Clonación y Particion

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Clonación de disco

La clonación de disco en una computadora se refiere al proceso de crear una


copia exacta de un disco duro o una unidad de estado sólido (SSD) en otro
dispositivo de almacenamiento. Esta copia incluye todos los datos, particiones,
sistema operativo y configuraciones almacenadas en el disco original.
El proceso de clonación de disco generalmente implica los siguientes pasos:
Selección del disco de origen: Identifica el disco que deseas clonar, que puede
ser el disco principal de tu computadora o cualquier otro disco conectado a ella.
Selección del disco de destino: Elige el disco en el que deseas copiar los datos.
Puede ser un disco nuevo o uno existente, asegurándote de que tenga suficiente
espacio para contener todos los datos del disco de origen.
Software de clonación: Utiliza un software de clonación de disco. Hay varias
opciones disponibles en el mercado, tanto gratuitas como de pago. Algunos
ejemplos populares son Clonezilla, Acronis True Image, EaseUS Todo Backup,
AOMEI Partition Assistant 10.0.0, entre otros.
Conexión de los discos: Conecta tanto el disco de origen como el disco de
destino a tu computadora. Esto puede implicar conectarlos internamente a
través de los cables SATA o mediante el uso de un dispositivo de conexión
externo, como un dock o una carcasa para discos.
Configuración del software de clonación: Abre el software de clonación en tu
computadora y sigue las instrucciones proporcionadas. Normalmente, tendrás
que seleccionar los discos de origen y destino, así como las opciones de
clonación deseadas, como clonar particiones específicas o realizar una copia
completa del disco.
Inicio del proceso de clonación: Una vez que hayas configurado todas las
opciones, inicia el proceso de clonación. Esto puede llevar algún tiempo,
dependiendo del tamaño del disco y la velocidad de transferencia de datos.
Verificación y finalización: Una vez que se haya completado la clonación, el
software realizará una verificación para asegurarse de que todos los datos se
hayan copiado correctamente. Después de la verificación, recibirás una
confirmación de que el proceso de clonación ha finalizado con éxito.
Es importante tener en cuenta que la clonación de discos implica una copia
exacta de todos los datos, incluido el sistema operativo. Por lo tanto, si clonas
un disco con un sistema operativo instalado, el disco de destino será una réplica
funcional del disco de origen y podrás arrancar desde él sin problemas.
La clonación de discos es útil en varias situaciones, como la migración de datos a
un disco nuevo, la creación de copias de seguridad completas del sistema o la
sustitución de un disco dañado sin perder ningún dato o configuración.
El proceso de clonación de discos generalmente se realiza utilizando software
especializado. Estos programas de clonación de disco se ejecutan en el sistema
operativo y permiten realizar una copia exacta del disco seleccionado en otro
dispositivo de almacenamiento.
Es importante destacar que algunas placas base pueden tener una función
llamada "Copiar disco" en su BIOS, que permite copiar el contenido de un disco
a otro. Sin embargo, esta función generalmente se limita a copiar datos simples,
como archivos y carpetas, y no realiza una clonación completa del disco con
todas las particiones, sistema operativo y configuraciones. Por lo tanto, si buscas
realizar una clonación completa y precisa de un disco, es recomendable utilizar
software de clonación de disco dedicado en el sistema operativo en lugar de
depender de la funcionalidad limitada de la BIOS.
La principal diferencia entre un disco duro (HDD, por sus siglas en inglés) y un
disco de estado sólido (SSD, por sus siglas en inglés) radica en la tecnología que
utilizan para almacenar y acceder a los datos. A continuación, voy a detallar
algunas diferencias clave:
Tecnología de almacenamiento: Los discos duros utilizan discos magnéticos que
giran a alta velocidad y cabezales de lectura/escritura para acceder a los datos.
Por otro lado, los SSD utilizan memoria flash, similar a la que se encuentra en las
memorias USB, para almacenar los datos de forma no volátil.
Velocidad: Los SSD son considerablemente más rápidos que los discos duros en
términos de acceso y transferencia de datos. Debido a la ausencia de partes
mecánicas y al acceso directo a la información almacenada en la memoria flash,
los SSD pueden lograr velocidades de lectura y escritura significativamente más
altas.
Tiempo de acceso y latencia: Los SSD tienen tiempos de acceso y latencia mucho
más bajos que los discos duros. Esto significa que los datos se pueden leer o
escribir en un SSD de manera casi instantánea, mientras que, en un disco duro,
los cabezales deben posicionarse físicamente sobre el sector deseado, lo que
requiere más tiempo.
Resistencia a golpes y vibraciones: Los discos duros son más susceptibles a los
daños causados por golpes o vibraciones debido a su naturaleza mecánica. Por
otro lado, los SSD no tienen partes móviles, lo que los hace mucho más
resistentes a los golpes y vibraciones.
Capacidad de almacenamiento: Los discos duros suelen ofrecer una mayor
capacidad de almacenamiento en comparación con los SSD. Actualmente, los
discos duros están disponibles en capacidades de varios terabytes, mientras que
los SSD son más comunes en capacidades que varían desde unos pocos cientos
de gigabytes hasta varios terabytes.
Precio: Históricamente, los discos duros han sido más económicos en términos
de costo por gigabyte de almacenamiento en comparación con los SSD. Sin
embargo, los precios de los SSD han disminuido gradualmente en los últimos
años, lo que ha reducido la brecha de precios entre ambas tecnologías.
Los discos duros son más lentos, más susceptibles a los daños físicos, pero
generalmente ofrecen una mayor capacidad de almacenamiento a un precio
más bajo. Por otro lado, los SSD son más rápidos, más resistentes, pero tienden
a tener una capacidad de almacenamiento más limitada y un costo por gigabyte
más alto. La elección entre un HDD y un SSD depende de tus necesidades
específicas, prioridades y presupuesto.

