NIETZCHE La Voluntad-De-Poder-1
NIETZCHE La Voluntad-De-Poder-1
NIETZCHE La Voluntad-De-Poder-1
La voluntad
de poder
t
Prólogo de
Dolores Castrillo M irat
Biblioteca Edaf
PREFACIO
L
as
Porque no hay que engañarse sobre el sentido del título ACERCA DEL PLAN
con el cual este evangelio del futuro será nombrado: « L a vo
lu n ta d d e l p o d e r » . Ensayo de una transmutación de todos los 1. El nihilismo está ante la puerta: ¿de dónde nos lle
valores. Con esta fórmula se expresa un contramovimiento ga este, el más inquietante de todos los huéspedes? Punto
en relación tanto con el principio como con la tarea: un mo de partida: es un error señalar como causas del nihilismo
vimiento que, en cualquier clase de futuro, destruirá ese nihi las «crisis sociales», la «degeneración fisiológica», incluso la
lismo perfecto, pero que lo presupone lógica y psicológica corrupción. Se trata de la época más honrada y compasiva.
mente y que no puede venir absolutamente sino de él y por él. I,a miseria, la miseria espiritual, corporal e intelectual, no
Pues ¿por qué es ya necesario el surgimiento del nihilismo? tienen en sí toda la capacidad necesaria para producir el
Porque al llegar hasta sus últimas consecuencias, los mismos nihilismo (o sea, el rechazo radical del valor, el sentido,
valores que hemos tenido hasta ahora son los que lo hacen el deseo). Estas necesidades siguen permitiendo interpre
necesario; porque el nihilismo es la resultante lógica de nues taciones diferentes. Sin embargo, en una interpretación
tros grandes valores y de nuestro ideal; porque debemos ex muy determinada, la cristiano-moral, se asienta el nihi
perimentar en nosotros el nihilismo para llegar a comprender lismo.
cuál era el verdadero valor de estos «valores»... Alguna vez 2. La decadencia del cristianismo, en su moral (que es
necesitaremos valores nuevos... inmovible) que se vuelve contra el Dios cristiano (el sentido
tic la verdad altamente desarrollado por el cristianismo, se
transforma en asco ante la falsedad y la mentira de toda in
terpretación cristiana del mundo y de la historia. La reacción
ilel «Dios es la verdad» en la creencia fanática «todo es falso».
Budismo del h e c h o ..) .
3. Lo decisivo es el escepticismo ante la moral, la de-
nulencia de la interpretación moral del mundo, que ya no
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LA VOLUN TA D DE PODER 35
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«una manera, de tranquilizarse todavía con cualquier cosa:
In vergüenza de sí mismo, como si uno se hubiera mentido a
A. El pesimismo como fortaleza —¿en qué?— en la sí mismo demasiado tiempo... Ese sentido podría haber sido:
energía de su lógica, como anarquismo y nihilismo, como el cumplimiento de un código moral, lo más alto posible, en
lodos los acontecimientos, el orden moral del mundo; o el
analítica.
B. El pesimismo como declive —¿en qué?— , como sua- incremento del amor y la armonía en las relaciones entre los
vizamiento, como sentimentalización cosmopolita, como seres; o la aproximación a un estado general de felicidad:
n incluso, la disolución en un estado de nada universal:
tout com prenda' e historicismo.
La tensión crítica; los extremos se ponen de manifiesto y
una meta sigue siendo un sentido. Lo común en todas estas
concepciones es que debe alcanzarse algo o través del pro
adquieren preponderancia.
ceso mismo: y, entonces, se comprende que por este devenir
mida se cumple, nada se alcanzará... Por tanto, la desilusión
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sobre una supuesta finalidad del devenir es la causa del nihi
lismo: sea con relación a un fin completamente determi-
La lógica del pesim ism o hasta el último nihilism o; ¿qué
imdo, sea generalizando la consideración de la insuficiencia
de todas las hipótesis del fin sustentadas hasta ahora, que
es lo que impulsa aquí? Concepto de la falta de valor, de la
>.r refieren al «desarrollo como un todo» (el hombre que no
fa lta de sentido: hasta qué punto los valores morales están
es un colaborador, y mucho menos el punto central del de
dentro de todos los demás altos valores.
venir).
Resultado: los juicios morales de valor son condenacio
nes, negaciones: la moral es la renuncia a la voluntad de Surge, en segundo lugar, el nihilismo como estado psico
lógico, cuando se ha aplicado una totalidad, una sistemati-
existir.
/nción, incluso una organización en todo suceder y bajo todo
suceder, de manera'que en una representación total de una
lorma suprema de dominio y gobierno se deleite el alma se
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dienta de admiracióriy gloria (si se trata del alma de un Ió
DESMORONAMIENTO DE LOS VALORES nico, bastarán aquella consecuencia absoluta y una dialéc-
COSMOLÓGICOS lica de lo real para conciliario todo...). Una forma de unidad,
*wilquier forma de «monismo»; y, como consecuencia de
rsln fe del hombre en un sentimiento profundo de conexión
A
v dependencia de un «todo» infinitamente superior a él, un
niniliis de la divinidad... «El bien de la totalidad requiere la
El nihilismo, como estado psicológico, surgirá primera
fiilivga del individuo»... ¡Pero hay que darse cuenta de que
mente, cuando hayamos buscado un «sentido» a cualquiei
un existe tal totalidad! En el fondo, el hombre ha perdido la
suceso que no lo tenga, de manera que el que busca acafri
i u-encia en su valor, cuando a través de él no actúa un todo
perdiendo el ánimo. El nihilismo es entonces la consciencia
de un largo despilfarro de fuerzas, la tortura del «en vano», mi initamente precioso: es decir, ha concebido un todo se
mejante para poder creer en su propio valor.
la inseguridad, la falta de oportunidad para rehacerse de al
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El nihilismo, como estado psicológico, tiene, además, una rías, y que, después de este exam en, el mundo em pieza a no
tercera y última forma. Dadas estas dos consideraciones: que lener valor para nosotros, debem os preguntam os de dónde
no se llega a nada con el devenir, y que bajo todos los deve nace nuestra creencia en ellas. ¡Tratemos de averiguar si es
nires no gobierna ninguna gran unidad en la que el individuo posible negarlas! Cuando hayamos desvalorizado estas tres
pueda sumergirse por completo, como en un elemento del más categorías, la dem ostración de su inaplicabilidad en todo no
alto valor, queda entonces com o subterfugio condenar todo es razón suficiente para desvalorizar el universo.
el mundo del devenir com o engaño e inventar un mundo si Resultado: la creencia en las categorías de la razón es la
tuado más allá de este y considerarlo como un mundo verda m usa del nihilismo; hemos medido el valor del mundo por
dero. Pero tan pronto com o el hombre llega a darse cuenta de categorías que se refieren a un mundo puramente ficticio.
que 'la construcción de tal mundo se debe tan solo a necesida Conclusión: todos los valores con los cuales hem os tra
des psicológicas y no tiene, por tanto, derecho a la existen tado hasta ahora de hacernos apreciable el mundo, prim era
cia, surge la última forma del nihilismo, una forma que com mente, y con los cuales, después, incluso lo hemos desvalo-
porta en sí misma no creer en un mundo metafísico, y que se li/.ado al haberse mostrado estos inaplicables; todos estos
prohíbe, igualmente, la creencia en un verdadero mundo. valores, reconsiderados psicológicamente, son los resultados
Desde este punto de vista, se admite la realidad del devenir tic determinadas perceptivas de utilidad, establecidas para
com o única realidad y se rechaza cualquier clase de camino conservar e incrementar la imagen de dom inio humano, pero
torcido que conduzca al más allá y a las falsas divinidades; proyectadas falsamente en la esencia de las cosas. La inge
pero no se .soporta ese mundo, aunque no se le quiera negar... nuidad hiperbólica del hombre sigue siendo, pues, conside
¿Qué es lo que ha sucedido, en suma? Se había alcanzado rarse a sí m ismo com o el sentido y la m edida del valor de las
el sentimiento de la falta de valor cuando se com prendió que cosas.
ni con el concepto «fin», ni con el concepto «unidad», ni con
el concepto «verdad» se podía interpretar el carácter general de
la existencia. Con ello, no se alcanza ni se obtiene nada; falta la 13
unidad que engrana en la multiplicidad del acontecer; el ca
rácter de la existencia no es «verdadero», es falso..., ya no se El nihilismo representa un estado patológico intermedio
tiene absolutamente ningún fundam ento para hacerse creer a (lo patológico es la m onstruosa generalización, la conclu
sí mismo en la existencia de un mundo verdadero... En resu sión sin ningún sentido), sea porque las fuerzas productivas
men: las categorías «fin», «unidad», «ser, con las cuales he mi son todavía bastante fuertes, sea porque la decadencia va
mos atribuido un valor al mundo, son desechadas de nuevo cila aún y no ha descubierto todavía sus medios auxiliares.
por nosotros, ahora el mundo aparece com o falto de valor... Supuesto de esta hipótesis: que no hay ninguna verdad,
i|tie no hay ninguna cualidad absoluta de las cosas, ninguna
■■cosa en sí». Esto es nihilismo, y, verdaderamente, nihilismo
B iwlremo. Sitúa el valor de las cosas precisamente en el hecho
ile que ninguna realidad corresponde ni correspondió a estos
Admitiendo que hemos reconocido hasta qué punto el valores, sino que son solo un síntoma de fuerza por parte del
mundo ya no puede ser inteipretado con estas tres catego i|tie atribuye el valor, una simplificación para fines vitales.
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dad del ser-así-y así de este mundo; en resumen, para expli tareas. La autoridad de la c o n c ie n c ia aparece ahora en pri
car e! mal y la maldad: lógica escandalosa en un filósofo...) mera línea, como indemnización a cambio de una autoridad
personal (cuanto más se emancipa la conciencia, más impera
tiva se hace la moral). O la autoridad de la ra zó n . O el in stin to
18 so c ia l (el rebaño). O la h isto ria , con su espíritu inmanente
que tiene su fin en sí, y a la que puede uno a b a n d o n a r s e . Se
El signo más general de los tiempos modernos: el hom querría eludir, para anular totalmente a la voluntad, al deseo
bre, a sus propios ojos, ha perdido, increíblemente, dignidad. de un fin, al riesgo, a sí mismo; querríamos libramos de la
Durante mucho tiempo fue el centro y el héroe trágico de la responsabilidad (se aceptaría el fatalismo). En fin: la fe lic i-
existencia; entonces se esforzó, al menos, en demostrarse ■dad y, con cierta tartufería, la felicidad de la mayor parte.
emparentado con las partes más decisivas y valiosas de la Se dice uno a sí mismo:
existencia: como hacen todos los metafísicos que quieren es
1) Un fin determinado no es necesario en absoluto.
tablecer la dignidad del hombre con la creencia de que los
2) No es posible prever el fin.
valores morales son valores cardinales. El que abandona a
Dios, con tanta más firmeza se a terra a la creencia en la Precisamente ahora que la voluntad sería necesaria en
moral. toda su potencia, es lo más d é b il, lo más p u s ilá n im e . Abso
luta desconfianza contra la fuerza organizadora de la volun
tad en conjunto.
