Escrito de Direccion Contra La Corrupcion Jorge LEON 2024

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Expediente MP-169210-2022
Con Atención a al Honorable Fiscal General de la República
Dr. Tarek Williams Saab
Ciudadano (a):
DIRECTOR DE LA FISCALIA NACIONAL CONTRA LA CORRUPCIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO
DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.
Su despacho.-
Quien suscribe: JORGE LUIS LEÓN ROSAS, venezolano, mayor de edad, titular de la cédula de
identidad V-12.546.923, plenamente identificado en las actuaciones llevadas por la Fiscalía
Tercera del Ministerio Público del Estado Delta Amacuro, según causa signada con la
nomenclatura Expediente MP-169210-2022 cuyas copias certificadas acompaño a este
escrito marcadas con la letra “A”, a los fines legales correspondientes; Ante usted, con el
debido respeto, ocurro y expongo: En mi condición de Víctima en los términos expresados en
los artículos 121 y 122 del Código Orgánico Procesal Penal, ya que lo denunciado se trata de
la presunta comisión de DELITOS PLURIOFENSIVOS que lesionan tanto derechos del Estado
Venezolano (En el caso de los delitos de corrupción denunciados) y de delitos ordinarios
(como Agavillamiento y Forjamiento de Documentos) que están lesionando mis intereses
particulares, tomando en cuenta que denuncie en fecha 08-08-2022, y que ya han pasado
más de 2 años de espera que se haga justicia, solicito que esta digna Fiscalía por Imperio de
lo Previsto en el artículo 285 de la Constitución Nacional, en armonía con lo preceptuado en
la jurisprudencia venezolana acuerde los siguientes planteamientos:

PRIMERA SOLICITUD
PREJUDICIALIDAD PENAL

Solicito muy respetuosamente que se instruya a la Fiscalía Tercera del Ministerio


Público del Estado Delta Amacuro para que diligencie de manera urgente ante Tribunal
Tercero de Primera Instancia en lo Penal en Funciones de Control Estadal de la
Circunscripción Judicial del Estado Delta Amacuro SOLICITUD DE PREJUDICIALIDAD PENAL en
la causa penal distinguida con la nomenclatura YP01-P-2024-000234 para que se libre oficio
al TRIBUNAL SUPERIOR EN LO CIVIL, MERCANTIL, DEL TRANSITO Y BANCARIO, PROTECCION
DEL NIÑO, NIÑA Y ADOLESCENTE DE LA CIRCUNSCRIPCION JUDICIAL DEL ESTADO DELTA
AMACURO en la causa distinguida con la nomenclatura 186-2024 y al JUZGADO DE PRIMERA
INSTANCIA EN LO CIVIL, MERCANTIL, DEL TRÁNSITO, BANCARIO y CONSTITUCIONAL DE LA
CIRCUNSCRIPCIÓN JUDICIAL DEL ESTADO BOLIVARIANO DELTA AMACURO en la causa
distinguida con la nomenclatura 9404-2021, ORDENDO LA PARALIZACION INMEDIATA DE LA
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CAUSA en los términos expresado en el artículo 442, numeral 11 del Còdigo de


Procedimiento Civil, el cual dispone lo siguiente:

10. Cuando por los hechos sobre que versare la tacha, cursare juicio penal
de falsedad ante los jueces competentes en lo criminal, se suspenderá el
procedimiento civil de la tacha hasta que haya terminado el juicio penal,
respetándose lo que en éste se decidiere sobre los hechos; pero conservará el
Juez civil plena facultad para apreciarlos cuando el proceso penal concluyere por
muerte del reo, por prescripción de la acción pública, o por cualquier otro motivo
legal que impidiera examinar en lo criminal el fondo del asunto. Sin embargo, no
se decretará la suspensión cuando el Tribunal encuentre que la causa o algunos
de sus capítulos pueden decidirse independientemente del instrumento
impugnado o tachado, caso en el cual continuará la causa civil.

