Ocupación Militar y Colonización de La Araucanía

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OCUPACIÓN MILITAR Y COLONIZACIÓN DE LA ARAUCANÍA (1851-1883)

A comienzos de la década de 1850 el Estado de Chile prosiguió su expansión


hacia la Araucanía o Ngülumapu a través de la ocupación militar y la guerra contra
el pueblo Mapuche. El conflicto bélico dio como resultado la anexión y
colonización territorial, junto con la radicación y reducción de las comunidades y el
comienzo de la asimilación sociocultural de los mapuches al interior de la sociedad
chilena.
El proceso de ocupación e incorporación de la Araucanía se intensificó desde la
década de 1850, gracias a la expansión de la economía chilena, generada por la
industria minera y agrícola. Desde la década de 1860, Cornelio Saavedra (1821-
1891) inició un plan para ocupar este territorio. Como parte de este plan, el Estado
chileno penetró el territorio que se encontraba al sur de la frontera, levantó
fortificaciones, trazó pueblos y delimitó los terrenos para repartir entre los colonos.
Estas acciones quedaron documentadas en una extensa cartografía, que mostró
los avances de la línea de frontera, los fuertes que se construyeron, la distribución
de las tierras, las rutas seguidas por las tropas de Saavedra, los pueblos fundados
en el territorio fronterizo, etc.
El ferrocarril tuvo un papel relevante en el proceso de integración de estos
territorios, pues a través de las líneas férreas se conectó la Araucanía con
Valdivia, proceso que quedó documentado en el Mapa topográfico construido para
el estudio del ferrocarril de Victoria a Osorno i Valdivia.
En 1887, el Estado creó las provincias de Cautín y Malleco. De acuerdo al
historiador Rafael Sagredo, esto expresó "la plena integración de la Araucanía a la
nación y, por tanto, necesitada de los servicios públicos y administrativos que solo
su consolidación como provincia les podían proporcionar".

LA GUERRA CIVIL DE 1891

Durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, en 1890, y en medio


de fuertes tensiones políticas que enfrentaron al ejecutivo con el parlamento, el
Congreso Nacional se negó a aprobar las leyes periódicas que fijaban las fuerzas
de mar y tierra así como la Ley de Presupuesto...
Durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, en 1890, y en medio
de fuertes tensiones políticas que enfrentaron al ejecutivo con el parlamento,
el Congreso Nacional se negó a aprobar las leyes periódicas que fijaban las
fuerzas de mar y tierra así como la Ley de Presupuesto de gastos públicos.
El Presidente reaccionó declarando, en una Proclama pública del 7 de enero de
1891 que, dada la situación de ingobernabilidad producida, se renovaban las
mismas leyes sobre esa materia dictadas el año anterior. Los partidos de la
oposición respondieron con el Manifiesto de los Representantes del Congreso a
bordo de la Escuadra, desconociendo las facultades del poder ejecutivo.
Balmaceda, el 11 de febrero de 1891, ordena la inmediata clausura del Congreso
Nacional. Comenzaba así una guerra civil, que duraría seis meses y costaría la
vida a más de 4.000 chilenos, en una población de algo más de dos millones y
medio de habitantes.
Los congresistas contaron con el completo apoyo de la Marina, a cargo del
Capitán de Navío Jorge Montt, también se le sumaron algunos oficiales del
Ejército como Estanislao del Canto. Por su parte, el Ejército regular, con sus
cuatro divisiones de Coquimbo, Valparaíso, Santiago y Concepción, se mantuvo
leal al Presidente Balmaceda. La contienda se dio por mar y tierra. Durante los
primeros meses el escenario de la guerra fue el Norte de Chile donde los
congresistas contaban con amplio apoyo. Allí se libraron las batallas de Zapiga,
Dolores, Huara, Iquique, Pozo Almonte, Caldera y Calderilla. En agosto, hacia el
final de la contienda, las batallas se trasladaron a la zona central. La ciudad de
Santiago tampoco se libró de vivir terribles y violentos acontecimientos. El predio
de Carlos Walker Martínez -actualmente la comuna de La Florida- fue escenario
de la sangrienta muerte de 84 jóvenes antibalmacedistas, conocida como
la Masacre de Lo Cañas.
La guerra en Chile concitó gran atención en el resto del mundo, convirtiéndose en
un foco de atención para la prensa internacional. Los Estados Unidos apoyaban
abiertamente a Balmaceda, mientras Gran Bretaña, no ocultaba sus preferencias
por el partido de los revolucionarios.
Luego de las Batallas de Concón y Placilla, fue evidente el triunfo de las fuerzas
congresistas. El Presidente Balmaceda reconoció su derrota y dimitió de su cargo
el 29 de agosto de 1891, entregando el mando del país al general Manuel
Baquedano. Ese mismo día se dio comienzo a un violento saqueo a las
residencias de destacados balmacedistas, en la ciudad de Santiago y otras
ciudades.
El conflicto de 1891 fue un acontecimiento que involucró a todo el tejido social,
generando consecuencias de orden político, económico, social y cultural.
Diversos autores han entregado sus interpretaciones acerca de esta guerra.
Algunos han visto en la personalidad autoritaria de Balmaceda, el origen de todo el
conflicto; otros lo describen como una división interna de la clase gobernante; y
otros, más allá de estas causas políticas o psicológicas, han buscado explicar este
conflicto a partir de la pugna de intereses económicos entre una elite más
tradicional, acostumbrada a detentar el poder total; y una
nueva oligarquía emergente, más moderna, que junto con Balmaceda buscaba
sentar las bases de un Estado moderno.

