cortes 1188

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Revista 22 18/11/19 11:52 Página 231

Ivs Fvgit, 22, 2019, pp. 231-247


ISSN: 1132-8975

LOS DECRETA DE LEÓN DE 1188 COMO PIEDRA


FUNDACIONAL DEL ESTADO DE DERECHO
Y LA LEGALIDAD

THE DECREE OF LEÓN OF 1188 AS THE FOUNDATION


STONE OF THE RULE OF LAW AND LEGALITY

M.ª Nieves ALONSO GARCÍA


Universidad Isabel I
[email protected]

RESUMEN:
La delimitación del origen de la democracia representativa ha sido fruto de
numerosos estudios que culminaron el 18 de junio de 2013 con la consideración
por parte de la UNESCO de las Cortes de León de 1188 como origen del sistema
representativo parlamentario actual. Los Decreta de León constituyen el corpus
documental que contiene la manifestación, constatada hasta el presente, más anti-
gua al sistema parlamentario europeo y que se plasmó en su inclusión en el Regis-
tro de la Memoria del Mundo. Por su semejanza con las prácticas modernas de
representación parlamentaria, podría considerarse que poseen un patrimonio cons-
titucional y suponen la primera piedra fundacional del estado de Derecho y de la
legalidad.

PALABRAS CLAVE:
Parlamentarismo, Curia Regia, Decreta, Alfonso IX.

ABSTRACT:
The delimitation of the origin of representative democracy has been the result
of numerous studies that culminated on June 18, 2013 with the consideration by
UNESCO of the Cortes de León of 1188 as the origin of the current parliamentary
representative system. The Decrees of León constitute the documentary corpus
that contains the manifestation, verified up to the present, older than the European
parliamentary system and that was reflected in its inclusion in the Memory of the

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World Register. Due to its similarity with modern practices of parliamentary


representation, it could be considered that they possess a constitutional heritage
and represent the first foundation stone of the rule of law and legality.

KEY WORDS:
Parliamentarism, Curia Regia, Decreta, Alfonso IX.

1. RASTREANDO EL ORIGEN DE LA DEMOCRACIA


REPRESENTATIVA: EL PARLAMENTARISMO

El parlamentarismo, que pivota en torno a un órgano colegiado, elegido por


el pueblo, es la esencia de la democracia representativa. En palabras de Kelsen
«la única forma real en que se puede plasmar la idea de la democracia dentro de
la sociedad presente»1. Aún más, como reconocía Ignacio de Otto en el prólogo a
Esencia y Valor de la democracia, es un presupuesto del que no se puede prescin-
dir ni siquiera a la hora de discurrir por caminos divergentes e, incluso, opuestos2.
Los totalitarismos también se sirven de la democracia y del Parlamento para su
formación y consolidación.
Lo imprescindible del Parlamento se fundamenta en que es el órgano que
provee de legitimación al órgano de gobierno, a la vez que sirve para su control.
El Parlamento, refleja y garantiza el pluralismo social, geográfico, económico,
pero sobre todo político. Es esa base social heterogénea a la que contribuye a inte-
grar, consiguiendo una ficticia comunidad de intereses. La sociedad podrá dotarse
de normas e, incluso, podrá alcanzar progreso económico y tecnológico, prescin-
diendo de un Parlamento, pero no podrá forjar una base democrática de apoyo y
legitimación de sus instituciones, si no es a través de un Parlamento3.
Hablar de la esencialidad de los Parlamentos nos obliga a disertar acerca del
origen de los mismos. En ese punto es preciso poner de manifiesto que la Unesco
declaró el 18 de junio del año 2013 que los Decreta de León de 1188 constituyen
la «manifestación documental más antigua del sistema parlamentario europeo» 4.

1 H. Kelsen 1977, 50.


2 Ibídem, 10.
3 F. Rubio Llorente 1993, 24.
4 International Memory of the World Register. The Decreta of Leon of 1188. The oldest docu-
mentary manifestation of the European Parliamentary System. p. 1.
(http://www.unesco.org/new/en/communication-and-information/flagship-project-activi-

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Cuando hablamos de Parlamento es preciso que diferenciemos entre el sig-


nificante y el propio significado del término. De acuerdo con Pollard, el uso más
temprano registrado de la palabra Parlamento se puede datar en la frase «en sun
plenier parlement», de Jordan de Fantosme, quien la escribiría a finales del reinado
de Enrique II, en el siglo XII5. El obispo Stubbs la usaría, de modo casual, en una
Asamblea celebrada en Gaitington en 1189. En 1214, Alejandro II de Escocia
recibiría un salvoconducto «para reunirse con el rey y su Consejo en Northum-
berland… durante la reunión del Parlamento» y el sheriff de Northumberland reci-
bió la orden de pagar una suma de dinero como consecuencia de los cultivos
pisoteados a causa del enfrentamiento con el rey de Escocia. En estas referencias,
Parlamento significa nada más y nada menos que parlamentar, hablar o conversar
con otra u otras personas. Es en ese sentido en el que se usaría hasta finales del
siglo XVI. A mayor abundamiento, estos antecedentes de carácter semiológico
son más precisos si utilizamos el plural, parliamenta, en cuanto no existía conti-
nuidad entre un Parlamento y otro, teniendo cada uno de ellos una entidad indi-
vidual. Vinculado al término Parlamento se puede hacer una referencia a la palabra
Cortes. Con ella se alude a la ciudad o lugar donde residía el monarca y en el que
se sitúan sus Consejos y Tribunales. Desde su étimo latino, cohors, un espacio o
recinto donde se asentaba una décima parte de una legión, toma importancia ese
aspecto físico, pero que se traslada tomando el todo por las partes, al conjunto de
consejos, tribunales, ministros y oficiales cuya tarea era asesorar y servir al
monarca y a su séquito. Cortes también hace referencia al Consejo ciudadano
cuyos representantes están autorizados para formular propuestas, demandas o
peticiones al monarca.
En ese sentido, Curia Regia, que se configura como el precursor institucional
de las Cortes, es una sesión plenaria o extraordinaria en la que tendrían cabida
los ciudadanos. Este término es el que se usó en el Reino de León en 1188.
Acompañando a la tesis tradicional de situar las instituciones parlamentarias
como «el mayor regalo de los ingleses a las civilizaciones del mundo»6 y, conse-
cuentemente, catalogar a Inglaterra como «el país donde el gobierno representa-
tivo se desarrolló por vez primera»7 y se sentaron las bases del parlamentarismo
constitucional8, una propuesta se lanzó a la esfera internacional en el año 2009
cuando John Keane manifestó que el «el primer Parlamento había nacido fruto