En tal sentido, solicito que se diligencie la PARALIZACION DE LA CAUSA CIVIL por


prejudicialidad de la Acción Penal sobre lo Civil, en el sentido de que no hayan sentencias
contradictorias, ya que se lleva una investigación penal y debe decidirse en lo penal porque el
poder que utiliza la parte demandante es totalmente FALSO, forjado,
Sobre le Prejudicialidad Penal, vale la pena citar la jurisprudencia de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 18 de Diciembre de 2007,
expediente 07-1025 magistrado Ponente FRANCISCO ANTONIO CARRASQUERO LOPEZ, el cual
establece lo siguiente:
Este sentenciador ha realizado un análisis detenido del argumento esgrimido por
la parte demandante con fundamento de la autorizada opinión del autor José
Melich Orsini, según el cual la máxima de que “lo criminal detiene a lo civil” no se
aplica mientras no se haya intentado real y efectivamente la acción penal y en
este sentido se aprecia que el citado autor afirma que tal máxima ha sido
“…consagrada expresamente por nuestro legislador, cuyo fundamento radica en
el deseo de evitar que una decisión anticipada de la acción civil pueda resultar
contradictoria con la sentencia que posteriormente dicte el juez penal. La
expresada regla está indisolublemente vinculada al sistema de la supremacía de
lo criminal sobre lo civil, sistema este acogido por nuestro legislador,
(…)
Nuestro legislador, en cambio, parte de la idea de que se trata de un principio
cuya racionalidad es tal, que necesariamente debe considerársele de orden
público. En la práctica, no obstante la aplicación de la regla da lugar a algunos
problemas de muy difícil solución.
En primer término, puede ocurrir que por haberse intentado separadamente la
acción civil en la jurisdicción civil, vengan a cursar paralelamente la acción civil y
la penal. Si la primera no hubiera llegado aun al estado de la contestación de la
demanda en que sería posible oponer la excepción previa de cuestión prejudicial
penal en lo civil, cabría al demandado pensar en la posibilidad de proponerla en
su oportunidad. Pero si ya ha transcurrido dicha oportunidad sin que el
demandado la hubiera alegado y se suscitara al juez el problema de que un
tribunal penal estuviera conociendo de hechos que constituyen supuestos
indeclinables de la sentencia civil, hasta el punto de que una decisión anticipada
de ésta deberá prejuzgar sobre tales hechos en forma que podría resultar
contradictoria con lo que resolviera mañana el juez penal, ¿qué deberá hacer el
juez civil? … La doctrina nacional no vacila en afirmar que la regla ‘lo criminal
detiene lo civil’ es de orden público y que el juez civil deberá, aun de oficio,
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ordenar la paralización del proceso civil, en cualquier estado en que éste se


