Apuntes Filosofia 1 de Bachillerato
Apuntes Filosofia 1 de Bachillerato
Apuntes Filosofia 1 de Bachillerato
1º DE BACHILLERATO.
IES AMÉRICO CASTRO.
PROFESOR: MANUEL TRAPIELLO CASTRILLO.
CURSO 2023-2024.
Tema 1
EL SABER FILOSÓFICO
I. E. S. AMERICO CASTRO 3 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 1: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
ÍNDICE
Concretar qué es la filosofía y en qué consiste no es tarea fácil. Existen muchas definiciones y
ninguna de ellas consigue poner de acuerdo a todos los filósofos, lo que concuerda con la visión
popular del filósofo como la persona que, se hable de lo que se hable, matiza, pone objeciones,
muestra su desacuerdo y, en general, nunca se queda satisfecho con las explicaciones que recibe.
Podemos definir provisionalmente la filosofía como el intento de dar una explicación racional a
la realidad humana en su sentido más radical. Que la filosofía sea racional significa que debe aportar
argumentos para apoyar su explicación y que no puede caer en contradicciones. Que la filosofía
busque el sentido radical de la realidad significa que no trata de responder a situaciones o problemas
concretos, sino que ofrece una respuesta general y única a las cuestiones fundamentales que afectan a
los seres humanos, como son la verdad, el bien, la libertad…
Para algunos pensadores esto le otorga a la filosofía el papel de madre de las ciencias o ciencia
primera pues, además de estar en el origen histórico de todas ellas, también se ocupa de explicar sus
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FILOSOFÍA TEMA 1: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
fundamentos. Pero esto significa también que la filosofía no es ni podrá ser una ciencia, pues las
cuestiones que plantea no pueden comprobarse matemática ni experimentalmente, sino que necesitan
un método propio.
La filosofía tiene que ver ante todo con la capacidad de analizar cualquier cuestión de forma
radical, reflexionando, planteando teorías y argumentos que las apoyen y recurriendo al diálogo con
otras personas y teorías para mejorar nuestras explicaciones. En dicho diálogo, los filósofos plantean
críticas a las teorías ajenas y se defienden de las críticas a sus teorías. Pero esto no debe verse como
algo negativo, pues la base de toda la filosofía (y la ciencia) es la actitud crítica, que significa que
siempre debemos valorar los argumentos a favor y en contra de una idea antes de formarnos nuestra
opinión.
A lo largo de la historia, los filósofos han ofrecido explicaciones muy diferentes ante preguntas
muy variadas, pero podemos decir que entre ellos existe un cierto “parecido de familia”, todos ellos
comparten algunos rasgos que definen la práctica filosófica y algunos temas sobre los que suelen
reflexionar. Lo más sencillo es comenzar exponiendo los tres pasos básicos que hay que seguir para
elaborar una teoría o explicación filosófica, es decir, las tres dimensiones básicas de la práctica
filosófica:
Hace más de dos mil años, un famoso filósofo llamado Aristóteles elaboró una teoría
sistemática de la argumentación a la que llamó lógica. Desde entonces, los filósofos se han
ocupado siempre de definir las reglas que debe seguir toda argumentación para ser válida.
Para entender mejor estos rasgos, especialmente el último, centrémonos en el ejemplo de uno de
los padres de la filosofía, el famoso Sócrates. En su época, el siglo V a. C., la política de Atenas estaba
dominada por los “sofistas” (sabios), que enseñaban a los ciudadanos más ricos cómo convencer al
público para alcanzar el poder político. Frente a estos sofistas, que se consideraban portadores de una
sabiduría que los demás no poseían, Sócrates, tomando el término de Pitágoras, se consideraba sólo un
buscador de la sabiduría (filósofo significa literalmente “amante de la sabiduría”) reconociendo
humildemente que no poseía la sabiduría que deseaba conseguir.
Con esto reconocía que, aunque su interés era alcanzar la verdad sobre conceptos como el bien y
la justicia, era mucho lo que ignoraba al respecto. Los sofistas, en cambio, afirmaban poseer la
sabiduría pero realmente eran igual de ignorantes que él. Para Sócrates, el saber más importante
consiste en reconocer lo mucho que nos falta por saber. Esto lo expresó en su célebre frase: “sólo sé
que no sé nada”.
Por eso, Sócrates no pretendía transmitir a sus discípulos sus ideas como si fuesen la verdad,
sino que buscaba llegar a ella mediante el diálogo. Su forma de hacer filosofía, el llamado método
socrático, consistía en hacer dudar a su interlocutor de sus creencias mediante la ironía para
posteriormente, mediante la mayéutica, el arte de hacer preguntas, lograr que el interlocutor
reflexionase y pensara por sí mismo, y tomara conciencia clara de lo que, de alguna forma, ya sabía.
Como hemos estudiado, la filosofía pretende ocuparse de toda la realidad humana. Sin embargo,
hay una serie de temas que se han considerado fundamentales a lo largo de su historia y, con el paso
del tiempo, la filosofía se ha ido especializando en dar explicación a los mismos, lo que ha dado lugar
a la división tradicional de la filosofía en distintas ramas, según el objeto o temática que estudia cada
una. La mayoría de los filósofos han intentado responder a los problemas fundamentales de todas estas
ramas.
Siguiendo al filósofo ilustrado Immanuel Kant, podemos decir que en la filosofía se distinguen
dos grupos básicos de disciplinas: las teóricas y las prácticas. Mientras las disciplinas “teóricas”,
persiguen el conocimiento lo más objetivo posible de la realidad, la filosofía “práctica” es aquella que
intenta orientar las acciones humanas, analizando cuál es la mejor forma de actuar. Según Kant, las
disciplinas teóricas son aquellas que responden a la pregunta “¿qué puedo conocer?”, mientras que las
disciplinas prácticas responden a la pregunta “¿qué debo hacer?”.
De forma más completa, podemos establecer una clasificación del conocimiento filosófico,
según su objeto de estudio, en las siguientes disciplinas:
1) DISCIPLINAS TEÓRICAS
LÓGICA. Su nombre procede del término griego logos (razón, palabra) y estudia los
razonamientos expresados por medio del lenguaje, fijándose en su estructura, para establecer
cuándo un razonamiento está bien construido y podemos, por tanto, confiar en la validez de su
conclusión.
2) DISCIPLINAS PRÁCTICAS
ÉTICA. Es una reflexión filosófica sobre las normas y acciones morales, que trata de
fundamentarlas. Responde a cuestiones como: ¿por qué debo actuar bien?, ¿qué significa hacer
lo correcto?, ¿qué debo hacer para ser feliz?... La ética nos orienta en nuestra vida y en nuestra
acción, y reflexiona sobre lo que nos conviene o no.
3) DISCIPLINAS APLICADAS
Además de esta doble división establecida por Kant podemos añadir un tercer grupo de
disciplinas, al que llamamos “aplicadas”, porque son el resultado de la aplicación de la filosofía a
otras ciencias o a problemáticas específicas.
Estas disciplinas tratan de aplicar las herramientas e instrumentos de la filosofía, como actividad
racional y crítica, a los problemas concretos de personas y grupos. Recopilan una amplia variedad de
conocimientos y habilidades que nos proporciona el conocimiento filosófico.
Por último, los avances científicos van fomentando nuevas conexiones entre la filosofía y otras
materias o ciencias y así se han creado disciplinas nuevas como la bioética, que se apoya en
conocimientos provenientes de la biología para formular normas éticas en cuestiones como el aborto o
la práctica médica.
La tradición mantiene que el término “filosofía” aparece por primera vez en Grecia hacia el siglo
VI a. C., y que fue en ese momento y lugar cuando el ser humano se convenció por primera vez de la
posibilidad de una explicación racional capaz de dar a conocer el orden y el sentido de todo lo que le
rodea. Se suele considerar también que el hecho de que la filosofía naciese en este momento y lugar
no es casual, sino que responde a una serie de rasgos de la cultura griega:
Los griegos eran comerciantes, viajeros y emprendedores que estaban en contacto con otras
culturas, incluyendo grandes imperios como Persia y Egipto que poseían amplios
conocimientos en astronomía, matemáticas, medicina... Sus viajes les permitieron mejorar su
conocimiento del mundo, comprender la existencia de tradiciones distintas a las suyas y
favorecer una actitud abierta ante las nuevas ideas.
La cultura griega daba gran importancia al conocimiento de la naturaleza y de las leyes que la
gobiernan. Aunque el universo pueda parecer caótico por estar en continuo cambio, los griegos
pensaban que estaba regido por un orden oculto (de hecho, “cosmos” significa “orden” en
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FILOSOFÍA TEMA 1: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
griego) compuesto por leyes que podían ser desveladas por la razón.
La religión griega no poseía unos textos sagrados fijos ni un estamento sacerdotal con poder
político, lo que fomentó la aparición de una relativa libertad de pensamiento y de expresión,
que permitió el desarrollo y difusión de las ideas filosóficas.
Aunque los antigua Grecia era un conjunto de naciones diferenciadas, a lo largo de todas ellas
se fue extendiendo el uso de una cultura común, representada por una moneda, un alfabeto y
una lengua compartidos. Esto, junto con las características propias de la lengua griega,
fomentaron la elaboración y transmisión de un pensamiento reflexivo y abstracto en el mundo
griego.
Los griegos vivían en ciudades estado o polis, en las que todos los ciudadanos tenían derechos
reconocidos y surgieron las primeras formas de gobierno democráticas de la historia. El hecho
de tener que intervenir todos en la formulación y elección de las leyes de la ciudad impulsó la
necesidad de razonar y argumentar para encontrar las mejores soluciones, lo que estimuló el
crecimiento de la filosofía.
Hay que añadir que en este “todos los ciudadanos” no estaban incluidos ni las mujeres ni los
esclavos ni los extranjeros. Desafortunadamente, habría que esperar más de dos mil años, hasta
el siglo XX, para que aparezcan las primeras sociedades con derechos iguales. Aun así, la
política griega supuso una conciencia de libertad sin precedentes para sus ciudadanos y una
inspiración para todas las sociedades posteriores que, desde los antiguos romanos a nosotros
mismos, se consideran hijas de la cultura griega.
Durante los siglos previos al nacimiento de la filosofía, los mitos servían a los seres humanos
para explicar la realidad de un modo poético, sin necesidad de argumentar ni comprobar la verdad de
lo que se narraba. Estas narraciones imaginarias fueron nuestras primeras descripciones y
explicaciones del mundo natural, los fenómenos atmosféricos, las costumbres humanas e incluso de la
muerte... Algunos de los rasgos que comparten los mitos son los siguientes:
• Sus protagonistas son personajes legendarios y sobrenaturales (dioses y héroes del Olimpo) en
los cuales se personifican las fuerzas de la naturaleza (antropomorfismo). Son seres divinizados
que representan la naturaleza unas veces, los sentimientos humanos otras, las virtudes de los
hombres otras, y todo cuanto en definitiva hubiera que explicar.
• Los mitos explica la realidad a partir de su origen. Por ejemplo, el mito de Prometeo o el del
diluvio universal explican distintos fenómenos (la fabricación de tecnología, o la existencia de
las especies animales, respectivamente) basándose en supuestos hechos que ocurrieron en un
pasado remoto.
• Se trata de relatos fantásticos, pura ficción literaria. Sus explicaciones no pueden justificarse ni
demostrarse racionalmente. Todo lo que ocurre se explica, no por leyes precisas y razonables,
sino por la voluntad misteriosa y caprichosa de los dioses que gobiernan la realidad.
• Tienen un carácter tradicional y acrítico. Los mitos solían transmitirse de padres a hijos, se
recibían como herencia cultural y se aceptaban sin ningún tipo de revisión o de crítica, tal como
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FILOSOFÍA TEMA 1: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
Todo este mundo mítico y fantástico hizo que aparecieran en la Antigua Grecia los rituales como
una manera de entender y relacionarse con el mundo. La figura de los sacerdotes aparece como los
conocedores de este saber oculto y mágico con el cual se podía hacer frente a las caprichosas fuerzas
naturales, haciendo de la magia una forma de manipulación de la naturaleza. También era función de
los sacerdotes interpretar los mensajes de los dioses, que eran transmitidos en los oráculos, lugares
sagrados donde los dioses se manifestaban y daban a conocer sus intenciones.
Frente a todo este pensamiento mítico, la filosofía griega surge como un tipo de explicación
distinta. A partir de este momento, los hechos que observamos comienzan a ser pensados y explicados
según unos principios o leyes establecidos por la razón (“logos” en griego). Por ello, el nacimiento de
la filosofía también se conoce como el “paso del mito al logos”, el cambio de las explicaciones
fundadas en la imaginación y la tradición por las explicaciones racionales.
Los rasgos que caracterizan al logos o pensamiento racional son los siguientes:
Es un saber crítico, basado en la argumentación de sus teorías, y que acepta los principios
básicos de la lógica como el principio de que una cosa no puede a la vez ser su contraria
(principio de no contradicción).
Trata de explicar el comportamiento de la realidad mediante la idea de un orden natural, un
conjunto de regularidades que la gobiernan y que se pueden expresar mediante leyes naturales.
Dicho de otra forma, es un saber sistemático en el que se buscan respuestas comunes a los
distintos hechos de la realidad.
Se basa en la observación de la naturaleza para comprender su funcionamiento, las causas de
los hechos que observamos, descartando otras fuentes como la tradición, la autoridad política o
la voluntad de los dioses.
Todas son maneras muy distintas de abordar los mismos problemas, buscando un método y unos
temas específicos. Sin embargo, se suele considerar que hay una diferencia importante respecto a la
que comienza los griegos y que da lugar a la tradición de la filosofía occidental, pues las mencionadas
filosofías no occidentales pronto se establecen como saberes acríticos basados en la tradición. En esta
asignatura, nos centraremos exclusivamente en la llamada “filosofía occidental”.
Cuando apareció la reflexión filosófica en la Grecia clásica, no existía una clara distinción entre
las diferentes ramas del saber humano. Tales de Mileto es conocido como filósofo, pero también como
físico y matemático, y lo mismo se podría decir de autores como Isaac Newton. Para otros filósofos
como Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia Católica, la filosofía debía colaborar con la religión para
alcanzar sus metas. Por último, filósofos como Jean-Paul Sartre han compaginado la filosofía con la
literatura u otras formas artísticas.
Las relaciones entre la filosofía y otras disciplinas del conocimiento humano han sido muy
frecuentes a lo largo de la historia. En este apartado se intentará concretar las similitudes y diferencias
que existen entre todas ellas, pues aunque la filosofía comparte con la religión, el arte y la ciencia
numerosos intereses, pero tiene métodos y objetivos distintos para lograr el conocimiento:
Sus primeros representantes se interesaron por investigar la naturaleza (physis) y por saber si la
multiplicidad de las cosas que existen en la realidad respondían a las distintas maneras de manifestarse
un único principio originario (arjé). Entre ellos destacan filósofos como Tales, Anaximandro,
Empédocles, Pitágoras, Heráclito y Parménides, conocidos como “presocráticos” por ser anteriores a
Sócrates.
En segundo lugar, su discípulo Platón fue el creador del primer centro de estudios superiores de
la historia (la Academia) y del primer gran sistema filosófico escrito. Platón, en sus obras, planteó la
muchos de los temas que han marcado la historia de la filosofía, y afirmó que los conceptos
universales que nos permiten comprender la naturaleza (bien, verdad, justicia…) provienen de un
plano de la realidad inmaterial y eterno llamado mundo inteligible o mundo de las ideas.
Por último, también Aristóteles mantendrá una actitud crítica con los sofistas y defenderá la
existencia de verdades objetivas. Discípulo de Platón en la Academia durante veinte años, creó
posteriormente en Atenas su propia escuela, a la que llamó Liceo, y fue tutor del emperador Alejandro
Magno. Escribió una extensa obra en la que se dedicó a la clasificación sistemática de todos los
saberes, desde la biología o la física, hasta la lógica o la política. Su pensamiento estuvo vigente
durante casi dos mil años.
La filosofía medieval es la etapa más larga, y se extiende desde el siglo V, en que finaliza el
Imperio Romano de Occidente y se produce la instauración del cristianismo como religión oficial en
sus antiguos territorios, hasta el XV. En esta época la filosofía estuvo muy ligada al pensamiento
religioso, entendiendo que su función era la de ayudar a clarificar el significado de la religión
cristiana, hebrea y musulmana, buscando explicaciones complementarias a las enseñanzas de las
Sagradas Escrituras. Los problemas filosóficos más importantes en esta época son el de la relación
entre razón y fe, y el problema de los universales.
La primera escuela filosófica de la Edad Media recibe el nombre de patrística, cuya principal
figura es San Agustín de Hipona. Sus obras tratan, entre otros temas, la relación entre razón y fe, la
iluminación y el amor como vías de conocimiento, el libre albedrío, etc. Según él es necesario “creer
para entender”, por lo que fe y razón deben colaborar, pero partiendo de la superioridad de la fe sobre
la razón. Piensa que la fe prepara el camino de la razón, y una vez que se tiene la fe, ésta ayuda a
profundizar y comprender el sentido de la revelación de Dios en las Sagradas Escrituras. En otras
palabras, el trabajo de los filósofos queda sometido a la autoridad religiosa.
Esta posición de superioridad de la religión sobre la filosofía lleva a la persecución y censura por
parte de los cristianos hacia algunas filosofías griegas, por lo que entre los siglos IX y XIV serán los
grandes pensadores musulmanes quienes desempeñaron un papel decisivo en del desarrollo de la
filosofía, especialmente mediante la transmisión y recuperación de la filosofía griega de Aristóteles.
En lugares tan distantes como Persia y Damasco, elaboraron su pensamiento Al-Farabi o Avicena, y en
el “Al-Andalus” del siglo XII autores como Averroes, o el judío Maimónides se convierten en figuras
fundamentales.
Mención especial merece la Escuela de Traductores de Toledo, una de las más famosas de su
momento, donde las obras de los pensadores griegos eran traducidas al latín para difundirse en las
universidades europeas. En un ambiente de tolerancia religiosa realizaron valiosas aportaciones no
solo a la filosofía sino a todos los ámbitos del saber humano. Dedicaron asimismo atención a la
relación entre filosofía y religión, y defendieron su compatibilidad.
En el siglo XIV, el fraile franciscano Guillermo de Ockham criticó los principios básicos de la
escolástica, especialmente la existencia real de los conceptos universales, mayoritariamente defendida
por los filósofos desde Platón. Para Ockham, los conceptos generales son creaciones humanas que nos
sirven para ordenar el mundo, pero a los que no podemos atribuirle una auténtica entidad. Lo único
que existe realmente son los individuos particulares, siendo los conceptos simples nombres, meras
convenciones humanas para referirse y designar a tales objetos. De esta forma, existen las buenas
acciones concretas, pero el concepto de bien es sólo una abstracción, una creación humana. Esta
postura respecto a los conceptos universales, denominada nominalismo, supuso una revolución frente
a toda la filosofía anterior basada en las ideas de Platón y Aristóteles que preparó el camino para la
ciencia moderna.
La filosofía moderna comienza en el siglo XV y abarca hasta el siglo XVIII. En esta etapa,
gracias a la invención de la imprenta, la filosofía comienza a practicarse fuera de los monasterios e
ideas ajenas a las de la Iglesia Católica comienzan a extenderse por Europa. El tema más importante
de esta época, en consonancia con la aparición de la ciencia moderna, es el conocimiento y su origen.
Se pueden distinguir en este período tres grandes etapas:
2. El Empirismo (Hume, Locke, Berkeley) afirma que la razón debe tomar siempre como punto
de partida los datos de los sentidos, ya que de lo contrario nada garantizaba que sus
especulaciones sean verdaderas. Para ellos, sólo a partir de la experiencia de los sentidos
adquirimos conocimiento.
La filosofía contemporánea abarca desde el siglo XIX hasta nuestros días. En esta etapa se
producen cambios sociales muy importantes: se consolidan las diferentes ciencias lo que conduce a la
revolución industrial; las ideas ilustradas dan lugar a luchas sociales que acaban con la sociedad
estamental y el absolutismo, dando lugar las primeras formas democráticas de gobierno; los valores y
creencias que sustentaban el orden social, político e ideológico entran en crisis, y nos encontramos una
clara división social en cuestiones políticas y religiosas.
La filosofía se centra en reflexionar sobre sus propios fundamentos y sobre el orden social, y lo
hace caracterizándose principalmente por su talante crítico y su actitud de denuncia y sospecha. Esta
actitud está presente en las tres grandes corrientes filosóficas que se inician en el siglo XIX: el
marxismo de Karl Marx, el psicoanálisis de Sigmund Freud, o el vitalismo de Friedrich Nietzsche.
Estas filosofías de la sospecha coinciden en señalar que las avanzadas sociedades europeas no están
realmente basadas en una búsqueda racional del progreso y el bienestar de todos, sino en los motivos
irracionales e interesados de las clases dirigentes, que usan el concepto de razón como justificación
para un orden social injusto pero que les beneficia.
FILOSOFÍA ANALÍTICA Destaca por la importancia que atribuye al lenguaje. Para que no sea éste
Ludwig Wittgenstein (1889- causa de errores, propone que la filosofía lo que debe hacer es analizar y
1951) clarificar el lenguaje. Está interesada en el funcionamiento de la ciencia, y en
su mejora a partir del análisis lingüístico.
EXISTENCIALISMO Se desarrolla durante las dos Guerras Mundiales y la tensa Guerra Fría que
Jean Paul Sartre (1905-1980) les sucedió. Se caracteriza por la creencia radical en la libertad y por el
desamparo del hombre, que es el único que puede dar sentido a una
existencia que en última instancia es absurda.
