Revista+IAT+2022 2 45 55
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Por: Francis Jean Pierr Sebastian Rodriguez y Pablo José, Huapaya Garriazo
Francis Jean Pierr, Los contratos asociativos tienen un carácter instrumental ya que es un
Sebastian Rodriguez medio para regular y ordenar las relaciones jurídicas que desean
Docente especialista en la Gerencia de
Formación y Capacitación. IAT- SUNAT establecer las partes contratantes. Estos contratos no son un fin en sí
mismo, sino un instrumento necesario para crear, regular, modificar o
extinguir obligaciones patrimoniales. Cuando se generan este tipo de
contratos, las partes pueden tener una multiplicidad de intereses
patrimoniales, por lo cual los contratos presentan igualmente una gran
variedad de funciones de carácter económico (Elías Laroza, 2015, p.
120).
Dentro de este marco, se puede decir que los CAP son aquellos por el cual un empresario, denominado
asociante, concede a una o más personas naturales o jurídicas, llamadas asociados, una participación en
los resultados de una o más empresas o negocios específicos, a cambio de aportes en dinero, bienes o
servicios, sin que el contrato de lugar a la formación de una persona jurídica (Elías Laroza, 2015, p. 250).
Garrigues (1979, p.56) lo califica como una forma de tránsito entre la sociedad, que tiene personalidad
jurídica, y la relación puramente contractual. Señala que los orígenes del contrato, históricamente,
derivan de la más antigua forma de cooperación mercantil, la commenda, a través del negocio de
participación o empresa secreta, así llamada porque las personas que realizan solamente aportes
permanecen ocultas, mientras que la persona encargada del negocio es la única visible frente a terceros,
en forma similar a lo que sucede en las sociedades en comandita (Garrigues, 1979, pág. 56).
El contrato de asociación en participación apunta a objetivos similares a los de los socios de las
sociedades en comandita. Hay personas interesadas en no participar en la gestión y contar con
responsabilidad
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Tratamiento de los Contratos de Asociación en Participación en aplicación del
Decreto Legislativo N° 1541
Francis Jean Pierr Sebastian Rodriguez y Pablo Josi, Huapaya Garriazo
limitada (los asociados en la asociación en participación y los socios comanditarios) mientras que otras
se ocupan de administrar la empresa y asumir la responsabilidad (el asociante en la asociación en
participación y los socios colectivos) (Elías Laroza, 2015, p. 252).
En ese sentido, el asociante obtiene aportes para un negocio o empresa, sin tener que recurrir a
préstamos de dinero, mientras que el o los asociados permanecen ocultos, sin intervenir en la gestión
del negocio.
Bajo este marco, el artículo 440 de la Ley define al contrato de asociación en participación como uno por
el cual una persona, denominada asociante, concede a otra u otras personas, denominadas asociados,
una participación en el resultado o en las utilidades de uno o de varios negocios o empresas del
asociante, a cambio de una determinada contribución (Ley N° 26887, 1997).
2. Regula relaciones de integración en uno o más negocios del asociante, en interés común de
todas las partes contratantes.
4. No origina la creación o nacimiento de una persona jurídica. Por ende, no tiene denominación ni
razón sociales.
5. No hay obligación de revelarlo a terceros, pues es un contrato privado entre las partes.
7. No existe relación jurídica entre los asociados y los terceros, ni entre éstos y los primeros.
8. Las contribuciones de los asociados son utilizadas por el asociante, para el negocio o empresa. Si
ellas consisten en bienes, se presume que pertenecen al asociante, aunque la Ley permite que
permanezcan en propiedad del asociado.
9. Los asociados tienen derecho a la rendición de cuentas, al término de cada ejercicio y al terminar
el negocio o la empresa.
10. El contrato puede establecer formas de fiscalización o control de los asociados sobre los negocios
o empresas del asociante, objeto del contrato. Nada impide que ello se extienda, si así es
pactado, a otros negocios del asociante, vinculados en cualquier forma a los que son materia del
contrato.
11. Es un contrato sujeto a plazo, determinado o determinable. En otras palabras, el plazo puede
pactarse expresamente o se puede deducir del objeto del contrato.
Como mencionamos, los CAP son contratos asociativos1 considerado como una herramienta mercantil de
generación de negocio, siguiendo su definición legal, es el contrato por el cual una persona, denominada
asociante concede a otra u otras personas denominadas asociados, una participación en el resultado o
en las utilidades de uno o de varios negocios o empresas del asociante, a cambio de determinada
contribución2.
1
La definición consta en el artículo 438 de la Ley N° 26887 Ley General de Sociedades, se considera contrato asociativo aquel
que crea y regula relaciones de participación e integración en negocios o empresas determinadas, en interés común de los
intervinientes. El contrato asociativo no genera una persona jurídica, debe constar por escrito y no está sujeto a inscripción en el
Registro.
2
Articulo N° 440 de la Ley N° 26887 Ley General de Sociedades.
