Libro Rojo de Los Ecosistemas Forestales de Marruecos

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Libro rojo de los

ecosistemas forestales
de Marruecos

Coordinación
Marcos Valderrábano (1)

Autores
Abdelmalek Benabid, Gabriel del Barrio (2); Alberto Ruiz (2); María E. Sanjuán (2); Helios Sainz (3);
Juan Carlos Simón.

(1) Centro de Cooperación del Mediterráneo de UICN.


(2) Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC).
(3) Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma de Madrid
Publicado por:
1 2 3 4
UICN, Gland, Suiza y Málaga, España

Derechos de autor:
© 2015 Unión Internacional para la Conservación de la 6
5
Naturaleza y de los Recursos Naturales.

Se autoriza la reproducción de esta publicación con fines 8 9 10


7
no comerciales, especialmente educativos, sin permiso
escrito previo de parte de quien detenta los derechos de
autor con tal que se mencione la fuente.

Se prohíbe reproducir esta publicación para la venta o para


otros fines comerciales sin permiso escrito previo de quien Imágenes de cubiertas:
detenta los derechos de autor.

Citación: UICN, 2015. Libro rojo de los ecosistemas 1. Sabinares albares cerca de Sidi Chamharouch
forestales de Marruecos. Gland, Suiza y Málaga, España: (2310m), nevada 14 mayo 2010 © H. Sainz.
UICN. 164 páginas. 2. Tetraclinis articulata y Euphorbia resinifera
© H. Sainz.
3. Cedrus atlantica en Jbel Arz © H. Sainz.
4. Pinsapar (Abies pinsapo subsp. maroccana),
Traducción:
Tazaout, PN de Talassemtane © A. Benabid.
François Lassurguère, Anthony Rousseau
5. Abies pinsapo subsp. marocana © H. Sainz.
Diseño y maquetación: 6. Acacia raddiana © H. Sainz.
Manuel Gil, Antonio Pita 7. Cedrales del Rif © H. Sainz.
8. Matorral almohadillado-espinoso en Tarkeddid,
Todas las fotografías utilizadas en esta publicación son frente al Mgoun © H. Sainz.
propiedad del titular de los derechos de autor (ver pie para 9. Sabina albar en Aguelmane de Sidi Ali © H. Sainz.
detalles). Las fotografías no deben ser reproducidas o 10. Tetraclinis y maquia en Oued Laou, Talembote
utilizadas en otros contextos sin autorización escrita del © H. Sainz.
titular de los derechos de autor.

ISBN:
XXXXX La terminología utilizada en este documento, al igual
que su presentación, no representa de ningún modo
DOI:
la expresión de ninguna opinión por parte de la UICN
XXXX
respecto a la condición jurídica de ningún país,
territorio o área, o de sus autoridades, o referente
a la delimitación de sus fronteras. Algunos de los
Elaborado por:
mapas aquí presentados muestran límites nacionales
Centro de Cooperación del Mediterráneo de UICN.
cuando se ha considerado conveniente para facilitar
Disponible en: su interpretación. Dichos limites proceden de la Digital
Centro de Cooperación del Mediterráneo de UICN Chart of the World (DCW) a escala 1:1.000.000, editadas
por el Departamento de Defensa de Estados Unidos de
C/ Marie Curie 22 29590 Campanillas, Málaga, España
América y actualizados por última vez en 1992.
Tel: +34 952 028430 Fax: +34 952 028145
Los puntos de vista que se expresan en esta publicación
www.iucn.org/mediterraneo; www.iucn.org/publications no reflejan necesariamente los de la UICN.
Este estudio se enmarca dentro de un memorando marco de
colaboración entre el Centro de Cooperación del Mediterráneo
de UICN y el Alto Comisionado de Aguas y Bosques y Lucha contra
la Desertificación de Marruecos (HCEFLCD) firmado en 2013.
El objeto de dicho acuerdo es promover proyectos e iniciativas
en el ámbito de la conservación y de la gestión sostenible de la
biodiversidad en Marruecos.

La lista roja de ecosistemas de la UICN es una nueva metodología


que forma parte de los productos globales del conocimiento de
UICN. Por primera vez en el Mediterráneo ha sido aplicada de forma
sistemática en los ecosistemas forestales del norte de Marruecos
gracias al apoyo del HCEFLCD. Esperamos que los resultados de
este estudio pionero permitan replicar la experiencia en otros países
y ecosistemas de la cuenca mediterránea.

Agradecimientos
Esta publicación ha sido posible gracias a las sugerencias y correcciones de Jabier Ruiz,
Aurélien Carré, y David Keith.

Además a lo largo del proyecto se han realizado diferentes talleres para validar la información
y proceso metodológico que han contado con las aportaciones de numerosos expertos entre
los que cabe destacar a Hayat Mesbah, Sabah Tahari, Mostafa Madbouhi, Khali Belayachi,
Mohammed Amhajar, Mostafa Lamrani y Lahcen Tahiqui.

Financiación
Esta publicación se ha desarrollado dentro del marco del proyecto TRANSHABITAT,
financiado por el programa POCTEFEX, iniciativa europea orientada a fomentar las
asociaciones entre España y Marruecos, que a su vez está cofinanciado por el Fondo
Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) en el contexto del nuevo marco establecido por la
política de la UE de vecindad para la cuenca mediterránea.

Además está cofinanciada por la Agencia Española de Cooperación Internacional y


Desarrollo (AECID) del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación; y por el Organismo
Autónomo de Parques Nacionales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio
Ambiente de España.
ÍNDICE

1 Introducción, recomendaciones y uso de esta publicación 6

2 Contexto global de evaluación de ecosistemas y lecciones aprendidas 10


2.1 Criterios de UICN para evaluación de ecosistemas 14

3 Unidades a evaluar: clasificación jerárquica de ecosistemas terrestres 20


3.1 Marco conceptual 22
3.2 Regionalización climática: procedimiento y resultados 27
3.3 Caracterización de los diferentes niveles 33
3.4 Ecosistemas de distribución restringida 64

4 Aplicación de los criterios de UICN en Marruecos 66


4.1 Fuentes de información 67
4.2 CRITERIO A. Reducción en la distribución 76
4.3 CRITERIO B. Distribución restringida 78
4.4 CRITERIO C. Degradación ambiental (Factores abioticos) 80
4.5 CRITERIO D. Alteración de procesos e interacciones bióticas 91
4.6 CRITERIO E. Estimaciones Cuantitativas del Riesgo
de Colapso de los Ecosistemas 91

5 Resumen de evaluaciones de las principales formaciones vegetales 92


5.1 Pinsapares (Abies pinsapo subsp. maroccana) 95
5.2 Espartales (Stipa tenacissima) 99
5.3 Arganales (Argania spinosa) 103
5.4 Cedrales (Cedrus atlantica) 108
5.5 Sabinares negrales (Juniperus phoenicea) 113
5.6 Sabinares albares (Juniperus thurifera) 117
5.7 Pinares de pino negral (Pinus pinaster subsp. hamiltoni var. magrebiana) 120
5.8 Pinares de pino carrasco (Pinus halepensis) 123
5.9 Encinares (Quercus ilex subsp. rotundifolia) 126
5.10 Alcornocales (Quercus suber) 130
5.11 Bosques de araar (Tetraclinis articulata) 135
5.12 Quejigares (Quercus faginea) 139
5.13 Melojares (Quercus pyrenaica) 143
5.14 Formaciones de Cipreses (Cupressus atlantica) 146

6 Discusion y perspectivas de futuro 150

7 Referencias bibliográficas 159


1 Introducción,
recomendaciones
y uso de esta
publicación

6
LIBRO ROJ O DE LOS EC OSIST EM AS F ORESTALES DE M A R R U EC OS

La aplicación de criterios definidos por UICN para elaborar listas rojas de especies Alcornocal con madroños y Q.
canariensis en Jbel Bouhachem.
se ha convertido, tras 50 años de recorrido, en una herramienta difundida y aceptada © H. Sainz
internacionalmente para evaluar el riego de extinción de las especies. Dichas listas
rojas han permitido influir en el diseño de programas de conservación de la naturaleza
en todo el mundo.

Una corriente de pensamiento generalizada propone desde hace años monitorizar no


sólo las especies, sino también los ecosistemas donde estas especies habitan. Esta ten-
dencia hacia el desarrollo de nuevas herramientas de monitoreo y evaluación, centradas
en ecosistemas, es patente en las distintas iniciativas nacionales citadas en el Capítulo 3,
en resoluciones del Congreso Mundial de la Naturaleza1 , y en objetivos de conservación
de la biodiversidad mundialmente aceptados como los objetivos de Aichi del CDB.

Hasta ahora, los obstáculos metodológicos y las diferentes aproximaciones al concep-


to de “ecosistema” han dificultado la aplicación de un protocolo común que permitiera
la evaluación de ecosistemas a escala planetaria. En el año 2012 UICN propuso una
batería de criterios aplicables a distintas regiones y para diferentes tipos de ecosiste-
mas. Esta metodología para elaborar listas rojas de ecosistemas será sin duda adap-
tada y revisada en los próximos años, a medida que sea contrastada en diferentes
ecosistemas del planeta, tal y como ha sucedido con la lista roja de especies.

1 WCC-2008-Res 4_020: Umbrales cuantitativos para las categorías y los criterios de ecosistemas amenazados.
WCC-2012-Res-055: Consolidación de la Lista Roja de Ecosistemas de la UICN.

7
1 INTRODUCCIÓN, RECOMENDACIONES Y USO DE ESTA PUBLICACIÓN

Balanitaie (Balanites
aegyptiaca), Assa
© A. Benabid

Esta publicación resume el primer intento de aplicar dichos criterios en la región medite-
rránea de forma sistemática (exceptuando casos aislados). Se persigue por tanto un doble
objetivo: exponer los principales resultados obtenidos (de cara a influir en prioridades de
conservación futuras) y describir el proceso de aplicación de la metodología (con vistas
a enriquecer el intercambio de experiencias y alimentar la metodología global de UICN).

Este trabajo expone, por tanto, no sólo los resultados de la evaluación (Capítulo 5), sino
también el proceso seguido para lograr una lista roja de ecosistemas, de forma que ésta
sea revisable y actualizable. Por esta razón, buena parte de la publicación se centra en pre-
sentar un marco general sobre la problemática que suscita la evaluación del estado y las
tendencias de los ecosistemas (Capítulo 2), explicar el proceso de definición de unidades
de “Ecosistemas” (Capítulo 3) y detallar el procedimiento de aplicación de los criterios (Ca-
pítulo 4). Esta publicación recoge la información utilizada de forma resumida, pero puede
consultarse información suplementaria en la versión digital en www.uicnmed.org

El Mediterráneo es conocido por ser una región biogeográfica clave para la biodiversidad
mundial. Su catalogación como “punto caliente de la biodiversidad” hace referencia a la
conjunción de dos elementos: una alta tasa de vegetación endémica y un alto nivel de
destrucción de hábitats. Esta coyuntura, además de dotar al Mediterráneo de relevancia
mundial, advierte sobre la dificultad de establecer una tipología de unidades ecosistémi-
cas y hace suponer que un alto número de ellas se identificarán como amenazadas. Este
trabajo corrobora en parte estos supuestos.

Marruecos presenta una diversidad biológica excepcional con unas 4.500 especies de
flora vascular, de las que más del 20% son endémicas nacionales. Conservar este patri-
monio natural de forma compatible con el desarrollo humano es un reto colosal. Espera-
mos que esta publicación y los resultados de este estudio permitan ayudar a priorizar en
el futuro los esfuerzos de conservación.

El trabajo que se resume en esta publicación ha sido llevado a cabo mayoritariamente


entre 2013 y la primera mitad de 2014. Ha tomado como base metodológica los crite-
rios propuestos por UICN para generar listas rojas de ecosistemas (versión 2.0 2), que
han sido aplicados a una clasificación jerárquica de ecosistemas climácicos 3 terres-
tres de Marruecos. Sin embargo, no se ha abordado la evaluación de todos ellos: los

2 Preparada por UICN - CME en 2013, ver publicación de Keith et al. (2013), disponible en: http://www.
iucnredlistofecosystems.org/wp-content/uploads/2014/01/Keith-et-al-2013-castellano.pdf/
3 El concepto de “ecosistema climácico” hace aquí referencia a “clima” (ecosistemas influidos principalmente por
el clima) y no a “clímax” utilizado en teorías de sucesión ecológica. La clasificación jerárquica no incluye por tanto
particularidades locales influidas por suelo, o hidrogeología.

8
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

hiperáridos y los de otros medios como son los leníticos (humedales), los lóticos (ríos),
las zonas costeras o los ecosistemas marinos deberán ser analizados en trabajos
posteriores.

El ejercicio de evaluación ha podido realizarse en Marruecos porque existen dos fuentes


cartográficas diacrónicas: un mapa de comunidades vegetales forestales (Metro, 1958) y
un Inventario Forestal Nacional (IFN) de 1996 (basado en imágenes satélite de 1988) que
cuenta con revisiones y precisiones parciales posteriores. Las leyendas de estos mapas
son parecidas pero no idénticas, por lo que fue necesario definir una leyenda unificada
que constituye, por sí misma, la lista de las formaciones vegetales candidatas a servir de
base para la definición de ecosistemas terrestres en este trabajo.

Los principales resultados obtenidos con el procedimiento de aplicación de criterios se


presentan en el Capítulo 5, agrupado en fichas descriptivas que se han elaborado para
cada una de las formaciones vegetales mencionadas.

En definitiva, estos resultados ni son territorialmente exhaustivos (ver descripción del


área de estudio en el Capítulo 3), ni pretenden ser una herramienta estática, sino que
deberán ser revisados y actualizados de forma periódica. El grado de amenaza de los Quejigar (Quercus faginea) -
ecosistemas aquí descritos cambiará en el futuro a la luz de nueva información dispo- Cedral (Abies pinsapo subsp.
maroccana),
nible, de nuevas tecnologías y, por supuesto, de políticas de conservación. Esperamos PN de Talassemtane
que este trabajo ayude a la construcción de dicho conocimiento. © A. Benabid

9
2 Contexto global
de evaluación de
ecosistemas y
lecciones aprendidas

10
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Genes, especies, comunidades ecológicas o ecosistemas representan distintos niveles


de organización biológica. Todos ellos se encuentran interrelacionados y en conjunto
conforman la biodiversidad existente en el planeta. Su funcionamiento depende de pro-
cesos que actúan a diferentes escalas espaciales y temporales, los cuales generan un
cambio continuo en los diferentes niveles.

Por esta razón básica, el proceso de pérdida de biodiversidad que se está produciendo
en todo el mundo no puede diagnosticarse en toda su amplitud atendiendo sólo al nivel
que representan las especies y su diversidad genética. La evaluación del estado y de
las tendencias en las que se encuentran las comunidades ecológicas es un requisito im-
prescindible para establecer programas y políticas de conservación de la biodiversidad.

Pero la evaluación de ecosistemas es una tarea que se revela compleja ya que se en-
frenta no sólo a retos conceptuales y metodológicos sino también, en muchos casos, a
la falta de información básica. Efectivamente, la ausencia de series largas de datos y la
heterogeneidad de los mismos dificultan sobremanera aplicar procedimientos normali-
zados que produzcan tendencias con base científica consistente.

Los retos conceptuales y metodológicos son considerables y se centran, básicamente,


en la falta de conocimiento sobre el funcionamiento de los ecosistemas, es decir, sobre
los factores biofísicos que regulan su organización (composición de especies y estructu-
ra), función y resiliencia. Los ecosistemas son sistemas complejos caóticos y no lineales,
por lo que sus posibles estados no son fácilmente predecibles4. Además, las actividades
antropógenas han generado drásticos cambios en los distintos factores biofísicos de
control, lo que complica considerablemente los elementos que hay que tener en cuenta
para comprender su funcionamiento.

Por todo ello, definir un ecosistema, diagnosticar su estado y predecir su tendencia a


medio o largo plazo no es una tarea sencilla, especialmente en territorios como los de la
cuenca mediterránea, que han sufrido profundos cambios desde hace milenios. Los paisa-
jes son en muchas ocasiones muy heterogéneos, con gran diversidad de estructuras y con
comunidades en mosaico, donde es difícil establecer límites y donde puede ser más difícil
aún decidir cuándo un ecosistema está muy degradado o cuándo se ha transformado en
otro. Aun así, es satisfactorio observar que la labor de evaluar comunidades ecológicas o
ecosistemas ha empezado ya hace un par de décadas y que está produciendo metodolo-
gías y resultados prometedores en diversas partes del globo.

Evaluación de ecosistemas: metodologías existentes.

Básicamente, todos los procedimientos que tratan de evaluar el estado y las tendencias
de ecosistemas cuantifican dos atributos principales: cambios en la cantidad y cambios
en la calidad. De esta forma, el riesgo de colapso de un ecosistema dependerá de las
tasas de pérdida de superficie (reducción del área de distribución) y de las tasas de
alteración de la función ecológica (cambios en los elementos de composición, estruc-
tura y función). Asimismo, para diagnosticar cuál es el grado de dicho riesgo, todos los
protocolos analizados establecen un conjunto de criterios, basados en los atributos de
cantidad y calidad, que permiten diferenciar grados o categorías de amenaza mediante
valores umbrales. Las diferencias que existen entre unos procedimientos y otros, tanto

4 Los avances de la ecología están conformando un marco teórico que está modificando planteamientos
tradicionales en cuestiones fundamentales. Así, los estados de no equilibrio, los flujos laterales (conectividad
horizontal), la heterogeneidad o la integración multiescalar son consideraciones que se enfrentan a visiones más o
menos deterministas del concepto de sucesión ecológica, en el que ha primado más la atención a procesos locales
y verticales. Los acontecimientos históricos (histéresis del sistema), las perturbaciones de todo tipo (distintas en
intensidad o recurrencia) y, especialmente, los niveles jerárquicos de estructuras y procesos que operan desde
microescalas a macroescalas son, en consecuencia, elementos de análisis de los ecosistemas que trascienden
una perspectiva local contemporánea, centrada en la discontinuidad horizontal de procesos.

11
2 CONTEX TO GLOBAL DE EVALUACIÓN DE ECOSISTEMAS Y LECCIONES APRENDIDAS

en los criterios (subdivisiones o agrupaciones de estos dos atributos) como en los va-
lores umbrales, ponen de manifiesto la falta de conocimiento ecológico y, por tanto, la
dificultad que entraña cuantificar el riesgo de colapso ecosistémico. Esto es especial-
mente cierto si se tiene en cuenta que los ecosistemas pueden ser muy diferentes en
sus características de organización, función y resiliencia, así como en la severidad de las
presiones y amenazas a las que están o pueden estar sometidos.

A la hora de comparar las distintas metodologías de evaluación de ecosistemas, la revisión de Nicholson et al.
(2009) es una referencia básica en la que se analizan 12 protocolos distintos sobre evaluación del estado de
amenaza de comunidades atendiendo a los criterios y subcriterios utilizados: declive en distribución geográfica,
distribución geográfica restringida, función ecológica o riesgo de extinción. Entre los protocolos incluidos en
esta revisión se encuentran los de Australia (2000), Nueva Gales del Sur (2005), Oeste de Australia (2007),
Austria (2002), NatureServe (2007), Estados Unidos (1995), Estonia (1998), Nueva Zelanda (2006) o Finlandia
(2008). Es importante constatar que algunos de estos procedimientos utilizan bastantes criterios y subcriterios
(Australia, Nueva Gales del Sur o NaturaServe) frente a otros que incluyen algunos o incluso sólo uno (Nueva
Zelanda, 2003).

Trabajos posteriores a esta revisión son, por ejemplo, los procedimientos de evaluación generados y aplicados
por el Departamento de Medio Ambiente y Conservación de Australia (2010) o por el Gobierno de Nueva Gales
del Sur (2010), la Lista Roja de Ecosistemas de Venezuela (Rodríguez et al., 2010), la Lista Roja de Ecosistemas
y Tipos de Hábitat de Noruega (Lindgaard & Henricsen, 2011), el desarrollo del Catálogo de Hábitats en Peligro
de Desaparición en España (MAGRAMA, 2012), la Evaluación de Ecosistemas de Nueva Zelanda (Robert et al.,
2012), la propuesta metodológica para elaborar una Lista Roja de Tipos de Hábitat Europeos (Rodwell et al.,
2013) o la descripción del Sistema de Evaluación de UICN en su versión 2.0 (Keith et al., 2013).

Además de este conjunto de referencias, es importante destacar los trabajos que se están desarrollando en
la Unión Europea para evaluar el “estado de conservación” de los Tipos de Hábitat de Interés Comunitario, en
aplicación de la Directiva 92/43/CEE, el “estado ecológico” de los ecosistemas acuáticos (ríos, zonas húmedas,
estuarios y aguas marinas costeras), en aplicación de la Directiva 2000/60/CE (Directiva Marco del Agua) y
el “buen estado medioambiental” de las Demarcaciones Marinas, en aplicación de la Directiva 2008/56/CE
(Directiva Marco sobre la Estrategia Marina). Este macroejercicio de evaluación, que se está realizando sobre
muchos tipos de hábitats-ecosistemas y sobre un amplio territorio, está generando directrices, procedimientos
y datos de gran valor para ser aprovechados en un contexto más amplio de evaluación global de ecosistemas,
como es el que propone UICN.

La aplicación sistemática de un conjunto coherente de criterios facilita, sin duda, minimi-


zar esta problemática, aunque hay que tener en cuenta que el ejercicio de categorización
(asignación de categorías de amenaza) es sensible a la tipología o clasificación adopta-
da, a los criterios y, especialmente, a los valores umbrales.

El reto de la clasificación de ecosistemas

En cualquier caso, una vez adoptados unos criterios y valores umbrales, como los pro-
puestos por UICN en Keith et al., 2013, el problema de fondo se centra en la definición
del concepto de ecosistema (teoría de la comunidad), en la escala en la que se trabaje
y en la tipología o clasificación que se adopte, aspectos que ya han sido tratados en
la literatura científica (Keith, 2009; Keith et al., 2009; Nicholson et al., 2009; Kontula
& Raunio, 2009; Hobbs et al., 2006; Rodriguez et al., 2010). Dado que no existe una
taxonomía aceptada de comunidades ecológicas o ecosistemas que sea jerárquica e
integre distintas escalas espaciales, como la global, la continental o la regional, será
difícil establecer diagnósticos de ecosistemas a distintos niveles o escalas que resul-
ten complementarios.

12
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

La evaluación de un ecosistema (estado y tendencias) depende de su descripción y Tizoula (3447m) y cabecera


del Tessaout con Amezri y
de su caracterización ecológica. Su descripción condiciona su delimitación cartográfica Tasgaiualt
(cantidad) y su caracterización ecológica afectará al establecimiento de una “condición o © H. Sainz
estado de referencia” que permita diagnosticar el grado de alteración de la organización
y de la función (calidad). Ambos aspectos son difíciles de llevar a la práctica ya que hay
que partir de una interpretación del territorio que genere algún tipo de clasificación que
lo delimite en unidades espaciales diferentes.

El establecimiento de tipologías se ha basado, en gran medida, en distinguir comunidades


en función de la especie o especies dominantes, lo que ha generado en no pocas oca-
siones clasificaciones con elevado número de tipos, de diferente significación ecológica,
que pueden ser difícilmente delimitables en el espacio y que, en suma, proporcionan una
visión demasiado atomizada del medio. Los distintos tipos de vegetación, diferenciados
tradicionalmente en función de las especies dominantes, se han utilizado como elemento
discriminante en la sectorización del territorio terrestre, favoreciendo en gran medida una
visión estática del paisaje, predecible en función de las características geoclimáticas. Sin
embargo, la heterogeneidad ambiental, las perturbaciones, las diferencias en la valencia
ecológica de las especies o el dinamismo multiescalar de los procesos que regulan la
composición y el funcionamiento, incluido el de la actividad humana, limitan el papel de
la vegetación como indicador de la ecodiversidad. No hay que olvidar que un ecosistema
incluye plantas, animales, microorganismos, suelo, aire y agua dentro de un espacio físi-
co, así como las interacciones entre ellos. De esta forma, las sectorizaciones territoriales
basadas en procedimientos geomáticos que utilizan variables abióticas constituyen un
complemento básico a la hora de delimitar y describir unidades ecosistémicas. El clima es,
en este contexto, un elemento de primera magnitud que puede ser muy útil en esta tarea
de descripción y caracterización ecológica.

El reto de definir colapso

La heterogeneidad y el dinamismo que caracterizan a los ecosistemas no sólo dificultan


su definición y delimitación cartográfica sino también la formalización de una condición
de referencia o estado de salud y, más aún, la predecibilidad de su tendencia en un esce-

13
2 CONTEX TO GLOBAL DE EVALUACIÓN DE ECOSISTEMAS Y LECCIONES APRENDIDAS

nario complejo de cambio global. No sólo es necesario identificar variables, parámetros,


índices o indicadores clave, es decir, con poder diagnóstico sobre el conjunto del siste-
ma, sino que, además, es preciso determinar para ellos valores umbrales o de referencia
que señalen o alerten sobre un cambio de estado. El conocimiento ecosistémico del
medio es, como ya se ha dicho, limitado y, por ello, es difícil realizar un diagnóstico me-
diante un número reducido y selecto de indicadores. Los índices multimétricos mitigan
esta problemática, pero requieren sistemas de seguimiento más completos y, por tanto,
de mayor coste, aunque los sensores aerotransportados o los sensores remotos están
ampliando considerablemente la producción y utilización de nueva información útil. Aún
así, no es fácil describir un único estado o condición de referencia, más o menos “está-
tico”, y un estado de “pre-colapso” en donde el ecosistema va a transformarse en otro.
La resiliencia puede jugar aquí un papel muy importante.

Territorios ambientalmente muy heterogéneos y profundamente antropizados, como los


de la cuenca mediterránea en general, o los de Marruecos en particular, son de difícil
caracterización ecosistémica y, por tanto, la evaluación de sus ecosistemas debe abor-
darse con especial cautela. Aun así, el análisis riguroso del conjunto de información
disponible ha permitido cuantificar, de forma consistente, cambios en los atributos de
cantidad y calidad de los principales ecosistemas climácicos marroquíes.

2.1
Criterios de UICN para evaluación
de ecosistemas
Este trabajo se ha llevado a cabo utilizando el conjunto de criterios propuestos por
UICN para la evaluación de ecosistemas en su versión 2.0, definidos por la CEM en
2013 (Keith et al., 2013). Las categorías de riesgo utilizadas en la evaluación de ecosis-
temas siguen la nomenclatura utilizada en las listas rojas de especies, con una situa-
ción de bajo riesgo (Preocupación Menor, LC) y tres niveles crecientes de amenaza:
Vulnerable (VU) En Peligro (EN) En Peligro Critico (CR).

