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¡¡ Cuánto deseo cenar con
vosotros!!
Jueves Santo -B- 13 abril 2006
1 Antes de la fiesta de la pascua, Jesús, sabiendo que había llegado la hora de dejar este mundo para ir al Padre, y habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 2 Estaban cenando y ya el diablo había metido en la cabeza a Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús. 3 Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios había venido y a Dios volvía, 4 se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó a la cintura. 5 Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
El gesto no es sólo un acto de
humildad: es cambiar de raíz todos los conceptos sobre la dignidad, la jerarquía, lo correcto, lo religioso. Respuesta a los discípulos que siguen disputándose los primeros puestos y a sus aspiraciones de poder y autoridad. 6 Cuando llegó a Simón Pedro, éste se resistió: –Señor, ¿lavarme los pies tú a mí? 7 Jesús le contestó: –Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes comprender ahora; lo comprenderás después. 8 Pedro insistió: –Jamás permitiré que me laves los pies. Entonces Jesús le respondió: –Si no te lavo los pies, no podrás contarte entre los míos. 9 Simón Pedro reaccionó así: –Señor, no sólo los pies; lávame también las manos y la cabeza. Ver a Jesús haciéndose pequeño, es una denuncia a nuestras formas y deseos de ser “señores” . La idea de que “los de arriba” tienen que ser servidos no es la de Jesús. 10 Entonces dijo Jesús: –El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está completamente limpio; y vosotros estáis limpios, aunque no todos. 11 Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo: «Vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Amar es acoger y ponerse al servicio de los demás, respetando la
libertad del otro y respondiendo siempre con amor. 12 Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y dijo a sus discípulos: –¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? 13 Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. 14 Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros. 15 Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros
El pan y el vino de nuestra Eucaristía son signo de la entrega de
Jesús, y al alimentarnos de ellos son signo de nuestra propia entrega. Celebrar la Eucaristía fue sustituido por “oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar...” ¿Se nos invita a “oír” un banquete, a “oír” una cena con los amigos?... Recuperemos la Cena del Señor, comunidad de creyentes en torno a la lectura y comprensión de la Palabra, la Fracción del Pan, la oración Lávame, Jesús, los pies
Lávame, Jesús, los pies;
y, si quieres, las manos y la cabeza. Lávame y enséñame el oficio con tu ejemplo.
-”Para lavar los pies tendrás que
despojarte del manto y de la gloria, quitarte anillos y sortijas, hacerte pobre. Hay que bajar de los asientos.
-Para lavar los pies no hay que
querer ser el primero. Lavar los pies exige mucho tacto, adaptarse a los pies de cada uno y poner en cada toque la ternura. Después, secarlos con toallas de cariño. No pedir nada, todo gratis. Al final, besar los pies, agradecidos.