La Filosofía Hermética
La Filosofía Hermética
La Filosofía Hermética
«Los labios de la sabiduría están cerrados, excepto para los oídos del entendimiento.»
El Kybalion.
Del antiguo Egipto han llegado las enseñanzas esotéricas y ocultas fundamentales que han influenciado tan
fuertemente las filosofías de todas las razas., naciones y gentes, por varios miles de años. Egipto, el hogar de
las pirámides y la esfinge, fue el lugar de nacimiento de la sabiduría escondida y las enseñanzas místicas:
todas las naciones han tomado prestado de su doctrina secreta. India, Persia, Caldea, Medea, China, Japón,
Asiria, la Grecia y la Roma antiguas, y otros antiguos países participaron liberalmente en el festín de
conocimiento que los hierofantes y maestros de la tierra de Isis proporcionaban tan libremente a aquellos que
venían preparados para participar del gran almacén de saber místico y oculto que las mentes de esa tierra
habían reunido.
En el antiguo Egipto residían los grandes adeptos y maestros que nunca han sido sobrepasados, v que
raramente han sido igualados, durante los siglos que han tenido su fuga procesional desde los días del gran
Hermes. En Egipto estaba localizada la gran logia de logias de los místicos. A las puertas de sus templos
entraban los neófitos, quienes posteriormente, como hierofantes, adeptos y maestros, viajaban a los cuatro
rincones de la tierra, llevando consigo el precioso conocimiento que estaban preparados, ansiosos y deseosos
de traspasar a aquellos que estuviesen listos para recibirlo. Todos los estudiantes de lo oculto reconocen la
deuda que deben a estos venerables maestros de esa antigua tierra.
Pero entre estos grandes maestros del antiguo Egipto moró una vez uno a quien los maestros aclamaban como
«el maestro de maestros». Este hombre, si es que en verdad era «hombre», moró en Egipto en los
primerísimos días. Era conocido como Hermes Trismegistus. Él fue el padre de la sabiduría oculta; el
fundador de la astrología; el descubridor de la alquimia. Los detalles del relato de su vida están perdidos para
la historia debido al lapso de los años, aunque varios de los países antiguos disputaron uno con el otro en sus
alegatos por el honor de haber suministrado su lugar de nacimiento, y de esto hace miles de años. La fecha de
su residencia en Egipto, en esa su última encarnación sobre este planeta, no es conocida ahora, pero ha sido
fijada en los primeros días de las más viejas dinastías de Egipto -mucho antes de los tiempos de Moisés-. Las
mejores autoridades le consideran como un contemporáneo de Abraham, y algunas de las tradiciones judías
llegan a afirmar que Abraham adquirió una porción de su conocimiento místico a partir de Hermes mismo.
Conforme los años rodaron tras su partida de este plano de vida (registrando la tradición que vivió trescientos
años en la carne), los egipcios deificaron a Hermes, y le hicieron uno de sus dioses, bajo el nombre de Thoth.
Años después, la gente de la Grecia antigua también le hizo uno de sus muchos dioses -llamándole «Hermes,
el dios de la Sabiduría»-. Los egipcios reverenciaron su memoria por muchos siglos -sí, decenas de siglos-
llamándole «el escriba de los dioses», y confiriéndole, honoríficamente, su antiguo título, «Trismegistus», que
significa «el tres veces grande», «el gran grande», «el grande más grande», etcétera. En todos los países
antiguos el nombre de Hermes Trismegistus fue reverenciado, siendo sinónimo el nombre con la «fuente de la
sabiduría».
Incluso en estos días, usamos el término «hermético» en el sentido de «secreto», «sellado de manera que nada
puede escaparse», etc., y esto en razón del hecho de que los seguidores de Hermes siempre observaron el
principio del secreto en sus enseñanzas. Ellos no creían en «arrojar perlas ante los puercos», sino que más
bien se atenían a la enseñanza «leche para los bebés; carne para hombres fuertes», ambas de cuyas máximas
son familiares a los lectores de las escrituras cristianas, pero que también habían sido usadas por los egipcios
durante siglos antes de la era cristiana.
