Violencia Hacia Docentes

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VIOLENCIA EN LAS ESCUELAS: QUIEN SE OCUPA DEL DOCENTE?

Si bien, y de manera acertada, se implementaron polticas y programas para proteger los derechos de los actores ms vulnerables implicados en el proceso de enseanza-aprendizaje -es decir los nios, nias y adolescentes- consideramos que hoy hay que ampliar y complementar esa mirada, dirigindola tambin hacia los docentes.

Si hay violencia en la sociedad, habr violencia en la escuela. Es esta una situacin con la que nos encontramos los docentes en las aulas y fuera de ellas. Ms all de que estos hechos hayan sido y sean objeto de profusa difusin por parte de los medios masivos de comunicacin, cabe mencionar que los mismos no constituyen una particularidad de los aos recientes. Para ello miremos, por ejemplo, la historia de las ltimos cuatro dcadas de nuestro pas. Sucede que hoy, las formas, la ocurrencia y la direccionalidad en que se manifiestan estas situaciones, han adquirido una densidad y complejidad tal que nos lleva a preocuparnos y ocuparnos una vez ms del tema, con base en nuestro compromiso con la educacin pblica y con las condiciones de ensear y aprender. El fenmeno de la violencia es de carcter social y multicausal y, como tal, atraviesa a la escuela como institucin y al aula como lugar concreto donde se materializa el proceso de enseanza aprendizaje, as como tambin a los actores -colectivos e individuales- de la comunidad educativa: docentes, padres y alumnos. Hay distintas formas de violencia: la simblica y la fsica. Y dentro de cada una de ellas encontramos distintos grados, en cuyo caso ms extremo se busca eliminar definitivamente al otro. La pedagoga Marta Souto, autora de Las formaciones grupales en la Escuela, considera ms apropiado hablar de violencias en plural. Retoma de Jacques Pain las categoras de la violencia en las escuelas, entre ellas: en contra de la escuela -aquellos actos que toman como objeto la escuela y tienen su origen en el contexto social-; y en la escuela, - aquellas que surgen al interior de la escuela provocadas por el medio social y econmico, por los actores (docentes y alumnos) o por el clima y el ambiente escolar-. La autora considera entonces que se puede hablar de dos grandes grupos de violencia: violencia objetiva: delitos criminalsticos, golpes, robos, destrucciones varias, agresiones violencia simblica: el trato despectivo, el chiste discriminatorio o cualquier tipo de maltrato verbal. A esto agregamos el maltrato que se expresa a travs de la escritura y de las imgenes. En este contexto, surge con claridad que no es exclusivamente en el mbito de la institucin escuela donde se resuelve est problemtica. Si lo miramos desde una escala macro, para hacer frente a las distintas situaciones de violencia, el Estado -por su capacidad central en la movilizacin de recursos y capacidades- tiene que formular e implementar polticas y programas que la aborden de manera integral. Estas polticas y programas tendrn que ser desarrolladas de manera conjunta con todas las reas de gestin pblica implicadas: salud, desarrollo social, justicia y seguridad entre otras; y con los diversos actores y organizaciones sociales. Por otro lado, tambin desde este punto de vista, el Estado y la comunidad educativa tendrn que abordar el tratamiento de esta problemtica en su propio territorio. Si lo miramos desde una escala micro, la escuela y el aula forman parte de la solucin de las distintas situaciones de violencia que se presenten, en tanto se movilicen mecanismos y recursos para la implementacin de polticas y programas integrales, multidisciplinarios y articulados hacia el interior del sistema educativo.

