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Perú siglo XX.

En búsqueda del Estado-Nación


y el futuro no-dependiente
El Oncenio de Leguía
Las Nuevas fuerzas sociales, sus luchas y la
Constitución de 1933
Crisis y restauración de la oligarquía
La década de los 60
PARTE II
EL IMPERIALISMO NORTE AMERICANO Y LA
OLIGARQUÍA PERUANA EN EL SIGLO XX
________________________________________________________________________

CAPITULO II
PERÚ SIGLO XX. EN BÚSQUEDA DEL ESTADO-NACIÓN Y EL FUTURO NO-
DEPENDIENTE

El Oncenio de Leguía

A partir de las primeras décadas del siglo XX, y bajo el impulso del

capital extranjero, el desarrollo capitalista adquiere mayor dinamismo.


Sobre el desarrollo económico Paul Baran dirá:

“Si en los siglos XVII y XVIII la lucha por el progreso equivalía a la lucha
contra las instituciones caducas de la era feudal, en forma similar los
esfuerzos actuales tendentes a crear las condiciones indispensables para
el desarrollo económico, tanto en los países capitalistas avanzados como
en los atrasados, entran continuamente en conflicto con el orden
económico y político del capitalismo y del imperialismo. De ahí que el…
progreso económico se interprete, inevitablemente, en los Estados Unidos
y en otras regiones del mundo capitalista, como profundamente
subversivo del orden social y del sistema de dominio internacional
vigentes; como un movimiento revolucionario al que hay que cohechar,
bloquear y, si es posible, quebrantar si se quiere salvar al sistema
capitalista…. Lo decisivo es que el desarrollo económico de los países
subdesarrollados es profundamente adverso a los intereses dominantes

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de los países capitalistas más avanzados. Abasteciendo de muchas
materias primas importantes a los países industrializados y
proporcionando a sus corporaciones grandes beneficios y posibilidades
de inversión, el mundo atrasado siempre ha sido el hinterland
indispensable de los países capitalistas altamente desarrollados de
Occidente. De ahí que la clase dirigente de los Estados Unidos y de otros
países se oponga amargamente a la industrialización de los llamados
‘países fuertes’ y al surgimiento de economías industriales integradas en

las regiones coloniales y semicoloniales”. 206

Si bien hemos de dar fecha de un aparente “crecimiento” económico


se tiene que tener presente lo expuesto por Baran, él advierte que el
desarrollo, por ellos entendido —los capitalistas—, comprende toda una
gama de estratagemas políticas e ideológicas. Están, en primer lugar, las
declaraciones ampliamente difundidas de los estadistas occidentales
que aparentan favorecer el desarrollo económico de los países
atrasados. Lo hacen mediante ayudas e inversiones en áreas que
inviabilicen la acumulación de riqueza y que posibilite una economía
autosostenida. “La lógica del desarrollo es tal que el mejoramiento,
lento, gradual de los niveles de vida de los países poco desarrollados es
un proyecto extremadamente difícil, si no es totalmente imposible. [Los]
incrementos pequeños en la producción nacional que pudieran lograrse
con la ayuda de tal inversión occidental y con la caridad que se le
otorgara serían absorbidos por el rápido crecimiento de la población, por
la corrupción de los gobiernos locales, por el despilfarro de recursos que
hacen las clases dirigentes de los países subdesarrollados y por el retiro de
ganancias que llevan a cabo los inversionistas extranjeros”. 207 Estas
premisas tienen que ser tomadas en cuenta para poder interpretar y
comprender este período, continuemos.

206 BARAN, op. cit., pp. 27-28.


207 Ibíd., p. 30.

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Durante el Oncenio de Leguía (1919-1930) se consolidó y amplió el
trabajo asalariado en las minas y las haciendas capitalistas, se
incrementó la actividad financiera y comercial, se produce al mismo
tiempo, un desarrollo relativo de la industria manufacturera. Entre 1920 a
1931 la población ocupada en la metalurgia, el mueblaje y la industria
de la construcción aumentó en 45%, 62% y 45%, respectivamente. 208 Se
produce igualmente una ampliación de la actividad manufacturera
destinada a productos de consumo popular. Todo ello determinó la
ampliación de los sectores asalariados y las capas medias en el marco
de una mayor división del trabajo y la consecuente diferenciación social.
La política implementada por el gobierno de Leguía aceleró y profundizó
el desarrollo de estas tendencias en íntima relación con la penetración
del capital norteamericano que pasó a ocupar un lugar altamente
prominente sobre el resto del capital extranjero. 209 En el Perú el capital
norteamericano desplaza al inglés.

A diferencia de la política conservadora y prudente en el gasto


público de la República Aristocrática, Leguía desarrolló una audaz
política de obras públicas. Asimismo, impulsó la implementación de la
infraestructura necesaria para la expansión del capital monopólico,
ampliando más el ámbito estatal y los circuitos de circulación del capital,
así como las bases materiales para la existencia de los sectores medios.
No se puede hablar —todavía— de la formación de un mercado
nacional, pero sí de la extensión del mercado interno.

208Según datos del censo de Lima-Callao para estos años.


209KARNO, Howard L. Augusto B. Leguía: The oligarchy and the modernization of Perú 1870-1930. Los Angeles,
Thesis University of California, 1970. Citado por Julio Cotler en Clases, Estado y…, p. 182 donde afirma:
“Leguía... a su regreso a Lima tuvo una corta estancia en Nueva York, donde llegó a importantes acuerdos
con la banca y los norteamericanos a fin de lograr su masiva incorporación en el país y lograr su definitiva
transformación capitalista”. Esto explicará, como es obvio, la mayor presencia norteamericana en Perú a
partir del Oncenio de Leguía.

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Paralelamente, y como consecuencia de estos cambios, se desarrolló
un importante proceso de urbanización. La ciudad de Lima crece
vertiginosamente a partir de la construcción de importantes avenidas
que ponen en comunicación al centro de Lima con Miraflores, el Puerto
del Callao y otras áreas aledañas creándose así nuevas urbanizaciones.
Este proceso trae como consecuencia un importante aumento en el
valor de los lotes en las zonas urbanizadas, así como el florecimiento de la
industria de la construcción. Basándose en la especulación con la
compra-venta de terrenos y casas, así como al desarrollo de la actividad
inmobiliaria, se amasaron importantes fortunas y se constituyó un sólido
sector rentista-urbano en íntima relación con los sectores financieros y
comerciales.

Asimismo, se realizaron obras de irrigación y de construcción de


carreteras y ferrocarriles en diversas zonas del país. Toda esta obra de
infraestructura se llevó a cabo basándose en una política de empréstitos
y concesiones que significaron prácticamente la hipoteca del país al
capital americano que trajo consecuencias desastrosas para la
hacienda pública y la economía nacional. El desorbitado uso de los
préstamos norteamericanos significó que la deuda externa se duplicara,
entre 1920-1930, pasando de 10 a 100,000,000 de dólares; y si en 1920 los
intereses de la deuda comprometían el 2.6% del presupuesto nacional, al
finalizar la década los intereses alcanzaron el 21% del mismo (Ibrid 1949).
Sólo durante el bienio de 1926-1928 el 40% de los ingresos fiscales provino
de los préstamos. 210

Fue en el gobierno de Leguía que se hizo entrega a perpetuidad los


ferrocarriles del país a la Peruvian Corporation (inglesa), entre otras
concesiones importantes al capital extranjero. Esta política de

210 COTLER, op. cit., p. 196.

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modernización capitalista profundizó el sometimiento de la economía del
país al capital monopólico norteamericano, de igual modo no transformó
el orden rural tradicional. 211 A pesar de las contradicciones del régimen
de Leguía con algunos sectores terratenientes, durante su gobierno la
gran propiedad semifeudal 212 no sólo se mantiene sino que se refuerza.
Basadre anota al respecto:

“Al amparo del régimen de Leguía, surgieron nuevos caciques


provincianos o se consolidaron otros ya existentes. En la provincia de
Anta, por ejemplo, imperó Ezequiel Luna, que por más de 20 años ejerció
la representación de ella. Su símbolo fue el fundo Sullapuquio en el que,

según se afirmó, regían aterradoras penas de látigo y corna”. 213

El dominio político de los terratenientes se basó en la explotación y la


opresión servil de la masa campesina la cual se mantenía y mantiene
aun hoy.

Se producen intentos de centralización e integración estatales.


Mediante el Servicio Militar Obligatorio, la Ley de Conscripción Vial (1920)
y la Ley de la Vagancia (1924), se utiliza la fuerza de trabajo indígena en
forma prácticamente gratuita, para la construcción de carreteras y otras
obras de infraestructura. Igualmente se refuerzan los vínculos entre el
aparato estatal, la burguesía agraria, los gamonales serranos y las
autoridades locales a su servicio, así como la comunicación entre
diversas zonas del país.

Estos procesos trajeron consigo la ampliación de la población en las


principales ciudades, en particular de los sectores medios, así como la

211 Salvo algunas excepciones muy localizadas, como el caso de las haciendas de la Cerro de Pasco Corp., en

el Centro, y los intentos de capitalización de las haciendas puneñas, bajo el impulso de la Peruvian.
212 Esta categoría conceptual es de José Carlos Mariátegui. Podrá haber autores que consideran que la
utilización de esta categoría conceptual no es adecuada en una sociedad que no conoció el feudo y que al
estar orientada la economía a la exportación, es una economía de capitalismo incipiente y no semifeudal,
aunque pisotee al peón como semiesclavo, porque es hombre libre y asalariado.
213 BASADRE, op. cit., tomo 13.

