Las Fuerzas Del Cielo
Las Fuerzas Del Cielo
Las Fuerzas Del Cielo
LAS
FUERZAS
DEl
CIELO
Marina de Chateaubriand
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PROLOGO
PRIMERA
PARTE
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LA SERPIENTE Y LA LUCIERNAGA
Cuenta la leyenda, que una serpiente perseguía sin tregua a una luciérnaga
para devorarla. El pequeño insecto hacía hasta lo imposible para huir de la
serpiente.
La serpiente respondió
—NO
—Nada en absoluto
CAPITULO 1
Era una niña feliz. Sentía a Dios en lo más profundo de su ser, y ese
sentimiento era una llama que ardía en su interior sin consumirse nunca
llenándola de un exultante gozo que se trasmutaba en un infinito amor hacia
sus semejantes y al mundo que le rodeaba, que brotaba en manantiales de
ternura o en destellos luminosos a través de su sonrisa que hacia latir su
corazón como tambor enloquecido, o arrancaba de sus ojos lágrimas de
gratitud y felicidad simplemente mirando el sol, o admirando una rama de
árbol mecida por el viento.
Sus ojos vieron la luz en el Valle del Cauca, un día de invierno cuando el
sol llegaba a su zenit, en una tierra tropical y exuberante.
Como si esto no fuese suficiente también ostentaba todos los paisajes y los
más variados climas. Pero también era la tierra de la rumba, de la cumbia,
del merengue las salsas, y los vallenatos. Compartía la selva amazónica con
Brasil.
Sus padres eran argentinos, su madre, que esperaba un niño para salvar su
matrimonio, al ver que era mujer, decepcionada, se niega a verla y la entrega
a los cuidados de una niñera negra que la adoraría y llegaría a considerarla
como su hija.
Así fue como creció salvaje y libre jugando descalza en la calle entre
gamines. Su niñera negra le consentía todo. A su mamá, que seguía sin
querer verla, le contaba sus travesuras, y le decía “es traviesa la niña”.
No recuerda su edad, quizá tendría 3 años, quizá más, quizá menos, cuando
un día su tía la viene a buscar y la trae a Argentina en un barco en el que
viajan con un loro, su madre enferma de paludismo y su hermana mayor.
Que fuese su tía a buscarla, no fue casual, nada es casual. Su padre y su tía
ya se conocían, ambos médicos, fueron compañeros de Facultad, y al acabar
sus carreras montaron una clínica juntos, que, según le contaron, era muy
exitosa. Ambos amaban su profesión. Ella era cirujana maxilofacial y el, un
joven y apuesto cirujano plástico, que llegaría a tener fama y renombre
mundial. Compartieron aventuras de estudiante en esta romántica ciudad,
vivieron la Bohemia de esos años en el Barrio Latino, recorrieron juntos
todas las calles de la ciudad luz, y caminaron por los puentes del Sena bajo
el cielo de Paris. Ambos conservarían recuerdos inolvidables de esos
tiempos que siempre evocarían con nostalgia, y al hacerlo se iluminaban sus
miradas y volvían a rejuvenecer y volvían a ser dos jóvenes estudiantes
cargados de sueños e ilusiones bajo un cielo preñado de promesas. Pero a
pesar de toda la atracción mutua y buen entendimiento, había un
impedimento, o quizá dos. Aparte de ser judío estaba casado. Algo difícil
de asimilar por unos padres católicos chapados a la antigua. Así que su
relación se limitaba a la de camaradas, muy buenos amigos que compartían
mismos intereses y pasiones. Hasta que un, día por azar, si es que el azar
existe, ella le pide que lleve unos regalos a sus padres en Buenos Aires. Así
fue como su padre cargado de presentes, se apareció en la casa de sus abuelos
y su madre le abrió la puerta. El flechazo entre ambos fue instantáneo. A
ella nada le importó que tuviese 10 años más, ni que estuviese casado y
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dejase huérfano a un niño de 7 años. Este amor prendió como una llama.
Les hizo perder la razón y ambos se fugaron y ahí comenzó su aventura.
Su padre lloró mucho su partida. Pidió que por lo menos le dejasen a su niña
pequeña, no quería perder a todos sus hijos. Le cuenta que su madre para
hacerle desistir la cogía en sus brazos y suspendiéndola sobre el precipicio
amenazaba con lanzarla al vacío si se la quitaba. Su padre por supuesto que,
como, esa madre del Rey Salomón amaba a su hija, no seguía insistiendo. A
su hijo primogénito, que resultó ser un varón físicamente idéntico a su padre,
al punto que parecía un calco de él, inclusive llegó a elegir la misma
profesión, le negaron las visitas. Su ex esposa (bueno esposa porque en esa
época no existía el divorcio todavía) enfadada, despechada y dolida, se vengó
de su traición. Sabiendo lo que su padre amaba al hijo, esgrimió esa arma
como un castigo y a modo de revancha.
Así fue como su entrada a la vida comenzó de mal pie, ella que quería hacer
feliz a todos no hizo feliz a nadie, empezando por ese niño que no conocía y
que no quiso conocerla nunca y con el que siempre soñó y amo como a un
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Tendría 6 años y recuerda ese momento como uno de los más importantes
de su vida. Su abuela le describía ese acto como la entrada al paraíso y a la
vida eterna, la única vía de redención y salvación posible. No entendía que
podía añadir a esa fe tan fuerte e intensa que sentía un poco de agua bendita
en su cabeza. Menos aún comprendía de qué tenía que salvarse o por qué
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Pero el amor y admiración hacia su abuela era tan grande que no se atrevía a
cuestionarle nada, aunque en su interior no había más que infinidad de
preguntas. Tampoco quería amargarle esa felicidad que sentía su abuela con
sus inquietudes.
Era sumamente curiosa como los niños de su edad. Asediaba a los mayores
con preguntas que no sabían o no podían responder y que producían en estos
una incomprensible incomodidad y a veces hasta irritación. Lo que estos no
comprendían, es que sus preguntas no tenían como fin incomodarlos sino
escuchar esas respuestas que le ayudarían a encontrar explicaciones que
apaciguaran su insaciable curiosidad.
A las preguntas que los mayores no podían responder, buscaba sus respuestas
en los libros. Así es como devoraba libros. Su favorita era una colección
que le habían regalado y se llamaba “Lo sé todo” y ella que nada sabía,
encontraba respuestas a preguntas que no había formulado y explicaciones
sencillas a aparentes misterios que en vez de saciar su curiosidad la azuzaban
más, abriendo en su mente nuevos interrogantes.
Otras de sus lecturas favoritas era una colección completa de los clásicos
españoles del siglo de oro adaptada a niños. La había heredado de su madre.
Esas lecturas la hacían viajar por esa vieja España, deambular por sitios con
nombres sugestivos, vivir las aventuras y desventuras de todos esos
caballeros andantes o hidalgos que vivían y morían en busca de fama y
renombre.
“La medida del amor es amar sin medida” decía San Agustín, y eso era el
amor para ella, amar sin medida.
delicias. Elegir era una tortura, no era obtener algo, sino perder todo lo que
no se podía elegir.
Las homilías del cura, que ya conocía de memoria, se les hacían eternas e
interminables, esperando el tan ansiado premio.
En uno de esos días tan especiales, en las que todos se reunían para celebrar
que eran familia, su hermana, que era acuario, y como todos los de su signo
amaba todo lo original quiso lucir sus conocimientos estrenando una nueva
palabra, que para ella sonaba bien, y esperando el momento propicio, en
medio de la ceremoniosa mesa exclama: ¡que quilombo! esperando
sorprender a todos, pero la única sorprendida fue ella. Su abuelo se puso
furioso, todos los comensales le clavaron una mirada de reprobación y
desdén. La pobre que ni siquiera comprendía en que podía haber ofendido a
alguien recibe un castigo, sin entender por qué una simple palabra
pronunciada sin ninguna mala intención pudo producir tanto revuelo. La
castigan obligándola a levantarse de la mesa sin acabar de comer. Con
tristeza se despide con la mirada de esos exquisitos manjares que tenía que
dejar en el plato si tocar, y con el rostro arrebolado y húmedo por las
lágrimas, se marcha en silencio para su habitación, sin comprender el por
qué de tan injusto castigo.
Su primer día, cuando toca su turno, a pesar de haber hecho una lista no
encuentra más pecados. Cuando acaba con la lista de pecados oye la vocecita
que sale de la oscuridad del confesionario “¿Nada más hija mía?”
Sorprendida le dice “No padre”, y piensa para sí “¿será que este señor lee en
mi mente?”
Asistir a esos colegios nacionales era una especie de tradición, ahí habían
ido sus abuelos. En esa época, estos colegios, ostentaban la fama de dar la
mejor educación y la mejor disciplina. Se estudiaba además de latín y griego,
artes culinarias. Tenían una gran cocina para enseñar a los niños, y
laboratorios para que puedan investigar y aprender. A los niños les encanta
lo empírico.
También tenía una inmensa biblioteca, su lugar preferido, donde pasaba casi
todos sus recreos, entre esos muros descubrió todo un mundo desconocido.
Recuerda que en ese entonces sus lecturas favoritas eran sobre el mundo de
los animales. Todavía recuerda el que más le impacto, era uno de
Maeterlinck, “la vida de las hormigas”. Estaba fascinada simplemente
porque podía ir al patio o al parque y comprobar con sus propios ojos, todo
lo que lo que estaba escrito en esas páginas.
El guardapolvo blanco era símbolo de igualdad, pero si bien ella entraba con
el blanco resplandeciente y almidonado, salía con él llena de lamparones
azules de tinta, y negro de restregar el suelo de los patios. Su abuela siempre
decía que la podía distinguir de lejos porque se destacaba del resto, parecía
que todo el hollín del patio iba a parar a su guardapolvo, así como toda la
tinta de todos los lapiceros. Pronto aprendió a quitar las manchas de tinta con
zumo de limón.
Esa bandera azul celeste como su cielo, blanca como sus nubes y con un sol
en su centro representaba los ideales de una patria que acogió a nuestros
abuelos y nos abrió sus brazos generosamente, una patria fundada por Dios
sobre la tierra y destinada a cumplir sus más elevados designios.
Esas estrofas fueron el primer grito con el que nos presentamos al mundo y
a nuestros hermanos americanos, y les invitamos a unirnos.
El asistir a esta enseñanza que tanto marcaría su vida, fue una imposición
de su abuelo. EL que nunca imponía nada, esta vez lo hizo, así como dejó
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que su esposa marcara en sus nietas la impronta cristiana. Es por eso que en
su corazón estaban la cruz y la bandera grabadas a fuego, que para ella eran
el amor universal y ese respeto casi sagrado por su patria, donde el azul del
cielo se confundía con el de su bandera.
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CAPITULO 2
EL DESPERTAR
Todos tenían su mejor amiga en clase. Ella como todos, también quería tener
una. Elige a una niña pelirroja y extremadamente delgada que le enternecía
por su extrema fragilidad. Como sentía el cariño y aprecio eran recíprocos,
le propone ser su mejor amiga. No se había equivocado en sus sentimientos,
la niña acepta la solicitud llena de entusiasmo. Estaba feliz.
Pero al día siguiente viene llorando y le dice “mis padres no me dejan ser tu
amiga”. “¿Por qué? Pregunta anonadada sin poder disimular su asombro.
La niña le responde “porque eres JUDIA”. ¡Ella orgullosa le corrige “No!
Soy cristiana como tú. Mis abuelos me bautizaron”. Ella se va contenta.
Respira orgullosa y aliviada, gracias a ese viaje a Luján podía conservar a su
amiga y ser aceptada como los demás. Ahora entendía por qué su abuela
había puesto tanto énfasis en ello, y estaba tan feliz por la salvación del alma
de su nieta.
Pero al día siguiente viene su amiga más agitada que nunca. Cuando le
pegunta la razón le explica “Mi mamá me ha dicho que mucho peor. Que no
puedo ser tu amiga porque eres una JUDIA RENEGADA”
Queda petrificada. La primera vez que escucha esta palabra, pronunciada con
tanto odio y desdén que la sintió como un latigazo. Y eso de “mucho peor”
le resultaba incomprensible. En la Iglesia los curas o las monjas les
enseñaban que los judíos habían matado a Cristo. ¿Acaso podía existir algo
peor? A pesar de que todos los evangelios le enseñaban que todos los
primeros discípulos eran judíos, ya que el solo vino a buscar a las ovejas
perdidas del pueblo de Israel.
¿Ellos también serían entonces judíos renegados? ¿El propio Jesús también
lo sería? Corre a casa llorando y le pregunta a su mamá si ella en verdad era
judía renegada, y esperando una respuesta de consuelo, anhelando oír de su
boca algo que le hiciera olvidar toda esa pesadilla y que aliviase su alma, lo
que escuchó de su boca fue todo lo contrario. Su madre le dijo, asintiendo
tristemente con la cabeza “Si, lo eres “en tono lapidario.
Jamás podría borrar de su mente esa sentencia. Desde entonces su vida ya
nunca volvería a ser igual, habría desde entonces un antes y un después. Fue
peor esa respuesta que el descalificativo de su pretendida amiga. No se
correspondía con los valores que le habían inculcado. Algo no encajaba
en ese puzle perfecto. Su edificio comenzaba a resquebrajarse.
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Fuese lo que fuese, desde entonces esa frase “judía renegada “quedaría
grabada con letras de fuego en su corazón y sería como una espina que no
podría arrancar nunca. Una barrera que la alejaba del resto de los mortales.
Que condicionaría su vida, sus pasos y todas sus decisiones futuras.
Un amigo de su madre, o quizá fuese algo más, que ese día estaba en su casa,
como estaba casi todos los días, con desprecio le informa: “A la cabeza de
todo esta movilización está tu tío. Él es el que mueve todos los hilos desde
la sombra. Es SIONISTA.”
Ella no entendía porque decía “desde la sombra”, si podía ver su tío a plena
luz del día, hablando a gritos en el Luna Park frente a miles de personas a
las que nadie había forzado ni obligado a ir, y esas personas, a ella no le
parecía que fuesen títeres sin cabeza, sino seres humanos libres y bien
pensantes, anclados en fuertes principios.
difícilmente podía saber que significaba ese término, pero por el tono de su
voz podía intuir que no sería nada bueno. Ingenuamente pregunta que
significa, y le responde con solemnidad y a la vez un tono lapidario que le
hiela la sangre: “son la anti patria”
Esa era justamente la imagen que a ella le sugería esos caballeros siempre
vestidos de riguroso luto. Al principio pensó que el negro de las vestimentas
de esos caballeros era para disimular la suciedad, ya que difícilmente en esas
épocas existirían lavanderías. Luego se dio cuenta que la suciedad que
querían disimular la llevaban en su propia sangre, y que este dolor era
mucho más profundo, el simple reír podía levantar sospechas y ser motivo
suficiente para una acusación de judaizante. El negro no era un color sino un
estado de alma, que obedecía a una profunda tristeza.
A la propia Santa Teresa, que era muy alegre, como lo son todas las personas
enamoradas de Dios, le decían : “Teresa, disimula tu alegría”, y ella, que
sabía que no tenía la sangre del todo limpia, no olvidaba a ese abuelo que
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había ardido en la hoguera, y era consciente que siempre estaría en los ojos
de la Santa Inquisición, les hacía caso, y cubría su rostro y cabello de cenizas
sumiéndose en profundos arrebatos y éxtasis que nadie mejor que ella eran
capaces de describir.
Esa honda tristeza que percibía en la lectura de esos clásicos que tanto le
gustaba leer de pequeña en las lecturas, hacía mella en su corazón.
Claro, que todo esto que traían consigo los judíos, solo se hacía evidente
en todos los países, o momentos históricos, en los que se les han permitido
integrarse en su cultura. No ocurría lo mismo en los sitios donde les
encerraban en la oscuridad de los guetos para impedir que su luz traspasase
sus muros.
Uno de los países en los que se les permitió integrarse fue Argentina, donde
no solo fueron admitidos, sino que también fueron invitados a venir.
Ese “o” sobra porque se ama o no se ama. En vez de un “O” tendrían que
haber puesto un “Y” que en este caso une y no separa. El corazón humano
no conoce esos límites, el verdadero amor simplemente es, y para el no
existe vallas ni fronteras, ni el más ni el menos, ni el ayer ni el mañana.
Como siempre hacía, fue a preguntar a su madre si ella pensaba igual, y con
una sonrisa sardónica y de medio lado, sin mirarla a los ojos le dice “no, yo
los hubiese enviado con una barquita y los hubiese abandonado en altamar”
¿Cómo podía pensar así su madre, que siempre le recordaba que en tiempos
de Hitler ella hubiese sido tratada como judía y hubiese muerto en un campo
de concentración? Y si pensaba así ¿por qué no la había abortado? ¿No era
ella acaso la que se había casado con un judío?
Esa idea que intentó abortarla, fue otro de los tantos relatos de su infancia,
nunca supo si fue verdad o no, de todos modos, le daba lo mismo, prefería
creer que fue fruto del amor, y que su madre, aunque la rechazó al nacer, a
su modo la quería. En esas épocas donde no existían anticonceptivos, media
humanidad habrá sido fruto de un aborto frustrado. El destino de las mujeres
era casarse y engendrar hijos. Santa Teresa siempre decía que se hizo monja
para evitar el destino de todas las mujeres de su época.
Tenía que reconocer que era traviesa, muy traviesa. Ni las frecuentes palizas
que le propinaba su madre, a veces con justificación, otras veces sin ella, la
hacían desistir de sus andanzas o ideas.
Ese día se sintió traicionada por su propio abuelo, que se le cayó del pedestal.
Y comenzó a verle como un ser de carne y hueso.
Pero lo peor de todos, fue que cuando llega a clase, la maestra la sienta en
un asiento aparte para que no contagie a sus compañeras.
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Ser expuesta y señalada por toda la clase fue una humillación inenarrable.
Los mapas de la Argentina en ese entonces, eran calcados con algo parecido
al papel manteca, que era transparente pero no del todo, y trazados a tinta
china.
Odiaba la costa chilena, con su cantidad de islas que tenía que delimitar y
luego, encima dibujar en un recuadro aparte la Antártida, tanto como odiaba
ese tintero que se le escurría entre las manos en el momento o instante más
inapropiado, cuando ya tenía el mapa casi acabado.
Los profesores sin valorar su esfuerzo, debían de contar toda esa infinidad
de islas golfos y cabos, porque nunca le ponían el tan ansiado 10. Nunca era
lo suficientemente perfecto para ellos. ¿No se daban cuenta que eran niños,
muy ajenos a disputas territoriales, y que ese papel calcaba, pero no lo
suficiente, la mitad la tenían que adivinar?
Pensaba que si los chilenos eran tan retorcidos como su costa era
comprensible que estuviesen siempre tan serios y tristes. Hasta que un día
que le había salido perfecto, orgullosa entrega el mapa, y para su sorpresa le
ponen un rotundo 1. Desesperada reclama y le explican que todo estaba
perfecto pero que había dado vuelta a los océanos. En realidad, eran simples
letras, tan concentrada estaba en la sinuosa costa y los pequeños islotes, que
no dio importancia al resto, y aunque les cambiasen el nombre seguían en su
mismo sitio, pero para la profesora fue un atentado tremendo que casi
afectaba a la soberanía nacional. ¿No entendía acaso que solo los nombres
cambian pero siguen siendo el mismo océano? NO, no entendía nada, solo
entendía que si no sabía dónde estaba cada océano no merecía estar en ese
colegio de tan alto nivel.
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Era verdad, su escuela se jactaba de ser uno de los de más alto prestigio al
punto que cuando no cumplías con sus expectativas no les temblaba el pulso
para expulsarles, y ya en ningún otro colegio normal les querían aceptar.
Para ella era lo más similar a un cuartel militar. La hicieron sentir como si
hubiese regalado a los chilenos nuestro Océano Atlántico. Pensó le iban a
poner otra amonestación, o expulsar directamente. Pero no, la indultaron.
Nunca más volvió a confundirse con los océanos, aunque en su mente todo
se entremezclaba y realidad y fantasía no estuviesen tan bien delimitados
como en esos mapas. Ni tampoco había tinta china para trazar tantas
fronteras. Pensaba que lo que sintió sería algo similar que sintió el pobre
Borges, cuando le preguntaron qué opinaba sobre el conflicto con Chile por
las islas Chiloé. El con su extrema ironía les responde “yo se las daría a
Bolivia que no tiene salida al mar”. Por algo tan banal todo el mundo se le
echó encima y comenzó a atacarle y acusarle de anti patria. Pero él no era
simplemente que viviese en la luna, como todos los artistas, sino que a su
patria la veía a distancia. Y a sus habitantes como especies de un inmenso
zoológico. Quizá tan descaminado no andaba.
En ese colegio estricto como una academia militar la disciplina era tan
importante que a las tres amonestaciones le seguían una orden de expulsión.
Ella estaba siempre al límite. Si no le ponían la última amonestación, aunque
siempre la amenazaban con ello, era por sus notas.
Con consternación descubre que su amiga solo tenía madre y el dolor de esta
era tremendo. Sintió tanta culpa y arrepentimiento que se juró a sí misma
que jamás iba a arrastrar a nadie en sus fechorías. Hubiese preferido mil
veces que el castigo recayese en ella y no en su amiga aún a pesar de todas
las consecuencias, y por supuesto la infaltable paliza que le hubiese dado su
madre, estaba vez con toda la razón del mundo.
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CAPITULO 3
LA UNION DIVINA
En esa educación ecuménica, la religión era una opción libre, venía a la clase
un cura a buscar a los niños cristianos que quisiesen catequesis, así como
también venían un rabino, un ulema, un pope ortodoxo o un pastor
protestante a buscar a los suyos. Ella se sentía orgullosa, había hecho uso de
su libre albedrío. Estaba dentro de los valores que le habían inculcado de
niña de amor y respeto.
Veía como cada vez más niños se denominaban ateos y preferían creer en el
hombre y echarle a Dios la culpa de los desastres que los hombres habían
ocasionado. Algunos hasta blasfemaban, pero claro, estos ya venían
descreídos y dogmatizados desde su casa. ¿Cómo un niño no va a creer en
Dios Padre o en ese algo más? Ellos ya traen la semilla del reino de los cielos
en sus corazones. Son la alegría y el amor encarnado. Son un nuevo canto,
un nuevo amanecer, el futuro y la esperanza. Desde que vienen al mundo nos
recuerdan que Dios existe y que hay un mañana.
Eso no era más que una nueva moda de los tiempos, ante se les habría hecho
impensable, pero como siempre las modas como vienen se van. Tampoco
hay que darles demasiada importancia. Otros lo vivirían como un acto de
rebeldía, en su soberbia pensaban que desafiaban a Dios en este acto, y Dios
se estaría riendo de ellos y por supuesto no se iba a quejar ni iba a perder Su
tiempo demostrando su existencia. Un día un hombre millonario le dice a
un niño mendigo de la calle: “te doy 100 dólares si me dices donde está Dios”
“y el pequeño en su asombro le responde “Yo le devuelvo esos 100 dólares
si Ud. me dice donde no está Dios”
Esas clases eran un privilegio. Recuerda que ansiosa de aprender, como era
su costumbre comenzó a bombardear a su profesor, que era un cura, con
preguntas. En esos años para los niños sus maestros eran como dioses y más
que sus padres, que no siempre tenían respuestas a todas sus preguntas, en
cambio sus profesores sí, y si en ese momento no las tenían, al día siguiente
les proporcionaban respuestas. (Todavía no existía Google ni siquiera
internet) Y con más razón tenía que tener respuestas una persona que hablaba
con Dios. Pero en lugar de respuestas solo encontró silencio.
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Un día viene a casa su abuela orgullosa con una cadena de oro con una
medalla también de oro en relieve de la virgen María. Le dice con dulzura
“abuelita, la virgencita no, por favor”. Aunque lo hubiese deseado no podía
ser hipócrita y llevar colgado algo en su pecho que para su corazón no
significaba nada.
Por fin llegó el gran día. Recuerda a su abuela la vistió con un vestido
abombado blanco adornado de tul y encajes sujeto a la cintura con un lazo
de seda azul. Le compró un libro de rezos de Nácar, calzó guantes blancos y
depositó un rosario entre sus dedos de plata, y perlas. Puso en su cuello una
preciosa medalla con el niño Jesús, le hizo unos hermosos bucles con una
tenaza de hierro candente, y coronó su cabeza con una diadema de flores Se
mira al espejo y queda maravillada. En verdad parecía una radiante novia
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que iba al encuentro del Esposo y de eso se trataba, de una unión divina o al
menos ella lo sentía así. O quizá fuese simplemente la mona Jacinta.
Entra por la nave principal como una bala, llega hasta el altar y sube las
escaleras con decisión. De ese momento solo recuerda el rostro de ese cura
que pasó de una expresión de estupor, a la de amor y comprensión, y con un
gesto de infinita dulzura le indica el lateral. Ese cura alegre, bondadoso y
bonachón no podía disimular que en lo profundo de su alma estaba
emocionado, y con suavidad y ternura la dirige con la mano hacia los bancos
del flanco derecho. Con la cabeza gacha se sienta tímidamente en una
esquina, intentando pasar desapercibida, sentía todos las miradas clavadas en
su nunca.
Era feliz. Entra como todos los días y chequea al cuadro de honor para
comprobar su postura. Lo único que variaba era su sitio, pero siempre estaba
entre los 5 primeros, por suerte ese día no era la primera. Se siente liberada
de sus responsabilidades, se une a la hilera que desfila en religioso silencio.
El sol bañaba el patio bajo un sol otoñal, mientras la azul bandera ondeaba
altiva en su mástil mecida por una suave brisa, altiva, reluciente y radiante.
Lentamente un alumno iza la bandera como todas las mañanas y todos asisten
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Cada 25 de mayo era una fecha especial, un momento para reflexionar sobre
nuestro pasado. En ese entonces la historia para los niños era un presente
continuo lleno de preguntas, e interrogantes y no eran unos locos sino eran
esos niños los que se plantaban a puertas del cabildo, y revivían ese día en el
que un puñado de hombres se atrevió a soñar que estas tierras podían ser
más justas y más libres, que los hombres podían ser partícipes de su historia
y artífices de su propio destino, y contagiaron al pueblo que se reunió en
Plaza de Mayo a reclamar su independencia. Los profesores nos invitaban a
pensar y soñar esa revolución bajo nuestras propias perspectiva, y sentirnos
cómplices de esta gesta. Además era dibujar el cabildo. Un día dibujó y
pintó con tanta emoción ese día lluvioso lleno de paraguas que aunque a
ella le parecían manchones a los profesores les pareció una autentica obra de
arte. Bueno su madre la ayudó un poco, dotes para el dibujo nunca tuvo,
pero sí mucha imaginación. Su dibujo fue expuesto en el colegio como
ejemplo de libertad, su pecho se hinchó de orgullo, por fin los profesores
comprendieron su amor por su patria. Nunca se sintió ser simplemente una
hija adoptiva.
Un día que jamás olvidará en la puerta de la casa finca aparece su padre con
una niña pequeña de la mano vestida con traje de montar. Le sorprendió su
piel trigueña, sus ojos con un halo verde esmeralda y esos rizos a los que el
sol hacia resaltar algún que otro destello dorado. Era luminosa y alegre.
Venía con un osito de peluche apretujado tan fuertemente contra su pecho,
como si tuviese miedo a perderlo, y en la misma mano sostenía la fusta y la
otra mano aferrada a su padre, al que parecía no querer soltar. Nunca se
borrará de su mente esa inmensa sonrisa de lado a lado que iluminó todo su
rostro, y que representaba la alegría de descubrir que tenía hermanas. No
puede expresar lo que sintió, porque sentía un maremágnum de emociones y
sentimientos que no podía distinguir bien, una mezcla de todo un poco, pero
esa imagen quedaría grabada en su retina para siempre.
Sabía que había nacido porque su madre se encargó muy bien en anunciarle
ese nacimiento diciendo con ese tono trágico utilizado solo en ocasiones
especiales: “Tu padre te ha reemplazado, ya no eres más su pequeña”, y ese
día lloro como una magdalena sin parar, sentía como si en su interior una
cuerda se hubiese roto. Sin embargo, aunque supiese de su existencia, verla
ahí, parada frente a ella de la mano de su padre, tan pequeña bella luminosa
y radiante no era lo mismo. Para eso no estaba preparada.
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Nunca antes había sentido esa mezcla de celos y envidia, pero era un
sentimiento desbastador. Su hermana pequeña, tan alegre, vital y necesitada
de amor se seguía acercando a ellas, aunque la echaran a veces hasta a
patadas, y nunca les reprochó nada. Entre las tres, por una razón u otra, por
sus constantes peleas y discusiones, le hicieron también la vida imposible a
su pobre padre que había dejado su clínica en Colombia funcionando y ellas
no valoraban en ese gesto de su padre todo el amor y sacrificio que encerraba.
Se prometió a sí misma nunca dejarse llevar por nadie y menos por esos
sentimientos tan irracionales y nefastos que no nos dejan vivir, ni dejan vivir
a los demás.
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CAPITULO 4
UN INTRUSO EN LA FAMILIA
Nunca olvidará ese día que apareció su padre en la finca de sus abuelos con
una mula, de la que se había encaprichado. La mula comenzó a patearla e
intentó morderla. La mula de un día a otro desapareció de su vista y todos
atacando a su padre llamándole inconsciente porque había regalado una mula
a su niña. Su padre como siempre solo buscaba su felicidad y ya no sabía
que ofrecerle para hacerla feliz.
En otro viaje se apareció en la misma finca con una muñeca que caminaban
de tamaño real y tan real que hasta la azafata la confundió con una niña de
carne y hueso. Era negra, y de su misma estatura, paseaban las dos
orgullosas caminando por todo el barrio, ningún otro niño tenía una muñeca
similar. Hasta que un día, curiosa como era, quiso descubrir ese misterioso
mecanismo y aunque le sacó la cabeza y el brazo no descubrió nada. Solo
logró que no volviese a caminar más. La pobre muñeca quedó sentada para
siempre en casa, ocupando un sillón, se consolaba peinando su larga
cabellera negra, hasta dejarla casi sin pelos. Su otra abuelita para consolarla
con manos de ángel le hacía vistosos vestiditos bordados, y gorritos a cual
más bello, que por lo menos servían para disimular la incipiente calva.
Entre sus recuerdos también está Arturito, ese loro, que se convertiría en
otro miembro más de su familia. Según él, en el más importante. Era como
ese gallo tan engreído que creía que con su canto hacia despuntar el alba.
Parecía que todo giraba en torno suyo, tenía siempre que participar en todo,
hasta en sus conversaciones: Se reía con sonoras y estruendosas carcajadas,
y burlonamente intervenía en todas sus conversaciones con sus típicas
coletillas “Ah sí” “Claro”” “Obviamente” “este...” “bueno” que eran las
palabras que más oía repetían todos. Parecía un eco y siempre tenía que
hacerse notar y meter en todo su pico. Con esto parecía decir “estoy aquí”
“lo escucho todo”
Lo más impresionante no fue que hablase sino que lo hiciese con tal
coherencia, se dieron cuenta que era tan listo que les estuvo observando
primero sin abrir el pico, hasta que se sintió capaz de hacerlo, o juzgo a los
demás dignos de escucharle, y que se hacía el tonto, pero se quedaba con
todo. Su dicción era perfecta, ya fuese en español, italiano o francés. Estaba
todo el día observándoles, con un ojo primero de un lado, y girando la cara
les observaba con el otro. Era como si desconfiase de su primera impresión.
Cuando discutían, que nunca sabía bien cuándo, porque los argentinos
hablamos con vehemencia, estaba seguro que era por él. Cuando quería pedir
algo, se hablaba a sí mismo y decía “mmmm que rica la papa, papa para
Arturito” y hasta que no le daban algo no paraba. O cuando quería pasear
decía “A pasear Arturito” o “dame la patita”.
Sabia cantar en varios idiomas, pero sabía que idioma utilizar con cada uno.
Iba siempre en el hombro de su abuelo y desde las alturas la desafiaba,
cuando se acercaba a él, le tiraba sibilinos picotazos, procurando siempre que
su abuelo no se diese cuenta. Arturito y ella se llevaban como perro y gato,
probablemente la tenía celos, y cuando la atacaba se vengaba dejándolo en
el suelo y se burlaba al verle caminar como Carlitos Chaplin.
Era tan listo que siempre se salía con las suyas. Nunca supo si era que el loro
era demasiado listo o ellos demasiados tontos, pero no solo a ellos, también
engañaba a los perros.
Siempre andaba suelto, y su sitio predilecto era una parra que recorría de
punta a punta, cogiendo la mejor uva de cada racimo. Claro que tenía sus
peligros, pero las uvas valían el riesgo, y para todo tenía recursos. Cuando
veía rondar un gato llamaba a los dos pastores alemanes para que acudan en
su auxilio, y como premio a su bravura y nobleza, luego de sacarle el
peligroso felino les ordenaba marcharse a sus “cuchas” Y los dos feroces
mastines, obedientes cual mansos corderitos, marchaban en fila, con las
orejas gachas y el rabo entre las piernas derecho a sus jaulas. Eran los dos,
padre e hijo, valientes canes que cuidaban la casa, y si bien es verdad que
estaban adiestrados para obedecer, pero a los humanos, no a un simple
pajarraco.
Tardaron mucho en descubrir quién era el misterioso ser que se hacía pasar
por su madre e impartía órdenes similares. Pero antes de que se diese cuenta
el jardinero gallego, que no era tan tonto como lo describían los chistes, ya
no hacía caso hasta no cerciorarse del origen de la orden. Fue el quien
terminó por fin descubriendo sus tretas. De no ser por este astuto jardinero,
hubiese acabado haciéndose pasar por Dios, e impartiendo órdenes a todos
desde la copa de un pino, camuflado entre el follaje. Nos habría hecho creer
a todos que las órdenes venían directas del cielo.
Su abuelito era campeón de tango. Ella quería que le enseñe a bailar. Con
extremada paciencia le enseñaba las figuras, pero cuando tenía que ponerlas
en práctica, las figuras se le confundían todas en su mente o se le borraban
por completo. Entre tantas pausas y movimientos bruscos e inesperados,
entre tantos cortes, quebradas y firuletes se enredaba sus pies con los de su
abuelito, y como en el tango no se puede uno soltar de la mano del otro,
porque uno no sabe dónde puede ir a parar, siempre iba a parar al suelo con
su abuelito detrás sin soltarle la mano. Este se enfadaba, se negaba a
continuar, y no lograba convencerlo ni con sus lloros y pataleo. Ese llanto
del cornudo se le convirtió en una gran frustración, que hasta el día de hoy
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no pudo superar ni deslindar el canto del baile. Los mayores nunca tienen
paciencia con los pequeños y aunque su abuelito tenía mucha con ella, con
el tango no tenía ninguna, para él era signo de identidad tan sagrado como
su himno o su bandera. Ella siempre rogaba por un último intento. Seguro
creería se estaba burlando de él, no le entraba en la cabeza que su nieta fuese
tan torpe.
