Curso de Semiología
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para artistas y diseñadores
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Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuese el medio, sin la anuencia por
escrito del titular de los derechos.
ISBN: 978-607-97753-0-8
Impreso en USA/ Printed in the USA.
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PRÓLOGO
Tabla de Contenidos
PRÓLOGO IX
I. Introducción 1
¿Qué son la Semiología y la Semiótica? 3
Antecedentes Históricos 6
II. Teoría General de la Significación 11
Naturaleza informática del universo 11
Clasificación de las señales 17
III. Semiótica Emotiva 21
Campo perceptual 21
Semiótica acromática 27
Semiótica Cromática 34
Efectos típicos básicos del color en arte y diseño 39
IV Semiótica Convencional 43
Símbolos icónicos 44
Símbolos Lingüísticos y gráficos 46
Función denotativa - connotativa 47
Dimensión subjetiva 48
Función conminativa 50
Función interpretativa 51
V Hermenéutica del Arte y Diseño 53
ANÁLISIS SEMIOLÓGICO 59
CONCLUSIÓN 64
VI Glosario 67
Conceptos de semiología general 73
VII Bibliografía 79
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
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PRÓLOGO
PRÓLOGO
Te has preguntado ¿por qué diferentes personas ven en unas manchas de
pintura la misma imagen de, por ejemplo, una cara triste de una mujer de
la aristocracia medieval? o ¿cómo podemos predecir lo que otras personas
verán en una pantalla de TV y cómo reaccionarán ante ello?¿por qué las
personas de tribus que no conocían la tradición naturalista del arte occi-
dental, no veían imágenes de sus personas o su aldea cuando les mostra-
ban las antiguas fotografías en blanco y negro? ¿qué códigos debe tener
una imagen o un espacio para poder funcionar, ya sea en la publicidad o
en la arquitectura? Estas son algunas de las preguntas que los alumnos o
estudiosos de las artes visuales, escénicas, cinematográficas, arquitectura,
comunicación, diseño gráfico o industrial, se plantean a la hora de bocetar
un proyecto; porque nadie desea crear una imagen cómica y que el público
la perciba como trágica, o una imagen romántica y que el público la perciba
como triste, etc.
Este curso de “Semiología para Artistas y Diseñadores” del Doctor Jai-
me Jiménez Cuanalo es una excelente herramienta para que los estudiantes
de estos campos puedan comprender los procesos de significación de la
imagen. Este curso nos aclara cómo usamos nuestros instintos y las con-
venciones creadas a partir del arte para transmitir información codificada
en configuraciones artificiales. En términos generales se aborda en forma
breve y práctica la manera como la semiótica explica la forma en que se aso-
cia un valor significativo a la información. Esto es, la semiótica no se ocupa
tanto de qué significa esto o lo otro, sino más bien sobre ¿cómo? o ¿por qué?
esto llega a significar algo para alguien y por qué –según cada circunstan-
cia– no todo lo que intentamos comunicar significa lo mismo para todos.
O, como dice el autor de este libro: “Entender correctamente los procesos
de significación es primordial para aquellos involucrados en la gene-
ración de nuevos códigos y lenguajes artísticos, y su aplicación que hacen
los diseñadores, y los analistas comunicólogos”.
Martha Soto
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I. Introducción
I. Introducción
En los últimos cien años se ha desarrollado una de las más fascinantes aventuras en
la historia del intelecto humano –y de la cultura Occidental, en particular–; re-de-
scubrimos el invento más poderoso jamás creado por la humanidad: el lenguaje.
Lo re descubrimos porque, aparentemente, habíamos olvidado que desde nuestro
origen más remoto los seres humanos hemos estado reaccionando emotivamente
frente a las configuraciones de estímulos que nos presenta nuestro medio ambi-
ente; hemos representando esas configuraciones mediante formas artísticas, para
luego crear un concepto o percepto convencional de esas formas y hemos impues-
to esas convenciones a la materia y la energía, creando de esa manera las ‘cosas’,
para poder así finalmente nombrarlas, arbitraria y convencionalmente. Todo este
proceso como una forma de tomar posesión y dominio sobre el mundo, como una
estrategia para sobrevivir. Este re-descubrimiento es lo que hoy conocemos como
semiología.
El presente trabajo, constituye un manual práctico de introducción a la semi-
ología; particularmente aplicada a los campos del arte, el diseño y la comunicación,
para estudiantes de nivel licenciatura. Este libro presenta los contenidos del curso
de Semiología, que se imparte dentro de las licenciaturas y maestrías del área de
arte y arquitectura de la Escuela Superior de Artes Visuales en la ciudad de Tijua-
na, México, en base a los avances de nuestra escuela en el campo de la Arsología o
ciencia del arte, desarrollada por nuestros investigadores y docentes.
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
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I. Introducción
Además, la semiología es una ciencia, porque cumple con los requisitos in-
dispensables para serlo:
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• Coherencia. Para tener mayor probabilidad de acertar, la semiología exige que to-
dos sus modelos (teorías) sean compatibles unos con otros y con el resto del cono-
cimiento científico. No se vale ‘estar de acuerdo en estar en desacuerdo’ o ‘cada qui-
en tiene su opinión’. En ciencia, si dos ideas o modelos se contradicen, tenemos que
asumir que por lo menos uno –o los dos– están equivocados y nos vemos obligados
entonces a revisarlos.
• Verificabilidad. La semiología exige que todos los datos, experimentos, fuentes y ra-
zonamiento estén ‘a la vista’. Que cualquiera pueda fácilmente ubicar en qué se basó
un científico para afirmar algo y que puedan, si así lo desean ir a ver por sí mismos
si es cierto lo que se dice.
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I. Introducción
Es decir, todo signo tiene partes que son importantes para su significado y
partes que no tienen mucho que ver con su significado, dependiendo del tipo de
signo. Por ejemplo, podemos decir que la parte semiótica de una letra está en el or-
den de las líneas que la componen, porque si las cambiamos cambiamos de letras;
pero no en su color, porque podemos cambiar el color sin que cambie la letra. O, si
hablamos de la semiótica de las palabras, nos referimos a los aspectos significati-
vos de las palabras como configuraciones o secuencias lingüísticas; es decir, cómo
el orden de las letras –o en español, por ejemplo, los acentos–, pero dejando fuera
otros aspectos que no son semióticos o significativos, como por ejemplo con qué
tipo de instrumento se escribió la palabra, es tinta, pintura o grafito, etc. .
Antecedentes Históricos
A mediados del siglo XVII, en Inglaterra, Henry Stubbes (1670: 75) primero
y luego John Locke –en el capítulo 21 del libro 4 de su An Essay Concerning Human
Understanding1 (Locke, 1690)–, utilizaron la palabra griega semeiotikos que era el
nombre del ‘interpretador de señales o signos’, y luego su versión transformada
al femenino semeiotike y al inglés semeiotics para referirse al estudio de la inter-
pretación de los síntomas de las enfermedades.
