En Que Consiste El Pacto de Membresía

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En que consiste el Pacto de Membresía

By Carlos Goya | 3 junio,


2018 | Articulos | No Comments

¿Suena extraña esta palabra? Hágase


expresa o implícitamente, cada iglesia tiene
su compromiso de membresía donde la
persona que es recibida a ella adhiere o
rechaza. No es una idea nueva, iglesias
reformadas que honran la iglesia han tenido
compromisos y pactos de membresía muy
fuertes a través de los siglos y por ello
iglesias fuertes. Finalmente conozcamos o
desconozcamos, Dios si espera que los
miembros se comprometan con la iglesia al
reconocer que la obra de Cristo ya los
introdujo a ella.

La iglesia es el fruto de la gracia soberana


de Dios y por esto afirmamos que «Dios en
Su Soberana Gracia nos ha concedido el
arrepentimiento de nuestros pecados y la fe
en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.»
También debemos afirmar que la iglesia es
el fruto de la gracia soberana de Dios en el
contexto de la salvación por y a través de
Cristo lo cual implica una afirmación clara
de nuestra alianza a Cristo tanto,
públicamente declarando nuestra alianza
total a Él como nuestro Profeta, Sacerdote
y Rey, pues ya hemos hecho esta alianza
interiormente. También con gozo sublime
debemos hacer este pacto como iglesia
para adorarle y andar en amor Cristiano
para la gloria de Cristo, la Cabeza de Su
Cuerpo, la Iglesia.

Al haber estudiado cómo el confesarnos


cristianos tiene grandes repercusiones
grandes en la participación del creyente en
la Iglesia, se pone en nuestro corazón la
pregunta ¿Qué importancia le doy a la
iglesia en la práctica? Vamos a emplear
para esta parte un compromiso, un pacto
como punto de partida para dar una
exposición bíblica sobre la importancia
práctica de la iglesia según las Escritura.
Estos votos o compromisos, son los que
todos los miembros de la Iglesia tienen y al
cual todos deberíamos procurar
conformarnos.
A causa del pecado en la iglesia hoy hemos
tenido que hablar de miembros inactivos o
de miembros no comprometidos. Déjeme
decirle algo a la luz de las Escrituras, o es
miembro o está inactivo. O es miembro o no
está comprometido. Ahora, en general y
basados en las Escrituras ¿Cuál es ese
compromiso que hemos hecho como
miembros de iglesia?

Nuestro compromiso bíblico se puede


resumir en 8 puntos básicos. Hablo en
general, pues cada iglesia podrá resisar
algunos de estos asuntos. Hablo de puntos
que rigen (o deberían regir) cada iglesia
local, sea nueva o vieja,
independientemente su ubicación o época.
No dependen de nada pues son basados
en la Palabra de Dios. ¿Cuáles son estos
puntos?: Mantener una adoración bíblica,
congregarse con regularidad, honrar el
ministerio de la Palabra, someterse a las
ordenanzas de Cristo, acatar la disciplina
eclesiástica, no descuidar la adoración e
instrucción tanto privada como familiar y ser
luz en
el mundo con el testimonio y por la
proclamación del evangelio a otros.

Ÿ MANTENDREMOS LA ADORACIÓN
PÚBLICA DE DIOS DE ACUERDO A SU
SANTA PALABRA.

Le recuerdo que ser seguidor de Cristo


implica directamente nuestra lealtad a
adorarlo. Pero como estamos hablando de
compromisos eclesiales, nos centraremos
en este punto a la adoración pública, es
decir, cuando nos reunimos como iglesia.
Este enunciado es bastante claro por sí
mismo, sólo deseo enfatizar su significado
comunitario. Decimos “mantendremos” y el
compromiso es congregacional – cada uno
de nosotros y todos unánimes.

Quizá alguna vez alguno de nosotros no


esté de acuerdo con cierto aspecto de
nuestra adoración pública, pero si la
Palabra ha sido predicada claramente y la
iglesia en conjunto recibe tal instrucción,
nuestro compromiso no es buscar que “mi
opinión sea tomada en cuenta” sino en
buscar humildemente
ser de una misma mente y corazón. Dios y
solo Dios nos dice como adorarle, y lo hace
en Su Palabra; no por tradición, ni
confesiones, ni experiencias, ni sueños, ni
visiones ni preferencias personales.

