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Los Secretos

Del
Ministerio
Las Claves Para Un Ministerio Al Más Alto Nivel

Héctor A. Murillo S.
Los 7 Secretos del Ministerio
Héctor Alexis Murillo Subía - Panamá 2012

1ra Edición Marzo 2012

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Héctor A. Murillo S.

http://MinisterioHectorMurillo.org
email: [email protected]

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Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares


del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la repro-
ducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimien-
to, comprendidos la reprografía, el tratamiento informático, así como la
distribución de ejemplares de la misma mediante alquiler o préstamo
público.

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Todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera de


1060, al menos que se indique lo contrario.

ISBN #: 978-1-105-29774-8

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ID contenido: 12196662

Impreso en Panamá / Printed in Panamá


DEDICATORIA

A los que sirven a Dios, por lo que Él es…


Contenido

- Introducción

- El Secreto Devocional

- El Secreto Estructural

- El Secreto Financiero

- El Secreto Relacional

- El Secreto Temporal

- El Secreto Familiar

- El Secreto Generacional

- ¿Conclusión?

- Sobre el autor

-Notas Bibliográficas

-Recursos Recomendados
INTRODUCCIÓN

Era tarde en la noche. Uno de esos ¨insomnios divi-


nos¨; y la verdad sentía esa desazón en mi corazón
que me insistía que aunque todo iba bien, …algo an-
daba mal. Pues aun cuando todos me decían que mi
ministerio estaba en franco crecimiento, que tenía el
respaldo de Dios, y tenía invitaciones a ministrar con
regularidad; sentía esa sensación de insatisfacción.

Bueno,…me puse a orar. Quizás así lograba conci-


liar el sueño; y en eso vino la suave voz de Dios a mi
corazón: -Yo NO te llamé a llenar una agenda, sino a
desarrollar un ministerio-.

Esas palabras me estremecieron, pues yo pensaba


que eso precisamente era lo que yo ya estaba ha-
ciendo… desarrollar el ministerio que Él me había
confiado. Por lo tanto, me dispuse ahondar en el
asunto, a ver que era lo que Dios me sugería median-
te ese pensamiento que atacó mi mente y corazón sin
yo estar pensando en eso.

Pues bien, según pasaban los días, y el eco de esa


frase se hacía cada vez más fuerte, comencé a pre-
guntar a todo hombre y mujer de Dios sobre el como
tener ¨éxito¨ en el ministerio. Pregunté y pregunté, a
Dios y sus servidores. Creo que entrevisté a cientos
de ministros; busqué datos por diversos medios, y
aprendí muchas cosas sobre lo que realmente a Dios
le importa respecto a servirle.
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Por otro lado, descubrí que no existía mucha infor-
mación en torno a como servir a Dios en un nivel de
excelencia. Sí encontré mucha teología, pero pocos
consejos prácticos para ejercer el ministerio de forma
efectiva, integra y al nivel que Dios demanda. De
hecho, a esa altura de mi investigación, pude obser-
var que aparte de lo que se pudiese aprender en el
seminario teológico o seminario bíblico (que es impor-
tante), no había casi información clara que alimenta-
se mi deseo de crecer ministerialmente.

Es más, muchos de mis colegas pastores, evangelis-


tas, ministros de alabanza, laicos, etc., tenían las
mismas inquietudes que yo. Todos hacían lo que
creían que era correcto, o lo que observaban que ha-
cía o supuestamente le daba resultado a otro ministe-
rio más “grande” o “exitoso”. Ministerialmente está-
bamos como en el libro de los Jueces, en el que cada
cual hacía lo que bien le parecía, sea para bien o sea
para mal.

En fin, así nace esta obra que tienes en tus manos en


este momento. No con la intención de crear consen-
so en la práctica del ministerio, ni mucho menos; sino
con el deseo de brindar una herramienta, un modelo
adaptable, una guía flexible, la cual ayude en alguna
medida a los que de una forma u otra se involucran
en el servicio a Dios.

Sin embargo, este material no está diseñado para


aquellos que están conformes con sus ministerios,
así como están. Pues tendrás que encarar tus moti-

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vos, así como tu forma de servir al Dios vivo. Ten-
drás que afrontar el reto de dar la milla extra, de ser
más abundante en tu trabajo. Y sobre todo…poner
orden en muchas áreas de tu vida.

Por otro lado, este material es para todo aquel que


desea esforzarse en la gracia, y que se le halle fiel en
el ejercicio del ministerio. Los que quieren dar más,
alcanzar más, impactar más, y de ser necesario, sa-
crificarse más en el servicio al Señor.

Es por ello que se han invertido años de investiga-


ción, trabajo duro e inteligente; a fin de entregarte
este material de apoyo para tu práctica ministerial.
Esto es material de avanzada!!!

Este regalo que Dios pone en tus manos tiene el po-


tencial de llevar tu ministerio a alturas que ni te ima-
ginas. En el mismo se analizan siete áreas críticas
en el desarrollo de ministerios efectivos, bíblicos y de
alcance. Estas siete áreas te brindan una mirada pro-
funda a lo que en realidad es vital a la hora de plan-
tear, definir y desarrollar tu ministerio. Son áreas en
las que debes trabajar adecuadamente, a fin de que
tu ministerio lleve fruto que traiga gloria a nuestro
Dios.

Vamos a ir juntos a observar la clave para un ministe-


rio solvente económicamente. El cual podrá proveer
los recursos necesarios para expandir el mensaje que
Dios te ha dado de manera sólida y sostenida. Ade-
más, aprenderás como organizar tu vida y ministerio

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de modo que disfrutes el servir a Dios. Y que nunca
el ministerio se convierta en una carga o molestia. Te
mostraré el porqué es indispensable que manejes tu
tiempo y relaciones…con guantes de seda. Y evita-
remos que tu ministerio entre en la categoría de los
llamados “ministerios mula”. También, al final de cada
capítulo se te formularán preguntas incisivas para
moverte a la reflexión, desafiarte a la acción.

En fin, si quieres iniciar tu ministerio con buen pie; o


ya estás en el ministerio pero sientes que hay estan-
camiento, o deseas organizarte mucho mejor. O di-
ces: -Ya es hora de que mi ministerio crezca y se
desarrolle al nivel más alto al cual Dios me ha llama-
do-. Tu corazón grita: -Llegó mi momento de alcanzar
un nuevo nivel ministerial!- Quiero tocar al mundo con
lo que Dios ha puesto en mi!-

Si no puedes esperar más a que algo ocurra, y


deseas ser de aquellos que provocan que las cosas
ocurran. La verdad, eres un alma indomable que ruge
para Dios, un ser dispuesto a pagar el precio que sea
necesario para ver la grandeza del Todopoderoso
Dios.

Tú sabes que tu vida tiene un propósito elevado y


sublime. Y te niegas a ser un espectador de lo que
Dios hará. Has decidido… ¡Ser un protagonista en el
drama de los siglos!

Si lo anterior te describe…entonces ora conmigo:

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Padre celestial. Te doy gracias por el enorme pri-
vilegio de servirte. Deseo servirte por ser quien
eres. Un Dios santo, poderoso y compasivo.

Ayúdame a encontrar en estas páginas las estra-


tegias ministeriales apropiadas a mi llamado, do-
nes y visión. Que yo pueda utilizar esta herra-
mienta, la cual se apoya completamente en tu pa-
labra, para servir al nivel de excelencia al que me
llamaste.

Anhelo tocar a muchas vidas con el don que has


puesto en mí, impactar a mi generación y más
allá. Yo daré lo mejor de mí, para que mi vida y
ministerio reflejen tu poder, amor y carácter a un
mundo que tanto lo necesita.

Prometo darte a ti toda la gloria y la alabanza. Por


Cristo Jesús… Amén

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Capítulo 1

EL SECRETO DEVOCIONAL
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón.
(Salmos 40:8)

Te felicito por tomar la decisión de leer este escrito, el


cual nace del deseo de servir a Dios en toda plenitud
de su gracia. De un anhelo profundo de ser un ins-
trumento de bendición en las manos del Dios vivo. De
millones de corazones que han abrazado el reto que
expresa el libro de Josué, capítulo dos, versículo ca-
torce:

Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle


con integridad y en verdad…

En ese sentido, creo pertinente que iniciemos nuestro


viaje estableciendo un buen fundamento. El cual nos
permita, entre otras cosas, movernos con buen pie, y
evitar posibles errores o malas interpretaciones de lo
que el ministerio es o conlleva.

Habiendo aclarado esto, puedo decirte que estar en


el ministerio es un gran honor, responsabilidad, y
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todo un desafío en estos tiempos. Ya que en pleno
siglo veintiuno, ser un ministro del evangelio se ha
vuelto complejo y exigente. Requiere elementos que
en otro tiempo eran opcionales. Conocimiento teoló-
gico sólido, uso de tecnologías de la información,
manejo de personal, producción de materiales com-
plementarios de enseñanza, etc.; hoy son práctica-
mente mandatorios para la mayoría de los ministe-
rios.

Sin embargo, podemos observar que algunas cosas


no varían a través del tiempo, y son estas, precisa-
mente, las que constituyen el fundamento de cual-
quier ministerio bíblico. Sin un entendimiento pleno
de estos elementos espirituales, tu ministerio se vuel-
ve un mero empleo o peor…un simple negocio; y las
ofrendas o salario que recibes dejan de ser la provi-
sión divina para tornarse en honorarios. Aun los re-
conocimientos y el crecimiento que alcance tu minis-
terio dejan de ser fruto de la gracia de Dios y vienen a
ser resultado de hacer las cosas… ¨¿bien?¨.

Pues bien, prepara tu barco ministerial. Vamos a


zarpar a mares pletóricos de desafíos y aun de tor-
mentas, pero que llevan a impresionantes tesoros.
Abre las velas de tu ministerio, pues el soplo del Es-
píritu te guiará, y el Sol de Justicia traerá un nuevo
amanecer a tu vida, familia y ministerio.

En esta parte inicial vamos a analizar tu llamado, tu


grado de compromiso, la naturaleza y anatomía de tu
visión; así como la ejecución de la misma. Además,

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observaremos los elementos que potenciarán el al-
cance de tu ministerio. Esto será un sólido fundamen-
to para el poderoso y bendecido ministerio que Dios
te ha llamado a desarrollar.

Tu Fundamento
El concepto del ¨éxito¨ para aquel que sirve a Dios es
muy diferente que en el ámbito secular. Toda vez,
que para el que no sirve a Dios lograr lo que se pro-
pone en la vida, alcanzar todo su potencial, eso es
considerado éxito.

Sin embargo, aquel que sirve a Dios encuentra su


gozo y sentido de realización, NO en lo que logra en
la vida, o en la abundancia de bienes o reconocimien-
to. De hecho, para el que sirve a Dios, éxito es el
descubrir la voluntad de Dios para su vida, y vivir en
ella. El alcanzar reconocimiento, riquezas u otro
elemento de esta índole, le es completamente perifé-
rico y complementario. Los ve simplemente como
herramientas para hacer la santa voluntad de Dios.
Son un medio, no un fin. Les llama… añadiduras (Ma-
teo 6:33).

De lo anterior se infiere que lo que en realidad marca


una vida plena para el servidor de Dios, es ser FIEL
al llamado y al Dios que le llamó. Para esta persona
lo que llena su corazón es su relación con Dios. Y su
continua oración es: Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios (Salmos 143:10). Se han puesto

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delante de Dios, y declarado…he aquí vengo, oh
Dios, para hacer tu voluntad (Hebreos 10:7).

El ministerio viene a ser el vehículo para tocar a más


vidas, expandir el reino de Dios y mostrar al mundo lo
que es servir a un Dios bueno y de excelencia. Por
ello procura realizar la asignación divina bajo los más
altos estándares espirituales, morales y de ejecución.

Por ello se hace necesario tomar el compromiso de ir


a la presencia de Dios, y pedirle a Él que nos extien-
da su cetro de aprobación para ejercer el ministerio.
Que nos ponga en las manos las tablas con su volun-
tad para nuestro ministerio escrita con fuego.

Todo hombre o mujer de Dios que ha dejado una


huella en la historia, han sido gente de mucha ora-
ción. Pasaban tiempos prolongados en la presencia
de Dios. El ayuno era parte de sus vidas, era algo
sistemático. Lo cual les permitía tener mayor claridad
de su llamado, aun en los momentos de incertidum-
bre o crisis. Los mantenía centrados y humildes en
momentos de euforia y triunfo. Sus vidas estaban
marcadas por un hambre creciente de conocer la
realidad de Dios.

Oraban como Moisés en el Sinaí: -Te ruego que me


muestres ahora tu camino, para que te conozca-. Y
se atreven a clamar ante Dios: -Te ruego que me
muestres tu gloria- (Éxodo 33:13-18).

¿Serás tú uno de ellos?

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Búscale! Te aseguro que Él te declarará los secretos
de la sabiduría, que son de doble valor que las rique-
zas (Job 11:6). Y te dará los tesoros escondidos y los
secretos muy guardados, (Isaías 45:3).

Tu Visión
Existen varias definiciones de lo que es una visión.
Pero en este caso, ya que hablamos de ministerio,
veremos aquellas que nos brinden elementos de jui-
cio útiles para el mismo.

-Según Wikipedia1, se llama visión a la capacidad de


interpretar nuestro entorno gracias a los rayos de luz
que alcanzan el ojo.

-El Dictionary.Reference.com, también define visión


como el acto o poder de anticipar lo que ocurrirá o
podría ocurrir.

Una experiencia en la que un personaje, evento o


cosa son percibidos de forma vívida y creíble en la
mente, aunque no estén presentes en realidad, a
menudo bajo la influencia de un agente divino o so-
brenatural.

-Escuche al pastor Nahum Rosario decir que la visión


es la capacidad de ver lo invisible, para realizar lo
imposible.

-Los expertos en desarrollo humano usualmente la


definen como la percepción definida de un futuro
deseable.

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Ahora bien, las anteriores definiciones armonizan en
gran medida con lo que enseña la palabra de Dios.
Pues, la visión, a la luz escritural, se ve en tres di-
mensiones.

La primera se refiere a Dios revelando al hombre su


voluntad, planes y/o propósitos mientras duerme.
Conocida como visión nocturna (Génesis 41, 2Crónicas
1:7, Génesis 20:1-9, Isaías 29:7, Daniel 2).

La segunda se expresa mediante una experiencia en


la que Dios revela al hombre su voluntad, planes y/o
propósitos, pero mientras este está consciente, sea
dentro del cuerpo como fuera del cuerpo. (Ezequiel 1:1,
2 Corintios 12:1-2, Apocalipsis 4:1-2).

Y la tercera, se refiere al anhelo, actitud y fe hacia un


futuro deseado. Es la palabra específica que se utiliza
en Joel 2:28. A la cual hace referencia el apóstol Pe-
dro en el libro de los Hechos, capítulo dos. Tiene
más que ver con una acción o postura del ser hu-
mano que con una experiencia sobrenatural, es como
percibe el pasado, el presente y el futuro (2 Pedro 3:13,
Hebreos 11:13-16, 2 Corintios 4:18).

Es importante comprender que la visión involucra tan-


to la actividad divina, así como el aporte humano.
Dios da la experiencia, el impulso… la semilla; pero
nos corresponde a nosotros el ser sensibles para
percibir, responder, creer y ser obedientes para acti-
var, vivir y pagar el precio de esa visión. Obviamen-

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te, con las bendiciones que dicha obediencia traerá a
nuestras vidas.

El apóstol Pablo lo describió de manera muy objetiva


en su defensa ante el rey Agripa, en Hechos, capitulo
26; y le brinda detalles de su vida antes de ser cris-
tiano, su conversión, como Cristo se le aparece, y su
accionar posterior. Y valientemente declara ante
aquel dignatario del imperio romano:

- …oh Rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial-


(Hechos 26:19).

Por otro lado, muchos confunden lo que la visión que


Dios a puesto en sus vidas significa. La visión de
Dios tiene más que ver con el ser que con el hacer.
Por ejemplo, cuando Dios expresa su visión para la
nación israelita, la enorme mayoría pensó que la vi-
sión era la tierra prometida. ¿No es así?

¡Error! La visión de Dios era que ellos se convirtieran


en un reino que sirviese de modelo para la humani-
dad, a fin de acelerar el proceso de redención. Por
ello declara:

-Y vosotros me SERÉIS un reino de sacerdotes y


gente santa- (Éxodo 19:6).

Para ser un reino, claro está, necesitarían un territo-


rio propio y soberano, un sistema de gobierno, eco-
nomía, etc. Esa visión se cumple a nivel mundial en
el libro de Apocalipsis, capítulo once, versículo quin-
ce, cuando declara:

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-Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro
Señor y de su Cristo-.

A veces se nos olvida que Dios está mucho más in-


teresado en lo que somos que en lo que hacemos.
Confundimos metas y proyectos con la visión que
Dios nos confió. Y así gastamos tiempo, esfuerzo y
recursos, en lo que no debemos o cuando no debe-
mos.

Personalmente, creo que la visión está más orientada


a las personas y a los modelos, pues son las perso-
nas las que luego harán una realidad los proyectos; y
los modelos son los que permiten una mejor ejecu-
ción de esos proyectos que son parte de la visión.

Por ejemplo, que pudiese aclarar este punto sería: Si


un pastor dice que tiene la visión de un templo más
grande, probablemente lo que realmente quiere decir
es que la GENTE no cabe en el lugar en donde es-
tán. Que un templo mayor permitirá mostrar a un ni-
vel más elevado la excelencia y el carácter de Dios,
mientras su pueblo le adora. Y que podrán recibir
más personas que el buen Dios enviará. Otro ejemplo
podría ser el evangelista que tiene la visión de un
programa televisivo. El lo que quiere decir es que
puede llegar a más gente con su mensaje mediante
la televisión, que solamente mediante cruzadas de
salvación. En fin, creo que captas el punto.

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El Proceso De La Visión
Podemos decir que al tener claridad en cuanto a la
visión, podremos avanzar con paso firme y contar la
historia de nuestra visión. Así como el apóstol Pablo
narró la historia de la suya tanto a los otros apóstoles
como a los gobernantes y prelados que le adversa-
ban (Hechos 26).

Una visión dada por Dios, por lo general se genera en


base a varios elementos.

El primero es una iniciativa divina en una vida dispo-


nible, aunque no siempre la más calificada o dispues-
ta. Esto quiere decir que Dios siembra en el corazón
de su siervo parte de su deseo para la humanidad. Le
hace ver lo que Él ve, y como lo ve. Y aun cuando el
vaso receptor de la visión no esté muy dispuesto, o
se sienta indigno o incapaz ante lo enorme del desa-
fío, aun así desea lo que Dios desea. De esta forma,
se lanza por fe a la encomienda divina.

Otro elemento que se repite en el nacimiento y desa-


rrollo de toda visión es que siempre la visión es ma-
yor que el visionario. Primero lo abruma por ser tan
grande, luego lo seduce por ser tan elevada y luego
lo consume por ser tan poderosa.

Además de lo anterior, una visión dada por Dios tiene


carácter eterno. Es decir, que aun cuando el visiona-
rio muere o fracasa, la visión continúa, y en muchos
casos se amplia. Por ello, es importante que mires lo
que Dios te ha dado en miras a las generaciones por
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venir. Así como Juan el bautista, debemos saber que
todos estamos preparando el camino de otra persona
que Dios escogerá, ungirá y usará para su gloria.

Por otro lado, una visión dada por Dios demanda ac-
ción. De nada sirve que digamos que Dios nos llamó
para esto o aquello si no hacemos nada al respecto.
De poco serviría si Moisés pasara toda su vida recor-
dando que Dios se le revelo en la zarza, si él no sale
a liberar al pueblo del yugo egipcio. Si Dios te llamó
haz algo, aunque sea pequeño. Pero ¡haz algo!

Si Dios te ha entregado una visión, Tu visión siempre


será inclusiva. De hecho el éxito o fracaso de tu mi-
nisterio será proporcional a tu habilidad de involucrar
a otros en la visión que Dios te confió. Pues para
hacer algo más grande que tu siempre necesitarás la
ayuda de los demás. Tu visión deberá beneficiar a
más personas que a ti mismo. No hay lugar para los
llaneros solitarios.

Una visión siempre implicará sacrificio. Si alguien en-


tra en el ministerio pensando en hacerse rico y famo-
so, le espera una gran sorpresa. Si se piensa que el
ministerio no conlleva ningún infortunio, y que solo
verá rosas, mejor debería leer las credenciales de los
que han servido a Dios. La cual nos habla de traicio-
nes, padecimientos, peligros, etc.. Algo habrá que
sacrificar; sea pequeño o grande.

Finalmente, el ser obedientes a la visión genera re-


compensas. Pues cualquiera que haya dejado casas,

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o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer,
o hijos, o tierras por amor al Señor, recibirá cien ve-
ces más, y además, la vida eterna (Mateo19:29). No lo
olvidemos…

Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y


el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su
nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles
aun (Hebreos 6:10)

Dios nos anima cuando nos ordena:

-Esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras ma-


nos, pues hay recompensa para vuestra obra- (2 Cró-
nicas 15:7).

Sé que te identificas con estos principios, pues sin


duda tu ministerio descansa sobre una visión de parte
de Dios, sea que tú la lideres o seas parte de ella.

En todo, la Biblia presenta ejemplos claros de estos


principios en la vida de Moisés, Jeremías, Pablo y
otros personajes de la escritura (Éxodo 3, Jeremías 1,
Isaías 6, Hechos 9 y 11).

Tu Misión
Cuando Saulo de Tarso tiene su encuentro con Cristo
en el camino a Damasco le hizo solo dos preguntas.
La primera fue: -¿Quién eres? Y la segunda: ¿Qué
quieres que haga? Esta segunda interrogante en-
vuelve una verdad inquebrantable. Y es que nadie

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puede encontrarse con Cristo, y quedarse sin hacer
nada. Definitivamente, surgirá el deseo de servirle

Ahora bien. Mientras que la visión tiene más que ver


con el SER, la misión tiene mucho más que ver con el
HACER. De hecho, el Espíritu Santo está en nuestras
vidas para que lleguemos a ser todo lo que Dios
desea que seamos. Y para que hagamos todo aque-
llo de lo que somos capaces en Él. Que seamos un
modelo y que dejemos una huella.

Si retomamos la historia del pueblo de Israel, recor-


daremos que la visión de Dios para ellos era ser un
reino. Pero además de ello, Dios quería que ellos
hiciesen algo muy concreto. Lo cual era dar a cono-
cer al Único Dios Verdadero.

Es más, dentro del marco del nuevo testamento esta


verdad no varía. Pues se nos aclara de manera
inequívoca quienes somos, y lo que debemos hacer
en consecuencia.

Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio,


nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9),

Según Romanos 8:19-23, Dios mismo se encuentra


en una misión. La redención de toda la creación. Por
nuestra parte, nuestra misión como iglesia es la
evangelización. Se nos manda a predicar el evangelio
por todo el mundo, a toda criatura, enseñándoles a

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vivir para Dios. Esto lo hemos de hacer utilizando to-
dos los medios legítimos a nuestra disposición.