hallare.
El problema puede presentarse todavía en otras circunstancias. Es posible que la
víctima, desinteresándose por completo de la responsabilidad penal que pudiese
caberle al agente, se limite a intentar contra él la acción civil en la jurisdicción
civil. ¿Podrá en este caso el juez ordenar la paralización del juicio civil bajo el
pretexto de una cuestión prejudicial penal? Si se trata de un delito de acción
pública, la afirmación parece imponerse.” (Op. cit., Biblioteca de la Academia de
Ciencias Políticas y Sociales, Serie Estudios, Caracas 1995, páginas 259, 260, 261 y
262).
Aprecia este sentenciador que el caso de especie encaja perfectamente en la
segunda de las hipótesis analizadas por el profesor Melich Orsini, reflejada en el
último de los párrafos de su obra transcrito, habida consideración de que,
ciertamente la parte actora en el libelo de la demanda, al narrar los hechos sobre
los cuales fundamenta su reclamación del daño moral, no deja lugar a dudas de
que el daño cuyo resarcimiento o indemnización reclama y que califica como
moral, deriva, precisamente, de que la muerte de su causante se produjo como
consecuencia del proceder negligente que le atribuye al personal médico
dependiente de la persona moral demandada.
Aparece evidente que los hechos así descritos dan lugar a la interpretación de
que se está en presencia de los supuestos que pueden configuran un tipo
delictivo, perseguible de oficio, como lo es un presunto homicidio culposo, cuyo
enjuiciamiento penal puede llevarse a cabo aun por notitia criminis y cuya acción
es eminentemente pública, por lo que su ejercicio o instancia correspondiente no
queda al arbitrio de los sucesores de la víctima.
De allí que, en efecto y tal como lo enseña el doctor Melich Orsini, aun en
aquellos casos en que los sucesores de la víctima hayan optado por ejercer la
acción civil, con manifiesto desinterés por la acción penal, como en el caso sub
examine, puede el juez que conoce de la acción civil, al tener conocimiento de
hechos que sanamente apreciados hagan presumir la comisión de un ilícito penal,
enjuiciable de oficio, suspender el procedimiento civil para evitar adoptar una
decisión que, por hallar su fundamento en los mismos hechos que, a su vez,
pueden servir de base para el pronunciamiento en el ámbito jurisdiccional penal,
podría resultar no sólo contradictoria con el fallo en lo penal, sino, incluso, un
verdadero mentís a la decisión penal, lo cual atentaría contra el orden público
que persigue tutelar el interés de la colectividad, con primacía respecto del
interés particular que persigue el demandante al ejercer en forma autónoma e
independiente de la acción penal, la reclamación de la indemnización del daño
causado por el ilícito penal, tal como igualmente lo advierte el tantas veces citado
autor Melich Orsini.
En criterio de este sentenciador, a las palabras del profesor Melich Orsini no
puede dársele la interpretación que pretende el apoderado actor, cuando éste
afirma que al doctrinario le parece excesiva la aplicación de la máxima “lo
criminal detiene lo civil” a los casos en que se ejerza solamente la acción civil para
obtener la reparación del daño causado por un ilícito penal y que ello atentaría
contra la estabilidad de los procesos civiles propuestos a tales fines, toda vez que
del contexto de la exposición del autor debe sacarse la conclusión de que a él le
parece excesiva y atentatoria la opinión de aquellos que entre nosotros sostienen
“…que, aun tratándose de un delito de acción privada, siempre que aparezca
claramente del juicio civil que el origen de la responsabilidad civil reclamada se
atribuye a un hecho ilícito de un delito penal y cuando además la víctima se haya
reservado el ejercicio de la acción penal podría el demandado en el juicio civil
oponer la excepción de cuestión prejudicial penal (XIV-D.1) y, lo que es más
audaz, se ha pretendido aún que podría el tribunal suspender de oficio el curso
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de la acción civil hasta tanto no se intente y resuelva la acción penal (XIV-C).”