Categorías de riesgo
CO Colapsado

CR En peligro crítico

EN Amenazado Amenazado

VU Vulnerable

LC Preocupación menor

DD Datos insuficientes
Figura 2.1. Categorias de
NE No evaluado riesgo de colapso de los
ecosistemas según criterios
de UICN

14
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Es importante señalar que el procedimiento de UICN para establecer la lista roja de eco- Matorral almohadillado-
espinoso en Tarkeddid, frente
sistemas no define las unidades ecosistémicas a evaluar, aunque es evidente que una al Mgoun. © H. Sainz
Lista Roja Global requerirá una clasificación global de los tipos de ecosistemas. En es-
pera de contar con una clasificación de este tipo, las unidades pueden ser definidas por
países o regiones en función de sus propias políticas de conservación o de las fuentes
de datos ambientales (o espaciales) disponibles. Como ya se ha explicado anteriormen-
te, esta fase del proceso -la definición de los ecosistemas- es crítica, ya que condiciona
los resultados del análisis. En este sentido, el problema se agudiza si se tiene en cuenta
que el concepto de ecosistema puede abordarse de forma diferente según los objetivos
perseguidos y según las distintas disciplinas implicadas.

Hasta que una estructura de clasificación de ecosistemas sea aceptada a nivel global,
las orientaciones que propone la CEM de UICN para definir tamaño y tipo de ecosiste-
mas son relativamente abiertas, y se limitan a un orden de magnitud de “varios cientos
por continente”. No obstante, en el marco conceptual definido por UICN (Keith et al.,
2013) sí se hace hincapié en señalar que un “Ecosistema” viene definido principalmente
por cuatro elementos: a) la biota nativa característica, b) el medio ambiente abiótico, c)
los procesos clave y las interacciones y d) la distribución geográfica. Esta definición de
Ecosistema es compatible con otros términos como “hábitats”, “comunidades ecológi-
cas” o “biotopos”. El Capítulo 4 describe en detalle el proceso seguido para establecer
las unidades ecosistémicas objeto de evaluación en este trabajo.

El modelo propuesto por UICN para determinar el grado de amenaza mide el riesgo de
colapso del ecosistema. Puesto que el riesgo de colapso es susceptible de interpreta-
ción, UICN propone una definición operativa de dicho concepto, vinculándola con la
pérdida de la biota nativa característica. Ésta puede ser la que define el ecosistema (ele-
mentos diagnósticos) o bien la que estructura su función ecológica (funcional).

El procedimiento para evaluar el riesgo de colapso supone aplicar un conjunto cohe-


rente de cinco criterios (Tabla 2.1 Figura 2.2) que analizan: cambios en la distribución

15
2 CONTEX TO GLOBAL DE EVALUACIÓN DE ECOSISTEMAS Y LECCIONES APRENDIDAS

PROCESOS DE AMENAZA

C. DEGRADACIÓN
A. DISTRIBUCIÓN
DEL MEDIO
EN DECLIVE
ABIÓTICO

REDUCCIÓN DE REDUCCIÓN DE LA
CAPACIDAD DE CAPACIDAD DE CARGA
OCUPACIÓN (CANTIDAD RIESGO DE (CALIDAD DE HÁBITATS Y DE
DE HÁBITATS) PÉRDIDA LA DIVERSIDAD DE NICHOS)

BIOTA NATIVA
CARACTERÍSTICA

D. ALTERACIÓN
B. DISTRIBUCIÓN
VULNERABILIDAD A REDUCCIÓN DE TASAS, DE PROCESOS E
RESTRINGIDA AMENAZAS Y CATÁSTROFES VITALIDAD O
ESPECIALMENTE MUTUALISMOS, Y AUMENTO
INTERACCIONES
IDENTIFICADAS DE INTROMISIONES BIÓTICAS

E. ANÁLISIS
CUANTITATIVO DE
LOS RIESGOS

Figura 2.2. Mecanismos


de colapso ecosistémico
y síntomas de riesgo de
PROCESOS DE AMENAZA colapso según Keith (2013).

geográfica (Criterio A), distribución restringida en declive (Criterio B), degradación del
medio ambiente abiótico (C), disrupciones en las interacciones bióticas (D) y riesgo de
colapso mediante modelos dinámicos (E). La información disponible permitirá, en cada
caso, aplicar 1, 2, 3, 4 o los 5 criterios a cada uno de los ecosistemas. En este trabajo,
la información disponible sólo ha permitido la aplicación de los tres primeros (A, B y C).

Reflexiones sobre la escala espacial

Este conjunto de criterios (al igual que el establecido para la lista roja de especies) está
pensado para ser aplicado a cada ecosistema a nivel mundial, es decir, para evaluar el
riesgo de colapso de los ecosistemas teniendo en cuenta todos los puntos del planeta
donde estén presentes. Actualmente no se han definido unas reglas comunes de “salto
de escala” para que los criterios sean aplicados a un nivel geográfico inferior al mundial
(regional, nacional o incluso a una zona protegida concreta).

Puesto que el área de estudio en este trabajo se limita a la región mediterránea de Ma-
rruecos (ver Capítulo 4), los resultados podrían interpretarse como válidos sólo en este
contexto geográfico y, en consecuencia, serían relativos desde una perspectiva mun-
dial. Pero el grado de relativismo depende de si los ecosistemas definidos en el área de
estudio son exclusivos de Marruecos o de África del Norte, o si se encuentran también
en otras zonas del mundo. Si se consideran exclusivos de Marruecos, es obvio que los
resultados ya no son relativos. Si se extienden por África del Norte o por otras regiones,
los resultados tendrán un grado de relativismo que estará en función de la importancia
de las representaciones marroquíes.

Los ecosistemas estudiados, circunscritos a un área reducida en el ámbito mundial, con


un alto porcentaje de endemicidad en la flora vascular y en la fauna vertebrada, y so-
metidos a unos regímenes de precipitación y temperatura más o menos específicos,

16
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

conforman una ecodiversidad particular tanto en África como en un marco geográfico


planetario. Este hecho es especialmente significativo en el caso de los paisajes caracte-
rizados por especies principales endémicas o casi exclusivas de Marruecos, como son
el pinsapo (Abies pinsapo subsp. maroccana), el ciprés del Atlas (Cupressus sempervi-
rens subsp. atlantica), el cedro (Cedrus atlantica), el argán (Argania spinosa) e incluso el
araar (Tetraclinis articulata) o la sabina albar (Juniperus thurifera subsp. africana). En con-
junto, estas circunstancias contribuyen a considerar que los resultados obtenidos para
el norte de Marruecos trascienden el alcance regional o continental, por lo que podrían
tenerse en cuenta a la hora de generar una Lista Roja Global.

El problema de la escala espacial afecta muy especialmente al Criterio B, es decir, al que


otorga riesgo de colapso a aquellos ecosistemas cuya área de distribución es reducida.
La particularidad de incluir un criterio para la distribución restringida se basa en el prin-
cipio de que un área pequeña tiene un riesgo intrínsecamente más elevado de colapso si
está sujeta a un proceso de amenaza. Sin embargo, los valores umbrales que discrimi-
nan las distintas categorías son absolutos, ya sea en km2 (EOO, extensión de presencia)
o en número de celdas de 10x10 km (AOO, área de ocupación). Éste es el único criterio
cuyos umbrales son sensibles a la escala de estudio y al sistema de clasificación esco-
gido, ya que son absolutos y pensados para análisis globales. En el caso de este trabajo
se han considerado los umbrales (y resultados) del Criterio B únicamente al trabajar a
escala de todo el área de estudio y no en niveles inferiores como dominios, donde en
muchos casos la superficie evaluada ya es menor al umbral de amenaza.

Respuesta del trabajo al reto de la clasificación

En este trabajo se ha tratado de definir los ecosistemas mediante la combinación de


tres elementos: la biota característica, el área de distribución y el medio abiótico. La
biota que ha definido las distintas unidades está constituida por las especies vegetales
principales (estructurantes) que conforman el territorio a escala de paisaje (vegetación
zonal) y el área se ha considerado mediante la distribución de tales especies principales.
En cuanto al medio abiótico, se ha realizado una regionalización climática a partir de tres
promedios mensuales básicos (temperaturas máxima media, mínima media y precipi-
tación), cuyo resultado ha sido una subdivisión del territorio en tres niveles jerárquicos:
Dromedario en el valle
de Ulilimt © H. Sainz

17
2 CONTEX TO GLOBAL DE EVALUACIÓN DE ECOSISTEMAS Y LECCIONES APRENDIDAS

ecozonas (3), ecoregiones (6) y dominios (15). Esta sectorización jerárquica permite un
mayor grado de interpretación ecológica del territorio que el que proporcionan distintos
índices climáticos como el Índice Q2 de Emberger, el Índice de Lang, el Índice de Mar-
tonne o el Índice de Aridez de la FAO (Figura 2.3).

Figura 2.3 : Zonas


de aridez según la
clasificación de FAO-
UNEP para la razón
entre totales anuales
de precipitación y
evapotranspiración
potencial.
Período 1973-2008.

De esta forma, las unidades ecosistémicas se han definido, básicamente, como las dis-
tribuciones (representaciones) con significación estadística o relevante de cada especie
principal en cada una de las subdivisiones de los diferentes niveles. Esta aproximación
permite, por tanto, una definición jerárquica espacial de ecosistemas y, por ende, una
aplicación de criterios a unidades espaciales definidas por especies dominantes pero de
distinta significación ecológica.

Respuesta del trabajo al reto de la escala de tiempo

Por último, es importante comentar aquí que el “riesgo de colapso” se evalúa siguiendo
los criterios definidos por UICN (versión 2.0) en tres ventanas o períodos de tiempo: el
actual, el futuro y el histórico. Los dos primeros se definen para un intervalo de medio
siglo y el histórico para un período de cambio a partir de 1750. El intervalo de 50 años se
justifica por ser suficientemente reciente para detectar tendencias actuales y porque per-
mite diagnosticar con fiabilidad cambios de dirección, sin confundirlos con fluctuaciones
naturales o riesgos futuros. La fecha de referencia de 1750 se corresponde aproxima-
damente con el inicio de la explotación a escala industrial de los ecosistemas, aunque
se entiende que varía entre zonas del mundo. Este período abarca cambios históricos
“recientes” es decir que aún tienen una inercia en la dinámica de los ecosistemas, frente
a procesos históricos “lejanos”, o “estáticos”, que ocurrieron en épocas anteriores.

El limitante principal puede ser, en muchos casos, la falta de información suficiente para
cubrir tales períodos; tal es el caso de este trabajo, que no ha podido estimar superficies
para 1750 para ninguno de los ecosistemas estudiados. Un trabajo futuro de revisión de
textos históricos permitiría completar esta información para ciertas formaciones.

18
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Resumen de los cinco criterios (A-E) usados para evaluar si un ecosistema está amenazado según las Categorías y Criterios de las
Listas Rojas de Ecosistemas de UICN, versión 2. Para obtener mayor información sobre las definiciones y los métodos empleados
para estimar las variables descritas, por favor referirse a Keith et al. (2013) Fundamentos científicos de una Lista Roja de Ecosistemas
de UICN. PLoS ONE 8(5): e62111 (disponible en: http://www.iucnredlistofecosystems.org/es/recursos/doc-claves/).

A. Reducción de la distribución geográfica en CUALQUIERA de los siguientes períodos de tiempo:


CR EN VU
A1 Presente (durante los últimos 50 años). 80% 50% 30%
A2a Futuro (durante los próximos 50 años). 80% 50% 30%
A2b Futuro (a lo largo de cualquier período de 50 años que incluya el presente y el futuro). 80% 50% 30%
A3 Histórico (desde 1750). 90% 70% 50%

B. Distribución geográfica restringida indicada por CUALQUIERA de los siguientes estimados (B1, B2 o B3):
CR EN VU
B1 Area de un polígono convexo mínimo que abarque todos los sitios donde está presente
2,000 km2 20,000 km2 50,000 km2
(Extensión de la Presencia)
Y por lo menos una de las siguientes (a-c):
(a) Disminución continua, observada o inferida a partir de:
i. una medida de extensión espacial apropiada al ecosistema; O
ii. una medida de la calidad ambiental apropiada para la biota característica del ecosistema; O
iii. una medida de alteración de las interacciones bióticas apropiada para la biota característica del ecosistema.
(b) Procesos de amenaza observados o inferidos que probablemente causen disminuciones continuas en la distribución geográfica, la calidad
ambiental, o las interacciones bióticas en los próximos 20 años.
(c) El ecosistema existe en … 1 localidad 5 localidades 10 localidades
B2 El número de celdas 10 × 10 km ocupadas (Área de Ocupación) 2 20 50
Y por lo menos uno de los subcriterios (a-c) señalados para B1.
B3 Muy pocas localidades (generalmente menos de 5) Y
susceptible a efectos de actividades humanas o eventos estocásticos en el futuro próximo y por lo tanto capaz de colapsar o
clasificar como CR en un lapso de tiempo muy corto (B3 sólo puede conducir a una clasificación como VU). VU

C. Degradación ambiental durante CUALQUIERA de los siguientes períodos de tiempo:


Severidad relativa (%)
Extensión (%) 80 50 30
Ultimos 50 años, basada en el cambio de una variable abiótica que afecta una
80 CR EN VU
C1 fracción de la extensión del ecosistema y con severidad relativa según los valores
50 EN VU
indicados en la siguiente tabla:
30 VU
Próximos 50 años o cualquier período de 50 años que incluya el presente y el Extensión (%) 80 50 30
futuro, basada en el cambio de una variable abiótica que afecta una fracción de la 80 CR EN VU
C2
extensión del ecosistema y con severidad relativa según los valores indicados en 50 EN VU
la siguiente tabla: 30 VU
Extensión (%) 90 70 50
Desde 1750, basada en el cambio de una variable abiótica que afecta una
90 CR EN VU
C3 fracción de la extensión del ecosistema y con severidad relativa según los valores
70 EN VU
indicados en la siguiente tabla:
50 VU

D. Alteración de los procesos o interacciones bióticas durante CUALQUIERA de los siguientes períodos de tiempo:
Severidad relativa (%)
Extensión (%) 80 50 30
Ultimos 50 años, basada en el cambio de una variable biótica que afecta una
80 CR EN VU
D1 fracción de la extensión del ecosistema y con severidad relativa según los valores
50 EN VU
indicados en la siguiente tabla:
30 VU
Próximos 50 años o cualquier período de 50 años que incluya el presente y el Extensión (%) 80 50 30
futuro, basada en el cambio de una variable biótica que afecta una fracción de la 80 CR EN VU
D2
extensión del ecosistema y con severidad relativa según los valores indicados en 50 EN VU
la siguiente tabla: 30 VU
Extensión (%) 90 70 50
Desde 1750, basada en el cambio de una variable biótica que afecta una fracción
90 CR EN VU
D3 de la extensión del ecosistema y con severidad relativa según los valores
70 EN VU
indicados en la siguiente tabla:
50 VU

E. Análisis cuantitativo …
CR EN VU
50% dentro 20% dentro 10% dentro
… que estime que la probabilidad de colapso de un ecosistema es: de 50 años de 50 años de 100 años

Tabla 2.1: Resumen de los cinco criterios (A-E) usados para evaluar si un ecosistema está amenazado según
las Categorías y Criterios de las Listas Rojas de Ecosistemas de UICN, versión 2.0
(Tomada de Keith et al., 2013)

19
3 Unidades a evaluar:
clasificación
jerárquica de
ecosistemas
terrestres

20
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Cabras sobre Argania


cerca de Essaouira, Ounagha
© H. Sainz

El objetivo específico de esta clasificación es contar con una tipología de unidades eco-
sistémicas que puedan ser evaluables y que puedan ser objeto de seguimiento en el
tiempo. La clasificación de ecosistemas requiere una base conceptual en la que se de-
fina la aproximación al término “ecosistema” (biosistemas, geosistemas), el método de
clasificación empleado y los criterios que van a servir de base para discriminar unos
ecosistemas de otros. En este sentido, las tipologías que reconocen un elevado número
de tipos, de diverso significado ecológico y dinámico, son poco prácticas, ya que su
delimitación espacial es laboriosa y se termina generando un territorio atomizado poco
interpretable en términos funcionales.

Es frecuente que la vegetación (comunidades vegetales) se considere representativa


de la diversidad del medio natural terrestre. No obstante, el concepto de ecosiste-
ma puede enfocarse hacia una perspectiva más holística, entendiéndose entonces
como una unidad funcional en la que los componentes estructurales y funcionales
se expresan en diferentes escalas espaciales y temporales. Se pueden considerar
entonces planteamientos basados en discriminar estructuras (por ejemplo tipos de
vegetación) o planteamientos más centrados en describir los procesos subyacentes
a la configuración de estructuras y composición específica (clasificación genético-
funcional). En este contexto, es importante tener en cuenta el considerable avance
en técnicas de sectorización territorial mediante métodos basados en clasificaciones
y ordenaciones multivariantes.

Así, los tradicionales mapas de vegetación, de geología o de suelos, por ejemplo, se


están complementando con diferentes sectorizaciones territoriales, ya sean biogeocli-
máticas, fitogeográficas, fitoclimáticas, climáticas, paisajísticas o incluso topográficas.
Un buen ejemplo de ello es la delimitación de ecoregiones, desde una escala planetaria
a una escala regional, un proceso que se considera valioso para explicitar espacialmente
la heterogeneidad ambiental.

Para establecer una clasificación operativa de unidades ecosistémicas evaluables en


el norte de Marruecos, se ha considerado adecuado combinar dos elementos interrela-
cionados: las comunidades vegetales de carácter zonal y el clima. Para que el elemento
climático pudiera utilizarse de una forma espacialmente explícita se recurrió a la realiza-
ción de una regionalización climática, es decir, un proceso geomático de clasificación
cuyo resultado es una sectorización jerárquica del territorio con base en el clima. Este
proceso ha permitido establecer una clasificación jerárquica con tres niveles: ecozonas
(3), ecoregiones (6) y dominios (15).

21
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Las clases de clima resultantes sirven entonces para identificar variaciones regiona-
les de las principales formaciones de vegetación, que constituyen los ecosistemas
terrestres objeto de estudio. En consecuencia, las unidades ecosistémicas a evaluar
estarían definidas como unidades espaciales delimitadas por la intersección de dos
conjuntos geográficos: el conformado por la distribución de cada una de las comuni-
dades zonales y el que contiene los sectores generados por la regionalización climá-
tica. Además, un análisis de significación estadística ha permitido definir qué comuni-
dades zonales tienen una representación significativa o relevante en cada una de las
diferentes regiones climáticas.

En el Apartado 3.1 se describe con mayor precisión el marco conceptual utilizado para
generar esta clasificación jerárquica de los ecosistemas terrestres del norte de Ma-
rruecos y, por tanto, de las unidades objeto de evaluación. Como ya se ha indicado en
la Introducción, el análisis de cambios en las superficies ha podido realizarse porque
en Marruecos existen dos mapas de vegetación diacrónicos: el Mapa de Metro (1958)
y el Inventario Forestal (IFN, 1996). No obstante, estos dos mapas tienen unas uni-
dades de leyenda parecidas, pero no idénticas, por la que ha sido necesario llevar a
cabo un proceso de unificación que, finalmente, ha permitido definir 15 comunidades
zonales. Además, en este estudio se procedió a digitalizar el mapa de Emberger de
vegetación potencial (elaborado en 1939), que ha sido muy útil para describir las uni-
dades climácicas de la clasificación. La comparativa entre las superficies de Ember-
ger e IFN no se ha utilizado como criterio en la determinación del grado de amenaza,
pero resulta un complemento para estimar la magnitud de las ausencias y la tensión
del ecosistema5.

El Apartado 3.2 explica con detalle el proceso y el resultado de la regionalización climá-


tica, mientras que el 3.3 aborda la descripción detallada de cada una de las regiones
con base a las características climáticas y a las comunidades vegetales presentes, tanto
potenciales (según Emberger) como actuales (IFN, 1996). Por último, el Apartado 3.4
describe brevemente aquellas comunidades vegetales no climácicas que no han sido
objeto de análisis cuantitativo, pero que son susceptibles de encontrarse amenazadas
porque tienen un área de distribución extraordinariamente restringida.

3.1
Marco conceptual
La definición de las unidades a evaluar en el medio terrestre, como suele ser habitual
en muchos trabajos, se basa en la discriminación de diferentes comunidades vegetales
atendiendo a formas de vida y estructuras básicas (pastos, matorrales o bosques), al
grupo de las especies dominantes (fisionomía y estructura) o a la composición florística.
La distribución y significación ecológica de estas unidades depende de diversos facto-
res como son el geoclimático (heterogeneidad ambiental), el histórico y, especialmente,
el de la actividad humana. El resultado sinérgico es una conformación de paisajes diver-
sos muy fragmentados, con comunidades en mosaico que se encuentran en distintos
grados de alteración y con una dinámica sucesional más o menos intensa. Así, cada
comunidad sigue su propio ciclo de cambio y, por tanto, no se alcanza un equilibrio al
nivel de la comunidad, sino que ciclos desincronizados coexisten formando las unidades
del mosaico. Esta situación es especialmente característica de los paisajes mediterrá-
neos. En este contexto, una evaluación de todas las comunidades descritas parece poco

5 La tensión del ecosistema puede definirse como la desviación entre su estado potencial intrínseco y el estado
actual determinado por agentes externos.

22
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

recomendable, no tanto por la dificultad de analizar un elevado número de comunidades,


sino por el poco significado ecológico (funcional) de una evaluación basada en el análisis
aislado de unidades de diferente función en la dinámica del conjunto.

Por esta razón, se ha considerado más apropiado que este primer análisis de ámbito re-
gional (Norte de Marruecos) se base en una concepción territorial a nivel de paisaje. Éste
podría definirse atendiendo a las diferentes comunidades vegetales de carácter zonal,
es decir, las que responden a gradientes ambientales generales y no locales. Sin embar-
go, la distribución espacial de estas comunidades no sólo depende de tales gradientes
sino también de la amplitud de nicho ecológico de las especies dominantes. Así, una
comunidad vegetal zonal puede tener una extensión geográfica considerable con poca
o mucha heterogeneidad ambiental. Y zonas con ambientes abióticos diferentes pueden
ser funcionalmente distintas, es decir, están sometidos a ciclos de nutrientes y flujos de
energía (productividad) distintos aunque la especie(s) dominante sea la misma.

En consecuencia, se ha considerado que las unidades espaciales definidas únicamente


por especies vegetales zonales no definen suficientemente el concepto de ecosistema
como unidad funcional. Para complementar este concepto se ha optado por incluir el
factor climático, ya que representa un condicionante ambiental básico del funcionamien-
to ecosistémico. Así, las unidades ecosistémicas objeto de evaluación se definen como
unidades espaciales caracterizadas por especies y zonas climáticas distintas. De esta
manera, el diagnóstico de los cambios en la cantidad (distribución) y en la calidad (fun-
ción ecológica) de las comunidades zonales, se enmarca dentro de ámbitos territoriales
con distintas características climáticas.

Un análisis posterior podría abordar también el mosaico que conforman las distintas
comunidades ecológicas a escalas de mayor resolución (locales) teniendo en cuen-
ta otros elementos importantes de heterogeneidad ambiental (como son el relieve, los
suelos o la disponibilidad de agua) y de dinamismo (cambios en la organización y en la
función). De esta manera podría evaluarse cada una de las distintas zonas climáticas
y, por consiguiente, tener una perspectiva jerárquica espacial y funcional del conjunto
del territorio.

Tiznit, Argania spinosa


© H. Sainz

23
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

La Fig. 3.1 resume el flujo de datos y operaciones en este trabajo. La explicación posterior
muestra en mayúsculas los nombres que aparecen en dicha figura para facilitar su seguimiento.

Los datos externos fueron los siguientes:


t Mapas del Inventario Forestal Nacional de Marruecos (IFN), en su versión 1996, con
correcciones menores en asignación de polígonos.
t Mapa Forestal de METRO, de 1958, digitalizado para este trabajo.
t Mapa Fito-geográfico de EMBERGER de 1939, digitalizado para este trabajo.
t Datos climáticos de bases abiertas y públicas (FAOCLIM y GSOD)

Inventario Forestal
Nacional (IFN, 1996) del
Alto Comisionado de
Bosques y Lucha contra
la Desertificación. A:
Esparto (Stipa tenacissima)
Ap: Pinsapares (Abies
pinsapo = A. maroccana)
ApM: Abies pinsapo en
mezcla Ar: Formaciones
de acacias saharianas
(Acacia raddiana y otras)
As: Arganales (Argania
spinosa) AsM: Argania
spinosa en mezcla Ca:
Cedrales (Cedrus atlantica)
CaM: Cedrus atlantica
en mezcla Eau: Agua F:
Frondosas FB: Frondosas
bajas (de pequeña talla:
<2 m) FM: frondosas en
mezcla G: Sabinares y
Enebrales (Juniperus
spp.) GM: Juniperus en
mezcla M: matorral NC:
no codificado Pp: Pinares
de Pinus pinaster subsp.
hamiltoni, P. halepensis
y P. nigra PpM: Pinus en
mezcla Qc: Quejigares
(Quercus canariensis)
QcM: Quercus canariensis/
El Inventario Forestal Nacional de Marruecos (IFN) es un levantamiento finalizado en 1996,
faginea en mezcla Qr:
y se toma como referencia de la vegetación existente en 1988 (fecha de las imágenes de Encinares (Quercus
base). El Mapa Forestal de METRO data de 1958 y sus diferencias respecto al IFN se toma- rotundifolia = Quercus
ilex subsp. rotundifolia)
ron como estimadores de la variación de las masas forestales en ese intervalo de 30 años.
QrM: Quercus rotunfifolia
Por su parte, el Mapa Fito-geográfico de EMBERGER refleja vegetación potencial y no co- en mezcla R: Otras
rresponde a inventario alguno que pueda relacionarse con una fecha. Este mapa muestra coníferas (=resinosas)
RF: Repoblaciones de
la extensión teórica de las distintas formaciones en ausencia de intervención humana. Por
frondosas RM: Mezcla
ello, las diferencias entre los mapas de vegetación potencial (EMBERGER) y actual (IFN) de otras coníferas RR:
fueron tomadas como indicadores aproximados de tensión del ecosistema, pero no se em- Repoblaciones de
coníferas Ta: Bosques
plearon directamente en los criterios.
de Araar TaM: Tetraclinis
articulata en mezcla Tx:
Esos tres mapas de vegetación resultan de esfuerzos independientes hechos por sus au- Tarayales (Tamarix spp. ,
todas las especies)
tores respectivos en relación con el sujeto común de la vegetación de Marruecos. Por ello
sus leyendas son parecidas, pero no idénticas, al depender del objetivo concreto de cada
mapa (Tabla 3.1). La primera tarea fue, por tanto, definir una LEYENDA UNIFICADA en la
que cada formación que apareciese en dos o más mapas fuese identificada con un nom-
bre único. Esta leyenda representa, por sí misma, una lista de las formaciones vegetales
candidatas a servir de base para la definición de ecosistemas terrestres para este trabajo.

