GESTION_EMOCIONES_NEGATIVAS

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Cómo gestionar emociones negativas:

9 consejos
Varias pautas para afrontar las emociones negativas
del modo más constructivo posible.

Oscar Castillero Mimenza


Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica
21 junio, 2018 - 00:10

Ira, rabia, tristeza, desesperación, angustia… todas ellas son emociones y


sensaciones que no nos resultan precisamente agradables y que implican el
padecimiento de cierto malestar que la mayoría de nosotros quisiéramos
evitar. Sin embargo, que no sean apetecibles no implica que no sean hasta
cierto punto sanas, teniendo en su mayoría un sentido que nos empuja a un
tipo de conducta que puede ser adaptativa siempre y cuando no se lleven al
extremo.
Es por ello que más que evitarlas, deberíamos aprender a gestionarlas. En
este artículo veremos una serie de pautas que nos permitan entender
cómo gestionar emociones negativas.

Las emociones y su consideración


Entendemos por emoción a un estado afectivo concreto y subjetivo que es
experimentado durante un periodo relativamente corto de tiempo y que se
caracteriza por generar algún tipo de activación o manera de funcionar
determinado en nuestro organismo que a su vez puede servir para
favorecer algún tipo de conducta.
Nos permiten otorgar un valor determinado a la experiencia, sea
esta interna o externa, y nacen del interior de las personas de manera
innata. Su aparición en una situación concreta, sin embargo, está mediada
en gran medida por las influencias ambientales y las vivencias y
aprendizajes previos del sujeto.
Generalmente solemos dividir las emociones entre positivas y negativas, en
función del tipo de activación que genere en nosotros y la asociación entre
dicha activación y la experiencia vivida. Por lo general consideramos
positivas a aquellas que nos generan algún tipo de placer (alegría, ilusión o
calma serían ejemplos) mientras que las que nos resultan molestas o
dolorosas son las negativas (la tristeza, la ira o la desesperanza).
Ambos tipos de emociones, así como otras consideradas neutras (por
ejemplo, la sorpresa) tienen en realidad una función adaptativa para el
organismo, dado que nos conducen a tender a actuar de una manera
determinada.
Pautas sobre cómo gestionar emociones negativas
Ello incluye también las negativas, a pesar de que nos resulten poco
deseables. Por ejemplo la ira, la angustia o la rabia nos empuja a movernos
contra algo que consideramos injusto o que nos genera malestar, y la
tristeza hace que busquemos protección o reduzcamos nuestro nivel de
actividad ante determinadas situaciones en las que un exceso de acción
podría ser un gasto energético).
Esto es relevante dado que muy a menudo queremos evitar a toda costa
vivir emociones negativas, a pesar de que en cierto grado son sanas y nos
permiten sobrevivir y afrontar las situaciones complicadas. Y cómo
mencionábamos en la introducción, más que a evitarlas deberíamos
aprender a gestionarlas correctamente de tal manera que nos permitamos
sentirlas sin que nos lleguen a resultar disfuncionales.
Ello requiere de inteligencia emocional, pudiendo de hecho entrenarse
este tipo de inteligencia. A continuación ofrecemos una serie de pautas para
aprender cómo gestionar emociones negativas.

1. No las bloquees
El primer paso y uno de los más principales a la hora de aprender cómo
gestionar emociones negativas es, sencillamente, no evitarlas. Y es que por
norma general tendemos a intentar querer reducir nuestro sufrimiento y
ignorarlas o taparlas sin más. Se hace necesario evitar la evitación
y aceptar que debemos afrontarlas.

2. Valora porqué aparecen y qué quieren decirte


Tal y como hemos dicho, las emociones son algo adaptativo que nos ayuda
a sobrevivir. Es necesario que además de permitirnos sentirlas escuchemos
qué quieren decirnos, sobre qué nos están informando.
Si bien este punto puede parecer muy lógico, lo cierto es que muchas
personas no son capaces de decir porqué se sienten como se sienten. ¿Por
qué estamos tristes? ¿Ha ocurrido algo que nos lleve a estar así?
Debemos hacer un ejercicio no solo de percepción sino también de
razonamiento a nivel emocional sobre estas cuestiones.

