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GONZALO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ-ALLER

La Armada y la Cultura Naval


12 DE MAYO DE 2011
GONZALO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ-
ALLER
EL C.A RODRÍGUEZ GONZÁLEZ- ALLER NACE EN
CARTAGENA EN EL SENO DE UNA FAMILIA DE
MARINOS. INGRESA EN LA E.N.M Y SALE A.N A
LOS 22 AÑOS DE EDAD.
SUBMARINISTA DE PROFESIÓN Y VOCACIÓN,
EMBARCA Y MANDA DIVERSAS UNIDADES TANTO
DE SUPERFICIE COMO SUBMARINOS.
DESEMPEÑÓ DIVERSOS DESTINOS EN LOS ESTA-
DOS MAYORES DE LA FLOTA Y SUBMARINOS, DEL
QUE FUE JEFE DE ESTADO MAYOR.
EN EL EXTRANJERO FUE OFICIAL DE ENLACE
ANTE CINCEASTLAT EN NORTHWOOD (REINO
UNIDO)
EN EL AÑO 2001 ES PROMOVIDO A CONTRALMI-
RANTE, DESEMPEÑANDO DIVERSOS DESTINOS EN
ESTA CATEGORÍA. EN EL AÑO 2008 ES NOMBRADO
DIRECTOR DEL ÓRGANO DE HISTORIA Y CULTU-
RA NAVAL.
LA ARMADA Y LA CULTURA NAVAL

Buenas tardes a todos. Es para mí un honor estar hoy aquí en este foro,
tan querido para mí por los lazos que ha estrechado entre la Armada y la
Universidad desde su creación hace ya 18 años, y por el que han pasado
destacadas personalidades de las humanidades y las ciencias. Es, también,
una enorme satisfacción comprobar el interés que suscita la cultura naval en
el ámbito universitario y espero estar a la altura de este auditorio tan nume-
roso como cualificado.
En primer lugar, quiero agradecer a los organizadores esta invitación y la
gran labor que realizan para difundir entre la sociedad la importancia de la
Armada y promover la conciencia marítima de España, identidad tan enrai-
zada en la historia y la cultura gallegas. En segundo lugar, y aunque ya he
sido presentado, permítanme hacerlo desde un plano más humilde y realista.
Soy un oficial de Marina, afortunado por haber desarrollado una carrera pro-
fesional que ha sido, al tiempo, una afición, o más aun, una pasión. Primero,
a bordo de un submarino, donde comencé mi vida operativa, luego al mando
de uno -una experiencia absolutamente indescriptible- y más tarde al frente
de tres barcos de superficie.
El marino cambia cada dos años de destino, lo que nos hace, o debería
hacernos, muy versátiles y multidisciplinares. Yo siempre me he dejado
llevar por la Providencia, pensando que si las cosas no salen como uno quie-
re, Dios sabrá lo que hace y, sin duda, será lo mejor. Por este motivo, al final
de mi carrera, y después de toda una vida como marino vinculada a destinos
operativos, debió pensar que para tener una vejez feliz, tanto como lo había
sido mi vida, me faltaba un destino cultural que me permitiera, con más

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tiempo disponible en el retiro, desarrollar una faceta que por falta de tiempo
o pereza no había cultivado.
Hace más de dos años fui nombrado, voluntariamente y por decisión del
AJEMA Director del Órgano de Historia y Cultura Naval. Hasta entonces la
única relación que había tenido con la Cultura Naval era mi tío Sisiño, gran
historiador naval, que había ocupado mi puesto durante nueve años y quien
me animó a asumir la nueva responsabilidad. Ahora me arrepiento de no
haberle prestado más atención a la cultura naval en mi juventud, apasionado
en aquellos momentos por los fondos marinos, a los que dediqué mi tiempo
como buceador de combate y submarinista, y a navegar por su superficie en
buques que tanto añoro.
Hoy quiero hablarles de este nuevo trabajo, que me apasiona y al que me
dedico con fervor para convencer a mis superiores, como ahora haré con
ustedes, de la enorme importancia que para la Armada, y también para Espa-
ña, tiene difundir la cultura naval. Y pocos lugares tan apropiados como
Ferrol para hablar de este tema. Su arsenal fue en el siglo XVIII la mayor
base naval militar de Europa y las 25 construcciones que lo conforman a lo
largo de doce kilómetros de ría son uno de los argumentos más sólidos para
que la ciudad de Ferrol se convierta en el tercer conjunto monumental galle-
go que la UNESCO declara Patrimonio de la Humanidad. Es una vieja aspi-
ración de la ciudad. Una iniciativa que echó a andar tímidamente hace 10
años, hoy es una apuesta sólida que todos esperamos se haga realidad en un
futuro próximo.
El arsenal, inexpugnable, fue una pesadilla para los buques ingleses, que
intentaron sin éxito incursiones en la costa gallega. Pero más allá de su ex-
traordinario valor defensivo, el arsenal es un modelo de arquitectura del ra-
cionalismo ilustrado, un conjunto perfectamente imbricado en la candidatura
que se llevará a la UNESCO bajo la denominación de Ferrol de la Ilustra-
ción. No debemos olvidar que la Marina fue la puerta de entrada de la Ilus-
tración en España, y los marinos, adelantados a su tiempo, los mejores
embajadores de las ideas renovadas que circulaban en una efervescente cen-
tro-Europa.
La preparación del expediente que se elevará a la UNESCO para solicitar
la declaración de Patrimonio de la Humanidad está muy avanzada. Ha reque-
rido un ímprobo trabajo de documentación y estudio. Se han consultado 20
archivos de todo el mundo para reunir más de 600 planos y casi 3.000 docu-
mentos que atestiguan la importancia histórica del Arsenal. El informe ha
constatado también algo que ya sospechábamos quienes conocemos y que-
remos esta obra. Estamos ante un conjunto único en el mundo tanto por su
unidad de estilo como por la calidad de su diseño. Uno de sus mayores ali-
cientes es el interés y la riqueza de sus estructuras hidráulicas. Sus dársenas
y diques de abrigo son muy escasos en obras de ingeniería de la misma épo-
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ca que han llegado hasta nuestros días, inexistentes por ejemplo en Karls-
krona, en Suecia, o en Suomenlinna, Helsinki, arsenales declarados ya pa-
trimonio de la humanidad. Ferrol añade otro aliciente más: la autenticidad de
sus construcciones, que se han conservado intactas sin añadidos posteriores
ni remodelaciones que desvirtuaran su carácter original. Existen en Europa
importantes ejemplos de arsenales navales como los de Toulon o Brest que
sufrieron grandes daños durante la II Guerra Mundial y fueron reconstruidos
en su totalidad.
Quizás no sea necesario recordarlo en este foro, pero no quiero terminar
sin afirmar que estamos ante una obra maestra y esperamos que en el futuro
la declaración de la UNESCO contribuya a darla a conocer como se merece.
Hecha esta acotación, ineludible en esta ciudad, quiero centrarme ahora
en la estructura del Órgano de Historia y Cultura Naval, que dirijo, bajo
mando directo del AJEMA, y del que dependen el Museo Naval, el Instituto
de Historia y Cultura Naval y el Subsistema Archivístico de la Armada.
El guión de mi exposición será el siguiente:
- El Museo Naval
- El Instituto de Historia Naval
- El Subsistema archivístico de la Armada
- Fundación Museo Naval
- Asociación de amigos del Museo Naval
- Futuro previsible
- Resumen y conclusiones.
- Preguntas