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Cabe precisar, que la denominación CAP no es única y exclusiva a nivel internacional. En otros países
cuenta con diferente denominación, los cuales se reflejan en el siguiente cuadro:
Figura
1 Otras denominaciones a los Contratos de Asociación en Participación.
Fuente: Tomados del Curso Tratamiento Tributarios de los Contratos Asociativos y Contratos modernos dictado por el
Dr. Lorgio Moreno en la SUNAT, 16 de setiembre de 2019
Entonces en una asociación en participación, una persona, que asume la calidad de asociante, desarrolla
un negocio y acepta la contribución de otra u otras personas en dinero, servicios o bienes, para continuar
con el desarrollo del negocio. Asignándoles una determinada participación en las ganancias (Northcote,
García, & Tambini, 2012)
Cada una de las partes intervinientes en este tipo contrato tienen sus propias obligaciones, las
correspondientes al asociante corresponden a la dirección y gestión del negocio de forma exclusiva, por
consiguiente, cuenta con decisiones propias; en cambio el asociado solo participa en las utilidades o
perdidas que genere dicho negocio, sin tener alguna vinculación con terceros.
Para ello, los parámetros legales del presente contrato se encuentran en el libro quinto de la Ley N°
26887 Ley General de Sociedades, estableciéndose las características primordiales para la identificación
de un CAP, estas son:
El CAP debe constar por escrito y no se cuenta con razón social ni denominación. Por tanto, no
existe la exigencia de realizar alguna inscripción en registro públicos (es un contrato y no una
persona jurídica).
La dirección o gestión del negocio le corresponde única y exclusiva al asociante, el cual actúa
en nombre propio.
No existe una relación jurídica entre los terceros y los asociados. El es el sujeto de los derechos
y obligaciones que la actividad empresarial materia del contrato genere frente a terceros. Lo
cual no impide que el asociado pueda generar dichos vínculos, sobre todo obligaciones en
determinadas situaciones. Por ejemplo, si su contribución consistiera en una obligación de
hacer, al ejecutar la prestación objeto de la misma podría causar daños y perjuicios a terceros,
quedando obligado a la indemnización respectiva, siendo una responsabilidad civil
extracontractual (Talledo, 1998, p.12).
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Tratamiento de los Contratos de Asociación en Participación en aplicación del
Decreto Legislativo N° 1541
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Los terceros no adquieren derechos ni asumen obligaciones frente a los asociados, ni éstos ante
aquéllos.
La duración de los CAP, por lo general, son de corto tiempo. No obstante, perdurarán en el
tiempo en la medida que exista o tenga vida el negocio.
El contrato puede determinar la forma de fiscalización o control a ejercerse por los asociados
sobre los negocios o empresas del asociante que son objeto del contrato.
Los asociados tienen derecho a la rendición de cuentas al término del negocio realizado y al
término de cada ejercicio.
No existe una exigibilidad de fecha cierta en el CAP. Sin embargo, dicho mecanismo probatorio
genera convicción de la fecha de existencia del contrato.
De lo mencionado, queda claro que el asociante es el encargado de la dirección del negocio y el asociado
solo queda a la espera de los resultados de este (utilidades o perdidas). Entonces, de existir alguna
mínima intervención en el negocio por parte del asociado, el CAP se desnaturalizaría.
En atención a lo anterior, se refleja en primer lugar que los CAP son contratos donde existe un riesgo
para el asociado en relación con su aporte. Sin embargo, el articulo 444 de la Ley de Sociedades
establece un caso especial en los CAP (Ley N° 26887, 1997), donde no existiría riesgo alguno sobre el
aporte del asociado, como vemos en el texto normativo:
Salvo pacto en contrario, los asociados participan en las pérdidas en la misma medida en
que participan en las utilidades y las pérdidas que los afecten no exceden el importe de su
contribución. Se puede convenir en el contrato que una persona participe en las utilidades
sin participación en las pérdidas, así como que se le atribuya participación en las utilidades o en
las pérdidas sin que exista una determinada contribución.
En conclusión, los CAP pueden ser de dos tipos con riesgo, donde la participación del asociado se da
tanto en las utilidades como las pérdidas y en los CAP sin riesgo se refiere que solo existe una
participación sobre las utilidades y no de las pérdidas.
La desnaturalización de los CAP ocurrirá cuando se incumplan los requisitos y/o características exigidas
en la normatividad societaria, las cuales fueron abordadas en el punto anterior. No obstante, el Tribunal
fiscal en su diversa jurisprudencia se ha pronunciado en las situaciones donde se desnaturaliza dicha
figura contractual. Entre ellas, tocaremos las siguientes:
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Figura 2
Jurisprudencia del Tribunal Fiscal relacionada a la desnaturalización de los Contratos de Asociación en Participación
RTF N° 06725-5-2019
• Se rescata de esta jurisprudencia dos puntos importantes. El primero que el asociante no ejerce el
control sobre el destino o utilización de los aportes y el segundo que el asociante no participa en el
resultado o utilidades de la empresa o negocio particular, con asunción del consiguiente riesgo.
Hasta el año 1998, el artículo 65° del Texto Único Ordenado de la Ley del Impuesto a la Renta, aprobada
por Decreto Supremo N° 179-2004-EF, en adelante LIR, consideraba a la Asociación en Participación
entre las entidades obligadas a llevar contabilidad independiente por lo que se aplicaba un régimen de
transparencia, es decir que tributaban los asociados sobre los resultados obtenidos de ese contrato
(Análisis Tributario, 2006, p. 28).
