Pensamientos del Padre Pio (Padre Pío [Pío, Padre])

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Pensamientos del Padre Pio

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Enero

1. Por gracia de Dios estamos al comienzo de un nuevo año. Este año, cuyo
final sólo Dios sabe si lo veremos, debe estar consagrado del todo a reparar
por el pasado, a proponer para el futuro; y a procurar que vayan a la par los
buenos propósitos y las obras santas.

2. Digámonos con el pleno convencimiento de que nos decimos la verdad:


alma mía, comienza hoy a hacer el bien, que hasta ahora no has hecho nada.
Movámonos siempre en la presencia de Dios. Dios me ve, digámonos con
frecuencia; y, al verme, también me juzga. Actuemos de modo que no vea
en nosotros más que el bien.

3. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. No dejemos para mañana
lo que podemos hacer hoy. Del bien de después están llenos los sepulcros...;
y además, ¿quién nos dice que viviremos mañana? Escuchemos la voz de
nuestra conciencia, la voz del profeta rey: "Si escucháis hoy la voz del
Señor, no cerréis vuestros oídos". Levantémonos y atesoremos, porque sólo
el instante que pasa está en nuestras manos. No queramos alargar el tiempo
entre un instante y otro, que eso no está en nuestras manos.

4. ¡Oh, qué precioso es el tiempo! Felices los que saben aprovecharlo,


porque todos, en el día del juicio, tendremos que dar cuenta rigurosísima de
ello al Juez supremo. ¡Oh, si todos llegasen a comprender el valor del
tiempo! ¡Seguro que se esforzarían por usarlo de forma digna de encomio!

5. "Comencemos hoy, hermanos, a hacer el bien, que hasta ahora no hemos


hecho nada".

Estas palabras que el seráfico Padre San Francisco, en su humildad, se


aplicaba a sí mismo, hagámoslas nuestras al comienzo de este nuevo año.
En verdad, nada hemos hecho hasta ahora; o, al menos, bien poco; los años
se han ido sucediendo, comenzando y terminando, sin que nos
preguntáramos cómo los hemos empleado; si no había nada que reparar,
nada que añadir, nada que quitar en nuestra conducta. Hemos vivido a lo
tonto, como si un día el Juez eterno no nos hubiese de llamar y pedirnos
cuenta de nuestra conducta, de cómo hemos empleado nuestro tiempo.

Sin embargo, deberemos dar cuenta rigurosísima de cada minuto, de cada


actuación de la gracia, de cada santa inspiración, de cada ocasión que se nos
presentaba de hacer el bien.

¡La más pequeña transgresión de la santa ley de Dios será tenida en cuenta!

6. El amor no admite dilación y los Magos, nada más alcanzar su meta, no


ahorran esfuerzos por dar a conocer y amar a Aquel que con el influjo de su
gracia ha conquistado sus corazones; y los ha herido con aquel amor que
busca expandirse, porque no cabe en las reducidas dimensiones del corazón
y quiere comunicar lo que lo llena.

7. Es necesario cultivar con solidez estas dos virtudes: la dulzura con el


prójimo y la santa humildad con Dios.

8. Dios os deja en esas tinieblas para su gloria; aquí está la gran oportunidad
de vuestro progreso espiritual. Dios quiere que vuestras miserias sean el
trono de su misericordia y vuestra incapacidad, la sede de su omnipotencia.

9. En una ocasión enseñé al padre un ramo bellísimo de majoleto en flor y,


al mostrarle al padre aquellas flores blanquísimas tan bellas, exclamé.
"¡Qué bellas!...". "Sí, dijo el padre, pero más que las flores son bellos los
frutos". Y me hizo comprender que mucho más que los santos deseos son
bellas las obras.

10. Que no la amedrenten las frecuentes insidias de esta bestia infernal:


Jesús, que está siempre con usted y que luchará a su lado y por usted, no
permitirá jamás que llegue a verse engañada y vencida.

11. No te detengas en la búsqueda de la verdad y en la conquista del sumo


Bien.
Sé dócil a los impulsos de la gracia, secundando sus inspiraciones y sus
llamadas. No te avergüences de Cristo y de su doctrina.

12. Cuando el alma sufre y teme ofender a Dios, no le ofende y está muy
lejos de pecar.

13. El ser tentado es signo de que el alma es muy grata al Señor.

14. No se abandone jamás a sí misma. Ponga toda la confianza en solo


Dios.

15. Siento cada vez más la imperiosa necesidad de entregarme con más
confianza a la misericordia divina y de poner sólo en Dios toda mi
esperanza.

16. Es terrible la justicia de Dios. Pero no olvidemos que también su


misericordia es infinita.

17. Busquemos servir al Señor con todo el corazón y con toda la voluntad.
Nos dará siempre mucho más de lo que merecemos.

18. Alaba sólo a Dios y no a los hombres, honra al Creador y no a la


criatura.

Sé capaz de soportar las amarguras durante toda tu vida para poder


participar de los sufrimientos de Cristo.

19. Sólo un general sabe cuándo y cómo deben actuar sus soldados. Ten
paciencia; también a ti te llegará tu vez.

20. Apártate del mundo. Escúchame: uno se ahoga en alta mar, otro se
ahoga en un vaso de agua. ¿Qué diferencia hay entre uno y otro? ¿No están
muertos los dos?

21. ¡Piensa siempre que Dios lo ve todo!

22. En la vida espiritual cuanto más se corre menos se siente el cansancio;


más bien será la paz, preludio del gozo eterno, la que se posesionará de
nosotros y seremos felices y fuertes en la medida que, manteniéndonos en
este esfuerzo y mortificándonos a nosotros mismos, hagamos que Cristo
viva en nosotros.

23. No nos desanimemos nunca ante los designios de la divina providencia,


que, uniendo los gozos a los sufrimientos y haciéndonos pasar en la vida, a
cada uno y a las naciones, de las alegrías a las lágrimas, nos conduce a la
consecución de nuestro fin último.

Veamos detrás de la mano del hombre que se manifiesta de ese modo, la


mano de Dios que se oculta.

24. Si queremos recoger la cosecha, es necesario no sólo sembrar la semilla


sino también echarla en buena tierra; y cuando esta semilla llegue a hacerse
planta, hemos de estar muy atentos para vigilar que la cizaña no sofoque las
tiernas plantitas.

25. En todos los acontecimientos humanos, aprended a reconocer y a adorar


la voluntad de Dios.

26. En la vida espiritual, hay que ir siempre adelante y no retroceder jamás;


de otro modo nos sucede como a la barca, que, si en vez de avanzar, se
detiene, el viento la arrastra hacia atrás.

27. Recuerda que la madre, al principio, enseña a andar a su hijo


sosteniéndolo, pero que éstos muy pronto deben caminar ellos solos; de
igual modo, tú debes razonar con tu cabeza.

28. "Mientras tengas temor no pecarás".

"Será así, padre, pero sufro mucho".

"Se sufre mucho, es cierto, pero hay que confiar; existe el temor de Dios y
el temor de Judas.

El miedo excesivo nos impide obrar con amor, y la excesiva confianza no


nos deja ser conscientes y temer el peligro que debemos superar.

El primero debe dar la mano a la segunda, y deben caminar los dos juntos
como dos hermanas. Hay que actuar siempre así, ya que, si nos percatamos
de tener miedo o de temer demasiado, entonces debemos recurrir a la
confianza; y, si confiamos en exceso, debemos, en cambio, tener un poco de
temor, porque el amor tiende hacia el objeto amado, pero al avanzar es
ciego, no ve, pero el santo temor le ofrece la luz".

29. No se alcanza la salvación si no es atravesando el borrascoso mar que


nos amenaza siempre con destruirnos. El Calvario es el monte de los santos,
pero de allí se pasa a otro monte, que se llama Tabor.

30. Yo no deseo otra cosa que morir o amar a Dios: o la muerte o el amor;
pues la vida sin este amor es peor que la muerte; para mí esa situación sería
más insostenible que la actual.

31. No debo, pues, mi queridísima hija, dejar pasar el primer mes del año
sin llevar a tu alma el saludo de mi alma y garantizarte cada día más el
afecto que mi corazón siente por el tuyo, al que no dejo nunca de desear
toda clase de bendiciones y de felicidad espiritual.

Pero, mi buena hija, encomiendo vivamente a tus cuidados ese tu pobre


corazón: intenta hacerlo cada día más grato a nuestro dulcísimo Salvador, y
actuar de modo que este nuevo año sea más rico en buenas obras que el año
pasado, ya que, en la medida que pasan los años y se acerca la eternidad,
hay que redoblar el esfuerzo y elevar nuestro espíritu a Dios, sirviéndole
con mayor diligencia en todo aquello a lo que nos obliga nuestra vocación y
profesión cristiana.

en la santa humildad, el Señor lo irá comunicando a tu corazón.

Febrero

1. La oración es el desahogo de nuestro corazón en el de Dios... Cuando se


hace bien, conmueve el corazón de Dios y le invita, siempre más, a acoger
nuestras súplicas. Cuando nos ponemos a orar a Dios, busquemos
desahogar todo nuestro espíritu. Nuestras súplicas le cautivan de tal modo
que no puede menos de venir en nuestra ayuda.

2. Quiero ser solamente un pobre fraile que ora... Dios ve manchas hasta en
los ángeles, ¡cuánto más en mí!
3. Ora y espera; no te inquietes. La inquietud no conduce a nada. Dios es
misericordioso y escuchará tu oración.

4. La oración es la mejor arma que tenemos; es una llave que abre el


corazón de Dios.

Debes hablar a Jesús también con el corazón además de hacerlo con los
labios; o, mejor, en algunas ocasiones debes hablarle únicamente con el
corazón.

5. Con el estudio de los libros se busca a Dios; con la meditación se le


encuentra.

6. Sed asiduos a la oración y a la meditación. Ya me habéis dicho que


habéis comenzado a hacerlo. Oh Dios, ¡qué gran consuelo para un padre
que os ama igual que a su propia alma!

Continuad progresando siempre en el santo ejercicio del amor a Dios. Hilad


cada día un poco: si es de noche, a la tenue luz de la lámpara y entre la
impotencia y la esterilidad del espíritu; y si es de día, en el gozo y en la luz
deslumbrante del alma.

