Visión Extraocular_Jacobo Grinberg

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APENDICE I

A Eileen Stryker
VlSlON EXTRAOCULAR

Jacobo Grinberg-Zylberbaum
Facultad de Psicología
U.N.A.M
Instituto Nacional Para el Estudio
de la Conciencia.

De acuerdo con la teoría sintérgica de la creación de la experiencia,


la aparición de un percepto visual implica la interacción entre un campo
energético creado a partir de la actividad cerebral (el campo neuronal) y la
estructura energética que forma el sustrato del continuo espacio materia (el
campo cuántico) (Grinberg-Zylberbaum,1981,1982).
El campo cuántico (Capía F. 1976) es transformado en lenguaje neu-
ronal por los receptores sensoriales y después enviado a las profundidades
del cerebro para adquirir así una estructura biológica. De esta manera, la
estructura dúctil y maleable del campo cuántico adquiere propiedades ce-
rebrales.
Ya como actividad neuronal, en el interior del sistema nervioso, el
-campo cuántico transformado, se ajusta y mimetiza los circuitos cerebrales
por los cuales transita creando una red hipercompleja y dinámica de acti-
vación iónica, eléctrica y química.
La estructura tridimensional de la red neural de activación "baña" el
cerebro y lo unifica hasta que en razón de su irradiación se crea un campo
enérgetico colosalmente complejo. Este campo neuronal abandow la StrUC-
tura cerebral y se interna en el espacio circundante.
La morfologia energética del campo neuronal. además de incorporar la
estructura de los circuitos neuronales (recuérdese aquí que cualquier carga
eléctrica en movimiento a través de un conductor crea un campo electromag-
nético que de alguna forma representa la estructura lineal del conductorl.
incluye el estado de activación cerebral del momento, la dinámica específica
de los interjuegos y relaciones entre las diferentes estructuras cerebrales y,
por supuesto. los componentes del campo cuántico transformados. De esta
manera, si un sujeto se encuentra frente a un paisaje iluminado por el sol,
sus receptores retinianos y el resto de su sistema nervioso visual incorpora
como parte de su campo neuronal a los componentes "visuales" del paisaje.
El siguiente paso en la creación de la experiencia perceptual visual es
la interacción del campo neuronal con el campo cuántico. Los componen-
tes visuales del campo nwronal deben acoplarse con los componentes "visua-
les" del campo cuántico. Quizá como resultado de una morfología similar
(recuérdese la interacción entre un antigeno y un anticuerpo específicos
dada por una estructura tridimensional complementaria) se crea un patrón
de interferencia específico que sobresale por sobre el "ruido" de la interac-
ción global.
El patrón de interferencia representa la estructura de la experiencia.
En él están contenidos, en forma de morfologías energéticas hipermmplejas.
los componentes que después serán percibidos como líneas. formas geomb-
tricas, objetos concretos etc. etc. de un percepto cualquiera. El verdadero
pwcepto, la imagen que vemos como si estuviera ante nosotros con sus
colores. contrastes, objetos. líneas. superposiciones y demás componentes
fenomenológicos es creada a partir del patrón de interferencia energético.
La transformación del patrón al percepto no ha podido ser explicada ni
entendida como tampoco el mecanismo responsable de la misma. Sin em-
bargo, es posible postular que implique una nueva interasción; ahora entre
el patróri de interferencia. resultado de la interacción de campos, y un pro-
cesador central e independiente pero capaz de decantar el percepto cualitativo
a partir de la estructura energética de la experiencia.
Puesto que el percepto surge a partir de esta última interacción entre el
patrón de interferencia y el procesador central. es teóricamente posible pensar
que la misma imagen pueda ser creada en ausencia de componentes visuales
del campo neuronal. En otras palabras. que un sujeto con los ojos vendados
pueda ser capaz de percibir un paisaje o cualquier otro percepto decodifican-
do la interacción de su campo neuronal sin componentes visuales, con los
JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM

componentes visuales del campo cuántico. En este caso, el procesador central


debería ser capaz de extraer los componentes visuales del campo cuántico uti-
lizando el patrbn de interferencia creado por la interacción de este Último
campo con el campo neuronal "neutral".
Acerca de la identidad del p:ocesador central; en otras publicaciones
(Grinberg-Zylberbaum 1976, 1981, 1982) he postulado la existencia de una
conformación inclusiva y de convergencia de los circuitos cerebrales encarga-
dos de la integracibn de la información neuronal. El procesador central estaría
asociado con la activación de los algoritmos neuronales más inclusivos, es de-
cir, de aquellos capaces de contener en forma integrada la información acerca
de la totalidad del cerebro. La idea acerca de la existencia de zonas cerebra-
les de alta capacidad de síntesis y de abstracción localizadas en las cortezas
terciarias y de asociación (Grinberg-Zylberbaum y E. Roy John. 1981, Luria
1973) esth de acuerdo con la posibilidad de existencia de un procesador central.
Este procesador sería el responsable de la transformación cualitativa de la
experiencia y estaría asociado en forma directa con la experiencia fenomeno-
lógica del Yo o del Self descrita en la literatura Oriental como el Atman O
Purusha (Vivekananda, 1975).
Por otro lado, también se ha demostrado que los estados de alta coheren-
cia inter e intrahemisférica están asociados con la activación de la experiencia
de identidad yoica (Grinberg-Zylberbaum 1982). Esto sugiere que la unifica-
ción de la actividad cerebral (los estados de alta sintergia) y la activación del
procesador central son correlativos con la creación de u n campo neuronal de
alta sintergia. Así, la unificación de la actividad cerebral también se realiza
en la dimensión energética del campo neuronal.
Con objeto de activar u n campo neuronal sin componentes visuales, y
de facilitar la posibilidad de que en esta condición se lograra crear u n percep-
t o visual por la decodificación directa de los componentes visuales del campo
cuántico, fue necesario utilizar sujetos altarnente sensibles (niños) los que fue-
ron vendados de sus ojos después de u n entrenamiento Yoga dirigido a lograr
u n contacto directo con su procesador central (su experiencia de mismicidad
centralizada en la auto-identidad) y los que en estas circunstancias se presta-
ron a decodificar y experimentar directamente el "mundo visual".
La consideración fundamental de este estudio fue que si fuese posible
demostrar que u n sujeto puede "ver" sin usar sus ojos y sin emplear ayuda
artificial externa (electrónica o de otra naturaleza), se apoyaría la idea de que
el procesamiento perceptual retiniano y el extraocular, están asociados con
una interacción de campos y que la creación de la experiencia perceptual
puede realizarse a partir de una decodificación directa del campo cuántico.
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Desde esta referencia la visión extraocular (demostrándose su existencia)


apoyaría la postulación sintérgica de interacción entre el campo neurona1 y
el campo cuántico como base de la creación de la experiencia en general. En
la sección final de este apéndice (DISCUSIONI ampliaré los conceptos ante-
riores basándome y apoyándome en la evidencia experimental obtenida.
Basta decir aquí que esta evidencia no deja lugar a dudas acerca de la exis-
tencia de la visión extraocular y demuestra que este tipo de procesamiento
no puede ser explicado como un fenómeno de hipersensibilidad dérrnica
táctil o calorifica, sino más bien como una detección directa de algún tipo
de energía sutil de acuerdo con los controles realizados durante el presente
experimento y que se detallan después de explicar los procedimientos expe-
rimentales realizados.

SUJETOS

Se estudiaron 19 sujetos; 11 niñas y 8 niños de edades comprendidas en-


tre los 5 y 13 años de edad.
Todos los niños sin excepción gozaban de condiciones Óptimas de salud
durante el estudio y manifestaron estar deseosos de participar en el mismo.
Ninguno de ellos tenía antecedentes de visión extraocular ni entrenamiento
alguno en este tipo de fenómenos. Los niños pertenecían a 6 escuelas dife-
rentes y en todas ellas eran considerados rnuy inquietos y especialmente re-
nuentes para aceptar normas rígidas de disciplina y conducta. Por lo demás,
fueron catalogados como altamente inteligentes y despiertos. Aunque las
condiciones familiares variaron de niño a niño, no se observaron diferen-
cias notables que pudieran ser explicadas por este factor, a excepción de una
notable destreza inicial en 5 niñas y 2 niños cuyas familias podrían ser cata^
logadas como rnuy motivantes y con una situación de estabilidad óptima.

