Apunte de Epistemológica A La Psicología
Apunte de Epistemológica A La Psicología
Apunte de Epistemológica A La Psicología
Ciencias de la Salud
Fundación H. A. Barceló
Licenciatura en Psicología
1° año
Cátedra: Historia y
Actualidad de la Psicología
APUNTE DE CÁTEDRA
Introducción
Si partimos de la pregunta acerca de “¿Qué es la Psicología?” nos encontraremos que no contamos con una
respuesta unívoca, ni cerrada. A lo largo de la historia de la Psicología, distintos pensadores, investigadores
y científicos, fueron dando distintas definiciones acerca del objeto de estudio que corresponde a esta
disciplina, así como del método que debe implementar en sus estudios. Veremos que en el campo de la
Psicología (así como en el de muchas de las ciencias humanas) hay un permanente debate entre diversas
posturas las cuales, en muchos casos, son antagónicas. ¿De qué dependen esas diferencias y discusiones?
¿Qué variables y factores determinan una u otra postura? Las diferencias entre posturas están dadas, sobre
todo, por distintos modos de concebir al objeto de estudio –el ser humano-, así como el modo de entender
la ciencia y sus criterios de producción. Así, objeto, método y criterios de cientificidad serán los
prolegómenos que hacen de la Psicología un campo en permanente debate y redefinición.
Los manuales de Historia de la Psicología señalan el nacimiento de la Psicología como disciplina científica en
1879 de la mano de Wilhelm Wundt, en la Universidad de Leipzig, Alemania. Podemos preguntarnos,
entonces, si antes de esa fecha no había elaboraciones con relación a temas psicológicos y, si los había, qué
características presentaban.
La psicología durante muchos años fue inseparable de la filosofía; el término “psicología” raramente fue
utilizado hasta el siglo XVIII, pero más allá del nombre que la designa, el campo al que se aboca tiene una
larga historia y ubicamos sus comienzos en el pensamiento la mentalidad racional de los griegos.
Sócrates (470–399 a.C.) consideraba que el alma es la sede de las facultades racionales humana y se
caracteriza por su capacidad de reflexión para unir aquello que parece diverso y separado. El alma es
la que permite distinguir el bien del mal y no solo de una forma puramente intelectual sino,
esencialmente, desde la acción. El hombre actúa en forma justa cuando logra evitar el mal. El alma
es lo que el hombre “es” cuando se niega a dejarse guiar por las opiniones corrientes y mira hacia
dentro de sí, en su propia capacidad para distinguir. Esto resulta innovador en la medida que exige al
hombre “mirarse dentro de sí‟, conocerse. Según Sócrates, no sabemos nada, todo surge de nuestro
esfuerzo por pensar y descubrir, mediante la razón, lo que está oculto.
Su principal discípulo, Platón (428-347 a.C.) avanzará en la concepción socrática del alma, creando
un sistema que retoma los desarrollos socráticos para integrarlos con una redefinición de la cultura
griega, desde los aspectos individuales y éticos, hasta lo colectivo y político, las artes, la educación, el
trabajo, etc. Para este filósofo, el alma es el lugar de manifestación de la idealidad, de la verdad que
no cambia, de las ideas supremas y verdaderas, en contraste con la mutabilidad de las opiniones. El
hombre es esencialmente alma y esta es el camino a la salvación, la vía para superar los límites de la
existencia, a través de un trayecto de ascenso hacia la verdad, hacia el reino de las ideas. Mientras
que para Sócrates la verdad se la actúa, para Platón la verdad se la piensa. El alma es un ente
incorpóreo pero caído en el cuerpo, siendo ella es el origen del movimiento del cuerpo. Para
liberarse, el alma debe desprenderse de las cadenas que la vuelven esclava de la corporeidad (mito
de la caverna). En el nivel de lo político, solo los hombres cuya alma es esencialmente racional deben
asumir la carga del mando. El alma racional es aquella que puede acceder a la verdad que se
encuentra en el interior del hombre y reside en el campo de las ideas, que son innatas. Por tal
motivo, a este sistema filosófico se lo denomina idealismo y de este se derivarán concepciones
racionalistas en la época moderna.