7. Si puedes hablar al Señor en la oración, háblale, ofrécele tu alabanza; si


no puedes hablar por ser inculta, no te disgustes; deténte en la habitación
como los servidores en la corte, y hazle reverencia. El te verá, le gustará tu
presencia, favorecerá tu silencio y en otro momento encontrarás consuelo
cuando él te tome de la mano.

8. Este modo de estar en la presencia de Dios, únicamente para expresarle


con nuestra voluntad que nos reconocemos siervos suyos, es muy santo,
excelente, puro y de una grandísima perfección.

9. Cuando te encuentres cerca de Dios en la oración, háblale si puedes, y si


no puedes, párate, hazte ver y no te busques otras preocupaciones.

10. Las oraciones, que tú me pides, no te faltan nunca, porque no puedo


olvidarme de ti que me cuestas tantos sacrificios.
Te he dado a luz a la vida de Dios con el dolor más intenso del corazón.
Estoy seguro de que en tus plegarias no te olvidarás del que lleva la cruz
por todos.

11. El mejor consuelo es el que viene de la oración.

12. Salvar las almas orando siempre.

13. La oración debe ser insistente, ya que la insistencia pone de manifiesto


la fe.

14. Las oraciones de los santos en el cielo y las de los justos en la tierra son
perfume que no se perderá jamás.

15. Yo no me cansaré de orar a Jesús. Es verdad que mis oraciones son más
dignas de castigo que de premio, porque he disgustado demasiado a Jesús
con mis incontables pecados; pero, al final, Jesús se apiadará de mí.

16. Todas las oraciones son buenas, siempre que vayan acompañadas por la
recta intención y la buena voluntad.

17. Reflexionad y tened siempre ante los ojos de la mente la gran humildad
de la Madre de Dios y Madre nuestra.

En la medida en que crecían en ella los dones del cielo, ahondaba cada vez
más en la humildad.

18. Como las abejas que sin titubear atraviesan una y otra vez las amplias
extensiones de los campos, para alcanzar el bancal preferido; y después,
fatigadas pero satisfechas y cargadas de polen, vuelven al panal para llevar
a cabo allí en una acción fecunda y silenciosa la sabia transformación del
néctar de las flores en néctar de vida: así vosotros, después de haberla
acogido, guardad bien cerrada en vuestro corazón la palabra de Dios.

Volved a la colmena, es decir, meditadla con atención, deteneos en cada uno


de los elementos, buscad su sentido profundo.

Ella se os manifestará entonces con todo su esplendor luminoso, adquirirá


el poder de destruir vuestras naturales inclinaciones hacia lo material,
tendrá el poder de transformarlas en ascensiones puras y sublimes del
espíritu, y de unir vuestro corazón cada vez más estrechamente al Corazón
divino de vuestro Señor.

19. El alma cristiana no deja pasar un solo día sin meditar la pasión de
Jesucristo.

20. Para que se dé la imitación, es necesaria la meditación diaria y la


reflexión frecuente sobre la vida de Jesús; de la meditación y de la reflexión
brota la estima de sus obras; y de la estima, el deseo y el consuelo de la
imitación.

21. Ten paciencia al perseverar en este santo ejercicio de la meditación y


confórmate con comenzar dando pequeños pasos, hasta que tengas dos
piernas para correr, y mejor, alas para volar; conténtate con obedecer, que
nunca es algo sin importancia para un alma que ha elegido a Dios por su
heredad; y resígnate a ser por el momento una pequeña abeja de la colmena
que muy pronto se convertirá en una abeja grande, capaz de fabricar la miel.

Humíllate siempre y amorosamente ante Dios y ante los hombres, porque


Dios habla verdaderamente al que se presenta ante él con un corazón
humilde.

22. No puedo, pues, admitir y, como consecuencia, dispensarte de la


meditación sólo porque te parezca que no sacas ningún provecho. El don
sagrado de la oración, mi querida hija, lo tiene el Salvador en su mano
derecha; y a medida que te vayas vaciando de ti misma, es decir, del amor al
cuerpo y de tu propia voluntad, y te vayas enraizando en la santa humildad,
el Señor lo irá comunicando a tu corazón.

23. La verdadera causa por la que no siempre consigues hacer bien tus
meditaciones yo la descubro, y no me equivoco, está en esto: Te pones a
meditar con cierto nerviosismo y con una gran ansiedad por encontrar algo
que pueda hacer que tu espíritu permanezca contento y consolado; y esto es
suficiente para que no encuentres nunca lo que buscas y no fijes tu mente en
la verdad que meditas. Hija mía, has de saber que cuando uno busca con
prisas y avidez un objeto perdido, lo tocará con las manos, lo verá cien
veces con sus ojos, y nunca lo advertirá.
De esta vana e inútil ansiedad no te puede venir otra cosa que no sea un
gran cansancio de espíritu y la incapacidad de la mente para detenerse en el
objeto que tiene presente; y la consecuencia de esta situación es cierta
frialdad y sin sentido del alma, sobre todo en la parte afectiva.

Para esta situación no conozco otro remedio fuera de éste: salir de esta
ansiedad, porque ella es uno de los mayores engaños con los que la virtud
auténtica y la sólida devoción pueden jamás tropezar; aparenta
enfervorizarse en el bien obrar, pero no hace otra cosa que entibiarse, y nos
hace correr para que tropecemos.

24. El que no medita puede hacer como el que no se mira nunca al espejo,
que no se preocupa de salir arreglado. Puede estar sucio sin saberlo.

El que medita y piensa en Dios, que es el espejo de su alma, busca conocer


sus defectos, intenta corregirlos, se reprime en sus impulsos y pone su
conciencia a punto.

25. No sé ni compadecerte ni perdonarte el que con tanta facilidad dejes la


comunión y también la santa meditación. Recuerda, hija mía, que no se
llega a la salvación si no es por medio de la oración; y que no se vence en la
batalla si no es por la oración. A ti te corresponde, pues, la elección.

26. En cuanto a lo que me dices que sientes cuando haces la meditación, has
de saber que es un engaño del diablo. Estáte, pues, atenta y vigilante. No
dejes jamás la meditación por este motivo; de otro modo, convéncete de que
muy pronto serás vencida por completo.

27. Tú, mientras tanto, no te aflijas hasta el extremo de perder la paz


interior. Ora con perseverancia, con confianza y con la mente tranquila y
serena.

28. Rogad por los malos, rogad por los fervorosos, rogad por el Sumo
Pontífice y por todas las necesidades espirituales y temporales de la santa
Iglesia, nuestra tiernísima madre; y elevad una súplica especial por todos
los que trabajan por la salvación de las almas y por la gloria del Padre
celestial.
29. Después del amor a nuestro Señor, te recomiendo, hija, el amor a la
Iglesia, su Esposa, a esta querida y dulce paloma, que es la única que puede
poner los huevos y procrear los palominos y palominas del Esposo. Da
gracias continuas a Dios por ser hija de la Iglesia, a ejemplo de tantas almas
que nos han precedido en el feliz tránsito.

Ten gran compasión de todos los pastores, predicadores y guías de almas y


contempla cómo están esparcidos por toda la faz de la tierra, porque no hay
en el mundo provincia alguna donde no haya muchos. Ruega a Dios por
ellos para que, salvándose a sí mismos, procuren fructíferamente la
salvación de las almas.

Marzo

1. Padre, tú amas aquello que yo temo. - Respuesta: Yo no amo el


sufrimiento por el sufrimiento; lo pido a Dios, lo deseo por los frutos que
me aporta: da gloria a Dios, me alcanza la salvación de mis hermanos en
este destierro, libra a las almas del fuego del purgatorio, ¿y qué mas quiero
yo?

- Padre, ¿qué es el sufrimiento? - Respuesta: Expiación.

- Y para usted, ¿qué es? - Respuesta: Mi alimento diario, mi ¡delicia!

2. No queremos persuadirnos de que nuestra alma necesita el sufrimiento;


de que la cruz debe ser nuestro pan de cada día.

Igual que el cuerpo necesita alimentarse, así el alma necesita día tras día de
la cruz, para purificarse y separarse de las criaturas.

No queremos comprender que Dios no quiere, no puede salvarnos ni


santificarnos sin la cruz, y que cuanto más atrae a un alma hacia sí, más la
purifica por medio de la cruz.

3. En esta tierra cada uno tiene su cruz, pero debemos actuar de modo que
no seamos el mal ladrón sino el buen ladrón.
4. El Señor no puede darme un cireneo. Debo hacer sólo la voluntad de
Dios; y si le agrado, lo demás no cuenta.

5. En la vida Jesús no te pide que lleves con él su pesada cruz, pero sí un


pequeño trozo de su cruz, trozo que se compendia en los dolores de los
hombres.

6. En primer lugar quiero decirte que Jesús tiene necesidad de quien llore
con él por la iniquidad de los hombres, y por este motivo me lleva por los
caminos del sufrimiento, como me lo señalas en tu carta. Pero sea siempre
bendito su amor, que sabe mezclar lo dulce con lo amargo y convertir en
premio eterno las penas pasajeras de la vida.

7. No temas por nada. Al contrario, considérate muy afortunada por haber


sido hecha digna y partícipe de los dolores del Hombre-Dios. No es
abandono, por tanto, todo esto, sino amor y amor muy especial que Dios te
va demostrando. No es castigo sino amor y amor delicadísimo. Bendice por
todo esto al Señor y acepta beber el cáliz de Getsemaní.

8. Comprendo bien, hija mía, que tu Calvario te resulte cada día más
doloroso. Pero piensa que Jesús ha llevado a cabo la obra de nuestra
redención en el Calvario y que en el Calvario debe cumplirse la salvación
de las almas redimidas.

9. Sé que sufres y que sufres mucho, pero ¿no son acaso éstas las alhajas del
Esposo?

10. El Señor a veces te hace sentir el peso de la cruz.

Este peso te parece insoportable, y sin embargo tú lo llevas porque el Señor,


en su amor y en su misericordia, te tiende la mano y te da la fuerza que
necesitas.

11. Ciertas dulzuras interiores son cosas de niños. No son señal de


perfección. No dulzuras sino sufrimiento es lo que se precisa. Las arideces,
la desgana, la impotencia, éstos son los signos de un amor verdadero. El
dolor es agradable. El destierro es bello porque se sufre y así podemos
ofrecer algo a Dios. La ofrenda de nuestro dolor, de nuestros sufrimientos,
es una gran cosa que no podemos hacer en el cielo.

