Un_ninja_debe_ver_mas
Un_ninja_debe_ver_mas
Un_ninja_debe_ver_mas
Traducción
Posted originally on the Archive of Our Own at http://archiveofourown.org/works/23397670.
Rating: Mature
Archive Warnings: Graphic Depictions Of Violence, Underage
Category: M/M
Fandom: Naruto
Relationship: Hatake Kakashi/Uzumaki Naruto
Characters: Hatake Kakashi, Uzumaki Naruto, Jiraiya (Naruto), Kyuubi | Nine-tails |
Kurama
Additional Tags: Alternate Universe - Canon Divergence, Explicit Sexual Content,
Teacher-Student Relationship
Language: Español
Stats: Published: 2020-03-30 Completed: 2021-05-28 Words: 103,288
Chapters: 44/44
Un ninja debe ver más allá de lo inesperado - A ninja must see
underneath the underneath / Traducción
by Beyrus
Summary
Notes
He fallado, pensó Naruto. ¿Cómo he podido fallar después de haberle prometido a Sakura
que lo traería de vuelta?, las lágrimas le inundaron los ojos. ¿Cómo ha podido traicionar a
Konoha, al Equipo 7, a mí...?
Naruto volvió a pensar en su pelea con Sasuke y recordó lo impotente que se había sentido.
No sólo no había sido capaz de convencerle, sino que ni siquiera había sido lo
suficientemente fuerte como para detenerle por la fuerza. Naruto se sentía avergonzado
cuando pensaba en lo débil que era comparado con su compañero de equipo. Su estoico rival
de pelo negro ni siquiera se lo había tomado en serio. Y, en retrospectiva, no era de extrañar.
Naruto cogió la manta de su cama de hospital y se cubrió con ella la cabeza. La habitación
estaba en completo silencio. El único sonido que se podía escuchar era el que provenía de los
sollozos del chico de dieciséis años.
—Yo podría haber derrotado fácilmente a ese engreído Uchiha —una profunda voz resonó a
través de la consciencia de Naruto.
—¿Cómo te sientes al saber que has fallado en tu misión porque tenías miedo de usar mi
chakra contra ese mocoso? ¿Quién sabe lo que le sucederá al Uchiha ahora? Su nombre ha
sido incluido en el Libro Bingo de Konoha, como un ninja desertor, una desgracia, un
traidorrrrrr —el zorro demonio de nueve colas ronroneó maliciosamente.
Naruto sintió un dolor agudo a través de la herida que Sasuke le había hecho con el Chidori
durante la pelea. La herida estaba curándose bien gracias al chakra del demonio que corría
por sus venas y células. Desafortunadamente, éste no podía hacer nada para curar su orgullo y
su estado de ánimo.
—¿Estás intentando provocarme porque te aburres en tu jaula, zorro estúpido? —le preguntó
Naruto.
Un furioso y grave rugido envolvió su conciencia y pudo sentir el chakra del demonio estallar
en llamas dentro de él. Naruto dejó escapar un fuerte suspiro, cerró los ojos y centró su
energía en el sello. Se pudo escuchar un chapoteo cuando entró en las aguas de su propia
conciencia.
—¡Prueba a estar encerrado en una jaula durante dieciséis años, mocoso! —replicó el
Nueve Colas—. Tus emociones son el único entretenimiento que tengo aquí. Si me dejases
salir un poco...
—¡Olvídalo! —exclamó Naruto—. ¿Hasta dónde te piensas que llega mi estupidez, zorro?
Kurama bajó las orejas y un profundo gruñido se escuchó a la vez que enseñaba sus afilados
dientes. De pronto, el comportamiento del Nueve Colas cambió. Sus ojos se volvieron
salvajes y sus oídos se alzaron como si hubiera escuchado algo.
—Estate alerta, cachorro, tenemos compañía. Estoy sintiendo una gran cantidad de chakra
acercándose.
—¿Qué querrá de mí a estas horas? —murmuró Naruto—. ¡Hablamos más tarde, zorro! —
se despidió mientras volvía de su subconsciente.
Naruto sacó la cabeza de las sábanas y vio a su profesor sentado en el alféizar de la ventana.
—Eh, Kakashi-sensei, ¡llegas tarde! ¡El horario de visitas terminó hace tres horas! —Naruto
esperó que su actitud desenfadada distrajera a su profesor de las lágrimas secas que se habían
escurrido hasta sus mejillas mientras intentaba secárselas con disimulo. Naruto siempre se
portaba de forma jactanciosa con sus amigos y los habitantes de Konoha. Una actitud que
había adquirido en su infancia a modo de coraza. No quería mostrar a la gente que le rodeaba
lo mucho que le dolía cuando lo hacían a un lado y lo criticaban. Un comportamiento que le
hacía ser bastante consciente de cómo la soledad y el aislamiento podían cortar mucho más
profundo que cualquier kunai o shuriken. Para rematar su actuación, sonrió ampliamente a su
profesor.
—Vale, vale, Naruto, no hace falta que grites. Ya sabes. Venía para acá cuando me crucé con
un gato negro... —Kakashi dejó la explicación a medias.
—No seas idiota, ¡y deja de mentirme! —chilló Naruto—. ¿No crees que a estas alturas ya
me conozco todas tus excusas?
—¿Insultando a tu profesor y a tu capitán de equipo, Naruto? ¿Es así como tratas a tus
superiores? —dijo suavemente, con una voz oscurecida por su instinto asesino.
—El castigo por semejante insolencia, Naruto… —dijo Kakashi con la voz que normalmente
reservaba para el campo de batalla, Naruto se alejó todo lo posible, teniendo en cuenta que la
cama no era muy grande—, es… —continuó Kakashi mientras se acercaba tanto que su cara
quedaba a tan sólo unos centímetros de la de Naruto—: la técnica de los Mil Años de Dolor
—siseó el hombre al asustado genin mientras juntaba el dedo índice con el corazón.
—Has tenido suerte, Naruto —dijo Kakashi en voz baja—. Hoy estoy de buen humor.
Naruto supo que su profesor le había gastado una broma cuando vio una pequeña arruga
formarse alrededor del ojo visible del Ninja-Copia. Suspiró aliviado.
—¡Joder, Kakashi-sensei! ¡No tiene gracia! —gritó Naruto, el alivio palpable en su voz.
—Lo siento, Naruto —dijo Kakashi, rascándose la parte posterior de la cabeza—. ¿Te sientes
mejor? ¿Cómo están tus heridas?
Naruto sabía que su profesor sólo le estaba preguntando por educación. Kakashi era
consciente de que el demonio de Nueve Colas que tenía en su interior hacía que se recuperara
increíblemente rápido. La mayoría de las heridas de Naruto ni siquiera le habían dejado
cicatriz.
—Sé que estás preocupado por Sasuke, pero volveremos a buscarle, te lo prometo —le dijo,
dándose cuenta de lo que inquietaba al joven shinobi.
—¿Y de qué va a servir Kakashi-sensei? No quiere volver a casa, quiere vengar las muertes
de su clan, de su familia. Está claro que eso es lo único que le importa —dijo Naruto mientras
se tocaba, de forma inconsciente la venda que le cubría el torso.
Kakashi dejó escapar un suspiro. Sabía que su estudiante estaba decepcionado con la
situación y le dolía que Sasuke le hubiera herido tan fatalmente.
Es mi culpa, pensó el profesor. Si no hubiera llegado tan tarde, habría sido capaz de hacer
que Sasuke cambiara de parecer o, al menos, habría podido traerlo de vuelta a Konoha,
aunque fuera obligado. Ahora, ha caído en manos de esa serpiente.
—Naruto —dijo—. Yo soy el único culpable de lo que ha pasado. Yo soy el profesor del
Equipo 7. Soy el responsable del entrenamiento de mis alumnos y de su bienestar. Uno de
mis estudiantes se ha convertido en un desertor, otro está con el corazón roto y el tercero yace
en la cama de un hospital por hacer el trabajo que se supone que yo tenía que hacer. Era mi
deber detener a Sasuke, no el tuyo, Naruto. Lo siento, por haberos fallado a los tres —dijo
Kakashi con el corazón en un puño. No era propio de él admitir sus errores, aunque, por lo
general, tampoco los cometía.
—No pasa nada, sensei. No te culpo por nada de esto, y estoy seguro de que Sakura tampoco
lo hace.
—Gracias, Naruto —respondió mientras intentaba apartarse de la mano que lo tocaba—. Así
que… ¿cuándo te van a dar el alta? —preguntó Kakashi para cambiar a un tema de
conversación más ligero.
—Va, tengo que quedarme en este aburrido lugar dos días más. ¡Dos días! ¿Puedes creerlo,
sensei? Ridículo —respondió Naruto como si aquello fuera un castigo.
—Bueno, Naruto, quieren asegurarse de que estés bien. Después de todo, llegaste aquí con un
agujero en el hombro.
—Lo sé, lo sé, pero el Nueve Colas se está encargando de ello. Siempre lo hace.
—Ya, pero no te hará daño quedarte un poco más aquí. No deberías contar siempre con que
Kurama te va a curar —respondió Kakashi con seriedad.
—¿Vendrás a visitarme mañana, sensei? Si no lo haces, voy a acabar volviéndole loco del
aburrimiento…
—Claro. Tengo una reunión con Tsunade-sama mañana por la tarde. Puedo venir después.
—¡Genial! ¡Gracias Kakashi-sensei! —dijo Naruto mientras esbozaba una radiante sonrisa.
Siempre se sentía a gusto con él. Cuando Kakashi estaba cerca, Naruto sentía que todo iba a
salir bien. El hombre, por otro lado, siempre se dejaba embargar por la alegría que transmitía
el shinobi rubio. Casi como si el entusiasmo y la positividad del chico irradiaran a través de
él y calentaran su frío corazón. El corazón de un asesino nato. Sin embargo, estar cerca de
Naruto también requería que ese asesino se armara de paciencia.
—Me voy, Naruto. Creo que te hará bien descansar un poco. Y, por favor, no pienses
demasiado en la misión.
—Es más fácil decirlo que hacerlo —murmuró el chico, más para sí mismo que para
Kakashi.
Debo indicar que no he obtenido autorización ni denegación para traducir esta obra
porque la autora lleva sin estar presente por las redes desde 2016. De momento subiré la
traducción y en el caso de que no me diera el ok, la tendría que quitar.
Espero que todos esteis bien en estos tiempos que corren. Mucho ánimo, cuidaos mucho
y no salgáis de casa!!
Ichiraku ramen y una nueva misión especial
Durante su estadía en el hospital, Naruto tuvo varias visitas. Kiba y su perro Akamaru fueron
a saludarle. Después de eso, se pasó Shikamaru para echar una partida con él. A Naruto
nunca le había gustado el juego de estrategia shōgi en el que su amigo era tan bueno, así que
Shikamaru había llevado una baraja de cartas. Sakura lo visitó también, pero permaneció
bastante callada. Estaba claro que la traición de Sasuke había sido un duro golpe para la chica
de pelo rosa. El padrino de Naruto, Jiraiya, también le hizo una visita. No pudo quedarse
demasiado tiempo, pero le llevó al chico una camiseta negra con una gran rana naranja en la
parte frontal. El ermitaño legendario había visto la camiseta en el País del Fuego mientras
viajaba para buscar inspiración para sus novelas ICHA ICHA. A Naruto le gustó desde el
momento en que la vio. El Seninfómano era el mejor.
Por la tarde, cuando ya habían pasado las horas de visita, por supuesto, su profesor entró en la
habitación a través de la ventana del hospital.
—Sí, sí. ¿Qué hay en esa bolsa, sensei? —preguntó Naruto mientras intentaba ojear a través
de la bolsa de plástico—. Es… —Naruto levantó la nariz y comenzó a olisquear—,
¿ICHIRAKU RAMEN? —gritó—. Gracias, Kakashi-sensei, gracias, gracias. ¡Eres el mejor!
Tanto elogio hizo que el profesor se sonrojara. Afortunadamente su máscara lo hizo menos
obvio. Aunque, de todas formas, Naruto no se dio ni cuenta, su atención estaba centrada
completamente sobre la bolsa de comida que tenía Kakashi en la mano.
—Me imaginé que te gustaría mi regalo —dijo Kakashi algo serio—. Pero déjame algo que
todavía no he comido. La reunión se alargó más de lo que esperaba.
Naruto le dio a su profesor uno de los envases de ramen y se colocó dándole la espalda, sobre
la cama. Los dos ninjas tenían un acuerdo tácito de comer cada uno mirando hacia una
dirección diferente. Naruto sabía que aquello hacía que su profesor se sintiera más cómodo a
la hora de comer, porque de otra forma no se retiraría la máscara. Kakashi nunca le pedía que
lo hiciera y Naruto nunca se lo ofrecía. Era algo que no necesitaba ser dicho.
Kakashi también se sentó en la cama y Naruto aprovechó para buscar apoyo contra la espalda
del hombre más alto. Habían hecho de aquello un hábito cuando estaban los dos solos.
—¿De qué trataba la reunión Kakashi-sensei? ¿Te van a enviar a otra misión?
Kakashi dejó escapar un profundo suspiro y puso en blanco el único ojo que estaba visible.
—Al menos, trágate la comida antes de hablar, Naruto. Si no lo haces, no te contaré nada —
le amenazó.
—Como sabes, Sasuke y Orochimaru no son nuestra única preocupación. Los Akatsuki
todavía andan por ahí y hemos sido informados de que han capturado y matado ya a varios
Jinchūrikis. No sabemos cuántos miembros son, pero sabemos que sólo reclutan a personas
basándose en su increíble fuerza y sus habilidades. Todos los miembros que han sido vistos
han mostrado impresionantes talentos durante la batalla combinados con técnicas bastante
poderosas. Algunos de éstos incluso poseen técnicas especiales, “barrera de sangre”. Según
está la situación actualmente, las defensas de Konoha no son los suficientemente fuertes
como resistir un ataque de Akatsuki. Sabemos que están detrás de ti, Naruto, y tarde o
temprano tendrás que enfrentarte a ellos. Por lo que, ahora mismo, hay dos cosas que tienen
máxima prioridad: la protección de Konoha y sus habitantes, y tu seguridad.
A Naruto le gustaba cuando su profesor hablaba durante las comidas. Podía sentir la profunda
voz del shinobi sin la amortiguación de la máscara que, en otras circunstancias, llevaría
puesta. Y le agradaba sentir las vibraciones que provocaba la voz del hombre y que se
transmitían a través de su espalda mientras se apoyaba contra ésta. Eso hacía que se
concentrase más en escuchar lo que su profesor estaba diciendo. Incluso el recipiente de
ramen había sido relegado a un segundo lugar sobre su regazo, olvidado momentáneamente.
—¿De… dejar la aldea? —Naruto no podía creer lo que estaba escuchando—. ¿La vieja
Tsunade quiere que me vaya?
—No, Naruto. La vieja Tsu… —Kakashi maldijo—, quiero decir, Tsunade-sama…, quiere
protegerte, por eso no quiere correr el riesgo de dejarte en un lugar fijo por ahora —respondió
con paciencia.
—Pe… pero, ¿por qué no puedo quedarme en la villa? Todos mis amigos están aquí. Si
Akatsuki viene a Konoha, ¿quién los protegerá? No pararán hasta encontrarme. ¡Matarán
gente! —exclamó Naruto.
—Cierto, y ése es el motivo por el que, durante la reunión, se decidió que Jiraiya-sama debe
quedarse en Konoha por el momento. Tsunade y él son dos de los tres Ninjas Legendarios de
Konoha. Esperan que los Akatsuki no ataquen la villa mientras ambos estén allí, ya que
constituyen una gran amenaza para cualquier enemigo. Si la aldea es atacada, los dos
deberían ser capaces de contener a los miembros de Akatsuki, al menos por un tiempo hasta
que llegasen los refuerzos.
—La vieja Tsunade y el Senninfómano en el mismo equipo, ¿eh? —reflexionó Naruto en voz
alta—. Pobre Senninfómano, seguramente tendrá que soportar unos cuantos golpes…
—Seguro —dijo Kakashi—. Pero con su poder combinado y el de los otros shinobis y los
ANBU, confío en que Konoha estará segura durante nuestra ausencia.
—Sí, Naruto —respondió Kakashi con cansancio, mientras apartaba la cara—. Nos vamos a
ver bastante durante los próximos dos años.
—Bueno, depende de lo rápido que progreses, por supuesto —respondió Kakashi—. Pero
creo que estaremos fuera por lo menos dos años, sí. Sin embargo, tienes un montón de
cualidades similares a las del cuarto Hokage, quien fue entrenado por Jiraiya-sama. Por lo
tanto, habrá un momento durante nuestra instrucción que contaremos con él. En ese punto,
Jiraiya evaluará tu progreso y te proporcionará un entrenamiento adicional, asignándote
varios ejercicios antes de que volvamos a Konoha para reportar tus avances. Durante su
ausencia, el resto de shinobis y los miembros del ANBU no dejarán de realizar misiones con
el fin de proteger la villa.
—Parece que van a tener que hacer frente a unos cuantos problemas por nuestra culpa, ¿no
crees, cachorro? —la voz de Kurama flotó en la saturada mente de Naruto.
—¡Ya lo sé! Es una locura. Pensar los problemas que hemos causado y todas las vidas que
hemos puesto en peligro sólo por estar en la villa… —respondió Naruto al zorro de su
consciencia.
—No es culpa tuya. Los culpables son esos bastardos de Akatsuki. Hazme un favor, cachorro
y pregúntale al pelo plateado si podríamos derrotarlos antes si te prestara mis poderes.
—¿Qué? ¡Ni de coña! No voy a preguntarle eso. Debería ser lo suficientemente fuerte sin
tener que depender de ti todo el tiempo, demonio.
—¿Cuándo vas a aceptarlo, chico? Podemos ayudarnos el uno al otro. Sabes lo mucho que
disfruto liberando mi chakra y usando mis poderes. Y a ti te vendría bien mi fuerza. Incluso
podría ayudarte a entrenar más rápido. Sólo tienes que pedírmelo, cachorro.
—Lo siento, Kakashi-sensei. Kurama me estaba molestando con sus estúpidos comentarios.
—¿El zorro Kyūbi te habla a menudo, Naruto? —la preocupación en la voz de Kakashi era
patente.
—Bueno, sí, pero no pasa nada, sensei. Lo tengo bajo control —Naruto le mostró una gran
sonrisa.
—¡¡¡Pregúntaleeee!!! —la voz grave del Nueve Colas resonó a través de la mente de Naruto,
ahogando cualquier otro pensamiento o sonido. Podía sentir el cuerpo vibrar bajo la
frustración de Kurama.
Kakashi se pegó tal susto que estuvo a punto de dejar caer su envase vacío de ramen.
—Sí, y está siendo bastante insistente porque está muy aburrido —añadió Naruto con
naturalidad. Como si estuviera hablando de un gatito que hubiera estado mucho tiempo solo
en casa.
—Eh… bueno, tal vez si… no… no lo sé, Naruto —respondió Kakashi con honestidad. El
zorro demoníaco tiene una gran cantidad de poder, pensó, usar semejante cantidad podría
dar grandes resultados si se aplica al entrenamiento de Naruto… sus reservas de chakra se
harían aún mayores. Incluso sería capaz de usar técnicas prohibidas, lo que es demasiado
peligroso para un shinobi normal. La mente de Kakashi estaba a pleno rendimiento mientras
ponderaba las posibilidades y los peligros que conllevaría utilizar los poderes del Nueve
Colas.
—Tendría que hablarlo con la Hokage y con Jiraiya. Es posible que ellos tengan más claro los
peligros que podrían derivarse de permitir que el Kyūbi tuviera más influencia sobre ti.
—Vale, gracias, Kakashi-sensei —dijo Naruto antes de centrarse en lo que le quedaba del
ramen de Ichiraku. Podía escuchar a Kurama ronronear suavemente en su mente.
Los dos shinobis pasaron el resto de la tarde en la compañía del otro. Hablando sobre los
detalles de su misión y jugando a las cartas que Shikamaru le había dejado, hasta que se hizo
tarde y Kakashi tuvo que volver a su apartamento.
¡Hora de salir pitando!
—¡Ya casi es la hora, ya casi es la hora! —Naruto estaba prácticamente saltando en la cama,
con impaciencia. Pronto le dejarían salir del hospital, en cuanto la enfermera le hiciera el
último chequeo del hombro herido. Quería volver a su apartamento tan pronto como pudiera
para prepararse para su viaje con Kakashi. Todavía no se creía su suerte. Dos años de
entrenamiento especial. Solos Kakashi y él. Cuando había visto a su profesor adiestrando a
Sasuke de forma individual, al poco de graduarse, se había sentido celoso esperando recibir el
mismo privilegio algún día.
—Hola, Kakashi-sensei, ¿qué te trae por aquí? Me van a dar el alta de un momento a otro —
le dijo Naruto.
—Lo sé, Naruto, me acuerdo. Había pensado recogerte y acompañarte hasta tu apartamento.
—No sé —la cara de Kakashi comenzó a ponerse un poco roja—, pensé que tal vez
disfrutarías de la compañía.
Él mismo no había tenido, exactamente, una agradable infancia y como resultado había
crecido para convertirse en un hombre antisocial y reservado. Por otro lado, Naruto era
exactamente lo opuesto. Parecía estar feliz constantemente, rodeado de sus amigos y siempre
optimista. A Kakashi le gustaba eso del chico. Su entusiasmo y habitual desparpajo eran
únicos en Naruto Uzumaki, e incluso aunque a veces podían resultar molestos, no lo
cambiaría por nada del mundo. De hecho, últimamente, Kakashi pensaba bastante a menudo
en Naruto. Cuando tenía que realizar misiones en solitario, se daba cuenta de que hasta lo
echaba de menos. Kakashi había estado luchando contra esos nuevos sentimientos, pero, a
pesar de eso, quería estar ahí para el chico, como su amigo y su profesor.
Un golpe en la puerta de la habitación, sacó a Kakashi de sus pensamientos.
Sin la más mínima preocupación, Naruto se quitó su camiseta con la rana naranja para que la
enfermera pudiera quitarle las vendas. Kakashi se fijó en el torso de su estudiante. Ha crecido
mucho, pensó el hombre. Está muy bien formado. La pubertad ha sido generosa contigo,
Naruto. Kakashi se sintió molesto cuando notó que comenzaba a ponerse colorado de nuevo.
Joder, ¡¿por qué el chico siempre hace que me sonroje como si fuera una tonta colegiala?!
Kakashi intentó reprimir aquel sentimiento molesto y embarazoso y decidió echar una mirada
más de cerca a la herida del hombro de Naruto.
—La verdad es que es posible que te quede una cicatriz, incluso con las habilidades de
curación del Nueve Colas —le dijo el hombre mayor para justificar su penetrante mirada.
—Sin embargo, la herida se ha curado muy bien —dijo la enfermera y, acto seguido, escribió
unas cuantas cosas en el informe médico de Naruto—. Muy bien, jovencito, puedes
marcharte. Pero, por favor, trata de tomártelo con calma los próximos días. No querrás que se
te abra la herida de nuevo, ¿verdad?
—Claro, claro —respondió distraído Naruto mientras se volvía a poner la camiseta y cogía
sus cosas—. ¡Vámonos, Kakashi-sensei!
—¿Qué opinas de un pequeño combate para calentar, Kakashi-sensei? —le preguntó Naruto.
Estaba claro que el chico estaba disfrutando de haber recuperado su libertad mientras saltaba
de tejado en tejado.
—No, Naruto. Ya has oído lo que ha dicho la enfermera no hace ni cinco minutos. Tienes que
tomarte las cosas con más tranquilidad —le respondió serio.
—No —eso fue lo único que le respondió, mientras aterrizaba en medio de las calles de
Konoha. Naruto se posicionó a su lado.
—Lo que tú digas, mocoso —respondió Kakashi mientras sacaba su novela pornográfica Icha
Icha. Al hombre le encantaban esos libros. Eran parte del equipo estándar que llevaba
siempre con él y los leía de forma constante para evitar tener que ser social. Después de todo,
¿quién iba a hablar con un tío que leía porno en público?
—Ey, cachorro, quieres jugar, ¿verdad? —la voz de Kurama resonó en la cabeza de Naruto.
—Sí, Kurama, pero Kakashi-sensei está siendo un aburrido pervertido de nuevo —respondió
Naruto haciendo un mohín.
—Quítale el libro y sal corriendo, cachorro. Te garantizo que irá detrás de ti.
—¿Que le quite el libro? —repitió Naruto—. No sé, Kurama, estamos hablando de Kakashi-
sensei. Probablemente me arrancaría la mano incluso antes de que llegara a tocar el libro.
—Vamos, cachorro. Yo te ayudo. Voy a hacer que tus movimientos sean gráciles y rápidos.
—Vale, de acuerdo. Pero como salga mal, te voy a echar la culpa, ¿lo pillas, viejo zorro?
—De acuerdo, cachorro —le dijo el Nueve Colas, riéndose entre dientes—, está bien.
El chico sintió la energía del demonio corriendo a través de él. Incluso experimentó parte de
la excitación que sentía el zorro ante aquel pequeño juego. Podía notar que Kurama lo
mantenía agazapado en el suelo, como si fuera a abalanzarse en cualquier momento sobre su
presa. Esto provocó que Naruto se riera.
—¿De qué te estás riendo, Naruto? —le preguntó Kakashi, ajeno al inminente peligro.
—¿Dónde? No veo nada… EH, NARUTO, ¡VUELVE AQUÍ AHORA MISMO! —gritó
Kakashi al sentir que el libro le era arrebatado de las manos.
Pero Naruto ya había salido corriendo. Y lo hacía más rápido que nunca. No sólo porque la
energía del demonio fluía a través de sus venas, sino porque, además, estaba verdaderamente
preocupado por cómo se vengaría Kakashi cuando le cogiera. Voló por los tejados de la villa
riéndose como un loco.
—¡Voy a matarte, mocoso! ¡Lenta y dolorosamente! —gritó Kakashi mientras corría detrás
del shinobi rubio. ¿Cómo demonios va tan rápido?, se preguntó de forma distraída. Supongo
que da igual.
Mientras corría, Kakashi hizo un clon de sí mismo para que persiguiera a Naruto. El
verdadero Kakashi desapareció en un torbellino de hojas usando la técnica del Cuerpo
Parpadeante para avanzar. Se escondió en un árbol que se encontraba directamente en el
camino que tenía que recorrer Naruto para ir al campo de entrenamiento de la cascada. Bajó
el nivel de su chakra para que el rubio no pudiera sentir su presencia. Con rapidez colocó la
misma trampa que había utilizado en Naruto el primer día de su preparación. Después de
unos minutos, escuchó acercarse la fuerte risa de Naruto.
—Allá vamos —se dijo mientras saltaba de nuevo al árbol. Como era de esperar, el rubio
bocazas fue directo a su trampa. ¡ATRAPADO!
—Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí? —una voz calmada e iracunda que se parecía mucho a
la de Kakashi, le llegó desde el árbol—. Parece que me he topado con un pequeño genin
imprudente que desconoce su entorno. El cuál diría parece ser bastante peligroso —un
Kakashi de aspecto irritado se aproximó desde el arriba—. ¿Dónde está mi libro, mocoso? —
preguntó Kakashi con un tono de voz que emanaba peligro.
—Me lo dirás sí o sí, Naruto, estate seguro —Kakashi utilizó la mano derecha para agarrar
las muñecas del chico y las presionó juntas con firmeza. Situó la otra mano en su costado.
—Si fuera tú, empezaría a hablar ahora mismo… —le amenazó el hombre, quien incrementó
la presión del dedo. Sabía exactamente lo lejos que podía llegar para provocar un molesto
dolor sin romper ningún hueso.
—¡Aaaaaaaarrrgh! ¡En mis calzoncillos, joder! ¡Está en mis calzoncillos! —chilló el chico.
Kakashi dejó salir un profundo suspiro mientras doblaba ligeramente la parte de arriba de la
chaqueta de Naruto. Lo suficiente como para ver su precioso libro Icha Icha presionado
contra el estómago del chico, sujeto por la goma de sus calzoncillos.
—Bueno, gracias por guardarlo tan… bien —replicó Kakashi, bastante aprensivo.
—Bueno, Naruto, viendo que te gusta tanto correr, vas a dar cincuenta vueltas alrededor del
campo de entrenamiento mientras yo disfruto de mi libro. Vamos —dijo el shinobi mayor
cortando la cuerda que retenía al chico, con uno de sus kunais.
En el momento en el que Naruto llevaba veinticinco vueltas, el sol ya estaba alto en el cielo.
Incluso Kakashi, que estaba apoyado de forma perezosa contra un árbol, refugiado en su
sombra, estaba empezando a sentir calor. En ese punto Naruto se había quitado la chaqueta y
la camiseta con la ranita. Kakashi no había podido evitar apartar los ojos de las páginas del
Icha Icha para centrarlos en el cuerpo bronceado de su estudiante, sudoroso bajo el radiante
sol.
—Vamos, Naruto, corrías más rápido esta mañana cuando huías de mí. Esfuérzate un poco
más, que quiero volver a casa —se burló de su estudiante.
—¡Fue gracias a Kurama! —Naruto maldijo a su inquilino peludo, que estaba profundamente
dormido en su subconsciente.
Cuando terminó la quincuagésima vuelta, Naruto se dejó caer en la hierba, a la sombra del
árbol. Jadeando pesadamente, se arrastró hasta que pudo apoyar la cabeza en las piernas de su
profesor.
—Venga, vamos, Naruto. Estoy seguro de que no ha sido tan malo para un joven con tanta
energía como la que tú tienes —respondió Kakashi con seriedad sin levantar la vista del libro.
Naruto no respondió. Se quedó allí tumbado bocarriba en la hierba, con la cabeza sobre las
rodillas de su profesor, respirando pesadamente. Después de unos minutos, la respiración de
Naruto se estabilizó. Cerró los ojos y disfrutó de la paz y la tranquilidad. Kakashi decidió
dejar a un lado el libro. Por alguna razón, no era capaz de concentrarse en lo que estaba
leyendo. Sus ojos seguían vagando por el rubio que descansaba sobre sus piernas.
Después de dejar descansar a Naruto cerca de una hora, Kakashi decidió que era hora de
despertarle.
—Naruto, levanta. Tenemos que comprar algunos suministros y recoger nuestras cosas. Y
cuanto antes dejemos Konoha para llevar a cabo la misión, mejor. Vamos —dijo mientras
agitaba al chico ligeramente, agarrándole del hombro bueno.
Naruto hizo algunos sonidos incoherentes y gruñó antes de levantarse de las piernas del
mayor.
Kakashi le ofreció la mano para ayudar al cansado genin a levantarse. Juntos caminaron de
vuelta al centro de la villa.
—Muy bien, Naruto. Iré a comprar algo de comida para el viaje. Quiero que vayas a tu
apartamento y comiences a empacar tus cosas. Asegúrate de llevar unas cuantas armas extra y
suficiente ropa. Estaremos fuera durante bastante tiempo.
—¡Sí, Kakashi-sensei!
—¡Y no te olvides del equipo de acampada! —le gritó el profesor justo cuando el chico
echaba a correr.
—¡Vale!
Hora de decir adiós
—Quizás por fin sea capaz de meter algo de fruta y verdura en el estómago del chico —
reflexionó Kakashi en el supermercado—. Supongo que también podría coger algo de ramen,
por si las moscas —sonrió cuando vio que en la tienda vendían ramen vegetariano. ¡Ahora
con extra de verduras!— Perfecto.
—Armas, ropa, equipo de acampada, armas, ropa, equipo de acampada… —se repetía Naruto
una y otra vez. Cogió un montón de kunais y shurikens y los echó en su bolsa porta-armas.
Lo siguiente que cogió fue su mochila, la cual llenó con cuatro mudas de ropa, pasta y cepillo
de dientes, y una pastilla de jabón. Entonces, comenzó a buscar la tienda de campaña, una
linterna y un saco de dormir. Echó un vistazo a la cocina para asegurarse de que no había
nada que se pudiera echar a perder y, con rapidez, metió unos cuantos paquetes de ramen en
el espacio que le quedaba en la mochila. Salió de casa, cerró la puerta y echó a correr para
encontrarse con Kakashi-sensei. Sintió que el chakra del hombre estaba en dirección a su
apartamento. No mucho más tarde estaba llamando a la puerta.
—¡Sí, sensei! No soy un viejo lento como tú. ¡Yo siempre estoy preparado para una nueva
misión! —gritó el rubio con entusiasmo.
—Por favor, chico, baja un poco el tono y siéntate mientras termino de recoger.
Sentarse y esperar pacientemente no era ninguno de los puntos fuertes de Naruto. Pronto, el
rubio comenzó a corretear por el apartamento de su profesor. Kakashi intentó ignorarle
cuando empezó a hurgar en los cajones de la cocina, e incluso intentó mantener la calma
cuando el chico comenzó a rebuscar dentro, pero cuando el rubio centró su interés en la
estantería con libros, ya fue pasarse de la raya.
—¡Naruto!
El joven shinobi se dio la vuelta y miró a su furioso profesor. Cuando vio los curiosos ojos
azules del chico, el cabreo de Kakashi desapareció sin dejar rastro.
—Naruto —repitió ahora más calmado—, ¿te has despedido de tus amigos? ¿Y de Iruka-
sensei? Estoy seguro de que te van a echar de menos, vamos a estar fuera mucho tiempo.
¿Por qué no les haces una visita y vuelves dentro de un rato? Así podremos llevarle al Sr.
Ukki a Sakura. Me dijo que no le importaba cuidármela cuando estuviera fuera. Así nos
despedimos de ella juntos, ¿vale?
—¡Es una idea genial, Kakashi-sensei! —cuando el hombre vio que el chico corría hacia la
puerta, se preguntó cómo iba a mantenerse cuerdo después de los próximos dos años.
Una hora más tarde, Naruto y Kakashi estaban despidiéndose de Sakura. Naruto le prometió
que volvería más fuerte que nunca. Kakashi, por otro lado, le aseguró a la chica de pelo rosa
que vigilaría a Naruto de cerca y que procuraría que no le sucediera nada. Después se
detuvieron en la oficina de la Hokage donde Naruto se despidió de Tsunade y de Jiraiya y les
hizo prometer que mantendrían a salvo la aldea. Antes de darse cuenta, ya estaban caminando
hacia la entrada de Konoha. Naruto se dio la vuelta para echar un último vistazo.
Cuando ya llevaban varias horas caminando en silencio, Naruto le preguntó a Kakashi hacia
dónde iban.
Kakashi sintió que su estudiante, por lo general alegre, se sentía un poco decaído.
—Alegra esa cara, Naruto —le dijo, poniéndole una mano en el hombro—, volveremos a
Konoha antes de lo que crees y piensa en lo fuerte que serás para entonces. Serás un
impresionante shinobi y estoy seguro de que Tsunade-sama y Jiraiya-sama estarán muy
orgullosos de ti.
Cuando el sol estaba en lo alto del cielo, la pareja ya había encontrado un buen lugar para
establecer el campamento. Estaba aislado, pero no demasiado lejos de un río.
—Muy bien, Naruto, creo que es importante que establezcamos las tareas diarias. Haré un
fuego y montaré las tiendas. Mientras, quiero que vayas al río y que llenes nuestras
cantimploras ahora que el sol pega fuerte. Trae agua y después prepararemos algo de comer,
¿vale?
—Vale —respondió Naruto mientras cogía la cantimplora del hombre y se dirigía hacia
donde sonaba el flujo de agua.
—Espera, Naruto, llévate también la tuya. Deberías asegurarte siempre de que tienes
suficiente agua. ¿No te enseñó eso Iruka-sensei?
—Ah, sí, pero es que, la perdí durante la última misión… —se disculpó Naruto, rascándose
la nuca.
—Por favor, dime que estás de broma. ¿Y por qué no te molestaste en comprarte una nueva
en cuanto volviste al pueblo?
—Eh, pues… verás, sensei, iba camino a comprarme una cuando me crucé con un gato negro
y una anciana y… —comenzó a explicarle Naruto.
—Ahórratelo, chico —soltó Kakashi mientras le lanzaba una piña a la cabeza—. Ponte en
marcha.
Cuando Naruto volvió, Kakashi ya había encendido el fuego y había terminado de montar
una de las tiendas. Naruto comenzó a calentar parte del agua que había recogido. Cuando
Kakashi se sentó a su lado, vio que Naruto había preparado ramen con sabor a pollo y té.
—No me digas que no te has molestado en comprarte una cantimplora, pero sí en traerte cajas
de ramen instantáneo…
—¿Qué pasa? ¿El ramen no es suficientemente bueno para ti? No soy experto en cocina,
¿sabes? —respondió Naruto, ofendido al pensar que el hombre consideraba su ramen
insatisfactorio.
—Bueno, supongo que estará pasable. Aunque no estoy del todo seguro —murmuró Kakashi.
—Si no te gusta, me puedo comer tu parte. Yo, al menos, sé apreciar lo bueno —respondió
Naruto.
—No, está bien. Supongo que he comido cosas peores en otras misiones —Kakashi le sonrió
a su estudiante mientras se colocaba contra su espalda.
—Idiota-sensei —respondió Naruto echando la cabeza hacia atrás con fuerza, golpeando a
Kakashi por encima de la nuca.
Unas pocas horas más tarde, Kakashi estaba descansando apoyado contra un tronco, junto al
fuego, mientras fingía leer su novela Icha Icha. Naruto estaba practicando, arrojando
shurikens hacia el árbol más cercano.
Parece sorprendido, pensó Kakashi. ¿No le he hecho nunca antes ningún cumplido acerca de
sus habilidades como ninja?, el hombre necesitó un momento para comprender que, en
realidad, nunca lo había hecho. Supongo que no… Buen trabajo como profesor, Kakashi, se
reprendió a si mismo.
Cuando el rubio se sentó cerca de donde estaba él apoyado, aprovechó para preguntarle algo
que había estado rondándole por la cabeza desde hacía unos días.
—Naruto, respóndeme con honestidad. ¿Crees que he sido un buen profesor para vosotros?
—soltó el hombre mientras sus ojos se centraban en el moribundo fuego.
—Sí, Kakashi-sensei —Naruto se movió un poco más cerca de su profesor—. Quizás no seas
tan afectivo como lo son Iruka-sensei o Asuma-sensei, pero estoy seguro de que todos los
miembros del Equipo 7, incluido yo mismo, sabemos que te preocupas por nosotros y las
lecciones que nos enseñas son invaluables —respondió en voz baja con una mirada seria en el
rostro—. Mira esta misión, por ejemplo, sensei… —dijo el rubio mientras observaba las
brasas arder—. Sé que todo el mundo en la aldea me ve como un estorbo. Sé que todo el
mundo piensa que soy una molestia y aun así tú estuviste de acuerdo con venir a esta misión
conmigo, lo que exige que estés a mi lado y me toleres durante bastante tiempo.
Las ascuas encendidas lanzaron una oscura sombra que atravesó la cara del chico. Kakashi
sabía que la conversación se había dirigido hacia un tema delicado. Sentía empatía hacia el
joven shinobi que estaba a su lado. Naruto siempre parecía estar seguro de sí mismo y, ahora,
la forma en la que estaba sentado, encorvado, apoyándose sobre las rodillas… Kakashi sabía
que aquel era un Naruto diferente. Una versión más vulnerable del joven ninja.
Kakashi estuvo a punto de perder el apoyo que le otorgaba el tronco cuando los brazos del
rubio le rodearon con fuerza.
—Es muy tarde, Naruto. Por qué no te vas a dormir, ¿eh? Convocaré a Pakkun para que se
quede vigilando.
El rubio asintió y se dirigió hacia su tienda, claramente aliviado, como si se hubiera quitado
un peso de encima…
∞∞∞
Kakashi no podía dormir. Había estado dando vueltas en su saco durante una hora por lo
menos. Su mente abarrotada con pensamientos sobre cierto shinobi rubio. ¿Por qué me sentí
tan… raro… cuando Naruto me abrazó?, se preguntaba. ¿Me sentí raro porque no estoy
acostumbrado a que la gente me abrace? ¿O fue porque era Naruto el que lo estaba
haciendo? Odio los abrazos. Siempre lo he hecho. Son algo demasiado personal. Así que,
¿por qué el de Naruto me hizo sentir ese calor por dentro? ¿Por qué recuerdo todavía cómo
olía el chico cuando se apretó contra mí? ¡¿Qué me pasa?!, cada vez que cerraba los ojos,
revivía el momento. El fuerte abrazo alrededor de su torso. El pelo de Naruto acariciándole la
mejilla. El olor de Naruto… Huele a hierba, con un ligero toque a madera quemada. Aunque
tal vez eso fuera por culpa del fuego… reflexionó Kakashi.
El hombre no tenía ni idea de que Naruto estaba teniendo pensamientos similares a tan solo
unos metros de allí.
Kakashi-sensei me monto la tienda… y todavía puedo oler su aroma aquí dentro. Es el mismo
que cuando lo abracé, concluyó Naruto. Huele como… como una tormenta eléctrica en
medio del bosque… Naruto sonrió. Tal vez esté relacionado con sus habilidades con los rayos
o algo de eso… El abrazo fue bastante agradable, Naruto notó que, al pensar en lo cerca que
había estado de su querido profesor, la parte inferior de su pijama se movía debido a la
excitación. Supongo que Kakashi-sensei me ha levantado la tienda de campaña en más de un
sentido, Naruto se rio de su propia broma. Pero esto está mal. Es mi profesor, después de
todo. Supongo que sólo me gusta por las cosas agradables que me ha dicho esta tarde… la
verdad es que fue muy amable…
—Si hubiera estado mintiendo, lo habría sabido —la voz de Kurama interrumpió los
pensamientos de Naruto—. Estaba siendo sincero.
Naruto se sintió tan alegre que no pudo hacer nada más que sonreír.
¡Hacia el País de los Ríos!
Kakashi, quien estaba acostumbrado a aguantar con pocas horas de sueño, se levantó
primero. Después de rellenar su cantimplora decidió que era hora de que Naruto también se
levantara.
—¡Naruto, despierta!
—Tienes diez minutos antes de que empiece a desmontarte la tienda, y lo haré contigo dentro
si es necesario —le amenazó el shinobi mayor mientras comenzaba a recoger la suya. Nueve
minutos y cuarenta y cinco segundos después, más murmullos, tropiezos y maldiciones
salieron de la tienda de Naruto.
—¿Por qué tanta prisa, Kashi-senseiiii? —se quejó sacando la cabeza por la abertura de la
tienda. El pelo del chico estaba revuelto y sus ojos estaban todavía medio cerrados.
—Tenemos que movernos, Naruto, o no llegaremos a la frontera antes de que anochezca —le
explicó—. Así que, vístete y te ayudaré a recoger tus cosas.
—Mmm, vale, dame un segundo —respondió mientras se ponía los pantalones y los zapatos.
Después, salió a gatas de la tienda, medio desnudo y comenzó a estirar las extremidades.
—No eres precisamente una persona madrugadora, ¿eh? —le preguntó Kakashi al
somnoliento chico.
—¿Qué crees? —le respondió con un gruñido—. Al menos podré desayunar algo, ¿no?
—La verdad es que es bastante tarde, así que creo que será mejor que almorcemos pronto —
dijo Kakashi mientras observaba al shinobi medio desnudo con la piel ligeramente bronceada
que se estaba estirando frente a él.
Cuando hubieron recogido todas sus cosas, la pareja continuó su camino. Enseguida, Naruto
recuperó su característica energía de la que hizo alarde mientras Kakashi descansaba y leía su
novela Icha Icha.
—Fascinantes para pervertidos como tú, querrás decir —Naruto interrumpió a su profesor.
—Tal vez… Las personas de las que se habla en las novelas llevan unas vidas muy diferentes
a las nuestras, llenas de pasión, romance y bueno… sexo pervertido —admitió Kakashi—.
No tiene nada que ver con la vida de los shinobis, lo que hace que sea una lectura más
atractiva. Y, además de eso, tiene algunos capítulos bastante subidos de tono —agregó
Kakashi para avergonzar a su estudiante.
—Eres un pervertido… —le dijo el rubio, evidenciando su incomodidad. Kakashi se rio por
lo bajo.
—No tienes ni idea mi pequeño e inocente Naruto… —le respondió Kakashi con arrogancia.
Y para provocar todavía más al chico, decidió comenzar a leer uno de los capítulos en voz
alta:
Entonces los dos comenzaron a besarse de forma apasionada. Sus lenguas explorando la
boca del otro. Los agudos gemidos de la chica llenando la habitación. Naruto situó una de
sus manos sobre los suaves pechos de la muchacha. Entonces, apretó con cuidado mientras
movía la otra mano hacia abajo…
—Déjame leerte un poco más. Justo ahora se está poniendo interesante —bromeó Kakashi,
de forma maliciosa.
—¡No te atrevas! —chilló Naruto al shinobi mayor, quien ahora esbozaba una amplia sonrisa
detrás de su máscara.
—Oh, venga, Naruto. ¿Desde cuándo eres tan tímido? ¿Quieres que te compre uno? —
Kakashi echó más leña al fuego.
—¡Eso es! —exclamó Naruto mientras pegaba un salto hacia el libro que tenía su profesor en
la mano.
Sin embargo, Kakashi era más rápido y más alto que Naruto. Con un movimiento ágil apartó
el libro de las manos del chico y lo golpeó en la cabeza con él.
—Ah, no. Esta vez no, mocoso. Todavía no he sido capaz de quitar todas las arrugas que le
hiciste al último libro que me robaste. Ni lo sueñes —le regañó.
—Quizás te gustan tanto esos sucios libros porque no eres capaz de conseguir una chica de
verdad —dijo Naruto con una sonrisa perversa en su rostro, con la intención de vengarse.
—¿Qué te hace pensar que me interesan las chicas? —preguntó Kakashi sin andarse por las
ramas.
—¿Eh… tú… qué? —balbuceó Naruto—. ¿Estás diciéndome que eres gay, Kakashi-sensei?
—Aaaaah, vale —respondió Naruto—. ¿Es por eso por lo que siempre andas cerca de
Yamato-sensei: porque te la pone como un… tronco? —Naruto comenzó a reírse de su
ingenioso juego de palabras.
—¿Qué? ¡No! Yamato sólo es un colega shinobi al que conozco de cuando formaba parte del
ANBU, niño idiota —dijo Kakashi horrorizado.
—Vale, vale… —dijo Naruto mientras se rascaba la cabeza—. ¡Ah! ¡Ya sé! Es Gai-sensei,
¿verdad? Os he visto cuando estáis juntos. Siempre tratando de alardear en esas
competiciones tontas… ¿Te guuuuuuusta Gai-sensei? ¿Verdad? ¿Verdad? —se burló Naruto
con osadía.
—Cállate ya, pequeño imbécil, antes de que pierda la paciencia y te meta una buena —
respondió enfadado.
—Uuuuh, así que es a mí a quien se la quieres meter, eh, ¿Kakashi-sensei? —Naruto siguió
con las provocaciones.
—Suficiente. Es hora de bajarle un poco los humos a este chico —murmuró para sí mismo y
se agarró la muñeca con la mano derecha, extendiendo la palma y convocando unos
relámpagos parpadeantes a la vez que gritaba—: ¡Chidori!
Te pillé… pensó Kakashi feliz mientras jugaba con los pequeños rayos que le corrían por los
dedos. Sin embargo, no podía engañarse, sabía perfectamente que la última observación de
Naruto no se alejaba mucho de la realidad…
Después de unos diez minutos, Kakashi pasó al lado del arbusto donde Naruto se había
escondido. Podía sentir las enormes reservas de chakra del chico. Levantó un dedo y envió un
pequeño rayo a través del matorral.
—¡Au! Joder, Kakashi-sensei. La electricidad hace daño, ¿sabes? —gritó Naruto mientras
salía del arbusto agarrándose un brazo.
—Quiero que practiques en bajar tus niveles de chakra, Naruto. Podía ubicar el punto exacto
donde estabas desde un kilómetro a la redonda —le advirtió a su estudiante.
—Sí, bueno. Aunque no sé para qué va a servir. No suelo echar a correr para esconderme de
mis enemigos —soltó el rubio.
—Sin embargo, ser capaz de mantener tu posición en secreto provee una importante ventaja
en un gran número de situaciones. Así que, vamos, ponte a ello. Tienes el chakra
descontrolado.
∞∞∞
—Tenía algo diferente en mente, Naruto —respondió Kakashi—. Como puedes ver, el País
de los Ríos es vecino de Kohona, pero por el otro lado tenemos el País de la Lluvia. Estamos
cerca del punto donde las tres fronteras se unen. Así que, vamos a seguir avanzando por dos
razones. La primera, el País de la Lluvia es un sitio peligroso y está muy bien protegido. No
podemos acercarnos a su territorio sin que alguna patrulla nos descubra. Además, tenemos
información de que en el País de la Lluvia se esconden algunos de los miembros de alto
rango de los Akatsuki. Así que preferiría poner distancia, para evitar problemas. El País de
los Ríos, por otro lado, tiene muy pocos controles fronterizos. Es un país que no participa en
conflictos e intenta mantener, siempre, una posición neutral. Podremos cruzar su frontera sin
ser advertidos, si no armamos demasiado alboroto.
»Y la segunda, el País de los Ríos tiene muchas montañas, por lo que también hay muchas
cuevas en lugares recónditos. Si seguimos avanzando, tenemos muchas posibilidades de
encontrar una antes de que se haga de noche. Eso nos evitará el tener que preparar todo para
acampar. Además, el cielo no está despejado, así que, guarecernos en una cueva no parece
una mala idea considerando que en estas áreas suele llover bastante.
—Vale, vale… —murmuró Naruto—. ¿Siempre piensas tanto las cosas, Kakashi-sensei? —le
preguntó.
—Un buen shinobi debe tener en consideración su entorno, Naruto. Quizás sea buena idea
que intentes memorizar lo que te he contado de los otros países. Nuestro trabajo como
shinobis consiste, en parte, en proteger Konoha, por lo que necesitamos conocer ciertos
detalles del resto de naciones. Es información útil.
—De hecho… quizás no fuera mala idea conseguirte un libro sobre los puntos fuertes
estratégicos y los puntos débiles de las diferentes naciones de shinobis —consideró Kakashi.
—Debería haber mantenido la boca cerrada… —dijo para sí mismo Naruto.
Las dudas de Naruto, odio y control de chakra
Por supuesto, Kakashi tenía razón. No mucho tiempo después, ambos cruzaron la frontera
para entrar al País de los Ríos sin ser advertidos.
—Bueno, Naruto. Ya no estamos dentro del territorio de Konoha, así que es importante que
seamos más precavidos a partir de ahora. Otras naciones no suelen ser especialmente amables
cuando descubren a shinobis desconocidos dentro de sus fronteras, incluso aunque sean
viajeros.
No tardaron en encontrar una cueva solitaria detrás de unos cuantos árboles y arbustos. Justo
a tiempo, entraron y antes incluso de estar acomodados unas gruesas gotas de lluvia
comenzaron a caer del cielo. Kakashi sacó una cazuela para poder recolectar agua fresca para
cocinar y llenar la cantimplora. Además, el hombre utilizó una de sus técnicas para prender
fuego a unas ramas secas que habían recogido anteriormente ese mismo día.
Una vez se hubieron establecido, Kakashi comenzó a preparar algo de comer. Naruto se fue a
descansar sobre una roca cercana. No podía dejar de mirar a su profesor. Nunca había visto al
hombre hacer esa clase de tareas. Habían viajado antes como equipo bajo el liderazgo de
Kakashi, pero normalmente era Sakura la que se ofrecía voluntaria para preparar la comida.
Kakashi solía estar ocupado asegurando el sitio donde iban a acampar, estableciendo trampas
y barreras, como había hecho hacía poco. Naruto se sentía hipnotizado observando los
movimientos de su profesor.
—¿Te da miedo que vaya a envenenar la comida o algo de eso, Naruto? —Kakashi trajo al
chico de vuelta de su ensoñación—. Me estabas mirando fijamente…
—Lo siento, sensei —respondió Naruto—. Es que disfruto viéndote hacer cosas —oh, dios,
¿en serio he dicho eso?, pensó Naruto comenzando a sonrojarse.
—Eh… no sé… no hay ninguna razón, supongo —respondió Naruto, avergonzado todavía
por su anterior confesión.
—Bueno, si has estado prestando atención, habrás notado que sólo estoy hirviendo verduras y
arroz. Así que esta noche nada de ramen.
—Mmm —respondió Naruto sin mucho interés. Se había quedado mirando fijamente la boca
de su profesor, que se movía tras la máscara. ¿Por qué tengo tantas ganas de verle la
cara…?, se preguntó Naruto.
—Porque quieres ver cómo es su boca —intervino Kurama, metiéndose en medio de sus
pensamientos.
—¿Qué? ¿Y por qué querría verle la boca, zorro idiota? —respondió el chico al demonio de
su consciencia.
—Ya veo —respondió Kakashi vacilante—. Si hablas con él, Naruto… creo que lo mejor
sería que… bueno… que no te confíes demasiado, ¿vale? Sé precavido.
—Lo sé, Kakashi-sensei —dijo Naruto mientras intentaba ignorar los gruñidos cabreados de
Kurama, en su mente.
Los dos shinobis cenaron y después se sentaron en silencio durante un rato, hasta que,
inesperadamente, Kakashi comenzó a hablar.
—Ha estado mal por mi parte decirte lo peligroso que puede ser el Kyūbi. Desde que naciste
has tenido que convivir con el demonio que mató a tus padres. Debe haber sido horrible para
ti… Siento que hayas tenido que pasar por todo eso —dijo en voz baja.
—La verdad es que no ha sido fácil, sensei. Sé que Kurama ha matado a millones de
shinobis y ciudadanos inocentes —murmuró Naruto. Después de un incómodo silencio,
continuó—: Pero la peor parte es que todavía haya personas que me miren y vean al zorro
que mató a sus familias y amigos. No sé por qué el cuarto Hokage eligió sellarlo en mi
interior. Tal vez fuera coincidencia o quizás fue porque sabía que era huérfano. Pero, a veces,
le odio por haberlo hecho. Decidió hacerme un paria. Alguien a quien el pueblo entero odia y
desprecia. Sé que sellar al demonio era la única forma de salvar la villa. Pero, sin embargo,
todo el dolor que he tenido que soportar ha sido por su culpa —dijo Naruto con voz
contenida.
—Por favor, Naruto —Kakashi no podía creer lo que estaba escuchando—. No le odies. No
odies a Minato Namikaze. Era una gran persona. Amable, encantador y un increíble shinobi.
Si hubieras tenido la oportunidad de conocerlo, sé que te habría gustado —dijo con suavidad.
A Kakashi le dolía no poder decirle a Naruto la verdad. El tercer Hokage se lo había
prohibido con el fin de proteger al chico. Después de todo, Minato también era conocido
como el Rayo Amarillo de Konoha, y había hecho muchos enemigos, al igual que el propio
Kakashi. Si se supiera que el hijo de Minato y Kushina había sobrevivido al ataque del
Kyūbi, la gente buscaría venganza. Por lo tanto, el tercero y la quinta Hokage, habían
prohibido decirle a Naruto quiénes eran sus padres antes de que cumpliera dieciocho años.
Entonces, su padrino, Jiraiya-sama le contaría la verdad.
—Lo intentaré, Kakashi-sensei. Sé que tienes muy buena opinión de él porque fue tu profesor
—dijo Naruto con tristeza en la voz.
Kakashi sabía que debía animar un poco al chico, así que se ofreció a ayudarle a controlar su
chakra. Un poco de entrenamiento antes de irse a dormir sería una gran forma de despejar la
mente, después de todo.
—Muy bien, ahora Naruto, céntrate en disminuir tu chakra. Te avisaré cuando sea lo
suficientemente bajo como para que los enemigos no lo perciban —le dijo Kakashi mientras
se descubría el ojo con el Sharingan.
Así podría ver el flujo de chakra de su estudiante. Cuando lo usaba sobre Naruto, siempre
podía ver con claridad dos tipos diferentes de chakra. El azul que pertenecía a Naruto y el
rojo que pertenecía al Nueve Colas. Kakashi se dio cuenta de que el chico era capaz de
controlar ambos, sin embargo, reducirlos a un nivel bajo era una enorme tarea teniendo en
cuenta los niveles que alcanzaban habitualmente. Kakashi tenía que disminuir una gran
cantidad, pero Naruto tenía que concentrarse con todas sus fuerzas para intentar acercarse a
un nivel aceptable. Su Sharingan también le mostró que el chakra de Naruto fluctuaba. No
tenía un flujo estable porque tenía que lidiar con los dos tipos diferentes que existían de
forma independiente en su interior.
—Vale, Naruto. Ya veo cuál es el problema —le dijo el hombre—. Tus reservas de chakra,
así como las del Kyūbi son de tal envergadura que ni siquiera puedes acercarte al nivel
necesario para no ser localizado. La razón es simple. Cuanto más chakra tienes que contener,
más difícil te es controlarlo —le explicó Kakashi—. En otras palabras: necesitas ponerte una
meta y trabajar paso a paso hasta llegar ahí. Primero, baja de nivel cierta cantidad de chakra,
entonces, estabilízala, y cuando tengas pleno control, pasa a un nivel inferior. ¿Entiendes? —
le preguntó.
—Sí —respondió Naruto—. Pero, ¿cómo sé qué meta poner? ¿Cómo sé cuánto puedo bajarlo
de golpe? Yo no percibo tu chakra, sensei.
—Puedo mostrártelo —respondió Kakashi después de darle una vuelta al tema—. Voy a
traspasarte parte de mi chakra. La cantidad exacta que tienes que mantener para que los
enemigos no te perciban. Quiero que tengas claro cuánto chakra mantengo cuando me estoy
escondiendo. Eso te dará una idea de cuánto tienes que bajar el tuyo —le explicó a su
estudiante.
—Así que, ¿vamos a intercambiar chakra? —preguntó Naruto. La idea de hacerlo con su
sensei, le hizo sonrojar. El chakra era algo muy personal para un shinobi. Naruto no pudo
evitar pensar que el proceso tenía algo de íntimo. Iba a tener una parte de Kakashi dentro de
él. El simple hecho de pensarlo le puso nervioso y le hizo sentir algo cálido en su interior—.
¡Buena idea, Kakashi-sensei! ¡Vamos a hacerlo! —respondió un poco ansioso.
—Muy bien, tenemos que cogernos de la mano para hacerlo, Naruto —le dijo Kakashi
mientras la extendía hacia el joven shinobi. Se pudo escuchar a Naruto tragar con fuerza justo
cuando situaba su mano sobre la de Kakashi—. ¿Listo? —le preguntó su profesor con
determinación.
Naruto asintió.
—¡Aaah, joder, Kakashi! ¡Menuda idea! —gritó Naruto mientras se miraba la mano,
buscando heridas.
—Lo siento, Naruto. Es la primera vez que hago esto con alguien. Creo que me he pasado
con la cantidad de chakra. Voy a concentrarme para pasarte menos —dijo Kakashi
avergonzado por la situación.
Lo volvieron a intentar y esta vez el profesor redirigió su chakra con más lentitud y en
cantidades más pequeñas.
—Ahora… ahora es diferente —dijo Naruto—. Tu chakra lo es. Es como muy brillante y
afilado. ¡Como si tuviera púas! —exclamó Naruto.
—Deja que me concentre no vaya a ser que te vuelva a dar otra descarga —le dijo Kakashi
riéndose entre dientes. Después de unos minutos, Kakashi empezó a transferirle el chakra con
más seguridad y enseguida reunió la cantidad que quería en el cuerpo de Naruto.
—¡Ah, vale! —los ojos del chico se abrieron de par en par—. ¡Es bastante poco! ¡No me
extraña que no me salga!
—Intenta retener la sensación, Naruto. Tienes que memorizarla —le dijo con paciencia
Kakashi.
—Creo que ya lo tengo, Kakashi-sensei —le dijo Naruto después de un rato—. ¿Qué hago
ahora?
—Intenta reunirlo todo en una mano. Después, intenta liberarlo como si fuera tu propio
chakra.
Naruto hizo lo que se le había dicho. Enseguida reunió el remolino de chakra en la palma de
la mano. Se parecía un poco al Rasengan, excepto por los pequeños rayos que se deslizaban
de un lado a otro.
—Ten cuidado con eso, Naruto —le advirtió Kakashi. Entonces el chico liberó el chakra y el
orbe desapareció ante sus ojos. El joven no pudo contener un grito cuando un último
relámpago se liberó de su mano.
—Madre mía, sensei. Tu chakra es bastante impredecible, ¿sabes? —dijo mientras se soplaba
en la mano ligeramente chamuscada y hormigueante.
—Nah, lo sientes de esa forma porque no pertenece a tu cuerpo —le informó—. En realidad,
yo también he obtenido un poco de tu chakra durante el intercambio. Y para mí, el tuyo es
muy ligero y fluido. Mientras que el del Kyūbi es bastante caliente.
—Sí, es una buena forma de describirlo —respondió Naruto con una sonrisa en la cara.
Cuando miró la mano de su profesor su sonrisa desapareció en un instante.
La mano de Kakashi estaba bastante quemada por la zona interior. Como si hubiera sujetado
un trozo de carbón al rojo vivo.
—Sí, el chakra del Kyūbi es bastante potente —respondió despacio—. No pasa nada, Naruto.
Es mi culpa por permitir que el flujo de chakra circulara en ambas direcciones. Tenía
curiosidad por saber cómo se sentiría el tuyo y en el proceso parte del chakra del Nueve
Colas también pasó.
—¡Ese estúpido zorro! —gritó Naruto—. ¡Quédate aquí, sensei! ¡Voy a por el botiquín de
primeros auxilios de tu mochila! —gritó y se apresuró hacia allí.
Vaya, está preocupado, pensó Kakashi. Incluso a pesar de que la mano le dolía bastante, no
pudo evitar esbozar una sonrisa. Así que ahí estaba, sonriendo como un idiota con la mano
chamuscada.
Cuando Naruto volvió, se agachó al lado de Kakashi, sus rodillas tocando una de las piernas
del shinobi mayor. Esto no pasó desapercibido para ninguno de los dos hombres. Naruto
cogió la mano herida y se la acercó. A Kakashi le impactó la forma gentil pero firme que
tenía Naruto de sujetarle la mano. Primero aplicó con cuidado una pomada refrescante e
hidratante. Entonces, envolvió diligentemente la mano con vendas limpias. Trabajó con
extrema precisión y atención. Kakashi no pudo evitar fijarse en la lengua que sobresalía de la
boca del joven mientras se concentraba en hacer el trabajo. Incluso aunque sentía pinchazos
intermitentes en la palma de la mano, no pudo reprimir una sensación agradable de
hormigueo en su bajo vientre. Entonces agradeció silenciosamente que los pantalones del
uniforme ninja fueran bastante holgados, aunque, por si acaso, se cruzó de piernas. Cuando
Naruto terminó, le dio las gracias al joven shinobi por su esfuerzo.
Kakashi se sintió aliviado cuando Naruto decidió irse a dormir no mucho más tarde. No había
sido capaz de moverse debido a que ahora estaba completamente duro.
Por el amor de dios, ¿por qué la presencia de Naruto me afecta tanto?, se reprendió una vez
más. Pero conocía la respuesta. El chico le gustaba. Y ya no solo como amigo o estudiante.
Las cosas se estaban complicando para el shinobi.
¡Entrenamiento en el País del Viento!
Unos cuantos días después, Naruto y Kakashi llegaron a su primer destino fijado, el País del
Viento. Se encontraban en los áridos y escarpados terrenos que marcaban los límites del vasto
desierto de roca y arena. Ambos shinobis habían estado entrenando duro y estaban
empezando a estar cansados. Cuando llegaron a un lugar abierto no demasiado lejos de un
pequeño estanque natural, decidieron establecer el campamento. A pesar de que el suelo era
duro como una piedra, seguía creciendo vegetación alrededor del lugar, lo que les ofrecía
cierto refugio del viento y de la arena que volaba por los alrededores. Todas las plantas
parecían estar bastante secas. O eran de color verde oscuro o carecían de ramas. Y algo que
todas parecían tener en común eran los pinchos.
—No hay hierba ni flores por aquí… —dijo Naruto con nostalgia.
—Vamos, Naruto, comienza a montar tu tienda. Me gustaría enseñarte algunas cosas antes de
que se ponga el sol —le dijo Kakashi al shinobi más joven. Y no te haces a la idea de cuánto
me gustaría mostrarte también unas cuantas cosas agradables y pervertidas…. Añadió en su
mente con anhelo.
—Naruto, asegúrate de clavar bien la tienda al suelo antes de levantarla, ¿vale? —le gritó
Kakashi mientras observaba el mapa que había desplegado en el suelo y anotaba algo.
—Sí, sí. ¡Creo que sé cómo se monta una tienda, sensei! —le respondió con impaciencia
Naruto—. Dame un respiro —murmuró. Enseguida el chico intentó clavar algunas piquetas
en el duro terreno. Era muy difícil atravesar el suelo y la mitad se le rompieron o terminaron
entrando torcidas. No tardó en sentirse frustrado, lo que provocó que su tienda recibiera una
fuerte patada. Joder, pensó. Voy a levantarla y después le voy a poner unas cuantas rocas
pesadas en los extremos. Con eso debería bastar.
Cuando terminó de meter las varillas por el interior de la tela y la levantó, se volvió y caminó
hacia una pared escarpada para recoger algunas rocas que había por allí. No había andado
más de cinco metros cuando escuchó a Kakashi gritar su nombre.
—¡Naruto! ¡Vuelve!
Rápidamente corrió de regreso a la zona donde se habían establecido, donde fue golpeado en
la cara por su propia tienda.
—¡Mierda, el viendo debe haberla arrancado del suelo! —dijo, con un tono frustrado en su
voz.
La tienda voló incluso más lejos, hasta desaparecer de su vista, arrastrada por una fuerte
brisa. Naruto corrió tan rápido como pudo detrás de ella, sintiéndose como un idiota.
Entonces, se escuchó un fuerte ruido de desgarro cuando la tienda se chocó contra una
enorme planta que parecía un cactus. Como era de esperar, la tienda quedó hecha jirones
cuando, enganchada entre los pinchos, se vio zarandeada para un lado y para otro agitada por
otra ráfaga de viento. Kakashi llegó justo en ese momento a su lado.
—Lo siento, Naruto, a veces el viento sopla bastante fuerte por esta zona —dijo mientras le
ponía una mano sobre el hombro a su estudiante.
—No pasa nada, sensei. Debería haberte escuchado y haber fijado la tienda al suelo primero
—contestó Naruto bastante sombrío.
—Sí, supongo que deberías haberlo hecho —se rio Kakashi mientras le daba a Naruto un
pequeño empujón con la mano.
—Adiós a mi privacidad —se quejó en voz alta. Y a mis esfuerzos por mantener un poco de
autocontrol, pensó.
Le he enseñado bien, pensó Kakashi mientras revisaba, más tarde, el trabajo que había
realizado Naruto. Las trampas son decentes y ha elegido sitios bastante efectivos para
ponerlas. Kakashi estaba satisfecho. Desde que comenzamos el viaje, ha progresado
bastante, pensó.
—¿Qué vamos a practicar hoy, Kakashi-sensei? —le preguntó Naruto, después de apoyarse
contra la fuerte espalda del shinobi. Disfrutaba de la calidez y la intimidad que le
proporcionaba el compartir aquel momento con Kakashi. Y sabía que estarían más tiempo en
aquella posición si hacía que el Jōnin hablase.
—Mientras estemos aquí, Naruto, voy a enseñarte a mejorar algunos de tus puntos débiles —
respondió el hombre con tono serio, lo que provocó que a Naruto lo recorriera un agradable
escalofrío.
»Tal como luchas en la actualidad, puedo afirmar que confías principalmente en tus
habilidades de combate cuerpo a cuerpo, en técnicas taijutsu o ninjutsu, pero eso te exige
estar en las proximidades del enemigo. Me gustaría enseñarte alguna técnica nueva que te
permita asaltar a tu objetivo a distancia. Simplemente porque acercarse al adversario no
siempre es una opción. Algunos enemigos pueden intuir tu situación cuando estás a poca
distancia de ellos. Tu amigo Shikamaru es un buen ejemplo de ello. Mantiene a los enemigos
a raya en cuanto se acercan demasiado. Tu amigo Shino, por otro lado, tiene a sus bichos que
obligan a la gente a mantener las distancias. Y Gaara tiene su arena. Cuando luchas contra
enemigos como ellos, tus técnicas de taijutsu o ninjutsu de corto alcance pueden ser una
desventaja. Yo mismo utilizo el Chidori o el Raikiri para combates cuerpo a cuerpo. Pero
cuando quiero atacar al enemigo a distancia, puedo usar a mis Perros ninja, alguna técnica de
genjutsu o mi ataque de espacio-tiempo, el Kamui, por ejemplo. Así que, me gustaría
enseñarte algún que otro ataque a larga distancia.
Naruto se mantuvo quieto mientras apoyaba la cabeza contra los hombros del Jōnin.
»Y, para terminar, también intentaremos mejorar tus técnicas de taijutsu entrenando
diariamente.
