Dalla Via Reformas Constitucionales 2-3

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ALBANESE - DALLA VIA - GARGAR,ELLA

HERNÁNDEZ - SABSAY

DERECHO
CONSTITUCIONAL
Prólogo
GIUSEPPE DE VERGOTTINI

e u EDITORIAL
UNIVERSIDAD
RIVADAVIA 1225 - CIUDAD DE BUENOS AIRES
Derecho constitucional / Susana Albanese ... [et al.]. — P ed. — Buenos Aires :
Universidad, 2004.
832 p. ; 23x16 cm.
ISBN 950-679-344-1
1. Derecho Constitucional I. Albanese, Susana
CDD 342

ISBN 950-679-344-1

Copyright by EDITORIAL UNIVERSIDAD S.R.L.


Rivadavia 1225 - Ciudad de Buenos Aires

Hecho el depósito de la ley 11.723. Derechos reservados.


Impreso en el mes de julio de 2 004,
en los Talleres Gráficos Edigraf S.A.,
Delgado 834, Ciudad de Buenos Aires, Argentina.
CAPÍTULO XIII

LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES


por
ALBERTO RICARDO DALLA VIA

1. La Constitución histórica.

La Constitución, sancionada por la Convención Constituyente en


Santa Fe el 1 de mayo de 1853, no fue un acto espontáneo, sino la
consecuencia de un devenir histórico en el que se fueron produciendo
sucesivos documentos y pactos preexistentes, muchos de los cuales se
reflejan directamente en el articulado de nuestra Constitución Nacional
y en su contenido axiológico.
Las luchas civiles entre unitarios y federales demoraron la organi-
zación institucional del país, a la que sólo se llegó cuando se sintetiza-
ron ambas posiciones y después de regar con mucha sangre el suelo
argentino. La historia de nuestro país se ha caracterizado por la presen-
cia casi permanente de líneas o facciones políticas en pugna, conforme
lo ha descrito Félix Luna al señalar los "conflictos y armonías de la
historia argentina" 1.
De ese modo, y desde la Colonia, hemos tenido divisiones y enfren-
tamientos entre españoles y criollos, "linieristas" y "alzaguistas" durante
las Invasiones Inglesas; "morenistas" y "saavedristas" una vez producida
la Revolución de Mayo; "unitarios" y "federales" durante la Organización
Nacional; más tarde, entre "crudos" y "cocidos"; entre "chupandinos" y
"lomos negros", para graficar las luchas entre autonomistas y nacionalis-
tas; luego aparecieron "radicales" y "conservadores", "peronistas" y
"antiperonistas", "militaristas" y "antimilitaristas", etcétera.
Las antinomias se presentaron muchas veces como líneas parale-
las que fueron recorriendo nuestra historia institucional, de manera
que en algunos tramos o circunstancias dichas líneas enfrentadas logra-

1 LUNA, Félix: Conflictos y armonías en la historia argentina, Ed. Planeta, Buenos


Aires.
528 DERECHO CONSTITUCIONAL

ron juntarse o sintetizarse a través de acuerdos, que en no pocos casos


fueron transitorios para después volver a confrontar. Hay quienes
explican estas antinomias señalando que, en general, para los argenti-
nos, ha sido más importante "la parte" que "el todo", favoreciendo de ese
modo las actitudes sectarias.
El ideario de síntesis y de unión que produjo intelectualmente la
llamada Generación del '37 a partir de la pluma de Esteban Echeverría
se fue plasmando, a través de sucesivos proyectos, en nuestro documen-
to constitucional, que fue apto no solamente para organizar la "nueva y
gloriosa nación", sino también para poner en marcha un proyecto de
crecimiento y desarrollo, por intermedio de los hombres de la Genera-
ción del '80, que partió del ideario constitucional y colocó a la Argentina
entre las principales naciones del mundo.
Creemos en el valor de la Constitución como prenda de unión
nacional, producto no sólo de la necesidad de llevar a la letra los valores
que anhelamos, sino también de la experiencia de nuestra historia. En
ella están la síntesis de nuestra cultura y la forja de nuestra naciona-
lidad, con mucha sangre derramada y mucha tinta sobre hojas de
pergamino. El camino de la Constitución fue muy largo y muchos
nombres se inscribieron en él.
En los tiempos dificiles, es bueno recrear el debate de las ideas
fundacionales y recordar que fueron muchos los visionarios que, apun-
talados sobre la solidez de la cultura y sobre nobles sentimientos de
patriotismo, imaginaron un país posible, fundado en la libertad y en la
letra de la Constitución escrita.
La Convención General Constituyente de 1853, al igual que las
convenciones constituyentes posteriores, tuvo en su seno una Comisión
redactora, que en el caso se llamó Comisión de Negocios Constituciona-
les, integrada por Pedro Díaz Colodrero, Martín Zapata, Juan Del
Campillo, Manuel Leiva, Pedro Ferré, Juan María Gutiérrez y José
Benjamín Gorostiaga. La Comisión elevó el proyecto el 18 de abril de
1853, precedido por un informe.
Las condiciones en medio de las cuales se reunía el Congreso
General Constituyente eran de suma gravedad, aunque Zuviría expresó
con inolvidables palabras el significado de la reunión: consolidar el
programa de unión, orden, libertad, olvido y confraternidad "inscriptos
en su bandera como el único lema digno de la época y de los pueblos
argentinos".
Desde el comienzo de las sesiones volvería a presentarse una
vieja cuestión: la de la oportunidad del dictado de la Constitución en
las circunstancias en que se encontraba el país. Se reanudaba así el
antiguo problema que se venía trajinando desde los inicios del Pacto
Federal, desde su propio contexto, y que obligaba a considerar si se
había llegado, en efecto, al momento oportuno para dictar la Constitu-
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 529

ción, o sea, si nos encontrábamos en estado de paz y de tranquilidad


para ello 2.
El diputado Centeno rompió el fuego; en la sesión del 10 de abril
expresó que si bien había que dar una Constitución y era deber de los
representantes cumplir tal cometido, atento las circunstancias por las
que atravesaba el país era preciso considerar si era el momento de
dictarla. De manera tal que en el Congreso se entendía que los pueblos
deseaban una Constitución, que la pedían a sus representantes, pero
que se habían presentado diferentes problemas que podían determinar
la inoportunidad de su dictado o su propia frustración 3 y, así, toda
Constitución dictada en tales circunstancias serviría para forjar el
despotismo o provocar la anarquía, y haría retroceder a los pueblos más
allá de su punto de partida, por lo que sería necesaria una seria
preparación previa en los pueblos y también la suficiente serenidad
espiritual para no recaer en errores que podrían ser fatales para el
desarrollo del país. Zavalía también se inclinó en un primer momento
por esta opinión.
A ello, Gutiérrez le replicaría con célebres palabras: "La Constitu-
ción no es una teoría, como se ha dicho; nada más práctico que ella; es
el Pueblo, es la Nación Argentina hecha ley y encerrada en este Código
que encierra la tiranía de la ley, esa tiranía santa, única a que yo y todos
los argentinos nos rendiremos gustosos. Los pueblos nos la piden con
exigencia porque ven en ella su salvación; y es por otra parte la oportu-
nidad más aparente para dársela; debemos hacerlo sin pérdida de
tiempo y pretender su aplazamiento es una acción que no me atrevo a
calificar" 4.