Y esta política de diseminación cuidadosa de la verdad ha caracterizado siempre a las enseñanzas
herméticas, incluso hasta el presente día. Las enseñanzas herméticas han de encontrarse en todas las
tierras, entre todas las religiones, pero nunca identificadas con ningún país particular, ni con ninguna secta
religiosa particular. Esto en razón de la advertencia de los antiguos instructores contra el permitir a la
doctrina secreta que se volviese cristalizada en un credo. La sabiduría de esta amonestación es evidente
para todos los estudiantes de la historia. El antiguo ocultismo de India y Persia degeneró, y fue grandemente
perdido, debido al hecho de que los instructores se volvieron sacerdotes, y mezclaron así la teología con la
filosofía, siendo el resultado que el ocultismo de India y Persia ha sido perdido gradualmente entre la masa
de superstición religiosa, cultos, credos y
electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo
demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia,
debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor
o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando
intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros
-y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras
residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son
meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes
inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos
por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la
LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes
usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la
vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado
impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante
la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes
exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y
subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando
osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de
captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO.
Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras
el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo
mantienen junto.
El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el
principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.
De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la
naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o
(últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que
encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna,
de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más
elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y
creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace
miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C.
Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas
herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del
TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la
preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi
en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo.
Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas
visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente
de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los
otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos
oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del
pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento
descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético
(rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de
salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad.
El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para
todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el
hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier
hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente,
vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas
hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con
esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era
ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más
grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y
práctica resultantes.
electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo
demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia,
debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor
o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando
intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros
-y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras
residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son
meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes
inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos
por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la
LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes
usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la
vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado
impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante
la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes
exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y
subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando
osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de
captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO.
Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras
el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo
mantienen junto.
El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el
principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.
De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la
naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o
(últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que
encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna,
de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más
elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y
creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace
miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C.
Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas
herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del
TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la
preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi
en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo.
Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas
visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente
de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los
otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos
oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del
pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento
descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético
(rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de
salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad.
El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para
todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el
hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier
hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente,
vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas
hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con
esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era
ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más
grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y
práctica resultantes.
electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo
demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia,
debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor
o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando
intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros
-y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras
residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son
meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes
inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos
por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la
LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes
usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la
vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado
impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante
la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes
exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y
subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando
osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de
captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO.
Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras
el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo
mantienen junto.
El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el
principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.
De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la
naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o
(últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que
encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna,
de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más
elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y
creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace
miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C.
Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas
herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del
TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la
preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi
en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo.
Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas
visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente
de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los
otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos
oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del
pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento
descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético
(rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de
salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad.
El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para
todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el
hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier
hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente,
vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas
hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con
esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era
ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más
grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y
práctica resultantes.
electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo
demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia,
debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor
o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando
intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros
-y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras
residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son
meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes
inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos
por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la
LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes
usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la
vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado
impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante
la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes
exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y
subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando
osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de
captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO.
Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras
el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo
mantienen junto.
El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el
principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.
De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la
naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o
(últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que
encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna,
de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más
elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y
creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace
miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C.
Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas
herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del
TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la
preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi
en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo.
Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas
visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente
de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los
otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos
oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del
pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento
descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético
(rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de
salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad.
El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para
todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el
hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier
hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente,
vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas
hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con
esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era
ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más
grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y
práctica resultantes.
electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo
demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia,
debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor
o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando
intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros
-y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras
residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son
meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes
inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos
por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la
LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes
usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la
vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado
impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante
la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes
exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y
subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando
osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de
captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO.
Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras
el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo
mantienen junto.
El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el
principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.
De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la
naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o
(últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que
encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna,
de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más
elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y
creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace
miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C.
Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas
herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del
TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la
preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi
en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo.
Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas
visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente
de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los
otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos
oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del
pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento
descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético
(rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de
salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad.
El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para
todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el
hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier
hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente,
vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas
hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con
esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era
ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más
grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y
práctica resultantes.
electrones no son sino unidades es meramente una manifestación de la mente del TODO, y como todo lo
demás en el universo es puramente mental en su naturaleza. Mientras estemos en el plano de la materia,
debemos reconocer sus fenómenos; podemos controlar la materia (como lo hacen todos los maestros de mayor
o menor grado), pero lo hacemos así aplicando las fuerzas superiores. Cometemos una insensatez cuando
intentamos negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros
-y eso correctamente-, pero no deberíamos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras
residamos sobre su plano.
Ni se vuelven las leyes de la Naturaleza menos constantes o efectivas cuando sabemos, igualmente, que son
meramente creaciones mentales. Ellas tienen pleno efecto en los diversos planos. Superamos las leyes
inferiores, aplicando unas aún superiores -y sólo de este modo-. Pero no podemos escapar a la ley o elevamos
por encima de ella enteramente. Nada sino EL TODO puede escapar a la ley -y eso porque EL TODO es la
LEY en sí, de donde emergen todas las leyes-. Los maestros más avanzados pueden adquirir los poderes
usualmente atribuidos a los dioses de los hombres; y hay incontables rangos de ser, en la gran jerarquía de la
vida, cuyo ser y poder trasciende incluso el de los más elevados maestros entre los hombres hasta un grado
impensable por los mortales, pero incluso el más elevado maestro, y el más elevado ser, deben inclinarse ante
la ley, y ser como nada ante el ojo del TODO. Así que si incluso estos seres los más elevados, cuyos poderes
exceden incluso aquellos atribuidos por los hombres a sus dioses; si incluso éstos están ligados y
subordinados a la ley, imaginad entonces la presunción del hombre mortal, de nuestra raza y grado, cuando
osa considerar las leyes de la Naturaleza como «irreales», visionarias e ilusorias, porque resulta ser capaz de
captar la verdad de que las leyes son mentales en naturaleza, y simplemente creaciones mentales del TODO.
Esas leyes que EL TODO pretende que sean leyes gobernantes no han de ser desafiadas o argüidas. Mientras
el universo dure, ellas durarán, pues el universo existe por virtud de estas leyes que forman su armazón y lo
mantienen junto.
El principio hermético de mentalismo, mientras que explica la verdadera naturaleza del universo sobre el
principio de que todo es mental, no cambia las concepciones científicas del universo, la vida o la evolución.
De hecho, la ciencia meramente corrobora las enseñanzas herméticas. Las últimas meramente enseñan que la
naturaleza del universo es «mental», mientras que la ciencia moderna ha enseñado que es «material»; o
(últimamente) que es «energía» en el último análisis. Las enseñanzas herméticas no tienen ningún fallo que
encontrar en el principio básico de Herbert Spencer que postula la existencia de una «energía infinita y eterna,
de donde proceden todas las cosas». De hecho, los herméticos reconocen en la filosofía de Spencer la más
elevada afirmación externa del funcionamiento de las leyes naturales que haya sido nunca promulgada, y
creen que Spencer ha sido una reencarnación de un antiguo filósofo que residió en el antiguo Egipto hace
miles de años, y que posteriormente encamó como Heráclito, el filósofo griego que vivió en el 500 a. de J. C.
Y consideran su afinnación de la «energía infinita y eterna» como directamente en la línea de las enseñanzas
herméticas, siempre con la adición de su propia doctrina de que su «energía» es la energía de la mente del
TODO. Con la llave maestra de la filosofía hermética, el estudiante de Spencer será capaz de abrir las muchas
puertas de las concepciones filosóficas internas del gran filósofo inglés, cuya obra muestra los resultados de la
preparación de sus encarnaciones anteriores. Sus enseñanzas concernientes a la evolución y el ritmo están casi
en perfecto acuerdo con las enseñanzas herméticas concernientes al principio de ritmo.