ties/memoryof-the-world/register/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-
8/the-decreta-of-leon-of1188-the-oldest-documentary-manifestation-of-the-european-par-
liamentary-system/)
5 A. Frederick Pollard 1920, 32.
6 Ibídem, 3.
7 J. Allan Hattersley 1930, 78.
8 J. Mackintosh 1830, 217.

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de la desesperación»9, a finales del siglo XII, en el noroeste de la Península Ibé-


rica, en León. La figura de Alfonso IX se alza como su mentor, y su desesperación
es fruto de diversas circunstancias personales (salud, familiares, luchas sucesorias)
y políticas (presión militar sobre el Reino de León, arcas vacías), que confluyeron
en un momento único en la historia, la germinación de la institución parlamenta-
ria10. El impulso internacional consolida una tesis que había trascendido el ámbito
histórico y se había divulgado desde comienzos del siglo XX, con trabajos como
José Ramírez Santibánez, con el sugerente título Aventando cenizas. Estudio com-
parativo entre el ordenamiento de León de 1188 y la Gran Carta Inglesa de 1215,
(1922)11, pero sobre todo con los estudios de Arvizu y Galarraga y Fernández
Catón, al hilo de la conmemoración del noveno centenario de los mismos.

2. INTRODUCCIÓN: FUERO DE LEÓN DE 1117

Como un paso más en el rastreo de la idea de representación consideramos


oportuno indagar en los antecedentes fácticos que nos remontan a los orígenes
del parlamentarismo. A este respecto planteamos una referencia que se data en
1188 y que se ubica en la ciudad de León con referencia a sus antecedentes12
–entre los que destaca el Fuero de León de 1117– y a sus postrimerías.
El reino asturleonés se encuentra a principios del siglo XI en una situación
de caos y de anarquía como consecuencia de los ataques de Almanzor y de su
hijo, así como por las tensiones y rebeliones internas a las que debe poner fin
Alfonso V, habiendo perdido además a lo largo del siglo X el liderazgo de que
había disfrutado entre los demás reinos cristianos durante los primeros tiempos
de la reconquista13.
En este contexto histórico, el 28 de julio de 1117 tuvo lugar en León un con-
cilium regis que dio origen al llamado Fuero de León que constituye uno de los
principales avances del mundo europeo hacia la libertad jurídica14. Se entiende
por Fuero de León los decretos promulgados por el rey Alfonso V y la reina Elvira
en una asamblea de eclesiásticos y magnates en esa fecha.

9 J. Keane 2010, 170.


10 M.E Seijas Villadangos 2015.
11 J. Ramírez Santibánez 1922.
12 En el primero de los decretos de Alfonso IX reconocía el respeto por sus antecesores: [I] En
el nombre de Dios. Yo don Alfonso, rey de León y de Galicia, habiendo celebrado curia en
León, con el arzobispo y los obispos y los magnates de mi reino y con los ciudadanos elegidos
de cada una de las ciudades, establecí y confirmé bajo juramento que a todos los de mi reino,
tanto clérigos como laicos, les respetaría las buenas costumbres que tienen establecidas por
mis antecesores.
13 E. Marzal Yetano 2014, 49.
14 J. M. García-Osuna y Rodríguez 2003, 118.

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El lugar de celebración fue la iglesia de Santa María de la Regla. Dos cues-


tiones motivaron fundamentalmente la promulgación del Fuero: la necesidad de
restablecer el orden desaparecido a las tierras de cultivo y el asentamiento de unas
bases organizativas que hicieran posible continuar la expansión territorial del reino
y recuperar la hegemonía perdida.
El buen orden de la administración de justicia y el retorno de los siervos a la
obediencia y el trabajo centraron los preceptos del Fuero, que se organizaron en
dos tipos: unos, de carácter territorial, que sientan las premisas organizativas del
reino. Y otros, de carácter local, relativos a la repoblación y organización de la
ciudad de León.
Díez Canseco sostiene que el Fuero de León «es el punto central, y la Curia
Regia en que se promulgó es el momento decisivo en la organización política y
social de los reinos cristianos de la Reconquista, en la política de repoblación del
territorio reconquistado y a las transformaciones de la evolución económica»15.
Las disposiciones del Fuero están encaminadas a regular el régimen de explo-
tación de la tierra mediante la liberalización de la misma a partir de la figura de
los iuniores u homines mandationis. Por la naturaleza de las fórmulas empleadas,
García Osúa y Rodríguez considera que se pretende llegar a soluciones justas, no
de explotación humana que estimulen en lo económico a los campesinos16.
El Fuero de León representa el primer intento legislativo de organización
territorial y constituye uno de los principales avances del mundo europeo hacia
la libertad jurídica17.

