J N Darby Biography
J N Darby Biography
J N Darby Biography
IGNORADO, MAS CONOCIDO (2 Co. 6:9) BREVE RESUMEN DE SU VIDA Y MINISTERIO COMPENDIADO DE SU CORRESPONDENCIA
por C. Sanz
Maquetacin y presentacin electrnica: SEDIN Servicio Evanglico de Documentacin e Informacin Apartado 2002 08200 SABADELL (Barcelona) ESPAA 1999 SEDIN - Reservados todos los derechos tanto de presentacin electrnica como en forma de libro, o cualquier otro medio de tratamiento o difusin de informacin. Pie de Imprenta de la primera edicin Imprenta Salvad - Vallirana, 60 - Barcelona-6 Depsito Legal: B. 5761-1978 Printed in Spain
NDICE
PAG. Introduccin 1 Corintios 15:58 ............................................................ 7 Su nacimiento, peregrinaje y muerte ...................................................................... 21 Correspondencia sobre diversos temas ......................................................................... 41 Conclusin .................................................................... 97 Apndice ...................................................................... 113
por C. Sanz
As que, hermanos mos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Seor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Seor no es vano. (1 Co. 15:58.) El cartero se cruz en la calle con una seora conocida. Buenos das, Sra. Reguant. Tengo carta para Vd.; tmela, por favor, y me ahorra llegar hasta su casa. Gracias, seor. Lidia tom la carta, y al llegar a su vivienda, la abri sin dilacin. Era de su esposo. He aqu su contenido: Castellforms, 14 de Septiembre de 197... A Lidia Serra. Vilargent. Amada esposa y hermana en el Seor: Me veo precisado a enviarte dos lneas apresuradamente, para notificarte que mi regreso no ser como haba previsto, el prximo martes. Tengo por cierto que el Seor va a retenerme aqu bastante tiempo. Las almas tienen sed de la 7
Palabra de Dios. La gracia les gan y estn gozosas, pero precisan ser confirmadas y enderezadas en la verdad que acaban de conocer. Yo s que aceptars este tiempo sin mi compaa, pues conozco sobradamente la consagracin de tu espritu al servicio del Maestro. Tu vida a travs de los aos de nuestro matrimonio ha sido una constante renuncia, silenciosa y sin reivindicaciones, por amor a los dems. Las horas que pasaste solitaria a ojos humanos fueron para ti una escuela de gozo, por la suficiencia de la compaa invisible, pero no menos real, del bendito Peregrino que siempre te acompa, y la gua y direccin del Espritu Santo imprimieron consolacin a tu alma. Rindo este tributo de admiracin a la compaera que Dios me dio, la cual muchas veces anim con ternura fraterna mi espritu abatido por el combate, y tambin me ayud en mis debilidades; instrumento de Dios en bendicin para mi vida en Cristo. Ha sido para m, a la vez, un privilegio poderte ser til en los desfallecimientos de un corazn demasiado sensible al dolor, y sobre todo al dolor de los dems. Los aos han marcado tu negro cabello con hebras de plata, pero tambin tu corazn con la suficiencia en la confianza y el reposo en Aquel que jams defrauda a los que esperan y confan en l. Cudate y saluda a mis amados hermanos en la fe; particularmente a Ricardo y a Pedro, con quienes hemos sufrido un poco, pero gozado un mucho en el Seor. Mucho me alegrar de que mi ausencia no sea causa para que cesen las reuniones que en casa asiduamente tenamos. Que el Seor os sea propicio, para provecho y bendicin. Te ir escribiendo, tenindote al corriente de la obra en este lugar. Entre tanto, amada, quedas siempre en mi 8
memoria y en el tierno afecto de mi corazn, como esposa y hermana en Cristo nuestra esperanza. Juan. La lectura de esta carta, produjo en Lidia, un sentimiento de resignacin, pero, despus, el ejercicio responsable de la compaera de un hombre de Dios; hombre sencillo, pero consagrado al servicio del Maestro. Su esposo la alababa con entusiasmo. La carta era un fiel reflejo del sentir de Juan por su esposa, pero aunque tal vez el amor sobrevaloraba un poquito las cualidades de Lidia, haba en ella una bendita realidad: era una buena esposa, una buena madre y una abnegada, servicial e inteligente hermana. He aqu pues, otra vez, la casa de nuestros amigos. El timbre son; Lidia abri la puerta, y Roura, afable, tom la mano que su hermana en la fe le tenda. Entra, entra. An tengo la carta sobre la mesa. Juan, tal vez tardar un tiempo en volver. Hay bendicin all, y l siente el afecto de un padre por esos hermanos. No quiere dejarlos solos; son muy tiernos todava. Un padre, dices? S, es un padre. Para m ha sido eso dijo Roura. l un padre, y t, una hermana paciente. Bueno, hombre, l tambin tuvo un padre espiritual, y yo una madre, pues en la familia de Dios existen esos estados y esos lazos. Todo lo dispensa el Padre Celestial, origen de toda bendicin, pero... de dnde vienes con maletn y ropa de viaje? pregunt Lidia. Estuve en Lrida un par de das a causa de la venta de la fruta que all tengo, pero ahora, gracias a Dios, otra vez en Vilargent; termin mis comisiones all. Al bajar en la estacin como que est cerca, pens: voy a ver si Juan regres o regresa pronto. Por eso me ves as, y a esta hora. 9
No, ya ves que no. Pero Juan escribe (aparte de enviar muchos saludos para todos, especialmente para Ricardo y para ti), que me hagis un poco de compaa, como cuando l est. Os agradecer pues, que no tengis a esta solitaria (casi anciana), desamparada, dijo con una confiada sonrisa. Cmo? Vendremos como siempre. Me voy, Lidia. A la tarde ir a buscar a Ricardo y pasaremos un buen rato en este hogar bendito. Y fue as. Ambos suban gozosos por el conocido camino de siempre y, llegados, entraron saludando a la duea de la casa, y preguntados por la salud, las circunstancias de la vida diaria y la familia, Lidia dio las noticias que eran de provecho, para el conocimiento de los hermanos. Es un privilegio dijo Roura, que tengamos a Juan. Dios le ha dotado de energa y de tacto a la vez. Adems de equilibrio y facultades en el discernimiento de la Palabra. Ahora est haciendo la obra suya; la obra paciente y sabia de apacentar a los corderos del Seor. Se le puede aplicar que cuando apareciere el Prncipe de los pastores, vosotros recibiris la corona incorruptible de gloria. (1 P 5:4). Eres muy generoso con la apreciacin que tienes de Juan, pero a l no le digas esto. Es un hombre como los dems y podra envanecerse. Satans es muy astuto e incluso trata de sacar provecho de los sentimientos sinceros que tenemos hacia los hermanos dijo Lidia. S, claro terci Graells, pero aqu en la intimidad y en su ausencia, el corazn se ensancha por el afecto que le tenemos en Cristo. Me gustara tanto poderle acompaar en este servicio ..., pero el Seor da a cada cual su propio trabajo. Ahora que hablas de trabajo y de servicio, recuerdo el hecho de que estoy leyendo una literatura muy edificante e 10
instructiva, a la par que interesante. Tengo en casa la coleccin completa del Messager Evangelique, editado en la Suiza de habla francesa, desde hace ya ciento diecisiete aos (son muy constantes esos hermanos). Como que poseo un ndice de todos los temas que existen en la coleccin, he ido separando todas las cartas del Sr. Darby, desde 1832, hasta 1882, ao en que muri. No s, pero hay muchas. Tal vez quinientas. Aunque mi conocimiento del francs no es tan perfecto como yo deseara, su lectura me es bastante familiar, si se trata especialmente de las cosas del Seor, y as empec a leer, sin orden, algunas de ellas que, dicho sea de paso, me han llamado poderosamente la atencin. Despus las he ordenado por fechas, para seguir su obra con un orden cronolgico, y mi inters ha ido creciendo. Es una maravilla! He dejado, de momento, la tarea de leer, y estaba pensando en algo que quiero exponeros y que puede ser de utilidad. Hay un trabajo laborioso y paciente a realizar. Tampoco propongo la cosa como siendo inmediata, pero me gustara que cuando Dios nos conceda que Juan vuelva, nos hallara ocupados en algo que seguramente le deparara una agradable sorpresa. Digo nos hallara, porque yo solo no puedo llevarlo a cabo, ni por tiempo ni por capacidades. Pero colaborar y os ayudar con todas mis fuerzas. Esto es algo en que Lidia puede ser til; muy til. Seguramente ms que nadie. En primer lugar es la hormiga tenaz, y en segundo, conoce la lengua francesa ms y mejor que todos nosotros, y adems entiende lo que lee con ventaja sobre m. Y sobre m, aadi Graells. Por favor, hermanos hoy es el da de las alabanzas para el matrimonio Reguant. No seis tan entusiastas en cuanto a nosotros. El incienso para el Seor. Pero vamos a ver, tenemos derecho ya que nos propones un trabajo a 11
saber no slo el principio, sino tambin el final. Has ledo, has clasificado, y ahora, de qu se trata? pregunt Lidia. Pues se trata de lo siguiente y Roura continu: Tengo la idea de compaginar un resumen de las actividades de J. N. D., tomando como fuente de informacin sus conocidas cartas. Esto abarca un perodo de cincuenta aos, y ellas dan cuenta de todos sus viajes en su pas y en el extranjero, que fueron muchos. No olvidemos que eran los inicios del ferrocarril y de la navegacin a vapor, pero an se usaba la diligencia en todos los desplazamientos locales y comarcales, sin olvidar el caballo, amn de, por multitud de parajes, las insoslayables marchas a pie. Pero no se trata de sus viajes solamente (esto es lo menos importante). Lo ms interesante son sus consejos, su servicio en favor de todos, la predicacin de la palabra de Gracia, el magisterio que imparti a las ovejas y corderos del rebao de Cristo. Hombre dotado de una inteligencia singular y de una vasta cultura, pudo luchar contra la incredulidad, contra el racionalismo que invada Inglaterra en aquel entonces, contra las herejas; es decir, como fiel paladn de la verdad de Dios, fue hombre de brecha y de lucha aun a su pesar. No era contencioso, sino sufrido, paciente, tolerante (salvo contra el mal que empaaba la gloria y los derechos de Dios en la Asamblea). No se preocupaba de su persona, pero s de lo que afectaba a los intereses de Cristo. En fin, yo soy un hombre entusiasmado con su ministerio, y he recibido y recibo an tanto bien, que no me cansara de prodigar elogios a su persona, ahora que no puedo daarle con mi admiracin. Pensaba ordenar un poco sus temas, siguiendo un orden de tiempo segn la fecha de sus cartas, pero lo veo muy difcil, por el hecho de que los mismos temas, con determinadas variantes, los hallamos a travs de todas sus 12
cartas. Es una lstima, pues uno se da cuenta de que su peso era ms efectivo a medida que transcurran los aos. As, he optado por sealar una temtica, sin tener demasiado en cuenta la cronologa. Por lo general sus conclusiones eran siempre sabias, presentadas con poder y enfatizando la verdad, que por otra parte, se recomienda a s misma. En fin, podra extenderme ms, pero os adelanto solamente la idea. Si cristalizar o no, no lo s. Dios lo sabe. T, Ricardo, tambin tienes esa coleccin, y en la estantera de Juan tambin la he visto. Si yo la adquir fue por vuestro conducto, y unos hermanos de Francia me proveyeron de ella; me la regalaron. Esto no tiene precio. S, es bien cierto que la tenemos, y conocemos y admiramos el valor inestimable de estos cuadernos que, desde antes de la guerra franco prusiana, han llegado hasta nuestros das. Han pasado muchas cosas en ciento diecisiete aos. Tanto en el mundo como en la Cristiandad, y tambin en el Testimonio. Qu temas de meditacin hallamos! Libros debidos a la pluma de los que nos precedieron. Aquellos hombres de la primera generacin del Testimonio, que vivieron tan cerca de Dios, en la dependencia del Espritu Santo, acatando el seoro de Cristo: J.N.D., Bellet, Kelly, Mackintosh, W. Trotter, W. J. Lowe y muchos ms, despus H. Rossier, Ladriere, S. Prodhom, etc., y otros muchos, cuyos nombres silencio porque an estn peregrinando entre nosotros, pero por los cuales damos gracias a Dios. Tengo que confesar con gozo que ha sido para m una fuente de bendicin, de instruccin y de interpretacin. Es difcil no hallar respuesta a cualquier tema, asunto, problema, etc. Adems poseo, al igual que Roura, un ndice que abarca ochenta y siete aos. ste ha 13
sido un trabajo de paciencia, abnegacin, constancia... Quin lo hizo? No lo s. Nadie ha puesto su firma, pero ah est: Humilde, modesto; pero rotundamente eficaz. Gracias a Dios por ello. Mucha parte de mis conocimientos aunque bien limitados por cierto los debo sin embargo a este vasto trabajo de ms de un siglo de proyeccin (son 117 volmenes). Los correspondientes redactores (no han sido muchos, pues conscientes de lo que hacan y para quien lo hacan, Dios les provey de un espritu de firmeza, exento de desmayos), se fueron sucediendo en la medida que quemaron sus vidas en este trabajo. Tambin damos gracias a Dios por el silencioso y annimo trabajo de los expedidores, compaginadores y por todos los que dedicaron su tiempo, haciendo, solcitos, la labor de la hormiga. Su trabajo no ha sido en vano. Hoy gozamos en leer artculos, conferencias, meditaciones, estudios, cartas, etc., bien sustanciosos y edificantes, de fechas en las que nuestros padres an no haban nacido, y este alimento es de positivo beneficio para la generacin actual. Claro, ya veis que no slo la conozco por tenerla en la estantera, sino que me he ocupado en ella muchas horas de mi vida (podra decir que despus de las Escrituras, es lo que ms he ledo), pero nunca se me haba ocurrido la idea del amado Roura, y no s si a Juan y a Lidia se les ocurri alguna vez, porque en los aos que hemos comentado tantas cosas de su contenido, y entre ello las cartas pues son muy conocidas (existen tres tomos en ingls con la totalidad relativa de las que escribi), nunca pensamos en un trabajo semejante, pues ni en francs existe (creo yo), ningn volumen que compagine las quinientas y pico de cartas, que en los ciento diecisiete aos, estn diseminadas a travs de las aproximadamente cuarenta mil pginas del Messager. Eso s, si no estoy mal informado, creo que existe un folleto, del depsito de Vevey, ms bien 14
reducido, con extractos de estas cartas. Felicito pues a Roura por esa idea genial, y propongo que oremos por este asunto. Si el Seor no muestra ni dispone lo contrario, me pongo a la disposicin de mis hermanos para hacer lo que l estime mejor en este trabajo. Tengo confianza en los propsitos y en el orden de las ideas de Pedro As respondi y se expres Graells. Lidia, a su vez, aadi: Aunque no tengo los nimos, ni la energa de antes (los aos no pasan en vano), dispongo de tiempo, y lo que no haga la energa, contando con el Seor, lo har el tiempo. No s cuando volver Juan. Estamos acostumbrados a contar siempre con l, sobre todo yo, claro est, pero me gustara que se llevara una sorpresa, aunque bien mirado, no se la llevar; l conoce de lo que sois capaces, pero digo una sorpresa en el sentido de encontrar a su regreso algo en lo que ni tan siquiera haba pensado, pues como ha dicho Ricardo, de esto nunca habamos hablado antes. Estoy de acuerdo en hacer de secretaria y traductora, pero Ricardo tiene que traducir tambin, l lo hace bien; lo prueba todo lo que ha traducido. No, no te excuses. Ninguno de nosotros somos profesionales, ni eruditos en cuestin de letras ni en idiomas, pero s se puede ofrecer algo que sea legible; que sea comprensible; y si los que lo leen son benvolos con nosotros, ya podemos darnos por pagados. Hemos de hacerlo con el intento de ser de ayuda, como otros lo fueron y an lo son en favor nuestro. Bueno, bueno, no me excuso del trabajo, pero yo har lo menos comprometido, pues t me aventajas, Lidia y no lo digo para halagarte; la realidad es la realidad dijo Graells. Qu has dicho, Ricardo? Qu insinas con tu respuesta? Yo, tengo que dirigir todo este trabajo? 15
intervino Roura. No, esto no puede ser. Yo lo he propuesto y ayudar en todos los conceptos, pero no estoy capacitado para ms. Preguntdselo a Juan. El trabajo de direccin es cosa tuya, Ricardo. Mira, amado: yo te conozco bastante. Hace muchos aos que me abriste tu casa y tu corazn. Conozco tus costumbres, tus capacidades, tus ejercicios, y tu amor para los hijos de Dios. Eres humilde, pero un poco acomplejado a la vez; lo primero est bien, lo aceptamos, lo admiramos y damos gracias a Dios por ello, pero de lo ltimo tienes que desembarazarte. S, t eres un pays [denominacin del hombre de campo cataln], pero eres un seor pays. Tienes ms cultura de la que muchos quisieran para s. Tus padres pudieron ensearte, y si has continuado con la hacienda es porque eres un enamorado del campo y de la naturaleza, y has preferido esta actividad al mecanismo de la complicada civilizacin industrial y comercial. Esto, por mi parte, te lo alabo. Pero de ah a que siempre te presentes como un labriego ignorante no lo acepto. Eres ms reflexivo que nosotros, ms ordenado, y en trminos generales tienes ms conocimientos de nuestro entorno. En la vida espiritual, tal vez no tienes tanta actividad visible como nosotros; no eres un analista de la talla de Juan, ni profundizas como l. Es mayor que t, y su vida ha estado marcada por la lucha. Hay pues, una experiencia y un discernimiento. Esto lo reconocemos todos, pero no tienes por qu situarte tanto en la retaguardia. Hoy estamos aqu; maana quin sabe. Somos unos frgiles instrumentos, pero la mano que nos usa es diestra. Tenemos pues que estar a la disposicin del Maestro. No tienes porque temer tanto de tu pretendida pequeez, pues en el peor de los casos, el Seor, con un martillo pequeo, puede desmenuzar una roca muy grande. Esto lo 16
ha hecho infinidad de veces. Hay que considerar siempre la potencia y la habilidad del brazo que lo usa, y no el volumen o tamao de la herramienta usada. As que, esta vez, t vas a gobernar este negocio, y que el Seor te bendiga. Con este sincero deseo, Graells, termin la apologa que hizo de su hermano. Roura enrojeci, y no precisamente de ira. Con dificultad poda soportar la admiracin de sus hermanos; l no haba nacido para protagonizar nada. Pensaba: cmo soportar la idea de dirigir una actividad espiritual cualquiera, si era menos que nadie? Graells y Lidia Serra insistieron y le rogaron en el nombre del Seor que, con toda confianza, tomara la responsabilidad de este servicio. Sin atreverse apenas a levantar la vista del suelo acept, contando, dijo, con la benevolencia de los hermanos. Oraron sobre esto, mientras en das sucesivos formaban sus planes de trabajo y estudiaban un mtodo conveniente bajo la mirada del Seor. Al final, un da Roura resumi sus maduradas impresiones, la organizacin de la tarea, y el orden que deberan imprimir a la obra. Pensaba presentaros las siguientes conclusiones, bien que no son definitivas. En primer lugar, tengo un brevsimo esbozo biogrfico (obra de un amado hermano francs) y a continuacin un resumen itinerante que el mismo J. N. Darby nos ofrece a lo largo de sus cartas. Todo es biografa, en cierto sentido. Despus tengo unas notas sobre lo que escribi y est editado, y a continuacin las cartas. No todas, puesto que sera un trabajo que nos ocupara ms tiempo del que ahora podemos dedicar a esta actividad. Adems, mucho de lo que est escrito es historia de hechos y circunstancias que tienen un sello muy local o personal, segn sea el caso, y que no nos afectan en su carcter administrativo (espiritualmente 17
hablando). Cosas condicionadas a circunstancias particulares o del entorno en que se movi y las relaciones que tuvo. Cosas de marcado inters cuando estas cartas fueron publicadas por primera vez (pues an viva una generacin que conoca al Sr. Darby y le haban tratado), pero que ahora, para nosotros, no tienen otro inters que el de una vivencia histrica; eso s, instructiva e interesante. Pero la infinidad de temas generales, de diversas motivaciones que siempre son de actualidad, temas desarrollados con un poder aplicativo y con una sabidura extraordinaria: la sabidura de lo alto; otros que tienen su origen en preguntas que se le formularon, sobre consultas doctrinales, interpretacin de pasajes, etc., esto s que es de un provecho siempre constante y actual. Cartas que tratan de circunstancias de dolor: fallecimiento de esposas; de esposas y madres jvenes; de esposos; de hijos e hijas; de hermanos y hermanas que murieron cargados de aos; otras personas creyentes que murieron en circunstancias y produjeron a su alrededor un sentimiento de afliccin y tambin de temor; circunstancias solemnes producidas por la voz fuerte del Seor, delante de Quien debemos bajar la cabeza con humillacin y temblor. Consultas sobre casamientos, que tanto hermanos como hermanas jvenes le hicieron, respondidas y tratadas con delicada exquisitez de sentimientos cristianos, a la luz de la palabra de Dios. La partida de este mundo de venerados hombres de Dios (como Bellet por ejemplo). Sus opiniones en relacin con personas conocidas de la asamblea; opiniones favorables o desfavorables, segn el caso, pero siempre sin acrimonia o sin desmedida alabanza, sino como de uno que habla en la presencia de Dios. Cartas dirigidas a los desanimados, a los tomados en alguna falta, a los excomulgados; ocasiones todas de mostrar un corazn ejercitado; 18
en el amor de Dios, en la gracia, en la paciencia de Dios y en el poder restaurador del Abogado y del Pontfice. Temas como el bautismo, la Cena, el Cuerpo de Cristo, el Testimonio, la unidad del Cuerpo, el bautismo del Espritu Santo. Israel, las Naciones, la Iglesia, la profeca, etc. Qu es lo que no poda escribir y predicar con provecho un hombre de Dios como l? Todo esto pensaba acotarlo por temas y que cada cual cuidara de traducirlo; yo lo ms fcil, y vosotros lo dems; y al final ordenarlo todo. Cuando Juan regrese, habr que leerlo y considerarlo. Necesitamos su opinin, sus consejos y su posible colaboracin. No me considerara feliz si prescindiramos de l; sera una prdida para nuestro trabajo conjunto. Existe tambin una carta, que no fue enviada a su destinatario, seguramente para no dar la impresin de que J. N. Darby hablaba demasiado de s. Fue hallada entre los papeles del amado siervo, despus de su fallecimiento. Es interesante. Habla de los inicios de sus ejercicios y de la obra. Cuando la escribi contaba ya ms de cincuenta aos. Se hallaba no obstante, a mitad de camino de su andadura en el ministerio. Pensaba insertarla aparte del cuerpo de la obra; al principio; a continuacin de las notas biogrficas. De momento esto es todo, hermanos. Tengo deseos de oros y de que refutis o enderecis, o bien transformis el orden en que he presentado mis ideas sobre el trabajo. Cualquiera de vosotros lo hara mejor. Me habis casi obligado, y ya sabis que yo siempre lo he esperado todo de los dems. Cuando termin, sus hermanos, no caban en s de gozo. Era el sentimiento producido por la obra de Dios en los dems. En este caso en el corazn de Roura. Porque Pedro, por encima de todo, por encima de sus facultades, su tesn, 19
su abnegacin, su innegable y equilibrada inteligencia, era un corazn; un corazn para Cristo y para sus hermanos. Ricardo Graells y Lidia Serra tenan seguramente algo que objetar. El enfoque del trabajo les complaca, el esquema, no tanto. Tal vez pensaban que un orden progresivo en la presentacin de la correspondencia ayudara al lector a considerar el adelanto y la madurez en el conocimiento del Hijo de Dios, y todo lo que a l atae, que John N. Darby adquiri a travs de los aos. La senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el da es perfecto (Pr 4:18); pero por nada del mundo queran presentar ningn reparo a su amado Roura. No fuera que, un poquito acomplejado que era, en relacin con sus hermanos, se retrayera despus del despliegue confiado que de sus facultades (bien entendido que venan de Dios) haba hecho. Pero, quin sabe. Tal vez estaba en lo cierto. El trabajo por temas poda, por otra parte, ser ms asequible y ms meditativo. As es que, por todo comentario, y con un brillo de felicidad en sus ojos, ambos dieron a Roura un efusivo apretn de manos. Eliminaron de sus quehaceres diarios todo aquello que siendo legtimo no era imprescindible, es decir, dejaron lo bueno por lo mejor. Pasaron las semanas y el material disponible iba aumentando. Roura lo compaginaba segn el plan preestablecido. He aqu el trabajo de nuestros amigos:
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J. N. Darby, que una a una grande y humilde piedad una cultura intelectual de excepcin, un espritu abierto y una capacidad de trabajo sorprendente, se consagr por entero, hasta su muerte acaecida en 1882 (en Bournemouth: Inglaterra), a la propagacin, por medio de su palabra y de su pluma, de las verdades que hallaba en la palabra de Dios. Anunciaba el evangelio a los inconversos, con un gran amor en favor de las pobres almas esclavas del pecado, pero en particular orient su servicio en reunir a los creyentes alrededor del Seor, a esclarecerles sobre la excelencia de su posicin ante Dios a consecuencia de la perfeccin de Cristo y de su obra, sobre la vocacin celestial y la esperanza de la Iglesia, y sobre el sentido del testimonio de Dios en la tierra. No ces jams de viajar, recorriendo amplias zonas de la Europa occidental (Francia, Suiza, Alemania, Italia, Holanda), y largas visitas a los Estados Unidos, Canad, Antillas, Nueva Zelanda, etctera. Ha dejado un gran nmero de escritos, en su mayora tratados y opsculos relativamente breves. Han sido reunidos durante su vida y despus de su muerte por la diligencia y los cuidados de William Kelly, y forman una coleccin (Collected Writings) de treinta y cuatro volmenes, ms otros siete de Notas y comentarios sobre la Escritura. Entre los ms significativos podemos mencionar: La Iglesia segn la Palabra (1850), El Culto segn la Palabra (1848), La esperanza actual de la Iglesia y las profecas que la establecen (1840), numerosas publicaciones de controversia (pues tuvo que combatir a muchos contradictores y falsos maestros), comentarios escriturales, etc. Los estudios sobre la profeca: Notas sobre el Apocalipsis (1842). Estudios sobre Daniel (1840). Tambin se ha publicado una voluminosa correspondencia (de la cual destacan tres tomos de cartas en ingls). 22
Pero sus obras capitales son, de una parte, los Estudios sobre la Palabra, publicados a partir de 1852 (primero en francs, despus en ingls), y, de la otra, su traduccin de la Biblia al francs, efectuada con la colaboracin de hermanos calificados, obra de valor inestimable por su exactitud y por el respeto con el que ha sido tratado el texto sagrado. La traduccin en francs, sirvi de base a la traduccin alemana y a una versin inglesa.