Al elegir entre un disco duro (HDD) y un disco de estado sólido (SSD), es


importante considerar varias prioridades y factores clave que se adaptan a tus
necesidades y requisitos específicos. Aquí hay algunas consideraciones a tener
en cuenta:
Velocidad: Si valoras un rendimiento rápido y una respuesta ágil del sistema, un
SSD es la elección adecuada. Los SSD tienen tiempos de acceso más rápidos y
tasas de transferencia de datos más altas, lo que resulta en una mayor velocidad
general en comparación con los discos duros.
Capacidad de almacenamiento: Si necesitas una gran cantidad de espacio para
almacenar datos, archivos multimedia o juegos de gran tamaño, los discos duros
suelen ofrecer una capacidad de almacenamiento mayor en comparación con
los SSD. Si priorizas la capacidad de almacenamiento, un disco duro puede ser la
opción adecuada.
Durabilidad y resistencia: Si tu dispositivo está expuesto a golpes, vibraciones o
movimientos constantes, como en portátiles o entornos móviles, un SSD es más
adecuado debido a su falta de partes mecánicas en comparación con los discos
duros. Los SSD son más resistentes a los daños físicos y tienen una mayor
tolerancia a las vibraciones.
Eficiencia energética y ruido: Los SSD consumen menos energía que los discos
duros, lo que puede ayudar a prolongar la duración de la batería en portátiles y
reducir el consumo de energía en general. Además, los SSD no tienen partes
móviles, lo que significa que son silenciosos en comparación con los discos
duros, que pueden generar ruido debido a los componentes mecánicos en
funcionamiento.
Presupuesto: Los SSD suelen ser más caros en términos de costo por gigabyte de
almacenamiento en comparación con los discos duros. Si el presupuesto es una
preocupación importante, los discos duros ofrecen una opción más económica
para una mayor capacidad de almacenamiento. Sin embargo, los precios de los
SSD han ido disminuyendo gradualmente, y en muchos casos, la diferencia de
precio puede ser justificada por el aumento en el rendimiento y la durabilidad.
En última instancia, la elección entre un SSD y un disco duro depende de tus
necesidades específicas. Si buscas un rendimiento rápido, durabilidad y
eficiencia energética, y estás dispuesto a pagar un poco más por ello, un SSD es
una opción ideal. Por otro lado, si necesitas una mayor capacidad de
almacenamiento a un costo más bajo y la velocidad no es una prioridad
principal, un disco duro puede ser suficiente. También puedes considerar
combinar ambos tipos de almacenamiento, utilizando un SSD para el sistema
operativo y aplicaciones importantes, y un disco duro adicional para el
almacenamiento de datos de gran tamaño.
Particiones de discos
Las particiones de disco son una buena manera de gestionar el almacenamiento
de una PC. Su uso mejora el mantenimiento de las unidades, su organización, la
seguridad de los datos y hasta el rendimiento, además de permitir funciones
avanzadas como la instalación de múltiples sistemas operativos.
Estas particiones son las denominaciones que reciben la división en varias partes
de las unidades de almacenamiento en un ordenador personal. Para los usuarios
que no las conozcan, decir que consiste en «trocear» un disco duro o una SSD
en varias divisiones de «discos lógicos». Una vez creadas y preparadas con lo
que conocemos como formateo, las particiones son reconocidas y manejadas
por el sistema operativo de manera independiente, cada una con su propio
sistema de archivos.
En sistemas Windows, las particiones están identificadas con una letra seguida
por dos puntos. En otros sistemas como Linux y derivados de UNIX como
macOS, es común emplear directamente varias particiones para archivos, datos
de usuario y para memoria virtual temporal.
Cuando compramos un ordenador nuevo con Windows lo más probable es que
tenga una sola partición “C:” que ocupa todo el espacio de la SSD o el disco
duro. Algunos fabricantes añaden pequeñas particiones para recuperación del
sistema y el mismo Windows crea las suyas propias adicionales, pero no están
destinadas al manejo del usuario.
Las unidades de estado sólido que compramos a un minorista, por ejemplo para
reemplazo de discos duros, suelen entregarse «vacías» y es el usuario el que
debe elegir el número de particiones de disco que utilizará y formatearlas para
que sean reconocidas por el sistema operativo. Puedes preparar las SSD o discos
duros en cualquier PC o directamente cuando instales un sistema operativo,
porque todos los habituales (Windows, Linux o macOS) permiten realizar la
gestión de las particiones en el mismo proceso de instalación.