(Ibidem, página 262).
Este sentenciador comulga con el criterio doctrinal ya indicado en el sentido de
que puede el juez civil ordenar de oficio la paralización o suspensión del proceso
abierto con motivo de la reclamación de daño derivado de un hecho ilícito penal,
cuyo enjuiciamiento puede iniciarse oficiosamente y, por lo tanto, se desechan
los alegatos planteados por la parte actora con relación a este punto. Así se
decide.
Las razones antes señaladas son igualmente valederas para desestimar las
argumentaciones planteadas por la parte demandada y que se han dejado
reseñadas ut supra, toda vez que no es correcta su afirmación en cuanto a que,
por el solo hecho de que la demandante haya optado por el ejercicio de la acción
civil, para satisfacer sus pretensiones, ello por sí mismo constituye la única vía
para obtener el resarcimiento del daño, con exclusión de cualquier otro medio
procesal.
Efectivamente, si los hechos de los cuales la parte actora hace depender el
ejercicio de la acción civil guardan relación con la comisión de un delito, la sola
circunstancia de que el demandante haya optado por la interposición de la
demanda civil no excluye la acción penal, toda vez que no se puede dejar en
manos de los particulares, ni se puede hacer depender del criterio de éstos, la
satisfacción del interés colectivo a que apunta la sanción de un hecho punible.
Según el criterio de la demandada, bastaría que el demandante haga uso de la
acción civil para que un hecho que reviste características de delito y que motivó
el ejercicio de la acción civil, quede excluido del ordenamiento jurídico penal cuya
aplicación reclama el orden público y tiende a la satisfacción de ese interés
colectivo.
Considera así mismo este sentenciador que tampoco es correcta la aseveración
de la demandada en el sentido de que la acción civil no depende, ni ha dependido
jamás, del resultado de ninguna acción penal, por no existir causa penal en contra
de ninguna persona natural de la que pueda ser la demandada responsable.
El artículo 49 del Código Orgánico Procesal Penal consagra la posibilidad del
ejercicio de la acción civil para la restitución, reparación e indemnización de los
daños y perjuicios causados por el delito, y el artículo 51 del mismo código
dispone que la acción civil se ejercerá conforme a las reglas en él establecidas,
después de que la sentencia penal quede firme; sin perjuicio del derecho de la
víctima de demandar ante la jurisdicción civil.
Las normas arriba señaladas regulan el ejercicio de la acción civil para el reclamo
de los daños y perjuicios causados por un delito, luego de que se haya instaurado
y decidido, mediante sentencia definitivamente firme, el correspondiente juicio
penal, en el cual el Ministerio Público está obligado a velar por la protección y
reparación del daño causado por el delito y el Tribunal penal a garantizar la
vigencia de tales derechos de la víctima del delito o de sus sucesores, durante el
proceso penal, en el cual los perjudicados por el delito pueden ejercer las
acciones civiles para reclamar la responsabilidad civil proveniente del hecho
punible, según lo prevén los artículos 118 y 120 del Código Orgánico Procesal
Penal; sin perjuicio de que aquellos que vean afectados sus derechos e intereses
por el hecho punible puedan ocurrir ante la jurisdicción civil a reclamar la
satisfacción de sus derechos, una vez que haya quedado definitivamente firme la
sentencia recaída en el proceso penal, si no plantearon el reclamo
correspondiente por ante el Tribunal penal.
Esta disquisición en nada afecta la decisión adoptada por el A quo objeto de la
presente apelación, pues, ante el conocimiento que dicho juez tuvo de la
presunta comisión de un hecho punible enjuiciable de oficio, estaba en la
obligación legal de denunciar tal situación ante el Ministerio Público o ante
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cualquier órgano de policía de investigación penal, según se lo impone el numeral