En la RTF N° 3199-3-2005, el Colegiado señaló que para dicho ejercicio la norma optó por el régimen de
transparencia, por lo que las rentas serían atribuidas a las partes que las conformarán, es decir, no se
consideraban a dichos contratos como contribuyentes del impuesto, sino se imputaban las rentas según
la participación acordada y se gravaba con el impuesto a cada integrante.
El 28 de diciembre de 1998 se publicó la Ley N° 27034 indicando que, a partir del 1 de enero de 1999, se
dejó sin efecto el régimen de transparencia para este tipo de contrato asociativo por tanto se convertían
en entidades opacas, correspondiendo únicamente al asociante la determinación y pago del Impuesto a
la Renta.
En aplicación de esta norma, la Administración Tributaria aprobó la R.S. N° 042- 2000/SUNAT, publicada
el 21 de marzo de 2000, por la que dictó normas sobre la declaración jurada anual de los contratos
de
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Decreto Legislativo N° 1541
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colaboración empresarial y el procedimiento para que las asociaciones en participación soliciten su baja
del RUC.
Por tanto, entre otros aspectos, esta regulación indicó que resultaba razonable que el asociado debía
deducir el monto de la depreciación que correspondiera a los bienes que se hubieran cedido en uso a la
Asociante para la realización del negocio. Como se observa, esta norma confirmó la aplicación de un
régimen de transparencia para el ejercicio 1999.
Si bien el Tribunal Fiscal confirmó dicho criterio, conforme las RTF N° 732-5- 2002 y 1165-3-2004, es
verdad que se aplica erróneamente para el ejercicio 1999 las disposiciones vigentes hasta 1998, sin
considerar las modificaciones introducidas por la Ley N° 27034 (Análisis Tributario, 2006, p. 29).
Figura N° 3
Síntesis de la evolución normativa de los CAP
Conforme a ello, corresponde al asociante registrar en su contabilidad los ingresos totales por las ventas
o prestación de servicios, así como los gastos incurridos en su generación. En este sentido, a partir del
ejercicio 2000, la determinación y pago del IR por las ganancias obtenidas de la Asociación en
Participación recaen única y exclusivamente en cabeza del Asociante.
Se debe indicar además que, conforme el artículo 440° de la Ley General de Sociedades, el Asociado solo
puede participar en los resultados o en las utilidades del negocio o empresa que realiza el Asociante, de
modo que si la participación fuera respecto de ingresos que obtuviera este último no habría contrato de
Asociación en Participación por mucho que las partes lo denominen así.
Es importante indicar que, aunque el CAP tiene carácter oneroso, el asociado no recibe una retribución a
su aporte sino un simple derecho expectaticio de su participación. Siendo así, la utilidad que corresponde
a los Asociados no son retribuciones de su contribución (Análisis Tributario, 2006, p. 29).
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En buena cuenta, lo que sucede es la causa de las utilidades atribuibles al asociado no reside en la
contribución realizada por él, sino en el hecho de que el negocio del asociante ha dado utilidades. Esta
idea es recogida por la Corte Suprema en la Sentencia recaída en el Expediente N° 1461-2002 del
15.12.2002, en donde se indica que la asociación en participación no es un contrato de prestaciones
recíprocas ya que el asociante no está en la obligación de efectuar una prestación a favor del asociado y
viceversa, de modo que el contrato subsiste simplemente en la participación del asociado en el riesgo
del negocio (Análisis Tributario, 2006, p. 30).
Como se ve, la participación de utilidades que confiere el asociante al asociado puede calificar como otra
forma de distribución de utilidades conforme a los alcances del literal i) del artículo 24° y el artículo 24°-
A de la LIR. En efecto, el referido literal i) del artículo 24° señala que se consideran rentas de segunda
categoría los dividendos o cualquier otra forma de distribución de utilidades.
Esta forma de distribución de utilidades no califica como dividendo al que se refiere el literal a) del
artículo 24°-A de la LIR, pues este surge con la distribución de las utilidades efectuadas por las
sociedades mercantiles a los socios, ello, aunque el derecho de participación en los resultados atribuidos
al asociado resulte similar al del socio de una sociedad (Análisis Tributario, 2006, p. 30).
Ahora bien, la LIR no contiene una definición del término “utilidades” por lo que podrían generarse dudas
en torno a sus alcances en el caso materia de comentario.
En ese sentido, la participación de los asociados en las “utilidades” del negocio o empresa del asociante
podría encuadrarse en los alcances del literal e) del artículo 24°-A de la LIR, que establece como una
forma de distribución de utilidades a las participaciones de utilidades que provengan de partes de
fundador, acciones de trabajo y otros títulos que confieran a sus tenedores facultades para intervenir en
la administración o en la elección de los administradores o el derecho a participar, directa o
indirectamente, en el capital o en los resultados de la entidad emisora.
Entonces, en el caso de los CAP, el contrato es el título que confiere a los asociados dicho derecho a
participar en los resultados del negocio o empresa del asociante (Análisis Tributario, 2006, p. 30).