Era demasiada información como para ser procesada en tan poco tiempo.
—Así que, si te he entendido bien —dijo Naruto—, vas a enseñarme ataques ninjutsu de
largo alcance, veremos si tengo afinidad con otro elemento aparte del viento y mientras tanto
seguiremos practicando taijutsu, ¿no? —preguntó con incredulidad.
—Sí y no —respondió vagamente Kakashi—. Verás, Naruto, el Chidori y el Raikiri son dos
ninjutsu que aprendí yo solo cuando era joven. Tenía que pensar en nuevas formas de utilizar
mi afinidad con el rayo con el fin de desarrollar algunas nuevas técnicas que fueran
poderosas. Quiero que hagas lo mismo. Creo que sería beneficioso para ti que crearas un
nuevo ninjutsu del elemento viento con el que te sientas cómodo. De esa forma, crearás una
técnica completamente nueva que desconocerán los enemigos, incluso aunque tu adversario
sea un usuario del elemento viento, como tú —le explicó Kakashi.
—Aunque sería bastante útil que tuvieras afinidad con otro elemento, Naruto —le aclaró
Kakashi—. Siempre es mejor poder usar más de un tipo, teniendo en cuenta que cada
elemento es débil o fuerte sobre otro. Te vendría bien ser afín con el elemento agua, por
ejemplo. ¿Sabes por qué? —le preguntó a su estudiante.
Naruto se tomó un rato para pensar en la respuesta.
—Porque el viento es débil contra el fuego. Así que, si tengo que enfrentarme contra un
usuario del elemento fuego, estaría en clara desventaja. Excepto si además pudiera utilizar
técnicas acuáticas —indicó hábilmente Naruto.
Durante el resto de la tarde, Kakashi le enseñó a Naruto todo acerca de las cinco
Transformaciones de la Naturaleza. Le hablo sobre las ventajas, desventajas, puntos fuertes y
debilidades de cada una. Además, le demostró la teoría con unos pocos ejemplos. Después de
eso, le explicó a su estudiante cómo los cinco elementos podían fortalecerse mutuamente si se
combinaban. A Naruto todo aquello le pareció bastante interesante, pero, aun así, se sintió un
poco cansado después de un par de horas escuchando hablar a su profesor acerca del tema.
Kakashi-sensei tiene una voz muy agradable… y sabe muchas cosas sobre los ninjas… es un
genio. Ése fue uno de los últimos pensamientos que cruzaron por la mente de Naruto antes de
empezar a dar cabezadas.
—Creo que es hora de irse a la cama —le dijo Kakashi cuando vio que a su estudiante se le
cerraban los ojos.
Kakashi le revolvió el pelo rubio con la mano para despertarle un poco antes de que ambos se
dirigieran hacia la tienda del mayor.
Compartir la tienda puede ser complicado
Ahora mismo deben ser las dos o las dos y media de la madrugada, pensó Naruto mientras se
sentía completamente frustrado.
—¿Por qué no puedo dormir? —suspiró. Kakashi estaba profundamente dormido justo a su
lado. Su profesor tenía una espaciosa tienda para dos personas, por lo que no era como si
estuviera confinado allí; no obstante, Naruto se sentía más cerca de su profesor que nunca.
Al principio, Naruto se había alegrado por dormir en la misma tienda que Kakashi. Y sabía
bastante bien el motivo. No podía seguir negándose los sentimientos que tenía por su
profesor. Especialmente ahora le quedaban dolorosamente claros. La presencia de Kakashi,
su olor, su cuerpo cálido a tan solo unos centímetros del suyo… El joven shinobi suspiró de
nuevo. Sabía lo que tenía que hacer si quería conciliar el sueño… Su miembro estaba duro
como una roca y había estado así durante un buen rato, pero ¿cómo iba a satisfacerse con su
profesor tan cerca? Kakashi tiene un oído impecable… contempló Naruto. No hay forma de
hacerlo… no… no puedo arriesgarme. ¿O sí?
—Si quieres dormir algo esta noche, me temo que sólo te queda una opción —dijo burlona la
voz de Kurama en su mente.
—¡Joder! —maldijo Naruto en voz baja—. ¡Vale! ¡Pero aquí no! —le dijo al zorro.
La respiración de Kakashi sigue siendo lenta y regular, pensó para sí mismo. Perfecto.
Entonces, se deslizó sigilosamente fuera de la tienda. Una vez fuera, exhaló un profundo
suspiro. Inconscientemente había estado aguantando la respiración. Por fin. Ahora vamos a
encargarnos del tema que nos ocupa… Naruto se alejó de la base del campamento un poco,
con algo de dificultad, hasta que encontró unos discretos arbustos. Una vez allí, miró hacia
abajo y se dio cuenta de que su palpitante miembro le había manchado los pantalones del
pijama y los boxers con líquido preseminal.
—¿No puedes darme un respiro, por una vez, maldito zorro? —respondió Naruto obviamente
enfadado.
—Vale, vale. Tu pervertida cabecita es toda tuya de nuevo. Diviértete, cachorro —respondió
Kurama y Naruto sintió como su presencia se desvanecía de nuevo.
Por fin, pensó Naruto mientras bajaba las manos para meterlas en sus boxers. En cuanto
agarró su longitud dura y caliente comenzó a bombear frenéticamente. No se estaba
masturbando por diversión, aquello era pura lujuria y necesidad, ya que su cabeza estaba
llena del olor de Kakashi, de su calidez, de su profunda voz… su cuerpo tumbado tan cerca
del suyo hacía tan solo unos segundos… La respiración de Naruto se aceleró.
Entonces se sintió como un pequeño pervertido, allí de pie, machacándosela entre los
matorrales, pensando en su profesor. Pero no le importó, en cierta forma incluso le pareció
estimulante. Su excitación nunca había sido tan apremiante, tan salvaje. Aceleró el ritmo
cuando sintió que el orgasmo se acercaba. Sus ojos se cerraron con fuerza y unos gemidos,
apenas perceptibles, comenzaron a escapar de su boca. Se mordió el puño para evitar gritar
cuando sintió la gran explosión de semen salir de su pene. Cayó de rodillas, jadeando con
pesadez. Necesitó un rato para recuperarse.
—Joder… —susurró de nuevo mientras iba recobrando lentamente sus sentidos—. Eso ha
sido… —Naruto respiró profundamente—, impresionante… —bajó la mirada y se vio la
mano cubierta por su propio semen. Suspiró, subiéndose los boxers y colocándose los
pantalones; después, se dirigió hacia el pequeño lago. Que era la única fuente de agua
disponible por la zona—. Mmm, qué putada. No debería lavarme las manos en el sitio que
utilizamos como suministro, ¿no? —murmuró. Cogió con la mano izquierda un poco de agua
y se la echó por encima de la mano derecha. También intentó quitarse las manchas que tenía
en el pantalón del pijama. Soltó un gran bostezo cuando terminó de limpiarse.
—Parece que ha llegado la hora de dormir —le informó Kurama igualmente somnoliento.
Naruto no tenía ni idea de que su profesor no estaba tan dormido como parecía. ¿Por qué
habrá salido?, pensó Kakashi adormilado. Supongo que habrá ido a… ¿Qué es ese olor?,
reflexionó. De pronto su ojo se abrió de par en par, cuando comprendió lo que había pasado.
¡Huele a… a sexo! ¿Se habrá estado masturbando?, se preguntó mientras sentía cómo sus
boxers se volvían de pronto más apretados. Mierda, no deberías pensar en esas cosas,
Kakashi. ¡No lo pienses!, pero ya era demasiado tarde. Kakashi se pasaría lo que quedaba de
noche, en vela.
Cuarenta minutos más tarde, el hombre seguía observando la parte más alta de la tienda de
campaña. Sus boxers incómodamente tensos, sus manos, tentadas a bajar para resolver el
problema. Suspiró mientras escuchaba la respiración de Naruto. Parece que está
profundamente dormido, pensó. Todo el mundo sabe que Naruto duerme como un tronco…
¡Déjalo, Kakashi, enfermo pervertido!, se reprendió mentalmente. Es tu estudiante, por el
amor de dios. ¿En serio quieres meneártela en presencia de un estudiante? ¡¿al final has
acabado perdiendo el norte?!, a Kakashi lo desgarraba su lucha interna, mientras el tiempo
transcurría lentamente.
—Mmm, Ka… Kashi… Kakashi —Naruto arrastró suavemente las palabras mientras dormía.
—Kakashi, cerca… más cerca… Ka… shi… —murmuró Naruto en su sueño. Los ojos del
hombre no se podían separar del chico que yacía a su lado. No pudo evitar darse cuenta de
que Naruto tenía un distintivo bulto marcándosele en el pantalón del pijama. Los ojos de
Kakashi se abrieron de par en par. Sentía que estaba rompiendo mil reglas, como si estuviera
presenciando un espectáculo privado que no debería ver. Tragó de forma audible, mientras
pensaba qué debería hacer. Su mano estaba estirada muy cerca del muslo del muchacho.
¿Cómo demonios ha llegado mi mano ahí?, se preguntó vagamente. Ahora, su mano
descansaba sobre el muslo de Naruto.
—Es tan… tan suave y cálido… —musitó Kakashi. Movió su mano lentamente hacia arriba y
hacia abajo del muslo del chico, con cuidado de no despertarle. Su miembro, dolorosamente
duro estaba rogando atención. Con cuidado se lo sacó de los calzoncillos, sin hacer ni un
ruido. Cuando sus dedos se cerraron alrededor de su erección, no pudo evitar soltar un siseo
entre los dientes apretados. Tenía que reprimir el impulso de comenzar a bombear
desesperadamente. Eso, con toda probabilidad, despertaría a Naruto.
Su mano seguía acariciando el muslo de Naruto y, entonces, el chico comenzó a gemir en voz
baja. De pronto, el chico que estaba acostado de lado, se giró para acabar tumbado sobre la
espalda, provocando que la mano de Kakashi fuera a parar del muslo a su entrepierna.
—Guau, joder, ha sido bastante rápido... —jadeó en busca de aire mientras soltaba la polla
del shinobi más joven y se tumbaba de nuevo sobre su estera para dormir. Exhausto por la
constante tensión y por su enfervorizado orgasmo, consiguió meterse de vuelta en su saco
para caer en un profundo sueño.
Por primera vez en todo aquel tiempo que llevaban viajando juntos, Naruto se despertó el
primero. El sol ya estaba alto en el cielo y sus rayos entraban a través de la tela de la tienda.
El chico parpadeó varias veces, somnoliento. No sabía dónde estaba hasta que se estiró y
accidentalmente tocó el pelo de Kakashi. De inmediato retiró la mano.
La ropa de Kakashi estaba doblada con cuidado al otro extremo de su saco de dormir junto a
su mochila. Naruto, por otro lado, recordó haberla arrojado por algún lugar ayer por la noche,
antes de irse a dormir. Echando un vistazo alrededor de la tienda, pronto consiguió juntar
unos cuantos boxers limpios, sus pantalones, su cinturón y su protector frontal. Cuando
encontró su camiseta se dio cuenta de que parecía haberse quedado pillada por debajo del
brazo de Kakashi.
—Joder —maldijo Naruto. Con lentitud tiró de la camiseta con la esperanza de conseguir
liberarla. No lo consiguió. Sus acciones sólo provocaron un gruñido del shinobi mayor.
—Sé lo que quieres hacer, cachorro. Te lo advierto… no lo hagas —Kurama interrumpió sus
pensamientos.
El chico frunció el ceño y llevó con lentitud la mano hasta la muñeca de Kakashi para
después levantar el brazo del jōnin con mucho cuidado. Antes incluso de que pudiera
parpadear, Naruto sintió un dolor agudo disparándosele a través de las costillas, del brazo y la
espalda. Vagamente sintió un objeto punzante que se le clavaba en la piel de la garganta
mientras soltaba un agudo grito ante el repentino peligro. Kakashi había inmovilizado a
Naruto contra el suelo mientras le retorcía el brazo con fuerza contra la espalda con una de
sus manos, mientras que con la otra presionaba un kunai contra su cuello. Su Sharingan
estaba expuesto y giraba formando violentos círculos. Kakashi soltó al chico inmediatamente,
tan pronto como sus sentidos se pusieron al día con sus acciones. Se tambaleó hacia atrás
lejos de Naruto mientras jadeaba con fuerza. Naruto inmediatamente se agarró la garganta
con una mano mientras el otro brazo permanecía inmóvil sobre su espalda. Estaba gimiendo
de dolor.
—¡Naruto! —exclamó Kakashi sobresaltado—. Naruto, ¡lo siento! Deja que te eche un
vistazo, por favor —Kakashi se acercó al joven shinobi y lo ayudó a levantarse—. Mantén la
presión en la garganta —le dijo el hombre mientras recogía su protector frontal. Con un
rápido movimiento usó la bandana para cubrir el corte sangrante. Lo analizó y vio que no era
lo suficientemente profundo como para que su vida corriera algún tipo de riesgo. Naruto
maldijo y se agarró del hombro mientras intentaba mover el brazo que tenía a la espalda.
Kakashi lo ayudó con cuidado hasta que el brazo del chico volvió a su posición normal—.
Creo que te lo he dislocado… —murmuró Kakashi.
—¿Sí?, ¡no me jodas, Kakashi! ¡Casi me lo arrancas, bastardo! —Naruto estaba comenzando
a enfadarse ahora que ya se había recuperado del susto.
—Bueno, ¿y por qué demonios me estabas agarrando del brazo? ¿eh, mocoso? Creía que me
conocías mejor, ¡después de todo eres mi compañero! —respondió Kakashi, también
cabreado. Su furia se amainó rápidamente cuando vio a Naruto agarrarse el dolorido hombro
mientras apretaba los dientes. Kakashi suspiró—. Lo siento, Naruto. Nunca fue mi intención
hacerte daño. Cuando duermo a menudo revivo batallas o malos recuerdos… —dijo con
calma, Kakashi.
—Lo sé, Kakashi-sensei. Yo también lo siento. No debería haberte agarrado mientras estabas
durmiendo. Sé que tienes algunos… recuerdos… no muy buenos de cuando formabas parte
del ANBU —Naruto se sonrojó—. Es que, estabas durmiendo con el brazo encima de mi
camiseta… —le explicó.
—Vamos —dijo Kakashi, suspirando cansado—, voy a echar un vistazo a tus heridas y a
buscar algo para el dolor, ¿de acuerdo?
—No cuentes con mis poderes de curación, mocoso. Elegiste ignorar mi advertencia, así que
ahora hazte cargo de las consecuencias.
∞∞∞
Naruto estaba sentado en una gran roca mientras Kakashi le estiraba con cuidado el dolorido
brazo en diferentes direcciones, provocando gruñidos de dolor en el joven shinobi.
—Vas a tener el brazo rígido durante unos días, y creo que sería conveniente ponerlo en
cabestrillo al menos hasta que el dolor desaparezca —Kakashi continuó palpando las costillas
de Naruto, revisando si tenía alguna rota. Cuando vio que sólo tenía magulladuras, le frotó un
ungüento analgésico por el hombro y el torso.
Incluso aunque Naruto estaba dolorido, no le fueron indiferentes los insistentes dedos del
Jōnin que se movían a través de su cuerpo.
—A ver si encuentro algo que presione sobre la herida del cuello, ¿vale? —le dijo Kakashi, el
alivio reflejándose en su voz porque no había encontrado ninguna herida seria.
—¿Por qué? ¿No sirve lo que usaste en la tienda? —respondió sorprendido, Naruto.
—Ah, bueno, cogí lo primero que encontré... Te puse... te puse mi protector frontal.
—Ah —respondió Naruto—. Así que, por eso es por lo que mantienes todo el rato el ojo
cerrado, ¿eh?
—Sí, el Sharingan es un auténtico drenador de chakra... no puedo tenerlo todo el rato activo...
Aparte de la cicatriz y todo eso. Es más cómodo mantenerlo cubierto, como imaginarás —
Kakashi se sintió molesto al darse cuenta de que estaba sonrojándose, aunque no sabía por
qué—. Estoy seguro de que tenemos algunas vendas en el botiquín —murmuró mientras
rebuscaba en el kit de primeros auxilios—. Aquí están.
Kakashi retiró lentamente su protector frontal del cuello de Naruto, con algo de miedo por lo
que se encontraría debajo. Su kunai había dejado un longitudinal corte a lo largo del cuello
del chico. Era una herida reciente y profunda, pero nada que no se pudiera curar con algo de
tiempo. Naruto hizo una mueca cuando terminó de quitarle la bandana. La herida casi había
dejado de sangrar. Kakashi echó un poco de desinfectante en un paño estéril y la limpió.
Naruto siseó cuando el producto tocó el corte. Cuando estuvo convencido de que la herida
estaba limpia, Kakashi la cubrió con vendas. No pudo evitar oler el pelo de Naruto al hacer
un nudo entre los extremos del vendaje.
Después de eso se alegró de poder sentarse con las piernas cruzadas frente a Naruto mientras
el rubio le cambiaba el vendaje de la mano quemada. Cuando hubo terminado lo que estaba
haciendo sobre la mano de su profesor, Naruto insistió en lavarle la bandana para quitarle la
sangre.
Un poco más tarde, los shinobis estaba sentados espalda contra espalda, mientras
desayunaban, alrededor de las doce del mediodía…
—Como puedes ver, Naruto, a menudo es increíblemente valioso tener en tu equipo algún
ninja-médico, sobre todo en una misión larga —le dijo Kakashi bromeando.
—¿No me digas? —respondió Naruto riéndose entre dientes, lo que hizo que el Jōnin
sonriera.
Rasengan y ramen
Más adelante ese día, Kakashi hizo que Naruto continuara con su entrenamiento de control de
chakra. El shinobi más joven estaba aprendiendo rápido. Por otro lado, a Kakashi le estaba
costando bastante concentrarse, no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido la noche
anterior. Intentando centrarse, se levantó la banda protectora para utilizar el Sharingan y
estudiar el flujo de chakra de Naruto.
—Ha mejorado mucho bajando su chakra… —musitó Kakashi para sí mismo—. Y también
es mucho más estable ahora. Parece que le ha pillado el truco bastante rápido…
Naruto sintió que estaba siendo observado y se giró para mirar los ojos desiguales de su
profesor. Siempre había pensado que Kakashi tenía una expresión interesante en los ojos. Su
ojo negro revelaba pereza, amabilidad, inteligencia, mientras que el ojo del Sharingan
transmitía un apabullante nivel de conocimiento, de control e incluso cierto instinto asesino.
—Estás haciéndolo muy bien, Naruto —dijo Kakashi interrumpiendo los pensamientos del
genin—. Sigue así y pondremos a prueba tus habilidades en un par de días.
—De acuerdo, Kakashi-sensei —respondió Naruto con un cierto tono de orgullo en la voz.
—Por ahora, sabiendo que sólo tienes heridas superficiales… —dijo Kakashi incómodo
mientras se rascaba la nuca—, nos centraremos en que aprendas alguna de las cosas de las
que hablamos ayer. ¿Recuerdas lo que dije? —preguntó el profesor a su alumno.
Naruto frunció el ceño mientras intentaba recordar la conversación del día anterior.
—Tú… querías que… —Naruto arrugó todavía más la frente—, …quieres enseñarme una
nueva técnica que pueda usar a larga distancia… y que entrenemos taijutsu… y también ver
si tengo predisposición para otro elemento de la naturaleza aparte del viento —le explicó
Naruto dubitativo.
—Correcto —suspiró aliviado Kakashi—. Muy bien, dos de esas cosas están relacionadas
entre sí. Vamos a añadir tu elemento viento en las nuevas técnicas —o eso sería lo ideal,
añadió en su cabeza el profesor.
—Verás, Naruto, actualmente utilizas técnicas de ninjutsu, pero ninguna de ellas tiene
infundida tu elemento de la naturaleza. En otras palabras, son técnicas básicas, ninguna es
una técnica avanzada. Tu Rasengan, por ejemplo, está hecha con chakra puro. Ejerces cierta
manipulación en su forma, pero al final no deja de ser chakra que se convierte en una esfera
giratoria en tu mano, ¿verdad? —preguntó Kakashi. Naruto asintió, mostrándose de acuerdo
—. Las técnicas avanzadas de ninjutsu requieren no sólo manipular la forma del chakra, sino
además alterar su naturaleza al mismo tiempo. Te lo demostraré para que lo entiendas —le
dijo Kakashi con calma. Se puso de pie y continuó con la explicación—: Primero, reúno algo
de chakra en la palma de la mano —dijo agarrándose la muñeca de la mano herida. Una luz
ligeramente púrpura se arremolinó en la mano del hombre mientras Naruto observaba a su
profesor con gran interés—. Ahora, voy a manipular su forma —le dijo mientras la luz de su
mano se convertía en un pequeño orbe giratorio muy parecido al Rasengan de Naruto—. A
continuación, voy a infundir al chakra algo de electricidad de mi naturaleza de rayo,
provocando un incremento en su poder destructivo.
—Es como un Rasengan eléctrico… —le interrumpió Naruto mientras miraba con los ojos de
par en par el orbe giratorio eléctrico.
—Correcto —dijo Kakashi—. Sin embargo, Naruto, hay un tercer paso. Ahora, podemos
aplicar más fuerza para cambiar la potencia o el alcance. Por ejemplo, puedo moldear nuestro
pequeño Rasengan eléctrico para realizar el ataque con un Chidori, cambiando su forma —le
explicó el hombre mientras se lo demostraba. El orbe inmediatamente se vio modificado y se
convirtió en un puñado de rayos eléctricos, que corrían de un lado para otro de la mano de
Kakashi a su muñeca, para acabar estrellándose contra el suelo—. Viendo que controlas a la
perfección la técnica del Rasengan, entiendo que tienes maestría a la hora de moldear el
chakra, Naruto. Lo que necesito que hagas ahora es que te centres en infundir al Rasengan tu
naturaleza de viento o cualquier otra naturaleza si resulta que tienes afinidad con alguna más.
Y, finalmente, quiero que practiques hasta conseguir que ese nuevo ninjutsu consistente en el
Rasengan mezclado con dicha naturaleza, se convierta en una nueva técnica que puedas
utilizar en peleas a larga distancia. ¿Lo pillas? —añadió sonriente.
—Dominar los pasos que te he mostrado es un proceso largo y complejo, Naruto. Muy poca
gente es capaz de infundir a un Rasengan su naturaleza porque la propia técnica ya requiere
de mucha resistencia y concentración para mantener la forma y el control.
—¿¡QUÉ!? —exclamó Naruto—. ¡4.800 horas! ¡Es una locura! Eso son… —Naruto se
quedó callado mientras hacía cuentas.
—200 días —le dijo Kakashi, interrumpiendo los pensamientos del chico—. Bueno, 400 si te
gusta dormir por las noches… —añadió con una sonrisa tímida—. Sin embargo… —continuó
rápidamente cuando vio la mirada decepcionada en el rostro de Naruto—. Si puedes usar tus
clones de sombra, deberías ser capaz de dominarla más rápido —añadió Kakashi.
—¿Cuántos clones puedes hacer? —le preguntó Kakashi, con cierta curiosidad.
—Mi límite está en doscientos clones —respondió entusiasmado.
—Veamos —dijo el hombre—, eso significa que aprenderías la técnica doscientas veces más
rápido de lo normal. Así que el tiempo de aprendizaje debería reducirse a 24 horas.
Teóricamente hablando —añadió Kakashi rápidamente al ver la sonrisa emocionada del chico
—. Pero, en realidad, Naruto, no hay necesidad de apresurarnos. Usaremos tus clones de
sombra, pero tenemos más cosas que hacer aparte de trabajar en técnicas de ninjutsu
avanzadas —dijo el shinobi mayor, sin admitir réplicas.
—Claro, claro —asintió Naruto a toda prisa, antes de gritar—: ¡Técnica de Multiplicación de
Cuerpos!
—No, Naruto, ¿y qué pasa con tu brazo? —Kakashi intentó hacerse oír por encima de lo que
parecían alrededor de 100 voces a la vez gritando: ¡Rasengan!
Después de unas tres horas llenas de maldiciones, sudor y jadeos, Naruto se unió a su
profesor.
—¿No deberías estar practicando, como, por ahí? —respondió Kakashi mientras levantaba la
mirada.
—Coge jabón y el bol azul, el que NO usamos para comer… —Kakashi hizo hincapié en la
palabra—. Y ve a lavarte. Yo mientras voy a ir haciendo la cena.
∞∞∞
—¡¡Ramen!! —gritó mientras corría hacia el olor celestial—. ¡Has hecho ramen, Kakashi-
sensei! —dijo como si no pudiera creer su suerte.
—Sip —respondió el hombre con una sonrisa.
—¡Eres el mejor! —exclamó el frenético rubio mientras metía la cuchara en el plato. Después
de unos segundos, la sonrisa del shinobi desapareció.
—Se han confundido… —respondió con amargura—. Han olvidado el pollo o la ternera y
parece que han echado extra de verduras.
Kakashi no pudo evitar mirar el adorable puchero en la cara de Naruto mientras sentía que le
había salido bien la jugada.
—Venga, vamos, Naruto, no está tan mal. Míralo como una especie de trato. Tú consigues
ramen y yo verdura —le dijo el hombre mientras le sonreía.
Naruto musitó algo inaudible mientras se giraba, dándole la espalda. Kakashi lo pilló y se
volvió también para apoyarse contra el chico y poder retirarse la máscara.
—Kakashi-sensei, ¿no te preocupa que sólo se te ponga morena una parte de la cara si sigues
llevando la máscara? —le preguntó el chico, astuto como un zorro, con el objetivo de
vengarse. No pudo evitar sonreír cuando escuchó a Kakashi atragantarse con la comida.
—Felicidades Naruto, te ha tocado lavar los platos hoy —respondió ácidamente tan pronto
como consiguió controlar la tos.
No obstante, el rubio siguió riéndose. A sus espaldas, Kakashi también sonreía. Le encantaba
ver a Naruto feliz.
∞∞∞
Más tarde esa noche, ambos shinobis jugaron a las cartas alumbrados por el fuego antes de
irse a dormir. Naruto se quedó dormido rápidamente puesto que estaba bastante cansado del
entrenamiento. Kakashi, por otro lado, no podía dejar de pensar en los acontecimientos de la
noche anterior. Seguía dándole vueltas al asunto, sin estar seguro de si se arrepentía de lo que
había hecho o no.
Sí, Naruto era su estudiante y su amigo. Y sí, Naruto era menor y no se parecía en nada al
propio Kakashi. Pero eso era precisamente lo que le gustaba del joven. Su alegría, su actitud
positiva, su brutal honestidad y su fuerza de voluntad. Por no mencionar que el chico es
increíblemente mono, pensó. Y anoche parecía que estaba soñando conmigo… Aunque, eso
podría no significar nada… pasamos mucho tiempo juntos. Y, además, ¿por qué iba a estar
interesado en mí? Soy trece años mayor y estoy bastante seguro de que le gusta Sakura. ¡No
tiene ningún sentido!, el cerebro de Kakashi iba a mil por hora, mientras trataba de analizar
todo tipo de corazonadas y dudas.
—Uf, tengo que dejarlo —concluyó mientras cogía su novela de Tácticas Icha Icha para
distraerse. Encendió una pequeña linterna y comenzó a leer mientras escuchaba la tranquila
respiración de Naruto. Después de media hora le entró sueño y dejó el libro a un lado.
Cuando estaba a punto de quedarse dormido, escuchó su nombre en un suave susurro.
Kakashi contuvo la respiración cuando el rubio comenzó a revolverse, moviendo las caderas
y gimiendo suavemente.
—Tal vez está soñando que estamos luchando uno contra el otro —intentó engañarse a sí
mismo—. A menos que… si tiene de nuevo una erección…
Nunca antes había sentido tanta curiosidad. El saco de dormir de Naruto estaba cerrado sólo
un tercio de su longitud. Kakashi agarró con cuidado la cremallera y la bajó muy lentamente.
La anticipación fue estresante. Con calma fue levantando la pesada tela que cubría el cuerpo
del joven ninja, evadiendo hábilmente las extremidades en movimiento. Ver a Naruto, sólo
con los boxers, con una creciente erección y un visible punto húmedo en la ropa interior casi
puso al límite a Kakashi. No podía apartar los ojos de aquella escena, por lo que lentamente
abrió su ojo del Sharingan, permitiéndose grabar aquel momento en su cerebro para siempre.
Sintió una intensa sensación golpeándole en el corazón cuando comprendió que el chico
estaba teniendo sueños eróticos con él.
Situaciones incómodas
—Tengo que saberlo… —se dijo a sí mismo—, antes de volverme completamente loco por la
incertidumbre.
Tocó vacilante la parte superior del brazo de Naruto, intentando despertarle con suavidad.
Naruto se giró quedando tumbado bocarriba y dejó escapar un fuerte ronquido. Kakashi
suspiró y lo intentó de nuevo.
—He dicho que tengo que hablar contigo, así que, por favor, levántate.
Naruto adormilado, abrió con pereza los ojos mientras se estiraba. Tan pronto como fue
consciente de la presencia de Kakashi, se incorporó a toda prisa en un intento no-muy-sutil de
esconder su erección matutina.
—Eeh, Kakashi-sensei… —Naruto se había puesto rojo como un tomate—. ¿Qué… eh… qué
pasa? —preguntó mientras se encogía internamente por su pobre elección de palabras.
Kakashi se había perdido ante aquella visión. Nunca antes había experimentado semejante
dificultad para expresarse.
—Eh… Naruto, ¿puedo hacerte una pregunta personal? —le dijo, de forma educada.
—Verás, Naruto, como líder del equipo 7, no he podido evitar darme cuenta de que, eh... de
que al parecer estás, o estabas, colado por Sakura, ¿no es así? —Naruto se puso todavía más
rojo—. Ya lo sé. No es de mi incumbencia —dijo el hombre sintiéndose increíblemente fuera
de lugar—, pero, eh, ¿cómo te va con ella? —preguntó Kakashi mientras odiaba lo idiota que
parecía.
—Ah, vale. Qué va. No hay nada entre nosotros. Sakura y yo somos buenos amigos y me
preocupo por ella, pero eso es todo —respondió el chico, un poco confuso.
—Vale, vale. ¿Y qué pasa con la chica Hyūga del Equipo 8? Kurenai-sensei me dijo que
llevaba bastante tiempo pillada por ti —añadió rápidamente Kakashi.
—¿Hinata? —preguntó Naruto—. Eh, bueno, es una buena amiga, pero nada más. Kakashi-
sensei, ¿por qué me estás preguntando todo esto a estas horas de la mañana? —soltó Naruto.
—Eh, bueno… por ninguna razón en especial, Naruto. Ya sabes, la curiosidad de un viejo —
Kakashi sonrió a su alumno de forma inocente mientras le revolvía el pelo rubio.
Es tan suave y brillante, pensó Kakashi sintiéndose miserable mientras salía fuera de la
tienda unos segundos después.
Durante el día, Kakashi se entregó a una rigurosa sesión de entrenamiento en la cual practicó
sus técnicas ninjutsu y taijutsu casi sin parar con el fin de asegurarse de caer rendido en la
cama cuando se acostara aquella noche. Naruto también estuvo ocupado intentando infundir
al Rasengan su naturaleza de viento. Cuando anocheció, Kakashi se fue pronto a dormir y
Naruto decidió quedarse frente al fuego un poco más, afilando sus armas.
Cuando el chico entró en la tienda alrededor de una hora más tarde, se dio cuenta de que
dentro había un peculiar aroma.
—Así, mi joven amigo, es como huele la excitación masculina —respondió Kurama como si
estuviera dando las noticias.
—Estoy diciendo, cachorro, que tu compañero shinobi está excitado. O lo ha estado hace
poco —replicó el Nueve Colas mientras sonreía maliciosamente.
—Sip. Más serio que un Hokage con un ataque al corazón —respondió Kurama alegremente.
—Venga, vamos, cachorro, vivo DENTRO de ti —Kurama acentuó las palabras con intención
—. Sé lo que pasa en esa cabecita tuya, así que sé que al menos sientes tanta curiosidad
como yo.
—¿Y qué? Aun así, no tengo ganas de morir. Ya sabes lo que sucedió la última vez que lo
toqué. ¡Y eso que sólo fue el brazo!
—Gatito miedica. Sabes de sobra que está profundamente dormido —resopló el zorro,
decepcionado.
—¡Cállate y vete a dormir antes de que vaya para allá y te golpee en tu vieja narizota! —le
amenazó Naruto sintiéndose irritado por el demonio zorro.
—Mmm, me gustaría ver cómo lo intentas, mocoso. Un simple estornudo y estarías noqueado
durante una semana —murmuró Kurama mientras se daba la vuelta en su jaula.
Quince minutos después, el Nueve Colas estaba roncando relajadamente mientras Naruto
seguía dando vueltas en el saco.
—Joder, joder, joder, ¿por qué Kakashi tiene que tumbarse tan cerca? —maldijo para sí
mismo. Naruto quería tocar a su profesor. Dejó que su mano se deslizara un poco más cerca
minuto tras minuto—. ¡Maldición! ¿Por qué tengo esta necesidad tan fuerte de tocarle,
incluso de besarle? ¡Es mi profesor! ¡Mi profesor, trece años mayor que yo y que, además, es
uno de mis mejores amigos!
Después de unos minutos sin que nada sucediera, se atrevió a abrir los ojos. Lo había
conseguido. Su brazo envolvía la cintura de Kakashi-sensei y su mano descansaba no muy
lejos de la entrepierna de su profesor. Sus ojos azules se abrieron de par en par cuando sintió
la erección de Kakashi temblar contra sus dedos. Una sensación cálida se extendió por el
cuerpo de Naruto cuando se dio cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Se dio cuenta de
que sus boxers le apretaban muchísimo justo en el preciso momento en el que movía la mano
y sentía a su profesor, provocando un profundo gemido del shinobi mayor.
—Por favor, no te despiertes, por favor, no te despiertes… —repitió una y otra vez Naruto,
muerto de miedo por lo que su profesor le podía hacer si se despertaba justo ahora. No
sucedió nada. La mano de Naruto seguía descansando sobre el palpitante miembro de
Kakashi, y el hombre todavía parecía dormido. El chico se acercó más hacia su profesor para
ponerse un poco más cómodo. Quería dejar su mano ahí para siempre—. Sólo un rato más —
se dijo cerrando los ojos, hasta que finalmente se quedó dormido.
—Ka… Kakashi-sensei… lo… ¡lo siento mucho! No sabía… ¡estaba dormido! Por favor, no
te cabrees. ¡Lo siento! —comenzó Naruto a disculparse mientras una vez más, intentaba con
todas sus fuerzas ocultar su propia excitación.
—Naruto… —Kakashi interrumpió los balbuceos del joven shinobi con un ligero temblor en
su voz—. No estoy enfadado. No pasa nada. No tengas miedo —dijo el hombre, con
suavidad—. No hay necesidad de disculparse. Estabas dormido.
Al ver que el joven no respondía, Kakashi le miró a los ojos. Al seguir la vista del joven, se
dio cuenta de que Naruto estaba observando la polla dura de su profesor. Kakashi suspiró,
haciendo que Naruto levantara la cabeza repentinamente mientras comenzaba a sonrojarse de
nuevo.
—No pasa nada, Naruto. Es… normal… que los hombres tengan erecciones… matutinas… o
en otros momentos poco convenientes… —añadió con torpeza—. También es normal que
sientas curiosidad…
—Cachorro, esto ya no puede volverse más embarazoso o raro, ¿no crees? —intervino
Kurama.
—La verdad es que no estoy de humor para tus comentarios sarcásticos —respondió cortante
Naruto.
—Tranquilo, cachorro. He estado pensando acerca de todo esto. Viendo que la situación se
puede volver aún más incómoda… ¿Por qué no le dices la verdad? Podrías llevarte una
sorpresa… después de todo, ¿no fue él quien te dijo que era gay? ¿Y no ha sido él quien ha
estado preguntándote por todas las chicas que conoces del pueblo?
Lo que dice Kurama tiene sentido, pensó Naruto. Nuestra amistad se ha vuelto algo extraña,
de todos modos, así que, ¿por qué no hacer todo lo posible por…?
—Naruto, ¡por favor, di algo! —pidió Kakashi, temiendo que el chico se hubira quedado
traumatizado por lo que había sucedido.
—Kakashi-sensei —comenzó el rubio—. Tengo algo que decirte… algo que es bastante
personal.
—Sí, claro, Naruto —el ojo de Kakashi se ensanchó—. Está… está bien —dijo con calma.
—Cuando te miro, o cuando estás muy cerca de mí… me… me excito —dijo Naruto
murmurando la última parte.
—Nunca me he alegrado tanto por tener un oído tan agudo —musitó Kakashi.
—Lo siento, Kakashi-sensei. No sé por qué me siento así, no sé por qué me atraes tanto. Yo
no… no creo que sea gay. La verdad es que no lo había pensado hasta ahora. Si te soy
sincero, nunca me había sentido así tampoco —Naruto resopló mientras sus vergonzosas
emociones y sentimientos se veían expuestos.
—Naruto —dijo Kakashi con un tono de voz serio. El chico levantó la mirada—. Está bien.
Te entiendo completamente. Eh… por parte última, yo… también he estado experimentando
sentimientos parecidos hacia ti… —declaró el hombre igualmente avergonzado.
Naruto se sonrojó y de nuevo bajó la mirada, pero esta vez con una pequeña sonrisa en el
rostro. Kakashi se movió acercándose a Naruto. Estiró la mano y con cuidado levantó la
barbilla del chico para poder mirar la preciosa cara del joven. Aquellos grandes ojos azules
estaban húmedos, pero no por tristeza o por vergüenza. Lo que Kakashi vio ahí fueron las
emociones más puras. Le dedicó al muchacho una débil sonrisa y le pidió permiso de forma
implícita, mirando fijamente con su ojo gris los azules de Naruto. Sintió cómo el chico
asentía ligeramente en forma de respuesta a su pregunta no formulada. Y por una vez,
Kakashi apagó completamente su cerebro, se bajó la máscara y simplemente besó los suaves
labios del joven shinobi. Su corazón dio un salto de júbilo cuando sintió que el rubio le
devolvía el beso con fuerza. Para ambos, las dudas y la incertidumbre se disolvieron en
lujuria y deseo.
Kakashi hizo con cuidado que Naruto volviera a acostarse sobre su esterilla. Y se inclinó para
conquistar la boca del adolescente más profundamente. Su pelo plateado caía sobre la frente
de Naruto. El rubio cerró los ojos y permitió que la lengua de su profesor lo explorara a
fondo. Agarró ansiosamente los hombros de Kakashi para acercarlo más a él. Quería sentir el
peso del jōnin presionando contra su propio cuerpo. Una mano de Naruto se movió hacia
arriba, del hombro del profesor a su cuello, donde lo agarró con firmeza, sin querer que el
hombre se retirase.
Kakashi estaba perdido en el beso mientras una de sus manos comenzaba a deslizarse hacia
abajo por el cuerpo de Naruto. Quería sentir aquel maravilloso torso moreno que había
observado durante tantas veces con anterioridad. Dejó que sus manos se deslizaran por las
abdominales del chico y después las situó justo por encima de la cinturilla de sus boxers
naranjas. Naruto comenzó a gemir y a mover las caderas, entonces, Kakashi rompió el beso.
—Veo que sigues siendo tan impaciente como siempre —Kakashi se rio entre dientes en la
oreja de Naruto, provocando que al rubio se le pusiera la piel de gallina. El profesor continuó
situando pequeños besos en el cuello del joven shinobi, provocando que el chico se riera y se
retorciera—. Eres muy sensible, ¿eh? —concluyó.
Y, por primera vez en su vida, Naruto consiguió ver de forma clara la cara de Kakashi. Y se
sintió asombrado. Kakashi era bastante guapo por decir lo menos, con una pequeña sonrisa
torcida que encajaba bastante bien con sus desiguales ojos y su pelo ladeado.
—Impresionante… —susurró Naruto mientras se incorporaba para alcanzar los labios del
jōnin de nuevo. Kakashi correspondió al entusiasmo del joven, dejando a Naruto explorar su
boca.
—Uf, Kakashi, mis boxers me están apretando mucho —se quejó el chico mientras rompía el
beso.
—Mmm, veamos —dijo Kakashi asintiendo mientras deslizaba la mano por debajo de la
cinturilla y agarraba el caliente y palpitante miembro de Naruto.
Naruto siseó y embistió con sus caderas hacia arriba tratando de conseguir más fricción con
la mano de Kakashi. Su profesor le chupó de forma seductora el lóbulo de la oreja.
—Quédate quieto, Naruto —le susurró—, no hagas que tenga que sujetarte…
Los ojos de Naruto se abrieron de par en par cuando vieron la malvada sonrisa en la atractiva
cara de Kakashi. El hombre comenzó a acariciar el hinchado pene del joven. Al principio
muy lentamente. Quería ver pasión y necesidad reflejados en los ojos del rubio. Cuando
aceleró el ritmo, Naruto empezó a perderlo. Envolvió con sus piernas a Kakashi y atrajo al
jōnin de pelo plateado para sumergirlo en un profundo y desesperado beso. Kakashi sintió el
puño del chico apretándose alrededor de su cabello tirando de él para acercarle más todavía
mientras se sujetaba con la otra en su fuerte espalda. Muy pronto, el joven rompió el beso y
comenzó a respirar más rápido. Sus jadeos se volvieron más graves y salvajes.
—Ka… kashi…
La forma en la que Naruto dijo su nombre… casi rogando, como cuando había hablado desde
su subconsciente durante sus sueños… Kakashi nunca se había sentido más apasionado por
nadie en toda su vida.
—Naruto… —susurró el nombre del chico en su oreja mientras sentía cómo el joven llegaba
al clímax. Aquello fue suficiente para llevarle al límite, extrayendo un fuerte gemido del
adolescente. Kakashi sintió las uñas de Naruto clavándose en su espalda, uñas largas,
demasiado largas… Kakashi levantó la vista justo a tiempo de ver los ojos de Naruto cambiar
del color rojo a su precioso color azul oscuro.
—Lo siento, creo que perdí un poco el control —dijo Naruto, excusándose. Tenía un
encantador sonrojo en las mejillas. Kakashi le besó en la nariz y le dedicó una sonrisa torcida.
—Está bien —respondió mientras retiraba la mano. La boca de Naruto se abrió cuando vio a
su profesor chupar sugerentemente el semen que había en sus dedos—. ¡Sabes muy bien,
Naruto! —dijo Kakashi provocativo. Naruto comenzó a reírse alegremente, puesto que se
sentía verdaderamente feliz.
—Que me llames así me hace parecer un pervertido, ¿verdad? —dijo bromeando el hombre.
—Deja de sentirte orgulloso por ello, idiota —respondió Naruto mientras hacia que su
profesor se tumbara sobre la esterilla—. ¡Mi turno! —exclamó con energía.
—Ya era hora —murmuró Naruto mientras besaba a su profesor. El chico rompió el beso
unos minutos después y se tomó su tiempo moviendo las manos a lo largo del torso de
Kakashi. El hombre colocó los brazos detrás de la cabeza como si estuviera disfrutando de
una maravillosa vista. El atractivo rubio sentado sobre sus piernas, deslizando las manos por
su cuerpo. Explorando cada centímetro de piel.
Tiene las manos muy suaves… pensó Kakashi, y la forma en la que sale su lengua rosada de
entre sus labios cuando está concentrado… es adorable… Kakashi sonrió cuando sintió esa
boca y esa lengua ahora moviéndose sobre su torso, Naruto mordisqueándole mientras se
dirigía hacia su cuello. Las manos del joven comenzaron a bajar hacia la cinturilla del
pantalón de Kakashi y de los calzoncillos. Murmuró apreciativamente cuando las manos del
rubio se encontraron con su dura polla. Sintió el pulgar de Naruto acariciar la punta,
extendiendo el líquido preseminal del jōnin. A Naruto le encantó el profundo sonido que hizo
su profesor ante ese movimiento.
—Más rápido, Naruto —le dijo Kakashi al joven que estaba acariciándole la entrepierna.
—Un buen shinobi sabe ser paciente —soltó Naruto a su profesor, arrojándole sus propias
palabras a la cara mientras apretaba el duro pene de éste. Kakashi siseó ante la repentina
sensación.
Naruto se rio y aceleró el ritmo. Le encantaba saber que era capaz de hacer que su profesor,
Kakashi del Sharingan, el famoso ninja imitador, gimiera de puro placer. Le hizo sentir
orgulloso el provocar semejantes sonidos en el hombre. Muy pronto, escuchó la rápida
respiración de Kakashi convertirse en sofoco. Se esforzó más todavía, e intentó que el semen
de su profesor se le quedara la mano. Sentía una curiosidad genuina por conocer el sabor de
Kakashi. Se tumbó sobre el torso de su profesor, sin importarle que parte del semen quedase
atrapado entre sus estómagos. Se perdió dentro del ojo gris oscuro y se chupó con curiosidad
la mano.
—Mmm, no está mal —anunció Naruto con suficiencia—. ¡No está mal en absoluto! —
sonrió mientras se volvía a chupar la mano. Kakashi le revolvió el pelo y le dio un beso en la
boca mientras cerraba los ojos, contento. Devolvió el abrazo al chico cuando notó que los
brazos del joven shinobi lo apretaban con fuerza.
∞∞∞
Kakashi se despertó unas horas después. Su mente a mil por hora cuando sintió a Naruto
tumbado sobre él.
—No ha sido un sueño… está aquí de verdad… —Kakashi lo abrazó y apoyó su frente
contra el pelo del joven—. Huele tan bien… —dijo Kakashi—. A naturaleza y a rayos de sol
y… a felicidad… ¿cómo es posible?
Kakashi besó el pelo rubio mientras el joven shinobi se despertaba. Éste se sonrojó casi de
inmediato.
—No estoy seguro de hacia dónde va todo esto, Naruto —suspiró—. ¿Qué vamos a hacer?
—Mira, Naruto. Me gustas un montón. Más de lo que puedas imaginar. Pero, no obstante,
hay algunas cosas de las que deberíamos hablar… y otras tantas en las que debemos pensar.
¿Esto ha sido algo de una sola noche? ¿No? ¿Qué es lo que queremos de verdad?
—No, no, no es eso. Es sólo que… bueno… soy tu profesor y tengo trece años más que tú,
Naruto… creo que es algo que deberías considerar antes de decidir que… ya sabes… antes de
decidir si quieres que esto sea algo duradero —dijo Kakashi, incómodo.
—Eso es irrelevante, Naruto. Antes de responder eso, necesito saber en qué punto estás tú.
Esto puede haber sido sólo algo puntual o puede ser algo más. Pero necesito que consideres
lo que implicaría ese más.
—Ya veo. Te asusta que la diferencia de edad me incomode. O que cambie de parecer en un
futuro o algo así —aventuró inseguro Naruto.
—Sólo quiero que pienses bien las cosas. Necesito que estés seguro de tu decisión sin que mi
presencia influya sobre ti. Así que, creo que es mejor que te dé algo de tiempo para que
puedas pensar en el asunto. ¿Te parece bien? —le preguntó Kakashi un poco preocupado.
—Creo que lo entiendo —respondió Naruto serio—. Pero, ¿dónde vas a ir?
—Bueno, ya llevamos aquí cinco días. Creo que no estaría de más revisar las trampas que
pusimos en los alrededores y recorrer el terreno para asegurarnos de que sigue estando tan
aislado como en un principio. Comprobar que no nos haya seguido nadie hasta aquí o que
haya alguien buscándonos a poca distancia del campamento. No deberíamos quedarnos
mucho más en este lugar, así que creo que nos moveremos para buscar una localización
alternativa en poco tiempo.
—Vale. Me parece bien, Kakashi-sensei. Intentaré pensar en el… tema… mientras estés
fuera.
—Genial. Gracias, Naruto. Es importante para mí saber que estás seguro al cien por cien de
lo que quieres —Kakashi se sentó provocando que Naruto se deslizara hasta su regazo,
entonces, besó al rubio en la frente.
Determinación
—¿Pensar sobre esto? ¿En serio? ¡No hay nada que pensar! —gritó Naruto furioso a nadie en
particular. Caminaba de un lado a otro de la zona del campamento mientras Kakashi estaba
fuera reconociendo el terreno.
—¡Sí lo es, Kurama! Le quiero. Lo sé. Así que, ¿qué es lo que tengo que pensar? —respondió
Naruto frustrado consigo mismo y con Kakashi.
—¿Qué podrá ser? ¿Quizás el que tenga trece años más que tú? ¿O el hecho de que un ninja
de su clase no suele vivir demasiado tiempo? ¿Quizás el que sea tu profesor? ¿Piensas que la
Hokage aprobará que salga con un estudiante que encima es menor? No seas estúpido,
cachorro.
—Vale, vale, vamos a ver —dijo Naruto, más para sí mismo que para Kurama—. Sí, es mayor
que yo, y yo encima soy menor de edad, pero ya tengo dieciséis años y estoy a punto de
cumplir los diecisiete. Si se me considera un adulto a la hora de matar, entonces la gente
debería estar de acuerdo en que también soy lo suficientemente maduro como para elegir
con quién quiero estar.
—¡No! ¡No lo verán así, Kurama! ¡Es perfecto! —Naruto sonrió—. Kakashi y yo vamos a
pasarnos viajando cerca de dos años, ¿verdad? Eso es lo que dijo Kakashi. Y en dos años yo
ya seré mayor de edad. ¡Tendré dieciocho! —exclamó Naruto con una enorme sonrisa en su
cara.
—De acuerdo, sin embargo, seguirás teniendo que lidiar con la reacción de la Hokage, de
tus amigos y de otras personas de Konoha. ¿Podrás sobrellevar que la gente juzgue tu
relación?
—Esto vale la pena, Kurama. Además, si son mis amigos de verdad, intentarán entenderlo. Y
sobre la abuela Tsunade, la convenceremos, ¡estoy seguro!
—Bien, cachorro. ¿Y qué pasa contigo? ¿Podrás soportar el hecho de que este tipo te
entrene, te regañe y luche contra ti como tu profesor además de ser tu amante? ¿Podrás
separar el trabajo de vuestra relación?
—Bueno, es posible que no siempre sea sencillo… lo sé. Aun así, seguiré queriendo que
Kakashi-sensei sea objetivo conmigo cuando ejerza como mi profesor. No sabemos si
podremos llevarlo a cabo si no lo intentamos, ¿o no?
—Claro, cachorro. Si eso es lo que realmente quieres, entonces, al menos, tienes que
intentarlo.
—En cuanto a la otra cosa que dijiste… —continuó Naruto en voz baja—. Sobre su vida
como shinobi… Sí. Eso no me supondrá ningún problema. Haré lo que sea necesario, incluso
liberaré tus poderes, zorro, si no me queda alternativa. Pero me aseguraré de que
permanezca vivo. Cueste lo que cueste.
—Cuanta determinación… —dijo el zorro suavemente mientras apoyaba la cabeza sobre las
patas delanteras—. Admirable y peligrosa.
∞∞∞
Kakashi volvió al campamento justo antes del atardecer. Vio a Naruto sentado en un tronco
seco junto a un pequeño fuego con una olla suspendida encima.
—Ey, Naruto, ¿qué hay para cenar? —preguntó mientras se sentaba al lado del rubio.
—Arroz y carne enlatada, sensei —respondió el chico con seriedad. No había ni rastro de su
habitual alegría. Se sentía demasiado inseguro, demasiado nervioso acerca de lo que Kakashi
pensaría sobre sus decisiones—. ¿Te has topado con algún problema? —le preguntó al ninja
mayor por cortesía.
—Nop. Ni rastro de otros shinobis, aldeanos ni viajeros. Hemos elegido un buen lugar. Sin
embargo, creo que sería mejor que continuásemos nuestro viaje mañana. Teniendo eso en
mente me he tomado la libertad de desarmar las trampas que habíamos montado. De todas
formas, estaban vacías.
—Hasta ahora hemos estado viajando hacia el suroeste alejándonos de la Villa Oculta de la
Hoja. Desde ahora en adelante, vamos a dirigirnos hacia el norte. De nuevo bordearemos el
País de la Lluvia y entraremos al de la Tierra. El lugar tiene un montón de áreas rocosas
aisladas y solitarias que nos permitirán viajar a través de ellas sin ser detectados, siempre que
nos mantengamos a una distancia prudencial de Iwagakure, la Aldea Oculta de la Roca. Iwa y
Konoha fueron enemigos acérrimos durante la Tercera Guerra Shinobi e incluso ahora,
tenemos razones para creer que podrían estar apoyando a los Akatsuki.
—Ya veo —asintió Naruto—. Así que tendremos que ser sigilosos.
—Exacto. Por lo tanto, el control del chakra podría ser algo muy importante una vez que
hayamos cruzado la frontera.
Kakashi cogió el cucharón y puso algo de comida en el bol de Naruto y en el suyo antes de
darse la vuelta.
—Me daré la vuelta si quieres que lo haga —le respondió el chico mientras se giraba.
—No, no pasa nada —respondió Kakashi mientras se bajaba la máscara. Le dedicó a Naruto
una tenue sonrisa cuando pilló al joven mirándole. Naruto le devolvió el gesto.
—Muy bien —dijo Kakashi mientras sacaba su novela Paraíso Erótico Icha Icha. Naruto
estiró una mano y la puso cuidadosamente en la parte superior del libro abierto. Después, le
lanzó al shinobi mayor una significativa mirada, como si estuviera reprochándole sus actos
sin palabras.
—Lo siento —se disculpó Kakashi mientras miraba a los cerúleos ojos de Naruto—. Es un
hábito. Un mal hábito, cuando se presentan cierto tipo de conversaciones —añadió,
excusándose.
—Ya lo sé, Kakashi-sensei. Para conversaciones que te aburren o te hacen sentir incómodo
—dijo Naruto, sorprendiendo al mayor.
—Digamos que te he estado observando. Con propósitos educativos, por supuesto —comentó
Naruto con una amplia sonrisa.
—Gracias por tu honestidad, Naruto —respondió Kakashi en voz baja—. Es… es más de lo
que había esperado que dijeras. Hace tiempo que siento esta atracción por ti y no siempre ha
sido fácil. He pensado un montón de veces el problema que representa la diferencia de edad y
el asunto de las leyes de Konoha o incluso que seas mi estudiante. Pero cuando estás cerca de
mí, si te soy sincero, no podrían preocuparme menos esas cosas. Lo único que me importa
somos tú y yo, Naruto, y lo felices que podemos hacernos el uno al otro.
Cuando Kakashi vio una lágrima deslizándose por la mejilla de Naruto, atrajo al joven y lo
abrazó con fuerza.
—Sé que quizás podría sonar algo extraño, pero… —continuó—, aunque seamos muy
diferentes en unos cuantos aspectos, siento que nos pertenecemos. Así que, si quieres estar
conmigo, entonces no dejaré que nada se interponga en el camino hacia nuestra felicidad. Lo
prometo —dijo con firmeza, mientras besaba la cabeza de Naruto.
Sostuvo al chico contra su pecho durante un rato, asegurándose de que el rubio se sintiera
querido. Posó la barbilla sobre la cabeza de Naruto y escuchó su respiración. Le dio tiempo
para que se recompusiera.
—Me daba miedo que me rechazaras —dijo Naruto en un murmulló después del silencio.
—Ya me imagino… y lo entiendo. Está bien —añadió Kakashi en voz baja con la intención
de reconfortar al chico—. No sería capaz de renunciar a ti, Naruto —susurró.
Entonces sintió los labios del joven shinobi sobre su boca provocando que un cálido
sentimiento se acumulara en sus entrañas. Cuando sintió las manos de Naruto moviéndose
hacia su pelo, rompió el beso y comenzó a mordisquear el cuello del joven. El sentir la lengua
de Kakashi y sus dientes sobre su piel sensible hizo que Naruto se riera y se retorciera.
Entonces el shinobi mayor tiró del chico para que se pusiera sobre su regazo.
—Ah, no. No vas a ir a ningún sitio, mocoso —dijo Kakashi jocoso mientras metía la cabeza
por la parte baja de la camiseta de Naruto haciendo que el chico rompiera a reír—. Mmmm,
delicioso —escuchó la profunda voz diciendo por debajo de su ropa. La risa de Naruto
rápidamente se transformó en suaves gemidos cuando el hombre comenzó a lamerle el torso,
prestando especial atención a los pezones del joven. Naruto sintió cómo las manos de
Kakashi comenzaban a levantarle la camiseta con intención de quitársela. Cuando vio que su
profesor tenía el pelo más desordenado de lo habitual, Naruto lo atrajo para darle un
apasionado beso.
—¿Te sientes mejor? —le preguntó Kakashi con una tímida sonrisa.
—No es que no esté disfrutando lo que estamos haciendo, porque la verdad es que sí lo estoy
haciendo… —comenzó Kakashi.
—Sí, me he dado cuenta, ahora que estoy sentado en tu regazo y esas cosas —Naruto sonrió
con picardía.
—Bueno. Aun así, hay algo que quiero hablar contigo, Naruto.
—Bueno, con eso en mente… y teniendo en cuenta las leyes de Konoha y mi posición como
jōnin y profesor… creo que podría ser prudente… esperar para llevar a cabo el acto sexual
hasta que tengas dieciocho años —dijo Kakashi con cautela.
—Aaah, vale —respondió Naruto, sorprendido—. Así que, ¿no quieres que hagamos nada
sexual?
—¿Qué? ¡No! No es eso a lo que me refería. Y no creo que fuera capaz de cumplir con algo
así —dijo Kakashi siendo franco—. No tengo ningún problema con tener sexo contigo,
Naruto. Pero creo que deberíamos esperar para llevar a cabo la… penetración… hasta que
seas más mayor —dijo Kakashi, incómodo.
—Aaaah, vale. De acuerdo —respondió Naruto con una pequeña sonrisa—. Lo entiendo,
Kakashi-sensei. Quieres ir con cuidado.
—Exacto. Así que, si es posible, me gustaría que esperásemos un poco para eso. Pero no te
preocupes, mocoso. Hay unas cuantas cosas pervertidas que puedo enseñarte —Kakashi
sonrió con picardía mientras levantaba al chico y lo llevaba a su tienda.
¡Hacia el País de la Tierra!
Cuando Kakashi se despertó al día siguiente, se dio cuenta de que estaba abrazado
fuertemente a Naruto. Respirar el increíble olor del rubio instantáneamente lo hizo sentir feliz
y relajado. Cerró su ojo mientras acariciaba distraídamente la mano del chico. Muy pronto,
Naruto se despertó también. Estiró las extremidades como si fuera un gato e intentó apartar el
sueño de su semblante.
—Sabes que puedes llamarme sólo Kakashi, ¿verdad? —el hombre se rio entre dientes—,
ahora que somos novios y todo eso —añadió mientras apretaba el abrazo.
—¿Novios? —el joven se sonrojó—. Creo que me gusta como suena —dijo Naruto con una
amplia sonrisa mientras se movía para darle un beso al shinobi.
—Y me encanta, cada vez más, compartir la tienda contigo —añadió Naruto alegre.
—Tienes que aprender a mentir mejor, Naruto, se supone que eres un shinobi, ¿sabes? —
fingió regañarle.
Me encanta escuchar su risa, pensó Kakashi mientras se inclinaba para volver a besarle.
Unas pocas horas más tarde, ambos shinobis recogieron sus pertenencias y se prepararon para
continuar su viaje. No había un camino como tal delante de ellos, pero Kakashi sabía que
tenían que dirigirse hacia el norte hasta que el camino arenoso y seco que estaba bajo sus pies
cambiara a un color rojo más oscuro. Ésa era la señal de que la tierra se estaba volviendo más
arcillosa. El País de la Tierra se encontraba en un entorno implacable también, formado por
enormes montañas, profundos cañones y rocas por todos lados. Kakashi había visto los
lugares en los que vivía la gente de Iwa. Sus casas habían sido excavadas en las paredes de
roca que rodeaban la ciudad utilizándolas como una enorme barrera natural, manteniendo a
los civiles a salvo de cualquier ataque. Excepto, quizás, de los ocasionales desprendimientos.
Los hogares y las casas de Konoha estaban hechos de madera, rodeados por la naturaleza y
por un tupido bosque. Tanto a Naruto como a Kakashi les gustaba aquel frondoso bosque y lo
echaban de menos ahora.
Mientras Naruto caminaba unos cuantos pasos detrás de Kakashi, se dio cuenta de que se
había quedado eclipsado por la forma en la que el viento jugaba con el pelo del hombre. Su
profesor, por otro lado, iba leyendo su novela Icha Icha.
—Vaya color más extraño —musitó Naruto para sí mismo—. No es un gris tan claro como el
del Seninfómano… más bien es algo así como plateado. Le queda muy bien ese color.
Aunque le hace parecer más mayor de lo que es en realidad. Pero no le sienta mal —sonrió
Naruto—. Su pelo casi parece formado por alambres. Es duro, como si por su naturaleza del
rayo lo tuviera así y eso hiciera que se mantuviese en su lugar. Me gusta que lo lleve ladeado
y que apenas se le mueva con el viento… —los ojos de Naruto se abrieron de par en par—.
¡El viento! —gritó de pronto a nadie en particular.
El repentino sonido sobresaltó a Kakashi que estuvo a punto de tropezar y dejar caer el libro.
—¡NARUTO! ¿Recuerdas lo que te dije acerca de viajar sin ser detectados? —le gritó
Kakashi a modo de reprimenda.
—Sí, sí. Lo siento, Kakashi-sensei, pero estaba pensando en el… el viento… —añadió un
poco más bajo—. De todas formas, ¿no te acuerdas? Dijiste que intentaríamos descubrir si
tenía otras afinidades con la naturaleza del chakra —le recordó.
—Vale, vale —suspiró el shinobi de pelo plateado—. Ven aquí —dijo mientras hurgaba en su
mochila. Sacó cinco trozos de papel de chakra—. ¿Te acuerdas de esto? —le preguntó
Kakashi.
—Correcto. Ellos nos mostraron que tu chakra tiene una disposición más fuerte por el viento.
Sin embargo, sería posible que poseyeras una afinidad, aunque menor, hacia otras
naturalezas. Con el fin de descubrirlo, vas a tener que utilizar cinco papeles a la vez —
Kakashi esparció los cinco papelitos sobre el suelo formando un pequeño círculo—. Pon un
dedo en cada papel, Naruto —el joven shinobi obedeció—. Ahora envía un poco de chakra a
través de los cinco papeles, y sigue haciéndolo hasta que consigas una reacción en cada uno
—Naruto asintió e hizo lo que le había dicho su profesor.
—No muevas la mano, sigue así, Naruto —dijo Kakashi para alentar a su alumno. El chico se
concentró en el quinto trozo de papel que se encontraba debajo de su dedo meñique. Kakashi
esperó con paciencia. Después de unos minutos el papel de pronto se empapó entero.
—¡SIIIII! ¡Lo conseguí! —gritó Naruto eufórico mientras movía las manos frenéticamente en
el aire.
—Felicidades, Naruto. Tienes afinidad con dos naturalezas de chakra diferentes, viento y
agua —proclamó Kakashi con una sonrisa. Le encantaba ver a Naruto feliz—. Buen trabajo
—le dijo mientras le revolvía el pelo rubio—. Ten en mente que los papeles han mostrado
que tu naturaleza de viento es mucho más fuerte que la de agua —añadió con seriedad—. Así
que tu entrenamiento debe enfocarse primero en las técnicas de viento. Podrás aprender
alguna técnica acuática más adelante. ¿Entendido?
—Sí, sí, no te preocupes, Kakashi-sensei. Estoy en ello —dijo el rubio mientras le brindaba
una radiante sonrisa.
—Vamos, continuemos nuestro camino. Me gustaría llegar a algún sitio un poco más
civilizado antes de que se ponga el sol.
—No, no. Por esta zona no hay ciudades como tal, Naruto, pero deberíamos toparnos con un
pequeño pueblo que está a unos días caminando de nuestro anterior punto de acampada. Sólo
aldeanos, probablemente, no habrá ningún shinobi de verdad.
—Lo dudo —cuando vio el puchero en la cara del joven, no pudo evitar soltar una risita
mientras atraía al rubio hacia sí y le pasaba un brazo por los hombros—. Podemos ver si
tienen algún pequeño supermercado. Tal vez podamos comprar ramen allí. ¿Qué te parece?
—Genial, sí, ¡vamos a hacer eso! —dijo Naruto mientra se le iluminaba la cara de nuevo.
Cuando estaba atardeciendo, ambos shinobis estaban cerca del pueblecito y de la frontera
entre el País del Viento y el País de la Tierra. El entorno cambió del área desértica y poco
accidentada a una con la arena más oscura, enormes rocas y pendientes por todas partes, así
como un montón de polvo y arenisca. Empezaron a caminar más rápido a medida que iba
oscureciendo. Kakashi caminaba deprisa a tan solo unos metros detrás de Naruto, quien
estaba ansioso por llegar a algún lugar civilizado para dormir bajo un techo y poder darse una
agradable ducha para quitarse la arena y el polvo, especialmente el que se le había quedado
adherido al pelo. Sabiendo la prisa que llevaba el rubio, Kakashi se llevó una gran sorpresa
cuando de pronto colisionó contra el chico, quien se había quedado parado en el sitio.
—Ay, Naruto, ¿qué estás haciendo? ¿Por qué te has detenido así, tan repentinamente? —
preguntó Kakashi mientras se frotaba en el sitio en el que se había golpeado contra la mochila
del chico.
Kakashi cerró los ojos y escuchó a su alrededor. Entonces también lo oyó. Un leve grito de
auxilio, una voz, de niño o de mujer, a unos trescientos metros al este.
—Espera un minuto, Naruto. Se supone que somos unos viajeros ordinarios, no… —
comenzó Kakashi en vano porque Naruto ya se había ido. Kakashi fue tras él
inmediatamente.
∞∞∞
Después de unos minutos, el camino de pronto terminó en un empinado barranco que pilló
por sorpresa a Naruto. Trató de detenerse, pero sus sandalias no pudieron agarrarse a la tierra
cubierta de grava y arena. Se resbaló y se cayó por el borde, arañándose las manos y las
rodillas en el proceso. Afortunadamente, Kakashi estaba justo detrás de él. Se lanzó por el
borde del acantilado y se dejó caer mientras iba frenando la caída con un kunai reforzado con
chakra que clavó en la dura pared de piedra.
Llegó justo a tiempo para agarrar la magullada mano de Naruto, provocando una fuerte
sacudida en sus hombros mientras soportaba el peso del joven. Naruto rápidamente concentró
algo de chakra a sus pies para poder escalar de nuevo hacia el borde del acantilado utilizando
su propio kunai. Inmediatamente se volvió par ayudar a Kakashi quien estaba llegando justo
ahora al borde. Una vez en tierra firme, el hombre se dejó caer sobre la espalda jadeando, no
por el cansancio sino por la pura adrenalina y el miedo que había sentido al ver cómo su
amante se caía por el barranco.
—Deberían poner una valla alrededor de este acantilado. Echa un vistazo, ¡puede haber,
fácilmente cincuenta metros de caída! —proclamó Naruto mientras miraba hacia abajo.
Kakashi se levantó en un segundo y agarró al joven por los hombros mientras lo giraba en su
dirección.
—¡No-vuelvas-a-hacer-eso-de-nuevo! —le gritó entre jadeos. Sabía que sus uñas se clavaban
en la piel de Naruto, pero no le importó. La idea de que Naruto fuera tan imprudente y
descuidado incluso con su propia vida cuando pensaba que podía haber otras personas en
peligro, lo enfureció. Especialmente porque sabía que no era la primera vez que hacía algo
parecido.
—Lo siento... —dijo Naruto en voz baja, temeroso de añadir algo más que pudiera hacer que
la furia de Kakashi aumentara.
Kakashi sintió los brazos de Naruto apoyarse en su cintura cuando el rubio se inclinó para
besarlo en el cuello. En realidad, el único sitio al que alcanzaba, mientras Kakashi no dejara
de sujetarle por los hombros.
El shinobi mayor suspiró mientras movía las manos hacia la espalda del chico.
Naruto se sonrojó al darse cuenta de lo mucho que Kakashi se preocupaba por él. Sabía que a
Kakashi ya le importaba mucho antes de que se conocieran tan íntimamente. Lo había
mostrado con pequeños gestos, como proteger a Naruto durante las misiones, asegurándose
de que comía las suficientes verduras cuando estaba solo, hablando con él cuando había
estado deprimido por algo... Pero las cosas habían cambiado. Su relación había cambiado.
Kakashi siempre había mantenido el control y la calma, incluso en situaciones peligrosas o en
batallas. Pero ahora, realmente temía perder a Naruto, era como si se preocupara incluso más
que antes.
—Kakashi, qué...
—Ya he perdido suficiente gente que me importa —lo interrumpió—. Y no te voy a perder a
ti también.
—¡Viene de allí! —exclamó Naruto mientras señalaba unos cuantos metros hacia abajo por el
borde del acantilado.
Tenían que moverse con más precaución a medida que la noche se acercaba. Intentaron seguir
el sonido de la voz que cada vez se volvía más tenue.
