Inteligencias Texto

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

La Teoría de las inteligencias

por Howard Gardner

La Teoría de las inteligencias múltiples es un modelo de comprensión de la mente


humana propuesto en 1983 por Howard Gardner (1943-), psicólogo estadounidense
y profesor de la Universidad de Harvard.

Según su aproximación a la inteligencia, ésta no puede definirse como un conjunto


fijo y determinado de capacidades específicas que algunas personas tienen y otras
no. Por el contrario, entiende la inteligencia como una red de capacidades
autónomas pero interrelacionadas, que se dan en una medida o en otra en los
individuos.

El desarrollo de cada una de esas capacidades depende de tres factores


principales: su herencia biológica o genética, su vida personal y su herencia cultural
e histórica. Es decir, la inteligencia es para Gardner una combinación de
potenciales biosociológicos que nos permiten procesar la información de manera
creativa y útil, pero dentro de un marco cultural de necesidades y valores.

Por esa razón, no existen personas inteligentes y no inteligentes, sino personas con
un tipo u otro de inteligencia más desarrollado, pues al ser siempre una capacidad
potencial, puede estar activa o no.

Así, en su Teoría de las inteligencias múltiples, Gardner parte del hecho de que, al
haber muchos tipos de problemas y necesidades, también existen muchos tipos de
inteligencias, que se distinguen entre sí de acuerdo a sus áreas específicas de
aplicación. Todos poseemos estas doce formas de raciocinio en distintos niveles de
desarrollo; lo cual no quiere decir que no podamos cultivarlas, practicarlas. Aunque
obviamente algunas nos resulten más “naturales” que otras.

En los siguientes puntos se explican los siete tipos de inteligencias que identificó
originalmente Gardner, y la inteligencia naturalista, que el mismo autor adicionó en
1995. Posteriormente se identificaron también otros tipos de inteligencia:
emocional, existencial, creativa y colaborativa.
Inteligencia lingüístico-verbal

La función del lenguaje en los seres humanos es universal, y es nuestra principal


herramienta de entendimiento e interacción. Sin embargo, existen individuos que
poseen un mayor dominio sobre ella, ya sea en sus aspectos hablados, escritos o
creativos.

Estas personas, entonces, poseen una mayor inteligencia lingüístico-verbal, lo cual


se traduciría en su facilidad para aprender nuevos idiomas, hablar y escribir de
manera eficaz y sobresaliente, y tener en líneas generales una comprensión del
lenguaje verbal que está más allá de lo común.

Este tipo de inteligencia suele estar muy desarrollado en escritores, lingüistas,


oradores, abogados, poetas, líderes políticos o religiosos, etc.

Inteligencia lógico-matemática

Este tipo de inteligencia implica los razonamientos abstractos no verbales. Son, por
ejemplo, aquellos que involucran el cálculo, la percepción geométrica, el
reconocimiento de patrones numéricos o lógicos, o el manejo de mecanismos de
raciocinio formal, como las matemáticas, la lógica, la física, la química, entre otras
ciencias exactas y aplicadas.

Este modo de inteligencia ha sido valorado a lo largo de la historia por su


capacidad para la creación y fabricación de instrumentos o para la deducción de
las leyes naturales del universo, dado que se halla muy asociado a la capacidad
de razonamiento inductivo y deductivo del ser humano.

Es común que este tipo de inteligencia sea mayor en científicos, ingenieros,


inventores, matemáticos, contadores, etc.

Inteligencia espacial o visual

En esta categoría encontramos la capacidad para manejar órdenes espaciales


abstractas, empleando para ello la imaginación y el sentido de la orientación o de
la lógica.

Es la inteligencia que se aplica a la hora de utilizar eficientemente mapas,


coordenadas y orientaciones. Además, nos permite imaginar un objeto desde un
ángulo de percepción distinto al que se tiene, o para crear una perspectiva propia,
pudiendo así elaborar presentaciones visuales, como dibujos, pinturas, etc.