Los tres mapas (IFN, METRO y EMBERGER) fueron entonces reclasificados según esta
leyenda, lo que dio lugar a una parte del conjunto de datos de entrada para la siguiente
fase del análisis.

24
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Tabla 3.1. Correlación de leyendas entre los tres mapas Versión unificada

IFN METRO EMBERGER LEYENDA UNIFICADA

A: Espartales (Stipa tenacissima) Stipa tenacissima Estepas: Ziziphus lotus Espartales (mar de
+ Pistacia atlántica y “Alfa”)
Stipa tenacissima +
Artemisia herba-alba
Ap: Pinsapares (Abies pinsapo = A. marocca- Abies pinsapo Abies pinsapo subsp. Pinsapares
na) maroccana
ApM: Abies pinsapo en mezcla
Ar: Formaciones de acacias saharianas (Acacia Acacia raddiana y A.seyal Vegetación desertica
raddiana y otras)
As: Arganales (Argania spinosa) Argania spinosa Argania spinosa Arganales
AsM: Argania spinosa en mezcla
Ca: Cedrales (Cedrus atlantica) Cedrus libanotica Cedrus atlantica Cedrales
CaM: Cedrus atlantica en mezcla
F: Frondosas (incluye la maquia de acebuche, Quercus pyrenaica Maquia (Brousse) de
coscoja, lentisco, madroño, palmito y quizás Olea europea, Pistacia
parte de las formaciones de Quercus pyrenai- lentiscus y Chamaerops
ca- Q. toza en Emberger, Pistacia atlántica o humilis
Fraxinus dimorpha)
FB: Frondosas bajas (de pequeña talla: <2 m
FM: frondosas en mezcla
G: Sabinares y Enebrales (Juniperus spp.) J. thurifera J. thurifera Sabinares albares
(incluye por orden de importancia J. thurifera, J. phoenicea J. phoenicea Sabinares negrales
J. phoenicea y J. oxycedrus)
GM: Juniperus en mezcla
M: Matorral
Pp: Pinares de Pinus pinaster, P. halepensis y Pinus pinaster Pinus pinaster Pinares de pinos
P. nigra (=P. clusiana subsp. mauretanica) negrales (“maritimes”)
o resineros
PpM: Pinus en mezcla P. halepensis P. halepensis Pinares de pino
carrasco
Qc: Quejigares (Quercus canariensis) (incluye Quercus faginea Quercus faginea s.l. Quejigares
también las formaciones de Q. faginea s.l sin (incl. Q. mirbecki = Q.
diferenciarlas) canariensis, Q. lusi-
tánica, Q.humilis = Q.
fruticosa)
QcM: Quercus canariensis/faginea en mezcla
Qr: Encinares (Quercus rotundifolia = Quercus Quercus ilex Quercus ilex Encinares
ilex subsp. rotundifolia)
QrM: Quercus rotundifolia en mezcla
Qs: Alcornocales (Quercus suber) Quercus suber Quercus suber Alcornocales
QsM: Quercus suber en mezcla
R: Otras coníferas (=resinosas) Ver más abajo
Cupressus
sempervirens
RF: Repoblaciones de frondosas
RM: mezcla de otras coníferas (=resinosas)
RR: Repoblaciones de coníferas
Ta: Bosques de araar (Tetraclinis articulata) Tetraclinis articulata Callitris =Tetraclinis Araares
articulata
TaM: Tetraclinis articulata en mezcla
Tx: Tarayales (Tamarix spp., todas las especies)
Quercus pyrenaica Quercus tozae Melojares
Especies secundarias:
Olea europea. Phyllirea,
Pistacia lentiscus

25
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Por otra parte, los DATOS CLIMÁTICOS (FAOCLIM y GSOD) fueron interpolados espa-
cialmente para producir un atlas climático digital. La CLASIFICACIÓN MULTIVARIANTE
de las capas resultantes dio lugar a una REGIONALIZACIÓN CLIMÁTICA de tres niveles,
denominados respectivamente ecozonas, ecoregiones y dominios. Esos niveles son je-
rárquicos y excluyentes mutuamente, de modo que cada nivel se descompone en varias
unidades del nivel siguiente y cada nivel implica una división de toda el área de estudio.
La regionalización climática, como ya se ha dicho, tiene una importante capacidad expli-
cativa sobre la distribución de las formaciones de vegetación, y su papel en este diseño
fue dar una base espacial para la clasificación jerárquica de ecosistemas terrestres. Esta
es la otra parte del conjunto de datos de entrada para el análisis de presencia por niveles
descrito más adelante.

Una vez formados todos los datos, el mapa original de Emberger y cada nivel de la
regionalización climática fueron sometidos a un ANÁLISIS DE ASOCIACIÓN (x2) para
determinar la existencia de asociación estadística entre ambos. En este análisis, todas
las categorías de vegetación potencial fueron enfrentadas simultáneamente a todas las
clases climáticas de cada nivel. Ello permitió identificar las combinaciones que más con-
tribuían a la asociación entre vegetación y clima, lo que facilitó la realización de una DES-
CRIPCIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO en términos fito-geográficos (ver Sección 4.3). Esta
tarea no formaba parte en sentido estricto de la aplicación de criterios UICN, pero era
necesaria para dar contenido a las clases de la regionalización, y también como prueba
preliminar de la consistencia de los datos.

Con independencia de lo anterior, las formaciones de vegetación según la leyenda


unificada fueron enfrentadas individualmente, en términos de presencia/ausencia, a
la regionalización climática. Este ANÁLISIS DE PRESENCIA POR NIVELES tuvo el ob-
jetivo de identificar las ecozonas, ecoregiones y dominios en los que cada formación
tuviese una presencia SIGNIFICATIVA o RELEVANTE. ‘Significativa’ implica asociación
estadística formal entre cierta formación vegetal y cierta clase de la regionalización
(concretamente, residuales normalizados superiores a 1,96). ‘Relevante’ es un término
más amplio y abierto a interpretación ecológica. Por ejemplo, una formación puede
haber sido sobreexplotada en cierta clase climática hasta el punto de que su presencia
actual no es estadísticamente significativa, a pesar de que se sabe que debería ser
emblemática en ese ámbito.

Figura 3.1 Flujo de datos y


operaciones utilizado en la
evaluación de ecosistemas

26
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Las combinaciones significativas o relevantes de comunidades vegetales zonales (por


ejemplo, ‘cedrales del Dominio húmedo del Rif’). Dichas unidades son jerárquicas porque
cada formación puede estar presente en varias clases de la regionalización, heredando de
este modo su jerarquía de niveles. Además, cada unidad consta de una distribución espa-
cial explícita formada por la intersección entre su presencia según el mapa de vegetación
correspondiente y la clase de la regionalización implicada.

Los CRITERIOS de UICN v2.0 fueron entonces evaluados para esas unidades ecosistémi-
cas y, dependiendo de su posición respecto a los UMBRALES respectivos, las unidades
pasaron a formar parte de la LISTA ROJA DE ECOSISTEMAS FORESTALES propuesta en
la presente publicación.

3.2
Regionalización climática:
procedimiento y resultados
Los ecosistemas terrestres considerados en este trabajo son, básicamente, formaciones
de vegetación zonal. Por ello, su clasificación jerárquica debe basarse, a su vez, en una
clasificación climática extensiva de todo el territorio. Las clases de clima resultantes
sirven entonces para identificar variaciones regionales de las principales formaciones de
vegetación, que se corresponden con los ecosistemas terrestres objeto del estudio. Esa
ha sido la función principal de la regionalización climática de Marruecos.

Existían algunos precedentes de clasificación bioclimática de Marruecos en el momento


de realizar este estudio (Figura 3.2). Todas ellas combinan elementos climáticos con infor-
mación ecológica (distribución especies) y opiniones de expertos (escala pasajistica). La
diferencia principal con la regionalización climática realizada en este trabajo, es que ésta
se basa únicamente en informacion climática según datos normalizados, y la asignación
de unidades de vegetación es posterior y dependiente de asociaciones estadísticas. Figura 3.2: Ecoregiones
propuestas por A.Benabid
(izquierda)
Se especificaron los siguientes requisitos operativos en el diseño de la regionalización y Ecoregiones propuestas por
climática: estar basada en un procedimiento objetivo y repetible; ser interpretable por Olson /WWF (derecha).

LEGEND Mediterranean North Saharan


acacia-argania dry steppe and
Atlantic coastal woodlands and woodlands
desert succulent thickets
Sahara desert
Canary Islands dry Mediterranean
woodlands and conifer and mixed Saharan
forests forests halophytics
Madeira evergreen Mediterranean dry South Saharan
forests woodlands and steppe and
Mediterranean steppe woodlands
High Atlas juniper Mediterranean West Saharan
steppe woodlands and montane
forests xeric woodlands

27
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

usuarios finales; y producir resultados que permitan análisis cuantitativos posteriores.


De este modo, además del objetivo de dar soporte espacial a la clasificación jerárquica
de ecosistemas terrestres de Marruecos, se define un protocolo metodológico aplicable
a otros países o regiones.

Los datos de entrada fueron elaborados en tres pasos para todo el noroeste del Magreb.
En el primero se ensambló una base de datos con 12 valores normales (promedios men-
suales a largo plazo) de temperaturas máxima media, mínima media y precipitación, para
un conjunto de estaciones meteorológicas georreferenciadas. Esos datos procedieron
de bases de datos globales y públicos: 387 estaciones FAOClim 2.0 para la precipita-
ción y 168 estaciones GSOD para la temperatura. A continuación, los valores normales
de las tres variables fueron interpolados usando ANUSPLIN para producir superficies
climáticas continuas a una resolución espacial de 1 km. La temperatura media mensual
se calculó al final de este segundo paso y constituyó una cuarta superficie climática
continua. Finalmente, se usaron procedimientos algebraicos sencillos operando sobre
las cuatro superficies climáticas para producir un juego de 19 variables climáticas bási-
cas con valor predictivo sobre la vegetación. Dichas variables son las usadas en la base
geoespacial WorldClim, y fueron calculadas con el paquete R dismo:

1 temperatura media anual 10 temperatura media del trimestre más cálido

2 rango diurno medio de temperaturas 11 temperatura media del trimestre más frío
(Tmax-Tmin)
12 precipitación total anual
3 isotermalidad (varianza de [2] / varianza de [7])
13 precipitación del mes más húmedo
4 estacionalidad térmica
(100 * desviación típica de [1]) 14 precipitación del mes más seco

5 temperatura máxima media del mes más cálido 15 estacionalidad de la precipitación


(coeficiente de variación de [12])
6 temperatura mínima media del mes más frío
16 precipitación del trimestre más húmedo
7 rango anual de temperaturas
(varianza de [5] – varianza de [6]) 17 precipitación del trimestre más seco

8 temperatura media del trimestre más húmedo 18 precipitación del trimestre más cálido

9 temperatura media del trimestre más seco 19 precipitación del trimestre más frío

La regionalización fue aplicada a una ventana de trabajo, que engloba el área de estudio,
comprendida entre 12W y 1E, y entre 28N y 36N. Esta ventana cumplió la doble función
de abarcar el máximo territorio del Reino de Marruecos con los datos disponibles, y de
ser compatible con el mapa fito-geográfico de Emberger (1939).

El procedimiento de la regionalización consistió en una clasificación por celdas según


sus valores para las 19 variables climáticas básicas. La Taxonomía Numérica es una
aproximación óptima para este problema porque permite un alto control sobre los re-
sultados en cualquier fase del proceso, y facilita derivar hipótesis sobre los gradientes
creados por las variables de entrada. Sin embargo, fue necesario realizar la clasificación
en pasos sucesivos, para acomodar la gran masa de datos de entrada:

28
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

1 Se formó una gran matriz de datos, en la que las filas correspondían a 941.037
celdas individuales terrestres y las columnas a las 19 variables climáticas bási-
cas. Una indexación apropiada permitía la correspondencia entre cada fila y su
posición en el área de estudio.

2 La matriz fue sometida a una clasificación no jerárquica para obtener un número


suficiente de grupos que recogiesen toda la variabilidad climática del área de
estudio. Dicho número fue establecido arbitrariamente en 61. Este tipo de clasi-
ficación admite masas de datos indefinidamente grandes y funciona valorando
la disimilaridad entre objetos individuales y unos arquetipos que se refinan ite-
rativamente. El resultado fue una matriz reducida donde las 61 filas mostraban
el valor central (mediana) de todas las celdas pertenecientes a cada grupo, para
cada una de las 19 variables climáticas.

3 La matriz reducida, mucho más manejable, fue entonces sometida a una clasifi-
cación jerárquica. El resultado fue un dendrograma que mostraba la jerarquía de
diferencias y afinidades en el conjunto de los 61 grupos. La inspección de dicho
dendrograma condujo a establecer tres niveles de corte interpretables, con 3, 6
y 15 clases de grupos no jerárquicos.

4 Las clases de grupos no jerárquicos fueron finalmente convertidas a clases de cel-


das terrestres usando la composición de los grupos identificados en el paso 2. Tras
ello, los grupos no jerárquicos fueron descartados en interpretaciones posteriores.

El proceso fue realizado con el software de análisis PATN. El resultado fue la regionaliza-
ción climática final, formada por tres niveles jerárquicos que definieron respectivamente
3 ecozonas, 6 ecoregiones y 15 dominios (Figura 3.3). Estos términos que designan los
tres niveles de la regionalización climática se aplican de manera restringida en el pre-
sente estudio según las definiciones aquí dadas, independientemente de su uso en otras
clasificaciones bioclimáticas (particularmente, la noción de ecoregión).

0.5555

3 ecozonas
0.4279

0.3004

6 ecoregiones

0.1728

15 dominios
Row Fusion Dendrogram

0.0452

61 grupos
no jerárquicos
19
23
43
60
51
14
20
16
18

13
15
38
25
52
11
30
31

36
39
24

21
17
22
34
27
49
26
28
40
29
42
41
44
50
33
35
37
48
56
47
55
59
61
53
58

10

12
32
45
46
57
54
1

3
5
4
8

Figura 3.3.
Regionalización climática.

29
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Las manchas de las unidades a cada nivel tienen una continuidad aceptable a causa
de la autocorrelación espacial de las variables climáticas a la resolución de trabajo. Ello
facilitó considerablemente la interpretación y uso de la regionalización.

Las ecozonas fueron denominadas según su clima sinóptico dominante. Dentro de ellas,
las ecoregiones responden a variaciones geográficas consistentes. El nivel más detalla-
do, los dominios, responde en varios casos a topo-climas. Por ello su nomenclatura es
mixta y refleja la zona de aridez dominante en términos de la clasificación FAO-PNUMA
junto con la mesoforma de relieve más característica. La Tabla 3.2 muestra las superfi-
cies ocupadas en el área de estudio por cada unidad y a cada nivel.

Regionalización climática del


área de estudio: partición
jerárquica de nivel superior en
tres Ecozonas.

Regionalización climática del


área de estudio: partición
jerárquica de nivel intermedio
en seis ecoregiones.

30
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

La regionalización climática así desarrollada presenta un carácter multivariante que im- Regionalización climática del área
plica que todas las variables climáticas básicas han contribuido al resultado final. Ello de estudio: partición jerárquica de
nivel inferior en quince dominios.
desaconseja realizar aquí una exploración sumaria del valor discriminante de dichas va- Abreviaturas:
riables tomadas individualmente y, desde luego, de valores umbrales que expliquen la D01: Dominio semiárido de llanuras
separación de clases. Esos ejercicios pertenecen a un análisis climático detallado que y mesetas.
D02: Dominio semiárido de zonas
excedería el ámbito de aplicación planteado en este trabajo. Por esa razón, la descrip- medias.
ción de las principales características climáticas de cada nivel, incluidas en el Apartado D03: Dominio semiárido o subhúmedo-
3.3, se basarán en la explicación de los diagramas ombrotérmicos de Walter-Lieth. Di- seco de zonas altas.
D04: Zona transicional semiárida
chos diagramas son aceptados convencionalmente como instrumentos eficientes para del Atlas y de las Altas Mesetas
distinguir entre tipos de clima. orientales.
D05: Dominio pre-Sahariano de
las Altas Mesetas orientales.
D06: Dominio subhúmedo del Atlas.
D07: Dominio de Alta Montaña
del Atlas.
D08: Dominio semiárido del Atlas.
D09: Zona transicional Mediterráneo-
Sahariana.
D10: Dominio Sahariano.
D11: Dominio subhúmedo del
pedimento del Rif occidental.
D12: Dominio húmedo del Rif.
D13: Dominio semiárido de la costa
Atlántica.
D14: Dominio árido de la costa
Atlántica.
D15: Zona transicional Atlántico-
Sahariana

31
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

ÁREA DE ESTUDIO:
Proporción
Proporción respecto
respecto total área
Extensión nivel superior estudio
(km2) (%) (%)

Ecozona Mediterráneo-Oceánica 77811 21,3% 21,3%


Ecoregión Rifeña 14867 19,1% 4,1%
Dominio húmedo del Rif 3311 22,3% 0,9%
Dominio subhúmedo del pedimento del Rif occidental 1556 77,7% 3,2%
Ecoregión Oceánica 62944 80,9% 17,2%
Dominio semiárido de la costa Atlántica 44103 70,1% 12,1%
Dominio árido de la costa Atlántica 11329 18,0% 3,1%
Zona transicional Atlántico-Sahariana 7512 11,9% 2,1%
Ecozona Mediterránea 217861 59,6% 59,6%
Ecoregión Mediterránea 129399 59,4% 35,4%
Dominio semiárido de llanuras y mesetas 80098 61,9% 21,9%
Dominio semiárido de zonas medias 33513 25,9% 9,2%
Dominio semiárido o subhúmedo-seco de zonas altas 15788 12,2% 4,3%
Ecoregión Atlásica 26637 12,2% 7,3%
Dominio subhúmedo del Atlas 7454 28,0% 2,0%
Dominio de Alta Montaña del Atlas 1538 5,8% 0,4%
Dominio semiárido del Atlas 17645 66,2% 4,8%
Ecoregión de la Altas Mesetas 61825 28,4% 16,9%
Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales 15381 24,9% 4,2%
Dominio pre-Sahariano de las Altas Mesetas orientales 46444 75,1% 12,7%
Ecozona Sahariana 69957 19,1% 19,1%
Ecoregión Sahariana 69957 100,0% 19,1%
Zona transicional Mediterráneo-Sahariana 41690 59,6% 11,4%
Dominio Sahariano 28267 40,4% 7,7%
AREA DE ESTUDIO 365629

Tabla 3.2. Superficies ocupadas en al área de estudio por cada unidad y a cada nivel.

32
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

3.3
Caracterización de
los diferentes niveles
A continuación se describen las principales características de las distintas clases exis-
tentes en cada nivel jerárquico (ecozonas, ecoregiones y dominios). La descripción de las
ecozonas y ecoregiones es más general y sintética. La descripción de los dominios incluye
una delimitación cartográfica, una relación de las principales características climáticas,
una descripción geobotánica (basada en la cartografía de paisajes potenciales de Em-
berger) y una descripción de la vegetación real (basada en la cartografía del IFN de 1996).

Ecozona Mediterráneo-Oceánica

La Ecozona Mediterráneo-Oceánica se extiende por toda la


fachada atlántica del territorio, afectando tanto a paisajes me-
diterráneos como saharianos. Representa un 21,3% del terri-
torio marroquí estudiado. Se trata de una banda de anchura
variable entre 50 y 100 km que alcanza mayor relevancia en la
región rifeña, el valle del Sous y en las llanuras áridas y saha-
rianas al sur del Anti-Atlas, llegando hasta Boujdour. Fuera del
Alto Rif, la reducida oscilación térmica y la humedad ambiental
(nieblas, rocío y precipitaciones horizontales) son los principa-
les factores modificadores de los paisajes en el litoral oceáni-
co. En la zona centro-occidental del Rif, donde se alcanza el
record de lluvias del territorio marroquí, se detecta la presen-
cia de algunos elementos eurosiberianos (Calluna vulgaris, Eri-
ca ciliaris, Betula alba subsp. fontqueri, Alnus glutinosa, Taxus
baccata, etc.). Desde Safi hasta Boujdour, hay una singular
influencia florística macaronésica con presencia de especies
de los géneros Kleinia, Euphorbia, Dracaena y Aizoon, así como de los dos elementos ar-
borescentes endémicos marroquíes: la sapotácea Argania spinosa (en Canarias aparece la
también sapotácea, familia paleotropical, Sideroxylon marmulano) y la mimosácea Acacia
gumifera, que se extiende al este hasta Béni Mellal.

ECOREGIÓN RIFEÑA

La Ecoregión Rifeña constituye una zona montañosa bien


definida localizada sobre la porción meridional de la placa
bético-rifeña, que tuvo un papel muy relevante en el cierre
y posterior apertura del Estrecho de Gibraltar. La zona ex-
hibe una flora presuntamente de origen terciario con fuertes
relaciones con la península ibérica: éstas derivan del largo
periodo en el Mioceno final en el que la conexión del Medi-
terráneo con el Atlántico tenía lugar a través de la Franja de
Taza. También durante los periodos glaciares cuaternarios,
cuando ya existía el estrecho, pudieron llegar hasta el Rif
elementos europeos como el abedul o el tejo por medio de
una dispersión a larga distancia anemócora u ornitócora. La
altitud y las precipitaciones justifican el reconocimiento de

33
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

dos dominios: la zona de montaña más húmeda, y el piedemonte que la rodea ex-
tendiéndose hacia el oeste oceánico. La Ecoregión Rifeña representa un 19,1% de la
Ecozona Mediterráneo-Oceánica y un 4,1% de toda la zona de Marruecos estudiada.

Dominio húmedo del Rif

Descripción de las principales características climáticas


Zona montañosa de 3311 km2 compuesta por manchas disjuntas que corresponden
a las cumbres de la cadena del Rif, con una altitud media ligeramente inferior a 1000
m s.n.m. Los tipos de aridez dominantes según FAO-PNUMA son Húmedo (82%) y
Sub-h Elevada precipitación que produce superávit hídrico la mayor parte del año,
excepto una sequía relativa que coincide con el verano astronómico. Estación per-
húmeda entre noviembre y abril. Temperaturas relativamente suaves y prácticamente
sin heladas, incluso en pleno invierno.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Es el segundo dominio (de los 15) con menos extensión: apenas representa el 0,9%
del área estudiada y el 22,3% de la EcoregiLos paisajes potenciales están caracteriza-
dos principalmente por las formaciones
siguientes: alcornocales húmedos (Quer-
t "MDPSOPDBMFTIÞNFEPTEFM3JG  
cus suber, 44,4%), encinares (Quercus
ilex subsp. rotundifolia, 13,8%), coscoja- t &ODJOBSFTIÞNFEPTEFM3JG   ZCPTRVFTNJYUPTEFDFESPTZ
encinas.
les (Quercus coccifera, 7,2%), quejigares
(Quercus faginea s.l., en particular bos- t $FESBMFT Cedrus atlantica) rifeños de la región de Ketama (10,7%)
ques de Quercus canariensis) y meloja- t 1JOTBQBSFT Abies pinsapo supsp. maroccana) (6,5%) en las
res (Quercus pyrenaica). Los quejigares montañas de Chefchaouen, Talassemtane y Tazaot, con presencia
de importantes grupos de rodales de Pinus nigra subsp.
y melojares representan conjuntamente
mauretanica
(Emberger a menudo los cartografía jun-
t 2VFKJHBSFT Quercus canariensis y Quercus faginea s.l.) y melojares
tos) el 11,2% del paisaje potencial del
(Quercus pyrenaica) (11,2%) en sustratos ácidos
dominio. Los melojares, estrictamente
t $PTDPKBMFT Quercus coccifera, potencialmente 7,2%)
silicícolas y muy frecuentes en la penín-
sula ibérica, aparecen exclusivamente en t .FMPKBSFT Quercus pyrenaica) (3% aprox.) en sustratos ácidos
este dominio climático en Marruecos con t -PSFSBT Prunus lusitanica subsp. lusitanica)
carácter finícola. Finalmente, en zonas t &ODMBWFTDPOQSFTFODJBOPUBCMFEFBCFEVMFT Betula alba subsp.
montañosas con elevadas precipitacio- fontqueri), arces (Acer monspessulanum), acebos (Ilex aquifolium) y
nes aparecen cedrales húmedos (Cedrus tejos (Taxus baccatta)
atlantica, 10,7%).

34
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

La presencia de sustratos ácidos (esquistos, areniscas) y básicos (rocas carbonata-


das, calcarenitas, calizas dolomíticas, dolomías), de bioclimas húmedos y perhúme-
dos, de una zonificación altitudinal desarrollada, así como de una tendencia climática
subtropical húmeda, explica la complejidad de sus formaciones vegetales potencia-
les. Se trata de un territorio muy favorable para el refugio de comunidades de origen
diverso, en el que conviven paisajes forestales mediterráneos de montaña, algunos de
los cuales nos recuerdan aquellos de la zona europea submediterránea. Entre estas
formaciones rifeñas relictas, destacan el pinsapar de Abies pinsapo subsp. maroc-
cana (potencialidad en el 5,9% del dominio) y, muy localmente, las formaciones de
laureles (Prunus lusitanica), tejos (Taxus baccata), acebos (Ilex aquifolium) o abedules
(Betula alba subsp. fontqueri). Prácticamente todas las formaciones de estas espe-
cies de origen septentrional, que resultan muy raras en el paisaje de Marruecos, se
concentran en este Dominioif. En este dominio se encuentra prácticamente la totali-
dad (96,1%) de los pinsapares potenciales en Marruecos. El pino negral (Pinus pinas-
ter subsp. hamiltoni var. maghrebiana, 1,2%) tiene aquí una de sus manifestaciones
más interesantes sobre calcarenitas, en el entorno de los pinsapares.