Aristóteles (384-322 a.C.), por su parte, realiza una sistematización y a la vez una revisión crítica de
las doctrinas platónicas. Lo que cambia con este filósofo es la relación del alma con lo corpóreo. El
alma es en todo ser vivo, el principio motor y de causalidad y, al mismo tiempo, la finalidad y la
perfección final. Su ser consta de un cuerpo que tiene la vida en potencia; la configura no como una
sustancia independiente, sino como intrínsecamente asociada a la corporeidad. No se trata para
Aristóteles de oponer entre sí las partes, sino de comprender las interacciones recíprocas. Sin
embargo, no niega la relación del alma con lo divino, lo eterno y lo inmutable. Distingue un alma
vegetativa (destinada a la nutrición y a la reproducción), un alma sensible (que poseen también los
animales y cumple funciones de percepción y de imaginación) y un alma racional (propia solo del
hombre). La concepción aristotélica del alma es funcionalista, como capacidad del cuerpo de actuar,
percibir y pensar. El alma permite además la unificación de las funciones corporales. Aristóteles
introduce así una valoración biológica de lo humano y, frente a Platón que concibe alma y cuerpo
como opuestos (dualismo), intenta una síntesis que supere los reduccionismos.
Por ejemplo, para San Agustín (354–430 d.C.), el alma es aquella que permite distinguir en forma racional el
valor de los bienes espirituales con respecto a los corporales. El ser humano está formado por cuerpo y
espíritu; el alma no está en oposición al cuerpo ya que necesita de él. El ser humano es un compuesto de
cuerpo (materia) y alma (forma). Pero lo más importante es el alma, en tanto el cuerpo es un mero
instrumento de la misma. La función del alma es el conocimiento. Además de las funciones propias de la
inteligencia, le corresponden también las de la memoria y la voluntad, adquiriendo esta última un especial
protagonismo en su pensamiento, al ser considerada una función superior al entendimiento. Para este
filósofo, el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios, pero ha sido deformada por el pecado y serán
la razón, la fe y la voluntad, las encargadas de restaurarla. Posteriormente, ya en el siglo XIII.
Santo Tomás de Aquino (1225- 1274), sistematizó la filosofía cristina, en general, y la Escolástica, en
particular. Abordó especialmente la relación entre la razón y la fe, retomando algunas formulaciones
filosóficas de Aristóteles. Insistió en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible son
compatibles y complementarias. Algunas verdades pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y
otras, como la composición de las cosas materiales, solo a través de la experiencia.
En la época medieval, la Teología era considerada la madre de todas las ciencias, luego se ubicaba la
Filosofía y, por último, la geometría, la aritmética y las matemáticas. A estas últimas, no se las consideraba
ciencias, porque ciencia era aquello que se ocupaba de los objetos supremos y, por tal razón, la teología
(que se ocupaba de Dios) era la ciencia superior, y le seguía la filosofía que se ocupaba de la obra divina.
Todo aquello no alineado con los dogmas del pensamiento religioso fue considerado por los teólogos
subversivo y hereje, y quienes lo sostenían, fueron condenados.
Un ejemplo fue el proceso de enjuiciamiento llevado a cabo contra Galileo Galilei en 1630. Hacia 1605, la
experimentación y la medición constituían para Galileo el fundamento más sólido de la ciencia. Si bien en la
Universidad de Pisa Galileo fue obligado a enseñar la teoría convencional de su tiempo, que el sol y todos
los planetas giran alrededor de la Tierra, más tarde, en la Universidad de Padua se vio expuesto a una nueva
teoría, propuesta por Nicolás Copérnico, la cual estimaba que la Tierra y todos los demás planetas giraban
alrededor del sol. Las observaciones con su telescopio nuevo lo convencieron de la verdad sobre la teoría
heliocéntrica de Copérnico pero lo metió en problemas con la Iglesia Católica Romana en 1615. Galileo
expresó abiertamente la necesidad de separar las cuestiones teológicas de las científicas, con lo cual se
ganó la enemistad de la Iglesia. En 1633 la Inquisición lo declaró culpable de herejía y lo obligó a retractarse
en público, de su apoyo a Copérnico, fue condenado a desdecirse y a prisión domiciliaria hasta su muerte.
