Micromachismos

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Percepción estudiantil de las

microviolencias o micromachismos en las


relaciones de pareja
Jessica Espinoza-Espinoza, Germania Vivanco Vargas, Gloria Espinoza-Espinoza
y Gabriela Aguirre León*

Resumen
La violencia hacia las mujeres en un sentido amplio es una acción que entraña un
abuso de poder en el que se transgreden el derecho a determinar qué hacen con sus
cuerpos, el derecho a tomar decisiones y a afrontar las consecuencias de sus propios
actos. Esto se produce por una relación de poder que contribuye a la construcción de
la realidad, influyendo decisivamente en la percepción social de lo que consideramos
como violencia o no, hasta el punto de naturalizarla y justificarla. En ese contexto,
esta investigación se propuso identificar la percepción que tienen los estudiantes de
las universidades ecuatorianas de la provincia de El Oro acerca de determinados
comportamientos que, muchas veces, pasan desapercibidos por considerarlos
inofensivos al no ser valorados como violentos en el ámbito de las relaciones de pareja.
Para cumplir con este objetivo, diseñamos una investigación de carácter descriptivo
mediante una encuesta con preguntas cerradas simples aplicada a una muestra
significativa y aleatoria de estudiantes para determinar si realmente podríamos asociar
la valoración de un comportamiento como violencia al sexo y género del participante.
Entre los resultados más importantes identificamos la existencia de una valoración
diferenciada entre ambos sexos, que sin relacionarse con una causalidad directa, se
encuentra asociado al sexo y a la construcción social del género de los estudiantes. Las
mujeres consideraron como violencias a 12 de los 20 comportamientos consultados,
mientras que ocho de los 20 tuvieron distinta valoración por ambos sexos, pero la
diferencia no fue estadísticamente significativa. Si bien existen diferentes percepciones
de la violencia en ambos sexos de los comportamientos propuestos a consulta, las
mujeres son las que identificaron mucho más a determinados comportamientos como
expresiones de violencia.

Palabras claves
Sexo ¶ Género ¶ Violencia estructural en pareja ¶ Percepción

* Docente titular, Universidad Metropolitana del Ecuador (umet), Sede Machala, Ecuador; https://orcid.
org/0000-0002-5025-0580 ([email protected]). ¶ Docente titular de la umet, Sede Machala, Ecua-
dor. ¶ Docente, Universidad Técnica de Machala, Ecuador. ¶ Directora, Consultorio jurídico gratuito,
umet, Sede Machala, Ecuador; https://orcid.org/0000-0002-0918-2256.

Fecha de recepción: 13 de mayo de 2021. Fecha de aceptación: 19 de julio 2021


Percepción estudiantil de las microviolencias ¶ Espinoza-Espinoza, Vivanco, et al.

Abstract
Violence against women in a broad sense is an action that involves an abuse of
power, in which the right to determine what they do with their bodies, the right to
make decisions and to face the consequences of their own actions are violated. This
is produced by a power relationship that contributes to the construction of reality,
decisively influencing the social perception of what we consider as violence or not,
to the point of naturalizing and justifying it. In this context, this research set out to
identify the perception that students from Ecuadorian universities in the province
of El Oro have about certain behaviors that often go unnoticed because they are
considered harmless as they are not valued as violent in the field of relationships
as a couple. To meet this objective, we designed a descriptive research through a
survey with simple closed questions applied to a significant and random sample
of students to determine if we could really associate the assessment of a behavior
such as violence to the participant’s sex and gender. Among the most important
results, we identied the existence of a differentiated assessment between both sexes,
which without being related to direct causality, is associated with sex and the social
construction of the students’ gender. The women considered 12 of the 20 behaviors
consulted as violence, while 8 of the 20 had a different assessment by both sexes,
but the difference was not statistically significant. Although there are different
perceptions of violence in both sexes of the behaviors proposed for consultation,
women are the ones who much more identified certain behaviors as expressions
of violence.

