CAP58 - TEOLOGIA SISTEMATICA MILLARD ERICKSON - Magda
CAP58 - TEOLOGIA SISTEMATICA MILLARD ERICKSON - Magda
CAP58 - TEOLOGIA SISTEMATICA MILLARD ERICKSON - Magda
CAPÍTULO 58
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA DE
MILLARD ERICKSON
“LA SEGUNDA VENIDA Y SUS CONSECUENCIAS”
1. ¿Qué hace que el tiempo de la segunda venida sea indefinido y cómo ha intentado
la gente identificarlo?
Mientras que el hecho de la segunda venida se afirma de forma muy enfática y clara en las
Escrituras, no ocurre lo mismo con el momento. De hecho, la Biblia deja claro que no
sabemos, ni podemos descubrir el momento exacto en que Jesús regresará. Aunque Dios
ha establecido un momento definido, éste no ha sido revelado. Jesús señaló que ni él ni
los ángeles conocían el momento de su regreso, y tampoco sus discípulos: “Pero de aquel
día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el
Padre. Mirad, velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. Velad, pues, porque
no sabéis
cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a
la mañana” (Mr.13:32-33, 35; ver también Mt. 24:36-44).
La pregunta sobre si ahora sería el momento en que restauraría el reino a Israel: “No os
toca a vosotros saber los tiempos o las ocasiones que el Padre puso en su sola potestad”
(Hch. 1:7). En lugar de satisfacer su curiosidad, Jesús les dijo a sus discípulos que iban a
ser sus testigos por todo el mundo. Que el momento de su regreso no les sería revelado
explica que Jesús pusiese tanto énfasis en lo inesperado del momento y en que por tanto
era necesario estar atentos (Mt. 24:44, 50; 25:13; Mr. 13:35).
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2. ¿Qué carácter tiene la segunda venida y qué la hace importante?
Que la segunda venida de Cristo sea de carácter personal no es objeto de ninguna
discusión extensa. Más bien, simplemente se asume en todas las referencias que hay
sobre su regreso. Jesús dice, por ejemplo: “Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez
y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis” (Jn. 14:3). La
declaración de Pablo de que “el Señor mismo descenderá del cielo” (1 Ts. 4:16) deja pocas
dudas de que el regreso será de naturaleza personal. La palabra de los ángeles en la
ascensión de Jesús: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así
vendrá como lo habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:11), establece que su regreso será tan
personal como fue su partida.
3. ¿En qué se parecen las enseñanzas del Antiguo Testamento a las del Nuevo
Testamento en lo que se refiere a la resurrección del cuerpo?
La Biblia promete claramente la resurrección del creyente. El Antiguo Testamento nos
ofrece varias declaraciones directas, la primera la encontramos en Isaías 26:19: “Tus
muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo!
Porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra entregará sus muertos.” Daniel 12:2
enseña tanto la resurrección del creyente como del malvado: “Muchos de los que duermen
en el polvo de la tierra serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y
confusión perpetua.”
La idea de la resurrección también se afirma en Ezequiel 37:12-14: “Por tanto, profetiza, y
diles que así ha dicho Jehová, el Señor: Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío; os haré
subir de vuestras sepulturas y os traeré a la tierra de Israel. Y sabréis que yo soy Jehová,
cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. Pondré mi
espíritu en vosotros y viviréis, y os estableceré en vuestra tierra. Y sabréis que yo, Jehová,
lo dije y lo hice, dice Jehová.”
El Nuevo Testamento, por supuesto, enseña la resurrección con mucha más claridad. Ya
hemos señalado la réplica de Jesús a los saduceos, que se recoge en los tres evangelios
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sinópticos (Mt. 22:29-32; Mr. 12:24-27; Lc. 20:34-38). Y Juan recoge varias ocasiones
adicionales en las que Jesús habla de la resurrección. Una de las declaraciones más
claras es Juan 5: “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán... No os asombréis de esto,
porque llegará la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que
hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación” (vv. 25, 28-29).
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