Si lo que quieres es gestionar las particiones de un disco que ya está en
funcionamiento en Windows, puedes revisarlas en “Mi PC”, en el explorador de
archivos o directamente a través del administrador de discos que es
precisamente donde se pueden crear, cambiar o eliminar las particiones que
maneja el sistema. Ahí también verás -en su caso- letras de unidades adicionales
para discos ópticos, ubicaciones de red o medios de almacenamiento externos
y/o extraíbles cuyas unidades se van creando a medida que las insertamos en el
equipo.
Usos de las particiones de disco
Usadas habitualmente por usuarios medios/avanzados, son bastantes
desconocidas por el gran público. Pero hay razones poderosas para conocerlas y
usarlas como:
Instalar varios sistemas operativos
La mayoría de sistemas operativos tienen que instalarse en sus propias
particiones primarias. En este escenario, contar con varias particiones separadas
es obligatorio. Además, puedes crear terceras particiones para compartir
archivos entre ellos si usan distintos sistemas de archivos. Un ejemplo de uso de
particiones para sistemas lo tienes en esta guía donde vimos la instalación de
Windows y Linux en el mismo equipo.
Salvaguardar tus datos en caso de fallos del sistema
Si el sistema operativo falla por cualquier causa (controladores, aplicaciones o
virus) es probable que no puedas acceder a la unidad ni realizar una
restauración del mismo. Contar al menos con dos particiones, una para el
sistema y otra para los datos, te asegura que un fallo del sistema no afectará a
tus archivos personales. De la misma manera, si tenemos que volver a instalar
desde cero el sistema operativo, solo tendremos que formatear su partición,
manteniendo a salvo las particiones adicionales que tengamos creadas para
nuestras copias de seguridad y archivos personales.
Rendimiento mejorado
Los grandes discos duros (10, 12 o más TB) ofrecen una capacidad de
almacenamiento enorme, pero obligan a las cabezas lectoras a un mayor
recorrido. Con ello, dividir el disco en varias particiones te asegura un menor
retraso en el reposicionamiento de los datos y un mejor rendimiento. No es
elevado y no afecta a las SSD que funcionan de otra manera sin partes móviles,
pero a la hora del rendimiento todo suma.
Mejor mantenimiento
Contar con varias particiones facilita el mantenimiento de las unidades de
almacenamiento, la comprobación de errores, su optimización y la
desfragmentación de las unidades (solo en discos duros). También acelera la
búsqueda de los archivos.
Mayor facilidad en la organización
Contar con varias particiones de disco facilita la organización personal. Un
ejemplo de uso en una unidad de almacenamiento típica, constaría de una
partición C: para el sistema; D: para instalación de aplicaciones y juegos, y E:
para copias de seguridad, documentos, fotos, música o vídeo. Las posibilidades
son casi ilimitadas y mejoran la organización frente a una única partición.
Gestión de las particiones de disco
Todos los sistemas operativos ofrecen herramientas nativas propias para
gestionar las particiones y terceros desarrolladores ofrecen aplicaciones
comerciales más avanzadas. En Windows, su gestión se realiza a través del
“Panel de control-Herramientas administrativas-Administración de
equiposAdministración de discos”. También puedes acceder mediante la
herramienta ejecutar (Teclas Windows + R) utilizando el comando
«diskmgmt.msc». Ahí accederás a una interfaz tipo como la de la imagen. Sus
posibilidades van desde la creación de particiones adicionales (siempre que
contemos con el suficiente espacio); reducir el tamaño de cada una de ellas
para hacerlo posible; formatearlas; cambiar la letra de acceso y ruta a la
unidad o formatearla para una limpieza completa.
Ejemplos de uso son:
Crear particiones
Si tienes espacio libre en tus unidades de almacenamiento, puedes usarlo para
crear una o más particiones nuevas. El espacio sin particionar se resalta y se
etiqueta como «No asignado» o «Espacio libre». La forma más rápida y sencilla
de crear una partición usando todo o solo parte del espacio libre disponible es
hacer clic derecho o mantener presionado ese espacio no asignado y hacer clic
en «Nuevo volumen simple».
Cambiar el tamaño de las particiones
También puedes reducir o expandir las particiones de los discos, siempre que
haya espacio libre (sin particionar) disponible inmediatamente antes o después
de la partición que estás tratando de modificar. Para reducir (o expandir) el
tamaño de una partición haz clic derecho sobre ella y selecciona «Ampliar