Montpellier, y en mayo desde Orthez (Bearne). La obra empieza a tomar cuerpo en Francia. Regresa a Montpellier, y en octubre lo detectamos en Nmes. A continuacin, despus de permanecer bastantes semanas en esta poblacin (tres meses por lo menos), lo hallamos en Lausana (Suiza) en julio de 1850; en febrero de 1851 en Montpellier, y desde Londres escribe el 14 de julio del mismo ao. El Sr. Darby tiene ya cincuenta aos cumplidos. Viaja por Inglaterra durante bastante tiempo (casi dos aos), y en 1853 otra vez a Montpellier. Lo reencontramos en Irlanda en mayo de 1854, y en Londres el mismo mes, hasta agosto. A principios de 1855 se desplaza a Elberfeld (Alemania), parece ser que por primera vez; en el mes de abril an escribe desde all. (Alemania llen una no pequea parte de su ministerio, con grande bendicin). En el mes de noviembre lo hallamos en Inglaterra y en junio de 1856, nuevamente en Francia, en el Gard (Nmes). En septiembre de 1857 inicia sus primeros contactos con creyentes holandeses y escribe desde Rotterdam. Desde esta ciudad se traslada otra vez a Alemania, y a primeros de 1858 regresa a Londres. Permanece en Inglaterra, pero en octubre de 1859 escribe desde Dubln; en abril de 1860 otra vez desde Nmes (Francia); en agosto desde Saint-Agrve (Ardeche), y llega a Lausana en octubre, en donde queda tres o cuatro meses. Los aos van sucedindose. J. N. Darby ha cumplido sus sesenta aos con una gran labor de ministerio oral y escrito en favor de las almas en tinieblas y entre los hijos de Dios. El Maestro le dirige, y l gobierna su vida, en la dependencia a los dictados de arriba. En octubre de 1861 escribe nuevamente desde Elberfeld (Alemania), y en diciembre le hallamos nuevamente en Londres. Despus de visitar numerosas comarcas del pas 24
(pues la obra en Inglaterra es importante: la nacin nmero uno), en otoo de 1862 lo hallamos en Canad. All permanece un ao, aproximadamente, visitando numerosas ciudades, y lugares inverosmiles entre los indios, los leadores, lugares que hasta poco dice l eran el dominio de los osos y de los lobos. Noviembre de 1863: otra vez en Londres, pero en febrero de 1864 lo tenemos nuevamente en Lausana. (En la Suiza de lengua francesa la obra fue muy bendecida. Podemos casi asegurar que proporcionalmente al nmero de habitantes unos novecientos mil en la actualidad es donde mayor nmero de asambleas locales existen, algunas de ellas bastante numerosas, y tambin mayor nmero de almas vinculadas al testimonio.) En marzo de 1864 visita nuevamente Pau (fue el lugar en donde se realiz la mayor parte del trabajo de traduccin del Nuevo Testamento en su versin francesa). En agosto del mismo ao escribe desde Zurich (es la primera vez que seguramente visita la Suiza de habla alemana.) En octubre le hallamos nuevamente en Londres, y en diciembre ha efectuado ya su segunda travesa del Atlntico y escribe desde Montreal. A mediados de 1865 deja el Canad y por tierra se traslada a los Estados Unidos. Entra en contacto con diversos creyentes, principalmente oriundos de Europa (franceses y suizos). Visita Nueva York y Boston, desde donde probablemente regresa a Europa; llega en octubre del mismo ao, y despus de visitar la Isla de Wight, Dubln en Irlanda, y Glasgow en Escocia, regresa a Londres, en donde fecha una carta en enero de 1866. Se traslada nuevamente a Dubln en donde permanece hasta mayo, y desde all se dirige a Pars para regresar nuevamente a Londres, desde donde volvemos a tener noticias en junio del mismo ao. 25
En el mes de agosto vuelve a atravesar el Atlntico por tercera vez; ha llegado al Canad, por donde viaja durante tres meses de un lugar a otro (Hamilton, Toronto, Guelph), para dirigirse desde all a Nueva York en el mes de noviembre, donde se hospeda dos meses. En febrero de 1867 lo detectamos en Boston por poco tiempo y de all regresa a Nueva York, desde donde, despus de permanecer otros dos meses, se traslada a Massachusetts, y desde Boston (capital del estado) escribe en mayo. En junio le hallamos en Guelph (Canad), lugar en donde se daban las conferencias anuales, con la asistencia de hermanos canadienses y norteamericanos. Se traslada a Toronto, donde permanece por un tiempo, y otra vez desde all a Nueva York hasta finales de 1868. Regresa nuevamente al Canad en marzo de 1869 (Montreal), y en julio le tenemos ya de regreso en Irlanda. Escribe desde Dubln, y un mes ms tarde desde Londres, en donde reside hasta el 17 de noviembre. Nuevamente cruza el Atlntico por cuarta vez, y a fines de ao visita por primera vez la Guayana Inglesa, las pequeas Antillas (Barbados, San Vicente), y Jamaica en las grandes Antillas. Pasan los meses y escribe cartas desde Georgetown, Kingston, etc., hasta mayo de 1869. Regresa a Londres, desde donde fecha una carta el 5 de junio. En agosto otra vez le hallamos en Ginebra; a continuacin en Pau (Francia), y en noviembre en Elberfeld (Alemania). En esta poblacin permanece bastante tiempo, tal vez cinco meses. Desde all escribe mucho. En mayo de 1870 el Sr. Darby se encuentra en Londres. Alcanza un hito en su pasaje terrenal: tiene ya setenta aos. (Sal. 90:10). En julio de 1870 (ao de la guerra Franco-Prusiana, en que tantas circunstancias penosas sufrieron los franceses del norte en particular y entre los tales bastantes hermanos), el Sr. Darby se traslada al Canad, atravesando el ocano por 26
quinta vez. Escribe desde Guelph, reembarca en agosto, segn se deduce por su carta, y en septiembre escribe desde Londres. Su permanencia en el continente americano ha sido muy breve. Seguramente cambi sus planes al producirse la declaracin de guerra por parte de Napolen III el da 15 de julio. En esta fecha se hallaba en Guelph y podemos creer que su corazn sufra. Tanto en Francia como en Alemania haba hermanos que debieron enrolarse en los respectivos ejrcitos. Esto es un desastre para los verdaderos hijos de Dios en las circunstancias del desierto. En sus cartas de esta poca nos daremos cuenta de cmo trata todo este asunto, los derivados y las consecuencias. Como siempre, dirige el corazn de los santos, por encima de lo que es terrenal, con aquella sabidura y tierna delicadeza en favor de los que podan verse involucrados por sentimientos nacionales. Desde septiembre de 1870 le seguimos por sus cartas y nos damos cuenta que esta vez ha permanecido en Inglaterra unos seis meses. En junio de 1871 le hallamos en Dubln, en agosto lo encontramos en Belfast, desde donde regresa a Londres el mismo mes. En septiembre escribe desde la Suiza de habla francesa (Vevey). Leemos varias cartas de fecha imprecisa y en noviembre lo hallamos en Turn (Italia). All permanece hasta enero de 1872; entra en Francia por Niza, de all se traslada a Nmes, desde donde recorre el Gard. En abril est en Pars, desde donde regresa a Londres en el mismo mes. Pero he aqu que en junio lo hallamos nuevamente en Boston, en su sexta travesa del Atlntico. De Boston se traslada a St. Louis, Chicago, Springfield, y de all nuevamente a Chicago a final de ao. Parece increble tanta actividad, a sus aos y en su tiempo. Desde el Estado de Kentucky escribe en enero del 1873, en marzo desde Montreal (Canad), y a rengln seguido, regresa a Estados 27
Unidos (Boston), yendo a continuacin a Nueva York (abril). El mes de julio de 1873 fecha sus cartas desde Inglaterra: Leeds, Ryde, Ventnor, Bath, Hereford, Londres, Edimburgo (Escocia), otra vez Leeds, Londres, Dubln (Irlanda), hasta finales de ao. Empezamos el 1874, y en enero lo hallamos en Belfast (Irlanda del Norte), despus viajando hacia Pars y en febrero en Miln (Italia). En abril an est all y el mismo mes se traslada a Vevey (Suiza de habla francesa). Escribe mucho desde all, y en junio lo encontramos en Dillenburg, despus en Siegen, Elberfeld (todo esto en Alemania), para volver a Londres en julio. A mitad del 1874, aproximadamente (Darby tiene ya 74 aos), emprender su sptimo y ltimo viaje al Canad y Estados Unidos. Pero esta vez atravesar el Continente americano de Este a Oeste, y desde San Francisco de California, despus de haber pasado cinco das y seis noches en ferrocarril, embarcar hacia Nueva Zelanda. Ms de treinta das de buena navegacin le llevarn a Auckland, la ms importante de las ciudades neozelandesas, enclavada en la isla Norte (una de las dos grandes islas del archipilago); pero sigamos la ruta de sus cartas. En el mes de septiembre de 1874 escribe desde Boston, en noviembre desde Nueva York. Vuelve a Boston, donde permanece todo el mes de marzo. Entre Concord, Nueva York y Filadelfia, el mes de abril y en Chicago hasta junio. En agosto lo hallamos ya en San Francisco, a orillas del Pacfico. De esta ciudad embarca ruta Nueva Zelanda, a donde llega despus de cinco semanas de navegacin. Escribe su primera carta desde Auckland, la segunda desde Nelson, en la Isla Sur, en octubre de 1875, en donde permanece unas semanas. En febrero de 1876 lo hallamos otra vez en la isla 28
Norte, esta vez en Wellington (la capital), y en marzo en Christchurch, la ciudad ms importante de la isla Sur. Desde esta ciudad escribe que se propone trasladarse a Melbourne (Australia) para asistir a una conferencia, y de all a Sydney, para embarcarse de regreso a San Francisco (EE.UU.). Efectivamente: el 9 de junio de 1876 escribe ya desde esta ciudad. Desde Brandford (Canad), en el mes de julio, escribe a un hermano de Francia: Nueva Zelanda me ha tenido un poco alejado de la obra de Europa; del cuerpo de la obra, no del corazn. Ahora estoy ya de regreso, esperando encontrarme all antes del invierno. Cuando recib su carta acababa de atravesar el Pacfico; treinta y un das de mar, debiendo aadir a esto cinco das y seis noches de ferrocarril. Salvo el calor de estos dos ltimos das, bastante fatigoso, me encuentro muy bien por la bondad de Dios, y gracias a l he hallado a los hermanos de aqu gozosos y en paz. Puede que sean un poco negligentes en relacin con los de fuera, pero son espirituales, piadosos, unidos, teniendo solicitud los unos por los otros. Desde San Francisco (antes de trasladarse a Brandford para asistir a una conferencia que reuni a numerosos hermanos del Canad y de los Estados Unidos) fue a Chicago, en donde empez a escribir la carta cuyo extracto queda indicado anteriormente, y de all a Hamilton, desde donde escribe a mediados de julio. En Toronto fecha una carta el 20 de agosto; en Belleville, en septiembre. Despus se traslada a Quebec; en noviembre escribe desde all, y a finales de este mes tambin desde Boston, en Estados Unidos. En diciembre an permanece en esta ciudad, no s hasta cuando, pero el hecho es que no ha regresado a Europa antes del invierno, como tena previsto. A principios de marzo de 29
1877 est en Nueva York y el da 21 del mismo mes en Halifax, donde contina por algn tiempo. El 4 de junio escribe desde Ottawa la capital administrativa del Canad. Despus, parece ser que desde Quebec, regres a Inglaterra, y que de all se traslad a Dubln, segn una carta fechada el 23 de junio. Ha estado ausente de Europa desde septiembre de 1874 hasta junio de 1877 (casi tres aos), visitando los pases nombrados. An tiene bastante energa, pero, segn confiesa, siente el peso de la vejez, aunque tambin el de gloria. Se halla ms desligado de la tierra y ms cerca del Seor. Sus cartas tienen cada vez un sabor ms celestial. Las hay que parecen venir de otro mundo, y de estar escritas por un hombre de otra raza: realmente es as. Viaja y escribe desde Leeds, y regresa a Londres, donde permanece por un tiempo. A finales de ao se halla en Dubln, lugar donde le sorprenden los albores de 1878. Escribe; siempre escribe. Muchos das responde a trece o catorce corresponsales, pero no es todo. Tenemos el compendio de su grandiosa obra escrita, que ha ido creciendo a travs de los aos, y que gracias a Dios tenemos a nuestra disposicin. Todo esto no ha sido obra de gabinete (aunque tambin haya ocupado mucho tiempo en l), sino viajando de aqu para all, levantndose a las cuatro de la maana y trabajando hasta las once de la noche, un da y otro da, un mes y otro mes; un ao tras otro. Con la fatiga de la vida, las enfermedades, los accidentes. Las largas correras, los viajes a caballo, la diligencia y el ferrocarril de aquel tiempo. La alimentacin, tan dispar segn los pases, con lo que esto lleva aparejado (peligro de constantes trastornos digestivos), etc. No es comprensible naturalmente hablando su proliferacin de trabajo, tanto de cuerpo como de espritu, si hacemos abstraccin de la energa, 30
la gua y el poder del Espritu Santo. Durante semanas, predicando cada da seis y siete veces. Los estudios con los hermanos; las visitas por las casas, el trfago de la lucha, la contradiccin de los incrdulos; el racionalismo que invada Inglaterra. Siempre en la brecha! En mayo de 1878 este anciano se desplaza an a Elberfeld (Alemania), a Zurich, Ginebra y Berna (todo esto en Suiza), y en septiembre otra vez de regreso a Londres. A principios de 1879 ahora es preciso contar los meses muy despacio, lo hallamos en Pau (Francia). Se hospeda durante seis meses en casa del amado hermano Schlumberger, trabajando para completar la versin francesa de la Biblia, o tal vez la revisin del Antiguo Testamento, pues el Nuevo haca aos que se haba publicado. En julio escribe desde Londres, en donde permanece un par de meses, y vuelve a trasladarse a Francia (siempre am mucho la obra de ese pas). En septiembre escribe desde Les Ollieres (Ardeche), y despus desde Vernoux y Montpellier en octubre. El mismo mes, regresa a Pau, desde donde se dedica a escribir mucho y donde permanece tres meses con alguna salida por los alrededores, y a Burdeos en diciembre de 1879, pero en enero de 1880 escribe an desde Pau. A primeros de febrero fecha una carta desde Londres. En abril otra desde Reading, donde creo que existan dificultades serias en la asamblea local. En mayo est en Dubln, en junio en Belfast, y en julio regresa otra vez a Dubln. En septiembre se desplaza a Escocia (Edimburgo, Aberdeen), y en octubre regresa a Londres. Ha cumplido los 80 aos, y no puede desplazarse como hasta entonces (Sal 90:10). En Londres permanece alrededor de medio ao, hasta mayo de 1881, pero siempre con sus plenas facultades 31
mentales e intelectuales, trabajando en su gabinete, o en la cama, o como sea. El 28 de junio escribe desde Croydon (cerca de Londres), en donde permanece dos meses, y regresa a Londres, desde donde, a continuacin, vuelve a Croydon, y escribe tambin desde Ventnor en el mes de octubre. En el mes de enero de 1882 ao de su fallecimiento escribe an desde Londres, y desde Croydon en febrero, regresando a Londres nuevamente, desde donde fecha una carta el 28 de este mes. El 10 de marzo el Sr. Darby se halla ya en Bournemouth ltimo viaje de peregrino y lugar donde termin su carrera terrestre. El da 11 se despide (por mano de otro, pues no puede ya escribir) de su amado P. Schlumberger de Pau, desendole la bienvenida en el otro mundo. An leemos otra carta con fecha 28 de marzo, y el 29 de abril de 1882 parti para estar con su Seor, despus de una carrera pletrica de un trabajo bendecido.