Por su parte, el tema de la violencia se viene trabajando hace aos en las escuelas buscando proteger los derechos de las nias, nios y adolescentes. En ese sentido, se han generado herramientas y mecanismos de intervencin para hacer frente a los casos de violencia y maltrato por parte de docentes, padres, familiares e incluso pares. La masacre ocurrida en Carmen de Patagones en septiembre de 2004 -si bien constituy un caso puntual- marc un punto de inflexin en cuanto a las formas que puede llegar a asumir la violencia entre alumnos en los establecimientos. A fines de marzo de este ao, otro caso sacudi a la opinin pblica y a la comunidad educativa, esta vez en una escuela de Villa Gesell. Paralelamente, venimos experimentando un aumento de la violencia por parte de alumnos, padres y familiares, hacia los docentes. Si bien, y de manera acertada, se implementaron polticas y programas para proteger los derechos de los actores ms vulnerables implicados en el proceso de enseanzaaprendizaje -es decir los nios, nias y adolescentes- consideramos que hoy hay que ampliar y complementar esa mirada, dirigindola tambin hacia los docentes. QUIN SE OCUPA DEL DOCENTE? En los resultados del estudio de opinin que realizara la Federacin sobre Profesionalizacin docente, aparecen tambin las situaciones de violencia. Dicho estudio se sustent en el anlisis de la concepcin que tienen los docentes sobre s mismos en relacin al rol que desempean, al espacio que ocupan en la sociedad y a los efectos que producen con su intervencin en el proceso de socializacin de los educandos. Al procesar las expectativas recprocas, segn las competencias actitudinales (aquellas competencias que permiten desarrollar actitudes focalizadas a una funcin dada), los docentes perciben que dentro del proceso de socializacin primaria, la familia ha delegado en la escuela parte de su funcin como agente de socializados inicial. Los docentes se sienten considerados como nieras, enfermeros, cocineros, psiclogos que deben, adems de ensear contenidos, contener efectivamente. Tambin sealan que la sociedad les exige que reflexionen e incorporen nuevos conocimientos y estrategias que reemplacen a los padres en hbitos de higiene, de normas de convivencia y tica ciudadana. Perciben entonces que su rol est desvalorizado, que se ha desnaturalizado su funcin, que estn frente a una crisis de legitimidad, que no hay respeto por su autoridad, que son el centro de todas las agresividades (tanto de padres, como de las autoridades docentes). Visto desde las competencias tico-institucionales, los docentes sealan que la escuela perdi prestigio y que el Estado es responsable de esta situacin. Tanto el Estado como la sociedad, utilizan la escuela como un canal para atenuar carencias sociales. El Estado incluye a la escuela en la poltica asistencialista y la sociedad re-demanda ms de lo que la institucin puede brindar. Y es el docente el que materializa en acciones la respuesta a la demanda de la comunidad. En estas situaciones no son vistos como profesionales, sino como agentes del Estado que responden a las demandas sociales. Hoy en da, el docente se encuentra frente a situaciones en el aula para las cuales no ha sido ni debidamente formado, ni capacitado. Nos referimos entre ellas a nuevos roles, hbitos, y pautas culturales; nuevas tecnologas de informacin y comunicacin; situaciones de crisis, conflictos y violencia.

Por otro lado, adems de su intervencin en el proceso de enseanza-aprendizaje, lleva a cabo mltiples tareas que lo exceden, tales como las vinculadas al comedor escolar, la documentacin, las vacunas y la contencin de los alumnos. Tambin se hace cargo de detectar posibles situaciones conflictivas o directamente de intervenir cuando ellas ocurren, situaciones que eventualmente traslada a los respectivos Equipos de Orientacin Escolar (EOE), que an no estn constituidos en todos los establecimientos de la Provincia. Ms all de ello, estos equipos se ocupan de las situaciones vinculadas centralmente a los alumnos, sus familias y el entorno psicosocial, porque esa ha sido -con acierto- la lnea rectora de su accionar en aos. Pero, a la luz de las nuevas formas de violencia haca los docentes por parte de alumnos y padres, quin se hace cargo de los docentes, quin los cuida? Desde el punto de vista de la salud laboral, dadas las caractersticas cada vez ms hostiles en las cuales los maestros llevan a cabo su labor, han aparecido nuevas enfermedades, que son ampliamente tratadas en la nota central de esta edicin. Basta sealar al sndrome de Burnout y el Mobbing como enfermedades psicosociales que hoy desbordan a nuestros educadores pero que no se encuentran reconocidas en el listado de enfermedades laborales. Tampoco se implementa en los mbitos de trabajo escolar, aquello que fija la Ley 19.587, Decreto 351/79 de Medicina del Trabajo. Todo establecimiento que tenga ms de 150 trabajadores, tendr que contar con un profesional mdico en el lugar, un profesional mdico externo cuando la cantidad de trabajadores sea menor. Este tipo de enfermedades que hoy en da afectan de manera creciente a los docentes no estn contempladas ni en la legislacin, ni en el sistema educativo. Si se reconoce, que hay situaciones de crisis y violencia en las escuelas, tendr que reconocerse que los docentes que en ellas trabajan, se ven cada vez ms expuestos a contraerlas. En ese sentido, tendrn que realizarse seguimientos epidemiolgicos e implementarse acciones de promocin, prevencin y asistencia de la salud concretas.

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