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extensión de las funciones del Estado. La administración pública creció
vertiginosamente en este período, los aparatos militares, en particular la
Aviación y la Marina de Guerra, recibieron un importante impulso de
modernización. Se creó la Escuela Superior de Aviación de las Palmas, la
Escuela Superior de Guerra de la Marina, dirigidas y orientadas por
oficiales norteamericanos. Asimismo, se crea la Comandancia General
de la Escuadra y la Dirección de la Escuela Naval, instituciones cedidas a
estos oficiales. 214

La injerencia directa de miembros de las FF.AA. norteamericanas


ilustra las limitaciones evidentes de la soberanía nacional, aun esto se dió
en el plano jurídico-político otorgándole al Estado un verdadero carácter
semicolonial. Se consolidó así la presencia del capital norteamericano
como componente del bloque en el poder, al mismo tiempo que se
incorporó, por medio de la cooptación, a los sectores medios en las
funciones públicas. La modernización del Estado peruano con Leguía
puede caracterizarse como un proceso de adecuación tanto a las
exigencias de la acumulación y expansión del capital monopólico
extranjero como a las planteadas por el desarrollo de las contradicciones
sociales y la presencia de nuevas fuerzas. Este último aspecto hace que
la maquinaria estatal se modifique e incorpore jurídica e
institucionalmente demandas inmediatas y parciales de sectores medios,
e incluso populares, a fin de incorporarlos subordinadamente al sistema
de dominación política.

La política implementada por el régimen de Leguía entra en


contradicción con los sectores más conservadores de las clases
dominantes, particularmente con el Civilismo, que al ser desplazado del
manejo directo del aparato estatal, desarrolla una fuerte oposición en

214 Véase VILLANUEVA, Víctor. El militarismo en el Perú. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1973.

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contra del régimen del Oncenio. A pesar de ello, la política de Leguía no
llegó a afectar las bases sociales y económicas de las clases dirigentes.
Siendo parte de ellas, difiere en las modalidades particulares de defensa
de sus intereses comunes. Halperin dirá al respecto:

“La dictadura de Leguía debía hallar una resistencia en sectores de la


oligarquía limeña, cuyo poderío político mediatizaba y cuyas rivalidades
internas explotaban para mejor someterla, distribuyendo arbitrariamente
las ventajas económicas que en el Perú, y no sólo en Perú, derivan del
favor político, pero esas resistencias no impidieron que en lo esencial la
política económico-financiera de la Patria Nueva fuese escasamente
nueva; aun en la búsqueda de apoyos políticos populares el régimen se
detenía, por otra parte, en la plebe de Lima…. En 1923, el gobierno de
Leguía tomó un rumbo más decididamente conservador, vio sumarse a
sus filas enemigos de las filas oligárquicas, los sectores antes menos

articulados”. 215

Se está refiriendo al sector estudiantil y a su dirigencia, así como a los


nacientes movimientos populares liderados por Víctor Raúl Haya de la
Torre y José Carlos Mariátegui.

La gran depresión mundial de 1929-1930 dejó sentir rápidamente sus


efectos en la economía del país, la cual era en extremo dependiente del
capitalismo monopólico internacional y como hemos visto del
norteamericano, en particular. Por otro lado, la política entreguista de
Leguía agudizó la situación configurándose así una profunda crisis
económica que no sólo sometió al pueblo a miserables condiciones de
vida, sino que afectó duramente a los sectores medios e incluso a
amplios sectores de las clases propietarias.

215 HALPERIN DONGHI, op. cit., pp. 349-350.

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La inviabilidad de la solución leguísta se puso rápidamente de
manifiesto al enfrentarse a aquellos sectores sociales que le procuraron
un consenso inicial, 216 básicamente, sectores medios. Hacia el final del
período (1930) Leguía 217 se encuentraba en un profundo aislamiento
político lo cual determinó su derrocamiento, hecho inicial de un período
de profunda crisis política en el país: la primera crisis de dominación
oligárquica. Los movimientos sociales que emergen al escenario político
en la década del 20 son, indudablemente, elementos nuevos en la
situación. Cabe resaltar los movimientos campesinos de la sierra sur, las
movilizaciones populares urbanas y la radicalización de la pequeña
burguesía, así como los elementos más significativos en esa dirección.

En el terreno de las ideas el período previo a la crisis del 30 encuentra


a un conjunto de intelectuales que, desde diversas perspectivas,
defienden y sustentan el orden oligárquico. Por un lado están los teóricos
del civilismo de orientación positivista como Javier Prado, Mariano H.
cornejo, Manuel Vicente Villarán; por otro lado están los intelectuales
conservadores que constituyeron algo así como una respuesta
aristocratizante al positivismo. Entre sus más destacados exponentes
figuran Alejando Deustua y José de la Riva Aguero. Víctor Andrés
Belaúnde fue un caso particular; su pensamiento, aunque conservador,
fue bastante más complejo y siguió una revolución particular de acuerdo
con su inserción en el acontecer político del país. 218 Contra ellos surge la
crítica mordaz y solitaria en las obras de José Carlos Mariátegui. Hacia
finales de la década del 20 los movimientos campesinos de la sierra sur
pusieron en primer plano en la discusión ideológica y política el problema

216 Ibíd.
217 Sobre la revolución y caída del Régimen del Oncenio véase CARAVEDO, Baltazar. Clases, lucha política y
gobierno en el Perú: 1919-1933. Lima, Editorial Retama, 1977. VILLANUEVA, Víctor. Así cayó Leguía. Lima,
Editorial Retama, 1977.
218 Sobre el desarrollo de las ideas en el período consultar SALAZAR BONDY, Augusto. Historia de las ideas en el

Perú contemporáneo. Lima, F. Moncloa Editores, 1965.

180
indígena, 219 así nace la corriente de pensamiento conocida como
indigenismo. Podría decirse que esta corriente de pensamiento
constituyó una respuesta frente al pensamiento aristocratizante y extran-
jerizante el cual dominaba en las clases dirigentes. El indigenismo surge
como la reivindicación de lo autóctono y la revaluación de lo indígena
como patrimonio nacional.

En el contexto político e ideológico de la década del 20, el


indigenismo constituyó un avance hacia el descubrimiento y valoración
de la identidad nacional. La defensa del indio superó los aspectos
puramente étnico-culturales, para derivar en un movimiento
antigamonalista y anticolonialista que aportó elementos significativos
para la búsqueda de un proyecto nacional. Esta corriente será el
antecedente de fuerzas políticas que se harán presentes en la escena
nacional en la convulsionada coyuntura del 30. Las contradicciones
gestadas en este período emergen entonces a la lucha política lo que
genera la primera crisis de la dominación oligárquica.

Las Nuevas fuerzas sociales, sus luchas y la Constitución de 1933

L os movimientos sociales y políticos del período constituyen la base

material del surgimiento de las nuevas ideologías que marcarán los


procesos políticos hasta los años recientes. El socialismo tiene en
Mariátegui a su gran propulsor y orientador. Con enorme capacidad
creativa y visión histórica Mariátegui sienta, por primera vez en el país, las
bases del análisis científico de la sociedad peruana abarcando sus
aspectos más fundamentales. Su aporte no se encuentra únicamente en

219 Recuérdese que en la Constitución de 1920 se incorpora, por primera vez en la historia del Perú, el

reconocimiento legal de las comunidades indígenas.

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el diagnóstico, sino en la proposición de un programa político que oriente
la acción de las clases oprimidas de la sociedad. Este programa señala
como indesligable la lucha contra el imperialismo y la semifeudalidad, la
lucha por la democracia política y la conquista de la identidad nacional
donde la clase obrera será la única llamada a dirigir al conjunto de
capas y clases oprimidas, dadas las características de la burguesía en el
Perú.

En la concepción de Mariátegui la lucha por la liberación nacional —


que comprende básicamente la solución del problema nacional y el
problema agrario— es parte integrante de un solo proceso que realiza las
tareas democrático-burguesas, así como sentar las bases para el tránsito
al socialismo como sistema alternativo al capitalismo. El punto 8 del
Programa del Partido Socialista dice al respecto:

“Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en

sus objetivos y en su doctrina una revolución proletaria”. 220

Víctor Raúl Haya de la Torre, lúcido exponente de las nuevas


corrientes antioligárquicas, señala igualmente al imperialismo y a la
semifeudalidad (él la llama feudalidad) como los principales obstáculos
para el logro del desarrollo nacional y la liberación política. Él planteaba
que los señores (dueños de la tierra y de grandes poblaciones serviles):

“… son los aliados del imperialismo que día a día devienen sus
agentes y sus súbditos, no es posible separar, pues la lucha contra el
imperialismo extranjero de la lucha contra el feudalismo colonial en
Indoamérica”.

220 MARIÁTEGUI, José Carlos. Ideología Política. Lima, Editorial Amauta, p. 162, 1969.

182
Más adelante añade:

“la primera consecuencia del creciente dominio económico del


imperialismo norteamericano en nuestros países es una consecuencia

política; el problema de la libertad nacional…”. 221

A diferencia de Mariátegui, Haya plantea que son las clases medias


las llamadas a dirigir el amplio frente antiimperialista ya que el
proletariado se encuentra aún poco desarrollado desde el punto de vista
social y cultural y que: “En nuestros países las clases medias tienen mayor
aptitud para la lucha. Viven aún su edad heroica…. Nuestras clases
medias están aún en período de combate, de forcejeos por su
afirmación; período de ofensiva, casi de gesta, si le podemos llamar
así”. 222 Haya de la Torre proponía como eje central de su programa
máximo la constitución de un Estado antiimperialista alternativo al Estado
oligárquico. Su modelo e inspiración fue el Estado y la experiencia de la
Revolución Mexicana (1917). Para el programa aprista el socialismo era
un objetivo sumamente lejano y sin vinculación directa con la lucha
antiimperialista y antifeudal. Ambas corrientes surgen en el período
leguísta y conducen las primeras luchas de los sectores populares
urbanos, con una orientación definitivamente antioligárquica y
antiimperialista. Su presencia en la crítica coyuntura de 1930 significará
un elemento nuevo en la escena política peruana: la diferenciación
clara de las alternativas políticas del campo popular antioligárquico
frente a las expresiones políticas de las fuerzas que sostienen el sistema
oligárquico. Por otra parte, la actuación de estas fuerzas será,
igualmente, un componente importante en la situación de crisis política y
su desarrollo.

