INTRODUCCIÓN A LA SEXUALIDAD

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INTRODUCCIÓN A LA SEXUALIDAD

Álvarez-Gayou, JL, (2011). Sexoterapia Integral. Edit. Manual Moderno. México


Cap. 1 Introducción.

La sexualidad es un aspecto inherente al ser humano. Para algunos es una fuente de placer y de aceptación; para
otros, la mayoría, representa problemas y conflictos de diversa índole. Casi todos los seres humanos viven y actúan
sin un conocimiento real de su sexualidad y la de los demás, lo que conlleva a una disfunción en la vida individual y
social.

La sexualidad recibe influencia desde el periodo prenatal. El sexo y el medio social condicionan la educación,
costumbres y expectativas de vida; mismas que se reproducen en la vida social, laboral y familiar. Otros aspectos
determinantes son las publicaciones erótico-sexuales que se consideran de divulgación científica, y que refuerzan los
grandes mitos y tabúes en torno a la sexualidad.

Después de siglos, surge la sexualidad no sólo como una expresión artística (más o menos prohibida), sino como
rama científica. La sexología es multidisciplinaria por excelencia y su finalidad es el estudio, atención y solución de la
problemática sexual del ser humano, la cual está orientada a propiciar el desarrollo más armónico y equilibrado de
las diversas intervenciones del individuo como ente social.

La sexología, al igual que muchas disciplinas, requiere definiciones básicas que sirvan como marco teórico
fundamental.

Sexo
Es la serie de características físicas determinadas por vía genética, las cuales colocan a los sujetos de una especie en
algún punto del continuo que tiene como extremo a los indivi- duos reproductivamente complementarios (figura 1-
1).

El hombre no nace siendo reproductivamente complementario. Su ciclo de repro- ducción inicia, en algunos, durante
la pubertad; las mujeres al dejar de producir óvulos a partir de la menopausia, pierden su capacidad reproductiva.
El sexo está constituido por siete elementos o dimensiones:
1. Cromosómico. 5. Órganos sexuales pélvicos internos (OSPIS).
2. Gonadal. 6. Órganos sexuales pélvicos externos (OSPES).
3. Génico. 7. Sexo cerebral (dimorfismo sexual).
4. Hormonal.

La fórmula cromosómica de un nuevo ser estará determinada por el cromosoma X o Y que tenga el espermatozoide
que fecunda al óvulo, el cual siempre tiene un cromosoma X.
Esta fórmula induce la diferenciación de las gónadas, los testículos y los ovarios, que son los órganos que producen
las hormonas sexuales.
La dimensión génica se refiere a las enzimas que deben producirse para que se diferencien de manera adecuada los
órganos sexuales pélvicos internos y los externos, entre ellas: la proteína citosólica nuclear receptora de andrógenos,
indispensable para que se desarrollen los conductos de Wolff que dan origen a los órganos sexuales masculinos; la 5-
α reductasa, que convierte la testosterona en dihidrotestosterona, indispensable para la diferenciación masculina de
los órganos sexuales pélvicos externos.

Es importante señalar que el camino “natural” de la diferenciación sexual embrionaria es femenino, y lo que requiere
siempre inductores y/o enzimas es la diferenciación masculina. De ello deriva el que se pueda decir que los varones
son, por lo menos desde la perspectiva embrionaria, “mujeres modificadas”.

Otro aspecto interesante es que con facilidad se dice que una persona u otra son de determinado sexo, cuando es
difícil conocer las siete dimensiones del mismo. Sin embargo, lo que sí se define es el género de las personas.

Se denomina sexo de asignación al que se le da al individuo cuando nace, por lo general, en función del aspecto de
sus órganos sexuales externos. En algunos casos se considera que éstos no coinciden con el sexo genético o bien
ciertas alteraciones genéticas u hormonales modifican el aspecto de los mismos.