3. Utiliza técnicas de meditación


Muy vinculado al punto anterior, una buena manera de ponerse en contacto
con nuestras emociones es el uso de la meditación. También existen
técnicas como el Mindfulness (que asimismo también se basa en gran parte
en un determinado tipo de meditación) que nos pueden ser de utilidad.
Permitir que nuestros pensamientos y emociones pasen y observarlas
como un testigo, sin interferir en ellas, puede llegar a ayudarnos a
determinar el porqué de su aparición.
4. Exprésalas
Un error muy extendido en la mayoría de sociedades, al menos en las
occidentales, es que el sufrimiento y el malestar suelen ser un tema tabú y
oculto, algo incluso vergonzoso que no solemos compartir con nadie o con
pocas personas. Las emociones negativas, pues, suelen ocultarse y
reprimirse socialmente, algo que a la larga puede generar un efecto
acumulativo que va a hacer que nos sintamos cada vez peor y que lo que
debería ser adaptativo se vuelva perjudicial e incluso patológico.

Si bien tal vez tampoco se trate de hacer una demostración constante,


puede ser útil compartirlas con el entorno cercano o expresarlas de
diferentes maneras, como puede ser a través del arte. Se trata de hacerlas
fluir y dejar que aparezcan y desaparezcan de un modo normal y
adaptativo.

5. Dales respuesta
No se trata solo de saber porqué están ahí o limitarse a expresarlas, sino
que también se hace fundamental dar una respuesta a la necesidad que
están expresando. Es decir, si estamos angustiados y necesitamos
tranquilizarnos deberíamos buscar un desahogo, o si estamos tristes algún
lugar en el que sentirse protegido. Si estamos nerviosos por el caos
reinante en una situación tal vez podamos buscar un orden, o si nos
arrepentimos por haber hecho daño a alguien podemos hablar con dicha
persona e intentar enmendar la situación.

6. Intenta que no te dominen


Hemos dicho que las emociones negativas son también adaptativas,
siempre y cuando fluyan con normalidad. Pero también es posible que una
emoción concreta llegue a convertirse en un elemento dominante en
nuestra vida y que se convierta en un eje central que altera todo nuestro
comportamiento, siendo además algo resistente al cambio.
Debemos procurar escuchar a nuestras emociones, pero aprender a
gestionarlas de tal manera que nos resulten funcionales y nos
permiten llegar a tener una buena calidad de vida y una sensación de
bienestar. En caso contrario podríamos estar manifestando algún tipo de
reacción insana o incluso una patología como la depresión. Es por ello que
entender cómo gestionar las emociones negativas es algo de gran
importancia en nuestro día a día.

7. Valora situaciones que despierten sentimientos semejantes


Las emociones suelen surgir al experimentar algún tipo de situación
determinada. Si las emociones que nos surgen son negativas, como por
ejemplo la angustia o el miedo, a veces podemos no saber cómo hacerles
frente.
Una forma de rebajar la intensidad de estas emociones negativas puede ser
la de recordar situaciones semejantes a la que nos genera la emoción en sí:
se trata de recordar cómo lo hemos afrontado en el caso de haber tenido
éxito en el momento de resolverlas, de tal manera que nos inspiren y
proporcionen pautas aplicables en la situación actual. Ello nos permitirá
rebajar la tensión y el malestar.
Eso sí, esto sería válido sólo si hemos afrontado con éxito una situación
similar: si no conseguido una resolución positiva en ningún caso puede
incluso generar un mayor nivel de malestar.

8. El poder de la observación
Hasta ahora hemos hablado de diferentes aspectos a trabajar en uno
mismo, pero lo cierto es que también podemos mejorar nuestra manera de
gestionar emociones negativas mediante la observación y la escucha de los
demás.
Observar cómo los otros expresan emociones y cómo las
gestionan nos puede permitir no sólo identificarlas en los demás sino que
también puede llevar a autoidentificar aspectos como los síntomas
fisiológicos o maneras de actuar. El uso de modelos que nos enseñen a
hacer frente a situaciones y emociones también puede ayudarnos a en gran
medida.

9. Autorregistro y/o diarios


Una técnica típica para aprender a gestionar las emociones negativas tiene
mucho que ver con la capacidad de organizar y sistematizar la información.
Llevar un diario o algún tipo de autorregistro puede servirnos
para observar qué situaciones nos generan determinadas
emociones, su intensidad o incluso posibles interpretaciones alternativas a
las interpretaciones realizadas o posibles respuestas a realizar..

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