Visión Extraocular_Jacobo Grinberg
Visión Extraocular_Jacobo Grinberg
Visión Extraocular_Jacobo Grinberg
A Eileen Stryker
VlSlON EXTRAOCULAR
Jacobo Grinberg-Zylberbaum
Facultad de Psicología
U.N.A.M
Instituto Nacional Para el Estudio
de la Conciencia.
SUJETOS
ENTRENAMIENTO
MATERIALES UTILIZADOS
CONTROLES
locó una pantalla opaca por debajo de sus barbillas durante el ejercicio de
la visión extraocular. En cuatro casos la imagen desapareció. En el caso res-
tante el niño siguió reportando correctamente la fotograf ia que se le mostraba
pero matizada por el color de la pantalla obstructora que en este caso era roja.
11. Intentando aún una mayor exactitud en la localización de la zona
corporal mediadora de la visión extraocular, se utilizó el siguiente procedi-
miento con uno de los niños más avanzados; el cuerpo del niño se colocó de-
trás de una placa metálica. La cabeza del niño se colocó detrás de una placa
de vidrio de 6 milímetros de espesor la que se utilizó como ventana para la
presentación de impresiones a color. El niño fue perfectamente vendado de-
jando al descubierto su frente, barbilla, nariz y pómulos. Las manos y los
brazos del niño fueron obstruidos por la placa metálica. En esta condición,
el niño describió sin dificultad el material presentado. En seguida, se cubrió
totalrnente la frente del niño y se le volvió a presentar el material no notán-
doce alteración alguna. Ningún cambio apreciable fue notado al cubrir los
pómulos y la nariz del niño. Sin embargo, al cubrir la boca se notó una franca
disminución en la destreza de la detección. El niño comenzó a manifestar
dificultades y a presentar errores. Cuando la barbilla fue cubierta, el niño dejó
completamente de percibir.
Sin embargo, el caso no es ni típico ni generalizado. En el mismo nifio
o en otros, la zona crítica variaba con el tiempo de tal forma que no es po-
sible definir con exactitud la existencia de una zona corporal indispensable
y especifica para mediar la visión extraocular. Un ejemplo ilustrativo de lo
anterior fue una niña de 6 años.
Esta niña, extraordinariamente despierta y activa aprendib a ver extrao-
cularmente en la segunda sesión de entrenamiento y pronto demostró poseer
una facilidad especial para desenvolverse en esta actividad.
Se realizaron las siguientes pruebas en ella:
12. Sobretodo en los niños más pequeños. se notó un ligero aunque claro
movimiento lateral de toda la cabeza la que se inclinaba entre 20° y 30° hacia
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RESULTADOS
De la misma forma, en todos los casos en los que se probó superponer un ob-
jeto al gráfico, los niños pudieron describir correctamente la maniobra. Con-
tinuamente se le presentaba al niño objetos en movimiento y también en
todos los casos la detección e interpretación de los mismos fue correcta.
Se presentaron prácticamente todos los colores del espectro con diver-
sas tonalidades de los mismos y en todos los casos se observó una adecuada
descripción de éstos.
Cada niño (a pesar de seguir procedimientos similares de entrenamiento)
manifestaba un estílo personal durante la visión extraocular. Una niña, por
ejemplo, siempre realizó barridos rápidos con sus dedos frente al material
gráfico porque, de acuerdo con su descripción, así era más fácil y exacto.
Otro niño prefería leer palabras y no ver fotografías. Otro más prefería figuras
y no material de lectura. La lectura de palabras se ejercitaba en una forma
graduada, iniciándose con una detección de letras aisladas generalmente colo-
cando un dedo debajo de la letra por leer. Bastaban unos minutos para que el
niño empezara a leer palabras completas (aun en idiomas desconocidos para
ellos) y másadelante la rapidez en la lectura sebolvía similar a la usual con visión
retiniana. Dos excepciones a este último caso fueron la de un niño y una niña
que leían extraocularmente con mayor rapidez que con visión retiniana y que
manifestaban más interés por hacerlo extraocularmente. Este interés se
aprovechó para adelantar a los niños en sus clases de lectura del español.
