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ANTOLOGÍA ANTONIO MACHADO malezas y jarales,
(falta “A orillas del Duero”, XCVIII) hierbas monteses, zarzas y cambrones.
¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía! XCIX POR TIERRAS DE ESPAÑA ¡Castilla, tus decrépitas ciudades! El hombre de estos campos que incendia los pinares ¡La agria melancolía y su despojo aguarda como botín de guerra, que puebla tus sombrías soledades! antaño hubo raído los negros encinares, ¡Castilla varonil, adusta tierra; talado los robustos robledos de la sierra. Castilla del desdén contra la suerte, Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares; Castilla del dolor y de la guerra, la tempestad llevarse los limos de la tierra tierra inmortal, Castilla de la muerte! por los sagrados ríos hacia los anchos mares; Era una tarde, cuando el campo huía y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra. del sol, y en el asombro del planeta, Es hijo de una estirpe de rudos caminantes, como un globo morado aparecía pastores que conducen sus hordas de merinos la hermosa luna, amada del poeta. a Extremadura fértil, rebaños trashumantes En el cárdeno cielo violeta que mancha el polvo y dora el sol de los caminos. alguna clara estrella fulguraba. Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto, El aire ensombrecido hundidos, recelosos, movibles; y trazadas oreaba mis sienes y acercaba cual arco de ballesta, en el semblante enjuto el murmullo del agua hasta mi oído. de pómulos salientes, las cejas muy pobladas. Entre cerros de plomo y de ceniza Abunda el hombre malo del campo y de la aldea, manchados de roídos encanares, capaz de insanos vicios y crímenes bestiales, y entre calvas roquedas de caliza, que bajo el pardo sayo esconde un alma fea, iba a embestir los ocho tajamares esclava de los siete pecados capitales. del puente el padre río, Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza, que surca de Castilla el yermo frío. guarda su presa y llora la que el vecino alcanza; ¡Oh Duero, tu agua corre ni para su infortunio ni goza su riqueza; y correrá mientras las nieves blancas le hieren y acongojan fortuna y malandanza. de enero el sol de mayo El numen de estos campos es sanguinario y fiero: haga fluir por hoces y barrancas; al declinar la tarde, sobre el remoto alcor, mientras tengan las sierras su turbante veréis agigantarse la forma de un arquero, de nieve y de tormenta, la forma de un inmenso centauro flechador. y brille el olifante Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta del sol, tras de la nube cenicienta!... ¿ no fue por estos campos el bíblico jardín?: ¿Y el viejo romancero son tierras para el águila, un trozo de planeta fue el sueño de un juglar junto a tu orilla? por donde cruza errante la sombra de Caín. ¿Acaso como tú y por siempre, Duero, irá corriendo hacia la mar Castilla? CII ORILLAS DEL DUERO ¡Primavera soriana, primavera CVI UN LOCO humilde, como el sueño de un bendito, Es una tarde mustia y desabrida de un pobre caminante que durmiera de un otoño sin frutos, en la tierra de cansancio en un páramo infinito! estéril y raída ¡Campillo amarillento, donde la sombra de un centauro yerra. como tosco sayal de campesina, Por un camino en la árida llanura, pradera de velludo polvoriento entre álamos marchitos, donde pace la escuálida merina! a solas con su sombra y su locura, ¡Aquellos diminutos pegujales va el loco hablando a gritos. de tierra dura y fría, Lejos se ven sombríos estepares, donde apuntan centenos y trigales colinas con malezas y cambrones, que el pan moreno nos darán un día! y ruinas de viejos encinares Y otra vez roca y roca, pedregales coronando los agrios serrijones. desnudos y pelados serrijones, El loco vocifera la tierra de las águilas caudales, a solas con su sombra y su quimera. Es horrible y grotesca su figura; del viento perfumado en primavera; flaco, sucio, maltrecho y mal rapado, álamos del amor cerca del agua ojos de calentura que corre y pasa y sueña, iluminan su rostro demacrado. álamos de las márgenes del Duero, Huye de la ciudad... Pobres maldades, conmigo vais, mi corazón os lleva! misérrimas virtudes y quehaceres IX de chulos aburridos, y ruindades ¡Oh!, sí, conmigo vais, campos de Soria, de ociosos mercaderes. tardes tranquilas, montes de violeta, Por los campos de Dios el loco avanza. alamedas del río, verde sueño Tras la tierra esquelética y sequiza del suelo gris y de la parda tierra, —rojo de herrumbre y pardo de ceniza— agria melancolía hay un sueño de lirio en lontananza. de la ciudad decrépita, Huye de la ciudad. ¡El tedio urbano! me habéis llegado al alma, —¡carne triste y espíritu villano!—. ¿o acaso estabais en el fondo de ella? No fue por una trágica amargura ¡Gentes del alto llano numantino esta alma errante desgajada y rota; que a Dios guardáis como cristianas viejas, purga un pecado ajeno: la cordura, que el sol de España os llene la terrible cordura del idiota. de alegría, de luz y de riqueza!