Unidades de vegetación actual


Actualmente, este es uno de los dominios que conserva mayor superficie de bosques
en Marruecos (28,7%). Según la cartografía del IFN (1996), el 45,7% de sus bosques
son en la actualidad alcornocales y el 31,4% encinares. Con un menor peso en el
paisaje aparecen los cedrales, que cubren el 3,7% de la superficie del dominio. Las
condiciones pluviométricas muy favorables de este dominio permiten el desarrollo de
los bosques más mesófilos de Marruecos con especies tales como Abies maroccana
(2944 ha, 3,1% de los bosques), Cedrus atlantica (12.138 ha, 12,8% de los bosques),
Quercus faginea s.l. (4131 ha, 4,3% de los bosques) y Quercus pyrenaica (869 ha,
0,9% de los bosques). Son bosques que ocupan superficies limitadas y muestran
alguna relación con los grupos característicos de la Europa submediterránea. Las
vertientes relativamente menos favorables están pobladas de bosques esclerófilos,
alcornocales (Quercus suber) y encinares (Quercus rotundifolia) mesófilos. Local-
mente aparecen pinares de Pinus pinaster var. maghrebiana (1,5% de los bosques
del dominio) y poblaciones de Pinus nigra var. mauretanica en dolomías tableadas y
orientaciones norte.

Dominio subhúmedo del pedimento del Rif occidental

Descripción de las principales características climáticas


Zona compacta de 11.556 km2 que contiene las elevaciones menores del Rif, en su
mayor parte sedimentarias, desde los pedimentos de la cadena montañosa hasta la
costa. Los tipos de aridez FAO-PNUMA principales son Sub-hSub-h Precipitación re-
lativamente alta, con una estación per-húmeda de noviembre a marzo y una estación
con sequía relativa entre mayo y septiembre. Por ello, el contraste estacional es muy
marcado, aunque la estación húmeda domina claramente sobre la seca. Temperaturas
suaves y sin heladas.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Este dominio climático del piedemonte del Rif se extiende por el 77,7% del terri-
torio de la Ecoregión Rifeña aunque sólo representa el 3,2% del área de estudio.
Es mucho más uniforme que el dominio anterior del Rif, al que rodea en las zonas
basales, especialmente hacia el oeste y en la fachada atlántica. Su paisaje poten-
cial estaría caracterizado esencialmente sólo por dos formaciones que se reparti-
rían equitativamente el territorio: las Maquias (“Brousses”) de Acebuche-Lentisco-
Palmito (Olea-Pistacia-Chamaerops) y los alcornocales subhúmedos. Según Em-
berger (1939) representarían potencialmente el 48,7% y el 40,5% respectivamente
de la superficie del dominio. Las maquias podrían presentar dispersos algunos

35
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

algarrobos (Ceratonia siliqua), coscojas (Quercus coccifera), madroños (Arbutus


unedo), labiérnagos (Phillyrea latifolia) y alcornoques (Quercus suber). Los alcorno-
cales aparecen en mosaico con las maquias compartiendo el espacio cuando los
suelos no son excesivamente arcillosos. También coexisten a menudo con forma-
ciones de Tetraclinis articulata (6,1% del dominio) en los valles más secos. Aunque
Emberger interpretó como coscojares sólo el 0,2% del territorio, otros autores (Be-
nabid, com. pers.) piensan que estas formaciones y los acebuchales pudieran ser
potencialmente mucho más relevantes, estimando que la maquia tiene un carácter
secundario (etapa de sustitución). Localmente en las zonas más húmedas pueden
aparecer quejigares (Quercus faginea s.l., incl. Q. canariensis) y vegetación ripícola
de Alnus glutinosa.

El conjunto del territorio del dominio es potencialmente forestal. Sin embargo, se re-
siente el impacto de la presión antropozogena sobre las estructuras de vegetación
potencial de este nivel a baja altitud. Algunos ecosistemas han sido desmontados en
el conjunto de su territorio (maquias y acebuchales), mientras que otros están muy
deteriorados (algunos coscojales, alcornocales…). Actualmente, los más numerosos
son los de Quercus suber, así como las maquias de acebuche, lentisco y palmito, y
en algunas zonas los de Quercus coccifera. Los demás presentan pequeñas exten-
siones o se reparten simplemente en morabitos, enclaves con vegetación climácica
primitiva, cuya presencia en pleno paisaje agrícola ha permitido recomponer cuidado-
samente el mosaico paisajístico de la vegetación original. En efecto, se trata de clímax
muy densos e impenetrables debido al papel importante desempeñado por diversas

t .BRVJBTSJGF×BTEF"DFCVDIF-FOUJTDP1BMNJUP Olea-Pistacia-Chamaerops) con


presencia de algarrobos (Ceratonia siliqua), coscojas (Quercus coccifera), labiernagos
(Phillyrea latifolia). Representan según Emberger el 48,7% de este dominio. También
coexisten a veces con formaciones de Tetraclinis articulata (6,2%).
t "MDPSOPDBMFT Quercus suber) subhúmedos y húmedos de Yebala y del Rif, sobre
sustratos silíceos (esquistos, arenisca, arena, calizas del Villafranquiense). Ocuparían
potencialmente el 40,5% del dominio.
t &ODJOBSFT Quercus ilex subsp. rotundifolia): poco extensos (1,8%), no son característicos
de este dominio.
t 2VFKJHBSFT Quercus canariensis) (1,2% aprox.) sobre sustratos areniscos del “Tangérois”.
t 7FHFUBDJØOIBMØýMBDPTUFSB  

36
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

especies de lianas termófilas en estos ecosistemas maduros. Este dominio destaca


entre los demás por la cantidad y la diversidad de estos enclaves, cuyas superficies
pueden variar entre algunas áreas y varias hectáreas alrededor de los mausoleos o
cementerios. Se componen de acebuches sobre sustrato margoso, o de coscojas
sobre calizas o flysch, cuyos especímenes pueden alcanzar hasta los 15 m de altura,
o de alcornoques sobre arenisca, o de araares sobre calizas, o de encinas y a veces
de pinos carrascos sobre calizas.

Unidades de vegetación actual


A pesar de que el conjunto del dominio es potencialmente forestal, sólo el 12,7% de
la superficie del mismo está cubierta de bosques en la actualidad. Como el IFN no
ha cartografiado las maquias no disponemos de datos sobre la persistencia de este
tipo de formación, que según Emberger, ocuparía potencialmente la mayor parte del
territorio. Actualmente los bosques que predominan en este dominio climático son los
alcornocales (122.388 ha, 83,7% de los bosques de esta unidad que ocupan el 10,6%
de la superficie de la misma) y los encinares (19.013 ha, 13% de los bosques). Con mu-
cha menor importancia aparecen formaciones dispersas de Tetraclinis, Pinus pinaster
o Quercus faginea s.l.

ECOREGIÓN OCEÁNICA

La Ecoregión Oceánica ocupa el 80,9% de la Ecozona Me-


diterráneo-Oceánica y el 17,2% del área de estudio. Está
caracterizada por una vegetación mediterránea afectada
por una singular influencia climática oceánica que se tra-
duce en nieblas y humedad ambiental (rocío y precipitacio-
nes horizontales). Ello permite la presencia de alcornocales
en ambientes formalmente semiáridos (de acuerdo con las
precipitaciones registradas, que no consideran estos apor-
tes) sobre arenales marítimos fósiles. La vegetación más
característica son las maquias mediterráneo-esclerófilas
de alta diversidad y se registra hacia el sur una significati-
va influencia subtropical macaronésica que permite la pre-
sencia de bosques relictos de la sapotácea paleotropical
Argania spinosa acompañados por cardonales y tabaiba-
les (Euphorbia spp., Kleinia spp.). Los paisajes están muy
transformados por la agricultura, sobre todo en la parte
norte de la ecoregión. Se pueden diferenciar tres tipos de paisaje según la vegetación
dominante: 1.- Los alcornocales semiáridos sobre arenales sublitorales y playas
fósiles de Jebala, el Bajo Loukhos, el litoral del Rharb y la Mamora. En esta zona
son frecuentes los humedales litorales. 2.- Las maquias litorales de Acebuche-
Lentisco-Palmito que se localizan en las mesetas sedimentarias litorales atlánticas
de Doukkala, Abda y Chaouia; sobre sustratos carbonatados (calizas marinas ter-
ciarias) a menudo con araar (Tetraclinis articulata) en Haha, Chiadma y Cabo Rhir;
sobre Vertisoles (suelos negros arcillosos-montmorillonita), en las cuencas de los ríos
Sebou y Ouerrha; sobre suelos arenosos sublitorales y playas fósiles de Jebala, el
Bajo Loukhos, el litoral del Rharb y la Mamora. Son frecuentes pequeños humedales
litorales y aparecen sabinares litorales (Juniperus phoenicea subsp. turbinata) sobre
arenales en Essaouira. 3.- Los bosques mixtos de araar y argan que a menudo
presentan acebuches endémicos (Olea europea subsp. maroccana). Con frecuencia
aparecen en mosaico con formaciones puras de araar (Tetraclinis articulata), en cabo
Rhir, y las maquias anteriormente descritas, sobre todo cerca del litoral (montes de
Ida-u-Tanant). Hay zonas de transición con azufaifos (Ziziphus lotus) hacia la llanura
de Haouz- Tadla.

37
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

t Maquias sublitorales de Acebuche-Lentisco-Palmito (Olea-Pistacia-Chamaerops) ligadas a las depresiones arcillosas,


los vertisoles (“Tirs”) y las mesetas sedimentarias carbonatadas cercanas al litoral atlántico. Presencia de algarrobos
(Ceratonia siliqua) y de coscojas (Quercus coccifera), a veces asociados con araar (Tetraclinis articulata). Paisajes muy
transformados por los cultivos cerealistas (38,7%)
t Arganales dominantes en el paisaje desde el norte de Essaouira hasta Guelmim. Potencialmente 28,9% del dominio y
41,2% de todas las formaciones de Argania spinosa en Marruecos.
t Alcornocales semiáridos y subhúmedos sobre sustratos silíceos (esquistos, areniscas, arenas) (10,4%)
t Bosques de araar sobre suelos drenados a orillas de los oueds en la zona interior de la franja septentrional del dominio
y por encima del argán en el Alto Atlas y el Anti-Atlas (5,7%)
t Sabinares negrales del litoral, puros o mezclados con el araar o el argán (0,8%)
t Formaciones macaronésicas de tabaibas y cardones al sur de Essaouira y hasta el piedemonte del Anti-Atlas.
t Formaciones de dragos (Dracaena draco subsp. ajgal) no mencionadas por Emberger: formaciones endémicas muy
escasas en zonas reducidas del alto Oued Massa

Dominio semiárido de la costa Atlántica

Descripción de las principales características climáticas


Zona muy extensa (44.103 km2), bajo influencia marítima y formada sobre todo por
llanuras litorales. Su mayor parte está situada en la fachada occidental del área de
estudio, expuesta directamente a los vientos sinópticos procedentes del Atlántico.
Por afinidad numérica durante el proceso de clasificación, este dominio incluye tam-
bién algunas manchas situadas en el litoral mediterráneo que reciben directamente
vientos húmedos del nordeste durante el paso de los frentes ciclónicos invernales. El
tipo FAO-PNUMA dominante es Semiárido (79%), seguida por el Árido (16%), cuya
importancia aumenta hacia el sur.

La precipitación registrada en estaciones es moderada, pero hay que resaltar la


importancia de una precipitación horizontal en forma de nieblas asociadas con los
vientos marítimos del Atlántico. Ésta es difícil de cuantificar, pero se puede asumir
que la precipitación total anual excede muy probablemente las cifras manejadas
aquí. El contraste estacional está bien definido, ya que la proximidad a la costa
favorece una suave oscilación térmica tanto diaria como anual. La estación seca
predomina ligeramente sobre la húmeda, ya que se extiende desde abril hasta
octubre.

38
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Arganias (Argania spinosa)


Anti Atlas © A. Benabid

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


En el conjunto de su territorio, el dominio se caracteriza por una vegetación mediterránea
situada en la franja meridional y compuesta por elementos macaronésicos. Este dominio
supone un 70,1% de la Ecoregión Oceánica. Respecto al total del área estudiada de Ma-
rruecos representa un 12,1%. En la franja norte del dominio, la naturaleza de los sustratos
explica el reparto de los ecosistemas: los alcornocales (Quercus suber) se desarrollan en
las arenas, los esquistos y las areniscas (potencialmente el 10,4% del dominio); los sus-
tratos margosos o muy arcillosos están colonizados por las maquias y los acebuchales,
que representan la vegetación más extendida potencialmente en el dominio (38,7%). En
este nivel, los bosques de araar (Tetraclinis articulata) cubren las pendientes bien dre-
nadas de las orillas de los oueds, protegidas de la influencia del océano, extendiéndose
en una porción reducida (5,7%) del territorio. En el sur aparecen las formaciones de la
sapotácea paleotropical endémica Argania spinosa. El 41,2% de los bosques potenciales
de argán de Marruecos se localizan en este dominio. Las formaciones adehesadas de
argán, que también aparecen en otros dominios de esta Ecoregión Oceánica, represen-
tan potencialmente un 28,9% del dominio. En el piedemonte del Alto Atlas occidental, el
araar (Tetraclinis articulata, 5,7% del territorio) sustituye en altura el argán. En efecto, en
estas condiciones bioclimáticas fuertemente influenciadas por el océano en el litoral del
dominio, los elementos mediterráneos aún presentes conviven con elementos macaro-
nésicos, generalmente crasuláceos, de hojas pequeñas, o filos. Entre éstos, cabe desta-
car Senecio anteuphorbium, Euphorbia beaumierana (en el norte de Agadir), Euphorbia
echinus (en el sur de Agadir y hasta Boujdour) y Euphorbia regis-jubae. En la franja del
Anti-Atlas localizada en este dominio, el argán domina el paisaje, junto con un enclave
rupícola relictual con dragos (Dracaena draco subsp. ajgal) en el valle del río Umarhuz,
entre Tiznit y Tafraut.

Unidades de vegetación actual


Según la cartografa de bosques del IFN, las formaciones de Argania spinosa son las
que mayor peso alcanzan actualmente en los paisajes de este dominio. Se trata de
un territorio muy deforestado que sólo conserva un 11,9% de superficie forestal. Los
arganales suman 333.413 ha y representan el 63,7% de los bosques de esta unidad
climática, muy por encima del peso paisajstico que se suponía potencial. Estas forma-
ciones adehesadas de bosques frutales que permiten los cultivos intercalados y son
muy apreciadas por la población rural parecen haber resistido comparativamente mejor
que otros bosques ante el proceso generalizado de roturación y puesta en cultivo. En
segundo lugar y con una importancia similar, aparecen en este dominio los alcornocales
y las formaciones de araar (Tetraclinis articulata) con unas 900 ha cada una y un peso
en el dominio entorno al 2% de la superficie, un 17% de los bosques que aún persisten.
En cuanto a los sabinares negrales, se desarrollan en las dunas litorales, en particular
en aquellas localizadas en Mehdya y Essaouira (2,2% de los bosques de este dominio).

39
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Dominio árido de la costa Atlántica

Descripción de las principales características climáticas


Zona correspondiente a la franja litoral atlántica que bordea el Anti-Atlas por el oes-
te. Su aridez se ve atenuada por la influencia marítima, que proporciona un aporte
adicional de humedad, difícil de cuantificar, en forma de precipitación horizontal. Su
totalidad corresponde al tipo Árido según la clasificación de FAO-PNUMA. La sequía
relativa se extiende a todo el año, con una ligera atenuación durante el débil máximo
de precipitación alrededor del solsticio de invierno.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


El Dominio árido de la costa Atlántica se extiende a lo largo del litoral, al sur de Aga-
dir, hasta las primeras pendientes del Anti-Atlas. Ocupa una superficie de 11.329 km2
que representa el 18,0% de la Ecoregión Oceánica y un 3,1% del territorio marroquí
considerado. En la parte septentrional del dominio, el paisaje está dominado por las
formaciones sabanoides de argán (Argania spinosa) que se extienden por el bajo valle
del Sous (Souss-Massa) y la zona de Ifni-Tan-Tan (desembocadura del Oued Draa).
Responden a un ambiente subtropical macarónesico y subsahariano. El paisaje está
presidido por bosques más o menos abiertos y adehesados de argn, centrados en
el valle del Sous (áreas oceánicas y del sur del Alto Atlas y noroeste del Anti-Atlas),
que representan potencialmente el 60,6% del dominio. Aunque son característicos de
este dominio, penetran en el dominio semiárido circundante, anteriormente descrito.
A menudo presentan acebuches endémicos (Olea maroccana).

Más al sur, el argán se refugia en los oueds secos, antes de dejar paso, junto con las
“graras o dayas”, a formaciones de zumaque (Rhus tripartitum) entre Tarfaya y Bou-
jdour. En esta franja meridional del dominio, las formaciones vegetales dominantes
siguen siendo mediterráneas, pero conviven con numerosas especies macaronési-
cas o saharianas. La zona costera cuenta con una presencia singular y significativa
de cardonales y tabaibales, con flora de raíz macaronésica (Euphorbia officinarum
subsp. echinus, E. obtusifolia subsp. regis-jubae, Kleinia anteuphorbium). Estas for-
maciones contactan con las acacias en el bajo Draa y hacia el sur (ya fuera de la zona
estudiada en este trabajo) predominan las formaciones saharianas oceánicas (Tarfaya
Smara, Laâyoune-Tantan, Zemmour, Adrar Sottouf, Boujdour-Dakhla) y las estepas
saharianas dominadas por acacias (Acacia tortilis subsp. raddiana y, en mucho menor
medida, A. ehrenbergiana) con algunos elementos paleotropicales relicticos (Calotro-
pis, Maerua, Balanites, Faidherbia albida, etc.). La vegetación sahariana representa un
39,3% del paisaje del dominio.

40
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Unidades de vegetación actual


Según el mapa de bosques del IFN, las formaciones de Argania spinosa son el único
tipo de bosques que aparecen en este dominio. En dicho inventario se cartografían
50.000 ha, que sólo suponen el 4,4% del territorio de este dominio, uno de los más
deforestados de Marruecos. Las formaciones saharianas y las comunidades singu-
lares macaronésicas descritas en el apartado anterior, no aparecen cartografiadas
en el IFN.

t "SHBOBMFTEPNJOBOUFTFOFMQBJTBKFEFTEF"HBEJSIBTUB(VFMNJN  øEFUFSSJUPSJP
potencial en el dominio). Hacía el sur, poblaciones o especímenes aislados observados en
los oueds secos o en las depresiones.
t 7FHFUBDJØOTBIBSJBOBRVFSFQSFTFOUBQPUFODJBMNFOUFFM EFMEPNJOJP&TUÈ
fuertemente condicionada por la geomorfología y constituida fundamentalmente por:
– Formaciones climácicas dominadas por Rhus tripartitum en los oueds secos y las
depresiones o graras (“dayas”), ricas en elementos finos. Estos ecosistemas originales
sustituyen los de argán hacía el sur.
– Tamaricáceas compuestas por diversas especies de Tamarix rupícolas, debido a su
ubicación en las orillas de oueds de agua dulce o salada y en los sebkhas (depresión
de agua salada).
t &TUFQBTEFRVFOPQPEJÈDFBTZ[JHPýMÈDFBTFOMPTSFHT Arganal (Argania spinosa),
Tafraout, Anti-Atlas
© A. Benabid

41
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Zona transicional Atlántico-Sahariana

Descripción de las principales características climáticas


Mancha compacta de 7512 km2 al sur del Anti-Atlas que define el gradiente entre
las componentes oceánica y continental del clima desértico del Sahara. Toda ella
corresponde al tipo Árido de la clasificación FAO-PNUMA. Recibe una modesta pre-
cipitación invernal que, sin embargo, no evita que su sequía relativa dure todo el año.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Esta Zona Atlántico-Sahariana, de transición al Dominio Sahariano, presenta ejempla-
res aislados de Argania spinosa (en el 3,5% de la superficie del dominio) pero su vege-
tación es en un 96,5% coincidente con la sahariana. Los elementos mediterráneos y
macaronésicos que se extienden desde las zonas litorales van desapareciendo a me-
dida que se incrementa la continentalidad. En la franja occidental de este dominio de
transición, elementos florísticos mediterráneos coinciden con elementos saharo-síndi-
cos, sin convivir juntos: los primeros (Argania spinosa, Euphorbia officinarum subsp.
echinus, Acacia gummifera…) coronan los montes, mientras que los segundos (Acacia
raddiana, Acacia ehrenbergiana, Balanites aegyptiaca…) cubren los pedimentos y los
valles. En la franja oriental del dominio, sólo el argán, reducido a algunos individuos, es
capaz de aventurarse en los oueds en medio de los grupos saharianos.

Unidades de vegetación actual


De acuerdo con el mapa de bosques de IFN en esta zona climática no existen
bosques lo cual concuerda con los paisajes potenciales asignados por Emberger.

t 7FHFUBDJØOTBIBSJBOBGVFSUFNFOUFDPOEJDJPOBEBQPSMBHFPNPSGPMPHÓB  EFM
dominio) y constituida principalmente por:
– Formaciones climácicas de Acacia raddiana, Acacia ehrenbergiana, Balanites
aegyptiaca
– Tamaricáceas compuestas por diversas especies de Tamarix rupícolas, debido a su
ubicación en las orillas de oueds de agua dulce o salada y en los sebkhas (depresión
de agua salada).
– Estepas de quenopodiáceas y zigofiláceas en los regs
t "SHBOBMFTSFQBSUJEPTFOQPCMBDJPOFTEJTQFSTBT  EFMQBJTBKFQPUFODJBMEFMEPNJOJP 
hacia el este, y reducidos luego en poblaciones o especímenes aislados en los oueds
secos, en asociación con las acacias.

42
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Ecozona Mediterránea

Esta ecozona ocupa más de la mitad del territorio ma-


rroquí estudiado, unos 217.861 km 2 (59,6%). Constituye
una banda que comunica con la Ecozona Mediterráneo-
Oceánica hacia el este. Estas dos bandas mediterráneas
se extienden en paralelo a la costa atlántica y reúnen, en
Marruecos, todos los climas y vegetaciones típicamente
mediterráneos. La disponibilidad de agua es el aspecto
principal que justifica su subdivisión. Los ecosistemas
montañosos y la importancia de las lluvias orográficas,
o de la sombra de lluvias relacionada con efectos panta-
lla, o de la distancia al océano, son los principales facto-
res responsables de la diferenciación de tres ecoregio-
nes: mediterránea, xerotermófila, donde predominan los
ambientes semiáridos y subhúmedos, principalmente de
baja altitud; atlásica, de montaña, mayoritariamente sub-
húmeda, localmente húmeda y, finalmente, semiárida fría
en las zonas de alta montaña; y de las altas mesetas
orientales, áridas y semiáridas, reuniendo al este las montañas del Atlas y con un
marcado carácter de transición hacia los ecosistemas saharianos.

ECOREGIÓN MEDITERRÁNEA

En Marruecos, los ambientes mediterráneos más típicos


son mayoritariamente semiáridos y se extienden por el
piedemonte de los sistemas montañosos, desde la costa
mediterránea, al norte, hasta el Anti-Atlas, al sur. Esta
ecoregión es la mayor de Marruecos con 129.399 km 2;
supone un 59,4% de la ecozona Mediterránea y un 35,4%
del territorio marroquí estudiado. Aunque predominan los
ambientes semiáridos, en ella se encuentran ambientes
xerotermófilos, semiáridos, secos y, a veces, subhúme-
dos. Las diversidades geomorfológicas (llanuras, mese-
tas, piedemontes, montañas de baja altitud), litológicas
(calizas, dolomías, margas, areniscas, esquistos, basal-
tos, granitos…) y bioclimáticas explican la marcada hete-
rogeneidad de las estructuras de los tipos de vegetación
potencial (bosques, prebosques, preestepas). Estas va-
riaciones han permitido diferenciar tres dominios ordena-
dos altitudinalmente. En todos ellos son características
y frecuentes las formaciones de Tetraclinis. En cambio, mientras que en las llanuras
aparecen formaciones preestépicas de almácigos, de Acacia gummifera, de argán,
etc., en el piedemonte del Atlas empiezan a dominar los encinares.

Dominio semiárido de llanuras y mesetas

Descripción de las principales características climáticas


Extensa zona climática de 80.098 km2 que refleja bien la influencia mediterránea en
relieves llanos de baja altitud. Está interrumpida o bordea las principales cadenas
montañosas, lo que la hace aparecer como disjunta. El Rif y el Atlas Medio la separan
en dos sub-zonas, de modo que la oriental bordea la costa mediterránea y la occi-
dental ocupa una banda sub-litoral alejada de la influencia atlántica. Las principales

43
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

clases FAO-PNUMA son Semiárido (79%) y Árido (19%). La precipitación ocurre pre-
deciblemente en invierno y primavera, y es prácticamente nula en verano. La tempe-
ratura puede alcanzar valores altos en esta estación seca, dando lugar a una sequía
relativa importante entre abril y octubre.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Este dominio climático semiárido es el más extenso de la Ecoregión Mediterránea, re-
presentando el 61,9% de la misma y el 21,9% del conjunto del área de estudio. Ma-
rruecos es probablemente el país de la cuenca mediterránea donde mayor extensión y
diversidad alcanzan los ambientes semiáridos. En el Rif oriental y PreRif mediterráneos,
incluyendo las montañas de Beni-Snassen y las llanuras termomediterráneas, predomi-
nan las formaciones de araar (Tetraclinis articulata) y las maquias de Acebuche-Lentis-
co-Palmito. La zona árida rifeña de la llanura de Gareb, que forma parte de este domi-
nio, es un enclave árido, situado al sur de Melilla, con formaciones esteparias similares
a las de las Altas Mesetas. En las Cuencas medias del Sebou y Ouerrha, sobre suelos
negros arcillosos (vertisoles con montmorillonita) dominan las maquias de Acebuche-
Lentisco-Palmito. Son paisajes muy transformados por los cultivos cerealistas. En la
meseta de los fosfatos y del Pays Zaër-Zaiane se presenta un mosaico y catena altitu-
dinal con formaciones semiáridas de araar (Tetraclinis articulata), encinares y alcorno-
cales. Los alcornocales y encinares claros semiáridos de esta ecoregión, sobre rocas
compactas (cuarcitas, granitos, esquistos, conglomerados), van acompañados de tizra
(Rhus pentaphylla), azufaifos y Pistacia atlantica (Boulhaut, Ain Guernounch, valle de
Korifla). La cubeta interior árida de Haouz-Tadla (cuencas medias de Oued Tensif y Oum
er Rbia), presenta materiales de relleno cenozoico. El ambiente es árido, predesértico,
con presencia de azufaifos (Ziziphus lotus) y acacias arbustivas (Acacia gummifera).