ESTRUCTURALISMO Centrado en el estudio de las ciencias humanas, defiende que los elementos
Michel Foucault (1926-1984) culturales de toda sociedad (el lenguaje, la moral, la ciencia…) forman
sistemas interrelacionados que han de estudiarse analizando a su estructura.
Como sistema filosófico proclama la desaparición del estudio del ser humano
en las ciencias humanas, sustituyendo su estudio por el de las estructuras
sociales que determinan su forma de pensar y actuar.
HERMENEUTICA Es un método originario del análisis de textos religiosos y propios de las
Martin Heidegger (1889-1976). ciencias humanas. Como corriente filosófica reivindica que la realidad
humana no se puede conocer mediante una descripción objetiva, sino que
necesita de una comprensión o interpretación (hermenéutica), y ésta depende
inevitablemente del contexto cultural del sujeto.
ESCUELA DE FRANKFURT Corriente que recorre todo el siglo XX y originariamente trata de combinar
Jürgen Habermas (1929) marxismo y psicoanálisis para criticar un mundo tecnificado cuyas
prioridades son la eficacia y la producción a cualquier coste. Esta corriente
hace una crítica radical a la sociedad científica, capitalista y de masas que
consideran insensible y deshumanizada, y trata de restaurar el sentido de la
ética y la dignidad humanas.
Crítica. Hace una investigación radical de los temas que trata, yendo a la raíz de los mismos y no
dando nada por supuesto. La filosofía cuestiona todo lo que tiene alguna pretensión de
conocimiento: intenta descubrir errores, falacias, manipulaciones ideológicas. Y ello se debe a
que la filosofía persigue la emancipación del género humano de cualquier subyugación cultural,
política o ideológica.
Clarificadora. Muchos problemas se deben a la comprensión deficiente del lenguaje, por lo que
I. E. S. AMERICO CASTRO 16 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 1: ¿QUÉ ES FILOSOFÍA?
La filosofía sirve para llevar una vida plena, consciente y organizada. Si queremos ser
autónomos, pensar por nosotros mismos en lugar de dejarnos llevar por lo que otros nos digan; si
queremos liberarnos de los prejuicios que nos impone la sociedad en que vivimos y sus tradiciones; si
queremos aprender a pensar descubriendo las falacias y las manipulaciones ideológicas; si queremos
planteamos perspectivas nuevas para abrimos a nuevos horizontes, entonces tendremos que acudir a la
filosofía. Porque la filosofía, puede ser abstracta y difícil, pero siempre es enriquecedora y liberadora.
Y porque, como decía Sócrates, “una vida sin examen no es vida”.
ACTIVIDADES
C. Realiza un resumen que responda al título propuesto. Debes partir de los apuntes y centrarte en
los aspectos que consideres más importantes (se adjunta un esquema orientativo). La redacción
debe ser clara y correcta, y no debes incluir esquemas ni listas. Debes organizar el texto en
párrafos, uno para cada subtema e incluir introducción y conclusión. Debes contar y anotar el
número de palabras , que debe estar entre 250 y 500.
Tema 2
EL PROBLEMA DE LA VERDAD
ÍNDICE
2.- LA VERDAD
2.1.- VERDAD DE PROPOSICIONES
2.2.- CRITERIOS PARA RECONOCER LA VERDAD
Muchas veces nos preguntamos si algo que nos han contado o hemos leído en Internet es verdad,
o cómo podemos elegir la más verdadera de entre dos explicaciones incompatibles, o si podemos
llegar a estar seguros de algunas ideas como la de la existencia de Dios. Pues bien, tal como hemos
visto en la Unidad 1, existe una rama de la filosofía que se encarga de examinar todas estas cuestiones.
Se trata de la Epistemología, o también llamada Teoría del conocimiento. En ella se estudia todo lo
referente a este concepto: qué entendemos por conocimiento, cuáles son las herramientas que tenemos
para adquirirlo y qué grado de fiabilidad tiene cada una de ellas, cuáles son los distintos tipos de
conocimiento que podemos tener, o si existe algún tipo de límites para el mismo.
Vamos a comenzar este tema tratando de definir qué entendemos por conocimiento, y veremos
también los diversos niveles en los que este puede darse, desde el más inferior (la pura opinión), hasta
el más elevado (el saber). Seguidamente hablaremos de los instrumentos de los que disponen los seres
humanos para adquirirlo, y de cómo lo logra cada uno de ellos. Continuaremos hablando sobre de qué
manera intervienen estos instrumentos en el proceso de conocimiento y cuál es el papel de la
abstracción a la hora de elaborar los conceptos genéricos que nos sirven para poder producir
conocimientos de carácter universal (“todos los leones son carnívoros”, “algunas aves son carnívoras”,
“existen infinitos números primos”).
Aunque todos entendemos intuitivamente qué significa conocer, resulta que definirlo
rigurosamente puede resultar un tanto complicado. Una definición preliminar podría ser que el
conocimiento es una explicación de la realidad que nos permite comprenderla mejor. Se pueden
distinguir diferentes grados de conocimiento, dependiendo del nivel de fiabilidad y seguridad que
cada uno de ellos nos aporte. Podemos proponer los siguientes:
OPINIÓN. Es la aceptación de una idea de la que no podemos decir que estemos seguros y que
tampoco podemos probar ante los demás ni garantizar su certeza. Es esta falta de seguridad la
convierte en el grado más bajo de conocimiento, pues una idea que no convence ni siquiera a
quien la propone difícilmente va a convencer a los demás (ejemplo: “opino que las mujeres
conducen mejor que los hombres”).
CREENCIA. Aceptación de un juicio que consideramos verdadero, y del que estamos seguros,
aunque no tengamos pruebas para demostrarlo. Las creencias suelen formar parte de nosotros
desde la más tierna infancia, y no siempre son voluntarias o conscientes. A veces nos cuesta
creer que nuestras creencias, que son tan evidentes para nosotros, no sean aceptadas y
compartidas por todos (ejemplo: “creo en la vida después de la muerte”).
creer no son la misma cosa, aunque conocer presupone el creer. Una creencia se convierte en
conocimiento cuando puedo justificarla racionalmente y pasa a ser algo objetivamente
verdadero que puede ser compartido y aceptado por los otros. Supone tener pruebas y
argumentos que nos permiten afirmar algo de forma razonable sin que quede duda. (Ejemplo:
“La Tierra gira alrededor del Sol”).
Aunque la opinión y la creencia pueden ser útiles para explicar la realidad, sólo el conocimiento
es realmente fiable. Nuestra definición final de conocimiento será la de creencia justificada y
verdadera. De la creencia ya hemos hablado, sobre el concepto de verdad hablaremos en el segundo
apartado, y en el tercer tema se abordarán diversas teorías sobre la justificación del conocimiento
científico, que es considera por muchos autores como el arquetipo del saber.
Una vez que hemos clarificado qué es el conocimiento y qué lo diferencia de la opinión y la
creencia, vamos a dar otro paso en la epistemología, y vamos a tratar de averiguar cómo se adquiere
este conocimiento, es decir, vamos a tratar de determinar cuáles son las capacidades de las que
disponemos los seres humanos para conocer la realidad que nos rodea. Estas herramientas del
conocimiento se conocen como facultades cognitivas y vamos a destacar fundamentalmente cuatro de
ellas tal y como se las entiende actualmente en filosofía y psicología.
Estos cuatro elementos no están desligados entre sí, sino que suelen trabajar conjuntamente y se
retroalimentan en el proceso del conocimiento.
Aunque entre los filósofos hay diferentes puntos de vista, suele aceptarse de manera general que
el conocimiento de la realidad comienza con la experiencia o con los datos sensoriales que recibimos a
través de los sentidos. Pero nuestra experiencia sensorial necesariamente sucede en un momento y un
lugar determinados, y, además, lo que percibimos es algo concreto: un árbol, una mesa, una persona…
Y es que la percepción siempre está referida a algo particular.
Sin embargo, a partir del conocimiento de un caso o de varios casos particulares nosotros
podemos aspirar a un conocimiento de mayor alcance y con pretensión de objetividad. Así yo puedo
pasar de afirmar que yo soy un ser mamífero a decir que todos los humanos somos mamíferos. ¿Cómo
es posible esta generalización? Pues gracias a un proceso mental que llamamos “abstracción”,
mediante el cual generalizamos una afirmación separándola de sus aspectos particulares o
circunstanciales. Por ejemplo, si yo quiero hacer conocer el concepto de árbol, y parto de la
observación de la multiplicidad de árboles que hay, tengo que no tener en cuenta, es decir, abstraer o
eliminar todas las diferencias percibidas en torno a las tonalidades de colores, las diversas formas de
hojas, los diferentes tamaños observados, las tipologías de frutas que producen, etc. Esa abstracción es
imprescindible para conocer qué es un árbol, es decir, para saber lo que es común a todas las formas de
árboles conocidas, y qué es lo que distingue a cualquier clase de árbol del resto de los vegetales que
hay en el mundo. La abstracción nos permite formar nuestros conceptos sobre la realidad y, de esta
manera, conocerla.
En la filosofía se ha discutido mucho sobre si la abstracción parte sólo de los datos que nos
aportan los sentidos, o si, por el contrario, es la razón la que nos permite hacer generalizaciones a
partir de la experiencia. Este dilema se reflejó durante la Edad Moderna en la discusión entre dos
corrientes filosóficas contrapuestas: los llamados empiristas afirman que el conocimiento parte
exclusivamente de los datos aportados por los sentidos, pues todas nuestras ideas se adquieren
mediante la experiencia empírica, mientras que los racionalistas argumentan que existen ideas innatas
(como “causa”, “especie”, o “cualidad”), que pertenecen a todos los hombres como parte de su razón,
y nos permiten formar conceptos correctos sobre la realidad. Esta polémica sobre la existencia de ideas
innatas cobró una gran importancia en la discusión filosófica de los siglos XVII y XVIII y sigue
presente en el ámbito de las ciencias humanas en debates como el de ambientalismo contra innatismo
(para más información consulta el apartado 4.1 del tema 4).
A finales del siglo XVIII, Inmanuel Kant trató de formular una explicación del proceso de
conocimiento que superara el enfrentamiento entre empiristas y racionalistas, recogiendo los aspectos
positivos de unos y otros. La epistemología de Kant se considera una de las más importantes en la
historia y es fundamental para comprender el funcionamiento de las ciencias modernas, por lo que en
este apartado profundizaremos en ella. Según Kant, en el proceso de conocimiento intervienen
simultáneamente tres facultades (o capacidades) humanas: la sensibilidad, el entendimiento y la
razón.
Además, Kant señala que, aunque nuestras sensaciones pueden ser muy diversas según la
realidad que percibamos, hay dos elementos que siempre están presentes en ellas, pues que
cualquier percepción que nos llega del exterior por medio de los sentidos es de algo que está
localizado en un punto del espacio y que está ubicado en un momento exacto de la línea del
tiempo. De esta forma, el espacio y el tiempo son, por decirlo de alguna manera, los
recipientes en los que nuestra sensibilidad introduce los datos que proceden del exterior. Sin
una posición espacial y un valor temporal nada puede ser procesado por nuestra mente. Visto
así, la sensibilidad es la facultad que:
Para Kant, estas categorías son en total 12, incluyendo unidad, pluralidad, existencia, etc., y
son la base de cualquier juicio o afirmación porque marcan las posibles formas de atribuir un
concepto a un fenómeno, o de enlazar sujeto y predicado en una oración (puede haber una
manzana o varias, la manzana puede estar sobre la mesa o debajo, y entendemos lo que
significan estos juicios incluso aunque no sepamos lo que es una manzana).
LA RAZÓN. Si el entendimiento nos permite formar juicios como “esto es una manzana” o
“esto es una fruta”, la razón nos permite enlazar unos juicios con otros para crear
generalizaciones cada vez mayores que nos permitan explicar el porqué de las cosas, como
“todas las manzanas son frutas, todas las frutas son vegetales, todos los vegetales son seres
vivos y todos los seres vivos están formados por carbono, por tanto esta manzana está formada
por carbono”. La razón nos permite conectar unos fenómenos con otros y poder expresar todo
ello lingüísticamente.
La razón nos lleva a plantearnos el porqué de las cosas de manera constante. De esta forma,
cada respuesta que obtenemos a una de nuestras preguntas nos llevaría a preguntarnos
nuevamente cuál es la explicación de esa causa o respuesta que hemos encontrado y así
sucesivamente. Pero como la cadena de los sucesivos “porqués” tendería a hacerse infinita, eso
conduce a la razón a generar lo que Kant llama las “ideas metafísicas”, es decir, ideas que no
tienen su origen en la experiencia, pero a las que inevitablemente recurre el ser humano para
explicar la realidad, para encontrar el “porqué” último de las cosas. Dichas ideas metafísicas
son tres y responden a la necesidad de la razón de contestar a las cuestiones siguientes:
a) El mundo ¿Hay una causa común a los fenómenos que proceden del exterior?
b) El alma ¿Hay una causa común a los fenómenos que experimento en mi conciencia?
c) Dios ¿Hay una causa común a mente y mundo que unifique todo lo que
experimentamos como real?
Según Kant, a pesar de que es la razón quien construye las ideas metafísicas, cuando tratamos
de emplear nuestro entendimiento para demostrar alguna cosa sobre ellas, al ser entidades que
no pueden ser percibidas por la sensibilidad, y que no están situadas ni en el espacio ni en el
tiempo, las categorías no logran trabajar adecuadamente. Así, el entendimiento aplicado sobre
las ideas metafísicas termina generando contradicciones, permitiendo demostrar tanto una cosa
como su contraria. Por ello, las ideas metafísicas no nos aportan conocimiento.
La epistemología de Kant es fundamental sobre todo por dos razones: en primer lugar, porque
llega a la conclusión de que no podemos tener conocimiento sobre las entidades metafísicas, por más
que nos sea inevitable el pensar en ellas cuando nos hacemos las preguntas fundamentales sobre la
realidad. En segundo lugar, porque demuestra que, de alguna manera, racionalistas y empiristas
acertaban y se equivocaban a la vez; ya que el conocimiento siempre parte de los sentidos, como
decían los empiristas; pero sin los elementos innatos del conocimiento (espacio, tiempo, categorías)
tampoco es posible alcanzarlo.
Como la mayoría de los filósofos, Kant distingue dos usos de la razón, uno teórico y otro
práctico (paralelos a los conceptos de filosofía teórica y práctica vistos en la unidad 1). Cuando
hablamos del uso teórico de la razón nos referimos al que nos permite el conocimiento de la realidad, y
este es el sentido que hemos tratado hasta ahora. Pero Kant utiliza también el concepto del uso
práctico de la razón para referirse a los principios que dicta la razón para guiar la propia conducta
desde una perspectiva ética.
justificadas moralmente. De esta forma, el uso práctico de la razón no consiste en describir, explicar y
predecir la realidad (que ya lo hace la razón teórica), sino en formular imperativos (ordenes) con
validez universal, es decir, que cualquier persona debería cumplir en cualquier situación. Una orden así
se denomina un imperativo categórico, y Kant ofrece varias formulaciones del mismo como:
“Actúa de tal forma que puedas querer que tu conducta se convierta en ley universal”.
“Actúa de tal modo que tanto tú mismo como cualquier otro ser humano sea para ti siempre un
fin en sí mismo, y nunca un medio para conseguir algo”.
Dicho de otra manera: no uses nunca a nadie como un mero instrumento para lograr tus
intereses, sólo si actúas de una forma desinteresada, movido por el respeto y el sentido del deber
puedes hablar de conducta racional y moral.
2.- LA VERDAD
La verdad es uno de los grandes temas filosóficos, y un concepto que usamos constantemente en
nuestras vidas. La definición de verdad, así como su relación con la realidad, sus diferentes tipos y las
formas de reconocerla, se han considerado tradicionalmente las bases de la racionalidad teórica.
Sin embargo, el significado de este término es una cuestión muy debatida en filosofía. El término
“verdad” puede ser utilizado con significados distintos: en primer lugar puede significar que algo es
realmente lo que parece ser (“este collar es de perlas verdaderas” o “María es la verdadera madre de
Juan”), y en este caso hablamos de verdad de hechos. En este caso, la verdad sería una propiedad de
un hecho, objeto o fenómeno. Esta concepción del término “verdad” está muy relacionada con el
problema filosófico de realidad y apariencia (para más información consulta el apartado 1.3 del tema
5), y se corresponde con el significado que los antiguos griegos daban al término “verdad”
(“aletheia”).
Pero, por otra parte, si digo: “Es verdad que Clara y Paco fueron al cine”, o bien, “es verdad
que 3 + 2 son 5”, en estos casos la verdad se aplica a una oración y no a un hecho, porque estamos
afirmando que lo que se dice en la oración (“Clara y Paco fueron al cine”, o “3 + 2 son 5”) es cierto.
Esto nos plantea dos formas de entender la verdad: verdad de hechos, y verdad de proposiciones. En
el siguiente apartado nos centraremos en esta última concepción.
Una proposición es un enunciado, es decir, una oración que puede ser verdadera o falsa (lo cual
excluye, por ejemplo, las oraciones interrogativas). En filosofía se distingue dos tipos de
proposiciones: las proposiciones empíricas o sintéticas son aquellas que afirman o niegan algo sobre la
realidad material, y se pueden comprobar mediante los sentidos (ejemplo: “la camisa que llevo puesta
es roja”). Por otro lado, las proposiciones formales son aquellas que no se refieren a la realidad, sino a
las definiciones y relaciones que obligatoriamente tienen nuestros símbolos (por ejemplo: “dos es un
número par” o “el todo es mayor que las partes”).
Cuando usamos el término “verdad” en este sentido, nos estamos refiriendo a que cierta
afirmación es verdad, es cierta. Pero eso aún no aclara lo que significa el término verdad. Dentro de la
concepción de la verdad de proposiciones encontramos cuatro posibles explicaciones a dicho
concepto.
La verdad como correspondencia. Considera que una proposición es verdadera cuando hay una
adecuación, es decir, coincidencia o correspondencia entre lo que la proposición expresa (lo que
decimos) y la realidad a la que se refiere. Por ejemplo, «Clara y Paco fueron al cine» es una
proposición verdadera sí Clara y Paco fueron al cine, y es falsa si no fueron. Sin embargo, aunque
esta teoría resulta muy intuitiva, no consigue explicar en qué consiste exactamente esta
correspondencia entre el lenguaje y la realidad - ya que lenguaje y realidad son cosas muy
distintas - o cómo puede comprobarse esa correspondencia. El primero que propuso esta teoría fue
Aristóteles (384-322 a. C.): “la verdad es decir de lo que es que es, y de lo que no es que no es”.
La verdad como coherencia. Considera que una proposición es verdadera si no entra en
contradicción con el resto de las proposiciones verdaderas. Por ejemplo, sabemos que la
proposición «Si sigues hacia el horizonte, llegarás al fin del mundo» es falsa porque contradice
numerosas verdades conocidas (por ejemplo, «La Tierra es redonda»). El primer filósofo que la
propuso fue Friedrich Hegel (1770-1831). Según Hegel, la verdad de una proposición no se
determina por recurso a la realidad (que no puede comprobarse de forma objetiva) sino al resto de
las proposiciones de una teoría. Por tanto, la coherencia (no contradicción) de la nueva
proposición con las que ya sabemos que son verdaderas indica que esta nueva también lo es. El
problema de este criterio es que para decidir la verdad de una proposición debemos recurrir a otras
así que ¿Cómo podemos saber que estas proposiciones eran verdaderas en primer lugar?
La verdad como utilidad. Considera que una proposición es verdadera cuando es útil y, por tanto,
conduce al éxito. La verdad o falsedad de una proposición coincide con las consecuencias que
resulten de su aplicación. Una proposición es verdadera si creer en ella tiene resultados positivos;
en cambio, una proposición falsa es aquella cuyas consecuencias son negativas. Así, una teoría
verdadera sobre la COVID-19 será aquella que permita curarla. Este criterio es adecuado para
explicar el funcionamiento de las ciencias: si una proposición científica resulta útil en la práctica
se toma como verdadera, y así se mantiene hasta que surja otra que sirva mejor a nuestros
objetivos y sustituya a la anterior. Sin embargo, este criterio pasa por alto que algunas ideas
pueden llevarnos al éxito, pero son claramente falsas (“puedes conseguir cualquier cosa si lo
deseas lo suficiente”), lo que da a entender que la utilidad puede ser una propiedad de las
propiedades verdaderas, pero no es lo mismo que la verdad. Esta teoría fue defendida por la
corriente de filosofía estadounidense del pragmatismo, fundada por Charles Sanders Peirce (1839
-1914).
La verdad como consenso. Esta teoría surge en la época contemporánea, defendida por Jürgen
Habermas (1929), y destaca la necesidad del diálogo para ir construyendo de forma cooperativa la
verdad. El concepto de “intersubjetividad” juega un papel primordial, ya que en esta teoría la
verdad no se entiende como una relación entre realidad y el pensamiento, sino entre el
pensamiento de las diferentes personas. Según esta concepción, una proposición verdadera es
aquella que puede conseguir el consenso o acuerdo entre todos los miembros de una comunidad
en su aceptación. Este acuerdo debe producirse entre individuos que se encuentran en igualdad de
condiciones para defender sus ideas, y se basará en la fuerza del mejor argumento. Este criterio
tiene el problema de que en la mayoría de las sociedades no todas las personas están en igualdad
de condiciones a la hora de defender sus ideas, por lo que los acuerdos existentes no siempre
representan la verdad.
Como podemos ver, no existe una teoría comúnmente aceptada sobre el significado del término
verdad, pero puesto que las teorías estudiadas no son incompatibles entre sí, podríamos combinarlas
para decir que la verdad, aplicada a una proposición, significa que lo que ésta dice se corresponde con
la realidad, que seguirla produce consecuencias útiles, que no se contradice con otras verdades, y que
todo el mundo podría llegar a estar de acuerdo con ella.