Keywords
Sex ¶ Genre ¶ Micromachisms ¶ Violence in the couple ¶ Perception

Introducción

D
esde que surgieron los primeros estudios sobre la violencia de género a
mediados del siglo xx, las investigaciones sobre violencias cotidianas o
normalizadas de género o también denominadas como “micromachismos”
o “microviolencia”, son mucho más recientes. Las primeras investigaciones
empezaron en las universidades españolas, concretamente en Sevilla, Murcia y las
Islas Baleares (Ferrer, Bosch, Navarro, Ramis y García, 2008; Suárez, 2013). En
Latinoamérica son mucho más recientes. Existe poca producción científica en
torno al tema de las violencias cotidianas o consideradas como inofensivas.
En Ecuador, los primeros estudios de este tema en el contexto de las universi-
dades nacionales no supera los últimos diez años y los encontramos en la Univer-
sidad de Cuenca (Pinos, Pinos, Baitar, Jerves y Enzlin, 2016), la Universidad Tecno-

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lógica Indoamérica (Freire, Blancas, Borrero, Mariño, Hernández y Benítez, 2017)


y la Universidad Técnica de Cotopaxi (Benalcázar-Luna y Venegas, 2015). También,
pudimos identificar un trabajo en Colombia por la Universidad del Rosario y el
Grupo Observatorio de la Violencia en Ecuador (Barredo, 2017). Hasta ahora han
sido escasos los estudios e investigaciones sobre la problemática.
Con estos antecedentes, surge este trabajo con el propósito de contribuir a estos
primeros estudios a nivel nacional. Esta investigación es la primera en realizarse en
la provincia de El Oro y en el sur del Ecuador en el mencionado contexto. Lo que
sin duda aportará mucho para el diagnóstico de los problemas de violencia hacia
las mujeres que se produce en los estudiantes universitarios, y que podría abor-
darse desde las políticas institucionales universitarias para prevenirla y atenderla.
La mayoría de las investigaciones que se han realizado hasta ahora, han sido
en su mayoría descriptivas, cualitativas, y una cuantitativa. Se han elaborado
mediante la aplicación de técnicas de investigación de campo con grupos focales,
entrevistas, análisis semiótico de anuncios publicitarios, testimonios recogidos
en redes sociales y encuesta. Han surgido en un contexto donde existían pocas
investigaciones acerca de este tipo de violencias y frente a la escasa producción de
encuestas oficiales sobre el problema. Las estadísticas oficiales que existían hasta
ese momento, a nivel nacional, solo aportaban información acerca de la violencia
de pareja en sus distintas manifestaciones psicológicas, físicas y sexuales, pero no
específicamente en el ámbito de las percepciones estudiantiles en el contexto educa-
tivo universitario.

Desarrollo

La violencia, en un sentido amplio, es una acción que entraña un abuso de poder en


el que se transgreden, por lo menos, uno o dos derechos humanos fundamentales:
el derecho a determinar qué hacemos con nuestro cuerpo y el derecho a tomar
nuestras propias decisiones y a afrontar las consecuencias de nuestros propios actos
(Flores, 2005).
Para Max Weber (1964), la violencia es ejercida por quien considera que posee
un poder legitimado desde una posición de autoridad, a través de toda posibilidad
de imponer la voluntad propia sobre la de los demás, así como el ejercicio de la
influencia. En los ámbitos político y social, el término más preciso es el de domina-
ción, entendido como la posibilidad de encontrar obediencia frente a un mandato,
basándose en la creencia de la legitimidad de la dominación.
En ese contexto, la violencia hacia las mujeres se manifiesta en diversas inten-
sidades y formas, desde las más cotidianas, consideradas como inofensivas, hasta