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Cualquier valoración moral (como, por ejemplo, la bu
dista) acaba en el nihilismo; ¡esperamos esto para Europa! E l n ih ilis ta p e r fe c to .—El
ojo del nihilista idealiza dentro
Se cree salir del paso con un moralismo sin fondo religioso: de lo feo, es infiel a sus recuerdos, los deja abatirse, desho
pero para ello es forzoso el camino hacia el nihilismo. En la jarse; no los protege contra las lívidas decoloraciones que
religión es necesario considerarnos como creadores de valo vierte la debilidad sobre lo lejano y lo pasado. Y lo que no
res morales. ejercita contra sí no lo ejercita tampoco contra el pasado
completo de los hombres: lo deja abatirse igualmente.
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La pregunta del nihilismo «¿para qué?» parte de los hábi El nihilismo tie n e d o b le s e n tid o :
tos mantenidos hasta ahora, según los cuales el fin parecía
establecido, dado, exigido desde fuera, es decir, por alguna A) El nihilismo como signo del creciente poder del es
a u to r id a d s o b r e h u m a n a . Al dejar de creer en esta, se buscó, píritu: nihilismo activo.
sin embargo, según la antigua costumbre, otra autoridad que B) El nihilismo como decadencia y retroceso del poder
supiera hablar de forma absoluta y pudiera ordenar fines y del espíritu: nihilismo pasivo.
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convertir algo en nada por el juicio secunda el convertir algo
en nada por la mano.
El nihilismo como estado normal. Puede ser un signo de
fuerza; la intensidad del espíritu puede haber aum entado de
tal modo que las metas que tenía hasta ahora («conviccio
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nes», artículos de fe) resulten inadecuadas (pues una creen
cia expresa, en general, el apremio de las condiciones vita
Sobre la génesis del nihilista.— Solo tardíamente se tiene
les; un sometim iento al influjo de las relaciones bajo las
el coraje de adm itir aquello que sabemos con certeza. El que
cuales un ser prospera, crece, gana poder...); por otra parte,
yo, hasta ahora, haya sido fundam entalm ente nihilista, hace
el signo de una potencia insuficiente para establecerse a sí.
muy poco tiempo que me lo he confesado a m í mismo: la
m ismo de forma productiva, de nuevo, una meta, un porqué,
energía, el radicalismo con que seguía adelante com o nihi
una creencia.
lista m e ocultaron esta verdad esencial. Cuando se va hacia
A lcanza su máximo de fuerza relativa com o potencia vio
un fin, parece imposible que «la falta de fin en sí» sea una
lenta de destrucción: com o nihilismo activo.
creencia esencial.
Su antítesis sería el nihilismo fatigado, que ya no ataca:
su form a m ás conocida es el budism o, com o nihilism o
pasivo, com o signo de debilidad; la potencia del espíritu
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puede estar cansada, agotada, de form a que las metas y va
lores que tenía hasta ahora resulten inadecuados, faltos de
El pesim ism o de las naturalezas vigorosas.— El «para
crédito; de forma que la síntesis de valores y metas (base so
qué» después de una lucha terrible, incluso aun después de
bre la que descansa toda cultura fuerte) se disuelve y los va
la victoria. Que es algo cien veces más importante que pre
lores aislados se hagan le g u erra— disgregación— , que todo
guntamos si nos encontramos bien o mal — instinto funda
lo que refresca, cura, tranquiliza, aturde, pase a primer plano
mental de todas las naturalezas fuertes— y, en consecuencia,
bajo diferentes disfraces: religiosos, morales, políticos, esté
si los dem ás se encuentran bien o mal. En resumen, que te
ticos, etcétera.
nemos una meta y .que por ella no vacilamos en hacer vícti
mas humanas, arrostrar todos los peligros, tom ar sobre nos
otros mismos todo lo malo, todo lo peor: la gran pasión.
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Napoleón: casi todas las esperanzas más altas de este t diño instrumento de la ciencia: abrir los ojos a los distintos
siglo.) |K'(|ileños placeres, por ejemplo, con reconocimiento (mo
2) La e s p e c ie in fe r io r («rebaño», «masa», «sociedad») destia contra sí mismo); generalizar esta modestia contra sí
olvida la modestia y exagera sus necesidades de valores c ó s mismo basta convertirla en p a th o s ; la mística, el goce vo
m ic o s y m e ta fís ic a s . Por este proceso se v u lg a r iz a la exis luptuoso del vacío eterno, el arte «por el arte» («le fait»); el
tencia entera: hasta tal punto que domina la masa, tiraniza a ■•puro conocer» como narcótico del asco de sí mismo; cual
los hombres de excepción, de manera que pierden la fe en sí quier trabajo estable, cualquier pequeño fanatismo estúpido;
mismos y se convierten en nihilistas. In confusión de todos los medios, la enfermedad por falta de
Todas las tentativas de crear tipos superiores fracasaron moderación en general (la disipación mata el placer).
(«romanticismo», el artista, el filósofo, contra la tentativa de
Carlyle de concederles los más altos valores morales). 1) Debilitación de la voluntad como resultado.
La re siste n c ia contra los tipos superiores como resultado. 2) Contraste de sentimientos entre un orgullo extremo y
O c a s o e in s e g u r id a d d e to d o s lo s tip o s su p e rio re s. La lu In humillación de pequeñas debilidades.
cha contra el genio («poesía popular», etcétera). Compasión
por los humildes y por los que sufren como m e d id a de la a l
tu r a d e l a lm a . 30
Falta el f iló s o fo que descifre la acción, no solo el que la
poetiza. Llega ya la época en que tendremos que pagar el haber
Nido cristianos durante dos milenios: perdemos la fuerza de
gravedad que nos permitía vivir, hace ya tiempo que no sa
28 llemos de dónde venimos y adonde vamos. Nos precipita
mos, de repente, en las valoraciones opuestas con el grado
El nihilismo in co m p le to , sus forma: vivimos en medio de él. ile energía que ha despertado, incluso en el hombre, una su
Los intentos de escapar al nihilismo sin transmutar los va pervaloraron extrema del hombre.
lores aplicados hasta ahora: producen el efecto contrario, Hoy todo es completamente falso; todo son «palabras»,
agudizan el problema. mmrquía, debilidad o exaltación.
a ) Se busca una especie de solución terrena, pero en el
29 mismo sentido que el t r i u n fo d e fi n i ti v o de la verdad, del
iimor, de la justicia (el socialismo: «igualdad de la per
L a s c la s e s d e a u to a tu r d im ie n to . — En lo más interno: ¿no sona»).
encontrar una salida? Vacío. Intentos de liberarse en la em b ) Se intenta igualmente mantener el ideal moral (con pre
briaguez: la embriaguez como música, la embriaguez como ponderancia de lo altruista, de la abnegación, de la negación
crueldad en el placer trágico de la caída de los más nobles, ile la voluntad).
la embriaguez como entusiasmo ciego por hombres o épocas c) Se intenta incluso conservar el «más allá» aunque sea
aisladas (como odio, etcétera). Intento de trabajar sin sentido. solo co m o incó"»^' lo interpreta de ma-
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m ism o o el optim ism o . N o se h a c o m p ren d id o lo q u e está al
iili'imce de la m año: que el p esim ism o n o es un p ro b lem a,
Evolución del pesim ism o al nihilismo.— Desnaturaliza
Miio un síntom a: que la palabra « p esim ism o » d ebería su sti
ción de los valores. Escolástica de los valores. L os valores,
tuirse por la de «nihilism o»: que la cu estió n de si no ser es
perdidos, idealizados, en lugar de do m in ar y dirig ir la ac
mejor q u e ser, es ya. po r sí m ism a, u n a en ferm ed ad , un signo
ción, se vuelven contra ella, co ndenándola.
ile declive, una idiosincrasia.
C ontradicciones introducidas en lu gar de los grad o s y e;i
lil m ov im ien to nihilista es solo la ex p resió n de u n a de-
tegorías naturales. O dio a la jerarq u ía. L as contradicciones
i mlencia fisiológica.
co rresponden a una ép o ca po pu lach era, p o rq u e son fáciles
de com prender.
El m u n d o rechazado en presencia de un m undo cons
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truido artificialm ente, «verdadero, válido». Finalm ente, se
descu bre con qué m ateria se edificó el « m un d o verdadero»,
Debe comprenderse: que todas las clases de decaim iento
y ya solo q u ed a el reprobado, cargando en la cu enta de este,
V de dolen cia han ayu dad o , co n stan tem en te, al en ju icia
esta su prem a desilusión.
miento de v alo res totales; que, en el resu ltad o d e esta v alo
Y con esto ha llegado el nihilism o: se han con serv ad o los
ración d e co nju n to, la d ecad en cia h a llegado a ser p repo n d e
valores que sirven para juzgar, ¡y nada más!
rante, h a llegado, incluso, a dom inar; que no solo ten em o s
E sto da lugar al nacim iento del pro blem a de la fuerza y l;i
i (tic luchar contra todas las m iserias actuales, consecuencia de
debilidad:
In degeneración, sino que to d a d e cad en cia p ro d u cid a hasta
1) Los débiles se rom pen aq uí en pedazos. ulioru h a q u ed ad o retard ad a, es decir, to d av ía viva. U na tal
2) Los fuertes destruyen lo que no se rom pe. nhorración general de la h u m an id ad , d e sus instintos fu n d a
3) Los m ás fuertes superan los valores que sirven pañi mentales, una tal d ecad en cia general de los en ju iciam ien tos
juzgar. dr valores fo rm a la interrogante p ar excellence, el verdadero
m rrtijo que el anim al «hom bre» p ro po n e al filósofo.
Todo esto en conjunto crea Ia edad trágica.
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III. E L M O V IM IE N T O N IH IL IS T A C O M O EX PR ESIÓ N
D E LA D E C A D E N C IA
Hl concepto «décadence».— L a d esco m p o sició n , la d e
la c ió n , los residuos, no son algo co n d en able en sí m ism o,
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*nn solam ente una co n secuen cia n ecesaria de la vida, del
i iccim iento vital. L a aparición de la d ecad en cia es tan esen-
R ecientem ente se han llevado a cab o m u ch o s ab u so s con
i lilimente n ecesaria co m o cu alq u ier su rg im ien to y av ance de
el em p leo de una p alabra fortuita e in adecuad a en todos l o s
In vida, y n o se tie n e en la m a n o el m e d io d e h a cerla d es-
sentidos, se h a b la en todas partes de « p esim ism o » , se intent;i
«piirecer. P o r el contrario , la razón ex ig e qu e resp etem o s sus
a toda co sta solucionar la cuestión de si tiene razón el pesi
ilcrcchos.
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Es ignominioso que todos los socialistas sistemáticos (La cura: por ejemplo, el militarismo, a partir de Napo
crean que podrían darse circunstancias, com binaciones so león, que vio a la civilización com o su «enemiga natural».)
ciales bajo las cuales el vicio, la enfermedad, el crimen, ki
prostitución, la miseria, dejen de crecer... Esto significa con
denar la vida... 42
Una sociedad no es libre de perm anecer siempre joven.