ENTRENAMIENTO

Previamente a la iniciación de los experimentos de detección de vi-


sión extraocular. todos los niños recibieron u n entrenamiento que duró
entre una y tres sesiones y que se repetía en todas las sesiones de prueba pos-
teriores a las iniciales. De esa manera, cada niño fue sensibilizado antes
de y durante todo el transcurso del experimento hasta queadquirió una des-
treza suficientemente automatizada para ya no necesitar entrenamiento
adicional.
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Las características del entrenamiento se explican a continuación en la


secclencia en la cual ocurrió:

1. Con el niño cómodamente sentado y con la espalda recta se efectua-


ban tres ejercicios respiratorios que consistían en:
a. expulsión forzada de aire a través de las fosas nasales durante 60
segundos con los ojos cerrados seguida de una concentración de
la atención en el entrecejo durante 20 segundos.
b. respiración alternada a través de ambos orificios nasales durante
60 segundos con los ojos cerrados seguida de concentración de
la atención en el entrecejo durante 20 segundos.
c. inhalación y exhalación forzadas de aire en forma rítmica y sos-
tenida hasta el límite de cada niño seguida de la siguiente medi-
tación:
2. Manteniendo la misma postura el niño recibía las siguientes instruc-
ciones:
"con los ojos cerrados, concéntrate en el entrecejo y deja fluir
tus pensamientos sin obstruirlos o controlarlos. Una vez que lo-
gres lo anterior, concéntrate en ti mismo y pregúntate ¿quiénsoy
yo? sintiéndote a ti mismo. Mantén tu concentración en ti mismo
por el tiempo que te sea posible."
La verbalización de las instrucciones anteriores se adecuaba al
nivel de entendimiento de cada niño.
El tiempo total de cada meditación variaba de niño a niño con un
rnínimo de 5 a 6 minutos y un máximo de 10 a 13 minutos
aprox imadamente.
3. Una vez logrado el punto anterior, el entrenador se sentaba frente al
niño y entrelazaba sus manos con las del infante visualizando una
I ínea de luz que surgía de las palmas de las manos del niilo y. termina-
ba en ei cerebro del mismo. ILa visualización se continuaba hasta poder
mantener la imagen de la I ínea de luz brillante, blanca y sin interrup-
ciones.
4. En ocasiones se colocó la punta de un cristal de cuarzo sostenido por
el entrenador en contacto con el entrecejo del niño o en proximidad
al mismo. Se descubrió "casualmente" que este procedimiento mejo-
raba el entrenamiento y aceleraba el proceso extraocular.
5. Una vez logrado lo anterior se iniciaba la fase de detección extraocu-
lar. Para ello, el niño era vendado de los ojos utilizando una venda
especial totalmente opaca y ajustada a los parpados de tal forma que
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resultaba totalmente imposible la visión retiniana.


6. Se ofrecía al niño material visual consistente en fotografías de alta
calidad en colores brillantes y con contenidos diversos. El entrenador
colocaba una o ambas manos del niño sobre la fotografía haciendo
contacto dbrmico con la superficie de la misma.
Se le pedía al niño que siguiera su intuición tanto en lo que se refiere a
la exploración dkmica de la fotografía como a la exploración del conteni-
do mental estimulado por ella. El niño era solicitado para hacer una descrip-
cibn detallada de todas sus experiencias. Cuando asi lo solicitaba se le ofrecia
retroalimentación verbal acerca de los detalles de la fotografía y acerca de
los puntos de correspondencia entre su descripción de la figura y el conteni-
do de la misma. Utilizando expresiones natural= y espontáneas de asombro
y gusto, el entrenador reforzaba las correspondencias adecuadas y corregía las
inadearadas.
7. El promso de retroalimentación se continuaba hasta que el niño mos-
traba signos de fatiga o desinterés. En estos últimos casos el entrena-
miento se descontinuaba para ser proseguido en otra ocasión. Se
estimulaba al niño para utilizar todo tipo de movimientos con las ma-
nos, explorando de esta manera diferentes posibilidades.
8. Cuando el niño era capaz de describir sin errores las figuras contenidas
en las fotografías. se le pedia que apartara las manos de la superficie
de las mismas y que intentara visualizar su contenido sin contacto
d6rmico. Más adelante, se instruía al niño a realizar movimientos de
barrido en el espacio entre su cuerpo y las fotografías utilizando con-
tracciones rapidas de los dedos de sus manos. Este procedimiento
acentuaba los detalles y mejoraba la focalización además de la distan-
cia límite en la que el niño todavía podía distinguir formas sutiles
tales como letras impresas.
9. Por último, el niño era motivado para dejar de utilizar sus manos por
completo y en cambio "ver" directamente los contenidos sin ayuda
de movimientos.

MATERIALES UTILIZADOS

Se utilizaron una gran cantidad de materiales visuales. La siguiente es una


lista de algunos de ellos:

1. Fotograf ¡as a colorts de paisajes.


2. Fotografias a colores de verduras, frutas y utensilios caseros
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3. Libros convencionales con contenidos lingü ísticos (letras, palabras,


frases etcétera).
4. Otros niños.
5. Objetos medio-ambientales.
6. Programas de televisión en pantallas de T.V.
7. A los niños se les ped ia caminar por la escuela (jardín, aulas etc.) des-
cribiendo lo que veían.

CONTROLES

Por supuesto que un fenómeno tan novedoso y extraño como la visión


extraocular requiere (para poder ser aceptado como demostrado) controles
estrictos acerca de sus características. Aunque no pretendo haber agotado
todas las posibilidades de estudio del fenómeno sí puedo afirmar que no ten-
go duda alguna acerca de la existencia del mismo. Bastará mencionar aquí
algunos de los controles realizados para estimular a otros investigadores para
que se interesen en este fenómeno y realicen estudios por su propia cuenta.
1. La venda utilizada era constantemente examinada con objeto de des-
cartar cualquier posibilidad de rotura accidental imperceptible que permitiera
algún grado (por mínimo que fuera) de visión retiniana. Nunca se localizó
falla alguna en la venda.
2. El material ofrecido al niño era continuamente cambiado de tal forma
que ningún niño podía predecir el material que se le ofrecería.
3. Puesto que una de las posibles explicaciones del fenómeno es la de
que el entrenador trasmitiera los contenidos utilizando movimientos, sonidos
o cualquier otro medio consciente o inconsciente, se puso especial cuidado
para intercalar contenidos gráficos que el entrenador no conocía ni veía du-
rante la presentación. De la misma manera, se le pedía a otros niños actuar
como entrenadores variando el contenido de los materiales utilizados. En
ningún caso se pudo demostrar que el entrenador mandara mensajes sutiles
y puesto que en los casos de desconocimiento del material esto último resul-
taba imposible, se puede descartar el factor de transmisión comoexplicación
del fenómeno.
4. Cuando el entrenamiento llegaba a la fase de visi6n directa sin el uso
de las manos, los niños eran introducidos a un sótano totalmente oscuro y en
BI se les pedía describir objetos. Ninguno de los cuatro testigos utilizados
en este control pudo percibir algún objeto, en cambio, dos de los niños en-
trenados parecían ver los objetos sin dificultad alguna. Este control cuestiona
la pos¡bilidad de que el medio energético decodificado por l a niños sea de
naturaleza fotónica. por lo menos en las umbrales de visión retiniana.
5. El control anterior plantea la cuestión de la sensibilidad extraocular
comparada con la retiniana. Aunque no se realizaron mediciones estrictas
de umbrales, se realizó una prueba de distancia de capacidad de lectura que
resultó enriquwedora. Uno de los niños fue instruido para leer material im-
preso de diferentes dimensiones y a diferentes distancias. Con letras de un
milímetro de tamaño el niño empezó a mostrar dificultades de decodifica-
ción extraocular aproximadamente a los 70 centímetros de distancia sin el
uso de barridos manuales. En este limite, se le sugirió utilizar el barrido y al
hacerlo el niño pudo leer sin dificultad el material y aún incrementar otros
30 cm. la separación de su cuerpo con respectoa lo impreso. El mismo niño.
el entrenador y otros tres niños mostraron dificultad de lectura retiniana a
la misma distancia y con el mismo tamaño de letras que las utilizadas en la
visión extraocular. Esto muestra que los umbrales entre ambos tipos de vi-
sión son similares en l o que se refiere a tamaño y distancia de los elementos
decodificables.
6. Se utilizó un espejo convencional para estudiar la posibilidad devisión
extraocular de objetos reflejados. Se colocó material impreso m un angula
de 45 grados con respecto al espejo y se le pidió al niño describir el espejo.
El ni30 no solamente describió el material impreso sino tambien otros objetos
que el espejo reflejaba y que habían pasado inadvertidas para el investigador.
El control fue concluyente y descarta la posibilidad de que sea un campo
termico o calorífico el decodificado en la visión extraocular.
7. Se utilizb un vidrio de 5 mm. de espesor que se colocó entre el ma-
terial gráfico y el niño. En todos los casos la visión extraocular ocurrió sin
dificultades en esta condición control
8. En cambio, cuando el material se cubría con una hoja blanca de pa-
pel o se obsnufa con una placa de madera, los niííos reportaban la hoja o le
madera y no el material que estos ocultaban.
9. En una ocasión se le pidió a u n niño realizar movimientos manuales
de barrido sobre un material gráfico. Entre las manos y el cuerpo del niño
se colocó una placa de madera de tal forma que las manos no fueron obstrui-
das por ella pero el cuerpo sí l o fue. El niño fue incapaz de percibir extraocu-
larmente el material gráfico pero describió perfectamente la placa de madera.
Este control demuestra que no son receptores localizados en las manos los
mediadores del fenómeno extraocular. en cambio'indican que el resto del
cuerpo es neoesario.
10. Siguiendo la lógica del control anterior, se decidió explorar zonas
corporales mediadoras de la visión extraocular. En cinco de los niños se co-
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locó una pantalla opaca por debajo de sus barbillas durante el ejercicio de
la visión extraocular. En cuatro casos la imagen desapareció. En el caso res-
tante el niño siguió reportando correctamente la fotograf ia que se le mostraba
pero matizada por el color de la pantalla obstructora que en este caso era roja.
11. Intentando aún una mayor exactitud en la localización de la zona
corporal mediadora de la visión extraocular, se utilizó el siguiente procedi-
miento con uno de los niños más avanzados; el cuerpo del niño se colocó de-
trás de una placa metálica. La cabeza del niño se colocó detrás de una placa
de vidrio de 6 milímetros de espesor la que se utilizó como ventana para la
presentación de impresiones a color. El niño fue perfectamente vendado de-
jando al descubierto su frente, barbilla, nariz y pómulos. Las manos y los
brazos del niño fueron obstruidos por la placa metálica. En esta condición,
el niño describió sin dificultad el material presentado. En seguida, se cubrió
totalrnente la frente del niño y se le volvió a presentar el material no notán-
doce alteración alguna. Ningún cambio apreciable fue notado al cubrir los
pómulos y la nariz del niño. Sin embargo, al cubrir la boca se notó una franca
disminución en la destreza de la detección. El niño comenzó a manifestar
dificultades y a presentar errores. Cuando la barbilla fue cubierta, el niño dejó
completamente de percibir.
Sin embargo, el caso no es ni típico ni generalizado. En el mismo nifio
o en otros, la zona crítica variaba con el tiempo de tal forma que no es po-
sible definir con exactitud la existencia de una zona corporal indispensable
y especifica para mediar la visión extraocular. Un ejemplo ilustrativo de lo
anterior fue una niña de 6 años.
Esta niña, extraordinariamente despierta y activa aprendib a ver extrao-
cularmente en la segunda sesión de entrenamiento y pronto demostró poseer
una facilidad especial para desenvolverse en esta actividad.
Se realizaron las siguientes pruebas en ella:

A. Se presentaron materiales gráficos colocándolos en la espalda de


la niña. No solamente logró identificar el material, sino que inclu-
so pudo leer palabras y frases impresas.
B. Utilizando un par de anteojos submarinos ("goggles") rellenos
de algodón de tal forma de impedir totalmente la visión ocular,
la niña fue invitada a caminar libremente en un parque de la ciu-
dad de México describiendo todo lo que lograba "ver". Al prin-
cipio con cautela pero pronto totalrnente desinhibida la nifia
recorrió el parque describiendo los árboles, las bancas otros ni-
LA LUZANGELMATICA

ños, perros, vendedores ambulantes y el resto del estereotipo sin


dificultad. Lo más asombroso de la experiencia fue no solamente
la exactitud y facilidad de la descripción sino que ésta reflejaba
una percepción omnidireccional. En otras palabras, la niña des-
cribía tanto lo que se encontraba adelante como lo que se hallaba
detres de ella.
C. Tanto ella como su hermano aprendieron a percibir los órganos en
el interior del memo humano. El entrenamiento fue enteramente
similar al descrito con la excepción de que el enfoque de la aten-
ción se localizaba no en la superficie, sino en las profundidades
del cuerpo. Ambos niños lograron describir las características es-
pecificas y el estado de alteración pulmonar en un caso de enfise-
ma pulmonar. Otros tres niños lograron describir la localización
exacta y las dimensiones de fracturas oseas debidas a accidentes
de varios años de antigüedad. Las descripciones de las cicatrices
en los huesos coincidieron con las ofrecidas por los accidentados.
D. Dos niños se ofrecieron para intentar aliviar el dolor y disminuir
la infección ótica de dos adultos. Los niños fueron entrenados a
ver el interior del cuerpo y a localizar alteraciones en el mismo.
Ambos acertaron al reconocer el oido izquierdo como infectado
en los dos adultos. Mencionaron percibir unacoloración extraña en
ese oído y procedieron a transformar esa coloración hasta acer-
carla en tinte a la del oido sano. Los adultos mencionaron expe-
rimentar una inmediata mejoría la que duraba un promedio de
tres dias. Uno de los adultos (padre de los niños) repitió la manio-
bra varias veces notando en todas ellas el mismo resultado con
similar duración.
E. Todos los niños decidieron aprender a utilizar su habilidad ex-
traocular para percibir zonas corporales afectadas por dolores o
alteraciones tisulares. Los niños lograban describir Órganos y
zonas corporales sin ayuda de ningún manual de anatomía. Loca-
lizaban zonas alteradas en forma espontánea como si éstas emi-
tieran señales fácilmente reconocibles y discriminables por ellos.
En casos de infecciones. los niños fueron instruidos a destruir
los agentes patógenos emitiendo (a partir de sus dedos) "energía"
en grandes cantidades.

12. Sobretodo en los niños más pequeños. se notó un ligero aunque claro
movimiento lateral de toda la cabeza la que se inclinaba entre 20° y 30° hacia
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el lado derecho o izquierdo en un plano que se desdibujaba como paralelo al


plano del objeto. La impresión que se desprendía a partir del movimiento de
inclinación es que el cuerpo del niño buscaba una interacción más cercana en-
tre hemisferio derecho o izquierdo y el material por decodificarse.
13. Al inicio del entrenamiento, se notó que el niño seguía los contornos
de los objetos antes de poder describirlos. En forma similar, colocaba sus dedos
por debajo de una letra u objeto en el momento en el que iniciaba la descrip-
ción. Esta observación se repitió en todos los casos estudiados y constituyó
una evidencia acerca de la existencia de una sabiduría corporal que después
se lograba verbalizar.

RESULTADOS

Gran parte de los resultados ya se han descrito en las secciones anteriores.


Por ello, en ésta intentaré realizar una integración de todos los resultados ob-
tenidos sin detenerme en procedimientos y detalles innecesarios.
El resultado mas claro y básico que se desprende de este estudio, es que
es posible percibir visualmente sin necesidad de usar los ojos y los receptores
retinianos. La finura del detalle de la visión extraocular parece ser similar al
de la visión retiniana lo mismo que su fidelidad. La visión extraocular parece
ser capaz de representar un mundo visual enteramente similar al que presenta
la visión retiniana sin la necesidad de utilizar la complejidad colosal de la
estructura retiniana y presumiblemente sin la participación de las estructuras
cerebrales comúnmente encargadas de decodificar el mundo visual.
Una de las más llamativas observaciones y una de las que primero se
evidenciaron, es que los niños que parecían estar más en contacto con ellos
mismos, los más seguros e intensos en su identidad personal, fueron los que
con mayor facilidad adquirieron la visión extraocular.
El fenómeno existe y además su desarrollo parece seguir una secuencia
lógica y repetida en los casos estudiados. Los niños que después de su en-
trenamiento son confrontados con un material gráfico al que no tienen acceso
visual, utilizan sus manos y sus dedos para recorrer este material intentando
decodificarlo. En los casos más diestros basta una sesión para que el niño co-
mience a ver extraocularmente. En los casos "comunes" tres sesiones. En su
primera interacción, la mano comienza por "barrer" la página del papel sin
un plan o esquema predecible hasta que algo acontece que hace que los con-
tornos de los objetos sean detectados.
Si la fotografía contiene una naranja, la mano del niño seguirá el contor-
no de la misma durante algunos segundos pero si se le pregunta al niño quk es
lo que siente. este no podrá describir algo congruente con las características
de sus barridos manuales.
Si se le hace notar lo anterior, el niño súbitamente puede darse cuenta
de que debe haber un objeto redondo pero la visión extraocular seguirá sin
aparecer. Pronto. el niño se cansa o impacienta de sus movimientos y decide
dejar de realizarlos. Permanece quieto con su mano encima del papel con-
centrado en sus sensaciones y con una tendencia a inclinar su cabeza. En algu-
nos casos. después de esta concentración el fenómeno aparecia. En otros el
niño debía recibir retroalimentación más detallada quizá para descartar imá-
genes sin correspondencia y fortalecer las congruentes con el material real.
Ya sea de una u otra forma. la visión extraocular aparecia en una especie de
salto cuántico aialitativo desde una casi total incapacidad de detección hasta
una casi total perfección de decodificación.
En realidad toda la descripción anterior tenia como objeto llamar la
atención acerca de una notable característica del fenómeno de visión ex-
traocular siendo ésta su aparición súbita y todo-o-nada en un salto discreto
indudable.
Una vez que lo anterior ocurría el niño era capaz de percibir cualquier
material que se presentase con una exactitud de detalle y finura asombrosos.
Generalmente, la primera sesión en la que aparecia el fenómeno implicaba
un gasto energbtico muy grande porque los niños manifestaban signos claros
de cansancio y en algunos casos se quejaban de dolores intensos en los ojos.
Estos dolores y el correspondiente cansancio disminuían a partir de la segun-
da detección. En los casos más avanzados la visión extraocular dejaba de
implicar un gasto energético excesivo porque el niño era capaz de realizar
detecciones sin mayor preparación y con una total naturalidad y maestría.
Cuando otros niños veían las ejecuciones de sus compañeros manifesta-
ban el deseo de ejercitarlas por su propia cuenta. Cuando esto sucedía, el
proceso de aparición del fenómeno parecía acelerarsé. Quiero decir con lo
anterior que la ausencia de dudas acerca de la veracidad del fenómeno y la
confianza en el entrenador eiercieron una influencia facilitadora.
Intentando estudiar hasta donde la visión extraocular sigue las mismas
leyes de perspectiva y Gestalt que la visión retiniana se realizaron una serie
de pruebas que se describen a continuación. Un niño fue solicitado para rea-
lizar descripciones de sus sxperiencias mientras el material visual se alejaba
de su cuerpo sin que el niño estuviese enterado de la maniobra. Sin dudarlo,
el niño describió un fenómeno de alejamiento y no uno de reducción de
tamaño o de cambio de material. En otras palabras. el niño percibió correc-
tamente la maniobra tal y como la hubiera detectado con su visión retiniana.
JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM 171