2. La influencia de Juan Bautista Alberdi.

Poco tiempo después de la batalla de Caseros, Juan Bautista


Alberdi y su fraternal amigo Juan María Gutiérrez viajaban desde el
Perú a Chile cuando recibieron en Cobija la noticia de este aconteci-
miento. El primero, de inmediato, empezó a escribir la obra que tituló
Bases y puntos de partida para la organización política de la República
Argentina. Es interesante adentrarse en el relato del autor:
"Veníamos de Lima para Chile en los primeros días de 1852,
cuando oímos en Cobija la primera noticia de la caída de Rosas. No

2 GALETTI, Alfredo: Historia constitucional argentina, Librería Editora Platense, t. II,


p. 512.
RAVIGNANI, Emilio: Asambleas constituyentes argentinas, Instituto de Investigacio-
nes Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, t. IV,
p. 471.
4 RAVIGNANI, Emilio, ob. cit., t. IV, p. 480.

34 Derecho Constitucional.
530 DERECHO CONSTITUCIONAL

queríamos creerla por lo contradictorio del tiempo con la distancia de


Buenos Aires a Bolivia. Pero en Valparaíso, al fondear el vapor «Nueva
Granada» que nos tenía a su bordo, y antes que la policía marítima
visitara el buque, un argentino venido a recibirnos, nos arrojó envuelta
desde su bote, una gran hoja de papel, mojado todavía, que contenía el
parte de la batalla de Monte Caseros salido al instante de la prensa.
Llegar a Valparaíso nos pareció llegar a la patria, lo cual sólo resultó
cierto para Gutiérrez: una sonámbula me había dicho en 1850, que yo no
entraría en mi país después de caído Rosas... Descendidos a mi quinta
de la calle de las Delicias, en Valparaíso, Gutiérrez se puso a acomodar
su equipaje para ir al Primer Congreso General Constituyente, como
diputado obligado de la Nación libertada; y yo me puse a escribir las
«Bases» de la Constitución, que mi amigo debía hacer sancionar por sus
consejos persuadidos y persuasivos" 5.
Una vez terminado el libro, su autor remitió sendos ejemplares a
varias personas representativas de la época. En carta dirigida a Mitre,
acompañando la publicación, decía Alberdi: " ... Las «Bases» no son
mías, porque ni el escritor ni el diputado hacen bases; las hace Dios,
residen en los hechos normales, en las leyes naturales de la existencia
y el desarrollo de las sociedades; y yo no he hecho sino tomarlas por el
estudio de la fuente. Lea despacio mi libro; nadie es más capaz de
comprenderme y de completar y suplir lo que me falta, que usted. Es
la obra de un hombre de bien, escrita sin ambición, ni espíritu de
partido, ni segunda mira; se compone de ideas que ya usted me conocía
y de algunos aprecios nuevos que me ha sugerido el estudio estimula-
do por el interés de la patria entrada en el camino de sus grandes
destinos..." 6.
La publicación de las Bases tuvo el mayor éxito. El presidente
Justo José de Urquiza dispuso, el 14 de mayo de 1855, la edición de los
trabajos de Alberdi con fondos oficiales. Una medida similar adoptó el
presidente Julio Argentino Roca al dictar el decreto del 12 de noviem-
bre de 1880. Con ese motivo, Bartolomé Mitre escribió una serie de
artículos críticos sobre la obra de Alberdi, argumentos que más tarde
fueron seguidos por otros escritores, como Paul Groussac y Ernesto
Quesada.
Los críticos llegaron a la conclusión de que, como los trabajos de
Alberdi no eran originales, los constituyentes habían recurrido, en
forma directa, a las fuentes de los mismos: "...El proyecto de éste
[Alberdil fue sólo un elemento concomitante de juicio —afirmó Quesada—,
porque se prefirió dar el primer lugar al original de Rossi, más dete-
nido y con menos desviaciones; de modo que, contra lo que comúnmen-

5 ALBERDI, Juan Bautista: Juan María Gutiérrez, "Biografías y Autobiografías", Obras


Selectas de Alberdi, Ed. La Facultad, 1920, t. IV, p. 392.
6 RAVIGNANI, Emilio, ob. cit., t. VI, p. 778.
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 531

te se cree —sin remitir a la prueba los quilates de las buenas intencio-


nes—, la influencia de Alberdi en la Constitución de 1853 fue comple-
tamente secundaria... La obra de Rossi sobre la Constitución de Suiza,
los comentarios de Story, traducidos al francés, y otras obras, fueron
el arsenal constitucional de que se servían Gorostiaga y Gutiérrez,
porque juzgaban que Alberdi era sólo quien había popularizado las
doctrinas de Rossi..." 7.
A esos argumentos críticos corresponde replicar con otros de mu-
cha fuerza y gran valía, que realzan la importancia de la obra de Alberdi
y su real influencia en la labor constituyente de 1853.
Alberdi, como Sarmiento, contempló el panorama nacional, auscultó
sus necesidades, estudió sus problemas y, con visión genial de estadista,
preparó un plan general y dijo: aquí está la solución para los males que
nos aquejan. El Proyecto de Constitución es el medio de realización de
las doctrinas expuestas en las Bases. Alberdi no se preocupó por ser
original; lo que interesaba en el momento era saber en qué forma
desaparecerían nuestros desiertos, es decir que se trataba de conocer
cómo progresaría la patria. Consultó libros argentinos y extranjeros,
revisó constituciones, y al conjunto de los datos extraídos de la teoría y
de la práctica le imprimió su sello personal, al combinarlo y reunirlo
para sacar conclusiones precisas 8.
En definitiva, podemos coincidir con que, más allá de esa polémi-
ca o de las críticas que puedan formularse, surge clara la influencia de
las Bases y del Proyecto de Juan Bautista Alberdi en los debates y en
las actas de la Convención de 1853. Esta circunstancia no se ve
disminuida por el hecho de que los convencionales conocieran también
otras fuentes.
El Congreso General Constituyente siguió con muy pocas varian-
tes el plan esbozado en el Proyecto. Muchos de los artículos conservan,
inclusive, su redacción original. Por otra parte, como ya señalamos,
Alberdi no pretendió ser un tratadista original, sino que las Bases eran
un llamado, una bandera, que formaba parte de un programa de legis-
lación y de acción.
La publicación del libro alcanzó gran repercusión en el país
mientras sesionaba la Convención en Santa Fe; así, se ha dicho que
fue un verdadero best seller para su tiempo, con tres ediciones en un
ario. Por su parte, el viejo amigo y compañero de lucha de Alberdi,
Juan María Gutiérrez, ocupó una banca de convencional en la Asam-
blea que dictó la Constitución. Su calidad de miembro de la Comisión
redactora del respectivo proyecto y sus eximias condiciones personales

