Tex - Ateneo Sociales
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DESDE LA PROBLEMATIZACIÓN”
1. Incendios en el Delta del Paraná.
●https://noticias.unsam.edu.ar/2020/08/10/el-delta-en-llamas-incendios-en-las-islas-del-bajo-
parana/
Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental
El Delta en llamas: Incendios en las islas del Bajo Paraná
En lo que va del año, se detectaron mediante datos satelitales más de 3700 potenciales focos
de incendio en el Delta del Paraná. Como otros conflictos ambientales y políticos, las quemas
indiscriminadas de pastizales y sin planificación dejan expuesta la falta de una discusión
colectiva sobre los criterios de uso del territorio. Patricia Kandus, Natalia Morandeira y Priscilla
Minotti, investigadoras del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la UNSAM,
analizan la problemática.
Por Patricia Kandus, Natalia Morandeira y Priscilla Minotti, investigadoras del 3iA
Un territorio fluvial que se prende fuego. Suena a oxímoron, pero los humedales del Paraná no
son solo el río sino también la extensa planicie que los rodea: un mosaico de bañados,
pajonales, pastizales, bosques y lagunas entreveradas con arroyos interactuando con toda la
población isleña, la fauna nativa y el ganado. El Delta del Paraná ocupa unos 19.300 kilómetros
cuadrados, cerca de los principales centros urbanos de la Argentina. Hoy, desde esas islas se
levantan columnas de humo que llegan a Rosario, San Nicolás o San Pedro, y la alarma crece.
En lo que va del año, más de 3.700 focos de calor fueron detectados por datos de sensores
satelitales (datos VIIRS, resolución 375 m). Son potenciales fuegos. En la animación que
acompaña esta nota, los vemos como puntos rojos: por cada punto hay una quema que puede
llegar a cubrir varias hectáreas. Aún si el fuego se apaga, lo quemado persiste. De esos focos,
el 82,5 % se concentra en la provincia de Entre Ríos, gran parte en las islas de la Reserva
(municipal) de Usos Múltiples Islas de Victoria (más del 60 % de los focos totales) y los restantes
11,4 % y 6,1 % en Buenos Aires y Santa Fe, respectivamente. Se trata de un problema que
atraviesa las fronteras jurisdiccionales, tanto en tierras de propiedad privada como en tierras
fiscales arrendadas a privados.
Hoy la denuncia penal presentada por el ministro de Ambiente contra quienes presuntamente
iniciaron incendios intencionalmente convive con el silencio de la mayoría de los propietarios y
arrendatarios.
Humedales representativos de la zona del Delta del Paraná más afectada por los incendios de
este año. Arriba a la izquierda, laguna rodeada de camalotes y verdolagas, con la ciudad de
Rosario al fondo. Fotos: N. Morandeira y Archivo del Laboratorio de Ecología, Teledetección y
Ecoinformática (LETyE, 3iA-UNSAM)
El fuego ha sido usado históricamente para proveer pasturas: ya hacia 1830 el naturalista
francés Alcides D’Orbigny describió las quemas de campos hechas con el propósito de
renovar los pastos del ganado. D’Orbigny señaló que ello traía aparejada una gran
destrucción y pérdida del hábitat, al punto que era un espectáculo dantesco ver los animales
que huían de los incendios y las aves de presa que los atrapaban. Pero también, el fuego se ha
usado ampliamente en las islas para cazar animales silvestres, así como para despejar
cubiertas vegetales, facilitar el ingreso de maquinaria para realizar obras hidráulicas o
sistematización de tierras destinadas a forestación. Hoy en día, en muchos lugares el fuego ha
sido reemplazado por el uso de herbicidas.
En condiciones controladas, bajo una planificación regional y con una estricta consideración
de las condiciones ambientales, el manejo del fuego puede contribuir a promover una
variedad de respuestas de la vegetación e incluso de biodiversidad, con algunos efectos
potencialmente benéficos para las prácticas ganaderas, como el rebrote de especies
forrajeras. Sin embargo, realizar quemas en un contexto de sequía y bajante extraordinaria del
Paraná, con múltiples focos simultáneos en toda la región sin planificación ni control, implica
un riesgo de devastación de los ecosistemas, superando cualquier nivel de resiliencia que
pudieran presentar las especies nativas.
