Epilepsias Del Lobulo Frontal
Epilepsias Del Lobulo Frontal
Epilepsias Del Lobulo Frontal
Las
del
Lóbulo frontal
Neuro
Books
Editores:
Rodrigo Solarte Mila, René Andrade Machado y José William Cornejo Ochoa
Las epilepsias del lóbulo frontal
ISBN:
Editores:
José William Cornejo Ochoa
Rodrigo Solarte Mila
René Andrade Machado
Diseño de carátula:
Juan Miguel Saldarriaga Díaz
Logística e Impresión:
Juan Fernando Velásquez
312 782 28 26
Impreso en Colombia
José Luis Ascencio L. Médico Neurorradiólogo. Jefe Servicio Resonancia Instituto Neu-
rológico de Antioquia. Unidad de Neuroimagen Funcional Institu-
to Neurológico de Antioquia. Docente Neuroradiología Universi-
dad de Antioquia
Dra. Adriana Goicoechea Astencio Neuróloga. Sección de Epilepsia. Instituto de Neurología y Neuro-
cirugía, Cuba
Luz Marina Galeano Toro Psicóloga, Neuropsicóloga Clínica. Grupo Epilepsia de Difícil
Control. Instituto Neurológico de Antioquia, Colombia
3
Sofía Carolina Castrillón Gutiérrez Psicóloga- Neuropsicóloga. IPS universidad de Antioquia. Inte-
grante del grupo de epilepsia de la Universidad de Antioquia.
Sandra Catalina Mesa Restrepo Pediatra – Residente de segundo año Neurología Infantil. Universi-
dad de Antioquia
Rodrigo Andres Solarte Neurologo UDEA. Epileptologia Francia. Director del Laboratorio
de Correlación electro-clínica CEC-LAB. Profesor Universidad de
Antioquia. Coordinador Grupo de Cirugía de Epilepsia. Ips Uni-
versidad de Antioquia.
Lic. Eduardo Martínez Montes Doctor en Ciencia Físicas. Investigador Auxiliar. Jefe del Grupo de
Neuroestadística del Centro de Neurociencias. Habana. Cuba.
Vanessa Benjumea Cuartas. Médica general del Grupo de Epilepsia del Instituto Neurológico
de Antioquia. Medellín. Colombia.
5
Prefacio
El lóbulo frontal siempre fue considerado misterioso, ignoto y arcano a pesar de su tamaño. Su
descubrimiento funcional es de reciente aparición, aunque las partes anatómicas fueron conocidas
hace un par de siglos. Por esto es tan importante sumergirnos en su estudio hasta tratar de agotar el
conocimiento que sobre este lóbulo hay en la actualidad.
Cuando Rembrand pintó su cuadro “lección de Anatomía del Dr. Deymon” en 1720, aparece
como el epítome de la enseñanza de la neuroanatomía de la época. En este cuadro se ve al anatomis-
ta con los lóbulos frontales expuestos en su cara superior y fue tal vez el primer intento en el estudio
de este lóbulo. Thomas Willys en el siglo XVII, al estudiar la circulación de la base del cerebro (que
lleva su nombre), mostró en sus láminas la base del lóbulo frontal. En 1786, Vicq D’Azyr describió
los que fueron luego epónimos anatómicos del lóbulo frontal, ya que mostró por primera vez la
fisura central y los giros pre y post centrales que llevan los nombres de quienes lo describieron.
En 1829, Luigi Rolando describió la misma fisura central que lleva su nombre pero con conceptos
incipientes de su función. Pierre Paul Broca en 1878, describió el aspecto intermesial de los hemis-
ferios que llamó el “el gran lóbulo límbico o “sistema límbico” y en 1879 este investigador describió
la afasia expresiva y su dominancia en la parte posterior de la tercera circunvolución frontal (zona
de Broca). Pero ellos solo se referían a la corteza cerebral. Matthew Baillie describió las estructuras
profundas, como el cuerpo estriado, el cuerpo calloso, el tálamo y la cápsula interna, basado en
los descubrimientos neuropatológícos como tumores, hemorragias, etc. La neuropatología fue la
antesala de la clínica. Jean Marie Charcot en el siglo XVIII, un destacado profesor de patología y, a la
vez, pero posteriormente, de neurología, describió la epilepsia como un cuadro clínico diferente de la
histeria y abolió el término de histeroepilepsia, que se usaba como un cuadro psiquiátrico. Describió
y dibujó hemiplejias, afasias y la parálisis agitante. Fue quien primero logró separar la neurología de
la psiquiatría en el aspecto de epilepsia.
7
El nacimiento de la neurología, dejó, sin embargo, por fuera las funciones del lóbulo frontal.
Quizá se hizo importante cuando en 1848 el médico general de aldea Dr. John M. Harlow (New
England Journal of Medicine. Dic. 1848) describió un caso de trauma de este lóbulo en joven de 25
años, con secuelas tardías consistentes en irreverencia, groserías, obstinación, infantilismo, abandono
de propósitos y cambios de conducta. El LF fue más conocido al comienzo por los psiquiatras, por lo
expuesto anteriormente y por los estudios de Egas Moniz (premio Nobel 1949) sobre la función del
LF en los trastornos psiquiátricos graves, los psiquiatras fueron los primeros en proponer la sección
del núcleo oval bifrontal y los neurocirujanos que lo hacían fueron obedientes. Por esto, Miniz ganó
el Premio Nobel en 1949.
Las manifestaciones clínicas de las crisis del LF son mucho menos conocidas que las del LT.
Sin embargo, sus conexiones isocorticales córtico-corticales son abundantes con el lóbulo parietal
y temporal, lo que hace que las manifestaciones ictales se confundan con las de estos lóbulos. La
evaluación de la actividad eléctrica se ve dificultada por la muy alta velocidad y la peculiaridad de las
vías de propagación de las descargas ictales Así, es aún muy difícil precisar los límites e identificación
anatómica de las estructuras cerebrales comprometidas en la iniciación de una crisis y por ende no
sabemos cuán extensa debe ser una corticectomía o aún una resección de partes de este lóbulo. Y así
la zona epileptogénica real se hace muy esquiva.
Jaime Fandiño-Franky
Introducción
El lóbulo frontal constituye la estructura encefálica más desarrollada desde el punto de vista
filogenético y es asiento de diferentes especializaciones anatómicas y funcionales propias del ser
humano. Estas particularidades son esenciales no sólo en el conocimiento de la fisiología general del
sistema nervioso central sino en su aplicación en condiciones como la epilepsia.
Embriología
Partiendo de los procesos de gastrulación (disco trilaminar), neurulación (tubo neural), vesicula-
cion primaria y vesiculación secundaria se encuentra que el lóbulo frontal se origina del telencéfalo,
segmento más desarrollado del prosencéfalo.(1,2)
Tanto desde el punto de vista anatómico como funcional el telencéfalo se divide en, rinencéfalo,
área estriada y neopalio (1). El rinencéfalo comprende el arquipalio (hipocampo) y el paleopalio
(raíces del nervio olfatorio, bulbo olfatorio, tracto olfatorio, estrías olfatorias y corteza olfatoria pri-
maria) (1,3). Del área estriada se generan los núcleos basales y del neopalio se deriva la mayor parte
de los hemisferios cerebrales incluida la sustancia blanca subyacente (1,2).
9
Citoarquitectura
La corteza cerebral mide entre 2 y 5 mm de grosor y contiene aproximadamente 100.000 millo-
nes de neuronas (4). Hasta una tercera parte del área cortical corresponde al lóbulo frontal (5). Se
encuentra organizada en láminas (eje horizontal) y columnas (eje vertical) (6).
Según la zona estudiada se puede encontrar diferente cantidad de capas o láminas que se pueden
agrupar en tres categorías: neocorteza de 6 capas que cubre los hemisferios cerebrales (excepto la
corteza visual donde la capa IV se subdivide en tres), arquicorteza de 4 capas en el hipocampo y
paleocorteza de tres capas en las cortezas insular rostral, olfatoria primaria y piriforme) (3,7). Sin
embargo, en algunas zonas de transición entre iso y alocorteza se describe la mesocorteza (perialo-
corteza, periarquicorteza) como en gran parte del cíngulo, la corteza orbitaria, parahipocámpica y
entorrinal (3). Se debe recordar que el término alocorteza engloba la paleo y la arquicorteza mientras
que isocorteza es sinónimo de neocorteza.
Anatomía cortical
La anatomía cortical se puede enfocar en 3 superficies: convexidad (dorsolateral), inferior (basal
u orbitofrontal) y medial (mesial). Como puntos de delimitación se cuenta con el surco central
(Rolando) y con la fisura lateral (Silvio).
En la convexidad se encuentran 3 surcos: frontal superior (SFS), frontal inferior (SFI) y precen-
tral (SPC) y 4 giros: frontal superior (GFS), frontal medio (GFM), frontal inferior (GFI) y precentral
(GPC). El SPC es el surco paralelo inmediatamente anterior al surco central, estructura que marca
el límite posterior del lóbulo frontal. El GFI, también conocido como triangular por su morfología,
comprende 3 subregiones delimitadas por los ramos anterior y ascendente de la fisura lateral (pars
orbital, triangular y opercular). El GPC se define entre los surcos precentral y central (división entre
lóbulos frontal y parietal) y se encuentra posterior a los GFS, GFM y GFI (8). El componente más
medial de los giros pre y poscentral conforma el lóbulo paracentral. Aunque existe variabilidad en la
apariencia de estas estructuras se debe tener en mente algunos referentes: el surco central tiene una
configuración de gancho en su componente parasagital, el área motora para la representación de la
mano tiene morfología de omega o de épsilon y los subcomponentes del GFI tienen forma de “M”
invertida (9).
La superficie medial está dominada por el cuerpo calloso. Hay surcos y giros tanto paralelos
como perpendiculares a su eje. Se encuentran 3 giros: cíngulo, frontal medial (GFMed) y lóbulo
paracentral así como 3 surcos: pericalloso, cíngulo y paracentral. El giro del cíngulo rodea el cuerpo
calloso. El GFMed es la representación del GFS en esta superficie. La porción distal del surco del
cíngulo es la pars marginalis, estructura que separa el lóbulo paracentral de la precuña. El surco
paracentral se observa entre el GFMed y el lóbulo paracentral. (3,8)
Anatomía subcortical
Gracias a la presencia de fibras de asociación, fibras comisurales y fibras de proyección, los dife-
rentes componentes de la corteza frontal se interconectan entre sí, con regiones de las cortezas tem-
poral, parietal y occipital al igual que con estructuras subcorticales incluidos los núcleos basales (10).
En cuanto a las fibras de asociación los tractos más importantes se relacionan con:
Correlato funcional
Con base en la clasificación citoarquitectónica y funcional de Brodmann se tienen las siguientes
zonas en el lóbulo frontal (11):
Algunos autores proponen un enfoque funcional, más que citoarquitectónico, para el mapeo de
la corteza cerebral (12). Se mencionan así cinco zonas o áreas, todas presentes en el lóbulo frontal:
Como característica para anotar sugiere que la zona de asociación heteromodal frontal tiene
mayor número de conexiones paralímbicas que las zonas heteromodales del temporal o del parie-
Desde el punto de vista de la epilepsia existen características semiológicas propias de cada una
de las 3 superficies del lóbulo frontal. Como ejemplos se puede mencionar las crisis hipermotoras
relacionadas con la corteza prefrontal, las auras olfatorias del giro recto y las manifestaciones auto-
nómicas de la superficie orbitofrontal (o insular) (13).
Conclusión
La rica especialización anatómica y funcional del lóbulo frontal no solo en el ámbito cortical sino
subcortical es fundamental para el abordaje adecuado de una entidad clínicopatológica compleja
como la epilepsia frontal.
Bibliografía
1. Netter FH. Nervous System: Anatomy and Physiology. The Ciba collections of medical illustrations.
Barcelona: Salvat; 1987.
2. Pellegrino FC. Revisión anatómica del neopalio del perro. Rev. chil. anat. 2000;18(1)
3. Afifi AK. Bergman RA. Neuroanatomía Funcional. 2a ed. México: McGraw-Hill Interamericana; 2005.
4. Guyton AC. Hall JE. Tratado de fisiología médica. 11a ed. Madrid: Elsevier Science; 2007.
5. Stuss DT, Knight RT. Principles of frontal lobe function. New York: Oxford University Press; 2002.
6. Rakic P. Specification of cerebral cortical areas. Science 1988;241(4862):170-6
7. Purves D. Brannon E. Cabeza R. Huettel S. LaBar K. Platt M. et al. Principles of cognitive neuroscience.
Sunderland: Sinauer Associates; 2008.
8. Naidich TP, Yousry TA. Functional Neuroanatomy. In: Baert AL, Knauth M, Sartor K, editor. Clinical
Functional MRI. Berlín: Springer; 2007. p. 53-85.
9. Naidich TP, Blum JT, Firestone MI. The Parasagittal Line: An Anatomic Landmark for Axial Imaging
Am J Neuroradiol 2001; 22:885–95
10. Petrides M, Pandya D. Association pathways of the prefrontal cortex and functional observations. In:
Stuss DT, Knight RT, editor. Principles of frontal lobe function. New York: Oxford University Pres; 2002.
p. 31-49.
11. Brodmann K. Vergleichende Lokalisationlehre der Grosshirnrinde. Verlag von Johann Ambrosius Barth,
Leipzig; 1909.
12. Mesulam MM. Principles of Behavioral and Cognitive Neurology. 2ª ed. New York: Oxford University
Press; 2000.
13. Beleza P, Pinho J. Frontal lobe epilepsy. Journal of Clinical Neuroscience 2011;(18):593–600.
Resumen
En este capítulo se contrasta el modelo tradicional de la neuroanatomía macroscópica, con las propues-
tas de los mapas histoquímicos y la de los nuevos modelos de circuitos de alta complejidad estructural y fun-
cional, los cuales se derivan de los estudios con trazadores inmunohistoquímicos y virales, así como de la
tractografía y la activación funcional con imágenes de resonancia magnética (IRMN) de alta resolución.
Este contraste parece sugerir que muchos de los conceptos funcionales derivados de los estudios tradiciona-
les empezarán a ser descartados como explicativos de la funcionalidad de las áreas frontales y prefrontales,
en el futuro cercano. Esta complejidad funcional también explicaría la, a veces desconcertante, semiología
de las epilepsias focales de los lóbulos frontales.
Introducción
La neuroanatomía funcional ha descrito las divisiones del lóbulo frontal, y en general las del resto
del cerebro, basándose en los surcos y en las circunvoluciones observables en la superficie externa de
la corteza. También ha usado los límites establecidos por las características histológicas observables
al microscopio de luz, tomando como referencias el número de capas y el tipo de células predo-
minantes en cada zona. Se ha supuesto que estas divisiones anatómicas pudieran tener relaciones
unívocas de tipo funcional [1-4]. Sin embargo, los estudios de lesiones focales, los experimentos con
registro o estimulación eléctricas, o los estudios más recientes con trazadores inmunohistoquímicos
y virales, las tractografía de alta resolución con resonancia magnética (tRMN) ylas imágenes funcio-
nales con resonancia magnética (ifRMN), demuestran que esta relación es apenas concordante de
forma parcial para la circunvolución precentral, en la que se ha podido mapear una representación
relativamente estable de los movimientos simples de segmentos del hemicuerpo del lado contrala-
teral. No ha sido posible establecer límites tan precisos para las otras zonas del lóbulo frontal [5-8].
Las divisiones establecidas mediante los estudios de histología parecen ser más concordante con
15
los estudios funcionales, y ha permitido derivar al menos 5 formas diferentes de corteza cerebral: 1.
Sensoriomotora primaria, 2. Asociativa unimodal, 3. Asociativa heteromodal, 4. Paralímbica o de tran-
sición, y 5. Límbica [8-11]. El propósito de este capítulo es revisar los modelos clásicos descriptivos
estructurales macroscópicos de los lóbulos frontales, examinar los mapas histológicos de la corteza,
luego analizar la concordancia o no entre estos enfoques y los mapas funcionales con imágenes
funcionales, y finalmente proponer la sustitución de las descripciones arquitectónicas tradicionales
por el enfoque de circuitos funcionales frontales, que pudieran servir como elementos básicos para
explicar los síntomas polimorfos de las epilepsias lesionales y no lesionales de los lóbulos frontales
En la cara inferior se observa un surco paralelo al borde interno del hemisferio y en dirección
de adelante atrás, el cual se denomina surco olfatorio, pues através de él cursa la cintilla olfatoria
(primer par craneano). Entre el surco olfatorio y el borde interno libre se circunscribe el giro recto, el
cual termina en una zona triangular en la parte posterior el trígono olfatorio. La parte externa de la
cara inferior del lóbulo frontal se denomina giro orbitario [1,8]. Ver figura 3.
Figura 5. Componentes del circuito sensorio motor del lóbulo frontal. M1: área
motora (4 de Brodman); 3,1,2: área sensitiva primaria; PM área premotora
(6 de Brodman); AMS: área motora suplementaria (6 a de Brodman); P:
putamen;GPi: globo pálido interno; VA: núcleo ventral anterior del tálamo;
VL: núcleo ventral lateral del tálamo
Conclusión
Esta revisión muy sintética pone de manifiesto los hallazgos proporcionados por el estudio con
trazadores inmunohistoquímicos y virales, así como las técnicas de tractografía con IRMN, para
mostrar que los mapas estructurales, así como los esquemas iniciales de 3 y 5 circuitos de las áreas
prefrontales, son modelos que se han quedado cortos para explicar la complejidad funcional normal
y alterada, bien sea por defecto – generado por lesión – o por exceso de activación, como sucede en
las crisis epilépticas de origen frontal. En el futuro inmediato surgirán, a partir de la observación
clínica, del uso de neuroimágenes funcionales y de la estimulación más precisa de las áreas corticales
blanco de los nuevos circuitos descritos, nuevos modelos funcionales relacionados con estos sistemas
de alta complejidad.
Referencias
1. Bustamante J. Neuroanatomía funcional y clínica. Atlas del sistema nervioso central 4ª edición. Bogotá:
Celsus; 2007.
2. Snell RS. Neuroanatomía Clínica 2a edición. Bogotá: Editorial Médica Panamericana; 1993.
3. Sanides F. Comparativearchitectonicsof the neocortex of mammals and their evolutionary interpretation.
Ann N Y AcadSci 1969; 167: 404-23.
4. FilleyChM.Neurobehavioral Anatomy. Niwor: University Press of Colorado; 1995.
5. Alexander GE, DeLong MR, Strick PL. Parallel organization of functionally aggregated circuits linking
basal ganglia and cortex. Annu Rev Neurosci 1986; 9: 357-381
6. Chow TW, Cummings JL. Frontal-Subcortical Circuits. En: Miller BL, Cummings JL, eds. The human
frontal lobe. New York: TheGuilfordPress 1999: 3-26.
7. Kaufer DI, Lewis DA. Frontal lobe anatomy and cortical connectivity. En: Miller BL, Cummings JL, eds.
The human frontal lobe. New York: TheGuilfordPress 1999: 27-44.
8. Stevez-Gonzalez A, Garcia-Sánchez C, Barraquer-Borda Ll. Los lóbulos frontales: el cerebro ejecutivo.
RevNeurol 2000; 31: 566-77
9. Mesulam MM. Patternsinbahavioralneuroanatomy: association áreas, the limbic system, and hemisphe-
ric specialization. En: Mesulam MM, ed. Principles of behavioral neurology. Philadelphia: FA Davis;
1985: 1-70.
10. Mesulam MM. Large- Scale neurocognitive network and distributed processing for attention, and me-
mory. Ann of Neurol 1990; 28: 597-613
L as crisis epilépticas originadas en el lóbulo frontal son el segundo grupo más frecuente de
crisis epilépticas focales después de las crisis epilépticas temporales. El estudio de la semio-
logía de las crisis epilépticas frontales ha quedado rezagado con relación a las epilepsias temporales
debido a diferentes factores: primero la mayoría de las crisis originadas en el lóbulo frontal producen
cambios electrográficos difusos, bilaterales, con fenómeno de sincronía bilateral secundaria, que sue-
len ser interpretados erróneamente como crisis generalizadas, segundo en su mayoría no tienen aura
y se generalizan con mucha frecuencia otra similitud con las crisis generalizadas, tercero las crisis
originadas en la zonas frontales mediales y basales tienen pocos cambios en el electroencefalograma
de superficie, o por la gran actividad muscular existen muchos artefactos, que impiden evaluar el
patrón electrográfico, lo que ha hecho sospechar que no existen crisis epilépticas o bien que tienen
otro origen, cuarto los comportamientos raros y la desinhibición de la conducta frecuente en las
crisis epilépticas frontales han determinado en más de una ocasión que se diagnostiquen crisis no
epilépticas, quinto frecuentemente las crisis epilépticas frontales aparecen en el sueño y los testigos,
cuando los hay, solo describen la generalización secundaria de la crisis, sexto la asociación de crisis
astáticas, tónicas y la desconexión con el medio presentes en algunos pacientes con epilepsia frontal,
pueden confundirse con un Síndrome de Lennox-Gastaut (1-3). Debido a estos factores quizás las
epilepsias frontales son más frecuentes de lo que se diagnostican.
El lóbulo frontal es dividido para su estudio en diferentes zonas sintomatogénicas (1-2) (figura 1).
25
Figura 1.
En las regiones mediales se tienen el área sensitivo-motora suplementaria (AMS), la zona pre-
frontal medial, el cíngulo anterior (C) y la cara medial del giro precentral. En la cara antero-lateral
encontramos el polo frontal (PF), la corteza dorso-lateral incluyendo el giro frontal superior (GFS),
el medio (GFM) e inferior (GFI) con la zona opercular, y la cara lateral del giro precentral (GP). En
la región basal se encuentra una porción medial y basal, limitada lateralmente por el surco olfatorio,
llamada giro recto, entre el surco orbital lateral y los surcos orbitales en forma de H encontramos
el giro orbital lateral, los giros orbitales anteriores y posteriores que se encuentra por delante y por
detrás del surco transverso y el giro orbital medial que se halla entre el surco olfatorio y el surco
orbital medial (2).
Las crisis originadas en el
lóbulo frontal pueden tener
síntomas subjetivos (auras)
y síntomas objetivos. A di-
ferencia de las auras tempo-
rales, las auras frontales son
inespecíficas, aunque pueden
resultar de la activación de
zonas corticales específicas
adquiriendo cierto valor lo-
calizador. Por ejemplo existen
casos bien documentados de
auras genitales en epilepsias
del lóbulo paracentral y de la
corteza del área motora su-
plementaria. Generalmente
son sentidas como difusas,
bilaterales y poco localizadas
(4-5). En general las crisis
frontales son breves, noctur-
nas, agrupadas, con frecuente
generalización y tendencia a Figura 2. Síntomas ictales iniciales y su relación con las zona epileptogénica
presentar estatus epilepticus.
Están caracterizadas por una
fenomenología motora prominente en la crisis aunque esta no suele ser la característica más impor-
tante sino que esta sintomatología es muy temprana en la crisis (figura 2).
Otro aspecto general importante lo constituye el hecho de que las crisis frontales caracterizadas
por espasmos, crisis tónicas asimétricas y con el signo del 4 generalmente no están antecedidas de
aura, ni de automatismos gestuales simples o complejos ver figura 3.
Figura 3. Crisis tónicas asimétricas y espasmos epilépticos como síntoma ictal temprano en diferentes epilepsias.
La siguiente secuencias de fotografías muestran que estos signos aparecen tempranamente en las
crisis frontales y más tardíamente en las temporales (figura 4). (primeras 3 secuencias [crisis fron-
tales]: secuencia 1 postura del 4 como síntoma ictal inicial; secuencia 2 crisis tónica asimétrica con
incremento del tono axial; secuencia 3 postura típica del esgrimista, la paciente despierta y adopta
la postura señalada; secuencias 4 y 5 versión y postura del cuatro posterior al aura y automatismos
gestuales simples del miembro superior derecho [crisis temporal]).
Figura 4.
Crisis tónicas asimétricas como síntoma ictal inicial en
las crisis frontales y tardías en las temporales.
A continuación describiremos las crisis por zonas sintomatogénicas, no obstante debe recordarse
que durante las crisis epilépticas varias zonas pueden reclutarse por la actividad ictal y dar por resul-
tado la combinación de síntomas.
En el área motora suplementaria pueden observarse crisis de ruptura del contacto, pseudoau-
sencias de 15 a 45 segundos de duración con o sin automatismos motores, aunque estos no son
automatismos motores simples, son casi siempre bilaterales y complejos. Además frecuentemente
tienen vocalización, desviación cefálica y alteraciones postictales de la consciencia que las diferencias
de las ausencias típicas (2).
Las crisis originadas en la corteza prefrontal (dorso-lateral anterior) se caracterizan por ser au-
tomotoras, hipermotoras y gelásticas (1-3). Las crisis hipomotoras se caracterizan por no mostrar
movimiento alguno o solo automatismos distales simples de las manos o los pies. En las gelásticas
existe risa inmotivada asociada o no a automatimsos y posturas tónicas asimétricas.
Resumiendo podemos decir que en la corteza frontal órbito-frontal, del cíngulo, del área motora
suplementaria, la corteza dorsolateral y el polo frontal se pueden originar pseudoausencias. Pueden
existir fenómenos vegetativos en el cíngulo, la corteza órbito-frontal y el área motora suplementaria.
Se caracterizan por trastornos afectivos las crisis de la corteza cingulada y la corteza órbito-frontal.
Las crisis clónicas pueden ser homolaterales a la zona epileptogénica cuando se origina en el lóbulo
paracentral y la corteza órbito-frontal posterior y lateral.
Bibliografía
1. Manford M, Fish DR, Shorvon SD. An analysis of clinical seizures patterns and their localizing value in
frontal and temporal lobe epilepsies. Brain 1996;119:17-40
2. Lüders HO. Symptomatogenic areas and electrical cortical stimulation. In: Lüders HO, Noachtar S, eds.
Epileptic Seizures: Pathophysiology and Clinical Semiology. Philadelphia, PA: Churchill Livingstone,
2000;131–40.
3. Munari C, Bancaud J. Electroclinical symptomatology of partial seizures of orbital frontal origin. Adv
Neurol 1992;57:257–65.
4. Tuxhorn IEB . Somatosensory auras in focal epilepsy: A clinical, video EEG and MRI study. Seizure
2005; 14, 262—268
5. Canuet L, Ishii R, Iwase M, Kurimoto R, Ikezawa K, Azechi M. Cephalic auras of supplementary motor
area origin: An ictal MEG and SAM (g2) study .Epilepsy & Behavior 2008; 13: 570–574
8. Jun Zhao, Pegah Afra, Bola Adamolekun. Partial epilepsy presenting as focal atonic seizure: A case re-
port. Seizure 2010; 19: 326–329
9. Friedman DE, Yoshor D. Early ictal face wiping in frontal lobe epilepsy. Epilepsy & Behavior 2011; 20:
569–571
10. Jun Zhao, Pegah Afra, Bola Adamolekun. Partial epilepsy presenting as focal atonic seizure: A case re-
port. Seizure 2010; 19: 326–329
12. Munari C, Tassi L, Cardinale F. Surgical treatment for frontal lobe epilepsy. In: Lüders HO, Comair YG,
eds. Epilepsy Surgery. Philadelphia, PA: Lippincott Williams & Wilkins, 2001; 689–97.
13. Schneider RC, Crosby EC, Bagchi B, Calhoun HD. Temporal or occipital lobe hallucinations triggered
from frontal lobe lesions. Neurology 1961; 11:172–9.
14. Tharp BR. Orbital frontal seizures. An unique electroencephalographic and clinical syndrome. Epilepsia
1972;13 (5):627–42.
33
A continuación se describen los diferentes tipos de epilepsias frontales:
Las crisis aparecen en sueño o en vigilia aunque son predominantemente en el sueño. Aparecen
en fase No-REM estadio 2. Durante las crisis los pacientes conservan la conciencia. Se han descrito
casos con aura, las crisis son tónicas asimétricas, hipermotoras, con deambulación o simplemente
despertares con componentes motores leves. Las auras son inespecíficas como un hormigueo, esca-
lofrío, sensación epigástrica, aura cefálica, vertiginosa, auditiva, olfatoria, visual, sensitiva, miedo o
dismnésica. Mediante estudios de polisomnografía se han descrito cuatro patrones semiológicos de
las crisis en esta epilepsia:
1. despertares paroxísticos caracterizados por despertares con fenómenos motores leves que
recurren varias veces en la noche
2. ataques mayores originalmente llamados distonía paroxística del sueño, que incluyen las
crisis hipermotoras, y movimientos automáticos complejos como conductas violentas, llanto,
gritos, vocalizaciones, movimientos repetitivos del tronco y de los miembros.
EL SPECT y el PET pueden mostrar áreas de alteración del metabolismo o la perfusión fronta-
les unilaterales (8-9).
Se han descrito varias mutaciones y diferentes locus que pueden verse en el apartado genética
de las epilepsias frontales de este libro. En casi todos los casos aparece una alteración del receptor
de Acetilcolina, que afecta la permeabilidad al calcio en las membranas neurales, incrementando la
La respuesta terapéutica es variable entre diversas familias, muchos pacientes responden bien a
la Carbamazepina, mientras que otros son resistentes a los actuales antiepilépticos.
La epilepsia del lóbulo frontal sintomática es causada por lesiones epileptogénicas focales fronta-
les. El 20 % de los pacientes presentan un examen neurológico alterado. En cuanto a su etiología el
41% tienen por causa el traumatismo, el 23 % la causa es las lesiones hipóxico-isquémicas perinata-
les, el 8 % son causadas por hamartomas, el 8% por quistes poroencefálicos, el 5% por trastornos de
la migración neuroblástica y otro 5% son secundarias a abscesos cerebrales (9-11).
Las manifestaciones clínicas pueden dividirse en síntomas deficitarios que incluyen neuropsico-
lógicos, neuropsiquiátricos, y neurológicos y síntomas irritativos que constituyen las crisis epilépticas
descritas en el capítulo anterior según zonas sintomatogénicas.
Los estudios de Resonancia magnética suelen mostrar la lesión que ocasiona las crisis epilépticas.
Los estudios de PET o SPECT pueden ayudar a localizar la zona de lesión al mostrar una hipoper-
fusión o hipometabolismo que es concordante con la localización y lateralidad de la zona de lesión
en más de un 70 % de los casos (7-11).
Los casos lesionales pueden ser refractarios a la medicación antiepiléptica en estos casos pueden
estudiarse para evaluar la posibilidad de cirugía. Es importante señalar que a pesar de que se en-
cuentre una zona lesional son frecuentemente utilizados los estudios invasivos y el mapeo cerebral
por la proximidad de las lesiones a zonas elocuentes. El pronóstico postquirúrgico es peor que en los
pacientes con epilepsias temporal mesial. Aunque esto debe ser personalizado.