Amplias zonas al pie del Atlas se han puesto en regadío con grandes cambios pai-
sajísticos. En el valle del Souss, las arganias se presentan también en estos ambien-
tes semiáridos en mezcla con Tetraclinis. Consecuentemente, pueden reconocerse
bastantes matices en este dominio que se traducen en la dominancia de formaciones
vegetales diferentes en su paisaje vegetal potencial: azufaifares (Ziziphus lotus) con
Acacia gummifera en la llanura de Haouz-Tadla y azufaifares (Ziziphus lotus) y esparta-
les con almácigos (Pistacia atlantica) en la cuenca del Moulouya (globalmente poten-
ciales en el 37,5% del dominio). Formaciones de argán (Argania spinosa) en el extremo
meridional del dominio (valle del Souss), representan potencialmente el 12,6% de la
superficie del dominio, pero concentran el 32,8% de las formaciones de esta especie
en Marruecos. Bosques abiertos de araar (Tetraclinis articulata), potencialmente el
21,3% del dominio, lo cual supone prácticamente la mitad (46,4%) de los bosques
de esta especie en Marruecos. Maquias de lentisco, acebuche y palmito (14,6%) e

44
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

incluso algunos alcornocales semiáridos (6,2%), que son una prolongación de los Encinar (Quercus rotundifolia)
© A. Benabid
alcornocales semiáridos del Dominio semiárido de la costa Atlántica.

En resumen, este dominio ofrece, en la mitad norte, unos tipos de vegetación prin-
cipalmente termo-xerófilos, constituidos por elementos florísticos mediterráneos. En
gran parte de su mitad sur, las dos especies endémicas marroquíes de origen tropical
(Argania spinosa y Acacia gummifera) son las que sustituyen las primeras.

Unidades de vegetación actual


Este enorme dominio climático semiárido parece ser el más afectado por la defores-
tación. Solo presenta en la actualidad, según los datos de IFN, 757.194 ha de bosque
frente a las 8 millones de hectáreas potenciales, es decir, el 9,5% de la superficie del
dominio. La vegetación actual está integrada por bosques de características diver-
sas que se reparten en un territorio muy extenso, más o menos homogéneo desde
un punto de vista climático. Los más extendidos son los arganales (35,5% de los
bosques del dominio aunque sólo ocupan un 3,4% del territorio), seguidos por las
formaciones de araar (22,5% de los bosques, 2,1% de la superficie del dominio), los
encinares (1,3% del área del dominio) y los alcornocales (1%).

t Maquias de Acebuche-Lentisco-Palmito, y acebuchales presentes en toda la zona del PreRif,


la llanura del Saïs, una parte de la Meseta central y otra de Chaouia (14,6% de potencialidad en el dominio)
t Coscojales situados en el norte oriental del dominio, no mencionados en el mapa de Emberger
t Bosques de araar, incluyendo casi la mitad de las formaciones marroquíes de este tipo y repartidas en tres grandes
zonas: la región Oriental, la Meseta central, los Ida Ou-Tanane y macizos de los Jbilettes. Potenciales en el 21,3% de la
superficie del dominio
t Sabinares negrales en las dunas de Saïdia en la región Oriental
t Formaciones de almácigos, de Pistacia atlantica con Ziziphus lotus, situados en las llanuras y las mesetas de la región
Oriental y formaciones de acacias Acacia gummifera ocupando casi toda la meseta de los fosfatos. Potencialidad de las
formaciones esteparias en el dominio según Emberger: 37,5%
t Pinares de Pinus halepensis en los territorios de araar, de coscojales y de encinares en el norte oriental del dominio (0,1%
de la superficie del dominio)
t Alcornocales localizados en algunas zonas del PreRif y en la Meseta central, relictuales al este de Alhucemas (6,2% de la
superficie del dominio)
t Encinares situados en la franja oriental de la Meseta central (2,9%)
t Arganales cubriendo los valles internos y los niveles inferiores de las vertientes del Alto Atlas y del Anti-Atlas; localizados
en dos pequeños hábitats, el primero en la región Oriental cerca de Berkane y el otro en la Meseta central al este de
Rabat (12,6%)

45
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Dominio semiárido de zonas medias

Descripción de las principales características climáticas


Zona disjunta de 33.513 km2 que corresponde a un gradiente altitudinal ascendente
respecto a la anterior y agrupa relieves abruptos en laderas medias de las principales
cadenas montañosas, tanto más umbrías cuanto más al sur. La práctica totalidad del
territorio (98%) es Semiárido según la clasificación de FAO-PNUMA. La precipitación
tiene dos máximos bien definidos en marzo y diciembre. La temperatura alcanza valo-
res altos en verano, produciendo una sequía relativa entre mayo y septiembre. El con-
traste estacional es por tanto elevado, y las estaciones con superávit y déficit hídrico
son comparables.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


El Dominio semiárido de zonas medias ocupa el 25,9% de la Ecoregión Mediterránea, y
el 9,2% del territorio marroquí incluido en este trabajo. Paisajísticamente, en este dominio
empiezan a cobrar importancia los encinares (potencialmente el 19,8% del dominio) que
luego serán más abundantes a medida que se asciende por las laderas del Atlas. La encina
es en Marruecos una especie relacionada con las montañas, porque sólo en esas zonas
encuentra la humedad que necesita y resulta competitiva frente a alcornoques o araares,
que son más termófilos y no soportan el frío. En los paisajes potenciales siguen dominando

Formaciones con presencia potencial significativa:


t Bosques de araar de la región Oriental, de los piedemontes norte y sur del Alto Atlas, y de las vertientes occidentales
de altitud media del Anti-Atlas (28,7%)
t Encinares presentes en grandes extensiones en la región Oriental y el Alto Atlas (19,8%)
t Sabinares negrales en los valles internos del Atlas y piedemontes sur del Anti-Atlas (14,5%)
t Formaciones esteparias con Ziziphus lotus, Pistacia atlantica y Rhus tripartitum (25,8%), situadas en las llanuras y las
mesetas de la región Oriental, y Acacia gummifera en el piedemonte del Atlas de Béni Mellal
Otras formaciones con presencia reducida:
t Acebuchales situados en toda la franja de Taza y la llanura de Tadla
t Coscojales presentes en el norte oriental del dominio y entremezclados entre los bosques de araar y las encinas
t Pinares de Pinus halepensis aislados en los territorios de los bosques de araar, de los coscojales y de las encinas
t Pinares de Pinus pinaster var. maghrebiana a nivel de las encinas
t Alcornocales en el Atlas Medio oriental
t Arganales altícolas en las vertientes sur del Alto Atlas y las cumbres de vertientes norte del Anti-Atlas

46
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

los bosques más o menos abiertos de araar (Tetraclinis articulata, 28,7%) y también juegan
Sabinar albar (Juniperus
un papel relevante los sabinares negrales (Juniperus phoenicea, 14,5%), mejor adaptados thurifera), Lahwanit, Alto Atlas
que el araar a los ambientes contrastados continentales. Estas tres formaciones vegetales de Imilchil © A. Benabid.
son las únicas que resultan estadísticamente significativas para este dominio. Además
merece citarse una presencia relevante de espacios ocupados por vegetación de carácter
estepario (25,8%), que es más característica de la Ecoregión de las Altas Mesetas.

La parte alta del macizo del Anti-Atlas forma parte del extremo meridional de esta
unidad, rodeado por el Dominio semiárido de llanuras y mesetas. La catena del Anti-
Atlas comienza con formaciones de Tetraclinis, con Argania spinosa en la cara norte
y sabinares negrales (Juniperus phoenicea) en la sur. Se presentan encinares en las
cumbres, alcanzando gran altitud en el macizo de Kest.

El dominio constituye una zona intermedia, muy heterogénea, en la que el araar em-
pieza a ceder terreno a la encina, debido al frío que hace a estas alturas, o a la sabina
negral, a causa de la continentalidad en los valles internos. Sin embargo, las grandes
amplitudes latitudinales y altitudinales permiten la presencia de una multitud de forma-
ciones potenciales. En efecto, estas tres principales formaciones conviven con ace-
buchales (Tadla), coscojales (Béni Snassène), alcornocales (Atlas Medio oriental), sa-
binares albares (grandes alturas del Alto Atlas), cipresales de Cupressus atlantica (Alto
Atlas occidental), formaciones de acacias Acacia gummifera (piedemonte del Tadla,
meseta de los fosfatos) y arganales altcolas. Los pinares de Pinus halepensis o de
Pinus pinaster var. maghrebiana se encuentran a nivel del territorio de las encinas más
o menos abiertas en el Alto Atlas central. Las zonas más áridas están pobladas por
formaciones de Rhus tripartitum, Ziziphus lotus, a veces asociadas a Pistacia atlantica.

Unidades de vegetación actual


Este dominio no ha sufrido tanto la deforestación como el anterior. Todavía persiste
un 17,2% cubierto de bosques (577.013 ha). Los mejor representados, según los da-
tos de IFN, son los encinares (60,5% de los bosques de esta unidad, que ocupan el
10,4% de la misma) seguidos por las formaciones abiertas de Tetraclinis (14,5% de
los bosques) y los sabinares negrales (60.806 ha, 10,5% de los bosques del dominio).
Con menor presencia, IFN cartografía formaciones de pino carrasco (4,8% de la su-
perficie forestal del dominio), arganales, espartales, formaciones singulares relictas
de Cupressus atlantica (3313 ha) y sabinares albares. Este es el dominio en el que hay
actualmente más hectáreas -27.494- de pinares de pino carrasco.

47
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Dominio semiárido o subhúmedo-seco de zonas altas

Descripción de las principales características climáticas


Zona relativamente montañosa de 15.788 km2 asociada con posiciones elevadas
en un gradiente altitudinal de precipitación bajo clima mediterráneo. Es disjunta
y comprende las estribaciones orientales del Rif y las orientales del Atlas Me-
dio, y también pequeñas manchas tanto en el Alto Atlas como en la transición
orográfica al Atlas Telliano. Los tipos FAO-PNUMA dominantes son Semiárido
(48%), Sub-hSub-h Recibe una precipitación importante durante la época fría,
con máximos definidos en marzo y noviembre que producen una estación de
superávit hídrico, que predomina claramente sobre la sequía relativa asociada
con el verano. Las temperaturas muestran una oscilación estacional importante,
pero sin heladas regulares en invierno.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Este dominio incluye las zonas montañosas de altitud media y las áreas del piede-
monte del Atlas, por lo que constituye una zona de transición hacia la Ecoregión
Atlásica. Presenta una gran heterogeneidad desde el punto de vista ecológico y
paisajístico, ya que reúne formaciones xerófilas y otras claramente mesófilas. Los
encinares (Quercus rotundifolia) (40,0% del paisaje potencial) constituyen el tipo
de paisaje más característico de este dominio. También se encuentran alcornoca-
les en el Rif y la Meseta central (17,8%) en suelos ácidos, en las localidades más
térmicas y con menos heladas. El resto del paisaje corresponde potencialmente a
formaciones relativamente densas de Tetraclinis articulata (27,4%), en las altitudes

t Encinares: grandes extensiones del dominio (40,0% del paisaje potencial)


t Bosques de araar: más extensos en la Meseta central, relativamente escasos en el Rif, casi
inexistentes en el Alto Atlas (27,4% del paisaje potencial)
t Alcornocales: Meseta central y PreRif silíceo (17,8% del paisaje potencial)
t Maquias, acebuchales (PreRif y llanura del Saïs) y coscojales (extensos en la vertiente norte
del Rif, entremezclados entre los bosques de araar y los encinares, no mencionados en el
mapa de Emberger) (11% del paisaje potencial)
t Cedrales: cumbre de Tazekka (1,1%)
t Quejigares: Tazekka y Jaaba (0,9%)
t Pinares de Pinus halepensis: en los territorios de los bosques de araar, de los coscojales y de
los encinares del PreRif (0,2 %)

48
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

más bajas, y localmente a coscojales (Quercus coccifera) y quejigares (Quercus


faginea s.l.) en suelos ácidos, en las zonas más húmedas (Tazekka, Jaaba) (0,9%),
o pinares de pino carrasco (Pinus halepensis, 0,2%). En la vertiente mediterránea
del Rif, aparecen maquias y coscojales (6,0% de la potencialidad del dominio y el
69,8% de las formaciones de esta especie en Marruecos). En su conjunto, estas
formaciones densas arbustivas son potenciales en el 11% del área estudiada. Al-
gunos cedrales (1,1%) coronan la cumbre más húmeda (Tazekka).

Unidades de vegetación actual


Este dominio conserva un 21,5% de superficie forestal segn el mapa de bosques
de IFN y es uno de los más diversos paisajsticamente. Como en el dominio an-
terior, los bosques mejor representados son los encinares con un 66,9% de los
bosques y ocupando un 14,4% de la superficie de este dominio. En l tambien se
cartografían alcornocales (14,4% de los bosques), formaciones de araar (8,2%),
sabinares negrales (5%), bosques de pino carrasco (4% de los bosques y menos
del 1% del territorio) y, con presencias muy reducidas, quejigares, sabinares alba-
res, cipreses, cedrales, arganales y pinares de pino negral.

ECOREGIÓN ATLÁSICA

Las montañas del Atlas Medio y del Alto Atlas, así como el
macizo del Siroua, constituyen una ecoregión bien diferen-
ciada en el paisaje marroquí, con hábitats muy singulares.
Ésta representa el 12,2% de la Ecozona Mediterránea, lo
cual, a nivel del territorio de Marruecos estudiado, supone un
7,3%. La variabilidad interna de estos sistemas montañosos
ha permitido diferenciar tres dominios: 1.- subhúmedo, pre-
dominante en el Atlas Medio y en pequeños enclaves de la
vertiente occidental de la cordillera, en las áreas que reciben
más precipitaciones, y paisajísticamente caracterizado por
encinares, quejigares y cedrales. Representa el 28,0% de la
ecoregión Atlásica (2,0% de Marruecos); 2.- de alta monta-
ña, donde el clima se vuelve muy riguroso en invierno, con un
paisaje caracterizado por los sabinares albares y una vege-
tación supraforestal de almohadillado-espinosos, dominan-
te en el 5,8% de la Ecoregión Atlásica (0,4% de Marruecos); y
3.- semiárido, generalizado en todo el Alto Atlas, donde
predominan los sabinares albares y negrales y, en menor medida, los encinaresrepre-
senta la mayor parte del Atlas con el 66,2% de la ecoregión (4,8% de Marruecos).

La catena vegetal del Medio Atlas incluye encinares, quejigares (Quercus faginea, incl.
Q. canariensis), cedrales (Cedrus atlantica) y vegetación esteparia oromediterránea, en
ocasiones favorecida por el pastoreo nómada. El rasgo más característico de esta eco-
región corresponde a los bosques puros o mixtos de cedros y encinas, y localmente de
quejigos (Quercus faginea s.l.). Estos bosques albergan también algunos especímenes
de acebos (Ilex aquifolium), tejos (Taxus baccata) y arces de Montpellier (Acer monspes-
sulanum). En las zonas más húmedas, los encinares y cedrales, y de manera excepcional
los quejigares, forman bosques mixtos estables (dos o tres estratos). También se obser-
van pinares de pino negral (Pinus pinaster subsp. hamiltonii var. maghrebiana) en el Atlas
Medio central y oriental. En el sector de Azrou dominan la asociación encina-cedro y los
cedrales puros, así como bosques importantes de quejigos. En el sector Bou-Iblane, la
catena vegetal altitudinal presenta respectivamente, desde el nivel más bajo, encinares,
cedrales y sabinares albares. En el ambiente crioromediterráneo se desarrollan estepas
xerófitas almohadillado-espinosas con un nivel alto de endemismo.

49
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

El Alto Atlas oriental (sector Masker-Ayachi) se diferencia del resto del Alto Atlas por la pre-
sencia finícola de cedrales. La catena vegetal incluye progresivamente, desde el nivel más
bajo, sabinares negrales, encinares, cedrales, sabinares albares y matorrales xerófilos es-
pinosos. Hay facies locales de enebrales (Juniperus oxycedrus). El sabinar albar (Juniperus
thurifera subsp. africana), típico de las altas montañas de Africa del Norte (generalmente por
encima de 2000 m y hasta 3150 m) representa en esta unidad el límite superior del arbolado.
Localmente, los encinares dejan paso a fresnedas de Fraxinus dimorpha hacia las zonas
más secas, que conviven con sabinares albares en la zona alta y sabinares negrales a bajas
alturas. También están relativamente bien representados los matorrales xerófilos almohadi-
llado-espinosos oromediterráneos en mosaico con pastizales crioromediterraneos.

El Alto Atlas occidental y central (Toubkal, M’Goun, Siroua) presenta también una catena
vegetal en la que se suceden progresivamente, desde el nivel más bajo, encinares, sabina-
res albares y matorrales xerófilos espinosos de alta montaña. El sabinar albar (Juniperus
thurifera subsp. africana), ligado al clima mediterráneo semiárido continental y frío de las
montañas más continentales, alcanza en esta unidad su máximo desarrollo. Es también
el caso de los matorrales xerófilos almohadillado-espinosos oromediterráneos, que apa-
recen en mosaico con pastos psicro-xerófilos. Existe un elevado nivel de endemismo (su-
perior al 50% de la flora y superando el 75% en la zona de las cumbres). Los encinares se
presentan hasta cotas muy elevadas (2900 m) en el conjunto del sector occidental, donde
la oceanidad favorece el crecimiento de la encina frente a la sabina albar (macizos de los
Seksaoua). En algunas depresiones internas, también se observan enebrales de Juniperus
oxycedrus y pinares de Pinus halepensis. Desde el punto de vista biogeográfico, cabe des-
tacar los cipresales endémicos relictos de Cupressus atlantica del Oued N’Fiss.

Dominio subhúmedo del Atlas

Descripción de las principales características climáticas


Zona topo-climática disjunta de 7454 km2 que incluye cumbres del Atlas Medio y
laderas altas del Alto Atlas, en ambos casos a barlovento de los vientos sinópti-
cos del noroeste, con clima mediterráneo de montaña. La humedad asociada con
posiciones elevadas del gradiente altitudinal se refleja en la clasificación FAO-
PNUMA; en la que domina el Sub-hSub-h La precipitación es relativamente alta y
cae principalmente en los equinoccios de otoño (que es per-húmedo) y primavera,
creando una estación de superávit hídrico que predomina claramente sobre la
sequía relativa estival. La temperatura experimenta una oscilación estacional im-
portante, con heladas regulares durante los meses de diciembre y enero.

50
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Descripción geobotánica:
paisajes potenciales
Este dominio es el predominante en
el Atlas Medio, ocupa el 28% de la
Ecoregión Atlásica pero sólo el 2%
del territorio marroquí. Los macizos
montañosos de Azrou y Bou Iblane
constituyen dos núcleos bien di-
ferenciados. También aparece en
pequeños enclaves supramedite-
rráneos, a lo largo de la vertiente
occidental de la extensa cordillera
del Alto Atlas, en las áreas que reci-
ben más precipitaciones. Paisajís-
ticamente se caracteriza por dos
formaciones montanas, los encina-
res de montaña (potencialmente el
40,7% del dominio) y los cedrales
(42,8%). En este dominio se con-
centran el 58,3% de los cedrales de Marruecos. A menudo constituyen formacio- Encinar (Quercus rotundifolia)
nes mixtas estables en las que una masa continua de encinar es superada por un - Quejigar (Quercus faginea) -
Cedral (Cedrus atlantica), Azrou,
dosel discontinuo de cedros. Moyen Atlas © A. Benabid

Además de estas dos formaciones claramente dominantes en el paisaje, apare-


cen pequeños enclaves con quejigares de Quercus faginea s.l. (2,9%) o pinares
de pino negral (Pinus pinaster subsp. hamiltoni var. maghrebiana, 0,8%), y en
las cumbres, sabinares albares (Juniperus thurifera, 6,6%) y matorrales espino-
sos de alta montaña mediterránea (4,1%). Los sabinares albares y los matorrales
espinosos son escasos en este conjunto, y se aprecian principalmente en las
cumbres de la franja oriental del Atlas Medio. Las del Alto Atlas están coronadas
por sabinares albares que dejan paso, en altura, a las estepas frías de matorrales
xerófilos almohadillado-espinosos de alta montaña y a los pastos psicroxerófilos
“pelouses écorchées”.

Unidades de vegetación actual


Este es el dominio más húmedo del Atlas y el que conserva mayor superficie de
bosques de todo Marruecos (31,8% de la superficie cartografiada por IFN). Se-
gún el IFN (1996) el 60% de sus bosques son encinares y el 32,3% cedrales. Las
76.456 ha de cedrales que persisten todavía en este dominio representan el 60%
de los cedrales de Marruecos. El resto de los bosques presentes en esta unidad
(pinares de pino carrasco y negral, sabinares albares y negrales, quejigares) ocu-
pan superficies mínimas, inferiores al 1% de la superficie del dominio climático.

t Encinares, que constituyen los bosques de encinas en mejor estado de todo Marruecos
(potencialmente 40,7% del dominio)
t Cedrales (Cedrus atlantica), cuyo potencial forestal es el más importante de Marruecos
(potencialmente 42,8% del dominio)
t Quejigares (Quercus faginea s.l.), cuyos bosques son los más estables de Marruecos (solo
potenciales en el 2,9% del dominio)
t Sabinares albares, en general poco extensos en este dominio (potenciales en el 6,6% de la
superficie)
t Matorrales xerófilos espinosos en las cumbres (4,1%)
t Pinares de pino negral (Pinus pinaster var. maghrebiana) (0,8%)

51
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Dominio de Alta Montaña del Atlas

Descripción de las principales características climáticas


Zona topo-climática de 1538 km2 que comprende las mayores altitudes del Alto Atlas
y Atlas Medio, bajo clima mediterráneo de alta montaña. El clima dominante es Sub-
hSub-hPNUMA. La precipitación anual es importante, pero ligeramente menor que en
la zona climática inmediatamente inferior. Muestra dos picos per-húmedos en marzo
y noviembre, y es relevante incluso durante el mínimo estival, cuando se produce
una sequía relativa. El superávit hídrico durante la mayor parte del año es debido a la
temperatura media anual relativamente baja. La temperatura media se mantiene bajo
0ºC durante gran parte de diciembre y enero, dando lugar a una acumulación neta de
grados-día negativos. Hiela regularmente entre noviembre y marzo.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Este dominio, el más pequeño de los establecidos (5,8% de la Ecoregión Atlásica y 0,4
del área estudiada), es discontinuo, constituyendo una serie de islas de alta montaña
situadas generalmente por encima de los 2800-3000 m. Estos núcleos son más ex-
tensos en los grandes macizos que superan los 4000 m, especialmente en el Toubkal
y el M’Goun. Son zonas con clima seco, luminoso y extremo, muy frio en invierno. Las
precipitaciones se reducen sensiblemente respecto al anterior dominio; son ambien-
tes secos-semiáridos de alta montaña mediterránea. El paisaje potencial está carac-
terizado por los sabinares albares (Juniperus thurifera subsp. africana) (40,8%) que
originan bosques abiertos intercalados por formaciones esteparias de la alta mon-
taña mediterránea y un piso supraforestal de vegetación almohadillado-espinosa, en
mosaico con pastos psicro-xerófilos. Estas formaciones ocupan potencialmente el

t Sabinares albares: grandes alturas del Atlas Medio oriental y del Alto Atlas (40,8% del
dominio)
t Matorrales xerófilos espinosos de alta montaña: situados localmente en las cumbres
más elevadas del Alto Atlas occidental, y a los que sustituyen en mosaico pastos
psicroxerófilos “pelouses écorchées”, por encima de 3700 m y hasta las más altas
cumbres del Atlas (potenciales en el 39,2% del dominio)
t Cedrales: grandes alturas de las zonas orientales del Alto Atlas y del Atlas Medio (7,3%)
t Encinares: de tipo preestépico, los más altícolas de Marruecos (12,2%)
t Enclaves con fresnedas en las vertientes secas de las altas cumbres; no mencionados
en el mapa de Emberger, ni por el IFN

52
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Sabinares albares cerca de


Sidi Chamharouch (2310 m).
© H. Sainz

39,2% del dominio, reuniendo el 25,5% de estos paisajes en Marruecos. Estas zonas
de las cumbres del Atlas presentan altas tasas de endemismo y en ellas también apa-
rece una vegetación especializada de escarpes, gleras y pedregales.

Con carácter finícola llegan a aparecer potencialmente en esta zona algunos cedrales
(7,3%) y encinares (12,2%); en general se trata de formaciones en mal estado de con-
servación que se establecieron en el Cuaternario, en periodos de clima más favorable
(húmedo y templado) que el actual, y que parecen estar en regresión por motivos
climáticos y antrópicos.

El territorio se caracteriza por la escasez o la inexistencia de especies arbóreas, y por el


predominio de estepas frías muy extensas, turberas, arroyos... los cuales albergan nu-
merosas especies endémicas de plantas e invertebrados. El paisaje se caracteriza, en
los niveles inferiores (oromediterráneo y horizonte inferior del crioromediterráneo), por
la presencia de formaciones preestépicas que dan paso, hacia arriba, a matorrales xe-
rófilos espinosos de alta montaña (3200-3800 m), seguidos de pastos psicro-xerófilos
“pelouses écorchées” hasta las cumbres más elevadas: sabinares albares (Juniperus
thurifera subsp. africana), cedrales (Cedrus atlantica), encinares (Quercus rotundifolia),
fresnedas dimorfas (Fraxinus dimorpha). Entre los matorrales xerófilos almohadillado-
espinosos, destacan Erinacea anthyllis, Astragalus boissieri, A. numidicus, Arenaria
pungens, Vella mairei...