Kakashi agarró la parte posterior de la chaqueta del rubio para sujetarlo mientras se unía a él
y miraba también hacia abajo. Como a unos metros había un pequeño montículo que
sobresalía del acantilado. Allí vieron a un joven que estaba sepultado contar la pared rocosa
sosteniendo un gatito contra su pecho.
—¡Por favor, ayudadme! ¡Sacadme de aquí! —el chico tenía lágrimas rodándole por la cara.
—¡No te preocupes! —gritó Naruto—. ¡Vamos a sacarte, pero no te muevas! ¡Kage bunshin
no jutsu!
Kakashi entendió inmediatamente el plan del rubio. Los clones se fueron sujetando unos a
otros por los tobillos, formando una cuerda viviente hasta el pequeño saliente, entonces el
verdadero Naruto descendió por ésta. Al parecer el chico se había hecho daño en la pierna así
que Naruto usó la ayuda de un clon para colocárselo en la espalda y subir con él. Kakashi
inmediatamente cogió al chico herido en cuanto estuvo a su alcance. Lo dejó con cuidado en
el suelo y comenzó a examinarle las heridas. Tenía la piel enrojecida por haber estado bajo el
sol durante todo el día y también estaba deshidratado, pero lo que más le preocupaba al
profesor era que el chico no podía mover la pierna.
—Dámelo, voy a darle también a él un poco de agua —le dijo Naruto con amabilidad,
refiriéndose al pequeño gatito que se escondía en los brazos del chico.
Era obvio que el muchacho estaba asustado, pero parecía confiar en Naruto así que le sonrió
débilmente mientras le entregaba el gato.
—¿Y el tuyo? —le preguntó Kakashi intentando con todas sus fuerzas parecer agradable. El
niño lo miró con sus ojos grandes llenos de miedo—. ¿Y bien? —insistió—, ¿cuántos años
tienes? ¿Dónde está tu casa? —el labio inferior del chico comenzó a temblar y Kakashi
suspiró—. Naruto, por favor, ¿puedes hablar tú con él? —le dijo, cansado.
—Eh, ¿qué pasa? No llores. No vamos a hacerte daño ni a ti ni a Kosho. Sólo queremos
ayudar, incluso el tipo que parece aterrador —Naruto le sonrió radiante mientras le devolvía
el gato. Kakashi puso el ojo en blanco.
—Me llamo Yuri —dijo el chico en voz baja mientras miraba a Naruto—. Cumplí cinco años
la semana pasada. Ahí fue cuando mi papá y mi mamá me regalaron a Kosho. Tenía que
vigilarle, pero se escapó de casa y luego se quedó atrapado ahí abajo en esa piedra mientras
perseguía a un pájaro. Intenté ser valiente y ayudarle, pero me caí y ahora me duele mucho la
pierna —el niño comenzó a llorar.
—Ssssh, está bien. Mi amigo le echará un vistazo a tu pierna y después te llevaremos a casa,
¿vale? —Naruto intentó calmar al chico.
El rubio se puso por detrás de Yuri y lo levantó un poco hasta que consiguió que se quedara
sentado en el suelo con las piernas extendidas.
—Vale, vale. Me llamo Narushi y yo también he querido tener siempre un gato. Aunque creo
que al mío lo llamaría Noodle. Me encanta el ramen como podrás imaginar... —comenzó
Naruto a charlar para distraer al niño.
Kakashi utilizó un kunai para cortar la pernera del pantalón del chico. La pierna estaba
bastante magullada. Mientras revisaba la movilidad del pie del niño y su rodilla, escuchó a
Naruto preguntarle a Yuri por qué se había asustado de su amigo. Intentó ignorar la respuesta:
porque parece un espantapájaros sin cara y las risillas de Naruto.
—Tiene la pierna rota, Narushi. Aunque, por lo menos, parece una fractura limpia —dedujo
Kakashi—. Voy a buscar madera para inmovilizarla antes de llevarle a casa.
Mientras recogía algunas ramas, escuchó al chico preguntarle a Naruto que por qué el
espantapájaros llevaba una máscara y un ojo tapado. Suspiró mientras cogía una última rama
y volvía para atarlas a la pierna del niño. Después lo aupó y le pidió que señalara hacia su
casa. Les iba a resultar difícil encontrar el camino ahora que estaba completamente oscuro
excepto por la luz de la luna y las estrellas.
Narushi y Kaishou
Kakashi y Naruto sintieron cómo la suerte estaba de su lado cuando llegaron a la casa del
niño. Sus padres resultaron ser los propietarios de una pequeña posada.
Cuando atravesaron la puerta, Kakashi pensó que sus orejas comenzarían a sangrar y que se
quedaría sordo para el resto de su vida. Una mujer que gritaba con todas sus fuerzas se
aproximó corriendo hacia ellos y tomó al chico en sus brazos.
—¡Yuuriiiiiiiii! Oh, Yuri, no puedo creerlo. ¡Has vuelto! ¡Has vuelto! ¡Te hemos buscado por
todos sitios! ¡Gracias a Dios! ¡Isamuuuu! ¡Ven aquí! ¡Ha vuelto!
Kakashi dio un paso hacia atrás sobresaltado ante el comportamiento histérico de la mujer.
Alarmado por todo aquel ruido, un hombre llegó corriendo desde detrás de la puerta que
llevaba a la cocina de la posada.
—Querida, ¿Qué pasa? ¿Es Yuri...? —el hombre se quedó callado cuando vio a su hijo
aplastado contra el pecho de su madre.
—¡Ha vuelto Isamu! ¡Ha vuelto de verdad! —gritó la mujer mientras comenzaba a sollozar
de forma escandalosa.
Después de unos diez minutos de abrazos y un montón de lágrimas de los padres y el niño, al
ver que se estaban comportando de forma un poco imprudente con respecto a la pierna
lesionada del pequeño, Kakashi carraspeó para llamar la atención de la familia, y antes de que
se diera cuenta, el padre estaba dándole palmadas en la espalda y estrechándole la mano,
agradeciéndoles profundamente a Naruto y a él por salvar a su hijo.
—Está bien, señor. No pasa nada, no nos supuso ningún problema… —Kakashi habló
tranquilo para ver si así se calmaba un poco el hombre, que le hacía sentir incómodo con
tanto contacto.
Cuando Kakashi y Naruto les explicaron lo que les había sucedido a Yuri y a Kosho y les
comentaron sobre la gravedad de la herida, la madre del niño se marchó para ir en busca del
doctor del pueblo.
Así que en esta aldea no hay ninjas médicos. Interesante, Kakashi tomó nota mental de esa
información.
—Disculpe, señor. En realidad, estábamos buscando alguna posada para pasar la noche
cuando escuchamos los gritos de Yuri pidiendo ayuda. ¿Cree que sería posible que nos
quedásemos aquí? —preguntó Kakashi de forma educada.
—¿Cree que podríamos comer algo también, anciano? A ser posible, ramen —añadió Naruto
con descaro.
Isamu no tardó en ofrecerles a ambos shinobis un lugar donde quedarse todo el tiempo que
quisieran y les incluyó en la invitación el desayuno y la cena. Sin embargo, aquella noche
había un guiso de pescado, no ramen, para decepción de Naruto. Isamu registró sus nombres:
Narushi y Kaishou y después les mostró sus habitaciones. Les dio habitaciones separadas,
asumiendo que eran amigos o compañeros de viaje. Después de asegurarles que les subiría la
cena a sus habitaciones en una media hora, los dejó tranquilos.
Tanto Naruto como Kakashi utilizaron el tiempo libre para darse una ducha, por fin pudiendo
quitarse el polvo, la arena y el sudor de los días de entrenamiento bajo el sol caliente del
desierto. Kakashi se apoyó contra los azulejos blancos y fríos mientras disfrutaba del agua
que le caía sobre la cabeza y su cansado cuerpo.
Por fin un poco de descanso. Qué noche tan complicada… pensó mientras cogía la pastilla de
jabón.
Cuando salió de la ducha, se secó con una toalla suave de color blanco y se tomó su tiempo
para asearse. Se miró en el espejo y se rascó el vello plateado que tenía sobre las mejillas y la
barbilla. Cuando comenzó a afeitarse, miró las diversas cicatrices que tenía en el cuerpo. No
pudo evitar sentirse viejo y agotado. Se encogió de hombros y se aclaró la espuma de afeitar
de la cara. Se puso unos pantalones cómodos de color gris y se sentó en la cama. Unos
minutos más tarde, alguien llamó a la puerta. Se puso la máscara e invitó a la persona a
entrar. Era Isamu que le traía la cena.
Un poco después escuchó cómo llamaban a la puerta de al lado. No pudo contener una
sonrisa cuando escuchó a Naruto tropezar con la puerta y golpearse con algo. Él y su
impulsividad… pensó Kakashi, riéndose. Acercó la pequeña mesa que había en la habitación
y dejó la comida ahí. Entonces se inclinó, cogió uno de sus libros, se bajó la máscara y
comenzó a comer.
—Nada. Sólo me preguntaba si te gustaría que cenásemos juntos —preguntó Naruto inseguro
—. Sé que hemos estado pasando mucho tiempo juntos, y lo entenderé si prefieres pasar algo
de tiempo a solas o algo de eso… —dijo disculpándose, como si esperara que Kakashi lo
fuera a rechazar.
—¿Qué? No, no. Entra, Naruto —dijo Kakashi mientras le sonreía de forma honesta.
—¿En serio no te importa? —insistió Naruto inseguro, mirando a su profesor que sólo
llevaba puestos unos pantalones.
—¿Por qué me iba a importar? Lo haría si fueras otra persona, pero contigo es diferente. Tu
presencia nunca me molesta ni nada de eso. Ya sabes… me gustas… —dijo Kakashi,
incómodo.
—Cierto —dijo Kakashi sin saber si debía alegrarse o sentirse ofendido por ese comentario.
Kakashi bajó su libro y se recostó contra el cabecero de la cama, estirando las piernas. Naruto
que llevaba puestos unos bonitos pantalones naranjas con un patrón de shurikens y una
camiseta blanca, se sentó a su lado, asegurándose de estar lo más cerca posible del shinobi de
pelo plateado. Ambos se comieron el guiso de pescado en un cómodo silencio. Cuando
terminaron de cenar, decidieron jugar a las cartas.
—¿Hablabas en serio cuando le dijiste a ese niño que querías un gato para llamarle Noodle?
—le preguntó Kakashi mientras echaba una carta.
—¡Claro que lo dije en serio! ¡Me encantan los animales! —exclamó Naruto.
—Bueno, sí, pero ¿un gato? —preguntó Kakashi mientras hacía una mueca.
—Los perros Ninja no cuentan, son animales que convocas. Estoy hablando de animales
reales. Esos que no dependen de tu chakra.
—Ah, bueno, la verdad es que nunca lo había pensado. Ya estoy bastante ocupado con Mister
Ukki, por si no lo habías tenido en cuenta.
Naruto comenzó a reírse. Estuvieron un rato tranquilos hasta que Naruto comenzó a hablar de
nuevo.
—Nop. Murió cuando era muy pequeño —respondió serio mientras barajaba las cartas.
Nunca había hablado con nadie sobre sus padres. Se sentía raro hablando del tema con
Naruto ahora y no estaba muy seguro de si quería hacerlo.
—Siempre me han dicho que algunas madres puedes actuar como unas locas, a veces —le
dijo Kakashi tratando de quitarle hierro al asunto.
—Creo que sé a qué te refieres —dijo Naruto con una débil sonrisa—. Esa señora estaba
histérica y perturbada.
Esa risa ha sonado tan jovial y despreocupada, pensó Naruto feliz. Me encanta poder ver
todos los gestos que hace, ahora que conmigo no lleva la máscara puesta. Sonrió mientras
observaba la cara de su profesor de nuevo.
Cuando terminaron la partida de cartas, ya estaba bastante entrada la noche. Kakashi estaba
recogiéndolas mientras Naruto se levantaba de la cama para marcharse.
Kakashi lo vio dudar cuando puso la mano sobre el pomo para abrir la puerta. Como si
quisiera decirle algo, pero no se atreviera a hacerlo.
Kakashi se dirigió hacia el chico. Apretó a Naruto contra la puerta provocando que se cerrara
tras él.
Levantó a Naruto de forma que le quedaron las piernas colgando en el aire, las cuales
envolvió alrededor de la cintura de Kakashi. Abrazó con fuerza al chico y lo llevo hasta la
cama. Una vez allí se sentó en el borde, provocando que Naruto terminara en su regazo,
entonces besó suavemente al chico en los labios. Cuando sintió la lengua de Naruto
presionando contra su boca, la abrió y dejó que el joven la explorase.
Cada vez besa mejor… pensó Kakashi mientras invadía con su propia lengua la boca de
Naruto.
Se dio cuenta de que, por lo general, no solía actuar así. Naruto se mostraba algo inseguro
cuando se trataba de tomar la iniciativa hasta que Kakashi le daba la oportunidad de hacerlo.
Es extraño lo directo que puede ser en la vida y lo tímido que se vuelve en cuestiones
sexuales, reflexionó Kakashi. Probablemente es porque todavía no tiene mucha experiencia,
concluyó. Exactamente por eso era por lo que Kakashi quería que Naruto fuera descubriendo
las cosas poco a poco. Sin embargo, no podía evitar llevar las riendas; sin pensarlo, comenzó
a marcar el ritmo de los besos. No estaba muy seguro de por qué le sucedía. Quizá sea porque
sigo siendo su profesor. O tal vez es simplemente porque soy el más dominante en nuestra
relación, se dijo. Supongo que ambas opciones tienen su lógica. Al fin y al cabo, soy mayor…
Intentó concentrarse en el joven que estaba sentado en su regazo mientras dejaba de pensar.
Kakashi sintió entonces las cálidas manos de Naruto sobre la espalda, para enseguida
deslizarse hacia su pelo. Naruto podía sentir el duro miembro del hombre presionándose
contra él y se rio entre dientes.
—Sí, bueno, ¿y qué pasa contigo, gamberro? —respondió Kakashi con una sonrisa maliciosa
mientras arrojaba a Naruto sobre la cama. Inmovilizó las piernas del chico con sus rodillas.
Había un evidente bulto en los pantalones de Naruto que empujaba contra la tela naranja.
Kakashi le subió la camiseta e inmediatamente se puso a trabajar en el cuello del chico.
Naruto comenzó a moverse mientras la mano de Kakashi se deslizaba por su costado.
—Tienes cosquillas, ¿eh? —dijo Kakashi—. Sé bueno y quédate quieto —le dedicó a Naruto
una sonrisa lobuna mientras comenzaba a besar el vientre del joven, descendiendo lentamente
hacia su ombligo.
Sabía que Naruto estaba haciendo todo lo posible por no retorcerse, pero falló
miserablemente cuando Kakashi comenzó a besarle las costillas.
—No, no —le advirtió Kakashi mientras apretaba las caderas del joven hacia abajo, contra el
colchón. Metió los dedos por la cinturilla de la ropa interior de Naruto mientras observaba los
abdominales del chico y el pequeño rastro de vello rubio.
—Veamos qué tenemos aquí —Kakashi le guiñó el ojo juguetonamente mientras bajaba el
pantalón naranja con shurikens de Naruto. Entonces, la erección del joven shinobi saltó a la
libertad y tan pronto como Kakashi la agarró, comenzó a gotear en el estómago del chico.
El rubio siseó cuando Kakashi comenzó a mover su mano con lentitud. Embistió con las
caderas cuando sintió la respiración del hombre cerca de la cabeza de su palpitante erección.
Naruto soltó un gemido cuando notó la lengua de Kakashi chupar el líquido preseminal de su
tripa.
—Paciencia, Naruto —dijo, provocándole. Usó una mano para jugar con los testículos del
joven, consiguiendo que comenzara a jadear aún más—. Eres adorable, ¿lo sabes? —le dijo
con una sonrisa.
—Ka... kashi, por favor... —rogó mientras apretaba fuertemente sus puños entre las sábanas.
Naruto gimió con fuerza cuando sintió repentinamente la boca de Kakashi envolviendo su
ahora necesitada polla. La boca era cálida y húmeda, y sólo esa sensación fue casi suficiente
para llevar a Naruto al límite. Cuando el profesor deslizó la lengua sobre la punta, sintió un
escalofrío recorriendo su espina dorsal.
El hombre levantó la vista para perderse en los ojos del chico. En el rostro del adolescente
quedaba patente que estaba desesperado porque continuara. Kakashi se levantó la bandana
dejando al descubierto su ojo izquierdo.
—No quiero olvidar ni un segundo de este momento... —explicó con una sonrisa traviesa en
el rostro. Naruto lo miraba ahora a los ojos desiguales, sus azules orbes rogando porque
siguiera.
Decidió darle a Naruto una experiencia que nunca olvidaría, mientras metía hasta el fondo de
su boca el miembro del chico. Relajó los músculos de la garganta y tragó. Sabía que Naruto
estaba a punto de correrse puesto que estaba emitiendo sonidos estrangulados y apretaba los
puños con fuerza contra las sábanas. Cuando Kakashi apretó los labios alrededor del pene y
succionó, Naruto no aguantó más.
—¡KAKASHI! —gritó mientras ponía los ojos en blanco y arqueaba la espalda. El profesor
siguió succionando ligeramente cuando sintió el semen del rubio en la boca. Se aseguró de
atrapar hasta la última gota mientras chupaba la punta una última vez antes de soltar la polla
de Naruto con un sonoro pop. Sonrió maliciosamente cuando vio que el rubio estaba
completamente agotado.
Entonces se acostó junto al chico, puesto que también necesitaba tiempo para recuperarse.
Apoyó la cabeza sobre su mano.
—Así que, esto es lo que tengo que hacer para que me llames sólo por mi nombre, ¿no? —
Kakashi le dedicó una sonrisa voraz.
Naruto no respondió. Permaneció en la cama, tirado, jadeando pesadamente con los ojos
cerrados.
Parece exhausto, pensó Kakashi mientras observaba con ternura al joven. Con gentileza,
movió la cara de Naruto y lo besó en los labios. Entonces, se levantó, colocó las sábanas y se
acurrucó de nuevo a su lado. Naruto se acercó más todavía para apoyar la cabeza sobre el
torso de Kakashi. Naruto consiguió abrir ligeramente los ojos.
—Estoy bien, Naruto. Estoy mejor que nunca —respondió sincero. El shinobi de pelo
plateado puso un brazo alrededor de los hombros de su amante y lo mantuvo cerca mientras
apagaba la luz y cerraba los ojos.
—¡¡¡RASENGAN!!!
Kakashi se despertó con un sobresalto. Naruto todavía estaba apoyado en su pecho, pero
estaba moviendo sus brazos con sacudidas breves y violentas. Kakashi no pudo evitar notar el
pequeño charco de baba que tenía sobre el torso.
—¿Está luchando en sueños? —Kakashi se rio por lo bajo al obtener su respuesta cuando
Naruto murmuró algo que sonó como Kjagebunshinssssnojusu. Intentó sofocar la risa
mientras su pecho se movía arriba y abajo, temiendo despertar al rubio.
Cuando el puño de Naruto le dio de refilón en el torso seguido de otro ¡Rasengan! no pudo
aguantar más. Soltó una carcajada, una risa profunda y despreocupada como no había
escuchado en años.
Naruto se despertó con el ruido y miró con sus azules ojos somnolientos a Kakashi.
—Eres adorable cuando te enfadas —se burló Kakashi—. Qué puchero tan mono.
Mientras yacían allí tranquilos tumbados durante un rato, Kakashi pensó en algo que había
querido preguntarle al shinobi rubio desde hacía tiempo.
—¿Naruto?
—¿Cómo es posible que le hayas puesto mote a todos tus superiores y amigos y todavía no
me hayas puesto uno a mí?
—Quién te ha dicho que no tengo uno para ti, ¿eh? —respondió Naruto sonriendo con
picardía—. Tal vez algo en la línea de Perezo-sensei o Perve-vago-sensei, ¿qué opinas? —le
preguntó a Kakashi mientras tiraba de él para que se acercase.
El chico comenzó a reírse mientras forcejeaba con la ropa de cama. Entonces, se metió por
dentro de las sábanas y un escalofrío recorrió a Kakashi cuando sintió el peso de Naruto caer
entre sus piernas. Unas cálidas manos separándole los muslos.
—Tranquilo. Estoy preparándome para saltar, como Kurama —respondió Naruto, serio.
—Espera, ¡¿qué?! —soltó Kakashi confuso y un poco preocupado por lo que el rubio fuera a
hacer. Se sobresaltó cuando sintió al chico mordiéndole la parte interior del muslo.
Naruto utilizó todas sus fuerzas para separar las piernas de su profesor mientras comenzaba a
reírse.
—Oh, no. ¡No pienso dejar que mi presa se escape! —dijo con entusiasmo.
Kakashi se rindió pronto, en cuanto sintió al joven volver a mordisquearle el muslo mientras
con una mano le acariciaba el pene semi duro a través de los boxers. Entonces, notó cómo los
dedos de Naruto se metían a través del elástico de la ropa interior, así que se cubrió la cabeza
con las sábanas para poder ver lo que iba a hacer.
Los ojos azules le devolvieron la mirada desde su entrepierna. Estiró el brazo y deslizó los
dedos a través del sedoso pelo rubio del chico. Naruto agarró con calma el palpitante
miembro de Kakashi mientras, con la otra mano, acunaba los testículos de su profesor.
Naruto sonrió mientras le daba un pequeño beso a la, ahora completamente dura, erección.
Kakashi contuvo el aliento cuando sintió los suaves labios de Naruto presionándose contra la
punta.
—Naruto, ¿estás seguro de que quieres hacer esto? No tienes que sentirte obligado porque…
Kakashi no pudo terminar la frase porque Naruto envolvió su miembro con la boca y le pasó
la lengua arriba y abajo por toda su longitud. Después se la sacó.
—Sí, estoy seguro, Kakashi… sabes increíble —respondió con una gran sonrisa en la cara.
Kakashi se relajó y se acomodó contra la almohada mientras el rubio probaba algunas cosas.
—Aunque, es mi primera vez… —dijo dubitativo—. Así que no te cortes si tienes que
decirme que algo no te gusta o si hago algo mal.
—Bueno, después de todo, soy tu profesor, así que puedo guiarte si quieres —respondió
Kakashi mientras se recostaba perezosamente.
Kakashi soltó un pequeño grito cuando Naruto rozó la piel con los dientes.
—Lo ziento, zenzei, me hiciste deír —murmuró con una disculpa sincera reflejada en los
ojos.
Kakashi se estremeció cuando la ágil lengua de Naruto se movió sobre su hendidura. Una de
las manos agarraba con firmeza la base de la polla, mientras que la otra se aferraba con fuerza
a su muslo. A Kakashi le gustaba ver el despeinado pelo de Naruto y su par de maravillosos
ojos azules entre sus piernas. Tragó cuando sintió que el chico aceleraba el ritmo, cogiendo
más confianza en sus movimientos. Su lengua giraba arriba y abajo sobre la punta. La boca
era agradablemente cálida, pero era el hecho de que fuera la boca de Naruto lo que
verdaderamente volvía loco a Kakashi, junto con el hecho de que Naruto pareciera estar
disfrutando. Realmente quería hacerlo, quería probar a Kakashi. El shinobi de pelo plateado
lo encontró encantador.
—Estás haciéndolo muy bien, Naruto —lo felicitó Kakashi mientras respiraba pesadamente
—. Tienes un don innato —añadió con una tenue sonrisa.
Naruto levantó la mirada hacia él. A Kakashi le pareció intuir un pequeño brillo de orgullo en
sus ojos azules. El cumplido hizo que Naruto acelerara sus movimientos y Kakashi cerró los
ojos centrándose en las sensaciones... en las rápidas caricias, el calor, la presión, la humedad
y sobre todo los sonidos que Naruto hacía. Estaba cerca, perdido en las acciones del
muchacho.
—Na... Naruto, si no… no quieres que... que me... agghh... corra en tu boca, entonces
deberías... —no pudo terminar la frase porque Naruto volvió a mover su lengua sobre la
punta, para después metérsela entera en la boca.
Kakashi perdió el control. Arqueó la espalda abrumado, corriéndose con fuerza. Su polla
estaba pulsando y el aliento pareció quedársele atorado en la garganta. Sintió cómo el chico
se tragaba todo. Ansioso por más, el rubio continuó moviendo la mano para exprimir todo lo
que pudiera de la sensible longitud de Kakashi. Con avaricia chupó hasta la última gota.
—¿Qué tal? —le preguntó mientras sonreía a su profesor, quien ahora estaba respirando
rápidamente con los brazos extendidos sobre la cama.
—Me encanta cómo sabes —dijo el chico con felicidad mientras se apoyaba en el pecho del
hombre.
—Ya me he dado cuenta —respondió Kakashi al joven shinobi mientras lo envolvía con los
brazos y apoyaba la barbilla sobre la cabeza del rubio.
—Nunca te llegué a poner un mote porque me sentí intimidado por ti cuando nos
conocimos… —añadió entonces Naruto un poco avergonzado.
Kakashi se rio ante esa información, provocando que el rubio sintiera las vibraciones de su
pecho.
∞∞∞
Después de descansar en los brazos del otro, Kakashi señaló que tal vez deberían darse una
ducha.
Naruto se puso de pie de un salto y tiró del brazo del hombre, quien voluntariamente se dejó
guiar hacia el baño.
∞∞∞
Una hora más tarde, ambos estaban desayunando abajo y hablando de trivialidades.
—Mmm... creo que el azul —respondió Kakashi mientras se perdía en las profundidades de
los ojos de Naruto—. Ya sé cuál es el tuyo. El naranja, sin lugar a dudas.
—¿Cómo es posible que lo sepas? —bromeó Naruto—. Aunque debo admitir, que
últimamente siento cierta fijación por el plateado —le dijo Naruto a su amante con picardía.
Kakashi se rio por lo bajo.
—A ver...
—También me gustan los onigiri —le dijo—. Aunque, por supuesto, no se pueden comparar
con el ramen —añadió rápidamente.
—Claro, obvio —dijo Kakashi con sarcasmo ante el entusiasmo del chico.
—¿Y cuál es tu jutsu favorito, Kashi? —le preguntó, ignorando la provocación del hombre
—. ¿El Chidori?
—¿Y por qué ya no? Es bastante chulo con el sonido de los pájaros y los rayos de luz
corriendo alrededor de tu brazo y todo eso —argumentó Naruto haciendo frenéticos gestos
con las manos.
No era el punto fuerte de Naruto el interpretar los cambios de humor de las personas. Kakashi
lo sabía así que suspiró y dejó los palillos sobre la mesa.
—Inventé el Chidori cuando era pequeño. En aquel entonces estaba muy orgulloso de su
potencia y su precisión. El sonido proviene de la electricidad al concentrarse en un mismo
punto. Como me recordaba al sonido de los pájaros decidí llamarlo Chidori. Cuando lo usas,
te lanzas a tu enemigo muy rápido, tan rápido que te provoca visión de túnel y te deja
vulnerable a los ataques. Puedo usarlo porque gracias al Sharingan tengo mayor percepción
visual, con la que compenso esa debilidad. Cuando estaba en los ANBU, era de lejos mi jutsu
favorito por su precisión mortal. Ahora solo deseo no tener que volver a usarla de nuevo, si te
soy sincero —le explicó Kakashi en voz baja.
—Pero, ¿por qué? —preguntó cauto el chico, notando por fin el cambio en el ambiente.
—Empujo el brazo a través del pecho de otra persona, Naruto —soltó Kakashi—. Siento
cómo se desquebrajan sus costillas. Siento cómo su corazón golpea contra mi propia mano
cuando lo golpeo. Los trozos de hueso me raspan la piel cada vez, seguido de chorros de
sangre tibia.
Los ojos de Naruto se abrieron de par en par al darse cuenta de lo que su profesor tenía que
pasar cada vez que usaba aquella técnica.
—No es igual que usar un shuriken, un kunai, una espada o un cuchillo, ni siquiera se
asemeja al Rasengan —continuó Kakashi—. Siempre hay distancia o una explosión entre tu
enemigo y tú. Incluso con el Rasengan. Empujas el orbe con el remolino de chakra hacia el
cuerpo del enemigo y entonces explota, pero con el Chidori, no hay nada por medio. Es tu
propia mano y tu brazo lo que atraviesan al oponente —se detuvo durante un segundo
atormentado por algunos recuerdos del pasado. Rin... Empujó el nombre de vuelta a las
profundidades de su mente antes de continuar—. Y si fallas porque el enemigo consigue
moverse y no impactas en su corazón, le perforas alguna otra parte de su cuerpo, lo que
provoca que sientas los latidos contra tu muñeca —deslizó una mano a través de su pelo,
frustrado consigo mismo por haber perdido el control y haber hablado tan abiertamente sobre
sus sentimientos con Naruto—. Lo siento —dijo en un susurro —no quería estropear el
momento.
—No pasa nada, Kakashi-sensei —dijo Naruto con sinceridad. Sentía que debía explicarse,
así que continuó—: Te hago estas preguntas porque quiero conocerte mejor —se sinceró—.
Para el mundo exterior, eres una persona calmada que nunca pierde el control. Como si nada
pudiera sorprenderte o como si no te importara nada excepto tu equipo, las misiones y tus
libros Icha Icha. Yamato me dijo una vez que lo aceptara y que no te molestara. Que muchos
ex ANBU se vuelven solitarios y estoicos...
—Pero en estas semanas que hemos estado viajando juntos —añadió Naruto—, he
descubierto este otro lado tuyo. Despreocupado, jovial, travieso, ansioso... sexy... —enumeró
con una sonrisa. Kakashi puso su ojo en blanco—. Sólo quiero conocerte mejor. Si vamos a
tener una relación... —Kakashi tragó ante aquella palabra aterradora—, quiero saber lo que
pasa por esa cabeza tuya de vez en cuando.
—De acuerdo, Naruto —respondió Kakashi—. Imagino que es difícil para ti, puesto que tú
eres muy expresivo. Me gusta poder interpretarte con tanta facilidad, así que entiendo que a ti
te gustaría ser capaz de conocerme al mismo nivel también... —Kakashi titubeó—, Quiero...
quiero que me preguntes cosas... no estoy acostumbrado a compartir mis asuntos personales
con nadie, pero te prometo que intentaré hacerlo.
∞∞∞
Por la tarde, ambos shinobis decidieron dar un paseo por el pueblecito. Necesitaban
abastecerse antes de volver a emprender su viaje. Cuando descubrieron un pequeño
supermercado, se aventuraron a entrar. Naruto llevaba la cesta mientras Kakashi la llenaba
con lo que creían que podían necesitar. Compraron algo de arroz, pan, productos enlatados,
comida que fuera fácil de preparar y después de que Naruto se quejase, también cogieron
algunos tentempiés y unos cuantos paquetes de ramen con sabor a pollo y a ternera. Su
corazón se llenó de calidez al ver a su zorrito sonreír ante el tesoro que acababa de conseguir.
Después de eso, se dirigieron hacia el pequeño puesto de verduras y fruta que había bajando
la calle. Un hombre robusto que le sacaba una cabeza a Kakashi, quien no era precisamente
bajito, se chocó con Naruto, provocando que el joven se diera contra la espalda de Kakashi
que estaba pagando a la joven que estaba en el mostrador de la fruta, provocando que se le
cayeran todas las monedas.
—¡Oye! ¡Mira por donde andas, grandullón! —gritó Naruto hinchando el pecho mientras se
frotaba el punto dolorido de la cabeza donde el hombre le había golpeado con el codo. El
hombretón se volvió y miró a Naruto con sus pequeños y brillantes ojos oscuros que yacían
profundos en su cráneo, haciéndole parecer increíblemente imbécil.
—¿Qué me has llamado, enano? —gruñó el hombre, haciendo que las personas que estaban a
su alrededor retrocedieran.
—Creo que se me ha oído bastante bien —Naruto se cruzó de brazos—, incluso por ahí
arriba —dijo mientras se daba la vuelta, como si el tipo no valiera la pena su atención.
—Naruto, la verdad es que no creo que debas montar un espectáculo aquí… Vamos a…
—¡Oye, tú, flacucho! No te metas, ¡esto es entre el enano y yo! —gritó el hombre de forma
amenazante mientras ponía su mano sobre el pecho de Kakashi y lo empujaba.
—No me toques —respondió Kakashi con calma, demasiada calma. El aldeano no se había
dado cuenta, pero estaba a punto de pinchar a un tigre con un palo.
Naruto sintió que el instinto asesino de Kakashi se disparaba cuando el hombre le clavó un
dedo en el pecho.
—¿Y por qué te tapas el careto? ¿Tan feo eres? —los dedos del tío se alzaron hacia la
máscara.
—¡Mierda! ¡Naruto, no! —gritó Kakashi mientras intentaba desviar el brazo del joven, pero
ya era demasiado tarde.
El grandullón se quedó tumbado de espaldas en el suelo, a unos veinte metros calle abajo.
Tenía la frente quemada y los ojos cerrados. Parecía estar noqueado o peor… algo mucho
peor. Lo cual era bastante más probable.
—¿Qué estás haciendo, Naruto? ¡Son aldeanos! —gritó mientras tiraba del brazo del rubio
hacia él. Se estremeció cuando vio los ojos rojo sangre de Naruto. Las emociones… pensó
Kakashi.
—¡Shinobis! ¡Advertir a los soldados! —escucharon gritar a una mujer y Kakashi cogió al
joven por la chaqueta y usó la técnica del Cuerpo Parpadeante para alejarlos a toda leche de
allí. Les transportó a las afueras de la ciudad. Naruto cayó sobre él cuando aterrizaron en la
hierba. El joven seguía jadeando pesadamente, su mente perdida en la furia y las emociones.
—Naruto, Naruto mírame. ¡Tienes que calmarte! —Kakashi le sujetó de los hombros.
—¡MÍO! —gritó lleno de frustración mientras fijaba sus ojos en los del hombre. Sus manos,
ahora con uñas largas y punzantes, se apretaban alrededor de las ropas del shinobi mayor.
Kakashi no pudo evitar notar el profundo odio que destilaba la voz de Naruto y los largos
colmillos que le asomaban por la boca.
—Sí, tuyo —dijo con tranquilidad mientras se inclinaba hacia Naruto. Se escuchó un
pequeño sonido metálico cuando sus bandanas chocaron una contra la otra. Su ojo se abrió de
par en par cuando sintió los dedos de Naruto tocando su mejilla cubierta por la máscara,
deslizando los dedos por su mandíbula. Cuando se posaron sobre sus labios tapados, dejó
escapar un suspiro. No se había dado cuenta de que había estado conteniendo la respiración.
—Kakashi… lo… lo siento —susurró. Su boca a tan solo unas pulgadas de la de Kakashi—.
Cuando vi que te tocaba y que iba a agarrarte de la máscara… me dolió… porque sé lo
mucho que lo odias…
—Sí. Pero no fui sólo yo. Creo que Kurama también se está volviendo un poco protector
cuando se trata de ti —añadió, sonrojándose un poco—. Sentía su furia encenderse junto con
su chakra. Me sobrecogió. Y ahora ese hombre está…
—Sí… Sé que se supone que no deberíamos matar civiles, Naruto. Pero este caso es
diferente. Perdiste el control. Y, para ser honestos, me dio la sensación de que no era la
primera vez que el tipo se metía en problemas.
—Ya lo sé, pero aun así… —Naruto envolvió la cintura de Kakashi con sus brazos. El
shinobi mayor puso una mano en su espalda y le dio un fuerte abrazo. Su corazón dio un
vuelco cuando el rubio comenzó a sollozar suavemente contra su camisa. Como no sabía qué
decir, les transportó hasta un callejón cerca de la posada.
—A estas alturas ya se habrá extendido el rumor de que somos shinobis. Tenemos que irnos,
Naruto. ¿De acuerdo? —le dijo un poco preocupado. Se sintió aliviado cuando el chico
asintió, aunque mantuvo los ojos en el suelo.
Naruto siguió los pasos de su profesor mientras éste entraba en la posada, haciendo todo lo
posible por ser discretos. Vieron a Isamu de pie delante de su mujer y su hijo. Tenía los
brazos extendidos de forma protectora, sosteniendo en una de las manos un gran cuchillo de
cocina. Sus ojos reflejaban furia, pero Kakashi podía oler su miedo. Y sentía cómo éste se
aferraba a la habitación llenando el aire de tensión.
Kakashi decidió decirles la verdad. Sabía que hacerlo no era muy prudente, viendo lo rápido
que se extendían los rumores por allí. Pero no podía mentir al hombre que les había abierto su
hogar a Naruto y a él, ofreciéndoles comida y techo gratis. No le parecía bien y tampoco creía
necesario o apremiante hacerlo. No estaba seguro de por qué se sentía así.
—De la Hoja —respondió con seriedad. Por el rabillo del ojo percibió la reacción de sorpresa
de Naruto. Kakashi sabía que Isamu y su familia no tratarían aquella información a la
ligera… El País del Fuego había provocado una gran cantidad de bajas al País de la Tierra
durante la Tercera Guerra Shinobi. Estaba seguro de que la gente todavía les guardaría un
gran resentimiento a los de la Hoja.
—Coged vuestras cosas e ¡iros de una puñetera vez! —le gritó el posadero, temblando de ira.
Es probable que haya perdido a un hermano o algún otro familiar en la guerra, pensó
Kakashi.
—Subimos, cogemos nuestras cosas y nos marchamos. Denos cinco minutos —respondió
midiendo cuidadosamente sus palabras.
Suspiró mientras empezaban a recorrer las calles de nuevo, dirigiéndose hacia el norte. Una
pequeña multitud se había reunido en la zona. Los aldeanos retrocedían cuando se
aproximaban y susurraban cosas desagradables a su paso. Escucharon murmullos acusadores
sobre los shinobis, sobre que Naruto y él eran unos ladrones y unos asesinos. Alguien incluso
se preguntó en voz alta si no serían ninjas renegados.
Kakashi miró de reojo y vio a Naruto encogido. Sus ojos estaban centrados en sus propios
pies.
No es nuevo para él que la gente lo rechace y chismorree a sus espaldas, pensó Kakashi con
amargura. Eso le hizo sentir furioso por dentro. Provocó que le doliera el corazón y le
hirviera la sangre. Entonces, decidió hacer frente a los aldeanos.
Cuando se detuvo, Naruto lo miró con cierta curiosidad. Entonces Kakashi se levantó el
protector frontal y abrió los ojos.
—Es él.
Convocó algunos rayos que corrieron a través de su brazo para acabar formando un círculo
alrededor de la mano mientras se extendían hasta el suelo. De pronto, la gente comenzó a
gritar y a correr en diferentes direcciones, empujándose unos a otros, sumergidos en una
histeria colectiva, mientras trataban de alejarse. Naruto se rio entre dientes cuando entendió
lo que pretendía hacer Kakashi. El shinobi mayor le guiñó un ojo y continuaron su camino en
un más que bienvenido silencio.
—Te llamaron Kakashi el Mata-amigos… —dijo Naruto después de un rato—. No sabía que
fueras conocido con ese sobrenombre.
—No pasa nada. No me escondo ni de la verdad ni del pasado —respondió con simpleza.
Naruto asintió.
—¿Sensei?
—¿Mmm?
—¿Por qué te comportaste de forma tan educada cuando ese viejo nos echó? Actuó como si
fuéramos unos extraños, ignorando el hecho de que habíamos salvado a su hijo. ¿Y por qué le
dijiste que somos de la Hoja? ¿Y si los Akatsuki se enteran de que dos shinobis de la Hoja
están merodeando por el País de la Tierra? No dejarán de buscarnos hasta que nos
encuentren… —Naruto expresó sus preocupaciones en voz alta.
Kakashi imaginó que el joven había estado dándole vueltas durante un buen rato a lo que
había sucedido. Pensó largo y tendido cómo iba a explicarle que lo había hecho porque lo
había creído necesario, pero que no podía apoyar o justificar sus acciones si se basaba en las
normas de un shinobi.
Naruto casi se había resignado a no recibir una respuesta cuando Kakashi habló.
—Cuando alguien te miente, Naruto, es porque no te respeta lo suficiente como para decirte
la verdad y piensa que eres demasiado estúpido como para darte cuenta. Isamu y su familia se
ganaron mi respeto al tratarnos con tanta amabilidad. Más tarde se han visto cegados por su
odio debido al dolor del pasado. Pero debes recordar que es difícil odiar a alguien que es
honesto, sincero y educado contigo, y así ha sido, puesto que nos respetaron a pesar del odio.
La gente fácilmente olvida lo que se les dice o se les hace, pero difícilmente olvidan lo que se
les hizo sentir. Yo hice que Isamu y su familia sintieran duda con respecto a su impulsivo
odio hacia nosotros, o hacia los shinobis de la Hoja. Con respecto a los otros aldeanos, hice
que sintieran miedo. Lo que en retrospectiva podría no haber sido muy inteligente por mi
parte ... Pero quería hacerlo, así que lo hice.
Podía parecer un asesino despiadado a los ojos del mundo, incluso era posible que él mismo
se viera así, pero día a día Naruto iba descubriendo que el shinobi de pelo plateado era mucho
más de lo que se podía ver en la superficie.
Icha Icha Sigilo
—Naruto, cuando usaste el Rasengan… —el hombre no pudo evitar notar el cambio en el
comportamiento del chico cuando trajo de vuelta el incidente—. No te vi usar Clones de
Sombra.
—Sentir furia o tristeza puede impulsarnos a hacer cosas de las que no sabíamos que éramos
capaces —comentó Kakashi—. O tal vez sea porque has estado entrenando un montón
usando el Rasengan combinado con tu naturaleza de viento... —valoró Kakashi en voz alta
—. En cualquier caso, creo que deberías intentar utilizarlo sin clones más a menudo. El
cuarto Hokage era capaz de hacerlo, Jiraiya y yo también, así que estoy seguro de que podrás
lograrlo. Practica en ello, ¿vale?
—Vale —dijo Naruto feliz ante aquel nuevo descubrimiento—. He estado practicando en
infundir al Rasengan mi naturaleza de viento y creo que estoy bastante cerca de conseguirlo.
También he estado practicando para disminuir los niveles de mi chakra.
—Lo sé, me he dado cuenta. Aunque todavía tenemos que ponerlo a prueba.
—Ha pasado mucho tiempo desde que jugué por última vez al escondite —añadió jocoso
Kakashi—. Pero, vale. Te doy de margen media hora. Dirígete al norte sin desviarte
demasiado del camino y piensa cómo vas a acercarte sigilosamente hasta mí, un enemigo
shinobi, sin revelar antes tu posición.
—Por fin algo de paz y tranquilidad para seguir leyendo mi Icha Icha Paraíso... —Kakashi
sonrió mientras se sentaba contra algunas rocas en la oscuridad.
∞∞∞
Alrededor de unos treinta y cinco minutos más tarde, se levantó, estiró las piernas y los
brazos, consiguiendo un satisfactorio crujido a cambio y se puso en marcha. Cerró los ojos
brevemente, intentando encontrar algún rastro de chakra por los alrededores. Como no pudo
encontrar nada, siguió caminando. Después de un paseo de unos veinte minutos, escuchó un
ruido hacia la derecha del camino. Intentó sentir el chakra de nuevo y sonrió de forma
arrogante cuando encontró un rastro que parecía apuntar a Naruto. Salió del camino,
agachándose, manteniéndose cerca del suelo y moviéndose hacia el sonido, con un kunai en
la mano. Su propio chakra era indetectable en aquel punto y sus movimientos eran
completamente silenciosos. Sabía que tenía que aproximarse al adolescente desde el noroeste,
puesto que el viento, actualmente, soplaba desde el sur. Naruto conocía su olor demasiado
bien así que tenía que ser cuidadoso al respecto.
Estaba tan solo a unos pocos metros de la fuente de chakra. Se tumbó bocabajo y echó un
vistazo a través de unos arbustos. No podía creer lo que vio su ojo. Naruto estaba sentado
contra un árbol masturbándose con su libro Icha Icha Tácticas en la mano.
—Supongo que él también necesitaba algo de paz y tranquilidad para leer —musitó Kakashi
—. Qué mocoso. ¿Cuándo me habrá robado el libro? —Kakashi sacó en silencio algunos
shurikens de su cartuchera. Pegó un salto y los arrojó hacia el rubio.
Naruto inmediatamente se lanzó a un lado mientras los shurikens atravesaban la corteza del
árbol.
Kakashi había utilizado aquellas armas como una distracción a fin de utilizar la técnica del
Cuerpo Parpadeante para situarse justo detrás del rubio. Sabía que Naruto se movería a la
derecha, siempre lo hacía. Le dio un puñetazo, pero Naruto lo esquivó girando en dirección a
Kakashi. En pleno movimiento trató de darle una patada a Kakashi en el cuello.
El shinobi mayor se agachó justo a tiempo para esquivarlo y dio un salto hacia delante para
tratar de derribar a Naruto ahora que estaba soportando todo su peso con una pierna. Acertó
de pleno contra el jadeante rubio, quien de pronto desapareció en una nube de humo con un
pequeño pop.
—Porque estabas distraído con esa imagen calentorra —escuchó gritar a Naruto desde lo alto
de un árbol.
—Una trampa ninja —musitó—. Buen intento, Naruto, pero no voy a caer tan fácilmente.
Rápidamente escaneó su alrededor de nuevo en busca de la presencia del chico. Nunca sabías
cuántos clones podía esconder por ahí el rubio shinobi. No detectó nada excepto el clon que
se alejaba corriendo en la distancia. Puedo sentir cómo te alejas, mocoso. Baja tu maldito
chakra, pensó molesto ante el descuido de Naruto. Suspiró mientras se agachaba a recoger el
libro que le habían robado, murmurando algo sobre las páginas arrugadas. Cuando se
incorporó, movió la mano a la parte trasera de su cadera para guardar el libro en su
cartuchera. Su ojo se abrió cuando escuchar el familiar pop sonar de nuevo.
Una mano le agarró la muñeca mientras la otra le apretaba un kunai contra la garganta.
Suspiró cuando escuchó una voz familiar y demasiado feliz.
—Sí, me has pillado... Buen trabajo, Naruto —sonrió cuando sintió que le daba un beso por
detrás de la oreja.
—Tus libros son tu punto débil —le dijo Naruto con una amplia sonrisa mientras apartaba el
arma.
—Así que usaste la técnica de Transformación para convertirte en uno, sabiendo que lo
recogería.
—Usar la técnica de Transformación requiere una emisión constante de chakra para mantener
la forma. Así que estabas usando tu chakra, pero lo mantenías lo suficientemente bajo como
para que no pudiera detectarlo. Impresionante —dijo alborotándole el pelo.
—Sí, y no fue nada fácil. Ya sabes que nunca he sido muy bueno con la técnica de
Transformación. Estoy bastante seguro de que fui capaz de reproducir bien la portada, pero
las páginas de dentro seguramente estarán en blanco o borrosas. He aprendido a formar
equipo con Kurama. Yo me centré en controlar mi chakra y él se centró en controlar el suyo.
Pero ambos tenemos bastante chakra, así que ésa era la parte más difícil, mantenerlos a la par
sin que ninguno fluctuase.
—Ya veo. Estoy muy impresionado, Naruto. Tanto Kurama como tú sois perfectamente
capaces de esconderos de los enemigos —sonrió Kakashi mientras Naruto se sonrojaba.
El entrometido zorro peludo
Ambos shinobis siguieron viajando hacia el norte a través del País de la Tierra, todavía
actuando de la forma más discreta posible. Manteniendo la mirada baja y sus niveles de
chakra controlados.
En el decimoséptimo día de sus viajes, pudieron ver las altas montañas que rodeaban
Iwagakure, la Villa oculta de las Rocas o Iwa como lo llamaba la mayoría de la gente. Los
dos sabían que no serían bienvenidos allí. Su objetivo era internarse más profundamente en el
País de la Tierra. Las montañas naturales del país y el terreno rocoso lo hacían un lugar ideal
para esconderse, lo cual les permitía entrenar sin correr el riesgo de ser vistos. Una vez que
encontraron un buen lugar para montar la base del campamento, cerca de un río y una gran
cueva, se asentaron.
Ambos shinobis establecieron pronto una rutina diaria. Dormían juntos, comían juntos,
ocasionalmente se bañaban juntos en el río y entrenaban juntos. Kakashi se había asegurado
de mejorar las técnicas y los puntos débiles de Naruto. Necesitaba que el chico estuviera
preparado para cuando llegara el momento de enfrentarse a los Akatsuki.
Ocasionalmente, Kakashi iba hasta un pueblecito cercano, el cual sólo tenía unas pocas calles
con casas, —una de ellas utilizada como escuela—, una pequeña tienda, un restaurante, una
granja con verduras locales y algo de ganado y un edificio con aspecto descuidado que hacía
la función de oficina de correos, juzgados, ayuntamiento y centro comunitario. El pueblo se
encontraba a un día de viaje desde su campamento y cuando Kakashi iba hasta allí, siempre
se aseguraba de mandar un mensaje a Konoha con su progreso y se encargaba de traer unos
cuantos suministros. A medida que pasaba el tiempo, se fue convirtiendo en un rostro
conocido para los aldeanos, quienes lo conocían como Kaishou.
Había recibido información de la Quinta Hokage, Tsunade, sobre los recientes progresos de
Konoha en cuanto a la búsqueda de Sasuke. También informaba acerca de los avances de
Sakura, a quien estaba entrenando ahora personalmente para convertirla en una hábil ninja-
médica. Kakashi se sintió aliviado al enterarse de que había decidido especializarse en esa
rama. Creía con firmeza en la chica de pelo rosa, pero sabía que no tenía la suficiente
entereza como para matar a gente de forma regular. Sin embargo, no dudaba en que se
convertiría en una gran sanadora.
Tsunade mencionaba en su carta que los Akatsuki habían tenido éxito en capturar y asesinar a
unos cuantos Jinchūrikis. Sospechaban que sólo quedaban tres a salvo, Naruto entre ellos.
Los otros dos se encontraban bajo una alta protección de sus respectivas villas. Una vez
recibida semejante información, Kakashi decidió que debían ser más cautelosos todavía.
Debía asegurarse de que Naruto y él no se volvieran demasiado descuidados, especialmente
porque una de sus misiones era no ser descubiertos. Era fácil volverse más y más negligente a
medida que el tiempo pasaba en su pequeño escondite sin la presencia o la sensación de
peligro. Los hacía sentirse seguros, demasiado confiados de su entorno. Hizo una nota mental
sobre revisar las trampas y las barreras más a menudo. Debían estar preparados para luchar
en cualquier momento. Pero, ¿lo estaban? No lo tenía muy claro.
Pronto, habían pasado dos meses y ambos shinobis se habían vuelto más fuertes que nunca.
Las reservas de chakra de Kakashi habían aumentado exponencialmente después de luchar
contra Naruto durante todo el tiempo. Además, había mejorado su velocidad y eso lo hacía
más peligroso. Sus músculos se habían fortalecido de entrenar y practicar sus técnicas de
taijutsu diariamente contra el rubio durante horas y horas. Incluso las noches resultaron ser
extenuantes, ya que no podían mantener alejadas sus manos el uno del otro. Sus cuerpos y su
relación se habían vuelto más fuertes que nunca.
Naruto también había progresado bastante. Ahora tenía un control completo de su chakra,
armas mejoradas y habilidades de taijutsu, se había vuelto increíblemente rápido y dominaba
a la perfección el Rasengan y la nueva técnica que había llamado Rasengan Viento Liberado.
La cual consistía en un orbe modificado con naturaleza de viento. Actualmente estaba
trabajando en cambiarle la forma un poco. Quería que se pareciera a un shuriken gigante,
como el que Sasuke había utilizado un montón de veces en el pasado. También había
comenzado a tantear un poco algunas técnicas con naturaleza de agua.
Kakashi sabía que estaban haciendo progresos mucho más rápido de lo que habían previsto
Tsunade o Jiraiya. Si Naruto mantenía ese ritmo de aprendizaje y adquisición de habilidades,
estaría listo para una batalla real en un año, en lugar de en dos. Especialmente porque Naruto
a menudo utilizaba Clones de Sombra mientras entrenaba. Kakashi se sentía satisfecho.
∞∞∞
Mierda, ¿por qué tiene que ser tan sexy…?, maldijo Naruto en silencio mientras se escondía
detrás de unas rocas. No puedo concentrarme así. Una vez más volvió a arriesgarse a echar
una ojeada por el borde de las rocas hacia donde estaba Kakashi. Habían estado luchando
durante una hora bajo el sol y ambos se habían quitado las camisetas. Está cubierto de sudor,
arena y polvo y sigue estando increíble. ¿Cómo es posible?, Naruto suspiró, frustrado.
—Tienes que centrarte, cachorro. Has sido capaz de darle unas cuantas buenas patadas y
puñetazos, pero no ganarás si no te concentras —intervino Kurama.
Naruto observó cómo un pequeño chorro de sangre se deslizaba por debajo de la bandana de
Kakashi, pasando por su ojo derecho hasta la mejilla cubierta de polvo. Su amante estaba
jadeando pesadamente, mientras el Sharingan drenaba su chakra.
—Lo sé. ¿Viste la patada que le di? Intentó esquivarla, pero le golpeé en toda la cabeza —le
respondió Naruto a Kurama. Entonces escuchó al zorro reírse—. Nunca había sido capaz de
hacerlo antes —declaró Naruto con orgullo.
—Sí, lo vi. Menuda velocidad, cachorro. Pero, ¿qué planeas hacer ahora? —preguntó
curioso, Kurama.
—No estoy seguro. Es difícil atacarlo de forma directa. Su Sharingan lo percibe todo. Estaba
pensando en utilizar algunos Clones de Sombra, pero los detectaría de inmediato y eso
delataría la ubicación de mi escondite.
—¿Qué opinas sobre una táctica de distracción? Lanzas algunos kunais, intentas deducir a
qué lado se moverá para esquivarlos y utilizas la técnica del Cuerpo Parpadeante para
ponerte detrás de él —sugirió Kurama.
—Ya lo había pensado —dijo Naruto a su subconsciente—. No es una mala idea, excepto por
el hecho de que es impredecible. Es imposible deducir a qué lado se va a mover. De todas
formas, creo que sigue siendo nuestra mejor opción por ahora —musitó Naruto.
—No puedo. Ya he utilizado esa técnica cuatro veces hoy. Mi nivel de chakra está demasiado
bajo.
Naruto suspiró. Siempre se mostraba un poco reacio a hacer tratos con el Nueve Colas. Por
un lado, sabía que no podía confiar en el demonio zorro. El tercer Hokage siempre le había
hablado acerca de la inteligencia del animal y de su astucia, pero también sobre el profundo
odio que sentía. Le había advertido sobre que no confiara nunca en la criatura, que los
demonios eran seres peligrosos y malévolos. Y, en parte, no se equivocaba. Naruto podía
sentir su odio. Pero también notaba que en su interior había algo más que eso. Casi como si
Naruto le hubiera influido de alguna forma.
Cuando Naruto era pequeño, sólo un niño, había pasado por momentos difíciles. Los
aldeanos de Konoha le habían tratado de forma horrible porque pensaban que era parte del
demonio. No entendían que Naruto y el zorro eran dos seres independientes y que lo único
que sucedía era que el segundo vivía en el cuerpo del primero. Creían que el zorro influía en
su mente, en su carácter y que se convertiría en alguien malvado y peligroso, así como lo era
el zorro. Cuando le miraban, venían a un asesino, a un monstruo.
Aunque al final parecía que había sido Naruto el que había influido en el comportamiento del
zorro, no al revés. Cuando los aldeanos lo habían maltratado tanto psíquica como
físicamente, había podido sentir el odio y la furia del zorro. Sabía que Kurama quería
hacerlos daño, herirlos, torturarlos y matarlos. Podía notar al zorro revolviéndose contra las
paredes de su jaula, podía sentirlo gruñendo, aullando, arañando todo de pura rabia y rencor.
Fue la profunda soledad de Naruto y su ansia de contacto y afecto lo que le hizo acercarse al
Nueve Colas en primera instancia.
Al principio, el zorro había despreciado al niñito débil que estaba ahí de pie, sollozando y
gimoteando frente a su jaula. No veía nada más que un patético humano que lo mantenía
prisionero. Fue mezquino con él, cruel incluso, pero a pesar de eso, el chico siguió volviendo.
En cierto momento le había preguntado al muchacho por qué seguía regresando, por qué no
le tenía miedo. Naruto le había respondido que no había ningún otro lugar al que pudiera ir.
Fue entonces cuando Kurama se dio cuenta de que el chico prefería estar con el zorro
demoniaco, sus miradas de odio y sus resoplidos, que con los humanos y su entorno.
Finalmente, un día que Kurama se aburría y se sentía solo, los dos comenzaron a hablar. Esto
los había llevado a la situación en la que se encontraban a día de hoy.
Naruto veía a Kurama como la única constante en su vida. El único ‘ser’ que estaba ahí
siempre para él, independientemente de si quería o no. Kurama había aprendido a aceptar al
chico, a confiar en él e incluso a guiarle. Después de todo, cuanto más fuerte fuera Naruto,
menos probabilidades habría de que fuese asesinado. Si Naruto moría, el Nueve Colas
desaparecería durante un tiempo también, lo cual sería bastante inconveniente. Así que
continuaron haciendo las cosas juntos. Kurama podía sentir todo lo que Naruto sentía, y
Naruto obtenía consejos y ayuda del zorro. Aun así, el rubio seguía mostrándose cauto
cuando Kurama le ofrecía su chakra o sus poderes, temeroso de que el chakra de la bestia lo
dominase y perdiese el control.
—Así que, ¿qué va a ser, cachorro? —le preguntó Kurama con impaciencia.
—Hagámoslo —respondió Naruto mientras intentaba ocultar sus dudas. Lo cual, por
supuesto, no tenía sentido puesto que Kurama sabía todo lo que le pasaba por la mente.
—No tendré más control del necesario, cachorro —le dijo Kurama al chico, con desdén.
—Lo sé, lo sé. Lo siento, Kurama —se disculpó Naruto por su desconfianza, de forma
sincera. Sabía que era razonable tener miedo del Nueve Colas, pero también sabía que el
zorro no era el mismo de antes. Estaba claro que seguía siendo un demonio inmoral y
malvado, pero era el demonio de Naruto y había cambiado, aunque fuera un poco.
Naruto sintió cómo Kurama liberaba su inmenso chakra. Consiguió controlarlo y añadirlo a
sus reservas. Cogió un kunai y lo arrojó en dirección a Kakashi, apuntando hacia la parte
superior de su pierna izquierda. Casi instantáneamente utilizó la técnica del Cuerpo
Parpadeante para aparecerse por el lado derecho del hombre. Sus ojos se abrieron de par en
par cuando se dio cuenta de su error. Kakashi no había esquivado hacia la derecha, ni hacia la
izquierda. Había pegado un salto hacia arriba, situándose en la posición más ventajosa.
Kakashi se relajó un poco mientras volvía a situarse la bandana sobre el ojo para cubrir el
Sharingan.
—No lo suficientemente bien —respondió Naruto mientras se aupaba sobre los codos.
—Estás siendo demasiado duro contigo mismo, Naruto. El progreso que has hecho en estos
dos últimos meses ha sido increíble —replicó Kakashi con firmeza.
—¿Cómo está tu cabeza? —le preguntó el chico mientras sus dedos alcanzaban la bandana de
Kakashi. La levantó con cuidado mientras el mayor hacía una mueca. Debido a la patada de
Naruto, le había salido una protuberancia, la cual estaba rodeada de magulladas y coronada
por un profundo corte. La sangre volvió a brotar alimentando la pequeña corriente roja que se
había formado anteriormente.
—Un fuerte dolor de cabeza, pero estaré bien. Sabes que quiero que no te contengas —
respondió Kakashi apartando la mano del shinobi más joven y colocándose la cinta de nuevo
en su sitio.
—Lo sé. Pero creo que vas a necesitar unos cuantos puntos de sutura si quieres que se
detenga el sangrado.
—Tenemos asuntos más urgentes que tratar ahora —dijo Kakashi con seriedad, mientras se
inclinaba para darle un beso en la boca al joven shinobi.
Kakashi se relajó cuando sintió la lengua de Naruto deslizarse entre sus labios. No pudo
contener un gemido de placer mientras las manos de Naruto se envolvían alrededor de su
cuello. Acercándolo.
Después de estar observando a su profesor medio desnudo durante tanto tiempo en la pelea,
Naruto no podía aguantar más. Sintió la sangre de Kakashi deslizándose por su propia frente
mientras se besaban. Pero no le importó, estaba demasiado perdido en la lujuria que sentía
hacia su amante. La batalla había sido tan salvaje que se sintió increíblemente emocionado,
vivo y enérgico, a pesar de sentirse también exhausto. Como si no hubiera parado ni un
segundo para descansar y ahora que por fin podía estar junto a Kakashi, su energía estuviera
regresando multiplicada por diez. Sabía que era pura adrenalina lo que le hacía sentir de
aquella manera y la liberó toda sobre el cuerpo de su profesor. Su beso se volvió más
apasionado, más demandante, como si necesitara hacerlo para mantenerse vivo. Las manos
comenzaron a moverse hacia abajo por el dorso de Kakashi, tratando de llegar a todos
aquellos lugares más sensibles. Sus atenciones fueron recompensadas con los gemidos del
shinobi mayor, que se volvieron más intensos. Como no podía contenerse más, se encaramó
encima de su profesor, provocando que ambos cambiaran sus posiciones. Ahora él estaba
sentado sobre éste y no perdió el tiempo en presionar de nuevo sus labios contra los de
Kakashi, casi con violencia. Su mano se deslizó por las abdominales del hombre hasta su
entrepierna, para comprobar si estaba excitado. No se sintió decepcionado. El profesor estaba
duro como una roca y envistió con las caderas cuando sintió la mano del rubio acariciando su
longitud a través de los pantalones. Naruto no dudo ni un segundo mientras llevaba la mano
por debajo de la cinturilla del pantalón del hombre para agarrar su ansioso y palpitante
miembro. Kakashi comenzó a retorcerse ante la sensación mientras notaba la boca de Naruto
mordisqueándole el cuello. Pensó que era un poco peculiar cómo Naruto estaba
repentinamente llevando el control con tanto ímpetu, pero lo atribuyó a la adrenalina de la
lucha y a la apremiante necesidad que el joven debía estar experimentando.
El chakra de Naruto estaba ardiendo inmensamente, el agarre que aplicaba a los brazos de
Kakashi era demasiado fuerte y los dientes que se clavaban en su piel eran demasiado largos,
demasiado afilados.
—Kyūbi —dijo Kakashi, su voz ronca de dolor. Los ojos rojos se alzaron hacia él mientras el
mordisco se hacía más profundo. Kakashi gruñó ante la sensación perforante. El Nueve Colas
insertó algo de su chakra en la herida, provocando una profunda quemazón que ocasionó que
Kakashi clavara las uñas en la espalda de Naruto para evitar gritar. Su ojo se abrió
ampliamente cuando sintió una profunda voz entrar en su mente. Una voz de alguien más
viejo que el tiempo, una voz grave y autoritaria, emanando intenciones aviesas.
La voz resonó en su cerebro y provocó una sensación dolorosa y vibrante en su cabeza que
excluía cualquier otro sonido o voz, incluyendo la suya propia.
—No, Hatake. Esto es acerca de lo que quieres tú. Siento curiosidad por saber lo que planeas
hacer con mi recipiente —a medida que el dolor fue remitiendo, la mente de Kakashi se fue
aclarando.
—¿Tu recipiente? Estás hablando de Naruto —concluyó—. No estoy planeando hacer nada
con él. Si te refieres a que le he hecho daño, es parte de nuestro entrenamiento.
—No estoy hablando de dolor físico, Hatake. Soy consciente de lo mucho que ha progresado
bajo tu supervisión. Me beneficia que se vuelva más fuerte y estoy dispuesto a ayudar para
que así sea. Pero ahora me estoy refiriendo a que quieres que sea tu compañero —respondió
con voz siniestra el Nueve Colas.
—Depende —dijo Kurama mientras su voz se volvía más amenazante—. Tal vez, si esta
relación es para ti una forma de poner a prueba tus proezas amatorias, Hatake, un juego que
terminará cuando lo hayas hecho todo con él. No voy a permitir que la gente de Konoha le
haga más daño.
—¿Qué ha pasado para que el poderoso Kyūbi, el odioso demonio responsable de miles de
muertes inocentes, se preocupe por los sentimientos de un niño? ¿Te estás ablandando,
Nueve Colas? —le preguntó Kakashi con arrogancia.
Kurama liberó con furia un potente gruñido que hizo que los oídos y la cabeza de Kakashi
palpitaran.
—No te burles de mí, humano —bufó Kurama mientras su instinto asesino flotaba a través de
la mente de Kakashi—. Cada vez que el chico se siente así, viene a mí. Lo ha hecho desde
que tenía dos años. He intentado asustarlo de forma implacable, pero ha sido en vano. Así
que me es más fácil protegerlo de ese sufrimiento en primera instancia. Te lo preguntaré de
nuevo. ¿Qué es lo que planeas hacer con él?
—Tenemos una relación. Una que pretendo mantener todo el tiempo que sea posible. Incluso
después de que nuestro viaje termine y aunque tenga que lidiar contigo de vez en cuando. Le
quiero y quiero protegerlo —respondió Kakashi, con sinceridad.
—Bien. En ese caso, la marca que te he dejado en el hombro se quedará ahí como un
indicativo de que te hemos reclamado.
—Ahora que perteneces a Naruto, también me perteneces a mí. Si decidieras dejar tu marca
sobre el chico, me abstendría de curarlo para que no desaparezca.
—Eh, de acuerdo. Gracias —respondió Kakashi un poco incómodo—. Le daré una pensada.
—Kashi, ¿qué ha pasado? ¿Qué he…? —miró hacia el hombro de Kakashi, asustado y
conmocionado.
—No estoy seguro, Naruto… estábamos… no, tú estabas… estabas pletórico y llevando las
riendas de la situación. Terminaste inmovilizándome. Bueno, no. Creo que fue el Kyūbi quien
lo hizo y entonces me mordiste en el hombro. Kurama envió su chakra a través de la herida y
tuvo una conversación conmigo… nosotros… —le explicó Kakashi un poco confundido—,
quería saber cuáles eran mis intenciones hacia ti… en cuanto a nuestra relación.
—Voy a matar a ese bastardo peludo entrometido por hacerte daño. Mierda, mírate. ¡Estás
sangrando, joder! —respondió Naruto furioso.
—¡No, espera! Naruto, creo que el Kyūbi estaba intentando protegerte o algo así. El único
propósito de la conversación era asegurarse de que no iba a hacerte daño, o eso creo —
intervino Kakashi mientras agarraba al chico del hombro.
—¿En serio? —preguntó Naruto sorprendido. Le asombraba que Kurama se preocupara por
algo así.
—Me mordió para marcarme como tu… compañero… —dijo Kakashi sintiéndose
completamente avergonzado.
—Supongo que eso significa que soy tuyo, ¿eh? —respondió Kakashi con una tenue sonrisa
para confortar al chico.
—¡Kakashi, tu cabeza! —gritó de pronto Naruto con las manos en la cara de su profesor.
—Está curada —le dijo Naruto sorprendido—. La herida de tu cabeza, ¡está casi cerrada!
—Supongo que debería darle las gracias a Kurama, ¿no? —replicó Kakashi un poco perplejo.
—De nada —la voz profunda resonó a través del subconsciente de Naruto.
—Parece que tenías razón —dijo Naruto riéndose entre dientes—. Creo que a Kurama le
gustas, Kashi-sensei —dijo con una gran sonrisa.
—Genial, ahora nuestra pequeña familia se compone de ocho perros y un zorro —dijo
Kakashi con tono jocoso sentando a Naruto en su regazo.
—Así un poco desaliñado estás muy atractivo —le respondió Naruto con una sonrisa pícara.
—Es posible, pero yo no me siento así. Me siento más bien… asqueroso y polvoriento.
—De acuerdo. Vamos —dijo el joven mientras se levantaba del regazo de Kakashi.
Unos minutos más tarde, ambos shinobi se dirigieron hacia el río. Sus toallas colgaban
perezosamente sobre sus hombros. Cuando llegaron, Naruto inmediatamente se quitó los
pantalones y los calzoncillos. La ropa voló despreocupadamente por el aire mientras su toalla
aterrizaba sobre el torcido pelo plateado de Kakashi.
Kakashi sintió vergüenza ajena ante semejante descuido mientras lentamente se quitaba la
máscara, los pantalones y la ropa interior. Los dobló con cuidado y los puso sobre una roca
junto con su toalla y un kunai por si las moscas. Entonces se metió poco a poco en el agua
fría.
Su atención se dirigió hacia Naruto, quien estaba de pie sobre un pedrusco sobresaliente.
Antes de que pudiera decir una sola palabra, vio al joven dar un gran salto, haciendo una no
muy elegante pirueta y cayendo de culo al agua provocando una gran explosión, que mojó a
Kakashi de la cabeza a los pies. Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero cuando el agua fría
lo golpeó como un mazo.