221 HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl. El Antiimperialismo y el APRA. Lima, Editorial Amauta, p. 35, 1972.
222 HAYA DE LA TORRE, op. cit., pp. 33-34.

183
La caída del régimen de Leguía (1930) y los efectos de la crisis
económica mundial serán los factores desencadenantes de la profunda
crisis política que amenazó seriamente la estabilidad del orden
oligárquico. La enorme inestabilidad política y las intensas pugnas al
interior de las clases dominantes, demuestran con claridad la existencia
de una profunda crisis de hegemonía en su interior. La aguda crisis
económica, que amenazó las bases de reproducción del sistema, mostró
la endeblez del aparato productivo interno y su estrecha subordinación
al sistema económico mundial bajo la égida del capital monopólico
extranjero. Las contradicciones gestadas y acumuladas en el período
inmediatamente anterior adquirieron madurez en la coyuntura del 30 y
salen a la luz de la escena política, generando situaciones que
presentaban características de guerra civil. Basadre caracteriza este
período como “una de las etapas más llenas de incertidumbre y de
inestabilidad en la historia del Perú Republicano. Desde el 22 de agosto
de 1930 cuando se dió el pronunciamiento del comandante Sánchez
Cerro contra Leguía hasta que el comandante Jiménez entró en Palacio
de Gobierno el 5 de marzo de 1931 hubo en Lima, en menos de 7 meses,
6 movimientos militares de carácter político y la insignia del poder
presidencial cambió 5 veces de poseedor…. En el período de un mes (al
cerrarse el ciclo) se produjeron 6 insurrecciones militares y durante varios
días funcionó un gobierno en Lima y otro en el sur, este último, dividido en
una Junta Castrense y una Junta Civil. La amenaza de un
desquiciamiento nacional era evidente”. 223

Por primera vez en la historia las masas populares urbanas emergen al


escenario político con sus propios programas y organizaciones. Los
diques de contención del Estado oligárquico son desbordados. Las

223 BASADRE, Historia de la República… Tomo XIV, p. 63.

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fuerzas antioligárquicas —fundamentalmente sectores populares urbanos
y sectores medios— intentan la derrota de la dictadura del Oncenio. El
contenido de las principales jornadas de lucha del período ataca los ejes
centrales del sistema de dominación y se orientan a la transformación del
ordenamiento social y político. Las luchas por el salario y el empleo se
encuentran íntimamente entrelazadas con las luchas contra el control
monopólico de las principales empresas por el capital extranjero, la lucha
por la igualdad jurídica y política y las libertades ciudadanas. En un clima
de creciente e intensa politización las masas populares ganan las calles.
Estas masas populares estaban lideradas y conducidas por
organizaciones políticas las cuales tenían ideologías y programas políticos
claramente antioligárquicas y antiimperialistas. El APRA y el Partido
Comunista. 224 Las condiciones de la lucha política en la coyuntura, los
errores de interpretación y dirección en los que incurren los dirigentes
comunistas, luego de la muerte de Mariátegui y la habilidad de los
dirigentes apristas determinarán que sea el Partido Aprista el que asuma
mayor fuerza coyuntural y se convierta en la principal fuerza que lidera la
oposición al bloque oligárquico en la lucha por el poder político. 225

La agudización de los enfrentamientos políticos lleva a una


polarización extrema lo cual hizo que se reduzcan las alternativas de
salida a la crisis política. 226 La Unión Revolucionaria y Sánchez Cerro
lideraban la salida de las fuerzas oligárquicas: la dictadura abierta y
violenta con la fachada de las instituciones liberales. El Partido Aprista,
con creciente arraigo en las masas populares urbanas, lideró el campo

224 Posterior a la muerte de Mariátegui el Partido Socialista deviene en Partido Comunista.


225 Sobre la política del Partido Comunista en la coyuntura 30-33, sus errores de apreciación y de línea que lo
llevaron al marginarse de la lucha política del momento ver, principalmente: BALBI, Carmen Rosa. El Partido
Comunista y el APRA en 1931. Lima, tesis del Departamento de CC. SS. PUC, 1977. FLORES GALINDO, Alberto.
Los comunistas en los años 30. Lima, Facultad de CC. SS. PUC, mimeo, 1978. MADALENGOITIA, Laura.
Constituyente y lucha política: Perú 1931-32. Lima, Imprenta DESCO, 1979.
226 Sobre la crisis política de 1930-33 véase BALBI, op. cit. Además, BALBI, Carmen Rosa y Laura Madalengoitia.

Constituyente y lucha política: Perú 1931-32. Lima, DESCO, 1979.

185
de las fuerzas antioligárquicas intentando una salida institucional. Luego
de ser expulsados los dirigentes apristas del Congreso y del país, e
ilegalizado el partido, éstos ensayaron entonces la vía insurreccional con
el movimiento de la ciudad de Trujillo en julio de 1932. La expulsión de los
representantes apristas del Congreso Constituyente y la derrota de
Trujillo, 227 son los hechos más importantes que definen la derrota de las
fuerzas populares y antioligárquicas en la coyuntura. Una Ley de
Emergencia, la instalación de Cortes Marciales y la represión violenta y
sistemática son los instrumentos básicos mediante los cuales las fuerzas
oligárquicas consiguen mantenerse en el poder.

En la coyuntura de 1930-33, el proyecto aprista significó el primer


intento de dar solución al problema nacional en el país “desde abajo”.
Limitaciones de tipo estructural, fundamentalmente la ausencia del
campesinado como fuerza social y política, así como las ambigüedades
y vacilaciones de la dirección política son, entre otros, los elementos más
significativos que explican el desenlace final. La solución a la crisis
política de 1930-33 y su forma-lización en normas constitucionales serán
expresión clara de las nuevas modalidades que asume la dominación
oligárquica. La Constitución de 1933, 228 establece jurídicamente un
híbrido contradictorio en cuanto a la naturaleza del Estado. Las normas
regulan el funcionamiento de las instituciones de una democracia liberal
manteniendo las condiciones sociales que imposibilitan su existencia y
funcionamiento reales. Al negarse toda transformación social en el
campo se mantenía y reforzaba el poder político de los terratenientes
serranos y su dominio omnímodo sobre la población campesina. Al
mismo tiempo se consagra la igualdad de los ciudadanos ante la ley, se

227 La derrota de Trujillo está precedida del aplastamiento de importantes movimientos de corte militar y

paramilitar. Destacan los levantamientos populares del norte del país en contra del resultado electoral en
diciembre 1931 y enero 1932, y la sublevación de la marinería del Callao.
228 Con gran influencia de la norteamericana. Estados Unidos aplicó de manera más decisiva su Doctrina

Monroe: América para los americanos.

186
mantiene la opresión política semifeudal que priva al campesinado de
los elementales derechos jurídicos, incluyendo la libertad individual.

La mayoría parlamentaria de entonces rechazó reiteradas veces


todos los planteamientos que suponían la transformación del orden rural
tradicional; rechazó planteamientos como las propuestas de Reforma
Agraria así como los proyectos de descentralización cuya
implementación suponía la alteración del sistema de opresión semifeudal
y del poder de los terratenientes. 229 Esta situación se mantuvo, así como
la violencia ejercida por el sistema de opresión gamonalista con la venia
y el apoyo del aparato estatal central. Al negarse el voto a los
analfabetos (Art. 86) se excluyó explícitamente al campesinado de toda
forma de participación política. Además, al mantenerse el sistema de
representación en relación con el número de habitantes (método
censatario, de corte discriminatorio y elitizante) y no de electores se
institucionaliza la representación del gamonalismo en el parlamento a
nombre de la gran masa campesina excluida. Los sectores populares
urbanos conquistan en las ciudades el derecho a la votación secreto y
universal en lo formal. Sin embargo, al adquirir expresión política
independiente y relevante son víctimas de la violencia institucional del
aparato estatal central. Las fuerzas populares urbanas irrumpen, por
primera vez, en el escenario político con sus propias organizaciones y
programas. Frente a ello la dominación oligárquica encontraba
insuficiente el ejercicio de la violencia física y necesitaba institucionalizar
la exclusión de sus expresiones políticas más significativas. La
Constitución “liberal” de 1933, 230 puso fuera de la ley a los llamados

229 El Art. 47º de la Constitución del 33 señalaba que: “El Estado favorecerá la conservación y difusión de la

mediana y pequeña propiedad rural; y podrá, mediante una ley, y previa indemnización, expropiar tierras de
dominio privado, especialmente las no explotadas, para subdividirlas o para enajenarlas en las condiciones
que fije la Ley”. Este artículo no afectó un centímetro de tierra en manos del gamonalismo. En adelante los
artículos que se mencionan son los de esta constitución.
230 Con una gran influencia de la Constitución Federal de los Estados Unidos.