El estar convencidos de nuestra misión nos ayuda de


varias formas:

-Primero, nos permite avanzar sabiendo que no es-


tamos edificando nuestro reino, sino el reino de Dios.

-Además, nos lleva a la oración y dependencia divina,


no importa cuanta experiencia o recursos tengamos a
nuestra disposición.

-Así mismo, nos obliga a filtrar lo que hacemos y la


razón por la que lo hacemos, siempre a la luz de la
palabra de Dios.

-Y finalmente. Nos brinda aliento en medio de la labor


y los desafíos, no importa cuán abrumadores puedan
presentarse.

En resumen. Es vital recibir, entender y plasmar por


escrito la visión que Dios nos ha dado (Habacuc 2:2).
De igual forma, es de primer orden establecer la mi-
sión de tu ministerio.

Cristo en su ministerio terrenal lo muestra. Su visión:


Ser la imagen visible del Dios Invisible (Colosenses
1:15, Juan 14:9). Y su misión: Dar su vida en rescate
por muchos (Mateo 20:28). SER y HACER.

¡Ahora te toca a ti!

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Definiendo Tu Ministerio
Cuando se tiene claridad del llamado y la visión dada
por Dios, así como del alcance y la misión de tu mi-
nisterio todo se hace más rápido y fácil. Entonces
puedes lanzarte con plena certidumbre de fe a la ta-
rea asignada.

Puedes ahora dedicarte a definir apropiadamente tu


ministerio; darle una identidad divinamente ordenada.
Esto te permite excluir lo que no se relaciona a tu
llamado e incluir aquello que contribuye al pleno
desarrollo de la visión que el Señor plantó en tu espí-
ritu.

El tener un sentido de identidad en tu ministerio es


importante y vital por varias razones:

-Primero que nada, ayuda a guardar tu corazón, pre-


viniendo la envidia, los celos ministeriales y las com-
paraciones innecesarias. Pues como sabes lo que
Dios te ha dado a ti, no persigues lo de otro, sino que
lo reconoces y valoras en su justa dimensión.

-Segundo. Nos mantiene enfocados en la asignación


encomendada, nos aleja de distracciones y optimiza
nuestros recursos. Así no nos ocupamos en tareas
que no contribuyan al cumplimiento de la visión, ni se
desvían recursos a lo que no corresponde.

-Tercero. Evita lo que he denominado como el sín-


drome de identidad conveniente. Cuando un ministe-

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rio está bien definido no se cambia la identidad según
convenga.

Recuerdo cuando se puso ¨de moda¨ el título de pro-


feta, todos colocaban ese ministerio como título en
sus tarjetas de presentación. Si era evangelista, es-
cribía Evangelista y Profeta. Si era pastor escribía
pastor y profeta, o pastor profético. Hoy muchos se
hacen llamar apóstol, pues ese título parece darles
algo de ¨prestigio¨. En fin.

He aquí algunos elementos en la vida del apóstol Pa-


blo que te pueden servir como criterios a la hora de
darle identidad a tu ministerio:

1. La voz de Dios en tu interior. Dios es el que seña-


la, llama, unge y comisiona. (1 Corintios 1:1, Gálatas 1:11-
12).

2. La confirmación de otros líderes espirituales. Dios


llama, pero usa a los hombres para confirmar (Gálatas
2:9).

3. Las señales de tu ministerio. Pablo declaro que las


señales de apóstol eran evidentes donde sea que
ministraba (2 Corintios 12:12).

4. El fruto de tu ministerio. Las huellas de tu ministe-


rio en las vidas. Pablo declaró a los creyentes:

-Si para otros no soy apóstol, para vosotros cierta-


mente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois
vosotros en el Señor- (1 Corintios 9:2).

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5. El alcance de tu ministerio. Si es a nivel nacional,
internacional, regional, medios de comunicación, ha-
cia ministros, mandatarios, grupos específicos, etc.
Pablo era apóstol a los gentiles y Pedro a la circunci-
sión (Gálatas 2:7-8). Pedro, mayormente ministró en
Palestina, Pablo ministró en buena parte de Europa.
(Romanos 15:19).

6. Tu estilo de ministerio. Aunque el Espíritu Santo


está en sus siervos y siervas; cada uno tiene su esti-
lo, o forma especial de manifestar la gracia de Dios.
Pablo declara que era tosco en la palabra, pero lleno
de conocimiento (2 Corintios 11:6). Ese era su estilo.
Sin embargo Apolos tenía un estilo sumamente elo-
cuente (Hechos 18:24).

Bueno, lo importante aquí es saber que Dios te confió


algo único e irrepetible. Nunca olvides que:
-Lo que Dios quiere hacer contigo, lo puede hacer con otro.
Pero nunca lo hará como lo haría contigo-

Todo tu ministerio descansa sobre los fundamentos


establecidos a través de tu visión y misión ministerial.
Toda vez que las mismas te ayudarán a definir de
forma correcta y objetiva tu ministerio. De esta forma
tu identidad ministerial te ayudará a servir a Dios
desde una plataforma de certidumbre y claridad.
Además tu caminar de fe ministerial estará enfocado
en lo medular de tu llamado y no en los elementos
periféricos del mismo. Y así, el crecimiento y expan-
sión estarán garantizados.

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¡Llegó la hora de llevar tu ministerio al siguiente nivel!

En base a lo expresado en este capítulo, responde


por escrito a lo siguiente:

¿Cómo describiría a un ministerio exitoso?

¿Cuánto tiempo dedico para orar, ayunar y estu-


diar respecto a mi llamado?

¿A qué estoy dispuesto a fin de activar mi creci-


miento ministerial?

¿Qué recompensas concretas espero por ejercer


el ministerio?

¿Puedo describir en pocas líneas la visión y la


misión de mi ministerio?

23
Capítulo 2

EL SECRETO ESTRUCTURAL
Pero hágase todo decentemente y con orden.
(1 Corintios 14:40)

“-Yo no te llamé a llenar una agenda. Te llamé a


desarrollar un ministerio-”, fue lo que Dios me había
declarado con vehemencia. Por lo cual me empeñé
en investigar lo que los ministerios que yo considera-
ba exitosos hacían.

A través del tiempo le pregunté a pastores, líderes de


organizaciones, evangelistas y demás ministerios,
cuales consideraban ellos serían las claves del éxito
ministerial. Y, para ser honesto, la enorme mayoría
me indicaban rudimentos de la fe. Me decían que la
oración o el ayuno; mientras otros me hablaban de fe
u otro aspecto que ya conocía.

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Pero un buen día, un siervo de Dios méjico-
americano comenzó a darme luces. Cuando le inquirí
sobre lo que él consideraba clave para el éxito y cre-
cimiento ministerial, me respondió con preguntas.
Tales como: ¿Cómo quieres que sea tu ministerio?
¿Cuán grande lo quieres? ¿Qué énfasis tendrá? Y
muchas preguntas más.

Esta conversación con Marco, dejó una huella en mi


ministerio. Pues la mayoría de sus preguntas apunta-
ban a la organización y estructura ministerial. Las
cuales eran prácticamente nulas en mi caso particu-
lar, a pesar de que yo ya estaba ministrando incluso a
nivel internacional.

Pude comprender que era un predicador, pero no


tenía un ministerio. Simplemente llenaba una agenda,
sin una estructura, ni planes concretos. Y esto es du-
ro decirlo; pero la mayoría de ministerios son como
aquel mecánico que arregla autos en el patio de su
casa. Diferente al que tiene un taller en un local, em-
pleados, planilla, base de datos, lista de clientes, pro-
veedores etc.

Claro está, que el primer caso no requiere mayor or-


ganización. Sin embargo el segundo implica un gra-
do organizacional más elevado. Y que nos quede cla-
ro. Si no estás organizado, NO tienes un ministerio,
simplemente lo ejerces o practicas.

El desarrollar una estructura ministerial seria te saca-


rá del bagaje, para venir a ser un modelo a seguir.

25
Además, el organizarte correctamente traerá un cre-
cimiento predecible y sostenido a tu labor ministerial.

La única alternativa para un ministerio sólido, una


labor efectiva es el establecer una estructura cohe-
rente a la visión asignada. De otra forma no llegare-
mos muy lejos en aquello por lo cual fuimos llamados
por el Dios de la excelencia.

Si, por otro lado, si estamos decididos a honrar a


Dios en nuestra labor, entonces necesitamos de una
estructura ministerial. Mediante la misma podremos
dar lo mejor de nosotros en la asignación delegada
por el Omnipotente.

La Importancia de una Estructura

Estoy muy claro que el darle estructura a nuestro mi-


nisterio no ha sido fácil. Ha implicado dejar de lado
nuestro orgullo, trabajar arduamente y buscar la ayu-
da de otros.

Sin embargo, son impresionantes los resultados que


hemos visto como fruto del trabajar en nuestra estruc-
tura y organización ministerial. Así pues, hemos podi-
do identificar varios beneficios que hoy disfrutamos
como ministerio. Simplemente por dar esa milla extra
que implica el estructurar la labor ministerial que Dios
nos confió.

Beneficio número uno. El estructurar bien tu ministe-


rio traerá gente dispuesta a ayudar. Nadie quiere

26
participar de un ministerio que no tiene pies ni cabe-
za. Es decir, que no está estructurado y organizado.

Segundo. El ministerio con una estructura clara se


ganará el respeto y la confianza de otros ministerios.
Como resultado del respeto ganado de parte de otros
ministerios de mayor alcance que el nuestro, hemos
creado lazos y alianzas que han beneficiado a ambas
partes. Y claro está, nos han ayudado a crecer.

El tercer beneficio que se produce al estructurar el


ministerio es el sentido de realización y aporte. Sentir
que no solamente estás haciendo, sino construyendo
brinda una satisfacción especial. Así, cuando estruc-
turé bien el ministerio, ese sentimiento de que traba-
jaba mucho y no construía nada desapareció. Y dio
paso al gozo de saber que estaba edificando el reino
de Dios y dejando un legado valioso a las generacio-
nes venideras.

En cuarto lugar, un ministerio debidamente estructu-


rado será mucho más fructífero. Pues, como regla
general, los ministerios con buena estructura organi-
zacional logran más para Dios, y el fruto de su trabajo
permanece aun después que sus líderes ya no están.

Un beneficio más, que creo pertinente incluir, al es-


tructurar el ministerio es el sentido de certidumbre.
Pues, al estructurar tu ministerio los objetivos se
vuelven alcanzables, medibles, y aun predecibles.
Dependes de Dios, pero sobre una plataforma dife-

27
rente del que no está estructurado de forma adecua-
da.

Ahora bien una estructura ministerial varía según la


clase de ministerio que ejerzas. En muchos casos, el
ministerio está estructurado en dos áreas básicas.
Programas y proyectos.

Los programas son las iniciativas permanentes, mien-


tras que los proyectos son aquellos esfuerzos minis-
teriales de carácter no continuo. Y las mismas se
enmarcan y ubican dentro de un cuadro que nos indi-
ca:

…Qué se hace. Que tamaño o alcance tiene. Cuando


o con que frecuencia se hace. Quien lo hace. Y como
lo hace.

Es el esqueleto o maqueta de tu ministerio. Por


ejemplo:

ÁREA
OPERATIVA

PROGRAMAS PROYECTOS PRODUCTOS

Cruzadas Congresos Socios Proyectos Proyectos Proyectos Desarrollo Promoción Postventa


De De Del De De De De Y y
Milagros Ministerio Ministerio Ayuda Alcance Enlace Productos Ventas Referidos

Parte de la estructura de nuestro ministerio.

28
Organízate o Muere
Si vas a ejercer el ministerio como un pasatiempo, o
como una entrada económica extra, entonces no es
necesario que te organices. Pero si realmente has
recibido un mandato divino de ejercer el llamado de
Dios al más alto nivel, entonces el organizarte es
obligatorio.

Es importante plantear una realidad probada vez tras


vez. Y es que el alcance y la longevidad de tu minis-
terio estarán en proporción directa al grado de orga-
nización y estructura que establezcas en el mismo.
De hecho me atrevo a expresar que tú y tu ministerio
se ponen en riesgo si no decides organizarte. Así
que, si no lo has hecho… comienza ¡HOY!

La palabra de Dios nos muestra que, no importa cuan


ungido esté un siervo o sierva de Dios. No logrará
hacer lo que Dios le encomendó si no pone orden en
su vida y ministerio.

Podemos observar este principio en la vida de Moisés


en el libro de Éxodo, capítulo dieciocho.

Moisés era un hombre con un llamado excepcional y


poderoso. Y tenía una educación envidiable, la cual
recibió de los mejores maestros en el palacio de Fa-
raón. Y además, gozaba de muy buena salud. Pero
aun así, evidenció serías falencias de carácter orga-
nizacional en su vida y ministerio.

29
Del pasaje descrito en Éxodo 18:1-27 se desprenden
varias verdades muy útiles para el ministerio.

Lo bueno: Moisés era un hombre consagrado a su


llamado. Se esforzaba y trabajaba duro, dando
siempre la milla extra (versículo 13). Además, parece
ser que era muy bueno en su trabajo, y conocía a la
perfección las funciones del mismo (versículo 15-16).

Lo malo: Moisés quería hacerlo todo, o sería que no


había aprendido a delegar (versículo 14). Y por si fuera
poco, su forma de trabajar podría poner en riesgo su
vida y ministerio, así como la del pueblo que dirigía
(versículo 17-22).

Lo feo: Moisés tenía a su familia en completo aban-


dono. Y su suegro se los tuvo que traer de vuelta (ver-
sículo 5-6). Además de que tuvo que venir un elemento
externo a decirle que lo que hacía no era correcto.
Pues parece que nadie se daba cuenta o tenía el va-
lor de decírselo (versículo 17).

Afortunadamente Jetro, el suegro de Moisés, tuvo la


sabiduría y el tacto para aconsejar a un hombre de la
talla de Moisés. Recordemos que Moisés había deja-
do a su esposa e hijos con Jetro en el desierto de
Madian. Y podemos inferir que el suegro de Moisés le
interesaba que su hija y sus nietos fuesen bien aten-
didos al estar nuevamente bajo el cuidado de Moisés.

Jetro trato a Moisés con gran sabiduría, un interés


genuino, y deseos de ayudar. Observemos su estra-
tegia, la cual es digna de imitar.
30
Primero escucho lo que Moisés tenía que decir, y le
narraba (versículo 8). Además, reconoció el llamado de
Moisés y al Dios de ese llamado (versículo 9-11). Sin
dejar de lado que participó en la adoración al Dios de
Israel, que ahora era el suyo (versículo 12).

Por otro lado, Jetro observó la situación de desorga-


nización que había con una mente reflexiva, no críti-
ca. Y buscó ser parte de la solución y no del proble-
ma. Preguntaba, analizaba y luego daba su aporte.
Siempre buscando los mejores intereses de Moisés y
el pueblo (versículo 14-22).

Pero lo que más me impresiona de Jetro es que todo


el consejo dado lo imparte bajo un clima de respeto.
Y sobre todo pone todo sujeto a una frase muy impor-
tante entre los líderes espirituales…“si esto hicieres, y
Dios te lo mandare“, (versículo 23).

Finalmente, Moisés de buena gana acató el consejo


de su suegro. Y Jetro pudo regresar a su tierra con la
tranquilidad de que su hija y nietos no serían des-
atendidos so pretexto del llamado de Moisés (versículo
24-27).

Ahora te dirás, Pero ¿Qué tiene esto que ver conmi-


go?... Pues, ¡Mucho!

La situación de Moisés no era un problema de con-


sagración, flojera, unción, falta de amor por los suyos,
ni mucho menos. Era falta de organización, y el no
contar con una estructura que le permitiese delegar

31
de forma adecuada las labores inherentes al ministe-
rio.

Por ello a veces necesitamos a alguien como Jetro.


No una persona que nos adule, sino alguien que nos
ayude a ver lo que no hemos visto, a fin de optimizar
nuestro ministerio. Y de hecho, esta es precisamente
la intención de estas letras que Dios ha puesto delan-
te de ti hoy.

No hay alternativa. En estos tiempos tan demandan-


tes para los ministerios, se hace primordial el ordenar
y organizar nuestros ministerios. Solo así seremos
TODO lo que Dios quiere que seamos. Y solo así po-
dremos hacer TODO lo que Él nos ha encomendado.

Importancia de un Buen Plan De Trabajo


La estructura de tu ministerio por sí sola no logra los
objetivos planteados. Esto lo logra un buen plan de
trabajo. Pues como en el cuerpo humano los múscu-
los descansan y están unidos a los huesos; así la
estructura son los huesos y los planes son los múscu-
los.

Es hora de desarrollar esos músculos ministeriales.


Pues solo un buen plan de trabajo podrá llevar tu es-
tructura ministerial al siguiente nivel.

Ahora bien, por definición, todo plan constituye un


conjunto sistemático de actividades que se lleva a
cabo para concretar una acción. Lo cual hace inva-

32
luable el contar con un plan de trabajo coherente para
tu ministerio.

En este sentido, tu plan de trabajo será útil en varios


aspectos:

1. Tu plan de trabajo permite ordenar y sistematizar


información importante para realizar la obra del minis-
terio.

2. Tu plan de trabajo te ayudará a interrelacionar los


recursos humanos, financieros, materiales, y aun tec-
nológicos al alcance del ministerio.

3. Tu plan de trabajo establece un cronograma, de-


signa a los responsables, y marca metas y objetivos.
Y los encapsula dentro de la estructura ministerial.

4. Y lo más importante, permite tomar las acciones


contenidas en el plan de trabajo, y darles seguimien-
to, control y evaluación. De esta forma, si no se es-
tán logrando los objetivos, se pueden modificar con-
ductas y rectificar las acciones.

5. Finalmente, cuando se logran los objetivos, sirve


de punto de partida para un mejor plan de trabajo.
Sea diario, semanal, mensual, anual, etc. (Editado de
http://definicion.de)2.

En nuestro ministerio procuramos desarrollar nuestro


plan anual entre el mes de octubre y noviembre ante-
rior. De esta manera podemos enfocarnos de mejor
forma en la ejecución, supervisión y optimización, y
no tanto en la planificación. Pues en esta, ya se han
33
establecido los objetivos y metas mensuales; así co-
mo las actividades diarias necesarias para el logro de
esas metas y objetivos.

De hecho, este escrito que tienes ante ti, es un pro-


yecto que se gestó hace casi una década. Pero de-
bido a que requirió cantidad de investigación y trabajo
de campo, no se empezó a escribir hasta hace poco.
Aunque el bosquejo o índice se trabajó desde hace
tiempo atrás. Y la inquietud y carga espiritual por los
ministerios que lo inició todo, viene de más de 12
años atrás.

Sin un plan definido, este trabajo jamás hubiese lle-


gado a ser una realidad. Pero por la gracia de Dios, y
un buen plan de trabajo, ahora este escrito bendice a
muchos ministerios. Y por supuesto, forma parte de
nuestra estructura ministerial y de un plan mucho
más abarcador.

Por otro lado, es imperativo conocer que todo buen


plan de trabajo contiene ciertos componentes bási-
cos. Y que si deseas ver un fruto abundante, medible
y sostenible en tu ministerio, es necesario que operes
utilizando estos elementos.

Todo buen plan de trabajo opera con metas y objetos


concretos. Los cuales, obviamente son la razón de
dicho plan, y delimitan las acciones a tomar a fin de
lograr tale metas y objetivos.

Además tu plan de trabajo, en alguna medida, debe


describir los procesos a través de los cuales se al-
34
canzarán los objetivos y las metas que se han esta-
blecido. Esto, por supuesto, servirá de guía al perso-
nal involucrado en la ejecución de las tareas necesa-
rias para los fines del plan de trabajo.

Tu plan debe contener la persona o personas res-


ponsables de cada área de trabajo y/o ejecución.
Esto se debe a que así se asignarán tareas que equi-
paren las fortalezas de los que colaboran en tu minis-
terio.

Por último, tu plan de trabajo debe establecer fechas


límite. Y es importante resaltar que esas fechas lími-
te involucran tanto tareas, así como el logro de las
metas y/o objetivos planteados de antemano.

Formando Tu Equipo de Trabajo


Alguien muy sabio expreso en una ocasión una frase
muy cierta, que dice:
“Para fracasar no se necesita ayuda.
Pero para triunfar sí que se necesita ayuda. Y mucha”

Como líder, enfrentarás el desafío de encontrar las


personas correctas para tu equipo. A fin de que ese
equipo tenga cohesión y efectividad. Por ello es de
valor que iniciemos echando un vistazo a unos princi-
pios del trabajo en equipo del libro del Dr. John Max-
well, “Las 17 Leyes Incuestionables del Trabajo en
Equipo”. Pues creo que estas sirven como marco de
referencia a la hora de formar equipos. Veamos las
siete más relevantes para este caso particular.
35
1. La ley de lo trascendental. La cual nos aclara que
un solo individuo es demasiado pequeño para pre-
tender hacer grandes cosas. Las cosas grandiosas
hechas por un individuo fueron posibles gracias a la
participación y aporte de muchos. De hecho, sin un
equipo, ni siquiera tienes aun un ministerio; solo
ejerces una función ministerial; hasta que involucres
a otros.

2. La ley del cuadro completo. La que nos indica que


el logro de los objetivos está por encima de la partici-
pación individual. Es decir, el todo es más importante
que sus partes.

3. La ley de la especialización. Esta brinda un lugar


a cada jugador un lugar en donde puede dar lo mejor
de sí. Y allí puede funcionar desde sus fortalezas y
talentos inherentes.

4. La ley de la brújula. Esta presenta la realidad de


que una visión impartida con claridad brinda confian-
za y dirección a los miembros del equipo. Ahonda-
remos más en este tópico más adelante.

5. La ley de la manzana podrida. Esta se explica por


sí misma, planteando lo peligroso que son para el
equipo las malas actitudes, y el no hacer nada para
corregirlas y erradicarlas.

6. La ley de la comunicación. La cual nos aclara el


valor de la comunicación; pues esta interacción entre
el equipo aviva la acción y evita los malos entendi-
dos. Pues, está claro que la mayoría de los proble-
36
mas y estancamientos se dan por falta de una comu-
nicación eficaz.

7. La ley de la cadena. Nos guste o no, presenta el


hecho de que un equipo es tan fuerte como su esla-
bón más débil. Por ello, una de nuestras funciones
como líderes es precisamente detectar, fortalecer, y
de ser necesario reubicar esos eslabones en la cade-
na de nuestro ministerio3.

En este sentido, tu primer paso debe ser detectar los


elementos que podrán ser parte de lo que Dios te ha
enviado a desarrollar. Orando al respecto y verifi-
cando las cualidades y habilidades más necesarias
conforme a tu ministerio.

Muchas veces cuando los ministerio son pequeños,


cometen el error de pensar que se las pueden arre-
glar con cualquier tipo de individuos (sea personal o
voluntarios), simplemente porque aun son pequeños.
La verdad es todo lo contrario.

En un equipo ministerial formado por cien personas,


si uno es ineficiente o de rendimiento inferior, la per-
dida es solo del uno por ciento. Pero si el ministerio
tiene un equipo de solamente cuatro personas, y uno
de ellos es inferior, ¡la perdida es de un veinticinco
por ciento!