EL PARTIDO LIBERAL (1849-1966)


República Liberal

Luego del triunfo de José Joaquín Pérez, abanderado de la Fusión Liberal


Conservadora, en la elección presidencial de 1861 comenzó a gobernar la
República Liberal, la que como base de su gobierno estableció lograr un equilibrio
entre los poderes del Estado, la búsqueda de la igualdad jurídica y la preservación
de la libertad de los individuos como un derecho inherente a las personas.
Además buscó disminuir la influencia de la Iglesia Católica, objetivo político que se
manifestó con la aprobación de las Leyes Laicas durante el mandato de Domingo
Santa María.
El gobierno de José Joaquín Pérez fue un período transicional entre la República
Conservadora y Liberal, donde uno de sus rasgos principales fue la presencia de
un sistema político multipartidista donde primó la idea de conciliación política, a
través de la alianza política Fusión Liberal Conservadora.
Esta transición llegó a su fin hacia el año 1873, con la llegada al poder de Federico
Errázuriz y en cuyo gobierno se llevaron a cabo una serie de reformas de índole
liberal como las reformas constitucionales centradas en darle mayor poder y
protagonismo al Congreso. Para esto se creó la figura de acusación a los ministros
y se redujo el tiempo y las facultades presidenciales ante declaratorias de estados
de sitios. Además se prohibió la reelección inmediata de los presidentes de la
República.
La discusión en torno a la libertad de la enseñanza, promovida por el
conservador Abdón Cifuentes, buscó poner fin a la exclusividad del Estado y del
Instituto Nacional en las decisiones educacionales. Esto generó una fuerte
discusión que significó el fin de la Fusión Liberal Conservadora por las diferencias
ante la propuesta presentada, la que contemplaba libertad de contenidos en la
realización de los programas educacionales y la posibilidad de rendir los
exámenes en los mismos establecimientos.
Aníbal Pinto, Domingo Santa María y José Manuel Balmaceda fueron los
siguientes presidentes del período, cuyos gobiernos se caracterizaron por
continuar con reformas que limitaban el poder del ejecutivo, la construcción de
grandes obras públicas y expansión territorial producto de las operaciones
militares de la Guerra del Pacífico.
Durante el gobierno de Balmaceda se generó un fuerte enfrentamiento de poder y
facultades entre los poderes legislativo y ejecutivo, provocando lo que se conoce
como la Guerra Civil de 1891, lo que marcó el fin de la República Liberal y el
comienzo de la República Parlamentaria.