3. LAS CORTES DE LEÓN DE 1188

La delimitación del origen de la democracia representativa ha sido fruto de


numerosos estudios que culminaron en 2013 con la consideración por parte de la

15 L. Díez Canseco 1924, 337.


16 Ley X del Fuero: Precepimus etiam ut nullus nobilis sive aliquis de benefactoria emat solare
aut ortum alicuius iunioris, nisi solummodo median hereditatem de foris, et in ipsam medie-
tatem quam emerit non faciat populationem usque in tertiam villam. Iunior vero qui transierit
de una mandatione in aliam, et emerit hereditatem alterius iunioris, si habitaverit in ea, pos-
sideat eam integram. Et si noluerit in ea habitare mutet se in villam ingenuam usque in ter-
tiam mandationem, et habeat medietatem prefate hereditatis, excepto solare et orto
(Mandamos también que ningún noble ni alguien de behetría compre solar o huerto de algún
‘iunior’, sino solamente la media heredad de fuera y en dicha mitad que comprase no haga
población hasta la tercera villa. Pero el ‘iunior’ que pasase de una mandación a otra y com-
prase la heredad de otro ‘iunior’, si habitase en ella, que la posea íntegra. Y si no quisiera
habitar en ella que se mude a una villa ingenua hasta la tercera mandación y que tenga la
mitad de dicha heredad, excepto el solar y el huerto).
17 J. M. García-Osuna y Rodríguez 2003, 117.

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UNESCO18 de las Cortes de León de 118819 como origen del sistema representa-
tivo parlamentario actual.
La Cortes de León de 1188 apenas cuentan con estudios de carácter mono-
gráfico20. Las principales aportaciones relativas a las mismas se centran en la pro-
blemática determinación de su fecha de celebración.
Aunque las opiniones de los historiadores varían, la mayoría de la doctrina
coincide en considerar que la antigua Curia Regia es el precedente institucional
más cercano a las Cortes.
El hecho más significativo es la representación de la gente común en la Curia
a través de ciudadanos elegidos por cada uno de los Consejos del Reino. Se refle-
jaba un modelo original de gobierno y administración dentro del marco de las
instituciones medievales españolas, donde la presencia institucional de la gente
común en la toma de decisiones de nivel superior, junto con el rey, la iglesia y la
nobleza, se produce por primera vez a través de los ciudadanos de los pueblos y
ciudades.
Desde un sector negacionista, encabezado por Estepa Díez se considera que,
aunque la fecha documentada más antigua de presencia de representantes del pue-
blo sea la Curia de León de 1188, no supone que en la historia española el pueblo
no haya participado previamente en asambleas convocadas por el rey. Este autor
defiende la conveniencia de analizar un acontecimiento anterior enormemente
importante «si la verdadera dimensión de la participación concejil, en cuanto
ampliación social de la Curia Regia, se ha de entender sobre todo en un contexto
más amplio, es decir, la general evolución social e institucional del período, tam-
bién debemos considerar que una posible dimensión popular –aunque enteramente
pasiva– deber ser comprendida históricamente a la luz de acontecimientos de su
mismo índole, ya que estos constituyen igualmente un contexto histórico más
amplio» 21.
Se hace referencia a la participación del pueblo en el Concilium de 1135 que
tuvo lugar en León y que sirvió como marco solemne para la coronación de Alfon-
so VII como emperador hispánico. La Chronica Adefonsi Imperatoris describe de
manera precisa los acontecimientos que tuvieron lugar en torno a la festividad de

18 http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/memory-of-the world/regis-
ter/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-8/the-decreta-of-leon-of-1188-
the-oldest-documentary-manifestation-of-the-european-parliamentary-system/
19 Durante el período de 1157 a 1230 hubo dos reinos independientes, León y Castilla, regidos
por Alfonso IX y Alfonso VIII –gobernados por miembros de la misma familia–. Por tanto,
las Curia de 1188 es fundamentalmente una Curia del monarca Alfonso IX que se refiere
solo al reino de León.
20 Así lo deja patente De Ayala Martínez en la bibliografía final del capítulo: C. De Ayala Mar-
tínez 1988, 79-103.
21 C. Estepa Díez 1990, 28.

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Pentecostés y cuya duración fue de tres días. En la misma se hace mención a la