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las más explícitas, directas y dañinas que pueden llegar a producir la muerte de
la víctima. Pasan desapercibidas porque son consideradas como inofensivas o
normales por la cotidianidad con la que se practican y debido a la reiteración y
tradición social que las legitiman a través de los roles, estereotipos y mandatos de
género entre hombres y mujeres (Herrera; Arias y García, 2011). El compendio de
violencias cotidianas o naturalizadas, incluye manipulación emocional, vigilancia,
control, acoso u hostigamiento, conductas abusivas, comportamientos, palabras,
actos, gestos, escritos o mensajes electrónicos dirigidos a perseguir, intimidar,
chantajear y vigilar a la mujer, independientemente de su edad o condición, para
afectar la estabilidad emocional, dignidad, prestigio, integridad física o psíquica
de las víctimas; con repercusiones negativas en su desarrollo personal a través
de amenazas, anuncio verbal o con actos que deriven en daño físico, psicológico,
sexual, laboral o patrimonial a fin de intimidar e influir bajo relaciones de poder.
Este tipo de comportamientos en las relaciones de pareja, de acuerdo con el art.
12 número 1 de la Ley Orgánica para erradicar y prevenir la violencia contra las
mujeres de Ecuador (lepevcm), son los que se producen en el contexto intrafami-
liar o doméstico, concretamente por parte del cónyuge, la pareja en unión de hecho,
el conviviente, las personas con las que la víctima mantenga o haya mantenido
vínculos íntimos, afectivos, conyugales, de convivencia, noviazgo o de cohabitación.
Se caracterizan por su intensidad que a veces pasa desapercibida, que si bien es cierto
no tienen un impacto inmediato sobre las mujeres, mediante el efecto “goteo”, son
mucho más dañinos a mediano y largo plazo en el desarrollo y bienestar personal.
Para Bonino (1998), se presentan como abusos cotidianos que generan sufri-
miento, relaciones defensivo-agresivas y desbalances de poder en la pareja y la
familia, en un amplio abanico de maniobras interpersonales que impregnan formas
de presión de baja intensidad más o menos sutiles, con las que los hombres intentan,
en todos o en algunos ámbitos de la relación imponer y mantener el dominio y su
supuesta superioridad sobre la mujer, objeto de la maniobra para reafirmar o recu-
perar dicho dominio ante la mujer (p. 10).
Herrera, Arias y García (2011) sostienen que estamos ante actitudes de auténtica
dominación, aunque “suave” o de “bajísima intensidad”, como formas y modos
larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana mediante hábiles
artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisi-
bles que se ejecutan permanentemente, y suelen producirse por un trato aparente-
mente “neutro” y es más difícil de detectarlas, ya que solo pueden medirse por sus
efectos e impactos en la vida de las mujeres.
Estos comportamientos pasan desapercibidos socialmente porque operan en el
imaginario cultural y simbólico como armas, trucos, tretas, trampas frecuentes y

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sutiles, que sirven para ejercer la “autoridad” masculina sobre las mujeres mediante
un repertorio de comportamientos considerados “normales” o “naturales” que,
muchas veces, no suponen intencionalidad, mala voluntad, ni planificación deli-
berada, pero son parte del repertorio masculino de modos de estar y afirmarse en
el mundo mediante el género asignado (Bonino, 2004).
De acuerdo con Rojas Valverde (2012), sus efectos menoscaban el desarrollo de
la percepción como persona en su trato digno por el uso combinado y reiterado
que va encerrando, coartando o desestabilizando en diferentes grados la autonomía
personal, política, y la propia integridad psicológica.
Estos comportamientos al tener un alcance estructural, para la Asamblea General
de las Naciones Unidas (2015), se enmarcan en un “continuo” de la violencia que
traspasa entre los ámbitos público y privado y abarca desde formas íntimas e inter-
personales hasta estructurales, sistemáticas e institucionales. Es decir, se sitúan
en un continuo a fin de captar las diversas formas en que se presentan, donde la
violencia interpersonal y estructural no se excluyen mutuamente ni ocupan un
lugar determinado en un orden jerárquico, más bien se definen en un continuo en
que la ubicación, la escala y los agentes implicados (Resolución, Puntos 65 y 66).
Para explicar mejor cómo operan estos tipos de violencia en las relaciones de
poder que produce el sistema de género y en sus distintas expresiones, podemos
utilizar el triángulo de la violencia propuesto por Galtung (1990). A criterio de
este autor, en el sistema de género existe la violencia estructural para legitimar este
tipo de violencia en medio de una cultura que, aunque no mata ni mutila como
la violencia directa, permite que el sistema de mandatos funcione. De esa forma,
la violencia hacia las mujeres se percibe como cargada de razón, donde el uso del
poder y la legitimación del uso del poder, legitiman el uso de la violencia mediante
el mecanismo psicológico de la interiorización en seis dominios de la violencia
básicos: la religión, la ideología, el lenguaje, el arte, la economía, y las ciencias
formales de las matemáticas. La lógica del sistema es el dominio cultural que es
utilizado, empírica o potencialmente, para legitimar toda forma violencia hacia
las mujeres.
Bonino (1998) explica que esto sucede porque ser varón supone tener el derecho
a ser protagonista en una cultura androcéntrica que niega ese derecho a las mujeres,
que deberán entonces (si pueden) conquistarlo. A través de la socialización, existe
la creencia generalizada de que los varones tienen derecho a tomar decisiones o a
expresar exigencias a las que mujeres se sienten obligadas, disminuyendo su valor
y necesitando la aprobación de quien a ellas les exige. Es así como la ecuación
“protección por obediencia” demuestra la concepción del dominio masculino sobre
las mujeres tanto en la esfera pública como privada (pp. 9-13)