La invitan a su primera fiesta de 15. Ella todavía no tenía aun 15 pero fue a
acompañar a su hermana a la que habían invitado. La primera vez que se
presentaban las chicas a los chicos. Primera vez que se calza tacones, se
sentía un funámbulo caminando sobre una cuerda floja que avanza
intentando mantener el equilibrio sin perder su elegancia, aparentando una
seguridad que estaba lejos de sentir.
CAPITULO 5
NUEVOS AIRES
Pasaba largas estancias en la estancia de sus tíos a los que llamaba papá y
mamá. Vivía prácticamente con ellos o con sus abuelos alternando pequeñas
estadías en casa de su madre, pero los momentos más divertidos y con más
tiempo libre eran los fines de semana y vacaciones que transcurrían en la
finca de sus abuelos, o en las doradas playas de Mar de Plata frente al
Atlántico, o en la quinta de sus tíos o en su estancia. De este modo su vida
pasaba como la de un saltamontes de aquí para allá, o como la oca de casa
en casa y tiro porque me toca. Para ella era normal, todos le aportaban algo
y a todos los sentía como sus padres.
Desde que su tío perdió a la hija que le quedaba, la casa quinta estaba cerrada
a cal y canto, todo era silencio, oscuridad, tristeza, y vacío, pero a su llegada
las ventanas se volvieron a abrir, y el aire y la alegría volvieron a circular
por todos los rincones hasta por ese inmenso y frondoso jardín que se llenó
de plantas y flores con pájaros y mariposas multicolores revoloteando por
doquier; la casa se llenó de luz y de risas, las habitaciones se remodelaron.
El fiel jardinero gallego que vivió todo el luto, estaba contento con esta
metamorfosis y la quería con ternura. Siempre le preguntaba cuál era la flor
más bella del jardín, y después de enumerarle todas, él le decía “la flor más
bella es Ud.”
Su padre se aparece por la puerta del colegio, su sueño al que nunca había
renunciado seguía siendo el de tenerla. Se la lleva con él.
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Intenta tenerla consigo otra vez y esta vez convive con su hermana pequeña
sin celos ni envidia. Por fin pudo conocer la verdadera libertad. Las dos
estaban solas, al cuidado de una gobernanta y un chofer a su disposición,
pero su padre estaba siempre trabajando y cuando hacían algún plan, un
“paciente” lo arruinaba todo. Horas de cirugía, sumado a su consulta y esas
interminables guardias o llamadas de urgencia. Trabajaba en varios sitios y
siempre le llamaban, parecía que no hubiese otro cirujano plástico en todo
Cali más que él, así como no parecía que nadie en esa ciudad no hubiese sido
tocado con la varita mágica de su bisturí. Ella miraba a todos esos pacientes
que le veneraban y en todas veía la mano de su padre.
Su padre, no era solo famoso por su maestría, sino por su extrema bondad.
Quizá fuese falta de carácter porque parecía incapaz de negarle nada a nadie.
Cuando había una urgencia, ahí estaba él. No hacía falta llamarle. Le vio
salir a altas horas de la noche y partir en avioneta a la selva a curar a algún
accidentado en recónditos lugares donde era imposible llegar por otro sitio
que no fuese por el aire.
Su primer caso que le hizo saltar a la fama internacional fue un chico que
compró a un circo. Este niño de 4 brazos y 3 piernas era consideraba como
un fenómeno de la naturaleza, y su rareza era explotada por sus padres. Su
padre al verlo intentó hacer comprender a sus padres que no era una rareza
sino una enfermedad que necesitaba ser tratada urgente, o podía morir en
breve. El veía en todos y en cada uno un ser humano y en este caso un
paciente. Por supuesto ellos no querían perder su fuente de ingresos y su
padre sin titubear les compensó la perdida pecuniariamente. Le operó gratis
y ese niño que hubiese muerto al poco tiempo, vivió varios años más, siendo
conocido como caso clínico en todos los congresos y tratados médicos.
Resultó ser mucho más famoso que en el circo, gracias a su padre su caso
dio la vuelta al mundo.
Pero esas anécdotas legendarias las escuchaba en boca de otro. Para su padre
hacer el bien era algo totalmente natural que no merecía ni ser resaltado. No
le cabía en la cabeza que pudiese ser de otro modo. A pesar de su agitada
vida encontraba tiempo para correr, jugar al tenis o montar a caballo, los
deportes eran una válvula de escape y le ayudaba a quitar el estrés, y siempre
robaba tiempo al tiempo para estar con sus hijas. Ella se sorprendía de esa
inagotable energía. Se preguntaba ¿a qué horas dormía?
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y para que no comiesen carne, santifico a las vacas. En su país austral, donde
había más vacas que hombres, esto no hubiese funcionado.
Recuerda esas sendas de ripio, esos paisajes majestuosos, esas piedras rojas,
rocosas y esos escarpados precipicios que evitaba mirar porque producían
vértigo, y con la fuerza que apretaba con su pierna la montura de su caballo
contra la ladera de la montaña, intentando disimular su miedo y rezando para
que el caballo no mirase hacia abajo y mucho menos tropezase.
Entre sus recuerdos esta ese colegio lleno de jardines y pabellones, esa
imagen luminosa contrastaba con la tristeza de los claustros de la gran Urbe.
Su más lindo recuerdo estaba en esa fiesta de 15 que hizo su padre que tiró
la casa por la ventana, y parecía más una boda que una fiesta. No escatimó
nada. Allí vistió de largo y bailo su primer vals con su padre. Recibió
cantidad de presentes, pero casi todos eran alhajas de oro y esmeraldas. Su
hermanita parecía una princesa y acaparaba todas las miradas, descubrió que
su destino era estar frente al público, tenía ese don innato de enamorar a las
cámaras.
Recuerda a esa gobernanta judía alemana huida del nazismo que tenía un
jeep de la guerra. Era todo un personaje. Siempre vital y alegre y sumamente
cariñosa con ellas. A su hermanita le enseño la natación y las dos parecían
dos focas o dos peces en el agua, y le infundió tanto amor que llego a ser
campeona latinoamericana de natación y su sueño era estudiar biología
marina.
Pero pronto ese desagradable episodio sería eclipsado por otros mejores. Esa
fiesta y esos momentos fueron como escenas del Dr. Zhivago. La casa de su
padre, aparte del jardín tenía una galería subterránea convertida en museo.
CAPITULO 6
LA PAMPA
El primer día que subió en las alas del Piper Apache se puso a mirar por la
ventana, desoyendo todas las advertencias de no hacerlo, quedo admirada y
boquiabierta observando como esas casitas, animales, coches y hangares
antes tan grandes ahora se iban alejando paulatinamente hasta reducirse a la
nada. Se sentía planear sobre las alas de un ave, lo que antes eran hombres
ahora no eran ni siquiera puntitos, ni siquiera hormiguitas. Los campos
desde los cielos, parecían un mapa trazado en la tierra, podía muy bien ver
las líneas que dividían un campo de otro, las que montando a caballo se le
hacían casi imposible de distinguir.
Los mayores siempre tienen la manía de creer que los niños son como los
animales, incapaces de comprender complejidades. Pero ellos no entendían
que podía ser tan complejo, quizá no tuviesen el brillante razonamiento de
sus padres, pero tenían la lógica incontestable de los niños para los que las
contradicciones no existen, y mucho menos el absurdo porque viven en un
mundo donde el absurdo no existe, y donde el odio, el resentimiento o la
ideología no tienen cabida. Para ellos no es difícil encajar cualquier pieza en
ese puzle mágico que es para ellos la vida.
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Esos hombres del campo miraban por sobre el hombro a los que, como ella,
venían de la ciudad, a los que llamaban despectivamente: “cajetillas” Como
todas las cajetillas tuvo que pasar sus pruebas. Como ya les conocía, antes
de montar revisaba la cincha del caballo y el freno de su cabezal. Lo hacía
de modo natural para que ellos no lo tomaran como signos de desconfianza,
con esas miradas concienzudas y burlonas clavadas en ella, se daba cuenta
que tenían cola de paja. Sabía que estos lo ponían flojo adrede para que se
diese vuelta la montura o le quitaban el freno aposta para que el caballo se
les desbocase. Lo sabía por propia experiencia, de migas no se partió el alma,
pero sí se llegó a llevar unos buenos sustos.
Esto se repetía todos los días si no era una cosa era otra. Así era su
idiosincrasia, ellos nunca tenían la culpa de nada, ni tenían por qué sentirse
culpables y menos reconocerlo ante un simple mortal, el cura no había
podido convencerlos de las bondades de su confesión. ¿Para qué iban a
hacerlo si no tenían ningún problema con su conciencia? Tenían ese grado
de astucia y a veces de malignidad que les hacía sentir superiores.
Hasta que llegó a sentirse una de ellos, y poco a poco se hizo respetar por
sus habilidades no sin antes haber superado todas sus pruebas y zancadillas.
Por supuesto ni se le ocurría discutir con ellos cuando llevaba un facón atado
al cincho, ya vio esa hoja plateada brillar demasiado cerca suyo. Nunca lo
delató porque pensó que el pobre hombre no se sabía controlar, quizá hasta
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tuviese razón, reconocía que era muy socarrona, siempre andaba haciendo
chistes y esos hombres rudos tenía poco o ningún sentido del humor, pero
pensó que tenía una familia grande que mantener, y si su padre le echaba por
violento, sería un desastre. Nunca contó nada. Hasta olvido este incidente,
solo recordaba que se llamaba Castro y era tuerto. Nunca le preguntó cómo,
dónde, cuándo o porque había perdido su ojo.
De este modo, uno tras otro se sucedían los días de modo mágico como en
una gran sinfonía donde cada día traía su propia melodía. Aun vienen a su
mente el canto del grillo en las noches estivales, el croar de las ranas, o esas
misteriosas luciérnagas con sus danzas mágicas alumbrando al unísono y
apagándose a la vez. Le habían contado que esa sincronización surgía solo
cuando hacían parejas, pero esa sintonía de amor se extendía a comunidades
enteras que como nubes luminosas se desplazaban entre la vegetación
ofreciendo un espectáculo romántico.
Al parecer ahí no estaban una, sino todas enamoradas. Esos tiernos bichitos
o escarabajos noctámbulos, entre las tinieblas de la noche dejaban ver su
claridad volviéndose más vulnerables. Corría hacia esa luz, pero cuando
creía atraparlas ya estaban danzando y brillando con fugases destellos muy
lejos de ella, invitándola a seguirlas. Nada podía temer teniendo por guías a
esas pequeñas lucecitas ahora iluminando en perfecta sincronía.
La pampa también era leguas y leguas de yerma extensión que recorría a pie,
a caballo o en bicicleta sin árboles que nos pudieran proteger bajo un sol de
justicia Un poeta la describió como un inmenso océano donde se levantaba
el ombú, “solemne planta aislada que en la pampa se levanta como faro de
aquel mar”, pero para ella esa soledad y esa planicie no eran solo un mar sino
algo lleno de vida y sorpresas, aventuras, e interminables cabalgatas.
Las “payadas” es algo muy típico de los gauchos que en un alarde de ingenio
desafían en rimas a su compañero que le responde con otros versos rimados.
Un auténtico duelo en el que las frases van y vienen como pelota de ping
pon. Para ella era un deleite. Esas lidias artísticas hacían mágicas las noches
de la pampa, era sentir esa unión tan única, arropados bajo un poncho de
estrellas donde no faltaban las risas, los cantos, los bailes, con sus zapateos,
sus pañuelos y su revolear de faldas y sus infaltables boleadoras, y por
supuesto la comida. Ahí todo se compartía. El crepitante asado se comía con
el facón, el cuchillo de los gauchos, el mismo con el que se mataba y
cuereaba al animal, como único utensilio, y mientras las adobadas carnes y
el amargo mate pasaban de mano en mano y se compartían en fraternidad
junto al pan y la sal. Era imposible no volverse metafísico o filosófico, tanta
inmensidad no hacía más que hacernos sentir nuestra propia insignificancia
que nos obligaba a reflexionar sobre nuestra condición humana.
La pampa también eran los versos de Martin Fierro que recitaban a la lumbre
en esa noche unitiva que recrea y enamora, y en medio de ese silencio sonoro
esas bellas estrofas resonaban más potentes que nunca, y hasta cobraban
forma y sentido.
Para ella esa soledad era mucho más, era libertad, huir de las estrictas normas
y restricciones, ahí no existían clases sociales, jugaba con todos los hijos de
los peones, a los que amaba profundamente, y sentía una libertad infinita
donde todo era descubrimiento y aprendizaje, también eran enseñanzas o el
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Nunca los curas pudieron hacerles comprender por qué para vivir juntos y
tener hijos tenían que pasar por un altar, ni por qué tenían que arrodillarse
ante una mujer. A esos centauros ya les costaba ponerse de pie o mejor dicho
bajarse del caballo, y si ellos, con siglos de experiencia nunca pudieron
menos podría ella. Difícil inculcarles ideas nuevas.
Cuando les ordenaba que le ensillasen el caballo que quería, no el que ellos
querían, que no siempre era el mismo, le decían “no podemos patroncita”.
Cuando preguntaba por qué le respondían “porque está verde” Ella se
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Les intentaba convencer, pero viendo que seguían en sus 13 sin querer
ensillárselo, iba desafiante a buscarlo ella misma en medio del campo. Le
tocaba enlazarlo y traerlo ante la mirada burlona de todos. Dudaba
firmemente que tan de repente se preocupasen por su integridad física. Eran
tan inteligentes que sabían hacerse los tontos cuando era necesario.
A veces había que ponerse firme para evitar que tirase hacia los pastizales.
No se les podía aflojar las riendas un segundo ni descuidarse un minuto,
porque aprovechaban a podar más el sendero. Le volvían locos los cardos
que no solo comían sino que iban también llevando en sus cascos de lado a
lado, sembrando de cardos todo el camino
Se divertían viendo a los escuerzos fumar con esas enormes bocas, les
tiraban cigarrillos encendidos, son tan voraces que hasta mueren
atragantados por querer engullir piezas demasiado grandes, con la misma
ansiedad cogían el tabaco, aspiraban y exhalaban el humo hasta que
reventaban. Ahorra entendían la frase fumar como un escuerzo.
Los campos de girasoles eran una sinfonía azul y amarilla, que le recordaban
a los lienzos de Van Gogh, bajo el cielo de la pampa era más llamativo el
contraste entre tonos cálidos y fríos. A ella, al igual que al pintor le
proporcionaban paz, armonía, alegría y a su alma consuelo. Eran un
derroche de belleza y color que salpicaba los campos y hacía sonreír hasta a
los animales y revolotear ebrias de felicidad a las mariposas.
necesario una cruza muy especial que tras muchos intentos culminó en el
famoso caballito criollo: “de galope corto y de aliento largo”, y por supuesto
igual de listos, sabían desembarazarse de su montura en bien le veían un
punto débil, o hacerse los tontos cuando les llevabas a trabajar y volver a
toda prisa cuando se daban cuenta iban camino de vuelta, en el menor
descuido, enfilaban hacia casa. Es un animal muy resistente, pero heredó el
carácter testarudo y la astucia de los gauchos. No podría decir cuál de los
dos era más inteligente, ni más testarudo. Cuando no quería hacer nada,
nadie lograba convencerle de lo contrario.
CAPITULO 7
Tiene que decir que estos eran muy educados, como percibían su miedo para
tranquilizarla se presentaban uno por uno, le daban sus nombres y les decía
que ellos desde ese instante serían guías en sus viajes nocturnos. Que no se
dejara llevar por sus aspectos, y a decir verdad, no eran muy agraciados que
digamos. La tranquilizaban diciéndolo que junto a ellos no tenía nada que
temer. La acompañaban, si, la guiaban hasta parajes de belleza insospechada
pero esos compañeros la abandonaban cuando las cosas se complicaban.
Como eran pequeños y de consistencia gelatinosa, se escabullían a toda
velocidad por los agujeros de la tierra (agujeros que hasta ese entonces ni
sabía que existían) desapareciendo completamente de su vista y ella se
quedaba sola, atrapada en la pesadez de su cuerpo sintiendo a veces sus dos
pies anclados al suelo. Entonces, cuando se creía perdida, de pronto
recordaba que podía volar, extendía sus brazos y como un ave se elevaba
ligera por los cielos. Era una sensación de libertad tan mágica e indescriptible
que le producía tanta felicidad, una felicidad que quería compartir con sus
compañeros, quería decirles que como ella, todos podían volar. Cuando se lo
cuenta a sus compañeros de clase, todos se rieron a carcajadas diciendo
“TODOS volamos en nuestros sueños”, y uno de los niños, adicto al
psicoanálisis, como eran casi todos, le explica que su psicoanalista le había
dicho que este era un simple mecanismo para huir de sus problemas. Lo
mismo se lo corroboraron los demás, y encima le recalcaban que sus sueños
con colores tan vívidos como ella se los describía, según los mismos
especialistas, eran indiscutibles síntoma de una infancia problemática.
Con el tiempo aprendió que son justamente las personas más inteligentes y
más preparadas, las que ostentan más títulos universitarios las que pueden
decir y sostener los disparates más grandes. Parece que ambos están en
correlación directa, y a medida crece uno crece el otro. Ya lo dijo Moliere
“un tonto ilustrado es más tonto que un tonto ignorante” Quizá los estudios
produjesen esas alucinaciones que afectaban tanto al pobre hidalgo
manchego.
Su padre en cambio le decía “eres tan inteligente que te haces pasar por
tonta” Claro el en su inmenso amor no entendían que su hija siempre tan
brillante, pudiese hacer o decir tamañas tonterías, así como su abuelo no creía
en su falta de destreza para aprender a bailar. En su familia nunca nadie supo
si era o si se lo hacía, si estaba despierta o dormida al punto que consiguieron
hacerla dudar hasta a ella misma.
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Los religiosos judíos estilan llevar esas guedejas que caen sobre sus
hombros, que a muchos nos parecen ridículos, pero ellos los llevan para no
olvidar nunca que la cabeza no sirve de nada sin un cuerpo que la sostenga,
y evitar así que se pierda en vanas elucubraciones. La sabiduría de una
cabeza sin corazón es paja en el viento. Ellos nunca olvidan que nuestro
primer pecado no fue la desobediencia sino la soberbia, nada menos que la
de querer ser como dioses. Para que esto no ocurra y recuerden que siempre
esta alguien por encima de ellos, les plantan un gorrito, o un sombrero en la
cabeza.
Pero en sentido práctico ella era todo lo contrario, donde todos veían
problemas, tan solo veía soluciones, y era tan así, que con los problemas de
matemáticas le pasaba lo mismo.
cielo y resolvió ante los ojos incrédulos los mismos problemas haciéndoles
quedar en evidencia. En vez de felicitarla o sentirse orgullosos de su alumna,
le lanzaban llamaradas asesinas de odio que nunca se borrarán de su mente.
Por supuesto no se disculparon y mucho menos reconocieron su error. La
única que respiró aliviada fue ella, y quizá también su madre. Desde ese día
dejó de llamarla mentirosa. Bueno por poco tiempo.
volvió a ser sonámbula. Se acabaron sus aventuras por los tejados o los
pasillos. Tampoco regresaron más los misteriosos hombrecitos verdes. Ni
siquiera recuerda cuando dejaron de visitarla. Solo seguiría conservando el
don de volar. Pero ya no se lo iba a contar más a nadie, este iba a ser uno de
sus secretos mejor guardados.
Cada vez se prometía que sería la última víctima, que esta vez no volvería a
pasar y se juraba tener más cuidado. Pero el resultado era siempre el mismo.
De nada valían todas sus buenas intenciones, de buenas intenciones está
empedrado el camino del infierno.
Así que las máximas del famoso fabulador se confundían con la tristeza de
ver morir por su culpa a sus pollitos.
Le gustaba hacer chozas de indios o casitas bajo los árboles. Se pasaba los
horas colgada boca abajo imitando a esos murciélagos que veía por las
noches, o trepada en las ramas hasta que le picaba una avispa. Corría a casa
a que su abuelita le pusiese amoniaco. Solucionado el percance volvía otra
vez a su rama. Parecía, pero no era masoquista. Le encantaba ver el mundo
desde las ramas de pino. Y más de una vez venía con un 7 en sus pantalones.
Por las tardes sus abuelos la obligaban a dormir la siesta, que, junto con la
infaltable sopa todos sus días se convertían en días de duelos y quebrantos.
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CAPITULO 8
Pero también era la pizza, la polenta, el Fernet que según su abuelo era muy
digestivo y lo mezclaban con Coca-Cola, el ponche con huevo crudo que nos
lo ponían, como en la sopa caliente, para tonificar, y nos daban a la hora de
la siesta, al parecer a ella no era la única a la que le costaba irse a dormir ni
le gustaba desperdiciar esas horas de su vida. Para los italianos serían
revitalizantes naturales. A los niños no nos resultaban tan agradables, los
tomábamos como un remedio como se tomaba la leche de magnesio, el aceite
de ricino, un jarabe, o como soportábamos pacientemente los enemas o
cataplasmas.
Las empanadas que su abuela cocinaba con primor, eran tan ricas que antes
que la meta en la pasta cuando su abuela se distraía, le iba comiendo el
relleno, hasta que su abuela se daba cuenta que le iba mermando y la echaba
de la cocina.
Hacía la mayonesa casera batiendo huevos crudos con aceite de oliva con
cuidado que no se le cortara. Su abuelita le enseñó y hasta a veces la dejaba
terminar la mayonesa que estaba haciendo, pero, como siempre, todo le salía
mal, en su afán por ayudar lo estropeaba todo. Tenía pasión por aprender y
hacer, pero le escaseaba la paciencia, y se le cortaba siempre porque echaba
demasiado a prisa el aceite...Ella decía que no lo echaba que se le caía, pero,
aunque variase el verbo el resultado era siempre el mismo: desastre.
También su obsesión eran los flanes caseros a los que ya había cogido manía.
Ella la miraba admirada, como se admira a un hada que transformaba todo
con su varita mágica. Su abuela hacia todo como los ángeles, pintaba, tejía,
cosía, bordaba, reía, bailaba, cantaba y tocaba el piano aparte de sus dotes
culinarias. Ella no veía más que magia en todo lo que hacía. Era imposible
que un simple mortal tuviese tantos dones, cuando a ella no la habían dotado
de ninguno, bueno exagero, quizá de alguno que ni ella misma conocía. En
este extenso repertorio no podían faltar los deliciosos postres que cocinaba.
Los domingos también eran paseos por Palermo, visitar los Rosedales, o el
Jardín Botánico. Eran ese viejo señor con un papagayo en el hombro tocando
el acordeón, los cacahuetes, los barquillos, y ese aire dominguero y festivo
tan especial.
“70 balcones hay en esta casa. 70 balcones y ninguna flor. A sus habitantes
señor que les pasa ¿Odian el perfume, odian el color?”
Ella mientras tanto contaba los balcones y quería decirle que a veces había
más, otras veces menos, y en algunos veía hasta un pajarito enjaulado, pero
callaba, no quería interrumpir su vena poética. Para su abuelito todo era
esa nostalgia que evocaba un pasado glorioso lleno de esperanzas. Le
describía un Buenos Aires que jamás llegó a conocer, pero que a la vez fue
creciendo como un pulpo echando por todos los sitios sus tentáculos, y eso
sería siempre la ciudad para ella, un vasto desierto poblado de casas, edificios
y hombres, y cada tanto una plaza para que los niños pudiesen esparcirse, o
un sitio donde tirarlos para que dejasen de importunar a los mayores.
Pero volviendo a la siesta y la sopa, ella odiaba tanto una como la otra. Con
la sopa se echaba al suelo a llorar, pero no conmovía a nadie. A veces
funcionaba a veces no, y con la siesta había ideado una estratagema, metía
la almohada bajo las sábanas para simular un bulto dormido y cuando sus
abuelos se distraían se escapaba a esa pampa que la llamaba y esperaba. Sus
pobres abuelos sufrían esperando su regreso, angustiados con los ojos
clavados en las agujas del reloj, pero siempre volvía antes que cayesen las
primeras sombras. Seguro su abuelita le había enviado con sus oraciones un
ejército de ángeles para cuidarla.
todo resultó vano, Cupido ya los había traspasado con su flecha. El padre
de su abuela, ese estricto bisabuelo, la intentó convencer a toda costa de
dejarle, inclusive le ofreció un viaje por toda Europa para olvidarle, pero
todo resultó en vano, su hija caprichosa, como su bisnieta se negó, lo que le
valió que el tan poco romántico y duro bisabuelo la desheredara.
A ella le daba lo mismo, tan solo pensaba en ese apuesto italiano de cabello
negro y grandes ojos azules. Fue así como ella tuvo esos abuelos y no otros,
que se adoraron y la adoraron hasta el final de sus vidas.
No podía creer que un ser humano pudiese guardar tantas nimiedades como
si fuesen grandes tesoros. Aprendió que las cosas en sí no valen nada, es el
hombre el que le da su verdadero valor. Para su abuela ahí tenía escondido
su mejor tesoro, y a ella le encantaba desenterrarlo. Sobre todo esas fotos en
blanco y negro que en su imaginación cobraba vida. Ahí estaba su madre y
su tía de niñas felices y sonrientes, hasta parecía que se llevaban bien. Lo
hacía a escondidas porque sabía a su abuela no le hacía ninguna gracia que
enrede tanto, y menos entre el baúl de sus recuerdos. Conocía muy bien a
su nieta y no se fiaba un ápice de ella y mucho menos de sus ideas.
Funcionó porque su abuelo no se dio cuenta quien era la que quitaba el queso.
Fue una de las pocas aventuras en la que nunca fue descubierta. El ratoncito
nunca se chivó.
Le gustaba coger las frutas frescas de los árboles y se las disputaba con las
aves que las picoteaban y de esos agujeros salían luego gusanos que más de
una vez había comido más de uno sin darse cuenta. Cuando iba a la mesa no
tenía hambre, pero su abuela que ya la conocía decía “no comer por haber
comido, no hay nada perdido”. Ya sabía que su nieta no pasaba hambre,
sabía autoabastecerse. Su abuelo escondía bajo tierra las sandias y melones
para madurar. Pero ella ya había descubierto todos los escondrijos
cuidadosamente camuflados, y se los robaba. Cuando iba su abuelo a
buscarlos no encontraba más que paja seca.
Habían aprendido a seguir a los teros. Este animalito tan propio del campo
argentino era muy simpático y a la vez patético, cantaba fuera de su nido
para engañar. Pero a ellos no les engañaba y ya sabían dónde había dejado
sus huevos (que los ponían en la tierra) y habían ideado una manera de
atraparlos con un ovillo de lana. Lo hacían por divertirse y burlarse de los
teros, porque luego los devolvían a su nido.
63
Cuando vieron lo que era todos le dijeron que se deshiciese de ese animal.
No quiso, estaba convencida que el amor podía cambiar su naturaleza y
desoyendo a todo el mundo lo alimentó con carne fresca y cuidó con ternura.
Pero un día el pajarito creció y casi le arranca los dedos y comenzó a querer
echársele a los ojos, su voracidad era impresionante. Se dio cuenta que a
pesar de todo el amor que le daba, el pajarito, no podía controlar sus
instintos. A la par que crecía, aumentaba también su agresividad. Recordó
la frase “cría cuervos y te arrancaran los ojos” y antes de poder comprobar
la veracidad de esta sentencia, con todo el dolor de su alma, abrió la puerta
de su celda y lo dejó partir. Se fue tan rápido, sin siquiera decirle adiós, que
solo llego a distinguir su silueta dibujada a lo lejos, pero cada chimango que
veía imaginaba que sería el suyo.
Aprendió que hay que respetar la naturaleza de cada ser, no se puede pedir
peras al olmo y menos forzar nada. Ellos como cada ser en la creación
cumplía su función de mantener el equilibrio ecológico, y en el campo eran
muy útiles porque aparte de comer insectos y prevenir plagas, con su agudo
pico desparasitaban a los caballos a los que curiosamente nunca agredían.
No podía al principio entender como los caballos paseaban encantados con
esa ave rapaz, ávida de carne, en su grupa o subida a sus cabezas, que no
solo no les molestaba sino que parecían entenderse de maravillas.
Ella no era como su abuelita que además de una santa, amaba las aves, y las
aves la amaban a ella. Su abuelita las cuidaba y luego las dejaba libres, pero
ellas regresaban a visitarla, en cambio a ella no regresaban a visitarla
ninguna, o muy pocas lo hacían, quizá alguna despistada. Nunca regresó su
chimango al que con tanto amor había salvado de una muerte segura, y había
cuidado con tanto mimo y esmero. Siempre recordaría esos ojos marrones
café y ese pico tan agudo y afilado, esa mirada tan desafiante como
indescifrable que se clavaba con insistencia en la suya. No eran como los
perros que no suelen sostener tanto tiempo la mirada. Ellos podían y era
ella la que tenía que desviarla y así aún sentía que la estaban controlando
siguiendo cada uno de sus gestos.
Su abuela en cambio abría sus brazos y todas las aves agradecidas venían a
posarse en sus brazos, en sus hombros y hasta en su cabeza Era un
espectáculo increíble. Para su abuela las aves representaban esas ansias
irrefrenables de libertad, que desde niña con una educación tan estricta
habían reprimido. Era como a esos pajaritos que cortan las alas, otras veces
la veía como un pajarito encerrado en una jaula dorada.
Su abuelo como Salomón hablaba con las flores y ellas se comunicaban con
él. Compartían un mismo y único lenguaje.
Impresionante oír ese infernal crepitar. Las estaban viendo venir en oleadas
sobre los campos sembrados, impotentes, sin poder hacer nada para
detenerlas cuando de pronto inesperadamente cambia la dirección del viento
y ellas desvían su rumbo hacia otros lares dejando sus campos tranquilos.
En ese momento, cuando todo ya estaba perdido, como ángeles caídos del
cielo, vienen en su auxilio, los tractores de las estancias vecinas, que
sumados a los propios comienzan a cavar zanjas a toda velocidad. Todos se
quitan sus camisas, y ayudan con sus palas. Era un espectáculo dantesco ver
a todos esos hombres luchando contra el tiempo. No había un minuto que
perder, el fuego parecía imparable, ya estaba casi llegando al casco, podían
olerle en el aire, podían ver esa gran humareda que subía en columnas negras
hacia el cielo y caía en lluvia de ceniza.
Pero lo sabios hombres de la pampa les dieron a los cajetillas una lección de
supervivencia y también de arrojo. Lucharon todos junto a ellos, codo a
codo. No les abandonaron ni un solo instante, ni tampoco retrocedieron ante
el peligro.
Otra vez fue una inundación que parecía el diluvio. Era tal la cantidad de
agua que caía a raudales del cielo que parecía que el propio cielo se les iba a
desplomar encima. Quedaron atrapados viendo por su ventana esas llanuras
convertirse en lagunas o estanques que se llenaban de garzas, grullas,
flamencos y otras aves acuáticas. Nadie sabía de dónde venían, nunca las
habían visto antes ni nunca las volverían a ver después.
donde todos interpretaban una obra hasta entre bambalinas. Los gauchos ya
les habían prevenido que esto iba a suceder, pero no les habían hecho caso
ni creían que sería para tanto. ¿Cómo mirando hacia ese cielo con sol y sin
nubes, podían augurar con tanta certeza que vendrían grandes lluvias y quizá
hasta inundaciones? ¿Es que acaso tenían una bola mágica? Se rieron de lo
que consideraron supersticiones.
CAPITULO 9
Otro de los destinos de sus tiempos de ocio era el Sur. Sus padres tenían una
casa en lo alto de la montaña. Allí viviría experiencias únicas.
La que más le gustaba era la leyenda de una ciudad perfecta con calles
adornadas de zafiros, esmeraldas, rubíes, topacios, jade, berilo y piedras
preciosas de todo tipo donde el oro y la plata eran tan abundantes que
carecían de todo valor. Se le asemejaba como la nueva Jerusalén celestial
descrita en la Biblia, o esa legendaria ciudad del Preste Juan, pero también
el Sur era compartir escaladas cumbreras con sus amigos, aventuras en balsa
por los rápidos del rio, jornada de pesca con sus padres y largos momentos
de reflexión e intercambio de ideas. También y sobre todo eran momentos
de recogimiento para aprender a estar con ella misma.
Por la noche se reunía con sus amigos en un Club de golf, con unas vistas
espectaculares sobre el lago y platicaban o inventaban juegos.
69
El favorito era el juego de proyección que tanto aman los argentinos adictos
al psicoanálisis. Era un juego que habían inventado ellos, o mejor dicho
había adaptado a su manera, y que consistía en intentar meterse en la piel del
otro, cosa que se les daba muy bien dada su naturaleza mimética.
Con inigualable arte cada uno intercambiaba su rol y fingía ser otro
resaltando sus cualidades y defectos, y por supuesto, sus defectos mucho más
que sus cualidades. Claro que “el otro” solo era lo que el otro proyectaba, o
lo que ellos veían en él. De este modo cada uno veía sus propios defectos o
carencias en el otro como en un juego de espejos distorsionados, y por
supuesto exagerados. Ya lo dijo Sartre “el infierno es la mirada del otro” Y
ser mirados por el otro era descubrirnos a nosotros mismos, y a la vez una
especie de striptease de nuestra alma.
Los mapuches como todos los demás, inclusive ellos mismos, no eran
autóctonos, porque supuestamente venían de Chile, o de quien sabe dónde,
ni ellos mismos lo sabían, y tampoco les importaba. Ni siquiera los
“científicos” se habían puesto todos de acuerdo sobre su origen.
Hasta la llegada de los españoles no tenían nada escrito, sus recuerdos eran
trasmitidos oralmente y le recordaban el juego del teléfono roto. Un mismo
mensaje era trasmitido de boca a oídos de otro y este a su vez lo trasmitía a
otro y así sucesivamente en una cadena ininterrumpida. Lo divertido del
juego era ver como un mismo mensaje trasmitido de boca en boca se iba
distorsionando al punto de ni parecerse al original. Una escueta frase podía
acabar convertida en un extenso poema. Cada uno iba añadiendo algo de su
propia cosecha.
Le abrió sus ojos a un mundo nuevo; le enseño sus ritos, fueron a ferias y
apreciaron sus artesanías y descubrió la vibrante vida de una américa
profunda y totalmente desconocida.
El Sur le enseñó mucho, pero sobre todo fue una experiencia metafísica, con
una parte de misterio y otra de revelación. Todo ahí era imponente y
exagerado. Hasta la naturaleza que brotaba después de la nieve era
exuberante. Hermelinda le enseño la flor del copihue y el significado para
su pueblo que aparte de ser su flor nacional, la veneraba y veían en ella, un
símbolo de amor, de lucha y de valentía, pero también, y sobre todo de
libertad. Para ella también era una flor que les salvo de una invasión de ratas.