presencia de archiepiscopi, episcopi et abbates et omnes nobiles et ignobiles et
omnis plebs 22.
Es preciso tener en cuenta que la presencia popular en este acontecimiento no
conlleva su participación activa, siendo probable que no vaya más allá de un cierto
papel pasivo en torno a la acclamatio o nominatio de un rey o un emperador.
La coronación imperial de Alfonso VII, en 1135, podría aproximarse a la
Curia de 1188, no solo en la presencia popular masiva, sino sobre todo por lo que
refleja el texto de la Chronica Adefonsi Imperatoris a propósito de los sectores
que tenían cierta participación en el entorno regio. 1135 sería un importante hito
en el proceso conducente a la posterior aparición de las Cortes.
Asimismo, es manifiesto que representantes de algunas ciudades de Aragón
asistieron a los pactos esponsales en los que se acordó el matrimonio de la infanta
Berenguela, hija de Alfonso VIII, con el príncipe alemán Conrado Hohenstaufen
durante la Curia de San Esteban de Gormaz en 1187. En el texto del tratado de
Seligenstadt, de 23 de abril de 1188, entre Alfonso VIII y el emperador Federico
I, sobre este matrimonio, aparece el juramento de unos cincuenta concejos.
No obstante, dos argumentos sintetizan la relevancia de este antecedente y
consolidan su trascendencia, aupándose a otros referentes como el Althing de
Islandia, la primera Dieta alemana de 1232 o la primera reunión de los Estados
Generales franceses en 1302, pero sobre todo a la Carta Magna de 1215. En pri-
mer término, desde una perspectiva formal, en marzo de 1188, una generación
antes que el rey Juan, Alfonso IX presidió las primeras Cortes. El triángulo cons-
titutivo estaba formado por vez primera por nobles, obispos y ciudadanos, des-
critos como hombres buenos/bonni homines. Su presencia se atribuye a diversas
razones, bien llamados por el rey o bien atraídos por la convocatoria e invitados
a tomar parte en la misma. En segundo lugar, materialmente, dado que su presen-
cia se enfatiza en los distintos roles que se les atribuyen, consejo (Decreto IV:
«Prometí también que no haré guerra ni paz ni pacto a no ser con el consejo de
los obispos, nobles y hombres buenos, por cuyo consejo debo regirme»); función
testifical al incluir a los ciudadanos como un aporte que evidencia la articulación
de un procedimiento judicial rudimentario que se confirma en los Decreta V, IX
y XI y, finalmente, en el Decreto XVII, los ciudadanos son comprometidos, pres-
tando juramente, a proveer fiel consejo al monarca, «a fin de mantener la justicia
y conservar la paz». A partir de ahí, la presencia de los ciudadanos será una cons-
tante en las Curias Regias, confiriéndose continuidad a esa presencia ciudadana
en el órgano que adoptaba las principales decisiones del Reino.

22 La denominación plebs requiere ser tratada con cierta cautela ante su significativo de acuerdo
a los testimonios del siglo XII, particularmente los procedentes de las fuentes narrativas.

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La conexión de Parlamento y principio democrático es muy posterior y se


referencia a partir del principio de que solamente los representantes de la sociedad
pueden vincular a esta en su conjunto a las normas que regulan la convivencia23.
Esa idea de parlamentarismo representativo es la que fructifica en el referente
inglés y se verá reforzada por la consolidación de derechos civiles y políticos y
por el afianzamiento de mecanismos de elección y votación ciudadana, así como
por la pugna por mantener un status independiente frente al poder ejecutivo.

3.1. Contexto personal: la figura del rey Alfonso IX

Alfonso IX fue el último rey de León cuyo ascenso al trono tuvo lugar a la
temprana edad de diecisiete años como consecuencia de la muerte de su padre,
Fernando II de León en enero de 1188.
Su reinado tuvo una duración superior a cuarenta años, comprendidos entre
1188 a 1230.
Alfonso nació en Zamora, el 15 de agosto de 1171. Era el único hijo del
matrimonio de Fernando II de León y la princesa portuguesa, Urraca, hija de
Alfonso I de Portugal24.
Su padre, Fernando II de León, era el hijo menor de Alfonso VII de León y
Castilla, quien había dividido su reino entre sus hijos. En el año 1230 los reinos
de León y Castilla se unieron con el monarca castellano, Fernando III de Castilla,
hijo de Alfonso IX.
Sus primeros años estuvieron marcados por dificultades. Alfonso IX padecía
ataques de epilepsia, que le valieron el apodo de «Alfonso IX, el Baboso» y según
sostienen algunos autores era parcialmente ciego. Otro de los problemas que mar-
có su infancia fue la negativa del Papa a sancionar el matrimonio de Fernando II
y Urraca de Portugal, que fue anulado en 1175 por razones de consanguinidad.
Su padre, Fernando II contrajo de nuevo matrimonio con Urraca López de Haro
del cual nació el Infante Sancho. Dos infantes hijos de Fernando II, Alfonso y
Sancho eran llamados a la sucesión lo que supuso una tensa relación entre Alfonso
y su madrasta que deseaba el trono para su propio hijo.
Otro hecho que refleja la penosa infancia de Alfonso IX, fue el aislamiento
obligatorio de su madre en la corte portuguesa.
Los duros enfrentamientos que pusieron en riesgo la vida de Alfonso IX supu-
sieron que, con el apoyo de los Traba y la Corte portuguesa, abandonara España y
decidiera regresar a Portugal, lugar en el que se encontraba refugiada su madre25.

23 M. P. Biglino Campos 2001, 179.


24 J. L. Martín Rodríguez 1994, 11-32.
25 A este respecto, Vid. G. Cavero Domínguez 2009.

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Fue en el trascurso de este viaje cuando recibió la noticia de la muerte de su


padre. Alfonso IX contaba con el respaldo del arzobispo de Santiago, algunos
nobles relevantes de León y el rey castellano Alfonso VIII para su acceso al trono.
Fue coronado rey de León el 23 de enero de 1188.