Ahora, bajo esta perspectiva, en vista de que el segundo párrafo del artículo 24°-B de la LIR, las personas
jurídicas que perciban dividendos y cualquier otra forma de distribución de utilidades de otras personas
jurídicas no las computarán para la determinación de su renta imponible, las utilidades recibidas por los
asociados como consecuencia de la aplicación del contrato de asociación en participación no será
materia de gravamen del Impuesto a la Renta.
Bajo esta misma lógica, las referidas utilidades no deberían incluirse para la determinación de los pagos
a cuenta mensuales del Impuesto a la Renta a cargo del asociado ya que sólo resultan computables los
ingresos gravables, lo que no ocurre en este caso (Análisis Tributario, 2006, p. 30).
Esta lógica fue recogida por el Tribunal Fiscal, la cual mediante la RTF N° 2398-11-2021, publicada el 2 de
abril de 2021, indicó a través de criterio de observancia obligatoria que la participación del asociado,
para los efectos del Impuesto a la Renta, califica como dividendo u otra forma de distribución de
utilidades. En tal sentido, estará o no gravada con el Impuesto a la Renta, según quien sea el asociado,
de la siguiente manera:
1. Si el asociado es una persona jurídica domiciliada en el país, dicho ingreso no está gravado con
el Impuesto a la Renta.
2. Si el asociado es una persona natural o un ente distinto a una persona jurídica domiciliada en el
país, dicho ingreso está gravado con el Impuesto a la Renta de segunda categoría
La problemática surgida en el CAP se enfoca en los cambios normativos de la Ley 27034 (Ley N° 26887,
1997), los cuales se obtuvo diversas posiciones que causaban una inseguridad jurídica para los
contribuyentes en la ejecución de estos tipos de contratos.
Figura N° 4
Jurisprudencia del Tribunal Fiscal en relación con los CAP
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Tratamiento de los Contratos de Asociación en Participación en aplicación del
Decreto Legislativo N° 1541
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Ejercicio 2004
JURISPRUDENCIA 3 Asociante: Registra en su contabilidad los ingresos totals y todos los gastos incurridos, y
RTF Nº 18351-4-2012 además deduce como gasto las participaciones que entrega a sus asociados.
Asociado: Rta. Gravada de 3ra. Cat.
Ejercicio 2004
JURISPRUDENCIA 4 Asociante: Es el único que gestiona el negocio y está obligado a determiner y pagar
RTF Nº 00637-2-2017 el IR de 3ra. Cat. Por la totalidad de las rentas gravadas que obtuviera dicho negocio
Asociado: No debe gravar nuevamente con el IR el importe recibido del Asociante.
Ejercicio 2008
Asociante: Cumple un rol similar al socio de una Sociedad; la participación califica como
JURISPRUDENCIA 5 dividendo.
RTF Nº 2398-11-2021 Asociado: Es el único responsible por la determinación y pago IR derivado de las rentas
producidas por el CAP.
Como indicamos anteriormente, el Tribunal Fiscal por medio de la RTF N° 02398-11-2021 de observancia
obligatoria, concluye que:
“La participación del asociado, para los efectos del Impuesto a la Renta, califica como dividendo u otra
forma de distribución de utilidades. En tal sentido, estará o no gravada con el Impuesto según quien sea
el asociado, de la siguiente manera: 1) Si el asociado es una persona jurídica domiciliada en el país,
dicho ingreso no está gravado con el Impuesto a la Renta. 2) Si el asociado es una persona natural o un
ente distinto a una persona jurídica domiciliada en el país, dicho ingreso está gravado con el Impuesto a
la Renta de segunda categoría”.
A raíz de dicho pronunciamiento, conlleva la realización de un cambio normativo exigido para la figura
contractual de los CAP, necesidad que se requiere para otorgar seguridad jurídica a los contribuyentes
que celebran este tipo de contratos. Si clasificamos las posiciones anteriores a este fallo, se observa que
existieron hasta 3 posiciones sobre el tratamiento de los CAP a lo largo del tiempo.
Figura N° 5
Posiciones del Tribunal Fiscal en relación con la participación del asociantes y asociado
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Por ello, mediante el Decreto Legislativo N° 1541 se dispuso el siguiente tratamiento tributario para los CAP:
La participación del asociado no constituye costo o gasto deducible para el asociante. Aquella
posición vertida en la Resolución de Superintendencia N° 042-2000/SUNAT, el cual indicaba que
el asociante deduciría gasto o costo la participación del asociado, queda de lado.
La obligación de retener a que se refiere los artículos 73-A y 76 de la LIR también es aplicable a
los asociantes, respecto de las utilidades que distribuyan a favor de los asociados cuando estos
sean personas naturales, sucesiones indivisas o sociedades conyugales que optaron por tributar
como tales, domiciliadas en el país, o personas no domiciliadas en el país, respectivamente. La
obligación de retener nace cuando los dividendos y otras formas de distribución de utilidades se
pongan a disposición en efectivo o en especie.
Entonces se añade al texto normativo de la Ley del Impuesto a la renta un nuevo sujeto
retenedor, el cual es el asociante quien tendrá la responsabilidad de efectuar dicha retención al
momento realizar la distribución de la participación en cabeza del asociado.