El género es una categoría social con introyectos psicológicos. Se refiere a un status logrado, que es una función de la
socialización y que tiene componentes sociales, culturales y psicológicos. Como resultado de experiencias directas e
indirectas, aprendizajes formales e informales, se crean imágenes, concepciones, percepciones de la masculinidad y
la feminidad.

Identidad de género es la identificación psicológica que va desarrollando el niño con uno u otro sexo, el sentir
psicológico íntimo de ser hombre o mujer. Investigaciones re- cientes indican que dicha identidad está determinada
alrededor de los 12 meses de edad.

Rol o papel de género es el comportamiento que los individuos adoptan por los requerimientos sociales en función
de su sexo; por ejemplo, la forma de vestir, corte de pelo y expresiones, entre otros. Dicho rol varía de sociedad a
sociedad y también puede cambar en una misma sociedad, con el paso del tiempo. Es social y muchas veces
introyectado, al grado que puede incluso creerse de manera errónea que es inherente a cada sexo y se estereotipa.

Estereotipos de género. Debemos reconocer que el sexo está importantemente socializado y que cada cultura
designa a ciertas prácticas como apropiadas, inapropiadas, morales o inmorales, sanas o enfermas. Constantemente
estamos construyendo límites que no tienen bases naturales. Sin embargo, continuamos viviendo la fantasía de que
nuestra sexualidad es el aspecto más innato y natural del ser humano y que la conducta sexual entre hombres y
mujeres está predestinada por la biología y, más aún, por los dictados de la naturaleza humana (Highwater, 1992).

Es decir, al estereotipar necesariamente limitamos, reducimos, generalizamos y, como dice Barragan (1996): “los
estereotipos de género no sólo contraponen lo masculino a lo femenino, sino que impiden el desarrollo de la
diversidad en el propio concepto de masculinidad y femineidad.”

Cuando se reúnen los conceptos anteriores, se integran al concepto básico de sexualidad (figura 1-2). Esto es, al
hablar de sexualidad se integran en este concepto los aspectos biológicos (sexo), psicológicos (identidad de género) y
sociales (sexo de asignación, rol de género), lo que implica una dimensión más amplia que la simple concepción
reduccionista del sexo como biología y coito.

Sexología
Considerando la sexología como la ciencia que estudia la sexualidad, en ésta participan gran número de disciplinas y
especialidades médicas, humanísticas y no médicas. Es así como se conceptualiza el vasto campo de la sexología al
unir los aspectos sexuales que cada una de estas ramas del conocimiento trata desde su enfoque particular (figura 1-
3).
En cambio, para el ejercicio de la sexología, ésta es eminentemente multidisciplinaria dado el enriquecimiento que
brindan diferentes visiones profesionales para un ejercicio de excelencia.

A la luz de lo expuesto, es evidente lo amplio, complejo y, por ende, multidisciplinario de la sexología.

¿Se justifica, para el estudio de la sexualidad, la existencia tanto de una disciplina como del especialista mismo?

El nacimiento de nuevas disciplinas y especialidades surge en el campo de la ciencia, en función de la complejidad


del tema y del mayor tiempo requerido para su estudio y actualización. Algunos ejemplos son los que presenta
Arthur Jores (1968) respecto a la medicina: a fines de la década de los ochenta, sólo en Alemania existían 328
revistas médico-científicas que, en conjunto, se extendían a 66 ramas de la medicina. Para una especialidad
relativamente reducida, como la oftalmología, había en esa época seis revistas en lengua alemana. Con respecto a la
tuberculosis, en 1964 aparecieron a nivel mundial 5 000 revistas médicas, con 220 000 artículos. Schaefer calcula que
el tiempo necesario para mantenerse actualizado en las novedades que aparecen es de 60 a 80 h diarias, sólo en la
rama de medicina interna.