Más tarde, en Alemania, fue Alexander Gottlieb Baumgarten, en su Aesthet-
ica Scripsit2 (1750), quien utilizó la versión latinizada ‘semiótica’ para referirse
a la “pulcra disposición y conocimiento de los signos”. Y, creemos nosotros, es el
primero en dar a la semiótica su significado moderno, además de ser el primero en
hablar de una disciplina del conocimiento enfocada al fenómeno de la significación
en general. Y en 1764 en su Neues Organon3, Johann H. Lambert dedicó un apartado
a la Semiotik oder Lehre von der Bezeichnung der Gedanken und dinge4; aunque su
interés era primordialmente en los signos matemáticos y, por otra parte, reconoce
primacía al signo lingüístico entre todos los signos:
[…] insiste en la importancia de los gestos, de las figuras y dibujos; analiza el
funcionamiento de la música en cuanto lenguaje, de las fórmulas químicas y
matemáticas, así como de las relaciones de parentesco, la cartografía, la heráldi-
ca y la numeración (Steiner/Volek, 1980: 207). (González, 1986: p. 49)
Charles Morris publicó en 1938 Foundations of the Theory of Signs5; obra que
es quizás la primera de la era moderna en tener un acercamiento auténticamente
semiológico al problema de la significación; pues no hereda el prejuicio de con-
fundir el campo de estudio de la semiología con alguna de sus partes –como Peirce
con la lógica– ni restringirlo a un ámbito particular –como Saussure con su ‘en el
seno de la vida social’–, sino que adjudica a la semiología su correcto y concreto ob-
jeto de estudio, que es la semiosis o fenómeno de la significación, pero contempla
a la vez todo el amplio panorama del objeto semiótico.
Los hombres son, de entre los animales que usan signos, la especie predom-
inante. Naturalmente, existen otros animales que efectivamente responden a
determinadas cosas como signos de algo, pero esos signos no alcanzan la com-
plejidad y elaboración que encontramos en el habla, la escritura, el arte, los
mecanismos de verificación, la diagnosis médica y los instrumentos de señal-
ización propios de los humanos. (Morris, 1994: p. 23)
Nosotros diríamos, por una parte, que la semiótica es el objeto de una ciencia
que estudia no las cosas que tienen como función servir como signos, sino el pro-
ceso mediante el cual algo sirve como signo de algo más; y, por otra parte, diríamos
que la semiología estudia ese proceso mientras la semiótica sirve a las ciencias –en
su manifestación conceptual lingüística– como vehículo. Morris, sin embargo, no
desconoce por completo la naturaleza procesual de la significación.
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I. Introducción
siglos en uso.
Por otra parte, el suizo Ferdinand de Saussure, en su Curso General de
Lingüística (1916) acuñó el término semiología para referirse a lo que él denom-
inó: “la vida de los signos en el seno de la vida social.” Y si bien no fundó realmente
ninguna disciplina, sí es el primero en darnos este término. La palabra semiología
ha sido utilizada por otros autores a partir de los postulados de Saussure como
es el caso, por ejemplo, de Roland Barthes, pero no como una disciplina científica
que estudia la significación, sino más bien como una forma de lingüística o comu-
nicología, pero dejando fuera partes del fenómeno semiológico como, por ejemplo,
los síntomas.
De hecho, debemos ahora enfrentar la posibilidad de invertir las declaraciones
de Saussure: La lingüísitca no es una parte de la ciencia general de los signos, ni
siquiera una privilegiada, es la semiología la que es parte de la lingüística: para
ser precisos es la parte que cubre las grandes unidades significantes del discur-
so. [Traducción del autor]8 (Barthes, 1967)
8 In fact, we must now face the possibility of inverting Saussure’s declaration: linguis- tics is not a part of the general science of signs,
even a privileged part, it is semiology which is a part of linguistics: to be precise, it is that part covering the great signifying unities of
discourse.
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II. Teoría General de la Significación
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II. Teoría General de la Significación
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cionales, etc.) y las notaciones (alfabetos, notación musical, química, etc.) normal-
mente corresponde a una rama especializada de la semiología llamada lingüística
y sólo nos van a interesar en la medida que puedan ser usados como elementos del
arte o el diseño.
Los íconos son, de entre todos los tipos de símbolos, los que más nos inte-
resan aquí, pues suelen ser el vehículo natural del diseño y suelen ser la forma
convencionalizada de las formas artísticas. Este tipo de símbolos puede clasificarse
a su vez en:
Gráficos: Como los logotipos, señales de tránsito, figuras convencionales
como el triángulo, la ‘happy face’, etc.
Objetuales: Como edificios, esculturas y otros objetos tridimensionales que
pueden reproducirse y utilizarse para referirse a otra cosa, como la torre Eiffel que
representa a París, o como el crucifijo de las religiones cristianas.
Gestuales: Que se articulan mediante posiciones y movimientos del cuerpo
humano, como levantar el pulgar, o asentir subiendo y bajando la cabeza.
Textuales: Que son palabras usadas no para ser leídas, sino reconocidas.
Como en el caso de las marcas comerciales, etc.
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II. Teoría General de la Significación
TÉCNICOS:
S e F señales de radio, tv,etc.
s
Í p O
N o R
n M ARTÍSTICOS:
T t
A visuales, sonoros,
á audiovisuales, literarios,
O n L arquitectónicos, etc.
M e E
o
A s S
GRÁFICO:
Señal de tránsito,
logotipo, etc.
S
E ÍCONO:
OBJETUAL:
Escultura, monu-
Ñ Configuraciones
convencionales
mento, etc
A GESTUAL:
gestos y ademanes
L con el cuerpo.
E i
n
S TEXTUAL:
S t
e
Marcas,
I n S comerciales, etc.
G c I
i
N o M
n LENGUAJES:
O a B
Los idiomas,
l Ó lenguajes de
S e
L cómputo, etc.
s
I
C
O
S
NOTACIÓN:
Musical, química,
alfabetos, etc.
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III. Semiótica Emotiva
Campo perceptual
En la naturaleza, el campo perceptual es todo lo que un ser vivo puede perc-
ibir en un momento determinado; obviamente, el campo perceptual natural sigue
al sujeto. Si estoy en mi recámara, mi campo perceptual –lo que puedo ver, oír, oler,
etc.– es lo que está en mi recámara, pero si me salgo a la calle, ahora mi campo
perceptual es todo lo que puedo percibir en la calle. En este sentido, el campo per-
ceptual natural depende enteramente del punto de vista del sujeto que percibe, es
siempre cambiante y, por eso, decimos que es ‘abierto’.