En Ef. 3: 20 – 21: «Y a Aquel que es


poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos, según el poder que
actúa en nosotros, a él sea gloria en la
iglesia en Cristo Jesús por todas las
edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Al final de su oración Pablo pide que Dios


manifieste Su gloria – ¿Dónde? ¡En la
iglesia! Es en la iglesia donde se manifiesta
la gloria de Dios. La iglesia continúa
existiendo aunque no estemos
congregados, pero el hecho es que son los
servicios de la iglesia en el día del Señor
cuando la iglesia se congrega para adorar
públicamente a Dios según Su Palabra,
cuando Dios es glorificado.
Ÿ HONRAREMOS LA PREDICACIÓN DE
LA PALABRA DE DIOS.

Aquí usamos la palabra «honrar» en el


sentido en que atendemos a la predicación
de la Palabra, tanto al oírla como al
obedecerla. Podemos ir a Santiago 1:22
«Pero sed hacedores de la palabra, y no
tan solamente oidores, engañándoos a
vosotros mismos.» Pero realmente creo que
necesitamos considerar las palabras de
Pablo en 1 Tes. 2:13, nuestra versión aquí
no nos ayuda mucho, porque Pablo usó dos
verbos diferentes (casi sinónimos) pero la
RV60 los ha traducido ambos con el verbo
«recibir». Noten el cambio en LBA:

«Por esto también nosotros sin cesar


damos gracias a Dios de que
cuando recibisteis de nosotros la palabra
del mensaje de Dios, la aceptasteis no
como la palabra de hombres, sino como lo
que realmente es, la palabra de Dios, la
cual también hace su obra en vosotros los
que creéis.»
Es la recepción de la Palabra predicada
aceptándola como es en verdad la Palabra
de Dios. El primer verbo («recibir») habla de
la transmisión con autoridad del evangelio.
No tenemos tiempo de ver las otras veces
que Pablo usa el mismo verbo pero les aquí
están las referencias: 1 Co. 11:23; 15:1, 3,
Gal. 1:9, 12, Fil. 4:9, 1 Tes. 2:13, 4:1 (LBA),
2 Tes. 3:6. El segundo verbo («aceptar»)
habla de la fe con la que se escucha el
evangelio predicado. De manera que
nuestra promesa tiene que ver con la
recepción de la Palabra predicada
aceptándola con fe porque es la Palabra de
Dios.

Volvemos al punto, honrar el ministerio de


la Palabra de Dios, es más que venir a
escuchar las predicaciones. Es honrar todo
el ministerio de la predicación de la Palabra
de Dios. Aquí usamos la palabra “honrar”
en el sentido de atender, someterse y
anhelar la predicación de la Palabra. El
creyente debería estar todas las veces que
se enseña o predican las Escrituras en la
iglesia.
Es la recepción de la Palabra predicada
aceptándola con fe porque es la Palabra de
Dios. Una de las marcas de una vida
espiritual fría es que empieza a objetar la
predicación de las Escrituras y a criticar el
mensajero. Seguramente no hay
predicadores perfectos, pero se ve que
personas se lanzan contra el predicador y
sus objeciones son contra la Palabra de
Dios. Hermanos hemos de mostrar mucho
interés, amor, devoción, humildad por este
ministerio. La predicación nunca debe ser
sustituida por programas, actividades,
cantos etc. Este ministerio es sagrado y hay
que tratarlo como tal.

Ÿ NO DEJAREMOS DE CONGREGARNOS
SINO QUE NOS ENTREGAREMOS A
NOSOTROS MISMOS EN LAS
REUNIONES DE LA IGLESIA.

La esencia de la iglesia es estar reunidos,


de eso se trata. No hay iglesias a distancia
o virtuales. Congregarnos es más que
asistir a la iglesia, eso lo puede hacer un
carnal.
Congregarse implica tanto regularidad
como entrega. Ahora, si nos hemos
comprometido a mantener la adoración
pública de Dios de acuerdo a Su Santa
Palabra entonces no dejaremos de
congregarnos, pues eso es lo que Dios nos
ha ordenado. Congregarse es un
compromiso que hemos adquirido como
miembros de Cristo. Deseo remarcar que la
iglesia basada en la Palabra de Dios y en
dirección de los pastores, decide la
regularidad adecuada y eso viene a ser ley
para nosotros.