Incluso en sus más florecientes momentos de esplendoi Lo que se tuvo hasta el presente com o causas de la dege
tiene que dejar sus inmundicias, sus detritus. C.uanto con neración son sus consecuencias.
más energía y audacia vaya adelante, más rica será en fraca Asimismo, aquello que ha venido considerándose como
sos, en deformidades, y más cercana estará de la caída... L;i nira de la degeneración, son simples paliativos contra cier-
vejez no puede eliminarse con instituciones. Ni la enferme Ihn efectos de ella: los «curados» no son más que un tipo de
dad. Ni el vicio. los degenerados.
Consecuencias de la decadencia: el vicio: la viciosidad; la
enfermedad: la diátesis epidémica; el crimen: la criminali-
41 ildtl; el cebilato: la esterilidad; el histerismo: la abulia; el al-
mholismo: el pesimismo; el anarquismo: el libertinaje (lam
Fundam entos sobre la naturaleza de la decadencia: lo inen el espiritual). Los calumniadores, los subversivos, los
que hasta ahora hemos considerado com o sus causas son so escépticos, los destructores...
lamente sus consecuencias.
Con esto se modifica totalmente la perspectiva del pro
blema moral. 43
Toda la lucha moral contra el vicio, contra el lujo y el cri
men, incluso contra la enferm edad misma, peca de ingenui Sobre el concepto «décadence».
dad, parece superflua: no hay posible «enmienda» (contra el I) La duda está m otivada por la decadencia, igualmente
arrepentimiento).
que el libertinaje del espíritu.
La decadencia misma no es algo contra lo que pudiera lu .’) La corrupción de las costumbres está m otivada tam
charse: es absolutamente necesaria y propia de todas las épo bién por la decadencia (debilidad de la volición, necesidad
cas, de todos los pueblos. Lo que se debe com batir con to ile estimulantes muy fuertes).
das las fuerzas es la posible contaminación de las partes
') Los m étodos curativos, sicológicos y morales, no al-
sanas del organismo.
Ieiiui la marcha de la decadencia, no la contienen, son fisio
¿Actuamos así? Hacemos todo lo contrario. Precisamente lógicamente nulos.
en este sentido se orientan los esfuerzos de la humanidad.
¿En qué modo se encuentran relacionados con este pro I lay que considerar la gran nulidad de estas «reacciones»
blema biológico fundamental todos aquellos valores que |iielenciosas; no son más que formas de narcotización utili-
hasta ahora han venido considerándose com o superiores? L;i /iiilas contra ciertas consecuencias fatales; no logran elimi-
filosofía, la religión, la moral, el arte, etcétera. imi totalmente el elemento morboso de la decadencia; no pa
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LA V OLUNTAD DK PODF.R 59
evitablemente tom a sus propios instintos de declive como Un largo reflexionar sobre la fisiología del agotamiento
norm a del juicio sociológico. me forzó a la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto los juicios
La vida que declina en la Europa actual formula en ellos di' los agotados se han introducido en el m undo de los va
sus ideales colectivos; todos ellos se parecen, hasta confun lores?
dirse, a los ideales de viejas razas que aún sobreviven... El resultado fue de lo más asombroso, incluso para mí,
Del m ism o modo, el instinto de rebaño — un poder que i|ue ya me había encontrado familiarizado con algunos m un
hoy se ha hecho soberano— es algo fundamentalmente di dos bastante extraños: encontré que todos los juicios de va
ferente del instinto de una sociedad aristocrática: depende lor superiores, a todos los que han llegado a enseñorearse
del valor de las unidades el significado de la suma... Tod;i Nobre la humanidad, al menos sobre la humanidad dom esti
nuestra sociología no conoce ningún otro instinto que el del cada, se podían rastrear hasta descubrir que eran juicios de
rebaño, es decir, el de la sum a de los ceros, en que cualquiei ngotados.
cero tiene los «mismos derechos» en un lugar donde es un;i Tras los nombres más sagrados deduje las tendencias más
virtud ser un cero... destructoras; se ha llamado Dios a todo lo que debilita, a
La valoración con la que se juzgan hoy las diferentes tor lodo lo que predica la debilidad, a todo lo que infecta de de
mas de la sociedad es exactamente igual a aquella que con bilidad...; descubrí que el «hom bre bueno» era una auto-
cede un valor más alto a la paz que a la guerra; pero este jui «lirmación de la decadencia.
ció es antibiológico, es, incluso, un aborto de la decadencia de Aquella virtud; de la cual todavía ha dicho Schopenhauer
la vida... La vida es una consecuencia de la guerra, la sociedad que es la superior, la única, el fundam ento de todas las vir-
misma es un medio para la guerra... El señor Herbert Spen ludes, justam ente la piedad, la reconocí yo com o más peli
cer es un decadente como biólogo; lo es tan bien como moni grosa que cualquier vicio; dificultar esencialm ente la selec-
lista (¡ve algo digno de adm irar en el triunfo del altruismo!) i'ión de la especie y el limpiarla de excrementos, esto se ha
conocido hasta ahora com o la virtud por excelencia... Hay
i|iie honrar a la fatalidad; la fatalidad que dice al débil: «¡pe-
54 rrce!»...
Se ha llamado Dios a lo que com batía a la fatalidad; a lo
He tenido la suerte de volver a encontrar, después de mi \|tlc em pobrecía y corrom pía a la humanidad... No se debe
lenios enteros de extravío y equivocaciones, el cam ino qm iisnr el nombre de Dios en vano...
lleva a un sí y a un no. La raza está corrompida, no por sus vicios, sino por su ig
Enseño el no contra todo lo que debilita, contra todo le norancia; está corrom pida porque no ha entendido el agota
que agota. miento com o tal agotamiento: los errores fisiológicos son
Enseño el .sí hacia todo lo que fortalece, acum ula tuerzas i misa de todo mal...
justifica el sentimiento de la fuerza. La virtud es nuestro gran error.
Hasta ahora no se enseñaron ni lo uno ni lo otro: se ha en Problema: ¿cómo llegaron a hacer los agotados las leyes
señado la virtud, el altruismo, la com pasión, se ha enseñad*1 ilr los valores? Dicho de otra forma: ¿cómo llegaron al po-
incluso la negación de la vida. Todos estos son valores ca ilcr los que son los últimos?... ¿Cómo llegó el instinto del
racterísticos de los agotados. Hiinnal hombre a estar cabeza abajo?...
I
68 FRIED RICH N IETZSC H E LA V OLUN TA D DE PODER 69
IV. L A C R ISIS : E L N IH IL IS M O Y L A ID E A ¡Esta es la form a ex trem a del nihilism o!: ¡la nada («el a b
DEL RETORNO surdo») eterna!
Form a eu rop ea del budism o: la energía del sab er y de la
55 Tuerza o bliga a una creen cia sem ejante. Es la m ás científica
tic lodas las hipótesis posibles. N egam os las m etas finales: si
L as p osiciones ex trem as no se resuelven co n posiciones lu existencia tuviera un fin, este tendría ya que h ab er sido al-
m oderadas, sino con otras igu alm en te ex trem as p ero contra i'mizado.
rias. Y así sucede con la creencia en la inm oralidad absoluta de •
la naturaleza, con la inutilidad y la falta de sentido de la em an ^ :¡: ,-Jí
cipación psicológicam ente n ecesaria, cu an do y a n o se puede
m an ten er la creencia e n D ios y e n un o rd en m oral esencial. E ntonces se co m p ren d e q u e lo que se persigue aq u í es
El nihilism o aparece aq u í no po rqu e la d esg an a p o r la exis Ulia antítesis del panteísm o: puesto que la creen cia de que
ten cia sea m ás grande que antes, sino p orque nos h em os he lodo e s p e rfe c to , d iv in o , e te rn o n o s fu e rz a a a d m itir el
cho d esconfiad os hacia un « sentido» del m al, e incluso d e lu "eterno retorno». U na pregunta: ¿se ha im p ugnado tam bién
existencia. P ereció una interpretación: puesto que, mientras lu m oral, este d ec ir «sí» p an leísta a todas las cosas? En el
la interpretación servía, p areció c o m o si n o h ubiera ningún huido lo que se ha sup erad o es sólo el D ios m oral. ¿T iene
sentido en la existencia, c om o si todo fu era e n vano. wivlido cre er en un D ios « m ás allá del b ien y del m al» ? ¿Se-
tIn panteísm o pen sar en este sentido? ¿S u p rim irem o s la idea
i
* * * l ilr lin alid ad del p ro c e so y, a p e sa r de to d o , c o n firm a re m o s
el proceso? E sto sucedería si den tro de ese pro ceso , en todo
El qu e este «en vano» sea el carácter de nuestro nihilismo m om ento, se alca n z a se un fin, y ese fin fu era sie m p re el
actual q u e d a p o r dem ostrar. L a d esco n fian za co n tra nuestras misino.
apreciaciones de valores anteriores ascien d e hasta la si Spinoza alcanzó una tal posició n afirm ativ a en cuanto
i guíente pregunta: ¿no serán todos los valo res m ed io s de se i|lie cada m o m en to tiene una necesid ad lógica; y él triunfó,
d ucción con los cuales la co m ed ia se alarga p ara q u e no lie | mh m edio de su instinto fun d am en talm en te lógico, sobre
i gue n u nca el desenlace? L a duración con un «en vano» sin nuil tal co nd ició n del m undo.
sentido y sin finalid ad es la idea m ás paralizad ora, sobre
| todo c uando se co m prend e que lo en gañ an a uno y, sin em * % ?¡¡
( bargo, n o está en las fuerzas d e uno el p o d e r evitar.
t l'ero su caso es solo un caso aislado. C u alq u ier rasg o fun-
* % * limuental del carácter que palpite en el fo n d o de cu alq uier
I' Invito, que se exp rese en cu alq u ier acontecer, c u an d o sea
C onsid eram o s e sto s pen sam ien to s e n su fo rm a m ás terri «^perim entado p o r un individuo co m o su rasgo c aracterís
ble: la existen cia tal co m o es, sin sen tid o y sin finalidad tico fundam ental, debería im p u lsar a ese individuo a ap ro bar
pero in evitablem ente re to m an d o sob re sí, sin llegar a un li lillinlalm ente cad a instante d e la existen cia universal, lm pli-
nal en la nada: «El etern o retorno». Hti'lii. incluso, que se percibiese con placer p ara uno m ism o
70 ERIEDRICH NIETZSCHF, [.A V OLUNTAD OH PODER 71
este rasgo fundam ental del carácter, q u e se co n sid erará destruya. los m alp arad o s ya no h allarían en ella .su c o n
bueno y valioso. duelo y p erecerían .