Dentro del grupo de las epilepsias frontales debiera destacarse un grupo no aceptado aun por la
LICE que serían las epilepsias focales frontales idiopáticas. En este grupo se reunirían las epilepsias
de debut en la niñez o adolescencia, en las que las únicas alteraciones demostrables son las crisis
epilépticas focales frontales y las alteraciones electroencefalográficas típicas de cada síndrome. Los
estudios de imágenes estructurales y el examen físico neurológico deben ser completamente norma-
les o las alteraciones que se encuentran no están en relación al síndrome epiléptico. Desde el punto
de vista electroencefalográfico no deben encontrarse alteraciones focales, regionales o generalizadas
de la electrogénesis. Dentro de este grupo se encuentran según la edad de aparición, las siguientes
epilepsias.
Síndrome de Watanabe-Vigevano
Es un síndrome no aceptado por la LICE. Las crisis se inician entre los 3 y 20 meses de edad con
un pico de aparición entre los 4 y 7 meses de edad. Comienzan siendo únicas aunque pueden agru-
parse en forma de clúster que es lo más común. Existen formas familiares y esporádicas. Ambos sexos
se afectan por igual, sin embargo hay un predominio de niñas en las formas familiares. Las crisis son
descritas con ruptura del contacto, inhibición de la actividad, actividad focal motora tipo clónicas con
o sin marcha, pudiendo ser hemiconvulsiones. Es curioso encontrar que las crisis pueden afectar a
uno u otro hemicuerpo. No hay antecedentes de crisis febriles. Las crisis duran poco tiempo y gene-
ralmente no aparecen después de los 20 meses de edad. Se han descrito casos que luego evolucionan
a una epilepsia tipo rolándica. Se debe a una canalopatía y se han encontrado mutaciones en genes
localizados en el brazo corto de los cromosomas 19, 12, y 16. No se relacionan con las convulsiones
neonatales benignas (12-15).
Bibliografía
1. Commission on Classification and Terminology of the International League Against Epilepsy. Proposal
for revised clinical and electrographic classification of epileptic seizures. Epilepsia 1981; 22: 489-501.
2. Commission on Classification and Terminology of the International League Against Epilepsy. Proposal
for revised classification of epilepsies and epileptic syndromes. Epilepsia 1989; 30: 389-99.
3. Engel J. A proposed diagnostic scheme for people with epileptic seizures and with epilepsy: report of the
ILAE Task Force on Classification and Terminology. Epilepsia 2001; 42: 796-803.
4. Engel J. Report of the ILAE Classification Core Group. Epilepsia 2006; 47: 1558-68.
5. Ferrie CD. Terminology and organization of seizures and epilepsies: radical changes not justified by new
evidence. Epilepsia 2010; 51: 713-4.
“Posiblemente los aspectos menos entendidos y más descuidados de la epilepsia son los pro-
blemas sociales, económicos y de la conducta que son tan comunes…estos pueden ocasionar más
discapacidad que las mismas convulsiones, pero estos problemas frecuentemente no son reconocidos
y se les da muy poca asistencia especializada”. Esta observación fue hecha hace 36 años por la Comi-
sión para el Estudio de la Epilepsia y sus Consecuencias, convocada por el Congreso de los Estados
Unidos con el fin de identificar las necesidades más relevantes en la atención y el tratamiento de
los pacientes con dicha enfermedad (1). En el 2001 la Organización Mundial de la Salud (OMS)
declaraba: “las consecuencias sociales de la epilepsia son con frecuencia más difíciles de superar que
las convulsiones” (2).
El término “psicosocial” es utilizado para agrupar y operacionalizar, en el estudio del curso lon-
gitudinal y el desenlace de la epilepsia, un amplio grupo de variables y constructos emocionales,
comportamentales, del neurodesarrollo, así como otras variables de índole social: educación, empleo,
finanzas, funcionamiento social, entre otras. Hay otras variables como “estigma” que se ubican en la
intersección de lo psicológico y lo social. Llama la atención que el término “psicosocial” es usado en
artículos científicos y capítulos de libro con suma frecuencia pero sin ser definido ni operacionaliza-
do (3, 4, 5, 6, 7). Un tratado de neuropsiquiatría (8) y dos libros de texto de psiquiatría de la epilepsia
no definen el término (9, 10, 11, 12), aún siendo palabra clave de capítulos dedicados al mismo. El
texto más reciente sobre los aspectos psicosociales de la epilepsia tampoco lo define integralmente ni
lo operacionaliza, solo algunos autores intentan hacerlo de manera fragmentaria (13).
“Psicosocial”, en el contexto de la epilepsia alude a todos los factores psicológicos (emociones y
comportamiento normales), psicopatológicos, y sociales que interactúan en el funcionamiento de un
paciente con epilepsia para determinar un desenlace específico en su calidad de vida. La dinámica
de estos factores determina la intensidad en que unos u otros se manifiesten y su resultado se expresa
en forma de repercusiones en la vida del individuo y su familia. Cabe aclarar que en Medicina existe
el concepto “biopsicosocial”, el cual ha sido por varias décadas un modo de ver el ejercicio médico
en la investigación, la educación médica y el cuidado de la salud. Pero no es este el término que nos
ocupa en este capítulo ( ).
41
Los factores psicosociales más frecuentes en la literatura son ( ):
Sociales
- Empleo.
- Educación.
- Estado civil.
- Ingresos económicos.
- Acceso a los servicios de salud.
Otros
- Estigma.
Este último factor lo ubicamos en otra categoría ya que en él concurren fenómenos sociales
diversos pero se manifiesta en las emociones y el comportamiento ( ).
Se denomina epilepsia del lóbulo frontal a un grupo de síndromes manifestados por convulsio-
nes originadas en una zona epileptogénica en los lóbulos frontales cuya localización puede ser en las
siguientes áreas: perirrolándica, sensorio-motora suplementaria, dorsolateral, orbitofrontal, anterior
frontopolar, opercular, cingulada ( ).
La semiología de las crisis es crucial para el diagnóstico diferencial debido a la alta frecuencia de
falsos negativos en el electroencefalograma(EEG)ictal de superficie por la anatomía de los lóbulos
frontales y los artefactos musculares ( ).
Las altas tasas de trastornos del comportamiento en niños y adolescentes con ELF llama la
atención sobre la necesidad de estudios que especifiquen mejor los diferentes trastornos del com-
- Coeficiente intelectual
- Desarrollo del lenguaje
- Trastornos emocionales y del comportamiento
- Funcionamiento familiar
- Salud mental o presencia de psicopatología en ambos padres pero especialmente en las
madres.
Las variables relacionadas con la epilepsia que afecten la cognición resultan ser cruciales para
la calidad de vida y el funcionamiento en la vida cotidiana de los pacientes con ELF, entre ellas, la
frecuencia de las crisis y su duración (17 de Patrikelis et al). El desempeño neuropsicológico es una
guía no solo para mejorar la adaptación de los pacientes sino una herramienta que permite establecer
apoyos para el paciente en las actividades académicas y laborales.
Hamiwka et al. ( ) publicaron una revisión sistemática que incluía publicaciones desde 1994 con
un total de 1855 pacientes. En dicha revisión evaluaban los desenlaces sociales después de cirugía de
ELT y extratemporal pero no especifican el número aproximado de pacientes con cirugía por ELF.
Evaluaron desenlaces en términos de: empleo, capacidad de conducir automotor, ingresos económi-
cos, relaciones sociales, independencia en la vida cotidiana y actividades, educación, y desenlaces en
niños además del estilo de vida. El empleo aumentó en un 40%, y la capacidad de conducir en el 65%
de los pacientes. El empleo de tiempo completo se correlacionó positivamente con la posibilidad de
estar libre de crisis. El estado marital no cambió aunque una cohorte mostró correlación entre estar
libre de crisis en los pacientes con una pareja. Los niveles educativos aumentaron modestamente.
Los datos fueron limitados en lo concerniente a relaciones interpersonales y vida social.
Metternich et al. ( ) hicieron un análisis retrospectivo de los datos de 115 pacientes con ELF (18
pacientes) y ELT (97 pacientes) a quienes se realizó cirugía por refractariedad de la epilepsia y que
fueron evaluados antes de la cirugía y un año después de la misma con respecto a síntomas depresi-
vos y su posible relación con el desenlace de las convulsiones. Encontraron que los pacientes libres de
crisis tenían puntajes de depresión en las mediciones realizadas mucho más bajos que los pacientes
que aún tenían convulsiones. El puntaje de síntomas depresivos en los instrumentos aplicados fue
un predictor significativo de la frecuencia de las convulsiones posterior a la cirugía así como una
variable predictiva significativa para estar o no estar libre de crisis. La muestra de pacientes con ELF
no era suficiente para realizar los análisis estadísticos con un poder significativo.
Conclusion
Es pertinente una definición y operacionalización de las variables denominadas “psicosociales”
en el estudio del curso longitudinal y el desenlace de la epilepsia y sus repercusiones en la calidad de
vida de los pacientes y sus familias.
El estudio de los aspectos psicosociales en los pacientes con ELF es incipiente en su caracteriza-
ción global. Los estudios revisados dan cuenta de factores relacionados con el neurodesarrollo y el
estatus cognitivo, además de los trastornos emocionales y del comportamiento. Es notable la carencia
de diferenciación en los datos sobre variables sociales como la economía, el estrato social, el estigma,
el empleo, la educación respecto al tipo de epilepsia. Podríamos postular que dichos factores tienen
repercusiones dependiendo no tanto de la localización de la epilepsia sino de la refractariedad al
tratamiento.
Bibliografía
1. Plan for Nationwide Action on Epilepsy: Report of the Commission for the Control of Epilepsy and its
Consequences. Bethesda MD: U.S. Department of Health, Education and Welfare; 1978.
2. World Health Organisation (WHO) (2001) Epilepsy: social consequences and economic aspects: Fact sheet
N° 166, Geneva.
L a epilepsia del lóbulo frontal (ELF) es la segunda causa de epilepsia después de la epilepsia
del lóbulo temporal (ELT). Corresponde al 20-30% de las epilepsias focales. El 15% de los
pacientes con este tipo de epilepsia es farmacorresistente y por tanto, son candidatos a cirugía. La
mayoría de las veces por métodos invasivos.
El lóbulo frontal se caracteriza por tener circuitos con alto nivel de integración. La actividad pa-
roxística muestra una rápida propagación inter e intra hemisféricos, lo que explica la complejidad para
la determinación del origen de las crisis, de la semiología y de los patrones de disfunción cognitiva.
En el año 2010, la ILAE propuso una clasificación para los trastornos psiquiátricos a la que nos
ajustamos para discutir las complicaciones psiquiátricas en la ELF.
La prevalencia de problemas psiquiátricos en la ELF varía entre 19% y 80%, estas diferencias se
originan por el tipo de muestra seleccionada: pacientes hospitalarios, de consulta externa o candida-
tos a cirugía de epilepsia. Además debe valorarse que los síntomas siquiátricos pueden ser secunda-
rios al padecimiento crónico y las dificultades adaptativas que dicha condición genera(1) (2)
Los síntomas psiquiátricos pueden ser clasificados de acuerdo a su relación temporal con las crisis
epilépticas. Desde ese punto de vista los síntomas se dividen en perictales, preictales o posictales. (3)
El empleo de los criterios del DSM IV para clasificar las manifestaciones siquiátricas no permi-
te ubicarlos bajo acápites como trastorno mental orgánico porque no es preciso ni adecuado. Los
pacientes con epilepsia pueden tener problemas psiquiátricos similares e indistinguibles de los que
49
se observan en la población general, como ansiedad, depresión mayor o menor, trastorno obsesivo
compulsivo, enfermedad afectiva bipolar, en estos casos, se debe emplear para su aproximación los
criterios usualmente reconocidos. Aquí la propuesta de la ILAE recomienda ignorar y no usar la
etiqueta de orgánico.(4)
Un aspecto relativamente nuevo en los trastornos conductuales de la ELF es que los pacien-
tes pueden no solo mostrar alteraciones de la conducta sino que también pueden ser negligentes a
aspectos importantes de su conducta moral dependiendo de la edad en la que se instaura la lesión
(11). Así la corteza órbito-frontal no solo es importante para el control de la conducta sino para la
adquisición de los roles sociales e interpersonales que intervienen en la conducta (12)(13)(14)(15).
Estas alteraciones pueden ser inclusive manifiestas durante una crisis y no dependen del nivel
intelectual del paciente.
Se ha encontrado que la conducta agresiva e hiperactiva es más frecuente en la EFL que en otras
epilepsias, la depresión es más frecuente en pacientes con Esclerosis Hipocampal izquierda, las adic-
ciones y las ideas obsesivas más frecuentes en los pacientes con ELF izquierda. No se encontraron
diferencias en relación a la presencia de un trastorno orgánico de la personalidad aunque los pa-
cientes con ELF refirieron con más frecuencia que ellos ofenden a las demás personas con facilidad,
tienen frecuentemente problemas de mala interpretación de lo que le dicen y son muy perseverativos
y circunstanciales. Estos problemas son menos frecuentes en los pacientes sin lesión que en la ELF
lesional. Las ideas obsesivas, las adicciones y la agresividad vista en los pacientes con ELF pudieran
explicarse por la disfunción ejecutiva que estos frecuentemente tienen.(16)
1. Disfunción cognitiva
2. Psicosis epiléptica: esta se divide en perictal (incluye preictal y postictal), la interictal que pue-
de a su vez dividirse en alternativa con o sin normalización forzada.
Psicosis posictal PP
Aproximadamente 25% a 30% de todas las psicosis son PP, siendo más frecuente en la ELT, se
han descrito en reportes de casos su presencia en ELF. .(19)(20) Típicamente el paciente está bien
hasta que sucede una racha d e crisis tonicoclonicas con o sin crisis parcial, después sigue un corto
periodo de confusión, le sigue un intervalo lucido, para finalmente instaurarse un cuadro psicótico
caracterizado por trastorno del pensamiento, alucinaciones visuales y auditivas, delirios de grandio-
sidad, religioso o de persecución, paranoia y cambios afectivos ya sea manía o depresión. Muchas
conversiones religiosas ocurren en PP. Violencia verbal y física puede ocurrir e incluso suicidio. Ha-
bitualmente convulsiones que afectan ambos hemisferios la preceden, existe un intervalo de 20 anos
entre el inicio de la epilepsia y la primera psicosis lo que explica su rareza en niños.(21)
Los siguientes son los criterios diagnósticos propuestos por Lodgsdail and Toone para PP(24)
Recientemente se describio en pacientes con PP, anormalidades del espesor cortical en el giro
preftontal lateral derecho, corteza del cíngulo anterior derecho y giro temporal medio derecho, sugi-
riéndolos como marcadores de riesgo para PP.(25)
Psicosis interictal
Psicosis inteirctal se define como una psicosis esquizofrenia Like asociada con epilepsia, cuya ocu-
rrencia no puede ser a tribuida directamente a crisis o es independiente de ellas.. Se considera interictal
si el episodio ocurre entre los periodos cuando el paciente está libre de crisis. La psicosis esquizofrenia
like se define como la existencia de delirios, alucinaciones, alteraciones del pensamiento y demás seve-
ras anormalidades del comportamiento en presencia de preservación de la conciencia.(26)
Se describe en la psicosis esquizofrénica like, preservación del afecto, son frecuentes las ideas
delirantes las cuales son menos organizadas y estructuradas y experiencias místicas y religiosas, mas
alucinaciones visuales que auditivas,son raros los síntomas negativos y motores, y hay ausencia de
estados catatónicos, Responde más fácilmente al tratamiento con antisicoticos y a dosis más bajas
que la esquizofrenia.
Normalización forzada fue definido por el neurólogo y epileptologo Suizo Landolt en 1953,
como el fenómeno caracterizado por el hecho que, con la ocurrencia de estado psicótico, el EEG lle-
ga a ser más normal o enteramente normal como comparado con previos o subsecuentes EEG.(27)
La actividad epileptiforme interictal no tiene que ser normal durante el fenómeno pero si dis-
minuir su actividad. De otra parte la actividad clínica puede ser expresada como irritabilidad, agre-
sividad, agitación, manía, depresión, ansiedad o psicosis. Puede durar días o semanas y resuelve
posterior a una crisis. Presenta síntomas premonitorios como la ansiedad e insomnio
Ansiedad en ELF
La prevalencia de ansiedad en todas las formas de epilepsia se ha encontrado en un 25%, in-
crementándose hasta un 50% en escenarios especializados. La ansiedad y las fobias, son síntomas
asociados a la vivencia de la enfermedad, se ha descrito la fobia especifica a tener crisis, la agorafobia
y la fobia social, las que aparecen como consecuencia de la recurrencia de crisis.(29)
La ansiedad es una comorbilidad frecuente en epilepsia(30)
Se ha documentado el impacto de la ansiedad sobre la calidad de vida, aun por encima de la de-
presión. La percepción del paciente sobre el riesgo de caída o muerte, es crítico, en el desarrollo de de
ansiedad. El riesgo de ansiedad es más alto en ELT, sin embargo, ha sido visto en ELF y en epilepsias
primarias o crisis generalizadas. De otra parte, es en la epilepsia refractaria donde se encuentra las
tasas más altas de comorbilidad psiquiátrica, incluida ansiedad.
Existen mecanismos patológicos comunes entre ataques ansiedad y epilepsia basados en que altera-
ciones en áreas especificas como la amígdala generan paroxismos de ansiedad y pánico. Características
como el temor ictal se presenta en el compromiso de la amígdala en la ELT, sin embargo, también se
describe en crisis de origen en el cíngulo, orbitofrontal y otras estructuras límbicas(31)(29)
Clínicamente se puede presentar como ansiedad generalizada, ataques o trastorno de pánico,
fobias o trastorno obsesivo compulsivo.
El trastorno de ansiedad generalizada TAG, se caracteriza por un incapacitante y persistente
preocupación, presente buena parte del tiempo, por al menos 6 meses, se asocian síntomas somáticos
o vegetativos.
Tipo de epilepsia Epilepsia del lóbulo temporal Epilepsia del lóbulo frontal
Se ha descrito manía e hipomanía posictal hasta en un 22% de pacientes con epilepsia refractaria
con duración que oscila entre 2 horas y 24 horas.(34) La manía y la hipomanía posictal se asocian
con una edad de debut mayor, descargas en el EEG frontales y compromiso del hemisferio derecho.
(23) Sin embargo, otros autores señalan que los episodios maniacos pueden ser vistos más frecuente-
mente en la epilepsia del lóbulo temporal que en otras formas de epilepsia. (35)En la ELF las crisis
afectivas ictales aparecen en pacientes con epilepsia del cíngulo y órbitofrontal.
El trastorno depresivo postictal no suele presentarse aislado, sino que se asocia a trastorno de
ansiedad y síntomas vegetativos. Se ha descrito depresión psicótica con impulsos suicidas en algunos
casos. Síntomas depresivos posictales pueden apreciarse hasta 120 horas después del evento ictal.
Sin embargo, la depresión interictal es la más reconocida y se presenta con síntomas como irrita-
bilidad, ansiedad, fobias, afecto disfórico y manifestaciones vegetativas.(38) El cuadro clínico puede
ser el de una depresión mayor, distimia o trastorno afectivo bipolar, siendo esta última más rara. La
prevalencia varía ente un 20% a un 70%
En la literatura médica algunos empelan el término depresión pericital para referirse a síntomas
disfóricos presentes antes y después de la crisis.(32)
En los síntomas postictales de tipo psicótico es recomendable el uso de sedantes del tipo benzo-
diacepinas y sales de litio, puede ser usado el Clobazam por vía oral de20-30mg/día por varios días
para abortar la crisis. En un estudio publicado por Kanner(2008) sugiere el uso de antipsicoticos
profilácticos.
Los antidepresivos que se prefieren son los inhibidores de la recapatación de serotonina, no por
la efectividad o por el poco efecto sobre el umbral convulsivo más por las posibles interacciones y el
perfil de efectos adversos.
No existen evidencias de que los antidepresivos tríciclicos no puedan usarse en la epilepsia. Pa-
reciera que al tener efecto anticolinérgico tendrían asociado un trastorno importante en la memoria.
Sin embargo, se han usado sin dificultad en pacientes con epilepsia sin otras comorbilidades.la dosis
habitual de los antidepresivos triciclicos en pacientes con epilepsia es baja, generalmente menos de
50 mg. (39)
Bibliografía
1. Lambert MV, Robertson MM. Epilepsy: Etiology, Phenomenology, and Treatment. Depression. 1999;
2. Titlic M, Basic S, Hajnsek S, Lusic I. Comorbidity psychiatric disorders in epilepsy: a review of literature.
Bratislavské lekárske listy [Internet]. 2009 Jan;110(2):105–9. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.
gov/pubmed/19408842
3. Krishnamoorthy ES, Trimble MR, Blumer D. The classification of neuropsychiatric disorders in epi-
lepsy: a proposal by the ILAE Commission on Psychobiology of Epilepsy. Epilepsy & behavior : E&B
[Internet]. 2007 May [cited 2011 Sep 11];10(3):349–53. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/
pubmed/17344100
4. Swinkels W a M, Kuyk J, van Dyck R, Spinhoven P. Psychiatric comorbidity in epilepsy. [Internet]. 2005.
Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15975853
5. Trimble MR, Van Elst LT. On some clinical implications of the ventral striatum and the extended amyg-
dala. Investigations of aggression. Annals of the New York Academy of Sciences [Internet]. 1999 Jun 29
[cited 2012 Jan 12];877:638–44. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10415675
6. Azouvi P, Jokic C, Attal N, Denys P, Markabi S, Bussel B. Carbamazepine in agitation and aggressi-
ve behaviour following severe closed-head injury: results of an open trial. Brain injury BI [Internet].
1999;13(10):797–804. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10576463
7. Kalynchuk LE, Pinel JP, Treit D. Characterization of the defensive nature of kindling-induced emotio-
nality. Behavioral Neuroscience. 1999;113(4):766–75.
8. Van Elst LT, Woermann FG, Lemieux L, Thompson PJ, Trimble MR. Affective aggression in patients
with temporal lobe epilepsy - A quantitative MRI study of the amygdala. Brain: A journal of neurology
[Internet]. 2000;123 ( Pt 2(2):234–43. Available from: http://discovery.ucl.ac.uk/25753/
10. Devinsky O, Morrell MJ, Vogt BA. Contributions of anterior cingulate cortex to behaviour. Brain: A
journal of neurology [Internet]. 1995;118 ( Pt 1(0006-8950 SB - AIM SB - IM):279–306. Available from:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/7895011
11. Dolan RJ. On the neurology of morals. Nature Neuroscience [Internet]. 1999;2(11):927–9. Available
from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10526323
12. London ED, Ernst M, Grant S, Bonson K, Weinstein A. Orbitofrontal cortex and human drug abuse:
functional imaging. Cerebral Cortex [Internet]. 2000;10(3):334–42. Available from: http://www.ncbi.
nlm.nih.gov/pubmed/10731228
13. Rubia K, Overmeyer S, Taylor E, Brammer M, Williams SC, Simmons A, et al. Functional frontalisation
with age: mapping neurodevelopmental trajectories with fMRI. [Internet]. 2000. Available from: http://
www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10654655
14. Northoff G, Richter A, Gessner M, Schlagenhauf F, Fell J, Baumgart F, et al. Functional dissociation bet-
ween medial and lateral prefrontal cortical spatiotemporal activation in negative and positive emotions: a
combined fMRI/MEG study. [Internet]. Oxford Univ Press; 2000. Available from: http://www.ncbi.nlm.
nih.gov/pubmed/10639399
15. Drevets WC RE. Positron emission tomographic imaging studies in human emotional disorders. In: In
MS Gazzaniga (Ed.) The Cognitive Neurosciences. Massachusetts, The MIT Press. 1996. p. 1153–62.
16. Helmstaedter C. Behavioral Aspects of Frontal Lobe Epilepsy. Epilepsy behavior EB [Internet].
2001;2(5):384–95. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/12609276
17. Farrant A, Morris RG, Russell T, Elwes R, Akanuma N, Alarcón G, et al. Social cognition in frontal lobe
epilepsy. Epilepsy & behavior : E&B [Internet]. 2005 Nov [cited 2011 Jun 12];7(3):506–16. Available
from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16165399
18. Adachi N, Onuma T, Nishiwaki S, Murauchi S, Akanuma N, Ishida S, et al. Inter-ictal and post-ictal
psychoses in frontal lobe epilepsy: a retrospective comparison with psychoses in temporal lobe epilepsy.
Seizure the journal of the British Epilepsy Association. 2000;9(5):328–35.
19. Luat AF, Asano E, Rothermel R, Sood S, Chugani HT. Psychosis as a manifestation of frontal lobe
epilepsy. Epilepsy behavior EB [Internet]. 2008;12(1):200–4. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.
gov/pubmed/17981091
20. Okazaki M. A Case of Postictal Psychosis Following Frontal Lobe Seizure. Journal Of The Japan Epilep-
sy Society. 2004;17(1):1634–200.
21. Devinsky O. Postictal Psychosis: Common, Dangerous, and Treatable. Epilepsy currents American Epi-
lepsy Society. 2008;8(2):31–4.
22. Fong GCY, Ho WY, Tsoi TH, Fong KY, Ho SL. Lateral temporal hyperperfusion in postictal psychosis
assessed by 99mTc-HMPAO SPECT. NeuroImage. 2002;17(3):1634–7.
23. Nishida T, Kudo T, Inoue Y, Nakamura F, Yoshimura M, Matsuda K, et al. Postictal mania versus pos-
tictal psychosis: differences in clinical features, epileptogenic zone, and brain functional changes during
postictal period. Epilepsia [Internet]. 2006 Dec [cited 2012 Jan 12];47(12):2104–14. Available from:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17201710
24. Leutmezer F, Podreka I, Asenbaum S, Pietrzyk U, Lucht H, Back C, et al. Postictal psychosis in temporal
lobe epilepsy. [Internet]. Epilepsia. 2003;44(4):582–90. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/
pubmed/12681009
26. Tadokoro Y, Oshima T, Kanemoto K. Interictal psychoses in comparison with schizophrenia--a prospec-
tive study. Epilepsia [Internet]. 2007 Dec [cited 2011 Sep 5];48(12):2345–51. Available from: http://www.
ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/17666070
27. Iw M, Ried S. The “ forced normalisation ” of Landolt – an EEG phenomenon ? Schweizer Archiv für
Neurologie und Psychiatrie. 1998;:264–7.
28. Fröscher W, Steinert T. Alternative psychoses of epilepsy. Review Literature And Arts Of The Americas.
2007;:29–30.
29. Beyenburg S, Mitchell AJ, Schmidt D, Elger CE, Reuber M. Anxiety in patients with epilepsy: systematic
review and suggestions for clinical management. Epilepsy & behavior : E&B [Internet]. 2005 Sep [cited
2011 Sep 11];7(2):161–71. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16054870
30. Johnson EK, Jones JE, Seidenberg M, Hermann BP. The relative impact of anxiety, depression, and clini-
cal seizure features on health-related quality of life in epilepsy. Epilepsia [Internet]. 2004;45(5):544–50.
Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15101836
32. Prueter C, Norra C. Mood disorders and their treatment in patients with epilepsy. The Journal of neu-
ropsychiatry and clinical neurosciences [Internet]. 2005 Jan;17(1):20–8. Available from: http://www.ncbi.
nlm.nih.gov/pubmed/15746479
33. Mula M, Schmitz B, Jauch R, Cavanna A, Cantello R, Monaco F, et al. On the prevalence of bipolar
disorder in epilepsy. Epilepsy & behavior : E&B [Internet]. 2008 Nov [cited 2012 Jan 12];13(4):658–61.
Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18723118
34. Andres M. Kanner M, Arnoldo Soto M and, Hilary Gross-Kanner O. evalence and clinical characteristics
of postictal psychiatric symptoms in partial epilepsy. 2004;62(5):708–13.
35. Schmitz B. Depression and mania in patients with epilepsy. Epilepsia [Internet]. 2005;46 Suppl 4(9):45–
9. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15938709
36. Williams D. The structure of emotions reflected in epileptic experiences. Brain: A journal of neurology.
1956;79(1):29–67.
37. Weil AA. Ictal emotions occurring in temporal lobe dysfunction. Archives of Neurology. 1959;1:87–97.
38. Sinanovic O. Organically originated depressive syndromes. Neurologia Croatica. 2007;56(Suppl 5).
39. Goicoechea Astencio, Andrade R G espinosa. A. Complicaciones Psiquiátricas en la epilepsia del lóbulo
tmeporal: clasificaciones, el trastorno psicótico como complicación. E. . Medellín: Ed. In: Epilepsias del
Lóbulo temporaln en Cornejo JW, Toro ME, editores. 2011.
40. García Espinosa A AR. Tendencias suicidas en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal. In: En Cor-
nejo JW, Toro ME, editores. Epilepsias del Lóbulo temporal. Medellín: Editorial Artes y letras Ltda. 2011.
p. 63–8.
Evaluación Clínica Cualitativa. Se realiza mediante observación directa del paciente, y busca
definir los comportamientos y conductas que indiquen la presencia de síntomas de los diversos tipos
de síndromes prefrontales. Su evaluación se realiza durante todo el proceso de consulta, no utiliza
ningún instrumento específico diferente a los utilizados para el interrogatorio y la evaluación gene-
ral. Este tipo de evaluación demanda gran experiencia clínica y familiaridad con el conocimiento de
61
los fundamentos teóricos de la estructura de las funciones ejecutivas y las características clínicas de
las diversas formas de presentación del síndrome prefrontal. La aproximación clínica es dicotómica
y debe determinar si un comportamiento o una conducta específica corresponden a un síntoma o a
un estilo cognoscitivo particular. Los síntomas a observar son:
Impulsividad: el sujeto es incapaz de posponer una respuesta, aunque tenga una instrucción
verbal específica para no responder.
Inatención: El sujeto se muestra inestable, distraído e incapaz de terminar una tarea sin control
ambiental externo.
Desde un punto de vista general, una adecuada evaluación neuropsicológica requiere la explo-
ración global de todos los dominios cognitivos, por lo que requiere de un tiempo prolongado para
su realización, así como de personal específico y capacitado. El uso de tests neuropsicológicos en la
evaluación de funciones frontales no tiene como objetivo la localización; sin embargo, en manos
expertas, pueden suministrar información sobre localización, que puede correlacionarse, con otros
hallazgos clínicos y paraclínicos; el entrenamiento, la experiencia y la cautela del neuropsicólogo clí-
nico, son factores de suma importancia. El neuropsicólogo debe estar familiarizado con los diferen-
tes síndromes frontales (Dorsolateral o disejecutivo, Orbitofrontal-cambios de personalidad y Mesial
frontal-apatía y mutismo)y los principios de la interpretación de pruebas [1,2]. La mayoría de las ba-
terías conocidas se realizan para obtener una evaluación general del funcionamiento cognitivo, sólo
en los últimos años han aparecido baterías específicas para la evaluación de funciones frontales [2,6].
Existen diversas pruebas neuropsicológicas para evaluar las consecuencias neuropsicológicas del
daño frontal la mayoría enfocadas a la evaluación del daño prefrontal dorsolateral izquierdo. Recien-
temente se han propuesto pruebas que puedan evaluar el funcionamiento de la corteza prefrontal
derecha como la prueba de Fluidez de diseños y la de laberintos de Porteus (Ruff, Allen, & Farrow
1994); yaLuria (1984), había señalado un factor frontal derecho que participa en la conciencia de sí
mismo y en el procesamiento autobiográfico [6].