Es frecuente que se cultive este tipo de inteligencia en arquitectos, artistas visuales,


diseñadores, fotógrafos, publicistas, etc.
Inteligencia musical

La musicalidad es un aspecto universal de las diversas culturas, expresada en muy


distintas realizaciones artísticas, rituales o de cualquier otra naturaleza. Ello implica
una cierta percepción del ritmo, así como una interrelación estrecha entre el oído
y la mente, que permite comprender, distinguir y seguir patrones rítmicos, o incluso
crearlos.

Obviamente, este tipo de inteligencia se halla más cultivada en músicos, críticos


musicales, chamanes, cantantes, etc.

Inteligencia corporal-kinestésica

La inteligencia corporal es en parte intuitiva y en parte es posible entrenarla.

Se trata en este caso de la inteligencia aplicada a la coordinación de los


movimientos del cuerpo, lo cual en el caso de los seres humanos se extiende
también al uso de sus herramientas.

En muchos sentidos la inteligencia corporal se muestra como intuitiva, propia de la


naturaleza de la especie. Por otro lado, en otros casos puede ser fruto del
aprendizaje, que se hará más o menos simple dependiendo de las facilidades de
cada individuo.

Este es el tipo de inteligencia que más cultivan los deportistas, los bailarines, los
coreógrafos, los modelos, los actores, pero también los artistas plásticos (escultores,
por ejemplo) y en muchos sentidos, los artesanos y trabajadores que utilizan sus
manos y su cuerpo para resolver problemas.

Inteligencia intrapersonal

Este es un tipo de inteligencia introspectiva, tiende a la examinación de los


aspectos interiores del individuo, de su mundo interno. Esto pasa por reconocer las
propias emociones, los propios sentimientos, las lógicas que rigen la propia
conducta, y de esa manera poder organizarlas, elegirlas y aplicar eso que
popularmente se conoce como “inteligencia emocional”.

Este tipo de inteligencia es desarrollada especialmente por los asiduos a la


psicoterapia, o a la meditación y otras conductas introspectivas o de aprendizaje
emocional.

Inteligencia interpersonal

Al contrario de la anterior, esta se refiere a los aspectos del trato con los demás, o
sea, a la capacidad de establecer vínculos efectivos con otros seres humanos y
reconocer sus emociones, sus pensamientos (incluso cuando se ocultan
activamente), y brindarles una respuesta adecuada.
La inteligencia interpersonal implica altos niveles de empatía, de carisma o de
manipulación. Es frecuente hallar altos niveles de inteligencia interpersonal en
líderes políticos, trabajadores sociales, psicólogos, abogados y terapeutas.

Inteligencia naturalista

Esta última categoría fue añadida a la teoría de Gardner posteriormente, en 1995.


Se la define como la capacidad para observar y comprender las relaciones propias
de la naturaleza y el medio ambiente, o reconocer sus patrones.

Semejante capacidad habría evolucionado en nuestra especie a partir de la


necesidad de distinguir especies benéficas de otras peligrosas, situaciones seguras
de peligrosas, etc., y así garantizar la subsistencia de la humanidad primitiva.

Es frecuente hallar altos niveles de inteligencia naturalista en biólogos, botánicos,


exploradores, jardineros, climatólogos, etc.

LA INTELEGENCIA EMOCIONAL
Por. Daniel Goleman

La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer las emociones – tanto


propias como ajenas – y de gestionar nuestra respuesta ante ellas. La podemos
definir como el conjunto de habilidades que permiten una mayor adaptabilidad
de la persona ante los cambios. También tiene que ver con la confianza y
seguridad en uno mismo, el control emocional y la automotivación para alcanzar
objetivos. Comprender los sentimientos de los demás, manejar las relaciones y
tener poder de influencia es básico para conseguir cambios positivos en el entorno.

Una emoción provoca una acción, una respuesta. Habitualmente, ante


determinadas emociones, nuestra respuesta suele ser automática, o lo que es lo
mismo: una reacción ante un estímulo. Lo que dice la inteligencia emocional es
que es posible responder en lugar de reaccionar. Es decir, introduce el concepto
de gestión de la respuesta ante un estímulo.