P ero la m oral ha protegido, co n tra (a d esesp eración y el
salto a la nad a en tales h o m b res y estratos, a la vida que ha '■i: :Íi
bía sido v io lentada y oprim id a p o r los h o m bres, p uesto qui
la im potencia contra los hom bres, n o la im p otencia co n tra la liste p erecim iento se presenta c o m o la ruina de sí m ism o,
naturaleza, testifica la am argura m ás d esesp erad a con tra l;i i m no la elecció n instintiva de lo que forzosam ente destruye.
existencia. L a m oral ha tratado co m o en em igos a los autori I ,ds síntom as de esla autodeslrucción de los m alparados es
tarios, a los que ejercitaban la v iolencia, a los «Señores* lii m ilovivisección, el env en en am ien to , la em b riaguez, el ro
co n tra los que debe ser p rotegido, es decir, alentado, fortale m an ticism o an te lo d o la tu e rz a in stin tiv a q u e nos lleva a
cido. el hom bre com ún. P or consiguiente, la m oral ha ense lenli/.ar acto s p o r los c u a le s h ace m o s p o d ero so s a n u estro s
ñado a o d iar y despreciar en lo m as pro fu ndo lo qu e es el t'iiem igos m o rta le s (qu e se erig en , c o m o q u ien d ic e , en sus
rasgo característico fundam ental de los do m inado res: su vo I>iopios verd ug os), la voluntad de destru cción co m o volun-
Imitad de poder. N egar, d estru ir y elim in ar esta m oral sera IimI de un m ás pro fu ndo instinto, el instinto de autodestruc-
co n sid erar el instinto m ás o d iad o con un sen tim iento y valo i Itui. la voluntad de la nada.
rización contrarios. Si el q u e sufre, el o prim ido, perdiera la Ir
en su derecho a p oder d esp reciar la voluntad de poder, en * *
traría de lleno en la fase de la desesperación total. Se daría este
caso cuando este rasgo fuera esencial para la vida, cuando !;i l il nihilism o, co m o síntom a de ello, indica que los deshe-
co n secuencia fuera q u e incluso en aquella voluntad de mu itfdmlos ya n o tienen ningún con suelo, q u e destruyen para
ral esta «voluntad de poder» estuviera sola, encubierta, que ni'i destruidos: que, privados de la m oral, ya no tienen nin-
tam bién aquel odio y desprecio fueran una voluntad d e pn tiliuii razón para «entregarse», que están afincados en el te-
der. El oprim ido se daría entonces cu en ta de que estaba ;il iieuo del principio opuesto y tam b ién quieren p oder por su
m ism o nivel que el opresor y no tenía ningún privilegio ih |Mile forzando a los p oderosos a ser sus verdugos. E sta es la
ningún rango superio r sobre este. turnia europea del budism o, el no-activo, después de que
nula existencia ha perdid o su «sentido».
por la larga lucha de o piniones filosóficas h asta el m ás d es cnsualidad, del absurdo, sino que la am aban; los que pueden
esperado escepticism o co ntra la filosofía, caracteriza igual pensar en el h o m b re c o n una sig n ific a tiv a a m in o ra c ió n de
m ente la situación, nada inferior, de estos nihilistas, piénsese nu valor, sin p o r e so e m p e q u e ñ e c e rse ni d e b ilita rse : los
en la situación en que ap areció el B uda. L a do ctrina del liuís ric o s en salu d , lo s q u e se han a c o stu m b ra d o a las
«eterno retorno» tendría p resu p u esto s sabios (corno los ten m ayores desg racias y p o r ello y a no tem en a la desgracia,
dría la doctrina del B uda, p or ejem plo: el con cepto de la ca hom bres que están seguros d e su p o d er y q u e representan
sualidad, etc.). con un o rg u llo co n sc ie n te la fu erza qu e el h o m b re ha a d
quirido.
^ 'f*
:¡s * t'fi
¿Q ué significa ento nces «desheredado»'? C onsiderem os
la cuestión sobre todo fisiológicam ente, ya no políticam ente. ¿Q ué pensaría un ho m bre así del «eterno retorno»?
La clase m ás insana del ho m b re de E uropa (en todos los es
tratos) es la base de este nihilism o; ella co n ceb irá la creen
cia en el «eterno reto m o » co m o una m ald ició n que cuando 56
hiere hace que 110 se retroceda ante ningún acto; querrá no
ex tinguir pasivam ente, sino ex tin g u ir todo lo que hasta esc V. P E R IO D O S D E L N IH IL IS M O E U R O P E O
punto está falto de sentido y finalidad: a p esar qu e se traía
solo de un espasm o, de una rabia cie g a ante la idea de que El p e r io d o d e o sc u rid a d , de toda clase de tentativas para
todo estaba allí desde la etern id ad , incluso este m om en to de conservar lo viejo y no d ejar escap ar lo nuevo.
nihilism o y de ansia d e destrucción. El v alo r de una crisis tal El p e r io d o d e c la r id a d ; se co m p ren d e q ue viejo y nuevo
reside en qu e purifica, en que fu erza la agru p ación d e ele son co n trad iccio n e s fu n d am en tales: los valores antiguos
m entos sem ejantes y los hace d esco m p o n erse m utuam ente: nacieron de la vida en decliv e, los nu ev o s, d e la vid a as
en q ue asigna a los h o m b res de form as de p en sar opuestas cendente; se c o m p ren d e q u e todos los an tig u o s ideales son
tareas co m u n es, trayen do a la luz tam bién, d e entre ellos, ;i opuestos a la vida (nacido s de la d ecad en cia y d ete rm i
los débiles, a los inseguros, y p ro v o can d o así el im pu lso ha nantes de la d ecad en cia, au nq ue estén ad o rn ad o s con el
cia una jerarq u ía de las fuerzas d esd e el punto d e vista de l;< m agnífico traje d o m in g u ero d e la m oral). C o m p ren d em o s
salud: reconociend o por su co n d ició n a los q u e o rd en an y ;i lo antiguo y estam os m uy lejos de ser suficientem ente fuertes
los que obedecen. N aturalm en te, fu era de todas las norm as para lo nuevo.
sociales existentes. E l p e r io d o d e la s tre s g r a n d e s p a s io n e s : el desprecio, la
com pasión, la destrucción.
% * *
E l p e r io d o d e la c a tá s tr o fe : la aparición de una doctrina
que crib a a los hom bres... q u e em puja a los débiles, e igual
¿Q uiénes se m ostrarán aq u í co m o los m ás fuertes? Lo s mente a los fuertes, a to m ar resoluciones.
m ás m o d e ra d o s, los q u e n o te n ía n n e c e sid a d d e dogm as
e x trem o s, los que no solo acep tab an una b u en a p arte de l:i
» LA V 0 I l : n t a i > d i : p o o f .r 217
216 t-'R lE D R IC H N IE T Z S C H E
Pero ,s e pueden asim ism o conocer las consecuencias? saber de qué se trata. El mismo «crimen», por ejemplo, puede
A muy p o c o s pasos, ¿quién puede DECIR todo lo que pro ser en algún caso un privilegio superior, y, en otro, una mancha.
voca, lodo lo que suscita un acto, todo lo que excita contra De hecho, el egoísm o de los jueces es el que interpreta una
él? /S irv e de estim ulante? ¿Sirve de chispa que hace arder acción (o el autor de esta) según les es útil o nocivo a ellos
una materia explosiva...? No cabe duda de que los utilitarios m ism os (o en relación con su sem ejanza o desem ejanza).
son ingenuos. Y que, en resum idas cuentas, tenemos que sa
ber siempre lo que es útil; y, en este punto, tam poco su m i
rada ve m ás allá de muy pocos pasos... No tienen concepto 291
de la gran econom ía, incapaz de prescindir del mal.
¿Cóm o es posible que sin conocer el origen, sin conocer N orm alm ente, el concepto de «una acción reprensible»
las consecuencias, un acto tenga, en general, algún valor...? nos colm a de dificultades. Nada de lo que ocurre puede ser
Nos queda el acto mismo: los fenómenos que lo acompañan en sí reprensible, pues no se hubiera podido evitar: todas las
en la conciencia, el sí o el no que sigue a su ejecución. D e cosas están tan indisolublem ente unidas, que. si tratásem os
biendo preguntarnos: ¿el valor de un acto reside en los fenó de excluir alguna, excluiríam os al m ism o tiem po el resto.
menos subjetivos que lo acompañan. (Esto sería medir el valor Un acto reprensible sería, en general, un m undo reprobado...
de la m úsica por el placer o desplacer que nos causa... que Y aun entonces, en un m undo reprobado, la reprobación
causa a su autor...) Resulta indudable que el acto aparece sería tam bién reprensible... Y la consecuencia de una m anera
acom pañado de sentim ientos de valor, del sentim iento de de p ensar que rechazase todo resultaría una práctica que
poder, de coacción, de im potencia, por ejem plo, la libertad, afirm ase todo... D ado que el devenir se nos presenta com o
el espíritu de facilidad; y, de otro m odo, la cuestión: ¿se po un gran anillo, todas las cosas tendrán el m ism o valor, serán
dría reducir el valor d e una acción a valores fisiológicos, sa igualm ente eternas, igualm ente necesarias. En todas las co
ber si es la expresión de la vida com pleta o de la vida difí rrelaciones de sí y no, de preferencia y de exclusión, de am or
cil? Q uizá su valor biológico se exprese de este m odo... v de odio, solo se expresa una perspectiva, el interés que pre
En vista de que el valor no puede ser estim ado ni por su sentan tipos determ inados de la vida: todo lo que es, en d e
origen, ni por sus consecuencias, ni por los fenóm enos que finitiva. equivale a un sí.
lo acom pañan, hay que reconocer que su valor perm anece
desconocido...
292
290
¿Crítica de los sentim iento s sub jetivos d e va lo r?— A nte
E xiste una desnaturalización de la m oral consistente en el lem a de la conciencia, en otro tiem p o solía pensarse;
qu erer separar los actos de los hom bres que los ejecutan, en cuando la conciencia rechaza una acción, d ich a acción es vi
querer oponer el odio y el desprecio al «pecado»; creyéndose tuperable. La conciencia reprueba de hech o la acción que ha
que existen actos que, por sí m ism os, son buenos o m alos. icprobado durante largo tiem po. N o hace sino volver a repe-
R establecim iento de la «naturaleza»; un acto po r sí m ism o iii : no crea valores. L o que en otro tiem p o nos llevaba a re-
está co m p letam ente d esprovisto de valor. L o im portante es i lia /a r ciertos actos no era la conciencia, sino el ju ic io (o el
220 I K 1E D R IC H N IE T Z S C H E LA V O LU N TA D D E PO D ER 221
prejuic n > ) d e l a s consecuencias... La aprobación de l a concien 1) Se ha falsificado todo desplacer, toda desgracia, com
cia, el bienestar que produce (a «paz consigo mismo», son plicando con ellos la culpabilidad (Ja folia); se ha arrebatado,
del m isino orden que el placer de un creador ante su obra, y por consiguiente, toda la inocencia al dolor.
por c onsiguiente, no prueban nada. El contento no sirve para 2) Se han desacreditado todos los sentim ientos de placer
valorizar aquello a lo que se refiere, así com o la falta de con intenso (la petulancia, la voluptuosidad, el triunfo, el orgu
tento no puede servir de argumento contra el valor de una llo, la audacia, el conocim iento, la seguridad y la confianza
cosa. Ignoramos dem asiado para evaluar la m edida de nues en sí), haciéndolos sospechosos: viendo en ellos nada más
tros actos, faltándonos la posibilidad de establecer un punto •' que pecado y seducción.
de vista objetivo. P oref hecho de reprobar un acto, no som os 3) Se han dado los nom bres m ás sagrados al sentimiento
jueces, sino partes... Los nobles sentim ientos que acom pa de debilidad, a la cobardía íntima, a la falta de valor perso
ñan a un acto prueban poco en favor de este: sabido es que nal; dignificándolos con los nom bres más sagrados, para su
un estado de elevación patético lleva al artista a producir brayar que son deseables en el plano más elevado.
en m uchas ocasiones obras insignificantes. Conviene decir 4) Se ha m aliníerprelado (ocio lo que es grande en el
que estas im pulsiones son harto engañosas, y que desviando hom bre, haciendo de ello (a renunciación y el sacrificio de sí
nuestra m irada, nuestra fuerza de ju ic io crítico, desvían la mismo en favor de algo relacionado con los dem ás; aun en
precaución, ¡a intuición de que hacem os una tontería, vol el conocedor, en el artista, el despojo de la personalidad ha
viéndonos estúpidos. sido torcidam ente presentado com o la causa del m ás alio co
nocim iento, de la sabiduría m ás profunda.