Pero los seres humanos hemos aprendido a crear campos perceptuales ar-
tificiales, que no van cambiando constantemente conforme se mueve y cambia el
sujeto que percibe. Estos campos perceptuales son estables y son delimitados y
fijados por el ‘autor’ del signo, sea diseñador o artista y tienen la función de crear
significados estables y objetivos fuera del flujo del mundo y del sujeto que cambi-
an constantemente; por eso, decimos que los campos perceptuales artificiales son
‘cerrados’. Por ejemplo, al tomar una foto de una escena, el fotógrafo decide y de-
limita lo que se va a ver de esa escena, lo que se va a quedar fuera de la foto y desde
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A A
Fig. 8 importancia de la delimitación del campo perceptual. [elaboración propia]
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III. Semiótica Emotiva
Fig. 10 Imagen tomada de Arnheim, Rudolf. Arte y Percepción Visual. Barcelona: Alianza forma, 1985.
Pág. 28.
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nas personas lo verán simplemente ‘mal colocado’ y otras lo verán como que ‘va
hacia la derecha’. En el segundo cuadro el círculo está bien centrado y la mayoría
de las personas lo verán como ‘bien colocado y estable’; mientras que en el tercer
cuadro el círculo está claramente cargado a la derecha y claramente separado del
borde, por lo que parece descentrado, pero también estable.
Una dinámica similar sucede en la relación de las figuras entre sí, porque
cada una de ellas se percibe con su propio esqueleto estructural; también las
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III. Semiótica Emotiva
figuras son percibidas como teniendo un centro, un arriba, abajo, izquierda y dere-
cha. Y también se aplican reglas similares con la proximidad de las figuras, ya que
el cerebro humano rechaza la ambigüedad. De modo que hay una distancia en que
las figuras casi se tocan, pero no, y se produce una dinámica ‘alejándose’, una en
que parecen casi juntas o asociadas, pero no es claro, y se produce una dinámica
‘acercándose’ o una posición en que parecen estar una frente a otra, pero no es
claro, y la dinámica será –dependiendo de qué tanto se traslapan– para separarlas
o encimarlas con claridad.
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III. Semiótica Emotiva
Semiótica acromática
Al igual que la mayoría de los mamíferos, los seres humanos tenemos un
sistema visual que percibe el mundo en ‘escala de grises’, o sea que solamente ve
zonas que van de muy claro –blanco– a muy oscuro –negro–, pasando por todos los
tonos de gris posibles. Es decir, tenemos un sistema visual que no distingue colores
con matiz y saturación, sino sólo tonos. Este sistema visual es antiguo y está adap-
tado para navegar; es decir, para determinar donde hay obstáculos y dónde hay
paso libre, para determinar si los objetos están cerca, lejos, arriba, abajo, izquierda
o derecha; si están quietos o se mueven y si se mueven rápido o despacio, hacia
nosotros, alejándose de nosotros o en perpendicular.
Esto quiere decir que, en arte y diseño, será muy importante la manera en
que compongamos –organicemos y distribuyamos– los tonos o, más bien, las dif-
erencias de tono, para que nuestro público entienda la relación espacial de los el-
ementos de nuestra composición. Una mala composición tonal hará difícil saber
dónde se encuentran las partes de nuestra composición en relación al fondo y en-
tre ellas, o apreciar y definir su movilidad. Esto resulta particularmente importante
en las artes y el diseño espacial, como en la arquitectura o la escultura.
Es importante señalar que, en la arquitectura, la composición tonal influye
grandemente en la manera en que el público usará el espacio, por donde cami-
narán, donde van a tender a ubicarse, a que partes del espacio van a entrar poco o
nada, etc.
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III. Semiótica Emotiva
Fig. 15 Dinámicas tonales: De la figura, del fondo y punto de equilibrio. [elaboración propia]
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III. Semiótica Emotiva
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nificado que ‘obstáculo’, las cosas que se mueven lento son ‘objeto de interés’ que
hay que evaluar para saber si tomar una acción o no y, finalmente, las cosas que se
mueven rápido requieren ‘atención urgente’, sean buenas para mí o malas para mí.
Por supuesto, como todo lo demás en la semiología de la percepción, la explicación
no es tan simple, porque la velocidad se interpreta en relación con la direción, la
agrupación, el ritmo y otros factores. A continuación algunos ejemplos,
• algo que se mueve lento y de manera muy arrítmica, aislado y con ten-
dencia a alejarse de nosotros, se interpreta como que puede ser un ani-
mal herido o débil y nuestra respuesta emotiva será la de apresarlo.
• Algo que se mueve lento, rítmico, aislado que se aleja de nosotros, puede
ser un depredador que presta su atención a otra cosa y nuestra reacción
emotiva será de quedarnos quietos, a la expectativa.
• Cualquier cosa que viene hacia nosotros a gran velocidad, normalmente
provocará una reacción de evadir, de protegernos.
• Un grupo grande de elementos que se mueven rápido en una dirección
que no es hacia nosotros, normalmente nos dará el impulso de seguirlos,
es la alarma que provoca la estampida de las personas en las situaciones
de desastres.
Semiótica Cromática
A diferencia de la mayoría de los mamíferos, los seres humanos y otros si-
mios tenemos un segundo sistema visual ‘a colores’ que distingue los matices y
la saturación de los colores, además de su tono. Este sistema visual evolucionó
mucho más tarde y tiene dos funciones evolutivas principales; identificar objetos
sin necesidad de que se muevas y distinguir las caras de diferentes personas, así
como su estado emocional y sus intenciones.
La luz. Llega a nuestros ojos como ondas que pueden ser más largas o más
cortas y que pueden venir de una sola medida o mezcladas de diferentes medidas,
además pueden venir en gran cantidad o en poca cantidad. Nuestros ojos tienen
límites muy concretos; si es muy poca luz, no vemos nada, si es demasiada luz,
tampoco, otro tanto pasa con la longitud de onda, no podemos ver la luz que viene
en ondas demasiado cortas o demasiado largas.
Matiz. Es la longitud de onda que nuestro cerebro calcula que tiene la luz que
está viendo y corresponde normalmente a los nombres principales o genéricos de
los colores. Las ondas de luz más cortas que podemos ver son las que vemos como
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III. Semiótica Emotiva
‘color violeta’, un poco más grandes nos parecen ‘azul’, ‘verde’, ‘amarillo’, ‘naranja’
y, las ondas de luz más largas que nuestros ojos pueden ver, las percibimos como
‘rojo’.
