Ocupación Militar y Colonización de La Araucanía
Ocupación Militar y Colonización de La Araucanía
Ocupación Militar y Colonización de La Araucanía
La elección presidencial de Chile de 1831 se llevó a cabo por medio del sistema
de electores, y dio por presidente al general Joaquín Prieto.
Tras la victoria de las fuerzas conservadoras en la batalla de Lircay que selló el fin
de la guerra civil, se impuso el orden en el país y se eligió a un nuevo Congreso.
Tras la muerte del Presidente José Tomás Ovalle se llamó a elecciones (Ovalle
había sido delegado provisionalmente por el congreso tras la renuncia de Ruiz-
Tagle). Estas eran por sufragio censitario, votando no por candidato sino que por
electores. La elección de los electores se realizó en votación popular y directa el
15 de marzo de 1831, y el 5 de abril se reunían los electores de cada provincia
para emitir su voto, que según la Constitución de 1828 debía tener dos nombres.
El 2 de junio, el día siguiente a la primera reunión del nuevo congreso, se procedió
al recuento de votos. Cabe señalar que cada elector debía votar dos veces: una
para elegir presidente y la otra para escoger al vicepresidente.
Resultó vencedor como presidente Joaquín Prieto por unanimidad (207 electores);
mientras que para la vicepresidencia los votos se repartieron entre Diego
Portales con 186, Francisco Ruiz-Tagle con 18, Ambrosio Aldunate Carvajal con 2
y Fernando Errázuriz con 1. Por tanto se proclamó a Prieto presidente de la
república, y a Diego Portales vicepresidente, para el periodo comprendido entre el
18 de septiembre de 1831 al 18 de septiembre de 1836. Portales presentó la
renuncia a la vicepresidencia, pero ésta fue rechazada y solo dejó el cargo cuando
la constitución de 1833 abolió el cargo.
Desde los inicios de la política nacional en el siglo XIX, las ideas moderadas o
conservadoras fueron fundamentales en el proceso de formación de la república.
En el transcurso de ese siglo, el Partido Conservador pasó por diversas etapas,
desde su posición hegemónica en el gobierno y el parlamento, su cercanía con la
Iglesia católica, sus alianzas con sectores liberales, y la posterior disminución de
su influencia política.
Durante el siglo XIX, el ideario pelucón o conservador hegemonizó la política
nacional y fue parte fundamental del sistema político que favoreció profundos
cambios políticos y sociales. Desde las primeras disputas por dominar y liderar
el proceso independentista, pasando por la construcción de la república, los
ensayos constitucionales y los posteriores conflictos al interior de la elite, las ideas
conservadoras encontraron su lugar, primero, como parte de la facción que
gobernó el país entre 1830 y 1861, y luego, a través de alianzas políticas.
Si bien en la primera parte del siglo XIX las facciones políticas no se organizaron
en estructuras partidistas complejas, hacia fines de la década de 1840 y durante
toda la década de 1850 aparecieron las principales colectividades políticas. La
primera de estas fue el Partido Liberal, que ejerció una fuerte oposición al
gobierno autoritario de Manuel Montt. Posteriormente, debido a fuertes rencillas
internas del peluconismo gobernante, un importante grupo de ex simpatizantes de
Montt decidió alejarse del gobierno y ser parte de la oposición. Este alejamiento
tuvo diversas causas: las diferencias respecto al proceso de separación entre la
Iglesia y el Estado, el exacerbado presidencialismo, los conflictos judiciales entre
el clero y el Estado como la "cuestión del sacristán", y la imposición de Antonio
Varas como posible candidato y sucesor de Montt.
Todo lo anterior dio como resultado la división del peluconismo en dos facciones:
el Partido Nacional o Monttvarista fundado en 1857 y partidario del gobierno, y
el Partido Conservador, fundado ese mismo año para representar a Iglesia católica
chilena, a los conservadores radicales o ultramontanos y a los liberales
moderados o conservadores "regalistas". Esta división, sumada a la revolución de
1859, que dio como resultado la fundación del Partido Radical, debilitó al gobierno
y permitió el surgimiento de la Fusión Liberal-Conservadora, que llevó a la
presidencia a José Joaquín Pérez (1800-1889), quien abrió el camino para las
reformas constitucionales exigidas por la mayoría del espectro político y la
tendiente laicización del Estado chileno.
Entre las décadas de 1860 y 1880, el Partido Conservador tuvo una relación
fluctuante con el resto de partidos y mantuvo sus conflictos internos debido a las
"dos almas del partido", la ultramontana encabezada por la oligarquía eclesiástica
y la liberal moderada, dirigida por la facción más joven del partido. La ruptura
definitiva de la fusión liberal-conservadora se dio tras la promulgación de las leyes
laicas durante el gobierno de Domingo Santa María (1825-1889). Sin embargo, en
las primeras décadas del siglo XX hubo acercamientos entre ambos partidos
gracias a los mecanismos de consenso imperantes bajo la republica
parlamentarista.