En forma sintética, la Modernidad podemos entenderla como un proceso histórico que incluye cambios en
diversas esferas: en la cultural, en los valores y en las creencias, en la economía y en la política (capitalismo
y caída de los imperios absolutistas), siendo uno de los rasgos que la distinguen, la secularización del
pensamiento, término que alude al proceso por el cual cierto orden de representaciones que encontraban
su legitimidad y su valor en un ordenamiento religioso (en el cual Dios era el punto máximo de verdad),
son reemplazados por valores y representaciones seculares, es decir, que no tienen raíz religiosa, sino que
se sustentan en las verdades y las instituciones que los hombres construyen.
A partir del proceso de secularización, en Occidente se marca una separación entre los distintos órdenes
religioso, político, estético y moral. Podemos decir que esta es una de las principales características que
definen a la Modernidad, la cual colabora en la construcción de la concepción del hombre como un ser
ilustrado, “iluminado”, capaz de hacer uso correcto y por sí mismo de su propio entendimiento.
John Locke (1632-1704) hizo hincapié en la importancia de la experiencia de los sentidos en la búsqueda del
conocimiento, en reemplazo de la reflexión pura y especulación intuitiva, propio de las concepciones
filosóficas racionalistas.
Locke afirmó que la mente de una persona en el momento del nacimiento es como una tabula rasa, una
hoja en blanco sobre la cual la experiencia imprime el conocimiento, y no creía en la intuición o
teorías de las concepciones innatas. La propuesta fundamental es que todo conocimiento debe provenir de
los sentidos. El hombre puede nacer con la capacidad para adquirir conocimientos pero todo lo que conoce
proviene de su experiencia.
Por su parte, David Hume (1711-1776), influido fuertemente por las tesis empiristas de Locke y otros
filósofos empiristas y asociacionistas, fue más allá e intentó probar que la razón y los juicios racionales son
tan solo asociaciones habituales con diferentes sensaciones o experiencias (asociacionismo). Los sentidos
nos proporcionan sensaciones aisladas y, por ejemplo: ¿cómo sabemos que un haz de luz que impresiona
nuestros sentidos, es una pelota? Este dilema fue resuelto por los empiristas introduciendo el concepto de
asociación. Al darse cuenta de que las sensaciones, por separado, no pueden transmitir los significados y
connotaciones de los objetos, adoptaron el principio de asociación para explicar cómo se conectan las
sensaciones: si se producen juntas con suficiente frecuencia, una sola de ellas puede provocar el recuerdo
de las otras. El significado de una palabra sería la suma total de ideas asociadas que son evocadas al
pronunciar o leer esa palabra.
Para el empirista, el problema es el origen de las ideas, de dónde vienen; si estas no son innatas, ¿cómo se
forman, de donde provienen: de la experiencia, y esta es de dos tipos: experiencia de sensación o externa y
experiencia de reflexión o interna. A la primera le corresponden los sentidos externos, a la segunda, las
operaciones de la mente. Ambas se relacionan, ya que la reflexión implicaría la toma de conciencia de las
propias sensaciones y la coordinación de estas en pensamientos complejos.
Las ideas son copias pasivas del mundo por lo que la conciencia humana se constituye en reflejo pasivo de
lo real, así el ser humano fue concebido como un pasivo captador de impresiones sensoriales. Pero queda
claro que es la sensación la que tiene primacía por sobre la reflexión. Esto plantea una diferencia tajante
con la postura de Descartes y es el terreno sobre el que se afirmarán las ideas fundantes de la Psicología
científica.