12. Preferiría mil cruces e incluso me sería dulce y ligera toda cruz, si no
tuviese esta prueba de sentirme siempre en la duda de si agrado o no al
Señor en mis obras. Es doloroso vivir así... Me resigno, ¡pero la
resignación, mi "fiat", me parece tan frío, tan vacío...! ¡Qué misterio!
Confío en Jesús.

13. Ama a Jesús; amalo mucho; pero precisamente por esto, ama cada vez
más el sacrificio.

14. El corazón bueno es siempre fuerte; sufre pero oculta sus lágrimas, y se
consuela sacrificándose por el prójimo y por Dios.

15. Quien comienza a amar debe estar dispuesto a sufrir.

16. El dolor ha sido amado con deleite por las almas grandes. Es el auxiliar
de la creación después de la desgracia de la caída; es la palanca más potente
para levantarlo; es el segundo brazo del amor infinito para nuestra
regeneración.

17. No temas las adversidades, porque colocan al alma a los pies de la cruz
y la cruz la coloca a las puertas del cielo, donde encontrará al que es el
triunfador de la muerte, que la introducirá en los gozos eternos.

18. Si sufres aceptando con resignación su voluntad, tú no le ofendes sino


que le amas. Y tu corazón quedará muy confortado si piensas que en la hora
del dolor Jesús mismo sufre en ti y por ti. El no te abandonó cuando huiste
de él; ¿por qué te va a abandonar ahora que, en el martirio que sufre tu
alma, le das pruebas de amor?

19. Subamos con generosidad al Calvario por amor de aquél que se inmoló
por nuestro amor; y seamos pacientes, seguros de que volaremos hacia el
Tabor.

20. Manténte unida a Dios con fuerza y con constancia, consagrándole


todos tus afectos, todos tus trabajos y a ti misma toda entera, esperando con
paciencia el regreso del hermoso sol, cuando el Esposo quiera visitarte con
la prueba de las arideces, de las desolaciones y de la noche del espíritu.

21. Sí, yo amo la cruz, la cruz sola; la amo porque la veo siempre detrás de
Jesus.

22. Los verdaderos siervos de Dios han estimado siempre la adversidad,


como más conforme al camino que recorrió nuestro Señor, que llevó a cabo
la obra de nuestra salvación por la cruz y los desprecios.

23. El destino de las almas elegidas es el sufrir. El sufrimiento soportado


cristianamente es la condición que Dios, autor de todas las gracias y de
todos los dones que conducen a la salvación, ha establecido para
concedernos la gloria.

24. Ama siempre el sufrimiento, que, además de ser la obra de la sabiduría


divina, nos revela con mayor claridad aún la obra de su amor.

25. Dejad que la naturaleza se queje ante el sufrimiento, porque, si


excluimos el pecado, no hay nada más natural. Vuestra voluntad, con la
ayuda divina, será siempre superior y, si no abandonáis la oración, el amor
divino estará siempre en vuestro espíritu.

26. La vida es un Calvario; pero conviene subirlo alegremente. Las cruces


son los collares del Esposo y yo estoy celoso de ellos. Mis sufrimientos son
agradables. Sufro solamente cuando no sufro.

27. El Dios de los cristianos es el Dios de las transformaciones. Echáis en


su seno el dolor y sacáis la paz; echáis desesperación y veréis surgir la
esperanza.

28. Los angeles sólo nos tienen envidia por una cosa: ellos no pueden sufrir
por Dios. Sólo el sufrimiento nos permite decir con toda seguridad: Dios
mio, mirad cómo os amo.

29. El sufrimiento de los males físicos y morales es la ofrenda más digna


que puedes hacer a aquel que nos ha salvado sufriendo.
30. Gozo inmensamente al saber que el Señor es siempre generoso en sus
caricias a tu alma.

Sé que sufres, pero el sufrimiento ¿no es la prueba cierta de que Dios te


ama? Sé que sufres, pero ¿no es este sufrimiento el distintivo de toda alma
que ha elegido por su porción y su heredad a Dios, y a un Dios crucificado?
Sé que tu alma está siempre envuelta en las tinieblas de la prueba, pero que
te baste saber, mi querida hija, que Jesús está contigo y en ti.

31. Acepta todo dolor e incomprensión que vienen de lo Alto. Así te


perfeccionarás y te santificarás.

Abril

1. ¿No nos dice el Espíritu Santo que, cuando el alma se acerca a Dios, debe
prepararse para la prueba? ¡Animo, pues! ¡Valor!, hija mía. Lucha con
fortaleza y tendrás el premio reservado a las almas fuertes.

2. Hay que ser fuertes para llegar a ser grandes: éste es nuestro deber. La
vida es una lucha de la que no podemos retirarnos; todo lo contrario, es
necesario triunfar.

3. ¡Ay de los que no son honrados! No sólo pierden todo respeto humano
sino que, además, no pueden ocupar ningún cargo civil... Por eso, seamos
siempre honestos, desechando de nuestra mente todo mal pensamiento; y
vivamos con el corazón orientado siempre hacia Dios, que nos ha creado y
nos ha puesto en este mundo para conocerle, amarle y servirle en esta vida y
después gozar de él eternamente en la otra.

4. Sé que el Señor permite al demonio estos asaltos porque su misericordia


os hace agradables a sus ojos, y quiere que os asemejéis a él en las
angustias del desierto, del huerto y de la cruz; pero os tenéis que defender
alejándolo y despreciando en el nombre de Dios y de la santa obediencia
sus malignas insinuaciones.
5. Fíjate bien: siempre que la tentación te desagrade, no tienes por qué
temer, pues, ¿por qué te desagrada si no porque no querrías sentirla?

Estas tentaciones tan inoportunas nos vienen de la malicia del demonio,


pero el desagrado y el sufrimiento que sentimos por ellas vienen de la
misericordia de Dios, que, contra la voluntad de nuestro enemigo, aparta de
su malicia la santa tribulación, y por medio de ella purifica el oro que quiere
incorporar a sus tesoros.

Digo más: tus tentaciones son del demonio y del infierno, pero tus penas y
sufrimientos son de Dios y del paraíso; las madres son de Babilonia, pero
las hijas son de Jerusalén.

Desprecia las tentaciones y abraza las tribulaciones.

No, no, hija mía, deja que sople el viento y no pienses que el sonido de las
hojas sea el rumor de las armas.

6. No os esforcéis por vencer vuestras tentaciones porque este esfuerzo las


fortalecería; despreciadlas y no os entretengáis en ellas. Imaginaos a
Jesucristo crucificado entre vuestros brazos y sobre vuestro pecho y repetid
muchas veces besando su costado: ¡Esta es mi esperanza, ésta es la fuente
viva de mi felicidad! ¡Yo os agarraré estrechamente y no os dejaré hasta que
me coloquéis en un lugar seguro!

7. Pon fin a estas aprensiones sin sentido. Recuerda que la culpa no está en
el sentimiento sino en el consentir a tales sentimientos. Sólo la voluntad que
actúa libremente es capaz del bien y del mal. Pero cuando la voluntad gime
bajo la prueba del tentador y no quiere aquello que se le presenta, allí no
sólo no hay culpa sino que hay virtud.

8. Que no te asusten las tentaciones; son la prueba a la que Dios somete al


alma cuando la ve con las fuerzas necesarias para mantener el combate y
para ir tejiendo con sus propias manos la corona de la gloria.

Hasta ahora tu vida ha sido de niña; ahora el Señor quiere tratarte como a
adulta. Y porque las pruebas de la vida adulta son muy superiores a las de
quien todavía es un niño, por eso al comienzo te encuentras desorganizada;
pero la vida del alma adquirirá la calma y tú recobrarás la quietud. Ten
paciencia por un poco más de tiempo; todo será para tu bien.

9. Las tentaciones contra la fe y la pureza son mercancía que ofrece el


enemigo; pero no hay que tenerle miedo sino despreciarlo.

Mientras siga alborotando, es señal de que todavía no se ha apoderado de la


voluntad.

Tú no te desasosiegues por lo que estás experimentando de parte de este


ángel rebelde; que tu voluntad se mantenga siempre contraria a estas
instigaciones, y vive tranquila que ahí no hay culpa sino complacencia de
Dios y ganancia para tu alma.

10. A él debes recurrir en los asaltos del enemigo, en él debes poner tu


esperanza, y de él debes esperar todo bien.

No te detengas voluntariamente en aquello que el enemigo te presenta.

Recuerda que vence el que huye; y tú, ante los primeros movimientos de
aversión hacia aquellas personas, debes apartar el pensamiento y recurrir a
Dios.

Dobla tu rodilla ante él y con grandísima humildad repite esta breve


súplica: "Ten misericordia de mí, que soy una pobre enferma".

Después levántate y con santa indiferencia continúa en tus asuntos.

11. Ten por cierto que cuanto más crecen los asaltos del enemigo tanto más
cerca del alma está Dios. Piensa y compenétrate bien de esta verdad cierta y
reconfortante.

12. Anímate y no temas las obscuras iras de Lucifer. Métete esto en la


cabeza para siempre: es una buena señal que el enemigo alborote y ruja en
torno a tu voluntad, porque esto demuestra que él no está dentro.

¡Animo!, mi queridísima hija. Pronuncio esta palabra con gran sentimiento


y, en Jesús, te repito: ¡ánimo!; no hay que temer mientras podamos decir
con decisión, aunque sea sin sentirlo: ¡Viva Jesús!
13. Ten por seguro que cuanto más grata es un alma a Dios más tiene que
ser probada. Por eso, ¡valor! y ¡siempre adelante!

14. Comprendo que las tentaciones más que purificar el espíritu parece que
lo manchan; pero escuchemos cuál es el lenguaje de los santos; y a este
propósito, os baste saber lo que, entre otros, dice San Francisco de Sales:
que las tentaciones son como el jabón, que, extendido sobre la tela, parece
que la ensucia cuando en realidad la limpia.

15. Vuelvo a inculcaros una vez más la confianza; nada puede temer el alma
que confía en su Señor y que pone en él su esperanza. El enemigo de
nuestra salvación está siempre rondándonos para arrancarnos de nuestro
corazón el ancla que debe conducirnos a la salvación, quiero afirmar la
confianza en Dios nuestro Padre; agarremos con fuerza esta ancla y no
permitamos nunca que nos abandone ni un solo instante, de otro modo todo
estaría perdido.

