QUE SON LAS TICS
QUE SON LAS TICS
QUE SON LAS TICS
Para todo tipo de aplicaciones educativas, las TIC son medios y no fines. Es decir, son
herramientas y materiales de construcción que facilitan el aprendizaje, el desarrollo de
habilidades y distintas formas de aprender, estilos y ritmos de los aprendices. Del mismo
modo, la tecnología es utilizada tanto para acercar al aprendiz al mundo, como el mundo
al aprendiz.
Las TICs son causa y consecuencia de las transformaciones estructurales que favorecen la
transición de las sociedades industrializadas del mundo globalizado a sociedades de la
información.
Todas las personas, sin ningún tipo de distinción, tendrán el poder efectivo de crear,
recibir, compartir y utilizar la información y el conocimiento en cualquier medio de
información, prescindiendo de las fronteras. Es decir, todas las personas que tengan
acceso a las tecnologías, lo cual dependerá, en buena medida, de sus condiciones
económico-sociales particulares.
Los progresos de la ciencia han sido muy rápidos en los países desarrollados; en cambio,
en los países subdesarrollados su adquisición es tan lenta que cada día la diferencia entre
dos tipos de países se hace más grande. Dicho retraso contribuye a mantener e incluso a
agravar la situación de dependencia de los países subdesarrollados con respecto a los
desarrollados. Está claro que entre la ciencia, la tecnología y la sociedad existe una
estrecha relación. En nuestros tiempos todo depende de la ciencia y la tecnología, todo
está basado en la tecnología. Y cada día que pasa esta dependencia se hace mayor,
algunos piensan que llegará el momento en que esta dependencia será tan amplia que
entonces seremos manejados por la tecnología.
En este marco, Aviram (2002) identifica tres posibles reacciones de los centros docentes
para adaptarse a las TIC y al nuevo contexto cultural
TIC y educación
El sistema educativo no puede quedar al margen de los nuevos cambios. Debe atender a
la formación de los nuevos ciudadanos y la incorporación de las nuevas tecnologías ha de
hacerse con la perspectiva de favorecer los aprendizajes y facilitar los medios que
sustenten el desarrollo de los conocimientos y de las competencias necesarias para la
inserción social y profesional de calidad. Debe también evitar que la brecha digital genere
capaz de marginación como resultado de la alfabetización digital.
La cultura escolar
La institución escolar continúa basándose en los principios que le dieron identidad en
sus comienzos: homogeneidad, jerarquización, sistematicidad, orden y secuencia
lineal. Sin embargo, el contexto en el cual dicha institución se inserta ha cambiado
radicalmente, pero la escuela permanece inmutable.
Los niños empiezan a recibir un tratamiento diferencial en la modernidad cuando se
los distingue de los adultos debido a su carácter de “incompletud”. La infancia se
concibe como una etapa de transición y formación para la vida adulta.
En el marco de la constitución de las nuevas sociedades, era necesario organizar
instituciones capaces de producir un efecto formativo y “normalizador” sobre una
niñez que, por sus pertenencias familiares, poseía diversidades sociales y culturales.
De este modo, se consolida la escuela como un dispositivo creado por la pedagogía
moderna y los Estados nacionales para “normalizar” la infancia y modelar a los
futuros ciudadanos.
La función de la institución escolar era lograr que los alumnos hablen de cierta
manera, se sienten en lugares preestablecidos, sigan ritmos de aprendizaje prefijados,
participen de los rituales colectivos, acaten la autoridad docente, sean obedientes,
higiénicos y aplicados.
Si bien, el Estado sancionó leyes de obligatoriedad escolar, la acción de la escuela se
legitimaba en la fuerte asociación existente entre familia y escuela. Las familias
percibían que la escuela “servía” porque orientaba a sus hijos a través del esfuerzo
hacia un futuro mejor.
La escuela se convirtió en el ámbito privilegiado de acceso a la cultura “legítima” a
través de la transmisión y reproducción de determinados conocimientos, dejando
fuera de las aulas las manifestaciones propias de las culturas populares. La cultura
escolar se centra en la enseñanza de la escritura y la lectura, y los libros de texto son
los instrumentos fundamentales para la transmisión de conocimientos y valores.
