Librodot Corazón Edmundo de Amicis

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Librodot Corazn Edmundo de Amicis Seprate, por tanto, de ellos con afecto; deja un poco de tu alma en la gran familiaen

la que ingresaste de nio y de la que sales en edad adolescente, a la cual quieren tu padre y tu madre porque en ella tambin te han querido. La escuela es como una madre, Enrique: te tom de mis brazos cuando apenashablabas y te devuelve ahora mayorcito, fuerte, bueno y estudioso. Bendita sea, y no laolvides jams, hijo mo!Sers hombre, irs por el mundo, vers ciudades inmensas, monumentos sorprenden-tes, y tambin te olvidars de ellos; pero del modesto edificio blanco, con sus persianascerradas y el pequeo jardn donde se abri la primera flor de tu inteligencia, nunca teolvidars, sino que lo tendrs presente hasta el ltimo da de tu existencia, lo mismo que yo recordar toda mi vida la casa en que o tu voz por primera vez. TU MADRE Los exmenesMartes, 4

Por fin hemos llegado a los exmenes. En las calles junto a la escuela, los alumnos,los padres y las madres, e incluso las nieras, hablaban de exmenes, calificaciones, te-mas, nota media, suspensos, promocionados... Ayer por la maana nos examinamos de redaccin y hoy de Aritmtica.Los padres que acompaaban a sus hijos a la escuela les daban los ltimos consejos, ymuchas madres iban con los chicos hasta dejarlos en los bancos, viendo si haba tinta enlos tinteros, comprobando si las plumas estaban en buenas condiciones, y, al salir, se vol-van desde la puerta para recomendarles optimismo y atencin. Nuestro vigilante era el seor Coatti, el maestro de la barba negra y voz de len, quenunca castiga a nadie.Haba chicos con una cara tan blanca como el papel, de miedo que tenan.Cuando el maestro abri el sobre enviado por el Ayuntamiento y sac el ejercicio deMatemticas, todos contuvimos la respiracin.Dict el problema con voz fuerte, mirndonos a unos y otros con ojos escrutadores yseveros; pero era evidente que, de haber podido dictarnos la solucin, lo habra hecho, para que todos aprobsemos y estuvisemos contentos.Despus de una hora de trabajo, no pocos empezaban a desanimarse porque el pro- blema era difcil. Uno lloraba. Crossi se daba puetazos en la cabeza. Muchos no tenanculpa de no saber resolverlo, por no haber tenido tiempo para estudiar lo suficiente o por no haberlos ayudado los padres en casa durante el curso.Pero siempre se encuentra la providencia. Era un espectculo ver cmo se las arregla- ba Derossi para pasar una cifra y sugerir una operacin, sin que le descubriesen; parecanuestro maestro. Tambin ayudaba en lo que poda Garrone, que est fuerte en Aritmti-ca, y hasta Nobis, que, al hallarse en apuros, se haba vuelto amable. Stardi estuvo inm-vil ms de una hora, con los ojos fijos en el problema y los

puos en las sienes; luego to-do lo hizo en cinco minutos.El maestro daba vueltas por entre los bancos y deca:-Calma! Calma! No os precipitis y reflexionad un poco.