ELECCIÓN PRESIDENCIAL DE CHILE DE 1831

La elección presidencial de Chile de 1831 se llevó a cabo por medio del sistema
de electores, y dio por presidente al general Joaquín Prieto.
Tras la victoria de las fuerzas conservadoras en la batalla de Lircay que selló el fin
de la guerra civil, se impuso el orden en el país y se eligió a un nuevo Congreso.
Tras la muerte del Presidente José Tomás Ovalle se llamó a elecciones (Ovalle
había sido delegado provisionalmente por el congreso tras la renuncia de Ruiz-
Tagle). Estas eran por sufragio censitario, votando no por candidato sino que por
electores. La elección de los electores se realizó en votación popular y directa el
15 de marzo de 1831, y el 5 de abril se reunían los electores de cada provincia
para emitir su voto, que según la Constitución de 1828 debía tener dos nombres.
El 2 de junio, el día siguiente a la primera reunión del nuevo congreso, se procedió
al recuento de votos. Cabe señalar que cada elector debía votar dos veces: una
para elegir presidente y la otra para escoger al vicepresidente.
Resultó vencedor como presidente Joaquín Prieto por unanimidad (207 electores);
mientras que para la vicepresidencia los votos se repartieron entre Diego
Portales con 186, Francisco Ruiz-Tagle con 18, Ambrosio Aldunate Carvajal con 2
y Fernando Errázuriz con 1. Por tanto se proclamó a Prieto presidente de la
república, y a Diego Portales vicepresidente, para el periodo comprendido entre el
18 de septiembre de 1831 al 18 de septiembre de 1836. Portales presentó la
renuncia a la vicepresidencia, pero ésta fue rechazada y solo dejó el cargo cuando
la constitución de 1833 abolió el cargo.

EL PARTIDO CONSERVADOR (1823-1921)

Desde los inicios de la política nacional en el siglo XIX, las ideas moderadas o
conservadoras fueron fundamentales en el proceso de formación de la república.
En el transcurso de ese siglo, el Partido Conservador pasó por diversas etapas,
desde su posición hegemónica en el gobierno y el parlamento, su cercanía con la
Iglesia católica, sus alianzas con sectores liberales, y la posterior disminución de
su influencia política.
Durante el siglo XIX, el ideario pelucón o conservador hegemonizó la política
nacional y fue parte fundamental del sistema político que favoreció profundos
cambios políticos y sociales. Desde las primeras disputas por dominar y liderar
el proceso independentista, pasando por la construcción de la república, los
ensayos constitucionales y los posteriores conflictos al interior de la elite, las ideas
conservadoras encontraron su lugar, primero, como parte de la facción que
gobernó el país entre 1830 y 1861, y luego, a través de alianzas políticas.
Si bien en la primera parte del siglo XIX las facciones políticas no se organizaron
en estructuras partidistas complejas, hacia fines de la década de 1840 y durante
toda la década de 1850 aparecieron las principales colectividades políticas. La
primera de estas fue el Partido Liberal, que ejerció una fuerte oposición al
gobierno autoritario de Manuel Montt. Posteriormente, debido a fuertes rencillas
internas del peluconismo gobernante, un importante grupo de ex simpatizantes de
Montt decidió alejarse del gobierno y ser parte de la oposición. Este alejamiento
tuvo diversas causas: las diferencias respecto al proceso de separación entre la
Iglesia y el Estado, el exacerbado presidencialismo, los conflictos judiciales entre
el clero y el Estado como la "cuestión del sacristán", y la imposición de Antonio
Varas como posible candidato y sucesor de Montt.
Todo lo anterior dio como resultado la división del peluconismo en dos facciones:
el Partido Nacional o Monttvarista fundado en 1857 y partidario del gobierno, y
el Partido Conservador, fundado ese mismo año para representar a Iglesia católica
chilena, a los conservadores radicales o ultramontanos y a los liberales
moderados o conservadores "regalistas". Esta división, sumada a la revolución de
1859, que dio como resultado la fundación del Partido Radical, debilitó al gobierno
y permitió el surgimiento de la Fusión Liberal-Conservadora, que llevó a la
presidencia a José Joaquín Pérez (1800-1889), quien abrió el camino para las
reformas constitucionales exigidas por la mayoría del espectro político y la
tendiente laicización del Estado chileno.
Entre las décadas de 1860 y 1880, el Partido Conservador tuvo una relación
fluctuante con el resto de partidos y mantuvo sus conflictos internos debido a las
"dos almas del partido", la ultramontana encabezada por la oligarquía eclesiástica
y la liberal moderada, dirigida por la facción más joven del partido. La ruptura
definitiva de la fusión liberal-conservadora se dio tras la promulgación de las leyes
laicas durante el gobierno de Domingo Santa María (1825-1889). Sin embargo, en
las primeras décadas del siglo XX hubo acercamientos entre ambos partidos
gracias a los mecanismos de consenso imperantes bajo la republica
parlamentarista.
En las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX hubo un cambio
importante al interior del Partido Conservador debido a su análisis de la realidad
nacional, lo que llevó al partido a apoyar iniciativas de carácter caritativo, de
asistencialismo estatal y privado, y de intervención electoral y ampliación de la
democracia para los sectores populares, esto, a través de diversos mecanismos
de intervención social. Hacia 1920, el Partido Conservador adoptó la doctrina de la
encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, que inicio el proceso de
conformación de la doctrina socialcristiana, con la cual el partido profundizó su
contacto con la clase trabajadora, el campesinado y los sectores populares.
La crisis política, social y económica ocurrida durante el gobierno de Arturo
Alessandri Palma y la posterior debacle del sistema parlamentarista tras la
Constitución de 1925, dividió nuevamente al Partido Conservador. Esto dio origen
a la Falange Nacional que adoptó los preceptos de la ampliación democrática, el
corporativismo y la defensa de los derechos sociales, mientras que el sector más
moderado se mantuvo firme por la defensa del parlamentarismo. Finalmente, en la
década de 1930, el partido ya se había divido en la Falange, el Partido
Conservador Social Cristiano y el Partido Conservador Tradicionalista, dando por
concluido el ciclo de vida política del Partido Conservador unificado como tal.