MUSEO NAVAL

El Museo Naval lo forman el Museo Naval de Madrid, los filiales de Fe-


rrol, Cádiz, Cartagena, las Palmas, y dos sorpresas, que poca gente conoce:
la Torre del Oro y el Archivo-Museo del Viso del Marqués. El Panteón de
Marinos Ilustres también depende funcionalmente de mi Dirección, aunque
orgánicamente está incluido en la Escuela de Suboficiales de San Fernando,
donde se encuentra.
Empezaré por las sorpresas a las que aludía. El Palacio del Viso del
Marqués es un precioso edificio del siglo XVI que llama la atención del visi-
tante por lo inesperado de encontrar un palacio genovés en medio de la Man-
cha. Posee una riqueza pictórica enorme: 8.000 metros cuadrados de frescos
con motivos de batallas navales, puertos del Mediterráneo y mitológicos, a
los que eran tan aficionados en la Italia del Renacimiento.
Fue construido por D. Álvaro de Bazán, el mejor almirante que ha tenido
la Armada, invicto en todas las batallas en las que participó, y fallecido en
Lisboa mientras preparaba la Gran Armada. Si hubiera llegado a mandarla,
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probablemente la Europa de hoy sería diferente. Construyó ese Palacio en el


Viso “porque pudo y porque quiso” al decir de los lugareños. Nosotros po-
demos precisar que lo levantó en ese lugar porque estaba equidistante de la
Corte madrileña, de Cádiz, de Cartagena y de Lisboa, lugares donde el Almi-
rante tenía las bases de las escuadras a su cargo, además de disponer allí de
los terrenos concedidos por el Rey a su padre, gran marino y servidor del
Rey.
El Palacio sufrió un importante deterioro durante la invasión francesa,
expoliado por sus tropas. Fue granero, escuela y cuartel de las tropas moras
después de la guerra civil, hasta que en el año 1948 y dada la vinculación de
la familia de los marqueses de Santa Cruz con la Marina, lo cedieron en ren-
ta a la Armada por el simbólico alquiler de una peseta al año durante 90
años. La Armada hizo una gran labor de restauración de la mano del ilustre
almirante y académico D. Julio Guillén Tato, marino ilustrado, polifacético
de todas las artes y humanidades y padre de todo lo que significa y es hoy
día la Cultura Naval.
Allí la Armada trasladó todos sus archivos desde 1784 hasta la Guerra
Civil, y creó el Archivo Histórico de la Armada, del que hablaremos más
adelante. También se abrió allí un Museo, más importante por el continente,
el precioso Palacio y sus frescos, que por el contenido.
La otra gran sorpresa de la que hablé es la Torre del Oro. Muy pocos sa-
ben que este edificio sevillano pertenece a la Armada. Y, sin embargo, así ha
sido desde el siglo XIX. Es también una pieza clave de nuestro patrimonio
histórico y, al igual que el Palacio del Viso, es más importante el continente
que el contenido, aunque en la actualidad queremos completarlo con un re-
novado discurso museológico.
El padre de todos los Museos Navales es, por supuesto, el de Madrid. Su
precedente más remoto está en el proyecto pensado para San Fernando. En
1792, el bailío Valdés, Secretario de Marina con Carlos IV, a propuesta del
CN. Mendoza y Ríos en 1790, emite una disposición para la creación de un
museo para la marina en la nueva población de San Carlos para la instruc-
ción de los Cuerpos de la Armada con una consignación de 100.000 reales
de cada departamento, con la que se comisionó a Mendoza a Francia e Ingla-
terra para comprar libros, mapas y otros materiales para la Biblioteca.
Se mandó a los TTNN Martín Fernández Navarrete, José Vargas Ponce y
Juan Sanz de Barutell a casi todos los archivos españoles para copiar los
manuscritos referentes a asuntos de marina. Los dos últimos llegaron a ser
directores de la Real Academia de la Historia, lo que da idea del nivel alcan-
zado por la Armada en la tardía Ilustración española. Las colecciones docu-
mentales de estos jóvenes TTNN, repartidas entre la Real Academia de la
Historia y el Archivo del Museo Naval de Madrid, son de una importancia
capital.
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Cuando Antonio Valdés y Fernández Bazán, heredero de Patiño y Ense-