Unidades de vegetación actual


En la alta montaña los bosques escasean naturalmente y hay una fuerte presión
sobre los que quedan como fuente de leña. Sólo el 2,3% de la superficie de este
dominio disyunto y cumbreño del Atlas corresponde actualmente a formaciones
forestales, esencialmente encinares (75,6%), sabinares negrales (14,5%) y sabi-
nares albares (6,6%). Las cifras de sabinares albares nos parecen extraordina-
riamente bajas. Podrían interpretarse como el resultado de una drástica desapa-
rición de este tipo de bosques, pero no descartamos la posibilidad de que haya
confusiones en el IFN entre ambos tipos de sabinares (negrales y albares), dado
que en zonas tan altas debería predominar el sabinar albar. También hay una
presencia testimonial en la cartografía IFN de cedrales (81 ha) y pinares de pino
negral (38 ha). Comparando estos resultados con los de la vegetación potencial
parece que los encinares han sufrido mucho menos la deforestación en alta mon-
taña que los sabinares.

53
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Dominio semiárido del Atlas

Descripción de las principales características climáticas


Zona topo-climática compacta de 17.645 km2, que comprende sobre todo laderas
altas y cumbres medias del Alto Atlas. Es la matriz territorial en la que se insertan los
climas mediterráneos de montaña relacionados con el Atlas. El 91% de su territorio
está clasificado como Semiárido según FAO-PNUMA. La influencia mediterránea es
clara debido a los dos picos de precipitación, otoñal y primaveral, y a la sequía relativa
estival. Ello da lugar a un contraste estacional equilibrado. Las bajas temperaturas
invernales causan heladas regulares entre diciembre y febrero.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Este dominio se extiende ampliamente (representa el 66,2% de la Ecoregión Atlá-
sica) por todo el Alto Atlas, en el entorno del dominio anterior, que ocupa las zonas
más elevadas y cumbreñas. Se sitúa entre los 2000 y 2800 m. En el paisaje predo-
minan potencialmente los sabinares albares (36,0% del área del dominio, 76,2%
de los sabinares albares de Marruecos) y negrales (28,8%, 22,9% del los sabinares
negrales de Marruecos) y, en menor medida, los encinares (23,1%), que están ya
cercanos a sus límites ecológicos. Los bosques de araar ya no son característicos
de este dominio en el que aparecen no obstante de modo finícola (9%). Los sabina-
res negrales se localizan sobre todo en la vertiente meridional, más seca y cálida,
mientras que los sabinares albares alcanzan mayor desarrollo en la cara norte.

t Sabinares albares: grandes alturas del Atlas Medio oriental y del Alto Atlas, así como
vertiente norte del Saghro (potencialmente ocuparían el 36 % del dominio)
t Sabinares negrales: valles internos y vertiente sur del Atlas y del Saghro (28,8%)
t Encinares: de tipo preestépico, los más altícolas de Marruecos (23,1%)
t Formaciones con presencia puntual:
– Cedrales: grandes alturas de las zonas orientales del Alto Atlas y del Atlas Medio (2,7%)
– Bosques de araar (0,4%)
– Pinares de pino carrasco (0,1%)
– Pinares de pino negral (0,3%)
– Fresnedas: vertientes secas de grandes alturas; no mencionadas en el mapa de
Emberger
– Matorrales xerófilos espinosos de alta montaña: situados localmente en las cumbres más
altas del Alto Atlas occidental

54
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Cabe mencionar la presencia, de modo puntual, de superficies reducidas de cipre-


ses relicticos (0,4%), de pinares de pino carrasco (0,1%) o negral (0,3%), de cedrales
(2,7%) y de vegetación esteparia espinosa de alta montaña (7,4%). En este dominio
se concentra el 55,5% de las formaciones almohadillado-espinosas de Marruecos,
tan características de la alta montaña mediterránea. También están presentes al-
gunas formaciones de fresno dimorfo (Fraxinus dimorpha), no mencionadas en el
mapa de Emberger. En la actualidad, los sabinares albares se observan en toda la
vertiente norte de la parte más alta del Saghro, mientras que sólo algunos especí-
menes de Juniperus phoenicea quedan diseminados en otras zonas de las altas
vertientes sur del macizo.

Unidades de vegetación actual


En este dominio vuelve a repetirse la extraordinaria reducción apreciada en el ante-
rior para los sabinares albares, en relación con los datos de vegetación potencial. A
partir de los datos del inventario forestal, el 17,9% del dominio aparece cubierto por
bosques, sobre todo encinares (54,9%), sabinares negrales (21,1%) y albares (9,8%).
Los cedrales son alrededor del 6% de los bosques de esta unidad y aparecen ac-
tualmente en 19.769 ha, un 1,1% de la superficie del dominio. También tienen una
cierta relevancia los pinares de pino carrasco que ocupan valles interiores áridos:
representan el 3,3% de los bosques de esta unidad y ocupan 10.525 ha. La carto-
grafía IFN recoge también la presencia de pequeñas manchas de Tetraclinis articu- Sabina albar en col de Zad
lata, Cupressus atlantica, Pinus pinaster y Quercus faginea s.l. © H. Sainz

55
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

ECOREGIÓN DE LAS ALTAS MESETAS

Se trata de un territorio árido muy bien delimitado, con un clima muy continental y con
paisajes esteparios que constituyen un ecotono transicional entre el mundo mediterrá-
neo y el sahariano. Se extiende por una superficie de 61.825 km2, que representa un
28,4% de la Ecozona Mediterránea (16,9% del Marruecos estudiado).

Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales

Descripción de las principales características climáticas


Zona climática disjunta relativamente alta, que resuelve el gradiente entre el clima
orográfico del Atlas (mancha occidental) o costero mediterráneo (mancha oriental) y
el clima más continental de las Altas Mesetas. El 97% se encuentra bajo clima Se-
miárido según FAO-PNUMA. La precipitación es moderada y cae predeciblemente
en dos máximos equinocciales centrados en octubre y marzo. El máximo estival de
temperatura produce una estación de sequía relativa que equilibra el superávit hídrico
de la estación fría. El contraste estacional es importante, pero no se producen heladas
regulares.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Como su denominación indica, se trata de una zona de transición entre los ambientes
típicamente mediterráneos cercanos al litoral y las altas mesetas orientales con pai-

t Espartales y formaciones de almácigos (Pistacia atlantica) (34,7% de la potencialidad


del dominio) en las Altas Mesetas
t Encinares: de tipo preestépico o semiárido (30,5%)
t Sabinares negrales: valles internos y vertiente sur del Atlas Medio (10,8%)
t Bosques de araar: potenciales en el 11,9 % de la superficie del dominio
t Cedrales: grandes alturas de las zonas orientales del Alto Atlas y del Atlas Medio;
poco frecuentes en este dominio (6,8%)
t Formaciones con presencia puntual:
– Sabinares albares: grandes alturas del Atlas Medio oriental y del Alto Atlas; no son
característicos de este dominio (2,9%)
– Pinares de pino negral (2,7%)

56
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

sajes esteparios. Se extiende por la vertiente meridional del Atlas Medio, a “sombra
de lluvias” y ocupa una superficie de 15.381 km2 (24,9% de la Ecoregión de las Altas
Mesetas y 4,2% del territorio marroquí considerado). Potencialmente, como zona de
transición, el paisaje participa de las formaciones características de los dos dominios
con los que contacta: espartales (Stipa tenacissima) y formaciones esparcidas de al-
mácigos (Pistacia atlantica) (34,7%), encinares semiáridos (30,5%), bosques abiertos
de araar (Tetraclinis articulata, 11,9%), sabinares negrales (10,8%) y cedrales (6,8%).
También aparecen en este dominio pequeñas manifestaciones de sabinares albares
(2,9%) y de pinares de pino negral (2,7%). De hecho, este dominio es el que agrupa las
formaciones de Pinus pinaster subsp. hamiltoni var. maghrebiana

Unidades de vegetación actual


En este dominio el inventario forestal cartografía una superficie de 766.131 ha, que
representa casi el 50% de la superficie del dominio y corresponde en un 45% a es-
partales. El resto son bosques, entre los que destacan los encinares (282.219 ha,
36,8% del territorio incluido en el inventario forestal), y los sabinares negrales (9,3%).
Finalmente, con presencias que rondan el 1% de la superficie del dominio, aparecen
en el IFN bosques de araar, cedrales, sabinares albares y pinares de pino carrasco.
Por debajo de estas cifras, de forma testimonial, se encuentran en el inventario 450
ha de pino negral, 550 ha de quejigares y 1731 ha de alcornocal (aprox 0,1% de la
superficie del dominio).

Dominio pre-Sahariano de las Altas Mesetas orientales

Descripción de las principales características climáticas


Zona extensa y bien definida que corresponde a las Altas Mesetas delimitadas al norte
por el Atlas Medio y el Atlas Telliano, y al sur por el Alto Atlas y el Atlas Sahariano. Su
relieve es suave y da lugar a algunas depresiones endorreicas en su parte central. El
clima es mediterráneo estepario, si bien esta zona actúa como frontera para la influen-
cia mediterránea, bien desarrollada en un gradiente norte-sur. Los tipos dominantes
según FAO-PNUMA son Semiárido (52%) y Árido (48%). El patrón climático medite-
rráneo se mantiene todavía, con una época de sequía estival relativa flanqueada por
picos de precipitación equinoccial que ocasionan un superávit hídrico en la estación
fría. Sin embargo, la precipitación es muy contenida, y la influencia continental hace
que los meses secos dominen sobre los húmedos. No se producen heladas regulares,
pero la temperatura media es fresca en los meses invernales.

57
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Este dominio presenta una elevada singularidad climática y paisajística. Es el más
importante de la Ecoregión de las Altas Mesetas, ocupando 46.444 km2, el 75,1%
de la misma (12,7% del territorio marroquí estudiado). Abarca lo más genuino de
las Altas Mesetas orientales (Hauts plateaux de Rekkam y mesetas “argelinas”) y
la mayor parte de la cuenca del Moulouya. Son ambientes terciarios, semiáridos,
a “sombra de lluvias,” situados por encima de los 1000 m, salpicados de eleva-
ciones montañosas hiperxéricas que aparecen en prolongación del Atlas y rondan
los 2000 m. En los páramos predominan los suelos margoso-arcillosos, con fre-
cuencia salinos.

Es el territorio de las estepas y las formaciones arbóreas preestépicas con Tetraclinis


articulata, Pinus halepensis, Juniperus phoenicea y Pistacia atlantica. Este dominio
alberga espartales (Stipa tenacissima), albardinares (Lygeum spartum), artemisas y
quenopodiáceas (= ontinares de “Chih”, Artemisia inculta=Artemisia herba-alba) y
matorrales halonitrófilos de Salsola vermiculata, Artemisia herba-alba, Atriplex ha-
limus, Suaeda fruticosa. Los azufaifares (Ziziphus lotus) asociados a los almácigos
(Pistacia atlantica) son característicos de las “daias”, depresiones estacionalmente
húmedas. Las formaciones esteparias mencionadas representan potencialmente, se-
gún el mapa de Emberger, el 77,1% de la superficie del dominio; el resto corresponde
a sabinares negrales (19,3%) y otras formaciones esteparias. En este dominio se con-
centra la mejor representación (40,4%) de sabinares negrales de Marruecos. También
resulta significativa de esta unidad la presencia de “chotts” (extensiones de agua sa-
lada permanentes) con vegetación halófila (0,3%).

El Djbel Sarhro es un macizo aislado donde se presenta este dominio y el semiári-


do del Atlas. Está ya enclavado en la Ecozona Sahariana. Se presentan formaciones
esteparias con sabinas negrales (Juniperus phoenicea) o sabinas albares (Juniperus
thurifera) y xerófitos espinosos en las cumbres.

Unidades de vegetación actual


Este Dominio pre-Sahariano de las Altas Mesetas orientales es el territorio de las for-
maciones esteparias. El inventario forestal cartografía una superficie de 1.420.581 ha
de espartales que representan el 30,6% de la superficie del dominio y el 93,5% de los
terrenos inventariados como forestales en esta unidad. El resto son sabinares negra-
les (Juniperus phoenicea, 47.100 ha), encinares y formaciones de araar (Tetraclinis ar-
ticulata), con presencias entre el 1 y el 0,4% de este dominio climático. De forma tes-
timonial (presencias entorno al 0,1% del dominio) aparecen pinares de pino carrasco
y sabinares albares. La deforestación de los sabinares negrales en este dominio árido
(del 19% de superficie potencial al 1% registrado en la actualidad), por desertización
y extensión de los cultivos, es una de las regresiones más llamativas detectadas en
este trabajo (potencialmente el dominio contenía el 40% de los sabinares negrales de
Marruecos y actualmente sólo conserva el 16%).

t Estepas y azufaifares (Ziziphus lotus) con almácigos (Pistacia atlantica), y dominio de los
espartales (Stipa tenacissima), albardinares (Lygeum spartum) y matorrales halonitrófilos
(potenciales en el 77,1% de la superficie del dominio denominados “mar de Alfa”)
t Sabinares negrales que ocuparían potencialmente el 19,3% del dominio sobre todo en la
vertiente sur del Alto Atlas y las cumbres de los macizos de la región Oriental
t Vegetación halófila en los “chotts” (0,3%)

58
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Ecozona Sahariana

La región saharo-síndica a la que pertenece esta ecozona


ocupa una gran superficie en el norte de África, y continúa
por la península arábiga hasta el desierto de Sind al oeste
de la India. Aunque en Marruecos se presenta sólo la banda
septentrional del desierto del Sáhara, esta ecozona es muy
singular y está perfectamente caracterizada desde un punto
de vista florístico y paisajístico. La Ecozona Sahariana se ex-
tiende por 69.957 km2, que representa el 19,1% del territorio
estudiado. Sus especies características son: Acacia tortilis
subsp. raddiana, A. ehrenbergiana, Maerua crassifolia, Ba-
lanites aegyptiaca, Calotropis procera, Phoenix dactilifera,
Tamarix spp., Retama raetam, Aristida spp., Hammada ar-
ticulata, Gymnocarpos decander, Farsetia spp., Zylla spp.,
Crotalaria saharae, Euphorbia guyoniana, Pituranthos spp.,
Zygophyllum spp., etc.

La regionalización climática demuestra la teoría expuesta por


numerosos autores: la cordillera del Jbel Bani constituye la
frontera entre la zona mediterránea y la zona sahariana de
Marruecos. Este límite coincide con el isoyeta de 100 mm
que desciende hacia el sur-oeste hasta Boujdour.

ECOREGIÓN SAHARIANA

Esta ecoregión coincide superficialmente con la Ecozona


Sahariana, al ser la única reconocida en el territorio desértico
sahariano. Caracterizada por una flora propia y unos paisa-
jes peculiares, fuertemente condicionados por la geomorfo-
logía, esta ecoregión se extiende al sur de las altas mesetas
del Alto Atlas y del Anti-Atlas, contactando por el oeste con
la Ecoregión Mediterráneo-Oceánica, a nivel de la zona tran-
sicional Atlántico-Sahariana. Las precipitaciones son muy
reducidas e impredecibles (clima desértico sahariano). La
vegetación aparece muy dispersa, buscando enclaves fa-
vorecidos (microecología), o contraída en los fondos de los
valles.

59
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Zona transicional Mediterráneo-Sahariana

Descripción de las principales características climáticas


Mancha compacta de 7512 km2 orientada latitudinalmente, que refleja la transición
final entre el clima mediterráneo situado al norte y el desértico situado al sur. El 91%
de su territorio es Árido según FAO-PNUMA. La precipitación es baja y tiene lugar
en picos equinocciales poco definidos. Las altas temperaturas, especialmente du-
rante el verano, dan lugar a un déficit hídrico que se extiende prácticamente a todo
el año.

Descripción geobotánica: paisajes potenciales


Esta zona de transición ocupa el 59,6% de la Ecoregión Sahariana. En ella dominan
los ambientes mediterráneo-saharianos (hiperxérico desértico) en el que se pre-

Estepa de Stippa tenacissima


en Missour
© A. Benabid

60
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

senta un mosaico de geomorfosistemas relacionados con los dominios adyacentes Estepas de Artemisia
(Altas Mesetas y Sahariano). El paisaje presenta algunos elementos mediterráneo- herba-alba, Tamtattouchte
© H. Sainz
áridos finícolas relacionados con los espartales (Stipa tenacissima), los sisallares
(Salsola spp.) y las formaciones de artemisias (Artemisia spp.). Son también fre-
cuentes los azufaifares (Ziziphus lotus) y los matorrales halonitrófilos (Peganum
harmala, Hammada articulata, Anabasis spp., Fredolia aretiodes) o las comunida-
des de terófitos efímeros que aparecen en los “regs” y las hammadas calcáreas
después de las lluvias. De acuerdo con la potencialidad asignada en el mapa de
Emberger (1939), estas formaciones esteparias de origen mediterráneo represen-
tan en total el 32,9% del paisaje de este dominio, mientras que la vegetación desér-
tica propia del dominio sahariano supone el 64,9%.

Unidades de vegetación actual


Los datos del Inventario Forestal marroquí en este dominio sólo se refieren a los
espartales (100.275 ha, 2,5% de la superficie del dominio) y sabinares negrales
(4.263 ha, 0,1% del dominio) que aparecen en él ya en su límite de distribución. El
resto, muy disperso y heterogéneo, relacionado con la litología y las formas del
relieve, es vegetación sahariana, descrita en los paisajes potenciales y no carto-
grafiada en el IFN.

t Estepas mediterráneas, espartales, azufaifares y matorrales halonitrófilos (potenciales


en el 32,9 % de la superficie del dominio)
t Vegetación sahariana muy condicionada por la geomorfología (64,9% del dominio)

61
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

Dominio Sahariano

Descripción de las principales características climáticas


Zona climática extensa (28.267 km2 en el área de estudio) y compacta que corres-
ponde al clima desértico continental del Sahara. La mayor parte de la zona que se
encuentra en el área de estudio corresponde al tipo Árido de FAO-PNUMA, pero hay
manchas de Hiperárido que se unen rápidamente en dirección sureste. La precipita-
ción es muy baja e impredecible, aunque trazas de influencia mediterránea tienden
a mostrarla como vinculada a los meses más fríos. La oscilación térmica estacional
es muy grande, con temperaturas altas en verano. El contraste estacional es bajo en
términos hídricos y todo el año existe déficit.

Anti Atlas, Warionia saharae


© H. Sainz

62
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Descripción geobotánica: paisajes potenciales Acacias (Acacia raddiana),


Smara © A. Benabid
Este dominio, que sólo ocupa una superficie limitada en el ámbito marroquí abarca-
do por este trabajo (7,7%), es muy uniforme. Se caracteriza por un ambiente hiperx
desértico típico, en el que se presenta un mosaico de geomorfosistemas saharianos
genuinos. El 100% de los paisajes potenciales están constituidos por una vegetación
desértica sahariana con flora especializada, cuya presencia está fuertemente condi-
cionada por la peculiar geomorfología desértica.

Unidades de vegetación actual

El Dominio Sahariano sólo presenta vegetación típica sahariana, dispersa o concen-


trada en los oueds y fondos de valle con humedad freática. Este tipo variado de ve-
getación, descrita en los paisajes potenciales, no ha sido considerado en el IFN. En
dicho Inventario Forestal sólo se incluyen en este dominio 3.694 ha de espartales
(0,1% de la superficie de esta unidad) que aparecen de modo finícola.

El paisaje está dominado por estepas sin árboles. Este territorio sahariano, con pre-
cipitaciones anuales de unos 40 a 60 mm y una lluvia horizontal considerable, se ca-
racteriza por una geomorfología muy simple reducida a una gran extensión de tierras
bajas sin apenas alturas aparentes, así como estepas dominadas por matorrales halo-
xerófilos con algunos árboles pequeños (Acacia raddiana, Rhus tripartita) esparcidos
y deformados por los vientos frecuentes y violentos.

t Formaciones de acacias en los lechos arenosos profundos de los oueds, Acacia tortilis
subsp. raddiana, Calotropis procera; enclaves con rodales arborescentes de Acacia
raddiana, A. ehrenbergiana, Balanites aegyptiaca, Capparis decidua, Maerua crassifolia,
Tamarix articulata
t Sistemas dunares (ergs), con Retama raetam, Aristida pungens, Ephedra alata, Euphorbia
guyoniana
t Regs arcillosos y pedregosos, con Hammada articulata, Fredolia aretioides, Zygophyllum
gaetulum, Fagonia spp., Zylla spp.
t Hamadas rocosas y cerros testigos (“gours”), con Fredolia aretioides, Pituranthos
scoparius, Warionia saharae (en grietas)
t Depresiones salinas (sebkhas y chotts)
t Oasis con palmerales de Phoenix dactilifera, Tamarix spp., Nerium oleander, Ziziphus
lotus, Populus euphratica

63
3 UNIDADES A EVALUAR: CL ASIFICACIÓN JER ÁRQUICA DE ECOSISTEMAS TERRESTRES

3.4
Ecosistemas de distribución
restringida
En Marruecos existen, además de los ecosistemas climácicos comentados en el aparta-
do anterior, otras comunidades ecológicas cuya distribución se circunscribe a enclaves
concretos, y que no han podido ser evaluados por falta de información. Estas comuni-
dades se han citado ya, en parte, en los dominios correspondientes con el objeto de
presentar una visión más completa de los mismos.

Globalmente, estos ecosistemas de distribución restringida en Marruecos responden


a alteraciones paisajísticas históricas intensas y prolongadas en el tiempo, o bien a la
presencia de formaciones o plantas cuya distribución alcanza aquí uno de sus límites de
área. Se trata en este caso de taxones « finícolas » que están posiblemente amenazados
por su rareza y, a menudo, singularidad ecológica. Generalmente se sitúan en hábitats
próximos a sus límites de tolerancia ambiental.

Los bosquetes de coscojas o de acebuches actuales son, por ejemplo, el resultado de


alteraciones históricas intensas. Aparecen sobre todo en algunos morabitos, lugares
sagrados, de forma extraordinariamente localizada. Sin embargo, de forma más habitual,
la coscoja (Quercus coccifera) o el acebuche (Olea europaea var. oleaster) forman parte
de las maquias mixtas (“brousses”) de Acebuche-Lentisco-Palmito (Olea-Pistacia-Cha-
maerops) sobre los sustratos calcáreos, que algunos autores interpretan como etapas
de la degradación de primitivos coscojares.

t $PTDPKBMFT (Quercus coccifera): los ecosistemas forestales maduros de coscojal se


observan en grandes extensiones de la zona occidental del Rif, así como cerca de los
lugares sagrados. Antiguamente formaban macizos forestales en una amplia región
de la zona septentrional de Marruecos, en particular en la vertiente mediterránea del
Rif y de las montañas orientales del país, a nivel del piso termomediterráneo semiá-
rido, subhúmedo y húmedo. Ahora, el coscojal conforma garrigas de 2 m de altura,
que aún cubren una buena franja altitudinal de las montañas calizas de su área de
distribución.

t "DFCVDIBMFT el acebuche u oleastro (Olea europaea var. oleaster), común en toda la


zona mediterránea, aparece a menudo con unos especímenes aislados en otros eco-
sistemas. En otras zonas, constituía el elemento organizador de un tipo de ecosistema
forestal o preforestal en la zona cis-atlántica de Marruecos (Rharb, Rif occidental,
PreRif, Surco sur rifeño, Zaër, Zemmour, Chaouia). Sus clímax, que ocupaban las tie-
rras más fértiles y fáciles de cultivar, han sido desmontadas en el conjunto de su área
natural, salvo en las zonas donde todavía perduran bosques relictos muy localizados
y limitados a los lugares sagrados. Fuera de esas zonas, los acebuchales naturales se
observan muy localmente en algunas zonas del Rif occidental o en los alrededores de
Zemmour, donde son relativamente extensos.

t 'PSNBDJPOFTEFESBHPT (Dracaena draco ssp. ajgal): esta especie, cuya presencia


nunca había sido mencionada antes en Marruecos (fue descubierta en 1996) confor-
ma unos magníficos ecosistemas que colonizan las terrazas y los acantilados de las
gargantas de Assif Amaghouz en el Anti-Atlas occidental, a nivel de las franjas alti-
tudinales situadas entre 200 y 1400 m, que corresponden a los pisos inframediterrá-
neo y termomediterráneo. El entorno bioclimático es de tipo semiárido y subhúmedo
con inviernos cálidos y templados. En cuanto al sustrato geológico, se compone de
cuarcita.

64
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

t -PSFSBT (Prunus lusitanica subsp. lusitanica) del Rif. Acacias en Tazarine


© H. Sainz

t Enclaves con presencia singular de abedules (Betula alba subsp. fontqueri), de ar-
ces (Acer monspessulanum), de acebos (Ilex aquifolium) y de tejos (Taxus baccatta),
principalmente en el Rif.

t 'PSNBDJPOFTNBDBSPOÏTJDBTEFUBCBJCBTZDBSEPOFT al sur de Essaouira y has-


ta el piedemonte del Anti-Atlas.

t 'PSNBDJPOFTEFFVGPSCJÈDFBT (Euphorbia resinífera) del piedemonte del Atlas.

t 'PSNBDJPOFTDMJNÈDJDBTQSFTBIBSJBOBs, compuestas por zumaques (Rhus tri-


partitum) en los oueds secos y las depresiones o graras (“dayas”), ricos en elementos
finos. Estos ecosistemas originales sustituyen los de argán hacia el sur.

t 'PSNBDJPOFTDPNQVFTUBTQPSEJWFSTBTFTQFDJFTEF5BNBSJY, ripícolas, ya que


se encuentran en los oueds de agua dulce o salada, y en los sebkhas (depresiones de
agua salada).

t 'PSNBDJPOFTEFBMNÈDJHPT de Pistacia atlantica, con Ziziphus lotus, situadas en las


llanuras y las mesetas de la región Oriental.

t Enclaves con fresnedas (Fraxinus dimorpha) en las vertientes secas de las grandes
alturas del Atlas.

t 7FHFUBDJØOIBMØýMB en los “chotts” saharianos.

t &ODMBWFTTBIBSJBOPTBSCØSFPT de Acacia spp., Balanites aegyptiaca, Capparis de-


cidua, Maerua crassifolia, Tamarix articulata, Calotropis procera, Acacia gummifera
formaba ecosistemas repartidos en grandes extensiones en las zonas de Haouz, Re-
hamna, Tadla, Chaouia... Desmontadas en el conjunto de su area natural, solo sub-
sisten en algunos lugares sagrados de estas zonas. La regeneracion natural de estos
ecosistemas se observa en algunas areas de repoblacion implantadas en esas zonas,
en particular en las plantaciones de cactus.

t 'PSNBDJPOFTEFMaerua crassifolia rupícolas, relícticas y subsaharianas. Rodales


del endemismo de raíz tropical Warionia saharae.w

65
4 Aplicación de los
criterios de UICN
en Marruecos

66
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

En el Capítulo 3 se ha descrito la clasificación jerárquica de ecosistemas terrestres esta-


blecida como base metodológica para definir las unidades ecológicas objeto de evalua-
ción. Dicha clasificación se ha basado en la combinación de dos elementos, la distribu-
ción de las comunidades zonales y la regionalización climática.