Modelo ideal de conocimiento: matemáticas; Mente como tabula rasa: se imprimen las
razonamiento deductivo. sensaciones que luego dan lugar a las ideas y al
pensamiento, es un “receptáculo” que se va
Relación del sujeto con el conocimiento: llenando a partir de las experiencias y el
aprendizaje. Niega la existencia de ideas
S O innatas.
En el siglo XIX, las ciencias naturales obtuvieron a través de la aplicación del método experimental en el
laboratorio, un gran éxito y pasaron a ser el modelo de cientificidad. Las ciencias sociales la tomaron como
modelos a imitar. El razonamiento científico válido para el avance del conocimiento científico en este
contexto, era el método inductivo: a partir de la observación experimental en el marco del laboratorio, los
científicos comenzaran a reproducir, observar, medir, cuantificar, los fenómenos de la naturaleza para
generar leyes universales que permitieran explicar las regularidades de la naturaleza. Este método se opone
al tipo de razonamiento deductivo, que fue el modo fundamental de construir conocimiento en el ámbito
de la filosofía: partiendo de ciertos postulados que se toman como verdaderos se deducen, por la vía del
razonamiento, los casos particulares.
El paradigma positivista
August Comte (1798-1857) fue el primer pensador que hizo extensivos los principios de las ciencias
naturales a las ciencias sociales. Utilizó el término Positivismo para denominar su teoría. Su concepción
sobre el conocimiento no acepta otra realidad que la de los hechos y no investiga otra cosa que las
relaciones entre ellos. Para Comte, la ciencia consistía en un método preciso y seguro, cuyas leyes teóricas
se basaban en una sólida observación empírica. Para él, las ciencias sociales eran afines a las ciencias
naturales. Rechazó la idea de que el conocimiento puede derivar exclusivamente del pensamiento (a través
del razonamiento deductivo) y afirmó, en cambio, que el conocimiento solo procede de la evidencia
empírica.
Según este sociólogo, el pensamiento humano fue atravesando distintas etapas en su desarrollo. Luego de
alejarse de un primer estado teológico –caracterizado por la búsqueda de causas primeras–, como así
también de un segundo estado, el metafísico –que busca las causas abstractas–, llegaría al estado positivo,
donde se buscan las leyes que relacionan los hechos. La construcción del conocimiento positivo se basa en
la lógica inductiva, cuyos saberes buscan generalizarse a partir de proposiciones particulares. Comte
concibió la idea de que las disciplinas sociales o humanísticas, o como solían llamarse también, del espíritu,
para generar conocimiento objetivo y verdadero, debían asemejarse en sus planteos y métodos a las
ciencias naturales.
El desarrollo de las ciencias vuelve necesario establecer criterios de validez y confiabilidad de los resultados
que las mismas arrojan. ¿Cuándo un resultado puede generalizarse? ¿Cuántos casos hay que tener
corroborados para dar cuenta de una ley universal? Para acceder a leyes universales, ¿es suficiente el
método inductivo; colabora en algo la deducción? En síntesis,
¿cuáles son los fundamentos de la ciencia? ¿Cuáles son los criterios que nos permiten demarcar entre
aquello que no es ciencia y lo que sí puede considerarse científico? Con el objeto de establecer y mantener
la distinción entre conocimiento de base empírica y la simple especulación, se necesitan algunas normas de
demarcación. Estos criterios de demarcación los aporte la reflexión epistemológica. El término
epistemología (del griego episteme: "conocimiento" y logos: “estudio”) es la rama de la filosofía cuyo objeto
de estudio es el conocimiento. Dicho término, a lo largo de la historia de la Filosofía, tuvo distintas
acepciones.
Por ejemplo, en Grecia, Platón efectuó reflexiones respecto de los tipos de conocimiento existentes y qué
validez tiene cada uno. Opuso el tipo de conocimiento llamado episteme al conocimiento denominado
doxa.