Fueron instituciones dedicadas a los estudios formales en sexología las que dieron origen a los estudios pioneros en
otros países. Así, surgen múltiples investigaciones sobre comportamiento sexual en diversos grupos sociales y
étnicos; entre éstas las que desmitifican la homosexualidad. El Masters & Johnson Institute fue el marco que permitió
la realización de las pesquisas más revolucionarias, que dieron luz científica respecto a la función sexual de hombres
y mujeres.

Después, en esa misma institución, aparecieron y se efectuaron los trabajos que han permitido que millones de
personas reciban ayuda terapéutica para solucionar problemas de disfunción sexual.

En algunas sociedades, el sexo y la sexualidad aún son temas ocultos y reprimidos, a pesar de su presencia constante
prevalecen mitos y tabúes en torno a ellos y los niños y niñas crecen sin información científica y objetiva sobre la
sexualidad. Todo esto contrasta con lo que se sabe respecto a cualquier otro de los aparatos y sistemas del
organismo.
Se crea así un punto ciego en lo que pretende ser una educación integral, tanto en la escuela como en el hogar.
Resulta paradójico que se insista en una higiene dental o digestiva y no se considere una sexual. Por ejemplo, hace
algunos años, se realizó una investigación a nivel nacional que incluía 15 000 padres de familia, en la que se reveló
que 94% de estos padres quería quen se les imparta educación sobre sexualidad a sus hijos e hijas en la escuela, y
cuando se les mencionó que la impartirían profesores especializados, la aceptación aumentó a 98% (Álvarez-Gayou y
Millán, 2004).

¿Cuáles son los conocimientos científicos que reciben los menores, los mitos que se transmiten y las necesidades de
educación específica en países desarrollados emergentes?

Los métodos educativos adecuados tienen que ser investigados y desarrollados. Los maestros de primaria y
secundaria, en el área rural y urbana, deben capacitarse. Diversas investigaciones en varios países –Lief (1975, 1976),
Burnap y Golden (1967), Álvarez- Gayou (1977), y Bronstein (1978)–, han demostrado que no sólo padres, madres,
niños y maestros participan de mitos y tabúes respecto a la sexualidad, sino también profesionales del sector salud
(médicos, psiquiatras, ginecoobstetras, urólogos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales) poseen información
limitada sobre sexualidad basada fundamentalmente en prejuicios y actitudes valorativas.

¿Por qué resulta importante que profesionales en las áreas de la salud y social tengan una formación básica en
sexología?

En las y los jóvenes universitarios, las dudas, conflictos y problemas respecto a su sexualidad, además de tener
consecuencias sobre su desempeño académico, afectan su salud mental, como lo muestran las evaluaciones de
motivos de consulta a centros de salud mental y ayuda psicológica de diversas universidades tanto en México como
en el extranjero (Pérez de Francisco, 1971).

Por otro lado, las disfunciones sexuales –eyaculación precoz (prematura), anorgasmia (incapacidad para lograr el
orgasmo en la mujer y en el hombre)–, por su frecuencia y consecuencias, como se expone más adelante,
constituyen un problema en salud pública, en especial salud mental.

La excitación sexual se manifiesta con el fenómeno fisiológico de vasocongestión, es decir, acumulación de la sangre
en la zona pélvica en mujeres y hombres; en las primeras pro-duce lubricación y en los segundos erección. El
orgasmo, a través de las contracciones musculares, permite que la congestión de sangre se libere y los tejidos
vuelvan a su situación original.

¿Qué sucede si no sobreviene el orgasmo liberador de la congestión?

Un ejemplo típico de adolescentes varones es la congestión manifestada como dolor testicular después de una
excitación sin orgasmo. En la mujer, la congestión permanece por igual, no presentándose manifestaciones
inmediatas claras. Algunas mujeres anorgásmicas, durante 10 o 15 años, con una frecuencia de dos o cuatro veces
por semana, sufren la misma situación una y otra vez. Éstas constituyen un número importante de la consulta a
ginecólogos, presentando molestias pélvicas o de espalda, vagas e imprecisas que por lo general se diagnostican
como “neuróticas”, prescribiéndoseles tranquilizantes. Muchas terminan acudiendo a consultorios psiquiátricos por
tener un problema psíquico como depresiones graves o psicóticas. Estas últimas no representarían una alta
erogación para las instituciones públicas de salud si tan sólo hubieran podido tener orgasmos.