COLONIZACIÓN DE MAGALLANES (1843-1943)

En 1843 el Estado chileno inició la ocupación de Magallanes. El proceso de


colonización de este territorio se caracterizó por la necesidad de levantar estudios
para conocerlo, la llegada de colonos chilenos y extranjeros, los conflictos de
tierras, el desarrollo de la economía ganadera y las demandas que desde la
colonia se hicieron al gobierno central.

En 1843 el gobierno chileno tomó posesión del Estrecho de Magallanes y fundó


el fuerte Bulnes, iniciando con ello el proceso de colonización de esta región. Una
de las primeras acciones que el Estado debió realizar para lograr este objetivo fue
el levantamiento de estudios para explorar este territorio hasta entonces poco
conocido, los que resultaron en mapas y documentos que identificaron sus
principales características y recursos.
Debido a las dificultades climáticas que tenía el primer asentamiento chileno en
Magallanes, en 1848 la colonia fue trasladada a Punta Arenas, lugar que sirvió de
base para la colonización del resto del territorio. Cinco años después, con el
propósito de estimular su poblamiento y desarrollo, el gobierno de Manuel Montt
(1809-1880) creó el "Territorio de Colonización de Magallanes". No obstante, de
acuerdo al historiador Mateo Martinic este fin fue dificultado por la existencia de
una colonia penal en el lugar (cf. Breve historia de Magallanes. Punta Arenas: Eds.
de la Universidad de Magallanes, 2002).
En los años posteriores esta situación comenzó a cambiar, cuando por iniciativa
estatal llegó a Magallanes un número importante de colonos chilenos y
extranjeros. Luego, factores como el desarrollo de la ganadería y el hallazgo de
oro en la región incentivaron la inmigración de un mayor número de personas.
Gran parte de ellas se dedicaron a la economía ovejera, la actividad económica
más importante de la región.
En 1884, tres años después de que Chile y Argentina firmaran un tratado de
límites que aseguró la soberanía chilena sobre el Estrecho de Magallanes, el
Estado realizó el primer remate de tierras en Magallanes y entregó en arriendo
miles de hectáreas, algunas de la cuales habían sido ocupadas históricamente por
la población indígena austral. En los años siguientes, el gobierno chileno cedió en
concesión grandes porciones de terreno a compañías ganaderas como
la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, que concentraron la tenencia de la
tierra en Magallanes. El éxito que estas compañías tuvieron al momento de
renovar los contratos de arriendo que mantenían con el Estado, sumado al deseo
de los aspirantes a colonos por adquirir y colonizar terrenos magallánicos, dieron
origen al problema de la tierra en la región.
Este problema fue denunciado en diversos estudios sobre la colonia de
Magallanes, que fueron publicados a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Sus autores también denunciaron el abandono administrativo y la situación de
desconocimiento en que se encontraba este territorio. Una de las formas de
revertir este escenario fue el levantamiento de un censo municipal en 1906 que,
entre otras cosas, mostró el significativo aumento poblacional que había
experimentado la región desde su ocupación.
En los años siguientes, el gobierno chileno dictó varias medidas que fueron
cambiando la situación: de la colonia. En 1928 el gobierno de Carlos Ibáñez del
Campo (1877-1960) transformó Magallanes de territorio de colonización a
provincia. Asimismo, en 1937 el gobierno decretó la Ley de Tierras de Magallanes,
que obligó a las compañías ganaderas a restituir al fisco parte de sus terrenos
para ser entregados a la subdivisión.
En 1943, cuando se cumplía el primer centenario desde la fundación del fuerte
Bulnes y se había dado por terminada la reconstrucción de este monumento, la
