acuerdo con el principio de individualizacin cientfica, se estableci un sistema de plazos, al trmino de los cuales si el interno no haba cometido faltas disciplinarias se le concedan determinados beneficios. Sobre ello, Luis Fernndez Arvalo afirma que al tratar de establecer una poltica de modificacin de conductas de conflictividad mediante el progresivo reconocimiento de derechos y beneficios supeditado a la ausencia de sanciones durante determinados perodos, se introdujeron restricciones y limitaciones de tales derechos no ajustadas a derecho, ya que el vigente marco legal y reglamentario los reconoce per se, independientemente de que se tenga o no buena conducta., El rgimen cerrado, en Derecho Penitenciario y Democracia, Fundacin El Monte, Sevilla, 1994, p. 326. Sobre esta circular el Tribunal Constitucional en S. 143/97, de 15 de septiembre, establece lo siguiente: Tal Circular regula los cacheos y requisas, las salidas de las celdas, la limpieza de stas y de las zonas comunes, la tenencia de ropa y enseres ntimos, el nmero de horas de vida en comn, que, como ya dijimos, se fija entre cuatro y seis horas, etctera, sin que se detecte ninguna determinacin que restrinja un derecho fundamental de los aludidos o reduzca de forma esencial el ya mermado status libertatis del penado.
Rgimen y Administracin, y en la Instruccin 7/95 se requera la autorizacin del propio Centro Directivo. En la reasignacin de la modalidad del rgimen especial se valorarn, entre otros, los factores que ya la Instruccin 7/95 haba sealado en la reasignacin de la modalidad B. - La aplicacin de este rgimen cerrado y consiguiente asignacin de una de las modalidades de vida, se dar en los internos en quienes concurran los factores taxativamente enumerados en el artculo 102.5 del R.P. La Instruccin 21/96, de 16 de diciembre, sobre Rgimen/Seguridad, dictada en cumplimiento de lo establecido en la Disposicin transitoria cuarta del R.P., establece las normas para los departamentos de rgimen especial y rgimen cerrado, contemplando aspectos puramente organizativos. Tan slo mencionar que en el mismo sentido que la Instruccin 7/95, aunque mucho ms generosa, autoriza con carcter general dos comunicaciones telefnicas a la semana; el uso de radio y/o reproductor de su propiedad, tipo petaca y con audfono; el uso de televisin de su propiedad (de tamao no superior a 14 pulgadas) salvo expresa limitacin, mediante resolucin motivada de la Junta de Tratamiento, basada en razones de seguridad, buen orden del centro o exigencias del tratamiento; y, por ltimo, no establece diferenciacin respecto del resto de internos para la concesin de comunicaciones ntimas y familiares. En la actualidad, siguiendo la lnea de sta, rige la Instruccin 6/06 de 22 de febrero. En lo concerniente a los internos preventivos en los que se aprecie una peligrosidad o inadaptacin manifiesta, la Junta de Tratamiento con informes razonados, al menos del jefe de Servicios y del Equipo Tcnico propondr al Centro Directivo la aplicacin del artculo 10 de la LOGP, por lo que desaparece la ejecucin inmediata que presida el artculo 34 del R.P. de 1981. No podr, pues, hacerse efectivo hasta que el Centro Directivo adopte el acuerdo el cual se notificar al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria en el plazo de setenta y dos horas, pudindose hacer uso hasta entonces del artculo 75 del R.P. (limitaciones regimentales y medidas de proteccin personal artculos 96 y 97 del R.P.). La disposicin normativa aplicable a estos internos es la Instruccin 20/96, de 16 de diciembre, sobre clasificacin y destino de penados, aplicacin del artculo 10 de la LOGP a preventivos. La excepcionalidad y las severas limitaciones regimentales que caracterizan al rgimen cerrado requieren de la concurrencia de una serie de garantas que respalden su correcta aplicacin y continuidad. As, tanto el artculo 10 de LOGP como el artculo 95 del R.P. de 1996, exigen que la imposicin de este rgimen sea mediante resolucin motivada; para ello, la Instruccin 20/96 seala la documentacin que debe acompaar a la propuesta de clasificacin inicial y de regresin a primer grado, que es la siguiente: copia de los hechos probados, informe de conducta, informe psicolgico, modelo de programa individualizado de tratamiento, modelo de aplicacin del rgimen cerrado que comprende hechos que justifican la propuesta, tratamiento disciplinario y/o penal de los mismos y significacin y valoracin del rgimen cerrado, informe mdico sobre posibilidad de cumplimiento en rgimen cerrado, informe del jefe de Servicios, e historiales penal y/o penitenciarios slo en supuestos a (personalidad agresiva, violenta y antisocial), c (organizaciones delictivas o bandas armadas) y e (infracciones disciplinarias calificadas de muy graves o graves). El Centro Directivo cuenta, pues, con abundante informacin para resolver motivadamente. Esta resolucin se notificar al interno, expresndole el derecho que le asiste a interponer recurso contra la misma ante el
Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, conforme a lo dispuesto en el artculo 76.2. f de la LOGP (artculo 95.2 del R.P.). ste resolver, asimismo, mediante Auto motivado; considerndose por el Tribunal Constitucional que para fundar el Auto no es suficiente con la mera referencia a los informes del centro penitenciario y del Ministerio Fiscal, sin ms argumentos ni razones que permitieran al interesado exponer las suyas para oponerse a la medida y, en su caso, a un rgano judicial superior su apreciacin crtica, que es, segn doctrina de este Tribunal Constitucional, el fundamento de la exigencia legal y constitucional de motivar las resoluciones (STC 54/92, de 8 de abril, fundamento jurdico 3.). En similares trminos se pronuncia la STC 143/97, de 15 de septiembre, en su fundamento jurdico 5.. Por otra parte, en el artculo 95.1 in fine del R.P., se establece que del acuerdo del Centro Directivo se dar conocimiento al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria en el plazo de setenta y dos horas, desarrollando as el artculo 76.2.j de la LOGP, que atribuye competencia al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria para conocer del paso a los establecimientos de rgimen cerrado de los reclusos a propuesta del Director del establecimiento. Los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria han interpretado este precepto en el sentido de que tienen competencia para resolver sobre el fondo del asunto y dejar sin efecto la indicada decisin administrativa.21 De este modo, en la prctica, la Direccin de los centros pone en conocimiento del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria el acuerdo del Centro Directivo antes de la Junta de Rgimen y Administracin, a efectos de ratificacin; la resolucin de ratificacin del Juzgado se entiende dictada en primera instancia, otorgando validez a un acto administrativo que, hasta ese momento, no pasaba de ser una mera propuesta necesitada de respaldo judicial. Frente a dicha resolucin caban, por consiguiente, de conformidad con los apartados 3 y 4 de la Disposicin adicional quinta de la LOGP, no slo el recurso de reforma, sino tambin recursos de apelacin y queja, este ltimo slo en el caso de que se denegase la admisin a trmite del recurso de apelacin. (STC 54/92, de 8 de abril).22 Pero si, como se ha expuesto, la aplicacin de este rgimen est adecuadamente garantizada, no podemos decir lo mismo sobre su continuidad, no contemplndose ningn control ni seguimiento judicial durante esta fase, que es, por otra parte, la ms importante por las posibles secuelas fsicas y psquicas que pudiera ocasionar.23 Sobre ello, la Audiencia Provincial de Palencia, mediante Auto de fecha 27-3-2000, establece que: Es preciso que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria realice un esfuerzo de seguimiento sobre la situacin individualizada en que se encuentra cada uno de estos internos, que permanecen en el rgimen del departamento especial. Otra cuestin de suma importancia en los establecimientos o departamentos de rgimen cerrado es la actividad resocializadora. Es evidente que en este tipo de rgiCriterio aprobado por unanimidad desde el ao 82 en todas sus Reuniones peridicas. El Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de La Corua de fecha 23-11-1988, que dio lugar al amparo, deneg toda posibilidad de recurso alguno, al interpretar que el Auto de fecha 5-10-1988 que desestim la reforma, se haba dictado resolviendo recurso de apelacin interpuesto por el interno contra la resolucin de la Junta de Rgimen y Administracin; es decir, interpret que la norma aplicable era el apartado segundo de la Disposicin adicional quinta de la LOGP 23 Vase sobre la importancia de reforzar el control judicial y fiscal de oficio en la continuidad de sujecin al rgimen cerrado, mxime una vez transcurrido un plazo prolongado, como lo es un ao, desde su aplicacin inicial, FERNNDEZ ARVALO, Luis, El rgimen cerrado, pp. 347 y ss.
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men debe de incrementarse as como intensificarse todo tipo de programa tratamental, tendente a lograr la progresin a segundo grado y el destino al rgimen ordinario. Lo contrario sera, en palabras de Mapelli Caffarena, convertir el traslado a un centro de este tipo en una medida disciplinaria.24 Pero la realidad no ha sido paralela con esta evidencia, as lo han sealado los Jueces de Vigilancia, el de Valladolid, por ejemplo, en Auto de fecha 8-10-1991 afirma lo siguiente: De estos internos cabe decir que nicamente tienen rgimen, horario, control, vigilancia, medidas de seguridad, pero nada ms. Ni siquiera se ha llegado a trazar un perfil individual que no se reduzca a la simple enumeracin de las actuaciones violentas en las que han participado. En esta medida no dejan de tener razn cuando se quejan de que este rgimen unilateralmente fijado por la Direccin General de Instituciones Penitenciarias no permite actividad alguna, no les permite vida en comn con otros internos, ni participar en actividades comunes, ni tratar de reorientar su vida hacia otras actividades que no sean las violentas y en esa medida ha de ser excepcional y temporal. En este sentido se pronuncian tambin la Audiencia Provincial de Palencia en Autos de fechas 27-3-2000 y 2-1-2001, la Audiencia Provincial de Madrid mediante Autos de fechas 26-3-1998 y 9-5-2000, y el JVP de Ciudad Real en Auto de fecha 22-10-1999. En el ao 2003, los Jueces de Vigilancia Penitenciaria, en su XII Reunin, continuaban manifestando que: Los internos clasificados en primer grado son el gran olvido de la Administracin Penitenciaria; considerados de especial peligrosidad y de carcter violento con una marcada inadaptacin, no suelen ser incluidos en ningn tipo de actividad formativa u ocupacional, lo que produce un efecto negativo, potenciando el aislamiento del interno, que no encuentra la forma de salir del mismo. Toda vez que el tratamiento debe ser obligatorio, el acuerdo intenta conseguir que con programas especficos se de a este tipo de internos la posibilidad de integrarse y de adaptarse a la vida penitenciaria.. Tambin el Defensor del Pueblo ha puesto de manifiesto esta realidad, as, en su Recomendacin 72/93, formulada con ocasin del Informe a las Cortes Generales correspondiente a 1993 sobre internos clasificados en primer grado, primera fase, se reclama de la Administracin un mayor esfuerzo en orden a conjugar el carcter legalmente restrictivo de este grado clasificatorio, con la ineludible finalidad reeducadora que la Constitucin predica de la pena, que no puede ser, en ningn caso, obviada para este grupo de internos. Para ello se resalta la conveniencia de promover un aumento de las actividades en estos departamentos que, con el imprescindible control, limitacin o vigilancia, favorezca la evolucin y progresin de estos penados, ya que el especfico grado en que se encuentran no puede suponer, como venimos insistiendo, merma alguna en cuanto a la finalidad resocializadora de la pena.25 En la memoria correspondiente a 1998,26 insiste en que se trata del colectivo de presos a los que ms difcil resulta motivar y que es por ello por lo que se ha de establecer una completa programacin de actividades, respetando las limitaciones que la legislacin penitenciaria dispone; asimismo, se seala la necesidad de una especial y permanente intervencin desde la perspectiva de su salud psquica, ante los trastornos que el aislamiento prolongado puede originar.
En Los establecimientos de mxima seguridad en la legislacin penitenciaria, p. 143. Esta Recomendacin est publicada en Defensor del Pueblo. Informes, estudios y documentos, 1988-1996, Madrid, 1997, pp. 249 y ss. 26 Publicada en el Boletn Oficial de las Cortes Generales, nmero 357, de fecha 23 de junio de 1999, pp. 29 y ss.
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La necesidad de realizacin de actividades tratamentales que propicien cambios sustanciales en la conducta y personalidad de estos internos, queda asimismo reflejada en el R.P. de 1996 Prembulo II y artculo 93.1.6, en la Instruccin 21/96 y en la actual Instruccin 6/06 Ante esta situacin y sentir general, la Direccin General de Instituciones Penitenciarias convoca en el Centro de Estudios Penitenciarios a algunos de los profesionales que podran formar parte del llamado Equipo Tcnico de rgimen cerrado psiclogo, jurista, trabajador social y un encargado de departamento o jefe de servicios y otros, tales como maestro, monitores, etc., con la finalidad de exponerles y formarles en el llamado Programa marco de aplicacin para internos en rgimen cerrado. Su objetivo o pretensin fundamental es homogeneizar criterios tanto en el momento de adoptar las propuestas de aplicacin del rgimen cerrado como en las secuencias posteriores de permanencia y salida del mismo. En cuanto a la gua de actividades debe obligatoriamente abarcar y ofertar las educativas, culturales-ocupacionales, deportivas y asistencial-teraputicas.27 Seguidamente se especifica el nmero de resoluciones asignando el primer grado durante el ao 2004 clasificacin inicial, regresin, mantenimiento y revisin de modalidad, as como la evolucin desde el ao 90 de estas resoluciones clasificacin inicial y regresin:28
Resoluciones de clasificacin en primer grado durante el ao 2004 Tipo N. de resoluciones Clasificacin inicial 148 Regresines Mantenimiento 597 401 Revisin modalidad 146 Totales 1.292
Evolucin de las resoluciones de clasificacin en primer grado desde 1990 Aos 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 N. de Resoluciones de primer grado 492 478 537 508 412 388 403 370 Aos 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 N. de Resoluciones de primer grado 437 472 560 553 654 730 745
27 Vase sobre su aplicacin en el Centro de Zuera (Zaragoza), Reflexiones sobre la Intervencin en Rgimen Cerrado, de SOLER PRIETO, Clara, Boletn de la Asociacin de Tcnicos de Instituciones Penitenciarias, ao 2006. 28 Datos obtenidos de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias.
Segn los ltimos datos facilitados por la Direccin General de Instituciones Penitenciarias y correspondientes a febrero del ao 2004, el 2,6% de la poblacin reclusa se encuentra en rgimen cerrado, bien sea mediante la clasificacin o regresin a primer grado o en aplicacin del artculo 10 de la LOGP. Y es que a pesar de su carcter excepcional el Tribunal Constitucional en S. 143/97, de 15 de septiembre, en su fundamento jurdico 4., manifiesta que: ... la clasificacin de un penado en un determinado grado configura el estatuto jurdico del preso, siendo el rgimen cerrado previsto en el artculo 10 de la LOGP el ms riguroso y el que implica una mayor limitacin del ya sustancialmente restringido status libertatis, por lo que la legislacin penitenciaria confiere a su aplicacin un carcter excepcional... Tal carcter excepcional se deriva no slo del mayor control y vigilancia a que se ven sometidos los clasificados en dicho rgimen y por la limitacin de las actividades en comn, pautas con las que genricamente define la Ley penitenciaria el rgimen cerrado, sino por las negativas consecuencias que su aplicacin comporta en otros aspectos de la vida penitenciaria. Por ello, la aplicacin del rgimen cerrado ha de reservarse a aquellos supuestos en los que los fines de la relacin penitenciaria no pueden ser obtenidos por otros medios menos restrictivos de derechos, lo cierto es que su aplicacin supone una necesidad en determinados supuestos, en los que lo prioritario es apaciguar conflictos o evitar males mayores. De ah que, partiendo de su amarga necesidad, resulte conveniente en su aplicacin la observancia de los siguientes extremos: - Intentar no desvincular al recluido de su entorno sociofamiliar, pues frecuentemente la clasificacin o regresin a primer grado o aplicacin del artculo 10 de la LOGP, lleva aparejado el destino al centro penitenciario correspondiente, con el perjuicio consiguiente de cara a su tratamiento penitenciario. El modo de evitar tales traslados sera adecuar uno de los mdulos ordinarios en todos o la mayora de los centros tipo para estos primeros grados; en la actualidad 22 centros cuentan con departamentos de rgimen cerrado. - Continuar y consolidar la programacin y realizacin de actividades tratamentales iniciadas a raz del programa marco al que anteriormente aludamos y que ya se ha puesto en marcha en algunos centros. - Potenciar las relaciones con el exterior, lgicamente con los controles adecuados, como medio de evitar el aislamiento, tan pernicioso en la vida del recluso.
Este tipo de establecimientos, los ms habituales y generalizados,29 se ajustaban a las normas establecidas en el artculo 44 del R.P. de 1981. El R.P. de 1996 regula el rgimen ordinario en el Captulo II del Ttulo III, Del rgimen de los establecimientos penitenciarios. Al igual que el artculo 44.1 del R.P. de 1981 seala que los principios de seguridad, orden y disciplina tendrn su razn de ser y su lmite en el logro de una convivencia ordenada (artculo 76.1). El rgimen propio de los clasificados en segundo grado de tratamiento dista, enormemente, del rgimen cerrado, caracterizndose por una mayor libertad y flexibilidad; por ello, es lgico que no necesite revestirse de tantas garantas como aqul. Aunque, no obstante, aparte del derecho que le asiste a solicitar que la siguiente propuesta de clasificacin se haga por parte de la Central de Observacin, siempre que la misma Junta reitere por segunda vez la clasificacin en segundo grado y haya alcanzado la mitad del cumplimiento de la condena (artculo 105.3), puede acudir en va de recurso al Juez de Vigilancia contra el acuerdo del Centro Directivo de clasificacin inicial, de mantenimiento, de regresin y de progresin a segundo grado. El Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria puede recurrirse en reforma ante el mismo Juzgado, y subsidiariamente en apelacin y queja. En la tramitacin del recurso de apelacin es preceptiva la intervencin de letrado (disposicin adicional 5. de la LOGP y artculos 216 a 238 de la LECrim.); sin embargo, el Tribunal Constitucional ha manifestado que ni (finalmente), por su objeto impugnacin de la decisin administrativa de clasificacin penitenciaria se trata de un proceso donde el asesoramiento tcnico se muestre imprescindible para la defensa de los legtimos intereses del demandante (Fundamento jurdico 4. de la STC 233/98, de 1-12).30 A continuacin se detallan, en primer lugar, las resoluciones de clasificacin en segundo grado durante los aos 2002, 2003 y 2004 segn el tipo clasificacin inicial, progresin, regresin y mantenimiento y, en segundo lugar, la evolucin en la dcada de los aos 90 de estas resoluciones clasificacin inicial, progresin y regresin:31
Resoluciones de clasificacin en segundo grado durante los aos 2002, 2003 y 2004 N. Resoluciones Ao 2002 Ao 2003 Ao 2004 Clasificacin inicial 11.597 12.757 13.283 Progresin 410 403 511 Regresin 1.146 1.178 946 Mantenimiento 9.939 12.117 Totales 23.092 26.857
29 Si observamos el cuadro referente a la evolucin de la poblacin reclusa penada por grados, podemos afirmar que aproximadamente el 80% de los penados se encuentran en segundo grado de tratamiento, en los ltimos aos, el 76,9% segn datos facilitados por la Direccin General de Instituciones Penitenciarias en febrero de 2004. 30 Se trata de un recurso de amparo contra el Auto de la Audiencia Provincial de Orense de fecha 15-1-1996, dictado en apelacin, por el que se ratifica el mantenimiento de la clasificacin penitenciaria en segundo grado; el recurrente actu personalmente sin asistencia letrada, tanto el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria como la Audiencia consideraron que no era preceptiva. 31 Datos obtenidos de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias.
Evolucin de las resoluciones de clasificacin en segundo grado desde 1990 Aos 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 N. de Resoluciones de segundo grado 8.314 10.037 11.021 13.412 14.014 14.141 12.299 12.979 Aos 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 N. de Resoluciones de segundo grado 13.748 12.886 12.415 11.906 13.153 14.338 14.740
El Centro Abierto es un establecimiento penitenciario dedicado a internos clasificados en tercer grado de tratamiento. El Centro de Insercin Social es el destinado a internos clasificados en tercer grado, al cumplimiento de penas de arresto de fin de semana suprimida mediante L O 15/03, de 25 de noviembre y al seguimiento de otras penas no privativas de libertad, como los trabajos en beneficio de la comunidad, y al seguimiento de los liberados condicionales.32 Se configura, adems, como una forma especial de ejecucin desarrollada en el Ttulo VII, Captulo I, artculos 163 y 164.
32 Vase sobre stos AGUILERA DELGADO, Ana, Formas especiales de ejecucin, Poder Judicial, 2.-3. poca, n. 4142, 1996, pp. 154-163.
La actividad penitenciaria de estos centros tiene por objeto esencial potenciar las capacidades de insercin social positiva que presenten las personas en ellos internadas mediante el desarrollo de actividades y programas de tratamiento destinados a favorecer su incorporacin al medio social (artculo 163.2 del R.P.). Asimismo, pueden integrarse orgnica y funcionalmente en un centro penitenciario autnomo; la Administracin penitenciaria ser quien determine su modelo organizativo en la Orden de creacin de cada Centro de Insercin Social (artculo 265.6 del R.P.). Como centros autnomos funcionan el CIS Victoria Kent creado mediante Orden de 172-1993 del Ministerio de Justicia, ubicado en el antiguo establecimiento de Yeseras en Madrid, y Torre Espioca en Valencia. En la actualidad, la revisin del Plan de Amortizacin y Creacin de Centros Penitenciarios de 1991, aprobado en Consejo de Ministros de fecha 30 de abril de 1998, prev la construccin de 24 Centros de Insercin Social con diferente capacidad, en funcin de la provincia o comunidad de que se trate. En fecha 18-11-2005 el Consejo de Ministros acuerda la revisin y actualizacin del Plan de Creacin y Amortizacin de Centros, previendo la construccin de 32 centros de insercin social, entre los que se encuentran varios de los que todava no se haban ejecutado del Plan anterior. Los ltimos en crearse han sido, en fecha 5-7-2006, mediante Orden INT/2490 el Carmen Avendao Otero en Vigo, y el Miguel Hernndez en Alicante, mediante Orden INT/24941/2006, el 19 de septiembre.
b) Secciones Abiertas
Son las unidades, mdulos o departamentos de un establecimiento polivalente donde se encuentran los internos clasificados en tercer grado de tratamiento (artculo 10 y 11 del R.P.); lgicamente, dependen administrativamente del establecimiento penitenciario polivalente (artculo 80.3 del R.P.).
c) Unidades Dependientes
En concordancia con el artculo 69.2 de la LOGP A los fines de obtener la recuperacin social de los internos en regmenes ordinario y abierto, se podr solicitar la colaboracin y participacin de los ciudadanos y de instituciones o asociaciones pblicas o privadas ocupadas en la resocializacin de los reclusos surgen las Unidades Dependientes. Su regulacin y unificacin de criterios de actuacin se lleva a cabo mediante la OC 17/95, de fecha 26 de junio, criterios que son adoptados por el nuevo R.P. Son unidades, viviendas ordinarias situadas en el entorno comunitario, fuera del recinto penitenciario, en las que los internos clasificados en tercer grado reciben los servicios y prestaciones de carcter laboral, formativo y tratamental, gestionados de forma directa y preferente por asociaciones u organismos no penitenciarios, aunque dependen administrativamente del centro penitenciario (artculos 80.4 y 165 del R.P.). La creacin de estas Unidades Dependientes se lleva a cabo mediante Orden Ministerial, pudiendo venir propiciadas estas actuaciones por la suscripcin de acuerdos o convenios de colaboracin, y contarn con unas normas de funcionamiento interno que sern aprobadas por el Consejo de Direccin, previo informe de la Junta de Tratamiento; as como con normas de organizacin y seguimiento, que se prepararn coordinadamente por la Junta de Tratamiento y por la institucin no penitenciaria, debiendo ser aprobadas por el Centro Directivo (artculo 166 del R.P.).
La seleccin de los internos para el destino a estas Unidades se llevar a cabo por la Junta de Tratamiento, requirindose la previa y expresa aceptacin de la normativa propia de la Unidad; asimismo, el director dar cuenta al Juez de Vigilancia del destino del interno a una de estas Unidades (artculos 81.3 y 167 del R.P.). La actividad de las Unidades Dependientes durante los aos 2002 y 2004 se refleja en el siguiente cuadro:33
Actividad de las Unidades Dependientes, 2002 y 2004 Centro Alcal de Guadaira Jan Entidad Nuevo Futuro Cruz Roja Perfil poblacin Madres Hombres Hombres Mujeres Madres Mujeres/Madres Mujeres Jvenes Mujeres/Madres Madres Mujeres Hombres y Mujeres Internos atendidos 2002 2004 7 5 8 8 13 8 13 13 21 4 8 32 18 153 7 9 13 6 16 9 20 5 8 34 18 150 Inauguracin Marzo de 1992 20-3-1991 Agosto de 1994 05-2-1991 24-6-1988 Abril 2000 07-9-1990 17-11-1990 1991 17-10-1995 03-03-1987 16-02-1991
Horizontes Abiertos Madrid C.I.S. Victoria Kent Horizontes Abiertos Madrid V Madrid VI Palma de Mallorca San Sebastin Santa Cruz de Tenerife Valencia CIS Valladolid TOTAL Nuevo Futuro Horizontes Abiertos Cruz Roja Fundacin Ametzagaa Cruz Roja Nuevo Futuro Generalitat valenciana Asecal
En cuanto a la evolucin por aos de internos atendidos, puede observarse en este cuadro:
AOS Altas Bajas 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 67 25 53 63 120 65 67 122 108 86 163 69 64 146 98 112 180 106 107 174 92 91 159 95 93 163 99 83 169 84 85 169 69 79 153 72 76 145 81 71 150
Atendidos 92
33
El rgimen de todos estos establecimientos segn el artculo 81.1 del R.P. se caracteriza por la ausencia de controles rgidos y porque sus normas de funcionamiento sern las propias de una comunidad civil para el logro de una convivencia normalizada. En el resto de preceptos del Captulo III Rgimen Abierto, del Ttulo III Del rgimen de los establecimientos penitenciarios, se regula el destino e ingreso en uno de estos establecimientos, el rgimen de las dos modalidades de vida el restringido y el pleno, as como las salidas del establecimiento, las de fin de semana y la asistencia sanitaria. Toda resolucin de clasificacin en tercer grado de tratamiento debe ser el resultado de un estudio y anlisis concienzudo,34 puesto que aunque no puede sostenerse ni que el tercer grado de tratamiento no sea cumplimiento de la pena privativa de libertad, ni que la clasificacin inicial en tercer grado prevista reglamentariamente signifique modificar la penalidad impuesta en la sentencia firme,35 lo cierto es que el beneficiario de este grado va a disfrutar del rgimen abierto, caracterizado fundamentalmente, como ya hemos visto, por una atenuacin de las medidas de control y por una potenciacin de la capacidad de insercin social. La Instruccin 20/96 sobre clasificacin y destino de penados, seala la preceptiva documentacin que debe acompaar a toda propuesta de clasificacin en tercer grado por parte de la Junta de Tratamiento. As, tanto en la propuesta de clasificacin inicial, aparte de la documentacin general copia de los hechos probados, informe de conducta, informe psicolgico y programa individualizado del tratamiento, como en la propuesta de progresin a tercer grado, ser necesario adjuntar los siguientes informes: En la propuesta a tercer grado segn los artculos 82.1 y 83 del R.P. (rgimen abierto restringido y pleno, respectivamente), el modelo de cumplimiento en rgimen abierto, o el modelo de cumplimiento en unidad dependiente, en su caso; as como el informe social y/o laboral; en la propuesta a tercer grado segn el artculo 104.4 del R.P. (enfermos muy graves con padecimientos incurables), el informe mdico con diagnstico y pronstico y el informe social sobre acogida postpenitenciaria; en la propuesta a tercer grado del artculo 182 del R.P. (internamiento en centro de deshabituacin y en centro educativo especial), el modelo de cumplimiento en unidad extrapenitenciaria; en la propuesta a tercer grado del artculo 197.1 del R.P. (libertad condicional de extranjeros), el compromiso de cumplimiento de libertad condicional en el pas de residencia. Cuando estas propuestas de clasificacin inicial y progresin sean resoluciones del Centro Directivo sobre el tercer grado, se notificarn junto con el informe de la Junta de Tratamiento al Ministerio Fiscal dentro de los tres das hbiles siguientes a la fecha de su adopcin (artculo 107 del R.P.); el nuevo R.P. incor34 En que tras apenas un mes de cumplimiento ordinario se pretenda otorgarle el tercer grado, se nos hace muy difcil admitir pueda producirse, al ser un perodo de tiempo en que es materialmente imposible que haya podido recibir un adecuado estudio y valoracin, as se manifiesta el Auto de la Audiencia Provincial de Valencia de fecha 6-4-1998. 35 As se manifiesta la Audiencia Provincial de Barcelona, mediante Auto de fecha 5-5-1998, en el que se estima recurso de apelacin interpuesto contra el Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria n. 1 de Barcelona que desestima el recurso de reforma que anulaba la resolucin de la Direcci General de Serveis Penitenciaris i Rehabilitaci, por el que clasificaba inicialmente al penado en tercer grado de tratamiento.
pora, pues, esta notificacin que a efectos del control de legalidad, se vena demandando por parte de los Jueces de Vigilancia desde la Reunin celebrada en el ao 1985 y reiterando en sus sucesivas Reuniones. Otro de los criterios adoptados por los Jueces de Vigilancia Penitenciaria, ste desde su Reunin del ao 90, es la necesidad de que existan departamentos o secciones de rgimen abierto en todas las provincias, a fin de evitar perjuicios a los internos que, por sus condiciones, podran estar clasificados en tercer grado y disfrutar de una actividad laboral.36 La resolucin de clasificacin por parte del Centro Directivo podr recurrirse ante el Juez de Vigilancia Penitenciaria (artculo 105.3 del R.P.) del territorio donde se encuentre el establecimiento cuya Junta de Tratamiento haya efectuado la propuesta de clasificacin.37 En el supuesto de que el interno acuda directamente al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, procesalmente,el recurso no es posible decidirlo ante la ausencia de una resolucin de la Junta (Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Logroo de 7-10-1998); aunque algn Juzgado de Vigilancia Penitenciaria como el de Zaragoza en Auto de fecha 15-111995, obviando el procedimiento, accede a la progresin a tercer grado solicitada, en aras de una eficiente administracin de justicia. Mencionar tambin Auto de la Audiencia Provincial de Navarra de fecha 23-6-1999 en donde establece: Es evidente que el Juzgado de Vigilancia carece manifiestamente de competencia para hacer la clasificacin inicial de progresin o regresin de grado, por lo que el Auto apelado y aquella Providencia en que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria otorga el tercer grado son nulos de pleno derecho, al amparo del artculo 238.1 de la LOPJ. Contra el Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria cabe interponer recurso de reforma y subsidiariamente recurso de apelacin. En cuanto a las resoluciones de clasificacin en tercer grado clasificacin inicial, progresin, mantenimiento y revisin de modalidad durante el ao 2004, y a su evolucin en la dcada de los aos 90 clasificacin inicial y progresin, se muestran en los siguientes cuadros:38
Resoluciones de clasificacin en primer grado durante el ao 2004 Tipo N. de resoluciones Clasificacin Progresiones Mantenimiento inicial 1.096 5.049 1.431 Revisin modalidad 307 Totales 7.883
36 Sealar en relacin con el tema que en fecha 26-5-1995, la Subdireccin General de Gestin Penitenciaria deneg el traslado de un interno clasificado en tercer grado (artculo 45 del R.P. de 1981) del Centro Penitenciario de Huesca al Centro Penitenciario de Zaragoza, por inexistencia de plaza disponible en su seccin abierta; ante lo cual el interno perdi el puesto de trabajo que tena en esta localidad. 37 En este sentido, el Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid de 11-12-1998, se inhibe del conocimiento de lo actuado en favor del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Burgos, al haber sido la Junta de Tratamiento del centro penitenciario de dicha ciudad la que efectu la propuesta de clasificacin del interno. Asimismo, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Zaragoza en Auto de 10-1-2001 se inhibe a favor del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Logroo por idnticas razones. 38 Datos obtenidos de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias.
Evolucin de las resoluciones de clasificacin en tercer grado desde 1990 Aos 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 N. de Resoluciones de tercer grado 6.364 7.256 7.038 7.377 8.967 9.190 8.645 8.143 Aos 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 N. de Resoluciones de tercer grado 7.311 7.331 6.823 6.242 6.300 6.541 7.883
El nmero de resoluciones de clasificacin tanto en primer, segundo y tercer grado de tratamiento, puede orientarnos sobre el volumen y carga de trabajo que recae sobre los miembros del Equipo de Tratamiento. Del seguimiento y evaluacin de la actividad de todas las Juntas de Tratamiento excluidas las prisiones de Catalua, se han extrado unos indicadores de clasificacin. Reproducimos a continuacin los correspondientes a los aos 1999 y 2006 (2. cuatrimestre):39
VALORES Propuestas de la J.T.R. al mes Total de propuestas por media de internos Clasificaciones iniciales por media de internos Resto de propuestas por media de internos Clasificaciones iniciales por total de propuestas Cambios de grado por total de propuestas Revisiones de grado por total de propuestas Propuestas por tcnico 1999 34 71,9 % 33,6 % 38,3 % 46,8 % 26,6 % 26,7 % 98 2006 50 46,5 % 19,0 % 27,5 % 40,8 % 27,9 % 31,3 % 157
Esta situacin puede derivar en que, aparte de convertirse en meros burcratas y no en ejecutores del tratamiento, las propuestas de clasificacin adolezcan del rigor cientfico necesario, que se debera exigir, sobre todo a las clasificaciones iniciales, progresiones a tercer grado y regresiones a primer grado de tratamiento.40
39 Documentos de trabajo correspondientes al rea de Tratamiento, Subdireccin General de Tratamiento y Gestin Penitenciaria, Direccin General de Instituciones Penitenciarias. 40 Vase RODRGUEZ ALONSO, Antonio, Reflexiones crticas al ejercicio del tratamiento penitenciario: realidad o ficcin, en Actualidad Penal, ao 1995, n. 14, pp. 194-195, donde manifiesta que las propuestas de clasificacin y destino, que deberan encerrar todo un trabajo personal bien hecho, con ribetes de cientfico, se traduce en una mera recogida de datos objeti-
Las resoluciones de clasificacin del Centro Directivo se dictan en base a las propuestas de la Junta de Tratamiento. Ante lo cual nos encontramos con que un rgano colegiado compuesto por un equipo de especialistas de tipo multidisciplinar, que son adems quienes conocen al interno, no tiene ningn poder decisorio.41 Aunque ms difcil de entender resulta que los mismos informes que integran la propuesta de clasificacin en un determinado grado, sirvan de motivacin al Centro Directivo para resolver en grado distinto al de la propuesta. Los indicadores de clasificacin correspondientes al ao 1999 muestran los siguientes ndices de resoluciones disconformes con las propuestas:
VALORES Propuestas de primer grado resueltas en segundo por propuestas de primer Propuestas de segundo grado resueltas en tercero por revisiones del art. 105.2
Propuestas de tercer grado resueltas en segundo por propuestas de tercero Resoluciones contrarias por total de propuestas
En el ao 2002 los indicadores de conformidad de las resoluciones de clasificacin respecto a las propuestas de las Juntas de Tratamiento supusieron el 97,3% y los de disconformidad el 2,7% y el 4,5% en el 2003. En cuanto al ao 2004, son los siguientes: ndices de conformidad
Grado propuesto 1. 2. 3. Global Concordancia 89,1% 99,8% 88,7% 96,4%
ndices de disconformidad
Grado resuelto 1. 2. 3. Grado propuesto 2. 3. 1. 0,04% 10,9% 11,6% 0,14% Global
3,6%
vos o en la cumplimentacin de unos cuestionarios de preguntas previamente ordenado por la superioridad, se refiere lgicamente a los protocolos unificados de clasificacin. De hecho, la Instruccin 20/96, que introduce el modelo de propuesta de clasificacin y destino, lo justifica, entre otras razones, en el volumen y diversidad que la actividad de clasificacin reviste dentro de la gestin penitenciaria, propiciado por el incremento de la poblacin penada experimentado en los ltimos aos. 41 Vase RODRGUEZ ALONSO, Antonio, Reflexiones crticas al ejercicio del tratamiento penitenciario: realidad o ficcin, p. 195; Julin Carlos Ros Martn se pronuncia del siguiente modo: Los tcnicos de la Direccin General no estn en la prisin y, por ende, conocen an menos al preso que los miembros del Equipo de Tratamiento. Ello ocurre, en mi opinin, porque de esta forma la Administracin puede manejar, en ltimo extremo, la poltica penitenciaria restringiendo o ampliando las posibilidades de progresin. De esta forma, la Administracin desvirta el fin de la ejecucin de la pena y desfuncionaliza y deja vaco de contenido el artculo 25.2 de nuestra Constitucin, en Crcel, realidad versus legalidad, Tapia, mayo 1995, ao XIV, n. 82.
Y en el ao 2006 (2. cuatrimestre), las propuestas de 1. resueltas en 2. supusieron el 10,1%; las de 2. resueltas en 3., el 1,3%; las de 2. resueltas en 3. por revisiones 105.2, el 5,3%; las de 3. resueltas en 2., el 4,6 %; las de 3. 104 denegadas, el 27,2%; las de 3. 86.4 denegadas, el 3,0%; las de 3. 182 denegadas, el 3,2%, y las resoluciones contrarias, por total de propuestas, el 1,8%. En cuanto a las resoluciones de los Jueces de Vigilancia Penitenciaria, segn los indicadores de clasificacin del ao 99, el 2,4% de sus Autos fueron contrarios a los acuerdos de las Juntas de Tratamiento. Segn el estudio llevado a cabo por la Vocala delegada para las Relaciones con los Jueces de Vigilancia e Instituciones Penitenciarias que muestra las tendencias reflejadas en las resoluciones de 15 de estos Jueces, de 39 recursos de grado interpuestos, se estimaron un total de 24, 13 se desestimaron y 2 fueron estimados parcialmente;42 puntualizar que estos recursos de grado lo son contra las resoluciones del Centro Directivo dictadas, muchas de ellas, en disconformidad con las propuestas de las Juntas de Tratamiento. En el ao 2001 se produjeron 1.215 resoluciones estimatorias de Juzgados de Vigilancia Penitenciaria en materia de clasificacin, 1.245 en el ao 2004, as como 247 resoluciones estimatorias de las Audiencias Provinciales en el ao 2001, y 130 en el ao 2004. La incidencia de las resoluciones judiciales en esta materia de clasificacin durante la dcada de los aos 90, ha sido la siguiente:
Aos 1991 1992 3,5% 1,8% 1,9% 1993 3,5% 2,7% 2,8% 1994 5,8% 6,0% 5,8% 1995 8,5% 6,3% 6,3% 1996 9,1% 6,3% 6,4% 1997 8,5% 6,2% 6,2% 1998 9,1% 5,9% 6,0% 1999 5,6% 5,5% 5,5% 2000 3,1% 4,8% 4,8% 2004 2,2% 5,0%
En los ltimos aos la clasificacin inicial o progresin a tercer grado y consiguiente rgimen abierto ha sido objeto de profundas reformas. Por un lado, se posibilita una forma especfica de cumplir condena en rgimen abierto, desarrollando mediante la Instruccin 13/2001, de fecha 10 de diciembre, la aplicacin de lo dispuesto en el artculo 86.4 del R.P.; y por otra parte, la LO 7/2003, de 30 de junio, de medidas de reforma para el cumplimiento ntegro y efectivo de las penas, restringe considerablemente los supuestos de aplicacin de este grado de tratamiento y rgimen de cumplimiento, al introducir la necesaria observancia de nuevos requisitos perodo de seguridad y satisfaccin de la responsabilidad civil. Nos ocupamos, en primer lugar, de los sistemas telemticos, que no son ms que el resultado de la evolucin de la pena hacia una mayor humanizacin en la ejecucin de las mismas unido al desarrollo de los avances tecnolgicos. Estos mtodos pueden significar en un futuro no muy lejano una alternativa a la pena privativa de
42 Estudio publicado en Estudio sobre las resoluciones dictadas por los Jueces de Vigilancia Penitenciaria, CGPJ, Madrid, 1998, pp. 7 y ss.
libertad para determinados delincuentes, pues no cabe duda de que estos mtodos cuentan con grandes ventajas y beneficios entre los que destacamos los siguientes:43 Pueden evitar el ingreso en prisin de delincuentes primarios que hayan cometido delitos considerados menos graves y que no entraen gran peligrosidad social; evitaran los efectos desocializadores de la prisin, pues permiten que el sujeto contine desarrollando normalizadamente su vida sociolaboral y familiar; permiten el abaratamiento de los costes econmicos. Segn fuentes de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias, el coste de todo el sistema global es de 8.000.000 de pesetas al mes, mientras que el coste de cada recluso individualizadamente considerado en rgimen ordinario es de 3.000.000; disminuira la sobreocupacin y masificacin de los centros, uno de los mayores problemas con los que nos encontramos en las prisiones actualmente; permiten mantener en mayor o menor medida un control adecuado sobre el sujeto. La Direccin General puso en marcha en abril del ao 2000 un programa experimental de este tipo en el Centro de Insercin Social Victoria Kent (Madrid).44 A 11 presos 7 mujeres y 4 hombres se les coloc un transmisor consistente en una tobillera de plstico con un chip electrnico en su interior que permita controlar a distancia a qu hora entraban y salan de sus domicilios, pues la seal de este transmisor es recibida por una unidad receptora conectada al telfono en el domicilio del penado. Esta unidad detecta la seal del transmisor en cuanto el portador del mismo se encuentre en sus proximidades, de modo que si se deja de recibir, dicha unidad llamar inmediatamente al Centro de Control, donde queda constancia del hecho, y a partir de este momento las autoridades pueden adoptar las medidas necesarias. El resultado de esta experiencia fue muy satisfactorio, por lo que la Direccin General de Instituciones Penitenciarias decidi implantar el sistema. En julio de 2001 se public el pliego de condiciones en el BOE, adjudicndose en el mes de agosto el proyecto a una de las empresas Elmo Tech Ltd. que se presentaron al concurso convocado al efecto, la que deba de tener el programa operativo a finales de septiembre. El artilugio, fabricado por una empresa israel, es comercializado en Espaa por B & H Monitoring Systems; ste permite al portador, lgicamente, ducharse, es irrompible e imposible de quitar ni cortar sin que inmediatamente salte la alarma en la central elctrica. En escrito de fecha 17-10-2001, la Direccin General de Instituciones Penitenciarias informa a los 34 establecimientos en los que se prevea instalar este sistema de las caractersticas del mismo, requiriendo, asimismo, a estos centros para el estudio sobre la ubicacin ms idnea en el establecimiento o Centro de Insercin Social del equipo de monitorizacin ordenador personal conectado a
43 Vase Boletn de Instituciones Penitenciarias, nmero 15, nov.-dic. 2000, p. 2; LEGANS GMEZ, Santiago, en Poltica criminal y tratamiento penitenciario, ponencia presentada en Jornadas Penitenciarias celebradas en Valencia del 19 al 23 de noviembre de 2001; tambin del mismo autor La evolucin de la clasificacin penitenciaria, Premio Nacional Victoria Kent, 2004, Ministerio del Interior, DGIIPP, pp. 154-158, y La crcel electrnica. El modelo del derecho norteamericano, de GUDN RODRGUEZ MAGARIOS, en La Ley Penal. Revista de Derecho Penal, Procesal y Penitenciaria, n. 21, ao II, noviembre 2005. 44 Sobre el mismo vase B.I.P., nmero 15, pp. 2-3, as como artculo presentado en El Pas, de fecha 25-5-2000, bajo el ttulo Presos en la crcel virtual. En este mismo ao 2000, pero en el mes de septiembre, las autoridades penitenciarias francesas presentaron en la prisin de Lille (norte de Francia) el mismo nuevo sistema de control de los presos, noticia aparecida en La Vanguardia, de fecha 22-9-2000.
red, desde el que se podr ver permanentemente la situacin de los internos e introducir las modificaciones necesarias, as como para la seleccin del monitor informtico y funcionarios responsables de la instalacin de los equipos. Y es en fecha 10-12-2001 cuando se dicta la Instruccin 13/2001, sobre aplicacin del artculo 86.4 del R.P., en la que entre los motivos para la aplicacin de este precepto cita los siguientes: las madres con hijos; las convalecencias mdicas; las condiciones laborales especiales; la finalizacin de programas de intervencin seguidos en unidades extrapenitenciarias cuando an no se ha terminado de cumplir la condena impuesta; los reingresos motivados por causas judiciales anteriores a la obtencin de libertad condicional, etc. Asimismo, establece los criterios orientadores en la seleccin de internos y unas indicaciones de obligado cumplimiento en determinados supuestos. Aparte de la medida ordinaria de control inclusin del interno en el sistema de monitorizacin electrnica, con la instalacin de los adecuados dispositivos de localizacin permanente otras medidas que pueden y deben complementar a sta con el fin de conseguir una mejor adecuacin del programa de seguimiento, pueden ser las siguientes: visitas de un profesional del establecimiento al lugar de trabajo u ocupacin del interno, presentaciones del mismo en una unidad de la Administracin penitenciaria, as como en dependencias policiales o de la Guardia Civil, comunicaciones telefnicas en uno u otro sentido, comprobaciones relativas a la documentacin de carcter laboral, controles sobre actividades teraputicas, entrevistas con el interno por parte de diferentes profesionales penitenciarios, as como con los diferentes miembros de la unidad familiar del interno. Asimismo, salvo excepciones justificadas, pasarn, al menos, un control presencial cada quince das. La citada Instruccin no hace referencia alguna a las unidades receptoras mviles, lo que nos proporcionara un control prcticamente total del interno. Sin embargo, en agosto del ao 2005 se llev a cabo en centros de Madrid una experiencia piloto con la finalidad de probar la funcionalidad del nuevo sistema de seguimiento de internos, incorporando la tecnologa de posicionamiento global por satlite (GPS). La experiencia fue satisfactoria, aunque cuenta con algunas deficiencias que se estn intentando subsanar; y hasta entonces, su utilizacin es aconsejable tan slo en los casos de seguimiento permanente de internos condenados por delitos de especial relevancia y/o alarma, con rgimen de salidas laborales diarias y regulares, y en los de seguimiento en permisos de salida no superiores a dos das en segundo grado. A fecha de marzo de 2004 un total de 379 internos segn fuentes de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias portaban el sistema telemtico. Durante el primer semestre del ao 2006 se ha aplicado a 1.352 internos. Mediante comunicacin de fecha 29-6-2006, la Subdireccin General de Tratamiento y Gestin Penitenciaria seala que desde que en diciembre de 2001 se estableciera el procedimiento normalizado para la gestin del artculo 86.4 del R.P., se han superado ampliamente los 4.000 expedientes, por lo que en aras de agilizar la gestin, tanto en los centros como en los servicios centrales, se simplifica el procedimiento en cuanto a la propuesta de aplicacin. Y ste es el cambio ms sustancial que introduce la nueva Instruccin 23/06, de fecha 23 de agosto, actualmente vigente y que deroga a la Instruccin 13/01.
