Texto n8

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Texto n° 8

Indígenas argentinos: Guaycurúes y Guaraníes

Extracto del libro de Mariana Vicat

Chaqueños

La región chaqueña comprende las provincias de Chaco, Formosa, Este de Salta y la mitad norte de

Santa Fe, “chacu” en lengua quechua significa “territorio de caza”, en esta extensa región habitaban dos

comunidades importantes: al este se asentaron los guaycurúes (mocovíes, abipones y tobas o también llamados

Kom en su lengua), en el oeste se encontraban los wichi y chorotes, en general los guaikurúes formaban una

comunidad lingüística.

El significado Kom de los tobas es un apelativo despectivo que les dieron los guaraníes, otra comunidad

vecina, que significa “frentón” porque era un hábito que tenían los guaycurúes de depilarse la frente en señal de

duelo.

Los habitantes del Chaco practicaban especialmente a la caza de pecaríes, tapires, ñandúes, y venados; para

atraparlos hacían fuegos para acorralarlos y así podían flecharlos, otra técnica de caza era camuflarse con ramas

para acercarse a sus presas, completaban su dieta por medio de la pesca con arcos y flechas, lanzas y redes, a los

pescados los conservaban mediante el ahumado, para completar su dieta recolectaban algarroba, higo de tuna,

cogollos de palmera, chañar, ananás silvestres, porotos del monte y miel. Cada clan poseía sus propios cotos de

caza. Una técnica que practicaban era la alfarería para almacenar los alimentos.

Sus chozas estaban hechas con ramas y paja, estas comunidades vivían en aldeas formadas por familias

extensas, el cacique era quien practicaba la poligamia, su cargo era hereditario, su labor estaba supervisada por

un consejo de ancianos.

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Originariamente se vestían con pieles pero al mejorar las técnicas de tejido las reemplazarán por mantas y

vestidos, usaban vinchas, mocasines de cuero y adornos en madera, dientes y pezuñas de animales.

Creían en un ser supremo, creador de todas las cosas, y en la existencia de espíritus buenos y malos.

Practicaban la magia, pero no la magia negra que era duramente castigada porque era el robo del alma del

prójimo, a través de los chamanes se ponían en contacto con el mundo sobrenatural, también el chamán debía

“atar” el alma del enfermo al cuerpo.

Los guaycurúes enterraban a sus muertos, les dejaban agua, alimentos y sus objetos personales, luego

incendiaban la choza del difunto. Después de un tiempo desenterraban la tumba extraían los huesos de la

persona muerta los limpiaban y los volvían a enterrar.

Una resistencia prolongada

Las comunidades del Chaco habitaban una comarca de difícil acceso, para los españoles esta región

representaba el paso obligado para unir el Perú con el Río de la Plata y otras regiones, por eso los españoles

organizaban expediciones para abrir caminos que unieran Salta y el Alto Perú con Corrientes y el Paraguay para

llegar a Asunción, la ciudad más importante de la región, para llegar al Río de la Plata fueron stableciendo

puestos o postas en Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe. En 1585 Alonso de Vera fundó

Concepción de la Buena Esperanza del Río Bermejo, el poblado sobrevivió medio siglo hasta que los nativos lo

destruyeron. Los nativos ofrecían resistencia al invasor español los enfrentaban con rudeza, les robaban sus

caballos y aprendieron a montarlos siendo diestros y aguerridos jinetes. Para fines del siglo XVI los guaycurúes

incorporaron al caballo a su estilo de vida, domesticaron al ganado cimarrón y lo comerciaban. Los guaycurúes

lograron mantener a raya a los españoles controlaron el extenso territorio chaqueño, los conquistadores sólo

pudieron tener un escaso dominio del territorio cercano a los poblados. Los guaycurúes continuaron la defensa

de su territorio a lo largo del siglo XIX cuando ya éramos una nación independiente de España, a pesar de ese

importante cambio, los gobiernos argentinos continuaron con la idea de dominar del inmenso territorio del

Chaco, así mismo los pueblos originarios continuaron luchando por su lugar.
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Los Guaraníes

Los Guaraníes son parte de una gran comunidad: la tupí – guaraní que se esparcieron desde el Amazonas

hasta el Río de la Plata, una parte de esta gran comunidad de guaraníes se establecieron al oeste y sur de

Misiones y norte de Corrientes. Se destacaban por el cultivo de la mandioca, el maíz, el zapallo, el maní, la

batata y la yerba mate. Las parcelas de cultivo primero la desmalezaban, luego la quemaban para utilizar las

cenizas como abono el momento de la siembra, los hombres desmalezaban mientras que las mujeres sembraban,

también pescaban, cazaban y recolectaban. Sabían hilar y fabricaron telares para tejer sus vestimentas,

construyeron canoas que obtenían de enormes árboles y que luego tallaban con cuñas de madera. Elaboraron

una alfarería para almacenar agua y alimentos, incluso urnas funerarias. Fabricaron chozas de troncos formando

aldeas donde se conformaban familias emparentadas, la aldea era protegida por empalizadas, estaban cerca de

algún río para abastecerse de agua y alimentos. Practicaban la poligamia, cada comunidad contaba con un

cacique cuyo cargo era hereditario, también había curanderos y chamanes.

