Homileticas 1 - Mk 10 17-30

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Homiléticas I.
Felipe Olvera – Marcos 10: 17-30 octubre 13, 2024

Que difícil decisión para el joven del evangelio, dice la escritura


que “se entristeció” y se fue “apesadumbrado”, desilusionado…Y no
solo para él, en alguna u otra ocasión, nosotros también pasamos por
muchas situaciones que a pesar de que sabemos que nos impiden ese
acercarnos a Dios, el cambiar nuestras vidas nos resulta en una
decisión muy difícil. El evangelio habla de un joven rico, pero en
realidad no es que la riqueza sea el problema. Muchas veces creemos
que el dinero nos da una garantía de no tener problemas, por eso es por
lo que muchas de las veces confundimos la felicidad con el tener, sin
embargo, nos hemos dado cuenta de tanta gente que, a pesar de tener
muchas riquezas, no han sido felices, anhelan tener un hogar, una
familia, paz, tranquilidad, ser amados, etc.
Cuando el joven pregunta que, que puede hacer para alcanzar la
vida eterna, Jesús le contesta: “Ya sabes los mandamientos” y
comienza a citar, no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, etc. el
joven contesta que ya todo eso lo ha cumplido desde joven, …le pide
que se desprenda de todo aquello que lo puede distraer de amar a Dios
“sobre todas las cosas”, todo aquello que quizás de alguna manera
pueda en un momento dado, serle más importante que Dios, más
importante que obedecer la voluntad de Él. Pero, Jesús lo mira con
amor, con ternura, esa mirada de amor va cargada de afirmación, que
para Dios lo más importante es nuestro corazón, nuestro ser, sabe que
quizás no nos va a ser fácil, que quizás no vamos a poder decir
inmediatamente que sí, pero su palabra nos invita a por lo menos
detenernos y darnos cuenta de que tantas “cosas” tenemos que son un
obstáculo para alcanzar una vida más plena con Dios.
Creo yo que este joven nos representa de alguna manera a muchos
de nosotros…este joven es una persona buena, y mirando un poco en la
respuesta que Jesús le dice: ¿porque me llamas bueno?... es porque para
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la costumbre judía de aquel tiempo, bueno, era solo Dios, y nadie podía
llamarse bueno, porque era como en cierta manera, compararse con
Dios.
Para nosotros bueno es más que nada decir que la persona no es
mala, que hace buenas obras, y ahí es donde nos encontramos nosotros,
personas “buenas” en general, intentamos no hacer el mal, cumplimos
con los mandamientos, etc. y es ahí donde me pregunto: ¿Porque si el
joven obedecía los mandamientos, si nosotros obedecemos los
mandamientos, si no hacemos el mal, ¿Que nos falta?
La primera lectura del libro de Sabiduría nos habla de una plegaria,
de recibir la sabiduría de Dios, dice: “Suplique y se me concedió la
prudencia, invoque y vino sobre mí el espíritu de sabiduría”, nos habla
de un tesoro precioso, dice que todo el oro es un poco de arena y toda
la plata “como lodo en su presencia”. Me recuerda cuando Dios le dice
al rey Salomón, que en recompensa por su obediencia le concederá lo
que pida, y Salomón, en vez de pedir riquezas, poder, etc., se limita a
pedirle sabiduría.
Todos nosotros desde pequeños, nuestra vida es un constante estar
tomando decisiones… por naturaleza, podemos ir hasta atrás, y ver que
ya desde el principio de la humanidad, Adán tuvo que decidir si
obedecía a Dios, o no. Es en estas decisiones que la palabra de Dios es,
ha sido, y será, la mejor sabiduría que podemos heredar. Imaginemos
por un momento que todas nuestras decisiones son correctas…
Dice San Pablo a los hebreos que la palabra de Dios es como una
espada de dos filos, juzga y sana. Por un lado, Su palabra nos
interpela, nos incomoda, nos hace ver nuestras fallas, nos expone, y
ante el mundo quizás podemos utilizar máscaras, pero ante Dios, nos
encontramos desnudos, no hay lugar donde podamos escondernos de Él.
Sin embargo, también, al mismo tiempo, por otro lado, Su palabra nos
sana, nos consuela, nos conforta, nos da fuerza. Recordemos que la
palabra de Dios no es tan solo una articulación de letras, un sonido, etc.
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El Evangelio de San Juan nos dice expresamente… que Jesús es la


palabra de Dios que se hizo carne… así que la palabra de Dios, para
nosotros, es Dios mismo penetrando nuestros corazones, siendo parte
de nosotros.
Cuando nuestra fe, nuestra confianza, está depositada en
cualquier otra cosa que no sea Su palabra, todo puede derrumbarse en
cualquier momento. Pero, qué difícil es tener esa confianza absoluta,
cuando estamos en situaciones que no están en nuestro control. Sin
embargo, confiar en Dios, confiar en Su palabra, hace que por muy feo
que las cosas parezcan, experimentamos una seguridad de que Dios está
con nosotros, ahí, paso a paso.
Ahorita que vemos lo triste de la situación que enfrentan nuestros
hermanos en Florida, con ese huracán… ¿cómo estar en calma? ¿Como
no tener miedo? ¿En qué refugiarnos? Lo único real es la confianza
que depositemos en la palabra de Dios, es lo único puede darnos paz.
Cuando el joven rico hizo esa pregunta a Jesús, sus posesiones, su
riqueza, representaban su seguridad, ¿y dejarlas para confiar solo en
Dios?, ¿en Su palabra?, era una muy difícil decisión. Acostumbrado a
confiar en sus bienes, quería tener por igual la seguridad en la vida
futura, no estaba dispuesto a cambia una por la otra. No entendía lo que
estaba pidiendo. Buscaba seguridad, Jesús le ofrecía confianza.
Por eso precisamente Jesús nos dejó la sagrada Eucaristía, su
Cuerpo y su Sangre, porque Él sabía que tendríamos miedos, que no nos
sería fácil, que necesitaríamos de su sabiduría para que Su palabra
nos acompañara y que necesitaríamos las fuerzas para dejar atrás los
obstáculos.
Te invito a que nos acerquemos con confianza, recuerda… Jesús lo
vio y lo miró con amor, de esa misma manera te ve, me ve, y nos invita
siempre.
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RECURSOS:
Para esta homilía recurrí a la reflexión de USCCB web video del Padre
Greg Friedman, OFM
También utilice el servicio web de Homilyprep.Org para entender el
contexto y el desarrollo de la exegesis utilizada por el Padre Dempsey
Rosales Acosta
Estudie el pasaje y los comentarios de la Biblia de Jerusalén
Lleve a cabo el Lectio Divina con la Biblia Latinoamericana
Me apoye con el comentario Bíblico de San Jerónimo
Comentario del Contexto Cultural de la Biblia. NT por el Teólogo Craig
Keener (PhD, Duke University)
Visite por igual la pagina web de FEADULTA.Com

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