Hasta el momento el ndice de fracasos ha sido mnimo,45 siendo la valoracin muy positiva por ambas partes internos beneficiarios y Administracin penitenciaria. Las crticas o reparos que pueden hacerse a este sistema es la falta de cobertura legal. En este sentido, destaquemos el Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria n. 2 de Madrid, de fecha 6-11-1997, donde conforme al artculo 6 de la LOPJ se inaplica el artculo 86.4 del R.P., disponiendo adems que: De admitirse sera una libertad condicional encubierta sin la preceptiva aprobacin judicial. Asimismo, el Auto del JVP de Bilbao de fecha 20-4-2004 afirma lo siguiente: La concesin del artculo 86.4 del R.P. conlleva una importante atenuacin del nivel del control que minimizara el efecto intimidatorio. Hoy en da, sin embargo, no slo prcticamente todos los Juzgados son partidarios de su aplicacin, sino que alguno como el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Len, mediante Auto de fecha 19-7-2002, ha autorizado otras medidas sustitutivas de localizacin telemtica; citar tambin Auto del Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria de fecha 19-4-2004, que deniega la libertad condicional, pero acepta la clasificacin en tercer grado con control telemtico en interno condenado por delito de terrorismo, atendiendo a la enfermedad padecida. En segundo lugar, la LO 7/2003, de 30 de junio, de medidas de reforma para el cumplimiento ntegro y efectivo de las penas persigue un claro objetivo conforme con su propia naturaleza penal: el de lograr una lucha ms efectiva contra la criminalidad, segn se manifiesta en la propia Exposicin de Motivos de la misma Ley, en la que adems se establece que: Esta Ley Orgnica se dirige a perfeccionar el ordenamiento jurdico con el fin de concretar la forma del cumplimiento de las penas para conseguir que se lleve a cabo de manera ntegra y efectiva y, en consecuencia, dar mayor protagonismo al principio de seguridad jurdica en esta materia, siempre desde el escrupuloso respeto a los principios contenidos en el artculo 25 de la Constitucin. Es en este contexto en el que se encuadra la nueva reforma que afecta a la clasificacin en tercer grado de tratamiento y que comprende no slo la legislacin penitenciaria, sino tambin la penal. Por una parte, mediante el artculo 36 del C.P. se introduce en nuestro ordenamiento el conocido como perodo de seguridad institucin procedente del derecho penitenciario francs,46 consistente en que en aquellas condenas superiores a cinco aos, el penado no podr ser clasificado en tercer grado de tratamiento hasta haber cumplido la mitad de la pena impuesta, si bien se contempla la posibilidad de que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, previo diagnstico individualizado y favorable de reinsercin social y valorando sus circunstancias personales y su evolucin tratamental, pueda acordar siempre que no se trate de penados por delitos de terrorismo o cometidos en el seno de organizaciones delictivas la aplicacin del rgimen general de cumplimiento.
45 Segn noticia aparecida en El Mundo, de fecha 27-2-2002, en el ao 1989 en Gran Bretaa de 50 internos a quienes les fueron colocadas pulseras, 34 casi el 70% reincidieron o se fugaron. Dato que no nos dice mucho pues no se hace referencia al perfil o procedimiento de seleccin de los mismos. 46 La regulacin se contiene en los artculos 132-23 del Cdigo Penal francs y 720-2 a 720-5 del Cdigo Procesal Penal, de manera muy farragosa y casustica, por lo que en palabras de TLLEZ AGUILERA, Abel, en La Ley de cumplimiento ntegro y efectivo de las penas: una nota de urgencia, La Ley, nmero 5837, jueves 14 de agosto de 2003, Ha de agradecerse que no se haya trado la complejidad que la figura tiene en la regulacin de aquel ordenamiento. Este perodo de seguridad, lo es en aras de garantizar los fines de prevencin general, en palabras de RODRGUEZ ALONSO, Antonio, Lecciones de Derecho Penitenciario, p. 303.
Ante las dudas y cuestiones interpretativas suscitadas por las modificaciones normativas introducidas por esta LO 7/2003, la Direccin General de Instituciones Penitenciarias dict la Instruccin 9/2003, de fecha 25 de julio, sobre indicaciones para la adecuacin del procedimiento de actuacin de las Juntas de Tratamiento, posteriormente la 2/2004, de 16 de junio, y finalmente la 2/2005, de 15 de marzo. Estas Instrucciones solucionan o proporcionan respuestas a tres de las cuatro cuestiones fundamentales que mayoritariamente se plantearon en la prctica tras la entrada en vigor de esta nueva Ley, son las siguientes: 1. Se incluye tambin en el supuesto la extincin de varias condenas de duracin inferior a cinco aos cuya suma aritmtica exceda de tal lmite? Atendiendo al principio de unidad de ejecucin de las penas consagrado en el artculo 193.2 del R.P. y a la interpretacin teleolgica del artculo 36.2 del C.P. la respuesta consideramos deba ser afirmativa.47 Esta solucin es la que ofrecen tambin las Instrucciones 9/03 y 2/04, al disponer que: En los supuestos en los que el penado cumpla una pena de ms de cinco aos o varias que sumadas aritmticamente o refundidas excedan de esta duracin, ser requisito necesario que el interno tenga cumplida la mitad de la condena o condenas, con independencia de que stas vengan impuestas en una o varias causas o procedimientos. No obstante, mencionar Auto de la A.P. de Madrid, seccin 5., ratificando autos de fechas 7-1-2004 y 3-2-2004 del JVP n. 3 de Madrid, y Auto de fecha 19-52004 de la A.P. de Barcelona, donde argumentan que las penas se han de considerar por separado y no la condena global como un todo. En igual sentido se pronuncia la Circular 1/04, de la Secretara de Serveis Penitenciaris, Rehabilitaci i Justcia Juvenil de fecha 8 de junio, en su apartado 5. Y ste ha sido tambin el criterio aprobado por mayora por los Jueces de Vigilancia en su XII Reunin celebrada en marzo del 2004. En Instruccin 2/2005, de 15 de marzo, la DGIIPP modifica el criterio hasta el momento defendido, sosteniendo ahora lo siguiente: En los supuestos en los que el penado cumpla varias penas que sumadas aritmticamente o refundidas excedan de cinco aos, pero que individualmente consideradas no excedan de este lmite, no le ser de aplicacin el perodo de seguridad. 2. Es de aplicacin a los actualmente ya clasificados en tercer grado de tratamiento que no cumplan con esta nueva exigencia legal? La Instruccin 9/03 se manifiesta en el sentido de considerar que: Evidentemente, no tiene efectos retroactivos, por lo que los penados clasificados actualmente en tercer grado, aunque no cumplan con las nuevas exigencias legales, no debern ser regresados de grado. En similar significado, la Instruccin 2/04. En este sentido se haba pronunciado ya el Consejo General del Poder Judicial en su informe sobre el anteproyecto de Ley Orgnica de medidas de reforma para el cumplimiento ntegro y efectivo de las penas, que considerando que la norma contenida en el artculo 36.2 del C.P. es una disposicin del Derecho de la ejecucin de penas y no del Derecho penal material, por cuanto afecta a la clasificacin del penado y al rgimen de cumplimiento de la prisin, el perodo de seguridad sera de aplicacin al cumplimiento de las penas por delitos futuros, por con47 Vase TLLEZ AGUILERA, Abel, La Ley de Cumplimiento ntegro y efectivo de las penas: una nota de urgencia, p. 4. En contra de esta interpretacin, GARCA ALBERO, en La reforma de la ejecucin penal, Tirant lo Blanch, Valencia, 2003, p. 58, y LEGANS GMEZ, Santiago, La evolucin de la clasificacin penitenciaria, pp. 118-119.
denas futuras de delitos pasados y por condenas pasadas respecto a los presos que al entrar en vigor la norma no hubiesen obtenido an el tercer grado ni estuviesen en ese momento en condiciones de obtenerlo segn el rgimen legal anterior a la modificacin. Esta interpretacin es tambin la defendida por mayora por los JVP en su XIII Reunin (Valencia, marzo 2004). En cambio, la A.P. de Madrid, seccin 5., ratificando Autos del JVP n. 3 de Madrid de fechas 14-1-2004 y 3-2-2004, en Auto de fecha 6-5-2004 se pronuncia a favor de la naturaleza penal del artculo 36 del C.P., calificndolo de norma penal desfavorable y, por lo tanto, por razones de seguridad jurdica, de carcter irretroactivo, defendiendo, pues, que el contenido de la Disposicin Transitoria nica de la LO 7/2003, no se extiende al artculo 36 del C.P.48 En el mismo sentido, Autos entre otros, de fechas 11-6-2004 y 4-11-2004 de la A.P. de Zaragoza, y Autos de fechas 14 y 19-5-2004 de la A.P. de Barcelona; as como Circular 1/2004, de la Secretaria de Serveis Penitenciaris, Rehabilitaci i Justcia Juvenil. La Instruccin 2/05, de 15 de marzo, se pronuncia tambin de este modo: El perodo de seguridad no ser aplicado retroactivamente a todos aquellos casos en que la fecha de sentencia por la que cumple condena sea anterior al da 2 de julio de 2003, momento de entrada en vigor de la LO 7/02, de 30 de junio, modificando as el criterio anterior. La Sala Segunda de lo Penal del Tribunal Supremo en Sentencia 748/06, en recurso de casacin para la unificacin de doctrina n. 10/05, de fecha 12-6-2006, declara que: El mbito de aplicacin de la Disposicin Transitoria nica de la LO 7/03, de 30 de junio, queda delimitado exclusivamente para los casos en los que sea procedente la aplicacin del artculo 90 y 93.2 del C.P. y 72.5 y 6 de la LOGP, debindose excluir de su aplicacin cualquier otro precepto del C.P. que no venga expresamente mencionado en dicha Disposicin. Por tanto, queda fuera de la vigencia extraordinaria que dicha Disposicin declara, el artculo 36 del C.P. en su versin anterior a la Ley 7/03. En consecuencia no es exigible al cumplimiento de la mitad de la condena de prisin a los penados por hechos delictivos cometidos antes de la vigencia de la actual redaccin del artculo 36, y, por tanto, slo le ser aplicable la exigencia del cumplimiento de la mitad de la condena de prisin cuando los hechos se hayan cometido con posterioridad a la vigencia del texto del artculo 36.2, que entr en vigor el da 2 de julio de 2003; es decir, se toma la fecha de comisin de los hechos, no la de la Sentencia. 3. Es de aplicacin a los efectos prevenidos en los artculos 182 y 104.4 del R.P.? Las citadas Instrucciones, mientras que para los supuestos especficos del artculo 104.4 del R.P. establecen que: Debe entenderse que las propuestas y resoluciones de tercer grado formuladas sobre la base de las previsiones del artculo 104.4 del R.P. no resultan afectadas por el perodo de seguridad. En consecuencia, pueden realizarse tales propuestas con independencia del tiempo de condena extinguido, por razones de humanidad y de dignidad personal, omite toda referencia respecto al supuesto contemplado en el artculo 182 del R.P., con lo cual la solucin estriba en la aplicacin por
48 CEREZO MIR, en Curso de Derecho Penal Espaol. Parte General. Tomo I, 6. ed., pp. 220-221, considera que la Disposicin Transitoria nica de esta Ley es, sin duda, anticonstitucional por infraccin de lo dispuesto en el artculo 9.3 de la Constitucin, manifestando lo siguiente: Aunque se considere que los reclusos no tienen un derecho, sino una mera expectativa de obtener la libertad condicional o el tercer grado en el cumplimiento de las penas de prisin con arreglo a las condiciones establecidas por la Ley en el momento de la realizacin de la conducta delictiva y, por tanto, la mencionada Disposicin Transitoria no restringiera derechos individuales, estaramos, sin duda, ante una disposicin sancionadora de carcter desfavorable. Vase tambin sobre este tema LEGANS GMEZ, Santiago, La evolucin de la clasificacin penitenciaria, pp. 114-115.
el Juez de Vigilancia Penitenciaria del rgimen general de cumplimiento, por entender que la consecucin de un pronstico favorable de reinsercin social en el interno slo puede conseguirse si el interno supera su problemtica de drogodependencia. 4. Puede considerarse esta medida atentatoria contra el principio de individualizacin cientfica que preside e inspira nuestro sistema penitenciario? En este sentido, el Grupo Mixto present la enmienda nmero 7 en el Congreso justificando su supresin del siguiente modo: La introduccin de un nuevo apartado 2, en el artculo 36 del C.P., instituyendo un perodo de seguridad, constituira un paso definitivo en el proceso de liquidacin del modelo instituido por la LOGP, una de las leyes penitenciarias ms humanas del mundo, pero que ha sido sometida a un acoso constante, hasta conseguir que el Estado espaol se site a la cabeza de las tasas de encarcelamiento en Europa occidental. De prosperar la propuesta del Gobierno, la custodia e inocuizacin de reclusos se erigiran en los objetivos principales de unas prisiones, indefectiblemente hacinadas, en las que ya agoniza, falto de recursos y organizacin adecuada, un tratamiento realmente individualizado. En el caso de los delitos de terrorismo, se sigue confundiendo especialidad con excepcionalidad. Ante el riesgo de instrumentalizacin o fracasos aislados, la respuesta del legislador no puede ser la restriccin generalizada de todo el sistema del tratamiento penitenciario, sino una mejor gestin del mismo.49 El Consejo General del Poder Judicial en el informe sobre el anteproyecto de Ley Orgnica de medidas de reforma para el cumplimiento ntegro y efectivo de las penas, se pronuncia sobre esta cuestin as: Ya no rige un sistema puro de individualizacin cientfica, sino que el sistema se limita en funcin de razones de prevencin general positiva, por lo que en realidad rige un sistema mixto, como afirma un sector importante de doctrina. La Memoria de la Fiscala General del Estado de 1989 reconoca, en otro sentido, que el sistema implantado por la Ley Orgnica General Penitenciaria no supona una total ruptura con el sistema progresivo anterior, hasta el punto de que la duracin de la pena segua teniendo una gran transcendencia en la decisin sobre clasificacin del penado. Entre los penitenciaristas se ha calificado este nuevo sistema como modelo flexible semirgido, llamando la atencin as sobre las contradicciones internas que en realidad entraa. Y es que aparte de que el sistema de individualizacin cientfica que preside la ejecucin de la pena privativa de libertad, queda paradjicamente relegado con esta reforma a la ejecucin de las penas inferiores a cinco aos, la finalidad que esta medida persegua lograr una lucha ms efectiva contra la criminalidad poda perfectamente obtenerse con la aplicacin de la legislacin ya existente. Y en cuanto a lograr un mayor control de la discrecionalidad administrativa en la asignacin de grado, tampoco va plenamente a conseguirse, al contemplarse que los Juzgados de Vigilancia puedan acordar la aplicacin del rgimen general.50
49 Vase Boletn Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, VII Legislatura, Serie A (Proyectos de Ley), nmero 129-8, p. 29. 50 La doctrina ha criticado este perodo en primer lugar por su ubicacin, defendiendo que debera contenerse en la LOGP por ser un tema de ejecucin de penas. Vase RODRGUEZ ALONSO, Lecciones de Derecho Penitenciario, p. 296; LEGANS GMEZ, Santiago, La evolucin de la clasificacin penitenciaria, p. 121 y FERNNDEZ GARCA, Julio, en El presente de la ejecucin penitenciaria. XXV aniversario de la Ley Orgnica General Penitenciaria, en La reforma penal a debate, XVI Congreso Universitario de alumnos de Derecho Penal, Universidad de Salamanca, 2004. En cuanto a las objeciones por su contenido y razn de ser vase LEGANS GMEZ, Santiago, La evolucin de la clasificacin penitenciaria, pp. 111 y ss.; ROS MARTN, J. C., Manual de ejecucin penitenciaria: defenderse de la crcel, Madrid, 2004, pp. 87 y ss., y TAMARIT SUMALLA y GARCA ALBERO, La reforma de la ejecucin penal, pp. 30 y ss.
La Instruccin 9/2003 establece tambin las normas para la tramitacin de las propuestas de tercer grado. En el supuesto de que la Junta de Tratamiento considere conveniente el levantamiento del perodo de seguridad y consiguiente aplicacin del rgimen general, se formular la correspondiente propuesta al Centro Directivo condicionada a la posibilidad de que el Juez de Vigilancia acuerde, en su caso, la aplicacin del rgimen general. A la propuesta se adjuntar un informe especfico sobre el pronstico individualizado y favorable de reinsercin social, valorando sus circunstancias personales y la evolucin de su tratamiento reeducador, teniendo en cuenta para ello los siguientes factores: asuncin o no del delito; reconocimiento y valoracin por el interno del significado de su conducta recogida en los hechos probados; actitud respecto a la vctima o vctimas; compromiso firmado de arrepentimiento y asuncin o reparacin de las consecuencias derivadas del delito; conducta efectiva llevada a cabo en libertad, en su caso, entre la comisin del delito y el ingreso en prisin, y pruebas que la avalen; participacin en programas especficos de tratamiento tendentes a abordar las carencias o problemas concretos que presente y guarden relacin con la actividad delictiva, as como la evolucin demostrada en ellos; valoracin de los anteriores extremos por parte de la Junta de Tratamiento, con emisin del pronstico de reinsercin. A la recepcin de dicha propuesta condicionada, el Centro Directivo adoptar decisin sobre la aplicabilidad o no del tercer grado al interno, sometiendo, en su caso, a la aprobacin del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria la posibilidad de aplicar al penado el rgimen general de cumplimiento, de forma previa a la adopcin de resolucin de tercer grado. Se ha criticado por parte de los trabajadores de los diferentes centros la existencia de este trmite que sea la Junta de Tratamiento la que proponga al Centro Directivo el levantamiento del perodo de seguridad, entendiendo que la LO 7/2003 se refiere a Instituciones Penitenciarias y puesto que la competencia en la elaboracin del pronstico individualizado y favorable de reinsercin social y de la valoracin de las circunstancias personales del reo y de la evolucin del tratamiento reeducador es de la Junta de Tratamiento, lgico es concluir que tal atribucin corresponde a las Juntas de Tratamiento y no al Centro Directivo. Suponemos que la pretensin no era otra que desde del Centro Directivo, como rgano centralizado, se lograra una unificacin de criterios en estas propuestas, pero lo cierto es que la Instruccin se ha extralimitado en este punto. La Instruccin 2/2004 subsana este extremo, suprimiendo tal trmite, de tal modo que ser la Junta de Tratamiento la que lo solicitar al Juez de Vigilancia. En igual sentido, se pronuncia la Instruccin 2/2005. Hasta marzo de 2003 el Centro Directivo haba autorizado un total de 44 casos de propuestas de levantamiento de perodo de seguridad al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, al parecer, la mayora de las propuestas llevadas a cabo por las Juntas de Tratamiento. La Instruccin 9/2003 contempla, asimismo, el supuesto de que a un interno clasificado en tercer grado le llegue una nueva responsabilidad penada, pudindose producir as la situacin de no tener cumplida la mitad de todas las condenas, la Junta de Tratamiento proceder a revisar su clasificacin con el fin de realizar una valoracin actualizada de todas las variables del interno. Si el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria no hubiere efectuado con anterioridad pronunciamiento sobre la aplicacin al interno del rgimen general de cumplimiento, dicha revisin de clasificacin
se remitir de forma preceptiva al Centro Directivo, con sus informes complementarios. La Instruccin 2/2004 modifica tal extremo, en el sentido de que la Junta de Tratamiento solicitar al Juzgado de Vigilancia la aplicacin del rgimen general de cumplimiento; en caso contrario, propondr al Centro Directivo, en informe motivado, su regresin de grado. Recibido el pronunciamiento judicial solicitado sobre la aplicacin del rgimen general de cumplimiento, la Junta de Tratamiento formalizar acuerdo de continuidad en tercer grado, sin que resulte necesaria su remisin al Centro Directivo siempre que el mismo se adopte por unanimidad, dejando constancia del acuerdo en el sistema informtico. Si el Juez de Vigilancia no procede al levantamiento del perodo de seguridad, la Junta de Tratamiento formular al Centro Directivo propuesta de regresin de grado. En igual sentido la Instruccin 2/2005. Aparte de la reforma del artculo 36.2 del C.P. que acabamos de comentar, la LO 7/2003 contempla tambin la reforma del artculo 72.5 de la LOGP que incorpora un nuevo requisito en la clasificacin o progresin a tercer grado, el de que el penado haya satisfecho la responsabilidad civil derivada del delito, considerando a tales efectos la conducta efectivamente observada en orden a restituir lo sustrado, reparar el dao e indemnizar los perjuicios materiales y morales; las condiciones personales y patrimoniales del culpable, a efectos de valorar su capacidad real, presente y futura para satisfacer la responsabilidad civil que le correspondiera; las garantas que permitan asegurar la satisfaccin futura; la estimacin del enriquecimiento que el culpable hubiera obtenido por la comisin del delito y, en su caso, el dao o entorpecimiento producido al servicio pblico, as como la naturaleza de los daos y perjuicios causados por el delito, el nmero de perjudicados y su condicin. Singularmente, se aplicar esta norma cuando el interno hubiere sido condenado por la comisin de alguno de los siguientes delitos: a) Delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconmico que hubieran revestido notoria gravedad y hubieran perjudicado a una generalidad de personas; b) delitos contra los derechos de los trabajadores; c) delitos contra la hacienda pblica y contra la Seguridad Social; d) delitos contra la Administracin pblica comprendidos en los captulos V al IX del Ttulo XIX del Libro II del Cdigo Penal (artculo 72.5 de la LOGP). La redaccin de este precepto resulta un tanto confusa, surgiendo en su interpretacin y puesta en prctica mltiples cuestiones, entre las que destacamos las siguientes: 1. Una de las primeras dudas que surgieron fue la de la posible prescripcin de la responsabilidad civil, pues nos encontrbamos con internos posibles terceros grados, que haban sido penados muchos aos antes. Sobre este tema se concluy que a tenor de lo establecido en el artculo 1964 del Cdigo Civil, prescribe a los quince aos. 2. Nos encontrbamos, asimismo, que en prcticamente la mayora de sentencias condenatorias en las que haba responsabilidad civil, exista tambin declaracin de insolvencia, constndonos en algunos casos que dispona de recursos econmicos bastantes para hacer frente a la misma, pues muchos de stos trabajaban en talleres productivos, percibiendo por su trabajo unos considerables ingresos. En estos supuestos, aunque lgicamente no hay obligacin de informar al Tribunal sentenciador, se plante la posibilidad de oficiar sobre tal situacin al mismo. En este sentido, mencionar el caso planteado en un centro penitenciario en el que el Tribunal sentenciador declar insolvente a un sujeto que perciba pensin en concepto de gran invalidez por accidente; en ste se atendi al Auto de insolvencia, no requirindole al pago de la
responsabilidad civil por considerar que si a pesar de la pensin el Tribunal declar la insolvencia fue porque los recursos econmicos resultaban necesarios para afrontar los cuidados que su situacin personal requeran. 3. En el supuesto de responsabilidad civil solidaria por ser varios los condenados por un mismo hecho, puede ocurrir que a uno de los penados le interese que conste satisfecha, pagando l todo el importe; en tal caso, a pesar de estar satisfecha, consideramos debe valorarse negativamente respecto al resto de sujetos, si stos no han demostrado actitud alguna en cuanto a la reparacin a la vctima. Si por el contrario, uno de los condenados slo hace frente a lo que a l proporcionalmente le correspondera satisfacer, en este supuesto de responsabilidad solidaria la deuda no estara satisfecha, sin embargo, la actitud en orden a reparar el dao podramos valorarla positivamente. 4. Si la vctima renunciase con posterioridad a la reparacin del hecho, debemos analizar las actuaciones del sujeto encaminadas a la restitucin del dao hasta ese momento; pues de lo contrario, de no proceder a esa valoracin podran darse ejemplos en los que el sujeto intentare presionar y amenazar a la vctima para lograr la renuncia de sta. 5. El principio de ejecucin nica permitira renunciar en un principio a la refundicin de condenas y extinguir las penas en orden a su respectiva gravedad, de mayor a menor duracin. Pues bien, se plante el supuesto de un sujeto que pretenda extinguir la pena de mayor duracin ntegramente, pues se negaba a satisfacer la responsabilidad civil que en la misma se haba impuesto, y, posteriormente, cumplir refundidamente el resto de causas en las que no constaba responsabilidad civil. 6. En el supuesto de que se extingan penas acumuladas por aplicacin del artculo 76.2 del C.P., consideramos que la satisfaccin de la responsabilidad civil debe comprender todas y cada una de las causas, no slo la causa resultante de la acumulacin, lo contrario supondra fraude de ley. La Instruccin 9/2003 seala el procedimiento a seguir en la satisfaccin de la responsabilidad civil derivada del delito. En primer lugar, para el criterio objetivo que seala el artculo 72.5 de la LOGP el pago efectivo de la responsabilidad es necesario confirmar ante el Tribunal sentenciador este pago o la declaracin de insolvencia del penado en la sentencia condenatoria, para lo que se solicitar del Tribunal el informe correspondiente o una copia de la pieza de responsabilidad civil. Se insta u oficia desde las oficinas de rgimen, al mismo tiempo que la liquidacin de condena; de este modo, desde el inicio de condena se puede ir observando la conducta y actitud del sujeto para reparar el delito. As se ordena tambin en Instrucciones 2/2004 y 2/2005. En el caso de los criterios valorativos (artculo 72.5 de la LOGP), stos, segn la primera Instruccin, sern conocidos y ponderados por el Juez de Vigilancia Penitenciaria, asumiendo, en virtud del artculo 76.2.a, las funciones que corresponderan a los Jueces y Tribunales sentenciadores. La citada Instruccin establece el siguiente procedimiento en estos supuestos: Si el penado no ha satisfecho an la responsabilidad civil impuesta o ha sido declarado insolvente en sentencia, la Junta de Tratamiento valorar la actitud y comportamiento efectivos del interno tendentes a resarcir el dao ocasionado por el delito, debiendo elaborar informe, de forma previa, sobre si el penado se encuentra en disposicin de hacerlo y las condiciones que acepta para que ello se lleve a cabo en un futuro, durante el cumplimiento de la condena.
Este informe relativo a los aspectos del comportamiento postdelictual del interno se remitir, antes de formular propuesta de tercer grado, de conformidad con el artculo 72.5 de la LOGP, quedando a lo que disponga este rgano judicial. Dicho pronunciamiento deber adjuntarse, en su momento, a la propuesta de tercer grado. La Instruccin vuelve nuevamente a extralimitarse en la imposicin de trmites que no vienen recogidos en la LO 7/2003. Las razones, segn fuentes de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias para atribuir a los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria tal competencia residen en la mayor inmediatez, pues el Tribunal sentenciador que es a quien correspondera, aparece como ms lejano y desconectado de la ejecucin de la pena privativa de libertad. La respuesta mayoritaria de los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria ante esta nueva atribucin otorgada nada menos que mediante Instruccin de la Direccin General de Instituciones Penitenciarias, fue lgicamente la de rechazo, tan slo nueve Juzgados en Espaa entraron a conocer y resolver. Entre otros muchos, destacamos el Auto del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria n. 2 de Ocaa de fecha 20-10-2003, en el que se pronuncia que no ha lugar para adoptar el pronunciamiento judicial interesado por la Junta de Tratamiento basndose en que, en primer lugar, un pronunciamiento judicial como el interesado no implica ejercicio de la potestad jurisdiccional y, en segundo lugar, para que los Juzgados y Tribunales puedan ejercer funciones distintas de las de juzgar y/o hacer ejecutar lo juzgado, es preciso que las mismas les sean expresamente atribuidas por Ley de garantas de cualquier derecho, como dispone el artculo 117.4 de la Constitucin. Asimismo, argumenta lo siguiente: El pronunciamiento interesado no est previsto en modo alguno en el apartado 5 del artculo 72 de la LOGP y carece de toda justificacin. La valoracin que se pide (si el interno rene o no el requisito exigido en el apartado 5 del artculo 72 de la LOGP) ha de hacerse, en primer lugar, y en sede administrativa, por la Junta de Tratamiento, en el seno del procedimiento de clasificacin o revisin legalmente previsto. Ningn motivo legal o reglamentario existe para entender que la Junta tiene competencia plena para valorar en orden de progresin todas las variables intervinientes en el proceso clasificatorio (por ejemplo, los sectores de personalidad directamente relacionados con la actividad delictiva) y sostener, en cambio, que carece de ella para valorar las garantas de pago futuro de la responsabilidad civil por el penado. A fin de cuentas la valoracin que se pide versa fundamentalmente sobre el previsible comportamiento futuro del penado para satisfacer la responsabilidad civil pendiente, y, por consiguiente, ese juicio valorativo es sustancialmente idntico al que exige el pronstico individualizado y favorable de reinsercin social, pues en ambos casos se trata de un juicio de prognosis de una conducta humana futura, si bien referida a aspectos diferentes. Esa valoracin por la Junta del requisito exigido por el artculo 72.5 de la LOGP, no excluye la posterior valoracin, en sede judicial, de ese mismo requisito, dentro del proceso abierto tras la interposicin del oportuno recurso referente a la clasificacin inicial o a la revisin de grado doble valoracin administrativa y judicial, que es inherente, por otra parte, a todos los procesos judiciales en que se revisa la legalidad de la actuacin administrativa. Este ltimo es el procedimiento que se utiliz en los centros penitenciarios bajo la jurisdiccin de los Juzgados que no entraron a conocer; propuesta de tercer grado de tratamiento al Centro Directivo, mantenimiento en segundo grado por parte de ste e interposicin de recurso contra el mantenimiento en segundo grado por parte del informado ante el Juzgado de
Vigilancia Penitenciaria. Por su parte, los Jueces de Vigilancia en su XIII Reunin (marzo 2004) califican tal procedimiento como improcedente. Esta nueva extralimitacin en la imposicin de trmites de la Instruccin 9/2003 se solventa mediante Instruccin posterior, la 2/2004, la cual omite atribuir competencia alguna a los Jueces de Vigilancia, asignando tal funcin a la Junta de Tratamiento, estableciendo que: Si el penado no ha satisfecho an la responsabilidad civil impuesta o ha sido declarado insolvente en sentencia, la Junta de Tratamiento valorar la actitud y comportamiento efectivos del interno tendentes a resarcir el dao ocasionado por el delito, debiendo elaborar informe, de forma previa, sobre si el penado se encuentra en disposicin de hacerlo y las condiciones que acepta para que ello se lleve a cabo en un futuro, durante el cumplimiento de la condena. La Junta de Tratamiento es, pues, el rgano competente para llevar a cabo el estudio de los criterios valorativos. Sin embargo, resulta complicado y difcil que sus miembros puedan llegar a tener un total conocimiento de la situacin econmica del penado; tan slo pueden aparentemente conocer o ms o menos intuir la situacin familiar, el saldo y movimientos de su hoja de peculio y si percibe ingresos econmicos por el desempeo de puesto de trabajo en talleres productivos. Ante ello, algunos defienden que tal competencia debera versar sobre el Juez o Tribunal sentenciador,51 defendiendo que al poder solicitar la investigacin patrimonial necesaria a la Agencia Tributaria (artculo 989 de la LECrim.) pueden saber con ms exactitud el estado patrimonial del sujeto. En la prctica, el penado acude al Tribunal sentenciador para la aprobacin del pago fraccionado y aplazado (artculo 125 del C.P.), y, aunque la mayora suele aprobar tal peticin, nos encontramos con Tribunales que no la admiten, argumentando: Su solicitud nicamente obedece al inters de obtener ciertos beneficios penitenciarios sin contraprestacin por su parte, ya que la cuanta de la indemnizacin, la cantidad que se ofrece a pagar el tiempo transcurrido desde la comisin de los hechos su nula disposicin durante este tiempo a abonar cualquier cantidad, evidencia que nos encontramos ante una maniobra para eludir el cumplimiento de las penas de prisin a las que ha sido condenado y que no beneficia a las vctimas, principal objetivo de la ltima reforma legislativa. Por otra parte, ningn condenado precisa de autorizacin para el pago de las indemnizaciones, ya que sta es su obligacin legal, y la disposicin a ello por parte del condenado es nula (Providencia de fecha 5-04-06 de la A.P. de Zaragoza, Seccin 3.), y que: Es claro que tal afirmacin voluntarista, ni es satisfaccin de aqullas, ni tan siquiera se acerca a lo que la Ley ha pretendido como garantas de satisfaccin, puesto que, aparte de su manifestacin, ninguna otra garanta real ni pesonal se ha ofrecido (Auto de la A.P. de Bilbao de 28-10-03). Entre los diferentes Juzgados de Vigilancia Penitenciaria y Tribunales, encontramos criterios dispares en cuanto a la exigencia del pago de la responsabilidad civil. Unos son partidarios de que el penado cumpla con su obligacin de indemnizar a la vctima, o al menos de intentarlo, citar, entre otros, Auto del JVP n. 2 de Madrid de fecha 18-7-2005 (El Tribunal tiene que esperar a que el penado demuestre que es capaz no slo de hacer algo por s mismo, sino tambin por otros, cosa muy necesaria cuando la indiferencia por los dems se ha materializado en un delito contra la vida), Auto del JVP n. 1 de Valladolid de fecha 14-9-2005, Auto del JVP de Bilbao
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de fecha 3-3-2004 y Auto de la A.P. de Madrid de fecha 11-1-2005. Otros, por el contrario, han estimado recurso contra mantenimiento en segundo grado y progresado a tercer grado sin haber satisfecho responsabilidad civil, ni contrado compromiso alguno, considerando que para la realizacin de tal obligacin: Se encontrar mejor en situacin de tercer grado, pues le permitir buscar un empleo (Auto del JVP de Zaragoza, de fecha 22-12-03), y valorando que: Si la pieza de responsabilidad civil se ha tramitado razonablemente bien y el penado ha sido declarado insolvente o parcialmente insolvente (y salvo esa quimera que viene en llamarse venir a mejor fortuna) es, en general, absurdo pensar que quien ingres insolvente en prisin gane solvencia en ella y en consecuencia no cabe hacer de la exigencia de satisfacer las responsabilidades civiles a los insolventes un requisito de imposible cumplimiento (Auto del JVP de Ciudad Real de fecha 7-6-2004, y en parecidos trminos, mencionar el Auto del JVP n. 3 de Madrid de fecha 11-5-2005). La A.P. de Madrid, en fecha 24-11-04, progresa al penado a tercer grado artculo 82.1 del R.P., estableciendo que pasar a ser abierto sin restriccin alguna (artculo 83) tan pronto como el penado acredite ante el Tribunal sentenciador el pago de sus responsabilidades civiles; en tal lnea se manifiesta tambin el Auto del JVP n. 3 de Madrid de fecha 21-10-2005. En los supuestos en que el penado progresado a tercer grado contine sin hacer frente al pago o incumpla la obligacin de pago fraccionado sin justa causa, generalmente, en la prctica, se procede a su regresin a segundo grado. Los JVP en su XIII Reunin establecen, al respecto de tal incumplimiento, que no dar lugar necesariamente a la regresin a segundo grado o a la revocacin de la libertad condicional, y en el mismo sentido la Instruccin 2/05 afirma que: Si el Juez de Vigilancia Penitenciaria no hubiera establecido de oficio garantas para asegurar el pago de futuro de la responsabilidad civil pendiente, la Junta de Tratamiento establecer aquellas medidas de control que estime necesarias para asegurar el mismo. El incumplimiento de dicha obligacin ser valorado por la Junta de Tratamiento sin que ello suponga automticamente la regresin. En cuanto a los delitos singularmente recogidos en el artculo 72.5 de la LOGP, las Instrucciones 9/03 y 2/04, manifiestan que ser preceptivo para la formulacin de propuesta de tercer grado que el penado haya satisfecho la responsabilidad civil o exista informe judicial que acredite que el mismo se encuentra en condiciones de hacerlo por la existencia de aval o cualquier otra frmula considerada suficiente por el Tribunal. Sin embargo, la Instruccin 2/2005, de 15 de marzo, establece que: El trmino singularmente no introduce un diferente trato jurdico penitenciario para los penados que cumplan su condena por estos delitos, valorndose tanto el criterio objetivo como la voluntad y capacidad de pago apreciada en los factores sealados anteriormente, si bien de manera ms destacada que los dems delitos. Esta ltima interpretacin que consideramos no slo ms acorde con el tenor literal del precepto, sino tambin con el espritu resocializador que preside nuestra Constitucin, ha sido la mayoritariamente defendida y sustentada.52 Aadir, por ltimo, que las Instrucciones 2/2004 y 2/2005 establecen que no tendrn efectos ejecutivos los acuerdos de clasificacin en tercer grado adoptados por las Juntas de Tratamiento sobre penados con condenas de hasta 1 ao si existiere responsabilidad civil no satisfecha.
52 Criterio aprobado por mayora por los Jueces de Vigilancia Penitenciaria en su XIII Reunin. Vase CERVELL DONDERIS, V., Los nuevos criterios de clasificacin, en La Ley Penal, n. 8, sept. 2004, p. 18, y LEGANS GMEZ, Santiago, La evolucin de la clasificacin penitenciaria, p. 131.
