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Taller 2

Estática grupo 2
Luís Andrés Jimenez Rosero
El texto hace referencia a como la economía basada en el hidrógeno ha sido
debatida desde que John Bockris la introdujo en la década de los 70.
Básicamente, Bockris afirmó que el hidrógeno generado por la electrólisis del agua
a través de una fuente de energía renovable podría reemplazar los combustibles
fósiles en muchos usos. Sin embargo, la noción se considera actual, y en los años
2010.. se ha vuelto más atractivo. Varias naciones, como Japón y Estados Unidos,
han decidido abrir la posibilidad de desarrollar la economía menos fósil y
dependiente del carbono con el hidrógeno.
Japón, que siempre ha estado a la vanguardia de los desarrollos innovadores, ya
ha establecido oficialmente la transición a una “sociedad de hidrógeno” en su
política energética a largo plazo. Dada la escasez de sus recursos naturales y la
alta dependencia de los precios y la calidad de los combustibles fósiles
importados, Japón ha puesto al hidrógeno en el corazón de su planificación para
garantizar que la energía se convierta en algo más limpio y asequible. La clave de
su Plan Estratégico de Energía es un futuro donde el hidrógeno se convierte en
uno de los proveedores principales de energía en la generación, el transporte y la
calefacción, lo que significa una reducción significativa en la cantidad de gases de
efecto invernadero emitidos.
En Estados Unidos, el Departamento de Energía ha impulsado la iniciativa
H2@Scale, que busca integrar el hidrógeno en sectores clave como la industria y
el transporte, con la intención de fortalecer la seguridad energética del país. Este
plan no solo se enfoca en reducir las emisiones de carbono, sino también en
promover la independencia energética y la resiliencia económica. Con H2@Scale,
se espera que el hidrógeno juegue un papel crucial en la descarbonización de
sectores donde la electrificación directa resulta complicada o costosa.
Aunque existe un entusiasmo creciente alrededor del hidrógeno, aún quedan
dudas sobre lo que realmente implica una "economía del hidrógeno". Es vital
aclarar este concepto para comprender el impacto que podría tener en el futuro
energético. Una economía energética se refiere a toda la red de producción,
consumo y distribución de un tipo específico de energía, junto con sus efectos
económicos, comerciales y ambientales. Por otro lado, una sociedad energética es
aquella en la que esa economía energética se convierte en un elemento
dominante a nivel cultural y económico. Desde este punto de vista, es poco
probable que el hidrógeno llegue a ser el actor principal en la infraestructura
energética global; en su lugar, actuará como un apoyo clave en una sociedad
impulsada principalmente por energías renovables.
El camino hacia una economía del hidrógeno se puede dividir en tres etapas
principales. En la primera etapa, el hidrógeno ya es un componente esencial de la
economía global, pero en su forma "gris", es decir, producido a partir de
combustibles fósiles sin captura de carbono. Hoy en día, cerca del 96% del
hidrógeno que se produce en el mundo entra en esta categoría, lo que significa
que su producción contribuye significativamente a las emisiones globales de gases
de efecto invernadero. Sin embargo, se espera que la transición hacia el
hidrógeno "verde", producido a partir de electrólisis usando electricidad de fuentes
renovables, sea un paso clave para reducir estas emisiones. Los expertos
pronostican que, para el año 2030, el costo de producción del hidrógeno verde
habrá disminuido lo suficiente como para competir con el hidrógeno gris,
facilitando su adopción en sectores industriales como la síntesis química.
La segunda etapa de la transición consiste en expandir el uso del hidrógeno en
sectores donde la electrificación directa es difícil, como el transporte pesado de
larga distancia, el transporte marítimo y la aviación. Se espera que para 2050, una
parte significativa de los camiones a nivel mundial funcionen con celdas de
combustible de hidrógeno, lo que contribuirá notablemente a la reducción de las
emisiones en el sector transporte. En cuanto a la calefacción, aunque la
electrificación completa es una solución más sostenible a largo plazo, el hidrógeno
puede jugar un papel intermedio mezclándose con gas natural, lo que permitiría
una reducción gradual de las emisiones de carbono en este sector.
Finalmente, la tercera etapa de la transición hacia una economía del hidrógeno se
enfoca en su papel en la seguridad energética global, especialmente como un
medio de almacenamiento de energía estacional. La capacidad del hidrógeno para
almacenar y transportar energía a gran escala lo convierte en una solución viable
para superar la intermitencia de las energías renovables como la solar y la eólica,
permitiendo una mayor integración de estas en la red eléctrica y facilitando una
descarbonización casi total del sector energético.
Estas tres etapas ilustran cómo el hidrógeno podría integrarse gradualmente en la
economía global, no como un sustituto directo de los combustibles fósiles, sino
como un complemento que trabaja en conjunto con otras tecnologías emergentes,
como la electrificación y las energías renovables. El hidrógeno no será el
protagonista en la economía del futuro, pero sí desempeñará un papel crucial en la
transición hacia un sistema energético más sostenible,a pesar de esto, la
transición hacia una economía del hidrógeno no está exenta de desafíos. Uno de
los mayores obstáculos es el costo asociado a la producción de hidrógeno verde,
que, aunque se espera que disminuya con el tiempo, aún es considerablemente
más alto que el del hidrógeno gris. Además, la infraestructura necesaria para la
distribución y el almacenamiento de hidrógeno todavía está en sus primeras
etapas de desarrollo. Estos desafíos requieren inversiones estratégicas y una
estrecha colaboración entre el sector público y privado para poder ser superados.
El hidrógeno también enfrenta competencia de otras tecnologías emergentes,
como las baterías de iones de litio para el almacenamiento de energía y los
vehículos eléctricos para el transporte. Aunque el hidrógeno tiene ventajas únicas,
como su alta densidad energética y su capacidad de almacenamiento a largo
plazo, las baterías han avanzado rápidamente en términos de costo y eficiencia, lo
que plantea interrogantes sobre el papel futuro del hidrógeno en un mundo que
avanza hacia la electrificación.
En resumen, la transición hacia una economía del hidrógeno es un proceso
complejo que requiere innovación continua, inversiones significativas y un enfoque
coordinado a nivel global. Aunque el hidrógeno no será la principal fuente de
energía en el futuro, su papel como facilitador de la energía renovable lo convierte
en un componente esencial en la lucha contra el cambio climático. La visión de un
futuro impulsado por hidrógeno verde, producido de manera sostenible y utilizado
estratégicamente en sectores específicos, ofrece una perspectiva prometedora
para una economía más limpia, resiliente y segura.
El camino hacia la economía del hidrógeno está repleto de desafíos, pero también
de oportunidades. Con los costos de producción de hidrógeno verde en declive y
la infraestructura en expansión, el hidrógeno es una parte crucial de la transición a
una economía climáticamente sostenible. Con el apoyo de políticas adecuadas e
inversiones en I + D, el hidrógeno se puede convertir en el lado izquierdo de la
energía. Sin embargo, para convertir esta posibilidad en realidad, debe planificarse
de manera estratégica para garantizar que se establezcan las condiciones
necesarias para el despliegue del hidrógeno. Esto requerirá un enfoque de
colaboración que tenga en cuenta este requisito y garantice que el hidrógeno se
introduzca en la red en constante evolución de la mejor manera posible.

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