Naruto levantó la mirada para ver a Kakashi poniendo la mano sobre la superficie del agua.
Abrió los ojos de par en par cuando se dio cuenta, un poco demasiado tarde, de lo que su
enfadado amante pretendía hacer. Unos segundos después sitió la electricidad atravesar su
cuerpo mientras soltaba un grito de dolor.
—¡Depende de cómo lo mires, mocoso! —dijo Kakashi con enfado mientras se alejaba.
—¡Ten cuidado con los tiburones! —exclamó entonces Naruto de forma amenazadora.
—En los ríos no hay tiburones, Naruto —dijo Kakashi mientras ponía el ojo en blanco y
miraba por encima del hombro sólo para descubrir que Naruto había desaparecido—. ¿Dónde
se habrá metido ahora? —se preguntó. Como no podía ver ni sentir a Naruto, se encogió de
hombros, el dolor provocando que frunciera el ceño. Suspiró y comenzó a quitarse la
suciedad de la piel.
Alzó la vista cuando vio una aleta cortando el agua a unos metros de distancia. Bueno… más
bien una mano fingiendo ser una aleta, aunque imitaba bastante bien los movimientos de un
tiburón. Kakashi comenzó a sonreír ante el jueguecito del chico. Supongo que algunas veces
olvido lo joven que es… pensó el hombre. Sin embargo, olvidar su edad hace que tener una
relación con él sea mucho más fácil… me hace sentir un poco menos pervertido, se recordó.
Miró de nuevo hacia la misma dirección, pero la aleta había desaparecido. Mierda, se le está
dando demasiado bien eso de esconder su chakra… ni siquiera puedo sentirlo… pero sé que
está cerca… pensó Kakashi mientras se giraba, registrando su entorno. Dio un pequeño salto
cuando la aleta apareció de pronto sólo a un metro de distancia de él. Joder, Kakashi, ¿en
serio has pegado un bote porque un adolescente está fingiendo ser un tiburón?, se reprendió
mentalmente. Tenía que admitir, que toda aquella situación era un poco inquietante. Naruto
ha desaprovechado una exitosa carrera como actor, reflexionó, mientras sonreía un poco.
Su sonrisa vaciló un instante cuando sintió al tiburón agarrarle de la cintura y tirar de él,
sumergiéndole en el agua. Entonces notó cómo Naruto le mordía el abdomen e intentó
agarrar los brazos del joven. Se soltó y logró atrapar al tiburón por el torso. Cogió impulso
desde el fondo para emerger a la superficie. Kakashi tenía a Naruto apretado contra su pecho
mientras ambos luchaban por coger aire. El joven comenzó a forcejear contra los brazos que
lo apresaban.
—Ah, no. No vas a ir a ningún sitio, mocoso. ¡Esta noche voy a cenar sopa de aleta de
tiburón! —dijo con fingida furia.
—¡Nooooo! El tiburón lo siente, profesor —dijo Naruto mientras lograba liberarse del agarre
de Kakashi.
—Más te vale —respondió Kakashi con una sonrisa mientras daba un manotazo en el agua,
salpicándole en toda la cara.
Naruto nadó hasta la espalda del profesor y lo envolvió con sus brazos por el pecho. El mayor
sonrió cuando sintió que Naruto depositaba varios besos detrás de su oreja y sobre la nuca.
Kakashi no podía permanecer impasible ante las seducciones del rubio.
—¿Me haces un favor? ¿Me acercas el jabón? —le preguntó el hombre mientras le besaba en
la mano.
—Claro, holgazán —respondió Naruto juguetón mientras se impulsaba con los pies para
alejarse de la espalda de Kakashi. Nadó hacia la orilla del río. Kakashi, taimado como
siempre, aprovechó la oportunidad para mirar embobado el perfectamente formado, moreno y
ahora completamente desnudo cuerpo de Naruto. Se sonrojó ligeramente al sentir una
punzante sensación más abajo.
Cuando Naruto cogió el jabón y regresó, vio que su profesor lo estaba observando. Curioso
miró a su alrededor para ver qué era lo que Kakashi miraba con tanto interés. Se encogió de
hombros cuando no vio nada especial. ¿Qué estará…?, se preguntó confuso.
—Te está mirando a ti, idiota. Bueno, sería más exacto decir que te está comiendo con los
ojos —Kurama se rio por lo bajo.
La cara de Naruto se volvió roja como un tomate cuando se dio cuenta de que el zorro tenía
razón.
—¿Por qué te escondes? —le preguntó Kakashi—. Sabes que te he tocado y te la he chupado
mil veces, ¿verdad?
—¡No seas tímido! —le dijo Kakashi mientras se levantaba la bandana y abría el ojo del
Sharingan para añadir más humillación a la situación.
Kakashi lo esquivó en el último segundo y buceó para cogerlo antes de que se hundiera hasta
el fondo. Naruto agradeció esa tregua y aprovechó para meterse en el agua con la poca
dignidad que le quedaba.
—Eres adorable, ¿lo sabías? —dijo mientras presionaba un beso contra la mejilla del rubio
—. Te lo compensaré lavándote. ¿Qué te parece?
—Es un comienzo —respondió el rubio con una pequeña sonrisa mientras acariciaba con los
dedos la barba plateada de dos días que tenía Kakashi en las mejillas. Le encantaba ver al
hombre sin la máscara. El mayor sonrió y volvió a ponerse la empapada cinta sobre el
Sharingan, después, se puso manos a la obra para ejecutar la agradable tarea.
∞∞∞
Esa tarde ambos shinobis se sentaron al fuego. Kakashi estaba en el suelo con la espalda
apoyada contra una de las rocas que había en su campamento. Naruto estaba sentado entre
sus piernas, con la espalda apoyada contra el pecho del hombre. Naruto era un poco más
bajito que Kakashi, así que el mayor podía apoyar su barbilla sobre la cabeza del rubio.
Estuvieron sentados así durante horas, sin hacer nada más que deleitarse con la presencia del
otro. Kakashi disfrutaba de la calidez de Naruto y Naruto disfrutaba sintiendo los fuertes
brazos de su profesor alrededor de su cintura. Sus manos descansaban confortablemente en el
regazo del joven.
Al principio a Kakashi no le había gustado la dolorosa charla que había mantenido con
Kurama, pero ahora cada vez la apreciaba más y más. Le había costado entender el concepto
de “pertenecer al Kyūbi y a Naruto”, pero en cierta forma, empezaba a disfrutarlo. Sentía
como si se hubiera convertido en parte de ellos, como si no fuera a ser capaz de perderlos
nunca. Y, en cierta forma, la idea era bastante reconfortante.
∞∞∞
Unos pocos días después, Kakashi se quitó de nuevo su bandana y su atuendo de ninja y se
dirigió a la ciudad como Kaishou. Se detuvo en el edificio de correos y preguntó si había
algún mensaje para él. Le entregaron un pergamino con el sello de Konoha.
—Recibes muchos mensajes del País del Fuego, ¿no, Kaishou? —le preguntó el viejo
hombre que estaba detrás del escritorio.
—Sí, Yoshi-san. Tengo familia allí que dirige una tienda local. Me gusta estar informado
sobre Aiko, mi sobrinita —dijo Kakashi sin vacilar.
—Trabajé como soldado durante un tiempo para el País del Fuego. Cuando me hirieron… —
dijo refiriéndose a su cicatriz y al parche en el ojo—, me despidieron. Ahora estoy haciendo
buen uso de mi tiempo libre para viajar, disfrutar de la naturaleza y realizar alguna que otra
chapuza por aquí y por allí.
—Bien, bien. Una sabia decisión para un joven como tú, viajar, conocer gente nueva… —
murmuró el anciano como si estuviera pensando en su propio pasado.
—Exacto. Tengo que irme, Yoshi. Todavía tengo que comprar algunas verduras. Nos vemos
—le dijo Kakashi con una sonrisa mientras cogía el pergamino y salía de la oficina.
Bueno, supongo que no lo puedo dejar pasar, tengo que darle una lección… Después de todo,
sigo siendo su profesor. Kakashi se encogió de hombros mientras se ponía su ropa de ninja y
caminaba hacia el río que estaba al lado del campamento. Comenzó a formar sellos con las
manos.
—¡Joder, Kakashi! ¿Qué demonios estás haciendo? —gritó enfurecido mientras se sacudía el
pelo húmedo que le caía por los ojos.
—Se llama técnica del Dragón de agua, y deberías dar gracias a que no haya añadido ningún
rayo, mocoso. ¿Por qué estabas dormido cuando te dije que te mantuvieras alerta? —le
preguntó con voz severa, pareciendo más el profesor de Naruto que su amante.
—¡No hemos visto ni un ninja en dos meses! ¡Estás exagerando, Kakashi! —exclamó.
—No me hables así, Naruto, sigo siendo tu profesor y el capitán de esta misión. Así que, si te
digo que estés atento, ¡espero que lo hagas!
—Que te den, sensei —respondió soltando la última palabra como si supiera mal. Entonces,
formó varios sellos con las manos y desapareció.
∞∞∞
Naruto se transportó a un kilómetro del campamento. Después, comenzó a correr hasta que
encontró un lugar sombreado bajo una roca escarpada. Le dio una patada a una piedra que
había en el suelo y ésta salió despedida a tal velocidad que no pudo seguir su trayectoria con
la vista.
—¿Problemas para separar el trabajo de la relación? —intervino Kurama ante sus protestas.
—¡Cállate, Kyūbi! —replicó enfadado mientras se dejaba caer al suelo. Flexionó las rodillas
y envolvió los brazos alrededor de las piernas. Una posición que adoptaba sin darse cuenta
cuando se sentía triste. Le sorprendió que el zorro le hubiera obedecido por una vez.
—Piérdete, cachorro. Ya me he cansado de lidiar con tus cambios de humor —le respondió
el zorro con frialdad.
—Vamos, Kurama, no seas así. Lamento haberte gritado, ¿vale? —dijo Naruto
disculpándose.
Mientras se inclinaba sobre sus rodillas, no pudo contener un sollozo, y en seguida las
lágrimas se derramaron por sus mejillas. Ahora no sólo se sentía triste, sino también
avergonzado.
—¿Qué clase de shinobi llora? ¡Joder! —se gritó mientras se limpiaba las lágrimas.
—¿Por qué estás llorando, cachorro? —preguntó aparentemente cansado de lidiar con las
emociones de Naruto.
—Sí, me despertó —respondió el Nueve Colas con cierto tono acusador—. Mira, cachorro.
No es raro que la gente que está involucrada en una relación discuta de vez en cuando.
¿Sabes? Esas cosas suceden.
—Ya lo sé, Kurama. Pero fue… raro y molesto. ¡No estaba seguro de si estaba discutiendo
con mi profesor o con mi novio!
—Bueno, ésa es una de las cosas que conlleva vuestra relación. Como tu profesor y tu
superior debes esperar que te dé órdenes y te corrija si te equivocas. Al igual que hacen los
otros dos… Iruka y Yamato creo que los llamas.
—Vale… Pero quería gritarle, estaba enfadado con él, con mi novio, no con mi profesor.
Pero no podía hacerlo como su estudiante o como un genin a un jōnin.
—¿Por qué estabas enfadado con él? ¿Porque te indicó el peligro en el que tú mismo te
habías puesto, como se supone que debería hacer un profesor?
—¡No! Bueno, tal vez… sí. Estaba enfadado porque me pilló por sorpresa, supongo… y es
raro para mí que sea mi novio y mi profesor. Unas veces me despierta con un beso y otras…
¡atacándome con un jodido dragón!
—Por eso, al principio, te dijo que pensaras acerca de tener una relación con él, cachorro —
le recordó Kurama.
—¡Lo sé! —exclamó Naruto con despecho—. ¡Ya lo sé, zorro! Pero a pesar de eso, quiero
estar con él. Cuando estamos juntos soy increíblemente feliz. ¡Excepto en momentos como
éste que todo se complica!
—¡Entonces deja de lloriquear, vuelve con él y explícale por qué te has enfadado, mocoso
molesto! —respondió Kurama cansado mientras se daba media vuelta en la jaula sólo para
golpear a Naruto con sus colas, provocando que el rubio saliera de su estado de
inconsciencia.
Naruto se levantó, se puso la ropa todavía húmeda y se limpió las lágrimas con furia. De
repente, dejó de moverse.
Kurama también lo había notado. Sus ojos se habían abierto ampliamente y sus orejas se
habían echado hacia atrás. El pelaje de su espalda se había erizado.
—Esconde tu chakra y quédate bajo la roca, vienen desde arriba —le dijo tenso el Nueve
Colas.
Naruto hizo lo que le decían. Su chakra ahora era demasiado bajo como para ser detectado.
Aguantó con paciencia la ominosa sensación de sentirse observado. Sabía que las dos fuentes
de chakra venían de algún lugar por encima de él y también sabía que estaban dando vueltas
por donde se encontraba, como si estuvieran buscándole. Maldijo internamente cuando el sol
comenzó a ponerse.
Sintió las dos fuentes de chakra acercándose más todavía, como si hubieran aterrizado en el
suelo no demasiado lejos de dónde permanecía escondido. Le dio la sensación de que habían
estado viajando en una criatura con alas. No podía usar una técnica de Transformación o de
Transportación para escapar de aquella peligrosa situación. Elevar el chakra haría que los dos
extraños se dirigieran directos hacia él. Así que decidió esperar pacientemente, su espalda
presionando contra la pared de roca.
De pronto, se sintió arrojado por una fuerza invisible. Salió despedido y aterrizó bruscamente
sobre el suelo, quince metros más allá. Sentía un retumbar en los oídos y vio humo
elevándose a su alrededor. ¿Una bomba?, se preguntó con la mente confusa mientras se
frotaba su dolorida y abrasada piel.
—Venga, deja ya de presumir. Ni que oler a alguien fuera para tanto. Fue mi arte explosivo lo
que lo hizo volar —dijo una segunda voz, claramente molesta.
—Si escucho la palabra arte de nuevo te juro que me vuelvo a suicidar —respondió la
primera voz sin tapujos.
—Sí. Es el Jinchūriki de la Hoja, el recipiente del Kyūbi. Lo verás en cuanto libere su chakra.
—Mejor aún, Jinchūriki. Somos ninjas desertores y formamos parte de los Akatsuki —
respondió el más alto.
Naruto había oído que el otro lo llamaba Hidan. Llevaba una enorme guadaña de triple hoja
que parecía increíblemente peligrosa. El que era rubio, no llevaba nada excepto una larga
túnica negra con un patrón de nubes rojas al igual que su compañero, pero aparentemente era
capaz de utilizar explosivos, dedujo Naruto.
¡Tengo que salir de aquí!, pensó. Había oído demasiadas cosas sobre los miembros de
Akatsuki como para deducir que él sólo no era rival para enfrentarse a dos de ellos al mismo
tiempo. Si pudiera avisar a Kakashi de alguna forma… reflexionó.
Naruto se puso en posición y esperó a que sus oponentes hicieran el primer movimiento. No
sabía lo suficiente sobre el par como para tomar la iniciativa. Tenía que ser paciente, como le
había enseñado Kakashi. Una dolorosa punzada cruzó su corazón cuando pensó en el hombre.
¿Y si muero aquí? ¿Y si me secuestran? La última cosa que le dije fue ‘que te den’, pensó
Naruto mientras sentía cómo la garganta se le cerraba.
Hidan se había dado cuenta de esa pequeña distracción y había aprovechado el tiempo para
lanzarse hacia adelante maniobrando con la guadaña alrededor de su delgado cuerpo. Estaba
claro que tenía un perfecto control sobre el arma. Naruto pegó un salto al ver la guadaña
dirigirse hacia sus pies. Utilizó el momento para realizar un medio giro y arrojarle tres kunais
hacia la espalda del hombre de pelo gris. Los kunais fallaron el objetivo cuando Hidan los
bloqueó moviendo su arma hacia atrás. Naruto maldijo mientras aterrizaba dando un traspiés.
Mientras tanto, sintió al Kyūbi acumulando más y más de su chakra rojo fuego.
No tuvo tiempo de preguntarse qué era lo que tramaba el zorro porque estaba concentrado en
convocar cinco Clones de Sombra. Arremetieron todos juntos y a la vez, dos de los Narutos
formaron un Rasengan mientras los otros cuatro continuaban atacando al enemigo con
taijutsu. Hidan hizo un movimiento raro con la guadaña y ésta inmediatamente se alargó,
puesto que era extensible. Hizo girar el arma formando un círculo, eliminando de forma
efectiva a todos los clones de Naruto y golpeando al verdadero en el estómago con una de las
cuchillas.
Naruto maldijo cuando vio que el Rasengan se disolvía. No se había dado cuenta de que la
guadaña podía ser usada como arma a corto y largo alcance. Le había cortado en el abdomen
y aunque le dolía, no parecía ser una herida muy profunda. Le quedó claro que sería difícil
luchar contra Hidan mientras tuviera que mantener un ojo sobre el otro miembro de Akatsuki
también. Dudaba que el rubio, usuario de explosivos, se mantuviera alejado de la pelea
durante mucho tiempo.
De pronto, Naruto sintió cómo Kurama soltaba una cantidad masiva de chakra hacia el aire.
Un rayo rojo se formó en el cielo, elevándose cada vez más alto. Escuchó al zorro jadeando
en su mente.
—Eso parece —respondió tranquilo Deidara—. Date prisa con tu repugnante ritual de sangre
para que podamos salir de aquí.
—Sí, un ritual de sangre, idiota —respondió Hidan con rudeza—. Ahora cállate y deja de
lanzar rayos al aire —dijo mientras extendía las gotas del líquido rojo de su guadaña a través
del suelo. Movió su pie formando un círculo, entonces extendió la pierna para dibujar un
triángulo con lo que quedaba de sangre.
¿Qué va a hacer con ese diagrama?, se preguntó Naruto. No le gustaba nada aquella
situación. No sabía qué clase de ataques o ninjutsus podía esperar de ese par, y ellos se
aseguraban de no dar mucha información tampoco. Nunca antes había oído nada sobre una
técnica de ritual-de-sangre.
—Estás confuso, ¿verdad, pequeño Jinchūriki? —dijo el hombre, con mofa—. Déjame
mostrarte lo que puede hacer la insignia de Jashin. Los dioses castigan a aquellos que no
comprenden el dolor de los demás —añadió de forma misteriosa.
—No te metas, rubito —le soltó Hidan. Entonces volvió a mirar a Naruto y chupó algo de
sangre de la guadaña con la lengua.
—Este tipo está completamente loco —murmuró Naruto. Sus ojos se abrieron como platos
cuando vio cambiar la piel de Hidan. Se volvió más y más negra, con marcas blancas que se
asemejaban a los huesos de un esqueleto.
—Recuerda que lo necesitamos vivo, Hidan. Me parece bien que quieras torturarlo, pero
asegúrate de que sobrevive —añadió Deidara que parecía bastante aburrido con toda aquella
situación.
Preocupado por lo que estaba sucediendo, Naruto comenzó a formar los sellos para hacer un
ataque con el Rasengan Viento Liberado.
—Creo que empezaré con las manos —dijo Hidan con una expresión maníaca en sus ojos de
color púrpura—. Ya que parece que las usa mucho.
Naruto de pronto sintió un dolor insoportable cuando vio a Hidan perforarse la mano con un
kunai. Bajó la vista hacia la suya y vio que estaba sangrando bastante. Cayó de rodillas
gritando mientras Hidan clavaba el kunai con más fuerza, perforando con efectividad la mano
de Naruto.
—¿Con qué sigo ahora? ¿Las piernas… el hombro… o tal vez los ojos? —dijo Hidan con una
sonrisa cruel en la cara mientras Naruto se quedaba paralizado por el dolor.
∞∞∞
Mientras tanto…
Kakashi caminaba de un lado a otro por la zona del campamento. Naruto se había marchado
hacía unos quince minutos y se debatía entre ir a buscarle o darle al joven algo de tiempo
para que pusiera en orden sus pensamientos y se tranquilizase. Kakashi no estaba
acostumbrado a tener una relación, así que no estaba seguro de qué debía hacer ahora que
habían tenido su primera pelea.
¿Tal vez he sido demasiado duro con él? Hemos estado entrenando mucho. ¿Es tan extraño
que se haya quedado dormido?, reflexionó. Pero, aun así, no puedo permitir que baje la
guardia. Tiene que aprender a actuar como un shinobi. Independientemente de si estoy aquí
o no. ¡Es como si no le preocupaba en absoluto su seguridad!, frunció el ceño.
¿Habría actuado de la misma forma si le hubiera pasado a otro miembro del equipo, como a
Sasuke o a Sakura?, seguramente. Naruto ha reaccionado así porque soy su profesor y
también su amante. En cierta forma es lógico, si lo piensas… Kakashi suspiró mientras
intentaba averiguar el paradero del joven. Sabía que Naruto podía ser muy impulsivo a veces,
lo cual no le servía de mucho consuelo.
—Maldita sea. Le enseñé a ocultar su chakra para cuando viajáramos o nos escondiésemos,
¡debería saber que no tiene que hacerlo conmigo! —frunció el ceño profundamente—. ¿O lo
está escondiendo por otro motivo? No es muy probable. Como él mismo dijo no nos hemos
encontrado con ningún shinobi desde hace bastante tiempo…
»A la mierda, si quiere actuar como un niño, allá él. Ya volverá, tarde o temprano —murmuró
Kakashi mientras se dejaba caer sobre una roca. Al sentarse, sintió cómo se le clavaba el
pergamino de Jiraiya—. Pero, por otro lado… soy su responsable. ¿Y si se ha metido en
algún lío? ¿Qué debería hacer? —cerró el ojo mientras sus sentimientos y las dudas se
volvían a cada segundo más y más frustrantes.
Abrió el ojo de par en par cuando sintió una enorme oleada de chakra a la distancia. No era
de Naruto, pero le resultó muy familiar. La marca en su hombro comenzó a hormiguear de
forma ominosa.
¡Kyūbi!, pensó de inmediato cuando vio la línea roja cortando el cielo por la mitad.
Salió disparado.
La ira de Kakashi
Chapter Notes
Estos días he estado de vacaciones, por eso no me he dejado ver mucho por aquí.
Desafortunadamente, las vacas ya se me han acabado, así que he vuelto de nuevo ^^ .
Espero que tod@s estéis bien en estos tiempos que corren! :D
Naruto estaba jadeando intentando conseguir aire cuando el dolor se disparó por su cuerpo
una vez más. Hidan le había perforado ambas manos, una pantorrilla y un hombro. En ese
punto, había comenzado a sentirse débil ante semejante pérdida de sangre. Sabía que
probablemente se desmayaría pronto. Kurama había empleado un montón de chakra
intentando alertar a Kakashi, y lo que le quedaba, lo estaba usando para curar las heridas de
Naruto tan rápido como le era posible. Pero era en vano. Cuando una herida estaba casi
cerrada, Hidan volvía a abrírsela de nuevo.
—Ya he tenido suficiente de esa mirada llena de odio que me dirigen esos extraños ojos
azules, mocoso —dijo Hidan con saña—. Llegó la hora de despedirnos de ellos —se rio
como un maníaco mientras ponía el kunai justo debajo de su propia pupila. Naruto estaba tan
indefenso que sólo podía limitarse a sentir cómo las lágrimas manaban de sus ojos. Los cerró
y se preparó mentalmente para el inmenso dolor que estaba por llegar.
Pero, en lugar de sentir dolor, escuchó un silbido pasar por su oreja izquierda. Esta vez no se
oyeron sus propios gritos, sino que escuchó una exclamación de sorpresa proveniente de
donde Hidan había estado. Sus ojos se abrieron de par en par sólo para ver cómo la cabeza de
Hidan se estrellaba contra una pared rocosa a veinte metros de distancia. En su sitio, bajo el
diagrama de sangre había ahora de pie una figura distinta.
Kakashi vio a su amante de rodillas, cubierto de sangre. Ver la cara de Naruto, la cual estaba
contorsionada por el dolor y el rastro de lágrimas sobre las mejillas, lo enfureció todavía más.
El Ninja Imitador, que normalmente mantenía la calma durante la batalla, perdió ante la
rabia. Su Sharingan cambió de forma a una más avanzada: el Mangekyō Sharingan.
El golpe de Kakashi no había dejado noqueado a Hidan, quien se incorporó utilizando como
soporte la ahora desquebrajada roca.
—Deidara, ¿vas a quedarte ahí de pie como un idiota o vas a ayudarme? —gritó hacia su
compañero mientras presionaba una mano contra su cabeza ensangrentada.
—Pensaba que me habías dicho que no me metiera, Hidan —respondió Deidara con una
maliciosa sonrisa.
Mientras ambos hombres intercambiaban miradas de odio el uno hacia el otro, Kakashi
decidió que era el momento de pasar a la acción.
—Técnica Ignea: ¡Gran bola de fuego! —gritó después de realizar los necesarios sellos con
las manos. Inhaló aire y, entonces, soltó por la boca una gran bola flamígera hacia la
dirección de Hidan. El hombre pegó un salto sin perder tiempo sólo para ver cómo las rocas
que estaban debajo de sus pies se incineraban. Maldijo para sus adentros ante la velocidad del
portador del Sharingan.
Justo después de atacar a Hidan con la técnica de fuego manipuló el chakra relampagueante
en su mano. Cuando convocó la técnica Bestia de Rayo Rastreo de Colmillo, los rayos de su
mano tomaron la forma de un animal con cierto parecido a un perro de presa, el cual se
dirigió hacia donde estaba Deidara. Éste inmediatamente respondió arrojando con una mano
algunos kunais en dirección a la bestia, mientras mantenía la otra mano dentro de uno de sus
bolsillos. Los kunais atravesaron al perro mientras saltaba para esquivar el ataque.
Cuando sacó la mano del bolsillo, extendió la palma hacia arriba y Kakashi pudo ver una
pequeña boca en el centro de ésta la cual empezó a mascar una masa blanca. La desconocida
masa tomó la forma de una araña gigante. Deidara arrojó la criatura hacia donde estaba
Kakashi. El profesor redirigió al sabueso relampagueante para que saltara hacia Deidara,
consiguiendo derribarle y envolviéndole con una fuerte explosión eléctrica. Kakashi saltó
para esquivar a la araña blanca que había llegado hasta él con rapidez. Cambió su dirección
para llevar a la criatura lejos de la posición de Naruto. De pronto, la araña pegó un salto con
la intención de acercarse a Kakashi, entonces Deidara detonó el pequeño explosivo utilizando
el comando Katsu. La devastadora explosión provocó una nube de polvo y rocas que cayeron
al campo de batalla.
Naruto intentó sentir el chakra de Kakashi para asegurarse de que estaba bien, pero no pudo
encontrarlo.
—Se está escondiendo. Debe estar escondiéndose. Está bien —se dijo en un desesperado
intento por calmarse. En realidad, Kakashi había anticipado la explosión y había utilizado la
Técnica Terrestre: Ocultación de Topo, para desaparecer bajo tierra.
Kakashi sabía que se encontraba en desventaja, luchando contra dos miembros de Akatsuki a
la vez, aunque hubiera hecho un buen uso del elemento sorpresa. Y no podía evitar que su
preocupación aumentara cada minuto que pasaba acerca del estado de Naruto. El joven
seguía de rodillas mientras jadeaba pesadamente. Ha perdido mucha sangre, pensó Kakashi
mientras esquivaba los ataques de Hidan. Su chakra oscila peligrosamente. Tengo que
sacarle de aquí antes de que decidan atacarlo a mis espaldas.
Kakashi formó rápidamente los sellos de un Bunshin Daibakuha o, en otras palabras, un Clon
de Sombra con la habilidad de disolverse con una poderosa explosión. Mandó al clon hacia
delante mientras con la otra mano formaba los sellos para convocar la Técnica Terrestre:
Pared de Tierra. La técnica crearía un muro reforzado de tierra con la que podría separar de
forma efectiva a Naruto y a sí mismo del Clon de Sombra Explosivo, de Deidara y de Hidan.
Kakashi sabía que había utilizado una gran cantidad de chakra con los constantes ataques que
había realizado, pero tenía suficiente para llevar a cabo su siguiente movimiento, para el cual
había pensado emplear su Mangekyō Sharingan. Cogió a Naruto por su chaqueta de
entrenamiento y utilizó su Kamui para transportarles a una larga distancia. Tuvo que emplear
bastante chakra y fuerza para lograrlo, puesto que su cuerpo todavía no estaba completamente
sincronizado con el Sharingan prestado. Había utilizado la técnica con anterioridad para crear
una espiral de vacío en la proximidad de un enemigo, enviándolo a él o a una parte de su
cuerpo a una dimensión diferente. Sin embargo, nunca había utilizado la habilidad para
moverse a otra localización. No obstante, sabía que había sido un movimiento inteligente por
su parte, puesto que la técnica no parecía haber dejado ningún rastro de chakra.
Cuando Naruto y él comenzaron a coger forma, pudo sentir la sangre goteando desde su ojo
del Sharingan. Antes de darse cuenta, aterrizaron a salvo en medio de su campamento.
Inmediatamente fue a por el botiquín de primeros auxilios de su mochila para curar las
heridas más apremiantes de Naruto. Además, cogió una bolsita que contenía varías raciones
de píldoras de soldado. Las especiales tenían la habilidad de reponer el chakra y nutrir el
cuerpo, permitiéndole al usuario continuar en la batalla durante tres días y tres noches sin
descansar. A pesar de sus impresionantes habilidades, Kakashi se mostraba reluctante a
utilizarlas, puesto que al final de los tres días, el shinobi era llevado al punto de agotamiento
total. Como no tenía mucho tiempo para dudar, decidió tragarse una. A Naruto, en cambio, no
le dio. En tres días, su cuerpo y su chakra colapsarían por completo y sabía que, a partir de
ese momento, tendría que confiar en el rubio.
Sabueso,
Me encontrarás en el lugar donde escribí la escena del baño que tanto te gusta. Nos vemos
allí, cinco días después de la siguiente luna llena, al mediodía en la posada que se encuentra
al este de la ciudad. Me encargaré del entrenamiento del Zorro. Asegúrate de que esté listo.
Cada segundo, cuenta.
Sapo.
A Kakashi no le gustaba particularmente que Jiraiya utilizara para dirigirse a él, el apodo que
tenía cuando formaba parte de los ANBU, pero tenía que admitir que usar referencias
animales era bastante útil para ocultar sus identidades. Su escena de baño favorita hacía
referencia a un momento particularmente picante que se describía en la edición Icha Icha
Hora del Baño, de la que Jiraiya era autor. Recordaba que tomaba lugar en Takigakure,
también conocida como la Aldea Oculta de la Cascada, la cual quedaba al sureste de su actual
localización.
Kakashi sabía que tenía por delante un largo camino por recorrer. Tenía que asegurarse de
utilizar la mayor cantidad posible de las habilidades que le proporcionaría la píldora para
poner distancia entre ellos y los dos miembros de Akatsuki. Intentaría mantenerse corriendo
hasta que pudiese encontrar un lugar seguro donde revisar las heridas de Naruto, pero sabía
que el Kyūbi tendría que encargarse de la mayor parte de la curación. Por ahora, debía
centrarse en moverse tan rápido como fuera posible sin perder de vista los peligros que los
rodeaban.
Técnica Kashi: ¡Negociación con el Nueve Colas!
Kakashi se pasó toda la noche corriendo con Naruto apoyado sobre sus hombros. Eran las
4:30 de la mañana y en ese momento decidió que era hora de tomarse un descanso. Encontró
un lugar protegido detrás de una colina empinada, rodeado de algunos pequeños matorrales.
Dejó a Naruto en el suelo con cuidado y desató las mochilas que estaban amarradas a su
espalda. Entonces, las situó de tal forma que Naruto pudiera apoyar la cabeza en ellas.
Kakashi rápidamente trató de detectar chakra en el entorno para comprobar que estaban a
salvo. Cuando se aseguró de que no había ninguna amenaza en las inmediaciones, se retiró
tras unos arbustos para hacer pis.
Naruto seguía dormido cuando regresó. Bebió algo de agua de su cantimplora y volvió a
coger el botiquín de primeros auxilios. Las heridas del chico no estaban curándose tan rápido
como esperaba, lo cual tampoco le sorprendió teniendo en cuenta la cantidad de chakra que
había empleado el Kyūbi durante su situación crítica. Kakashi se puso a cambiarle las vendas
al joven.
Comenzó con las que le había puesto en las manos. Ahora que tenía algo más de tiempo,
quería desinfectar las heridas antes de envolverlas de nuevo. Las manos del rubio parecían
haberse llevado la peor parte. Kakashi maldijo porque sabía que las heridas ahí podrían tener
un efecto negativo cuando Naruto intentara formar sellos. Se dio cuenta de que Kurama había
curado una parte del daño, pero si era honesto, sus palmas todavía parecían un colador.
Kakashi sopesó sus opciones y decidió arriesgarse.
—¿Y qué te hace pensar que eso es una buena idea, Hatake, ninja de la Hoja? —respondió
con rudeza el zorro.
—Se me ha ocurrido algo para curar a Naruto —dijo con paciencia el shinobi de pelo
plateado.
—Habla.
—Sé que tienes el chakra bajo y también sé que has centrado parte de éste en curar varias de
sus heridas. Quería pedirte que te centraras sólo en los daños que ha recibido en las manos.
Si las heridas le dejan tendones mutilados, nervios, huesos, articulaciones o músculos,
tendrá dificultades para formar sellos y poder utilizar técnicas.
—Yo mismo me encargaré, sin tu ayuda. Al menos hasta que hayas recuperado tu chakra.
Kakashi se sintió aliviado porque sus precarias negociaciones con el demonio zorro hubieran
funcionado. Envolvió de nuevo las manos de Naruto con vendas limpias y las situó sobre el
abdomen del rubio. Lo siguiente que hizo fue coger un kunai y cortarle el pantalón a Naruto
hasta la rodilla. Kakashi le quitó las vendas manchadas de sangre de la pantorrilla. Se alegró
de ver que la herida había dejado de sangrar. La desinfectó, le puso un vendaje nuevo
alrededor y situó la pierna encima de su propia mochila. Lo siguiente que hizo fue bajarle la
cremallera de la chaqueta de entrenamiento. Mientras lo hacía, vio que Naruto abría los ojos.
—Estoy aquí, Naruto. Te han hecho daño, pero no corres peligro. Intenta estar quieto, por
favor.
—Kakashi… —dijo el joven shinobi mientras las lágrimas se le derramaban de los ojos—.
Lo… lo siento por marcharme y… y por ponerme en peligro.
—Mis… mis manos —Naruto hizo una mueca mientras intentaba moverlas—. Me duelen.
—Lo sé. Kurama se va a encargar de eso, Naruto, escúchame. También te han herido en el
hombro y tengo que echarle un vistazo.
Naruto murmuró algo sobre el dolor mientras Kakashi comenzaba a quitarle la ropa al joven.
La camiseta naranja estaba empapada en sangre, puesto que anteriormente, Kakashi sólo
había tenido tiempo de envolverle el hombro de forma superficial. Demasiado superficial.
Naruto gritó cuando Kakashi le levantó los brazos para intentar sacarle las mangas de la
camiseta. El sonido le hizo sentir como si lo apuñalaran en el corazón. Rápidamente se los
bajó de nuevo, teniendo mucho cuidado con las manos lesionadas. Cogió su kunai y comenzó
a rasgar la ropa. Si hubiera sido cualquier otro shinobi, Kakashi habría levantado una barrera
de sonido y le habría sacado la camiseta por los brazos para ahorrar tiempo. Pero no con
Naruto. Ya era bastante duro ver a su amante sufriendo, no necesitaba escuchar sus gritos
también.
Gimió cuando vio la sangre brotar del desagradable agujero del hombro de Naruto.
Recordando que le había dicho al Kyūbi que se encargaría de ello, sabía que tendría que darle
puntos. Maldijo mientras empezaba a rebuscar en el botiquín, en busca de hilo y aguja.
—Kashi, ¿qué pasa…? ¿Por qué no me cubres la herida? —le preguntó Naruto mientras
levantaba ligeramente la cabeza para ver lo que estaba haciendo su amante.
—Tengo que coserte —le respondió Kakashi mientras colocaba una barrera de sonido.
Escuchó a Naruto maldecir.
—Ya está, Naruto. Voy a buscar una camiseta limpia y te dejo que descanses, ¿vale? —le dijo
Kakashi en voz baja. El rubio asintió lentamente sin decir ni una palabra. Como Naruto tenía
la cabeza apoyada sobre su mochila naranja, Kakashi decidió coger la suya. No quería volver
a molestar al rubio.
Cuando encontró una camiseta en su mochila, ayudó a Naruto a sentarse y a ponérsela. Sin
poder evitar que el chico volviera a gemir de dolor una vez más. Obligó a Naruto a beber un
poco de agua, después de lo cual comenzó a recoger sus cosas de nuevo. Más tarde, subió al
rubio sobre sus hombros, a pesar de las quejas del joven, y continuó su viaje hacia La Villa
Oculta de la Cascada. No pudo evitar sonreír cuando sintió a Naruto dándole un pequeño
beso detrás de la oreja. Pronto, el chico se quedó dormido.
Siendo un poco retorcido
Kakashi siguió corriendo, haciendo el mayor uso posible de la píldora del soldado. De vez en
cuando se detenía un momento para revisar las heridas de Naruto y darle al joven un poco de
agua y comida. Era un inconveniente que sus heridas no se curasen tan rápido como siempre,
pero Kurama tenía suficiente trabajo centrándose sólo en las manos del rubio.
Cuando hizo la última parada, Kakashi calculó que había estado viajando dos días y dos
noches enteras. En el momento en el que vio salir el sol el tercer día, supo que su tiempo se
agotaba. Mantuvo el ritmo por pura fuerza de voluntad, pero sabía que estaba alcanzando sus
límites. Naruto había estado consciente la mayor parte del tiempo. Había insistido en caminar
sólo sin que Kakashi tuviera que llevarlo, pero el shinobi mayor se había negado. Tenía claro
que Naruto requeriría de toda su fuerza para el momento en que la píldora dejara de hacer
efecto y sabía que la pantorrilla del joven necesitaba tanto reposo como fuera posible.
Afortunadamente, Kurama había recuperado su vigor esa misma mañana y estaba listo para
comenzar a curar el resto de las heridas de Naruto también.
Y así sucedió, que en la tercera mañana a las 7:30 horas, Kakashi colapsó repentinamente.
Levantó la vista hacia el rubio que se había caído de su espalda. Kakashi yacía tendido en el
suelo, respirando con dificultad mientras miraba a Naruto. El joven todavía llevaba puesta su
camiseta dos tallas más grande, llevaba los pantalones rasgados y sus manos, su pierna y su
hombro todavía estaban vendados. Se podría decir fácilmente que parecía harapiento y
andrajoso. Pero cuando Kakashi miró a los ojos azules de Naruto, sólo vio determinación y
confianza en sí mismo. Sonrió orgulloso ante la fuerza del joven.
—Na… Naruto. Escúchame —murmuró Kakashi exhausto. Estaba claro que trataba de
controlar los espasmos musculares, fallando miserablemente. Se arrastró hasta el tronco de un
árbol para poder apoyarse contra éste y así ganar algo de estabilidad—. Antes de
encontrarnos en esta desagradable situación, recibí un mensaje de Jiraiya-sama. No he tenido
oportunidad de dártelo hasta ahora —dijo mientras le entregaba el pergamino con manos
temblorosas.
Naruto leyó rápidamente el documento. Sus labios formaron una sonrisa cuando leyó la
pequeña parte que estaba dirigida a él personalmente.
—Kakashi, ¿qué es lo que dice sobre una casa de baños? ¿En qué dirección tengo que ir?
—Escucha cuidadosamente, Naruto —dijo Kakashi, era evidente que no quería tener que
repetirlo—. Tenemos que dirigirnos hacia el este hasta llegar a un espeso bosque. Sigue recto
e intenta buscar una cascada enorme. Para acceder a la villa, debemos atravesar un sistema de
cuevas submarinas que se encuentra debajo de la cascada y esa zona estará vigilada. Las
cavernas te llevarán hasta un lago que está en medio de la Aldea Oculta de la Cascada. Desde
ese punto podrás ver un árbol gigantesco. La aldea está construida a su alrededor, de forma
que éste marca el centro. Cuando estés junto al árbol, ve al este de nuevo hasta que llegues a
una posada. Intenta sentir a Jiraiya allí, pero sé cauto. Queremos que la gente piense que
somos viajeros inocentes y cansados. Nada más. Habrá shinobis presentes y debemos ser
convincentes y movernos rápido. Jiraiya estará por la zona en veintiocho horas y media.
Olvida lo que dijo sobre que estuvieras listo para el entrenamiento. Entenderá nuestra
situación actual y querrá que descansemos primero. ¿Entendido? —preguntó Kakashi con
severidad.
—Kakashi... antes de que te duermas, quería decirte algo —dijo Naruto mientras miraba al
suelo—. Sobre nuestra discusión... —ignoró el gemido de Kakashi—. Estaba enfadado
contigo, como tu novio. Pero estabas actuando como mi profesor así que no debería haberme
comportado así. Estaba confundido y frustrado y por eso me fui. Quería disculparme porque
ahora me doy cuenta de que tenías razón al regañarme como mi superior. Me lo tomé mal
porque me es difícil ser tu amante y tu estudiante. No estoy acostumbrado a tener un
conflicto contigo y no sabía qué hacer. Debido a eso, me encontré con esos dos miembros de
Akatsuki, Hidan y Deidara.
Kakashi escuchó la voz del joven, tensa por la emoción y decidió no decir nada al respecto.
—Naruto, no pasa nada. Es comprensible que nuestro acuerdo especial requiera algo de
tiempo para acostumbrarnos —respondió con seriedad—. También es difícil para mí ser tu
amante y tu profesor. Y a veces intento ser ambos al mismo tiempo, pero no puedo hacerlo
cuando tengo que corregirte —Naruto le miró—. No quiero ser demasiado blando contigo.
—Es muy probable que nos encontremos con un conflicto semejante de nuevo y, para ser
honesto, preferiría que me gritaras a que salieras corriendo. Si me estás gritando, sabré que lo
estás haciendo como mi pareja. Sé que no le faltarías el respeto a tus profesores a propósito...
excepto por los motes que les pones —añadió guiñándole el ojo.
—Y luego me llaman a mí pervertido —respondió Kakashi con una sonrisa de medio lado,
divertido por el bochorno del joven.
—Creo que los dos somos un poco pervertidos, sensei —dijo remarcando la última palabra.
—Bueno, ahora, como tu profesor, voy a tener que decirte que deberías empezar a moverte.
Así que, dame las mochilas, súbeme a tu sexy espalda y ¡en marcha! —animó al joven, la risa
de Naruto fue cómo música para sus oídos.
La pierna lesionada de Naruto pareció doblarse un poco mientras ayudaba a Kakashi a
subirse a su espalda, pero recuperó la compostura rápidamente. Sin embargo, cuando el peso
de Kakashi descansó sobre su hombro herido no pudo evitar fruncir el ceño y gemir. Después
de protestar internamente porque Kakashi pesara tanto, continuó su camino.
¡Hacia la Villa Oculta de la Cascada!
Naruto sabía que tenía que moverse sin parar hasta encontrarse con Jiraiya en la posada.
Reprimió el dolor de la pierna, el hombro y las manos. Las heridas ya se habían cerrado
completamente gracias a Kurama, pero sabía que pasaría un tiempo antes de que los
músculos y los nervios se recuperaran del todo, puesto que éstos siempre se curaban algo más
despacio. Miró hacia atrás y vio a su profesor todavía dormido. Lo esperado. Naruto había
oído hablar acerca de las desventajas de tomar píldoras de soldado.
Después de dieciocho horas, llegó por fin al denso bosque. Unas ocho horas después, Naruto
fue capaz de escuchar el sonido de la cascada. Cerró los ojos e intentó ubicar el lugar exacto
de donde provenía. Sólo tenía una hora de margen antes de tener que presentarse en la posada
y sabía que todavía le quedaba un largo camino por recorrer. Se apresuró hacia la dirección
del sonido.
Naruto se sorprendió cuando llegó a la catarata. La primera cosa que vio fue una enorme
pared rocosa que se extendía hacia arriba. La pared contaba fácilmente con ciento cincuenta
metros de alto y tenía una cascada azul cristalino que caía directamente desde ella. Podía ver
árboles asomando al borde del acantilado. Era como si el bosque existiera en dos niveles, uno
de los cuales se elevaba hasta el cielo, sin nada que lo conectara con la otra parte excepto la
enorme cascada. El agua caía desde tal altura que esparcía pequeñas gotas por todas partes,
hasta el punto de empapar su ropa. A Naruto le pareció un paisaje impresionante. Ahora
entendía por qué Takigakure, la Aldea Oculta de la Cascada, nunca había sido invadida con
éxito.
—Supongo que la entrada a las cavernas estará por detrás de la cascada... —murmuró,
mientras se acercaba a la pared de piedra. No podía ver lo que había detrás de la catarata sin
pasar a través de ella. Sostuvo los brazos de Kakashi con fuerza contra la parte superior de su
pecho y se metió en el agua. Intentó nadar hacia la cascada, lo que le resultó difícil porque
todavía tenía que sujetar a su amante con una mano. La presión del agua era tan fuerte que lo
empujó hacia abajo. Cuando se estrelló contra el fondo del lago, sintió que el aire escapaba
de sus pulmones.
Frustrado por la situación y la falta de oxígeno, decidió usar su naturaleza de agua recién
descubierta. Se dio una vuelta, buceando, extendió la palma de su mano y creó un pequeño
vórtice que utilizó para empujarse hacia adelante a través de la cascada.
—Es como crear un pequeño tornado con mi naturaleza de viento, pero bajo el agua... —
reflexionó mientras observaba la técnica. Rápidamente aprendió a colocar el remolino para
moverse en el agua y salir con Kakashi a la superficie.
En cuanto llegó hasta el borde del lago, vio un gran agujero en la pared, un túnel que
conducía a la ciudad. A cada lado había un guardia shinobi; ambos sostenían un arma, las
cuales apuntaban ahora a la garganta de Naruto. El rubio sabía cómo desempeñar su papel,
por lo que miró las armas con sorpresa y miedo.
—¿Quiénes sois y cuáles son los asuntos que os traen por aquí? —le preguntó el guardia más
alto.
—Mi amigo y yo somos viajeros. Venimos de Iwagakure, la Aldea Oculta de entre las Rocas.
Dos hombres nos atacaron y nos robaron. Por eso estamos heridos. Nos quitaron la mayoría
de nuestras posesiones, incluso nuestra tienda de campaña. Esperábamos poder encontrar
refugio y seguridad aquí… —dijo con un ligero temblor en la voz.
—Si es así —dijo el guardia más pequeño, levantando una ceja—, ¿por qué ambos lleváis
pantalones ninja y bolsas porta-armas?
—Los ladrones se llevaron la mayor parte de nuestra ropa —contestó Naruto tragándose el
nudo que se le había formado en la garganta—. Conseguimos éstas de un shinobi que nos
encontramos en nuestro camino. Las armas son sólo para protegernos y ser capaces de
despellejar conejos y otras presas.
—Ya veo. ¿Cuáles son vuestros nombres? —preguntó el más alto mientras cogía un
portapapeles y un lápiz.
—Lo siento, señor. La verdad es que no presté atención a su bandana. Creo que era parecida a
la vuestra. Dijo que se llamaba Lee —murmuró Naruto, dando gracias a lo bien que había
aprendido a mentir.
Bingo, pensó Naruto, alegrándose de su elección. Lee era un nombre que los shinobis solían
utilizar para ocultar su verdadera identidad, puesto que era bastante popular.
—Muy bien, joven. Tu amigo y tú podéis pasar. Mi compañero os guiará por el sistema de
cavernas y os indicará la dirección hacia el hospital más cercano.
—Por supuesto —respondió Naruto antes de seguir al más bajo de los dos.
∞∞∞
Después de una larga caminata por los túneles, en los cuales a menudo fueron cambiando de
dirección, por fin vieron la luz filtrarse a través del final del pasadizo. Cuando entraron al
pueblo, la primera cosa que Naruto percibió fueron los árboles. Había una gran cantidad de
ellos. Eran muy altos y las copas se tocaban unas a otras, como si la aldea tuviera un techo
hecho sólo de ramas y hojas. Era impresionante.
El guardia shinobi sonrió cuando vio a Naruto mirar a su alrededor con la boca abierta.
Entonces, le dio un golpecito en el hombro.
—El hospital está por allí —le indicó—. No está muy lejos, sólo tienes que seguir las flechas
azules —le dijo de forma amigable.
—Gracias por tu ayuda —le respondió Naruto asintiendo, mientras el shinobi se daba media
vuelta y regresaba a su puesto. Tan pronto como el hombre desapareció de su vista, caminó
hacia el árbol más grande, que marcaba el centro de la villa—. Ahora al este... —murmuró—.
Después tendré que buscar la posada o al Seninfómano.
La carta decía que debían encontrarse al mediodía, pero a juzgar por la altura del sol, Naruto
imaginaba que ya debía de ser la una de la tarde. Bajó con cuidado a Kakashi y se agachó
frente a él.
—¿Kashi? —preguntó en voz baja—. ¿Kakashi-sensei? —repitió un poco más alto. Suspiró
mientras tocaba la máscara de la cara del hombre con gentileza, provocando
instantáneamente que se sobresaltara—. Lo siento, Kashi, pero tenía que despertarte.
—En el centro de la Aldea Oculta de la Cascada. Tenemos que atravesar las calles y
dirigirnos hacia el este, que es donde está la posada. Y si no queremos llamar demasiado la
atención, creo que sería mejor que intentaras andar solo.
Naruto ayudó a su profesor cuando vio que le fallaban las piernas debido a la fatiga.
—Te ayudaré a caminar —dijo Naruto decidido, sin permitir ninguna réplica sobre el asunto.
∞∞∞
—Uf, me alegro de que Gai no me vea en estas condiciones. No me dejaría vivir en paz —
dijo Kakashi con una mueca de dolor en el rostro.
—Ah... vale, bien —respondió Naruto con una expresión escéptica—. ¿Y antes de eso?
—Conseguí comerme dos piezas más de sushi que él... —respondió Kakashi abochornado.
—No puedo creer que todavía sigáis sintiendo semejante rivalidad —replicó Naruto mientras
sofocaba la risa.
—Espera a que le enseñe el nuevo trofeo que he adquirido —dijo Kakashi bromeando
mientras le agarraba del culo a Naruto.
—Uf. Eres un pervertido sin remedio, ¿lo sabías? —dijo Naruto mientras se sonrojaba.
Ambos siguieron andando en silencio durante un rato, sus ojos centrados en encontrar a
Jiraiya o la posada.
—Y ahora, hablando en serio, Naruto… —continuó Kakashi—. ¿Te parece bien que se lo
contemos a nuestros amigos cuando volvamos a casa?
—Supongo que al principio será un poco raro y loco. Pero no creo que tengamos otra
alternativa. Además, hay regulaciones especiales para los shinobi que son pareja. Podemos
pedir que nuestro tiempo de descanso coincida entre misión y misión y también podremos
trabajar juntos más a menudo.
—Cierto y habrá incluso más beneficios en cuanto se designe al Sexto Hokage —dijo
Kakashi y le guiñó el ojo a Naruto.
—¿En serio piensas que me convertiré en el Sexto Hokage, Kashi? —preguntó Naruto un
poco sorprendido porque el hombre confiase tanto en él.
—Bueno, todavía eres demasiado joven y no tienes mucha experiencia, pero si sigues
trabajando tan duro como hasta ahora, creo que algún día lo serás.
Mientras caminaban, vieron la señal de una posada más abajo en esa misma calle.
—Creo que debe ser ahí, Naruto —dijo Kakashi mientras asentía hacia la señal de madera
que tenía una pequeña cama dibujada.
—Entremos a reservar una habitación y así aprovechamos para preguntar por Jiraiya. Hay
demasiados shinobis aquí como para buscar su chakra —dijo Naruto mientras miraba a su
alrededor.
Cuando estuvo vestido, volvió a la habitación y recogió su ropa sucia y la de Kakashi. Era
difícil quitar las manchas de sangre seca, de hierba y polvo sólo con agua del río así que puso
todo en una gran bolsa y se dirigió hacia la recepción.
Naruto se paseó por las calles de Takigakure siguiendo las indicaciones que el chico le había
dado. Le encantaba encontrarse en una aldea. Acampar también era divertido, pero el bullicio
de las calles le perdía. Disfrutaba mientras se abría paso entre grupos de personas que no
sabían que era un Jinchūriki o un shinobi. No le miraban con desagrado ni le ponían motes.
Los tenderos de los puestos eran educados y el miedo no se reflejaba en sus ojos. Naruto
estaba encantado. Allí sólo era un joven adolescente que quería lavar su ropa y comprar algo
de comida por aquí y por allá. Nada más y nada menos.
Cuando se dirigía de vuelta a la posada, ya había hecho la colada, comprado algo de tempura
en un puesto, un par de nuevos pantalones y camisetas, una piedra para afilar kunais, una
nueva cantimplora de color naranja y algunas piezas de sushi con forma de corazón
especialmente para Kakashi. Mientras callejeaba, de pronto visualizó por el rabillo del ojo
una melena blanca y puntiaguda que sobresalía por encima del resto.
—¡SENINFÓMANOOOO! —gritó tan alto que la gente que estaba a su alrededor pegó un
bote. La melena blanca llena de pinchos se volvió. Naruto corrió hacia allí, dejando caer las
bolsas y llevando los brazos alrededor del cuello de su padrino—. ¡Seninfóooomano! ¡Te he
echado de menos! —exclamó Naruto con entusiasmo.
Después de eso, le puso las manos en los hombros al joven para mirarle de la cabeza a los
pies.
—Has crecido y mira qué fuerte te has vuelto. ¡Viajar con Kakashi te ha sentado bien, chico!
—Sí, la verdad es que sí. ¡Te tengo que contar muchas cosas, Seninfómano! —dijo Naruto
con una gran sonrisa en la cara.
—Por cierto, ¿dónde está Kakashi? ¿Y por qué no os encontrasteis conmigo en la posada al
mediodía? Os he estado buscando por toda la aldea.
—Kakashi está bien. Está descansando en nuestra habitación. Llegamos tarde y ya te habías
ido así que estábamos esperando a que volvieras —le explicó Naruto, feliz.
—Ya veo. Recoge tus compras, chico. Tengo que hablar con tu sensei.
Juntos se dirigieron hacia la posada. Naruto no dejó de hablar sobre la nueva técnica que
había aprendido, las cosas que Kakashi y él habían visto y lo mucho que había echado de
menos a Jiraiya y a sus amigos de la villa. Lo único que no le contó a su padrino fue que la
relación que tenía con Kakashi había pasado de ser de profesor a alumno a algo mucho más
serio.
Jiraiya sabía que el chico no debería estar hablando sobre Kakashi y las técnicas ninjas de
forma tan despreocupada en medio de una aldea extranjera tan abarrotada como lo era
aquélla, pero no tuvo la fuerza de voluntad suficiente como para decirle que se callara. Tenía
que admitir que también había echado de menos al chico, incluso a pesar de su
comportamiento impulsivo. Cuando Naruto y Kakashi no se habían presentado al mediodía,
se había preocupado. Ahora, se sentía aliviado y feliz mientras despeinaba el pelo rubio de
aquel bocazas.
Mientras subían las escaleras de la posada, Jiraiya le dijo a Naruto que su habitación era la
27. El chico le llevó hasta la suya, donde estaba descansando Kakashi, la 32. Cuando Naruto
iba a entrar, Jiraiya lo sostuvo del hombro.
Qué coñazo que Jiraiya no sepa lo de mi relación con Kakashi…, pensó Naruto, mientras
asentía hacia su padrino y hacía lo que le había dicho.
—No creo que responda, Seninfómano. Está lidiando con las consecuencias de haberse
tomado una píldora de soldado, así que dudo que esté despierto.
Cuando entraron en la habitación pudieron ver que Kakashi estaba dormido profundamente.
—Muy bien, Naruto —dijo Jiraiya suspirando—, Kakashi tomó una píldora de soldado y,
francamente, tiene un aspecto horrible. Tú tienes vendas alrededor de las manos y cojeas
ligeramente. Así que, suéltalo. ¿Qué os ha pasado?
—Así que, ¿cómo están esas heridas? Había pensado comenzar con tu entrenamiento lo antes
posible.
—Creo que para mañana estarán completamente curadas. El Nueve Colas está haciendo
grandes progresos.
—Bien. Empezaremos mañana mismo, entonces. Discutiré los detalles con Kakashi esta
tarde, supongo que sobre las nueve. Probablemente ya habrá vuelto en sí a esa hora.
—De acuerdo. Me voy a mi habitación, chico. Tengo que tomar algunas notas acerca de la
investigación que he hecho en una de las casas de baños de aquí —sonrió maliciosamente—.
Si te esfuerzas durante el entrenamiento, te llevaré allí en alguna ocasión. ¿Te parece?
—Te veo más tarde, chico —le dijo mientras salía por la puerta.
Naruto se dejó caer de espaldas sobre la cama. Después de contarle a Jiraiya todo lo que les
había pasado se sentía terriblemente cansado. Se arrastró hacia Kakashi y apoyó la cabeza
sobre el pecho del hombre mientras lo abrazaba. Se quedó dormido escuchando la respiración
de su amante.
Las tretas de Kakashi
Chapter Notes
Este capítulo se lo quiero dedicar a Andrea, también conocida como AsiYepYep, porque
si no me equivoco, hoy 27/10, es tu cumple!!! Muchas felicidades amiga, espero que
disfrutes mucho de tu día :D un abrazote fuerte ^^
Naruto se despertó dos horas más tarde cuando su amante comenzó a agitarse en sueños.
Kakashi nunca había permitido que nadie tocara su máscara o su cara. Bueno, quizás a
excepción de Rin, pero eso quedaba en el pasado. Ahora Naruto era la única persona que
tenía permitido hacerlo y contra toda expectativa, hacía que Kakashi se sintiera más
tranquilo. Tal vez porque de forma instantánea reconocía la mano de Naruto y eso le hacía
sentir que todo iba bien. No estaba seguro. El gesto también hacía que se despertara, como
sucedió ahora.
El ojo de Kakashi se abrió, el pánico claramente visible en la profundidad del iris de color
gris oscuro.
—Kashi, tranquilo. Tu corazón va a mil por hora de nuevo —le dijo Naruto mientras
presionaba la oreja contra el pecho del shinobi mayor.
—Mmmm, estoy bien Naruto, aunque gracias por despertarme. Era una de las malas —dijo
mientras acariciaba el suave pelo rubio del chico. Había algo en la sensación de tener a
Naruto cerca que siempre ejercía un efecto calmante sobre Kakashi después de una pesadilla.
Incluso el olor del rubio era suficiente para hacerle sentir relajado y tranquilo.
—¿Era la de Rin? ¿O algo relacionado con perderme? —le preguntó Naruto en voz baja.
—Ya veo —respondió Naruto serio. Se incorporó un poco y le dio un beso a Kakashi. El
shinobi de pelo plateado se lo devolvió con avidez.
—Yo también.
—¿Has visto a Jiraiya? —le preguntó Kakashi un poco preocupado.
—Sí, ha estado en nuestra habitación hace un rato, pero estabas dormido. Se supone que
tienes que reunirte con él en tres horas. Quiere hablar contigo de algo.
—No le habrás contado lo nuestro, ¿verdad? Estoy demasiado débil como para luchar contra
uno de los Legendarios de Konoha —dijo el hombre, inquieto.
—Nah. No le he dicho nada. Pero lo estoy considerando. Aunque, tal vez sea mejor idea
hacerlo después del entrenamiento, cuando esté algo cansado —comentó Naruto con una
sonrisa.
—Parece una sabia decisión. ¿Dónde se supone que tengo que reunirme con él, exactamente?
—Creo que va a venir aquí a buscarnos. Tu reputación de impuntual te precede. La cual, por
cierto, ha empeorado debido a que no nos presentamos aquí a tiempo para reunirnos con él.
—Bueno —suspiró Kakashi—, qué se le va a hacer —dijo antes de besar la cabeza del rubio.
Naruto llevó las manos bajo la camiseta de Kakashi y las dejó viajar y explorar los costados y
las abdominales del shinobi.
Kakashi se rio cuando Naruto le hizo cosquillas al acariciarle las costillas. Apretó el abrazo
para acercar al chico más a él y poder besarlo. Lo que empezó con un simple beso se volvió
algo más apasionado, ambos necesitando estar lo más cerca posible el uno del otro. Los
sonidos que el rubio estaba haciendo mientras Kakashi le exploraba la boca provocaron una
sensación de agitación en los pantalones del Jōnin.
—Kakashi, ¿estás…? ¿Estás en condiciones de hacer algo más que besarnos? —le preguntó
Naruto un poco dubitativo con una pícara mirada en sus profundos ojos azules.
Kakashi le dedicó al adolescente una pequeña sonrisa mientras hacia un gesto hacia la parte
frontal de sus pantalones.
Naruto siguió con la mirada hacia donde le señalaba su profesor, lo que vio le hizo sonrojar
una vez más.
—No —dijo el rubio mientras negaba con la cabeza—. Pero, entonces, ¿por qué dijiste…?
—Déjame adivinar —lo interrumpió Kakashi—, no te has tomado nunca una píldora de
soldado, ¿verdad? —preguntó, con curiosidad.
—Lo entiendo, Kashi. Dejaré que te recuperes primero… —respondió Naruto un poco triste.
—Lo entenderás mejor cuando tengas que tomarte una píldora de soldado —le dijo Kakashi
mientras se reía entre dientes.
—Un poco —admitió el shinobi mayor—. Eres adorable cuando haces pucheros porque
quieres sexo.
—Eres un imbécil —le dijo golpeando al sonriente Jōnin en el pecho—, no puedo creer que
te haya comprado un regalo cuando salí fuera.
—Nada que te merezcas —dijo Naruto enfadado mientras se sentaba y se daba la vuelta.
Kakashi sabía que su amante estaba fingiendo el cabreo. Con un poco de esfuerzo y gruñidos
de dolor, consiguió reunir toda la fuerza que le quedaba en sus cansados músculos para
envolver los brazos alrededor del pecho del rubio, consiguiendo que volviera a tumbarse a su
lado. Naruto ahora yacía sobre el colchón con la espalda inmovilizada contra el pecho de
Kakashi.
—Te cruje todo como si fueras un anciano. ¿En serio crees que puedes sujetarme así durante
mucho tiempo con esa insignificante fuerza? —dijo Naruto, con confianza.
—Por favor, mocoso, guardo más de un as bajo la manga —respondió Kakashi mientras se
sacaba la bandana del bolsillo.
Le puso la cinta a Naruto sobre los ojos y la ató con fuerza. Cuando terminó, besó el suave
pelo de Naruto y volvió a pasar uno de sus brazos alrededor del pecho del rubio.
Restringiendo tanto los movimientos del joven como su visión.
Lentamente Kakashi movió el otro brazo hacia el abdomen de Naruto. Los dedos trazando el
camino por debajo de la cinturilla de los pantalones y la ropa interior del joven. Naruto se
retorció ligeramente al sentir el toque de Kakashi. Abruptamente, el profesor metió la mano
al completo en los bóxers del joven, encontrando la longitud creciente del chico.
—Estoy seguro de que no serás capaz de retener la información por mucho tiempo —susurró
en la oreja del rubio.
—Yo soy un shinobi de la élite y sé cómo hacer que hables —replicó Kakashi antes de
mordisquear el cuello del chico. Se rio cuando sintió a Naruto retorcerse bajo su brazo—.
¿Algún problema, Naruto? —le provocó.
Naruto enseguida tuvo una completa erección, lo cual sucedía siempre desde el primer
segundo en el que Kakashi le prestaba algo de atención a su entrepierna. Frunció el ceño ante
su cuerpo traidor. Un gemido involuntario se escapó de sus labios cuando Kakashi comenzó a
acariciarle.
—Olvídalo, Kashi, no voy a decirte qué te he comprado —le dijo con más confianza de la
que sentía.
—¿Por qué tu respiración está tan acelerada, Naruto? —Kakashi se rio por lo bajo—. ¿Estás
pasando un duro momento?
Naruto comenzó a gemir de nuevo mientras sentía el pulgar de Kakashi tocando la húmeda
punta de su miembro, ahora palpitante.
—Noooo, es… estoy bi… bien —consiguió murmurar entre jadeos y gemidos. Buscando
venganza, decidió apretar su trasero contra la longitud de Kakashi. Sabiendo que la fricción
no dejaría impasible al shinobi mayor.
—Buen intento, mocoso, pero estamos jugando a mi juego —respondió Kakashi antes de
meterse el lóbulo del joven en la boca. Le estaba costando mantener al rubio sujeto con un
solo brazo, pero estaba disfrutando de verdad viendo a Naruto tan necesitado y desesperado.
Casi podía ignorar la presión que ejercía sobre sus doloridos músculos.
—Kashi, estoy a punto… —dijo Naruto después de varios minutos. No le pasó desapercibido
a Kakashi el pequeño gimoteo en la voz del joven.
—Ya lo sé, así que, dime Naruto, ¿qué me has comprado? —preguntó Kakashi con una
maliciosa sonrisa mientras aceleraba más aún el ritmo.
—No… no te lo voy a… decir —dijo Naruto, manteniéndose firme, aunque le costase hablar.
—Bueno, tampoco pasa nada —dijo Kakashi sin alterarse mientras retiraba de pronto la
mano de los pantalones de Naruto, y la situaba sobre el abdomen del joven.
El rubio reaccionó exactamente como había anticipado. Naruto estaba tan cerca de llegar al
orgasmo que la repentina falta de fricción provocó que embistiera con las caderas y se
revolviera. Se retorció de forma frenética contra los dos fuertes brazos que lo sostenían.
—¡Nooo, no! ¡Te lo diré, Kashi! ¡Te lo juro! ¡Por favor, continúa! —gritó con una necesidad
apremiante.
—Buen chico —dijo Kakashi travieso mientras besaba el cuello del rubio y deslizaba su
mano de nuevo hacia el lugar donde había estado antes para terminar su agradable trabajo.
Naruto casi se movió con violencia contra la fricción de la mano de Kakashi. Cuando el Jōnin
aceleró el ritmo, no le llevó demasiado tiempo a Naruto alcanzar el clímax. Después, yació
completamente exhausto sobre el pecho de su amante, respirando pesadamente.
Kakashi se lamió alegremente el semen de los dedos. Naruto podía sentir las vibraciones
contra su espalda mientras el Jōnin tarareaba con jovialidad. Después de que Kakashi le
desatase la bandana, Naruto se dio la vuelta, agarró con fuerza al hombre de pelo plateado, el
cual tenía una expresión de suficiencia en el rostro, y lo besó con violencia en los labios.
Kakashi gimió cuando la lengua de Naruto se metió en su boca a la fuerza. El shinobi mayor
se rio con regocijo cuando vio el ceño fruncido de Naruto.
—Eres lo peor, ¿lo sabías? —le dijo Naruto mientras rompía el beso, unos minutos después.
—Esto se llama llevar al límite al oponente y es una herramienta bastante útil —dijo Kakashi
con una risilla—. Es genial para enseñarle a los pequeños Genin que deben tener paciencia y
autocontrol —no pudo contener la risa cuando vio la cara sonrojada e indignada de Naruto—.
Venga, vamos Naruto, deberías alegrarte porque no tuviese energía para hacer que la tortura
durase más.
—Creo que te mereces otra marca —dijo el chico justo antes de apretar los dientes contra el
cuello de Kakashi. En lugar de morderlo con fuerza, le hizo varios chupetones alrededor de
los cuales se podían ver varias marcas de dientes. Ahora era el turno de Kakashi de forcejear
para intentar escapar de la húmeda sensación de cosquillas.
—Eso está mejor —dijo con una sonrisa de orgullo—. Ahora es incluso más obvio que eres
mío.
—Gran trabajo, mocoso, pero todavía no me has dicho lo que me has comprado —señaló
Kakashi con una sonrisa de superioridad.
Kakashi sintió que le dolía el pecho cuando vio la forma del arroz.
—Me encanta, Naruto. Gracias —dijo con sinceridad mientras atraía hacia sí al rubio para
darle un beso.
Nunca pensé que me emocionaría porque alguien me regalara sushi…, pensó. Sonrió feliz
mientras compartía la comida con su amante.
—¿Naruto?
—Mmm ¿qué? —respondió el rubio después de meterse una pieza entera de sushi en la boca.
—Está muy rico, pero tú sabes mucho mejor —dijo Kakashi con una sonrisa pícara.
Cuando su joven amante soltó una carcajada, Kakashi temió que cayeran pequeños granos de
arroz sobre la colcha.
Bueno, supongo que es culpa mía, pensó feliz. La presencia de Naruto merecía la pena, a
pesar de lo desastroso que pudiera llegar a ser el chico.