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nuestros hermanos Sr. y Sra. Hammond, rodeado y cuidado con toda la ternura que el afecto cristiano puede sugerir y proyectar. Tal fue su ltima morada en vida. De all sali para la tumba. El 2 de mayo (da del entierro) tuvo lugar una reunin de oracin, previamente convocada para el medioda. Los que acudieron pudieron contemplar al atravesar el vestbulo que precede el espacioso saln donde la gente se reuni, el fretro situado sobre dos caballetes, en el que tambin poda leerse: J. N. Darby, nacido el 18 de noviembre de 1800 y que durmi en el Seor el 29 de abril de 1882. Como alguien dijo: la triste y solemne realidad para nosotros consista en el hecho de que nuestro amado hermano haba dejado este mundo. Que el instrumento escogido que haba trabajado con afn para apacentar el rebao de Cristo y para exponer las verdades y la riqueza de la Palabra, haba entrado en su reposo. En el mismo saln en que tuvo lugar un estudio sobre las Escrituras y en el que sus ltimas enseanzas impartidas haban versado sobre el tema expuesto al final del cap. 3 de Efesios: A fin de que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, los afligidos hermanos se hallaban ahora reunidos de nuevo, esperando en Dios y en silencio, con dolor sincero, pero con el sentimiento profundo de la presencia del Seor. Esta calma solemne fue interrumpida por el canto del himno: El reposo de los santos en lo alto, a continuacin del cual un hermano anciano rindi gracias al Seor, en primer lugar por la gloria que ha puesto delante nosotros y que nadie puede arrebatarnos, y despus, por la plena suficiencia de Cristo y por la certidumbre de Su bendita presencia hasta el final de nuestro peregrinaje terrenal. 34
A continuacin, un hermano pidi al Seor que la partida de nuestro amado hermano J. N. Darby pudiera ser bendecida para todos, hacindonos sentir la urgente necesidad de vivir ocupados en el Seor mismo de una manera ms real, as como ms consagrados a Su servicio. Otra oracin sigui (y por cierto conmovedora), por la cual un hermano agradeci al Seor el don que haba dado a la Iglesia por medio del servicio fiel que su siervo haba cumplido y por la vida de consagracin que vivi en conformidad con los principios que la haban dirigido. Fue tan intensa su emocin, que no pudo continuar. Otro hermano, con acciones de gracias por todo el bien que el ministerio del amado hermano nos haba aportado, pidi que su muerte ofreciera an la posibilidad de hablar al corazn de todos los que le conocan y que sus escritos puedan contribuir de forma bendecida a proveer firmeza espiritual a los santos. Y por fin, un hermano muy anciano or con grande confianza en Dios, y esta dulce, aunque triste y solemne reunin de oracin y acciones de gracias, finaliz con el canto del himno: T, manantial secreto de sereno reposo. Atendiendo a la sugerencia de un hermano, se procedi a la lectura, en presencia de todos, antes de abandonar el saln, de las ltimas palabras que escribi J. N. Darby. Hacia las tres de la tarde, el cuerpo fue conducido por ocho hermanos a la sencilla carroza fnebre que esperaba a la puerta y que deba de conducirle al cementerio, situado a respetable distancia. Ningn vehculo de duelo sigui al fretro, nicamente algunos cabriols para los que no podan caminar tan largo trecho. La mayora de los que se haban reunido se trasladaron al cementerio por un camino distinto 35
del seguido por el coche mortuorio, de suerte que no se diera motivo alguno para llamar la atencin del mundo. Hemos de notar que ste haba sido el deseo de nuestro amado hermano, deseo que los hermanos respetaron. El cuerpo lleg al cementerio hacia las tres y media. Centenares de personas se hallaban congregadas en el lugar para recibirle. A una corta distancia de la puerta de entrada fue bajado del coche fnebre desde donde 24 hermanos, relevndose de trecho en trecho, le condujeron a la sepultura. Alrededor de mil santos afligidos rodeaban la fosa. Algunos haban venido de Escocia, otros de Irlanda. Despus de un momento de concentracin espiritual, un hermano (el Sr. Mac Adamm), indic el cntico, del cual ofrecemos la traduccin libre: Oh da precioso! viene el Seor A tomar a su pueblo que le espera Ms all de los cuidados de la tierra En donde no se conoce el pecar. El Seor viene a buscar a los suyos Y a sentarlos con l en su trono Para su gloria para siempre compartir! La maana de la resurreccin se acerca, Cada santo que duerme en el Seor ser despertado Y conducido a la luz plena. Da demasiado glorioso para los ojos mortales Cuando la Iglesia reunida Arrebatada ser a las celestes esferas, Para siempre con Cristo estar. Oh Seor, cun lentos son nuestros corazones Para el cntico eterno alzar 36
Y gloria, honor y alabanza tributar! Pero hasta ese da de Gloria, Bendito Salvador, t nuestro escudo sers, Pues a nuestras almas te has revelado Cual nuestra fuerza y castillo protector. Un hermano (el Sr. Stuart) ley a continuacin Mateo 27:61, y dijo: Qu contraste entre el entierro del Maestro, y el de su siervo para el cual nos hallamos reunidos aqu hoy! Jos de Arimatea hall un lugar para el cuerpo de su Maestro. Con la ayuda de Nicodemo, lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad. Pero quines eran las personas afligidas? Dos pobres mujeres! Cun significativa y demostrativa es la realidad de la humillacin voluntaria del Dueo del Universo! Nuestros corazones se hallan tristes alrededor de la tumba del discpulo, pero cunta mayor tristeza sentan aquellas almas piadosas que le haban seguido en la tierra, y qu diferencia tambin en el carcter de este dolor! Una tristeza amarga, una angustia sin consuelo, llenaba los corazones, pues en aquel sepulcro, al depositar el cuerpo del Maestro, enterraban al menos as lo crean todas sus esperanzas. Haban esperado que l era el libertador de Israel, pero haba muerto, y toda la luminosa expectativa en relacin con la nacin se haba esfumado juntamente con la vida de Aquel que haba partido y de la cual pensaban no les quedaba otra cosa que el recuerdo. En este momento doloroso nada saban de la resurreccin, mientras que nosotros nos hallamos alrededor del sepulcro del servidor sabiendo que Jess ha resucitado, y que est con Su presencia hacindonos compaa en nuestra tristeza, as como tambin que volver pronto para tomarnos a S e introducirnos en el cielo. 37
Cmo podramos haber venido aqu con confianza y depositar en el sepulcro el cuerpo de nuestro hermano amado si no tuvisemos firmemente asegurada la esperanza de la resurreccin? Cundo pensamos en todos los gloriosos privilegios que se desprenden de la resurreccin de Cristo, un gozo real se mezcla con el dolor que sentimos sobre una tumba que va a cerrarse. En presencia de la muerte no nos conviene elogiar al difunto. Un solo ser entre los que han pisado la tierra es digno de alabanza. Es Aquel que ha vencido la muerte y que tiene todo el poder sobre la misma, Aquel que muy pronto despertar de la tumba a los que durmieron y llamar tambin con poder a los que vivan para estar siempre con l. El Seor muri y fue sepultado, pero ha resucitado. Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Es con esta esperanza bendita que nos consuela, que nos libera y fortifica, que depositamos en la tumba el cuerpo de nuestro amado hermano que parti. El servicio continu con fervientes oraciones; se leyeron y comentaron otras porciones de las Escrituras, entre ellas Gnesis 48:21. He aqu yo muero, mas Dios ser con vosotros, y os har volver a la tierra de vuestros padres. Un hermano (Charles Stanley) ley tambin en el Evangelio de Juan 14:1 al 3, y 1 a los Tesalonicenses 4:13 al 18 lo cual fue tambin comentado. A continuacin se aadieron otras oraciones con himnos de esperanza. Despus de un breve silencio, el atad fue bajado a la fosa por diez hermanos, y uno de ellos confi el cuerpo del siervo a los cuidados del Seor, hasta el da de la resurreccin. An se cant otro himno a Aquel que haba tomado a nuestro hermano, y finalmente, sin que nadie lo indicara, se elev (como proviniendo de un solo corazn y de una sola 38
voz, con acorde armonioso y gozoso a la vez), el canto de estas palabras: Gloria, honor, alabanza y poder, sean para siempre al Cordero. Jess es nuestro Redentor, Aleluya, Aleluya, Alabemos al Seor! Muchos dirigieron una mirada a la tumba, como un ltimo adis en el desierto. Despus nos dispersamos, para pensar an en aqul que reposa de sus trabajos en la presencia del Seor.
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CORRESPONDENCIA SOBRE DIVERSOS TEMAS CARTA AUTOBIOGRFICA La carta que damos a continuacin es como una breve autobiografa ceida a un tiempo determinado (unos treinta aos). Seguramente es la nica que en su totalidad y de forma ordenada escribe de s y de su obra. Como se desprende de la misma, la redact por solicitud del profesor Tholuck, pero, como se ha hecho constar en otro lugar, no fue enviada a su destino. Despus de su fallecimiento, los hermanos la hallaron entre sus papeles. Fue publicada en el apndice del tercer tomo de sus cartas en ingls, y el ao 1913 apareci traducida al francs en el Messager Evangelique de Vevey (Suiza). Es de la versin francesa que ha sido tomada para darla al castellano. Al Sr. Profesor Tholuck Querido Sr. y hermano en Cristo: Desde que nos vimos casi siempre he estado de viaje, de modo que habra sido difcil enviarle el relato que interes de m. Lo mejor que puedo hacer es comunicarle, con toda sencillez, cmo han sucedido, en mi caso, las cosas de esta obra de Dios, desde el principio. Podr comprender con facilidad que otros muchos han trabajado, y muchos de ellos con ms consagracin que un servidor y an con un 41
resultado ms relevante en lo que concierne a las almas y la bendicin de las mismas. Pero es de la obra de Dios y no de nuestro trabajo que debo ocuparos, pues Vd. extraer de mi relato lo que convenga a sus propsitos. Yo era abogado. Juzgando que si el Hijo de Dios se haba dado por m, me deba por entero a l, y que el llamado mundo cristiano se hallaba, en relacin con Cristo, en una posicin de ingratitud insoportable, mi alma suspiraba por una consagracin completa a la obra del Seor. Mi idea era dedicarme a trabajar entre los pobres catlicos de Irlanda. Me recomendaron que empezara por hacerme consagrar. No me senta atrado a ocupar un cargo regular, pero joven en la fe (no estando an liberado, viva ms bien gobernado por el sentimiento de mi obligacin hacia Cristo, que no lleno del convencimiento de que todo lo haba hecho por m, y por lo tanto era rescatado y salvo), segu los consejos de los que tenan una posicin ms adelantada que la ma en el mundo cristiano. Fui consagrado, y me traslad entre los pobres montaeses de Irlanda, a una comarca inculta y ruda, donde permanec dos aos y tres meses trabajando como mejor pude. Sin embargo, senta que todo esto no se corresponda con lo que lea en la Biblia en relacin con la Iglesia y el cristianismo, ni con los efectos de la accin del Espritu de Dios. Mi espritu trabajaba sobre todas estas cosas desde el punto de vista prctico. De todas maneras me ocupaba asiduamente de los deberes del ministerio que me haba sido encargado, trabajando noche y da entre una gente casi tan rstica como las montaas en que habitaban. Me sobrevino un accidente (mi caballo se desboc, y me lanz sobre el quicio de una puerta), que me inmoviliz por un tiempo, y estas ideas se fueron desarrollando. Despus de un gran ejercicio de alma, 42
la palabra de Dios tom sobre m una autoridad absoluta. Siempre la haba reconocido como siendo verdaderamente esto: la Palabra de Dios. Entonces comprend que estaba unido a Cristo en el cielo y que, en consecuencia, mi posicin ante Dios era la suya, que no se trataba ms, ante l, de este miserable yo que me haba cargado y fatigado durante seis o siete aos, en presencia de la ley. Entonces comprend que la Iglesia de Dios, en su aspecto real, se compona de los que estaban unidos a Cristo, y que la cristiandad exterior no era la Iglesia (salvo en relacin con la responsabilidad de la posicin que ella pretenda gozar, verdad sta, por otra parte, muy importante en su lugar), sino que en realidad era el mundo. De otro lado vi que el cristiano, teniendo un lugar en Cristo en el cielo, no tiene otra cosa que esperar sino la venida del Salvador, para encontrarse, de hecho, en la gloria que le ha sido adquirida en Jess. La lectura de los Hechos me ofreci un cuadro de la Iglesia primitiva, lo cual me volvi profundamente sensible al estado actual de la amada Iglesia de Dios. En este tiempo caminaba ayudado de muletas, de tal manera que no tena ocasin de mostrar mis convicciones o mis pensamientos de cara al mundo, y mi salud no me permita acudir al culto, por lo cual, me hallaba forzado a abstenerme. En esto vi la buena mano de Dios viniendo en mi ayuda, ocultando mi impotencia espiritual por medio de la fsica. Entretanto, se desarrollaba en mi corazn el pensamiento de que todo lo que el cristianismo haba hecho en el mundo no responda de ninguna manera a las necesidades de un alma que senta lo que el gobierno de Dios deba producir. En mi forzado retiro, el cap. 32 del profeta Isaas me enseaba claramente de parte de Dios que haba an una 43
economa futura y todo un orden de cosas que no est an establecido. La conciencia de mi unin con Cristo me haba dado la parte celeste de la gloria; este captulo me haca conocer la parte terrenal. No poda an situarlas, ni coordinarlas, como puedo hacerlo ahora, pero las verdades estaban reveladas de parte de Dios, por la accin de su Espritu, en la lectura de su Palabra. Qu hacer? Vea en esta Palabra la venida de Cristo para tomar a su Iglesia a la gloria. Vea la cruz, fundamento de la salvacin, cmo debiendo imprimir su propio carcter sobre el cristiano y sobre la Iglesia hasta la venida del Seor; vea que entretanto esperaba, el Espritu Santo era dado para ser la fuente de la unidad de la Iglesia; la fuente de la actividad y de toda la energa cristiana. Por lo que atae al evangelio, la diferencia no radicaba en los dogmas. Las tres Personas en un solo Dios, la divinidad de Jess, cuya obra de expiacin en la cruz, su resurreccin, su lugar a la diestra de Dios, eran verdades que aprendidas como doctrinas ortodoxas, tenan una realidad viviente para mi alma; eran las condiciones conocidas, sentidas, actuales, de mis relaciones con Dios. No solamente eran verdades, sino que adems conoca personalmente a Dios de esta manera; no tena otro Dios que Aquel que se haba revelado as. Era el Dios de mi vida y de mi culto, el Dios de mi paz, el solo y verdadero Dios. La diferencia prctica de mi predicacin, cuando volv de nuevo al ministerio activo, fue sta: haba predicado (en mi rol eclesistico) que el pecado haba abierto un abismo entre nosotros y Dios y que solamente Cristo poda taparlo o cubrirlo; ahora predicaba que Cristo lo haba hecho todo. La regeneracin, que era siempre una parte de mi enseanza, se relacionaba ms particularmente con Cristo, el postrer Adn, 44
y comprenda ms y mejor que se trataba de una vida real, toda nueva, comunicada por el poder del Espritu Santo; pero, como he dicho, ms en relacin con la persona de Cristo y el poder de su resurreccin, que rene al mismo tiempo el poder de la vida victoriosa sobre la muerte, en una nueva posicin del hombre ante Dios. Es la liberacin. La sangre de Jess ha borrado, en el creyente, toda mancha, toda traza de pecado, segn la misma pureza de Dios. En virtud de su aspersin, nica propiciacin, puede invitarse a todo hombre a acudir a un Dios de amor, que con este fin ha dado a su propio Hijo. La presencia del Espritu Santo, enviado desde el cielo para hacer morada en el creyente como uncin, sello y arras de la herencia y en la Iglesia como poder que la une en un solo cuerpo y distribuye a los miembros dones segn su voluntad, tom un gran desarrollo y una gran importancia ante mis ojos. Con esta ltima verdad se relaciona la cuestin del ministerio. De dnde proviene? De la Biblia; claramente de Dios, por la accin libre y poderosa del Espritu Santo. En aquel entonces, cuando estaba ejercitado en estas cosas, aquel con quien me hallaba, localmente, en relacin cristiana, como ministro, era un excelente creyente, digno de todo respeto y por quien siempre he sentido un gran afecto. No s si vive an; despus de separarnos lo nombraron arcediano. Pero eran los principios y no las personas lo que obraba sobre mi conciencia, pues haca tiempo que haba renunciado ya, por amor del Seor, a todo lo que el mundo poda darme. Yo me deca: Si el apstol Pablo viniera aqu, no le sera permitido (segn el sistema vigente) predicar siquiera, al no estar legalmente consagrado. Pero si viniese un obrero de Satn, que negase al Salvador por su doctrina, podra 45
predicar, y mi amigo cristiano (con quien comparto el ministerio parroquial) debera reconocerle como coadjutor, mientras que no puede reconocer a uno, aun siendo fiel y capacitado por el Espritu Santo, si antes no ha sido consagrado por el sistema. Todo esto es falso, pens yo. No se trata de abusos; stos pueden existir por doquier: se trata del principio del sistema. El ministerio pertenece al Espritu. Entre el clero hay personas que son ministros por el Espritu, pero el sistema est fundado sobre un principio opuesto. Desde entonces no pude continuar. En la Palabra hallaba a los dones, y stos eran los que servan en vez de un clero fundado sobre otros principios. La salvacin, la Iglesia, el ministerio, todo quedaba ligado y todo se relacionaba con Cristo, Cabeza de la Iglesia en el cielo; con Cristo, el cual haba realizado una salvacin perfecta, y con la presencia del Espritu Santo sobre la tierra, uniendo los miembros a la Cabeza y tambin entre s, para formar un solo cuerpo y obrando en ellos segn su voluntad. En la prctica, la cruz de Cristo y Su regreso deban caracterizar a la Iglesia y a cada uno de sus miembros (los miembros del Cuerpo). Qu hacer? Dnde estaba esa unidad y ese Cuerpo? Y el poder del Espritu dnde era reconocido? Dnde era esperado el Seor? Las Iglesias nacionales estaban unidas al mundo. En su seno, algunos creyentes estaban diseminados en el mundo mismo de donde Jess los haba separado. Y se hallaban separados unos de los otros, mientras que Jess los haba unido. La Cena, smbolo divino de la unidad del Cuerpo, haba venido a parar en el smbolo de unin entre ste y el mundo; es decir, precisamente lo contrario de lo que Cristo haba establecido. La disidencia (los que no formaban parte de las Iglesias nacionales), me ofreca hijos de Dios, no lo 46
dudo, pero unidos sobre principios que no concuerdan con la unidad del cuerpo de Cristo. Si me una a ellos me separaba de todos los dems. Era la desunin del cuerpo de Cristo y no su unidad. Qu hacer? Tal era la pregunta que se me presentaba sin ninguna otra idea que la de satisfacer mi conciencia segn la luz de la Palabra de Dios. La expresin de Mateo cap. 18 dio respuesta a mis anhelos: Porque donde estn dos o tres congregados en mi nombre, all estoy en medio de ellos. Exactamente esto era lo que precisaba: la presencia de Jess estaba asegurada a nuestro culto; es all en donde sita su nombre, como en otro tiempo lo haba hecho en el templo de Jerusaln, para que los israelitas acudieran. Cuatro personas que se hallaban ms o menos en idntica situacin espiritual que la ma, habindonos reunido en mi apartamento y hablado de las cosas que nos afectaban, les propuse partir el pan el domingo siguiente, lo cual tuvo lugar en Dubln. Otras personas se unieron a continuacin. Pronto dej mi residencia, pero la obra tom impulso en Limerick, ciudad tambin de Irlanda, y a rengln seguido en otros lugares. Transcurridos dos aos (en 1830), me traslad a Cambridge y Oxford. En esta ltima poblacin algunas personas todava activas en la obra compartieron de mis convicciones, y sintieron que la Iglesia deba ser para Cristo como una Esposa fiel. Fui invitado a desplazarme a Plymouth para predicar, lo cual tambin acept e hice. Predicaba por doquier donde me solicitaban, sea en los templos, o bien en locales particulares. Ms de una vez, aun con los ministros del clero nacional (anglicanos), hemos partido el pan el lunes por la noche, despus de reuniones de edificacin cristiana en las cuales haba libertad para leer, orar o indicar un himno de alabanza. 47
Unos meses despus, empezamos a realizarlo los domingos por la maana, usando de la misma libertad, pero aadiendo la Cena a nuestras actividades en este da, pues tenamos y tenemos el hbito de participar en ella todos los domingos (a veces se ha participado ms a menudo). Ms o menos, en esa misma poca, en Londres, tambin empezaron a gobernarse siguiendo esta lnea de conducta. La unidad de la Iglesia, cuerpo de Cristo, la venida del Seor, la presencia del Espritu Santo, tanto en el individuo como en la Iglesia; un desarrollo asiduo de la Palabra; la predicacin del Evangelio como obra de pura gracia; obra cumplida y por lo tanto dando al corazn (por el Espritu Santo) la seguridad de la salvacin; la separacin prctica del mundo; la consagracin a Cristo como siendo el que ha redimido la Iglesia; un andar, no teniendo otro motivo o regla que l; en fin, otros temas en relacin con los citados. Todo esto ha sido tratado y promovido en publicaciones separadas o en escritos peridicos, y estas verdades se han difundido ampliamente. Un buen nmero de ministros nacionales (anglicanos) dejaron los cargos de sus iglesias para andar segn estos principios, e Inglaterra se llen poco a poco de reuniones ms o menos numerosas. Siendo Plymouth el lugar en donde se editaban la mayora de estos escritos, la denominacin de hermanos de Plymouth vino a ser la usual para identificar esas reuniones. En 1837 visit Suiza, y estas verdades empezaron a introducirse. Repet esas visitas varias veces. La segunda vez me hosped en Lausana por un tiempo, y all Dios oper conversiones y reuni a un buen nmero de sus hijos fuera del mundo. En Suiza haba disidentes de la Iglesia oficial desde haca veinte aos, y haban sufrido fielmente por el 48