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“partidos internacionales” (Art. 53º); estos partidos tenían nombre propio:
el APRA y el Partido Comunista. Al mismo tiempo que se consagran
nominalmente un conjunto de libertades y derechos consignados como
Garantías constitucionales (Cap. IV), se daba plenos poderes al Ejecutivo
para poder suspenderlas con amplia libertad y actuar del mismo modo
durante su suspensión (Art. 70). El principio de división de poderes y la
delimitación de funciones quedan en el papel, para dar cabida al
arbitrario uso de la fuerza. La independencia del poder judicial fue
igualmente una fórmula vacía de contenido al quedar definitivamente
dependiente en cuanto a recursos, nombramientos y funciones del
Ejecutivo-Legislativo y al mantenerse intacta su estructura, estrechamente
funcional a los intereses particulares de la fracción dominante en Lima y
de los poderes locales en las provincias. La administración de justicia
constituyó, y aún constituye, uno de los pilares fundamentales del sistema
de dominación. En ese período, a través de los juicios de linderos y otros
mecanismos procesales, se consolidó y legitimó la usurpación de tierras a
las comunidades indígenas de parte de los gamonales o señores locales.
El juez, por regla general, es (era) parte integrante de la red de los
poderes locales al servicio de los señores de la tierra.

El mantenimiento de las relaciones sociales semifeudales, por medio


de los diversos mecanismos planteados, determinó la invalidez de
postulados como la igualdad jurídica y los derechos del hombre. De allí
que la lucha por la democracia política en el país se encuentre
íntimamente relacionada con la lucha por las transformaciones sociales
en el campo. Bajo la forma liberal en la letra, la constitución sancionaba
el orden de los terratenientes semifeu-dales, traba fundamental para la
existencia de hombres libres e iguales. La regulación de las funciones y
relaciones entre los poderes del Estado que sancionaba la Carta
Constitucional del año 1933, muestra, igualmente, las contradicciones del

188
sistema y la naturaleza de los sectores dominantes. La vocación
antidemocrática es, también aquí, eje central de inspiración. Se
sancionó el sistema bicameral reforzando el poder del Ejecutivo; pero se
dieron amplias atribuciones al parlamento con el fin de otorgar
importantes espacios de acción a los terratenientes serranos, al mismo
tiempo que se limitaba la capacidad de acción de los sectores
marginados históricamente. Se estableció un sistema híbrido
parlamentarista-presidencialista que obedeció a los intereses inmediatos
del bloque dominante, imposibilitándose el funcionamiento real de las
instituciones de la democracia liberal. 231 Como lo muestra la experiencia
posterior, los conflictos entre Ejecutivo y Legislativo no encuentran
solución en el marco constitucional, facilitándose de este modo las
soluciones de fuerza y reforzando la preeminencia de los aparatos
represivos por sobre las instituciones liberales.

Los aspectos señalados no son sino la expresión, jurídico-político, de los


escasos márgenes de consenso en los cuales se asentaba el Estado
oligárquico, conformó una estructura política esencialmente
antidemocrática. Tras su forma liberal en la letra, el Estado peruano
ocultó una realidad en la cual las instituciones del Estado moderno,
como son el Parlamento, las elecciones, etc., lejos de ser expresión
democrática dentro del conjunto de los sectores sociales eran tímidos
remedos manejados casi como bien privado por los sectores sociales que
componían el bloque en el poder. La naturaleza represiva y dictatorial
de los regímenes del Estado oligárquico peruano que describe Pease 232 y
que Bourricaud señala como la secuencia de “dictaduras y
dictablandas” 233 son la consecuencia lógica de la naturaleza misma del

231 Véase BERNALES, Enrique. «La Constitución del 33 y la organización constitucional del Estado peruano». En

Revista Universidad Católica N° 3. Lima, mayo de 1978.


232 PEASE GARCÍA, Henry. El ocaso del poder oligárquico. Lima, DESCO, 1978.
233 BOURRICAUD, Francisco. Poder y sociedad en el Perú contemporáneo. Buenos Aires, Editorial Sur, 1967.

189
tipo de Estado que emerge de la situación social y económica imperante
en el país y que se consagra legalmente en la Carta Constitucional.

Agustín Cueva señala la generalización de este fenómeno al conjunto


de los países latinoamericanos mostrando su estrecha vinculación con los
procesos sociales y económicos dominantes:

“… la implantación de este tipo de regímenes a lo largo y ancho del


continente latinoamericano es algo más que una simple coincidencia,
incluso cronológica. Obedece, sin la menor duda, a la conformación de
un nuevo tipo de Estado acorde con las necesidades de la revolución
económica y social de nuestros países. Tal Estado en síntesis no es sino la
expresión de un proceso de acumulación originaria del poder capitalista
emergiendo de manera sinuosa y conflictiva a través de un movimiento
que, por un lado, se encargó de supeditar los elementos de poder
precapitalista por la fuerza cuando era menester; por otro lado, de
aniquilar —manu-militari— casi siempre a los elementos democráticos-
burgueses que levantaban una alternativa progresista de desarrollo

capitalista”. 234

Téngase presente que este autor hace una generalización para las
sociedades de América Latina. En el caso del Perú, nosotros hemos
sostenido que se trata de relaciones semifeudales y, por tanto, sería el
intento de un proceso de acumulación originaria del capitalismo en esta
parte del mundo. Las crisis por la que atraviesan en la década de los 90-
2000, se encargará de demostrar que no fue un proceso como tal, sino
que fue un intento si se quiere de sentar las bases de un capitalismo
incipiente.

Finalmente, habría que señalar otro aspecto de fundamental


importancia. La Constitución señalaba que el Perú es una República

234 CUEVA, op. cit., p. 130.

190
independiente sancionando así, formalmente, el principio general de la
soberanía. Sin embargo, las empresas extranjeras, y el capital extranjero
en general, tienen —tenían— plena libertad para operar en el país. La
constitución establecía las mismas amplias garantías para la propiedad
sin diferenciar la nacional de la extranjera (Arts. 29°, 31° y 32°). La
realidad peruana nos muestra reiteradamente que la subordinación al
capital extranjero trajo violaciones evidentes de la soberanía jurídico-
política. La dominación del capital imperialista trasciende los límites
económicos e incluso los políticos generales para manifestarse también
en el terreno jurídico-formal. Con la apariencia liberal el Estado
oligárquico no fue sino la negación de sus principios esenciales ya que la
soberanía y los derechos fundamentales de toda sociedad democrática
se encontraban limitados y restringidos. El liberalismo, en cuanto supone
soberanía nacional, es incompatible con la dominación semicolonial
señalada y, en cuanto supone ciudadanía y sufragio, es incompatible
con la existencia del gamonalismo y la explotación servil. De tal modo,
que el “modelo” formal de la constitución se contrapuso bruscamente
con la realidad de dominación y control oligárquico. Con la derrota de
las fuerzas populares, en la coyuntura de 1930-33, se restaura la
dominación oligárquica consiguiendo una relativa estabilidad hasta
1944-45 y permanencia hasta la década del 60.

Crisis y restauración de la oligarquía

L a coyuntura creada con la crisis de los años 30 abrió una serie de

posibilidades que en diversos países de América Latina significó el tránsito


de la forma de dominación oligárquica a nuevas formas de dominación
más depuradamente burguesas bajo diversas modalidades. El triunfo de

191
las fuerzas reaccionarias en la coyuntura 30-33 definió el inicio de un
período que restauró y consolidó la dominación oligárquica y el orden
tradicional mediante el ejercicio de la violencia institucional y el
aplastamiento de toda alternativa democrática. Se asentó y consolidó
el modelo exportador bajo el dominio del capital extranjero lo cual limitó
el desarrollo del mercado interno y la actividad industrial. Se perpetuó la
dominación oligárquica sobre la base de la sobreexplotación del trabajo
asalariado y la explotación de la gran masa campesina bajo formas de
tipo servil.

El modelo económico implementado por las fuerzas componentes del


bloque en el poder impidió, orgánicamente, generar un proyecto
democrático o liberal en lo político, configurando un sistema de
dominación basado exclusivamente en la fuerza, en la violencia y con
muy reducidos márgenes de consenso. Las clases dominantes fueron
incapaces de constituirse en partidos políticos sólidos con programa y
existencia permanente 235 y se expresaron, fundamentalmente, a través
de las instituciones armadas y los gremios de propietarios. 236 La función
ideológica la asumían directamente los diarios de circulación nacional,
en manos de prominentes representantes. Incapaces de organizarse
políticamente en forma estable, las clases dominantes peruanas se
encontraban inhabilitadas para incorporar detrás de ellas a las masas
populares para que entren en la vida política y promover así el desarrollo
nacional. Los sectores mayoritarios de la población fueron
permanentemente excluidos de toda forma de participación política.
Los regímenes políticos que se inauguraron en este período, al margen de
su procedencia —golpe de estado o elecciones— se caracterizarán, en

235 Los partidos se improvisaban en los períodos preelectorales, generalmente en torno a caudillos y

desaparecían tan pronto pasaba la confrontación electoral.


236 Sobre el rol de las asociaciones gremiales de propietarios en este período, véase, especialmente, a

CARAVEDO, Baltazar. Crecimiento industrial y conflictos interburgueses. Lima, Departamento de CC. SS. PUC,
mimeo, 1975.