El dispositivo escolar se sustentaba además en una relación inmodificable y
asimétrica entre maestro y alumno. El lugar del docente era el del adulto que sabe
frente a un niño-alumno que no sabe o posee conocimientos vulgares que debe
superar.
Según Susana Bermúdez a partir de los años 70, en el contexto de crisis económica y
debilitamiento del Estado de Bienestar, la utopía “igualadora” se fue desmoronando.
La escuela no lograba generar el ascenso social esperado, pero asimismo se la
responsabilizaba de reproducir las diferencias sociales.
En este marco, la cultura escolar pretende mantener sus rituales, pero estos ya no
generan la carga simbólica de antaño, frente a alumnos que son, desde muy pequeños,
socializados por un entorno massmediático.
La cultura mediática
Las nuevas generaciones viven una experiencia cultural nueva, desarrollan una
percepción caracterizada por la celeridad y fragmentación de los discursos
audiovisuales y multimediales. Así, los niños y jóvenes circulan por un universo
cultural que se rige por una lógica y valores muy disímiles a los que legitima la cultura
escolar. Se produce un quiebre entre las vivencias que los alumnos experimentan
fuera de la escuela y el modelo escolar de transmisión de conocimientos. Los
estudiantes son portadores de culturas diversas, poseen otros lenguajes y saberes
que, habitualmente, no son reconocidos en el ámbito escolar.
El interrogante clave que plantea Susana Bermúdez frente a la problemática
mencionada es pensar si es posible reducir la distancia cada vez más grande entre la
cultura escolar y la cultura mediática, reconociendo que ambas constituyen en la
actualidad el espacio común de la formación de las subjetividades.
En las últimas décadas, el avance del mercado y la “cultura del consumo” modificaron
el proceso de socialización infantil fundado en la alianza escuela/familia. En la
actualidad, los niños empiezan a ser interpelados por los medios y el mercado antes
de ingresar a la escuela y, a diferencia de lo que ocurría en los principios de la
escolarización, los chicos poseen una experiencia cognitiva desarrollada a través de la
interacción con las nuevas agencias de conocimiento. No obstante, es necesario
conceptualizar el consumo como un proceso más complejo que el simple acto
compulsivo de adquirir objetos. Considerar los consumos culturales implica encauzar
la mirada en los procesos y las prácticas de apropiación simbólica que realizan los
sujetos inmersos en una cultura, en donde el mercado no sólo promueve la
diversificación de bienes y servicios, además establece modos de identificación a
través de la posesión y uso de los objetos y crea expectativas en relación con lo que no
se tiene.
De esta forma, la “cultura del consumo”, transmitida por los medios, invade la
cotidianeidad con imágenes y publicidades de productos, generando nuevas prácticas
culturales que trastocan el lugar social asignado a la infancia en la sociedad moderna,
cuyos integrantes son interpelados en tanto potenciales clientes.
Para aquellos que no pueden consumir, les espera la “invisibilidad social”, la exclusión
y la marginalidad. Más allá del consumo material, se instaura un consumo simbólico
que determina pertenencias, comportamientos y distinciones sociales.
La nueva forma de pedagogización de la infancia se basa en la redituable alianza entre
mercado y medios. El mercado necesita crear un entorno donde los objetos adquieran
“valor”, se vuelvan “deseables” para los millones de chicos que pueden tenerlos y
también para los que no pueden adquirirlos.
Mientras que la escuela tradicional anhelaba a la homogenización y la construcción de
una identidad única, el mercado agudiza la fragmentación social, segmentando
audiencias, diversificando la oferta de productos y mercaderías de acuerdo con
gustos, intereses, edades, nivel adquisitivo, etcétera. Frente al desmoronamiento de
los referentes tradicionales que cohesionaban la vida social como la familia, la escuela
y la Nación, surgen las distintas “tribus urbanas” que se aglomeran en torno a
consumos, gustos, experiencias y adscripciones identitarias específicas, delimitando
espacios diferenciales y desiguales.