El asociante debe registrar en subcuentas especiales las operaciones del negocio objeto del
contrato de asociación en participación. La necesidad de dicho registro busca la facilitación de
las labores de fiscalización por parte de la Administración Tributaria.
Y por último, señalar que las demás disposiciones de la Ley del Impuesto a la Renta y su
reglamentación se aplicarán en tanto no se opongan a los establecido en los puntos anterior.
Cabe mencionar, que estas nuevas disposiciones planteadas para los CAP serán aplicadas a partir del
01.01.2023. Ante ello, la pregunta que surge es ¿Qué pasará con aquellos rendimientos generados a
favor del asociado hasta el 31.12.2022? está interrogante ha sido absuelta por el ente fiscal por medio del
informe N°000046-2022-SUNAT/7T0000, llegando a la siguiente conclusión:
2. El pago de la participación del asociado por parte del asociante no constituye gasto deducible
para el asociante para fines del impuesto a la renta.
En atención a las consideraciones señaladas anteriormente, la forma de aplicación será conforme las
siguientes figuras:
3
La exposición de motivos del Decreto Legislativo 1541, menciona que: “(…) no debe perderse de vista que la contribución del
asociado (en dinero, bienes o servicios) a favor del asociante no corresponde a una liberalidad del asociado, por cuanto este
obtiene a cambio de su contribución un derecho expectaticio a percibir parte de la utilidad que puede generar el negocio que es
objeto del CAP.
En vista de ello, se puede sostener que existe una transferencia de propiedad a título oneroso cuando se realiza una
contribución de bienes a título de propiedad o que existe una prestación de servicios a título oneroso cuando la contribución es
un servicio.
En consecuencia, dichas contribuciones generan rentas gravadas con el Impuesto a la Renta y deben tributar conforme a las
disposiciones que regulan el citado impuesto. (…)”
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Figura N° 6
Esquema Tributario aplicable para los CAP a partir de 01.01.2023
Figura N° 7
Tratamiento de los CAP a partir de 01.01.2023
Nuestra legislación societaria regula dos tipos de CAP, aquella donde el asociado asume un
riesgo respecto a su participación y un caso especial donde no existe ningún riesgo para el
asociado sobre su participación. Ante ello, en materia fiscal el Tribunal Fiscal se ha pronunciado
solo en aquellos contratos donde existe un riesgo para el asociado.
Las diferencias o discrepancias en relación con el CAP han quedado determinadas en el Decreto
Legislativo N° 1541, brindando una seguridad jurídica a los contribuyentes y un tratamiento
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Análisis Tributario. (2006). Régimen Tributario de los Contratos Asociativos. Análisis Tributario, XIX(227), 28-30.
Elías Laroza, E. (2015). Derecho Societario Peruano. (E. &. Estudio Rodrigo, Ed.) Gaceta Jurídica.
Northcote, C., García, J. L., & Tambini, M. (2012). Manual Práctico de la Ley General de Sociedades. Lima: Instituto Pacifico
S.A.C.
Talledo, M. (1998). La Asociacion En Participacion, El Consorcio Y El Joint Venture: Aspectos Contractuales Y Tributarios.
Introducción
Los contratos asociativos son herramientas clave para la colaboración empresarial en Perú, reguladas
principalmente por la Ley General de Sociedades (LGS). Permiten a las partes asociarse en negocios o
proyectos sin crear una nueva persona jurídica, lo que ofrece ventajas, pero también plantea desafíos.
En este artículo, analizamos los principales contratos asociativos como la Asociación en Participación, el
Consorcio, y el Joint Venture, explorando su base legal, normativa actual y cambios recientes, además de
sus principales ventajas y desventajas.
Asociación en participación
Base Legal Detallada
Regulada por los artículos 440 al 444 de la Ley General de Sociedades (Ley N° 26887), la Asociación en
Participación es un acuerdo en el cual un asociante concede a uno o más asociados participación en las
utilidades a cambio de una contribución. No genera una nueva persona jurídica.
• Art. 440: El asociante concede participación en los resultados del negocio.
• Art. 441: El asociante gestiona el negocio y los asociados tienen derecho a rendición de cuentas.
• Art. 442: Los asociados no tienen derechos sobre los bienes del asociante.
• Art. 443: Los asociados solo responden hasta el monto de su contribución.
• Art. 444: No se constituye una persona jurídica independiente.
Normativa Aplicable
1. Código Civil Peruano: Se aplica de manera supletoria en temas no regulados por la LGS.
2. Ley del Impuesto a la Renta (D.S. N° 179-2004-EF): Define el tratamiento tributario.
3. Resolución de Superintendencia N° 042-2000/SUNAT: Establece normas para la declaración y pago
del Impuesto a la Renta.
Ventajas:
• Flexibilidad administrativa: Al no crear una persona jurídica independiente, se simplifican los trámites
administrativos.
• Control del asociante: El asociante mantiene el control total sobre la gestión del negocio.
• Responsabilidad limitada: Los asociados solo son responsables por el monto de su contribución.
Desventajas:
• Falta de derechos sobre bienes: Los asociados no tienen propiedad sobre los activos del asociante.