Mientras que este último era el conocimiento vulgar u ordinario del ser humano, no sometido a una
rigurosa reflexión crítica, la episteme era el conocimiento reflexivo elaborado con rigor.
El Positivismo constituye una epistemología en tanto establece los criterios de cientificidad para demarcar el
conocimiento positivo o verdadero del que no lo es. Reconoce solo dos formas de conocimiento científico:
el empírico (basado en la observación experimental) y el lógico (basado en la deducción). El que privilegia
esta corriente es el primero, basado en la tradición filosófica empirista por la cual todas nuestras ideas nos
llegan a partir de la experiencia sensorial del mundo. Las ideas solo merecen llamarse conocimiento si se las
puede someter a la prueba de la experiencia empírica.
Respecto al objeto de estudio de esta naciente disciplina, se hizo necesario definir un objeto de
estudio asimilable a un objeto natural del mundo. Así, el recorte del objeto de estudio que
propone Wilhelm Wundt, su fundador, es la conciencia (en tanto sede de las facultades
mentales) reducida a sus componentes psico-fisiológicos.
Pero hay que destacar que el pasaje de la etapa precientífica o filosófica de la psicología a su etapa
científica, se produjo –sobretodo- respecto del método de investigación: este pasó la introspección
experimental.
Otra de las influencias de la época que marcaron este comienzo de la psicología, fue la Teoría de la
evolución de Charles Darwin, teoría que contribuyó a afianzar la idea del hombre como un ser natural. Si
bien la Teoría de la evolución formulada por Darwin es para dar una explicación de base científica al origen
del hombre, su extrapolación a otros aspectos no biológicos propios de la vida humana, contribuyó a que se
soslayaran aspectos culturales, sociales y emocionales propios de lo humano
El riesgo de extrapolar la Teoría de la evolución al campo psicológico o social consiste en explicar, mediante
un reduccionismo naturalista, la conducta humana a través de leyes puramente biológicas, dejando de lado
la comprensión de los factores históricos y culturales fundamentales de la vida humana.
John Herbart (1776-1841), había intentado aplicar las matemáticas al estudio de la vida psíquica y, en 1824,
escribió un libro llamado Psicología Científica.
Ernst Weber (1795-1878), fisiólogo y anatomista, efectuó investigaciones psicológicas, dado que en el
campo de la fisiología se dedicaba a investigar las sensaciones táctiles y visuales. La Ley de Weber, es una de
las primeras leyes en el campo de las primeras investigaciones psicológicas. Indica que “la cantidad de
excitación necesaria para distinguir una primera sensación de una segunda sensación está en relación –
constante y determinable– con la sensación inicial.” Por ejemplo, se le coloca a un sujeto una cantidad x de
porotos en la mano se le va agregando de uno en uno por vez. Luego, se le solicita que indique cuándo
“siente” o “percibe” que tiene más peso en la mano. El sujeto no indica que percibe más cantidad con cada
poroto que se le agrega, sino cada 5 unidades, por ejemplo. Si comenzó con 10, en la número 15 percibe el
aumento de peso, luego en la 20 y así sucesivamente. De allí se desprende que la excitación crece o decrece
de manera continua y la sensación de manera discontinua; y que la cantidad de excitación correspondiente
a un umbral diferencial está en relación fija con la excitación inicial.
Gustav Fechner (1801-1887) tenía formación biológica y, durante muchos años, trabajó en el terreno de la
física. Sus intereses se centraron fuertemente en la búsqueda de una correlación cuantificable entre lo físico
y lo mental. Se propuso deducir matemáticamente una ley más precisa que la de Weber. La Ley de Weber-
Fechner indica que la sensación crece como el logaritmo de la excitación. Esto significa que la sensación del
peso de los porotos, tomando el ejemplo anterior, no se registra exactamente cada 5 unidades, sino
primero a los 5, luego cada 7, y así va en aumento en función del peso previo.