16. Oh, ¡qué felicidad en las luchas del espíritu! Basta querer saber
combatir siempre, para salir vencedor con toda seguridad.

17. Estáte atenta para no desanimarte nunca al verte rodeada de debilidades


espirituales. Si Dios te deja caer en alguna debilidad, no es para
abandonarte, sino sólo para afianzarte en la humildad y hacerte más atenta
en el futuro.

18. Marchad con sencillez por el camino del Señor y no atormentéis vuestro
espíritu.

Tenéis que odiar vuestros defectos, pero con un odio tranquilo y no con el
que inquieta y quita la paz.

19. La confesión, que es la purificación del alma, hay que hacerla a más
tardar cada ocho días; yo no me puedo resignar a tener a las almas más de
ocho días alejadas de la confesión.

20. El demonio tiene una única puerta para entrar en nuestro espíritu: la
voluntad; no existen puertas secretas. Nada es pecado si no ha sido
cometido por la voluntad. Cuando no entra en juego la voluntad, no se da el
pecado, sino la debilidad humana.

21. El demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir


a nadie más allá de lo que le permite la cadena. Manténte, pues, lejos. Si te
acercas demasiado, te atrapará.

22. No abandonéis vuestra alma a la tentación, dice el Espíritu Santo, pues


la alegría del corazón es la vida del alma y un tesoro inagotable de santidad;
mientras que la tristeza es la muerte lenta del alma y no es útil para nada.

23. Nuestro enemigo, provocador de nuestros males, se hace fuerte con los
débiles; pero con aquél que le hace frente con valentía resulta un cobarde.

24. Si conseguimos vencer la tentación, ésta produce el efecto que la lejía


en la ropa sucia.

25. Sufriría mil veces la muerte antes que ofender al Señor


deliberadamente.

26. No se debe volver ni con el pensamiento ni en la confesión a los


pecados ya acusados en confesiones anteriores. Por nuestra contrición Jesús
los ha perdonado en el tribunal de la penitencia. Allí él se ha encontrado
ante nosotros como un acreedor de frente a un deudor insolvente. Con un
gesto de infinita generosidad ha rasgado, ha destruido, las letras de cambio
firmadas por nosotros al pecar, y que no habríamos podido pagar sin la
ayuda de su clemencia divina. Volver sobre aquellas culpas, querer
exhumarlas de nuevo con el solo fin de obtener una vez más el perdón, sólo
por la duda de que no hayan sido verdaderamente y generosamente
perdonadas, ¿no habría que considerarlo como un acto de desconfianza
hacia la bondad de la que había dado prueba al destruir él mismo todo título
de la deuda que contrajimos al pecar? Vuelve, si esto puede ser motivo de
consuelo para tu alma, vuelve tu pensamiento a las ofensas infligidas a la
justicia, a la sabiduría, a la infinita misericordia de Dios, pero sólo para
derramar sobre ellas las lágrimas redentoras del arrepentimiento y del amor.

27. En el alboroto de las pasiones y de las situaciones difíciles nos sostenga


en pie la grata esperanza de su inagotable misericordia. Corramos
confiadamente al tribunal de la penitencia donde él con anhelo de padre nos
espera en todo momento; y aún sabiendo que somos insolventes, no
dudemos del perdón que se pronuncia solemnemente sobre nuestros errores.
¡Pongamos sobre ellos, como la ha puesto el Señor, una piedra sepulcral!

28. Las tinieblas que a veces obscurecen el cielo de vuestras almas son luz:
por ellas os creéis en la obscuridad y tenéis la impresión de encontraros en
medio de una zarza ardiente.

En efecto, cuando la zarza arde, el aire se llena de nubes y el espíritu


desorientado teme no ver ni comprender ya nada. Pero entonces Dios habla
y se hace presente al alma: que oye, entiende, ama y tiembla.

¡No esperéis, pues, al Tabor para ver a Dios, cuando ya lo contemplasteis en


el Sinaí.

29. Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que
puedas; y cuando no puedas mantener esta santa alegría, al menos no
pierdas nunca el valor y la confianza en Dios.

30. Todas las pruebas a las que el Señor os somete y os someterá son
señales de su divino amor y alhajas para el alma. Pasará, mis queridas hijas,
el invierno y llegará la interminable primavera, tanto más rica de bellezas
cuanto más duras fueron las tempestades.

Mayo

1. Quando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: "Te saludo,
María.

Saluda a Jesús

de mi parte".

2. Escucha, Madrecita: yo te quiero mucho más que a todas las criaturas de


la tierra y del cielo... después de Jesús, naturalmente...; pero te quiero
mucho.

3. Madrecita hermosa, Madrecita querida, eres bella. Si no existiera la fe,


los hombres te llamarían diosa. Tus ojos son más resplandecientes que el
sol; eres bella, Madrecita; yo me glorío de ello, te amo, ¡ah!, ayúdame.

4. María sea la estrella que os ilumine la senda, os muestre el camino


seguro para llegar al Padre del cielo; sea como el ancla a la que os debéis
sujetar cada vez más estrechamente en el tiempo de la prueba.

5. María sea la razón única de tu existencia y te guíe al puerto seguro de la


salvación eterna.

Sea para ti dulce modelo e inspiradora en la virtud de la santa humildad.

6. Si Jesús se manifiesta, agradecédselo; y si se oculta, agradecédselo


también; todo es broma de amor. La Virgen clemente y piadosa continúe
alcanzándoos de la inefable bondad del Señor la fuerza para sobrellevar
hasta el final tantas pruebas de amor como os concede.

Yo os deseo que lleguéis a morir con Jesús en la cruz y que podáis exclamar
en él dulcemente: "Se ha cumplido".

7. Oh María, madre dulcísima de los sacerdotes, mediadora y dispensadora


de todas las gracias: desde lo íntimo de mi corazón te ruego y te suplico
encarecidamente que hoy, mañana y siempre des gracias a Jesús, el fruto
bendito de tu vientre.

8. La humanidad quiere su parte. También María, la Madre de Jesús, sabía


que, por medio de la muerte de su Hijo, se realizaba la redención del género
humano, y sin embargo también ella ha llorado y sufrido; y ¡cuánto ha
sufrido!

9. María convierta en gozo todos los dolores de tu vida.

10. No os entreguéis tan intensamente a la actividad de Marta que olvidéis


el silencio y el abandono de María. La Virgen, que concilia tan
perfectamente ambas cosas, os sirva de dulce modelo y de inspiración.
11. María hermosee y perfume continuamente tu alma con nuevas virtudes
y te proteja con su amor maternal. Manténte cada vez más unida a la Madre
del cielo, porque ella es el mar a través del cual se alcanzan las playas de
los esplendores eternos en el reino de la aurora.

12. Trae a tu memoria lo que sucedía en el corazón de nuestra Madre del


cielo al pie de la cruz. Es tan intenso su dolor que permanece petrificada
ante su Hijo crucificado, pero no puedes decir que haya sido abandonada.
Al contrario, ¿cuándo la amó más y mejor que cuando sufría y ni siquiera le
era posible llorar?

13. No te alejes del altar sin derramar lágrimas de dolor y de amor por
Jesús, crucificado por tu eterna salvación.

La Virgen Dolorosa te acompañará y te servirá de dulce inspiración.

14. Hijo, tú no sabes qué produce la obediencia. Mira: por un sí, por un solo
sí, "fiat secundum verbum tuum", por hacer la voluntad de Dios, María
llega a ser Madre del Altísimo, confesándose su esclava, pero conservando
la virginidad que tan grata era a Dios y a ella.

Por aquel sí pronunciado por María Santísima, el mundo obtuvo la


salvación, la humanidad fue redimida.

Hagamos también nosotros siempre la voluntad de Dios y digamos siempre


sí al Señor.

15. Correspondamos también nosotros, que hemos sido regenerados en el


santo bautismo, a la gracia de nuestra vocación a imitación de la
Inmaculada, Madre nuestra. Apliquémonos incesantemente al estudio de
Dios para conocerlo, servirlo y amarlo cada vez mejor.

16. Madre mía, infunde en mí aquel amor que ardía en tu corazón por él; en
mí, que, cubierto de miserias, admiro en ti el misterio de tu inmaculada
concepción y que ardientemente deseo que, por ese misterio, purifiques mi
corazón para amar a mi Dios y a tu Dios, mi mente para elevarme hasta él y
contemplarlo, adorarlo y servirlo en espíritu y verdad, el cuerpo para que
sea su tabernáculo menos indigno de poseerlo cuando se digne venir a mí en
la santa comunión.

17. Padre, hoy es la Dolorosa. Dígame una palabra. Respuesta: La Virgen


Dolorosa nos quiere bien, nos ha dado a luz en el dolor y en el amor. No se
aparte jamás de tu mente la Dolorosa y sus dolores queden grabados en tu
corazón; y lo encienda de amor a ella y a su Hijo.

18. El alma bienaventurada de María, como paloma a la que se libera de los


lazos, se separó de su santo cuerpo y voló al seno de su Amado.

19. Después de la ascensión de Jesucristo al cielo, María ardía


continuamente en el más vivo deseo de reunirse con él. En ausencia de su
divino Hijo, le parecía encontrarse en el más duro destierro.

Aquellos años en los que tuvo que estar separada de él, fueron para ella el
más lento y doloroso martirio, martirio de amor que la consumía
lentamente.

20. Jesús, que reinaba en el cielo con la humanidad santísima que había
tomado en las entrañas de la Virgen, quiso que también su Madre, no sólo
con el alma sino también con el cuerpo, se reuniera con él y compartiera
plenamente su gloria.

Y esto era totalmente justo y merecido. Aquel cuerpo, que no fue ni por un
sólo instante esclavo del demonio y del pecado, no debía serlo tampoco de
la corrupción.

21. Procura conformarte siempre y en todo a la voluntad de Dios en todos


los acontecimientos, y no tengas miedo. Esta conformidad es el camino
seguro para llegar al cielo.

22. Yo deseo, y no lo ignoráis, morir o amar a Dios, es decir, la muerte o el


amor, ya que la vida sin este amor es peor que la muerte. ¡Hijas mías,
ayudadme! Yo muero y agonizo en cada momento.

Todo me parece un sueño y no sé dónde me muevo.


¡Dios mío!, ¿cuándo llegará la hora en que también yo pueda cantar: "éste
es mi descanso, oh Dios, para siempre"?