Esa flor tarda diez años en florecer dando sabrosos frutos, bayas repletas de
semillas de un sabor dulce y agradable, pero toxicas para las ratas. Estas
comieron tanto de esa semilla y se enloquecieron a tal punto que llenas de
sed se lanzaban a morir en las aguas de ese gélido lago. Hermelinda les
contaba hermosas leyendas, donde el color rojo de su flor simbolizaba la
sangre derramada por su pueblo para defender no tanto su tierra como su
libertad. Y a ella no le extrañaba porque en su memoria estaban los recuerdos
de ese valiente cacique Caupolicán.
72
Pero el Sur significaba algo más, mucho más. Allí conocería lo que era el
AMOR con mayúsculas, ese sentimiento sublime que une a las almas en el
infinito, y desconoce prejuicios y barreras.
Cuando le preguntaban por qué estaba tan feliz, no entendía por qué tenía
que justificar algo que brotaba espontaneo como agua de manantial. Ni por
que tenía que tener un motivo. ¿No era suficiente respirar el aire fresco?
¿Ver toda esta naturaleza majestuosa que no dejaba de sorprendernos?
¿Sentir esa tenue brisa acariciar nuestra piel o sentir los rayos del sol
iluminándolo todo y dotándolo de magia, o las gotas de lluvia deslizándose
por nuestro rostro como lágrimas frescas, trayendo consuelo a esos campos
desolados? ¿No era suficiente sentir todo ese amor que no solo nos había
creado de la nada, sino que nos recordaba Su presencia en cada mota de
polvo, en cada latido de nuestro corazón, en cada brizna de aire que entraba
y hacia ensanchar nuestros pulmones, en cada suspiro que exhalábamos, y
no nos abandonaba hasta exhalar el último?
Eran sumamente jóvenes, ella apenas tenía 15 años, el un poco menos sin
embargo sus sentimientos eran tan fuertes y maduros como una persona
mayor pero que aún no ha perdido su pudor ni su inocencia primigenia.
Ella no sabía lo que sentía, aún era demasiado joven para comprenderlo, en
esos furtivos encuentros donde el tiempo se detenía sentía electricidad en
todo su cuerpo y mariposas en su estómago, pero no sabía qué hacer con sus
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Hasta que un día, en esos encuentros furtivos en los salones del hotel, al verla
llegar le pregunta ¿Por qué has añadido más cielo a tu mirada? Se ruborizó,
sí, era verdad, ella no se pintaba nunca, pero esa vez había puesto un poco
de sombras azules en sus ojos que había cogido de su madre. Y se sintió
descubierta. Ese día se acerca y le da el primer beso. Ella estaba aterrada
no sabía si huir o quedarse, pero él le dice “por este beso volverás”, con tanta
certeza que la llenó de miedo. Estaba en un famoso Hotel en el Sur sobre un
río que llamaban Correntoso porque en verdad lo era. Su padre amante de
la pesca les llevaba a todos y ella le acompañaba. Y aunque no hubiese
querido volver a ver a ese chico que turbaba su paz este enviaba a su
habitación revistas con cartas de amor escondidas entre sus páginas, cartas
que ella leía a escondidas sintiéndose culpable, y que luego quemaba y tiraba
por la baza para que nadie las pudiese leer. Eran tan hermosas y puras que
parecían inspiradas por ángeles. Esos sentimientos sublimes eran tan
inocentes, sin embargo se sentía culpable de haberlos despertado, y más
culpable aún de transformar esos bellos versos en ceniza.
A pesar de que le hacía entender que no quería más cartas, esa chispa que se
había encendido no podía apagarse y ese chico no dejó de seguir enviándole
cartas que parecían inspiraciones divinas de tan bellas que eran, y que ella
no dejó de leerlas furtivamente, para luego quemarlas sintiéndose
doblemente culpable.
A lo largo de todo ese verano, no hubo un solo día que dejasen de llegar
cartas y cartas camufladas entre revistas que leía a escondidas, pero no podía
conservar.
74
Este chico trabajó toda la temporada en ese Hotel, en la cocina, sin decirle
nunca nada, sin saber ella el porqué de sus constantes desapariciones. A esa
edad todo parece natural, no se necesita buscarle explicaciones a cada cosa.
Luego supo que él trabajó sin otro fin que el de poder ahorrar para comprarle
un anillo de compromiso demostrándole así que sus sentimientos eran
sinceros y no pasajeros. Quería que fuese su compañera para toda la vida.
Un día le confesó su edad y la verdadera intención de sus sentimientos y si
no le importaba esos números en su libreta de matrimonio, era su modo de
declararse. En verdad la diferencia no era mucha, pero a esa edad uno o dos
años cambiaban todo.
Este al igual que hacen todos los que están del otro lado de la barra, y como
si parte de su oficio fuese amenizar las largas veladas de los aburridos
turistas, les entretenía contando historias intentando no tocar su pasado.
De pronto un día les confiesa entre lágrimas que él era uno de los pocos
supervivientes del legendario buque nazi, el almirante Graf Spee, que ardió
en el estuario del Rio de la Plata durante muchos días, y que fue echado a
pique por su capitán y sus propios tripulantes tras perder la batalla. De este
trágico modo sucumbía entre las llamas, el que un día fuese el buque insignia
de la marina alemana. Les narraba con detalles la valentía de su capitán que
no quiso arriesgar la vida de la poca tripulación que aún le quedaba, y les
ayudó a desembarcar sanos y salvos en costas uruguayas, sabiendo que este
país, además de haber permanecido neutral tenía excelentes relaciones con
Inglaterra, para luego, a los pocos días, suicidarse en un hotel de Buenos
Aires vestido con su traje militar de gala y envuelto en la bandera de guerra
del buque.
El que desencadenó toda esta inesperada confesión fue su perro Ajax. Bueno
no el sino simplemente el oír su nombre. Ella no entendía porque el solo
pronunciarlo le erizaba la piel, nunca olvidará la manera que pronunciaba
“Ajax” y ese escalofrío que volvía a recorrerle todo su cuerpo. Ese cuerpo
fornido se quebraba como una frágil caña en el desierto, y hasta su
permanente sonrisa se borraba súbitamente de su rostro, mientras negros
nubarrones nublaban su mirada.
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Su padre le explicó que Ajax era el nombre del barco inglés que les derrotó
y Helena fue el barco estadunidense que les llevo hasta Buenos Aires. Su
mujer alemana les contaba como aún en las noches sentía bombardeos y se
levantaba sobresaltada. Salvaron sus vidas, pero no pudieron huir de sus
propios recuerdos que les perseguía agazapado en las sombras de las noches
hasta en ese lejano y pacifico sur.
No sabía que iba a hacer y menos comprendía el porqué de esa tan inesperada
reacción. Aterrada espía por la ventana y la escena que ve nunca se borraría
de sus pupilas Su abuelo iba con pie firme a encontrarse con el padre de su
pretendiente, un croata que a sus ojos se le asemejaba un oso enorme que
marchaba bamboleando los brazos y balanceando de lado a lado todo su
enorme y robusto cuerpo hacia su frágil pero determinado abuelo.
Observaba impotente desde su ventana la escena con terror. Pensaba que ese
señor tan grande iba a tener una reacción violenta, pero no, tras una animada
y para ella demasiado extensa, charla que no pudo escuchar, se despiden
amistosamente y el hombre con todo el respeto del mundo, tomó el anillo y
pidió perdón por su hijo demostrando su apoyo y comprensión. En los ojos
color de acero de ese hombre enorme le pareció ver brillar unas lágrimas, y
así termino esa historia, pero tuvo un epilogo como todas las bellas historias
de amor.
Cuando regresa a casa y ya creía había borrado ese primer amor platónico de
su mente aparece un día él en la puerta de su casa (una casa quinta blindada
con un portón eléctrico) y le entrega otra vez ese anillo que había desatado
todos esos viejos fantasmas. Se volvieron a ver y otra vez el rubor volvió a
subir a sus mejillas, no podían casi sostenerse la mirada. Pero era tan diáfana
y pura, tan trasparente y azul como las aguas de ese lago e iguales de
húmedas. Le explica que solo venía a entregárselo porque ese anillo era
símbolo de su amor. De un amor que no había muerto ni moriría nunca, y
quería que ella lo conservase siempre. Pero esta no sería la última vez.
76
Muchos años después por caprichos del destino sus vidas volverían a
cruzarse Ya tenían cerca de 20 años, ya no eran esos niños imberbes, sino
estudiantes universitarios, él era un exitoso estudiante de ingeniería y
campeón de wáter polo. Se reconocieron enseguida como dos gotas de agua
y el mismo amor platónico volvió a surgir. Pero las mismas barreras
culturales volvieron a separarles.
Lo triste es que los dos habían comprendido que su amor era como el de
Romeo y Julieta, pero con un final menos trágico.
77
CAPITULO 10
Ella con su ascendencia judía no podía estar con un croata que seguramente
habían huido a Argentina después de la caída del nazismo. Por el puerto de
Buenos Aires habían entrado juntos a los demás inmigrantes, fugitivos nazis
algunos disfrazados de rabinos, pero junto a ellos también llegaron sus
colaboradores de otras nacionalidades: croatas, austriacos, rumanos,
ucranianos y quizá, y por qué no, algún que otro judío. ¿Quién podía
condenarles por aferrarse a la vida y más en un pueblo donde se ama la vida
por encima de todo? Y tanto significado e importancia tiene esta para ellos
que en el hebreo, solo se escribe y se conjuga en plural. ¿Y no son los judíos
acaso igual a cualquier otro mortal? Los únicos que les dan poderes
sobrenaturales son sus enemigos y los antisemitas. Pero parecía como si
todos los supervivientes nazis de Europa no hubiesen encontrado otro destino
mejor que atracar en las costas argentinas.
A su memoria acuden en tropel, todas esas historias que contaban los amigos
de su padre. Uno de ellos en especial le impactó. Lo más gracioso era su
apellido “Le Grand” que no coincidía con su estatura, pero esa escasez de
metros la suplía con la largueza de su imaginación, así como su inigualable
simpatía y su gracia innata para contar historias. Según él se escondía en el
baño y ahorcaba a altos oficiales nazis con un fino cable de acero. Su dolor
y único arrepentimiento fue cuando le tocó también matar a una limpiadora,
pero era su vida o la de ella.
Oía estas y tantas otras historias de héroes y espías y le parecía curioso que
al final de la guerra ninguno hubiese sido colaboracionista, y mucho menos
los que emigraron a su tierra. Pero tampoco al final de la guerra en Francia
lo eran. Volvieron a desempolvar la guillotina, pero las únicas cabezas que
rodaron fueron de las pobres prostitutas que solo lucharon por sobrevivir.
Ellas como las brujas antiguas fueron quemadas en la hoguera del odio y
sirvieron para exorcizar sus propios fantasmas y sentimiento de culpa. Aquí
hay que decir que el odio de los franceses era mucho más hacia los
colaboracionistas que hacia los alemanes, o sea, solo hacia ellos mismos y a
su propia debilidad, y no hay nada peor que el “auto odio”
El Vaticano, creó la ruta de las ratas y su destino, entre otros, serían nuestras
costas. A Perón el oro de los nazis que entró por la Patagonia en submarinos
cargados con toneladas de ello no le venía nada mal. En la famosa película
“oro nazi en Argentina” estaba todo esto bien documentando en un intrigante
film basado en diez años de exhaustiva investigación, donde espías espían a
otros espías y de fondo, una ignominiosa historia de nuestro pasado en la que
colaboraron autoridades nuestras, altos cargos eclesiásticos entre ellos el
Papa y varios obispos católicos y bancos suizos. Junto a esas toneladas de
oro, entraron no solo los asesinos como el famoso médico Mengel o
Eichmann, el arquitecto del Holocausto, sino que aseguran que el propio
Hitler también, y que murió ya de viejo en el sur austral. Cosa que no hubiese
79
sido nada extraña. Ahí podía esconderse cualquiera. Había islas perdidas a
las que era imposible llegar a pie o por carretera.
Muchos le habían filmado y la verdad que se le parecía, pero con ese físico
tan común e insignificante hasta Chaplin logró parecérsele, y se podía
parecerle cualquier otro, pero fuese lo que fuese, este oro junto a los lingotes
con los que le pagaba Inglaterra ayudaron al auge del justicialismo. Así
comenzaría una era que sumiría a Argentina en la miseria más absoluta con
el verso de la justicia social. Ese partido que comenzó siendo de los
trabajadores terminó siendo el de los que no querían trabajar. El estado se
convirtió en un ogro represor controlando todo, no solo a las empresas, sino
hasta la respiración de cada argentino, inmiscuyéndose hasta en su intimidad.
Nace como la de Robín Hood del expolio al otro. Es fácil y sale gratis
repartir lo ajeno. Es como ese chiste de un rico escoces con su mejor amigo.
Este le dice: ¿si tuvieses dos castillos me regalarías uno? Su amigo responde;
si, claro, por supuesto, eres mi mejor amigo. Luego le pregunta si tuviese dos
casas o dos coches, etc. y la respuesta es siempre la misma. Y sigue
rebajando sus peticiones hasta llegar a dos camisas. Y su amigo le responde
con un rotundo NO. Sorprendido le pide explicaciones. No entendía como
si este era tan generoso con bienes mucho más valiosos, le podía negar una
simple camisa. Y su amigo le responde: ¡porque las tengo!
Cuando se reparte una riqueza sin seguir produciendo es como una tarta que
se reparte, o un jugoso botín, Pero cuando se acaba la tarta o el botín ¿que se
reparte? Habrá que sacarla de los contribuyentes y cargarlos de impuestos
como hicieron todos los Imperios que en épocas de guerra vivían del pillaje,
pero en eras de paz no tenían a quien robar más que a sus pobres ciudadanos
y tenía hasta que vender su ciudadanía. Así fue en Roma, al punto de que ya
nadie quería comprar la ciudadanía romana, todos soñaban con venderla.
España vendía certificados de limpieza de sangre y títulos de nobleza. En el
Norte, como todos eran cristianos viejos, estos vendían sus apellidos a los
nuevos que necesitaban limpiar los suyos. ¿Sería este el detergente mágico
que le pregunto a su abuela si existía?
Claro que les salió el tiro por la culata porque no todos se tragaron eso de
que las salvaciones de las almas en el otro mundo dependían de lo que
pudiesen pagar o no sus familiares en este.
Así nació el protestantismo que pretendió ser como su nombre lo indica una
simple protesta. Por supuesto, como siempre, confluyeron varias
circunstancias como en todos los sucesos de profundos cambios y de gran
trascendencia.
Coincidía con el hastió de los príncipes ante los abusos y atropellos de Roma,
las ganas del lujurioso Enrique VIII de Inglaterra de cambiar de mujer sin
tener que cortarle la cabeza, los ejércitos de Carlos V de Alemania o Carlos
I de España apalancados ahí, y todo esto se sumaba a la presencia de los
Otomanos que tras la caída de Bizancio, que ahora llamaron Constantinopla,
no cejaban en sus ambiciones de seguir expandiéndose por Europa. Ya no
se conformaban con simplemente asolar sus costas repartiéndose los botines
con Barba Roja, ahora querían extender en Europa su califato. Estas
divisiones le venían de perlas y alentaban sus sueños expansionistas. No
tardarían mucho en llegar hasta las puertas de Viena.
A decir verdad, Lutero resulto muy útil a todos, a muchos colmaba sus
ambiciones o les daba ínfulas para seguir soñando, pero sobre todo a los
príncipes que deseosos de afirmar su independía frente al Papa y al
Emperador le secuestraron, y protegieron de la Santa Inquisición, acelerando
o mejor dicho provocando el cisma.
Dios solo hablaba en boca de Lutero y parecía ser que todos los demonios
habían bajado del cielo y habitaban ahora en la tierra, encarnados en las
almas de esos pobres campesinos.
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Quizá Hitler tuvo miedo de cargar con tamaña culpa, sea lo que fuese lo
cierto es que no necesito buscar mucha más justificación que en las propias
palabras de Lutero. Se podía haber ahorrado su Mein Kampf. No necesitaba
la prosa poética de un idealista como Nietzsche.
El Papa tenía a los judíos en un gueto, que llamaba los judíos del Papa,
sumidos en la pobreza sin poder practicar ninguna actividad y los usaba
como amenaza de lo que les iba a ocurrir a los cristianos si se portaban mal.
sus orígenes. Pero los judíos, pueblo de dura cerviz, despreciaban esas
llaves.
CAPITULO 11
EL ETERNO RETORNO
Al igual que ese primer encuentro, este también fue fortuito, fruto del azar,
y al encontrarse sus cuerpos sus almas se reconocieron como llamas de un
mismo fuego, como gotas de un mismo mar.
¿Cómo fue ese encuentro? Fue con su mejor amiga y su marido a una fiesta
de un club de pintores, a la que fueron invitados y a la que no querían ir.
Estos cada tanto realizaban un viaje juntos para recorrer museos (ellos se
llamaban el club de los museos) y daba la casualidad que acababan de
regresar de un viaje a Tierra Santa.
ir. Entraron echando suertes a ver quién lo hacía primero, y no bien hacerlo
tenían ganas de echarse para atrás o mejor dicho de echarse a correr, no ya
ella sola, sino los tres.
Desde entonces se volverían, sin saber cómo ni por qué, inseparables. Ella
no sabía aun que estaba enamorada. Se fue a Argentina, ese viaje ya estaba
planeado de antemano, mucho antes del encuentro, y pensó que en la
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distancia la llama de ese amor se apagaría como una tenue vela. Estaba casi
segura que ese chico cántabro pasaría a ser uno más entre sus bellos
recuerdos.
Pero llegaron cartas y más cartas y ese amor se fue encendiendo como el
fuego de una gran hoguera que ya no se apagaría nunca. Le dio una foto
suya que miraba todas las noches, y de pronto sintió que esa mirada la miraba
y le penetraba el alma como puñal despertando un dolor antiguo.
Esa mirada la haría regresar así como esas cartas llenas de poesía y amor
que llegaban con pétalos de rosas en su interior, pétalos que aún conservaban
fresca su fragancia.
Esta nueva reencarnación del amor solo podía llegar en la forma de un poeta,
y mejor aún un marinero que en su velero de sueños había surcado los mares,
atracado en todos los puertos y había resistido a las embestidas del mar, a
los temporales, y a esos días y noches de infinita soledad sin tener otro
horizonte que ese mar infinito. Era ambas cosas, en esos días interminables,
sin ver tierra, sus ojos solo podían dirigir al cielo su mirada, mientras que de
su alma brotaban poemas solitarios que arrojaba a la mar y algunos iban a
parar en boca de los peces. Era un filósofo que había viajado a Israel y en el
muro de los lamentos pidió a Dios que le dé una mujer: la suya.
Hace mucho vivía con sus tíos, les acompañaba en sus viajes cuando sus
estudios lo permitían y eran todos muy felices. Un día le dice que quieren
adoptarla como hija. Les contesta “el amor no necesita papeles” No
necesitaba ningún certificado, y no entendía por qué ni para qué porque no
iba a cambiar nada en sus afectos, pero insistieron tanto que finalmente para
hacerles felices aceptó.
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Se sentía como se sentiría Pedro cuando negó a Jesús 3 veces. Nadie que
no ha estado en una situación semejante puede ni siquiera imaginar lo que
significa. Es verdad que el antisemitismo estaba mal visto, por eso
aparentemente, o sea cara a la galería, ninguno lo era. Pero al estar del otro
lado y al ignorar su origen se despachaban a sus anchas. Tuvo que oír chistes
antisemitas de extremado mal gusto hasta en boca de la persona que menos
lo hubiese imaginado, y cuando sorprendida le preguntaba si era antisemita,
le contestaba riendo “No, que va, tengo “hasta” un amigo judío”, y ese
“hasta” le sentaba fatal, parecía de todo menos una justificación ¿Acaso los
judíos no eran como los demás humanos y no podía tener amigos entre los
gentiles? ¿Dónde quedó ese mandamiento “amarás a tu prójimo como a ti
mismo”? ¿O es que los judíos no eran prójimos, aunque viviesen en el
mismo país y a veces hasta en el mismo barrio?
CAPITULO 12
Pero si tenía claro es que Argentina no se podía entender sin Perón, parecía
que desde su irrupción en el escenario hubiese un antes y un después. Era
como si antes de Perón no existiese nada, como si la historia anterior no
fuese más que una página en blanco.
Montoneros creían que el único camino para resolver los problemas era la
violencia, algo muy común en su época, pero lo original de los montoneros,
además de haber surgido de sectores católicos, y haber incorporado mujeres
en sus filas, es que eran peronistas. ¿Pero lo eran en realidad?
Sus libros de cabecera era libros peronistas que por lo visto leyeron mal, y la
Biblia que leyeron aún peor, obviamente no tenía los mismos curas que ella,
ni pertenecían a la misma Iglesia.
Ellos eran los ejércitos de Cristo contra los demonios nacionales. Ya les
había dicho Perón que la masa no vale por la calidad o cantidad de sus
integrantes sino por la calidad de sus dirigentes, e intentaron llevarlo a la
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Por supuesto, la historia nos demostró que el peronismo si bien evitó que
Argentina entrase en la Segunda Guerra Mundial como le presionaba EEUU,
fracasó en su intento de frenar y controlar el conflicto social.
Los Montoneros no imaginaron siquiera que les utilizaría igual que lo hizo
con sus antiguos socios. Con su mesianismo típico de la edad, se creían ser
la vanguardia de su movimiento, seguros que contarían con su bendición, se
sentían ser los salvadores de la patria, y no fueron más que la soberbia
armada como dieron en llamarles después. Estaban más que convencidos que
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Todos contaban la historia de esa niña que se hizo amiga de otra y por la
noche les puso una bomba debajo de la cama que mató a los padres de su
amiga, y si bien no les explicaban nada lo ponían de ejemplo para prevenirla
con las amistades, o la de esas guerrilleras que ponían sus hijos por delante
como escudo. Como esta infinidad de historias que circulaban entre
bambalinas después que se bajaba el telón.
Época muy extraña que estaba dentro de un contexto mundial de guerra fría.
Las autoridades les llamaban “elementos subversivos” y eso es lo que en
verdad eran, porque querían subvertir el orden constitucional para instaurar
uno nuevo, su famosa patria socialista, concepto abstracto que ni ellos
mismos tenían muy claro, o cada uno se lo imaginaba a su manera. Por lo
pronto no parecía más que unas simples guerras de egos. Donde manda
capitán no manda marinero, el problema era que ahí todos querían mandar.
Born. Algo de este dinero fue a parar a Cuba. ¿Qué hicieron con el resto del
dinero? Y este no era moco de pavo, nadie hasta el día de hoy, nunca supo
nada, esta fortuna fue como la del tesoro del Virrey Sobremonte que de tan
bien escondida nadie la encontró, pero el virrey montañés siempre sostuvo
que el la escondió para evitar que cayese en manos de los ingleses.
Pero, ¿no fue acaso Seneca el tutor del emperador Nerón? ¿No fue su propio
discípulo su peor enemigo? ¿Se puede acusar a Jesús de todas las
barbaridades cometidas en su nombre? Y los ejemplos abundan.
Quizá con los años se habría moderado. Dicen que quien con 20 años no es
de izquierdas, no tiene corazón, pero el que lo sigue siendo a los 50 es que
no tiene cabeza o carece de espíritu crítico.
Esta historia personal la marcó tanto al punto que hasta el día de hoy es
incapaz de emitir un juicio. Ella sabe más que nadie lo fácil que es dejarse
llevar por unas simples frases.
su mamá para que jugase, le encantaba verlas girar por la rueda o hacerla
girar con sus manitas, y como no tenía ningún juego jugaba con el ratoncito
haciéndola girar encima de su pecho y dándole volteretas por el aire. Cuando
sus padres la ven con su nuevo juguete, entran en pánico. A gritos la hacen
dejar al animal, le cazan y a ella la llevan a vacunar contra la rabia. Luego
le dijeron que ese ratoncito era una ratita, pero aunque cambiase de
nomenclatura ella seguía sin poder ver la diferencia entre un ratón y una
rata, o entre un ratón y un Hámster, y sigue hasta el día de hoy, sin ver otra
diferencia salvo que la rata es más grande y el ratoncito es mucho más
inteligente.
Hay que reconocer que de los curas del tercer mundo muy pocos apoyaron
la lucha armada. El padre Múgica, igual que la mayoría de los teólogos de
la Liberación, si bien en un principio creyó que el asesinato de Aramburu
bajo el lema de “vuelve Perón” sería un regreso a la democracia, no quiso
seguir por ese camino de violencia que solo engendra violencia y de ahí en
adelante rompería filas con Montoneros, pensaban que cuando Perón
regresase tenían que enterrar los fusiles. “Hay que dejar las armas y empuñar
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los arados”, pero ya era tarde, sus discípulos no le hacían caso y siguieron
adelante, preferían las armas a los arados.
Regresa Perón y su regreso fue por una parte gracias esos jóvenes
guerrilleros que, junto al ERP de corte marxista, se habían convertido el
grupo terrorista más importante de esa convulsa década de los 70, y de otra
parte porque ya estaban todos hartos de esa caos, y de esa violencia
irrefrenable. El mito a la distancia, estaba causando estragos, ya nadie sabía
lo que era ser peronista y necesitaban que el propio Perón viniese a
explicárselo. A su regreso, tras 18 años de exilio, había que definir de qué
lado estaría el Perón, y con la intención de dilucidar el misterio, esperaban
todos con ilusión la llegada de su líder, acto que acabó en una auténtica
mascare. Es en esta masacre de Eseiza en 1973 donde se hace evidente las
contradicciones entre las dos facciones más extremas del peronismo,
contradicciones acentuadas desde el exilio por su propio líder, y lo que iba a
95
ser una fiesta donde habían acudido con bombos, platillos, hasta con violines
panderetas y acordeones terminó en un baño de sangre, mientras Perón
aterrizaba sano y salvo en el aeropuerto de Morón.
A pesar de esta emboscada que se saldó con varios muertos y muchos más
heridos, los montoneros siguieron creyendo en su rol de liderazgo.
No fue hasta un primero de mayo de 1974 que fueron a plaza de mayo, con
el propósito de obligar a Perón a definir su postura y comenzaron coreando
su famoso “que pasa General que está lleno de gorilas el gobierno popular”
(se referían a López Reagan, el brujo que crearía las tristemente famosas
triples A desde su puesto de ministro de bienestar social) A Perón la verdad
no le hizo nada de gracia, y mucho menos cuando se metieron con Isabelita
que estaba a su lado.
Ese encuentro fue todo un espectáculo: Mientras ellos cantaban “si Evita
viviera, seria montonera”, o aún peor “si Evita viviera Isabel sería copera”
los otros le respondían “No toques las bolas. Evita hay una sola” y los
canticos iban subiendo de tono haciéndose evidente las divisiones entre ellos,
por un lado, los sindicalistas por otro los Montoneros. La plaza se había
convertido en una auténtica batalla campal
Perón, desde el balcón deja clara su postura y rompe con ellos y de “jóvenes
idealistas” pasaron a ser unos “imbéciles jóvenes imberbes”. Claro que este
calificativo les dolió sobremanera y no se lo perdonaron nunca. Desde el
balcón les acusa de querer monopolizar un movimiento sindicalista de 20
años de trayectoria. Montoneros se van ofendidos al canto “aserrín aserrán
el pueblo ya se va” y en verdad el pueblo se fue y quedó media plaza vacía
dejando en evidencia su poder de mover masas de todos los estratos del
peronismo.
Esas imágenes les recordaban a las del flautista de Hamelin, ellos adelante
con sus grandes pancartas y los otros detrás.
Perón dejo bien claro su postura, les echó, aunque ellos insisten que se
marcharon. La cosa es que si se fueron o les echaron da lo mismo, desde
entonces pasaron a la clandestinidad, que para ellos no fue una derrota sino
una retirada táctica, para seguir en la sombra escribiendo su historia a sangre
y fuego, que también sería la nuestra y la de nuestra generación.
96
CAPITULO 13
Recordaba a su amiguita del colegio, ahora corría igual suerte. Hasta que
un día llega a casa y encuentra a sus padres preocupados y con el ceño
fruncido, les pregunta la razón y por toda explicación le dicen que tiene que
coger sus maletas. (Después de mucho tiempo le explican que se fueron para
proteger su vida. Su padre recibía llamadas amenazantes que le decían “que
hermosa y joven es su hija. Sabemos su nombre y el nombre de su perro.
Lástima que la tengamos que matar”, y a decir verdad, no eran épocas para
tomarse las amenazas a la ligera. )
Sus padres le dicen que recoja lo más importante que tenían que partir en una
hora. Simplemente cogió algo de ropa y sobre todo muchos libros. No le
dieron tiempo ni de llamar al teléfono a nadie por miedo a ser delatados. Le
dice que se van a Paris. No entendía el porqué de tanta premura ni por qué
tenían que huir, así, como ladrones en la noche.
En pocas horas estaba ya lista, sin poder despedirse de nadie, sin decir adiós
a sus amigos, parten rumbo a Paris en un viaje sin retorno.
admitida la directora les recordaba siempre que si bajaban las notas el propio
colegio les invitaría a partir. Eso hacía que su esfuerzo fuese constante y le
impedía bajar la guardia, algo que no resultaba difícil dada su insaciable sed
de conocimientos y necesidad de nuevos desafíos. La misma directora, que
más que directora se parecía la bruja Madame profesora Minerva de Harry
Potter, era la encargada de entregarlas periódicamente a cada uno y ponía la
ultimas cartillas las malas estudiantes, y siempre había una expulsada. O
mejor dicho le daban una advertencia o la invitaban a buscar otro colegio.
Por suerte su cartilla estaba entre las primeras. A la directora gustaba espiar
la clase desde una ventanita que había en la puerta con un cristal que solo era
trasparente de un lado, del otro era un simple espejo, que a los alumnos les
parecía el ojo del Gran Hermano, que lograba que todos fuesen obedientes y
educados (por lo menos durante la clase) Y su marido se ponía debajo de la
escalera, le encantaba desde ahí ver como las chicas subían cono sus faldas,
quizá tuviese miedo que alguna se fuese a caer y se quedaba ahí para cogerla.
A clase todas iban con su bolso Vuiton y sus foulard de marca (grif) ella
desde entonces no volvió a ponérselas. El uniforme era confeccionado por
un modisto especial, que por su precio parecía haber sido diseñado por el
mismo Pierre Cardín. Todo eran modas y tontería.
La verdad que daba una nota exótica, una nota de frescura en un medio social
momificado, no solo porque hacia todo al revés de lo que veía, siempre le
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encantó romper los moldes rígidos, sino porque los franceses la mayoría no
sabían distinguir un país de otro.
Este profesor era un catedrático que le enseño a saber leer los libros
descubriendo dentro del entramado del texto la médula del pensamiento o de
la idea central, le hacía comprender que todos los libros encerraban un
mensaje que teníamos que descifrar. Junto a él todos cobraban vida y le
hablaban.
Comenzó con este profesor tan entusiasta un nuevo camino que dejaría en su
mente una honda huella. Ahora las frases eran como un gran rosetón gótico
en medio de una catedral que tenía que descifrar y encontrar su centro sin
perderse por las ramas.
Eran como esas ventanas esféricas dotadas de vidrieras cuyos trazos estaban
dibujados de forma radial, pero todos confluían en un mismo centro.
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Le decía que las palabras eran como esas obras de arte, iluminan los templos
y consiguen efectos misteriosos cuando se proyecta la luz en su interior. Esa
luz no era otra que nuestra inteligencia o capacidad de compresión.
Ella tenía que encontrar y descubrir entre toda esa baraúnda de palabras la
esencial, buscar la palabra detrás de las palabras, ese mensaje oculto que
esperaba ser descifrado.
Junto a él, comenzó a leer libros donde uno podía perderse y el más simbólico
fue “a la búsqueda del tiempo perdido” de Marcel Proust un tiempo que
ahora creía haber recuperado gracias a esa ayuda de su profesor. Con un
guía así era imposible perderse. Como un sherpa podía subir y bajar las más
escarpadas montañas, como un mono podía saltar de rama en rama sin perder
nunca de vista su objetivo. En su ritmo y cadencia podía sentir y sufrir su
asfixia, la escritura palpitaba, vibraba, cobraba vida y hasta se sentía conectar
con esas almas.
Pero no solo se intentó erradicar de las vidas, los templos y del gobierno sino
también del lenguaje. Hasta los nombres de los meses se cambiaron como
todas las palabras que tuviesen connotaciones religiosas de raíz cristiana,
como si cambiando simplemente las palabras se pudiesen cambiar ese
arraigo de siglos que tenían en el inconsciente. Esos nuevos términos no eran
más que eufemismos. Al grito de “Libertad, igualdad y fraternidad” (que
parecía otro eufemismo o más bien una burla de mal gusto) la guillotina hacía
100
rodar cabezas desde el Rey para abajo. Hacer una revolución a medias era
cavarse una tumba, así que como nadie se sentía listo para ir a parar a una
tumba, ninguno se quedaba a medias, parecían todos desenfrenados.
De tanto en tanto le llegaban cartas que traía el cartero que la conocía aun en
plena huelga de correos, de quién decía llamarse “su admirador secreto”
Hasta que un día la portera le llama y le dice le llegó un envió urgente que
tenía que recoger. Cuando va a recogerlo se encuentra con su amigo judío
que era el supuesto envió escondido detrás de los cubos de basura del patio.
Estaba emocionada y sorprendida.
101
A pesar de todas las barreras él siempre estuvo ahí cerca suyo presente y
seguía todos sus viajes Tuvieron que desplegar todo su ingenio para burlar
censuras y seguir en contacto, pero por lo visto a ambos ingenios les sobraba.
Suben a casa aprovechando la ausencia de sus padres, para escribir una carta
a un amigo común con una tinta invisible que habían inventado. Estaban
divertidos riendo cuando entra su madre y furiosa le echa de casa. Le
intentaron explicar que no estaban haciendo nada malo, pero todo fue inútil.
Entre lágrimas le vio partir. Se fue, pero nunca dejó de seguir enviando
cartas. Ni nunca dejaron de compartir ese humor tan especial que les unía.
O de compartir esa chispa y ese ingenio del que estaban ambos dotados.
Continua su vida en Argentina como antes con idas y venidas a Paris. Por
supuesto “como antes”, es un decir, porque ni el país ni ella serían los
mismos de antes. Su país estaba cambiando poco a poco Y ellos
probablemente también. El aire seguía como antes enrarecido y las sombras
que habían dejado no habían aminorado, sino que no dejaría de crecer y
acecharles.
102
CAPITULO 14
VOLVER
Poco a poco comenzó a sentirse una simple ruleta del destino como lo eran
todos, y buscaría refugio como muchos de ellos, en las lecturas. Quizá lo
que su país o sus padres no podían explicarles esos filósofos podrían. Su
generación, todos esos que estaban en el medio y observaban el devenir entre
bambalinas, que eran la gran mayoría, encontró un refugio en las lecturas.
Por supuesto, también leían a Marx, que lo único que tenía de atractivo era
su condena de libro prohibido, pero nunca había ella encontrado lectura más
aburrida y reiterativa desarrollada como una pseudociencia. Fue uno de los
pocos libros que no pudo acabar como tampoco el Mein Kampf. Hitler
podría tener dotes de pintor, pero lo que es de escritor ninguno.