Entre los modelos neuropsicológicos más utilizados para la evaluación del daño frontal se en-
cuentran el modelo de sistema de supervisión atencional (Shallice & Burguess, 1991), el modelo de
memoria de trabajo (Baddeley, 2003), y el modelo de funciones ejecutivas que incluye procesos como
organización, planeación, toma de decisiones, entre otros (Lezak, 1994) [6].
Sólo hasta años recientes se han propuesto baterías y pruebas que tienden a una evaluación más
completa [5,6]: La Escala de funciones ejecutivas: Delis-Kaplan Executive Function System (D-KE-
FS) [20], Delis, Kaplan, & Kramer, 2001, la Batería de funciones ejecutivas: Flores Lázaro, Ostrosky-
Solís, & Lozano, 2008) queencontraron revisando la obra de Luria 22 procesos dependientes del
funcionamiento frontal. Cada uno de estos procesos se relaciona principalmente con una región o
algunas regiones de la corteza prefrontal (CPF), y se afectan de manera distinta por el compromiso
particular o combinado de estas regiones [7]y la Executive Control Battery (ECB) y la propuesta de
Tirapu-Ustárroz et. al. [6,7] Flóres Lázaro.
Hallazgos Neuropsicológicos En La Epilepsia Lóbulo Frontal (ELF). Los lóbulos frontales (LF)
del cerebro se caracterizan por una organización funcional compleja que sustenta los circuitos de
integración más altos, y mientras que la propagación paroroxística inter e intra-hemisférica rápida
refleja la complejidad de las crisis frontales, el patrón emergente de disfunción cognitiva varía de
acuerdo con la lateralización del foco epileptogénico, la frecuencia y severidad de las crisis, y factores
relacionados con la edad y la medicación. El más alto grado de complejidad y variabilidad de las
secciones frontales refleja la variedad de síntomas clínicos característicos de la ELF, también como,
la diversidad de déficit neuopsicológicos. Las crisis derivadas de territorios rolándicos, cortex motor
suplementario, polo frontal anterior, cortex dorsolateral y putamen, cortex orbitofrontal y giro cingu-
lado, cada una de las cuales con características clínicas diferentes. Los estudios sobre las característi-
cas cognitivas y comportamentales de la ELF son pocos, entre sus hallazgos reportan [5]:
La inteligencia puede caer dentro de límites normales [5]. El deterioro intelectual progresivo no
es la regla en la evolución de un paciente epiléptico crónico. Si ello ocurre, puede deberse a: a) enfer-
medad neurológica de base, b) intercurrencia de status epiléptico con secuelas, c) traumatismos cra-
neoencefálicos a repetición provocados por los ataques, d) afecciones asociadas, como el alcoholismo
crónico, e) trastorno psiquiátrico vinculado a la lesión epileptógena o a institucionalización y/o f)
uso continuo de drogas antiepilépticas (DAE) especialmente en la prescripción de politerapia[10]
La ELF afecta selectivamente la capacidad de los niños para resistir la interferencia de distractores.
En niños con ELF de aparición temprana no se afecta el funcionamiento intelectual global, pero
se encuentran dificultades en las estrategias mnemónicas y en el planeamiento motor complejo.
Hernandez et al reportaron que los niños con ELT y ELF no difieren en cambio conceptual, ni
recencia de memoria; pero los de ELF muestran déficit en planeación y control de impulsos; ambos
grupos mostraron déficit en fluidez verbal con mayor deterioro en los de ELF, que además tenían
más problemas en coordinación y mostraron mayores problemas de rigidez que aquellos con ELT
en tareas motoras.
Los niños que van a resección quirúrgica del LF dominante frecuentemente muestran menor
fluidez verbal y algunas veces en el C.I. Verbal, denominación por confrontación visual y razona-
miento conceptual.
La Etiología. Tarter (1972) resumió los estudios en los cuales se consideraron los factores etioló-
gicos encontrando que el CI de los pacientes con epilepsia idiopática era 4 a 11 puntos más alto que
el de los pacientes con epilepsia sintomática [10]. La etiología por sí misma puede producir déficit
cognitivo. Faltan investigaciones de perfiles neuropsicológicos por subgrupos de ELF de acuerdo
con la etiología de las crisis; ya que los estudios realizados han fallado por la baja prevalencia de las
etiologías por grupos. Los estudios también deberán tener en cuenta si la lesión es o no estructural
[5]. Por otro lado, los traumatismos craneanos a repetición y/o los tratamientos quirúrgicos realiza-
dos para aliviar los ataques pueden obrar como factores concausales [10].
Efecto De Las Crisis Sobre La Cognición. Upton & Thompson reportaron que la frecuencia de
las crisis y la duración son variables que pueden afectar la cognición, especialmente en el caso de
pacientes que experimentan crisis diarias, en comparación con aquellos con crisis mensuales. Estos
déficit son reversibles una vez que las crisis sean controladas satisfactoriamente, sugiriendo que la
actividad epiléptica per se causa la disfunción neuropsicológica. Por lo que se ha sugerido que la eva-
luación neuropsicológica se realice cuando el paciente pase unas 12 horas libre de crisis, como estra-
tegia para controlar el efecto que ejerce la crisis sobre la actividad cognitiva, que puede constituirse
en un factor de confusión. Por lo anterior, hay quienes sugieren que las evaluaciones neuropsicoló-
gicas en pacientes con epilepsia deben realizarse incluyendo registros electrofiológicos concurrentes;
La Frecuencia De Las Crisis.La mayor cantidad de ataques a lo largo de la vida así como la ma-
yor variedad de tipos de crisis se correlacionan con un peor desempeño en las pruebas neuropsicoló-
gicas, Dikmen et al. (1977), afirman que encuentran deficiencias cognitivas en pacientes epilépticos
cuando han padecido más de 100 ataques tonicoclónicos generalizados o aun un sólo acceso de esta-
tus epilépticode más de 30 minutos de duración. Comparativamente, los pacientes con estatustenían
peor rendimiento, por lo que resulta evidente que más importante que el número de ataques, es el
tipo de ataque, en relación con la probabilidad de daño cognitivo residual, y el tipo de tratamiento
recibido (farmacológico o quirúrgico). La extensión de la disfunción intelectual y cognitiva en la
epilepsia varía según el tipo de ataques y aumenta cuando ellos son más frecuentes (Bennett, 1992).
Ataques prolongados pueden causar daño metabólico neuronal, de hecho los estudios con PET
han venido a confirmar el hipometabolismo residual en extensas áreas de cerebros epilépticos; las
descargas eléctricas per se, aún subclínicas, pueden interferir con procesos cognitivos, especialmente
con los procesos de aprendizaje en los niños [10]. Al aumentar el número de crisis disminuye el
rendimiento neuropsicológico. Incremento de la frecuencia de crisis se asocia con deterioro cognitivo
global. Pacientes con epilepsia TCG y EMJ presentaron una alteración leve pero estadísticamente
significativa en comparación con el grupo control en pruebas que evalúan atención sostenida, con-
trol atencional y la mayoría de las funciones ejecutivas del lóbulo frontal. También se encontró un
efecto negativo de la frecuencia de crisis y peor rendimiento en las pruebas neuropsicológicas. Esta
correlación no fue estadísticamente significativa para las variables edad de la primera crisis e historia
de remisión[11].
Los datos disponibles y la literatura sugieren la presencia de una declinación leve y medible del
funcionamiento cognitivo en pacientes con epilepsia generalizada idiopática. Se necesitan estudios
longitudinales con evaluaciones repetidas en el tiempo con el fin de estimar la posibilidad de que las
crisis epilépticas per se pueden provocar deterioro cognitivo[11].
Las Drogas Antiepilépticas (DAE). Pueden no ser dosis-dependientes. Se manifiestan como de-
fectos de concentración (por ejemplo, dificultad para leer con la radio prendida), de atención o de
la memoria de trabajo (por ejemplo, dificultad para recordar el número de teléfono aprendido que
se estaba por usar). Todos los estudios muestran mayores efectos adversos como consecuencia de la
politerapia, si se compara contra monoterapia. La disminución de las dosis anticonvulsivantes admi-
nistradas a niños mejora sus rendimientos en el aprendizaje, en tanto que el aumento de dichas dosis
lo entorpece. Las drogas antiepilépticas pueden desarrollar efectos específicos contra los sistemas
cognitivos[10]:
Fenitoina, Carbamazepina y Acido valproico: Los efectos cognitivos son variables, no constatándo-
se diferencias significativas entre las 3 drogas (Dodrill, 1992), pese a que antiguamente se decía que
la fenitoína, la carbamazepina y el ácido valpróico podrían tener efectos colaterales adversos sobre la
cognición en ese orden decreciente.
Topiramato: Los efectos sobre la cognición de esta droga pueden revertirse con reducción de la
dosis, siendo agravados por la asociación con valproato. Los disturbios parecen estar vinculados a la
Lamotrigina: Leve déficit intelectual, sin efectos ostensibles en atención, concentración o memo-
ria (Marciani et al., 1998).
Baker and Marson señalan la necesidad de desarrollar evaluaciones estandarizadas para evaluar
los efectos colaterales de las DAE sobre la cognición y el comportamiento ya que los protocolos de
evaluación no siempre son apropiados, frecuentemente fallas en la aleatorización de los pacientes, el
control doble ciego o la monoterapia control-placebo en pacientes libres de crisis reiniciadas luego
de varios meses y cuando la terapia está ya establecida [5].
Otros factores que adicionalmente pueden generar dificultades en el análisis de los hallazgos de
la evaluación neuropsicológica son: La adherencia terapéutica, la deprivación cultural, las desven-
tajas educacionales y socioeconómicas, la condición cognitiva premórbida y la condición afectivo
emocional al momento de la evaluación
A manera de síntesis [10],los principios generales de la evaluación son los siguientes: 1) la eva-
luación puede ser general, y a la vez orientada al área epileptógena en particular, 2) debe comprender
muchas pruebas y prolongarse a través de varias sesiones, y 3) la interpretación obedece al conjunto
de pruebas, no a un resultado en particular, abonando buen peso a la experticia del neuropsicólogo.
Aunque ninguna batería es especialmente recomendable para el estudio de los pacientes con epilep-
sia, todas las áreas de la cognición deben ser exploradas y tales baterías se modifican en función de la
experiencia, práctica clínica y solidez teórica de quienes las usan.
Referencias
Maestú, F; Martin, P; Franch, O Gil-Nagel A. Evaluación neuropsicológica en la cirugía de la epilepsia.
Martínez-Rosas, Alma Rosa; Sosa-Ortiz, Ana Luisa; López-Gómez, Mario; Alonso-Vanegas Mario; Celis,
Miguel Ángel. La evaluación neuropsicológica en la Cirugía de Epilepsia.
Stuss, D.T., Benson D.F. The Frontal Lobes. 1986. Raven Press. New York. ISBN 0-88167-153-3.
Patrikelis, Panayiotis; Angelakis, Efthymios & Gatzonis, Stylianos. Neurocognitive and behavioral functio-
ning in frontal lobe epilepsy: A review. Epilepsy & Behavior 14 (2009) 19–26. journal homepage: www.elsevier.
com/locate/yebeh.
Goldberg, Elkhonon y Bougakov, Dmitri. Valoración neuropsicológica de la disfunción del lóbulo frontal
Psychiatr Clin N Am 28 (2005) 567 – 580
Centeno, M.; Thompson, P.J.; Koepp, M.J.; Helmstaedter, C. & Duncan, J.S. Memory in frontal lobe epi-
lepsy. Epilepsy Research (2010) 91, 123—132. 2010 Elsevier B.V. All rights reserved.
Ure, Jorge Deterioro cognitivo en pacientes epilépticos. Revista Argentina de Neuropsicología 2, 1-14
(2004) http://revneuropsi.tripod.com.ar 1.
Russo, María Julieta; Zúccolo, Laura; Gatti, Carolina; Pazos, Marisol; De Rosa, Natalia; Borzi, Liliana.
Funcionamiento cognitivo en una muestra de pacientes con epilepsia generalizada idiopática H.I.G.A. Gral.
San Martín, Servicio de Neurología, La Plata.
Listado de abreviaturas
CI: Capacidad Intelectual
EEG: Electroencefalograma
MP Memoria prospectiva
TCG: Crisis de epilepsia que implican movimientos tónicos y clónicos que usualmente comprometen
todo el cuerpo
Introducción
La psicología clínica y la neuropsicología aportan datos muy valiosos sobre diagnóstico, trata-
miento e investigación de los aspectos psicológicos asociados a la enfermedad; estos revierten en
una mejor calidad de vida de los pacientes y de sus familiares, y en un asesoramiento sobre variables
cognitivas y afectivas a los demás profesionales que deben intervenir en el manejo de la enfermedad
(2). La Neuropsicología entonces proporciona un abordaje de la condición funcional del cerebro,
es una herramienta para tener en cuenta en la valoración y tratamiento de pacientes con epilepsia.
Las investigaciones neuropsicológicas respecto a los síndromes frontales y el sistema límbico han
influido e influyen enormemente en la comprensión del área afectiva por parte de los neurocientífi-
cos. Los lóbulos frontales, el sistema límbico y la relación entre ellos se consideran en neuropsicolo-
gía las estructuras que regulan las manifestaciones autonómicas de la vida emocional (2).
Se debe tener en cuenta que los descubrimientos respecto a las diferencias interhemisféricas han
enriquecido el estudio de las variables afectivas en neuropsicología. Las diferencias interhemisféricas
71
podrían ser más bien complementarias y cualitativas antes que cuantitativas: el hemisferio derecho
podría desempeñar un mayor papel en los aspectos básicos y automáticos de las emociones, y el
izquierdo, en el control de funciones, particularmente en el aspecto intencional de la expresión de
las emociones. Existen importantes diferencias entre el funcionamiento de la corteza prefrontal CPF
izquierda y la CPF derecha. La CPF izquierda, está más relacionada con los procesos de planeación
secuencial, flexibilidad mental, fluidez verbal, memoria de trabajo, estrategias de memoria, codifica-
ción de memoria semántica y secuencias inversas; así como en el establecimiento y consolidación de
rutinas o esquemas de acción que son utilizados con frecuencia. La CPF derecha se relaciona más
con la construcción y diseño de objetos y figuras, la memoria de trabajo para material visual, la apre-
ciación del humor, la memoria episódica, la conducta y la cognición social, así como en la detección
y el procesamiento de información y situaciones nuevas. La CPF izquierda se relaciona más con
decisiones que tienen una lógica, condiciones determinadas y un espacio de decisión conocido. En
cambio la CPF derecha se relaciona más con decisiones subjetivas y adaptativas que no son lógicas,
son relativas al momento y espacio de un sujeto en particular, sus condiciones no son claras ni el
espacio en donde se desarrollan son completamente conocidos (2)(3)(4).
Los lóbulos frontales son los encargados de desarrollar las funciones más complejas del cere-
bro. Se encuentra estrechamente relacionada con los procesos de planeación, memoria de trabajo,
fluidez, solución de problemas complejos, flexibilidad mental, generación de hipótesis, estrategias
de trabajo, seriación y secuenciación; procesos que hacen parte de las funciones ejecutivas. Estas
sirven para coordinar capacidades cognitivas básicas y emociones, y para la regulación de respuestas
conductuales frente a diferentes demandas ambientales. Los lóbulos frontales participan activamen-
te en los procesos de inhibición, en la detección y solución de conflictos, así como también en la
regulación y esfuerzo atencional. Además, participa en la regulación de la agresión y de los estados
motivacionales (3)(4).
Las alteraciones de las funciones ejecutivas se mencionan con frecuencia como parte de numero-
sos cuadros neurológicos y psicopatológicos. Comprendiendo el funcionamiento del lóbulo frontal,
entenderíamos en gran parte, La inercia del Parkinson, la impulsividad del Gilles de la Tourette, la
distractibilidad del déficit de atención (TDAH), la perseveración del trastorno obsesivo compulsivo, la
falta de empatía del autismo y las dificultades de comportamiento de muchos pacientes(4)(5).
En el paciente con epilepsia no sólo se debe considerar el diagnóstico y tratamiento de las ma-
nifestaciones clínicas, sino también la sintomatología de carácter neuropsicológico que en muchas
ocasiones asocia. Se trata de trastornos que pueden tener origen común en las alteraciones cerebrales
que generan la epilepsia. La epilepsia no está directamente relacionada con la enfermedad mental.
Resulta controvertido el reconocimiento de una mayor incidencia de trastornos psicopatológicos en
los pacientes epilépticos, a diferencia de la población general; sin embargo un bajo porcentaje de pa-
cientes epilépticos presentan trastornos psicopatológicos permanentes. Entre ellos, alteraciones de la
personalidad, el intelecto, la vida emocional y el comportamiento, que pueden afectar el desempeño
del paciente, pero que son síntomas independientes de las crisis epilépticas (2)(6).
Los niños con epilepsia frontal tienen mayor riesgo que otros grupos (epilepsia temporal y au-
sencias) de presentar problemas escolares y de conducta (6). pueden tener repercusiones en áreas del
comportamiento y dificultades del aprendizaje. Un elevado porcentaje de niños con TDAH presenta
descargas epileptiformes focales durante el sueño (16,7%) sin crisis clínicas
Las epilepsias frontales (ELF) son consideradas como el segundo tipo más común de epilepsias
después de las del lóbulo temporal y corresponden al 20 – 30% de las epilepsias focales(8).
En adultos con ELF se han encontrado alteraciones cognitivas, deterioro comportamental, déficit
cognitivo en grado variable asociado a déficit atencional, alteraciones en la capacidad de planeación,
anticipación e iniciativa(9) (10)(11). El impacto de la ELF en la función cognitiva niños ha sido
poco estudiada, por lo cual en el presente artículo se realizara una revisión de la literatura sobre este
tema para tratar de brindar una guía para abordar la evaluación de niños con ELF.
Estudios realizados posteriormente evidencian que los niños con ELF tienen alteraciones en las
funciones ejecutivas (principalmente planeación, respuesta inhibitoria, organización visoespacial,
vocabulario, memoria de trabajo y programación de secuencias motoras complejas) (9).
Las ELF impactan una amplia gama de dominios cognitivos y otras funciones ejecutivas. Una
serie de casos de pacientes con ELF izquierdo mostro una clara disociación entre el desempeño
en pruebas lingüísticas entre la comprensión y la producción, evidenciando que la comprensión
mejora con la edad, pero la producción lingüística permanece alterada; lo cual sugiere una compleja
interrelación entre la dinámica de maduración cerebral y la disfunción asociada a las ELF(9)(15).
Las alteraciones en la memoria han sido generalmente asociadas a las ELT, su asociación con
ELF ha sido controvertida. Algunos estudios han evidenciado alteraciones en memoria en pacientes
con ELF, esto asociado a la duración del epilepsia de manera activa(16).
El impacto general de las ELF en la inteligencia ha sido medido por coeficientes intelectuales
(CI), lo cual permanece en debate. Algunos estudios han mostrado que el CI permanece respetado
(17)(18); otros han reportado disminución en el CI en pacientes con ELF, pero cabe anotar que la
mayoría de las series de casos a las cuales se tiene acceso en la literatura han usado como criterio de
inclusión tener CI normal(9).
Los factores de riesgo para el desarrollo y la severidad de las alteraciones cognitivas en las ELF
permanecen sin ser elucidados. Los estudios donde se asocian factores como la edad de inicio de las
crisis, el tipo y frecuencia de crisis han mostrado resultados conflictivos.
La edad de inicio de las crisis se ha propuesto como factor de riesgo para el deterioro cognitivo,
así como la frecuencia de crisis, la localización del foco epileptogénico, el uso de más de dos antiepi-
lépticos y la duración de la epilepsia, también se han descrito periodos de regresión asociados con
pobre control de crisis o con estatus epiléptico (19).
Las crisis de las ELF se pueden manifestar con cambios comportamentales o en el afecto, agita-
ción súbita o hipoactividad, cambios sutiles al despertar o al acostarse o una leve disminución de la
actividad motora o de la interacción social(9).
Los cambios comportamentales que se observan en los pacientes con ELF relacionados con
la frecuencia de crisis y el control de crisis están asociados con la habilidad de inhibir respuestas
impulsivas dado por una alteración funcional en regiones cerebrales responsables de esta labor(21).
Referencias bibliograficas
(1) Rubia Vila F J. La corteza prefrontal. NEUROCIENCIAS Blog de Tendencias 21 sobre la fisiología del
sistema nervioso [Articulo de revista en Internet] [Consultado Octubre 27 de 2011]. Disponible en http://
www.tendencias21.net/neurociencias/La-corteza-prefrontal_a2.html
(2) Oroquieta JF. Aspectos psicológicos en la epilepsia. Rev Neurol. [Revista en Internet] 2002. [Consultado
Para determinar qué protocolo de trabajo se va a seguir para la evaluación de los pacientes en
unidades de telemetría primero se debe preguntar cuál es el objetivo de ingreso del paciente, qué
hipótesis tiene el médico remitente, cuál es la frecuencia de crisis del paciente, cuáles son los factores
precipitantes de sus crisis, qué tipo de crisis tiene, y cuál es el tipo de epilepsia que se pretende
explorar. Después de interrogar al paciente y a sus testigos por separado y confrontar lo obtenido con
79
lo que aparece en la remisión de la historia clínica, el equipo de trabajo trazará un plan de acción de
acuerdo con la hipótesis a que este llegue. Es importante en este punto tener ya claro la descripción
de las crisis epilépticas típicas del paciente, porque esta se contrastará con las registradas durante
la telemetría. Este punto es clave para saber si las crisis que se obtuvieron son las descritas por el
paciente y sus familiares o no. Por una parte esto le ayudaría a tomar decisiones importantes, si las
crisis no son las descritas, probablemente entonces el paciente tiene varias tipos de crisis epilépticas,
pudiera tener algunas psicógenas, las obtenidas durante el ingreso son parte de la abstinencia a
drogas antiepilépticas por haberlas suspendido, entre otras causas. El plan de acción incluye: tiempo
estimado necesario para el registro, tipo de montaje, maniobras de activación, necesidad de dismi-
nuir medicación y por cuál comenzar el retiro cuando se está en régimen de politerapia y el cálculo
del riesgo para la vida del paciente (riesgo de status epilepticus).
El protocolo a seguir será modificado en dependencia de los resultados que se vayan obteniendo
y la contrastación de la hipótesis inicial con lo que se va registrando diariamente. Nunca se ingresará
un paciente, se le realizará montaje estándar y se revisará al terminar el registro, pues probablemente
aparecerán interrogantes que no podrán ser aclaradas, y se necesitará un nuevo estudio.
Un paciente puede ser remitido para el diagnóstico del tipo de crisis que presenta:
Crisis con marcada alteración de la conciencia para diferenciar las ausencias típicas, de atípi-
cas o parciales complejas
Para el diagnóstico de crisis sutiles por ejemplo crisis tónicas sutiles en el sueño
Puede utilizarse para documentar el ritmo circadiano de la actividad epileptiforme y sus varia-
ciones con la medicación (3-6)
Puede indicarse para valorar los cambios circadianos de la conducta del paciente (1-7).
Así, si el paciente ingresa con la sospecha de crisis psicógenas, se determinarán los posibles des-
encadenantes y pudiera someterse a ellos y provocar las crisis. Puede intentarse la sugestión y puede
demostrársele que la suspensión del medicamento no produce crisis epilépticas. Lo cual ayudará en
el seguimiento posterior del paciente. Si lo que se persigue es estudiar un tipo de crisis para diferen-
ciarlo de otra se buscará el montaje ideal y los factores precipitantes para lograrla, y aclarar las dudas
diagnósticas. Cuando se trata de un síndrome epiléptico ocurre lo mismo, cada síndrome tiene sus
patrones electrográficos, sus desencadenantes, se requieren montajes especiales que se indicarían en
Por estas cuestiones es recomendable que cada laboratorio tenga un instrumento a mano que sirva
de guía para la exploración y que tenga las escalas de ansiedad y depresión de Hamilton, la Minientre-
vista psiquiátrica Internacional y en su defecto un instrumento de screening rápido de la depresión, la
Escala de Calidad de Vida y las baterías para explorar las funciones neuropsicológicas y la guía para el
examen ictal y postictal. Estos instrumentos se estandarizarán por cada laboratorio (8-15).
El nivel de escolarización
Explore las funciones motrices de la mano (pida que abra y cierre el puño con ambas manos
sobre la mesa alternativamente, pida que golpee con el puño cerrado, luego con la mano abierta
Evalúe si hay perseveraciones o fácilmente cambia de un engrama motor a otro, si hay temblor,,
si establece adecuadamente le plan, controla la actividad, si no hay desproporción con respecto al
tamaño si dibuja ángulos, en que espacio los dibuja, esto le dará información sobre el funcionamien-
to motor, prefrontal ejecutivo y visuo-espacial así como efectos adversos por los fármacos como por
ejemplo el temblor.
El examinador golpeará por debajo de su buró evitando que el paciente tenga apoyo visual. El
paciente deberá repetir con golpes sobre la mesa, con igual secuencia que la escuchada, siempre se le
explicará que deberá comenzar cuando se le indique. Las secuencias sonoras de golpes son:
Primera: / / / /
Segunda: // / // / // /
Con esta prueba se comprueba el estado de las conexiones témporo-frontales, pueden ser eviden-
tes las perseveraciones y la incapacidad para seguir un plan determinado.
Pida que ponga sus manos igual a las del examinador, pero exactamente igual si el examinador
eleva su mano derecha, el paciente deberá elevar su mano derecha, además debe ponerla en la misma
posición, para este examen el examinador y el paciente se pondrán uno frente al otro. Con ello se
ponen en evidencia la ecopraxia, las perseveraciones y trastornos del esquema corporal.
La memoria es una función muy importante a evaluar debe explorarse la memoria semántica
y episódica, la memoria mediata y remota, la memoria verbal y visual, y la memoria de historietas.
Plantéele al paciente que le dirá 5 palabras en un orden y que luego el debe repetirlas una vez
termine el examinador, pero que debe decirlas en el mismo orden. Una vez repetida pida que las
repita hasta que Ud. note que las ha aprendido, en ese momento dígale que esas palabras serán
preguntadas más tarde. Luego pida que repita una nueva lista de palabras, cuando haya completado
esta actividad, pida que repita la primera lista y anote los resultados de cada respuesta. Luego puede
pasar a leerle una historieta, le pide al paciente que trate de recordarla con el mayor detalle, cuando
Ud. termine de leerla y que además se la preguntará al cabo de 5 minutos y a los 30 minutos. La
memoria remota la podrá explorar pidiéndole que le diga fechas históricas bien conocidas, cuando
fue la fecha de su matrimonio, los cumpleaños de sus hijos entre otros elementos. La memoria visual
se puede explorar de diferentes modos, pueden utilizarse figuras abstractas que el paciente deberá
reconocer inmediatamente al terminar de mostrárselas, a los 5 minutos y a los 30 minutos, esta forma
es solo reconocimiento visual o bien puede mostrarle diferentes figuras en diferentes posiciones para
que luego recuerde las posiciones en que fueron mostradas.
Siempre debe explorar las praxias, la praxia de ejecución la exploramos pidiéndole al paciente
que haga varias tareas secuenciales para cumplimentar un objetivo final. La praxia ideomotriz pi-
diéndole que haga como si tuviera algo en la mano y lo pondrá a funcionar, haga como si cortara
un pan en rebanadas, haga como si estuviera cortando con una tijera. La praxia constructiva puede
explorarse mostrando una construcción y pidiendo que la haga con palillos, por ejemplo:
Evalúe la posición relativa de una figura con respecto a la otra, la posición general de la figura y la
construcción de ángulos. Las dos primeras funciones son funciones de la corteza parietal derecha y la
primera una función más frontal. Si se tienen duda de la causa de la mala ejecución, es un trastorno
visuo-perceptivo o disejecutivo, una buena oportunidad es pedirle que realice el test del reloj a la
copia (visuo-percepción predominante) y a la orden sin muestra (función ejecutiva predominante).
Se han incluido en este examen un test para el reconocimiento de rostros, debe comenzarse por
la exploración de si el paciente es capaz de formar el precepto facial con la siguiente figura:
Luego, explore el reconocimiento de rostros familiares como no familiares (para ellos suele em-
plearse las fotos de familiares, pero pueden usarse fotos de artistas famosos o de los presidentes de
los países), parear rostros y e identificación de las expresiones faciales de diferentes rostros, para
ellos muéstrele diferentes rostros para que identifique cuál o cuáles son la misma persona y muestre
rostros con expresiones de preocupación, miedo alegría y tristeza y pregunte ¿cómo cree Ud. Que se
siente esta persona?
Con este examen se tiene una idea exacta de los déficits funcionales y por tanto de la zona de
déficit funcional. Se tienen elementos para orientar la exploración neuropsicológica más profunda, y
puede además discutirse los resultados de la evaluación neuropsicológica del paciente. Por otro lado
las imágenes mostradas y la historieta pueden ser utilizadas para explorar la memoria a largo, sobre
todo la declarativa.
Este examen también ayudará en la planeación de los estudios de imágenes a realizar, ya que
orienta muchas veces cuando la RMN es normal dónde hacer la espectroscopia. También este estu-
dio es de utilidad para estimar la zona epileptogénica.
El técnico deberá tener una interacción muy estrecha con el paciente, debe darle confianza, ha-
blar de las crisis y la enfermedad y anotar todos los datos de la conducta de los pacientes así no haya
presentado crisis. Son importantes las inconformidades del paciente, su tolerancia a las actividades
del equipo y estímulos, sus comentarios porque son índices de desarrollo personológico alcanzado
que serán de utilidad para tomas decisiones. El técnico velará por la calidad del registro, tanto del
video como del registro electrográfico. Velará por las necesidades del paciente, su alimentación, el
aseo y la medicación. Deberá estar entrenado en el reconocimiento de los síntomas de abstinencia, la
presencia de un cuadro psicótico y en la descripción de las crisis epilépticas puesto que algunas ocu-
rren fuera del campo de observación de la cámara, por lo cual su descripción es de inestimable valor.
El técnico o enfermero deberá saber cómo realizar la evaluación ictal y postictal. En el Instituto
de Neurología y Neurocirugía de Cuba utilizamos un instrumento de evaluación de todas las fun-
ciones psíquicas superiores y neurológicas para estos fines. Es un requisito para trabajar en nuestra
unidad saber aplicar la batería y describirla para fines de diagnóstico. Esta batería se usará una vez
que comience la crisis y luego de terminar esta por 5 minutos. Como sabemos que las crisis ocurren
en muy poco tiempo y que el postictal a veces también es breve, la evaluación debe hacerse de modo
ágil, aplicar la batería general y luego precisar en un paciente en particular qué aspectos se quieren
evaluar. En este sentido después de evaluar la primera crisis el epileptólogo le dirá al técnico en qué
debería hacer más énfasis.
