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NOTASJavier S.

Mazana  229

Francisco Guerra in memoriam

Javier S. Mazana
Reial Acadèmia de Medicina de la Comunitat Valenciana

A los 95 años de edad fallecía en Madrid el sabio republicano e historiador Fran-


cisco Guerra Pérez-Carral, el viernes 25 de noviembre de 2.011, dejando tras de sí
una obra portentosa, llena pasión y de talento. Nacido en Torrelavega el sábado 19
de febrero de 1916, hacía gala de su origen cántabro. Su vocación ideológica, el repu-
blicanismo que mamó desde sus años tiernos con su padre Miguel1, Presidente de
Izquierda Republicana. En junio de 1.936 se trasladó a Londres y en el University
College aprendió la técnica experimental de cirugía en perros sobre corazón-pul-
món, estudiando en el laboratorio el trabajo del corazón y los mecanismos de com-
pensación cardiacos (ley de Frank-Starlin) y en la clínica junto al enfermo el trata-
miento de la insuficiencia cardiaca. La Guerra Civil le obliga a volver a suelo patrio
y defender la República2. Durante nuestra guerra fratricida dio numerosas muestras
de heroicidad siendo herido en varias ocasiones. Fue una de las once personas más
laureadas por la República. Tampoco olvidó a todos sus amigos y vecinos de Torre-
lavega que lucharon junto con él. En fe-
brero de 1.939 le dieron el pasaporte y el
Tte. Coronel Joaquín d’Harcourt firmó
la certificación de final de servicio. El
exilio empezó en Francia cuando pasó al
campo de concentración de Argèles Sur-
Mere, escapándose de la columna de
prisioneros, cogiendo un tren hasta
Marsella. Se trasladó a París escondién-
dose donde podía ayudado por amigos
republicanos. En mayo de 1.939 embar-
có en Saint-Nazare, arribando al puerto
de Veracruz. En Marsella recibió ayuda
de un amigo de la infancia, Ramón Men-
daro que estaba en el consulado y la di-
putada socialista Matilde de la Torre
Gutiérrez, le dio de comer una ensalada
de patatas y pan, mucho pan.

Francisco Guerra Pérez-Carral (2000)

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En febrero de 1.939 dirigió la comisión que se entrevistó en París con represen-


tantes de la República Popular China. Del acuerdo logrado fueron a China veinte
médicos de las Brigadas Internacionales que estaban en el campo de concentración
de Gurs, el campo de internamiento de refugiados españoles más importante de
Francia. Después del triunfo de Mao, se implantó durante diez años el sistema de
médicos descalzos que contribuyeron a la Revolución cultural pero hoy China tiene
la medicina más avanzada del mundo. En recuerdo, hay una Facultad en China dedi-
cada al comandante médico Norman Bethune, canadiense que luchó en Madrid con
la República, y murió en la marcha a Yenan. Con el triunfo de la revolución, se im-
plantó lo que el doctor Guerra había propuesto a los representantes chinos en París.
También la Sociedad Médica de Bulgaria ha creado un premio con su nombre, para
inspirar a la juventud, lo que le alegró mucho.
Cuando Guerra llegó a México en 1.939, la farmacología estaba en ciernes y en
manos de Ramón Pérez-Cirera y Jiménez-Herrera que se había incorporado en 1937,
Francisco Guerra lo haría en 1939 y algunos años más tarde Rafael Méndez, que dirigió
un laboratorio pujante en el Instituto de Cardiología del Dr. Ignacio Chávez, venero de
gran número de excelentes investigadores. Francisco Guerra fue profesor de Farmaco-
logía y tuvo mucha suerte con su trabajo de enseñar a los estudiantes de medicina en la
Universidad Nacional de México (UNAM) a usar los medicamentos. Destacar también
que cuando llegó a este país, la esperanza de vida en los mexicanos era de 36 años, según
las estadísticas de 1.930, y cuando lo dejó para ir de profesor a la Universidad de Yale,
la esperanza de vida era ya de 60 años. Estos logros se silenciaron en España lo que le
dolió. Guerra descubrió y acabó con la tristemente famosa leyenda negra que respon-
sabilizaba a España de la muerte de los indios americanos y la crueldad que tuvo en la
conquista de América, descubrió la primera epidemia de gripe que llevó Colón a Santo
Domingo con los caballos y los cerdos, y la entrada por Veracruz del piojo y la rata
negra, con el tifus exantemático. En España se ocultaron estos hechos porque lo había
descubierto un sabio republicano. Hasta que lo anunció de nuevo en el Congreso de
Americanistas en Amsterdan el doctor Woodrow Borah (1912-1999), autoridad reco-
nocida mundialmente en Historia de la Medicina Colonial especialmente de México.
Precisamente con él se había enfrentado con sus estudios sobre la viruela entre los in-
dios de California. Así Guerra forma parte de una elite de historiadores que investigan
el impacto de las enfermedades del Viejo Continente en el Nuevo Mundo, además de
Borah, Alfred Crosby, Enrique Florescano, Elsa Malvido, Henry F. Dobyns, Sherbune
F. Cook, Russell Thornton, W. George Lovell y Thomas M. Whitmore.
El doctor Guerra ya en 1.948 había descubierto que la fuerza del corazón aumen-
taba con la digitalina gracias a la liberación enzimática del fósforo. Dos de sus alum-
nos de Farmacología iban con un caldero de hielo y de madrugada le traían los cora-
zones de ganado del Matadero de Ciudad de México y obtenía miosina lo que le
permitía trabajar en un baño de Warburg3, que había estado cogiendo polvo durante
mucho tiempo en un rincón de un laboratorio de la Facultad de Medicina y acababa
los experimentos la madrugada siguiente (Arch Inst Cardiol. Mexico, 16: 449, 1946).