3.2. Contexto histórico: una visión socioeconómica y política en torno


a la celebración de la Curia

Es preciso situarse en el contexto histórico en que tuvo lugar la celebración


de la Curia Regia de 1188. Dos son las principales circunstancias socioeconómicas
y políticas que caracterizan este contexto: por un lado, el creciente protagonismo
urbano y el despegue de los sectores burgueses y por otro, las dificultades econó-
micas de la monarquía, necesitada de fondos para su política de reconquista.
En referencia a la primera de las circunstancias, el siglo XII supone el des-
pegue urbano y el auge de la actividad artesanal y mercantil en el Occidente cris-
tiano. El papel de las ciudades y la clase burguesa, sus intereses y sus ideologías
resulta clave tanto como núcleos de acumulación y concentración intensivas de
capital, como por su participación en la construcción de redes de circulación de
capital y su conversión en centros progresivamente dependientes del derecho, el
ejército y la dominación de los Estados26.
En el Reino de León, es especialmente significativo el papel articulador del
Camino de Santiago, de gran influjo en la capital del Reino. Asimismo, las revuel-
tas antiseñoriales que tienen lugar en fechas próximas a la convocatoria curial son
muestra de este despegue urbano.
En cuanto a la segunda de ellas, y si bien es un momento de prosperidad para
los sectores artesanales y mercantiles, la coyuntura económica en torno a la rea-
leza atraviesa enormes dificultades como consecuencia de los elevados gastos
ocasionados por el permanente estado de guerra que mantuvo Fernando II por sus
enfrentamientos con castellanos, portugueses y almohades, así como por las gene-
rosas donaciones27 que había prodigado durante su reinado.
Estas circunstancias serán las condicionantes del ascenso al reinado de Alfon-
so IX en 1188, que deberá alcanzar el suficiente consenso del conjunto del Reino
para superar las dificultades económicas heredadas de su predecesor en el trono,
y que motivarán que bajo su reinado se recurra cada vez más a los concejos. La
doctrina es prácticamente unánime en vincular la presencia de los burgueses en
las Curias extraordinarias con los problemas financieros de la monarquía.

26 R. Maíz Suárez 2017, 5.


27 Los monasterios e iglesias diocesanas y la nobleza secular, especialmente los partidarios de
la última mujer de rey, Urraca, fueron los grandes beneficiarios de estas donaciones.

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Desde una perspectiva política, confluyen dos tipos de intereses, por un lado,
el esfuerzo de los Reyes por la obtención de aliados entre la burguesía y, por otro,
el interés de los ciudadanos por aprovechar las necesidades de la Corona para
imponer su propia postura política.
Circunstancias generales y específicas, de índole socioeconómica y política,
explican el fenómeno de la integración de los pujantes concejos en la articulada
estructura institucional de la monarquía, una integración que obedece a intereses,
necesidades mutuas y condicionamientos de carácter coyuntural. Un simple dato
permite plasmar esta información: cuando en 1188, Alfonso IX decide, en medio
de penosísimas circunstancias económicas, convocar su extensa y matizada Curia
extraordinaria, lo hace ante la inminente amenaza de su madrasta, la reina Urraca,
que, con el apoyo de sus partidarios leoneses y el respaldo militar de todo el reino
de Castila, pugnaba por desbancarle del poder y entronizar a su pequeño hijo, el
infante Sancho Fernández. Es evidente que el complejo y problemático inicio del
reinado hacía más que conveniente para Alfonso IX conseguir el apoyo del con-
junto del Reino a través del cauce institucional de la Curia28.

3.3. Consideraciones en torno a la determinación de su fecha


de celebración

Los Decreta de las Cortes de León de 1188 no llevan fecha. Procede de un


códice manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid, conocido actualmente
bajo la signatura BN, ms. 772 (antes D50) 29.
La celebración de una curia a principios del reinado de Alfonso IX se conoce
por una comunicación del propio rey al arzobispo de Compostela donde este con-
fiesa que ha concedido el cillero de San Martin de Bamba a la iglesia de Zamora
y a su obispo Martin. Pero, en prevención de que los Templarios alegasen que
antes Fernando II les había concedido el dicho cillero, el rey advierte:

«a.… ceterum est uniuersis per regnum meum constitutis, quod in primordio
regni mei, cum primo curiam celebraut apud Legionem, in claustro Sancti Ysi-
dori, presentibus archiepiscopo et episcopis, et ceteris ordinibus et religiosis

28 Carlos de Ayala Martínez, «Las Cortes de León de 1188», Hullera Vasco-leonesa, León,
1988, p. 89.
29 Se trata de un manuscrito del siglo XVI, copia de un códice del siglo XIII o XII. Los autores
de la edición manuscrita son los hermanos Diego y Antonio de Covarrubias según nota del
bibliotecario Antonio de Ureña. Alfonso Prieto Prieto, «Una nueva tradición manuscrita de
la curia leonesa del año 1188», Tierras de León, Revista de la Diputación Provincial, 77-78,
1990, pp. 215-233.

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uris, et presentibus comitibus et ceteris nobilibus regni mei, cum ibi decreta
mea institui et antecessorum meorum decreta confirmanda confirmaui» 30.

Este es el testimonio más claro sobre la celebración de una Curia en León a


comienzos del reinado de Alfonso IX, tras acceder al trono a la muerte de su padre,
y en el primer año de su reinado, es decir en 118831. Si ello nos permite hablar de
la existencia de una asamblea e incluso de la ubicación del acontecimiento, no es
menos cierto que para valorar la importancia del mismo debemos también recurrir
a otros testimonios.
El texto más importante es el que se ha conocido como los Decreta de las
Cortes de 118832. Dichos Decretas no incluyen fecha y son conocidos por un
manuscrito del siglo XVI, donde constituyen uno de los apéndices al Liber Iudi-
ciorum. Un análisis minucioso del texto de los Decreta, teniendo en cuenta la
legislación que se conoce del reinado de Alfonso IX, ha llevado a Estepa a la con-
clusión de que todo el conjunto de estos Decreta no es de 1188, misma conclusión
a la que también ha llegado el profesor Arvizu33.
Como se ha manifestado anteriormente, ni está fechado el texto de los Decre-
ta de 1188 procedente del códice de la Biblioteca Nacional, ni lleva fecha el docu-
mento del cillero de San Martin de Bamba –aunque Fernández Catón lo sitúa
entre 1193 y 1217– ni el rey dice exactamente cuándo se celebra la curia en cues-
tión, si bien cabe deducir de la simple lectura que fue una de las primeras cosas
que el rey hizo a comienzos de su reinado.
La celebración de esta curia in primordio regni hizo suponer a Julio González
que había tenido lugar a finales de abril de 1188. Prieto, siguiendo esta línea, pero
sin ser categórico en la fecha, entiende que la curia y los correspondientes Decre-
tos aparecieron en la Historia entre el 23 de marzo y el 29 de abril de 1188, y aña-
de que estos llevan la marca de la entronización regia.