Durante las crisis lo primero es que el técnico anotará todo lo que ve, no debe de usar la termino-
logía del glosario, sino expresar qué ha visto durante la crisis, esto sin duda permite al epileptólogo
clasificar la crisis desde la formulación de su hipótesis. Se deben describir todos los movimientos,
con qué extremidad la hizo y si fueron con ambas cuál utilizó primero. Es importante saber que si
en el momento de la crisis el paciente estaba escuchando la radio o viendo el televisor, el sonido de
estos equipos suele interferir con la voz del técnico y el paciente durante el interrogatorio, por tanto
se deberá estar al tanto para apagarlos. Si la puerta de la habitación está abierta cerrarla para evitar
que el ruido de la sala afecte la grabación. Si el paciente tiene aura y avisa que comenzará su crisis,
pregunte qué está sintiendo, por qué ha notado que comenzará con crisis. Es importante saber que
muchas veces la voz del paciente prácticamente no se escucha por lo que el técnico puede repetir en
Pupilas
Reflejos osteotendinosos
Conciencia
Sensibilidad
Lenguaje en todas sus cualidades: expresión, comprensión, nominación, fluidez, prosodia, defi-
nición, lenguaje escrito y repetición.
Gnosias
Apraxias
Cálculo
El técnico y enfermero una vez terminada la crisis explora las pupilas, le pide al paciente que
eleve la extremidad superior derecha, luego la izquierda, el pié derecho y luego el izquierdo, poste-
Como se percatará Ud., el examen comienza con elementos sencillos y luego con otros que re-
quieren mayor nivel de conciencia. Para que la evaluación sea válida el técnico deberá ante cada
déficit encontrado evaluar la conciencia y la orientación del paciente, para descartar que los déficit
se deban al estado confusional o de alteración de la conciencia postictal. Una vez que el examen ictal
comience el técnico interactúa con el paciente durante todo el tiempo, porque es necesario conocer
qué tiempo dura confuso, qué tiempo está afásico, como se recuperan progresivamente las funciones
y el examen terminará cuando el paciente esté completamente consciente y orientado. Cuando el pa-
ciente esté completamente orientado y consciente pregunte qué palabras se les pidió que recordaran
y qué objetos se les mostró. No haga este examen si la crisis del paciente se generalizó, pues pierde
su valor localizador. Interrogue por síntomas postictales de depresión o psicosis: pregunte cómo se
siente, si tiene deseos de llorar, cómo está su ánimo, el deseo de hacer las cosas, tiene ud. confianza
en sí mismo, cree ud que alguien puede conocer lo que Ud. piensa, que hablan de Ud., o comentan
sobre Ud., se le puede leer el pensamiento, siente Ud. que está perseguido, le quieren hacer daño, ve
cosas raras como imágenes que le dicen cosas y lo ofenden. Luego de pasar la crisis muchos pacientes
están somnolientos y con cefalea y se beneficiarán de un analgésico y de un sueño reparador, se le
deben garantizar estas posibilidades.
Aquí hemos brindado un resumen de la forma en que deben evaluarse los pacientes en unidades
de telemetría para lograr un mayor rendimiento de estas. Bajo estas circunstancias el rendimiento
diagnóstico supera el 89,1 % en el diagnóstico de epilepsias y síndromes epilépticos y permite latera-
lizar y localizar la zona epileptogénica en más del 91,2 % de los pacientes (15-21). La metodología
expuesta también permite descubrir nuevos signos de lateralización al explorar todas o casi todas las
funciones neurológicas y neuropsicológicas. Se le da valor no solo a la evaluación ictal y postictal sino
a la historia clínica del paciente y a la evaluación basal. El tiempo promedio de la evaluación basal
es de 62 minutos ±12 segundos y el de la evaluación ictal completa de 57 segundos ±234 milésimas
de segundo.
Introducción
Así como el lóbulo frontal tiene una división anatómica, funcional y neuropatológica podríamos
hablar de una división electroencefalográfica con al menos tres áreas estructurales de interés desde
este punto de vista y la obtención de potenciales eléctricos derivados del mismo. La zona frontal
lateral, la zona frontal medial y la zona frontal basal, estas dos últimas más alejadas de los electrodos
electroencefalográficos ubicados en la superficie del cuero cabelludo y mejor estudiada mediante
Magneto-electro-encefalografía MEC y electrodos intracerebrales implantados mediante una me-
todología de más de 50 años de denominada Estéreo-Electroencefalografía (SEEG), mediante esta
última técnica es posible explorar con mas especificidad según la hipótesis de implantación, algunas
áreas correspondientes a la división anatómica del lóbulo frontal y por tanto se puede obtener una
mejor información eléctrica de la función sub-lobar del mismo1.
El análisis de la información eléctrica observada en el electroencefalograma de superficie y de-
rivada del lóbulo frontal debe de tener en cuenta la orientación de los diferentes vectores eléctricos
provenientes del mismo. Es así como aquellos con orientación radial son más fácilmente observa-
bles en la electroencefalografía de superficie, que aquellos con orientación tangencial; estos últimos
experimentalmente originados con mayor frecuencia en las zonas fronto mediales y basales, más
fácilmente observables con magnetoencefalografía o con electrodos implantados intracerebralmente
siguiendo la metodología de SEEG2.
En general, el objetivo más importante del análisis de la información electroencefalográfica
aportada por un tejido cerebral potencialmente excitable y con alto grado de epiletogenicidad es la
ubicación de un área con bajo umbral de excitabilidad o área irritativa cortical y un área usualmente
ubicada dentro o cercana de la anterior denominada Zona Epileptogénica (ZE), la cual hace referen-
cia al grupo de neuronas capaces de generar el inicio de una crisis epiléptica y que hipotéticamente
al ser retiradas llevarían a la curación de las crisis de inicio focal en el paciente. La metodología del
análisis electroencefalográfico sea este de superficie o intracerebral está principalmente enfocada en
determinar dos tipos de actividades: la actividad irritativa inter-critica o sin progresión ictal y la acti-
91
vidad irritativa crítica o con progresión ictal; usualmente según el método que empleemos podremos
definir con mayor o menor exactitud el volumen, distribución y actividad eléctrica cortical, tan es
así que cuando nos referimos a EEG de superficie la actividad irritativa interictal usualmente está
incluida o muy cercana a la actividad de inicio ictal esto debido la escasa definición espacial de los
electrodos de superficie, los cuales pueden requerir en promedio 10 cm cuadrados de tejido cortical
para mostrar un potencial excitatorio visible en el EEG de superficie. El anterior caso puede llegar
a ser diferente cuando el paciente se explora con electrodos intracerebrales, ya que con esta meto-
dología es posible diferenciar con mayor claridad la zona irritativa y la sub-zona de inicio ictal, la
cual en algunos casos no es concordante, esto relacionado con la etiología causante de los diferentes
tipos de epilepsias focales. La anterior afirmación con respecto a la SEEG depende totalmente de
la hipótesis de implantación planteada mediante el estudio juicioso de la información, ya que un
electrodo profundo de estéreo-EEG solo capta información proveniente de un radio cercano a 1.5 cm
alrededor del mismo, ósea que la información anátomo-electro-clínica de cada paciente cuando no
es planteada una hipótesis de implantación con definición espacial adecuada o al menos lobar para
la exploración, se puede errar tanto en la determinación del área irritativa y consecuentemente la ZII
probable, la cual solo será comprobada con el seguimiento ulterior del paciente y la libertad total de
crisis posterior a ser retirada mediante cirugía3.
La determinación mediante la metodología de EEG de superficie de una zona potencialmente
epileptogénica debe de tener en cuenta no solamente la historia natural de la epilepsia del pacien-
te, su perfil neuropsicológico, el análisis cronológico de los signos y síntomas de cada crisis para la
aproximación a la zona sintomátogénica4. Lo anterior sumado a las imágenes estructurales y me-
tabólicas del paciente lleva a plantear una hipótesis quirúrgica que se puede llevar a cabo con o
sin exploraciones invasivas, con el objetivo final de suspender la presencia de eventos ictales tanto
clínicos como eléctricos del paciente y así comprobar si la hipótesis inicial de zona epiletogénica está
comprobada permaneciendo el paciente libre de crisis en el tiempo.
Podemos dividir las epilepsias del lóbulo frontal desde el punto de vista anatómico en Dorso
laterales, frontales mesiales y frontales basales.
Se puede tratar de simplificar en 3 grandes grupos los tipos de actividad eléctrica en el EEG
de superficie en el lóbulo frontal. La primera de ellas y proveniente de la zona lateral del mismo
que anatómicamente correspondería a la región frontal dorso lateral, probablemente lóbulo central
o área motora primaria sin incluir la región medial ni opérculo basal de la misma,igualmente el
área premotora lateral y área prefrontal lateral, estas áreas frontales dorsolaterales se caracterizan
en general por proyectar un vector eléctrico de tipo radial, más potente eléctricamente y por tanto
más fácilmente visible en el EEG de superficie, además con mejor definición del elemento agudo
o punta inicial del complejo de punta onda lenta, elemento que parece hacerse menos visible entre
más profundo y probablemente más tangencial sea el vector de proyección del complejo irritativo,
es así como en el lóbulo frontal se puede decir que cerca de un 65% de los pacientes con lesiones a
este nivel tiene una clara actividad ictal con una adecuada lateralización y en ocasiones de acuerdo
al número de electrodos adicionales de superficie un adecuada lobalización ayudando a diferenciar
aquellas actividades provenientes de la región temporal lateral anterior o media que pueden llevar a
confusiones. Se puede decir que la ausencia de un claro inicio ictal lateralizado o focal descarta hasta
en un 93% la posibilidad de una crisis de inicio frontal dorsolateral5. Respecto a los diferentes tipos
de progresiones de tipo ictal se hablara posteriormente en el desarrollo del artículo.
Un segundo grupo de hallazgos electroencefalográficos ictales en las epilepsias del lóbulo frontal
lo conforman los pacientes con actividad electroencefalográfica de línea media o epilepsias frontales
mediales, este grupo de pacientes tienen usualmente una lentificación theta en la línea media inte-
rictalmente y el patrón ictal usualmente es difícilmente lateralizable con el EEGs ictal debido a que
La región dorsolateral del lóbulo frontal desde el punto de vista anatómico está delimitada en
la parte posterior por el surco central o de Rolando y la parte inferior por el surco lateral o de Silvio,
desde el punto de vista funcional la zona lateral de la corteza frontal tiene tres áreas de posterior a
anterior. La primera corresponde a la región central (motora y sensitiva primaria), la segunda co-
rrespondiente a la región pre-motora (planeación del movimiento) y la tercera a la región pre-frontal
(funciones emocionales, morales y memoria de trabajo)6.
Eventos paroxísiticos frontales dorsolaterales centrales
La región central tiene un área motora clásicamente precentral y un área sensitiva o postcentral
primarias, sin embargo la estimulación eléctrica cortical de cualquiera de estas dos áreas puede des-
encadenar respuestas tanto motoras como sensitivas en los pacientes, teniendo variabilidad en los
mismos.
Electroencefalográficamente la actividad irritativa interictal es visible la gran mayoría de veces, en
ocasiones dependiente de la patología subyacente, del vector electroencefalográfico, la ubicación en el
Gráfico 2. Actividad irritativa interictal continua frontal dorsolateral derecha con inversiones de fase sobre el
electrodo F4. (Actividad ubicada en la región central alta). Paciente con displasia cortical fronto-central derecha.
La actividad ictal en las epilepsias frontales de inicio dorsolateral tienen algunas características
que las pueden diferenciar principalmente de las crisis de inicio temporal, en la región central alta
y media la característica principal es la inicial desaparición de la actividad interictal en la región de
probable inicio ictal y en ocasiones conformación de los elementos interictales en la región parasa-
gital opuesta,, posteriormente se pueden observar sincronismo de apariencia hemisférica con punta
onda lenta y posterior supresión del trazado en el hemisferio de probable inicio ictal inmediatamente
previo al inicio de la actividad eléctrica tónica a alta frecuencia conformada por ondas agudas de baja
amplitud que dan la impresión de electrodecremento cortical generalizado, pero que al ser evaluadas
mediante algunos filtros digitales como la disminución de la velocidad del trazado, el aumento del
filtro de baja a mínimo 10 Hz y el ajuste del filtro de alta a mas de 200 Hz nos permiten ver su inicio
focal y muy usual diseminanción hacia los electrodos parasagitales contralaterales7. (Gráfico No 3)
Gráfico 3. Sincronismos
ictales hemisféricos derechos
encerrados en la parte inferior,
aparición de patrón ictal de
punta onda lenta frontales
contralaterales, centrales
derecho y ritmos rápidos
iniciales magnificados en la
parte superior que pueden
llegar a tener hasta 40 Hz
En aquellos pacientes con epilepsias frontales con lesiones parasagitales de ubicación premotora
como es el caso de la zona polar frontal es frecuente encontrar una importante tendencia a la sincroniza-
ción de la actividad irritativa parasagital, dando como resultado frecuentes hipersincronismos fronta-
les que pueden en ocasiones ir seguidos de una actividad de ondas agudas a alta frecuente se represen-
ta como un electrodecremento en el EEG de superficie. No es infrecuente igualmente la presencia de
ritmos rápidos ubicados en los electrodos parasagitales anteriores, los cuales usualmente concuerdan
con el área epileptogénica del paciente al realizar estudios de electrocorticografía o estéreo-electroen-
cefalografía, estas actividades interictales rápidas se encuentran entre los 40 a 50 Hz usualmente9.
(Figura 5).
Es importante anotar que una corta serie de paciente que han sido revisados en nuestro grupo
con hemangiomas cavernosos frontales premotores y fronto polares se observa un patrón de progre-
sión ictal bastante característico compuesto por ondas agudas a alta frecuencia que se diseminan
fácilmente a la región frontal parasagital del lado opuesto y al parecer tienen una frecuente presen-
tación semiológica como fenómeno tónico bastante simétrico tanto miembros inferiores como de
miembros superiores, dependiendo de la ubicación de la lesión. Se observa en esta patología alto
índice de progresión ictal de la actividad interictal en la noche con frecuentes alertamientos con
componente electroencefalográfico de progresión ictal del paciente o recientemente denominadas
crisis hípnicas siendo estas hipnopómpicas o no10.
Gráfico 7. Inicio ictal del mismo paciente de la figura 6. Se observa inicio ictal con supresión de las inversiones de fase en
F4 interictales y paso a actividad de alta frecuencia de 45 Hz en F8-T2 y diseminación rápida a los 600 mil-segundos a la
región parasagital opuesta (F7). En el recuadro se muestra el detalle de la progresión ictal visto a 2 seg por página donde
hay inicio de actividad gama a alta frecuencia en región temporal media lateral y diseminación frontal parasagital derecha
a F8 y a los 600 ms diseminación frontal parasagital contralacteral (F7).
Gráfico 7.1. Se observa actividad theta rítmica de línea media interictal en paciente con epilepsia frontal singular anterior.
Esta actividad se observa en los electrodos Fz y en la región para-sagital comprometiendo F4 y F3
Este grupo de epilepsias tienen como zona epileptogénica la porción basal de los lóbulos fronta-
les, área donde se encuentran desde el punto de vista anatómico y funcional 5 sub-regiones a decir:
giro recto en su porción mas medial, seguido por el giro orbital medial, el giro orbital lateral con su
porción anterior y su porción posterior en contacto con la corteza agranular de la insula anterior14.
Desde el punto de vista de la electroencefalografía de superficie esta región permanece en su ma-
yor parte oscura para los electrodos ubicados tradicionalmente con el método 10-20 de electroencefa-
lografía, de tal modo que la actividad originada en el mismo depende de un alto grado de sospecha,
pericia en la variación de los montajes, utilización de electrodos temporales basales y zigomáticos
anteriores basales igualmente ( ubicados en el tercio medio del arco zigomático en la cara del pa-
ciente) y la utilización de diferentes tipos de combinaciones o montajes bipolares que nos ayuden a
tratar de determinar el compromiso o no de esta zona. A pesar de todos los esfuerzos por tratar de
determinar el origen de un potencial sea ictal o interictal proveniente de la zona basal frontal en mu-
chas ocasiones este se expresa por volumen de conducción y tipo de vector eléctrico resultante de la
misma en las derivaciones temporales en la actividad interictal, sin embargo durante las progresiones
ictales si hay diferencias importantes con respecto a la manera como se estructura y disemina en el
electronencefalograma de superficie las epilepsias fronto basales. Es de anotar que la presencia de
hipersincronismos frontales anteriores es frecuente en este tipo de epilepsias y es muy poco probable
verlo en las epilepsia temporales. El tipo de estructuración ictal con ondas theta monomorfas con
fase ascendente y fase descendente de igual duración, típico de las epilepsias temporales usualmente
mediales no está presente tempranamente15.
Conclusión
El electroencefalograma de superficie en las epilepsias de lóbulo frontal requiere como principal
destreza el saber diferenciarlo de las actividades provenientes de los lóbulos temporales, las cuales en
general son mas estereotipadas y mejor establecidas y estudiadas en la literatura. Se proponen tres
tipo de actividades en el lóbulo frontal tanto interictales como ictales, la primera proveniente de la re-
gión frontal dorso lateral y con mayor cantidad de vectores radiales y por tanto mejor estructuración
del complejo punta onda el cual es lateralizable usualmente tanto en la actividad interictal como
en la progresión ictal. Un segundo grupo correspondiente a las actividades electricas provenientes
de la región mesial frontal tanto anterior, media y posterior donde dada la cercania a los electrodos
parasagitales es muy frecuente observa actividad theta rítmica frontal de linea media y frecuentes
hipersincronismos anteriores con supresión del trazado previo al inicio de las crisis, y finalmente las
actividades provenientes de la región frontal basal tanto mediales como laterales, donde los hallazgos
interictales pueden ser similares a las epilepsia fronto mesiale aunque el porcentaje de hipersin-
cronismos es menor y se puede ver actividad interictal tanto en electrodos temporales anteriores y
baseles como frontales bajos, a diferencia de la epilepsias frontales mesiales la progreción ictal es po-
sible ver que posterior al hipersincronismo bifrontal emerge una actividad ictal con progresion que
compromete los electrodos temporales basales, temporales verdaderos y cigomáticos cuando estos se
utilizan. Finalmente el EEG de superficie en epilepsias del lóbulo frontal es una prueba diagnóstica
muy buena para el diagnóstico positivo de eventos de origen epilética, util para lateralizar y en oca-
siones lobalizar y es una prueba complementaria cuando se quiere sublobalizar la zona probable de
inicio ictal en los pacientes con epilepsia del lóbulo frontal. El verdadero peso de esta prueba se da
cuando se suma la información anatomo eléctrica del paciente para lograr una adecuada correlación
Anátomo-Electro-Clínica.
Introducción
La Tomografía Eléctrica Cerebral (TEC) es una neuroimagen funcional que brinda información
acerca de la localización de los generadores intracerebrales de la actividad eléctrica, registrada a nivel
del cuero cabelludo a través del Electroencefalograma.
En la actualidad, la TEC ha tomado gran auge en la evaluación prequirúrgica de los pacientes
epilépticos refractarios a tratamiento para la delimitación de la zona epileptógena como parte de los
estudios multimodales.
Utilidad de la TEC en la localización de la zona epileptógena
A pesar del desarrollo alcanzado en las potentes técnicas de Neuroimágenes funcionales con las
que contamos en la actualidad como las obtenidas por PET, SPECT, RMN funcional, TAC con
perfusión; el Electroencefalograma continúa siendo una herramienta de gran utilidad para estudiar
los procesos dinámicos que ocurren en los circuitos neurales del cerebro humano y sus características
temporales, lo cual es fundamental en el estudio de la epilepsia (1,2).
Esto es debido a que el EEG es capaz de registrar la actividad eléctrica generada por un conjunto
de células neuronales en tiempo real (milisegundos), ya que la señal electromagnética se propaga
casi “instantáneamente” desde el conglomerado neuronal activado hacia los sitios de registro sobre
el cuero cabelludo a través del volumen conductor. Sin embargo, las neuroimágenes funcionales
previamente mencionadas miden de forma indirecta dicha actividad, existiendo siempre un retraso
entre el momento de activación neuronal (actividad de interés, por ejemplo paroxismos) y el mo-
mento en que son capaces de registrar la señal producida por dicha activación (cambios metabólicos
y hemodinámicos que son respuestas más lentas), por tanto miden fenómenos secundarios a la acti-
vación neuronal y no la activación en sí (1,2).
105
De esta manera, imágenes funcionales como las obtenidas por PET, SPECT, RMNf y Espectros-
copía, tienen una alta resolución espacial pero baja resolución temporal. En epileptología, donde se
hace necesario la caracterización temporal precisa de las descargas paroxísticas, su origen y propa-
gación, dichas técnicas muchas veces sólo son capaces de mostrar los sitios de propagación de dicha
actividad y no el origen de la misma (zona epileptogénica). Por otro lado, son técnicas en las que se
requiere uso de contrastes o exposición a radiaciones, que son altamente costosas (1-3).
Al contar con una técnica totalmente inocua, poco costosa, muy asequible, de muy alta resolu-
ción temporal y por tanto de incomparable valor en la epileptología, surgió la necesidad de obtener
del EEG imágenes que muestren las fuentes de la actividad eléctrica cerebral con una resolución es-
pacial semejante al resto de las neuroimágenes disponibles en la actualidad. Esto llevó al surgimiento
y desarrollo de los métodos de análisis de fuentes del EEG y la obtención de imágenes de Tomografía
Eléctrica Cerebral (TEC) que muestran gráficamente de forma inteligible la localización de los
generadores de la actividad eléctrica cerebral.
Se asumía que el generador cortical se encontraba justamente por debajo de la superficie del
cráneo donde se registraba la actividad irritativa o la actividad disfuncional. Como veremos más
adelante, este supuesto es muy simplista, carece de exactitud, y específicamente en epileptología,
donde en casos quirúrgicos es imprescindible la precisión en la localización de los generadores de la
actividad epiléptica, esta inferencia puede llevar a conclusiones erróneas(1,2).
Es por ello que en la actualidad cuando describimos la actividad en un trazado de EEG mu-
chos especialistas preferimos describir la posible localización de los focos de descargas utilizando
el término “en proyección” de una zona determinada, en lugar de decir “foco ubicado” en esa zona
determinada (Fig 1).
Fig 2. Paciente masculino de 12 años, diagnóstico ELF. EEG de 19 derivaciones del sistema internacional 10/20, en estado
de vigilia con los ojos cerrados. Montaje: monopolar; referencia: mastoides cortocircuitadas. Izquierda: Mapa topográfico de
amplitud de voltaje para la posición del cursor (descargas epileptiformes) señalando la región de inicio de las descargas (azul
claro). Derecha: Mapas topográficos de significación estadística (Z) obtenidos del análisis cuantitativo del EEG: a) mapeo del
pico del espectro del EEG encontrado a los 4.3 Hz, mapa Z del poder absoluto de las bandas de frecuencias theta b) y delta (c).
Matemáticamente, la solución del problema inverso se halla resolviendo la ecuación lineal que
relaciona las fuentes intracerebrales de corriente (J) que es nuestra incógnita y el potencial eléctrico
(V) registrado en los electrodos de superficie (EEG), que son nuestros datos (Ecuación 1).
Ecuación 1. V= K×J +ε
Donde el término K representa la magnitud física conocida como campo guía eléctrico (del in-
glés “electric lead field”) que comprende las características del volumen conductor: i) conductividad
eléctrica de los tejidos e interfaces que la corriente debe atravesar para llegar de las fuentes cerebrales
al cuero cabelludo, ii) geometría de la cabeza, iii) permeabilidad eléctrica y magnética. El término
ε representa el error o fuentes de ruido independientes de la actividad cerebral, pero que afectan el
potencial eléctrico medido en los electrodos.
Para describir el volumen conductor (implícito en el término K) se han utilizado principalmen-
te dos modelos: Esféricos y Realistas. Los esféricos consisten en modelar los distintos tejidos del
volumen conductor (cabeza) como esferas concéntricas. Cuando se utiliza una esfera sólo se tiene
Por esta razón se desarrollaron los modelos de Fuente Distribuidas: estos son modelos volu-
métricos que asumen que cada pequeña área de volumen cerebral (conocida como voxel) es un
posible generador de actividad eléctrica. Por tanto, permiten estimar los valores de corriente en un
alto número de generadores simultáneamente.
Las bases físico-matemáticas y las operaciones algebraicas para la solución del Problema Inverso
son complejas y no son objetivo de este capítulo. Las ventajas y desventajas de los distintos modelos
dipolares y distribuidos disponibles en la actualidad, dados los diferentes supuestos biofísico-mate-
máticos que diferencian un modelo de otro, se exponen detalladamente en la literatura especializa-
da(1,18). En el Esquema 2 se señalan de forma general algunos de los modelos distribuidos de cálculo
de la SI (1,3,5,19-24).
Dado que cada método de solución inversa ofrece ventajas y desventajas, en dependencia de
cuán correctas sean las suposiciones a priori utilizadas para su aplicación en una situación particular
en estudio, aún no existe un consenso en cuál de ellas es la mejor solución para el análisis de fuentes
del EEG. Sin embargo, existen estudios que abordan el problema matemático de seleccionar el me-
jor modelo en el contexto de problemas inversos(25-27). Particularmente útil ha resultado un enfoque
estadístico conocido como Formalismo Bayesiano, que ya ha encontrado aplicaciones a la solución
del problema inverso del EEG. Por ejemplo, Trujillo-Barreto y col.(23) proponen un nuevo método
para resolver el PI del EEG dentro del marco de la teoría Bayesiana que tiene en cuenta la incerti-
dumbre sobre el modelo anatómico utilizado. Este método calcula la solución inversa restringida a
diferentes regiones anatómicas cerebrales (diferentes modelos a comparar) y obtiene una medida de
cuán bueno es el modelo para explicar el dato en estudio, conocida como “evidencia del modelo”.
En lugar de seleccionar el mejor modelo, la solución final se obtiene como la promediación de las
soluciones de los diferentes modelos, ponderadas por sus correspondientes evidencias. Esto resulta
en una solución independiente de cualquier modelo anatómico particular donde aparecen solamen-
te las fuentes con alta evidencia y se conoce como método de Promediación Bayesiana de Modelos
(BMA, del inglés Bayesian Model Averaging)(23).
Análisis Cuantitativo Tomográfico del EEG en un paciente con diagnóstico de Epilepsia Focal del
Lóbulo Frontal.
A modo de ejemplificar los resultados que se obtienen siguiendo los pasos antes citados, mostra-
remos las imágenes de TEC que se obtuvieron del análisis cuantitativo tomográfico de la actividad
de fondo del EEG (qEEGt) del paciente de 12 años con diagnóstico de ELF citado en el acápite de
análisis cuantitativo del EEG.
Características clínicas de las crisis: son crisis cortas que ocurren fundamentalmente durante la
noche, en ocasiones presencia de aura (hormigueo en miembro superior derecho) que siguen con
postura tónica distal del miembro superior derecho y crisis motoras complejas dadas por la presencia
de automatismos gestuales complejos. APP: Sufrimiento fetal, apgar bajo al nacer. Impresión Diag-
nóstica: Epilepsia Focal sintomática del Lóbulo Frontal Izquierdo
En la Figura 4 mostramos las imágenes Z de TEC (cortes axiales consecutivos) obtenidas a la
frecuencia de 4.3 Hz en la cual se obtuvo el pico espectral en el qEEG. Es evidente un aumento
significativo (tonos amarillos, ver escala de colores abajo) de la actividad lenta theta, específicamente
a la frecuencia señalada. Los generadores de dicha actividad se localizaron en la región frontal del
hemisferio izquierdo; específicamente en los giros frontales medio y superior, corteza orbitofrontal,
así como en la región cingulada ipsilateral. Además, como se muestra en esta figura (abajo), esta
técnica permite la visualización de imágenes ortogonales de la TEC, donde se puede precisar la
localización del generador principal obtenido (mayor energía) de la actividad de interés señalado por
el punto de intersección de las barras perpendiculares.
El área de disfunción cortical encontrada se corresponde estrechamente con la zona epileptógena
presumible teniendo en cuenta las características de las crisis clínicas del paciente.
Como se comentó anteriormente, el análisis de los generadores de la actividad de fondo en los
pacientes epilépticos es una herramienta complementaria al análisis de fuentes de la actividad pa-
Bibliografía
1. Michel CM, Murray MM, Lantz G, Gonzalez S, Spinelli L, de Peralta RG. EEG source imaging. Clin
Neurophysiol. 2004; 115: 2195–2222.
2. Ebersole JS. Noninvasive localization of epileptogenic foci by EEG source modeling. Epilepsia . 2000;
41(Suppl3):S24–S33.
3. Alper K, Raghavan M, Isenhart R, Howard B, Doyle W, John R, Prichep L. Localizing epileptogenic re-
gions in partial epilepsy using three-dimensional statistical parametric maps of background EEG source
spectra. NeuroImage 2008; 39: 1257–1265.
4. Jayakar P, DuchownyM, Resnick TJ, Alvarez LA. Localization of seizure foci—pitfalls and caveats. J Clin
Neurophysiol 1991; 8:414–431.
5. Plummer C, Harvey AS, Cook M. EEG source localization in focal epilepsy: Where are we now? Epi-
lepsia. 2008, 49(2):201–218.
6. Murry L, Gori S, Massetani R, Bonanni E, Marcella F, Milani S. Evaluation of acute ischemic stroke
using quantitative EEG: a comparison with conventional EEG and CT scan.Neurophysiol Clin 1998;
28: 249-257.
7. Duffy FH. Clinical value of topographic mapping and quantified neurophysiology. Arch. Neurol. 1989.
46:1133-1134.
8. Nuwer, M.R.. Assessment of digital EEG, quantitative EEG, and EEG brain mapping: report of the
American Academy of Neurology and the American Clinical Neurophysiological Society. Neurology.
1997,49: 277-292.
9. Fernando Lopes da Silva. Computer-Assisted EEG Diagnosis: Pattern Recognition and Brain Mapping.
In Niedermeyer E, Lopes da Silva F (Eds.). Electroencephalography, 5th Edition. Lippincott Williams &
Wilkins. 2005 pp 1233-1263.
10. Fender. DH. Source localization of brain electrical activity. In: AS.Gevins and A. Remont (Eds.). Methods
of Analysis of Brain Electrical and Magnetic Signals. Amsterdam, Elsevier. 1987. pp. 355-403.
11. Lagerlund TD, Worrell GA. EEG Source Localization (Model-Dependent and Model-Independent
Methods). In Niedermeyer E, Lopes da Silva F (Eds.). Electroencephalography, 5th Edition. Lippincott
Williams & Wilkins.2005.pp 829-844
12. Nunez, P., Electric fields of the brain. Oxford University Press, 1981.
13. Wolters CH, Anwander A, Tricoche X, Weinstein D, Koch M A, Macleod RS. Influence of tissue conducti-
vity anisotropy on EEG / MEG field and return current computation in a realistic head model: A simulation
and visualization study using high-resolution finite element modeling. Neuroimage. 2006, 30: 813 - 826.
14. Scherg, M. Fundamentals of dipole source potential analysis. In Grandori F, Hoke M and Romani GL
(Eds.) Auditory Evoked Magnetic Fields and Electric Potentials. Advances in Audiology. 1990.vol. 6, pp.
40-69. Basel: Karger.