De lo anterior se desprende la necesidad de saber


involucrar a la gente correcta en el liderazgo del mi-
nisterio. Por ello, te presentamos a continuación al-

37
gunas sugerencias a la hora de seleccionar tu equipo
de trabajo.

Al formar tu equipo, busca personas que tengan no


solamente habilidades, sino cualidades que fortalez-
can al equipo. Busca personas que tengan:

-Dones y talentos (1 Corintios 12:28). Es decir, que po-


sean las habilidades en las áreas que tu ministerio
presenta una necesidad específica.

-Influencia (Juan 4:28-30). Que tengan la capacidad de


mover e influir en la gente en su círculo de influencia.

-Poder de ejecución (Juan 15:16). Ellos obtienen los


resultados, logran los objetivos y dan fruto. Y hacen
lo que sea necesario para que la labor encomendada
llegue a feliz término.

-Integridad (1 Timoteo 3:1-10). Estos elementos son


dignos de confianza, leales a la visión y al visionario.
Y además tienen un corazón sano, una mente sobria,
y mantienen valores y principios elevados.

-Un corazón de siervo (Marcos 10:45). Pues tienen un


espíritu de servicio y puede contarse con ellos. Son
gente de acción y trabajo. Ellos rara vez cuestionan lo
que se les asigna, puesto que el simple hecho de
servir les genera gozo, alegría y un profundo sentido
de realización.

Aunque es muy poco probable encontrar todos estos


elementos en una sola persona, es importante que
los tomemos en cuenta. Ya que nos servirán como
38
elementos de juicio al involucrar personas en el mi-
nisterio; sobre todo en nuestro círculo íntimo o en
áreas vitales del ministerio.

Lo Más Importante Para Mi Equipo


La gente seguía a Jesús porque veían las señales
que hacía (Juan 6:2), o porque suplía sus necesidades
(Juan 6:26), o aun porque sus palabras tocaban su al-
ma (Juan 7:46, 6:68). Pero ni siquiera sus apóstoles, al
inicio, entendían bien el porqué de su venida, ni de lo
que hacía.

Así mismo, muchas veces la gente sigue o respalda


nuestro ministerio, simplemente por algo en el mismo
les atrae. Puede ser tu mensaje, tu carisma o dones,
o quizás tu forma de ser, o hacer las cosas, etc. Pero
la mayoría no han asimilado la visión que Dios te ha
dado.

Que alguien asista regularmente a tu iglesia, cruza-


das o conciertos, que inclusive respalde financiera-
mente tus iniciativas, no significa que haya entendido
tu llamado.

Por ello, aunque tome tiempo y esfuerzo trasmitir a tu


equipo de trabajo y colaboradores la visión, aun así
es tu deber primario. Y cueste lo que cueste, esa
debe ser una prioridad en nuestra labor ministerial.
Es, en definitiva, lo más importante que podamos ha-
cer hacia nuestro equipo de trabajo.

39
Claro está. Debemos saber que esto no ocurrirá de
hoy para mañana, ni con una predicación cargada de
emotividad. Será necesario primero comprender co-
mo es que una persona internaliza una visión que no
ha recibido de manera directa de parte de Dios.
Veamos.

Ahora bien. Existe una similitud interesante entre el


proceso de enamorarse e internalizar una visión im-
partida. El proceso mediante el cual una pareja llega
al punto de casarse, tener hijos y envejecer juntos es
igual en la visión que transmitirás a tu equipo.

Cuando yo me enamoré de mi esposa, primero que


nada me la presentaron. Conocí su nombre y algu-
nos datos. Y me empezó a interesar, así que quise
conocerla mejor. Luego al llegar a conocerla, pude
entenderla, pues ya sabía lo que la hacía reír y llorar.
Que le gustaba y que no. Comprendí porque algunas
situaciones la paralizaban o la estimulaban.

Con el tiempo ya no podía dejar de pensar en ella,


dejé de verla solo como una amiga. Me enamoré de
ella…la amaba. Así que decidí hacer lo que fuese
necesario por ella. Invertir el tiempo, esfuerzo o dine-
ro que fuese necesario por ella. Cuando me dio el sí,
sentí que el mundo era mío. Y no hallaba la hora de
que nos casáramos y finalmente hacerla mía. Planifi-
camos nuestro matrimonio y nos comprometimos.

Cuando nos casamos fue algo hermoso, casi mágico.


Y fruto de ese amor, hoy tenemos dos hijos, los cua-

40
les nos llenan de felicidad y también de preocupacio-
nes. Y hoy lo daríamos todo por ellos.

Con la visión que tratas de transmitir o sembrar en tu


gente debe ser igual:

Primero que nada, la visión debe ser presentada con


claridad. Pues difícilmente alguien seguirá algo que
no sabe ni como se llama. Por ello las personas que
Dios colocó a tu alrededor deben ser capaces, inclu-
so de recitar de memoria al visión.

En segundo término, la visión debe conocida a pleni-


tud. El que alguien se aprenda unas frases de me-
moria no significa que conoce bien de que se trata.
Se requieren mayores elementos de juicio o detalles.

Tercero. La visión debe ser comprendida. Debemos


asegurarnos de que esta signifique lo mismo para
todos los involucrados. Que las palabras que se
aprendieron de memoria tengan un significado pro-
fundo, claro y homogéneo para todos ellos. Y que
comprendan las implicaciones de esa visión.

Además de lo anterior, tu equipo debe llegar al punto


de enamorarse de la visión. Solo así la respaldarán e
invertirán todo lo que tengan y no tengan en ella. La
respetarán, la defenderán, se comprometerán y que-
rrán hacerla suya. ¡La amarán!

Tu gente debe llegar al punto de fundirse con la vi-


sión. Es maravilloso ver cuando tu equipo se vuelve
uno con la visión. Ya no se pueden concebir a si

41
mismos sin la visión. Es su razón de ser. Cuando los
observas, tu visión deja de ser un concepto o idea
dentro de ti. Ahora contemplas tu visión convertida en
carne y hueso.

Finalmente, llega el clímax, cuando la visión se multi-


plica y propaga a si misma. Ya no requiere de la in-
tervención del visionario, pues como con los hijos, tu
visión ejerce la capacidad de multiplicarse y auto pro-
pagarse. Y esto lo realiza a través de aquellos que se
han fundido con la visión.

El comprender este proceso que se da dentro de la


gente a quienes impartes la visión es vital. Pues, de
esta forma puedes ver cuanto a madurado la visión
en ellos, y en quienes es necesario trabajar un poco
más para que la asimilen.

Además de lo anterior, el saber esto nos indica cuan


eficaces somos en impartir lo que Dios sembró en
nuestro espíritu. Inclusive, así podemos aplicar los
ajustes pertinentes. Y de igual forma pulir nuestras
habilidades de comunicación y liderazgo para lograr
producir este proceso en nuestros allegados ministe-
riales. Claro está, de la manera más natural posible,
con fluidez y celeridad.

42
En base a lo expresado en este capítulo, responde
por escrito a lo siguiente:

¿Podrías dibujar un cuadro de la estructura de tu


ministerio y llenarlo?

¿Qué harás para organizar mejor tu ministerio?

¿Cómo describirías un plan de doce meses para


tu ministerio?

¿Qué tiempo y recursos darás para reclutar, for-


mar y mejorar tu equipo?

¿Cómo impartiré la visión a mi equipo de manera


más profunda?

43
Capítulo 3

EL SECRETO FINANCIERO
…Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predi-
cando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y
los doce con él, y algunas mujeres que habían sido
sanadas de espíritus malos y de enfermedades…, y
otras muchas que le servían de sus bienes
(Lucas 8:1-3)

Por muchos años he observado a ministerios, que


aun cuando son de gran bendición, siempre batallan
en el área financiera. Lo he visto ocurrir en varios
continentes, diversas culturas, teologías y organiza-
ciones.

La verdad innegable es que sin los recursos necesa-


rios, los mejores planes y deseos no llegan más allá.
Se requieren finanzas para sostener misioneros,
construir templos, repartir volantes o biblias.

Para proclamar el mensaje de Dios por radio, televi-


sión, internet, periódico, etc. se requieren finanzas.
Hacer una producción musical, un comedor, un orfa-
nato o cualquier otra iniciativa dentro de tu llamado,
involucra recursos.

44
En la Biblia se refleja esta realidad. Para el taber-
náculo se requirió de recursos, y para el templo de
Salomón también. Y es interesante que en ninguno
de estos casos los recursos aparecieron de la nada.
¡Hubo que generarlos!, En el tabernáculo apareció la
gloria de Dios. Pero ni un solo centavo. Al dedicar el
templo de Salomón cayo fuego del cielo. Pero no ca-
yó ni una sola moneda.

El ministerio de Jesús requirió recursos, de igual for-


ma el de Pedro y los demás apóstoles. Pablo nunca
viajó gratis en sus viajes misioneros. Tuvo que pagar
sus pasajes.

De igual forma, a fin de que tu ministerio sea y haga


lo que Dios desea, se requerirán recursos. Por ello,
es nuestro deseo compartir contigo algunas estrate-
gias y principios bíblicos probados en materia finan-
ciera. Veremos lo que en realidad importa en la eco-
nomía de todo ministerio.

Aprenderemos como hacer, valorar y sacar el mejor


provecho al presupuesto ministerial. Además vere-
mos como las finanzas ministeriales se relacionan e
impactan nuestras finanzas personales.

Por otro lado, procuraremos establecer un modelo


financiero sólido para tu casa y ministerio. Y descubri-
rás la clave de la abundancia para tu ministerio. Y no
es lo que la mayoría piensa. Y como si fuese poco, se
develará el camino más rápido hacia un ministerio
realmente prospero.

45
De manera que, asumiendo que en este punto de tu
peregrinar ministerial, ya tienes claridad en cuanto a
tu llamado, visión y demás elementos necesarios.
Entonces adentrémonos en lo que son las finanzas
ministeriales.

Dependencia Divina
Recuerdo la ocasión, a inicios de nuestro ministerio,
en que fui invitado a predicar en una congregación de
cierto lugar. Fue una reunión impactante, en donde
Dios mostró su poder milagroso, la palabra fue de
mucha bendición y todos estábamos felices por lo
que nuestro buen Dios hizo.

Al terminar la reunión me entregaron un sobre con la


ofrenda que con gran entusiasmo recibí del siervo de
Dios del lugar. Él me agradeció, y me dijo que pronto
me contactaría para otra invitación. Nos abrasamos y
nos despedimos.

Al llegar a casa, después de media noche, mi esposa


me esperaba y me recibió preguntando como me ha-
bía ido. Y por supuesto le conté todo lo que Dios ha-
bía hecho. Luego me volvió preguntar lo mis-
mo…entonces comprendí. También me preguntaba
sobre la parte financiera.

Tomé el sobre, oramos dando gracias, y lo abrí. Al


contar el dinero nuestra euforia disminuyó sustan-
cialmente, al ver que el mismo solo alcanzaba para la
comida de unos dos o tres días, en el mejor de los

46
casos. Así, hubo un silencio muy largo, y la conver-
sación cambió instintivamente. Y al poco rato nos
dormimos abrazados.

Esta temprana experiencia me mostró lo importante


que son las finanzas en el ministerio. Y además, evi-
denció que las mismas afectan nuestras casas y co-
mo nuestros seres queridos perciben lo que es servir
a Dios.

Por ello, es muy importante que establezcamos algu-


nos conceptos importantes. Pues, estos nos darán
una mirada equilibrada del papel de las finanzas en el
ministerio. Sobre todo en aquellos que son sosteni-
dos completamente del mismo. Y además nos permi-
tirán comprender mejor los ministerios, en caso de
que nosotros no recibamos nuestros ingresos plena-
mente del ministerio o estemos respaldando a algún
ministerio en particular.

He aquí algunas verdades fundamentales en cuanto


a las finanzas o recursos de tu ministerio:

En primer término los ministerios deben de liberarse


de todo aquello que se constituya en estorbo para
madurar financieramente. Por ejemplo:

1. Los ministerios deben estar libres de avaricia (He-


breos 13:5). Se sirve a Dios y a los hombres por lla-
mado, por amor y por obediencia a Dios. No sola-
mente por dinero, reconocimientos, etc.

47
2. Los ministerios deben estar libres de orgullo (Pro-
verbios 16:18). No caigamos en exigencias descabella-
das, ni tengamos en poco o juzguemos a los ministe-
rios que no han alcanzado nuestras expectativas fi-
nancieras.

3. Los ministerios deben estar libres de envidia (Pro-


verbios 14:30, 27:4). Debemos alegrarnos cuando otros
ministerios avanzan, pues son nuestros hermanos.
Además, los ministerios NO compiten, sino que se
complementan.

4. Los ministerios deben estar libres de temor (Salmo


56:11). No permitamos que el temor a la oposición, a
la escasez o al fracaso mismo nos impida avanzar al
crecimiento ministerial. Si Dios es con noso-
tros…¿Quién contra nosotros?

Por otro lado, los ministerios deben llenarse de cosas


que los ayuden a madurar y crecer en el área finan-
ciera.

5. Los ministerios deben estar llenos de fe (Hebreos


11:33). No olvidemos el viejo adagio: Cuando Dios
llama, respalda, y cuando Dios da la visión, también
da la provisión. Dios SIEMPRE paga bien, aun cuan-
do el hombre no lo haga.

6. Los ministerios deben estar llenos de integridad


(Salmos 84:11). Como ministerios, lo que hacemos, lo
hacemos porque es lo correcto aun cuando esto nos
reste finanzas. El justo Job perdió todos sus bienes,
pero NUNCA su integridad.
48
7. Los ministerios deben estar llenos de entendimien-
to (2 Timoteo 2:7, Proverbios 17:18). Cuando como minis-
terios comprendemos quien es Dios, sabemos que la
abundancia se mide más bien por lo que doy que por
lo que recibo. Somos ricos en Él, por Él y para ÉL.

8. Los ministerios deben estar llenos de gratitud (He-


breos 12:28). Un alma agradecida es de gran estima
delante de Dios. He notado que los ministerios que
muestran gratitud a otros ministerios bajo una base
constante, rara vez hacen aguas financieramente.
Siempre, respiro y liberación viene de alguna parte.

Amados servidores de Dios, a través de los años


nuestro ministerio ha procurado dentro de nuestra
humana imperfección el vivir estos principios. Y la
verdad ha sido maravilloso lo que Dios ha hecho en
consecuencia.

El aprender a ser fiel al Señor, depender…y descan-


sar en Él, ha hecho que se multipliquen los testimo-
niales de la fidelidad de Dios en materia de finanzas.
Cantidades abrumadoras de dinero y otros recursos
han sido suplidos por la milagrosa mano de Dios.
Mientras nos apoyamos en el Señor, hemos podido
experimentar, no solo la provisión y abundancia divi-
na. También hemos visto a Dios cortar los suminis-
tros, a fin de mostrarnos que con su sabiduría, con lo
poco, también se puede lograr mucho.

OH!!! ¿Te interesa saber cómo termina la historia que


te estaba narrando? Bueno, por sí o por no, allí te va.

49
La verdad…no ocurrió nada que se pudiese denomi-
nar milagroso. De alguna manera nos ajustamos el
cinturón con esa ofrenda y salimos adelante esa se-
mana. ¿Qué si volví a ministrar en esa iglesia? ¿Qué
crees que respondí cuando me volvieron a invitar?

Un rotundo…Sí. Y volví muchas otras veces a estar


con ellos. Algunas veces me fue muy bien financie-
ramente, otras no tanto. Pero lo curioso es que en el
proceso ese ministerio nos conectó con otros ministe-
rios. Y lo más importante es que aprendí a depender
de Dios. Y a establecer las bases financieras de lo
que hoy es un ministerio sólido y de alcance.

Porqué Un Presupuesto Ministerial


La enorme mayoría de ministerios operan sin un pre-
supuesto. Esto los deja restringidos en cuanto a lo
que pueden lograr para Dios durante el año, y más
allá. Sin embargo, los ministerios de alcance, aque-
llos que están avanzando de manera consistente y de
manera creciente siempre utilizan un presupuesto.
Es parte vital de su estrategia ministerial.

El presupuesto ministerial NO es una camisa de


fuerza para el uso de los fondos que Dios pone en
nuestro ministerio. Todo lo contrario, el mismo es una
HERRAMIENTA que nos libera para distribuir esos
recursos de manera más sabia, efectiva y eficaz. De
esta forma se logra mucho más, con menos recursos,

50
se evita el estrés, y se disfruta mucho más la labor
ministerial.

Jesús nos muestra una analogía sobre lo sabio y


sensato que es calcular antes de ejecutar. Lee con
detenimiento el siguiente texto bíblico:

Porque ¿Quién de vosotros, queriendo edificar una


torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver
si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que
después que haya puesto el cimiento, y no pueda
acabarla, todos los que le vean comiencen a hacer
burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edifi-
car, y no pudo acabar.

¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no


se sienta primero y considera si puede hacer frente
con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y
si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le en-
vía embajada y le pide condiciones de paz. (Lucas
14:28-32).

De lo anterior podemos observar algunos beneficios


al contar con un buen presupuesto ministerial y ape-
garse lo más posible al mismo:

En primer lugar, el contar con un presupuesto nos


ayuda a orar de forma más específica. Ya que al te-
ner una idea más clara de lo que el ministerio necesi-
ta para funcionar, así oramos al Señor basados en
hechos concretos y no en supuestos.

51
Además, un presupuesto nos permite medir y estirar
nuestra FE y la de los que están con nosotros. Por
ello, siempre que comparto con quienes me apoyan
algún proyecto, lo primero que me preguntan es
¿Cuánto se necesita? De esta forma veo el nivel de
fe hacia el proyecto y al Dios del proyecto.

El presupuesto también nos orienta y enfoca a los


resultados. El pasaje bíblico nos muestra que el co-
menzar es importante, pero el terminar es vital. No
hay gloria ninguna en solo comenzar, sino en termi-
nar. Pablo apóstol pudo declarar: …He acabado la
carrera… (2 Timoteo 4:7).

De hecho el presupuesto nos ilustra cuanto necesi-


tamos para iniciar con buen pie. Muchas veces el
presupuesto me ha indicado lo mínimo requerido para
siquiera pensar en presentar un proyecto.

Por otro lado, el presupuesto establece límites salu-


dables a los gastos ministeriales. Más de una vez los
ministerios son tentados a gastar más, simplemente
porque tienen más dinero, aun cuando esto no sea
parte de lo que Dios les ha mandado a hacer. Por
ello siempre están en números rojos.

También el presupuesto ministerial viene a ser una


herramienta útil para la toma de decisiones del minis-
terio. El texto bíblico nos indica que al “ir a la guerra”
debemos examinar si podemos tomar una iniciativa
en este momento o más tarde cuando tengamos to-
dos los recursos. Pero también deja la puerta abierta

52
a otras alternativas posibles, a fin de lograr lo que
Dios encomendó. En nuestro ministerio se ha dado el
caso de no tener los recursos, pero hemos usado
otros medios como patrocinios, canjes publicitarios, y
aun financiamiento para hacer la obra.

En séptimo, y último lugar (y muy importante), un


buen presupuesto nos ayuda a guardar nuestro tes-
timonio y evitar el oprobio. Muchos ministerios caen
en descredito por solicitar fondos que nunca se usa-
ron, o peor, se desviaron para otros fines sin comuni-
carlo. Las personas usualmente no dicen nada, sino
que luego NO te apoyan más, pues ya no creen.

Ahora es posible que digas: -O.K. está bien. Ya lo


capté, y sé cuán importante es el presupuesto minis-
terial- Pero ¿cómo lo hago?

Asumiendo que, insisto, ya tienes clara tu visión y lo


que Dios quiere que hagas, entonces debes preparar
tu presupuesto. Este puede varias mucho depen-
diendo del tipo de ministerio que Dios te ha enco-
mendado. No será igual el modelo de presupuesto
para un ministerio de alabanza que para un ministerio
pastoral, para un ministerio evangelístico o para un
misionero.

Yo no soy contador, pero como ministro considero


que tu presupuesto ministerial, sin importar el tamaño
o tipo de ministerio, debe contar con los siguientes
elementos básicos a saber:

53
1. Gastos Fijos o Recurrentes: Son aquellos, como
salarios, servicios, y otros compromisos que se afron-
tan de manera continua. Ya sea a diario, semanal,
mensual, trimestral, etc. Un gasto fijo en nuestro mi-
nisterio es, por ejemplo, papelería, alojamiento de
nuestras páginas en internet, etc.

2. Gastos Variables: En este caso tienen que ver


con aquellos gastos de carácter perecedero y/o que
varían dependiendo de diversos factores. Por ejem-
plo, eventos especiales, proyectos, etc. En un minis-
terio pastoral, un gasto variable podría ser la celebra-
ción del día del pastor, o la compra de un boleto aé-
reo de un ministerio invitado.

3. Registro de Balance: Que no es más que la resta


de ingresos versus egresos. Así sabemos cuanto
dinero tenemos en realidad disponible. Así se evitan
los sobregiros y financiamientos innecesarios. La
verdad es penoso que muchos ministerios estén en-
deudados hasta el cuello. Y lo peor, que no paguen a
tiempo sus compromisos financieros. ¡Dios nos ayu-
de!

4. Controles: Esto quiere decir que cantidad y/o por-


centaje de los fondos se asignarán a determinada
actividad ministerial. Que quede claro. Los fondos
del ministerio no son una caja menuda para usarse
según nos plazca. Somos administradores de los
tesoros del Rey de Reyes.

54
Estos elementos antes mencionados no son opciona-
les, son mandatorios. No importa que tu ministerio lo
conformen tú y tu familia, o que tu labor ministerial
tenga oficinas en veinte países y maneje millones de
dólares al año. De igual forma te recomiendo bus-
ques la asesoría de un contador o personal idóneo
para que te ayude más detalladamente. Yo he tenido
la enorme bendición de contar con personas que
constantemente me orientan en esta área.

Las Finanzas Personales


El éxito o fracaso de las finanzas en tu ministerio van
a incidir dramáticamente en tu vida personal y estilo
de vida. Afectará tus oraciones, tu vida familiar, el
grado de tensión y estrés, así como el nivel de vitali-
dad y energía en tu andar diario. Por ello es bueno y
sano que exploremos algunos criterios financieros
que relacionan las finanzas ministeriales y las perso-
nales.

En primer término, cabe destacar que debemos hacer


una distinción clara entre una y la otra. Pues, sobre
todo al inicio de los ministerios, pareciesen una sola.
Y esto es de sumo cuidado, pues cuando comienzan
a abundar los recursos ministeriales se les da un trato
como si fuesen finanzas personales, despilfarrando
en frivolidades. O en el escenario contrario, en el que
exista escasez de fondos en el ministerio, entonces
se sacrifican las finanzas de la familia por el ministe-

55
rio. Y esto puede a la postre poner en riesgo el mi-
nisterio o la vida personal del líder.

Lo segundo a resaltar es que las finanzas personales


constituyen una de las causales principales de estrés
en la mayoría de los que sirven a Dios. Por ello es
bueno desarrollar el hábito del ahorro y la planifica-
ción. Muchos siervos de Dios han hecho actividades
para Dios maravillosas. Sin embargo, sus casas pa-
decen necesidad o enfrentan apuros económicos de
forma constante.