nada -dos grandes personajes de la Armada ilustrada- fue destituido por Go-
doy, el proyecto quedó suspendido, hasta que en 1843, durante el reinado de
Isabel II, se dio orden de abrirlo en la Casa de Consejos de la Calle Mayor.
Posteriormente pasó a la Casa del Platero en la Calle Bailén, y en 1850 al
Palacio de los Ministerios, antigua casa de Godoy hasta 1807, en la Plaza de
la Marina, donde fue reinaugurado el 12 de Octubre de 1853 por la Reina
Isabel II. En 1932 fue trasladado a su actual sede en el entonces Ministerio
de la Marina. Recientemente hemos conseguido ampliarlo y ocupamos todo
el bajo del edificio antiguo, espacio todavía insuficiente para albergar sus
numerosas joyas. Prueba de la calidad de sus colecciones, desde 2009 está
integrado en la red de museos nacionales, la máxima categoría de los museos
de titularidad estatal.
El museo Naval está dirigido por el Real Patronato, el órgano colegiado
encargado de definir su política, creado y presidido por Alfonso XIII el 9 de
enero de 1929. Se reunió solo en tres ocasiones antes de que se disolviera
por la llegada de la República, pero posteriormente se formó un nuevo Pa-
tronato, presidido por el Marqués de Santa Cruz, primero, y más tarde por
Gregorio Marañón. En 1982 fue presidido por Don Juan, el padre del Rey,
hasta el año de su muerte en 1993, y a él le sucedió el Infante Don Carlos de
Borbón dos Sicilias de Borbón Parma, quien continúa hoy al frente del pa-
tronato. En 2006 SM el Rey le devolvió el título de Real Patronato.
Permítanme citar las palabras que en su toma de posesión como presi-
dente del Real Patronato pronunciaba Don Juan, Conde de Barcelona, recor-
dando con cariño los estrechos vínculos que unen a la Armada, la Casa Real
y España: “Sabéis tan bien como yo la íntima relación histórica que siempre
ha existido entre la más augusta Institución española – la Corona – y la más
española de las Instituciones – la Armada –. Siempre recuerdo con emoción
mi jura en la Escuela Naval…, mi promoción fue la última que juró el pen-
dón de Castilla, privilegio otorgado a la Armada”.
Repasaba Don Juan en su discurso la evolución de la Armada, desde la
grandeza en los reinados de los Austrias mayores a la adversidad con Carlos
II, cuando la Armada prácticamente desapareció, así como el resurgir de la
Marina con Carlos III, los tiempos duros del XIX y el esfuerzo acometido
por Alfonso XII y Alfonso XIII por impulsar de nuevo la Armada.
Terminaba Don Juan: “Hoy, nuestro Rey, mi hijo, dedica - vosotros lo
sabéis tan bien como yo -, fiel a esta tradición, sus más entrañables desvelos
a impulsar el verdadero y tan necesitado arraigo de la conciencia marítima
de nuestro pueblo. La Armada, nuestra Armada, siempre generosa y agra-
decida, ha bautizado al buque más poderoso de nuestra Flota con el título
de mi nieto: “Príncipe de Asturias”.
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La Reina Isabel II fue también la creadora de las Bibliotecas departa-


mentales, germen de los antes llamados Museos Navales periféricos y ahora
denominados filiales, que se fueron abriendo paulatinamente en función de
las iniciativas personales de oficiales navales. Hoy contamos con los de Fe-
rrol, Cádiz, Cartagena y Las Palmas, todos ellos fundados después de la
Guerra Civil y algunos de ellos muy recientemente. Muy cerca tenemos un
buen ejemplo, el museo de Ferrol, que el pasado 5 de marzo cumplió 25
años, un cuarto de siglo que le ha permitido convertirse en un referente cul-
tural de la ciudad. Cada año atrae a miles de escolares que disfrutan de sus
modelos, como el de la fragata Magdalena, un buque de 34 cañones botado
en la ría ferrolana en 1773 y hundido por un fuerte temporal en la ría de Vi-
vero en 1810. Los restos de aquel pecio se recuperaron y hoy pueden admi-
rarse también en las salas del museo ferrolano.
A continuación proyectaré un video del Museo Naval de Madrid que,
como he dicho, es una auténtica joya situada en el mejor lugar de Madrid, en
el corazón del Paseo del Arte madrileño, en el Paseo del Prado, junto a Cibe-
les, vecino del Thyssen y del museo del Prado, muy cerca del Museo Reina
Sofía. Difícil pensar en un emplazamiento mejor. Además, déjenme decirles
que sus salas desprenden un encanto especial, y recorrerlas es adentrarse en
un mundo mágico y evocador. Es un museo multidisciplinar en el que admi-
rar no sólo pintura. Ofrece una fascinante combinación de ciencias, arqueo-
logía subacuática, construcción naval, cartografía, grandes descubrimientos,
exploraciones, armas, uniformes, historia de la navegación, bibliografía,
numismática, antropología, etc… Todo ello dentro de un edificio maravillo-
so, con una escalera monumental única en Madrid y dos patios iluminados
por un unas cristaleras de singular belleza.
Con todo, hablamos de un gran desconocido, solamente visitado por
60.000 personas al año, una cifra que estamos empeñados en multiplicar por
diez en los próximos cinco años, como se merece la riqueza de los fondos
exhibidos.
También queremos que el acceso al museo sea por la entrada de la calle
Montalbán, como lo fue antiguamente, para que el visitante pueda admirar la
escalera monumental de la que les he hablado.

INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

Nació en el año 1976 asumiendo las funciones del antiguo Instituto His-
tórico de la Marina, creado en el año 1942, y la organización de los Premios
Virgen del Carmen, que desde la finalización de la guerra Civil «luchaban
contra el tradicional desinterés del español por la mar».
El Instituto de Historia y Cultura Naval es, repito, junto al Museo Naval
y el Subsistema Archivístico de la Armada uno de los tres pilares que dan
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esencia al Órgano de Historia y Cultura Naval que, bajo la dirección del


almirante que les habla, y dependiendo del AJEMA, es responsable de di-
fundir la Cultura y la Historia Naval española. Entre sus principales come-
tidos está la investigación y el fomento del estudio sobre la historia y cultura
naval y la promoción de actividades culturales que den a conocer nuestro
pasado naval y subrayen su trascendencia en la historia de España. En este
esfuerzo divulgativo, el Instituto publica la Revista de Historia Naval, cua-
dernos monográficos y organiza jornadas de historia marítima, seminarios y
cursos, en colaboración con otros institutos y universidades.
Una de las acciones más importantes en beneficio de la Historia naval es
el convenio que acabamos de firmar con la Universidad de Murcia para la
creación de la Cátedra de Historia Naval. Ubicada en un edificio cedido por
la Armada junto al mar en el puerto de Cartagena y restaurado por la Univer-
sidad, nos permitirá profundizar en el estudio del rico patrimonio documen-
tal de la Armada conjuntamente por los profesionales de la Armada y los
académicos de la Universidad.
A los oficiales navales les corresponderá impartir las que denominamos
ciencias auxiliares de la historia naval: navegación, astronomía, construcción
naval, artillería, maniobra, etc., sin cuyo conocimiento no es posible analizar
con rigor la documentación existente en nuestros archivos. Por su parte, los
catedráticos aportarán sus conocimientos académicos sobre historia y la me-
todología investigadora. En definitiva, una combinación perfecta para el
estudio de la Historia Naval.
En esta cátedra se impartirá por primera vez el post-grado de Historia
Naval, así como el doctorado. La nueva ley de la carrera militar prevé la
realización de post-grados para completar los estudios y esto nos permitirá
preparar oficiales de la Armada para cubrir los destinos relacionados con la
Cultura naval. Queremos recuperar la Marina Ilustrada del XVIII y el gusto
por las humanidades.
En Cartagena se encuentra el Museo Nacional de Arqueología Subacuá-
tica, dependiente del Ministerio de Cultura, con el que esperamos colaborar
más adelante. La existencia también en Cartagena de la Escuela de Buceo de
la Armada nos permite pensar en un futuro no muy lejano en la creación de
un post-grado de Arqueología Subacuática, que no existe en España.
Otro de los ámbitos del Instituto es el patrimonio sumergido. Durante
muchos años, las competencias sobre esta cuestión eran exclusivas de la
Armada, pero la transferencia de competencias a las Comunidades Autóno-
mas ha dificultado ahora nuestra participación. El convenio firmado en 2009
con el Ministerio de Cultura para colaborar en la protección del Patrimonio
subacuático cumplía la aspiración de la Armada de afianzar esta coopera-
ción, para no quedar fuera de algo que consideramos muy nuestro: por el
medio en que se actúa, la mar, y porque la mayor parte de nuestro rico pa-
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trimonio nacional sumergido lo componen buques de la Armada, muy queri-