Seor en aquel tiempo, pero no haba mucha actividad entre ellos, y el avivamiento inicial se encontraba en vas de extincin. Por la bondad de Dios, su obra se ha multiplicado por el pas y las conversiones han sido numerosas. En cambio, en la Suiza de lengua alemana no se ha alcanzado tanto desarrollo. Durante dos de mis permanencias en Lausana, algunos creyentes jvenes que deseaban consagrarse a la evangelizacin pasaron cerca de un ao en mi compaa estudiando la Biblia. Tambin participbamos conjuntamente, y cada da, en la celebracin de la Cena. En el mismo tiempo, aunque con independencia de lo que suceda en Suiza, un hermano que trabajaba en Francia, en la obra del Seor, despert la atencin en un distrito de considerable importancia por su extensin; lugar que se caracterizaba por la incredulidad y las tinieblas. Algunos de los jvenes hermanos de quienes he hablado, y dos o tres ms, conocidos, pero que no haban estado conmigo, fueron a trabajar a Francia. Otros obreros de diversas Sociedades, sintiendo que seran ms felices trabajando bajo la direccin inmediata del Seor en vez de sujetarse a cualquier comit (organismos que por otro lado no son conocidos, ni de hecho ni por principios, en la Palabra, y a los que adems la posesin del dinero les confiere el derecho de dirigir la obra del Seor), han renunciado a su salario y se han consagrado a la obra, confindose a los siempre fieles cuidados del Seor. Dios ha suscitado otros, aunque es bien cierto que la mies es mucha y los obreros pocos. Dios ha bendecido abundantemente a estos obreros, y ha habido numerosas conversiones en la Francia meridional. Desde el principio visit esas comarcas y compart con ellos las penas y las vicisitudes de la obra con 49
alegra, pero han sido esos esforzados hermanos a quienes corresponde el honor de este trabajo. En algunos lugares, las primeras fatigas han sido mi porcin; en otros solamente he visitado y ayudado, cuando la obra, gracias a Dios, haba sido ya establecida. El Seor nos concedi ser de un corazn y un alma para ayudarnos mutuamente, buscando el bien de todos y reconociendo nuestra debilidad. Casi al mismo tiempo comenz en el este de Francia una obra parecida, pero tambin con independencia de sta. Ha sido visitada, y en la hora presente su extensin abarca desde Basilea hasta los Pirineos, con una gran laguna, teniendo como cabecera la ciudad de Toulouse. El pas est ms o menos sembrado de reuniones, y la obra, por la gracia de Dios, se va extendiend todava. Debo decirle que jams me mezcl ni intervine en manera alguna en la vocacin ni en la obra de los hermanos que estudiaron la Biblia conmigo. Refirindome a algunos de ellos, tena la conviccin de que Dios no los haba llamado, y efectivamente la cosa qued confirmada, pues de hecho volvieron a sus ocupaciones ordinarias. En cuanto a los dems, he procurado ayudarles en el estudio de la Biblia, comunicndoles las luces que Dios me imparta, pero dejndoles por entero la responsabilidad de su vocacin tanto para la obra de evangelizacin como de la enseanza de la Palabra. Hemos tenido el hbito de reunirnos de tiempo en tiempo por unos das cuando Dios nos ha deparado la ocasin, para estudiar todos juntos temas bblicos o libros de la Palabra y comunicarnos mutuamente lo que Dios haba dado a cada cual. Durante algunos aos, tanto en Irlanda como en Inglaterra, haban tenido lugar grandes conferencias con motivo de lo acabado de exponer. Estas conferencias 50
duraban una semana. Tanto en el Continente (europeo), como en Inglaterra esto ha variado, y ahora son menos frecuentes. En tales circunstancias hemos pasado quince das o tres semanas estudiando alguno de los libros de la Biblia. Mi hermano mayor que es tambin cristiano, ha vivido dos aos en Dsseldorf. Se ocupa tambin en la obra del Seor. Ha sido de bendicin para algunas almas en los alrededores de esta ciudad. Estas almas, a su vez, han propagado la luz del Evangelio y la verdad, y un cierto nmero de personas se renen en las provincias renanas (es decir, provincias situadas en las orillas del ro Rin). Se han traducido diversas publicaciones y tratados de los hermanos, y se han repartido profusamente, y as se halla diseminada la luz en relacin con la liberacin del alma, la posicin de la Iglesia, la presencia del Espritu Santo aqu, entre los santos, y el regreso del Seor. Dos aos despus, ayudado por las luces proyectadas por este ministerio escrito segn creo, pero independiente de esta obra, ha tenido lugar en Elberfeld un movimiento del Espritu de Dios. Exista all una Hermandad que empleaba doce obreros, si no me equivoco. El clero ha querido prohibir a estos obreros la predicacin y la enseanza del Evangelio. Instruidos sobre la libertad del ministerio del Espritu y compadecidos por amor a las almas no han querido obedecer esa orden. Siete de esos obreros y otros miembros se han separado del grupo, y algunos de ellos, con otros que Dios ha suscitado, han continuado la obra de evangelizacin que se ha extendido desde Holanda (Gueldres) hasta Hesse. Las conversiones han sido numerosas, y varios centenares de almas se renen ahora para el partimiento del pan. Ms recientemente, la obra ha comenzado a establecerse en Holanda, as como tambin en el sur de Alemania 51
Por medio de otros instrumentos de Dios, ya existan algunas reuniones en el Wrtemberg. La evangelizacin de Suiza y de Inglaterra, saltando el ocano, ha formado varias reuniones en Estados Unidos y en el Canad. Desde all se ha extendido a los negros de Jamaica, la Guayana inglesa, y entre los indgenas del Brasil, en donde un hermano se ha abierto camino, pero ha muerto, y no s si otro hermano conocer bastante la lengua para continuar esta obra que haba sido bendecida. Las colonias inglesas en Australia tambin tienen sus reuniones de hermanos, pero no me extiendo ms, pues creo que este resumen le bastar. Los hermanos no reconocen otros cuerpos sino el de Cristo, es decir, la Iglesia de los primognitos en conjunto. Tambin reconocen a todo cristiano (puesto que es miembro de Cristo) que ande en la verdad y en la santidad. Su esperanza de salvacin est fundada sobre la obra expiatoria del Salvador, del cual esperan Su regreso segn la Palabra. Creen en la unin de los santos con l, como un cuerpo, del cual tambin l es la Cabeza. Esperan el cumplimiento de la promesa de Su venida, para ser introducidos en la casa del Padre y estar all donde l est. Mientras estn a la expectativa de estas cosas, deben llevar cada uno su cruz y sufrir con l, separados del mundo que le rechaz. Su persona es el objeto de la fe, su vida el ejemplo a seguir en la conducta. La Palabra, a saber, las Escrituras inspiradas de Dios, es decir, la Biblia, es la autoridad que forma su fe; es el fundamento, lo cual tambin reconocen como debiendo ser lo que gobierne sus acciones. Y el Espritu Santo, el nico que puede hacerla eficaz por medio de la vida recibida y por la prctica de la misma. 52
El alma es la vida natural en donde radican las afecciones y toda la accin vital que nos distingue de la existencia vegetal; supone una voluntad y ms o menos la inteligencia. As pues, una bestia tiene un alma, un alma inferior sin duda alguna, bajo todos los aspectos, pero la tiene. Pero est escrito que Dios alent en la nariz del hombre soplo de vida; y vino a ser en alma viviente; esto es lo que esencialmente distingue al hombre de la bestia. Dios hizo que de la tierra surgieran toda suerte de animales, para venir a existir, como seres vivientes, segn su voluntad suprema; pero jams alent espritu de vida en las narices de los tales. Esta diferenciacin nos constituye en linaje de Dios. (Hch 17:29). Ahora bien, podemos engrernos, querremos ser independientes, desearemos razonar sobre Dios, para querer ser como l, o bien al contrario, anhelaremos recibir las comunicaciones que nos hace su Espritu para sentir nuestra responsabilidad y someternos, amar subjetivamente, lo cual corresponde a obedecer de corazn. Ocuparnos de sus pensamientos y recibirlos con sumisin, esto es la santificacin de espritu. Las afecciones del alma pueden tener el Yo por centro, o ser ordenadas segn Dios y ser as santificadas. A menudo, como ya he dejado dicho, el espritu, punto de contacto del alma con Dios, est comprendido en la expresin alma, pues es por este soplo / espritu de vida que el hombre vino a ser en alma viviente. El corazn es el alma contemplada desde el punto de vista de las afecciones, y con frecuencia se identifica con las mismas; por ejemplo: cuando decimos de todo corazn, tiene mucho corazn, etc. El espritu es el alma desde el punto de vista de su inteligencia, por lo cual queda bajo responsabilidad. Si contemplo el alma desde esta perspectiva dir: mi 54
espritu, si lo hago desde el lado de las afecciones, dir: mi corazn. En la conciencia hay dos partes: el sentimiento de la responsabilidad hacia uno a quien se es deudor, y el conocimiento del bien y del mal. La primera parte exista ya en la inocencia, y existe por doquier donde subsiste la conciencia de la relacin que nos sita en la posicin del deber. El conocimiento del bien y del mal, que nos hace sentir, en nosotros mismos, la diferencia entre las cosas buenas y las malas, convenientes o inconvenientes, lo hemos adquirido por la cada terrible conocimiento y agravamiento de la responsabilidad para un pecador ya comprometido, pero necesario para tenerlo frenado y darle el verdadero sentimiento de su obligacin. El entendimiento no difiere gran cosa del espritu. Es la facultad del alma por la cual piensa y juzga, discierne y decide interiormente; no digo, por la cual es decidida, esto es otra cosa. En Efesios 1:18, en el original dice corazn, en Romanos 7:23-25, entendimiento o espritu. Creo que inmundicia de espritu (2 Co 7:1), quiere decir, ante todo, inmundicia en los pensamientos en contraste con los actos del cuerpo, de las cuales ambas cosas debemos purificarnos. No entro en las consideraciones metafsicas en cuanto a la diferencia entre el alma de los hombres y la de las bestias; hallamos que la de las bestias es ajena a las abstracciones y en cambio los hombres son capaces de afecciones morales que son algo superior a la pasin y al instinto. Quince aos despus de esta carta, el Sr. Darby escribi al hermano Schlumberger de Pau (Francia) en relacin con el mismo tema, en los siguientes trminos: 55
Nueva York, 24 de noviembre de 1866. ...He recibido su carta, y en primer lugar responder a sus preguntas metafsicas. Si no estoy mal informado, cuerpo, alma y espritu es una divisin, que hallamos ya, en los escritos de Platn. Esta divisin se halla justificada por el hecho de que Dios alent en el hombre un espritu de vida, y es as, y no por un acto de creacin y voluntad divina, que el hombre ha venido a ser un alma viviente. Dios ha hecho salir de la tierra, sin ms, a los animales, en cambio ha formado al hombre y despus lo ha animado. De esta manera hemos de entender que somos linaje de Dios (Hch 17:29). Tenemos el cuerpo y el alma, centro de las afecciones de un ser viviente en relacin con su individualidad, y su actividad voluntaria; adems, esta parte superior por la cual existe conexin con Dios y eleva el carcter del alma, y hace que todo lo que se halla deba ser formado y guardado en vista de nuestra responsabilidad en relacin con Dios, es decir, en la vinculacin que nos hallamos con l, pues nuestra obligacin siempre consiste en ser consecuentes con las relaciones en que nos hallamos. En cuanto a stas (las relaciones), nos encontramos separados de Dios, por nuestra posicin de seres cados. Enemistad hacia l, corrupcin, egosmo e incredulidad, la pretensin de no necesitar a Dios y de levantarse contra l en independencia, tal es el pecado en sus tres partes: cuerpo, alma y espritu. Pero habiendo sido formados para l, hallados en esta condicin, se pone de manifiesto la miseria moral y espiritual de la manera ms degradante, cuando las cosas aparentes cesaron y tenemos que ver con Dios. Pero ahora, el poder de la vida divina ha tomado posesin de nuestro ser; el espritu se somete a Dios y goza de l, revelado en amor y en 56
santidad; el alma pierde su egosmo y el cuerpo se convierte en instrumento de justicia para Dios. Las relaciones humanas creadas por Dios ocupan su justo lugar; no existe la infidelidad ni la idolatra. La presencia y el don del Espritu Santo presenta otro carcter. Esta presencia da la conciencia de nuestras nuevas relaciones con Dios y con Cristo, y la inteligencia y la fuerza para conducirse aqu, de una manera consecuente con estas relaciones. Esto corresponde a los privilegios especiales que tenemos en Cristo, es decir, como hijos de Dios en l, como miembros de su cuerpo, etc. No hay duda de que el espritu piensa, pero es una locura de la filosofa presentar la facultad de pensar como la cosa ms sublime del hombre: No lo es. Dios no piensa: todo le es conocido. En cambio nosotros pensamos, porque no conocemos. La parte superior del hombre es lo que tiende sus relaciones hacia Dios. Un animal, hasta cierto punto, piensa; pero no creo que haga abstracciones. El hombre est por encima de esta esfera a causa de su inteligencia, pero sta no se eleva ni puede elevarse hasta Dios. El instinto del alma sabe que existe un Creador; tan pronto como el hombre piensa, le es imposible creer, porque la idea de la creacin le es inasequible. La razn no sabe jams que una cosa es, sino que es preciso que sea es una conclusin lgica, nada ms. Pero el Creador es lo que se puede conocer de Dios; Su eterno poder y Su divinidad a ellos se manifest (Ro 1:1920). Dios lo ha divulgado. Estas cosas se disciernen por medio de la inteligencia. Esto no es una conclusin sacada de los razonamientos, aunque la inteligencia se ocupa. Las cosas invisibles de l se disciernen, pero la conclusin se desprende de lo que es creacin o creador. El propsito y Quien lo tuvo, son correlativos; en manera alguna puedo ver lo que delata un propsito sin pensar en alguien. Esto es as. 57
Por qu supongo una causa primera? Porque soy hecho de tal manera, que no puedo ver lo que existe sin pensar en una causa. Ahora bien, Dios existe y no puedo pensar en su existencia sin una causa, es decir, no puedo conocerle. Con esto afirmamos que somos seres creados, y por lo tanto pensamos segn nuestra naturaleza. Puedo tambin decir: todo esto no existe sin un ser creador, sabio y poderoso, y no entrar en otras consideraciones en cuanto a la creacin; puedo y debo decirlo, pues es esto lo que de Dios se conoce. Los filsofos han querido conocer por la razn al Creador; esta es otra de sus locuras, pues para ello sera preciso ser Dios, y en consecuencia han cado en el pantesmo y las especulaciones, unas ms absurdas que otras; y, en fin, en el positivismo, nica cosa que es verdad, pues nos dice que no podemos conocer a Dios, pero tambin supremamente falsa, porque pretende negar a Dios, cuando segn su teora no se puede saber nada. El cuerpo espiritual (1 Co 15:44), significa solamente que el cuerpo resucitado no es un cuerpo de bajeza como el que ahora tenemos. Dios puede darnos uno como l estime, y con tanta facilidad como nos dio el que ahora nos cubre. Lo que llamamos existencia material es relativo; la materia existe para la materia. Dios abre la puerta a Pedro, sin embargo el ngel entra sin necesidad de pensar en este obstculo (Hechos 12:7 y 10). * * *
Graells haba tomado la responsabilidad de traducir lo correspondiente a este interesante y sugestivo tema. Sujeto profundo que debe conducirnos ms all de la simple curiosidad. Conoca otros extractos no debidos al mismo 58
autor, pero que, a su entender, podan ser de provecho a los lectores. Pens consultar con Roura especialmente por el hecho de tener la responsabilidad del conjunto de la obra y este rasgo de delicadeza espiritual y de humildad dio los frutos apetecidos. He aqu pues, en primer lugar, un extracto breve y despus un trabajo ms extenso de singular importancia a causa de su sencillez. Dejemos que sea el mismo Graells quien hable: En conexin con esto, deseo transcribir unos prrafos de un siervo de Dios sobre un tema de tanta trascendencia como lo es Hebreos 4:12 y 13: Vamos a extendernos y hacer notorio algo ms del carcter penetrante de la palabra de Dios. El hombre suele hablar de s mismo como una combinacin de alma y cuerpo como si esta divisin fuera correcta. La palabra de Dios penetra ms profundamente y divide entre el alma y el espritu o sea, entre las dos partes no materiales de su ser. La distincin que de ordinario hacemos es que el alma tiene que ver con los afectos, los apetitos y los deseos que rigen el cuerpo; todo lo que tiene en ms alto grado, pero en comn con los animales inferiores en la escala de la creacin. Estos afectos se dividen en lo que llamamos las emociones y los sentimientos y pasiones. Por otro lado, se halla el espritu que dirige las facultades superiores de la mente y de los sentimientos morales, y que llamamos conciencia. La palabra de Dios viene y divide entre ambas (entre alma y espritu). Ahora bien, hay muchas personas que al examinar sus experiencias religiosas, no saben distinguir entre los sentimientos que corresponden al alma y las decisiones espirituales. 59
Si fuera posible conseguir que las personas presentes en una reunin donde se predica la palabra de Dios llegasen a una conclusin, juzgaran el valor de sus experiencias religiosas por las emociones que hubiesen experimentado. Si se sienten felices y contentos al or las verdades religiosas, creen que gozan de la salvacin. Si se sienten conmovidos por la gravedad de sus pecados y reconocen su indignidad, llegan hasta el punto de temer que la gracia divina no es para ellos, y dudan de que la salvacin pueda alcanzarles. Ms a pesar de ello, este ltimo puede estar ms cerca del reino de Dios que el primero. A menudo los hombres confunden sus sentimientos con la operacin de la conciencia, y son estos sentimientos los que estorban o tuercen el juicio, desviando el corazn de sus propsitos espirituales. Pero la palabra de Dios penetra hasta la divisin entre el alma y el espritu. Es posible que Vd. sea conmovido hasta el punto de derramar lgrimas, pero esto no es una seal segura de que haya nacido de nuevo en el reino de Dios. Puede ser que sus emociones dominen completamente todo su ser. El sentimiento de gratitud puede ser tan hondo, y Vd. tan bajo en su propia estimacin, que ste (su ser) se postre abatido ante Dios al igual que los rboles se doblan ante la fuerza del huracn; y, sin embargo, que el hombre interior no se rinda hasta el punto de la obediencia. La palabra de Dios cala ms hondo que estas exterioridades y se presenta ante la conciencia, demandando un acto de sumisin por parte de todo el ser; el reconocimiento por la inteligencia de la autoridad de la Palabra de Dios para presentar la verdad (o como portadora de ella), la aceptacin por la conciencia de la purificacin del pecado, hecha por la sangre del Seor Jesucristo, y la entrega de la voluntad por un acto de fe, que acepta la 60
salvacin como un don gratuito de Dios. (Transcrito de Auxilios para los Peregrinos, ao 1912). Ahora, finalmente, aadiremos un trabajo aparecido en la revista Vida Cristiana, ao 1959, pgina 19, que en una de sus secciones titulada: Las palabras del Nuevo Testamento, en relacin con el tema: ESPRITU, ALMA Y CUERPO, dice as: En todos los idiomas, las palabras tienen, al lado de su sentido real o primitivo, uno o ms sentidos secundarios o figurados. As, por ejemplo, la palabra alma, no slo significa la parte espiritual, razonable e inmortal del hombre, la cual le transforma en sbdito de un gobierno moral, o sencillamente: el principio intelectual, o sea, el entendimiento, sino que se usa a menudo en el sentido de una persona; as, no haba alma viviente, que significa que no haba nadie; una ciudad de cincuenta mil almas es sinnimo de una ciudad de cincuenta mil habitantes. Esta variedad de matices en el uso de la palabra no da lugar a ninguna dificultad seria porque mediante el contexto aparece inmediatamente el verdadero sentido del trmino empleado. Es pues de suma importancia entender lo que el contexto quiere realmente decir, a fin de no prestar a una palabra un sentido diferente del original, o de su sentido real en cualquier pasaje. Tomemos, por ejemplo, ciertas palabras sobre las cuales se apoyan algunos para probar que el alma muere, en Ezequiel 18:20: El alma que pecare, sa es la que morir (V.M.). Sin embargo, la Escritura no habla nunca de la muerte del alma cuando alma tiene el sentido primitivo de la parte inmortal del hombre. La palabra mortal se aplica invariablemente al cuerpo. Pero citemos todo el pasaje al cual hemos hecho 61
alusin: El alma que pecare, sa es la que morir: el hijo no llevar la iniquidad del padre, ni el padre llevar la iniquidad del hijo; la justicia del justo estar sobre l, y la maldad del malo sobre l estar. Se quejaba Israel de que Dios le castigaba a causa de los pecados de los padres, diciendo: los padres comieron el agraz, y los hijos sufren la dentera. Pero el profeta les demuestra que no era cuestin que el hijo llevase la iniquidad del padre como ellos pretendan que era el caso, sino que cada uno mora por sus propios pecados: El alma que pecare, sa morir... El nfasis de la expresin recae sobre el demostrativo sa, sin ocuparse, en el pasaje, de la suerte del pecador despus de la muerte. En cuanto a esta cuestin, el Seor mismo levanta el velo del misterio en Lucas captulo 16. Es la persona que peca la que morir; el juicio es individual. Es ah donde reside el sentido evidente del referido versculo. En el texto original del Nuevo Testamento, la palabra alma ( ) se usa de diversas maneras; notemos unas cuantas: l.) Parte interior, espiritual y moral del hombre contrastada con el cuerpo y estrechamente ligada al espritu. Vase: no dejars mi alma entre los muertos (literal: en el Hades). (Hch 2:27, V.M.). Y no temis a los que matan el cuerpo, pero el alma no la pueden matar; temed ms bien a aqul que puede destruir as el alma como el cuerpo en el infierno (literal: gehenna) (Mt 10:28, V.M.). Y ruego que vuestro ser entero, espritu, alma y cuerpo sea guardado y presentado irreprensible... (1 Ts 5:23, V.M.). 2.) Sede de los afectos, de los deseos del corazn, etc. Vase, p.e.: Mi Amado, en quien se complace mi alma 62
(Mt 23:38). Y amars al Seor tu Dios con todo tu corazn y con toda tu alma (Mr 12:30). 3.) Espritu. Vase: Y la muchedumbre de 1os creyentes era de un mismo corazn y de una misma alma (Hch 4:32). Pero los judos que no crean excitaron los nimos (literal: almas) de los gentiles... (Hch 14:2). 4.) Vida. Ocurre muy frecuentemente, por ejemplo: no os afanis por vuestra vida (literalmente: vuestra alma: ). Mt 6:25; etc. 5.) Personas. Vase: Tres mil almas (Hch 2:41). Y vino temor sobre toda alma (Hch 2: 43. VHA) Como se ha hecho notar, estando el alma estrechamente ligada al cuerpo, como su principio de vida, esta palabra se usa a menudo, para designar la vida misma.1 El espritu, el alma y el cuerpo permanecen en ntima relacin. Podemos decir que el espritu es la parte ms elevada, intelectual, enrgica; mientras que el alma queda ms bien vinculada a los afectos. El apstol Pablo, abarcando al hombre por entero, ruega que todo su ser: espritu, alma y cuerpo, sea conservado irreprensible. Es pues el hombre compuesto de tres partes: el cuerpo siendo naturalmente una cosa material que podemos ver y palpar; el alma y el espritu permaneciendo intangibles e invisibles para nosotros. Y sin embargo existen, y no son por eso menos reales, segn el testimonio de la Escritura.
toda vida animal o animada. No es la vida en su sentido espiritual (la vida eterna), para la cual se usa una voz completamente diferente en el original: .