Los ‘colores’ que vemos en las cosas –una manzana verde o roja, por ejemp-
lo– son en realidad el matiz o longitud de onda de la luz que rebota en su superfi-
cie. Nuestra vista evolucionó para detectar ese matiz, porque depende de la com-
posición química de cada cosa y eso a la vez determina en buena medida si es algo
bueno, malo o indiferente para nosotros. Es decir, nuestros ojos no evolucionaron
la visión a colores para ver el mundo ni más bonito, ni más ‘real’; sino para identifi-
car las cosas cuya composición química es nutritiva, venenosa, indica su disponib-
ilidad para la reproducción, etc.
Saturación. Es la ‘limpieza’ de la luz; es decir, ¿qué tan mezclada o pura viene
la luz en su longitud de onda? Si la luz viene en nada más una longitud de onda,
vemos un color ‘puro’, ‘colorido’ o ‘intenso’. Si la luz viene mezclada a partes iguales
de todos los colores, vemos ‘blanco’. Cuando la luz trae una longitud de onda en
gran cantidad y una pequeña cantidad de todas las otras en una misma proporción,
el color se ve ‘grisáceo’ y, si la luz viene en gran cantidad de una longitud de onda
pero mezclada con luz en otras longitudes de onda en diferentes proporciones, el
color nos parece ‘pardo’ o ‘sucio’.
Tono. Es la intensidad con la que nuestro cerebro calcula que el objeto refleja
la luz. Si refleja mucha luz, el objeto parece ‘claro’ y, si refleja muy poca luz, se ve
‘oscuro’. En los extremos, cuando la intensidad de la luz es mucha, no importa si la
luz viene pura o mezclada, veremos ‘blanco’ y, si la luz reflejada es muy poca, tam-
poco importa su composición, veremos ‘negro’. No hay que confundir los conceptos
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III. Semiótica Emotiva
Fig. 22 Versiones más cálida y más fría del rojo y el azul. [elaboración propia]
En general, podemos decir que se perciben como cálidos los matices de lon-
gitud de onda más larga y fríos los de onda más corta, pero para cada matiz, habrá
una versión cálida cuando son más saturados y oscuros, mientras que se verá como
fría la versión del mismo matiz que sea menos saturada o más clara.
Fig. 23 Efectos del tono y la saturación sobre la temperatura de color. [elaboración propia]
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son rojos. Los verdes se asocian con la vegetación; si son cálidos –verde
amarillos– se asocian con abundancia, buen clima y bienestar general o,
si están en proporción exagerada, con lo sofocante de selvas y bosques
tupidos. Por otro lado, los verdes azulados se asocian a plantas amargas,
venenosas, espinosas, etc.
• Saturación. El significado de la saturación tiene mucho que ver con la
intensidad percibida en las características de las cosas. Por ejemplo, algo
venenoso, si tiene colores saturados, normalmente será muy veneno-
so, mientras que con colores desaturados será probablemente menos
venenoso, lo mismo con lo nutritivo. Por otro lado, los colores pardos
–cafés– se asocian con la calidez, con el refugio y la comodidad. Los col-
ores grisáceos, por su parte, tienen relaciones semiológicas con lo duro,
lo liso, cortante y para los seres humanos, con lo industrial, tecnológico,
eficiente, etc.
• Tono. Los tonos claros se asocian con las cosas ligeras, móviles, frescas y
cercanas, mientras los oscuros con las cosas pesadas, quietas, cálidas y
lejanas. En cuanto a la disposición anímica, los personajes representados
en oscuro tienden a parecernos hoscos, hostiles, poderosos, engañosos,
etc., mientras los personajes luminosos nos parecen afables, amistosos,
francos, etc.
Finalmente, cabe señalar que el significado de las áreas de color tiene mucho
que ver con el tipo de figuras y bordes que tengan. Los rojos y amarillos, en figuras
geométricas, bandas, puntos o con bordes más o menos rectos o definidos, es más
común que se asocie a las cosas venenosas o peligrosas; mientras que cuando tiene
bordes difusos y figuras irregulares, es más bien asociado a lo nutritivo y, si está
en áreas más o menos bien definidas pero con contornos tendientes a lo curvo y
ondulante, se asocia con lo sexual.
Algunas otras constantes que poco a poco parecen emerger de los diversos
estudios experimentales, como los que refiere Salvador León en su artículo sobre la
semiótica del color y las emociones (León, 2017), son las siguientes:
Abrigo. Los colores cálidos desaturados (pardos, cafés o ‘tierras’) connotan
en general abrigo, protección y calidez; más, si tienden más hacia lo oscuro que a lo
claro. El rojo y el amarillo saturados y brillantes, en contraste con el negro, en figu-
ras difusas pero localizadas, como en una fogata, producen también una sensación
reconfortante.
Agrado. En general los colores de onda corta como el azul, se perciben como
agradables; y si son claros y saturados a la vez, se perciben como más agradables.
Cercanía. Los planos o figuras en colores cálidos parecen siempre más cer-
canos al espectador y más si son sus versiones saturadas o claras. La presencia de
texturas rugosas aumenta la sensación de proximidad.
Complejidad. Las figuras en matices cálidos tienden a parecer más comple-
jas, la sensación aumenta si las figuras están parcialmente ocultas.
Dinamismo. En general los colores cálidos se perciben como más dinámicos;
más si son saturados, siempre en asociación con la sensación de calor y vida. La
sensación aumenta con los bordes curvos, orgánicos; con las figuras redondeadas,
más que con las figuras angulosas. Los círculos, así como los triángulos sobre su
vértice o lado menor, coadyuvan a esta sensación.
Eficiencia. Los colores desaturados y claros, fríos (gris azulado), connotan
velocidad, pero asociada a lo frío y mecánico, a lo eficiente. La textura lisa y re-
flectante aumenta esta sensación y las figuras angulosas, los bordes rectos, tam-
bién.
Excitación. En general los colores de onda larga, como el naranja, se perciben
como más excitantes; cualquier matiz, si es saturado y oscuro a la vez, también
se percibe como más excitante. Los bordes ondulados o difusos aumentan esta
sensación.
Familiaridad. Las figuras en matices fríos tienden a parecer más familiares y
la sensación aumenta con las figuras más estables como el cuadrado o el triángulo
sobre su base.
Lejanía. Los planos o figuras con matices de onda corta, como azul, violeta,
verde, tienden a parecer más lejanos, especialmente en sus versiones oscuras y
desaturadas, las superficies lisas y mates aumentan la sensación.
Ligereza. Las figuras en matices de onda larga como el rojo o naranja, tien-
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III. Semiótica Emotiva
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IV Semiótica Convencional
IV Semiótica
Convencional
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Por ejemplo, como vemos arriba, podemos decidir que un objeto represente
una cierta letra y otro objeto represente otra letra; luego, podemos acomodar esos
objetos y usarlos para escribir palabras.