Muchas mujeres viven frustradas e irritables, y esto lo reflejan en la casa, familia y, sobre todo, en los hijos; la mayor
parte de las veces sin saber porqué y manifestándose tan sólo como hastío y aburrimiento inexplicable. ¿Cuántas de
estas personas se vuelven madres golpeadoras?

La anorgasmia se ha investigado en otros países y se informa en 7% de las mujeres norteamericanas (Hunt, 1974), 4%
de las francesas (Simon, 1972) y 20% en japonesas (Asayama, 1975). En México, aún sin investigaciones integrales, se
encuentran datos aislados que permiten inferir que en mujeres de nivel socioeconómico y escolaridad bajos es
mayor a 80%. Un estudio realizado por Álvarez-Gayou y Millán (2006) en 1 200 mujeres de varios estados de la
República Mexicana, reveló los siguientes datos en cuanto a la frecuencia de orgasmos:
 31.2% rara vez lo ha tenido.
 5.12% nunca ha tenido un orgasmo en sus relaciones.
 14.52% casi nunca tienen un orgasmo.
 14.95% lo tiene la mitad de las veces.

Reflexión. Los padecimientos mentales se presentan en 1% de la población según datos de la Organización Mundial
de la Salud (OMS). Con base en esto, se dispone de programas nacionales e internacionales de salud mental,
departamentos en universidades y ministerios, y presupuestos para enfrentar estos problemas ¿Y para la anorgasmia
y otras disfunciones se cuenta acaso con estos programas?

La eyaculación precoz es importante por varias razones: una es la diferencia aparente que existe entre la curva
masculina y la femenina de respuesta sexual, en la que, por lo general, es de mayor duración hasta el orgasmo la de
la mujer (figura 1-4). En la actualidad, esta diferencia es dependiente de factores educativos, más que de una
cuestión constitucional del sexo.

Kinsey (1948) demostró que tres de cada cuatro hombres eyaculan antes de que transcurran 2 min. a partir de la
penetración. Por otro lado, muchos hombres con una formación cultural machista, no saben que la mujer también
debe tener orgasmos, o simplemente le restan importancia y consideran sólo su propia satisfacción. Sin duda, estos
factores contribuyen a altos porcentajes de mujeres anorgásmicas. En el estudio de comportamiento antes citado,
respecto al tiempo de la eyaculación en la población mexicana, los datos revelan lo siguiente:
 Eyacula antes de penetrar: 0.6%
 Eyacula inmediatamente al penetrar: 2%
 Después de penetrar, tarda entre 5 y 10 min. en eyacular: 38.3%
 Tarda entre 10 y 20 min. en eyacular: 31.3%
 Eyacula cuando lo desea sin importar el tiempo: 25.6%
La educación de la sexualidad a hombres y mujeres es útil para disminuir la frecuencia de estas disfunciones, por lo
que deben formarse terapeutas capacitados como educadores que ayuden a resolver estos problemas.

Es indispensable dejar claro que es preferible la denominación educación de la sexualidad, por ser más inclusiva e
integradora, que el simple uso de educación sexual, que muchas veces se limita sólo a lo biológico y no integra lo
psicológico y social.

¿Cuáles son las consecuencias sociales de una deficiente educación sobre sexualidad?

La educación inadecuada sobre sexualidad tiende a perpetuar actitudes sociales que se reflejan en papeles rígidos y
estereotipados en ambos sexos, como el machismo del hombre, y pasividad y sumisión en la mujer. Algunas
consecuencias de esto son:

La muy difundida violencia de género en el seno de muchas familias, así como en distintos ámbitos sociales. Esto
demostrado por un estudio realizado hace años por Álvarez- Gayou (2004), en el que quedó claro que los varones, al
no poder expresar su sufrimiento mediante el llanto, lo hacen en formas vicarias como aislarse, siendo violentos y
agresivos, y consumiendo alcohol.