Hb. 10:19-25: «Así que, hermanos,


teniendo libertad para entrar en el Lugar
Santísimo por la sangre de Jesucristo, por
el camino nuevo y vivo que él nos abrió a
través del velo, esto es, de su carne, y
teniendo un gran sacerdote sobre la casa
de Dios, acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua
pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza, porque
fiel es el que prometió. Y considerémonos
unos a otros para estimularnos al amor y a
las buenas obras; no dejando de
congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándonos; y tanto
más, cuanto veis que aquél día se acerca”.

¡Cuando nos congregamos entramos al


Lugar Santísimo! ¿Podemos ver la gloria de
la iglesia?

Sin embargo, en este aspecto, se


contemplan asuntos providenciales que nos
pueden impedir congregarnos muy
esporádicamente, pero el principio es que
debemos evitar abusar de ocasiones
providenciales en las cuales seamos
estorbados de venir. Debe ser cada vez
más raro, que como cristianos no sintamos
ganas de venir, y debe ser igualmente más
raro cada vez que sintamos mayor
inclinación a ir a otra parte que venir a los
cultos de adoración. El congregarnos
implica que la iglesia debe conscientemente
separar momentos para la adoración
corporativa y para la oración.
No podemos más que prometer igualmente
ser fieles con respecto a las reuniones de
oración porque esta es una ordenanza
también de Dios. El ministerio de la Iglesia y
por lo tanto la vida de la Iglesia como
congregación y como miembros
individuales tiene un énfasis, y este énfasis
es en la Palabra y en la oración. Nuestro
ministerio y nuestros servicios deben ser
consagrados a estas dos actividades
principales. Por eso tenemos la prioridad de
la predicación, a la cual debemos añadir la
prioridad de la oración. En nuestros
servicios del día del Señor procuramos
tener tiempos de oración y no permitir que
el modelo contemporáneo de un énfasis en
la supuesta «alabanza» nos robe de ese
énfasis bíblico.

Debemos orar los unos por los otros, para


la gloria e incremento de la Iglesia, rogando
por la presencia de Dios cada vez más en
medio nuestro. Debemos orar porque cada
vez más el Espíritu de Dios nos conforme a
la Imagen de
Cristo y nos haga crecer conforma a su
estatura. Orar para que Dios guarde su
Iglesia y la sostenga para que cumpla su
ministerio. También oramos por la Iglesia de
Cristo en general para su aumento,
edificación y preservación en la fe.

Al mismo tiempo, como iglesia hemos


puesto aparte una hora en medio de la
semana – no porque la Biblia nos mande a
que nos reunamos los miércoles a las 7
p.m. a orar, sino porque vemos que orar
juntos es una privilegiada obligación de la
iglesia – tanto por los mandatos explícitos
como por los ejemplos bíblicos. Así que, si
hemos prometido cumplir con este aspecto
de nuestra vida congregacional, hagamos
un sincero esfuerzo ante Dios de cumplir
nuestra palabra a Él. Para ver algo de la
gloria de la iglesia en sus reuniones de
oración leamos estas palabras Hechos
4:23-31.

Especialmente Dios ha querido que la


iglesia se reúna para adorar el día del
Señor. Si de alguna manera remota, se
pudiera excusar que una persona no viniera
a demás reuniones, entre ellas no debería
estar el día del Señor, eso sí debe ser bien
raro y providencialmente corto (a menos
que sean trabajos de necesidad y
misericordia). La idea no es venir al culto el
domingo y luego a lo nuestro. El día del
Señor es el día señalado por Dios para que
la iglesia se reúna.

Como se dijo anteriormente, es más que


asistir, es congregarse, es estar
involucrados en cuerpo y alma, entregados
a la oración (Hechos 4:23-31), a la
adoración, al someternos al ministerio de la
Palabra de Dios. Sencillamente no puedes
vivir la vida cristiana sin congregarte.

Ÿ NOS SOMETEREMOS A LAS


ORDENANZAS DE CRISTO (BAUTISMO Y
LA CENA DEL SEÑOR).

Como iglesia bíblica creemos que solo


nuestro Señor Jesucristo dejó solo dos
ordenanzas que nos recuerdan el
sacrificio de Cristo en la cruz, bautismo y
cena del Señor. Este compromiso de
sumisión a las ordenanzas sigue a la
sumisión de la Palabra de Dios donde se
nos manda ser bautizados y guardar la
Mesa del Señor. En el bautismo nuestra
unión con Cristo es simbolizada (Rom. 6:3,
4) y en la Mesa recordamos y proclamamos
Su muerte y también tenemos comunión
con Él (1 Cor. 10:16).