5) Se ha falsificado el amor, considerándolo com o ab an
I
293 dono (com o altruismo), cuando en realidad es una tom a de
posesión, y únicam ente en la superabundancia de Ja perso
D e la herencia de dos m ilenios de vivisección de la nalidad abandona algo de sí m ism o. Sabido es que solo pue
conciencia y de autocrucífixión, procede nuestro gran ejer den am ar las personas enteras: aquellas que cuentan con una
cicio, quizá nuestra maestría, nuestro refinam iento en cada personalidad despojada. Los «objetivos» resultan los peores
caso; no debiendo olvidar nuestra predisposición a confra am antes (y si no, que lo digan las m ujeres). Lo m ism o su
ternizar con la m ala conciencia. cede con el am or de Dios o de la patria: requiere que quien
Sería posible intentar algo en dirección contraría: la inclina la encarna descanse fuertem ente en sí (el egoísm o intensifica
ción no natural, es decir, la inclinación a! m ás allá, contraria el yo; el altruism o, el no-yo).
a los sentidos, contraria al pensam iento, contraria a la n atu 6 ) Se ha considerado la vida com o un castigo; la fe! icidatl.
raleza; en una palabra, la tendencia a herm anar el ideal tra com o una tentación; la pasión com o una realidad diabólica;
dicional y calum nioso de la naturaleza con la mala conciencia. la confianza en st m ism o, com o algo totalm ente impío.
En resum en: toda esta psicología es una psicología del
obstáculo, una especie d e am urallam iento por terror. Por una
294 parte, la m ayoría (los desheredados y los m ediocres) se po
nen en guardia perm anente contra los m ás fuertes (tratando
Los grandes crím enes en psicología: ile destruirlos en su desarrollo); p o r otra, quieren santificar y
I.A V O L U M A I ) D E P O D E R
222 1;R IE D R ¡C H N IE T Z S C H E
321
325
larga vida y felicidad». N uestra opinión es, por el contrario, mentó que desea, veremos en él la más absurda de las bes
que el v ic io y la virtud en vez de causas, son consecuencias. tias... Parece com o si necesitase una liza de la cobardía, de la
Se llega a ser un hom bre honrado, sencillamente, porque se pereza, de la debilidad, del servilismo, para alivio de sus fuer
es un hombre honrado: es decir, porque se ha nacido con un tes y varoniles virtudes: analizad las concupiscencias hum a
capital de buenos instintos y de condiciones prósperas... Si nas, sus «ideales». El hombre que lo intenta se libra de sus
se nace pobre, si se nace de padres que todo lo han dilapi eternos valores en sí mismo, de sus actos: en lo insignificante,
dado sin recoger nada, se es «incorregible», estándose dis en lo absurdo, en lo pueril. La pobreza de espíritu en él resulta
puesto para el presidio o el manicomio... Nosotros no pode espantosa. El ideal es, por así decirlo, el tributo que el hom
mos imaginar la degeneración moral desvinculada de la bre paga por el desgaste que tiene, que hace en todas sus ver
degeneración física: la prim era no es más que un conjunto de daderas tareas. Al cesar la realidad empieza el sueño, la fatiga,
síntomas de la segunda... se es necesariam ente m alo com o se la debilidad: el ideal es justamente una forma del ensueño, de la
es necesariam ente enfermo... La palabra «malo» expresa en fatiga, de la debilidad... Las naturalezas más fuertes y las más
este caso ciertas incapacidades que están fisiológicamente li desmayadas se equiparan cuando se entregan a este estado:
gadas al tipo de la degeneración: por ejemplo, la debilidad divinizan la disminución del trabajo, de la lucha, de la pasión,
de la voluntad, la incertidumbre y hasta la multiplicidad de la de la tensión, de la contradicción, de la realidad en suma... de
«persona», la impotencia para suprim ir la reacción a una ex la batalla del conocimiento, del descanso del conocimiento...
citación cualquiera y de dominarse, la coacción en cualquier Suele llamarse «inocencia» al estado ideal de ignorancia;
especie de sugestión de la voluntad ajena. El vicio no es una «bienaventuranza» al estado ideal de pereza; «am or» al es
causa, sino una consecuencia... El vicio sirve para resumir, tado ideal de bestia de rebaño que no quiere tener enemigo.
en síntesis bastante arbitraria, ciertas consecuencias de la de De tal forrita han elevado a ideal todo lo que rebaja al hom
generación fisiológica. Una proposición general, com o la bre y lo envilece.
que enseña el cristianismo — «el hombre es malo»— , estaría
justificada si se pudiera adm itir que el tipo del degenerado
fuese considerado com o el tipo normal del hombre. Pero de 333
cir esto supone en principio una exageración. Lo que es cierto
es que la proposición puede reclam ar derechos allí donde el El deseo dimensiona todo aquello que se desea; y, además,
cristianism o crece y se afinca; pues de este m odo se de crece, cuando no es satisfecho; al punto, que las m ás gran
muestra la realidad de un terreno morboso, de un terreno des ideas fueron creadas en función de los más vivos deseos.
proclive a la degeneración. Damos mayor valor a las cosas cuanto más las deseamos:
cuando los «valores morales» llegan a ser los más altos valo
res; cosa que revela que el ideal moral es el que menos se ha
332 satisfecho (en cuanto este significa la exención de todo dolor,
una m anera de lograr la bienaventuranza). La humanidad no
Nunca será bastante examinado el hombre que sabe de ha hecho más que abrazar sombras cada vez con m ayor ar
fenderse y sacar partido de las circunstancias orillando todos dor; y, por último, ha llamado a Dios a su desesperación, a su
los obstáculos; pero sí si consideram os al hombre en el mo- impotencia...
242 I R IE D R IC H N IE T Z S C H E LA V O L U N T A D DE PO D E R
334 nos deseaban que esta acabase pronto, que llegara el fin de
la humanidad lo más pronto posible; no habiendo duda al
I .¿i ingenuidad con respecto a las últimas «debilidades», guna sobre lo que se le hacía sufrir al individuo... El pro
desconociendo en tanto el «porqué» del hombre. blema de cada individuo se vinculaba a una vida futura; el
valor, el sentido, el círculo de los valores era fijo, absoluto,
formaba una sola cosa con Dios... Todo lo que se apartaba de
335 este tipo eterno era pecam inoso, diabólico, condenable...
El centro de equilibrio del valor estaba para cada alm a en
¿Cuál es la m oneda falsa en lo m oral?— Intentamos creer ella misma: ¡Salvación o condenación! ¡La salvación de las
que sabem os algo, por ejemplo, de lo que es bueno y es almas inmortales! Q uizá la forma más extrem a del egoís
malo... Esto equivale casi a saber cuál es el destino del hom mo... Cada alm a no puede tener más que un ideal, más que
bre, cuáles son sus fines. Esto supondría saber que el hom un cam ino de salvación... Forma extrem a de igualdad, enca
bre tiene un fin, un destino... denada a un abultam iento óptico de la propia importancia,
dem asiado absurda... Almas absurdam ente importantes, po
seídas de una espantosa angustia sobre su destino...
336 Hoy ya no cree nadie en esta absurda im portancia, des
pués de pasar la ciencia por el tam iz del m enosprecio. A pe
Q ue la hum anidad tiene una idea específica que realizar, sar de ello, se continúa con el hábito óptico de buscar el va
que m archa a la consecución de un fin, resulta una idea bas lor del hom bre en la aproxim ación a un ser ideal: en el fondo
tante oscura y arbitraria, aunque m uy verde. Es posible que m antenem os toda la perspectiva de autonom ía com o la de
se la deseche antes de que se convierta en idea fija... igualdad de derechos ante el ideal, «In sum nia»; creem os co
L a hum anidad, en realidad, no es un todo, sino una di nocer lo que es la últim a deseabilidad por lo que se refiere al
versidad irreducible de procesos vitales ascendentes y des hom bre ideal...
cendentes. por lo que no puede tener una juventud, una m a Pero esta le, en realidad, es una enorm e perversión aca
durez y posteriorm ente una vejez. Por el contrario, las capas rreada por el ideal cristiano: y esto lo confirm a un exam en
están m ezcladas e interpuestas, y en algunos m ilenios se exhaustivo de un tipo ideal. En prim er lugar, se cree saber
pueden dar tipos m ás jóv en es de hom bres de los que pueden que es deseable la aproxim ación a un tipo ideal; se cree tam
señalarse hoy. A dem ás, la «decadence» pertenece a todas las bién, en segundo lugar, cuál es este tipo, y, en tercer lugar,
épocas de la hum anidad: por todas partes se encuentran m a que toda desviación de este tipo supone un retroceso, un per
terias de desperdicio y de decadencia, siendo siempre el mismo juicio, una pérdida de fuerza y de poder... Se sueña con es-
el proceso biológico de separación de los productos, des lados en los que este tipo de hom bre perfecto consiga el fa
com posición y decadencia. vor de una gran m ayoría, hasta el punto que nunca hicieron
Bajo la presión de los prejuicios cristianos no se puso esta más nuestros socialistas, ni nuestros señores utilitaristas. Así.
cuestión de m anifiesto: el sentido estaba en la salvación de pareciera señalarse un fin a la evolución humana; en todo caso,
las alm as individuales; no entraba a considerarse el m ás o el la fe en un progreso hacia el ideal es la única form a en que
m enos en la dirección de la hum anidad. Los m ejores cristia hoy se concibe el fin de la historia. «In sum m a»: el hecho de
244 I K IE D R IC H N IE T Z S C H E LA VO LU N TA D DE PO D ER 245
ponerse el «reino de Dios en el futuro, en la tierra, en lo hu sí mismo (se abandona algo de sí mismo). El tipo superior:
mano, no quita que se conserve la fe en el antiguo ideal». el ideal clásico com o expresión de la prosperidad de todos
los instintos principales. De nuevo nos encontram os ante
un estilo superior: el grande estilo. Expresión de la voluntad
337 de poder. H asta el instinto m ás tem ido se atreve a afir
marse.