Estas cuatro teorías son adecuadas para explicar la verdad de las proposiciones empíricas. Pero,
como las proposiciones formales no dicen nada acerca de la realidad, su verdad no puede consistir en
la correspondencia con esta ni en la utilidad de su aplicación. En tal caso, en las proposiciones
formales, el único sentido que puede tener la verdad es como coherencia. Una proposición como «3
elevado al cuadrado es 9» solo puede ser verdadera sí no entra en contradicción con el resto de las
proposiciones aceptadas del sistema o teoría. En este caso, la proposición únicamente será verdadera si
es coherente con las reglas y los principios que forman el sistema matemático. Este concepto de
verdad es el que se maneja fundamentalmente en las matemáticas y la lógica (para más información
consulta el apartado 1.5 del tema 3).
Saber en qué consiste la verdad no es suficiente. Además, necesitamos saber cómo reconocer la
verdad y diferenciarla de lo falso o de lo aparente. La condición que le exigimos a una idea para
admitirla como verdadera se denomina criterio de verdad, y podemos recurrir principalmente a dos
de ellos criterios de verdad: la evidencia y la intersubjetividad.
LA EVIDENCIA
La palabra evidencia proviene del término latino videre (‘ver’) y se refiere a la especial forma de
presentarse que tienen ciertos hechos y proposiciones que consideramos seguras. Un conocimiento es
evidente cuando produce una certeza que nos impide dudar de su verdad. Por ejemplo, es evidente que
“A es A”, “El todo es mayor que las partes”, “mi reloj marca las doce” ... Porque, aunque quizá no
pueda probarlo ante los demás, su verdad se me presenta de forma directa e indudable. Pero a este
criterio se le pueden presentar algunas objeciones.
LA INTERSUBJETIVIDAD
Consiste en que nuestras creencias, para ser admitidas como verdaderas y constituir
conocimiento, han de ser aceptables para cualquier sujeto racional. Este criterio se basa en la idea de
que el conocimiento es objetivo y, por tanto, capaz de ser compartido por todos y no exclusivo de una
persona en particular. Respecto al criterio de evidencia, tiene la ventaja de que no solo se basa en el
reconocimiento de la verdad que haga un único sujeto, sino en el reconocimiento de muchos; por lo
que, en principio, existen más garantías de acierto. La verdad no es algo privado, sino que se basa en
el consenso de la comunidad. Igualmente, este criterio puede recibir sus objeciones.
Insuficiencia de este criterio. Sin embargo, aunque la verdad exija consenso, este no es
garantía suficiente de verdad. Aunque es cierto que los conocimientos verdaderos han de ser
admitidos por todos los sujetos, no es cierto lo contrario; esto es, que lo admitido por todo
el mundo haya de ser indudablemente verdadero. Prueba de ello son las teorías, hoy
desfasadas, que fueron admitidas y apoyadas durante largo tiempo por la comunidad
científica. Toda una comunidad puede estar equivocada, como lo estaba la sociedad de
Galileo, profundamente convencida de que el Sol giraba alrededor de La Tierra
I. E. S. AMERICO CASTRO 30 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 2: EL PROBLEMA DE LA VERDAD
(geocentrismo).
El nivel de conocimientos de que disponemos en la actualidad aumenta día a día. Pero ¿hasta
dónde podemos llegar? ¿Existe un límite para el saber teórico? ¿Habrá realidades que jamás podamos
conocer? ¿Podemos estar siquiera seguros de algo?
Descubrir las carencias de los criterios para reconocer la verdad puede llevarnos a dudar de la
existencia de un conocimiento válido y seguro; por ello, haremos una breve exposición sobre las
distintas teorías filosóficas frente al conocimiento. Vamos a clasificarlas teniendo en cuenta dos
cuestiones básicas: en primer lugar nos plantearemos si es posible un conocimiento seguro y sin
límites de la realidad y, en segundo lugar, nos fijaremos en qué es lo determinante en la relación
sujeto-objeto para saber si existe el conocimiento objetivo o si, por el contrario, todo conocimiento es
subjetivo.
DOGMATISMO
ESCEPTICISMO
CRITICISMO
En filosofía, se denomina sujeto a la persona que conoce, y objeto a la realidad que se pretende
conocer (en el juicio “la manzana es verde” el sujeto sería la persona que realiza la afirmación, y el
objeto sería la manzana). Se suele denominar subjetivo al conocimiento que es diferente para cada
persona, y objetivo al que depende únicamente de la realidad y, por tanto, es válido para cualquier
sujeto.
La esencia del conocimiento está en la relación entre pensamiento y realidad, entre sujeto y
objeto: ¿el sujeto capta el objeto tal como es o bien cada sujeto lo capta de un modo distinto? ¿Es el
conocimiento igual para todos o es particular de cada persona? Este interrogante puede responderse
desde tres teorías diferentes: objetivismo, subjetivismo y perspectivismo.
OBJETIVISMO
Para esta teoría, el objeto es real e independiente del sujeto. Lo que el objeto sea no depende de la
visión o de los condicionamientos del sujeto. Por tanto, es posible alcanzar un conocimiento
objetivo porque existe una verdad independiente y ajena a las opiniones o condicionamientos
(psicológicos, culturales, históricos) del sujeto. Platón es el máximo representante de esta forma
de pensar porque para él existen ideas o esencias del mundo inteligible que son realidades
objetivas, eternas y fijas, independientes del sujeto y su situación. Aunque el sujeto no las
conociera jamás, estas existirían objetivamente.
SUBJETIVISMO
Para esta teoría, es imposible un conocimiento objetivo porque todo conocimiento está
condicionado por el sujeto. El objeto solo puede conocerse porque hay un sujeto que lo piensa o lo
percibe, y que se encuentra condicionado por factores biológicos, sociales, psicológicos, etc.
RELATIVISMO
El relativismo es una forma de subjetivismo que afirma que cualquier verdad depende de las
circunstancias y condicionantes sociales del sujeto. La verdad será por tanto válida sólo en
determinado momento y lugar, y para un determinado grupo de personas. Así, lo que es verdad en
una determinada época y cultura no lo es en otra. Protágoras, sofista del siglo V a. C., fue uno de
sus más destacados defensores.
PERSPECTIVISMO
El filósofo español Ortega y Gasset, representante fundamental de esta teoría, pretende superar la
contradicción existente entre objetivismo y subjetivismo. Afirmó que, aunque existen realidades
objetivas, estas solo pueden ser conocidas desde un punto de vista determinado: la perspectiva
concreta e insustituible de cada sujeto.
Aunque tiene muchos aspectos en común con el subjetivismo, se diferencia en uno fundamental:
no niega la posibilidad de una verdad absoluta. El perspectivismo sostiene que el objeto existe
independientemente del sujeto y aporta como prueba la existencia de otras perspectivas del mismo
objeto. La diferencia con el objetivismo es que las circunstancias concretas del sujeto le permiten
ver solo un fragmento de la realidad, una perspectiva. Toda perspectiva es verdadera, y si
pudiésemos reunir todas las perspectivas alcanzaríamos la verdad absoluta tal y como la
experimentaría un ser omnisciente (Dios). La única perspectiva que se equivoca es aquella que
I. E. S. AMERICO CASTRO 32 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 2: EL PROBLEMA DE LA VERDAD
cree tener la verdad completa sin necesidad de complementarse con otras (a lo que Ortega
denomina “dogmatismo”, en un sentido más cercano al uso habitual del término).
3.3.- LA CONQUISTA DE LA VERDAD: UNA TAREA COLECTIVA
El repaso que hemos hecho de las distintas actitudes frente al conocimiento puede habernos
dejado un poco confundidos. Si tan difícil es ponernos de acuerdo sobre la posibilidad de un
conocimiento seguro, ¿qué sentido tiene esforzarnos en entender y conocer mejor todo lo que nos
rodea?
Lo primero que debemos pensar es que luchar contra la ignorancia, la manipulación y el error es
un deber colectivo que tiene todo ser humano. Por más que dudemos de la posibilidad de alcanzar una
verdad absoluta y definitiva, hemos de intentar acercarnos a ella todo lo posible. Sin embargo, el éxito
de esta búsqueda depende de que sepamos mantener una sociedad abierta, tolerante y preocupada por
la investigación y la verdad. Se trata de un esfuerzo, por tanto, que vale la pena.
Pero además, la conquista de la verdad supone un esfuerzo continuo en una doble dirección: salir
de la ignorancia, aumentando el conocimiento mediante el estudio y la investigación, y salir del error,
mediante la crítica de nuestras creencias y falso conocimiento. La conquista de la verdad supone un
esfuerzo permanente y colectivo:
ACTIVIDADES
1. Explica cuál es el campo de estudio de la epistemología y qué otro nombre recibe dicha
disciplina.
2. Explica la diferencia entre opinión, creencia y conocimiento.
3. Explica qué es la duda en filosofía y cuál es la diferencia entre duda metódica y escéptica.
4. Define los siguientes términos: percepción, memoria, imaginación, inteligencia.
5. ¿Qué es la abstracción? ¿Cómo nos ayuda a adquirir conocimiento?
6. ¿Qué diferencias plantean racionalismo y empirismo a la hora de explicar cómo es posible el
conocimiento?
7. Define los siguientes términos de acuerdo a la filosofía de Kant: sensibilidad, entendimiento,
razón.
8. Explica qué papel tienen los conceptos de “espacio y tiempo”, “categorías” e “ideas
metafísicas” en la filosofía de Kant y a qué facultad se asocia cada uno de ellos.
9. Según Kant ¿Podemos conocer a Dios o el alma humana? ¿Por qué?
10. Explica las diferencias entre razón teórica y práctica.
11. Explica en qué consiste el imperativo categórico, mencionando que filósofo lo planteó y al
menos una de sus formulaciones.
12. ¿Crees que las máximas “los demás deben hacer lo que yo quiera” y “relaciónate con gente que
pueda ayudarte en el futuro” podrían formar parte de la razón práctica según Kant? Justifica tu
respuesta.
13. ¿Qué significa el término aletheia en filosofía? Explica la diferencia entre verdad de hechos y
verdad de proposiciones.
14. Elabora una tabla en la que aparezcan los cuatro tipos de verdad de proposiciones (o teorías
sobre la verdad de proposiciones) estudiados y que, para cada uno de ellos, recoja su
definición, el tipo de proposiciones a las que se aplica y los problemas que puede plantear.
15. ¿Qué es un criterio de verdad? Explica qué defienden los criterios de verdad de evidencia e
intersubjetividad y qué problemas plantean.
16. ¿Qué significa la expresión “límites del conocimiento”? ¿Cuál crees tú que sería un límite del
conocimiento humano? Menciona varios ejemplos.
17. Explica que defienden las posturas sobre la posibilidad del conocimiento estudiadas
(escepticismo, dogmatismo y criticismo).
18. ¿Con cuál de estas posturas estás más de acuerdo? Justifica tu respuesta.
19. Define el significado de los términos “sujeto”, “objeto”, “subjetivo” y “objetivo” aplicados al
conocimiento.
20. Explica que defiende el perspectivismo comparándolo con objetivismo y subjetivismo.
21. Explica qué significa la expresión “la conquista de la verdad supone un esfuerzo permanente y
colectivo”.
Tema 3
EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
I. E. S. AMERICO CASTRO 36 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 3: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
ÍNDICE
1.- EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
1.1.- EL ORIGEN DE LA CIENCIA
1.2.- CARACTERÍSTICAS DE LA CIENCIA
1.3.- LOS COMPONENTES DE LA CIENCIA
1.4.- LA CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS
Contemplar en una noche el cielo estrellado, o bien observar el movimiento del Sol, la Luna y
los planetas fueron la causa en la antigüedad de que surgieran muchos interrogantes entre las primeras
civilizaciones. La ciencia surgió cuando el ser humano tuvo el convencimiento de que los fenómenos
naturales podían integrarse en un sistema ordenado y coherente. De esta manera, perdían su apariencia
misteriosa y se convertían en inteligibles y comprensibles para la mente humana.
Como vimos en la unidad 1, en el siglo VI a. C. apareció en Grecia, una nueva forma de explicar
cuestiones como la constitución y el origen del universo. La ciencia y la filosofía surgieron de una
misma actitud crítica e indagadora frente a la realidad y, en un principio, eran disciplinas inseparables
y que no se distinguían la una de la otra.
1.2.-CARACTERÍSTICAS DE LA CIENCIA
Galileo Galilei está considerado el primer científico moderno, y no tanto por el alcance de sus
descubrimientos (por otra parte, decisivos) como por inaugurar una nueva manera, un nuevo método
de hacer y entender la ciencia. Galileo se ocupó de los mismos problemas que habían interesado a las
personas dedicadas a la ciencia anteriores a él (el movimiento de los cuerpos...), pero lo hizo de una
manera radicalmente diferente y revolucionaria. Esta forma de proceder diferencia la ciencia de otras
formas de saber como la filosofía, el conocimiento ordinario... Puede sintetizarse en estas dos
características:
aquellas variables consideradas decisivas. También fue el primero en usar instrumentos, como
los telescopios, para realizar sus estudios. Esta tendencia que inaugura Galileo será imparable
en la ciencia.
Matematización. Galileo afirmó sin ningún tipo de dudas que la naturaleza atiende a unas
regularidades expresables mediante funciones matemáticas. La matematización constituyó una
pieza angular de la nueva ciencia, en contraste con la física anterior, dominada por cualidades
ocultas y por tendencias naturales de los elementos. Según el nuevo modelo, las propiedades de
los fenómenos naturales deben medirse numéricamente y relacionarse mediante fórmulas
matemáticas para expresar las leyes científicas. La cuantificación, al aportar una mayor
precisión a las observaciones realizadas, permitió librarse de la subjetividad y ambigüedad
propias del lenguaje cotidiano.
El primer enunciado pertenece a lo que llamamos lenguaje natural, mientras que el segundo es
propio del lenguaje específico de la física. La ciencia crea un lenguaje artificial para garantizar su
objetividad y precisión. En este sentido, el lenguaje de la ciencia se compone de conceptos, leyes y
teorías:
CONCEPTOS. Son los términos específicos de cada ciencia. Deben estar perfectamente definidos
y puede hablarse de tres tipos, en orden creciente de precisión:
Métricos: permiten medir numéricamente propiedades de los objetos. Así, para medir la
longitud o la masa de un cuerpo, empleamos conceptos como metro o kilogramo que además
nos permiten ordenar gradualmente de forma precisa los objetos según su longitud o tamaño.
Usar conceptos que han sido definidos previamente. En el ejemplo, los conceptos de presión y
volumen.
Determinar de forma universal una regularidad de la naturaleza; es decir, explicar todos los
fenómenos de esa misma clase. Para ello han de ser previamente demostradas siguiendo un
método adecuado (en el siguiente apartado hablaremos del método).
TEORÍAS. La ciencia pretende explicar ámbitos de la realidad de la forma más amplia posible.
Por esta razón, las leyes científicas se dan conectadas unas con otras, formando sistemas amplios
y coherentes, a los que llamamos teorías científicas. Por ejemplo, la termodinámica clásica está
formada por un conjunto de principios generales, como: la energía se conserva, y leyes
científicas: entre dos cuerpos de distinta temperatura y que están en contacto se produce una
transferencia de energía térmica, el calor cedido por uno de los cuerpos es igual al absorbido por
el otro, etc.
Para comprender la división de los diferentes tipos de ciencia vamos a hacerlo partiendo de la
observación de las siguientes afirmaciones:
Como podemos ver, en el seno de las ciencias empíricas también distinguimos entre ciencias
naturales y ciencias sociales o humanas. Desde hace más de cien años está abierta la controversia
sobre si disciplinas como la historia o la psicología debían considerarse ciencias equiparables a la
física, que, por su precisión y capacidad predictiva, se ha considerado el modelo perfecto de actividad
científica.
método científico que las caracteriza. En el resto de la unidad nos centraremos en el funcionamiento de
las ciencias empíricas, que afecta por igual a las ciencias naturales y sociales.
Si las premisas son ciertas, al razonar correctamente tenemos la seguridad de que la conclusión
también lo es. Por lo tanto, podríamos definir el método deductivo como aquel que toma como punto
de partida una afirmación general para a partir de ella demostrar otra afirmación más concreta de
forma totalmente rigurosa.
Sin embargo, el método deductivo no permite ampliar conocimiento, pues en realidad se limita
a hacer explícita información que ya se encontraba implícita en las premisas. En efecto, este método
sólo nos permite demostrar casos particulares de una ley general ya conocida. Así que, aunque durante
las edades antigua y media se consideró un método adecuado para describir el funcionamiento de las
ciencias, actualmente sólo se considera adecuado para las ciencias formales.
El razonamiento inductivo consiste en descubrir una ley general a partir de un conjunto de casos
particulares. En la inducción se pasa, por tanto, de lo particular a lo general. Distinguimos las
siguientes fases:
La inducción sí que nos lleva a obtener conclusiones que amplían conocimiento, puesto que se
llega a una ley general a partir de los casos particulares que se han observado. Tras constatar n veces
que algo sucede de una determinada manera, nos permitimos generalizar y dar por sentado que será
siempre así. Sin embargo, por más precauciones que podamos tomar a la hora de generalizar, algún día
podríamos descubrir que nos habíamos equivocado...
En caso de que existan dos teorías en disputa para explicar los mismos fenómenos, los
inductivistas argumentan que podrán diseñar un experimento o realizar una observación que ponga fin
a la cuestión y la haga decantarse por una de las dos alternativas de forma perfectamente objetiva.
El inductivismo defiende que los hechos - observaciones y experimentos - son previos a las
teorías, es decir, que nosotros primero percibimos los hechos, y es a partir de ellos que elaboramos las
teorías. También afirma que los científicos pueden captar estos hechos mediante los sentidos de forma
precisa y objetiva, y que a partir de ellos se infiere una teoría.
Como hemos dicho, durante siglos se ha considerado que la inducción es el método adecuado
para la ciencia. Sin embargo, hay dos aspectos de la inducción que se pueden rebatir, ya que generan
algunos problemas:
No hay observación sin teoría: si el científico no partiera de una idea previa sobre a qué debe
prestar atención, la fase de recogida de datos se volvería inabordable, pues no tendría ningún
criterio para saber qué es preciso anotar de todo lo que está observando. La investigación
científica no se origina en una observación objetiva y neutra, sino que el científico suele fijarse
en aquellos fenómenos que cree que van a demostrar su teoría. Así, la observación viene
siempre guiada por una idea o teoría previa, y la validez del método inductivo dependerá de la
interpretación del investigador.
Hemos visto que la deducción permite obtener conclusiones seguras, pero no amplía
conocimiento, mientras que la inducción sí amplía el conocimiento, pero no nos puede garantizar la
verdad de nuestras leyes generales.
El método hipotético-deductivo tomará elementos de ambos para establecer el modo como debe
llevarse a cabo la investigación científica. Según este método, la ciencia funciona planteando con
precisión hipótesis para luego confirmarlas experimentalmente y así formular leyes naturales. No se
trata, como en el método inductivo, de generalizar a partir de hechos concretos, sino de establecer
I. E. S. AMERICO CASTRO 42 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 3: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
hipótesis y buscar formas de comprobarlas. Así, frente a los dos métodos anteriores, el método
hipotético-deductivo nos permite descubrir nuevas leyes científicas. Vamos a ver los distintos pasos de
que consta:
Formulación de hipótesis. Se propone una explicación posible, que debe ser coherente y
conforme con la actitud científica: rigurosa, neutra y contrastable. Ejemplo: se propone la
hipótesis de que la presencia de la hormona X impide la obesidad.
Puesto que la hipótesis se plantea de forma previa a la experimentación, este método supera el
primer problema del método inductivo. Pero ambos métodos comparten el problema de que tampoco
es formalmente válido y por lo tanto las leyes descubiertas nos pueden conducir a conclusiones
equivocadas. Si eso ocurriese habría que tratar de proponer nuevas hipótesis que encajen mejor con los
experimentos. Por eso, en la actualidad se considera que las leyes y teorías científicas tienen un
carácter provisional.
Una proposición es falsable si, en caso de ser falsa, es posible encontrar pruebas que la
contradigan. Según Popper, el científico no realiza experimentos para confirmar o verificar sus
teorías (que nunca pueden ser completamente demostradas, como se ha visto en el apartado
2.3), sino que procura deducir consecuencias experimentales que pongan seriamente a prueba
la teoría en cuestión. Nótese que una cosa es que la teoría sea falsable (que sea posible
demostrar que es falsa si lo es) y otra diferente es que esté falsada (en el caso de las pruebas
hayan demostrado efectivamente que la teoría es falsa, lo que nos obligaría a sustituirla por
otra).
La teoría de la relatividad de Einstein sería, según Popper, un buen ejemplo de lo que es una
teoría científica. A partir de ella se podían hacer predicciones concretas muy precisas, como la
que apuntó acerca de la curvatura de la luz que debía observarse cuando tuviera lugar el eclipse
de Sol del 29 de mayo de 1919. Ese día, el astrofísico Arthur Eddington fotografió las estrellas
que aparecían alrededor Sol, y se pudo constatar la curvatura de los rayos de luz tal como había
predicho la teoría de Einstein.
Lo que Popper quería resaltar era la capacidad de la teoría para formular predicciones
arriesgadas y comprobables que, en caso de haber fallado, nos habrían obligado a desestimarla.
Aquellas teorías que carecen de dicha capacidad Popper propone que no sean consideradas
científicas.