Librodot Corazn Edmundo de Amicis Yo volv seguidamente a la clase para esperar a mi padre. An estaban all casi todos.Me sent junto a Garrone. Yo no estaba contento. Pensaba que era la ltima vez que ba-mos a vernos. An no le haba dicho a mi buen compaero que al ao siguiente no estaraen cuarto con l, porque tena que marcharme de Turn con mi familia. Como siempre,estaba algo encogido, con la cabeza inclinada sobre el banco, pintando adornos alrededor de una foto de su padre, vestido de maquinista, un hombre recio y alto, con cuello de toroy aspecto serio y honrado como l. Mientras haca sus dibujos, como tena la camisa algodesabrochada, vi sobre su desnudo pecho la cruz que le regalara la madre de Nelli cuandosupo que protega a su hijo.Me cre obligado a manifestarle que me ausentara definitivamente de Turn. Hacien-do un esfuerzo, le dije, sin mirarle:-Garrone, este otoo mi padre se marchar de Turn para siempre.Me pregunt si me marchara yo tambin, y le respond que s.-Entonces -aadi-, no te tendremos de compaero en cuarto curso?Le contest que no. De momento se qued callado, prosiguiendo su trabajo. Luego sinlevantar la cabeza, me pregunt:-Te acordars de tus compaeros de tercero?-S, s, de todos -le repuse-; pero de ti... ms que de nadie. Quin puede olvidarse deti?El, contrariado, me dirigi una mirada como queriendo decirme mil cosas, pero guar-d silencio. Se limit a alargarme su mano izquierda, fingiendo que segua dibujando conla derecha. Yo estrech entre las mas aquella mano fuerte y leal.En aquel instante entr de prisa el maestro, con la cara encendida y dijo en voz baja yrpida, en tono alegre: Hasta ahora todo va bien; a ver si los que quedan continan lomismo. Mucho nimo, hijitos! Estoy contento de vosotros! Para mostrar su alegra, alsalir con paso rpido, hizo como que tropezaba y tena que agarrarse a la pared para nocaerse; l, a quien no habamos visto rer en todo el curso! La cosa nos pareci tan su-mamente extraa, que, en vez de rernos, todos nos quedamos asombrados; nos sonre-mos, pero ninguno se ri. Aquel acto de alegra, propio de un chiquillo, sin saber por qu,me produjo pena y ternura. Tal momento de alegra era su nico premio, la compensacin por nueve meses de paciencia, de esfuerzos y de sinsabores. Para aquel resultado satisfac-torio se haba afanado y haba ido a dar clase muchas veces estando enfermo. Aquello, ynada ms que aquello, nos peda a cambio de tanto cario y de tantas preocupaciones.Ahora me parece que, al acordarme de l, siempre lo ver en aquella postura; y si nos en-contramos, le recordar el acto que tan hondo me ha llegado al corazn, y no dejar de besar sus canas. Adis! Lunes, 10

Por la tarde nos reunimos todos por ltima vez para conocer el resultado de los ex-menes y recoger las cartillas con las correspondientes calificaciones.La calle estaba llena de padres, que tambin haban invadido el amplio zagun. No pocos entraron en las aulas, empujndose hasta la mesa del maestro. En la nuestra ocupa- ban todo el espacio que hay entre la pared y los primeros bancos.