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Funcionario del Cuerpo Superior de Tcnicos de II. PP. Jurista del Centro Penitenciario Madrid I Licenciado en Derecho y Diplomado en Estudios Avanzados
I. INTRODUCCIN
La LO 7/03, de 30 de junio, de medidas de reforma para el cumplimiento ntegro y efectivo de las penas, introduce importantes y novedosas reformas, tanto en el mbito del Derecho penal material, como en el Derecho de ejecucin de penas. En cuanto a ste ltimo, al que afecta de manera decisiva, se introduce la exigencia de la satisfaccin de la responsabilidad civil (a partir de ahora RC) derivada del delito, como requisito de acceso al tercer grado y a la libertad condicional. Este requisito, introducido en nuestra legislacin ex novo por la LO 7/03, supone un notable cambio en cuanto al concepto de cumplimiento de penas privativas de libertad que vena siendo aplicado en nuestro pas. Esto es, el fallo del testimonio de sentencia recoge la pena o penas impuestas, las medidas de seguridad en su caso1, as como tambin, cuando proceda, la condena a restituir, reparar o indemnizar por los daos causados2. Esta RC por delito o falta forma parte del fallo condenatorio, y exigible su cumplimiento, por tanto, como el resto de pronunciamiento del mismo. Hasta ahora, la idea ms generalizada entre todos los agentes intervinientes, tanto en el proceso como en la ejecucin penal, era que las indemnizaciones a las vctimas de los delitos y faltas no se cumplan, no se pagaban3. Evidentemente, con la LO 7/03, este estado de opinin ha variado sustancialmente. La exigencia del cumplimiento de las indemnizaciones fijadas en sentencia, el pago fraccionado o su garanta, produjo en un principio una pequea conmocin en el mundo penitenciario. Cumplidos tres aos desde la entrada en vigor de la LO 7/03, con un cambio de Gobierno y de Direccin general de II. PP., con tres Instrucciones sobre la aplicacin de dicha LO, con diversas resoluciones judiciales en el mbito penitenciario, con nuevos criterios de los JVP, y, con una reforma pendiente de la LOGP y del Reglamento Penitenciario, numerosas cuestiones se siguen planteando respecto a la responsabilidad civil. Este trabajo trata de abordar, de forma global, una buena parte de las mismas. La conexin de esta reforma con los modernos planteamientos penales, alternativas y propuestas, en cuanto a la reparacin a la vctima del delito. La normativa legal aplicable, los fundamentos tericos y los distintos posicionamientos sobre la RC, as como la prctica diaria en cuanto a su ejecucin, cumplimiento y repercusin en la vida penal y penitenciaria, sern temas tratados, con distinta extensin e intensidad, pero intentando aportar elementos clarificadores, o al menos, que inviten a la reflexin sobre estas cuestiones.
poca4, ha ser el gran olvidado. Esto es, desde que el Estado asumi la potestad del ius puniendi, la vctima del delito fue pasando a un segundo plano, mientras que el lugar preponderante, y casi de forma exclusiva, lo ocup el autor del delito y sus derechos. De esta forma las leyes penales alumbradas por el sistema liberal, se fueron ocupando de garantizar y proteger todos los derechos y prerrogativas del infractor, en perjuicio, o al menos, con olvido y abandono de aquellos que padecan las consecuencias de la infraccin. Esta situacin motiv la aparicin de movimientos a favor de la vctima del delito, que con mayor o menor incidencia, se han venido manifestando en distintos pases a partir de los aos sesenta. De esta forma, y dentro del campo de la Criminologa y del Derecho Penal, surge la llamada Victimologa, que tiene por objeto el estudio cientfico de las vctimas desde una perspectiva de prevencin, reintegracin y compensacin por el dao sufrido. En el plano internacional se celebran numerosos Congresos y Conferencias internacionales sobre las vctimas y sus derechos5. A la vez, y fruto de este inters, los organismos internacionales introducen menciones, declaraciones de principios y modificaciones en sus Cartas Constitutivas y Tratados. Dentro de este mbito internacional surgen convenios en el marco de las Naciones Unidas6 y de la Unin europea7, y de forma correlativa, en distintos Estados del rea occidental (EE.UU., pionero en este tipo de movimientos, ha sido donde mayor auge han alcanzado, consiguiendo cambios en las orientaciones de poltica criminal y la aprobacin de distintas leyes al respecto). Sobre esta materia nos detendremos ms adelante para ver, aunque sea de forma muy resumida, la situacin en el campo de la colaboracin internacional y del derecho comparado. Dentro de estas nuevas orientaciones de poltica criminal, en las que toman un papel ms relevante las vctimas, hay que distinguir distintos reas o contenidos. Por un lado, la llamada justicia reparadora, con los distintos planteamientos, tanto tericos sobre el propio sistema penal, como prcticos en cuanto a diferentes figuras y programas de ejecucin, la llamada tercera va y los sistemas de mediacin. Por otro, la especfica figura de la responsabilidad civil y sus repercusiones en el campo de la ejecucin penal y en especial en el mundo penitenciario. A este ltimo est dedicado el presente trabajo, si bien, nos parece necesario encuadrarlo dentro del primero, aunque sea desde una concepcin amplia del tema. Consecuencia de estos movimientos a favor de una mayor atencin y proteccin de las vctimas de delitos, y de un cierto fracaso de los distintos sistemas penales en
4 Ver sobre este tela la obra de ROIG TORRES, M., La reparacin del dao causado por el delito. (aspectos civiles y penales), Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, pgs. 27 y ss. 5 En 1979 se funda la Sociedad Mundial de Victimologa durante el Tercer Symposium Internacional de Victimologa. 6 Ver a este respecto la Declaracin sobre los principios fundamentales de justicia para las vctimas de delitos y del abuso de poder acordada en el VII congreso de Naciones Unidas, celebrado en Miln el 29 de noviembre de 1985., donde se recoge: ... cabe definir las vctima de delitos como las personas que individual o colectivamente, hayan sufrido daos, incluidas lesiones fsicas o mentales, sufrimiento emocional, prdida financiera o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales como consecuencias de acciones u omisiones que violen la legislacin penal vigente en los Estados Miembros.... 7 Ver el Convenio Europeo sobre Indemnizacin a Vctimas de Delitos Violentos hecho en Estrasburgo el 24 de noviembre de 1983, en el seno del Consejo de Europa.
orden a la rehabilitacin y reinsercin de los delincuentes, surgen numerosas propuestas doctrinales dirigidas a la modificacin de esos sistemas, y relacionadas, al mismo tiempo, con la reparacin de daos producidos por el delito. Propuestas numerosas y variadas que van desde posturas abolicionistas a otras totalmente integradas en los actuales sistemas penales. Dos grandes modelos se pueden distinguir, por una parte los que se fundamentan en sistemas de mediacin o conciliacin (ya sean dentro o al margen del proceso judicial), y por otra, los que pretenden integrar la reparacin, bien como sancin autnoma, bien de forma vinculada a otras (atenuante o eximente), bien como alternativa (suspensin o sustitucin de la pena)8. Veremos algunas de estas propuestas a continuacin, aunque de forma esquemtica y como encuadre al objeto principal de este trabajo, la responsabilidad civil por delito o falta.
2. LA MEDIACIN
Los sistemas de mediacin o conciliacin posibilitan la puesta en comn de las posiciones de vctima y ofensor en orden a llegar a un acuerdo sobre la reparacin del dao causado. Estos procedimientos se pueden desarrollar dentro del mbito judicial (en algn momento del largo camino procesal penal, bien sea a iniciativa de las partes, del propio Juez, o del Ministerio Fiscal en base al principio de oportunidad)9; fuera de ese mbito, extrajudicialmente (de forma previa a su inicio, y generalmente con el objetivo de evitarlo) Si las partes llegan a un acuerdo respecto a la reparacin, que puede consistir en la restitucin de lo sustrado o daado, indemnizacin por los perjuicios, trabajos o servicios a la vctima o a la comunidad, o incluso, en algunos casos, la mera asuncin de la responsabilidad y correspondiente peticin de disculpas por parte del ofensor, se puede evitar el proceso penal, dejar en suspenso la pena o sustituirla. Algunos autores distinguen y clasifican los distintos procedimientos utilizados, en funcin de las aportaciones y de la repercusin que, sobre el procedimiento tiene, el papel jugado por el tercer interviniente. As, en la mediacin, ste se limita a facilitar el encuentro entre las partes; en la conciliacin, propone soluciones, aunque no adquieren la condicin de vinculantes; en el arbitraje, por el contrario, establece una solucin que vincula, de forma necesaria, a las partes. Los argumentos utilizados por los defensores de este tipo de actuaciones son distintos y variados, comentaremos, de forma resumida, los ms utilizados. Desde una concepcin de dar un mayor protagonismo a la vctima, se ha venido entendiendo que el delito no slo es un conflicto entre el autor y el Estado, sino que principalmente lo es entre el primero y la vctima, y en consecuencia, es a ambos a quien corresponde, de forma principal, su solucin10. En EE.UU. y desde ciertos postulados
8 SERRANO PASCUAL, M, Las formas sustitutivas de la prisin en el Derecho Penal Espaol, Ed. Trivium, Madrid, 1999, pg. 228 y ss.. 9 En este sentido ver DEL RO FERNNDEZ, L., El reto de la Mediacin Penal: El principio de oportunidad, Diario LA LEY n. 6520, 6 de julio de 2002. 10 SILVA SNCHEZ, J. M., Sobre la relevancia jurdico-penal de la realizacin de actos de reparacin, en Poder Judicial, nm. 45, 1997, pg. 193, seala a este respecto que la vctima ha jugado un papel secundario en el proceso con el objetivo de lograr una mayor racionalizacin del sistema y una desdramatizacin de la respuesta punitiva.
victimolgicos11 de carcter abolicionista, sin perder de vista la incidencia que tiene la enorme carga de trabajo que vienen soportando los Tribunales de justicia, se han propuesto y llevado a efecto la realizacin de numerosos programas de mediacin extrajudicial12. Tambin se ha argumentado que hay algunos tipos de delitos, de ndole e incidencia estrictamente patrimonial-privada, que pueden dar lugar a una reparacin que evite el proceso penal, sin que por ello se vean resentidos los fundamentos del sistema penal. Mediante la mediacin, y desde una perspectiva moral-religiosa, se seala que puede conseguirse la reconciliacin vctima-ofensor13, y tambin, en un sentido ms laico, la estabilizacin de la norma. Por otro lado, se seala que resulta positivo el confrontar al delincuente con su vctima y que tome conciencia del dao causado como parte de su proceso de rehabilitacin y resocializacin14. Ante estas argumentaciones, naturalmente, tambin se pueden enfrentar opiniones crticas y que cuestionan la efectividad y oportunidad de dichos planteamientos. Por una parte, la vctima no tiene porqu soportar, adems de los perjuicios ocasionados por el delito, ni el stress que produce la sola participacin en el procedimiento, ni asumir un cierto papel de juez decidiendo si llega a un acuerdo con el ofensor y as evitar el juicio o provocar la imposicin de una pena. Los resultados de estos procedimientos han tenido resultados diversos, si bien, en otros pases se vienen realizando de forma sistemtica, fundamentalmente con algunos tipos de delitos de poca gravedad, con algunos autores ocasionales, desde luego no con delincuentes habituales, y, de forma importante, en la delincuencia juvenil, es donde se han podido obtener mejores resultados16. La solucin extrajudicial puede suponer una privatizacin del Derecho penal con claros riesgos para las garantas procesales17. Las concepciones morales o religiosas deben de estar separadas del derecho penal. Tambin se ha dicho que la rehabilitacin del delincuente a travs de la mediacin es dudosa en cuanto a que su principal pretensin es la evitacin del juicio y de la sancin penal, tanto por su propia predisposicin, como por la generalizada insolvencia que dificulta una efectiva y rpida reparacin, sin perder de vista la deficiente eficacia disuasoria al carecer de la necesaria capacidad intimidatoria que debe acompaar al castigo18.
11 La Victimodogmtica es una corriente doctrinal que postula la corresponsabilidad del agraviado en el hecho delictivo, dando lugar a una atenuacin, o incluso a una exclusin de la pena cuando su comportamiento ha contribuido a la realizacin del delito o no ha tomado las mnimas precauciones para evitarlo. Ver BUSTOS RAMREZ, J., y LARRAURI PIJOAN, E., Victimologa: presente y futuro. Hacia un sistema penal de alternativas, Promociones y Publicaciones Universitarias SA, Barcelona, 1993. 12 ROIG TORRES, op. cit. pg. 444. 13 Ver en este sentido BERISTAIN IPIA, A., Criminologa y Victimologa. Alternativas re-creadoras del delito, Grupo Editorial Leyer, Bogot, 1998, pgs. 233 y ss: ...los rasgos fundamentales del Derecho penal fomentan la sancin vindicativa y el continuo enfrentamiento de la autoridad contra el delincuente. Urge superar ese paradigma e innovar otro, creativo e integrador, que fomente el dialogo, la conciliacin e incluso la reconciliacin... el Derecho penal debe pretender no slo la reparacin completa de los daos y la indemnizacin de los perjuicios materiales y morales, sino tambin la conciliacin y la reconciliacin de las vctimas con los delincuentes.. 14 En este sentido TAMARIT SUMALLA, J. M., La introduccin de la justicia reparadora en la ejecucin penal: Una respuesta al rearme punitivo?, iustel.com, RGDP, n. 1, mayo 2004, pg. 14 y ss., seala la justicia reparadora aumenta las posibilidades de xito del tratamiento penitenciario. Favorece la sensibilizacin sobre las consecuencias del delito, el desarrollo de la empata y la asuncin de responsabilidad.. 15 En este sentido BUSTOS RAMREZ y LARRAURI PIJOAN, op. cit., pg. 113 y ss. 16 ROIG TORRES, op.cit., pg. 460. 17 SERRANO PASCUAL, M., Las formas sustitutivas de la prisin en el Derecho penal espaol, Trivium, Madrid, 1999, pgs. 227 y ss. 18 ROIG TORRES, op.cit., pgs. 458 y ss. En el mismo sentido ERROBA ZUBELDIA, M.. J., Ejecucin de la responsabilidad civil, en Cuadernos Penales. Jos M.. Lidn, N.. 1: Las recientes reformas penales, pg. 179.
En nuestro pas se empezaron a poner en prctica, de forma experimental y con mayor o menor xito, diversos programas de mediacin, fundamentalmente en delitos menores y con jvenes, en las Comunidades Autnomas de Catalua, Pas Vasco, Valencia, entre otras19. Actualmente la LO 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores, contempla la posibilidad de sobreseimiento del expediente por conciliacin o reparacin entre el menor y la vctima mediante un procedimiento de mediacin, propiciado por el equipo tcnico adscrito al Juzgado de Menores, y con el consiguiente desistimiento de la continuacin de dicho expediente por parte del Ministerio Fiscal20.
valor fundamental y prioritario, erigindose en el fin del propio sistema penal24. Mientras que unos autores rechazan esta posibilidad, argumentando, entre otros, que supondra incluir el Derecho Civil en los fines de la pena25, otros, enmarcan la reparacin como uno de los fines del Derecho penal26. La idea de incluir la reparacin como sancin penal independiente, surge, de manera elaborada, con el Proyecto Alternativo Alemn de 1992. La reparacin como tercera va sancionadora, junto a la pena y la medida de seguridad, sera otra reaccin penal aplicable, para cuando no fuera preciso o conveniente, recurrir a la pena en base al principio de subsidiariedad27. Frente a estos planteamientos, una parte importante de la doctrina se muestra escptica y recelosa, mientras que algunos autores ven posibilidades de renovacin28. Desde nuestra perspectiva, consideramos que la reparacin como pena autnoma slo podra ser aplicable a un reducido nmero de hechos delictivos (jvenes, ocasionales, algn supuesto de imprudencia), ya que, fundamentalmente, en delitos contra el patrimonio podra suponer un aliciente para su comisin (en caso de ser descubiertos, con devolver lo sustrado evitan otra pena y no pierden nada, el riesgo que se corre es prcticamente nulo) Por el contrario, ms aplicable resulta como componente de las figuras ya recogidas en el CP, atenuante, sustitucin y suspensin de penas. Nos mostramos totalmente de acuerdo con la consideracin de la reparacin como uno ms de los fines del Derecho penal, y en este sentido, entendemos que la LO 7/03, a travs de la exigencia del requisito de satisfaccin de la RC para el acceso al tercer grado y libertad condicional, se orienta en esa misma lnea.
En nuestro pas, el primer fondo de ayuda que se crea es a travs de la LO 9/84, pero limitado a las Vctimas del terrorismo. Posteriormente la Ley 35/1995, de 11 de diciembre, de Ayudas y Asistencia a las vctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual, regula, por una parte, las ayudas econmicas a las vctimas de delitos violentos y, por otra, la asistencia a las vctimas de todo tipo de delito (modificada por la 13/96, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, administrativas y de Orden social, y desarrollada por RD 738/97, de 23 de mayo, por el que se aprueba su Reglamento) Esta Ley reconoce como referente jurdico el Convenio 116, del Consejo de Europa, sobre indemnizacin a vctimas de delitos violentos, as como la Recomendacin de su Comit de Ministros a los Estados miembros, de 28 de junio de 1985, sobre la posicin de la vctima en el marco del derecho penal y del proceso penal30. Respecto al tema central del presente trabajo, hay que sealar que esta ley establece una previsin muy concreta cuando seala: La ayuda econmica se declara incompatible con la percepcin de las indemnizaciones de los perjuicios y daos causados por el delito que se establezcan mediante sentencia judicial. Esto es, no se podrn cobrar a la vez ayudas a travs de esta ley, ya sean provisionales o definitivas, y las indemnizaciones fijadas en sentencia. En consecuencia, en el supuesto que tras la sentencia, se hiciera efectiva la responsabilidad civil, habra que liquidar, con el Ministerio de Economa y Hacienda (encargado de gestionar estas ayudas, que no indemnizaciones), la percepcin de los diferentes conceptos. Pero como lo ms habitual es la declaracin de insolvencia por parte del autor, ser difcil que se d esta situacin. Por ello, el art. 13 de esta Ley recoge: El Estado se subrogar de pleno derecho, hasta el total importe e la ayuda provisional o definitiva satisfecha a la vctima o beneficiarios de los derechos que asistan a los mismos contra el obligado civilmente por el hecho delictivo. Otra forma de compensacin a las vctimas de delitos, en aquellos casos en que proceda (principalmente en el mbito de la circulacin de vehculos a motor), se realiza a travs del Consorcio de Compensacin de Seguros. Siguiendo el estado de opinin generalizado de preocupacin por las vctimas de delitos31, han proliferado las Oficinas de Atencin a las Vctimas (con una amplia gama de denominaciones), promovidas desde las distintas Administraciones, Instituciones, Corporaciones o Asociaciones especializadas. A travs de este tipo de centros se trata de dar, desde el primer momento, una respuesta a las necesidades planteadas por vctimas y familiares, e incluso, con actuaciones preventivas ante situaciones de riesgo, mediante diversas medidas materiales de acogimiento y proteccin, econmicas, psicolgicas y de asesoramiento.
30 En la Exposicin de Motivos de esta Ley se dice: la pretensin punitiva del Estado debe acercarse al problema social y comunitario para reparar en lo posible el dao padecido por la vctima. en muchas ocasiones, el abandono social de la vctima a su suerte tras el delito, su etiquetamiento, la falta de apoyo psicolgico, la misma intervencin en el proceso, las presiones a que se ve sometida, la necesidad de revivir el delito a travs del juicio oral, loas riesgos que genera su participacin en el mismo, etc., producen efectos tan dolorosos para la vctima como los que directamente se derivan del delito. 31 Esta preocupacin al ms alto nivel poltico, aunque referida al terrorismo, se ha puesto de relieve recientemente, con el nombramiento del Alto Comisionado para las Victimas del Terrorismo, con el objetivo fundamental de coordinar y velar por las ayudas y atenciones prestadas a las mismas.
5. DERECHO COMPARADO
Dentro del carcter general de este primer captulo, expondremos de forma muy resumida algunos apuntes sobre el tratamiento de la reparacin en algunos pases, dentro de un amplio entorno cultural32. Estados Unidos: En este pas se parte de un modelo en el que se encuentra absolutamente separadas las vas civil y penal para la reclamacin de daos ocasionados por el delito. Siendo la primera, la nica que puede utilizar el perjudicado. No obstante, mediante la Restitution order, el Juez condena a la reparacin del dao por parte del autor, bien como sancin penal nica, sumada a otra, o como sustitutiva. Distinta es la llamada compensatio, que consiste en el pago al agraviado de una cantidad con cargo al erario pblico. Existen tambin numerosos programas de mediacin y conciliacin, tanto en el orden judicial como extrajudicial, para la resolucin del conflicto a travs de acuerdos entre vctima y ofensor. Por ltimo, y ya en fase de ejecucin de condena, existen programas de reparacin mediante los cuales los reclusos, bien en la propia prisin o fuera de ella, realizan trabajos para empresas privadas; un Oficial encargado del programa, es quien recibe el salario directamente del empresario, reteniendo una parte para destinarla al pago de las indemnizaciones que tenga pendientes el recluso, e ingresando el resto a nombre de ste. Dentro de estos programas, o de forma paralela mediante organismos especializados, tambin se facilitan trabajos para poder hacer frente a las compensaciones. Reino Unido: El tratamiento de la reparacin es similar al dado en Estados Unidos. Separacin total de la va civil y de la penal para la obtencin de indemnizacin civil. La compensatio order es el mandato judicial que se impone al ofensor para reparar el dao causado, pudiendo consistir en una pena nica o acompaar a la principal. Para poder recibir una compensacin estatal es necesario que los daos sufridos superen una cuanta mnima. Tambin estn extendidos los programas de mediacin o conciliacin, pudiendo realizarse dentro del mbito policial, antes de formularse la acusacin, o en el judicial, con posterioridad a la sentencia, y con la posibilidad de suspensin de la pena impuesta. Alemania: Si bien la va civil y la penal estn separadas, para algunos supuestos delictivos se permite la adhesin de la vctima, en su reclamacin civil, a la penal. Al contrario que en los sistemas anteriores, la reparacin del dao no se contempla como una sancin penal, pudiendo suponer, en algunos supuestos, una rebaja de la pena, o tambin un requisito para la suspensin de la pena y para la obtencin de la libertad condicional. No obstante, en el Derecho Penal de menores, la reparacin tiene una ms amplia proyeccin, pudiendo llegar a constituir una sancin nica o sustitutiva. Respecto a los programas de mediacin y conciliacin, estn mucho menos extendidos que dentro del Derecho anglosajn. Respecto a las compensaciones estatales, existe una Ley de Indemnizacin a las victimas de Delitos violentos. Italia: El Derecho italiano permite ejercer la accin civil dentro del proceso penal. La reparacin est contemplada como atenuante, puede establecerse como
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condicin para la suspensin de la pena, y forma parte de los requisitos para la libertad condicional. No se contempla un rgimen de ayudas pblicas para las vctimas de delitos, nicamente para las del terrorismo y delincuencia organizada. Dentro del sistema de reparacin, se contempla la obligacin del condenado a destinar parte de las ganancias obtenidas en el centro penitenciario a la satisfaccin de las responsabilidades civiles,33 as como a restituir al erario pblico los gastos de su mantenimiento en los establecimientos penitenciarios, si bien pueden obtener la exencin de esta ultima obligacin, en base a su mala situacin econmica y observando una conducta adecuada. Portugal: En el reciente Cdigo Penal de 1995 se contempla la reparacin a la vctima como atenuante, incluso la voluntad de llevarla a cabo. Tambin opera como condicin de la dispensa de pena, y como regla de conducta en la suspensin de la pena privativa de libertad.34 Francia: La reparacin es condicin para otorgar la dispensa de pena. Se exige el firme compromiso de atender a la misma, como requisito para obtener el aplazamiento del pronunciamiento de la pena. Tambin puede constituir una obligacin que acompae a la suspensin con sometimiento a prueba35.
te patrimonial y su ejercicio en la va penal38. Por ltimo, una apreciable mayora, se pronuncian por la naturaleza netamente civil de la RC por delitos y faltas39. La jurisprudencia tambin mantiene esta ltima postura, sealando el TS al respecto ...la responsabilidad civil derivada del delito es una institucin de naturaleza civil, cuya posible exigencia en el proceso penal responde principalmente a la finalidad de favorecer a la vctima, simplificando los trmites necesarios para obtener la reparacin...40. No obstante los numerosos argumentos41 que doctrina y jurisprudencia vienen aportando a favor de esta naturaleza civil, tambin se considera positivo la resolucin conjunta de responsabilidad penal y civil por razones de economa procesal, de seguridad jurdica y de poltica criminal42. Por otra parte, la LO 7/03 introduce nuevas consideraciones y repercusiones importantes en relacin con la ejecucin de penas privativas de libertad, suponiendo, en alguna medida, un cierto acercamiento a una orientacin ms penalista de la RC.
ex delicto, es la efectiva produccin de daos o perjuicios44. Adems, como segundo requisito debe producirse una relacin de causalidad, esto es, los daos o perjuicios han de haberse producido como consecuencia directa del ilcito penal.
Dentro del captulo dedicado a las circunstancias que atenan la responsabilidad criminal, el art. 21.5 del CP seala: La de haber procedido el culpable a reparar el dao ocasionado a la vctima, o disminuir sus efectos, en cualquier momento del procedimiento y con anterioridad a la celebracin del juicio oral. De esta forma se facilita la reparacin a la vctima o perjudicados de forma rpida y efectiva, pudiendo
44 Tradicionalmente se ha venido entendiendo como reparacin de daos, los producidos en las cosas, mientras que la indemnizacin de perjuicios, los relativos a las personas. Si bien, hoy en da son considerados por la doctrina, de forma mayoritaria, como conceptos equivalentes. En este sentido, MURTULA LAFUENTE, V., en la obra colectiva Comentarios al Cdigo Penal, Director Cobo del Rosal, tomo IV, Edersa, Madrid, 2000, pg. 232. 45 Por lucro cesante se entiende el beneficio que se ha dejado de percibir. Ver a este respecto SANTOS BRIZ, J. La responsabilidad civil. Derecho sustantivo y Derecho procesal, tomo I, Ed. Montecorvo, Madrid, 1991, pg. 233. MONTES PENADES, J., en Comentarios al Cdigo Penal de 1995, Coordinador Vives Antn, Tirant lo Blanch, Valencia, 1996, pg. 587.
obtener el culpable un disminucin de la pena. En este sentido se ha pronunciado la jurisprudencia (STS de 15 de abril de 1997) al considerar que el fundamento de esta atenuante est en razones de poltica criminal basadas en una disminucin de la necesidad de la pena.
4.2. En la suspensin de penas
Entre las condiciones necesarias para dejar en suspenso la ejecucin de la condena, el apartado 3. del art. 81 del CP recoge: que se hayan satisfecho las responsabilidades civiles que se hubieren originado, salvo que el Juez o Tribunal sentenciador, despus de or a los interesados y al Ministerio Fiscal, declare la imposibilidad total o parcial de que el condenado haga frente a las mismas.. Por su parte, el art. 80.3, seala que la suspensin no ser extensiva a la responsabilidad civil.
4.3. En la sustitucin de penas
El art. 88.1 del CP recoge los supuestos de sustitucin: Los Jueces o Tribunales sentenciadores podrn sustituir... cuando las circunstancias personales del reo, la naturaleza del hecho, su conducta y, en particular el esfuerzo para reparar el dao as lo aconsejen... Se trata de un criterio orientativo y no de una condicin, como as se seala en el caso de suspensin, y en consecuencia, valorable46. En este sentido se pueden encontrar algunas similitudes con el proceso valorativo que recoge la LO 7/03 para la progresin a tercer grado.
4.4. En relacin con el comiso de efectos e instrumentos del delito
El art. 128 seala que el Juez o Tribunal podr no decretar el decomiso, o decretarlo parcialmente, entre otras razones, si se hubieren satisfecho completamente las responsabilidades civiles. Hay que tener en cuenta que el art. 127 seala que lo decomisado se vender, aplicndose su producto a cubrir las responsabilidades civiles del penado47.
4.5. Cancelacin de antecedentes delictivos
El nmero 2 del art. 136 del CP recoge los requisitos indispensables para poder cancelar los antecedentes delictivos: 1. tener satisfechas las responsabilidades civiles provenientes de la infraccin, excepto en los supuestos de insolvencia declarada por el Juez o Tribunal sentenciador, salvo que hubiese mejorado la situacin econmica del reo. No obstante lo dispuesto en el prrafo anterior, en el caso previsto en el artculo 125 ser suficiente que el reo se halle al corriente de los pagos fraccionados
SERRANO PASCUAL, M, op. cit. pg. 239. En este contexto, se puede plantear la posible valoracin, para el acceso al tercer grado, de una eventual satisfaccin parcial de la responsabilidad civil, con el producto obtenido mediante el comiso. Desde los planteamientos mantenidos en este trabajo, como ms adelante se ver, consideramos que la incidencia de este supuesto tendra que ser mnima, cuando no nula.
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que le hubieran sido sealados por el Juez o Tribunal y preste, a juicio de ste, garanta suficiente con respecto a la cantidad aplazada.. Parece razonable que se establezca este requisito para la cancelacin de antecedentes penales, pues si no se ha satisfecho la responsabilidad civil, no se ha terminado de cumplir, de forma total y completa, los distintos pronunciamientos de la parte dispositiva de la sentencia48.
4.6. Insolvencia punible
Por ltimo, en cuanto a referencias en el CP sobre RC, citaremos el art. 258 que castiga con penas de prisin a quien ...realice cualquier acto de disposicin patrimonial o generador de obligaciones que dilate, dificulte o impida la eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo o de apremio judicial, extrajudicial o administrativo. En consecuencia, la elusin del pago de responsabilidades civiles sealadas en sentencia penal mediante las conductas descritas, dar origen a un nuevo proceso y, en su caso, una nueva condena49.
IV. LA RESPONSABILIDAD CIVIL COMO REQUISITO PARA CLASIFICACIN O PROGRESIN A TERCER GRADO 1. PLANTEAMIENTO DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN LA L0 7/03
La Exposicin de Motivos de la LO 7/03 no hace una justificacin especfica respecto a la introduccin, ex novo, de la exigencia de la satisfaccin de la responsabilidad civil (en lo sucesivo RC) derivada del delito para el acceso al tercer grado y a la libertad condicional. En trminos generales, se limita a recoger, de forma textual, algunas partes del articulado que viene a modificar. nicamente, y en relacin con determinados tipos de delitos, se dice: Esta exigencia se justifica plenamente en aquellos delitos que han permitido al culpable obtener un importante enriquecimiento ilcito y no se satisfacen las responsabilidades pecuniarias fijadas en sentencia a causa de haber ocultado el penado su patrimonio. Por ello se aplicar esta norma, singularmente, cuando el interno hubiera sido condenado por la comisin de delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconmico que hubieran revestido notoria gravedad... En consecuencia, podra entenderse que cuando dice plenamente, tambin quiere decir que en el resto de supuestos la justificacin de esta exigencia no es completa, o est menos justificada? No debemos entenderlo as, al menos desde nuestros planteamientos. Consideramos que hay diversos e importantes motivos para haber introducido, de forma especfica, la exigencia del cumplimiento de la RC para acceder al tercer grado o a la libertad condicional, como por ejemplo las modernas tendencias de poltica criminal que conllevan una mayor atencin y protagonismo de la vctima del delito50; proEn este sentido GARCA VICENTE, op. cit. La responsabilidad civil, consecuencias accesorias..., pg. 490. GARCA VICENTE, F., La responsabilidad civil en el nuevo Cdigo Penal, Actualidad Penal, nmero 34, 1996, pgs. 667/8. 50 ROIG TORRES, M., La reparacin del dao causado por el delito. (aspectos civiles y penales), Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, pgs. 83 y ss.
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fundizar en el mandato constitucional de rehabilitacin y reinsercin social de penas y medidas de seguridad, en este caso, a travs de la concienciacin y reparacin efectiva de los daos causados por el delito por parte del penado; garantizar el mandato constitucional del art. 118: Es obligado cumplir las sentencias ... en lo referido, en este caso, a la parte del fallo que seala la RC51. En cuanto al texto normativo que trata sobre la RC, en concreto los nuevos apartados 5 y 6 del art. 72 Ley Orgnica General Penitenciaria (LOGP), hay que resaltar algunas cuestiones. As, el trmino singularmente, dado que no ofrece ningn tipo de aclaracin u orientacin, parece que el legislador deja abierta la puerta a distintas interpretaciones; como as ha sucedido. Tampoco queda claro los grupos a los que hay que aplicar la norma singularmente. Por ltimo, se echa en falta una precisin sobre la delimitacin exacta de organizaciones criminales. Sobre estas y otras cuestiones nos detendremos en los siguientes epgrafes.
La I 9-03 sealaba que los criterios valorativos sobre el comportamiento postdelictual del interno recogidos en el n. 5 del artculo 72 de la LOGP, sern conocidos y ponderados por el JVP, asumiendo, en virtud del art. 76.2 a), las funciones que corresponderan a los Jueces y Tribunales sentenciadores. De esta forma, la anterior DG pretenda que fueran los JVP los que asumirn la decisin de valorar si se cumplan las exigencias legales, en cuanto a considerar satisfechas las responsabilidades civiles derivadas del delito, para poder acceder a un tercer grado. Esta pretensin no fue asumida por los JVP, y en consecuencia, declinaron pronunciarse al respecto. Por su parte, la I 2-04, asumiendo esta realidad, seala a las Juntas de Tratamiento como las encargadas de valorar este comportamiento postdelictual. Una segunda modificacin introducida por la I 2-04, se refiere al compromiso de pago de la RC, por parte del penado, en el sentido de comenzar a satisfacerla si durante el tercer grado o el disfrute de la libertad condicional desarrolla un trabajo remunerado.. Los efectos prcticos de esta modificacin radican en el nmero de internos que acceden ahora al tercer grado. Con anterioridad, como norma general, si no se haba comenzado el pago fraccionado o se establecan garantas de pago, aunque hubiere declaracin de insolvencia, con el simple compromiso de pago no se poda acceder al tercer grado. Ahora, ese compromiso de pago vale tanto para acceder al tercer grado como a la libertad condicional. Una tercera modificacin se refiere a la mencin especfica de recoger, entre las reglas de conducta propuestas por las Juntas de Tratamiento al JVP, en el expediente de libertad condicional, ...especialmente la obligacin de realizar los pagos fraccionados de responsabilidad civil a los que se hubiere comprometido.. Consecuencia directa del cambio de criterio de la actual DGIP, en cuanto a la valoracin del compromiso de pago para acceder al tercer grado y libertad condicional, es el aumento de internos que pasan a esta situacin, y por tanto, la disminucin del nmero de penados en rgimen ordinario. En cuanto a las modificaciones ms reseables realizadas por la I 2-05 TyG, sealaremos la omisin del criterio criminolgico para interpretar el concepto de organizacin criminal; la interpretacin ms atenuada respecto a los requisitos exigidos en los supuestos singularizados, incluidos los delitos de terrorismo; la remisin, en cuanto a criterios para aplicar beneficios penitenciarios, a la I 3-2004, sobre el sistema de evaluacin e incentivacin de las actividades de los internos, as como algunos matices de redaccin.
En cuanto a las penas de arresto de fin de semana, nicamente se tendrn en cuenta aquellos que se cumplan de forma ininterrumpida (generalmente refundidos, o acumulados, con otras penas privativas de libertad), puesto que aquellos que se cumplan de forma interrumpida, al finalizar la condena que se encuentre cumpliendo o durante el perodo de libertad condicional54, de acuerdo con el art. 21 del RD 690/1996, de 26 de abril, que regula el cumplimiento de los arrestos de fin de semana, los penados no sern clasificados. Respecto a la nueva pena de localizacin permanente y segn seala el art. 37 del vigente CP, ...obliga al penado a permanecer en su domicilio o en un lugar determinado fijado por el Juez en sentencia.. Se trata de una pena privativa de libertad, pero mientras que no sea objeto de refundicin con otras penas (art. 193 Reglamento Penitenciario), la RC que pudiera tener sealada en sentencia no tendra incidencia a los efectos que estamos tratando. La RC puede venir sealada como restitucin, reparacin o indemnizacin. Si bien, lo ms frecuente es el sealamiento en sentencia de una cantidad como indemnizacin de perjuicios materiales y morales. Aunque tambin puede que se deje pendiente de fijar en ejecucin55, el importe de la misma, por no haberse concluido la pieza de responsabilidad civil. En todos estos casos ser el Juez o Tribunal sentenciador quien, a posteriori, determine las cuantas de la indemnizacin y su cumplimiento. Tambin puede suceder que se fije una cantidad indemnizatoria en sentencia, pero la vctima renuncie a la misma, en cuyo caso, obviamente, habra que considerar que la RC, a los efectos que nos interesa, se encontrara satisfecha56. La renuncia o, en su caso, la declaracin del perjudicado de haber sido satisfecha la indemnizacin, deber ser recogida en documento oficial del Tribunal o Juzgado sentenciador. Se pueden plantear supuestos de RC directa o subsidiaria de alguien distinto del penado, como puede ser la de una aseguradora o la de una Administracin. En estos casos sern estas entidades las que harn frente al pago de la indemnizacin fijada. Si bien volveremos sobre este tema, y sobre la pluralidad de partcipes en el delito, al ver los requisitos subjetivos en orden a valorar la conducta postdelictiva del penado. No obstante, siempre hay que pedir el pertinente informe al Juez o Tribunal sentenciador sobre la situacin de la RC, puesto que son estos rganos los que tienen que determinar en que situacin se encuentra el penado frente a la RC sealada en sentencia. El nuevo apartado 5 del art. 72 de la LOGP, introducido por la LO 7/03, seala como nuevo requisito para el acceso al tercer grado, bien sea por clasificacin inicial o como progresin que el penado haya satisfecho la responsabilidad civil derivada del delito..., establecindose, a continuacin, una serie de criterios valorativos sobre la conducta postdelictual en orden a reparar, restituir o indemnizar. La Instruccin de la DGIP, hace una divisin de los criterios exigidos agrupndolos en dos. El objetivo,
54 La I 19/1996 sealaba la posibilidad de cumplir los arrestos de fin de semana durante el disfrute de la libertad condicional, descontando dos das por cada uno de ellos cumplido. 55 El art. 115 CP seala, en relacin con la declaracin de responsabilidad civil ...pudiendo fijarla en la propia resolucin o en el momento de su ejecucin.. 56 Los arts. 108 y 112 de LECrim. sealan expresamente, a diferencia de la accin penal, la condicin renunciable de la accin civil. En este sentido, el art. 109.2 CP recoge la posibilidad de que el perjudicado pueda exigir la responsabilidad civil ante la Jurisdiccin civil. En este ltimo supuesto habr que entender que al optar por la va civil, el cumplimiento o incumplimiento de la responsabilidad civil no tiene efectos penales, y en consecuencia, la aplicacin de las normas que al respecto seala la LO 7/03.
sera el pago de la responsabilidad civil, y los subjetivos, las distintas variables valorativas. Respecto al cumplimiento del criterio objetivo, nicamente podr ser determinado por el Juez o Tribunal sentenciador, pues concurren diversos aspectos a tener en cuenta, como son el pago aplazado, la responsabilidad solidaria y subsidiaria, la prescripcin de la deuda, los intereses legales generados, entre otros, de los que no es posible ocuparse de forma pormenorizada en este reducido trabajo.
3.1. Acumulacin de condenas
De acuerdo con el art. 76 del CP (art. 70 del CP del Texto Refundido de 1973), puede resultar que el penado tenga una o varias acumulaciones de condenas57. La pregunta que surge es Se pide el informe a los Tribunales o Jueces sentenciadores de cada una de las causas en las que aparece RC, o, al rgano judicial que ha acumulado? El auto por el que se establece alguna de las limitaciones del art. 76 CP (Art. 70 del CP 73), fija nicamente un lmite temporal de cumplimiento, quedando intactos el resto de los pronunciamientos de las distintas sentencia, como son los correspondientes a la responsabilidad civil58. Ahora bien, las distintas condenas se acumulan a una de ellas, quedando subsumidas, nominativamente, en el nmero de ejecutoria de esta ltima Consideramos que la mejor solucin, a efectos prcticos, sera que la autoridad judicial que acumula fuera la que asumiera el pertinente informe sobre la responsabilidad civil global.
3.2. Juzgados de ejecutorias
En el caso de los Juzgados de Ejecutorias59 se plantean menos dudas que en el supuesto anterior. Precisamente la especializacin de este tipo de juzgados consiste en ejecutar sentencias, incluyndose en esta tarea todo lo relacionado con la responsabilidad civil sealada en la misma. En consecuencia, ser el Juzgado de Ejecutorias que corresponda la autoridad judicial que debe emitir el pertinente informe sobre el estado de la responsabilidad civil impuesta en sentencia, y no el Juzgado de lo Penal que dict sta.
3.3. Sentencias de tribunales extranjeros
El cumplimiento de sentencias penales impuestas por tribunales extranjeros puede venir por dos vas. Por un lado, a travs de los procedimientos previstos para el traslado de personas condenadas mediante el llamado Convenio de Estrasburgo o conve57 Aunque sea el ltimo Juez o Tribunal sentenciador el competente para aplicar la acumulacin jurdica de penas, puede resultar que haya una acumulacin aplicada, y despus se cometan nuevos delitos, dictndose nueva acumulacin, pero dejando fuera la anterior por falta de conexidad temporal. En este supuesto habr dos autoridades judiciales que han acumulado. 58 Respecto a las distintas penas acumulables, ver nuestro trabajo La acumulacin jurdica de penas, Revista de Estudios Penitenciarios nmero 250, 2004. 59 Los Juzgados de Ejecucin son Juzgados de lo Penal que tienen atribuida la funcin de ejecutar las sentencias del resto de los Juzgados de lo Penal. Sobre este temas ver PEITEADO MARISCAL, P., La ejecucin jurisdiccional de las penas privativas de libertad, Edersa, 2000, pgs. 224 a 237.
nios bilaterales60. Y por otro, mediante el reconocimiento y cumplimiento de condena impuesta, en el extranjero, a nacional espaol o residente legal, a travs del Acuerdo de Schenguen y otros convenios internacionales61. Como norma general, el cumplimiento de la condena se regir por la Ley del Estado de cumplimiento y este Estado ser el nico competente para tomar todas las decisiones convenientes, como indica el art. 9.3 del Convenio de Estrasburgo, recogido en trminos similares en otros acuerdos. En consecuencia, ser exigible el pago de la responsabilidad civil impuesta, en los trminos de la legislacin espaola. Ahora bien, en el caso de traslado de personas condenadas, es frecuente que el pago, de las indemnizaciones impuestas, o su garanta, sea uno de los requisitos exigidos para la conclusin del procedimiento62. Cuando esta circunstancia no se haya cumplido, bien por falta de exigencia, por insolvencia del penado u otro motivo, se aplicar, al igual que en los casos de cumplimiento, sin traslado, de condenas impuestas en el extranjero, la normativa vigente. En este supuesto, la solicitud del correspondiente informe, en su caso, se realizar a la Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, al asumir sta las competencias de ejecucin respecto a sentencias impuestas en el extranjero, de acuerdo con el art. 65.2 de la LOPJ y dentro de lo establecido en los correspondientes tratados internacionales. Recibido el informe,63 el primer dato que determinar la forma de actuacin de las Juntas de Tratamiento ser si se ha satisfecho o no la RC. En el primer caso, como indica la I. 2/05, se adjuntar a la propuesta de clasificacin o progresin a tercer grado, documentacin acreditativa del pago. En el segundo, habr que entrar a valorar distintos aspectos.
habr que solicitar dicho informe al Juez o Tribunal sentenciador. Este informe deber aclarar la existencia de RC, su cumplimiento, total o parcial, la autorizacin para un pago fraccionado, o la situacin de solvencia, solvencia parcial o insolvencia del penado, entre otras cuestiones64. Pues bien, si la Administracin Penitenciaria tiene que valorar la conducta del penado en el cumplimiento de este tipo de obligacin, parece lgico que facilite de alguna manera el mismo. Para ello, consideramos, que entre los datos que se solicitan al Juzgado o Tribunal sentenciador, se debe incluir el nmero de la cuenta de consignacin65 donde realizar los correspondientes ingresos (de forma unitaria o en pagos aplazados), as como la cuanta que le corresponde en base a su participacin u otras circunstancias. La informacin recibida se deber comunicar al penado, facilitndole, incluso, formulas para realizar aportaciones peridicas con cargo a su cuenta de peculio y a travs de la Administracin del Centro Penitenciario66. No obstante, transcurridos ms de dos aos desde la entrada en vigor de la LO 7/03, parece razonable pedir que sean los propios Tribunales y Juzgados sentenciadores los que, al remitir a los centros penitenciarios los testimonios de sentencia y liquidaciones de condena, incluyeran los datos que hemos mencionado anteriormente. Y a la espera de que esto suceda, consideramos de inters, tanto para los propios interesados, como a efectos prcticos para los distintos profesionales de los Centros Penitenciarios (Juristas, Educadores, Trabajadores Sociales), ofrecer informacin sobre la forma de obtener los nmeros de cuenta de consignacin de los distintos Juzgados y Tribunales de Espaa (que no se pueden incluir en este trabajo por su amplia extensin: 3.817 registros). Estos datos, as como las frmulas para poder realizar los correspondientes ingresos, se encuentran en la pgina web: www.justicia.es, siguiendo estos pasos: Trmites personales; Depsitos y consignaciones judiciales; Cuentas de Depsitos y Consignaciones judiciales; Cmo presentarlo-presencial, y finalmente Tabla de Cuentas de Depsitos y Consignaciones judiciales, desde donde se puede descargar el archivo con todos los nmeros de cuentas y otros datos aadidos.
64 A la hora de pedir este informe por parte del centro penitenciario, se pueden plantear distintas cuestiones de competencia. En el supuesto de que haya acumulacin jurdica de penas (art. 76 CP) entendemos que se debe pedir el informe en relacin con todas las penas objeto de la misma, a la autoridad judicial que acumula, pues es sta, la competente para ejecutar la nueva pena resultante. De la misma forma que el Juzgado de ejecutorias debe hacerse cargo de todas las sentencias que le corresponde ejecutar respecto de los juzgados de lo penal que tenga asignados. En el supuesto de que se trate de sentencias de tribunales extranjeros, ser la Audiencia Nacional la encargada de emitir el informe correspondiente. 65 Segn seala el RD 34/1988, de 21 de enero, "Cada secretara de Juzgado o Tribunal tendr abierta una cuenta con la denominacin Cuenta de Depsitos y Consignaciones, donde se ingresarn las cantidades destinadas al rgano titular de la cuenta y de la que dispondrn conjuntamente el Juez o Presidente del Tribunal y el Secretario Judicial del mismo. Esta gestin fue adjudicada por el Ministerio de Justicia al Grupo Banesto (Banco Espaol de Crdito, S.A. y Banco de Vitoria, S.A.) con efectos de 01-1-03, y por una duracin de cinco aos. El nmero de cuenta est compuesta de 16 dgitos, correspondiendo los cuatro primeros a cada Juzgado o Tribunal, seguido de cuatro ceros (en los Juzgados de ejecutorias estos cuatro dgitos se utilizan para referenciar el Juzgado de procedencia de la causa) , los dos siguientes al tipo de procedimiento, los cuatro siguientes al nmero de procedimiento, y los dos ltimos al ao del mismo (Por ejemplo, a la ejecutoria 234/05 de la A.P. de Vizcaya Secc. 1., correspondera el siguiente nmero de cuenta: 4701.0000.86.0234.05). 66 En esta lnea se pronuncia la I 1-2005 GP, relativa a las oficinas de rgimen, cumplimiento de condenas y rgimen disciplinario, al sealar en el punto 6: Tambin conviene que la informacin recabada de los Jueces y Tribunales sentenciadores sea notificada a los internos, dejando constancia mediante la firma del recib correspondiente.
