Guía de Autoaprendizaje 1° Medio L&C - 01
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NIVEL 1° Medio
ASIGNATURA Lenguaje y Comunicación
O.A./A.E. OA 05
Objetivos:
Introducción:
Antes de comenzar con nuestros contenidos, nos vamos a detener para conocer el concepto
asociado a la comedia.
La palabra comedia nace en Grecia “κωμωδια” (kōmōdia) donde “κωμωδος”, es decir komos,
significa desfile y la parte final, -odé, significa canción, es decir, canción de desfile, por lo tanto lo
que debemos recordar es que comedia significa “canción del desfile” en honor al dios Dionisio
(Dios de la vendimia y el vino) los griegos eran amantes del teatro y de ellos heredamos la
comedia, a través de ella los griegos pretendían reflejar los defectos más comunes del ser
humano como: avaricia, gula
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Comedia:
La comedia era el recurso de muchos autores griegos para criticar a la sociedad y el mundo en el
que vivían, para esto usaban una serie de recursos que motivaban la risa y, por lo mismo, tras una
aparente trivialización de ciertas circunstancias, llevaban a la reflexión en torno a los problemas
planteados.
Con frecuencia, en los relatos cómicos se dan situaciones confusas conocidas por el espectador
pero ignoradas por los protagonistas, que pueden provocar malentendidos. Se encuentra algunas
veces en plural, refiriéndose a los tejemanejes y engaños de los personajes, pero también con el
sentido de "intriga" que se le da entre nosotros
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La imitación o mímesis: imitación del modo de hablar, gestos y ademanes de una persona.
Imitación: de las personas más vulgares; pero no vulgares de cualquier clase, de cualquier
fealdad física o moral, sino de aquella única especie que supone lo ridículo.
La expresión la vida es una comedia, hace alusión a que el teatro recrea la realidad por lo que es
fácil identificarse, y en ese “efecto espejo” por así decirlo se influencian de manera recíproca.
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Para interpretar una obra debemos decodificar el mensaje que esta nos entrega y eso lo
realizamos a través de una lectura comprensiva, es decir comprender lo que estamos leyendo. Si
en algún punto de la lectura no comprendes el texto, un buen lector vuelve a repasar lo leído
para comprender aquello que no logro internalizar en primera instancia.
Entonces la lectura comprensiva está relacionada con asimilar las ideas principales del texto, el o
los argumentos en la obra y su estructura o configuración.
Tipos de lecturas:
La interpretación de una obra literaria es una tarea que adquiere gran relevancia, pues explica la
connotación que tiene la misma y ayuda a una crítica pertinente. Hay que tener en cuenta que las
distintas interpretaciones tienen que ver con el contexto histórico de una obra y que reflejan una
manera de ver el mundo.
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Forma:
División y estructura: Son los números de capítulos y/o escenas en que se divide la obra.
Fondo:
Tema: es el asunto o tema central en el que gira la obra ejemplo: guerra, amor, odio, explotación.
Estructura
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No dejes que el texto te abrume: Intenta acercarte al texto con curiosidad y expectativas
razonables. Lo fundamental no es comprender todas las palabras, las expresiones y los
argumentos, sino es descubrir la intención del autor y lo que la obra transmite en su
conjunto.
Toma apuntes de la obra mientras lees: Los apuntes son muy útiles, especialmente
cuando la narrativa es intrincada o con muchos detalles y personajes.
Identifica las temáticas que trata el libro: Las historias suelen tener temáticas y subtemas
claros, y algunos subyacentes. Es muy útil identificar en torno a qué gira la narración y
conviene recordarlo cuando debes hacer una reseña.
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Compara el texto con otras obras del mismo autor y de autores contemporáneos: Al
considerar diferentes obras de un mismo autor puedes determinar si el autor ha
evolucionado en su manera de redactar, su visión del mundo, el desarrollo de sus
personajes, sus reflexiones, etc. Asimismo, al ver sus obras frente a otros textos de la
época podrás discernir si se ese autor integra un movimiento literario o generación.
No olvides:
La interpretación en un texto literario lo definiremos como la hipótesis.
El sentido abstracto es la finalidad de la obra.
El sentido concreto es la orientación de un objeto en el espacio.
Resumir brevemente el argumento, para poder entenderlo.
Recordar el orden metodológico para la interpretación.
El interpretador:
Intenta convencer que se ha realizado una lectura interesante y coherente, que lo extraído logra
representar de un modo creativo otorgándole nueva vida.
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Actividades
Responder en tu cuaderno.
Actividad 1
Actividad 2
1. Comenta algunos elementos que estén presentes en la comedia y explica ¿Por qué son
parte importante en este subgénero?
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Actividad 3
Familia.
Insecto.
Descubrimiento.
Viajes.