23. Practica la penitencia de pensar con dolor en las ofensas hechas a Dios;
la penitencia de ser constante en el bien, la penitencia de luchar contra tus
defectos.

24. Confieso ante todo la gran desgracia que supone para mí el no saber
expresar y sacar fuera este gran volcán siempre encendido que me abrasa y
que Jesús ha metido dentro de este corazón tan pequeño. Todo se resume en
esto: vivo devorado por el amor de Dios y por el amor del prójimo.

25. La ciencia, hijo mío, por muy grande que sea, es siempre algo muy
pobre; y es menos que nada en comparación con el formidable misterio de
la divinidad. Debes encontrar otros caminos. ¡Limpia tu corazón de toda
pasión terrena, humíllate en el polvo y ora! De ese modo encontrarás con
certeza a Dios, que te dará la serenidad y la paz en esta vida y la beatitud
eterna en la otra.

26. ¿Has visto algún campo de trigo en plena madurez? Podrás observar que
algunas espigas son altas y vigorosas; otras, en cambio, están dobladas
hacia el suelo.

Prueba a coger las altas, las más vanidosas, y verás que están vacías; si, por
el contrario, coges las que están más bajas, las más humildes, verás que
están cargadas de granos.

De esto podrás concluir que la vanidad es algo vacío.

27. Nos conviene esforzarnos mucho para llegar a ser santos y servir
intensamente a Dios y al prójimo.

28. Hagámonos santos; de este modo, después de haber vivido juntos en la


tierra, estaremos juntos para siempre en el cielo.

29. ¡Oh Dios!, hazte sentir cada vez más en mi pobre corazón y realiza en
mí la obra que has comenzado. Siento en lo íntimo una voz que me dice
insistentemente: santifícate y santifica. Pues bien, queridísima mía, es esto
lo que yo quiero, pero no sé por dónde comenzar. Ayúdame, pues; sé que
Jesús te quiere muchísimo y lo mereces. Háblale, pues, de mí que me
conceda la gracia de ser un hijo menos indigno de san Francisco, que pueda
servir de ejemplo a mis hermanos de modo que el fervor continúe siempre y
crezca siempre más en mí de forma que haga de mí un perfecto capuchino.

30. Sé, pues, siempre fiel a Dios en el cumplimiento de las promesas que le
has hecho y no te preocupes de las burlas de los ignorantes. Debes saber
que los santos jamás se han preocupado del mundo y de los mundanos y
han puesto bajos sus pies al mundo con sus máximas.

31. El campo de batalla entre Dios y Satanás es el alma humana. En ella se


desarrolla en todos los momentos de la vida. Es necesario que el alma deje
acceso libre al Señor y que sea fortalecida por él en todas partes con toda
clase de armas; que sea iluminada por su luz para combatir las tinieblas del
error; que sea revestida de Jesucristo, de su verdad y justicia, del escudo de
la fe, de la palabra de Dios, para vencer a enemigos tan poderosos. Para ser
revestidos de Jesucristo es necesario morir a sí mismos.

Octubre

1. Recorred con sencillez el camino del Señor y no atormentéis vuestro


espíritu. Odiad, sí, vuestros defectos pero con un odio tranquilo y no
perturbador e inquieto. Es necesario tener paciencia con ellos y sacar
ventaja de los mismos por un santo abajamiento. Cuando falta esta
paciencia, mis buenas hijas, vuestras imperfecciones, en vez de disminuir,
crecen cada vez más, porque no hay nada que nutra tanto nuestros defectos
como la inquietud y la preocupación por quererlos alejar.

2. Guardaos de la ansiedad y de las inquietudes, porque no hay cosa que


impida tanto el caminar hacia la perfección. Pon, hija mía, dulcemente tu
corazón en las llagas de nuestro Señor, pero no a base de esfuerzos. Ten
gran confianza en su misericordia y en su bondad.
El no te abandonará jamás, pero no dejes por eso de abrazar estrechamente
su santa cruz.

3. No te inquietes cuando no puedes meditar, no puedes comulgar o no


puedes llegar a todas las prácticas de devoción. En esta situación, busca
suplirlas de otro modo, manteniéndote unida a nuestro Señor con una
voluntad amorosa, con las oraciones jaculatorias, con las comuniones
espirituales.

4. Caminamos, pues, siempre, incluso cuando nuestro paso es lento; pues si


nuestro afecto es bien intencionado y decidido, no podemos sino caminar
bien. No, mis querídisimas hijas, no es necesario para el ejercicio de la
virtud estar atentas siempre y en cada momento a todas las virtudes; esto, en
verdad, embrollaría y enredaría demasiado vuestros pensamientos y afectos.

5. Expulsa de una vez por todas la perplejidad y las ansiedades y goza en


paz de las dulcísimas penas del Amado.

6. Tu predicación sea la inmolación continua de ti misma, el ser en todas


partes como una delicada aparición y como la sonrisa de Dios.

7. Siento que se me rompe el corazón en el pecho al conocer tus


sufrimientos, y no sé qué haría para que te consueles. Pero, ¿por qué
inquietarte tanto? ¿Por qué te turbas? ¡Fuera tanta inquietud, hija mía!
Jamás te he visto tan regalada de tantas joyas por parte de Jesús como
ahora. Jamás te he visto tan querida de Jesús como en este momento. Por
tanto, ¿qué motivo tienes para temer, temblar y asustarte? Tu temor y
temblor se parecen al de un niño que está en los brazos de su mamá. Por lo
mismo, tu temor es tonto e inútil.

8. No tengo nada concreto que reprobar en ti, fuera de esa inquietud un


tanto amarga que se da en ti y que no te deja gustar toda la dulzura de la
cruz. Corrígete de esto y continúa haciendo lo que has hecho hasta ahora,
porque vas bien.

9. Te ruego además que no te angusties por lo que voy sufriendo y sufriré;


porque el sufrimiento, por muy grande que sea, comparado con el bien que
nos espera, resulta agradable para el alma.
10. Mantén tu espíritu tranquilo y confíate por completo a Jesús cada vez
más. Esfuérzate por identificarte siempre y en todo con la divina voluntad,
tanto en las cosas favorables como en las adversas, y no te preocupes por el
mañana.

11. No temas por tu espíritu: son bromas, predilecciones y pruebas del


Esposo celestial, que quiere asemejarte a él. Jesús mira las disposiciones y
los buenos deseos de tu alma, que son óptimos; y los acepta y premia; y no
mira tu imposibilidad e incapacidad. Por tanto, manténte tranquila.

12. No te fatigues en cosas que producen inquietud, perturbaciones y


afanes. Sólo una cosa es necesaria: elevar el espíritu y amar a Dios.

13. Te afanas, mi buena hija, por buscar al sumo Bien. Está en verdad
dentro de ti y te tiene tendida sobre la desnuda cruz, alentando fuerza para
que soportes ese martirio insostenible y amor para que ames amargamente
al Amor. Por lo mismo, el temor a haberlo perdido y a haberle disgustado
sin darte cuenta no tiene fundamento alguno, porque él está tan cercano y
unido a ti. Tampoco tiene sentido el agobio por el porvenir, ya que la
situación actual es una crucifixión de amor.

14. Pobres y desgraciadas las almas que se arrojan en el torbellino de las


preocupaciones mundanas. Cuanto más aman el mundo más se multiplican
sus pasiones, más se encienden sus deseos, más incapaces se sienten para
sus proyectos; y de ahí las inquietudes, las impaciencias, los choques
terribles que despedazan sus corazones, que no palpitan de caridad y de
santo amor. Roguemos por estas almas desgraciadas, miserables. Que Jesús
les perdone y las atraiga hacia sí con su infinita misericordia.

15. No se debe actuar con maneras violentas si no se quiere correr el riesgo


de no conseguir nada. Es necesario revestirse de gran prudencia cristiana.

16. Hijas, acordaos de que yo soy tan enemigo de los deseos inútiles como
de los deseos peligrosos y malos; porque, aunque sea bueno aquello que se
desea, ese deseo es siempre defectuoso en relación a nosotros, sobre todo
cuando anda mezclado con una preocupación excesiva, ya que Dios no
exige este bien, sino algún otro en el que quiere que nos ejercitemos.
17. En cuanto a las pruebas espirituales a las que te va sometiendo la
paternal bondad del Padre del cielo, te ruego que te resignes y que, en
cuanto te sea posible, estés tranquila, fiándote de las aseveraciones de quien
ocupa el lugar de Dios, te ama en él y te desea toda clase de bienes, y te
habla en su nombre. Sufres, es verdad, pero con resignación; sufres, pero no
temas, porque Dios está contigo y tú no le ofendes sino que le amas. Sufres,
pero cree que Jesús mismo sufre en ti y por ti y contigo. Jesús no te
abandonó cuando huías de él, mucho menos te abandonará de ahora en
adelante cuando tú quieres amarlo.

18. No te debes confundir al intentar conocer si has consentido o no. Tu


estudio y tu vigilancia estén orientadas a la rectitud de intención que debes
tener al actuar y al combatir siempre, con valor y generosidad, las artes
malignas del espíritu maligno.

19. Manténte siempre con alegría en paz con tu conciencia, dándote cuenta
de que estás al servicio de un Padre infinitamente bueno, que, impulsado
sólo por su ternura, desciende hasta su criatura para elevarla y transformarla
en él, su Creador. Y huye de la tristeza, porque ésta entra en los corazones
que están apegados a las cosas mundanas.

20. No hay que desanimarse; porque si existe en el alma el esfuerzo


continuo por mejorar, al fin el Señor la premia, haciéndola florecer de golpe
en todas las virtudes, como en un jardín florecido.

21. Procura no inquietar tu alma ante el triste espectáculo de la injusticia


humana, que tiene también un valor en la economía de las cosas. Sobre esta
injusticia verás un día el triunfo definitivo de la justicia de Dios.

22. El Sabio alaba a la mujer fuerte: "Sus dedos, dice, sostienen el huso"
(Prov 31,19).

Con gusto os diré algunas cosas sobre estas palabras. Vuestra rueca es el
cúmulo de vuestros deseos. Por eso, hilad todos los días un poco, tirad hilo
a hilo de vuestros proyectos hasta su ejecución, y sin duda alguna los veréis
cumplidos. Pero estad atentos para no apresuraros, porque enredaríais el
hilo con nudos y embrollaríais vuestro huso.
Por tanto, caminad siempre; y aunque vayáis avanzando lentamente, haréis
un gran viaje.