5. LA DECLARACIN DE INSOLVENCIA
En el caso de no haberse satisfecho la RC se pueden dar tres tipos de supuestos: declaracin de solvencia, de solvencia parcial o de insolvencia. Este ltimo es el ms comn y es al que nos referiremos con ms detenimiento. La declaracin de solvencia o insolvencia se puede realizar en la propia sentencia, bien sea directamente o mediante la aprobacin del auto dictado al respecto por el Juez Instructor en la pieza de responsabilidad civil67, o bien, remitindose a lo que se determine en trmites posteriores. Para llegar a esta declaracin, la autoridad judicial debe realizar una serie de trmites con objeto de determinar los bienes con que cuenta el penado para poder hacer frente a todas las responsabilidades pecuniarias. Respecto a esta fase y sus consecuencias queremos hacer algunas precisiones. La mayor parte de la doctrina coincide en criticar la forma y los resultados que se obtienen mediante esta tramitacin. GIMENO SENDRA68 seala ...la ejecucin de la responsabilidad patrimonial declarada en el proceso penal presenta tintes poco menos que dramticos: los autos de insolvencia del condenado se dictan en la mayora de los casos sin ninguna diligencia de investigacin de su patrimonio (incluso aunque resulten en ocasiones referenciados en lo autos bienes de su propiedad) y el acreedor, pblico o privado, ve burlado su derecho de crdito; es preciso exigir de los rganos jurisdiccionales y del MF una mnima diligencia en la fase de ejecucin porque el proceso penal slo finaliza cuando se restaura el orden jurdico perturbado, que no se agota en la sentencia de condena, sino que muy especficamente incide en la ejecucin de lo juzgado. En el mismo sentido QUINTERO OLIVARES69 afirma El problema, como en los casos anteriores, es el de la inexorable burocratizacin que rodea a la declaracin de insolvencia, que a su vez ser fruto de comprobaciones formales y documentales. Por lo tanto de nada sirve que el en su da condenado lleve una vida cmoda y desahogada, o incluso, de lujo y ostentacin si formalmente contina siendo insolvente porque la capacidad de excusin sobre sus bienes no ha sido suficiente para levantar los velos y testaferras que los ocultan.. PALACIO SNCHEZ-IZQUIERDO70 sigue abundando en el tema: Si el delincuente es insolvente real o aparente, y en la mayora de los casos lo es, la vctima no resulta indemnizada, mal agravado por el escaso inters frecuentemente demostrado por los rganos judiciales para averiguar la solvencia econmica efectiva del culpable.. Por ltimo, citaremos a PRIETO RODRGUEZ71, quien apunta: El Captulo IV (del Titulo V, del Libro I del CP) constituye reflejo de la preocupacin legislativa en orden a lograr la efectividad de los pronunciamientos sobre responsabilidad civil, convertidos frecuentemente, ante la falta de rigurosidad en las declaraciones judiciales de insolvencia, en ilusorias.
67 Entre las actuaciones que realiza el Juez de Instruccin, segn el art. 785 LECrim., se seala en el apartado octavo b), que podr acordar El aseguramiento de las responsabilidades pecuniarias de los que pudieran resultar responsables civiles directos o subsidiarios. tales medidas se acordarn mediante auto y se formalizarn en pieza separada. 68 GIMENO SENDRA, V., MORENO CATENA, V. Y CORTS DOMNGUEZ, V., en Derecho Procesal Penal, 3. edicin, Clex, 1999, pg. 843. 69 QUINTERO OLIVARES, G, CABANILLAS MGICA, S., DE LLERA SUREZ-BARCENA, E., en La responsabilidad civil ex delicto, Aranzadi, Navarra, 2002, pg. 35. 70 PALACIOS SNCHEZ-IZQUIERDO, J. R., Nueva delincuencia: Aspectos problemticos de la gran reforma penal, en cuadernos de Derecho Judicial, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1994, pg.24. 71 PRIETO RODRGUEZ, J. I., Aproximacin al Cdigo Penal de 1995, Colegio de Abogados de Tarragona, 1999, pg. 88.
Las declaraciones de insolvencia estn a la orden del da, y consecuentemente, el pago de las indemnizaciones fijadas en sentencia brillaban por su ausencia. Este era el sistema, que, aunque criticado por todos, tambin, de alguna manera, asumido por muchos. Con las exigencias introducidas por la LO 7/03 sobre RC parece que este panorama ha empezado a cambiar en un doble sentido. Por un lado, algunos de los penados declarados en su da insolventes han venido (Algunos diran que de forma casi milagrosa) recuperando capacidad econmica, y han procedido al pago total de las indemnizaciones fijadas, o bien lo han iniciado mediante pagos fraccionados. Por otro, la modificacin de la LECrim. (art. cuarto de la LO 7/03) en su art. 98972, sobre la ejecucin provisional de los pronunciamientos de RC y una mejor investigacin de patrimonios presentes y futuros, esperemos que suponga un mayor grado de efectividad en cuanto al cumplimiento de la reparacin e indemnizacin de los perjuicios causados por el delito, y no se quede en una mera declaracin de intenciones. Como se ha sealado, los procedimientos de averiguacin de bienes y solvencia econmica para hacer frente a las indemnizaciones fijadas en sentencia, eran bastante precarios73, procedindose, en frecuentes casos, a la declaracin de insolvencia de forma casi mecnica74. Si con las propias declaraciones del inculpado o penado no era suficiente para dicha declaracin, se pasaba comunicacin a Registros Oficiales para averiguar la titularidad de bienes inmuebles, pensiones u otros similares. De esta forma, lo que se pone de manifiesto es que el penado no tiene propiedades (vivienda en propiedad, terrenos o bienes que sean objeto de registro oficial), pero no quiere decir que no tenga capacidad econmica para hacer frente a la indemnizacin fijada (que en numerossimas ocasiones son cantidades modestas, inferiores a mil euros). Por otro lado, hay que tener en cuenta que la declaracin de insolvencia es esencialmente revisable, ya que su virtualidad es temporal, mientras no pase el penado a mejor fortuna. Adems, la declaracin de insolvencia, realizada en ejecucin, y ms an, si lo fue durante la instruccin del procedimiento penal, no supone una declaracin de estado permanente, y en consecuencia, no puede hablarse de efectos de cosa juzgada75. Por ello, la formula de estilo utilizada viene a ser: Se declara insolvente por ahora y sin perjuicio de si viniere a mejor fortuna. Este estado de situacin respecto a la declaracin de insolvencia y sus repercusiones, conforman un argumento fundamental en el planteamiento mantenido en este trabajo respecto a la exigencia del pago de las indemnizaciones fijadas en sentencia.
72 El art. 989 de la LECrim. queda redactado de la siguiente forma: 1. Los pronunciamientos sobre responsabilidad civil sern susceptibles de ejecucin provisional con arreglo a lo dispuesto en la Ley de enjuiciamiento civil. 2. A efectos de ejecutar la responsabilidad civil derivada del delito o falta y sin perjuicio de la aplicacin de las disposiciones de la Ley de Enjuiciamiento Civil, los jueces o tribunales podrn encomendar a la Agencia Estatal de la Administracin Tributaria, en su caso, a los organismos tributarios de las haciendas forales las actuaciones de investigacin patrimonial necesarias para poner de manifiesto las rentas y el patrimonio presente y los que vaya adquiriendo el condenado hasta tanto no se haya satisfecho la responsabilidad civil determinada en sentencia.. En este sentido, segn se seala ERROBA ZUBELDIA, M. J., Ejecucin de la responsabilidad civil, en Cuadernos Penales. Jos M.. Lidn, N. 1: Las recientes reformas penales, pg. 187, en relacin con en el informe del anteproyecto de esta LO, emitido por el Consejo General del Poder Judicial, se pone al servicio de la administracin de Justicia a los Servicios de Inspeccin de la Administracin Tributaria. 73 GARCA VICENTE, F., La responsabilidad civil en el nuevo Cdigo Penal, Actualidad Penal, nmero 34, 1996, pg. 491, seala a este respecto ...la sensacin de insatisfaccin que produce la generalizada insolvencia de los penados, y la deficiente, en general, tramitacin de las piezas de responsabilidad civil, que, lamentablemente, y en trminos generales, son unas grandes olvidadas dentro del engranaje judicial.... 74 Como ejemplo, citamos la comunicacin del JP nmero 1 de Vitoria de 18 de noviembre de 2004: asimismo pongo en su conocimiento que el penado ha manifestado al requerimiento de pago de la indemnizacin que es insolvente. 75 En este sentido, GARCA VICENTE, op. cit., pg. 491.
6. CRITERIOS VALORATIVOS
El nuevo apartado 5 del art. 72 de la LOGP, modificado por la LO 7/03, recoge cuatro criterios, de carcter netamente valorativos, en orden a determinar si el penado cumple el nuevo requisito exigido para acceder al tercer grado. La I 2-2004, al igual que su antecesora, recoga textualmente los cuatro criterios subjetivos, como entonces se les denominaba. De forma diferente, la I 2-2005 TyG, recoge dos criterios generales, el pago efectivo (criterio objetivo) y la voluntad y capacidad de pago manifestado de alguna de las siguientes formas:, correspondiendo estas formas a los cuatro criterios valorativos del art.72.5 LOGP. Esta nueva redaccin, sin duda, recoge la nueva orientacin que se quiere dar al requisito de la satisfaccin de la responsabilidad civil. Los denominados, hasta ahora, criterios, pasan a formas o subcriterios, pudiendo entenderse que sufren una cierta devaluacin. Pero veamos los dos componentes de este criterio genrico. La voluntad est recogida para dar cobertura al simple compromiso de pago si las circunstancias lo permiten. Entendemos que slo la voluntad no debe ser suficiente, salvo casos de verdadera y absoluta insolvencia, para dar por cumplido el requisito, y por supuesto, deber valorarse de forma diferente en funcin del grado de clasificacin; a medida que ms se avanza hacia la libertad, mayor exigencia. Respecto a la capacidad de pago, ya se encontraba, y se encuentra recogida en el criterio dos, de manera muy completa. En consecuencia, la nueva redaccin no parece aportar nada nuevo ni relevante, puesto que voluntad y capacidad de pago estaban incluidas en la anterior y, naturalmente, deban ser ponderadas junto con las dems. Salvo, como se ha sealado, que se quiera dar carta de naturaleza a una voluntad ficticia. Veamos, no obstante, las distintas formas o criterios: - La conducta efectivamente observada en orden a restituir lo sustrado, reparar el dao e indemnizar los perjuicios materiales y morales. Mediante la conducta efectivamente observada, habr que tener en cuenta los actos voluntarios realizados por el penado con el mencionado fin. En consecuencia, y desde una interpretacin literal, no deberan valorarse el pago parcial de una indemnizacin realizada a travs del comiso, pues falta esa voluntad de restituir, reparar o indemnizar. Por otra parte, esta conducta se puede dar en cualquier momento entre la comisin del delito y el estudio por parte de la Junta de Tratamiento (JT), pudiendo venir recogido en la propia sentencia, o, si la actuacin es posterior a sta, a travs de los oportunos justificantes. Generalmente, esta justificacin vendr dada por ingresos parciales en la cuenta de consignacin del Juzgado o Tribunal sentenciador, solicitud de pago fraccionado76 o compromiso del propio penado de hacer frente a la responsabilidad civil en tercer grado o libertad condicional (sobre este ltimo aspecto trataremos ms adelante). - Las condiciones personales y patrimoniales del culpable, a efectos de valorar su capacidad real, presente y futura para satisfacer la responsabilidad civil que le correspondiera. Se pretende obtener una informacin suficiente para determinar la capacidad real del penado, independientemente de la posible declaracin de insolvencia, para poder hacer frente, ya sea de forma fraccionada o totalmente, a la RC sealada en senten76 El art. 125 CP seala a este respecto: ...el Juez o Tribunal, previa audiencia del perjudicado, podr fraccionar su pago, sealando, segn su prudente arbitrio y en atencin a las necesidades del perjudicado y a las posibilidades econmicas del responsable, el perodo e importe de los plazos.
cia. En consecuencia, y como recoge la I 2-2005 TyG, 1.4 a) ...siendo necesario... justificar la situacin econmica actual del interno que le impide afrontar el pago.. Para ello, habr que tener en cuenta los movimientos en la hoja de peculio77 del interno, ingresos, tanto del exterior como del propio interno procedente de trabajos remunerados, situacin personal y familiar, as como otras circunstancias que pudieran aportar informacin sobre el objetivo mencionado. - Las garantas que permitan asegurar la satisfaccin futura. Al hablar de garantas, habr que referirse, en la inmensa generalidad de los casos, al compromiso personal del propio interno, bien de seguir realizando pagos fraccionados, bien de iniciarlos cuando su situacin econmica se lo permita. Otro tipo de garantas78 sern difciles de utilizar, salvo algunos casos de supuestos singularizados. As lo recoge la I 2-2005 TyG, en el apartado citado anteriormente: ... el compromiso firmado por el mismo (el penado) de comenzar a satisfacerla si durante el tercer grado o disfrute de la libertad condicional desarrolla un trabajo remunerado. - La estimacin del enriquecimiento que el culpable hubiera obtenido por la comisin del delito y, en su caso, el dao o entorpecimiento producido al servicio pblico, as como la naturaleza de los daos y perjuicios causados por el delito, el nmero de perjudicados y su condicin. Circunstancias stas, an ms subjetivas, si cabe, y que, necesariamente, deben referirse a delitos distintos de los sealados en los apartados a) a d) del art. 75.5 de la LOGP, en los que deber exigirse el pago de la RC de forma singularizada. O, al menos, que no sean aplicables los calificativos de notoria gravedad y perjudicado a una generalidad de personas. En definitiva, como recoge la I 2-2005 TyG en el apartado a) del punto 1.4:"la voluntad y capacidad de pago ser valorada ponderadamente por la Junta de Tratamiento a la hora de realizar la propuestas de tercer grado" En consecuencia, y a la vista de los todos y cada uno de los factores que integran los distintos criterios, las JT analizarn cada caso, de forma individualizada, con objeto de determinar si se cumple o no, el requisito de haber satisfecho la RC. Proponiendo en caso afirmativo, y siempre que sean favorables el resto de variables79, la clasificacin inicial o la progresin en tercer grado. Clasificacin sta, al igual que la situacin de libertad condicional, revisables en funcin del incumplimiento injustificado de los compromisos adquiridos respecto al inicio, continuacin o pago total de la RC.
77 La hoja de peculio es una especie de cuenta corriente a nombre del interno y gestionada por la Administracin del Centro Penitenciario, en la que se pueden realizar ingresos, tanto l mismo como desde el exterior, as como reintegros o trasferencias. 78 Aval personal, bancario, hipotecas, derechos econmicos, rentas, valores o de otro tipo que el penado pudiera tener. 79 El art. 63 LOGP seala: La clasificacin debe tomar en cuenta no slo la personalidad y el historial individual, familiar, social y delictivo del interno, sino tambin la duracin de la pena y medidas penales en su caso, el medio al que probablemente retornar y los recursos, facilidades y dificultades existentes en cada caso y momento para el buen xito del tratamiento; texto reiterado en el art. 102.2 RP. Del mismo modo, en relacin con la progresin de grado, el art. 65.2 LOGP; y su homlogo del RP, 106.2, : La progresin en el tratamiento depender de la modificacin de aquellos sectores o rasgos de la personalidad directamente relacionados con la actividad delictiva; se manifestar en la conducta global del interno y entraar un acrecentamiento de la confianza depositada en el mismo y la atribucin de responsabilidades, cada vez ms importantes, que implicarn una mayor libertad. Variables que debern concurrir, de forma previa, a la consideracin del cumplimiento de la satisfaccin de la RC.
Pueden ser varios los autores del delito y con distinto grado de participacin, debiendo sealarse en sentencia la cuota que corresponde a cada uno y el rgimen de RC aplicable80. No obstante, cuando sta no distinga cuotas, se entender por partes iguales81. En cuanto al rgimen de responsabilidad, s es habitual reflejar el carcter solidario entre autores, de forma que cada uno debe responder de las cuotas no satisfechas por los dems. Para GARCA VICENTE82 la solidaridad no es una forma de distribucin de la responsabilidad, sino una garanta de su cumplimiento... cada uno de los partcipes est obligado por su cuota, pero responde frente a la vctima por la de los dems. Esta solidaridad implica, por una parte, que la vctima puede dirigirse contra cualquiera de los autores solicitando el pago de la totalidad de la indemnizacin (art. 1144 CC), y por otra, que la falta de cumplimiento de la obligacin por insolvencia del deudor solidario ser suplida por sus codeudores, a prorrata de las deudas de cada uno (art. 1145 CC). En cuanto a la relacin entre los dos distintos grupos, autores y cmplices, se produce una relacin de subsidiariedad. Esto es, agotada la posibilidad del pago de la indemnizacin, por todos los miembros de un grupo (por ejemplo, los autores), por la va de solidaridad, debern hacerse cargo de estas cuotas los componentes del otro grupo (en el mismo ejemplo, los cmplices)83-84.
7.2. Los intereses en la indemnizacin
La cantidad fijada en sentencia como indemnizacin genera intereses, y por tanto, considerada como una deuda de valor85. La cantidad debida ser la inicialmente fija80 El art. 116 CP, en el punto 1 seala: Si son dos o ms los responsables de un delito o falta los Jueces o Tribunales sealarn la cuota de que deba responder cada uno. El punto 2: Los autores y los cmplices, cada uno dentro de su respectiva clase, sern responsables solidariamente entre s por sus cuotas, y subsidiariamente por las correspondientes a los dems responsables. 81 CARRILLO VINADER, F. J. en Comentarios al Cdigo Penal, VV.AA., Director Cobo del Rosal, Tomo IV, Edersa, Madrid 2000, pgs. 407 y ss. seala el cambio de postura por parte del TS, que pas de casar sentencias en las que no se establecan las cuotas para cada partcipe, a entender una distribucin por partes iguales si no se haca mencin expresa. 82 GARCA VICENTE, F, SOTO NIETO, F, de LAMO RUBIO, J. y GUILLN SORIA, J. M., en Responsabilidad civil. Consecuencias accesorias y costas procesales. Extincin de la Responsabilidad criminal, BOSCH, Barcelona 1998, pg. 164. 83 Lgicamente, la culpabilidad de autores y cmplices es distinta, y por consiguiente, la distribucin de cuotas de indemnizacin debera recoger esta distincin. En este sentido CARRILLO VINADER, op. cit., pgs 413/14; as como MOLINA BLZQUEZ, M. C., La aplicacin de la pena. Estudio prctico de las consecuencias jurdicas del delito, Bosch, Barcelona 1998, pg. 116, que incluso seala la posibilidad de solicitar la aclaracin de sentencia del art. 267 LOPJ y 161 LECrim. cuando no se hace distincin entre las cuotas de indemnizacin, y en su caso el recurso de casacin. Sin embargo, la sentencia de la Audiencia Provincial de Guipzcoa de 19-3-01, por la que se condena a dos personas por asesinato, una en concepto de autor y otra de cmplice, se seala: En concepto de indemnizacin ambos debern pagar conjuntamente a la cantidad de.... Debindose entender, por tanto, que las cuotas son iguales para autor y cmplice. 84 LANDECHO VELASCO, y MOLINA BLZQUEZ, M. C., Derecho Penal Espaol. Parte General, Tcnos, 6. edicin, Madrid 2000, pg. 577, se muestran en contra de esta responsabilidad subsidiaria plena por parte de los cmplices, abogando por una interpretacin restrictiva. 85 La STS Sala 1. de 14 de junio de 1997, seala en este sentido: Es consolidada doctrina la de que las deudas indemnizatorias conducentes a la reparacin de daos y perjuicios tienen carcter de deuda de valor, por lo
da ms los intereses generados hasta su completa satisfaccin. En consecuencia, y salvo que la indemnizacin se satisfaga de forma inmediata, la cantidad fijada en la misma, en estricta legalidad86, deber incrementarse con los intereses generados por las cantidades aplazadas hasta su total satisfaccin.
7.3. Fraccionamiento
El art. 125 CP seala cuando los bienes del responsable civil no sean bastantes para satisfacer de una vez todas las responsabilidades pecuniarias, el Juez o Tribunal, previa audiencia al perjudicado, podr fraccionar su pago, sealando, segn su prudente arbitrio y en atencin a las necesidades del perjudicado y a las necesidades econmicas del responsable, el perodo e importe de los plazos. de esta forma se posibilita la satisfaccin de la RC de forma aplazada, evitando con ello, posibles embargos, y consiguiente subasta de bienes, que podra suponer un perjuicio innecesario para el penado. En el mbito que estamos tratando, la autorizacin del pago fraccionado (Decisin potestativa del Juez o Tribunal sentenciador), en principio, entendemos que se plantea sobre los supuestos de declaracin de solvencia o insolvencia parcial87. No obstante, en supuestos de insolvencia (en relacin con la absoluta veracidad de tal situacin, como hemos sealado anteriormente), y en funcin del tipo de delito, del beneficio obtenido y de otras circunstancias concurrentes, el Juez o Tribunal sentenciador podran no admitir este pago fraccionado88. Ahora bien, salvo este tipo de supuestos, no muy frecuentes, consideramos que en los casos de insolvencia, el penado puede omitir el trmite de solicitud de fraccionamiento, pasando directamente a realizar ingresos a cuenta del total de la indemnizacin89. Hay que tener en cuenta que la exigencia del pago de la responsabilidad civil, a efectos penitenciarios, se ha instaurado con la LO 7/03, siendo anteriormente, poco menos que anecdtico, el pago de indemnizaciones fuera de supuestos de solvencia. En todo caso, siempre podr el Juez o Tribunal sentenciador, denegar, al inicio del pago fraccionado, tal posibilidad.
que la cuanta ha de determinarse, no con referencia a la fecha en que se produjo la causa sino aquella en la que se liquide el importe en ejecucin de sentencia. Sobre este tema, ver, entre otros MOYNA MNGUEZ, J. en Cdigo Penal Comentarios, jurisprudencia y legislacin complementaria, VV.AA., Clex, 6. edicin, Madrid 2001, pgs. 168/9. CAVANILLAS MGICA, S., en La responsabilidad civil ex delicto, VV AA, Aranzadi, Navarra 2002, pgs. 67 y ss. 86 GARCA VICENTE, op. cit. La responsabilidad civil, pg. 102, seala que se trata de un inters de carcter procesal que opera op legis, y por eso se aplica en ejecucin de condena de oficio. 87 En este sentido el Auto de la Audiencia provincial de Burgos de 6-6-03. 88 Citaremos lo recogido, a este respecto, por el Auto de la Audiencia Provincial de Mlaga, Secc. Primera: Vista la peticin del penado, en orden a satisfacer la responsabilidad civil en cuotas mensuales de 100 euros, y las posibilidades econmicas del responsable, constando en autos la declaracin de insolvencia, as como la cuanta de la indemnizacin impuesta de 5.600 euros (beneficio econmico), y valorando la poca voluntad que ha demostrado de ir satisfaciendo la responsabilidad civil, dada la escasa cuanta ofrecida, es por lo que esta Sala deniega el fraccionamiento del pago interesado. 89 El la prctica diaria de los Centros Penitenciarios, se puede ver que son cada vez ms los internos que realizan ingresos peridicos (mensuales o con una cadencia superior), bien directamente con ocasin de salidas de permisos, a travs de familiares o mediante transferencias, realizadas con el concurso de la Administracin del Centro Penitenciario, a las cuentas de consignacin de los diferentes Juzgados y Tribunales.
Las previsiones recogidas en el art. 607 LEC90 estn generando una clara divisin de opiniones, a favor y en contra, sobre su aplicacin al pago de la RC como requisito de acceso al tercer grado y libertad condicional. Clara muestra de ello ha sido la XIII Reunin de Jueces de vigilancia Penitenciaria celebrada en Valencia, en marzo de 2004, en la cual, se produjo un empate en la votacin de una de las enmiendas en las que se estableca el criterio a seguir en este punto concreto91. En el texto publicado sobre los criterios debatidos en esta Reunin, nicamente se recoge la motivacin a favor del contenido del citado criterio (bsicamente, no se puede exigir ms de lo que la ley exige), sin hacer mencin de los argumentos en contra. Por nuestra parte, consideramos, en principio, que no deben ser aplicables las limitaciones del art. 607 LEC, pues de lo que se trata es de valorar una conducta y un esfuerzo del penado en orden a la reparacin del dao causado, as como la asuncin del delito y sus consecuencias. Todo ello, desde una perspectiva tratamental y de reinsercin social, teniendo en cuenta para ello los distintos criterios sealados en el art. 72.5 de la LOGP92. Tampoco hay que perder de vista lo apuntado anteriormente, en relacin con las declaraciones de insolvencia, y la valoracin realizada en relacin con la satisfaccin de la RC. Todo ello, dentro de las connotaciones penalistas que venimos sealando respecto a la naturaleza de la RC.
7.5. Prelacin de pagos
El art. 126 CP establece el destino y prelacin de los pagos realizados por el penado o responsable civil subsidiario, fijando el legislador una clara preferencia respecto a la reparacin e indemnizacin a la vctima, por encima, incluso, de la multa, a la vista de las consecuencias que su impago conlleva: la prisin en concepto de responsabilidad personal subsidiaria. Ante las crticas sealadas a este sistema de prelacin, en cuanto a que la limitacin de recursos para pagar la multa podra suponer una prisin por deudas93, el
90 El art. 607 LEC, dice en el apartado 1: Es inembargable el salario, sueldo, pensin, retribucin o su equivalente que no exceda de la cuanta sealada para el salario mnimo interprofesional; recogiendo en el nmero 2, los lmites porcentuales mximos para cantidades superiores. 91 El texto del criterio, recogido en el nmero 7 del apartado V, deca: Para la progresin a tercer grado o la obtencin de la libertad condicional no ser exigible a los penados que trabajen por cuenta ajena, dentro o fuera del establecimiento, el pago fraccionado de la responsabilidad civil pendiente en cuanta superiores a las que procedera embargar conforme a lo dispuesto en la Ley de enjuiciamiento Civil, y, por ello, tal circunstancia , de concurrir, no ser valorada como falta de cumplimiento del requisito del art. 72.5 de la LOGP, en su redaccin actual. 92 En este sentido, es interesante recoger algunas de las ideas sealadas en el Informe aprobado por el Consejo General del Poder Judicial el 4 de febrero de 2003, en relacin con el Anteproyecto de LO de Medidas de reforma para el cumplimiento ntegro y efectivo de las penas: La reparacin del dao es signo inequvoco de una voluntad de integracinsocial del penado el requisito de la satisfaccin de las responsabilidades civiles para acceder al tercer grado o la libertad condicional no puede ser establecido como condicin absoluta para el disfrute del beneficio, sino que debe abordarse desde una perspectiva preventivo-especial, exigiendo que el penado haya puesto de manifiesto la tendencia a adecuar su conducta al respeto de la norma y a la vctima del delito el comportamiento postdelictivo observado por el penado es una circunstancia de especial significacin a los efectos de realizar el juicio pronstico de conducta futura, por lo que el legislador, al exigir la satisfaccin de la responsabilidad civil debe hacerlo en el sentido del esfuerzo serio de la reparacin, como circunstancia objetiva que concreta el juicio pronstico que debe hacer el Juez. 93 CORTS DOMNGUEZ, V., Derecho procesal. Proceso penal, VV. AA., Tirant lo Blanch, Valencia, 1992, pg. 775; aunque las crticas realizadas por este autor se refieren al art. 111 del CP 73, son totalmente aplicables al art. 126 CP 95, dada la plena identidad de contenido.
Dos cuestiones se plantean en este apartado. La transmisibilidad de la obligacin de reparar los daos ocasionados por el delito o falta, y la del derecho a ser reparado o indemnizado. El vigente CP, ni recoge ni hace mencin alguna, respecto a la previsin establecida por el art. 105 del derogado CP 73: La obligacin de restituir, reparar el dao e indemnizar los perjuicios, se transmite a los herederos del responsable. La accin de repetir la restitucin, reparacin e indemnizacin se transmite igualmente a los herederos del perjudicado. No obstante este silencio, algunos autores mantienen la plena vigencia de ambas prescripciones95. Por nuestra parte, consideramos que respecto al primer supuesto, transmisibilidad de la obligacin de restituir, reparar e indemnizar, no tiene ningn tipo de trascendencia en el mbito penitenciario. Respecto al segundo, transmisibilidad del derecho a ser restituido, reparado e indemnizado, consideramos que podra subsistir la obligacin del penado, si bien, habr que estar a lo que establezca el Juez o Tribunal sentenciador respecto a la vigencia de la misma.
7.7. Extincin de la responsabilidad civil
Al igual que algunos de los temas tratados anteriormente, el CP vigente omite la expresa referencia que haca el CP 73 en el art. 117: La responsabilidad civil nacida de delito o falta se extinguir de igual modo que las dems obligaciones, con sujecin a las reglas del derecho civil. A pesar del actual silencio, hay que seguir manteniendo la vigencia de tal referencia96. En consecuencia, hay que ir al Cdigo Civil (CC), que en su art. 1156 seala: Las obligaciones se extinguen por el pago o cumplimiento. Por la confusin de los remisin derechos del acreedor y deudor. Por la compensacin. Por la novacin. Pues bien, a los efectos que a nosotros nos ocupa, ms que el pago total de la deuda (la cuota correspondiente ms los intereses, las cuotas
94 La STC 54/86, de 7 de mayo, seala: el condenado a una pena pecuniaria no puede optar por destinar los recursos de que dispone a asegurar su propia libertad en lugar de a ponerlos a disposicin de quien, en su persona o bienes, ha sufrido las consecuencias daosas del delito o falta. En el mismo sentido, la STC 230/91, de 10 de diciembre: la ejecucin de la sentencia de este tipo de condenas penales en que existe una declaracin de responsabilidad civil, est presidida por el inters en la proteccin de la tutela judicial de la vctima, lo que en s mismo constituye un objetivo de poltica criminal perfectamente atendible y un valor constitucional que el legislador ha ponderado de manera prioritaria. 95 PRIETO RODRGUEZ, op. cit., pg. 84; seala que la derogacin no supone sino la reafirmacin de la aplicacin de los preceptos generales aplicables que, por ello, resultan inmodificados (especialmente arts. 659 y 1112 del cdigo civil en relacin con los art. 115 y 117 LECrim.). MAPELLI CAFFARENA, B., y TERRADILLOS BASOCO, J., Las consecuencias jurdicas del delito, 3. edicin, Cvitas, 1996, pg. 242; seala que es una consecuencia directa de la naturaleza civil de la responsabilidad derivada del delito, que el CP de 1973 recoga expresamente el art. 105 y que hoy encuentra su base en el art. 1.122 CC. En el mismo sentido COBACHO GMEZ, J. A., en Comentarios al Cdigo Penal, VV. AA., Director Cobo del Rosal, Edersa, Madrid, 2000, pgs. 162/3. 96 En este sentido, entre otros, QUINTERO OLIVARES, en La responsabilidad civil ex delicto, VV. AA., Aranzadi, Navarra, 2002, op. cit., pag. 131 y ss.
de los dems partcipes por solidaridad o subsidiariedad, y que en definitiva le corresponde acreditar a la autoridad judicial competente), lo que verdaderamente nos debe interesar es la valoracin de una conducta orientada a ese fin. A salvo, naturalmente, de lo que despus se dir sobre los casos singulares. Volviendo sobre las formas de extincin, y ubicndolas en nuestro mbito, podemos entender condonacin por la renuncia del perjudicado a la indemnizacin, ya sea realizada antes o despus de la sentencia. En este ltimo caso, tendr que mediar intervencin judicial y realizarse con las debidas garantas de libertad y voluntariedad. Respecto a la confusin, parece poco factible que se pueda dar tal figura. La compensacin podra darse en el caso de que concurriera, de forma recproca entre vctima y penado, las situaciones de acreedor y deudor, o la de ser, tanto vctima como agresor (en el supuesto de agresin mutua)97 Y en cuanto a la novacin, podra asimilarse a la figura del fraccionamiento del art. 125 CP, ya visto anteriormente. Otra forma de extincin de la RC, podra ser a travs de la prescripcin. La jurisprudencia de la Sala de lo Civil del TS vena entendiendo que para los ilcitos civiles, el plazo de prescripcin era el de un ao, sealado en el art. 1968 CC, mientras que para los penales, el de quince aos del art. 1964 del mismo texto legal98. En esta lnea, el Proyecto de LO del CP de 1992, en su art. 129, estableca un plazo de 15 aos, optando el legislador del CP 95, por el silencio ante la viva polmica que se suscit entre la doctrina99. Ahora bien, entendemos que este planteamiento de plazos est en relacin con el ejercicio de la accin de la responsabilidad civil por parte de los perjudicados sealados en sentencia, y no respecto al mbito penitenciario del tema. Esto es, durante el cumplimiento de la condena, como uno de los requisitos para el acceso al tercer grado o libertad condicional, y la posible revisin de estas situaciones en su caso.
El ltimo prrafo del art. 72.5 LOGP seala: Singularmente, se aplicar esta norma cuando el interno hubiera sido condenado por la comisin de alguno de los siguientes delitos:
97 Como ejemplo de este supuesto, citaremos el Juicio de Faltas 537/2 del Juzgado de Instruccin nmero 1 de Alcal de Henares, en el que dos personas, en agresin mutua, resultando las dos penadas al pago recproco de indemnizacin, que al ser en distinta cuanta, se compensan por la cantidad equivalente. 98 QUINTERO OLIVARES, op. cit., pg. 135, seala que el TS opt por el plazo de 15 aos, al considerar la responsabilidad civil ex delicto, como un tercer genero, que al carecer de norma especfica, queda sometido a plazo general de las acciones personales del art. 1964 CC, de 15 aos. 99 Polmica que se volver a reproducir, aunque en un contexto bien diferente, en relacin con la actual situacin econmica de muchos etarras en situacin de libertad. Estos terroristas fueron en su da condenados al pago de indemnizaciones que no cumplieron al ser declarados insolventes. La Audiencia Nacional determin, el pasado da 10 de enero, el embargo de los bienes del etarra Kandido Aspiazu, en libertad tras el cumplimiento de su condena y que mont un negocio de cristalera en el mismo edificio en donde reside la viuda del concejal de UCD Ramn Baglietto, asesinado por Aspiazu. En esta lnea, la Fiscala de la Audiencia Nacional ha iniciado una investigacin sobre los bienes de los etarras que no pagaron en su da las indemnizaciones a que fueron condenados por haber sido declarados insolventes, as como los correspondientes informes sobre la prescripcin o no de tales deudas, segn comunicado de Europa Press de 31-01-06.
a) Delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconmico que hubieran revestido notoria gravedad y hubieran perjudicado a una generalidad de personas. b) Delitos contra los derechos de los trabajadores. c) Delitos contra la Hacienda Pblica y contra la Seguridad Social. d) Delitos contra la Administracin Pblica comprendidos en los captulos V al IX del ttulo XIX del libro II del cdigo Penal.. En relacin con los delitos del apartado a), habr que entender incluidos aquellos que superen las connotaciones aplicables al ltimo de los criterios subjetivos, como pudieran ser grandes estafas inmobiliarias, bancarias, alteracin de precios de valores cotizados en bolsa, u otros similares. Respecto al b) se incluyen, entre otros, los delitos relativos al trfico de mano de obra extranjera e inmigracin clandestina, cada vez ms frecuentes en nuestro pas. En el apartado d) se incluyen el cohecho, trfico de influencias, malversacin, fraude y exacciones ilegales y negociaciones y actividades prohibidas a los funcionarios pblicos y de los abusos en el ejercicio de de su funcin. Salvo en los delitos recogidos en el apartado a), que requieren una valoracin, en el resto resulta totalmente objetivo la exigencia de la satisfaccin de la RC de forma singularizada, y por tanto, viene determinada por la calificacin jurdica del delito hecha en la sentencia. Ahora bien, como ya comentbamos, Qu hay que entender por una aplicacin singularizada? La I 2-2004 recoga textualmente lo establecido a este respecto por la I 9/2003. En el segundo prrafo del apartado f), punto 1.3 se deca: Cuando se trate de delitos singularmente recogidos en el artculo 72.5 de la Ley Orgnica General Penitenciaria, ser preceptivo, para formulacin de propuesta de tercer grado, que el penado haya satisfecho la responsabilidad civil o exista informe judicial que acredite que el mismo se encuentra en condiciones de hacerlo por la existencia de aval o cualquier otra frmula considerada suficiente por el Tribunal. Desde esta interpretacin, slo caban dos formas de cumplir el requisito, el pago total de la RC o la existencia de aval o garanta suficiente. Con la particularidad de que la valoracin sobre la garanta no la efecta la JT, como en los supuestos generales, sino que la debe hacer el Tribunal (o Juez) sentenciador. Esa interpretacin que se ve modificada en la I 2-2005 TyG, siguiendo el acuerdo mayoritario de los JVP, recoge el trmino singularmente no introduce un diferente tratamiento jurdico penitenciario para los penados que cumplan su condena por estos delitos, valorndose tanto el criterio objetivo como la voluntad y capacidad de pago apreciada en los factores sealados anteriormente, si bien de manera ms destacada que los dems delitos. Interpretacin sta, tan aceptable como la anterior, desde un punto de vista legal, ya que en el trmino singularmente, caben ambas y otras ms que pudieran hacerse. De esta forma se eliminan las dos categoras hasta ahora existentes, pasando a conformarse una, en la que todo es valorable. Eso s, con ms o menos rigor. Se elimina una interpretacin, cuestionable como todas, pero que no ofreca dudas de aplicacin. Un aspecto positivo e importante hay que resaltar, mientras que de la forma anterior podran darse casos de imposible progresin a tercer grado con una aplicacin estricta (situaciones de elevadsimas indemnizaciones con situaciones econmicas precarias y reales), con esta nueva quedan perfectamente salvados.
Los delitos de terrorismo y cometidos en el seno de organizaciones criminales, tienen un tratamiento especfico en toda la LO 7/03. Respecto a la exigencia del requisito de satisfaccin de la RC, el nuevo apartado 6 del art. 72 LOGP seala: Del mismo modo, la clasificacin o progresin al tercer grado de tratamiento penitenciario de personas condenadas por delitos de terrorismo o cometidos en el seno de organizaciones criminales, requerir, adems de los requisitos previstos en el Cdigo Penal y la satisfaccin de la responsabilidad civil con sus rentas y patrimonio presentes y futuros en los trminos del apartado anterior... No queda muy claro el nivel de exigencia de este requisito de la RC en estos supuestos, por lo que habr que ir a una interpretacin sistemtica y teleolgica de la normativa existente. La I 2-2004, al igual que su antecesora, no haca mencin especfica al respecto. En la letra e) del punto 1.3 (que trata sobre las normas de tramitacin de las propuestas de tercer grado por las Juntas de Tratamiento), hace referencia a los delitos singularmente recogidos en el art. 72.5 LOGP (como ya hemos visto en el apartado anterior, no recoge los delitos de terrorismo ni los cometidos en el seno de organizaciones criminales). En la letra f), del mismo punto, seala En el caso de los restantes delitos, sin ninguna otra mencin especfica. En el punto 1.2 de la misma Instruccin (que trata sobre la satisfaccin de la responsabilidad civil), establece dos apartados: a) Supuestos generales y b) Delitos de terrorismo o cometidos en el seno de organizaciones criminales. Por otro lado, la exposicin de motivos de la LO 7/03, en el tercer prrafo del apartado VIII (sobre la satisfaccin de la RC como requisito para alcanzar el tercer grado), seala Por ello, se aplicar esta norma, singularmente, cuando el interno hubiera sido condenado por la comisin de delitos contra el patrimonio y contra el orden socioeconmico que hubieran revestido una notoria gravedad y hubieren perjudicado a una generalidad de personas, por delitos contra los derechos de los trabajadores, por delitos de terrorismo (el resaltado es nuestro), por delitos contra la Hacienda Pblica y contra la seguridad Social, as como delitos contra la Administracin Pblica. De esta forma quedaran incluidos, explcitamente, los delitos de terrorismo, que no los cometidos en el seno de organizaciones delictivas. El apartado 6 del art. 72 LOGP seala respecto a delitos de terrorismo y cometidos en el seno de organizaciones criminales: requerir la satisfaccin de la responsabilidad civil con sus rentas y patrimonios presentes y futuros, haciendo un especial hincapi en la obligacin de responder frente a la RC. Sealando a continuacin en los trminos del apartado anterior, del apartado 5, donde se recogen los supuestos generales y los singularizados. De todo lo expuesto puede deducirse que la aplicacin del requisito de la RC, en el caso de terrorismo y organizaciones criminales, puede aplicarse de forma singularizada. La nueva I 2/05 TyG nada aclara sobre el tema. En el apartado 1.4 b): Delitos de terrorismo o cometidos en el seno de organizaciones criminales, siguiendo los pasos de sus antecesoras, omite hacer referencia alguna a la RC. En el apartado 1.5: Normas para tramitacin de las propuestas de tercer grado por las Juntas de Tratamiento, seala en la letra f), refirindose a la aplicacin singularizada, dichos requisitos sern exigidos con mayor rigor en los supuestos contemplados en el art. 72.5 in fine de
la LOGP.100 Quiz pudiera interpretarse de esta ltima expresin, que la aplicacin de forma singularizada se limita a los delitos contemplados especficamente en el art. 75.2 LOGP. En conclusin, a la vista de lo sealado y teniendo en cuenta uno de los principales fines de la LO 7/03, lograr una lucha ms efectiva contra la criminalidad, especialmente contra la ms grave, hay que interpretar que para los delitos de terrorismo y cometidos en el seno de organizaciones criminales, deber exigirse el requisito de la satisfaccin de la RC de forma singularizada. Con mayor motivo, desde la interpretacin que la I 2-2005 hace a la aplicacin singularizada101. Otra de las cuestiones no definidas, dentro de este apartado, es el concepto de organizacin criminal. Concepto de carcter indeterminado, no definido normativamente en la propia LO 7/03, y, por ello, objeto de distintas interpretaciones. A este respecto, el Informe del CGPJ sobre el Anteproyecto de esta Ley, y sobre la que se realizaba la siguiente recomendacin: Por ello, debera el legislador proporcionar una definicin autnoma de organizacin criminal con los fines establecidos en estos preceptos, limitando el alcance de los delitos a que se refiere en funcin de una determinada gravedad102. Recomendacin, evidentemente, no seguida en el texto definitivo. La I 2/2004 sealaba en la letra b) del punto 1.2: en cuanto a los delitos cometidos en el seno de organizaciones criminales, que han de entenderse con un criterio criminolgico que no normativo del mismo, optando por una interpretacin extensiva del concepto. Por el contrario, los JVP se inclinan por una interpretacin ms restrictiva, sealando que por organizacin criminal debe entenderse aquella tipificable como asociacin ilcita en cuyo seno se cometa adems otro delito103. Orientacin, esta ltima, seguida en la I 2-2005 TyG al eliminar la mencin al criterio criminolgico, pero sin que quede aclarado el concepto. Por nuestra parte, consideramos que organizaciones criminales dentro del contexto que estamos tratando, debe de entenderse, adems de los supuestos tipificados como asociacin ilcita, aquellos en los que se establece un tipo agravado, bien por la simple integracin o por la realizacin de funciones directivas o similares, como pueden ser los art. 369.2, 370.2, o 318 bis 5, del vigente CP. As como en los que se establezca de forma expresa en la sentencia, la formacin e integracin en organizacin criminal para la realizacin de los delitos por los que resultan condenados.