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A criterio de Manso, Da Silva e Silva (2015) este tipo de actitudes y comporta-


mientos en las relaciones de pareja se identifican con los estilos de vida propios
de la sociedad de consumo, la mercantilización de la vida íntima, el consumo
emociones y el vivir sentimientos consumibles pero encaminados a una dualidad
de género en la que las mujeres han de mantener el papel tradicional de subordi-
nación en las relaciones de género construidas asimétricamente entre hombres y
mujeres. Considera que mientras este tipo de comportamientos no se visibilicen
como violencia y traten de eliminar de las raíces culturales y en el día a día social
de la violencia, sea esta visible e invisible, seguirán inalteradan las relaciones de
poder. Algo que disminuye de manera directa las oportunidades y mejora de las
condiciones de vida de las mujeres.
El sistema de género y las relaciones de poder construidos entre ambos sexos
ha provocado un doble efecto, dando como resultado recortes de la realidad que
definen existencias, espacios, subjetividades y modos de relación porque la cultura
ha legitimado la creencia en la posición superior del varón mediante el poder
personal y la autoafirmación. El rasgo masculino por antonomasia ha desnaturali-
zado lo que consideramos como no violento, producto de la socialización aprendida
en el sistema de género en el que los hombres suelen naturalizar con más norma-
lidad la violencia, considerándola parte de ese conjunto de insumos y recursos que
utilizan para ejercer su masculinidad. Es decir, le impide ver o percibir la violencia
que ejerce, porque es parte de ella, la genera y se beneficia de ella (Bonino, 1998).
Por tanto, estas formas de violencia son una expresión de la violencia de género
en términos amplios que los hombres ejercen sobre las mujeres en una estructura
de poder basada en los roles y mandatos asignados por el hecho de ser hombres o
mujeres. Lo anterior va marcando un comportamiento en ambos que es esperado
en una relación de pareja.
Estamos ante un problema estructural que compromete seriamente todos los
derechos de las mujeres porque limita su desarrollo personal y las libertades en
la toma de decisiones libres de toda violencia. Para caracterizar mejor la violencia
cotidiana o naturalizada, Bonino (2005) plantea cuatro tipos que denomina como
“micromachismos”: los utilitarios, encubiertos, coercitivos, y de crisis. En los
primeros, tenemos los utilitarios mediante actitudes como no responsabilizarse
de los aspectos del cuidado y lo doméstico, no implicación, pseudo implicación,
implicación ventajosa, aprovechamiento y abuso de las capacidades “femeninas de
servicio”, naturalización y aprovechamiento del rol de cuidadora, delegación del
trabajo del cuidado de vínculos y personas, requerimientos abusivos solapados,
negación de la reciprocidad, naturalización y aprovechamiento de la “ayuda” al
marido, y el amiguismo paternal. En los segundos, tenemos los encubiertos, que

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se producen en la falta de intimidad, silencio, aislamiento y malhumor manipu-