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EL ALMA Empezando por el alma, llamaremos la atencin del amado lector sobre el hecho de que nuestro Seor, precaviendo a sus discpulos contra los que les perseguan, les dice que no teman a los que slo pueden matar el cuerpo, mas no pueden tocar el alma. Era el alma menos real en este caso? De ningn modo. Notemos tambin el orden de las palabras en el citado pasaje: espritu, y alma, y cuerpo; y es as tambin como nuestro Seor habla de destruir el alma y el cuerpo en la gehenna; el alma es antepuesta al cuerpo. Est pues claro que es despus de la muerte cuando el alma y el cuerpo se hallan en la gehenna; de modo que esto existe despus de la muerte, incluso para el malo. Destruir no significa aniquilar, como veremos ms adelante. Est decretado a los hombres que mueran una sola vez dice el apstol en Hebreos 9:27, pero despus de esto se seguir el juicio. La muerte y despus de la muerte, el juicio; sta es la suerte comn del hombre pecador e impenitente; hay algo, pues, que sobrevive a la muerte y que est sujeto a juicio. Algunos dicen que el alma deja de existir, pero que resucitar el cuerpo. Pero lo que ha dejado de existir no puede jams ser resucitado, y si hay una cesacin de existencia con la muerte, es preciso que Dios cree un nuevo ser en la resurreccin, pues ha desaparecido la identidad, y con ella la responsabilidad vinculada al hombre en este mundo. A este propsito encontramos un pasaje muy notable en Job 19:25-27. Pues yo s que mi Redentor vive, y que en lo venidero ha de levantarse sobre la tierra y despus que (los gusanos) hayan despedazado esta mi piel, an desde mi carne he de ver a Dios, a quien yo tengo que ver por m mismo, y mis OJOS le mirarn; y ya no (como a) un 64
extrao. As, en aquellas tempranas edades, exista el conocimiento (revelado por Dios) de que Job vera al Redentor por s mismo. No se trata de un nuevo Job reemplazando al antiguo, por cuanto dice y ya no (como a) un extrao, sino del mismo hombre en una nueva posicin y en un estado nuevo. Abundan en las Escrituras las pruebas de la existencia del alma despus de la muerte, y son de una claridad difana para todos, menos para aqullos que estn cegados por su afn de sostener una determinada teora. El Salmo 16 nos ensea, acerca de nuestro Seor Jesucristo, que su alma no fue dejada en el Hades, es decir, despojada del cuerpo; y en cuanto a ste, no vio corrupcin. Varias falsas conclusiones han sido extradas del hecho de que en Gnesis cap. 1 la expresin alma, o nima viviente se aplica tanto a los animales como al hombre. Es verdad, por cierto, que tienen una vida ligada al cuerpo, mas aquel que niega la diferencia entre el hombre y los animales rebaja al hombre al nivel de las bestias nacidas para presa y destruccin. Si se formula esta pregunta como lo hizo otro escritor, veremos que la Escritura, estudiada pacientemente bajo la gua del Espritu Santo, habla de tal manera que en pocas palabras anula todas las especulaciones humanas. En Gnesis 2:7 leemos que Dios form al hombre del polvo de la tierra, y sopl en sus narices aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente. Vemos pues, que fue del soplo de Dios, este altsimo poder de vida, por el cual el hombre vino a ser alma viviente. Primeramente, Dios haba moldeado el cuerpo como juzg conveniente, y fue al comunicarle la vida proveniente de S mismo como anim la forma que haba hecho. Los animales haban 65
salido de la tierra por su voluntad, y por la palabra de Su poder. Haba dicho: Produzca la tierra seres vivientes segn su especie. Y fue as: aparecieron las criaturas vivientes. No ocurre lo mismo con el hombre. Segn sus solemnes designios, Dios decidi hacer al hombre a su imagen conforme a su semejanza. De este modo, cre al hombre a su imagen, entregndole el dominio, y le bendijo. Dios le seal asimismo su lugar, su comida, as como el alimento de los animales, etc. Siendo objeto de los designios de Dios, y habiendo recibido el aliento de vida, era tambin el receptculo de las comunicaciones divinas. Pero hay ms que esto: Dios le coloca en una relacin consciente con un Creador conocido, de modo que aprenda su responsabilidad. Le ensea la obediencia mandndole no comer del rbol del conocimiento del bien y del mal. Dcese del hombre que es del linaje de Dios (Hch 17:28) y Adn, como ser creado, incluso es llamado hijo de Dios (Lc 3:38); y, aunque cados, todava somos reconocidos como hechos a imagen de Dios (Stg 3:9). No cabe la menor duda de que la creacin del hombre no slo fue enteramente distinta de la de los animales, sino que el hombre fue colocado en una posicin de relacin y de responsabilidad para con Dios, cosa que jams ningn animal ocup. Las falsas teoras sobre este tema modifican toda la verdad de las Escrituras, e invalidan hasta la misma expiacin. Si el hombre no es sino una especie animal ms elevada, sin espritu inmortal o alma, entonces la expiacin no vale para nada, porque sus efectos seran limitados a cosas hechas en el cuerpo; por consiguiente, de ser este sistema verdadero, la responsabilidad humana no diferira sensiblemente de la de la bestia, an en el caso de que existiera. 66
Por otra parte, en Apocalipsis 6:9 se nos habla de las almas de los que haban sido muertos a causa de la palabra de Dios y a causa del testimonio que mantenan; y en el captulo 20:4 de las almas de los que haban sido degollados a causa del testimonio de Jess, etc. Es cierto que se trata de una visin, pero nos muestra la realidad de la existencia del alma despus de la muerte y el hecho de que los que haban padecido el martirio esperaban el momento de la primera resurreccin cuando el cuerpo y el alma sern reunidos y tendrn parte en las bendiciones del reino mileniario. Veamos ahora la palabra: EL ESPRITU El espritu es distinto del cuerpo y del alma, y es mencionado en primer lugar en el deseo que expresa el apstol para los tesalonicenses: pide que su ser entero, espritu y alma y cuerpo, sea guardado irreprensible. Distinto del alma, el espritu es por as decir la parte que suministra la energa y que dirige. As la palabra de Dios penetra hasta la divisin del alma y del espritu (He 4:12). Lo que es de los sentimientos y de los afectos, del pensamiento y de la voluntad; lo que puede ser y a menudo es el fruto de la obra de Dios en el hombre. Leemos en 1 a los Corintios 2:11 Pues quin de los hombres conoce las cosas del hombre, sino el espritu del hombre que est en l? Aqu, desde luego, el espritu es considerado como una entidad distinta; diferente del cuerpo que le sirve de vaso o receptculo. Del mismo modo, en 1 a los Corintios 7:34, tenemos para que pueda ser santo, tanto en cuerpo como en espritu, otra prueba de que el espritu es una parte bien definida de la persona, distinta del cuerpo y del alma. 67
Pero resulta falso decir que la muerte puede alcanzar al espritu; el cuerpo es mortal, mas nunca se dice semejante cosa del espritu. As omos decir a Esteban moribundo: Seor Jess, recibe mi espritu! (Hch 7:59), y nuestro Seor mismo entreg el espritu (Mt 27:50), y dice Padre, en tus manos encomiendo mi espritu! (Lc 23:46). Poda anunciar al ladrn: Hoy estars conmigo en el Paraso. Algunos intentan vanamente anular la fuerza de este pasaje cambiando la puntuacin y colocando la coma despus de hoy. Hay un contraste manifiesto entre el hecho de que el ladrn tena que esperar el reino, y su presencia con el Seor en el Paraso en aquel mismo da. Dijo a Jess: Seor, acurdate de m, cuando vinieres a tu reino. Y nuestro Seor, en su contestacin parece decirle: Ya no tendrs que esperar que venga el reino, hoy estars conmigo en el Paraso. Sobra decir que el ladrn no se fue con Jess en su cuerpo, sino que su espritu se hall en el Paraso tan pronto como la muerte le separ del cuerpo en aquel da, como ocurri con el Seor mismo. Y notemos que el espritu est tan estrechamente vinculado con la personalidad que el Seor puede utilizar los trminos t y yo; o sea, t estars y conmigo. Ahora podemos examinar un pasaje del Antiguo Testamento presentado por quienes niegan la inmortalidad del alma para defender su teora. Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, lo mismo sucede a las bestias; es decir, un mismo suceso les acontece: como mueren stas, as mueren aqullos; y un mismo aliento tienen todos ellos; de modo que ninguna preeminencia tiene el hombre sobre la bestia, porque todo es vanidad! Todos van a un mismo lugar pues que todos son del polvo, y todos tornan otra vez al 68
polvo. Quin conoce el espritu de los hombres, que sube a lo alto; y el espritu de las bestias, que desciende hacia abajo, a la tierra? (Ec 3:19-21). Todo lector imparcial ha de saber que el libro del Eclesiasts no tiene por objeto ocuparse del destino eterno del alma. El Predicador considera las cosas debajo del sol, y nos comunica por inspiracin, desde luego su propia experiencia sobre la incapacidad de los recursos del mundo para dar una satisfaccin duradera. Dios le permiti experimentar las cosas de esta tierra y comunicar sus experiencias para enseanza nuestra, y as es como dice: Dije entonces en mi corazn, etc. Debemos concluir por esto que fuese justo todo cuanto dijo en su corazn en el curso de su bsqueda de algo satisfactorio que conduzca al descubrimiento de que todo es vanidad? Ciertamente que no. La expresin quin conoce? del ver. 21 no es el lenguaje de la fe, sino el de la duda o de la incertidumbre. Ms adelante, en este mismo libro, indica el verdadero estado de cosas, cuando dice: Nadie hay que tenga potestad sobre el espritu suyo, para retener el espritu (8:8), y al final: y el polvo torne al polvo como antes era, y el espritu se vuelva a Dios, que lo dio (12:7). As, pues, si el espritu vuelve a Dios que lo dio, no deja por lo tanto de existir con la muerte del cuerpo. Hallamos en Zacaras 12:1, la prueba certera de que el espritu es lo que Dios ha puesto en el hombre: As dice Jehov, el que extendi los cielos, y ech los cimientos de la tierra, y form el espritu que tiene dentro de s el hombre. Lo que aqu se establece no se refiere solamente a los creyentes, sino al hombre en general: hay dentro del cuerpo lo que Dios ha formado. No son meras emociones, como lo pretenden algunos, o algo que el hombre tuviera en comn 69
con los seres inferiores; se trata de una individualidad distinta formada por Dios mismo. Todo el testimonio de la Escritura sobre este punto es de lo ms expresivo, no solo en cuanto a los salvados, sino tambin en cuanto a los que no lo son. Por lo que se refiere a aqullos, dice el apstol Pablo, al establecer un contraste entre su estado actual en el cuerpo y su condicin fuera del cuerpo: teniendo el deseo de partir y estar con Cristo; lo cual es mucho mejor (Fil 1:23). Esto no restaba nada a la esperanza que tena de la resurreccin, lo cual era an mejor, as como lo prueba el captulo 3:11. Adems, considera este cuerpo como una tienda en la cual gemimos, deseando ser revestidos del cuerpo de gloria que el cristiano recibir en la venida de Cristo. Pero, al mismo tiempo, afirma que mientras estamos presentes en el cuerpo, ausentes somos del Seor. Aqu la Escritura no deja lugar a dudas, pues al apstol aade: Estamos deseosos ms bien de ausentarnos del cuerpo y estar presentes con el Seor (2 Co 5:8). Resulta imposible contradecir tal pasaje. Prueba incontestablemente que la condicin de estar ausente del cuerpo, aunque no definitiva, vale sin embargo mucho ms que estar en esta tierra. Y estar ausentes del cuerpo no significa de manera alguna el cese de la existencia o el sueo del alma, como se dice: es, por el contrario, estar presente con el Seor. No se habla en absoluto del sueo del alma en la Escritura; la palabra sueo se utiliza a menudo para designar el estado del verdadero cristiano despus de la muerte, y siempre se aplica al cuerpo. Nuestro Seor se vale de este trmino en el caso de la hija de Jairo: no est muerta, sino duerme. Los judos no lo comprendieron, pues se burlaron de l, sabiendo que estaba muerta. En el caso de Lzaro, el 70
Seor utiliza esta palabra para explicar a los discpulos lo que iba a hacer. Pero no lo entendieron mejor que los judos; y Jess anuncia entonces, de modo explcito que hablaba de la muerte: Lzaro es muerto. En las epstolas se utiliza para dormir en Jess o por Jess, y los que mueren son llamados los muertos en Cristo. Con la muerte cesan nuestras relaciones con este mundo para el tiempo actual, ms nuestro espritu est presente con el Seor. La Escritura muestra claramente, pues, que no termina la existencia despus de la muerte en el caso de los santos, y cuando se trata de los perversos la Palabra es tan justa como explcita. El Seor Jesucristo, conocedor de todo cuanto pasa en el otro mundo, descorre el velo en la parbola del rico y Lzaro, en Lucas 16, y nos permite echar una mirada all. Algase que slo se trata de una parbola: Concedido!, que lo sea; mas debemos admitir que todas las parbolas propuestas por el Seor eran destinadas a presentarnos una determinada enseanza y no pueden contradecirse las siguientes conclusiones: 1. Hay un estado de bendicin y de tormentos despus de la muerte: el pobre muri y el rico tambin muri y fue sepultado. 2. No hay la menor alusin a que termine la existencia despus de la muerte, pero el uno est en un lugar de dicha y el otro en un lugar de tormentos. 3. No se puede, de modo alguno, pasar de un lugar a otro. 4. Ambos tienen la conciencia y el recuerdo de la condicin perdida. 5. La palabra de Dios es un testimonio pleno y suficiente para el hombre durante su vida sobre la tierra. Es, en verdad, 71
un testimonio muy solemne de parte de Aquel nico capaz de revelar el estado del hombre despus de la muerte. Veamos ahora el cap. 20 de este mismo evangelio, donde hallamos una exposicin completa, hecha por nuestro Seor, en respuesta a los saduceos que no slo negaban la existencia del espritu despus de la muerte, sino tambin la resurreccin. Como demostracin concluyente del error de ellos, el Seor cita estas palabras: El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Como sabemos haban muerto centenares de aos antes, mas la fuerza del argumento se halla en lo que sigue, introducido por la palabra porque porque con l todos viven (ver 38). Y nuestro Seor dice: Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. No dice no era, como si aludiera al tiempo pasado de su existencia sobre la tierra; ms insiste sobre el hecho de que es Dios de los vivos para probar que aunque muertos para los hombres ellos vivan siempre en cuanto a, o para con Dios. Por consiguiente, para l, todos malos o justos viven. Los hombres mueren, desde luego, su estado se cambia, pero su existencia no es anulada, porque para con Dios viven. Cabe tener prueba ms concluyente de que en tanto que la muerte alcanza el cuerpo, como todos lo reconocen, no puede tocar el alma o espritu inmortal que debe vivir para Dios? A la muerte, el espritu vuelve a Dios que lo dio.2
2 El lector notar al meditar lo que se acaba de transcribir que se
ponen en evidencia una serie de matices que aclaran y amplan el pensamiento del Sr. Darby en relacin con este tema solemne y profundo a la vez. Pero hay que subrayar el hecho de que, sea quien sea el que escriba sobre materia tan singular, no podr penetrar en el arcano del hombre invisible e intangible, si no est sumiso y dependiente de Aquel que por Su palabra puede impartirle su divino magisterio. (N. del T.)
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esposo, de Vd. misma o de la Iglesia. Para nuestro amado hermano que se fue, sabemos que estos propsitos son el reposo y el gozo, hasta el da en que aparecer en gloria con el Seor. Para nuestros corazones, y en particular para el de Vd., es un vaco dejado por la ausencia. Pero cul es la intencin del Seor en relacin con el lugar tan tristemente desierto que ha dejado en nuestros corazones? El motivo es que l siempre obra seriamente con nosotros, y esto en relacin con la eternidad. Sabemos que su voluntad es buena, agradable y perfecta, que todo lo hace bien. Tambin sabemos, en cuanto a nuestro amado, que est gozoso. Pero nuestros corazones tienen sentimientos propios sobre los que Dios obra en primer lugar; afecciones que an siendo naturales, reconoce; por estas afecciones y estos sentimientos hallamos en l la dulzura de su ms tierna simpata; hallamos que es nuestro ms tierno amigo. Es nuestro amigo, aun por la misma prdida, y esto a causa del consuelo que nos aporta. Su Persona es para nosotros cada da ms preciosa. Sus afecciones eternas reemplazarn poco a poco las temporales Queremos al Seor y aprendemos a amar lo que nos es ms querido en l. Es un progreso real, precioso y sentido, en donde se aprende la bondad de Su ejercicio en favor nuestro. Pero he aqu que en nuestros pobres corazones se halla tambin la voluntad propia, y Dios, en su gracia, la quebranta, consolndonos no obstante al mismo tiempo Entonces aprendemos a juzgarnos a nosotros mismos; Cristo tiene un lugar ms absoluto en nosotros; somos ms capaces de gozar del cielo, tal como gozaremos por entero, y como ya gozan aquellos amados que se fueron de esta escena; pues despus de todo, para Dios se trata de lo que es eterno, de aquello que tiende hacia la naturaleza de Cristo resucitado. 74
Cuando la voluntad se somete, el recuerdo de lo que hemos perdido momentneamente viene a producir un gozo y un dulce sosiego, en donde el Seor halla Su lugar. El sello de su gracia est all. Apreciamos las buenas cualidades de los que amamos, como sindole agradables. Le bendecimos por habrnoslos prestado por un poco de tiempo, pero sentimos, que aunque los tuvimos, no eran nuestros, sino de Cristo, y que El los ama mejor que nosotros y tiene todo el derecho de reivindicarlos para S. Con esto no quiero decir, amada hermana, que Vd. haya alcanzado esta meta en sus ejercicios. En estos momentos experimenta la prdida de lo que en apariencia le perteneca; esto es bien natural; pero la obra del Seor har camino, y Cristo tendr un lugar ms grande en los recuerdos que correspondan a la persona del amado esposo que se fue. Y, en efecto, Dios le ha proporcionado las ms dulces compensaciones. La vida irreprochable de nuestro buen hermano, su constante amabilidad, bien que todo esto pertenece tambin a Cristo antes que a Vd., ser un precioso recuerdo para el corazn. Es un privilegio que el Seor concedi que pudiese gozar por un tiempo de esos rasgos agradables que adornaron el carcter moral de su amado esposo. Por el momento, lo natural en el ser de usted sentir el vaco de da en da, pero cobre nimo; dirija la mirada hacia Cristo y, como antes dije, los recuerdos se unirn poco a poco a los pensamientos del Seor y al gozo que nuestro amado amigo experimenta cerca de Cristo. Entonces vendr la calma, unida al sentimiento de la supremaca de Jess en el corazn. Ha perdido un amigo, precioso para todos nosotros; pero la mano que lo ha retirado de esta escena es una mano de amor que no se equivoca jams. Es un dulce consuelo el pensar que aqul que tanto hemos amado est con el Seor; y 75
en la medida en que Cristo sea precioso para nosotros, tanto ms este consuelo ser real y grande. Paz para su corazn, amada hermana; que Su gracia la sostenga. Escribo brevemente, pues me hallo debilitado an, y no soy capaz de un ejercicio de espritu sostenido. Rugole diga a F. que precisamente sta es la causa que me ha impedido responder a su carta, la cual exige, en cierto sentido, un trabajo de mente que debo dejar por el momento, pero le escribir tan pronto pueda. Poco a poco voy recobrando mis fuerzas. Salude a todos los amados hermanos. Toronto, 4 de enero de 1865. A Mr. L. F. Amado hermano, Ya sabr que hemos perdido a nuestro hermano Bellet, hombre de una dulzura que ganaba a todo el mundo, y que posea un don de un atractivo particular. Su finalidad iba ms all de la paz. No poda or hablar de otra cosa que de ir con Jess. Sus palabras se resuman as: Creo en el Reino, creo siempre en su gloria, pero lo que necesito es el hombre de Sichar. As nombraba a Jess. Lo que puede ser faltara un poco en l, era el cuidado por la Iglesia; este es ms necesario quedar por causa de vosotros. No poda soportar la idea de no ir con Jess; de este lado todo era luz, gozo y delicias. Era uno de los cuatro que por primera vez partimos el pan en Dubln. Solamente quedamos C. y yo. Los otros dos terminaron ya su peregrinaje. Su tiempo haba terminado. Era el sentimiento que tuve cuando me enter de la gravedad de su enfermedad. Llega un momento en que uno se va a su lugar, despus de servir por un tiempo. Wigram le 76
escribi que poda ser que como siervo del Seor, deba permanecer an; yo mismo no s si Dios, despus de haberlo despojado por completo del mundo, no lo hubiese tomado a su servicio, con este nuevo carcter. El deca: No puedo llamarme siervo del Seor. He amado a los hermanos (y era bien cierto), he trabajado por ellos; he procurado servir al Seor, pero no puedo llamarme Siervo del Seor. Lo comprendo perfectamente. Es un asunto muy serio, pero qu vamos a hacer si es as? Se trataba de causas personales? Era a causa del estado de la Iglesia? Confesaba que con las personas que no se haban mantenido fieles (los de Bethesda, etc.), haba sido demasiado blando; que no haba tenido la suficiente firmeza en sus tratos con ellos. En su marcha eclesistica haba estado dotado de una entereza remarcable, pero su amabilidad era excesiva. En todo se juzgaba de una manera santa, y nos deca que aunque haba conocido al Seor desde haca tiempo (lo cual sabamos muy bien), l se haba revelado a l de una forma particular en el presente. Le tengo deca como jams lo he tenido. S que soy objeto de su amor, y esto me produce un gozo inefable. Por lo dems, para l no exista nube alguna que velara su destino. Lo que deca y escriba era de una rara hermosura de lenguaje y de ideas, lo cual se desprenda de la buena fuente. No precisaba de esfuerzo alguno. Todo lo haca a vuelapluma. Tena el hbito de usar papel de escribir cartas para expresar sus pensamientos sobre la Palabra, y cuando escriba a alguien tomaba una de esas hojas y, despus de haber expresado lo que deba, aada: Ahora voy a ocuparos un poco de las cosas preciosas. Entonces segua con lo que tena escrito de antemano. As obraba en relacin con muchas personas. Su prdida ser sensible para los hermanos de Irlanda, y, sin embargo, me parece que todo es para bien. 77
Su corazn lo tena en el cielo, y all ha ido ahora. Como l mismo confesaba, no era hombre para tensiones ni roces de esta vida. Pero ahora est con Aquel a quien amaba sinceramente. Tena un sentimiento profundo de la perfeccin de Jess. Pero en esto, amado hermano, con toda mi flaqueza y soy consciente de ella, no le cedo el paso. De una cosa estoy seguro y cierto: Jess es el todo para m. Para mi corazn, nada puede compararse con l; ni de cerca, ni de lejos. Conozco al Padre por l; como objeto, es el todo para m. En relacin con esto no tengo duda alguna. Mi dolor es que le sigo muy dbilmente. Conozco muchas personas que me llevan considerable ventaja, y sern justamente recompensadas ms que yo. Esto me regocijar. Les ver brillar en la gloria con tanta felicidad...! Esto se debe a Jess y para m es un gozo, porque los amo. Siento un profundo respeto por esa consagracin, pero me cuesta creer que alguien ame a Jess como yo le amo. l es el todo. . . . Estimo oportuno, tal como hallamos en Messager Evangelique de 1914, pg. 357, aadir a la carta anterior una que el hermano Sr J. G. Bellet dirigi al Sr. Darby unos pocos meses antes, desde su lecho de muerte. Carta llena de un amor consagrado en Cristo; carta de una profunda sensibilidad espiritual, en la que los lazos y los afectos fraternos tienden y se remontan hacia regiones que la aspereza del desierto no pueden enturbiar. 30 de agosto de 1864. Mi muy amado John: Me parece que voy debilitndome un poco, bajo el efecto de una pleuroneumona, como dicen en la Facultad. Puede 78
ser, mi querido hermano, que ya no te vea ms en esta tierra, pero tengo que decirte, como uno que habla desde el lecho de muerte, que mi alma bendice al Seor por haberme revelado la verdad que los hermanos recibieron de l. Mi conversin tuvo lugar en 1817 (era una obra an muy dbil), cuando lea un libro en vista de mis exmenes. Cunto ha balbuceado mi alma durante aos! Entonces lleg la hora en que nos conocimos, no de paso como anteriormente sino con sentimientos que me ligaron instintivamente a ti, y despus de pasar cuarenta aos, estos sentimientos jams desfallecieron ni se enfriaron. Cuntas gracias doy al Dios de mi vida eterna por haber nutrido y fortificado esta vida, por haber ensanchado sus capacidades (las de la vida), por medio de tu ministerio privado y pblico! Te he amado, y supongo, en cierto sentido, como no he amado a otro, y ahora, despus de tanto tiempo transcurrido, nos hallamos an juntos en la gozosa comunin de una misma confesin. No quiero hablar mucho de m mismo, pero al menos no quiero silenciar esto: Jams he gozado tanto como ahora del feliz y apacible reposo en Cristo. Considero que partir, y estar con Cristo, es mucho mejor. Estoy ms lleno de gozo que en cualquier momento de mi vida anterior. He repasado en mi memoria el servicio prestado a los dems, y, ciertamente, he descubierto la vanidad y la satisfaccin propia; pero el mismo Seor me ha dicho que todo esto queda perdonado. Pero, oh!, cun miserable es no tener fruto de su servicio para traerle; es as cuando menos que quiero expresar mi pensamiento. Deca a un cristiano de la Iglesia Anglicana, que estoy adherido a la verdad que aprend hace ya treinta aos como una cosa de valor inestimable. Y, querido John, pon en contraste con 79
ella (la verdad), los oficios, las ordenanzas, la liturgia y el clero! Que el Seor sea contigo, hermano muy amado. Mantente siempre como el defensor y el ornamento de la doctrina. He ledo tu edificante folleto: La ley y la justicia. S que has juzgado en el temor de Dios, y guiado por Su Espritu, a la persona que mencionas. J. G. Bellet.