De hecho, un interés de este estudio fue el de hallar una manifestación
visible de una capacidad "psicofisiolbgica" para motivar a los pequeños para que
aprendieran técnicas de contacto con su verdadera identidad. Por ello siem-
pre se enfatizaba la necesidad de realizar meditaciones centradas en la expe-
riencia del uno mismo y en la pregunta acerca de ¿quién soy yo?
En este contexto, el autor manifiesta su ignorancia acerca de si otros
métodos de entrenamiento pudieran ser más efectivos que los empleados en
este estudio.
De hecho, algunos niños se dieron a la tarea de entrenar a sus amigos,
hermanos y conocidos y de ejercitar sus habilidades por su propia cuenta
con resultados excelentes.
Una observación interesante es acerca de la edad en la cual la visión
extraocular se facilita. Obviamente se necesitaría una muestra mucho mayor
que la empleada aquí para contestar la pregunta. Sin embargo, algunas con-
clusiones se pueden desprender de los intentos infructuosos que el autor
realizó con jóvenes de edad superior a los 16 años y con adultos todavía
mayores. Parecería que el fenómeno es dif Ícil de evocar después de una edad
I ímite de alrededor de 15 años.
En ocasiones se realizaron meditaciones en grupo en las que sevisualiza-
ban luces y se estimulaba el contacto con el uno mismo. Siempre después de
una meditación de este tipo, la visión extraocular se facilitaba. Es impresión
d e autor que el fenómeno se presenta con mayor intensidad y en una forma
más clara cuando tanto el niño como el entrenador se encuentran tranquilos.
concentrados en sí mismos en un nivel en el cual el sí mismo pierde "fronte-
ras". En otras palabras, cuando existe un contacto auténtico con una sen-
sación de identidad que trasciende lo puramente personal.
Otra observación interesante es que el entrenador no necesita visión ex-
traoailar para poderla enseñar.
Los niños fueron cuestionados en muchas ocasiones acerca de sus ex-
periencias internas durante la visión extraocular. Algunos de ellos decían
que lo que veían era exactamente igual que lo que percibían normalmente
con los ojos abiertos. De hecho en una ocasión una niña se prestó a ver
televisión con los ojos vendados describiendo a la perfección lo que sucedía
en la pantalla como si el aparato estuviese dentro de ella. Otros niños des-
cribieron la aparición de una pequeña pantalla dentro de su "mente" en la
cual aparecian las figuras presentadas. Ningún niño mencionó que tuviera que
crear conscientemente la imagen extraocular. Más bien, la imagen ocurría
"por si misma" de la misma forma en la que nuestras percepciones visuales
normales acontecen. La automatización de la imagen extraocular era clara
desde el surgimiento del fenómeno y no parecía facilitarse, en forma notable,
con la práctica. Sin embargo, lo que s i acontecia a medida que el niño utili-
zaba su habilidad extraocular, era que seestimulaban una serie de fenómenos
"adyacentes" al extraocular propiamente dicho. Tales fenómenos ya se han
descrito en parte y consistieron en una destreza extraña que permitía queel
niño percibiera los órqanos internos del cuerpo a travks de la piel y aue de-
tectara zonas corporaies dañadas o enfermas revertiendo sus síntomas. Esta
capacidad de curar junto con la visión "intracorpórea" serán discutidas más
adelante.