Librodot Corazn Edmundo de Amicis Entre ellos vi al padre de Garrone, la madre de Derossi, el herrero Precossi, Coretti, laseora Nelli, la verdulera, el padre del albailito, el de Stardi y muchos otros que no co-noca. Por todas partes se perciba un murmullo y se oa hablar como cuando se est enuna plaza.Entr el maestro y guardamos completo silencio. Llevaba una lista en la mano y em- pez a leer seguidamente:Abatucci, aprobado, 6,6; Archimi, aprobado, 5,5; el albailito, aprobado; Crossi,aprobado -luego aadi con voz fuerte: -Derossi Ernesto, aprobado, 7,7 y primer premio.Todos los que estaban presentes y le conocan, gritaron: -Bien por Derossi!El se dio un estirn a los rubios rizos y mir con fruicin a su madre, que le saludcon la mano. Garoffi, Garrone y el calabrs tambin figuraron entre los aprobados. Des- pus ley los nombres de tres o cuatro que tienen que repetir curso, echndose a llorar uno de ellos porque le amenaz su padre, que estaba en la puerta. El maestro se apresura decirle:-Mire, no se ponga as, porque muchas veces es por mala suerte, como ha sucedido enel caso de su hijo.Continu leyendo. Nelli sac aprobado y su madre le envi un beso al aire con elabanico. Stardi obtuvo notable de media, mas no por eso se sonri ni se quit los puosde las sienes. El ltimo de la lista fue Votini, que result aprobado. Era el que iba vestidocon mayor elegancia y mejor peinado. Terminada la lectura de las calificaciones, el maestro se levant y nos dijo:-Muchachos, sta es la ltima vez que nos reunimos. Hemos estado juntos todo elcurso y ahora nos separamos como buenos amigos, no es verdad? Siento esta separa-cin, queridos nios... -Se interrumpi y luego continu diciendo-: Si alguna vez he lle-gado a perder la paciencia, si en alguna ocasin he pecado de injusto, sin quererlo, o mehe mostrado excesivamente severo, perdonadme.-No, no, seor maestro! -dijeron a un tiempo padres y alumnos.-Disculpadme -repiti el maestro- y no dejis de quererme. El prximo curso ya noestaris conmigo, pero os ver con frecuencia y permaneceris en mi corazn. Felicesvacaciones, muchachos, y hasta la vista!Dicho esto pas entre nosotros y todos le tendan la mano, empinndose, subindoseen los bancos, le tiraban de la chaqueta y le cogan los brazos. Algunos le abrazaron ycincuenta voces dijeron a coro:-Hasta la vista, seor maestro. Gracias por todo. Que le vaya bien Acurdese de no-sotros!Cuando sali estaba emocionado.Abandonamos la clase en tropel. Tambin salan al mismo tiempo de las otras clasesy se produjo una gran confusin de saludos y de mutuas despedidas entre muchachos,maestros, padres y maestras.La maestra de la pluma roja tena cuatro o cinco nios encima y unas veinte criaturasa su alrededor, que no le dejaban respirar. A la monjita casi le haban destrozado elsombrero y la haban llenado de ramitos de flores que ponan en los ojales y en los bolsi-llos del vestido negro. Muchos felicitaban a Robetti, que aquel da era, precisamente, el primero que iba sin muletas.

Librodot Corazn Edmundo de Amicis Por todas partes se oa decir: Hasta el prximo curso! Hasta el veinte de octubre!Nos veremos por Todos los Santos! Tambin nos despedimos mi padre y yo de los co-nocidos.Cmo se olvidan en esos momentos los sinsabores pasados! Votini, que siempre sehaba mostrado tan envidioso de Derossi, fue el primero en abrazarlo con efusin. Yo sa-lud y estrech la mano del albailito en el instante que por ltima vez me pona el hoci-co de liebre. Qu buen chico! Salud a Precossi y a Garoffi, el cual me dijo que habaobtenido un premio en la ltima rifa y me entreg un pequeo pisapapeles de maylica,algo roto por una esquina. De todos me desped con un apretn de manos.Fue emocionante ver cmo se acerc el pobrecito Nelli a Garrone, del que no podandespegarlo. Todos rodeaban a Garrone, lo abrazaban y zarandeaban en prueba de cario,como bien se lo mereca el ejemplar muchacho, que a todos sonrea. Su padre estaba allembobado ante semejante muestra de afecto. A Garrone fue el ltimo a quien abrac, yaen la calle, procurando contener un sollozo al tener mi cara sobre su pecho; l me dio un beso en la frente.Despus corr a reunirme con mi padre y mi madre. Mi padre me pregunt si mehaba despedido de todos, y yo le dije que s.Luego me recomend que buscara y pidiera perdn a quien le hubiese faltado algunavez.-No hay ninguno -le respond.-Bueno, pues entonces, vmonos.Dirigi una ltima mirada a la escuela y dijo con voz conmovida:-Adis!Mi madre repiti:-Adis!Yo... no pude decir nada. Leave a Comment You must be logged in to leave a comment. Enviar Caracteres: 400 Edmundo de Amicis - Corazon Download or Print 31,382 Reads Uploaded by api_user_11797_TMSheik Sganos TIP Press Ctrl-F to quickly search anywhere in the document. 174 p. Edmundo de Amicis - Corazon

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