Como uno de los legados de esta trágica situación, en septiembre de 2008 la Legislatura de la
Provincia de Entre Ríos sancionó la ley N.º 9.868 para el manejo y prevención del fuego. En esta
ley se establece la prohibición del uso del fuego en el ámbito rural y forestal sin autorización
expresa de la autoridad de aplicación. La normativa también plantea que toda aquella
persona que “tome conocimiento de la existencia de un foco ígneo que pueda producir o haya
producido un incendio rural o forestal” está obligada a denunciar ante autoridades
administrativas y/o judiciales. Más allá del notorio incumplimiento de esta legislación, y en el
caso de que se pruebe la intencionalidad de los incendios, cabe preguntarnos por qué la
voluntad de unas pocas personas prima por sobre los intereses y calidad de vida del conjunto
de la población isleña y de ciudades aledañas.
Áreas quemadas en islas frente a Baradero (Buenos Aires), luego de los incendios del 2008.
Vista general del campo en noviembre de 2008. Derecha arriba: detalle del suelo quemado y
cenizas; centro: restos de un nido; abajo: el fuego quema en forma diferencial dejando surcos
susceptibles a la erosión. Fotos: P. Kandus y Archivo del LETyE-3iA-UNSAM.
No todo el Delta es un campo ganadero
El Delta del Paraná tiene una complejidad propia dada por la heterogeneidad de sus
geoformas y los pulsos del río, que alternan períodos de inundación y de sequía. En estos
humedales, la producción ganadera es una actividad sumamente extendida y tradicional que
data de los principios de la colonización. A fines del siglo XVI, Hernandarias introdujo los
primeros 300 ejemplares de bovinos, y hay registros de traslado de ganado entre las islas y la
zona continental que datan del siglo XVIII. Pero la ganadería no es la única actividad
productiva; comparte espacio y tiempo en el mosaico de humedales con otras actividades
igualmente importantes como la forestación, la apicultura, la pesca comercial y artesanal, a
las que se suman el turismo, actividades recreativas y deportivas, sin dejar de lado muchas
actividades de subsistencia.
Difícilmente pueda pensarse al Delta como un área de conservación estricta, restringida del
accionar humano. Sus formas de vida tradicionales se remontan a la colonia y algunas, como
la pesca, son anteriores aún. También está muy cerca de los centros más poblados del país. En
cambio, se puede pensar en discutir un modelo de desarrollo sustentable, en el que deberán
contemplarse los conflictos entre los distintos usos, tanto los de tierra como los que se
desarrollan en el agua. Un modelo de desarrollo sustentable que garantice las funciones
ecosistémicas de los humedales que contribuyen a una mejor calidad de vida, tanto de la
población local como la de los habitantes de vastas áreas vecinas.
Los humedales del Delta del Paraná tienen un rol clave en la regulación hidrológica:
almacenan agua a corto y largo plazo, regulan la evapotranspiración y con ello la temperatura
local, disminuyen la turbulencia del agua y la velocidad de los flujos gracias a las densas
coberturas de vegetación y las geoformas propias de la planicie. Los diferentes procesos de
regulación bioquímica mejoran la calidad del agua y la disponibilidad de agua dulce,
almacenando, transformando y degradando, nutrientes, sales o contaminantes. Desde el
punto de vista ecológico, la mayoría de las comunidades de plantas herbáceas del Delta son
altamente productivas, secuestran carbono en el suelo y en la biomasa, ofrecen producción de
forraje para el ganado y resultan el hábitat de una gran diversidad de especies de fauna
silvestre. El real desafío es discutir un modelo de uso responsable, sustentable y solidario: se
trata de proteger los derechos de nuestra generación y de las generaciones futuras.
Hoy nos alertan los incendios en un momento de sequía, mientras que años anteriores
podíamos notar el impacto negativo de los endicamientos al anegarse grandes extensiones
aledañas a esos campos protegidos, la destrucción de islas enteras por la decisión unilateral
de construir un barrio privado, o el desarrollo de extensos embalses accidentales con aguas
quietas cuando el agua llenó el dique y no tiene por donde salir. El problema entonces no es la
ganadería en sí misma. No es el uso del fuego en sí mismo el factor a combatir, sino el modo en
que se desarrollan las actividades y la forma discrecional en que puede utilizarse este
disturbio como herramienta de manejo, particularmente sin poner en consideración al resto
de los actores involucrados de la sociedad, con la sola percepción del interés de mercado y sin
atención del ambiente.