192
lo fundamental, por su naturaleza autoritaria y represiva. El ejército se
convertirá en el pilar central de la defensa del orden oligárquico, en “el
gran elector”, y en el elemento central de la vida política del país, incluso
más allá de la sobrevivencia del orden oligárquico. 237

El movimiento popular derrotado debió recorrer varios años para


recuperarse en tanto fuerza política, pues la protesta y las movilizaciones
sociales parciales estuvieron presentes, en mayor o menor medida, en
todo el período. El aprismo, convertido en la principal fuerza política
nacional y antioligárquica, quedó imposibilitado de acceder al poder
por la vía legal, lo que radicalizó al movimiento, fortaleciéndolo
orgánicamente por la mística que desarrolló la persecución y la
clandestinidad. El carácter restaurador y reaccionario de la respuesta
política a la coyuntura 30-33 se expresará en el terreno ideológico y en el
terreno institucional. Los sectores civilistas abandonarán su posición
liberal para convergir con sectores del sanchecerrismo en posiciones
claramente adictas al corporativismo y al fascismo imperante en algunos
países europeos. Éstos serán los intelectuales y dirigentes que
conformarán los equipos fundamentales de gobierno durante el régimen
del general Benavides. Este personaje accede al poder luego del
asesinato del presidente Luis Sánchez Cerro en 1933. Lo elige una
Asamblea Constitucional depurada; los representantes al Parlamento del
APRA estaban perseguidos o desterrados. El aparato estatal se adecuó,
por las exigencias de mayor represión, en función de dichas
orientaciones ideológicas sin conformar un régimen de claro corte
fascista dada la diferencia de las condiciones del país, en ese momento,
con las imperantes en Italia o en España. El Estado oligárquico
modificará sus formas concretas de ejercicio de dominación política en

237 A partir de entonces se dirá, en el ámbito político, que las Fuerzas Armadas (sinónimo del Ejército) son

pilares fundamentales de la sociedad “democrática”.

193
función de la presencia de las nuevas fuerza que amenazaban su
estabilidad. La violencia institucional y la coerción física asumen un
nuevo carácter más sistemático y formalizado en el ejercicio del poder.

Durante el Gobierno de Benavides, se contrató una misión de la


Policía de Mussolini para la instrucción de la Guardia Civil y los cuerpos de
seguridad. Se creó, igualmente, un batallón de asalto, especializado en
la represión de manifestaciones populares y se institucionalizó un cuerpo
de investigación policial para desbaratar los movimientos de protesta
popular. 238 El ejercicio de la violencia, siendo fundamental, no fue el
único mecanismo al que recurrieron las clases dominantes para
mantenerse en el poder. La necesidad de conseguir un mínimo de
aceptación llevó a la utilización de otras modalidades complementarias
al ejercicio de la represión. Recurren, entonces, a la cooptación —por
medio del aparato estatal— o a ganar influencia en los sectores más
atrasados de las masas mediante la ampliación de algunos servicios del
Estado que cubrían ciertas exigencias inmediatas. Se creó el Seguro
Social Obrero con carácter obligatorio y el Ministerio de Salud Pública,
Trabajo y Previsión Social, en el cual funcionó una Dirección de Trabajo
encargada de la regulación de los conflictos laborales y del
reconocimiento legal de los sindicatos. 239 La reactivación de las
actividades de exportación permitió a Benavides hacer otras
concesiones frente a las exigencias de los sectores populares, como la
legislación sobre las horas extras de trabajo, de los contratos y las
enfermedades en el servicio. Estas medidas estaban destinadas a
neutralizar la combatividad y la protesta de los sectores obreros y a
impedir su organización. En estas condiciones las situaciones de crisis
determinan, necesariamente, el surgimiento de las contradicciones al

VILLANUEVA, El militarismo en…, p. 85 ss.


238

Sin embargo, no todas estas disposiciones se aplicaron. Muy pocos sindicatos fueron reconocidos. Para
239

una amplia información ver SULMONT, op. cit.

194
interior del bloque dominante. Esta situación se produjo al término del
período de Benavides debido a la confrontación electoral. En 1936,
frente a la crisis de las representaciones políticas de las facciones
dominantes, resulta triunfador en las elecciones Luis A. Eguiguren, del
Frente Democrático. Este frente agrupó a un conjunto de fuerzas
democráticas; además, recibió el apoyo aprista. El general Benavides
anuló las elecciones y se autoproclamó presidente por tres años más. El
ejército dirime las pugnas al interior de las clases dominantes y sale en
defensa del orden oligárquico. “Quedó así evidente —dice Julio Cotler—
el papel de las Fuerzas Armadas como garantes del orden en vista de las
fisuras políticas de la clase dominante derivadas de su heterogeneidad
originadas en el desarrollo desigual y dependiente del capitalismo en el
Perú”. 240 Garante del orden oligárquico y protector de los intereses
imperialistas, el régimen de Benavides no se caracterizó, sin embargo, por
tener relaciones muy amistosas con el gobierno norteamericano en
función de sus simpatías hacia los regímenes fascistas de Italia y España.

En las elecciones de 1939 resultó electo Manuel Prado, representante


de sectores más modernizantes y liberales de las clases dominantes. Su
elección determinó algunos cambios en el plano interno e internacional
que no llegaron a cuestionar el ordenamiento social y político imperante.
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial la política peruana estaba
claramente influenciada por la situación de enfrentamiento entre los dos
grandes bloques que pugnaban en la contienda: “Los Aliados” y “El Eje”.
El régimen de Prado, claramente identificado con los aliados, desarrolla
una política de mayor subordinación al gobierno norteamericano, tanto
en el plano económico como en el político. La represión al movimiento

240 COTLER, op. cit., p. 251.

195
popular disminuyó y se otorgaron ciertos márgenes de actuación a las
fuerzas democráticas y populares en el terreno sindical y político.

Por su parte el Partido Comunista y el APRA rebajaron su beligerancia


otorgando incluso un tácito respaldo al régimen, en tanto se encuentra
enfrentado al fascismo. En el período gubernamental de Manuel Prado
se incrementó la actividad industrial en íntima relación con el capital
monopólico estadounidense y el sector exportador. Se instalan empresas
como la Goodyear y otras industrias intermedias de fertilizantes e
insecticidas en función del desarrollo del sector agroexportador. 241 La
relación estrecha entre este último sector y el sector industrial se demostró
debido a que de 1941 a 1943 Luis Miranda de la Grace fuera, al mismo
tiempo, vicepresidente de la Sociedad Nacional de Industrias y
Presidente de la Sociedad Nacional Agraria. 242 Este proceso de
penetración del capital norteamericano, mediante la generación de
industrias cuya producción estaba orientada a la exportación, va a
sentar las bases para el nacimiento de una sociedad capitalista
dependiente que va encontrar resistencia en lo político por los sectores
tradicionales, oligárquicos, cuya riqueza estaba vinculada más con la
tierra que con la industria. Esto produjo confrontaciones o
contradicciones inevitables; la oligarquía se resistía al cambio, pues tenía
miedo de perder sus privilegios, principalmente el referido al poder
político el cual habían usufructuado desde la colonia con cambios no
fundamentales, sino cosméticos. El capitalismo y, principalmente, el
imperialismo norteamericano tendrá que entender esto —pues son sus
aliados naturales— y evitar de ese modo un rompimiento traumático en
las estructuras de poder. Al mismo tiempo la creciente movilización
popular y de sectores medios en contra de la dominación oligárquica, la

241 FERNER, Anthony. La evolución de la burguesía industrial en el Perú: intereses y fracciones. Lima, Programa

Académico de Estudios Generales PUC, mimeo, 1977


242 CARAVEDO, op. cit.

196
derrota del fascismo y el ascenso de las democracias liberales en el
plano internacional obligaron a las clases dominantes peruanas a ceder
temporalmente el gobierno ante el resurgimiento y empuje de las fuerzas
democráticas.

Con el triunfo electoral del Frente Democrático Nacional (1945), que


llevó a José Luis Bustamante y Rivero a la Presidencia de la República, se
inaugura un período democrático de tres años que significó un clima de
libertad hasta entonces desconocido en la vida política del país.
Convergen en el apoyo a Bustamante el Partido Aprista, el Partido
Comunista, el Partido Descentralista, el Partido Socialista y otras fuerzas
menores. Los dos primeros, en situación de ilegalidad, se presentaron a
las elecciones con otros nombres: Partido del Pueblo y Vanguardia
Socialista, respectivamente.

El gobierno de Bustamante y Rivero intentó producir algunos cambios


en el país utilizando los mecanismos institucionales. Las principales fuerzas
que apoyaron a Bustamante coincidieron en priorizar la estabilidad de la
democracia parlamentaria por sobre los propios cambios que pudieran
producirse. El Partido Aprista subordinó sus antiguos planteamientos a
cambio de conseguir la legalidad y, con ella, la posibilidad de llevar a su
jefe Víctor Raúl Haya de la Torre, a la Presidencia de la República. Pero
las demandas-exigencias del movimiento popular, que tras varios años
resurgió con fuerza, van a afectar las bases mismas de sustentación del
orden oligárquico. La lucha popular termina desbordando la capacidad
de dirección y genera contradicciones al interior del monolítico partido
aprista. 243 La contradicción existente entre la dirección objetiva del
movimiento de masas —que se extiende esta vez hacia sectores del agro

243 Véase al respecto VILLANUEVA, Víctor. El APRA en busca de poder. Lima, Editorial Horizonte, 1975. Además,

del mismo autor ver La sublevación Aprista de 1948. Lima, Editorial Milla Batres, 1973.

197
peruano— y la orientación de sus principales dirigentes crean situaciones
de impases políticos para el movimiento popular. A decir de Cotler:

“Pero estas exigencias populares, al atacar las bases mismas del


poder de los propietarios nativos y de los enclaves, creaban una
situación imposible de resolver políticamente, tal como los ulteriores
acontecimientos se encargaron de demostrar. Así, una vez más, se
destacó el conflicto entre el carácter liberal de la dirección del partido y
las tendencias revolucionarias de la masa aprista, que anhelaba
sacudirse de una vez por todas de la dominación oligárquico-

imperialista”. 244

El auge de las luchas del movimiento popular, así como las medidas
que intentó e inició el gobierno de Bustamante —control de cambios y
proceso de democratización básicamente— provocaron la reacción de
las fracciones oligárquicas que, sintiendo amenazado el sistema de
dominación política, inician las contraofensivas impidiendo el
funcionamiento del Poder Legislativo. Por primera vez las fuerzas
democráticas se “expresan” mediante el Poder Ejecutivo. En el
parlamento, sin embargo, la correlación de fuerzas es favorable a las
fuerzas oligárquicas. Ello determinó un hecho nuevo en las relaciones
Ejecutivo-Legislativo: ambos poderes representan fuerzas sociales
contradictorias. Las fuerzas oligár-quicas utilizan el parlamento como
trinchera para obstruir y boicotear la acción del Ejecutivo; esto generó
serios impases imposibles de solucionar por la vía constitucional.