Introducción
La Resonancia Magnética funcional (RMf) es una técnica de imagen de gran utilidad para visua-
lizar la actividad cerebral regional. El uso primario de la RMf ha sido la localización de áreas de acti-
vación en respuesta a paradigmas sensitivos, motores, visuales o cognitivos. También se ha estudiado
la respuesta cerebral en diversas patologías. Las aplicaciones de la RMf en epilepsia han recibido
especial atención por diversas razones. En primer lugar, la epilepsia es un transtorno que puede
acompañarse o no de anormalidades macroscópicas en estudios de imagen estructural, por lo cual
se ha planteado la RMf como un método que puede demostrar cambios en la actividad cerebral en
estados ictales o interictales (1) cuando otras técnicas han arrojado resultados negativos. En segundo
lugar, la RMf se ha utilizado como método localizador para el lenguaje, memoria y otras funciones
en la evaluación prequirúrgica del paciente con epilepsia refractaria. En este capítulo se revisan los
fundamentos fisiológicos de la RMf y su utilidad en la localización de las áreas funcionales de mayor
relevancia en la evaluación de pacientes con epilepsia del lóbulo frontal.
Fundamentos de la RMf
La estimulación neuronal lleva a un incremento en el consumo de energía y oxígeno en áreas
funcionales. Los cambios hemodinámicos derivados del acople neurovascular descrito originalmente
por Roy y Sherrington en 1890 (2), llevan a cambios en la oxigenación de la sangre y a variación en
los niveles de oxi- y deoxi-hemoglobina, esta última con propiedades paramagnéticas. Al producirse
cambios en el campo magnético local, se pueden realizar mediciones de la señal BOLD (Blood
Oxygen Level Dependent) por resonancia magnética con secuencias de susceptibilidad T2*.
El tipo de secuencia más utilizado en estudios de RMf es la técnica EPI (Echo Planar Imaging).
Esta es una secuencia rápida que puede registrar toda el parénquima cerebral en pocos segundos.
En un experimento típico de RMf el sujeto sigue un paradigma diseñado en bloques, alternando
117
un estado de reposo con una condición activa (Ej: generar verbos, leer, abrir/cerrar la mano, etc.)
También es posible evaluar funciones más complejas (Ej: memoria de trabajo) mediante un diseño
del experimento funcional basado en eventos, registrando la respuesta del paciente ante diversos
estímulos o preguntas específicas. Posteriormente se realiza un postproceso donde se correlaciona la
señal de cada voxel con el modelo matemático de la respuesta hemodinámica, para generar mapas
estadísticos que serán coregistrados con las imágenes anatómicas. Finalmente, se interpreta la in-
formación obtenida de forma cualitativa o cuantitativa mediante el cálculo de índices de asimetría,
conteo de voxels, o clusters activados.
Figura 1. División funcional del lóbulo frontal. Se discriminan las áreas motora
primaria (rojo), premotora (amarillo), Broca (verde), prefrontal dorsolateral
(azul), frontopolar (naranja) y frontal basal (morado).
Figura 4. Fusión de imágenes anatómicas con mapa de activación producto de la aplicación de paradigma motor de oposición
de dedos. Se delimitan con claridad el área motora primaria (flechas rectas) y AMS (flechas curvas)
Figura 6. Paciente con polimicrogiria izquierda. Con la aplicación de paradigma motor es posible localizar la corteza
sensorimotora a pesar de la alteración anatómica (A, B). Con la aplicación de un paradigma de lenguaje adaptado al déficit
cognitivo del paciente fue posible determinar la dominancia del hemisferio derecho (C).
Conclusión
La RMf es un método novedoso que permite evaluar el lóbulo frontal de forma completa y no
invasiva. Mediante la aplicación de paradigmas específicos es posible obtener mapas de activación
que se correlacionan con la división funcional del lóbulo frontal, aportando información útil en la
evaluación de sujetos candidatos a cirugía de epilepsia.
Referencias
1. Detre JA. fMRI: Applications in Epilepsy. Epilepsia 2004;45:26–31.
2. Roy CS, Sherrington CS. On the regulation of the blood-supply of the brain. J Physiol 1890;11:85-158.
3. Kesavedas C, Thomas B. Clinical applications of functional MRI in epilepsy. Indian J Radiol Imaging
2008;18:210-217.
4. Kellinghaus C, Lüders HO. Frontal lobe epilepsy. Epileptic Disord 2004; 6:223-239.
5. Gabarrós A, Martino J, Juncadella M, Plans G, Pujol R, Deus J, Godino O, Torres A, Aparicio A, Conesa
G, Acebes JJ. Intraoperative identification of the supplementary motor area in neurooncological surgery.
Neurocirugia (Astur) 2011;22:123-132.
6. Connolly JD, Goodale MA, Goltz HC, Munoz DP. fMRI Activation in the Human Frontal Eye Field Is
Correlated With Saccadic Reaction Time. J Neurophysiol 2005;94:605–611.
7. Smith EE, Jonides J.Storage and executive processes in the frontal lobes. Science 1999;283:1657-1661.
Abreviaturas usadas
FF: fluencia fonética
GV: generación de verbos
BOLD: del inglés Blood Oxygen Level Dependent
EPI del inglés Echo Planar Imaging.
RMNf resonancia Magnética Nuclear funcional
AMS: Área Motora Suplementaria
Introducción
La resonancia magnética constituye el estándar diagnóstico cuando se sospecha epilepsia lesio-
nal, de manera especial cuando la epilepsia es parcial. Un 50% de los TAC leídos como normales
contienen lesiones visibles en resonancia magnética (RM). Las anormalidades en RM son identifi-
cadas en un 80% de los pacientes con epilepsia refractaria focal. De esta manera, el papel principal
de la RM tiene que ver con la identificación de las anormalidades anatómicas que subyacen a los
fenómenos convulsivos (1).
En los casos en que la RM estructural es negativa para la identificación de lesión existe un con-
junto de técnicas de procesamiento y análisis matemático que ayudan en el abordaje de la epilepsia.
En este artículo se muestran diferentes enfoques, basados en el procesamiento de la imagen de RM,
para aumentar la cantidad de información cuando el análisis convencional es normal.
125
En el trabajo de Thesen y cols. (4) se utilizan secuencias volumétricas de RM, adquiridas me-
diante resonador de 3T, para un grupo de 41 controles y 11 pacientes. Los pacientes se compararon
de manera individual contra el grupo de controles buscando las regiones con diferencias significati-
vas de espesor cortical, contraste de sustancia gris y blanca, conformación de los giros y profundidad
de los surcos. Cuando se utilizaron los parámetros de espesor cortical y contraste de sustancia gris/
blanca se obtuvo un nivel de sensibilidad del 92% y de especificidad del 96% en la ubicación del foco.
El reformateo curvo tridimensional de imágenes de RM es una herramienta que mejora la vi-
sualización de la estructura de los giros, permite la ubicación correcta de lesiones y ayuda a detectar
anormalidades sutiles difíciles de visualizar en los cortes convencionales debido al patrón de los
surcos (5). La técnica consiste en la eliminación sucesiva de voxeles en el sentido de la curvatura
natural del cerebro. La figura 1 muestra su aplicación en un paciente con diagnóstico de displasia
cortical transmanto frontal derecha.
Figura 1. Paciente con displasia cortical transmanto frontal derecha. La técnica de reformateo muestra la superficie cerebral a
diferentes profundidades: 6 mm, 20 mm, 22 mm y 30 mm. La lesión es claramente visible a los 30 mm de profundidad.
Estudios recientes han buscado introducir nuevas características imagenológicas para las displa-
sias (6). El estudio de Régis y cols (7) muestra como las displasias cambian el patrón giral normal,
algo que se puede detectar en casos en los cuales la RM convencional es negativa. El estudio utiliza
un grupo de 20 controles que permite capturar características típicas de tamaño y volumen de los
surcos usando algoritmos de reconocimiento automático de patrones. La técnica es usada en 12
pacientes con epilepsia del lóbulo frontal de manera individual. En 9 de los 12 el algoritmo encontró
el patrón patológico en la misma zona epileptógena extraída en cirugía y en otros 2 pacientes en el
lóbulo frontal ipsolateral a la zona resecada.
El método de sustracción del SPECT ictal registrado a la imagen de RM (SISCOM) es una ayu-
da diagnóstica útil cuando la imagen de RM es negativa para lesión. La técnica consiste en la resta
de dos imágenes de SPECT, una adquirida durante el periodo interictal y la otra luego de que no
hayan transcurrido más de 10 segundos desde la finalización de una crisis. La imagen obtenida luego
de la sustracción es fusionada con la imagen de RM para obtener mayor detalle anatómico de las
zonas donde hay cambios significativos de la perfusión asociados con la actividad epileptógena (8).
Estudios multicéntricos han reportado que el método de SISCOM es de alto valor para las epilepsias
extratemporales, está relacionado con un buen desenlace quirúrgico y tiene una interpretación más
sencilla que el SPECT convencional (9).
Los electrodos subdurales juegan un papel importante en el estudio de un alto porcentaje de
pacientes sin lesión estructural clara. Los procedimientos de lectura y estimulación para localizar
la zona epileptógena usando electrodos subdurales están bien establecidos y las complicaciones son
bajas, aunque tienden a aumentar con el tiempo de permanencia del paciente con los electrodos (10).
Figura 3. Paciente con epilepsia focal motora derecha. Se puede apreciar en la imagen que los tractos corticoespinales derechos
tienen una conformación diferente y una cantidad de fibras menor respecto a los del hemisferio izquierdo.
Una última técnica funcional que se utiliza en diferentes centros de epilepsia es la RM funcional
obtenida en conjunto con el electroencefalograma (EEG-fMRI). El objetivo es combinar la reso-
lución espacial de la resonancia y la resolución temporal de la electroencefalografía. En epilepsia
focal no lesional ofrece información que ayuda a localizar el foco. Se encuentra que la resección
de las zonas de mayor activación se relaciona con un mejor desenlace quirúrgico. En epilepsia con
descargas generalizadas la técnica ha permitido visualizar la participación del tálamo, estructura que
se sabía estaba relacionada con este tipo de epilepsia pero que sólo había sido estudiada en modelos
animales (22).
Referencias
1. Roy T, Pandit A. Neuroimaging in epilepsy. Ann Indian Acad Neurol. 2011;14(2):78-80.
2. Ashburner J, Friston KJ. Voxel-based morphometry--the methods. Neuroimage. 2000 Jun;11(6 Pt 1):805-
821.
3. Colliot O, Bernasconi N, Khalili N, Antel SB, Naessens V, Bernasconi A. Individual voxel-based analysis
of gray matter in focal cortical dysplasia. NeuroImage. 2006 Ene 1;29(1):162-171.
4. Thesen T, Quinn BT, Carlson C, Devinsky O, DuBois J, McDonald CR, et al. Detection of Epileptogenic
Cortical Malformations with Surface-Based MRI Morphometry. PLoS One. 6(2).
5. Huppertz H-J, Kassubek J, Altenmüller D-M, Breyer T, Fauser S. Automatic curvilinear reformatting of
three-dimensional MRI data of the cerebral cortex. Neuroimage. 2008 Ene 1;39(1):80-86.
6. Hofman PAM, Fitt GJ, Harvey AS, Kuzniecky RI, Jackson G. Bottom-of-Sulcus Dysplasia: Imaging
Features. American Journal of Roentgenology. 2011 Abr 1;196(4):881 -885.
7. Régis J, Tamura M, Park MC, McGonigal A, Rivière D, Coulon O, et al. Subclinical abnormal gyration
pattern, a potential anatomic marker of epileptogenic zone in patients with magnetic resonance imaging-
negative frontal lobe epilepsy. Neurosurgery. 2011 Jul;69(1):80-93; discussion 93-94.
8. Brinkmann BH, O’Brien TJ, Mullan BP, O’Connor MK, Robb RA, So EL. Subtraction ictal SPECT co-
registered to MRI for seizure focus localization in partial epilepsy. Mayo Clin. Proc. 2000 Jun;75(6):615-
624.
9. Matsuda H, Matsuda K, Nakamura F, Kameyama S, Masuda H, Otsuki T, et al. Contribution of sub-
traction ictal SPECT coregistered to MRI to epilepsy surgery: a multicenter study. Ann Nucl Med. 2009
May;23(3):283-291.
Resumen
Las crisis convulsivas pueden precipitarse en el sueño en ciertos síndromes epilépticos y con-
diciones particulares. Las convulsiones de la epilepsia frontal nocturna aparecen exclusivamente
durante el sueño, se caracterizan por su conducta motora y activación autonómica. Diferenciar
esta condición de otros fenómenos motores paroxísticos no epilépticos puede resultar muy difícil. A
continuación se describen las características clínicas y de laboratorio de los eventos paroxísticos no
epilépticos que pueden confundirse con crisis convulsivas de la epilepsia del lóbulo frontal.
Introducción
Es común hacer un diagnóstico equivocado de epilepsia. El 20 a 40% de los pacientes previamen-
te diagnosticados de epilepsia cuyas crisis no responden a los medicamentos antiepilépticos fueron
diagnosticados erróneamente en los centros de epilepsia promedio1. La mayoría de los pacientes
mal diagnosticados de epilepsia eventualmente tienen crisis psicogénicas no epilépticas, síncope2 o
parasomnias3. Una vez realizado el diagnóstico de convulsiones, se sigue perpetuando sin cuestiona-
mientos, retrasando el diagnóstico correcto y aumentando el costo de la enfermedad4.
131
la epilepsia erróneamente diagnosticada acarrea mayor costo en servicios médicos7. Los fármacos
antiepilépticos (FAE) que se prescriben a los pacientes con EPPNE pueden exacerbar las crisis8,
los procedimientos invasivos durante estatus psicogénicos no epilépticos y pseudocrisis recurrentes
pueden generar complicaciones9, se generan hospitalizaciones innecesarias, se derivan tardíamente
a recibir atención pisiquiátrica integral y se perturba el desempeño en el trabajo y en la sociedad10.
Las crisis no epilépticas pueden ser de origen fisiológico o psicogénico y difíciles de distinguir
de las convulsiones epilépticas, porque ambas tienen alteraciones conductuales, en la esfera de la
conciencia, la sensación y la percepción11.
El primer paso para el tratamiento de los EPPNE es llegar a un diagnóstico preciso. La vi-
deoelectroencefalografía (VEEG) es la prueba estándar de diagnóstico. Los EPPNE pueden simular
la semiología de las convulsiones del lóbulo frontal (CLF). Las observaciones clínicas de cabecera
pueden ayudar a agudizar la interpretación del VEEG para establecer el diagnóstico correcto.
Parasomnias
Una parasomnia es un fenómeno comportamental y físico indeseable, que ocurre durante el sue-
ño. Clínicamente una parasomnia ocurre como una transición anormal entre los estados de sueño;
Terror nocturno
El terror nocturno, o pavor nocturno, inicia con un intenso grito seguido por actividad motora
vigorosa; el niño está inconsolable y con amnesia posterior del evento. La persona parece estar des-
pierta pero es incapaz de percibir el medio ambiente; si hay actividad mental previa, entonces puede
recordarla; normalmente las imágenes son simples como caras, animales, fuego, en comparación con
la trama compleja de la pesadilla del sueño MOR. La persona que lo padece informa de una opresiva
experiencia, como estar siendo encarcelado en una tumba, o tener una pila de rocas sobre su pecho,
acompañado de intensa actividad autonómica como hipertensión, taquicardia, midriasis y diaforesis.
El terror nocturno surge fuera del sueño de ondas lentas, con prevalencia del 1%-6,5% en los niños
Sonambulismo
El sonambulismo es un estado en el que el paciente vaga fuera de la cama o de la casa, durante
el episodio de confusión. Surge en el primer tercio del sueño nocturno, en el sueño con ondas lentas.
El individuo deambula durante el sueño; luce calmado, pero pueden realizar actos complejos tales
como comer, cocinar, limpiar la casa, tener actividad sexual, abrir puertas; y puede reaccionar agitado
o violento, ante un despertar súbito. La deambulación puede terminar espontáneamente y en lugares
inusuales como el baño, la cocina, o al regresar a la cama. La prevalencia en la infancia es del 17%,
con una edad pico de 4-6 años y 3% en la adultez. El riesgo aumenta hasta 10 veces si tiene un
familiar afectado en primer grado de consanguinidad, y seis veces si es gemelo. La susceptibilidad
genética está ligada al gen DQB1 en un 25%, en pacientes de raza blanca comparados con un 13%
de la población general. Los factores precipitantes son la fiebre, privación de sueño, trastornos de la
respiración, estrés y consumo de hipnóticos.
El sueño NMOR puede incrementar la actividad interictal en epilepsia focal, y hasta un 43%
de las crisis convulsivas del lóbulo frontal que ocurren en el sueño NMOR. Las crisis convulsivas
asociadas al sueño son más frecuentes en epilepsia del lóbulo frontal, hasta en un 61%, mientras
que en la epilepsia del lóbulo temporal alcanza un 10%. Se desconocen la vía neuronal a través de
la cual el sueño facilita una convulsión.. Además, el patrón cíclico alternante representa despertares
complejos, con complejos K y brotes de ondas delta, se relaciona con actividad epiléptica interictal
y crisis convulsiva motora durante el sueño NMOR. La disminución de la inhibición intra cortical
puede ser un factor para la asociación de procesos epilépticos, en la integración tálamo cortical que
se propaga durante el sueño57.
Tratamiento
El tratamiento exitoso de los pacientes lo garantiza un correcto diagnóstico. Es necesario propor-
cionarle a los pacientes un ambiente seguro en casa como es, dormir en una cama baja, cortinas segu-
ras, evitar factores de riesgo como el estrés, la privación de sueño, el alcohol y la cafeína. La mayoría
de los trastornos del despertar son leves y no requieren fármacos. Es necesario educar al paciente y la
familia sobre la arquitectura e higiene normal del sueño. Intentar despertar al niño en pleno evento
puede ser contraproducente y puede prolongarlo. La recomendación es guiar al durmiente a la cama,
no despertar, tomar medidas de seguridad sobre puertas y ventanas y colocar barreras o cerrojos sobre
las escaleras. Las benzodiacepinas de acción farmacológica corta o larga pueden ser útiles.
Otras parasomnias
El quejido relacionado con el sueño (catatrenia) es un ruido crónico, casi siempre nocturno,
compuesto por un quejido espiratorio que se presenta durante el sueño, especialmente en MOR67.
El ruido espiratorio se presenta sin dificultad respiratoria o fenómenos motores concomitantes; la
saturación de oxígeno arterial es normal68. Los pacientes no tienen enfermedades neurológicas ni
respiratorias manifiestas, no tienen historia familiar de parasomnias y son inconscientes del ruido
nocturno que generan por años y décadas.
La patofisiología del quejido es desconocida tanto como las consecuencias a largo plazo. Predo-
mina o es exclusivo durante el sueño MOR, la duración es de 2 a 49 segundos, frecuentemente se
presenta en salvas que recurren varias veces en la noche y está desprovisto de los fenómenos motores
que acompañan al gemido que tiene lugar en las crisis epilépticas.
Bibliografía
1 Benbadis SR, O’Neill E, Tatum WO, et al. Outcome of prolonged video-EEG monitoring at a typical
referral epilepsy center. Epilepsia 2004;45(9):1150–3.
2 Zaidi A, Clough P, Cooper P, et al. Misdiagnosis of epilepsy: many seizure-like attacks have a cardiovas-
cular cause. J Am Coll Cardiol 2000;36(1):181–4.
3 Zaidi A, Clough P, Cooper P, et al. Misdiagnosis of epilepsy: many seizure-like attacks have a cardiovas-
cular cause. J Am Coll Cardiol 2000;36(1):181–4.
4 Nowack WJ. Epilepsy: a costly misdiagnosis. Clin Electroencephalogr 1997; 28(4):225–8.
5 Gates JR, Luciano D, Devinsky O. The classification and treatment of nonepileptic events. In: Devinsky
O, Theodore WH, editors. Epilepsy and behavior. New York: Wiley-Liss; 1991. p. 251–63. Chapter 18.
6 Reuber M, Fernandez G, Bauer J, et al. Diagnostic delay in psychogenic nonepileptic seizures. Neurolo-
gy 2002;58(3):493–5.
7 Martin RC, Gilliam FG, Kilgore M, et al. Improved health care resource utilization following video-
EEG-confirmed diagnosis of nonepileptic psychogenic seizures. Seizure 1998;7(5):385–90.
8 Niedermeyer E, Blumer D, Holscher E, et al. Classical hysterical seizures facilitated by anticonvulsant
toxicity. Psychiatr Clin (Basel) 1970;3(2):71–84.
9 Dworetzky BA, Bubrick EJ, Szaflarski JP, et al. Nonepileptic psychogenic status: markedly prolonged
psychogenic nonepileptic seizures. Epilepsy Behav 2010; 19(1):65–8.
10 LaFrance WC Jr, Benbadis SR. Avoiding the costs of unrecognized psychological nonepileptic seizures.
Neurology 2006;66(11):1620–1.
11 Gates JR, Ramani V, Whalen S, et al. Ictal characteristics of pseudoseizures. Arch Neurol
1985;42(12):1183–7.
12 Alsaadi TM, Thieman C, Shatzel A, et al. Video-EEG telemetry can be a crucial tool for neurologists
experienced in epilepsy when diagnosing seizure disorders. Seizure 2004;13(1):32–4.
13 Benbadis SR, LaFrance WC Jr, Papandonatos GD, et al. Interrater reliability of EEG-video monitoring.
Neurology 2009;73(11):843–6.
Generalidades
La gran mayoría de las epilepsias presentan una etiología desconocida. A pesar de que esta es la
regla, la etiología de las epilepsias idiopáticas se presume que es genética y de herencia compleja. No
obstante, existen formas clínicamente indiferenciadas de tales formas complejas, las cuales sí presen-
tan un patrón Mendeliano de herencia identificado. Por ende, este grupo se ha denominado formas
Mendelianas de las epilepsias comunes (1). En este capítulo se revisa la contribución genética en la
etiología de la epilepsia del lóbulo frontal (ELF) tanto en las formas familiares (la gran mayoría)
como en las formas esporádicas.
El sindrome de epilepsia del lóbulo frontal (ELF) fue reconocido inicialmente en 1994; se carac-
teriza por descargas convulsivas breves durante el sueño superficial y las crisis a menudo se confun-
den con pesadillas o parasomnias (2). Este síndrome fue descrito inicialmente en familias de origen
australiano, inglés y francés (2,3).
ELF presenta herencia autosómica dominante con penetrancia del 70%, con marcada expresivi-
dad variable entre familiares, lo cual hace fácil pasar desapercibida la historia familiar ya que algunos
miembros familiares pueden aparecer apenas levemente afectados [revisado en (4)].
149
1. Gen CHRNA4 (ADNFLE tipo 1).
El gen que codifica la subunidad alfa 4 del receptor nicotínico de acetil-colina, CHRNA4, está
localizado en la región cromosómica 20q13.3. Este gen cuenta con 6 exones (Figura 1) y se extiende
18 Kb (8). CHRNA4 fue identificado a través del estudio de una extensa familia de origen australia-
no con seis generaciones y 27 afectados. En esta familia se analizaron marcadores microsatélites y se
encontró un lod score altamente significativo (Z=9,29) para el marcador D20S19 (9). De manera in-
teresante este marcador se encuentra en la misma región donde se localiza el gen CHRNA4, el cual
ya había sido asociado con mutaciones en pacientes con convulsiones familiares neonatales benignas
(8). Posterior secuenciamiento de este gen candidato (posicionalmente y por patrón de expresión)
reveló la mutación de cambio de sentido (“missense”) Ser248Phe (11) originada por la transición
c.744C>T. Esta mutación estuvo en todos los afectados, portadores obligados y en algunos de los
hijos de afectados/portadores. Es decir, esta mutación no presenta penetrancia completa.
Adicionalmente se ha identificado una segunda mutación en una familia de origen noruego.
Esta mutación consistió en la inserción de una tripleta (776insGCT) la cual introdujo un residuo
adicional de Leucina (L) en el marco de lectura, es decir sin generar corrimiento del marco de
lectura durante la traducción (12). En la nomenclatura aprobada actualmente (13) esta mutación
se localiza en c.872insGCT que causa la inserción p.insL291. Más recientemente, Hirose y cola-
boradores (14) encontraron una tercera mutación en una familia japonesa con la condición. La
mutación identificada consistió de una transición de C>T en la posición 755 del gen, lo cual causa
la sustitución p.Ser252Leu (14). Una cuarta mutación ha sido reportada en una extensa familia de
origen alemán (15).
En esta familia se reportaron dos afectados y 14 miembros familiares adicionales. Secuencia-
miento directo reveló la presencia de la mutación p.T265I. Esta mutación estuvo presente en los dos
afectados y cinco individuos de la familia fueron portadores no-afectados (15). La evaluación de 193
controles sanos, también de origen alemán mostró que ninguno portaba la mutación.
Figura 1. Localización cromosómica del gen CHRNA4 y estructura de sus seis exones e intrones. La barra vertical roja
muestra la ubicación del gen . Tomado de (8)
Figura 2. Localización cromosómica del gen CHRNB2 y estructura de sus seis exones e intrones. La barra vertical roja
muestra la ubicación del gen . Tomado de (8)
Figura 3. Localización cromosómica del gen CHRNA2 y estructura de sus siete exones e intrones. La barra vertical roja
muestra la ubicación del gen . Tomado de (8)
El análisis genético de cuatro familias severamente afectadas (con 25 afectados) permitió excluir
los genes que codifican subunidades del receptor nicotínico expresados en el cerebro. Esto sugirió la
conclusión de que el gen asociado a ADNFLE en estas familias no pertenecía a la familia de genes
de las subunidades del receptor neuronal nicotínico. Por consiguiente se realizó un barrido del geno-
ma (en la familia más grande de las cuatro) y se identificaron dos regiones sugestivas de ligamiento.
Estas fueron 3p22-p24 y 8q11.2-q21.1, las cuales fueron involucradas tras aplicar diferentes tipos de
análisis como ligamiento paramétrico, ligamiento no-paramétrico (NPL) y asociación basada en fa-
milias (6). Estos resultados permitieron proponer e modelo de herencia digénica para la transmisión
de la enfermedad. Así, variación en cada gen localizado en las dos regiones identificadas necesitarían
combinarse en cada afectado. Esta hipótesis es respaldada por el análisis de segregación de los ha-
plotipos en ambas regiones cromosómicas. Este modelo ya había sido propuesto en otra forma de
epilepsia (Epilepsia del lóbulo temporal) (23).
Figura 4. Localización cromosómica del gen CRH y estructura de sus dos exones e intrones.
La barra vertical roja muestra la ubicación del gen . Tomado de (8).
Referencias
1. Pineda-Trujillo N. Linkage analysis of Mendelian forms of complex Disorders in a South American
Population. University of London; 2005.
2. Scheffer IE, Bhatia KP, Lopez-Cendes I, Al E. Autosomal dominant frontal lobe epilepsy misdiagnosed
as sleep disorder. Lancet. 1994;343(515-517).
3. Scheffer IE, Bhatia KP, Lopes-Cendes I, Fish DR, Marsden CD, Andermann E, et al. Autosomal domi-
nant nocturnal frontal lobe epilepsy. A distinctive clinical disorder. Brain : a journal of neurology. 1995
Feb;118 ( Pt 1:61–73.
4. Berkovic SF, Scheffer IE. Epilepsies with single gene inheritance. Brain & development. 1997
Jan;19(1):13–8.
5. Amberger J, Bocchini C, Hamosh A. A new face and new challenges for online mendelian inheritance in
man (OMIM(®) ). Human mutation. 2011 Feb;004438:3–6.
6. Combi R, Ferini-Strambi L, Montruccoli A, Bianchi V, Malcovati M, Zucconi M, et al. Two new putative
susceptibility loci for ADNFLE. Brain research bulletin. 2005 Oct 30;67(4):257–63.
1. Introducción:
El monitoreo invasivo electroencefalográfico, hace parte del armamentario de un programa
avanzado de cirugía de epilepsia, cuando se tratan pacientes con epilepsia medicamente intratable
extratemporal, siendo el lóbulo frontal, por su gran tamaño y complejidad tanto funcional y estruc-
tural, uno de los lóbulos que con mayor frecuencia, necesita ser evaluado con electrodos intracra-
neanos, para determinar y definir el área epileptogénica a resecar. En este capítulo analizaremos con
mayor detalle la utilidad y las técnicas utilizadas para la evaluación electrofisiológica invasiva del
lóbulo frontal.
157
(2) Corteza Central o sensitivo-motora: Consiste de dos giros, el pre-central y el post-central,
los cuales están localizados entre los surcos pre-central y post-central y divididos por el surco
central. La parte mesial del lóbulo central consiste del lóbulo paracentral entre el surco pre-
central y el ramo marginal del surco cingulado.
g) Electrodos profundos:
Son utilizados cuando se desean evaluar estructuras cere-
brales profundas, como el hipocampo, el hipotálamo y lobulos frontales profundos y su participación
en la zona epileptogenica. Estructuras en las cuales hay una inadecuada cobertura con electrodos
subdurales ellos pueden ser además usados para registrar actividad de la neocorteza a través de los
cuales ellos pasas , sin embargo el área de muestra es limitada. Ellos pueden ser estimulados para
estimular corteza y hacer mapas corticales pero su utilidad es limitada al igual que las cintas.
Los electrodos profundos intraparenquimatosos son flexibles implantados estereotácticamente
usualmente con un estilete semi-rígido que ayuda a prevenir la trayectoria errónea y mejora la preci-
sión de la implantación. Los electrodos usualmente tienen 1 a 1,5 mm de diámetro y vienen en una
variedad de configuración que va de 4 a 10 contactos individuales con espacio de 5 a 10 mm entre el
centro de cada contacto. Los electrodos pueden además ser configurados para permitir usar técnicas
como la microdialisis intracerebral.
Indicaciones frecuentes:
En epilepsia no lesional, para eva-
luar áreas profundas del lóbulo frontal
como son el cíngulo anterior, la región
orbitofrontal y la corteza sensitivomo-
tora suplementaria, donde la cobertura
con cintas subdurales implica un abor-
daje difícil, o inadecuada cobertura de dichas áreas, o poco confiable su correcta ubicación.
Se utiliza además en pacientes con epilepsia del lóbulo frontal donde hay una alta sospecha en
que el lóbulo frontal medial esta comprometido. Debe tenerse cuidado en evitar corteza motora pri-
maria y del lenguaje en los puntos de entrada de la corteza dorsolateral, a menudo el coregistro de
resonancia nuclear magnética preoperatoria puede ser utilizada para definir estas áreas. La cobertura
de cintas subdurales de las áreas orbitofrontales es además poco confiable y los electrodos profundos
pueden ser fácilmente usados para proveer adecuada cobertura de estas áreas.
(2) Epilepsia Orbitofrontal: en este caso se requiere evaluar tanto el giro recto como la corteza
orbital usando electrodos oblicuos que evalúen además el polo frontal, la corteza frontobasal lateral
el giro cingulado anterior y la porción anterior del lóbulo temporal.