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Farmacólogo de formación, interno por oposición con Teófilo Hernando, padre


de la farmacología experimental en España (ciencia nacida en Alemania con Rudolf
Buchheim y Oswald Schmiedeberg), la trayectoria vital del Prof. Guerra discurre
cronológicamente por la Universidad de México (UNAM), la Universidad de Cali-
fornia y la Universidad de Yale, para recalar finalmente en el Wellcome Institute for
the History of Medicine en Londres. Multitud de anécdotas y una experiencia dila-
tada junto a historiadores de la Medicina de la talla de Arturo Castiglioni, John F.
Fulton, Henry E. Sigerist, Chauncey D. Leake, y tantos otros. Tras su éxodo a prin-
cipios de febrero de 1939, regresó a España en 1970 coincidiendo con el declive del
Régimen franquista, y fue profesor de Historia de la Medicina en las Universidades
de Cantabria y de Alcalá donde fue a la postre Profesor Emérito.

Métodos de Farmacología Experimental (1946)

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Dedicatoria manuscrita de Francisco Guerra a Chauncey D. Leake


de sus Métodos de Farmacología Experimental (1946)

A partir de 1939 inició el estudio de las plantas indígenas de propiedades medi-


cinales usadas tradicionalmente por la población indígena de México. En 1941 des-
cubrió que el polvo de las hojas de la digital utilizado en el tratamiento de los enfer-
mos de corazón de México, carecía de actividad, de ahí la elevada mortalidad de
estos enfermos. En 1942 trabajando sobre el registro de la presión arterial de gatos
descerebrados confirmó la importante acción hipotensora del sulfuro de alilo y los
extractos de ajo. En 1943 descubrió en monos que el descenso de la fiebre que se
obtiene en los enfermos con la aspirina se debía a la evaporización del agua por el
sudor y estaba controlado por la parte anterolateral del hipotálamo. En 1945 diseñó
el cálculo del método oficial para la valoración de los digitálicos. En 1946 diseñó el
método oficial de valoración de salicilatos en sangre para el tratamiento de los en-
fermos con reumatismo poliarticular. Entre 1946 y 1948 descubrió al fin el mecanis-
mo de acción de los digitálicos en la insuficiencia cardiaca mediante la liberación
enzimática de fósforo. La técnica de valoración de digitálicos la aprendió de joven
con Tomás Alday Redonnet4, colaborador de D.Teófilo y catedrático excedente de
Salamanca, trabajando con gatos. En 1950 logró aislar la tebetina, poderoso cardio-
tónico, de una nuez mexicana conocida como Yoyote. Paralelamente publicó en
México dos textos básicos de farmacología. En 1946 apareció su Farmacología ex-
perimental con técnicas cualitativas y cuantitativas para la investigación y la valora-
ción de los medicamentos de uso universal, y en 1950 el Manual de Farmacología,