dos por nosotros y que consideramos tumbas de nuestros héroes.
No somos intrusos, solamente queremos participar y poner a disposición
de los arqueólogos nuestros conocimientos profesionales, que consideramos
fundamentales para el estudio técnico de los pecios y salvaguardar las tum-
bas de nuestros antepasados de expolios o de un trato inadecuado.
Ponemos a disposición de los responsables de esa área nuestra experien-
cia y nuestros medios: barcos que, aunque no específicamente diseñados
para ello, sí pueden ser muy útiles, capacidades –para el levantamiento de
cartas de fondo y cartas de pecios– y expertos: buceadores, historiadores,
artilleros, ingenieros navales, documentalistas, archiveros, etc. No olvidemos
que toda la documentación relativa a los buques se encuentra en nuestros
archivos.
Nuestra apuesta más importante es la construcción de un BAM (Buque
de Acción Marítima) especialmente diseñado para la prospección de fondos
e investigación de pecios. La Armada por sí sola no puede acometer la cons-
trucción de un barco de esas características en un futuro próximo, pero no es
una inversión muy costosa si la financiación se comparte con otros ministe-
rios. Este barco podría destinarse una parte del año en este tipo de misiones
y otra cubriendo las necesidades operativas de buceo en la Armada, una so-
lución similar a la adoptada con el buque de investigación oceanográfica
Hespérides.
El año pasado la Armada llevó a cabo la primera operación amparada en
el convenio con el ministerio de Cultura. Un cazaminas y una lancha hidro-
gráfica navegaron durante más de un mes en la bahía de Cádiz trabajando en
la localización de restos de naufragios, con resultados satisfactorios. Todavía
hoy se siguen investigando las anomalías encontradas en los fondos del área
barrida, y esperamos continuar con el levantamiento de la carta de pecios
este verano.

SUBSISTEMA ARCHIVISTICO

EL PATRIMONIO DOCUMENTAL Y LOS ARCHIVOS DE LA ARMADA

La Armada cuenta con un valioso patrimonio documental, testimonio del


papel protagonista que ha tenido a lo largo de varios siglos en la Historia de
España: en sus viajes de exploración, descubrimiento y conquista; en el man-
tenimiento del tráfico indiano; en la defensa y protección de las costas pe-
ninsulares y de los territorios coloniales; y en la realización de los levanta-
mientos cartográficos imprescindibles para asegurar las rutas marítimas.
LA ARMADA Y LA CULTURA NAVAL 131

Asimismo, en el marco de la reforma que pone en marcha la administra-


ción borbónica, es digna de destacar la extraordinaria aportación científica
de la Marina en el campo de las ciencias: desde la sociología –costumbres y
cultura nativa–, las ciencias naturales –zoología, botánica, mineralogía–,
hasta la astronomía, la geografía, la hidrografía, etc.
A pesar de que se han sufrido pérdidas irreparables, la Armada conserva
actualmente en sus propios archivos cerca de 45.000 metros lineales de do-
cumentos, cuya cronología se extiende entre los siglos XVII y XX.
La conservación de esta importante masa documental no es fruto del
azar. La historia de la Armada cuenta con una larga e importante tradición
archivística, que en su aspecto normativo se remonta al s. XVIII. A partir de
finales del s. XIX podemos hablar ya de la existencia de un sistema archivís-
tico propio, en cuanto que existe una red de archivos, un personal especiali-
zado y unas normas de tratamiento de documentos; sistema que, a pesar de
numerosas vicisitudes, ha permitido la conservación hasta nuestros días de
este valioso Patrimonio Documental.
La Armada cuenta actualmente con dos archivos históricos, de carácter
nacional:
• el Archivo General de la Marina "Álvaro de Bazán"
• el Archivo del Museo Naval.
El Archivo General de la Marina se encuentra ubicado en el citado Pala-
cio de los Marqueses de Santa Cruz, en Viso del Marqués (Ciudad Real),
cedido a la Armada para constituir en él el Archivo General de la Marina,
según consta en el Decreto de creación del año 1948.
Los fondos documentales están distribuidos entre todas aquellas salas y
dependencias del Palacio que carecen de frescos. Su cifra supera actualmente
los ochenta mil legajos, instalados en catorce kilómetros lineales de estante-
rías, lo que le convierte en uno de los archivos nacionales de mayor volumen
documental, superando a archivos como el de Simancas o el de Indias.
Salvo algunas excepciones, su cronología arranca en 1784. La documen-
tación anterior se encuentra en el Archivo General de Simancas, a donde fue
remitida desde la antigua Secretaría de Marina en el año 1826. En algunos
aspectos es también una continuación del Archivo General de Indias de Sevi-
lla, archivo creado por el rey Carlos III con el objeto de reunir en un solo
lugar todos los documentos referentes a aquellos territorios.
Entre sus series documentales se pueden destacar:
• las expediciones marítimas a Indias, con innumerables datos sobre su
organización, dotación de personal y material, entradas y salidas de
puerto y vicisitudes de las navegaciones, incluyendo importante in-
formación sobre los movimientos independentistas de las colonias.
• la sección de Arsenales, con documentos referentes a la construcción
y carena de buques, diques y almacenes.
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• la sección de buques, con sus historiales, cuadernos de máquinas y de