F orm as m ás escondidas del culto a l ideal m oral cris b) Partir de condiciones particulares en las que el mundo
tiano.— La idea cobarde y fem enina de «naturaleza», soñada aparece más vacío, más pálido, más adelgazado; en que la
por los fanáticos de esta (aparte de todos los instintos del as «espiritualización», la ausencia de sentido adquieren carác
pecto, terrible, inexorable y cínico, a la vez el m ás bello), in ter de perfección; en que se evita meticulosam ente todo lo
tenta entresacar de la Naturaleza aquella «humanidad» cris- que es brutal, todo lo que es directam ente animal, todo lo
tianomoral — concepto rousseauniano de la natuleza— , como que está dem asiado cerca de nosotros (se calcula, se elige):
si esta supusiese libertad, bondad, inocencia, justicia, idilio, el «sabio», el «ángel»; sacerdotal = virgen = ignorante, esta
siempre el culto de la moral cristiana en el fondo. Reunir lu es la característica f isiológica de sem ejantes idealistas: el
gares que han venerado los poetas, por ejemplo, las altas ideal anémico. En estas circunstancias, el problem a puede
montañas, etc. Lo que G oethe quería tener en ella — porque convertirse en el del ideal de las naturalezas que representan
adm iraba a Spinoza— . Com pleta ignorancia de los supues el prim er ideal, el ideal pagano (debiendo recordarse que es
tos de este culto... así com o Goethe ve en Spinoza su «santo»).
La idea fem enina y cobarde del hombre, al estilo de c) Partir de supuestos en virtud de los que consideramos
Comte y Stuart Mili, com o objeto posible de culto... Siem el mundo com o un absurdo, com o dem asiado malo, com o
pre volvemos al culto de la moral cristiana bajo un nuevo dem asiado pobre, com o dem asiado decepcionador, para vol
nombre... los librepensadores, por ejem plo, com o Guyau. ver de nuevo aquí o para desear de nuevo este ideal (se niega,
La idea cobarde y fem enina de «arte» com o com pasión a se destruye): esta es la proyección del ideal en lo que es con
todo el que sufre, a todo lo mal nacido (Thierry, por ejemplo, tranaturaleza, contrario a los hechos y a la lógica: la condi
en la historia): regresándose siempre al culto del ideal cris- ción del que así juzga (el «empobrecimiento» del mundo,
tianomoral. consecuencia de los sufrimientos, se toma, no se da), se lla
Por último, el ideal socialista: que no es en realidad más mará ideal contra Naturaleza (el ideal cristiano es una form a
que el m ism o ideal cristianom oral, pero mal entendido. ción intermedia entre el segundo y el tercero, predominando
unas veces bajo una forma, otras bajo otra).
Los tres ideales: a) fortalecim iento de la vida (pagano);
338 h) atenuación de la vida (anémico): < ) negación de la vida
(contranatural). Se posee el sentimiento de la «adivinación»:
£ / origen del ideal.— Examen del suelo donde se produce en su m ayor plenitud — en la elección más delicada— , en la
a) Partir de las condiciones «estéticas», en las que el destrucción y el aniquilamiento de la vida...
mundo aparece más pleno, más redondo, más perfecto,
com o es el ideal pagano, donde predom ina la afirm ación de
246 I'R IE D R IC H N IH T /.S C H K
L A V O L U N T A D DF. P O D E R 247
339
C. El tipo estoico.— La firmeza, el dom inio de sí mismo,
el carácter inquebrantable, la paz, consecuencia de una larga
A. /./ tipo consecuente.— Es preciso com prender que no
voluntad implacable — la calm a profunda, el estado de de
se liono ilerecho a odiar el mal; que no se tiene derecho a re-
fensa, la fortaleza, la desconfianza guerrera— , la firmeza de
sislivlo; que no se tiene derecho a hacerse la guerra a sí principios, la unidad de la voluntad y de la ciencia, el respeto
mismo; que no basta con aceptar el sentimiento que entraña
de sí mismo. Tipo del ermitaño. «El buey perfecto».
semejante práctica; que se vive totalmente en los sentim ien
tos positivos; que se tom a el partido de los adversarios en la
palabra y en la acción; que, por una superafectación de esta 340
dos posibles, se em pobrece el suelo reservado a otros esta
dos...; que hace falta una práctica continua. ¿Y qué es, en de Un ideal que desea afirm arse, suele apoyarse: a) en un
finitiva, lo que se ha alcanzado con esto? El tipo budista o la
supuesto origen; b) en una supuesta afinidad con los idea
perfecta vaca. les m ás poderosos ya existentes; c) en la m agia del se
Este punto de vista solo es válido cuando no reina ningún creto, com o si se tratase de un poder indiscutible; d) en el
fanatism o moral, es decir, cuando no se odia el mal por el desprestigio de todo ideal contrario; e) en una falsa doctrina
mal mismo, sino solamente porque crea caminos que nos del provecho, que trae consigo, por ejemplo, la felicidad,
ocasionan perjuicios (la inquietud, el trabajo, los cuidados, tranquilidad de alma, paz o el favor de un Dios todopode
las com plicaciones, la dependencia). roso, etc. Para la fisiología de los idealistas: Carlyle, Schiller,
Nos encontram os con el punto de vista del budismo, pues Michelet.
al no odiar al pecado, se carece por com pleto de la idea de ¿Se ha refutado un ideal, una vez que se han descubierto
«pecado». todos los expedientes defensivos y protectores con los cua
B. Tipo inconsecuente.— Al hacerse la guerra al mal, se les se le conserva...? No; se ha em pleado, sim plem ente, to
cree que la guerra, a causa del bien, no entraña las conse dos los medios que suelen utilizar los seres vivos para sub
cuencias morales que son inseparables de la guerra y no in sistir y desarrollarse.
fluye sobre el carácter de la m isma manera. (A causa de es En mi criterio, todas las fuerzas e instintos por los cuales
tas consecuencias se detesta la guerra y se la considera como no solo se conserva sino que se desarrolla la vida están pros
un mal.) De hecho, semejante guerra contra el mal corrompe critos por la moral. Para liberar la vida parece evidente que
más que cualquier enemistad de persona a persona; general hay que destruir la moral.
mente, la persona es la que remonta, por lo menos imagina
tivamente, el puesto del adversario (el diablo, los malos es
píritus, etc.). Tal actitud hostil de observación y espionaje 341
frente a todo lo que es más negativo en nosotros y podría po
seer un mal origen, termina por el estado de espíritu más Los idealistas suelen tener la prudencia de no conocer.
atorm entado y más inquieto: de suerte que el «milagro», el Son seres que tienen motivos para acum ular sombras sobre
éxtasis, la solución en el más allá se hacen ahora deseables... sí, puesto que son bastante astutos.
El tipo cristiano o el «perfecto cazurro».
248 I R I E D R I C H N1ETZ.SCHE LA V O L U N TAD D E P O D E R 249
342 se a u n ia n a (c o m p á re s e la c o n la d e P a sc a l, q u e d e d u c e de lo
c ita d o la c o n c lu s ió n d el p e c a d o o rig in a l).
iendencia de la evolución mora!. — T odo in d iv id u o d e se a E s p re c is o c o m p a r a r la ta m b ié n c o n la ló g ic a d e L u te ro .
q u e iu> p re v a le z c a o tra d o c trin a , o e s tim a c ió n d e las c o sa s, E n los d o s c a s o s se b u s c a un p re te x to p a ra in tro d u c ir un in
q u e la su y a . L a te n d e n c ia fu n d a m e n ta l d e lo s d é b ile s y m e s a c ia b le in s tin to d e o d io c o n el p re te x to d el d e b e r m o ra l y
d io c re s d e to d o s lo s tie m p o s c o n siste e n d e b ilita r a los p o re lig io s o . El o d io h a c ia la c la se d o m in a n te tra ta d e s a n tifi
d e ro s o s , tira r h a c ia a b a jo , v a lié n d o se c o m o m e d io p rin c ip a l c a rse ... (la « c u lp a b ilid a d d e Is ra e l» , b a se d el p o d e r d e los
del ju ic io m o ra l. S u e le d e s a c re d ita rs e la c o n d u c ta d e los m á s s a c e rd o te s ).
fu e rte s re s p e c to a lo s m á s d é b ile s, a tal p u n to q u e los e s ta T a m b ié n e s n e c e sa rio c o m p a ra r la ló g ic a a n á lo g a d e S an
d o s s u p e rio re s d e lo s fu e rte s su e le n se r m al c o n c e p tu a d o s. P a b lo . E n e lla la c a u s a d e D io s sirv e d e tra m p o lín a su s re
L a lu c h a d e los m á s c o n tra lo s m e n o s , lo h o s tilid a d c o n a c c io n e s, la c a u s a d el d e re c h o d e la h u m a n id a d , e tc é te ra . En
tra lo s d is tin g u id o s , d e lo s d é b ile s c o n tra lo s tu e rte s , d e sta c a c a s o d e C risto , el jú b ilo del p u e b lo se p ro d u c e c o m o c a u s a
e n tre su s m á s fin o s e p is o d io s el q u e los e x c e le n te s , los lin o s, d e la e je c u c ió n ; un m o v im ie n to a n tisa c e rd o ta l d e sd e el p rin
los p re s e n tu o s o s , se p re se n ta n c o m o d é b ile s y se v a le n d e los c ip io . E n tre los a n tise m ita s m is m o s , sie m p re e s el m is m o
m á s g ro s e ro s m e d io s d e l poder. g o lp e d e su e rte : a g o b ia r al a d v e rs a rio c o n a rg u m e n to s m o
ra le s y re se rv a rse el p a p el d e la ju s tic ia v e n g a d o ra .