Esa lapidaria frase; “Dios ha muerto” encontró eco en una juventud que
estaba buscando desesperadamente su propia identidad. Pero a su vez les
quitó la ilusión de encontrar un sentido a su existencia en un Ser Superior.
El sentido a la vida lo tienen que encontrar ahora en ellos mismo.
Tampoco existía ningún camino marcado, cada uno tenía que labrar el suyo
propio. Era un grito de libertad, pero a la vez responsabilidad, sin tener a
nadie en quien refugiarse ni a nadie a quien recurrir ni a quien culpar por sus
errores.
Cuando ya creían haber encontrado una respuesta escuchan una voz que les
dice;
Pero a la vez esta libertad les dejaba solos, desamparado y ante sus ojos se
abría un aterrador abismo, la soledad absoluta, el vacío existencial, esa nada
que producía vértigo, pero también nauseas.
Nietzsche a pesar de haber abrazado en una época las ideas del nihilismo o
sea el sinsentido de buscar un sentido a la existencia, o mejor dicho negar
que esta tenga ninguno, en esta obra el busca un sentido a través del
superhombre (que supera al hombre, que no es más que una cuerda tendida
entre el animal y el superhombre. Una cuerda tendida sobre “el abismo”)
Plantea como recurso la idea del eterno retorno como salvación para la
humanidad. Esa idea occidental de repetición cíclica donde el mundo tendía
a destruirse para volver a crearse exactamente igual, en Nietzsche se volvía
instrumento de salvación porque según él, solo cuando el hombre logre vivir
libre y sin miedo logrará amar la vida y deseará el mismo el eterno retorno.
Ese momento llegaría cuando el hombre se atreviese a transformarse en ese
superhombre. Pero antes habría que cruzar esa fina e inestable cuerda tendida
sobre el abismo.
siquiera una linterna para buscarlo o algún mapa para no perderse. Él mismo
no lo logró, al final de su vida cayo al abismo, como su titiritero, porque no
pudo huir de su pasado protestante y mucho menos de su propia locura, que
quizá no fuese suya sino la de toda esa época que le tocó vivir que con su
sensibilidad y extrema lucidez se hizo más evidente.
Pocas obras coinciden con los valores de sus autores y con su propia
trayectoria. Su libro la Peste era un maravilloso reflejo de una época y de su
105
vida. Una obra enternecedora porque hasta en el ser más deleznable, Camus
encontraba más razones para amar que para odiar. Los personajes más
marginados, oscuros, sórdidos e insignificantes en tiempos normales, frente
a la adversidad se convertían en auténticos héroes sacrificando hasta sus
vidas por los demás.
En realidad, más que un nihilismo que suena a derrota era para ella un
humanismo exacerbado. Camus amaba al hombre pero también eso que le
sobrepasa infinitamente al hombre que él lo llamó simplemente “vida “o
“amor”. Aun cuando todo estuviese perdido, el hombre merecía que
creyésemos en él hasta el absurdo.
Sartre atraía por su cinismo e ironía y sutil inteligencia junto a ese espíritu
de contradicción tan suyo. Enemigo hasta la muerte de Camus su vida e
ideología no concordaban con su capacidad de razonamiento. Su
posicionamiento tan extrema le impedía ver la grandeza de su amigo y con
sarcasmo rebatía sus ideas y decía hasta lo que su amigo no había dicho. Pero
esa militancia también le producía anteojeras que enturbiaban su juicio y le
impedían la crítica, en todos los detractores veía solapados enemigos,
admiraba incondicionalmente a Rusia como amaba al Che Guevara. Lógico
que Camus y el estuviesen en las antípodas del pensamiento, pero a todos
nos hizo pensar y nos obligó a enfrentarnos a la náusea y a la nada. Todos lo
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Herman Hesse era otro autor muy popular en su generación. Uno de los más
leídos en el mundo, y no era para menos, sus libros habían surgido a raíz de
sus propias crisis existenciales, que nunca resolvió.
Su obra más famosa “el lobo estepario” era lectura obligatoria en su época.
La más famosa y la menos comprendida de todas, tal es así que el mismo se
quejaba siempre de no haber sido comprendido o interpretado correctamente,
cosa que no era difícil hacerlo cuando se mezclaba realidad y fantasía en un
teatro mágico donde era difícil distinguir los límites entre uno y el otro.
Mucho menos aun cuando a los fantasmas del autor uno añadía los suyos
propios, es por eso que cada uno entendía lo que quería entender y lo seguían
leyendo y opinando intentando sacar sus propias conclusiones, poco les
importaba lo que quiso o no quiso decir su autor. Quizá no lo entendieron ni
lo entenderían nunca, quizá el propio autor tampoco lo hizo, a veces nuestras
propias obras nos sobrepasan.
Fue una época donde un libro o una barba podían justificar una persecución.
Muchos de sus amigos fueron rasurados. Fue un tiempo en el que podíamos
pasar una noche detenido e incomunicado en el calabozo por no llevar
documentos donde simplemente estar en la lista de la agenda equivocada
107
Aun sin haber hecho nada todos éramos sospechosos por el mero hecho de
ser jóvenes y nos sentíamos culpables. Nuestro único pecado, nuestro único
crimen era pensar. Un simple libro, o una frase desventurada que
consideraban inapropiados podían servir para condenarnos.
La primera protesta de unos chicos que creyendo que vivían en ese país libre
que les habían enseñado, simplemente reclamaban un boleto estudiantil, en
lo que se denominó “la noche de los lápices” (en alusión a la noche de los
cristales rotos de la Alemania Nazi) fueron torturados y asesinados, nunca
aparecieron sus cuerpos. Es verdad los chicos eran peronistas o Montoneros,
de los barrios pobres, pero no eran militantes ni estaban armados, tan solo
reclamaban un descuento en el autobús. Sin embargo, no fue hasta después
de la caída de la dictadura militar y recién hasta el testimonio de uno de los
supervivientes que el pueblo supo esa historia como tantas otras que
permanecieron ocultas.
CAPITULO 15
TIEMPOS DIFICILES
Sus años universitarios que suelen ser los más felices fueron enturbiados por
las convulsiones de esa época.
Era como todos, de origen extranjero. Ella era incapaz de cuestionarse sus
orígenes o de diferenciar a alguien por raza o creencias. Ni siquiera era capaz
de distinguir las diferencias, o mejor dicho veía a estas como pinceladas que
resaltaban la belleza y daba una nota de relieve o color al cuadro.
nada de su vida, lo primero que le dijo, mirándola fija a los ojos fue “tienes
que partir de Argentina”. Parecía que Dios o algún ser superior pusiesen
palabras en su boca o que simplemente tenía el poder de leer en su mente.
(Poder que luego le demostró que no tenía) ¿Habría leído en sus ojos una
llamada de socorro? Comenzaron a salir y el que no supiese nada de su vida
ni de su historia familiar fue algo que la hizo enamorarse con más facilidad.
Era su sueño, ser amada por alguien que no supiese quien era. Sus padres no
más saber de su nueva relación la fuerzan a dejarle.
Desde entonces tuvo claro que para su familia ella siempre era y seguiría
siendo judía como este chico. De nada valía cambiar de religión, de país o
de apellido. Tampoco tuvo sentido tanto sacrificio ni tantas dolorosas
renuncias que hizo gustosa por amor, como la de no poder volver a ver a su
padre biológico, escribirle y decirle cosas hirientes que no sentía, apartarse
de sus amigos judíos simplemente porque no eran de su agrado, o porque no
soportaban que su hija estuviese con un judío, y tantas cosas que le venían a
la mente.
111
Renunció todo por amor y no por dinero, su padre biológico jamás le negó
nada y siempre soñó tenerla a su lado, y aunque lo intentó no pudo retenerla,
ella no se adaptaba al nuevo país y extrañaba a su familia y a lo que
consideraba su hogar, donde se había criado. Finalmente, por su felicidad y
con todo el dolor de su corazón aceptó firmar su renuncia, pero antes le
preguntó si seguro esa era su felicidad. Ella dijo sí y el respondió “la
felicidad de un hijo es la felicidad de un padre, ¿Y qué padre no desearía la
felicidad de su hijo? Firmo por ti, no por mí. Pero yo siempre seguiré siendo
tu padre y siempre estaré cuando me necesites, las puertas de mi casa siempre
estarán abiertas para ti”
Firmó, es verdad, pero solo bajo una sola condición “seguir viendo a su hija
siempre” condición que jamás se cumplió. Quizá pensaron que como
cerraron el trato con un judío no había obligación de cumplir. Siempre
cargaría el dolor de sentir que con su elección le hizo tanto daño.
Ahora todo le parecía tan absurdo. Ella, sus amigos y hasta el país estaban
sumidos en una gran mentira. Sintió que su mundo se derrumbaba y que su
sitio no estaba allí. Que nada de lo que tenía le pertenecía. Desde entonces
no tenía otra idea en mente que huir de ahí. Solo le quedaban dos caminos:
o irse y recobrar su libertad, o suicidarse.
El conocer sus orígenes así de golpe de esa manera tan brusca a sus 19 años
fue un shock que jamás pudo superar, y mucho menos asimilar e integrar a
su vida que desde ese entonces se convertiría en un permanente y eterno
deambular, un viaje sin fin, sin encontrar nunca reposo para su ajetreado
corazón.
Y así fue descubriendo que no solo ella sino muchos de sus amigos vivían
en un engaño. Unos a sabiendas otros sin saberlo o sin sospecharlo siquiera.
Sus padres que habían huido para olvidar y soñaban reiniciar una vida
nueva no querían recordar el pasado e intentaban proteger a sus hijos del
sufrimiento. No sabían que, si bien la verdad hiere, es solo una vez, la
mentira hiere siempre.
Marchó primero hacia Salta, subieron en el tren a las nubes hasta llegar a la
frontera. Ahí le esperaban militares con grandes fusiles amenazando a los
intrépidos. Les detuvieron y les pidieron su identificación.
Ya no recuerda cómo, pero logró cruzarla utilizando todas sus artes y la más
encantadora de sus sonrisas. Sabía que de no hacerlo sería mujer muerta.
Pero sabía también que sin las fuerzas del cielo hubiese sido imposible. En
esa época no tener papeles era un crimen que se podía pagar con deportación
y muerte.
Pero por ellos, por ella, por todo ese amor compartido, por todos esos
momentos inolvidables vividos, por todas esas lágrimas derramadas se juró
que no se iba a ir de este mundo sin comprender el porqué de ese sentimiento
que destrozó su vida, su familia e hizo sufrir tanto a su padre y a todos, y a
ella le impido ser feliz cuando vino a este mundo con todos los ingredientes
114
para serlo. Su problema era que su felicidad no era solo la suya, solo podía
ser completa viendo felices a los demás a su alrededor, y su frustración era
que justamente intentando hacerles felices hizo todo lo contrario. Todos
sufrieron y todos hicieron daño sin quererlo, y sin saberlo siquiera.
Y ella también tenía su parte de culpa. No podía negar su rol en este drama,
esto produjo que las palabras proferidas en ese tono le hicieran tanto daño y
fuesen la gota que colmó la copa. Comprendía esa frase de Jesús nada de lo
que nos entra puede hacernos daño. Solo lo que sale del corazón del hombre.
En verdad, así es, de un corazón puro no puede salir nada malo, es como el
sándalo perfuma hasta el hacha que le hiere.
Y desde entonces comenzaría lo que los judíos llaman Teshuva que significa
“regreso” a Dios o arrepentimiento cristiano pero sin esa carga de culpa, sino
con amor y alegría, con fuerza y fe transformando lo negativo en positivo,
rescatando de ahora en adelante todo lo bueno del pasado porque este se
convertiría en su guía y su brújula, su norte y su Sur y había demasiada
belleza en él, demasiado amor y grandeza que no podían perderse. Por
supuesto .y ante todo dejando de lado la soberbia que tanto daño les había
hecho a todos. Había comprendido que las ramas rígidas se rompen,
mientras que el junco gracias a su flexibilidad siempre logra erguirse.
115
CAPITULO 16
Sin embargo, así como no puede cortarse el pétalo de una flor sin que titile
una estrella, en un universo tan perfecto donde todo está interconectado es
imposible separar su vida de la de sus contemporáneos, y mucho menos del
destino de su patria. Todos somos, en mayor o menor medida, víctimas de
las circunstancias.
O como los rabinos con esta bella imagen enseñan a los niños: “La obra de
Dios es como un gran libro donde cada letra suelta quizá carezca de sentido,
pero que junto a otras forman palabras, y las palabras frases. Y para Dios
cada letra, cada una es única e importante, y ocupa un sitio preciso y
precioso en la creación. No podemos permutarlas sin alterar el sentido de
su Libro” Para el pueblo de la Palabra, Dios es quien inscribe nuestros
nombres en el Libro de la Vida. Es por eso la maldición más fuerte que
puede salir de su boca es “que su nombre sea borrado del Libro de la Vida”
Cada ser humano se pueda auto percibir como quiera, la imaginación no tiene
límites, pero la realidad se los pone, y la realidad es que los demás lo verán
como lo que es, no como él se auto percibe.
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Podemos intentar negar esas leyes, pero no podemos hacer que dejen de
funcionar. Si nos tiramos de cabeza por la ventana, acabaremos estrellados
en el suelo lo queramos o no.
Ella por desgracia veía los dos lados y no podía fingir un compromiso que
no tenía. Fue como la mayoría de jóvenes de su época, espectadora y a la
vez víctima. Las víctimas como en todas las guerras son el pueblo que se ve
arrastrando en esa guerra de ideologías o de intereses extremos, atrapados
entre dos fuegos y no participa a no ser que haya sido obligado o empujado
a ello.
Es como el cuento de ese argentino que cruza nadando por una piscina llena
de cocodrilos. Todos lo felicitan y alaban su coraje. Cuando le preguntan
como hizo para cruzar sin ser devorado, el respondió encogiéndose de
hombros; “yo no hice nada, a mí me empujaron dentro de la piscina”. Así
nos sentíamos la mayoría, empujados como ese valiente hombre dentro de
una piscina llena de cocodrilos. Pero así y todo ninguno puede escapar a
sus consecuencias ni decir “esto no tiene nada que ver conmigo” ni puede
aislarse y afirmar: “yo de esta agua no beberé” Todos bebimos de ella,
bebimos de los charcos, de los pozos y hasta de los floreros sin poder saciar
nunca nuestra sed.
Para los italianos ser “doctor” era mucho más que un título nobiliario. Y entre
12 hijos, que educaron con vara de avellana como el mismo relataba de su
infancia, no podía faltar un general ni un cura, cosa que mi abuelo ya había
intentado y fracasó, y por supuesto un doctor, y mejor varios. Pero bastaron
119
simples calumnias para echar abajo el esfuerzo de tantos años y todos sus
sueños quedaron truncados y ya no solo era solo por él, sino por los que
estaban bajo su responsabilidad y sobre todo por ese país al que siempre
soñó servir.
Así que fue apartado de su puesto sin ninguna razón aparente, sin ninguna
explicación lógica sino bajo falsos testimonios. Su única falta era la de
haberse negado a colaborar, así como no haberse dejado sobornar y menos
aún aceptar traicionar a sus subordinados.
Su tía también había sido perseguida porque aparte de estudiar ruso, hacia
traducciones. Eso le valió la sospecha de ser comunista y trabajar para la
KGB. Con esa excusa le confiscaron el pasaporte.
La que más recuerda es a esa princesa rusa, cuyo relato de su familia estaba
en el libro de “La guerra y la paz” que huyó a Argentina y se dedicó a dar
clases de buenas maneras a niños argentinos además de clases de ruso, venía
mucho a su casa a darles clases de ruso.
En esos ojos azules descubría una inmensa tristeza que le recordaban a los
de su abuela paterna, pensaba que era porque como ella, habían venido de
Ucrania. Pero seguro las imágenes grabadas en sus retinas no eran iguales.
120
O quizá sí. Ambas habían visto la barbarie a la que puede llegar un pueblo
desenfrenado y manipulado, empujado hasta los bordes del paroxismo.
En los de su abuela estaban los cosacos que venían por las noches, violaban
y asesinaban a las mujeres y quemaban los poblados judíos. ¿Por qué lo
hacían? ¿Qué ganaban con ello? Nada, quizá unas botellas de vodka para
aplacar esa sed de venganza que llevaban en sus venas. ¿Qué les habían
hecho los judíos a ellos? Absolutamente nada. ¿Qué ganaban con ello?
Nada, tan solo dar una vía de escape a todo su odio e instintos libidinosos y
venían en hordas por la noche galopando a rienda suelta destruyendo todo a
su paso, violando a las mujeres, y abriendo a las embarazadas en canal para
arrancar el fruto de sus vientres ebrios de alcohol y de odio
¿Pero es que el odio se aplaca alguna vez? Nunca. Es como una copa de
vértigo que cuanto más se bebe más embriaga. El que odia no obtiene ningún
beneficio, es como pretender beber una copa de veneno y esperar que al otro
le haga efecto. Solo hace daño al que lo sustenta y beneficia solo a los que
lo instigan, y que viven de ello, que junto al resentimiento es la gasolina y
el motor de todas las revoluciones.
Ambas mujeres sufrieron y vivieron ese odio que fue fustigado por el miedo.
Tenía una relación mágica, comprendía el dolor que había en el fondo de
esa mirada.
Esa princesa rusa le enseñó como una sola palabra podía producir tanto daño.
Cuando leían textos, ahora cambiados los nombres por la revolución donde
los mujik que en ruso significa hombre, y que con el tiempo se transformaría
en sinónimo de campesinos rusos La revolución rusa como todas las
revoluciones los rebautizo como Tovarisch, o compañeros, o mejor dicho
camaradas, como si permutando las palabras, o simplemente cambiando los
nombres se pudiese cambiar la realidad y hacerles olvidar su condición de
servidumbre a la que estuvieron sometidos y automáticamente se subiese de
status borrando de un plumazo todas las herencias, y las heridas del pasado.
Eso les daba la ilusión que eran todos iguales y todos libre
Para su abuela esa palabra eran los “cosacos”. Los judíos no eran siervos
sino campesinos libres que el zar ubicaba en las zonas fronterizas, o sea
limen, sabían muy bien que los cosacos no eran culpables, eran simplemente
la mano que ejecuta no el cerebro que ordena. Estas zonas cambiaban
constantemente con las constantes guerras, y se la repartían entre los
121
Odio que sigue aún latente en el subconsciente argentino. Parece que los
que no son reconocidos por los suyos necesitan que el mundo los reconozca.
Muchas páginas de la historia fueron escritas por hijos no reconocidos, y
otras comenzaron como la historia de México con la famosa Malinche y los
hijos de Cortés que España se negó a reconocer.
Esto no hubiese sido más que una anécdota, el problema surgió cuando fue
a la Academia Militar donde le obligaron a esconder sus orígenes ilegítimos
y mestizos. Ella que conocía bien ese dolor, le comprendía. Perón le
preguntaba a su abuela si tenía sangre india pero ella no lo sabía, o no se lo
quiso decir, a él le hubiese gustado poder reconocer sus orígenes, ya que
pensaba la historia la escriben los pueblos originarios. No es de extrañar que
en vez de escribir la historia escribiese una historieta, lo que pudo ser una
Opera prima acabó siendo una Opereta con un final tragicómico.
Para ella estas curiosidades de sus vidas no eran para juzgar sino para
comprender a una personalidad que nos guste o no, había dejado su huella, y
dividido a un joven país ávido de mitos, marcando un antes y un después.
Para ella cada vida tiene un propósito, cada ser viene a este mundo a sanar
una vieja herida que lleva en su alma como música olvidada, y todos vienen
a aprender o a corregir algo. Claro que no todos lo logran, otros ni siquiera
lo intentan, pero todos vienen a este mundo con la capacidad infinita de
asemejarse a sus más bellos sueños e ideales, a llegar a ser la mejor versión
de sí mismos. Claro que antes tienen que fundir sus dos conciencias y
encontrar un sentido a su vida que se base en el amor y no en el odio o el
resentimiento. Muchos a veces creen que sus vidas son absurdas,
insignificantes o inútiles, que carecen de sentido pero de pronto, llega a su
vida ese algo o alguien que da sentido a todo eso, y les hace darse cuenta
que todo lo otro no fue más que formación y aprendizaje para ese momento.
La razón de la vida de Evita era simplemente vengar lo que ella creía una
injusticia y no repararla, si no se sabe perdonar, repararla es imposible.
Tenemos que dejar de vernos como rivales sino como lo que somos,
hermanos. Despertar del espejismo. Tener el valor de ver la realidad tan cual
es y amarla. La verdad duele, es cierto, pero la mentira duele siempre y lo
peor es que nada sólido o estable se puede edificar sobre la mentira. Es como
querer edificar un edificio sólido con una piedra angular falsa, ni sus pilares
ni su estructura va a aguantar los embates, o querer construir castillos en la
arena.
La división la inventaron los políticos, y solo a ellos les beneficia. Por eso
no hacen más que fomentarlas hasta haber creado una gran brecha entre
nosotros, cuando en realidad todos soñamos lo mismo, un futuro mejor para
nuestros hijos y para nuestra patria. Aunque nos sintamos frustrados o
124
¿Pero qué siervos eran? Si ellos no solo habían venido de su propio pie a
pedir trabajo, sino que podían irse con el mismo pie con el que habían venido
cuando lo quisiesen. Eran libres de ir o venir. Ahí tan solo tenían una casa,
una parcela de tierra que se le concedía donde podían plantar lo que quisiesen
y criar los animales que deseasen. Nadie interfería en sus vidas ni limitaba
los animales que quisieran tener, y menos que nadie los estancieros, que
muy pocos de ellos vivían en las estancias sino en Buenos Aires, ahí solo
estaban el mayordomo y los capataces y los demás se distribuían en sus
respectivos puestos que se numeraban según sus funciones y se ubican en un
sitio estratégico donde también tenían sus viviendas. En estancias muy
grandes esto ahorraba el desplazamiento y redundaba en su rendimiento. La
mayoría de los puestos estaban llenos de perros, gatos y gallinas, y por
supuesto cada uno tenía su caballo. Los que deseaban un futuro mejor para
sus hijos, les enviaban estudiar carreras a Buenas Aires, que en ese entonces
eran totalmente gratis, y todos los meses cobraban como cualquier otro
trabajador.
Ella recuerda las interminables colas y como su padre no solo pagaba uno a
uno, sino que atendía a sus preocupaciones que ella bien conocía de
125
Hay que aclarar para los que lo ignoran que “cabecita negra” es el nombre
de un ave en Argentina, llamada también jilguero encapuchado, o jilguero
peruano, o lucerito. Tardó mucho tiempo en comprender que no era racismo
ni un nombre peyorativo sino un apodo que lo asociaban a un frágil e
insignificante pajarito que según ellos sin su amparo y protección no podían
comer por sí solo y por supuesto muchos menos volar, y Perón lo utilizaba
de modo cariñoso aunque también suena a peyorativo, porque compararlos
con un pajarito y cortarles las alas suena hasta burlón.
Con su sentido práctico, iban al campo y les traían a los niños muñecas.
Ella se preguntaba para que querían muñecas cuando tenían una extensión
infinita para jugar con todo tipo de animales a su alcance. Eso estaría bien
para los niños de la ciudad que se aburrían enseguida con todo y los pobres
no tenían espacio para jugar. En su niñez lo hacían en la calle.
Quizá hubiese abusos, como en todos los sitios, pero ellos tenían pies y
podían buscar sitios mejores, y las puertas al acceso a la educación nunca
estuvieron cerradas. No solo para los argentinos, sino hasta los extranjeros
podían estudiar en nuestras universidades totalmente gratis. Ningún
estanciero les mantuvo atados con cadenas, de ser así, de nada le hubiesen
servido. Pero ya no podían porque esas aves errantes cuyo destino era
siempre volar, ahora estaban encerrados en jaulitas transformados en frágiles
pajaritos. Recuerda a esta parábola de Stalin que iba desplumando las
gallinas, y estas contentas le seguían detrás agradecidas mientras les iba
echando granos de maíz.
Los gauchos estaban en todos los frentes y en todas las fronteras, luchaban
contra los indios ayudando a mantener las fronteras o eran reclutados en los
ejércitos a regañadientes ayudando a la expansión de estas.
Algo similar a lo que pasó con la figura del beduino, que de ladrones de
caravanas y asaltantes de caminos pasaron a representar la esencia y la
idiosincrasia de los árabes. Hasta multimillonarios árabes, tienen en los
jardines de una mansión una jaima, o típica carpa árabe. Claro que
cambiaron al feo camello por lujosos mercedes Benz de oro que queman en
el desierto, actuando como simples nuevos ricos.
Ya decía don Faustino que no era el indio que hacia el desierto sino el
desierto que hacía al indio. Fueron esas inmensas extensiones las que
forjaron el alma del gaucho como al cow boy en tierras americanas,
encargados de transportar el ganado a través de vastos desiertos.
Entre estos vacíos estaba la disputa que surgía de la disparidad del concepto
de “vagancia” que ni los juristas se ponían de acuerdo y esto se debía a las
necesidades y a la puja de los estancieros que necesitaban mano de obra en
sus campos y los de la ciudad que necesitaban soldados para poder continuar
la guerra en sus fronteras. Cada uno defiende sus propios intereses y
lógicamente llevaba el agua hacia su propio molino.
Los acusados de vagancia eran reclutados en los ejércitos. Claro que por
vagar no se les detenía, de ser así tendrían que apresar a todos, y a ese tren,
corrían el riesgo de ser todos reclutados y los nacientes campos quedarse sin
128
hombres que los trabajaran. Se les perseguía por conductas asociadas a este
hábito.
En ese entonces, teníamos influencia inglesa es por eso que regía más el
derecho consuetudinario, y las leyes intentaban simplemente reglar esas
costumbres para evitar abusos de ambos lados. Esas leyes fueron
modificándose de acuerdo a los conflictos en juego y los intereses de cada
momento, y todo esto unido a la guerra entre unitarios y federales que
culminó con la victoria de las fuerzas unificadas siendo Mitre su primer
presidente, en un país en plena expansión, que aún se estaba gestando y que
todavía luchaba para defender sus fronteras en una lucha a vida o muerte
para detener el avance de los indios que intentaba recuperar sus territorios.
Con esto tan solo queremos remarcar que los gauchos eran un fenómeno
estructural nuevo que surgió a la par que surgían las estancias, y al igual que
los indios no se sabía bien su origen.
Bueno, decimos les regalaba muñecas “gratis” pero nada es gratis, aunque
sea regalado.
129
Maquiavelo que describió muy bien los pueblos en muy pocas palabras,
decía que los franceses eran esplendidos y generosos con lo robado,
compartían el botín hasta con las víctimas. Al parecer en la derrota no eran
tan generosos ni esplendidos. En cambio, a los españoles no se les volvía a
ver el pelo. Desaparecían con sus botines y se iban con estos, quién sabe
dónde. Nosotros sabíamos muy bien a donde y que hacían con estos trofeos
ya que aparecían por nuestras costas vistiendo ostentosamente todo lo que
habían saqueado en Roma.
Empezamos nuestra historia con un pie diferente tanto que tuvimos que ser
fundados y refundados, la segunda vez por un vasco y por eso nuestra ciudad
de Buenos aires es tan cuadriculada, no podía ser de otro modo, estos no
querían perderse en laberintos circulares, para eso estábamos nosotros, los
argentinos, especialistas en buscarle tres pies al gato.
Quizá no conociesen el dicho árabe “si alguien te dice que eres un camello
no le des importancia, pero si te lo dicen dos, mírate al espejo” o quizá le
conociesen, pero no se lo aplicaban. Pensaba que solo era para camellos o
para rudos hombres del desierto, y eso de mirarse al espejo no es un rasgo
nacional, a decir verdad. Tuvieron que venir psicoanalistas argentinos a
hacerles descubrir el autoanálisis y lógico nos cogieron tirria, y con razón,
no es para nada agradable eso de reconocer nuestros defectos, más fácil es
descubrirlos en el otro y más divertido, era como participar en un juego de
diferencias, y por cierto mucho más cómodo.
Este odio del peronismo a los estancieros se unió al odio a los judíos de la
tradicional izquierda, y ella que había creído huir del fuego había caído en
las brasas, o había saltado de la sartén al fuego.
Imposible decir cuál de las dos era peor o quemaba más. Solo sabía que le
tocó vivir el doble odio y hasta el auto odio, que es el peor odio de todos.
Solo podemos huir de él proyectándolo en el otro, y este arreció
inexplicablemente en las aulas universitarias donde en esas mentes febriles
encontró caldo de cultivo.
Nunca olvidará el día de ese famoso examen que tuvo que estar frente a
frente a ese profesor que pronunciando con sorna su apellido (tono que jamás
se le olvidará) a modo de introducción le dice “seguro Ud. habrá desayunado
caviar y Champan. Yo en cambio pizza y Seven Up”
para llevar sus empresas. Quería hacer Filosofía y Letras pero la hicieron
desistir porque según ellos no era un modo de ganársela vida, ni era ninguna
carrera “seria”. Quizá tenía razón ese cura que con su vocecita le preguntaba;
“Hija mía, ¿no crees que pecarás de soberbia?”, y si, quizá ese cura tenía
razón y su pecado era y fue la soberbia. ¿Y no fue nuestro primer pecado la
soberbia? ¿La que nos hizo caer del paraíso?, y de la que nadie se redime,
porque es incapaz de arrepentirse.
Nunca supo ni sabría la verdad. Nunca sabrá en esa entrevista, que hablo su
profesor con su padre. Lo mismo que no sabemos nada que hablaron San
Martin y Bolívar, ni Hitler cuando se reunió con Franco. Solo sabemos que
San Martin se marchó y que Franco llego a su entrevista con Hitler tarde, a
sabiendas de que a este la impuntualidad le desesperaba.
En esa señorial mansión, no solo la entrada todo era grande desde los sillones
de la sala hasta esa inmensa piscina olímpica que parecía la de la Alhambra
rodeada de galerías, corredores , laberintos, y pasadizos secretos y por todos
lados inexplicables misterios.
133
Era un gran laberinto con cantidad de advertencias “no vayas aquí” “no abras
esta puerta”, “no entres en tal sitio”. Parecía una novela de Agatha Christie,
llena de pistas y enigmas que no podía descifrar, pero no hacían más que
atizar su curiosidad infantil.
Esta estancia eran miles y miles de hectáreas, pero solo se dedicaba a dar
leche. Ese tambo era inmenso y ahí iban las vacas dóciles en fila para que les
extraigan el blanco líquido.
Ella estaba curiosa ante tantos misterios que nunca pudo resolver. No supo
porque de pronto la abandonaron, esa estancia se cerró a cal y canto, y nadie
quería tocar ese tema. Como ella lloraba mucho porque amaba el campo
fueron a buscar otro campo, y como sabían su amor por los animales
compraron una estancia de cultivo y producción ganadera, algo de lo que no
tenían ni la más mínima idea, pero fueron todos aprendiendo, trayendo a
134
Se enteró que la familia tenía tantas tierras porque hicieron las líneas de
ferrocarriles y como el gobierno nunca podía pagar con dinero, pagaba en
especies o sea en tierra que por lo visto era lo que más le sobraba, y es así
como convirtió a sus acreedores en terratenientes. Hubiesen podido ser los
dueños de toda la Argentina, pero eran jugadores de casino, y esto es ya otra
historia.
Pero esto de pagar con tierras no fue solo a su familia. También a los
gauchos que participaban en las guerras se les pagaba con papelitos que
simbolizaban un trozo de tierra. Y los pobres, hambrientos, como estaban,
ya que el ganado antes libre ahora tenía dueño, como no se podían comer
esos papelitos o vivir de esos trocitos de tierra, iban a intercambiar esos
papelitos a la tienda del gallego, por comida o bebida.
Nunca olvidará a ese simpático señor que con una gran sonrisa de oreja a
oreja y un lápiz siempre detrás de la oreja la miraba con sorna y la llamaba”
nena”. Le fiaban gustosamente todo, eso sí, y a veces hasta sin pedirlo, pero
siempre lo cobraban a su favor. Y estaba convencida gracias a los chistes
que eran tan brutos que viniendo de España no sabían pronunciar bien su
propio idioma. Hasta llegar a España no supo ni imaginó siquiera que eso
que creía era un idioma mal hablado era un dialecto propio. Y también se dio
cuenta lo ridículos que eran los prejuicios.
136
CAPITULO 17
Sus principios eran como los de Groucho Marx “estos son mis principios, si
no le gustan, tengo otros” Y siempre tenía otros, y si no los tenía los
inventaba. Al mismo líder le gustaba decir que él era simplemente un
“conductor de masas” y dicho con sus propias palabas “las masas no valen
ni por el número, ni por la capacidad de sus componentes, valen por la clase
de sus dirigentes”
Para el, conducir, era todo un arte con su técnica y su teoría, pero el resultado
de la obra dependería del artista que era su parte vital. Hay que reconocer,
que en eso de dar definiciones era todo un genio, nadie lo puede negar, así
como la de jugar y reírse de todos. Para el, el conductor (él se consideraba
un conductor) tenía simplemente que dar órdenes y uno tercero ejecutarlas.
Siempre encontraba un tonto de turno que las ejecutase.
Y para que lo comprendamos utiliza genial imagen “Si Dios bajase todos los
días a la tierra a resolver los problemas de los hombres, le perderíamos el
respeto. Y siempre habría un tonto que se le ocurriese reemplazarle, porque
los seres humanos somos así”.
137
La conducción es un arte y como todo arte tiene sus técnicas y sus normas
pero la calidad de la obra depende del genio del artista. Es necesario un genio
como Miguel Ángel para pintar la última cena o la capilla Sixtina, eso no lo
hace cualquiera. “La política no se aprende, sino que se comprende.” Esta
es una sucesión de hechos concretos donde las circunstancias varían
diametralmente. Hay cosas que son semejantes, pero igual no hay nada”. Y
con su amor por las anécdotas ilustraba sus ideas con una: “un mariscal de
Sajonia decía que su mula le acompañó en diez batallas, pero todavía no
sabía nada de estrategia. Y lo peor es que él pensaba que sus generales
sabían lo mismo que la mula”. Pero lo verdaderamente peor de todo, es que
él mismo Gral. Perón pensaba de los peronistas lo mismo que este mariscal,
138
de sus generales, no se fiaba de ninguno, creía que eran más o igual de tontos
que esa mula.
y lo bien que le venía que no nos dejasen a nosotros vivir, ni a los tontos
gobernar.
Los militares ya no sabían qué hacer con ese cadáver y lo habían enviado vía
Vaticano a Italia.
Si el sueño de Evita era ser reconocida como actriz, lo logró, convirtió al país
en su escenario.
Este amor tan desmedido tenía que justificarse en un gran odio, que era como
la leña o el carbón que había que tirar al fuego para mantenerlo encendido.
Por eso, ese desprecio con la que la trató su familia natural se transformó en
rencor visceral que se focalizó en los estancieros cuando por paradojas de
su vida, la tierra de la estancia de su padre natural había sido anteriormente
robada a los indios.