Esto es requerido frecuentemente cuando se sospecha inicio en el lóbulo frontal o parietal con
propagación subsecuente a áreas perirolandicas. Los electrodos intracerebrales son particularmente
útiles para evaluar la profundidad de la cisura rolandica, y también evaluar estructuras ascendentes
y descendentes.
ii) Colocación de los electrodos intraparenquimatosos.
Una vez se ha realizado la planeación estereotactica de cada electrodo con su trayectoria indivi-
dual y bajo anestesia general, fijando el marco en la misma posición al estudio arteriografico previo a
la planeación se utilizan electrodos multipolares de diámetro de 0.8 mm que van de 4 a 18 contactos
con cada polo de 1.5 mm de diámetro y 2 mm de separación, implantando dependiendo del caso de 3
a 20 con un promedio de 12 +/- 3 electrodos por paciente, la exploración es unilateral en la mayoría
de los casos y en menos del 20% de los procedimientos es bilateral asimétrica.
Los electrodos son implantados ortogonalmente perpendicular al plano de la línea media o me-
nos frecuentemente al plano coronal u oblicuos. El target generalmente están dirigidos a las estruc-
turas mesiales del lóbulo frontal o del lóbulo temporal adyacente, según el patrón de implantación
escogido, para evaluar la corteza insular adyacente al lóbulo frontal los electrodos son insertados a
través del opérculo supra o infrasilviano o por una trayectoria retroinsular con un punto de entrada
frontopolar.
Para la implantación de cada electrodo se realiza una mini-trepanostomía de mas o menos 2.3
mm y puestos hasta el target a través de una guía metálica. Unos fijadores de titanio al cráneo son
insertados para la fijación de estos electrodos bajo control fluoroscópico, y una capucha plástica fija
Conclusiones:
El monitoreo invasivo videoelectroencefalografico para el lóbulo frontal no es frecuentemente
diferenciado en la literatura, del monitoreo electroencefalografico de otros lóbulos del cerebro. Sin
embargo debido a la complejidad y múltiples conexiones que esta área del cerebro tiene con otras
Bibliografía seleccionada:
1) Alexopoulos AV, Tandon N. Basal frontal lobe epilepsy. In: Textbook of Epilepsy Surgery. Lueders HO,
editor. Informa, 2008: 285-313.
2) Ayakar P. Invasive EEG monitoring in children: when, where and what?. J.Clin.Neurophysiol. 1999; 16:
408–418.
3) Bancaud J, Talairach J: Organisation fonctionnelle de l’airemo- trice supplémentaire. Enseignements
apportés par la stéréo-E.E.G. Neurochirurgie 1967; 13:343–356.
4) Bancaud J, Talairach J, Bonis A, y cols. La stéréo-électroencephalographie dans l’épilepsie: infor-
mations neurophysio-pathologiques apportées par l’investigation fonctionelle stéréotaxique. Paris:
Masson& Cie; 1965.
5) Bauer S, Hamer HM, Rosenow F. Premotor and central lobe epilepsy. In: Textbook of Epilepsy Surgery.
Lueders HO, editor. Informa, 2008: 263-273.
6) Bauman JA, Feoli E, Romanelli P, y cols. Multistage epilepsy surgery: safety, efficacy and utility of a novel
approach in pediatric extratemporal epilepsy. Neurosurgery 2008; 62 (Suppl. 2): 489-505.
7) Bleasel AF. Mesial frontal lobe epilepsy. In: Epilepsy Surgery. 2ª. Ed. Lueders HO, Comair YG, editores.
Lippincott W&W, 2001: 119-134
El 25% de los pacientes con epilepsia fármaco-resistente, remitidos para cirugía de epilepsia,
tiene epilepsia del lóbulo frontal (ELF).
El propósito de la cirugía de epilepsia es la resección precisa de la zona epileptogénica (ZE) que
permita controlar las crisis epilépticas, sin alterar ninguna función cerebral. Para lograr este objetivo
se requiere una completa evaluación pre-quirúrgica, una adecuada técnica quirúrgica y un estricto
seguimiento post-operatorio, a través de un grupo interdisciplinario que cuente con neurocirugía,
neurología, neurofisiología, neurorradiología, neuropsicología y psiquiatría.
La estimación de la ZE (localización y lateralización) en la evaluación pre-quirúrgica se realiza
a través de la información suministrada por la semiología de las crisis, el videomonitoreo electroen-
cefalográfico (videoEEG), las neuroimágenes estructurales (imágenes por resonancia magnética
[IRM]) y funcionales (PET, SPECT, IRM funcional) y la evaluación neuropsicológica.
La cirugía debe ser llevada a cabo en condiciones óptimas para el paciente, con una técnica rigu-
rosa, evitando lesionar zonas cerebrales esenciales, y con toda la tecnología disponible en el medio
donde se labore.
Definiciones
En la planeación de una cirugía de epilepsia, la valoración pre-quirúrgica está orientada a iden-
tificar la ZE, definida por Lüders en 1993 como el área cerebral necesaria y suficiente para generar
una crisis epiléptica y cuya resección total es necesaria para el control de la epilepsia. Para el año
2006, Lüders redefinió la ZE como la cantidad mínima de tejido cortical que debe ser resecado para
estar libre de crisis. Para precisar los límites de la ZE (localización, lateralización y extensión), es
necesario determinar:
• Zona irritativa: es el área cortical que genera las espigas interictales en el EEG.
173
• Zona sintomatogénica: es el área que, por el inicio de la descarga o por extensión de ésta, da
origen a las manifestaciones clínicas. La semiología tiene importancia crítica para la localiza-
ción de la ZE y, como se mencionó, las manifestaciones clínicas iniciales pueden originarse
en varias áreas corticales o representar una extensión de la descarga. En el caso del lóbulo
frontal, sus manifestaciones clínicas pueden localizar hacia el lóbulo frontal pero no hacia
áreas específicas de éste y, adicionalmente, la actividad eléctrica anormal puede obedecer más
a la representación de una actividad regional que a un fenómeno local.
• Zona de inicio ictal: es el área de la corteza donde se origina la actividad eléctrica ictal regis-
trada por el EEG. Cuando esta área está localizada en una zona elocuente producirá mani-
festaciones clínicas, de lo contrario no.
• Zona lesional: es la lesión estructural observada en la neuroimágen de alta resolución y la
cual se presume es responsable de las crisis, pues la lesión por sí misma es epileptógena.
• Zona de déficit funcional: es el área cortical disfuncional en el periodo interictal, definida a
través de la evaluación clínica neurológica, la evaluación neuropsicológica o las neuroimáge-
nes funcionales (SPECT o PET).
• Zona elocuente: área cerebral donde está localizada una función cortical definida.
• Zona silente: área cerebral donde no se ha logrado determinar una función cortical.
BIBLIOGRAFÍA SUGERIDA
1. Beleza P, Pinho J. Frontal lobe epilepsy. J Clin Neurosci. 2011 May;18(5):593-600.
2. Cossu M, Cardinale F, Castan L, et al. Stereoencephalography in the presurgical evaluation of focal epi-
lepsy: a retrospective analysis of 215 procedures. Neurosurgery 2005; 57:706-718.
3. Devinsky O, Sato S, Kufta CV, Ito B, Rose DF, Theodore WH, Porter RJ. Electroencephalographic stu-
dies of simple partial seizures with subdural electrode recordings. Neurology. 1989 Apr;39(4):527-33.
4. Foldvary N, Klem G, Hammel j, et al. The localizing value of ictal eeg in focal epilepsy. Neurology
2001;57:2022-8
5. Grant GA, Farrell D, Silbergeld DL. Continuos somatosensory evoked potential monitoring during bra-
in tumor resection. Report of four cases and review of the literature. J Neurosurg 2002;97(3);709-713.
6. Harvey AS, Cross JH, Shinnar S, Mathern BW; ILAE Pediatric Epilepsy Surgery Survey Taskforce.
Defining the spectrum of international practice in pediatric epilepsy surgery patients. Epilepsia. 2008
Jan;49(1):146-55.
7. Jayakar P, Duchowny MS. Invasive EEG recording and functional mapping in children. In : Tuxhorn
I, Holthausen H, Boenik HE, eds. Pediatric epilepsy syndromes and their surgical treatment. London:
John Libbey & Co.; 1997; pp. 547-556.
8. Jeha LE, Najm I, Bingaman W, et al. Surgical outcome and prognostic factors of frontal lobe epilepsy
surgery. Brain 2007; 130:574-84.
9. Lee WS, Lee JK, Lee SA, Kang JK, Ko TS. Complications and results of subdural grid electrode implan-
tation in epilepsy surgery. Surg Neurol. 2000 Nov;54(5):346-51.
10. Lüders HO, Najm I, Nair D, Widdess-Walsh P, Bingman W. The epileptogenic zone: general principles.
Epileptic Disord. 2006 Aug;8 Suppl 2:S1-9.
11. Morrell F, Whisler WW, Smith MC, Hoeppner TJ, de Toledo-Morrell L, Pierre-Louis SJ, Kanner AM,
Buelow JM, Ristanovic R, Bergen D, et al. Landau-Kleffner syndrome. Treatment with subpial intracor-
tical transection. Brain. 1995 Dec;118 ( Pt 6):1529-46.
12. Moeller F, Tyvaert L, Nguyen DK, LeVan P, Bouthillier A, Kobayashi E, Tampieri D, Dubeau F, Gotman
J. EEG-fMRI: adding to standard evaluations of patients with nonlesional frontal lobe epilepsy. Neuro-
logy. 2009 Dec 8;73(23):2023-30.
13. Ojemann SG, Berger MS, Lettich E, Ojemann GA. Localization of language function in children: re-
sults of electrical stimulation mapping. J Neurosurg 2003;98(3):465-470.
15. Rasmussen T. Tailoring of cortical excisions for frontal lobe epilepsy. Can J Neurol Sci 1991 Nov;18(4
Suppl):606-10.
16. Roux FE, Boulanouar K, Lotterie JA, Mejdoubi M, LeSage JP, Berry I. Language functional magnetic
resonance imaging in preoperative assessment of language areas: correlation with direct cortical stimula-
tion. Neurosurgery 2003;52(6):1335-1345, discussion 1345-7.
17. Spencer SS, Schramm J, Wyler A, et al. Multiple subpial trasection for intractable partial epilepsy: an
international meta-analysis. Epilepsia 2002;43(2):141-145
18. Vadlamudi L, So EL, Worrell GA, Mosewich RK, Cascino GD, Meyer FB, Lesnick TG. Factors un-
derlying scalp-EEG interictal epileptiform discharges in intractable frontal lobe epilepsy. Epileptic Di-
sord. 2004;6(2):89-95.
19. Wiler AR, Walker G, Somes G. The morbidity of long-term seizure monitoring using subdural strip
electrodes. J Neurosurg 1991;74(5):734-737.
20. Wennberg R, Gross D, Quesney F, Gross R, Olivier A, Lozano A. Transient epileptic foci associated with
intracranial hemorrhage in patients with subdural and epidural electrode placement. Clin Neurophisyol
1999:110(3):419-423.
ABREVIATURAS UTILIZADAS
ELF: Epilepsia del lóbulo frontal
ZE: zona epileptogénica
IRM: imágenes por resonancia magnética
videoEEG: videomonitoreo electroencefalográfico
Jaime Fandiño-Franky
Presidente. Fundación Centro Colombiano de Epilepsia y Enfermedades Neurológicas (FIRE). Hospital Neurológico (por
escisión de la Liga Colombiana contra la Epilepsia), Convenio con las U. de Cartagena y Sinú. Cartagena. Colombia.
185
del trabajo. Los estudios de Maroni Nei13, Fandiño-Franky J.14,15,16,17 Wong TT y col.18 ,Tanriverdi,
Oliver, Andermann y col 19 entre otros, han hecho revivir la verdad sobre el beneficio de la calloso-
tomía por encima de la Estimulación Vagal Intermitente. Hay detractores que piensan que la CE
debe ir al foco y que mientras no se descubra, no debe hacerse ninguna cirugía. Es un craso error
porque conseguir el foco, o los focos, y extirparlos, a pesar de la tecnología última, muchas veces es
imposible. Es destacado el trabajo de Maroni Nei13 haciendo una comparación entre estos dos proce-
dimientos y destaca que esta cirugía no es una alternativa de los países envías de desarrollo, sino un
proceder médico indicado en casos seleccionados 26,27.
Nuestros resultados se basan en la revisión de 211 pacientes sometidos a callosotomia (fig. 1) en
el Hospital Neurológico, FIRE desde su inicio (1989-2008), seguidos al menos durante 3 años. 45
pacientes fueron excluidos porque recibieron lo que llamamos “cirugía combinada” es decir, que
fueron sometidos a una lobectomía frontal o lesionectomías posteriores a la callosotomía (fig. 3 y
4) por haberse definido un foco claro después. Así, pues, estudiaremos 148 pacientes con diferentes
síndromes.(fig. 1.) siendo el síndrome de West el más frecuente (68%), seguido de Lennox-Gastaut
(37%). Se muestran los pacientes operados por años con hitos históricos de tecnología (fig. #2).
El síndrome de West fue el más frecuente. La edad más frecuente en el momento de la cirugía fue
entre los 2 y 19 años (Fig. 3) los datos han sido recolectados de manera sistemática, revisando cada
historia clínica. Se registraron las variables que se consideraron de interés en base de datos Excel para
posterior análisis.
Los datos no registrados en los formatos estandarizados, o aquellos en los que no hubo un re-
gistro claro, aparecen como ¨no dato¨ en todas las tablas. La recolección y análisis de los datos se
realizó por personas que no participaron en el grupo interdisciplinar que evaluó los pacientes pre y
postquirúrgicos.
La extensión de la callosotomía practicada fue en los primeros 10 años de los 2/3 anteriores. Te-
níamos el temor de que, al hacerla completa, podríamos dañar la percepción de los colores o demorar
la rehabilitación, como lo proclamó Gates 5. Posteriormente comprobamos que esto no es cierto y
adoptamos la callosotomía total en un solo tiempo; desde entonces, con la esperanza que muchas
fibras posteriores fueran portadoras de impulsos anormales y quedarían indemnes. En la figura 5
mostramos que la mayoría de las callosotomías fueron de los 2/3 anteriores. Ahora solo hacemos
callosotomía total.
En las siguientes tablas (6,7 y 8) se muestran los resultados del TAC y la R.M. antes de las ciru-
gías. En 1996 tuvimos la R.M.
Resultados
Se trata de 148 pacientes operados de callosotomia. Solo 9 de ellos (6%), por lo bisarro del caso,
requirieron electrodos subdurales. Las edades de los pacientes en el momento de realización de la ci-
rugía se distribuyeron de la siguiente manera: El intervalo de edad se encontró entre los 3 meses a 48
años. Los grupos de edad más numerosos fueron lo preescolares y los adolescentes. Nueve pacientes
nunca regresaron a control y no sabemos si murieron de alguna complicación intercurrente (gráfica
No. 12). El grupo de pacientes que nunca regresó a control, ha sido excluido de nuestro estudio, pero
los que regresaron alguna vez, han sido tenidos en cuenta.
Los estudios de RM y CT-scan (fig. 7 y 8) muestran un grupo de pacientes que fueron normales
en la escanografía (24%) pero que con la RM este porcentaje se bajó a 16%, lo que hace pensar que
la RM es el examen ideal, porque muestra más lesiones y es más preciso. Sin embargo hay, en ambos,
un grupo que no mostró ninguna lesión. Los casos interpretados como “no datos”, equivale a aque-
llos en donde no hubo un patrón definido de lesión y fueron diagnósticos muy generales e inespe-
El 96% de los pacientes no tuvieron complicación alguna. Hubo una muerte por trastorno agudo
neurovegetativo. Las demás complicaciones fueron resueltas y menores. Corresponden a ocho casos
dentro de las cuales siete pacientes presentaron complicaciones no fatales dentro de las que encon-
tramos un Infarto venoso frontal derecho (1 caso), exposición ósea y osteítis del colgajo (1 caso) que
se considera complicación tardía. Hematomas subdurales bilaterales crónicos (3 casos); uno de estos,
además, presentó higroma asociado. Paro cardíaco intraquirúrgico, que respondió a la reanimación
(1 caso), se presentó de forma súbita, no asociado a pérdida sanguínea. Sangrado excesivo, que obli-
gó a suspender el procedimiento sin completar la callosotomía que estaba proyectada como total (1
caso).
El único caso de complicación fatal correspondió al paro cardiaco, ya nombrado, durante el
procedimiento quirúrgico que no respondió a reanimación y falleció intraoperatoriamente; Se con-
sideró una falla neurovegetativa. La mortalidad fue de 0,51%.
Control de la cirugía. Es llamativo el hecho que durante el primer año el 58% de los pacientes
no había regresado a la consulta (fig. 10). Múltiples causas se aducen (lejanía, quizá muertes por
enfermedades intercurrentes, desidia de los padres y el sistema de salud). En la figura 11 se muestra
el estado de las crisis y vemos que el 22% estaba en Engel 1.
Al analizar el estado de crisis posterior a la cirugía sin tener en cuenta el tiempo de seguimiento
podemos ver los siguientes resultados (Fig.11):
El 22% de los pacientes se encuentra en estado IA o sea que no ha presentado ninguna crisis
desde el momento de la cirugía o que han presentado una crisis GTC a la suspensión de la medica-
ción. Si tomamos el grupo de Engel I y Engel II (buen resultado), encontramos que el 50% de los
pacientes han tenido un resultado aceptable de sus crisis, lo que le facilitará su rehabilitación. Llama
la atención el hecho de encontrar un 18% de pacientes que no han regresado, o sea que los paciente
regresaron en mayor cantidad. Pero el Engel IV aumentó al 7%.
En esta última consulta hay mayor ausencia de datos, en el primer año el 3% de los pacientes
se encontró libre de crisis (IA). Después del año, cuando regresó el paciente a consulta, el Estado 1
subió al 22%, (Fig. 10). Esto corrobora el aserto que con la callosotomía el cerebro tarta años en reor-
ganizarse, dado que es una cirugía que rompe conexiones interhemisféricas y por eso presentamos
los pacientes que solo llevan tres años de operados.
Durante el tiempo de seguimiento, muchos pacientes no han regresado a consulta de control
(Fig.12); sin embargo, hay pacientes que continúan en seguimiento después de 19 años; considera-
mos como pacientes perdidos aquellos que no han consultado en los últimos cuatro años (excluyen-
do lógicamente aquellos pacientes operados en los últimos tres años).
Discusión. La callosotomía, hecha con esmero y buena evaluación en nuestro caso ha dado un
resultado aceptable. Hemos tenido, dejando los paciente operados en los últimos tres años, en la
última consulta un 22% de ellos en estado 1 de Engel y un 28% en estado II de Engel . Es sabido
que en todos estos casos hay una encefalopatía que, lógicamente, no se altera, pero que, a pesar de
esto, el paciente deja de hacer crisis en un alto porcentaje al no haber un cruce en dos direcciones
de los cilindroejes que vienen de zonas altamente epileptogénicas en este caso los lóbulos frontales.
Probablemente los pacientes que tienen control de las crisis tienen el cruce de axones totalmente
por el cuerpo calloso, en cambio las que no se controlan o lo hacen parcialmente, entrecruzan los
axones por otras comisuras. Esto da a entender que realmente la callosotomía es un procedimiento
efectivo cuando se descubre qué fibras son las que van por el cuerpo calloso, lo que es muy difícil
en la actualidad. Quizá la tractografía pueda ayudar, lo que hará parte de una investigación que nos
proponemos hacer. Como hay varias comisuras, fuera del cuerpo calloso, como las comisuras ante-
rior y posterior, lo mismo que la interhipocampal, muchas de las crisis que no se controlan toman
quizá una de estas vías. Vale la pena hacer notar que con la estimulación vagal no se ha logrado un
Referencias
1. Delgado-Escueta AB, Chauvel P. Halgren E E. Cancaud J A NATO International advanced research
wokshop on frntal lobe seazures and epilepsies. Epilepsia 1988;29:204-221
2. Reeves AG,ed Epilepsy and ther corpus callosum. New York:Plenum Press.1985
3. Gates JRCandidacy for corpus callosun section. In Lüders H.ed.Epipepsy surgery. New York. Raven
Press. 1991
4. 1.Van Wagenen WP, Herren RY. Surgical división of commisural pathways in the corpus callosum. rela-
tion of spread of an epileptic attack. Arch Neurol Psychiatric 1940; 44:740-59.
5. Fandiño-Franky J. The Epilepsy Center as a Method of Integral Practice in the treatment of Epilepsy in
Developing countries. Epilepsia Vol. 38Suppl.3;262.1997.
6. Spencer SS, Spencer DD,Sass K, Williamson PD et al. Corpus callosotomy for epilepsy. 1. Seizure effect.
Neurology 1988;38:19-24
7. Blume WT, Corpus callosum section for seizute control:rationale and review of experimental and clinical
data. Cleve Clin Q.1984;51:319-332
8. Gates JR.Leppit IE,Yap J, et al. Corpus Callosotomy: Clinical and electroencepahalographic effects. Epi-
lepsia 1984; 25:308-3l6
9. Williamson PD. Corpus callosum section for intractable epilepsy.Criteria for patient selection. In: Reeves
AG. Epilepsy and the corpus callosum. New York: Plenum Press.1985
11. Maehara T, Shimizu H,Oda M, et al. Surgical treatment of children with mediclly ontractable epilepsy.
Outcome of various surgical procedures.Neurol Med Chir 1996;36:305-309
12. Fisher R Salanova V, Witt T, et al. Electrical stimulation of the anterior nucleus of the thalamus for
treatment of refractory epilepsy.Epilepsia 2010:51(5);899-908
16. Fandiño-Franky,J, Torres M, Nariño D, Fandiño-Merz J. Corpus callosotomy in Colombia and some re-
flections on care and research among the poor in developing countries. Epilepsia 2000;41 (suppl 4:S22-7
17. Fandiño-Franky J.Vergara J. Torres M. Palliative surgery for some cases of intractable epilepsy: A valid
procedure in developing countries. Epilepsia , Vol. 38.Sippl 3.22.1997
19. Tanriverdi T MD., Olivier A. MD, Anderman F MD et al. Long-term seizure outcome after corpus ca-
llosotomy: a Restrospective analysis of 95 patients.J.Neuros. Vol 110;2 2009.
20. Fandiño-Franky J. MD, Fiol M. MD. Cirugía paliativa de las Epilepsias. Callosotomía y transección
subpial múltiple. In: Epilepsias. Capos M, Kenner A (eds).Mediterraneo. 44: 636 a 645. 2004.
22. Jerome Engel,Jr., Paul C. Van Ness, Theodore B Rasmussen and Linda M.Ojeman. Outcome with Tes-
pect to Epileptic Seazure. In: Surgical Treatment of Epilepsies. Ed. Jerome Engel. Raven Press.(52) 609-
621.1998
23. Reeves AG, O’leary PM. Total corpus callosotomy for control of medical intractable epilepsy. In: Revees
AG, ed. Epilepsy and the corpus callosum.New York:plenumPress, 1985:269-280
24. Harold H. Morris III. Frontal lobe epilepsy IN: Epilepsy Surgery p: 157-165. Ed Has Lüders. RAVEN
PRESS 1992 6
26. Fandiño-Franky J. Sylfvenius H. World wide disparities in epilepsy care. A Latin America outlook. Epi-
lepsia 1999; 40 (suppl 8):48-54
Abreviaturas usadas:
DBS del inglés Deep Brain Stimulation, estimulación cerebral profunda.
CE: cirugía de la epilepsia
EEG: electroencefalograma
R.M: Resonancia Magnética
CC: Cuerpo Calloso
SV del inglés estimulación vagal
CT-scan del inglés Tomografía cerebral
Causas de la refractariedad
Para enfocar bien un paciente con epilepsia que persiste con crisis a pesar de estar bajo tra-
tamiento farmacológico se debe indagar con mucho sigilo la posible etiología de la enfermedad.
Si es posible se debe llegar a un diagnostico sindromático, que puede orientar hacia la etiología
especifica, el tratamiento adecuado y el pronostico respectivo. Siempre cabe la posibilidad de que se
trate de fenómenos paroxísticos no epilépticos, los cuales pueden coexistir o no con una verdadera
epilepsia. Un exhaustivo interrogatorio, un detallado examen físico y un apoyo apropiado de exáme-
nes paraclínicos pueden resolver en muchas ocasiones esta situación. Los factores ambientales con
estímulos desencadenantes han de tenerse en cuenta en los pacientes resistentes y a veces más en los
pacientes con un compromiso cognitivo. En esta categoría ambiental o social esta la parte relaciona-
da con la disponibilidad y la calidad de los medicamentos suministrados. Entre las posibles causas
197
de refractariedad están las condiciones inherentes al mismo paciente, partiendo de su estructura
genética, su capacidad de adherencia al tratamiento, sus características especificas que influyen en la
farmacodinamia. Por último están características relacionadas con el medicamento: bioequivalencia,
intercambiabilidad, bioeficacia, mecanismo de accion etc. (7,8)
Conclusión
El paciente con epilepsia resistente, así como su familia, son un desafío para el médico tratante.
Siempre se debe tener la convicción de que hay algo por hacer para reducir las crisis, evitar los
efectos secundarios y mejorar la calidad de vida de ellos. Las opciones son múltiples: farmacoterapia,
cirugías resectivas o paliativas, apoyo de índole sicológico y social. Se debe tener en cuenta que la
reducción de los efectos secundarios y el tratamiento adecuado de la depresión, mejora la calidad de
vida, y no necesariamente la reducción de las crisis epilépticas. También es importante resaltar que
el tratamiento adecuado con la medicación podría reducir la SUDEP.
Marta Jiménez
Neuróloga, Neurofisióloga, Coordinadora Unidad de Neurofisiología, Programa de Cirugía de Epilepsia Instituto
Neurológico de Antioquia. Medellín. Colombia.
Introducción.
La epilepsia es una enfermedad crónica y constituye la condición neurológica más común que
afecta a individuos en todas las edades y a cerca de 50 millones de personas en el mundo entero. Sin
embargo, la carga de ésta enfermedad no está equitativamente distribuida teniendo en cuenta que
el 80% de la misma se ubica en países en vías de desarrollo en donde en algunas áreas hasta el 80 al
90% de las personas con epilepsia no reciben ningún tipo de tratamiento. De acuerdo con los datos
disponibles, hay disparidad con respecto a la incidencia y prevalencia de la epilepsia alrededor del
mundo. Según lo reportado por la Liga Internacional Contra la Epilepsia (ILAE), la incidencia es
de 24 a 53 casos por 100.000 habitantes en los países desarrollados. Con respecto a los países en vías
de desarrollo existen pocos estudios de incidencia, ninguno de ellos prospectivo, que muestran tasas
desde 49.3 hasta 190 por 100.000 habitantes. Estas tasas de incidencia más elevadas en países en vías
de desarrollo se cree que son atribuibles a las parasitosis (particularmente la neurocisticercosis), la
infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), el trauma, la morbilidad perinatal y
la consanguinidad. Con respecto a la prevalencia de epilepsia activa, de acuerdo con una gran canti-
dad de estudios, se considera de 4 a 8 por 1.000 habitantes. Se han reportado mayores prevalencias en
África Subsahariana, América Central y América del Sur debido a diferencias metodológicas, facto-
res ambientales y de consanguinidad. En países como el nuestro se han hecho estudios de prevalen-
cia con cifras altamente variables entre 11.3 y 21 casos por cada 1.000 habitantes, y particularmente
en Antioquia, hay estudios que reportan una prevalencia de 20 por 1.000 habitantes para la ciudad
de Medellín (Jiménez I, 1984; Zuluaga L, 1988; ILAE, 2005; Banerjee, 2009).
203
Frontal (ELF). Además, se caracterizan por presentarse durante el sueño, ser cortas en duración,
pudiendo ocurrir en “clusters” o aumentar en frecuencia hasta disminuir los períodos libres de crisis.
Frecuentemente los tipos de crisis son parciales simples o complejas a menudo con generalización
secundaria. La clínica puede ir desde cambios comportamentales hasta cambios motores o tónico/
posturales y la semiología tiende a reflejar el área de inicio ictal (Williamson PD, 1985; Laskowitz
DT, 1995). Ésta última se puede dividir según la región en órbitofrontal, frontopolar, dorsolateral,
opercular, área motora suplementaria, corteza motora primaria y giro cingulado (So NK, 1998; Ko-
tagal P, 1998; Beleza P, 2011). Teniendo en cuenta lo anterior, una importante característica en el
pronóstico es el reconocimiento temprano de las crisis frontales como un síndrome epiléptico más
que como una parasomnia, una condición psiquiátrica o una crisis no epiléptica psicógena (La Fran-
ce WC Jr, 2011). Ésta última representa la condición más frecuente (90%) mal diagnosticada como
epilepsia (Beleza P, 2011).
Las complicaciones de la ELF pueden incluir alteraciones psiquiátricas, comportamentales y el es-
tado epiléptico. Éste último, se asocia más frecuentemente a la ELF reportándose hasta en el 25% de los
pacientes. Estos episodios pueden ser convulsivos o no convulsivos (O´Brien TJ, 2008; Siclari F, 2010).
Etiología y pronóstico.
El pronóstico de este tipo de epilepsia depende de la causa (Cross H, 2011). Las condiciones aso-
ciadas a la ELF son frecuentemente sintomáticas y pueden afectar a pacientes de todas las edades. En
grandes series de casos, la edad media fue de 28,5 años, con una edad de inicio de crisis de 9,3 años
para la ELF izquierda y 11,1 años para la ELF derecha (Swartz BE, 1998; Lee JJ, 2008; O´Brien TJ,
2008). Entre las principales etiologías se encuentran: los tumores (20–30%), las displasias corticales
(58%), las malformaciones vasculares (6–14%) y las lesiones post-trauma encéfalocraneano (20%)
(Lee JJ 2008). En un estudio de 68 pacientes quienes fueron llevados a lesionectomía frontal, los
hallazgos histopatológicos fueron: tumores en 24 pacientes (35%) (tumores glioneurales, 8; tumores
astrocíticos, 15; y osteoma, 1), lesiones disgenéticas en 18 pacientes (26%) (hamartoma glioneu-
ral, 15; displasia cortical, 1; desorganización córtico-subcortical, 1; neuronas corticales ectópicas,
1), gliosis en 14 pacientes (21%), malformaciones vasculares en 10 pacientes (15%) (cavernomas, 6;
malformaciones arteriovenosas, 4), encefalitis en un paciente (1.5%) y necrosis en un paciente (1.5%)
(Schramm J, 2002). En niños la etiología es diferente a la del adulto, con frecuente compromiso de
la corteza elocuente (ej. Displasia cortical focal), y crisis que se manifiestan con una presentación
clínica inusual (ej, espasmos epilépticos) (Kahane P, 2011).
Hallazgos electroencefalográficos.
