Franz Kafka_ Ante la Ley___Héctor Oesterheld_Exilio
Franz Kafka_ Ante la Ley___Héctor Oesterheld_Exilio
Franz Kafka_ Ante la Ley___Héctor Oesterheld_Exilio
Franz Kafka
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces que le permita entrar y fatiga al
guardián con sus súplicas. En ocasiones el guardián conversa brevemente con
él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son
preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y finalmente siempre
le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas
cosas para el viaje, sacrifica todo, por el valioso que sea, para sobornar al
guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
-Nadie podría pretenderlo porque esta entrada era exclusivamente para ti.
Ahora voy a cerrarla.
Exilio
Salió de entre el roto metal con paso vacilante, movió la boca, desde el
principio nos hizo reír con esas piernas tan largas, esos dos ojos de pupilas tan
increíblemente redondas.
Pero no quiso a recibirlas, fíjate, ni siquiera aceptó las kialas, fue tan cómico
verlo rechazar todo que las risas de la multitud se oyeron hasta el valle vecino.
Pronto se corrió la voz de que estaba con nosotros, de todas partes vinieron a
verlo, él aparecía cada vez más ridículo, siempre rechazando las kialas, la risa
de cuantos lo miraban era tan vasta como una tempestad en el mar.
Pero lo mejor de todo fue el final: se acostó en la colina, de cara a las estrellas,
se quedó quieto, la respiración se le fue debilitando, cuando dejó de respirar
tenía los ojos llenos de agua. ¡Sí, no querrás creerlo, pero los ojos se le
llenaron de agua, de agua como, como lo oyes!