Bosquejo Busca A Dios

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BOSQUEJO DOMINGO 14

TEXTO: Isaías 55: 1-9

TEMA: Busca A Dios

PROPÓSITO GENERAL: Evangelístico

INTRODUCCIÓN: A través de la Biblia hallamos escrita en letras de molde esta


gran verdad. Dios busca al hombre pecador. Lo buscó en el Huerto del Edén (Gen
3:8-9) Lo siguió buscando mediante las bendiciones y los castigos de divina
providencia y mediante las amonestaciones de sus profetas. Y por fin lo buscó
mediante el envío de su amado hijo quien declaró el propósito de su venida en las
parábolas (Lucas 15:1-10). Pero emparejada con esta gran verdad está otra de
igual importancia, o saber: que el hombre debe buscar a Dios. Uno de los notables
pasajes bíblicos que encarecen este deber es Isaías capítulo 55.

O.T.: ¿Qué nos enseña Isaías 55?

I. Nos enseña que debemos de buscar a Dios porque solo el satisface


los anhelos y las necesidades de nuestro corazón. V. 1-2
A. En forma poética Isaías presenta estos anhelos y necesidades bajo tres
figuras: el agua, el vino y la leche (v.1). El agua refresca, el vino alegra, la
leche nutre e imparte vigor. El hombre anhela algo que satisfaga su sed
espiritual, algo que le consuelen sus momentos de dolor; algo que le
fortalezca en sus pruebas y tentaciones. Mas bien anda en busca de
satisfacción espiritual.
B. El mundo nunca satisface (v.2). El hombre se afana, trabaja y se deshace
en un frenético ir y venir. Prueba todo lo que el mundo ofrece, y al fin de la
jornada se queda con las manos vacías, con el corazón doliente, con
recuerdos amargos y sin esperanza para el porvenir.
C. En cambio, Dios si satisface. Nuestra sed espiritual es nada menos que sed
de Dios. (salmos 42:1-2ª). Por esto el Señor Jesús nos invita a venir a él
para saciar nuestra sed y luego convertidos en canales idóneos para
comunicar esta satisfacción a otros. Juan 7:37.

II. Nos enseña que la manera correcta de buscar a Dios es por el


arrepentimiento y la fe. V. 7
A. Tal vez sea cierto que “todos los caminos conducen a Roma”, pero hay uno
solo que conduce a Dios. No importa ni la sinceridad que nos caracteriza ni
el celo que nos anime, si no buscamos a Dios por el cambio establecido por
él, nunca lo encontraremos. Este camino es el del arrepentimiento y de la
fe. (Hechos 20:20-21).
B. El arrepentimiento significa apartarnos de dos cosas de nuestro impío
camino (lo malo que hacemos) y de nuestros inicuos pensamientos (lo malo
que somos). Cometemos maldades (Ecle 7:20) porque somos malos (Jer
17:9). Tenemos que reconocer y apartarnos de ambas realidades.
C. La fe significa “volver a Dios” confiando tanto en su misericordia para
recibirnos, como en su fidelidad y poder para cumplir lo que se nos ofrece.

III. Nos enseña que sí buscamos a Dios de la manera ya indicada,


recibiremos de él cuatro bendiciones. V.7b-13.
A. Recibiremos el amplio perdón de todos nuestros pecados. V. 7b
B. Recibiremos gozo. V. 12; Juan 15:11
C. Recibiremos paz. V. 12; Juan 14:27
D. Recibiremos la transformación de nuestro carácter V. 13. Nuestra inutilidad
será cambiada en utilidad, (en el lugar del espino crecerá el ciprés) y
nuestra fealdad será cambiada en hermosura (y en lugar de la ortiga, el
mirto).

IV. Nos enseña que el tiempo de buscar a Dios es ahora mismo. V. 6


A. Debemos buscar a Dios ahora mismo por causa de la brevedad de nuestra
vida, cuya duración las Escrituras comparan con la hierba (salmos 103:15).
La neblina (Santiago 4:14) y el paso de una nave veloz (Job 9:26)
B. Debemos buscar a Dios ahora mismo porque es peligros presumir de su
paciencia. (Genesis 6:3; proverbios 1:24-26)

CONCLUSIÓN: ¿Qué más necesita oír? El soberano Dios, Creador y sustentador


del universo le busca. Le ama y quiere perdonar sus pecados y colmarle de gozo y
de paz. Quiere transformar su vida totalmente. Pero no lo hará si no reconoce que
su pecado en esta vida y de inalterable condenación después. Debe corresponder
a la búsqueda de Dios con su propia búsqueda de él. Arrepiéntase, pues, de sus
pecados y confíe de corazón en Cristo Jesús como su único Salvador. Por esto le
decimos con el himnólogo: “Ven a Cristo, ven ahora, ven así cual estás; y de él sin
demora el perdón obtendrás”.

En una ocasión leí de un pastor que viajaba en tren. Enfrente de él iba un joven
que daba muestras de estar muy nerviosos. Después de breves palabras de
saludo, el pastor se identificó y dijo: “Joven, veo que algo te preocupa. Si puedo,
me gustaría ayudarte”. El joven no se hizo de rogar. Dios que hacía tiempo, había
ofendido gravemente a su padre y tuvo que salir del hogar. Pero habiendo
reconocido su culpa, le había escrito, pidiéndole perdón y diciéndole que en ese
día quería volver al hogar. Pero no sabiendo si su padre quería perdonarle, le
había pedido como señal que colgara un trapo blanco en una rama del manzano
que crecía frente a su casa y cerca de la vía del tren. Si veía la señal, se bajaría
en la estación del pueblo. “Pero temo mirar” dijo el joven, “quizá mi padre no me
quiera perdonar”. Tranquilízate joven le dijo el pastor, “Yo miraré por ti”. Y un
momento después exclamó: “¡Joven, mira! ¡Hay un trapo blanco colgando en cada
rama del manzano!” ¡Así de amplio, amigo mío, es el perdón que Dios te ofrece!

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