El estrecho vínculo con las tierras vecinas, que caracteriza a los ecosistemas de humedal en
términos funcionales, obliga a democratizar la gestión del territorio y a entender al Delta
como “territorio fluvial”: esto significa garantizar la participación de todos los actores
interesados, la comprensión de su conectividad y el uso de un abordaje integral para su
gestión. En este sentido, difícilmente se encuentren en la actualidad humedales prístinos
frente a la acción humana. Quizás sea más útil pensarlos como “sistemas socioecológicos” (un
término usado en Colombia), haciendo partícipe a las y los actores sociales, y mejorando las
chances de preservar las funciones y biodiversidad de los humedales del Paraná.
Los humedales (y los territorios fluviales) son, a su vez, intrínsecamente variables a escalas no
percibidas usualmente por el devenir cotidiano ni incluso el de una generación. Su gestión,
entonces, necesita indefectiblemente contemplar escenarios futuros dinámicos, con
variabilidad estocástica y bajo procesos de cambio climático. Un programa integral nacional y
federal quizás podría ayudar a tomar conciencia y hacernos responsables frente a la
conservación y uso sustentable de los humedales, con estrategias de educación, gestión,
legislación e inventario. Sobre todo, necesitamos incorporar una mirada solidaria, que
garantice los derechos del conjunto de la sociedad, particularmente de quienes viven en las
islas, y de las generaciones futuras.
●https://es.euronews.com/2020/07/29/incendios-en-el-delta-del-parana-los-fuegos-que-indign
an-a-argentina
Incendios en el Delta del Paraná, los fuegos que indignan a Argentina
Incendios en el Delta del Paraná, los fuegos que indignan a Argentina
¿Qué está pasando en el Delta del Paraná? Argentina sigue con una mezcla de indignación y
preocupación la oleada de incendios que arrasan los pastizales de la zona de las islas desde
hace tres meses, los llamamientos dramáticos del ministro de Medioambiente, Juan
Cabandié, para que la Justicia persiga a los culpables y la aparente inacción de las
autoridades de las provincias de Santa Fe y Entrerríos. Cabandié tiene claro quién estás
detrás de los fuegos:
"Las personas que queman son personas del sector ganadero. Porque la producción sojera
ha expulsado del continente al ganado y lo ha llevado a las islas. Son 500 kilómetros
cuadrados de zonas afectadas por las quemas, que producen ese humo, lamentablemente,
tan perjudicial para las ciudades costeras del Paraná", explicaba Cabandié antes de añadir:
"Si se imputa a todos los dueños de las tierras donde se quema, e incluso si se pena
económicamente a estos responsables, creemos que esa va a ser la solución definitiva".
Cabandié es uno de los firmantes de una declaración conjunta de todas las autoridades
medioambientales regionales y estatales que expresan su gran preocupación por los daños
que los incendios están causando en el ecosistema del Delta del Paraná: a la fauna, a la flora
y a la población local. Con 14.000 kilómetros cuadrados y unos 20.000 habitantes permanentes,
es el quinto Delta mayor del planeta y también el más poblado.
● https://www.argentina.gob.ar/ambiente/faros-de-conservacion
La situación en el delta
La región del delta del río Paraná abarca una superficie aproximada de 17.500 km2 y se
extiende a lo largo de tres provincias, Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. Es una zona de
gran interés ecológico y biogeográfico, donde predominan los ecosistemas de humedal.
Los humedales son áreas que permanecen en condiciones de inundación o con suelo
saturado con agua durante períodos considerables de tiempo. Contribuyen de modo
decisivo al bienestar humano al desempeñar funciones de las cuales se derivan múltiples
beneficios. En la región del delta del río Paraná, los bienes y servicios ecosistémicos que
provee este humedal benefician al desarrollo y la calidad de vida de más de 15 millones de
personas. Entre sus principales servicios se encuentran la regulación de inundaciones, la
depuración de agua, la retención de sedimentos, carbono y xenobióticos, la formación de
suelos y la provisión de alimentos, maderas y fibras. Es, además, una zona con una muy
variada diversidad biológica.