7 QUESADA, Ernesto, carta enviada al Dr. Juan A. González Calderón, publicada en la


obra de éste Derecho Constitucional argentino, Ed. J. Lajouane y Cía., 1923, t. II, p. 30(V.
8 QUESADA, Ernesto: La figura histórica de Alberdi, ed., Imprenta Scherone, 1919,
p. 21.
532 DERECHO CONSTITUCIONAL

contribuyeron a que fuera una de las más destacadas figuras de la


Convención.
De las actas de la Convención se desprende que Alberdi gozaba de
gran consideración y respeto en la Asamblea; al respecto, el párrafo de
la correspondiente Comisión de Negocios Constitucionales que dice que
"es la obra del pensamiento actual argentino, manifestado por sus
publicistas" es bien sugerente y evidente. Tampoco puede afirmarse
seriamente que la Convención de Buenos Aires de 1860 haya alterado
sustancialmente la Constitución de 1853.
La polémica planteada en cuanto a la mayor o menor influencia
que Alberdi tuvo en definitiva en el texto final de la Constitución no
atenúa su prestigio. Su talento ha sido reconocido por todos, incluyendo
a Sarmiento y a Mitre, sus más ardientes adversarios, que admitieron
que el publicista orientó el célebre Congreso de Santa Fe en la memo-
rable misión de darnos la Constitución Nacional, cimiento de la organi-
zación del Estado y factor de progreso y fuente de convivencia pacífica
y digna de los habitantes del país 9.
Los aportes de Benjamín Gorostiaga, Mariano Fragueiro y de
Pedro de Angelis, como influencias que nutrieron el texto de la Consti-
tución histórica, de ningún modo empañan la notable influencia que
tuvo Juan Bautista Alberdi desde sus Bases y su Proyecto de Constitu-
ción para las Provincias Unidas, así como desde El sistema económico
y rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de
1853, que significó la primera obra de interpretación de la Constitución
histórica.

3. La reforma de 1860.

Algunos debates constituyentes han tenido gran importancia en la


interpretación ordinaria de la Constitución, especialmente por la cali-
dad de las personalidades que allí intervinieron y por su versación en
Derecho Público.
Después de la batalla de Cepeda y del Pacto de San José de Flores
del 11 de noviembre de 1859, el estado de Buenos Aires se reservó el
derecho de aceptar lisa y llanamente la Constitución de 1853 o de
proponer reformas a la misma. Entre los 75 convencionales, elegidos por
el pueblo de la ciudad, unos, y por las distintas secciones de la campaña,
otros, se encontraban, sin distinción entre unitarios y federales o entre
porteños y provincianos, los abogados, los médicos, los escritores, los
militares y los estancieros de más prestigio y renombre.

9 DÍAZ ARANA (h.), Juan José: Influencia de Alberdi en la Constitución Nacional. Juicio
ante una controversia, Librería Jurídica Valerio Abeledo Editor, Buenos Aires, 1947.
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 533

La jerarquía de sus componentes dio a la Asamblea bonaerense


una importancia superior a la de su poder. De ahí que cuando la
mayoría derrotó a los 17 convencionales que reclamaban la incorpora-
ción inmediata de Buenos Aires, y decidió examinar la Constitución
para proyectar la reforma, realizó una tarea constitucional de alto nivel.
Sarmiento ha señalado el sitio que esa Convención alcanzó en
nuestra historia con las sig-uientes palabras: "Es un curso de Derecho
Público que va a abrirse al pueblo, que no conoce, por lo general, lo que
i mporta esa Constitución que se le ha dado'''. La prensa difundió los
trabajos de la Comisión examinadora, primero, y después los discursos
que tomaban los taquígrafos durante las sesiones de la Asamblea. Con
todo ello, la Constitución adquirió la resonancia que no había podido
tener cuando se la elaboró silenciosamente en Santa Fe, y fue discutida,
premiosamente, entre el 20 de abril y el 1 de mayo de 1853.
En el seno de la Convención provincial, la Constitución de 1853 fue
revisada por una comisión integrada por los convencionales Bartolomé
Mitre, Dalmacio Vélez Sarsfield, José Mármol, Antonio Cruz Obligado
y Domingo Faustino Sarmiento. El informe producido por dicha Comi-
sión revisora constituye la fundamentación de las reformas que en
definitiva aprobaría la Convención Nacional ad hoc. Dicho informe fue
redactado por Mitre, pero, sin desconocer la descollante actuación de su
redactor, no puede negarse que asimismo expresa las ideas de los
demás miembros de la Comisión y en particular de Sarmiento y Vélez
Sarsfield, también de desempeño decisivo en las enmiendas que se
proponían ".
Los ex constituyentes Gorostiaga, Seguí y Del Carril integraron,
junto con Vélez Sarsfield, Mármol, Elizalde y Cáceres, la Comisión
designada para estudiar las reformas propuestas por Buenos Aires. En
su despacho introdujo pocos cambios en los puntos sometidos, lo que
quedó aprobado en la sesión del 23 de septiembre 12.
La Comisión explicaba que "la publicidad de la discusión sobre las
reformas propuestas por Buenos Aires y los importantes debates que se
han tenido en aquella Convención y en la prensa de la República,
autorizan a la Comisión a excusarse de fundar las razones de su dicta-
men. Todos sus miembros se complacerán en dar los antecedentes y
explicaciones que se pidan sobre las reformas que suscite aquella discu-
sión" 13.

i° PADILLA, Alberto G.: Lecciones sobre la Constitución (primera serie), Ed. Perrot,
Buenos Aires, 1961, p. 30.
" LINARES QUINTANA, Segundo V.: El espíritu de la Constitución, Ed. Ad-Hoc, Buenos
Aires, 1993, p. 96.
" PADILLA, Alberto G., ob. cit., p. 30.
13 LINARES QUINTANA, Segundo V., ob. cit., pp. 98 y 99.
534 DERECHO CONSTITUCIONAL

Los debates de la Convención de Buenos Aires de 1860 son impor-


tantes y sustanciales, no solamente por los nuevos artículos incorpora-
dos a la Constitución, sino por el debate de fondo sobre la Constitución
misma y la construcción de la unión nacional; la nueva redacción que se
dio al art. 35 es la mejor prueba de ello, pasando de la denominación
"Confederación Argentina" a la de "Nación Argentina", que —bien
puede decirse— nace con la Constitución de 1860 14.