Símbolos icónicos
Gráficos. Las señales de tránsito que no incluyen palabras, la cruz roja, la
estrella de David, el triángulo, incluso las figuras convencionales que representan
conceptos como ‘perro’, ‘hombre’, ‘mujer’ y otras figuras que conocemos y reconoc-
emos, que tienen nombre e identidad, pero cuyo significado puede variar de cultu-
ra a cultura y de circunstancia a circunstancia.
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IV Semiótica Convencional
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después de la boda. Todo eso, podemos imaginarlo y podemos creer que es ‘obvio’,
pero no está realmente dicho y sólo lo que está realmente dicho es denotado.
Connotación. La función connotativa o connotación tiene dos aspectos. Por
una parte, son las cosas que el creador del signo o del mensaje –conjunto de si-
gnos– quiso insinuar o implicar, sin realmente decirlo. Pero también puede ser, por
otra parte, algo que el creador del signo o mensaje no tenía intención de implicar
o insinuar, pero que parece obvio o evidente para el sujeto receptor por su cultura,
es decir, por las convenciones a las que pertenece.
Dimensión subjetiva
Inevitablemente, al intentar expresarnos sobre alguna cosa damos también
información sobre nosotros mismos; no nos referimos aquí al caso de que yo quiera
hablar sobre mí mismo, sino cuando doy información sobre mí mismo sin querer.
Por ejemplo, al leer una novela escrita por una persona que consideraba normal
el racismo y que cuenta una historia de amor, podemos darnos cuenta de que el au-
tor es racista, aunque no quiso hablar de eso. La dimensión subjetiva normalmente
incluye información sobre el lugar, la época, la cultura e ideología de quien formuló
el signo o mensaje.
Un ejemplo claro de esto es el filme Metrópolis, del alemán Fritz Lang (1927),
en el que se quiere mostrar ‘el futuro’; un futuro que corresponde a 2026 y, sin
embargo, es fácil para nosotros ver que el autor y el filme no corresponde a 2026
sino a principios del siglo XX.
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IV Semiótica Convencional
Fig. 30 Imagen del filme Metrópolis, del alemán Fritz Lang (1927).
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
Función conminativa
Una de las funciones semiológicas que cumplen un papel importante en el
arte y, sobre todo, en el diseño, es la función conminativa, que es cuando los signos
se formulan con el propósito de influir en la conducta del receptor. Cuando el signo
o mensaje busca lograr que el receptor haga o deje de hacer algo, estamos frente
a la función conminativa. Un ejemplo muy claro de esto es el signo de tránsito ‘no
estacionarse’, que tiene la función primordial lograr que el sujeto que lo mira, se
abstenga de hacer algo que puede o no estar intentando hacer.
pre tienen como función influir en la conducta del receptor, sea para que haga o
para que no haga algo en particular. En el apartado sobre hermenéutica veremos
cómo se logra esto al impulsar al espectador a que asocie la emoción que le pro-
duce la parte emotiva del mensaje con el significado de la parte convencional o
conceptual del mismo.
Función interpretativa
Podemos pensar en la función interpretativa como un ‘instructivo’ para en-
tender un mensaje. Es decir, hablamos de función interpretativa cuando estamos
ante un signo o mensaje que tiene como propósito ayudarnos a interpretar otro
signo o mensaje. El caso clásico es el ‘código’ o ‘clave’ que usa un espía para pod-
er interpretar un mensaje encriptado.
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V Hermenéutica del
Arte y Diseño
resentan estados internos del sujeto, más que fenómenos observados; la música
instrumental cae con frecuencia en este caso.
La parte del significado que se interpreta de esta manera es normalmente
lo que llamamos la parte ‘formal’, ‘abstracta’, etc., de las composiciones. Por esta
razón, esa es la parte del signo o mensaje de alcance más ‘universal’, es decir, la
que será comprendida por casi todas las personas sin importar la cultura a la que
pertenecen. La lectura emotiva puede influir al receptor de varias maneras. En
unos casos, simplemente lo lleva a considerar la imagen o sonido como alegre,
triste, tenebroso, nostálgico, etc. En otros casos, lo lleva a sentirse alegre, triste,
asustado o nostálgico. Finalmente, como veremos en la lectura asociativa, puede
producir un efecto conminativo, es decir, una emoción que nos impulse a hacer o
no hacer algo en particular.
La lectura emotiva normalmente nos da un ‘adjetivo calificativo’ para los te-
mas como casa ‘alegre’ o casa ‘triste’. También confirma o contradice la situación
espacial y dinámicas de la escena; es decir, puede hacer que cuando representam-
os algo que se mueve, parezca moverse con más fluidez o más dificultad, aclara o
hace ambigua la velocidad, dirección, sentido y estilo del movimiento.
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V Hermenéutica del Arte y Diseño
El caso más claro de esto es el lenguaje o idioma, cuando se usa dentro de una
pieza de arte o diseño. En una obra de teatro o cine, por ejemplo, las personas que
hablan el mismo idioma que los actores comprenderán lo que estos dicen, pero no
los que no hablan este idioma. Sin embargo, todos comprenderán la parte formal
de la obra; por ejemplo, si un personaje lleno de ira insulta o agrede a otro, usando
palabras en español, el público que no hable español no podrá saber qué es lo que
dice, pero sí se dará cuenta de que está iracundo y agresivo.
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
En la imagen de la derecha, por ejemplo, casi cualquier ser humano, sin im-
portar la cultura de la que provenga, reconoce una figura humana, pero a la vez,
reconoce que hay algo de peculiar, pues los humanos no suelen tener dos pares de
brazos. Es probable que la mayoría también identifiquen a la figura como llevando
ropa sobre las piernas y por la espalda , así como algún tipo de gorro. Quizás lo
vean sentado a la orilla de un estanque o lago con un fondo de cielo azul. Pero la
mayoría de las personas que no conozcan la cultura hindú, seguramente no en-
tenderán porque tiene la piel de color azul-morado, porqué tiene cuatro brazos o
que significan los objetos que sostiene en sus manos.
La semiótica formal nos dice que es un personaje amable, sereno y, de al-
guna manera, no humano, pero sólo el conocimiento de la convención hindú nos
dice que se trata del dios hindú Vishnu, que los brazos de enfrente representan la
existencia física del dios, mientras los dos de atras representan su presencia en el
mundo espiritual y el color azulado su naturaleza omnipresente, como el cielo y el
agua. No sabrán tampoco que lleva dos aretes para simbolizar los opuestos como
sabiduría-ignorancia, placer-dolor, etc. O que los objetos en sus manos tienen un
significado preciso: la concha es su creatividad, el Sudarshana es un arma en forma
de disco que gira y que sirve para destruir el ego para tener una visión universal;
la maza llamada Kaumodaki representa las fuerzas primigenias de donde deriva la
fuerza física y mental. Y la flor de loto que representa la liberación de la verdad,
la ética y la sabiduría.
