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INCLUSIÓN EN LA EDUCACIÓN
En la Conferencia Mundial sobre Educación realizada en Jomtien, Tailandia el 9 de marzo
de 1990, se comenzó a discutir internacionalmente la necesidad de abordar estrategias para una educación inclusiva. La declaración de Salamanca de 1994 (UNESCO, 1994) fue el punto de partida que reconoce que la escuela ordinaria, debe y puede proporcionar una buena educación a todo el alumnado independientemente de sus diferentes aptitudes. Es la diversidad que encontramos en todas las aulas lo que define la inclusión que responde a las diferencias y remueve barreras mientras que trata de evitar la marginación de los estudiantes más vulnerados. Es decir, que la educación inclusiva intenta que todos los/las estudiantes aprendan juntos. La educación inclusiva surge porque la educación es un derecho humano básico. Para ello cada estudiante necesita alcanzar el nivel de desarrollo personal más alto posible, sin los obstáculos que el entorno educativo a con frecuencia ofrece. Se espera que desde las instituciones se eliminen la mayor cantidad de barreras posibles. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA ENTRE INCLUSIÓN E INTEGRACIÓN? Aunque a veces se usan ambos conceptos como sinónimos, no lo son. Mientras que la integración se centra en las diferencias, la inclusión se centra en las capacidades de cada persona independientemente de que sean personas con discapacidad o no. Es por esto que se habla de educación inclusiva y no de educación especial; esta última no constituye un enfoque único para todos, sino que está diseñada para satisfacer las necesidades particulares de cada estudiante que tenga una discapacidad. La integración también supone que la problemática está centrada en el/la estudiante y que es éste/ésta es quien debe adaptarse al entorno. En cambio, la inclusión reconoce las problemáticas que cada persona trae consigo, es decir, reconoce a cada sujeto y propende hacia la educación equitativa. ¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE LA EDUCACIÓN ESPECIAL Y EL CONCEPTO DE EDUCACIÓN INCLUSIVA? La educación especial está formada por una serie de mecanismos de integración de las personas que tienen una condición “especial”, tanto desde el punto de vista físico como funcional o social. Estos mecanismos comprenden áreas de la enseñanza y aprendizaje basados en varias disciplinas que propenden hacia un proceso de integración de las personas. Por su parte, la educación inclusiva se compromete a no discriminar entre las capacidades de unos y otros, sino que los procesos de enseñanza y aprendizaje, sean equitativos para todos y todas proveyendo las mismas oportunidades dentro de un marco de calidad educativa. La inclusión busca que las personas puedan compartir los mismos ámbitos. Es decir, que focaliza no en la persona con discapacidad, sino en intentar que no haya barreras en el ambiente para que se produzca el hecho educativo con todos sin discriminación. Cuando se habla de educación inclusiva no se trata sólo de incorporar estudiantes diversos a las instituciones, sino también de la importancia de readaptar las escuelas, los planes de estudio y todo lo que sea necesario para que todos los estudiantes tengan acceso a un proceso educativo realmente inclusivo. El tema de la inclusión no es nuevo, pero sí es una temática que se escucha más en el mes de junio por ser el mes del orgullo. También se habla mucho de este tema cuando se trata de incluir a estudiantes que tienen algún tipo de discapacidad, sin embargo, la inclusión es mucho más que eso. Es ver por las necesidades educativas de cada estudiante, considerando sus condiciones sociales, interculturales, de salud, personales, etcétera. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de educación inclusiva? La UNESCO define la educación inclusiva como “un proceso para responder a la diversidad de todos los estudiantes, garantizando su presencia, participación y logros; atendiendo especialmente a quienes, por diferentes razones, están excluidos o en riesgo de ser marginados, por lo que es necesario definir políticas y programas educativos, con el fin de que la educación sea para todos”. En el 2017, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) junto a los ministros de educación de América Latina y el Caribe (ALC) se comprometieron a desarrollar políticas inclusivas para “mejorar la calidad y la pertinencia de la educación”. Para cumplir con esto, las escuelas de cada país no deben tener mecanismos de selección ni discriminación de ningún tipo, y deben adaptarse para incluir a los diversos estudiantes y sus necesidades. “La educación inclusiva se fundamental en principios como la equidad, la igualdad de oportunidades, el acceso sin distinciones ni privilegios y la atención a las necesidades educativas como elementos centrales del desarrollo; por tanto, se imparte gratuitamente y se definen acciones para garantizar el derecho de todos los ciudadanos, sin distinción ni privilegio, a los primeros niveles de educación”. La ONU incorporó a la educación inclusiva como su cuarto Objetivo de Desarrollo Sostenible y realizó un estudio sobre cómo los países de ALC se están esforzando para hacer la educación más inclusiva. En la región, de los 19 países estudiados, la mayor parte no comparte información de cómo y qué hacen para alcanzar estos objetivos. De la proporción de las escuelas primaria con infraestructura para estudiantes con discapacidad, por ejemplo, sólo cinco tienen información al respecto. De estos pocos países, menos de la mitad tienen la infraestructura que se necesita para ofrecer una educación adecuada a estos estudiantes. Aún más grave es que se desconoce la proporción de docentes que tienen la formación requerida para trabajar con estudiantes que tienen algún tipo de discapacidad. La mayoría de las escuelas educan a los estudiantes en cuatro diferentes entornos: 1) ser educado en un salón de clases regular con el apoyo de un asistente de maestro, 2) ser educado en un salón de clases regular con un maestro de apoyo adicional. 3) ser educado en una clase especial dentro de una escuela ordinaria y 4) ser educado en una escuela especial segregada. Para medir la eficiencia de cada uno de estos entornos se requiere involucrar a los docentes, familias e infantes con dificultades de aprendizaje, de conducta, con alguna discapacidad, entre otros. Cada uno debe dar su punto de vista sobre la educación inclusiva, dar a conocer cuáles son sus metas, si están satisfechos con el sistema educativo actual, si les gustaría intentar otras metodologías, qué quieren lograr a corto y largo plazo, y cómo sienten que toma la comunidad la educación inclusiva. Además, se debe capacitar a los docentes sobre prácticas inclusivas y no discriminatorias. En este informe se menciona que “la educación inclusiva atiende las necesidades educativas en un ambiente de calidez para los estudiantes, docentes y familias; además, busca lograr en todos los estudiantes su presencia, participación y éxito académico en los diferentes niveles educativos y según los contextos de estudio”. Los diferentes países incluidos en el estudio se han concentrado principalmente en los estudiantes, dejado la formación docente de lado. Muchos de los docentes no aprendieron sobre educación inclusiva durante su formación, por eso es importante capacitarlos al respecto y mantenerlos actualizados.