23. La ansiedad es una de las mayores trampas que la virtud auténtica y la


devoción vigorosa pueden encontrar; aparenta enfervorizarse en el bien
obrar, pero no lo hace sino para enfriarse, y no nos hace correr sino para que
tropecemos, y por eso hay que estar alerta en todo momento, y de modo
particular en la oración; y para conseguirlo mejor, será bueno acordarse de
que las gracias y los gustos de la oración no son aguas de esta tierra sino del
cielo; y que, por eso, todos nuestros esfuerzos no bastan para conseguirlos,
y que, si es necesario prepararse con suma diligencia, ha de ser siempre con
humildad y sosiego: hay que tener el corazón abierto hacia el cielo y esperar
de allí el rocío celestial.

24. ¿Por qué os tiene que preocupar el que Jesús os quiera llevar a la patria
celestial por los desiertos o por los campos, si por los primeros y por los
segundos se llega del mismo modo a la eterna bienaventuranza? Alejad de
vosotros toda preocupación excesiva que brota de las pruebas con las que el
buen Dios quiere visitaros; y si esto no es posible, apartad el pensamiento y
vivid resignados en todo al divino querer.

25. Tengamos bien esculpido en nuestra mente lo que dice el divino


Maestro: en nuestra paciencia poseeremos nuestra alma.

26. No pierdas el ánimo si te toca trabajar mucho y recoger poco... Si


pensases cuánto le cuesta a Jesús una sola alma, no te lamentarías por ello.

27. El espíritu de Dios es espíritu de paz, y hasta en las faltas más graves
nos hace experimentar un arrepentimiento tranquilo, humilde, confiado, que
depende precisamente de su misericordia. El espíritu del maligno, en
cambio, excita, exaspera y nos hace experimentar, en el arrepentimiento
mismo, una especie de ira contra nosotros mismos, siendo así que el primer
acto de caridad debemos dirigirlo a nosotros mismos. Por tanto, si te turban
algunos pensamientos, piensa que esta turbación no viene nunca de Dios,
sino del diablo. Dios te regala la serenidad porque es espíritu de paz.

28. Si somos apacibles y pacientes, nos encontraremos no sólo a nosotros


mismos sino también nuestra alma y con ella a Dios.
29. La lucha que se lleva a cabo antes de la obra buena que se pretende
realizar, es como la antífona que precede al salmo solemne que se va a
cantar.

30. El impulso para alcanzar la paz eterna es bueno y santo, pero es


necesario moderarlo con la completa resignación al querer divino. Es mejor
cumplir la voluntad de Dios en la tierra que gozar en el paraíso. "Sufrir y no
morir" era el lema de Santa Teresa. Es dulce el purgatorio cuando se sufre
por amor de Dios.

31. La paciencia es tanto más perfecta cuanto menos se mezcla con


inquietudes y desasosiegos. Si el buen Dios quiere prolongar el tiempo de la
prueba, no os lamentéis ni indaguéis el porqué. Tened siempre presente que
los hijos de Israel tuvieron que caminar durante cuarenta años por el
desierto antes de poner su pie en la tierra prometida.

Diciembre

1. No te importe perder, hijo mío, deja que publiquen lo que quieran. Temo
el juicio de Dios y no el de los hombres. Que lo único que nos asuste sea el
pecado, porque ofende a Dios y nos deshonra.

2. La bondad divina no sólo no rechaza a las almas arrepentidas, sino que


va también en busca de las contumaces.

3. Cuando estéis en la abyección, haced como el martín pescador que


construye su nido en los mástiles de las naves; es decir, levantaos de la
tierra, elevaos con el pensamiento y con el corazón hacia Dios, que es el
único que os puede consolar y daros fuerza para sobrellevar santamente la
prueba.

4. Tu reino no está lejos y tú haces participar de tu triunfo en la tierra para


después hacer partícipes de tu reino en el cielo. Haz que, al no poder dar
cabida a la comunicación de tu amor, prediquemos con el ejemplo y con las
obras tu divina realeza. Toma posesión de nuestros corazones en el tiempo
para poseerlos en la eternidad. Que nunca nos retiremos de debajo de tu
cetro, y ni la vida ni la muerte consigan separarnos de ti. Que nuestra vida
sea una vida sacada de ti a grandes sorbos de amor para expandirla sobre la
humanidad y que nos haga morir en cada momento para vivir sólo de ti y
derramarte en nuestros corazones.

5. Hagamos el bien mientras disponemos del tiempo, y daremos gloria a


nuestro Padre del cielo, nos santificaremos a nosotros mismos, y daremos
buen ejemplo a los demás.

6. Cuando no consigas avanzar a grandes pasos por el camino que conduce


a Dios, conténtate con dar pequeños pasos y espera pacientemente a tener
piernas para correr, o mejor alas para volar. Confórmate, hija mía, con ser
por el momento una pequeña abeja en la colmena, que muy pronto llegará a
ser una gran abeja capaz de fabricar la miel.

7. Humillate amorosamente delante de Dios y de los hombres porque Dios


habla a quien tiene las orejas bajas. Ama el silencio, porque en el mucho
hablar hay siempre algo de culpa. Manténte en el retiro cuanto te sea
posible, porque en el retiro el Señor habla al alma libremente y el alma está
en mejor situación para escuchar su voz. Reduce tus visitas y sopórtalas
cristianamente cuando te las hagan a ti.

8. Dios se le sirve únicamente cuando se le sirve como él quiere.

9. En resumen, no filosoféis sobre vuestros defectos y tampoco repliquéis;


continuad vuestro camino sin rodeos. No. Dios no puede abandonaros
cuando vosotros, por no perderlo, permanecéis firmes en vuestras
decisiones. Que el mundo se destruya, que todo esté en tinieblas, en humo,
en confusión..., pero Dios está con nosotros. ¿De qué, pues, vamos a tener
miedo? Si Dios habita en las tinieblas y sobre el monte Sinaí, entre
relámpagos y truenos, ¿no debemos estar contentos sabiendo que estamos
cerca de él?

10. Agradece y besa dulcemente la mano de Dios que te pega; es siempre la


mano de un padre que te pega porque te quiere bien.

11. El miedo es un mal peor que el mismo mal.


12. El dudar es el mayor insulto a la divinidad.

13. Es por medio de las pruebas que Dios une a sí a las almas que ama.

14. Quien se apega a la tierra queda apegado a ella. Es mejor despegarse


poco a poco que hacerlo de golpe. Pensemos siempre en el cielo.

15. Tener miedo de perderte entre los brazos de la divina bondad es algo
más extraño que el temor del niño estrechado entre los brazos de su madre.

16. ¡Animo!, mi querida hija; tienes que cultivar atentamente ese corazón
bien formado y no ahorrar nada que le pueda ser útil para su felicidad. Y si
es cierto que esto puede y debe hacerse en toda estación, es decir, en toda
edad. La edad que tú tienes es la más apropiada.

17. En sus lecturas, hay poco que admirar y casi nada que edifique. Os es
necesario del todo que, a esas lecturas, añada la de los libros santos
(=Sagrada Escritura), tan recomendada por todos los santos padres. Y yo, a
quien me apremia tanto su perfección, no puedo eximirle de estas lecturas
espirituales. Conviene (si quiere obtener de tales lecturas tan inesperado
fruto) que deponga sus prejuicios sobre el estilo y la forma con que se
presentan estos libros. Esfuércese por cumplir esto y encomiéndelo al
Señor. En todo esto se oculta un grave engaño y yo no se lo puedo ocultar.

18. Todas las fiestas de la Iglesia son bellas... La Pascua, sí, es la


glorificación..., pero la Navidad tiene una ternura, una dulzura infantil, que
me conquista por entero el corazón.

19. Tus ternuras conquistan mi corazón y quedo aprisionado por tu amor,


Niño celestial.

Deja que al contacto con tu fuego, mi alma se derrita por amor, y que tu
fuego me consuma, me abrase, me convierta en cenizas aquí a tus pies y
permanezca derretido por amor y glorifique tu bondad y tu caridad.

20. Pobreza, humildad, bajeza, desprecio, rodean al Verbo hecho carne;


pero nosotros, en la obscuridad en la que está envuelto este Verbo hecho
carne, comprendemos una cosa, oímos una voz, entrevemos una sublime
verdad. Todo esto lo has hecho por amor, y no nos invitas más que al amor,
no nos hablas más que de amor, no nos das más que pruebas de amor.

21. Madre mía María, condúceme contigo a la gruta de Belén y concédeme


abismarme en la contemplación de lo que, tan grande y sublime, va a
acontecer en el silencio de esta grande y bella noche.

22. Jesús Niño sea la estrella que te guíe a través del desierto de esta vida.

23. La fe también nos guía a nosotros. Y nosotros, detrás de su luz,


seguimos seguros el camino que nos conduce a Dios, a su patria; como los
santos magos, que, guiados por la estrella, símbolo de la fe, llegaron al
lugar deseado.

24. Tu entusiasmo no sea amargo ni puntilloso, sino libre de todo defecto;


que sea dulce, benigno, gracioso, pacífico y animoso. ¡Ah!, mi buena hija,
¿quién no ve en el querido y pequeño Niño de Belén, a cuya venida nos
estamos preparando, quién no ve, digo, que su amor por las almas no tiene
parangón? El viene a morir para salvar, y es tan humilde, tan dulce, tan
amable.

25. Vive alegre y animosa, al menos en las facultades superiores del alma,
en medio de las pruebas en las que el Señor te pone. Vive alegre y animosa,
repito, porque el ángel, que preconiza el nacimiento de nuestro pequeño
Salvador y Señor, anuncia cantando y canta anunciando que él promulga
alegría, paz y felicidad, a los hombres de buena voluntad, para que no haya
nadie que ignore que, para recibir a este Niño, basta ser de buena voluntad.

26. Jesús desde su nacimiento nos indica nuestra misión, que es la de


despreciar lo que el mundo ama y busca.

27. Jesús llama a los pobres y sencillos pastores por medio de los ángeles
para manifestarse a ellos. Llama a los sabios por medio de su misma
ciencia. Y todos, movidos por la fuerza interna de su gracia, corren hacia él
para adorarlo. Nos llama a todos nosotros con divinas inspiraciones y se nos
comunica a nosotros con su gracia. ¿Cuántas veces nos ha invitado
amorosamente también a nosotros? Y nosotros ¿con qué prontitud le hemos
correspondido?
Dios mío, me ruborizo y me lleno de confusión al tener que responder a esta
pregunta.