Lectura final asociativa. La impresión final, global del sentido o significado
que la obra de arte o diseño tiene, según el sujeto receptor o público, deriva de
la asociación de las dos lecturas anteriores. La parte formal de la pieza nos hace
sentir una emoción que vamos a tender a asociar con el significado de la parte con-
vencional. Por ejemplo, dos obras de arte que tengan como contenido conceptual
‘una cocina’, pueden tener dos contenidos formales diferentes: ‘alegre’ o ‘triste’;
entonces el público entenderá que la pieza representa una ‘cocina alegre’, en un
caso, y una ‘cocina triste’, en el otro. Este fenómeno se aprovecha en la publicidad
y en la propaganda política, ideológica, etc., para influir en la conducta de los suje-
tos receptores. Por ejemplo, en medio de una ola de calor, los publicistas sacan un
diseño que formalmente nos dice ‘frescura’ y convencionalmente nos da una marca
de algún tipo de bebida. El público tenderá a asociar la frescura con esa bebida, lo
que combinado con el clima cálido los impulsará a consumir la bebida.
En propaganda, si quiero que la gente suscriba una idea o apoye a determi-
nada persona, crearé imágenes que produzcan emociones agradables y las pre-
sentaré asociadas con esa idea o con el nombre y/o imagen de esa persona. Otro
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V Hermenéutica del Arte y Diseño
tanto si quiero que el público rechace una persona o idea; utilizaré colores y otros
elementos formales, para crear una configuración que provoque emociones desa-
gradables y colocaré asociada a esa imagen la idea, la imagen o el nombre de lo que
quiero que sea rechazado.
MATIZ TONO
(Violeta, azul, (Claro u obscuro)
verde, amarillo,
naranja, rojo)
SIGNIFICADO
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ANÁLISIS SEMIOLÓGICO
Veamos ahora algunos ejemplos de análisis semiológico de imágenes en su
versión simplificada. Comencemos por el análisis de una imagen de propaganda
de la época de la 2ª Guerra Mundial , para ver cómo operan aquí las funciones
semiológicas.
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
Podemos notar, además, que el personaje es más claro (ligero) de abajo que
de arriba, lo que genera una dinámica hacia arriba y la sensación de que el pobre
está tan flaco que casi quiere flotar. Esa sensación se aumenta porque el piso es
claro (ligero). Las ligeras dinámicas que el tono de la figura genera al ‘querer’ ig-
ualarse con el muro, del muro que empuja hacia abajo, etc., apenas alcanzan para
dar la sensación de que el viejo se mece suavemente mientras toca su guitarra mel-
ancólica y suavemente.
Como podemos ver, la composición de Picasso apunta a generar un aspec-
to patético, que se va a sumar a la paleta de colores fríos, azules y desaturados
(grisaceos) que corresponden a las cosas con poca energía y movimiento. Muchos
experimentos apuntan a que las figuras en azul nos parecen familiares, agradables,
confiables, sobre todo si los azules son claros; finalmente, el único color cálido en
la paleta es el café, que es también un color neutro y agradable, pues nos remite al
abrigo y la estabilidad.
Los anteriores factores formales se asocian con los elementos convenciona-
les, de modo que la fundión denotativa nos muestra un hombre viejo, encorbado
y con una guitarra. La función connotativa nos dice que es un hombre humilde,
por sus vestiduras y la función fática nos dice que no es una amenaza, pues tiene
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
CONCLUSIÓN
Para predecir el significado que el público en general percibirá como repre-
sentado en una composición de arte o diseño, es siempre un buen principio pensar
en qué tipo de situaciones nuestros antepasados se enfrentaron a una configura-
ción parecida, en la naturaleza, y cómo tuvieron que reaccionar ante ella para so-
brevivir; porque ese sistema de respuestas emotivas permanece en buena medida
vigente, aunque complementada y modificada un poco por la experiencia más reci-
ente de la vida cultural y artificial.
En general podemos decir que, en términos semiológicos, el arte siempre
tiene la función estética, como principal función, es decir, siempre se realiza con
la intención de que el público re-conozca una emoción y la asocie a los contenidos
denotativos y connotativos –contenidos convencionales– de la pieza. Por su parte,
el diseño puede dividirse en tres grandes tipos, a saber, un diseño conminativo, un
diseño denotativo o un diseño estético. De modo que en el primer caso se trata,
principalmente, de influir en la conducta del público y los contenidos convenciona-
les –denotados y connotados– sirven como ‘blanco’ hacia el que se dirige la emo-
ción o como ‘ancla’ para mantener la atención en la parte formal.
En el diseño denotativo, se da el caso opuesto al anterior. Aquí se trata prin-
cipalmente de transmitir información de manera denotada, con algunas connota-
ciones limitadas y un uso de los aspectos formales como ‘ancla’ para llamar la
atención sobre la información denotada. El caso del diseño con función estética,
por último, es más o menos como el arte, pero con la diferencia esencial de que los
aspectos formales son mayormente convencionales, es decir, son figuras recono-
cibles, muchas veces con nombre y, normalmente, son reproducciones de formas
creadas de manera intuitiva dentro en la obra de algún o algunos artistas.
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V Hermenéutica del Arte y Diseño
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VI Glosario
VI Glosario
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Por ejemplo, el sonido que utilizan las personas para designar al Canis domesticus
es diferente entre las personas de habla hispana –perro– que las de habla ingle-
sa –dog– habla francesa –chien– lengua germana –hund– o japonesa –inu–. Todas
las personas de habla hispana comprenden a qué nos referimos cuando decimos
que vimos un perro, porque comparten la convención o acuerdo de que así se de-
nomina ese tipo de animal doméstico. Pero las personas que sólo hablan español,
no comprenderán a qué se refiere un franco parlante que les diga que ha visto un
chien, porque no comparten esa convención o acuerdo. La mayoría de los rusos su-
scriben la convención del alfabeto cirílico, como los japoneses los alfabetos kanji o
kana; pero para la mayoría de los mexicanos todos estos sistemas resultan incom-
prensibles, pues sólo suscriben la convención del alfabeto románico.
Hay también muchas convenciones no lingüísticas. En algunos países, por
ejemplo, la gente viste de blanco para las bodas y de negro para los funerales; pero
esto es algo que no resultará obvio para personas de una cultura diferente. El prob-
lema con la convención es que, para formarse, requiere de un referente compar-
tido, es decir, de algo que podamos señalar y saber que estamos ‘pensando’ en lo
mismo cuando emitimos determinado signo (sonido, gesto o figura).
