Integridad en Nuestra Mayordomía

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INTEGRIDAD EN NUESTRA MAYORDOMÍA

1- El concepto de mayordomía.

Somos mayordomos de lo que Dios nos entregó. Nada de lo que poseemos es nuestro en sí.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el dinero es uno de los bienes más importantes
que Dios nos confía para cuidar como sus mayordomos, no por el dinero en sí, sino porque éste
prueba nuestro corazón.

Solemos hablar en las iglesias del concepto de mayordomía, lo conocemos, lo relacionamos


directamente con el mayordomo de las novelas, pero creo que no llegamos a entender el concepto y la
importancia de este lugar de ser mayordomos. Si pensamos en las novelas podemos acordar que la
principal característica del mayordomo tenía que ver con su FIDELIDAD/LEALTAD de éste para con su
dueño.

Asimismo, el mayordomo trata y cuida los bienes de su dueño como si fueran propios, pero no lo son:
los administra incluso pero entiende y tiene claro que no le pertenecen. Un muy buen sinónimo para la
palabra mayordomo es administrador.

Nosotros simplemente administramos las prioridades de Dios aquí en la tierra. Él nos puede confiar
mucho o poco, pero bajo ninguna circunstancia tenemos el derecho de reclamar esos bienes
materiales como nuestros. Esto es así porque un día daremos cuenta de nuestra mayordomía, tal y
como sucedió en la parábola de los talentos.

2- Por qué una mayordomía responsable

Debemos tener en claro, que Dios acuerda con nosotros, cuando nos da algo, él está acordando que
yo lo administre. Es como cuando uno va al banco, lleva su dinero y lo deposita en una cuenta: uno
entra en un acuerdo con el banco.

El banco tiene ciertos derechos. Por ejemplo: invertir su dinero, tomarlo, ponerlo en acciones, comprar
casas y venderlas… Es decir: tiene el derecho de manejar tu dinero. También tiene el derecho de
prestárselo a otra gente. Si usted está en un banco que tiene una tarjeta de crédito, el banco puede
enviar ese dinero a su sección de tarjetas de crédito. Puede prestar ese dinero y cobrar intereses por el
dinero que la gente esté usando.

Por otro lado, el banco también tiene un compromiso: devolverle a usted cada centavo de dinero que
usted depositó en su cuenta. No cuando el banco quiera, sino cuando usted lo necesite.

El dinero que está ahí, a pesar de que está siendo invertido y prestado, todavía le pertenece a usted.
Usted es el dueño de ese dinero, y cuando quiera, usted debería poder ir y sacarlo. Es su dinero. No
es el dinero del gobierno ni del banco.

Lo mismo ocurre con Dios. Dios le da a usted y a mí los bienes materiales para que los invirtamos,
para que los manejemos, para que los prestemos, para que hagamos más dinero con ello. ¡Pero no
está esperando de nosotros que empecemos a decir que esos bienes materiales son nuestros! Sería
una locura. Él nos los dio y debe tener la autoridad de decirnos que quiere que nosotros hagamos con
sus bienes materiales.

Tenemos que entender la mayordomía como un concepto bíblico integral. Nos habla de la
responsabilidad que tenemos como criaturas e hijos de Dios de administrar sabiamente las cosas que
Él ha puesto en nuestras manos: tiempo, tesoro, familia, relaciones, etc.

¿Cómo saber si estamos siendo responsables con el dinero que Dios nos da?

Hacé una marca con aquellas que te sientas identificado.

- Nunca sabes en que se fue el dinero


- Ahorras/ diezmas solo si a fin de mes te sobra dinero.
- Soles tener menos dinero disponible en tu cuenta del que crees que tener.
- No tomas medidas para cuidar tus ahorros de la inflación
- Los resúmenes de tarjeta de crédito te sorprenden todos los meses.

3- El principio espiritual del contentamiento

“Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida,
contentemonos con eso”. 1 Timoteo 6:7-8

Podemos encontrarnos en alguna de estas situaciones:

1) No valoro en absoluto lo que Dios me confía con lo cual en poco tiempo lo utilizo sin propósito.

2) Lo valoro mucho y sólo lo conservo como en la parábola de los 10 talentos.