30 Fernando de Arvizu y Galarraga, «Más sobre los Decretos de las Cortes de León de 1188»,
Anuario de historia del derecho español, 63-64, 1994, p. 1200.
31 Carlos Estepa Díez, «La Curia de León en 1188 y los orígenes de las Cortes», Las Cortes de
Castilla y León 1188-1988: Actas de la tercera etapa del Congreso Científico sobre la his-
toria de las Cortes de Castilla y León, Valladolid, 1990, p. 20.
32 Su primera edición en 1847 fue obra de Muñoz y Romero. Tomás Muñoz y Romero 1847,
102-106.
33 En opinión de Estepa, en el texto hay disposiciones como, por ejemplo, el no atentar contra
la propiedad ajena, que las querellas se resuelvan ante la justicia o el parágrafo tres, donde
se contiene la promesa del rey de no hacer guerra, paz o placitum sin contar con todos los
que deben participar en su consilium, cláusula claramente importante para el tema de la par-
ticipación ciudadana, las cuales caben perfectamente en una confirmación general propia de
los inicios de su reinado. Pero el estudio crítico del texto, le hace concluir, por el contrario,
que otras partes de los Decreta no pueden explicarse sin la «posterior» e importante consti-
tución regia de 1194.

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Estepa y Arvizu se inclinan por considerar que la Curia se celebró en el mes


de julio de 1188 en el claustro de San Isidoro de León, y en ella se habrían pro-
mulgado tanto los Decreta de 1188 como la Constitución de ese mismo año refe-
rido a los ladrones y malhechores.
En opinión de Estepa, no todos los Decretos que constituyen el texto jurídico
pueden ser atribuidos a esta fecha. Del documento de San Martin de Bamba dedu-
ce que hay dos tipos de normas que salieron de la curia de 1188: los llamados
«decreta mea instituta», es decir, del propio rey, y que serían simplemente los
contenidos en las Cortes de 1188; y los decreta confirmanda antecessorum meo-
rum. Estos serían una parte de los que figuran en el texto que hoy conocemos.
En efecto, en 1188 el rey juró observar los mores bonos. En esta locución se
comprenderían disposiciones que encajan con el principio de un reinado, como
el no atentar contra la propiedad ajena, que las querellas se resuelvan ante la jus-
ticia, o que el rey no haga guerra, paz o alianza sin contar con todos los que deben
participar en su consejo.
Otro conjunto de parágrafos de los Decreta de 1188 no son para Estepa com-
prensibles sin la consideración previa de la Constitución de 1194. Así los Decretos
VII –sobre la pignoración ilícita– y VIII –sobre la denegación de auxilio judicial–
provendrían de la Constitución de 1194, siendo refundidos en un texto único, pro-
bablemente escrito en tiempos de Fernando III, para agrupar los textos más sig-
nificativos del Derecho leonés, una vez producida la unión a Castilla.
El texto hoy conocido como Decretos de las Cortes de 1188, conforme a
Estepa tendría, por tanto, preceptos de diversa procedencia: unos que efectiva-
mente se dieron en 1188 y otros, que serían de desarrollo posterior en la Consti-
tución de 1194.

3.4. El fin justifica los medios: los objetivos de la convocatoria de 1188

Los objetivos de la Curia leonesa de 1188 se incardinan con las circunstan-


cias socioeconómicas y políticas anteriormente descritas. Por ende, las medidas
irán encaminadas a neutralizar la situación de deterioro del Reino, agravada por
las circunstancias derivadas de toda sucesión política, máxime cuando esta es dis-
cutida en el interior y vista con recelo desde el exterior.
La grave situación económica que atravesaba la monarquía hizo precisa la
anulación de muchas de las donaciones que tan generosamente había prodigado
Fernando II durante sus treinta años de reinado y la búsqueda del fortalecimiento
del poder real mediante la obtención del apoyo institucional de una cada vez más
pujante burguesía urbana.
El otro de los objetivos perseguido por el monarca era garantizar la estabili-
dad del Reino mediante la promulgación de un ordenamiento jurídico que, según

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expresa el propio texto, sirviese para mantener la justicia y asegurar la paz de


todo el Reino34.
Alfonso IX diseñó una política estructurada fundamentalmente en dos líneas.
La primera de ellas dirigida a conservar la justicia y asegurar la paz del Reino
mediante el triunfo del principio de legalidad, la segura fundamentación del impe-
rio de la ley y el establecimiento del Estado de derecho.
La segunda línea consiste en lograr un cierto grado de coparticipación de
todos los sectores del Reino en las tareas de gobierno a fin de garantizar un más
seguro fortalecimiento de su trono y un aumento de la estabilidad del sistema
político. Asimismo, y en relación con esta línea política estableció un sistema ten-
dente a mantener el patrimonio real que constituiría la plataforma material nece-
saria para el desempeño del ejercicio del poder real.
A tenor de las disposiciones contenidas en los Decreta de las Cortes de 1188,
el mantenimiento de la justicia y conservación de la paz en el Reino es el objetivo
primordial del ordenamiento leonés, lo cual era consecuencia del manifiesto esta-
do de deterioro en que se encontraba la paz del Reino en el momento de la con-
vocatoria curial.