En las islas del delta se produce desde hace años un fenómeno conocido como
“pampeanización”, esto es, el traslado a estos humedales de una serie de actividades
productivas propias del bioma de pampa húmeda. Estas actividades, desplazadas de esa
zona central por la generalización de otras de mayor rentabilidad, ocasionan un complejo
proceso de cambio de uso del suelo, visible en la aparición de endicamientos o terraplenes,
cuyo objetivo es impedir el libre ingreso del agua y evitar que los campos se inunden
naturalmente. Según estudios, cerca del 13 % de la superficie de la región se encuentra
endicada.
En abril de 2008, ocurrió un número inusitado de focos de incendio simultáneos, que llegó a
comprometer más de 170.000 hectáreas. El humo generado llegó a la ciudad de Rosario, la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Desde inicios de 2020, se registra la
mayor y más extensa bajante histórica del río Paraná de las últimas décadas. Esto deriva en
grandes superficies de humedales que se encuentran secos y con alta disponibilidad de
biomasa y material combustible, lo que aumenta el peligro de ocurrencia de grandes
incendios; desde enero 2020 a la fecha se vieron afectadas cerca de 600.000 hectáreas, con
aproximadamente 100.000 hectáreas quemadas en 2021, según información proporcionada
por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF).
Nuestras propuestas
https://www.youtube.com/watch?v=vYVSNzbtYrc
Los faros cuentan con torres, de entre 30 y 40 metros de altura, con cámaras multiespectrales
que permiten identificar humo y calor las 24 horas. Estas torres se vinculan a un software que
localiza los focos de incendio con coordenadas geográficas e indican el lugar de ocurrencia,
registran la hora exacta y emiten alertas que se envían a dos centros de monitoreo en tiempo
real, que funcionan las 24 horas, y donde son analizadas y retransmitidas a quienes tienen
que realizar las tareas de manejo del fuego.
https://www.youtube.com/watch?v=rAKLd8A6Fgc
Los faros de conservación permiten contar con una estrategia conjunta y permanente que
posibilite, no solo el combate de incendios, sino también la prevención, la concientización y el
impulso al desarrollo de actividades productivas sostenibles. En ese sentido, la iniciativa
incluye además cursos e instancias de capacitación para las comunidades isleñas y
productores en materia de conservación de biodiversidad, prevención de incendios e
investigación y extensión sobre prácticas ganaderas que eviten el uso del fuego, entre otras
acciones.
● Informe de la TV Pública sobre los incendios en el Delta:Incendios en islas del Río Paraná
https://www.youtube.com/shorts/txn9A32c4gI
● TEDx Talks. (2019, 3 de enero). Para cuidar el ambiente, la conciencia no alcanza. Sergio
Federovisky. TEDxCordoba. Disponible en:Para cuidar el ambiente, la conciencia no alcanza |
Sergio Federovisky | TEDx…5 Merlinsky, Gabriela (2021) Toda ecología es política. Las luchas por
el derecho al ambiente en Busca de alternativa de mundos. Buenos Aires, Siglo XXI
https://www.youtube.com/watch?v=CLq6tykbIrk
.
● Ministerio de Ambiente y Desarrollo sustentable (2020) Informe de superficies
Afectadas por incendios en el Delta e Islas del Rio Paraná; Enero-Septiembre 2020.
Disponible en:
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/informe_superficies_afectadas_por_incencios_2
020_piecas-dp_final.pdf (PASO EN PDF)
2. Atuel, río seco. Carpeta con materiales sobre este conflicto: Atuel_rio seco (NO LO
ENCUENTRO)
https://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S032897022022000100029&script=sci_arttext&tlng=en
“La Educación Ambiental Integral (EAI) es un proceso que defiende la sustentabilidad como
proyecto social, el desarrollo con justicia social, la distribución de la riqueza, preservación
de la naturaleza, igualdad de género, protección de la salud, democracia participativa y
respeto por la diversidad cultural” (Ley 27.621)
https://www.argentina.gob.ar/justicia/derechofacil/leysimple/educacion-ciencia-cultura/educa
cion-ambiental-integral
Ley 27.621
Educación, ciencia y cultura
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