100 Como curiosidad, decir que esta expresin in fine, fue aadida en la segunda versin de la I 2-05 TyG que se remiti a los Centros Penitenciarios, pues en la primera se detectaron, al parecer, pequeos errores de redaccin. 101 En el mismo sentido FERNNDEZ APARICIO, J. M., La satisfaccin dela responsabilidad civil y su incidencia en el mbito penitenciario, en Revista Poder Judicial n 74, 2004, pg. 55. 102 En este informe se hace referencia a la jurisprudencia del TS donde se establecen como notas caractersticas que los autores hayan actuado dentro de una estructura caracterizada por un centro de decisiones y diversos niveles jerrquicos, con posibilidad de sustitucin de unos a otros mediante una red de reemplazos que asegura la supervivencia del proyecto criminal con cierta independencia de las personas integrantes de la organizacin, y en concreto, y de ah la recomendacin, al art. 282 bis 4 de la LECrim. en donde se hace una definicin amplia y extensa de lo que se considera como delincuencia organizada al regular la participacin del agente encubierto: la asociacin de tres o ms personas para realizar, de forma permanente o reiterada, conductas que tengan como fin cometer alguno o algunos de los siguientes delitos citando una extensa gama de delitos. 103 Criterio adoptado en la XIII Reunin de JVP, celebrada en Valencia, en marzo del 2004, basndose en los criterios establecidos por la Audiencia Nacional, debindose integrar, tambin las notas de jerarqua, permanencia y alta peligrosidad.
V. LA RESPONSABILIDAD CIVIL COMO REQUISITO PARA LA LIBERTAD CONDICIONAL 1. RESPONSABILIDAD CIVIL Y LIBERTAD CONDICIONAL
De igual forma que para el acceso al tercer grado se requiere el cumplimiento del requisito de haber satisfecho la RC, la LO 7/03 tambin lo establece para acceder a la libertad condicional. El nuevo texto del art. 90 CP mantiene, bsicamente106, los tres requisitos clsicos: estar en tercer grado, haber cumplido las 3/4 partes de la condena y haber observado buena conducta con pronstico favorable de reinsercin. Ahora bien, en el segundo prrafo, se hace una precisin sobre este pronstico: No se entender cumplida la circunstancia anterior si el penado no hubiese satisfecho la responsabilidad civil derivada del delito en los supuestos y conforme a los criterios establecidos por el artculo 72.5 y 6 de la Ley Orgnica General Penitenciaria. De forma que, la valoracin favorable de dicho pronstico depender, en ltima instancia, de la satisfaccin de la RC, debindose proceder, por parte de las JT, a una reconsideracin del estado de dicho requisito. Esto es, cuando el penado accedi al tercer grado con el compromiso de iniciar o seguir pagando las indemnizaciones, las JT, en el momento de elaborar dicho pronstico, debern valorar el nivel de cumplimiento del mismo, puesto que si no lo ha iniciado, lo ha suspendido, o no ha hecho aportaciones razonables y suficientes, todo ello, por supuesto, en funcin de sus posibilidades reales, el pronstico deber ser desfavorable. Si ese incumplimiento ha estado justificado, deber renovarse el compromiso de cara al perodo de libertad condicional. En todo caso, y mientras no se haya satisfecho en su totalidad la RC, de acuerdo con lo establecido en la I-2005 TyG: las Juntas de Tratamiento, al elevar el expediente al Juez de Vigilancia, podrn proponer una o varias de las reglas de conducta o medidas previstas en los artculos 83 y 96.3 del Cdigo penal, especialmente la obligacin de realizar los pagos fraccionados de responsabilidad civil a los que se hubiera comprometido107. Los JVP se muestran favorables, de forma mayoritaria, al establecimiento de esta regla de conducta, segn se recoge en los criterios adoptados en la XIII Reunin, y que nosotros consideramos de obligada imposicin. Una vez que el penado se encuentre en libertad condicional, la regla de conducta sealada deber ser objeto de control y seguimiento como cualquier otra de las condiciones impuestas (En este sentido, de forma coherente, la I 2-2005 TyG recoge en el punto 2: Los servicios sociales penitenciarios realizarn el seguimiento del cumplimiento de dichas obligaciones) Pudiendo establecerse modificaciones al respecto, en funcin de las circunstancias que concurran en el penado. Los
106 La nica diferencia, en cuanto a la redaccin nominal de los requisitos clsicos, consiste en que, mientras en el texto del CP 95 el pronstico individualizado y favorable de reinsercin social era emitido por los expertos que el Juez de Vigilancia estime convenientes., en la nueva redaccin, aqul es el emitido en el informe final previsto en el art. 67 de la Ley Orgnica General Penitenciaria. Esto es, el emitido por las Juntas de Tratamiento, con lo cual, queda residenciado, dicho pronstico, exclusivamente, en stas. 107 Esta regla de conducta se puede incardinar perfectamente en el art. 83.1.5., que dice: cumplir con los dems deberes que el Juez o Tribunal estime convenientes para la rehabilitacin social del penado, previa conformidad de ste, siempre que no atenten contra la dignidad como persona. De igual manera, respecto al art. 96.3, donde se recogen las medidas no privativas de libertad, la 12. seala: El sometimiento a programas de tipo formativo, cultural, educativo, profesional, de educacin sexual y otros similares., siendo este ltimo inciso la formula de inclusin.
Servicios sociales, en caso de incumplimiento, elevarn el correspondiente informe al JVP, quien deber determinar la procedencia o no de la revocacin de la libertad condicional. En este contexto, hay que plantearse aquellos supuestos en los que, a la vista de las cantidades peridicas comprometidas, y teniendo en cuenta la fecha de libertad definitiva, quedasen importantes cantidades por abonar. Evidentemente, una vez en libertad definitiva, la amenaza de regresin de grado o revocacin de la libertad condicional, desaparecen, quedando nicamente, como amenaza el mantenimiento de los antecedentes penales (art. 136.2 CP), y una ms que dudosa reclamacin en va civil, con las limitaciones o imposibilidad en los casos de insolvencia.
terio adoptado por los JVP sobre este nuevo beneficio tambin seala esa doble excepcionalidad, entendiendo, en consecuencia, que los criterios de aplicacin debern ser restrictivos109. En cuanto a los requisitos establecidos para poder acceder a este beneficio, hay que sealar que, pasados ms de dos aos desde la entrada en vigor de la LO 7/03, se encuentran todava pendientes de creacin los de reparacin a las vctimas. Las distintas Instrucciones dictadas por la DG pasan de largo sobre el tema, repitiendo de forma textual la mencin sealada en la LO 7/03. Por lo que parece, habr que esperar, cuando menos, a la futura reforma del Reglamente Penitenciario. En el momento actual y sin ningn tipo de planteamiento normalizado al respecto, a priori, consideramos que los ingresos peridicos con destino a la satisfaccin de la RC no pueden ser considerados como participacin en un programa de este tipo. En cuanto al procedimiento a seguir, nos encontramos con una situacin un tanto peculiar. La I 2-2005 TyG se remite, en el punto 3, a la I 3-2004, de 29 de diciembre, sobre sistemas de evaluacin e incentivacin de las actividades de los internos. Esta ltima, a su vez, se remite a la I 2-2004, de 16 de junio, que fue derogada por la primera. En consecuencia, la equivalencia en das de adelantamiento de la libertad condicional, en funcin de la valoracin-calificacin semestral de la participacin en programas especficos de tratamiento o de reparacin a las vctimas (Insuficiente: 0 das; Normal: 15 das; Destacada: 30 das y Excelente: 45 das), o bien se ha omitido por error u olvido, producindose un cierto vaco normativo, o bien se ha considerado prescindible. En este ltimo supuesto cabra preguntar tendran las Juntas de Tratamiento carta blanca para proponer el nmero de das de adelantamiento, con el lmite del CP? Otra de las cuestiones procedimentales de la I 3-2004, en cuanto a la valoracin de actividades a efectos de concesin de beneficios penitenciarios, que pueden suscitar dudas, se refiere al requisito de calificacin de Destacada y/o Excelente para poder realizar la propuesta de aquellos (adelantamiento de libertad condicional, adelantamiento cualificado e indulto particular). Aadindose En ningn caso se realizarn propuestas de beneficios penitenciarios de este apartado si las calificaciones son inferiores. Esto quiere decir que todas y cada una de las valoraciones semestrales, individualmente consideradas desde el ingreso en prisin, deben de ser Destacada y/o Excelente? Si una de ellas es Insuficiente o Normal, no se podra proponer? Hay que considerar las valoraciones en unidades de aos? Se podra hacer una valoracin media, global, o de otro tipo? Por nuestra parte consideramos que cuantos ms datos objetivos se establezcan para la cuantificacin y propuesta de beneficios penitenciarios, mayores ndices de igualdad en la aplicacin de la norma, mayor seguridad jurdica, y en definitiva, mayor justicia110.
109 Dentro del conjunto de criterios adoptados por los JVP en la XIII Reunin, se recoge en el n. 6 del apartado VII: La interpretacin del beneficio del artculo 91.2 del Cdigo penal (modificado por LO 7/2003) deber ser restrictiva, pues supone un plus sobre un beneficio que ya de por s, debe concederse slo excepcionalmente.. 110 En este sentido, los JVP parecen mostrar un especial inters sobre el tema al recoger en el n. 7 del apartado VI: Si bien en el caso del artculo 91.2 el procedimiento slo podr iniciarse si existe propuesta previa de Instituciones Penitenciarias, sta deber estar en todo momento en condiciones de explicar que no ha ejercido de forma arbitraria sus facultades discrecionales de propuesta o ausencia de propuesta del beneficio.
VI. CONCLUSIONES
Consideramos que la reparacin de los daos ocasionados por el delito forma parte de los fines de las penas y, consecuentemente, debern tenerse en cuenta, en la medida que sea necesario, tanto en el proceso de su determinacin como en el de ejecucin. La orientacin que el art. 25.2 CE seala para las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad, reeducacin y reinsercin social, tambin incluye la asuncin de las responsabilidades contradas con el delito y su correspondiente reparacin. En este sentido, y dentro del mbito penitenciario, la RC adquiere un carcter tratamental. De manera general, formando parte de los objetivos que marca el art. 59 de la LOGP: El tratamiento pretende hacer del interno una persona con la intencin y la capacidad de vivir respetando la Ley Penal se procurar, en la medida de lo posible, desarrollar en ellos una actitud de respeto a s mismos y de responsabilidad individual y social con respecto a su familia, al prjimo y a la sociedad en general. De manera particular, dentro de los objetivos sealados en programas individualizados de tratamiento, establecido para cada penado por las Juntas de Tratamiento de los Centros Penitenciarios. En este sentido, hay que considerar un verdadero acierto su introduccin por la LO 7/03, como requisito, ponderable, para el acceso al tercer grado y a la libertad condicional. Se debera normalizar, unificar y simplificar, las intervenciones e informacin sobre RC, tanto a nivel institucional: Tribunales y Juzgados sentenciadores y los Centros Penitenciarios, como con el propio penado. Evitando con ello una burocratizacin innecesaria y mejorando la efectividad y eficacia. En este sentido, los Jueces y Tribunales sentenciadores deberan remitir, de oficio, junto con la correspondiente liquidacin de condena, el pertinente informe de responsabilidad civil, con inclusin de los datos necesarios, como el nmero de cuenta de consignacin, para hacerla efectiva. Deben establecerse y desarrollarse, sin ms dilacin, los programas de atencin a las vctimas contemplados en la LO 7/03, y que permiten acceder al nuevo beneficio de adelantamiento excepcional de la libertad condicional. Programas que podran incluir, entre otras, aportaciones econmicas a fondos generales de reparacin, o trabajos de atencin y ayuda a las vctimas a travs de Instituciones y Asociaciones especializadas.
BIBLIOGRAFA
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1. INTRODUCCIN
A comienzos de 1939 ya estn presentes, prcticamente, todos los elementos ideolgicos de la improvisada red de establecimientos penitenciarios del nuevo rgimen saliente de la guerra civil. Se trataba de un conjunto muy dispar, inicialmente diseado para tratar de dar respuesta a uno de los problemas ms graves de postguerra, el del elevado nmero de presos; pero muy pronto las crceles se convirtieron en un objeto propagandstico prioritario, tanto de cara al exterior, para disipar recelos sobre los excesos en la represin, como hacia la maltrecha sociedad de postguerra. Por otro lado, el ordenamiento penitenciario anterior a 1948 se nutre de mltiples disposiciones que hacen inefectivo el Reglamento de Prisiones de 1930. De ah que pueda afirmarse que hasta que un nuevo Reglamento del Servicio de Prisiones no entrase en vigor, como el texto unificado y refundido de 1948, la postguerra no pudiera darse por terminada en materia penitenciaria1. Se ha avanzado notablemente en el conocimiento de la realidad penitenciaria, si bien, como viene ocurriendo con otras manifestaciones del perodo, el anlisis de su representacin y, sobre todo, de su papel en la demanda de memoria actual, sigue siendo escaso. El marco de estudio de la represin en las sociedades modernas, lindando entre las distintas nociones de control social y los avances en la investigacin sobre la conflictividad y la violencia, tiene en el siglo XX un marco de estudio inagotable, que en la mayora de los casos, sigue siendo socialmente muy difcil de digerir2. En el caso espaol, la historiografa sigue intentando llenar un vaco evidente: el del estudio de la represin franquista. Si bien es cierto que la violencia republicana fue aireada desde la instruccin de la llamada Causa General nada ms terminar la guerra, de la necesidad de evidenciar otras cifras en un primer momento se ha pasado paulatinamente a un estudio sistemtico sobre la naturaleza de la represin, de acuerdo a un cada vez ms nutrido inventario de estudios locales3. Por ltimo, junto a otros aspectos tericos y metodolgicos, cabe resear otro asunto relativo al campo de la investigacin que sin duda ha abierto nuevas perspectivas y vas de trabajo4. El
1 Garca Valds, C., Rgimen penitenciario en Espaa (investigacin histrica y sistemtica). Madrid, Instituto de Criminologa de Madrid, 1975 pgs. 50-51. Otros aspectos han ido apareciendo en: Berdugo, I, Derecho represivo en Espaa durante los perodos de guerra y postguerra (1936-1945), Revista de derecho de la Universidad Complutense, n. 3, 1980, pgs 97-128. Cano Bueso, J., La poltica judicial del rgimen de Franco. Madrid, Ministerio de Justicia, 1985. VV.AA. Justicia en guerra. Jornadas sobre la administracin de Justicia durante la guerra civil espaola: instituciones y fuentes documentales. Madrid, Ministerio de Cultura, 1990. Actas del IV Encuentro de Historiadores del Franquismo. Universidad de Valencia, 1999. Lanero, M., Una milicia de la Justicia. La poltica judicial del franquismo (1936-1945). Madrid, CEC, 1996. Lpez Garca, J. A., Estado y derecho en el franquismo. Madrid, CEC, 1996. Garca Valds, C.: El desarrollo del sistema penitenciario en Espaa; Revista de Estudios Penitenciarios, n. 249, 2002, pgs 13-21. Gil, P, La jurisdiccin militar contra la sociedad civil. Proyeccin de una imagen de orden judical en Espaa (1940-1950). Tesis Doctoral, Universidad Autnoma de Madrid, 2002. 2 Varios ejemplos distintos: Wieviorka, M., La violence. Paris, Hachette, 2005; Hobsbawm, E., The rules of violence en Uncommon People. Resistance, rebellion and jazz. London, Abacus, 1999, pg. 299-306. Guerra civil 1936-1939. El vaivn de la memoria. Revista de Occidente 302-303 (julio-agosto 2006) pgs 5-100. Oliver Olmo, P. El concepto de control social en la historia social: estructuracin del orden y respuestas al desorden. Historia social n. 51, 2005, pp. 73-91. 3 Juli, S (coord.), Vctimas de la guerra civil. Madrid, Temas de Hoy, 1999; Silva, E & Macas, S., Las fosas de Franco. Madrid, Temas de Hoy, 2003. Espinosa, F., La justicia de Queipo. Barcelona, Crtica, 2005. Casanova, J. (coord.) Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco. Barcelona, Crtica, 2002. 4 Ricoeur, P., La memoria del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid, Gedisa, 1999. Bourdieu. P., Leccin sobre la leccin. Barcelona, Anagrama, 2002; Arstegui, J., La historia vivida. Sobre la historia del tiempo presente. Madrid, Alianza, 2004.
proceso de apertura y de acceso a fuentes documentales, en especial, aunque con muchas diferencias, las que se encuentran en los archivos militares y judiciales5. Todo ello no se produce al margen del proceso que viene experimentando la sociedad en torno a la recuperacin de la memoria histrica que, a pesar de ser muy desigual, ha conseguido presentar la historia a un pblico ms amplio. La contrapartida a esa demanda, es la produccin de interpretaciones ahistricas dirigidas a un presente poltico. Revisionismos, que acuden a los mitos de la violencia fundacional para ocultar la cara amarga del pasado en unos casos y para dinamitarla en otros6.
Pero tambin es preciso un enfoque que permita introducir este perodo penitenciario, con todos sus cambios y sus rupturas, en la larga duracin de la reforma penitenciara espaola7. De ah que insistir en la idea de sistema penitenciario en los estudios sobre el franquismo no resulte una cuestin redundante. Ha contribuido a enriquecer el conocimiento de esta realidad pasada con estudios comparativos, sobre la naturaleza ideolgica de la represin y su relacin con el fascismo italiano y el nazismo alemn8. Aunque los paralelismos con los campos de la muerte desarrollados por Hitler tengan serias dificultades para sostenerse y las influencias del modelo italiano (si lo hubo) puedan ser ms plausibles, la nocin de sistema juega aqu un papel fundamental. Las evidencias de aspectos comunes al fascismo de entreguerras se basan en aspectos bsicamente formales; pero el proceso realmente general en el caso espaol, como puede apreciarse en el mbito educativo desde muy pronto, es la total restauracin de los elementos ms tradicionales de la sociedad. En un primer momento y an antes de terminar la guerra, cuando ya el problema del nmero de presos era acuciante, uno de los sectores ms ultramontanos pasa a encargarse del mundo penitenciario; y lo hizo respondiendo a sus criterios sociolgicos, fundiendo su conservadurismo social con la esttica y el orden nuevos. El estudio de esa imagen, desde su proceso de creacin hasta su consolidacin y posterior ampliacin, puede constituir un importante elemento que ayude a desentraar las representaciones mentales y materiales del edificio penitenciario levantado desde comienzos de la guerra civil. Principalmente el pensamiento, la imagen y otros elementos que constituyeron el entramado cultural en torno a las distintas prisiones espaolas durante este largo perodo, son una pieza clave para entender la realizacin de las ideas que se cruzan en este proceso. Los lmites de esta informacin deben tenerse muy en cuenta, ya que sin la multiplicacin de fuentes que permitan contrastar algunos aspectos, la lgica propagandstica puede volverse contra la investigacin.
3. CUESTIONES METODOLGICAS
Tal vez por ello sea bueno acudir a los distintos problemas y motivaciones que se dan cita en los estudios sobre este perodo. Uno de los lugares comunes ms significativos para este tipo de trabajos es el de recuperar testimonios directos, que desgraciadamente en muchos casos son escasos, fragmentados y dispersos. La muerte se anticip a muchos antes de llegar a la crcel o al campo de concentracin, y los que pasaron por esa experiencia, interiorizaron aquellos aos de forma evidentemente traumtica. En este sentido, como se ha manifestado en los supervivientes de los campos de concentracin, los testimonios pertenecen a un estadio interior, que Rousset llama universo penitenciario sin comparacin posible con los aspectos racionales de la sociedad que los produjo9.
7 Garca Valds, C., La ideologa correccional de la reforma penitenciaria espaola del siglo XIX. Madrid, Edisofer, 2006. Garca Valds, C.: Historia de la prisin. Teoras economicistas. Crtica. Madrid, Edisofer, 2002. 8 Egido, A y Eiroa, M. (Eds), Los campos de concentracin franquistas en el contexto europeo. Ayer n. 57, (2005), pg. 19-187. 9 Rousset, D., L'universe concentrationaire. Paris, Hacchette, 1965, pg. 19. Hay traduccin en castellano. Anthropos, 2004. Amery, J., Mas all de la culpa y la expiacin. Pre-textos. Valencia, 2001. Levi, P., Si esto es un hombre. Muchnick, Barcelona, 2001. Wiesel, E., La noche. El alba. El da. Muchnick, Barcelona, 1986.
En el caso espaol la indecisin de los primeros aos, la saturacin y otros problemas, llevaron a una movilidad elevada de los presos. Una excelente muestra es el relato de Josep Subirats que muestra grficamente todas las estaciones por las que podan pasar la mayora de los presos de la guerra. Tras su detencin, en agosto de 1939, fue internado en un establecimiento para reclusos condenados a penas inferiores a la de reclusin perpetua y prisin preventiva (la Punxa) usado de internamiento provincial, ahora como lugar de detencin y trnsito de donde se pasaba al Consejo de Guerra. De all pas a Pilatos, prisin provincial de Tarragona desde mediados del siglo XIX. El edificio sustentado sobre una fortificacin romana estaba absolutamente saturado de presos hasta el punto de que para cambiar de posicin durante la noche deban hacerlo por corros a la vez. Sobre esta aglomeracin se estableci una improvisada clasificacin de presos: los que ocupaban la planta baja eran preventivos y transentes. La primera y la tercera estaba ocupada por los sentenciados a muerte, mientras que los presos de la segunda, cuarta y quinta apenas saban nada de su propia situacin10. Otro tipo de situaciones destacadas son las de aquellos que cruzaron a Francia con el ejrcito republicano y decidieron volver al otro lado de la frontera. Fue el caso de Antonio Bravo Snchez, maestro afiliado a UGT. Detenido en Barcelona, pas al Batalln de Trabajadores 125 de Manresa y el 6 de julio fue trasladado a la prisin provincial de Madrid hasta el 4 de septiembre de 1940 en que fue puesto en libertad. Fue detenido de nuevo en abril de 1941 en Elche, en cuya Comandancia de la Guardia Civil se presentaba cada primero de mes tras ser puesto en libertad poco despus. El 21 de abril de 1942 vuelve a ingresar en la prisin provincial de Madrid a instancias del Tribunal para la Represin de la Masonera y el Comunismo que, a pesar de los informes negativos de Falange, Ayuntamiento y Guardia Civil, y considerando los certificados de no tener antecedentes poltico-sociales ni masnicos expedidos por la Delegacin del Estado en Salamanca, fue puesto en libertad el 13 de abril de 194311. Esta movilidad y diversidad de situaciones que puede prolongarse durante aos dificulta una visin de conjunto; pueden agruparse historias y relatos individuales pero difcilmente puede hacerse lo propio con las pruebas documentales. Muy unido al cmputo de la represin es el debate de cifras sobre los distintos tipos de reclusin; se debe tener en cuenta el desfase entre las cifras oficiales, tomadas del cmputo de sentencias y de los anuarios o memorias de Justicia (las Auditorias de Guerra que se organizaron en cada provincia no dieron comienzo hasta mayo de 1939)12, y las reales,
10 Subirats, J., Pilatos 1939-1941. Prisin de Tarragona. Madrid, Fundacin Pablo Iglesias, 1993. En enero de 1940 se constituy la Comisin de Examen de Penas. Al estar en edad militar dentro del reemplazo de 1936-1941, Subirats pas al Batalln de Penados 96, a un kilmetro de Alcal de Guadaira, de all a diversos trabajos de fortificacin en el Campo de Gibraltar y por ltimo al Pirineo de Huesca, desde donde fue liberado. 11 El informe de la Direccin General de Seguridad tambin puede considerarse positivo: Antes del GMN estaba considerado como izquierdista, suponindose que perteneciera al Partido Socialista. Durante la guerra actu de miliciano no teniendo conocimiento de que haya cometido ningn hecho delictivo, pero durante la misma se afili al Partido Comunista, siendo en la actualidad de buena conducta pblica y privada, haciendo vida ordenada y entregado a su trabajo, no frecuentando lugares de perversin o vicio. Archivo General Guerra Civil Espaola. S, Militar. Cap 472. Expediente 1926-C. 12 Benassar, B., La represin franquista tras la guerra civil espaola en Claves de razn prctica n. 155, (2005), pg. 34-41.
sobre las que de momento slo cabe ampliar el nmero de presos por todas aquellas situaciones de indefinicin dentro o en los lmites del sistema penitenciario. Si a ello se aade la confusin entre prisioneros de guerra, detenidos polticos, transentes o en traslado, y presos comunes, las posibilidades reales de entablar un debate cuantitativo sobre los encarcelados en los primeros aos de gobierno de Franco se ven mermadas13. La indefinicin penal y penitenciaria de semejante masa de presos fue una realidad que sobrepas con creces los lmites y las necesidades organizativas de la guerra. Constituy un problema muy grave para las autoridades que lo atribuyeron a la consecuencia lgica de la guerra de liberacin, disfrazando de magnanimidad las medidas a adoptar14. Esta alarma se fundamentaba en tres aspectos, ninguno de ellos humanitarios, que ha estudiado Ricard Vinyes: el colapso de la administracin judicial, el gasto econmico para el Estado y la conflictividad creciente en los establecimientos penitenciarios15. Queda, por ltimo, destacar uno de los elementos ms usado en ensayos y estudios que, en ocasiones, son los que ms polmica han generado: la naturaleza represiva del rgimen. Aunque ste pueda entenderse definido por la violencia como rasgo estructural, las crceles no pueden ser aqu tratadas como un nico y exclusivo elemento de coercin del rgimen. A pesar del impresionante avance en el conocimiento del mundo de las crceles franquistas que se ha producido en los ltimos aos, es cierto que an subsisten vacos en la comprensin del funcionamiento e inspiracin de estos espacios, debido sobre todo, a la improvisin derivada de las necesidades de la guerra. Pero, la lentitud en la elaboracin de unos criterios de clasificacin y separacin de los distintos tipos de presos y presas, o del mnimo funcionamiento regimental ms all de las disposiciones militares, no es necesariamente un elemento determinante que dejara va libre a una violencia desorbitada en las crceles. Evidentemente la hubo, pero esta primera inercia, comn a tantos otros aspectos del Estado, parece sealar mejor el difcil proceso de institucionalizacin del edifico carcelario que la posibilidad real de intentar establecer campos de exterminio. Una indefinicin en todo caso calculada por el propio Franco, para acompasar el rgimen a la evolucin internacional y solventar, en clave interna, cualquier tipo de enfrentamiento entre las distintas familias del rgimen16.
13 Segn la estadstica oficial del Ministerio de Justicia de 1946, la poblacin reclusa estaba compuesta exactamente por 280.000 personas sin clasificacin alguna. En 1952, ante el requerimiento de un comisin internacional, la poblacin reclusa el 7 de enero de 1940 corresponda a 270.719 presos. Segn la misma fuente, el 10 de abril de 1943, la poblacin reclusa oficial de Espaa era de 114.958 personas, 22.481 delincuentes comunes y 92.477 reclusos como consecuencia de la revolucin. En junio de 1945, la estadstica habla de 51.300 presos, 18.033 polticos y 33.267 polticos. Las cifras anteriores sealan grficamente el fenmeno de la excarcelacin masiva de presos. Durante 1940, se decretaron cuatro indultos. Al ao siguiente otro relativo a las penas de 12 aos y un da y en 1942 a las de 14 en 1943 otros dos ms amplios y finalmente en 1945 un indulto total, con el que oficialmente se daba por terminado el problema penitenciario. MEMORIAS Y BOLETN DE LA DIRECCIN GENERAL DE PRISIONES de enero de 1940, julio de 1943 y diciembre de 1945. Breve resumen de la obra del Ministerio de Justicia para la pacificacin espiritual de Espaa. Madrid, Ministerio de Justicia, 1946. Orden de 9 junio de 1940, concediendo a los condenados en Jurisdiccin Castrense a penas inferiores a 12 aos y un da. Indulto total delitos de rebelin militar contra la seguridad del Estado y el orden pblico cometidos hasta el 1-4-1939 y Decreto de 9 de octubre de 1945. 14 El victorioso y continuo avance de las Fuerzas Nacionales en la reconquista del territorio patrio trae consigo un aumento en el nmero de condenados y prisioneros. Decreto 281, Salamanca, 28 de 5 de 1937, declarando el derecho al trabajo como principio bsico de los prisioneros, segn el punto 15 de Falange y de las JONS. 15 Vinyes, R., El universo penitenciario durante el franquismo en Molinero, C, Sala M, & Sobrques, J. (Eds)., Una inmensa prisin..., op.cit., pg. 155-175. 16 Preston, P., Las polticas de la venganza. El fascismo y el militarismo en la Espaa del siglo XX. Barcelona, Pennsula, 1997. Arostegui, J., Por qu el 18 de julio... y despus. Flor del viento Ediciones, Barcelona, 2006.
Esta particular masa heterognea de presos que abarrotaban cualquier edificio, depsito o lugar que pudiera hacer las veces de encierro, gener preocupaciones desde la guerra. Sus respuestas fueron en varias direcciones, hasta que, a travs del jesuita Prez del Pulgar y otros, logr encauzarse la vertiente redencionista hasta incorporarse a la codificacin penal y la ms tarda reglamentacin penitenciaria de 1948. A pesar de la realidad de los indultos, las excarcelaciones y la libertad condicional, el problema penitenciario tambin se aliger por la ejecucin firme de las condenas y la propia morbilidad de una poblacin reclusa sometida a aquellas condiciones. Sin embargo, hablar de la represin y de sus terribles efectos puede causar el efecto contrario al de su conocimiento si se describe un fenmeno trazado exclusivamente para aniquilar al enemigo poltico o de clase. La idea de aniquilacin no explicara como el paso por la crcel acabara sustentando el engranaje de un control pblico sostenido en la delacin, el miedo y la sospecha. La vinculacin de las figuras de la Redencin de Penas por el Trabajo y la Libertad Condicional, garantizaban arbitrariamente el premio a la buena conducta y la negacin de cualquier beneficio a los considerados no aptos para ello. En caso de acceder a ella, la estigmatizacin que supona el paso por la crcel, el carcter infamante de una pena que, como tiempo atrs, se extenda a toda la familia, haca imposible en muchos casos la vuelta a la vida normal. Muchas de las ideas presentes en la retrica de campaa, no explicaran tampoco en el caso penitenciario, la utilizacin de la mano de obra en la doble vertiente del trabajo, ni, lo ms importante, la necesidad oficial de introducir principios que ordenasen el rgimen y tratamiento de los presos y de las presas. No se puede entender, a nuestro modo de ver, este angustioso panorama vital, sin la proyeccin que la crcel ejerce sobre la realidad social de un pas. La guerra, la muerte, el exilio, el hambre... eran realidades demasiado contundentes para combatir una retrica de la entrega y obediencia, que se extenda, con la Ley de Responsabilidades Polticas, a todos los mbitos de la vida civil17.
4. PRIMERAS DISPOSICIONES
Crceles, depsitos, hospitales, campos de concentracin, batallones de trabajo, regiones devastadas, colonias penitenciarias militarizadas, destacamentos penales, talleres penitenciarios se va vislumbrando un paisaje en el que, como resumi Nicols Snchez-Albornoz, los castillos o presidios de antao no bastan en las guerras contemporneas18. Durante la guerra civil fueron utilizados presos en tareas de fortificaciones militares, en el empedrado de calles, en la recogida de cosechas o en las minas. En la zona republicana, los campos de concentracin fueron creados por un decreto de 26 de diciembre de 1936, siendo ministro de Justicia Garca Oliver19. En agosto de 1937, Prieto aprobaba pblicamente la creacin del SIM (Servicio de Investigacin Militar) que realizaba una exhaustiva tarea de informacin a travs de los campos. En torno al mundo de la sublevacin, Andaluca fue el campo de pruebas donde se traslad la tctica de campaa africanista como tambin la dureza de sus presidios.
17 Gmez Bravo, G. Del expediente depurador y otras responsabilidades en Otero Carvajal, L. E. (dir); La destruccin de la ciencia en Espaa. Depuracin universitaria en el franquismo. Madrid, UCM, 2006, pp 149-172 18 En Acosta G., Gutirrez, J. L., Martnez, L., & Del Ro, A., El canal de los presos (1940-1962). Trabajos forzados: de la represin poltica a la explotacin econmica. Barcelona, Crtica, 2004, pg. 11. 19 Casanova, J., Rebelin y revolucin En Juli, S. (Coord.), Vctimas de la guerra civil, op.cit., pp 57-171 pg. 168.
El desenlace de la guerra no interrumpi sin embargo la continuidad de los elementos militarizados en torno a las prisiones. De hecho, muchas de las disposiciones que se adoptan en materia penitenciaria tienen como objetivo crear un sistema que se independice del conducto gubernativo reglamentario. Los establecimientos penitenciarios de todo tipo pasaron a depender de la Comisin de Justicia Tcnica, en cuya Inspeccin Delegada quedara fijado el rgano supervisor de prisiones. En la exposicin de motivos de la circular que ordena su creacin queda claro el inters por ordenar y poner fin a la intervencin de las autoridades gubernativas en la resolucin de los asuntos relativos al rgimen de prisiones, limitndose a ponerlos en conocimiento del expresado inspector delegado20. Tcnicamente, el poder poltico quedaba apartado de los muros de las prisiones, algo que la propia estructura del Estado desmentira muy pronto, como por ejemplo en la labor de los Patronatos, donde quedaba claro que el poder local, por ejemplo, estara llamado a desempear de nuevo muchas funciones. La indefinicin en que quedaron suspendidos los habitantes forzosos de toda esta amalgama de edificios reutilizados, hubo de prolongarse hasta la aprobacin de un nuevo Cdigo Penal en 1944. Hasta entonces, se sucedieron numerosas disposiciones para ordenar el mundo penitenciario de acuerdo a los principios del rgimen y dar salida al problema del inmenso nmero de presos y de familias afectadas en todo el pas. Hasta la fase final de la aprobacin de la codificacin penal, no se derog el Cdigo Penal de la Repblica, sino que se practic una poltica de retazos superpuestos para concordar con las nuevas circunstancias, como reinstaurar la pena de muerte para algunas figuras delictivas21. En lneas generales y por lo dems, las conductas polticas que estaban tipificadas penalmente se sometan al Cdigo de Justicia Militar, cuyo texto decimonnico no sera modificado hasta el 17 de julio de 194522. En primer lugar, destaca por encima de todos, el Decreto de Redencin de Penas por el Trabajo, de 7 de noviembre de 1938, que tiene su inmediato precedente en la circular de 28 del 5 de 1937 sobre trabajo remunerado de los prisioneros de guerra y presos por delitos comunes. Igualmente, el decreto del 9 de junio de 1939 que plantea armonizar la redencin de penas con la libertad condicional, centralizando las propuestas de libertad condicional; en este sentido, ampliaba las competencias de las Comisiones Provinciales de Libertad Condicional, establecidas en el artculo 50 del Reglamento de Prisiones de 1930 y las del Patronato Central de Redencin de Penas por el Trabajo, que asuma las funciones que hasta entonces desempeaba una Comisin Asesora de Libertad Condicional. Un cambio que supona los primeros pasos para la centralizacin en un solo rgano de las propuestas de Libertad Condicional. La Ley de 8 de septiembre de 1939, de creacin de las Colonias Militarizadas, dependientes directamente de Presidencia de Gobierno ostentaba, entre otras, las siguientes funciones: la subsistencia de los penados trabajadores, disponer del subsidio, dispuesto por ley, para las familias de estos reclusos militarizados, garanRCL 1936/1688. BO de 2 de octubre de 1936. Herrero Herrero, C., Espaa penal y penitenciaria. Historia y actualidad. Madrid, Instituto de Estudios de la Polica, 1985, pg. 455. Gimbernat Ordeig, E., Introduccin a la Parte General del Derecho Penal espaol. Madrid, UCM, 1979, pg. 20. 22 Ley de 19 de julio de 1944, aprobaba la edicin refundada del Cdigo Penal. BOE 13/1/1945. Castejn, F., Gnesis y breve comentario del Cdigo Penal de 1944. Madrid, Reus, 1946, pg. 4-6.
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tizar vestuario decoroso y adecuado a estos trabajadores as como la asistencia mdica y farmacutica. La Orden de 11 de septiembre de 1939 que extenda la redencin de condena a las horas extraordinarias o al trabajo a destajo por la que se contaran a efectos como si se hubiese trabajado las horas enteras de una jornada normal. El Decreto de 8 de febrero de 1946 de Reglamentacin orgnica del trabajo penal intramuros que creaba la Entidad Industrial Agrcola de Trabajos Penitenciarios. En el caso de los presos preventivos era un trabajo opcional mientras que para los reclusos no analfabetos de ambos sexos se presentaba como obligatorio ya que estaban obligados, previamente, a adquirir en el mismo centro penitenciario, un nivel mnimo de instruccin. Estas bases, como corresponda a la naturaleza orgnica del rgimen, deban tener disposiciones naturales en el campo social que definieran el perfil definitivo del edificio institucional penitenciario que se estaba proyectando. As la Orden de 30 de diciembre de 1940 declaraba aplicables a los reclusos trabajadores los mismos beneficios que la legislacin entonces vigente dispona para los trabajadores libres (cobertura de accidentes de trabajo, subsidio familiar y descanso legal computable para la Redencin de Penas); posteriormente, se iran poniendo de acuerdo a los puntos de Falange; la Orden de 18 de julio de 1944 decret la entrada en vigor de un rgimen similar de enfermera para penados de ambos sexos, que puede ser interpretado como una tmida apertura humanitaria en el contexto internacional de descubrimiento de los campos de concentracin23. En cuanto a los asuntos relativos al personal de las instituciones y al funcionamiento de los propios centros penitenciarios, destacan el Decreto de 18 de mayo de 1940 de creacin de la Escuela de Estudios Penitenciarios, el Decreto de 23 de noviembre de 1940 que otorgaba expresamente el beneficio de la redencin de penas al esfuerzo intelectual (art. 2) y la Orden de 24 de marzo de 1944 que concertaba las normas de organizacin y funcionamiento del Servicio de Libertad Vigilada, para presos ideolgicos, beneficiarios, por indulto de la libertad condicional. En cuanto a la seleccin del personal del ramo penitenciario, se convoc un concurso de provisin de plazas (Decreto de 26/1/1940) para guardianes entre individuos y clases de la Guardia Civil, Carabineros y dems cuerpos armados de ms de 45 aos de edad. Tras cinco aos de ejercer dicho puesto, podran optar a plazas de oficiales de la seccin tcnico-auxiliar del Cuerpo de Prisiones, dando por cerrada as la fase de depuracin (no as las de aquellos funcionarios de prisiones considerados no exentos de responsabilidades polticas ) de la administracin de prisiones24.
5. LA REDENCIN DE PENAS
Hoy, que Espaa emprende la reconquista espiritual de aquellos espaoles que nos fueron arrebatados de la propia Patria por la violencia y el engao de las fuerzas anticristianas y abre un cauce generoso para la Redencin de la pena de aquellos otros que, desengaados, quieren sinceramente incorporarse a la gran comuniLivre blanc sur le systme pnitentaire espaagnol. Paris, Le Pavois, 1953. Hernndez Holgado, F., Carceleras encarceladas. La depuracin franquista de las funcionarias de Prisiones de la Segunda Repblica en Cuadernos de Historia Contempornea n. 27, (2005), pg. 271-290.
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dad familiar de todos los espaoles, vuelvan tambin los ojos a todos los principios de piedad y de fe y a su tradicin mariana, para que la ayuda del cielo haga fecundos los esfuerzos de nuestra buena voluntad. La exposicin de motivos de la orden de 27 de abril de 1939 por la que se institua a Nuestra Seora de la Merced Patrona del Cuerpo de Prisiones, del Patronato Central y Juntas Locales para la Redencin de las Penas por el Trabajo, resuma a la perfeccin el espritu de la nueva institucin que deba acometer el problema penitenciario desde la ptica misionera espaola. Sin embargo, la Redencin de Penas por el Trabajo surgi para mitigar las largas penas privativas de libertad que resultaban de la aplicacin del Cdigo de Justicia Militar de 1890 a los condenados por rebelin militar, extendindose despus a las penas de Derecho Comn, cumpliendo en ellas la misma finalidad25. La RPT se incorpor al Cdigo Penal vigente en 1944 y fue una figura que se mantuvo en sus posteriores refundiciones y reformas, partiendo de un contexto doctrinal marcadamente tradicionalista. Para muchos es en su origen donde se encuentra su lgica abusiva, su carcter explotador y su persistencia como elemento arcaizante que integra todava aspectos del control y del defensismo social de los Cdigos anteriores de 1928 y 193226. El carcter expiacionista de la pena redentora, el vaco reglamentario y la falta de otros principios que permitieran llevar a cabo eficazmente esa pretendida ordenacin del mundo penitenciario que no fueran otros que la imagen y semejanza del propio Estado, dejaron este mecanismo casi exclusivamente en manos propagandsticas, quedando llamados aquellos que haban destrozado Espaa a reconstruirla. Sobre este medio aflictivo se construy adems la imagen de su reinsercin en la vida civil27. Ahora bien, el carcter utilitario de la redencin se mostr en la ms dura autarqua como una importante va para acometer grandes obras pblicas con mano de obra reclusa, que daba buenos resultados por sus bajos costes a empresas privilegias, a la par que la reconstruccin de Espaa28. Las propias Memorias oficiales dejan constancia del carcter del trabajo previsto en la Redencin de Penas y sus condiciones de vida, al aire libre, sin vestimenta adecuada y en las peores condiciones alimentarias que la Espaa de postguerra poda albergar. El resto de trabajos previsto para el interior de los establecimientos apenas existi y, como si de finales del siglo XIX se tratara, apenas se limitaban a los trabajos de carpintera y zapatera. La aireada instruccin de los presos no pudo organizarse en semejantes condiciones. Adems, el trabajo penitenciario intramuros, como en otros aspectos, no goz de organizacin alguna hasta 1946 en que se public el Reglamento de Trabajos Penitenciarios29.
Rodrguez Devesa, J. M., Derecho Penal. Parte General. Madrid, Reus, 1973, pg. 106. Lpez, J., Rodrguez, L. & Ruiz de Gordejuela, L., Cdigos Penales espaoles. Madrid, Akal, 1988. 27 La unin, el 9 de julio de 1939, de la Redencin y de la Libertad Condicional, pretendan garantizar desde el tratamiento, un rgimen de reduccin de la poblacin reclusa inspirndose en el trabajo y en la buena conducta, obteniendo la doble ventaja de que se revise peridicamente el doble del tiempo de la pena redimido por el recluso y de que este quede en libertad sujeto al plazo de prueba de conducta que debe constituir la nueva caracterstica de todo beneficio de abreviacin de la pena. 28 Acosta, G., Gutirrez, J. L., Martnez, L, & Del Ro, A., El canal de los presos (1940-1962). Op Cit. Torres, R., Los esclavos de Franco. Madrid, Obern, 2001. Mendiola, F. y Beaumont, E., Esclavas del franquismo en el Pirineo. Txalaparta, Tafalla, 2006. 29 El trabajo en las prisiones. Madrid, Ministerio de Justicia, 1952.