Si una teoría no permite hacer predicciones concretas, diciendo qué es lo que tendremos que
observar en un determinado lugar y momento de tiempo, asumiendo el riesgo de que si no
I. E. S. AMERICO CASTRO 44 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 3: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
sucede así entonces queda falsada o refutada, entonces dicha teoría no debe ser reconocida
como ciencia. Según Popper, las teorías metafísicas o religiosas no son científicas según este
criterio, al no existir ninguna posible observación que las pudiera refutar. Tomemos como
ejemplo la previsión de un horóscopo que nos dice “hoy te llevarás una sorpresa”; la predicción
es tan inconcreta que podemos considerarla cierta sin importar lo que ocurra ese día, ya que la
sorpresa puede consistir en casi cualquier cosa.
Tanto Popper como los miembros del Círculo de Viena mantenían una concepción optimista de
la ciencia, porque entendían que si examinamos la historia de la ciencia advertimos que las teorías más
novedosas son más verdaderas que las teorías más antiguas, de modo que podemos afirmar que en la
ciencia hay un progreso en la búsqueda de la verdad. Pero la obra de Thomas S. Kuhn de 1962, “La
estructura de las revoluciones científicas”, cuestionó la idea misma de progreso científico a partir de
su análisis de la historia de la ciencia y su concepción de los paradigmas científicos.
Según Kuhn, la ciencia funciona a partir de un conjunto de creencias compartidas por una
comunidad de investigadores, creencias que no son puramente racionales y objetivas ya que no sólo
incluyen conceptos, leyes y teorías, sino también un gran conjunto de consideraciones como la de en
qué consiste un experimento o la de cómo se demuestra científicamente una hipótesis. Este conjunto
amplio de creencias compartidas por una comunidad científica es lo que Kuhn llama “paradigma”.
Según Kuhn, podemos distinguir diferentes fases en el desarrollo histórico de la ciencia. Por
un lado, señaló que había momentos revolucionarios, cuando unas ideas científicas eran sustituidas por
otras. La revolución copernicana, por ejemplo, representó una de estas fases, caracterizadas por la
existencia de dos paradigmas en conflicto (geocentrismo contra heliocentrismo).
Las etapas revolucionarias están seguidas por largos períodos en los que se desarrolla la «ciencia
normal», en los que el trabajo diario de los investigadores se realiza dentro de un mismo paradigma.
En estos períodos la gran mayoría de la comunidad científica coincide no sólo en un conjunto de
afirmaciones teóricas, sino también en la manera de enfocar e intentar resolver los problemas que se
les presentan.
Kuhn explica que la ciencia es una actividad conservadora, y el trabajo habitual de los científicos
consiste en ampliar el número de aplicaciones del paradigma realizando los mínimos cambios en el
mismo. Por ello, los hechos y observaciones no encajaran en el paradigma dominante tienden a ser
ignorados por los científicos durante los periodos normales en ciencia, que son los más habituales.
Pero inevitablemente las anomalías del paradigma se van acumulando hasta que llega un momento en
que toda la visión del mundo que proporciona un paradigma se torna insostenible. En este momento se
abre paso a un periodo revolucionario, en el que aparece un nuevo paradigma científico que tiende a
reemplazar al anterior.
Esto mismo es lo que pasó durante siglos con el modelo del Cosmos que defendía el
geocentrismo. En el período de ciencia normal, todas las observaciones que contradecían la teoría, o
bien eran ignoradas, o se intentaban «salvar» añadiendo complejidad al sistema, pero sin tocar la tesis
central de que la Tierra permanecía quieta en el centro. Sin embargo, la acumulación de anomalías
llegó a un punto en el que los científicos comenzaron a sentirse incómodos con el viejo paradigma,
con lo que se abrió el paso a la revolución científica.
I. E. S. AMERICO CASTRO 45 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 3: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
Lo que Kuhn intenta demostrar es que los científicos no adoptan un paradigma por cuestiones
exclusivamente objetivas, pues muchas veces las pruebas están equilibradas, y los factores subjetivos
como intereses o creencias resultan decisivos. Por esto, aseguró que los paradigmas son
inconmensurables, es decir, no se puede determinar objetivamente si la teoría propuesta por un
paradigma es superior a otra. Esto es así porque cada paradigma tiene su propia forma de demostrar
que es verdadero, y la verdad de un paradigma científico no se puede valorar desde las suposiciones de
otro distinto.
A partir de la segunda mitad del siglo XX proliferaron los estudios de sociología de la ciencia,
disciplina en la que destaca el británico Steve Woolgar. En su obra “Abriendo la caja negra” se
propone cuestionar la pretendida objetividad científica, aludiendo al hecho de que la ciencia no es una
actividad humana que se desarrolle al margen de la influencia del resto de instituciones de la sociedad.
Según Woolgar, no se trata sólo de que la ciencia se vea influida por su contexto histórico o social, ya
que indudablemente los investigadores pueden verse afectados por sus prejuicios personales, sino que
el asunto va mucho más allá.
Así que la dirección que toma la ciencia, e incluso qué teorías obtienen reconocimiento y cuáles
no, ya no dependería exclusivamente de los argumentos y experimentos, sino también de las
convicciones ideológicas, los intereses económicos o las motivaciones geoestratégicas de los
gobiernos y las empresas que pagan y organizan los programas de investigación. Woolgar afirma que
dicha interferencia existe y ha estado presente en todas las épocas, lo que significaría necesariamente
que el conocimiento científico no es objetivo.
Básicamente, el cientificismo defiende que la ciencia es un tipo de saber objetivo gracias a que
aplica un método riguroso y eficaz que le permite demostrar todo lo que afirma. La ciencia es la única
forma posible de conocimiento, y nos muestra el mundo tal y como es.
Sin embargo, Popper nos ha dicho que es imposible verificar completamente ninguna teoría
científica. Kuhn resaltaba que cada paradigma científico nos ofrece una determinada interpretación de
la realidad y que no podemos decir que unas sean más verdaderas que otras. Woolgar alerta sobre la
interferencia del poder económico y político en la actividad científica. La radical aportación del
filósofo austríaco Paul Feyerabend será la de cuestionar el propio método científico como criterio de
demarcación.
Feyerabend en su obra “Contra el método” defiende que no existe realmente un único método
científico al que se pueda acudir para diferenciar lo que es ciencia y lo que no. Señala que en las
distintas ciencias se emplean muy diversos métodos, pues el modo de trabajar de las ciencias
naturales y las ciencias sociales y humanas, por ejemplo, es bien distinto. En un laboratorio
podemos repetir un experimento de química, pero no así en el caso de la psicología, por ejemplo, ya
que si lo repetimos con la misma persona, la experiencia anterior hace que las condiciones iniciales ya
no sean las mismas, y si lo hacemos con otra persona, la diversidad humana hace que el resultado
pueda ser totalmente diferente. En cualquier caso, cada investigación requiere un método propio,
Feyerabend alude a un anarquismo epistemológico que rechaza que podamos hablar de reglas
universales para practicar la actividad científica, lo cual haría definitivamente imposible separar la
ciencia del resto de las ideas.
Tanto la ciencia como la técnica, si entendemos estos términos en un sentido amplio, existen
desde los inicios de la humanidad, pero, hasta el siglo XVII , siguieron caminos distintos. La
técnica se define como el conjunto de procedimientos y acciones que permiten obtener ciertos
resultados efectivos y útiles, lo cual abarcaría campos tan diversos como la navegación, la
agricultura o el deporte. Durante la mayor parte de la historia, los filósofos y los científicos
dedicados al estudio de la naturaleza tenían generalmente inquietudes e intereses distintos a los de
los de agricultores, artesanos y otros oficios técnicos; sus actividades, por lo tanto, se
desarrollaban de forma prácticamente ajena y desconectada. Esto empezó a cambiar con el
surgimiento de la ciencia moderna.
Es significativo que Galileo (uno de sus primeros representantes) fuese, también, de los
primeros en llevar a cabo sus investigaciones de la mano de la técnica. Galileo construyó un
telescopio (aplicando sus conocimientos ópticos) y lo empleó para estudiar los astros y, así,
confirmar su teoría del universo. A partir de entonces, la relación entre técnica y ciencia ha sido
cada vez más estrecha. Para la técnica, este hecho ha supuesto una transformación tan profunda
I. E. S. AMERICO CASTRO 47 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 3: EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO
que, comparándola con las formas anteriores, se ha considerado oportuno diferenciarla con otro
nombre: el de tecnología.
Los avances tecnológicos actuales son, sin embargo, tan rápidos y tienen un impacto tan global e
insospechado, que en gran medida desconocemos sus límites y riesgos, por lo que se hace urgente
reflexionar sobre sus posibles repercusiones en la vida humana. Hacia mediados del siglo XX la
escuela de Frankfurt propuso ya contraponer al uso de la razón instrumental, que solo atiende a la
rentabilidad económica según la lógica de la utilidad, el concepto de racionalidad crítica, que valora
la acción en la medida que contribuye a la mejora de las condiciones de vida.
Retos éticos: los nuevos avances deberían respetar la dignidad humana en todos sus ámbitos,
de ahí la necesidad de evaluar éticamente la utilización de biotecnologías, como la
manipulación genética o la clonación, o evitar, por ejemplo, que las tecnologías de la
información y la comunicación se conviertan en una amenaza para el derecho a la privacidad.
Retos sociales: las nuevas tecnologías deberían repercutir en el bienestar de toda la población.
Cabría reflexionar sobre en qué medida la creciente tecnologización de nuestras vidas puede
generar una brecha tecnológica, es decir, una situación de desigualdad social causada por la
existencia de colectivos o países sin acceso a las nuevas tecnologías
¿Somos conscientes de que una simple bolsa de plástico para llevar la compra tiene un uso de
unos quince minutos, pero tarda más de cuatrocientos años en descomponerse? ¿Qué precio tienen
nuestro bienestar y nuestro confort actuales para las siguientes generaciones? ¿Es la naturaleza una
«propiedad» que podemos explotar sin límite, sin que sea necesario valorar las consecuencias?
Como hemos visto, las innovaciones tecnológicas pueden tener repercusiones negativas, tanto a
medio como a largo plazo, y no solo para el ser humano, sino también para toda la vida en La Tierra. Y
conviene tener en cuenta que nuestra responsabilidad no se limita únicamente al estado actual de
cosas, sino que afecta también a las siguientes generaciones. El hecho de que estemos destruyendo
recursos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural nos obliga a plantearnos la
necesidad de una tecnoética, es decir, una ética del desarrollo tecnológico que delimite qué
realizaciones técnicas son aceptables desde un punto de vista moral.
En este sentido, el filósofo alemán Hans Jonas publicó una de las obras que más ha marcado la
reflexión sobre los límites de la tecnología: El principio de responsabilidad: Ensayo de una ética para
la civilización tecnológica. En ella, Jonas advierte de cómo ha cambiado nuestra situación en el
mundo: si antiguamente el ser humano simplemente se hacía un hueco en el mundo natural gracias a la
técnica, en la actualidad la naturaleza está tan seriamente amenazada por la tecnología que no puede
garantizarse ni su preservación ni la de la propia especie humana.
Ante esta situación, Jonas mantiene que es necesario un compromiso fundamental que se
concreta en lo que él llamó el principio de la responsabilidad tecnológica: el desarrollo tecnológico
ha de ser sostenible, es decir, compatible con la permanencia de la vida auténticamente humana en la
Tierra y su preservación para las generaciones futuras.
Nuestras decisiones individuales y políticas en lo que respecta al uso de las tecnologías y al nivel
de consumo tienen una clara repercusión en la futura habitabilidad del planeta. De ahí que en las
discusiones en torno a cómo conseguir un medio ambiente sostenible a largo plazo haya fructificado la
expresión Think Global, Act Local («piensa globalmente, actúa localmente»). El principio de
responsabilidad de Hans Jonas señala la necesidad de que tengamos en cuenta cómo nuestras acciones,
incluso las más rutinarias, pueden afectar a las personas de cualquier lugar del planeta de aquí en
adelante, pues la forma más fácil de mejorar el mundo es mejorar nuestro propio entorno.
Por otro lado, desde diferentes foros se insiste en la necesidad de completar la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de forma que incluya normas para regular realidades tecnológicas
que, en un principio, no constituían amenazas reconocidas para los derechos. Por ejemplo:
Derecho a un desarrollo socioeconómico sostenible que permita preservar el medio ambiente natural
y el patrimonio cultural de la humanidad.
El mundo que heredarán nuestros descendientes dependerá en gran medida de que el desarrollo
tecnológico venidero se adecue al principio de la responsabilidad que debemos ejercer como
ciudadanos y exigir a nuestros representantes políticos.
ACTIVIDADES
2. Realiza un resumen que responda al título propuesto. Debes partir de los apuntes y centrarte en
los aspectos que consideres más importantes (se adjunta un esquema orientativo). La redacción
debe ser clara y correcta, y no debes incluir esquemas ni listas. Debes organizar el texto en
párrafos, uno para cada subtema e incluir introducción y conclusión. Debes contar y anotar el
número de palabras, que debe estar entre 250 y 500.
El conocimiento científico.
o La Revolución científica y las aportaciones de Galileo al método científico.
o Componentes y clasificación de las ciencias.
o El método hipotético-deductivo.
o La crítica al cientificismo.
o El papel de la ciencia y la tecnología en la sociedad.
Tema 4
ÍNDICE
1.- LA ANTROPOLOGÍA
1.1.- CONCEPTO E HISTORIA DE LA ANTROPOLOGÍA
1.2.- DIVISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA
1.- LA ANTROPOLOGÍA
Las preguntas sobre qué somos, en qué consiste nuestra condición, cuál es nuestro origen como
especie y de qué manera se ha desarrollado la cultura, forman parte de los interrogantes que el ser
humano se ha planteado desde la Antigüedad. Tanto nuestra naturaleza biológica como la dimensión
cultural o simbólica que nos caracteriza constituyen elementos fundamentales a la hora de llevar a
cabo la reflexión filosófica sobre el ser humano.
El intento de dar respuesta a estas y otras muchas preguntas ha dado lugar a una disciplina
específica que se dedica al estudio del ser humano en todas sus facetas: la antropología. Dicho
término procede del griego, de los conceptos anthropos, ser humano, y logos, estudio o conocimiento.
Esta investigación incorpora el examen de la evolución biológica de nuestra especie, el estudio de los
distintos tipos de sociedades humanas y sus particularidades culturales, la comparación entre los
diversos modos de organización social, etc.
Los más antiguos precedentes de la antropología se remontan a la Antigua Grecia. Como tales
han sido considerados los estudios médico-anatómicos de los médicos helenos Hipócrates y Galeno.
En el aspecto cultural, Heródoto de Halicarnaso describió la organización y costumbres de los
diferentes pueblos de su tiempo. El desarrollo de la antropología en Occidente, no obstante, recibirá un
impulso excepcional a partir del descubrimiento de América, cuando los europeos entran en contacto
con las culturas aborígenes de México, Colombia, Perú, etc., a causa del gran contraste entre las
distintas formas de vida.
En el siglo XVIII, los avances en biología llevan a considerar la antropología como una parte
más de las ciencias de la naturaleza. El ser humano quedó incluido como objeto de estudio de la
ciencia natural gracias a la clasificación de las especies de Linneo. Adquirió entonces su denominación
taxonómica: Homo sapiens: del orden de los primates y la clase de los mamíferos. En el siglo XIX, las
teorías de Darwin sobre el origen del ser humano significaron la madurez de la antropología como
disciplina científica.
La antropología filosófica aspira a una explicación global de nuestra identidad frente a los
demás seres, para lo cual pretende definir los rasgos esenciales del ser humano. Esta
preocupación acompaña a la filosofía desde su mismo origen. El método de trabajo de la
antropología filosófica consiste en la reflexión a partir de los datos facilitados por las
ciencias sociales (historia, sociología, economía...) y de las ideas generadas por el propio
La antropología científica es una disciplina de origen mucho más reciente. Sus teorías y
afirmaciones proceden de los datos recogidos mediante la observación. Surgió en la
segunda mitad del siglo XIX, alentada por el desarrollo de la teoría de la evolución. Se
ocupa tanto de la dimensión biológica de la especie humana como de la dimensión cultural.
Por este motivo, actualmente se distinguen dos grandes ramas dentro de la antropología
científica:
o La antropología física estudia los aspectos biológicos propios del ser humano; es
decir, el ser humano en cuanto organismo animal. Se centra en el estudio del el ser
humano como producto de la evolución biológica, describiendo las diferencias físicas
entre los seres humanos y el resto de los primates, que son nuestros parientes más
cercanos en el árbol evolutivo.
o La antropología cultural estudia el origen, desarrollo, estructura y características de la
cultura humana, tanto en las sociedades del pasado como en las actuales. Entre las actuales
se incluyen todas las sociedades presentes, sea cual sea su grado de tecnificación. En este
ámbito de la antropología, se entiende por cultura todo comportamiento aprendido en el
marco social, incluyendo entre otras cuestiones las estructuras políticas, sociales y
económicas; las relaciones de parentesco; los mitos y rituales religiosos; y la producción
artística y técnica.
A continuación, se enumeran las ciencias con las que la antropología científica trabaja en
estrecha colaboración:
Cuando se quiere explicar por qué algo (una pintura, una receta, una mascota) es como es, un
buen procedimiento consiste en comenzar por dar cuenta de sus orígenes: cómo se ha formado y qué
hechos o factores han influido en su constitución, en su desarrollo y su evolución. A la pregunta sobre
antropogénesis u origen del ser humano se han dado muchas y diversas respuestas. Las dividiremos en
dos tipos fundamentales: explicaciones preevolucionistas y evolucionistas.
La diversidad de especies presentes en nuestro planeta ha maravillado, desde siempre, a todas las
generaciones. Los primeros filósofos griegos, como Platón o Aristóteles, creían que las especies que
hay en nuestro planeta no habían sufrido cambios desde su origen. Quienes sufren modificaciones a lo
I. E. S. AMERICO CASTRO 55 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
largo de su vida son los individuos, pero ellos pensaban que las especies se mantenían constantes,
siempre las mismas (cada caballo concreto nace y muere, pero la especie perdura eternamente).
La aparición de las especies podría haber sido por generación espontánea (las especies aparecen
de forma repentina) o por medio de la voluntad divina que las había creado, como explican muchas
religiones y culturas. Así, la tradición bíblica explicaba el origen del ser humano acudiendo a la teoría
creacionista, que se sustentaba en una interpretación literal del libro del Génesis. Sus tesis básicas
eran: la creación separada y definitiva de todas las especies vivas, y la creación del ser humano por
Dios, a su imagen y semejanza.
Estas concepciones partían de un supuesto fijista, es decir, el carácter inamovible de las especies
a lo largo del tiempo. Por ejemplo, según el fijismo el caballo y el asno no proceden de un antepasado
común ya extinto, sino que ambas especies existirían desde el principio de la vida tal como las
conocemos hoy.
El creacionismo fijista fue predominante hasta el siglo XVIII, en el que tuvo defensores como
Carl von Linneo y Georges Cuvier. Sus trabajos fueron decisivos en el terreno de la historia natural, ya
que consideraban que la adaptabilidad de los individuos al medio es el resultado o producto de una
inteligencia superior. Y, según ellos, esto evidenciaba la existencia de un creador detrás de todo el
proyecto de la vida.
Estos autores se opusieron críticamente a los trabajos de los primeros autores evolucionistas.
Paradójicamente, a pesar de esta convicción fijista, los estudios de botánica y zoología que realizaron
Linneo y Cuvier fueron la base de estudios que apoyarán más adelante una concepción evolucionista
del origen de las especies.
Charles Darwin sentó las bases de las explicaciones evolucionistas actuales. El evolucionismo
afirma, a grandes rasgos, que las especies tienen lugar por transformaciones continuadas. Todas las
especies, botánicas y zoológicas (incluso la especie humana), provienen de otras anteriores por medio
de cambios graduales. Como los demás animales, el ser humano procede por evolución de especies
anteriores, muchas de ellas extintas, y sus antepasados más cercanos fueron primates.
Ciertos rasgos de un individuo, los que tiene desde su nacimiento (rasgos genéticos), se
transmiten a su descendencia.
En toda población de individuos de una misma especie existe una variedad de rasgos
diferenciados.
La selección natural es el principio explicativo de la evolución. Así, entre los muchos
rasgos que espontáneamente se producen en las especies, solo perduran y se transmiten
aquellos que resultan más eficaces en la lucha por la vida. Los individuos mejor dotados,
los que mejor se adaptan al medio, sobreviven, se reproducen y transmiten
hereditariamente sus características con más facilidad que los demás, por lo que a la larga
estas características se generalizan y las demás desaparecen. De esta forma, surge una
especie nueva.
La publicación de “El origen de las especies” tuvo una gran repercusión social y generó mucha
polémica en su época. En la actualidad, la teoría de la evolución se ha confirmado con numerosos
I. E. S. AMERICO CASTRO 56 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
datos paleontológicos. Sin embargo, Darwin no pudo explicar algunas de las ideas que hoy contiene la
teoría de la evolución, por lo que debemos completar sus hallazgos con los de otros científicos.
La teoría darwinista, por ejemplo, no explicaba los mecanismos que determinaban qué
características se transmitían de generación en generación, ni de qué manera lo hacían. La ausencia de
una teoría que diera cuenta de cuáles eran los factores que influían en la herencia biológica de los
caracteres fue subsanada por Gregor Mendel. Siete años después de la aparición de “El origen de las
especies”, este religioso agustino formuló una teoría de la herencia en la que aseguraba que los
caracteres hereditarios están determinados por factores específicos de los seres vivos. Más tarde, estos
factores fueron llamados genes.