Cuando terminaron de comer el sushi, Kakashi decidió darse una ducha antes de reunirse con
Jiraiya. Después le dio a Naruto un beso de agradecimiento por haberle lavado la ropa. Eligió
ponerse su habitual atuendo ninja, no se sentía capaz de interpretar el papel de civil de forma
convincente. En comparación con Naruto, no disfrutaba con un rol que no fuera el suyo
propio. Naruto vio a su profesor merodeando por la habitación. Tenía su pelo plateado y
torcido mojado y el ojo izquierdo cerrado. Estaba claro que buscaba algo.
—¿Has perdido esto? —le dijo Naruto juguetón mientras levantaba la bandana de Kakashi.
—Ven a por él, sensei —dijo Naruto provocador, mientras se sentaba y se metía la bandana
en los pantalones.
—Tú no eres el único que puede jugar, ¿sabes? —dijo con aire de suficiencia.
—¿Crees que puedes superarme, mocoso? —le preguntó Kakashi mientras abría su ojo del
Sharingan.
—Tú lo has dicho, viejo —respondió Naruto mientras se bajaba de la cama para alejarse de la
mano de Kakashi.
—Ahí está otra vez… —musitó Kakashi con una sonrisa—. Su risa desquiciada de puro
júbilo.
Decidió perseguir al chico para no cortarle el rollo, lo cual, con toda honestidad, no fue nada
fácil con la polla dura y los músculos cansados y doloridos. Pero no podía perder en un reto
contra un Genin adolescente.
Mientras Naruto corría por toda la habitación como una mancha naranja, decidió saltar frente
al enérgico rubio. Cuando lo tuvo delante, escuchó un puf y en su lugar se quedó sosteniendo
un tronco.
—Mierda, la técnica del Cambiazo —dedujo Kakashi en un instante. Se lanzó tras él cuando
vio un borrón naranja salir de la habitación hacia el pasillo.
Kakashi estuvo a punto de chocarse contra la pared de enfrente de su puerta cuando intentó
agarrar al rubio. Sus músculos ardían y se sentía exhausto, pero su voluntad le hizo continuar
con la persecución. Vio a Naruto desaparecer a la vuelta de la esquina del pasillo con una
sonrisa traviesa y juguetona. Cuando Kakashi llegó al corredor arrojó unos shuriken a los
pies de Naruto, provocando que el rubio tuviera que pegar un salto y tropezara. Kakashi
aprovechó ese momento para usar el Cuerpo Parpadeante justo frente al joven. Estaba a punto
de atraparle cuando el chico se agachó. Naruto lo había anticipado y convocó dos Clones de
Sombra para que lo ayudaran. Kakashi sintió la camiseta de la ranita negra escaparse de entre
sus dedos mientras los clones lo presionaban contra la pared, ayudando de forma efectiva al
verdadero Naruto para que continuara su carrera a través de los pasillos de la posada. El Jōnin
rápidamente golpeó a los dos clones en el estómago, provocando que desaparecieran.
Kakashi continuó corriendo tras el rubio. Estaba seguro de que casi lo había alcanzado
cuando el joven shinobi de pronto cayó repentinamente hacia atrás después de doblar en una
esquina. Kakashi no pudo detenerse a tiempo y se chocó contra Naruto, golpeándose con
fuerza la cara, lo que le provocó una hemorragia nasal.
—¡¿Qué demonios estáis haciendo?! —la profunda voz de Jiraiya rugió por encima de sus
doloridas cabezas, haciendo que ambos se estremecieran.
—¿Os creéis que esto es un patio de recreo? Vosotros dos… shinobis… —susurró la última
palabra—. ¡Y tú! —miró a Kakashi con el ceño fruncido—. Se supone que eres un Jōnin de
elite, temido por tu brillante mente y tus despiadadas habilidades asesinas, y aquí estás,
¿jugando… al pilla-pilla?
Kakashi asumió que en su carrera Naruto había chocado contra su padrino, el cual era mucho
más alto que él, a juzgar por la forma en la que el shinobi de pelo blanco se agarraba el
estómago durante todo el tiempo que estuvo regañándolos. Rápidamente se incorporaron e
intentaron mantener la compostura. Kakashi se inclinó y se disculpó con Jiraiya por olvidar
su posición. Naruto, por otro lado, se disculpó por haberse chocado contra el pobre hombre a
toda velocidad.
—Kakashi. Nos vemos en quince minutos, abajo. ¿De acuerdo? —le gruñó al shinobi de pelo
plateado.
—De acuerdo, Jiraiya-sama —respondió con respeto antes de girar sobre sus talones,
intentando con todas sus fuerzas contener la risa hasta que estuviera lo suficientemente lejos
como para que Jiraiya no le escuchara.
Cuando regresaron a su habitación, Naruto fue empujado adentro con fuerza por Kakashi,
después lo llevó hacia la cama; cuando el chico levantó la mirada se encontró con la
expresión severa de su sensei.
—Muy mal. Eres un estudiante muy rebelde —dijo Kakashi fingiendo decepción.
—Quédate ahí. Tengo que hablar con tu enojado padrino acerca de por qué estoy actuando
como un niño pequeño —dijo guiñándole el ojo.
Ha cambiado mucho… caviló Naruto feliz. Creo que por fin está aprendiendo a disfrutar de
la vida de nuevo. Sonrió ante el pensamiento y cerró los ojos.
Los verdaderos sentimientos dejan marcas profundas
Cuando Kakashi salió al pasillo, inmediatamente tuvo que apoyarse contra la pared. Se había
divertido bastante persiguiendo a Naruto, pero ahora estaba notando las consecuencias de sus
jueguecitos. Se esforzó por recobrar la compostura y después siguió hacia delante,
trastabillando, ignorando a sus doloridos músculos. Suspiró profundamente cuando alcanzó
las escaleras.
Cuando por fin llegó donde Jiraiya lo estaba esperando, el Ninja Legendario le dio un golpe
en el hombro no-demasiado-amistoso, provocando que Kakashi se sacudiera hacia delante y
gimiera de dolor.
—Qué puedo decir. Al final se le acaba cogiendo cariño —respondió Kakashi mientras se
frotaba su dolorido hombro. De repente se acordó de los chupetones y los mordiscos que
Naruto le había dejado en la piel.
—Estás actuando diferente, Kakashi y no hace falta ser un Ninja Legendario para darse
cuenta.
—¿Diferente? Sólo fue un momento puntual. El chico ha estado trabajando duro, así que
había pensado...
—No estoy hablando de vuestro jueguecito en medio de los pasillos —dijo Jiraiya con
paciencia—. Me refiero a ti.
Kakashi suspiró y sacó uno de sus libros Icha Icha. Mostrando un evidente desinterés hacia la
conversación. No necesitaba que le recordasen cómo era su vida antes de tener una relación
con Naruto.
—Creo que te ha venido bien viajar con Naruto. Parece que te ha sentado mejor que estar en
el ANBU o que hacer misiones de rango S.
—No voy a volverme más blando, si es lo que estás insinuando —le dijo Kakashi con
confianza, sin apartar la vista de las páginas—. Pero debo admitir que ha sido un cambio
agradable —añadió.
—Ya veo. ¿Y qué se supone que tengo que hacer mientras tanto?
—Tsunade no fue muy específica. Siéntete libre de unirte a las sesiones de entrenamiento.
—Le daré una pensada. Aunque voy a tener que ausentarme durante unos días.
—Nunca te había visto tan interesado en nada, Kakashi, y mucho menos tratándose de un
evento como ése —dijo Jiraiya escéptico, levantando una ceja.
—Ya te lo dije. Se le acaba cogiendo cariño. Nos hemos hecho buenos amigos y quería
recompensarle por el progreso que ha hecho.
—Gracias. Pero no le digas por qué me he marchado. Le contaré que es por una misión o
algo así.
—Bien.
—¿Y qué le vas a enseñar exactamente? —le preguntó Kakashi con interés, apartando la vista
del libro.
—Básicamente, Tsunade y yo hemos pensado que sería buena idea entrenarle en senjutsu. De
esa forma podrá utilizar la energía natural y el modo Sabio. Así sus técnicas se volverán más
poderosas. La mayoría del tiempo nos transportaremos al Monte Myōboku, pero volveremos
de vez en cuando para mantener informada a Tsunade. Como te dije, eres bienvenido a
acompañarnos.
—Ya veo. No suena mal. Debería ser capaz de hacernos frente. Se ha vuelto muy fuerte en
los pasados meses.
—Me he dado cuenta. Empezaremos mañana a las ocho, pero creo que será mejor que tú te
quedes descansando para recuperarte.
—Supongo que no vendría mal tomarlo con calma también con Naruto, por lo menos al
principio. Le hirieron de gravedad durante nuestro combate contra los dos miembros de
Akatsuki —le advirtió Kakashi.
—Ya me lo contó —le respondió Jiraiya—. Al menos no serán capaces de seguirnos la pista
hasta el Monte Myōboku. Allí estará a salvo.
—Bien —dijo Kakashi con seriedad—. Me marcharé en tres días. Estaré de regreso en unas
dos semanas aproximadamente, así que no le quites la vista de encima hasta que vuelva. Me
gustaría que se me informara acerca de su progreso.
—De acuerdo —dijo Jiraiya levantándose—. Iré a buscarlo mañana por la mañana. Nos
vemos entonces.
—Jiraiya…
—¿Sí, Kakashi?
—Gran trabajo con la última novela —dijo el hombre mientras levantaba el librillo.
—Veo que sigues siendo mi fan número 1, ¿eh? Pues de momento voy a tener que dejar a un
lado la escritura, con el entrenamiento de Naruto y todo eso.
—Me lo temía —dijo Kakashi con un suspiro mientras se ponía de pie y se dirigía hacia las
escaleras.
∞∞∞
—¿Así que vamos a irnos a entrenar con el Seninfómano durante un mes, Kashi? —dijo
Naruto excitado ante la perspectiva.
—Bueno, para empezar, todavía necesito descansar. Y, después, tengo que realizar una
misión. Volveré a tiempo para tu cumpleaños, creo. Y, más tarde, podré unirme a tu
entrenamiento.
—Menuda mierda. ¿Así que voy a tener que echarte de menos durante varias semanas?
—Seguramente. Pero tal vez no sea algo malo, Naruto. Quiero que te centres en tu
entrenamiento, no sólo en mí o en nosotros —le dijo Kakashi con severidad.
—No olvides por qué estás entrenando, Naruto. Necesitamos que te hagas lo más fuerte
posible para cuando los Akatsuki vengan a por ti.
—Anímate, mocoso y te contaré un secretito —le dijo el profesor inclinándose hacia el chico
para besarle en la nariz.
—Venga, venga, Naruto. ¿Tengo que volver a enseñarte cómo ser paciente? —le susurró el
hombre tan cerca de la oreja que el rubio casi comenzó a retorcerse de nuevo.
Kakashi presionó un beso en el cuello del chico mientras se tumbaba encima del joven.
Presionándole ligeramente contra el colchón.
—¡Uf! ¿Cómo puedes estar tan delgado y pesar tanto? —protestó Naruto debajo de su
profesor.
—Lo siento, los músculos no me responden —le dijo Kakashi riéndose entre dientes contra
su oreja—. Eres bastante cómodo.
Naruto disfrutó de las vibraciones que emanaron del pecho de su profesor cuando éste se rio.
—Sí, pero creo que estarías más a gusto en tu cama, además así prevendríamos que te
quedases dormido aquí y me asfixiaras —respondió Naruto con falsa preocupación.
—Pero ésta es nuestra última noche juntos antes de que comiences tu entrenamiento y voy a
echarte mucho de menos —se quejó Kakashi mientras hacía casi una perfecta imitación del
puchero de Naruto.
—Buen intento Ninja Imitador —dijo Naruto riéndose a carcajadas—, pero tú no eres ni la
mitad de mono que yo. Así que tu puchero no funciona.
—¿Recuerdas todas esas veces que te hice correr alrededor del campo de entrenamiento por
ser un mocoso maleducado e insufrible? Añoro esos días.
—Apuesto a que sí, malvado espantapájaros —dijo Naruto mientras jugaba distraídamente
con el pelo de Kakashi.
Kakashi se rio mientras se bajaba de encima de Naruto y se arrastraba hasta apoyar la cabeza
sobre la almohada.
—Qué gamberro —murmuró antes de cerrar los ojos, adormilado. Sintió a Naruto
acurrucarse a su lado.
El joven sonrió cuando Kakashi de forma instintiva le pasó un brazo alrededor de la cintura.
∞∞∞
Sin embargo, Naruto se había acostumbrado demasiado a estar cerca de su Jōnin favorito. No
habían estado separados más de unas pocas horas al día desde que su relación habían
comenzado. A Naruto le dolía el corazón cuando pensaba que tendría que estar lejos de
Kakashi durante tanto tiempo. Encima, sabía que aquélla no sería la última vez que tendrían
que hacer frente a una situación parecida. Los shinobis a veces tenían que acudir a diferentes
misiones, incluso aunque estuvieran involucrados sentimentalmente. Era un hecho y formaba
parte de la vida de los ninjas. Naruto lo sabía y, aun así, temía el momento en el que se viera
separado de su amante. Asumió que Kakashi se debía sentir igual. Por supuesto, el Jōnin era
un experto en esconder sus sentimientos y poner una expresión ilegible en el rostro ro fuera
posible acerca de ellos, así que no era demasiado obvio. Pero Naruto lo notaba. La atmosfera
que rodeaba la presencia de Kakashi había cambiado. Sus verdaderos sentimientos estaban
ocultos tras una capa de fría indiferencia, despreocupación, impuntualidad y actitud
antisocial. Ése era el Kakashi que todo el mundo estaba acostumbrado a ver, pero Naruto lo
conocía mucho mejor ahora.
Cuando Jiraiya llamó a la puerta, Naruto gritó que ya iba. Se abrazaron una vez más y
compartieron un apasionado beso. Kakashi le dijo a Naruto que lo hiciera lo mejor posible y
Naruto le pidió a Kakashi que no tardara en regresar. Ambos asintieron, aceptando la petición
del otro.
Naruto se dio media vuelta, cogió la mochila y su nueva cantimplora y desbloqueó el cerrojo
de la puerta.
De pronto Kakashi se acercó casi con violencia. Agarró a Naruto por el hombro y tiró del
chico hacia él. Le tapó la boca con la mano, eliminando cualquier sonido. Acumuló algo de
chakra alrededor de los dientes, apartó el cuello de la camiseta del adolescente hacia un lado
y le mordió con fuerza en el hombro. Exactamente como Kurama y Naruto habían hecho
hacía unas semanas con él. Escuchó el pequeño grito de dolor de Naruto y reafirmó su agarre
sobre el cuerpo del joven. Naruto prácticamente se dejó caer contra su pecho.
—Lo siento. Tenía que hacerlo —susurró en el oído del muchacho—. Sé que no es la
experiencia más agradable del mundo, pero la mía siempre me recuerda a ti cuando estamos
separados y no quería privarte de esa sensación.
—Como si pudiera olvidarme de ti durante un segundo —respondió Naruto en voz baja, las
emociones tensando su voz.
—Bueno, ahora ya tienes un recuerdo extra —le dijo Kakashi con una pequeña sonrisa—. Y
Kurama me prometió que no te curaría del todo, para que se quedase como la mía.
Kakashi pudo ver la determinación en los ojos azules de Naruto. Sabía que aquélla era una
verdad indiscutible y darse cuenta de eso le produjo un cálido sentimiento en el pecho. Le
dolió el corazón y por un breve segundo consideró utilizar una técnica ilusoria sobre Jiraiya.
Cuando vio a Naruto mirándolo, se recobró de la sorpresa inicial que le había embargado de
felicidad y de una sensación hormigueante. Atrajo a Naruto hacia él y presionó su cuerpo más
pequeño contra el suyo.
—Yo también te quiero, Naruto —respondió en voz baja antes de besar al joven shinobi una
vez más.
Vinculación en el Monte Myōboku
Cuando habían pasado unos cuantos días, Naruto se dio cuenta de que no olvidaría con
facilidad su viaje al Monte Myōboku. Por fin entendió por qué Jiraiya también lo llamaba La
Tierra de los Sapos. Había toneladas de ellos de todas las clases, tamaños y colores. Y por
mucho que le disgustara oírlos croando constantemente y la horrible comida local basada en
insectos, tenía que admitir que el sitio transmitía cierta paz.
Jiraiya le había presentado a Naruto al Gran Sabio Sapo Gamamaru, quien le dijo que el
futuro le aguardaba grandes cosas y le advirtió de la pérdida de un ser querido. Al principio,
Naruto se sintió un poco perturbado por la advertencia, no quería perder a nadie que fuera
importante para él... Kakashi, Jiraiya, Sakura, Sasuke, Tsunade, Iruka... Los nombres bailaron
en su cabeza, haciéndole sentir un poco de nostalgia. Más tarde, consiguió apartar el aviso de
su mente, jurándose que no dejaría que nada malo le sucediera a ninguno de ellos. Ignoró la
voz de Kurama que le preguntó cómo iba a protegerlos a todos estando tan lejos de Konoha.
La lógica y el razonamiento del zorro podían ser un verdadero dolor de cabeza a veces...
Naruto también conoció a un viejo sapo de color verde llamado Fukasaku. Aparentemente,
era el sapo que le había enseñado Senjutsu a Jiraiya cuando era un niño, así que el hombre
estuvo incordiando al sapito para que le ayudara a enseñarle también a Naruto. Para el joven
shinobi estaba claro que la mayoría de los sapos, si no todos, consideraban a Jiraiya como un
gran amigo, a pesar del hecho de que era humano. Como resultado, también lo aceptaban a él.
Así que antes de que se diera cuenta, su entrenamiento había comenzado.
Lo primero en lo que se centraron fue en aprender cómo reunir energía natural de la Fuente
del Aceite Sagrado, la cual básicamente era una catarata con una estatua de un sapo gigante
en medio del estanque. Trabajar con el aceite requería que Naruto se quitase la chaqueta y la
camiseta, algo que ni Kakashi ni él habían tenido en cuenta durante sus "actividades
amorosas".
Mierda. Si me quito la camiseta el Seninfómano verá la marca del mordisco que me hizo
Kakashi hace días, pensó Naruto mientras comenzaba a estresarse por su precaria situación.
—Kurama, ayúdame a ocultar la marca. ¡Cúrala o algo! —dijo Naruto al ver las extrañas
miradas que le dirigieron Jiraiya y Fukasaku al ver que se quedaba parado sin hacer nada.
—¿Puedes escucharme por una vez y hacer lo que te digo? —le gritó el chico mientras
comenzaba a sudar.
—Es tu padrino, sea lo que sea lo que eso signifique, seguro que será comprensivo, cachorro
—le dijo Kurama aburrido antes de recostarse y cerrar sus grandes ojos rojos.
—Venga, vamos, Naruto. ¿Quieres que se te empape la ropa en aceite o qué? ¿Desde cuándo
eres tan vergonzoso? —preguntó Jiraiya más que sorprendido por el comportamiento de
Naruto.
Naruto suspiró aceptando su destino y quitándose la ropa.
Jiraiya levantó una ceja cuando vio el mordisco. No dijo nada, pero Naruto se dio cuenta del
cambio en su comportamiento. Incluso Fukasaku intercambió una significativa mirada con el
shinobi de pelo blanco.
Su entrenamiento finalizó con la puesta de sol. Lo cual significaba que era el momento de
pasar a la siguiente parte de su rutina diaria: compartir la comida con Fukasaku y su esposa.
Ambos sapos demostraron ser muy hospitalarios. La mujer del pequeño sapo verde siempre
les ofrecía una gran cantidad de comida. Naruto se esforzaba todo lo que podía por tragar los
repugnantes platos llenos de bichos sin ofender a sus anfitriones. Por otro lado, Jiraiya
parecía haberse acostumbrado a aquello. Después de la cena, el shinobi mayor le preguntó a
Naruto si podían hablar en privado. Naruto ya había esperado un tenemos que hablar, puesto
que Jiraiya había estado inusualmente serio y callado durante todo el día. El hombre se
levantó y les dio las gracias a ambos sapitos por la comida. Naruto fue detrás del hombre,
obedientemente.
—Muy bien. Suéltalo, chico —dijo Jiraiya con calma mientras se sentaba sobre el borde de
una pequeña roca.
—¿A qué te refieres? —preguntó, intentando hacerse el tonto. Algo en lo que generalmente
solía tener bastante éxito.
—No actúes así conmigo, Naruto —le dijo Jiraiya con severidad.
—Ajá.
—Es... bueno... es que me he estado viendo con alguien en Takigakure... —respondió Naruto
mientras empezaba a sudar por los nervios.
Naruto comenzó a sentirse frustrado cuando se sintió bajo un interrogatorio que a su parecer
estaba fuera de lugar.
—Bueno, ¿y a qué vienen todas esas preguntas, Jiraiya? —dijo Naruto un poco enfadado—.
No es de tu incumbencia quién me lo hizo o por qué.
—Si no me equivoco, ahora mismo tienes 16 años, casi 17. Teniendo en cuenta que tus
padres están muertos y que fueron ellos los que decidieron que yo fuera tu padrino, diría que
tengo cierto derecho a preguntarte cualquier cosa que crea conveniente, ya que actualmente
soy tu tutor legal —la voz de Jiraiya había comenzado con calma, pero al final se había
vuelto más fuerte y autoritaria.
—Vaya, ¿así que ahora vas a actuar como mi tutor? ¿Y qué pasa con los primeros dieciséis
años de mi vida? Creo que en ese periodo de tiempo te habré visto unos cinco días al año, y
eso con suerte —le replicó Naruto al shinobi mayor—. Todo el mundo sabe que tus novelas
pornográficas son tu prioridad.
—No es tan simple como eso, Naruto —le dijo Jiraiya evidentemente irritado por la actitud
grosera del joven.
—Bueno, no veo por qué… —empezó Naruto antes de ser interrumpido por la voz grave de
Jiraiya.
—¡Porque eres demasiado joven para entenderlo! —le gritó el shinobi mayor—. Estar en
Konoha, quedarme en Konoha… ver tu cara… todo eso me recuerda a… a los errores que
estoy tratando de olvidar —dijo Jiraiya, quedando patente que se sentía afligido—. Conocía a
tus padres, Naruto. Desde hacía mucho tiempo y me preocupaba por ellos sobremanera. No
estuve allí cuando murieron, tal vez si hubiera estado podría haber… —Jiraiya suspiró—. No
sé si las cosas habrían sido diferentes. Para ser honesto, cuando decidieron que fuera tu
padrino nunca pensé que tendría que hacerme responsable de ti a tan temprana edad… Y no
sabía cómo hacer frente a la situación. Pero me preocupo por ti y por tu bienestar, Naruto.
Siempre lo he hecho.
Naruto suspiró mientras se echaba hacia delante, entrelazando las manos alrededor de las
rodillas.
—Te contaré todo lo que quieras saber sobre tus padres cuando cumplas dieciocho años,
Naruto. Sé que debe ser duro para ti, pero sabes que ahora mismo el Tercero y la Quinta
Hokage de Konoha no me permiten hacerlo.
—Lo sé.
—Les dije a tus padres que cuidaría de ti, Naruto. Así que, por última vez, ¿qué pasa con ese
mordisco?
—Eh… estoy enamorado de alguien… y he estado saliendo con esa persona durante casi
cuatro meses.
—Has estado viajando con Kakashi durante 3 meses y 31 días, ¿no es así, Naruto? —le
preguntó Jiraiya emanando un aura asesina.
—No es lo que piensas. Él no… sé que es más mayor que yo… pero no hemos hecho nada si
eso es lo que te preocupa… —añadió Naruto rápidamente.
—¿Si eso es lo que me preocupa? —repitió Jiraiya casi con agresividad—. ¿Estás de coña?
¡Es tu PROFESOR, Naruto! —gritó Jiraiya tan alto que el chico pegó un bote—. ¡Es tu
profesor, es un hombre y te saca trece años! ¿¡Cómo demonios ha podido pasar algo así!?
—Espera a que encuentre a ese bastardo pervertido que se dedica a abusar de niños. No va a
vivir lo suficiente para escuchar los castigos a los que va a tener que hacer frente por todas
las leyes que ha quebrantado —murmuró Jiraiya más para sí mismo que para Naruto.
Jiraiya casi se cayó del borde de la roca donde estaba sentado cuando un chakra de color rojo
fuego empezó a llamear sobre el cuerpo de Naruto. Los ojos del chico se volvieron de color
escarlata y sus dientes comenzaron a alargarse, provocando que el viejo shinobi se levantara,
sorprendido.
La cabeza de Naruto se movió hacia un lado mientras centraba su mirada en los ojos de su
padrino.
—No le pondrás una mano encima —habló el chico con una voz maliciosa y grave que no se
parecía en nada a la suya.
—Naruto, necesito que te calmes ahora y… —Jiraiya fue interrumpido cuando el joven
shinobi se movió con rapidez hacia delante y le agarró de la ropa justo por debajo de la
garganta.
—Ni un dedo —le amenazó Naruto con su profunda voz, la furia irradiando por cada poro de
su ser.
—De acuerdo. Pero entonces tendrás que darme alguna explicación. Y será mejor que sea
buena —dijo Jiraiya desafiante mientras les devolvía la mirada a aquellos ojos rojos.
Naruto relajó el agarre y volvió a poner la mano de vuelta sobre sus rodillas. Respiró hondo
varias veces. El chakra carmesí fue desvaneciéndose lentamente a medida que el chico se
relajaba. Después de unos cuantos minutos en silencio, ambos shinobis habían recuperado la
calma y la compostura.
—Kakashi no ha hecho nada malo. Le he admirado en secreto desde que lo conocí. Aparte de
nuestra relación como profesor-estudiante, siempre hemos sido buenos amigos. Mi tienda se
hizo jirones cuando estábamos entrenando en El País del Viento. Kakashi permitió que
durmiera en su tienda y ahí fue dónde comencé a insinuarme. Al principio se resistió a la
idea, pero fui… persistente… —dijo Naruto con un pequeño sonrojo—. Resultó que yo
también le gustaba a Kakashi, pero él tenía dudas sobre si sabía en lo que me estaba metiendo
—comentó Naruto ignorando el bufido de Jiraiya—. Me concedió un día entero para meditar
acerca de eso y decidí que quería estar con él… —después de un corto silenció, Naruto
continuó—, incluso se niega a tener sexo conmigo hasta que no sea mayor de edad —admitió
en voz baja, ahora completamente avergonzado por toda aquella situación.
Jiraiya suspiró.
—Así que… —Naruto miró de reojo hacia su padrino—, ¿se lo vas a decir a alguien?
—Puedo meterme en unos cuantos problemas por ocultar algo como eso, Naruto —Jiraiya
suspiró una vez más—. Por no mencionar en los que acabaría metido Kakashi…
—Así es.
—¿Y?
—No se lo contaré a nadie. Pero quiero hablar con Kakashi la próxima vez que lo veamos.
—Intentaré no hacerlo —dijo Jiraiya poniendo los ojos en blanco otra vez.
—Bien.
—No había esperado que reaccionases de forma tan violenta, Seninfómano —dijo Naruto en
voz baja—. Siendo tan pervertido y todo eso… —el joven shinobi comenzó a reírse entre
dientes.
—No esperaba que mi ahijado también lo fuera. Tal vez, después de todo, sí he sido una mala
influencia para ti —dijo el shinobi mayor con una sonrisita.
—Quién sabe. Al fin y al cabo, Kakashi es tu fan número uno. Así que ambos sabemos de
dónde ha sacado sus pensamientos pervertidos.
—El cambio en Kakashi es bastante remarcable. En cuanto a ti… siempre pareces un chico
enérgico y feliz. Aunque sé que eso forma parte de tu fachada.
—Así que, Naruto… —dijo colocando un brazo alrededor de los hombros del rubio—,
dime… ¿qué se esconde debajo de esa máscara? ¿Eh?
Naruto sonrió al recordar los días en los que él mismo había sentido esa misma curiosidad.
—Un rostro asombroso —dijo en voz baja, más para sí mismo que para Jiraiya.
∞∞∞
Mientras tanto…
Kakashi había dejado Takigakure después de descansar tres días, los cuales estuvieron
plagados de sueños con cierto shinobi rubio. Tan pronto como puso un pie fuera de la aldea,
comenzó a correr. Sabía que era innecesario apresurarse. Tenía tiempo de sobra hasta que
llegara el cumpleaños de Naruto, pero le había prometido al rubio que regresaría tan pronto
como le fuera posible y así lo haría. Mantuvo su dirección hacia el sur hasta que llegó a la
Aldea Oculta de la Hierba, también conocida como Kusagakure. El país y la villa eran aliados
del País del Fuego y de la Aldea Oculta de la Hoja así que Kakashi conocía el lugar bastante
bien y le gustaba estar por allí. El país tenía un frondoso bosque con una enorme población
de hongos y plantas gigantes de bambú. Mientras corría por sus alrededores, decidió que
debía llevar allí a Naruto cuando regresasen a Konoha, convencido de que a su amante le
gustaría tanto como a él.
Cuando atravesó las puertas de la ciudad, fue directo a buscar algo para comer. Cuando se
terminó la sopa de miso con berenjena que había pedido, preguntó la dirección de una
pequeña armería llamada “El Cortapedrero”. Después de caminar alrededor de veinte
minutos, llegó al establecimiento y entró.
∞∞∞
Veinte días después de haberse despedido de Kakashi, Naruto terminaba de forma exitosa la
primera parte de su entrenamiento. Ahora era capaz de reunir energía natural de su entorno y
podía mezclarla correctamente con su propio chakra. Esto le permitía al joven entrar en el
llamado Modo Sabio, mejorando significativamente su fuerza y sus habilidades. Sin
embargo, mantener el Modo Sabio había resultado ser un gran reto para el joven shinobi. Por
lo habitual, solía perder el control en unos pocos minutos. Sin embargo, Jiraiya estaba muy
satisfecho con el progreso que había hecho. El siguiente paso sería que Naruto aprendiera
cómo reunir energía natural de su entorno habitual, donde solía ser un poco más complicado
que en la Tierra de los Sapos y, a continuación, tendría que aprender a combatir en el Modo
Sabio y para eso, sería bastante más beneficiosa la ayuda de Kakashi que la de Fukusaku.
Después de agradecer efusivamente a los sapos por su sabiduría y su hospitalidad, Jiraiya los
transportó a ambos de vuelta a la Aldea Oculta de la Cascada.
Naruto se sintió aliviado por estar de vuelta. No sólo porque había echado de menos a
Kakashi y al ramen más de lo que podía describir, sino porque sólo quedaban dos días para su
cumpleaños. Y aunque Naruto hubiera estrechado lazos con su padrino, no tenía intención de
pasar ese día con él.
Avaricia y placer
—Muy bien, Naruto. No más entrenamiento por hoy —dijo Jiraiya al joven—. Tengo que
redactar un informe para Tsunade. Estoy seguro de que se alegrará de saber que estás
progresando mucho más rápido de lo que habíamos anticipado —dijo guiñándole el ojo.
—Vale, Seninfómano —respondió Naruto con una sonrisa—. Me muero de ganas por pasar
algo de tiempo con Kakashi.
Jiraiya murmuró algo incoherente en respuesta mientras ponía los ojos en blanco.
Naruto sabía que su padrino había aceptado su relación, pero también sabía que al viejo
ermitaño no le emocionaba especialmente.
—¡Te veo más tarde Seninfómano! —gritó Naruto mientras empezaba a correr en dirección a
la posada, intentando evitar cualquier discusión sobre el asunto.
Kakashi también había notado el chakra de Naruto, así como la velocidad a la que se
aproximaba a él, pero a pesar de todo, sintió que se quedaba sin respiración cuando el rubio
chocó contra él, casi derribándole. Sintió el fuerte agarre de Naruto y el corazón acelerado del
adolescente.
—¿Qué? ¿Debo interpretar esto como que me has echado de menos? —le dijo Kakashi
riéndose entre dientes mientras besaba al rubio en la cabeza.
—Un montón… —dijo Naruto suavemente mientras inhalaba el aroma de su amante. Era
cierto que había extrañado a Kakashi. En especial todas las pequeñas cosas que le hacían ser
quien era. Su olor, su risa, su voz, su pelo plateado y torcido, incluso sus dispares ojos que le
miraban con tanta intensidad que podían ver en el fondo de su alma. Todo aquello hizo que
Naruto se sintiera como si estuviera por fin de vuelta en casa, como si por fin estuviera donde
se suponía que debía estar. Aunque no estuviera en Konoha, tenía todo lo que necesitaba
entre aquellos dos brazos. Era perfecto.
—Yo también —respondió Kakashi en voz baja, apretando a Naruto con más fuerza.
Cuando Naruto le miró, Kakashi pudo ver la necesidad reflejándose en los ojos azules del
adolescente, así que no se hizo de rogar y besó con ansia la boca del joven shinobi. Naruto
casi de inmediato abrió los labios para dar la bienvenida a la lengua de Kakashi. Sus besos
eran tan desesperados, tan llenos de lujuria y emociones, que provocó una sensación de
agitación en los pantalones de ambos shinobis.
Kakashi deslizó las manos por debajo de la camiseta de Naruto. Sus dedos deslizándose por
los costados del chico, por zonas sensibles, que le hicieron cosquillas. Se dio cuenta de que
su amante había perdido algo de peso, pero también observó que los brazos que lo envolvían
se habían vuelto más fuertes. Movió las manos hacia la espalda de Naruto y se la acarició.
Naruto sabía que su amante estaba disfrutando de la cálida sensación de su piel. Por otro
lado, él había echado de menos poder ver y tocar la cara de Kakashi. Sin romper el beso,
deslizó los dedos por la mandíbula del hombre mayor. Después de eso, dejó que sus manos se
perdieran entre el cabello plateado y torcido.
—Mmm, deberías afeitarte, Kashi —consiguió murmurar mientras mantenía los labios
firmemente presionados contra los de Kakashi.
—Mmm sí —jadeó—, pero —jadeó—, soy un tío ocupado —respondió entre besos.
La risa de Naruto fue como música para sus oídos. Kakashi dejó que sus manos se deslizaran
desde la espalda del joven hacia delante, descendiendo hasta que se encontraron con algo
duro que estaba presionando contra su muslo.
Un pequeño escalofrío le recorrió la columna a Naruto cuando sintió las manos de su amante
acariciando su creciente longitud. Gimió mientras la boca de Kakashi lo encontraba de nuevo.
Sintió que se le doblaban las rodillas cuando notó la mano de Kakashi frotándole a través de
los pantalones mientras la lengua del shinobi mayor clamaba por introducirse en su boca. No
pudo reprimir otro gemido mientras sentía que su necesidad aumentaba.
Después de unos minutos en los cuales Naruto se sintió completamente perdido, Kakashi
rompió el beso y se arrodilló frente a su rubio favorito. Con avaricia, casi con violencia, le
bajó al joven los pantalones y los calzoncillos, provocando que su erección saltase hacia
adelante, viéndose liberada por fin.
Naruto estuvo a punto de perder el sentido cuando repentinamente sintió la cálida boca de
Kakashi envolviéndose alrededor de la punta de su miembro. De nuevo sintió que sus rodillas
iban a ceder bajo su peso y tuvo que apoyarse en los hombros de Kakashi. Jadeo cuando la
lengua del hombre giró sobre su palpitante polla mientras succionaba a la vez. El shinobi de
pelo plateado asintió complacido mientras se la sacaba de la boca.
—Tu sabor es tan impresionante como siempre —dijo Kakashi antes de lamerse los labios y
continuar con su tarea.
La respiración de Naruto se volvió más errática a medida que Kakashi se metía más
profundamente su longitud.
El cumplido provocó una sonrisa en la cara del shinobi mayor, el cual le guiñó un ojo al
rubio.
Naruto estaba seguro de que su amante estaba siendo más que entusiasta en sus esfuerzos por
complacerle. Podía sentir el anhelante deseo de Kakashi. Sabía que no pasaría mucho tiempo
antes de rendirse a la impresionante experiencia. Movió una de sus manos hacia el pelo
plateado y cerró los ojos.
Kakashi se dio cuenta de que la respiración de Naruto se estaba volviendo más pesada y
agitada. Utilizó una mano para coger los testículos del joven mientras situaba la otra
alrededor de la base del miembro del rubio. Tomó la longitud de Naruto entera en la boca y la
recorrió con la lengua. Presionó los labios alrededor y se la volvió a sacar, chupando todo el
líquido preseminal del joven con una sola lamida. Continuó moviendo la mano con un ritmo
rápido hasta que sintió cómo Naruto le agarraba del pelo con más fuerza. Ahora podía notar
el peso de Naruto sobre su hombro y cómo gemía de forma descontrolada. Kakashi le miró
con aprobación mientras el joven se derramaba en su boca. Se aseguró de tragar hasta la
última gota antes de sacarse la polla de Naruto. Sonrió mientras le daba un pequeño beso en
la ahora hipersensible punta.
Naruto se cayó finalmente de rodillas mientras esperaba que las manchas negras
desaparecieran de su vista.
—Ha sido un placer —dijo con una pequeña sonrisa, sabiendo lo mucho que Naruto había
necesitado aquello.
Naruto se apoyó en Kakashi hasta que fue capaz de recomponerse un poco. Levantó la
cabeza, se quitó los pantalones y la camiseta, se subió los boxers y comenzó a desvestir a su
pareja. Cuando tuvo a Kakashi sólo con la ropa interior puesta, cogió al shinobi mayor de la
mano y lo llevo hasta la cama.
—Mi turno —dijo con confianza, mientras empujaba a Kakashi y se situaba entre las piernas
del Jōnin.
Después de varias horas de placer casi continuo y de disfrutar de la presencia del otro, ambos
shinobis se tumbaron jadeando pesadamente sobre el colchón. Kakashi sostenía con firmeza
la mano de Naruto. El hombre la levantó hacia su cara y la miró de forma interrogativa.
—¿Cómo están tus manos? ¿Las heridas te han dado problemas durante el entrenamiento? —
preguntó un poco preocupado.
—Al principio, sí. Pero ya no. Kurama hizo un buen trabajo, como siempre —respondió con
los ojos cerrados.
—¿Y qué tal con Jiraiya? Me he dado cuenta de que te has vuelto más fuerte. Y también
tienes más energía —dijo con una sonrisa pícara.
—Fue bien —dijo Naruto riéndose entre dientes—. Pero te eché mucho de menos. Y la
comida… la comida era lo peor, sólo bichos y cosas por el estilo. Asqueroso.
—Creo que estoy de acuerdo —dijo Kakashi mientras se giraba para quedar frente al rubio.
La mano de Naruto se dirigió lentamente hacia la cara de Kakashi. Levantó la bandana del
shinobi mayor y apoyó la mano sobre la mejilla de su amante.
—Le conté a Jiraiya lo nuestro —soltó de pronto Naruto mientras observaba los ojos de color
rojo y gris. Vio cómo una de las pupilas se dilataba mientras que el Sharingan cambiaba de
forma. Emociones, pensó Naruto. Probablemente preocupación.
—Al principio se enfadó bastante. Pero le expliqué nuestra situación y cómo había surgido
todo. Probablemente sigue cabreado, pero lo ha aceptado, por mí. Y creo que no se lo dirá a
nadie.
—Bien. Me alegro de que lo sepa. No me gusta tener que mentir o engañar a menos que sea
necesario.
—A mí tampoco.
—Lo has hecho muy bien —dijo feliz, mirando el rubor en la cara de Naruto.
Atrajo al rubio hacia él de forma que pudiera apoyar la cabeza sobre su hombro.
—Estoy justo donde necesito estar —respondió Kakashi mientras sus dedos trazaban la
marca en el hombro de Naruto.
Morado
Naruto miró hacia sus dos profesores. Kakashi estaba de pie a la izquierda, con la postura
despreocupada y perezosa de siempre. Jiraiya estaba a su derecha, con los brazos cruzados y
las comisuras de los labios apuntando firmemente hacia abajo.
Jiraiya había ido a buscar a Kakashi y a Naruto por la mañana para empezar con el
entrenamiento. Kakashi lo había saludado con un amigable hola que había sido respondido
con un murmullo apenas audible, pero claramente hostil. Las miradas que Jiraiya le había
estado dirigiendo al Jōnin no habían sido tampoco de gran ayuda para suavizar la situación.
Kakashi pilló el mensaje; Jiraiya estaba mosqueado. Pero el portador del Sharingan, siendo
como era, actuó como si no se hubiera dado cuenta o como si simplemente no le importara. A
pesar de eso, la situación creó una tensión que estaba volviéndose dolorosamente clara.
—Muy bien, Naruto —dijo Jiraiya rompiendo el incómodo silencio—. Vamos a pelear
contigo al mismo tiempo. Básicamente, quiero que mantengas el Modo Sabio mientras luchas
con ambos. Intenta reunir energía natural cada vez que la batalla te lo permita. Vamos a
simular un combate real, así que asegúrate de no perder la concentración. Bajo ninguna
circunstancia te lo pondremos... o al menos yo... —dijo mirando con frialdad hacia Kakashi
—, no te lo pondré fácil. ¿Lo has pillado?
Naruto asintió con una mirada seria en el rostro. Había comenzado a reunir energía natural
durante el discurso de Jiraiya. Era capaz de hacerlo con bastante rapidez, puesto que había
aprovechado cada momento libre que había tenido para practicar. Después de unos minutos
cambió al Modo Sabio, creando una sombra naranja alrededor de sus ojos. El color azul que
tanto le gustaba a Kakashi cambió a amarillo.
De pronto, tanto Kakashi como Jiraiya se movieron hacia delante. Kakashi le lanzó tres
kunais de modo que Naruto tuvo que saltar a la izquierda, justo donde Jiraiya se estaba
preparando para atrapar al rubio con la Técnica Terrestre: Pantano del Inframundo. Naruto
maldijo mientras sentía cómo sus pies eran succionados por el suelo pegajoso. Se agachó
para evitar la patada que dirigió Kakashi hacia sus costillas y después convocó diez Clones de
Sombra. Mientras los clones mantenían a raya a su profesor, Naruto intentó escapar de la
trampa utilizando el Rasengan, apuntando hacia el suelo. La explosión lo empujó de forma
efectiva hacia arriba. Mientras volaba por el aire, vio que sus clones habían sido derrotados,
así que rápidamente formó sellos con las manos y creó más. Estaba planeando usarlos como
distracción para así poder atacar a Kakashi por la espalda con la nueva técnica que había
perfeccionado durante su entrenamiento con Jiraiya. Su idea era pillarlo con la guardia baja.
Simuló que sus clones y él atacaban a Kakashi de frente con un Rasengan, como había hecho
unas cuantas veces en el pasado. Mientras ponía en práctica la táctica de distracción, utilizó la
técnica del Cuerpo Parpadeante para aparecer cinco metros por detrás de la espalda del
hombre. El Jōnin se dio cuenta rápidamente en cuanto escuchó a Naruto gritar.
—¡Rasenshuriken!
Kakashi aumentó la velocidad y atacó a Naruto con técnicas de taijutsu. La rapidez del rubio
había mejorado increíblemente gracias al Modo Sabio. Kakashi por otro lado también podía
mantener el ritmo con facilidad gracias a su Sharingan.
—¿Qué te dije sobre que no tuvieras miramientos conmigo? —regañó a Naruto mientras
bloqueaba una y otra vez los ataques del rubio. Le agarró el pie en medio de una patada y se
lo retorció para que se viera forzado a girar, consiguiendo una apertura.
—Ese Rasenshuriken te hubiera destrozado, no podía… —le explicó Naruto antes de verse
interrumpido por el puño de Kakashi que se estrelló directo en su estómago.
—¡Nunca te contengas en una pelea, Naruto! —le gritó Kakashi mientras intentaba golpear a
su amante una vez más ahora que había conseguido derribarlo sobre la tierra.
Naruto se levantó de un salto hacia atrás e intentó darle con un Rasengan a Kakashi en el
hombro.
Cuando el joven sintió a Jiraiya atacándole por la espalda con su propio Rasengan,
rápidamente utilizó la técnica del Cambiazo para escapar. Aterrizó de pie unos metros más
allá. Con presteza, Naruto formó los sellos de otro Rasenshuriken, el cual envió volando más
allá de sus dos profesores. Ambos shinobis decidieron esquivar el ataque antes de moverse
hacia Naruto. Ninguno de ellos sabía que el chico había aprendido a dirigir el shuriken
gigante después de convocarlo. Naruto podía sentir su propio chakra en el arma
permitiéndole manejarla a su antojo. Ahora estaba dirigiéndose de nuevo hacia las espaldas
de sus desprevenidos profesores.
Kakashi escuchó el sonido silbante del ataque y también respondió con un Cambiazo. Jiraiya,
por otro lado, fue capaz de esquivarlo con un rápido movimiento a la derecha. Naruto atrapó
con facilidad el Rasenshuriken con una mano y lo lanzó de nuevo. Casi como si no fuera más
que un simple boomerang. Esta vez, Kakashi que estaba preparado utilizó su Kamui para
enviar el disco de chakra a otra dimensión.
Mientras la batalla seguía, Kakashi no pudo evitar darse cuenta de que Jiraiya no parecía
estar de humor para el trabajo en equipo. Sintió que la tensión que se había establecido entre
el Ermitaño de pelo blanco y él seguía en el mismo punto que al principio. Sus conjeturas
fueron confirmadas cuando después de convocar un Raikiri, Jiraiya lo empujó para poder
golpear a Naruto con otro Rasengan. Kakashi soltó una maldición, pero ignoró el gesto hostil
para concentrarse en el chico.
Unos minutos más tarde, Kakashi estuvo a punto de ser aplastado bajo un enorme sapo que
Jiraiya convocó, llamado Gamabunta, de nuevo provocando que perdiera el control sobre su
Chidori.
—¡Ten más cuidado cuando convoques esa cosa, Jiraiya! —le gritó enfadado mientras se
incorporaba de nuevo—. ¡Casi aterriza encima de mí!
Kakashi saltó hacia la cabeza del sapo donde Naruto estaba atacando a su padrino con cinco
Clones de Sombra que estaban utilizando técnicas de taijutsu. Cuando el rubio vio a Kakashi
aproximándose, rápidamente adoptó una postura defensiva y se preparó para arremeter contra
él. Sin embargo, resultó que Kakashi no quería pelear con él, puesto que se volvió hacia
Jiraiya.
—¿Tienes algún problema conmigo, Sabio Sapo? —preguntó Kakashi con un tono retador,
casi como si estuviera desafiando al shinobi de pelo blanco a decir que sí.
Naruto se detuvo, sintiéndose un poco desconcertado ante aquella escena que se estaba
desarrollando frente a él. Se sintió bastante tonto allí parado, preparado para atacar, pero no
se atrevió a relajarse a pesar de que los dos profesores parecían haberse olvidado de su
presencia.
—Como si tú fueras mejor —dijo Kakashi con rabia—. Eres el mayor pervertido de todo
Konoha, aunque, convenientemente, pareces haberlo olvidado. Y lo que hagamos Naruto y
yo no es de tu incumbencia.
—¡Soy su padrino! ¡Y su tutor! ¿En serio esperabas que permitiera…? —comenzó Jiraiya
antes de ser interrumpido por Kakashi.
—No tienes que permitir nada. Naruto ya es mayorcito para saber qué es lo que quiere. Así
que éste no es tu problema —dijo Kakashi de forma maliciosa mientras la furia comenzaba a
llenar el aire que rodeaba a los dos shinobis.
—Bastardo pervertido que se dedica a abusar de… —Kakashi no escuchó el resto de la frase
porque el puño del Ermitaño de pronto se estrelló contra su cara, haciendo que le pitaran los
oídos. El impacto le pilló por sorpresa provocando que se cayera de la cabeza de Gamabunta.
Los ojos de Naruto se abrieron de par en par con incredulidad y el Modo Sabio desapareció.
—No seas condescendiente conmigo, imbécil —dijo Jiraiya mientras lanzaba una patada
hacia la cabeza de Kakashi, sabiendo de sobra que se llevaría una descarga cuando impactase.
Kakashi se echó hacia atrás y se chocó contra un enfadado Naruto, que amortiguó la caída del
Jōnin.
—Suficiente, Jiraiya —dijo Naruto con una furiosa mirada en el rostro—. Sé que quieres lo
mejor para mí y que te preocupan las intenciones de Kakashi, ¡pero ya es suficiente! Eres
libre de expresar tu descontento, ¡pero no puedo permitir que os hagáis daño el uno al otro!
¡No quiero! —Kakashi se dio cuenta de que la voz del joven temblaba. No estaba seguro de
si era por el miedo, la furia o cualquier otra emoción. Tal vez era un poco de todo.
—De acuerdo, Naruto. Puedes decidir con quién quieres estar, pero yo soy libre de elegir que,
por ahora, no quiero estar cerca de vosotros dos. Eres lo suficientemente fuerte como para
entrenar por tu cuenta. Sigue practicando con el Modo Sabio y mantenme informado. Me
vuelvo a Konoha —dijo Jiraiya conteniendo la ira antes de darse media vuelta y desaparecer
formando un remolino de hojas.
—Siento que haya tenido que ser de esta forma, Naruto… —dijo Kakashi en voz baja
mientras se sentaba en la tierra.
—Esperemos que no todos nuestros amigos reaccionen de la misma forma —dijo Naruto,
suspirando, decepcionado.
—Estoy seguro de que no será así. Jiraiya está siendo demasiado sobreprotector contigo,
creo. Se preocupa…
—Lo sé —dijo Naruto con tristeza mientras se arrodillaba junto a Kakashi, suspirando de
nuevo—. Sólo se te ve un ojo y te lo ha puesto morado.
—Ooooh, ven aquí —dijo Naruto mientras le besaba cuidadosamente los golpes y los
moratones.
—Por qué no lo dejamos por hoy y nos vamos a la posada, ¿eh? —sugirió Kakashi más
animado.
—Claro —respondió Naruto con una pequeña sonrisa—. Por cierto, siento lo del corte de
pelo —comentó mientras sus ojos se dirigían hacia arriba.
—La verdad es que es muy buen ataque, Naruto. Bien hecho. Te será muy útil en el futuro.
—Gracias —dijo Naruto mientras le daba un pequeño beso en la boca y ayudaba al Jōnin a
levantarse.
∞∞∞
Naruto sabía que su amante había estado dándole vueltas al incidente. Después de todo,
Kakashi tendía a pensar todo en exceso, pero no había esperado esa sugerencia.
—Si crees que es lo mejor… —respondió Naruto con lentitud—. Pero no quiero que volváis
a pelearos.
—No. Creo que tengo que hablar con él a solas. Una charla de hombre a hombre… —
respondió Kakashi.
—Y qué se supone que soy yo, ¿eh? —dijo Naruto con el orgullo herido.
—Un adorable adolescente que cumplirá diecisiete años mañana —respondió Kakashi
mientras besaba a Naruto en la cabeza y se incorporaba—. Volveré enseguida. Todo irá bien.
Sólo quiero reparar parte del daño.
—Vale. Pero después no vengas llorándome si te da un puñetazo en el otro ojo —le dijo
Naruto haciendo un puchero.
—Mocoso, si dejas de poner esa cara, mañana te llevaré a cenar ramen. ¿Qué te parece? —le
dijo Kakashi guiñándole el ojo mientras se dirigía hacia la puerta.
—Trato hecho. ¡Y no vale echarse atrás! —respondió Naruto con una sonrisa mientras le
lanzaba a Kakashi un beso.
∞∞∞
Cuando Kakashi se detuvo frente a la puerta de Jiraiya, se dio cuenta de que estaba sudando.
No estaba asustado del viejo shinobi, incluso aunque fuera uno de los Ninjas Legendarios de
Konoha. Lo que le daba miedo era empeorar las cosas. Jiraiya siempre le había gustado y lo
admiraba, además, sabía que el hombre era alguien muy importante en la vida de Naruto. Así
que quería llevarse bien con él y eso le estaba provocando mucho estrés. En realidad, nunca
le había preocupado demasiado la opinión de otras personas, así que la situación en la que se
encontraba ahora mismo era bastante nueva e incómoda. Suspiró y llamó a la puerta.
—¿Qué quieres, Kakashi? —gritó una profunda voz desde el otro lado.
Kakashi abrió lentamente la puerta mientras se mantenía en guardia preparándose para otro
puñetazo. Nunca se sabía…
Cuando entró, vio a Jiraiya escribiendo en un pergamino. Parecía haber recogido todas sus
cosas.
—Quiero hablar contigo sobre nuestra situación —dijo el hombre con voz tranquila.
Jiraiya levantó la vista del papel y sus labios formaron una sonrisa cuando vio el ojo morado
de Kakashi.
—Eres el padrino de Naruto y por eso es importante que nos llevemos bien. Siempre te he
considerado como un compañero shinobi y no quiero que eso cambie.
—Mira, Kakashi. No es fácil para mí pensar en vosotros dos juntos, ¿de acuerdo? Siempre
había imaginado que crecería y se convertiría en Hokage. Más tarde empezaría a salir con
una chica mona de su edad y ambos formarían una familia. Como hizo Minato. Cuando os
imagino juntos… no sé qué pensar. Y dudo que Minato y Kushina lo aprobasen.
—Sé a qué te refieres. Yo visualizaba el mismo futuro para él. Nunca habría imaginado que
pudiera mostrar interés hacia mí de ninguna manera. Pero por alguna incomprensible razón,
lo hace. Y él a mí no me es indiferente…
—Sólo quiero que sepas que no estoy usándolo ni jugando con él ni nada por el estilo. Esto
no es un capricho ni algo pasajero. Creo que me quiere de verdad, Jiraiya y siendo honesto,
yo siento lo mismo por él. No quiero que nadie le haga daño. Quiero protegerlo y estar a su
lado.
—¿Y qué pasa con el hecho de que seas su profesor? ¡Tienes trece años más que él!
—Que sea su profesor es una desafortunada circunstancia, sí. Y sé que tendré que vivir con
las consecuencias si la noticia llega hasta Konoha o hasta Tsunade. Pero eso no me va a
detener. Sobre la diferencia de edad, le pedí a Naruto que lo considerara y así lo hizo.
Después de pensarlo me dijo que no le parecía un problema.
—¡Ya no es un niño, Jiraiya! —dijo Kakashi elevando la voz—. A veces se comporta como
un idiota, otras, no deja de gastar bromas y sé que en ocasiones puede ser demasiado
impulsivo. Pero ya no es un niño. Crecer solo y no depender de nadie ha hecho que madure
antes de tiempo. Y sé de lo que hablo.
—Ya lo sé, Kakashi —Jiraiya suspiró—. No estoy ciego. Sé lo mucho que ha cambiado desde
que estáis juntos. Su felicidad es ahora más sincera.
—Exacto.
—Bien, entonces. Por él, aceptaré vuestra relación. Pero te lo advierto aquí y ahora, Kakashi.
Si le haces daño de cualquier manera o si decides romperle el corazón, te encontraré y te
destrozaré de tal forma que tus días como shinobi habrán acabado. ¿Entendido? —preguntó
Jiraiya mortalmente serio.
—De acuerdo. ¿Puedes pedirle a Naruto que venga a mi habitación? Quiero darle su regalo
de cumpleaños antes de volver a Konoha.
—Claro. Se lo diré ahora mismo —respondió Kakashi mientras salía por la puerta.
∞∞∞
Unos minutos más tarde, Kakashi tropezaba contra la puerta. Naruto se levantó de la cama
cuando escuchó gemir al hombre. Vio que el ninja presionaba las manos contra su ojo
izquierdo, el del Sharingan. Un rastro de sangre brotaba de debajo de éstas.
—¡Mierda! ¡Kakashi! ¿Qué demonios ha pasado? —gritó asustado ante aquella inesperada
situación—. ¿Jiraiya…?
—¡Mi ojo, Naruto! —exclamó Kakashi—. ¡Me ha dado en el ojo, justo como dijiste!
—¡Quita, Kakashi! Déjame ver —dijo Naruto preocupado mientras intentaba apartar las
manos del Jōnin.
Kakashi no pudo contener la risa por más tiempo.
Comenzó a reírse incluso más fuerte cuando vio la cara atónita de Naruto.
—¿Tú? ¿Gastándome una broma a mí? —dijo lleno de incredulidad. Pero, ¿y la sangre…?
—Bueno, tuve que morderme la mano. Pero ha valido la pena para poder vengarme de ti,
mocoso —dijo Kakashi mientras trataba de recuperar el aliento.
Naruto le golpeó en la parte superior del brazo con tanta fuerza que hizo que se estrellara
contra la pared, pero Kakashi siguió riéndose, incluso más fuerte a pesar del dolor.
—¡Eres un capullo, Kashi! Voy a devolvértela algún día. ¡No lo olvides! —gritó irritado.
—No, no, no. Ésta te la estaba devolviendo yo a ti. No puedes tomar represalias.
—Oooh, venga, no te enfades conmigo —le pidió Kakashi mientras hacia todo lo posible por
contener la risa. Se sentó en la cama y arrastró a su despechado amante hasta su regazo—.
Pensaba que te gustaban las bromas —dijo Kakashi dulcemente.
—Sólo cuando las gasto yo —respondió Naruto con una pequeña sonrisa.
—¿Quién lo habría imaginado? —preguntó Kakashi sonriendo también. Puso las manos
alrededor de la cintura de Naruto mientras acercaba más al adolescente—. Y qué, ¿estás
nervioso por tu cumpleaños?
—Supongo que sí. La verdad es que nunca lo he celebrado —dijo Naruto un poco incómodo
—. Pero tengo curiosidad por ver lo que me has comprado.
—Jiraiya también tiene algo para ti. Me dijo que fueras a su habitación.
—Vas a hacer que me gane la misma reputación de tardón que tú —le dijo Naruto, en broma.
—Idiota —dijo Naruto antes de besar a su amante—. Entiendo que la charla con Jiraiya fue
bien, ¿no?
—Genial, veo que eres bastante persuasivo. Bueno, me voy a por mi regalo.
—Lo siento, pero el precio para que te suelte son al menos cinco besos.
Naruto sonrió mientras le limpiaba a Kakashi la sangre de la mejilla y cumplía con las locas
exigencias de su amante.
Diecisiete
Como de costumbre, Kakashi fue el primero en levantarse. Estaba habituado a descansar con
pocas horas de sueño y eso tenía sus ventajas, porque le encantaba ver a Naruto dormir. El
joven shinobi solía hablar mientras dormía, y aquello le parecía adorable. Normalmente
siempre era de lo mismo: ramen, Kakashi o alguna pelea. Sin embargo, era muy entretenido
escucharle. La mañana de su cumpleaños, Naruto estaba soñando con ramen. Probablemente
porque le dije que hoy lo comeríamos, pensó Kakashi mientras observaba con ojos
somnolientos cómo babeaba su amante.
Kakashi atrajo el cálido cuerpo de Naruto y se acurrucó contra él, abrazándole. Cuando el
chico se despertó, le dijo un beso en la nuca.
Naruto asintió ante el saludo y se dio la vuelta para quedar frente a su pareja.
—Yo me encargo —respondió Kakashi mientras le daba un beso en los labios y se levantaba.
Estiró las extremidades y se puso un par de pantalones anchos y una camiseta. Sin molestarse
en ponerse los zapatos, salió de la habitación mientras se pasaba los dedos por el cabello, a
pesar de saber que no iba a servir de nada.
Cuando bajó las escaleras, cogió una bandeja y dos platos de la barra del desayuno. Como no
sabía qué le podía apetecer a Naruto, pilló un poco de todo. Cereales, fruta, algunos
sándwiches, un poco de beicon y unos huevos revueltos. También cogió un par de vasos de
zumo de naranja. Cuando terminó, subió de nuevo las escaleras y entró en la habitación.
Resultó que Naruto se había quedado dormido de nuevo, bocabajo sobre una almohada.
Ahora parecía estar murmurando algo sobre los clones de sombra.
Naruto se dio la vuelta y puso la cabeza sobre el regazo de Kakashi, todavía somnoliento.
—Gracias —murmuró.
—¿Prefieres dormir? —le preguntó Kakashi mientras jugaba con el pelo del rubio.
—Tan joven y tan pervertido —dijo bromeando mientras Naruto mordisqueaba el creciente
bulto—. Olvídalo, niño, ya he subido el desayuno y no lo vamos a tirar. De hecho, te he
traído un montón de cosas no-saludables de ésas que te gustan.
—¿En serio? —preguntó Naruto con gran interés—. ¡Genial! —exclamó mientras se
incorporaba.
—No sabía qué te gustaría más, así que te he traído un poco de todo —le explicó.
—¿Un desayuno completo en la cama? Es perfecto —dijo Naruto con una sonrisa sincera.
—Así que, ¿qué quieres hacer hoy? —le preguntó mientras cogía una manzana y le pegaba
un mordisco—. Es tu cumpleaños, así que tú decides.
—¿Qué te parece si primero entrenamos un poco? Después, al mediodía, podemos hacer algo
relajante y divertido, ¡como nadar! —dijo con entusiasmo.
—Después de eso quiero visitar algunas tiendas locales y comercios. Me gustaría dar una
vuelta por el pueblo. Aquí la gente no sabe que soy un Jinchūriki, así que me tratan como si
fuera normal.
Kakashi se tensó.
—No todos. Bueno, antes sí. Pero ahora tengo unos cuantos amigos.
—Pero, ¿qué hacen? —preguntó con cautela, intentando interpretar la expresión del rubio.
Kakashi le miró de forma penetrante y retadora de tal forma que le puso la piel de gallina.
—Ya lo sabes —suspiró Naruto—. Antes me llamaban un montón de cosas como demonio o
monstruo o incluso asesino. Ahora lo siguen haciendo, pero a mis espaldas. A veces son
pequeños gestos como apartar a sus hijos cuando paso a su lado o mirarme con odio. Y
algunos tenderos suben los precios si quiero comprar algo… —le explicó cansado.
—Ya veo —respondió Kakashi serio.
—Lo siento. Es que no sabía que habían llegado tan lejos. Nunca me habías dicho nada al
respecto.
—Ya lo sé. He aprendido a vivir con ello —le dijo Naruto impasible.
—No creo que lo hagan cuando me vean besuqueándome con el infame Kakashi el del
Sharingan, Kakashi el Despiadado, el Ninja Imitador de Konoha —recitó Naruto
juguetonamente mientras se reía.
—Voy a agarrarte el culo por toda la aldea —dijo Kakashi siguiéndole el juego mientras se
acercaba al rubio, riendo—. Quiero que corra la voz de que ahora eres mío.
—Así que, ¿qué tienes planeado para después de las compras y de pasear por el pueblo? —le
preguntó Kakashi cambiando de tema.
—Ah, por supuesto. Cómo podía habérseme olvidado —dijo Kakashi negando con la cabeza
—. Así que, si lo he entendido bien, sólo quieres divertirte haciendo cosas normales, ¿no?
—Sí. No demasiadas cosas ninja. Quiero hacer cosas cotidianas contigo. Conocer otras
facetas tuyas aparte de la de shinobi o profesor.
—Lo pillo —dijo Kakashi sonriendo—. ¿Y qué has pensado que hagamos después de cenar?
—Entonces… me gustaría que tuvieras sexo de verdad conmigo —soltó Naruto de forma
abrupta, a la vez que un sonrojo profundo se apoderaba de su rostro.
Kakashi se atragantó con un trozo de la manzana que se estaba comiendo y comenzó a toser.
—Ya sé a qué te refieres —dijo Kakashi intentando sofocar la tos. Cuando se recompuso,
miró al chico de diecisiete años que estaba rojo-como-un-tomate—. Naruto… ya hemos
hablado de esto antes. Y estuvimos de acuerdo con esperar hasta que cumplieras los
dieciocho y…
—Vamos, Kashi. No quiero esperar otro año más. No puedo. Llevo queriendo que nuestra
relación avance desde hace tiempo y quiero hacerlo ya. Creo que diecisiete años es suficiente.
No te preocupes por hacerme daño o algo de eso. Kurama me ayudará, ya lo sabes.
Kakashi escuchó los argumentos del joven. Había temido que Naruto se impacientara y se lo
pidiera antes de cumplir los dieciocho, y parecía que su miedo no era infundado. No quería
mirar aquellos orbes azules y suplicantes. Sabía que cedería con demasiada facilidad si lo
hacía. Suspiró y cerró los ojos.
—Me dijiste que podía pedir cualquier cosa. Y lo que quiero es sexo —Naruto intentó
convencer a su amante.
—No es… no es que no quiera hacerlo, Naruto —le interrumpió Kakashi—. Yo también lo
he pensado en múltiples ocasiones. Es el siguiente y más lógico paso en nuestra relación. Sin
embargo… tienes que entender la posición en la que eso me pone. Si yo, que tengo
veintinueve años tengo sexo con un adolescente de diecisiete, estaría cometiendo un crimen.
Estaría teniendo relaciones sexuales con un menor. ¿Lo entiendes?
—Ya, sí. Pero de todas formas estarías quebrantando las reglas por tener sexo conmigo que
soy tu estudiante, así que, ¿realmente importa tanto la edad?
—Bueno. Tener sexo con un estudiante sería considerado como una infracción grave y
conllevaría un castigo tal como la suspensión, además, tendría que justificar mis actos ante la
Hokage y el consejo y probablemente tendría que realizar trabajos tediosos, aburridos y sin
remunerar para la comunidad. Y con toda seguridad se me prohibiría volver a tener
estudiantes a mi cargo —razonó Kakashi—. Pero, ¿tener sexo con un menor? Por eso podrían
meterme en la cárcel o, en el peor de los casos, me podrían expulsar de la aldea, obligándome
a realizar trabajos de dudosa reputación. Aunque dudo que llegaran tan lejos. Al fin y al cabo,
soy bastante valioso para Konoha —dijo rápidamente después de ver la expresión de
indignación del adolescente.
—¿Incluso aunque sea consentido? —preguntó Naruto con una expresión triste.
—Mmm, no estoy muy seguro. Ejerces una fuerte influencia sobre Tsunade… Pero también
se preocupa por ti. Como Jiraiya. Y ya sabemos cómo nos fue ayer…
—Naruto… ¿tan importante es para ti? —le preguntó en voz baja mientras situaba una mano
sobre el rostro de su amante.
—Lo era, sí. O lo es. No lo sé. No sabía que podía meterte en tantos problemas sólo por eso.
—Haría que nuestra relación fuera incluso más seria —respondió Naruto con sinceridad
mientras se tocaba distraídamente la marca que tenía en el hombro—. O sea, ya es seria, por
supuesto, la verdad es que es perfecta. Pero tener sexo sólo haría que fuera… más real, más
infinita. No sé cómo explicarlo —dijo mientras se rascaba la cabeza.
—Naruto —intervino Kakashi asintiendo—, te dije que pidieras lo que quisieras. Y si eso es
algo que realmente quieres, entonces estoy dispuesto a hacerlo. Pero tienes que estar muy
seguro, ¿de acuerdo? ¿Sabes que puede ser doloroso o incómodo?
—Sí, lo sé. Pero cada vez que lo hagamos será mejor, ¿verdad? —respondió Naruto con una
amplia sonrisa en el rostro.
—Eh… sí… bueno. Así es —dijo Kakashi un poco atónito, sorprendido por la determinación
del chico—. Sabes que no podrás contárselo a nadie, ¿verdad? Ni siquiera a Jiraiya ni a
ninguno de tus mejores amigos. ¿Crees que podrás guardar el secreto?
—Sí. No se lo diré a nadie hasta que no tenga al menos dieciocho años —dijo Naruto
mirando a Kakashi a los ojos.
—Así que… eh, tú ya has hecho esto antes, ¿verdad, Kashi? —le preguntó Naruto de repente
muy tímido.
—Así que… eh… —dijo Naruto dubitativo, poniéndose más rojo todavía.
—¿Y tú eres…? ya sabes… ¿el que… eh… el que da… o el que recibe? —soltó Naruto con
gran dificultad mientras se rascaba la nuca.
—¿Qué crees? —preguntó haciendo que el adolescente se sintiera incluso más incómodo y
avergonzado.
Naruto lo miró con grandes ojos inocentes e ignorantes. Kakashi conocía esa mirada. Cuando
Naruto iba a clase solía ser un estudiante bastante despistado y ponía esa expresión cada vez
que le hacían una pregunta difícil. La mirada que le dirigía ahora era exactamente la misma.
Una mezcla de miedo a responder mal y una completa falta de conocimiento.
—¿Y bien? —torturó al joven shinobi, insistiendo. Al igual que había hecho en el pasado.
—Por lo general, sí. Aunque he probado ambas posturas. No hay una mejor o peor que la
otra, simplemente son diferentes. Consiste más bien en lo que cada uno prefiera, es algo más
bien personal. ¿Qué crees que te gustaría más a ti? Independientemente de mis preferencias,
por supuesto —dijo con tono de profesor.
Observó la cara de Naruto mientras pensaba concienzudamente sobre lo que le había dicho.
Era como si Kakashi le hubiera hecho una pregunta increíblemente compleja.
—Creo que prefiero ser la parte receptora —dijo levantando la mirada y sonrojándose una
vez más.
—Muy bien. Bueno. Puedes elegir la postura que quieras esta tarde. Después habrá tiempo de
sobra para que puedas probar ambas y así puedas comparar.
—Eres tan mono cuando te sientes incómodo y comienzas a titubear —dijo Kakashi con una
sonrisa.