Según el reporte, estos programas deben incluir “las normativas locales e
internacionales; el nuevo enfoque de la educación inclusiva, desde su epistemología, fundamentos y las diferentes condiciones que pueden presentar los estudiantes en el marco de una a educación inclusiva; los principios de intervención temprana; los modelos para hacer inclusión, enfocados a la gestión de los docentes y directivos; la implementación de metodologías innovadoras e inclusivas, como comunidades educativas, grupos interactivos, aula invertida, aprendizaje basado en proyectos y/o problemas, tertulias literarias o la definición de metodologías en las cuales el docente haya tenido mucho éxito; metodologías de evaluación de aprendizajes adaptadas, entre otras líneas de actualización”. Debe llevarse a cabo un trabajo de atención y motivación a los docentes ya que ellos están en el centro de todo, si no cuentan con una buena formación o no tienen las herramientas para saber cómo formar a estudiantes con distintas necesidades, la educación inclusiva nunca será posible. ¿La educación inclusiva es realmente inclusiva? Como es el mes del orgullo, es necesario mencionar a las infancias y juventudes LGBTQ+ ya que, según un informe de la organización Stonewall, muchos de ellos sufren de bullying y acoso. Tan sólo el año pasado, en Hungría se aprobó una ley que prohíbe la enseñanza de contenido LGBTQ+ en las escuelas, lo cual puede generar aún más discriminación contra esta comunidad. Muchas familias están a favor de prohibir este tipo de enseñanza ya que consideran que no es “apropiada para la edad”, pero según investigaciones de Stonewall del 2018 la educación inclusiva no puede esperar. Las actitudes anti-LGBTQ+ y discriminatorias se ven desde temprana edad, si las escuelas buscaran desarrollar en los estudiantes actitudes inclusivas desde una edad temprana, disminuirían los casos de acoso más adelante. Otra encuesta realizada por GLSEN en el 2017 en Estados Unidos, reportó que sólo a uno de cada cinco estudiantes LGBTQ+ se les enseñó sobre representaciones positivas de personas que pertenecen a esta comunidad en las clases de historia. Un 64.8 % de los estudiantes dijeron que no tenían acceso a información sobre esta minoría en la biblioteca de sus escuelas ni a través de las computadoras de las instituciones, ni en lecturas asignadas. Por eso es importante comprender cómo es realmente la educación inclusiva y los beneficios que tiene para todas las personas. La educación inclusiva busca enseñar sobre el respeto y la aceptación de personas de todo tipo, ya sea diferentes etnias, género, orientación sexual, fe, (dis)capacidades, etcétera. Se trata de asegurar que todas las personas tengan acceso a un ambiente escolar seguro y donde puedan ser felices. Para ello, es vital tener políticas educativas, programas, planes de estudio, entre otros, que reflejen la diversidad total del mundo en el que los estudiantes viven, debido a que, al integrarse en la sociedad en su adultez, convivirán con una gran diversidad de personas en distintos aspectos y momentos de sus vidas. Si desde la infancia, contamos con este tipo de información, la vida adulta será mucho más llevadera, empática y armoniosa. Según un artículo publicado para la revista Education Sciences, las familias argumentan que las políticas públicas de inclusión total les negará el derecho a elegir lo que consideran el entorno educativo más apropiado para sus hijos. Además, muchos creen que las escuelas no cuentan con el personal preparado para brindar a sus hijos la mejor educación. Por su parte, los docentes indican que, para poder trabajar con estudiantes LGBTQ+, con discapacidades, dificultades de aprendizaje o de comportamiento, necesitan una mayor preparación. Los docentes necesitan más apoyo y, en varios casos, incluso ayudantes, y recursos apropiados para el aula. Sin un sistema de apoyo garantizado y que se actualice constantemente, los educadores seguirán viendo la educación inclusiva como algo negativo o que hay que evitar, en lugar de ser vista como una propuesta a su favor y que podría beneficiar a toda la comunidad educativa. BIBLIOGRAFÍA https://www.apdh-argentina.org.ar/sites/default/files/2022-11/APDH%20-%20Comisi %C3%B3n%20de%20Discapacidad%20-%20Informe%20sobre%20Educaci%C3%B3n %20Inclusiva%202022.pdf
Educación Inclusiva: Estrategias Para Satisfacer Las Necesidades De Todos Los Estudiantes: Educación Innovadora: Estrategias, Desafíos y Soluciones en Pedagogía