En el electroencefalograma (EEG) interictal se pueden evidenciar descargas epileptiformes que
ocurren en un 60-80% de las ELF y son consideradas de menor valor localizador que en la Epilepsia
del Lóbulo Temporal (ELT) debido a que pueden ser bilaterales, multilobares o generalizadas. Un
theta rítmico en la línea media interictal es común (50% de pacientes con ELF) y tiene valor loca-
lizador. En relación con el EEG ictal, éste es a menudo generalizado y los patrones localizadores
son observados en menos de un tercio de los pacientes; su utilidad es limitada generalmente por
el artefacto muscular que generan las crisis motoras y además, porque una gran proporción de la
corteza del lóbulo frontal se encuentra “escondida” para el EEG de superficie por lo que la tasa de
falsos negativos es mayor y las anormalidades epileptiformes pueden pasar desapercibidas (Beleza P,
2011). Por lo tanto, la localización exitosa no invasiva es poco probable, especialmente si no hay zona
Manejo quirúrgico.
De acuerdo con la epidemiología mencionada, después de la cirugía para la ELT, las del lóbulo
frontal son el segundo grupo más frecuente en relación con la epilepsia refractaria, representando del
6 al 30% de los casos (Kwan P, 2009). Comparadas con el grupo de cirugías del lóbulo temporal, los
resultados postquirúrgicos en epilepsias frontales son menos favorables debido a que la localización
y la resección de las zonas epileptogénicas son menos exitosas (Hajek M, 1988; Sutherling WW,
1990; Beleza P, 2011). Una razón importante para la diferencia en los resultados entre estos dos tipos
de epilepsia es que el lóbulo frontal es el más grande del cerebro, pudiendo equivaler de un 30% a
un 50% del volumen y peso total cerebral. Teniendo en cuenta lo anterior las crisis frontales pueden
iniciar en diferentes estructuras anatómicas y tener sintomatología diversa. Es decir que los pobres
resultados postquirúrgicos pudieran ser explicados por una zona epileptogénica más amplia, una
rápida diseminación del ritmo ictal, grandes áreas inaccesibles para el EEG de superficie y la diversa
semiología de las crisis (Krsek P, 2011).
Está claro que la eficacia de las resecciones en el lóbulo frontal es mucho menos efectiva que en
las lobectomías temporales, pero la meta en cirugía de epilepsia no necesariamente corresponde a
estar completamente libres de crisis, ya que en algunos pacientes la resección parcial paliativa puede
representar una buena opción (Krsek P, 2011).
Evaluación prequirúrgica.
La evaluación prequirúrgica de la ELF es compleja debido a que un gran volumen de estas
crisis focales comprenden muchas regiones interconectadas de manera anatomo-funcional. En las
Pronóstico de la cirugía.
En los pacientes candidatos a cirugía de epilepsia, resulta necesaria la estimación correcta de la
zona epileptogénica ya que la localización y la eliminación del foco epileptogénico se correlacio-
na con un pronóstico favorable (Kahane, 2010; Ramesha, 2011). La combinación de los diferentes
métodos diagnósticos, junto con la historia clínica, permitirá la definición del área epileptogénica;
teniendo en cuenta que a mayor concordancia entre los mismos, mayor precisión en la definición
de dicha área (Lüders H, 2006). Es de resaltar que la localización de la zona de inicio ictal en la
ELF por videoEEG de superficie, y aún con electrodos intracraneales, resulta compleja teniendo en
cuenta su gran extensión y rápida diseminación no solo al resto del lóbulo frontal sino a otras áreas
(Rosenow F, 2001; Schramm J, 2002).
En estudios recientes, se ha reportado una proporción de pacientes libres de crisis entre 30 y 67%
aproximadamente, comparado con estudios previos donde el porcentaje de éxito reportado era de
12 al 40% (Laskowitz, 1995; Schramm J, 2002). Con respecto a la tasa libre de crisis por año en la
cirugía de ELF algunos autores reportan que es de 55.7% al año, 45.1% a los 3 años y de 30.1% a los
5 años (Jeha LE, 2007) sin embargo, los datos varían según las diferentes series.
En general, se ha demostrado que los factores pronósticos en cirugía de ELF, están relacionados
con la identificación y delimitación de la zona epileptogénica tanto por historia clínica como por
EEG ya que si se logra una resección completa, existen mayores probabilidades de curación (Jeha
LE, 2007). Adicionalmente, está claro que la probabilidad de un pronóstico quirúrgico favorable es
mayor cuando dos o más pruebas diagnósticas son concordantes con respecto a la zona epileptogé-
nica (Lee JJ, 2008).
Para factores como género, lado de la cirugía o historia familiar de epilepsia no se ha encontrado
asociación con respecto a pronóstico (Jansky J, 2000; Jeha LE, 2007); mientras que algunos estudios
demuestran que el antecedente de crisis febriles es desfavorable (Mosewich RK, 2000; Vadlamudi L,
2004) y la edad de inicio y la frecuencia de crisis prequirúrgica se correlaciona con la mejoría de crisis
luego de la cirugía (Laskowitz DT, 1995).
Dentro de los factores predictores de pobre pronóstico también se encuentran las crisis tónicas,
un aura inespecífica o un aura postoperatoria y las puntas interictales en el EEG de seguimiento
(Elsharkawy AE, 2008). Además, el control de crisis temprano postoperatorio en el primer año se
asoció con un pronóstico excelente en el 96% de los pacientes versus un 25% para los pacientes sin
control (Mosewich RK, 2000). Otros factores de buen pronóstico son la presencia de una lesión bien
circunscrita en la IRM preoperatoria, las descargas interictales ipsolaterales en el EEG prequirúrgi-
co, la cirugía antes de los 30 años y una corta duración de la epilepsia antes de la cirugía (Elsharkawy
Referencias.
1. Banerjee PN, Filippi D, Hauser WA. The descriptive epidemiology of epilepsy-A review. Epilepsy res.
2009 July; 85(1)31-45.
2. Beleza P, Pinho J. Frontal lobe epilepsy. Review. J Clin Neurosci. 2011; 18(5)593-600.
3. Bustamante J. Los hemisferios cerebrales. Neuroanatomía funcional y clínica. Cuarta edición, Bogotá.
Editorial médica Celsus. 2007. 271-291.
4. Cross H. The spectrum of frontal lobe epilepsy. Frontal lobe epilepsy assessment and management. State
of art of lecture. Plenary sessions. Eur J of Paediatr Neurol. 2011. 15, Suppl 1. S1-S9.
5. Elsharkawy AE, Alabbasi AH, Pannek H, Schulz R, Hoppe M, Pahs G, et al. Outcome of frontal lobe
epilepsy surgery in adults. Epilepsy res. 2008; 81(2-3):97-106.
6. Hajek M, Wieser HG. Extratemporal, mainly frontal, epilepsies: Surgical results. J Epilepsy 1988; 1(3)
103-119.
7. ILAE-WHO. Global campaign against epilepsy. Atlas. Epilepsy care in the world. Programme for Neu-
rological Diseases and Neuroscience. 2005.
8. Janszky J, Jokeit H, Schulz R, Hoppe M, Ebner A. EEG predicts surgical outcome in lesional frontal lobe
epilepsy. Neurology. 2000; 54(7):1470-6.
9. Jeha LE, Najm I, Bingaman W, Dinner D, Widdess-Walsh P, Lüders H. Surgical outcome and prognostic
factors of frontal lobe epilepsy surgery. Brain. 2007;130(Pt 2):574-84.
10. Jiménez I, Uribe CS, Mejía W. Prevalencia de la epilepsia en la ciudad de Medellín. Acta Med Colomb.
1984; 9(suppl):60.
11. Kahane P. Frontal lobe epilepsy assessment and management: Selecting candidates for epilepsy surgery.
State of art of lecture. Plenary sessions. Eur J of Paediatr Neurol. 2011. 15, Suppl 1. S1-S9.
12. Kellinghaus C, Lüders HO. Frontal lobe epilepsy. Epileptic Disord. 2004; 6(4):223-39.
13. Kotagal P, Arunkumar GS. Lateral frontal lobe seizures. Epilepsia. 1998;39 Suppl 4:S62-8.
14. Krsek P. Surgical strategies in frontal lobe epilepsy and their outcome. Frontal lobe epilepsy assessment and
management. State of art of lecture. Plenary sessions. Eur J of Paediatr Neurol. 2011. 15, Suppl 1. S1-S9.
15. Kwan P, Sperling MR. Refractory seizures: try additional antiepileptic drugs (after two have failed) or go
directly to early surgery evaluation? Epilepsia. 2009;50 Suppl 8: 57-62.
E
sueño:
l sueño y la epilepsia interactúan afectándose uno al otro y esto es especialmente cierto para
un grupo de epilepsias, en las que está bien documentada su asociación con el periodo de
211
duración. Son usualmente breves (20 segundos) y frecuentemente ocurren múltiples episodios por
noche que llevan a interrupción del sueño y somnolencia diurna, reducen el porcentaje de sueño
MOR. Son la forma más frecuente de crisis en ENLF, correspondiendo a un 75% de los casos.
En 1997 Zucconi evaluó los microdespertares en controles y en pacientes con ELFN e identificó
que los microdespertares en pacientes sanos son menor en número, la actividad motora es mínima,
no tienen ni movimientos repetitivos, el comportamiento es lento y menos estereotipado (3).
En ENLF La forma distónica franca puede asociarse a hipermotiricidad: Despertar súbito desde
la etapa N2, rápidamente progresa a automatismos bipedales, patada, pedaleo, rotación del tronco,
postura distónica o tónica asimétrica, movimientos clónicos o balanceo de brazos. Los episodios
duran más de 20 segundos, pero usualmente menos de 2 minutos. El paciente puede estar consciente
durante el evento pero manifiesta que no es capaz de controlar los movimientos o la vocalización.
Usualmente no hay estado posictal. Esta forma corresponde aproximadamente al 23% de crisis en
ENLF.
Las crisis hipermotoras son mal diagnosticadas como Parasomnia del NoREM, la mayoría son
de origen frontal, un tercio de origen temporal y en menor proporción provienen de la ínsula (4).
El vagabundeo episódico dura 1-3 minutos, el paciente despierta de forma paroxística, salta de la
cama, camina, corre, grita, o vocaliza, a veces acompañado de expresión de miedo y comportamiento
bizarro. Como manifestación de ENLF corresponde solo al 2% de los caso y a veces se puede acom-
pañar de comportamiento agitado (5) (6). Este tipo de crisis es más frecuente como manifestación de
epilepsia del lóbulo temporal que frontal (7).
En ELF las crisis predominan en las etapas N1y N2 (sueño superficial del NoREM). La edad
de inicio de las crisis es en promedio de 14 años, sin embargo puede ser tan variable como de 1 a
64 años, el número de crisis disminuye con la edad, ocurren en clusters y es más común en el sexo
masculino (7 hombres por cada 3 mujeres). Un tercio de los pacientes tienen crisis diurnas y/o ge-
neralización secundaria. El examen físico es normal en la gran mayoría de pacientes y las imágenes
son normales también en el 86% de casos. Se logra identificar claro antecedente familiar en un 25%
de los pacientes, varias mutaciones son asociadas al receptor de nicotina y se postula que alteraciones
en estos lleven a hipersincronización cerebral o alteración en la permeabilidad de canales iónicos (8).
Las crisis hípnicas focales son difíciles de evaluar porque son sutiles, de corta duración y por
la ausencia de testigos en muchos casos, además porque en la ELF los cambios en el electroen-
cefalograma (EEG) de superficie también son sutiles y muchas veces aún durante la crisis no se
observan. Los pacientes con ENLF tienen EEG anormal en 33% de los casos, cuando se registra
sueño se aumenta la positividad a 45%. En ocasiones las anormalidades son de carácter inespecífico
y pobremente localizadoras (9).
Es necesario diferenciar las crisis frontales de las crisis del lóbulo temporal, pero el hecho de que
se presenten predominantemente durante el sueño, hacen que sea indispensable diferenciarla de
eventos paroxísticos como parasomnias, bruxismo, calambres, movimientos repetitivos estereotipa-
dos y por último de crisis de origen psicógeno, crisis de pánico nocturnas o del mioclonus propioes-
pinal del inicio del sueño.
A continuación se describen las características de los principales trastornos del sueño que deben
considerarse.
Futuro
Hay un amplio campo de estudio para definir completamente la relación de los trastornos del
sueño y la ELF, se espera que con la observación prospectiva de niños con parasomnias se pueda
Muy variables -1
+1
Si, lúcido
El paciente recuerda el evento?
0
No o vago recuerdo
0
No
0
Sonidos o palabras asiladas
Hay vocalización?
-2
Si, lenguaje coherente con recuerdo
incompleto o amnesia
Concepto:
EPC es un status epilepticus parcial somatomotor, caracterizado por sacudidas musculares cló-
nicas, repetidas a intervalos regulares y cortos, en una parte del cuerpo, por un período de días o
semanas. Thomas y colaboradores la definieron como sacudidas musculares clónicas, regulares o
irregulares, ocurriendo en un mínimo de 1 hora y recurriendo a intervalos de no más de 10 segundos.
Cockerell y col. restringieron la definición a sacudidas musculares continuas de origen cortical (1).
Historia:
Se conoce desde el pasado como síndrome de Kojevnikov, quien fuera el primero en describirlo en
1894. Luego unos médicos rusos observaron un fenómeno similar y lo asociaron a una encefalitis que
ocurrió en Siberia. A inicios de 1950, Rasmussen y col. describieron numerosos casos de satus epilepticus
focal motor, relacionado con una encefalitis rara, progresiva y localizada a un hemisferio cerebral (2).
Epidemiología:
Existen pocos estudios epidemiológicos hasta el momento. La incidencia se estima ligeramente
mayor en el sexo masculino. Cockerell y col. estimaron la prevalencia en menos de 1 por millón,
basado en 36 casos reportados en el Reino Unido durante un año, 10 de los cuales eran casos nuevos.
Clasificación:
Bancaud subdividió la EPC en tipo I y II.
Tipo I: Forma no-progresiva. Ocurre clásicamente después de insultos agudos a la corteza sen-
soriomotora, como infecciones, traumas, tumores, lesiones vasculares, etc.
219
Tipo II: Forma progresiva. Usualmente ligada a la encefalitis de Rasmussen (ER), una enferme-
dad epiléptica única y rara que afecta predominantemente a niños (3).
Etiología:
Las causas de EPC pueden ser muy variadas. Podemos citar entre ellas: neoplasias cerebrales,
displasias corticales, enfermedades infecciosas y parasitarias del SNC, lesiones vasculares y traumá-
ticas, drogas, enfermedades metabólicas y de origen genético, así como idiopáticas (1).
Esto implica que, ante un paciente que muestre clínicamente una EPC, debemos descartar un
número no despreciable de causas. A pesar de esto, la etiología es incierta hasta en aproximadamente
20% de los pacientes (4).
Hay casos reportados de EPC causada por gliomatosis cerebral (5). Asimismo, el levamisol solo
o asociado con fluorouracil, puede inducir leucoencefalopatía multifocal inflamatoria, reportándose
un caso de EPC por el empleo de dicha droga (6). Otros fármacos como la penicilina, azlocilina y
cefotaxima, han sido raramente descritos como etiología (7). El neuroBehçet se ha reportado como
etiología subyacente a la aparición de EPC (8). Otros autores han encontrado la enfermedad por
arañazo de gato presentándose de forma atípica como una EPC, seguida de epilepsia residual (9)
y Verma y col. reportaron un caso de dengue en la India, manifestándose de esta forma (10). EPC
como forma de presentación de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob también ha sido descrita (7).
Crisis focales, particularmente EPC, puede ser la forma de presentación de un coma hiperosmolar
no cetósico y el síntoma inicial de una Diabetes Mellitus de debut (11). La hipocalcemia es un
trastorno iónico altamente epileptogénico que también puede manifestarse como EPC (12).
Asimismo, hay varios reportes de casos de EPC asociados a defectos en la cadena respiratoria mi-
tocondrial. Este diagnóstico puede sospecharse cuando existe previamente retraso mental, síntomas
extrapiramidales y alteraciones de otros órganos al inicio del cuadro. Cuando la EPC comienza en
un lactante, se propone que estos trastornos sean los primeros en considerarse, especialmente si hay
síntomas sugestivos (13).
EPC también se ha descrito recientemente en enfermedades paraneoplásicas asociadas con an-
ticuerpos anti-Hu. Los autores de dicho estudio sugieren que, incluso en ausencia de anticuerpos
documentados, es meritorio en pacientes con crisis refractarias y una historia clínica sugerente, con-
siderar tratamiento inmunomodulador (14).
Electroencefalograma (EEG):
Puede ser útil en el diagnóstico y manejo de la EPC. Sin embargo, puede ser normal en una
proporción significativa, demostrándose anormalidades solamente con el uso de electrocorticografía,
lo cual es indicativo de una fuente profunda o muy focal (2). Luego, un EEG normal no descarta el
diagnóstico, ya que esto puede encontrarse hasta en 1/5 de los pacientes (1).
En aquellos enfermos que muestran correlato en el EEG, no hay un patrón específico y puede
incluir la presencia de ondas angulares y puntas, particularmente sobre la corteza motora y descargas
epileptiformes lateralizadas periódicas (del inglés, PLEDs) (2).
Por otra parte, aunque la mayor parte de la actividad eléctrica generada por un foco epiléptico,
típicamente se registra en el hemisferio contralateral a la extremidad involucrada, Adelman y colabo-
radores reportaron un paciente con ondas angulares ipsilaterales al miembro afectado por las crisis.
De igual forma, Oishi y colaboradores (2002) observaron un caso con lateralización paradójica de las
descargas, usando EEG con promediación retrógrada y magnetoencefalografía (16).
Diagnóstico Diferencial:
La diferenciación entre una encefalopatía progresiva y una condición patológica no-progresiva,
es el paso más importante en la evaluación clínica. La detección temprana de causas tratables es muy
importante en el adecuado manejo de estos pacientes (1).
Aunque la epilepsia y los trastornos del movimiento se han descrito como trastornos de diferente
patofisiología, la distinción entre estos puede hacerse muy difícil. Dure y col. (2004), describieron un
caso que desarrolló corea temporalmente relacionada con el debut de una EPC y cuyos movimientos
coreicos desaparecieron después del tratamiento exitoso de las crisis, lo que refleja que esta puede ser
una forma de presentación de esta entidad (17). Asimismo, Frucht (2002), reportó crisis epilépticas
en asociación con distonía y atetosis en un paciente con EPC debido a una ER de debut tardío (18).
Cuando la EPC afecta la fascie, puede confundirse con el hemiespasmo facial (HEF). Pocas
investigaciones han evaluado el fenotipo epiléptico del HEF. Los hallazgos comunes incluyen una
presentación paroxística, distribución más generalizada de los movimientos anormales y déficits
neurológicos asociados. Sin embargo, un adulto sin ninguna alteración neurológica sobreañadida,
con HEF crónico similar al movimiento segmentario mioclónico del HEF idiopático, con evalua-
ción electrodiagnóstica sugestiva de EPC fue hallado por Espay y col. (2008), lo que sugiere que la
realización de un EEG debe considerarse en todo paciente con movimientos faciales de etiología
incierta o desconocida (4).
La lista también incluye mioclono no-epiléptico, temblores, tics, trastornos del sueño, status
Pronóstico:
El pronóstico a largo plazo depende completamente de la causa subyacente. El inicio temprano
en un niño, usualmente, pero no siempre, es una manifestación de enfermedad neurodegenerativa
o ER y, en estas condiciones, habitualmente está asociado con regresión neurológica progresiva. En
casos de inicio en el adulto, la causa puede ser estable (displasia cortical, malformación arteriove-
nosa), autolimitada (trauma, ictus) o progresiva (tumor, carcimomatosis meníngea), por lo que el
pronóstico depende de la patología de base.
En el estudio de Pandian y colaboradores (2002), los factores favorables para el pronóstico fue-
ron: la edad al debut>15 años, (P<0.04), tener EPC tipo I (P<0.001) y tiempo de evolución de la
epilepsia corto (P<0.02) (1).
Tratamiento:
Debe centrarse en la causa subyacente. Los fármacos antiepilépticos (FAE) pueden evitar la dise-
minación de la EPC pero, con excepciones, son infructuosos en alterar el curso.
Los esteroides orales y la inmunosupresión pueden ser útiles en algunos casos y se ha dicho que
la plasmaféresis puede mejorar la EPC de forma significativa.
La estimulación magnética transcraneal ha tenido éxito en casos anecdóticos.
El nimodipino, se ha administrado exitosamente en dos casos con un ictus isquémico cerebral.
McLachlan y colaboradores han empleado el ganciclovir (ya que el citomegalovirus se ha impli-
cado en la patogénesis de la ER) y lograron el control en un paciente.
El interferón alfa intraventricular, ha controlado completamente la EPC en un paciente con ER.
La transección subpial múltiple puede usarse como último recurso y la hemisferectomía debe ser
considerada en casos de ER.
Tratamiento exitoso con toxina botulínica en pacientes que se presentan con HEF, ha sido refe-
rido por Browner (1).
Encefalitis de Rasmussen
Concepto:
Es una enfermedad devastadora, caracterizada por una afección unihemisférica progresiva,
resultando en crisis focales médicamente refractarias y déficits neurológicos contralaterales. Afecta
predominantemente a niños previamente sanos y progresa a través de una fase prodrómica (con
baja frecuencia de crisis y hemiparesia ligera o ausente), una fase aguda (con EPC y debilidad de
Epidemiología:
Se estima que dos nuevos casos de ER son identificados cada año en grandes centros de epilepsia.
No se ha notado predilección por ningún sexo.
Etiología:
Los estudios sugiriendo un patógeno viral o una etiología autoinmune han sido contradictorios e
inconclusos. Complicando el panorama, encontramos la rara ocurrencia de patología dual e incluso
triple en la ER, incluyendo esclerosis tuberosa, astrocitoma pilocítico, malformaciones vasculares y
displasias corticales.
Cheong y col. describieron el segundo caso con patología triple, en el cual coexistían astrogliosis y
cambios degenerativos, displasia cortical y ER. Se desconoce si estas patologías múltiples comparten
algún mecanismo patofisiológico (22).
Por demás, Ramaswamy y col. describieron un caso que inició el cuadro clínico como una ence-
falomielitis aguda diseminada tras lo cual desarrolló una ER, por lo que se ha especulado que ambas
entidades comparten elementos de una etiología común y que, quizás, constituyen parte de un es-
pectro de enfermedades autoinmunes del SNC. La evidencia sugiere que ambas son mediadas por
la inmunidad celular: las muestras patológicas revelan expresión similar de citokinas –en particular
sobrerregulación de IL1 y factor de necrosis tumoral - sugiriendo que las dos condiciones comparten
componentes de una vía molecular común para el daño neuronal (23).
Patogenia:
En una evaluación de tejido de 45 hemisferectomías realizadas en Hopkins a pacientes con ER,
no se hallaron virus. La patología resultó ser multifocal y progresiva. Los linfocitos T parecieron ini-
ciar el proceso y finalmente produjeron el daño neuronal, lo que sugiere que el proceso autoinmune
es mediado por inmunidad celular y confirma que los anticuerpos contra Glu-R3 no juegan papel
alguno en la patogénesis (24).
No obstante, otro mecanismo potencialmente involucrado puede ser la respuesta inmune me-
diada por anticuerpos dirigidos contra células cerebrales. Roger y col. (1994) identificaron la pre-
sencia de anticuerpos contra la subunidad 3 del receptor AMPA (Glu-R3) en pacientes con ER y la
inoculación de animales con esta proteína induce la ER, aunque hay estudios que revelan que no
son marcadores sensibles ni específicos de ER. Andrews y col. también reportaron que los niveles
elevados de este se correlacionaban con la gravedad de los síntomas. Por otra parte, Takahashi y
col. han descrito anticuerpos contra GluR ∑2 en suero de niños con EPC progresiva. Asimismo,
autoanticuerpos contra el la subunidad 7 del receptor neuronal de la acetilcolina y contra la proteína
presináptica munc-18, se han reportado en pacientes con ER (25).
Aún así, la evidencia más robusta asocia la patogenia de la ER a las células T citotóxicas causan-
do apoptosis neuronal y astrocitaria (no de oligodendrocitos ni mielina). La densidad intraparenqui-
Estudios imaginológicos:
Imágenes por Resonancia Magnética (IRM) seriadas, mostrando la atrofia progresiva del hemis-
ferio contralateral a las crisis, más marcada en las regiones insular y periinsular y en la cabeza del
núcleo caudado ipsilateral, es una característica patognomónica. A pesar del compromiso frecuente
de los núcleos caudado y putamen, los movimientos extrapiramidales son raros (20).
Usualmente se encuentra en la IRM atrofia cortical focal hemisférica unilateral y/o señales hi-
perintensas en la sustancia gris y blanca en T2 y FLAIR, siendo muy raros los hallazgos normales y
la captación de gadolinio (21).
En la ER puede haber una fase precoz activa con inflamación perivascular muy acentuada, en la
cual el tejido está bien preservado con poca pérdida neuronal y las IRM son frecuentemente norma-
les. Solo en una segunda fase, relacionada con pérdida neuronal y gliosis, los cambios macroscópicos
previamente descritos son observados en la IRM. Burfe, Fifer y Paladin demostraron una acumula-
ción focal reducida del trazador en la SPECT antes de que dichos cambios se establecieran, por lo
que los autores proponen que el HMPAO-SPECT sea realizado en cada caso de epilepsia parcial
que no responde a tratamiento, pues si la SPECT muestra hipoperfusión unihemisférica e ipsilateral
a las anormalidades en el EEG, debe sospecharse una ER (26). Esto permite el diagnóstico precoz y
el inicio inmediato de la terapia inmunomoduladora, para evitar la progresión.
Neuropatología:
La patología cerebral se caracteriza por infiltración de linfocitos T, pérdida neuronal, activación
microglial, nódulos microgliales y astrogliosis. Rasmussen y col. desde un inicio sugirieron la in-
fección por un virus lento como factor causal, pero la asociación con un virus específico no ha sido
establecida aún a pesar de múltiples estudios encaminados a demostrarlo. Esto no significa que la
etiología viral ha sido excluida (22).
Fig.1 Fig.2
Bibliografía:
1. Pandian JD, Thomas SV, Santoshkumar B, Radhakrishnan K, Sarma PS, Joseph S, Kesavadas C. Epilep-
sia partialis continua—a clinical and electroencephalography study. Seizure 2002; 11: 437–441.
2. Motika PV, Bergen DC. Epilepsia Partialis Continua. 2010 Elsevier Ltd. All rights reserved.
3. Sinha S, Satishchandra P. Epilepsia Partialis Continua over last 14 years: Experience from a tertiary care
center from south India. Epilepsy Research 2007; 74: 55—59.
4. Espay AJ, Schmithorst VJ, Szaflarski JP. Chronic isolated hemifacial spasm as a manifestation of epilepsia
partialis continua. Epilepsy & Behavior 2008; 12: 332–336.
5. Eli Shahar E, Uri Kramer U, Nass D, Savitzki D. Epilepsia Partialis continua Associated With Wides-
pread Gliomatosis Cerebri. Pediatr Neurol 2002; 27 (5): 392-396.
6. Aberastury MN, Silva WH, Vaccarezza MM, Maxit C, Agosta G. Epilepsia partialis continua associated
with levamisole. Pediatr Neurol 2011; 44: 385-388.
7. Parry J, Tuch Ph, Knezevic W, Victoria Fabian V. Creutzfeldt-Jakob syndrome presenting as epilepsia
partialis continua. Journal of Clinical Neuroscience 2001; 8(3): 266-268.
8. Berrin Aktekin B, Do˘gan EA, O˘guz Y, Karaali K. Epilepsia partialis continua in a patient with Behcet’s
disease. Clinical Neurology and Neurosurgery 2006; 108: 392–395.
9. Puligheddu M,Giagheddu A, Genugu F, Giagheddu M, Marrosu F. Epilepsia partialis continua in cat
scratch disease. Seizure 2004; 13: 191–195.
10. Verma R, Varatharaj A. Epilepsia partialis continua as a manifestation of dengue encephalitis. Epilepsy
& Behavior 2011; 20: 395–397.
11. Çokar O, Aydin B, Özer F. Non-ketotic hyperglycaemia presenting as epilepsia partialis continua. Seizure
2004; 13: 264–269.
12. Belluzzo M, Monti F, Pizzolato G. A case of hypocalcemia-related epilepsia partialis continua. Seizure:
Eur J Epilepsy (2011), doi:10.1016/j.seizure.2011.04.013.
13. Riquet A, Auvin S, Cuisset JM, Lamblin MD, Sablonni`ere B, Cuvellier JCh, Soto-Ares G, Maurage
CA, Vall´ee L. Epilepsia partialis continua and defects in the mitochondrial respiratory chain. Epilepsy
Research 2008; 78: 1—6.
14. Jacobs DA, Fung KM, Cook NM, Schalepfer WW, Goldberg HI, Stecker MM. Complex partial status
epilepticus associated with anti-Hu paraneoplastic syndrome. Journal of the Neurological Sciences 2003;
213: 77– 82.
15. Tezer FI, Celebi O, Ozgen B, Saygi S.A patient with two episodes of epilepsia partialis continua of the
abdominal muscles caused by cortical dysplasia. Abstracts of the 13th European Congress of Clinical
Neurophysiology / Clinical Neurophysiology 2008; 119: S81.
16. Oishi A, Tobimatsu Sh, Ochi H, Ohyagi Y, Kubota T, Taniwaki T, Yamamoto T, Furuya H, Kira Ji.
Paradoxical lateralization of parasagittal spikes revealed by back averaging of EEG and MEG in a case
with epilepsia partialis continua. Journal of the Neurological Sciences 2002; 193: 151– 155.
17. Kankirawatana P, Dure LS, Bebin EM. Chorea as Manifestation of Epilepsia Partialis Continua in a
Child. Pediatr Neurol 2004; 31:126-129.
18. Frucht S. Dystonia, athetosis, and epilepsia partialis continua in a patient with late-onset Rasmussen’s
encephalitis. Mov Disord 2002; 17:609-12.
Abreviaturas:
EPC: Epilepsia parcial continua
ER: Encefalitis de Rasmussen
EEG: Electroencefalograma
HEF: Hemiespasmo facial
FAE: Fármaco antiepiléptico
SNC: Sistema Nervioso Central
EMTr: Estimulación magnética transcraneal repetida
Igs: Inmunoglobulinas
229
230 Las Epilepsias del Lóbulo Frontal
Aspectos psicosociales en pacientes con epilepsias del Lóbulo Frontal 231
Capítulo 23
Rehabilitación neurocognitiva en epilepsias del lóbulo frontal
Julián Carvajal-Castrillón
Psicólogo. Especialista en rehabilitación neuropsicológica
Servicio de Neuropsicología Clínica y Grupo de Epilepsia de Difícil Control. Instituto Neurológico de Antioquia-Colombia
Introducción
Si bien, las epilepsias del lóbulo frontal (ELF) se manifiestan clínicamente a través una variada
semiología debido a la amplia conectividad y alta complejidad estructural y funcional de las redes
neurofuncionales anteriores, pueden definirse como un grupo de síndromes epilépticos cuya zona
de inicio ictal se encuentra en regiones frontales. Su prevalencia es inferior a las epilepsias del lóbulo
temporal (ELT), siendo el segundo tipo más común de epilepsia parcial (1,2), así como la segunda
causa de manejo quirúrgico para epilepsia refractaria (3,4).