34 3
3 45
1) El s u p u e s to in stin to p u ro del c o n o c im ie n to d e to d o s
los filó s o fo s e s tá re g id o p o r su « v e rd a d » m o ral; so lo e n a p a Consecuencia de la lucha.— Q u ie n e s lu c h a n tra ta n de
rie n c ia e s in d e p e n d ie n te ... tra n s fo rm a r a su s a d v e rs a rio s p a ra c o n v e rtirlo s e n su s a n tí
2) L a « v e rd a d m o ra l» , « a s í se d e b e o b ra r» , e s u n a m e ra p o d a s, e n su e sp íritu so la m e n te . T ra ta n d e c re e r e n sí m is m o s
fo rm a c o n sc ie n te d e un in stin to fa tig ad o , « n o so tro s o b ra m o s d e sd e el p u n to q u e p u e d e te n e r el v a lo r d e la « b u e n a c a u s a »
d e e s ta y la o tra m a n e ra » . El « id ea l d e b e re s ta b le c e r y fo rtifi (c o m o si e llo s re p re se n ta s e n a la b u e n a ): c o m o si la ra z ó n y
c a r un in stin to , y c o n s ig u e q u e el h o m b re o b e d e z c a , c u a n d o la v irtu d fu e ra n c o m b a tid a s p o r su a d v e r s a rio ... L a fe q u e
se c o n v ie rte e n un m e ro a u tó m a ta » . n e c e sita ro n c o m o m e d io d e d e fe n s a y d e a g re sió n , el m ás
fu e rte d e to d o s, e s la fe e n sí p ro p io , p e ro m al in te rp re ta d a
c o n el n o m b re d e fe e n D io s. N o im a g in a n n u n c a las v e n ta
344 ja s y las u tilid a d e s d e la v ic to ria , b a jo el n o m b re d e « v ic to
ria d e D io s» . T o d a c o m u n id a d p e q u e ñ a (lo m is m o q u e to d o
La moraI como m edio de seducción. — « L a N a tu ra le z a es in d iv id u o ), al lu ch ar, trata d e c o n v e n c e rs e d e e sto : « N o s o tro s
b u e n a , p u e s la c a u s a d e la m is m a e s u n D io s sa b io y b u e n o .» le ñ e m o s el b u e n g u sto , el b u e n ju ic io y la v irtu d d e n u e stra
E n to n c e s , ¿a q u ié n p o d e m o s h a c e r re s p o n s a b le d e la c o rru p p a rte ...» . L a lu c h a o b lig a s ie m p re a u n a e x a g e ra c ió n d e lo
c ió n d e los h o m b re s ? L a s c la s e s d irig e n te s , o lo s tira n o s y pro p io .
los s e d u c to re s, h a y q u e a n iq u ila rla s . E sta e s la ló g ic a rous
250 F R IE D R IC H N IE T Z S C H E
l.A V O L U N TAD D K PO D K R 251
Por extraño que resulte el ideal juzgado (el del cristiano, 348
el del «espíritu libre», el del «inmoralista», el del «naciona
lista») no se debe exigir que sea el ideal; pues con ello se le Fl «hombre bueno » o la hemiplejía de la virtud.— Para to
quita el carácter de privilegio. Se le debe conservar para dis dos los hombres que han conservado el vigor y han perm a
tinguirse, no para igualarse a otros. necido cerca de la Naturaleza, el am or y el odio, la gratitud y
/.Cómo resulta, en cambio, que la mayor parte de los idea la venganza, la bondad y la cólera, la acción afirmativa y la
listas hacen enseguida propaganda com o si no tuvieran nin acción negativa, son inseparables. Se es bueno, si de alguna
gún derecho al ideal si los dem ás no lo reconocieran? Esto manera sabemos ser malos; se es malo, porque de otra forma
es lo que de ordinario hacen todas aquellas entusiastas mu- no podríamos ser buenos. ¿De dónde procede, por tanto, ese
jercitas que se permiten el lujo de estudiar latín y m atem áti estado enfermizo, esa ideología contranatura, que rechaza
cas. ¿Qué les obliga a ello...? En mi criterio, el instinto de re una doble tendencia, que enseña com o virtud suprema no po
baño, el tem or al rebaño: trabajan por la emancipación de la seer más que un semivalor? ¿De dónde viene esa hemiplejía
mujer, al cultivar su separatismo privado con prudencia bajo de la virtud, inventada por el hombre bueno...? Se exige del
la form a de una generosa actividad, bajo la bandera del «al hombre la amputación de los instintos que le permitan llevar
truismo». la contraria, hacer daño, montar en cólera, exigir venganza...
La prudencia de los idealistas consiste en ser únicamente A esta desnaturalización corresponde luego esa concepción
m isioneros y representantes de un ideal: de este m odo se dualista de un ser puramente bueno y de un ser puramente
elevan a los ojos de aquellos que creen en el desinterés y el malo (Dios, el espíritu, el hombre), que resumen todas las
egoísmo. Sin em bargo, el verdadero heroísm o consiste en fuerzas, intenciones y condiciones positivas en el primer
que m ás que cubrirse con la bandera de la abnegación, del caso, y todas las negativas en el último. De este m odo se con
sacrificio o del desinterés, no se com bate... «A sí soy yo; así sidera que tal valoración es «idealista»; el que así piensa, cree
quiero ser..., ¡y al diablo con los demás!». que ha colocado sus deseos supremos en su personal concep
ción del bien. Cuando ha alcanzado la cima, contempla un es
tado del que el mal se habría suprimido y en el que no que
347 darían com o habitantes m ás que los seres buenos. No admite,
por tanto, com o cierto que, en esta posición, el bien y el mal
Todo ideal arrastra am or y odio, adm iración y desprecio. están condicionados el uno por el otro; quiere, por el cotrario,
Si el sentimiento positivo no es el primer móvil, lo es el ne que el mal desaparezca y que el bien perdure, aunque el uno
gativo. Odio y resentimiento dan, por ejemplo, en todo re tenga derecho a existir, y el otro no tenga derecho de ningún
sentimiento ideal, el «primum mobile». modo... ¿Cuál es, en suma, el ser que se desea...?
En cualquier tiempo, y particularm ente en las épocas cris
tianas, la angustia de reducir al hombre a esta semiactividad
que es el bien: hoy día no faltan seres deformados y debili
tados por la Iglesia para los que esta intención equivale a la
252 I K IE D R IC H N IE T Z S C H E LA V O L U N T A D D E PO D ER 253
«humani/acioii» general, o a la «voluntad de Dios», o tam cosas odiosas, que hay que com batir constantem ente. «El
bién a - la salud del alma». Se busca ante todo que el hom hombre bueno» se ve com o rodeado del mal, perseguido per
bre no haga el mal, que en ninguna circunstancia perjudique m anentem ente por el mal; aguza su vista y acaba por descu
ni Icnga el propósito de hacer daño... Para conseguirlo se re brir huellas m alignas en todo lo que hace. Terminando, como
com ienda la extirpación de todas las posibilidades de ene- es lógico, por considerar la naturaleza mala; al hombre, co
mislad, de suprimir los instintos de rencor; se recomienda rrompido; y a la bondad, com o un estado de gracia, y por
ese mal crónico que es «la paz del alma»... tanto, hum anam ente imposible. En resumen: niega la vida,
Semejante tendencia, desarrollada por un tipo particular de concibe el bien com o valor supremo que niega la vida... Por
hombre, deriva de una suposición absurda: considera el bien eso, su ideología del bien y del mal debería ser refutada por
y el mal como realidades en contradicción la una con la otra él. Pero... no se refuta una enfermedad... ¡Y solo así es com o
(y no como valores complementarios, lo que respondería a la concibe otra vida!
realidad); aconseja tomar el partido del bien; exige que el
hombre bueno renuncie y resista al mal hasta sus más pro) lin
das raíces; siendo esta la forma de que niega absolutamente la 349
vida que en todos sus instintos tiene tanto de «sí» como de
«no». Y lejos por desgracia de comprenderlo, sueña con vol La idea de Poder, lo m ism o que se refiera a un Dios o a
ver a la unidad, a la totalidad, a la fuerza de la vida: se ima un hombre, existe siempre la capacidad de utilizar y la ca
gina que ha llegado a un estado de salud cuando, por tin, la pacidad de perjudicar. Ocurriéndole lo dicho a todas las ra
anarquía interior, las perturbaciones que derivan de estos im zones bien constituidas.
pulsos opuestos han concluido. Quizá no haya habido hasta el Un progreso fatal consiste en separar dialíticam ente la
presente ideología más peligrosa, mayor escándalo «in psy- fuerza para lo uno y para lo otro... A unque con esto la moral
chologicis» que esta voluntad del bien: fue ensalzado el tipo se constituya en envenenadora de la vida.
más repugnante, el «tartufo»; se enseñó que es necesario ser
tartufo para descubrir el camino verdadero que conduce a
Dios; que la vida del tartufo es la única que le es grata... 350
Y también en este caso es la vida la que tiene razón — la
vida que no sabe separar la negación de la afirmación— . Crítica del hombre bueno.— La honradez, la dignidad, el
¿Para qué poner toda nuestra fuerza en declarar que la guerra sentimiento del deber, la justicia, la humildad, la lealtad, la
es mala, tratando de no perjudicar, de no decir «no», cuando rectitud, la buena conciencia, a pesar de la sonoridad de ta
a pesar de todo se hace porque no puede hacerse otra cosa... ? les palabras, ¿afirman y aprueban verdaderam ente las cuali
El hom bre bueno que ha renunciado al mal, afligido, pues dades por ellas mismas? ¿O es posible que cualidades y
ese es su deseo, con esta hem iplejía del mal, no deja nunca condiciones, indiferentes por su valor, sean consideradas
de hacer la guerra y tener enemigos, de decir «no» por tanto, de desde un punto de vista que en el fondo se lo diera? El valor
obrar negativamente. ¡El cristiano, por ejemplo, que detesta de estas cualidades, ¿reside en ellas mismas o en la utilidad
la mentira, a todo llama mentira. Precisamente, por creer en y el provecho que reportan, que parecen reportar o que se
una oposición entre el bien y el mal. se le llena el mundo de sospecha que reporten...?
•i
l-K IE D R K ’l l N IE T Z S C H E LA V O L U N T A D D E PO D ER 255
254
460
LA VOLUNTAD DE PODER
CO M O CO N O CIM IEN TO
a) M étodo de la investigación
461
462
463
465 469
El encanto de las maneras de pensar opuestas y el no de Q ue entre sujeto y objeto existe una cierta relación ade
cuada; que el objeto es algo que, mirado por dentro, sería su
jarse llevar por el atractivo del carácter enigmático, crea la
I
332 I K IIiD R IC H N IE T Z S C H E LA V O L U N T A D D E P O D E R 333
jeto a su ve/, es mi ingenioso expediente que, en mi criterio, placer y el desplacer son fenóm enos tardíos y derivados del
tuvo su época. La medida de aquello de que somos cons intelecto...
cientes depende de la burda utilidad de la conciencia. ¿Cómo La «causalidad» nos escapa: adm itir entre las ideas un
había de permitir esta perspectiva angular de la conciencia lazo inmediato y causal, com o hace la lógica, es la conse-
decir algo sobre «sujeto» y «objeto» que se relacionase de cuencia de observación más grosera y m ás torpe. Entre dos
algún modo con la realidad? pensamientos hay aún toda clase de pasiones que se entre
gan a su juego; pero los m ovim ientos son dem asiado rápi
dos, lo que hace que los desconozcam os, que los neguemos.
470 «Pensar», tal com o lo determinan los teóricos del conoci
miento. es cosa que no existe; es una ficción com pletamente
La crítica de la nueva filosofía descubre la existencia de un arbitraria, realizada .separando del proceso general un solo
punto de vista deficiente, como si hubiera «hechos de concien elemento, sustrayendo todos los dem ás elem entos, un arre
cia» y ningún fenomenalismo en la autoobservación. glo artificioso para entenderse...
El «espíritu», una cosa que piensa: a ser posible, el espí
ritu absoluto, «el espíritu puro», esta concepción derivada de
471 la falsa observación de sí mismo, que cree en el procedi
m iento que consiste en «pensar»: aquí se com ienza a im agi
«Conciencia»: ¿en qué m edida las ideas representadas, la nar un acto que no se produce de ninguna manera: «pensar»,
voluntad representada, el sentimiento representado (lo único y se imagina, en segundo lugar, un «substratum». sujeto
que conocem os) es com pletam ente superficial'/ ¡Nuestro imaginario en el que cada acto de este pensam iento tiene su
m undo interior es también fenómeno! origen, y nada más: lo que quiere decir que tanto la acción
como el que la ejecuta son simulados.