Los estudios de Mendel iniciaron una larga y fecunda tradición de investigadores sobre la
herencia biológica. Las doctrinas mutacionistas, consecuencia de estas investigaciones, explican los
cambios en las características de las especies a partir de alteraciones o mutaciones en el material
genético. De esta forma, pueden aparecer en los individuos de una especie rasgos que no se
presentaban en sus antepasados. Si estos rasgos le ayudan a sobrevivir y reproducirse, se transmitirán a
su descendencia.
Según la propuesta de los biólogos Niles Eldredge y Stephen Jay Gould presentada en 1972 hay
que ir hacia una teoría del equilibrio puntuado o equilibrio interrumpido, que da a entender que la
evolución avanza a saltos, y no con un ritmo uniforme. Muchas veces el paso de una especie a otra no
obedece a una lenta transición de la primera a la segunda, sino que en algún momento tendría lugar
una macromutación positiva, es decir, una mutación que se transmite de forma rápida y generalizada y
que, aunque lo más habitual sería que fuera contraproducente, en algunos casos excepcionales podría
resultar adaptativamente favorable. Esto encaja con la idea de que los cambios bruscos en las
condiciones ambientales (tales como los que hicieron desparecer a los dinosaurios) favorecen la rápida
aparición de nuevas especies y la extinción de las anteriores. No obstante, los investigadores siguen
discutiendo acerca de cuáles son los mecanismos que han dado lugar a la evolución de las especies.
Una vez que las teorías evolucionistas proporcionaron las líneas maestras de la evolución, la
paleontología, la biología y la genética han ido precisando los escalones concretos de este
proceso. La ciencia ha explicado cómo a partir de los primeros organismos multicelulares se llega
hasta el ser humano.
En primer lugar, hay que aclara que las clasificaciones que muestran los orígenes del
hombre a partir de la evolución de los primates están sujetas a frecuentes cambios, debido a la
rapidez con que avanzan las investigaciones en estas cuestiones. Actualmente, el ser humano, u
homo sapiens, se considera una especie animal de la clase de los mamíferos, el orden de los
primates, la familia de los homínidos, y el género homo. Está estrechamente emparentado con
especies como el chimpancé, el gorila o el orangután.
Según los expertos, los primeros miembros de la familia de los homínidos surgieron hace
unos 5 ó 10 millones de años. Los homínidos son los primates que caminan erguidos, y se suele
considerar que el ser humano es el único homínido que existe en la actualidad. Pero no siempre
fue así: los primeros homínidos conocidos datan de hace más de 5 millones de años y
I. E. S. AMERICO CASTRO 57 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
De esta línea surgió el género homo (nuestro género), que a la postura erguida de los
homínidos suma un gran desarrollo cerebral. La primera especie de este género, prácticamente
humana, es el Homo habilis (hace 2,4 millones de años). Con él se produjo un aumento de la
capacidad craneal y cambios culturales muy destacables, relacionados con la construcción de
herramientas. Tras el homo hábilis viene el Homo ergaster (hace 1,9 millones de años) que
supone una mejora de la capacidad lingüística y de la organización social. El último precursor de
nuestra especie, surgido hace 230.000 años, es el Homo neanderthalensis, que presenta ya una
cultura compleja, en la que se incluyen enterramientos y rituales funerarios, e incluso indicios de
creaciones artísticas.
Siguiendo esta línea evolutiva llegamos hasta los primeros homínidos físicamente idénticos
a nosotros, surgidos hace 130.000 años, y que ya eran miembros de nuestra especie, el Homo
sapiens.
Teoría del origen multirregional. Afirma que nuestra especie apareció de forma simultánea
e independiente en distintos lugares del planeta. Según esta teoría, a través de diferentes
procesos evolutivos en lugares del mundo lejanos y del intercambio genético entre las
poblaciones existentes, las distintas razas de nuestra especie surgieron por separado. Esta
teoría es útil para explicar la existencia de las distintas razas humanas, y es consecuente
con muchas explicaciones míticas sobre el origen del hombre, como la del Antiguo
Testamento.
Teoría del origen único. Afirma que el ser humano actual tiene un origen único situado en
el oeste del continente africano. Todos los humanos actuales descenderían de una primera
comunidad de individuos de nuestra especie, cuyos descendientes habrían emigrado desde
África ocupando progresivamente otras partes del planeta. Recientes estudios genéticos
sobre la herencia del ADN mitocondrial darían apoyo a esta teoría, que es actualmente la
más aceptada.
Hemos analizado las líneas maestras de nuestra evolución y el parentesco del ser humano con
otros primates, ahora profundizaremos en los cambios más importantes que supusieron la aparición
de un nuevo género: el género homo. Podemos destacar: la posición erguida, la liberación de las
extremidades superiores y el desarrollo cerebral.
Posición erguida. A diferencia de otros primates, los antepasados del ser humano se
caracterizaban por la marcha bípeda, es decir, caminaban sobre los dos pies, sin utilizar como
apoyo las manos. La marcha vertical o erguida provocó una serie de cambios anatómicos:
pérdida de la prensión en los pies, cambios en la curvatura de la columna, fortalecimiento del
cuello..., pero, sobre todo, permitió la observación de mayores áreas de espacios naturales y la
liberación de las extremidades superiores.
Liberación de las extremidades superiores. Caminar erguido sin utilizar las extremidades
superiores permitió que las manos se especializasen en funciones distintas de la marcha: la
manipulación de objetos, la caza, la defensa o la construcción. Las manos sustituyeron a la
boca como órgano de defensa y de trabajo, y posibilitaron la utilización e invención de toda
I. E. S. AMERICO CASTRO 58 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
clase de instrumentos. Sin embargo, para poder fabricar y manipular objetos es necesario
poseer también una serie de capacidades que dependen de la existencia de un cerebro
desarrollado y complejo.
Como hemos visto, uno de los rasgos que surgen en el proceso de hominización y que marcarán
la diferencia entre el Homo sapiens y el resto de primates es la capacidad simbólica. Esta, a su vez, es
la responsable de la aparición de la capacidad cognitiva más asombrosa del ser humano: el dominio
del lenguaje articulado como vehículo de comunicación. Aunque el origen y la causa exacta de esta
capacidad siguen siendo un misterio, sí sabemos que ha sido la responsable del apogeo de la cultura
humana que analizaremos en el próximo apartado.
El lenguaje refiere a la capacidad de comunicarse, y el hecho de que sea articulado significa que
permite combinar distintos símbolos para formar significados nuevos y más complejos. Gracias a su
lenguaje, el ser humano es capaz de realizar generalizaciones y abstracciones, y referirse a realidades
pasadas, futuras o imaginarias. Los animales, aunque pueden emitir y entender signos que expresan
emociones básicas, como dolor, alegría, temor, rechazo o atracción, no pueden expresar realidades
más complejas, como instrucciones, teorías, reglas o valoraciones.
Por eso, para muchos pensadores el lenguaje supone una diferencia cualitativa; es decir, el rasgo
específicamente humano. A partir del lenguaje el ser humano puede construir complejos sistemas
simbólicos que son los que forman la cultura: la ciencia, la tecnología, el arte, la moral y los propios
idiomas humanos sólo pueden existir gracias al lenguaje articulado por el medio del cual pueden
enseñarse y transmitirse.
Actualmente no hay una teoría comúnmente aceptada sobre la aparición del lenguaje humano.
Lo que parece claro es que para que apareciese el lenguaje en los homínidos tuvieron que darse ciertas
características biológicas: una predisposición para comunicarse, la capacidad de imitar sonidos, la
inteligencia necesaria para aprender a poner nombres y relacionar entre sí clases de objetos y
fenómenos, y la sensibilidad a las diferencias de orden en las secuencias de sonidos. Pero, además de
estas características, fruto de la evolución biológica, para que se crearan nuestros actuales lenguajes
I. E. S. AMERICO CASTRO 59 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
Así pues, para ser humano no sólo son necesarios ciertos rasgos físicos y biológicos, sino
también culturales. Una persona que se criase sólo en la naturaleza sin haber aprendido una cultura, no
sería auténticamente humana, pues no podría pensar como nosotros. De la misma manera, unos
supuestos antepasados que viviesen sin haber desarrollado un idioma y unos elementos culturales
básicos tampoco podrían considerarse auténticamente humanos.
Por esta razón, trataremos de ver en qué sentido la cultura es el principal factor humanizador.
Para ello tendremos que definir qué entendemos por cultura, constando las diferencias entre la llamada
cultura animal y la cultura humana. A continuación, nos centraremos en los contenidos fundamentales
de la cultura humana y finalmente analizaremos el hecho de la diversidad cultural y las distintas
posturas que pueden darse ante ella.
Acabamos de ver cómo el origen de nuestra especie no sólo incluye la hominización (proceso de
aparición del género Homo y de todas sus especies por evolución biológica), sino también la
humanización (proceso de aparición de los primeros individuos propiamente humanos mediante el
aprendizaje social y cultural).
Así entendida, no podemos afirmar que la cultura sea exclusiva del ser humano. También los
animales, incluso los que no son primates, tendrían algún tipo de cultura, ya que son capaces de
transmitirse conductas adquiridas socialmente. Los chimpancés aprenden el uso de diversas
herramientas mediante la observación de otros chimpancés, las orcas tienen una alta capacidad para
imitar que aplican en sus técnicas de caza, los pájaros aprenden por imitación sus cantos… Sin
embargo, hay algo que diferencia estas formas de cultura de la humana. Si bien la adquisición de
nuevas costumbres en los animales es social, la forma de aprendizaje es siempre la imitación.
En el ser humano, aunque la adquisición de nuevas conductas se puede dar por imitación, existe
una forma de transmisión cultural que es específicamente suya: la transmisión a través del lenguaje, el
modo más evolucionado de comunicación, a partir del cual los sonidos se estructuran para dar lugar a
sílabas, palabras, oraciones... Como hemos visto, el lenguaje articulado se considera una cualidad
específicamente humana y también una condición necesaria para el desarrollo de la cultura.
I. E. S. AMERICO CASTRO 60 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
Ahora podemos matizar la definición de cultura que dábamos antes, de manera que esta sea
algo específicamente humano. Así decimos que cultura humana es el conjunto de informaciones
adquiridas socialmente y transmitidas mediante el lenguaje. Como ya hemos visto, los organismos se
adaptan al medio por selección natural, de manera que los cambios genéticos se mantienen según su
eficacia en la supervivencia. El ser humano, sin embargo, que físicamente parece más vulnerable y
menos preparado que otros animales (“el mono desnudo” se le ha llegado a llamar) gracias a la cultura
puede modificar su propio medio para satisfacer sus necesidades, por lo que decimos que la cultura
tiene un valor adaptativo.
En los apartados anteriores, hemos constatado que la cultura constituye un rasgo diferenciador
del ser humano. Más que la biología o la genética, lo que diferencia a los seres humanos de los demás
animales es el hecho cultural. En este sentido, hemos hablado de la cultura en singular. Sin embargo,
hay que reconocer que no hay una sola cultura, sino muchas.
Hoy en día, conviven en nuestro planeta numerosas culturas: rural, urbana, oriental,
musulmana, cristiana, latina, protestante, norteamericana... Esta pluralidad se conoce con el nombre
de diversidad cultural. Las grandes ciudades contemporáneas, como Nueva York, Hong Kong, y
también Madrid, Barcelona, Valencia… Son ejemplo de convivencia de etnias diferentes y de gente de
distinta procedencia.
La variedad de culturas es consecuencia de una característica propia del ser humano. Este, ante
la vida, no está programado para responder de forma fija, sino que posee cierta libertad para
determinar su propia conducta. Mientras que los animales solo pueden reaccionar de manera limitada
ante los estímulos de la naturaleza, el ser humano posee libertad e inteligencia para elegir la respuesta
que le parece más adecuada en cada caso. Por esta razón, los distintos pueblos han creado su propia
forma de vida. Una forma de vida que se ha adaptado a las condiciones en las que se ha desarrollado,
lo que hace que cada cultura sea diferente.
A lo largo de la historia, el aislamiento y la falta de contacto entre los distintos grupos que
pueblan la Tierra han favorecido la diferenciación y la diversidad. El hecho de tener que enfrentarse a
situaciones problemáticas, desde circunstancias y posibilidades distintas, ha propiciado esta pluralidad,
la cual puede generar posturas distintas al respecto.
Cuando las personas se encuentran ante formas de vida, creencia, conductas y costumbres
distintas de las suyas, reaccionan de múltiples maneras. Las posturas ante la diversidad cultural pueden
ser varias:
ETNOCENTRISMO Es la actitud adoptada por los que juzgan y valoran la cultura de otros grupos desde
criterios o creencias de la propia cultura. Desde la seguridad de que la suya es superior,
tienden a criticar y despreciar los elementos culturales diferentes. Esta actitud, entre
otras, está en la base de fenómenos como la colonización europea: en los últimos
siglos, la cultura occidental ha creído un deber imponer su forma de vida a culturas
consideradas más primitivas. Esta postura puede degenerar en posiciones más
radicales, como el racismo o la xenofobia.
I. E. S. AMERICO CASTRO 62 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
Esta postura considera que es imposible comparar o evaluar las características de las
distintas culturas. Se basa en la creencia de que todas las prácticas culturales son
RELATIVISMO igualmente válidas y respetables y sólo se comprenden por una lógica interna que al
CULTURAL observador de otra cultura le es difícil entender. El riesgo o inconveniente de esta
postura es que suele servir como excusa para la pasividad e inacción ante actos injustos
e inhumanos (como la mutilación genital femenina).
Propone descubrir y extender aquellos rasgos culturales que demuestren ser eficaces
para cualquier cultura: la organización democrática de la sociedad, el respeto a los
derechos fundamentales, la igualdad de oportunidades o el aprecio de valores como la
UNIVERSALISMO libertad o la solidaridad por ejemplo. Para los defensores de esta postura, estos rasgos
merecerían convertirse en rasgos universales, es decir, extenderse a todas las culturas.
Esto no significa que algunos rasgos no puedan seguir variando de una sociedad a otra.
Una de las causas de la diversidad cultural es la falta de contacto en que vivían los distintos
pueblos del mundo durante la mayor parte de la historia. Sin embargo, en la actualidad, el gran alcance
y desarrollo de las nuevas tecnologías (especialmente los transportes y los medios de comunicación)
está borrando las distancias y acabando con el aislamiento. Aunque todavía existen zonas
profundamente aisladas, el contacto cultural es cada vez mayor. Por esta razón, se dice que estamos en
un momento de convergencia cultural sin precedentes. La globalización sería la generalización de
ciertos elementos culturales a lo largo de todo el mundo.
Este contacto y proximidad entre los diversos pueblos producen un fenómeno que se ha llamado
contagio cultural. El conocimiento de otras formas de vida, costumbres y creencias posibilita que
adoptemos algunos de estos elementos culturales cuando nos son útiles. La asimilación de rasgos
propios de otros pueblos hace que, cada vez, sean más parecidas las culturas humanas.
A menudo se hace referencia a este último aspecto señalando que la cultura crea una especie de
I. E. S. AMERICO CASTRO 63 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
segunda naturaleza en nosotros, que se sumaría a la que viene marcada por nuestro código genético.
Una de las discusiones científicas y filosóficas que surgen a raíz de todo ello es la de cuánto hay en
nosotros que sea producto de nuestra herencia biológica y cuánto obedece más bien a la influencia que
hemos recibido a través de la educación y la sociedad. Asimismo, encontramos un debate abierto sobre
hasta qué punto estas dos naturalezas, la biológica y la cultural, se compenetran entre sí o si por el
contrario, mantienen relaciones de conflicto. También se planteará el debate sobre si el ser humano es
por naturaleza bueno o malo, altruista o egoísta y qué papel juega la cultura en dicha cuestión.
En contraste con el enfoque innatista, hallamos a los ambientalistas. En este caso el punto de
vista que se defiende es que el ser humano, a diferencia del resto de los animales, al nacer es de una
gran plasticidad, es decir, una gran capacidad para cambiar adaptándose a las circunstancias del
medio. Apenas venimos equipados con un pequeño repertorio de actos reflejos y unas pocas respuestas
instintivas, de forma que la mayoría de nuestras conductas serán fruto del aprendizaje. Así pues, serán
las experiencias que vayamos viviendo en el entorno de la familia, la escuela y la sociedad en general,
las que irán haciendo de cada uno de nosotros el tipo de persona que es. Por tanto, desde esta óptica, se
minimiza la importancia de los rasgos heredados y se pone el acento en cómo ha influido en cada uno
las experiencias vividas y nuestro proceso de educación. Según este enfoque, por tanto, no nacemos
tímidos o extrovertidos, sino que nos convertimos en ello en función de determinadas experiencias que
hayamos podido vivir.
Lo más común es encontrar científicos y filósofos que optan en este debate por sostener
posiciones intermedias, pues entienden que ambos elementos, genética y aprendizaje, juegan un papel
decisivo en aquello que somos, de modo que prescinden de subrayar con un énfasis especial a
cualquiera de los dos. Además, de este modo eluden lo que podrían entenderse como consecuencias
incómodas tanto del innatismo como del ambientalismo: si todo lo que hago viene determinado por
mis genes, ¿dónde queda mi libertad?, y en consecuencia, ¿cómo se me puede culpar por ser de tal
manera o actuar de tal modo?; si, por otro lado, no soy más que lo que la educación y la sociedad han
hecho de mí, la responsabilidad de mis acciones correspondería siempre a los factores ambientales que
me han convertido en el tipo de persona que soy.
Así, por ejemplo, un estafador podría justificarse desde el innatismo, apelando a que han sido sus
genes los que lo han llevado a cometer el delito, o, desde el ambientalismo, referirse a que si ha
actuado así es porque no le educaron bien de pequeño, le tocó crecer en un entorno difícil, la presión
del consumismo que reina en la sociedad lo empujó irremediablemente a ello, etc. De este modo, uno
I. E. S. AMERICO CASTRO 64 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 4: NATURALEZA Y CULTURA EN EL SER HUMANO
tendría siempre la excusa perfecta para no asumir ningún grado de responsabilidad en sus acciones.
Hay quien entiende que el hombre nace con una tendencia natural al egoísmo y la agresividad.
Así se manifiesta en la afirmación de que «el hombre es un lobo para el hombre», que ya encontramos
formulada en el comediógrafo latino Tito Maccio Plauto y que recogen siglos después en sus obras
Thomas Hobbes y Sigmund Freud.
En “El malestar en la cultura”, publicada en 1930, Freud destaca que los seres humanos
nacemos con una serie de pulsiones, deseos de tipo instintivo e impulsivo. No sólo tenemos instintos
sexuales y de autoconservación (pulsión de vida), sino que en nuestra naturaleza también se encuentra
un impulso innato hacia la competitividad y la violencia (pulsión de muerte). Si los individuos
diéramos rienda suelta a nuestros impulsos naturales sin ningún freno, la convivencia sería imposible,
por eso, según Freud, las personas tenemos que reprimir parcialmente la satisfacción de los deseos que
se derivan de ambas pulsiones para poder vivir en sociedad. Quien se encarga de poner ese freno es la
cultura, que nos enseña a reprimirnos, poniendo límites a nuestros deseos. Ahora bien, si el nivel de
represión que nos impone la cultura es excesivo y no nos permite canalizar de ningún modo nuestras
tendencias naturales, se genera en el ser humano un malestar que deriva en un estado de frustración e
incluso en la locura.
Otros pensadores se sitúan en un enfoque bien diferente. Rechazando las tesis anteriores,
apuntan hacia una bondad natural del ser humano que es en su origen altruista y sociable. Sin
embargo, esta bondad se va viendo dañada a medida que las sociedades humanas crecen y se generan
situaciones de injusticia por el reparto desigual de la riqueza, la diferencia de oportunidades, etc. El
pensador francés de la Ilustración Jean-Jacques Rousseau lamentaba cómo la cultura ha convertido al
ser humano en alguien peor, moralmente hablando, al fomentar la constante tendencia al egoísmo y la
competitividad de unos con otros.
Según este planteamiento, aunque nuestra naturaleza es amable y sociable, bien pronto
aprendemos que para avanzar socialmente hemos de desarrollar determinadas «habilidades» como la
hipocresía o la mentira. Así el resultado de la socialización sería inevitablemente el de aprender el
juego social, perdiendo la inocencia inicial y adquiriendo maneras de hacer innobles pero beneficiosas
para uno mismo. Por tanto, la sociedad con sus múltiples injusticias promueve el egoísmo y la
competitividad y no nos hace mejores personas, sino todo lo contrario.
En paralelo a los dos últimos debates, también desde las ciencias sociales se ha intentado
responder a la cuestión de si el comportamiento moral humano tiene su base en nuestra genética. El
fundador de la etología (ciencia que estudia el comportamiento animal), Konrad Lorenz, se posicionó
en la línea freudiana al destacar la existencia de un instinto agresivo en el ser humano, uno de los
cuatro fundamentales según él, común a todos los animales junto con el hambre, el sexo y el miedo.
En 1966 en su libro “Sobre la agresividad: el pretendido mal” señala Lorenz que esta no tiene solo un
carácter reactivo, es decir, no se pone en marcha solo para defenderse, sino que en ocasiones dicho
instinto se activa espontáneamente a causa del deseo de demostrar la propia fuerza y de establecer
jerarquías en el grupo.
grupos humanos se cohesionan al establecer pactos de no agresión dentro del grupo, a base de desviar
la agresividad hacia otro grupo, a quien pasa a verse como el rival o el enemigo. Esta clase de
comportamientos explicaría el carácter adaptativo de la agresividad y por qué forma parte de la
naturaleza.