Recuerdo muy bien cuando fui intervenido quirúrgi-


camente de una afección en el riñón derecho. Estuve
un mes en cama, y aunque no ministré en todo ese
tiempo mi familia no padeció financieramente. Prime-
ro por la fidelidad de Dios que tocaba personas para
bendecirnos materialmente, pero también gracias al
fondo de emergencia (así lo llamábamos) que tenía-
mos ahorrado para imprevistos.

En ese mismo orden, existe un aspecto importante en


materia de finanzas personales que no podemos de-
jar por fuera. Y es que nuestro amante Dios nos ha-
bla y enseña y ministra en medio de la abundancia,
así como lo hace en medio de la escasez. Él nos
ama y desea que estemos preparados para cualquier
sea el escenario. Como dijo el apóstol Pablo:

…he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi


situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abun-
dancia; en todo y por todo estoy enseñado… (Filipen-
ses 4:11-12).
56
Te has preguntado… ¿Qué haría si lo perdiera todo?
O por el contrario, ¿Qué haría si me volviera multimi-
llonario?

Para cualquiera de las situaciones se requiere de sa-


biduría, fe, temor de Dios y un gran sentido de ma-
yordomía. Yo sé de personas a quienes Dios les
bendijo con gran abundancia y la despilfarraron, o
que se llenaron de orgullo y altivez, así como de
aquellos que han sido excelentes administradores de
la abundancia que Dios les legó, y siguen humildes
ante Él.

Por otro lado, sé de personas que atravesaron prue-


bas financieras, y fueron fieles a Dios en medio de la
escasez, sin perder nunca su fe y gozo en Dios.

Así mismo conozco de aquellos que en medio de la


necesidad pecaron, vendiendo su integridad, o se
llenaron de amargura al no ver la abundancia que
tanto anhelaban.

Al final de todo, la clave de la victoria está en apoyar-


se en Dios y hacer nuestra parte. Pues Dios nunca
falla en hacer la suya. ¡Qué hermoso es servir al
Dios que es rico en recursos, rico en gracia y rico en
misericordia!

Múltiples Fuentes De Ingreso


Muy bien. Ahora creo pertinente establecer un princi-
pio prácticamente universal entre los ministerios de

57
avanzada. Y es el hecho de que aparte de tener muy
claros sus objetivos financieros para el ministerio;
además cuentan con un modelo financiero de vía
múltiple. Es decir, que obtienen sus fondos a través
de diversas iniciativas.

De manera que, si deseamos tener éxito en el minis-


terio, es totalmente legítimo modelar algunas estrate-
gias financieras de los ministerios de avanzada. Cla-
ro está, sin perder nuestra identidad ministerial y
manteniendo nuestros valores y principios.

En este sentido podemos ver que existen diversas


formas de obtener los fondos requeridos para el mi-
nisterio. Entre las más comunes podemos mencio-
nar:

-Las ofrendas o donativos regulares: En un ministerio


pastoral podría incluir los diezmos, las ofrendas re-
caudadas en los servicios, etc. En un ministerio mi-
sionero serían las ofrendas de compromiso hechas
por los que respaldan ese ministerio.

-Las ofrendas o donativos especiales: Aquí se po-


drían incluir las contribuciones financieras para pro-
yectos específicos. Se pueden mencionar contribu-
ciones para un viaje misionero, pro-templo, una cru-
zada evangelística, día del pastor, etc.

-Las contribuciones en especie: Muchas veces los


donantes tienen la opción de dar su contribución, NO
con dinero, sino dando los materiales necesarios o
parte de ellos. Ejemplo de esto podría ser la dona-
58
ción de un terreno, materiales de construcción, las
volantes para una cruzada o concierto, comida para
la cena de aniversario, o mano de obra dado el caso.

-Los patrocinios y descuentos: Estos pueden ser a


través de agentes externos y/o donantes actuales,
sean entidades públicas o privadas. En este tipo de
contribución podríamos mencionar donaciones o des-
cuentos en boletos de avión, hoteles, material publici-
tario, etc.

-Los canjes e intercambios: Estos se dan mucho en


el ámbito de la publicidad u otros tema afines. Por
ejemplo, un concierto a realizar por una iglesia hace
un canje publicitario con la imprenta que hará las vo-
lantes. La imprenta le hace las volantes a medio pre-
cio a cambio de que la mencionen en los anuncios
radiales como patrocinador del evento.

-Las ventas de productos y materiales: En un minis-


terio musical sería las ventas de los discos compac-
tos; para un predicador podría ser las ventas de sus
libros, etc. Incluso, he visto ministerios, que igual que
el nuestro, promueven y comercializan sus audios,
videos, cursos, libros, etc., en sus sitios de internet.
O también los venden a través de otros sitios como
amazon.com, itunes.com, lulu.com, etc.

- Los eventos y actividades: En esta área he visto


todo tipo de eventos o actividades que entre sus obje-
tivos está el recaudar fondos. Conciertos, congresos,
seminarios, muestras de arte, noche de talentos, ven-

59
ta de patio, retiros, tarde de sombreros o té, concur-
sos culinarios, cenas de gala o aniversario, etc. Solo
por mencionar algunas.

He podido observar ministerios que anualmente re-


caudan millones de dólares. Y lo logran solo de una
de las iniciativas mencionadas. En nuestro caso par-
ticular, nuestros audios, videos, libros, etc, han sido
adquiridos por un enorme número de personas. Y nos
han ayudado en cierta medida a lograr nuestros obje-
tivos financieros.

Por otro lado, he visto ministerios que se sostienen


en gran parte de los congresos y seminarios que rea-
lizan. Mientras que otros, han logrado captar una
cantidad impresionante de donantes, que mes tras
mes les reportan sumas importantes en donaciones.

Ministerios serios como World Vision4, que alimenta y


ayuda a niños pobres alrededor del mundo, promue-
ven en su publicidad que con un dólar diario puedes
ayudar a un niño en extrema pobreza.

A manera de ejemplo, veamos algunos números. Si


cien personas aportan un dólar diario (treinta al mes),
esto representa unos treinta y seis mil ($36,000) al
año. Y si son mil personas las que aportan vendría a
ser alrededor de $360,000. Y diez mil donantes re-
presentan arriba de tres millones al año en aportes
para la obra de Dios, $3,600,000 para ser exactos.
Queda claro el potencial.

60
La Clave De La Abundancia Financiera
Cuando Dios me llamó a servirle, fue algo realmente
impactante. Yo trabajaba muy dignamente como pro-
fesor de lengua inglesa en un colegio secundario de
mi país. Estaba recién casado, y mi plan era trabajar
de profesor y servir a Dios. Lo cual aun hoy conside-
ro muy viable y digno. Pero Dios tenía planes algo
diferentes para mí.

En la insistencia de Dios yo le replicaba que Él debía


hablar primero con mi esposa. Ya que ella se había
casado con un profesor que predicaba, no con un
predicador de tiempo completo. A lo cual Dios acce-
dió por casi año y medio, mientras el llamamiento me
quemaba por dentro. Hasta que un día sucedió!

Mi esposa, una mujer de Dios con buen discernimien-


to, vino llorando diciéndome que Dios le había dicho:-
Sírvanme que Yo les sostendré-. Lo cual era aún
más desafiante debido a que ahora teníamos a una
hija pequeña y recursos muy modestos. Así
que…oramos, lloramos juntos y nos armamos de fe
para dar el paso siguiente.

Al día siguiente fuimos a la oficina de nuestro pastor.


Y contrario a lo que yo pensaba, no desaprobó nues-
tra decisión, más bien nos impartió fe, destruyó nues-
tros temores. Oró por nosotros. Y para nosotros eso
era lo único que necesitábamos en ese momento.

Desde ese día Dios nos ha sostenido. Hemos visto


su mano en los momentos de abundancia (que han
61
sido muchos), así como en los de escacez. Pero so-
bre todo hemos aprendido tres lecciones fundamenta-
les.

Primeramente, que nuestras finanzas están en las


manos de Dios. Pero que también Él ha puesto sus
finanzas en nuestras manos. Por lo cual debemos
ser buenos administradores de las mismas, ya que
sin duda tendremos que dar cuenta ante Dios, tanto
como ministros, así como creyentes que somos.

En segunda instancia, hemos aprendido que lo que


más necesita un creyente no son más recursos, sino
más sabiduría para ser más recursivo. Es decir, la
capacidad de utilizar de manera óptima lo que tiene a
mano. Sean cinco talentos o un solo talento (Mateo
25:14-29).

Y finalmente, hemos podido observar que seremos


juzgados, no según lo que tenemos u obtenemos en
la vida, sino por lo que hicimos con lo que nos fue
dado. Sea que lo consideremos poco o mucho.

Al tener siempre presente estos conceptos espiritua-


les hemos podido crecer financieramente como indi-
viduos, como familia, y claro está, como ministerio.
En ya más de dos décadas de vivir en plena depen-
dencia de Dios he podido verificar algunas claves
para la abundancia ministerial:

1. Las cuentas claras desatan abundancia (2 Corintios


8:21). Las personas obedecerán fácilmente a la voz de
Dios para respaldar a un ministerio, cuando saben
62
que ese ministerio maneja sus finanzas con transpa-
rencia. El no tener nada que esconder, el mantener
una vida transparente traerá credibilidad y confianza.
Por ello, siempre es bueno presentar fotos, informes
o reportes aunque no nos sea solicitado. Si a tu mi-
nisterio lo auditaran hoy…NO debe haber cabos suel-
tos.

2. Cumplir las promesas desata abundancia (Prover-


bios 5:4-5). He podido observar que los ministerios
que fallan en cumplir sus promesas experimentan
problemas financieros. Obviamente, Dios no le con-
fía recursos al que no respalda con sus hechos lo que
dice que va a hacer. Y la gente mucho menos. Reite-
ro, si pides ayuda para algo procura realizarlo o por lo
menos explica si algo lo impidió.

3. La organización y el orden desatan abundancia (1


Corintios 14:40). Los ministerios siempre tienen gran-
des proyectos. Sin embargo, cuando se les pregunta
respecto a los procesos para obtener los recursos, la
mayoría contesta que …Por fe, o que están esperan-
do en el Señor. No son capaces de describir el plan
ni modelo financiero para el ministerio que Dios les
ha dado. Dios no bendice ni respalda el desorden.

4. La generosidad desata abundancia (2 Corintios 9:6).


Aunque pareciera redundante a estas alturas del mi-
nisterio, pero es necesario repetirlo. Para desarrollar
un ministerio sólido es indispensable ser generosos y
aun sacrificiales en nuestro dar. El ser generosos

63
nos coloca en una posición en la que es inevitable
que la abundancia nos alcance.

El secreto de financiero de muchos ministerios con-


siste precisamente en estas premisas expresadas en
este capítulo. Los ministerios que generan recursos
abundantes son aquellos que tienen un buen modelo
o plan financiero, expresado mediante sus presu-
puestos. Ver sus presupuestos nos revela cual es su
llamado, visión, alcance y prioridades.

Además, estos ministerios de alcance han logrado


armonizar las finanzas personales de sus líderes con
las del ministerio. Lo cual ha traído bendición finan-
ciera tanto al ministerio como a sus casas. Han man-
tenido un testimonio claro y demostrado que la gene-
rosidad desata la abundancia de Dios.

64
En base a lo expresado en este capítulo, responde
por escrito a lo siguiente:

¿Cómo describirías las finanzas de tu ministerio?

¿Se maneja tu ministerio con un presupuesto?


Dar detalles

Desde hoy ¿Qué acciones concretas tomarías pa-


ra crecer financieramente?

Si auditaran a tu ministerio hoy, ¿cuál sería el re-


sultado?

¿Cuánto invierto mensualmente para respaldar a


otros ministerios?

65
Capítulo 4

EL SECRETO RELACIONAL
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo
hace su señor;
pero os he llamado amigos, porque todas las co-
sas que oí de mi Padre,
os las he dado a conocer
(Juan 15:15).

Una de las cosas que hace al cristianismo singular,


es que el mismo descansa plenamente sobre la base
de las relaciones. Sin relaciones, el cristianismo es
imposible. Ellas son la esencia y el núcleo mismo de
la fe cristiana.

El cristianismo no está edificado meramente sobre


credos, dogmas o disciplinas, sino más bien sobre la
relación del hombre para con Dios. De hecho, la Bi-
blia narra la historia de las relaciones de Dios con los
hombres, y las subsecuentes implicaciones de esta
relación.

En el evangelio de Mateo, capítulo12, cuando un es-


criba preguntó a Jesús cual era el mandamiento más
grande, él contestó: “Amarás al Señor tu Dios con

66
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente y con todas tus fuerzas”. Lo cual establece
una relación de total entrega hacia Dios. Y Jesús
agregó de inmediato: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. Lo cual establece una relación de igualdad y
empatía para con nuestros semejantes.

De igual forma, los ministerios son exitosos en la me-


dida en que se constituyan en medios de bendición
para otros. Para ello requieren manejar sus relacio-
nes con mano de hierro y guantes de seda, Es decir,
con firmeza y temple. Así como con un sentido de
comprensión y expectativas realistas. Ya que unas
relaciones sanas en tu ministerio repercutirán en tu
casa, y también en tu crecimiento ministerial.

Y es que por lo general, los ministerios que han lo-


grado dejar una huella en el cristianismo han mane-
jado sus relaciones de manera sabia y estratégica.
Los que llegan lejos, reconocen que lo han logrado
gracias al empuje y respaldo, fruto de sus relaciones
con amigos, familiares, mentores, líderes, etc, que en
momentos clave les han ayudado.

Como lo expresara un gran hombre de Dios:


“Si he llegado muy alto, es simplemente porque
subí sobre los hombros de gigantes de la fe”

De igual forma, muchos de los fracasos en el ministe-


rio tienen que ver con el mal manejo de las relacio-
nes. Lamentablemente, observamos personas que
aman las multitudes, pero no toleran a la gente. Que

67
son una miel ante las cámaras pero son una hiel con
sus hijos. Que no perdonan la más mínima falta en
sus colegas, pero desean la comprensión de sus de-
bilidades.

Definitivamente, Cristo no se equivocó cuando ense-


ñó que la marca de un verdadero discípulo eran sus
relaciones. Jesús dijo: “En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los
otros” (Juan 13:35).

La Gente De Tu Ministerio
En este sentido, todos los que abrazamos el ministe-
rio tendremos que tratar con diversos tipos de perso-
nas. Y amarlas genuinamente. Veamos algunos.

Primeramente, encontramos a los curiosos. Que son


aquellos que ven nuestros ministerios como algo no-
vedoso. Quizás lo mencionen en sus conversacio-
nes, pero no irán más allá. Dales más información.

Luego vemos a los seguidores. Que son aquellos


que sientes atracción por nuestro ministerio y se
mantienen al tanto del mismo, y creen que es ge-
nuino. Nos seguirán por las redes sociales. Incluso
asistirán a nuestras reuniones o eventos, pero no se-
rán parte de nuestro ministerio. Mantente en contac-
to.

Luego están los consumistas. Que son los que les


encanta recibir de nuestro ministerio. Respetan y son

68
sensibles a nuestra unción y estilo de ministerio. Pe-
ro, aunque compran nuestros libros y materiales, y
ofrendan en nuestras reuniones, aun no se sienten
parte de nuestro ministerio. Minístralos

Además, podemos observar a los comprometidos.


Ellos han hecho un pacto con Dios de apoyarte en lo
que les sea posible. Usualmente son los que sostie-
nen con sus finanzas y oraciones a la mayoría de
ministerios; sea musical, pastoral, misionero, evan-
gelístico o de otro índole. Hónralos.

En un nivel más profundo, encontramos a los valien-


tes. Ellos lo dan todo por tu ministerio. No solo creen
en tu llamado. ¡Creen en ti¡ Son los que dan sacrifi-
cialmente y están siempre reclutando a otros para
que apoyen tu ministerio. Te defienden a capa y es-
pada. Nunca son parte del problema sino de la solu-
ción. Te aman lo suficiente como para decirte la ver-
dad. A estos…dales información, mantente en con-
tacto, minístralos, hónralos y cuídalos.

Finalmente, están los detractores. Estos te adversan


con razón o sin ella. Siempre tienen algo malo que
decir de ti, tu familia o forma de ejercer el ministerio.
A veces quisiéramos que se fueran y no se van. Pero
ellos nos ayudan a orar más, mantenernos humildes,
centrados y alertas. A veces son ellos los que nos
mueven a la excelencia. A estos…ámalos más, y no
les quites el ojo de encima.

69
A ninguna de estas personas mencionadas debemos
desestimarlas. Pues nuestro trato y sabiduría puede
llevarlas a sacar lo mejor de sí mismos. Y en muchos
casos han llegado a ejercer más tarde ministerios
fructíferos para Dios.

He sido testigo de detractores que se han convertido


en comprometidos o valientes. Así como, lamenta-
blemente, he visto valientes convertirse en detracto-
res. Por ello debemos pedir a Dios, nos de gracia y
favor para tratar con todo tipo de personas, no impor-
ta como sean. Lo que importa es lo que pueden lle-
gar a ser al entrar en contacto con nuestros ministe-
rios.

Las posibilidades son virtualmente inagotables para


el ministerio que sepa sacar el mayor provecho de
sus relaciones. Una relación ministerial bien llevada
puede producir resultados hermosos para el reino de
Dios.

Por ello, si deseamos avanzar hacia la estabilidad y


madures ministerial, tenemos que interactuar con
otros ministerios. No es posible avanzar si no desea-
mos tratar con otros colegas. Debemos respetar y
reconocer lo que otros hacen para Dios. Y no caer
en el error de pensar que nuestra visión es la única
digna de atención, respaldo y credibilidad.

Recuerdo la experiencia con unos siervos de Dios


que me dijeron: -Siervo, ¿Ya entró en la visión de
Dios?- A lo cual yo les expliqué que, por supuesto,

70
estaba en la visión que Dios nos había encomenda-
do. Pero cual fue mi sorpresa cuando ellos me dije-
ron que si yo no abrazaba su “sistema de crecimien-
to”, yo estaba fuera de la visión de Dios.

Sin embargo, lo más curioso es que esta situación se


repitió a través del tiempo, con diferentes colegas, y
diversos modelos ministeriales. Cada uno alegaba
que el que no ejercía el ministerio en la forma que él
lo hacía, entonces estaba fuera de la visión y el mo-
ver de Dios.

Afortunadamente, Dios me dio sabiduría y tacto para


tratar con cada uno de estos ministerios. Al punto que
con algunos de ellos mantenemos, hasta el presente,
una hermosa relación. Y bajo un clima de camarade-
ría hemos participado mutuamente de nuestros minis-
terios.

En este sentido, existen algunas verdades ministeria-


les que nos pueden ayudar en las relaciones entre
ministerios. El comprenderlas y aplicarlas, hacen
sumamente provechosas nuestras relaciones ministe-
riales. No importa el alcance, estilo, tamaño o tipo de
ministerio que estés desarrollando, necesitas manejar
estos conceptos.

La primera verdad a considerar es que los ministerios


no compiten, más bien se complementan. Yo tengo
algo que aportar a tu ministerio, y de igual forma tu
ministerio tiene algo que puede enriquecer al mío. Y
la verdad, mi ministerio es lo que es hoy, gracias a

71
diversos ministerios que nos han compartido de su
sabiduría, y sus estrategias (1 Corintios 3:6-7).

Lo segundo, es que no existen ministerios mejores


que otros, simplemente son diferentes. No es mejor
ser evangelista de lo que es ser pastor; ni es más
valioso ser ministro de alabanza de lo que es ser mi-
sionero. Lo importante es que seamos fieles y demos
lo mejor en el lugar que Dios nos ubicó. Pues cada
cual recibirá galardón según lo que haya hecho en su
esfera de acción (1 Corintios 3:8).

En tu relación con otros ministerios, comprende que


los resultados son tan importantes como los medios
para alcanzarlos. Es tan importante hacer crecer tu
ministerio, como lo es la forma en la que lo hagas. Tu
relación con otros ministerios debe tener motivos sa-
nos, porque “el que lucha como atleta, no es corona-
do si no lucha legítimamente” (2 Corintios 2:5).

De igual forma asimilemos que como ministerios to-


dos somos el Juan el Bautista de alguien más. Es
decir, que muchas veces, aun sin quererlo o saberlo,
somos la plataforma para que otro crezca mucho
más. Y debemos tener el carácter para entender
cuando “es necesario que él crezca, pero que yo
mengue” y viceversa. Si interactuamos con esto en
mente, todos ganamos (Juan 3:22-30).

Estos principios, los cuales hemos procurado honrar


en nuestras relaciones con otros ministerios, han
producido bendiciones y experiencias valiosas. Han

72
tomado malos entendidos y los han convertido en
lazos más profundos de amistad. Han hecho posible
el ministrar cómodamente junto a ministerios muy
diferentes. Además, en repetidas ocasiones, se han
constituido en el vehículo de expansión de nuestro
ministerio. Y han generado conexiones estratégicas
que perduran hasta el día de hoy.

Conexiones Divinas
Ahora bien, en el proceso de relacionarse con otros,
Dios puede producir encuentros providenciales. Los
mismos tienen el potencial de afectar nuestras vidas
y ministerios de forma muy positiva. Y lo pueden ha-
cer en una dimensión que solo Dios puede cuantificar
o medir.

En el ámbito cristiano evangélico a estas “conspira-


ciones” orquestadas en los cielos, muchas veces se
les denomina “conexiones divinas”. Y la Biblia nos
muestra sus implicaciones, resultados y lecciones
que aprender.

Ahora bien, es importante aclarar que una conexión


divina no es simplemente una amistad, o una persona
que te es de bendición, ni alguien que te encontraste
en circunstancias raras. Toda vez que su contacto
contigo implica planes entretejidos en los cielos, y
solamente después de desenlazados los hechos es
que comprendemos el designio divino.

73
En esa dimensión, podemos identificar varios tipos de
conexiones divinas. Las cuales revelan las diversas
facetas y ramificaciones posibles dentro de las mis-
mas. Que al analizarlas nos brindan verdaderas per-
las para nuestras vidas y ministerios.

La primera faceta tiene que ver con el factor tiempo.


Pues hay individuos que Dios usa para marcar nues-
tras vidas durante periodos prolongados de tiempo.
Así como los hay que en un encuentro fugaz dejan
una huella indeleble en nuestras vidas.

Conexiones divinas de estos tipos las vemos, por un


lado, las de duración más extensa, como la de David
y Jonathan registrada en el libro de 1ra Samuel 18.
La forma en que sus espíritus se ligaron muestra la
mano de Dios, ubicando a alguien cercano al trono
como confidente de David. Para preservar su vida y
desatar el plan de Dios en David. En el nuevo testa-
mento vemos a Pablo en Filipos, en donde Lidia, la
vendedora de telas, fue una conexión muy valiosa
para Pablo desde ese momento y ayudó a sostenerlo
durante gran parte de su ministerio (Hechos16;11-15, 40,
y Filipenses 4:14-20).