En México, hay gran controversia respecto a la cantidad de abortos provocados. Es un hecho que,
independientemente de que algunos consideren que sean más de un millón o menos de medio millón por año, son
producto de anticoncepción fallida o falta de ella. Además, muchas veces originan complicaciones médicas, lo que,
presupone por un lado, un incremento en el gasto para las instituciones oficiales de salud y más importante, la
mortalidad materna. Sin duda, es un avance extraordinario la ley que garantiza el Derecho de las mujeres a la
Interrupción Legal del Embarazo (ILE), aprobada en el 2009, en el Distrito Federal.

En nuestro país existe por un lado, gran cantidad de madres solteras, lo que aumenta día a día las familias
monoparentales y por otro, está el síndrome del niño maltratado, muchas veces producto de hijos no deseados.
Además, vale resaltar el hecho de la aprobación de la ley que permite a personas del mismo sexo o género contraer
matrimonio legal aprobada en el 2010, también para el Distrito Federal.

Estos aspectos podrían remediarse en la medida en que los mexicanos y latinoamericanos reconozcan y acepten,
mediante una educación adecuada de la sexualidad, que la actividad sexual no sólo está vinculada a la reproducción
y que es una forma de obtención de placer, satisfacción, desarrollo personal para incrementar y mejorar las
relaciones interpersonales.

La importancia de esto se ilustra en lo expresado por Falsam (citado por Gebhardt, 1979): “Un poco de matemáticas
aplicadas al índice de natalidad y al informe Kinsey nos demostrará que en los matrimonios duraderos hay alrededor
de un nacimiento por cada mil coitos”. Uno puede preguntarse si los otros 999 son intentos fallidos de procreación o
si tenían otros fines. Resultaría interesante analizar la información y aplicación que pueden tener estos estudios de
comportamiento sexual, como los realizados por Kinsey (1948-1953), Hunt (1974) en EUA; Simon (1972) en Francia;
Asayama (1975) en Japón; Schoffield (1972) en Inglaterra; Karlsson (1964) en Suecia, y otros más.

Por ejemplo, al investigar el coito premarital y edad del primer coito, los estudios de otros países demostraron una
tendencia al decremento de la edad de la primera relación sexual sobre todo en las mujeres. Al analizar estos datos
con otras variables se encuentra, en relación a nivel educativo, que la frecuencia de relaciones sexuales premaritales
está en proporción inversa a la escolaridad. De dichos estudios se desprende que estos grupos de menos escolaridad
tienen una incidencia siete veces mayor de coito premarital que grupos de mayor escolaridad. En México, sería
valioso conocer estas tendencias y sobre todo, buscar la existencia de estas correlaciones en poblaciones urbanas,
rurales, analfabetas y por regiones. Un estudio en 3 727 adolescentes mexicanas (Millán y Álvarez-Gayou, 2004)
reveló que el promedio de edad de inicio de las relaciones sexuales para las mujeres fue de 15.48, mientras que para
los hombres fue de 14.47.
El estudio de comportamiento revela, contrastándolo con el de adolescentes, un cambio generacional en cuanto a la
edad a la que se tiene el primer coito.

La edad a la que se tuvo el primer coito fue antes de los 15 años en 9% y entre los 15 y los 20 años en 53.7% (ver
cuadro 1-1).

La investigación en sexualidad ayuda a las sociedades a obtener mayor consciencia de sí misma para su evolución
integral y hacen más coherente su propia imagen; sirven de apoyo a las acciones de quienes se preocupan por la
salud, educación y bienestar de la socie- dad, de modo que ya no se actúe sobre bases falsas, sino a partir del
conocimiento de seres humanos provistos de una sexualidad: la llamada acción basada en evidencia científica.

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