El último resultado que me gustaría enfatizar es la relación entre el fe-
nómeno extraocular y los cristales de cuarzo. En la sección de discusión,
.
oresentaré una oostulación teórica oue
~~~ . oretendere
. elucidar el efecto facili-
tador de los cristales de cuarzo. Baste decir aquí que este efecto facilitador
se observó en por lo menos 5 infantes (3 niñas y 2 niños) y que su descu-
brimiento fue sorpresivo. Una de las niñas del estudio se prestó para hacer
una demostración de su capacidad para ver un programa de T. V.. Utilizan-
do una videograbadora Sony se proyectó una película Inglesa a colores con
subtítulos en español. La niña manifestó una dificultad para leer los sub-
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Puesto que los reportes de los niños indicaron que ellos percibían una
imauen vlsual luminosa (aunaue extraocularmente procesada). esta visión v
la ret~nianano difieren en este aspecto. Ya mencioné la posibilidad teórica
de que sea un procesador central asociado con la activación neurologoritmi-
ca o la misma iinificación energética de un carnpo neuronal de alta sintergia
(creado por un sistema nervioso funcionando en una alta coherencia inter e
intrahemisféricasl el que al interactuar con la estructura energética del patrón
de interferencia. active la imagen cualitativa. No se pretende decir aquí que
el procesador central es un circuito de alta inclusión por convergencia o un
algoritmo de alto poder de integración. Más bien, que es la activación de estos
procesos los que de alguna manera se asocian con la puesta en marcha de un
centralizador. Se antoja pensar que cuando el sistema nervioso alcanza un alto
arado de unificación interna. los Drocesos energéticos
u " aue rerultan de la
misma. hagan posible la interacción de ese sistema nervioso con algún nivel
energético espacial representativo de la "totalidad" del Universo y que ese con-
tacto sea el responsable de la cualidad de la experiencia. En este caso. el pro-
cesador central estaría más cercano a la "totalidad" que a la existencia o
puesta en marcha dealgún circuito o campo neuronal específico.
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BIBLIOGRAFIA
Varios años más tarde, durante el disfrute de un año sabático, decidí dedicarme
durante seis meses a la enseñanza de niños en una escuela primaria de
Cuernavaca, distante 70 kilómetros de la ciudad de México, cuyo director me
permitió poner a prueba diferentes técnicas alternativas de educación. Una
mañana, mientras descansábamos en el jardín de la escuela, una niña me
comentó que había visto un programa de televisión en el cual se mostraban
experiencias extraoculares, y me pidió que se las enseñara. Aunque no me
sentía capaz, puesto que desconocía la técnica de la «visión extraocular»,
recordaba algunos comentarios de los niños ciegos y me decidí a probarla con
la niña.
Le pedí que se relajara, que se concentrara en su respiración y que tratara de
visualizar una luz en su entrecejo. Después tomé sus manos y le pedí que se
imaginara una línea luminosa interconectando sus dedos con su entrecejo.
Coloqué sus palmas sobre una fotografía en color después de vendarle los ojos
y la niña me describió la información de la fotografía.
Otros niños se acercaron a nosotros. En menos de una hora, seis o siete críos
veían extraocularmente. Todos estábamos encantados con la experiencia, de
modo que la continuamos durante varios meses, hasta que tanto el director de
la escuela como los padres de familia nos prohibieron proseguir las
experiencias debido a que los niños adivinaban sus pensamientos, movían
objetos a distancia y empezaban a desafiar toda su cosmovisión.
Con el niño sentado cómodamente con la espalda recta, se efectuaban los tres
ejercicios respiratorios siguientes:
Cuando el niño era capaz de describir sin errores las figuras contenidas en las
fotografías, se le pedía que apartara las manos de la superficie de las mismas y
que intentara visualizar su contenido sin contacto dérmico. Más adelante, se le
enseñaba a realizar movimientos de barrido en el espacio entre su cuerpo y las
fotografias utilizando contracciones rápidas de los dedos de sus manos. Este
procedimiento acentuaba los detalles y mejoraba la focalización, además de la
distancia límite en la que el niño todavía podía distinguir formas sutiles, tales
como letras impresas.
Al niño se le estimulaba, por último, para dejar de utilizar sus manos por
completo y ver directamente los contenidos sin ayuda de movimientos.