Comúnmente, las crisis en las ELF, se caracterizan por actividad motora prominente, en espe-
cial en miembros inferiores, posturas tónicas uni o bilaterales, movimientos clónicos contralaterales,
automatismos complejos, vocalizaciones o arresto del lenguaje, breve duración, preservación de la
conciencia, estado post-ictal ausente o muy corto y aparición de crisis nocturnas (1,5-7). La semiolo-
gía clínica en ELF depende de la focalización y lateralización de la región epileptogénica, por tanto
se han propuesto clasificaciones de acuerdo al tipo de crisis y a la zona de inicio ictal (8), tales como
epilepsias del área motora primaria, motora suplementaria y prefrontal o epilepsia dorsolateral, me-
sial frontal y orbitofrontal (3).
Las ELF han sido asociadas con diferentes etiologías como displasias corticales, tumores, anor-
malidades vasculares, áreas de encefalomalacia postraumática, entre otras. Así mismo, se han rela-
cionado con factores genéticos como en el caso de la epilepsia frontal nocturna autosómica domi-
nante (4,9).
Con el fin de determinar el diagnóstico y tipo de tratamiento en la ELF, el paciente debe ser
ampliamente evaluado mediante diversos exámenes como videomonitoreo electroencefalográfico
(video-EEG), resonancia magnética estructural y funcional (RMN-RMf), evaluación neuropsicoló-
gica, entre otros (10). La evaluación neuropsicológica, al igual que la rehabilitación neurocognitiva,
son aplicaciones de la neuropsicología clínica, disciplina que se encarga de estudiar la relación entre
el sistema nervioso y la conducta en el contexto de lesiones y enfermedades neurológicas, como las
233
epilepsias (11). Uno de los objetivos de la evaluación neuropsicológica en epilepsia es documentar
el funcionamiento cognitivo del paciente (12), describiendo cuales son las alteraciones neuropsico-
lógicas que presenta (13-15).
Memoria
En las evaluaciones neuropsicológicas de los pacientes con ELF es frecuente encontrar altera-
ciones en la memoria, pero su prevalencia y mecanismos subyacentes aún son poco entendidos, en
comparación a las ELT (32,33). En las ELF, pueden encontrarse algunas alteraciones que compro-
meten el desempeño mnésico de los pacientes, y se relacionan principalmente con un compromiso
en la evocación libre de la información, debido a un pobre uso de estrategias para el recuerdo. El
proceso de almacenamiento como tal se encuentra indemne, por lo que el déficit en memoria del
paciente con ELF es más atribuido a fallas en funciones ejecutivas, que al proceso mnésico como tal,
así mismo, en los olvidos cotidianos que estos pacientes pueden referir, están más comprometidas las
funciones ejecutivas de organización, planeación y automonitoreo que la memoria misma.
Atención
Las ELF, se han relacionado a nivel neurocognitivo con deficiencias atencionales, disminución
en la respuesta psicomotora y bajo span o volumen de aprehensión inicial (18), siendo un marcador
de desempeño neuropsicológico importante en este tipo de epilepsia las fallas en la atención soste-
nida, evidentes en pobres ejecuciones durante la tarea de repetición de dígitos en progresión (34),
incremento de la distractibilidad y vulnerabilidad cognitiva a la interferencia (21). Estas dificultades
atencionales podrían explicarse en estos pacientes por la disfunción ejecutiva, al presentar poca per-
sistencia en las tareas, así como errores para cambiar el foco atencional con éxito por rigidez cogniti-
va y problemas para atender a dos o más estímulos al tiempo.
Rehabilitación de la atención
La terapia de RN para los trastornos atencionales debe realizarse siempre en primer lugar, debido
a la importancia de la atención como base de otros procesos cognitivos. Como mecanismos rehabili-
tadores, son de especial relevancia en las ELF, la compensación y la restitución del déficit atencional,
ambas ayudan al paciente con epilepsia a mejorar las deficiencias cognitivas, los resultados se ge-
neralizan a las actividades diarias e incrementan la calidad de vida (50). La compensación tiene un
mayor impacto funcional y se relaciona con una disminución significativa de las quejas atencionales
del paciente (52).
La restitución para la intervención de la atención en las ELF, debe realizarse de acuerdo a un
modelo clínico y jerárquico (55), iniciando con los niveles atencionales más básicos. Se proponen
como procesos atencionales la capacidad para mantener la respuesta atencional de manera prolon-
gada (atención sostenida), seleccionar la información relevante e inhibir la irrelevante (atención
selectiva), la habilidad para cambiar el foco atencional de forma sucesiva (atención alternante) y
atender a dos estímulos al mismo tiempo (atención dividida)
Para la restitución de la atención sostenida, se implementan tareas de ejecución continua, donde
el paciente debe tachar, contar o responder ante determinados estímulos, presentados por confron-
tación visual o auditiva (letras, números o palabras), así como ejercicios de secuenciación mental de
series. En la intervención de la atención selectiva, se realizan tareas a las que se añade un distractor
visual o auditivo o información irrelevante, también son importantes los ejercicios de reacción ante
determinadas señales del ambiente, trabajar los tiempos de respuesta o sincronizar una conducta
según ciertos ritmos (50,55,56).
Rehabilitación de la memoria
La RN de la memoria en las ELF debe iniciar con un entrenamiento metacognitivo que permita
al paciente conocer el funcionamiento de la memoria y la real severidad e impacto de las deficiencias
mnésicas que presenta, pues es frecuente encontrar en los pacientes con epilepsia una disminución
en la autoeficacia respecto a su memoria (51). Esto genera desconfianza en cuanto al propio des-
empeño y refuerza una percepción sesgada de sus problemas cognitivos, asumiéndolos como muy
graves, cuando en realidad no lo son.
De igual manera, al inicio de la terapia es necesario explicar al paciente los principios básicos
para tener una mejor memoria, tales como dedicar un tiempo necesario para lograr los aprendizajes,
realizar una elección conciente de lo que se quiere memorizar, incrementar la atención, evitar las
distracciones, observar en detalle, comprender, aclarar y elaborar cognitivamente la información,
emplear la repetición, estar motivado e interesado, no tener ansiedad y tener hábitos diarios que
involucren el orden (63-65).
Cómo siguiente paso, es importante realizar con el paciente y su familia, un listado de los olvidos
más frecuentes y relevantes que presenta, de manera que se conviertan en metas de la intervención y
se analicen uno a uno en cada sesión, buscando estrategias para remediarlos y generar así un impacto
funcional (51). Estas estrategias nunca son fáciles de aplicar y generalizar, es fundamental insistir al
paciente que todas requieren práctica, esfuerzo y compromiso de su parte. Así mismo, cada estrate-
gia mnésica, debe basarse en la importancia del automonitoreo para tratar los olvidos a través de la
observación, planeación, toma de decisiones, aplicación, chequeo del resultado y autoevaluación del
desempeño. Las estrategias internas de memoria de mayor uso en la RN de memoria son visualiza-
ción, asociación y categorización.
La visualización ha demostrado ser eficaz para tratar trastornos de memoria (66,67) y consiste en
Conclusión
La rehabilitación neurocognitiva es en la actualidad una herramienta terapéutica útil para fa-
vorecer la calidad de vida del paciente con epilepsia del lóbulo frontal, al mejorar las capacidades
cognitivas afectadas, lo que beneficia su desempeño funcional, independiente del tipo de tratamiento
médico que reciba, sea farmacológico o quirúrgico.
Referencias
1. Forcadas-Berdusán MI. Problemas diagnósticos y tratamiento de las epilepsias frontales. Rev Neurol
2002; 35:42-46
2. Manford M, Hart YM, Sander JW, Shorvon SD. National General Practice Study of Epilepsy (NGPSE):
partial seizure patterns in a general population. Neurology 1992; 42:1911–7.
3. Beleza P, Pinho J. Frontal lobe epilepsy. Journal of Clinical Neuroscience 2011; 18:593-600
4. Jokeit H, Schacher M. Neuropsychological aspect of type of epilepsy and eiological factors in adults.
Epilepsy & behavior 2004; 5:14-20
5. Manford M, Fish DR, Shorvon SD. An analysis of clinical seizure patterns and their localizing value in
frontal and temporal lobe epilepsies. Brain 1996; 119:17–40.
6. Panayiotis P, Angelakis E, Gatzonis S. Neurocognitive and behavioral functioning in frontal lobe epilep-
sy: a review. Epilepsy and behavior 2009: 14:19-26
7. Williamson PD, Spencer SS, Novelly RA, Mattson RH. Complex partial seizures of frontal lobe origin.
Ann Neurol 1985; 18:497–504.
8. Geier S, Bancaud J, Talairach J, Bonis A, Szikla G, Enjelvin M. The seizures of the frontal lobe epilepsy:
a study of clinical manifestations. Neurology 1997; 27:951–8
9. Scheffer IG, Bhatia KP, LopesCendes I, Fish DR, Marsden CD, Andermann E, et al. Autosomal domi-
nant nocturnal frontal lobe epilepsy. A distinctive clinical disorder. Brain 1995; 118:61-73
Abreviaturas
ELF: epilepsias del lóbulo frontal
ELT: epilepsias del lóbulo temporal
RMN: resonancia magnética nuclear
RMf: resonancia magnética funcional
Video-EEG: videomonitoreo electroencefalográfico
RN: rehabilitación neurocognitiva
Julián Carvajal-Castrillón
Psicólogo. Especialista en rehabilitación neuropsicológica
Servicio de Neuropsicología Clínica y Grupo de Epilepsia de Difícil Control. Instituto Neurológico de Antioquia-Colombia
Introducción:
La cirugía de epilepsia es un tratamiento que es solo para pacientes seleccionados con patologías
específicas o con epilepsias farmacorresistentes (epilepsia refractaria).
Inicialmente era un tratamiento que solo se le ofrecía a adultos, pero con los avances en las neu-
roimagenes y en las técnicas quirúrgicas se les ofrece actualmente también a pacientes en edades pe-
diatricas, obteniendo resultados favorables tanto en control de convulsiones como en calidad de vida.
Los candidatos ideales para los procedimientos son seleccionados a partir de la semiología de la
convulsión, las variaciones en la etiología por la edad, la localización de la zona epileptogénica y su
relación con zonas elocuentes. 1
Partiendo de lo anterior se escoge la mejor opción quirúrgica tanto para el control de las convul-
siones como la de menor morbilidad para el paciente.
De todos los pacientes con epilepsia refractaria que se envían para cirugía de epilepsia, el 6-30%
tienen epilepsia del lóbulo frontal, de ahí que la cirugía del lóbulo frontal para epilepsia farmacorre-
sistente es el segundo procedimiento mas común después de la lobectomía temporal. 2
El objetivo de la cirugía es remover completamente la zona epileptogénica sin causar déficit
neurológico permanente. 3
245
de la epilepsia del lóbulo frontal aunque son consideradas de menor valor localizador, el ritmo theta
interictal es común (50%) en estos pacientes y tienen valor localizador. 3,4,5,6
Figura 1. Representa las áreas en las cuales se divide el lóbulo frontal según el origen de las descargas epileptogenicas
Etiología
La etiología de la epilepsia del lóbulo frontal según los estudios realizados en pacientes que in-
gresan para cirugía de epilepsia se ha encontrado que el 19-35% corresponden a tumores, el 26-50%
a lesiones disgenéticas o malformaciones del desarrollo cortical, 21% a gliosis, 3-15% malformacio-
nes arteriovenosas, 1.5% a encefalitis y al 1.5-10% por necrosis. 1, 2, 3, 14, 15
Evaluación Prequirurgica
El paciente ideal para cirugía de epilepsia del lóbulo frontal es aquel que tiene una o varias
lesiones restringidas al lóbulo frontal en la resonancia magnética , el electroencefalograma lateraliza
y localiza la zona epileptogénica y ademas es posible la resección completa de la mismas. 15
Neuroimagenes: el estudio ideal es la resonancia nuclear magnética de alta definición con la cual
se logra identificar el 80% de las lesiones patológicas del lóbulo frontal, ademas de una adecuada
identificación de la anatomía del lóbulo.
Tratamiento
El tratamiento de la epilepsia del lóbulo frontal busca el control definitivo de las crisis siendo
indispensable el estudio exhaustivo de la epilepsia, ello incluye la identificación de la zona epilep-
togénica o el área de tejido cerebral anormal responsable de las convulsiones y su relación con áreas
elocuentes. 15
Preguntas prequirurgicas para responder:
1. Donde comienza la epilepsia?
2. Cuanto tejido cerebral desencadena las convulsiones?
3. Cuanto tejido debe ser resecado para detener las convulsiones?
Una vez se respondieron las preguntas anteriores se traza un plan quirúrgico que puede incluir
lobectomia, lesionectomia, transecciones subpiales múltiples o callosostomia
Lobectomia Frontal
Se define como la resección quirúrgica del lóbulo frontal
La lobectomia del lóbulo frontal se hace en 2 pasos en el mismo tiempo quirurgico, el primero es
la resección desde la región polar del lóbulo hasta el giro precentral, resecando en bloque los 3 giros
frontales, en el segundo paso se reseca el giro del cingulo. No se resecan ni la corteza orbitofrontal
posterior ni el giro subcalloso. En el hemisferio dominante la resección se hace desde el segundo giro
frontal hasta la línea media respetando el tercer giro y el borde posterior de la resección corresponde
a la segunda circunvolución frontal
Lesionectomia
Es la resección de la lesión que produce la epilepsia
Existen 2 tipos principalmente:
- Resección solo de la lesión
- Resección de la lesión y sus márgenes
Existen otras 2 opciones poco utilizadas como son resección de la lesión y la lesión epileptogénica
secundaria o resección de la lesión epileptogénica secundaria sin resecar la lesión primaria
Las indicaciones son tumores, facomatosis, neurocisticercosis, tuberculomas, displasia corticales,
malformaciones arteriovenosas. 15
Callosostomía
Consiste en seccionar el cuerpo calloso en sus 2/3 anteriores o en su totalidad
Es útil en pacientes con esclerosis tuberosa, síndrome de Sturge Weber, crisis tónicas, atónicas o
drop attack, malformaciones corticales en las que sea imposible localizar el origen de la convulsión o
Callosotomia
Para las transecciones subpiales múltiples se logran resultados bastante buenos si tenemos en
cuenta que esta técnica fue creada con fines paleativos, estos son 53% de los pacientes en Engel 1,
11% en Engel 2, 20% en Engel 3 y 16% en Engel 4. 17
Los resultados postquirurgicos de la callosotomia se dividen dependiendo de la extension de esta,
así pues encontramos que a los paciente a los que se les realizo callosostomia anterior unicamente
lograron control del 100% de las convulsiones atonicas y una reducción del 83% en las convulsiones
tonico-clonicas generalizadas. A los pacientes a los que se les realizó la callosostomia total lograron
reducción del 68% en las convulsiones tonico-clonicas generalizadas y 57% en las tonicas. 1
En cuanto a la etiología de la epilepsia del lóbulo frontal se encontró que los pacientes cuya
etiologia de la epilepsia era displasia cortical, gliosis, inflamación, polimicrogiria/ulegiria, pérdida
neuronal y cerebro normal con epilepsia muestran resultados realmente muy bajos como lo son
un 33.7% en Engel 1, 14.7% en Engel 2, 25.3% en Engel 3 y 26.3% en Engel 4. No se encontró
asociación con el resultado postoperatorio de las anteriores patologias con variables como la edad,
duración de la epilepsia y el tiempo de la cirugía, pero si hay una asociacion significativa en cuanto al
resultado con el tipo de convulsión siendo las crisis parciales complejas las de mejor resultado y con
las displasias corticales que tienen mejor resultado postoperatorio en cuanto al control de crisis. 27
En conclusión la epilepsia refractaria del lóbulo frontal en niños es una epilepsia extratemporal
compleja, requiere estudios exhaustivos para identificar las lesiones y las áreas de inicio ictal para
poder hacer un planeamiento quirúrgico adecuado y reducir las secuelas postoperatorias debido a su
elocuencia. Un buen estudio de la epilepsia y un adecuado procedimiento quirúrgico logran tasas
de control de convulsiones entre el 33% y el 55% y por tanto mejoría en la calidad de vida de los
pacientes y sus familias.
L a epilepsia del lóbulo frontal (ELF) es la segunda más frecuente epilepsia focal en la infan-
cia, después de la epilepsia temporal. Representa entre el 20 al 30% de las epilepsia focales
en la infancia y su comportamiento clínico e impacto cognitivo – comportamental es diferente en
adultos y niños, aunque se conocen más estudios en adultos.
Para entender la diversidad semiológica de las crisis frontales en el niño, debemos repasar las
funciones básicas del lóbulo frontal y sumar las consideraciones relacionadas con los procesos de
neurodesarrollo. Es tan compleja la organización funcional del lóbulo frontal que esta implicado en
enfermedades tan variadas como el déficit de atención, parkinson, Gilles de la Tourette, trastorno
obsesivo – compulsivo, autismo y esquizofrenia.
El lóbulo frontal esta relacionado con funciones motoras, control de esfínteres, olfacción, lengua-
je, comportamiento , motivación, conducta social y funciones ejecutivas.
Semiologia
El síndrome de ELF en adultos se caracteriza por crisis frecuentes de corta duración, tendencia
nocturna, despertares frecuentes, inicio y terminación abruptas, signos motores tempranos (primeros
10 seg), vocalización frecuente, postura tónica, automatismo bipedal o bimanual, rápida generaliza-
ción secundaria y poca o nula confusión post ictal. Evaluemos cada uno de estos aspectos en niños.
La mayoría de estos datos corresponden a casos de ELF secundarias a displasia cortical comprobada
por patología (independiente si esta era o no evidenciable por resonancia).
257
Frecuencia de crisis: entre 2 a 40 crisis diarias, lo cual difiere marcadamente del promedio de crisis en
ELT, que son entre 5 a 15 por mes. Esta información es extraída de una corte de pacientes con epilepsia
refractaria, sometidos a cirugía, por lo que el número de crisis es mayor que el promedio de pacientes no
quirúrgicos. En otra corte de ELF no lesional en niños, el 57% tenían más de una crisis diaria.
Tendencia a presentar crisis nocturna: Da Silva encontró que 31% de menores de 17 años con
ELT presentaban crisis predominantemente nocturnas. En la serie de Fogarasi el 36% de las crisis
fueron nocturnas y 47% fueron durante el sueño.
Duración de las crisis: el promedio de duración de las crisis en adultos es de 1 minuto y en niños
de 29 segundos, con un rango de 1 a 89 segundos.
Aura: los adultos con ELF en un 58% inician las crisis con aura, especialmente somatosensorial,
en niños son muy poco frecuentes. Es obvio que en niños pequeños es muy difícil la existencia de
un fenómeno sensorial no doloroso. El aura visual, asociada a nistagmos y crisis versivas en niños
sugiere un foco cortical posterior .
Manifestaciones motoras: Las manifestaciones motoras tempranas (10 a 20 segundos del inicio
de crisis) son las crisis más frecuentes en adultos con ELF, estando presentes en más del 90% de los
casos. En niños son muy frecuentes, presentándose en 85% de los casos al inicio y del 89 al 100% de
los pacientes en la evolución; pueden ser crisis tónicas –un poco más frecuentemente simétricas que
asimétricas - , clónicas o espasmos epilépticos. Los movimientos versivos, una manifestación tardía
frecuente en adultos antes de la generalización secundaria, son menos frecuentes en niños.
Los espasmos epilépticos pueden ser manifestación de lesiones corticales frontales, debido a la
hiperexcitabilidad y la tendencia de diseminación de la actividad paroxística en el cerebro inmaduro,
lo cual permite que estas lesiones activen estructuras subcorticales.
En menores de 1 año, la pobre mielinización reduce la velocidad de conducción interhemisférica
generando descargas asincrónicas, lo cual explicaría que en pacientes menores de 1 año los espasmos
sean asimétricos y en mayores de 2ª sean más simétricos.
Crisis sicomotoras: Son más frecuentes en epilepsia frontal del adulto. En niños se manifiestan
con disminución de la actividad y automatismos orales.
La hipótesis para explicar este fenómeno se basa en modelos animales que muestran que el um-
bral de los circuitos hipocampales en desarrollo es muy alto, por lo que la respuesta de las neuronas
límbicas a los estímulos extra temporales es pobre.
Los cambios súbitos de conducta - como dejar de succionar o comer – puede ser un fenómeno no
convulsivo normal de niños pequeños (RN –lactantes ), pero si se presentan de manera recurrente y
sin causa clara debe considerarse la posibilidad de ELF, especialmente compromiso frontal anterior.
Automatismos: Los automatismos bimanuales , bipedales , motores complejos y crisis hiper-
motoras son muy frecuentes en ELF en adultos, pero mucho menos frecuentes en niños, probable-
mente por la inmadurez de la conectividad cortical y mielinización frontal. Los automatismo orales
en niños pequeños son más difíciles de definir, dado que tienen conductas similares normales. La
vocalización se presenta con frecuencia similar en adultos y niños.
Generalización secundaria: se presenta en 61 a 91% en las ELF en adultos, siendo mucho menos
frecuente en niños; esta diferencia es explicada probablemente por el desarrollo dendrítico, la mieli-
nización y la consecuente asincronía de la actividad interhemisférica.
Pronóstico
Cuando se comparan niños de 8 a 12 años con ELF vs Epielpsia temporal y Epilepsias gene-
ralizadas se demuestra mayor compromiso atencional y de memoria de trabajo, lo cual sugiere un
impacto en la maduración del lóbulo frontal que puede continuar interfiriendo en las habilidades
del niño, incluso cuando un adecuado control de crisis es alcanzado. Este hallazgo enfatizan la
necesidad e importancia de intervención temprana para evitar dificultades en areas del aprendizaje,
comportamiento e interacción social.
Las hipótesis para explicar el compromiso conductual en niños con ELF son:
1. Relación anatómica – funcional del lóbulo frontal con el lóbulo temporal y el sistema límbico.
2. La magnitud de la actividad epileptiforme y
3. El impacto en la maduración cerebral en las epilepsias de inicio temprano.
Para evaluar la prevalencia de falla terapéutica en niños con ELF, encontramos 4 artículos que
suman en total 72 pacientes.
Las seires publicadas muestran que el control de crisis se obtiene en el 60% de los casos en un
tiempo de 2 a 37 meses, 67% con monoterapia, especialmente acido valproico y carbamazepina.
Como terapia adjunta se usó lamotrigina, topiramato, levetiracetam, oxcarbazepina, clobazam, fe-
nitoina y fenobarbital.
El 40% de los niños cumplieron criterios de refractariedad, lo cual excede el 30% reportado para
las epilepsias en general. No se
En general, en epilepsia los factores de riesgo identificados para refractariedad son la edad de
inicio temprano, historia de estado epiléptico, alteración estructural de base; causas específicas de
refractariedad en ELF en niños no han sido definidas.
Los resultados neurosicológicos posoperatorios muestran estabilización de las funciones ejecu-
tivas, discreta disminución del IQ y mejoría en las pruebas de atención y memoria evaluadas 1 año
después de la cirugía. El comportamiento y la frecuencia de crisis usualmente mejoran.
Bibliografía
Aoyagi K, Masao A, Goldberg E, Nakazawa S. (2005) Lateralization of the frontal lobe functions elicited by
a cognitive bias task is a fundamental process. Lesion study. Brain Dev 27:419–423.
L a epilepsia del lóbulo frontal es el segundo tipo de Epilepsia focal después de la epilepsia del
lóbulo Temporal (1, 2, 3, 4). En los últimos anos ha aumentado el interés por la epilepsia del
lóbulo frontal (ELF), por la diversidad de manifestaciones clínicas debido a la complejidad funcio-
nal y las conexiones extensas de esta región anatómica. Pueden ser manejados en muchas ocasiones,
en razón de las manifestaciones clínicas por vezes bizarras, como crisis no epilépticas psicológicas o
incluso como parasomnias debido al predominio nocturno de estas crisis (3).
Cuando se comparan con los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal, los pacientes con epilep-
sia frontal tienen mas frecuentemente compromiso de las habilidades motoras y de control inhibitorio.
Definir las características de la cirugía en este grupo de pacientes es mas difícil pues los pacientes
sometidos a cirugía representan un grupo mas seleccionado de pacientes (2).
La epilepsia del lóbulo frontal es la segunda causa de epilepsia refractaria después de la Epilepsia
del Lóbulo Temporal (ELT), alcanzando aproximadamente del 10 al 20% de los pacientes (1,4,2). Se
considera que son entre el 20 al 25% de los pacientes con epilepsia focal remitidos a cirugía (5, 6). Sin
embargo el pronostico reportado de estar libre de crisis en el posquirúrgico es variable y puede estar
entre el 30-50% (7, 4, 8, 9). La extensión de la resección influye en el pronostico, siendo este mucho
mejor en los pacientes con lesión estructural en la resonancia magnética nuclear (RMN). El buen
control de crisis durante el pos operatorio no solo se relaciona con tener una lesión delimitada en la
resonancia sino que además en el EEG actividad epileptiforme bien localizada.
Definir las manifestaciones clínicas para determinar la zona epileptogenica y definir el potencial
quirúrgico de esos pacientes es muy importante. La localización de la zona epileptogenica (ZE) es
mas difícil por el poco valor localizador de los síntomas clínicos. Además esta zona puede sobrepo-
nerse con áreas elocuentes por lo cual no puede hacerse resección completa.
Durante la evaluación pre quirúrgica de los pacientes con ELF, la actividad epileptiforme inte-
rictal o ictal puede no detectarse con Electroencefalograma (EEG) de superficie, poseer actividad
265
falsamente localizada, diseminar de un lóbulo a otro o inclusive falsamente lateralizar si hay una
orientación oblicua del dipolo (1, 2, 3). Solo el 30-40% de los pacientes tienen inicio ictal localizado
con Electroencefalograma intracraneal (5).
Las etiologías se han descrito en relación a los hallazgos de la resonancia magnética y resultados
de la patología. Los porcentajes varían según las descripciones de estudios y también si se tiene en
cuenta solo el resultado de la patología o de la resonancia cerebral.
De acuerdo a los resultados de la resonancia y patología, los pacientes con epilepsia frontal
se pueden dividir en los siguientes subgrupos etiológicos: Malformaciones del desarrollo cortical
(MDC) con RMN anormal (41% de los casos), MCD con RMN de alta resolución normal (17%),
tumores, Malformaciones vasculares, criptogenicos con RMN e histología normal, encefalomalacia
después de Accidentes cerebro vasculares (ACV) o trauma (10).
Displasias Corticales
Las displasias corticales son altamente epileptogenicas, incluso mas que los gangliogliomas (13).
Con mucha frecuencia son encontradas como etiología de epilepsia del lóbulo frontal. Pueden en-
contrarse hasta en el 58% de las biopsias de pacientes sometidos a cirugía (2).
Las displasias corticales focales (DCF) se encuentran en el 41% con resonancia anormal y en
el 17% resonancia normal de los pacientes sometidos a cirugía (7). Los pacientes con DCF con
Resonancia normal representan un grupo de pacientes con un factor de riesgo independiente para
recurrencia de crisis después de la lobectomia frontal.
El factor mas importante para el control de crisis después de la cirugía es la resección completa de
la lesión displasica, sin embargo el área epileptogenica puede extenderse mas allá de la zona visible
en la resonancia lo que explica que en esos pacientes no sea tan alta la posibilidad de estar libre de
crisis después de la cirugía. Las secuencias de elección en la Resonancia magnética son FLAIR y T1
volumétrico de alta resolución porque son las mas sensibles para detectarlas (2).
Malformaciones Vasculares
Las malformaciones vasculares se pueden encontrar hasta en el 5% de los pacientes con epilepsia
(13). Se dividen en Malformaciones arteriovenosas (MAV), Angiomas Cavernosos (AC), Malforma-
ciones venosas (MV) y telangiectasias.
Lesiones postraumaticas
El trauma de cráneo es una causa frecuente de epilepsia sintomática. Los traumas de cráneo
pueden producir epilepsia hasta en el 23,5% de los casos (15).
Evaluacion prequirurgica
La evaluación prequirurgica de los pacientes con epilepsia del lóbulo frontal es mas compleja
que en los pacientes con Epilepsia del Lóbulo Temporal. Debe considerarse manejo quirúrgico en
cualquier paciente con epilepsia del Lóbulo frontal que sea refractario al tratamiento anticonvulsi-
vante. La cirugía de epilepsia del lóbulo frontal representa entre el 18 al % 25% de los procedimientos
realizados (5, 6, 7).
Referencias
1. Hosking PG. Surgery for frontal lobe epilepsy. Seizure 2003; 12: 160–166.
2. Kellinghaus C, Lüders HO. Frontal lobe epilepsy. Epileptic Disord 2004; 6: 223-239.
3. Neiman E.S, Noe K.H, Seyffert M,Drazkowski J.F, Sirven J.I, Tapsell L et al. Lifelong and new noctur-
nal events found to be right frontal lobe epilepsy secondary to a cortical dysplasia. Sleep Medicine 2010;
11: 102–104.
4. Pinheiro-Martins A.P, Bianchin M.M, Velasco T.R, Terra V.C, Araújo D, Wichert-Anaa L et al. Indepen-
dent predictors and a prognostic model for surgical outcome in refractory frontal lobe epilepsy. Epilepsy
Research 2011 (article in press).
5. Beleza P, Pinho J. Frontal lobe epilepsy. Clin EEG Neurosci 2011; 18: 593–600.
6. Derry CP. The Sleep Manifestations of Frontal Lobe Epilepsy. Curr Neurol Neurosci Rep 2011; 11:218–
226.
7. Baga R, Skidmore CT. Frontal Lobe Seizures. Neurologist 2011;17:125–135.
8. Jeha LE, Najm I, Bingaman W, et al. Surgical outcome and prognostic factors of frontal lobe epilepsy
surgery. Brain 2007;130:574–84.
9. Elsharkawy AL, Alabbasi A, Pannek H, Schulz R, Hoppe A, Pahs G et al. Outcome of frontal lobe epi-
lepsy surgery in adults. Epilepsy Res 2008; 81: 97—106.
10. Jeha LE, Najm I, Bingaman W, Dinner D, Widdess-Walsh P, Luders H. Surgical outcome and prognostic
factors of frontal lobe epilepsy surgery. Brain 2007; 130: 574–584.
11. Kim CH, Lee SK. Longitudinal Change in Outcome of Frontal Lobe Epilepsy Surgery. Neurosurgery
2010; 67:1222–1229.
12. Schramm J, Kral T, Kurthen M, et al. Surgery to treat focal frontal lobe epilepsy in adults. Neurosurgery
2002;51:644–55.
13. Moeller F, Tyvaert L, Nguyen D.K, LeVan P, Bouthillier A, Kobayashi E, Tampieri D, Dubeau F, Go-
tman J. EEG-fMRI Adding to standard evaluations of patients with nonlesional frontal lobe epilepsy.
Neurology 2009;73: 2023–2030.
14. Zaatreh M.M, Spencer D.D, Thompson J.L, Blumenfeld H, NovotnyE.J, MattsonR.H et al. Frontal