población de Magallanes se acercaba a los cincuenta mil habitantes y Punta
Arenas "continuaba manteniendo su posición de primacía en el ámbito patagónico"

UNIVERSIDAD DE CHILE (1842-1990)

La independencia de Chile señaló la necesidad de formar un nuevo tipo de


ciudadano proclive a las ideas patrióticas y nacionales. La Universidad de San
Felipe se transformó entonces en la Universidad de Chile, inaugurada en 1843 y
cuyo primer rector fue Andrés Bello.
Durante la Colonia, la educación fue una tarea encabezada prioritariamente por la
Iglesia Católica y, en menor medida, por los cabildos. La primera y única
universidad fundada en ese período fue la Real Universidad de San Felipe,
en Santiago. La independencia de Chile, señaló la necesidad de formar un nuevo
tipo de ciudadano, que fuese proclive a las ideas patrióticas y nacionales;
entonces surgió el Instituto Nacional como modelo para la educación pública.
La Universidad de San Felipe, se transformó en la Universidad de Chile,
inaugurada en 1843 y cuyo primer rector fue el sabio venezolano Andrés Bello.
Durante el resto del siglo XIX, otros connotados intelectuales ocuparon este cargo,
como Ignacio Domeyko, Diego Barros Arana y José Victorino Lastarria.
Durante los primeros años, la Universidad de Chile fue expandiendo sus planes de
estudio y creando nuevas facultades, consolidándose como la principal institución
de educación superior del país. La universidad fue nombrada Superintendencia de
Educación, lo cual le otorgó un rol decisivo en la estructura de la educación
chilena. La creación de la Universidad Católica, en 1888, no cambió esa
privilegiada situación.
La formación de profesionales, aspecto ligado al surgimiento de la clase media
urbana, significó a comienzos del siglo XX la aparición de un nuevo actor en la
Universidad y el país: el estudiantado. En 1906 fue creada la Federación de
Estudiantes de la Universidad de Chile, FECH, organización que tuvo una activa
participación en los movimientos sociales de principios de siglo.
La universidad continuó su expansión durante las décadas siguientes, liderada
por rectores como Juvenal Hernández y Juan Gómez Millas. Traspasó las
fronteras capitalinas e inició un proceso de fundación de sedes provinciales, lo que
significó su conformación como universidad nacional. Sin embargo, la
burocratización, las crecientes demandas por una democratización en su
estructura y las tendencias ideológicas de la década de 1960, hicieron que sus
distintos estamentos, pero en especial los estudiantes, exigieran una reforma
universitaria. A través de ella se buscaba, en líneas generales, una mayor
dedicación a la investigación y a los problemas sociales, así como el cogobierno
universitario.
La implementación de la reforma fue difícil, debido a las visiones opuestas sobre el
rol de la sociedad, el Estado y la universidad. En verdad, tal hecho no hizo sino
reflejar las profundas diferencias políticas existentes en el país, que alcanzaron su
máxima expresión con el golpe de Estado de 1973. Éste impuso la intervención
militar en la institución, la disolución de la FECH y una contrarreforma que se
repitió también en los otros centros de educación superior. La Universidad de
Chile sufrió drásticos cambios en su estructura, perdiendo sus sedes provinciales
y el Instituto Pedagógico.
Nuevos aires se vivieron a mediados de la década de 1980, con la
democratización de la FECH y la defensa del patrimonio universitario. El retorno a
la democracia, en 1990, permitió finalizar con el sistema de rectores delegados,
meta ambicionada durante largos años por la comunidad universitaria. Desde
entonces, la Universidad de Chile ha intentado continuar por su senda histórica,
aquella que la sitúa como una institución de carácter público, laica y nacional.