Y por el otro lado apreciamos los fugaces como el


encuentro de Jesús y la mujer Samaritana en el pozo
de Jacob, registrado en Juan capítulo cuatro. El cual
preparó a los Samaritanos para el mensaje de Jesús.
O el caso de Pedro y Cornelio en Hechos diez, el cual
abrió la puerta del evangelio y la llenura del Espíritu
Santo a los gentiles. Ambos fueron encuentros muy

74
cortos, pero significativos, al igual que el de Felipe y
el etíope en Hechos capítulo ocho.

La segunda faceta tiene que ver con el propósito.


Dios en su previsión puede mandarte a alguien que
tiene acceso a algo o alguien que tú necesitas, y que
por tus medios te es imposible accesar. Un caso in-
teresante lo vemos en el sirio Naamán, registrado en
1 Reyes 5. Vemos que fue una esclava israelita la
que conectó a Naamán con el profeta Eliseo, y por
ende con su milagro. En el nuevo testamento fue
Bernabé la vía de Dios usó para que Saulo tuviese
acceso a los apóstoles (Hechos 9:27-30).

Por otro lado, la conexión divina podría tener un pro-


pósito diferente. Este podría ser el de brindarte in-
formación clave en base al plan de Dios para tu vida
o ministerio. De manera que esto lo podemos ver en
la vida de David. Él ignoraba si alguien de la casa de
Saúl quedaba con vida para mostrar misericordia. La
información que poseía Siba le cambió la vida a
Mefiboseth (2 Samuel 9). Así mismo la información que
Dios daba el profeta Eliseo guardaba a los israelitas
de las emboscadas de los Sirios (2 Reyes 6:8-23).

En una ocasión un ministro que visitaba con frecuen-


cia mi país, me decía que a él nunca le pagaban los
boletos aéreos cuando lo invitaban a ministrar en mi
país. Pero que observaba que mí sí. De manera que
yo decidí bendecirle con información que le permitie-
se recibir el mismo trato que yo recibía. En este ca-
so, que le pagarán su boleto aéreo. Así pues, le

75
compartí que decir, como decirlo y cuando. Y como a
las dos semanas me llamó testificándome que le ha-
bían invitado nuevamente, pero ahora con boleto aé-
reo incluido. ¡A Dios sea la gloria!

Yo espero que la información que comparto contigo


en esta ocasión, te sirva en alguna medida, para lle-
var tu ministerio al siguiente nivel de bendición. Sería
un honor ser la conexión divina que Dios utilice para
expandir el alcance y excelencia de tu labor ministe-
rial.

La verdad es que el límite de los propósitos que pue-


de Dios encerrar en una conexión divina pueden ser
muy variados. Estos que te presento son solamente
ejemplos posibles de los mismos.

La tercera tiene que ver con el agente. Es decir, el


vaso que Dios escoge usar para desatar su plan en
nuestras vidas, y llevarnos al siguiente nivel. Y en
esta materia queda claro que nuestro buen Dios
puede usar a cualquiera para marcar nuestras vidas.
Por ello no podemos menospreciar al agente que
Dios ponga en nuestro camino. Su palabra nos reve-
la que esta conexión divina puede estar envuelta en
vestiduras de rey o de mendigo.

En un caso extremo, podríamos mencionar la singular


situación en que la mula de Balaam, fue la portadora
de la reprimenda contra el corrupto profeta, a fin de
salvarle la vida del juicio angélico (Números 22:21-35).

76
Ante una posible conexión divina, nuestra postura
siempre debe ser de humildad y discernimiento. Sea
que Dios nos conecte con un príncipe o con un sir-
viente. Yo he sido marcado tanto por famosos hom-
bres de Dios así como por ministros que permanecen
en el anonimato. Pero a ambos Dios ha usado para
darme acceso a escenarios e individuos clave para el
avance de la obra que realizo para Él. La información
y conocimientos específicos, tanto de cristianos como
de no creyentes, me han permitido hacer las cosas
mejor, más rápido y con menos esfuerzo.

No existe la manera de enfatizar lo suficiente el valor


de una conexión divina. Pues ellas son los lápices
que muchas veces Dios ha utilizado para moldear
nuestro ministerio. Muchas veces sin ellos saberlo,
han transformado mi vida, han purificado mis motivos
y me han desafiado a creerle a Dios con más fuerza.

La Necesidad De Un Mentor
Además de las conexiones divinas, existe un tipo de
relación en el mundo ministerial que es de inestima-
ble valor. Ya que la misma puede acelerar el proceso
de crecimiento ministerial de forma exponencial.

La relación a la que nos referimos tiene que ver con


la interacción entre un mentor y un aprendiz. Esta, al
ser bien llevada, tiene el potencial de desatar impre-
sionantes bendiciones. Y la verdad, no existe mane-

77
ra para enfatizar lo beneficioso que es contar con un
buen mentor.

De hecho, hoy en día, la necesidad de mentores es


imperativa, más que nunca. Pues las demandas y
exigencias del ministerio contemporáneo; así como la
falta de valores y desarrollo de carácter así lo ameri-
tan. Sin olvidar también la adicción al “éxito” y el ac-
tivismo, pasando por la mentalidad de lo instantáneo,
lo automático y la filosofía del menor esfuerzo que
abundan hoy en día.

Por otro lado, los ministerios que se manejan sin la


mentoría de otros siervos de Dios, se enfrentan a un
camino más difícil y tortuoso. Sin embargo, aquellos
que cuentan con la enorme bendición de reconocer e
interactuar con un mentor, se desarrollan de manera
más sana, y estable. Por lo general sus ministerios
perduran en el tiempo, y muchos llegan a ser mento-
res de otros.

Para comenzar, es importante asimilar en que consis-


te un mentor y cuales son sus características, funcio-
nes y beneficios de contar con uno. Además de cla-
ves para sacar el mayor resultado de esta relación.

Con el objetivo de valorar la influencia de un mentor,


primero analicemos su origen. Y de esta forma ve-
remos lo importante que es contar con uno.

Según el diccionario virtual http://definicion.de, el tér-


mino mentor es de origen helénico. El mismo viene
del nombre Méntor, consejero de Telémaco, dentro
78
del marco de la obra “La Odisea”. Este personaje de
la mitología griega era hijo del Álcimo y amigo de Uli-
ses. Por extensión, el concepto de mentor se refiere
a quien actúa como guía y consejero de otra perso-
na5.

La misma fuente expresa que la relación entre el


mentor y el aprendiz o discípulo se conoce como
mentoría. Y que a través de este vínculo, el mentor
comparte su experiencia y conocimientos con la otra
persona para que esta pueda desarrollarse con éxito
a nivel profesional, personal, y en nuestro ca-
so…ministerial. Y cabe destacar que la mentoría se
asocia a un proceso informal de enseñanza. Y no se
sigue un programa de estudios o evaluaciones como
en una escuela.

Por otro lado, la forma en que el aprendiz recibe la


enseñanza se da en forma verbal, por medio de con-
versaciones y enseñanzas en medio de su conviven-
cia con el mentor. También el aprendizaje se produ-
ce al abordar, analizar, y dado el caso, resolver situa-
ciones concretas.

En otro orden de pensamiento. Dependiendo de la


afinidad en la relación de mentoría, podemos identifi-
car varios tipos de mentores.

Primero que nada se verifica la mentoría por paterni-


dad (1 Corintios 4:15). En ella el mentor ha sido el ges-
tor de toda la relación. Y viene a ser como un padre

79
para el discípulo, y así se considera el mentor por su
parte; con todo lo que ello implica para ambas partes.

Luego apreciamos la mentoría por adopción (Hechos


16:1-3). En esta el mentor acoge bajo sus alas al dis-
cípulo, aunque el mentor no sea quien engendró en
Cristo al discípulo. El mentor observa el potencial del
discípulo, y bajo su tutela lo hacer florecer.

A un nivel diferente, entonces vemos la mentoría por


especialización (Hechos 18:24-28). En la misma pode-
mos apreciar como Dios nos envía a alguien que co-
noce y maneja con pericia algún elemento que nece-
sitamos aprender. Esta persona nos toma bajo sus
alas, y no descansa hasta vernos como expertos en
determinada actividad. Pues sabe que sin el manejo
de esa destreza jamás lograremos nuestro destino.

En ese mismo ámbito observamos la mentoría por


temporada (Hechos 15:39-40). Son personas cuya mi-
sión no es estar a nuestro lado para siempre. Sino
que han sido puestos a nuestro lado para una tempo-
rada específica, ya sea de crisis, formación o apren-
dizaje, pasada la cual Dios mismo nos separa. Pablo
fue mentoreado por Bernabé, y luego al separarse,
Pablo mentoreo a Silas.

Finalmente, se muestra lo que es la mentoría por co-


nexión (Filemón 1:1-21). Que es cuando nuestro mentor
nos pone en manos de otro mentor. Esto podría dar-
se porque a criterio del mentor previo, bajo la tutela
del segundo, lograremos cosas que con él no serán

80
ya posibles. Y en algunos casos por enfermedad,
incapacidad o muerte del primer mentor.

Ahora bien, un mentor presenta ciertas cualidades


que lo identifican. Las mismas viene a constituir su
anatomía. Estas son muy útiles a la hora de discernir
quien es en realidad un mentor y como debe condu-
cirse. Y de ser tú uno, puedas modelar estas carac-
terísticas al mentorear a otros.

Un mentor posee conocimiento especializado en su


área de experticia, y sabe como comunicarlo. No es
un mero conocimiento académico aprendido median-
te el estudio formal. Es más allá, pues sabe lo que
hace y como lo hace. Además, conoce los atajos y
las implicaciones de esos atajos y bifurcaciones.

También un mentor posee sabiduría. Es decir, sabe


que hacer con el conocimiento que posee. Por lo
cual es capaz de sacarle el máximo a cada pieza de
información que está a su alcance. Sabe catalogarla,
valorarle y bajo que criterios utilizarla para un óptimo
desempeño.

Es alguien de experiencia probada. De hecho, esa


sabiduría y conocimiento han sido probados mediante
la experiencia. Buena parte de sus métodos y estra-
tegias están respaldadas por su larga experiencia y
trayectoria en su campo de acción.

El mentor exhibe discernimiento y agudeza mental


especiales. Esto le permite percibir elementos que
escapan a la vista de la mayoría. Gracias a esto es
81
capaz de ver en el aprendiz, lo que nadie es capaz de
observar, y en consecuencia ejercer la mentoría des-
de una posición de claridad y ventaja.

Quien es un verdadero mentor está armado de pa-


ciencia. Pues no solo disfruta de los logros de su
aprendiz, sino que también disfruta del proceso y la
relación. Sabe esperar a que el aprendiz esté listo, y
es capaz de interpretar el ritmo de su discípulo. Así
se mueve con paso seguro y firme en su labor de
mentorear.

Además, se reconoce al mentor por el fruto. Es decir,


no solamente tiene una línea de logros y ejecutoría
personales sino que también ha sido capaz de re-
producir ese fruto en las vidas de aquellos cuyas vi-
das ha influenciado. No solo sabe triunfar…sabe ha-
cer triunfar a otros.

Por último, la marca más visible en los mentores es


su legado. La enorme mayoría ha dejado mecánicas,
métodos y estrategias que dan resultado en diversos
ámbitos. Y que se han convertido en modelos de
mejores prácticas en sus industrias o instituciones.

Ahora bien, los mentores realizan una labor, que


aunque no está institucionalizada, ha producido indi-
viduos únicos. Los cuales han moldeado la historia y
han marcado a su generación.

En este orden de ideas, los mentores funcionan en la


labor de facultar a sus protegidos. Impartir herra-
mientas y conocimientos a sus aprendices. Además,
82
los impulsan hacia su destino, y también los frenan
cuando ven en riesgo a sus pupilos.

Por otro lado, los mentores cumplen un oficio formati-


vo en el carácter y las conductas de sus mentorea-
dos. Les ayudan a ganar, y a ganar de forma legíti-
ma. De vez en cuando los ponen a prueba, a fin de
medir su crecimiento. Y cuando ya su trabajo está
hecho, tienen la capacidad de dejarlos ir si es nece-
sario.

En nuestras vidas la influencia de los mentores impli-


ca algunos valores agregados, además del simple
hecho de estar bajo su tutela.

-El ser mentoreado te brinda algún grado de cobertu-


ra. La que pudiese manifestarse en la forma de pro-
tección, respaldo o recomendación. Además, de esa
relación se generan conexiones estratégicas. Y brin-
da acceso a conocimiento, metodologías y estrate-
gias hasta cierto grado restringidas o de carácter ex-
clusivo.

-Por otro lado, el ser mentoreado te brinda un sistema


sano de dar cuentas, así como un medio para evaluar
y corregir conductas. Y lo más importante, la plata-
forma de una amistad sumamente edificante.

Por ello, se hace necesario marcar los parámetros


dentro de los cuales se desarrolla el proceso entre el
aprendiz y su mentor. En esta manera, la relación
será de alto impacto, tanto para el aprendiz como
para el mentor.
83
Pues, como queda claro que este tipo de relación es
bilateral. Una relación de carácter mutuo, en la que
se recibe en ambas vías. Y para que esta sea fructí-
fera, la misma debe descansar sobre acciones con-
secuentes por ambas partes.

-La mentoría implica mutuo respeto. Así ambos re-


conocen lo que Dios ha dado a cada cual. Y por su-
puesto, implica mutua admiración. En esta relación el
mentor admira el potencial del discípulo y el discípulo
admira el modelo de éxito que el mentor representa
para él.

-El proceso entre el mentor y su mentoreado implica


apoyo mutuo. Toda vez que la naturaleza misma del
proceso indica que el mentor está para guiar al discí-
pulo hacia su pleno desarrollo. Pero esto se hace
imposible son la participación activa del discípulo. Se
requiere del apoyo del discípulo. Lo cual nos lleva a
la mutua responsabilidad. Ya que si el discípulo no lo
logra, también el mentor habrá fracasado. Ambos
tienen una responsabilidad compartida hacia la ob-
tención de los objetivos de la mentoría.

Por todo lo expuesto en cuanto a la mentoría; queda


claro que necesitamos al menos un mentor. Si no lo
tienes…ora al Señor que te ayude a discernirlo, si
está tan cerca que lo vez, o que te muestren donde
está si está lejos para entrar en contacto. Y si ya tie-
nes uno o más mentores…cuídalos y hónralos con
tus triunfos.

84
Será el mejor tributo que puedas ofrecerles.

Relaciones Públicas
Hasta aquí hemos explicado el aspecto de las rela-
ciones del ministro y el ministerio desde un punto de
vista espiritual y práctico, y hasta informal. Sin em-
bargo, el aspecto más formal o sofisticado, también
es importante para el que sirve a Dios. Y hoy más
que nunca afecta de manera directa como nuestro
ministerio es percibido.

En este tiempo de comunicaciones globales, redes


sociales y acceso instantáneo a la información cobra
todavía más vigencia. Es tan importante, que de esta
realidad han surgido frases referenciales a nuestras
relaciones y como nos perciben los demás. Frases
como: -“La primera impresión es la que cuenta”-, o -
“como te ven te tratan”-, -“Dime con quien andas y te
diré quien eres”-etc; que aluden a la importancia de lo
que se conoce como relaciones públicas.

Muchos ministerios no han entendido que según más


influyente y creciente se vuelve un ministerio, mayor
cuidado a las relaciones públicas debe ser dedicado.
He sido testigo de como servidores de Dios han caído
en descrédito por no saber manejar esta área tan po-
co atendida por los ministerios.

Pero ¿Qué será esto de las relaciones públicas?

85
Según Wikipedia, las relaciones públicas tienen que
ver con el crear, modificar y/o mantener la imagen
positiva ya sea de una empresa, organización, ente
público o privado, o persona; y fortalecer los vínculos
con todos sus públicos, utilizando diferentes estrate-
gias, técnicas e instrumentos6.

En este sentido, unas buenas relaciones públicas


cumplen un fin preventivo; evitando que como minis-
terio cometamos errores en nuestras relaciones ex-
ternas. De igual forma nos ayuda en nuestro alcance
social y de liderazgo en nuestra región.

Jesús manejo sus relaciones públicas con gran habi-


lidad. Sabía a cuales eventos sociales y religiosos
asistir, cuando responder una pregunta y cuando
guardar silencio (Juan 2:11, 8:3-11, 11:56). Pablo após-
tol, de igual forma, era un experto en el manejo de
situaciones tensas y sensibles. Y además sabía como
interactuar tanto en el ámbito gubernamental y de
relaciones internacionales, así como en lo comunita-
rio y con altos prelados eclesiásticos (Hechos 9:15, 23:1-
9, 26:28).

En este tiempo, es fundamental que sepamos expre-


sarnos con prestancia ante los medios de comunica-
ción. Debemos ganar liderazgo social en nuestras
comunidades. Además, debemos ser capaces de
manejar negociaciones y relaciones con personajes
de alto perfil económico, social, político, artístico, de-
portivo, etc. Y siempre dejemos un impresión digna,
la cual seguro nos dejará puertas abiertas para influir

86
positivamente. Y nunca olvidemos… que como cre-
yentes y ministerios estamos representando al reino
de Dios en la tierra.

La palabra de Dios nos amonesta que debemos cui-


dar nuestro conducta y testimonio con los no creyen-
tes (Colosenses 4:5). Seamos pagadores puntuales con
nuestros proveedores, y hagamos nuestras transac-
ciones con claridad y dejar lugar a dudas ni a cues-
tionamiento alguno.

En cuanto a la impresión que dejamos a nivel perso-


nal, debemos prestar mucha atención. De ser nece-
sario, busquemos la asesoría de un asesor de ima-
gen que nos ayude. Ellos saben muy bien como ar-
monizar tu imagen externa (compuesta tanto por el
aspecto físico como por la expresión), a fin de poten-
ciar tus cualidades personales y/o grupales. Recor-
demos que en esta vida, TODO COMUNICA, y por
ello es indispensable que para mandar el mensaje
adecuado, eduquemos a nuestro cuerpo para trans-
mitirlo y que nuestra imagen física no se contraponga
a dicho mensaje, sino que por el contrario, lo refuer-
ce7.

Lo anterior aplica tanto para tus relaciones persona-


les como ministeriales. Por ello el apóstol Pablo es-
tableció que lo que las personas VEN y ESCUCHAN
respecto de ti, moldea en gran medida la opinión que
tendrán de tu persona. Y por extensión también de tu
ministerio (2 Corintios 12:6).
Debemos entender algo muy relevante para nuestras
vidas y ministerios. Y es que así como lo de dentro es
importante, también lo de afuera tiene su importancia.
87
Y lo que las personas ven debe ser el reflejo de la
excelencia interior que hay en nosotros. Y es que
siempre es bueno que un excelente perfume, tenga
también un excelente envase.
Somos vasos de barro, y dentro de nosotros llevamos
el perfume del cielo. Somos portadores del carácter y
la excelencia de un Dios más que perfecto. Y lo me-
nos que podemos hacer es ser unas vasijas limpias,
puras, y ¿por qué no? Agradables a la vista.

88
En base a lo expresado en este capítulo, responde
por escrito a lo siguiente:

¿Cómo describirías unas relaciones personales y


ministeriales exitosas?

¿Buscas activamente ser mentoreado? ¿Por


quién (es)? ¿Cómo?

Desde hoy ¿Qué acciones tomarás para crecer en


tus relaciones?

¿Qué haces cuando Dios te provee una conexión


divina?

¿Qué harás para mejorar tu imagen y relaciones


públicas?

89
Capítulo 5

EL SECRETO TEMPORAL
Tiempo es de actuar, Oh Jehová
(Salmos 119:126)

La media de longevidad a esta fecha está situada en


unos 72 años. Pero asumiendo que se está por en-
cima del promedio, se vive alrededor de 80 años. Y
bueno, si tienes la misma edad que yo al momento de
escribir estas líneas (40 años), entonces ¿Qué hacer
con esas 350,400 horas de vida que, hipotéticamen-
te, nos quedan?

Y si a eso le restamos, por obligación, el tiempo de


sueño, alimentación, aseo, transporte, etc; no es mu-
cho lo que queda para hacer algo de significado real
en la vida. Lo que podemos hacer con esos 86400
segundos diarios se ve disminuido en gran manera. Y
el tiempo no acepta disculpas, sigue corriendo sin la
más mínima misericordia. Tampoco acepta sobornos,
ni puede ser comprado, es un recurso no renovable.
Por ello hay que utilizarlo de forma responsable, con
la conciencia de que “si vivimos, para el Señor vivi-
mos” (Romanos 14:8).

90
La Biblia, en Eclesiastés 9:12 dice que tampoco el
hombre conoce su tiempo. Y lo dice en el sentido del
desconocimiento del futuro, sea para bien o para mal.
Y definitivamente no sabemos si mañana estaremos
con vida. Pero lo que sí sabemos es que seremos
juzgados por como hicimos uso del tiempo que se
nos concedió dentro de este cuerpo (2 Corintios 5:10).
Por esta razón, yo por mi parte, hago mía la oración
del salmista:

Enséñanos de tal manera a contar nuestros días,


Que traigamos al corazón sabiduría (Salmos 90:12).

Como servidores de Dios, la carga horaria es todavía


más comprometida. Y así nos damos cuenta de una
gran verdad. Y esta es que NO podemos administrar
el tiempo, pues el tiempo está por encima de noso-
tros. Solo podemos administrar aquello que está bajo
nuestro señorío. Y el tiempo no es una de esas cosas
(Hechos 16:26). Pero lo que sí está en nuestras manos
es la capacidad de decidir que hacer durante esas 24
horas que el buen Dios nos otorga cada día.

La verdad es penoso reconocerlo, pero una de las


frases que más se escucha de los labios de los minis-
tros es precisamente… -NO TENGO TIEMPO-. Y
ello evidencia la gran necesidad de aprender a mane-
jarnos mejor dentro del tiempo de que disponemos.
O como se dice erróneamente en el lenguaje popular,
aprender a administrar el tiempo.

91
Todo Tiene Su Tiempo
La palabra de Dios nos aclara en Eclesiastés 9:11,
que no son nuestras habilidades físicas e intelectua-
les las que norman nuestro éxito. Que estas ayudan
y son importantes, pero no son indispensables para
lograr el plan de Dios en nuestra vida. Por otro lado,
el elemento que sí se hace imprescindible para
desatar plenamente el potencial que Dios ha soltado
en nuestra vida y ministerio es el discernimiento de
los tiempos. La capacidad de, como declara el texto,
aprovechar el tiempo y ocasión que se nos presenta.
Ser como los hijos de Isacar, los cuales eran entendi-
dos en los tiempos (1 Crónicas 12:32).

Es esa habilidad de entender las temporadas de la


vida y como tomar las oportunidades, lo que nos ayu-
dará a llevar nuestras vidas a una posición de clari-
dad, y por ende de ventaja. Saber que hacer ante el
día malo para salir airoso, así como saber aprovechar
nuestro tiempo de refrigerio y cosecha nos ayudará
más que una vida de esfuerzo y duro trabajo.

La verdad es que todo demanda algo de nuestro


tiempo. Y el segmentarlo con la sabiduría de Dios
será clave en nuestro desarrollo ministerial.