4. Las reformas constitucionales posteriores.

Con el correr del tiempo, el texto histórico fue sufriendo diferentes


modificaciones, no sólo por las reformas constitucionales a partir del
mecanismo que la propia Constitución establece en su art. 30, sino
también por vía de interpretación y de las leyes que reglamentan el
ejercicio de la norma fundamental (conf. art. 14 CN).
En el siglo XIX, siglo de sanción de la Constitución, se registraron
dos breves reformas: la de 1866, que tuvo por objeto fortalecer los
recursos financieros del gobierno federal, y la de 1898, que posibilitó
elevar el número de ministros del Poder Ejecutivo. Comenzaban a
vislumbrarse cambios que requerían una mayor atención técnica a los
asuntos de Estado; entre ellos, los derivados de la Conquista del Desier-
to, que duplicó el territorio nacional, y de la designación de la ciudad de
Buenos Aires como capital del Estado.
En la reforma de 1866 se analizaron los arts. 4 y 67, inc. 1, con el
fin de dotar de mayores rentas al gobierno federal, comprometido por la
Guerra del Paraguay, sancionándose en esa oportunidad la ley 17 1, que
declaró la necesidad de la reforma y fijó el temario, y la ley 172, que
estableció los requisitos que debían cumplir los convencionales y las
formalidades para su reunión, siendo ambas leyes precedentes impor-
tantes de la reglamentación del art. 30.
Varios cambios se fueron produciendo a nivel infraconstitucional,
que, sin embargo, tuvieron influencia en la interpretación que la juris-
prudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, como "último
intérprete", iría haciendo del texto de la norma fundamental, pasando
desde la llamada interpretación estática (apegada al sentido literal del
texto) a la interpretación dinámica (que toma en cuenta la realidad
social circundante).
El punto de inflexión que marcó el primer cambio en la jurispru-
dencia de la Corte fue el fallo "Ercolano c. Lanteri de Renshaw" (1922),
con la disidencia del ministro Antonio Bermejo.
El 28 de febrero de 1912, el presidente Roque Sáenz Peña presentó
su reforma política, que incorporaba la lista incompleta y el voto obliga-
torio, pronunciando, entre otros, los siguientes conceptos: "... Ni el go-

14 RAVIGNANI, Emilio: Asambleas constituyentes argentinas cit


LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 535

bierno ha de ser el comité, ni el comité se ha de vaciar en la administra-


ción. Yo espero de los señores gobernadores, no sólo el cumplimiento de
la ley, sino la influencia moral que me coloque con ellos en la misma
comunión patriótica. Tengo confianza en sus declaraciones, y no creo
que haya faltado a mi palabra fuerza comunicativa ni virtudes convin-
centes, por lo mismo que se inspira en un real desprendimiento. La
representación nacional no puede ser la expresión de los gobernadores,
sino la de los partidos libremente manifestada...".
Y concluía con solemnes palabras: "Me dicho a mi país todo mi
pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escu-
char la palabra y el consejo de su primer mandatario. Quiera votar".
La sanción de la ley 8871 no aseguró de por sí el voto universal,
secreto y obligatorio, como tampoco la Constitución aseguró por sí
misma la vigencia del Estado de Derecho. Hubo reacción, turbulencias,
lucha y convicciones. El 5 de mayo de 1936, el gobernador de la provin-
cia de Buenos Aires, Manuel Fresco, se dirigía a su Legislatura señalan-
do que "con el sufragio universal estamos creando una raza débil y poco
viril", en tanto el 23 de noviembre de 1937 Marcelo T. de Alvear
denunciaba "la lucha electoral más nefasta y vergonzosa", para referir-
se a las elecciones fraudulentas del 5 de septiembre del mismo ario, y el
11 de febrero de 1941 el presidente Roberto M. Ortiz afirmaba que "era
necesario condenar toda manifestación de fraude" 15.
Sin embargo, la Ley Sáenz Peña fue un cambio fundamental para
pasar del modelo "liberal-burgués" o del "Estado oligárquico de Dere-
cho" hacia la república demoliberal, trasladando el poder desde las
minorías ilustradas hacia las mayorías populares.
También por aquellos tiempos se sancionaron importantes leyes
sociales, como la ley 4661 de descanso dominical (1905); en 1907 se creó
la Dirección General del Trabajo, la que en 1912 se transformó en
Departamento Nacional de Trabajo; con la sanción de la ley 9511 (1914)
se estableció la inembargabilidad de los sueldos; con la ley 9688 (1915)
se reguló lo atinente a accidentes de trabajo; la ley 11.337 (1924)
estableció lo referente a trabajo de menores y de mujeres, y por ley
11.544 (1929) se fijaron límites a la jornada laboral. La encíclica Rerum
Novarum, así como las influencias de socialistas, anarquistas y sindica-
listas, incidieron en tales cambios 16.
En la reforma constitucional de 1949 tuvo singular protagonismo
y relevancia la figura de Arturo Enrique Sampay, nacido en la provincia
de Entre Ríos, pero que fue convencional por la provincia de Buenos
Aires, a la que representaba y donde había actuado previamente como
fiscal de Estado y se había destacado como profesor de Derecho Político

15 DALLA VIA, Alberto Ricardo: Colección de Análisis Jurisprudencial. Derecho Cons-


titucional, Ed. La Ley, 2002.
16 PÉREZ GUILHOU, Dardo: El constitucionalismo, p. 480.
536 DERECHO CONSTITUCIONAL