28. Los mundanos, enfrascados en sus negocios, viven en la obscuridad y


en el error, y no se preocupan de conocer las cosas de Dios, ni piensan en su
salvación eterna, ni se cuidan de conocer la venida de aquel Mesías
esperado y suspirado por las naciones, profetizado y anunciado por los
profetas.

29. Cuando llegue nuestra última hora y cesen los latidos de nuestro
corazón, todo habrá terminado para nosotros y también el tiempo de
merecer y de desmerecer. Tal como nos encuentre la muerte, nos
presentaremos a Cristo juez. Nuestros gritos de súplica, nuestras lágrimas,
nuestros suspiros de arrepentimiento, que, todavía en la tierra, nos habrían
ganado el corazón de Dios y con la ayuda de los sacramentos nos habrían
podido cambiar de pecadores en santos, en ese momento ya no sirven para
nada; el tiempo de la misericordia ha terminado y comienza el tiempo de la
justicia.

30. Es difícil hacerse santos. Difícil pero no imposible. El camino de la


perfección es largo, como es larga la vida de cada uno. El consuelo es el
descanso en el camino; pero, apenas recuperados, hay que levantarse con
solicitud y reemprender la carrera.

31. La palma de la gloria está reservada para el que combate con valentía
hasta el fin.

Comencemos, pues, este año, nuestro santo combate. Dios nos asistirá y nos
coronará con un triunfo eterno.

Pensamientos espirituales del Padre Pio

La caridad
La caridad es la reina de las virtudes. La primera virtud de la cual el alma
que tiende a la perfección, es la caridad. La caridad tiene tres partes: el
amor a Dios, el afecto a si mismo y la dilección del prójimo. La caridad
tiene por hermanas el gozo y la paz. Como las perlas, están unidas una tras
otras por un hilo, así las virtudes por la caridad. Y cuando se rompe el hilo
las perlas se caen, así cuando la caridad viene a faltar, las virtudes se
dispersan. El quicio de la perfección es la caridad. Aquel que vive en la
caridad, vive en Dios, porque Dios es amor, como dijo el Apóstol. La
preocupación principal ha de ser aquella de amar a Dios y creer cada vez
más en las virtudes y en la santa caridad. Quien falta a la caridad, ofende la
pupila del ojo de Dios.

Un acto de amor

Un solo acto de amor del hombre hacia Dios tiene tanto valor a sus ojos que
Él estimaría muy poca cosa el pagarlo con el don de la creación … El amor
no es otra cosa que la chispa de Dios en los hombres … la esencia misma
de Dios personificada en el Espíritu Santo.

La Fe

El acto de fe mas bello é aquello que brota de los labios en la oscuridad, en


el sacrificio, en las penas, en el esfuerzo supremo de una voluntad inflexible
de hacer el bien.

La humildad y la caridad

La humildad y la caridad van de la mano. La primera glorifica, la segunda


santifica. La humildad y la caridad son las cuerdas maestras, todas las
demás son dependientes de ellas: una es la mas baja, la otra la mas alta: la
conservación de todo un edificio depende del fundamento y del techo.

La oración

La oración es el pan y la vida del alma, la respiración del corazón, un


encuentro recocido y prolongado con Dios. No es hablar a Dios con
solamente los labios, sino con el corazón. En algunos momentos hay que
hablarle solamente con el corazón. Ella es la mejor arma que tenemos, y es
también la llave que abre el corazón de Dios… mas se reza, mas aumenta la
fe y se encuentra a Dios. El arrepentimiento, la humildad, la oración hacen
desaparecer la distancia entre el hombre y Dios y hacen que Dios baje hasta
el hombre y que el hombre se eleve hasta Dios. La oración de los Santos en
el cielo, y de las almas justas en la tierra, son un perfume que nunca
desaparecerá.

La eucaristía

En la misa esta todo el calvario. En la comunión se realiza una fusión: como


dos cirios se fusionan y ya no se distinguen. Una fusión sacramental con
Cristo: “nosotros, aun siendo mucho, formamos un solo cuerpo” (1Cor 10,
17). No entiendo como se pueda vivir de la vida eterna sin el alimento de
los fuertes… animémonos mutuamente para conservar, con mayor celo, el
precio deposito de la fe verdadera en el Santísimo Sacramento de la
Eucaristía”.

La cruz

Las cruces son las joyas del Esposo. La cruz es la bandera de los elegido:
tengámonos siempre muy ligados a ella y saldremos vencedores en todo,
sobre todos y de todos. Todas Las almas amantes de Jesús han de rendirse
cada vez mas conformes a éste eterno y divino maestro.

Santidad

Santidad quiere decir ser superiores nosotros mismo; quiere decir victoria
perfecta sobre todas nuestras pasiones; quiere decir despreciar verdadera y
constantemente a nosotros mismos y a las cosas del mundo hasta preferir la
pobreza a las riquezas, las humillaciones a la gloria, el dolor al placer.

Tentación

La tentación es al signo fuertísimo de que Dios esta unido al alma. El ser


avasallada por la tentación significa el estar bajo la servidumbre divina. El
signo cierto e infalible de elección y salvación de un alma es la tentación en
medio de tanta tempestad. Nos anime el pensamiento para soportar la
prueba, la vida de todos los santos quienes no fueron exonerados de esta
prueba. Las tentaciones… son la prueba del alma que Dios quiere poner a
prueba. Las tentaciones son como el jabón, esparcido en la ropa, que parece
ensuciarla, pero que en realidad la limpia.

El pecado

El pecado es el veneno en las raíces del hombre. Es una realidad oscura y


nefasta que hiere la naturaleza del hombre. Preferiría mil veces morir que
ofender a un Dios tan bueno. No se ofende a Dios si no solamente cuando
se conoce ser una acción pecaminosa y con plena y deliberada voluntad y
advertencia, se hace. No es pecado tener malos pensamientos:
rechazándolos se practica la virtud. Quien comete sacrilegio como su propia
condenación y solamente por una gracia muy especial obtenida por almas
cercanas a Dios, puede alcanzar la salvación.

La confesión

En la confesión hecha con dolor de corazón, Jesús se encuentra delante de


nosotros y de nuestras miserias como un acreedor frente a un deudor que no
puede pagar. Con un gesto de infinita generosidad ha roto y destruido las
letras por nosotros firmadas pecando y que nunca hubiésemos podido pagar
sin la ayuda de su clemencia divina.

Las virtudes

Las virtudes son los senderos que llevan al cielo, armemonos con la bella
virtud de la confianza en el Señor. Abandonémonos en Él. Confiémonos en
la Providencia Divina. La corona que se va tejiendo allá arriba es
infinitamente superior a todo concepto humano.

Esforcémonos de tener una mente siempre pura en los pensamientos,


siempre recta en las ideas, siempre santa en las intenciones. Jesús se
complace comunicarse con las almas sencillas:”sin no se hacen como niños
no entraran en el reino del cielo”.

La virgen María
Ella es la Madre de todas las esperanzas y el camino mas corto para llegar a
Dios. Ella es el canal por el cual Cristo llega hasta nosotros. Hay que
abandonarse entre sus manos si queremos encontrar el bienestar y la paz.
Nada nos da el Señor que no pase por las manos de la Reina del cielo. Dios
es omnipotente por naturaleza, María lo es por gracia. Ella es la
omnipotente que suplica.

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MAXIMAS DEL PADRE PIO
La presencia de Jesús en el corazón:

Confieso que para mí es una gran desgracia no saber expresar y


explicar este volcán eternamente encendido que me quema y que Jesús
hizo nacer en este corazón tan pequeño”.

¡Bendigo a Dios, que por su gracia, otorga santos sentimientos!

Todo lo podría resumir así: me siento devorado por el amor a Dios y el


amor por el prójimo. Dios está siempre presente en mi mente, y lo llevo
impreso en mi corazón. Nunca lo pierdo de vista: me toca admirar su
belleza, sus sonrisas y sus emociones, su misericordia, su venganza o
mas bien el rigor
de su justicia
...¿Cómo es posible ver a Dios entristecerse por el mal y no
entristecerse también uno?

Si Jesús se manifiesta a vosotros, dadle gracias; si se os oculta, dadle


gracias. Todo esto es un juego de amor para traernos dulcemente hacia
el Padre. Perseverad hasta la muerte, hasta la muerte con Cristo en la
Cruz.

Amor:

Las cosas humanas necesitan ser conocidas para ser amadas; las
divinas necesitan ser amadas para ser conocidas No lo olvidéis: el eje de
la perfección es el amor. Quien está centrado en el amor, vive en Dios,
Porque Dios es Amor, como lo dice el Apóstol.

El amor y el temor deben estar unidos: el temor sin amor se vuelve


cobardía; el amor sin temor, se transforma en presunción. Entonces
uno pierde el rumbo.

La divina Solicitud no solo no rechaza a las almas arrepentidas, sino


que sale en busca de la mas empedernida..
Confianza en Dios
El corazón de nuestro divino Maestro no conoce mas que la ley del
amor, la dulzura y la humildad. Poned vuestra confianza en la divina
bondad de Dios, y estad seguros de que la tierra y el cielo fallaran antes
que la protección de vuestro
Salvador.
Caminad sencillamente por la senda del Señor, no os torturéis el
espíritu. Debéis detestar vuestros pecados, pero con una serena
seguridad, no con una punzante inquietud.

Santa Misa:

“Sería más fácil que la tierra se rigiera sin el sol, que sin la santa
Misa”.

María Santísima

Si no hubiera Fe los hombres te llamarían diosa. Tus ojos resplandecen


más que el sol, eres hermosa, Madre, me glorío, ¡Te quiero!

Oye, Madre, yo te quiero más que a todas las criaturas de la tierra y del
cielo;... después de Jesús, es claro; te quiero
tanto.
Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte.
Seamos inmensamente gratos a la Virgen. ¡Ella nos dio a Jesús!

Permaneced como la Virgen, al pie de la Cruz, y seréis consolados. Ni


siquiera allí María se sentía abandonada. Por el contrario, su Hijo la
amó aun mas por sus sufrimientos.

Oración

"Solo quiero ser un fraile que reza...

Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil.