Una emoción se produce como respuesta ante algo que nos sucede. En primer
lugar, nos damos una explicación de lo que ha pasado (pensamiento) e
inmediatamente tenemos una reacción fisiológica (emoción).

No podemos elegir tener o no una emoción, ya que es algo que pasa al margen
de nuestra voluntad. Lo que sí podemos decidir es lo que queremos hacer con ella.
Las emociones tienen una carga energética considerable, lo cual nos impulsa
hacia la acción. Podemos decir que las emociones son el puente entre el
pensamiento y la acción. Y nuestras acciones determinan nuestros resultados,
configurando estos nuestra vida. Por lo tanto, si somos capaces de elegir nuestras
acciones, es más que probable que obtengamos resultados diferentes.

La inteligencia emocional también resulta útil para mejorar nuestras relaciones con
los demás. Y a mejores relaciones, mejor vida. Está demostrado que las personas
con una inteligencia emocional elevada tienen una vida más satisfactoria.

¿Quién es Daniel Goleman?

Si hablamos de inteligencia emocional, el autor de referencia del que debemos


hablar es Daniel Goleman. Su libro, “Inteligencia Emocional”, supuso toda una
revolución al aportar pruebas científicas acerca de la influencia que tienen las
emociones en nuestra vida.

Goleman sostiene que las competencias emocionales se dividen en dos


categorías: intrapersonales e interpersonales. Las primeras se refieren a la relación
que establecemos con nosotros mismos y la segunda a las relaciones que tenemos
con los demás. Todo empieza por uno mismo. Es difícil de creer que alguien que se
lleva mal consigo mismo pueda tener buenas relaciones con los demás.

Daniel Goleman es un reconocido psicólogo y conferenciante. En 1995 publicó


«Emocional Intelligence», que estuvo en la lista de bestsellers del New York Times
durante un año y medio, vendiendo más de cinco millones de copias en todo el
mundo.

Nacido y criado en California, estudió antropología en la Universidad de


Massachusetts para obtener posteriormente el doctorado en la Universidad de
Harvard. Estuvo trabajando como redactor de la sección de ciencias de la
conducta y del cerebro en el famoso diario New York Times y fue profesor de
psicología durante muchos años.

Además, fue cofundador de la Sociedad para el Aprendizaje Académico, Social y


Emocional en el Centro de Estudios Infantiles en la Universidad de Yale. La misión
de la asociación era ayudar a las escuelas a introducir cursos de educación
emocional.

¿Para qué sirve la inteligencia emocional?

El pensamiento occidental, lógico-racional, no cree tanto en el cambio como en


la seguridad que ofrece el conocimiento y la experiencia para controlar el futuro.
Desde esta perspectiva, lo más importante son:

 Las conductas (no las emociones)


 Los conocimientos (no lo intuitivo)
 Los resultados (no los procesos)
El aprendizaje se basa, principalmente, en la repetición de asociaciones
entre conductas y resultados que nos han beneficiado en el pasado,
evitando aquellas negativas.

Este modelo de aprendizaje es esencial para la supervivencia de cualquier especie


y, en el caso del ser humano, fundamental en sus primeros años de
vida. Para modelar su conducta, los adultos utilizarán la recompensa o el castigo.

En muchas empresas también se emplea la motivación externa. Por ejemplo, se


puede incentivar a los empleados para que alcancen sus objetivos a través de una
bonificación salarial. De esta forma, siguiendo el pensamiento causa-efecto, si la
conducta (A) del empleado le lleva a alcanzar resultados (B), obtendrá una
compensación (C). Si la persona no llega a los resultados planificados, no
obtendría compensación.

En este contexto, la complejidad del ser humano en un entorno globalizado y


tecnológico ha desestabilizado este sistema lineal de estímulo-respuesta. Esto ha
provocado que disciplinas como la psicología o la neurociencia hayan dirigido su
interés hacia lo que nos provoca conflicto (el cambio) y su catalizador:
las emociones.