472
473
Yo mantengo también la fenomenalidad del mundo inte
rior; todo lo que no deviene sensible en la conciencia ha El fenom enalism o no hay que buscarlo en los sitios fal
debido ser previam ente dispuesto, sim plificado, esquem a sos: nada es más fenomenal, o más exactamente, nada es tan
tizado, interpretado. El verdadero procedim iento de la «per ilusorio, com o ese m undo interior que observamos con ese
cepción interior», el encadenam iento de las causas entre lamoso «sentido interior».
los pensamientos, los sentimientos, los deseos, entre el su Hemos creído que la voluntad era una causa, hasta el
jeto y el objeto, está por com pleto oculto a nuestros ojos, y punto de que, según nuestra experiencia, hemos supuesto
quizá resulta, solamente en nosotros, motivo de imagina una causa todo lo que acontece (es decir, la intención como
ción. Ese «m undo interior en apariencia» es tratado con las causa de lo que sucede).
mismas form as y los mismos procedim ientos que el mundo Creemos que el pensamiento y los pensamientos, tales
«exterior». N osotros jam ás tropezam os con «hechos»; el com o acontecen en nosotros, se encuentran vinculados por
334 IK IL D K IC H NIETZ.SCTIC
I.A V OLUNTAD D E PODER
un encadenam iento de causalidad cualquiera: el lógico, en por las cosas exteriores, y es proyectado posteriormente so
particular, que habla de casos que efectivam ente no han ocu bre nosotros al exterior en form a de «causa» prestada a di
rrido en la realidad, el lógico se ha acostum brado al prejui cho efecto...
cio de creer que los pensamientos ocasionan pensamientos. En el fenom enalism o del «m undo interior» volvem os a
N o s o t r o s creemos — y nuestros filósofos lo creen todavía—
la cronología de la causa y del efecto. El hecho fundamental
que el sentido del dolor y del placer provoca reacciones. Du de la experiencia es que la causa se imagina una vez que el
rante miles de años se ha presentado al placer y el deseo de efecto tuvo lugar... Igualmente ocurre con la sucesión de las
sustraerse al desplacer como motivo de toda clase de acción. ideas...: buscamos la razón de una idea antes de que haya sido
Con un poco de reflexión, podemos admitir que todo pasa consciente para nosotros, y entonces la razón, y luego su
ría exactamente según el mismo encadenam iento de causas consecuencia, entran en nuestra conciencia... Todos nuestros
y efectos si estos estados de placer y de dolor no existieran: sueños consisten en interpretar sentimientos de conjunto,
engañándonos por creer que dan lugar a algún fenómeno. para buscar sus posibles causas, y tal suerte, que un estado
Son fenómenos secundarios, con una finalidad com pleta no deviene consciente sino cuando el encadenam iento de las
m ente distinta de la de provocar reacciones: son efectos que causas, inventado para interpretarlo, se ha hecho presente en
se integran en el proceso de reacción en curso... la conciencia.
«In somma»: todo lo que resulta consciente es un fenó Toda la experiencia interior está fundada sobre una irrita
meno final, una conclusión que no produce ningún efecto; ción de los centros nerviosos, a la que se busca o adjudica
toda sucesión en la conciencia es absolutamente atomística. una causa; y solamente la causa de esta manera buscada pe
Habiéndose tratado de com prender el mundo en nosotros a netra en la conciencia: esta causa no se adapta en absoluto a
base de concepciones contrarias com o si nada fuera activo, la causa verdadera: es algo así com o un tanteo basado en an
com o si natía fuese real, sino el pensamiento, el sentimiento, teriores «experiencias interiores», es decir, en la memoria.
la voluntad. Pero la m em oria conserva igualmente el hábito de las inter
pretaciones antiguas, es decir, de la causalidad errónea; de
suerte que la «experiencia interior» contendrá en ella todas
474 las antiguas falsas ficciones causales. Nuestro «m undo exte
rior», tal com o suele proyectarse a cada momento, está es
E l fenom enalism o del m undo ¡m enor.— La causa, por una trechamente unido a los viejos errores de las causas, trata
inversión cronológica, llega a la conciencia después que el mos de interpretarlo por el esquematismo de los «objetos», etc.
efecto. Hemos averiguado que un dolor puede proyectarse La «experiencia interior» no aparece en la conciencia sino
en un sitio del cuerpo sano, sin ser este su sitio; sabem os que una vez encontrado cierto lenguaje que el individuo pueda
las sensaciones que ingenuamente consideram os com o con comprender, es decir, la transposición de un estado a otro
dicionadas por el mundo exterior están, en realidad, condi más conocido. «Com prender» es sim plem ente poder expre
cionadas por el mundo interior; pues la verdadera acción del sar algo de nuevo en el lenguaje de alguna cosa antigua co
m undo exterior se realiza siempre de una m anera incons nocida. Por ejemplo: cuando digo «yo m e siento mal», tal
ciente... El fragmento de mundo exterior de que som os cons juicio equivale a una grande y tardía neutralidad por parte
cientes ha nacido después del efecto ejercido sobre nosotros del observador: el hombre ingenuo dirá siempre: una cosa u
336 I RIUDR1CH N IETZSC H E LA V OLUNTAD D E PODER
otra hace que yo me sienta mal; no juzgará claram ente su c) La creencia en el «yo» sujeto
m alestar sino cuando descubra una razón para sentirse mal...
A eslo es a lo que yo llamo una falta de filología; porque po 476
der leer un lexlo es la form a más tardía de la «experiencia in
ferior». quizá una form a probablemente apenas posible... En mi criterio, contra el positivismo que se limita al fe
nómeno, «solo hay hechos». Y quizá, más que hechos, in
terpretaciones. No conocem os ningún hecho en sí, y parece
475 I absurdo pretenderlo.
«Todo es subjetivo», os digo; pero solo al decirlo nos en
No hay ni «espíritu», ni razón, ni pensamiento, ni concien contramos con una interpretación. El sujeto no nos es dado,
cia, ni alma, ni voluntad, ni verdad; las citadas, no son sino sino añadido, imaginado, algo que se esconde. Por consi
ficciones inútiles. No se trata de «sujeto» y «objeto», sino de guiente, ¿se hace necesario contar con una interpretación d e
una cierta especie animal que no prospera sino bajo el im trás de la interpretación? En realidad entramos en el cam po
perio de una justeza relativa de sus percepciones y, ante todo, de la poesía, de las hipótesis.
con la regularidad de estas (de m anera que le es posible ca El mundo es algo «cognoscible», en cuanto la palabra
pitalizar sus experiencias...). «conocimiento» tiene algún sentido; pero, al ser susceptible
C om o instrum ento del poder, trabaja el conocim iento. de diversas interpretaciones, no tiene un sentido fundam en
Realidad que crece, en la m edida que aum enta el poder... tal, sino m achism os sentidos. Perspectivismo.
El sentido del conocimiento: en este caso, com o en el de
la idea de «bien» y de «belleza», la concepción de enten
derse severa y estrechamente desde el punto de vista antro- 477
pocéntrico y biológico. Para que una especie concreta pueda
conservarse y crecer en su poder es preciso que su concep Donde nuestra ignorancia em pieza, donde ya no llegamos
ción de lo real abrace m uchas cosas calculables y constan con la vista, ponem os una palabra; por ejemplo, la palabra
tes. con el fin de levantar sobre sem ejante concepción un «yo», la palabra «acción», la palabra «pasión», que son quizá
esquem a de su conducta. La utilidad de la conservación — líneas del horizonte de nuestro pensamiento, pero de nin
y no cualquier abstracta y teórica necesidad de no ser en guna manera «verdades».
gañado— radicase com o m otivo tras la evolución de los
órganos del conocim iento..., estos órganos se desarrollan
de m anera que su observación baste para conservarnos. 478
De otro m odo, la m edida de la necesidad de con ocer d e
pende de la m edida del crecim iento de la voluntad de po El «yo» se encuentra determ inado por el pensamiento,
d er de la especie; una especie se apodera de una cantidad l>ero hasta ahora se creía en un plano más bien popular, que
de realidad para hacerse dueña de esta, para tomarla a su ser en el «yo pienso» había a manera de una conciencia inm e
vicio. diata, a cuya analogía entendíamos todas, las demás reaccio
nes causales. Pero por muy normal y necesaria que sea esta
l.A V O L U N T A D D E P O D E R 339
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ficción. 110 es posible olvidar su carácter fantástico: puede Los grados en el sentimiento de vida y de poder (lógica y
haber una creencia que sea condición de vida y, a pesar de conexión en lo que ha sido vivido), damos la medida del
ello, falsa. «ser», de la «realidad», de la no apariencia.
Sujeto: se plantea la terminología de nuestra creencia en
una unidad entre los diversos momentos de un sentimiento
479 de realidad superior: entendemos semejante creencia como el
efecto de una sola causa — creemos en nuestra creencia hasta
«Si se piensa, es que hay algo que piensa»; a esto puede el punto de que, a causa de ella, imaginamos la «verdad», la
reducirse la argumentación de Descartes. Pero esto equivale «realidad», la «sustancialidad»— . «Sujeto» es la ficción que
a adm itir com o verdadero «a priori» nuestra creencia en la pretende hacernos creer que muchos estados similares son
idea de sustancia. Decir que. cuando se piensa, es preciso que en nosotros el efecto de un mismo «substratum»; pero somos
haya algo que piensa, es un poco la formulación de un há nosotros los que hemos creado la analogía entre estos dife
bito gramatical que atribuye a la acción un actor. Aquí anun rentes estados. La equiparación y la aprestación de estos, he
ciam os, resum iendo, un postulado lógico m etafísico, sin aquí los hechos y no la analogía (es preciso, por el contrario,
contentam os con comprobar... Mientras que por el camino negar la analogía).
de Descartes no se llega nunca a una certidumbre absoluta,
sino solamente a un hecho de creencia muy pronunciada.
Si se redujese la proposición a esto: «se piensa, luego hay 481
pensamiento», estableceríamos una simple tautología, y lo
que precisam ente se pone en tela de juicio, la realidad del Es necesario saber lo que es el ser para decidir si esto o
pensamiento queda intacta — de suerte que, bajo esta forma, aquello son cosas reales (los hechos de la conciencia, por
nos sentimos obligados a reconocer la «apariencia» del pen ejemplo); y también para saber lo que es certeza, lo que es
samiento— . Sin embargo, lo que Descartes quería es que el conocimiento y cosas así. Pero com o no sabemos esto, re
pensamiento no tuviese una realidad aparencial, sino que se sulta un tanto absurda cualquier crítica del conocimiento.
brindase com o algo en sí. ¿Cómo es posible criticar un instrumento que hay que utilizar
irremediablemente para la crítica? Ni siquiera puede defi
nirse a sí mismo.
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