LEYES LAICAS DOMINGO SANTA MARÍA (1825-1889)

Acérrimo liberal, Santa María dirigió una de las reformas más importantes del siglo
XIX. En su gobierno (1881-1886) se aprobaron las leyes laicas sobre cementerios,
matrimonio y registro civil que conllevaron a una futura secularización del Estado
chileno.
Domingo Santa María ocupa un lugar importante entre los presidentes de nuestra
historia republicana. Nació en Santiago en 1825 en el seno de un hogar
encabezado por su padre Luis José de Santa María, profesor del Instituto
Nacional. Desde muy joven, la modestia de sus recursos lo llevaron a trabajar
como profesor de Geografía, Historia y Aritmética, mientras concluía sus estudios
de leyes en la Universidad de Chile. Apenas se recibió de abogado, comenzó una
activa participación en la vida política destacando por su inteligencia y
personalidad, siendo designado -con sólo 23 años de edad- intendente de la
provincia de Colchagua.
En la década de 1850 Santa María definió su posición en el nuevo orden político
que comenzó a configurarse, adscribiendo a las filas del liberalismo. Se integró a
la Sociedad de la Igualdad y apoyó las acciones revolucionarias contra Manuel
Montt, decisión que lo llevó a autoexiliarse en Lima en 1851. Dos años después
regresó a Chile y trabajó como abogado, logrando en esta época un status
intelectual como miembro de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad de Chile. En 1859, y debido a su participación en los sucesos
revolucionarios de ese año, partió al exilio a Europa.
Favorecido por la ley de amnistía, regresó a Chile en 1862, y obtuvo un trabajo
como fiscal interino de la Corte Suprema. Inmediatamente retomó sus actividades
políticas apoyando la fusión liberal-conservadora que sostuvo al gobierno de José
Joaquín Pérez, quien un año después lo integró al gabinete, asumiendo en la
cartera de Hacienda. Es el comienzo definitivo de una carrera política que lo tuvo
en las décadas siguientes ocupando los más altos cargos de la administración de
la Nación: diputado y senador, consejero y ministro de Estado. El corolario de este
meteórico ascenso al poder fue, tras una destacada gestión en el gabinete
de Aníbal Pinto, su triunfo en las elecciones presidenciales de agosto de 1881.
Al asumir la Presidencia de la República Domingo Santa María debió enfrentar
desafíos cuya resolución definieron en gran medida el futuro de Chile. En el
ámbito internacional culminó con éxito la Guerra de Pacífico, celebrando el
Tratado de Ancón con Perú y un Tratado de Tregua con Bolivia, donde se
reconocía a Chile la soberanía sobre ricos territorios mineros. En relación a la
política económica, cedió la riqueza salitrera al capital inglés, sin embargo, reservó
para el país grandes ingresos por impuestos de exportación. Respecto de la
política interna, realizó parte del anhelado ideario liberal de secularizar la sociedad
promulgando las llamadas leyes laicas sobre cementerios, matrimonio y registro
civil; al mismo tiempo, aplastó a la oposición conservadora con un
permanente intervencionismo electoral. Por último, llevó a cabo la ocupación
definitiva de la Araucanía. Santa María cerró su mandato entregando la
presidencia de la nación a su "hijo político" José Manuel Balmaceda; empero, no
sería testigo de su trágico fin porque falleció en Santiago en 1889.
1861