La convención, sin embargo, puede ser expresa o tácita, puede ser fija y cer-
rada o abierta y difusa. Cuando unos niños jugando o unos espías crean un código
secreto para compartir mensajes que los demás no entienden, y se ponen de acuer-
do en las reglas precisas para descifrar los mensajes, el código es concreto, cerrado
y expreso. Pero en el lenguaje cotidiano el código es implícito y, por tanto, abierto
y de bordes difusos. Por ejemplo, en una mueblería de amplio surtido, hay límites
diferentes a lo que una persona y otra van a considerar una silla; habrá casos ex-
tremos de lo que todos aceptan que es una silla y de lo que todos están de acuerdo
no es una silla sino un sillón, pero habrá casos en la zona límite entre silla y sillón,
que para unos serán silla y para otros no. Para la mayoría de la gente, un asiento in-
dividual con cuatro patas y respaldo, es una silla. Pero en cuanto pasamos a ‘sillas’
de una sola pata, por ejemplo, o tapizadas con acojinamiento, o con descansabra-
zos, empieza a haber desacuerdos en cuáles son y cuáles no son sillas.
En algunos medios se ha llegado a equiparar lo convencional con lo aburrido
o anticuado y lo no-convencional parece un valor; sin embargo, hay que tener en
cuenta que, cuando se trata de comunicación, la convención es un requisito sine
qua non (que significa: ‘sin el cual no se puede’, aclarando para los que no sean
parte de la convención de las alocuciones latinas). Es cierto que cada quien puede,
en principio, llamarle de cualquier modo que quiera a cualquier cosa, pero si desea
comunicarse, le es indispensable que haya por lo menos otra persona que suscriba
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
su misma convención. De modo que carece de sentido la frase ‘para mí, X quiere
decir…’, y sólo tiene sentido decir ‘para nosotros, X quiere decir...’. Además, entre
menos gente suscriba una convención, más limitadas son sus aplicaciones. De
modo que un joven de Tijuana puede usar modismos locales para comunicarse con
otros jóvenes de Tijuana, pero necesitará de una convención mucho más amplia
para comunicar sus síntomas a un médico que lo atienda en Madrid. De allí que,
aunque es natural que los lenguajes evolucionan, también es necesario continu-
amente hacer esfuerzos para fortalecer la convención, que es lo que nos permite
comunicarnos.
De modo que toda palabra, concepto o percepto convencional puede definirse,
pues su definición consiste en la convención que le da significado. Sin embargo, al
considerar que el lenguaje es arbitrario y convencional, algunos autores posmod-
ernos, como Roland Barthes o Adorno, se quedan con la parte de lo arbitrario y
olvidan lo convencional, llegando a afirmar que tal o cual palabra o concepto no se
puede definir o que es imposible la auténtica comunicación porque ‘no puedo sa-
ber si entendiste lo que quise decir, ni sí comprendo lo que quisiste decir’. Todo esto
es un error, lo cual es fácil de comprender cuando tomamos en cuenta la conven-
cionalidad de los lenguajes. La convención es lo que permite que los señalamientos
viales funcionen, que los instructivos o recetarios funcionen y su falta es la causa
de los malentendidos.
CONCEPTO. Es una serie de atributos mínimos que, en promedio, son con-
vencionalmente aceptados como correspondientes al fenómeno designado por
cierta palabra. Como en el ejemplo del concepto ‘silla’ de que hablamos más arriba,
la mayoría de las personas coinciden en que silla es aquello que cumple con todos
o la mayoría de los siguiente atributos: Asiento, individual, para sentarse con las
rodillas en aproximadamente 90º, con estructura visible. Habrá personas que in-
cluyen en la lista otros atributos, habrá quienes tienen menos o quienes sustituyen
algunos de estos por otros. Entre más coinciden las listas de atributos de más per-
sonas, el concepto es más claro y más útil, está más convencionalizado.
DEFINICIÓN. Partiendo de la premisa de que todo término (palabra) tiene
uno y un sólo significado, porque está referido a un conceto y todo concepto está
asociado convencionalmente a un fenómeno Podemos afrmar entonces que toda
palabra se puede definir, incluidos términos controversiales como la palabra arte,
derecho, justicia, etc. Lo primero que hay que hacer es identificar el fenómeno aso-
ciado convencionalmente a la palabra en su origen, es decir, su significado. Una vez
hecho esto, hay que aplicar la fórmula lógica de la definición: Género próximo +
diferencia específica. Es decir, hay que descubrir a qué clase de cosas pertenece el
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VI Glosario
fenómeno en cuestión y qué lo hace diferente de otros de su clase, tanto como para
merecer su propio nombre.
DISEÑO. Es el acomodo de elementos formales y/o funcionales con la in-
tención de que se correspondan con una proposición convencional: concepto, apli-
cación, etc. En general podemos decir que el diseño es la aplicación práctica de las
formas creadas por el arte.
La diferencia fundamental entre diseño y arte, es que el diseño parte de una
proposición convencional y utiliza por lo menos en parte, el pensamiento lineal
para razonar su traducción a una proposición formal. El diseño se puede pensar y
luego ejecutar, el fin está presente desde el inicio del proceso.
EMOCIONES. En los animales, las emociones o ‘reacciones emotivas’ con-
stituyen un sistema semiótico biológico que asocia las configuraciones percibidas
por los sentidos con el sistema motriz a través del sistema límbico del cerebro en
función de la supervivencia de ese ser vivo. Es la manera en que los animales in-
terpretan las condiciones de su medio ambiente. La emoción es el impulso de hac-
er o no hacer que sentimos cuando percibimos algo como una oportunidad o una
amenaza; son impulsos como los de huir, pelear, cortejar, comer, etc. Es decir, una
emoción es un sentimiento, pero un sentimiento que se manifiesta siempre como
un impulso motriz –impulso de conducta– que tiene una relación directa con un
estímulo presente –percibido o evocado– y con una reacción inmediata.
FORMAL. Llamamos formal a aquellos elementos y relaciones entre elemen-
tos que adquieren o pierden significado puramente por su configuración, por la rel-
ación estructural entre los aspectos sensoriales de esos elementos y sus relaciones,
sin necesidad de convención alguna. En arte y diseño nos referimos con formal a
los elementos y relaciones no convencionales o ‘figurativos’; en ese sentido una
figura orgánica roja sobre un fondo verde es igual a otra figura orgánica roja sobre
un fondo verde, sin importar si una representa una cereza y la otra una manzana.