Lo primero aquí es dedicarle tiempo a la planificación.


Tomar lápiz y papel y desarrolla tu plan de acciones
diarias, semanales, mensuales o anuales. Usa el
método que a ti te funciones mejor. Pero hazlo, y

92
apégate a el mismo. Alguien dijo: “El que fracasa en
planificar, ya planificó fracasar”.

Si tu ministerio ha de alcanzar las alturas que Dios ha


puesto en tu corazón, va a requerir un grado de plani-
ficación óptimo. Pues grandes sueños sin planifica-
ción nunca llegarán a ser una verdadera visión. La
verdad si no nos comprometemos a planificar nuestro
día a día, ¿Cómo pretendemos alcanzar los objetivos
tan sublimes que Dios nos ha impartido.

En esa planificación la persona más importante eres


tú. Así que saca tiempo para ti. Tiempo para tu espí-
ritu (orar, ayunar, la palabra etc). Solo así te espíritu
estará fuerte y listo para recibir los susurros del Señor
revelándote sus designios.

Saca tiempo para tu alma e intelecto. Pues quien


sirve a Dios necesita tiempo para pensar, meditar,
estudiar y aprender, y también esparcirse. No olvides
el viejo adagio que dice que una mente ociosa es el
taller del diablo. Pero, por otro lado, una mente ejer-
citada se constituye en una lumbrera en medio de la
oscuridad.

De igual forma, saca tiempo para tu cuerpo. Haz


ejercicio con regularidad, cuida tu salud y alimenta-
ción (no hagas nada durante el año sin primero ha-
certe un chequeo médico general). Y practica el re-
poso creativo, dentro del cual descanses mientras
reflexionas y que también asegúrate de que duermas
adecuadamente.

93
No conozco ningún ministro del evangelio que enfer-
mo logre más para Dios que estando saludable. Y la
verdad es que muchas veces la salud se valora, úni-
camente, cuando ya no se tiene. Dios quiere usar-
nos, y por eso nos amonesta que estemos entera-
mente preparados para toda buena obra (2 Timoteo
3:17). Y parte de esa preparación es estar también
físicamente saludables.

Después que separas tiempo para ti, solo entonces


será tiempo para los demás. Ahora puedes dedicarle
tiempo a las demás personas. En orden de prioridad,
aunque nos sea difícil, está la familia, y luego van los
parientes. Y más allá, entonces sembremos tiempo
en nuestros amigos, colaboradores, colegas, etc.

La palabra de Dios nos dice que como gobernaremos


la iglesia del Señor si primero no gobernamos bien
nuestra casa (1 Timoteo 3:5). Y eso requiere tiempo; no
solo “tiempo de calidad”, sino también cantidad. Que
quede claro, la familia es primero que el ministerio.
Pues sin ella no hay ministerio.

Finalmente, y muy importante, es el invertir tiempo en


producir. Aquí cabe el trabajar, crear, contribuir, dejar
algo para la posteridad, etc. La Bíblia es muy clara
cuando dice que el que no quiere trabajar que tampo-
co coma (2 Tesalonicenses 3:10). El trabajo es digno y
produce satisfacción. Además nos pone en una posi-
ción que la que podemos ser de bendición a otros
(Efesios 4:28).

94
En la medida que te manejes de manera ordenada
con tu tiempo, entonces irás alojando dentro de cada
categoría la medida de tiempo adecuada. Claro está
esto hará en base al impacto que cada área tenga en
tu visión, misión y plan de vida, dentro del cual es
muy importante tu ministerio. Así no perderás ni
permitirás que te hagan perder tiempo.

Lo Que Roba Tu Tiempo


¿Has escuchado la expresión…el tiempo vuela?
Pues es muy cierta. Y todavía más cuando no utili-
zamos sabiamente nuestro tiempo. Y la cosa se po-
ne seria al extremo cuando no sabemos identificar en
que se nos va ese valioso recurso.

En el mundo empresarial con mucha frecuencia se


menciona una gran verdad. Y esta es que ¡EL
TIEMPO ES DINERO! Por ello, valdría la pena el
establecer que nuestro tiempo vale en la medida que
nosotros lo hagamos valer.

En una empresa la tarea que una persona es capaz


de hacer en determinado tiempo se le llama producti-
vidad. Lo cual no es lo mismo que el resultado que
una persona puede lograr en ese mismo tiempo. Por
ejemplo, si yo puedo escribir 200 palabras por minu-
to, o fabricar dos zapatos por hora, eso es productivi-
dad. Pero esta se debe equiparar con el grado de
complejidad y especialización de la labor realizada.

95
En ese sentido, difícilmente un zapatero ganará por
hora más dinero que un cirujano plástico.

La pregunta es ¿En cuánto estás vendiendo tu tiem-


po?

Bajo ese espectro, si algo o alguien te roba tu tiempo,


no importa cuan barato lo vendas, te está robando
dinero. Lo repetiré. El que te roba tiempo, te está
robando dinero. Es más, el tiempo es un bien no re-
novable, pues no puedes por mucho dinero que pa-
gues echar el tiempo atrás. EL TIEMPO QUE SE VA
NO VUELVE. Por lo tanto quien te roba tu tiempo, te
está robando mucho más que dinero. Te esta roban-
do parte de tu vida.

Lo expresado nos estimula a vender caro nuestro


tiempo. No solo en cuanto a trabajo o productividad
se refiere. Sino también en términos de vida. Y
además nos mueve a investigar las cosas, personas
o situaciones que nos roban nuestro tiempo. Estos
ladrones de tiempo, muchas veces operan abierta y
descaradamente. Otras veces, de manera impercep-
tible, encubierta y subrepticia nos quitan la vida.
Veamos quienes son:

El primer elemento en la mafia de los ladrones de


tiempo es la falta de planificación. Y, SÍ acertaste.
Somos nosotros mismos con nuestras conductas y
hábitos no planificados. Nosotros somos los que al
no planificar nuestro día, vemos como se nos va, y no
tenemos idea en que se fue. Al tener esta postura

96
reactiva en lugar de proactiva, somos presa de la im-
provisación. Y así surgen un sinfín de imprevistos
que, con nuestra complicidad hurtan nuestros 86400
segundos diarios. Y si esto lo traducimos en dinero, a
un dólar por minuto. Entonces hemos regalado a la
nada 1440 dólares.

En el otro extremo de los ladrones de nuestro tiempo


tenemos a la ilusión del control. Cuando queremos
controlarlo absolutamente todo terminamos perdiendo
tiempo valioso. Tiempo que podríamos usar en co-
sas de mayor impacto. Los ministerios de alcance
tienen líderes que hacen muy pocas cosas, pero las
hacen muy bien. Lo demás lo delegan o tercerizan.

El próximo ladrón del tiempo ha sido culpable de


muertes de ministros de Dios. Y ese ladrón asesino
es…las reuniones. Vemos ministerios en donde hay
más reuniones que resultados, y dichas reuniones
tienden a ser eternas. Un gran empresario cristiano
decía que todas las reuniones (que eran pocas) que
hacía duraban una hora. ¡No más! Pues si algo se
va a decidir…una hora es más que suficiente.

El cuarto ladrón de tiempo en nuestras vidas y minis-


terios los constituyen los estados emocionales extre-
mos. He visto gente que por un enojo, tristeza o eu-
foria desmedida han perdido tiempo importante. Hay
gente que lleva años enojada, y gastan tiempo ha-
blando mal de alguien que ya ni se acuerda del con-
flicto. Otros invierten literalmente años llorando y de-
primiéndose por lo que salió mal y no fue.

97
El siguiente miembro de la “cosa nostra” del tiempo
es la gente. Muchas veces la forma en que la gente
obtiene nuestro tiempo es muy similar a la manera en
que operan los extorsionistas de la mafia. Ellos lle-
gan a los locales comerciales (gente productiva), ni
siquiera te preguntan si estás ocupado y empiezan a
distraerte. Y si no les prestas toda tu atención tratan
de hacerte sentir culpable.

Cuando alguien viene a mí, lo primero que hago es


preguntarle en que le puedo ayudar. Acto seguido le
digo: -Muy bien, tenemos X cantidad de minutos.
Busquemos la solución-. De igual forma. Cuando
llamo a alguien, de inmediato le pregunto: ¿Tienes X
minutos para mí? Deseo hablarte de X…-. Debo va-
lorar su tiempo.

Otro ladrón del tiempo, que ha logrado disfrazarse


muy bien es la tecnología. Esta, supuestamente está
para hacernos la vida más fácil. Pero hoy es impre-
sionante como se pierde el tiempo hablando y cha-
teando por celular, navegando por internet o subien-
do fotos. Aun hay quienes pasan horas en la red, y si
les preguntas sobre el impacto de ese tiempo en su
visión de vida, simplemente se encogen de hombros.

He aquí algunos consejos prácticos de este servidor


para que la tecnología no te atrape:

-Revisa tus correos electrónicos o redes sociales


UNA SOLA VEZ al día, y hazlo después del medio-
día. Pues está comprobado que generalmente las

98
primeras horas del día son las más productivas. Aun-
que existen muy raras excepciones a esta regla.

-Apaga tu celular en restaurantes, reuniones, conver-


saciones cara a cara, etc. Y si llegará a sonar NO LO
CONTESTES. Es una falta de respeto imperdonable.
Si la llamada es muy importante… te volverán a lla-
mar.

-Si te vas a entretener con video juegos, determina el


tiempo que jugarás, y USA ALARMA para que suene
al llegar al tiempo límite. Parece extremo, pero los
video juegos están diseñados, precisamente, para
que pierdas la noción del tiempo.

-Finalmente. Practica el ayuno tecnológico. De tiem-


po en tiempo, tomate un día sin celular, internet, ta-
blet, ni ningún aparato tecnológico. Y si puedes invo-
lucra a tus seres queridos en esa iniciativa. Será muy
liberador.

Un Ministerio Productivo
La creación misma nos muestra el dinamismo de todo
cuanto nos rodea. Todo está en movimiento, aun lo
que pareciera estar quieto en realidad no lo está. De
hecho, aun para nosotros los seres humanos, la pura
verdad es que la inactividad NO existe. Aun dormi-
dos nuestras mentes, y órganos están en plena acti-
vidad. Pero lo importante no es meramente estar ac-
tivos u ocupados, sino más bien ser productivos,
efectivos en nuestra actividad.
99
Bajo este prisma, no cabe la menor duda de que el
éxito de nuestros ministerios está vinculado al nivel
de actividades realmente productivas en las que in-
vertimos nuestro tiempo. No necesariamente al sim-
ple hecho de estar inmersos en diversas actividades
ministeriales o de otro índole.

El constante activismo, la lista interminable de tareas,


o la adicción al trabajo nunca producirán una vida
productiva. Solo la identificación de las tareas de alto
impacto, realizadas dentro del marco de una planifi-
cación estratégica y una vida rendida a Dios, produci-
rán un ministerio de alto nivel y desempeño. Pues
solo cuando puedes seleccionar, ejecutar y luego
evaluar tus tareas bajo el lente de tu visión y misión;
entonces puedes rendir mucho más para Dios como
persona y ministerio. Y esto se contagiará a la mayo-
ría de tus asociados, colaboradores y colegas en el
ministerio.

De manera que es importante poder autoevaluarnos


si estamos siendo productivos en nuestra santa labor.
O es que simplemente estamos muy ocupados, pen-
sando que eso es lo que nos hace exitosos. De he-
cho las personas que no son efectivos, aun cuando
presentan mucha actividad, exhiben con frecuencia
ciertas señales. He aquí algunos síntomas de “ocu-
pado no efectivo”:

-Presentan problemas de memoria. Si tienen un lápiz


en la mano mientras hablan contigo, de repente di-
cen:-¿Dónde habré dejado el lápiz?-

100
-Usualmente su conducta degenera en cansancio
crónico. Y aun si tienen un día de poco movido en el
ministerio, llegan a casa muertos de cansancio.

-Presentan un temperamento volátil. Por lo general la


persona que hace mucho pero logra poco experimen-
ta un malestar continuo; y tiene estallidos de enojo.

-Tiende a poner las actividades o las cosas por enci-


ma de las personas. Y llega a veces al punto de ser
negligente aun con sus seres queridos so pretexto del
ministerio.

-Continuamente emprende nuevos proyectos pero


nunca los termina. Y estos proyectos se suman a su
ya recargada “agenda”, si es que se le puede llamar
así.

Lo anterior se te presenta, en parte, para que verifi-


ques si te estás cayendo en esa espiral invisible. Y te
lo comparto porque por años estuve muy ocupado en
muchas cosas. Y todos mis amigos me felicitaban,
porque según ellos (y también yo lo creía así), mi
ministerio iba muy bien. Hasta que el mismo Dios
trató conmigo y me hizo ver estos síntomas en mí.
Me mostró que estaba haciendo mucho, pero cons-
truyendo nada. Y a la postre me declaró esa frase
que lo cambió todo:-“Yo no te llamé a llenar una
agenda, sino a desarrollar un ministerio”-.

En la búsqueda de soluciones reales; y sobre todo


con un deseo profundo de agradar a Dios me lancé a
la oración y la investigación. Incluso dejé de aceptar
101
compromisos en el extranjero por más de dos años, y
reestructuré mi vida y ministerio. De esa experiencia
pude examinar y reevaluar mis motivos, y así comen-
cé todo un proceso espiritual, económico, organiza-
cional y aun familiar.

En fin, al final me pude dar cuenta de lo obvio, pero


que yo había sido capaz de ver. Y era que necesita-
ba cambiar el enfoque de mi labor ministerial, de ser
un ministerio laborioso o táctico a ser un ministerio
más reflexivo y estratégico.

Al dar con cual era la verdadera causa del estanca-


miento de nuestro ministerio, redirigimos nuestros
esfuerzos hacia la optimización del ministerio. Con-
trario a nuestro enfoque anterior; el cual procuraba
hacer muchas cosas (que nunca se completaban), a
hacer sol las cosas que producían el mayor impacto
en el ministerio. Eso le dio un giro total al ministerio,
posibilitando el lograr en corto tiempo lo que no ha-
bíamos logrado en años.

En la tabla comparativa a continuación muestro en la


columna de la izquierda como se concebía antes
nuestro ministerio, como consecuencia de operar ba-
jo un enfoque táctico, y en la columna de la derecha
se muestra como Dios nos ha ayudado para, gra-
dualmente, pasar a ser más estratégicos en la forma
de funcionar en el ministerio.

Cabe destacar que este proceso de mejoramiento


aun continua; y siempre encontraremos áreas que

102
mejorar. Todo, con la intención de hacer las cosas
para nuestro Dios, honrando la excelencia que a él le
caracteriza. Y sabemos que en la medida que opti-
mizamos nuestra labor para el Señor, veremos aun
más fruto. Sin nunca olvidar que para Él es la gloria y
la alabanza.

Ministerio Ministerio
Laborioso/Táctico Reflexivo/Estratégico

Pensaba en cumplir Piensa en ganar

Se enfocaba en plazos Se enfoca en resultados

Creaba solo funciones/tareas Ahora Crea sistemas

Mandaba a la gente Faculta a la gente

Impulsaba la uniformidad Impulsa la creatividad

La obra se conservaba La obra florece

Hemos venido cambiando nuestro enfoque de mane-


ra radical en algunas áreas y de forma conservadora
en otras. Lo que es sumamente interesante es que
un alto porcentaje del proceso se ha documentado.
Lo cual nos ha permitido evaluar con hechos y cifras
más concretas lo que hasta el momento se ha alcan-
zado. Y los resultados que Dios nos está concedien-
do son literalmente exponenciales. Y sé que viene
mucho más. ¡A Él sea la gloria!

103
Ejecutorías Pasadas Ejecutorías Recientes

Una Cruzadas Al Año Promedio Cruzadas 4.2 Al año y


creciendo

Avance económico del 10% Avance económico del 300%

Otras actividades. 1.5 X 4 años Otras actividades. 3.5 anual

Venta-audios/videos. 200 X año Venta-audios/videos1500 X año

Libros Publicados-2 en 8 años Libros Publicados 2 x año

Percepción::-Eres un itinerante- Percepción:-Un ministerio Pujan-


te-

Al momento de escribir este libro, tenemos proyectos


hasta inicios del otro año (estamos en febrero). Te-
nemos dos libros más por escribir, uno debe estar
terminado a finales de agosto y el otro para diciem-
bre. Tenemos cinco páginas de internet, tres lanza-
mientos de productos por delante. Además, como
complemento del ministerio tenemos una firma de
consultoría y capacitación empresarial y de desarrollo
personal. Y lo mejor…una hermosa familia (mi espo-
sa Lourdes que le gusta caminar junto al mar y mis
hijos Hillary y Alexis).

Algunos me dicen, -Héctor, ¿Cómo le haces para ha-


cer tantas cosas a la vez?- A lo que yo les contesto
con honestidad: -Cuando uno trabaja duro y no ve
fruto, la labor es una verdadera carga y el tiempo
nunca es suficiente. Pero cuando eres estratégico en
tu proceder y comienzas a ver fruto, eso de imparte

104
energías. Tu mente se aclara, y piensas más rápido
y mejor. De hecho, te ahorras tiempo-.

Mi vocabulario está empezando a cambiar. Ya no


digo tanto, no tengo tiempo. Ahora trato de decir, -
Tengo mucho que hacer-. Hasta he sacado un eslo-
gan:-“El que sabe lo que tiene que hacer, no tiene
tiempo para perder”-.

En esta hora profetizo sobre tu vida… que tus días


serán alargados y tus logros se multiplicarán. Serás
de inspiración a muchos y tu casa será una morada
de prosperidad y armonía. ¡Créelo que así será!

105
En base a lo expresado en este capítulo, responde
por escrito a lo siguiente:

¿Cómo describirías el manejo de tu tiempo?

¿Qué cosas te están robando tiempo valioso? ¿Y


qué harás al respecto?

¿Qué acciones concretas tomarías para mejorar


tu productividad?

¿Presentas alguno de los síntomas del “ocupado


No Productivo? ¿Qué harás?

En base al cuadro comparativo ¿Cuán estratégico


o táctico eres en tu ministerio?

106
Capítulo 1

EL SECRETO FAMILIAR
Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te
extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y
todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en
tu simiente.
(Génesis 28:14)

Me encontraba platicando con un colega en el minis-


terio, y me narraba la difícil situación en su hogar.
Este siervo de Dios no era un licencioso, ni descuida-
do con su casa. Tenía una buena casa, y una espo-
sa linda; y sus hijos estaban en buenos colegios. En
cuanto a su ministerio, el mismo era floreciente y es-
table. La verdad yo mismo anhelaba algo del “éxito”
que este consagrado hombre de Dios gozaba.

Por lo anterior, me era extraño escuchar lo que sus


labios salía. Y en medio de su desahogo emocional
pude percibir que en los ministerios nada es lo que
parece. Y la verdad, según lo que de él escuchaba
aun la palabra divorcio se cernía peligrosamente en
su relación.

En fin, oramos y lloramos juntos rogando a Dios por


sabiduría y restauración para la vida de este hombre
107
que amaba a Dios y a su familia. Pero que por razo-
nes extrañas, y hasta tontas, ahora veía como sus
relaciones familiares se desmoronaban.

De esta situación penosa se puede observar que no


importa cuan exitosos seamos en público; si no lo
logramos en el hogar, todo lo que logremos en nues-
tros ministerios palidece y se vuelve insípido. Si
nuestro hogar no es nuestro castillo entonces de na-
da vale conquistar el mundo. Si nuestra casa no es
nuestro refugio después de un día malo, entonces
estamos perdidos.

Ahora , si somos honestos con nosotros mismos,


deseamos tener éxito en el ministerio, no tanto por
ego propio o por razones malsanas. Más bien nos
esforzamos y trabajamos con tesón por amor a Dios,
pero también por una mejor vida para aquellos que
amamos. Nuestra familia.

Por lo general, la mayoría de nosotros tiene una pro-


pensión a concentrarnos más completamente en ga-
nar para el hogar que en ganar en el hogar. ¿Podría
ser posible que a veces lo que cuesta hacernos exi-
tosos en público sea contraproducente para una sana
vida hogareña?

La mayoría de las personas exitosas no son aquellas


que llegan a casa a las cinco en punto ni las que to-
man largas y lujosas vacaciones con sus familias en
islas tropicales privadas. Usualmente son los que
trabajan hasta bien pasada la hora de la cena para
108
pagar por el estilo de vida que su familia puede haber
llegado a dar por sentado.

Digámoslo abiertamente, los que van a la vanguardia


de nuestra sociedad a menudo lo logran a un gran
costo de su vida familiar y de su tiempo de renova-
ción personal. En consecuencia, no es infrecuente
ver a los que se encuentran al frente de las empre-
sas, aspiran a cargos públicos, administran bancos o
incluso pastorean iglesias, sentados en el tribunal de
divorcio con documentos sellados, intentando que un
8
fracaso privado se haga público. Trayendo vergüen-
za a lo que representan, y devastando la vida de los
hijos, que la mayoría de las veces quedan en medio
del fuego cruzado.

Por esta razón hemos querido dedicar un espacio


especial a la familia ministerial; pues es a través de
ella que Dios gesta sus planes. Toda vez que lo que
en realidad ocurre no es falta de amor o consagra-
ción, sino de desequilibrio entre la vida pública y la
privada. Así, que creemos valiosos analizar varios
aspectos de la razón de ser, las luchas y soluciones
para la familia ministerial. A fin de encontrar ese elu-
sivo equilibrio, que al final del camino definirá el ver-
dadero éxito en nuestras vidas y ministerios.

La Familia Ministerial
La enorme mayoría de los ministerios de alcance hoy
día, están constituidos por familias. Muchos de los
ministerios sin una sólida plataforma familiar, aun los

109
más grandes y famosos; han caído en descrédito y
hoy se tambalean. Al punto de que uno se pregunta
donde ha quedado el testimonio en otrora impecable
de los grandes ministerios. Solo aquellos que se ci-
mientan en un claro trasfondo familiar se mantienen
aun en pie.

Pero ¿Qué es la familia ministerial?

La familia ministerial viene a ser el modelo de minis-


terio en el cual sus integrantes fundamentales son
familiares en primero, segundo o tercer grado de
consanguinidad. Aunque a veces también lo integran
amigos muy cercanos.

Bajo este escenario entendemos que la familia minis-


terial no es un tributo al nepotismo ni al control minis-
terial a través de la familia. Es más bien el resultado
natural del modelo divino para ejecutar sus planes.
Pues Dios siempre ejecuta sus designios a través de
individuos que Él escoge, unge y comisiona. Obvia-
mente, su círculo inmediato de influencia para reclu-
tar su equipo de trabajo se halla en su familia, parien-
tes y amigos más íntimos.

Por otro lado, esto no se constituye en un modelo


rígido ni mucho menos obligatorio; y tampoco signifi-
ca que quien no haga así está fuera del plan de Dios.
Además, existen casos muy diferentes de desarrollo
ministerial, claro está, por razones diversas, que en el
espacio disponible en este escrito no profundizare-
mos. Pero sí podemos resaltar como un ejemplo de

110
un modelo diferente, el caso de nuestro mismo Señor
Jesucristo cuya familia no creía plenamente en su
ministerio (Juan 7:5). De hecho solo se menciona la
participación activa de la madre de Jesús y de un so-
lo hermano en el ministerio (Gálatas 1:19). Y es de no-
tar que sus otros hermanos no se involucran hasta
después de su muerte (Hechos 1:14).