servicio del Maestro. Por la bondad de Dios llegaron a puerto, y cuando regres a casa dijo a su madre: Adis, amada hermana, en efecto, era una mujer remarcable. Despus del adis, fij su residencia en Berna como profesor de alemn, y fue all en donde l la conoci a Vd.. A continuacin se traslad a Zurich y desde entonces Vd. misma le ha conocido mejor que yo. Nuestras relaciones siempre fueron llenas de la ms tierna afeccin; senta hacia l una atraccin en grado sumo, y no es de extraar que el hecho de habrselo llevado el Seor haya sido para m particularmente doloroso, as como para la obra, pues hablando como hombre puedo decir que su vaco difcilmente ser llenado, toda vez que era un hermano lleno de sabidura y experiencia. Pero lo mismo para el servicio que para Vd., es preciso dirigir la mirada al Seor. La parte de Vd. es la de poner toda confianza en el Padre de hurfanos y en el defensor de viudas (Sal 68:5). Su numerosa prole le dar ocasin de glorificar al Seor, pues tendr mucho a confiarle. Dios busca y se agrada de esta confianza. Nuestro corazn halla el gozo en este menester, pero en el del Seor mucho ms an, pues l es la misma bondad. Afirma y fortifica al hurfano y a la viuda; no solamente siente compasin por ellos, sino que las circunstancias que atraviesan despiertan su misericordia como nos ofrece a manera de ejemplo el caso de la viuda de Nan, y las muchedumbres parecidas a un rebao sin pastor. El trabajo que Vd. tiene por delante es grande, pero no demasiado para la bondad de Dios. Los hijos, a consecuencia de este rudo golpe, sern para Vd. un sostn y una rica consolacin, pero su confianza debe reposar en el Seor, para esto como para todo lo dems. No pensaba extenderme tanto, amada hermana. En estos momentos me encuentro en un pueblecito, camino del 81
Canad, pero no poda recibir la comunicacin de la partida de su esposo (lo cual hubiese sido imposible para m), sin expresarle toda la parte que tengo en este dolor y en esa prdida que le aflige. Para el amado que se fue, su porcin es la paz y el gozo; para Vd. y los hijos, separacin de lo que les era ms precioso y la soledad con Dios. Pero l es suficiente para todo, y cuando el pecado ha introducido la muerte, la prueba y el dolor, el vencedor del infierno y de la muerte ha entrado tambin en ella. Se ha hecho hombre a fin de tomar parte en todas estas cosas para ofrecernos una esperanza; esperanza que hace, an de la misma muerte, una ganancia para nosotros; esperanza perfectamente asegurada; un amor del cual nada nos puede separar. Su hermano en el Seor. Inglaterra, Marzo de 1861. A Mme. B. Amada hermana: No hay duda de que la prdida de vuestra querida Mara, ser un golpe doloroso, y una brecha en vuestra familia. Pero no s cmo explicarme, mas lo intentar. Desde hace muchos aos me he habituado a la muerte en Cristo, y para el cristiano es como una amiga que sonre. En s misma es una cosa terrible, estoy plenamente de acuerdo, pero ahora para nosotros es ganancia. Dios nos quiere en la perfecta luz. Para Cristo, y a causa de nosotros, el camino de la vida ha sido a travs de la muerte; lo cual no es as necesariamente para nosotros, pues la misma ha sido vencida de manera efectiva y completa, y si hemos de pasar por ese camino para salir del mal y de la contaminacin, para entrar en la luz y en el perfecto gozo de su presencia, Cristo, que ha vencido, est 82
con nosotros. Si hay alguna cosa de la cual no nos hayamos desprendido segn Dios, puede haber algn momento penoso, pues es preciso que el alma responda al gozo que le es preparado, pero en s misma, la muerte no es otra cosa que el desprendimiento de lo que es mortal y el trnsito del alma a la presencia de Jess. Por ella dejamos lo que est manchado y en desorden. Cunto gozo hay en ello! Ms tarde el cuerpo se reencontrar en su vigor y su gloria incorruptible e inmortal. Entretanto el alma debe esperar por un poco de tiempo para alcanzar esto. Salude con mucho afecto a sus hijos. Siento mucho esta prdida a causa de ellos, vuestra amada Mara hubiese sido un gozo para cualquier familia en la cual hubiese entrado por los lazos naturales. Ahora, ella har el gozo de Cristo, pues nosotros tenemos derecho a decirlo. Este es un consuelo para los que estn en ruta aqu abajo. Dios nos prepara para el cielo, cortando poco a poco los lazos que nos ligan a esta tierra como descendientes de Adn que somos. Cristo todo lo reemplaza, y as todo va bien; todo va mejor. Que Dios bendiga a toda vuestra familia en medio de esta pena de corazn tan grande y tan real, pero en donde l, tan bueno siempre, ha mezclado tantos cuidados y abundante gracia a la amargura de la copa. Adjunto una carta para Mara; temo que no sea demasiado extensa, pero tengo la conviccin de que al leerla segn le permitan sus fuerzas, gozar de las palabras que expresa; pensar en Cristo y tendr refrigerio. Que Dios os bendiga y os haga sentir su bondad, aun en medio de esta prdida. Un hermano joven le notifica su prximo enlace matrimonial. El Sr. Darby le enva esta afectuosa e interesante carta. 83
Marzo de 1858. A Mr. J. P. Le doy las ms expresivas gracias por el hecho de haber pensado en m a tenor de la expectativa de vuestro cambio de estado, lo cual incide de forma muy seria en toda vuestra vida humana. Pido a Dios, de todo corazn, que os bendiga. Son momentos en que el gozo humano deja el corazn poco dispuesto (a menos que est bien ejercitado sobre el asunto, en la presencia de Dios) a pensar en las exhortaciones. Dios mismo reconoce esta felicidad, y la emplea como imagen del gozo ms sublime. Pero es necesario recordar que todo aquello que en este mundo produce la alegra trae aparejado tambin la pena. Estoy dispuesto a gozarme con los que se gozan, y creo que sean cuales sean las pruebas que acompaan al matrimonio en este pobre mundo cado, la bondad de Dios piensa de tal manera en nosotros, y nos ofrece tanto sus tiernas compasiones, como el refrigerio en las aflicciones, que no es conveniente ensombrecer el hecho en s con el temor de lo que deba venir. No, mis advertencias se dirigen en otro sentido. El mismo gozo tiene sus peligros, y tambin los cuidados ordinarios de la vida. Existe el peligro de que pensemos menos en la venida del Seor porque somos felices aqu en esta tierra, y tambin las preocupaciones que dan los cuidados de la vida alejan el corazn del Salvador y de los derechos que tiene sobre nosotros. Piense en este asunto, amado hermano. Mi deseo es que su matrimonio sea muy feliz; pero para su gozo deseo ms ardientemente que sea un hecho muy serio. Este es el camino de la dicha y de la verdadera delicia. As lo deseo tambin para su futura compaera de la vida. Cuanto ms introducimos al Seor en todo, ms felicidad tenemos. 84
El gozo que Jess no pueda compartir (y l quiere, bendito sea su nombre, que nosotros compartamos el suyo), no es un gozo persistente; no es el deleite verdadero. Su presencia produce un gozo equilibrado, pero real, bendito; una felicidad en que el alma puede tomar su lugar con acciones de gracias. Orad, buscadle para que l os acompae. Hable de Jess a su prometida, a fin de que sea el verdadero lazo de unin para vuestros corazones. Esto os traer el regocijo si el Seor os concede unos aos en esta tierra. No dudo de que lo haris, y tampoco dudo de que recibiris mis palabras que no tienen otro motivo sino el del afecto que tengo hacia el Salvador y hacia vosotros, y un sincero deseo en cuanto a vuestra felicidad.
Respuesta a una joven hermana que solicita consejo en cuanto al matrimonio en su caso particular. Amada hermana en el Seor: No se equivoca cuando estima que tengo verdadero inters, y que mi deseo es que Vd. sea dirigida por Dios y tambin bendecida, en un momento tan trascendental de su vida. Tambin del anhelo de que pueda tener confianza al abrirme su corazn. No me expreso as en relacin con la sabidura de los consejos que pueda darle, sino con el intento de que los mismos sean de parte de Dios en favor de Vd. An dndome cuenta de lo delicado que es dar opiniones y consejos en semejantes casos, me dispongo a responderle apoyndome en Aquel que se digna interesarse en todos los detalles de nuestra pobre vida terrenal. En primer lugar mi consejo es que dirija la mirada a Jess; no es que dude o piense que Vd. haya sido negligente en este sentido, pero 85
tenga siempre la seguridad de que l piensa por nosotros, comprende nuestro gozo y lo busca mejor que nosotros mismos. No debemos hacer otra cosa sino abandonarnos a l, bien seguros de que, pase lo que pase, sabe hacernos ms felices que las cosas que tienen ms apariencia para que esto debiera ser as. Esto es tanto ms necesario, cuanto es bien difcil conocer de antemano si alguien es apropiado, en este dominio, para hacernos felices, aunque l se lo proponga. Todas estas cosas ofrecen la absoluta necesidad de que situemos todo en las manos de Aquel cuya sabidura es perfecta, y que tiene toda su voluntad dirigida a hacernos felices. Esto es lo que le aconsejo hacer, tanto en cuanto al proyecto en s, como con la persona. En primer lugar, pienso que el hermano a quien Vd. ha consultado ha querido decirle que casarse no es una obligacin exigida en todos los casos. Es evidente que la institucin es divina. El Antiguo Testamento nos ofrece, por la Palabra de Dios, la confirmacin de que no es bueno que el hombre est solo. Por eso Dios dio a Adn una esposa, y el Seor seala este hecho para prohibir el divorcio que tena lugar entre los judos y aade: Lo que Dios uni, no lo separe el hombre. Una multitud de pasajes en la Palabra, Efesios 5, por ejemplo donde vemos que esta unin es una figura de la de Cristo con la Iglesia no deja sombra de dudas en relacin con este punto; la prohibicin de casarse es uno de los caracteres del espritu apstata (1 Ti 4:3). El matrimonio es honroso bajo todos los puntos de vista, como dice el Espritu Santo en Hebreos 13:4, y el que se casa hace bien. Esta es la regla general del orden divino para el hombre. Pero he aqu lo que ha sobrevenido: habiendo entrado el pecado en el mundo, todo lo ha arruinado. La confusin, la miseria y el dolor reinan en esta 86
escena. Pero Dios ha introducido un poder nuevo que nos da la victoria sobre este orden de cosas cadas; un poder que es independiente y nos adhiere a Cristo, pues l no pertenece a lo que est arruinado, puesto que ha resucitado y est en el cielo. Si el Espritu atrae y une un creyente a Cristo, de manera que ste pueda tenerse por muerto al mundo, como Pablo, y decir: Para m vivir es Cristo; si la cosa realmente es as; si el poder de Dios que se sirve de este hombre como vaso de su gloria le hace salir de la conducta habitual del ser humano, es una gracia; entonces es bueno que saque provecho de ella. Pero un tal hombre ser el primero en reconocer la bondad de Dios en el orden divino de la creacin. Comprender, sin hacerse ilusiones, y advirtiendo a los dems, que habiendo entrado el pecado en esta creacin, la pena y la afliccin le acompaan. As es en el matrimonio, hallar tambin la pena, pero sentir y har comprender igualmente, que la bondad y la misericordia de Dios estn ah tambin y que adems se puede contar con ellas si los lazos matrimoniales han sido segn su voluntad. Se puede contar tambin con la bendicin y el alivio de su presencia y la actividad de su buena mano, aun en la misma afliccin, a la que sin duda nadie escapa, pero en donde su bondad ser un blsamo para el corazn y para el alma. Aquel que se casa hace bien, y el que no se casa hace mejor. Pero este ltimo caso supone una consagracin a Dios por el Espritu Santo, por la cual uno es ms libre que si est casado; esto es bien claro. Feliz aquel que se encuentra en esta situacin. La regla general de Dios es que la gente se case. Sin embargo, uno es ms feliz si puede quedar libre del matrimonio, pero la libertad debe ser real, de suerte que no piense en ello, puesto que se desprende que tiene poder sobre 87
su propia voluntad. Jams he sido ms impresionado acerca de la bondad y de la condescendencia de Dios en relacin con la santidad, que al leer lo que el apstol dice refirindose al matrimonio; nunca he comprendido mejor la verdad maravillosa de que su Espritu ha venido a consecuencia de la glorificacin de Jess, para introducir en el corazn del cristiano el poder en medio de esta escena de ruina. No me habra extendido tanto si el hermano a quien ha consultado se hubiese expresado de otra forma. Pienso que l est en lo cierto, aunque no se ha expresado bien. Por lo dems, lo que le escribo no es otra cosa que lo que Pablo dice sobre esta cuestin. Y ahora, para su caso particular, mi experiencia como persona soltera es, que si el celibato tiene lugar por consagracin v segn el poder de que he hablado, y el corazn est libre y es enteramente para Dios, se glorifica a Dios con ventaja en esta posicin por el hecho de estar ms dado exclusivamente a l. El casado piensa en las cosas del mundo para complacer a su mujer, y asimismo a la recproca. Quien es soltero piensa en las cosas del Seor, para complacerle. Pero insisto, esto supone la consagracin de la cual he hablado. Ahora bien, cada cual tiene su propio don, y, sin esto, uno hace bien en casarse. El estar preocupado en estas cuestiones de su posicin ante el matrimonio siendo una persona dentro de la regla general y no estar casado, es ms nocivo a la piedad que los cuidados que procura el matrimonio La bondad de Dios nos acompaa, si el casamiento es segn su voluntad. Solamente que sea en el Seor. Cuanto a la persona de que me habla, la primera cosa que estimo ha de hacerse es, que despus de haber orado a Dios, tiene de asegurarse (lo cual podis hacer por medio de otros) 88
de la piedad personal de X..., y de si est en la comunin del Seor. Sin esto no puede Vd. contar con la bendicin del Seor. Bendigo a Dios de que haya renunciado a la emigracin, cosa que a m no me agrada en absoluto. Tambin bendigo a Dios de que haya impedido a otros seguir este camino, aunque a veces haya sido por medios dolorosos. Me parece sin que pretenda condenar la emigracin en todos los casos que la impaciencia de la carne est tras todo esto en la mayora de las ocasiones. No se cuenta bastante con Dios y sin embargo es l quien domina todas las cosas. Le aconsejo que se informe cuidadosamente de su piedad y de su andar. Si el resultado es satisfactorio, todo va bien; de todas formas no emprenda una gestin cualquiera. Decida ante Dios lo que piensa hacer. Despus, sin dejarse conducir por un sentimiento indeterminado, infrmese a fondo, por medio de algunos hermanos, de su piedad y de la integridad de su andar. Apoyndose en Dios, l la dirigir. Que Dios la bendiga y la guarde, como de cierto lo har si espera en l. Cuente con su bondad, y como le he dicho antes, l piensa en su felicidad mejor que Vd. pudiera hacerlo. Deseo, en oracin, que la plena bendicin de la gracia de nuestro buen Dios repose sobre Vd. Creo, amada hermana, que sin duda Vd. busca su voluntad; cuente con su bendicin. Cuente tambin con penas y cuidados si el matrimonio es segn su voluntad, pero est segura tambin de su bondad siempre tierna y compasiva, pues su mirada de amor toma cuenta de nosotros. Sea paciente. Uno lo es siempre cuando est en la presencia de Dios. No aado otra cosa que el deseo sincero para que la bendicin del Dios tierno y fiel, nuestro Padre, la acompae. Afectuosamente, su hermano y servidor en Cristo. 89
CARTA A UN INCRDULO
Noviembre de 1871. Al Dr. X... Querido Sr. Doctor: No puedo dejar Turn sin dirigirle unas lneas. Puede comprender que si hay un bien infinito, la porcin de Vd. es una prdida infinita. Decir que no existe, es negar el mismo bien. Por mi parte, es evidente que la idea no existira si la cosa no existiera. Es una contradiccin decir que uno tiene la idea del bien absoluto e infinito en un corazn que no es capaz, pues el tenerlo es la prueba de su capacidad. Decir que somos capaces, pero que la cosa no es, es terrible; el hacer del hombre moralmente un deseo, una necesidad del bien que no ser jams saciado, es condenarlo siempre a la miseria ms espantosa. No quiero suponer que Vd. diga: No soy capaz de hacerme una idea, ni de gozar de ella, reducindose al ms bajo escaln de la humanidad, pues hay una infinidad de personas que se hacen una idea. Existe un bien real? Cul es? De dnde proviene? Se habla de leyes que rigen la materia. En tesis general, sera una locura negarlas. Quin ha inspirado estas leyes y las ha impuesto de suerte que sean universales? La universalidad muestra que un solo ser, o una sola causa, las ha impuesto. Decir que la universalidad es una cosa fortuita es la ms insensata de las locuras. Cuando hemos hablado de una causa, Vd. dijo que los nios no piensan. Puede ser; no piensan, pero si yo pienso, no puedo dejar de creer en una causa cuando veo una cosa que deja adivinar un plan, y la experiencia demuestra que es as. Un hombre que dijera que un globo, o una lmpara existen sin que nadie los haya hecho, sera estimado por los 90
dems por un falto de sentido y tendran razn. Qu decir, pues, si en vez de esto se trata del universo? Vuestra medicina no es otra cosa que un empirismo indigno de un hombre honesto, si no existen en ella efectos y causas; si existen, dnde est la causa causans? Adems, el cristianismo existe, y debe tener un origen. La historia lo cuenta. Los historiadores profanos, los adversarios filosficos, los herejes, los judos, todos estn de acuerdo sobre su origen. Lo detestan, lo atacan, pero lo reconocen y lo constatan. Algunos de ellos explican cmo se han realizado los milagros, pero explicar es admitir. Mas cuando leo la historia dada por los que han seguido al Seor, hallo una perfeccin de un gnero tan superior, que en vano he intentado hallarla en no importa qu esfera. En algn lugar hallaremos la moralidad, pero no el amor y la santidad perfectamente adaptados al hombre y revelando cabalmente a Dios. En la historia de Buda, de Apolonios de Tyane, de los santos, tenemos narrados muchos milagros que son absurdos de poder; en cambio, en la esfera genuinamente cristiana, todos son (salvo uno, que no hace otra cosa que confirmar la regla de la excepcin), una revelacin de bondad y poder, ejercindose para revelar a Dios en su bondad en favor del hombre. Existe la conciencia en todo ser humano pues se juzga de una cosa que sea buena o mala. Es una conciencia que a menudo est corrompida, pero el Evangelio la sita no precisamente en presencia de una regla perfecta, sino ante un ejemplo perfecto; me sita ante Dios en la luz (a la conciencia no le interesa esta posicin cuando la voluntad est en actividad), pero tambin en presencia del perfecto amor. No me muestra una contradiccin entre el amor y la conciencia del mal (como la vaga bondad del filsofo), sino una obra 91
que purifica mi conciencia y me deja en libertad de amar y reconocer el amor de Dios sin violentar la justicia. Hallo la bondad, la pureza, la verdad, en un mundo de pecado, y me dicen que esto es una impostura! Esto es todo lo que la filosofa puede decirme, que la paciencia, la bondad, la verdad y la pureza son una impostura? La cosa moralmente ms bella del mundo tildada de impostura! Cuando uno habla de tal manera, se degrada. Es que la falsedad y la violencia son las nicas cosas verdaderas, juntamente con la prisin cuando el egosmo es demasiado perjudicado en sus intereses? Otra cosa me sorprende. El cristianismo es motivo de odio. Se escribirn historias imparciales del budismo, del mahometanismo; se tratar de ellos como un fenmeno; pero el cristianismo suscita odio, oposicin, voluntad propia y pasiones. Por qu, si es una impostura como lo dems? Ello se debe a que el cristianismo revela a Dios, y esto el hombre no lo puede soportar. Uno no se avergenza de profesar religiones falsas en el mundo. Se harn procesiones y all cada cual halla su propia gloria; pero, en cambio, del verdadero cristianismo se siente vergenza. Por qu? Ahora, apreciado seor, Dios ha venido en amor. Cristo os ofrece la vida eterna, el perdn, el gozo, la felicidad, el conocimiento de Dios del Padre que se revela en el Hijo las delicias infinitas y eternas, la salvacin. Anuncia que regresar, y que ante l se doblar toda rodilla; tambin la de los incrdulos, no importa. Ahora es el da aceptable, en el verdadero conocimiento de la santidad y del amor; despus vendr la calamidad por haber rechazado este bien. De ambas cosas cul desea para Vd.? Dios le busca ahora en amor. Cristo se ha dado por Vd. No le rechace; hacerlo implica rechazar la vida eterna con El. 92
otra alternativa. Por lo dems, estas personas no buscan la unin como tampoco la buscaron antes. Lo que les conduce a portarse as es el temor a que se suscite un testimonio verdadero y al deseo que tienen de conservar unas apariencias respetables.