De la misma forma, en todos los casos en los que se probó superponer un ob-
jeto al gráfico, los niños pudieron describir correctamente la maniobra. Con-
tinuamente se le presentaba al niño objetos en movimiento y también en
todos los casos la detección e interpretación de los mismos fue correcta.
Se presentaron prácticamente todos los colores del espectro con diver-
sas tonalidades de los mismos y en todos los casos se observó una adecuada
descripción de éstos.
Cada niño (a pesar de seguir procedimientos similares de entrenamiento)
manifestaba un estílo personal durante la visión extraocular. Una niña, por
ejemplo, siempre realizó barridos rápidos con sus dedos frente al material
gráfico porque, de acuerdo con su descripción, así era más fácil y exacto.
Otro niño prefería leer palabras y no ver fotografías. Otro más prefería figuras
y no material de lectura. La lectura de palabras se ejercitaba en una forma
graduada, iniciándose con una detección de letras aisladas generalmente colo-
cando un dedo debajo de la letra por leer. Bastaban unos minutos para que el
niño empezara a leer palabras completas (aun en idiomas desconocidos para
ellos) y másadelante la rapidez en la lectura sebolvía similar a la usual con visión
retiniana. Dos excepciones a este último caso fueron la de un niño y una niña
que leían extraocularmente con mayor rapidez que con visión retiniana y que
manifestaban más interés por hacerlo extraocularmente. Este interés se
aprovechó para adelantar a los niños en sus clases de lectura del español.
De hecho, un interés de este estudio fue el de hallar una manifestación
visible de una capacidad "psicofisiolbgica" para motivar a los pequeños para que
aprendieran técnicas de contacto con su verdadera identidad. Por ello siem-
pre se enfatizaba la necesidad de realizar meditaciones centradas en la expe-
riencia del uno mismo y en la pregunta acerca de ¿quién soy yo?
En este contexto, el autor manifiesta su ignorancia acerca de si otros
métodos de entrenamiento pudieran ser más efectivos que los empleados en
este estudio.
De hecho, algunos niños se dieron a la tarea de entrenar a sus amigos,
hermanos y conocidos y de ejercitar sus habilidades por su propia cuenta
con resultados excelentes.
Una observación interesante es acerca de la edad en la cual la visión
extraocular se facilita. Obviamente se necesitaría una muestra mucho mayor
que la empleada aquí para contestar la pregunta. Sin embargo, algunas con-
clusiones se pueden desprender de los intentos infructuosos que el autor
realizó con jóvenes de edad superior a los 16 años y con adultos todavía
mayores. Parecería que el fenómeno es dif Ícil de evocar después de una edad
I ímite de alrededor de 15 años.
En ocasiones se realizaron meditaciones en grupo en las que sevisualiza-
ban luces y se estimulaba el contacto con el uno mismo. Siempre después de
una meditación de este tipo, la visión extraocular se facilitaba. Es impresión
d e autor que el fenómeno se presenta con mayor intensidad y en una forma
más clara cuando tanto el niño como el entrenador se encuentran tranquilos.
concentrados en sí mismos en un nivel en el cual el sí mismo pierde "fronte-
ras". En otras palabras, cuando existe un contacto auténtico con una sen-
sación de identidad que trasciende lo puramente personal.
Otra observación interesante es que el entrenador no necesita visión ex-
traoailar para poderla enseñar.
Los niños fueron cuestionados en muchas ocasiones acerca de sus ex-
periencias internas durante la visión extraocular. Algunos de ellos decían
que lo que veían era exactamente igual que lo que percibían normalmente
con los ojos abiertos. De hecho en una ocasión una niña se prestó a ver
televisión con los ojos vendados describiendo a la perfección lo que sucedía
en la pantalla como si el aparato estuviese dentro de ella. Otros niños des-
cribieron la aparición de una pequeña pantalla dentro de su "mente" en la
cual aparecian las figuras presentadas. Ningún niño mencionó que tuviera que
crear conscientemente la imagen extraocular. Más bien, la imagen ocurría
"por si misma" de la misma forma en la que nuestras percepciones visuales
normales acontecen. La automatización de la imagen extraocular era clara
desde el surgimiento del fenómeno y no parecía facilitarse, en forma notable,
con la práctica. Sin embargo, lo que s i acontecia a medida que el niño utili-
zaba su habilidad extraocular, era que seestimulaban una serie de fenómenos
"adyacentes" al extraocular propiamente dicho. Tales fenómenos ya se han
descrito en parte y consistieron en una destreza extraña que permitía queel
niño percibiera los órqanos internos del cuerpo a travks de la piel y aue de-
tectara zonas corporaies dañadas o enfermas revertiendo sus síntomas. Esta
capacidad de curar junto con la visión "intracorpórea" serán discutidas más
adelante.
El último resultado que me gustaría enfatizar es la relación entre el fe-
nómeno extraocular y los cristales de cuarzo. En la sección de discusión,
.
oresentaré una oostulación teórica oue
~~~ . oretendere
. elucidar el efecto facili-
tador de los cristales de cuarzo. Baste decir aquí que este efecto facilitador
se observó en por lo menos 5 infantes (3 niñas y 2 niños) y que su descu-
brimiento fue sorpresivo. Una de las niñas del estudio se prestó para hacer
una demostración de su capacidad para ver un programa de T. V.. Utilizan-
do una videograbadora Sony se proyectó una película Inglesa a colores con
subtítulos en español. La niña manifestó una dificultad para leer los sub-
JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM 173

títulos a una distancia de 5 metros con respecto a la pantalla (el equipo


reproductor tenia una pantalla de aproximadamente 60 cm. y era de tipo
Sony), aunque pudo describir los colores de las escenas y la acción drama-
tizada. Mencionaba que aparecían I íneas y puntos obstructores. Súbitamente,
la niña me solicitó un cristal de cuarzo que llevaba conmigo y que utilizo
en mis meditaciones. Al sostener el cristal con su mano derecha, la niña
afirmó que las líneas y puntos distractores habían desaparecido, pudo leer
fluidamente los subtítulos de la película y describir con lujo de detalles las
escenas. El efecto fue tan dramático y claro que a partir de ese momento
se probó su bondad con otros niños. Dos niñas afirmaron que el material
gráfico que se les presentaba (una serie de fotografías de paisajes) adquiría
tridimensionalidad al ser extraocularmente percibido mientras un cristal
de cuarzo era sostenido entre sus manos. Era, afirmaron, como si con el
cristal estuvieran dentro de la fotograf ía (en medio del paisaje) y sin el cris-
tal afuera y observándola como fotografía bidimensional.
Por Último, 2 niños y 2 niñas fueron capaces de incrementar la distancia
máxima en la que podían leer material impreso, con la ayuda de cristales
de cuarzo.

El mundo visual nos presenta tal apariencia de objetividad, realidad y


concretisrno externo, que sus elementos; árboles, rocas, nubes, animales,
caras, edificios etc. etc. parecerían constituir los elementos iniciales de un
proceso perceptual fenomenológicamente isomórfico. De esta manera, rara
vez nos percatamos que lo que vemos como objetos con formas, colores
y texturas diversas no están al1 í dados en sí mismos esperando ser vistos por
una especie de espejo mágico que simplemente refleja sus características,
sino que por el contrario son creados a través de un procesamiento cerebral
extraordinariamente complejo.
Puesto que no somos capaces de percibir el proceso neurona1 responsa-
ble de la creación de nuestras imágenes visuales, sino únicamente tenemos
acceso al producto final de tal procesamiento, suponemos que existe un
exterior independiente y separado al que tenemos acceso y nos olvidamos
(generalmente no existe razón para el olvido puesto que la creación de la
experiencia como posibilidad jamás ha sido considerada por nosotros, por
lo que no existe nada que recordar) que lo que vemos es el producto de
nuestra transformación de un "exterior" al que no tenemos acceso en s í
mismo.
De esta miopía es responsable el énfasis en lo material y el olvido de no-
sotros mismos.
El fenómeno extraocular es una advertencia en contra de este engaño e
ilusión. de la misma forma en la que la percepción retiniana lo debería ser.
En realidad. el fenómeno de la visión extraocular y la visión retiniana
normal no difieren en ningún aspecto esencial como intentaré demostrar en
esta discusión.
El aspecto m6s misterioso y esencial del proceso perceptual lo constituye
la transformación de la estructura energética del precepto a la cualidad de la
imagen. Esta estructura energética está dada por el patrón de interferencia
resultante de la interacción entre el campo neuronal y el campo cuántico.
El procesamiento cerebral y espacial que da lugar a esta estructura es mlo-
salmente mmplejo y todavía muy lejos de ser totalmente comprendido.
pero en él no existen cambios cualitativos "cuasirnilagrosos". En otras pala-
bras, no existe luz ni en la actividad de los circuitos cerebrales encargados
de darle forma al campo neuronal, ni en este último como tampoco en el
patrón de interferencia resultante de su interaccibn con el campo cuántico.
En cambio,síexiste luz en la imagen visual.

Puesto que los reportes de los niños indicaron que ellos percibían una
imauen vlsual luminosa (aunaue extraocularmente procesada). esta visión v
la ret~nianano difieren en este aspecto. Ya mencioné la posibilidad teórica
de que sea un procesador central asociado con la activación neurologoritmi-
ca o la misma iinificación energética de un carnpo neuronal de alta sintergia
(creado por un sistema nervioso funcionando en una alta coherencia inter e
intrahemisféricasl el que al interactuar con la estructura energética del patrón
de interferencia. active la imagen cualitativa. No se pretende decir aquí que
el procesador central es un circuito de alta inclusión por convergencia o un
algoritmo de alto poder de integración. Más bien, que es la activación de estos