Uno de los discípulos de Konrad Lorenz, el fundador de la etología humana, Irenäus Eibl-
Eibesfeldt, en oposición a las tesis de su maestro defendió, en mayor sintonía con las posiciones
rousseaunianas, en 1970 en su obra “Amor y Odio” que no era tan evidente que hubiera una
agresividad natural innata en el ser humano y afirmó que las causas de las acciones violentas había que
buscarlas fundamentalmente en factores ambientales y sociales. Según Eibl-Eibesfeldt sólo podemos
ser optimistas respecto a la posibilidad futura de un mundo en paz si la vida de las personas se
desarrolla en un marco de justicia social.
Más recientemente, nos encontramos con los estudios de la sociobiología, disciplina que fue
inaugurada por Edward Osborne Wilson en 1975 su obra “Sociobiología: la nueva síntesis”. Los
científicos de este campo tratan de explicar qué papel tienen los rasgos biológicos en el
funcionamiento de las sociedades, y especialmente cómo fueron seleccionados evolutivamente de
forma favorable los comportamientos altruistas, puesto que estos facilitaban la transmisión de los
propios genes. Destacarán por apuntar la noción de “altruismo genético”, que da a entender que
cuando alguien actúa generosamente lo hace en virtud de que sus genes, que le llevan a actuar así
porque evolutivamente dicho comportamiento ha mejorado las probabilidades de sobrevivir y tener
descendencia de los miembros de nuestra especie.
ACTIVIDADES
1. ¿Qué es la antropología?
2. Explica brevemente la historia de la antropología como ciencia.
3. Enumera las ramas en las que se divide la antropología.
4. Define "hominización" y "antropogénesis".
5. ¿Qué defiende el creacionismo fijista?
6. ¿Cuáles son las tres tesis básicas de la teoría de evolución de Darwin?
7. ¿Cómo surgen las nuevas especies según Darwin?
8. ¿Qué teorías incorpora la teoría sintética de la evolución?
9. Explica qué es un homínido, qué especies de homínidos existen en la actualidad y qué
diferencia al género homo del resto de homínidos.
10. Recoge en una tabla las especies que forman parte del proceso de evolución humana según el
tema, diciendo cuándo aparecieron y cuáles son sus características básicas.
11. ¿Qué dos teorías existen sobre la aparición de nuestra especie y qué defienden?
12. ¿Qué tres cambios físicos supusieron la aparición del ser humano y en qué consisten?
13. ¿Qué relación puede existir entre la aparición de los tres cambios físicos antes mencionados?
14. Explica la diferencia entre la capacidad técnica y la capacidad simbólica del ser humano.
15. ¿Qué diferencias existen entre el lenguaje animal y el humano?
16. ¿Qué es la humanización y en qué se diferencia de la hominización?
17. Clasifica las siguientes conductas en naturales o culturales: comerse una manzana, peinarse,
huir de un incendio, hablar un idioma, cultivar olivos, dormir, bailar.
18. Copia la definición definitiva de "cultura" que aparece en el tema y explica qué tres tipos de
contenidos culturales existen. A continuación, pon un ejemplo de contenido cultural de cada
tipo (distintos a los que aparecen en el tema).
19. ¿Qué es la diversidad cultural? ¿Cómo piensas que debe gestionarse la convivencia de
distintas culturas en un mismo territorio?
20. Explica la diferencia entre etnocentrismo y relativismo cultural. ¿Qué afirmarían estas
posturas sobre, por ejemplo, la existencia de países en los que la mujer tiene menos derechos
que el hombre?
21. Explica en qué consiste la globalización y por qué se oponen a ella algunos autores.
22. Explica qué defiende el innatismo. ¿Qué efecto tienen nuestras experiencias vitales en nuestro
desarrollo según los innatistas?
23. ¿Qué defiende el ambientalismo? ¿Qué significa que el ser humano tiene una gran plasticidad?
24. ¿Pueden innatismo o ambientalismo explicar la libertad y responsabilidad? ¿Por qué?
25. Explica cómo afecta el aprendizaje de la cultura al comportamiento natural del ser humano
para Freud y Rousseau.
26. Explica qué estudian la etología y la sociobiología.
27. ¿Qué defiende la teoría del altruismo genético? ¿Qué autor la defendió? ¿Qué nombre recibiría
la postura opuesta?
28. ¿Qué defiende el determinismo genético o biológico? ¿Qué problema plantea según Gould?
2. Realiza un resumen que responda al título propuesto. Debes partir de los apuntes y centrarte en
los aspectos que consideres más importantes (se adjunta un esquema orientativo). La redacción
debe ser clara y correcta, y no debes incluir esquemas ni listas. Debes organizar el texto en
párrafos, uno para cada subtema e incluir introducción y conclusión. Debes contar y anotar el
número de palabras, que debe estar entre 250 y 500.
Hominización y humanización:
o El origen del ser humano: creacionismo frente a selección natural.
o El proceso de hominización.
o Humanización y cultura.
o Ejemplo de un debate en antropología.
Tema 5
EXPLICACIÓN METAFÍSICA
DE LA REALIDAD
I. E. S. AMERICO CASTRO 69 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 5: EXPLICACIÓN METAFÍSICA DE LA REALIDAD
ÍNDICE
1.- LA METAFÍSICA Y EL ESTUDIO DEL SER
1.1.- ORIGEN Y SIGNIFICADO DEL TÉRMINO
1.2.- LA REALIDAD
1.3.- REALIDAD Y APARIENCIA
1.4.- SER Y ENTE
1.5.- EL PROBLEMA DEL NO-SER: LA NADA
1.6.- ORIENTACIONES DE LA METAFÍSICA
5.-ACTUALIDAD DE LA METAFÍSICA
5.1.- CRÍTICAS A LA METAFÍSICA
5.2.- CONSIDERACIÓN HISTÓRICA DE LA METAFÍSICA
5.3.- VIGENCIA DE LA METAFÍSICA
Tema 5: Metafísica
Si la ciencia no se equivoca, ninguno de nosotros somos los mismos que éramos hace siete
años. Físicamente no hay nada de las personas que éramos entonces que permanezca en nosotros en
la actualidad. Además de en nuestras células, también en nuestras personas se han producido
muchas transformaciones que resultan aún más evidentes: nuestro aspecto (el peinado, el tono de la
piel, el peso, la altura...), pero también nuestros intereses, aficiones, amistades... Sin embargo,
seguro que pensamos que, esencialmente, seguimos siendo los mismos y que estas modificaciones
no alteran el hecho de ser quienes somos.
Se dice, y se acepta tradicionalmente, que fue Andrónico de Rodas (siglo I a. C.) quien acuñó
el término metafísica. Se cree que, al ordenar los libros de Aristóteles, Andrónico se encontró con
una serie de obras inclasificables, ya que no trataban cuestiones de filosofía natural, ni de lógica, ni
de ética, ni de estética. Decidió colocar estos libros a continuación de los libros de física y
agrupados bajo un mismo título que hiciese referencia al lugar que ocupaban en la biblioteca; esto
es, tá meta ta physicá, que en griego significa “detrás, más allá (meta) de la naturaleza (physica)”.
Éste es el significado etimológico u original del término, pero ese nombre también se puede
entender de otra manera: si consideramos la física un estudio de la realidad que puede ser percibida
y conocida por observación y experiencia; es decir, la realidad natural y material, la metafísica será
una ciencia o saber de lo que está detrás o más allá de esta realidad material o natural.
En definitiva, según nos alumbra el propio nombre, la metafísica será un estudio o saber de la
realidad entendida, no en un aspecto concreto como lo hace la ciencia, sino en su sentido más amplio.
1.2.- LA REALIDAD
Una definición intuitiva de realidad nos llevará a decir que está constituida por el conjunto de
todo lo que existe o es. Esta afirmación, por otra parte, no deja de ser problemática, pues: ¿existen los
unicornios? ¿y la idea de belleza? aunque no se puedan ver a simple vista, ¿existen los átomos de la
misma manera que existen los árboles o los caballos?, y la libertad o la mente, ¿tienen existencia? De
la misma manera, podríamos preguntarnos si la realidad incluye algo más que el conjunto de los seres
I. E. S. AMERICO CASTRO 71 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 5: EXPLICACIÓN METAFÍSICA DE LA REALIDAD
que existen, como por ejemplo la esencia de dichos seres, sus distintos tipos o las leyes que los
gobiernan.
En un sentido amplio, se puede considerar que tienen existencia otro tipo de realidades,
aquellas que se presentan a nuestra conciencia íntimamente (sentimientos, ideas, creencias...),
creaciones culturales (personajes de ficción, teoremas), realidades mentales o espirituales (la
mente, Dios, la libertad...). Incluso, se considera real la esencia misma de las cosas; esto es,
aquello que no podemos observar pero que explica el sentido, el orden o el comportamiento de
realidad material, explica lo que son realmente las cosas (leyes de la naturaleza).
INTERPRETACIONES DE LA METAFÍSICA
EN TORNO A ESTA DISTINCIÓN
CIENCIA METAFÍSICA
METAFÍSICA
¿Cómo es la realidad?, ¿cómo la ve el murciélago o como la vemos nosotros? Sean cuales sean
las diferencias entre el mundo de los murciélagos y el nuestro, generalmente pensamos que la realidad
no es ni como la percibimos nosotros ni como la percibe un murciélago. Pensamos que la realidad es la
misma en todos los casos y lo que cambia es la percepción que tenemos de ella, es decir, la forma
como se nos aparece. Por ello, solemos distinguir la realidad de su apariencia.
Realidad: el conjunto de todos los seres y objetos que tienen existencia por sí mismos,
independientemente de cómo los perciba cualquier ser o sujeto.
Apariencia: la forma en que se manifiesta o aparece la realidad a los sujetos que la perciben.
Hay dos posturas filosóficas respecto a la relación entre apariencia y realidad. Veámoslo a partir
de esta imagen:
Aunque es habitual hablar de "un ser" u otro, o de distintos "seres" que hay en alguna parte,
conviene hacer una distinción entre "ser" y "ente":
Ente es aquello que es, es decir, cualquier cosa que existe, planta, piedra, persona… Y que en
el lenguaje cotidiano podemos también llamar "un ser" (un ser inerte, un ser vivo, un ser
humano, etc.).
Ser es lo que comparten todos los entes en la medida en que son entes: un lápiz, un árbol y una
persona son entes muy distintos, pero es innegable que comparten algo como básico: que son.
El ser sería, por tanto, aquello que hace entes a los entes. También se puede entender como el
conjunto de características que comparten todos los entes por el mero hecho de ser entes.
Aunque sea difícil definirlo, el ser es algo cuyo sentido intuimos inmediatamente por analogía:
esto es un lápiz, eso es un árbol, aquella es una persona... y lo que comparten (que expresamos en
forma de cópula) es el hecho mismo de la existencia, de estar ahí, de tener ser. Sin embargo, el ser no
se "deja atrapar" fácilmente porque no se reduce a los entes, es decir, es más que la suma de todos los
entes. Por así decirlo, en todos los entes está el ser (si no, no existirían), pero el ser es más que la suma
de todos los entes. Como veremos en el apartado 2 de este tema, para muchos filósofos, la metafísica
consiste en el estudio del ser.
Una pregunta fundamental de la metafísica es “¿Por qué hay algo en lugar de nada?”, también se
puede afirmar que “fuera del ser no existe nada”. Ahora bien, ¿a qué aludimos exactamente con el
término nada? ¿Qué es la nada? Para responder a esta pregunta, podemos analizar qué queremos decir
cuando utilizamos la palabra nada. A primera vista, parece que la idea de nada corresponde a la
negación del ser, al no-ser. Así:
Ahora bien, la nada comporta un interesante problema filosófico: ¿cómo se puede afirmar
cualquier cosa sobre la nada? Aún más, ¿cómo se puede decir que "algo no es", si por el mero hecho
de nombrarlo parece que tiene que tener algún tipo de existencia? Por lo general atribuimos realidad,
categoría de ser, a todo aquello de lo que hablamos. Por lo tanto, no tiene sentido decir "x no es", pues
¿cómo puede ser verdadera cualquier afirmación sobre algo que no existe? Y lo mismo para la nada:
¿cómo podemos ni siquiera nombrarla si no es? Ante esta problemática, vamos a presentar dos
posturas:
La nada es una pseudoidea. Para pensadores como el filósofo presocrático Parménides, la nada
no es una idea real, pues es un concepto que no puede imaginarse ni pensarse y, por tanto, no
tiene significado.
La nada es un término lógico. Para algunos pensadores, la nada es una idea con sentido pues,
como mínimo, nos podemos referir a ella. El concepto de nada se convertiría en un término
lógico: podemos usar el término con la función de expresar la negación de una existencia. Así,
la nada es un concepto lógicamente válido, aunque aquello que nombra no puede existir.
Se pueden clasificar las teorías metafísicas según consideran que todo procede o no de un
principio único:
También se pueden clasificar según consideran que todo se reduce a lo material o no:
Hay una ciencia que estudia el ser en tanto que ser y lo que le es propio. Esta ciencia no se
confunde con ninguna de las llamadas ciencias particulares, pues ninguna de ellas considera
en general el ser en tanto que ser, sino únicamente una parte del mismo.
Aristóteles. Metafísica.
De este texto podemos deducir que, para Aristóteles, la metafísica o “filosofía primera” (como
él la llama) se caracteriza por:
Ser una ciencia distinta de las ciencias particulares (física, biología...) que, de hecho,
constituye la base para el resto de las ciencias.
Ocuparse del ser en tanto que ser, es decir, le interesa el ser en un sentido general y no los
modos concretos de ser ni sus partes concretas.
El ser se entiende de muchas maneras, pero estos diferentes sentidos se refieren a una sola
cosa, a una misma naturaleza, no habiendo entre ellos sólo comunidad de nombre; mas así
como por sano se entiende todo aquello que se refiere a la salud, lo que la conserva, lo que la
produce, aquello de que es ella señal y aquello que la recibe [...] en igual forma el ser tiene
muchas significaciones, pero todas se refieren a un principio único.
Aristóteles. Metafísica.
"El ser se dice de muchas maneras". Así, por ejemplo, decimos tanto que "el gato es blanco"
como que "el gato es", pero en ambos casos el significado del término “ser” es distinto. Para
Aristóteles, el lenguaje refleja de alguna forma la estructura de la realidad, por lo que los distintos
significados del término “ser” deben corresponderse con las propiedades esenciales de lo real. Por
eso, en el estudio del ser conviene empezar por un análisis de los distintos usos del término ser y de
otros conceptos relacionados. Es decir, por un análisis lingüístico:
Según Aristóteles, existe una forma básica y fundamental mediante las que el ser siempre se nos
presenta: como entidad. La entidad es la cualidad de cualquier cosa que existe por sí misma, y que, por
definición, es individual, única y casi siempre material. Aquello que tiene entidad es un ente, o en
palabras de Aristóteles, una sustancia.
Una sustancia es aquello que existe por si mismo, independientemente del resto de entes de los
que puede distinguirse. La sustancia tiene una existencia individual, particular y normalmente
material, que termina cuando se destruye o se transforma en una sustancia diferente.
Otro significado del ser es el ser como esencia. La esencia es lo más característico y definitorio
de un ente. Una sustancia es aquello que es; y su esencia, es lo que es ese algo. Por ejemplo, el
escritorio donde hacemos nuestras tareas escolares es un ser individual e irrepetible y que solo puede
ser él mismo: mi escritorio. Sin embargo, aunque sea distinto al resto de escritorios del universo,
comparte con ellos una cosa fundamental: que es un escritorio y no una cafetera o un gato, es decir,
que tiene una esencia que hace que sea lo que es. En ese sentido, mi escritorio es igual al resto de
escritorios que hay en el mundo, tienen una esencia común.
La esencia es aquello que determina las cualidades y comportamiento de todas las sustancias de
un mismo tipo, y Aristóteles no la entendía como unos rasgos que simplemente aparecían en una
definición y que son la decisión arbitraria de los seres humanos, sino como una realidad auténtica que
está en la sustancia, en el ente. Por ello, se refería a ella como naturaleza de un ente.
Identificar la esencia de algo nos permite conocer ese algo; más aún, conocer algo es siempre
conocer su esencia, ser capaz de responder a la pregunta "¿qué es esa sustancia?". Además, al ser la
esencia algo permanente (puesto que la naturaleza de una sustancia no cambia) nos ofrece seguridad y
estabilidad a pesar de los continuos cambios que se dan en la naturaleza. Piensa en ello: si la
naturaleza de las cosas fuera variable, no entenderíamos nada. Así, un ser humano es siempre un ser
humano y su naturaleza no cambia a perro o a árbol, y si sembramos patatas, no recogemos tomates.
Imaginemos que no fuese así: el mundo sería un caos y no sería posible entender nada, incluso nuestra
supervivencia sería prácticamente imposible.
La tercera definición del ser es el ser como accidente. Accidente es toda aquella cualidad que
existe en otro ente pero que no es necesaria para que dicho ente exista. Por ejemplo, una pared posee
entidad para existir, una esencia que consiste en ser una superficie vertical, y accidentes, como el
hecho de ser blanca, larga o rugosa. Se dice que estas características son accidentales porque la pared
puede existir sin ellos (podemos pintarla de rojo y seguirá siendo la misma pared), pero estas
características no pueden existir independientemente de la pared, necesitan de la pared para existir. La
blancura no puede darse fuera de la pared o de otro ser que sea blanco.
Uso predicativo accidental: "El gato es blanco" o "Pedro es bueno" son ejemplos de este uso que
responde a la fórmula "x es y", en la cual el verbo ser tiene una función de cópula que une el sujeto
“x” (Pedro o el gato) con su predicado “y”, que expresa una propiedad accidental del mismo (ser
blanco o ser bueno).
Uso predicativo esencial: “Mi gato es un mamífero” o “Pedro es un ser humano” son ejemplos
de este uso que responde a la fórmula "x es y", en la cual el verbo ser tiene una función de cópula que
une el sujeto “x” (Pedro o el gato) con su predicado “y”, que expresa una propiedad esencial que se le
atribuye.
Uso existencial: "El gato es" o "Pedro es real" son oraciones que se ajustan a la fórmula "x es", y
que equivale a decir que "x existe", en este caso, que el gato y Pedro existen, teniendo en cuenta que
no podemos considerar la existencia en el sentido restrictivo de la ciencia, sino en un sentido amplio.
Este uso nos permita afirmar la sustancia de las cosas.
Si eres de los que piensan que la realidad que percibimos es solo una apariencia, una ilusión
producida por nuestra particular y deficiente manera de experimentar el mundo, si estás convencido de
que, por debajo de las confusas y cambiantes apariencias, existe una realidad auténtica que, a pesar de
no poderse captar por los sentidos, constituye el verdadero soporte de la información que estos nos
transmiten...
Si estás convencido de que eres algo más que un cuerpo y un cerebro. Si piensas que tus ideas,
sentimientos y creencias no se pueden identificar con estados neurofisiológicos de tu cerebro, porque
tú eres algo más que conexiones nerviosas y materia. Si piensas que tu identidad como persona, lo que
te hace ser quién eres, pertenece a tu alma y que, además, esta es la que te da valor y la que garantiza
tu supervivencia más allá de la destrucción de tu cuerpo...
Si eres de los que piensan que tiene que haber algo más. Si las explicaciones científicas sobre la
realidad te dejan insatisfecho porque necesitas creer en la existencia de algo más que dé sentido a tu
vida y al mundo. Si crees que existe un Dios o principio que sea la causa y razón de todo lo que hay...
Ahora bien, ¿en qué consiste esta realidad espiritual? Como veremos en los siguientes apartados,
hay diferentes maneras de responder a esta pregunta según los distintos planteamientos espiritualistas.
De todas las teorías acerca de la realidad que tienen una fundamentación espiritualista o
idealista, a continuación, presentamos dos de las más representativas o significativas: el idealismo
platónico y la realidad sustancial cartesiana.
A) EL IDEALISMO PLATÓNICO
Platón no solo defiende la existencia de una realidad espiritual más allá de la material, sino que
mantiene su primacía respecto a esta.
Ante un mundo imperfecto y que cambia, que nunca permanece igual y que, por tanto, resulta
imprevisible, el ser humano se siente confuso y desprotegido, lo que le genera angustia y ansiedad. Si
cambia el paisaje, si se deterioran y destruyen mis ropas, mi casa..., si los animales enferman, si yo
mismo envejezco y muero, ¿qué seguridad puedo tener? Solamente la que me proporciona la
existencia de un mundo ideal:
Siendo las cosas así, es necesario admitir que existe una primera realidad: todo lo que tiene una
forma inmutable, que de ninguna manera nace y muere, que nunca admite en sí ningún elemento
venido de fuera, que nunca se transforma en otra cosa, lo que no es perceptible ni por la vista ni
por ningún otro sentido, que solo el entendimiento puede comprender.
Platón. Timeo.
La primera realidad o mundo de las ideas está formado por ideas, los modelos atemporales de
todo lo real. Las ideas son eternas (ni nacen ni mueren), inmutables (no cambian) y perfectas, como la
idea de Justicia o de Bien. Estas ideas constituyen la auténtica realidad, el Ser. Son imperceptibles por
los sentidos, pues solo puede captarlas la razón. En cambio, lo que nos rodea, el mundo material de las
cosas, es imperfecto, cambiante, temporal y mortal. Este mundo es tan solo una sombra, un pálido
reflejo del mundo ideal, tal como las acciones y las personas que consideramos justas solo lo son
porque participan de la idea perfecta de Justicia. El ser humano también se entiende desde una
perspectiva dual: estamos compuestos de un cuerpo, material, mortal e imperfecto, y de un alma eterna
que nos da nuestra verdadera identidad y que pertenece al mundo de las ideas, al que regresará algún
día.