CXIII CAMPOS DE SORIA CXV A UN OLMO SECO
VII Al olmo viejo, hendido por el rayo ¡Colinas plateadas, y en su mitad podrido, grises alcores, cárdenas roquedas con las lluvias de abril y el sol de mayo por donde traza el Duero algunas hojas verdes le han salido. su curva de ballesta ¡El olmo centenario, en la colina en torno a Soria, oscuros encanares, que lame el Duero! Un musgo amarillento ariscos pedregales, calvas sierras, le mancha la corteza blanquecina caminos blancos y álamos del río, al tronco carcomido y polvoriento. tardes de Soria, mística y guerrera, No será, cual los álamos cantores hoy siento por vosotros, en el fondo que guardan el camino y la ribera, del corazón, tristeza, habitado de pardos ruiseñores. tristeza que es amor! ¡Campos de Soria, Ejército de hormigas en hilera donde parece que las rocas sueñan, va trepando por él, y en sus entrañas conmigo vais! ¡Colinas plateadas, urden sus telas grises las arañas. grises alcores, cárdenas roquedas!... Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero VIII te convierta en melena de campana, He vuelto a ver los álamos dorados, lanza de carro o yugo de carreta; álamos del camino en la ribera antes que rojo en el hogar, mañana, del Duero, entre San Polo y San Saturio, ardas de alguna mísera caseta, tras las murallas viejas al borde de un camino; de Soria—barbacana antes que te descuaje un torbellino hacia Aragón, en castellana tierra—. y tronche el soplo de las sierras blancas; Estos chopos del río, que acompañan antes que el río hacia la mar te empuje con el sonido de sus hojas secas por valles y barrancas, el son del agua cuando el viento sopla, olmo, quiero anotar en mi cartera tienen en sus cortezas la gracia de tu rama verdecida. grabadas iniciales que son nombres Mi corazón espera de enamorados, cifras que son fechas. también, hacia la luz y hacia la vida, ¡Álamos del amor, que ayer tuvisteis otro milagro de la primavera. de ruiseñores vuestras ramas llenas; (El Porvenir Castellano (Soria), 20 de febrero de 1913, álamos que seréis mañana liras con el pie «Soria, 4 de Mayo 1912». 1 Páginas escogidas, Madrid, Calleja, 1917) (Poesías completas, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1917) CXXI ALLÁ EN LAS TIERRAS ALTAS Allá, en las tierras altas, por donde traza el Duero CXXX LA SAETA su curva de ballesta ¿Quién me presta una escalera, en torno a Soria, entre plomizos cerros para subir al madero, y manchas de raídos encinares, para quitarle los clavos mi corazón está vagando, en sueños... a Jesús el Nazareno? ¿No ves, Leonor, los álamos del río Saeta popular con sus ramajes yertos? ¡Oh, la saeta, el cantar Mira el Moncayo azul y blanco; dame al Cristo de los gitanos, tu mano y paseemos. siempre con sangre en las manos, Por estos campos de la tierra mía, siempre por desenclavar! bordados de olivares polvorientos, ¡Cantar del pueblo andaluz, voy caminando solo, que todas las primaveras triste, cansado, pensativo y viejo. anda pidiendo escaleras para subir a la cruz! CXXVI A JOSÉ MARÍA PALACIO ¡Cantar de la tierra mía, “Palacio, buen amigo, que echa flores ¿está la primavera al Jesús de la agonía, vistiendo ya las ramas de los chopos y es la fe de mis mayores! del río y los caminos? En la estepa ¡Oh, no eres tú mi cantar! del alto Duero, primavera tarda, ¡No puedo cantar, ni quiero ¡pero es tan bella y dulce cuando llega! a ese Jesús del madero, ¿Tienen los viejos olmos sino al que anduvo en el mar! algunas hojas nuevas? (Nuevo Mundo, n.º 1.056, 2 de abril de 1914, sin lema. Aún las acacias estarán desnudas Poesías completas, Madrid, Residencia de Estudiantes, y nevados los montes de las sierras. 