procesos los que de alguna manera se asocian con la puesta en marcha de un
centralizador. Se antoja pensar que cuando el sistema nervioso alcanza un alto
arado de unificación interna. los Drocesos energéticos
u " aue rerultan de la
misma. hagan posible la interacción de ese sistema nervioso con algún nivel
energético espacial representativo de la "totalidad" del Universo y que ese con-
tacto sea el responsable de la cualidad de la experiencia. En este caso. el pro-
cesador central estaría más cercano a la "totalidad" que a la existencia o
puesta en marcha dealgún circuito o campo neuronal específico.
JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM 175

La diferencia más notable entre la visión extraocular y la retiniana es,


además de la utilización o n o de los ojos c o m o transductores, la presencia o
ausencia de componentes visuales e n el campo neuronal. En este sentido,
la estructura energética de la experiencia visual e n la visión retiniana, (es
decir, cuando sí existen componentes visuales e n el campo neuronal) debe
contener algún t i p o de amplificación de la morfología energética de los pa-
trones de interferencia dados p o r la interacción de los componentes visuales
de ambos, el campo neuronal y el cuántico. E n la visión extraocular (en
ausencia de componentes visuales del campo neuronal), el p a t r ó n de inter-
ferencia debe ser diferente p o r l o menos en este factor de amplificación
(el mismo debe estar ausente). Para lograr decodificar una imagen a partir
de tal ausencia, el procesador central debería estar más activo que en la
visión normal. Que este parece ser el caso l o demuestra el hecho de que
los niños c o n mayor capacidad para ser ellos mismos eran los que más fá-
cilmente lograban la visión extraocular y los fenómenos adyacentes a ella
c o m o la visión intracorpórea. La existencia de esta Última es crítica para
descartar la posibilidad de superficies dérmicas mediadoras de la visión
extraocular. Toda la evidencia reunida hasta la fecha indica que de ser ne-
cesaria, la zona corporal mediadora (es decir transductora de la imagen
en compensación de la retina) es a todas luces inespecífica. E n u n mismo
n i ñ o la zona variaba de localización (de la barbilla a la espalda o de las pal-
mas de las manos a la barbilla) y en cada n i ñ o la zona era diferente. Sin
embargo, e n todos se observó u n desarrollo similar. E l n i ñ o empezaba a
ver extraocularmente estableciendo u n contacto directo entre las yemas
de sus dedos y el material gráfico. Más adelante, lograba decodificar el ma-
terial separando sus manos del mismo. Después realizaba movimientos de
barrido en el espacio entre su cuerpo y el material, utilizando sus manos.
Más adelante podía ver colocando sus manos y brazos ocultos detrás de su
espalda. Por Último, el material p o d í a ser colocado en la espalda del n i ñ o
o el n i ñ o podía caminar y describir l o que se localizaba adelante o atrás de
su cuerpo sin que aparentemente mediara alguna zona corporal. Este desa-
r r o l l o indica la existencia de u n proceso de alejamiento o separación del
cuerpo c o n respecto a la visión extraocular. E l mas claro indicio de esta
independencia era la visión intracorpórea. Esta aparecía cuando se c o m -
pletaba el proceso anterior.

Una observación que constituyó una verdadera sorpresa cuando apa-


reció y que es u n hallazgo c o n posibilidades inmensas, es la relación entre
la visión extraocular y los cristales de cuarzo. Cuando los nifiossostenían uno
de ellos, la imagen extraocular se focalizaba, adquiría mayor detalle y pre-
cisión y en el caso de material gráfico bidimensional, este adquiría una nueva
dimensión y se volvía tridimensional.
Una posibilidad de explicación de esta relación es que la estructura mo-
lecular y atómica del cristal de cuarzo afecte a la estructura energética del
campo neuronal modificando su morfología en una forma tal que su inte-
racción con el campo cuántico produzca un patrón de interferencia cuyos
componentes visuales sean más fácilmente decodificables por el procesador
central.
En escritos anteriores (Grinberg-Zylberbaum J. 1981. 1982) he postu-
lado que tanto la actividad cerebral como el campo neuronal y el mismo c a m ~
po cuánrica son capaces de cambiar su organización informacional dentro
de un continuo sintbrgico que varía desde un extremo de baja hasta otro
de alta sintergia. En el extremo de baja sintergia. la organización informa-
cional es de baja inclusión en cada uno de sus elementos, de baja capacidad
algoritmica, de baja redundancia y organización y de pobre nivel de interac-
ción entre partes. En cambio. en el extremo de alta sintergia. cada elemento
de la organización es altamente inclusivo. de gran poder algorítmico, la
organización es elevada. existen conexiones entre los elementos y la redun-
dancia es máxima. Cada elemento de alta sintergia de una organización
contiene a la totalidad de la organización. Una organización o un espacio de
alta sintergia es más capaz de dar lugar a propiedades emergentes que un
espacio de baja sintergia Un cerebro en un estado de alta neurosintergia es
un cerebro más coherente. organizado, inclusivo e integrado y más centrado
en s i mismo que u n cerebro en u n estado de funcionamiento de baja neuro-
sintergia.
También se ha demostrado. que un oerebro en alta sintergia, es capaz de
comunicarse más fluidamente. alterar la fuerza gravitacional y establecer un
contacto directo con otros cerebros (Grinberg-Zylberbaum. J. 1982).
Si un cristal de cuarzo incrementara la organización sintbrgica de un
campo neuronal se esperaría que este último adquiriera una mayor capacidad
Dara interactuar con el camoo cuántico v. aue . esto facilitara fenómenos tales
como la visión extraocular.
La estructura molecular del cristal de cuarzo está de acuerdo con la idea
de que su efecto pueda ser un incremento en el nivel de sintergia del campo
neurona1 Esta estructura consta de u n átomo de Silicio (Si) conectado con
átomos de oxígeno, O formando pirámides tetrabdricas las que forman
2
espirales tridimensionales cuyas vueltas se repiten cada cuatro moléculas.
JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM

La primera molécula de cada espiral ocupa la misma posición que la cuarta


y esta misma disposición se repite a lo largo y ancho del cristal. La distancia
interatómica dentro de cada pirámide tetraédica es de 1.61 -k 0.03 A pa-
ra la distancia Si-O2 y el ángulo Si-02- Si es de 142O. La unidad cristali-
na fundamental está formada por una espira de cuatro moléculas las que
pueden englobarse dentro de un cubo cuyos lados tienen una longitud de
4.913 A y 5.405 A respectivamente. La longitud de onda asociada con es-
tas dimensiones es la que cae dentro del rango de los rayos X (entre 0.1 y
100 A. siendo cada A= 16' cm.).
La alta redundancia, organización y simetría de los cristales de cuarzo
podría servir como un modulador energético del 'campo neuronal el que
al atravesar el cristal mimetizara su estructura incrementando de esta forma
su sintergia. Esta relación podría significar que el campo neuronal posee
componentes de frecuencia del orden de los rayos X. La capacidad de visión
intracorpórea manifestada por los niños más adelantados indica que aquello
que media su experiencia perceptual debe estar asociado con un campo de
alta capacidad de penetración a través de cuerpos opacos. Si el campo neu-
ronal posee una longitud de onda parecida a la de rayos X, esto podría empe-
zar a explicar el fenómeno observado aquí y la evidencia de modificación
del peso de objetos localizados dentro de blindajes de metal estudiada en
otro experimento (Grinberg-Zylberbaum. J. 1981, 1982).
Por Último, la característica discreta del fenómeno y su aparición cuán-
tica o todo o nada, merecen un intento de explicación. Debe existir alguna
relación entre esta característica y el desgaste energético que los niños su-
frían durante las primeras sesiones. Posiblemente el establecimiento de una
interacción directa con el campo cuántico y la decodificación del patrón de
interferencia "anómalo" (sin componentes visuales por parte del p m p o
neuronal ) requiere de un gasto energético exagerado que permita traspasar
algún umbral desconocido.
Sea lo que fuere, el fenómeno de visión extraocular parece abrir posi-
bilidades de estudio y de entendimiento de la función cerebral hasta ahora
ignorados.
LA LUZANGELMATICA

BIBLIOGRAFIA

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Grinberg-Zylberbaum, J. The retrieval of learned information. A Neuro-
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LIBROS DEL MISMO AUTOR

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Las Creaciones de la Existencia. Trillas. México. 1976
El Vehículo de las Transformaciones. Trillas. México. 1976
Más Allá de los Lenguajes. Trillas. México. 1976
Psicofisiología del Aprendizaje. Trillas. México. 1976
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El Despertar de la Conciencia. Trillas. México. 1978
Los Fundamentos de la Experiencia. Trillas. México. 1978
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Los Chamanes de México. IV La Cosmovisión de los Chamanes. INPEC.
México. 1988
La Expansión del Presente. INPEC. México. 1988
Creation of Experience. INPEC. México. 1988
Psicofisiología del Poder. INPEC. México. 1988
Cantos de Ignorancia Iluminada. INPEC. México. 1988 -
E<ta obra <c terminó de imprimir r n el mer
de ahril de 1991 cn lo\ tallere< de
Cia. Ediiorial EleirroCoinp.. S.A. de C.V..
Cñlr. dc Tlalpan 1702
Col. Coiintw Cluh.
Meiico. D.F.
LA VISION EXTRAOCULAR

En 1982 la compañía mexicana de televisión Televisa me invitó a participar, en


calidad de testigo, en un programa en directo que trataría acerca de un tipo de
visión fuera de lo común. Se requería mi presencia para juzgar la veracidad del
fenómeno como investigador en el área de Neurofisiología y profesor de la
Universidad Nacional.

Accedí, y en el estudio me encontré con una veintena de niños que