• Riesgo de falta de transparencia: Los asociados dependen completamente de la rendición de cuentas
del asociante.
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Decreto Legislativo N° 1541
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2. Consorcio
Base Legal Detallada
Los artículos 445 al 448 de la LGS regulan el Consorcio, un acuerdo entre dos o más empresas para
ejecutar proyectos conjuntos sin crear una entidad jurídica separada.
• Art. 445: El Consorcio se define como la colaboración entre empresas para un negocio específico.
• Art. 446: Cada miembro mantiene su autonomía y no se crea una persona jurídica.
• Art. 447: Los consorciados pueden realizar actividades en conjunto o separadamente.
• Art. 448: Los consorciados retienen la propiedad de los bienes aportados.
Normativa Aplicable
1. Código Civil Peruano: Aplicable supletoriamente.
2. Ley del Impuesto a la Renta (D.S. N° 179-2004-EF): Establece el tratamiento fiscal del Consorcio.
3. NIIF 11 - Acuerdos Conjuntos: Regula el tratamiento contable de los acuerdos de colaboración
empresarial.
4. Resolución de Superintendencia N° 000115-2021/SUNAT: Introduce precisiones sobre el tratamiento
tributario de los contratos de colaboración empresarial.
Responsabilidad frente a acreedores
• Las empresas consorciadas asumen responsabilidad solidaria frente a acreedores externos si el
Consorcio no cumple con sus obligaciones. Esto incluye tanto las obligaciones tributarias como aquellas
derivadas de deudas comerciales, incluso después de la disolución del Consorcio.
Responsabilidades laborales
• En el ámbito laboral, los miembros de un Consorcio pueden ser considerados responsables solidarios
de las obligaciones laborales y de seguridad social de los trabajadores, conforme a la Ley de
Productividad y Competitividad Laboral.
Ventajas:
• Autonomía de las partes: Cada consorciado mantiene su independencia, lo que facilita la flexibilidad
operativa.
• Colaboración eficaz: Permite que varias empresas combinen esfuerzos y recursos sin comprometer
su identidad jurídica.
• Compatibilidad internacional: Es reconocido en proyectos grandes, como construcción e
infraestructura.
Desventajas:
• Responsabilidad solidaria: Las empresas consorciadas pueden verse obligadas a responder por las
obligaciones del Consorcio, lo que aumenta el riesgo financiero.
• Gestión compleja: Coordinar entre varias partes puede generar conflictos en la toma de decisiones.
3. Joint Venture
Base Legal
El Joint Venture en Perú no tiene una regulación específica en la LGS, pero se basa en las normas
contractuales del Código Civil. Es común en proyectos de inversión a gran escala o para el desarrollo de
negocios internacionales.
Ventajas:
• Acceso a nuevos mercados: Permite a las empresas expandirse a nuevos sectores o regiones
geográficas.
• Compartición de recursos: Las empresas pueden unir capital, tecnología y experiencia.
• Reducción de riesgos: Al compartir la inversión, también se comparten los riesgos financieros.
Desventajas:
• Riesgo de conflictos: Diferencias en la cultura corporativa o en los objetivos estratégicos pueden
generar tensiones.
NOVIEMBRE 2022 LIMA – PERÚ | AÑO 1 NÚMERO 2
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• Duración temporal: Los Joint Ventures suelen ser proyectos de corta duración, lo que puede generar
complicaciones si el proyecto excede el tiempo planificado.
Lo mismo que las personas naturales, las sociedades tienen necesidad de vincularse, de interrelacionarse con otras
personas; dicha interrelación se realiza mediante contratos, contratos de diverso género y especie; un grupo de estos
contratos son los llamados contratos asociativos.
La nueva Ley General de Sociedades se aparta de modo importante de nuestra anterior norma societaria e introduce
novedades dignas de atención. La primera de ellas es que, por primera vez, se regulan de modo general los contratos
asociativos, creando normativamente un género de contratos que no se agotan con los disciplinados en la Ley General
de Sociedades: asociación en participación y consorcio. Por primera vez también, se regula de modo amplio el contrato
de consorcio que, todo parece indicar, alude al joint venture. Por cierto, conviene señalar que este contrato era ya
bastante conocido en nuestro medio y en absoluto podía decirse que resultaba ajeno para nuestra legislación. En efecto,
en la legislación pesquera y especialmente en la minera se alude a él. Lo propio sucede con la legislación tributaria,
tanto en el IGV como en el Impuesto a la Renta. No obstante, hasta antes de la nueva ley societaria seguía siendo un
contrato atípico, pues carecía de una legislación sistemática e integral. En efecto, el profesor Chulia Vicent expresa: “Son
contratos atípicos aquellos que no están definidos por la legislación positiva, están reconocidos por la realidad social, y
en ocasiones por leyes especiales, basándose en la libertad contractual y en la autonomía de la voluntad, rigiéndose por
su afinidad con otros contratos típicos, por los principios generales de las obligaciones y contratos, y subsidiariamente
por los principios generales del Derecho”.