La República Liberal es un periodo de la historia de Chile que se extendió entre


1861 y 1891. Se caracterizó por el ascenso al poder del Partido Liberal (PL),
después de una división del Partido Conservador (PCon). Durante este período, se
promulgaron las principales reformas constitucionales que limitaron el poder
del presidente y ampliaron el del Congreso Nacional. Además, se crearon las
denominadas leyes laicas (la de cementerios laicos en 1811, la de matrimonio civil
en 1884 y la de registro civil en 1874).

En 1861, el presidente Manuel Montt era partidario de nombrar como su sucesor


a Antonio Varas, su mayor aliado político y ministro del Interior. La sola
candidatura del ministro y la perspectiva de otros cinco años de gobierno
autoritario unieron a los liberales y a sectores disidentes del bloque conservador a
buscar una negociación que abriera un régimen ya desgastado y demasiado
restrictivo. Con ello lograron la elección de José Joaquín Pérez (1861-1871).
Se acordó una serie de reformas constitucionales que limitaron el poder del
presidente de la República: prohibición de reelección inmediata del presidente
(1871) y las reformas de 1874.
Reformas liberales

 Limitación del uso de las facultades extraordinarias del presidente en la


declaración del estado de sitio
 Incompatibilidad de cargos de nombramiento presidencial y cargos electos (no
se podían suspender las libertades públicas ni detener a los parlamentarios)
 Reducción del cuórum para las sesiones de ambas cámaras del Congreso
Nacional
 Simplificación del sistema de acusaciones hacia los ministros de Estado
 Cambios en el sistema de elección de los senadores y reducción de su
mandato de 8 a 6 años
Entre 1861 y 1891, se sucedieron los gobiernos liberales al tiempo que aumentaba
también el poder de las nuevas aristocracias, nacidas del comercio y la
especulación financiera, y las muy nacientes clases media y obrera.
La República Liberal coincidió con el periodo de expansión territorial (Ocupación
de la Araucanía, incorporación de territorios ganados en la Guerra del Pacífico y
la Isla de Pascua a la soberanía chilena), una época de fuerte desarrollo
económico, aumento de la población y producción cultural.
Finalmente, la República Liberal concluyó en 1891, después de «presiones
políticas» ejercidas por la mayoría del cuórum parlamentario (y luego de los
debates que estos sostuvieron con el presidente José Manuel Balmaceda,
respecto al presupuesto fiscal redactado por este último). Durante un par de
meses, Chile se sumergió en la llamada Guerra civil de 1891 o Revolución de
1891, que, además de terminar con 30 años de gobierno liberal, acabó con la vida
del presidente Balmaceda y con varios de sus aliados, soldados del ejército
chileno y partidarios, a causa de las batallas de Concón (21 de agosto de 1891) y
de Placilla (28 de agosto de 1891) donde el presidente dimitió en su cargo, se
asiló en la embajada argentina en Santiago y dejó a un viejo héroe de la guerra del
Pacífico, Manuel Baquedano González, a cargo de la defensa de la capital (que
también fue derrotado por parte del ejército congresista), al terminar su mandato,
se suicidó.

Presidentes del periodo

 José Joaquín Pérez (1861-1871)


 Federico Errázuriz Zañartu (1871-1876)
 Aníbal Pinto (1876-1881)
 Domingo Santa María (1881-1886)
 José Manuel Balmaceda (1886-1891)

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