Así que el estudiante de las enseñanzas herméticas no necesita dejar a un lado ninguna de sus acariciadas
visiones científicas concernientes al universo. Todo lo que se le pide hacer es captar el principio subyacente
de que «EL TODO es mente; el universo es mental, sostenido en la mente del TODO». Encontrará que los
otros seis de los siete principios se «ajustarán» en su conocimiento científico, y servirán para extraer puntos
oscuros y arrojar luz en rincones sombríos. Esto no ha de extrañarnos, cuando realizamos la influencia del
pensamiento hermético en los primitivos filósofos de Grecia, sobre cuyos fundamentos de pensamiento
descansan ampliamente las teorías de la ciencia moderna. La aceptación del primer principio hermético
(rnentalismo) es el único gran punto de diferencia entre la ciencia moderna y los estudiantes herméticos, y la
ciencia está moviéndose gradualmente hacia la posición hermética en su tantear en la oscuridad por una vía de
salida del laberinto en el que ha vagado en su búsqueda por la realidad.
El propósito de esta lección es imprimir sobre las mentes de nuestros estudiantes el hecho de que, para
todas las intenciones y propósitos, el universo y sus leyes, y sus fenómenos, son tan REALES, hasta donde el
hombre está concernido, como lo serían bajo las hipótesis del materialismo o el energismo. Bajo cualquier
hipótesis el universo en su aspecto externo es cambiante, siempre fluyente y transitorio -y por consiguiente,
vacío de sustancialidad y realidad-. Pero (notad el otro polo de la verdad) bajo cualquiera de las mismas
hipótesis, estarnos compelidos a ACTUAR Y VIVIR como si las cosas fugaces fuesen reales y sustanciales. Con
esta diferencia, siempre, entre las diversas hipótesis que bajo las viejas visiones el plano mental era
ignorado como una fuerza natural, mientras que bajo el mentalismo se convierte en la fuerza natural más
grande. Y esta única diferencia revoluciona la vida, a aquellos que entienden el principio y sus leyes y
práctica resultantes.
Del antiguo Egipto han llegado las enseñanzas esotéricas y ocultas fundamentales que han influenciado tan
fuertemente las filosofías de todas las razas., naciones y gentes, por varios miles de años. Egipto, el hogar de
las pirámides y la esfinge, fue el lugar de nacimiento de la sabiduría escondida y las enseñanzas místicas:
todas las naciones han tomado prestado de su doctrina secreta. India, Persia, Caldea, Medea, China, Japón,
Asiria, la Grecia y la Roma antiguas, y otros antiguos países participaron liberalmente en el festín de
conocimiento que los hierofantes y maestros de la tierra de Isis proporcionaban tan libremente a aquellos que
venían preparados para participar del gran almacén de saber místico y oculto que las mentes de esa tierra
habían reunido.
En el antiguo Egipto residían los grandes adeptos y maestros que nunca han sido sobrepasados, v que
raramente han sido igualados, durante los siglos que han tenido su fuga procesional desde los días del gran
Hermes. En Egipto estaba localizada la gran logia de logias de los místicos. A las puertas de sus templos
entraban los neófitos, quienes posteriormente, como hierofantes, adeptos y maestros, viajaban a los cuatro
rincones de la tierra, llevando consigo el precioso conocimiento que estaban preparados, ansiosos y deseosos
de traspasar a aquellos que estuviesen listos para recibirlo. Todos los estudiantes de lo oculto reconocen la
deuda que deben a estos venerables maestros de esa antigua tierra.
Pero entre estos grandes maestros del antiguo Egipto moró una vez uno a quien los maestros aclamaban como
«el maestro de maestros». Este hombre, si es que en verdad era «hombre», moró en Egipto en los
primerísimos días. Era conocido como Hermes Trismegistus. Él fue el padre de la sabiduría oculta; el
fundador de la astrología; el descubridor de la alquimia. Los detalles del relato de su vida están perdidos para
la historia debido al lapso de los años, aunque varios de los países antiguos disputaron uno con el otro en sus
alegatos por el honor de haber suministrado su lugar de nacimiento, y de esto hace miles de años. La fecha de
su residencia en Egipto, en esa su última encarnación sobre este planeta, no es conocida ahora, pero ha sido
fijada en los primeros días de las más viejas dinastías de Egipto -mucho antes de los tiempos de Moisés-. Las
mejores autoridades le consideran como un contemporáneo de Abraham, y algunas de las tradiciones judías
llegan a afirmar que Abraham adquirió una porción de su conocimiento místico a partir de Hermes mismo.