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libro de texto obligado en los países de habla española y portuguesa cuyos capítu-
los de la nueva quimioterapia antiinfecciosa se hicieron pronto notar entre los mé-
dicos graduados. Descendió bruscamente la mortalidad infantil a partir de ese mo-
mento y bueno es recordar que desde aquel año y hasta 1980 se duplicó la
esperanza de vida en México. Al mismo tiempo, gracias a su formación filosófica e
histórica, dio una nueva interpretación a la gran tradición bibliográfica mexicana y
de Hispanoamérica. A partir de 1953 fue dando a conocer el interés bibliográfico y
científico de los grandes libros de Medicina de Hispanoamérica. En 1966 demostró
la influencia de la fiebre amarilla en la logística y la población del Caribe al descu-
brir que los soldados de raza negra poseían inmunidad adquirida al virus pero no
los oficiales blancos europeos. Autor de La medicina en el exilio republicano, que se
publicó en 2003 por la Universidad de Alcalá. Esta obra que nació con espíritu «tri-
color» trasluce no sólo el exilio exterior sino además lo que Guerra denominó un
«exilio interior».
Es autor de 65 libros y monografías y de más de 300 trabajos, que incluyen tex-
tos básicos para la enseñanza y la investigación de la Farmacología, como los ya
citados Métodos de Farmacología Experimental (1946) y Manual de Farmacolo-
gía (1951). Algunos de sus libros constituyen obras indispensables sobre la Historia
de la Ciencia y la Medicina española en América y Filipinas, entre ellos: la Materia
médica mexicana (1950), la Historiografía de la Medicina Colonial Hispanoameri-
cana (1953), la Iconografía médica mexicana (1955), Nicolás Bautista Monar-
des (1961), American Medical Bibliography (1962), The Procolumbian mind (1971),
Historia de la materia médica Hispanoamericana y filipina (1973). El médico políti-
co (1975), Las medicinas marginales (1976), Las heridas de guerra (1981), Francisco
Hernández (1981), Gregorio López (1982), una Historia de la Medicina (1982-
1989), fray Blas de la Madre de Dios (1984), La medicina precolombina (1990), El
hospital en Hispanoamérica y Filipinas 1492-1898 (1994), la Bibliographie medicale
des Antilles Françaises 1765-1805 (1994), La educación médica en Hispanoamérica
y Filipinas durante el dominio español (1998), Bibliotheca Médica Americana et
Philippina (1998) y Epidemiología americana y filipina 1492-1898 (1998). Ha reci-
bido numerosas distinciones internacionales y es miembro de diversas academias y
corporaciones de las ciencias y de la historia. Como corolario, Francisco Guerra es
pues, por encima de todo, historiador y bibliófilo, maestro de la biobibliografía y la
historiografía histórico-médica, y un referente internacional en Historia de la Me-
dicina Hispanoamericana y Filipina. Era persona campechana, asequible y muy hu-
mana. Sus alumnos le recuerdan con especial cariño por la amenidad de sus clases.
Su afición era el libro antiguo y la encuadernación ¿Quién se atreverá a escribir su
biografía huyendo de apasionamientos?

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Notas
1 Miguel Guerra Calderón nació en Cohicillos el 20 de abril de 1870 embarcando a los pocos días hacia
Chile para luego regresar a Torrelavega. De 1939 a 1945 residió en México. Murió en 1959.
2 Vale la pena leer el capítulo «Testimonio de Francisco Guerra Pérez-Carral» en la obra de Jesús
­Gutiérrez Flores publicada en 2007 Guerra Civil en Cantabria y pueblos de Castilla (Tomo I), pági-
nas 470-481, donde nos proporciona los pormenores de esta época que tanto le marcó.
3 Otto Heinrich Warburg (1883-1970), Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1931, el gran bioquí-
mico del siglo XX, maestro de Severo Ochoa y de otros brillantes bioquímicos. El aparato de
­Warburg que ideó en 1926 era un respirómetro que permitía medir los intercambios gaseosos en los
tejidos.
4 Alday Redonnet, T. Contribución al estudio de la historia de la digital. El primer grabado publicado
de la planta, Revista Clínica Española, 1941 (2), 48-52.

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