La aplicación de los criterios UICN que ha podido realizarse en Marruecos ha estado ba-
sada en diversas fuentes de información disponibles, y algunas de ellas han sido reela-
boradas por el equipo de trabajo. Por un lado, se encuentra la distribución observada
de las comunidades zonales en dos momentos distintos del pasado siglo y, aunque no
usado directamente, una reconstrucción fito-geográfica de la vegetación potencial; por
otro, un mapa de estados y tendencias de condición de la tierra basado en métodos
geomáticos (Tabla 4.1). Esta información ha permitido aplicar tres de los cinco criterios
definidos por la UICN en su versión 2.0: A (reducción de la distribución espacial), B (dis-
tribución restringida) y C (degradación ambiental).

Tabla 4.1. Fuentes de información para la aplicación de los Criterios de UICN


Mapa Referencia Formato Escala o resolución Criterio UICN
Mapa fito-geográfico Emberger (1939) vectorial 1:1.500.000 No usado directamente
de Marruecos
Mapa de los bosques Metro (1958) vectorial 1:1.000.000 A1
de Marruecos
Inventario Forestal IFN (1996) vectorial 1:100.000 A, B, C
Nacional
Estados y tendencias Sanjuán et al. (2010) rster 1000 m C
de condición de la
tierra en el Magreb,
1998-2008

En el Apartado 4.1 se detallan algunos aspectos relevantes de las fuentes de información


utilizadas, y en los siguientes (4.2, 4.3 y 4.4) se explica el procedimiento de análisis que
ha permitido aplicar los tres criterios. Las Secciones 4.5 y 4.6 abordan, respectivamente,
unos comentarios generales sobre los dos criterios que no ha sido posible aplicar a nin-
guna de las unidades en este trabajo: la disrupción de interacciones bióticas (Criterio D)
y el análisis cuantitativo mediante la utilización de modelos (Criterio E).

4.1
Fuentes de información
$SJUFSJPT"Z#$BSUPHSBGÓBEFMBTDPNVOJEBEFT[POBMFT

En lo que concierne a la vegetación, se han utilizado las principales fuentes de informa-


ción cartográfica existentes para el territorio de Marruecos: un mapa de vegetación po-
tencial (EMBERGER) de 1939, un mapa de superficies forestales (METRO) de 1958 y un
Inventario Forestal Nacional (IFN) de 1996, razonablemente moderno y que cuenta con
revisiones y precisiones parciales posteriores1. Solo el IFN existía en formato digital, por
lo que los otros dos fueron digitalizados durante el trabajo. Los resultados numéricos del
cómputo de los criterios fueron contrastados con publicaciones de autores (por ejemplo,

1 La única excepción a estas fuentes de datos la constituyen las formaciones de ciprés, como se describe en la
ficha correspondiente.

67
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

Boudy, 1948 o Quezel y Barbero, 1990) o instituciones independientes (por ejemplo, las
series periódicas de informes sobre el estado de los bosques publicadas por FAO2) antes
de asignar el nivel final de riesgo.

El Mapa fito-geográfico de Marruecos EMBERGER (1939) (Figura 4.1) tuvo un papel es-
pecial en este estudio, por ser el único que describe vegetación potencial. Asimismo,
contiene estimaciones de las superficies aún ocupadas por esos tipos de vegetación en
1939. Elaborado con datos recogidos a lo largo de prolongadas estancias de viaje y es-
tudio en el país, es uno de los primeros mapas de vegetación potencial elaborados en la
cuenca mediterránea y ha servido de modelo para muchas aproximaciones posteriores
en otros países de la región.

Emberger fue un gran conocedor de Marruecos y en su trabajo se plantea “la búsqueda del
estado primitivo de la vegetación, de los clímax”. Cuando recorrió el país llegó a la conclusión
de que “la cubierta vegetal, en inmensas superficies, representa estados de degradación,
los miserables restos de un pasado más rico y sobre todo más boscoso”. Pero afortunada-
mente también se dio cuenta de que “a pesar de la profunda alteración de la vegetación, la
restauración del paisaje primitivo es posible en todas partes, al menos en sus rasgos funda-
mentales…. Incluso en las zonas más áridas, rara vez han desaparecido todos los testigos
o los vestigios… Por fin, los innumerables santuarios o morabitos son, para el botánico,
referencias inestimables”. Emberger se consideraba por ello un privilegiado, debido a que
cuando visitó Marruecos las técnicas agrícolas eran bastante rudimentarias, el campo care-
cía de mecanización y en casi todas partes quedaban indicadores de los paisajes originales.
Ya entonces imaginaba los cambios drásticos que luego sobrevendrían con “la puesta en
cultivo intensiva de tipo europea, con labores profundas y abonos que modifican el suelo”.

El mapa de Emberger, por su propia naturaleza potencial, refleja un paisaje que proba-
blemente no haya existido jamás en el territorio de Marruecos. Ello sólo sería posible en
el supuesto de que la población humana hubiese realizado un uso inapreciable de los
recursos naturales en algún período pasado con clima similar al actual. Sin embargo,
esas condiciones no se han dado en los últimos milenios ni en Marruecos ni en territorio
alguno de la cuenca mediterránea, donde el paisaje ha evolucionado conjuntamente con
sus pobladores humanos desde tiempo inmemorial. La noción de paisaje mediterráneo
prístino simplemente carece de contenido, más allá de algunos enclaves especiales.

Por ello, el mapa de Emberger no ha sido aplicado directamente en el cálculo de ningún


criterio UICN. Sin embargo, cualquier estudio basado en distribuciones biológicas debe-
ría usar no solo las presencias observadas, sino también las ausencias, y para esto últi-
mo, la distribución potencial contiene información muy valiosa. En efecto, no es posible
valorar un dominio donde cierto ecosistema se encuentra muy reducido o es inexistente,
a menos que haya una forma de conocer la medida en que dicho ecosistema debería
estar presente en él. El mapa de Emberger resultó muy útil en este sentido. Su compara-
ción con la situación más reciente, el IFN de 1996, resultó importante en la discusión de
resultados de cada ecosistema para atribuir su nivel final de riesgo, a la vista de lo que
queda en relación a lo que podría haber.

El Atlas de Marruecos (Bosques), fue realizado por A. André y F. Joly bajo la dirección de
A. METRO en 1957 a una escala 1:1.000.000, y ha sido también digitalizado en el marco
de este estudio (Figura 4.2).

El Mapa del Inventario Forestal Nacional (IFN, 1996, 1:100.000) ha sido facilitado en ver-
sión digital por el Alto Comisariado de Aguas, Bosques y Lucha Contra la Desertificación
(HCEFLCD), y se ha revisado ligeramente en el marco de este trabajo. Esta revisión se ha

2 Disponibles en http://www.fao.org/forestry/sofo/es/

68
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Figura 4.1. Mapa fito-geográfico de Marruecos elaborado en 1939 por Louis EMBERGER.

basado en conocimientos de terreno de A. Benabid y ha consistido en una reclasifica-


ción de determinados polígonos incorrectamente etiquetados.

Gestión de los datos espaciales


Combinar información geográfica de origen heterogéneo plantea dos tipos de proble-
mas. Primero, la acumulación de errores en el producto final, resultante de imprecisiones
o defectos en los datos de partida. Segundo, la generación de resultados espurios debi-
dos a artefactos de escala o formato.

Respecto al primero de ellos, los tres mapas de vegetación usados en este estudio ca-
recían de análisis formal de precisión, y estaban referidos a un momento histórico (o
inexistente, en el caso de la vegetación potencial). Ello significa que las distribuciones
de las entidades cartografiadas no pueden ser verificadas en el presente y, por tanto, no
fue posible incluir esa incertidumbre en el análisis de errores de los criterios UICN. No
obstante, tanto los mapas iniciales como los resultados obtenidos fueron sometidos a
una inspección experta lo más exhaustiva posible para minimizar las consecuencias de
errores inherentes a cada mapa. De hecho, el IFN fue revisado especialmente para este
trabajo con objeto de corregir pequeños fallos de etiquetado o topología.

El resto de esta sección concierne por tanto a la estrategia seguida para minimizar ar-
tefactos espaciales, sobre todo de escala. Conviene destacar aquí los problemas inhe-
rentes a comparar mapas cuyas escalas y métodos difieren considerablemente. El mapa
fito-geográfico de Emberger refleja vegetación potencial y fue realizado a la escala de
1:1.500.000. Por su parte, el IFN es un inventario de vegetación real a escala 1:100.000.
Finalmente, el mapa de Metro refleja también vegetación existente en un momento dado,

69
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

pero su escala es un orden de magnitud inferior (1:1.000.000) a la del IFN. Más aun, los Figura 4.2. Atlas de
Marruecos, 19 hoja NW.
métodos usados para levantar ambos mapas de vegetación real fueron diferentes: fo- Bosques. Fuente: Checklist of
tointerpretación (METRO) y teledetección (IFN). Esas disparidades aconsejan extremar la Online Vegetation and Plant
Distribution Maps3.
prudencia en cualquier comparación. No obstante, la concurrencia de estas fuentes de
información se consideró una oportunidad única para un trabajo de este tipo.

El estudio cartográfico fue realizado en formato ráster para facilitar las combinaciones
entre datos de distintas fuentes, incluyendo las climáticas y de teledetección. Una serie
de pruebas empíricas realizadas sobre las capas vectoriales llevó a concluir que la ras-
terización estabilizaba los resultados a resoluciones espaciales de 1000 m (Emberger
y Metro) y 250 m (IFN). Finalmente, la resolución espacial de 1000 m fue seleccionada
porque era la que menos redundancia presentaría de todas las opciones disponibles.
Esta resolución es, además, muy común en estudios y bases de datos geoespaciales
por todo el mundo, lo que facilita la normalización de los resultados. Por tanto, los datos
vectoriales de Emberger, Metro e IFN fueron rasterizados a esta resolución y, adicional-
mente, el IFN lo fue también a 250 m.

Marruecos tiene un desarrollo latitudinal importante, se encuentra en latitudes medias


y, dentro del país, el área de estudio es bastante compacta. Por todo ello, el sistema
de referencia espacial elegido fue proyección UTM Huso 29 con datum WGS84 (EPSG
32629). La proyección UTM es conforme y sus algoritmos de cálculo están normaliza-
dos, lo que facilita la conversión a otros sistemas como el Conforme Cónico de Lam-
bert, habitual en Marruecos. El Huso 29 es el central de los tres que cubre Marruecos

3 Disponible en: http://eusoils.jrc.ec.europa.eu/esdb_archive/EuDASM/africa/lists/all_k16.htm

70
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

(La Oriental está en el Huso 30, mientras que el Sáhara Occidental se encuentra casi
completamente en el 28). Esta elección permitió mantener una distorsión despreciable
de áreas y distancias, incluso a escalas relativamente poco detalladas como las ma-
nejadas en este estudio.

Las comparaciones entre los mapas de IFN, Metro y Emberger requieren atender dos
cuestiones. La primera se da cuando dos mapas representan el mismo tema pero a esca-
las diferentes (el caso IFN vs. Metro). La segunda ocurre cuando dos mapas representan
temas diferentes pero comparables hasta cierto punto, y sus escalas respectivas son por
ello también distintas (el caso IFN vs. Emberger). Ambas cuestiones deben ser abordadas
por separado.

La rasterización simple de un conjunto de polígonos vectoriales consiste en registrar su


presencia en las celdas correspondientes de la retícula. Si la resolución espacial de ésta
es comparativamente mucho menos detallada que los polígonos originales, aparecen al
menos tres artefactos importantes: modificación de la superficie total ocupada por los
polígonos, disminución del número de manchas, y simplificación de los contornos. La
estrategia aplicada aquí consistió en basar las comparaciones exclusivamente en áreas
totales de la formación vegetal en cuestión dentro del recinto climático correspondiente,
y en usar un algoritmo de rasterización refinado.

El algoritmo aplicado registra la presencia de una mancha en una celda si, y solo si, pasa
por el centro de ésta. Así, pequeños lóbulos que interesan una mínima parte de las celdas
no son registrados en ellas, y las manchas muy pequeñas en relación a la resolución ráster
tampoco son registradas. Se trata por tanto de una corrección dependiente de la escala
que estabiliza la estimación de superficies lo suficiente como para permitir la comparación.

La estrategia descrita permitió descartar la información (y errores) relativos a la estructu-


ra espacial e intersección y superposición de manchas entre los mapas del IFN y Metro,
algo fuertemente controlado por los métodos respectivos tanto de identificación como
de geolocalización. Persiste el error fractal que relaciona una medida (aquí, el conteo
de celdas) con la escala espacial a que se observa, pero mitigado por el hecho de que
el grano espacial de las formaciones zonales es en general mucho más grueso que la
resolución de trabajo.

Cuando la comparación concierne al segundo de los problemas enunciados más arriba


(IFN vs. Emberger), la estrategia descrita sigue siendo válida, pero aparece un nuevo
aspecto intrínseco a la naturaleza de ambos mapas. El mapa de Emberger explica la
vegetación potencial en términos principalmente climáticos. Los gradientes climáticos
suelen ser más amplios y monótonos que los patrones de vegetación, y por ello la escala
gruesa utilizada por Emberger es apropiada. Como la vegetación real está controlada
por muchos otros factores, el mapa de IFN (y cualquier otro similar, de hecho) siempre
aparece mucho más recortado y con menos área para la mayoría de las formaciones,
incluso si hubiese sido realizado a la misma escala. Por ello, una vez que ambos mapas
fueron rasterizados a la resolución de trabajo, la cautela concierne a la interpretación que
se haga de las diferencias, más que a cómo han sido obtenidas.

Errores asociados con la rasterización


La correcta conversión de los mapas vectoriales de vegetación a formato ráster es cen-
tral para los resultados de este estudio. De ella depende el recuento de superficies de
las distintas formaciones vegetales en cada ámbito espacial, que es la base del Criterio
A, y también la capacidad para consultar otras capas independientes, como se realiza
en el Criterio C. Por ello, se realizó un análisis preliminar para estimar el impacto que
dicha rasterización podría tener en la obtención e interpretación de los resultados de
los tres criterios calculados.

71
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

El diseño experimental pretendió demostrar la hipótesis de que las resoluciones ráster


aplicadas en este estudio no influyen en la atribución de niveles de riesgo. El procedi-
miento consistió en obtener errores relativos asociados a cada rasterización, y luego
aplicarlos en un cálculo tentativo del Criterio A para comparar los resultados. El Criterio
A fue seleccionado para este fin por resultar de operaciones aritméticas simples basa-
das exclusivamente en los propios datos cuyo error se analizaba. El cálculo fue tentativo
porque su único objetivo fue servir de banco de pruebas para este análisis, no rendir
resultados interpretables en términos de conservación.

El primer paso fue rasterizar los mapas de vegetación real a las resoluciones espaciales a
analizar: 1000 m para Metro, y 250 m y 1000 m para IFN. Trabajando cada mapa, formación
vegetal y resolución por separado, se calculó la diferencia de área (km2) entre el mapa vec-
torial original y la versión ráster correspondiente. El valor absoluto de la mitad de dicha dife-
rencia fue tomado como un estimador del error absoluto de esa rasterización. El error relativo
fue calculado a continuación, dividiendo el error absoluto por el área según el mapa vectorial.

Una vez conocidos tanto el área como su error relativo para los mapas ráster de Metro e
IFN a sus resoluciones respectivas, fue posible calcular el Subcriterio A1 para cada forma-
ción vegetal (ver Sección 4.2 para explicación del procedimiento). Las siguientes variantes
del IFN fueron exploradas, siempre dejando fijo el Metro rasterizado a 1000 m de resolu-
ción (Metro-1000): IFN vectorial, ráster a 250 m (IFN-250), y ráster a 1000 m (IFN-1000).

Cada variante del Subcriterio A1 dio lugar a un valor central procedente de la estimación
directa. Su error relativo fue calculado como la suma de los errores relativos de los dos
mapas intervinientes en el cálculo. El error absoluto fue entonces calculado a partir del
relativo, obteniendo así un intervalo en la forma (valor central ± error absoluto).

Datos de entrada
IFN IFN-250 (km2) IFN-1000 (km2) Metro-1000
vectorial (km2)
(km2)
Formación Valor Valor ErrRel (%) Valor ErrRel (%) Valor ErrRel (%)

Espartales 20465 20381 0,21 20423 0,10 25666 0,01


Pinsapares 30 29 0,39 29 1,13 66 1,56
Arganales 6811 6665 0,00 6694 0,16 8665 0,01
Cedrales 1270 1274 0,16 1296 1,04 2042 0,70
Encinares 13538 13563 0,09 13614 0,28 15838 0,04
Alcornocales 3847 3853 0,09 3837 0,13 4787 0,07
Bosques de araar 4110 4113 0,03 4116 0,07 12294 0,10
Pinares de halepensis 794 797 0,21 788 0,37 948 0,52
Pinares de pinaster 79 80 0,58 76 2,06 129 1,05
Quejigares 73 74 1,04 75 1,59 117 1,67
Sabinares albares 541 545 0,32 533 0,75 493 0,64
Sabinares negrales 2910 2920 0,16 2923 0,22 31 1,53
Formaciones de cipreses 66 67 0,30 67 0,49
Melojares 9 9 0,34 11 8,68 27 3,73
percentil 10% 0,05 0,11 0,01
percentil 50% (mediana) 0,21 0,43 0,64
percentil 90% 0,52 1,92 1,65

Tabla 4.2. Extensiones y sus errores relativos en los mapas de vegetación real de Metro rasterizado a 1000 m
de resolución (Metro-1000). IFN vectorial, IFN ráster a 250 m (IFN-250), e IFN ráster a 1000 m (IFN-1000).

72
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

IFN vectorial IFN-250 IFN-1000


ErrRel Valor Valor ErrRel Valor Valor ErrRel Valor Valor
Formación Valor (%) inf. sup. Valor (%) inf. sup. Valor (%) inf. sup.
Espartales 20 0,01 20 20 21 0,21 21 21 20 0,11 20 20
Pinsapares 55 1,56 54 56 55 1,96 54 56 56 2,69 55 58
Arganales 21 0,01 21 21 23 0,01 23 23 23 0,17 23 23
Cedrales 38 0,70 38 38 38 0,86 37 38 37 1,74 36 37
Encinares 15 0,04 15 15 14 0,13 14 14 14 0,32 14 14
Alcornocales 20 0,07 20 20 20 0,16 19 20 20 0,20 20 20
Bosques de
araar 67 0,10 66 67 67 0,14 66 67 67 0,17 66 67
Pinares de
halepensis 16 0,52 16 16 16 0,72 16 16 17 0,88 17 17
Pinares de
pinaster 39 1,05 38 39 38 1,63 37 38 41 3,11 40 42
Quejigares 38 1,67 37 39 37 2,70 36 38 36 3,26 35 37
Sabinares
albares -10 0,64 -10 -10 -10 0,96 -10 -11 -8 1,39 -8 -8
Sabinares
negrales -9288 1,53 -9146 -9430 -9318 1,69 -9161 -9475 -9329 1,75 -9166 -9492
Formaciones
de cipreses
Melojares 65 3,73 63 68 65 4,07 62 68 59 12,41 52 67
percentil 10% 0,01 0,14 0,17
percentil 50%
(mediana) 0,64 0,86 1,39
percentil 90% 1,65 2,55 3,23

Tabla 4.3. Cálculo del Subcriterio A1 usando versiones alternativas del mapa IFN frente al mapa ráster de Metro a la resolución de 1000 m.
Los códigos de color indican niveles de riesgo para este criterio.

El paso final fue asignar niveles de riesgo según la escala de reducción de superficie
aplicada por UICN, y detectar los casos en que el intervalo de valores del Subcriterio A1
incluyese más de un nivel de riesgo. Dichos casos serían interpretados como no adecua-
dos a la resolución correspondiente.

La Tabla 4.2 muestra las áreas y sus errores relativos para los mapas ráster usados. Los
errores relativos son pequeños en general, y sugieren una calidad aceptable de las rasteriza-
ciones. La mediana del error relativo de la rasterización IFN-1000 (0,43%), es mayor que la de
IFN-250 (0,21%), como era de esperar dada la escala detallada del mapa original. Los melo-
jares destacan por tener los mayores errores relativos a 1000 m de resolución, tanto en IFN
como en Metro. Ello se debe probablemente a que su distribución espacial es muy restringida
y sigue un patrón de manchas pequeñas. Eso es un desafío para el algoritmo de rasterización,
y ha resultado en superficies ligeramente sobreestimadas a estas resoluciones gruesas.

Los resultados de calcular el Subcriterio A1 con los datos anteriores se muestran en la Ta-
bla 4.3. Los errores relativos acumulados son bajos, con medianas de 0,65% (IFN vectorial),
0,86% (IFN-250) y 1,39% (IFN-1000). Los intervalos alrededor de cada valor central son ge-
neralmente estrechos, con amplitud entre uno y dos puntos porcentuales. Merece destacar
que los valores calculados de A1 para sabinares albares y sabinares negrales son negativos
(ambos) o absurdos (el último), a pesar de que sus errores relativos se mantienen similares a los
de otras formaciones. Ello sugiere que el procedimiento de rasterización es correcto, pero que
sus extensiones fueron probablemente subestimadas en la elaboración del mapa de Metro.

No obstante, en todos los casos los intervalos del Subcriterio A1 son suficientemente
pequeños como para que sus extremos no incurran en niveles de riesgo diferentes al
asignado al valor central, como muestra el código de colores de la Tabla 4.3. Por ello, y
con las cautelas descritas para ciertos casos en el párrafo anterior, cabe dar por válida
la hipótesis de partida, y concluir que todas las versiones ráster de los mapas de vegeta-
ción real son suficientemente adecuadas para los propósitos de este estudio.

73
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

$SJUFSJP$.ÏUPEPE36&$POEJDJØOEFMBUJFSSB

El Criterio C se refiere explícitamente al estado y tendencias de degradación de


los ecosistemas para diagnosticar su persistencia a medio plazo. Este problema
ha sido abordado refinando un producto ya desarrollado previamente a este tra-
bajo: el estudio 2dRUE-Magreb de valoración y seguimiento de la condición de la
tierra en el Magreb centro-occidental, válido para el período 1998-2008 (Sanjuán
et al., 2010),

El producto 2dRUE-Magreb ofrece una representación coherente de los ecosiste-


mas terrestres magrebíes durante el decenio de aplicación, identificando estados y
tendencias en términos de madurez ecológica, con especial atención a la degrada-
ción de tierras. Su usuario principal son instituciones que gestionen un plan nacio-
nal sobre desertificación, o informen periódicamente a la Convención de Naciones
Unidas para la Lucha contra la Desertificación (CNULD). Por ello, el producto cumple
los siguientes requisitos: implementar explícitamente la definición del Indicador de
Impacto sobre Estado de la Cobertura Terrestre dada por la CNULD; aplicar para-
digmas basados en funciones ecológicas; usar datos de entrada procedentes de
bases de datos normalizadas, públicas y disponibles; separar claramente procesos
computacionales objetivos de intervenciones puntuales donde se requiera un juicio
experto; y generar resultados susceptibles de interpretación ecológica que puedan
ser asumidos por el público en general.

La metodología aplicada, denominada 2dRUE, implica componentes separados de


valoración y seguimiento que operan sobre el mismo juego de datos de entrada. Di-
chos datos son esencialmente series temporales de un índice de vegetación obtenido
mediante detección remota y los campos climáticos correspondientes. La valoración
se refiere al estado de degradación y trata de cuantificar el rendimiento ecológico de
cada sitio respecto a sus condiciones potenciales de referencia. Su paradigma es
que la Eficiencia en el Uso de la Lluvia (es decir, la Producción Primaria Neta Epigea
por unidad de Precipitación recibida) es máxima en sitios con una condición ecoló-
gica favorable. Esta interpretación es compatible directamente con la definición de
degradación dada por la CNULD:, y las referencias potenciales máxima y mínima son
detectadas estadísticamente.

Por otra parte, el seguimiento se refiere a las tendencias y pretende detectar la evo-
lución de cada sitio en el curso del tiempo, tanto a causa de oscilaciones meteoro-
lógicas como por su dinámica ecológica interna. La hipótesis asumida es que los
cambios de biomasa media en el curso del tiempo, excluidas las oscilaciones meteo-
rológicas interanuales, indican degradación o progresión ecológica. En este segui-
miento, cada sitio es comparado consigo mismo a lo largo del período. El seguimien-
to es realizado mediante regresiones paso a paso y se contrasta estadísticamente
para una significación del 95%.

El mapa final de condición de la tierra se obtiene mediante la aplicación de reglas


explícitas que relacionan estados y tendencias. Su leyenda refleja, en el caso de
los estados, niveles crecientes de madurez y complejidad en una escala ecológica
(Anomalía de bajo rendimiento, Rendimiento basal, Muy degradado, Degradado,
Productivo con baja biomasa, Productivo con alta biomasa, Submaduro, Maduro,
Referencia y Anomalía de alto rendimiento). En el caso de las tendencias, la leyenda
refleja la evolución observada de la vegetación en el curso del tiempo (Degradán-
dose, Fluctuando, Aumentando y Estática). La condición de cada sitio consta, por
tanto, de su estado y su tendencia. Este procedimiento de valoración fue validado
en España (Sanjuán et al., en prensa) demostrando la relación entre las clases re-
sultantes y niveles de Carbono Orgánico del Suelo.

74
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

En el caso del producto 2dRUE-Magreb, se estudió una región que comprendía Ma- Pinus pinaster subsp.
rruecos, Argelia, Túnez y Libia, al norte del paralelo 28ºN y al oeste del meridiano hamiltonii var. magrebiana
en Tassaot
12ºE. Fue realizado a la resolución espacial de 1 km, con series temporales archiva- © H. Sainz
das de SPOT VEGETATION S10, y un archivo climático obtenido mediante interpola-
ción a partir de datos meteorológicos georeferenciados procedentes de GSOD, con
una resolución temporal de 1 mes. Su adaptación para resolver los Subcriterios C2 y
C3 se explica más adelante, en la Sección 5.4.