Sin embargo, a través de la Bíblia vemos numerosos


casos de familias ministeriales, como la de Aarón, Elí,
Abiatar, Felipe, etc. De estos y otros casos apren-
demos de sus errores y aciertos, a fin de que hoy las
familias de aquellos en el ministerio sean familias sa-
nas.

Esto nos lleva a preguntarnos si es bueno o no invo-


lucrar a la familia en el ministerio. De hecho algunos
piensan que lo mejor es que NO, mientras que otros
lo consideran mandatorio. Yo por mi parte, pienso
que cada caso es único, y debe ser visto en su justa
dimensión. De esta manera no cometeremos el error
de generalizar lo que no puede ser estandarizado, o
de pasar por alto los principios definidos que nos pre-
senta la palabra de Dios en materia de familia y mi-
nisterio.

Para ver este tema podemos tomar varios criterios


que nos ayuden a tomar una postura en base a nues-
tra situación particular.

Primero que nada, sabemos que la mayoría de los


que hemos sido llamados al ministerio deseamos ver

111
a nuestra familia en lo mismo que nosotros. Sin em-
bargo, no siempre esto se da; y eso no significa que
fracasamos en nuestra familia o ministerio. Pues
muchas veces olvidamos lo que para Dios es lo ideal.

Segundo. Rara vez la familia es llamada junta o al


mismo tiempo. Lo usual es que el padre solo, o dado
el caso, la madre reciban el llamado al ministerio de
forma personal. Luego se inicia todo un proceso, o
hasta lucha, para que el resto de la familia se involu-
cre en alguna medida en el trabajo ministerial.

Lo tercero es que debemos tener muy claro que Dios


no desea que nuestras familias escojan entre el mi-
nisterio y sus metas personales. Lo que Dios desea
es que las armonicen y entrelacen de manera que la
una contribuya a la otra. De esa forma la familia es
más feliz.

Lo cuarto es que debemos entender, y ayudar a


nuestras familias a comprender que somos diferen-
tes. La familia ministerial, para deleite o para moles-
tia es diferente. Por lo tanto se maneja diferente.
¿Sabes cual es nuestro problema? Que queremos
manejar nuestra familia exactamente igual que el ve-
cino. Y no es posible.

La familia ministerial también encara elementos parti-


culares solo a la familia ministerial. Por mencionar
algunos, están los conflictos espiritual, el trato con los
hijos, el manejo del tiempo, las finanzas del hogar, las
relaciones interpersonales, las bendiciones espiritua-

112
les y materiales, etc. Todo lo anterior es muy particu-
lar en una familia ministerial. Saberlo manejar, defini-
tivamente ayuda a la armonía entre el ministerio y el
hogar durante todo el peregrinar de los involucrados.

Los Conflictos Familiares


La familia ministerial encara diversas encrucijadas
debido al llamado de Dios en quienes las dirigen. Y
confieso que también yo he tenido que corregir mu-
chas cosas que han generado conflictos. Los cuales,
en su mayoría tienen su origen en la falta de com-
prensión, o la no aceptación de que somos diferen-
tes.

Ahora bien, dentro de esta realidad existen áreas


sensibles que vale el esfuerzo mencionar. Estas de-
ben ser tenidas en cuenta para el buen desarrollo del
ministerio y del impacto que este pudiese tener en tu
familia.

En primer lugar, en todas las familias se discute el


tema del tiempo. Pero en la familia ministerial cobra
mayor relevancia debido a los valores que promulga
un ministerio. Siempre se equipa el tiempo de cali-
dad contra la cantidad de tiempo.

En una ocasión escuché de una joven que decía que


Dios le robó a su papá. Debido a que cada vez que
ella lo necesitaba él estaba en lo del ministerio. Dios
nos dé sabiduría la cantidad y calidad de tiempo que

113
nuestra familia necesita. Seguro esto ayudará a invo-
lucrar más a los que amamos en la obra de Dios.

Otra causa de conflicto en la familia ministerial está


en las finanzas. De hecho escuché a siervo de Dios,
segunda generación de ministros decir: -Mi papá era
pastor y por veinte años tuvo una amante, y todo el
dinero se lo gastaba en ella, por eso nunca había pa-
ra nosotros-. Yo me escandalicé al oírlo, mientras él
proseguía… -A la amante le compraba cortinas, la
tenía bien bonita; mientras nosotros usábamos ropa
de segunda, asistíamos a colegios de cuarta y mi
mamá lloraba en silencio-

Yo no podía más, y me decía a mi mismo, yo no haré


lo que ese pastor. Yo seré fiel a mi esposa! Cuando
de repente el predicador dijo: -Esa amante era la
iglesia-.

Además de las finanzas, existe entre las familias mi-


nisteriales un conflicto de identidad. No saben cuan-
do comienza el ministerio y termina la familia y vice-
versa. Les es difícil no entre mezclar ambos concep-
tos. Bueno, la verdad es sano el establecer demar-
caciones la más claras posibles. Que en una situa-
ción o momento dado no nos preguntemos confundi-
dos… ¿Qué somos en este momento? ¿Familia o
ministerio?

Creo sano mencionar que también se dan conflictos


en la familia ministerial por causa de las comparacio-
nes. Esto no es bueno, puesto que el plan de Dios

114
para una familia puede diferir mucho de lo que el Se-
ñor pretende para con otra. Tampoco es saludable
comparar a nuestros hijos con otros, ni establecer
normas de santidad irreales para ellos, basados en lo
que piensan o puedan pensar otros hermanos.

Claves Para La Familia Ministerial


En el fin de presentarte algún tipo de referencia en
cuanto a elementos que brinden unidad y alegría a tu
familia, te comparto algunas sugerencias que consi-
dero valiosas y realistas.

-En primer término es necesario definir que es minis-


terial y que es familiar. Esto evitará confusiones en
los miembros de la familia, y nos mantendrá genui-
nos. De esta manera no caeremos en el juego de las
máscaras y la hipocresía, en donde se finge ser la
familia perfecta. Definir esto es vital, ya que si por
ejemplo, un papá corrige a su hijo con unas palma-
das, y luego sale a predicar, por lo general el hijo en-
tenderá que quien le dio las palmadas fue su papá no
el pastor.

-Otra clave a señalar es el establecer cual será el rol


de cada uno. He visto discusiones feas entre cónyu-
ges ministros en la cual no se sabe quien es el líder
del ministerio. Es muy importante que cada miembro
de la familia sepa cual es su grado de injerencia en el
ministerio. Y que en base a ello, funcione a plenitud.

115
-Creo que toda familia ministerial se fortalece cuando
experimentan los desafíos y victorias juntos. Muchas
veces, al terminar algún proyecto o actividad queda-
mos super agotados, pero procuramos no olvidarnos
de celebrar como familia y ministerio la victoria con-
cedida por Dios. Eso fortalece la fe y el compromiso
de cada cual.

-Finalmente, es imprescindible clarificar que es priori-


dad familia o ministerio. Debemos estar claros que
en determinado contexto lo ministerial tendrá carácter
prioritario; pero dentro de otro contexto, la prioridad
estará en lo familiar. Un ejemplo hipotético sería que
tu hija de 17 años quiere contigo ver su programa de
televisión favorito a la hora de la cruzada a la que
fuiste invitado como predicador. ¿Qué harás? Otro
ejemplo, por otro lado, podría ser que sientas “de
Dios” apartarte solo en ayuno y oración. Y es tu día
de aniversario de bodas. ¿Qué harás?

Te las dejo de tarea.

Queda claro, que el contexto en ambos ejemplos será


el que debiera dictar la decisión más apropiada. La
cual, obviamente debe armonizar mejor con los prin-
cipios en beneficio tanto del ministerio como de la
familia.

Una Familia Para Dios


En definitiva, las familias que sirven a Dios viven una
realidad muy particular. En algunos casos, les toca
116
enfrentar grandes sacrificios como familia y otras ve-
ces como ministerio. Lo importante a resaltar es que
sin importar las implicaciones, los tiempos o las sa-
zones de la familia ministerial; toda familia involucra-
da en el servir a Dios se identifica con estas verda-
des a saber:

-La familia ministerial, es una familia desafiada. La


misma deberá ejercer fe, paciencia, y aun tolerancia
a fin de ver la plenitud de lo que Dios desea hacer
mediante sus vidas.

Nuestra familia a atravesado un sin número de retos,


desafíos, malos entendidos, y hasta calamidades.
Hemos reído, pero también hemos llorado; hemos
ganado, aunque tengo que admitir que en ocasiones
hemos sentido que perdimos. Pero de todas estas
situaciones podemos decir, como lo expresa siempre
mi hija mayor (que al momento de escribir estas lí-
neas tiene trece años), …Dios siempre nos ayuda. Y
por ello puedo decir, que por cada situación que nos
toca hacer frente, un nuevo nivel se abre ante noso-
tros. Dios es fiel.

-Las familias de los que sirven a Dios, no pueden ni


deben ser perfectas. Pero sí debemos procurar que
sean familias santas. Y sé muy bien que esto consti-
tuye un desafío en sí mismo. Nuestras familias nun-
ca llenarán las expectativas de los hombres, pero al
menos debemos luchar a capa y espada que por la
gracia de Dios seamos una familia que le agrade a Él.

117
Solo mediante el esfuerzo constante y dulce, podre-
mos avanzar hacia la santidad que Dios espera de
los que sirven a Dios. No esperemos a que nuestros
hijos o cónyuge digan: “El que trabaja de pastor es él,
no yo” O que dado el caso digan. “Dios le llamó fue
a ella, no a mi. Así que no me obliguen”.

Sin embargo, llénate de fe, pues Dios mismo nos ex-


pone con vehemencia y sin lugar a dudas que nues-
tras familias están en sus manos. Y más si hemos
dedicado nuestra vida a su servicio. Ël mismo nos
dice:

Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová;


y se multiplicará la paz de tus hijos (Isaías 54:13).

Y puedo testificarte que Dios nunca falla. Él es lo


suficiente sabio para saber tratar con nuestras fami-
lias, muchos mejor que nosotros. A nosotros nos co-
rresponde hacer nuestra parte, y Él sin duda alguna
hará la suya.

-Por otro lado, una familia ministerial, es una familia


de influencia. Nunca olvidaré el testimonial de una
persona que vino a la iglesia, simplemente porque le
gustaba ver a una familia ministerial ir a la iglesia ca-
da domingo. Decía esta persona que en medio de su
vida pecaminosa y su hogar maltrecho, anhelaba ser
como esa familia.

Es imposible medir el impacto en la sociedad de una


familia que sirve a Dios. Muchas veces sin darnos
cuenta estamos evangelizando con nuestra vida co-
118
mo familia. Y a la hora de una urgencia, ellos cuen-
tan con que nosotros tendremos una palabra de sa-
biduría y aliento.

-Por lo antes expresado, la familia ministerial debe


ser una familia unida. No debemos permitir que el
modernismo, o los malos entendidos nos separen.
Quiera Dios que siempre comamos juntos, y no cada
uno en su habitación o a horarios diferentes. Y que
decir de la ya casi olvidada práctica del altar familiar.
El invertir en estas actividades requiere de disciplina
y organización. Sin embargo, el esfuerzo que se im-
prima a estas actividades muy bien lo vale.

Una de las cosas que más valoro como ministro del


evangelio es que mi familia todavía come junta. Y que
aun tengo charlas, a veces hasta altas horas de la
noche, tanto con mis hijos como con mi esposa. Cuan
refrescantes son esos momentos para todos noso-
tros, pues en esos momentos confesamos nuestras
faltas los unos a los otros, se expresan opiniones sin
temor a ser condenados, y nos fortalecemos como
familia y ministerio.

-No puedo dejar por fuera, la inminente realidad de


que la familia ministerial es una familia victoriosa. El
servir a Dios como familia a generado bendiciones
tanto materiales como espirituales que de otra forma
no podríamos haber experimentado. Hemos visto
como familia la diferencia… entre el que sirve a Dios
y el que no le sirve (Malaquías 3:18). Se ha visto el
fruto en el ministerio como resultado directo de ello.

119
Deseo cerrar este capítulo dedicado a las familias
que sirven a Dios, expresando tres verdades por las
que procuro vivir.

Primero. Mi familia está en el corazón de Dios. Por


lo tanto, yo sé que Dios agotará todos los recursos a
su alcance para verlos en sus propósitos. Y eso in-
cluye, en alguna medida, la obra del ministerio.

Segundo. Es mi responsabilidad ser el sacerdote y


guía espiritual de mi familia; así como el medio de
provisión financiera y emocional. No es la escuela
dominical, ni las reuniones de la iglesia las que harán
que mi familia internalice la visión que Dios puso en
mí.

Y tercero. Mi vida dedicada a Dios y a ellos será la


mejor predicación, ejemplo o inspiración que mis se-
res queridos puedan recibir. De manera que a la ho-
ra de tomar su decisión por Dios y el ministerio, lo
hagan en base a hechos correctos, no al mal ejemplo
que, ni Dios permita, yo les muestre.

Por último, debo dejar los resultados a Dios. Pues


muchas veces no entendemos a cabalidad los desig-
nios divinos Lo que Él hace, como lo hace y por la
razón que lo hace. Por eso siempre recuerdo el re-
frán que mi madre expresa:

“Dios escribe con letra torcida,


pero en línea recta”.

120
En base a lo expresado en este capítulo, responde
por escrito a lo siguiente:

¿Cómo describirías el estado actual de tu familia?

¿Qué conflictos enfrenta tu familia hoy? ¿Y qué


harás al respecto?

¿Qué acciones concretas tomarías para mejorar


tu vida familiar?

Según la sección “Una Familia Para Dios” ¿En


qué áreas tu familia es fuerte y en cuáles débil?
¿Qué harás?

¿Cómo crearás un balance en la relación entre tu


ministerio y tu familia?

121
Capítulo 7

EL SECRETO GENERACIONAL
Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel,
que guarda el pacto y la misericordia a los que le
aman y guardan sus mandamientos, hasta mil gene-
raciones.
(Deuteronomio 7:9)

Según el Diccionario de la Lengua Española Espasa-


Calpe, se define a la palabra generación desde varios
puntos de vista: ¨El primero que queremos ver es
aquel en que generación tiene que ver con el conjun-
to de personas que, por haber nacido en fechas pró-
ximas y recibido educación e influjos culturales y so-
ciales semejantes, se comportan de manera pareci-
da¨.9 Esta definición es muy importante porque nos
indica la influencia que podemos imprimir dentro de la
gente de nuestro tiempo. Además nos aclara la ma-
nera en que la idiosincrasia, los valores y creencias
pasan de una generación a otra.

Esta misma fuente se refiere a aquellos que viven en


la misma época, o a la sucesión de descendientes en
línea recta, como a una generación; o también a
aquellos cuya obra tiene características comunes. Y

122
por ello, también se puede uno referir a la tendencia,
moda o estilo de ese grupo como una generación.
Por ejemplo, podemos entonces hablar de la genera-
ción del 77 o la generación de artistas barrocos.

La palabra de Dios se compagina con estos sentidos


dados al significado de esta palabra tan importante
para el que sirve a Dios. De allí que vemos que la
escritura se refiere a las generaciones desde
Abraham hasta David (Mateo 1:17), las generaciones
de Noé (Génesis 6:9), la generación rebelde (Salmo
78:8), etc. Por otro lado, desde el punto de vista cro-
nológico, la Biblia nos sugiere un espacio mínimo de
aproximadamente cuarenta años para referirse a una
generación. Lo cual indica la plena madurez de un
individuo para dejar una huella en su tiempo y esta-
blecer un fundamento para los que han de venir
cuando él ya no esté.

Esto es muy importante porque nos revela que para


poder dejar un legado de bendición, se hace impres-
cindible el alcanzar la madurez. Y mucho más cuan-
do hablamos de ministerio. Toda vez que la historia
muestra vez tras vez que quienes han dejado una
huella en los anales de la historia del cristianismo
bíblico han sido gente de probada trayectoria, expe-
riencia y testimonio.

De manera que, si comprendemos a plenitud el papel


eterno del ministerio, y por qué Dios lo estableció,
veremos la intención de Dios de afectar a las genera-
ciones futuras a fin de echar a andar su plan reden-

123
tor. Ya que su voluntad salvífica habría de desarro-
llarse mediante una serie de acontecimientos que se
sucederían superpondrían entre los hilos de la histo-
ria. Por lo tanto, es válido el analizar a ese Dios ge-
neracional y como interactúa con el hombre a través
de las edades.

Abracemos pues, el modelo de Dios para desenca-


denar su historia de amor para con la humanidad
mediante nuestro ministerio. Sirvamos a ese Dios
generacional, el cual quiere revelarnos su maravilloso
plan para nuestras generaciones. Solo mediante una
comprensión equilibrada de la naturaleza y pensa-
miento generacional, se nos hará posible planificar y
ejecutar nuestra labor ministerial con una mirada
eterna. Sabiendo que lo que hoy hacemos afecta de
manera dramática a los que han de venir.

El Dios Generacional
Nuestro amante Dios se revela a Moisés como el
Dios generacional. El Dios de Abraham, Dios de
Isaac, y Dios de Jacob (Éxodo 3:6). Una sucesión de
gente de fe, quienes establecieron el fundamento de
lo que muchos de nosotros hoy disfrutamos de parte
de Dios.

De esta forma Moisés no tenía que basar su caminar


de fe solamente en sus propias experiencias con
Dios. Sino que las experiencias de fe de sus antece-
sores le servirían de fundamento y punto de arran-

124
que. Además su mente podría continuamente hacer
referencia a estos personajes y su vivencia espiritual
a la hora de enfrentar sus propios desafíos. Y por otro
lado, podría prevenir errores al considerar los errores
de sus parientes espirituales.

Por ello, cuando Dios escoge revelarse a Moisés,


escoge hacerlo mediante el uso de personajes refe-
renciados ya por él. Así Dios iniciaría su relación
personal con este singular hombre desde un paráme-
tro familiar para este; y establece el medio definido
para la bendición. Es decir, que todas las bendicio-
nes vendrían no de un Dios lejano e impersonal; sino
de parte del Dios de sus padres. De allí se excluye a
Faraón y sus dioses. Los dioses de Egipto no signifi-
caban ya nada, ni su filiación postiza con los farao-
nes. Solo valía su relación con el único Dios verda-
dero.

Con nosotros ocurre lo mismo que con Moisés; pues


al momento de nosotros abrazar la fe en ese Dios,
toda nuestra genealogía queda marcada para here-
dar bendición. Ya solo queda ejercer nuestro libre
albedrío para echar mano de esas preciosas bendi-
ciones y ser participantes de la naturaleza divina (2
Pedro 1:3-4).

Por ello, cuando Dios le habla a la generación de


Moisés les recalca:

¨¨He aquí yo pongo hoy delante de vosotros


la bendición y la maldición
(Deuteronomio 11:26)

125
Es pues nuestra prerrogativa el vivir y servir en esa
dimensión de bendición y amplitud. De hecho, cuan-
do vivimos una vida ministerial en bendición, estamos
sentando el fundamento de lo que otros ministerios
cosecharán en el futuro (Juan 4:38). Tanto nuestros
hijos espirituales como carnales recibirán de una for-
ma u otra esta revelación del Dios generacional.
Pues Dios mismo, el Dios generacional, establece su
pacto de bendición para los que le servimos, y para
nuestra descendencia:

Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíri-


tu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en
tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus
hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre.
(Isaías 59:21)

Para desatar esta dimensión de vida y ministerio es


necesario establecer en nuestras vidas algunos prin-
cipios generacionales. Pues al entenderlos y saber
operar en ellos nos llevarán a ejercer un liderazgo
espiritual aun después de nuestra partida. Le dará un
carácter generacional a nuestro ministerio.

-El primer principio generacional establece que Dios


se maneja en base al su caracter generacional. Es
decir, que su operar está regido por leyes y preceptos
transferibles de generación en generación. Sean
preceptos espirituales, financieros, familiares; así
como los preceptos ministeriales.

Mi respetado ministro de Dios, al ejercer tu labor mi-


nisterial siempre pon tu vista en la siguiente genera-

126
ción. Esto le dará un enfoque completamente nuevo
y más amplio a tu trabajo; además de un sentido de
propósito e impacto mucho más elevado.

-Lo segundo en materia de principios generacionales;


es que tanto las bendiciones como las maldiciones de
alguna manera se transmiten en alguna medida ge-
neracionalmente. Claro está que si somos de Cristo
todo ciclo de maldición queda anulado; siempre y
cuando lo creamos y en fe vivamos de conformidad.

Así como las características físicas, intelectuales, y


aun ciertas tendencias conductuales se pasan de pa-
dres a hijos. De igual forma la sensibilidad y tenden-
cias espirituales pueden ser sembradas en nuestra
generación emergente. Lo que yo conquisto, no ne-
cesariamente tendrá que ser enfrentado por mis hijos.
David mató a la generación de gigantes por ello Sa-
lomón no tuvo que enfrentarlos.

-En tercer lugar, nuestra fidelidad a Dios se muestra


como un canal a través del cual Dios puede llevar a la
siguiente generación a niveles mucho más elevados.
Todo buen padre desea que sus hijos logren lo que él
no pudo. Ese deseo innato lo colocó Dios en nues-
tros corazones, pues es su mismo sentir y deseo para
con sus hijos y servidores.

-Desde el inicio, cuando Dios establece el ministerio


en tiempos de Moisés, lo hizo con claras connotacio-
nes generacionales. Por ello cada primogénito era
dedicado al servicio a Dios, aunque por la rebelión

127
del pueblo, vinieron los de Leví a ser regentes del
ministerio (Éxodo 13:12). Aún en el libro de los Hechos,
vemos al evangelista Felipe, que tenía hijas que pro-
fetizaban; mostrando así su herencia espiritual (He-
chos 21:8-9).

En este mismo sentido vemos que el ministerio de


Jesús mostraba un carácter generacional desde un
inicio y hasta el final. Prácticamente todo en su vida
y ministerio terrenal lo ejerció desde una perspectiva
generacional; con su mirada fija en los millones y mi-
llones que serían tocados de alguna manera por sus
acciones.

-Su nacimiento, así como su ministerio eran el cum-


plimiento de profecías hechas a generaciones pasa-
das. Usualmente, todo lo que experimentaba o hacía
era para que se cumpliera la escritura (Juan 19:36).

-Su oración apuntaba siempre a las generaciones


futuras. De hecho cuando ora por sus discípulos, lo
hace también tomando en cuenta a los que recibirían
su mensaje en el futuro por medio de sus seguidores
(Juan 17:20).

-Su pasión y muerte tenían en mente los muchos que


se salvarían mediante su sacrificio. Y así lo verifica la
carta a los Hebreos, cuando dice que habiendo de
llevar muchos hijos a la gloria, Dios el padre tenía
que ver a su Hijo Jesús atravesar el umbral de la
muerte (Hebreos 2:9-10).