—Sí, bueno, es que nunca has tenido que tratar contigo como profesor —respondió Naruto
resoplando.
—Eso es verdad —dijo Kakashi con una risita—. Vamos, termínate el desayuno para que
pueda darte tu regalo de cumpleaños.
Kakashi pudo ver el entusiasmo reflejado en los ojos azules del adolescente mientras se metía
otro sándwich en la boca y se ponía a masticar de forma frenética.
Unos minutos más tarde, Naruto anunciaba excitado que había terminado. En aquel punto,
prácticamente estaba botando de alegría e impaciencia.
—Déjame ver… —Kakashi sonrió ante las ansias de su amante—, dónde lo he puesto… —
dijo mientras miraba a su alrededor, con excesiva parsimonia.
—Vaaaaaaaamos, Kashi —le rogó Naruto mientras empujaba al shinobi mayor con sus pies
gélidos para que se bajara de la cama.
Cuando Naruto obedeció, Kakashi buscó detrás de la mesita de noche, cogiendo un paquete
bastante pequeño, que estaba envuelto torpemente con papel de regalo naranja. Con él en la
mano, se sentó frente a Naruto.
—Muy bien, ya puedes mirar —dijo un poco incómodo. Nunca antes le había dado un regalo
a nadie. Bueno… eso no era exactamente verdad. Recordaba haberle dado uno a su padre
cuando era muy pequeño, y también le había comprado un detalle a Kushina y a Minato
cuando se habían casado. Aun así, las interacciones sociales le hacían sentir en territorio
desconocido.
—¡Gracias, Kakashi! —dijo Naruto mientras aceptaba, feliz, el paquete de color naranja
brillante.
—Soy bastante malo envolviendo regalos… —le explicó Kakashi un poco avergonzado.
—Así que hay algo que se te da mal, ¿eh? —dijo Naruto guiñándole el ojo—. Cada día
aprendo algo nuevo de ti.
Naruto puso el papel a un lado y se fijó en la pequeña cajita que sostenía, del tamaño de un
libro. Levantó la tapa y echó un vistazo en su interior. Se quedó con la boca abierta cuando
vio dos cuchillas resplandecientes. Las sacó con cuidado y las tocó.
—Están hechas de un metal especial al que se le puede infundir chakra —le explicó Kakashi
—. Son cuchillas de chakra de la naturaleza de viento.
—¿Cómo las que utiliza Asuma-sensei? —preguntó Naruto sin apartar la vista de las armas.
—Exacto, la verdad es que son del mismo tipo. Son bastante raras y una vez que se les
infunde chakra, pueden cortar cualquier cosa con una fuerza increíble. Además, están
bastante afiladas así que ten cuidado —le dijo un poco preocupado.
Naruto dejó a un lado la caja y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Kakashi,
presionando un gran beso contra la boca del Jōnin.
Se subió a Naruto al regazo y cogió una de las cuchillas. Naruto vio que al igual que las de
Asuma, habían sido diseñadas como un arma de combate afilada y una especie de puño
americano que terminaba en línea recta. Kakashi movió el arma hacia un lado, mostrándosela
a Naruto.
—¿Ves esos signos que hay aquí en el lateral? —le dijo Kakashi señalándoselo—. Es un sello
especial. Ambas cuchillas lo tienen. Si alguna vez consigues dominar la Técnica del Dios
Trueno Volador, podrás utilizar los sellos para transportarte a un lugar determinado. Si arrojas
una cuchilla unos veinte metros, por ejemplo, puedes transportarte instantáneamente al lugar
donde esté. Lo cual te permitirá alcanzar a los enemigos muy rápido o, por el contrario,
siempre tendrás una vía de escape si te encuentras en problemas.
—Sí. Pero sólo si aprendes la técnica del Dios Trueno Volador y, hasta ahora, sólo dos
personas han tenido éxito. Una de ellas me enseñó los sellos, pero no he sido capaz de
dominarla. Tal vez tengas la oportunidad de aprenderla en un futuro.
Naruto se volvió y abrazó a Kakashi con tanta fuerza que el shinobi mayor temió morir
asfixiado. Naruto, por otro lado, se sintió aliviado porque Kakashi no pudiera ver las lágrimas
que asomaban por sus ojos.
—Es… es el mejor regalo que podías hacerme, Kashi… —respondió Naruto, con un hilo de
voz.
Más tarde ese día, Kakashi y Naruto cumplieron con los planes establecidos. Primero
entrenaron un poco, Naruto con sus nuevas cuchillas, por supuesto. Kakashi no fue
demasiado duro con él para que consiguiera dominarlas con rapidez. Disfrutó al ver la
expresión victoriosa que se reflejó en los ojos de Naruto cuando se apoyó contra su abdomen
y sostuvo una de las cuchillas con chakra de viento cerca de su cuello. Después de la sesión
de entrenamiento, estuvieron buscando el río que conectaba con la catarata de la ciudad.
Naruto comenzó a picar a Kakashi y éste no se quedó quieto. Se retaron uno al otro a hacer
locos saltos al agua desde los árboles colindantes y mantuvieron una pequeña batalla
utilizando técnicas acuáticas. Casi todo, cosas inocentes. Cuando se cansaron, buscaron un
sitio donde pegara el sol para poder secarse. Después se vistieron y ambos se dirigieron al
centro de la ciudad.
Finalmente, cuando se estaba poniendo el sol, encontraron un puesto de ramen. Kakashi fue
introducido en su interior antes de poder decir ni una palabra. Naruto pidió un bol con carne
de cerdo y Kakashi uno con pollo. Cuando les sirvieron lo que habían pedido, Naruto
inmediatamente le hincó el diente. Después de unos minutos, miró de reojo a Kakashi que se
encontraba sumido en el dilema de no-me-quiero-quitar-la-máscara. El shinobi de pelo
plateado observaba la comida, inseguro de qué hacer. Naruto sabía que su amante odiaba
quitársela en público, pero allí no había nadie que los conociera o que les estuviera prestando
atención. Los ojos de Naruto no podían dejar de observar la lucha interna que estaba librando
el hombre. Después de otros tantos minutos observando al Jōnin remover la comida con los
palillos, decidió ayudarlo. Naruto llevó con lentitud una mano hacia la cara de su amante y
con cuidado le bajó la máscara mientras el ojo de Kakashi se centraba en los suyos.
—Ya puedes comerte el ramen —dijo Naruto serio, estaba claro que no aprobaba que no se
hubiera comido los deliciosos fideos mientras todavía estaban calientes.
—A sus órdenes, sensei —dijo Kakashi bromeando, mientras comenzaba a cenar—. Así que,
¿te lo has pasado bien en tu cumpleaños? —le preguntó cuando terminó de comer.
—¿Estás de broma? ¡Ha sido el mejor día de mi vida! No me malinterpretes, viajar, entrenar,
hacer misiones, todo eso me gusta. Pero lo de hoy ha sido diferente… ha sido simplemente
genial —respondió Naruto sintiéndose satisfecho.
—Me alegro. ¿Todavía quieres que pasemos a la siguiente parte? —le preguntó Kakashi, con
precaución.
—Vale. Entonces, volvamos a la posada. He oído que las calles principales de la ciudad están
decoradas con pequeños farolillos. Me imagino que debe ser bastante bonito caminar por ahí
al anochecer.
Está nervioso, pensó Kakashi mientras se levantaba para pagar la comida al encargado del
puesto.
Sentir el cuerpo de su amante tan cerca de él, instantáneamente hizo que Naruto se sintiera
más relajado. Asintió ante las palabras de Kakashi y juntos pasearon con calma observando
las pequeñas luces que decoraban las calles.
Sexo y caramelos
Chapter Notes
F E L I Z A Ñ O 2 0 2 1!!!
Esperemos que este nuevo año se porte mejor con nosotros que el que dejamos atrás.
Un abrazos a tod@s y mis mejores deseos!!
—¿Sueles sentirte nervioso cuando estás conmigo y vamos a hacer cosas íntimas?
—Entonces no hay razón para que estés nervioso ahora —dijo Kakashi entrando en la
habitación—. Es lo mismo de siempre, excepto que podemos ir un paso más allá si quieres
que así sea.
—Pero, ¿y si se me da mal? —soltó el joven, exponiendo en voz alta uno de sus temores.
—Naruto, la primera vez que te vi utilizar un kunai o un shuriken, eras malísimo —dijo
Kakashi, notando cómo el rubio fruncía levemente el ceño.
—No todos podemos ser prodigios, ¿sabes? —replicó Naruto ofendido, mientras se metía un
caramelo en la boca.
—Cierto, pero no me refería a eso. Cuando lo hiciste por primera vez, se te daba mal. Ahora
en cambio eres uno de los mejores. No tienes que ser experto en todo desde el primer
instante. Está bien aprender cosas e ir perfeccionándolas con el tiempo. Así que si se diera el
caso de que fueras malo en esto, lo cual dudo bastante, entonces, seguiremos practicando
hasta que se te dé mejor. ¿Te parece bien?
—Exacto. Así que, por favor, deja de preocuparte —dijo Kakashi mientras abrazaba al rubio
y lo besaba. Mientras presionaba los labios sobre los de Naruto, instó al adolescente a abrir la
boca. Naruto gimió cuando la lengua de Kakashi tocó la suya. Cuanto más se prolongaba el
beso, más relajado parecía Naruto.
Kakashi sonrió cuando los ojos del rubio se abrieron de par en par, mientras alzaba las cejas.
Kakashi rompió el beso.
—Ya no, mocoso —dijo Kakashi riéndose, era evidente que se sentía orgulloso por su nueva
adquisición.
Kakashi siguió riéndose cuando sintió las manos de Naruto empujándole hacia la cama. El
joven shinobi le agarró de las muñecas y le forzó a tumbarse. Entonces, saltó sobre el
abdomen del Jōnin y presionó a su amante contra el colchón con su peso.
—Lo voy a recuperar —dijo Naruto desafiante—. Con la comida no se juega. Y hablo en
serio.
—Ya veo —respondió Kakashi antes de ser interrumpido por los labios de Naruto
presionándose contra los suyos. No quería permitirle la entrada al joven, pero no pudo evitar
hacerlo mientras se reía. Enseguida sintió la lengua de Naruto meterse en su boca. Kakashi no
estaba dispuesto a rendirse todavía, así que comenzó a morder con suavidad el labio inferior
del chico, consiguiendo que soltara un gemido.
—¡Deja de morder, Kashi! —consiguió soltar Naruto mientras el shinobi mayor seguía
provocándole.
—Cuanto más tiempo estamos juntos, menos fuerzas tengo para decirte que no —suspiró
mientras negaba con la cabeza, sintiéndose derrotado—. Aunque el caramelo ya se ha
derretido, lo siento.
—Bueno, tendré que chupar otra cosa, entonces —dijo Naruto con una sonrisa pícara
mientras se movía del abdomen de Kakashi a sus piernas. Su cara ahora justo encima de la
entrepierna del Jōnin.
—Si lo llego a saber, hubiera empezado a robarte los caramelos mucho antes.
El shinobi mayor jadeó cuando Naruto presionó la boca contra la semi-dura longitud. Sintió
la lengua del joven deslizándose por la punta, ansioso por complacer a su amante.
—Mmm… Naruto, sigue haciendo eso —dijo Kakashi disfrutando mientras se dejaba
embargar por las oleadas de placer. Rápidamente consiguió formar algunos sellos con las
manos para crear una barrera de sonido bastante chapucera alrededor de la habitación. Tenía
un fuerte presentimiento de que aquella noche la iban a necesitar.
Naruto relajó los labios y la erección se le salió de la boca con un pequeño pop.
—Te estás volviendo bastante bueno, ¿sabes? —respondió Kakashi respirando con pesadez
—. Pero, para variar, esta noche no me voy a correr en tu boca —dijo con una mirada tórrida
en los ojos.
Naruto sonrió quitándole los pantalones y sacándole la camiseta por la cabeza. Quería a
Kakashi completamente desnudo. Quería sentir la piel de su amante contra la suya.
Kakashi se sentó y ayudó a Naruto a quitarse la ropa antes de volver a poner al joven en su
regazo. Se relamió con deseo mientras se fijaba en la sonrojada polla de Naruto
completamente erguida y goteando líquido preseminal contra la suya propia, puesto que
ambos penes estaban presionados uno contra el otro entre el abdomen de los dos hombres.
Kakashi presionó un beso sobre la frente de Naruto, en la nariz y en los labios antes de
agacharse para acariciar la erección del rubio. El joven cerró los ojos brevemente mientras la
mano de Kakashi se la agarraba con fuerza. Cuando sintió los dedos de su amante
esparciendo el líquido preseminal por la hendidura de su miembro, soltó un grito ahogado. La
sensación fue increíble cuando la mano comenzó a moverse marcando un ritmo
agonizantemente lento.
—Por favor, Kashi… más… más rápido —imploró el chico mientras apoyaba la frente sobre
el pecho del hombre.
Sin embargo, complació al chico y aceleró el ritmo hasta que Naruto comenzó a sisear y
gruñir. Sus manos se apretaron con fuerza en el pelo plateado y torcido de Kakashi.
—No te corras todavía, Naruto —susurró el shinobi mayor en el oído del rubio.
—Naruto, ¿crees que puedes alcanzar mis pantalones? —le preguntó Kakashi mientras
dirigía una mirada hacia la izquierda.
—Eh, sí, Kashi, ¿por? —respondió el rubio mientras estiraba un brazo hacia allí.
—Para lo que vamos a hacer voy a necesitar el tubo que está en el bolsillo.
—¡¿Llevas lubricante en los pantalones?! —le preguntó Naruto sorprendido mientras cogía el
bote.
—Alguno de nosotros tenía que comprar algo sensato durante la pequeña excursión a las
tiendas del pueblo —respondió Kakashi, guiñándole un ojo.
—Siempre diez pasos por delante —respondió Naruto negando con la cabeza y sonriendo.
Kakashi se levantó la cinta para poder abrir los dos ojos. Quería asegurarse de recordar este
momento para siempre. Los ojos azules de Naruto se centraron en los suyos, memorizando
sus colores: el profundo gris y el intenso rojo.
—Naruto, ¿sigues estando seguro de que quieres hacerlo? —le preguntó Kakashi una última
vez mientras se echaba lubricante en los dedos.
—Deja de preguntar, Kashi —replicó el rubio con una mirada determinada y ansiosa en los
ojos.
—Si te duele, dime que pare y lo haré —le advirtió Kakashi de nuevo.
Kakashi le dio un beso a Naruto mientras movía la mano hacia el trasero del rubio.
Naruto gruñó cuando los dedos de Kakashi se introdujeron, empapados del frío líquido, por
su apretado agujero.
—Tienes que estar relajado, Naruto —le dijo Kakashi cuando sintió que su amante se tensaba
—. No quiero hacerte daño —le dijo el hombre mientras le mordisqueaba la clavícula.
Mientras Kakashi seguía presionando el dedo contra la estrecha entrada de su amante, se dio
cuenta de que se encontraba en aprietos. El calor que emanaba de Naruto, su cuerpo
retorciéndose mientras se presionaba contra su regazo, todo eso hizo que su propia excitación
palpitara dolorosamente. Intentó ignorarlo. No quería precipitarse, no quería forzar a Naruto
y arriesgarse a hacerle daño.
—Estás tan apretado, Naruto —dijo con una voz grave y ronca.
Kakashi sacó el dedo, provocando un gemido ahogado del muchacho. Rodeó el agujero de
Naruto y comenzó a meterlo otra vez dentro. Se sintió agradecido al sentir que Naruto
comenzaba a relajarse más y más mientras continuaba con su tarea.
El joven shinobi estaba intentando estar lo más tranquilo posible mientras una sensación
extraña, pero-bastante-agradable lo invadía. El pensar en Kakashi haciéndole aquello,
Kakashi… su amante… su profesor… hacía que toda aquella experiencia fuera mucho más
significativa y excitante. Bajó la mirada para ver su longitud dura como una roca,
presionándose contra la de Kakashi.
Naruto gritó justo cuando Kakashi la encontró. Sus ojos azules se abrieron de par en par
mientras su polla se retorcía.
—Voy a meterte otro dedo, Naruto —dijo Kakashi, su voz tensa y excitada mientras cogía el
tubo para echarse más lubricante.
Kakashi sonrió triunfal cuando notó que Naruto estaba disfrutando de aquello. Prácticamente
se movía hacia ellos para que acariciara su próstata de nuevo. Cada vez que lo hacía, el joven
se dejaba llevar por la sensación.
—Kashi, estoy listo, por favor, ¡deja de torturarme con esto y fóllame ya! —suplicó Naruto
mientras se agarraba la base del pene con fuerza para evitar llegar al orgasmo.
—Esa boca, Naruto y confía en mí, lo que estoy haciendo es necesario —respondió Kakashi
con seriedad—. Pero ya casi está, sólo un poco más. Lo estás haciendo genial.
Unos minutos después, Naruto comenzó a respirar con fuerza. Se quejó cuando Kakashi
retiró los dedos. El shinobi de pelo plateado cogió el lubricante y se echó una generosa
cantidad sobre su dolorida y dura polla.
Naruto miró los dispares ojos de su amante. Había pequeñas gotas de sudor en la frente del
rubio, pero le dirigió una sonrisa tan brillante que el Jōnin se tranquilizó de inmediato.
Kakashi se sintió orgulloso de su joven amante, mientras le daba al chico un profundo y
húmedo beso.
A Naruto no le salían las palabras. Había deseado aquello durante demasiado tiempo. Y
quería llegar al orgasmo a la misma vez que Kakashi.
—Kashi... me gusta mucho —gimió, luchando desesperadamente por parecer que tenía algo
de autocontrol. Al escuchar a su amante hablar con esa voz ronca de excitación, Kakashi no
pudo evitar acelerar el ritmo. Sus movimientos se hicieron más rápidos, más feroces, y
empezó a notar cómo le faltaba el aire. Los jadeos de Naruto se volvieron más fuertes, su voz
soltando incoherencias mientras rogaba por más y susurraba el nombre de Kakashi. El
shinobi de pelo plateado se perdió en la sensación, la única cosa que existía para él ahora era
Naruto, su voz, su olor, su calidez, aquella mirada increíble y excitada en sus ojos
profundamente azules que él, su profesor, su amante, había provocado.
—Joder, Naruto, eres impresionante —dijo Kakashi mientras apretaba las caderas del joven.
En aquel punto el ritmo que había mantenido se había roto y se había convertido en un
movimiento demasiado salvaje, demasiado errático.
—¡Estoy a punto, Kashi! ¡Por favor, más fuerte! —gritó Naruto extasiado. Su mundo entero
pareció desmoronarse a su alrededor. Se sentía perdido, y sólo podía pensar en Kakashi.
Sentía una dicha absoluta, la sensación de dolor y los nervios hacía tiempo que habían
desaparecido.
Kakashi obedeció los gritos de su amante, sacando su miembro hasta que sólo quedó la punta
dentro de Naruto, para después, embestir de golpe, metiéndola entera, intentando golpear la
próstata del adolescente con cada arremetida. El mundo de Kakashi comenzó a girar sin
control también. Sintió cómo los testículos se le contraían cuando se corrió con fuerza dentro
del culo de Naruto. Gimió con fuerza y después soltó varias maldiciones incoherentes. Se le
nubló la visión y sus dedos se hundieron en la piel de Naruto.
En menos de un segundo, Naruto se corrió también. Su orgasmo como una enorme ola, que lo
hizo temblar de pies a cabeza. Se aferró a los fuertes hombros de Kakashi mientras su
dolorida polla se sacudía. Cuando terminó se sintió completamente agotado, pegajoso y
satisfecho.
El pecho de Kakashi se agitó mientras sacaba el pene con cuidado, provocando que el rubio
se estremeciera. Inmediatamente abrazó a Naruto, besándole hasta que la mueca de dolor
desapareció de su cara.
Sosteniendo el peso del joven con un brazo, lo dejó cuidadosamente sobre la cama. Sabía que
su amante estaba completamente exhausto, al igual que él. Se dejó caer al lado de Naruto y lo
acercó a su pecho.
Naruto disfrutó del cálido abrazo y de la sensación de los dedos de Kakashi deslizándose a
través de su pelo. Sonrió al sentirse completamente henchido de felicidad. Cerró los ojos,
inclinó la cabeza y se centró en escuchar el fuerte latido del corazón de Kakashi.
—Eres tan cálido… te quiero —murmuró somnoliento mientras se acurrucaba más cerca del
pecho de Kakashi.
—Yo también te quiero, Naruto —dijo Kakashi mientras besaba el pelo del rubio. Cogió su
camiseta y limpió el abdomen del chico—. Lo has hecho genial. En serio —le aseguró a su
amante a pesar de que se había quedado dormido, con una suave sonrisa en el rostro.
Historias y libros
Chapter Notes
Disculpad por el retraso! Días atrás ha nevado muchísimo en la zona donde vivo y en el
trabajo nos mandaron para casa a mitad de jornada, y se me quedaron todas las
historias/traducciones en el ordenador del trabajo. Hasta hace un par de días no hemos
podido volver a la oficina, así que ahora, por fin, he recuperado todo e iré actualizando
poco a poco las historias que tenía pendientes :)
Kakashi se despertó al día siguiente sintiéndose cansado y relajado al mismo tiempo. Miró
hacia el joven que estaba acurrucado contra él. La cabeza de Naruto descansaba sobre su
hombro, su brazo alrededor del pecho de Kakashi y sus piernas enredadas entre las suyas.
Kakashi suspiró feliz mientras recordaba los eventos de la noche anterior. Abrazó a su amante
con fuerza y le besó la cabeza para despertarlo.
—Sí... —dijo Naruto, bostezando y estirándose—, un poco. Pero me siento bien y muy feliz.
—Yo también —respondió Kakashi con una sonrisa—. Lo hiciste genial anoche —repitió
ahora que el rubio estaba más consciente.
—¿Qué quieres que hagamos hoy? —le preguntó el chico mientras cerraba los ojos.
—Creo que deberíamos hacer las cosas por las que nos pagan.
—Sip. Cosas-ninja.
—Venga, vamos. Prometo que no seré muy exigente contigo esta vez —dijo Kakashi
mientras acariciaba la espalda del joven con un dedo.
Gritó cuando el Genin le mordió la carne del cuello. El sonido provocó que Naruto se riera.
Unas pocas horas más tarde, ambos hombres se habían duchado y habían desayunado.
Estuvieron echando unas cuantas carreras —mientras Naruto NO dejaba de quejarse— en un
extenso campo rodeado de árboles. Luego continuaron con un entrenamiento ligero,
centrándose en perfeccionar las técnicas de ninjutsu y taijutsu. Además, Naruto practicó
bastante con sus nuevas cuchillas de chakra de viento.
La mayoría del tiempo, Kakashi le hizo ejercitar sus habilidades en el modo Sabio, lo cual
requería mucha resistencia y un gran control del chakra. Kakashi siempre se sorprendía por lo
rápido que Naruto aprendía nuevas habilidades y el poco tiempo que tardaba en dominarlas.
Sabía que su joven amante no había sido muy hábil mientras había estado en la Academia
Ninja de Konoha, pero cuanto más tiempo pasaba siendo su maestro, más se convencía de
que el rubio tenía un don natural cuando se trataba de demostraciones prácticas. Kakashi
disfrutaba observando el proceso de aprendizaje de Naruto. Si le enseñaba algo nuevo y el
joven fracasaba, éste desplegaba una increíble determinación y constancia, entonces, seguía
trabajando en el problema hasta que lo resolvía y eso era lo que le hacía tan buen shinobi.
Nunca se rendía hasta que no dominaba cada reto que le proponían sus profesores.
Después de varios días, le quedó muy claro que Naruto aplicaba ese mismo arrojo también en
el sexo. Quería hacerlo a diario y también quería volverse más hábil. A Kakashi no le
importaba, por supuesto, y cumplía felizmente con las necesidades e impulsos del joven
shinobi. Enseguida tuvo que ir a comprar una segunda e incluso una tercera botella de
lubricante. Su pequeño remolino rubio era insaciable.
No pasó mucho tiempo hasta que establecieron un patrón diario. Se despertaban juntos,
acurrucados y abrazados, se duchaban, desayunaban, salían a correr, peleaban y entrenaban y,
eventualmente, se dirigían de vuelta a casa juntos. Algunas noches paseaban por las calles
principales del pueblo y otras se metían por callejuelas para poder ir de la mano. Incluso
hacían juntos las tareas cotidianas, como comprar comida o suministros. Después de todo,
disfrutaban de su mutua compañía. Algunas veces jugaban a las cartas, otras salían a tomar
algo, en ocasiones leían libros o veían una película. Sin importar la actividad, todas las tardes
terminaban igual: con placenteros actos sexuales que los dejaban exhaustos.
—No se han complicado mucho para elegir el nombre de la aldea —dijo Naruto mientras
observaba la hierba que le llegaba hasta las rodillas.
—Nop. Aunque a mí me gusta —respondió Kakashi—. Estos parajes naturales son preciosos.
—La verdad es que sí —dijo Naruto mientras miraba a su alrededor, disfrutando de las
diferentes clases de flores salvajes—. Es todo tan verde que me recuerda a Konoha.
—En realidad, eso es porque está muy cerca. Para ser exactos, estamos en la frontera.
—Ya veo —respondió Naruto con una tenue sonrisa mientras intentaba reprimir la nostalgia.
Viajaron por el país hasta que encontraron un buen lugar donde acampar. Como de
costumbre, eligieron un sitio apartado que no estuviera muy lejos de una fuente de agua, en
este caso, un lago. Naruto tuvo que utilizar su Rasenshuriken para cortar la hierba antes de
montar la tienda. Cuando terminó, apuntó con la técnica hacia la cabeza de Kakashi cuando el
hombre bromeó diciendo que era una lástima haber desperdiciado su vocación como
jardinero. Al final del día, ya se habían establecido en su nuevo campamento base.
Kakashi se sentó sobre un viejo tronco frente al fuego. Naruto estaba en el suelo entre las
piernas del Jōnin. Su cabeza apoyada sobre el abdomen de Kakashi mientras éste le contaba
una historia de miedo.
—Cuando el chico finalmente se metió en la cama, hizo lo que hacía siempre —dijo Kakashi
con voz lúgubre—. Estiró la mano por el borde de la cama para acariciar a su perro y decirle
buenas noches. Sin embargo, cuando lo hizo, el perro gruñó. No le hizo mucho caso,
pensando que el animal debía estar cansado. Cerró los ojos y se dispuso a dormir. Sin
embargo, en medio de la noche, se despertó —continuó, divertido ante la expresión
hipnotizada de Naruto. El rubio estaba mirándole, adoptando una postura forzada.
»Se despertó porque escuchó algo gotear. Ploc, ploc, ploc... —continuó Kakashi—. Así que
el chico salió de la cama y revisó los grifos de la cocina y del baño, apretándolos con firmeza.
Cuando volvió a la cama, volvió a sacar el brazo por el borde de la cama para acariciar al
perro, el cual volvió a gruñir suavemente. El hombre intentó ignorar el sonido del goteo, pero
no pudo. Se levantó de nuevo para ver si estaba lloviendo. Cuando pasó por delante del
armario, notó que ahí el sonido parecía oírse más fuerte, así que decidió echar un vistazo.
Cuando abrió las puertas vio a su perro colgando en el interior bocabajo y con la cabeza
arrancada. El sonido que escuchaba era la sangre que goteaba desde su cuello —dijo Kakashi
con una voz extremadamente seria.
—Pero, entonces, ¿qué era lo que estaba junto a su cama? ¿Qué estaba acariciando? —
preguntó Naruto nervioso.
—Quién sabe —dijo Kakashi misterioso, alegrándose por haber conseguido asustar a su
amante.
—Qué raro —dijo Naruto adormilado mientras apoyaba sus brazos en las piernas de Kakashi.
—No tienes miedo, ¿verdad, Naruto? —preguntó el Jōnin con una sonrisa burlona.
—¿Yo? Nop. Y menos si un tipo duro como tú está a mi lado —dijo bromeando mientras
apretaba las piernas de Kakashi.
—Así que —dijo Kakashi inflando el pecho, con orgullo—, ¿piensas que soy un tío duro? —
preguntó, divertido.
—Bueno, sí, claro. O sea, no creo que pudieras ganarle al Capitán Yamato, por supuesto,
pero, aun así, eres bastante fuerte —dijo Naruto mientras acariciaba la pierna del hombre,
como tratando de consolarle.
—Vamos, vamos, Kashi, no te confíes tanto. Al fin y al cabo, pertenecía a los ANBU —dijo
Naruto disfrutando de la indignación de su amante.
—Sí, bueno, y quién te crees que le metió, ¿eh? ¿Y quién te crees que lo entrenó mientras
estaba en los ANBU? No me llama senpai por nada, ¿sabes?
—Ahora que te conozco bien, es fácil hacerte enfadar —respondió Naruto con una enorme
sonrisa.
—Naruto… —dijo Kakashi después de un rato—, espero que no te importe, pero como me
preocupa tu salud, cuando estabas ocupado montando la tienda tiré todo el ramen que habías
comprado —añadió el hombre con un tono de voz serio, casi arrepentido.
—¡QUÉ! —gritó Naruto mientras pegaba un salto y miraba a Kakashi con una expresión
furiosa en los ojos—. ¡QUÉ COJONES HAS HECHO, KASHI! ¿POR QUÉ?
—Hacerte cabrear a ti sí que es fácil —dijo Kakashi con prepotencia mientras le sonreía de
forma petulante.
—Oooooh, ven aquí mi pequeño, adorable y enfurruñado Genin —dijo Kakashi con un tono
burlón y dulce a la vez mientras tiraba del rubio por la parte trasera de sus pantalones para
que se volviera a sentar en su regazo—. Nunca te haría algo como eso —dijo el Jōnin
mientras deslizaba los dedos por la columna del joven shinobi, masajeando algunos músculos
doloridos por aquí y por allá—. ¿O tal vez sí? —preguntó, dibujando un signo de
interrogación en la espalda del adolescente.
—Mejor que no. Ni siquiera bromees con eso —dijo Naruto airado mientras se levantaba.
Como el rubio no respondió a sus intentos por engatusarle, decidió ir más allá. Volvió a
colocar a Naruto en su regazo y comenzó a besarle el cuello. Sabía que el joven era bastante
sensible en esa zona así que enseguida comenzó a retorcerse y a reírse mientras le daba
pequeños besos, mordiscos y lametones en su piel bronceada por el sol.
—¿Me has perdonado? —le preguntó el Jōnin con una sonrisa, unos minutos después.
Después de unos minutos más riéndose y retorciéndose, Naruto tuvo que ceder.
—Es un alivio —respondió Kakashi con una sonrisa antes de presionar sus suaves labios
contra los de él.
Una vez dentro, Kakashi puso a Naruto sobre su esterilla. Mientras intentaba formar los
sellos para levantar una barrera de sonido, se distrajo con el rubio, que comenzó a tirarle de la
ropa.
—Quiero todo esto fuera —exigió con impaciencia mientras agarraba los pantalones del
Jōnin, la lengua sobresaliendo de entre sus labios, concentrado en su tarea.
Kakashi se rio y continuó formando los sellos. Sonrió cuando su joven amante le dio un beso
en su ahora desnudo miembro antes de continuar con su labor de desvestirle. Aquello tuvo
como resultado, probablemente, la más inestable e irregular barrera de sonido que nunca
antes había formado, pero si era honesto, le daba igual. Las técnicas ninja perdían toda su
importancia cuando Naruto exigía su atención. Algo que nunca habría pensado que pudiera
ser posible.
Cuando terminó, hizo que Naruto se tumbara y comenzó a quitarle los pantalones de color
naranja. Sonrió cuando vio que llevaba puestos los boxers nuevos con el estampado de
ranitas de diferentes colores. Unos cuantos años atrás, seguramente habría considerado
espantosa esa clase de ropa, pero ahora, en Naruto, le parecía adorable. Con toda
probabilidad, era el único ninja que podía usar algo así y seguir siendo increíblemente
atractivo. Por un breve instante se imaginó llevando algo semejante, pero rápidamente
descartó la idea.
Naruto levantó los hombros para que su amante pudiera quitarle la camiseta, sacándosela por
la cabeza. Kakashi la tiró a un lado e inmediatamente comenzó a besarle el torso, prestando
especial atención a los pezones del joven y a sus costados, que eran bastante sensibles. Las
manos del adolescente estaban enredadas en las hebras de pelo plateado de la nuca de
Kakashi. Cada beso provocaba que Naruto se sintiera más excitado mientras el hombre iba
descendiendo lentamente. De pronto, el Jōnin levantó la mirada cuando una brillante idea
cruzó por su mente. Se dio la vuelta buscando sus pantalones. Naruto le miró confundido
mientras el shinobi mayor sacaba de un bolsillo un pequeño libro de color naranja.
—Capítulo 17, página 52. Léelo en voz alta —le dijo con voz seria mientras se lo entregaba a
su amante.
Cuando comenzó a leer, Kakashi volvió a ponerse manos a la obra. Volvió a besarle los
pezones para después dirigirse hacia su entrepierna. Cuanto más se acercaba, más tenues eran
los besos. Lo que provocó que Naruto comenzase a retorcerse mientras su voz temblaba.
Kakashi le acarició las caderas. Las manos deslizándose por cada trozo de piel alrededor del
miembro del joven, que ahora formaba un bulto bastante pronunciado en sus calzoncillos.
Cuando Kakashi pasó los dedos por la parte interior de los muslos del rubio, provocó que
gimiera y se arqueara. Le encantaban los sonidos que hacía su amante en momentos como
aquél. Porque sabía que Naruto estaba increíblemente excitado y desesperado por conseguir
más. Sobre todo, si estaba sosteniendo una novela porno en las manos.
Naruto, siendo de naturaleza impaciente, llevó una mano hacia su entrepierna para conseguir
algo de alivio. Desafortunadamente para él, Kakashi lo conocía demasiado bien. El shinobi
mayor agarró con presteza la muñeca del joven y le forzó a bajarla.
—Nop —dijo mientras continuaba con su tormento. Naruto dejó de leer y gimió
audiblemente mientras los dedos de Kakashi comenzaban a moverse formando pequeños
círculos en la zona interior de sus muslos. A veces el Jōnin movía la mano un poco más para
arriba mientras besaba el abdomen del rubio, pero siempre se detenía cuando estaba
peligrosamente cerca de la entrepierna de Naruto.
—Por favor —casi gimoteó mientras comenzaba a embestir con las caderas, buscando algo
de fricción.
—¿Te dije que dejaras de leer? —respondió con seriedad mientras le dirigía al rubio una
mirada de profesor-enfadado.
Naruto intentó centrarse en las letras una vez más, obediente. De pronto jadeó y sacudió las
caderas involuntariamente cuando Kakashi mordisqueó el bulto que sobresalía en sus
calzoncillos de ranas. Su voz sonó un poco más alta mientras continuaba leyendo. Kakashi se
rio con malicia mientras veía a Naruto luchar por mantener sus preciosos ojos azules
centrados en el libro. Sabía que al rubio nunca le había emocionado demasiado la lectura a
pesar de los infructuosos intentos que había hecho Kakashi por remediar aquello. Había
resultado que el joven shinobi no tenía paciencia ni era capaz de concentrarse lo suficiente
para leer. Algo que ahora estaba aprovechando.
Kakashi le bajó aquellos adorables boxers y agarró la palpitante polla del rubio. La apretó
con fuerza y comenzó a mover la mano con lentitud, provocando que Naruto gruñera
frustrado. El shinobi mayor notó que el adolescente echaba la cabeza hacia atrás mientras sus
músculos se tensaban. Le encantaba controlar los impulsos de Naruto, sabiendo muy bien que
podía llevarle al borde de la locura, solo para que después disfrutara del orgasmo con mucha
más intensidad.
Naruto apretó los dientes mientras echaba las caderas hacia delante para conseguir más
caricias de las lentas manos de Kakashi. El hombre castigó el movimiento, soltándosela por
completo, provocando que el rubio rogara y gimiera de forma incoherente.
Tan pronto como el joven continuó con la historia, Kakashi se volvió a poner manos a la
obra. La voz del rubio estaba ahora temblando de manera casi incontrolable mientras
intentaba formar las palabras a la vez que reprimía sus furiosos impulsos. Después de unos
minutos, Kakashi apretó su agarre mientras comenzaba a bombear con rapidez. Naruto jadeó
ante el cambio de sensaciones. La mano con la que sostenía el libro se apretó con tanta fuerza
que formó profundos pliegues en las hojas. Ahora fue Kakashi quien tuvo que tragar con
fuerza para mantener la concentración. Le encantaban sus libros y se maldijo por no haber
previsto aquel doloroso resultado. Se encogió al escuchar el papel desgarrándose a la vez que
el joven comenzaba a respirar con más rapidez. El chico estaba cerca y Kakashi lo sabía.
De repente soltó a Naruto, provocando que de la boca del joven salieran unos gruñidos en
protesta.
—Sssh, está bien, Naruto. Voy a coger el lubricante —le dijo Kakashi levantando las cejas al
ver lo excitado que estaba. Naruto le sonrió mientras señalaba hacia una de las esquinas de la
tienda.
Kakashi se rio entre dientes mientras estiraba una mano para cogerlo y con la otra se
acariciaba su propia longitud dolorida y temblorosa. Naruto no se perdió detalle de la escena,
mirando al profesor con intensidad mientras empezaba a tocarse de forma inconsciente.
—Oye, deja eso, mocoso —le dijo Kakashi mientras se daba la vuelta. Le dio un golpe en la
mano para que la apartara de su entrepierna—. Quiero ser yo quien haga que te corras y sé
que ya estás peligrosamente cerca.
—Compórtate —le dijo Kakashi sonriendo—, o haré que te retuerzas un poco más —añadió
guiñándole un ojo.
—Guau —Naruto se rio con ganas—, eres un tío duro de verdad, ¿eh, sensei?
Kakashi volvió a reírse mientras se colocaba entre las piernas del adolescente.
—Si lo fuera, no me molestaría tanto en dilatarte antes de hacer nada, mocoso —dijo
mientras miraba hacia sus dedos.
—Nggg, Kashi... —gimoteó con voz aguda—. De nuevo... por favor... —susurró.
—De acuerdo, pero no te corras todavía —le dijo mientras intentaba encontrar el punto de
nuevo.
Naruto maldijo mientras cerraba los ojos sintiéndose en la gloria. Gimió con fuerza mientras
los dedos de Kakashi obraban su magia. Su polla comenzó a sacudirse con violencia y varias
gotas preseminales cayeron sobre el vello rizado, debajo de su abdomen.
Kakashi siguió dilatando el estrecho agujero de Naruto mientras se echaba una buena
cantidad de lubricante sobre su necesitada longitud. Hacerle aquello a Naruto y observarlo
ahí tumbado y casi rogando porque lo follaran le hizo sentirse increíblemente cachondo, tanto
que casi dolía.
—¿Listo? —le preguntó, reuniendo hasta el último ápice de control que le quedaba.
Kakashi se colocó mejor, levantándole un poco las piernas al rubio. Los gemidos de Naruto le
hicieron sudar mientras entraba en la apretada y caliente cavidad, con lentitud y con cuidado.
Todavía, en cierta forma, temía poder hacerle daño al joven.
Naruto exhaló cuando sintió la longitud de Kakashi llenándolo. No se había dado cuenta de
que había estado aguantando la respiración. Gimió cuando el hombre comenzó a moverse
lentamente.
—Kashi… —suspiró el chico—. Ven aquí —dijo mientras estiraba un brazo hacia su amante.
El Jōnin levantó la mirada un poco confundido mientras empujaba hacia dentro y movía la
cara ligeramente hacia donde estaba la mano de Naruto. Sonrió un poco cuando el chico le
levantó la cinta y dejó al descubierto su ojo del Sharingan.
—A mí también me gustan tus ojos… —susurró Kakashi, las emociones palpables en su voz.
Cuando el chico le sonrió, decidió aumentar el ritmo. Sus movimientos casi salvajes,
mientras se acercaba al orgasmo.
Apartó la vista de Naruto para mirar a su miembro palpitante. Movió una mano hacia la polla
de su amante y la agarró con fuerza, provocando que se escapara un ronco jadeo de la boca
del joven. Empezó a acariciarle la longitud al mismo tiempo que embestía, consiguiendo
gruñidos y gemidos del adolescente.
—¿Quieres correrte, Naruto? —le preguntó Kakashi mientras detenía los movimientos de su
mano.
—¡Síiiiii! ¡Sí! ¡Joder, sí! —gritó el joven de forma frenética ante la pérdida de fricción,
mientras sentía a Kakashi embistiendo contra su próstata una vez más.
—Entonces, córrete conmigo —dijo Kakashi con seriedad mientras continuaba embistiendo.
—No me dejes nunca —murmuró Kakashi con el rostro pegado a la esterilla que estaba
debajo de ellos.
—Te lo prometo —respondió Naruto suavemente mientras presionaba otro beso detrás de la
oreja de su profesor.
Kakashi levantó una mano para acariciarle la mejilla antes de girarse. Tenía el abdomen
pegajoso por el semen de Naruto. Se rio por lo bajo—. Menudo desastre.
—Ya sabías que era un desastre mucho antes de empezar a salir conmigo, así que ahora tienes
que aceptarlo como parte del paquete —le dijo Naruto sonriente.
—Cómo te gusta provocar —dijo Naruto con una sonrisa mientras apartaba al hombre con
uno de sus pies.
—Sí —Kakashi se rio mientras se dejaba caer de espaldas—. Me encanta ver cómo te
retuerces, ahí todo cachondo…
—El profesor no se arrepiente, mocoso —dijo Kakashi feliz mientras cerraba los ojos y
sonreía, atrayendo al rubio más cerca.
¡Senpai!
Al día siguiente, Kakashi se despertó al amanecer. Miró con cariño a su amante, quien
todavía estaba dormido, roncando suavemente. Con cuidado separó sus extremidades del
cuerpo de Naruto y se estiró. Intentando no hacer ruido, el shinobi de pelo plateado salió de la
tienda y se dirigió al árbol más cercano para orinar. Después, caminó hasta el lago para
asearse, bostezando mientras lo hacía.
No mucho después, Naruto se despertó también. Hizo un puchero cuando descubrió que el
Jōnin había salido de la tienda. Intentó sentirlo y descubrió que su firma de chakra estaba
cerca del lago.
No es mala idea, pensó mientras se tocaba el estómago, el cual todavía estaba un poco
pegajoso. Cogió una toalla y se dirigió hacia allí.
—Buenos días… —dijo Kakashi cuando vio a su amante entrar poco a poco en el agua fría.
El rubio siseó disgustado por la baja temperatura y se frotó los brazos y el pecho.
—Oooh, ¿demasiado fría? Ven aquí —dijo Kakashi compasivo mientras envolvía al
adolescente en sus fuertes brazos.
—¿Qué haces despierto tan pronto? —le preguntó Kakashi—. Con lo que te gusta
remolonear en la cama.
—¿Y qué quieres hacer ahora? —dijo Naruto mientras se frotaba juguetonamente contra el
miembro de Kakashi.
—La verdad es que había pensado en comer algo y luego ponernos a entrenar.
—Me parece bien. La verdad es que todavía estoy un poco dolorido de anoche.
—Bueno, Naruto. Dominas bastante bien las técnicas de combate cuerpo a cuerpo y has
desarrollado algunas técnicas excelentes de largo alcance. Sin embargo, ninguna te servirá si
te enfrentas a un oponente muy rápido. Ni siquiera podrás golpear a tu objetivo con el
Rasenshuriken si se mueve a toda velocidad. Así que, ¿qué crees que deberías hacer? —le
preguntó Kakashi con su voz de profesor.
—O aumentar mi velocidad, por ejemplo, con el modo Sabio o hacer que el objetivo deje de
moverse —dijo Naruto mientras se situaba un dedo contra la barbilla.
—Sí. Tienes que ser capaz de ir unos pasos por delante de tu enemigo y elaborar un plan.
Cuando eras más joven, algunas veces tuviste que atrapar un pollo, un perro o algún gato que
se había escapado. Las famosas misiones de rango D y E. ¿Correcto?
—Ambas opciones son estrategias. Cuando te enfrentes a un enemigo muy rápido, puedes
hacer dos cosas: utilizar una trampa que lo inmovilice, algo que Shikamaru, por ejemplo,
utiliza con cierta frecuencia, o puedes dirigirlo hacia algún lugar que te beneficie. En otras
palabras, los guiarás o los atraerás hacia una posición que te resulte ventajosa para equilibrar
la situación. Eso es lo que vamos a practicar hoy. Voy a pelear contra ti a toda velocidad.
Quiero que me detengas o me derrotes. ¿Entendido? —preguntó Kakashi con seriedad.
Después de unos minutos de combate, Naruto se dio cuenta de que ir tras Kakashi sólo estaba
haciendo que se cansara y no había sido capaz de darle ni un golpe. Maldijo interiormente
mientras se escondía tras algunos árboles y escondía su chakra.
—Es más delgado, más musculoso y más ágil que tú —señaló Kurama con desdén.
—Sí, pero estoy en el modo Sabio, zorro —dijo Naruto, señalando lo obvio.
—Préstame parte de tus poderes para que pueda atraparle —le dijo Naruto, sonriendo con
malicia.
El hilo ninja era muy fino e increíblemente fuerte, no por nada estaba hecho con un tipo de
fibra especial. Era parecido al sedal, pero mucho más resistente, cortante y de color negro, lo
cual hacia que fuera bastante más difícil de detectar. Naruto sonrió mientras buscaba el sitio
ideal donde colocarlo.
Ató el hilo en tres árboles en un área cubierta de vegetación, creando una trampa con forma
de semicírculo. Después, buscó la localización de Kakashi y se aproximó a ésta. No muy
lejos de donde estaba el Jōnin, colocó una trampa sencilla a la izquierda de donde estaba
situado el hilo.
Sabía que Kakashi detectaría la trampa y la esquivaría. También sabía que Kakashi era
diestro así que su amante probablemente se movería hacia la derecha, lo que le enviaría
directo a la segunda trampa de Naruto. Antes de alejarse de allí, convocó con rapidez algunos
clones de sombra y les hizo esconderse en las proximidades de ambas trampas.
Kakashi respondió de inmediato cuando el rubio lo atacó con taijutsu. Bloqueó algunos
puñetazos y retrocedió aún más. Mientras Naruto formaba algunos clones de sombra,
Kakashi decidió retirarse y hacer uso de su velocidad una vez más. El chico lo siguió sin
perder tiempo. Sonrió cuando envió al Jōnin justo directo hacia su primera trampa. Como
había predicho, Kakashi la evadió con facilidad. Sin embargo, no había anticipado que se
moviese hacia la izquierda. Naruto y sus clones hicieron rápidamente algunos
Rasenshurikens y apuntaron hacia el hombro izquierdo de Kakashi, provocando que el
hombre saltara a la derecha. Naruto vio cómo su profesor se alejaba y salió tras él. Ahora sí
iba en la dirección correcta.
Naruto se agachó justo a tiempo de esquivar un Raikiri que apareció desde detrás de un árbol.
Kakashi había conseguido hacer un clon que estaba esperando a que llegara. Maldijo y con
premura convocó un Rasengan que impactó contra el estómago del falso Kakashi,
provocando que desapareciera. Sin perder tiempo continuó tras su amante. Sabía que Kakashi
debía estar cerca de la segunda trampa. Una gran sonrisa se dibujó en su cara cuando escuchó
al hombre maldecir.
Aceleró el ritmo sólo para descubrir que la trampa estaba vacía. Los hilos parecían estar
intactos. Se acercó para echar un vistazo. Había oído a Kakashi quejarse así que algo debía
haber… gritó cuando repentinamente cayó en una trampa que estaba puesta justo al lado de
sus hilos. Se precipitó en un agujero de unos dos metros de profundidad y aterrizó
bruscamente sobre su espalda. Un segundo más tarde, escuchó a Kakashi aproximándose a la
boca del pozo.
—Las técnicas terrestres son bastante útiles para hacer trampas en poco tiempo —le dijo
mirando a Naruto, sonriente.
—Mi Sharingan fue capaz de detectar tus hilos. Un ojo normal podría haberlos pasado por
alto —dijo evaluando los esfuerzos de su estudiante.
De pronto, Kakashi gritó cuando sintió algo pesado cayendo sobre sus hombros. Fue
golpeado con dureza por unas manos que lo empujaron hacia la tierra mientras otras le
agarraban de los brazos. En un instante, pudo vislumbrar unas cuantas manchas naranjas
justo antes de que su cabeza fuera inmovilizada con fuerza contra el suelo.
—¡Buen trabajo, chicos! —los alabó Naruto mientras les levantaba un pulgar y les mostraba
una radiante sonrisa.
Convocó a dos más para que le ayudaran a salir del agujero que había cavado Kakashi.
—Sospeché que te darías cuenta de los hilos, Kashi-sensei. Así que decidí esconder algunos
clones de sombra entre los árboles para que te noquearan.
Mientras los clones se iban levantando, Kakashi se dio cuenta de que uno de ellos se
aprovechaba de la situación y le pellizcaba el trasero con descaro. Murmuró algo sobre clones
pervertidos antes de alzar la vista hacia Naruto, quien le estaba mirando con una expresión
engreída en el rostro.
—Bien, me has pillado. Buen trabajo —dijo mientras se sentaba y se frotaba la dolorida
espalda.
—Sip. Y exijo un beso por haber ganado —dijo el joven shinobi con una mezcla de felicidad,
confianza y excitación.
Naruto situó los brazos a los lados de la cabeza de su profesor y le dio un profundo y salvaje
beso que duró varios minutos. Enseguida el rubio sintió cómo los pantalones se tensaban. Se
acercó y se apoyó contra el cuerpo de Kakashi para conseguir algo de fricción contra el
muslo del Jōnin.
Kakashi estaba atrapado contra el árbol, así que era Naruto quien debía decidir cuándo
romper el beso y hasta dónde quería llegar. Tenía que admitir que se sentía un poco
sorprendido ante la iniciativa del joven. Naruto normalmente era bastante extrovertido en
todos los aspectos, sin embargo, cuando se trataba de sexo, se volvía tímido e inseguro.
Kakashi sintió cómo flaqueaba la presión contra sus labios. Naruto parecía estar perdido en
sus pensamientos. El Jōnin pudo sentir cómo el vigor habitual de Naruto perdía fuerza. Y
esto le preocupó.
—Naruto, ¿qué pasa? —preguntó tan pronto como el rubio se apartó—. Estabas tan feliz hace
tan solo un momento. ¿Qué ha cambiado?
El adolescente suspiró, pero siguió en silencio. Kakashi se dio cuenta de que le estaba dando
vueltas a algo en la cabeza, o tal vez estaba hablando con Kurama. No estaba seguro.
—Bueno, me lo vas a tener que contar de todos modos —le dijo el Jōnin con seriedad
mientras le cogía de la barbilla para que no pudiera evadir su mirada.
—En realidad, es una tontería… —dijo Naruto con una risa nerviosa—. Quería llevar la
iniciativa, ser un poco más como tú, más demandante y ver cómo era estar en tu lugar. Pero
no me ha gustado tanto como creía.
—¿Qué quieres decir? —dijo Kakashi un poco confuso con respecto a las emociones de
Naruto, soltándole la barbilla.
—Me gusta más cuando tú estás al cargo —dijo Naruto sin rodeos mientras miraba hacia sus
pies con la cara roja como un tomate.
—Naruto, eres joven. Está bien que quieras probar cosas diferentes. Si te apetece llevar las
riendas, deberías hacerlo —le dijo el shinobi mayor mientras abrazaba al ruborizado
adolescente.
—Sí, pero es más divertido cuando tú… —Naruto no pudo terminar la frase porque Kakashi
hizo un rápido movimiento, invirtiendo sus posiciones.
—¿Te refieres a esto? —preguntó con una sonrisa traviesa mientras presionaba al rubio
contra la áspera corteza del árbol. Obtuvo su respuesta cuando la polla del adolescente se
retorció completamente dura contra su muslo.
—Está bien, Naruto —dijo Kakashi tranquilo—. Me gusta estar al cargo porque es lo que he
hecho siempre. He sido capitán de equipo desde que era un niño. Después me convertí en
capitán de los ANBU y entonces en profesor. Llevar las riendas es algo que me sale de forma
natural. Así que me alegro de que lo disfrutes tanto —le explicó en voz baja.
—Eres un mocoso pervertido —dijo Kakashi riéndose entre dientes mientras utilizaba la
rodilla para separar las piernas del rubio.
Kakashi le agarró de las muñecas y le obligó a echarlas hacia atrás, contra la corteza del
árbol, raspando la piel del joven.
—Diciéndole a tu profesor que se calle, ¿eh? —susurró en el oído del rubio, provocando de
forma efectiva que se retorciera y jadeara. Sabía que Naruto no aguantaría mucho más si
continuaba con aquel asalto.
Naruto protestó cuando Kakashi se retiró repentinamente. El Jōnin se dio la vuelta, cogió un
kunai con una mano, y situó la otra sobre el pecho de Naruto de forma protectora, mientras
arrojaba el arma a una increíble velocidad hacia la copa de un enorme árbol cercano.
Naruto observó el arma desaparecer entre las hojas cuando, de pronto, también lo sintió.
Pudo percibir el chakra de alguien a sólo unos metros de distancia. Los estaban espiando. Sus
sospechas se vieron confirmadas cuando escuchó un grito de dolor procedente de entre las
ramas.
—¡No ataquéis! —chilló una familiar voz. Kakashi soltó un suspiro mientras su cuerpo se
relajaba de nuevo.
—¡Tráeme mi kunai de vuelta, Tenzo! —gritó a la misteriosa persona que estaba escondida
en el árbol.
Naruto sonrió cuando vio al capitán Yamato aterrizando en el suelo con presteza. Tenía un
corte en la mejilla izquierda y sostenía el kunai de Kakashi en la mano derecha.
—Cierto… así que nos has visto… —dijo Kakashi mientras se rascaba la nuca.
La manera desenfadada, entusiasta y descarada que tuvo el rubio de dar la noticia, como si
fuera la cosa más normal del mundo y estuviera muy orgulloso de ello, hizo que el Jōnin se
encogiera por dentro.
—Es cierto, Tenzo… Naruto y yo… bueno. Ya lo has visto —dijo Kakashi mientras escondía
su incomodidad detrás de su desenfadada fachada.
—Senpai, pero… usted es su profesor… —le dijo Yamato con cierto tono reprobatorio.
—Lo sé. Es una larga historia. Te la contaré en otro momento. Por ahora, finge que todo
sigue como siempre —le dijo Kakashi encogiéndose de hombros—. Así que, ¿qué te trae por
aquí? —le preguntó curioso.
—Estoy aquí para traerle un mensaje urgente. Uno demasiado importante como para
confiárselo a un pergamino —dijo con seriedad. Naruto y usted tienen que volver a la villa de
forma inmediata. Estamos bajo ataque y a pesar de los riesgos, necesitamos la ayuda de
ambos tan pronto como sea posible.
—Nos está atacando un tipo llamado Pain o más bien… seis de ellos —dijo Yamato, la
tristeza patente en su voz—. Por el momento ha destruido un setenta y cinco por ciento de
Konoha. La aldea ha sufrido un daño inmenso. Mucha gente ha… —tragó pesadamente—,
muerto.
—Parece que vamos a tener que interrumpir nuestro viaje, Naruto. Ha sido mucho más corto
de lo que habíamos esperado —dijo Kakashi mientras se giraba hacia su amante.
—Pero… yo no… ¿cómo puede ser que…? —la confusión y la incredulidad que sentía
Naruto hicieron que no le salieran las palabras.
—Estás listo, Naruto. Sé que vamos a volver mucho antes de lo que habíamos planeado. Pero
tu progreso ha sido mayor de lo que habíamos anticipado. Incluso aunque no hayas
completado todavía el entrenamiento, estoy seguro de que podrás conseguirlo. Ahora Konoha
nos necesita. ¿Lo entiendes? —le dijo Kakashi con calma mientras sujetaba a su amante por
los hombros.
—Vamos —dijo Kakashi mientras agarraba a Naruto por la chaqueta y le obligaba a ponerse
en marcha. Yamato les siguió—. Cuéntamelo todo, Tenzo —exigió mientras corría hacia el
sur, dirección a Konoha o lo que quedase de ella.
El dolor de Konoha
Después de varios días de viaje, los tres shinobis llegaron a lo que solían ser las puertas de
entrada de Konoha.
Naruto jadeó cuando vio lo que quedaba de su querida aldea. Tuvo que esforzarse al máximo
para contener las lágrimas que se le acumularon en los ojos al ver semejante destrucción. Por
otro lado, el instinto asesino de Kakashi se podía detectar a kilómetros, provocando que los
otros dos shinobis se encogieran.
—Tengo que hablar con Tsunade —dijo Kakashi mientras avanzaba hacia la débil señal de
chakra que reconoció como la de ella. Al llegar, pudo ver que estaba gravemente herida e
inconsciente.
—¡Anciana! —gritó Naruto mientras se dejaba caer de rodillas, viéndose incapaz de procesar
la destrucción y el sufrimiento que estaba viendo a su alrededor. Miró a Kakashi con los ojos
anegados y angustiados, buscando consuelo en su pareja. Necesitaba hallar algo de esperanza.
Necesitaba saber que Kakashi tenía un plan o al menos algo que hiciera que todo volviera a
estar bien de nuevo.
Kakashi no le devolvió la mirada. Sabía que era cruel, pero si lo miraba a los ojos, no podría
evitar consolar al adolescente que sufría y no podía permitirse ninguna distracción ahora.
Tenía que aproximar toda la situación de forma analítica y racional, no de forma emocional.
Así que se alejó de Naruto y buscó a Shizune, que estaba arrodillada al lado del cuerpo de
Tsunade, concentrada en curar a la quinta Hokage de Konoha.
La mujer de pelo oscuro levantó la mirada mientras mantenía el verde rayo curativo en sus
manos.
—Pensábamos que nos iban a atacar dos miembros de Akatsuki llamados Konan y Pain, pero
nunca aparecieron. En su lugar se presentaron seis shinobis, todos con el pelo naranja. Uno
de ellos convocó animales gigantes y los soltó por la villa, acabando con todo y con todos a
su paso. En resumidas cuentas, nos vimos sobrepasados —admitió intentando reprimir el
temblor en la voz.
»Tsunade-sama fue capaz de lidiar con las bestias, pero entretanto, las seis figuras causaron
múltiples bajas entre los shinobis. Cada uno de ellos parece tener una habilidad impredecible
y poderosa. Tsunade-sama le pidió a Katsuyu que le ayudara a curar a los shinobis heridos y a
los civiles. Sin embargo, al hacerlo, se desmayó por usar demasiado chakra. Después de eso,
uno de nuestros enemigos destruyó Konoha con un meteorito enorme. Lo llamó Shinra
Tensei. Tsunade y la mayoría de los ninjas que han logrado sobrevivir han sido heridos de
gravedad en ese ataque —dijo taciturna, soltando un pequeño sollozo.
—Bien. Gracias, Shizune —dijo Kakashi mientras salía corriendo hacia donde había sentido
el extraño chakra con intenciones destructivas. Naruto y Yamato lo siguieron sin dudar.
—Kashi —dijo el rubio cuando consiguió dar alcance al shinobi de pelo plateado—. ¡Apenas
siento el chakra del Seninfómano! —gritó, la voz tensa por el miedo.
—Lo sé, Naruto —dijo vacilando, sin saber cómo consolar a su amante.
—¡Tenemos que salvarlo! —exclamó el chico ahora entrando en pánico mientras aceleraba el
paso.
—Naruto. Sé que ésta es la primera vez que te ves involucrado en una guerra. Y si hay alguna
cosa que vas a aprender de esto, es que es imposible no perder a alguien querido. Tenemos
que priorizar la seguridad de todo el pueblo por encima de Jiraiya o de nuestros amigos más
cercanos. ¿Entendido? —le dijo Kakashi con seriedad.
Odiaba tener que ponerse así con Naruto ahora que el rubio estaba experimentando
emociones tan complicadas, pero necesitaba que mantuviera la mente despejada. Si perdía los
nervios, podía hacer algo estúpido y eso sólo les costaría vidas. A pesar de lo mucho que
Naruto necesitaba su apoyo, Kakashi tenía que actuar como un shinobi de élite y un capitán.
Eso podía ser crucial en un momento como aquél.
Lanzó una mirada severa hacia su joven amante, quien asintió en respuesta.
—Lo encontraremos, Naruto. Todavía siento su chakra. Está cerca del campo de batalla. Y
allí es hacia donde nos dirigimos —ambos shinobis miraron de soslayo hacia un lado cuando
escucharon gritos de civiles en la distancia, cerca de donde solía estar la Academia. Algunas
de las voces pertenecían a mujeres y a niños.
—Nos encargaremos de eso más tarde, Naruto. Tenemos que seguir adelante —dijo Kakashi
con dureza, ignorando el deseo de reconfortar a su pareja. Llegaron lo más rápido que
pudieron, y allí se encontraron a varios de sus amigos enfrentándose a seis figuras con capas
negras y nubes rojas. Todos tenían el pelo naranja y parecían llevar varios piercings.
Naruto jadeó cuando vio a su padrino tumbado sobre un charco de sangre no demasiado lejos
de los seis extraños hombres. Salió corriendo hacia el shinobi de pelo blanco, con Kakashi
siguiendo sus pasos. Para ello tuvo que apartar a un compañero shinobi al que no fue capaz
de reconocer. Jiraiya todavía estaba vivo, pero por poco. La sangre brotó de las comisuras de
su boca cuando intentó hablar.
—Na... Naruto. Ka... Kakashi —dijo el hombre mayor con debilidad mientras dirigía la
mirada hacia ellos.
—Jiraiya, habla. ¿Qué sabes de ellos? —dijo, consciente de que la más mínima información
podía cambiar el curso de la batalla.
—Son seis —dijo Jiraiya con dificultad—. Cada uno tie... tiene su propia habilidad especial.
Uno pue... puede convocar animales, otro lee la mente —levantó con dificultad un dedo
tembloroso—. Ése, con la túnica rasgada, puede absorber el chakra de los ataques de
ninjutsu. Los... los otros, no… no lo sé todavía —dijo agarrándose el estómago.
—Su... sus o… ojos —balbuceó—. Sus o… jos —levantó la mirada hacia el profesor—.
Conectados —dijo con esfuerzo—. Están... si... siendo con... trolados desde otra parte —
Jiraiya gruñó de dolor—. Debéis encontrarlo —dijo mientras ponía una mano sobre el
hombro de su ahijado—. Na... Naruto, creo en ti —le dijo al rubio mirándole con intensidad.
Naruto le devolvió la mirada a su padrino, su rostro humedeciéndose cuando el shinobi
Legendario dejó escapar su último aliento.
Naruto sintió como si algo se desgarrase muy profundo en su interior. Las lágrimas corrían
ahora por sus mejillas de forma descontrolada mientras la ira estallaba dentro de él. Irradiaba
una intensa aura destructiva, tan potente que Kakashi se preocupó. Los otros shinobis que
había en el área dieron unos cuantos pasos hacia atrás al sentirse abrumados por la sensación
de opresión.
De pronto, Naruto activó el modo Sabio y salió corriendo hacia delante y golpeó a una de las
seis figuras conocidas como Pain justo en el estómago con un Rasengan. Su velocidad era tan
increíble y fue tan repentina que consiguió destruirle completamente. Kakashi estaba más que
asombrado. Sabía que el joven podía luchar con increíble fuerza y agilidad, pero ahora se
estaba dejando llevar por la furia y la tristeza. Estaba enfadado y eso le había hecho ceder a la
pura necesidad de destruir al enemigo. Kakashi sabía que tenía que mantener la cabeza fría
para establecer una estrategia con el fin de proteger lo que quedaba de la villa y a sus
habitantes.
—Tenzo, busca a Sakura o a otro ninja médico y tráelo aquí tan rápido como sea posible.
Tengo el presentimiento de que vamos a necesitar uno muy pronto.
Cuando Yamato desapareció, corrió hacia donde estaban Shikamaru y el resto de sus amigos.
El usuario de la Sombra estaba apoyado contra una roca. Parecía haberse roto una pierna con
la explosión del Shinra Tensei.
—Shikamaru, ¿has estado observando la batalla? —le preguntó Kakashi con apremio.
»El que está a su lado utiliza armadura y diversas armas. Es más rápido de lo que parece y
ataca con cuchillas afiladas y sierras. El de su derecha puede leer mentes. Y ese otro convoca
una cabeza de madera enorme con una gran boca. No estoy muy seguro de lo que hace
todavía. Ése de allá podía convocar animales, pero Naruto ya se lo ha cargado —dijo
Shikamaru con una sonrisa.
—Entonces, Naruto ha matado al que realiza invocaciones. Los dos de la izquierda pueden
bloquear ataques y contraatacar. Los dos de la derecha pueden leer mentes y convocar un
artilugio. Eso significa que el que está en el medio es el que puede absorber chakra —dedujo
Kakashi mientras observaba el campo de batalla—. De acuerdo. Gracias. Sigue reuniendo
más información si puedes —le dijo antes de apresurarse hacia el centro del meollo.
Cuando llegó, se abalanzó rápidamente entre Naruto y el Pain del medio, apartando de forma
efectiva el Rasengan que tenía el chico en la mano.
—¿Qué demonios haces, Kakashi? —replicó el rubio, la ira nublando sus ojos azules.
—Absorberá el chakra de tu Rasengan, Naruto. Lo harás más fuerte —le dijo Kakashi con
calma—. Tienes que atacarlo con movimientos de taijutsu, pero sólo cuando no te puedan ver
con ninguno de sus ojos. Puedo ayudarte a distraerlos, pero tendrás que cerrar los ojos en el
momento exacto en el que grite tu nombre. ¿Entendido? —le dijo Kakashi mientras pegaba
un salto.
El rubio apenas tuvo tiempo de asentir cuando escuchó a Kakashi gritar su nombre.
Rápidamente cerró los ojos, confiando plenamente en las estrategias y el instinto de su
compañero.
Kakashi utilizó su técnica de rayos para crear un enorme destello cegador, afectando
temporalmente la visión de todos los Pain.
—¡Ahora, Naruto, ataca! —gritó Kakashi mientras formaba un Chidori y golpeaba a uno de
sus enemigos. El rubio obedeció. Movió el puño hacia delante con tanta fuerza y rapidez que
instantáneamente le rompió el cuello a su adversario. Sintió que se le revolvía el estómago
ante el fuerte crujido que provocó su golpe. Kakashi, por otro lado, había sido capaz de
atravesar con la mano el pecho del Pain que tenía la habilidad de leer mentes.
—Tres derribados y tres en pie —dijo Kakashi satisfecho mientras aterrizaba con rapidez al
lado del joven shinobi. Naruto asintió, nervioso.
—Ése usa armadura y armas —movió el dedo para apuntar hacia el que estaba en el medio—.
Ése puede atraer y repeler lo que sea con un tipo de fuerza desconocido y el que queda a la
derecha no sabemos todavía qué hace. Algo con una cabeza gigante —le explicó sin perder el
tiempo—. Encárgate del de en medio. Hay un intervalo de cinco segundos cada vez que usa
su habilidad. Necesito que lo ataques con todo tu poder en ese momento. Tendrás que confiar
en tu velocidad o en la maniobrabilidad de tu Rasenshuriken. Déjame los otros dos a mí —le
dijo Kakashi con determinación mientras le daba un apretón en el hombro.
—Entendido —respondió Naruto con firmeza mientras miraba a su oponente. Con un rápido
movimiento se dirigió hacia delante. Como sospechaba, fue repelido por una fuerza invisible.
Mientras retrocedía en contra de su voluntad, intentó formar un Rasenshuriken.
Desafortunadamente, no golpeó a su objetivo a tiempo. Naruto maldijo al darse cuenta de lo
complicada que iba a resultar su tarea. Kakashi también estaba teniendo bastantes dificultades
mientras intentaba esquivar los ataques de su veloz oponente. Las cuchillas y las sierras
fallaron, pero por poco. Ambos shinobis estaban intentando centrarse en su propia pelea,
mientras se preocupaban por su amante, haciendo que ésta fuera la batalla más dura a la que
se habían enfrentado hasta ahora.
Varios minutos después de iniciada la lucha, el tercer Pain se unió también a la pelea.
Kakashi quería terminar su parte tan rápido como le fuera posible para poder ayudar a
Naruto, pero su contrincante resultó ser todo un reto, incluso para él. Por desgracia, sus
enemigos podían adelantarse a sus movimientos en plena batalla debido a que todos sus ojos
estaban conectados por el Rinnegan, por lo que eran capaces de observar ambas peleas a la
vez. Decidieron hacer buen uso de lo que habían aprendido sobre los dos shinobis de la Hoja,
después de deducir que destrozar a uno de ellos provocaría que el otro cometiera alguna
imprudencia.