1917) ¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa, allá, en el cielo de Aragón, tan bella! CXXXI DEL PASADO EFÍMERO ¿Hay zarzas florecidas Este hombre del casino provinciano entre las grises peñas, que vio a Carancha recibir un día, y blancas margaritas tiene mustia la tez, el pelo cano, entre la fina hierba? ojos velados por melancolía; Por esos campanarios bajo el bigote gris, labios de hastío, ya habrán ido llegando las cigüeñas. y una triste expresión, que no es tristeza, Habrá trigales verdes, sino algo más y menos: el vacío y mulas pardas en las sementeras, del mundo en la oquedad de su cabeza. y labriegos que siembran los tardíos Aún luce de corinto terciopelo con las lluvias de abril. Ya las abejas chaqueta y pantalón abotinado, libarán del tomillo y el romero. y un cordobés color de caramelo, ¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas? pulido y torneado. Furtivos cazadores, los reclamos Tres veces heredó; tres ha perdido de la perdiz bajo las capas luengas, al monte su caudal: dos ha enviudado. no faltarán. Palacio, buen amigo, Sólo se anima ante el azar prohibido, ¿tienen ya ruiseñores las riberas? sobre el verde tapete reclinado, Con los primeros lirios o al evocar la tarde de un torero, y las primeras rosas de las huertas, la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta en una tarde azul, sube al Espino, la hazaña de un gallardo bandolero, al alto Espino donde está su tierra... o la proeza de un matón, sangrienta. Bosteza de política banales 2 dicterios al gobierno reaccionario, de un sayón con hechuras de bolero. y augura que vendrán los liberales, El vacuo ayer dará un mañana huero. cual torna la cigüeña al campanario. Como la náusea de un borracho ahíto Un poco labrador, del cielo aguarda de vino malo, un rojo sol corona y al cielo teme; alguna vez suspira, de heces turbias las cumbres de granito; pensando en su olivar, y al cielo mira hay un mañana estomagante escrito con ojo inquieto, si la lluvia tarda. en la tarde pragmática y dulzona. Lo demás, taciturno, hipocondríaco, Mas otra España nace, prisionero en la Arcadia del presente, la España del cincel y de la maza, le aburre; sólo el humo del tabaco con esa eterna juventud que se hace simula algunas sombras en su frente. del pasado macizo de la raza. Este hombre no es de ayer ni es de mañana, Una España implacable y redentora, sino de nunca; de la cepa hispana España que alborea no es el fruto maduro ni podrido, con un hacha en la mano vengadora, es una fruta vana España de la rabia y de la idea. de aquella España que pasó y no ha sido, esa que hoy tiene la cabeza cana. 1913 CXXXVI PROVERBIOS Y CANTARES Poesías completas, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1917. [I] Nunca perseguí la gloria CXXXV EL MAÑANA EFÍMERO ni dejar en la memoria de los hombres mi canción; A Roberto Castrovido yo amo los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles La España de charanga y pandereta, como pompas de jabón. cerrado y sacristía, Me gusta verlos pintarse devota de Frascuelo y de María, de sol y grana, volar de espíritu burlón y de alma quieta, bajo el cielo azul, temblar ha de tener su mármol y su día, súbitamente y quebrarse. su inefable mañana y su poeta. El vano ayer engendrará un mañana [XXIX] vacío y ¡por ventura! pasajero. Caminante, son tus huellas Serán un joven lechuzo y tarambana, el camino, y nada más; un sayón con hechuras de bolero: caminante, no hay camino: a la moda de Francia, realista; se hace camino al andar. un poco al uso de París, pagano, Al andar se hace camino, y al estilo de España, especialista y al volver la vista atrás en el vicio al alcance de la mano. se ve la senda que nunca Esa España inferior que ora y bosteza, se ha de volver a pisar. vieja y tahúr, zaragatera y triste; Caminante, no hay camino, esa España inferior que ora y embiste sino estelas en la mar. cuando se digna usar de la cabeza, aun tendrá luengo parto de varones [XLV] amantes de sagradas tradiciones Morir... ¿Caer como gota y de sagradas formas y maneras; de mar en el mar inmenso? florecerán las barbas apostólicas, ¿O ser lo que nunca he sido: y otras calvas en otras calaveras uno, sin sombra y sin sueño, brillarán, venerables y católicas. un solitario que avanza El vano ayer engendrará un mañana sin camino y sin espejo? vacío y ¡por ventura! pasajero, la sombra de un lechuzo tarambana, 3