Descartes es, también, uno de los representantes históricos del espiritualismo, puesto que se
opone al reduccionismo material. Para este racionalista, únicamente hay tres sustancias de las que
podamos afirmar que tienen existencia por sí mismas y que no dependen de otra realidad para existir.
Cada una tiene una esencia, que es la cualidad por la que podemos reconocer su existencia. De ellas,
solo una tiene naturaleza material:
Res extensa, sustancia material o mundo. La forman todos aquellos seres que tienen una
localización espacio-temporal y que están sometidos a las leyes de la física (como, por
ejemplo, nuestros cuerpos). Su esencia es la combinación de extensión (el espacio que
ocupa) y movimiento.
Res infinita, sustancia divina o Dios. Se caracteriza por ser perfecta, eterna e infinita. Es la
realidad suprema y garantiza que nuestro conocimiento sobre la realidad pueda ser cierto.
En sentido estricto, es la única que propiamente merece el calificativo de sustancia, ya que
es la única que no ha sido creada por nadie y que existe por sí misma. Su esencia es la
perfección.
Si después de lo que hemos visto en la unidad, sigues pensando que las cosas son tal y como las
percibimos, que lo único seguro y garantizado es aquello de lo que tenemos experiencia; si no crees en
la existencia de ningún alma que origine y explique las sensaciones que tenemos, si solo das crédito a
los conocimientos probados que proporcionan las ciencias...
Si estás convencido de que eres un animal más, al que la evolución ha dotado de un complejo y
sofisticado mando de control al que llamamos cerebro, y que este es el responsable de todas tus ideas,
creencias, sentimientos... Si consideras, además, que es el único culpable de la ilusión de
considerarnos seres privilegiados, dotados de una mente o alma independiente del cuerpo e inmortal...
Si estás de acuerdo con la idea de que no hay nada más, solo ciclos vitales en los que unos nacen
gracias a que otros mueren en un perfecto equilibrio del que tan solo somos piezas insignificantes... Si
no crees en la existencia de un ser superior que sea la causa y la explicación de todo lo que nos rodea,
de su belleza, de su orden y armonía...
Si has respondido de manera afirmativa a alguna de estas cuestiones, entonces puedes
considerarte materialista, ya que tu idea de la realidad se acerca a la que sostienen los partidarios de
esta concepción metafísica.
Bajo la etiqueta de materialismo o metafísicas materialistas, se agrupan las teorías de todos
aquellos pensadores que niegan la existencia de realidades de tipo espiritual y, por tanto, reducen o
identifican todo lo que hay con una realidad material. Así pues, en un sentido amplio, son metafísicas
materialistas todas aquellas que solo admiten la existencia real de la naturaleza y que, en
consecuencia, niegan la existencia de Dios e identifican la mente con el cuerpo o con el cerebro.
A) EL ATOMISMO CLÁSICO
Para estos precursores de la moderna teoría atómica, la realidad se reduce a átomos y vacío. Los
átomos son partículas mínimas, tan pequeñas que resultan imperceptibles a simple vista, pero que
componen todo lo real. Tienen las siguientes características: son indivisibles, homogéneos e
inmutables. Todos los átomos son esencialmente iguales, y solo difieren en la forma, el tamaño y la
posición. Demócrito de Abdera (460-370 a. C) ya intuyó esta teoría sin los conocimientos y medios
técnicos de los que hoy disponemos.
Todo lo que existe, todos los seres que podemos percibir (árboles, casas, personas...) son
combinaciones de átomos. Los cambios que observamos en la naturaleza son fruto de la unión,
separación o reorganización de estos. Estos cambios surgen del movimiento de los átomos, posible
gracias a la existencia de vacío (espacio libre entre átomos), y tienen una naturaleza azarosa, ya que
los átomos se mueven espontáneamente. En el modelo físico atomista no es necesario recurrir a dioses
que expliquen lo real ni sus transformaciones, e incluso la mente puede explicarse como una
formación de átomos, que son la causa de nuestros pensamientos.
B) EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Marx no sólo fue un ferviente crítico del espiritualismo, defendiendo que todo ocurre
únicamente a partir de causas materiales, sino que trato de explicar el funcionamiento de la historia
de todas las sociedades humanas únicamente a partir de dichas causas.
I. E. S. AMERICO CASTRO 80 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 5: EXPLICACIÓN METAFÍSICA DE LA REALIDAD
Según Marx, los distintos tipos de sociedades que han existido responden a la organización del
trabajo de sus miembros para satisfacer las necesidades de cada uno. Los cambios que se van
produciendo en la forma de vida humana responden a la superación de las conflictos y contradicciones
inevitables en cualquier sociedad y que impiden que esta progrese. Por ejemplo: en la antigüedad los
sistemas económicos estaban basados en la esclavitud, pero los constantes conflictos entre dueños y
esclavos llevaron finalmente a la supresión de la esclavitud, lo que dio lugar a un nuevo sistema
económico, el feudal, típico de la Edad Media. Este conflicto entre explotadores (dueños) y explotados
(esclavos) llamado lucha de clases, según Marx, ha existido en todas las épocas y es la causa principal
del cambio social.
Determina
INFRAESTRUCURA
Sistema económico Modos de producción, organización, clases productivas y sus
relaciones, tipo de maquinaria…
La principal ventaja del materialismo es que logra evitar algunas de las dificultades que genera
el espiritualismo, por ejemplo, explicar satisfactoriamente la naturaleza de un alma inmaterial. Sin
embargo, el materialismo también genera sus propias contradicciones y dificultades. Veamos
algunas de las más relevantes:
Problema antropológico. Como en el caso del espiritualismo, al hacer extensibles las teorías
materialistas a la concepción del ser humano, surgen algunas dificultades:
Mente y cerebro. Según el materialismo, mente y cerebro son lo mismo, puesto que todos
nuestros estados y procesos mentales (el recuerdo de un viejo amigo, el sabor del
chocolate…) se pueden identificar con estados neuronales de nuestro cerebro. Sin
embargo, esta identificación se opone a nuestras intuiciones básicas, según las cuales los
estados y procesos mentales que experimentamos íntimamente tienen propiedades
esencialmente distintas de los cuerpos materiales como el cerebro.
Muchas de las críticas hechas a la metafísica coinciden con las dirigidas, de manera general, a la
filosofía: la falta de acuerdo, que se hace patente en la convivencia y alternancia de corrientes
opuestas, incluso incompatibles; el carácter residual, pues parece que solo se ocupa de aquellos
problemas a los que la ciencia aún no ha logrado dar respuesta; la escasa importancia de los
problemas, que se muestra en el interés por complejas sutilezas que, aparentemente, no tienen ninguna
repercusión en la vida práctica, y el hermetismo o la difícil comprensión, ya que la sutileza de sus
distinciones conceptuales aleja el lenguaje filosófico del lenguaje cotidiano y supone una barrera
infranqueable para el no iniciado.
De todas maneras, vale la pena destacar y detallar aquellas críticas que la afectan de forma más
directa y exclusiva:
Según estos autores, de realidades como el yo, la mente, Dios, la naturaleza o mundo
(entendido como la totalidad de lo real) no es posible un conocimiento válido, puesto que no se
basan en ninguna experiencia sensorial, única base posible del conocimiento objetivo (es lo
I. E. S. AMERICO CASTRO 82 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 5: EXPLICACIÓN METAFÍSICA DE LA REALIDAD
Crítica lingüística. Las proposiciones que componen el saber metafísico (por ejemplo, "El ser
se esconde tras las apariencias", "Solo podemos estar seguros de la existencia de realidades
materiales", "Dios es la garantía de nuestro conocimiento") no son ni proposiciones formales
(como las que afirman relaciones entre símbolos), ni proposiciones empíricas (en las que se
hacen afirmaciones sobre la realidad que podemos percibir). Por tanto, de las proposiciones
metafísicas no podemos comprobar ni la verdad ni la falsedad, porque no permiten un análisis
lógico-matemático (como las proposiciones formales), ni una comprobación en la experiencia
(como las proposiciones empíricas), de forma que no tienen un significado claro. Por eso, los
neopositivistas las consideran pseudoproposiciones o proposiciones carentes de significado,
incapaces de ampliar nuestro conocimiento, pues solo generan contradicciones y
ambigüedades.
Estas críticas concretas que hemos explicado no se han dado históricamente al mismo tiempo,
sino que muchas de ellas son posteriores a la Edad Moderna. Por esta razón, podemos hablar de una
transformación gradual en la consideración y valoración de la metafísica, distinguiendo tres etapas:
Etapa metafísica (edades Antigua y Media): En esta etapa es posible identificar filosofía y
metafísica, incluso ciencia y metafísica. Empezando por los presocráticos y pasando por la
filosofía clásica de Platón y Aristóteles, así como los principales pensadores del período
medieval, los pensadores de esta etapa así lo ven, pues confían en lograr explicar de manera
racional y precisa la totalidad de lo real. En esta época, se considera que el rigor y la
racionalidad empleados son la garantía del saber metafísico. Es un período muy largo y
supone el esplendor de la metafísica, ya que no hay grietas en la férrea convicción de que esta
es el saber supremo, la ciencia primera.
Etapa crítica (Edad Moderna): Coincidiendo con el auge de las ciencias naturales y su
progresiva especialización y alejamiento de la filosofía, empieza a problematizarse su
quehacer y a resquebrajarse su confianza y seguridad. La filosofía misma deja de verse como
un saber indiscutible y adopta la misión de autoanalizarse y, así, valorar sus presupuestos,
métodos, conclusiones... Por esta razón, puede considerarse una etapa crítica, en la que la
metafísica lenta, pero progresivamente, va cediendo protagonismo a otras disciplinas como la
epistemología o la lógica. Descartes, Hume y Kant representan esta tendencia crítica que
cuestiona la posibilidad de un saber consistente sobre la realidad en su conjunto.
¿Realmente vivimos una época postmetafísica? ¿Han logrado las críticas, que hemos visto en
el apartado anterior, herir de muerte a este saber milenario? Responder a estas preguntas no es
sencillo, pues, aunque los ataques son sólidos, los intereses y problemas metafísicos (la identidad
personal, la relación mente-cuerpo, el problema del mal...) siguen interesándonos. Solo es necesario
repasar las publicaciones más recientes para darnos cuenta de que estas cuestiones siguen vivas.
Sin embargo, para Kant, el hecho de que la metafísica no tenga carácter científico no significa
que se la deba rechazar como algo absurdo e inútil. Al contrario, la metafísica responde a una
tendencia inherente e inevitable de la razón humana. Y aunque haya que estar siempre vigilantes
para evitar que esta vaya más allá de sus posibilidades y caiga en ambigüedades y contradicciones,
no son cuestiones de las que nos podamos desentender. Estamos condenados a hacernos preguntas
metafísicas aun sabiendo que quizá nunca podremos encontrar respuestas satisfactorias.
2. Realiza un resumen que responda al título propuesto. Debes partir de los apuntes y centrarte en
los aspectos que consideres más importantes (se adjunta un esquema orientativo). La redacción
debe ser clara y correcta, y no debes incluir esquemas ni listas. Debes organizar el texto en
párrafos, uno para cada subtema e incluir introducción y conclusión. Debes contar y anotar el
número de palabras, que debe estar entre 250 y 500.
El saber metafísico.
o Definición y origen del término.
o El estudio del Ser en Aristóteles.
o Espiritualismo frente a materialismo.
o Críticas a la metafísica y vigencia de la misma.
AUTOEVALUACIÓN
Tema 6
EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
I. E. S. AMERICO CASTRO 88 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
ÍNDICE
EL HÉROE HOMÉRICO
Esta concepción se halla presente en el siglo VII a. C. en los relatos homéricos de la Ilíada y la
Odisea y corresponde a la época griega arcaica. En ese momento no existían las ideas de “cuerpo” y “alma” como
las conocemos hoy. El término «soma», que se traduce por «cuerpo», se refería entonces al cuerpo sin
vida, al cadáver, mientras que el término “psyché”, que se traduce por “mente” refiere tanto a la fuerza
vital y motora de un ser como a los espíritus de los muertos.
Así pues, no hay un núcleo unitario donde se sitúe la clave de la identidad del yo. Y es que en la
concepción homérica del ser humano, la identidad se contempla como algo que nos viene dado desde
fuera, es decir, por los demás. Son los otros los que, al reconocemos como alegres, tristes, valientes,
cobardes, generosos o tacaños, etc., van fijando aquello que somos.
Por ello, desde esta visión, el máximo bien consiste en lograr la aceptación y el reconocimiento
de los demás, mientras que el mayor mal sería cosechar su burla o desprecio. De ahí que el objetivo de
la vida pase a ser el alcanzar el honor, la fama o la gloria, gracias a las grandes gestas que uno haya
protagonizado. Para ello será fundamental que el héroe homérico cultive la «areté», esto es, la virtud
que nos capacita para lograr tan altas metas. No obstante, solo los nobles dispondrán de las
condiciones propicias para el desarrollo de esa «areté» que pueda dar paso a la alabanza pública
(recordemos que era una sociedad fuertemente aristocrática).
Más adelante, hacia el siglo VI a. C. los defensores del orfismo y el pitagorismo (movimientos
de carácter religioso) pasaron a interpretar la «psyché» como una sustancia o entidad espiritual, el
alma, de origen sobrenatural e inmortal, que estaba en comunicación intelectual con la divinidad,
mientras que el cuerpo era simple materia corruptible. En esta concepción el alma representará la
dimensión positiva de la persona, mientras que el cuerpo contendría la parte negativa. Cuando un alma
es expulsada del mundo divino por cometer alguna mala acción, es castigada por los dioses cayendo al
I. E. S. AMERICO CASTRO 90 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
mundo material y quedando encerrada en un cuerpo, del que no se liberará hasta que este muera. El
cuerpo, por tanto, es un castigo y una cárcel para el alma.
Influido por ellos, Platón recogerá la idea anterior de que el alma es de naturaleza espiritual,
hallándose unida temporalmente al cuerpo. Una vez sale del mismo, su futuro dependerá de cómo haya
vivido en él. Si ha logrado mantenerse pura y no dejarse contaminar por los deseos y tendencias
negativas del cuerpo, logrará volver con los dioses. En caso contrario, se reencarnará en otro cuerpo
para disponer de una nueva oportunidad para purificarse.
LA REACCIÓN EMPIRISTA
Ya en el siglo IV a.C., Aristóteles se mostró crítico con la idea de la reencarnación del alma de su
maestro Platón. Aristóteles interpreta el alma como aquella organización de la materia que hace
posible que un cuerpo tenga vida, desechando así la teoría de que el alma de una persona pueda existir
antes que el cuerpo, que pueda pasar de un cuerpo a otro (reencarnación), o que sea inmortal.
Aristóteles atribuirá alma a todos los seres vivos, aunque distinguirá entre el alma vegetativa
(que es la que posibilita las funciones de la respiración, nutrición y reproducción), el alma sensitiva
(que además incorpora las capacidades motora y de sensación) y el alma racional (que permite hablar,
reflexionar y conocer la realidad). La primera está presente en todos los seres vivos, la segunda en los
animales, y la tercera es exclusiva del ser humano.
Otros filósofos como los atomistas. Leucipo, Demócrito y Epicuro optaron por una concepción
materialista del ser humano. Para ellos, todo lo que existe, incluidos los cuerpos y las almas, se
componen de átomos y vacío. Por tanto, no consideraban que cuerpo y alma fueran de naturaleza
esencialmente distinta, sino que ambos eran materia.
Desde este enfoque se rechazaba por completo la posibilidad de existencia del yo después de la
muerte del cuerpo. Cuando morimos, la configuración atómica que nos define comienza a
desmontarse. Y es que, mientras vivimos, al respirar, comer o beber ganamos átomos, y al sudar o
expirar aire, por ejemplo, los perdemos. Pero al morir dejamos de ingerir átomos y como solo los
perdemos, nuestra estructura se va destruyendo. Cada átomo seguirá existiendo eternamente, pero
nosotros no.
Entre los siglos XIV y XVI tiene lugar un movimiento artístico y cultural denominado
Renacimiento que se origina en Italia y desde allí se expande al resto de Europa. Los artistas e
intelectuales renacentistas hallan su inspiración en la antigüedad grecorromana. A nivel filosófico se
vive un gran interés por recuperar las fuentes clásicas.
En esta exaltación del antropocentrismo renacentista, Giovanni Pico della Mirándola (1.463-
1.494) destacará por reivindicar que todo ser humano está dotado de una dignidad esencial, porque ha
sido creado por Dios como un ser libre por naturaleza, lo cual le permite elegir el tipo de vida que más
le satisfaga, a diferencia de los animales que permanecen sujetos a los mandatos del instinto.
Así pues, si el pensamiento cristiano medieval concibió la vida como un simple trámite hacia la
salvación o la condena eterna, los pensadores posteriores al Renacimiento reivindicaron el valor
intrínseco de la existencia y, dentro de esta, la capacidad creativa del ser humano para elegir su modo
de vida. De este modo, se ponen los cimientos del pensamiento crítico que permita al ser humano
analizar por sí mismo las cuestiones que afectan a su existencia.
Entre los siglos XVI y XVIII, los avances científicos y técnicos de la Modernidad fueron
aumentando progresivamente la confianza en la capacidad de la razón para poder explicar la realidad a
todos los niveles. En este clima intelectual, la Ilustración se constituirá como un movimiento que
reivindica que el ser humano va camino de alcanzar «la mayoría de edad».
Los ilustrados afirmarán que todo el saber heredado de la tradición debe ser sometido a la
crítica de la razón, que pasa a constituirse ahora en el tribunal que establecerá qué creencias y qué
valores se mantendrán, y cuáles deben ser desechados o eliminados. Su lema será “Sapere aude”, que
suele traducirse por «atrévete a saber», aunque más bien cabe entenderlo como «atrévete a usar tu
propia razón», es decir, piensa por ti mismo. Con ello se invitaba a la gente a no dar por válida una
afirmación solo porque siempre se había creído que era así. De este modo el hombre debe liberarse de
los falsos saberes y reclamar su autonomía como librepensador.
Esta confianza en las posibilidades del ser humano para alcanzar cada vez un mayor
conocimiento de la naturaleza, junto al desarrollo creciente de la técnica y la tecnología, alimentó la
idea de que la humanidad se había situado definitivamente en la vía de un progreso ilimitado. Se
esperaba que la razón, a través de la ciencia y sus aplicaciones en la sociedad diera lugar a un mundo
mejor para todos, si bien ello requería cambios en la estructura social (como el fin del Antiguo
Régimen) que permitieran la igualdad de derechos para todos. Comienza a plantearse la democracia
como forma de emancipación del ser humano.
Hasta el siglo XVIII la forma de pensar predominante en Europa defendía que el ser humano era
el ser más perfecto de la creación, que su libertad y racionalidad eran infalibles, y que nuestro planeta
I. E. S. AMERICO CASTRO 92 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
Esta orgullosa visión, que había comenzado a debilitarse con la defensa del modelo
heliocéntrico, se vendrá definitivamente abajo durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del
siglo XX gracias a la ciencia y la filosofía, lo cual fue entendido en su momento como una
“humillación” al orgullo del ser humano.
En primer lugar, la teoría de la evolución demostró, como hemos visto en la unidad tre, que
nuestra especie procede de los primates, a través de un proceso histórico gobernado por las mutaciones
y la selección natural. Por tanto, la separación radical que se había hecho hasta entonces entre
animales y humanos quedaba gravemente cuestionada, ya no podía defenderse que el ser humano era
radicalmente distinto y superior al resto de las especies. La comprensión del ser humano como un
mono evolucionado daría lugar a una primera humillación, sobre todo para quienes verían en dicho
origen algo degradante.
Contemporáneo del naturalista Charles Darwin, el filósofo y economista Karl Marx asestó otro
ataque al orgullo humano en la medida que insistió en que, si bien a menudo nos creemos que es
nuestra manera de pensar gobierna nuestra manera de vivir, en realidad ocurre exactamente al revés.
Como señala en su libro La ideología alemana, «es la vida la que determina la conciencia», es decir,
nuestras creencias, deseos, inquietudes, etc., vendrían fuertemente condicionados por nuestra actividad
diaria, lo cual, en última instancia, sería consecuencia del lugar que ocupamos dentro del sistema
socioeconómico en el que nos encontramos. Por tanto, nuestras ideas no son puramente racionales ni
son realmente nuestras, sino que responden a nuestra forma de vida, y están fundamentalmente
determinadas por nuestra actividad profesional y clase social.
Otra humillación vendrá de la mano de la teoría psicoanalítica formulada por Sigmund Freud.
Según el fundador del psicoanálisis, ha sido un error histórico identificar la mente con la conciencia,
pues en realidad la mayor parte de nuestros pensamientos tienen un carácter inconsciente y no
podemos acceder a ellos. De este modo, si hasta entonces era común pensar que uno mismo es quien
mejor sabe lo que piensa, el psicoanálisis demuestra ni siquiera somos conocedores de lo que hay en
nuestra propia mente ni somos «dueños de nosotros mismos».
Ni siquiera la idea de progreso ilustrada sobrevivió a esta etapa, pues las atrocidades cometidas
durante esta época en nombre del progreso y la ciencia (como el exterminio nazi o el uso de armas
nucleares) pusieron en duda que la razón humana conduzca necesariamente a una sociedad mejor.
Durante el siglo XX surgen en filosofía un gran número de corrientes muy diversas que tratan de
explicar de distintas formas el sentido de la existencia humana. Una de las cuestiones que cobran
importancia en este periodo es el problema de la libertad, ya que a medida que avanzan las ciencias
sociales el ser humano va tomando conciencia de todos los factores que limitan su elección.