lativo, puesta de límites, avaricia de reconocimiento y disponibilidad, inclusión
invasiva de terceros, seudointimidad y seudocomunicación, comunicación defen-
siva-ofensiva, engaños y mentiras, seudonegociación, desautorización, descalifica-
ción-desvalorización, negación de lo positivo, colisión con terceros, microterro-
rismo misógino, paternalismo, manipulación emocional, dobles mensajes afectivo/
agresivos, enfurruñamiento, abuso de confianza, inocentizaciones, inocentización
culpabilizadora, autoindulgencia y autojustificación, hacerse el tonto (y el bueno),
impericia y olvidos selectivos, comparación ventajosa, minusvaloración de los
propios errores, echar balones fuera. En los terceros, los coercitivos, se producen
mediante las coacciones a la comunicación, control del dinero, uso expansivo-abu-
sivo del espacio y el tiempo para sí, insistencia abusiva, imposición de intimidad,
apelación a la “superioridad” de la lógica varonil, y toma o abandono repentino
del mando. Los cuartos son las actitudes de crisis ante un posible quiebre de la
relación de pareja, mediante comportamientos de hipercontrol, seudoapoyo, resis-
tencia pasiva y distanciamiento, rehuir la crítica y la negociación, prometer y hacer
méritos, victimismo, darse tiempo, y dar lástima.
Además de esta clasificación, Manso y Da Silva e Silva (2015), proponen los
“micromachismos” del humor, que se producen con la ridiculización pública o
colectiva y desde un artefacto cultural, como es la narrativa humorística, tiene un
efecto doblemente negativo, por un lado, consigue el objetivo de deslegitimar y
humillar a las mujeres y, por otro, genera una narrativa cultural que se perpetua y
repite, usando el humor como excusa.
Las violencias que parecen cotidianas e inofensivas, en realidad son parte de
un proceso de naturalización y benignidad de las prácticas sociales, culturales y
simbólicas de violencia contra las mujeres, muy contundentes contra el bienestar
y la vida de estas, producto de las relaciones de poder asimétricas. Es decir, se
deben entender en el marco de un patrón cultural de relacionamiento que banaliza
la reacción que las mujeres puedan tener ante este tipo de comportamientos, y
autoriza a los hombres a hacer uso de actitudes y comportamientos como medios
para reafirmar un modelo de masculinidad tradicional y perpetuar el dominio y
las relaciones de poder de unos sobre otros.

Métodos y materiales

Este trabajo de carácter descriptivo se diseñó mediante encuesta con preguntas ce-
rradas simples aplicada a una muestra aleatoria de estudiantes universitarios. Se tra-
ta de un cuestionario de elaboración propia que se propuso identificar la percepción

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de una determinada muestra de la población estudiantil tanto de hombres como de


mujeres en un momento dado, de ciertos comportamientos en las relaciones de pa-
reja. Participaron 933 estudiantes de las universidades presenciales de la provincia
de El Oro de una población total de 11,908 estudiantes de la Universidad Técnica
de Machala (utmach) y la Universidad Metropolitana del Ecuador, Sede Machala
(umet). Del total de participantes, 314 pertenecieron a la primera universidad, y
619 a la segunda. La muestra estuvo compuesta por 340 hombres y 593 mujeres. Es
decir, conformada en su mayoría por mujeres (63.6%), de edades comprendidas
entre los 19 y 23 años (66.3%), de la universidad pública de la localidad (66.3%) y
heterosexuales (95.6 por ciento).
Para la recolección de los datos utilizamos una encuesta que fue previamente
validada por docentes e investigadores expertos en materia de género de ambas
universidades. Después la información fue recolectada, ingresada y analizada en
Excel. Los participantes al llenar la encuesta, previamente fueron informados de
la confidencialidad y de la reserva de la información proporcionada, los cuales
consintieron en la utilización de los resultados con fines estrictamente acadé-
micos.
La encuesta contiene 20 ítems que describen comportamientos que se suelen
producir en las relaciones de pareja y que, en este trabajo, se sometieron a la valo-
ración de los participantes preguntándoles si los consideraban actos de violencia o
no. Para evaluar la percepción, los comportamientos se categorizaron a partir de
la definición de distintos tipos de micromachismos planteados en estudios previos
como los de Bonino (1998, 2004, 2005), Ferrer, Bosch, Navarro, Ramis y García
(2008).