en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad


Nacional de La Plata. Era un estudioso de sólida formación tomista, con
conocimientos de Derecho Público europeo y americano, particularmen-
te influenciado por Carl Schmitt y por el decisionismo alemán. Sampay
presidió la comisión de estudios del anteproyecto y fue el redactor final
de la reforma.
La ley que declaró la necesidad de la reforma, n° 13.233, no alcanzó
los dos tercios de los votos en la Cámara de Diputados requeridos en el
art. 30 de la Constitución, circunstancia que impugnó su validez desde
el comienzo del proceso reformador y que concluyó con el retiro de las
fuerzas opositoras de la Asamblea, en una discusión que perduró hasta
la caída de Perón y la derogación de la reforma mediante una "procla-
ma" del gobierno de la "Revolución Libertadora". El centro de la discu-
sión de la reforma estuvo en la reelección del presidente'''.
El bloque de la oposición, por intermedio de Moisés Lebensohn,
manifestó que el propio miembro informante de la mayoría (Arturo
Sampay) había confesado que la reforma del art. 77 se efectuaba "...para
Perón, con el espíritu de posibilitar la reelección de Perón", y que los
convencionales radicales se retiraban de la Convención porque el deba-
te constituía "una farsa". Sin embargo, el retiro del bloque radical no
i mpidió que la Asamblea continuara sesionando, porque la bancada
peronista tenía quorum propio.
El contenido social se manifestó en el art. 37, al incorporar los
derechos del trabajador, de la ancianidad, de la familia, a la educación
y a la cultura, así como el art. 68, inc. 11, que ordenaba la sanción del
Código de Derecho Social; en tanto que el carácter antiindividualista de
la reforma surgía del art. 15, al proponer que el Estado no reconocía
libertad para atentar contra la libertad, y por el art. 35, que
constitucionalizaba el llamado "abuso del derecho" 18.
No obstante su amplitud, no fue una reforma total. Se agrega-
ron dos frases al Preámbulo y la parte dogmática se dividió en cuatro
capítulos: I) Forma de gobierno y declaraciones políticas; II) Dere-
chos, deberes y garantías de la libertad personal; III) Derechos del
trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la educación y cultura,
y IV) Función social de la propiedad, el capital y la actividad econó-
mica. La parte orgánica no sufrió grandes modificaciones, siendo la
más importante la prohibición de la reelección del presidente, que se
permitió sin limitaciones y sin cambiar el plazo del mandato, que era
de seis arios.

17 FAyr, Carlos S.: La naturaleza del peronismo, Buenos Aires, 1967; LEGON, Faustino,
y MEDRAN°,Samuel W.: La Constitución de la República Argentina, Madrid, 1953.
18 Sobre el tema puede verse nuestro trabajo titulado "Los abusos en el Derecho
Público", publicado como capítulo de nuestro libro Estudios sobre Constitución y Economía,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 537

El gobierno de la llamada "Revolución Libertadora" invalidó la


reforma constitucional de 1949, y en ejercicio de "poderes revoluciona-
rios", declaró la necesidad de la reforma en treinta de sus artículos
referidos al régimen electoral, al sistema federal, a las libertades y
derechos individuales, a las autonomías provinciales, al equilibrio de
poderes y a las fuentes de energía, entre otros temas, convocando a
elecciones de convencionales constituyentes para el 28 de julio de 1957
por el sistema de representación proporcional, variante D'Hont. Los
lineamientos de la convocatoria y de los temas a reformar habían sido
sugeridos por una Comisión de Estudios Constitucionales, integrada
por Juan A. González Calderón, Sebastián Soler y Carlos Sánchez
Viamonte 19.
Apenas iniciadas las sesiones en Santa Fe, en la sede de la Univer-
sidad Nacional del Litoral, la Asamblea tomó disposiciones que afirma-
ron su carácter soberano, a fin de no quedar determinada por los
"poderes revolucionarios" invocados por el gobierno de facto, sino que,
por el contrario, buscaba afirmar los poderes propios del cuerpo.
Finalmente, se utilizó una fórmula conciliadora para satisfacer a
quienes, como el convencional Alfredo L. Palacios, consideraban que la
Convención sólo podía aceptar limitaciones impuestas por ella misma,
y a la mayoría que interpretaba que estaba limitada por el decreto-ley
de convocatoria.
El 23 de septiembre, la Convención resolvió: 1) rechazar las
i mpugnaciones formuladas, declarar la validez del mandato de los
convencionales y la legitimidad de la Asamblea; 2) declarar que la
Constitución Nacional vigente es la de 1853, con las reformas de 1860,
1866 y 1898, con exclusión de la de 1949, y 3) fijar los artículos sujetos
a enmienda2°. De ese modo, la Convención trataba de seguir la línea
de legitimidad del ordenamiento constitucional, sin aludir ni ratificar
la proclama de septiembre de 1956.
Los cuestionamientos internos finalmente hicieron que la Asam-
blea quedase sin quorum y que solamente se sancionara un artículo
nuevo entre el 14 y el 15, recogiendo los derechos del trabajador de la
Constitución de 1949, con el agregado del derecho de huelga que no
estaba en aquélla, además de incorporar la obligación de sancionar el
Código del Trabajo y de la Seguridad Social en el art. 67, inc. 11.
Las reformas a la Constitución Nacional realizadas en 1957 fueron
recurridas ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el leading
case "Soria de Guerrero c. Bodegas y Viñedos Pulenta", donde se consi-
deró revisable la reforma constitucional en cuanto a la regularidad del
procedimiento, mas no en cuanto a su contenido.

19 EKMEKDJIAN, Miguel Ángel: Tratado de Derecho Constitucional, t. III, Ed. Depalma,


Buenos Aires, p. 244.
2° Convención Nacional Constituyente de 1957, Diario de Sesiones, Buenos Aires,
1958, t. I, pp. 750 y ss.
538 DERECHO CONSTITUCIONAL

El gobierno de facto surgido del golpe militar de 1966 disolvió los


partidos políticos y prohibió la realización de actos de naturaleza polí-
tica por aplicación de la ley de facto 16.894, hasta que en 1971 el
ministro del Interior Arturo Mor Roig anunció la rehabilitación de la
actividad política y puso en marcha el proceso de reforma institucional,
creándose a tal efecto una Comisión Asesora del Plan Político, integra-
da por los doctores Germán J. Bidart Campos, Carlos María Bidegain,
Natalio R. Botana, Carlos S. Fayt, Mario Justo López, Julio C. Oyhanarte,
Roberto I. Peña, Pablo A. Ramella, Adolfo R. Rouzat, Alberto A. Spota
y Jorge R. Vanossi.
Esa Comisión remitió al presidente de facto Alejandro A. Lanusse
un informe sobre las reformas constitucionales propuestas con una
serie de dictámenes independientes, coincidentes algunos y otros en
disidencia ". De conformidad con los mismos, la Junta de Comandantes
en Jefe sancionó la ley de facto 19.608, denominada "Ley Declarativa
Fundamental", que dispuso la necesidad de una serie de reformas a la
Constitución.
Las reformas fueron efectuadas por el "Estatuto Fundamental" del
24 de agosto de 1972; se referían exclusivamente a la parte orgánica de
la Constitución y, en lo sustancial, consistieron en la unificación de los
mandatos en cuatro arios, en la supresión de los colegios electorales
aplicando el sistema de doble vuelta para presidente, vicepresidente y
senadores, en la eliminación del juicio político para los jueces inferiores
de la Corte Suprema de Justicia, que sería reemplazado por unjury, etc.
Ese mismo Estatuto dispuso que tendría vigencia hasta mayo de
1977 y, salvo que una convención constituyente no decidiera su incorpo-
ración definitiva al texto constitucional u ordenara su derogación antes
del 25 de agosto de 1976, su vigencia quedaba prorrogada hasta el 24 de
mayo de 1981. Finalmente, el golpe militar de marzo de 1976, que dio
lugar al llamado "Proceso de Reorganización Nacional", interrumpió el
camino constitucional que se había retomado en marzo de 1973 y diluyó
las posibles expectativas que se habían creado. Se ha señalado que la
aplicación del mencionado "Estatuto" era —cuanto menos— incoheren-
te y de discutida legalidad 22.