3.5. Características formales de las Cortes de León de 1188: la participación


del pueblo en las decisiones políticas como origen del parlamentarismo

El carácter único de los Decreta de 1188 puede desprenderse a través de dos


elementos: un elemento formal que se refiere a la presencia de ciudadanos pro-
cedentes del pueblo en la Curia y una perspectiva material/sustancial, a partir de
la cual se puede identificar los precedentes del constitucionalismo actual.
Desde un punto de vista formal, la presencia de «buenos hombres» o «ciu-
dadanos elegidos», es decir, la ampliación social de la Curia Regia es el fenómeno
clave y que dota de especial trascendencia, en el plano social e institucional a esta
convocatoria regia.
Las referencias a los ciudadanos a lo largo del corpus legal adoptan diversas
terminologías, en ocasiones con distintas acepciones en el latín de la época. En
un lugar aparecen como cives, término sumamente ambiguo, en otras partes del

34 [XVII] Item. También prometieron todos los obispos, y todos los caballeros y los ciudadanos
confirmaron con juramento, ser fieles en mi consejo, a fin de mantener la justicia y conservar
la paz en mi reino. Versión española de los Decreta de León de 1188. Versión de J. M. Fer-
nández Catón 1993, 93-117 (Realizada a partir del texto latino fijado del contraste de las
versiones contenidas en las copias del siglo XVI de los códices de la Biblioteca Nacional de
España, Mss. 12909, fols. 307v-310v; Mss. 772, fols. 305r-308r; y Biblioteca capitular de
Sevilla, Sign. 56-2-20, fols. 189v-192r.).

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texto se hace referencia a ceteris nobilibus, mediante el judicum o con un et curie


mee. Los señalados bajo todas estas formas eran un grupo constituido por ele-
mentos de la baja nobleza, caballería villana y boni homines burgueses, cuyo pro-
tagonismo en el reino se iba haciendo cada vez mayor. Este conjunto se contrapone
a la nobleza magniticia y a los altos cargos eclesiásticos.
Los testimonios del siglo XII obligan a ser cautos ante el significado de tér-
minos como populus o plebs. Pero, en cualquier caso, tales asambleas fueron
importantes en la generación de la representación ciudadana. En cierta manera
podría insinuarse que el paso vino dado por la transformación de la masa pasiva
reflejada en el término plebs o populus en un conjunto, numéricamente más limi-
tado, pero también más preciso, que asumió la representación de los demás y tuvo
una participación al menos ligeramente activa.
La ausencia de un diario de esa Curia plantea numerosas preguntas sobre
cómo se produjo la presencia de los ciudadanos en la Curia. En relación a este
planteamiento, se defienden dos tesis fundamentales. La primera de ellas consi-
dera que su presencia responde a la necesidad del monarca de contar con un apo-
yo especial para la celebración de la primera Curia de su reinado35. Una segunda
hipótesis explica la participación del pueblo como resultado de su presencia en
los alrededores de la Iglesia donde se celebró la Curia. Estas personas presentan
sus propuestas o sus peticiones, y un joven rey, que necesita comenzar su reinado
con cierta estabilidad, decide de manera espontánea abrir la puerta a los ciuda-
danos36.
A partir de este enfoque formal, podríamos hablar de una democracia deli-
berativa peculiar, donde los ciudadanos participan en la toma de decisiones de
especial trascendencia.
En cuanto al enfoque material, es decir, a las cuestiones abordadas, los
Decreta consisten en un grupo de documentos que contienen la información escri-
ta más antigua conocida sobre el Sistema Parlamentario Europeo, originarios de
la España medieval y en base a la celebración de una Curia Regia durante el rei-
nado de Alfonso IX de León.
De las disposiciones del texto, y enlazado con los objetivos de la convoca-
toria, las principales cuestiones abordadas guardan relación con el pretendido
triunfo de la ley, el cual se manifiesta en el texto por el expreso compromiso real

35 La aparición de las comunidades como Estado especial de las Cortes data de 1188 en León
y de principios del siglo XIII en Castilla. Ello fue posible por el precedente crecimiento de
la clase media, que había conseguido una gran importancia política gracias a sus fueros, base
de una extensa autonomía municipal, y gracias a sus hermandades, a estas poderosas ligas
de ciudades, que fueron una firme defensa de los elementos sociales más débiles frente a
los más fuertes. W. Piskorski 1930, 34.
36 C. Estepa Díez 1990, 26.

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de observar y contribuir al cumplimiento de las buenas prácticas establecidas en


el Reino por los predecesores del nuevo monarca37. Asimismo, a lo largo del arti-
culado se vela por la represión de la corrupción, con la garantía del rey de que
solo pruebas precisas y bien fundadas supondrían el inicio de un procedimiento
acusatorio38, así como por el escrupuloso respeto por el procedimiento judicial39.
En el corpus legal se refleja el interés del monarca por el respeto de la socie-
dad hacia los jueces y sus decisiones y la obligación de los oficiales legales del
gobierno de cumplir fielmente sus deberes40, el refuerzo de la figura de la «buena
persona» como árbitro y testigo en las disputas, la obligatoriedad del uso de sellos
en convocatorias o citas41, que debían ser respetadas en todas las ciudades, pueblos