2 del artículo 287 eiusdem.
Esa conducta asumida por el ciudadano Juez de la causa está en un todo
conforme tanto con la ley, como con las enseñanzas doctrinarias que se han
indicado ut supra, conforme a las cuales cuando el juez civil advierta la existencia
de una cuestión que deba ser resuelta previamente en el ámbito jurisdiccional
penal y respecto de la cual su decisión posibilite la emisión de conceptos, puntos,
elementos o factores que puedan distorsionar la sentencia penal, con perjuicio
evidente del orden colectivo tutelado por el ordenamiento jurídico penal, está
autorizado para suspender el proceso civil, hasta tanto se obtenga decisión en la
jurisdicción penal que resuelva la denuncia que, en forma impretermitible, está
obligado el juez civil a formular por ante el Ministerio Público o cualquier órgano
de policía de investigaciones penales, como ya se ha dicho.
Lo expuesto conduce así mismo a establecer que no es necesario que la parte
demandada en el juicio civil, propuesto para reclamar daños y perjuicios
derivados de la presunta comisión de un hecho punible, oponga la cuestión
previa de prejudicialidad penal consagrada en forma general por el artículo 346,
numeral 8, del Código de Procedimiento Civil, pues tal no es la situación de autos,
ya que ni la parte actora ni cualquier otro causahabiente de la víctima, habían
instado ante el Ministerio Público la correspondiente acción penal.
A este respecto vale la pena traer a colación la autorizada opinión del doctor
Pedro Alid Zoppi, en cuanto a lo que debe entenderse por prejudicialidad. Dice el
autor mencionado lo siguiente:
“La prejudicialidad (no la cuestión previa en el sentido estricto de trámite como
tal) es punto previo e influyente para resolver el fondo de una controversia, pero
se distingue de otras previas porque, necesariamente, tiene que resolverse en
proceso distinto, separado y autónomo, pero no sólo basta con esto, pues,
además, se requiere que el juez de la causa no tenga facultad para entender de la
cuestión judicial pendiente. Luego, la prejudicialidad es una especie de falta de
jurisdicción o de incompetencia limitada o parcial: el Juez de la causa tiene
jurisdicción y competencia para conocer de la acción, reclamación o pretensión
ante él planteada, pero carece de una u otra en lo que concierne exclusivamente
al punto previo (prejudicial) influyente y, por ende, que corresponde a otra
autoridad. Es falta limitada o parcial de jurisdicción cuando se trate, en lo
externo, de puntos previos que corresponden a la administración (prejudicialidad
administrativa) o a un Juez extranjero, y es incompetencia cuando la cuestión
corresponda, necesariamente, a otro Juez venezolano que sea de jurisdicción
distinta o de distinta competencia por la materia, y así hay prejudicialidades
civiles, fiscales, tributarias, hacendísticas y penales; esto es, cada vez que el punto
previo requiere de decisión en proceso separado y cuyo conocimiento no es del
propio tribunal de la causa, será prejudicial.

Ahora bien, a diferencia de la falta de jurisdicción, litispendencia e incompetencia


(absoluta o relativa), que dan motivo a que el Tribunal deje de conocer de todo,
en la prejudicialidad lo que deja de conocer es del punto previo pendiente y, por
eso, el efecto es meramente suspensivo hasta que sea resuelto lo prejudicial por
la autoridad a quien corresponde.
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Cabe destacar ciudadano Director, que el imputado CARLOS ZAMBRANO, SIGUE


ACTUANDO CON EL PODER sin prestarle ninguna atención a esta digna Fiscalía, aun sabiendo
que ya la consta en este expediente DICTAMEN PERICIAL DOCUMENTOLOGICO identificado
con el Nº 2198, donde se demuestra claramente que el poder es forjado.
Solicito que el Ministerio Público diligencia ante el Tribunal de Control que a los
imputados se les imponga como medida cautelar innominada ABSTENERSE DE SEGUIR
ACTUANDO CON EL PODER DENUNCIADO COMO FALSO, para evitar que quede ilusoria la
ejecución del fallo, porque ya está demostrada la falsedad del poder y siguen actuando en
perjuicio de mis derechos patrimoniales.
Sobre las medidas Cautelares, el Código Orgánico Procesal Penal, establece lo
siguiente:
Artículo 242. Siempre que los supuestos que motivan la privación judicial
preventiva de libertad puedan ser razonablemente satisfechos con la aplicación
de otra medida menos gravosa para el imputado o imputada, el tribunal
competente, de oficio o a solicitud del Ministerio Público o del imputado o
imputada, deberá imponerle en su lugar, mediante resolución motivada, algunas
de las medidas siguientes:… Omisis…
3. La presentación periódica ante el tribunal o la autoridad que aquél designe.
9. Cualquier otra medida preventiva o cautelar que el tribunal, mediante auto
razonado, estime procedente o necesaria.

Por otra parte, el mismo Código Orgánico Procesal Penal también desarrolla las
medidas cautelares innominadas de la siguiente manera:
ARTÍCULO 518. Las disposiciones del Código de Procedimiento Civil relativas a
la aplicación de las medidas preventivas relacionadas con el aseguramiento de
bienes muebles e inmuebles, serán aplicables en materia procesal penal.
Las decisiones que se dicten con ocasión de las medidas preventivas relacionadas
con el aseguramiento de bienes muebles e inmuebles, serán impugnables
únicamente por los medios y en los casos expresamente establecidos en este
Código.