S. La reforma constitucional de 1994.

La reforma constitucional de 1994 originó un intenso debate en lo


referido a la etapa "preconstituyente", si se utiliza la terminología

21 Informe de la Comisión Asesora para la Reforma Institucional, Imprenta del


Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1972.
22 VANOSSI, Jorge Reinaldo A.: Cuál es el actual status institucional de la República
Argentina, Rev. "L.L.", 23/4/75.
LAS REFORIVIAS CONSTITUCIONALES 539

introducida por Sánchez Viamonte para designar el procedimiento de


declaración de la "necesidad de la reforma" por parte del Congreso de la
Nación, conforme a lo señalado por el art. 30 de la Constitución Nacio-
nal, cuestiones que fueron subsanadas jurídicamente y en parte supe-
radas políticamente por los hechos posteriores, de una etapa constitu-
yente reformadora que cumplió a ritmo regular y puntual el objetivo de
reformar la Constitución histórica de 1853/60.
La Convención sesionó en la ciudad de Santa Fe, realizándose los
actos de inauguración y de clausura, así como también algunas reunio-
nes de diversas comisiones en la ciudad de Paraná; se cumplió el plazo
previsto, la Constitución reformada fue sancionada antes de los noven-
ta días, y fueron tratados todos los temas contemplados por la ley
24.309, tanto los del "núcleo de coincidencias básicas" (art. 2) como los
temas "habilitados" (art. 3). El 24 de agosto de 1994 tuvo lugar, en
Concepción del Uruguay, la jura de la Constitución de 1853, con las
reformas de 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994. Se trató, por lo tanto, de un
caso de ejercicio del poder constituyente reformador o derivado 23.
De todos los proyectos y antecedentes de reforma, los que más se
han reflejado en la labor constituyente son los de la Reforma Transito-
ria de 1972 y los "Dictámenes" del denominado "Consejo para la Conso-
lidación de la Democracia" 24.
Del primero, surgen distintas formulaciones de técnica legislativa
en cuanto al difundido objetivo de "modernizar las instituciones", pro-
longando las sesiones del Congreso, promoviendo el trabajo en comisio-
nes, así como también la propuesta de fijar el mandato del presidente
y del vicepresidente de la Nación en cuatro arios, con una sola reelec-
ción, la elección directa del presidente y de los senadores, la elección de
un tercer senador por la minoría, etc.
Por su parte, se desprende de los "Dictámenes" del Consejo para la
Consolidación de la Democracia la idea de morigerar el exceso de poder
presidencial, con cierta tendencia a "parlamentarizar" el sistema, a
través de la incorporación de un "ministro coordinador" que, además de
ejercer algunas funciones específicas en materia administrativa, presu-
puestaria, etc., acerque, articule y haga más funcional la relación entre
los poderes.
Se observa también, en ese sentido y de acuerdo con el mismo
antecedente, el interés por darle un rol especial al Senado en la iniciati-
va de algunos proyectos que tienen que ver con la materia federal

" DALLA Via, Alberto Ricardo: Constitución de la Nación Argentina. Texto según la
reforma constitucional de 1994, Librería Editora Platense, 2' ed., 1996, Capítulo preliminar,
"Balance de la reforma constitucionar, p. 5.
24 El Consejo para la Consolidación de la Democracia fue creado por el decreto 2446/

85, bajo la coordinación del Dr. Carlos S. Nino. Publicó dos dictámenes sobre la reforma
constitucional. El "tercer dictamen", referido a los temas económicos, quedó sin publicar.
540 DERECHO CONSTITUCIONAL

(coparticipación, art. 75, inc. 2; desarrollo territorial armónico, art. 75,


inc. 19), así como otros temas que también fueron considerados en el
proyecto mencionado, como el Consejo de la Magistratura, la defensa
del medio ambiente, etc.
En los contenidos de ambos proyectos y en su posterior cristalización
en el texto de la Constitución reformada, aparecen los principales
conceptos teleológicos que la reforma ha presentado en distintas formu-
laciones, tales como: la necesidad de modernizar y agilizar el funciona-
miento de las instituciones; fortalecer los mecanismos de control del
poder, delimitando las funciones; atenuar los excesos del presidencialismo
hegemónico; instrumentar la inserción internacional de la Argentina;
fortalecer el federalismo, etcétera.
La reforma constitucional de 1994 ha sido muy rica en la incorpo-
ración de principios ideológicos. El catálogo de derechos declarados y de
garantías se ha ampliado, apuntando al valor de la "solidaridad". La
"participación" es otro de los valores afirmados, haciendo a la Constitu-
ción más democrática. Ha refirmado también el constituyente un con-
cepto más social y material de la igualdad, que viene a completar el
concepto de igualdad formal del art. 16 con un nuevo criterio interpre-
tativo, cual es el de la "igualdad de oportunidades", que aparece repe-
tido en distintas partes del texto y en la consagración de "acciones
positivas" que tendrá a su cargo el Estado para combatir toda forma de
discriminación (art. 75, inc. 23).
El "tono" general de la reforma, en lo ideológico, se ha corrido más
hacia la afirmación de principios del Estado social que del constitucio-
nalismo liberal. El ingreso de una cantidad de principios que no estaban
expresamente consagrados en el texto se da por la cantidad de tratados
internacionales que pasan a tener "jerarquía constitucional" (art. 75,
inc. 22) y que, por la época en que dichos tratados fueron suscriptos, se
enmarcan claramente en la etapa del constitucionalismo social de pos-
guerra y anterior a la crisis mundial del petróleo que trajo aparejada
también la crisis del Estado social de Derecho.
Asimismo, resulta paradójico que estos principios hayan sido rati-
ficados por el constituyente en pleno tiempo de "ajuste" hacia un preten-
dido modelo de Estado "neoliberal". No hay, en cambio, en la reforma
reciente, ningún artículo que proclame la libertad económica ni la
economía de mercado.
No aparece un "programa constitucional" como exhibió la Consti-
tución histórica, no aparece el telos ni el "modelo" del texto constitucio-
nal; por el contrario, y como dijimos al principio, hay muchos aspectos
fundamentales que quedaron sin definirse y con el riesgo, potencial o
real, de que eso pueda ocurrir.
Los dos principios incorporados que tienen más importancia en
materia económica son el derecho al medio ambiente (art. 4 1) y la
integración económica latinoamericana (art. 75, inc. 24), por su inevita-
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 541.