bitácora.
• la documentación relativa a todos los Cuerpos de la Armada (Oficiales
de Guerra, Infantería de Marina, Artillería, Ingenieros…) con sus ex-
pedientes personales y hojas de servicio en las que se describen los
acontecimientos de su vida militar, como los destinos en tierra y en
buques, mandos y condecoraciones, y todo un amplio historial del que
se pueden extraer además interesantes descripciones de las comisiones
desempeñadas y sus vicisitudes.
• En fin, una gran variedad de asuntos relacionados con la Marina espa-
ñola: navegación mercantil, correos marítimos, corso y presas, pesca
marítima, academias navales, etc. que harían interminable su enume-
ración.
El otro archivo histórico tiene su sede en el Museo Naval de Madrid.
Desde los años 30 del siglo pasado, ha reunido un valioso y heterogéneo
patrimonio documental complementario del existente en el Archivo General
de la Marina.
De entre sus fondos merecen destacarse los procedentes de la extinguida
Dirección de Hidrografía, institución receptora de la documentación produ-
cida por las expediciones marítimo-científicas, de exploración, militares y de
establecimiento de límites, realizadas por la Marina Española desde fines del
siglo XVIII y a lo largo del XIX y cuyo legado documental y cartográfico
reviste un valor extraordinario.
Dichas expediciones, financiadas por la Corona, fueron ejecutadas por
una Marina militar y científica que disponía de los hombres y las institucio-
nes adecuadas. Entre ellas, podemos destacar la del Conde de Mopox a la
isla de Cuba, el reconocimiento del Estrecho de Magallanes por Antonio de
Córdoba y Alcalá Galiano, las comisiones de límites en Brasil, y muy espe-
cialmente la expedición de circunnavegación de Alejandro Malaspina y José
de Bustamante. Esta última, con el título de Viaje científico-político alrede-
dor del mundo, sintetiza las aspiraciones ilustradas de la época, el afán de
conocimiento de todas las ciencias, además de los objetivos políticos y geo-
estratégicos perseguidos por la Corona. En ella se embarcan, además de car-
tógrafos y geógrafos, naturalistas y pintores, autores de centenares de dibu-
jos de indígenas, paisajes, escenas, aves, peces. Sin duda, un extraordinario
legado, tanto en la dimensión estrictamente artística, por la calidad y belleza
de las obras, como en la testimonial, por lo que documentan a través de su
contenido.
Además de estos dos archivos históricos, la Armada cuenta con cinco ar-
chivos de ámbito territorial con sede en las cabeceras de las antiguas divisio-
nes marítimo-administrativas: Ferrol, Cartagena, San Fernando, Las Palmas
y Madrid.
LA ARMADA Y LA CULTURA NAVAL 133

Estos archivos, que recogen la documentación de sus respectivos ámbi-


tos geográficos, deberían remitir los documentos de más de veinte años de
antigüedad, al archivo histórico. Sin embargo, los problemas de saturación
del Archivo General de la Marina han impedido que se realicen estas remi-
siones, por lo que todos ellos conservan actualmente importantes fondos
históricos, e incluso el volumen de alguno de ellos, como es el caso de Car-
tagena, es superior al archivo del Viso del Marqués. El volumen de fondos
de estos cinco archivos supera los 30.000 ml. Su cronología se remonta en
algunos casos al s. XVII, si bien el grueso de la documentación pertenece a
los siglos XIX y XX.
El archivo de Ferrol custodia 6.000 ml. de fondos, que datan en su mayo-
ría del último cuarto del siglo XIX, aunque existe documentación relativa a
las propiedades adquiridas por la Armada en Ferrol, legajos de Contaduría y
fondos de Escribanías de Marina que se remontan a las primeras décadas del
siglo XVIII. El archivo se encuentra ahora en una fase de transición, pen-
diente de su traslado desde la base de la Graña a su nueva sede en el edificio
de la antigua Capitanía, en el corazón de Ferrol, en un emplazamiento más
apropiado tanto para garantizar la conservación de los fondos como para
facilitar el acceso a la documentación. Doscientos investigadores consultan
anualmente el archivo, que mantiene también acuerdos con esta Universidad
de La Coruña para que alumnos de Biblioteconomía y Documentación reali-
cen prácticas en nuestras instalaciones.
Documentos anteriores al setecientos conserva Cartagena que, antes de
ser erigida en 1726 cabecera del Departamento Marítimo, fue desde finales
del XVI un importante fondeadero para el resguardo de la "Escuadra de Ga-
leras de España".
El Archivo Naval de San Fernando es, por el contrario, el de menor vo-
lumen, 1900 ml. aprox., y salvo excepciones, de fecha posterior a los años
cuarenta. Este archivo, uno de los más valiosos por la documentación que
albergaba, ya que durante mucho tiempo residieron allí algunos de los orga-
nismos más importantes de la Armada, como la D.G. de la Armada y la Con-
taduría General, y que además recibió los archivos procedentes de Cuba tras
la Guerra hispano-norteamericana, fue destruido por un incendio en el año
1976.
Por último, citaré los archivos de dos importantes instituciones científi-
cas creadas durante la segunda mitad del s. XVIII: el Real Instituto y Obser-
vatorio de la Armada, en San Fernando (Cádiz) y el Instituto Hidrográfico de
la Marina en Cádiz; centros que conservan sus fondos históricos porque,
para su funcionamiento, necesitan disponer, de forma permanente, de la do-
cumentación científica que han generado a lo largo de su existencia. El he-
cho de haber sido ambas instituciones pioneras en su género, como observa-
torio astronómico la primera, y como centro dedicado a los levantamientos
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geodésicos y cartográficos la segunda, puede dar idea de la importancia de