volumen» o en «Reducir volumen». La utilidad te permitirá reducir la partición


hasta el máximo de espacio que no esté utilizando en ese momento. Una vez
completado el proceso, tendrás un espacio libre en el disco con esa cantidad
que puedes usar para crear particiones de disco adicionales.
Borrar particiones
De la misma manera puedes eliminar particiones que no utilices y liberar
espacio de disco para crear otras nuevas o para añadir ese espacio a otra
existente. Asegúrate de salvar previamente los archivos que necesites porque
todos serán eliminados. Como en casos anteriores, haz clic con el botón derecho
en una partición y selecciona «Eliminar Volumen». Hay particiones que no
podrás eliminar desde esta utilidad, como la reservada para el sistema EFI o la
partición «C:» que es la que mantiene el sistema operativo en uso.
Formatear particiones
Si acabas de crear una partición en una de tus unidades, el asistente te ofrece la
posibilidad de formatearla. Sin embargo, también puedes formatear una
partición que ya está creada y presente en una unidad. Formatear una partición
significa que se eliminarán todos los datos que contiene, así que asegúrate de
realizar una copia de seguridad de todos los archivos que te interesen salvar
antes de continuar. Para formatear una partición existente, haz clic sobre ella
con el botón derecho y selecciona «formatear» en el menú contextual. Podrás
elegir el sistema de archivos o la «etiqueta de volumen», el nombre de esta
partición que verás por ejemplo cuando accedas a ella desde el navegador de
archivos.
Cambiar las letras de unidad o etiquetas
La herramienta también puede cambiar las letras de unidad de las particiones,
que, por ejemplo puedes ver en el explorador de ficheros. Puedes hacerlo tanto
por comodidad, como cuando hay un conflicto entre las ocupadas por las
distintas particiones, con la salvedad de la que instala el sistema «C:», que no
puede cambiarse por esta herramienta. De la misma manera, puedes cambiar la
«etiqueta del volumen» o lo que es lo mismo, el nombre de la partición. Útil
para facilitar su visibilidad y gestión cuando tienes muchas de ellas. Igual que las
funciones anteriores, para modificar estos parámetros haz clic con el botón
derecho en una partición y sigue el asistente.
Como habrás visto, el uso de particiones de disco es relativamente sencillo una
vez conocido su funcionamiento. Son muy útiles para el mantenimiento de las
unidades de almacenamiento, la seguridad de datos y especialmente para la
organización de los archivos en nuestro ordenador personal. Las herramientas
internas que incluyen los sistemas operativos son suficientes para la mayoría de
usos y si necesitas más puedes acudir al software de terceros, más completo y
especializado.

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