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El cmputo de la redencin de penas era de un da de pena redimido por cada dos trabajados y de forma idntica para contabilizarlo en la libertad condicional30. Casi un ao despus se estableci la propuesta de horas extras o trabajo a destajo a razn de redencin por cada suma de las horas extras de trabajo igual a los de jornada en el trabajo u oficio de que se trate31. La Junta de Rgimen de cada prisin elevaba al Patronato de Nuestra Seora de la Merced la propuesta de redencin. Pero no todos los presos eran beneficiarios de la redencin. Slo aquellos con condena firme podan acogerse a ella. Los encausados por el Tribunal para la Represin de la Masonera y el Comunismo, tampoco podan hacerlo por ser considerados sujetos no aptos de correccin. Tambin quedaban excluidos del rgimen de redencin de penas por el trabajo aquellos que intentaban evadirse y los condenados que con posterioridad a su condena cometieran un nuevo delito32. En cuanto a las presas, nuevamente la distincin en el trato y en la consideracin delictiva de la mujer haca que en ella el trabajo fuese obligatorio e inherente a la correccin femenina, mientras que en el caso masculino el trabajo acaba por considerarse un beneficio penitenciario. Adems, al crearse los establecimientos especiales de reforma para mujeres cadas, se excluye de la redencin de penas a las mismas33. Se va cerrando el panorama de la institucionalizacin penitenciaria en torno a los patronatos. La consideracin de la Obra de Redencin como solucin global al problema de los presos y la manifiesta intencin del tradicionalismo de usarlo como puente hacia su tarea moralizadora de la sociedad y de las costumbres, queda patente en el hecho de que el control del mbito de la prostitucin, que queda dispuesto al Patronato de la Mujer, se disee de forma paralela al de Redencin de Penas. Como en tantos otros aspectos, la consideracin de las autoridades respectivas de la naturaleza delincuente de este tipo de mujeres, reside en volver la mirada hacia modelos biolgicos del pasado34. Por lo dems, se mantiene la tradicional actitud de consentimiento que slo se vea variada si se alteraba el orden pblico, aunque la especial sensibilidad de ciertos ncleos hacia el problema de las descarriadas en la emergente postguerra, propici la creacin de siete centros especiales de reeducacin femenina, donde la propaganda adquiri sus mayores recursos sobre la imagen de la mujer perdida35. Tras los primeros indultos y excarcelaciones, la generosidad del Gobierno Nacional, dicta una serie de disposiciones, para liquidar con sentido cristiano
Orden de 7-10-1938 (arts 5-6). Orden 11-9-1939. 32 Orden de 14 de marzo de 1939. BOE n. 77 de 19 de junio de 1939. Aunque no quedarn exentos de la obligacin de trabajar en beneficio del Estado sin percibir jornales en cuantos servicios y trabajos se considere conveniente utilizarlos y sern precisamente destinados a los Establecimientos o Destacamentos Penales de rgimen ms severo o que se hallen geogrficamente en las plazas o lugares ms alejados de la Pennsula. 33 Decreto 6-11-1941 (art 5). Pero el 19 de agosto de ese mismo ao, una orden dispona el ingreso de las reclusas de vida ligerada y desamparadas en los albergues del Patronato de Redencin de Penas, y conventos de oblatas y adoratrices, por un plazo no superior a los dos meses y con cargo al presupuesto del Estado. 34 Cuando alguna de estas mujeres manifiestan una exagerada pasin por los deleites carnales, suelen ser a la vez criminales natas y prostitutas natas, mezclndose entonces la lujuria con la crueldad; y este erotismo que es precisamente lo que ms la distingue de la mujer normal, la aproximan sin embargo al hombre en Lorca Casanova, J., La prostitucin y la delincuencia en la mujer en Revista de Estudios Penitenciarios, n. 37, (1947), pg 54. 35 Nez Daz-Balart, M., Mujeres cadas. Madrid, Obern, 2003. Hernndez Holgado, F., Mujeres encarceladas. La prisin de Ventas: de la Repblica al franquismo. 1931-1941. Madrid, Marcial Pons, 2003.
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y patritico, las consecuencias trgicas de la subversin marxista que han colocado como obligado corolario de las mismas, a un gran nmero de personas en la situacin jurdica de libertad condicional. La regulacin del Servicio de Libertad Vigilada persigue dos objetivos fundamentales: proporcionarles tutela y amparo sin perder de vista la fiscalizacin de sus actividades para encauzarles por seguros derroteros hacia el bien y el provecho patrio. Para garantizar, en definitiva, que se pueda conocer aquellos casos en que no se produjese la rectificacin, ya prevista en la Redencin de Penas, se les asignaba un lugar de destino fijo. Dependiente de la Direccin General de Prisiones, el Servicio observara la conducta poltica social de los indultados a los que fueron condenados por el delito de rebelin por los Tribunales Militares, quedando con carcter permanente en el Patronato un Auditor General del Ejrcito y un Auditor General de la Armada. Los servicios de informacin vigilaran por si supona alteracin alguna del orden pblico la excesiva concentracin de indultados en determinadas localidades, como de todos sus movimientos geogrficos. Una Comisin Central del Ministerio de Justicia fue el rgano superior del que dependeran las Juntas Provinciales y Locales36. Para este control se crea una Tarjeta de Libertad Vigilada, que se entregara al preso a la salida de prisin, con sus datos de filiacin, fotografa y huellas dactilares. Un documento diseado por la Direccin General de Instituciones Penitenciarias y la de Seguridad, que servir a todos los efectos de documento nacional de identidad, sin que exhibindola pueda ser molestado en el ejercicio de su vida normal.
6. LA NUEVA IMAGEN
Nuevos documentos, tarjetas, ficheros fisiotcnicos etc todo un despliegue de la poca para hacer realidad el mensaje oficial de transmitir la sensacin de orden tras el fin de la guerra. A partir de lo dispuesto en la creacin de los Talleres Penitenciarios, diversos centros se especializan en reproducir la nueva esttica del rgimen. En la prisin de Valencia trabajaron los artistas en la nueva imagen oficial e iconografa del Estado. La carpintera de Alcal de Henares dot de crucifijos a todas las escuelas y centros oficiales del pas, aunque sin duda, el hecho ms paradigmtico en los centros de Alcal, que concentraban desde 1852 el presidio de hombres y la galera mujeres, fue el desarrollo de las artes grficas estatales37. Los catecismos, las pastorales, las memorias pblicas y, sobre todo, Redencin, el peridico de los presos y sus familias, as como las obras de la editorial del mismo nombre (que recibiran los sustanciosos encargos de la Biblioteca de Autores Cristianos), pasaron a imprimirse all.
36 Presidida por el Subsecretario del Ministerio, e integrada por los Directores Generales de Prisiones, Seguridad, Guardia Civil, Falange, el Capitn General de la I Regin, un representante de la Obra Sindical de lucha contra el Paro, y el Jefe del Servicio de Colocacin del Ministerio de Trabajo. Decreto de 22 de mayo de 1943. (Art 5.). BOE de 19 de junio de 1943. 37 Gmez Bravo, G., Los delitos y las penas. La ciudad judicial y penitenciaria. Alcal de Henares. Fundacin Colegio del Rey . Gmez Bravo, G., Crimen y castigo. Crceles delito y violencia en la Espaa del siglo XIX. Madrid, Catarata, 2005.
Se va constatando que ante la imposibilidad de buscar actividades tcnicas que consiguieran un mnimo de actuaciones individualizadas, el trabajo penitenciario, por distintos cauces, penales, polticos y econmicos, va adquiriendo tal consistencia en la estructura del sistema penitenciario espaol que queda fijado como elemento jurdico de rebaja de las condenas38. Por otro lado, las personas que llevaron a cabo la creacin y el desarrollo del sistema de Redencin de Penas por el Trabajo, haban estado muy relacionadas con las tareas editoriales y propagandsticas. Muchos de los responsables de prisiones de la inmediata postguerra haban pertenecido a la ACNP (Asociacin Catlica de Propagandistas), empezando por el Director General de Prisiones, Mximo Cuervo, miembro togado del Consejo Supremo de Justicia Militar, o Jos Snchez de Muniain, secretario de Herrera Oria, Vocal de Prensa y Propaganda y director de Redencin. El jesuita Prez del Pulgar, al que se ha considerado padre espiritual de la obra de redencin, haba sido el fundador del ICAI (Instituto Catlico de Artes e Industrias). Una influencia que no desaparecer de las prisiones en mucho tiempo, debido a la consideracin de la familia tradicionalista en el mbito de la Justicia. Ministros como Esteban Bilbao o Eduardo Auns y Directores Generales como Sanz o Aylagas, consolidaron una visin penal retribucionista y expiacionista en el castigo, donde se volcaba ntegra su concepcin orgnica de la sociedad y la cultura39. La redencin por el esfuerzo intelectual, que se aprobara en el decreto de 23 de noviembre de 1940 conceda el beneficio de la redencin de penas a los condenados que durante su estancia en prisin lograsen instruccin religiosa o cultural. Segn esta norma se reduciran dos, cuatro o seis meses de condena a aquellos que obtuviesen la aprobacin del conocimiento de la religin en sus grados elemental, medio o superior respectivamente. La redencin por la instruccin religiosa y cultural supona, desarrollar el principio y la labor de rescate designando para ello los instrumentos principales de formacin: religiosa, cultural y patritica40. En 1945 las cifras oficiales de la Obra de Redencin de Penas, hablan de 65170 reclusos que han redimido pena por el esfuerzo intelectual41. En estas fechas el orden estipulado en la redencin por labor religiosa y cultural se impone absolutamente en el estereotipo de las memorias anuales, que antes tena un mayor protagonismo de las personalidades principales de cada organismo en cuestin. En dos aos, toda la informacin grfica aparece recogida bajo el epgrafe de Misin religiosa. Labor cultural. Prensa y propaganda, donde se reconoce por ejemplo el papel del libro: el libro es uno de los elementos auxiliares de gran importancia; quizs por eso, su nmero no para de incrementarse a pesar de entrar en el perodo de mayor descenso de presos. Al finalizar este perodo y entrar en otro diferenciado principalmente por la existencia de un reglamento de prisiones, la informacin sobre la misin cultural incorpora tambin los auto38 La normativa laboral y penitenciaria. Situacin y desarrollo. Madrid, Organismo autnomo trabajos penitenciarios, 1982, pp 36-40. 39 . lvaro Dueas, M., El decoro de nuestro aire de familia. Perfil poltico e ideolgico de los presidentes del Tribunal Nacional de Responsabilidades Polticas en Revista de Estudios Polticos, n. 105, 1999, pp 147-174. 40 Orden de 23/11/1940 y circular de 5/1/1941. 41 11 millones de das redimidos, 28 millones de jornales y 29.000 libertades condicionales, 9.000 nios acogidos al Patronato. 10.000 conferencias religiosas y 12 matrimonios entre reclusos. La estadstica se realiza de forma mensual, por ejemplo en octubre de 1942, segn el Patronato, redimieron pena 24.592 presos y en diciembre 23.792. En marzo de 1943 el nmero de los acogidos a la redencin haba descendido a 22.861.
res predilectos para representar obras teatrales por los reclusos: Caldern, Lope de Vega, Cervantes, Tirso, Jacinto Benavente, Pemn y los hermanos lvarez Quintero42. Igualmente, las actividades siguen el rgido orden estipulado en la instruccin de redencin por el esfuerzo intelectual de la siguiente manera: 1. Lectura en comn 2. Cursos y conferencias especializadas 3. Gimnasia y deportes 4. Bandas de msica y orfeones 5. Audiencias radiofnicas 6. Proyecciones cinematogrficas 7. Recreos dominicales El semanario Redencin tambin fue una de las pruebas grficas ms claras de la posicin espaola a favor del Eje. A partir de 1945, la esttica inicial cedi definitivamente terreno ante una imagen centrada en aspectos cotidianos, casi costumbristas, dentro de las prisiones. Las caricaturas que ridiculizaban a los rojos, del tipo recogido en La ametralladora, antecedente de La codorniz, fueron desapareciendo. El tono que fue adquiriendo recuerda al de revistas como Fotos, y otros semanarios grficos que incorporan la normalidad y la paz cotidiana al imaginario del mundo de postguerra. Por su parte, la fijacin de estereotipos e iconos penitenciarios, sin embargo, no consiguen evadirse de la realidad. Los discursos y las prcticas penitenciarias de este perodo incorporan continuamente elementos criminales a los que consideran delincuentes polticos. La consideracin sobre los propios presos, sobre su papel en la sociedad y sus caractersticas ideolgicas, genera una determinada idea de prisin, sobre la que se contraponen otra serie de valores de reeducacin moral y poltica. Estos presupuestos intelectuales, vinculados desde muy pronto a la libertad vigilada y por tanto a la buena conducta en el cumplimiento de condena, la necesidad de propaganda y la propia incapacidad para establecer trabajos manuales dentro de las prisiones a medida que la guerra se alejaba en el tiempo, dieron al esfuerzo intelectual el mismo derecho a la redencin de la pena que el trabajo fsico. La religin, la escritura y la lectura fueron las materias evaluables para la revisin de las sentencias. La colaboracin en cualquiera de las obras intelectuales para presos, los libros y la cartilla de Redencin seran sin duda una buena seal de esa transformacin que el rgimen de prisiones esperaba del recluso para devolver a la buena Espaa a los presos que as lo desearan. En un mundo donde la multiplicidad de situaciones y la absoluta indefensin hacia la arbitrariedad, la enfermedad y la muerte, el perdn, se extiende como concepto bsico del orden carcelario. Un concepto dirigido a revestir de caridad los indultos que el rgimen, que detestaba el concepto de amnista, concedi entre 1940 y 1945. Entre los meses finales de la guerra y el comienzo de las excarcelaciones ms gene42
Obra de la Redencin de Penas (1944-45). Alcal de Henares, Imprenta de Talleres Penitenciarios, 1945, pg 46.
ralizadas, entre el desbordamiento absoluto de la poblacin reclusa y la organizacin de lo que sera el rgimen penitenciario franquista, estrictamente el perodo aqu abarcado, se desarroll este ideal penal pretendidamente original y espaol, que encuentra su modelo histrico en la Reconquista y en el descubrimiento y evangelizacin de Amrica. Glorias imperiales que suministraron a la intelectualidad del rgimen las figuras para evocar la misin de la reconquista espiritual de una mayora de presos, engaados por los elementos del marxismo. A su vez, los mrtires, vctimas de la inquina poltica separatista, eran utilizados para fijar la lnea entre los redimibles y aquellos hombres y mujeres que por la naturaleza de sus delitos no podan acceder a redencin alguna. La redencin por el trabajo, por su concesin y su vinculacin a la libertad condicional, ambas sujetas a la prueba de conducta, tambin expresaba la vocacin de controlar y enderezar todos los comportamientos sociales a los parmetros del Nuevo Estado. Rasgos ideolgicos que tien los comienzos de la andadura poltica y social de un pas que asume el discurso oficial, lo que no significa que fuera interiorizado enteramente rompiendo con todos los elementos de continuidad de las prisiones. Rasgos todos ellos que han sido estudiados en la educacin, la esttica o la poltica cultural del franquismo, pero que pueden observarse igualmente en el universo penitenciario creado sobre las ruinas de la guerra civil. Un fenmeno, el de la redencin de penas y la libertad vigilada, que, por otro lado, no significaba en modo alguno la reinsercin en la sociedad del delincuente, sino una experiencia total que iba ms all del individuo en cuestin, que poda abarcar a la familia en su sentido extenso. Precisamente, estos fueron los mbitos ms trabajados por la propaganda inicial del rgimen sobre las prisiones. Los Patronatos aparecan como autntica red asilar que sustentaba a mujeres e hijos de los presos, as como la insercin del tratamiento de las mujeres descarriadas en la misma esfera. La redencin y la concesin de los indultos firmados por el Caudillo sellaban este cambio. Del guerrero forjado en frica elegido por los designios divinos para librar una guerra sin cuartel, en la que sern encarcelados todos los directivos de los partidos polticos, sociedades y sindicatos no afectos al Movimiento43, se amplia el molde de un Franco humano y piadoso que aspira a ser el Caudillo de todos44. La combinacin de ambos discursos, el de la dureza militar y el del vencedor piadoso que administra magnnimamente el perdn para engrandecer Espaa, aparecern simultneamente en una etapa en la que los establecimientos penitenciarios se convierten en la prueba ms grfica del incumplimiento de la promesa de liberacin de quienes no tuviesen las manos manchadas de sangre. Desde este ngulo, la idea de redencin se muestra como una seal luminosa que dirige el discurso oficial hacia el conjunto de presos, pero, y es donde radica su vital importancia, al redimirles de su pecado espera devolverles en una sociedad ideal, en la arcadia de la Nueva Espaa. De ah, igualmente, el inters de las distintas familias del rgimen por intervenir en el espectro penitenciario. Con la aprobacin del Cdigo Penal, la reforma del Cdigo Penal Militar y el Reglamento de Prisiones y, sobre
43 Mola. Instruccin reservada n. 1 de 25 de mayo de 1936, citado por Casanova, J., Rebelin y revolucin En Juli, S. (Coord.), Vctimas , op.cit., pp 57-171 pg. 59. 44 Yo aspiro a ser el Caudillo de todos. Redencin n. 1, 1 de abril de 1939, III Ao Triunfal, pg, 1.
todo, con el descenso de la poblacin penitenciaria, las crceles entran en la dcada de los cincuenta en una nuevo perodo marcado por la institucionalizacin y consolidacin poltica de la dictadura, proceso que qued plasmado igualmente en la nueva ordenacin penitenciaria. El dogma de la redencin, atribua un papel claro al preso como sujeto pasivo de una salvacin a travs del esfuerzo blico que la Espaa nacional haba realizado. El discurso oficial que empez a circular por las crceles desde sus comienzos, se convierte en muy poco tiempo en la pretendida va de salvacin de una masa convicta enormemente heterognea, pero desmoralizada y angustiada por desconocer absolutamente todo de su destino ya que, a pesar de la resistencia, de la que se ha hablado mucho, el efecto psicolgico contrario, el dolor, la frustracin y la culpabilidad, tambin hubo de ser devastador. No en vano, el rgimen tuvo claridad para que, en casi todos los elementos de las prisiones, se reflejaran aspectos de los sectores polticos y sociales que hicieron posible el 18 de julio. La crcel se convierte as en un funesto observatorio privilegiado de la divisin real de la sociedad de postguerra. Todo ello sin perjuicio de que el elemento moralizador y redentor, especie de sntesis penitenciaria de la nueva Espaa, sirviera de pantalla en los momentos ms difciles para un rgimen que quera salir del aislamiento internacional.
Para atender a la subsistencia de los condenados, dispuso Carlos V en 15102: el Receptor de las penas de nuestra Camara de la Audiencia de Valladolid d a las personas presas i condenadas para las galeras, a cada uno para su mantenimiento por cada da, que estuvieren en la carcel de dicha Chancillera, diez
1 Nueva Recopilacin: Ley 1, Ttulo 24, Libro 8. Vid. Roldn Barbero, H.: op. cit. pg. 12: Coln llev empleados en sus expediciones a reos cedidos por la corona. Lo cierto es que apenas tendra virtualidad dada la carencia de infraestructura para llevarla a cabo. 2 Nueva Recopilacin: Ley 2, Ttulo 24, Libro 8.
maravedis; Y mandamos al dicho Receptor que en cada ao d i pague para el mantenimiento de los condenados a las dichas galeras, i de otras personas presos por delitos pobres por los tercios del ao, otros veinte mil maraveds.... Ahora bien, eso era para Valladolid donde radicaba la Chancillera, pero qu ocurra en los dems lugares? Segn la cdula anterior de los Reyes Catlicos si el penado tena bienes con ellos pagara el traslado, lo cual fue prctica constante a travs del tiempo, y en caso contrario se financiara con las Penas de Cmara o las de Gastos de Justicia. Los fondos de las penas de cmara (la hacienda real) y gastos de justicia se nutran de las condenaciones. Por regla general, su mitad era entregada a la camara salvo que, en ciertos casos, pudiera exigirse ms. El resto constitua los gastos de justicia y se administraban por los jueces locales y corregidores de ciudades. (Ver en apndice documental n. 1 cmo los describe Bovadilla, quien aada: El embiar galeotes a las carceles reales, donde conforme a la ley se han de recoger, ha de ser a cuenta de los dichos gastos de Iusticia...). Pero estos caudales podan destinarse a otros menesteres. Demasiados fines para tan exiguos ingresos; de ah la grave consecuencia (llegaban a morirse de hambre en el depsito de Mlaga) contenida en la Provisin 27 de mayo de 1522 que, dirigida al corregidor, indicaba no los admitiera en la crcel si las galeras estaban fuera de la ciudad: que por estar aplicadas las penas de nuestra camara desa dicha cibdad para el Reparo de las fortalezas dellas, no ay de que dar de comer a las dichas personas condenadas, a cuya causa mueren de hanbre porque muchas vezes acaece estar en la carcel mas de medio ao de una vez por estar las dichas galeras fuera de la costa del Reyno de Granada en el Rio de Sevilla e en otras partes..., mandando a los encargados de la conduccin, llevarlos donde se encontraran las galeras3. La Provisin 16 de mayo de 1534 de aplicacin a la pena de galeras por la Chancillera de Granada, contena las obligaciones del envo de galeotes para Mlaga: ...Y a las personas que assi condenaredes perpetua y temporalmente para las dichas galeras, los embiad luego a costa de las penas de nuestra camara, a la ciudad de Malaga, y los hazed entregar al nuestro Corregidor, o a su Alcalde, juntamente con los traslados signados de escribano, de la sentencia que contra ellos dieredes, para que conste el tiempo que an de estar en las dichas galeras. Y mandamos al dicho nuestro Corregidor de la ciudad de Malaga, o a su Alcalde, que los reciba, y entregue luego al nuestro Capitan General de las dichas galeras, o a su teniente, para que los tengan en seruicio dellas, el tiempo en que fueren condenados a estar en ellas. Y que cumplido el dicho tiempo los suelte, y dexe yr libremente, conforme a las dichas sentencias...4; esta orden provoc un aumento sustancial de galeotes estancados y para prevenir lo acontecido en 1522, en 9 de septiembre de 1534 se otorgaron los mismos diez maravedes, a cargo del pagador de las Galeras, en tanto se encontraren los galeotes en la ciudad. (Ver apndice documental n. 2).
3 Real Provision ordenando que los presos destinados a galeras no se concentren en la carcel de Malaga sino cuando la armada se halle en la costa del reino de granada. Enuncia tambin que el Puerto de Santa Mara era el ms importante invernadero de galeras. Vid. BN: Afr. C. 7064, relacin 90. 4 Ordenanzas de la Real Audiencia y Chancillera de Granada. Granada 1601. Pg. 209.
La solucin al problema de establecimientos capaces de albergarlos, empez a perfilarse en otra Pragmtica de Carlos V de 19 de diciembre de 15445: amparndose en las dos nicas Chancilleras existentes (Valladolid y Granada) y la capacidad de la crcel de Toledo, orden que los reos de Castilla y Len se enviaran a la crcel de Valladolid, de ah a Toledo y desde Toledo a Mlaga. Y los de la parte del Tajo llegaran a la crcel de Granada, para trasladarlos tambin a Mlaga. En esta ciudad seran entregados al capitn general de las Galeras o a su lugarteniente. La pragmtica contiene una observacin en absoluto balad: para que sirvan en ellas todo el tiempo en dichas sentencias contenido; esto significaba que el inicio del tiempo de condena arrancaba en el momento de la entrega. Precisaba adems que el Corregidor de Mlaga tuviera un libro donde se anotasen el trmino de las condenas de cada uno, pudiendo dar el testimonio de sentencia al reo que lo pidiere para tenerla en su poder. Con Felipe II va a obtenerse la organizacin ms completa a nivel jurdico y de medios gracias a una pragmtica de 1566; antes de sta, una cdula de 1557 remediaba un obstculo: frecuentemente los reos no llegaban a las crceles de las Chancilleras de Valladolid y Granada por el simple motivo de que las jurisdicciones de Seoro, rdenes, Behetras, etc. entendan que las penas de Camara, a cuya costa haban de enviarse, pertenecan a los Seores de tales lugares. Por ello, el rey orden que si el reo no posea bienes, se financiara el traslado con el producto de las penas de Cmara de esos lugares de Seorio, no admitiendo queja alguna. La Pragmtica nombrada es de fecha 3 de mayo de 1566: La Pragmatica que Su Magestad manda que se imprima Sobre los Vagamundos, Ladrones, Blasphemos, Rufianes, Testigos Falsos, Inducidores, y casados dos vezes, y otras cosas6, llegando a incorporarse algunos trozos en la Novsima Recopilacin en diferentes ttulos7. Incida primero en un tema procesal: los condenados a galeras por jueces de realengo o seoro se enviarn una vez que las sentencias hayan pasado a cosa juzgada, sin posibilidad ya de apelacin. Mlaga principalmente, Cartagena y Puerto de Santa Mara seran los lugares de embarque. Describe la pragmtica una serie de crceles (depsitos principales) donde se alojaran los reos de los obispados limtrofes hasta que reunieran nmero suficiente de galeotes para emprender viaje; stas eran: la crcel de la Audiencia de Galicia, Valladolid, Soria, Toledo, Sevilla y Granada. De esta forma (puntos intermedios y trmino final) se organiz pormenorizadamente los itinerarios de los condenados de la corona de Castilla: los galeotes de Galicia, siendo doce, emprendan viaje a Toledo. Hasta Valladolid llegaban de Len, Oviedo, Salamanca, Palencia, Ciudad Rodrigo y Zamora, y contando con veinte iban a Mlaga. Desde Burgos, Calahorra, Osma, Siguenza, Pamplona y reino de Navarra se acercaban a Soria, dirigindose entonces a Cartagena. Hasta la crcel de Toledo se desplazaban los reos de vila, Segovia, Madrid, Alcal y Guadalajara para enviarles a Mlaga. Los de diez leguas (unos 50 kms.) alejados de Toledo junto con los de Cuenca llegaban directamente a Cartagena. La famosa crcel de Sevilla alberg tambin a los de Plasencia, Coria, Badajoz y Cdiz desde donde se trasladaban al Puerto de Santa Mara. Por fin, los de Crdoba, Jan y dems del reino de Granada se dirigan directamente a Mlaga.
Nueva Recopilacin: Ley 3, Ttulo 24, Libro 12. Reales Ordenanzas y Pragmaticas (1527-1567). Mss. 12437 de la Biblioteca Santa Cruz de Valladolid. S/P. 7 Novsima Recopilacin: Ttulo 40, De las penas corporales, su conmutacin y destino de los reos, leyes 3 y 4; en el Ttulo 14, De los hurtos y ladrones, ley 2; en el ttulo 27, De los Rufianes y Alcahuetes ley 3; etc.
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Tampoco descuida la pragmtica los medios financieros: era el receptor de rentas reales el encargado de evacuar los pagos, tanto del sustento de los galeotes cuando estn en las crceles antedichas como en la propia conduccin, proveyendo que vayan con la persona, guardas y recaudo que convenga. Obligaba, igualmente, a que: Concejos y Justicias de qualesquier ciudades, Villas y lugares, por donde los dichos galeotes fueren y passaren, que los reciban y acojan en las crceles dellos yendo de passo, y no aviendo carcel, en otros lugares y casas donde con seguridad esten. De manera coactiva, impona penas para los habitantes de los lugares si se diere fuga; entre ellas una muy curiosa: cien ducados de multa por cada galeote escapado, destinados a la compra de un esclavo8. El aspecto financiero fue racionalizndose pagndose con Gastos de Justicia desde el pueblo de aprehensin del delincuente hasta cualquiera de los depsitos generales, y con Penas de Cmara desde stos al trmino de la conduccin: ...embiar galeotes desde las carceles generales de donde, conforme a la orden dada por la ley (L. 9, tit. 24, libro 8, Recop.) se han de embiar a los puertos de mar, licito es por las leyes, a costa de penas de Camara, assi en alimentar los dichos galeotes, como en salarios de guardas, y Alguaziles, y vagages para llevarlos: pero la costa de embiarlos a las dichas carceles generales desde las carceles particulares de los pueblos, assi Realengos, como de Seorio, ha de ser de gastos de justicia, y no de penas de Camara, como antes estava dispuesto,9 siempre que el reo (como era frecuente) no pudiera costerselo. En el resto de los reinos hispanos (Valencia, Aragn y Mallorca) la conduccin de galeotes tena etapas distintas hasta que producida la absorcin de sus fueros, al trmino de la guerra de Sucesin, por los decretos de Nueva Planta de Felipe V, quedaron sujetos al reino de Castilla acercndoles a los mismos lugares costeros.
1.2. Problemas derivados de la retencin e indulto de los reos antes de la conduccin
Las disposiciones posteriores irn encaminadas a mejorar aspectos que presentaron dificultades. En la Cdula que Felipe II envi a la Chancillera de Granada en 25 de diciembre de 1588, se dijo: ...la experiencia mostrado los inconvenientes que resultan de tener algun dia en las carceles los condenados a servicio de galeras, sin embiarlos a cumplir sus condenaciones: pues se visto muchas vezes, y en diversas partes que rompen las carceles, y se salen y huyen de ellas, no solamente ellos mismos, pero otros que estan en ellas por delitos graves: con que no es la justicia administrada, ni los dichos delitos castigados..., mandando para evitarlo: ...abrevieys las causas que oviere en essa Audiencia de los dichos condenados a galeras en apelacion, o primera instancia (si era la Chancillera o Audiencia quien emita la primera sentencia, caba nicamente el recurso de splica) y que luego que estuvieren substanciados, sean sentenciados, sin que aya dilacion: y que hecho esto, se depositen (en la primera sentencia) en galeras, y no en las carceles...demas que desta dilacion en la execucion de las sentencias resulta otro
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La Pragmatica que su Magestad...1566 en Reales Ordenanzas... op. cit. Castillo de Bovadilla, J.: Politica... op. cit. pg. 780.
inconveniente, y es que ay falta de remeros en mis galeras...10; y en otra Cdula de 22 de marzo de 1590, tambin para evitar dilaciones, se prescribi: los ladrones y vagamundos sean fenecidas sus causas con dos sentencias conformes, la una de la justicia ordinaria y la otra dada en la Audiencia (sentencia de vista y la posterior de revista, condicin bastante para proceder al envo) y que los condenados a galeras no puedan ser sueltos en fiado... (Ver apndice documental n. 3). Felipe III en Cdula 3 de Septiembre de 161111 ordenaba no paralizaran las conducciones los corregidores o justicias: ningun galeote sea odo en pretension ninguna que toque a su libertad, por ningun caso, como es intentar juicio de inmunidad de Iglesia, o de enfermedad que impida ir a servir; antes al contrario, en el destino seran reconocidos por los capitanes generales y oficiales de las Galeras. Llegaba a tal extremo que ni siquiera podan las justicias visitarlos para que no les otorgaran moderacin o indulto. Como lo ordenado se incumpla muchas veces, Felipe IV en 7 de enero de 1643 y luego la Reina Gobernadora (Mariana de Austria, madre de Carlos II) en 1667 y 167012 , insistieron no se visitaran las causas de galeotes y presidiarios ni se indultaran o conmutaran este tipo de condenas. Se empieza por vez primera en la documentacin a hablarse de rematados a presidio que, prcticamente, estn en la fecha situados en el norte de frica: ...y siendo una parte tan esencial en el servicio de las galeras de Espaa, que esten asistidas de la gente del reyno necesaria; reconociendose el corto numero de condenados ellas... faltando tambien la gente a los presidios...reiterar de nuevo las ordenes las Chancilleras y Audiencias, para que no se pueda conmutar la condenacin de presidios de Africa en otros ningunos de Espaa, sin que preceda expreso mandato mio, por los inconvenientes que de lo contrario resultan al Real Servicio. Por Resolucin 23 de agosto de 1653 se haba mandado que tampoco se visitaran o pusieran en libertad a los condenados a Campaas, ni a los vagamundos y mal entretenidos. En 17 de abril de 1682 emite informe el Consejo de Guerra para que la Cmara de Castilla, Audiencias, Chancilleras y Sala de Alcaldes no indulten a ningn condenado a servir en presidio por la falta de gente voluntaria. (Ver apndice documental n. 4).
1.3. La aplicacin prctica de los traslados
Examinemos mediante cartas, expedientes e informes cmo realmente se organizaron las conducciones. D. Jernimo Castillo de Bovadilla13 hizo una pormenorizada relacin de medios materiales, humanos y financieros cuando como corregidor de
10 Ordenanzas de la R. Audiencia y Chancilleria de Granada... op. cit. pg. 210: Cedula de veynte y cinco de Diziembre, de mil y quinientos y ochenta y ocho, para que los pleytos de los condenados a galeras se vean con brevedad, y con la primera sentencia se depositen. 11 Novsima Recopilacin: Ley 5, Ttulo 40, Libro 12. 12 Novsima Recopilacin: Ley 13, Ttulo 39, Libro 12. 13 Jernimo Castillo de Bovadilla nace en los aos 1546 1547; entre 1568 y 1590 fue sucesivamente teniente letrado de Badajoz y corregidor de Soria y Guadalajara. A partir de 1590 ejerce de abogado ante los Consejos de la Corte. Su obra fundamental, Poltica para Corregidores... la escribe entre 1590 y 1595. Luego, cuando relata el modo de conducirse a los reos est en vigencia la Pragmtica de Felipe II de 1566. Vid. Toms y Valiente, F.: Gobierno e instituciones en la Espaa del Antiguo Rgimen. Madrid 1982, pgs. 181, 189 y 192.
Soria tena perfecto conocimiento de los requisitos. Su relato es fiel reflejo de la realidad. (Vase apndice documental n. 5). Lo manifestado por Bovadilla concuerda con la cdula remitida a la Chancillera de Granada de 22 de marzo de 1590, cdula que buscaba remedio a un problema singular pues denuncia la prctica que frecuentemente realizaban los encargados de su guarda sustrayndoles el dinero en metlico que tenan asignado y que les obligaba a pedir limosna por los caminos para subsistir: ...Porque sido informado que la lleva de los galeotes a las galeras, y otras partes donde se recogen, sido hasta aqui a mucha costa de mi hazienda, por los excessivos salarios que se an dado a las personas que los llevan: y que en el aviamiento y lleva dellos no avido ni ay la orden y buen recaudo que deveria, a causa de que los que los llevan (por aprovecharse de lo que llevan para el sustento de los dichos galeotes) no les dan lo que an menester. Por lo qual por la mayor parte los dichos galeotes se sustentan de la limosna que les dan por los caminos, y mueren muchos dellos, o enferman, de manera que no pueden llegar a las galeras: y si llegan, no pueden servir, ni son de provecho en ellas. (Ver apndice documental n. 6). Toda la estructura concebida para trasladar galeotes se trasplant para la conduccin de los presidiarios en virtud del Auto Acordado del Consejo de Castilla 30 de agosto de 1655, otorgando comisin a D. Francisco Zapata hacindole responsable ltimo de las conducciones. Se titula: Sobre la forma de como sean de llebar los condenados a presidios y por su importancia, pues es el inicio de la pena de presidios, dato que hasta el presente se mantena oscuro, lo transcribo ntegramente (ver apndice documental n. 7). Aunque es evidente que de vez en cuando ya se haban enviado presidiarios, es a partir de aqu cuando se regulariza el sistema, encargando esta competencia a quien hasta ese momento posea nicamente la del traslado de galeotes: ...Dese el despacho nezesario para que el S. D. Francisco Zapata con las colleras de los galeotes y a las mismas cajas de Cartajena, malaga y Puerto de Santa Maria remita los condenados presidios de africa y la carcel de toledo y demas caxas los remitan las chancillerias y justicias hordianrias con los condenados a galeras.... Sevilla y Solanas14, tomando datos del Archivo del Apostadero de Marina de Cartagena, relacionaba una conduccin de galeotes en 6 de enero de 1671 desde la Caxa de Toledo hasta Cartagena. Se trataba de trasladar 34 forzados por el comisario D. Francisco Gamiz (que lo tena adjudicado por asiento) para lo cual, con la cdula que portaba, se dirigi al corregidor de Toledo (autoridad que tena a su cargo los galeotes) para que se los entregara junto con las seas de filiacin y testimonio de sentencias. Qued fijado que ...ha de dar cuenta el Comisario, en declaracin escrita, de los forzados que sacare de las dichas carceles de Toledo y de los que fuere reciuiendo en los transitos hasta llegar a Cartaxena. Tambin prestara dicho corregidor: ...los carros que hubiere menester para conduccion de los dichos forados...pagando el Comisario los Carros y vagaxes y la tasa y no ms, los quales de lleuar satisfechos y pagados desde Toledo a Cartaxena y no a de pedir en el discurso del camino los lugares ningun carro ni
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Sevilla y Solanas, F.: Historia Penitenciaria espaola (La Galera). Segovia 1917, pg. 43.
vagaxe, sino s, en caso de quebrarse o de que muera alguna mula, por enfermedad no pueda pasar adelante y en este caso, los a de poder embargar pagndolos a la tasa; dicho corregidor tambin deba proporcionar escolta hasta la primera etapa: ...para que con los que el Comisario llevase, pueda dar principio al viaje yendo todas juntas hasta el primer transito, que es la villa de Mora, cinco leguas de Toledo, y haviendo entregado los dichos forzados a las Justicias della, se volveran las guardas de Toledo...la justicia de Mora a de dar guarda hasta la villa de Madrigalejos, que es segundo transito, de donde se volveran y en esta forma, se continuaran los demas transitos que se sealan al Comisario por despacho de D. Antonio de Benavides, del Consejo y Comisario General de la Santa Cruzada.... Una minuciosa descripcin de los itinerarios que atravesaban los reos de finales del XVII desde Toledo hasta las minas de Almacn la describe Salillas. Es interesante anotar que segua producindose el relevo de la escolta al atravesar lugares con trminos jurisdiccionales distintos. (Ver apndice documental n. 8). La regulacin ms completa vuelve a aportarla Solanas describiendo la conduccin de 31 galeotes y 55 presidiarios en 29 de junio de 1736, desde Valencia a Cartagena. Obsrvese por estas cifras la decadencia de la pena de galeras mientras cobra auge los presidios norteafricanos. Me voy a referir slo a los aspectos de alimentacin y seguridad: ...los quales van socorridos con el sueldo y pan de monicin que S.M. les ha mandado dar por la Provehedura de Guerra, por la Intendencia y tessorera General de este Reyno, por los das de su viage hasta el de su entrega en dicho Puerto y Caxa Real de Cartagena...los 31 galeotes van herrados con 31 grillos con sus Chapetas y 31 argollas, con sus eslavones en los cuellos...y los 55 presidarios van con 55 grillos, con sus Chapetas y 55 Argollitas con sus eslabones en la pierna de cada uno, por las quales passan quatro Cadenas, cerrada cada una con su candado y llave...; la diferencia de trato es tangible: los galeotes llevaban argollas que son ms pesadas y adems sujetas al cuello, mientras los presidiarios portaban argollitas en la pierna. En 22 de octubre de 1743 se enviaban a Ceuta embarcado desde Mlaga 45 presidarios y 9 galeotes, proporcin ya completamente significativa a favor de la pena de presidios y el declive absoluto de la de galeras15; de hecho se suprimieron estas por vez primera en 1745. Para la financiacin del traslado haba dos regmenes: por Asiento y por Administracin. El primero consista en una contrata, acordando toda la operacin con un particular a quien se le pagaba una cantidad fija comprometindose el asentista a realizarla corriendo con los gastos reales posteriores. El otro sistema se llamaba de Administracin, realizndole directamente la maquinaria judicial y administrativa. Fue prevalente el mtodo de Asiento. En el sistema de Administracin se haca un clculo aproximado inicial del importe y haba que justificar el gasto real y la provisin final de fondos. As lo vemos en una conduccin de 25 de febrero de 1737: El rey ha resuelto se entreguen por la tesoreria general a el pagador de presidios y galeotes 6.000 ducados de vellon que se ha regulado puede importar al presente los que se hallan detenidos en las car15
celes de esta Corte, las de Toledo y demas para sustento y paga de ministros empleados a este fin16. Las cuentas totales de una conduccin en 173617 (que es con seguridad la citada por Sevilla y Solanas) titulada: Relacin de lo que importaron los gastos en la ultima cadena que por el mes de junio del ao proximo pasado de 1736 se despach desde esta ciudad (Madrid) a la de Cartagena con 84 presidarios y galeotes asi de esta Caxa como de la de Zaragoza, expresaba todos los gastos causados. (Ver apndice documental n. 9). Llama la atencin el empleo de la palabra galera refirindose aqu a los carros desde los que eran trasladados como expongo en el apndice documental n. 10. El Real Decreto 29 de noviembre de 1738: Sobre remitir los reos a Presidio y quales deben ser retenidos18, se decanta por el sistema de asiento debido al mayor ahorro que conlleva: sobre la forma que se ha executado la remisin de los Bagamundos, Presidarios y Galeotes desde el ao 1734 y se contina ahora, resulta conocido ahorro a mi Real Hacienda, pues antes la conduccion de cada hombre a Alicante o Cartagena era de 241 reales de velln, y hoy no tiene ms costa que la de 86 reales y 10 mrs. de la misma moneda, con la circunstancia de vestirlos con lo ms preciso, y haberseles aumentado el pr. Tambin menciona el cauce reglamentario para designar al contratista: ...y que siempre que hayan de salir Cadenas con Galeotes, Presidarios, o reos de otros destinos, se saque al pregon el Plan, y Asiento de estas conducciones sobre el pie de los 86 reales, 10 mrs, que actualmente cuesta la conduccin de cada reo, pregonandose por 8 das a la puerta de la Carcel de Corte, para el fin de si hubiere quien haga mas beneficio a mi Real Hacienda, que el ultimo conductor. Este decreto, en cuanto a la escolta encargada, prevea acompaaran al conductor una Partida de caballos de la Compaa Suelta, que reside en Madrid, o una Partida del destacamento de Invlidos, mandada por un Oficial o Cabo de confianza. Una de las funciones de este oficial era vigilar que el conductor no haga perjuicio alguno a los reos que conduxere, ni a los Pueblos por donde transiten, con obligacin de dar a su buelta certificacin de lo que hubiere ocurrido. Vemos de qu manera fue perfeccionndose el sistema: en sus orgenes haba varias escoltas que iban relevndose en el trayecto; posteriormente qued implantado un servicio especializado desde el inicio de la conduccin hasta su trmino. A finales del XVIII apenas haba variado la manera de conducirlos y las rutas, como se relaciona en un expediente de la Sala Plena del Consejo de Castilla en 178719 donde merece destacarse el desprendimiento de estas funciones de las clsicas judiciales ya que eran competencias asumidas por la administracin militar penitenciaria: desde el Deposito de Cartagena se da a los reos la direccion o destino prebenido en sus condenas y en nada de esto entiende la jurisdiccion ordinaria, pues es una obligacion que desempea el Yntendente de rematados o el governador de aquella plaza. (Ver apndice documental n. 11).
AGS, SG GM, leg. 4752: 25 de febrero de 1737. AGS, SG GM, leg. 4752. 18 AGM: 2. Seccin, 9. Divisin, leg. 30. 19 AHN, Consejos, leg. 1106.