La crisis política trasciende las instituciones del Estado. El movimiento


popular, revitalizado, plantea un conjunto de demandas democráticas y
de mejoramiento de sus condiciones de vida. Las bases del Partido
Aprista presionan a su dirigencia por el cumplimiento de sus objetivos

244 COTLER, op. cit., p. 263.

198
pragmáticos iniciales. Se desarrollan las contradicciones al interior de las
fuerzas democráticas y el Partido Aprista produce un segundo intento
insurreccional. Las fuerzas oligárquicas recurren nuevamente al ejército y
a la violencia institucional. Bustamante es derrocado por un golpe de
Estado (1948) que lleva al general Odría al gobierno. El ejército gran
dirimente de los conflictos, sale nuevamente en defensa de las fuerzas
oligárquicas amenazadas. Otra vez, el ejercicio sistemático de la
violencia desarticula por varios años la capacidad de respuesta de las
fuerzas democráticas y el movimiento popular.

El período de Odría significó la readecuación del país a las exigencias


del capital norteamericano en función de las nuevas condiciones
internacionales e internas. Se alentó e impulsó la inversión extranjera y
norteamericana, en particular, la misma que alcanzó cifras antes
desconocidas. Estas inversiones significaron un impulso al “desarrollo
capitalista” sin producir cambios fundamentales en sus modalidades
concretas de desarrollo. Aunque la actividad industrial se incrementó de
manera significativa, ésta estuvo estrechamente ligada a la exportación
y a la penetración del capital extranjero, desempeñando un papel
fundamentalmente complementario y no antagónico al “modelo”
exportador. Este último se vio fuertemente fortalecido por la política
desarrollada por el gobierno de Odría. 245 Algunos datos pueden
ilustrarnos lo que acabamos de decir. Así, de 1950 a 1960 la industria
manufacturera creció en el 62%; mientras la minería lo hizo en 172% y el
sector exportador, como un todo, tuvo en el mismo período un
crecimiento acumulado de 337%. 246 Todo ello fue posible por las
enormes facilidades otorgadas por los nuevos dispositivos legales a las

245 Recuérdese que el Gobierno de Odría cede antes las exigencias de la Sociedad Nacional Agraria la

liberalización del comercio y la abolición del control de precios establecido por el Gobierno de Bustamante.
246 CARAVEDO, op. cit.

199
inversiones extranjeras especialmente con relación a las actividades de
exportación.

En 1950 se promulgó el Código de Minería; en 1952, la Ley de Petróleo


y en 1955 la Ley de la Electricidad, todas ellas destinadas a facilitar y
favorecer el ingreso del capital extranjero en el país. El Código de
Minería, entre otras concesiones, suprimió el impuesto a la exportación,
exoneró a las empresas concesionarias del pago de derechos por la
importación de equipos. Asimismo, exoneró al concesionario hasta con
el 50% de los impuestos a las utilidades, instituyendo la llamada Reserva
por Agotamiento, y poniendo de este modo la riqueza minera del país
enteramente en manos de las empresas extranjeras. En diciembre de
1951, de acuerdo con dicho Código, se firma el Contrato de Marcona
(explotación de cobre a tajo abierto en la mina más importante de ese
mineral, necesario para procesar material de guerra) en condiciones
sumamente onerosas para el país. 247 La guerra de Corea estaba ad
portas, se habían dado hostilidades en Laos y Camboya. El cobre era
necesario para una economía de guerra, así como para el
armamentismo como política para reactivar el aparato productivo en los
Estados Unidos. Las inversiones norteamericanas en minería, alentadas
por las excelentes condiciones, crecen vertiginosamente. Entre 1950 y
1965 las inversiones directas de los Estados Unidos en minería se
incrementaron en un 379%. El impulso a la minería para la exportación
fue acompañado por la diversificación de las inversiones de las empresas
extranjeras y de la burguesía exportadora hacia actividades industriales
conexas. Al respecto, es interesante observar la ampliación industrial de
la Cerro de Pasco Corporation que incluía empresas para la producción
en el país de una serie de insumos tales como el alambre de cobre

Sobre el contrato Marcona y el Código de Minería consultar GARCÍA SAYÁN, Diego. El caso Marcona.
247

Análisis histórico-jurídico de los contratos. Lima, DESCO, 1975.

200
(INDECO), billas (pequeñas bolas) de acero (MEPSA), explosivos (EXSA),
entre otras.

Estos cambios en la estructura productiva determinaron un


incremento de las relaciones de intercambio acelerando el proceso de
desintegración del mundo rural tradicional. Mientras en 1940 el
porcentaje que la Población Económicamente Activa (PEA) en la
agricultura era de 61% en 1961 este porcentaje disminuye a 49.8%. Por el
contrario, el porcentaje de la Población Económicamente Activa no
agrícola, en los mismos años, aumenta del 36.6% al 64.1%. Asimismo se
produjo un acelerado proceso de urbanización. Mientras en 1940 la
población urbana era el 26.9% de la población total, en 1961 este
porcentaje aumenta al 40.1%. 248 Este proceso de urbanización significó,
fundamentalmente, una gran concentración de población en Lima y en
las grandes ciudades, fruto de las grandes oleadas migratorias de la
época. Según el censo de 1940 Lima tenía 645,172 habitantes, en 1956
esta cifra se eleva a 1,200,000 en 16 años la población de la gran Lima se
había duplicado. 249 En el marco de estas tendencias, durante el
Ochenio de Odría se desarrolló con fuerza el fenómeno de la formación
de las barriadas, alentadas por la política de obras públicas que imple-
menta el gobierno. De 1950 a 1956 se forman en Lima 56 barriadas que
albergan a 108 988 habitantes. La población de Lima, calculada
basándose en el censo de 1940, era de 1,260,729 habitantes. Alrededor
del 10% de la población de Lima habitaba en ese entonces en las
barriadas. En Arequipa este porcentaje llegó a 13.45% y en Chimbote se
elevó al 21.4%. 250

248 ONEC. “Contribución al estudio de la concentración urbana en el Perú”. En Boletín de Análisis


Demográfico. Lima, editado por la ONEC, 1979.
249 MATOS MAR, José. Las barriadas en Lima: 1957. Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP), p. 23, 1978.
250 MATOS MAR, op. cit., p. 30.

201
La política de obras públicas, implementada por Odría, alentó estos
procesos de urbanización. Al mismo tiempo la bonanza económica,
consecuencia del incremento de las exportaciones, permitió la extensión
del aparato estatal. A partir de la ampliación del sector servicios, el
Gobierno de Odría consigue satisfacer, en lo inmediato, algunas
demandas concretas de la población. Se llevan a cabo acciones de
asistencia de salud y de vivienda para los pobladores de las barriadas
apoyando, además, su reconocimiento legal. En 1951 se crea el Centro
de Asistencia Social, encargado de estas acciones. Estas medidas
permiten al gobierno conseguir una base social de apoyo importante en
estos sectores de la po-blación; había inaugurado la política del
clientelismo político paternalista de manera institucionalizada. La
recurrencia al asistencialismo y a una política de tipo paternalista hacia
los sectores marginales se combinó con la represión violenta y sistemática
a los sectores más avanzados y organizados del movimiento obrero y
popular. 251

Bajo el régimen de Odría se desarrolló la represión más generalizada y


sistemática que ha conocido el movimiento obrero y popular en ese
período. El general Esparza Zañartu era conocido como Director y luego
como Ministro de Gobierno debido a los arrestos y torturas de carácter
político realizados bajo su dirección. 252 No es casualidad la combinación
de la violencia represiva con las concesiones económico-corporativas.
Ambos métodos se presentaran como necesarios y complementarios
para mantener el dominio oligárquico y del capital extranjero, frente a un

251 Ésta será una modalidad que se practicará hasta los últimos días del Gobierno de Fujimori (noviembre del
2000). Al decir de su asesor —procesado por delito de narcotráfico, lavado de dinero, soborno, etc.— esta
población será una clientela política cautiva que garantizaba la victoria en cualquier proceso eleccionario
posterior (vídeo de soborno a un parlamentario electo en el 2000 que ha producido la crisis para que Fujimori
convoque a elecciones el año del 2001).
252 En Estados Unidos se había iniciado la política de la Guerra Fría. Al interior de esa sociedad fue la lucha sin

cuartel contra los comunistas y sus ideas, véase McCARTHY, Joseph. America’s Retreat from Victory. Nueva
York, Devin-Adaid, 1951. Además, LIPSET, S. M. y E. Raab. La política de la sin razón. México, Fondo de Cultura
Económica, 1981.

202
movimiento obrero y popular que irrumpe contra él. Esta situación
introduce modificaciones en la organización misma del aparato estatal y
sus instituciones. Cobran importancia aquellos aparatos del Estado cuyas
funciones estaban en relación con los llamados “servicios”: Salud,
Vivienda, Educación, Transporte. Esto implicó, indudablemente, la
ampliación de las funciones del Estado, así como de la burocracia a su
servicio, situación que por otra parte fue utilizada para la neutralización y
cooptación de sectores medios y de la pequeña burguesía.