conversaban animadamente mientras se preparaban para la demostración.
Una vez comenzada ésta, su instructor, el profesor Altamirano, vendó los ojos a
uno de los niños y le puso delante una serie de fotografías. El niño las tocó con
las palmas de sus manos describiendo, al mismo tiempo, lo que veía. Intrigado,
me acerqué y pude constatar que la descripción coincidía a la perfección con el
contenido del material gráfico. Después, otros niños fueron sometidos al mismo
proceso y en todos los casos acertaron en sus descripciones. No pude hallar ni
errores, ni intentos de engaño en el procedimiento. A la salida del programa le
propuse a Altamirano utilizar sus procedimientos para ayudar a niños invidentes
a ver con las manos. Altamirano aceptó, al igual que lo hizo el Departamento
del Gobierno encargado de la educación de niños ciegos.

Durante varios meses intentamos enseñar la visión extraocular a estos niños,


pero sin éxito. Una vez por semana Altamirano venía a la escuela de
invidentes, se encerraba con los niños y después se iba. Nunca supe sí el
fracaso se debió a lo esporádico del régimen de entrenamiento o al poco
tiempo que duró todo el proceso. Tampoco pude recibir instrucciones detalladas
de la técnica empleada, porque el profesor Altamirano la mantenía en secreto,
lógicamente.

Varios años más tarde, durante el disfrute de un año sabático, decidí dedicarme
durante seis meses a la enseñanza de niños en una escuela primaria de
Cuernavaca, distante 70 kilómetros de la ciudad de México, cuyo director me
permitió poner a prueba diferentes técnicas alternativas de educación. Una
mañana, mientras descansábamos en el jardín de la escuela, una niña me
comentó que había visto un programa de televisión en el cual se mostraban
experiencias extraoculares, y me pidió que se las enseñara. Aunque no me
sentía capaz, puesto que desconocía la técnica de la «visión extraocular»,
recordaba algunos comentarios de los niños ciegos y me decidí a probarla con
la niña.
Le pedí que se relajara, que se concentrara en su respiración y que tratara de
visualizar una luz en su entrecejo. Después tomé sus manos y le pedí que se
imaginara una línea luminosa interconectando sus dedos con su entrecejo.
Coloqué sus palmas sobre una fotografía en color después de vendarle los ojos
y la niña me describió la información de la fotografía.

Otros niños se acercaron a nosotros. En menos de una hora, seis o siete críos
veían extraocularmente. Todos estábamos encantados con la experiencia, de
modo que la continuamos durante varios meses, hasta que tanto el director de
la escuela como los padres de familia nos prohibieron proseguir las
experiencias debido a que los niños adivinaban sus pensamientos, movían
objetos a distancia y empezaban a desafiar toda su cosmovisión.

La misma experiencia se ha repetido con idénticos resultados en otra escuela


de la ciudad de Toluca, esta vez apoyada por los padres de familia y los
directivos de la institución.

Lo que sigue es una descripción de la experiencia de Cuernavaca, escrita con


el mayor número posible de detalles y con el propósito de que quien así lo
desee pueda ponerla en práctica.

Se estudiaron diecinueve sujetos: once niñas y ocho niños, de edades


comprendidas entre 5 y 13 años de edad. Todos, sin excepción, gozaban de
condiciones óptimas de salud y manifestaron estar deseosos de participar en la
misma. Ninguno de ellos tenía antecedentes de visión extraocular ni
experiencia alguna respecto a este tipo de fenómenos. Pertenecían a seis
escuelas diferentes; en todas ellas eran considerados muy inquietos y
especialmente remisos a aceptar normas rígidas de disciplina y conducta. Por
lo demás, fueron catalogados como altamente inteligentes y despiertos.
Aúnque las condiciones familiares variaban de niño a niño, no se observaron
diferencias notables, salvo en una apreciable destreza inicial en cinco niñas y
dos niños con una situación de estabilidad familiar óptima.
APRENDIZAJE INICIAL

Previamente a la iniciación de los experimentos de detección de visión


extraocular, todos los niños recibieron un aprendizaje que duró entre una y tres
jornadas y que se repetía en todas las sesiones de prueba posteriores a las
iniciales. De esta manera, cada niño fue sensibilizado antes y durante todo el
transcurso del experimento, hasta que adquirió una destreza lo suficientemente
automatizada como para no necesitar entrenamiento adicional.

Las características del aprendizaje se explican a continuación en la misma


secuencia en la cual se desarrolló éste.

Con el niño sentado cómodamente con la espalda recta, se efectuaban los tres
ejercicios respiratorios siguientes:

a) Expulsión forzada de aire a través de las fosas nasales durante 60


segundos, con los ojos cerrados, seguida de una concentración de la atención
en el entrecejo durante 20 segundos.

b) Respiración alternada a través de cada uno de los orificios nasales durante


60 segundos, con los ojos cerrados, seguida de concentración de la atención
en el entrecejo durante 20 segundos

c) Inhalación y exhalación forzadas de aire, de forma rítmica y sostenida, hasta


el límite de cada niño.

A continuación, y en la misma postura, el niño practicaba la meditación a partir


de las siguientes instrucciones:

«Con los ojos cerrados, concéntrate en el entrecejo y deja fluir tus


pensamientos sin obstruirlos o controlarlos. Una vez que logres lo anterior,
concéntrate en ti mismo y pregúntate ¿quién soy yo?, sintiéndote a ti mismo.
Mantén tu concentración en ti mismo durante el tiempo que te sea posible.»

La verbalización de las instrucciones anteriores se adecuaba al nivel de


entendimiento de cada niño.

El tiempo total de cada meditación variaba de niño a niño, con un mínimo de 5


a 6 minutos y un máximo de 10 a 13 minutos, aproximadamente.

Una vez logrado el punto anterior, el instructor se sentaba frente al niño y


entrelazaba sus manos con las de este, visualizando una línea de luz que
surgía de las palmas de las manos del niño y terminaba en su cerebro. El
ejercicio continuaba hasta que se mantenía la imagen de la linea de luz
brillante, blanca y sin interrupciones.

En ocasiones se colocó la punta de un cristal de cuarzo sostenido por el


instructor en contacto con el entrecejo del niño o próximo al mismo. Se
descubrió así que este procedimiento mejoraba el aprendizaje y aceleraba el
proceso extraocular.

Después se iniciaba la fase de detección extraocular. Para ello, al niño le


vendaban los ojos utilizando una venda especial totalmente opaca y ajustada a
los párpados, de tal forma que resultaba totalmente imposible la visión
retiniana.

Se ofrecía al niño material gráfico consistente en fotografías de alta calidad en


colores brillantes y con contenidos diversos. El entrenador colocaba una o
ambas manos del niño sobre la fotografía, haciendo contacto dérmico con la
superficie de la misma y le pedía que siguiera su intuición tanto en lo que se
refiere a la exploración dérmica de la fotografía como a la exploración del
contenido mental estimulado por ella.

Luego se le sugería que hiciese una descripción detallada de todas sus


experiencias. Más tarde se le ofrecía retroalimentación verbal acerca de los
detalles de la fotografía y acerca de los puntos de correspondencia entre su
descripción de la figura y el contenido de la misma. Utilizando expresiones
naturales y espontáneas de asombro y gusto, el instructor reforzaba las
correspondencias adecuadas y corregía las inadecuadas.

El proceso de retroalimentación continuaba hasta que el niño mostraba signos


de fatiga o desinterés. En estos últimos casos, el entrenamiento se suspendía
para ser proseguido en otra ocasión. Se estimulaba al niño para utilizar todo
tipo de movimientos con las manos, explorando de esta manera diferentes
posibilidades.

Cuando el niño era capaz de describir sin errores las figuras contenidas en las
fotografías, se le pedía que apartara las manos de la superficie de las mismas y
que intentara visualizar su contenido sin contacto dérmico. Más adelante, se le
enseñaba a realizar movimientos de barrido en el espacio entre su cuerpo y las
fotografias utilizando contracciones rápidas de los dedos de sus manos. Este
procedimiento acentuaba los detalles y mejoraba la focalización, además de la
distancia límite en la que el niño todavía podía distinguir formas sutiles, tales
como letras impresas.

Al niño se le estimulaba, por último, para dejar de utilizar sus manos por
completo y ver directamente los contenidos sin ayuda de movimientos.

Se utilizó una gran cantidad de materiales gráficos: fotografías en color de


paisajes, verduras, frutas y utensilios caseros, libros convencionales con
contenidos lingüísticos y programas de televisión, así como otros niños y
objetos medioambientales. También se pidió a los niños que caminaran por la
escuela (jardín, aulas, etc.) describiendo lo que veían.

GARANTIAS DE VERACIDAD

Un fenómeno tan novedoso y extraño como la visión extraocular requiere (para


poder ser tanto aceptado como demostrado) controles

estrictos acerca de sus características. Aunque no pretendo haber agotado


todas las posibilidades de estudio del fenómeno, si puedo afirmar que no tengo
duda alguna acerca de la existencia del mismo. Bastará mencionar aqui
algunos de los controles realizados para estimular a otros investigadores a que
se interesen en este fenómeno y realicen estudios por su propia cuenta.

La venda utilizada era constantemente examinada con objeto de descartar


cualquier posibilidad de rotura accidental imperceptible que permitiera algún
grado (por mínimo que fuera) de visión retiniana. Nunca se localizó deficiencia
alguna en la venda.

El material ofrecido al niño era continuamente cambiado, de modo que ningún


niño podía predecir el material que se le ofrecería.
Puesto que una de las posibles explicaciones del fenómeno es la de que el
instructor trasmitiera lós contenidos utilizando movimientos, sonidos o cualquier
otro medio consciente o inconsciente, se puso especial cuidado en intercalar