MATIZ. Es la longitud de onda calculada por nuestro sistema visual en la luz
que vemos, siendo que la luz de longitud de onda más larga que podemos ver nos
parece roja y según se va acortando la longitud de onda nos parece respectiva-
mente naranja, amarilla, verde, azul y, la más corta que somos capaces de ver, vio-
leta. Aunque toda la luz es evidentemente energética, las longitudes de onda más
largas como el rojo e infrarrojo son emitidas por los objetos vivos e inanimados de
nuestro entorno cotidiano cuando se calientan y por eso asociamos esos colores
con lo ‘cálido’, a pesar de que a niveles más altos de temperatura o energía una
flama, por ejemplo, puede verse azul, pero esto no es parte de nuestra experiencia
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
cotidiana y natural del calor, sino que suele corresponder a flamas creadas artifi-
cialmente.
PERCEPTO. Cuando tenemos una lista de atributos similar a la de un concep-
to, pero no relacionada con una palabra sino con una imagen o sonido, entonces
no se le llama concepto, sino percepto. Por ejemplo, la mayoría de las personas en
Occidente están de acuerdo que dos puntos alineados en paralelo con una curva
ascendente, son los atributos mínimos para representar una cara feliz.
SATURACIÓN. Es la pureza de la luz que nos llega. Cuando nos llega en una
sola longitud de onda, percibimos un color saturado: un rojo, rojo; o un verde,
verde. Pero muchas de las veces, la luz llega en paquetes de longitudes de onda
mezcladas. Cuando todas las longitudes vienen a la misma proporción, percibimos
el color como neutro o gris –siendo el blanco y el negro los casos extremos de gris–.
Pero, muchas de las veces, la luz viene en un paquete con una longitud de onda
dominante y las demás en menor proporción; es entonces cuando vemos los col-
ores pardos o ‘sucios’, la longitud de onda dominante es la que normalmente le da
el nombre al color, por ejemplo: ‘pardo rojizo’, o ‘pardo verdoso’, que quiere decir
que el rojo o el verde, en cada caso, venían en mayor proporción que las demás
longitudes de onda. Es lo mismo que sucede cuando mezclamos pintura de colores
complementarios, como el verde y el rojo, el azul y el naranja o el amarillo y el
violeta.
TONO. Independientemente de la saturación y el matiz presentes en la luz
que nos llega desde la superficie de un objeto, la reflectividad de su superficie hace
variar la cantidad de luz que nos llega, lo que el cerebro interpreta como ‘lumino-
sidad’ o ‘tono’, de modo que la luz o color del que se trate puede parecernos claro
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VI Glosario
u oscuro, siendo el tono más claro el blanco y el más oscuro el negro, mientras
que los tonos intermedios se conceptualizan como una ‘escala de grises’. Hay que
aclarar que le llamamos tono y no luminosidad, porque no es una dimensión obje-
tiva de la luz, sino percibida en el color y se ve afectada por muchos factores que no
tienen nada que ver con la cantidad de luz real que un objeto refleja. Por ejemplo,
percibimos un objeto como más claro en medio de un fondo oscuro, y el mismo ob-
jeto parece más oscuro en un fondo claro. Además, el color amarillo siempre parece
más luminoso de lo que es, porque nuestros fotorreceptores son más sensibles a
esa longitud de onda y, finalmente, los colores cálidos parecen más luminosos que
los grises del mismo tono.
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
otro de sala de estar y otro de dormitorio, pero mal articulados son percibidos
como objetos acumulados en un almacén. (Figura 2) La semiología del arte y del
diseño consiste entonces en componer –acomodar– los elementos formales y con-
vencionales de la composición correctamente articulados por relaciones formales
significativas.
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VI Glosario
tra atención, pero esa atención se da ‘en pulsos’, a cada nuevo estímulo una nueva
descarga emocional: ansiedad, susto, agresión, etc. De modo que no examinamos ni
analizamos el contenido del filme y, difícilmente, seríamos capaces de comprender
una historia compleja, si la tuviera.
De modo que el nivel de atención que debe buscarse no siempre es el máximo
posible, sino uno proporcional a la complejidad del significado y la intención que
se tenga de que el receptor aprenda y comprenda ese significado. Cuando se trata
de entretenimiento, estímulos fuertes en una secuencia simple pueden mantener
al receptor atento y pasivo hasta que, al final, se descargue emocionalmente y se
quede muy contento. Pero, para lograr transmitir información compleja, un nivel
de estímulo medio y una constante redirección de la atención que produzca la par-
ticipación activa del receptor en la recepción del mensaje, es lo ideal.
CÓDIGO. La palabra código viene del Latín codex, que eran las tablas donde
se escribían las leyes o reglas legales en Roma. En semiología, utilizamos la palabra
código para referirnos a las ‘reglas’ que determinan la articulación significativa de
mensajes dentro de un sistema cerrado. Es decir, el código es el generador de los
significados dentro de un sistema y los genera determinando qué combinaciones
tienen significado –son válidas– al mismo tiempo que define cuáles combinaciones
no tienen sentido dentro del sistema. Es común entre los niños, por ejemplo, ju-
gar con códigos simples como el de intercalar la sílaba ‘fa’ entre cada sílaba de
las palabras que se quieran decir, con esta simple regla podemos comprender lo
siguiente:
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Curso de Semiología, para artistas y diseñadores
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VI Glosario
pero que están todos formal o convencionalmente relacionados con el símbolo. Por
ejemplo, la Universidad Nacional Autónoma de México, donde estudié, ha adopta-
do como símbolo ‘el puma’; pero no ‘este puma, o aquel puma’, sino simplemente el
concepto de puma. Este concepto-símbolo, se expresa o puede expresar de muchas
maneras, a través de diversos signos.
SÍNTOMA. Es una configuración que ocurre sin agente (emisor), es decir sin
que nadie la forme con la intención de significar nada, pero que puede ser interpre-
tada por un ‘receptor’ a partir de un código sea biológico o convencional. Por ejem-
plo, ciertas enfermedades causan marcas visibles en la piel, pero las marcas no las
causaron los patógenos voluntariamente para informar al médico de su presencia,
tampoco las causó voluntariamente el enfermo para informar al médico sobre su
enfermedad, simplemente son consecuencia espontánea de la enfermedad. En el
diseño, el síntoma no está presente más que como ‘contaminante’; sea como un
error, o como una manifestación de la dimensión subjetiva. El arte, por otro lado, es
un caso de zona límite entre el síntoma y el signo, pues hay un agente (emisor, ar-
tista) cuya voluntad produce la configuración y que puede usar algunos elementos
convencionales, pero que mayormente codifica mediante sus reacciones emotivas
–código biológico– para que el receptor o público lo decodifique también usando
sus reacciones emotivas.
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VII Bibliografía
VII Bibliografía
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