Ambos, ella y él había nacido en antiguas ciudades fortín. Al morir tan joven
el pueblo la hizo Santa, y a Perón al irse del país lo convirtió en Dios.
Aunque a los jóvenes, les parecía una novela de Agatha Christie, nadie en
su sano juicio se sentía tan valiente como el detective Hércules Poirot porque
todos los que encauzaron la investigación, desde su juez y hasta el
sepulturero del cementerio aparecieron muertos. La verdad éramos curiosos,
pero no hasta ese punto. Ya dicen: la curiosidad mató al gato, y ninguno
estaba preparado para morir por curioso.
Tampoco el cadáver de una muerta era algo que nos quitase el sueño. Y
vivíamos en un país de novela con campeones del mundo, éramos los
mejores y los representantes de Dios en la tierra, al punto que , cuando en el
cielo brillaba un relámpago, mirábamos para arriba y sonreíamos porque
estábamos seguros que era Dios el que nos estaba sacando fotos ¿a quién le
iba a importar el cadáver de una muerta?
Ya nos advirtieron de los mitos. Estos son como el Golem, esa criatura de
barro que con artes mágicas le insuflan vida, pero que resulta ser tan
desmemoriada que mata a su propio creador. Los rabinos escriben la palabra
“emet”, que es verdad, y verdad es solo Dios, que pegan en su frente. Pero
al quitar la primera letra, el alef, queda “met” que quiere decir muerte.
Montoneros le siguieron hasta Punta del Este, donde desde niña pasaba sus
vacaciones alternándolas en Mar del Plata con sus abuelos. Uruguay era
playa y mar, pero también la tranquilidad, ahí se olvidaban todos los
sinsabores y fanatismos, desconectaba totalmente. Era un oasis de paz, un
faro en medio de las tinieblas, un ojo en medio de ese huracán que parecía
arrastrarlo todo a su paso, la razón en medio de toda esa sinrazón, un puerto
donde atracar.
Era para ella como respirar el aire puro lleno de yodo pero también de
ternura y comprensión. Y también, y sobre todo, de libertad.
142
Recuerda sus paseos en bicicleta, con una cesta que siempre llevaba repleta
de manzanas. Cuando un chico la abordaba ella que no sabía cómo quitárselo
de encima, ni sabía de qué hablar, le daba una de sus manzanas para
mantenerlo entretenido.
Pero esa libertad se empañó cuando llegaron los Montoneros. Cuando Perón
les echó de la plaza se fueron, entre otros destinos, al país vecino como
siempre acostumbraban. Lo que no sabía es que los escuadrones de la muerte
se pondrían de acuerdo para detenerles. En ese entonces no existían fronteras
ni neutralidad. El lado uruguayo ya tenían a sus Tupamaros actuando, y
dándoles dolores de cabeza, y ahora encima se le sumaban los de la otra
banda, lógico les devolviesen a su patria.
CAPITULO 18
EL PREAMBULO
Todos los vientos les resultaron favorables porque sabían muy bien a que
puerto querían llegar. Entre otros destinos aterrizó en Italia con el fin de
conocer in situ al fascismo, y ahí pudo conocer en persona al Duce, y se
enamoró de Benito Mussolini. Esto no lo inventamos, sino que lo reconoció
el mismo, jamás tuvo pudor en manifestar el magnetismo de este leader, la
emoción que le producían sus discursos y la fascinación que sintió al
conocerle. Él se llamaba a sí mismo, el león. Pero aclaraba que era un león
herbívoro. Sin embargo para muchos era simplemente otro Gorila con otra
chaqueta, y para otros más exagerados, era el rey de los Gorilas. Todos
sabemos que el león herbívoro no existe, es otro oxímoron que tanto gusta
a los argentinos, acostumbrados a pervertir e invertir el sentido de todo, y a
jugar con las palabras, pero el lobo con piel de cordero sí.
Aquí tenemos que detenernos porque cuando fallan los fines tenemos que
redefinir los términos. Creía Maimones que las disputas entre las personas
surgían del mal empleo de los términos, debido en parte por el mal uso que
hacíamos de ellos. Si cada uno les damos un sentido diferente, resulta
prácticamente imposibles llegar a un acuerdo. Según él, el día que
aprendiésemos a utilizarlos correctamente y diésemos el mismo sentido a
las mismas palabras, todos nos comprenderíamos perfectamente. Por eso
sugería que antes de entrar en una discusión redefinamos los términos. Todo
146
Ella lo viviría en su propia juventud y esa visión de dos extremos, o los dos
demonios odiándose a ese punto, que luego pasarían a ser solo uno, era algo
que jamás comprendería.
desde ahí juzgara a los vivos y a los muertos. Del mismo modo estaban los
conservadores sentados del lado derecho del presidente de la Asamblea.
(Quizá estos nuevos revolucionarios, que en su afán iconoclasta rebautizan
todo, cambien a Jesús de sitio del mismo modo que pretenden poner en duda
su identidad sexual, o su origen. Más de un ignorante dice era “palestino”
cuando en ese entonces palestina ni siquiera existía)
A la izquierda se reunieron los que tenía una visión totalmente contraria que
por supuesto, si ni siquiera eran capaces de ponerse entre ellos de acuerdo,
mucho menos lo harían con sus contrincantes.
Mientras que los demás, o sea la gran mayoría, no ocupó ningún lado, se
sentaron donde pudieron o les vino en gana y algunos hasta se quedaron
parados y hasta afuera de la asamblea.
En la votación para derribar el poder absoluto del rey ganaron los que querían
quitarlo. Si hubiese sido a la inversa, otro gallo cantaría.
Ya todos, harto conocemos lo que pasó con las cabezas de los reyes de
Francia, que fueron a rodar por los suelos, pero no fueron los únicas. Para
imponer las nuevas ideas, como no había tiempo para que les entrasen en la
cabeza, prefirieron cortárselas, y había que hacerlas rodar rápido de modo
industrial y lo menos dolorosamente posible.
Es verdad que no sabemos quién fue el ingenioso que dio sentido a estos
términos, siempre hay uno, pero lo que sí tenemos seguro, es que el término
de derecha fue un invento de la izquierda con el que agrupan a todos sus
oponentes. Esto les ahorra el esfuerzo de tener que razonar, y sobre todo el
de tener que dar más explicaciones. En vez de señalarlos uno por uno les
mete a todos en un mismo saco. Es como la palabra judío que se utilizó
tanto y representaba todo lo maligno o lo que odiábamos dentro de nosotros.
Nadie se preguntó siquiera que significaba ser judío. Esto era como un cajón
de sastre donde se metía todo lo malo y le mandábamos como chivos
emisarios al desierto. Curiosamente esta era una costumbre en el antiguo
Israel, en el Levítico (16:10) Dios pedía que se sacrificara a una cabra negra,
que portaría todos los pecados del pueblo, y fuese liberada en el desierto, la
cabra se llamaba Azazel. En algunos pueblos de España todavía se sigue, o
se siguió hasta hace poco antes que llegasen los animalistas, la costumbre de
tirar una cabra viva desde un campanario. En las cruzadas se cambió al chivo
expiatorio por una cabeza de turco. Resultaba más fácil encontrar un turco
que un chivo negro en medio del desierto. Además el verlo así clavado en la
picota impresionaba a todos más. La revolución francesa que comenzó tan
románticamente, para convencer a los indecisos, comenzó a pasearse por las
calles de Paris con cabezas clavadas en la picota.
¿Pero qué propósito tenía eso de dividir el mundo en dos bloques, crear
divisiones irreconciliables que derivaron en una guerra fría? El pensamiento
dicotómico es necesario para difundir una propaganda, y que esta prenda en
nosotros. Es la que utilizan todos los partidos. Se repite como cliché hasta la
saciedad al punto que la gente ya olvida su sentido y por supuesto su origen.
Esa es justamente la idea, que no piensen, para eso está el líder que piensa
por todos ellos. Ya nos dijo la Santa Madre Iglesia que no era necesario
pensar, ya lo hacía ella por todos nosotros. “Doctores tiene la Santa Madre
Iglesia que sabrán responder”. Sabían que el pensamiento ocasionaba la
149
Claro que no les dio tiempo de crear ideas nuevas, mejor reutilizar las que
funcionaron en la psiquis humana durante siglos, y manejar el sentimiento
más primario del ser humano: el miedo. En realidad solo existen dos, el
Temor o el Amor. Todos los demás no son más que sus derivados, el que
ama nada teme. Ya lo expresaron los místicos en especial Santa Teresa con
su:
La iglesia que sabía el poder de la oración y de las fuerzas del cielo, pero
también conocía bien la debilidad humana, se arrogaron el poder de ser sus
intermediarios, y al no poder dominarlos por el amor, lo lograron por el
miedo.
Esos relatos de las misiones jesuitas están llenas de esas historias. Como los
indios cautivos se negaban a procrear en los ejercicios espirituales se
disfrazaban hasta de fantasmas para obligarles, sabían bien lo supersticiosos
que eran los aborígenes. Por si se les daba la idea de huir, tenían grandes
fosas cavadas para disuadirlos.
Un cuento ilustra mejor esto: una vez va un periodista a ver el Papa de Roma.
Ve un teléfono rojo, le pregunta que es. Y le dice que es para comunicarse
con Dios en el cielo. Le pregunta si puede llamar y el Papa le dice que sí,
pero le advierte que cada minuto cuesta 1000 dólares. Como le pareció el
precio un poquito elevado el pobre hombre prefiere quedare con las ganas,
y se marcha con ellas. Años más tarde el mismo periodista va a hablar con
el gran Rabino de Israel, y ve el mismo teléfono rojo. Vuelve a preguntar
para que sirve, y vuelve a oír la misma respuesta. Tímidamente pregunta
¿Cuándo cuesta la llamada? y el rabino sonriendo le dice “es totalmente
gratis” Pensando el rabino se reía de él, le cuenta su experiencia en Roma y
no entendía que allí fuese tan caro y aquí gratis. El rabino comprensivo le
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Los rabinos enseñan que Dios no puso centinelas en los templos, y no puede
existir censura entre el hombre y su oración. Jesús dice que es mejor buscar
a Dios en la soledad que clamar hipócritamente en las sinagogas. Pero con
un juego de palabras con la piedra, pusieron a la cabeza a Pedro en Roma a
quien los romanos lo crucificaron cabeza abajo. Y así lo solucionaron todo.
Al igual que los chiíes que esperan al Magdi, ellos con la excusa de esperar
su regreso, como este se demora, mientras tanto tienen que ser sus
intermediarios, no vaya a ser que se les descarríen las ovejas, y se les vayan
de cabeza por algún desfiladero. Por el contrario los sunníes no reconocieron
ningún intermediario entre Ala y los hombres. Ya tenían sus propios jeques,
o príncipe de los creyentes, que nunca se ponían de acuerdo entre ellos,
debido a sus ambiciones personales. Desde sus inicios comenzó la fitna. Eso
de la gran Umah unida no dejó de ser más que un sueño lejano. Era como
hacerles creer que se llevarían bien dos perros que luchan por un mismo
hueso.
La Santa madre tenía tanto poder de manipulación que era capaz de decir que
los gatos eran engendros del demonio, y lograr que todos en masa fueran a
matar a los gatos. Lo mismo que logró su madre que con sus palabras
inflamadas logró la muerte de un felino. Lógicamente el resultado de este
nuevo delirio fue la peste, porque al morir los gatos aumentaron las ratas.
Se dieron cuenta que solo bastaba invertir los términos, de este modo los
revolucionarios acabaron imitando a esos que tanto odiaban y terminaron
como ellos adoctrinando y manipulando a las masas, que consideraban
incapaces de pensar por cuenta propia. Ese nuevo mundo utópico, termino
en grandes Gulags con inmensos confesionarios con castigos que no era
151
solamente recitar una inocente ave maría o un padre nuestro. Hicieron lo que
Jesús nos dijo de no hacer “poner vino nuevo en odres viejos”
Su mirada bondadosa hacia los otros seres le hacía descubrir en ellos muchas
cosas más para amar que para odiar. Su inmensa comprensión de la
condición humana le impedía juzgar o condenar a sus semejantes. A pesar
de haber conocido el hambre y la miseria, así como la orfandad, su padre
murió en la primera guerra mundial o la gran guerra, en sus ojos solo había
amor y sus recuerdos de infancia.
152
Camus representa al hombre libre, a ese hombre que se para, dice no, que en
vez de patalear intenta comprender el mundo y a sus semejantes desde el
prisma de su infinito amor. En sus ojos estaban los atardeceres de esas playas
de Oran, y nunca perdió esa mirada de niño sorprendido ante tanta
sobrecogedora belleza ni de ese mar mediterráneo cuyo murmullo nunca dejó
de latir en su corazón, y que se lo ensanchó tanto, al punto que ya no había
cabida en él para el odio ni el resentimiento.
Cuando la guerra de Argelia tuvo que responder al igual que los sionistas, de
qué lado estaba. Francia tampoco permitía a los argelinos tener dos patrias,
dos madres, y él nunca pudo resolver el conflicto de si era un francés de
origen argelino o un argelino con nacionalidad francesa. Tampoco nadie le
ayudó a resolverlo, menos una Francia dividida entre tirios y troyanos,
incapaz de reconocer sus propios errores. A los “pie noir” les prometió el
oro y el moro, cuando llegaron a Francia se encontraron que eran ciudadanos
sí, pero de segunda categoría, logrando que hasta el día de hoy ninguno
pueda olvidar sus orígenes, ni la belleza de esas playas mediterráneas y esos
apoteósicos atardeceres que vieron sus ojos recién venidos al mundo.
Aquí debemos aclarar que con sorpresa descubrió que el término “pie noir”
no es un mote despectivo, sino un calzado de cuero negro que ellos usaban,
y les distinguían del resto. Eran como los de cabecitas negras de Perón. Ellos
estaban orgullosos de su apodo que en la mente de ella sonaba a despectivo.
Pero desde el quilombo que se armó por una simple malinterpretación de una
palabra, ya no dio tanta importancia a los términos, aunque no entendía por
qué inconscientemente todo lo despectivo y negativo estaba asociado al color
negro, como todo lo siniestro a la izquierda, como todo lo que odiamos en
nosotros mismos lo asociamos al término de judío.
Sus ideas nunca fueron comprendidas, así como su eterno enemigo Sartre
tampoco fue capaz de comprender la generosidad y elevación de su alma. Se
le acusó injustamente de palabras que ni siquiera pronunció. Camus, así
153
Para ella la única diferencia entre uno y otro, no fue su orientación. Como
recordamos estos términos fueron tomados de la revolución francesa, nada
156
En España fueron las “checas”, y ahí no solo dieron sus huesos a parar
opositores sino simples críticos.
157
De unas de esa terrible experiencia surgió una de las novelas más famosas y
emblemáticas de nuestro siglo: “1984”, del escritor británico que nació en la
India y escribió bajo el seudónimo de George Orwell.
Para su espíritu rebelde contrario a toda opresión fuese la que fuese, viniese
del lado que viniese, luchar contra los nazis eran un deber en esos tiempos
pero se desengañó dándose cuenta que todo era una gran mentira.
No fueron los fascistas, que en ese entonces era el bando nacional, contra los
que luchaba los que le torturaron sino sus propios compañeros estalinistas
Su libro “Rebelión en la granja “es una parodia del socialismo soviético, los
animales se rebelan contra sus dueños y crean un sistema mil veces peor que
la de sus antiguos dueños. Lenin, Stalin y Trotsky y otras figuras están
parodiados entre estos animales. Por supuesto, a los comunistas, carentes de
todo sentido del humor, esta parodia no les sentó nada bien, aunque era una
sátira no les causó ninguna gracia.
158
Para ella y para casi toda su generación este escritor era el prototipo del
hombre rebelde de Camus, un verdadero revolucionario en sus propias
palabras: “En tiempos de engaño universal decir la verdad se convierte en
un acto revolucionario” No era un solitario planeta girando sobre su propio
eje sino que formaría parte de la galaxia, y hasta del firmamento.
Por supuesto sus más acérrimos enemigos fueron los de la izquierda, no hay
peor astilla que la del mismo palo. Estos como es lo habitual, nunca
reconocieron su totalitarismo, ni a las torturas a que le sometieron,
prefirieron tildarle de loco y relegarle al ámbito de escritores de ciencia
ficción. Pero en su juventud sus mensajes calaron hondo, y fueron
anclándose en un rechazo acérrimo a toda estructura totalitaria y a todo tipo
de totalitarismo sea del signo que fuese.
Luego cuando sale a la luz, los crímenes del otro bando, las otras víctimas,
la de los terroristas que ponían bombas y hasta sus hijos como escudos, esas
ya no existen. Y se comienza a narrar la historia, que es una gran mentira
porque solo es una parte de la historia distorsionada, una fábula grotesca,
una simple parodia, que es lo que es la historia de un solo lado. El otro
simplemente se ignora. En periodismo aprendió que no hay peor mentira
que una verdad contada a medias.
CAPITULO 19
TIEMPOS DIFICILES
Fueron tiempos difíciles. De mucha confusión, sobre todo, para los que como
ella no estaban en ningún bando que eran la gran mayoría. La gran mayoría,
como en todos los sitios y en todos los tiempos, tan solo quiere vivir en paz
y en orden. Les habían enseñado a nunca discutir de futbol o política. La
famosa recomendación de sus padres era justamente “no te metas”
Les recordaba a ese chiste mexicano que uno viene gritando “viva la
menstruación” Otro le corrige y le dice “bruto no se dice la menstruación
sino la revolución” Y este encogiéndose de hombros responde “qué más da,
lo importante es que corra la sangre”. Pero la sangre siguió corriendo igual,
pero ya no la veíamos en las calles.
161
San Martin cuando ve que era imposible detener la guerra fratricida, entrega
su espada y parte al exilio diciendo “mi espada jamás se manchará con la
sangre de mis hermanos”
Lo mejor que hizo, sino le hubiesen destripado, como hicimos con todos
nuestros héroes. Exiliado al principio en Bélgica, a los 5 años intentó volver.
A tal fin embarcó desde Europa bajo nombre falso a modo de eludir los
servicios de espionaje francés y español, pero al desembarcar en Rio de
Janeiro se enteró de una triste noticia que le llenó de consternación y dolor,
haciéndole meditar sobre la conveniencia de su regreso. Uno de sus antiguos
granaderos, que él había formado, el Gral. Lavalle, había derrocado,
perseguido y hecho fusilar a Dorrego, dando inicio a una cruenta guerra civil,
algo que él a toda costa quería evitar.
Algo similar ocurrió en España con el Gral. Franco que estuvo toda su vida
obsesionado con la posibilidad de una nueva guerra civil hasta su muerte, no
consideraba al pueblo español maduro para la democracia, de modo que trajo
al Rey para garantizar la constitución y dejó un sistema de partidos
transitorio que ningún partido quiso cambiar ya que todos aspiraban a lo
mismo, al poder por el poder, y les daba lo mismo tener que compartirlo con
quien sea. Ya estaban acostumbrados a cambiar de chaqueta, más de uno le
tocó pelear en ambos bandos, según en qué zona estuviese.
En ese entonces no existían divisiones entre fascistas o zurdos, eso fue muy
posterior, se crearon esos términos para justificar que perdieron la guerra,
olvidaron que España siempre estuvo luchando contra sus enemigos y no
tenía que buscarlos muy lejos, siempre los encontraba en casa. No hay peor
astilla que la de un mismo palo.
Decía Quevedo “España es como un hoyo, más grande cuanta más tierra le
quitan” y muchos se tomaron a pecho esta frase, y se dedicaron con celo a
contribuir en su grandeza. Hay que decir que en su época, estaban seguros
162
que los españoles iban a correr el mismo destino que el del pueblo judío. Por
las dudas ya habían puesto un pie en otro continente.
Ha de helarte el corazón.imquis
¿Quién no vio todo el horror del cainismo y de las dos Españas reflejado en
los lienzos de Goya?
Pero qué podemos esperar del pueblo si hasta sus propios reyes les
traicionaron, y como todos los pueblos con historia conflictiva tienen
tendencia a olvidar, por eso están obligados a repetirla.
Pero esto fue muy posterior. Hitler, o Adolfito como lo llama su Santidad, lo
usaban de espantapájaros, como perdió la guerra y nadie podía ya saber si
estaba vivo o muerto, no iba a venir a quejarse. Franco era un fenómeno
local que nada tenía que ver con el modelo italiano. El fascismo fue un
movimiento nacionalista italiano que lo único común es que resaltaba el
sentimiento nacional. Pero muy diferente porque si España fue la primera
nación Europea en unirse, Italia fue la última. Estaba dividida en principados
enzarzados en guerra permanente. El Vaticano era un estado dentro del
164
Estado con sus propios ejércitos, demasiado débil para dominar todos los
reinos pero lo suficientemente fuerte como para evitar que estos se uniesen,
y no lo hicieron hasta Garibaldi.
Franco nunca fue manipulador de masas. Todo lo contrario, fueron las masas
la que lo eligieron y aclamaron, les guste o no a los zurdos de hoy. Los
nacionalistas llamaron al Gral Franco junto a otros militares que estaban en
África para que vengan a salvar su patria. Franco tras tantos atentados
fallidos a los que sobrevivió, como les ocurre a todos los supervivientes se
sintió un enviado del destino. Si lo fue o no, nadie a estas alturas lo puede
decir. La otra España la desconocemos, pero si sabemos que todo su oro fue
a parar a manos extranjeras, y de su triste reinado solo queda de recuerdo el
caos y como herencia las checas.
Hasta la bandera de la Republica que lucen tanto ahora con tanto orgullo, no
fue más que una bandera de España desteñida que sacaron de algún baúl por
error. Ese famoso morado no era más que un rojo desteñido. Ni en eso
fueron originales, aunque en su soberbia siempre creen que están
reinventando el mundo, y reescribiendo la historia, o escribiendo en una
página en blanco, porque creen y nos quieren hacer creer que antes de ellos
no había nada. Si no fuese por ellos estaríamos todos como los hombres de
las cavernas, o lo hombres Ulises convertidos en cerdos pastando entre lirios
y azucenas.
Los que ahora se autodenominan “progresistas”, o sea los que creen que
antes de ellos la humanidad estaba parada, papando moscas, se asemejan a
la hermosa Circe que encantaba a los hombres con su voz, transformándolos
en animales para su entretenimiento o venganza, ellos en su desprecio a la
humanidad les veían y les ven como ovejas a las que tenían que proteger y
conducir. No juzgan a los humanos suficientemente maduros como para
decidir por su cuenta. Quién sabe si ni siquiera les consideran humanos, pero
si sabemos que ellos se equiparan a dioses y no hay quién les baje de su
Olimpo.
En México pensaron que ese maná que les caía del cielo era simplemente
justicia divina por habérselo robado antes a Moctezuma. Fundaron
bibliotecas.
a todos los huérfanos de los rojos, claro que solo del país vasco, ya sabemos
que el amor y la justicia socialista es bastante limitada.
Hasta en eso del término “fascista” no fueron originales, pero les suena más
fuerte e internacional que franquistas, ya ni saben lo que este término
significa, de tanto usarlo lo gastaron al punto que ya da risa y no asusta a
nadie.
El quid del asunto no es ese, la pregunta que todos se hacen es ¿qué hacían
ellos, o sus padres, en esos tiempos? ¿Estarían todos durmiendo la siesta? ¿O
se escondieron debajo de las camas? En sus discursos “facha” o “nazi” lo
usan con total ligereza, lo utilizan para descalificar a cualquiera que no
comparte sus ideas, o para hacerle callar la boca al punto que ya perdió todo
sentido original.
Es como los que recriminan a los españoles sobre sus desmanes en tierras
americanas. Esto le recuerda que los que emigraron fueron sus antepasados,
y es a estos a quien deberían reclamar y con los que tienen que rendir cuenta,
no con ellos.
Muy triste acabar nuestros días como extranjero en tierra extraña, sobre todo
para un hombre que realizó tamañas proezas.
Desde las costas francesas nos llegaría su mejor legado, sus más bellas
reflexiones, las que escribía en forma de máximas para su hija y sus nietos,
máximas que en boca de su abuelito marcarían toda su infancia, y en
nosotros dejaría ese sabor amargo mezcla de sentimiento de orfandad, culpa
y tristeza por tanta ingratitud a tan grande prócer que en su día no supimos
valorar ni comprender. Poco a poco su leyenda cargada de añoranza haría
crecer su figura al punto de transformarlo en el Santo de la Espada.
Algo similar pasó con el Rey Solomon que en su época los judíos
recriminaban sus delirios faraónicos que tenían que pagar entre todos pero
con el tiempo representó esos años dorados que ya nunca más volverían. Y
así fue seguramente con todos los emperadores romanos. Solo criticaron a
Calígula que tildaron de loco, lo enamoraron de Incitatus, su famoso caballo
que vivía en caballeriza de mármol con pesebres de marfil, dormía con
mantos de color púrpura y tenía para su cuidado numerosos sirvientes a su
disposición que vivían en villas con jardines. Su demencia llegaría a los
extremos de querer nombrar a su caballo cónsul.
Claro que la historia de dar un cargo público a su caballo no era más que una
sátira para describir el desprecio que le merecían al emperador las
autoridades públicas de Roma, en especial el Senado, el cual se vengó
haciéndolo pasar a los anales de la historia como un simple loco. Su locura
fue la de quitarles sus privilegios e ir contra los senadores, y estos eran
justamente los que relataban la historia de Roma.
lo voluble que son las masas, vio cómo, el que sería luego el emblema del
liberalismo, no tardaría mucho en ser traicionado por el propio pueblo y por
su propio Rey.
Luego llegarían a España la expedición de los cien mil hijos de San Luis,
nombre poético dado por el escritor romántico Rene de Chateaubriand
entonces ministro del Rey Luis XVIII que sería uno de sus arquitectos.
Chateaubriand pidió financiamiento a los Rotchild pensando que al ser judíos
albergaban sed de venganza contra España, y al negárselo, el que amaba a
los judíos se volvió antisemita, y ese nefasto sentimiento amargó los últimos
días de su existencia.
Daba por hecho que ellos fueron los causantes de su ruina, y no su mujer
que en venganza a su desfile de amantes destinaba todos sus ahorros a actos
de caridad cristiana. Se negaba a concederle el divorcio, en el lapso de esos
12 años que fue posible. Pero encontró su modo de resarcirse de tanta traición
y ya todos sabemos que las mujeres cuando son vengativas superan a los
hombres. Quizá simplemente sea que poseen más imaginación. El propio
Dios se dio cuenta de que era más inteligente, y sagaz, por eso todas las
iglesias las apartaron del estudio. Dios no le encomienda al hombre que
combata a la astuta serpiente sino a la mujer, que sabía más astuta aún que
el reptil, y con lengua mucho más afilada. La apartó de los estudios o mejor
dicho la eximió de estos, porque sabía que si no era solamente más
inteligente, o mejor dicho de otro tipo de inteligencia, sino que tenía más
intuición y podía legar más lejos.
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Santa Teresa que las comprendía demasiado bien, ella misma con sus
visiones místicas fue acusada junto a tantos otros místicos, solucionó pronto
el problema creando conventos de carmelitas descalzas, donde fueron a
refugiarse todas las iluministas. Se daba la extraña curiosidad, si es que la
casualidad existe, que la gran mayoría eran mujeres.
Pero así como él, no lo entendieron muchos ni lo entienden hoy todavía. Les
cuesta comprender que los judíos clamen por justicia no por venganza, ni
que pongan la otra mejilla cuando les ofenden o simplemente ni siquiera
respondan pensando lo inútil que es razonar con irracionales que solo se
dejan llevar por prejuicios.
Nunca se supo ni se sabrá su cifra real, a muchos sus propias familias les
ayudaron a desaparecer sacándoles un pasaje a otros países. Por lo visto
muchos muertos gozaron de buena salud. Ella lo sabía porque amigos suyos,
que creyó muertos, luego los reencontró resucitados en Paris.
A los desaparecidos les aparecían hijos por todos lados que reclamaban como
nietos suyos las abuelas de la Plaza de Mayor. Esta mancha fue, y seguirá
siendo siempre, una sombra que planeará sobre nosotros y un misterio sin
resolver.
Para unos fue un negocio, que no solo les dio dinero, sino también prestigio
y acceso a cargos políticos aparte de un sentimiento de superioridad moral
sobre todo un pueblo que como el pueblo judío tuvo que cargar con todas las
culpas de los desmanes tanto de un lado como del otro sin haber sacado
ningún beneficio de ninguno de ellos, que vivieron los peores años de sus
vidas atrapados entre dos fuegos, contra la pared y la espada.
Pero la guerra de las Malvinas ya fue el final, la gota que rebalsó el vaso. La
nuestra fue la primera dictadura que no trajo prosperidad, y acabó con una
guerra suicida que fue todo un desastre.
Imaginaron que Inglaterra nunca respondería, nos sentíamos ser hijos suyos,
y una madre no mata a sus hijos…o que sería como el amago de guerra con
Chile del año anterior, donde intervino el Papa, y se tiraron un farol, pero
esta vez el cálculo les salió mal.
Este conflicto con Chile lo vivió en el sur. A 300 kms de la frontera vio a
los dos pueblos armados y separados por una trinchera que cavaron como
una gran zanja artificial. Miraba sus rostros imberbes, y eran todos niños que
recién despertaban a la vida y se abrían como una flor. ¿Qué interés podían
tener en cortar el tallo de la de sus vecinos? Cualquier chispa o incidente
podía prender la mecha y si fuese así, esta no sería la primera vez que ocurría.
Los militares confiscaron todo lo que querían o les daba la gana. A su padre
aparte del coche le confiscaron el avión y decía con su típico sentido del
humor “a mí no me quisieron como piloto, me dejaron de lado por obsoleto”.
A ella lo que más le dolió fue que también se llevaron su cachorro, un
precioso pastor alemán. Nunca jamás se lo devolvieron.
Pero de paso, ya que estaban en pre guerra aprovecharon para devolver los
chilenos a su tierra. Estos hacen al igual que los alemanes, primero mandan
colonos que se instalan y luego reclaman esa zona como territorio propio, y
al igual que ellos siempre se iban extendiendo un poco más hacia el este.
Pero tenían más justificación ya que estaban acorralados en una estrecha
franja de tierra entre el mar y las cordilleras, normal reclamasen su espacio
vital. Siempre les gustó nuestro sur y nuestro carácter más alegre, vital y
174
SEGUNDA
PARTE
176
CAPITULO 20
DESCUBRIENDO EL ALTIPLANO
Se encuentra del otro lado con seres vestidos de fiesta y con un país lleno
de folklore que le recordaba sus celebraciones patrias, donde se zapateaba
y bailaban chacareras. La indumentaria de ambos eran similar, solo faltaban
la guitarra, el violín, los platillos y el bombo. Le parecía súper pintoresco.
Lo que más llamó su atención fue tanta ostentación de oro. Quizá este oro
fuese su banco ambulante o su caja de ahorros. O quizá no tuviese el mismo
significado para ellos que para nosotros.
Pero para los indios este metal no significaba nada, no tenía más valor que
un guijarro del camino, o los granos de arena en la playa Solo les
deslumbraban su brillo y lo veían más agradable para los dioses, que para
ellos mismos.
Como toda leyenda, siempre hay un trasfondo de verdad, con más razón en
esta que le contaban los indios para que les dejasen en paz, y llegaron a
creerla porque todos coincidían en el mismo relato. A los nativos mucho les
costaba comprender esa absurda obsesión por el oro. Para sacárselos de
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encima les mandaban más al norte y les contaban la leyenda de esa mítica
ciudad cuyas casas, palacios y hasta sus calles estaban empedradas en oro.
Ahora muchas de sus piezas recuperadas son expuestas en el museo del oro.
Aunque las más bellas piezas duermen en la profundidad de esas aguas, más
de uno ya ha propuesto drenar la legendaria laguna. En Egipto a nadie se le
pasa por la cabeza sumergirse en aguas pobladas de cocodrilos, aquí tampoco
se atreven, vaya uno a saber que monstruos esconden sus aguas, o que
venganza de algún Dios podría acarrear.
Otra leyenda fue la del tesoro maldito de Moctezuma que tanto buscaba
Cortes y que desapareció misteriosamente, lo intentaron sacar por mar, pero
con tan mala suerte que las naves españolas fueron atacadas por corsarios
franceses, y la mayor parte del tesoro fue a parar a las arcas reales francesas.
han sido de su propia cosecha. Ya nos dijo el Rey Salomón “No hay nada
nuevo bajo el sol” El pueblo judío podía comprenderlo, en siete décadas o
sea en una misma vida vieron levantarse y caer varios imperios. Todos
surgían con ruido y soberbia y todos sucumbían y eran relegados al silencio
o el olvido
Lo novedoso no eran las ideas en sí, sino la interpretación que cada uno le
fue dando
La familia de Alejandro vivía en Oruro, era una ciudad textil. Ahí tenían
fábricas de lana. Recorrieron junto todas las ciudades, subieron a la Paz, la
ciudad más alta del mundo, las callejuelas parecían que querían tocar el
cielo, a ella se le asemejaban senderos más aptos para cabras que para seres
humanos, ya no sabía si era más fácil subirlas que bajarlas, las subidas la
dejaban totalmente sin aliento y bajando no lo recuperaba, el miedo a
resbalar no la dejaban ni respirar.
ella también podía. Llaman al médico y le dice que es normal, sufre del
Soroche, o mal de alturas, típico de la puna, o sea el mal de gente que no
está habituada a respirar o vivir con tan poco oxígeno en la sangre, y como
toda receta le da a tomar té de coca que enseguida le quitó todo mal, o por lo
menos le ayudó a olvidarlo. En su piel comenzaron a salir extrañas manchas
blancas, le dijeron que era del sol, que tuviese cuidado con sus rayos. Ni
siquiera el astro dorado se portaba igual en todos los sitios, y no era igual
para todos.
Estaba encantada, sus ojos se abrían como platos y su cabeza giraba como
peonza deslumbrada por tanto derroche de color y tanta abundancia. Todo
se compartía, hasta los taxis. Para ella Bolivia no era más que un gran
carnaval. Después de salir de Buenos Aires, que ahora le parecía sosa, esto
era un despilfarro de imaginación. Todo le resultaba pintoresco.
cabras y de nada les serviría en el altiplano, es como los indios que podían
subirse a los árboles. Por lo contrario tenían la caja torácica ancha, quizá no
fuese tan estético pero les resultaba mucho más útil. La jirafa tiene el cuello
largo porque es tan torpe que no sabe trepar a los árboles, y no podría
alimentarse de los frutos más frescos. Lo mismo que el elefante con su larga
trompa, que al parecer le es muy útil, aunque esta debe de ser un incordio, y
si el abejorro vuela es porque no sabe que no puede volar. Con ese cuerpo
gordo y esas alas pequeñas vuelan porque nadie les dijo que según las leyes
de la aerodinámica era imposible que pudiesen levantarse del suelo. Eso sí,
necesitan su espacio o su pista de despegue para arrancar vuelo. Ella lo pudo
comprobar con su innata curiosidad, no lo hizo para discutir las leyes de la
aerodinámica sino porque le parecía mágico, una especie de milagro que
estos bichitos volaran. Al encerrarlos en una caja se dio cuenta del truco,
ninguno se le escapaba, necesitaban coger viada para levantar vuelo, y para
eso era necesario una pista de despegue.