En las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX hubo un cambio
importante al interior del Partido Conservador debido a su análisis de la realidad
nacional, lo que llevó al partido a apoyar iniciativas de carácter caritativo, de
asistencialismo estatal y privado, y de intervención electoral y ampliación de la
democracia para los sectores populares, esto, a través de diversos mecanismos
de intervención social. Hacia 1920, el Partido Conservador adoptó la doctrina de la
encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, que inicio el proceso de
conformación de la doctrina socialcristiana, con la cual el partido profundizó su
contacto con la clase trabajadora, el campesinado y los sectores populares.
La crisis política, social y económica ocurrida durante el gobierno de Arturo
Alessandri Palma y la posterior debacle del sistema parlamentarista tras la
Constitución de 1925, dividió nuevamente al Partido Conservador. Esto dio origen
a la Falange Nacional que adoptó los preceptos de la ampliación democrática, el
corporativismo y la defensa de los derechos sociales, mientras que el sector más
moderado se mantuvo firme por la defensa del parlamentarismo. Finalmente, en la
década de 1930, el partido ya se había divido en la Falange, el Partido
Conservador Social Cristiano y el Partido Conservador Tradicionalista, dando por
concluido el ciclo de vida política del Partido Conservador unificado como tal.
Acérrimo liberal, Santa María dirigió una de las reformas más importantes del siglo
XIX. En su gobierno (1881-1886) se aprobaron las leyes laicas sobre cementerios,
matrimonio y registro civil que conllevaron a una futura secularización del Estado
chileno.
Domingo Santa María ocupa un lugar importante entre los presidentes de nuestra
historia republicana. Nació en Santiago en 1825 en el seno de un hogar
encabezado por su padre Luis José de Santa María, profesor del Instituto
Nacional. Desde muy joven, la modestia de sus recursos lo llevaron a trabajar
como profesor de Geografía, Historia y Aritmética, mientras concluía sus estudios
de leyes en la Universidad de Chile. Apenas se recibió de abogado, comenzó una
activa participación en la vida política destacando por su inteligencia y
personalidad, siendo designado -con sólo 23 años de edad- intendente de la
provincia de Colchagua.
En la década de 1850 Santa María definió su posición en el nuevo orden político
que comenzó a configurarse, adscribiendo a las filas del liberalismo. Se integró a
la Sociedad de la Igualdad y apoyó las acciones revolucionarias contra Manuel
Montt, decisión que lo llevó a autoexiliarse en Lima en 1851. Dos años después
regresó a Chile y trabajó como abogado, logrando en esta época un status
intelectual como miembro de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la
Universidad de Chile. En 1859, y debido a su participación en los sucesos
revolucionarios de ese año, partió al exilio a Europa.
Favorecido por la ley de amnistía, regresó a Chile en 1862, y obtuvo un trabajo
como fiscal interino de la Corte Suprema. Inmediatamente retomó sus actividades
políticas apoyando la fusión liberal-conservadora que sostuvo al gobierno de José
Joaquín Pérez, quien un año después lo integró al gabinete, asumiendo en la
cartera de Hacienda. Es el comienzo definitivo de una carrera política que lo tuvo
en las décadas siguientes ocupando los más altos cargos de la administración de
la Nación: diputado y senador, consejero y ministro de Estado. El corolario de este
meteórico ascenso al poder fue, tras una destacada gestión en el gabinete
de Aníbal Pinto, su triunfo en las elecciones presidenciales de agosto de 1881.
Al asumir la Presidencia de la República Domingo Santa María debió enfrentar
desafíos cuya resolución definieron en gran medida el futuro de Chile. En el
ámbito internacional culminó con éxito la Guerra de Pacífico, celebrando el
Tratado de Ancón con Perú y un Tratado de Tregua con Bolivia, donde se
reconocía a Chile la soberanía sobre ricos territorios mineros. En relación a la
política económica, cedió la riqueza salitrera al capital inglés, sin embargo, reservó
para el país grandes ingresos por impuestos de exportación. Respecto de la
política interna, realizó parte del anhelado ideario liberal de secularizar la sociedad
promulgando las llamadas leyes laicas sobre cementerios, matrimonio y registro
civil; al mismo tiempo, aplastó a la oposición conservadora con un
permanente intervencionismo electoral. Por último, llevó a cabo la ocupación
definitiva de la Araucanía. Santa María cerró su mandato entregando la
presidencia de la nación a su "hijo político" José Manuel Balmaceda; empero, no
sería testigo de su trágico fin porque falleció en Santiago en 1889.
1861