Resultados y Discusión

A continuación se expondrán los principales resultados obtenidos en la investi-


gación.
En el Cuadro 1 se observa que de las 20 preguntas planteadas a los participantes
que describen determinados comportamientos que la teoría analizada considera
como formas de violencia, “micromachismos” o “microviolencia”, 12 presentan
distinta valoración entre hombres y mujeres. Estas diferencias resultaron estadísti-
camente significativas y permitieron asociar la percepción de los estudiantes al sexo
y género del participante en la encuesta. Entre los 12 ítems, están:

1. Amenazar a la pareja con el suicidio en caso de ruptura de la relación


(p=0.000)

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2. Romper objetos personales de la pareja mientras hay enfrentamiento


o discusiones (p= 0.034)
3. Estirar el pelo de la pareja (p= 0.026)
4. Ridiculizar a la pareja en público riéndote de su aspecto físico (p=
0.002)
5. Prohibir o limitar las relaciones de familia y de amistad de la pareja
(p= 0.001)
6. Pegar patadas o puñetazos a la pareja (p= 0.050)
7. Arañar y morder a la pareja (p= 0.030)
8. Limitar el uso de su celular (p= 0.007)
9. Obligar a la pareja a vestir como tu creas o como te gusta (p=0.000)
10. Hacer culpable a la pareja de los problemas de la relación (p=0.001)
11. Controlar a qué dedica el tiempo la pareja (p=0.033)
12. Manosear a la pareja sin su consentimiento (p=0.003)

Las mujeres son las que más perciben la violencia en los 12 de los 20 ítems o com-
portamientos descritos anteriormente. Ellas los consideran como manifestaciones
o actos de violencia en pareja.
En los ocho ítems restantes, la valoración tanto de hombres y mujeres presenta
diferencias que no son significativas estadísticamente. Es decir, aunque los porcen-
tajes de percepción positiva sobre la violencia son altos en ambos sexos, no es
significativa la diferencia porcentual, por tanto, no podemos asociar percepción
de los estudiantes al sexo y género que tienen.
Si bien la diferencia en las percepciones no es significativa entre ambos sexos,
el porcentaje de mujeres que considera todas estas actitudes como violencia, sigue
siendo más alto que el de los hombres. Los hombres perciben menos a estos
comportamientos como una expresión de la violencia.
El no percibir como violencia este tipo de comportamientos es producto de
la naturalización de los roles y estereotipos de género tanto de hombres como de
mujeres, que deben cumplir en el marco de las relaciones de poder de la cultura
machista donde la diferencia sexual se ha organizado de forma jerárquica, produ-
ciendo desigualdades, discriminación y violencia en todas sus manifestaciones.
Los hombres siguen sin percibir la violencia de manera suficiente producto de la
cultura patriarcal en la que se formaron, donde se les enseñó y formó como parte
de los roles de género que produjo una masculinidad tradicional que tienen que
asumir toda su vida mediante ciertos comportamientos y actitudes hasta natura-
lizarlos como parte de sus formas de socializar en el mundo y desarrollar los roles
que les fueron asignados.

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Cuadro 1. Percepción estudiantil de los comportamientos


en las relaciones de pareja
Hombres Mujeres Valor p
Frecuencia % Frecuencia %
1. Amenazar a la pareja con el NO ES VIOLENCIA 63 51.2 60 48.8 p=0.000
suicidio en caso de ruptura de SÍ ES VIOLENCIA 277 34.2 533 65.8
la relación
2. Romper objetos personales NO ES VIOLENCIA 42 46.7 48 53.3 p= 0.034
de la pareja mientras hay SÍ ES VIOLENCIA 298 35.3 545 64.7
enfrentamiento o discusiones