128
-Su resurrección garantizaba, y todavía garantiza la
validez del mensaje del evangelio a través de las ge-
neraciones. Sin su resurrección nuestra fe no vale
nada y somos dignos de lastima por creer en una fe
muerta (1 Corintios 15:14).

-Finalmente, su ascensión y glorificación establecen


un ministerio de carácter eterno al interceder por los
creyentes. De igual forma garantiza su retorno a esta
tierra para hacer regir su reino eterno (Hechos 1:10-11).

La pregunta que salta a la palestra es esta: ¿Dónde


está nuestra mente y corazón al ejercer el ministerio?
En mi caso muy particular, muchos me dicen que
gano mucho dinero con mis libros y demás materiales
que producimos en el ministerio. Y quizás sea así,
pero nuestro objetivo final es el llegar a la mayor can-
tidad de personas posibles con la sabiduría de Dios.
Y es posible que mis audios, videos, libros y demás
recursos ministeriales sigan bendiciendo y ayudando
a las generaciones venideras de creyentes y minis-
tros. Eso sin duda nos pone bajo la perspectiva mi-
nisterial adecuada. De esa forma llegamos, de una
forma u otra, a ser un ministerio generacional.

Los Ministerios Mula


Por otro lado, encontramos ministerios, que aunque
son de gran bendición; y algunos tocan millones de
vidas, no tiene su mirada en la generación por venir.
Son ministerios centrados en el aquí y ahora. Se les

129
denomina ¨ministerios mula¨. Ya que tienen gran
fuerza, pero son incapaces de dar a luz a sucesores
que lleven sus ministerios a la siguiente generación.

Esto ocurre de manera imperceptible para la mayoría


de estos ministerios. Su intención nunca ha sido
desagradar al Señor; pero sin darse cuenta de ello
caen en el engaño de querer siempre más, claro está,
tiene que ser a través de ellos, sino de nadie. Estos
ministerios llegan a sufrir de de varios síndromes mi-
nisteriales que debemos evitar en nuestros propios
ministerios.

El primero de ellos lo he denominado el ¨síndrome de


Elías¨. El cual muestra aversión por soltar el manto a
la siguiente generación. Siempre piensan que los
ministerios emergentes no están todavía listos. Y si
estos ministerios en crecimiento se acercan mucho a
su manto, enérgicamente les dirán –Quédate aquí,
pues el Señor me ha mandado a tal o cual misión-
( leer 2 Reyes 2). Algunos están tan aferrados al manto
(y al prestigio que este brinda), que no soltarán el
manto a menos que mueran o se les caiga.

Otra variación de esta conducta la he denominado, el


síndrome del profeta viejo. La misma revela dominio
forzado sobre los ministerios emergentes que mues-
tren gran respaldo de parte de Dios. Ya que al no ver
ya en sus ministerios ese respaldo, tratan de manipu-
lar y aun engañar a los ministerio emergentes. Esto
lo logran gracias al prestigio ganado por la trayectoria
y el prestigio del que gozan sus ministerios, y hecho

130
algunos gozan de abundantes finanzas e influencia
con las cuales deslumbrar a los ministros jóvenes que
desean controlar. Y es interesante ver que ni aun
han sido capaces de transmitir la unción que un día
se manifestó en ellos a sus propios hijos (urgente, leer
1 Reyes 13).

Hoy en día existen cualquier cantidad de ofertas mi-


nisteriales. Pero debemos ser sobrios y estar bien
centrados en lo que Dios a puesto en nuestro espíri-
tu. De manera que cuando algún ministerio te ofrece
su ¨cobertura¨, sin siquiera conocer bien tus antece-
dentes, la luz roja debe encenderse de inmediato.
Podría ser un ministerio mula con un fuerte síndrome
del profeta viejo. Y esto te lo comparto no para crear-
te sospecha o temor, sino que por experiencia propia
lo he vivido. De manera que vale la pena ser sobrios
en este sentido, pues el profeta viejo al final no pro-
yectará tu ministerio. Lo que hará es matarlo, así que
cuídate del profeta viejo.

Pero existe aun otro síndrome ministerial que aqueja


a muchos ministerios maduros de hoy. Y es el sín-
drome de Abraham, en el cual el éxito se mide en
base al número de ¨hijos¨ ministeriales que supues-
tamente se tiene. Ellos quieren ser padres de multi-
tudes a como de lugar; de manera que estos ministe-
rios andan por todas partes ordenando al ministerio a
cuanto creyente se les acerque. Más de la mitad de
su congregación dicen ser ministros o han ido al se-
minario bíblico, aunque su congregación sea de cua-
renta miembros.
131
Por otro lado, estos ministerios llegan al punto de que
si no son capaces de generar hijos propios en el mi-
nisterio, entonces los adoptan o incluso los raptan a
otros ministerios ofreciéndoles diversas promesas.
¿Te suena familiar lo siguiente?…Si tu pastor no te
pone a ministrar, vente conmigo que yo si valoro tu
llamado. Estos son menos peligroso que los anterio-
res, pero de igual forma causan confusión al cuerpo
de Cristo.

La verdad creo que ante estos vicios que se dan con


mucha fuerza en nuestros días, debemos proponer
algunas posibles soluciones. No sea que hasta noso-
tros estemos entre los ministerios mula sin saberlo; o
que presentemos algunos de sus síndromes.

Primero. No importa si ya estamos maduros en el


ministerio o estamos creciendo en el mismo, debe-
mos estar seguros del llamado, visión y misión dada
por Dios. Y estar por encima de las sutilezas y ofertas
¨bienintencionadas¨ que pudiesen aparecer en el ca-
mino.

Segundo. Procuremos tener claro que nuestro pre-


mio se dará no solamente en base a nuestros logros
ministeriales. Sino también que seremos recompen-
sados tomando mucho más en cuenta nuestra fideli-
dad en la labor encomendada, y en cuan legítima fue
la forma en que llegamos a esos logros.

Tercero. Seamos honestos con nosotros mismos si


estamos cayendo en algunas de estas prácticas no

132
bíblicas, y pidamos perdón al Señor, rectificando
nuestras acciones. Dios sabe que en nuestros me-
dios ministeriales muchas veces la presión grupal es
fuerte. Él sabe que somos bombardeados casi a dia-
rio con modelos de éxito exportados de fuentes extra
bíblicas. En donde lo que prima no es la solidez y
transparencia ministerial; sino un afán desmedido de
tener más, y lograr más. Y te aclaro que el trabajar
por más no es ilícito; lo incorrecto es hacerlo a como
de lugar, sin importar lo que se tenga que hacer para
lograrlo. No podemos jamás justificar ante Dios que
el fin justifique los medios.

Dios nos estimule y anime a nunca ser ministerios


mula; los cuales no son puros sino una mezcla contra
naturaleza incapaces de dar a luz verdaderos minis-
terios emergentes. Más bien seamos movidos a ser
ministerios águilas; los cuales se remonten a las altu-
ras de Dios, que tengan sus miradas hacia el sol de
justicia. Ministerios que en la roca empollen a los que
en el mañana sacudirán al mundo con el mensaje y el
poder desde lo alto. Y que de igual forma cuando los
polluelos ministeriales estén listos para el vuelo, no
los retengan, sino más bien les den ese empuje de fe
que los saque de la comodidad del nido y los haga
remontarse a las alturas que también Dios preparó
para su generación.

Yo y Mi Casa
Cuando Josué fue llamado por Dios, su espíritu dife-
rente fue lo que lo calificó para tan monumental ta-
133
rea. Pues el conquistar la tierra prometida no era
cosa liviana; además de que su peor enemigo era la
actitud del pueblo. Sin embargo, con la ayuda de
Dios Josué logro cumplir gran parte de su papel como
líder de la nación israelita.

Este extraordinario guerrero y líder pudo ver la mani-


festación poderosa de Dios a favor del cumplimiento
de la encomienda de conquistar y repartir la tierra.
Se ganó el respaldo, el respeto y la admiración de
toda la nación; y como si fuera poco vio milagros tan
portentosos como los de su antecesor.

Sin embargo, cuando ya lo había alcanzado prácti-


camente todo en su labor ministerial, en las postrime-
rías de su vida, empezaron a aparecer algunas falen-
cias que parecieran muy livianas; pero que sus reper-
cusiones generacionales fueron funestas para la na-
ción por la que tanto había luchado.

En el libro de Josué, capítulo veinticuatro observamos


el discurso de despedida de Josué ante la multitud de
israelitas. Y en ese discurso se menciona una de las
frases bíblicas más escuchada entre los creyentes:

Yo y mi casa serviremos a Jehová (Josué 24:15)

Esta frase representa para muchos creyentes, yo in-


cluido, un grito de guerra familiar. Sin embargo, si lo
vemos desde otro enfoque (sin olvidar el anterior),
esta frase, la verdad se vuelve hasta vergonzosa.
Veamos por qué.

134
Desde tiempos de Moisés estaba establecido que
todos en el pueblo de Israel deberían seguir a Dios.
Era obligatorio, no opcional; y se presentaban medi-
das bien estrictas y radicales en contra del que no lo
hiciese así. Sin embargo, Josué le cede al pueblo la
opción de seguir o no seguir al Dios verdadero.

Recordemos que Josué no solamente era el líder de


su casa; sino que él también era el líder de toda la
nación. Por lo tanto era su deber conducir a la nación
a Dios utilizando todos los medios que Dios ponía a
su alcance. Por otro lado, la historia de ese pueblo
demostraba que nunca el pueblo sabía lo que en
realidad le convenía. Ellos no eran capaces de ver
más allá de sus necesidades o anhelos. Necesitaban
ser guiados al igual que nuestros jóvenes de hoy, que
aunque no saben nada creen saberlo todo. Y a mu-
chas veces, deben ser guiados y protegidos de ellos
mismos aun en contra de su deseo.

Al Josué decirles -escojan ustedes-, les estaba dele-


gando algo que ellos no habían demostrado capaci-
dad de hacer con cordura. Pues, reitero, ¿De cuándo
a esta parte el pueblo sabe lo que le conviene? De
manera que lo que hizo Josué fue como darle las lla-
ves del automóvil a un adolescente de apenas trece
años, o una escopeta cargada a un niño de cinco.
Solo lo peor se puede esperar de semejante desa-
cierto de liderazgo.

Y así ciertamente fue; pues aunque el pueblo, al igual


que un niño, prometió enérgicamente y con seguridad

135
en su voz, servir a Dios, no fue así. Pues en cuanto
muere Josué, no pasa mucho tiempo para que toda la
nación caiga en la anarquía y cada cual comienza a
hacer lo que bien le parecía. De manera que, en lugar
de levantarse una nueva generación más consagrada
a Dios; por el contrario se levantó una generación
que no conocía a Dios (Jueces 2:6-10). Por ello no lo-
graron echar a todas las naciones de alrededor, sino
que entraron pacto con ellas y a la postre fueron co-
rrompidos en extremo como fruto de esa asociación
pagana.

De hecho, la actitud de Josué demuestra hasta cierto


punto un liderazgo algo egoísta; en el cual se vela
solo por los suyos. Es como que hoy le dijésemos a
las personas en nuestro ministerio…-¿Saben qué?,
De hoy en adelante cada cual vea que hace con su
vida, que yo solamente cuidaré de mi casa-. Dios
nos libre de caer en semejante postura ministerial.
Que diferente a Moisés, que prefería sacrificarse él
con tal que el pueblo fuese salvo de la justa ira de
Dios, por sus transgresiones (Éxodo 32:31-32).

El verdadero papel de nuestros ministerios se resu-


men en reconciliar a los hombres para con Dios. No
en servirnos de ellos, ni desecharlos de buenas a
primeras; sino que debemos convertirnos en orienta-
dores de las masas, las cuales están desorientadas y
dispersas, como ovejas sin pastor (Mateo 9:36). Nues-
tra mayor ejecutoría está en moldear nuestra genera-
ción con los valores y preceptos de Dios; pues solo
de esta forma se cumplirá nuestro propósito como
136
representantes del Todopoderoso aquí en la tierra. Y
ese propósito estriba en mostrar al mundo al único y
sabio Dios.

Compañeros de milicia, anhelo que nuestro epitafio


diga -ellos mostraron al mundo como es Dios-; y quie-
ro que se nos recuerde como almas indómitas que se
vaciaron totalmente en las manos de Dios, y que
ayudemos a levantar a una generación hambrienta de
conocer a Dios.

Dios requiere hoy de ministerios que no teman nave-


gar en las aguas caudalosas del evangelismo, las
misiones, la música, la educación bíblica, el pastora-
do, etc. Pero también Dios está en busca de ministe-
rios que se atrevan a navegar en las aguas peligro-
sas de las artes, las ciencias, el cine, el deporte o la
política; sabiendo que en sus barcas va Jesús de Na-
zaret. ¿Serán nuestros hijos los que conquisten para
Dios esas tierras en donde aun no ondea la bandera
del reino de Dios?

Yo espero que junto a ellos gritemos a todo pulmón:

¡Yo y mi casa…, y mi comunidad, y toda mi nación


serviremos a Jehová!

Que Ese Sea Nuestro Legado

137
En base a lo expresado en este capítulo, responde
por escrito a lo siguiente:

¿Cómo describirías a la generación actual de mi-


nisterios?

¿Qué esperas de los ministerios emergentes? Y


¿Qué harás para que ocurra?

¿Qué similitudes generacionales tiene tu ministe-


rio con el de Jesús?

¿Qué comentarios aportarías al segmento de los


ministerios mula?

¿Cómo está tu compromiso de liderar más allá de


tu casa? ¿Cuál sería tu legado?

138
¿CONCLUSIÓN?...Ummmhh

En 1903, Orville y Wilbur Wright, hijos de un Pastor


que no creía que el hombre podría alguna vez volar,
ingenieros aeronáuticos norteamericanos, construye-
ron el primer aeroplano, en Kitty Hawk, Carolina del
Norte. Y para diciembre 17 de ese mismo año, Orvi-
lle Wright hizo el primer vuelo exitoso de una aerona-
ve piloteada y autopropulsada más pesada que el
aire, llamada el volador (Flyer), con la que viajó una
distancia de 120 pies.

Hemos recorrido una larga distancia desde entonces.


Hoy un 747 tiene un tremendo empuje y fuerza.
Puede volar fácilmente a cuarenta mil pies de altura.
Lleva cientos de pasajeros y también carga y, no obs-
tante, puede desafiar la ley de la gravedad y levantar
su peso y miles de libras adicionales a altitudes que
una vez estuvieron más allá de la imaginación huma-
na.10

Pero estos logros impresionantes empezaron con


pequeños pasos. Primero, alguien comenzó a hacer-
se preguntas al respecto, difíciles de digerir; y llegó al
punto de creer, contra todo pronóstico, que era posi-
ble. Y lo más importante, creyó que era posible a
través de su vida. Lo creyó a tal punto, que estuvo
dispuesto a pagar el precio que fuese necesario para

139
ver hecho una realidad lo que estaba, divinamente,
ubicado en su espíritu.

De igual forma que los hermanos Wright, Dios ha


puesto en ti un deseo imparable por las alturas. Sa-
bes que lo que una y otra vez salta de tu interior vie-
ne de lo alto; de parte de un Dios que plasmó en tu
interior los planos de un ministerio al más alto nivel.
Y por ello no te conformas al “estatus quo” que hasta
ahora experimentas en tu labor ministerial. Sabes
que tienes un ministerio único, impactante y de un
alcance formidable que aun no ha florecido en todo
su esplendor. Pero eso está por cambiar muy pronto.

Ahora bien, si tu éxito ministerial ha de durar más que


el entusiasmo del compromiso inicial y los resultados
a corto plazo, se hace necesario más que deseos y
una visión clara. Cualquiera capacitación, revelación
o dato que recibas (incluyendo este libro), servirá de
poco si no implementas acciones concretas, inmedia-
tas y sostenibles que te lleven a donde Dios quiere.

Las personas exitosas tienen algo en común, que ha


sido definido como “velocidad de implementación”.
Es decir, que cuando aprenden algo que consideran
valioso para sus objetivos, lo ponen en práctica de
inmediato. De esta forma pueden comprobar cuan
valioso es en realidad; y si es así, lo pulen y mejoran
a fin de obtener aun mayores resultados. Por ello,
es imprescindible que tomes una libreta de apuntes y
respondas ampliamente cada una de las preguntas
que se han colocado al final de cada capítulo. Estas

140
tienen el objetivo de brindarte elementos de juicio
definidos para impulsar tus decisiones de crecimiento
ministerial. Luego toma esas respuestas y discútelas
con tu gente de confianza (familia, mentores, etc).
Recuerda que dos cabezas piensan mejor que una.

El punto es que tomes acción ahora que tienes fres-


cos en tu mente y corazón estos conceptos. Eso te
dará el impulso inicial que necesitas hacia un ministe-
rio a otro nivel. Además, evitará que simplemente
tomes apuntes para aplicárselos a otras personas; o
que solamente te digas…-“¡Qué libro más edifican-
te!”. Pues ninguno de esos son los objetivos de este
trabajo. Insisto. El propósito de este material es que
sea una herramienta, o de ser posible, un manual al
que puedas volver una y otra vez para consultarlo en
busca de referencias para tu práctica ministerial..

Además de lo anterior, necesitarás, no solo el impul-


so, sino el compromiso y tenacidad para levantar tu
ministerio sin importar lo que ocurra o piensen los
demás. Yo sé muy bien, por experiencia propia, que
encontrarás una mayoría de personas y situaciones
que te gritarán que no es posible. Que lo tomes con
calma. Te mostrarán con elocuencia un número de
razones convincentes por las cuales debes renunciar
al sueño de impactar a naciones, pueblos y lenguas
con tu ministerio.

Pero ¿Cómo tomar con calma el rugido de la eterni-


dad en tu alma?

141
¿Cómo ser rebelde a la visión celestial?

¿De qué manera acallar el llamamiento santo?

¿Le darás la espalda a tu destino?

…Definitivamente que NO.

La enorme mayoría de los que alegan que no lo po-


drás lograr, es porque ellos mismos nunca lo han lo-
grado. Y si algo han logrado, atrapados por su ego,
piensan que solamente puede ser hache por medio
de ellos.

Por tu parte, no pierdas tu tiempo buscando saciar la


curiosidad de aquellos que jamás entenderán lo que
es arder para Dios. No busques la aprobación de las
almas pesimistas que sin importar las evidencias ne-
garán la mano de Dios en tu vida y ministerio. Ni si-
quiera intentes refutar sus argumentos, simplemente
permíteles observar la obra del Dios que te comisio-
nó.

Simplemente recítale estos versos, de la autoría de


este servidor. Los mismos vinieron de parte de Dios
en uno de los momentos cruciales de mi vida:

Dime Que No Se Puede

Dime que no es posible, te desafío


Ven, acércate un poco, y mi razonamiento loco te mostraré
Dime que las apuestas están en contra,
Yo te mostraré la historia, y lo contrario te haré ver

Dime que el ser humano, no puede volar,


Que si así Dios lo hubiese querido, alas le tendría que dar
142
Yo a 1903, volando a Kitty Hawk te llevaré
Para que conozcas a Orville y Wilbur, ellos sí te lo aclararán

Vivir bajo el agua, ¡Que locura es!


No somos peces, y branquias no nos dio el Señor.
Pues ven conmigo a Francia al 1943,
Y Jacques Cousteau en traje de buso dirá: -Yo lo pude hacer-

Dime que es imposible, el caminar sobre la luna


Dios nos puso en la tierra, y sobre ella es que podemos andar.
Bueno, ven, tomemos un cohete hasta 1969,
Sin duda Armstrong y Aldrin, te dirán que si se puede

Dime que no sueñe tanto, que acepte mi realidad.


Entiéndeme, eso sí que no puedo, ofendería al que me llamó
Él me dijo que no me rinda, que hay galardón a mi lealtad.
Dejaré mi huella en la historia, ¡Para la gloria de Dios!

Esta no es una conclusión, más bien un inicio. Pues


sé que llegó la hora de llevar tu ministerio a otro nivel,
y abrazar el reto de implementar las herramientas
que en este escrito se te ofrecen, dando la milla extra
necesaria para ver los resultados que ya Dios ha es-
tado susurra. Por ello se que pronto oiré de ti y de
todo lo que Dios hará a través de tu vida y ministerio.

Finalmente. Para mi será todo un privilegio, en un


futuro no muy lejano, el sentarme a tus pies a apren-
der los otros secretos del ministerio que Dios ya te ha
estado revelando para que también bendigas a sus
servidores. Por el momento me despido

Sirviendo a los que sirven…

Tu compañero de milicia

143
SOBRE EL AUTOR
Héctor Murillo ha dedicado su vida, familia y ministerio a la
evangelización y la edificación de la iglesia. Su ungido
ministerio como predicador, autor y conferencista le han
llevado a ministrar en varios continentes, dejando huellas
evidentes del poder y la sabiduría de Dios.

Es fundador del Ministerio Impacto Divino Internacional


(DIMI por sus siglas en ingles), un ministerio de alcance
evangelistico y misionero que por más de dos décadas ha
traído el amor salvador y milagroso de Jesucristo mediante
sus cruzadas ¨Explosión de Milagros¨, además de haber
realizado esfuerzos misioneros en varias regiones del
mundo.

Llega un sin número de personas por medio de sus au-


dios, videos, libros y demás materiales de edificación den-
tro y fuera del internet. Además, entre los ministros es
bien conocido por su boletín electrónico ¨Solo Para Minis-
tros¨, que llega a un gran número de pastores, evangelis-
tas, laicos y demás ministerios, ofreciendo recursos y tips
prácticos para un ministerio exitoso.

Héctor Murillo posee una Maestría en Teología con espe-


cialización en educación por la International Theological
University of Florida. Cuenta en su haber con estudios
como Trainer of Trainers en Liderazgo por las instituciones
EQUIP y LIDERE; además de ser Entrenador Certificado
de Emprendimiento por el Young Americas Business Trust
y sus estudios en Neurología Grupal y Coaching de Equi-
pos, entre otros. Ha sido profesor del Instituto Bíblico Su-
perior de Las Asambleas de Dios, y a publicado varios
libros de gran demanda.

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En la actualidad reside en la ciudad de La Chorrera, Re-
pública de Panamá, en compañía de su esposa y compa-
ñera de ministerio Lourdes y sus dos hijos, Hillary y Alexis.

Contacto:

Héctor A. Murillo S.

Apartado Postal 1015-758.


La Chorrera, Panamá.
República de Panamá
CENTROAMERICA
[email protected]
www.ministeriohectormurillo.org

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

1- http://es.wikipedia.org/wiki/vision

2-http://definicion.de

3-John Maxwell, “Las 17 Leyes Incuestionables del Trabajo en


Equipo“

4-http://worldvision.org

5-http://definicion.de/mentor

6-http://es.wikipedia.org/wiki/Relaciones_públicas

7-Revista Alejandro Cano, Fashion & Lifestyle, ed. agosto 2010.


8-T. D. Jakes, Reconstruye Tu Mundo, pag 272

9-http://www.wordreference.com/definicion/generación

10-T. D. Jakes, Reconstruye Tu Mundo, pag 275

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RECURSOS RECOMENDADOS

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