Un creyente no debería rehuir participar de


estas ordenanzas. Muchos no han querido
ser bautizados porque ‘es un gran
compromiso’. Pero si te confiesas seguidor
de Cristo, el compromiso ya empezó desde
tu nuevo nacimiento y tú estás faltando a él.
Otros creyentes no toman la cena, prefieren
resguardar y no mortificar su pecado o falta
de comunión y dejar pasar la cena. Esto es
pecaminoso, pues el creyente debe
siempre estar dispuesto a seguir a Cristo en
verdad y no solo en teoría.

Ÿ APOYAREMOS SACRIFICIALMENTE
CON NUESTROS DONES Y RECURSOS
LA EXTENSIÓN DE LA
OBRA DE DIOS EN ESTE LUGAR,
SEGÚN NUESTRAS POSIBILIDADES.

Este es tal vez uno de los puntos más


obvios que podemos reconocer. Dios en su
soberana voluntad ha dotado a sus
miembros de habilidades sobrenaturales,
es decir, no producidas por su propia
naturaleza, sino destrezas dadas por Dios
con el fin de edificar a la Iglesia (1
Cor.12:7). Entender estas cosas es muy
importante para que los miembros de la
iglesia entiendan su responsabilidad con
sus dones pues se les demandará su uso
legítimo, humildad continua a causa de
haberlos recibido y no ganado y se
esperará que sean usados para beneficio
del cuerpo y no para provecho individual.

Hemos de tener en claro la responsabilidad


del ministerio unos a otros (ver 1
Tesalonicenses 5:11,14). Nótese que estos
dos versículos encierran un pasaje que
trata de la actitud del cristiano para con los
ancianos de su iglesia, versículo 12-13,
mostrando que el ministerio de
cristianos unos para con otros debe servir
de complemento a la obra de los ancianos
en el contexto de la iglesia local (ver 1
Pedro 4:8-10). El ministerio general de cada
cristiano le constriñe a mirar por el bien de
los demás, por su ánimo, edificación y
amonestación paciente y amorosa.
Debemos vigilar el comportamiento los
unos de los otros procurando que el pecado
no tenga domino de ninguno de nosotros,
estimulándonos al obediencia y
amonestándonos unos a otros en amor
conforme a la Palabra de Dios.

Además de este ministerio general,


tenemos también lo que podríamos llamar
la responsabilidad de ejercer nuestros
dones particulares para bien de todos.
Cada miembro tendrá algo que dar -todos
tienen de Dios capacidades que cooperarán
con el servicio en la Iglesia. Quienes tengan
dones aparentemente pequeños, deben
ejercerlos al igual que los demás en vez de
no hacer nada, lo cual no haría sino
aumentar la carga de los otros.
Debido a que muchas veces se piensa que
los dones solo son los públicos y visibles,
es necesario advertir que gran parte de los
dones que el Señor otorga no corresponden
al área de lo visible (1 Pd.4:11). Solo
algunas personas son llamadas por Dios a
la predicación y enseñanza públicas. Los
demás creyentes deben rogar al Señor que
entiendan su rol dentro del cuerpo de
Cristo, sea el que fuera y edificar la iglesia
desde sus dones. Nadie debe ver como una
desventaja tener un oficio no visible, pues
el fin no es ser vistos sino útiles y
obedientes. Las iglesias se ven
grandemente beneficiadas por el desarrollo
de los dones de todos sus miembros. Los
creyentes harían bien en repasar Rom.12:
1-12 para ver en general y a manera de
ejemplos, todo lo que Dios puede dar a su
iglesia.

Otra responsabilidad que Dios ha dado a


los miembros de la iglesia, es la de proveer
económicamente para lo siguiente: el
cuidado del lugar de adoración (Hageo 1:4);
el sostenimiento de los ministros de la
Palabra (Gálatas
6:6, 1 Timoteo 5:17-18); ayuda a miembros
de la congregación que tengan
necesidades y carezcan de familiares que
los apoyen (1 Timoteo 5:3-8); ayuda a los
santos necesitados en otros lugares
(Hechos 11 :27-30, Gálatas 2:10); el
mantenimiento de misioneros (Filipenses
4:10-16). El Nuevo Testamento no
especifica una cifra, pero, si aún bajo la ley
(que requería la décima parte) la gente
daba más allá de la cuenta, sería difícil
entender que bajo la gracia, teniendo aún
más que agradecerle a Dios, diéramos
menos o con menos voluntad.