Los guaraníes reconocían un dios supremo y creador del universo llamado tupí que hacía llover y lanzaba

rayos, creían en dos fuerzas opuestas el bien (el orden, la abundancia y la justicia) y el mal (el caos, el hambre,

la arbitrariedad), de acuerdo a esta creencia dualista surge la visión de la unión de Tupí con la primera mujer y

el nacimiento de dos gemelos que se transformaron en el sol y la luna. También creían en la presencia de

espíritus malignos. Enterraban a sus muertos en tinajas de barro junto con sus pertenencias. Un ritual para tener

coraje y valor era practicar la antropofagia.

Los guaraníes se destacaron por ser bravos guerreros, eran adiestrados desde muy pequeños, las puntas de sus

flechas estaban untadas con venenos mortales, eran diestros en el uso de hondas y el dominio de la maza y la

lanza y muy temidos en la lucha cuerpo a cuerpo, y se defendían con escudos hechos de cuero de tapir o corteza

de árboles.

De la fuerza de las armas a las misiones jesuíticas

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En 1516 la expedición al mando de Juan Díaz de Solís llega a las costas del Río de la Plata o Mar Dulce,

el primer encuentro que tuvieron los españoles con los nativos fue cruento, su jefe, Solís y varios de sus

compañeros fueron atrapados y asesinados, los que lograron sobrevivir pudieron contar a otros españoles por lo

dicho de los nativos la existencia del Rey Blanco y la ciudad sagrada donde abundaba el oro y la plata. La

noticia llegó a España lo que motivó que otros aventureros españoles decidirán organizar expediciones para

explorar y conquistar territorios en nombre de la corona de España. En 1527 Sebastián Gaboto llegó al Río de la

Plata y remontó el río Paraná y estableció el fuerte Santi Spiritu, y que los guaraníes incendiaron al poco

tiempo. En 1536 Pedro de Mendoza llega el Río de la Plata y funda la Santísima Trinidad y puerto de Santa

María de los buenos Aires, tanto nombre para durar tan poco tiempo, los querandíes luego de un encuentro

amistoso entraron en conflicto y la incendiaron, los sobrevivientes remontaron el Paraná y fundaron un nuevo

poblado Asunción, al poco tiempo el poblado de Buenos Aires fue abandonado y recién en 1580 Juan de Garay

fundó por segunda vez y con más fortuna el poblado de Buenos Aires.

Mientras esto sucedía conquistadores y guaraníes tenían encuentros, a veces pacíficos otras veces violentos. En

1609 el cacique Arapisandú se entrevistó con el gobernador de Asunción con el propósito de quedar bajo la

protección de la orden religiosa de San Ignacio de Loyola conocidos como los jesuitas que habían llegado a

estas tierras para evangelizar. En verdad el temor del cacique se debía a los bandidos portugueses, “los

bandeirantes”, que asolaban la región saqueando, capturando y asesinando un número importante de nativos

entre hombres, mujeres para convertirlos en esclavos.

Ante semejante amenaza, Arapisandú entendió que entre el sometimiento español y la masacre a lo que sufrían

ante los bandeirantes la mejor opción era aceptar el cobijo de los miembros de la Compañía de Jesús, estos

jesuitas establecerían “misiones” donde además de ser evangelizados serían tratados con respeto y dignidad, se

les daría una educación formal, los nativos trabajarían la tierra y aprenderían a leer y escribir. Los jesuitas les

permitieron hablar su lengua madre y sus costumbres mientras no transgredieran la doctrina católica, los jesuitas

les enseñaron a tocar nuevos instrumentos musicales, logrando ellos hacer sus propios instrumentos

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desarrollando el tallado en madera. Las misiones jesuíticas lograron en parte salvaguardar la vida de muchos

guaraníes que estuvieron en muchas ocasiones amenazados por los bandeirantes portugueses. Finalmente el

cobijo de los jesuitas a los nativos terminó en 1767 cuando el rey español decidió expulsar a la orden de los

jesuitas de las colonias españolas en América por considerarlos una amenaza de poner a los nativos en contra de

su rey. Con esta decisión el futuro de los guaraníes estaba echada.

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