3. Estirar el pelo de la pareja NO ES VIOLENCIA 47 46.5 54 53.5 p= 0.026


SÍ ES VIOLENCIA 293 35.2 539 64.8
4. Obligar a la pareja a comer NO ES VIOLENCIA 78 40.8 113 59.2 p= 0.157
algo que uno quiera SÍ ES VIOLENCIA 262 35.3 480 64.7
5. Obligar a la pareja a NO ES VIOLENCIA 35 44.9 43 55.1 p= 0,106
mantener relaciones sexuales SÍ ES VIOLENCIA 305 35.7 550 64.3
6. Controlar el celular de la NO ES VIOLENCIA 101 40.7 147 59.3 p= 0.102
pareja sin que lo sepa. Por SÍ ES VIOLENCIA 239 34.9 446 65.1
ejemplo, espiar mensajes,
mirar las últimas llamadas
7. Ridiculizar a la pareja en NO ES VIOLENCIA 59 49.2 61 50.8 p= 0.002
público riéndote de su SÍ ES VIOLENCIA 281 34.6 532 65.4
aspecto físico
8. Obligar a la pareja a realizar NO ES VIOLENCIA 38 43.7 49 56.3 p= 0.141
prácticas sexuales no SÍ ES VIOLENCIA 302 35.7 544 64.3
deseadas. Por ejemplo, sexo
oral, visualizar pornografía,
etcétera
9. Prohibir o limitar las NO ES VIOLENCIA 68 48.6 72 51.4 p= 0.001
relaciones de familia y de SÍ ES VIOLENCIA 272 34.2 521 65.7
amistad de la pareja
10. Pegar patadas o puñetazos NO ES VIOLENCIA 36 46.8 41 53.2 p= 0.050
a la pareja SÍ ES VIOLENCIA 304 35.5 552 64.5
11. Arañar y morder a la pareja NO ES VIOLENCIA 52 45.6 62 54.4 p= 0.030
SÍ ES VIOLENCIA 288 35.2 531 64.8
12. Ridiculizar en público las NO ES VIOLENCIA 53 43.4 69 56.6 p= 0.085
opiniones o creencias de la SÍ ES VIOLENCIA 287 35.4 524 64.6
pareja

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Cuadro 1.Percepción estudiantil de los comportamientos


en las relaciones de pareja (continuación)
Hombres Mujeres Valor p
Frecuencia % Frecuencia %
13. Limitar el uso de su celular NO ES VIOLENCIA 92 44.4 115 55.6 p= 0.007
SÍ ES VIOLENCIA 248 34.2 478 65.8
14. Obligar a la pareja a vestir NO ES VIOLENCIA 75 50.0 75 50.0 p=0.000
como tu creas o como te SÍ ES VIOLENCIA 265 33.8 518 66.2
gusta
15. Hacer culpable a la pareja de NO ES VIOLENCIA 74 48.4 79 51.6 p=0.001
los problemas de la relación SÍ ES VIOLENCIA 266 34.1 514 65.9
16. Controlar a qué dedica el NO ES VIOLENCIA 83 43.0 110 57.0 p=0.033
tiempo la pareja SÍ ES VIOLENCIA 257 34.7 483 65.3
17. Manosear a la pareja sin su NO ES VIOLENCIA 60 48.4 64 51.6 p=0.003
consentimiento SÍ ES VIOLENCIA 280 34.6 529 65.4
18. Entrar en las redes sociales NO ES VIOLENCIA 96 37.8 158 62.2 p= .0599
de la pareja para ver sus SÍ ES VIOLENCIAS 244 35.9 435 64.9
relaciones y contactos
19. Empujar a la pareja con la NO ES VIOLENCIA 37 45.7 44 54.3 p= 0.071
intención de hacerle daño SÍ ES VIOLENCIA 303 35.6 549 64.4
20. Intimidar o amenazar a la NO ES VIOLENCIA 35 45.5 42 54.5 p= 0.086
pareja con una agresión SÍ ES VIOLENCIA 305 35.6 551 64.4

Fuente: Elaboración propia.

De la misma forma, esto responde a la construcción estructural, simbólica y cultu-


ral de los roles, estereotipos y mandatos de género asignados a ambos sexos que en-
cajan las expectativas vitales y los valores sociales de cada uno. Esto ha influido en
la valoración que tienen de la violencia en un contexto en general y concretamente
en la pareja. Esta realidad no ha sido ajena a las relaciones de pareja de nuestros
estudiantes universitarios.
Finalmente, en relación con el aporte significativo de este trabajo, consideramos
que presenta una perspectiva novedosa en materia de violencia de género en el
ámbito intrafamiliar y de pareja, a través de una técnica de campo, en encuesta,
aplicada a una muestra significativa del objeto de estudio. Esto nos ha permitido
inferir y generalizar los resultados a toda la población estudiantil de las universi-
dades presenciales de la provincia en El Oro compuesta por 11,908 personas. De
forma parecida al trabajo realizado en Colombia por la Universidad del Rosario

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Percepción estudiantil de las microviolencias ¶ Espinoza-Espinoza, Vivanco, et al.