Por esta tontería, que no era más que una ironía tan típica de él, le valió
que le tildasen de anti patria y fuese prácticamente proscrito. Y la culpa era
de ellos, y de esa famosa manía de preguntar a los escritores o gente ilustres
su opinión, aunque estos no tuviesen ninguna idea o interés en la política.
¿No nos enseñan “zapateros a tus zapatos? Es como preguntarle a un albañil
qué opina de la teoría de la relatividad. O como hizo Heródoto, que preguntó
a los campesinos quién había construido las pirámides, estos podían haber
bien dicho que fueron los hipopótamos, no sabían quién las construyó y
mucho menos cuando fueron construidas.
Los poetas o escritores ante todo son artistas, no políticos. Borges era ante
todo y siempre lo fue como lo son la mayoría, simplemente un poeta, un
escultor del idioma al que le supo dar belleza, elegancia, sencillez y
sobriedad, y supo muy bien mantenerse al margen de todo, pero siempre
tenían que pedirle su opinión sobre todo, y nadie comprende para qué, si
nunca les gustaba lo que decía. ¿Para qué preguntarles nada?
Intentó disuadirla por todos los medios, hasta con psiquiatras, creían que no
comprendía a todo lo que estaba renunciando. Tras una larga angustia firmó.
Su padre prometió que esos papeles los guardaría en una caja fuerte, que solo
los usaría llegado el caso, pero para el en su corazón seguía y seguiría siendo
siempre su hija, y así fue, hasta el final de sus días, siempre la tuvo en su
corazón y murió en sus brazos sin dejar nunca de demostrar su amor y todo
el sufrimiento que le ocasionó su partida, del que siempre le acusaron, fue
justamente por este sentimiento que nunca menguó que la odiaron más y
más. Se encargaron de romper sus cartas, y romper todo vínculo entre ellos.
La ausencia y la distancia se encargaron del resto. Desgraciadamente cuando
hay tanto dinero e intereses de por medio no existen sentimientos, ni se
escatiman esfuerzos, el dinero no conoce hermanos, pero ella no es quien
para juzgar a nadie. Demasiado pesadumbre había ya en su corazón y
sentimiento de culpa que nunca podría arrancar de su pecho. Más tarde supo
que tras su partida a su padre le tuvieron que operar a corazón abierto, jamás
se lo perdonaron, ni jamás se lo perdonaría ella misma.
En ese entonces firmó pero no sabía que con una firma no se borra otra,
como no se borra con la diestra lo que se escribe con la siniestra, como no se
borran todos esos años vividos y compartidos de un plumazo, estos
conformaban ya parte de su identidad, estaban pegados como la piel a la
carne.
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No se daba cuenta que justamente son esos pequeños gestos, como el acto
de jurar una bandera, al parecer tan insignificantes, que condicionan toda
nuestra existencia.
Con las tradiciones religiosas pasa algo similar, tampoco se olvidan unas
gotas de agua bendita en la cabeza, del mismo modo que esas mismas gotas
no son capaces de hacernos olvidar toda una herencia ancestral de siglos,
los que lo intentaron solo lo pudieron hacer a sangre y fuego. La historia
demostró que los peores enemigos del pueblo judío fueron siempre los
conversos, o los renegados, desde Paulo de Tarso en adelante.
Ella no podía explicar a nadie ese “por qué” que ni ella misma comprendía.
Era una fuerza que la llevaba a buscar su libertad aún a costa de tanto
sacrificio, y a pesar del dolor de cargar con la culpa de haber sido la causante
de tanto sufrimiento. Sentimiento de culpa que arrastró y arrastraría toda
su vida hasta su muerte.
CAPITULO 21
No reemplazaba a un padre por otro, en su corazón había cabida para los dos,
y hasta probablemente más, así como una madre ama a todos sus hijos sin
hacer distinción entre ellos ¿Por qué no podía ser a la inversa?
Sabía que de ahora en adelante su camino sería largo y solitario, este dolor
que llevaría siempre dentro no lo podría compartir con nadie, en un mundo
que basa su felicidad en el éxito o el dinero difícilmente podría ser
comprendida, ya no volverían sus guías esos hombrecitos verdes que la
animaban a seguirles incitándola a ir cada vez más lejos, y cuando lo hacía
siempre la abandonaban, pero que ahora ya la habían abandonado para
siempre, o quizá no. Estaba sola o así se sentía, y de ahora en adelante
estaría mucho más sola todavía.
Es más, si algún día se atrevía a compartir sus cuitas, se reirían de ella como
ya muchas veces lo hicieron. Parecería que en este mundo solo tienen
derecho a sufrir o a quejarse de la injusticia los pobres, o los ricos que hablan
en su nombre. Ella como venía de una familia acomodada ya no tenía
derecho a nada, ni siquiera a opinar. El reino de los cielos es de los pobres
pero el de la tierra también. Parecería que hubiese una cierta santidad en ser
pobre y una maldición en ser rico. ¿Será por eso que el socialismo, que dice
amarles tanto, les multiplica? ¿O será que leyeron e interpretaron el
Evangelio a su manera? ¿Pero qué es ser rico o ser pobre? Una persona
enamorada Dios no necesita nada más en este mundo, porque se siente el ser
más rico de la tierra. “A quien Dios tiene, solo Dios le basta” ¿No nos dijeron
no solo de pan vive el hombre?
Nadie puede comprender que no hay dolor más grande que el dolor de no
ser, y peor aún si a este dolor encima se suma el dolor de no ser
comprendidos. Sabía que ese sería el duelo más grande y su condena el saber
que lo tendría que arrastrar en solitario hasta su tumba. A nadie podía
confesarlo porque nadie la iba comprender. Muy pocos comprenden que hay
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seres para los que las riquezas tienen el mismo valor que las arenas del
desierto, seres que desde que nacieron nunca pudieron saciar de sus almas
esa sed de infinito, ni ningún fuego logró aplacar ese amor tan grande.
“fuerte es el amor como la muerte, y tenaz como saetas el sepulcro. Como
llama divina es el fuego, el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas
pueden apagarlo ni los ríos pueden extinguirlos”
La vida para ella no era más que una experiencia terrenal. Pero a la vez
humana, y tan humana que nada de lo humano podía serle indiferente.
Si fuese esto cierto, si fuese verdad que el dinero lo solucionase todo e hiciese
feliz a los pueblos ¿por qué es pobre el pueblo Palestino que recibe ingentes
cantidades de dinero, lo que no recibió jamás en ayudas ningún otro pueblo
de la historia, no solo de ONGs y de organismos internacionales, sino
también de los países árabes? ¿Por qué son vistos como el paradigma del
pueblo más miserable de la tierra, símbolo de la opresión e injusticia?
Todos ponen sus pañuelos en la cabeza, algunos hasta los usan para ocultar
sus rostros ¿pero por qué no se ponen en su piel o dentro de sus zapatos?
Sus hermanos también dicen que les quieren, pero no en sus tierras, porque
en ningún país árabe quieren acogerles, ni ninguno quiere que normalicen su
condición, por eso les niegan hasta la nacionalidad. El único país que les
acoge y trata como un ciudadano más es Israel, donde representan un 20%
de su población y les dan visados o permisos de trabajo. Ahí pueden ser
médicos, periodista, políticos, científicos o lo que deseen y están
representados hasta en el Parlamento. En una palabra les tratan como seres
humanos normales, como cualquier ser de este mundo merece ser tratado. Es
una realidad que se puede comprobar. ¿Por qué omiten este dato que
cualquier puede constatar? ¿Por qué prefieren seguir creyendo a la mentira
por muy adornada que se vista? Ahí no se distinguen entre cristianos,
samaritanos, drusos etc. Todos conviven y es el único país donde los
cristianos no son perseguidos ni discriminados.
Pero sus hermanos árabes tras perder todas las guerras y comprender que no
podía echar los judíos al mar, crearon un arma mucho más poderosa y eficaz
para destruirles, la mentira. Inventaron al pueblo palestino, un pueblo que
pertenecían a un país inexistente. Hasta ese entonces, Palestina era un
nombre, un invento primero de los romanos luego de los británicos.
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pequeño pueblo tan soberbio e indómito que había osado desafiar al más
grande Imperio de la época, se le ocurra volver a resurgir. Con esa intención
de borrarlo hasta de su memoria, le cambiaron su nombre, y preguntaron a
los judíos quienes eran sus peores enemigos, esto le dijeron los Filisteos,
pero como los árabes no pueden pronunciar la F, acabaron pronunciando en
vez de Filistea, Palestina.
Para el pueblo palestino ese aluvión de dinero tan solo significó opresión,
miseria, corrupción que solo sirvió para vivir como rehenes, atrapados en
una cárcel de la que no pueden escapar, en un conflicto inventado y sin
solución, ya que el mundo se encarga bien de que no se solucione nunca, en
vez de observar el conflicto como árbitros se ponen en un equipo o en el otro
como si de un partido de futbol se tratase. Solo sirven para salir en las
noticias, y fomentar eso que tanto necesita la masa: compasión y algunos
canalizar su odio o dar nombre a su miedo.
¿Merece un pueblo sufrir tanto? ¿Merecen cargar como una cruz una
situación de parias entre los parias? ¿Tanto les odia el mundo, o es
simplemente el mismo viejo odio a los judíos que necesita retroalimentarse
y justificarse constantemente? Y esta vez la leña que da pábulo a ese viejo
fuego son los palestinos. ¿Qué pueblo en el mundo, en vez de admiración y
respeto, desea estar expuesto a los ojos del mundo y tan solo merecer su
pena? Se les considera tan ineptos e inútiles que ni siquiera se les considera
capaces ni lo suficientemente maduros como para resolver ellos sus propios
problemas. “Aparentemente” hasta el día de hoy tras 75 años fueron
incapaces de resolverlo. Digo apartemente porque no fue culpa suya, otros
muchos se encargaron que les resultase imposible hacerlo.
Algo que jamás podría comprender, el porqué de tanto engaño con las
palabras. Hasta el mismo término de “refugiados” es un absurdo. Un estado
transitorio lo convirtieron en un estatus permanente.
Para ellos Israel no es una nación judía simplemente, sino que representa
esa civilización occidental que tanto odiaban. No es más que un obstáculo
en su camino hacia Occidente, una incómoda cuña clavada en su mapa. El
Islam y el judaísmo jamás han rivalizado por su primogenitura. Ambos hijos
de Abraham, solamente cambiaron al hijo de la promesa. Pero siempre han
convivido dentro del respeto mutuo a sus ideas religiosas, su lucha de ahora
es existencial, de mentalidades diferentes, es la eterna lucha entre
civilización y barbarie.
Los que usan como arma la propaganda y el engaño, saben que en el fondo
de su corazón todos los hombres son buenos, todos aspiran a la justicia, todos
son solidarios y en mayor o menor medida todos sueñan con ayudar a sus
semejantes, pero sobre todo saben muy bien que todos aman a los niños
porque todos algún día lo fueron y de ese sentimiento tan natural e innato se
fueron aprovechando. Aun los que están con Israel no se atreven ni a opinar,
se sienten asesinos de niños.
Otra falacia que repiten hasta la saciedad es la creación de dos Estados. ¿No
es algo que ya se viene intentando en mesa de negociaciones y siempre
encuentre un rotundo NO del lado árabe? En los acuerdos de Oslo,
ofrecieron a Arafat condiciones inigualables. El único líder árabe que habría
podido decir si, gozaba de suficiente carisma. Cuando le preguntó el
presidente americano por qué rechazó tan golosa oferta, respondió “si acepto
los árabes me matarían” Murió igual y todo sigue no igual sino peor.
Paz por territorio la intentó Israel cansado de tantas muertes, el pueblo judío
ya sufrió suficiente a lo largo de su historia. Si existiese un premio al
sufrimiento la palma de oro se llevarían sin duda los judíos. Solo sueñan y
anhelan paz, pero también quieren vivir para gozar esa paz. Su amor por la
vida y por esa tierra que hicieron revivir de la nada, lo han demostrado
siempre con valentía. No podemos pedir que colaboren con los que quieren
destruir su país y echarles al mar. Los árabes tienen millones de metros
cuadrados de territorio para elegir, los judío no tienen ningún otro sitio en el
mundo donde ir. Molestan hasta en una diminuta franja de tierra que a nadie
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Tras perder la guerra del Sinaí, Egipto entrega Gaza a Israel (fue un
intercambio no un regalo) una franja de territorio con salida al mar, frontera
con su país. Estaba contento porque tampoco lo quería no era más que una
zona conflictiva, la conservaba solo por orgullo pero no era más un foco de
problemas. Le tira la sartén ardiente a Israel e Israel la coge por el mango
tan deseoso estaba de finalizar la guerra. Cuando se dio cuenta del error, ya
era tarde. Al principio la entregó para a la Autoridad Palestina, para que la
administre, y no solo se retira sino que le entrega sus granjas perfectamente
funcionado. Lo primero que hacen es quemarlas porque eran “sionistas” y
sí, hay que reconocer que eran “sionistas”, a estas alturas ya comprendió
lo que ese término simboliza: esfuerzo, progreso, trabajo, lucha por la
dignidad humana pero por encima de todo LIBETAD, y no todos quieren
libertad ni siquiera están preparados para ello. Menos la quieren sus líderes.
Israel creyó que eran como ellos, y construirían una pequeña Singapur en
ese terreno, o por lo menos comenzaría poniendo las piedras que
constituirían el embrión de lo que sería una futura nación.
Todos sabemos lo que construyeron con todos los fondos llegados de Qatar,
la UE la ONU, y de todo el mundo que fueron a parar a manos de HAMAS.
Los hospitales los usan como cuarteles donde guardan municiones, bajo cuyo
suelo operan sus comandos o los usan para evacuar a sus soldados caídos
(que no son más que terroristas sanguinarios). Lo mismo con las escuelas
donde se encontraron armas bajo el silencio cómplice de los medios que
193
poner una primera piedra. La total destrucción del Estado judío como primer
paso para la instauración del gran Estado islámico, está escrito en la misma
carta fundacional de HAMAS. Ni Hitler fue tan descarado con la solución
final, lo firmó a escondidas e intentó que nadie viera los campos de
concentración, los que contaban los horrores, nadie les creyó. Ahora en
cambio son ellos mismos que lo claman a los cuatro vientos, ¿nadie les cree?
La única diferencia es que antes las torturas se hacían a escondidas, ahora a
plena luz del día, hasta graban las atrocidades con cámaras, pero si matan a
bebes o violan a judías no existen feministas que las defiendan, ni derechos
humanos que clamen justicia. ¿Cómo se puede explicar tanta ceguera ? O
mejor dicho tanto odio.
Los ridículos que hablan de Imperialismo sionista ¿es que acaso han mirado
el mapa? ¿No saben que Israel tiene tan solo 470 k de largo y apenas 135km
de ancho? Tienen que usar hasta una lupa para descubrirlo en el mapa.
¿Desde cuándo los judíos han querido conquistar nada? No existe ni un solo
ejemplo en la historia que lo haya soñado siquiera. Todo no han sido más
que difamaciones y falsas acusaciones que demostraron ser todas mentiras.
Después de 8 guerras oficiales, en las que intentaron echarles al mar, y
borrarles del mapa, de cantidad de intentos y acuerdos de paz con sus vecinos
¿se puede pensar es un Estado invasor? ¿Pueden ser Imperialista un país que
ha creado la única democracia de Medio oriente? ¿Se puede llamar “nazi” al
único ejército en el mundo que antes de bombardear lanza panfletos, o
anuncia por parlantes que evacuen? ¿Que arriesga la vida de sus soldados
para defender la huida del pobre pueblo palestino mientras sus propios
líderes les masacran? Estos les tiene prohibido huir, las ayudas dependen de
cuántos más palestinos caigan. Israel da agua, electricidad, alimentos,
combustible y visados de trabajo a los habitantes mientras sus líderes les
usan de escudos humanos y venden su sangre y su sufrimiento (sufrimiento
que nadie niega) a los medios ávidos de noticias truculentas, alimentando así
su morbo. Ya sabemos que las buenas noticias no son noticias. Hasta
cuando boicotean sus productos, los de los kibutz se los da a sus hermanos
de Gaza para que los vendan bajo etiqueta falsa.
No importa lo que se diga o razone, los que odian a los judíos ya encontrarán
justificaciones suficientes, da lo mismo que sean absurdas y ninguna pueda
probarse, cuánta más absurdas más se aferran a ellas. Son como esos que
primero ponen la flecha, y luego dibujan la diana. No actúan con la razón
195
Ella está convencida que un día será, que ellos mismos abrirán los ojos. Si
un día ya fue ¿Por qué no puede repetirse? Y esto será cuando el mundo deje
de engañarlos y darle pábulo a esas ínfulas de la conquista del mundo y el
establecimiento del Gran estado islámico.
Mientras tanto sus soldados siguen en primera línea luchando junto a Dios
por nuestros valores, y por todos nosotros, ante el silencio y la indiferencia
del mundo, que encima les condena, y que con doble vara les juzga.
Cuando en su casa hablaban de los hijos muertos decían que una ventanita
se habría en el cielo y ellos desde ahí les estaban escuchado. Así sentía
ahora recordando a su padre, veía esa ventanita que se abría y su padre le
sonreía desde lo alto, sabía que en lo profundo de su corazón siempre la había
comprendido, y que no eran tan diferentes, lo único diferente eran sus
miedos.
Su padre desde joven vivió la orfandad, la vida le arrebató dos hijos pero su
corazón siempre siguió puro, lleno de amor y nunca perdió la esperanza ni
esa necesidad de ser amado, ni su amor y pasión por la vida. Lo que les unía
no era la sangre sino compartir ese amor tan infinito que sentían, y parte de
ese dolor tan grande era el de no saberse amados plenamente por lo que en
verdad eran. Su padre sabía en su interior que muchos solo le amaban por
su dinero. Es por eso que en vida siempre tuvo terror a la pobreza, tal era su
necesidad de amor.
196
CAPITULO 22
Todo esto desembocó en un complejo de Peter Pan, mientras los otros niños
habían nacido en una ciudad normal, ella nació en una ciudad que ni siquiera
existía, a la que solo conocía por relatos o por un mapa, y era extranjera
`porque vino de un país del que no recordaba nada, y eso explica que se
refugiase en el país de Nunca Jamás, rodeada de piratas, hadas, sirenas,
indios y hombrecitos verdes.
A los “niños perdidos” los iba a visitar a los orfanatos los fines de semana
con su iglesia, se sentía ser una huérfana más, hasta que un día dejó de ir
porque era tal la alegría de su llegada como dolorosa su despedida, y esta
última se volvió más dolorosa que su llegada. Ya no sabía cómo consolar a
esos pequeños que les decía volvería la próxima semana, y a ellos una
semana se les hacía un siglo, para ellos el mañana es ahora. No entendían
por qué tenían que esperar tanto. Pero desde entonces nació su amor inmenso
y su afinidad tan grande con esos pequeños seres tan indefensos e inocentes
como incomprendidos, amor que jamás declinaría, todo lo contrario. Ella se
sentía igual de incomprendida que ellos, sola frente a un mundo lleno de
dogmas y prejuicios que despreciaban sus ideas y la tildaban de utópicas, y
a ella de ingenua le erizaba la piel. ¿Pero quienes eran en verdad los utópicos
que al llevar sus utopías a la práctica sembraron el mundo de cadáveres y
campos de concentración? ¿Quiénes eran en verdad los ingenuos que se
creen cualquier cosa que les dicen sin cuestionársela siquiera?
Este hecho la llevó a reflexionar que mucho más absurdo hubiese sido si sus
padres, ambos casados legalmente en previas nupcias, la hubiesen tenido en
197
Buenos Aires, y ahí entonces la hubiesen tenido que inscribir en los registros
como hija natural o ilegitima, ya que en ese entonces no existía el divorcio.
Está otra vez en ese hermoso valle que se divide claramente en caña de
azúcar y algodón. Cali no es solo la ciudad más bella, alegre e impactante
y con las mujeres más hermosas del mundo, también es la capital de la salsa,
de gente cálida y rumbera. Una hermosa y alegre ciudad bañada por
abundantes ríos. Recordaba esos enormes gallinazos paseando a la vera del
rio, que tanto abundan en los cuentos de Márquez, pero que dejaba enanos a
sus chimangos. Ceibas, arrayanes, sauces, palmeras, cañaverales, acacias
rosadas, guacamayos, lluvia de oro asiática discurrían antes sus ojos
asombrados y acompañan la vista de este hermoso valle que no se cansaba
de admirar. Ahí crecían y florecían las más bellas variedades de lirio. El
lirio era la flor nacional de Colombia, como el seíbo la de Argentina, que
como todo en su país, más dramático lloraba sangre en su cielo, aunque a
ellos de pequeños a esas flores rojas y forma extraña, les gustaba convertir
en pajaritos y echarlos a volar.
Es verdad que como todos los paraísos tienen sus serpientes, y ahí había
miseria o violencia pero nada comparado con la violencia que se desataría
con el tiempo. Algo que laceraba su corazón eran esos gamines en la calle
con sus caritas de picardía. Niños que tenían que mendigar para los que a esa
edad todo era un juego. Aprendió a no detenerse en los semáforos en rojo
porque le podían pegar un tiro o arrancarle de un manotazo una cadena de
oro. Ahí tenía que tener hasta ojos en la espalda.
Pero al abrir los ojos por la mañana, Cali era el canto de los mirlos y las
cigarras, y el olor a hierba mojada. Eran esos mágicos amaneceres y
198
Por las mañanas era el olor de ese café recién molido, tan especial, que
parecía recién salido de los cafetales, con pan de bono caliente, era comer
una arepa, beber un zumo con frutas frescas recién recolectadas.
Lo que más le llamó la atención eran esos negros con ojos azules, algunos
con rizos rubios que parecían lavados con lejía, sin lugar a dudas descendía
de los piratas que asolaron sus costas, todos hablaban además de español,
inglés sin acento, a la ciudad la llamaban “la heroica”.
Claro que tener que explicarles a los niños que en francés hay que escribir
cantidad de consonantes que no se pronuncian, pero en cambio sí se
escriben, no era nada fácil y eso no era nada, además le tenía que enseñar
que existía cinco acentos que algunos no sirven para nada a no ser que se
sepa latín. Por ejemplo el circunflejo que reemplaza a la “s” que era una
especie de sombrerito o techito a dos aguas. ¿A quién le importaba recordar
sus raíces si ya nadie habla esos idiomas muertos? Recuerda que latín solo
le habían enseñado en su primer colegio. Luego ya pasó de moda, ni las
misas eran en latín.
En su clase, por cierto la más ruidosa de todo el colegio, era donde había más
niños paseando por los pasillos. Pero el colmo fue un día que se fue a pasear
la clase entera.
Un niño comenzó a estornudar, le dejo salir, luego otro y otro. Y así fue
dando permisos a todos. La directora enseguida le llamó la atención furiosa.
Ella les explicaba que se acatarraron todos de golpe y no paraban de
estornudar. Ni se le pasó por la cabeza que estaban aspirando pimienta y
eran estornudos provocados.
Ese día la pusieron en una clase de niños más pequeños que no le tomarían
el pelo tan fácil porque son más inocentes, y la enviaron a infantil. Estaba
feliz. En esas tiernas criaturas veía la fuerza de los cielos que brotaba en
manantiales de ternura a través de sus risas frescas y el amor en sus miradas
tiernas.
Esos mocosos antes tan graciosos, ahora lloraban a moco tendido, y rogaban
a la directora que hiciese volver a su profe. Pero ella no volvió ni quiso
volver. Le hicieron una preciosa fiesta de despedida donde no faltó uno que
otro lagrimón. De ahora en adelante ellos se tuvieron que aguantar a una
sargenta gruñona, se lo tenían bien merecido por traviesos.
Es verdad eran más ingenuos pero no era tan fácil entretenerles ni engañarles
o mantener su atención. Esta volaba como mariposa revoloteando hacia
cualquier otro sitio. Mucho menos eran capaces de mentir.
Era un grupo muy feliz y sumamente unido. Muchos franceses eran “pie
noir”, o sea de origen argelino.
Iban a la selva los fines de semana a una finca de uno de ellos. No podía
dejar de pensar que Arturito había venido de por ahí, quien sabe de qué árbol
le cazaron. El pobre nunca soñaría que de esa selva iba a acabar en Buenos
Aires, o en la gran Babilonia.
Alejandro iba con ella, pero sus celos en vez de amainar parecían ir en
aumento día a día. Le amargaba todas las veladas con sus infantiles escenas
de celos, pero era consciente estaba casada y debía ser así. De todos modos
lo pasaban maravilloso. Por el día iban a recorrer la selva. Recuerda que
una vez intentó sacar una foto a una india, le dijo que no, que le robaba el
alma, lo solucionaron enseguida, si con la cámara se la quitaba, con el dinero
la recuperaba enseguida. Le recordaba a las cholitas. Pero a estas no pudo
convencerlas.
202
Compartían con su hermana un coche y ella nunca venía a la hora. Hasta que
con su primer sueldo compró a plazos un Renault 4, que le pareció el coche
más hermoso del mundo.
En ese momento recuerda que le asaltó la pregunta de que decidir, solo tenía
dos opciones, o ir contra la roca o precipitarse al vacío, y se dijo a si misma:
“prefiero el precipicio porque tardo más en morir”. En el momento de
aceptar su muerte le embargó una paz infinita, y una sensación de inmensa
libertad. No bien hace el gesto de girar el volante hacia el vacío, vio desde
lejos sus manos paralizadas, intentó moverlas pero le fue imposible, parecían
las de una estatua. El volante seguía girando como enloquecido pero ella ya
no era dueña de sus manos.
esa caricia no dada, y todo eso que sintió su corazón y su mente se lo impidió
hacer, era una sensación inenarrable. Estaba absorta deleitándose con esa
película maravillosa, quería ver el final, estaba tan entusiasmada, pero la
película no acababa y la angustia crecía, hasta que de repente siente una
mano que le toca el brazo y le dice “eres un as al volante” ¿Un as? ¡Si no
había hecho nada! Solo se había abandonado a su suerte después de decidir
qué tipo de muerte prefería.
Salen del coche tímidamente, sin dar crédito aun a lo ocurrido, sin estar muy
seguros de estar en este mundo o en el otro. Ven que en medio de esa ladera
de rocas rojas, había un hueco, un pequeño trozo de tierra removida (quizá
fuese que acababan de remover las piedra para desencajar un coche, y se
percata que enfrente había una cruz con flores frescas) El coche estaba
intacto. Nadie salía de su asombro, regresaron conduciendo hasta casa sin
dirigirse una sola palabra. Era como si un inmenso silencio se hubiese
instalado entre ellos, y les separaba como una barrera invisible. Este
silencio como una hiedra iría creciendo cada día más.
Otra vez sentía las fuerzas del cielo actuar en su vida. Era prácticamente
imposible no solo salvarse, sino hacerlo sin un rasguño, sin dañar siquiera
ese coche que con tanto sacrificio había comprado. El reguero de cruces en
su camino que bordeaban al precipicio se lo corroboraban. Si eso no puede
considerarse como un milagro ¿Qué es entonces un milagro?
204
Pero ahora desde arriba le decían que todavía no podía irse porque como
le mostraron en esa película, todavía le quedaba aún mucho por hacer y más
aún por aprender hasta llegar al último acto.
Acabaron sus tiempos en el Liceo, sus clases de equitación, las estancias con
su hermana y prepara ese viaje.
Así es como deja esa tierra tropical y se va a una isla lejana y brumosa.
Su preferido era uno que nadie podía montarle. Su dueña le tenía miedo.
Cada vez que intentaba saltar con él la tiraba al suelo.
Recuerda que un día, estaba su padre mirándola orgulloso, y tenía que saltar
la última valla, el muro vertical, el mismo que Distinguido siempre se negaba
a saltar. En salto es el más difícil porque el caballo pierde la visión de lo que
hay del otro lado, tiene que confiar ciegamente en su jinete. Por el contrario
las puertas, las vallas paralelas, cruzadas o combinadas con setos, aunque
parezcan más aparatosas para ella no eran tan temibles.
Siempre le enseñaron que los animales sienten nuestro miedo, que si no pasa
la valla es culpa del jinete.
Había un compañero suyo que volaba por los aires y retomaba la montura
del otro lado, tal era la confianza del uno en el otro. Para ella fue un gran
206
Fue tan inesperada su partida y tan obstinado su silencio que la respuesta que
en su momento le resultó tan natural se convertiría en una acuciante pregunta
¿Qué fue lo que vio en realidad?, y no hay nada peor que un enigma sin
resolver.
Su amistad se reducía a ir a una finca a las afueras, donde había una cascada
que se despeñaba en hebras de plata, hasta ir a morir a un lago de agua
siempre fresca y cristalina. Su padre tenía minas de carbón, y esta era una
de ellas.
Ahí comenzaron a estudiar juntos, a leer libros en voz alta, algo muy habitual
en la juventud de entonces que como no tenían PlayStation, ni internet
compartían actividades al aire libre y disfrutaban su ocio junto a sus autores
favoritos. Era un modo de compartir e intercambiar ideas.
207
A esa edad para ellos leer no era solo una aventura, sino también un viaje
iniciático. Subían en alguno de esos barcos, y después de una azarosa
travesía despeñándose por la cascada de palabras, intentando no perderse en
cada recodo o de no dejarse arrastrar en los rápidos o los remolinos, a veces
si a veces no, llegaban a un dulce remanso para atracar en una isla desierta
donde oían una tenue vocecita que les decía “mis queridos lectores, si es que
aún me queda alguno”, y se sentían ser de cierto modo los únicos
supervivientes. Le tocaba esperar el próximo barco que viniesen a
rescatarles.
Por eso a veces le gustaba partir acompañada, es por eso que compartía
lectura con sus amigos. Había oído un proverbio africano que dice: “si
quieres ir pronto, ve solo. Si quieres llegar lejos ve acompañado “y como
ella quería llegar lejos le gustaba ir acompañada. Las lecturas ya no eran
encuentros solitarios sino que se convertían en largos viajes compartidos
Es así como la Peste de Camus lo leyó tantas veces y con tantos amigos, y
las veladas los fines de semana se extendían hasta el amanecer. Entre esa
paz, esa quietud, todas las inquietudes y las preocupaciones parecían
disiparse
Iniciaba sus prácticas de psicología pero antes cada uno tenía que hacerse
un autoanálisis junto a otro compañero. Ella que tanta experiencia tenía en
el tema, que tanto le apasionaba, se ofrece a ser ese otro. Ya estaban
acostumbrados a leer juntos y a estudiar alguna que otra materia. Además
ella venía de la capital del psicoanálisis donde hasta los animales o las
plantas son pacientes, y cualquiera en la calle, o en los cafés imparte clases.
Llega el día de la práctica y nunca olvidará ese día. Sus amigos, jóvenes
estudiantes de medicina, se ponen todos de acuerdo para hacerla pasar por
una médica argentina. Era un secreto compartido entre todos, y aunque
habían practicado muy bien antes, cuando traspasaron las puertas del
psiquiátrico, todos sintieron mariposas en el estómago. Si eran pillados en
la mentira, no solo ella quedaba mal, sino todos. El más valiente, o más hábil
en mentir, la presenta, y se monta toda una historia, tan bien montada y
aderezada que se la creyeron todos, hasta ellos mismos.
vestida con una túnica blanca salpicada con manchas de sangre, acurrucada
en un rincón, mordiéndose las uñas y al parecer aterrada.
Había uno en especial que le advirtieron que podía ser peligroso. Ella
haciendo caso omiso seguía hablando, o mejor dicho escuchándolo como a
cualquier otro. Hasta que un día le encierra contra una esquina. Sus amigos
se asustaron y vinieron todos en su socorro pero no fue necesario. Este la
dejó partir, probablemente al ver que no reaccionaba como casi todo el
mundo, no le manifestaba ni miedo o rechazo, quedó totalmente
descolocado.
209
Esto le abrió los ojos, se dio cuenta que estaba poniendo en peligro a todo
el grupo, y si seguía así la encerrarían y terminaría formando parte del
elenco. De modo que fue espaciando las visitas hasta dejar de ir. El periodo
de prueba ya se estaba acabando para todos, casi todos habían acabado sus
estudios. Ellos siguieron viendo a la su paciente a la que tenían inmenso
cariño. Pero por su parte esta había creado lazos de dependencia que tenían
que ir soltando, entendieron el por qué de tantas advertencias de los
especialistas. Tuvieron que hacerle comprender, poco a poco, que ella ya
había acabado su tratamiento, y que de ahora en adelante no necesitaría
muletillas ni bastón, que ya había roto sus cadenas, que era libre, libre como
el viento para correr y respirar el aire puro. Que no tenía que sentirse obligada
ni agradecida, ellos tan solo habían hecho su trabajo, y gracias a ella la tesis
fue una de las mejores cualificadas.
Su amigo soñaba con ser neurocirujano, decía que le atraía porque era una
ciencia aún en pañales con mucho para descubrir y avanzar. Un día bajan
del club Shalom por una carretera desierta. En su camino encuentran un
chico junto a su moto llorando desolado y su novia en el suelo había
comenzado a entrar en convulsiones. Iban a seguir de largo, pero su amigo
la detiene: “Para! Está entrando en coma. Si no la salvamos va a morir. No
hay un minuto que perder. Tenemos que llevarla urgentemente a un
hospital”.
Era una locura porque tocar a cualquier accidentado era peligroso, y estaba
prohibido hacerlo si no se era una persona autorizada. Además de no poder
probar como había sido el accidente podían inculparles. ¿Y si se nos moría
en el trayecto? Pero esa solitaria y apartada carretera era muy poco
transitada. Difícilmente alguien les encontraría, y de pedir socorro, una
ambulancia tardaría mucho en venir.
Lo piensan pero él le dice “Se todo lo que estás pensando, lo sé, correremos
el riesgo de ir a la cárcel, pero si yo no la salvo no tendría el valor de mirarme
a la cara y mucho menos la de ser médico”
todos, y sin mediar palabra fueron a toda velocidad al Hospital, su amigo iba
en el asiento trasero intentando mantener sus constantes y evitar que entrase
en coma, y el chico a su lado no paraba de llorar angustiado.
Todo eran hermosos recuerdos, el Caribe era surrealista por el color de sus
aguas, no parecían pertenecer al mundo terrenal, Sin embargo todos los
océanos son iguales y las aguas tienden al color verde, lo único que los hace
diferente es su profundidad y la luz del sol. Ese tono tan mágico de las aguas
del Caribe no dependen del océano sino del fondo de arena y plancton o
sedimentos marinos que reflejan las aguas, las aguas cálidas y poco
profundas son de ese mágico verdeazulado o azul turquesa, en cambio las
aguas profundas y frías son oscuras porque no dejan que la luz se filtre e
ilumine el fondo.