Es de destacar, al respecto, la política educativa desarrollada por el


régimen del Ochenio. Por primera vez en la historia del país se llevó a
cabo una planificación de la enseñanza en todos los niveles, diseñando
una organización de la educación en el ámbito nacional que significó
una importante ampliación del aparato escolar. 253 Al mismo tiempo se
ilegalizan e intervienen las organizaciones gremiales de los maestros; se
implementa una agresiva política de construcción de obras educativas y
se mejora el nivel de ingresos de los maestros. En el período de Odría se
construyen, entre otras, las siguientes obras educativas: 28 Grandes
Unidades Escolares, 13 colegios Nacionales, 64 Escuelas Primarias, 65
Núcleos Escolares Campesinos, 3 Institutos Industriales. 254 El control, la
dominación política y las características que asume no son sólo
respuestas frente al creciente desarrollo del movimiento popular. El
desarrollo del capitalismo en el país produce igualmente, grados
significativos de diferenciación en el seno de las clases dominantes.

Los sectores de la burguesía industrial, aunque débiles en el período,


plantean demandas económicas que requieren alterar la política
económica dominante y limitar los excesos antidemo-cráticos. La
253 Ver MENDOZA, Juan. Nuevo potencial para la educación peruana. Lima, Imprenta del Colegio Militar

Leoncio Prado, 1956.


254 PEZO, César; Eduardo Ballón y Luis Peirano. El Magisterio y sus luchas 1885-1978. Lima, DESCO, pp. 26-29,

1978.

203
naturaleza altamente represiva y la vez “concesiva” del Estado, en el
período, es una respuesta regresiva, de contención y neutralización de
las nuevas tendencias y los nuevos conflictos sociales, que la estructura
política fue incapaz de absorber por la vía democrático-liberal. De allí
que la violencia institucional haya sido un componente esencial de su
propia naturaleza. Conviene referirnos a lo expuesto por Weber respecto
a la institucio-nalidad del Estado, él dijo:

“El Estado, como todas las asociaciones políticas que históricamente


lo han precedido, es una relación de dominación de hombres sobre
hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima, es decir, de
la que es vista como tal. Para subsistir necesita, por tanto, que los
dominados acaten la autoridad que pretenden tener quienes en ese

momento dominan”. 255

En consecuencia, lo que estaba haciendo la clase dominante


respondía a la “legitimidad” que ella consideraba tenía sobre la realidad
llamada Perú. Este período será de agudas contradicciones entre los
sectores dominantes (burguesía industrial-exportadora dependiente) y las
clases explotadas por aquéllos. Así, a finales del período oligárquico se
producen cambios importantes en la sociedad peruana. Las relaciones
capitalistas se amplían orientándose progresivamente hacia el
incremento de la actividad industrial. Se extiende el intercambio
comercial iniciándose un proceso de desintegración del mundo rural
tradicional que, junto con las movilizaciones campesinas, debilitaron
progresivamente el dominio sobre el campesinado. Asimismo se generó,
en este período, un proceso de migración considerable que amplía los
canales de comunicación entre las diversas regiones del país. La
población de las ciudades de la costa aumenta del 28% al 40% de la

255 WEBER, Max. El político y el científico. 15.ª reimpresión, Madrid, Alianza Editorial, colección libro de bolsillo,

pp. 84-85, 1997.

204
población total, entre 1940 y 1961. La población de la sierra disminuye
del 60% al 55%, entre los mismos años. 256

Al creciente desarrollo urbano se añade un paulatino, pero


significativo desplazamiento de la mano de obra, de las actividades
“primarias” hacia las “secundarias” y “terciarias”. De 1940 a 1961, el
porcentaje de la PEA ocupada en la industria y el comercio crece de
11.5% al 13.5% en el primer caso y del 5.6 al 9.0% en el segundo; sin
embargo, el incremento de la actividad industrial fue lento y deformado
en función de las características del desarrollo del capitalismo,
particularmente norteamericano, subordinado a la expansión del capital
monopólico y a la acumulación en los centros claves en el ámbito
mundial. O sea, el desarrollo y el crecimiento de una economía
capitalista propia —autóctona— no constituían para la clase dirigente en
el poder su centro de preocupación. Como ha sido señalado, el proceso
de industrialización se encontraba íntimamente ligado a la exportación y
generalmente bajo control extranjero. La participación del capital
norteamericano en la industria manufacturera aumentó de 35 millones
de dólares en 1960 a 92 millones en 1966. 257

La libertad de cambio, las facilidades y posibilidades de inversión, así


como el “orden interno” que garantizara la “paz laboral”, fueron
condiciones por demás favorables para la expansión del capital
monopólico en el país. Era la lógica y la época de un liberalismo
“clásico” en territorio peruano (imperialista en el ámbito internacional),
en un país semicolonial o neocolonial. El imperialismo estaba todavía en
franca expansión (en este período), no habían arropado el mundo
todavía (no ha concluido la guerra fría, no se ha producido “el triunfo del

256 MONGE, Carlos. Distribución vertical de la población. Lima, Centro de Estudios y Desarrollo, 1969.
257 ESPINOZA, Humberto y J. Osorio. El poder económico y la industria. Lima, Universidad Nacional Federico
Villarreal, p. 91, 1972.

205
capitalismo sobre el comunismo”), no ha aparecido el neoliberalismo o el
capitalismo salvaje, propio de la era de la globalización de la economía
de mercado, que es la de nuestros días. La industria creció totalmente
ligada a los intereses y dinámica de la acumulación imperialista de
capital a escala mundial. Característica básica del proceso de
industrialización en el Perú fue que no solamente no se transformó el
aparato productivo exportador, sino que convivió con la gran propiedad
agraria terrateniente. Buscaron, en ese sentido, la ampliación del
mercado interno. Sinecio López señalará al respecto: “La industria se
desarrolla entonces más sobre la base de la expansión del mercado
interno. Ésta es la base material de la relación entre agrarios e
industriales y de la convivencia y de la superconvivencia”. 258 El segundo
gobierno de Prado (56-62) expresó el reforzamiento de la facción
financiera, nativa, ligada al capital financiero-monopólico internacional;
fue el período de la actividad industrial en ascenso, y el progresivo
debilitamiento de los terratenientes serranos.

La década de los 60

L as luchas sociales de los 50-60 constituyeron el marco básico del

surgimiento de nuevas fuerzas políticas que de alguna forma vienen a


llenar el espacio dejado por el Partido Aprista que procesaba un
paulatino cambio de programa y de representación política. El Partido
Aprista, hoy se puede afirmar, negoció su legalidad y su cercanía al
poder 259 con el gobierno de Prado (1956-62) a cambio de su

258 LÓPEZ, Sinesio. “De la sociedad andina al campesinado pobre actual. Situación y derechos políticos del

analfabeto en el Perú”. En Situación y derechos políticos del analfabeto en el Perú. Seminario sobre la
situación y derechos del analfabeto en el Perú (se llevó a cabo del 13-16 de noviembre de 1978, Lima). Lima-
Perú, p. 54, 1978.
259 “Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines (idealista o

egoístas) o al poder ‘por el poder’ para gozar del sentimiento del prestigio que él confiere”, ésta es la forma

206
sometimiento definitivo al status quó. El poder político “absorbió” al
partido aprista con su participación en la “convivencia política” de los
líderes del Partido. Esta situación generó contradicciones y problemas al
interior del APRA produciéndose esci- siones en sus niveles intermedios y
de base. Las banderas del antiimperialismo, de defensa de las riquezas
nacionales, de la lucha contra el gamonalismo son reformuladas o
dejadas de lado por el partido aprista. Son nuevas fuerzas políticas las
que se encargan de retomarlas. Surgen así, Acción Popular, la
Democracia Cristiana y el Social Progresismo como expresión política de
sectores de pequeña y mediana burguesía, intelectuales y otras capas
medias.

Es necesario señalar que ni Acción Popular ni la Democracia Cristiana


constituyeron expresiones orgánicas de la burguesía. Fueron más bien
partidos policlasistas liderados por la pequeña burguesía. 260 Con mayor o
menor coherencia y consecuencia estas fuerzas retomaron, cada una
desde su propia perspectiva, el problema del desarrollo nacional
dándole un contenido esencialmente antioligárquico e industrialista que
si bien recogieron demandas concretas de las clases populares básicas
—campesinado y clase obrera— e diferencian de su proyecto político.

La lucha “antiimperialista” (para quitarle banderas a los partidos de


izquierda) se circunscribió a algunas empresas “símbolo” —la
Internacional Petroleum Company— y los planteamientos sobre Reforma
Agraria adquieren características particulares en cada caso, mucho más
mediatizada en Acción Popular pero más “radical” en el social-

en que Max Weber entiende el poder, en op. cit., p. 84. Los marxistas entienden poder como expresión de
clase dominante, que controla, dirige y que necesita de la institución Estado para ejercer ese poder de
dominación de una clase sobre otra. Este poder será de una naturaleza en un Estado-Nación determinado; y,
distinto cuando ese poder es imperial cuando el poder de dominación va más allá de las fronteras. La
naturaleza del poder —hegemonía y dominación— de una clase al expandirse imperialmente lo hará en
“alianza” —dominio— con otras de los Estados coloniales, semicoloniales o neocoloniales.
260 En los 90 han sufrido una mutación, son ahora defensores del neoliberalismo.

207
progresismo. Los sectores populares, en tanto fuerzas sociales, se hicieron
presentes en la escena irrumpiendo contra las instituciones del Estado
oligárquico. La envoltura jurídico-política no pudo contener ni absorber
las contradicciones que se generaban en la sociedad. Las antiguas
facciones dominantes se mostraron incapaces de lograr un consenso
mínimo para mantenerse en el gobierno. Sus propuestas carecían de
legitimidad 261 aún en el propio campo dominante.