los fondos que conservan.
No podemos concluir este breve repaso de contenidos sin afirmar que la
relevancia de los fondos documentales de nuestros archivos los convierte en
fuente imprescindible para el estudio de la historia de España en los últimos
tres siglos.
Pero si importante es esta afirmación que acabamos de hacer, lo es tam-
bién, y de forma muy preocupante, el problema de saturación que arrastran
nuestros archivos desde hace algunas décadas, debido al volumen de docu-
mentación que almacenan.
En los años setenta, la necesidad de dar salida a la documentación de las
oficinas obligó a la Armada a remitir documentación al Archivo General de
la Administración, un archivo de la Administración Civil del Estado, con
sede en Alcalá de Henares. Entre los años 1974 y 1995 se han remitido a
dicho Archivo, en calidad de depósito, cerca de 6.000 ml. de documentos,
que allí permanecen a la espera de ser reintegrados a nuestros archivos.
Pero esta medida sólo supuso un alivio temporal. A partir de 1995, fecha
en que el archivo de Alcalá -por sus propios problemas de saturación- cerró
la entrada a los documentos de la Armada, el problema se recrudece; y fun-
damentalmente en Madrid, sede de los Organismos Centrales de la Armada,
donde la necesidad ha obligado a habilitar recientemente nuevos depósitos
para uso temporal, y donde urge la adopción de medidas definitivas.
El problema es acuciante. No obstante, el futuro se presenta prometedor.
El ofrecimiento por parte del Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada,
municipio muy próximo a Madrid, de la cesión de una parcela para la cons-
trucción de un edificio de archivo se ha plasmado en la firma de un Conve-
nio el pasado mes de diciembre.
Se trata de una parcela de 26.000 m2, en una zona universitaria y bien
comunicada, para la que se ha redactado un anteproyecto que contempla una
capacidad inicial de 60 km. de estanterías, con posibilidad de ampliación en
más de un tercio.
La construcción de un archivo nuevo es, en primer lugar, una necesidad.
Pero es algo más: es una vieja aspiración de la Marina, ya propugnada por
Fernández de Navarrete a finales del s. XVIII. Un Archivo propio con capa-
cidad suficiente para albergar toda la documentación histórica de la Armada,
y con las condiciones medioambientales que permitan preservar para las
generaciones futuras tan importante patrimonio documental. Y es nuestro
empeño actualmente hacer de esta aspiración una realidad.
No está de más, en este momento, recordar que se debe a la Marina es-
pañola uno de los primeros reglamentos militares del mundo; e igualmente
recordar las palabras de la Guía del Investigador del Archivo General de
Simancas, al referirse a la remisión de documentos de la antigua Secretaría
LA ARMADA Y LA CULTURA NAVAL 135

de Marina en 1826: Es seguramente la documentación que ha ingresado en


el Archivo con más orden y sistema.
Tratar de recuperar el prestigio profesional que en el campo archivístico
en otro tiempo tuvo es, más que un deseo, una obligación.

FUNDACIÓN MUSEO NAVAL

La falta de recursos de la Administración dificulta la obtención de los


medios necesarios para acometer los grandes retos pendientes de la Cultura
Naval. Con el objetivo de subsanar esas carencias en 2010 se creó la Funda-
ción Museo Naval, presidida por el AJEMA y compuesta por 12 patronos
natos y 15 electos. Aunque el nombre elegido como “marca” es Museo Na-
val sus objetivos son más amplios y comprenden todo lo relacionado con la
Cultura Naval.
¿Por qué una Fundación? Nos permite abrir fuentes adicionales de finan-
ciación y emprender iniciativas de apoyo al museo que no serían viables por
los canales administrativos tradicionales. Todos los museos modernos cuen-
tan con el apoyo de una Fundación que se ha demostrado como la herramien-
ta más eficaz para acceder a subvenciones y desarrollar iniciativas que
requieren agilidad y rapidez.
Ha sido una gestación difícil. La Fundación es una figura novedosa en un
ministerio como el nuestro y despierta reticencias tanto dentro de nuestra
propia institución como fuera. Estamos muy satisfechos con los resultados
logrados en su corta vida. Desde Diciembre pasado el museo ha ampliado su
horario cuatro horas diarias, hasta las seis de la tarde; ha abierto una tienda
física y otra on-line. La Fundación gestiona los ingresos procedentes de la
venta de publicaciones o las aportaciones voluntarias que se solicitan a los
visitantes, en espera de la publicación de la Orden Ministerial de precios
públicos que permita al museo el cobro de entradas.
Con el presupuesto, que para 2011 asciende a 330.000 euros, se han em-
prendido múltiples iniciativas de promoción. La apertura de una página web,
la elaboración de vídeos institucionales y divulgativos, la publicación de
libros y folletos son sólo algunos ejemplos de las actividades llevadas a cabo
en los últimos meses.

ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL MUSEO NAVAL

Fundada hace 14 años, no tiene fines lucrativos y sus objetivos son pro-
mover, estimular y apoyar acciones culturales relacionadas con la misión y
actividad del Museo Naval. Está presidida por el Almirante Luis Carrero-
Blanco Pichot, duque de Carrero, y la integran 240 socios –clasificados co-
136 GONZALO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ-ALLER

mo de mérito (honorarios), protectores y colaboradores– todos ellos auténti-


cos enamorados del Museo Naval, y muchos de ellos donantes de fondos
valiosísimos. Con sus generosas aportaciones ayudan a la compra de piezas
que puedan enriquecer los fondos del museo.
La asociación organiza viajes y actividades y a través de ella accedemos
también a subvenciones de los ministerios de Defensa y Cultura en beneficio
del museo Naval. Aunque pensamos integrarla en la fundación, finalmente
rechazamos esa posibilidad, por considerar que las dos son instrumentos
muy valiosos para la Cultura Naval, con ámbitos y funciones complementa-
rias y no excluyentes. Pronto comprobamos que fue una decisión acertada al
permitirnos acceder al doble de subvenciones, limitado como está el número
de peticiones por institución.