contenidos gráficos que el instructor no conocía ni veía durante la presentación.
De la misma manera, se le pedía a otros niños que actuaran como instructores,
variando el contenido de los materiales utilizados. En ningún caso se pudo
demostrar que el instructor mandara mensajes sutiles. Además, puesto que en
los casos de desconocimiento del material esto último resultaba imposible, se
puede descartar el factor de transmisión como explicación del fenómeno.

Cuando el entrenamiento llegaba a la fase de visión directa sin el uso de las


manos, los niños eran introducidos en un sótano totalmente oscuro, en el cual
se les pedía que describiesen objetos. Ninguno de los cuatro testigos utilizados
en este control pudo percibir objeto alguno; en cambio, dos de los niños
entrenados parecían verlos sin dificultad. Este control cuestiona la posibilidad
de que el medio energético decodificado por los niños sea de naturaleza
fotónica , por lo menos en los umbrales de visión retiniana.

El control anterior plantea la cuestión de la sensibilidad extraocular comparada


con la retiniana. Aunque no se realizaron mediciones estrictas de umbrales, se
realizó una prueba de distancia de capacidad de lectura que resultó
enriquecedora. Uno de los niños fue instruido para leer material impreso de
diferentes dimensiones y a diferentes distancias. Con letras de un milímetro de
tamaño, el niño empezó a mostrar dificultades de decodificación extraocular
aproximadamente a los 70 centímetros de distancia sin el uso de barridos
manuales. En este límite, se le sugirió utilizar el barrido; al hacerlo, el niño pudo
leer sin dificultad el material y aun incrementar otros 30 cm. la separación de su
cuerpo con respecto a lo impreso. El mismo niño, el instructor y otros tres niños
mostraron dificultad de lectura retiniana a la misma distancia y con el mismo
tamaño de letras que las utilizadas en la visión extraocular. Esto muestra que
los umbrales entre ambos tipos de visión son similares en lo que se refiere a
tamaño y distancia de los elementos decodificables.

Se utilizó un espejo convencional para estudiar la posibilidad de visión


extraocular de objetos reflejados. Se colocó material impreso en un ángulo de
45 grados con respecto al espejo y se pidió al niño que lo describiera. Este no
solamente describió el material impreso, sino también otros objetos que el
espejo reflejaba y que habían pasado inadvertidos para el investigador. El
control fue concluyente y descarta la posibilidad de que sea un campo térmico
o calorífico el decodificado en la visión extraocular.

Se colocó un vidrio de 5 mm. de espesor entre el material gráfico y el niño. En


todos los casos, la visión extraocular se desarrolló sin dificultades.

En cambio, cuando el material se cubría con una hoja blanca de papel o con
una placa de madera, los niños veían la hoja o la madera y no el material que
éstos ocultaban.

En una ocasión se le pidió a un niño que realizara movimientos manuales de


barrido sobre un material gráfico.
Entre las manos y el cuerpo del niño se colocó una placa de madera, de tal
forma que las manos no fueron obstruidas por ella pero el cuerpo si. El niño fue
incapaz de percibir extraocularmente el material gráfico, pero describió
perfectamente la placa de madera.

Este control demuestra que los mediadores del fenómeno extraocular no son
receptores localizados en las manos, sino que el resto del cuerpo es necesario.

Siguiendo la lógica del control anterior, se decidió explorar las zonas corporales
mediadoras de la visión extraocular. En cinco de los niños se colocó una
pantalla opaca por debajo de sus barbillas durante el ejercicio de la visión
extraocular. En cuatro casos la imagen desapareció. En el caso restante, el
niño siguió percibiendo correctamente la fotografía que se le mostraba, pero
matizada por el color de la pantalla obstructora, que erá roja.

Intentando aún una mayor exactitud en la localización de la zona corporal


mediadora de la visión extraocular, se utilizó otro procedimiento más complejo
con uno de los niños más avanzados. Se colocó el cuerpo del niño detrás de
una placa metálica y su cabeza detrás de una de vidrio de 6 milímetros de
espesor, que fue utilizada como ventana para la presentación de impresiones
de color. El niño fue perfectamente vendado, dejando al descubierto su frente,
barbilla, nariz y pómulos. Sus manos y sus brazos fueron obstruidos por la
placa metálica. En estas condiciones el niño describió sin dificultad el material
presentado. Después se cubrió totalmente la frente del niño y se le volvió a
presentar el material; no registró alteración alguna, como tampoco sucedió al
cubrirle los pómulos y la nariz. Sin embargo, al tapar su boca se notó una
franca disminución en la destreza de la detección: el niño comenzó a
manifestar dificultades y a presentar errores. Cuando la barbilla fue cubierta, el
niño dejó completamente de percibir.

No obstante, el caso no es típico ni generalizado. Tanto en el mismo niño como


en otros, la zona crítica variaba con el tiempo, por lo cual no es posible definir
con exactitud la existencia de una zona corporal indispensable y específica
para mediar la visión extraocular. Un ejemplo ilustrativo de lo anterior fue una
niña de 6 años.

Esta niña, extraordinariamente despierta y activa, aprendió a ver


extraocularmente en la segunda sesión de entrenamiento y pronto demostró
una facilidad especial para desenvolverse en esta actividad. Para confirmar
esta circunstancia, se la sometió a diversas pruebas.

En primer lugar, se le presentaron materiales gráficos colocándolos en su


espalda. No solamente logró identificar el material, sino que incluso pudo leer
palabras y frases impresas.

Utilizando unas gafas de bucear de algodón, de tal forma que impedían


totalmente la visión ocular, la niña fue invitada a caminar libremente en un
parque de la ciudad de Méjico describiendo todo lo que lograra ver. Al principio
con cautela pero pronto totalmente desinhibida, la niña recorrió el parque
describiendo los árboles, los bancos, otros niños, los perros, los vendedores
ambulantes y el resto de los elementos sin dificultad. Lo más asombroso de la
experiencia fue no solamente la exactitud y facilidad de la descripción, sino que
ésta reflejaba una percepción omnidireccional. En otras palabras: la niña
describía tanto lo que se encontraba delante como lo que se hallaba detrás de
ella.

VISION INTERNA DEL CUERPO HUMANO

Tanto la niña mencionada en el caso anterior como su hermano aprendieron a


percibir los órganos del interior del cuerpo humano. El entrenamiento fue
enteramente similar al descrito, con la excepción de que el enfoque de la
atención se localizaba no en la superficie, sino en las profundidades del cuerpo.
Ambos niños lograron describir las características especificas y el estado de
alteración en un caso de enfisema pulmonar. Otros tres niños consiguieron
localizar y detallar con exactitud sus dimensiones, fracturas óseas acaecidas
en accidentes de hacía varios años. Las descripciones de las cicatrices en los
huesos coincidieron con las ofrecidas por los accidentados.

Dos niños se ofrecieron para intentar aliviar el dolor y disminuir la infección


ótica de dos adultos. Los niños fueron entrenados para ver el interior del cuerpo
y localizar alteraciones en el mismo. Ambos acertaron al reconocer el oido
izquierdo como infectado en los dos adultos. Dijeron percibir una coloración
extraña en ese oído y procedieron a transformar esa coloración, hasta
acercarla en tinte a la del oído sano. Los adultos mencionaron experimentar
una inmediata mejoría, que duraba un promedio de tres días. Uno de los
adultos (padre de los niños) repitió la operación varias veces, notando en todas
ellas el mismo resultado, con similar duración.

Todos los niños decidieron aprender a utilizar su habilidad extraocular para


percibir zonas corporales afectadas por dolores o alteraciones tisulares. Los
niños lograban describir órganos sin ayuda de ningún manual de anatomía.
Localizaban zonas alteradas de forma espontánea, como si éstas emitieran
señales fácilmente reconocibles y discriminables por ellos. En casos de
infecciones, los niños aprendieron a destruir los agentes patógenos emitiendo
por sus dedos grandes cantidades de energía.

Sobre todo en los niños más pequeños, se apreció un ligero movimiento lateral
de la cabeza, que se inclinaba entre 20º y 30º hacia el lado derecho o izquierdo
en un plano paralelo al del objeto. La impresión que se desprendía a partir del
movimiento de inclinación es que el cuerpo del niño buscaba una interacción
más cercana entre hemisferio derecho o izquierdo y el material por decodificar.

Al inicio del entrenamiento, se comprobó que el niño seguía con los dedos los
contornos de los objetos y de las letras en el momento en el que comenzaba la
descripción. Esta observación se repitió en todos los casos estudiados y
constituyó una evidencia acerca de la existencia de una sabiduría corporal que
después se lograba verbalizar.
CONCLUSIONES

Gran parte de los resultados ya se han descrito en las secciones anteriores.


Por ello, en ésta intentaré realizar una integración de todos los resultados
obtenidos sin detenerme en procedimientos y detalles innecesarios.

El resultado más claro y básico que se desprende de este estudio es que es


posible percibir visualmente sin necesidad de usar los ojos y los receptores
retinianos. La finura del detalle de la visión extraocular parece ser similar al de
la visión retiniana, lo mismo que su fidelidad. La visión extraocular parece ser
capaz de representar un mundo visual enteramente similar al que presenta la
visión retiniana sin la necesidad de utilizar la complejidad colosal de la
estructura retiniana y, presumiblemente, sin la participación de las estructuras
cerebrales comúnmente encargadas de decodificar el mundo visual.

Una de las observaciones más llamativas, y una de las que primero se


evidenciaron, es que los niños que parecían estar más en contacto con ellos