Hay una práctica nueva que quiero compartirte que a mi personalmente me acompaño y ayudo
muchísimo en mis años de crisis financiera, y esta es el CONTENTAMIENTO:

Muchos de los errores económicos que cometemos suceden por la falta de contentamiento, porque
nos movemos en la carnalidad, en lo que queremos, queremos vivir de determinada manera, por
encima de nuestras probabilidades. Si el presupuesto no nos permite comer afuera, comamos en
casa…

El CONTENTAMIENTO, que no es RESIGNACIÓN, sino una virtud cristiana poco desarrollada y


conocida, que tiene que ver con la SATISFACCIÓN.

En la vida siempre debemos ir por más pero debemos hacerlo a partir de la gratitud a Dios.

Osea, le agradezco al Señor por la casa que me diste, y le digo que si Él en su misericordia quiere
darme una más grande, amen. Eje. Distinto es decir este trabajo es una porqueria porque Señor me
diste este trabajo ¿me amas?

El contentamiento y la avaricia son excluyentes. Porque si practico el contentamiento con acción de


gracias, la avaricia- ese afán de poseer muchas riquezas por el solo placer de atesorarlas sin
compartirlas con nadie- (que es pecado) no tiene lugar. El contentamiento es esa actitud que el apóstol
Pablo le escribió a Timoteo en 1 Ti 6:7-8:

Porque nada trajimos a este mundo y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos comida y ropa,
contentemonos con eso.

4- El dinero como indicador espiritual.

¿Se acuerdan de la parábola del Señor Jesucristo cuando Él hablaba sobre el mayordomo fiel? El
habló sobre el mayordomo que no se comportó bien, y le estaba haciendo una jugarreta a su patrón. Al
final de esta historia, en Lucas 16:10 el Señor Jesucristo dice lo siguiente:

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y en lo muy poco es injusto, también en lo
más es injusto”

¡Preste atención! El Señor Jesucristo nos está diciendo algo muy importante: Si nosotros somos
infieles en lo poco, en aquellas cosas que nadie ve, que están ocultas en nuestra vida, en aquellas
cosas que solo nosotros, o nosotros y nuestras esposas conocemos; si somos infieles en esas áreas
oscuras de nuestras vida, también vamos a ser infieles en las grandes áreas de nuestra vida. La forma
en la que nos comportamos en los momentos en los que nadie nos ve, tiene mucho que ver con el tipo
de

Sin embargo, es importante que Dios si nos ve, y Él sabe cómo nos estamos comportando en las áreas
ocultas de nuestra vida. Una de esas áreas de “en lo poco” es justamente la financiera.

El área financiera es una de ellas porque no hay mucha gente que se meta con ella. Nadie sabe cuánto
ganamos ni tampoco en qué gastamos nuestro dinero. A veces ni siquiera nuestros cónyuges o padres
saben la forma en la que uno gasta su dinero. Y si ellos no lo saben, mucho menos lo sabrá el pastor y,
por supuesto, mucho menos los diáconos de su congregación. Es un área secreta que muchas veces
nos demuestran quienes somos realmente por dentro.
No podemos tener un corazón dividido:

En Lucas capitulo 16:13 dice:

“Ningún siervo puede servir a dos señores, porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará a uno
y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”.

El Señor Jesús nos dice que no podemos servir a Dios y servir a las riquezas. Las riquezas, muchas
veces, se convierten en un ídolo en nuestras vidas. Nosotros tenemos que elegir dentro de nuestras
prioridades familiares, donde vamos a poner a Dios y donde vamos a poner nuestras cuestiones
materiales, tengamos mucho o poco.

Aquí no estamos hablando de la gente que tiene autos, barcos, casas grandes. No tiene nada que ver
con la cantidad de dinero que tenemos en el banco. Este es un concepto que tiene que ver con nuestra
actitud hacia la vida. Uno puede no tener un peso en el bolsillo, y sin embargo, tener a las riquezas
como el dios ( ìdolo) de su vida. Es la actitud lo que vale. Es importante notar, sin embargo, que en
estos últimos tiempos, lamentablemente, hay mucha gente que quiere usar a Dios para servir a las
riquezas, en vez de usar las riquezas para servir a Dios.