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Pero para abastecer los presidios norteafricanos con mano de obra forzada hay que dar un paso ms, necesitando medios de transporte para cruzar la franja de mar Mediterrneo que los distancia. Y estos barcos podan ser de titularidad privada, debiendo afrontarse nuevos gastos. Veamos un ejemplo de inters que expone las dificultades y embarcaciones extranjeras que se empleaban reproduciendo una carta que los oficiales de Cartagena remiten al Consejo de Guerra en 1 de febrero de 170020. (Ver apndice documental n. 12). Para una comprensin ms perfecta del incesante volumen de reos trasladados he tomado uno de los pocos aos en que la documentacin cubre este objetivo. Se trata de seis relaciones de 1736 (todas, a excepcin de una de febrero son del segundo semestre); los conducidos desde los puertos de Mlaga, Valencia y Sevilla alcanzan el nmero de 557 presidiarios y 96 galeotes. Las cartas se dirigen a D. Joseph Patio, Secretario del Despacho de Guerra. Indican barcos, nmero de gente, nombres, filiacin en algunos casos y destino final21. Trascribo ntegra la ms interesante, por determinar de quien depende cada reo, en el apndice documental n. 13. La travesa llevaba un plus de riesgo aadido ya que la piratera berberisca poda atacar a los barcos. Tambin Inglaterra, por el conflicto de Gibraltar y dada su proximidad a Ceuta, la haca peligrosa en las dcadas centrales y finales del siglo XVIII. Efectivamente; as ocurri segn un documento de 13 de diciembre de 1743 detallando la novedad D. Diego Ponze de Len al marqus de la Ensenada: ... los 60 presidiarios...que con destino a Ceuta navegavan en los dos pingues de Cruzada que salieron con vveres para dicha plaza y fueron apresados por un Navio de Guerra Ingles, que los condujo a la baha de Gibraltar; y deseando Vs tener noticia cierta del paradero de estos criminales, por lo perjudicial que seria su extravio, dire a Vs que los mencionados presidiarios a excepcion de cinco que tomaron partido en el navo de Guerra y se les concedio por el capitan Ingles, y aunque los demas lo solicitaron se les nego, se entregaron por el gobernador de Gibraltar en canje, a mi disposicion como la tropa y tripulacion de ambos Pingues, y los desterrados asegurados: los que con toda precaucion se han ido poniendo en los barcos del transporte de viveres desde Algeciras para sus destinos en el servicio de Ceuta....22 De forma paralela a estos traslados se efectuaban los de levas de vagos destinados primordialmente al ejrcito y arsenales de marina. Unos y otros corran por distintos cauces, como ordenaba la Real Orden 7 de mayo de 1775 (ver apndice documental n. 14). No obstante, hubo veces en las que se admita compartir la cadena23: una Real Orden de 11 de septiembre de 1787 dictaba: ...para que en la cuerda de vagos destinados a la Marina que va a salir para Cartagena a cargo del Capitan de Navo, D. Manuel Ruiz Marinela se admitan 39 rematados a presidio que por ahora se dirigen a la misma plaza desde la crcel de la villa de Madrid y el da 30 se ordenaba que por la tesorera mayor se entregara al corregidor de Madrid, 4.618 reales y 10 maravedes de velln, derivado del coste de la conduccin de los 36 reos que se dirigieron a Cartagena con la cuerda de los vagos destinados a Marina.24
AGM: 2. Seccin; 9. Divisin, leg. 280. AGS, SG GM, leg. 4744. 22 AGS, SG GM, leg. 4797. 23 AHN, Consejos, leg. 1106. 24 AGS, SG GM, leg. 5651.
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El inicio de la pena de arsenales arranca para los presidiarios de delitos leves con la Real Resolucin 17 de enero de 1750 y para los Bagamundos en la de 25 de julio de 175125, ambas de Fernando VI. Esta ltima indicaba cmo arribar a los arsenales: Toda la gente que en esta forma se recoja, se ha de conducir a las Capitales de Provincia, a disposicin del Intendente, quien mandar entregar puntualmente 50 reales de vellon a los conductores por cada hombre que entregasen, y 30 por cada muchacho, hasta la edad de 18 aos, adems del pr, desde el dia de la aprension, hasta el de la entrega, todo por cuenta de la Real Hacienda, sin permitir se les dilate con ningun pretexto: bien entendido, que esto ha de ser con los que legitimamente hayan de ser aplicados. La habilitacin del arsenal del Ferrol produjo un cambio en los itinerarios de estas conducciones que no se reflejan en estas disposiciones (aunque se sabe que los primeros se hicieron por mar desde Cartagena o Cdiz) pero s en la Pragmtica de Carlos III de 12 de marzo de 1771 que en su punto cuarto especificaba: Que para la proporcionada distribucion y dotacion de los mismos arsenales deban dirigirse los del Ferrol los reos condenados a esta pena por la Chancillera de Valladolid, Consejo Real de Navarra, Audiencias de Galicia y Asturias y por todos los Jueces, aunque sean de fuero privilegiado, del territorio de estos Tribunales; los arsenales de Cadiz los de los reynos de Andaluca, provincia de Extremadura y islas Canarias; y Cartagena los de Castilla la Nueva, reyno de Murcia y Corona de Aragon.26 En el ltimo tercio del siglo XVIII se organizaron otros envos en virtud de necesidades militares, destinando a Puerto Rico muchos reos, generalmente desertores. Tambin se expidi la Cdula 4 de noviembre de 1787 remitiendo a Filipinas: ...que para mantener completo el Regimiento fixo de la Plaza de Manila y Cuerpos veteranos de las Islas Filipinas, he resuelto se remita de Espaa el numero de desertores del Exercito y otros reos, que no siendo de delitos feos, se destinan a Puerto Rico y Presidios de Africa.... Por problemas organizativos de los traslados, otra Cdula de 29 de mayo de 1788 indicaba quedara a cargo de las justicias remitirlos hasta la cabeza de Partido, y desde all, corriendo ya los gastos por la Real Hacienda, llegaran hasta Cartagena, Cadiz o Corua, quedando entonces los reos a disposicin de la Secretara de Despacho de Guerra y Hacienda de Indias para que ordenara su reunin y embarque desde Cdiz a esas posesiones de ultramar27. La eficacia de estas disposiciones provocaron que el presidio de Ceuta pidiera en 1788: ...500 o 600 presidiarios, pues estando reducido actualmente el numero de desterrados trabajadores a 1940 no puede alcanzar a todos los objetos precisos y en que debe emplearse esta gente...28 (ver apndice documental n. 15), pero
25 Portugus, J. A: Coleccin General de las Ordenanzas MilitaresT. IV desde el 20 de Julio de 1728 hasta el ao de 1758. Madrid 1764, pg. 415. 26 Novsima Recopilacin: Ley 7, Ttulo 40, Libro 12. El expediente general que di como fruto esta famosa pragmtica se encuentra en AHN, Consejos, leg. 5993. La manera de conducir los reos a los arsenales y traspasada a la Pragmtica est copiada exactamente del informe que hacen conjuntamente D. Pedro Rodrguez Campomanes y D. Joseph Moino (luego, conde de Floridablanca), fiscales del Consejo de Castilla, en 25 de septiembre de 1770. 27 Ambas cdulas en AGM, 2. Seccin, 9. Divisin, leg. 25. 28 AGS, SG GM, leg. 4986: 26 de septiembre de 1788.
poco tiempo despus se saturaran ste y todos los dems presidios debido en gran parte al cierre en 1792 del presidio de Orn-Mazalquivir. Llegado el presidiario al destino y una vez recibido el testimonio de sentencia, se produca en el libro correspondiente (llevado por la veedura, por su carcter de documentacin administrativa) la anotacin denominada Asiento de desterrado, redactada en trminos parecidos al siguiente tenor: D. Fernando de la Quintana y Barreda Comissario de Guerra de los reales exercitos, Veedor y contador desta plaza, fuerzas del Peon de Velez; CERTIFICO que D. Francisco de Herrera presidario agregado a la Compaa de D. Simon Gaspar de Guerra, se recivi al sueldo en esta Plaza el da 29 de junio proximo pasado, remitido de la carzel de Malaga, con sentencia de cuatro aos en que le conden el Ilmo. Sr. Presidente de la R. Chancillera de Granada por causa de haver soltado de la prisin diferentes personas que estaban aseguradas de Leba, por cantidades de maraveds en que se ava ynteresado, faltando a su encargo y en deservicio de S.M. Peon 24 de septiembre de 174229.
La Pragmtica de 1566 de Felipe II, ya citada, es especialmente importante. Diseaba con mbito centralizador un encargado de todo el proceso: que en nuestra Corte aya persona que tenga cargo y cuydado de todo lo que toca a los dichos galeotes...a la qual persona sean obligados todos los juezes y justicias, de todos los dichos Obispados y partidos, de embiar la relacion de las personas condenadas a galeras que han embiado a las partes y lugares...declarando el nmero y nombre de las personas, calidad y edad, y el tiempo por que han sido condenados.... Felipe III, al regular en 24 de abril de 1604 unas adiciones para la buena cuenta y razn de las penas de Cmara, especificaba que exista un Alcalde de nuestra Casa i Corte, cuyo cargo esta la comission de galeotes, estando obligado a llevar un libro donde asentara las condenaciones que hicieren para la dicha nuestra Camara. Esas funciones especficas se asumirn tambin para los presidios: una misma organizacin central se encargara de todo lo concerniente a traslados. Si su origen estuvo en allegar reos a las galeras, con el paso del tiempo har lo propio en: minas de Almadn, presidios peninsulares, presidios norteafricanos, campaas para el ejrcito y arsenales de marina. Las etapas fueron diseadas para el reino de Castilla en tiempos de Felipe II; en los siglos XVII y XVIII no cambiarn sino en matices. Y es que el enorme contingente de penados necesitaba mecanismos ms giles que ordenaran, ejecutaran y supervisaran el proceso. sta sera la principal ocupacin de la Superintendencia General a que aludi Salillas, citando entre sus funciones: reci29
be de los Tribunales sentenciadores los testimonios de sentencia y documentos de identificacin. Ordena las conducciones, detallando etapas, y remite los penados a sus destinos con la documentacin de cada uno.30 Los orgenes de tan peculiar institucin se concretan desde una Cdula de Felipe IV en 3 de julio de 1657 (hacindose eco del Auto Acordado del Consejo de Castilla 30 de agosto de 1655 ya examinado): El Rey. Por quanto he encargado a D. Francisco Zapata de mi Consejo de Castilla la Superintendencia de la remision de los condenados a galeras, Campaas y Minas del Almaden, por los Consejos, Chancilleras, Audiencias y Justicias destos Reynos y he resuelto que asimismo corra con la de los que fueren sentenciados a servir en Presidios asi de Africa como de Espaa, mando a los gobernadores dellos, de en birtud de los despachos que expediere D. Francisco Zapata, insertando este y las sentencias de los reos, las reciban sin replica ni dilacion alguna por convenir asi a mi serbicio y de la presente tomara razon el Contador mayor Antonio Gomez que la tiene de todos los que condenan en las penas referidas. Dada en Madrid a 3 de julio de mil seicientos y cincuenta y siete.... De su texto se desprende que la Superintendencia ya exista para galeras, campaas y minas, y que a partir de ahora se encargara adems de los sentenciados a presidio. El hecho de quedar adscrita al Consejo de Guerra viene recogido en folio aparte al noticiarlo al Gobernador de Orn.31 (Ver apndice documental n. 16). Interesa resear en esta notificacin la obligacin de esperar a la aprobacin antes de liberarlos: teniendo entendido an de servir conforme al tenor de sus sentencias y que no se les de ni conceda licencia para salir del aunque ayan cumplido el tiempo de su condenacion sin que primero preceda expresa orden expedida por mi Consejo de Guerra en que lo mande. Hay una nota posterior importante que dice: S.M. por su Real Cdula de 11 de Abril de 1665, que observa que a los desterrados se les pueda dar licencia aviendo cumplido el tiempo de sus Condenaciones, sin ser necesario real despacho. De manera absoluta defini la atribucin de las conducciones al Consejo de Guerra la Real Cdula 1 de Octubre de 1704: Sobre que los sentenciados a presidios y Galeras, quedan sujetos a la Jurisdiccion de Guerra, y tambien los que sean complices en sus fugas32, aclarando la competencia de D. Gaspar de Quintana Dueas (ver apndice documental n. 17), miembro del Consejo de Castilla, asesor en el Consejo de Guerra y Superintendente de presidios desde mediados de 1703: ...que corra con la Comisin de hacer conducir a las Galeras y Presidios los delinquentes, que por las Justicias de estos mis Reynos, y Seoros, se condenan en estas penas, y conocer privativamente de todas las Causas de sus fugas, y solturas, criminal y civilmente en la primera instancia, reservando las apelaciones de sus Autos y Sentencias para mi Consejo de Guerra, con inhibicin al de Castilla y dems de la Corte, Chancilleras, y Audiencias de estos Reynos, Jueces, y Justicias de ellos, para que ni por va de excesso, ni otro recurso, se entromentan con el, ni con sus subdelegados en el conocimiento de estas dependencias....
Salillas, R.: Evolucin penitenciaria en Espaa, T. 1." Madrid 1919, pg. 8. AGS, SG GM, leg. 4697. 32 Portugus, J. A.: Primer tomo de Portugus Coleccin de las Ordenanzas Militares.desde 1551 hasta 1713. Madrid 1764, pg. 370.
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La conclusin a este prrafo es muy importante: la funcin de sentenciar se atribuye a los que siempre la tuvieron, los jueces, ya fueran del poder judicial o del administrativo. Pero ah se agota; una vez dictada sentencia de revista las incidencias que sigan pertenecern por entero a la Superintendencia General. El resto de la cdula reafirma lo antedicho: se entabl conflicto de competencias entre el Presidente de la Chancillera de Granada (D. Joseph de Uriarte) y el Oidor de la misma que era a su vez Subdelegado de la Comisin de Presidios y Galeras (D. Apostol de Caas, que posteriormente sera superintendente general de presidios). La cuestin provena de unos forzados y presidarios (ntese que en esta poca algunos les denominan presidarios, no presidiarios, aunque el trmino ms comn hasta la dcada de los cincuenta del XVIII es desterrados) que se haban amotinado y fugado al conducirse desde el Puerto de Santa Mara a Mlaga. D. Joseph de Uriarte se amparaba en la Cdula de 22 de marzo de 1590 por la qual esta acordado que las Colleras de Presidarios y Galeotes de aquella Chancillera se despachen por el Presidente y Alcalde mas antiguo de ella; el Rey le retir la competencia: ...siendo de gravsimo perjuicio a mi servicio esta novedad...por estar la Cedula de 22 de marzo de 1590 bulnerada expresamente por las que ultimamente se han despachado...para que D. Gaspar de Quintana Dueas tenga en todo el Reyno sin limitacion alguna el cuidado, y disposicion de hacer conducir a las Galeras y Presidios los delinquentes que se aplican a estos servicios, y conocer l, o sus subdelegados absolutamente de todos los incidentes de estas dependencias, sin que obste el que la Chancilleria pague los gastos de la conduccion de los que por ella se condenan, y se juntan en sus carceles, por ser esto de su obligacion, como lo es tambien de todas las Justicias Ordinarias para remitir este genero de delinquentes de sus carceles a los puestos, o Caxas, que estn sealadas, executando las ordenes que por dicha Comisin se expidieren.... Ya estamos en condiciones para comprender la totalidad de los actores en ordenar y llevar a efecto la conduccin 29 de junio de 1736 citada anteriormente y que he completado con la informacin del Archivo de Simancas: en tal fecha, el Superintendente general y juez privativo de conducciones, fugas y solturas era D. Nicols Manrique de Lara. Que D. Juan Luis Lpez Mesa, marqus del Risco, era Oidor de la Audiencia de Valencia y juez delegado de la superintendencia en esa ciudad. ste es quien ordena la conduccin, para lo cual hace competente a D.Vicente Lop, alguacil de Corte de la Audiencia de Valencia para que la ejecute; los reos seran entregados en Cartagena a D. Lzaro de Leyva, comisario contador de las Reales Galeras de Espaa, quedando a su cargo para cumplir los tiempos de sus condenas. Otro personaje que intervena era el escribano de la comisin que toma reseas de los testimonios, despachos, obligaciones y demas diligencias33. Vemos, pues, toda la infraestructura generada y necesaria, impulsada desde las Audiencias principales gracias a la figura de un destacado en ellas (que suele ser Oidor), actuando por delegacin de la Superintendencia General.
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El nombramiento de Superintendente General de Presidios, vigente la reforma del Consejo de Guerra de 1717, recaa en uno de los consejeros togados del Consejo de Guerra, elegido entre una terna por el Rey: Aunque el Consejo no consulta sus plazas togadas, lo executa en otras materias, como son las comisiones de Presidiarios y Galeotes, y de la Artilleriay asi, en vacando alguna de estas dos, por muerte, o promocion al consejo de Castilla del que la tenia, propone el de Guerra a su Magestad tres de sus ministros togados...34 Oya y Ozores indicaba, cmo se llev a la prctica en su momento. (Ver apndice n. 18). Situmonos en el 29 de noviembre de 1742. He detectado el nombramiento Real como Superintendente de Presidios al conde de la Estrella, D. Luis de Cullar35. Comenzaba ste enumerando su objeto: Por quanto la Comision de Presidiarios se reduce a obligar a que buelba a servir a los Presidios la gente que por las Chancilleras, Audiencias y dems Justicias de estos mis reynos, fue condenada a servir as en los Presidios de Africa, como en los de Espaa, y que sin aver cumplido el tenor de sus sentencias los Gobernadores, Alcaydes, y otros Ministros de ellos, los licencian, y muchos se ausentan sin ella, y as mismo de la que estn sentenciados, o se sentenciaren a Campaa, y se han buelto, o si bolvieron sin licencia, o con ella sin aver servido el tiempo de su condenacin, obligando a cumplirlas a los que hubieren dado fianzas. Reforzando esta idea de eliminar arbitrariedades, indicaba: ...Y aveis de conocer de todas las causas, y negocios tocantes a fugas y solturas, que de las carceles de estos Reynos hicieren los reos, procediendo as contra ellas, como contra los Alcaydes de dichas Carceles, sus fiadores, y abonadores, Justicias y Ayuntamientos, que los hubieren recivido al uso de sus oficios, y contra los demas que resultaren culpados por qualquier fuga. En segundo lugar, entraba en el desarrollo principal de la comisin: ...para que de la misma forma que cuidar de los condenados a Galeras, haciendolos conducir a ellas, est a vuestro cargo tambien encaminar y conducir a los Presidios y Campaas los delincuentes que fueren condenados en este genero de penas, solicitando la ejecucin de sus sentencias, y dando los Despachos necesarios, en orden a la dicha conduccin...procurando los medios que fueren mas utiles, y que no se detengan los reos en las carceles, sino que vayan a servir a los dichos Presidios, y campaas con la mayor brevedad, advirtiendo que los que estubieren condenados, o se condenaren a servir a los Presidios de Africa, les haveis de dirigir a D. Francisco Monsalve, Comisario ordenador de mis ejercitos, que reside en Mlaga.... Otras disposiciones comprendidas en el mismo nombramiento incidan sobre aspectos materiales, financieros y burocrticos: ...advirtiendo que se ha de tomar certificacion de los que se entregaren, dando las ordenes convenientes, para que todas
34 Oya y Ozores, F.: Promptuario del Consejo de Guerra, y jurisdiccin militar. En que se refieren el instituto, govierno y facultades de este Supremo Tribunal, y los casos en que compete o se limita el fuero militar, por razn de la causa, o personas, segun Ordenanzas y Reales resoluciones. Ordenado por D. Francisco de Oya (y Ozores), del Consejo de S.M. y su fiscal en el Real de Hacienda, en Sala de Millones, siendo solicitador de los negocios fiscales del mismo Consejo de Guerra. En Madrid, 30 de julio de 1738. BN: 3/27957, pg. 17. 35 AGM: Seccin Expedientes Personales. Expediente relativo a D. Luis de Cullar, conde de la Estrella.
las Justicias dispongan se recivan y aseguren en las carceles de las partes, donde fueren llegando, quando se haga la conduccion, y si alguno muriere antes de llegar, se reciva informacin, o testimonio bastante por donde conste...el dinero que procediere de las dichas condenaciones, se ha de poner por quenta aparte en las Arcas de la Consignacion de Galeotes, para distribuirlo en las conduciones de los condenados a Presidios y Campaas, dandome quenta de seis en seis meses...de lo que se convirtiere el producto de las referidas condenaciones y efectos. Hagamos un breve inciso: pese a lo anterior, el dinero poda obtenerse, en funcin de la necesidad, de otras formas36: as, en 9 de febrero de 1745, para socorrer a los reos rematados a galeras y presidios en Toledo, se ordena a su Corregidor: que del producto del papel sellado de aquella ciudad y Partido, disponga de los socorros que se necesiten para manutencin de los reos rematados, que existieren en aquella Carcel. En otros casos, se pag por cuenta de Hacienda, sistema que acabara imponindose como se ratifica en carta de 7 de noviembre de 1743 hacia el gobernador del Consejo, cardenal de Molina: ...he repetido orden al Intendente de Extremadura, para que satisfaga el gasto de la conduccin de los reos rematados a Presidio y Galeras, desde Badajoz a Sevilla... o en otra de 1 de enero de 1744: El rey ha resuelto que se satisfaga por su Real Hacienda la manutencin en la carcel de esa capital de los reos rematados a presidio y galeras que se juntaren en ella de los pueblos de esa provincia, y as mismo el gasto de su conduccin a Sevilla. Retomando el expediente del Conde de la Estrella, terminaba con las clusulas que otorgaban la exclusividad de sus funciones: Mando a los Alcaldes de Mi Casa, y Corte, y a los otros Tribunales, Audiencias y Chancilleras, Jueces y Justicias, se correspondan con vos, para que tengais noticia de los reos que se condenan a estas penas, y que corra el despacho de esta conduccion por vos, y en todo procedereis breve, y sumariamente como cosa que tanto importa a mi Real Servicio...os doy comision bastante... sin ninguna limitacion y para que podais proceder, y conocer civil, y criminalmente, en todo lo tocante a esta materia...y las apelaciones que de buestros autos se interpusieren las admitireis para mi Consejo de Guerra, y no para otro Consejo o Tribunal alguno por que desde luego inhibo, al mi Consejo de Castilla, y a los demas de mi Corte, y a las Audiencias, Chancilleras, Jueces, y Justicias de estos mis Reinos para que ni por va de exceso, se entrometan con vos, ni con vuestros subdelegados. Porque privativamente han de correr por vuestra mano, y en mi Consejo de Guerra, respecto de que los condenados a Presidios, o Campaas, son ya de su Jurisdiccin.... Por fin, estableca la comunicacin directa, por mediacin del Secretario Despacho de Guerra, con el Rey: ...y de lo que fuereis ejecutando, me dareis quenta, pues para todo lo referido os doy bastante Poder, y Comisin, y de este despacho tomar razon el Contador que la tiene de los condenados a Presidios, Galeras, Campaas y Minas del Almaden. Dada en S. Lorenzo el Real a 29 de noviembre de 1742. Yo el Rey. Como vemos, facultades casi omnipotentes en materia de traslados, emitiendo incluso su parecer en las sentencias dadas por los auditores de los presidios y remitiendo al Consejo de Guerra lo actuado por stos para su ratificacin o rechazo. Un
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interesante documento de 1736 nos dar la oportunidad de observar cmo pidi elevar la pena ante un delito de un presidiario que ejerce de cabo de escuadra y culpado por malos tratos a un compaero presidiario. (Ver apndice documental n. 19)37. Fijmonos brevemente en la actuacin del conde de la Estrella en el desempeo de su comisin: aparte del cometido esencial (verificar que llegaran a sus destinos y que no se licenciaran antes de tiempo fijado en la condena), informaba sobre las incapacidades de los reos. As, estimados intiles, se les conmutaba el presidio por destierro o prisin (sta, si es que valan para ejercer tilmente servicios en ella, por el mismo tiempo de su condena primitiva e incluso duplicndola), evitando los gastos de un traslado ya que el elemento teleolgico penal del presidio (la utilidad) se consideraba inaplicable. (Ver casos de este tipo en apndice documental n. 20)38. Por extrao que ahora nos parezca, aunque en absoluto fue excepcional, transcribo una conmutacin a destierro de un sujeto condenado a cuatro aos de presidio por quexa dada de su padre: Enterado el Rey de lo expuesto por Vs, ha venido conformandose con su dictamen en conmutar a Miguel Juarez la sentencia de cuatro aos de presidio con que se halla por queja dada por su padre, en seis aos de destierro de Madrid y 20 leguas de su contorno en atencin a los accidentes que le imposibilitan de todo ejercicio fatigoso...39. Haba peligro de extralimitacin de funciones del superintendente (que con el tiempo vino llamndose juez de presidiarios o juez de rematados), pues estrictamente deba ocuparse de los traslados, dejando para otros rganos peticiones de conmutacin de penas o indultos, pues puestos los condenados en las plazas, nada tiene que hacer con ellos; as le fue advertido a D. Luis Fernando de Isla, sucesor en la Superintendencia al conde de la Estrella (Ver apndice documental n. 21)40. Al menos desde 1759, para que el juez de presidiarios emita su parecer al Rey sobre incapacidad fsica de algn reo para ir a servir, aparte de los lgicos informes de medicos y zirujanos, se viene rodeando de otro del fiscal de la Superintendencia, figura anteriormente desconocida pero que implica un mayor grado de especializacin en sus atribuciones (ver apndice documental n. 22)41. No obstante la claridad de la materia, haba veces que la Sala de Alcaldes remita reos sin conocimiento de la Superintendencia. Esto motiv el Real Decreto 29 de noviembre de 1738, ya analizado en el apartado de conducciones, y que en su vertiente competencial indic: ...con motivo de haberse remitido por la Sala de Alcaldes a algunos Reos rematados a Presidio y Galeras, sin noticia del Superintendente de esta Comision, y algunos mandados retener por el propio Consejo (esto es, el Consejo de Guerra no quera conducir a varios de momento) representando que se falta a todo lo que se deba executar por aquel Juzgado...he resuelto que siempre que por el Consejo de Guerra estuviere retenido algun Reo condenado a Galeras o Presidio, no puede la Sala dispo37 AGS, SG GM, leg. 4744: La peticin de aumento de pena la dirige D. Francisco Manrique (Superintendente General) a D. Jos Patio (Ministro de la Guerra) en 6 de agosto de 1736. 38 AGS, SG GM, leg. 5650. 39 AGS, SG GM, leg. 5650: 6 de marzo de 1744, el secretario despacho de guerra al conde de la Estrella. 40 AGM: 2. Seccin, 9. Divisin, leg. 34: 5 de septiembre de 1753. 41 AGS, SG GM, leg. 4877.
ner de l, ni otro Tribunal, ni Ministro, sin orden mia, de ese Consejo, y que en adelante se abstenga de semejantes procedimientos.
2.3. Reestructuracin de sus competencias y absorcin de sus principales funciones por las Subdelegaciones de la Comisin
La Superintendencia subsisti como tal hasta la Cdula 4 de noviembre de 1773 por la que Carlos III adoptaba la nueva Planta del Supremo Consejo de la Guerra, compuesto de Consejeros natos y de continua asistencia, militares y Togados42; as, el Consejo se desdobl en dos salas: Para facilitar la pronta expedicion de los negocios, y que se despachen por el orden y metodo debidos, se dividira el Consejo en dos salas: la 1. de Gobierno y la 2. de Justicia... (art. 1), y por el art. 21 extingua la comisin de Juez de presidiarios pasando su titular a desempear funciones en la sala gubernativa: Declaro asimismo por suprimidos la Delegacion de Caballeria del Reyno y la Comision de Juez de Presidiarios, que han servido hasta ahora con celo y acierto los particulares ministros a quienes se ha confiado; y quiero que ambas se incorporen a la Sala 1 por donde se daran todas las providencias Gubernativas, remitiendo a la 2 las causas de Justicia. Tambin reestructur otros rganos adscritos a la comisin: Los actuales Fiscal y Secretarios, Contador de la Delegacin de Caballeria y Presidiarios, serviran por ahora con el mismo sealamiento que tienen, y sobre los efectos que le cobran, el primero de Agente fiscal del Consejo y el 2. de contador y depositario de las denuncias de Caballeria, de las penas y multas impuestas por todos los Tribunales de Guerra y Marina, Capitanes Generales y Gobernadores en causas criminales (art. 23). Estos preceptos dan idea del alcance de la reforma: la Delegacin de Caballera del Reino fue incorporndose a la Superintendencia, producindose un cambio en las atribuciones tradicionales de sta: controlara la organizacin de medios financieros pero traspasaba las funciones de remitir reos a presidio y observar sus incidencias en los subdelegados de la Comisin de Presidiarios en cada provincia, ejerciendo este cargo en los presidios el gobernador y en arsenales el Intendente. (Ver apndice documental n. 23)43. Sigui tutelando las operaciones de los envos de reos la Sala 1. de gobierno del Consejo de Guerra: este tribunal segun las ocurrencias provee lo conveniente para facilitar las remesas y destinos respectivos a todos los reos rematados, y en los casos convenientes ha variado el destino de un presidio o Arsenal a otro segun lo han exijido las circunstancias44. Luego no se suprimi sino que se delegaron atribuciones, pero conservaba el suficiente poder para avocar a su conocimiento lo ms controvertido. Nada mejor que examinar la Instruccin Particular de 8 de julio de 1774 para comprender cmo actuara esa Superintendencia. (Ver apndice documental n. 24)45.
42 Novsima Recopilacin: Ley 7, Ttulo 5, Libro 6. La cdula original est en AGS, SG CG, leg. 1564, en la que observa que en la fecha mencionada el fiscal de la comisin era D. Alonso Morn, que pasara a ser el agente fiscal del Consejo; y el secretario contador de la delegacin de caballera y presidiarios, D. Pedro Ignacio de Aguirre. 43 AGS, CG GM, leg. 1564: 12 de febrero de 1774. 44 AGS, CG GM, leg. 1564. 45 AGS, CG GM, leg. 1564.
Nueve aos ms tarde del decreto de nueva planta reestructurador, ratificaba sus funciones la Orden Circular Conocimiento de causas de rematados a presidios, de 20 de Octubre de 1782: para que de los casos de solo fuga de presidiarios, antes, o despues de llegar a sus destinos, de su salida del presidio con licencia de sus gobernadores, o sin ella; y de las causas civiles y criminales que sobre esto puedan ocurrir, conozca el Superintendente de dichos presidios, y sus subdelegados46.
APNDICES DOCUMENTALES
Apndice documental n. 1: Conformacin, cuidado y destino de las penas de Cmara y los gastos de justicia. Fuente: Castillo de Bovadilla, J.: Politica de Corregidores y seores de vassallos en tiempo de paz y de guerra. Tomo 1. Ed. Madrid 1649, pgs. 782-784. BN: 3/6563. ...siendo las penas fiscales como son, peculio y patrimonio de los Reyes, y de los seores de vassallos, y frutos de su Iurisdicion, muy obligados estan sus corregidores y Iuezes a la aplicacion, recaudo y cobranza dellas...y en los negocios en que por ley no este pena cierta estatuyda, y se huvieren de juzgar arbitrariamente, la mitad de la pena se deve aplicar a la Camara, salvo que los del Consejo y Alcades pueden estenderse mas en esto...quando la ley pusiere pena, sin expressar para quien aya de ser (como a cada passo se vee) entiendese pertenecer enteramente a la Camara, pues nadie, sino en el fisco puede aplicarse condenacion fuera del caso dispuesto por la ley...Quanto a la cobrana de las penas de Camara, no tiene derecho el fisco a cobrarlas, hasta que las causas esten sentenciadas y las sentencias passadas en cosa juzgada...salvo en los delitos que cometen contra el mismo fisco, i su hazienda, y en aquellos en los quales ipso iure, luego que se perpetran, se incurre la pena, sin ser necessaria declaracion, como son traycion, heregia, y sodomia, que en estos casos ha de ser preferido el Fisco en las hipotecas a los acreedores que despues contraxeron...y aunque las penas que se aplican para gastos de Iusticia son arbitrarias, y tambien lo es el modo, i gasto dellas, conviene, pues son bienes fiscales, y publicos, que aya justificacion en el consumo y distribucion dellos: como quiera que el Rey pudiendo llevar, y aver enteramente para su Camara las penas arbitrarias, se contenta, con que aplicandosele la mitad dellas, la otra se quede para las cosas necessarias a la administracion de la Iusticia...El embiar galeotes a las carceles reales, donde conforme a la ley se han de recoger, ha de ser a cuenta de los dichos gastos de Iusticia.... Apndice documental n. 2: ao de 1534: Que se paguen a los presos de la carcel de Malaga 10 maraveds diarios para su manutencin hasta que sean entregados a los encargados de las galeras. Fuente: Armadas, Galeotes. BN: Afr. C. 7064-172: Carta del rey al pagador de las galeras Francisco de Casares relativa al pago de 10 maraveds por cada forzado de los que se reciben en la carcel de Malaga con destino como galeotes a los navios de la armada: ...me a seydo fecha relacion que a la carcel de Malaga se traen la mayor parte de los forados de todo el reyno e que yo mande que se diese para cada forzado 10 maravedis cada dia de los que esto46
viesen en la carcel hasta que se entregasen a las galeras e que conforme a esto se a pagado hasta aqui...e asimismo se pagasen al alcaide de la carcel 26.500 maravedis que dis que se le deven; e yo, catando lo susodicho, tove lo por bien; e asimismo pagareys de aqui adelante a cada forado que estoviere en la dicha carcel 10 maravedis cada dia hasta el dia que ay llegaren las galeras porque an de ser entregados al capitan general dellas e vos no los aveys de pagar sino hasta aquel dia que con la dicha declaracion de fee el dicho nuestro coregidor de la dicha cibdad, mando que vos sean Rescebidos e pasados en quenta los maravedis que en la forma susodicha dieredes e pagaredes. Fecha en Palencia a 9 setembre de quinientos e treynta e cuatro aos. Apndice documental n. 3: 22 de marzo de 1590, que no se dilaten las causas y puedan ser enviados a galeras una vez emitida sentencia de vista (primera sentencia) y otra de revista (apelacin a los tribunales superiores). Fuente Ordenanzas de la Chancilleria de Granada... op. cit. pg. 210. El Rey...sabed que aviendo sido informado que la falta de galeotes que de algunos aos a esta parte auido y ay para proueer de forados las galeras...mando, que las causas de los que fueren condenados a galeras por ladrones y vagamundos, se acaben y fenezcan, auiendo dos sentencias conformes en la dicha condenacion de galeras, una de la justicia ordinaria, o de comission, y otra de vos los dichos Oydores, o Alcaldes de essa Audiencia, a donde fueren en grado de apelacion, sin que se pueda suplicar de la segunda sentencia, siendo confirmatoria de la primera, sino que luego se executen en lo que fueren conformes, por lo mucho que conuiene limpiar la republica de tanto numero de gente tan perniciosa, y escusar las dilaciones que procuran...y porque los condenados a galeras, por no ser lleuados a ellas, dilatan sus causas y procuran ser sueltos en fiado por los Alcaldes que conocen dellas en grado de apelacion, o por los Oydores en las visitas que hazen de las carceles: y despues de sueltos, no se siguen sus causas, no son castigados de los delitos que an cometido. Mando a vos que no solteys en fiado, ni en otra manera alguna, los que estuuieren condenados a galeras por vos, o por las justicias ordinarias, ni les comuteys las condenaciones de galeras en otras penas ni condenaciones antes de estar sentenciados en reuista. Y vos el dicho mi Presidente y Oydores en las visitas que hizieredes de las carceles de essa ciudad y Audiencia guardeys, y hareys guardar lo suso dicho, y no soltareys, ni hareys soltar los suso dichos en fiado, ni les comutareys las dichas penas en otras ningunas antes de estar sentenciados en revista.... Apndice documental n. 4: 17 de abril de 1682. El Consejo de Guerra solicita que no se indulte a ningn reo de los condenados a presidios africanos dada la necesidad que se tienen de ellos. Fuente: AGM: 2. Seccin, 9. Divisin, leg. 34. El Consejo de Guerra, formado por D. Agustn Spinola, D. Gaspar de Velasco, D. Melchor Portocarrero y D. Baltasar de Urbina informa: Al Consejo ha parecido poner en la Real noticia de V.M. lo que contiene el papel de D. Antonio Senil de Santa Telices (Superintendente de presidios y galeras) y no siendo facil el remitir a las plazas de Africa, otro genero de gente que la que esta condenada por delitos a servir en ellas por el tiempo que declara sus sentencias, assi porque la voluntaria no se ynclina a pasar a ellas como por las muchas partes que hay adonde aplicarla, aun quando las lebas se hicieran con facilidad: es de parecer el Consejo que V.M. se sirva de mandar
al de la Camara de Castilla, que por ningun caso, ni motivo indulte a ninguno que por sentencia estubiere condenado a servir en Presidios, y que lo mismo se encargue a la Sala de Alcaldes de esta Corte, Chancilleras y Audiencias destos reynos, por los incombientes que se siguen de ello, pues de no executarse esto, indispensablemente no se podran guarnecer en la buena forma que combiene.. Apndice documental n. 5: Medios econmicos y financieros para llevar a cabo una conduccin de reos a finales del siglo XVI. Fuente: Castillo de Bovadilla, J.: op. cit. pg. 783: ...en la ciudad de Soria (que por la dicha ley es carcel general de los obispados de Calahorra, Osma, Siguena, y Pamplona, y del Arobispado de Burgos, y del reyno de Navarra) se assent en el tiempo, que yo fuy alli Corregidor, el orden i tassa en los gastos de galeotes en esta manera. A cada galeote estando en la carcel se davan veynte y seys maravedis para su comida, y un real caminando: y hazialos confessar y comulgar para la partida, y davanse apatos a los necessitados dellos. Pagavase salario al medico y cirujano que los curava, y examinaba antes de ser recibidos en la carcel, si eran mancos o quebrados, o tenian desmayos o otra impossibilidad, o dificultad para remar. Pagavanse al herrero el aherrojarlos. Pagavanse quatro cientos maravedis cada dia de yda, y buelta, a un Alguazil que llevaba doze galeotes, dando fianas de entregarlos, y a cada una de seis guardas (que tambien davan fianas de hazer fiel custodia) quatro reales cada dia, y lo que costava un hombre, y una azemila para llevar el vagage y traer las prisiones: y davanse cincuenta reales al Alguazil para vagages de galeotes cansados y enfermos, y para lumbre y otros gastos estraordinarios, de que a la buelta dava cuenta, con informacion dellos. Pagavanse assi mismo al escrivano de su trabajo tres mil maravedis cada ao por la ocupacion en recibir los galeotes, con f del cirujano, y mandado de la justicia, y en darles traslado de sus sentencias, y hazer la requisitoria, para que las justicias diessen el favor necessario, y por la comission y entrego de los galeotes al Alguazil, y por las libranas a los ministros, y las cartas de pago de todos, y por el traslado destas cuentas para embiar al Consejo de hazienda, quando se piden dineros para estos gastos, o la razon dellos: de lo qual tenian libro y cuenta particular dos escrivanos del Ayuntamiento, y se hazia todo con assistencia del Corregidor. El Alguazil avia de traer fe del entrego de los galeotes al General, o al recibidor, de la qual tomava copia el dicho escrivano, y el Corregidor el original, para si despues en Residencia fuesse necessario, y para dar cuenta, como est obligado por la ley, al Comissario general de lo tocante a galeotes, que es el mas antiguo de los Alcaldes de Corte, y advierta el Corregidor, que el Alguazil y guardas sean confidentes, y suficientes, y lleven arcabuzes, porque del poco recato en esto, hemos visto soltarse galeotes, y ser a cargo de los Corregidores, y pagar cien ducados por cada uno, por el mal recaudo en el aviamiento dellos. Apndice documental n. 6: 22 de marzo de 1590: Fijando el dinero asignado para los encargados de la conduccin y los galeotes: Cedula de S. M. para que en aviendo numero de doze galeotes, o mas, se embie y de noticia al Alcalde de Corte mas antiguo: y de penas de camara se den al alguazil que fuere con ellos 400 maravedis de salario, y al escrivano 500, y a cada guarda quatro reales, y a cada galeote un real cada dia para comer... Fuente: Ordenanzas de la Chancilleria de Granada...: op. cit. pg. 213.
Mando a vos el dicho mi Presidente y Alcalde mas antiguo de essa Audiencia (a cuyo cargo estuviere el aviamiento de los galeotes)...proveereys que (demas del vestido y calado conque los galeotes an de salir para el camino) se les d cada dia hasta llegar al puerto donde fueren, un real a cada uno, para su mantenimiento y sustento, con instruccion y orden expressa que lleven los dichos alguazil, escrivano, y guardas que el dicho real se les d en mano propria cada dia, y que el escrivano d f cada uno de los dichos dias, de como se les paga el dicho real...sin llevarles por ello derechos algunos, y que la dicha f la firme el alguazil, y guardas que supieren firmar: de manera que el dicho real se les d y entregue enteramente, y lo gozen, sin que del se les desquente, ni defraude cosa alguna por las limosnas que por los caminos les hizieren, ni por otra causa, ni color que sea, y que las guardas vayan obligadas a comprar para los galeotes lo que ovieren menester y quisiere cada uno del dinero que les dieren para ello, sin que por ello les lleven interesses ninguno, ni tampoco falten a la guarda y seguridad que conviene de los galeotes. Y para que conste del averseles dado el dicho real enteramente y aver cumplido cada uno de los susodichos con lo que est obligado, proveays que las fees y testimonios que cada dia se uvieren hecho, las traygan y os la entreguen a la buelta, para que por ellas les tomeys la quenta de aver cumplido con lo susodicho las quales con la quenta embiareys originales al dichoAlcalde de mi Casa y Corte, para que conste dello, y se sepa que se hecho y cumplido assi... Apndice documental n. 7: 30 agosto 1655: Otorgando comisin a D. Francisco Zapata para que supervise, por vez primera, el envo de condenados a los presidios africanos, a la vez que ya lo realiza con los galeotes. Fuente: AHN, Sala de Alcaldes, Consejos libro 1240, fol. 517. Madrid y agosto 30 de 1655: remitto a Vs real provision del auto probeydo por el Consejo sobre la forma que sea de tener en remitir a los presidios las personas condenadas a ellos para su execucion y cumplimiento. Guarde Dios a Vs como deseo. Consejo 13 septiembre 1655.= D. Diego de Caizares y Artiaga.= Sr. D. Miguel de Salamanca.Testimonio: Yo D. Diego de Caizares y Artiaga secretario del Rey Nuestro Sr. y su escribano de camara mas antiguo de los que el de su Consejo presiden, zertifico que habiendose visto por los seores de dicho Real Consejo las consultas ynformes y otros papeles tocantes a las personas condenadas a presidios y en la forma que sean de remitir a ellos probeyeron un auto de el thenor siguiente: Dese el despacho nezesarrio para que el Sr. D. Fco Zapata con las colleras de los galeotes y a las mismas cajas de Cartajena, malaga y puerto de santa maria remita los condenados a presidios de africa y a la carcel de toledo y de mas caxas los remitan las chancillerias y justicias hordinarias con los condenados a galeras y esto se entienda por aora..=lizenciado San Millan.. Apndice documental n. 8: 6 marzo 1688, conduccin desde Toledo a las minas de Almacn. Fuente: Salillas, R.: La Carcel Real de esclavos... pgs. 16 y 17. ...se remita a Pedro Salazar, rapado de cabeza, barba y cejas, como forzado, con testimonio de causa y sentencia...desde Toledo al lugar de Ybenes, desde Ybenes a la villa de Malagn, desde Malagn a Corral de Caraquel, desde Corral de Caraquel a la de Zarzuela y desde Zarzuela a la mina de Almaden; y estos cinco trnsitos han
de observar y guardar de forma que al seor Corregidor desde Toledo, con toda custodia ha de conducir dicho reo hasta el lugar de Ybenes de Toledo, entregndole a la Justicia del, la cual le ha de recibir y conducir por su cuenta y riesgo hasta villa de Malagon y entregarlo a la Justicia della y asi sucesivamente...y la costa de esta conduccion la sacarn las dichas justicias, cada una por lo que le toca, de la bolsa de gastos de Justicia y en su defecto de penas de Camara.... Apndice documental n. 9: 1736: gastos totales imputados de una conduccin conferida por el sistema de Asiento. Fuente AGS, SG GM, leg. 4752. Primeramente la composicion de grillos, y hechura de 10 pares nuebos que con individual se expresan importaron 40 pesos de a ocho reales de plata cada uno que valen en reales de vellon 602. Por el ajuste de 6 galeras para conducir a los dichos presidarios y galeotes a razon de a 60 pesos de a 8 reales de plata cada uno 5.421. Al Comisario nombrado por el Juez Subdelegado el qual deve conducir los reos por su quenta y riesgo en 18 dias que se le consideran de ida y buelta a razon de 2 pesos y 21 sueldos cada uno importan 39 reales y 12 sueldos que valen 596; uno por 12 guardias de a pie, dos para cada galera para conduzirlos en los mismos 18 dias a razon de 4 reales de plata cada uno al dia importan 54 reales que valen 1.626. Al Escribano de la Comision por tomar las reseas razon de los testimonios, despachos obligaciones y demas diligencias 12 reales por cada galera que valen 180. Por el socorro diario de 221 maravedis a cada uno de los referidos 84 presidiarios y galeotes en los 9 dias de marcha que se les considera importa 533. Por manera que importaron los gastos de dichos presidiaros y galeotes ocho mil nuebezientos y sesenta reales y diez y ocho maravedis liquidos.. Apndice documental n. 10: Descripcin de los carros empleados para el traslado de reos en tierra, llamados comnmente en la poca galeras. Fuente: Diaz Plaja, F.: Historia de Espaa en sus documentos: siglo XVII. Madrid 1987, pg. 338, relatando el viaje por Espaa de la condesa de d'Aulnoy en 1679: ...las galeras tienen forma de carromato y son cuatro veces ms largas que uno de estos vehculos; tienen seis ruedas, tres a cada lado, las cuales no pueden ofrecer un movimiento mucho ms agradable que el de la carreta de transporte. La caja es ovalada y parecida al casco de las galeras de mar; su cubierta es de tela en forma de toldo y viajan en cada galera 40 personas, que all duermen y guisan como en una casa ambulante, arrastradas por 20 caballos, y que slo puede maniobrar en campo abierto, porque su longitud es indescriptible. Generalmente llegan estas galeras por los caminos de Galicia y de la Mancha; marchan diez o doce juntas para socorrerse los viajeros de caso de necesidad; cuando una galera vuelca, produce un estruendo enorme, y lo mejor que puede acontecer a los que van dentro es que se rompan una pierna o un brazo; y, para levantar el vehculo necesitase por lo menos el esfuerzo de cien hombres.... Apndice documental n. 11 Forma de realizar las conducciones de reos a finales del XVIII. Sala Plena del Consejo de Castilla en 1787; presidente del Consejo D. Geronimo Velarde y Sola y siete miembros. Fuente: AHN, Consejos, leg. 1106.