Es interesante el intento de estos investigadores de conferir a lo psicológico una cuantificación matemática.
Por su parte, Wundt era graduado en medicina, con formación básica en fisiología, aunque siempre se
interesó por cuestiones filosóficas y mentales. Inició sus estudios de fisiología con Von Helmholtz (autor
fundamental en la constitución de la fisiología como ciencia experimental), particularmente de fisiología
sensorial y, mucho antes de 1879, comienza a hablar de psicología fisiológica. Fue docente en la Universidad
de Heidelberg y sus intereses fueron cambiando poco a poco desde la fisiología hacia la psicología. Cuando
se traslada a enseñar desde esa ciudad a la Universidad de Leipzig es que va consolidando sus avances en el
campo de la Psicología Experimental. A pesar de su formación como fisiólogo, ocupa, en esa universidad,
una de las tres cátedras de filosofía. Esto se debe a que las autoridades consideraron que una de las tres
cátedras debía ser ocupada por alguien con formación en ciencias naturales, dato que nos permite
identificar el clima intelectual de Europa hacia fines del siglo XIX: el avance y consolidación del Positivismo
como concepción epistemológica, el impacto del evolucionismo y la intención de avanzar en el ámbito de la
Psicología Experimental, que aún formaba parte de la filosofía.
De esta manera, aquello que inaugura la Universidad de Leipzig es la idea de un centro de indagación, de
investigación y centralización de los temas que se van a investigar: el resultado es una cuantiosa producción
de investigaciones empíricas. Y lo que resulta fundamental, y a partir de lo cual se ubica a Wundt como
padre de la psicología moderna, fue la fundación del laboratorio, junto a una revista llamada Estudios
filosóficos en la que se difunden las investigaciones desarrolladas en el laboratorio de Psicología
Experimental. Hablamos anteriormente de lo importante que pasa a ser la creación de laboratorios como
espacios que sintetizan un modo de pensar la
ciencia y un lugar de encuentro entre los científicos, regulados por sus propias normas y roles.
Anteriormente, establecimos el dualismo que propone Descartes respecto del mundo material, sensible
(que puede ser abordado con métodos empíricos; se trata de un conocimiento indirecto del universo y del
propio cuerpo a través del cumplimiento de un método analítico estricto) y el alma o conciencia (que puede
ser conocida en forma directa a través de la introspección y evidencia intuitiva). Se trata de dos mundos
escindidos. La psicología moderna heredará estas problemáticas y se planteará encontrar, científicamente,
el modo de interacción entre el mundo interno y el externo, entre el mundo sensible y el mental.
Bajo el criterio analítico propio de las ciencias naturales, por el cual las unidades complejas deben ser
descompuestas en unidades simples, en elementos para ser estudiados, los psicólogos comienzan a buscar
las unidades mínimas o elementales de la conciencia: si en la conciencia hay pensamientos complejos o si
están conformados por materiales heterogéneos (imágenes+palabras+sentimientos). Si se descomponen los
pensamientos en sus partes constitutivas, se encuentran, entonces, con conceptos, imágenes, afectos; si se
descompone más todo esto, se encuentran (bajo una concepción empirista) con percepciones y,
paralelamente, si estas últimas se descomponen, hallarán sensaciones e imágenes. Por eso, de lo que se va
a ocupar esta escuela es de estudiar la correlación entre los estímulos externos y las sensaciones, que –
asociadas entre sí- dan cuenta de la formación de la experiencia consciente total. Tales elementos tienen
cualidad e intensidad. La cualidad es lo que nos permite distinguir una sensación auditiva de una visual, por
ejemplo. La intensidad es la energía que hace que un estímulo pueda ser percibido o caiga bajo la línea del
umbral de la percepción y, por lo tanto, no lo percibamos.