Muchas veces nuestra relación con Dios se limita a cuestiones materiales. Nuestras conversaciones
con Dios se limitan a decir: “Señor, bendíceme. Señor, ámame. Señor, sáname. Señor perdóname”. Y
el “me” se convierte en el centro de nuestro universo. Estamos en una sociedad de consumo y hemos
aprendido a consumir a Dios. Lo percibimos como un proveedor de servicios. Entendemos a Dios
como un supermercado o como el gobierno de algún país: una entidad y no un ser viviente que posee
personalidad.

En general, para el hombre y la mujer de Latinoamérica, en vez de que el dar sea parte de nuestra
experiencia de adoración, nosotros hemos incorporado como parte de nuestra experiencia de
adoración el pedir. Es por eso que la falsa doctrina que mezcla el materialismo con el cristianismo ha
hecho tantos estragos en nuestro continente.

Es por eso que quizás, también, el nombre que mejor conozcamos de Dios sea Jehová Jireh: “Jehová
proveedor”. Pero Dios es más que Jehová Jireh. Dios es también Elohim “El Creador Todopoderoso”.
Dios también es El Shaddai “El todo suficiente, el Dios de las montañas, Dios Todopoderoso”. Dios
también tiene el nombre Santo. Dios también es el Rey del universo, el Señor de señores y Rey de
reyes. Él espera que nosotros tengamos riquezas para servirle y que nuestra relación con El esté
centrada en Él y no en nosotros mismos.

5- Las cuestiones materiales como un campo de batalla en nuestras vidas

Jesús trata el tema del dinero porque es un campo de batalla para el cristiano.

En Mateo 6:21 dice: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.”

Las cuestiones materiales son un campo de batalla para nuestra vida. ¡Claro que sí! Vivimos en una
sociedad de consumo. Vivimos en un mundo que existe con el solo propósito de comprar y vender.
Vivimos en una sociedad que siempre nos está creando nuevas necesidades y nos es difícil centrarnos
en “las cosas de arriba”. Nos hacen creer que cuanto más bienes poseamos, tanto más felices vamos
a ser.

Pero la Palabra dice que donde esté nuestro tesoro, allí estará nuestro corazón. Nuestros tesoros son
aquellas cosas en las que se encuentra el foco de nuestra vida. Para saber dónde está tu corazón
debes preguntarte entonces: ¿Dónde estás poniendo tu energía, tu talento, tu creatividad, tus
capacidades personales, tu fuerza, tu juventud, tu experiencia?

¿En tu trabajo, en tu casa, en tu relación con tus amigos? Pues allí está su corazón. ¿En su relación
con Dios? Pues allí está su corazón. No busque donde está su corazón. Busque primero donde están
sus tesoros… Eso te mostrará la realidad de su vida interior.

Porque las decisiones económicas que tomemos hoy afectan nuestro presente y futuro.

Nuestro estado económico, además de ser parte de nuestra vida, depende de hechos que han
sucedido en el pasado, se ratifica con las decisiones que tomamos hoy y se verá afectado en el futuro
en pos de estas últimas dos.

Debemos ordenarnos hoy y resolver el pasado para que en el futuro tengamos finanzas sanas, incluso
para que nuestros hijos tengan sus finanzas sanas.

Como padres, tenemos la responsabilidad de instruir a nuestros hijos en este tema, ya que lo que no
les enseñamos nosotros no lo van a aprender, lo van a aprender de otro modelo, que probablemente
no sea el ideal, o lo aprendan a los golpes.

No es necesario esperar a que nuestros hijos sean grandes para hablarles de estos principios bíblicos,
podemos empezar por lo más fácil que es ofrendar, es lo que menos cuesta, luego diezmar, el ahorro,
y por último que ellos puedan aprender a manejarse con una mensualidad, o dinero que le damos por
semana.

A medida que van creciendo, sería como un comienzo del presupuesto. Ahora si debemos
primeramente vivirlo, para luego enseñarlo ya que sino será una enseñanza sin autoridad, ejemplo no
le puedo pedir a mis hijos que ahorren, si yo nunca lo hago, los que somos padres sabemos que los
niños aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos...Los hijos deben conocer nuestra
situación económica, que hay momentos buenos y otros no tanto, y aprender a manejarse y aceptar
cada momento, cada temporada. Esto hará madurar a sus hijos y hará de tus generaciones personas
generosas y prósperas.

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