Cuadro 2. Percepción del comportamiento


por cada tipo de micromachismo o microviolencia
Tipo de Comportamientos en pareja Diferencia porcentual por sexo de
micromachismos los participantes
Ridiculizar a la pareja en público riéndote de su aspecto significativa
físico
Ridiculizar en público las opiniones o creencias de la No significativa
Encubiertos pareja
Hacer culpable a la pareja de los problemas de la significativa
relación
Empujar a la pareja con la intención de hacerle daño No significativa
Romper objetos personales de la pareja mientras hay significativa
enfrentamiento o discusiones
Estirar el pelo de la pareja significativa
Obligar a la pareja a comer algo que uno quiera No significativa
Obligar a la pareja a mantener relaciones sexuales No significativa
Controlar el celular de la pareja sin que lo sepa. Por No significativa
ejemplo, espiar mensajes, mirar las últimas llamadas
Coercitivos
Obligar a la pareja a realizar prácticas sexuales No significativa
no deseadas. Por ejemplo, sexo oral, visualizar
pornografía, etc.
Pegar patadas o puñetazos a la pareja significativa
Arañar y morder a la pareja significativa
Manosear a la pareja sin su consentimiento significativa
Intimidar o amenazar a la pareja con una agresión No significativa
Amenazar a la pareja con el suicidio en caso de ruptura significativa
de la relación
Prohibir o limitar las relaciones de familia y de amistad significativa
de la pareja
Limitar el uso de su celular significativa
Crisis
Obligar a la pareja a vestir como tu creas o como te significativa
gusta
Controlar a qué dedica el tiempo la pareja significativa
Entrar en las redes sociales de la pareja para ver sus No significativa
relaciones y contactos

Fuente: Elaboración propia.

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Percepción estudiantil de las microviolencias ¶ Espinoza-Espinoza, Vivanco, et al.

y el Grupo Observatorio de la Violencia en Ecuador (Barredo Ibáñez, 2017), esta


investigación aporta al diagnóstico de las violencias entre hombres y mujeres en el
ámbito geográfico de una de las provincias más numerosas de Ecuador.

Conclusiones

En la juventud universitaria orense cada vez existe más perceptibilidad de la violen-


cia en un alto porcentaje tanto de hombres como de mujeres. No obstante, son las
mujeres las que más perciben la violencia en los comportamientos que suelen ser
considerados como cotidianos e inofensivos en las relaciones de pareja.
Si bien prevalece más sensibilidad en las mujeres, la investigación nos presenta
hallazgos reveladores porque cada vez son más quienes no son indiferentes ante las
expresiones de violencia. Sin duda, la percepción masculina está cambiando, pero
no hasta el punto de considerar que los resultados de la encuesta no están asociados
al sexo o género de los participantes.
La diferente percepción entre ambos sexos sobre la violencia se debe, sobre todo,
al sistema de género en el que ambos fueron criados, y que estableció normas de
relación y comportamiento donde la violencia pasó a ser utilizada como un medio
habitual para afirmar y reafirmar las relaciones de convivencia basadas en la domi-
nación, la obediencia y el poder de hombres sobre mujeres en todos los ámbitos de
la vida, pero de forma especial en la pareja.
Empero, esta investigación nos ha permitido identificar, en el caso de las univer-
sidades de la provincia de El Oro, que estamos ante cambios en la forma de pensar
de los estudiantes y nos presenta la oportunidad para trabajar en el fomento de la
cultura de paz y la no violencia mediante la información y formación sobre lo que
es violencia, cómo identificarla y prevenirla.
Por las razones antes expresadas, es fundamental divulgar los resultados de esta
investigación en toda la comunidad orense con el fin de propiciar el análisis de las
propias experiencias cotidianas frente a la violencia considerada como inofensiva
para no continuar naturalizándola y creyendo que no afecta al bienestar de las
mujeres. Estos comportamientos que parecen inofensivos, en realidad son acciones
con una alta carga de violencia basada en las relaciones de género entre hombres
y mujeres que funciona como especie de “goteo” que menoscaba la autoestima de
la víctima.
Recomendamos a las autoridades universitarias la implementación de estra-
tegias para erradicar entre los jóvenes estudiantes la cultura de la violencia que
todavía persiste mediante el machismo y el sistema de género entre hombres y
mujeres.

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Percepción estudiantil de las microviolencias ¶ Espinoza-Espinoza, Vivanco, et al.

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