Si bien es verdad que desde el punto de vista jurídico, tanto la libertad de contratar como la libertad de empresa, hacen
posible el surgimiento de los contratos asociativos, está claro que no son su causa; en realidad estos contratos son
producto de dos hechos que están íntimamente relacionados. El primero de ellos, algo que todos vivimos a diario: la
revolución tecnológica, que ha hecho de la nuestra una sociedad de conocimiento, una sociedad en la que el valor
diferencial es el saber. Esta revolución ha permitido la globalización, la cual late al ritmo de la revolución tecnológica:
computadoras, fibra óptica y sistemas multimedias que disuelven el tiempo y el espacio, y modifican las redes de
producción, servicios y consumo. “Por primera vez en la historia de la humanidad disponemos de una economía global
en la que se puede producir y vender todo, en todas partes, en todo momento.
El segundo de ellos es la expansión del liberalismo, el capitalismo sin límites. El neoliberalismo es el pensamiento único
que se expande sobre toda la superficie de la Tierra: economía libre, desregulación, privatización, son las características
dentro de las cuales se mueve la economía de nuestra hora. El fin de la historia, para decirlo en expresión de Francis
Fukuyama.
Un ejemplo de la globalización y este desmoronamiento de las fronteras, que ha hecho del mundo una aldea, es el caso
de la British Airways, que el año pasado despidió a 500 contadores ingleses, y los remplazó por hindúes, que cobran el 5
por ciento de lo que ganaban los ingleses; el avance de las telecomunicaciones les permite llevar la contabilidad de la
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Tratamiento de los Contratos de Asociación en Participación en aplicación del
Decreto Legislativo N° 1541
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compañía desde la India, exactamente igual que si estuvieran en Londres. Ha surgido así un capitalismo que tiene como
principal objetivo la eficiencia.
El crecimiento de la empresa fue la respuesta a estos hechos y ha sido de tal dimensión que ha superado las fronteras
de sus países nacionales; hoy, las empresas exitosas no necesitan grandes recursos naturales, toman capital de bancos
y bolsas en todo el mundo y pueden trasladar sus operaciones a cualquier parte del planeta. Es el capitalismo sin límites
al que nos referíamos líneas arriba. En efecto, las multinacionales son los grandes actores de este proceso.
Consideramos que el solo hecho de haber incluido en nuestra ley societaria este tipo de contratos es ya un avance,
pues, reconoce jurídicamente contratos de enorme importancia en el Derecho Mercantil, que otras legislaciones
modernas ya han disciplinado. Sin embargo, creemos que nuestros legisladores han sido austeros, pues sólo le han
dedicado dos artículos a la parte general de estos contratos.
En efecto, el Libro Quinto que se ocupa de los contratos asociativos se divide en tres partes: la primera compuesta por
los artículos 438 y 439; trata de los aspectos generales de los contratos asociativos; la segunda del artículo 440 al 444
norma el contrato de asociación en participación y por último se legisla sobre el contrato de consorcio del artículo 445 al
448.
Quedan de esta manera tipificados en nuestra legislación los contratos de asociación en participación y de consorcio; no
obstante, al amparo de los dos primeros artículos de esta parte de la ley, estos no son los únicos contratos asociativos,
quedando abierta la posibilidad de que se celebren otros, con las características allí anotadas.
Vamos a ocuparnos, aunque de modo sumario, tanto del artículo 438 como del 439 de la Ley. El primero de ellos es en
realidad una definición legal, pues indica que se considera contrato asociativo a aquel que crea y regula relaciones de
participación e integración en negocios o empresas, en intereses comunes de los intervinientes. Se trata de una
definición bastante genérica, comprensiva de diversas figuras contractuales que podrían involucrar a numerosos
contratos como: la concesión, la franquicia, la agencia e incluso el autsourcing, entre otros.
Pero el texto de este artículo no se agota aquí, sino que se ocupa de mencionar algunas características y requisitos que
han de tener estos contratos; así los contratos asociativos no generan una persona jurídica, es decir, no se crea un ente
jurídico distinto de los asociados; además el contrato deberá constar por escrito, estableciéndose de este modo una
formalidad.
Cabe preguntarse con relación a este punto si se aplica el art. 144 del Código Civil, que establece que cuando la ley
impone una forma y no sanciona con nulidad su inobservancia, constituye sólo un medio de prueba de la existencia del
acto. Como se advierte, el legislador no ha sancionado con nulidad el incumplimiento de esta formalidad por lo que habrá
de interpretarse que sólo se trata de un mecanismo de prueba, no siendo por lo tanto un requisito fundamental para su
existencia.
Por último, indica el mencionado artículo que estos contratos no están sujetos a inscripción en el registro; igual precepto
sancionaba la ley anterior refiriéndose al contrato de asociación en participación que ahora es un tipo de este género
contractual.
Vamos abordar ahora uno de los contratos asociativos regulado por la Ley General de Sociedades, el de asociación en
participación, conocido también como asociación de cuentas en participación, sociedad tácita, sociedad accidental,
sociedad secreta o contrato de participación; es ésta una antigua figura que se encuentra mayoritariamente normada en
las distintas legislaciones mercantiles del mundo y que ya tiene una larga tradición mercantil.