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RELATIVO A LA PROFECA
1848. En cuanto a la profeca, la cuestin importante consiste en que el corazn, enseado por el Espritu Santo, espere con inteligencia al Esposo; que tenga la conciencia de su relacin con Cristo como tal. En tanto que Iglesia nada tenemos que ver con la sucesin de los acontecimientos. No somos del siglo, ni del mundo, y es precisamente a estas esferas que los acontecimientos se aplican. Este es el punto esencial. Si no se comprende esto, poco importa el orden de los hechos. Es una distincin especial a mantener. Los hechos que se desarrollan ante nuestros ojos, para m, no son dignos de mencin propiamente hablando; son, eso s, un progreso de los principios y de los acontecimientos necesarios para formar el imperio romano, consolidar la nacin alemana, que se halla fuera de sus lmites, y formar, por medio de la misma, una barrera, para que el Norte y Occidente no choquen, antes de hallarse cara a cara en Oriente Precisar ms all de nuestras luces y de la Palabra ofrece a menudo ocasin y peligro de interesarnos por las cosas mundanas, en las cuales Dios no se interesa. Cuando el sistema judo reaparezca, entonces tendremos hechos positivamente terrenales; pero este momento est an por llegar. Entretanto nosotros estamos ahora en la esfera moral y eterna de las cosas celestes y en conexin con un Cristo que el cielo retiene 95
Clairac (Francia). 1848. Estoy de acuerdo con Vd. Hay cosas en la profeca sobre las que nada tengo de cierto; siempre ha sido as en mi caso. Pero debo confesarle que temo a los espritus demasiado positivos. Hay cosas que son bien ciertas para m, pero los espritus excesivamente positivos son en general humanos, es decir, contemplan las cosas desde el punto de vista humano; estn poco ligados a Cristo y son estrechos. Pero nosotros solamente hemos hecho progresos en la profeca situndonos ante la Palabra de Dios para aprender; entonces lo que era oscuro para nosotros un ao atrs, vena a ser un axioma el ao siguiente Al mismo tiempo creo que este temor a lo positivo tiende de un lado al carcter de mi inteligencia, as como la necesidad de lo positivo, al carcter de la de Vd. Note bien que no hablo de Vd., ni de m, sino de la forma de proseguir el estudio de la profeca. Los hermanos en Inglaterra, tan pronto han abandonado el escudriar para ocuparse en dogmatizar o formar un sistema proftico, no han adelantado nada; pero yo me regocijo de que el corazn de Vd. se relacione con lo que le une a Cristo. No dara ni un cntimo por toda la profeca si no surtiera este efecto, y creo que los rasgos generales de la misma tienen la ms grande importancia para alcanzar este objeto. Sin embargo, el conocimiento de los detalles, si uno es equilibrado y se cie en no traspasar la enseanza de Dios, proyecta mucha luz sobre los principios de la profeca, y nos sita, al mismo tiempo, en condiciones de poder responder a las objeciones de los contradictores * 96 * *
Cuando nuestros amigos tenan ordenado y compaginado hasta aqu todo este trabajo, Juan Reguant anunci su regreso. Lidia recibi una carta y, desde la lectura de las primeras lneas, su corazn salt de gozo. Iba a tener por una temporada, otra vez, al amado esposo. Ahora que eran ya mayores ambos sentan ms, si cabe, la necesidad de la mutua compaa. Juan no regresaba definitivamente. Su labor era precisa en Castellforms. No le gustaba hacer la obra a medias. No solamente tena la visin de plantar, sino tambin la de regar. Los dejaba por un tiempo, para experimentar a su regreso la consistencia y la obra del Espritu en cada uno. Eran unos poquitos, pero si alguno despuntaba para el servicio, quera dejarles caminar con sus propios pies. Ocasionalmente les visitara. Eran sus hijos en la fe, y el amor hacia ellos le guiaba. Era constante, y sus visitas por doquier, aunque a veces fueran espaciadas, eran sostenidas. Pero l tena la necesidad espiritual de venir entre los suyos; aquel crculo de intimidad en donde haban transcurrido las experiencias y el desarrollo de su vida en Cristo. En donde se haba formado; en donde haba gozado y llorado. Como que no era un siervo excepcional, su crculo era restringido, pero cumpla la tarea eficazmente, consciente de que haba de responder un da ante Aquel que le haba encomendado lo poco. No podemos escamotear esta realidad: Reguant amaba toda la obra, pero Vilargent y lo que este lugar representaba tocante al servicio, y como siendo una porcin del Testimonio, ocupaba un lugar de prioridad, de preeminencia en su corazn. All conoci a Cristo como su Salvador y Seor; all conoci a Lidia la esposa amada y la hermana fiel; all creci entre padres y madres espirituales que le ayudaron en amor y experiencia; all aprendi a conocer su propio 97
corazn a medida que conoca a Dios; all sufri. Conoci derrotas y amarguras, desnimos y decepciones; tuvo sus fluctuaciones, pero nunca fue aniquilado, porque jams pele a sus propias expensas; cuando el soldado estaba en su angustia, el Capitn le libraba. Aquella noche, como de costumbre, Roura y Graells entraban en casa de Lidia, la cual les recibi radiante. Vamos dijo el observador Roura, no es preciso que digas nada; Juan viene, ya se ve. Eres encantador, Pedro. El amor que sientes por nosotros te hace siempre suponer lo cierto. No tengo porque ocultar mi alegra dijo Lidia. Alegra que compartimos remach Graells. Vamos a tener otra vez con nosotros al hermano amado, gracias a Dios. Cundo llega? Lidia seal el da siguiente a media maana. Bien, est bien dijo Roura, yo vendr a la hora de costumbre por la noche. Juan vendr cansado. Ya no es el hombre joven que conoc. La casa terrestre de nuestra habitacin se deshace. S, Roura est en lo cierto, ya nos veremos ms oportunamente por la noche aadi Graells; y nuestros discretos amigos dejaron las cosas as. Lidia agradeci con una comprensiva sonrisa la delicadeza de sus hermanos en la fe. Era an temprano y antes de despedirse entraron en una serie de consideraciones. Ser muy oportuna la estancia de Juan entre nosotros. Es preciso que d su opinin y consejo en esta obra comn. Adems, tiene que colaborar. Ya veris cmo ser una ganancia y un provecho A medida que Roura argumentaba, se le vea ms seguro y desembarazado. Ahora 98
ser Juan quien tenga la ltima palabra en todo esto. Todo este tiempo me he visto forzado y ha sido un ejercicio superior a mi capacidad. No estaba seguro si mi trabajo era siempre acertado. Es bien raro que no hayis formulado nunca ninguna objecin. Esto no es normal ni en las cosas ftiles de esta vida. Iba a ser una excepcin un trabajo como ste, una tarea que pertenece a una esfera superior? Otra vez, amado, razonas como al principio, cuando meses atrs empezamos la tarea. Todo ha ido bien, Roura. Ya ves que aunque poco a poco, tenemos bastante material adelantado, y cuando Juan vea todo esto y sepa que fue iniciativa y direccin tuya... en fin, no quiero decir exactamente cmo reaccionar, pero ya lo vers y Graells, despus de adelantar estos conceptos para corroborar el bien que haban recibido por el ejercicio que su hermano en la fe haba suscitado, continu: Se aprende mucho estando ocupado en estos menesteres; una cosa es leer un artculo, una meditacin, o una carta como en el caso que nos ocupa y otra es hacer lo mismo, pero con la responsabilidad de traducirlo para hacerlo entender a otros. En primer lugar hay que interpretarlo para uno mismo, y quin es capaz si el Espritu no nos ayuda? l siempre quiere ayudarnos, pero y nuestra disposicin? Nos hallamos siempre en tal estado que este divino Husped pueda hacernos entender su Magisterio? Cunta paciencia en este ministerio de guiarnos a toda verdad! Sea cual haya sido nuestra posicin (no vamos a ocuparnos de nosotros ahora), el hecho positivo existe. Las horas pasadas analizando lo que el venerado hermano escribi nos dieron gozo y nos aportaron enseanza. Hemos pues de confesar que los primeros receptores de bendicin somos nosotros al preparar esta modesta obrita para los dems. Vuestro trabajo en el 99
Seor no es vano, deca el apstol. Estoy ms que contento de tener a Juan entre nosotros. Le conozco bien. l ser el primero en tomar en cuenta todo esto, pero no creas, ni por asomo, que te relevar ni dirigir en nada. Amigo Pedro, tienes motivos para conocer la trayectoria de Juan; l nunca mand, sino que fue el criado de todos nosotros y casi siempre fue quien tom la iniciativa y la carga de cualquier movimiento positivo por modesto o trivial que pareciera. Hemos de confesar que no siempre le hemos sido de ayuda, y l, en cambio, ha soportado con paciencia nuestra inercia y falta de dinamismo. Protesto, Ricardo cort Lidia: Juan no opina as de vosotros; no tiene, tocante a vuestras personas, tales sentimientos. Habis sido los amados hermanos que nos fuisteis de consuelo. Los leales amigos que, en Cristo, nunca abandonasteis a este flaco matrimonio. La vehemencia y no era dada a exteriorizar as sus sentimientos acompaaba sus palabras, dndoles calor; fuego, porque provenan de un corazn sin engao. Era una protesta enardecida ante la confesin de su hermano en la fe. Quin tena razn? Ambos la tenan. El amor de Graells le confera la humildad para confesar una tnica no muy acusada, pero real al fin y al cabo, y el amor de Lidia no se daba por enterado ni haba sospechado nunca nada que se pareciera a la inercia ni a la falta de dinamismo. El amor produce todo esto. El amor es todo lo que expone 1 a los Corintios cap. 13. El amor es de Dios, y aun ms que esto: Dios es amor.
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jornadas del ao, Roura y Graells estaban all sentados escuchando lo que Juan expona. Lidia preparaba unas hierbas as denominaba a la infusin caliente, que tan oportuna era en el tiempo fro y se la vea feliz en su esfera habitual. Su esposo haba llegado; tena buen aspecto, todos estaban contentos. He tenido curiosidad y deseos enormes de saber en qu consiste todo esto prosigui Reguant. Oh, qu alegra, amigos mos! Esto para m es una bendicin. Toda la tarde he estado leyendo con provecho. Hay que publicarlo enseguida! Hombre, por favor, Juan, pareces otro. Pareces un nio ante un regalo y perdona la comparacin dijo Roura: Pero si an no tenemos la mitad de lo que nos proponemos! Adems esperbamos a que vinieras para que nos dieras tu opinin y leyeras los trabajos, e hicieras tus sugerencias y expusieras y emitieras tu juicio; es decir, que tu colaboracin fuese un hecho. Y en vez de esto, toda la conclusin de tu parte consiste en decir: Hay que publicarlo enseguida! Querido Pedro, has juzgado rectamente. Soy un nio ante un regalo, ni ms ni menos. Este es para m un magnfico regalo, y lo recibo como un nio ilusionado. Qu quieres que diga? Qu quieres que haga? Dime. Pues que nos cuentes algo ms de los jvenes amigos de Castellforms, y maana, si Dios quiere, despus que hayas considerado este asunto ms sosegadamente, en la velada que tendremos, tenemos ganas de orte. Verdad que s, hermanos? Claro que s afirm Graells, que no sala de su asombro por el aplomo que Roura mostraba al dirigirse a Juan. Pareca como si los papeles se hubiesen trocado. Terminaron la velada dando gracias a Dios por todo lo que haban odo y por la perspectiva de tener otra vez por un tiempo al amado hermano. 102
Todos tenan inters por el coloquio de aquel da, y Roura y Graells pareca como si habindose puesto de acuerdo adelantaran su visita en una hora por lo menos. Hombres, que sorpresa dijo Lidia. Ya estis aqu? Pasad, pasad. Tal vez no somos oportunos tan temprano adelant Graells. Vamos, dejaos de excusas. Est muy bien el que vengis ahora. Habis adivinado los deseos de Juan y Lidia desde la puerta casi grit: Ya los tenemos aqu Juan, parece como si nos hubiesen odo. Juan sali a recibirles, les introdujo en la estancia de siempre y por todo prembulo se expres as: Lidia me ha puesto al corriente de la direccin que Roura ha imprimido a este trabajo. He vuelto a leer todo lo que tenis compaginado. He meditado y quiero daros mi fraternal opinin. Eso es lo que necesitamos, dijo Roura; tu fraternal opinin. Pues veris prosigui Reguant; confieso que nunca se me ocurri un trabajo semejante, bien que como exponis existan tres tomos en lengua inglesa de dichas cartas, todas tan instructivas, interesantes y edificantes. Es para m un gozo hallarme en presencia de una iniciativa de este estilo. Pero como que no solamente es una iniciativa, sino una bendita realizacin, no puedo por menos que dar gracias a Dios por la paciencia que os dio en vuestros buenos deseos, convirtindolos, al fin, en una obra culminada por el xito. Cuando hablo de xito me refiero, claro est, a lo que habis hecho, no a cmo ser recibido. Eso slo Dios lo sabe. El trabajo es ameno, y esto es un mrito, porque al contrario de las cartas en ingls, este compendio y traduccin van 103
dirigidos a otros destinatarios. En primer lugar, el tiempo nos conduce a tres generaciones ms all del origen de las mismas y adems, desgraciadamente, hoy no nos hallamos en el estado de lozana ni en la unidad del avivamiento o despertar que se produjo el siglo pasado despus de las guerras napolenicas. Esto hace que se tengan que ofrecer de tanto en tanto algunas explicaciones complementarias para ayudar a su lectura y situar a los lectores en las vivencias histricas y espirituales de aquel entonces. Tambin para que los lectores de esta obra (los lectores creyentes), sepan cul es el origen de su posicin actual, aunque no siempre la posicin puede identificarse exactamente con el origen. Esta es otra de las grandes miserias que han alcanzado al Testimonio. La audiencia que puede tener no nos compete a nosotros juzgarla, pero el trabajo aqu est, y adems a disposicin de los creyentes de lengua castellana. Me doy cuenta que estis a punto de introducir otro tema en el orden de vuestro trabajo; a saber: la obra del amado hermano Darby en los pases de Ultramar. Por mi parte he redactado un esbozo como prembulo (esta es mi aportacin modesta, pero de buena voluntad) a la insercin de las cartas que escribi desde el vasto continente americano, hasta las que redact desde la lejana Australia y Nueva Zelanda. Os ruego que lo leis y me deis vuestra opinin. Sois vosotros quien tenis la responsabilidad de este trabajo. Creo que puede ser til. Si as lo estimis, entonces os adelantar una opinin ms definitiva. De acuerdo, dijo Roura que cada vez cobraba ms confianza ahuyentando la timidez ante sus hermanos, ahora esto ya se est perfilando pero call, pues Graells le mir fijamente con una mirada entre censura y comprensin a la vez. Roura entendi el lenguaje silencioso de su 104
hermano. Es cierto que Juan estaba all, pero las cosas deban proseguir con naturalidad. Lo que ms agrandaba a Reguant era precisamente ser uno ms entre sus hermanos. A la noche siguiente se dio lectura al trabajito que Reguant redact. Estaba desde haca unos aos familiarizado con la obra y el ministerio de J. N. Darby. Todo esto le fue de mucho provecho y bendicin. Y bien que los escritos del amado siervo de Dios eran condensados y profundos, y como ha dicho otro de una profundidad y una preocupacin de dejar a la Palabra de Dios su alcance indefinible para nuestra inteligencia limitada, era un hombre capaz de informar, aunque fuera sucintamente, en lo que ataa a la vida y a la obra de aquel venerado conductor. He aqu lo que, en sntesis, he pensado proponeros, antes de aadir las cartas que deben seguir:
LA OBRA EN AMRICA DEL NORTE, AUSTRALIA, NUEVA ZELANDA, ANTILLAS Y GUAYANA INGLESA (LA OBRA EN ULTRAMAR)
Cuando el Sr. Darby visit por vez primera Estados Unidos y Canad, tena sesenta y dos aos. La obra estaba ya extendida y afianzada en Inglaterra e Irlanda, as como en varias naciones de Europa (notoriamente en Francia, Suiza, Alemania y Holanda). Exista una plyade de hermanos dotados y gobernados por la gloria de Dios, de los cuales el Espritu Santo se serva para alimentar, cuidar y edificar a las numerosas almas que buscaban y venan entre los dos o tres reunidos en el nombre de Cristo. Tambin para estar en la brecha y velar. El enemigo, como siempre, atacaba con tanto ms mpetu, por cuanto vea un testimonio en el que Cristo 105
era engrandecido. La separacin del mundo, la sola direccin del Espritu Santo, y el nico centro de reunin en Jess, era lo que caracterizaba a los hermanos en aquel entonces. Dificultades, haban existido. Un testimonio genuino est marcado siempre por la hostilidad de fuera y los conflictos de dentro. Los hermanos tuvieron que sufrir, pero ste no es el lugar de escribir la triste historia. Dios toma cuenta de los que honran Su Nombre en la humillacin y en el dolor. Las Iglesias nacionales, y aun las Libres, estaban marcadas por el sello del clericalismo, las formas, el mundanismo, o por todas estas cosas a la vez. Adems, los errores ms groseros y las herejas ms nefastas, acompaadas por el racionalismo, la incredulidad y la influencia creciente de Roma en los pases Protestantes, tenan entristecidas y preocupadas a muchas almas que yacan en los diferentes sistemas de la dividida Iglesia. Se han llevado a mi Seor y no s dnde lo han puesto, era la confesin de los que anhelaban una palabra de lo alto y un mensaje con el poder del Espritu. En este tiempo, y en circunstancias espirituales peores an que en Inglaterra y en el Continente, se hallaba el vasto y joven pas formado por el trasplante de las ms diversas gentes de Europa. Una heterognea gama de circunstancias histricas, tnicas, religiosas, sociales, familiares, etc., haban hallado acogida en las amplias, feraces, y a la par casi despobladas tierras del otro lado del Atlntico. El ncleo principal y dominante estaba formado por el grupo anglosajn, pero haba fuertes minoras de otras etnias, lo cual marc con un carcter peculiar a la gran familia norteamericana. En 1862, los Estados Unidos eran ya un pas rico, mercantilizado y siempre con una dinmica 106
creciente. Haba unas races religiosas, es bien cierto; races heredadas de una tradicin en otro tiempo pujante, pero que en aquel entonces consistan en trminos generales de una mera etiqueta. Como siempre, en medio de la ruina, quedaba un residuo no identificable como grupo, diseminado por aqu y por all, ansioso de hallar unas directrices en que fundar el motivo de su peregrinaje. Darby (sin hacer nunca labor de proselitismo era enemigo de este sistema su deseo era reunir las almas alrededor de Cristo y en esta direccin se proyect siempre su enseanza) all se dirigi, maduro y ponderado, contando con el Seor, a una edad en que muchos hombres, y ms en aquel entonces, se consideraban caducos. Sin entusiasmos fugaces, pero como siervo consciente y probado, sabiendo que el da tiene doce horas y que entretanto es de da conviene obrar, empez su andadura americana. Durante quince aos atraves el Atlntico en ambos sentidos, catorce veces, y dos el Pacfico, hasta la lejana Australia y la Nueva Zelanda. No debemos silenciar su permanencia en las Grandes Antillas, las Pequeas Antillas y la Guayana Inglesa. Al extendernos en consideraciones sobre los Estados Unidos, no debemos olvidar el Canad, pas en el que proporcionalmente su obra fue ms prspera todava. Tomaremos extractos de su correspondencia ntima y personal, dirigida a sus hermanos y colaboradores en el diario quehacer de la obra del Seor. Estas cartas reflejan toda una poca de paciencia y trabajo sin desmayo, para cristalizar al fin en unos resultados altamente positivos, ya en su vida. Despus se proyectaron ms ampliamente por medio de los que vinieron tras l, quienes, traspasando las lindes del 107
dinmico pas, llevaron la verdad del testimonio hacia otras esferas de bendicin. Anteriormente, y por doquier, el Espritu de Dios sopl tambin en direccin y en favor de las almas muertas dentro del cristianismo nominal y del mundo pagano. Una plyade de evangelistas distinguidos se esforzaron, con xito, en introducir el conocimiento del amor de Dios en Cristo por medio de la Palabra, y as miles de almas pasaron de las tinieblas a la luz. Inglaterra, el pequeo, fecundo y original pas, era entonces una potencia excepcional. Nunca un dominio terreno le igual en extensin e influencia. Fue de ah que inicialmente Dios tom hombres que sembraron por doquier la Buena Semilla. Esto dio lugar al ms amplio y poderoso despliegue de una labor misionera que se extendi, durante el ltimo tercio del siglo XVIII, todo el XIX, y el primer tercio del actual, por casi toda la tierra conocida. El Espritu soplaba. No entra en este modesto compendio enumerar la obra que en este sentido obr el Espritu de Dios. Solamente quiero dejar constancia y dar gracias al Seor por lo que l mismo obr y produjo, desde los das de Wesley y Whitefield, hasta entrado el siglo presente. No citar nombres, por lo dems bien conocidos de nuestros lectores, por el temor de olvidar algunos. Dios conoce a todos y no olvida a ninguno. Hombres insignes, que quemaron sus vidas por el amor de Cristo en favor de los dems. Alabado sea el Dios de la gracia y de la gloria! Pero la obra del Sr. Darby tuvo en general otro carcter, bien que estimaba y trabaj mucho en el campo de las Buenas Nuevas. Sin embargo Dios le dio otra tarea peculiar e indiscutiblemente singular en su tiempo. No solamente fue el pionero, sino el institucionalizador y plasmador de unas 108
verdades de la Palabra que desde siglos estaban olvidadas; a saber: el Cuerpo de Cristo, las dispensaciones; las profecas partiendo de las mismas (no hay otra forma de entenderlas con sentido e inteligencia, si hacemos abstraccin de ellas), y la gua, gobierno y direccin del Espritu Santo en la Asamblea. Todo esto, sustentado por un fundamento ortodoxo que le capacitaba para dirigirse confiadamente a todos los hijos de Dios, fuera cual fuera su posicin eclesistica. Otros le ayudaron, colaboraron con l y le siguieron. No fue la obra de un hombre, y menos de un hombre solo, eso no, pero s fue el motor, y la energa primordial le fue insuflada a l especialmente. Dios es soberano y elige a quien quiere. En este caso, ese quin fue John Nelson Darby, un hombre que fue siervo del Seor. Un hombre con todos los matices y peculiaridades de hombre, pero a quien nadie puede sustraerle el mrito de su consagracin como discpulo de Cristo. Su memoria, como la de otros siervos de Dios, merece respeto. No hay duda de que es til y de ayuda dijo Graells. No todos los lectores tienen la misma medida ni el mismo grado. Todo esto les sita en el tiempo y en las circunstancias. En trminos generales, todos los informes que poseemos y que se relacionan con la profesin cristiana en Norteamrica estn impregnados de un ilusorio optimismo. En realidad, la cosa no daba para desmedidos triunfalismos. Una cosa es la obra de Dios y otra la religiosidad de los hombres. Por lo que se trasluce en las cartas del Sr. Darby, esta ltima gozaba de mucho auge, pero no as la primera. 109
En fin, cun bueno es constatar, como ha dicho el Seor: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro (Jn 5:17). Gracias, Juan, pienso que Roura apreciar esta colaboracin. S que la aprecio y ahora ir escogiendo las cartas que deben acompaar a este prembulo remat Roura. El caso es, querido Roura intervino Juan, que pensaba emitir la opinin de que os habl el otro da. Ah! s, es cierto. Me haba olvidado, contest ste. Me doy cuenta de que, entre unas cosas y otras, tenemos material suficiente para editar un volumen de tamao mediano (ciento cincuenta paginas, tal vez); por eso me apresur a decir: ha de publicarse enseguida! Esta expresin no fue producto del entusiasmo, sino de la reflexin. Por qu no podemos adelantar a nuestros lectores una amplia muestra de lo que os propusisteis hacer, sin esperar al final de toda la tarea? Esto ser ms ligero de digerir. Habis de tener en cuenta el carcter profundo del ministerio del Sr. Darby. Hablo por m. En mi juventud me sent animado a leer el ministerio escrito del amado siervo de Dios. No me era demasiado fcil, en aquel entonces, una lectura sostenida de sus escritos. Y aun hoy prefiero ms bien leer unas pocas pginas solamente con la Palabra ante mis ojos, en vez de darme a una lectura exhaustiva, por interesante que sea. Hacindolo as, con oracin, saco ms provecho en la exposicin que hace de sus ejercicios, y adems comprendo mejor las verdades de las Escrituras. Con esto no quiero medir a los dems con mi medida, ni tampoco medirme con la medida de los dems. Slo es una sugerencia que os hago. Casi todos los hermanos que en alguna manera han seguido el ministerio de J. N. Darby opinan as, porque la experiencia ha sido anloga. Verdad, Graells, que ste ha sido tambin tu caso? Graells asinti con la cabeza. 110
Pero es una lstima exclam Pedro Roura. Ahora estamos lanzados y el trabajo ser menor, proporcionalmente, y esto sin aadir el gasto de la impresin. Hemos de presentar la obra en dos tomos? Por qu no? No es ningn mal. Se trata de que sea ms til y prctico para los dems respondi Reguant. S, pero..., iba a continuar Roura, mas Juan, extendiendo su mano hacia adelante con aire solemne y un tinte irnico en su voz, expuso lo siguiente: Seguramente olvidis que nosotros no somos otra cosa que unos instrumentos imaginativos; Unos personajes intangibles e irreales. El compilador de estas notas, el traductor de estas cartas, aqul que en su fantasa nos hizo aparecer en escena, cuando un da le pregunt la razn de nuestro protagonismo ficticio, me contest: Os necesitaba, Juan. No me atreva a escribir en forma tajante y definitiva salvo en casos que por su naturaleza u origen son definitivos: No poda (ni an puedo ni quiero), establecer conclusiones incontestables. Hay cosas en que los humanos (y ms en el orden de lo que es divino), debemos conducirnos con mucha humildad en la exposicin de nuestras apreciaciones. Quin es suficiente para emitir una opinin definitiva en ciertos casos? En cambio, vosotros me habis ayudado con vuestro protagonismo: Habis hablado y discutido. Habis considerado y discrepado. Habis concordado o no eso vamos a dejarlo, pero habis convivido con amor durante muchos aos, y vuestras charlas, vuestras tomas de posicin y vuestros ejercicios (de los cuales he sido un testigo favorecido), han quedado escritos. Habis prosperado en el conocimiento y no os habis envanecido, ni tampoco tenido envidia el uno del otro. En una palabra: os habis honrado. Vivs en Vilargent, y os convena ser as. De 111
otra manera nadie os hubiese hecho caso. Aqu las palabras de los hombres tienen poco peso, pero la conducta (aun contando con la frivolidad de la gente) a veces se impone: Habis sido letras conocidas y ledas de todos los hombres. Este protagonismo ficticio merece ser real. Yo os saludo, amigos mos, porque representis un ideal de difcil vivencia. Un da os dir: gracias, hermanos, y os despedir. Habris terminado vuestra labor, y en lo que toca a vosotros, yo la ma. Esto me dijo aquel da. Hoy, despus de tanto tiempo, con voz conmovida, pero con firme resolucin, se ha dirigido nuevamente a m: Juan, di a tus amigos simblicos, y a tu tambin simblica esposa, que debis ocultaros por un tiempo; tal vez para siempre, no s. Pero si un da os necesito, volver a llamaros. Acudiris? Pienso que s, porque yo tambin he aprendido a amaros y s que sois sensibles al amor. Ahora estoy un poco fatigado para continuar, y vosotros tambin, porque os habis movido bastante. Un tiempo de reposo nos ir bien a todos. Ya ves, amado Roura, concluy Reguant, que no podemos argumentar ms. Demos el manuscrito a la imprenta y, juntamente con el autor, encomendemos esta obrita a la bondad de Dios.