Conforme los años rodaron tras su partida de este plano de vida (registrando la tradición que vivió
trescientos años en la carne), los egipcios deificaron a Hermes, y le hicieron uno de sus dioses, bajo el
nombre de Tho
Del antiguo Egipto han llegado las enseñanzas esotéricas y ocultas fundamentales que han influenciado tan
fuertemente las filosofías de todas las razas., naciones y gentes, por varios miles de años. Egipto, el hogar de
las pirámides y la esfinge, fue el lugar de nacimiento de la sabiduría escondida y las enseñanzas místicas:
todas las naciones han tomado prestado de su doctrina secreta. India, Persia, Caldea, Medea, China, Japón,
Asiria, la Grecia y la Roma antiguas, y otros antiguos países participaron liberalmente en el festín de
conocimiento que los hierofantes y maestros de la tierra de Isis proporcionaban tan libremente a aquellos que
venían preparados para participar del gran almacén de saber místico y oculto que las mentes de esa tierra
habían reunido.
En el antiguo Egipto residían los grandes adeptos y maestros que nunca han sido sobrepasados, v que
raramente han sido igualados, durante los siglos que han tenido su fuga procesional desde los días del gran
Hermes. En Egipto estaba localizada la gran logia de logias de los místicos. A las puertas de sus templos
entraban los neófitos, quienes posteriormente, como hierofantes, adeptos y maestros, viajaban a los cuatro
rincones de la tierra, llevando consigo el precioso conocimiento que estaban preparados, ansiosos y deseosos
de traspasar a aquellos que estuviesen listos para recibirlo. Todos los estudiantes de lo oculto reconocen la
deuda que deben a estos venerables maestros de esa antigua tierra.
Pero entre estos grandes maestros del antiguo Egipto moró una vez uno a quien los maestros aclamaban como
«el maestro de maestros». Este hombre, si es que en verdad era «hombre», moró en Egipto en los
primerísimos días. Era conocido como Hermes Trismegistus. Él fue el padre de la sabiduría oculta; el
fundador de la astrología; el descubridor de la alquimia. Los detalles del relato de su vida están perdidos para
la historia debido al lapso de los años, aunque varios de los países antiguos disputaron uno con el otro en sus
alegatos por el honor de haber suministrado su lugar de nacimiento, y de esto hace miles de años. La fecha de
su residencia en Egipto, en esa su última encarnación sobre este planeta, no es conocida ahora, pero ha sido
fijada en los primeros días de las más viejas dinastías de Egipto -mucho antes de los tiempos de Moisés-. Las
mejores autoridades le consideran como un contemporáneo de Abraham, y algunas de las tradiciones judías
llegan a afirmar que Abraham adquirió una porción de su conocimiento místico a partir de Hermes mismo.
Conforme los años rodaron tras su partida de este plano de vida (registrando la tradición que vivió trescientos
años en la carne), los egipcios deificaron a Hermes, y le hicieron uno de sus dioses, bajo el nombre de Thoth.
Años después, la gente de la Grecia antigua también le hizo uno de sus muchos dioses -llamándole «Hermes,
el dios de la Sabiduría»-. Los egipcios reverenciaron su memoria por muchos siglos -sí, decenas de siglos-
llamándole «el escriba de los dioses», y confiriéndole, honoríficamente, su antiguo título, «Trismegistus», que
significa «el tres veces grande», «el gran grande», «el grande más grande», etcétera. En todos los países
antiguos el nombre de Hermes Trismegistus fue reverenciado, siendo sinónimo el nombre con la «fuente de la
sabiduría».
Incluso en estos días, usamos el término «her