Según Sartre, el hecho de estar dotados de conciencia y libertad hace de cada uno de nosotros un
ser abierto a múltiples posibilidades, de manera que cada uno construye su propia identidad a medida
que va tomando decisiones y llevando a cabo acciones concretas en el día a día. Sin embargo, el hecho
de tener que elegir constantemente qué hacemos con nuestra vida y asumir la responsabilidad de
I. E. S. AMERICO CASTRO 93 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
nuestros aciertos y errores, sin que valgan excusas de ninguna clase, puede generar sentimientos de
angustia ante la sensación de inseguridad que uno puede albergar cuando no logra dotar de sentido a su
existencia.
Sin embargo, el estructuralismo defendió que el ser humano no es el creador de sus normas,
valores y otros elementos culturales, sino el producto de las estructuras sociales que los producen.
Según Lévi-Strauss, el hombre actúa según los patrones sociales y culturales que ha aprendido y que le
han otorgado su identidad. Así pues, quedaba en entredicho el concepto de libertad defendido por los
existencialistas, que suponía una amplia autonomía por parte del sujeto para construirse a sí mismo en
un sentido u otro. Y es que nacemos y nos desarrollamos dentro de una determinada estructura
familiar, social y cultural, de tal modo que nuestra individualidad no puede sustraerse a todos esos
elementos que contribuyen decisivamente a que seamos lo que somos.
La sociobiología defendió una tesis similar a la estructuralista, pero basada en las ciencias
naturales. Partiendo de la teoría sintética de la evolución, pretendió explicar todos los
comportamientos sociales e individuales - incluida la dimensión ética del ser humano - a partir de
patrones de conducta innatos, oponiéndose a la libertad personal para elegir cómo vivir.
Para los sociobiólogos, la cultura desempeña un papel secundario, como simple continuación de
los patrones de conducta biológicos. El etólogo británico Richard Dawkins llegó a afirmar en “El gen
egoísta” que los humanos son simplemente “máquinas de supervivencia de genes”, pues todos nuestros
actos responden a la supervivencia y reproducción de nuestros rasgos genéticos. Por ejemplo, las
conductas altruistas en el ámbito familiar se explicarían como una estrategia para fomentar la
supervivencia de nuestros genes mediante nuestros hijos, sobrinos y nietos.
Estos interrogantes han dado lugar a diferentes respuestas, quizá tantas como personas hay en el
mundo, y seguirán vigentes mientras exista una conciencia que reflexione sobre sí misma. El sentido
de la existencia es un problema filosófico y humano sin resolver, siempre unido a la experiencia del
dolor y la certeza de la muerte.
Ahora bien, ¿a qué nos referimos exactamente cuándo preguntamos por el sentido de la
vida? En el caso de que alguien haga alguna cosa, podríamos decir que si le preguntamos cuál es el
sentido de lo que hace, lo que estamos pidiendo es que nos diga qué finalidad espera lograr con dicha
acción. Ya sea una acción concreta y puntual, o se trate de una empresa mayor, una actividad que
pueda llevar semanas, meses o incluso años, la pregunta por el sentido remite al «para qué» estamos
haciendo eso.
Pero la cuestión del sentido puede plantearse aludiendo a una formulación más general. Esto es
lo que sucede cuando la interrogación no se limita a preguntar qué nos mueve a hacer esto o lo otro,
sino que va más allá e interroga por cuál sería el sentido de nuestra vida, o incluso más en general, ya
no de nuestra vida exactamente, sino cuál sería el sentido de la vida humana en general, o si se quiere,
cuál es el sentido de la vida o incluso del universo entero. Así pues, cabe observar que la cuestión del
I. E. S. AMERICO CASTRO 94 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
Conviene también distinguir dos significados básicos para el término «vida». El primero atañe a
las ciencias de la naturaleza, que la definen como el conjunto de propiedades que diferencian a los
organismos de la materia inerte. Estas propiedades son: nacimiento, crecimiento, reproducción,
nutrición, sensibilidad, autonomía motriz y muerte. Preguntarnos por el sentido de la vida según este
significado apuntaría a la cuestión de para qué existe la vida en el universo, o cual es el sentido de la
existencia para cualquier ser vivo (ya sea árbol, bacteria, perro, ser humano...)
El segundo significado de “vida” tiene que ver con la psicología y, por consiguiente, sólo es
aplicable al ámbito humano: la vida entendida como un período temporal de actividad consciente
durante el cual la persona desarrolla sus capacidades físicas y psicológicas. Necesariamente concluye
con la muerte, tras la cual se abre la incógnita de si existe otra forma de vida - como postulan las
religiones y otras creencias espiritualistas - o si cuerpo y mente se diluyen para siempre.
Siguiendo este segundo significado, la pregunta por el sentido de la vida es aquella que
engloba todas las preguntas del tipo: “¿Cuál es la finalidad de todas mis experiencias?”, “¿Por qué
existo como ser consciente’” o “¿De qué manera debo vivir para cumplir con el propósito de mi
existencia?”. Este tipo de preguntas son las más frecuentes en la reflexión filosófica sobre el sentido de
la existencia humana.
La cuestión acerca del sentido de la vida humana está indudablemente unida a la respuesta que
podamos dar a la pregunta: qué somos cada uno de nosotros, es decir, qué constituye nuestra identidad.
Y es que, cuando nacemos, aún no tenemos la conciencia de quienes somos, sino que este se va
construyendo a medida que vamos entrando en contacto con la realidad cultural que nos envuelve. Es
al reconocer nuestras diferencias con los demás cuando nos damos cuenta de que somos un ser
singular dotado de sentimientos y pensamientos particulares, un yo, distinto de los demás seres
humanos que nos rodean.
Ahora bien, en todo este proceso entran en juego tanto factores individuales como sociales o
culturales, pues es a partir de la interacción de estos elementos como se construye la identidad. Es por
ello que, como señala el filósofo argentino José Pablo Feinman, cada uno tiene que pensar qué va a
hacer con «lo que los demás hicieron de él», lo que nos enfrenta directamente al problema de la
identidad: ¿qué hay en nosotros que sea genuinamente nuestro y qué es lo que, por el contrario, nos
ha venido de fuera y hemos asumido, quizá sin damos cuenta, permitiendo que condicione nuestra
manera de ser?
Esta es sólo una de las paradojas que nos encontramos en torno al tema de la identidad: dado que
todos experimentamos grandes cambios a lo largo de nuestras vidas, tenemos también que
preguntarnos hasta qué punto seguimos siendo los mismos que éramos (recordemos el ejemplo del
barco de Teseo).
Ciertamente, esta cuestión afecta a la pregunta por el sentido de la vida humana en general, y la
de cada uno en particular. Las distintas concepciones sobre el ser humano que abordamos en el primer
apartado de la unidad nos ofrecían respuestas diversas sobre la naturaleza o la condición humana,
desde las cuales se obtienen maneras bien distintas también de enfocar el problema de la identidad.
Quien ve en el ser humano una existencia radicalmente libre planteará la cuestión de la identidad y el
sentido de la vida de una forma claramente diferente de quien cree que somos simplemente el
resultado de estructuras sociales o de rasgos innatos de conducta.
Conectada con la problemática referente a si la vida tiene sentido o no, se halla la cuestión que
hace referencia a la libertad humana, el destino y el azar. Desde la Antigüedad, algunas escuelas
filosóficas, como la del estoicismo, afirmaban la existencia del destino, atendiendo a la cadena de
causas que anteceden a los fenómenos de la naturaleza. Dado que todo acontece por una causa y nada
escapa a la misma, nada sucede al margen de la razón universal que rige el mundo.
No obstante, este planteamiento no llevaba a los estoicos a negar la libertad humana, dado que
en realidad la libertad consistía para ellos en nuestra capacidad para adoptar una actitud u otra frente a
todo aquello que nos viene dado. No podemos elegir lo que nos pase en la vida, pero sí decidir con qué
estado de ánimo afrontamos los hechos inevitables que nos ocurren.
El debate desde entonces no ha dejado de producirse. Para algunas personas la pregunta por el
sentido de la vida pasa por encontrar qué puede ser aquello para lo cual han sido destinadas. Parten de
la base de que han venido al mundo por una razón determinada y que han de cumplir una misión.
Desde esta óptica, cada uno debería tratar de descubrir cuál puede ser esa misión y vivir para
cumplirla, pues solo entonces uno logrará dotar de sentido a su existencia.
Sin embargo, otros consideran, como era común entre la mayor parte de los pensadores de la
escuela existencialista, que la vida no tiene un sentido dado de antemano ni hay ninguna misión que
descubrir. En consecuencia, afirmarán que la vida sería intrínsecamente absurda, pero ello, lejos de
tener que desembocar en algo trágico y verse como algo negativo, en realidad era una buena noticia:
gracias a que la vida no tiene sentido nosotros podemos crearle uno en pleno ejercicio de nuestra
libertad.
Todos hemos tenido alguna vez experiencia del dolor. Ya sea un dolor de muelas, ya sea el dolor
por la pérdida de alguien, nadie puede evitar padecerlo a lo largo de su vida. En todos los casos dolor
es sinónimo de sufrimiento; sin embargo, hay algo que distingue las distintas experiencias del dolor:
El dolor físico. Cuando hablamos, por ejemplo, de dolor de muelas, nos referimos a una sensación
determinada, caracterizada por su naturaleza desagradable. Este tipo de dolor, al que llamaremos
dolor físico, incluye variadas sensaciones (en intensidad, duración, cualidad...), pero todas ellas
tienen un destacado componente físico.
El dolor vital es una experiencia de aflicción o angustia que puede estar producida por
innumerables causas: pérdida de alguien (por separación, abandono, muerte, indiferencia...),
insuficiencias afectivas (falta de amor o amistad...), insuficiencias materiales (ausencia de
bienestar económico, social, laboral...), problemas de salud (enfermedades, discapacidades...),
insatisfacción con uno mismo (infravaloración de la propia persona, no consecución de los propios
deseos, no aceptación de uno mismo…), o incluso podemos sufrirlo sin ser capaces de identificar
cuál es su causa. En todos estos casos, se producen estados de sufrimiento como la depresión,
I. E. S. AMERICO CASTRO 96 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
tristeza, melancolía, angustia, ansiedad... En este apartado vamos a agruparlos bajo la etiqueta de
dolor vital.
El sentido del dolor vital ha sido una fuente constante de discusiones filosóficas. Para algunos
pensadores, es una simple reacción ante las desgracias que nos ocurren y se puede superar. Para otros,
es un rasgo inevitable e inherente a la existencia humana. En filosofía se llama “optimistas” a los
primeros y “pesimistas” a los segundos. Según los primeros, el sentido de la vida tiene que ver con
superar el sufrimiento. Según los segundos, la vida es un «valle de lágrimas» en el que es inútil
rebelarse contra el dolor y el sufrimiento que siempre acaban imponiéndose.
2.5.- LA MUERTE
La toma de conciencia de la ausencia de sentido de la existencia humana tiene lugar, sobre todo,
al reflexionar sobre la muerte, pero ésta también puede ser una fuente de sentido.
Siguiendo al filósofo alemán del siglo XX Martin Heidegger, mientras que en las plantas y en los
animales es sólo un acontecimiento natural, en el ser humano la muerte es un elemento constitutivo de
la propia vida, es “la posibilidad más radical del ser humano”. Somos conscientes de nuestra propia
muerte: no sabemos cuándo o como moriremos, pero sabemos con seguridad que lo haremos, y que
puede pasar en cualquier momento. Aunque parezca paradójico, sabernos mortales puede dar sentido a
nuestra vida y a lo que sucede en ella. De otra forma, quizá nada nos afectaría del modo en que lo
hace; quizá no sentiríamos la necesidad de actuar y hacer, ya que dispondríamos de un tiempo
indefinido para ello; quizá no valoraríamos nada, pues todo se diluiría en la inmensidad del tiempo.
La muerte, de entrada, es algo personal, algo íntimo de cada uno. Nuestra muerte nos pertenece
de la misma forma que nos pertenece nuestra vida, y nadie puede «vivirla» por nosotros. Sin embargo,
eso no significa que podamos vivir nuestra muerte. Para todos nosotros nuestra muerte es un misterio,
algo que podemos esperar, prever..., pero nunca sentir. La muerte solo existe cuando deja de haber
vida, al menos biológica. En este sentido, está más allá de la vida y es imposible vivirla, sentirla. La
propia naturaleza de la muerte hace que esta sea inexperimentable (en el sentido habitual de
experimentar como “conocer o vivir directamente algo”).
experimentarla a través de la muerte de los otros. En sentido estricto, solo podemos asistir como
espectadores, más o menos entristecidos, más o menos afectados. Por muy doloroso que sea ver morir
a seres queridos, el verdadero carácter de la muerte queda oculto, inaccesible para nosotros.
Solo vivimos directamente lo que la muerte ajena produce en nosotros, el estado en que nos deja
la no existencia del otro: la soledad, el desamparo, el carácter definitivo e irremediable de la pérdida…
Pero, estrictamente, todos estos sentimientos no son experiencias de lo que es la muerte, sino de lo que
esta produce en los demás y no en el que fallece.
CONCEPCIONES DE LA MUERTE
A) LA MUERTE DEFINITIVA
A pesar de que nadie puede asegurar en qué consiste la muerte, muchas personas se inclinan a
pensar que esta supone el final definitivo de toda forma de vida. Suelen mantener esta postura, aunque
no exclusivamente, los que conciben al ser humano como un ser íntegramente material. Es lógico,
desde el materialismo, sostener que la destrucción del cuerpo es la destrucción completa del ser
humano, pues, para estos, el ser humano no es otra cosa que cuerpo físico. Ante esta concepción de la
muerte, son posibles dos actitudes:
Para mucha gente la muerte es el fin de la vida, pero sólo en sentido biológico. Así, la
destrucción del cuerpo causada por el cese de las funciones vitales no tiene por qué significar una
destrucción total de la persona, sino sólo el principio de otra forma de vida. Desde esta perspectiva es
posible aceptar que la mente, o el alma, continúa viviendo a pesar de la muerte del cuerpo. Según esta
concepción la muerte no es un dejar de existir definitivo, sino el tránsito de nuestra mente o alma a una
vida distinta y, para algunos, mejor.
Existen muchos tipos de creencias y teorías acerca de qué significa la muerte como tránsito. Para
algunos, esta consiste en la reencarnación del alma en otro cuerpo; para otros, es el paso del alma a
una realidad espiritual superior; algunos llegan a hablar de la supervivencia de nuestra alma dentro de
un alma universal en la que, de alguna manera, estamos incluidos todos... En definitiva, son
concepciones de la muerte en las que no se supone que esta comporte una destrucción completa, sino
el paso hacia otro tipo de realidad.
3.1.- EL ABSOLUTO
Cuando hablamos de la necesidad esencial que siente la persona de abrirse y acceder a algo
superior que dé sentido a su existencia, hemos de aclarar en qué consiste ese algo que rebasa las
dimensiones de lo humano, pero que hace lo humano comprensible y valioso. Este algo superior, dador
de sentido, ha sido llamado por diversos pensadores lo Absoluto.
A pesar de que a lo largo de la historia han variado las concepciones acerca de lo Absoluto y de
su naturaleza, parece que este posee una serie de rasgos que casi todos los pensadores coinciden en
aceptar. Se considera lo Absoluto aquello que es:
Infinito e ilimitado. No está sujeto a límites de ningún tipo, ni siquiera por parte del tiempo y el
espacio. La eternidad, omnipotencia y otros atributos similares corresponderían a este rasgo.
Desde la Antigua Grecia, muchos filósofos metafísicos han recurrido al concepto de Absoluto
para explicar el sentido de la existencia. Parménides, Platón o Aristóteles intentaron responder a la
pregunta con conceptos como el Ser, la Idea del Bien o el Motor Inmóvil. Pero en las sociedades
monoteístas que se consolidan a partir de la Edad Media el absoluto se ha solido identificar con Dios.
En las sociedades de cultura monoteísta como la nuestra, el absoluto se ha solido identificar con
Dios, que recibe por tanto las características que hemos mencionado. Por esta razón, cuando se habla
de lo Absoluto, se suele dar por sentado que se habla de Dios. Así, se entiende la necesidad de
trascendencia como el deseo de conocer mejor a Dios. Sin embargo, esta búsqueda ha seguido caminos
muy diferentes, pues son distintas las concepciones que se pueden tener de Dios. Veámoslo.
POSICION CARACTERÍSTICAS
PANTEÍSMO: Creen en un Dios que se identifica con la unidad o totalidad de la
Realidad inmanente al mundo naturaleza. Dios y naturaleza serían lo mismo.
(no trascendente).
I. E. S. AMERICO CASTRO 99 1º DE BACHILLERATO
FILOSOFÍA TEMA 6: EL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
Panteísmo, teísmo y deísmo aceptan el absoluto como explicación del mundo y del ser humano.
También tienen en común la creencia de que se le puede conocer racionalmente. Para los teístas, es
posible acceder a Dios gracias a la revelación (Dios se da voluntariamente a conocer a los seres
humanos...). Para los deístas, en cambio, solo es posible acceder a lo Absoluto por medio de la razón.
En cualquier caso, no todos los pensadores se han inclinado por alguna de estas posturas. Algunos
dudan e, incluso, niegan la existencia de Dios o, al menos, la posibilidad de acceder a él.
Desde la Edad Media y parte de la Modernidad, la filosofía ha sido, básicamente, teísta. Así,
aunque los planteamientos hayan sido distintos, la gran mayoría de los filósofos ha aceptado la
existencia de Dios como causa y explicación de todo lo que hay, aceptando la verdad revelada de
las religiones a las que pertenecían. Muchos filósofos incluso han intentado construir un sistema
que demostrara racionalmente su existencia. Ejemplos de ello son San Agustín, Averroes,
Descartes...
En la época contemporánea surgen y proliferan pensadores ateos, como Freud, Nietzsche o Sartre.
Este último rechaza la existencia de Dios, a pesar de comportar, como él mismo cree, la inevitable
soledad y el sinsentido de la existencia humana. Para Sartre, la vida sin Dios es un absurdo, pero
así hay que aceptarlo. En la actualidad podemos encontrar dentro de la filosofía toda clase de
posturas sobre la existencia de Dios.
Todas las sociedades humanas han tenido religiones, lo que se conoce como el hecho religioso.
La necesidad de un ser superior o divino que dé sentido y valor a la existencia humana parece tan
arraigada en el ser humano que algunos pensadores la han considerado la religión como una necesidad
natural en él.
Para el agnóstico o el ateo las creencias religiosas son infundadas, pues Dios no puede ser
conocido. En cambio, para los teístas, esta creencia está justificada no solo racionalmente, sino
también por la fe. De esta manera, la religión defiende la posibilidad de un acceso a Dios distinto del
puramente racional, bien sea a través de hechos sobrenaturales como los milagros, apariciones o
mensajes revelados a los profetas, bien por lo que se ha llamado la experiencia religiosa.
La experiencia religiosa es una experiencia íntima y personal que nos eleva sobre nuestra
percepción habitual del mundo, que provoca una sensación de fascinación o una reacción emocional
intensa, y aporta una sensación de unidad con Dios y con la realidad en su conjunto. La forma más
peculiar e inusual de experiencia religiosa es la experiencia mística. Es una vivencia de unión
espiritual en la que la persona siente que se disuelve en Dios, el místico se siente en contacto directo
con la divinidad.
La experiencia mística es difícilmente comunicable. Por esta razón, a menudo, cuando quiere
expresarse con palabras se recurre a la comparación con la experiencia amorosa. Con esta comparte la
intensidad emocional y espiritual que conlleva y, también, el olvido de uno mismo que provoca la
fusión con el otro (Dios). En España, contamos con el testimonio de San Juan de la Cruz o Santa
Teresa de Jesús, que vertieron su experiencia mística en bellos y sugerentes poemas.
Vivo ya fuera de mí
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puse en él este letrero:
que muero porque no muero.
ACTIVIDADES
1. Explica cómo fue evolucionando la visión sobre el ser humano en la Antigua Grecia, desde la
época arcaica hasta la reacción empirista de Aristóteles.
2. ¿Cuáles son las principales aportaciones del cristianismo a la concepción del ser humano?
3. Explica qué significa el giro antropocéntrico del Renacimiento y qué concepción del ser
humano defendió Pico della Mirándola.
4. Explica como el concepto ilustrado de “crítica” puede suponer una liberación para el ser
humano y la mejora de la sociedad.
5. ¿Qué humillaciones sufrió el orgullo humano durante los siglos XIX y XX?
6. Compara las visiones existencialista y estructuralista del ser humano.
7. Aclara el significado de la pregunta filosófica sobre el sentido de la existencia.
8. ¿En qué consiste el problema filosófico de la identidad?
9. Explica cómo entendieron la relación entre libertad y destino las escuelas estoica y epicúrea.
10. Explica en qué consiste el dolor vital, comparándolo con el físico, y qué relación existe entre
sufrimiento y esperanza.
11. Explica la diferencia entre optimistas y pesimistas filosóficos.
12. Explica las distintas concepciones de la muerte estudiadas y las actitudes posibles frente a la
muerte definitiva.
13. Explica qué es el Absoluto en filosofía y cuáles son sus características.
14. Explica que defienden las posturas de deísmo, teísmo y panteísmo sobre la naturaleza de Dios.
15. Explica en qué consisten el hecho religioso y la experiencia religiosa.
2. Realiza un resumen que responda al título propuesto. Debes partir de los apuntes y centrarte en
los aspectos que consideres más importantes (se adjunta un esquema orientativo). La redacción
debe ser clara y correcta, y no debes incluir esquemas ni listas. Debes organizar el texto en
párrafos, uno para cada subtema e incluir introducción y conclusión. Debes contar y anotar el
número de palabras, que debe estar entre 250 y 500.