En estos nuevos procesos de socialización, el grupo de pares cobra importancia
central en la transferencia de códigos y reglas; con los amigos se aprende y se crean
comunidades de sentido compartido. De esta manera, los jóvenes se organizan sin la
intermediación de adultos o instituciones educativas, que suelen negar la existencia
de otros lenguajes y modos de apropiación distintos a los reconocidos por la
institución escolar.
Según Susana Bermúdez, frente a las diversas maneras de ser niño, niña, adolescente,
joven, la escuela suele reaccionar de forma conservadora, considerando
negativamente las múltiples manifestaciones culturales, culpabilizando a los medios
por influir en el imaginario infantil y a las familias por haber abandonado la alianza.
Los educadores han tenido a lo largo del tiempo distintas posturas en torno a los
medios masivos de comunicación. Una de las reacciones ha sido defensiva,
vislumbrando a los medios en tanto amenaza. La acusación principal se vinculaba con
la masificación del saber. Los medios difundían a todas las clases conocimientos que
tradicionalmente constituían un privilegio para unos pocos. Asimismo, el lenguaje
audiovisual es conceptualizado de una manera marginal en relación con la cultura
impresa. Por último, se postulaba que los receptores pasivos eran manipulados por las
ideas que los emisores transmitían a través de los medios.
Otra actitud hacia los medios desde la escuela ha sido el retomarlos, pero sin ejercer
ningún tipo de crítica o análisis sobre las ideas y representaciones que a través de
ellos se difunden sobre diferentes problemáticas como el rol de la mujer, el ser joven,
el trabajo, la idea de belleza, etcétera.
A partir de estas dos posiciones, Morduchowicz propone una tercera, “la aceptación
crítica”, que consiste en no condenar ni de idealizar a los medios. Éstos no son ni
buenos ni malos, encierran contradicciones y lo único que no se puede hacer desde la
escuela es ignorarlos. Esto constituye el sentido de lo que se denomina “una educación
en medios”.
Esta postura superadora comprende dos cuestiones. Por un lado, que desde la
institución escolar se forme a los niños y adolescentes para que puedan analizar y
evaluar los medios, teniendo en cuenta su utilización, su historia, las representaciones
que transmiten, los accesos de los diferentes grupos sociales, entre otras cuestiones
relevantes. En segundo lugar, que los niños y jóvenes además de desarrollarse en
tanto receptores críticos puedan transformarse también en productores culturales,
transmitiendo sus opiniones a través de experiencias educativas que impliquen la
realización de productos comunicacionales como una revista digital o impresa, un
programa de radio, un blog, entre otros.
Integración de las TIC: por una pedagogía activa y constructivista
¿Cuál es la ruta pedagógica adecuada para ello? Una pedagogía constructivista, una
pedagogía que utiliza estrategias para relacionar, combinar y transformar los
conocimientos, una pedagogía que responde a una modelo de verdad a descubrir,
centrado en la búsqueda, la indagación, la curiosidad, la exploración y la imaginación. Ello
supone rediseñar la educación lo que exige:
- Instaurar la “sociedad del aprendizaje”, el aprendizaje permanente.
- Replantear el papel del profesor, que ve reducida la exigencia de trasmitir
contenidos y que debe poner el énfasis en el diseño de situaciones instruccionales
pertinentes, ejerciendo una autentica tutorización y seguimiento del proceso de
aprendizaje del estudiante desde la perspectiva de la atención a la diversidad.
- Revisar el papel del alumno que debe aprender a ser el conductor de su propio
proceso de aprendizaje con la mediación necesaria del profesor, lo que exige
adquirir las habilidades, destrezas y estrategias necesarias para el manejo de las
nuevas tecnologías, para la toma de decisiones y para la elección de la propia ruta
de aprendizaje.
- Utilizar nuevos materiales para el aprendizaje; como tutoriales multimedia, base
de datos on- line, bibliotecas electrónicas, simulaciones, hipertextos, etcétera.
- Reconsiderar también el papel del contexto; nuevos entornos de aprendizajes,
nuevas “comunidades de aprendizaje” apoyadas en las nuevas tecnologías que
favorecen la socialización y que permite ensayar nuevos modelos educativos que
complementen los ya disponibles.