ble repercusión, tanto en los derechos económicos como en los principios


orientadores de la política económica.
De estos principios, y de otros que consagran los derechos de
usuarios y consumidores (art. 42), así como la posibilidad de ejercitar la
acción de amparo contra los titulares de servicios públicos privatizados
(art. 43), se desprende —aunque no esté claramente dicho— que se
propugna un modelo de competencia, dentro del cual le cabe al Estado
un rol regulador para que el mercado funcione.
Pero el "núcleo" ideológico de la reforma está en el inc. 19 del art.
75, ubicado a continuación de la "cláusula del progreso" (ex art. 67,
inc. 16). La nueva norma se ha dado en llamar "cláusula del nuevo
progreso" 25 o "cláusula del progreso económico y social" 26, en la cual se
establecen como valores fundamentales a "proveer" por la legislación:
"...al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, a la
productividad de la economía nacional, a la generación de empleo, a la
formación profesional de los trabajadores, a la defensa del valor de la
moneda, a la investigación y al desarrollo científico y tecnológico, su
difusión y aprovechamiento" (párr. 1°).
La expresión "desarrollo humano" aparece repetida en otros artí-
culos y debe vincularse con la interpretación dada por la Organización
de las Naciones Unidas (ONU), en tanto se toma el denominado "Índice
de Desarrollo Humano" (IDH) para medir el grado de avance de los
países, con parámetros que no sólo contemplen el crecimiento económi-
co, sino también los niveles de educación, de ocupación, de vivienda, de
cultura, etc. En ese mismo sentido, el término "progreso económico" se
distingue del mero crecimiento económico, mientras aquél marca sim-
plemente diferencias en el producto bruto, en tanto el "progreso" denota
una idea de avance en una dirección ética predeterminada 27.
El segundo párrafo plantea el objetivo del equilibrio territorial en
los siguientes términos: "Proveer al crecimiento armónico de la Nación
y al poblamiento de su territorio; promover políticas diferenciadas que
tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y
regiones. Para estas iniciativas, el Senado será Cámara de origen".
En materia de educación se establece: "Sancionar leyes de organi-
zación y de base de la educación que consoliden la unidad nacional
respetando las particularidades provinciales y locales: que aseguren la
responsabilidad indelegable del Estado, la participación de la familia y
la sociedad, la promoción de los valores democráticos y la igualdad de
oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna; y que garan-

25 DALLA VIA, Alberto Ricardo: Constitución ele la Nación Argentina, Cit.


26 Ver Constitución de la Nación Argentina, con prólogo de Néstor Sagüés, Ed.
Depalma, Buenos Aires, 1994.
27 Sobre el tema, véase bALLA VIA, Alberto Ricardo: Transformación económica y
seguridad jurídica, Librería Editora Platense, 2' ed., 1996.
542 DERECHO CONSTITUCIONAL

ticen los principios de gratuidad y equidad de la educación pública


estatal y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales"
(párr. 3°).
Y finalmente: "Dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad
cultural, la libre creación y circulación de las obras del autor; el patri-
monio artístico y los espacios culturales y audiovisuales" (último párr.).
Es preciso destacar, también, que la reforma se ha basado en
antecedentes diferentes de los que tuvo por vista la "Constitución histó-
rica". Resulta obvio señalar que el constituyente no tuvo como fuente
documentos similares a las Bases o al Proyecto de Constitución de Juan
Bautista Alberdi; la reforma de 1994 tuvo principalmente en cuenta,
entre otros documentos, los "Dictámenes" del Consejo para la Consolida-
ción de la Democracia y la "Reforma Provisoria de 1972" impulsada por
un gobierno de facto 28, que pusieron el acento en la atenuación del
"hiperpresidencialismo", el primero, y en la agilización de las funciones
del Congreso, el segundo, entre otros importantes aspectos.
Pero el dato más importante en este sentido es que la Constitución
histórica recibió, en su interpretación, la influencia del constitucionalis-
mo estadounidense por vía de la jurisprudencia de la Supreme Court y
por los escritos doctrinales, especialmente los recopilados en El federalista
por Madison, Hamilton y Jay. No pocas veces se ha afirmado que la
Constitución argentina fue "vaciada" sobre los moldes de la norteame-
ricana, tema que fue objeto de una aguda polémica entre Alberdi y
Sarmiento. La influencia de la jurisprudencia norteamericana sobre
nuestra Corte Suprema ha sido muy importante y en muchos temas han
seguido líneas paralelas, como, por ejemplo, con la doctrina del "poder
de policía".
La reforma de 1994 estuvo, en cambio, muy influida por el consti-
tucionalismo europeo en el diseño de las nuevas instituciones propues-
tas (ej.: defensor del pueblo, nuevas garantías, etc.) y, entre éstas, ha
tenido una marcada incidencia la Constitución española de 1978, que
ha servido como base y modelo para la redacción de distintos artículos.
En ese sentido, mientras la bicentenaria Constitución norteamericana
adscribe al liberalismo individualista, la Constitución española, una de
las más recientes de Europa, proclama un Estado social y democrático
de Derecho (art. 1. 1).