También su sabor salado dependía de los ríos que diesen al mar, o la cantidad
de lluvias, es por eso que el océano Pacifico era mucho menos salado que el
Atlántico. Había visto cantidad de fotos en internet que mostraban la
diferencia del color de sus aguas, los internautas nos quieren hacer creer que
el agua de los dos océanos grandes no se mezclan, pero es ficticio, solo
creíble gracias a absurdos convencionalismos humanos que basan todo en
una simple nomenclatura, creen que al cambiar un nombre cambia todo, pero
los océanos no solo son iguales, no solo se juntan sino que son inseparables,
y ambos confluyen en el mar austral
211
Tenía ganas de decirle eso a su profesora, que los océanos no solo tienen el
mismo nombre sino que son iguales. Y que no merecía ese despiadado e
injusto 1 que le puso, que le hizo detestar hasta la geografía.
Le costaba creer que sus indios de esa maravillosa costa fuesen caníbales, y
que fuesen los mismos que llegaron al fuerte Navidad y devoraron a todos
los habitantes que quedaron del viaje de Colón. Este al regresar y ver a todo
su campamento muerto por los indios, pensó eran los nativos de la isla y
tomó venganza contra ellos, que eran igual de víctimas que ellos.
Los pobres indios intentaron explicarle que vinieron caníbales del mar, los
españoles no le creyeron. Este fue el primer malentendido o desencuentre
entre las dos culturas a causa de una malinterpretación... Parece que aún Haití
y República dominicana no hubiese podido superar la sombra de su
atribulado pasado, en cambio en el Caribe solo quedan los voraces tiburones
rondando por sus costas.
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CAPITULO 23
Llegó a Chicago. Entendió por qué la llamaban la ciudad del viento. Este no
paraba un segundo de hacerse remarcar, soplaba enfurecido como un
endemoniado, le parecía estar en tierra del fuego. Hasta se podía apoyar en
el cómo en un muro. Un poco es agradable, parece insuflar vida a la escena
y a los paisajes, pero cuando no para, es como los columpios que empiezan
siendo una diversión y terminan produciendo nauseas.
Todo estuvo genial, era una gran empresa como en las películas de Dallas,
que se dedicaba a extraer petróleo y vender participaciones. Vestía de
cowboy con grandes y aparatosos sombreros de fieltro tipo Marlboro,
cinturones anchos de piel y botas de cuero. La trataban como a una reina y
no como a una forastera. Todo iba sobre ruedas, y transcurría como en un
cuento de hadas, hasta el día que ella se dio cuenta que la empresa estaba
vendiendo participaciones en extracción de pozos donde sabían muy bien de
antemano que no había petróleo. Le explican que venden la ilusión, una
participación de 1000 dólares podía multiplicar 10 veces su valor... era una
apuesta 50% o mitad y mitad de posibilidades no simplemente de ganar sino
multiplicar con creces inversión. Y a los americanos a los que les gusta
apostar, apuestan sobre sus equipos de futbol, les atraía tentar a la suerte.
Todo eso le parecía muy bien, lo que no le parecía bien era que vendiesen
acciones donde sabían no había petróleo. Era vender una quimera, y en su
213
diccionario estafar. Claro que, cuando se dieron cuenta, que ella ya se había
dado cuenta, se acabó su trabajo y tuvo que huir. Eran muy poderosos pero
no quería decirle nada a su padre que había tenido razón. No tendría que
haber venido. No eran gente de fiar. Les había conocido en Cali cuando
venían a las corridas de toros y eran clientes de su padre, y ella una
imprudente, creyó en sus promesas y se marchó sin conocerles de nada. Se
lo merecía por ingenua.
Así que tras muchas peripecias huye a California tierra que solo conocía por
las películas de Hollywood y Disneylandia. Le decía que no fuese que era
una tierra de locos y pervertidos, y hacían un juego de palabras con los
términos bíblicos pero otra vez se va desoyendo todos los sabios consejos.
Ella solo pensaba en el buen clima, el mar, el sol, la playa y la libertad. En
su cabeza había demasiadas películas.
Ahí vivió veinte mil peripecias que comenzaron en una casa donde fue a
pedir trabajo.
Siempre había escuchado que a los amigos los da Dios pero que a los vecinos
los da el diablo, pero a estos ángeles se los había enviado Dios, no le cabía
la menor duda. Si no hubiese sido por ellos no sabe que hubiese sido de su
vida. Su jefa la habría matado y esta vez con razón. Pero creyendo haber
aprendido la lección del detergente ahora tenía que aprender que al Jabón
hay que dosificarlo no echarlo a bulto como hizo ella, y también aprendió
que las máquinas reemplazan al hombre pero no le superan en inteligencia.
Ni una máquina puede crear otra máquina.
La niña traía sus amigas a casa y se divertían manchando lo que ella acababa
de limpiar. Luego se dio cuenta que no tenía que seguir el orden literal de la
lista, sino usar su sentido común. Entre sus tareas de la casa estaba la de dar
clases de español a la niña y ayudarla en sus tareas escolares, que era lo
único que se le daba bien y hacía con gusto. Ella a su manera la quería y le
daba pena tuviese esos padres tan exigentes, que parecía no contentarse con
nada.
Su jefa le iba dando cada vez tareas más imposibles de realizar, ya se había
dado cuenta que ni planchar sabía, y ella contaba los días en el almanaque
para que se acabe ese interminable mes. Su único consuelo era hablar con
215
Fue cambiando de trabajo, y poco a poco se dio cuenta que lo difícil no era
conseguirlos sino conservarlos.
Lo más difícil era tener que decir que sus fotos no habían salido. Muchos sin
querer les salían veladas. Lo más triste fue cuando a unos viejitos, que
habían ahorrado toda su vida para realizar ese viaje tan soñado, vinieron a
recoger sus fotos, y les tuvo que decir que sus remembranzas no quedaban
nada, había sacado preciosas fotos pero habían colocado mal el rollo en la
cámara. Los únicos recuerdos serían esos que estaban grabados en sus
retinas. Pero muchos, pensando recuperarlos en papel no conservaban nada.
Es como eso que apuntan todo en una agenda y luego la extravían. No podían
creer que era verdad. Nunca olvidará el rostro de tristeza y decepción de esos
pobres viejitos que vieron que esos dulces momentos con los que esperaban
impresionar a sus familiares y amigos, no quedaba nada
Su amigo al ver su álbum, queda impresionado, ella nunca supo si fue por la
calidad o la cantidad de fotografías o el entusiasmo con las que se las
exponía al igual que auténticas obras de arte. De pronto le pregunta si alguna
vez pensó en ser fotógrafa profesional. No, la verdad nunca se le pasó por
la mente. Le pregunta por qué lo decía y le explica que tiene un ojo especial
para captar el momento y el ángulo preciso.
Ella pensó que se lo decía conmovido al verla gastar tanto, el revelado de las
fotos eran muy caro en ese entones. Nunca se le ocurrió, ni imagino siquiera
que de algo que era para ella un hobby, pudiese hacer un modo de vida. Pero
aunque no lo fuese el hobby le podía salir más barato. Recordó las palabras
de Confucio “si trabajas y haces lo que te gusta. No trabajarás un solo día de
tu vida” ¿Y quién no sueña en dejar de trabajar?
Cuando era joven jugaba al golf. Su profesor que había sido varias veces
campeón, le enseño el swing con el que acompañaba la pelota con el
movimiento de su brazo, pero aún más importante le decía, es el timing que
según él era el secreto del golf, y de todos los deportes. Para él era un don y
217
Todos los días venía con sus rollos que por la cara de sus jefes, las fotos no
deberían ser tan buenas como ella creía, porque casi nadie las compraba.
Es que una cosa era la teoría, pero en la práctica los niños se movían
demasiado y más de uno se salía del marco, o quedaban sus caras fuera de
foco, y claro, ningún padre quiere comprar fotos de su bebe sin pies, manos
o cabeza, y mucho menos si este es su primer bebe.
sus manos haciéndola temblar de miedo, a uno le tuvo que coger al vuelo y
desde entonces quedó traumada, a pesar de tener un buen seguro no es
agradable estrellar a un niño contra los suelos, y menos negrito, podía traer
el agravante de ser acusada de racismo o xenofobia. Para ella además de una
nueva aventura, era un modo de hacer competencia a sus antiguos socios que
no supieron valorar sus obras de arte.
Los árabes ricos los reconocía a la legua porque eran los más ostentosos,
tendrían miedo de pasar desapercibidos. Fuera del desierto los seres humanos
ya no destacan tanto ni son tan visibles. Tenían un Porsche, un Mercedes u
otro coche de alta gama pero todos de color negro, a la entrada de sus casas,
como marcando su terreno. Y vivían en las zonas más caras de Beverly Hills.
Ya los había conocido en Londres que se puso de moda los petrodólares.
Inundaban todas las universidades y tenían coches bañados hasta en oro.
Imposible pasar desapercibidos. A ellos tampoco se les pasaban
desapercibidos las rubias inglesas de ojos azules. Ella no se podía imaginar
cómo se podía tener tan mal gusto.
Para ella fue mucho más que un trabajo, fue una experiencia única e
irrepetible. Con la excusa de sacar fotos le abrían las puertas de las casas y
llego a descubrir y conocer otras culturas y mentalidades. Muchos la
invitaban a comer, o le preguntaban cosas sobre sus hijos, ella ya se había
vuelto una experta Cuando venía y los veía dormidos, sabía cómo
despertarlos dulcemente, cuando lloraban podía adivinar por qué. No le fue
difícil arrancarles su mejor sonrisa y sacar lo más bello de su interior. Amaba
a esos seres pequeños. Con los caballos aprendió que ellos captan todas
nuestras emociones y las hacen suyas. Así era los niños, si ella venía
nerviosa de la carretera lloraban, en cambio sí estaba feliz y relajada ellos
también. No eran más que un espejo de sus estados anímicos, que le
ayudaron a conocerse más a sí misma, y a saber controlarlos.
A esos pequeños no les podía engañar. Esos ojos que parece no ver nada lo
ven todo, dicen los rabinos que cuando un bebe sonríe es porque ha visto a
un ángel, y a veces les miraba mirar hacia el techo y sonreír. Aunque ella ya
no los veía no le cabía la menor duda de que había seres alados revoloteando
en esa habitación.
Como iba con sus perros, solo podía concurrir a esas playas llenas de
surfistas. Ahí rompía el bravío Pacifico y llegaba a sus costas en mansas olas
de espuma que morían a sus pies. Pero tenía que tener cuidado donde metía
sus pies que siempre acababan caladitos de brea, y estaba horas para arrancar
eso gelatinoso que no solo sus pies sino que impregnaba sus ropas y zapatos.
Era muy desagradable. Estaba lleno de pozos petroleros, que formaban parte
del paisaje como las palmeras en sus paseos, los molinos de viento en la
Mancha, o los campos de tulipanes en Holanda. Ya desde Chicago se le había
hecho familiares. Los surfistas aprovechaban su presencia para dejarle sus
tablas al cuidado. No entendía como podían confiar en ella, y menopara que
tenían tantas, a ella con una sola ya le habría bastado. Le explicaban la
diferencia entre las olas, pero ellas las miraba y le parecían todas parecidas.
También le enseñaban sobre la importancia de las corrientes y de saberse
llevar. Todo un arte que no entendía, pero le gustaba ver sus acrobacias, y
por supuesto admiraba su valentía. A ella el mar le infundía un respeto
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profundo. Parecía que así iban por la vida, dejándose llevar sin oponer
resistencia sino galopando sobre las olas. Los veía como jinetes de los
océanos, cabalgando intrépidamente a pie sobre una tabla.
Todos sus amigos eran protestantes. En todas las casas había una Biblia
abierta. Ella la cerraba por costumbre, y se enfadaban. Le decían que la
dejaban abierta para oír la palabra de Dios, y aunque pusiera atentamente su
oído no oía nada. De todos modos las dejaba abierta para no interferir en la
muda conversación. Comenzó a ir a lecturas de la Biblia, Recorrió todas
las iglesias y no concordó con su interpretación tan textual y literal del Texto
Sagrado.
Cuando llego a un punto donde no podía soñar más, porque ya Dios le había
dado todo hasta más de lo que había soñado, cuando ya hablaba el inglés lo
suficientemente bien y sin acento como para hacerse pasar por cualquier
americana, cuando ya ganaba dinero sin tener hijos ni obligaciones comenzó
a preguntarse que seguía haciendo ahí en California. Y desde que comenzó
este cuestionamiento las fuerzas del cielo comenzaron a actuar. ¿Era para eso
para lo que había venido de tan lejos?
La importancia de los nombres es una tradición muy grande, hasta ese sueño
nunca había podido comprenderlo. Ese sueño o visión le hizo comprender
con dolor que todavía no había resuelto el suyo.
Los judíos creen que todos vienen a encarnar una misión en la tierra, y a ser
ese nombre que les fue asignado, pero muchos solo vienen de vacaciones y
piensan que los viajes no son un medio sino un fin por sí mismo, y van y
vienen de aquí para allá sin saber bien lo que buscan o lo que esperan
222
Todo eso y mucho más fueron diciéndole que tenía que ir a resolver sus
problemas. Que todavía no había asumido ni descubierto su identidad. Que
ni siquiera sabía cuál era su verdadero nombre.
Pero aunque sabía que su plazo se había cumplido, que ya había acabado esa
lección en su vida, pensaba que ya no sería capaz de vivir en ningún sitio que
no fuese California.
los buenos le saltan por encima” Así que no podía creer lo que sus ojos
estaban viendo y sus oídos oyendo, se los restregó fuerte por las dudas.
Lo comenta a sus amigos, sin creer todavía que todo eso fuese cierto. A
pesar de que tenía la tarjeta en las manos, las palabras las podía haber
imaginado. Sus amigos le animan a ir al mejor abogado y así lo hace.
Recuerda un inmenso rascacielos y la oficina en lo alto donde se veía toda la
ciudad a los pies como en una maqueta. Solo le toman los datos, entrega las
tarjetas y le dicen que la van a llamar. No le preguntaron nada, y se fue sin
decir nada. En realidad no había visto nada ni tenía nada que decir. Tan solo
le entrega la tarjeta de esos dos fantasmas.
CAPITULO 24
Al principio sintió horror, repulsa, pero lo más horroroso del horror es que
uno se acostumbra a él como nos acostumbramos a todo. A veces conducía
la camioneta del periódico para hacer la repartición, ya no sentía ni los
cadáveres bajo las ruedas de su vehículo, solo sabía que no podía desacelerar
y menos se podía parar si no quería ser otro fiambre más adornando la
carretera.
Ella solía compartir desinteresadamente sus fotos con los otros periodistas
de su periódico rival, para ella era natural, no los veía como rivales, sino
como compañeros de trabajo. Estos no comprendían que nadie lo hiciese,
no era lo habitual. Ese día después de la corrida, todos sus amigos periodistas
del otro periódico, al enterarse del percance, vinieron corrieron a darle las
suyas para cubrir el evento, evitando de este modo que pasase un enorme
bochorno. Así ocurre siempre con las cosas que se hacen con amor, siempre
regresan a nosotros multiplicadas del modo, en el momento y la forma más
inesperados.
Por la noche se quedaba hasta altas horas de la madrugada, para revelar sus
fotos. No le resultaba nada extraño ver llegar a esos señores muy serios, con
trajes oscuros que iban a ver lo que se estaba publicando. Le dijeron que
eran del cartel de Cali, y para hacerse respetar la miraban muy fijo a los ojos
como diciéndole que tuviese mucho cuidado con lo que se escribía.
Revisaban concienzudamente todos los titulares, como queriendo dar a
entender que eran todo menos analfabetos.
Aprendió que las fibras de alma de un ser humano son como las cuerdas del
arpa. Solo los artistas saben arrancar de ellas las más bellas e inusitadas
sinfonías. Algunos saben sacar un arpegio, un concierto, una ópera y otro tan
solo arrancan lamentos o sonidos desafinados, o ni siquiera eso.
En América aprendió el piropo más grande que puede decir un ser humano
a otro: “Tu sacas lo mejor de mí”. (You take out the best of me) Cada vez
que alguien que estimaba se lo decía se sentía emocionada. También
aprendió que no había buenos ni malos, sino seres que a veces hacían cosas
buenas y a veces malas, y que hacía más daño el silencio de los buenos que
la maldad de los malos.
Hasta que un día va a cubrir a la DEA una detención de drogas, pero en vez
de apuntar a los detenidos la apuntaban a ella. Eso le hizo intuir algo así
como una amenaza solapada, sobre todo por esas miradas de resentimiento
227
y odio que le lanzaban. Sin parpadear o dejarse intimidar, les informa que se
equivocaron, y que estaban apuntando al revés. Se da cuenta que la detienen
más de la cuenta y no solo tardaron mucho en devolverle sus documentos,
sino que pudo adivinar cuchicheos y sonrisas entre ellos. Probablemente su
remarca no les había sentado nada bien.
Su padre comenzó a insistir que se tenía que ir, que se había pasado de tinta
o mejor dicho de la raya, y para enmendarlo le pidió que escribiese lo
contrario. Pero mentir se le daba bastante mal, en vez de arreglarlo
probablemente la embarró más. Su padre desesperado seguía insistiendo,
prefería su hija lejos pero viva. Ella comenzaba ya a plantearse si toda esa
lucha suya por la justicia era en realidad útil o era simplemente un
instrumento más del sistema. Ahí era solo espectadora, encima si no las
cortaban tergiversaban todas sus palabras e ideas.
Por el alto parlante anuncian que van a dar un número de billete. El que
tenga ese número tiene que pasar por la puerta trasera, la única abierta quien
sabe hacia dónde.
Otra vez las fuerzas del cielo la sacaban de apuro y en esas inmensas alas la
conducía hacia su próximo destino, sana y salva.
229
CAPITULO 25
Nando Agüero
Esta región heroica, con fuerte raíces celtas está rodeada por un mar bravío,
con bruscos acantilados, extensas playas de arena dorada, y tierra fértil
bañada por veinte ríos y afluentes, donde nace el Rio Ebro que recorre como
una arteria a todo el país antes de deshacerse en forma de delta en el
Mediterráneo.
Esta tierra verde que aprende a querer la embruja y lo que era un breve
paréntesis en su viaje de regreso a California, la atrapó con su magia, lo que
era una estancia de días terminó siendo largos años hasta echar sus raíces y
formar una familia.
Se dio cuenta que primero tenía que encontrar su identidad. Si quería dar
fin a tan largo exilio tenía que comenzar a recordar….Pero antes tenía que
comprender y dar respuesta a un sinfín de preguntas.
231
Eso le extrañó, porque nunca solían estar todos juntos. A causa de su partida
rompieron relaciones acusándose unos a otros mutuamente. Todas la
incriminaban al unísono y el pañuelo se iba volviendo rojo como la grana,
desde lejos podía oír sus reproches, y ella volvía a sentir clavarse como
puñales en su pecho todo el dolor de tanta incomprensión.
Quería explicarles todo, pero sabía que ni siquiera la escucharían. Ellos ya
habían dictado su sentencia.
De pronto una luz intensa detrás suyo que sabía no podía mirar de frente, ni
darse vuelta, le dice, con una voz que no es una voz humana, sino una energía
que entra por todo su cuerpo. “tienes que escribir un Libro”
El pedido le pareció absurdo, no tenía papel ni lápiz y era todo menos una
escritora. A ella le gustaba leer no escribir, y sobre todo vivir. ¿Y escribir
dónde?, si estaba en medio de la naturaleza. Impotente cayó de rodillas y se
dio cuenta que delante suyo tenía solo una gran piedra, y aunque lo hubiese
deseado, lo veía completamente inasequible.
Entre ellos tan solo hubo amor, quizá exceso de amor o amor mal
comprendido. Pero al fin al cabo siempre hubo amor. Y no todos saben
amar del mismo modo, o del modo que nosotros esperamos.
Comprendió que para ese libro tenía que prepararse. Las fuerzas del cielo la
ayudaron a partir de América, le proporcionó los medios y las herramientas
ahora estaba en ella ponerse a estudiar y demostrar su gratitud.
Se detuvo en ese paraíso vegetal y plegó sus alas no uno sino varios años en
los que dedicó el dinero del juicio en aprovisionarse de una gran biblioteca.
Entendió que ya había viajado suficiente, al igual que Marco Polo tenía que
destilar las enseñanzas de tan largo deambular. Tenía que dar forma a esa
visión que tenía grabada en su mente.
En esa estadía tan enriquecedora se propuso responder todo ese porqué que
le rondaban en su mente.
un tesoro. Siempre les estaría agradecida. El curso tenía no solo teoría sino
partes prácticas.
Lo que más le impresiono fue un experimento con un bebe sobre una mesa
de vidrio, con una simulación de vacío en el medio, imposible comprendiese
que había un cristal que le protegía de caer. El bebé gateaba hasta donde veía
o creía ver el peligro, y automáticamente, miraba a su madre. Si ella tenía
miedo, él bebe retrocedía, si ella le daba confianza él bebe seguía gateando
seguro sin mirar siquiera hacia abajo.
Un día vino a su balcón una paloma blanca, era mensajera porque llevaba
un anillo en la pata. La visitó todos los días, posaba en su biblioteca y ella
se echaba al suelo y el ave le daba besos con el pico. Estuvo mucho tiempo
viniendo, al punto que se convirtió habitual el verla. Pasaron los meses y era
un personaje más de la casa que venía y se iba libre. Hasta que un día dejo
dos huevos encima de un mueble de la cocina y no regresó más. Por mucho
que los cuido no salió nada de los huevos. Si no fuese por esas fotos que
aún conserva hubiese creído que era tan real como sus hombrecitos verdes.
En ella vio un mensaje del cielo. El solo verla la llenaba de una
incomprensible sensación de paz, y beatitud. Desde entonces sintió que
tenía que remontarse a las fuentes.
adoptiva era nobles, ellos no se quedaban atrás, y no tenía nada que esconder
ni de lo que sentirse avergonzada.
Su famoso tío “sionista” le invita a su casa. Solo le conocía por las visitas
de su padre a Buenos Aires que es cuando quedaban los dos hermanos y solo
sabía que era alegre, con exquisito sentido del humor, y extremadamente
simpático.
Ahí se enteró que también en esto le habían mentido, o no les habían contado
la verdad.
Pero aún más hermosa era la historia de sus tatarabuelos. Ellos vivían en un
pueblito de Besarabia. Solo tenían hijas mujeres. Desesperado por tener un
hijo varón reúne todos sus ahorros y sin pensarlo siquiera, recorre a pie
kilómetros y kilómetros en busca de un famoso rabino. Llega ante él, este
le escucha, reza a Dios y le dice “lo tendrás. Pero si le tienes tenéis que ir a
vivir a Israel” Ir a Israel en esa época era toda una locura. No solo porque
Israel estaba bajo el Imperio Otomano, sino porque había un largo y tortuoso
trayecto y había que cruzar el Mediterráneo infectado de piratas. Nace el tan
anhelado hijo varón, esperan un año para poder viajar, y tras un largo periplo
llegan todos sanos y salvos a Eretz Israel. El niño crece y se casa con una
bella sefardí cuya familia venía desde Salónica, en la que desembarcaron
tras el incendio de Esmirna, llevando en su equipaje como único tesoro sus
libros y los recuerdos de sus baúles. Al parecer pudo saber que descendían
en línea directa del famoso Abraham Senior, consejero de los reyes católicos,
que se convirtió al cristianismo, y se dedicó a socorrer a los judíos que
querían escapar a nuevos destinos, o a proteger a los que caían en garras de
la Inquisición. Y le recordaba la historia de las 3 palomas. Un rabino para
explicar el destino de los judíos tras la orden de expulsión: deja volar una
paloma y a las otras dos las despluma o degüella. La primera representaba
a los que se iban las otras dos a los que se quedaban.
A ella le recordaba ese viejo mapa que casi se caía a pedazos con los que
perseguía a su otra abuela que para ella representaba España. Evidentemente
se había confundido de abuela. La suya probablemente sería de origen
marrano como eran casi todos los argentinos criollos, tan atormentada como
ella.
La recoleta era el único cementerio que encima de una tumba podía convivir
una cruz y una Menorah, o candelabro judío. Argentina es el único país en
el que la investidura de un presidente es bendecida por todos los cultos que
conforman la nación, inclusive y especialmente por un rabino.
Su abuelo paterno embarca rumbo a Argentina, allí conoce a una bella rusa
que había embarcado en el puerto de Odesa con toda su familia. Ella venía
de una familia de escribas y talmudistas, que huían de los pogroms. El amor
fue una pasión irrefrenable, a su abuelo le deslumbró no solo por su belleza
sino por su inteligencia, y ella quedó deslumbrada por el valor y espíritu
aventurero que descubrió en su abuelo. Él le dijo que su sueño era regresar a
Israel y ella de tan enamorada que estaba le decía a todo que sí. En ese
nuevo país van a Entre Ríos y comienzan su historia como gauchos judíos.
Supuestamente tenía jugueterías pero como regalaba los juguetes a los niños,
la familia no nadaba en la bonanza. Encima todo el dinero que ganaba lo
enviaba a Israel. De dónde sacó su papá la idea de que ponía herraduras en
los cascos de caballos no se lo podía imaginar, quizá fuese porque su padre
adoraba los caballos y la equitación era su pasión.
Cuando su padre tiene 4 años, le llegan los pasaportes para viajar a Israel,
entonces Palestina, pero su abuela que había por amor prometido ir, le dice
llorando: no puedo soportar que mis hijos vuelvan a vivir tanto odio, yo viví
el odio de los cosacos, no querría vivir ahora el odio de los árabes, ni que
mis hijos sufran lo que sufrí. De solo pensarlo enferma del corazón, tal eran
los recuerdos de tanto odio, y tanta barbarie que nunca pudo borrar de su
memoria. Y había en su corazón tanto dolor. Su abuelo la amaba tanto que
renuncia a su sueño de regresar. Sus hijos lo harían por él. De nuestros
antepasados heredamos sus sueños, somos su prolongación en la tierra.
237
¿Por qué su padre le había ocultado todo? Solo cuando dijo iba a escribir
comenzaron a buscar sus raíces y le hicieron un árbol genealógico. Si no
hubiese sido por eso, jamás habría sabido nada de sus raíces. Fue su familia
de Israel la que la invita a conocer su propia historia, y la acompaña en ese
maravilloso viaje hacia las fuentes. Fue todo un descubrimiento.
Allí conoció a cabalistas en Safed, y hasta pensó en quedarse, tal era la paz
y armonía que sentía su alma, que se sentía regresar a su verdadero hogar.
Tuvo un amigo americano especial, mixto como ella, que sintió que Jesús le
llamaba y le pedía de abandonarlo todo e ir a vivir a Israel, y así lo hizo. (A
los judíos se les suele aparecer Jesús, nunca su madre) En EEUU era un
exitoso compositor de música, lo abandonó y cambio la música por el
estudio de la cábala. Su amigo le invitó a Safed, y ella estuvo entre ellos,
jamás vio gente tan feliz, parecían vivir en un eterno éxtasis, miraban al cielo
y sonreía, pero cuando la miraban se ruborizaban y bajaban hacia el suelo
pudorosamente la mirada. Tienen prohibido mirar a una mujer a los ojos
Su amigo compartía sus conocimientos con ella, iban juntos a visitar tumbas
de cabalistas, y le encendían velas. Eso marcaría su vida, allí entre esas
tumbas pintadas del color del cielo sintió toda la energía de esos seres tan
evolucionados, iban una a una rezándoles y encendiéndoles una vela. Podían
sentir esos espíritus tan elevados conectar con ellos. Fue una sensación
inenarrable. Era una especie de energía y un calor y una luz que inundaba
todo su cuerpo.
Pero su amigo le hizo comprender que tenían que casarse. No podían seguir
siendo amigos simplemente. A los cabalistas les aconsejan casarse para no
perturbar sus pensamientos, al parecer la misma energía sexual, que es la
energía de la vida, es la que impulsa a los místicos a acercarse a Dios.
Comprendió las imágenes infernales que atormentaban a los místicos y les
llevaban a flagelarse. Como las dos energías se confunden, esas visiones
eran totalmente normales. Esta es la razón por qué en las sinagogas se
separa los sexos, para que nada interfiera en ese encuentro divino, o sin
querer no se confundan.
Con tristeza decide partir, ya no podía estar más entre cabalistas. Tenía que
tomar una decisión y aunque sintió un remanso de paz, su viaje aún no había
acabado, Recluirse del mundo, algo que pensó en su juventud, y encontró la
oposición de toda su familia, fue la única vez que todos se pusieron de
acuerdo, no estaba aún entre sus planes.
Recorre todos los sitios cargados de historia, desde el Santo Sepulcro hasta
la fortaleza de Massada. Deja su papel con sus deseos en el muro. Conoce
Eilat en el Mar Rojo, y va a cantidad de sitios que le recomiendan sus guías.
Nunca comprendió como en tan pocos metros cuadrados se podían encerrar
tantos siglos de historia, ni podía reunir tantos acontecimientos.
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EL ÚLTIMO ADIOS
Al verla entrar se llena su rostro de alegría, con una tenue sonrisa murmura;
“eres un ángel” y estas fueron sus últimas palabras de despedida. Se
desvaneció dulcemente en sus brazos, con una sonrisa en los labios mientras
su alma iba al encuentro de su Creador.
Solo podía llorar y bendecir a Dios. Él le había enviado todas las fuerzas del
cielo para poder sentir ese alivio que su alma tanto anhelaba. Ahora sabía
que sus almas se reencontrarían y reconocerían nuevamente. Ese amor tan
grande ya habría traspasado las barreras de la muerte. Las últimas palabras
de su padre en la primera despedida fueron “no te entiendo pero te admiro”,
en ese entonces sintió mucho dolor de no sentirse comprendida y partió al
largo exilio con ese dolor en el alma. Sin embargo en su fuero interior sabía
que en el fondo de su corazón, en virtud de ese amor, su padre si la
comprendía, porque le verdadero amor todo lo comprende y todo lo perdona
aunque no pueda o no sepa cómo expresarlo en palabras. Eso fue lo que al
resto de su familia tanto le costó comprender, y aceptar.
A los años enferma su padre biológico también la mandó llamar, pero llegó
demasiado tarde.
Los cuatro hermanos por fin se reunían por primera y quizá última vez en la
vida, cumpliendo así uno de los grandes sueños de su padre, que en vida
nunca vio cumplirse, juntar a sus 4 hijos. Todos tomaron vuelos desde
distintos destinos, y se reencontraron en el aeropuerto de Cali, pero todos
llegaron tarde. Por unos minutos ninguno de los 4 llegó a tiempo para darle
un último adiós.
Pero la vez donde los Salmos tomaron una relevancia sobrehumana y sintió
todo su poder era ahora. No estaba su padre, pero sí podían sentir su
presencia. Sabían que les estaba escuchando y observando con su infinito
amor y su imborrable sonrisa.
Luego viene un rabino de Israel llamado para la ocasión. Les reúne a todos
los hermanos, les hace sentar en el suelo frente a una gran mesa y les dice
“desde ahora comienza una etapa de duelo para vosotros. Tenéis, mientras
dure el duelo, que olvidar las comodidades de la vida” Y tomando un huevo
lleno de cenizas les invita a comerlo. Nunca se quitará de sus labios el
sabor a ceniza de ese huevo que fue pasando de mano en mano. El huevo en
el judaísmo simboliza la vida, ellos como pueblo se consideran como el
huevo, duro por fuera y blandos por dentro. Pero era también, como en esta
ocasión símbolo de duelo.
El día del entierro, tras una emotiva ceremonia donde se habla de su padre,
y todo el mundo recordaba con amor sus actos en la tierra para acompañarle
en el tribunal del cielo que en esos momentos le estaría juzgando. El rabino
habla de la “Belleza” Sabía que su padre era un cirujano plástico, enamorado
de la belleza, y su primera pregunta es “¿la belleza es buena o mala?” y
comienza una ronda de reflexiones que parecían no concluir nunca. Todos
y cada uno recordaban anécdotas de su padre. Cuando agotaron el repertorio
el rabino comienza hablar de la letra “Y” que era conexión y la vez
separación. Y esa “Y” quedó flotando en su mente sin poder aun
comprender la profundidad de su significado.
242
Acabada la ceremonia salen todos al patio, lavan sus manos en una fuente, a
la vez que recitan un rezo de bendición al agua, y el rabino les vuelve a
reunir otra vez. Va uno a uno diciendo un rezo que deben repetir y con una
cuchilla rasga sus camisas. Era en hebreo, como no sabe nada lo intenta
repetir lo mejor que puede, intentando que el rabino no se dé cuenta de su
ignorancia.
Es el único momento en el que se les está permitido llorar y dar curso libre a
esos sentimientos reprimidos. Luego siguen todos recitando salmos.
A sus cementerios los judíos no los llaman casa de los muertos, sino la casa
de la vida, casa de la paz, o casa de la eternidad. Son grandes bibliotecas a
cielo abierto. Mira las lápidas y casi todos eran supervivientes del
Holocausto. Llegan a la tumba, bajan en un lienzo el cuerpo de su padre, y
van pasando un cesto con piedras para que arrojen uno a uno. La piedra era,
además de un recuerdo de los vivos, símbolo de la eternidad frente a lo
efímero, del recuerdo frente al olvido. Ellos consideran que el alma
permanece un año en este mundo. Por eso no se coloca lápida sino que se le
deja la tierra removida. Se recomienda a los familiares no visitar
cementerios durante ese año.
En las casas tapan todo con lienzos para que el muerto no se entretenga
admirando cosas materiales.
Todos los días durante una semana rezarían el Kadish, el rezo por los
difuntos que era a su vez el más santo de sus rezos. Su hermano que era el
primogénito, es el encargado de leerlo. Se sienta a su lado y le pide que se
lo traduzca. Le dice que está en arameo, y no se lo traduce pero finalmente
logra encontrar la traducción Se pone a llorar, no era un recuerdo del muerto
sino un panegírico a Dios donde se pide la venida del Mesías. Su misma
palabra significa “Santificación”. Se dio cuenta que los judíos solo piden la
redención del mundo y le piden a Dios que intervenga y acelere esos
tiempos. Jamás se cansaron de esperar. No rezan solo por ellos, ni siquiera
por el muerto al que ni siquiera mencionan, sino por toda la humanidad.
Es tan elevado este rezo, genera tanta energía y luz que tiene que rezarse un
mínimo de 10 personas, lo que llaman un Myniam. No fue difícil conseguir
ese número. Ya se acercaba el fin de la Shiva, los 7 días de duelo, en esos 7
días los dolientes o familiares cercarnos no comen su propia comida sino que
es la comunidad la que los alimenta. En esas grandes comidas en la
243
Los hermanos emocionados decían “Papa, que en esta vida tanto le costó ser
judío, ahora sube al cielo a recibir la Torah de manos de su Creador”. Y a
todos les pareció ver a su amado padre cogiendo con amor en sus manos la
Torah.