mismos, los más seguros e intensos en su identidad personal, fueron los que
con mayor facilidad adquirieron la visión extraocular.

El fenómeno existe y su desarrollo parece seguir una secuencia lógica y


repetida en los casos estudiados. Los niños que después de su entrenamiento
son enfrentados a un material gráfico al que no tienen acceso visual, utilizan
sus manos y sus dedos para recorrer este material intentando decodificarlo. En
los casos más diestros basta una sesión para que el niño comience a ver
extraocularmente. En los casos comunes, tres sesiones.

En su primera interacción, la mano comienza por barrer la página del papel sin
un plan o esquema predecible hasta que acontece algo que hace que los
contornos de los objetos sean detectados. Si la fotografía contiene uná naranja,
la mano del niño seguirá el contorno de la misma durante algunos segundos,
pero si se le pregunta al niño qué es lo que siente, éste no podrá describir algo
congruente a partir de sus barridos manuales.
Si se le hace notar lo anterior, el niño súbitamente puede darse cuenta de que
debe haber un objeto redondo, pero la visión extraocular sigue sin aparecer.
Pronto, el niño se cansa de sus movimientos y decide dejar de realizarlos.
Permanece quieto con su mano encima del papel, concentrado en sus
sensaciones y con una tendencia a inclinar la cabeza.

En algunos casos, después de esta concentración el fenómeno aparece. En


otros, el niño debe recibir retroalimentación más detallada, para descartar quizá
imágenes sin correspondencia y fortalecer las congruentes con el material real.

De una u otra forma, la visión extraocular aparece siempre en una especie de


salto cuántico cualitativo, desde una casi total incapacidad de detección hasta
una casi total pefección de decodificación.

En realidad, toda la descripción anterior tenía como objeto llamar la atención


acerca de una notable característica del fenómeno de visión extraocular: su
aparición súbita.

Una vez que lo anterior ocurría, el niño era capaz de percibir cualquier material
que se presentase con una exactitud de detalle asombrosa.

Generalmente, la primera sesión en la que aparecía el fenómeno implicaba un


gasto energético muy grande, porque los niños manifestaban signos claros de
cansancio y en algunos casos se quejaban de dolores intensos en los ojos.
Estos dolores y el correspondiente cansancio disminuían a partir de la segunda
detección.
En los casos más avanzados, la visión extraocular dejaba de implicar un gasto
energético excesivo, que el niño era capaz de realizar detecciones sin mayor
preparación y con una total naturalidad y maestría.

Cuando otros niños veían las ejecuciones de sus compañeros manifestaban el


deseo de ejercitarlas por su propia cuenta. Cuando esto sucédia, el proceso de
aparición del fenómeno parecía acelerarse. Con esta puntualización pretendo
señalar que la ausencia de dudas acerca de la veracidad del fenómeno y la
confianza en el instructor ejercieron una influencia beneficiosa.

A continuación describiré una serie de pruebas que se llevaron a cabo para


establecer hasta qué punto sigue la visión extraocular las mismas leyes de
perspectiva y Gestalt que la visión retiniana.

Se pidió a un niño que realizara descripciones de sus experiencias mientras el


material visual se alejaba de su cuerpo, sin que el niño estuviese enterado de
la maniobra. Sin dudarlo, el niño describió un fenómeno de alejamiento y no
uno de reducción de tamaño o de cambio de material. En otras palabras, el
niño percibió correctamente la maniobra tal y como la hubiera detectado con su
visión retiniana.

De la misma forma, en todos los casos en los que se probó a superponer un


objeto al gráfico, los niños pudieron describir correctamente la maniobra.
Cuando se les presentarán objetos en movimiento, también en todos los casos
la detección e interpretación de los mismos fue correcta.

Se experimentó con prácticamente todos los colores del espectro, con diversas
tonalidades de los mismos, y siempre se observó una adecuada descripción de
éstos.

Cada niño manifestaba un estilo personal durante la visión extraocular. Una


niña, por ejemplo, ejecutaba barridos rápidos con sus dedos frente al material
gráfico porque así le era más fácil y su descripción resultaba más exacta. Otro
niño prefería leer palabras y no ver fotografias; otro prefería figuras a material
de lectura. La lectura de palabras se ejercitaba de una forma gradual,
iniciándose con una detección de letras aisladas, y generálmente colocando un
dedo debajo de la letra por leer. Bastaban unos minutos para que el niño
empezara a leer palabras completas, aun en idiomas desconocidos para ellos.
Más adelante la rapidez en la lectura se volvía similar a la usual con visión
retiniana.

Dos excepcionés a este último caso fueron la de un niño y una niña que leían
extraocularmente con mayor rapidez que con visión retiniana y que
manifestaban más interés por hacerlo extraocularmente. Este interés se
aprovechó para que progresaran en sus clases de lectura del español.

Uno de los objetivos de este estudio fue el de hallar una manifestación visible
de una capacidad psicofisiológica para motivar a los pequeños a que
aprendieran técnicas de contacto con su verdadera identidad. Por ello, siempre
se enfatizaba la necesidad de realizar meditaciones centradas en la
experiencia del uno mismo y en la pregunta ¿quién soy yo?

En este contexto, manifiesto mi ignorancia acerca de si otros métodos de


entrenamiento pueden ser más efectivos que los empleados en esta
investigación. De hecho, algunos niños se dieron a la tarea de entrenar a sus
amigos, hermanos y conocidos, y de ejercitar sus habilidades por su propia
cuenta, con resultados excelentes.

Una observación interesante se centra sobre la edad más adecuada para


faciliar la visión extraocular. Obviamente, se necesitaría una muestra mucho
mayor que la empleada aquí para contestar la pregunta. Sin embargo, se
pueden desprender algunas conclusiones teniendo en cuenta los intentos
infructuosos que realicé con jóvenes de edad superior a los 16 años y con
adultos todavía mayores. Parece que el fenómeno se va dificultando después
de una edad límite de alrededor de 15 años.

En ocasiones se realizaron meditaciones en grupo en las que se visualizaban


luces y se estimulaba el contacto con uno mismo. La visión extraocular se
facilitaba siempre después de una meditación de este tipo. El fenómeno se
presenta con mayor intensidad y de una forma más clara cuando tanto el niño
como el instructor se encuentran tranquilos, concentrados en sí mismos, en un
nivel en el cual el sí mismo pierde fronteras. En otras palabras, cuando existe
un contacto auténtico con una sensación de identidad que trasciende lo
puramente personal.

Otra observación interesante es que el instructor no necesita visión extraocular


para poderla enseñar.

En muchas ocasiones se les preguntó a los niños acerca de sus experiencias


internas durante la visión extraocular. Algunos de ellos decían que lo que veían
era exactamente igual que lo que percibían normalmente con los ojos abiertos.
En una ocasión, una niña se prestó a ver la televisión con los ojos vendados
describiendo a la perfección lo que sucedía en la pantalla, como si el aparato
estuviese dentro de ella. Otros niños describieron la aparición de una pequeña
pantalla dentro de su mente en la cual aparecían las figuras presentadas.
Ningún niño mencionó que tuviera que crear conscientemente la imagen
extraocular. Más bien, la imagen surgía por sí misma, de la misma forma en la
que nuestras percepciones visuales normales acontecen.

La automatización de la imagen extraocular era clara desde el surgimiento del


fenómeno y no parecía facilitarse, de forma notable, con la práctica. Sin
embargo, lo que si acontecía a medida que el niño utilizaba su habilidad
extraocular era que se estimulaban una serie de fenómenos adyacentes al
extraocular propiamente dicho.

Tales fenómenos ya se han descrito en parte y consistieron en una destreza


que permitía que el niño percibiera los órganos internos del cuerpo a través de
la piel y que detectara zonas corporales dañadas o enfermas revirtiendo sus
síntomas.

El último resultado que me gustaría destacar se refiere a la relación entre el


fenómeno extraocular y los cristales de cuarzo. Basta decir aquí que su efecto
facilitador se observó en por lo menos cinco infantes (tres niñas y dos niños) y
que su descubrimiento fue casual. Una de las niñas del estudio se prestó para
hacer una demostración de su capacidad con un programa de TV, de modo que
se le proyectó una película británica en color, con subtítulos en español. La
niña manifestó cierta dificultad para leer los subtítulos a una distancia de 5
metros de la pantalla, aunque pudo describir los colores de las escenas y la
acción dramatizada. Mencionaba que aparecían lineas y puntos obstructores.
Súbitamente, la niña me solicitó un cristal de cuarzo que llevaba conmigo y que
utilizo en mis meditaciones. Al sostener el cristal con su mano derecha, la niña
afirmó que las lineas y puntos de distracción habían desaparecido, y así pudo
leer fluidamente los subtítulos de la película y describir con todo lujo de detalles
las escenas. El efecto fue tan claro que a partir de ese momento se probó con
otros niños.

Dos niñas aseguraron que el material gráfico que se les presentaba (una serie
de fotografías de paisajes) adquiría tridimensionalidad al ser extraocularmente
percibido, mientras un cristal de cuarzo era sostenido entre sus manos. Era -
afirmaron como si con el cristal estuvieran dentro de la fotografía - en medio del
paisaje - y sin el cristal, fuera de ella, observándola como fotografía
bidimensional.

Por último, dos niños y dos niñas fueron capaces de incrementar la distancia
máxima en la que podían leer material impreso con la ayuda de cristales de
cuarzo.

JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM

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