Las emociones tienen una gran trascendencia en nuestro día a día e influyen en la
mayoría de decisiones que tomamos. Por ejemplo, a la hora de elegir pareja o de
escoger empleo. Unas personas tienen mucho más desarrollada la faceta
emocional que otras. Por eso, es necesario prestar atención a esta clase de
habilidades emocionales, ya que pueden marcar nuestra vida y nuestra felicidad
tanto o más que nuestra inteligencia.

Componentes de la inteligencia emocional

Como hemos comentado anteriormente, las personas con un alto grado de


inteligencia emocional saben lo que sienten, lo que significan sus emociones y
cómo pueden afectar a otras personas. Por eso, tener inteligencia emocional es
fundamental para todo líder. ¿A quién crees que le irá mejor? ¿A un líder que le
grita a su equipo cuando se estresa o a uno que mantiene el control y analiza la
situación con calma?

En este sentido, la inteligencia emocional según Daniel Goleman tiene cinco


elementos clave:

 Autoconocimiento
 Autorregulación
 Automotivación
 Empatía
 Habilidades sociales
1. Autoconocimiento

Uno de los elementos clave de la inteligencia emocional según Daniel Goleman es


el autoconocimiento. Es importante saber cómo responder ante las cosas que me
suceden. Si quiero cambiar algo, primero tengo que saber qué es lo que hago y así
poder hacer algo diferente. Si somos conscientes de nosotros mismos, siempre
conoceremos nuestras emociones, además de la forma en la que nuestras
acciones pueden afectar a las personas que nos rodean.

La clave es comportarse con humildad. No importa cuál sea la situación: siempre


podemos elegir cómo reaccionamos ante ella.

2. Autorregulación

En segundo lugar, tenemos que aprender a deshacer los automatismos de la


respuesta emocional. Lo que decíamos antes de responder en vez de reaccionar.
Los buenos líderes se regulan a sí mismos y no atacan verbalmente a los demás.
Además, tampoco toman decisiones rápidas ni emocionales, ni estereotipan a las
personas o comprometen sus valores. La autorregulación tiene que ver con
mantener el control.

3. Automotivación

La inteligencia emocional también tiene en cuenta la motivación. Si quiero


cambiar algo, tengo que saber qué es lo que me impulsa a ese cambio. ¿Qué es
lo realmente importante para mí? Hay personas que saben automotivarse y que
trabajan para cumplir sus objetivos con estándares extremadamente altos en
cuanto a la calidad de su trabajo.

Cada vez que nos enfrentemos a un desafío o incluso a un fracaso tenemos que
intentar extraer algo positivo de la situación. Puede ser algo que de primeras nos
parezca poco relevante, como un contacto nuevo, o algo con efectos a largo
plazo, como una lección. ¡Siempre hay algo positivo!

4. Empatía

Para los líderes, tener empatía es fundamental a la hora de administrar un equipo


u organización. O, lo que es lo mismo, contar con la capacidad de entender las
emociones del resto y ponernos en su lugar. Tiene que ver con la capacidad de
ayudar a desarrollarse a las personas de su equipo, desafiando a quienes actúan
de forma injusta o hacen comentarios constructivos. Además, escuchan a quienes
lo necesitan.
5. Habilidades sociales

El último elemento que compone la inteligencia emocional según Daniel Goleman


son las habilidades sociales, como comunicarse eficazmente, influir, persuadir y
gestionar conflictos.

Los líderes que desempeñan bien las habilidades sociales de la inteligencia


emocional son excelentes comunicadores. Están tan abiertos a escuchar malas
noticias como buenas. Son expertos en lograr que su equipo les apoye y se
entusiasme con una nueva misión o proyecto. Los líderes que tienen buenas
habilidades sociales también son buenos para gestionar el cambio y resolver
conflictos de forma diplomática.

Es importante señalar que la inteligencia emocional se puede entrenar. Es cierto


que hay personas que parecen tener cierta facilidad para ello, como si fuera una
capacidad innata, aunque todos podemos desarrollarla en mayor o menor
medida si nos lo proponemos.

También podría gustarte