El art. 440 ha sancionado una definición legal de este contrato. Así se dice “Es el contrato por el cual una persona,
denominada asociante concede a otra u otras personas denominadas asociados, una participación en el resultado o en
las utilidades de uno o de varios negocios o empresas del asociante, a cambio de determinadas contribuciones”.
Cabe detenerse en esta definición, sobre todo en dos aspectos de ella; el primero, la expresión participación en los
resultados o en las utilidades. Cuando el legislador se refiere a los resultados o utilidades, se está refiriendo en realidad
indirectamente también a las pérdidas, es decir a los resultados adversos de la empresa o negocio del cual participa. De
ahí que se diga que este es un contrato aleatorio. En efecto, ordinariamente el asociado participa en el riesgo. Sin
embargo, el legislador nacional habría introducido una excepción a esta regla como veremos más adelante.
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El otro aspecto tiene que ver con otra excepción; la referida a que el asociante podría otorgar una participación al
asociado sin mediar aporte alguno, alternativa que a nuestro juicio resulta muy discutible de sostener sin distorsionar la
esencia de este tipo contractual.
En efecto, el fundamento económico de este contrato se halla en que de un lado constituye una fuente de financiamiento
para el asociante, sin la obligación jurídica de reintegrarse en caso de pérdida; y del otro, en el caso del asociado, una
modalidad de inversión con frecuencia más rentable que otras modalidades, pero con un riesgo, pues la rentabilidad está
a resultas de las utilidades.
Asimismo, de ordinario, el asociante asume una obligación negativa consistente en no atribuir participación en el mismo
negocio o empresa a otras personas. Sin embargo, las partes pueden pactar lo contrario.
De otro lado, hay que puntualizar que a menudo este contrato es intuito personae, de ahí que el asociante deba de
encargarse directamente del negocio o empresa que dio origen a él. Esta es la razón por la que en la mayor parte de las
veces el contrato se extingue por la muerte, incapacidad o quiebra del asociante.
Por otra parte, en relación con el objeto del contrato, como todo contrato, el de asociación en participación crea una
relación jurídica obligacional. El asociado contrae dos obligaciones fundamentales: una positiva (verificar su aportación)
y otra negativa (no inmiscuirse directamente en la gestión del negocio). En cuanto a su aportación, debe realizarla
fielmente a lo pactado, bien consista en la entrega de capital o en cualquier otro elemento patrimonial. Debemos añadir
que puede ser también obligación del asociado el no celebrar este mismo tipo de contrato con la competencia del
asociante por obvias razones.
Más compleja es la situación jurídica del asociante, pieza clave del contrato, precisamente por ser el encargado de
realizar el acto o la actividad en atención a la cual nació este contrato. La primera obligación del asociante es destinar, la
participación recibida al objeto pactado, sin que le sea lícito desviarla de él ni apropiársela para otros fines. Por cierto no
es la única, también debe gestionar el negocio personalmente, con diligencia y buena fe, rendir cuentas y entregar su
participación a los partícipes o asociados.
El Art. 442 de la Ley General de Sociedades establece una limitación al asociante consistente en que éste “no puede
atribuir participación en el mismo negocio o empresa a otras personas sin el conocimiento expreso de los asociados”. Sin
embargo, creemos que no es la única, debió también considerarse que el gestor no puede transformar por su sola
voluntad el objeto de la empresa. La razón es clara, el asociado ha invertido en un tipo de negocio y no en otro,
cambiarlo supondría involucrarlo en una empresa o negocio que no quiso.
Del mismo modo debe establecerse como causal de resolución que el gestor enajene su empresa sin consentimiento del
partícipe, porque esta enajenación hace imposible la subsistencia del contrato al faltarle su base económica.
También le está prohibido al asociante, detraer elementos de la explotación de su empresa para llevarlos a otra, aunque
estos elementos no sean los aportados por el partícipe (en caso de que la aportación de éste no sea dineraria), haciendo
peligrar el negocio.
De igual modo, el asociante no puede establecer otra empresa de objeto similar, siempre que el establecimiento de la
nueva empresa tenga como consecuencia la desaparición o disminución de la productividad de la empresa objeto del
contrato de asociación en participación.
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Adicionalmente el gestor o asociante no puede “de ser el caso, fusionar su empresa con otra, siempre que al tiempo de
celebrar el contrato de asociación en participación el asociado haya desconocido esta eventualidad, pues de hacerse no
podría subsistir el contrato por las mismas razones de los casos anteriores.
En lo relativo a que el asociado participe en las utilidades sin participar en las pérdidas, consideramos que el asunto
aunque menos controversial no deja de ser discutible; pues en este caso el asociante no sería un inversionista, sino una
especie de mutuatario, pues la figura diseñada así se acercaría más al contrato de mutuo, ya que al no participar el
asociado en las pérdidas el asociante tendría la obligación de devolver el aporte hecho por aquél.
Las causas por las cuales podría concluir este contrato son:
En relación con este punto cuando el contrato se resuelve antes de cumplir el tiempo previsto, ha de practicarse una
cuenta final para determinar la participación en los resultados y el reembolso de aportes que corresponda; sin perjuicio
de la indemnización que, cuando sea el caso, puede reclamar la parte no culpable.
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