Ÿ ACATAREMOS LA DISCIPLINA
ECLESIÁSTICA.

Cuando has venido a ser miembro de la


iglesia, no solamente asumes ciertos
privilegios sino que también te sujetas a la
disciplina y gobierno de la iglesia conforme
a la Palabra de Dios. La Biblia enseña que
la iglesia no es un club social informalmente
unido ni meramente un centro de
predicación. La Iglesia local está puesta por
Dios
para enseñar a los hombres todas las
cosas que Cristo mandó. Una iglesia local
está caracterizada por la responsabilidad
mutua. Dios ha mandado a la iglesia que
ejerza una cierta autoridad o disciplina
sobre sus miembros para llevarlos a la
observancia de todos los mandatos de
Cristo.

En cierto modo todos estamos bajo


disciplina de la iglesia local. Al ser
instruidos, enseñados, exhortados,
animados a conformarnos más
bíblicamente. Por otro lado hay una clase
de disciplina que es correctiva y se
presenta cuando nuestro hermano peca
obstinadamente y se ejerce para llevarlo al
arrepentimiento. En Mt. 18: 15-22. Tanto el
ofendido como el ofensor deben someterse
Bíblicamente y llevar el asunto como Cristo
lo dijo, no conforme las circunstancias lo
indiquen. Aun si fuere necesario se debe
aplicar excomunión, pero siempre con el fin
de procurar arrepentimiento.
Ningún miembro de la iglesia debería
rebelarse contra una medida disciplinaria
tomada por la iglesia. Sabiendo todo lo que
conlleva una disciplina correctiva, no es
correcto que un miembro basado en una
disciplina bíblica, altere el orden de la
iglesia, ya sea dejándose de congregar,
haciendo comentarios despectivos con los
miembros de su iglesia o con los de otras o
huyendo a una iglesia que nada sepa de su
caso. El creyente verdadero se humillara
bajo la poderosa mano del Señor quien lo
corrige por estos medios, entrenándolo así
para dar abundante fruto de justicia. Por lo
que no acatar una disciplina eclesiástica o
tomarla sin humildad, no dará los
bondadosos frutos que el Señor espera.

Ÿ ATENDEREMOS LA ADORACIÓN
PRIVADA Y FAMILIAR EN NUESTROS
HOGARES.

Igual que la iglesia no cesa de existir


cuando se despide de la congregación en el
día del Señor o en los servicios de oración,
la vida cristiana de la iglesia tampoco cesa
de existir una vez que
entramos en la esfera familiar o individual.
Muchas veces tenemos la falsa idea que
los principios bíblicos sólo se aplican a la
iglesia congregada y que nuestro andar
cristiano sólo es importante cuando
estamos en iglesia. Otras veces,
protegemos tanto nuestra “privacidad” que
nos molesta si alguien nos quiere instruir
sobre la adoración privada y familiar.

Pero, ¿acaso no es éste un aspecto vital de


nuestra vida cristiana? ¿Acaso no es un
instrumento de gracia para nuestra
salvación y la de nuestra familia? ¿De qué
serviría la instrucción del domingo si la
borramos de lunes a sábado? Al ser
miembros de la iglesia local, también nos
comprometemos a instruir diligentemente a
aquellos que están bajo nuestro cuidado.
Especialmente hablamos a los padres
varones o madres solteras. Pero en general
a todo creyente ¡Debes ser evangélico con
los tuyos!

Ha sido una de nuestras convicciones,


comprobada una y otra vez, que la
fortaleza de la iglesia está directamente
relacionada con la fortaleza de sus familias,
y esta con la fortaleza de la cabeza de ella
(El padre de familia). Este punto de nuestra
promesa a Dios es, por lo tanto, de suma
importancia.