En 1962 el gobernante Manuel Prado convocó a elecciones


generales. Las Fuerzas Armadas no habían amainado en sus recelos
políticos contra el APRA, en tanto que lo consideraba un partido
internacionalista y radical por su lenguaje de los años 30. Este recelo
continuó incluso cuando al término del gobierno de Prado este partido
había convivido con la oligarquía como aliado, según expresión de su
fundador y líder, como táctica para llegar al poder y aplicar su programa
político de gobierno. Realizadas las elecciones el APRA había postulado
a su fundador y jefe Víctor Raúl Haya de la Torre, todo indicaba que era
el partido que había ganado las elecciones; pero aquello las Fuerzas
Armadas no lo podían tolerar y dan un golpe de Estado. No están
dispuestos, no están preparados institucionalmente para ser ya no el
guardián de la clase dirigente, sino para aplicar un programa político
que “resolviera” los grandes problemas irresueltos de la sociedad
peruana, principalmente el problema agrario.

Esta Junta de Gobierno de 1962-63 “llevó a cabo una reforma agraria


en la Convención, bajo el comando del General Enrique Gallegos. En
1963, en un artículo titulado “Un combate en la guerra

261 En términos weberianos será “legitimidad basada en la ‘legalidad’, en la creencia en la validez de

preceptos legales y en la ‘competencia’ objetiva fundada sobre normas racionalmente creadas, es decir, en
la orientación hacia la obediencia a las obligaciones legalmente establecidas; una dominación como la que
ejerce el moderno ‘servidor del Estado’ y todos aquellos titulares del poder que se asemejan a él”. WEBER, op.
cit., p. 85.

208
contrarrevolucionaria”, 262 este general describió el triunfo que había
tenido sobre Hugo Blanco, líder campesino, gracias a una combinación
de represión contra los líderes y de distribución de las tierras entre los
campesinos, juntamente con la apertura de carreteras, postas médicas,
escuelas, es decir, la acción cívico-militar”. 263

En la década del 50-60 se había fundado el CAEM (Centro de Altos


Estudios Militares), para su fundador, el general Marín, estaba claro que
los mandos militares debían conocer la teoría del poder (ciencia política)
y muchas disciplinas que los capacitase de modo institucional para el
poder en términos weberianos. Durante este período los altos jefes
militares habían viajado a los Estados Unidos, Panamá, Francia para
seguir altos estudios de guerra, regular e irregular, en las Escuelas de
Comando. Estos estudios los hicieron para estar preparados en caso de
una eventualidad semejante a las que enfrentaba el ejército americano
en Corea, y posteriormente en Vietnam, o las que habían librado los
franceses en Vietnam y en Argelia. Este “nuevo” ejército, como no
estaba, todavía, preparado para asumir el poder institucionalmente,
convocó a elecciones generales para el año siguiente, en 1963. No
obstante, siguió preparándose.

Fernando Belaúnde, líder y fundador del Partido Acción Popular, fue el


candidato de la alianza AP-DC que triunfa en las elecciones de 1963.
Accedió al poder en tanto no constituía ningún peligro para la vigencia
de la sociedad occidental y cristiana de las cuales Perú era un heredero
del cristianismo, 264 además en dicha alianza había un sector cristiano

262 GALLEGOS, Enrique. “Un combate en la guerra contrarrevolucionaria”. Revista de la Escuela Superior de
Guerra. Volumen X, julio-setiembre, pp. 7-26, Lima, 1973. Citado por Julio Cotler, ibíd.
263 COTLER, op. cit., p. 330.
264 Un pariente del Presidente Belaunde había dicho: “La tragedia de la humanidad ha consistido en que

cuando se iban integrando al calor de la concepción cristiana de la vida los elementos: familia, comuna,
gremio, provincia y despuntaba el reino como esbozo de los estados nacionales, se rompió la unidad religiosa
y en esta crisis, nacieron los estados nacionales sin el ambiente y el orden que suponía la idea de

209
partidarizado en la Democracia Cristiana (DC). Se trataba de una
alianza que representaba a un sector de clase de la pequeña burguesía
acomodada, culta. Su programa de gobierno contenía reformas claves
para una transformación necesaria para el país con el fin de aliviar la
crisis estructural del país. En el contexto socio-político señalado la victoria
electoral de la alianza reformista no fue sino la expresión de la crisis por la
que atravesaba la dominación oligárquica.

El proyecto de la alianza AP-DC fue el nuevo intento “desde arriba”


que buscaba dar respuesta, desde su propia perspectiva, a los
problemas pendientes en la sociedad peruana. En el período de
Fernando Belaúnde se desarrollaron múltiples contradicciones. En el
campo de las fuerzas antioligárquicas se diferenciaron claramente
caminos y perspectivas, desde las más tibias, reformistas hasta las más
populares y las más “radicales”. El movimiento campesino irrumpió con
fuerza con grandes movilizaciones, con tomas de tierras, paros por
habérsele incumplido la promesa de una reforma agraria, siendo un
actor central en los acontecimientos sin contar; sin embargo, con
expresión política propia. Nuevos grupos políticos de la izquierda
marxista intentan dar respuesta a la situación por la vía de la lucha
armada.

Al interior de la alianza política en el gobierno se producen


igualmente diferenciaciones importantes. Las fracciones del Estado
oligárquico refuerzan sus alianzas y el antiguo partido antioligárquico y
antiimperialista (APRA) deviene soporte básico de la oposición a la
alianza reformista. La alianza APRA-Uno es la muestra más patética de la
revolución política del partido aprista. A esta alianza es la que los

Cristianidad.” BELAÚNDE, Víctor Andrés. “La fundación del Estado según la doctrina de la Iglesia”. En Revista
de la Universidad Católica. Tomo IX, Lima, números 8-9, noviembre-diciembre, pp. 438-457, 1941. Citado por
Julio Cotler, op. cit., p. 311. ¡Asombroso, que en pleno siglo XX, se soñara con el Estado Feudal, ya caduco en
Europa y en América del Norte desde los siglos XVIII y XIX!

210
politicólogos y sociólogos del Perú llamaron superconvivencia. El fracaso
del intento reformista de la alianza AP-DC, 265 mostró la incapacidad de la
pequeña burguesía para dar respuesta, desde su propia perspectiva, a
los problemas centrales que planteaba la dinámica de la sociedad
peruana. Históricamente se rompen sus relaciones con el movimiento
popular, en el cual se apoyaron 266 inicialmente; se ven obligados a
redefinir su proyecto político. El viraje de Fernando Belaúnde de los
primeros 100 días de gobierno, al Belaúnde del Acta de Talara (1968), 267
es una expresión clara de este desencanto como representante político
de los sectores que emergen a sustituir a las fracciones oligárquicas en el
ejercicio de la dominación política. La crisis política que vive el país entre
1967 y 1968 es más que la crisis de un gobierno o de un régimen, es la
crisis del Estado, de sus instituciones políticas y de una clase. 268

El desarrollo social y, en particular, el desarrollo de las fuerzas sociales


“antioligárqicas” entraron en abierta contradicción con la estructura
política, la que se torna absolutamente incapaz de contener y dar curso
a las nuevas tendencias de la sociedad peruana. Las representaciones
políticas de las clases dominantes no encuentran una salida que
suponga niveles de estabilidad política y de solución a los problemas
planteados. Los diversos sectores de las clases dominantes no consiguen,
a tiempo, lograr un consenso para una salida política.

265 Expresado fundamentalmente en la no realización de medidas anunciadas como la Reforma Agraria, la


nacionalización de la International Petrolium Comp. (IPCo.), el impulso a la industrialización, entre otras.
266 El populismo con el objeto de frenar el movimiento popular que reclamaba mejoras en los salarios y otras

reivindicaciones. Las masas los va a aglutinar en un programa populista usando el colectivismo ancestral de
los sectores quechuas y aymaras, principalmente, basado en el trabajo colectivo, se les incorpora en la
construcción de obras de infraestructura vial pequeñas, construcción de escuela, campos deportivos, obras
comunales, etc. Cuando el programa se agota hace crisis el modelo populista el cual es esencialmente
auspiciado por el gobierno americano mediante el Programa de la Alianza para el Progreso.
267 Una seudonacionalización de la IPC o norteamericana, con lo que se pretendía engañar a la población del

Perú.
268 Véase PEASE GARCÍA, El ocaso del…

211
Las nuevas tendencias, que se expresan en la crisis política, atraviesan
los aparatos de Estado y se manifiestan también al interior mismo de las
FF. AA., la base fundamental de sustento del Estado. Nuevas corrientes
sociales y políticas se desarrollan así al interior del ejército, que de
“guardián de la oligarquía” se transforma en el actor central de un
proceso de reformas que terminan por “liquidar” las bases sociales y
políticas de las fracciones oligárquicas 269 que en buena medida
impedían la modernización de la economía. La incapacidad de los
partidos de la burguesía industrialista para hacer frente a las tareas de
transformación social y democratización política, la ausencia de una
alternativa política nacional-popular en la coyuntura, y los cambios
producidos al interior de las FF. AA. y del Ejército en particular, van a ser
los factores centrales que explicarán los acontecimientos posteriores. Las
principales banderas antioligárquicas fueron asumidas por sectores del
Ejército iniciándose un proceso cuya significación se resume en “El Ocaso
del Poder Oligárquico”. 270 Este proceso redefinirá el cuadro social y
político del país.

269 Sobre los cambios al interior de las FF. AA., ver VILLANUEVA, Víctor. El militarismo en…. Además, del mismo
autor ver El CAEM y la revolución de las Fuerzas Armada. Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1972.
270 VEASE GARCÍA, op. cit.

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