Así que dos de los Pain decidieron formar un equipo. El que tenía la habilidad de atraer y
repeler se movió rápidamente por detrás de su compañero mecánico cuando vio que Kakashi
iba a atacar. Utilizó sus habilidades para atraer al Jōnin con inmensa fuerza mientras su
compañero arrojaba sus cuchillas hacia delante. El shinobi de pelo plateado fue atraído hacia
ellas a tal velocidad que no pudo esquivar las mortíferas sierras. Se quedó sin aliento cuando
sintió cómo le despedazaban el torso. Lo único en lo que podía centrarse en ese momento era
en el intenso dolor y en la voz de Naruto gritando en algún lugar en la distancia. Cuando las
cuchillas lo atravesaron, fue arrojado a un lado, moribundo. Gruñó cuando colapsó
bruscamente contra el suelo.
Miró hacia la herida e inmediatamente supo que tenía que detener la hemorragia si quería
sobrevivir. Sus gritos resonaron por todo el campo de batalla mientras aplicaba presión sobre
su sangrante torso. En ese momento sólo esperaba no desmayarse antes de que Yamato
regresara.
Mientras sentía la sangre cálida brotando de entre sus dedos, intentó centrarse en Naruto. Al
instante se sintió abrumado por la culpa cuando vio las lágrimas corriendo por las mejillas de
su amante.
Cuando Naruto escuchó el grito de Kakashi, sintió como si le hubieran clavado un cuchillo en
el corazón. Quería ir donde estaba el Jōnin, pero los Pain le bloqueaban el paso
constantemente con ataques.
Kakashi pudo sentir la furia del joven shinobi agitándose cuando vio que no podía acercarse a
su amante herido. Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio emerger de la piel del rubio
un chakra rojo, que comenzó a envolverle. Observó con miedo cómo los iris de Naruto se
volvían de color carmesí y las uñas y los dientes se afilaban.
Lentamente del cuerpo de Naruto se perfiló una cola y luego otra y otra más, sólo para seguir
aumentando. Del chakra rojo habían brotado ya seis para cuando apareció Yamato
repentinamente, con Sakura a su lado.
—¡Kakashi-sensei! —gritó la chica de pelo rosa cuando vio el estado en el que se encontraba
su profesor.
—Sakura, por favor. Intenta curarme lo antes posible, Naruto necesita mi ayuda.
—Kakashi-sensei no hay forma de que pueda volver a pelear —le dijo Sakura mientras
revisaba la gravedad de la herida—. Tienes varios órganos desgarrados. Voy a necesitar
bastante tiempo.
—Vale —dijo Kakashi gimiendo por el dolor y la frustración—. Yamato, escúchame. Deja
que Naruto luche en su modo Kyūbi. Pero frénalo cuando llegue a ocho colas. No podemos
arriesgarnos a que el Nueve Colas se libere. Trata de ayudarlo, pero no te acerques
demasiado. En ese estado no distingue a amigos de enemigos.
Yamato asintió mientras se apresuraba a echar una mano al joven shinobi, desde una distancia
prudencial.
Naruto, con los ojos ahora con cierta expresión salvaje, largos colmillos y profundas marcas
de bigotes en las mejillas, sintió que el odio y la ira estallaban en su interior como nunca
antes. Salió disparado hacia delante con un rápido movimiento en dirección a las tres figuras
que quedaban en pie, conocidas como Pain. Los atacó con furia, sin pensar, sin ninguna
estrategia, su única meta era herir o matar. Kakashi, a pesar de sus circunstancias, siguió
observando al enemigo. Cómo se movían, cómo reaccionaban, cómo combatían y qué
técnicas utilizaban.
Después de una larga y feroz pelea, en la cual Naruto había reunido ocho colas de chakra del
Kyūbi, decidió ponerle fin a todo aquello con un despiadado ataque: la Bola de la Bestia con
Colas. La explosión que le siguió fue inmensa. Kakashi, Sakura, Yamato y los demás
shinobis se vieron arrojados varios metros hacia atrás cuando la técnica golpeó a sus
objetivos, destruyendo con eficacia a los tres Pain que quedaban y a los edificios ya dañados
de Konoha. Una gran nube de polvo envolvió el campo de batalla. Kakashi entró en pánico
cuando sintió el chakra de Naruto disminuir rápidamente sin ser capaz de ver a su amante.
Yamato y Sakura aparecieron cuando la nube de polvo empezó a disiparse, tosiendo con
fuerza. Parecía que ambos habían recibido varios cortes y golpes, pero nada que fuera letal.
Sakura se acercó a toda prisa a él para seguir curándole.
—Yamato, por favor, intenta localizar a Naruto. No creo que siga en el modo Kyūbi y
probablemente estará herido —dijo Kakashi intentando suprimir el miedo en su voz.
Su amigo asintió y se dirigió al campo de batalla. Emergió unos pocos minutos después
cargando con un herido y chamuscado Naruto. El joven parecía estar inconsciente, pero bien.
—Mira a ver si puedes despertarle. Tenemos que movernos y encontrar a los que estaban
controlando a los seis Pain antes de que escapen. Tienen que estar cerca, pero apuesto a que
se habrán escondido bien —dijo con una expresión dolorida—. Es la única forma de acabar
con esto de forma permanente.
Yamato asintió mientras obedecía. Kakashi cerró los ojos e intentó convocar a sus Perros
Ninja. El esfuerzo le hizo gemir con fuerza, pero enseguida aparecieron los ocho perros.
—Kakashi, ¿qué ha pasado? —le preguntó el pequeño carlino llamado Pakkun intentando
disimular la preocupación, mientras observaba la condición de su maestro y de Konoha.
—No hay tiempo para explicaciones, Pakkun —respondió Kakashi con voz tensa—. Chicos,
necesito que os dirijáis hacia las fronteras de la ciudad. Tenéis que encontrar a dos shinobis
extranjeros que estarán escondidos en algún lugar. No tengo una muestra de olor, pero su
chakra debería ser enorme a juzgar por lo que han hecho. Intentad descubrir su localización e
informarnos tan pronto como sea posible —les ordenó Kakashi a sus perros.
Kakashi echó la cabeza hacia atrás y jadeó con fuerza cuando se sintió sobrecogido de forma
momentánea por el dolor. Sakura había sido capaz de detener en gran parte la hemorragia y
ahora tenía que encargarse de repararle los órganos. Una hazaña difícil y agotadora, incluso
para la hábil kunoichi.
Los ojos de Naruto se abrieron de golpe cuando escuchó los gemidos de sufrimiento de
Kakashi. Se levantó e inmediatamente se agachó justo donde yacía su amante, bajo un charco
de sangre. Se movió con rigidez dejando claro que él también sentía dolor. Su piel estaba
agrietada y quemada por la capa del chakra del Nueve Colas, pero se sintió aliviado al no
sentir la fuerza vital de ninguno de los Pain.
—Kashi, ¿estás bien? —preguntó el rubio con preocupación, sin darse cuenta de la extraña
mirada que le dirigió Sakura al escucharle llamar así a su profesor.
—Estoy bien, Naruto —mintió el shinobi de pelo plateado—. Escucha. Pakkun y el resto de
mis Perros Ninja regresarán enseguida con la localización de los dos miembros de Akatsuki
que han hecho todo esto. Si te ves con fuerzas, necesito que vayas con Sakura, Yamato y
alguno de tus amigos a enfrentaros a ellos. Tenéis que encontrarlos y matarlos, si es posible
—dijo Kakashi intentando esconder el temblor de su voz.
—Entonces, como capitán de tu equipo y tu superior, te ordeno que lo hagas—le dijo Kakashi
testarudo conteniendo otro gemido de dolor.
—No, Kashi… —dijo el joven shinobi negando con la cabeza.
—Estaré bien, Naruto. Tenemos que terminar con esto. Mira lo que le han hecho a nuestro
hogar —le rogó Kakashi mientras ponía una mano sobre la mejilla cubierta de suciedad de
Naruto.
—Vale. Pero prométeme que estarás bien. Si vuelvo aquí y descubro que has… —Naruto no
terminó la frase, sus ojos centrándose obstinadamente en los de Kakashi.
—No lo haré. Te lo prometo. Nada me va a alejar de ti. ¿Entendido? —dijo el Jōnin con feroz
determinación. Naruto asintió con lentitud, aceptando de mala gana la situación en la que se
encontraba.
Enseguida, uno de los Perros Ninja de Kakashi, el perro que se llamaba Bisuke, volvió con
noticias: había encontrado a dos poderosos shinobis en una cueva más allá de las fronteras de
Konoha. Después de abrazar a su dolorido amante, Naruto se marchó con Kiba, Hinata, Ino,
Choji y Yamato. Shino se quedó con Shikamaru, que no podía caminar. El pequeño grupo
viajó hacia el este. Después de casi media hora, llegaron a las proximidades de la gran cueva,
escondiéndose tras algunas rocas. Pronto decidieron que Yamato y Naruto irían juntos. Choji
estaría atento por si tuviera que actuar como refuerzo, mientras Kiba, Hinata e Ino
permanecerían en guardia en caso de que los dos enemigos intentasen escapar o pillasen
desprevenidos a Yamato y Naruto.
Los miembros del equipo 8 y 10 que estaban allí enseguida comenzaron a preocuparse
cuando no escucharon ningún sonido procedente del interior de la cueva. Ni pelea, ni gritos,
nada. Sin embargo, no bajaron la guardia. Después de una larga hora de tensa espera, Naruto
y un pálido Yamato, salieron al exterior.
—¿Y? —preguntaron casi simultáneamente los cuatro shinobis que les estaban esperando.
—Ya está —dijo Naruto tranquilo, algo no muy habitual en él—. Pain… o bueno, más bien
Nagato… hablé con él sobre su motivación para destruir Konoha o acabar conmigo. Le hice
cambiar de opinión acerca de cómo debería obtenerse la paz, lo cual era lo único que le
interesaba. Intentó revivir a la mayoría de las víctimas que dejó, pero eso le costó su propia
vida. Su compañera, Konan, dejará a los Akatsuki y seguirá otro camino. Eso ha sido todo, en
resumidas cuentas —les explicó Naruto un poco avergonzado.
Yamato asintió mientras los cuatro jóvenes shinobis le miraban confundidos. Ni siquiera él
estaba seguro de cómo había conseguido Naruto ese resultado. Sólo sabía que acababa de ver
una faceta del chico que, en cierta forma, era mucho más madura y reflexiva de lo que jamás
habría esperado. Sus argumentos habían sido lógicos y sólidos y gracias a eso, había podido
convencer a los dos Akatsukis para que no siguieran por el camino de la inmoralidad. Yamato
negó con la cabeza pensando en que el joven siempre era capaz de sorprenderlo.
Sin perder tiempo, Naruto y los otros regresaron a Konoha, donde mucha gente había sido
revivida gracias a la última acción de Nagato. La gente se encontraba confundida,
emocionalmente rota y perdida. Nadie sabía realmente lo que había sucedido ni cómo podían
continuar ahora que toda la villa había sido destruida. Sin embargo, las noticias acerca de lo
que había hecho el niño Jinchūriki se extendieron con rapidez y no mucho más tarde, Naruto
fue obligado a dar un discurso público contando todo lo que había sucedido. El joven
tartamudeó y se sonrojó inmensamente mientras hablaba para todos los shinobis y aldeanos
que ahora estaban observándole con perplejidad.
Sintiéndose más eufórico e invencible que nunca ahora que la gente gritaba su nombre,
Naruto reunió todas sus agallas y caminó lentamente hacia su profesor. Los ojos de la gente
seguían cada paso que daba su héroe. Los sonidos de las celebraciones, los vítores, los
aplausos y todo el griterío cesaron durante un instante mientras Naruto agarraba el chaleco
del Jōnin y lo besaba con rudeza en los labios. El silencio en el que cayó la multitud fue casi
inquietante e irreal, pero, entonces, el ruido volvió a brotar de nuevo. La gente comenzó a
vitorear una vez más, algunos silbaron de forma sugestiva, otros se rieron, unos cuantos
aplaudieron y gritaron ruidosamente. Otros tantos, como Sakura, por ejemplo, se quedaron
estáticos mientras los ojos casi se les salían de las órbitas. Naruto sonrió pletórico mientras
sentía que Kakashi también lo hacía contra su boca. Cuando se apartó, vio que el hombre
negaba con la cabeza, con cansancio.
—Realmente eres el shinobi más sorprendente de todo Konoha —dijo su amante de pelo
plateado.
—Sí, pero al menos ahora lo saben todos —respondió Naruto con aire de suficiencia.
—Cierto —convino Kakashi con voz tensa, riéndose entre dientes y poniendo una mueca de
dolor—. Pero creo que tu impulsividad ha dejado a unos cuantos con la boca abierta —añadió
mientras apuntaba con la cabeza hacia Iruka y Sakura.
—Lo superarán. Qué tal si te llevo al hospital, ¿eh? —dijo mientras se movía para soportar el
peso de Kakashi.
La primera cosa que tuvieron que construir los aldeanos que sobrevivieron y los shinobis de
la Villa Oculta de la Hoja fue, por desgracia, un cementerio. Nagato había resucitado a tantas
víctimas como le había sido posible con el chakra que le quedaba antes de morir agotado,
pero no había sido suficiente. Las personas que llevaban más tiempo muertas o las que lo
habían hecho después debido a sus heridas o a la pérdida de sangre, no fueron tan
afortunadas. Y nadie estaba dispuesto a permitir que las víctimas fueran olvidadas. No pasó
mucho tiempo antes de que toda la gente decidiera unir sus fuerzas para construir un precioso
cementerio y un monumento conmemorativo. El terreno estaba rodeado por pintorescos
árboles que tenían hojas púrpuras en unos pequeños tallos. Los senderos estaban cubiertos de
gravilla blanca y estaban bordeados por bonitas flores silvestres. Situaron las tumbas en
hileras enmarcadas por la hierba que creía en aquel paraje. Todas tenían una lápida de
mármol blanco en la que aparecía información de la víctima.
Naruto había leído cada una un millón de veces. Y había memorizado cada detalle. Cada
marca, cada línea, la forma en la que las letras estaban talladas. Suspiró profundamente
mientras dejaba una rosa blanca sobre la de su padrino.
También se habían producido muchos cambios positivos. Los aldeanos y los shinobis de
Konoha ahora mostraban mucho más respeto hacia Naruto Uzumaki. Al principio, el joven
había tenido problemas para acostumbrarse a los cambios. Antes, la gente lo regañaba cuando
gastaba bromas, le ponían motes y hablaban de él a su espalda. Ahora todos querían
estrecharle la mano e invitarle a tomar algo. Hordas enteras de adolescentes flirteaban con él
e incluso varios niños le habían pedido su autógrafo y algún consejo sobre cómo convertirse
en un impresionante shinobi. Había pasado de ser la persona más rechazada a la más popular.
Afortunadamente, Naruto seguía siendo Naruto. El éxito y la fama no se le habían subido a la
cabeza. Seguía siendo la misma persona de mentalidad positiva, amable y humilde de
siempre. Ni siquiera guardaba rencor a los aldeanos que antaño lo habían tratado mal y que
ahora actuaban como si fuera su mejor cliente o su amigo. Simplemente les daba las gracias
por su amabilidad y continuaba su camino.
Algunas personas todavía hablaban de él a sus espaldas, pero únicamente sobre su relación
con el Ninja Imitador. Las especulaciones de la gente le hicieron reír en más de una ocasión.
Después de su afectuoso comportamiento durante el discurso, su noviazgo se había
convertido en el tema más comentado en el pueblo. Aparentemente, el jugoso chisme era
incluso más interesante que los ataques que recientemente habían tomado lugar. A Naruto le
daba igual. La gente necesitaba una buena distracción.
Por otro lado, Kakashi se empleaba a fondo por ignorar a más gente de lo habitual mientras
caminaba por Konoha con su paso distante y despreocupado. Por si no tuviera suficiente,
muchos de sus colegas shinobi habían estado molestándole un poco. Naruto soltó una risilla
al acordarse de aquella vez que Kakashi y él estaban comiendo con sus amigos y Gai-sensei
había hecho un comentario acerca de que Kakashi finalmente estaba disfrutando de la flor de
su juventud, a pesar de sospechar que el vigor del Jōnin todavía no había despertado del todo
incluso a pesar de la vitalidad del joven rubio. Kakashi había estado a punto de atragantarse
con un trozo de zanahoria después de eso. Sin embargo, Naruto sabía que el shinobi mayor se
alegraba de que su relación hubiera salido a la luz. Ahora podían disfrutar de la compañía del
otro sin tener que andar escondiéndose o mintiendo al resto. Por supuesto, no todo el mundo
lo aprobaba. En su mayoría, gente que había querido casar a Naruto con una de sus hijas o
algunos miembros del consejo que no aceptaban una relación alumno-profesor. Kakashi
todavía tendría que hacer frente a las consecuencias de sus actos cuando Tsunade despertara
del coma y tomara su lugar como Hokage de nuevo. Pero por ahora se sentían felices y
relajados.
∞∞∞
—Así que, ¿dónde la quieres? —le preguntó Naruto mientras se sentaba entre las piernas de
su amante, en la cima de la Montaña Hokage. Se apoyó contra el pecho de Kakashi mientras
el shinobi mayor señalaba hacia la izquierda.
—Estaba pensando en algún sitio por ahí. Quiero que esté relativamente cerca del bosque y
de los terrenos de entrenamiento, y no demasiado lejos del mercado del distrito.
—Sí, eso es verdad. Además, por esa zona estará el nuevo Ichiraku —dijo Naruto mientras se
rascaba la cabeza.
—No demasiado. Dos habitaciones, un baño, aunque me gustaría que el salón fuera
espacioso. Por si viene gente a visitarnos —dijo el rubio feliz.
—¿Con práctica te refieres a que tenga un par de cajones y un hervidor de agua para hacer
ramen?
—También me gustaría que tuviera un jardín o algún lugar al aire libre donde pudiésemos
pasar el rato en privado —comentó Naruto mientras se imaginaba a sí mismo comiendo
ramen a la sombra de un árbol.
—Me parece bien —dijo Kakashi, con pereza—. Aunque no se me da bien la jardinería.
—¿Estanterías? ¿En plural? ¿Cuántos libros porno tienes exactamente? —le preguntó el
adolescente dirigiéndole una mirada de desaprobación.
—Uf, no tienes ni idea —dijo Kakashi bromeando mientras envolvía los brazos alrededor del
abdomen de Naruto, posando las manos sobre el regazo del shinobi más joven.
—Mmm. Vale. También me gustaría tener algunas plantas de interior. Mr. Ukki no sobrevivió
al ataque de Pain, pero había pensado en comprar uno nuevo.
Esa misma tarde, ambos shinobis hablaron sobre sus ideas con el arquitecto y los
constructores de su distrito. Antes de darse cuenta, su plan ya estaba en marcha. El héroe de
Konoha y su pareja Kakashi el del Sharingan tenían prioridad, a pesar de que Naruto había
insistido de forma implacable en que se construyeran las casas de los civiles primero.
Un mes más tarde, ya tenían su nueva casa. A ambos hombres les gustó el estilo. A Kakashi
le agradaba el estilo moderno de los muebles y lo espaciosas que eran todas las habitaciones,
mientras que a Naruto le encantaba la comodidad y el ambiente que reinaba en el lugar.
Aunque lamentaba no haber ganado la pelea con Kakashi sobre los colores de las paredes.
Quería haberlas pintado naranjas o de otros colores igual de brillantes, mientras que el
profesor prefería tonos grises y ocres. Los había definido como colores relajantes. Al final,
habían llegado a un pequeño acuerdo.
Kakashi había elegido los colores blanco y gris para las paredes y los muebles de la sala de
estar y el dormitorio, mientras que Naruto había elegido un dolorosamente brillante naranja
para el baño y un verde claro para las paredes de la cocina. Eligió muebles y
electrodomésticos de color blanco, que hacían resaltar aún más los colores de las paredes. Al
final, ambos shinobis habían quedado bastante satisfechos con el resultado.
La única cosa que todavía les quedaba por hacer era acostumbrarse a vivir juntos como
pareja.
En las semanas que llevaban viviendo juntos, sólo habían tenido una pelea de las gordas.
Kakashi se había dejado caer en el sofá después de un largo día de misiones de
reconstrucción y accidentalmente había aterrizado justo encima de uno de los shuriken de
Naruto, haciendo que pegara un salto mientras se agarraba el trasero y soltaba un grito.
Enfadado, había lanzado el shuriken hacia Naruto quien estaba de pie en la cocina, esperando
los tres minutos que tardaba la taza de ramen en estar lista. El shuriken la había perforado y
eso había acabado desatando el infierno. Varios platos rotos, Rasengans y rayos más tarde,
habían sido capaces de solucionar el pequeño conflicto y Naruto estaba curando la nalga de
Kakashi mientras el Jōnin le preparaba un nuevo tazón de ramen al joven. Así que, poco a
poco, se habían ido adaptando el uno al otro.
Habían pasado varios meses desde que habían comenzado a reconstruir la ciudad cuando, de
repente, se les informó de que la Hokage Tsunade había recobrado la conciencia. No mucho
más tarde, todos los shinobis de élite y los capitanes de equipo fueron convocados en las
ruinas de la antigua torre Hokage para tener una reunión al aire libre. Se anunció que Tsunade
no se veía capaz de volver a asumir su cargo como Hokage debido a la gravedad de sus
heridas. Sin embargo, tan pronto como estuviera algo más recuperada, se sentaría junto al
consejo para hacer una lista de futuros candidatos. Aquellos tenidos en cuenta recibirían un
mensaje personal y una invitación a una nueva reunión. Kakashi tragó con fuerza cuando se
enteró de aquella noticia. Sabía que Naruto quería el puesto más que nada en el mundo, era el
sueño de su vida convertirse en Hokage.
Ese mismo día, Kakashi y Naruto fueron convocados a la habitación del hospital donde
estaba Tsunade. Ambos hombres entraron arrastrando los pies, inseguros, no sólo porque
temieran las consecuencias de su relación, sino también porque estaban un poco preocupados
por ver a la que una vez había sido una poderosa Hokage en semejantes condiciones. Su
miedo se intensificó cuando se la encontraron sentada, con el ceño fruncido.
—¡Kakashi! —gritó cortante y enfadada—. ¡Explícate! ¿Son ciertos los rumores que he
escuchado?
Kakashi era el mejor cuando se trataba de esconder miedo, furia o cualquier otro sentimiento.
Era sencillo siempre que mantuviera puesta su máscara. La de verdad, por supuesto, y la que
hacía referencia a su actitud. Se quedó allí, ligeramente encorvado, con las manos en los
bolsillos, el ojo visible con una mirada perezosa, despreocupada, pero inteligente. A Naruto
casi le sorprendió que su amante no se encogiera de hombros con indiferencia. Casi. Pero
durante el tiempo que habían pasado juntos, había conseguido conocer a Kakashi bastante
bien. Demasiado bien, de hecho, puesto que ahora era capaz de ver a través de aquella
fachada. Así que, mientras estaban allí los dos de pie, Naruto fue el único que notó los ligeros
cambios en su postura que revelaban sus verdaderos sentimientos. En un instante supo que
Kakashi estaba nervioso o incluso preocupado por las preguntas de la Hokage y sus acciones.
Eran pequeñas cosas las que lo delataban. Una arruga en la frente, un pequeño tic en uno de
sus dedos, la mandíbula apretada… A Naruto no se le pasó ningún detalle.
—Sí —dijo Kakashi suspirando profundamente—. Los rumores son ciertos. Naruto y yo
hemos estado… viéndonos… desde hace tiempo —respondió, calmado.
—¿Es que acaso no sabes que las relaciones entre profesores y estudiantes están prohibidas?
—preguntó Tsunade con severidad mientras lo miraba directamente a los ojos.
—Sí.
—No.
—¿Piensas implementarlas? —preguntó Kakashi con valentía mientras levantaba una ceja.
Naruto se encogió al ver el fuego brillando en los ojos de Tsunade ante el descarado
comentario de su amante.
—Abuela —dijo Naruto mientras interrumpía la lucha de miradas que estaban teniendo
aquellos dos testarudos shinobis—. Fui yo quien se acercó a Kakashi-sensei. No creo que sea
él solo quien deba acarrear con la sanción que sea. Estoy con él de forma voluntaria.
—Cállate, Naruto —dijo ella con dureza—. Independientemente del hecho de que fueras tú
quien lo iniciara o que estés de acuerdo, Kakashi es tu superior. Eso significa que, sea como
sea, es el único responsable, especialmente porque fue él quien violó la ley que hay al
respecto.
—Puedes intentar cambiar las leyes cuando te conviertas en Hokage, mocoso. Pero de
momento, cierra el pico —respondió Tsunade con severidad, amonestándole.
»¡Kakashi! —soltó de pronto, provocando que los dos ANBU que hacían guardia y su
asistente Shizune pegaran un pequeño bote—. Por la presente, se te prohíbe enseñar a
shinobis menores de edad por un tiempo ilimitado. Una vez que Konoha haya sido
reconstruida, se te asignarán trabajos para la comunidad no retribuidos que tendrás que
realizar durante tres meses. Es decir, misiones de rango D y E. Si se necesita de tu asistencia
para una misión de mayor rango, se te permitirá posponer la sanción durante el tiempo que
tardes en regresar.
—Sin embargo —continuó con una mirada calculadora—, debido a tus heroicas acciones y a
tu aguda visión analítica durante los ataques a la villa, permitiré una reducción de la
sentencia. En acorde a la circunstancia especial aquí descrita, serás forzado a realizar un mes
de trabajo para la comunidad en lugar de tres. Por supuesto, sin retribuir. La limitación acerca
de la enseñanza, se mantendrá por ahora —añadió con rigidez.
—Puedes enseñar a aquel que busque tu ayuda de forma voluntaria. Sin embargo, si vuelves a
incurrir en otra infracción similar, con otro menor que no sea Naruto, serás sentenciado a
cuatro meses de prisión. Sin excepción. ¿Está claro?
—Ahora, bien, Naruto, por favor, déjanos a solas —dijo Tsunade dirigiendo su mirada hacia
el adolescente.
—Te golpearé a ti si sigues llamándome así. Ahora, vete —dijo ella irritada.
Naruto murmuró algo sobre ancianas malhumoradas mientras salía por la puerta.
—¿Cómo está llevando la muerte de Jiraiya? —le preguntó Tsunade ahora más calmada.
—Fue duro para él, todavía lo es. Pero ya ha superado la fase enfurruñada de no-quiero-salir-
de-casa ni hablar-con-nadie.
—Bien. Como sabes, Kakashi, Jiraiya, al ser su padrino, se suponía que tenía que contarle a
Naruto lo de sus padres y su herencia cuando cumpliera dieciocho años. Desafortunadamente,
esos planes han cambiado. Creo que ahora mismo tú eres lo más parecido que tiene a una
familia.
—¿No querrás que se lo diga yo? La verdad es que no creo que… —comenzó Kakashi
mientras daba un paso atrás.
—Considérala mi última orden como Hokage. Cuando cumpla dieciocho años, le informarás
de todo lo que merece saber.
Kakashi murmuró algo sobre un chantaje mientras Tsunade le gritó a Naruto que volviera a
entrar.
—Me imagino que a estas alturas ambos sabréis que voy a renunciar como Hokage.
—Voy a hacer una lista de posibles candidatos para Hokage, así como el resto del consejo.
Más tarde decidiremos entre todos quién debe convertirse en el Rokudaime, el sexto Hokage.
Quería advertidos a ambos con antelación. Kakashi, tú estarás en la lista. Naruto, tú no.
Para sorpresa de la mujer, sus reacciones resultaron ser demasiado similares. Ambos
gimieron audiblemente y empezaron a protestar diciendo que su decisión era cualquier cosa
menos acertada. Levantó la mano para detener a ambos hombres de sus divagaciones y sus
quejas.
—Primero de todo. Kakashi. Eres inteligente, sensato, analítico y honesto. Tienes la edad
adecuada, has alcanzado logros admirables como shinobi, si ignoramos tu última
transgresión, por supuesto, y sabes todo lo necesario sobre misiones y trabajo en equipo.
Dejando aparte que hayas perdido la cabeza.
»¡Naruto! ¡Deja de fruncirme el ceño y escucha, mocoso! —le gritó enfadada—. Tú, por otro
lado, eres demasiado joven e inexperto. Tus logros también son de admirar, por supuesto,
pero no puedes compararte con el prodigio que es Kakashi, o era. Eres temerario, bruto e
impulsivo y, seamos sinceros, todavía tienes que aprender unas cuantas cosas sobre
estrategia, historia, leyes y estructuras sociales. En resumen, no estás preparado. Ser Hokage
es más que ganar batallas y proteger gente. Y son esas otras cosas las que tienes que aprender.
Mientras miraba a ambos hombres a los ojos, se dio cuenta de que ambos estaban analizando
su indiscutible lógica y sinceridad. Suspiró profundamente.
—Sin embargo, tengo una propuesta —continuó—, en mi opinión, sería más que ideal que
Kakashi se convirtiera en el nuevo Hokage. De esa forma, podrías enseñarle a Naruto las
implicaciones que conlleva el trabajo, aparte de luchar y proteger. Cuando Kakashi determine
que Naruto está preparado, podrá renunciar y nombrar al mocoso como Nanadaime, el
séptimo Hokage.
—La verdad es que no es mala idea —dijo el adolescente mientras se rascaba la cabeza.
—Cállate, Hatake, lo harás bien. Creo que podrás soportar el tener que relacionarte con más
gente de la que estás acostumbrado. Y no te vendrá mal.
—No olvidéis que el consejo todavía no ha aprobado a Kakashi como el próximo Hokage.
Las cosas llevarán su tiempo —dijo Tsunade con cansancio—. Pero intentaré agilizar los
trámites. Después de todo, es el candidato más apropiado en este momento.
Naruto asintió. Kakashi cogió a su joven amante del brazo y anunció su partida mientras se
acercaba a la puerta. Los dos ANBU se movieron como reacción a su actitud brusca y casi
descortés, pero la actual Hokage levantó una mano para que se detuvieran.
—Dejadles salir. Ahora mismo no os conviene tener nada contra él —dijo mientras suspiraba
de nuevo y se recostaba contra las almohadas.
Tarde de sake
—Kashi, tranquilízate… —le dijo Naruto mientras intentaba seguir el ritmo de su amante.
—Lo de convertirme, tal vez, en Hokage —le corrigió Kakashi—. Afortunadamente, todavía
no hay nada seguro.
—Vale. Pero, ¿por qué te parece tan horrible la idea de la Abuela? —preguntó el adolescente
con una mirada confusa en sus ojos azules.
—Nunca he querido ser Hokage. Me gusta hacer misiones, me gusta viajar, incluso pelear. Y
me gusta el equilibrio que tengo ahora entre trabajo y tiempo libre. ¿Piensas que el Hokage
puede viajar o luchar a menudo? ¿Crees que tiene tiempo para entrenar o salir a dar una
vuelta? Es todo trabajo de oficina y responsabilidades.
—Pero serás el héroe de la villa. El que proteja a la gente —dijo Naruto, sin entender cómo
eso no superaba cualquier otra cosa negativa.
—A ambos —Naruto frunció el ceño—. De hecho, lo has demostrado hace poco. Además,
soy más que capaz de cuidarme solo —añadió un poco ofendido.
—Ya lo sé. Pero, de todas formas… Me gusta estar ahí cuando… cuando las cosas se
complican —añadió, diplomáticamente.
—Vale —dijo Naruto—. Bueno, si te conviertes en Hokage, no será durante mucho tiempo.
Supongo que asumiré el control en cuanto esté listo.
Kakashi se llevó todo al sofá y se dejó caer. Después de tomar un trago, le dirigió una mirada
al rubio que estaba de pie apoyado contra el marco de la puerta con una expresión peculiar,
como si estuviera intentando comprender uno de los grandes misterios de la vida.
—¿A qué le estás dando tantas vueltas? —le preguntó Kakashi con curiosidad.
Naruto pareció volver en sí cuando se dio cuenta de que su amante se estaba dirigiendo a él.
—¿En qué? Venga, dímelo —insistió Kakashi mientras se volvía a llenar el vaso.
—Estaba pensando —empezó Naruto, suspirando—, en que no sabía qué hacer para
animarte. Y eso ha hecho que me plantee si te conozco o no.
—Yo creo que me conoces muy bien. Mucho más que otras personas.
—Lo sé. No soy tan fácil de leer como tú porque tú eres mucho más impulsivo y no tienes
ningún problema en mostrar tus emociones.
—Bueno —Naruto asintió—, sí sé qué sientes, sé que estás enfadado y molesto —dijo con
firmeza mientras se sentaba junto a él en el sofá.
—¿Sólo mi presencia? —preguntó Naruto con astucia mientras miraba con fijeza la botella
de sake.
—Bueno… ya sabes a qué me refiero —contestó Kakashi con una sonrisa mientras atraía al
rubio más cerca.
Naruto presionó los brazos contra el pecho de Kakashi para apartarse un poco.
—Me da igual. Voy a besarte de todas formas —se rio el Jōnin mientras intentaba acercarse a
los labios de Naruto.
—Qué acosador —dijo mientras intentaba apartarse juguetonamente del beso de su amante.
Kakashi le hizo cosquillas en los costados con la intención de que apartara las manos que
mantenía apretadas contra su pecho. Su plan tuvo éxito y fue capaz de acercarse mucho más a
Naruto para besarle en el cuello y la cara, haciendo que se retorciera y tratara de escabullirse.
—Te voy a hacer tu cena favorita esta noche —dijo Naruto después de disfrutar durante un
rato del abrazo.
—¿En serio? —Kakashi abrió los ojos de par en par—. Eso estaría genial —dijo, con una
sincera sonrisa.
—¿Sabes? Siempre me ha gustado cocinar. Aunque no todo lo que preparo me queda bien.
Pero pienso que es como entrenar un ninjutsu, cuanto más practicas, mejor te sale. ¿Verdad?
—Tú eres bueno poniendo la mesa y lavando los platos —respondió Naruto sonriendo.
—Sí. Me acuerdo de las veces que fui a su casa. Me invitó en algunas ocasiones. Cuando
llegaba, siempre estaba haciendo algo en la cocina… —dijo Kakashi en voz baja.
—Yo no diría eso. Más bien amigos y ya. Se parecía más a la relación que tienes tú con
Iruka-sensei, supongo. O la que tiene Asuma con Shikamaru. Solíamos pasar tiempo juntos,
algunas veces.
—Nunca me habías contado nada de él —dijo Naruto, el dolor audible en su voz cuando se
apartó de Kakashi.
—Ya —dijo el rubio mientras se dirigía hacia la cocina para coger un zumo.
—Se suponía que Jiraiya te hablaría de tus padres cuando cumplieras dieciocho años —dijo
Kakashi en voz baja mientras veía al joven shinobi alejarse.
Se escuchó un fuerte golpe cuando Naruto dejó caer una botellita de zumo de naranja y se dio
media vuelta con una expresión molesta en el rostro.
—Y déjame adivinar. ¿Vas a esperar a que cumpla dieciocho años? ¿O directamente no lo vas
a hacer nunca?
—Naruto, ¿cuál fue la primera cosa que te enseñé? —le preguntó Kakashi con seriedad
mientras cerraba los ojos y vaciaba el vaso.
—Los shinobis que incumplen las reglas son escoria, pero los que abandonan a sus amigos
son incluso peor que la escoria… —recitó el rubio sin titubear.
—Y aquellos que abandonan a los que aman son incluso algo más horrible que eso. Así que,
dime. ¿Qué es lo que quieres saber? —le preguntó el Jōnin con calma.
Los ojos de Naruto se abrieron de par en par cuando se dio cuenta de la clase de conversación
que, su amante y él, estaban a punto de mantener. Observó cómo Kakashi se bebía otro vaso
antes de tragar pesadamente y fue sentarse junto a él de nuevo en el sofá.
Legado
Naruto se sentó solo en la cima de la Montaña Hokage. Las lágrimas ya se le habían secado
en las mejillas, pero no sabía si eran de felicidad o de tristeza. El viento sopló traspasando su
ropa, provocándole un escalofrío en todo el cuerpo. Después de reunir tanta información
como le había sido posible de Kakashi, simplemente había salido de casa dando un portazo.
Ni siquiera había pensado dónde ir. Sus pies lo habían llevado directamente allí, a los rostros
tallados en la piedra.
Naruto siempre había querido saber quiénes eran sus padres y cómo eran. ¿Habían sido
amables? ¿Guapos? ¿Talentosos? ¿Buenos shinobis? No sabía nada acerca de ellos. Excepto
que habían muerto durante el ataque del Kyūbi diecisiete años atrás, poco después de su
nacimiento. Ahora sabía por qué y cómo había sucedido.
La Montaña Hokage había sido como un refugio para él en muchas ocasiones durante su
juventud y después. Cuando se sentía molesto, había ido allí para observar la villa y el bosque
colindante. No sabía que había estado observando el mundo desde lo alto de la cabeza tallada
de su propio padre. El Cuarto Hokage, Minato Namikaze, la persona a la que había culpado
siempre de su miseria. Sin embargo, ahora que Kakashi le había contado por qué había
sellado al demonio en su interior, lo entendía. Su padre había salvado a toda la villa al hacer
aquello. Al comprenderlo se había formado una pequeña sonrisa en el rostro de Naruto. En
cierta forma, pensó, tenía sentido. De las anteriores generaciones, el Cuarto era una de las
pocas personas que tenía el pelo rubio y ya no sólo el color, incluso la forma era similar a la
de Naruto. Pero nunca había pensado que podía estar relacionado con un gran shinobi como
aquél. Especialmente considerando lo mal que se le había dado estudiar cuando estaba en la
Academia. Suspiró profundamente. Kakashi también le había hablado de su madre. La mujer
de pelo rojo de la que había heredado su impulsividad y su carácter alegre. Kakashi había
mencionado que era una mujer impresionante aparte de ser el anterior recipiente del Kyūbi.
Cuando el sol comenzó a ponerse, decidió volver a casa. Todavía se sentía un poco
traicionado por Kakashi, por el hecho de que no le hubiera contado nada antes. Sabía que no
era su culpa, que lo tenía prohibido, pero, sin embargo, no podía evitar sentirse así en lo más
profundo de su corazón. Cuando llegó a casa, se quedó de pie en la entrada, observando
hipnotizado la profunda grieta que tenía ahora la puerta de madera. Suspiró profundamente y
la abrió con cuidado. Sus ojos se agrandaron cuando se encontró con el maravilloso olor a
comida. Confundido y sorprendido, dejó atrás la sala de estar para dirigirse a la cocina. Allí
encontró a su amante, probablemente todavía un poco borracho, removiendo con entusiasmo
el contenido de una olla y friendo algo en una sartén.
—He intentado hacer… —dijo incómodo mientras se rascaba la cabeza—, esperaba poder
alegrarte un poco con esto… —añadió, tratando de disculparse.
Naruto no respondió. Durante un segundo simplemente se quedó allí de pie mientras
observaba el estado de la cocina y las manchas sobre la siempre perfecta ropa de Kakashi.
Después, sonrió mientras envolvía los brazos alrededor de la cintura del Jōnin y apoyaba la
cabeza contra el pecho del hombre más alto. Sonrió con más amplitud cuando sintió que
Kakashi le devolvía el abrazo.
—La verdad es que no sé si esto será comestible —dijo Kakashi rompiendo el silencio
después de varios minutos, mientras apoyaba la barbilla sobre lo alto de la cabeza de Naruto
—. Es la primera vez que hago ramen… lo mismo me ha quedado demasiado sano o algo de
eso.
—No te preocupes. Está bien. Supongo que he comido cosas peores durante las misiones —
Naruto se rió entre dientes mientras decía la misma frase que le había dicho Kakashi durante
su primer día de viaje juntos. El shinobi mayor también se rio.
—Así que hay cosas que eres capaz de recordar, ¿eh? —dijo, bromeando.
—Lo estaré, Kashi —respondió mientras asentía débilmente—. Sólo necesito asimilar toda la
información.
Varias semanas después, todos los candidatos a Hokage fueron convocados para tener una
reunión con la actual Hokage y el consejo de Konoha. Kakashi había estado temiendo aquel
día. No sólo porque sabía que Tsunade iba a recomendarle para el puesto, sino porque además
conocía los peligros inherentes de aquellas debacles políticas. Sabía que debía estar
preparado para lo que pudiera pasar.
Se levantó la bandana y escudriñó con ambos ojos a todos los allí presentes. Prestó especial
atención a tres personas. Estaban los dos ancianos, Homura Mitokado y Koharu Utatane, que
por muy inofensivos que parecieran, eran todo lo contrario y Kakashi lo sabía muy bien. En
teoría, la Hokage era la que tenía la última palabra en todos los asuntos. El consejo se había
constituido simplemente para dar su opinión y hacer las recomendaciones que creyeran
necesarias para que la Hokage tomara las decisiones más apropiadas. Sin embargo, en la
práctica, ambos ancianos tenían una gran influencia acerca de la forma de dirigir Konoha y
ambos tenían amplio apoyo de los ciudadanos e incluso de los shinobis, otorgándoles casi la
misma cantidad de poder que el que tenía la Hokage. Normalmente, ellos eran los que elegían
al nuevo cuando el anterior moría. Sin embargo, en este caso, Tsunade estaba bastante viva,
lo que para ellos complicaba las cosas. Kakashi además sabía que los dos ancianos solían
ponerse de parte del tercer miembro del consejo, Danzo Shimura. Un peligroso hombre que
había conseguido poder a través de la experiencia y el conocimiento, y que contaba con una
posición social bastante ventajosa. Además, era el líder de la organización Raíz, una
subdivisión de los ANBU de Konoha, fundada por él mismo, quien proclamaba que
ejecutaban misiones en beneficio de la villa. Kakashi se oponía fuertemente y desconfiaba de
sus métodos de trabajo y su secretismo. Así que allí se encontraba, atrapado en un nido de
víboras.
Suspiró profundamente.
Ya llevaban un buen rato con las negociaciones. Cada persona tenía derecho a hablar y
defender su candidatura o, como en el caso de Kakashi, apoyar la candidatura que había sido
presentada en su nombre. Tsunade ya había dado su opinión acerca de por qué pensaba que
Kakashi debía convertirse en el próximo Hokage. Había expuesto sus argumentos de forma
concisa, clara y bien estructurada, provocando que su discurso resultara bastante convincente.
Kakashi sabía que se lo había preparado bien, a diferencia de él mismo, y también sabía que
sus argumentos no eran malos ni faltos de lógica. En teoría, era cierto que él era la opción
más sensata. Si no fuera por su actitud relajada y su reciente transgresión con respecto a
cierto estudiante… Tsunade evitó mencionar sutilmente esos puntos en su discurso.
Durante su exposición, la cara de Danzo se fue volviendo más agria a cada minuto que
pasaba. Kakashi había estado observándole de forma intencionada con un vago gesto que no
mostraba ninguna emoción. Bastantes personas de las que habían asistido a la reunión
parecieron estar de acuerdo con sus ideas. Susurraban de unos a otros y asentían mientras
miraban en dirección a Kakashi.
—Hatake Kakashi, ¿tienes algo que agregar? —le preguntó con brusquedad la anciana,
Koharu.
—Creo que la actual Hokage ha sido capaz de explicar con bastante exactitud por qué mi
candidatura está justificada —replicó Kakashi cortante—. Como ha señalado, tengo
experiencia, conocimiento y las habilidades necesarias para gestionar de forma adecuada el
puesto. Me atrevería a decir que más que el resto de candidatos que están aquí presentes —
dijo con una mirada hacia Danzo, quien también estaba allí porque quería convertirse en
Hokage.
»Sin embargo, lo que ha dicho es cierto —continuó—. No pretendo ocupar el puesto por más
de cinco años. Después de lo cual mis habilidades se verán superadas por el shinobi Naruto
Uzumaki. Si prueba que reúne el conocimiento necesario y la sabiduría requerida en ese
momento, estaré más que dispuesto a dejar que él ocupe el puesto. Creo que su fuerte carácter
y su punto de vista idealista empoderarán y beneficiarán enormemente a Konoha. Además,
Tsunade-sama y yo hemos acordado encargarnos de la educación del joven con respecto a
asuntos históricos, políticos y sociales, y nos aseguraremos de que ponga en práctica lo
aprendido —dijo Kakashi sin vacilar.
—¿Y crees que eso es justo? —preguntó Danzo con aspereza—. Tales medidas, en las que
educas y eliges a tu propio novio… —Danzo casi escupió la palabra—, sería un gesto
deshonesto hacia otros posibles candidatos de la misma generación.
—Tsunade y yo hemos considerado múltiples candidatos entre los más jóvenes. Los tres que
han probado tener las aptitudes adecuadas para el puesto serían Shikamaru Nara, Sasuke
Uchiha y Naruto Uzumaki. Shikamaru, sin embargo, no demostró interés en convertirse en
Hokage cuando hablamos con él. Dijo que era problemático y añadió que preferiría
convertirse en asesor, consejero y estratega del Hokage. Lo cual, en mi opinión, sería mucho
más ventajoso para la villa. Sasuke Uchiha habría sido una buena opción debido a su
inteligencia, experiencia y habilidades. Sin embargo, ha traicionado a Konoha y actualmente
se encuentra en paradero desaparecido. Así que Naruto Uzumaki es la opción que nos queda,
y una bastante buena. Es increíblemente poderoso, tiene fuerza de voluntad, un buen corazón
y más autodisciplina y determinación de lo que habría creído posible en una persona. Por no
mencionar que además es el hijo de nuestro cuarto Hokage, Minato Namikaze y muchos
aldeanos lo consideran un héroe.
—Ésa es una acusación falsa —dijo Kakashi esforzándose al máximo por permanecer
calmado y hablar con un tono neutro—. Naruto y el Kyūbi siguen siendo dos seres diferentes
a día de hoy. El zorro demonio está sellado dentro de él. Eso es cierto. Pero no influye en
Naruto de ninguna manera. El chico sigue siendo el mismo, con la habilidad de manejar un
gran poder cuando lo necesita. Por ejemplo, para salvar a Konoha del reciente ataque de Pain.
Bastante conveniente que haya olvidado su ayuda en ese incidente, Homura-sama —replicó
Kakashi, tranquilo.
El anciano le dirigió al shinobi de pelo plateado una mirada severa antes de asentir
ligeramente.
Danzo, sin embargo, perdió el control de su furia cuando vio que los argumentos de Kakashi
se iban volviendo cada vez más peligrosos para su propia candidatura.
La sala permaneció en silencio mientras todos los ojos se enfocaban en el shinobi de cabello
plateado y Danzo. Tsunade tenía una mirada furiosa en el rostro, pero también permaneció
callada. Kakashi sintió la ira crecer en su interior, pero, sin embargo, no se permitió perder el
control de sí mismo ni de sus emociones.
—Ten cuidado —dijo mirando directamente a los ojos del hombre—, Danzo-sama —fue lo
único que dijo, de forma educada.
Danzo tragó con dificultad mientras el Sharingan de Kakashi comenzaba a girar sin control.
Nadie en la pequeña sala obvió la sensación de electricidad que llenó el aire junto con el aura
asesina que irradiaba del hombre.
Los dos miembros de Raíz que estaban de pie detrás de Danzo comenzaron a moverse
inquietos.
Tsunade intervino con rapidez, antes de que el conflicto se les fuera de las manos.
∞∞∞
—Lo sé, lo sé. Tranquilízate —dijo Kakashi mientras se frotaba las sienes.
—¿Qué? ¡Ni de coña! ¡Vamos! ¡Tenemos que celebrarlo! ¡Salgamos a dar una vuelta o algo!
—exclamó el rubio casi saltando en el sofá.
—¿Has vuelto a tomar café de forma accidental, Naru? —le preguntó Kakashi con una
mirada crítica—. Sabes que te tengo dicho que no…
—¡No he tomado! —lo interrumpió el adolescente—. Sólo estoy emocionado, Kashi. ¿No lo
entiendes? ¡Por fin mi sueño se va a hacer realidad! —gritó Naruto mientras aplastaba la cara
de Kakashi entre sus manos.
—Mírate. Todo enfurruñado porque no quieres convertirte en Hokage —le picó Naruto.
—Te voy a dar un puñetazo y no va a ser en broma —dijo Kakashi mientras miraba al joven
con frialdad, provocando que éste se riera a carcajadas.
Kakashi suspiró mientras cogía las llaves y el monedero y seguía a su amante a la calle.
Una hora más tarde, estaban sentados en una mesa de un popular bar junto con algunos
amigos. Se habían topado con el Equipo Gai de camino allí y cuando habían llegado se
habían encontrado con Asuma, Shikamaru, Ino y Sakura. Kakashi no iba a admitirlo, pero en
realidad le gustaba pasar el rato con sus amigos y los de Naruto. Le encantaba ver al rubio
interactuando con los demás y también apreciaba hablar con gente de su edad. Siempre le
había caído bien Asuma, que era un hombre bastante tranquilo, como él. Tener cerca a Gai,
por otro lado, era más bien un reto, pero, aun así, se preocupaba por su insólito rival. El
hombre siempre había insistido en su rivalidad, lo que había dado pie de forma inevitable a
aquella extraña amistad. Incluso cuando Kakashi había pasado por malos momentos y había
apartado a todo el mundo de su vida, Gai había estado ahí para él, aunque el Jōnin no quisiera
que estuviera.
Los amigos de Naruto vieron su oportunidad cuando Kakashi, Asuma y Gai se vieron
envueltos en uno de los desafíos de éste último en el bar.
—Así que, Naruto, ¿qué tal todo entre Kakashi-sensei y tú? —le preguntó con curiosidad Ino.
La pregunta inmediatamente atrajo la atención del resto de jóvenes. Estaba claro que su
relación había sido un tema muy discutido.
—La verdad es que muy bien, chicos —Naruto soltó una risilla—. Kakashi es genial cuando
le conoces. ¿Verdad, Sakura? —preguntó.
—Bueno, yo no lo conozco ni de cerca tan bien como tú —replicó la chica de pelo rosa—.
Así que, ¿qué puedes contarnos de él? ¿Es raro vivir juntos?
—Mmm —Naruto le dio una pensada—. La verdad es que no. Bueno, supongo que a veces
un poco.
—Bueno… ya sabéis. Imaginad a vuestro profesor haciendo cosas cotidianas como preparar
café, sacar la basura o poner la lavadora. Al principio era algo fascinante. Nunca había
pensado en mis profesores como personas reales, no sé si me entendéis —dijo Naruto
mientras intentaba explicárselo. Entonces se encogió de hombros y añadió—: aunque me
acostumbré enseguida. Porque es aún más raro besar a tu profesor y todo eso.
—La verdad es que la idea de besar a Gai-sensei es bastante asquerosa —dijo Tenten.
—Pues yo puedo imaginarme a Lee besándolo —añadió Ino, con una sonrisa burlona.
—¡No digáis esas cosas de Gai-sensei! —exclamó inmediatamente Lee, algo enfadado.
—¿Es tan extraño vernos a Kakashi y a mí juntos? —preguntó suprimiendo una risita.
—Bueno, sí. En cierta forma —dijo Sakura—. Sois muy diferentes el uno del otro —dijo
mientras el resto asentía.
—Sí, lo sé —respondió Naruto sonriendo—. Y, siendo honesto, nunca pensé que se fijaría en
alguien como yo precisamente por eso. Pero supongo que los polos opuestos se atraen.
—¿También lee sus novelas porno en casa? —le preguntó Lee con curiosidad.
—A veces. Aunque menos que en público, creo.
—¿Y qué hay de la máscara? —intervino Tenten—. ¿La lleva siempre puesta?
—También soy muy guapo cuando la llevo puesta, ¿no? —preguntó de pronto Kakashi desde
detrás de Naruto, provocando que todos sus entrometidos amigos se sonrojaran o miraran
hacia otro lado.
—Claro que sí —Naruto sonrió, respondiendo de forma amorosa mientras levantaba la vista
hacia el shinobi mayor que se cernía sobre él.
—Bien, me voy a casa. Tengo una misión de rango D en la ciudad mañana a primera hora.
¿Vienes conmigo?
—Sí, voy… hablamos luego, chicos —dijo guiñándoles el ojo mientras se levantaba y seguía
a Kakashi hasta la puerta. A Naruto le gustaba estar con sus amigos, pero si tenía que elegir,
prefería estar con Kakashi. Silbó feliz mientras caminaba al lado del hombre hacia casa.
Tan pronto como entraron en la sala de estar, Kakashi anunció que se iba a dar una ducha.
—Ven conmigo.
—¿En serio? ¡Vale! —dijo Naruto con alegría, dejando un rastro de ropa por el suelo
mientras seguía a Kakashi hasta el baño de color naranja intenso.
—Elegimos un plato de ducha enorme por una razón, ¿o no? —dijo el mayor guiñándole un
ojo.
—Qué gran verdad —dijo Naruto, ahora sólo con los bóxers puestos.
—Eres muy guapo, ¿lo sabías? Incluso con la máscara —dijo Naruto mientras retrocedía y
observaba a su amante de arriba abajo.
—Lo sé —dijo Naruto con una tenue sonrisa antes de quitársela. Al tener delante el rostro de
Kakashi una vez más, deslizó el pulgar por la cicatriz que tenía en el rostro.
—La cicatriz. O cicatrices para ser más preciso. ¿Te disgustan? —repitió.
—No, en absoluto. Las considero parte de ti. Lo que me disgusta es la idea de pensar que te
han hecho daño —respondió Naruto con sinceridad.
—Me imagino —respondió Kakashi mirando con fijeza los ojos azules de Naruto e
inclinándose hacia la mano que le acariciaba la cara.
Situó una mano en la cintura del rubio y lo atrajo hacia él. Su otra mano comenzó a moverse
contra la espalda de Naruto. El chico no opuso la más mínima resistencia y se aupó para darle
un beso. Kakashi le correspondió mientras acercaba más a su amante, situando una de sus
manos en la cabeza de Naruto, besándole con rudeza. Antes de darse cuenta, Naruto había
empezado a jadear con suavidad. Un sonido que siempre hacía aumentar su pasión.
Kakashi le quitó a su amante la prenda que le quedaba antes de quitarse los bóxers. Besando
a Naruto una segunda vez, alargó un brazo para abrir el grifo del agua. Con lentitud y
firmeza, guio al adolescente hasta debajo del agua caliente. Naruto se pegó a Kakashi tanto
como pudo para que así ambos pudieran disfrutar del chorro. Su creciente erección estaba
ahora presionando contra el muslo de Kakashi.
—Siempre me ha impresionado lo rápido que haces que me excite —le dijo Naruto con una
risita.
—Lo mismo digo —respondió Kakashi mientras miraba hacia abajo. La vista del shinobi se
dirigió entonces hacia el chico y sonrió al ver su expresión. Cuando Naruto levantó sus ojos
azules, pudo ver que estaban llenos de lujuria. Antes de darse cuenta, el rubio se había
arrodillado frente a su endurecida longitud.
Naruto se había vuelto bastante habilidoso, así que Kakashi se encontró al borde del orgasmo
con rapidez. El rubio estaba tan entregado que era evidente que iba a continuar incluso
aunque Kakashi se corriera, conduciendo al Jōnin al borde de la locura. Kakashi había tenido
que aprender a contenerse un poco, que era la razón exacta por la que ahora estaba agarrando
el pelo rubio de Naruto y respirando con dificultad. Cuando escuchó al chico jadear de placer,
casi perdió el poco control que le quedaba. Gimió fuertemente mientras intentaba apartarse
un poco, pero Naruto le estaba agarrando con fuerza de las caderas, haciendo que se
mantuviera en el sitio.
Kakashi estuvo a punto de gritar cuando sintió al rubio chupando con fuerza la punta de su
pene, con demasiada ansia.
—¡Na… Naru… to! ¡Sen… sensible! —exclamó mientras intentaba apartarse una vez más.
Su joven amante no se lo permitió. Apretó con más fuerza su agarre en las caderas de
Kakashi y comenzó a lamerle con más cuidado mientras giraba la lengua alrededor de la
longitud de su amante. Kakashi sintió lentamente que sus fuerzas lo abandonaban mientras
hacía todo lo posible por mantenerse en pie. Sus dedos se deslizaron por el húmedo pelo
rubio de Naruto, el cual estaba completamente desordenado. Finalmente, su amante se detuvo
y lo dejó ir.
—Ha sido impresionante, Naru… —dijo Kakashi con la garganta seca y rasposa.
—A mí también me ha gustado —le dijo Naruto feliz, mirando hacia arriba con una amplia
sonrisa y relamiéndose.
—Me he dado cuenta —dijo Kakashi riéndose, mientras levantaba al rubio para abrazarlo con
fuerza. Le encantaba sentir el calor que transmitía, su suave y húmeda piel contra la suya.
Besó a su joven amante profundamente mientras cogía el bote de gel. Rompió el beso y se
echó un poco en la mano.
—Duerme, Naruto. Estás exhausto —le susurró con suavidad mientras besaba el pelo
húmedo del rubio. Naruto murmuró algo incoherente en respuesta antes de quedarse dormido.
Su mejilla presionada contra el hombro de Kakashi.
¡Chidori!
Tres días después, Naruto se encontró a dos miembros del ANBU llamando a la puerta.
—Tenemos que hablar con Sabueso —dijo el más alto con rudeza.
—¿Sabueso? —respondió Naruto con tono burlón—. Vale, dame un segundo —dijo mientras
se daba media vuelta.
—¡Kakashi! ¡En la puerta hay un pájaro feo y un maleducado gatito preguntando por ti! —
gritó hacia la habitación.
—Sí, o algo parecido —dijo mientras miraba de forma tosca a los dos ANBU enmascarados.
—Ah. Hola Halcón, hola Lobo. ¿Qué os trae por aquí? —preguntó mientras se apoyaba en el
marco de la puerta ligeramente encorvado.
—Tenemos órdenes de llevarte ante la Hokage. Sin el ‘zorro’ —dijo el ANBU más alto casi
escupiendo la última palabra mientras le dirigía a Naruto una mirada de desdén.
—¿Qué has dicho, pajarraco…? —gritó Naruto enfadado antes de que Kakashi lo
interrumpiera.
—Naruto, deja de molestar a los ANBU. Volveré enseguida, ¿de acuerdo? —le dijo
repentinamente serio mientras se erguía y empujaba al joven shinobi al interior de la casa—.
Te veo más tarde —le gritó mientras cerraba la puerta con rapidez y seguía a los hombres.
∞∞∞
—Kakashi, gracias por venir —le dijo Tsunade al shinobi de pelo plateado mientras le hacía
un gesto para que entrara en la oficina.
—¿Era necesario que enviaras a los ANBU a buscarme a casa? —le preguntó con un tono
ligeramente acusador.
—Quería asegurarme de que llegases a tiempo por una vez. Tenemos mucho que revisar —le
dijo ella con seriedad—. Hemos decidido que tú serás el próximo Hokage. Felicidades —le
informó con orgullo.
—¡Deja de mostrarte tan indiferente, Kakashi! —le gritó cabreada—. Esto es serio. ¡No
podemos tener un Hokage que dé la sensación de que le importa todo una mierda!
—Lo siento —dijo rápidamente enderezándose y cambiando de actitud—. Aunque la verdad
es que no me alegro… Pero supongo que Naruto sí lo hará.
—Estoy segura de que sí —dijo con una pequeña sonrisa—. Pero lo primero es lo primero,
Kakashi. Hay algunos papeles que tienes que leer y firmar. Cuando lo hayas hecho
decidiremos la fecha para la ceremonia oficial en la que haremos pública la decisión. Siéntete
libre de contarles la noticia a tus amigos. De todas formas, la gente lo sabrá pronto.
—Unos pocos, sí. Principalmente por tu actitud y tus transgresiones. Pero muchos creyeron
en ti también, yo incluida, por supuesto —dijo sonriendo—. Sin embargo —de pronto su
expresión se ensombreció un poco—, debo advertirte sobre una cosa. Danzo estaba muy
cabreado y decepcionado por los resultados. Había anticipado que él sería el elegido para
convertirse en el próximo Hokage. Así que… no bajes la guardia durante las próximas
semanas, ¿de acuerdo?
—Claro —dijo Kakashi, asintiendo ligeramente. Sabía que no debía subestimar al líder de
Raíz, pero tampoco es que le diera miedo el anciano.
Después de realizar el papeleo pertinente, Kakashi pudo regresar a casa. Tsunade le había
dado varias hojas informativas. Algo así como la descripción del trabajo, pero de forma
mucho más elaborada. Las leería más tarde, después de contarle a Naruto las noticias. Estaba
seguro de que esta vez el rubio iba a explotar de la emoción.
—¿Y bien? ¿Qué te han dicho? ¿Es por lo del nuevo Hokage? ¿Te eligieron? —preguntó
Naruto mientras saltaba de un pie a otro.
—¡Kashi! ¡Respóndeme! —gritó el rubio tan alto que los vecinos probablemente se habrían
caído de sus sillas.
—He sido elegido para convertirme en el próximo Hokage —dijo con calma, observando
cómo Naruto explotaba de felicidad.
—¡SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ! ¡LO SABÍA! —exclamó mientras saltaba a los brazos de Kakashi y besaba a
su amante con brusquedad. Kakashi estuvo a punto de caerse de culo por la fuerza del
adolescente, haciéndolo reír.
—Tranquilízate, Naru, o vas a acabar haciéndonos daño —dijo con una risita.
—¡Vas a ser el Sexto, Kakashi! ¡Y yo voy a ser el Séptimo! ¡Voy a ser Hokage! ¡Como mi
padre! —exclamó contento, incapaz de reprimir su entusiasmo.
Aunque Kakashi se sentía poco emocionado por sus nuevas tareas, había valido la pena por
ver lo feliz que aquello había hecho a su amante. Sonrió ampliamente cuando se dio cuenta
de que haría cualquier cosa por el rubio. Literalmente, con tal de verlo así.
—Vas a ser un gran Hokage algún día, Naru. Estoy seguro de ello —respondió con calma
mientras le devolvía el abrazo a Naruto.
—Tú también vas a ser un gran Hokage, Kashi —le dijo Naruto con una radiante sonrisa—.
Me alegra mucho que hayas sido elegido.
∞∞∞
No mucho después, Kakashi y Naruto invitaron a sus amigos más cercanos al asador favorito
de Choji para contarles las nuevas noticias. Todos reaccionaron de forma muy positiva. Todos
creían que tanto Kakashi como Naruto se convertirían en grandes Hokages. Además, se
alegraron porque el rubio pudiera finalmente cumplir su sueño. Gai se emocionó tanto por la
noticia que tuvo que reprimir un sollozo cuando abrazó fuertemente a Kakashi, causando que
el shinobi de pelo plateado se encogiera torpemente mientras trataba de escapar de los fuertes
brazos de la Bestia de Konoha. Naruto se rio cuando vio los infructuosos intentos de su novio
por liberarse. Después de una agradable cena y alguna que otra copa, Kakashi y Naruto
decidieron que era hora de volver a casa.
Mientras paseaban por la calle, vieron una oscura figura caminando en su dirección. Kakashi
sintió un escalofrío recorriendo su espina dorsal. Una sensación que estaba acostumbrado a
tener en entornos desconocidos, no en Konoha y mucho menos tan cerca de su casa. Sin
embargo, no lo ignoró. Sabía que sus instintos rara vez se equivocaban. No sabía por qué
aquella silueta podía suponer un problema, pero por si acaso se preparó con disimulo,
levantándose lentamente la bandana y dejando expuesto su Sharingan; a pesar de estar un
poco borracho, estaba listo para cualquier cosa. Naruto, que también había bebido de más,
estaba demasiado ocupado centrándose en sus inestables pasos como para darse cuenta del
posible peligro.
—Kassshi, vamos —dijo, arrastrando las palabras mientras se daba media vuelta para ver qué
era lo que estaba reteniendo al Jōnin.
Su cerebro registró que algo no andaba bien cuando vio que Kakashi se había subido la cinta.
Kurama también percibió la extraña sensación y rápidamente se centró en liberar el cuerpo de
Naruto de los efectos del alcohol, aclarando con efectividad la cabeza del joven mientras se
acercaba a su amante.
—Es ese tío de ahí, el que está andando en nuestra dirección de forma tan pausada. He
percibido una actitud hostil hacia nosotros.
La figura aceleró el paso, acercándose, y Kakashi pudo reconocerlo enseguida como Danzo.
—Naruto, es Danzo, uno de los miembros del consejo de Konoha y uno de los candidatos a
Hokage —le explicó educadamente, presentando al shinobi mayor a Naruto mientras lo
advertía al mismo tiempo.
—Buenas tardes —dijo Danzo, también de forma cortés—. Por favor, disculpadme si os he
sobresaltado —dijo casi con un tono burlón mientras miraba de forma mordaz hacia la
bandana levantada de Kakashi.
—Nada que perdonar —replicó Kakashi con calma—. Sin embargo, hombre precavido vale
por dos —añadió con astucia.
—Gracias —respondió Kakashi, cortante—. Hasta luego —se despidió, no con rudeza, pero
sí con una pequeña advertencia en su voz, mientras tiraba de Naruto.
—Sólo un minuto, por favor, Hatake —dijo Danzo cuando ambos hombres lo dejaron atrás.
—Sólo me estaba preguntando, por el bien de tu joven amigo aquí presente, si se lo habías
explicado todo —dijo Danzo con una desagradable sonrisa—. Creo que nuestro futuro
Séptimo debería saber por qué se siente tan atraído por su apático sensei.
—Ya ves, Naruto. Le he dado unas cuantas vueltas. ¿Por qué este niño Jinchūriki se
enamoraría de su profesor? Ha sido un gran escándalo, ¿sabes? —dijo, como si estuviera
regañándole.
—¿De qué estás hablando, viejo? —soltó Naruto mientras le dirigía una mirada interrogativa.
—Así que, ¿no lo has descubierto todavía? ¿De verdad piensas que te has enamorado porque
sí de tu profesor de treinta y un años? —Danzo soltó una risa burlona—. Cuando eras un crío
no recibiste atención ni reconocimiento porque eres un demonio. Y ése es el motivo por el
que ahora buscas aprobación y atención del adulto al que obligaron a pasar tiempo contigo.
Tu profesor. Ha estado a tu lado porque ése es su trabajo, chico.
—Sé que te has preguntado por qué este hombre se preocupa tanto por ti. Déjame que te lo
explique, mocoso idiota. No lo hace. Le importaba tu padre, su profesor Minato. Y lo que
pasa es que resulta que te pareces bastante a él. Si hubieras heredado más rasgos del
recipiente-demoníaco que era tu madre, te hubiera dejado morir en una zanja si se hubiera
dado el caso. No le llaman Kakashi el-Mata-Amigos por na…
Las mentiras crueles y despiadadas de Danzo se vieron repentinamente interrumpidas por los
borbotones de sangre que empezaron a salir de su boca. Sus ojos se abrieron de par en par
cuando sintió el dolor que le atravesaba. Lo último que vio fueron los ojos de Kakashi, a sólo
unos centímetros de los suyos, y lo último que escuchó, fue la voz de Kakashi gritando
Chidori, un segundo antes de que el Jōnin incrustara su brazo a través del pecho del líder de
Raíz. Todo sucedió tan rápido que Naruto apenas fue capaz de moverse. Los ojos como platos
mientras veía a Danzo caer al suelo muerto mientras Kakashi retiraba el brazo. Antes de que
pudiera decir algo, tres ANBU miembros de Raíz cayeron sobre Kakashi en una feroz
acometida. El Jōnin se movió con más rapidez que un rayo mientras empujaba a Naruto,
apartándole antes de que le impactaran varios ataques. Su velocidad también le permitió
alejarse de sus atacantes. Miró fugazmente hacia su izquierda, donde su joven amante se
estaba preparando para luchar también.
—Intenta no matarlos, Naruto. Sólo están haciendo su trabajo. Trata de noquearlos o dejarlos
inconscientes; algo de eso —gritó hacia él.
Naruto asintió ligeramente mientras formaba con rapidez varios clones de sombra. Dos de
ellos se dirigieron hacia la torre de la Hokage.
Después de varios minutos de una brutal lucha, en la que los miembros de ANBU no se
contuvieron en absoluto, la pelea fue interrumpida por la voz de Tsunade.
—¡Retiraos! —le gritó a los ANBU—. ¿Qué está pasando aquí? —exclamó furiosa—.
¡Hatake! ¡Quiero una explicación! —soltó iracunda.
—Danzo estaba esperándonos aquí, al lado de nuestra casa. Su objetivo era desafiarnos, creo.
Dijo cosas bastante crueles para provocar una pelea.
—¡Idiota! —exclamó Tsunade mientras le daba un golpe en la cabeza—. ¡Tú de entre todas
las personas deberías haberlo sabido! ¡Mira todo esto, Kakashi! ¡Has asesinado a un miembro
del consejo, por el amor de dios! ¡Probablemente su intención era provocarte para que lo
atacases y así poner en peligro tu nombramiento!
—¡Vosotros tres! —dijo ella señalando hacia los ANBU que observaban todo aquello con
incomodidad—. Llevadle el cuerpo de Danzo a Ibiki. Cuando acabéis con eso, quiero que os
personéis inmediatamente en mi oficina. ¡Ya! —gritó, su cara ahora roja por la furia.