Debemos ser capaces de instruir en


nuestras casas a diario a nuestra familia
tanto en doctrina como en conducta Bíblica.
Dios nos puso como luz, tano colectica
como individualmente (Mat 5:14-16). La
iglesia está directamente relacionada con la
fortaleza de sus familias, y esta con la
fortaleza de la cabeza de ella. Este punto
de nuestra promesa a Dios es de suma
importancia. Uno de los pasajes más
importantes de la Escritura de la vida
devocional familiar

Dt. 6:4-7: «Oye, Israel: Jehová nuestro


Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tú
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma,
y con todas tus fuerzas. Y estas palabras
que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y
hablarás de ellas estando en tu
casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes.»

Así que debemos andar en santidad,


piedad, humildad, amor tanto en privado
como en nuestros hogares. Debemos
buscar apartarnos de lo mundano y animar
a otros a hacerlo así. No debemos ser unos
en la iglesia y otros en privado sino que
nuestra vida piadosa debe ser real en todo
lugar.

Ÿ SEREMOS LUZ EN EL MUNDO Y


LLEVAREMOS EL EVANGELIO
GLORIOSO A OTROS.

Creo que recordamos uno de esos pasajes


emblemáticos de la iglesia al definirnos
como ‘linaje escogido, real sacerdocio…’ (1
Pd. 2: 9) ¿Con que fin? Tenemos un
compromiso eclesial, como cuerpo
(vosotros sois), no solo de ser evangélicos
sino evangelisticos. Proclamar el evangelio
a otros no es optativo, no es de un grupo de
evangelismo dentro de la iglesia, es parte
de lo que es ser iglesia. No necesita ser
erudito, bachiller, hombre o
mujer para compartir las buenas nuevas,
necesita ser cristiano y si lo es tiene ese
compromiso sobre usted específicamente.

Hace parte de nuestro pacto de membresía


el obedecer a la Palabra de Dios ¿Verdad?,
dijimos que nos comprometeríamos a hacer
todo de acuerdo a las Escrituras y que
honraríamos el ministerio de la Palabra de
Dios. Pues evangelizar se encuentra bajo
este marco. No estoy sugiriendo que todos
deben tener una forma unificada de
hacerlo, pero si todos tenemos una tarea
unificada. No estoy diciendo que todos
debemos mostrar resultados iguales, pero
si un propósito igual. Cada miembro de esta
iglesia debe ser tan celoso en los puntos
anteriores como de este.

VOTOS DE COMPROMISO FRENTE A LA


IGLESIA LOCAL

Hermanos que hoy formalizan su


membresía en la Iglesia local, ya han
comprendido que el carácter cristiano
desarrollándose en sus vidas repercute
directamente en el concepto y participación
de ustedes como creyentes en la Iglesia.

Al ser la iglesia fruto de la gracia soberana


de Dios, afirmamos que «Dios en Su
Soberana Gracia nos ha concedido el
arrepentimiento de nuestros pecados y la fe
en nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

También afirmamos públicamente nuestra


alianza a Cristo declarándole como nuestro
Profeta, Sacerdote y Rey, habiendo hecho
esta alianza interiormente.

También con gozo sublime recordamos este


pacto que hemos hecho como Iglesia Local
para adorarle y andar en amor Cristiano
para la gloria de Cristo, la Cabeza de Su
Cuerpo, la Iglesia. De esta forma vamos a
pedir que frente a esta asamblea de
creyentes, hagan este voto también.

Hermano (a) se compromete ante Dios


y esta Iglesia Local a:

Ÿ Mantener la adoración pública de Dios de


acuerdo a su Santa Palabra.

Ÿ Honrar la predicación de la Palabra de


Dios.

Ÿ No dejar de congregarse sino que se


entregará a sí mismo en las reuniones de la
Iglesia.

Ÿ Someterse a las ordenanzas de Cristo


(Bautismo y la Cena del Señor).

Ÿ Apoyar sacrificialmente con sus dones y


recursos la extensión de la obra de Dios en
este lugar, según sus posibilidades.

Ÿ Acatar la disciplina eclesiástica con


humildad.

Ÿ Atender la adoración privada y familiar


personalmente y en su hogar.
Ÿ Ser luz en el mundo y llevar el evangelio
glorioso a otros.

Los animamos en el Señor a adelantar en


su obra todo aquello que promueva la
unidad y el amor en el vínculo de la paz,
para que en todo Cristo sea glorificado.
Extendemos una voz de ánimo rogando a
Dios que también encuentren en nosotros
hermanos fieles en la fe que anhelan su
edificación y gozo Como ven ser parte de la
membrecía de una iglesia es un asunto
serio y de responsabilidad con Dios.

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