SEGUNDA SOLICITUD
RADICACION DE LA CAUSA YP01-P-2024-000234

Ciudadano Director Nacional Contra la Corrupción, es mi deber advertirse que los


acusados CARLOS ARGERVIS ZAMBRANO ZAPATA y ANTONIO JOSE ROJAS MARTINEZ, son
abogados INTEGRANTES DE LA JUNTA DIRECTIVA DEL COLEGIO DE ABOGADOS DEL ESTADO
DELTA AMACURO, tal y como se evidencia de pruebas documentales que consigno en este
acto marcadas con la letra “B”, donde además se evidencia claramente que el acusado
CARLOS ARGERVIS ZAMBRANO ZAPATA es el PRESIDENTE DEL TRIBUNAL DISCIPLINARIO del
Colegio de Abogados del Estado Delta Amacuro, y el acusado ANTONIO JOSE ROJAS
MARTINEZ es el TESORERO del Colegio de Abogados del Estado Delta Amacuro. Pero
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además consigno también comprobante online emitido por la página web oficial del Tribunal
Supremo de Justicia Venezolano donde se evidencia que el ciudadano CARLOS ARGERVIS
ZAMBRANO ZAPATA fue juez del Circuito de Protección del Niño, Niña y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Delta Amacuro. Estas pruebas son necesarias y
pertinentes porque demuestran fehacientemente que los acusados son abogados que tienen
relaciones e injerencia en la administración de justicia en el Estado Delta Amacuro, y que será
difícil que se haga justicia si el juicio se desarrolla en Delta Amacuro, por lo que considero
que debe aplicarse lo dispuesto en el artículo 64 del Código Orgánico Procesal Penal , ya que
se trata de Delitos graves, cuya perpetración causa alarma, sensación o escándalo público en
la Circunscripción Judicial del Estado Delta Amacuro.
Por lo tanto, solicito que la Dirección Nacional Contra la Corrupción le instruya a la

Fiscalía Tercera del Estado Delta Amacuro solicitar la RADICACION DEL JUICIO en la

Audiencia Preliminar pautada para el 19 de octubre de 2024 en la causa


distinguida con la nomenclatura YP01-P-2024-000234, para que el Tribunal Supremo de
Justicia ordene la RADICACION en otra Circunscripción Judicial donde no tengan injerencia
estos abogados y se pueda cumplir la Justicia y la equidad.
Solicito además que Oficie al REGISTRO PUBLICO DEL ESTADO DELTA AMACURO, a
los fines de anula la inscripción del PODER GENERAL de administración y disposición
debidamente registrado en fecha 27 de mayo de 2021 por ante el Registro Público del
Municipio Tucupita del Estado Delta Amacuro, quedando inscrito bajo el número 41 folio
43236, tomo 1 del protocolo de transcripción del año 2021, el cual se da por reproducido en
este acto, a los fines legales correspondientes, y para ello invoco el numeral 2 del artículo
1380 del Código Civil Venezolano, el cual establece: “Que aun cuando sea auténtica la firma
del funcionario público la del que apareciere como otorgante del acto fue falsificada ”. ASI
LO DEMUESTRA EL DICTAMEN PERICIAL DOCUMENTOLOGICO identificado con el Nº 2198.
Es justicia que espero recibir en el Ministerio Público del Estado Delta Amacuro, a la
fecha de su presentación.
Agradezco la mayor receptividad posible, y que se apliquen los preceptos impulsados
por nuestro Fiscal General de la República Dr. Tarek Williams Saab, defensor de los humildes,
Fiscal de la Dignidad y de los Derechos Humanos, en la lucha implacable contra la corrupción
bajo el eslogan “Caiga quien Caiga”.

Atentamente:
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La víctima.
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