RETOS DE FUTURO

El futuro es alentador. La ilusión y la dedicación suplen la falta de me-


dios en una difícil coyuntura económica y de carencia de personal. En cual-
quier caso, es esencial insistir en la necesidad de concienciar a la sociedad de
la dimensión marítima de España, como ahora me propongo en este foro, un
esfuerzo que empieza por mi ministerio. La Cultura Naval es un importante
escaparate de la Armada ante la sociedad, la mejor forma de acercar la Ar-
mada a la ciudadanía y mejorar la conciencia marítima de una nación como
la nuestra. La historia demuestra que la grandeza de España va unida a su
conciencia marítima, y para ello es necesario conocer la Historia Naval.
Para todo ello necesitamos potenciar los tres pilares en los que se apoya
la Institución que dirijo:
El Museo Naval: Convirtiéndolo en un Museo moderno, capaz de com-
petir con la gran oferta museística española. La nueva Fundación es el ca-
mino. La combinación de lo público y lo privado ayudará, una vez que se
venzan todas las reticencias existentes en la actualidad, a transformar nues-
tras salas históricas en un museo del siglo XXI.
En los filiales: El de Cartagena es ahora una prioridad. El nuevo museo
está situado en el puerto, frente al mar, en un lugar inmejorable y dispone de
un proyecto museográfico completo, sólo pendiente de financiación para que
sea una realidad. En San Fernando la situación es muy parecida. Ya finaliza-
do, el traslado a su nueva sede ha sido pospuesto porque la Armada necesita
ese recinto para ubicar al COMGEIN. El tiempo apremia, dado que el actual
museo se encuentra dentro de la ESUBO y no está abierto al público, sino
que las visitas son concertadas. En la Torre del Oro estamos desarrollando
también un nuevo discurso museístico basado en la relación secular de Sevi-
lla con la Armada.
LA ARMADA Y LA CULTURA NAVAL 137

Respecto al Instituto de historia y Cultura Naval, estamos muy ilusiona-


dos con el desarrollo del Convenio con la universidad de Murcia para la
creación de la Cátedra de historia naval. El próximo septiembre comenzará
el primer curso de postgrado y confiamos en que sea la semilla para nuevos
convenios. Dos universidades ya han mostrado su interés en iniciativas simi-
lares: la Complutense y la de Las Palmas. Como ven, los vínculos con la
Universidad son una prioridad para nosotros y de ahí la importancia de este
foro que hoy me acoge y que hace 18 años fue pionero abriendo sus puertas
a la Armada.
Esperamos mucho del Convenio con Cultura para la protección del Pa-
trimonio subacuático, que consideramos un gran paso adelante. No olvide-
mos que España es la nación con el patrimonio subacuático más rico de
Europa.
Por último, el flujo archivístico, suspendido desde principios de los 90,
volverá a reanudarse cuando el Archivo General de la Armada en Villanueva
de la Cañada sea una realidad. Nos permitirá, de una vez por todas, recuperar
la excelencia que en el pasado tuvieron los archivos de la Armada, ejemplo
para todos.

RESUMEN Y CONCLUSIONES

Espero haber transmitido la importancia de la Armada y de la Cultura


Naval para España, nación eminentemente marítima si nos atenemos a las
cifras que configuran su economía. Y sin embargo, sorprende el escaso inte-
rés de España por la mar, nombre femenino que tradicionalmente hemos
usado los marinos para llamarla con pasión. La conciencia marítima de Es-
paña es algo esencial para su progreso, y esta se alcanza fundamentalmente
conociendo su historia general y la naval en particular.
Para ello hay que comenzar por visitar los Museos Navales, donde uno
queda atrapado por la magia de la mar y los barcos que la surcan. Después,
debemos acercarnos a los Archivos de la Armada para conocer su riqueza
patrimonial, acumulada después de siglos de esfuerzo por personas que su-
pieron apreciar la importancia de los tiempos que vivían y la necesidad de
que otras personas pudieran analizar los hechos documentados, con la expe-
riencia y la perspectiva que da el paso del tiempo.
Somos conscientes de la importancia de nuestro trabajo y estamos volca-
dos en difundir la importancia del legado documental que poseemos. Mante-
nemos una estrecha colaboración con el mundo universitario para que
historiadores e investigadores accedan a nuestros archivos y trabajamos en la
digitalización de los documentos para colgarlos en la red y ponerlos a dispo-
sición de todos.
138 GONZALO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ-ALLER

No existe lo que no se conoce. Tan importante como la conservación de


nuestros fondos y la salvaguarda de nuestras tradiciones es la tarea de difun-
dir este patrimonio y su historia para que trascienda nuestro ámbito y alcance
a toda la sociedad. Nuestros museos deben mirar más allá de sus salas, hacia
el público, que es, en definitiva, quien les da sentido y pone en valor las
colecciones con sus visitas y su participación en las actividades. Con ese
espíritu divulgativo hemos creado dentro del Órgano de Historia y Cultura
Naval un Área de Comunicación que se ocupa desde la atención al visitante
y la coordinación de los programas educativos y didácticos hasta las relacio-
nes públicas, la gestión con los medios y la organización de exposiciones
temporales. El órgano de Historia y Cultura Naval es un organismo vivo en
continua adaptación a las necesidades de su tiempo y hoy no es posible con-
cebir una estructura moderna sin un tratamiento integral de la comunicación
y un uso de todas sus herramientas para transmitir a la sociedad la dimensión
marítima de España.

Instantáneas del desarrollo del acto

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