...las cuerdas anualmene salen de esta Corte en los tiempos que seala el Governador del Consejo quien toma antes noticia de los rematados que hay en ambas carzeles de Corte y Villa y teniendo con anticipacion expedidos los avisos a los regentes de Galicia y Asturias, y al presidente de la Chancilleria de Valladolid, salen los reos de Obiedo y la Corua hasta Valladolid, donde se incorporan con los que hay en las carceles de la Chancillera, y siguen la ruta hasta llegar a Toledo, donde se reune la que sale de esta Corte al mando del capitan de Ymbalidos D. Antonio Artola, quien con escolta de tropa conduze todos los rematados, y otros del transito hasta dejarlos en Cartagena, en cual plaza hay un subdelegado que los recive con los testimonios de las condenas, y da la contenta o recivo al oficial comisionado. Todos los gastos de la conduccion y las gratificaciones a la tropa se pagan por la thesoreria general a D. Antonio Artola quien presenta al vuestro governador del Consejo cuenta y relacion formal que se dirige a la via reserbada de Hacienda y por all se expide la orden a la Thesorera. Para salir la cadena desde esta Corte, se necesita habilitar al oficial comisionado con dineros y a este efecto con orden expedida por la via reserbada de hacienda, haze la thesoreria anticipacion de la suma...desde el Deposito de Cartagena se da a los reos la direccion o destino prebenido en sus condenas y en nada de esto entiende la jurisdiccion ordinaria, pues es una obligacion que desempea el Yntendente de rematados o el governador de aquella plaza, que no es dudable tendran ynstrucciones de quienes dependen.... Apndice documental n. 12: 1 de febrero de 1700: barcos y medios de transporte para una conduccin de presidiarios a Orn (Plaza espaola radicada en la costa Argelina). Informe sobre la Conduccion a Oran de los presidarios que estan para salir de Toledo. Fuente: AGM: 2. Seccin; 9. Divisin, leg. 280. Los oficiales Reales de Cartagena dan quenta de haver partido para Oran dos Ganguiles franceses y que el Bergantn Real de ellos esperara los presidiarios de la Caxa de Toledo para hacer viaxe con los que pudiese llevar y por no haver llegado todava dichos presidiarios estava detenido en aquel puerto. Siendo de su obligacion hacer presente los pocos maraveds que ay en aquellas Arcas de quenta de Presidiarios, y que si los de la Caxa de Toledo que esperan excedieren del numero de 50 (que podra llevar el Bergantn) sera nezesario que Vs mande proveer medios para los gastos que con ellos se ofreciesen y el de la embarcacion que se fletase para su pasaje a Oran. El Marques del Castrillo dio quenta a la Junta de Presidios de hallarse en la Caxa de Toledo hasta el numero de 100 presidiarios sin los que se juntarian por la Sala de Alcaldes de esta Corte, hasta el dia de su marcha que sera luego. Resolucin: El Consejo de Guerra es de parezer que Vs mande que por la Presidencia de Hazienda reproduzcan luego en aquellas arcas medios para la manutencion y conduzion de estos presidiarios, executandolo sin perder correo, a fin de que no se hallen en aquella Plaza sin forma de conduzirlos, y causando el gasto que se dexa considerar. Apndice documental n. 13: 1736. Ejemplo de una conduccin a los presidios norteafricanos de Melila y Ceuta constando las autoridades remitentes. D. Rodrigo Cavallero a D. Joseph Patio (Secretario de Guerra): salieron el 18 de esta ciudad los 2 barcos de Zeuta con 111 reos segun la nota que paso. En ellos van comprendidos 73 para Melilla y con ellos esta lleno el numero de los 200 que se me
mand embiase a aquel presidio y dos ms; tambin se incluieron 30 hombres a proposito para el servicio de las Armas que se quedaran en Zeuta en deposito como los demas que ay de esta clase. Al pasar por Cadiz recoxeran estos barcos otros 50 presidarios enviados all de varias partes y llevaran el destino que les corresponda segun la aplicacin que se les aya dado por los jueces que los han dirigido. La distribucin fue: a Melilla, 73; a Servir a las Armas, 30; a la plaza de Zeuta, 7; a las Reales Galeras, 1; se destinaron y aplicaron por los tribunales y juzgados siguientes: por cuenta de Presidiarios 11; Por la Real Audiencia 2; por la Real Inquisicion 3, por gobierno y direcin al seor Asistente 91. Total 111. Apndice n. 14: Conduccin de vagos para servir en el ejrcito. Expediente de 1787 en el que se relaciona que las levas llevan rgimen distinto a los rematados a presidio siguiendo la Real Orden de 7 de mayo de 1775. Fuente: AHN, Consejos, leg. 1106. ...en lo que se obserba en Madrid respecto a los vagos con arreglo a la Real Orden 7 de mayo 1775 destinados al servicio del egercito o armada, no se haze otra cosa que conducirlos al Deposito del Prado, de all los sacan los regimientos que estan de guarnicion en Madrid...y la conduccion de los de Marina, la haze y dispone un oficial que con este obgeto se halla en la corte; siendo digno de adbertir que desde el punto que entran los vagos en el deposito del Prado su prest y socorro son de cuenta de la Real Hacienda. Para el resto de la pennsula: ...los vagos para armas se remiten a la caveza del corregimiento y con partidas de tropa para conducirlos a los depositos; el coste desde el domicilio hasta la cabeza de partido, se deve suplir del fondo de gastos de justicia del sobrante de caudales publicos, o por repartimiento...desde las cavezas de partido al deposito con gastos de la Real Hacienda, sin gasto de los pueblos...y que se formen cuatro depositos. Estos depsitos segn la Real Orden anterior 7 de mayo de 1775, art. 24, eran La Corua, Zamora, Cadiz y Cartagena. Apndice documental n. 15: 1788: El gobernador de Ceuta solicita presidiarios dado que muchos se enviaron a los presidios americanos. Fuente: AGS, SG GM, leg. 4986: 26 de septiembre de 1788. Hallandose dispuesto por Real Cedula 4 de noviembre de 1787 que para mantener completo el regimiento fixo de Manila y cuerpos veteranos de Filipinas se remitan...desertores y otros reos que no siendo de delitos feos se destinaban a Puerto rico y a presidos de Africa, expuso el governador interino de Ceuta Joseph Sotomayor que estando reducido actualmente el numero de desterrados trabajadores a 1940 no puede alcanzar los objetos previstos...y que por tanto habia urgente necesidad de que de las carceles y depositos del reyno se destinaren de 500 a 600 presidiarios.. Apndice documental n. 16: 1657, avisando al gobernador de Orn del nombramiento del primer Superintendente de presidios, D. Francisco Zapata. Fuente: AGS SG GM, leg. 4697: El Rey. Marques de San Roman, pariente gentilhombre de mi Camara y Gobernador y Capitan General de las plazas de Oran y Maarquivir. Por la Copia del
despacho vereis la resolucion que he tomado en orden a que D. Francisco Zapata, de mi Consejo de Castilla, corra con la Superintendencia de la remision de los condenados por los tribunales y Justicias destos reynos a servir en Presidio y que en virtud de los de D. Francisco se admitan en ellos de que estareis adbertido para egecutarlo asi por lo que toca a esse (presidio) teniendo entendido an de servir conforme al tenor de sus sentencias y que no se les de ni conceda licencia para salir del aunque ayan cumplido el tiempo de su condenacion sin que primero preceda expresa orden expedida por mi Consejo de Guerra en que lo mande. Avisareis de recibo deste despacho y del tomaran los mis Beedor y contador de essas plazas razon en sus libros...23 de julio de 1657. Apndice documental n. 17: Expediente relativo a D. Gaspar de Quintana Dueas. Fuente: AGM: Seccin Expedientes personales. Fue nombrado el ao 1690 para el conocimiento en primera instancia de todas las causas de Militares, remitidas a el, sin haberse sustanciado ni dado sentencia en ellas; y solicita por la misma comision al trmino del ao de 1701, la consignacin anual de 200 escudos, que ya cobrara en el ao de 1700. (le fue concedido). En fecha de 23 de mayo de 1703, al vacar en la asesora de Guerra el conde de la Estrella, es nombrado ministro del Consejo de Castilla, tndrase entendido en el de Guerra. Y segn la Real Cdula comentada, corre con la comisin de conducir a Galeras y presidios en fecha de 27 de julio de 1703. Apndice documental n. 18: Provisin de plaza para Superintendente de Presidios. Fuente: Oya y Ozores, F.: Promptuario del Consejo de guerraop. cit. pg. 18: ...en confirmacion de lo referido, aviendo pasado al Consejo de Castilla D. Apostol de Caas, que tenia la Comision de presidiarios y Galeotes, la consulto el de Guerra a S.M. en 12 de agosto de 1720, proponiendo para ella a D. Geronimo Pardo (que ya tenia la de la Artilleria), D. Lorenzo Gonzalez, y D. Andres de Barcia, ministros Togados de Guerra; y S.M. resolvi: he resuelto, que D. Geronimo Pardo tenga arbitrio de mantener la Comision, que ya tiene de la Artilleria, o tomar en su lugar la de Galeotes y presidiarios, en cuya consequencia nombro, para la que no tomare D. Geronimo Pardo, a D. Joseph Munive, el qual he resuelto le siga en la antiguedad. Con el tiempo, podan desempearse la comisin de presidiarios y la de artillera por una persona a la vez y as dice este autor que en el momento presente (1738) D. Nicolas Manrique de Lara tiene las comisiones de galeotes y artilleria.... Apndice documental n. 19: 1736: Peticin de elevacin de pena solicitada por el superintendente general de presidios D. Francisco Manrique por malos tratos de un presidiario que ejerca de cabo de escuadra contra otro compaero presidiario. Fuente: AGS, SG GM, leg. 4744. En vista del proceso formado por el auditor de Guerra de Zeuta contra Andres Francisco Carvajal, cabo de esquadra de la prisin de desterrados en aquella plaza le parece benigna, y no correspondiente la pena de 2 aos de galeras ademas de los aos de presidio que le faltan por cumplir, por estar justificado haver dado 200 o 300 palos,
y 4 5 pualadas a Juan Gonzalez uno de los presos, con motivo de suponer haver quitado 7 u 8 reales de plata a otro de los desterrados, dexandole por muerto, pues milagrosamente libr la vida. Por cuya razon es de dictamen, se buelban los autos al Gobernador de Zeuta, mandandole que en lugar de los dos aos de Galeras, y los otros siete aos de presidio que le faltan, por cumplir le remitan a las Galeras por 6 aos a remo, y sin sueldo. O para mayor seguridad se digne Ve remitir este proceso al Consejo de Guerra para que por el se consulte si est conforme la sentencia del Auditor.. El Consejo de Guerra a 21 de agosto 1736, expone: ...que fue grande la crueldad con que este reo castig y hiri al presidiario sin justificado motivo ni tener facultad alguna para ello, aun quando hubiese cometido delito digno de castigo por deverse este imponer judicialmente con conocimiento de causa y es del parecer que sirva el Carvajal en galeras a remo y sin sueldo todo el tiempo que le falta de su antezedente condenacin y porque fue desterrado a Zeuta como Presidiario, y cumplido no se le conzeda licencia sin expresa orden de S.M. para salir de ellas. Apndice documental n. 20: ejemplos de casos invalidantes para el presidio. El superintendente general ordena se paralice el traslado. Fuente: AGS, SG GM, leg. 5650: 20 de mayo de 1743, al Conde de la Estrella: Enterado el Rey por la carta de Vs...de que Antonio Cueto que existe en la Crcel de Sevilla confinado por ladron a seis aos de presidio, es inutil para servicio alguno por estar manco del brazo izquierdo: se ha conformado S.M. con el dictamen de Vs para que se le conmute en la de destierro de 30 leguas de Sevilla por los mismos aos, con apercibimento de carcel perpetua caso de quebrantarlo. 25 de enero de 1744, al Conde de la Estrella: Conformado el Rey con lo expuesto por Vs...sobre Francisco Ximenez, preso en la crcel de Logroo y confinado por muerte a 8 aos de presidio, se le conmuta esta pena en la de 2 aos de prisin, sirviendo en la misma crcel para su limpieza y asistencia a los enfermos de ella, en atencion a que faltandole una pierna se le considera inutil para presidio. En 17 de junio y 28 de octubre de 1745, tambin por inutilidad se conmuta a Pedro Martorell y a Juan Marin la pena de presidio por la de destierro en los mismos aos (8 y 4 aos respectivamente). Apndice documental n. 21: 1753: Que el superintendente de presidios no tiene funciones respecto a los reos llegados a presidio. Fuente: AGM: 2. Seccin, 9. Divisin, leg. 34 5 de septiembre de 1753: Con motivo de aver representado D. Luis Fernando de Ysla, juez de presidiarios la total inutilidad de hacer servicio alguno en que por sus accidentes, existen en Ceuta los confinados Joseph Montiel, y Joseph Garcia, y lo conveniente que siguiendo el dictamen del Conde de la Estrella su antecesor, expuesto sobre los mismos, contempla sera conmutarles sus penas de a seis aos en destierrro quarenta leguas del campo de gibraltar, en que cometieron sus delitos: a declarado el Rey que esto no toca al juez de presidiarios, pues puestos los condenados en las plazas, nada tiene que hacer con ellos; y haviendosele prevenido de esta Real deliveracin, para su puntual cumplimiento, no obstante qualquier amplitud con que esta parte aya obtenido ultimamente el Juzgado de los mismos presidiarios: lo aviso a Vs
de orden de S.M. para su inteligencia. Firma el marqus de la Ensenada y se dirige al Sr. D. Agustin de Hordeana. Resolucin: El Consejo de Govierno y de Justicia en 7 de septiembre de 1753 Cumplase lo que S.M. manda.. Apndice documental n. 22: 1759: Adscripcin funcional de fiscal a la superintendencia de presidios. Fuente: AGS, SG GM, leg. 4877. El Superintendente de Reos Rematados, D. Pedro de Castilla a D. Ricardo Wal (Secretario o ministro de la guerra) en 13 de septiembre de 1759: A nombre de Pedro Pacheco, preso en la carcel de esta Corte y condenado por la Sala de Alcaldes a cuatro aos de presidio por vagante, garitero, y mal entretenido se acudi ante m expresando que por varios males havituales que padeca no poda pasar a cumplir la condena. Mande hacerlo reconocer de Medico y cirujano...hernia completa del lado derecho...inhvil para el exercicio de soldado y qualquiera otro movimiento corporal ni viaje largo. De esta instancia mand dar traslado al Fiscal de esta Superintendencia (que lo es tambien de dicha Sala de Alcaldes) quien en su vista dize se le puede conmutar la pena en destierro preciso de 20 leguas de la Corte y sitios reales.. Apndice documental n. 23: 1774: Ratificando la existencia de jueces de rematados o de presidiarios en cada provincia. Fuente: AGS, CG GM, leg. 1564. Carta de 12 de febrero de 1774: anteriormente tenia este juzgado por comision un ministro o asesor del Consejo de Guerra, hasta que por la nueva planta de 1773, se incorporo a este Supremo Tribunal, y esta a cargo de la Sala primera de govierno, y su respectiva contaduria unida al las penas de camara del consejo. A exemplo de lo que practicaba el comisionado por subdelegacion que hacia en los ministros que le parecia de las provincias tiene el Consejo en cada una nombrados jueces de presidiarios o reos rematados, que luego que lo estan por los jueces correspondientes los recogen con los testimonios de condenas que los entregan los escrivanos actuarios de sus causas; los filian y remiten en cadenas o embarcados segun sus destinos y las providencias del tribunal adonde remiten copia de dichas condenas y filiaciones y dan cuenta de quanto ocurre y executan sobre este punto, sin reconocer otra jurisdiccion que la del Consejo. Apndice documental n. 24: 1774: Funciones econmicas y administrativas del superintendente de presidios. Fuente AGS, CG GM, leg. 1564: Instruccin Particular de 8 de julio de 1774: art. 4: El superintendente (que sera siempre el consejero togado mas antiguo) un contador, que lo sera el de reos rematados a presidio D. Pedro Ygnacio de Aguirre, el oficial mayor y un oficial segundo y un escribiente seran por ahora los empleados para la recaudacion y govierno de estos ramos, y lo relativo a la Superintendencia de reos rematados incorporada al Consejo, en cuya casa se situar la oficina...art. 5: el Superintendente tendr jurisdiccion privativa con inhibicion de todos los Consejos Tribunales, Chancillerias y Audiencias para la cobranza y govierno de estos ramos, y para proceder contra los defraudadores o usurpadores de sus caudales...dando
cuenta en la Sala primera del Consejo de las causas, y consultandome por la via reservada de guerra todo lo que halle por conveniente... art. 6: Tendr el Superintendente facultad para nombrar con noticia del Consejo, subdelegados en las provincias, capitales, o departamentos para la recuadacion, cobranza, cuenta y razon del producto de dichos ramos... art. 7: Los expresados subdelegados cuidaran que en todos los lugares de su jurisdicion, en donde haya tribunal o juzgado, govierno, o comision militar se lleve cuenta y razon puntual de todas las penas, multas, o condenaciones que se impongan...y que pagados en virtud de sus libramientos los precisos gastos de justicia para la aprehension y conducion de los reos militares y defensa de la jurisdicion de guerra....
Recensin
GREVI, Vittorio; GIOSTRA, Glauco, e DELLA CASA, Franco, Ordinamento Penitenziario (Commento articolo per articolo), 3. edizione a cura di Franco Della Casa, ed. Cedam, Milano, 2006, 1388 pgs. En Derecho penitenciario Italia es Italia; su genialidad, el infinito arte de trabajar con paciencia. Los que all estudiamos, trayndonos de las orillas del Tber mucho ms que conocimientos jurdicos, podemos dar fe de ello. Al penitenciarismo transalpino, y muy particularmente a Novelli y al grupo de autores que en los aos treinta se reunieron en torno a la Rivista di Diritto Penitenziario, le debemos que el Derecho penitenciario sea hoy una disciplina autnoma y, por tanto, independiente del Derecho penal, del Derecho Procesal Penal (la cenerentola de las ciencias penales, segn Carnelutti) y del Derecho Administrativo, pese a estar, con todas ellas, ntimamente ligada. La citada impronta permanece, hasta nuestros das, reflejada en una doctrina que, cuantitativa y cualitativamente, deja perplejo al especialista: casi una decena de manuales de Derecho Penitenciario1, otros tantos de ejecucin penal2, monografas sobre los principales institutos penitenciarios (seguridad3, servicios sociales penitenciarios4, medicina penitenciaria5, estatuto jurdico del recluso6, beneficios penitenciarios7, jurisdiccin de vigilancia8, trabajo penitenciario9, medidas alternativas10, tratamiento penitenciario11...) y varias obras de comentario
1 BATAGLIA e CIRIGNOTA, Elementi di Diritto Penitenciario, 3. ed. Roma, 2003; BRUNETTI e ZICCONE, Manuale di Diritto Penitenziario, Piacenza, 2004; CANEPA e MERLO, Manuale di Diritto Penitenziario, Milano, 2004; FILIPPI e SPANGHER, Diritto penitenziario, Milano, 2000; De los mismos autores, Manuale di esecuzione penitenziaria, Milano, 2003; GUAZZALOCA e PAVARINI, Lesecuziones penitenziaria, Torino, 1995; PATETE, Manuale di Diritto Penitenziario, Roma, 2001; PAVARINI e GUAZZALOCA, Corso di Diritto Penitenziario, Bologna, 2004; VV.AA. (a cura di Corso), Manuale dellesecuziones penitenziaria, 2. ed., Bologna, 2002. 2 CATELANI, Manuale dellesecuzione penale, 5. ed., Milano, 2002; CORBI, Lesecuzione nel proceso penale, Torino, 1992; CORBI e NUZZO, Guida pratica allesecuzione penale, Torino, 2003; DANGELO e SCAGLIONE, Gli incidenti di esecuzione nel processo penale, Milano, 1981; DEAN, Ideologie e modelli dellesecuzione penale, Torino, 2004; DI GIOVANNI, Lesecuzione nel nuovo proceso penale, Napoli, 1989; DI RONZA, Manuale di diritto dellesecuzione penale, 5. ed., Padova, 2003; GAITO e RANALDI, Lesecuziones penale, Milano, 2005; GIAMBRUNO, Lineamenti di diritto dellesecuzione penale, Milano, 2001; VV.AA. (a cura di Ardita), Esecuzione penale e tossicodipendenza, Milano, 2005. 3 BERNASCONI, La sicurezza penitenziaria, Milano, 1991. 4 BREDA,COPPOLA e SABATTINI, Il servizio sociale nel sistema penitenziario, Torino, 1999. 5 CERAUDO, La storia della medicina penitenziaria, Pisa, 1998; FIORO, Libert personale e diritto alla salute, Padova, 2002. 6 VV.AA. (a cura di Grevi), Diritti dei detenuti e trattamento penitenziario, Bologna, 1981; MUSCHITIELLO e NEVE, Dei diritti e delle pene, Milano, 2003; PENNISI, Diritti del detenuto e tutela giurisdizionale, Torino, 2002; RUOTOLO, Diritti dei detenuti e Constituzione, Torino, 2002. 7 GRILLI, I benefici penali e penitenziari, Milano, 1994; VV.AA. (a cura di Presutti), Profili premiali dellordinamento penitenziario, Milano, 1986. 8 DELLA CASA, La magistratura di sorveglianza, 2. ed., Torino, 1998; GIOSTRA, Il procedimento di sorveglianza nell sistema processuale penale, Milano, 1983; IOVINO, Contributto allo studio del procedimento di sorveglianza, Torino, 1995; LORUSO, Giudice, pubblico ministero e difesa nella fase esecutiva, Milano, 2002; VV.AA. (a cura di Scalfati), Giurisdizione di Sorveglianza e tutela dei diritti, Padova, 2004. 9 VITALI, Il lavoro penitenziario, Milano, 2001. 10 DEGLINNOCENTI e FALDI, Misure alternative alla detenzione e procedimento di sorveglianza, Milano, 2005; DOLCINI e PALIERO, Il carcere ha alternative? Le sanzioni sostitutive della detenzione breve nellesperienza europea, Milano, 1989; DONOFRIO e SARTORI, Le misure alternative alla detenzione, Milano, 2004; VV.AA. (a cura de Presutti), Esecuzione penale e alternative penitenziarie, Padova, 1999. 11 COMUCCI, Nuovi profili del trattamento penitenciario, Milano, 1988; MORRONE, Il Trattamento penitenziario e le alternative alla detenzione, Padova, 2003.
Recensin
sistemtico del Ordenamiento Penitenciario12, de entre las cuales sobresale la que hoy centra nuestra atencin. En efecto, Vittorio Grevi, Glauco Giostra y Franco Della Casa, contando con la colaboracin de otros doce prestigiosos autores13, dan a la estampa la tercera edicin de sus, de sobra conocidos, comentarios al Ordenamiento Penitenciario, nueva edicin que encuentra sentido en los importantes cambios operados en el Derecho penitenciario italiano desde que apareciera la segunda edicin (ao 1999). En este sentido, cabe resaltar la introduccin de la figura del arresto domiciliario para penadas con hijos (Ley de 8 de marzo de 2001), la simplificacin del procedimiento para la concesin de la libertad anticipada (Ley de 19 de diciembre de 2002) y la introduccin de garantas, impulsada por la Corte Constitucional, en los supuestos de suspensin de derechos previstos en el artculo 41 bis de la Ley (Ley de 23 de diciembre de 2002). Otras importantes reformas han venido impulsadas por las contundentes condenas de que ha sido objeto el Estado italiano por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos; as se han visto reforzadas, por ejemplo, las garantas previstas en la regulacin de la intervencin de las comunicaciones escritas, autntica bestia negra de la jurisprudencia de la Corte de Estrasburgo (Ley de 27 de julio de 2005). Y por ltimo, como no, la alargada sombra del Derecho penal del enemigo tambin se ha proyectado sobre la Ley Penitenciaria italiana, en la cual se ha visto endurecido el rgimen de los permisos premiales y de las medidas alternativas para los penados incursos en la formas ms graves de recidiva. Si a las citadas reformas acaecidas en los ltimos aos, aadimos la promulgacin, el 30 de junio de 2000, de un nuevo Reglamento Penitenciario, que ha venido a sustituir al de 29 de abril de 1976, la nueva edicin est de sobra justificada. El libro aparece con una estructura muy a la italiana, que nos trae a la memoria los clsicos comentarios sistemticos a los grandes textos legislativos. Despus de una transcripcin anotada de la Constitucin italiana de 1947 (recordemos al respecto la importancia, para nuestra disciplina, del artculo 27 de la misma) pgs. XXV a XLVII se comienza con la exposicin sistemtica de la Ley Penitenciaria de 26 de julio de 1975 pgs. 1 a 896. Los noventa y un artculos de la Ley (muchos de ellos ms que doblados) son cumplidamente comentados de forma exhaustiva, de tal manera que cada precepto se acompaa de un autntico artculo doctrinal sobre el tema en l tratado, unido a una compleja resea de las vicisitudes legislativas que le han afectado y de la cita de la jurisprudencial constitucional a l referida. En aquellos casos en los que el contenido del precepto se entronca con la correspondiente normativa procesal penal (as el art., 71 referido al Procedimento di Sorveglianza) se intercala el texto y comentario doctrinal y jurisprudencial de la Ley de Ritos (artculos 656 y del 677 al 680 del Codice di Procedura Penale). Como apndices se incluyen textos de notable utilidad: de la relacin de las sedes jurisdiccionales en materia de vigilancia penitenciaria a las nuevas reglas penitenciarias europeas, pasando por textos
12 DI GENARO, BONOMO e BREDA, Ordinamento penitenziario e misure alternative alla detenzione, 4. ed., Milano, 1991; DI GENARO, BREDA e LA GRECA, Ordinamento penitenziario e misure alternative alla detenzione, Milano, 1997. VV.AA. (a cura di Flora) Le nuove norme sullordinamento penitenziario, Milano, 1987; MARCHESELLI e FIORENTIN, Lordinamento penitenziario, Milano, 2005; PAVARINI, Codice commentato dellesecuzione penale, 3 tomos, Torino, 2002. 13 Alessandro Bernaconi, Enrica Bertolotto, Claudi Cesari, Laura Cesaris, Maria Grazia Coppetta, Giuseppe La Greca, Maria Riccarda Marchetti, Stefania Mussio, Adonella Presutti, Roberta Sottanis, Giorgio Spangher y Flippo Vitello.
reglamentarios de obligada consulta (en materia de extranjera, de suspensin condicional de la ejecucin de la pena, Reglamento penitenciario del ao 2000 y reglamentos en materia de polica penitenciaria). Por ltimo, un detallado ndice analtico (pgs. 1369-1388) facililta sumamente al lector la bsqueda de la cuestin planteada. Si bien es verdad, como nos enseaba Jacinto Benavente, que es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada y nunca ms odiosa que cuando pretende disfrazarse de Justicia, debemos concluir que es sta y no aqulla la que nos lleva a reconocer pblicamente el empaque, envergadura y majestuosidad de la obra que comentamos, sintiendo en nuestro corazn una brizna de tristeza porque nuestro pas est hurfano de tamaas aportaciones. ABEL TLLEZ AGUILERA Magistrado Doctor en Derecho
NORMATIVA PENITENCIARIA
Normativa Penitenciaria
(2006) Real Decreto 96/2006, de 3 de febrero, por el que se aprueba la oferta de empleo pblico para el ao 2006. (FACULTATIVO DE SANIDAD PENITENCIARIA 16. SUPERIOR DE TCNICOS DE II. PP. 35. ATS DE INSTITUCIONES PENITENCIARIAS 30. AYUDANTES DE II. PP. ESCALA FEMENINA 200, ESCALA MASCULINA 600). BOE N. 33 DE 8 DE FEBRERO DE 2006. 2146) Orden INT/257/2006, de 24 de enero, por la que se convoca subvencin para la colaboracin en la ejecucin y seguimiento de las medidas alternativas a la pena privativa de libertad y determinados programas de atencin social. BOE N. 34 DE 9 DE FEBRERO DE 2006. 3393) Orden INT/483/2006, de 14 de febrero, por la que se corrigen errores de la Orden INT/257/2006, de 24 de enero, por la que se convoca subvencin para la colaboracin en la ejecucin y seguimiento de las medidas alternativas a la pena privativa de libertad y determinados programas de atencin social. BOE N. 48 DE 25 DE FEBRERO DE 2006. R (2006) 2 DE 11 DE ENERO DE 2006 REGLAS PENITENCIARIAS EUROPEAS/CONSEJO DE EUROPA. (Adoptadas por el Comit de Ministros el 11 de enero de 2006). (4152) Orden INT/4322/2005, de 16 de diciembre, por la que se publica el Acuerdo por el que se encomienda al Organismo Autnomo Trabajo Penitenciario y Formacin para el Empleo la gestin completa del servicio de cocina en la unidad de penados del establecimiento penitenciario de Valencia. BOE N. 57 DE 1O DE MARZO DE 2006. (4840) Resolucin de 22 de febrero de 2006, de la Secretara General Tcnica, por la que se delega en la Subdireccin General de la Inspeccin Penitenciaria la tramitacin y propuesta de resolucin de determinadas peticiones de indemnizacin en concepto de responsabilidad patrimonial de la Administracin Pblica. BOE N. 64 DE 16 DE MARZO DE 2006. (5452) Sentencia de 7 de diciembre de 2005, de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, por la que se anula el Real Decreto 562/2004, de 19 de abril, que aprueba la estructura orgnica bsica de los Departamentos Ministeriales, en cuanto excepciona del rgimen general del artculo 18.2 de la Ley 6/1997, de 14 de abril, de Organizacin y Funcionamiento de la Administracin General del Estado, a las siguientes Direcciones Generales: Direccin General de Instituciones Penitenciarias, Direccin General de Ferrocarriles, Direccin General de Integracin de los Inmigrantes, Direccin General de Coordinacin Informativa, Direccin General de Bellas Artes y Bienes Culturales, Direccin General de Aguas y Direccin General de Arquitectura y Poltica de Vivienda. BOE N. 73 DE 27 DE MARZO DE 2006. (6536) Orden INT/1066/2006, de 6 de abril, por la que se ampla el plazo de resolucin en la convocatoria de subvencin para la colaboracin en la ejecucin y seguimiento de las medidas alternativas a la pena privativa de libertad y determinados programas de atencin social. BOE N. 86 DE 11 DE ABRIL DE 2006.
Normativa Penitenciaria
(9515) Orden INT/1651/2006, de 18 de mayo, de concesin de subvenciones para la colaboracin en la ejecucin y seguimiento de las medidas alternativas a la pena privativa de libertad y determinados programas de atencin social. BOE N. 128 DE 30 DE MAYO DE 2006. (10349) Real Decreto 710/2006, de 9 de junio, de desarrollo de los Acuerdos de Cooperacin firmados por el Estado con la Federacin de Entidades Religiosas Evanglicas de Espaa, la Federacin de Comunidades Judas de Espaa y la Comisin Islmica de Espaa, en el mbito de la asistencia religiosa penitenciaria. BOE N. 138 DE 10 DE JUNIO DE 2006. (10957) Resolucin de 5 de junio de 2006, de la Secretara General Tcnica, por la que se dispone la publicacin del acuerdo sectorial con la Consejera para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andaluca, en materia de servicios sociales para personas con discapacidad internadas en establecimientos penitenciarios de Andaluca. BOE N. 145 DE 19 DE JUNIO DE 2006. (10958) Resolucin de 5 de junio de 2006, de la Secretara General Tcnica, por la que se dispone la publicacin del Acuerdo sectorial de colaboracin con el Instituto de la Juventud de la Consejera para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andaluca, para desarrollar programas de juventud en el centro penitenciario de Jan. BOE N. 145 DE 19 DE JUNIO DE 2006. (11128) Instrumento de ratificacin del Protocolo facultativo a la Convencin contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, hecho en Nueva York el 18 de diciembre de 2002. BOE N. 148 DE 22 DE JUNIO DE 2006. (12490) Orden INT/2227/2006, de 23 de junio, por la que se convoca el Premio Nacional Victoria Kent 2006, para el fomento de la investigacin multidisciplinar en materia penitenciaria. BOE N. 164 DE 11 DE JULIO DE 2006. (14293) Resolucin de 14 de julio de 2006, del Instituto Nacional de Administracin Pblica, por la que se aprueba la concesin de ayudas para el desarrollo de Planes de Formacin Continua en el mbito de la Administracin General del Estado, convocada mediante Resolucin de 27 de enero de 2006 (DGIIPP 610.382,01 EUROS). BOE N. 185 DE 4 DE AGOSTO DE 2006. (15634) Resolucin de 4 de agosto de 2006, del Instituto Nacional de Administracin Pblica, de correccin de errores de la de 14 de julio de 2006, por la que se aprueba la concesin de ayudas para el desarrollo de planes de formacin continua en el mbito de la Administracin General del Estado, convocada mediante Resolucin de 27 de enero de 2006 . BOE N. 214 DE 7 DE SEPTIEMBRE DE 2006. DECRET 329/2006, de 5 de setembre, pel qual s'aprova el Reglament d'organitzaci i funcionament dels serveis d'execuci penal a Catalunya. DOGC N. 4714 DE 7 DE SEPTIEMBRE DE 2006.
(15846) Real Decreto 991/2006, de 8 de septiembre, del Ministerio de las Administraciones Pblicas por el que se desarrolla la estructura orgnica bsica del Ministerio del Interior. Se establecen las funciones de la DGIIPP y su dependencia de la Secretaria de Estado de Seguridad y se crea la Subdireccin General de Medio Abierto y Medidas Alternativas. BOE N. 218 DE 12 DE SEPTIEMBRE DE 2006. (16193) Orden INT/2853/2006, de 13 de septiembre, sobre rgimen transitorio de delegacin de competencias en el Ministerio del Interior (D.G.II.PP. Y O.A. TRABAJO PENITENCIARIO Y FORMACIN PARA EL EMPLEO). BOE N. 221 DE 15 DE SEPTIEMBE DE 2006. (16557) Resolucin de 12 de septiembre de 2006, de la Secretara General Tcnica, por la que se dispone la publicacin del Protocolo General de colaboracin entre la Consejera de Cultura de la Junta de Extremadura y el Ministerio del Interior, para el desarrollo de Escuelas Fsico-Deportivas en Centros Penitenciarios. BOE N. 226 DE 21 DE SEPTIEMBRE DE 2006. (16897) Orden INT/2941/2006, de 19 de septiembre, por la que se crea el Centro de Insercin Social Miguel Hernndez, en Alicante, dependiente del Centro Penitenciario de Cumplimiento, de Alicante. BOE N. 231 DE 27 DE SEPTIEMBRE DE 2006. (16927) CONFLICTO de Jurisdiccin n. 10/2005, suscitado entre el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria nmero 2, de Madrid y la Delegacin de Gobierno de Madrid. BOE N. 231 DE 27 DE SEPTIEMBRE DE 2006. (18332) Resolucin de 4 de octubre de 2006, de la Secretaria General Tcnica, por la que se publica el Convenio de colaboracin en materia de atencin sanitaria especializada entre el Ministerio del Interior y el Departamento de Salud y Consumo del Gobierno de Aragn. BOE N. 251 DE 20 DE OCTUBRE DE 2006.
2. CIRCULARES E INSTRUCCIONES
(TEXTO COMPLETO EN www.derechopenitenciario.com). I 1/2006 TGP de 9 de enero de 2006 Elecciones a miembros de la comisiones disciplinarias. DEROGA I 9/1996 DE 23 DE MAYO. I 2/2006 PE de 16 de enero de 2006 Programa de productividad. SERVICIOS CENTRALES. Mejoras retributivas fruto del Acuerdo de fecha 29 de marzo de 2005 alcanzado por el Ministerio del Interior y las Organizaciones Sindicales ACAIP, FSP-UGT, CIG, ELA, USO Y CCOO CON EFECTOS ECONMICOS DESDE 1 DE ENERO DE 2006.
Normativa Penitenciaria
I 3/2006 TGP/SP de 23 de enero de 2006 Atencin penitenciaria a internos en tratamiento mdico de especial penosidad. CLASIFICACIN Y TRATAMIENTO/SANIDAD. Indicaciones para las Juntas de Tratamiento y Servicios Mdicos. I 4/2006 TGP de 26 de enero de 2006. Visitas de abogados y Red Abogaca. RGIMEN. Comunicaciones de abogados. I 5/2006 IP de 15 de febrero de 2006. Comunicaciones a efectuar de forma inmediata a la inspeccin penitenciaria. DIRECCIN/MANDOS DE INCIDENCIAS. INSPECCIN DE GUARDIA. DEROGA I 1/1997 DE 14 DE ENERO. I 6/2006 TGP de 22 de febrero de 2006 Protocolo de actuacin en materia de seguridad. Centros penitenciarios. SEGURIDAD (FIES). 1 Introduccin. 2 Actualizaciones introducidas. 3 Disposicin derogatoria. 4 Disposicin final. DEROGA I 21/1996, 14/1998 Y 11/1999. I 7/2006 TGP de 9 de marzo de 2006 Integracin penitenciaria de personas transexuales. 1 Criterios generales. Solicitud. 2 Derechos y deberes. 3 Solicitud de reconocimiento de identidad psico-social de gnero. Medidas provisionales. 4 Valoracin. Resolucin. 5 Ejecucin. 6 Recurso. Revisin. Disposicin derogatoria. Disposicin final. DEROGA LA I 1/2001 DE 12 DE FEBRERO. I 8/2006 SP Lotes higinicos. I 9/2006 PE Calendario laboral y horario de los servicios centrales de la DGIIPP y del OATPYFE. 1 mbito de aplicacin y normas generales. 2 jornada y horarios generales. 3 Jornada y horarios de especial dedicacin: tiempo fijo y tiempo flexible. 4 Jornada sujeta a horarios especiales. 5 Jornada sujeta a otros horarios. 6 Jornada reducida por inters particular. 7 Jornada de verano. 8 Vacaciones, permisos, licencias y fiestas. 9 Justificacin de ausencias. 10 Vigencia. Disposicin Derogatoria. DEROGA I 6/2003, 3/2005 Y 8/2005. I 10/2006 PE Modificaciones parciales de la instruccin que regula el complemento de productividad relativo a las guardias sanitarias de presencia localizada. MODIFICA EL APARTADO B DEL PUNTO IV DE LA I 4/1999. I 11/2006 PE de 12 de junio de 2006 Instrucciones sobre jornada y horarios de trabajo del personal funcionario destinado en los servicios perifricos de la DGIIPP y del OATPYFE. Primero: Normas generales. Segundo: Jornadas y horarios generales. Tercero: Jornada y horario de especial dedicacin. Cuarto: Jornada y horario especfico del personal del rea sanitaria. Quinto: Jornada y horarios sujetos a turnicidad. Sexto: Jornadas y horarios de servicios sociales externos. Sptimo: Jornada de verano. Octavo: Jornada reducida por inters particular. Noveno: Justificacin de ausencias.
Dcimo. Control de cumplimiento. Undcimo: Vacaciones, permisos y licencias. Duodcimo: Jornada de compensacin de festivos. Decimotercero: Compensacin por deber pblico inexcusable. Decimocuarto: Tiempo para la formacin. Decimoquinto: Vigencia y derogacin. INTEGRA LA I 7/2003, 7/2005 Y 8/2005 sobre jornada y horarios. DEJA VIGENTE LA I 8/1997 sobre permiso especial de descanso en los CP de Bilbao, Nanclares, Pamplona y San Sebastin. I 12/2006 TGP Programacin, evaluacin e incentivacin de actividades y programas de tratamiento. Introduccin. Criterios de la intervencin penitenciaria. Procedimientos de actuacin. Gestin de las actividades en los Centros Penitenciarios. Disposicin derogatoria. Disposicin final. DEROGA LA I 3/2004 Y DE LA I 9/1999 APARTADO 4. DEL Manual de Procedimiento de las actividades de reinsercin cuya gestin corresponde al OATYPP los apartados siguientes: esquema general (pg. 14), enseanza reglada no universitaria y universitaria (pg. 16 a 26). Actividades culturales y deportivas, talleres ocupacionales y otras enseanzas (pg. 70 a 90) excepto lo referido a talleres ocupacionales de presupuesto comercial. I 13/2006 TGP Aplicacin del art. 86.4 del Reglamento Penitenciario. 1 PRINCIPIOS GENERALES. 2 MOTIVOS PARA LA APLICACIN DEL ART. 86.4. a) Madres con hijos b) Convalecencias mdicas. 3 MEDIDAS DE CONTROL. 4 PROCEDIMIENTO: 4.1 Aplicacin de dispositivos de localizacin telemtica. 4.2 tramitacin de las propuestas de aplicacin de dispositivos de localizacin telemtica. Disposicin ADICIONAL. DISPOSICIN DEROGATORIA. DEROGA LA I 13/2001. I 14/2006 PE Modificacin parcial de la instruccin sobre productividad de las guardias sanitarias. MODIFICA EL APARTADO 4.2 Y B DEL PUNTO IV DE LA I 4/1999. MODIFICA EL APARTADO 4.3 DE LA I 9/1997. DEROGA EL APARTADO REFERENTE A COMPENSACIN DEL TRABAJO POR PERODO DE DESCANSO DE LA I 10/2006.
Notas
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