Esta configuración permite que se estudien en el laboratorio, con la asistencia de instrumental técnico, los
hechos de la conciencia reducidos a sus elementos últimos, con el fin de cuantificarlos, medirlos. En estas
ideas pueden observar la posición elementalista y asociacionista de esta primera escuela que sostiene que
el pensamiento está conformado por asociación de ideas. Esta psicología adjudica un papel central al
mecanismo de la asociación (ver el apartado 1.3.2. “El empirismo de Locke y Hume”), piensa la
conformación de un espacio mental constituido por representaciones (percepciones e impresiones)
relacionadas entre sí por ser semejantes, por haberse presentado en el tiempo en forma contigua o por
haberse presentado en los hechos como una causante de la otra.
De este modo, la psicología se gana su pasaporte al mundo de las ciencias.
Síntesis
Según podemos apreciar, Wundt desempeñó un papel muy importante en la constitución de la Psicología
Experimental. Su meta fue elaborar una psicología admitiendo solo hechos y recurriendo a la
experimentación y a la medición. Creó un laboratorio en 1879 en Leipzig, provisto del instrumental que
podía brindarle la ciencia de su época (ver Anexo). A su laboratorio asistieron estudiantes de muchos países
que, luego, al volver, llevaron las nuevas ideas. Esto hizo que hacia fines del siglo XIX las ideas de la
psicología alemana se hallaran extendidas en Inglaterra, Francia, Rusia y los Estados Unidos.
Además, Wundt efectuó diversos estudios referidos a la sensación, la percepción, la imagen, la memoria, los
sentimientos. Luego, también, se extendió a otras temáticas como el aprendizaje, la solución de problemas,
la emoción, la motivación. Se trató de una concepción elementalista (descompone el compuesto total, la
conciencia, en sus elementos constitutivos para estudiarlos experimentalmente) y asociacionista (concibe al
todo como conjunto de asociaciones entre ideas, por semejanza y proximidad en el tiempo). Estas
características muestran el carácter empirista (en cuanto a lo filosófico) y positivista (en cuanto a lo
epistemológico) de esta primera escuela de Psicología Científica. Esta orientación es la que se privilegia en
los relatos de la historia de la Psicología Científica, pero hay que tener presente que Wundt mismo sostuvo
que esta manera de investigar lo psicológico no daría cuenta de las características propiamente humanas. La
conciencia humana se caracteriza por constituirse gracias al lenguaje, al pensamiento, la voluntad, los
sentimientos. Todo esto no puede ser abordado con el método experimental, de cuño positivista, por lo
cual este científico desarrolla otra psicología llamada Psicología de los Pueblos donde propone utilizar los
métodos de la etnografía, la observación, la comparación.
A partir de esta primera Escuela Experimental del siglo XIX podremos ir ubicando y comprendiendo las
escuelas que, durante el siglo XX, se fundan en oposición a algunos de los rasgos propios de la misma. El
Conductismo, por ejemplo, en oposición a su objeto de estudio y su método; la Gestalt, a su concepción
elementalista, por ejemplo.
Hacia fines del siglo XIX, también en los Estados Unidos tuvieron un amplio desarrollo las investigaciones
experimentales de la escuela alemana. William James (1842-1910) fundó un laboratorio en la Universidad
de Harvard en 1875 pero no tuvo mucha producción ni difusión hasta haber quedado a cargo de un
discípulo de Wundt: Edward Titchener (1867-1927), quien nace en Inglaterra y estudio en Leipzig con
Wundt, radicándose luego en los Estados Unidos en 1892, fue quien produjo mayor desarrollo de la
psicología alemana en ese país. Y luego, en 1912, John Watson se pronunció contra los fundamentos de la
escuela alemana en los Estados Unidos a través de su Manifiesto conductista.
En nuestro país, también hubo una implantación de esta corriente de la Psicología Experimental hacia fines
de siglo XIX. Víctor Mercante fundó en San Juan, en 1891, el primer laboratorio. Por su parte, Horacio Piñero
organizó un laboratorio en el Colegio Nacional Buenos Aires en 1899 y, en 1901, otro en la Facultad de
Filosofía.