A los siete días el luto acaba. La camisa desgarrada la tiene que enterrar y
quemar para olvidar el duelo. Desde entonces tiene que sentir felicidad por
esa alma que ya cumplió su misión en la tierra, y que por fin encuentra un
descanso eterno a tantas vicisitudes. No era Dios ni mucho menos pero su
corazón estaba seguro que su padre con tantos actos de bondad ya había
ganado su sitio en el cielo.
Este tiempo acabó pero marcaría toda su existencia. Desde entonces ya nada
volvería a ser lo mismo, o ella no volvería a ver todo con los mismos ojos.
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CAPITULO 26
EN EL NOMBRE DE DIOS
“cuantas lagrimas hay que derramar para lograr el perdón de los hombres
cuando a Dios una simple y sincera lágrima basta.”
Rene de Chateaubriand
Esta fue otras de sus grandes crisis de identidad. Responder ¿Quién era
realmente? Tenía que cerrar el último capítulo, de su vida para encontrar esa
paz que tanto anhelaba.
Cuando tuvo que elegir su apellido, no supo cual elegir. Uno lo llevaba en
su sangre, pero el otro lo llevaba en las fibra más íntimas de su ser, en su
piel, en su nostalgia, en sus oídos, en sus pensamientos, en sus frases, en sus
sueños, en su infancia y hasta en la cadencia de sus palabras. Era el de su
padre pero también era el suyo. Eran horas de lectura leyendo e intentando
comprender lo que le estaba pidiendo, era como si una música antigua
profundamente conocida y olvidada volviese a vibrar en sus oídos, que no
era pasado, era futuro, era presente, era un ruego, un pedido…él famoso
escritor francés, que había enterrado un siglo al igual que ella, que había
vivido un cambio de era, había partido de este mundo con una tristeza
profunda, y esa tristeza estaba grabada en su alma, como estuvo en la de
Caro Baroja, la de su tío.
Su idea era que de los antepasados únicamente heredamos sus sueños. Y ella
quería comprender tan solo eso, lo que el escritor quiso decir pero no pudo.
Tan solo quería ser capaz de comprender para poder dar forma a esos sueños
245
Un día unos nobles se jactaban de no tener sangre judía, y Caro le dice “como
se nota que no conocéis bien vuestra genealogía”
Las lecturas de Caro la hicieron penetrar en ese nervio tan doloroso. De esas
denuncias lo que le impactó profundamente, es “Ud. ha visto, oído o “le
han contado” Cualquiera podía ser sospechoso, cualquiera podía ser delatado
o acusado.
Lloró tanto, su parte cristiana se sentía culpable, pero su parte judía le decía
“no les culpes, ellos no sabían lo que hacían”. Pero ella se sentía igual de
culpable como cuando mató a ese gato, y después de días de llanto, pensando
jamás podría dar forma a ese dolor, sintió una paz infinita y sobre todo una
gran liberación.
Ella iba a decirles a los cristianos que los judíos no les guardaban rencor, que
son sus hermanos mayores y estaban deseosos de poder compartir su
246
herencia con ellos, y que les estaban esperando con los brazos abiertos. Que
ellos tan solo guardaron la ley y las enseñanzas celosamente para que nunca
se olviden y para que nadie niegue que existió un rabino judío capaz de tanto
amor que tocó la fibra de muchos corazones y llegó a transfórmalos.
No sabía si sería capaz de trasmitir nada, hasta que no cayó en sus manos el
libro de Gloria, de Benito Pérez Galdós.
Los Pérez habían tenido que borrar sus rastros casándose con vascos, y como
era común en ese entonces, mejor si este era un Inquisidor.
Benito siempre tuvo que esconder sus orígenes, hasta en el vestir, usaba
tonos sombríos para pasar desapercibido. Su amor a sus raíces las llevaba en
el alma, o las guardaba en su casa en una inmensa biblioteca repleta de
tomos sobre el judaísmo y el pueblo judío, o se consolaba leyendo en los
ribetes de sus cortinas trozos de los Salmos. Pero su dolor fue tenerlo que
esconder siempre, y partió en silencio llevándose a su tumba ese eterno dolor,
y su secreto amor: «Mi amor es secreto, misterioso y oculto, como las perlas,
que además de estar dentro de una concha están en el fondo del mar”
(confesado en boca de uno de sus personajes) sin poder siquiera
compartirlo.
así como esas cortinas de raso blanco que llevaban grabadas en sus ribetes y
en sus orlas en letras hebreas palabras de los Salmos.
Toda su vida tomó sentido en ese momento en que termino de leer Gloria de
Benito Pérez Galdós, en esa historia trágica de amor entre un judío y una
cristiana, vio reflejada su propia historia, al leer las últimas palabras lloró
como una magdalena pero no solo por ella sino por él, por España por Jesús
y por toda esa triste historia de desencuentros y malentendidos, a la vez que
sintió en su interior un poderoso llamado imposible de eludir. Benito le
estaba pidiendo que escriba su historia.
“Tú, precioso y activo niño Jesús, estás llamado sin duda a intentarlo; tú,
que naciste del conflicto y eres la personificación más hermosa de la
humanidad emancipada de los antagonismos religiosos por virtud del amor;
tú, que en una sola persona llevas sangre de enemigas razas, y eres el
símbolo en que se han fundido dos conciencias, harás sin duda algo grande.
Hoy juegas y ríes e ignoras; pero tú tendrás treinta y tres años, y entonces
quizás tu historia sea digna de ser contada, como lo fue la de tus padres.”
A pesar de que sabía que toda historia humana es digna de ser contada,
sintió que tenía que contar la suya aunque pensase que no iba a interesar a
nadie. Quizá esto animase a otros a contar de ellos.
Ella no era más que otra soñadora, pero que tuvo siempre la convicción que
su sueños no le pertenecían, o mejor dicho les pertenecían a todos, eran parte
del inconsciente colectivo, estaba convencida que en lo profundo de su ser
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todos anhelaban lo mismo, que aunque la señalaron ella nunca fue diferente
al resto, ni siquiera se sintió serlo. Hasta en esos son iguales todos los
hombres, en su pretensión de creerse diferente y en su infinito anhelo de ser
felices.
También estaba convencida que no solo ella sino que cada persona, cada
una tenía que fundir en su interior dos o más conciencias, y emprender su
propio Éxodo personal, que no era más que un camino hacia su propia
libertad.
Ella se sentía ser como todos, que la vieran diferente fue su dolor más
grande.
Estaba segura que si ella volaba, todos podían volar, que si ella escuchaba
mensajes, todos podían hacerlo. No era nada del otro mundo. Los judíos
creen que llegará un momento en el que todos podremos escucharlo, pero
eso será cuando todos tengan las antenas puestas. Dios está deseando
comunicarse con sus criaturas.
Transitó por todas las religiones y tras una larga y sinuosa travesía llega
siempre al mismo destino solitario. A ese encuentro con el Creador, a
vivenciar los entresijos de Dios y el hombre solo, donde solo el judaísmo
que había desarrollado durante siglos las herramientas necesarias para no
perdernos en este encuentro, podía guiarla.
Entendió que cada religión es tan solo un puente o una escalera, y hay tantos
modos de adorarle como almas humanas en el mundo. Dios no ha puesto
centinelas en los templos y no puede haber censura entre el hombre y su
oración.
Creía, porque así se le hicieron creer, que las puertas del cielo solo se abrían
con las aguas del bautizo. Pensando que el judaísmo era algo arcaico, lo
descartó. Ignoraba que el judaísmo no era siquiera un religión, era una ética
que intentaba ayudar al hombre a encontrar su sentido a la vida, una guía
para elevar al hombre a Dios.
Eso quería decirle a su abuelita, que con unas gotas de agua bendita no salvó
su alma del infierno, tan solo derramó el amor infinito de Jesús sobre todas
las fibras de su ser. El mismo amor tan fuerte que dentro de ella ya existía.
Los judíos que consideraban que ellos aceptaron libremente esa carga, nunca
quisieron convertir a nadie, ni pasársela a nadie. Lo veían absurdo, e
innecesario, solo intentaron recordar al hombre su esencia divina y a
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Los judíos desde que se levantan hasta que se van a dormir bendicen a Dios
por todo lo malo y todo lo bueno que les envía, por los rayos de sol, por un
nuevo despertar y hasta por el agua con la que lavan las manos todas las
mañanas. Bendicen a Dios cada vez que cumplen alguno de los 613
mandamientos que les ha dado.
Pero la humanidad solo se rige por las leyes noajidas, los siete mandamientos
que le dieron a los hijos de Noe, y no está obligada a tantos. Es como si
exigiésemos a cada cristiano prepararse para ser un sacerdote. Jamás nadie
pretende poner esa exigencia. Cada uno como en la sociedad humana se
prepara y desempeña su rol. Cada uno como los órganos en un cuerpo
humano desempeña su función específica. Nadie es más ni menos porque
todos estamos interconectados.
Los judíos saben muy bien que no se puede apagar una lámpara que alumbra
si no se tiene una que alumbre mejor
Ellos saben que SI la tienen, pero que de nada vale porque no todos están
preparados para recibir y canalizar tanta luz. Por eso es que guardan sus
lámparas cargadas de aceite para dárselas al que se la pida. Están deseosos
de compartir, porque todos los bienes de Dios cuando se comparten se
multiplican y traen alegría y luz al mundo en vez de llantos, y oscuridad.
También saben que de nada vale dar una linterna para que busque un tesoro
en un cuarto oscuro a alguien que no sepa lo que busca ni lo que piensa
encontrar.
Hoy en día ya no está oculta como antes. Hay demasiado anhelo de ese algo
más, el que quiera sabiduría puede acceder a ella. Para algo tiene que servir
tanta modernidad, antes las almas no podían conectare tan fácilmente,
requería muchos viajes, y traslados hoy lo pueden hacer sin siquiera moverse
de casa.
renegaron de ella, que no solo les hacía hijos de Dios, sino también sus
socios en la Tierra, como indica su nombre Israel, que no es siquiera un
nombre sino un verbo; el que lucha junto a Dios y junto a los hombres, y
vence. Es por eso que hoy Israel y sus guerreros están luchando por todos
nosotros codo a codo con Dios.
Solo deseaban traer la luz para transformarla en un nuevo Edén, y así todos
volver a vivir como hermanos como antes de la Torre de Babel, cuando las
ambiciones personales todavía no nos habían dividido haciéndonos
confundir las lenguas.
Abuelita, ese pecado original del que tanto me hablabas, no fue siquiera un
pecado, no fuimos castigados por comer del árbol del conocimiento, sino por
hacerlo cuando aún no estaban preparado para ello, y en vez de ser
beneficioso, solo sirvió para llenarnos de soberbia y creer que éramos como
dioses. Nuestro culpa fue la de sentirnos apartados de su vista,
avergonzarnos de nuestros cuerpos sin darnos cuenta que formábamos parte
de Él. Y ese es el infierno y nuestro peor castigo, sentirnos alejados de Su
Presencia.
Dice el Sagrado Corán que una persona con fe e ignorante, no es una persona
con más fe sino una persona con más ignorancia. Alah dio al hombre la
inteligencia para que la utilice.
Claro esto fue hace siglos cuando ese pueblo salido del desierto busco el
conocimiento desde su cuna hasta su tumba. Ahora por desgracia, tras siglos
de historia, en los que no fueron capaces de una mínima autocrítica, se
recrean en espejismos fantaseando sobre su pasado. Mientras occidente
despertaba de la noche oscura, ellos, incapaces de asumir su derrota irían
poco a poco cayendo en un largo y profundo letargo. La verdad, ni siquiera
fueron capaces de echar a los cruzados de sus tierras, lo hicieron los
mamelucos, soldados esclavos. Eso les ocasiona bastante frustración. Ahora
necesitan a toda la ayuda Europea y del mundo para expulsar los judíos de
Israel, a los que ven como a los nuevos cruzados. Para ello utilizan armas
modernas, las redes, la mentira y la propaganda. Aprendieron de Goebels
que una mentira que se repite muchas veces acaba siendo una verdad, y
mucho más cuando de los judíos se trata.
Quería gritarle a su abuelita que ya había comprendido que no hacía falta que
nadie tuviese que morir por nosotros.
Fue justamente para no olvidar este crimen tan grave, que dejaron la imagen
tan negativa del Becerro de oro que tantas malinterpretaciones y
persecuciones les causó, y que a ella tanto le costó comprender, ¿cómo
pudiendo embellecer su historia como lo hicieron o harían todos los pueblos,
los sabios judíos deliberadamente dejaron ese recuerdo por generaciones y
generaciones? Era dar pábulo al antisemitismo que utiliza esa historia para
justificar su odio. En ella ven el amor por las riquezas del Pueblo judío y su
culto a Mammon dios de la avaricia, como en Judas a la del traidor por
antonomasia. No saben que antiguamente se les excluía de todos los oficios
y que los nobles les usaban para recaudar impuestos y así lograr que el odio
del pueblo recayera sobre los judíos y no sobre ellos.
Pero a ella esa historia le llevaba a una reflexión muy diferente: ¿Cómo
podían tener tanto oro un pueblo de esclavos? Si no quería un becerro de
oro, ¿para que les manda pedir pendientes, collares y sarcillos hasta a las
mujeres egipcias?, algo difícil de entender, no que lo pidieran, sino que estas
accediesen a dárselo. ¿Y para que les servía tanto oro en el desierto?
Supuestamente les cargaban de impuestos, ¿desde cuándo los esclavos pagan
impuestos? Los colonos americanos, hartos de trabajar para el inglés, tiraron
todo el té al mar en protesta por los elevados e injustos impuestos y tasas.
Así iniciaron la guerra de independencia, pero a diferencia de los judíos que
tuvieron que salir de Egipto ellos simplemente echaron a los ingleses de sus
costas.
Obviamente los judíos en Egipto tan mal no vivían, no hacían más que llorar
por las ollas de Egipto, al pobre Moisés lo tenían agobiado, no hacían más
que quejarse, protestaban diciendo ¿No había acaso suficientes tumbas en
Egipto que nos traes aquí, a morir en el desierto?, y hasta le amenazaban con
retornar a Egipto. Todo le hace sospechar que esa esclavitud a la que se
refiere no era tan solo material, era la de la idolatría.
Los seres humanos, envidiosos por naturaleza desde tiempos de Abel y Caín
vieron en esta elección un privilegio, cuando para el pueblo de Israel era
simplemente una responsabilidad libremente asumida. La humanidad no
comprende que si Dios nos dio el libre albedrío es mucho más sagrado para
El que para nosotros. Nosotros lo podemos violar pero Dios nunca, por eso
jamás nos va a pedir algo que nosotros no aceptemos libremente ni algo que
no podamos cumplir ni esté a nuestro alcance, aunque nos parezca imposible
siempre va a poner los medios y las herramientas a nuestro alcance, así como
tampoco nos va a dar algo que de corazón no se lo pidamos.
De ahí el significado del Anuncio hecho a María, si ella hubiese dicho no,
Jesús no habría venido a este mundo. Por la misma razón que Moisés
insistió en que cada judío diese un paso adelante y aceptase libremente la
Torah. Las mujeres como siempre lo dieron primero, los hombres
avergonzados detrás, y todos dijeron esa frase mágica “aceptamos y
acatamos “y desde entonces lo que de otro modo hubiese sido una carga
termina siendo una bendición.
Probablemente hubo más, pero Moisés fue el único que exigió que el saber
fuese dado a todo el pueblo, y fuese trasmitido de generación en generación.
Eso es el significado del Éxodo y el comienzo del “judaísmo”.
Responde Elías que esto solo será posible si puede verle subir al cielo. (2
Reyes: 9) Y sube en un torbellino el carro de fuego conducido por caballos
de fuego (la famosa merkabá, o carro en arameo) pero deja su manto que
Eliseo parte en dos partes y con él comienza a hacer milagros.
Ahora comprendía que su mirada de niña jamás le engaño, ese amor tan
fuerte era el amor de Dios depositado en su corazón.
Le quería decir a su abuelita que la tierra no era ese valle de Lágrimas que
le habían enseñado, sino un maravilloso Edén reflejo de la sabiduría de su
Creador y su inmensa fe en el hombre. Que no hacía falta que lo siguiese
regando con sus lágrimas. Que no había que morirse para entrar al paraíso,
todo lo contrario, el que no degustó sus mieles en la tierra ni sintió ese
inenarrable gozo, difícilmente podría reconocerlo en el cielo.
¿Pero que Dios tan cruel y ególatra sería ese que solo crea al ser humano a
su imagen y semejanza simplemente para que le rindiesen culto? Y si era
tan perfecto, ¿por qué nos iba crear tan imperfectos, sin esperanza siquiera
de asemejarnos a Él? ¿Y cómo podía ser a tal punto cruel que tuviese que
enviar a su hijo para que con su muerte y sacrificio nos redimiese de una
258
culpa original que ni siquiera se nos explicó bien cual fue? ¿Tan poco
confianza tenía en sus hijos?
Jesús para ella no era un cordero de Dios que quita los pecados del mundo,
sino un ser que amó tanto a los hombres como amaba a Dios, y ese amor tan
grande le convirtió en divino, y le hizo eterno.
La misión de los hombres no era solo de ser sus hijos, sino sus colaboradores
en la tierra, sus socios. Para ello nos dotó del libre albedrío que si es tan
sagrado en la tierra, lo sería mucho más en los cielos. Es tan sagrado que
Dios nunca interviene en nuestras vidas a menos de que nosotros le pidamos
que lo haga.
Dios es como un pintor que pinta un cuadro y deja medio cuadro sin pintar
para darle la oportunidad al hijo de terminarlo, le da los pinceles, le da los
colores, y le proporciona las normas.
259
Como en esta bella parábola: que como todas las bellas parábolas es
anónima, a Dios no le gusta poner su rúbrica. El suele hablar en boca de
cualquiera hasta en la de un idiota. Cuando quiere enviar sus mensajes
siempre se las ingenia para que lleguen a los corazones de quienes están
preparados o abiertos a recibirlos: “Huellas en la arena”
Una noche soñé que caminaba por la playa con Dios. Durante la caminata,
muchas escenas de mi vida se iban proyectando en la pantalla del cielo.
Con cada escena que pasaba notaba que unas huellas de pies se formaban
en la arena: Unas eran las mías y las otras eran de Dios.
Entonces Él me respondió:
EPILOGO
Quería decirle a su abuela que el dar no era suficiente. Dar por obligación
es añadir más oscuridad en el mundo, solo dar con amor y alegría trae luz al
mundo, y era capaz de redimirlo. Lo que antes era un sacrificio ahora era un
acto de amor infinito que regresa a nosotros multiplicado. Quería decirle
que ya no era necesario reír a escondidas. Dios no quiere luto ni sacrificio.
Quiere corazones alegres no contritos. La alegría es un mandamiento muy
importante.
No son suficientes simples rezos sino que exige con un cambio radical de
actitud.
261
El perdón individual se pide todos los días, pero un día al año lo piden los
judíos como pueblo.
Ese día tienen que intentar reparar el daño ocasionado y pedir perdón ya sea
a vivos como a muertos.
Ese arrepentimiento colectivo se invoca con el triste soplo del Shofar, ese
instrumento uno de los más antiguos del mundo hecho con cuerno de
carnero.
Una vez un rabino estaba haciendo el ayuno, y ve una fuente que despierta
una sed irrefrenable. Iba a beber pero se detiene, recuerda no había concluido
aún su ayuno. Pero su alma se llenó de tanta soberbia que avergonzado fue
a beber a la fuente, prefería pecar que ser presa del peor pecado en el
judaísmo: La soberbia. “No te engrías…tan solo recuerda que extranjero tú
fuiste en la tierra Egipto”
Pero sabía que había alegría en su interior, salía en destellos de luz por sus
pupilas, aunque sus labios hablaran de sufrimiento su mirada la delataba,
había cielo en su mirada. Sus ojos color miel impregnaban todo su entorno
con su dulzura, y eran reflejo de ese amor infinito. Cuando se posaban en
los niños parecía que los estaba acariciando y los envolvía como en un manto
de ternura tal era su afán de cuidarles y protegerles.
que hacerlo a escondidas para no enfadar a los mayores. Ahora desde el cielo
todos los días le sonreía.
Supo que desde su partida vivió rezando y orando por su nieta. Tenía en su
habitación un altar con su foto delante, y una vela parpadeante siempre
encendida. Quizá fueron sus rezos que salvaron su vida en esa carretera.
Su abuela que tanto la amó incapaz ya de protegerla siempre le pidió a Dios
que enviase un ejército de ángeles para proteger a su nieta.
Le contaron que se fue dulcemente cómo vivió, se desvaneció como una vela
sin separarse nunca de su foto. No es de extrañar, no podía ser de otra
manera, su alma estaba anhelando ese encuentro, su misión en esta tierra ya
había concluido. Sintió no poder despedirla, pero ni siquiera le avisaron,
quizá ya ni sabían cómo ni donde localizarla.
Por amor a su abuela y por no hacer más daño, dejo de llamarla y escribirle
pero siempre estuvo en su corazón presente. Aunque siempre se sentiría
arrepentida de haberles hecho caso, pero en ese entonces no era capaz de
cargar con más culpas sobre sus espaldas, ya pesaba demasiado su mochila.
Su abuela siempre sintió que no era de este mundo. Ella encarnaba todas
las virtudes cristianas que tanto inculcan y con mucho más ahínco los que
no las poseen.
¿Cómo podía no amar a los cristianos? ¿Qué culpa tenían si la verdad a ellos
les fue ocultada deliberadamente? ¿Cómo culparles, si creían en sus
corazones que ese amor a Jesús era suficiente para redimirles? ¿Y que no
existía otro medio de salvación posible? ¿Se puede culpar a un ciego de no
ver? Ahora se sentía como explicando a los ciegos la magia de los colores.
263
Sabían que muchos hasta no abrir los ojos, se reirían de ella. Que muchos
seguían creyendo que el hombre es un lobo para el hombre, o aplicaban la
frase “piensa mal y acertarás”. Aplicaban la fórmula mágica de
Abracadabra que en arameo significa “lo que yo digo será” ¡Claro que
siempre iban a acertar!
Ella solo soñó con verla y hacerla feliz. Nunca comprendió sus silencios y
su tristeza. Ahora entiende que era su educación tan sobria, y estaba tan
arraigada en ella que ya no era capaz ni de percibirla.
Existen almas tan perfectas y elevadas que solo aceptan venir a este mundo
por amor y sirven de guías para los seres que les rodean, como su abuela.
Otros como ese querubín rubio son simplemente ángeles encarnados que
vienen y se van. Otros aceptan venir en cuerpos deformes o como “seres
especiales” que según los rabinos son almas tan puras y evolucionadas que
aceptaron venir al mundo solo para ayudar a sus padres o a los seres que les
rodean a evolucionar. Tal es así que cuando los cabalistas se cruzan con uno
de estos seres, quitan su sombrero o su kipá, se inclinan ante ellos y les
piden que les bendigan.
Cada alma viene con su propio nivel a vivir su propia experiencia. Es como
un árbol que tiene diferentes etapas de crecimiento. Primero es una semilla
que vive en la oscuridad profunda de la tierra, luego germina y echa raíces,
Luego echa su tronco y luego sus ramas. Por último da brotes, y echa flores
y frutos.
264
Tampoco se puede forzar a nadie. Cada ser humano trae su propia sed, no se
puede dar de beber de la fuente viva a quien no anhela recibirla, esa agua
solo puede saciar la sed del alma que la anhela. En cambio quién no lo desea
se atraganta con ella.
Decía Quevedo con ironía para ilustrar esto: “Como les dijeron “amaras a
Dios por sobre todas las cosas” Muchos se apresuran a tener todas las cosas
para poder amar a Dios” Tenemos que respetar cada etapa de crecimiento.
No se pueden forzar los tiempos, no se puede sacar la nieve de una montaña
en invierno con potentes excavadoras, cuando en primavera ella se derrite
sola y sin esfuerzo.
Ahora solo sentía en su alma las lágrimas de Jesús y era como si le volviesen
a insultar, humillar, escupir y coronasen de nuevo su cabeza de espinas.
¿Cuál era ese misterio de Israel que no podía nadie comprender y que tantas
persecuciones y dolor ocasionaron al pueblo judío? ¿Y tanto odio e ira
despertó entre las naciones? ¿Por qué su mera existencia molesta tanto a los
poderosos? ¿E irrita a todos los gobiernos de la tierra? Muchas veces fue
solo este odio que les unía. Pero el odio ata, no une. Encadena, no libera.
El que odia es prisionero del objeto odiado, ni vive ni deja vivir. Y en vez de
destruirles, ese odio a los judíos les hace más fuertes y más unidos como
pueblo. En el libro de Esther aparece narrada el primer intento de genocidio
del pueblo judío. Amán le dice al rey Asuero que tiene que exterminar a
todos los judíos de su reino. El rey le pregunta a su pérfido consejero ¿Por
265
Buscó en todas las religiones pensando que eran diferentes y siempre llegó
al mismo destino se dio cuenta que solo variaba el viaje. Todas decían lo
mismo. Solo variaban el método o las palabras. Era como un mismo
caramelo con envoltura diferente, y todas se parecían en sus fundadores
míticos y narraciones extraordinarias llenas de hechos sobrenaturales que
solo podían explicarse como inexplicables misterios, y en el hecho de
sentirse ser la única verdadera.
Todas menos la judía. Era tan prodigioso su relato que no necesitaba añadir
nada más a lo humano. Era la única religión donde el protagonista era Dios
y no el hombre, así que no necesitó ni teología ni demostrar Su existencia.
El cristianismo que suponía ser hijo suyo, y como se dio cuenta que la madre
no murió en el parto, quiso matar a la madre, y al ver que no podía, invirtió
todos sus conceptos, poniendo al pueblo de Jesús en las antípodas, y
convirtiéndoles tan irreconciliables como lo son la mentalidad griega y la
judía. Por supuesto el cristianismo se creyó nuevo, pero los romanos no los
diferenciaban. Dividían al mundo en paganos y monoteístas. Jesús ni sus
apóstoles por supuesto pensaron inventar una religión nueva. De hacerlo
probablemente muy diferentes habrían sido sus enseñanzas. Por lo pronto
partiría de cero, o por lo menos habría mencionado las fuentes.
Comprendió que el judaísmo no era una religión siquiera, era una revelación
revivida por generaciones. Los rabinos son simples maestros que aprenden
de sus alumnos. Hasta la misma Biblia es una gran metáfora, una eterna
pregunta que narra la relación íntima de un pueblo con su Dios, amor que va
en crescendo y termina en el Cantar de los Cantares, la unión mística entre
el hombre y Dios. Amor que a través de Jesús quisieron compartir con todos
nosotros.
Todos sus ritos salvo Purim recuerdan ese peregrinaje por el desierto, y
todos sus ritos o rezos están centrados en la aceleración de la venida del
266
La HEI es la quinta letra del alfabeto hebreo, es una letra que siempre se
dibuja abierta, es ventana, iluminación y se identifica con la energía divina
porque su sonido no sale de la garganta sino que se exhala desde nuestro
interior al igual que el aliento de la vida. Es una letra que se aspira.
Con la letra HEI Dios cambia el nombre de Abraam que se pasará a llamar
como le conocemos Abraham porque le pone por padre de muchedumbres.
Y a Sarai cambia su nombre por Sarah. Fue introducida la Hei como simiente
de vida, para embellecerla con su gracia, y bendecir su vientre que florecerá
y dará frutos.
La VAV, se puede usar como consonante, como “V”, pero también se puede
usar de vocal “O” o “U”. Eso impide que sepamos exactamente como se
pronuncia el nombre de Dios
Para los judíos el hablar del infinito con palabras finitas es un absurdo. No
se cuestionan siquiera la reencarnación o el regreso a la vida. Nacer o renacer
es el mismo milagro. Si no nos sorprende que hoy estemos aquí, ¿por qué
va a sorprendernos que volvamos a estar? ¿Cómo distinguir un renacimiento
de un nacimiento? ¿Un bello amanecer de un ocaso?
Por eso plantearse la venida o el regreso del Mesías es un absurdo. Qué más
da si va a venir o regresar. Lo importante es esperarlo juntos. El Mesías de
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Los evangelios están llenos de reminiscencias. Por eso nos resultan tan
bellos y eternos, aunque no comprendamos la profundidad de su mensaje,
son el eco de un eco infinito por eso llegan a nuestras almas y las acarician
y elevan. No es culpa nuestra no comprender, las fuentes nos fueron
enturbiadas, y nos hicieron creer que les habíamos superado. Ahora intentan
hacer lo mismo con Dios. A los poderosos no les gusta que nadie les haga
sombra, y menos que se cuestione algo o piense por su cuenta. Son como
ese emperador chino cuando le preguntan cómo domina a tantos millones de
seres. Le dice, muy fácil, y muestra un campo de trigo y le pregunta “¿ve
esas espigas que sobresalen? Pues yo les corto la cabeza”. Cuando el
presidente de EEUU hablando con Israel se jacta de gobernar sobre tantos
millones de americanos, el de Israel le dice: “imaginase lo que sería mandar
a 7 millones de presidentes”.
Hasta esa frase que supuestamente superaba a las demás religiones “amaras
a tu prójimo como a ti mismo” estaba escrita en Levíticos.
Jesús no pretendió crear una religión nueva sino trasmitir la esencia más bella
y profunda de las enseñanzas a un pueblo que no tenía acceso a los libros
más que de oídas o por relatos de sus maestros. Y que se sentía desamparado
y asfixiado bajo el yugo romano y los pesados impuestos.
Era normal que el pueblo judío odiase a los publicanos y a los saduceos que
eran en ese entonces los colaboracionistas con la ocupación romana, y no
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comprendía que un rabino judío no solo que los sentara a su mesa sino que
los tuviese entre sus apóstoles.
Solo los niños pequeños podían comprenderle, por eso se dirigió a esas
avecillas del paraíso, a esos pequeños seres inmensamente grandes que
llevan en sus corazones las semillas del reino de Dios. “Dejad que los niños
vengan a mi”
Al comprender todo esto fue como haber encontrado una perla oculta. Ahora
comprendía el porqué de tanto odio que trascendía ya a lo humano, y siempre
rayaba con lo irracional.
Quería contarle a su abuelita que por fin había comprendido que el judaísmo
era simplemente la unión del nombre de Dios, ahora separado por esa VAV.
Y esa VAV no era otra que el antisemitismo, esa venda oscura que pusieron
en nuestros ojos, es la barrera que nos impide subir al cielo, es la losa sobre
el sepulcro de Jesús.
Nuestro amor al pueblo judío: Am Israel, nos unen a Dios, nuestro odio nos
aleja de Él.
No es solo malo para ellos sino y sobre todo para nosotros porque nos priva
de libertad. En las naciones es copa de vértigo y en todos los pueblos y en
todos los hombres es piedra de tropiezo y escándalo.
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Le quería decir a su abuelita que ya no tenía nada que sufrir por el alma de
su nieta. No había nada malo en ser judío. Que no era una carga sino una
responsabilidad libremente asumida.
No la podía culpar, así la habían educado. Si a ella le llevó toda una vida
comprenderlo ¿Cómo iba a comprenderlo su abuelita? Si a ella también la
habían educado así, si a ella también le habían ocultado su belleza.
Esa puerta siempre estuvo abierta para cada uno de nosotros como en el
cuento “Ante la Ley” de Kafka, pero los prejuicios y el antisemitismo que
nos inculcaron nos impidió traspasarla. En el cuento de Kafka se cerró, pero
por suerte aún ahora para todos nosotros sigue abierta de par en par. Cada
vez que intentaron trasmitirla sus libros fueron a parar a la hoguera y ellos
fueron expulsados o perseguidos, pero jamás abandonaron la esperanza de
que un día la humanidad comprendiese y quisiese traspasar juntos esa puerta.
Nos une porque ellos tienen esa escalera para subir al cielo, son ese puente y
ellos están deseosos de compartir su sabiduría y sus libros que conservaron
también para nosotros. Los que le valieron tantas persecuciones de la Iglesia
incapaz de comprenderlos pero capaz de entender que eran un canto de amor,
libertad y esperanza, algo que hacía cuestionar su papel en la tierra.
Ese pequeño pueblo de dura cerviz que desafió a los más grandes imperios
con su simple existencia y su amor por la vida, también amenazaba su
autoridad. Cuestionar su Biblia era cuestionar sus propias raíces, y
convertirles, lo que intentaron por siglos les resultó infructuoso. Cuando más
271
Dios que les sacó de Egipto, no necesita nada sobrenatural para creer en él,
no necesita manifestarse ni ser expuesto en una feria.
Sería imposible de explicar sin esas fuerzas que le vienen del cielo. Porque
no solo renacieron de sus cenizas, sino que lo hicieron sin rencor solo con fe
y amor. Demasiado preocupados estaban en volver a la vida, que poco
tiempo o ninguno tenían para la venganza. Ni siquiera merecía su tiempo,
porque lo veían absurdo, se daban cuenta que los demás no son más que
marionetas que manipulan otros, meros instrumentos. No son siquiera
responsables. Es como atacar al hacha que nos hiere o cortar el brazo que
mata.
Puede a veces ocurrir que tu mano cometa un error y te pegue, ¿pero tomarías
un palo y la castigarías por haber obrado sin entendimiento aumentando así
tu dolor? , y la verdad, aunque nos ofenda reconocerlo, ellos como hermanos
mayores nos vieron como niños pequeños. No nos dieron siquiera tanta
importancia a todos nuestros gritos y pataleos, que a sus ojos no eran más
que berrinches de ciegos e ignorantes, y ni siquiera nos culparon por ello.
Rezó, rezó y rezó hasta comprender algo tan sencillo y bello. Lástima no
tener a su abuelita a su lado para compartir tanta felicidad. Su único anhelo
era gritarle a su abuelita y al mundo, que por fin había descubierto esa perla
y que nunca estuvo oculta ni escondida. Estaba al alcance de todos.
Mientras en el mundo haya antisemitismo seguirá habiendo judíos. Todos
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Pascal, quien a través de las ciencias encontró a Dios, que se dio cuenta que
el hombre era ese medio entre la nada y el todo, y que sin Dios era la nada
“¿qué es el hombre ante el infinito? Un todo frente a la nada, una nada frente
al todo”, antes de morir comprendió este misterio, y las últimas palabras que
encontraron grabadas en un papel pegado a su pecho fue “Creo en el Dios de
Israel, en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. FUEGO FUEGO
FUEGO” O sea en el Dios de las promesas.
Cuando esto ocurra, como un día ocurrirá, en vez de perder nuestras energías
en odiar o intentar destruirle, o más absurdo convertirles, juntaremos
nuestras almas, corazones y pondremos toda nuestra energía en construir
juntos como hermanos, una tierra y unos cielos nuevos.
Al comprender todo esto todo su ser se siente invadido por una paz infinita
y oye una voz muy dulce que le dice desde lo alto
Desde entonces se sintió mucho más libre, y mucho más feliz, y al reino de
los cielos mucho más cercano.
. FIN