Colosenses 3 20-21
Colosenses 3 20-21
Colosenses 3 20-21
Verso 20 “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.”
Punto 1; En la Obediencia está la ganancia
Tiene su base en la frase: “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo…”
Sin duda que en la “Obediencia está la ganancia”. Este es un dicho Jotabechino muy antiguo, que los hermanos ancianos del
pasado adoptaron y enseñaron todo el tiempo. No es una palabra bíblica, pero dio y da muy buen resultado enseñarlo. La
verdad es que la obediencia es algo que agrada a Dios. Los hijos, cualquiera sea la edad, deben obedecer a sus padres. A
veces se piensa que porque el hijo ya es grande o está casado, deja en forma automática de obedecer a sus padres. Si hay algo
que es cierto, es que ahora se manda solo, pero eso es en su hogar, porque mientras estén sus padres vivos, siempre tendrá
que obedecerles. Pero por otra parte es cierto también, que los padres al ver a sus hijos actuar responsablemente bajo una
nueva y tan seria responsabilidad como es el matrimonio, dejan de mandar a sus hijos porque se dan cuenta que ya son
maduros, y han aprendido de los consejos sabios de sus padres. Aun así, si su padre o madre le da un consejo o una orden,
obedézcale en todo. Como alguien dijo por ahí, ¡Los viejos saben!, a menos que los padres sufran del síndrome de Peter Pan,
y aun no maduren como para enseñar y ser ejemplo de sus hijos. La obediencia es algo que a Dios le agrada y lo hace saber.
Podemos ver entonces que en el libro de 1ª de Samuel, en el capítulo 15, entre los versos 1 al 35, se nos habla acerca del
pasaje en donde Saúl, el primer Rey de Israel, es desechado por Dios a causa de sus reiteradas desobediencias. Finalmente
Dios por boca de Samuel le dice a Saúl lo siguiente; “Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas,
como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención
que la grosura de los carneros”. (1 Samuel 15:22)
Agradar a Dios es lo que todo cristiano debe buscar en su vida. Dios como nuestro padre, se complace cuando cada uno de
nosotros busca hacer lo bueno delante de sus ojos. Eso es lo que Dios quiere y las escrituras lo demuestran así, porque esa
debe ser la premisa constante de cada cristiano, tratar de agradar en todo momento a su Señor que lo rescató del mundo y lo
trajo de tinieblas a la luz. Entonces veamos como agradar a Dios:
1
Verso 19 “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.”
Punto 1; Padres Comprensivos
La base de este punto es la frase: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos…”
Si hay algo difícil, es criar hijos. Se necesita la gracia de Dios para criar hijos. No es solo traerlos al mundo para que vivan y
se críen a la buena de Dios, sino hay que guiarlos en la senda del evangelio para que vivan felices. Los hijos miran el ejemplo
de sus padres, e imitan las conductas que ven en el hogar. Si en los padres hay conductas de rebeldía hacia todo tipo de
autoridad, entonces los hijos adoptan esa posición. Esto puede repercutir en la rebelión de los hijos hacia los padres. Lo
importante es que seamos comprensibles como padres y aconsejemos con amor a nuestros hijos. A veces el hijo no entiende
de buenas a primeras y tenemos que tener paciencia, porque a veces los padres se sobrepasan en el mal trato, ya sea verbal o
físico, y eso lo único que provoca es la irritación de los hijos. No busquemos el enojo de nuestros niños. Además no debemos
descuidar la atención que ellos nos demandan. La falta de atención del hijo en el hogar, ocasiona que éste busque atención
por otros horizontes.
Nuestra intención en el evangelio con nuestros hijos debe ser siempre de aliento. Ayudemos a nuestros hijos a seguir con
gozo al Señor. Que nuestro actuar no sea de estorbarles el camino y poner vallas para que ellos no puedan seguir adelante.
Alentémosle y enseñémosle con amor. Riámonos con ellos y hagámosle ver lo lindo que es el evangelio.
“Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”. (1 Tesalonicenses 5:11)