—¡Y tú! —dijo clavándole a Kakashi el dedo en el pecho—. Estás en la cuerda floja. Te
quiero en mi despacho mañana a las siete. ¡Y no te atrevas a llegar tarde! —exigió, tan
enfadada que Kakashi sólo fue capaz de asentir antes de que ella desapareciera formando una
ráfaga de viento.
—¿Estás bien? —le preguntó en un susurro, preocupado por el silencio de Naruto y por lo
pálido que estaba.
—No… no estoy seguro —respondió—. Todo sucedió tan rápido. Mataste a ese tío… ni
siquiera te atacó, Kashi… —dijo el rubio un poco impresionado y turbado.
—Lo sé —dijo Naruto, suspirando también—. ¿Cómo te encuentras? Esos tres se te echaron
encima… —comentó el rubio cuando vio a Kakashi limpiarse un poco de sangre del ojo.
—No estoy seguro —dijo Kakashi—. Creo que estoy un poco entumecido por el alcohol.
Pero sé que me golpearon al menos un par de veces. Supongo que enseguida lo notaré —
añadió mientras se frotaba algunos puntos que sentía especialmente doloridos.
—Vamos a casa… —dijo Naruto mientras suspiraba una vez más y comenzaba a andar.
Kakashi asintió y lo siguió, consciente de los pequeños trozos de hueso que se habían
quedado incrustados en su brazo cuando lo había sacado del pecho del hombre.
Una hora más tarde, se tumbó en la cama mientras Naruto se cernía sobre él, revisando los
moratones y los cortes.
—Creo que tienes varias costillas rotas —le dijo echando un vistazo al oscuro cardenal que
tenía su amante en el torso.
Naruto se acostó a su lado. El movimiento provocando que Kakashi tuviera que ahogar un
grito. El rubio se acercó a él.
—Las cosas que dijo Danzo… eran mentira, ¿verdad? —Naruto expuso en voz alta sus
pensamientos.
Kakashi suspiró y eso le provocó otra ola de dolor que se deslizó a través de su pecho.
Maldijo en voz alta hasta que la mano de Naruto encontró la suya. Una vez recobrada la
compostura, intentó responder a la pregunta del joven.
—Desde mi punto de vista, mentía, sí. Pero, para ser honestos, la primera vez que mostraste
interés en mí, consideré que podía ser porque era el único que había pasado tiempo contigo,
aparte de Iruka —admitió Kakashi—. Suele pasar que los estudiantes faltos de afecto lo
busquen en otros lados… y como dijo Danzo, un profesor tan pasota como yo puede resultar
atractivo en cierta forma. Pero enseguida me di cuenta de que tus sentimientos hacia mí eran
mucho más profundos y que no buscabas en mí cariño o amistad. Que lo que sentías era
mucho más sincero que todo eso —le explicó Kakashi—. Y es algo que tengo muy claro.
—Y lo que dijo sobre que yo te gustaba por… —preguntó Naruto en voz baja.
—No eres Minato… tienes su pelo y alguno de sus rasgos, pero tienes el carácter de tu
madre. Ambos me importaban y Minato era mi profesor. Nada más. Nunca pensé en él de esa
forma… Y, honestamente, cuando empezamos a salir juntos, fue difícil para mí pensar en ti
como su hijo. No creo que él aprobara esto… por lo de la edad y todo eso. Pero creo que sería
capaz de apreciar lo felices que nos hacemos el uno al otro.
—Me he preguntado en múltiples ocasiones por qué te enamoraste de mí… somos muy
diferentes, después de todo —dijo el adolescente.
—Cierto. Naruto, la verdad es que no lo sé. La gente cambia, supongo. Cuando te conocí no
me sentí atraído por ti en absoluto. Te consideraba un mocoso molesto al que debía proteger.
Principalmente porque eras mi mocoso molesto, de mi equipo y además el hijo de mi
profesor. Más tarde, cuando supe mucho más de ti, qué clase de persona eras, en qué creías,
cómo tratabas a la gente… empecé a verte como mi estudiante y mi amigo. Pero con el
tiempo creciste y bueno… te convertiste en un joven bastante atractivo y nuestra amistad se
hizo mucho más fuerte cuando comenzamos a viajar juntos. Una cosa llevó a la otra y ahora
estoy locamente enamorado de ti —dijo con una sonrisa, pensando en el pasado—. No puedo
imaginar mi vida sin ti, ni quiero hacerlo —añadió Kakashi en un susurro—. Por cierto,
¿cómo te enamoraste tú de mí? —le preguntó curioso.
El rubio lo pensó largo y tendido. Nunca había sido muy bueno con las palabras, o por lo
menos no tan bueno como Kakashi…
—Bueno… eh. Veamos… La primera vez que te vi, me pareciste intrigante y un poco
intimidante. Pero también me pareciste un tío amable. Entonces comenzaste a entrenarnos y
esa opinión cambió rápidamente —dijo con una sonrisa—. Quería impresionarte, llamar tu
atención… pero temía que sólo tuvieras ojos para Sasuke debido a su gran talento como
shinobi. Y, en cierta forma, así fue… —comentó un poco decepcionado al recordarlo—. Pero
en el fondo sabía que también te preocupabas por mí —dijo rápidamente cuando vio la
expresión de Kakashi—. Creo que estaba enamorado de ti desde el principio, porque la
verdad es que me sentí bastante celoso cuando me enteré de que ibas a darle clases privadas a
Sasuke. Y os espié varias veces entre los arbustos —le explicó mientras Kakashi le miraba
con una expresión inquisitiva.
—Más tarde, renuncié a intentar conquistarte. Pero fui incapaz de ignorar mis sentimientos
durante nuestro viaje. Una cosa llevó a la otra y aquí estamos —dijo Naruto encogiéndose de
hombros.
—La verdad es que no se te dan nada bien las palabras —dijo Kakashi, negando con la
cabeza.
—Cállate. ¡Ya lo sé! —replicó Naruto, enfadado.
—Bueno, sea como sea, me alegro de que siguieras intentando conquistarme —dijo Kakashi
apretando la mano del joven—. Y siento que vieras las lecciones privadas con Sasuke. En ese
momento creía que era mi único estudiante con potencial. No podía haber estado más
equivocado. Me imagino que la situación no fue agradable para ti —dijo preocupado
mientras intentaba acercarse más todavía a Naruto, frunciendo el ceño ante una punzada
inesperada de dolor.
—No pasa nada. Fue hace mucho tiempo —respondió Naruto mientras pasaba el brazo de
Kakashi sobre su cintura—. Y, además, al final me llevé el premio —añadió feliz.
—Sin duda alguna, eres mi estudiante con más potencial. Simplemente no pude verlo por
aquel entonces —dijo a modo de disculpa.
—La verdad es que no hay mucho que decir. Actué de forma imprudente.
—Mira, actué por instinto. No confiaba en Danzo desde el principio, porque estaba claro que
no aprobaba que Naruto y yo estuviéramos juntos ni que me fuera a convertir en Hokage, y
ambos sabemos que no es alguien de quien te puedas fiar. Ha estado conspirando con la
organización Raíz. Has visto cómo trata a shinobis como Sai o Tenzo. Nunca me gustó ese
tío. Estaba esperándonos en la puerta de nuestra casa y me dio mala espina. Cuando empezó a
hablarle a Naruto con altanería y a decirle cosas hirientes sobre por qué me importa,
simplemente reaccioné.
—Lo sé.
—Deberías estar agradecido porque haya hablado con los miembros del ANBU-Raíz que te
abatieron.
—Silencio.
—Como estaba diciendo, he hablado con ellos. Todos tienen sellos malditos en sus lenguas
para prevenir que se les escape información, pero he hecho que Ibiki e Inoichi buscasen en
sus recuerdos. Resulta que Danzo no se acercó a vosotros con buenas intenciones. Así que,
después de todo, no te equivocaste al reaccionar como lo hiciste.
—¿Qué plane…?
—Eso ya no te concierne.
—¿Habrá consecuencias?
—No. Declararemos que fue en defensa propia. Tenemos suerte de que no haya testigos que
puedan informar sobre quién inició la pelea.
—Gracias.
—No hagas que me arrepienta —le advirtió con seriedad—. Estoy salvándote el culo porque
necesito que me sucedas como Hokage, pero pasar por alto un asesinato es mucho pedir, así
que por la cuenta que te trae más te vale que seas el mejor Hokage que haya visto esta
aldea…
∞∞∞
—He encontrado a Mitones —dijo con cansancio mientras le entregaba una pequeña jaula
que contenía un gato blanco y peludo.
—¡MITONES! ¡Oh, gracias a dios! —chilló la mujer—. ¡Qué gatito tan travieso! ¿Cómo
pudiste marcharte así? Dile gracias a este apuesto joven por traerte de vuelta a casa.
El hombre volvió a suspirar mientras se daba media vuelta y volvía a la villa. Las misiones de
rango D y E eran un coñazo para un shinobi como él, pero sospechaba que ése era el principal
objetivo de la sanción. Además de la humillación. Sin embargo, lo mucho que había
disfrutado su viaje con Naruto valía más que la pena, pensó para sí mismo. Ya habían pasado
tres semanas y cuatro días de trabajo duro. Más tarde tenía que arreglar tres jardines y habría
terminado. Por fin, pensó. Estaba deseando volver a entrenar con Naruto, además de
prepararse para sus nuevas funciones como Hokage, por supuesto.
Unas veinte horas después, Kakashi atravesaba la puerta de su casa. Encontró a Naruto
sentado en el sofá leyendo unos pergaminos. Se dejó caer junto a él y apoyó la cabeza sobre
el regazo de su pareja.
—Me alegro de que hayas terminado de cumplir tu castigo, honorable Sexto Hokage —le
dijo el rubio.
—Como si hubiera tenido elección cuando fui seducido por un zorrito sexy como tú.
—Ten piedad, ¡oh, poderoso Séptimo! —dijo Kakashi riéndose entre dientes.
—Unos pergaminos sobre las técnicas del Cuarto. Tenía ganas de aprender alguna nueva
antes de convertirme en Hokage y me pareció un buen punto de partida. Resulta que mi padre
conocía el Rasengan.
—Mañana tengo una reunión con Tsunade para hablar sobre mis deberes como Hokage. La
ceremonia será el lunes. Está pasando todo muy rápido —dijo Kakashi con un pequeño
suspiro.
—Claro. Pero también es raro. Hoy he estado haciendo trabajos de jardinería y en dos días
me convertiré en Hokage.
—Estás muy mono cuando te quejas —dijo Naruto riéndose entre dientes.
Naruto soltó una carcajada mientras veía a su amante dirigirse hacia la nevera.
∞∞∞
Kakashi miró a la gente y a los shinobis de Konoha. Todos estaban vitoreándole, haciéndolo
sentir increíblemente incómodo. Ignoró el fuerte deseo de sacar su libro e intentó encontrar la
cabeza rubia de Naruto y sus ojos azules entre la multitud. Se tranquilizó instantáneamente en
cuanto localizó a su joven amante de pie junto a sus amigos. Estaba animándole con una
expresión de orgullo en la cara. Suspiró profundamente, mientras levantaba una mano para
saludar a la gente a quien ahora debía proteger.
—Buena suerte, mocoso —escuchó que le decía Tsunade. Estaba sonriéndole desde su flanco
izquierdo—. Lo harás muy bien.
Kakashi asintió. Alegrándose porque su máscara le cubriera el sonrojo y ocultara su
nerviosismo.
Una hora más tarde, entraba en su oficina… la oficina del Hokage. Donde se había reportado
cada vez que había terminado una misión. Observó el punto donde normalmente solía
permanecer, solo que ahora lo miraba desde detrás de un enorme escritorio. Se sintió
extrañamente fuera de lugar. Le había ordenado a los dos ANBU que salieran, a pesar de que
la costumbre era quedarse a su lado. Todavía podía sentir su presencia y eso le molestaba un
poco. Estaba acostumbrado a estar solo, excepto por Naruto, lo cual apreciaba.
Su asistente Shizune le había puesto una enorme pila de formularios, mapas y papeles sobre
el escritorio. Los observó. Su libro le quemaba en el bolsillo, pero aun así lo ignoró, cogió
uno de los papeles del montón y lo ojeó.
—El país blablablá quiere asistencia para blablablá… —leyó ignorando los detalles—.
Asignar un equipo. Parece el trabajo adecuado para un buen equipo de Genins… —se dijo a
sí mismo—. Vamos a ver a quiénes tenemos disponibles —murmuró mientras cogía una
carpeta. Enseguida, se perdió en el cúmulo de trabajo.
Sabueso y Gallina
Ser Hokage conllevaba mucho trabajo, pero se hizo con ello más rápido de lo que había
pensado. La parte más dura, sin embargo, era mantenerse en forma. Incluso aunque ahora
fuera Hokage, sabía que sólo era cuestión de tiempo antes de que Naruto se hiciera cargo del
puesto y el volviera a ser un shinobi de élite una vez más. Con eso en mente, Kakashi
intentaba entrenar siempre que podía, por lo menos una vez al día. Naruto a menudo se
quedaba en la torre del Hokage para estudiar o terminar las tareas que le habían puesto
Tsunade o Shizune quienes lo estaban supervisando. En esas ocasiones era cuando Kakashi
aprovechaba para entrenar solo o con Gai. En cierta forma, sentía lástima por el adolescente
rubio, quien odiaba quedarse en un sitio sin poder moverse, estudiando, pero sabía que no
había forma de evitarlo, no si Naruto quería convertirse en Hokage de verdad.
Al final del día, ambos shinobis hablaban sobre lo que habían hecho o aprendido. A veces
charlaban durante la cena o mientras entrenaban y otras veces incluso mientras jugaban con
los Perros Ninja de Kakashi. Hoy, ambos estaban tirados en el sofá, Kakashi tumbado con la
cabeza apoyada en uno de los extremos. Tenía a Naruto a su lado, mientras leía uno de sus
libros Icha Icha. El joven shinobi estaba contándole una historia sobre el tercer Kazekage, el
líder de la Villa de la Arena, quien se suponía que era el Kazekage más fuerte de todos los
tiempos. Cada día le quedaba más claro a Kakashi que Naruto estaba aprendiendo
muchísimo. Principalmente escuchando las historias que Tsunade le contaba. Al parecer al
chico le costaba más recordar las cosas que leía. Kakashi se sintió aliviado al notar que el
rubio parecía estar incluso más convencido de convertirse en Hokage que antes, a pesar de las
lecciones que tenía que recibir.
Al día siguiente, se le permitió a Naruto asistir a una reunión que Kakashi tenía con tres
shinobis de la Villa Oculta de la Hierba, Kusagakure. Naruto recordaba que esa aldea era
aliada de Konoha y que solían trabajar juntas. Tenían un acuerdo para intercambiar productos
locales, pero también se ayudaban unos a otros con misiones o incluso se prestaban shinobis
de forma temporal. Kusagakure recientemente le había cedido a Konoha algunos shinobis
para ayudarles con el proceso de reconstrucción de la aldea. Konoha había mostrado su
gratitud aceptando algunas misiones que Kusagakure le había ofrecido y compartiendo
información que había obtenido realizando trabajos de espionaje.
Hoy, el shinobi de la Villa oculta de la Hierba, había ido a pedir ayuda al Hokage de Konoha
por un motivo diferente. Varios de sus shinobis habían caído mortalmente enfermos con un
nuevo veneno desarrollado por sus vecinos de la Villa oculta de la Lluvia. Sus sanadores no
eran capaces de fabricar un antídoto y ésa era la razón por la que habían ido a pedir ayuda a
Tsunade y a su pupila Sakura, quienes eran conocidas por sus habilidades de curación y sus
conocimientos sobre venenos. Ese día hablarían sobre los términos en los que Konoha
aceptaría ayudarles con la investigación.
Naruto se había esforzado todo lo que había podido por permanecer concentrado. Sólo se le
permitía mirar y tomar notas. No podía intervenir ni dar su opinión y estar allí observando la
escena era bastante tedioso, hasta que una cosa llamó su atención. Le pareció curioso que
Kusagakure fuera un aliado de Konoha y que, sin embargo, toda aquella reunión no pareciera
cordial ni amistosa. Ambas partes parecían mantener las distancias y desconfiar el uno del
otro.
Bueno, Kakashi siempre es un poco distante con todo el mundo, pensó Naruto. Pero no se
podía imaginar a sí mismo siendo Hokage y negociando de forma tan fría con sus aliados.
Por ejemplo, con La Villa oculta de la Arena, en la que el líder era el Kazekage y buen amigo
de Naruto, Gaara.
Como era habitual, Naruto tuvo que mostrarle sus notas a Kakashi cuando terminó la reunión.
El shinobi mayor se esforzó al máximo por ignorar la horrible caligrafía del adolescente y los
garabatos y rallajos que había en los márgenes de las hojas, algunos de los cuales
representaban corazoncitos y caricaturas de Kakashi. Sin embargo, el Hokage levantó una
ceja cuando se encontró la frase escrita a toda prisa: Kashi frío, ¿por qué?
—¿A qué te refieres con esto, Naru? —le preguntó Kakashi mientras le señalaba la pregunta.
—Bueno, incluso aunque era un representante de un país aliado, ambos parecíais bastante
distantes y fríos. Y no entendía muy bien por qué —respondió Naruto después de leer la
frase.
—Mmm, veo. Bueno, básicamente, se trata de confianza. Por escrito, Konoha y Kusagakure
son aliados porque, hasta ahora, compartimos mutuos intereses. Por ejemplo, el comercio.
Sin embargo, sólo seremos aliados hasta que se produzca una oportunidad mejor para alguna
de las dos partes. En otras palabras, si Kusagakure obtuviera un beneficio mayor por atacar a
Konoha y conquistar nuestras tierras, entonces seguirían ese curso de acción. De esa forma
obtendrían más bienes económicos y ampliarían su territorio. Así que de lo que se trata aquí
es de mantener el equilibrio. Tenemos que crear una situación en la que nos necesitemos los
unos a los otros sin volvernos prescindibles. Recuerda que no seremos aliados para siempre.
Las situaciones económicas y políticas cambian, son dinámicas. Así que, en lugar de vernos
como aldeas aliadas, es mejor que contemples la situación como una tregua pacífica
temporal. Por lo que es muy importante permanecer completamente objetivo. No procede
tener un trato demasiado personal o familiar. Esto va de hechos y números, no de amistad.
¿Lo entiendes?
—Supongo —respondió Naruto mientras asentía—. Pero nunca seré capaz de ser tan distante
cuando hable de asuntos importantes con Gaara, por ejemplo.
—En ese caso, todo depende de la confianza. Si confías en que Gaara nunca atacará Konoha,
entonces puedes elegir actuar con él de forma diferente. Pero sólo si estas al cien por cien
seguro de que Konoha no terminará pagando el precio más tarde.
—Ya veo. De todas formas, sigo confiando en él. Espero ser capaz de juzgar a otros países o
aliados de forma correcta.
—Bueno, tendrás consejeros que te ayudarán. Yo no suelo utilizarlos para estos asuntos, pero
tú puedes nombrar a alguien como tu asesor, por ejemplo, a Shikamaru, para que te eche una
mano. Está bien pedir ayuda o consejo a personas que son más listas o sabias que tú, incluso
aunque seas el Hokage.
—De acuerdo, genial —dijo Naruto más tranquilo, esbozando una enorme sonrisa.
—Sí, ¿quieres que nos divirtamos un poco haciendo algo diferente? Las reuniones son
bastante coñazo y… —se quejó el rubio.
Naruto saltó sobre el escritorio de Kakashi y aterrizó sobre el regazo del shinobi mayor.
—Claro, aunque me gustaría más si no estuvieran esos dos ANBU vigilándonos desde fuera.
—Atrevimiento.
—¿A que no te atreves a comerte una sopa miso esta noche? —le dijo Kakashi con una
risilla.
—Eres un tramposo —respondió el rubio haciendo un puchero—. Pero vale, lo haré. ¿Verdad
o atrevimiento?
—Verdad.
—Sí —respondió Kakashi mientras apretaba el agarre sobre el rubio quien forcejeaba para
bajarse de su regazo más rojo que un tomate—. Ah, no. Ahora no vas a ir a ninguna parte.
Trata de ignorarlos, como hago yo.
—Joder, hablas como un verdadero pervertido al que no le importa que la gente le mire a
escondidas.
—¿Verdad o atrevimiento? —preguntó Kakashi sonriendo.
—Atrevimiento.
—¿A que no te atreves a ponerte bajo este escritorio y hacerme una mamada?
—Entonces te declaro gallina en lugar de shinobi. Puedo hacerlo y lo sabes. Ahora que soy el
Hokage y todo eso.
—¿Y si entra alguien? —le preguntó Naruto con una mirada enfadada.
—Por eso es por lo que estarás debajo del escritorio y no encima. Aunque poner tu bonito
culo sobre la mesa también me parece buena idea —dijo con una sonrisa traviesa.
—Definitivamente, te has vuelto loco —dijo Naruto mientras le bajaba con presteza la
bandana, cubriéndole ambos ojos, y le daba un beso en los labios—. Me voy.
—Voy a comprar los ingredientes para la sopa miso. Órdenes del Hokage. ¡Hasta luego! —
gritó el adolescente mientras desaparecía por la ventana.
—Mucho ruido y pocas nueces —murmuró Kakashi mientras se volvía a colocar la bandana
y cogía otra pila de informes. Incluso aunque se esforzó al máximo por permanecer
concentrado, su mente divagó entre la sopa de miso y el bonito trasero de Naruto.
Naruto, que estaba corriendo a través de todos los tejados de Konoha hacia el mercado del
distrito, maldijo en voz alta cuando Kurama comenzó a imitar a una gallina en su cabeza.
Aunque el sonido se asemejó más bien a una jirafa moribunda, aun así, consiguió herir su
orgullo.
Haciendo novillos
Unos días y mucho papeleo después, Kakashi estaba sentado frente a su escritorio una vez
más. Esa mañana ya había enviado a cinco equipos a realizar misiones. Incluso aunque no se
le notara, los envidiaba.
Era un día frío, pero soleado, el tiempo favorito de Kakashi. Ideal para entrenar y salir a
alguna misión. Suspiró profundamente y caminó hacia la ventana. Saltar fuera y desaparecer
durante unas horas o incluso unos cuantos días nunca le había parecido tan tentador. Echaba
de menos estar con su estudiante favorito todo el día y también extrañaba leer sus libros y el
trabajo de campo.
—Espero que Naruto esté listo para hacerse cargo pronto —dijo cuando sintió que Tsunade
entraba en la oficina.
—Lo hará, antes de lo que anticipamos. Lo cual es algo bueno puesto que supongo que no
serás capaz de aguantar ni cinco años, ¿verdad?
—Estoy enseñándole lo más rápido que puedo, pero es duro de mollera —dijo Tsunade
poniendo los ojos en blanco—. Si seguimos así, creo que estará más o menos preparado en
unos seis meses.
—Mira —dijo Tsunade suspirando una vez más—, el chico habrá terminado sus tareas en una
hora aproximadamente. ¿Por qué no dejas de quejarte y sales a entrenar un poco? Le diré que
se reúna contigo cuando acabe. También necesita practicar sus habilidades como shinobi. Yo
me hago cargo en lo que queda del día. No debería ser un problema mientras no haya ninguna
reunión de emergencia ni nada por el estilo.
—¡Gracias! —dijo Kakashi feliz mientras salía por la ventana, sin molestarse en mirar atrás.
Había desaparecido antes de que la túnica blanca de Hokage cayera al suelo.
Como una hora después, Naruto vio a Kakashi en el campo de entrenamiento siete. Estaba
practicando su puntería arrojando shurikens. A juzgar por el estado del terreno que le
rodeaba, también había estado practicando ninjutsu. Naruto se aproximó por detrás,
suprimiendo con toda su fuerza su chakra antes de golpear el cachete de su novio de forma
juguetona. Kakashi pegó un bote y su shuriken se perdió entre los árboles.
—Sabía que todo esto te acabaría pasando factura, pero fallar un objetivo por tanto es
bastante alarmante, sensei —le provocó el rubio.
—No he fallado un objetivo desde que tenía cuatro años… —declaró Kakashi con seriedad.
—Lo siento, Kashi, tu ‘culito’ es demasiado tentador como para ser ignorado —le dijo
Naruto riéndose entre dientes.
—Mi ‘culito’ está prohibido hasta que no recuperes mi shuriken, mocoso —dijo Kakashi
suspirando.
—No pasa nada. Tengo muchas cosas con las que jugar —dijo Naruto sonriendo
sugestivamente mientras deslizaba la mano a través de la entrepierna de Kakashi.
—Estás echando a perder mi entrenamiento —dijo Kakashi con franqueza mientras apuntaba
con otro shuriken.
Naruto escuchó a Kakashi contener el aliento cuando apretó la carne a través de los
pantalones del Jōnin.
—¿Quieres que pare? —le preguntó mientras apartaba sus tentadoras manos.
Kakashi agarró la muñeca de Naruto tan rápido como un rayo y la situó de nuevo sobre su
entrepierna.
—Quiero que termines lo que has empezado —dijo con una voz que sonó un poco más alta
de lo habitual.
—Sí, profesor —respondió Naruto con una pícara sonrisa mientras deslizaba la mano por
dentro de los pantalones del Jōnin.
Varios metros más allá, dos guardias ANBU escondidos se dieron la vuelta con las caras rojas
como un tomate justo cuando Naruto y su amante caminaban hacia casa.
—Sabes que tú también deberías practicar tus habilidades, ¿verdad? —le dijo Kakashi
mientras presionaba al provocador adolescente contra la pared—. Tsunade va a matarme si se
entera de lo que hemos hecho.
—No me importa. Practicaremos más tarde —dijo Naruto con la voz ronca mientras atraía
con brusquedad la cabeza de Kakashi para darle un profundo beso. Supo que había ganado la
discusión cuando sintió la lengua de Kakashi deslizándose a través de su boca.
Kakashi no pudo contener un gemido cuando el rubio le mordió con suavidad el labio,
instándole a que no se apartara. Volvió a consentir al chico y le besó con fiereza, presionando
su cabeza contra la pared mientras acariciaba el creciente bulto que se marcaba a través de los
pantalones naranjas. Enseguida tuvo al adolescente retorciéndose y pidiendo más. Agarró a
Naruto de la chaqueta y lo llevó hacia la habitación mientras le mordisqueaba el cuello.
Evadiendo con habilidad el sofá y una mesita, llegaron exitosamente al dormitorio. Kakashi
colocó con rudeza a Naruto sobre la cama y comenzó a quitarle la ropa. Podía escuchar la
respiración del joven acelerarse y cuando miró a los azules ojos del chico llenos de lujuria y
su cabello despeinado, sintió cómo se retorcía su propia polla.
—Uf, Kakashi, quítame los pantalones —rogó Naruto con la voz ronca.
—Te aprietan un poco, ¿eh? —bromeó el shinobi mayor mientras encontraba con la mano
una vez más el bulto que se marcaba a través de la tela.
Naruto embistió con las caderas para conseguir más fricción mientras Kakashi movía la mano
para liberarle de sus incómodos y apretados pantalones y sus boxers. La longitud de Naruto
saltó inmediatamente agradeciendo haber sido liberada, la punta brillando ligeramente por el
líquido preseminal.
Kakashi no pudo resistirse a darle una rápida lamida antes de quitarse su propia ropa, lo que
hizo que Naruto gimoteara y se cogiera su propia polla.
—¿De nuevo impaciente? —dijo Kakashi con una risilla mientras tiraba de Naruto hasta que
lo tuvo en el borde de la cama. Sonrió cuando el rubio gimió en respuesta.
Kakashi se colocó entre las piernas de Naruto mientras cogía una botella de lubricante de la
mesita de noche. Bajó la vista hacia el adolescente nervioso mientras situaba los dedos en su
apretada entrada—. Relájate un poco, Naru —le dijo el Jōnin con amor mientras le metía dos,
provocando que el rubio jadease.
Antes de darse cuenta, Naruto estaba empujando contra éstos y pidiendo más.
Naruto gimió por la frustración mientras se retorcía de nuevo para tener más contacto con los
dedos de Kakashi, los cuales se estaban moviendo dentro y fuera de él a un ritmo lento y
enloquecedor.
—Ya —Kakashi se rio entre dientes—, lo sé, lo sé —dijo tratando de reconfortarlo mientras
se inclinaba para besar los labios entreabiertos de Naruto—. Aguanta. Sé que puedes hacerlo.
Kakashi decidió que era suficiente cuando el chico comenzó a retorcerse y a jadear. Después
de asegurarse de que Naruto estaba lo suficientemente dilatado, agarró de forma repentina el
miembro del rubio con fuerza mientras se metía en su interior de forma profunda y brusca.
Naruto arqueó la espalda ante la inesperada sensación, dolorosa y placentera a la vez.
Kakashi había golpeado justo contra su próstata provocándole que gimiera y sollozara al
mismo tiempo. El fuerte agarre de Kakashi sobre la base de su polla y sus testículos había
impedido que se corriera justo en ese momento.
Kakashi estaba acercándose mientras seguía empujando. Dejándose embriagar por los
sonidos que hacía Naruto, por cómo su cuerpo se movía bajo sus fuertes movimientos, la
forma en la que las uñas del chico se clavaban en su muñeca, para que le soltara. Todo eso
fue casi demasiado, pero cuando sintió el estrecho agujero del rubio apretarse contra su
miembro, no pudo aguantar más. Embistió hasta el fondo unas pocas veces más, soltó la
mano y se corrieron ambos simultáneamente, el atractivo adolescente, debajo de él. Naruto
soltó una gran cantidad de semen sobre su estómago, provocando que Kakashi sonriera
triunfal antes de acercarse para besar a su jadeante pareja.
—No lo desperdicies —dijo Kakashi con una sonrisa traviesa mientras comenzaba a besar y
lamer el abdomen del rubio, provocando que se retorciera y se riera. Sonrió cuando sintió las
manos de Naruto revolviendo su pelo todavía más.
Cuando terminó, Kakashi se dejó caer sobre el cuerpo desnudo de su joven amante. Después
de besar a Naruto en la punta de la nariz, se perdió en sus profundos ojos azules, los cuales
no reflejaban más que amor y afecto hacia él.
—Estoy verdaderamente loco por ti. Lo sabes, ¿verdad? —le preguntó con una tímida sonrisa
mientras seguía observando los ojos de Naruto.
—Claro que lo sé —respondió Naruto feliz antes de girarse para acabar encima de Kakashi
—. Yo también te quiero —añadió, con sinceridad.
—Entonces soy el tío más afortunado del mundo —dijo Kakashi con ternura mientras lo
besaba una vez más.
—Ahora hablando en serio, creo que deberíamos entrenar un poco. Ambos estamos
perdiendo facultades por pasar tanto tiempo tras un escritorio, y con todo ese papeleo —dijo
Kakashi mientras acariciaba la espalda de Naruto.
—Vale, de acuerdo. En una hora. Sólo quiero quedarme un rato así… —dijo Naruto
perezoso.
—¿Te refieres a desnudo y pegajoso?
—Sip.
—Me parece bien —respondió Kakashi mientras envolvía los brazos alrededor del cansado
adolescente.
—¿Kashi?
—¿Mmm?
—Ex Hokage.
—Mmm, estaré bien. No soy precisamente un pelele cuando se trata de realizar misiones o
participar en batallas.
—Deja de hacer eso. Te van a salir arrugas —dijo Kakashi mientras le besaba la frente.
—Ya veremos todo eso cuando me convierta en Hokage —dijo el rubio con poca convicción.
—Ooooh, estás preocupado por mí. Sabes que yo soy el profesor y tú el estudiante, ¿verdad?
—Sí, pero te estás haciendo viejo y estás un poco oxidado. ¿Te acuerdas de la práctica con
los shurikens?
—No soy viejo, mocoso. Eso es lo que te parece a ti porque todavía eres un niño.
—Un poco sí —Kakashi se rio—, y vas a ser el Hokage más joven en la historia de Konoha.
—Ya lo verás —replicó Naruto con una sonrisa mientras apoyaba la mejilla sobre el pecho de
Kakashi.
A Naruto le costó bastante abrir los ojos, mientras sentía algo que lo tocaba. Intentó apartarlo,
pero lo que fuera no se movió. Lentamente abrió un ojo y se encontró mirando otro de color
rojo sangre debido al Sharingan.
—Por fin. Vamos dormilón, levanta —dijo Kakashi mientras le revolvía el pelo.
—Porque son las cuatro de la tarde. Has dormido casi dos horas y media, y deberíamos estar
entrenando.
Naruto murmuró algo desagradable sobre los profesores demasiado entusiastas mientras
enterraba la cabeza en el cuello de Kakashi.
Kakashi acarició la espalda del adolescente mientras le susurraba cosas dulces en el oído,
haciendo que el chico le plantara besos donde alcanzaba.
—¿En serio me vas a obligar a utilizar la técnica de Mil años de Dolor? —le preguntó
Kakashi mientras le daba un beso en la cabeza.
—Vale —Naruto se rio entre dientes—, ya voy… —dijo mientras se movía y bostezaba
audiblemente.
—Bien —dijo Kakashi mientras se levantaba y cogía la ropa que estaba tirada por el suelo.
Naruto se vistió con pereza, sin siquiera molestarse en darle la vuelta a la camiseta.
Cuando terminó, observó a su amante, quien había tenido más cuidado a la hora de vestirse.
Naruto se agachó para recoger la bandana de Kakashi que se había caído por un lado de la
cama. Por alguna razón siempre le había parecido fascinante. Solía ser una de las partes que
escondían el verdadero rostro de Kakashi, una de las cosas que se añadían a todo el misterio
que se cernía sobre la auténtica identidad del hombre. Cuando llevaba la máscara puesta y se
cubría el ojo, no quedaba expuesta casi nada de su cara. Además, de esa forma también
quedaba oculta la mejor arma de Kakashi en una batalla. Naruto deslizó el pulgar a través de
los ligeros arañazos que la parte de metal había acumulado a lo largo de los años. Suspiró
mientras se acercaba a la espalda de su profesor.
—¿Quieres que calentemos un poco o vamos a por todas? —le preguntó Kakashi a Naruto
mientras se crujía las articulaciones.
—Ha pasado bastante tiempo desde que no luchamos dándolo todo y parece que tenemos este
sitio sólo para nosotros.
—Pues que así sea —dijo Kakashi mientras se echaba un poco hacia atrás.
Naruto inmediatamente siguió los movimientos de Kakashi mientras formaba varios Clones
de Sombras. Sin perder un segundo éstos atacaron con movimientos de taijutsu mientras otros
cuatro preparaban un Rasengan. Tan pronto como impactaron con el orbe contra el enemigo,
Kakashi desapareció con un puf sólo para transformarse en un tronco. Naruto maldijo
mientras saltaba rápidamente hacia arriba para esquivar, en el último momento, un ataque
eléctrico de Kakashi que le vino del suelo. El Jōnin había salido de la tierra con alguna
técnica Terrestre, mientras apuntaba con algún kunai explosivo al torso y las piernas del
rubio. Naruto lo evitó haciendo una voltereta hacia atrás mientras le arrojaba un shuriken.
Mientras Kakashi se veía obligado a sortearlo, Naruto vio su oportunidad para cambiar al
Modo Sabio. Su velocidad incrementó inmensamente mientras salía disparado hacia el
profesor, golpeando con su puño justo en la mandíbula del shinobi de pelo plateado. Kakashi
salió volando varios metros, aterrizando sobre las manos y los pies. Inmediatamente se
levantó la bandana para revelar su Sharingan, permitiéndole evitar los siguientes ataques de
Naruto en una fracción de segundo. Naruto supo que tenía que salir de allí en cuanto escuchó
el sonido chisporroteante de los rayos, como pájaros graznando. Se impulsó para darse media
vuelta y se apoyó en el hombro de Kakashi para pegar un salto en el aire. Rápidamente formó
un Rasengan para contrarrestar el ataque de Kakashi, creando una gran explosión que arrojó a
ambos hombres al suelo.
Estar fuera de las proximidades de Kakashi, le permitió a Naruto recuperar el aliento. Sabía
que no podía ganarle en astucia. Su profesor, definitivamente, era de los mejores cuando se
trataba de estrategia. Pero, por otro lado, era difícil urdir un plan contra alguien tan
imprevisible e impulsivo como Naruto. Y el rubio lo sabía muy bien. De pronto, sus ojos de
Sabio se abrieron ampliamente cuando una arriesgada idea cruzó por su mente. Sonrió con
satisfacción al sentir que había encontrado una forma de ganar aquel combate.
Kakashi volvió a atacarlo usando la técnica del Cuerpo Parpadeante, apareciéndose justo
detrás de Naruto. El rubio inmediatamente sintió el peligro y saltó a un lado, girándose justo
para detener el puñetazo del hombre. Maldijo cuando el puño golpeó contra su palma puesto
que no había previsto que Kakashi le infundiera electricidad al golpe, el cual le dejó todo el
brazo dolorido. Gritó mientras apartaba con rapidez la mano, dejando a Kakashi un hueco
que le permitió darle una fuerte patada en la cabeza. Naruto cayó de costado mientras
intentaba recobrar el equilibrio. Su oreja palpitaba y su voz sonaba extraña mientras
convocaba con premura algunos Clones de Sombras. Los envió a todos a atacar a Kakashi a
la vez mientras formaba un Rasenshuriken. Sin embargo, no queriendo caer una vez más en
la técnica del cambiazo de Kakashi, decidió esperar e intentar averiguar dónde se estaba
escondiendo el verdadero. Cuando no pudo encontrarlo, supuso que el Kakashi que estaba
luchando contra sus clones era el real. Rápidamente lanzó el Rasenshuriken en su dirección.
El shinobi mayor intuyó el peligro aproximándose antes de verlo, puesto que una gran
cantidad de Narutos estaban en medio. El Rasenshuriken se deslizó a través de los falsos
Narutos como si estuvieran hechos de mantequilla, haciendo que el verdadero se encogiera
durante un segundo. Kakashi no tenía tiempo de hacer el cambiazo así que decidió esquivar
el ataque. A pesar de la velocidad de su Sharingan, sintió cómo el enorme shuriken le cortaba
la ropa y le hacía un profundo corte en el pecho. Maldijo mientras convocaba rápidamente
varias murallas de tierra entre el Rasenshuriken y él, pero la bola de energía cambió de
sentido para dirigirse hacia él una vez más. Después de formar los muros, convocó
rápidamente una Espada Relámpago la cuál era lo suficientemente potente como para lidiar
con el ataque de Naruto. Éste se quejó cuando vio que su arma perdía velocidad contra los
muros de tierra. Entonces decidió cambiar de táctica, formando varios clones y ordenándoles
que contuvieran a Kakashi y a su Espada Relámpago mientras él pensaba en otro ataque.
Alrededor de veinte clones salieron en estampida hacia Kakashi, quien estaba intentando
evaluar la gravedad de la herida de su pecho. Rápidamente consiguió disipar algunos, pero
uno contra veinte suponía una pelea bastante descompensada. No mucho después, tenía a
Narutos colgando de sus brazos, piernas, espalda, cuello y pecho. Le costó una barbaridad
centrarse mientras los Narutos comenzaban a acosarlo sexualmente. Varios empezaron a
lamerle el sudor del cuello. Otros le tocaron en zonas bastante sensibles e incluso uno tuvo el
descaro de besarle en la boca mientras le sujetaba la cabeza. Mientras tanto, el verdadero se
estaba dirigiendo hacia él, con un Rasengan en la mano. Kakashi sabía que debía pensar con
rapidez, pero la mayor parte de su sangre no estaba concentrada en su cerebro, precisamente.
De hecho, se sintió un poco mareado mientras uno de los Narutos le chupaba el lóbulo de la
oreja. Antes de que el real llegara hasta allí, tuvo la sensatez de utilizar de nuevo una técnica
Terrestre, con la que atravesó a los clones, perforándoles con rocas en forma de pinchos que
salieron del suelo. Estaba jadeando pesadamente mientras intentaba alejarse, caminando con
torpeza.
—¿Algún problema, Kashi? —le preguntó Naruto con una sonrisa de suficiencia en el rostro.
—Y como entonces, voy a hacerte una advertencia. Más vale que estés preparado para
terminar lo que has empezado.
Kakashi rápidamente se movió a un lado mientras otro Clon de Sombras intentaba impactarle
con un Rasengan por la espalda. Sin perder el tiempo se deshizo de él dándole un fuerte
golpe en la entrepierna, provocando que el verdadero Naruto se doblara y cayera al suelo.
Mientras su amante yacía encogido, gimiendo, Kakashi convocó rápidamente una Bestia
Relámpago. Kakashi sabía que al rubio le iba a costar bastante moverse.
—Los enemigos no siempre juegan limpio. Recuérdalo —le dijo Kakashi mientras
manipulaba a la Bestia Relámpago para que se dirigiera hacia Naruto.
—Me las pagarás —replicó el rubio mientras saltaba lastimosamente para esquivar al perro.
Rápidamente formó un pequeño Rasenshuriken para dispersar al animal, provocando que los
rayos eléctricos salieran disparados por todos lados.
Naruto y Kakashi apartaron los ojos de la brillante escena voltaica. Naruto rápidamente se
situó tras Kakashi mientras intentaba golpear al Jōnin por detrás. El profesor lo evitó, pero
sus ojos se abrieron de par en par cuando sintió la mano de Naruto tocarle la entrepierna.
—Duro como una roca, lo esperado —dijo sin rodeos. Sonrió con más amplitud cuando vio
un pequeño sonrojo cubrir la cara de Kakashi. Ni la máscara fue capaz de disimularlo. Naruto
se lamió los labios mientras sus ojos se encontraban con los de Kakashi, para después
descender.
Kakashi sabía lo que estaba intentando hacer el joven shinobi. Naruto estaba haciendo todo lo
posible por distraerle en medio de la batalla. Inteligente, pero no lo suficiente, reflexionó
Kakashi mientras elaboraba un contraataque. Formó algunos Clones de Sombras. No fue
capaz de crear tantos como Naruto debido a su limitada cantidad de chakra, pero los que hizo
eran más fuertes e inteligentes que los que solía crear Naruto y todos formaban parte de su
nuevo plan.
El profesor utilizó una bomba de humo para desaparecer bajo tierra una vez más, engañando
a Naruto, haciéndole pensar que el verdadero todavía seguía allí. Se aseguró de mantener su
nivel de chakra tan bajo como pudo para que los clones no desaparecieran. En total, Kakashi
había formado cinco clones. Cuatro de ellos atacaron a Naruto con un Raikiri. Sabía que el
rubio odiaba sentir las descargas de electricidad corriendo a través de él, así que tal como
esperaba, Naruto decidió retirarse hacia la hilera de árboles con el fin de confundir y separar
a los Kakashis, ignorando completamente que el verdadero, bajo tierra, estaba siguiendo de
cerca cada movimiento que hacía.
Naruto observó al único Kakashi que quedaba de pie en el campo de entrenamiento. Éste
parecía estar jadeando fuertemente. Naruto sonrió porque sabía que la técnica de
Multiplicación de Cuerpos habría requerido una gran cantidad de chakra de Kakashi, y
probablemente ésa era la razón por la que había mandado a sus clones a hacer el trabajo
sucio. Naruto decidió acabar uno a uno con los clones. Pinchó a uno con un kunai en el
pecho. Dos de ellos desaparecieron cuando les dio con un Rasengan en el estómago. Ahora
sólo quedaba un clon a su izquierda y el verdadero Kakashi que parecía estar extenuado.
Naruto soltó una maldición cuando el clon comenzó a formar sellos levantando un escudo
eléctrico para protegerse de los ataques de taijutsu. El escudo era peligroso también, porque
podía explotar al entrar en contacto con otra técnica.
Los ojos de Naruto se abrieron de par en par repentinamente cuando escuchó la voz de
Kakashi lanzando una Gran Bola de Fuego. Rápidamente se escondió detrás de un tronco.
Soltó una palabrota cuando las llamas se precipitaron sobre él, haciendo que el calor fuera
casi insoportable. Enseguida, un gigantesco dragón hecho de agua atravesó el bosque,
apagando el fuego que se estaba expandiendo. Ambos ataques provocaron que el área se
llenara de un denso humo, causando que Naruto comenzara a toser.
Gracias a sus ataques, Kakashi ahora era capaz de localizar y escuchar a Naruto, mientras el
chico estaba cegado. El profesor ordenó a su clon que se apresurara en dirección al rubio
mientras lanzaba un kunai con hilo ninja atado en un extremo. El Hokage apareció de pronto
a la derecha de Naruto mientras el clon hacía lo mismo por el lado izquierdo. El hilo giró
alrededor del chico que estaba sufriendo un ataque de tos y el árbol contra el que estaba
apoyado. Cuando se aseguró de que Naruto estaba fuertemente atado, usó una técnica de
viento para despejar el humo y el vapor, permitiendo que Naruto pudiera respirar de nuevo
con normalidad.
—Así que… —dijo Kakashi mientras presionaba la cabeza del adolescente contra el tronco
del árbol—, te gusta provocarme para tener ventaja en la batalla, ¿eh? —le preguntó con
picardía.
—Me distrajo si es lo que estás preguntando. E hizo que moverse fuera un reto.
Los ojos de Naruto se abrieron ampliamente cuando un pequeño destello de miedo los
recorrió.
—¿De… de qué estás hablando, Kashi?
—No me llames Kashi ahora, mocoso —dijo con una sonrisa traviesa—. Te lo advertí.
Kakashi besó a Naruto en la boca mientras se acercaba para bajarle la bragueta. Sonrió
cuando el rubio jadeó contra su oreja. Le bajó los pantalones naranjas y dejó que sus manos
vagaran sobre los bóxers del joven, provocando que Naruto gimiera suavemente. Le
encantaba lo receptivo que podía llegar a ser Naruto, mientras sentía el miembro del joven
crecer contra su mano. Usó su propia pierna para hacer que el chico abriera las suyas,
creando más espacio para que sus manos pudieran llegar hasta el último recoveco.
Metió la mano en una de sus bolsas porta-armas y sacó un botecito con lubricante.
Provocando que Naruto levantara una ceja.
—Un buen shinobi debe estar preparado para cualquier situación —dijo con una sonrisa
mientras se encogía de hombros.
Naruto jadeó mientras el Hokage le echaba una generosa cantidad del frío líquido sobre su
palpitante erección.
—Y ahora comienza la diversión —añadió Kakashi con una sonrisa maliciosa—. Estoy
seguro de que te lo pensarás dos veces antes de volver a provocarme —dijo mientras movía
las cejas arriba y abajo.
—Venga. Sólo estás celoso porque mi brillante estrategia funcionó —replicó con valentía el
adolescente. Un jadeo se escapó de entre sus labios cuando Kakashi comenzó a masturbarle.
Naruto se sorprendió por lo mucho que le gustó. Sabía que Kakashi era experto en hacer
cosas como ésta, pero aquello iba más allá de lo imaginado. Kakashi se estaba esforzando
más que nunca, completamente centrado en llevar a Naruto al límite. Mantuvo un ritmo
rápido y constante, combinado con un firme agarre que se sentía increíblemente fuerte y casi
húmedo a la vez. No pasó mucho tiempo antes de que Naruto comenzara a gemir cada vez
más alto.
Kakashi sonrió, mientras prestaba especial atención a la punta. Su pulgar creando una
agradable presión mientras comenzaba a gotear. Cuando Kakashi añadió una segunda mano
para acariciar los testículos del joven, los gemidos de Naruto casi se volvieron aullidos. Sus
dedos ahora clavando las uñas en el tronco del árbol mientras Kakashi aceleraba el ritmo.
El Hokage continuó con sus esfuerzos hasta que notó un cambio en la respiración de Naruto.
Cuando sintió que el miembro del chico se retorcía y se tensaba en su mano, rápidamente
liberó la polla del adolescente, provocando que el pobre rubio forcejeara contra sus
restricciones mientras gruñía frustrado.
—Lo siento, Naru. Acabo de recordar que tal vez debería levantar una barrera de sonido antes
de continuar. No te importa, ¿verdad? —le preguntó con inocencia.
El rubio refunfuñó incluso más alto que antes mientras se retorcía buscando una fricción que
no encontró.
Kakashi comenzó a silbar una alegre melodía mientras formaba los sellos y levantaba la
barrera.
—Ahí está, mucho mejor. ¿Por dónde iba? —se preguntó mientras se daba la vuelta—. Vaya,
Naru. Parece que tienes bastante líquido preseminal ahí. Menudo desastre, déjame ayudarte
—dijo con voz empalagosa mientras se ponía de rodillas, su rostro a unos centímetros de la
palpitante longitud. Sabía bastante bien que el sensible miembro de Naruto notaría la calidez
de su respiración mientras acercaba lentamente su boca. El joven shinobi embistió con las
caderas con tanta fuerza que Kakashi estuvo seguro de que los hilos le dejarían marcas. El
rubio jadeó cuando Kakashi le lamió con celeridad la punta. Fue tan rápido y esporádico que
apenas fue perceptible, lo que casi le acabó volviendo loco.
—Mmmm —murmuró el Jōnin con placer—. Está bastante bueno, Naru —dijo mirando
hacia arriba, guiñándole un ojo al excitado adolescente.
De pronto, Kakashi agarró la longitud una vez más, mientras continuaba acariciando al
adolescente que no podía dejar de retorcerse. No pasó mucho tiempo antes de que Naruto
estuviera al borde del orgasmo una vez más. Comenzó a jadear audiblemente mientras
empujaba con las caderas hacia delante para encontrarse con las intensas caricias de Kakashi.
Esta vez Naruto rogó para que le dejase llegar.
»Te diré una cosa. Aguanta dos minutos más y lo tendré en cuenta. ¿Qué opinas? —Naruto
contuvo un sollozo mientras comenzaba a asentir con ferocidad. Kakashi continuó con sus
lentos movimientos mientras disfrutaba del ligero temblor que sobrecogió el cuerpo de su
joven amante. Presionó algunos besos sobre el cuello de Naruto mientras continuaba con su
ritmo enloquecedoramente pausado. El joven shinobi estaba prácticamente desmoronándose
ante sus ojos mientras dejaba que su lengua invadiera la boca del sollozante joven. Cuando
rompió el beso, lo miró a los ojos.
»Muy bien, Naru, ¿listo para un impresionante orgasmo? —le preguntó con lujuria. Sonrió
mientras el adolescente asentía con demasiada emoción—. Así que… ¿crees que volverás a
provocarme de nuevo durante otra sesión de entrenamiento?
—¿Cómo? Pensaba que te gustaba hacerlo —dijo Kakashi fingiendo ignorancia una vez más.
Naruto sólo podía gemir y jadear en respuesta, poniendo los ojos en blanco cuando Kakashi
aceleró el ritmo y la presión.
—Muy bien, Naruto, córrete para mí —susurró en voz baja, su cálido aliento acariciando el
lóbulo del joven shinobi.
La liberación del chico llegó en el momento justo, con el adolescente soltando una gran
cantidad de semen contra su propio abdomen y sobre la mano de Kakashi.
Desafortunadamente para él, Kakashi no soltó su ahora demasiado sensible miembro hasta
que no hubo echado hasta la última gota, provocando que se estremeciera aún más.
Kakashi le guiñó un ojo mientras deslizaba sugestivamente la lengua a través de sus dedos.
—Buen chico —dijo el shinobi mayor, disfrutando del sonrojo de la cara del adolescente—.
Y menudas vistas… —añadió mientras miraba de nuevo la imagen que tenía frente a él.
Kakashi notó que la respiración de Naruto se estabilizaba mientras cortaba con cuidado el
hilo Ninja con un kunai. Después se colocó al joven sobre su espalda puesto que imaginó que
el rubio estaría totalmente agotado, lo cual confirmó cuando sintió que Naruto apoyaba la
cabeza pesadamente contra la suya.
—Hora de volver a casa, creo —dijo con una sonrisa mientras caminaba en dirección a su
hogar.
Los confusos sueños de Naruto
Naruto yacía despierto, dando vueltas y más vueltas en la cama. Aquello no le solía ocurrir a
menudo… en realidad, casi nunca. Pero esta noche se sentía completamente espabilado y más
nervioso que nunca.
Mañana era el gran día. Su sueño se iba a hacer realidad. Tenía que asistir a la ceremonia
oficial en la que lo nombrarían el Séptimo de Konoha. Después de casi tres años de lecciones
ininterrumpidas con Kakashi, Tsunade y Shizune, por fin habían considerado que estaba lo
suficientemente formado como para asumir el cargo. Al principio había sentido una inmensa
felicidad, entonces había comenzado a sentirse un poco estresado y después de ver el alivio
de Kakashi por poder dejar el puesto, sintió ansiedad. Y gracias a eso ahora se mantenía
completamente en vela. Maldijo a su novio, quien por una vez parecía no tener ningún
problema para dormir.
¿Qué pasa si los aldeanos no me aceptan como su nuevo Hokage?, pensó. ¿Y si me rechazan
por tener en mi interior a Kurama? ¿Y si me equivoco y alguien vuelve a destruir la aldea?
Naruto se agarró la cabeza mientras las preocupaciones inundaban su mente.
—Cachorro, ¿podrías tratar de descansar un poco? Estoy intentando dormir —la voz
molesta de Kurama retumbó en su subconsciente.
—¡No puedo evitarlo, Kurama! ¡Sabes que no puedo! —exclamó nervioso Naruto en su
mente.
—No es eso, Kurama. Sé que convertirme en Hokage era mi sueño. Pero voy a ser el Hokage
más joven de la historia. ¿Y si me equivoco?
—Si te equivocas, pondrás en peligro a la aldea —le respondió con tranquilidad Kurama.
—¿Desde cuándo te preocupan cosas como ésa? Pensaba que querías convertirte en
Hokage. Que ése era tu sueño y blablablá.
—Lo era. ¡Lo es! Pero ahora que conozco todas las responsabilidades que conlleva… Quiero
decir, ¿has visto a Kashi? ¡Parece diez años más viejo por culpa del cargo!
—Cierto —Kurama se rio mientras le daba la razón—. Tal vez sea por el color plateado de su
pelo.
—Me sorprendes, cachorro —dijo Kurama mientras abría un ojo—. Pero si realmente te
preocupa tanto, deberías hablar de ello con tu compañero. Él es quien mejor conoce el
cargo. Incluso podría haber sentido lo mismo antes de convertirse en el alfa de la aldea.
—De acuerdo. Gracias, Kurama —dijo Naruto mientras ponía los ojos en blanco ante las
expresiones del zorro.
—De nada y ahora déjame dormir —dijo el Nueve Colas con un grave gruñido mientras
cerraba los ojos.
Naruto regresó de su subconsciente y observó la esbelta figura que yacía a su lado. Con
cuidado tocó el hombro de Kakashi para despertarlo, esperando que su amante no estuviera
soñando con una batalla o algo igual de inquietante.
—¿Qué? ¿Y por qué demonios me has despertado, Naru? —le preguntó Kakashi mientras
fruncía el ceño y le daba la espalda a Naruto.
—Sí, ahora —respondió Naruto con determinación mientras encendía la lamparita que estaba
sobre la mesita de noche.
—Es importante… —dijo Naruto mirándose a los dedos, mientras jugueteaba con la
camiseta.
—Lo era. Pero… de pronto todo me parece demasiado real. La responsabilidad y todo eso.
La idea de liderar la aldea, negociar, tal vez incluso hacer frente a una guerra… No puedo…
Ni siquiera quiero pensarlo —dijo el rubio abatido.
—Naruto —Kakashi suspiró—, eres el shinobi más fuerte de toda la aldea y, también, fuera
de ella, por cierto. Además, te has esforzado en mejorar otras habilidades. ¿Por qué estás
dudando de si serás capaz de hacerlo bien?
—Sé que soy capaz —respondió Naruto—, pero no estoy seguro de si quiero asumir esa
responsabilidad. ¿Y si me equivoco? ¿Qué pasa si hago algo mal? ¿Y si la gente termina
odiándome de nuevo? —Naruto expuso en voz alta sus miedos mientras miraba al ojo de
Kakashi.
—¿Eres un cobarde, Naruto? —le preguntó Kakashi con seriedad mientras le devolvía la
mirada al joven.
—Sabes lo que tienes que hacer, Naruto. Sabes que estás listo para ello. Sabes lo que es
correcto y optar por ignorarlo es un acto de cobardía. Y no eres un cobarde, Naruto. Mañana
te presentarás a la ceremonia, me quitaré esta maldita túnica de Hokage y lo harás bien, más
que bien. El mejor Hokage de todos los tiempos, ¿recuerdas? —le dijo Kakashi en voz baja
mientras rodeaba con su brazo a su inseguro amante.
—Estaré contigo todo el tiempo, Naruto. Sé que serás un gran Hokage, al igual que lo fue tu
padre. Si dudas, piensa en él. Minato estaría inmensamente orgulloso de ti.
—Todo irá bien. Deja de preocuparte —le dijo Kakashi mientras acercaba más al rubio para
abrazarlo.
Naruto sintió que parte de la ansiedad y el estrés se desvanecían mientras se dejaba envolver
por los brazos de Kakashi. Levantó la mirada cuando lo escuchó reírse.
—No te pega nada mostrarte cohibido e inseguro. Por lo general siempre andas gritando a los
cuatro vientos lo genial que eres y cosas por el estilo —dijo Kakashi sonriendo.
Naruto suspiró mientras apoyaba la cabeza contra el hombro del shinobi mayor.
—Lo sé, empecé a darle vueltas cuando nos fuimos a la cama. Supongo que mañana será otro
día.
—Seguro. Ya verás como todo irá bien. En serio. Ahora intenta relajarte un poco para poder
descansar, ¿de acuerdo?
—Vale —respondió el rubio adormilado mientras se acurrucaba junto a Kakashi. La mano del
hombre acariciándole la espalda y el sonido del corazón del Jōnin junto con su rítmica
respiración hicieron que Naruto se sintiera mucho más tranquilo. Lo suficiente como para
dejarse llevar por un sueño envolvente.
El Séptimo Hokage: Naruto Uzumaki
Naruto tragó con fuerza mientras observaba a la multitud reunida. Parecía que había sido ayer
cuando había mirado a Kakashi desde abajo, de pie entre la masa de gente. Ahora era él quien
estaba allí arriba. Todo le parecía tan irreal. Bajó la vista en busca de rostros conocidos.
Todos sus amigos estaban sonriéndole y saludándole con la mano. Intentó devolverles la
sonrisa, esforzándose para que lo que había desayunado aquella mañana se mantuviera en su
sitio.
Kakashi estaba dando un discurso, aunque Naruto sólo escuchó algunas partes. Estaba
demasiado nervioso como para concentrarse en lo que estaba diciendo. Mencionó algo sobre
valor, progreso y prosperidad. Eso fue lo poco que logró captar. Levantó la vista
repentinamente cuando escuchó a Kakashi carraspear.
—Es un honor presentaros a nuestro séptimo Hokage, Naruto Uzumaki —dijo levantando
una mano hacia el rubio, instando al joven a que diera un paso al frente.
—Que… querida gente de la Villa Oculta de Ko… Konoha. Sé que hemos enfrentado
tiempos difíciles en el pasado. Muchos de nosotros hemos aprendido a vivir con la pena y el
dolor. Durante los últimos años, nuestro Sexto ha hecho un excelente trabajo restaurando la
aldea y nuestra esperanza en el futuro. Considero un gran honor que se me dé la oportunidad
de continuar con su trabajo.
»Mi objetivo es trabajar con vosotros, ciudadanos y shinobis de Konoha, puesto que todos
compartimos la misma causa. Juntos, queremos hacer que Konoha sea la mejor villa del
mundo y cada uno de vosotros juega un papel importante en eso. Muchos de los aquí
presentes me han conocido como un paria, un alborotador, un gamberro, un shinobi, un
héroe, y ahora incluso como vuestro Hokage. Os prometo a todos, aquí y ahora que no os
fallaré. Lo haré lo mejor que pueda para guiar a esta villa hacia un futuro pacífico y sólido.
Naruto se puso más colorado todavía cuando la gente comenzó a vitorearle y aplaudirle con
energía al terminar el discurso. Giró la cabeza para mirar a Kakashi. Naruto pudo ver la
sonrisa que se dibujaba detrás de su máscara mientras aplaudía también.
—Eso me da mucho ánimo —dijo Naruto con una sonrisa mientras se dejaba caer en la silla
de Hokage.
—Lo siento. Tenía que decirlo —respondió Kakashi—. Espera un momento, te he preparado
una sorpresa.
—No importa. Has trabajado duro para llegar hasta aquí y te lo mereces. Dame un minuto —
le dijo mientras salía por la puerta.
Naruto suspiró mientras giraba la silla para mirar por la ventana. Desde allí podía escuchar la
música y las celebraciones de la ciudad. Sonrió feliz mientras se imaginaba paseando por las
calles con Kakashi. Después de terminar con el papeleo, por supuesto.
Kakashi volvió a la oficina con una enorme caja en los brazos, que tenía varios agujeros en
un lado. Incluso aunque llevaba puesta la máscara parecía estar sonriendo ampliamente.
—Guau. ¿Qué tenemos aquí? —preguntó Naruto curioso mientras se levantaba de la silla y
se dirigía hacia la caja que Kakashi había depositado en el suelo.
Cuando levantó la tapa, vio a un adorable gatito mirándolo con sus grandes ojos azules. Tenía
el pelaje beis y un color más oscuro en orejas y cola, siendo las patas blancas. La pequeña
criatura lanzó un gritito.
—¿Me… me has comprado un gatito? —dijo Naruto sin creer lo que veían sus ojos.
—Su nombre es Noodle. ¿Te has fijado en que es del mismo color que el ramen? —dijo
Kakashi con orgullo.
Naruto metió las manos cuidadosamente dentro de la caja y cogió al pequeño gatito que le
miró con curiosidad. Inmediatamente lo sostuvo con cuidado contra su pecho.
—Hola, Noodle, encantado de conocerte —le dijo con gentileza mientras acariciaba su suave
pelo. Después, volvió a mirar a Kakashi quien estaba disfrutando de aquella preciosa escena
—. Te acordaste… —dijo Naruto impresionado—. En serio, te acordaste… del nombre y
todo.
—Claro. ¿Debo interpretar que te ha gustado? —le preguntó el hombre un poco inseguro.
—¡Por supuesto que me gusta! ¡Me encanta! —exclamó Naruto feliz, empezando a hablar
rápidamente en susurros cuando notó que el gatito se encogía contra la túnica de Hokage—.
Lo siento, Noodle —dijo increíblemente arrepentido por haber asustado al gato.
»Me encanta, Kakashi. En serio. Muchas gracias —dijo Naruto en voz baja mientras ponía al
gatito de nuevo en la caja y envolvía la cintura del Jōnin con sus brazos.
—Me alegro de que te guste —dijo Kakashi feliz, mientras dejaba que el rubio le bajara la
máscara para besarle.
Hogar
Chapter Notes
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Pasaron varios días, semanas e incluso meses y muy pronto, Naruto ya se había
acostumbrado a ser el Séptimo de Konoha. Kakashi y él habían encontrado un ritmo estable
en su vida y por fin ambos sentían que todo estaba en su lugar. Naruto pudo cumplir las
promesas que le había hecho a los aldeanos y a los shinobis, y Kakashi había aceptado con
alegría su anterior cargo como Jōnin de la villa.
Naruto necesitó bastante tiempo y unas cuantas broncas con Kakashi, antes de tener el valor
suficiente de enviar a su amante a realizar misiones de rango S. Pero estaba contento con el
arreglo al que habían llegado. Naruto permitiría que Kakashi hiciera misiones más peligrosas,
pero sólo las que requirieran unos pocos días. El Séptimo odiaba echar de menos a su pareja,
después de todo. Kakashi se había mostrado de acuerdo con la propuesta, aunque había
solicitado que se le permitiera liderar y entrenar a su propio equipo de Chūnin o Jōnin.
El acuerdo les pareció bien a ambos. Kakashi tendría tiempo de guiar y aconsejar al joven
Hokage si fuera necesario y también podría entrenar y viajar. Naruto, por otro lado, se sentía
mucho más tranquilo sabiendo que Kakashi tendría siempre a su lado a shinobis que él
mismo había elegido. Su amante había conseguido formar un grupo que realizaba muy buen
trabajo en equipo. De hecho, cada misión que habían llevado a cabo había resultado tener un
gran éxito.
Kakashi había reclutado a Yamato por su valentía, por su mente centrada y su excelente
destreza, a Sakura por su fuerza, perseverancia y su poder de curación y a Sai por sus
habilidades de sellado y rastreo. Kakashi estaba considerando incluir a Konohamaru también.
El nieto del Tercero todavía era algo joven, pero mostraba un gran potencial y talento para el
liderazgo y aquello no le era indiferente al Jōnin. Naruto no estaba muy convencido acerca de
fichar al joven, pero en realidad era porque se preocupaba por el niño como si fuera su propio
hermano. Y Kakashi debía admitir que era cierto que se parecían.
Era una fría noche de invierno y Kakashi se encontraba caminando con su equipo hacia las
puertas de Konoha. El único sonido que percibían era el de la nieve crujiendo bajo sus pies
mientras se adentraban en el durmiente pueblo. Kakashi asintió a los dos guardias a modo de
saludo. Los miembros de su equipo se estremecieron cuando una fría ráfaga de viento los
golpeó por detrás. Kakashi observó la recién reconstruida Konoha, que brillaba bajo la luz de
la luna llena.
Su misión había sido una de las complicadas. Habían tenido que ayudar a la Villa Oculta de
la Hierba a recuperar un pergamino que había sido robado de su santuario. El pergamino
contenía información extremadamente confidencial, así que era crucial que se recuperase
antes de que fuera leído por enemigos u ojos aliados. La confianza había sido un factor
imprescindible. Como habían prometido, Kakashi y su equipo ayudaron a la aldea a recuperar
el pergamino, sin tan siquiera echar una ojeada a lo que había en su interior. La pelea en sí
misma había sido más dura de lo que habían esperado, pero su equipo y él habían conseguido
salir victoriosos sin heridas peligrosas o profundas. No podían decir lo mismo de sus
enemigos, quienes habían perdido la vida por haber leído la información contenida en el trozo
de papel. Por desgracia habían sido bastantes.
—Muy bien, equipo. Como os dije antes, habéis hecho un gran trabajo en esta misión. Os
espero a todos mañana aquí al mediodía mientras informo al Hokage. Sólo va a escuchar de
mí palabras sobre vuestros sobresalientes logros y le voy a pedir que nos dé algunos días
libres. Os lo habéis ganado.
Todos se marcharon excepto Yamato, puesto que su apartamento estaba en el mismo distrito
que el de Kakashi. Charlaron mientras paseaban hasta que llegaron a la casa del hombre de
pelo plateado.
—Te veo mañana, senpai —le dijo el usuario de la madera mientras le hacía un gesto con la
mano a su capitán.
Kakashi abrió la puerta con tanto cuidado como pudo, asegurándose de no despertar a nadie.
Con los dedos congelados se quitó los zapatos y la chaqueta. Después se frotó las manos
mientras se adentraba hacia la calidez de su hogar. Cuando Kakashi no encontró a Noodle
sobre el sofá ni en su canastito, puso los ojos en blanco.
—Tanto esfuerzo para acostumbrar al gato a dormir fuera para… —susurró antes de suspirar.
Kakashi se quitó el uniforme mojado y lo arrojó hacia el respaldo de una silla antes de
deslizarse poco a poco en su lado de la cama. Se acurrucó cerca de Naruto y Noodle, puesto
que ambos siempre le transmitían calor. Naruto se revolvió en su sueño cuando sintió unos
dedos y unos brazos helados envolverse alrededor de su cuerpo, despertándose al final con un
escalofrío.
—Sí y todo bien. Sólo estoy muerto de frío —dijo Kakashi sabiendo que el rubio se
preocupaba por él.
—Mmmm, y que lo digas. Ven aquí —respondió Naruto mientras se acercaba a su amante.
—¿Por qué está Noodle en la cama? —susurró Kakashi suavemente mientras inhalaba el
aroma del rubio.
—Estaba solo —respondió el chico mientras apoyaba la cabeza contra el frío cuello de
Kakashi.
—Yo también te he echado de menos —dijo Kakashi mientras besaba el pelo rubio que le
hacía cosquillas en la cara.
Ambos sonrieron mientras Noodle comenzaba a moverse. Kakashi los observó a ambos y de
nuevo volvió a pensar en lo afortunado que era por tenerlos en su vida. Adoraba a su pequeña
familia y le encantaba tener un lugar al que pudiera llamar hogar. Cada vez que rememoraba
la decisión que había tomado de embarcarse en aquel largo viaje de entrenamiento con el
impredecible rubio, se sentía feliz y agradecido por haber dicho que sí. Se había dado cuenta
de que haría cualquier cosa por el joven shinobi. Sonrió con felicidad mientras cerraba los
ojos.
Bueno, pues hasta aquí llegaron las aventuras y desventuras de Kakashi y Naruto.
Espero que os haya gustado esta traducción!!
Muchas gracias por acompañarme durante este largo camino. Han sido 44 capítulos!!!
*^_^*