2. Explica tu respuesta.
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Actividad 4
“¡Devuélveme mi dinero, bandido!... (A sí mismo, cogiéndose del brazo.) ¡Ah, soy yo! Mi ánimo
está trastornado; no sé dónde me encuentro, ni quién soy, ni lo que hago. ¡Ay! ¡Mi pobre! ¡Mi
pobre dinero! ¡Mi más querido amigo! Me han privado de ti, y, puesto que me has sido
arrebatado, he perdido mi sostén, mi consuelo, mi alegría; se ha acabado todo para mí, y ya no
tengo nada que hacer en el mundo. Sin ti no puedo vivir. Se acabó; ya no puedo más; me muero;
estoy muerto; estoy enterrado. ¿No hay nadie que quiera resucitarme, devolviéndome mi dinero
o diciéndome quién lo ha cogido? ¡Eh! ¿Qué decís? No hay nadie. Es preciso que quienquiera que
sea el que ha dado el golpe haya acechado el momento con mucho cuidado, y han escogido
precisamente el rato en que hablaba yo con el traidor de mi hijo. Salgamos. Voy en busca de la
Justicia, y haré que den tormento a todos los de mi casa: a sirvientas, a criados, al hijo, a la hija y
también a mí. ¡Cuánta gente reunida! No pongo la mirada en nadie que no suscite mis sospechas,
y todos me parecen ser el ladrón. ¡Eh! ¿De qué han hablado ahí? ¿Del que me ha robado? ¿Qué
ruido hacen arriba? ¿Está ahí mi ladrón? Por favor, si saben noticias de mi ladrón, suplico que me
las digan. ¿No está escondido entre vosotros? Todos me miran y se echan a reír. Ya veréis cómo
han tomado parte, sin duda, en el robo de que he sido víctima. ¡Vamos, de prisa, comisarios,
alguaciles, prebostes, jueces, tormentos, horcas y verdugos! Quiero hacer colgar a todo el mundo,
y si no encuentro mi dinero, me ahorcaré yo mismo después”.
El avaro de Molière
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Actividad 5
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordar-me, no ha mucho tiempo que vivía
un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de
algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas
los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.
El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo
mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una
ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo
y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo
con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran
madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada,
que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas
verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento;
basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del
año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto
el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y
desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de
caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos
le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva, porque la claridad de su
prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer
aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la
sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de
la vuestra fermosura. Y también cuando leía: [...] los altos cielos que de vuestra divinidad
divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece
la vuestra grandeza.
Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y
desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara
para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía, porque se
imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo
el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro
con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma
y dalle fin al pie de la letra, como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con
ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo muchas veces
competencia con el cura de su lugar –que era hombre docto, graduado en Sigüenza–, sobre cuál
había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás,
barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le
podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada
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condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en
lo de la valentía no le iba en zaga.
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro
en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el
celebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en
los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros,
amores, tormentas y disparates imposibles; y asen-tósele de tal modo en la imaginación que era
verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no
había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen
caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de sólo un revés
había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. Mejor estaba con Bernardo del
Carpio, porque en Roncesvalles había muerto a Roldán el encantado, valiéndose de la industria
de Hércules, cuando ahogó a Anteo, el hijo de la Tierra, entre los brazos. Decía mucho bien del
gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son soberbios y
descomedidos, él solo era afable y bien criado. Pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldos de
Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuantos topaba, y cuando en allende
robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia. Diera él, por dar una
mano de coces al traidor de Galalón, al ama que tenía, y aun a su sobrina de añadidura.
Dato histórico
En la vida de Cervantes confluyen, como en el típico perdedor histórico, las características del
héroe cansado y los efluvios de los muchos signos de esa crisis. Así cabe considerar su propia
peripecia en Lepanto, puesto que, aunque vive la victoria en esa famosa batalla heroicamente y
con toda la enorme derivación épica que tuvo, perderá en ella una mano. Asimismo, sin
prácticamente tiempo para la glosa de la épica de Lepanto, llegan en 1588 (17 años después) la
Armada Invencible –en la que Cervantes fue uno de tantos buscadores de financiación– y la
constatación de la realidad terrible de la derrota.
Después conocerá Cervantes la triste peripecia del cautiverio y la prisión en las cárceles
españolas, y más tarde la ansiedad del éxito sin realmente llegar a conseguirlo. En efecto, cuando
en 1605 ve la luz la primera parte de El Quijote, Miguel de Cervantes sólo ha publicado, diez años
antes, una obra (La Galatea). Es decir, en 1605 es ya un escritor viejo y absolutamente azotado
por la vida.
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Aparte de esa coyuntura de crisis que todos conocemos, la España que vive Cervantes es una
España de cambios y de transición del Renacimiento al Barroco: de 1547 a 1616 se cubre,
justamente, todo el tránsito de uno a otro período. Significativamente, el año en el que nace
Cervantes mueren personajes que habían llenado la época anterior. Así, por ejemplo, Francisco
de los Cobos, hombre que representa el imperio de Carlos V; Hernán Cortés, que fue con Juan de
Austria uno de los últimos héroes de la épica imperial; y reyes como Francisco I de Francia –que
había protagonizado las guerras con Carlos V– y Enrique VIII. En definitiva, con el nacimiento de
Cervantes muere una época.
1. ¿Quién es el autor?
2. ¿En qué año fue escrita la obra?
3. ¿Históricamente que aconteció en el periodo que escribe la historia?
4. ¿A qué género pertenece la obra anterior?
5. ¿Cuál es el estilo en la escritura?
6. ¿Cuál es el tema del fragmento?
7. Explica qué partes de la interpretación no se pueden trabajar en este fragmento.
8. ¿Por qué crees tú que es importante conocer historias como la de Don Quijote?
Fundamenta con tus experiencias personales.
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