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APNDICE
Despus de meditar sobre la vida y el servicio del Sr. Darby, no puedo hacer por menos que aadir, aparte de este breve compendio, dos consideraciones personales en relacin con el venerado conductor que nos leg despus de haberlo administrado fielmente, el bagaje de los vastos conocimientos que Dios le imparti. La primera se refiere a su vida sentimental y la segunda a su carcter personal. Segn habrn observado los lectores de J. N. Darby, destac su servicio por encima de su persona, aun en el bien entendido que una cosa no puede disociarse de la otra. Qu sabemos de l? Existe una biografa que celebre sus dotes humanas? Que las realce? Que las aplauda? Poda haberse escrito, pero en el epitafio de su tumba recordamos que est grabada y transcribimos su lacnica autobiografa: John Nelson Darby. Desconocido y sin embargo conocido. Parti para estar con Cristo el 29 de abril de 1882 a los 81 aos de edad. 2 Corintios 5:21. Esto es todo lo que le importaba de su persona. Su delicado sentido potico (de ello testifican los numerosos y profundos himnos que dej escritos) le hizo redactar estos cuatro versos, que damos en traduccin libre y que expresan el sentir de un alma que no tiene otro fin que el de glorificar a Cristo. Seor, que nada espere sino es en Ti. Que mi vida tenga como nico objetivo servirte a Ti, en esta tierra desconocido, y, despus, Tu gozo celeste compartir. 113
Este era su deseo, pero, aunque sea brevemente, pienso que es de utilidad el que nos ocupemos de una faceta de su vida tal vez no muy conocida por la mayora de nuestros lectores. Es evidente que en su juventud, entre los 28 y 32 aos, contact con un corazn femenino de alta sensibilidad. La Vizcondesa de Powerscourt, joven viuda de Lord Powerscourt, cristiano distinguido y ferviente cristiana ella tambin. Su nombre de soltera haba sido Teodosia Howard, y conoci a Cristo como su Salvador a los 19 aos de edad. En 1823, dos aos despus de su matrimonio, qued viuda, y es difcil precisar despus de este acontecimiento, cundo lleg a conocer a J. N. Darby. En 1827, en Aldbury Park (Surrey, Inglaterra), tuvieron lugar unas conferencias dadas por Henry Drummond, metodista ingls que resida en Ginebra y estaba en relacin con los cristianos del Avivamiento. La Vizcondesa de Powerscourt asisti a las mismas. Tuvo tal gozo que su deseo fue que tuvieran lugar otras parecidas en su agradable residencia de Powerscourt House, cerca de Bray, en el condado de Wicklow. En estas reuniones participaron Darby, J. G. Bellet y otros hermanos entre 1827 y 1828. Fue acaso all donde naci el afecto por el cual tomaron la mutua decisin de contraer matrimonio? Tal vez fue algo ms tarde? No lo s. No creo que tenga ms o menos importancia la fecha en s. Lo que realmente es de sealar es el hecho de que J. N. Darby y Lady Powerscourt se amaban y haban dispuesto unir sus vidas terrenales en matrimonio ante Dios y ante los hombres. Era una decisin normal y loable. Pero no llegaron a casarse. Qu sucedi? Darby comunic su futuro matrimonio a los hermanos de la localidad (sin poderlo afirmar categricamente, 114
seguramente los de Dubln, Irlanda). Estos ruegan al Seor para que el hermano desista, y an suplican al mismo Darby para que renuncie a su decisin. (Lo hacan para que pudiera consagrarse sin traba alguna al servicio del Seor, 1 Corintios 7:32.) Oyendo la voz de los hermanos toma la decisin de cancelar su compromiso si Lady Powerscourt accede. Esta atiende las razones del hombre amado, y con dolor un dolor que haba de conducirla a la muerte accede a romper mutuamente la promesa. Todo esto, as tan breve y sucintamente expresado, es un drama. Fue una cosa muy triste. Hemos de argir que no se amaban lo suficiente? No; no estamos autorizados a pensar de tal manera. Cuando se traspasa la edad en que la vanidad de la vida y del mundo no puede empequeecer la visin de lo que representa el amor de unos corazones consagrados al servicio del Maestro, uno puede valorar lo que condiciona una renuncia semejante. Ahora bien, obr Darby prudentemente al seguir el consejo de sus hermanos en este caso? Vena este consejo de la parte de Dios? Todos tenemos la opcin en plantearnos estos interrogantes. Vivimos a una distancia respetable, en el tiempo y en la historia, de aquellas circunstancias. No podemos ser osados a responder definitivamente ni en forma positiva o negativa. Poseemos, eso s, alguna ayuda documentada que generalmente sirve como pista vlida en los casos del sentimiento humano, pero siempre difcil cuando este sentimiento tiene la caracterstica del amor en su vertiente prematrimonial. Me he comprometido a dos consideraciones (no a dos soluciones o juicios), y una de ellas se refiere como queda dicho a la vida sentimental. 115
John Nelson Darby y Lady Powerscourt se amaban. Deban pues haberse casado, puesto que eran libres. As lo haban determinado y as se haban comprometido. Sin embargo sacrificaron el amor efmero de los cuatro das de su peregrinacin terrestre por otro amor que sobrepuja a todo entendimiento, del cual ellos eran conscientes de ser inmerecidos objetos, y renunciaron el uno al otro. Pero no eran ngeles, sino que eran humanos, y esto dej una huella en sus corazones. He renunciado al matrimonio pero he herido a un corazn, deca Darby al hablar de ella. Por su parte ella escriba a una amiga: Es enormemente penoso ser un instrumento de afliccin para una persona que nos ama y a la cual amamos, de tener la apariencia de la ingratitud y la dureza, y de saber que l es alguien en este desierto cuyo pensamiento es para nosotros, y que sufre por nosotros y a quien no podemos dar consuelo alguno despus de haber pronunciado un no. Otra vez respondiendo a Darby, se expresa as: Mi querido seor. No puedo dejar vuestro amado billete sin respuesta, y tengo necesidad de testificaros mi reconocimiento, a pesar de que cada vez que os veo, o bien oigo hablar de vos, una profunda tristeza me invade, y este sentimiento que embarga mi corazn no puedo vencerlo en todo el da. De todas formas no nos hemos separado para siempre; oh! no; s que ser para vos un tema de gozo, y esta seguridad me regocija. Cun dulce es pensar en la unin ntima e inseparable de los creyentes! Estando todos en particular unidos a Jess, tambin deben estarlo los unos con los otros, y por muchos que sean los esfuerzos de Satn, nunca podr separarlos. La vida que circula en ellos es la misma, y es en el corazn de Jess que se hacen sentir las pulsaciones 116
Le ruego que me considere, querido seor, como la amiga con ms tierno afecto y la ms reconocida que haya en el mundo. T. A. Powerscourt. Es innegable que la huella existe, y sus resultados se desprenden si nos sensibilizamos con las lneas ledas. Resta aadir que Lady Powerscourt continu habitando en su castillo cerca de Bray, en una regin montaosa y en una poca en que las comunicaciones eran difciles. Su servicio de amor y de consolacin tuvo su campo de accin all, entre unos labriegos pobres, en su mayor parte catlicos, los cuales constituan el vecindario de aquella agreste comarca. Alguien que la conoci de cerca y que despus de la muerte de la Vizcondesa reuni y public ochenta de sus cartas en un volumen titulado La simpata cristiana, deca de ella: Lady Powerscourt una a una firmeza poco comn la dulzura femenina ms exquisita. Poda consolar a los que se hallaban en cualquier tribulacin, por medio de la consolacin con que ella misma haba sido consolada de Dios. Por ella se ha derramado a los pies de Su Salvador el puro perfume de un vaso de alabastro roto. La ltima carta del volumen est fechada en diciembre de 1836, y poco despus segn su deseo tantas veces expresado, parti para estar con Cristo, lo cual es mucho mejor. Darby continu su peregrinaje absorbido por la consagracin a la obra del Seor y por los combates por la verdad que le haba sido confiada. Su persona estuvo caracterizada por un compendio de noble simplicidad en sus hbitos y en sus maneras. Los cnticos que redact y que fueron 117
numerosos se distinguen por un sentido potico de cadencia delicada. Aun estando marcados por un sello muy personal y una concisin que no permiten una airosa traduccin al castellano, existen algunos que nos ofrecen la posibilidad de valorar lo profundo de sus ejercicios, tanto en lo relativo a la persona de Cristo, a la posicin del creyente, como a la aridez del desierto. Su voz era agradable, pero su diccin no era la de un orador como por ejemplo William Kelly. Eso s, la solidez de sus argumentos cuando tomaba la Palabra de Dios como base eran irrefutables, sus conclusiones eran slidas, macizas. Difcilmente recusables. Falto de una delicada y femenina influencia y dotado a la par del espritu impulsivo y vivo de los irlandeses, conduca la lucha con un vigor no siempre irreprochable. Cuando se enfrentaba a alguien que pona en entredicho la persona de Cristo, o bien cuando se fomentaban errores doctrinales siempre nefastos para el rebao del Seor, o tambin cuando el racionalismo asomaba su faz, descarada o veladamente segn el caso, no tena demasiadas contemplaciones con los adversarios. Cristo era el todo para l. Pero nadie puede negar que tuvo un corazn profundamente sensible. Su generosidad (siendo joven prodig su fortuna personal en favor de los pobres campesinos irlandeses entre los cuales empez su ministerio), el inters diario en favor de los enfermos, su paciencia con los dbiles, lo ha demostrado profusamente. Y qu decir de la enternecedora pgina que a sus cincuenta aos consagr a la madre que apenas conoci, y cuyo retrato fue lo nico que poda recordarle los rasgos y la dulzura de su mirada? El esquema de este apndice ha sido formado por notas traducidas, entresacadas o deducidas de la obra que redactada 118
por F. Cuendet, apareci en 1935 en su primera edicin, cuyo ttulo, Acordaos de vuestros pastores, ha venido a mis manos a punto de dar a la imprenta el presente volumen. Es por esto que me veo obligado a publicarlo como apndice y no en el cuerpo de la obra en donde seguramente hallara un lugar ms adecuado, pero no he querido omitir estos rasgos personales y estas circunstancias sentimentales de la vida del honrado siervo de Dios, una vez he tenido conocimiento de ellas. Por lo que se deduce de su breve obra, F. Cuendet fue un hermano suizo que en su niez y juventud conoci al Sr. Darby cuando ste visit en numerosas ocasiones el pas del autor, tal vez cuando el amado hermano era anciano. Habiendo vivido y conocido ntimamente a muchos de los ms directos contemporneos de Darby, seguramente estaba cualificado para informarnos y opinar en relacin con el amado conductor. Es por esto que me he tomado la libertad de hacer uso del libro publicado por Editions, Bibles et Traits Chrtiens de Vevey, con agradecimiento. En la edicin de 1935, redactada en Ginebra, sobresalen estas lneas, breves pero definitivas: Sus escritos, los hemos apreciado; su labor intensa ha ganado nuestra admiracin, pero al constatar de cerca su congoja y sufrimiento, lo hemos AMADO. Hermosa expresin y hermoso sentimiento. En otro lugar el recuerdo y el dolor se funden: En 1858, Darby se instala en Londres, en el nmero 3 de la Plaza Lonsdale, en el barrio mayormente popular de Islington, donde tambin se halla ubicado el vasto local de Parks Street. En 1888 me haba desplazado a Londres para seguir las conferencias que se daban en la espaciosa sala. Haca seis aos que su voz no se oa ms all, pero cuanto menos, me pase meditativo y emocionado por el islote formado por la 119
vieja plaza de un encanto austero y discreto, y dirig la mirada hacia las altas ventanas de la casa en donde Darby pas los ltimos 24 aos de su vida. Fue all en ese lugar que es todo un smbolo donde fueron reunidos por el esfuerzo de un trabajo prodigioso, los complejos y necesarios materiales para la traduccin de la Biblia en tres idiomas. Tomando nuevamente el hilo del carcter y los sentimientos de Darby, contina: Qu pensar de la pena que le desgarr, cuando tambin por amor de los hermanos que le suplicaron rompi unos lazos, ruptura que fue causa de la muerte de la mujer amada? En lo sucesivo, ninguna esperanza de hogar, y en la residencia solitaria de Lonsdale Square, tampoco la voz animosa de una compaera le acoger y le reconfortar a la vuelta de los duros combates o de las largas ausencias. Considero que la opinin del hermano es comprensible en grado sumo, bien que yo no pueda juzgar la cosa tan decisivamente como l hace. El patetismo de estos ltimos prrafos es evidente, pero tras los hechos que existieron, el dolor que compartieron y las consecuencias que tocaron, se hallaba la dulce consolacin y la tierna simpata de Jess. De ese Jess en quien ellos confiaban y se apoyaban. De ese Jess que jams defrauda. Las motivaciones de sus decisiones mutuas no tuvieron otro objeto que una mayor consagracin a Aquel que les dio una nueva vida y la valoracin de la excelencia de la misma. Es cierto que se trasluce la realidad de una carga que pesaba demasiado, en particular para la resistencia del corazn de la noble dama, pero el Seor la descarg de su afliccin terrena recogindola a S, cambiando su tristeza en el gozo de estar con Cristo lo cual es mucho mejor. Del Sr. Darby, no 120
podemos pensar que por su parte viviera de continuo bajo los efectos de una causa que haba puesto en las manos de Dios. Que sintiera nostalgia alguna vez; que el sentimiento de la soledad gravitara en su corazn, no debe extraarnos era un hombre, pero tambin es evidente que la gracia le sostuvo, el espritu de nazareo le bast y le hizo experimentar la suficiencia de un Amor que siempre est en actividad en favor de seres tan dbiles como somos. En cuanto a su carcter, la tnica del mismo, segn se deduce, estuvo marcado por la firmeza. No dudamos que a la firmeza le faltara alguna vez la dulzura, pero no el amor. Es posible que en segn que circunstancias, el tono, adems de ser firme, fuese spero. Fue un hombre de combate (muy a su pesar), y los lectores deben recordar la historia del apstol Pablo, antes de juzgar y sacar conclusiones sobre los detalles negativos que siempre hallaremos aun en una vida consagrada. Con todo, hemos de apreciar su profunda piedad, su humildad personal y el valor que tena la cruz en su experiencia diaria. Solamente aquellos que trataron de empaar o empequeecer la gloria de Cristo tuvieron que ver por un lado con la sabidura, y tambin por el otro con la energa indomable de quien se juzgaba severamente en la presencia de Dios. Si por esta actitud de celo algunos han censurado el espritu impulsivo de su carcter, hemos de recordar que solamente el Hombre perfecto ha podido sentir una santa indignacin sin contaminar su inmaculada naturaleza. Una seguridad nos queda, y sta consiste en que todo ser claro en su da. Entonces los hechos, las palabras y todo lo que motiv ambas cosas, as como lo ms recndito de los corazones, ser manifiesto ante el tribunal de Cristo. En la luz transparente de una apreciacin exacta y verdadera 121
quedar expuesto todo lo que se hizo para el Seor. Tambin el volumen de paja y hojarasca que se ha amontonado para gloria propia en pseudo-ministerios en los que las motivaciones hayan tenido por objeto promocionar al hombre religioso en la carne. Esto ser una prdida, pero en medio del espectculo que ofrece un hombre salvo, as como a travs del fuego, resaltar el esplendor de la gloria de aquella gracia que nos soport en nuestras inconsecuencias. (2 Co 5:10; l Co 3:11-15). Ahora bien, entre tanto somos dejados en el yermo cual peregrinos celestes, esforcmonos en imitar la conducta de las vidas que nos dejaron como ejemplo aquellos conductores que nos hablaron la Palabra de Dios. (He 13:7). * * *
Que Juan Reguant, Lidia Serra, Pedro Roura y Ricardo Graells son personajes ficticios? Que se trata de una historieta? Puede que s, pero puede que no. Mas en cualquiera de ambas vertientes que miremos, no me negaris que fuera de desear que o bien la ficcin deviniera realidad, o bien que la realidad no fuera una ficcin.
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