37 [I] En el nombre de Dios. Yo don Alfonso, rey de León y de Galicia, habiendo celebrado
curia en León, con el arzobispo y los obispos y los magnates de mi reino y con los ciudadanos
elegidos de cada una de las ciudades, establecí y confirmé bajo juramento que a todos los
de mi reino, tanto clérigos como laicos, les respetaría las buenas costumbres que tienen esta-
blecidas por mis antecesores.
38 [III] Item. Juré también que, por la delación que se me haga de alguien o por mal que se diga
de él, nunca le causaré mal o daño en su persona o bienes, hasta citarlo por carta para que
responda ante la justicia en mi curia en la forma que mi curia mande; y si no se probare, el
que hizo la delación sufra la pena sobredicha y pague, además, los gastos que hizo el delatado
en ir y volver. [XVI] Item. Ordené también que nadie acuda a juicio a mi curia ni al juicio de
León a no ser por aquellas causas por las que debe irse según sus propios fueros.
39 [VI] Item. Prohíbo también firmemente que ninguno lleve a cabo asonadas en mi reino, sino
que demande justicia ante mí, según se ha dicho más arriba. Y si alguien hiciere asonada
[pague] un daño doble del que me haya causado a mí; y pierda mi benevolencia, beneficio
y tierra si de mi parte poseyera alguna. [VIII] Item. Establecí también que ninguno prende
a no ser por medio de las justicias o los alcaldes puestos por mí; y ellos y los señores de la
tierra hagan cumplir fielmente el derecho en las ciudades y en los alfoces a los que lo buscan.
Y si alguien prendare de otra forma sea castigado como violento invasor (…).
40 [IX] Item. Decreté también que si alguno de las justicias denegase justicia al querellante o
la demorase maliciosamente y no le reconociera su derecho dentro del tercer día, presente
aquel testigo ante alguno de las justicias antedichos por cuyo testimonio conste la verdad
del hecho y se obligue a la justicia a pagar al querellante el doble tanto de su demanda
cuanto de las costas. Y si todas las justicias de aquella tierra negaren la justicia al deman-
dante, tome este testigo entre hombres buenos por los cuales se demuestre y den prendas sin
responsabilidad en lugar de las justicias y los alcaldes, tanto por la demanda cuanto por
las costas, para que los justicias y los alcaldes, tanto por la demanda cuanto por las costas,
para que los justicias le satisfagan el doble y además el daño, que sobreviniera a aquel a
quien prendare, los justicias se lo paguen doblado.
41 [XI] Item. Dispuse también que, si alguno fuere citado por el sello de las justicias y se negare
a presentarse al plácito delante de las justicias, probado que fuera esto por hombres buenos,
pague a las justicias 60 sueldos. Y si alguno fuera acusado de robo o de otro hecho ilícito y
el acusador le citase ante hombres buenos a fin de que se presente a responder ante la jus-
ticia, y este se negase a venir en un plazo de nueve días, si se probase que ha sido citado,
sea considerado malhechor; y si fuera noble pierda el rango de los 500 sueldos y el que lo
prendiere haga justicia de él sin responsabilidad alguna; y en caso de que el noble en algún
momento se enmendase y satisficiera a todos los demandados, recupere su nobleza y vuelva
a poseer el rango de los 500 sueldos, como antes tenía.

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y regiones del reino y la preocupación por garantizar el orden público y la pro-


piedad privada42.

4. A MODO DE REFLEXIÓN FINAL

Es preciso, en relación con el estudio realizado a este respecto, referenciar


el carácter único de los Decreta de 1188 que puede desprenderse, fundamental-
mente, a través de dos elementos: un elemento formal que se refiere a la presencia
de representantes del pueblo en la Curia y una perspectiva material/sustancial, a
partir de la cual se puede identificar los precedentes del constitucionalismo actual.
A partir de esta perspectiva, y por su semejanza con las prácticas modernas de
representación parlamentaria, podría considerarse que los Decreta de 1188 poseen
un patrimonio constitucional.
Los Decreta de las Cortes de León de 1188 promulgan un texto legal funda-
mentado en el respeto a las leyes establecidas por los usos y costumbres, a las
garantías procesales y judiciales que deben amparar a los ciudadanos y a la pro-
piedad privada, lo cual pone de manifiesto un grado de participación conjunta de
todos los sectores de la sociedad –rey, nobleza eclesiástica y laica, y, por primera
vez, el pueblo común, ciudadanos–. Asimismo, y dada la reglamentación detallada
del procedimiento judicial, cabría considerar que supone una primera piedra fun-
dacional del estado de Derecho y de la legalidad. La Declaración de la UNESCO
de 18 de junio de 2013 reconociendo dichos Decreta como la manifestación docu-
mental más antigua del sistema parlamentario europeo es un dato que es preciso
referenciar y contextualizar otorgándole el valor que le corresponde.

5. RECURSOS BIBLIOGRÁFICOS

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42 [XII] Item. Juré también que ni yo ni otro cualquiera entre por la fuerza en casa de otro o
le haga algún daño en ella o en sus bienes; y si lo hiciese, pague al dueño de la casa el doble
de su valor y además al señor de la tierra nueve veces el daño causado, si no prometiera
satisfacer, según está escrito. Y si acaso matase al dueño o la dueña o alguno de los que les
ayudaren a defender su casa matase a alguien de aquellos, no sea castigado como homicida
y del daño que le causase nunca quede obligado a responder. [VII] Item. Establecí también
que ninguno se atreva a ocupar violentamente cosa alguna ya sea mueble o inmueble que
estuviere en posesión de otro. Y si esto hiciere, restituya el doble al que sufrió violencia.

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