GARANTIAS DE VERACIDAD
En cambio, cuando el material se cubría con una hoja blanca de papel o con
una placa de madera, los niños veían la hoja o la madera y no el material que
éstos ocultaban.
Este control demuestra que los mediadores del fenómeno extraocular no son
receptores localizados en las manos, sino que el resto del cuerpo es necesario.
Siguiendo la lógica del control anterior, se decidió explorar las zonas corporales
mediadoras de la visión extraocular. En cinco de los niños se colocó una
pantalla opaca por debajo de sus barbillas durante el ejercicio de la visión
extraocular. En cuatro casos la imagen desapareció. En el caso restante, el
niño siguió percibiendo correctamente la fotografía que se le mostraba, pero
matizada por el color de la pantalla obstructora, que erá roja.
Sobre todo en los niños más pequeños, se apreció un ligero movimiento lateral
de la cabeza, que se inclinaba entre 20º y 30º hacia el lado derecho o izquierdo
en un plano paralelo al del objeto. La impresión que se desprendía a partir del
movimiento de inclinación es que el cuerpo del niño buscaba una interacción
más cercana entre hemisferio derecho o izquierdo y el material por decodificar.
Al inicio del entrenamiento, se comprobó que el niño seguía con los dedos los
contornos de los objetos y de las letras en el momento en el que comenzaba la
descripción. Esta observación se repitió en todos los casos estudiados y
constituyó una evidencia acerca de la existencia de una sabiduría corporal que
después se lograba verbalizar.
CONCLUSIONES
En su primera interacción, la mano comienza por barrer la página del papel sin
un plan o esquema predecible hasta que acontece algo que hace que los
contornos de los objetos sean detectados. Si la fotografía contiene uná naranja,
la mano del niño seguirá el contorno de la misma durante algunos segundos,
pero si se le pregunta al niño qué es lo que siente, éste no podrá describir algo
congruente a partir de sus barridos manuales.
Si se le hace notar lo anterior, el niño súbitamente puede darse cuenta de que
debe haber un objeto redondo, pero la visión extraocular sigue sin aparecer.
Pronto, el niño se cansa de sus movimientos y decide dejar de realizarlos.
Permanece quieto con su mano encima del papel, concentrado en sus
sensaciones y con una tendencia a inclinar la cabeza.
Una vez que lo anterior ocurría, el niño era capaz de percibir cualquier material
que se presentase con una exactitud de detalle asombrosa.
Se experimentó con prácticamente todos los colores del espectro, con diversas
tonalidades de los mismos, y siempre se observó una adecuada descripción de
éstos.
Dos excepcionés a este último caso fueron la de un niño y una niña que leían
extraocularmente con mayor rapidez que con visión retiniana y que
manifestaban más interés por hacerlo extraocularmente. Este interés se
aprovechó para que progresaran en sus clases de lectura del español.
Uno de los objetivos de este estudio fue el de hallar una manifestación visible
de una capacidad psicofisiológica para motivar a los pequeños a que
aprendieran técnicas de contacto con su verdadera identidad. Por ello, siempre
se enfatizaba la necesidad de realizar meditaciones centradas en la
experiencia del uno mismo y en la pregunta ¿quién soy yo?
Dos niñas aseguraron que el material gráfico que se les presentaba (una serie
de fotografías de paisajes) adquiría tridimensionalidad al ser extraocularmente
percibido, mientras un cristal de cuarzo era sostenido entre sus manos. Era -
afirmaron como si con el cristal estuvieran dentro de la fotografía - en medio del
paisaje - y sin el cristal, fuera de ella, observándola como fotografía
bidimensional.
Por último, dos niños y dos niñas fueron capaces de incrementar la distancia
máxima en la que podían leer material impreso con la ayuda de cristales de
cuarzo.
JACOBO GRINBERG-ZYLBERBAUM