Dios es misericordioso y escuchará tu oración...

La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de


Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón.
En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón..."

El don de la oración está en manos del Salvador. Cuanto más te vacíes


de ti mismo, es decir, de tu amor propio y de toda atadura carnal,
entrando en la santa humildad, más lo comunicará Dios a tu corazón.

A Dios se le busca en los libros, se le encuentra en la meditación.

En la medida en que vaciéis vuestro Yo de si mismo - es decir, del apego


a los sentidos y a vuestra propia voluntad - , echando raíces en la santa
humildad, el Señor hablará a vuestro corazón.

Practicad con perseverancia la meditación a pequeños pasos, hasta que


tengáis piernas fuertes, o mas bien alas. Tal como el huevo puesto en la
colmena se transforma, a su debido tiempo, en una abeja, industriosa
obrera de la miel.
Sed vigilantes cuando meditéis. Generalmente los que se entregan a la
meditación, lo hacen con una especie de arrogancia, tan ansiosos están
por encontrar el sujeto susceptible de consolar su espíritu, y esto es
suficiente para impedirles encontrar lo que busca.
Liberarse de la ansiedad
Si vuestro espíritu no se concentra, vuestro corazón esta vacío de amor.
Cuando se busca sea lo que sea con avidez y prisa, puede uno tocar
cientos de veces el objeto sin ni siquiera darse cuenta. La ansiedad vana
e inútil os fatigará espiritualmente, y vuestro espíritu no podrá
dominar su sujeto. Hay que liberarse de toda ansiedad, porque ella es
la peor enemiga de la devoción sincera y autentica. Y esto
principalmente cuando se ora. Recordad que la gracia y el gusto de la
oración no proviene de la tierra sino del cielo y que es en vano utilizar
una fuerza que solo podría perjudicaros.
Crecimiento
Para crecer, necesitamos del pan básico: la cruz, la humillación, las
pruebas y las negaciones".

Crítica

No tolero la crítica y la habladuría sobre los hermanos. Es cierto que a


veces me divierte aguijonearlos, pero la murmuración me da náuseas.
Tenemos tantos defectos que criticarnos a nosotros mismos ¿Por qué
perder tiempo en lo de los hermanos?
Enemigos
Jamás pasó por mi mente la idea de una venganza. Recé por los
detractores y rezo por ellos. Quizá alguna vez le dije al Señor: "Señor,
si para convertirlos es necesario algún fustazo, hazlo, con tal que se
salven.
Humildad
Si necesitamos paciencia para tolerar las miserias ajenas, más aún
debemos soportarnos a nosotros mismos.

En tus diarias infidelidades, humíllate, humíllate, humíllate siempre.


Cuando el Señor te vea humillado hasta el suelo, te tenderá su mano. Él
mismo pensará en atraerte hacia Él.

Has construido mal; destruye y reconstruye bien.

Como una señora admitiera que tenía cierta inclinación a, la vanidad,


el Padre comentó:"- ¿Ha observado usted un campo de trigo en sazón?
Unas espigas se mantienen erguidas, mientras otras se inclinan hacia la
tierra. Pongamos a pruebe a los mas altivos, descubriremos que están
vacíos, en tanto los que se inclinan, los humildes, están cargados de
granos"

Dios enriquece al hombre que ha hecho el vacío en si mismo.


Paciencia
Guardad en lo mas hondo del espíritu las palabras de Nuestro
Señor:"A fuerza de paciencia, poseeréis vuestra alma".
Prudencia
La prudencia tiene ojos. El amor piernas. El amor, que tiene piernas,
querría correr hacia Dios, pero su impulso es ciego, y uno tropezaría,
de no estar dirigido por los ojos de la
prudencia...

Pruebas y tentaciones.
Ten por cierto que si a Dios un alma le es grata, más la pondrá a
prueba. Por tanto, ¡Coraje! y adelante siempre.

Por muy altas que sean las olas, el Señor es más alto.

¡ Espera!... la calma volverá.

Las pruebas a las que Dios os somete y os someterá, todas son signos
del amor Divino y Perlas para el alma.

Uno puede ahogarse en alta mar, y también puede sofocarse hasta el


ahogo con un simple vaso de agua.- ¿Donde esta la diferencia? - ¿Acaso
no es la muerte, en cualquiera de esas formas?.

El demonio es como perro encadenado; si uno se mantiene a distancia


de el, no será mordido.

Jesús os guía hacia el cielo por campos o por desiertos -

¿que importancia tiene? Acomodaos a las pruebas que El quiera


enviaros, como si debieran ser vuestras compañeras para toda la vida;
cuando menos lo esperéis, quizás queden
resueltas.
Los grandes corazones ignoran los agravios mezquinos.

En una estampa representando la cruz, el Padre escribió estas


palabras:"El madero no os aplastará; si alguna vez vaciláis bajo su
peso, su poder os volverá a enderezar".

Golgota. Una cima cuya ascensión nos reserva una visión


beatifica de nuestro amado salvador.
Por los golpes reiterados de su martillo, el Artista divino talla las
piedras que servirán para construir el Edificio Eterno.

Puede decirse con toda justicia que cada alma destinada a la gloria
eterna es una de esas piedras indispensables. Cuando un constructor
quiere levantar una casa, debe ante todo limpiar y nivelar el terreno; el
Padre celestial procede de igual manera con el alma elegida que, desde
toda la eternidad ha sido concebida para el fin que El se propone; por
eso tiene que emplear el martillo y el cincel. Esos golpes de cincel son
las sombras, los miedos, las tentaciones, las penas, los temores
espirituales y también las enfermedades corporales.

Dad pues, gracias al Padre celestial por todo lo que impone a vuestra
alma. Abandonaos a El totalmente. Os trata como trató a Jesús en el
Calvario.

Es mediante una sumisión completa y ciega que os sentiréis guiado en


medio de las sombras, las perplejidades y las luchas de la vida."El
hombre obediente cantará victoria", nos dice la escritura. Si Jesús se
manifiesta a vosotros, dadle también las gracias; si se oculta a vuestra
vista, dadle también las gracias. Todo esto compone el yugo del amor.

No escuchéis lo que os dice vuestra imaginación. Por ejemplo, que la


vida que lleváis es incapaz de guiaros al bien.

La gracia de Jesús vela y os hará obrar para ese bien.


Pobres
En todo pobre está Jesús agonizante; en todo enfermo está Jesús
sufriente; en todo enfermo pobre está Jesús dos veces
presente

Sufrimiento
Casi todos vienen a mí para que les alivie la Cruz; son muy pocos los
que se me acercan para que les enseñe a llevarla.

La vida del cristiano no es mas que un perpetuo esfuerzo contra si


mismo. El alma no florece sino merced al dolor.

Apelad a Dios cuando vuestra cruz os martiriza. Así imitareis a su hijo


que, en Getsemani, imploro algún alivio. Pero como El, estad dispuesto
a decir: - FÍAT!.

¿Por que?

"Lo importante es caminar con sencillez ante el Señor. No pidas cuenta


a Dios, ni le digas jamás: ¿Por qué ?, Aunque te haga pasar por el
desierto. Una sola cosa es necesaria: Estar cerca de Jesús. Si nos cita en
la noche no rehusemos las tinieblas."

Dirección Espiritual

Recuerde - dijo el padre a uno de sus hijos espirituales - que la madre


empieza a hacer caminar al niño sosteniéndolo; pero luego, este debe
caminar solo. También usted debe aprender a razonar sin ayuda.
Amor y sus hijos espirituales
La caridad es la reina de las virtudes. Como el hilo entrelaza las perlas,
así la caridad a las otras virtudes; cuando se rompe el hilo caen las
perlas. Por eso cuando falta la caridad, las
virtudes se pierden.
La caridad es la medida con la que el Señor nos juzgará a
todos
La humildad y la caridad van de la mano. La primera glorifica,
la otra santifica.
Amo a mis hijos espirituales tanto como a mi alma y aun más.

Al final de los tiempos me pondré en la puerta del paraíso y no entraré


hasta que no haya entrado el último de mis hijos.
La escalera al cielo
Sin obediencia no hay virtud;

sin virtud no hay bien.

Sin bien no hay amor.


Sin amor no hay Dios.
Y sin Dios no hay Paraíso.

Esto forma como una escalera, si falta un peldaño uno se cae.

El anhelo de la paz eterna es legitimo y santo, pero debe ser moderado


para una total resignación a los designios del Altísimo: mas vale
cumplir la Voluntad Divina en este mundo que gozar en el
Paraíso."Sufrir y no morir" era el ‘leit-motiv’

de Santa Teresa. El Purgatorio es un lugar de delicias, cuando se lo


soporta por voluntaria elección de amor.
La Noche Oscura
Nuestro Señor, en cuanto considera nuestra alma lo bastante viril, lo
bastante entregada a su servicio, se apresura quitarle las dulzuras de
antaño. Llega hasta quitarle la facultad de orar, de meditar, es el
abismo en las tinieblas y la aridez.

Esta mudanza aterra: - Que gran delito habrá cometido el alma, para
atraer sobre si tal desdicha. Escudriña su conciencia, pasa por tamiz
sus mas insignificantes actos, y al no descubrir nada que justifique su
infortunio, saca en conclusión que ha sido abandonada.

- Que error! Lo que el alma toma por abandono es un favor insigne. Es


la transacción de lo inteligible a la duración contemplativa, a la que
uno no llega sino purificado. - Si el hombre pudiera comprender que su
imposibilidad de fijar su imaginación en un punto determinado se debe
al retiro de la luz sobrenatural!. Pero pronto una nueva luz anima la
meditación y la vuelve eficaz. - Ah, si el alma pudiera saber que Dios, al
apartarse, infunde al mismo tiempo una mas pura claridad en el
intelecto, la claridad que la hace mas apta a las cosas divinas, por
encima de lo discursivo, en la visión directa, y absolutamente exquisita,
delicada, inefable. Se me objetara si esa luz es a tal punto mejor, el
alma debería, con sus poderes multiplicados, captar su objeto. Pero no
vamos tan rápido. Los que con gusto se alimentan con comidas
ordinarias, simularan disgusto cuando le ofrezcáis manjares mas
refinados. Igualmente, para apreciar el estado de oración, hay que
haber roto todo lazo.- Dios mío! En esta oscuridad veo una irradiación.
Recordadlo, el amor de Dios nunca se
sacia.

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