6. El poder constituyente derivado o reformador.

No sólo se reformó una cantidad importante de artículos y se


agregaron nuevas disposiciones, sino que también se ha modificado el

" Ver DALLA VIA, Alberto Ricardo: Constitución... cit., "Introducción (Balance de la
reforma)".
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 543

"lenguaje", el estilo claro y abierto que caracterizaba a la norma funda-


mental que habían redactado Benjamín Gorostiaga y Juan María
Gutiérrez, principalmente. Estas razones han hecho frecuente el uso de
la expresión "nueva Constitución", lo que nos lleva a plantearnos si se
trata de una Constitución nueva o reformada. Para nosotros, está claro
que debe hablarse de la "Constitución reformada", no solamente porque
se trató de un caso de ejercicio de poder constituyente derivado (art. 30
CN), sino porque expresamente fue jurada la Constitución Nacional de
1853, con las reformas de 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994, legitimando la
reforma de 1957 y excluyendo la de 1949.
Creemos que no se trata sólo de una cuestión terminológica. En
efecto, según se trate de una u otra cosa, cambiará la interpretación de
la misma. Si habláramos de una Constitución "nueva", debería centrar-
se la interpretación en los nuevos principios incorporados, en tanto que
siendo, como en este caso, una Constitución histórica reformada, los
nuevos principios deben interpretarse a la luz de los primeros, buscan-
do el sentido que los complemente y adapte sin perder la dirección
original. Esta otra razón nos reafirma aún más en el criterio de inter-
pretar que estamos ante una norma reformada y no ante una norma
nueva.
Dicho todo esto, y tomando como premisa el carácter "liberal" de la
Constitución de 1853, con algún ingrediente "social" proveniente de la
reforma constitucional de 1957 y con una influencia "católica tradicio-
nal" —si aceptamos la posición de Sagüés de acuerdo con lo ya analiza-
do—, corresponde determinar ahora cuál es la ideología predominante
en nuestra Constitución Nacional después del paso del constituyente de
1994, con su impronta aún más social, afirmadora del concepto de
"desarrollo humano" de la "justicia social" y de la "igualdad real de
oportunidades"; al mismo tiempo, consagrar un derecho constitucional
al "ambiente sano y equilibrado para las generaciones actuales y futu-
ras" (art. 4 1) implica un componente ecológico que no sólo es obligación
del Estado sino también, y fundamentalmente, una postura ética. El
pensamiento católico tradicional, por su parte, parece haber sufrido un
retraimiento, al eliminar el requisito confesional para ser presidente de
la Nación y al haber desarrollado una "moral pública" no necesariamen-
te identificada con el cristianismo.
Cabe preguntarse cuál es, entonces, actualmente, el ideario cons-
titucional argentino y cuáles son los principios dominantes entre
tanta confluencia de ideas. Creemos que si bien la respuesta debe
buscarse en los principios expresados en el texto constitucional, ellos
no deben independizarse de una realidad circundante, de carácter
sociológico —según gusta decir Bidart Campos—, y que abarca la expe-
riencia histórica, las preferencias sociales y el sentimiento colectivo. Por
todas las razones expuestas, bien puede concluirse, a nuestro juicio, que
el "constitucionalismo social" resalta en la Constitución argentina.
544 DERECHO CONSTITUCIONAL

Pero es necesario advertir que el término no debe interpretarse


bajo el estigma de izquierdas o derechas, superadas por la historia y por
la propia realidad, como bien lo enseñó Norberto Bobbio 29. Por el
contrario, en la Constitución argentina, el constitucionalismo social
sólo se entiende dentro, y no fuera, de la economía de mercado, como
una continuidad "racional" del Estado liberal, reiterando lo expresado
por Vanossi 3°. De ese modo, el constitucionalismo social argentino es
una síntesis del pensamiento constitucional que no contradice ni dese-
cha los principios liberales, sino que los afirma en el sentido del nuevo
Estado: el modelo de competencia.
Pocas dudas pueden caber sobre la afirmación en cuanto a que el
constitucionalismo está ligado al sistema capitalista. No sólo por sus
orígenes, sino también porque el Muro de Berlín ha caído, y con él,
también, las utopías que pretendieron alejar el desarrollo económico
de su intrínseca relación con el Estado de Derecho. Ya Maurice
Duverger había señalado, arios atrás, que era la economía de mercado
la que se correspondía con el sistema democrático, al priorizar, ambos,
la libertad 31. La experiencia también demuestra que los niveles más
altos de desarrollo se dan en aquellos países que guardan una adecua-
da correlación entre libertad económica y libertad política, como se
desprende de los informes del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), en los que se afirma: "...Es claro, al menos, que en
la actualidad, los países que registran un mejor desempeño económico
( medido de acuerdo con el PBI o IDH) son también aquellos con una
mayor dosis de libertad. Inclusive en países en donde el desarrollo
económico y la libertad no han ido a la par durante algunos períodos
(como en Europa oriental y el norte de Asia), ahora uno y otra se están
acercando..." 32.
Hoy la opción se da, dentro del sistema capitalista, para determi-
nar qué tipo de capitalismo queremos: uno que tenga al hombre como
protagonista u otro que someta todo a la decisión del mercado. Esta
opción ha sido planteada con gran lucidez por Michel Albert en su
difundida obra Capitalismo contra capitalismo, en la que se plantea
este debate 33. De ese modo, el "neoliberalismo" es entendido como una
revalorización de la economía de mercado, que recoge los aportes del

29 BOBBIO, Norberto: El futuro de la democracia, Colección "Política y Derecho", Ed.


Fondo de Cultura Económica, México.
VANOSSI, J. R.: El Estado de Derecho en el Constitucionalismo Social, Eudeba,
Buenos Aires.
31 DUVERGER, Maurice: Instituciones políticas y Derecho Constitucional, trad. de Pablo
Lucas Verdú, Ed. Ariel, Barcelona, 1988.
" Desarrollo Humano, Informe 1992, Cap. 2, "Libertad política y crecimiento econó-
mico", p. 70.
33 ALBERT, Michel: Capitalismo contra capitalismo, Ed. Paidós, Colección "Estado y
Sociedad", Buenos Aires, 1997.
LAS REFORMAS CONSTITUCIONALES 545

Estado social de Derecho en orden a corregir las deformaciones y


desigualdades que el mercado produce y a realizar una sociedad más
justa y equitativa. En la Teoría de la justicia de John Rawls, se desarro-
lla y fundamenta esta importante cuestión. Es en este marco ideológico
en el cual se aboga por una relación adecuada entre "transformación
económica y seguridad jurídica" que coordine el principio económico de
la eficacia con un Estado eficiente para asegurar los valores sociales,
porque, como bien lo señaló Octavio Paz, "el mercado sirve para fijar
precios, pero no valores sociales" 34.
Es por eso que el ideario constitucional argentino no se ha modifi-
cado, sino que se ha completado a la luz de los aportes doctrinales y de
la necesidad de los tiempos, sin perder el norte libertario abierto en la
gesta de Mayo y grabado en el texto constitucional de 1853 a favor de
la libertad y de la iniciativa individual; hoy, la preocupación por el
desarrollo humano pone su impronta definitoria en el texto, para elegir
un capitalismo con rostro humano frente al economicismo del ajuste por
el ajuste mismo. En esa línea también aparece el nuevo pensamiento de
la doctrina de la Iglesia Católica, que a partir de la encíclica Centesimus
Annus, del papa Juan Pablo II, reivindica el papel de la iniciativa
individual en el desarrollo económico.

" Véase DALLA VIA, A. R.: Transformación... cit.

35 Derecho Constitucional.

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