75
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

4.2
Criterio A. Reducción en la distribución
El Criterio A se basa en una reducción observada, estimada o inferida de la extensión
espacial adecuada de cierto ecosistema, aplicando umbrales de la siguente forma:
‘(% reducción ≥ % umbral) nivel de riesgo’.

Por su definición, el criterio es amplio respecto al método usado para establecer la re-
ducción de la extensión espacial. El criterio incluye en su definición de pérdida de super-
ficie el calificativo ‘adecuada’, que sugiere una extensión mínima necesaria para la per-
sistencia de las funciones ecológicas. Esa información era desconocida para todos los
ecosistemas terrestres manejados en este trabajo. Por esa razón, los cálculos hechos
con las extensiones disponibles asumen que cualquier reducción ha tenido lugar por
debajo de la extensión adecuada, y es por ello importante a efectos de calificar el riesgo.

El intervalo de tiempo en que se evalúa el criterio da lugar a tres subcriterios: los últimos
50 años (A1), los próximos 50 años (A2a) o cualquier período de esta duración que inclu-
ya el presente (A2b), o desde 1750 (A3).

La información disponible ha permitido aplicar el Subcriterio A1 a las unidades ecosisté-


micas evaluadas en este trabajo. Para ello se han comparado las distribuciones geográ-
ficas de los ecosistemas terrestres según los dos mapas de vegetación real disponibles,
tras unificar sus leyendas. Dado un ecosistema, es decir, una combinación significativa
o relevante de formación de vegetación y clase de regionalización climática, la compara-
ción consistió en calcular la diferencia en extensiones entre los dos mapas, y expresarla
como porcentaje de cambio.

De cara a estimar las variaciones superficiales fruto de las distintas escalas de los ma-
pas, se llevó a cabo una comparativa de superficies y cálculos de errores estimados, que
se ha explicado con más detalle en el Apartado 4.1.1.

Los mapas utilizados para este cálculo (IFN 1996 y Metro 1958) presentan una diferencia entre
Tizoula (3447m) y cabecera
sus fechas de referencia de 30 años, si se tiene en consideración que el IFN está basado en del Tessaout con Amezri y
imágenes satélite de 1988. Dado que no hay datos cartográficos completos más recientes, Tasgaiualt © H. Sainz

76
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

y que los estudios parciales existentes son frecuentemente contradictorios, para completar
el período de 50 años (1958-2008) se ha trabajado con un abanico de escenarios posibles:

1. Escenario Pesimista: Se ha seguido perdiendo superficie desde 1988, a un ritmo


igual o menor al observado entre 1958-1988.

2. Escenario Estable. La superficie en 1988 es igual a la superficie en 2008. Este


escenario es el elegido en todos los casos en los que no existía información com-
plementaria.

3. Escenario Optimista: Entre 1988 y 2008 se ha producido un aumento de la superfi-


cie de 1-2%, una tasa estimada por la FAO (2009)

El cálculo se basa en las siguientes ecuaciones:

P30 = MTR – IFN

(MTR – IFN) × 100)


P30% =
MTR

Inf08 = IFN × Coef. Escenario

P50 = MTR – Inf08

(MTR – Inf08) × 100)


P50% =
MTR

donde P30 es la pérdida (y P30% la tasa de pérdida) registrada para el período 1958-1988,
y MTR e IFN son las extensiones en km2 del ecosistema en cuestión según los mapas de
Metro e IFN respectivamente. Inf08 es la extensión inferida del ecosistema en cuestión
para 2008, que se basa en el IFN y en un Coeficiente de Escenario con valor = 1 para el Es-
cenario Estable, <1 para el Pesimista y >1 para el Optimista. Finalmente, P50 es la pérdida
(y P50% la tasa de pérdida) estimada para el período 1958-2008. El valor de P50% fue en-
tonces comparado con los umbrales UICN para atribuir el nivel de riesgo correspondiente.

Estimación de la reducción de superficie potencial


Puesto que la gama de resultados de aplicar el Subcriterio A1 se expresa como un aba-
nico de posibilidades desde el supuesto optimista al pesimista, el método para elegir
el valor “más probable” influirá en nivel de riesgo atribuido finalmente. La información
adicional (fuentes de literatura gris, mapas locales…) sirve para confirmar el nivel de
certidumbre de la estimación. Como herramienta de ayuda adicional para estimar nive-
les de certidumbre, se hicieron una serie de cálculos destinados a estimar la reducción
de la superficie de cada ecosistema con respecto a su potencial. Esta estimación fue
calculada recurriendo al mapa de IFN de 1996 como vegetación reciente, y al mapa fito-
geográfico de Emberger como vegetación potencial, con la siguiente formulación:

PP = EMB – IFN

(EMB-IFN) × 100)
PP% =
MTR

donde PP es la PPotencial que se valora, y EMB e IFN son las extensiones en km2 del
ecosistema en cuestión según los mapas de Emberger e IFN respectivamente.

77
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

4.3
Criterio B. Distribución restringida
El Criterio B identifica aquellos ecosistemas cuya distribución geográfica es tan restringi-
da que existe riesgo de colapso ante acontecimientos o procesos de amenaza.

El alcance que una perturbación puede tener en cierto ecosistema depende de los ta-
maños relativos entre ellos. Los ecosistemas con distribuciones restringidas presentan
un riesgo mayor, ya que perturbaciones locales de tamaño medio pueden conducir a su
completa extinción.

Se usan dos métricas para localizar tales ecosistemas:

.ÏUSJDB Extensión de Presencia (EOO), que se define como la extensión del polígono
imaginario, convexo, continuo y más pequeño posible, que encierra toda la presencia del
ecosistema.

Figura 4.3. Extensión de


presencia de los arganales en
el territorio estudiado

.ÏUSJDB Área de Ocupación (AOO), que se define como el nº de celdas de 10x10 km


con una presencia del ecosistema mayor al 1% de la celda.

Los Criterios B1 (basado en EOO) y B2 (basado en AOO) permiten determinar que un


sistema se encuentra amenazado si cualquiera de estas métricas es inferior a un valor

78
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Malla de 10 x 10 km

Ocurrencia > 1%sup


Figura 4.4. Area de ocupación
Ocurrencia < 1%sup de los arganales en el
territorio estudiado

umbral y, además, existe una disminución continua de la superficie ocupada por el eco-
sistema, o de una variable abiótica, o de sus interacciones - sub criterios B1a y B2a. Si
los procesos de degradación pueden ocasionar una degradación de alguno de estos
parámetros en próximos 20 años estará amenazado por- sub criterios B1b y B2b- , y si el
ecosistema existe en un nº reducido de localizaciones por Criterios B1c y B2c.

Es importante recordar que el Criterio B (distribución geográfica reducida), al estar defi-


nido por valores umbrales absolutos y no porcentuales, puede proporcionar resultados
diferentes en función de la extensión del territorio objeto de estudio. De esta forma,
cuanto menor sea la extensión del territorio, mayores serán las probabilidades de que los
ecosistemas tengan una extensión de presencia o un área de ocupación que se encuen-
tre en el rango de los valores umbrales establecidos para las categorías de amenaza.
Así, ecosistemas de amplia distribución en Marruecos, como por ejemplo los encinares,
los alcornocales o los bosques de araar, no cumplen ninguno de los subcriterios del
Criterio B para todo el territorio marroquí estudiado, pero sí cumplen alguno(s) al nivel de
ecozona, ecoregión o, especialmente, al nivel de dominio.

Este trabajo ha evaluado el Criterio B para todas las unidades ecosistémicas, pero única-
mente al nivel de todo el territorio de estudio, desestimando las subdivisiones utilizadas
en el resto del estudio (ecozonas, ecoregiones y dominios). Los cálculos de las métricas
(EOO y AOO) se han realizado sobre el mapa del IFN. Para determinar el polígono en-
volvente mínimo para la Extensión de Presencia (EOO) se ha usado la implementación
de la función “convex hull” (chull) de la librería grDevices v.3.0.1 del software de análisis
estadístico R.

Para determinar una disminución de la calidad ambiental (B1a(ii) y B2a(ii)) se considera-


ron los resultados del análisis del Subcriterio C1, comentados en el Apartado 4.4.

79
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

Solo se ha determinado el nº de localizaciones en las que existe un ecosistema (B1c y


B2c) para tres ecosistemas (formaciones de Cipreses, Melojares y Pinsapares) donde
este cálculo revestía especial relevancia. El número de localizaciones según la definición
UICN viene determinado por las amenazas más probables, por lo que es susceptible de
interpretación. En las fichas respectivas se justifica la elección de amenazas y, por tanto,
del número de localidades correspondiente a cada unidad.

4.4
Criterio C. Degradación ambiental
(Factores abioticos)
&YUFOTJØOZTFWFSJEBESFMBUJWB

El Criterio C se refiere a la ‘Degradación en un componente del ambiente abiótico, que


reduce la calidad de hábitat del ecosistema para su biota característica’. Dado que
2dRUE-Magreb se basa en funciones ecológicas, su uso para valorar ese proceso
parece implicar que se estaría evaluando la degradación de la biota en sí misma, no la
del ambiente abiótico. Sin embargo, por un lado el 2dRUE es un estimador directo de
la calidad del suelo en áreas donde el agua es un factor limitante. Solo puede alcanzar
valores altos si el suelo se encuentra en buena condición (en términos de estructura,
funciones y espesor) y puede proporcionar agua y nutrientes durante los períodos se-
cos entre eventos lluviosos. Por otra parte, la causa principal de degradación abiótica
en Marruecos es la presión humana sobre el ambiente natural. Más allá de efectos
inmediatos como la deforestación, dicha presión ha producido una extensa degrada-
ción de suelos que se manifiesta como pérdida de la capa superior, compactación o
aumento de la escorrentía superficial, entre otros. Los suelos degradados son el mayor
factor limitante para la reversibilidad de cualquier cambio ambiental, y por ello encajan
bien como medida de la reducción de la calidad del hábitat según los términos de re-
ferencia del Criterio C.

El Criterio C aplica escalas acumulativas de severidad relativa de degradación y de ex-


tensión ocupada, con el formato general ‘≥ (% extensión) con ≥ (% severidad relativa)’.
Esta doble escala acumulativa implica que la progresión de niveles de riesgo Preocupa-
ción Menor (LC) Vulnerable (VU) En Peligro (EN) En Peligro Critico (CR) no es lineal. De
hecho, el grado de riesgo en que se encuentra el ecosistema en cuestión crece rápida-
mente según se avanza por la escala de degradación. Ello permite identificar el riesgo
en fases tempranas y diagnosticarlo con la gravedad adecuada en fases avanzadas. En
términos prácticos, este sistema refleja que la pérdida de una fracción de un ecosistema
es importante no solo por sí misma, sino porque disminuye la probabilidad de persisten-
cia de lo que queda. La implementación usada aquí sigue ese principio.

El intervalo de tiempo en que se evalúa el criterio da lugar a tres subcriterios: los últimos
50 años (C1), los próximos 50 años o un período de esa longitud que incluya el presente
(C2), y desde 1750 (C3).

Disponer de series temporales tan largas para un indicador funcional de la degradación


de un ecosistema no es sencillo sin incurrir en una cadena de supuestos que compro-
metería la fiabilidad del estudio, y ciertamente no se consideró posible en este caso.
Sin embargo, el producto ya existente 2dRUE-Magreb (ver Sección 4.1) cumplía algunas
especificaciones que son de aplicación directa para el Criterio C:

80
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

t está basado en funciones ecológicas explícitamente relacionadas con la Producti-


vidad Primaria Neta y la Biomasa;

t su diseño responde a la definición de degradación ecológica producida por la Con-


vención de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación;

t sus resultados separan estados y tendencias, facilitando implementar respectiva-


mente los Subcriterios C3 y C2;

t sus cálculos se basan en observaciones mensuales practicadas durante un pe-


ríodo decenal, suficiente para separar la mera variabilidad interanual del estado o
tendencia de un ecosistema a medio plazo.

El mayor problema presentado por 2dRUE-Magreb fue debido a su período de aplica-


ción (1998-2008). Ello sitúa ese estudio en el pasado reciente y durante un período infe-
rior a 50 años. A pesar de ello, se decidió utilizar sus resultados de la siguiente forma y
sobre los siguientes supuestos:

t Subcriterio C3: los estados detectados en 2dRUE-Magreb se aplicaron directa-


mente para determinar extensiones ocupadas por grados crecientes de severidad
relativa, asumiendo que el período disponible indica las desviaciones respecto al
estado de referencia (desde 1750).

t Subcriterio C2: las tendencias detectadas en 2dRUE-Magreb fueron extrapoladas


al año 2052, asumiendo que las condiciones de contorno de los ecosistemas per-
manecerán invariables, y que cualquier cambio será debido sólo a los procesos
detectados durante el período de observación.

El Subcriterio C1 no fue evaluado por no disponer de referencias fiables sobre el estado


en 1958 de los ecosistemas considerados. Por razones de exposición, a continuación se
explica el Subcriterio C3 antes del C2.

4.4.2. Subcriterio C3: desde 1750

Los estados de condición en 2dRUE representan niveles crecientes de madurez y


complejidad ecológica. Son determinados a partir del valor combinado de dos esti-
madores derivados de teledetección, que indican, respectivamente, biomasa y turno
de renovación (este último, la razón entre Producción Primaria Neta y Biomasa). Un
procedimiento estadístico conduce a detectar los estados de referencia mRendi-
miento basal y Rendimiento de referencia, respectivamente), así como las anoma-
lías encontradas por debajo y por encima de ellos (Anomalía de bajo rendimiento y
Anomalía de alto rendimiento, respectivamente). En el centro de la escala, los esta-
dos Muy degradado, Degradado, Productivo con baja biomasa, Productivo con alta
biomasa, Submaduro y Maduro representan los niveles crecientes de complejidad
aludidos al principio.

Esa escala de complejidad incluye, pero no se limita a, una sucesión ecológica. Los
estados a partir de Productivo de alta biomasa se definen por turnos de renovación
decrecientes y biomasas crecientes, por lo que sí reflejan propiamente el patrón de una
sucesión ecológica. Sin embargo, los estados denominados degradados muestran va-
lores bajos tanto de biomasa como de turno de renovación, y representan, más bien,
posiciones terminales en la evolución de un ecosistema. El estado Productivo de baja
biomasa es una articulación entre esos dos patrones y suele asociarse con cubiertas
vegetales explotadas, a partir de las cuales la evolución del sistema puede seguir una u
otra trayectoria.

81
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

Marco temporal
2dRUE llega a los estados descritos tras una observación que se prolonga diez años
aproximadamente (1998-2008 en este caso), pero que es colapsada a un ‘momento’ sin
dimensión temporal. Un símil apropiado sería una foto fija cuyo intervalo de exposición
durase una década. Ese intervalo es necesario para separar respuestas ecológicas a
corto plazo, normalmente asociadas a la variabilidad meteorológica, de estados y ten-
dencias a largo plazo en la dinámica de los ecosistemas.

Todos los estados reflejan una secuencia temporal, sea de sucesión o degradación. El
estado por omisión de los ecosistemas naturales sería Referencia (y tal vez Anomalía
de Alto Rendimiento, dada la naturaleza estadística del método). Por tanto cualquier
otro estado puede tomarse como una desviación de éste, lo cual lleva asociado un
intervalo de tiempo, incluso si no se valora directamente. Simplificando, puede supo-
nerse que la distribución espacial de todos esos estados ‘temporales’ en un ‘momen-
to’ dado equivale a examinar la evolución de unos pocos sitios a lo largo de estados
sucesivos en el tiempo.

Por eso, el mapa de estados puede tomarse como la instantánea de un sistema di-
námico que puede asumirse, de nuevo simplificadamente, en estado estacionario. En
él, las pérdidas son compensadas por ganancias y la reversibilidad de los cambios
es crucial para ello. Así, las frecuencias de las desviaciones respecto a la referencia
óptima indican intensidades de explotación. Creemos que ésta puede ser una visión
alternativa eficiente para los ecosistemas mediterráneos, cuyo uso y explotación es
consustancial con sus orígenes, en vez de asociarse sencillamente con una fecha si-
tuada unos pocos siglos atrás.

La noción de sistema dinámico y estacionario no implica un intervalo de tiempo con-


creto, ya que el sistema podría comportarse indefinidamente de ese modo, al menos en
teoría. La estabilidad puede perderse si se permite que la explotación exceda el umbral
o estado de colapso de los ecosistemas implicados, en cuyo caso la reversibilidad no
sería posible y las pérdidas excederían a las ganancias. Este proceso suele ser histórico
a escalas temporales humanas, y 2dRUE puede ayudar a diagnosticarlo.

Por todo lo anterior, cabe aceptar que los estados reflejados en 2dRUE-Magreb indican
la respuesta ecológica frente al cambio ambiental ocurrido en Marruecos. En sentido
estricto, el resultado se aplica al momento en que se realizó la observación. El intervalo
para el que esto se considere representativo debe ser interpretable, y planteó el dilema
de si debería referirse a los 50 años precedentes (C1) o a lo ocurrido desde 1750 (C3).
La segunda opción tenía la ventaja de valorar un período más largo, equiparable al
intervalo de vida de la vegetación zonal usada para definir los ecosistemas. Ello per-
mitía mejorar la interpretación de estados muy alejados de la referencia en términos
causales, vinculándolos a presiones ambientales que han operado en este período, si
bien no hay datos que sugieran que todo el cambio ambiental haya tenido lugar dentro
de ese intervalo.

Severidad relativa
Así planteados, los estados de condición fueron asimilados, mediante juicio experto, a la
escala de severidad relativa referida por UICN. Para ello fue necesario establecer umbra-
les de severidad en función de las características concretas del ecosistema en cuestión.

Por ejemplo, la condición natural favorable de cierto ecosistema forestal, en términos


de 2dRUE, puede ser Referencia o Anomalía de Alto Rendimiento. Su explotación inicial
daría lugar a un estado con menor biomasa y mayor turno de renovación, que en 2dRUE
sería detectado como Maduro. Niveles crecientes de intensidad en la explotación conti-
nuarían la serie de estados hacia Submaduro, Productivo de Alta Biomasa y Productivo
de Baja Biomasa.

82
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Ahora esta secuencia puede examinarse en términos de severidad relativa (SR): Estados de condición de la
tierra, que representan grados
de madurez o degradación en
t Anomalía de Alto Rendimiento y Referencia son estados poco afectados que con- términos de biomasa y turno
servan la práctica totalidad de sus funciones ecológicas. Su severidad relativa es de renovación.
nula o baja: 0% ≤ SR < 30%. Período 1998-2008. Extraído
del producto 2dRUE-Magreb
(Sanjuán et al., 2010).
t Maduro tiene sus funciones ecológicas sólo ligeramente inferiores a las de Referencia
y por ello la severidad relativa puede ser considerada como baja: 30% ≤ SR < 50%.

t Submaduro representa un grado mayor de alteración, y se le asigna una severidad


relativa proporcionalmente mayor: 50% ≤ SR < 70%.

t Productivo de Alta Biomasa corresponde frecuentemente a un bosque abierto don-


de la regeneración es posible pero está fuertemente controlada por el uso. Puede
considerarse, por ello, como una severidad relativa media-alta: 70% ≤ SR < 80%.

t Productivo de Baja Biomasa sugiere una severidad relativa alta para un ecosistema
que debería tener mucha más densidad, ya que probablemente se compromete su
regeneración: 80% ≤ SR < 90%.

t Degradado representa disminución importante tanto de la biomasa como del turno de


renovación. Suele tratarse de cubiertas muy poco densas con vestigios de la vegeta-
ción arbórea original. La severidad relativa puede considerarse: 90% ≤ SR < 100%.

t El bosque original probablemente no podría existir en estados que impliquen una


simplificación igual o mayor que Muy Degradado. Eso define el umbral de colapso
del ecosistema considerado: 90% ≤ SR ≤ 100%.

83
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

El juicio experto aplicado al esquema anterior se basó en interpretar la fisionomía y fun-


ciones de los diferentes estados. Los estados de condición en 2dRUE tienen un origen
numérico basado en percentiles, y hubiera sido sencillo establecer una correspondencia
más formal entre ellos y el porcentaje de severidad relativa. Sin embargo ello habría
producido una precisión falsa, al no estar apoyada en trabajo de campo hecho a tal pro-
pósito. Por esas razones, las clases de severidad relativa asignadas fueron tan amplias
como era posible, mientras se ajustasen a las escalas especificadas por UICN para los
Subcriterios C2 y C3.

El esquema descrito sirve para la mayoría de las formaciones de vegetación evalua-


das en este estudio, ya que son forestales, pero fue adaptada a las propiedades es-
pecíficas de otros ecosistemas. Por ejemplo, la escala fue desplazada hacia niveles
inferiores de condición para los espartales de Stipa tenacisssima, donde la severidad
relativa ≥80% llega hasta Degradado en vez de Productivo de Baja Biomasa. Eso es
debido a que su regeneración es vegetativa más que mediante semillas, y los espar-
tales toleran niveles más altos de degradación sin colapsar como ecosistema. La
noción intuitiva de que el estado de Referencia corresponde a una cubierta forestal
no se aplica en 2dRUE. Todos los estados, incluyendo Referencia, son asignados
en función del mejor rendimiento ecológico encontrado para cada nivel de aridez.
El clima de las áreas donde se encuentran los espartales no favorece el crecimiento
arbóreo, y la referencia típica es un denso mar de esparto, como lo llaman los pobla-
dores locales.

La escala de riesgo de UICN (VU EN CR) se aplica a un ecosistema dado en cierta región
o dominio, no a una localización individual. Dicho ecosistema está siempre formando
una población de localizaciones, cuyo valor conjunto atribuye el nivel de riesgo corres-
pondiente. Este principio ha sido aplicado en el proyecto considerando tanto la escala
acumulativa de severidad descrita en el párrafo anterior, como la extensión acumulada
de sus estados ordenados.

Ejemplo de cálculo del Subcriterio C3


El siguiente ejemplo explica la lógica del cómputo del Subcriterio C3, basado en los um-
brales propuestos por UICN (Tabla 4.4) y tomando el caso (Tabla 4.5) de las formaciones
de sabina albar (Juniperus thurifera) en los cinco dominios donde se encuentra presente.

Severidad relativa (%) ≥ 90 % ≥ 70 % ≥ 50 %


≥ 90 % CR EN VU
Extensión (%)

≥ 70 % EN VU LC

≥ 50 % VU LC LC

Tabla 4.4. Aplicación del Subcriterio C3 según el procedimiento definido por la UICN (versión 2.0).

La primera columna de la Tabla 4.5 muestra, con tonos de intensidad decreciente, los
estados de condición según 2dRUE-Magreb (a) y su correspondencia con la escala de
severidad relativa según UICN (b). Las columnas siguientes a su derecha muestran la
distribución de sabinares albares en los diferentes estados de 2dRUE-Magreb, en los
cinco ámbitos espaciales. Esas cantidades fueron obtenidas contrastando el mapa de
estados con la distribución de sabina albar según el IFN.

El Dominio semiárido del Atlas (DOM8) puede ser empleado para ilustrar el procedimiento:

84
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

a) Estado de condición DOM2 DOM4 DOM6 DOM 7 DOM8


Anomalía de bajo rendimiento 0 14 0 0 1

Rendimiento basal 0 20 10 0 5

Muy degradado 5 12 15 6 25

Degradado 11 21 38 62 32

Productivo de baja biomasa 2 1 4 0 8

Productivo de alta biomasa 4 0 0 0 0

Submaduro 54 32 33 32 27

Maduro 12 0 0 0 1

Rendimiento de referencia 12 0 0 0 1

Anomalía de alto rendimiento 0 0 0 0 0

b) Severidad relativa DOM2 DOM4 DOM6 DOM7 DOM8

≥ 90 % 16 67 63 68 63

≥ 70 % 22 68 67 68 71

≥ 50 % 76 100 100 100 98

SUBCRITERIO C3 LC VU VU VU VU

t El porcentaje acumulado de extensión en estado Degradado o peor (es decir, Seve- Tabla 4.5
Aplicación del Subcriterio
ridad relativa ≥ 90%) es del 63% (=1+5+25+32). Este valor excede del umbral 50% C3 a sabinares de Juniperus
establecido por UICN y, por ello, corresponde a un nivel de riesgo Vulnerable (VU). thurifera en Marruecos,
usando estados de condición
de la tierra según 2dRUE-
t Añadiendo a lo anterior el porcentaje de extensión en los estados Productivo de Magreb. Se consideran
cinco dominios climáticos:
Baja Biomasa y Productivo con alta biomasa (es decir, Severidad relativa ≥ 70%), el semiárido en zonas medias
porcentaje acumulado llega al 71% (=63+8+0). Este valor supera a su vez el umbral (DOM2), zona transicional
semiárida del Atlas y de las
70% de extensión para este nivel de severidad relativa, y corresponde nuevamente Altas Mesetas orientales
a un nivel de riesgo Vulnerable (VU). (DOM4), subhúmedo del Atlas
(DOM6), de Alta Montaña del
Atlas (DOM7) y semiárido del
t Finalmente, el 98% de las formaciones de sabina albar en este dominio se encuen- Atlas (DOM8). Los valores
son: a) porcentaje de la
tran en estado Submaduro en el mejor de los casos (es decir, Severidad relativa distribución observada (IFN)
≥50%). Esa extensión excede el umbral 90% establecido por UICN, y corresponde de J. thurifera en cada estado
de condición y dominio, y
a un nivel de riesgo Vulnerable (VU). b) porcentaje acumulado
de niveles de severidad
relativa (codificado en tonos
t Los tres niveles de severidad relativa asociados con el C3 coinciden en atribuir el crecientes de marrón).
nivel de riesgo Vulnerable (VU) a este ecosistema. Fuentes externas (por ejemplo,
Fromard y Gauquelin, 1993) ratifican este resultado, subrayando que esta especie
parece ser la que más ha declinado en Marruecos, y su degradación masiva se
relaciona con la limitada disponibilidad de leña en los valles del Alto Atlas.

t A la vista de todo lo anterior, el nivel de riesgo atribuido finalmente a este ecosiste-


ma en este dominio es VU.

85
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

Adicionalmente al cómputo del Subcriterio C3, se aplicó un test estadístico para determi-
nar si, dada una formación vegetal, los dominios difieren significativamente entre ellos en
términos de condición de la tierra. El método fue el contraste no paramétrico de Kruskal-
Wallis, equivalente a un análisis de varianza (ANOVA) por rangos. A continuación, y para
aquellos casos en que hay diferencias significativas, se realizaron múltiples compara-
ciones mediante la media de los rangos (contraste de Tukey) para determinar si todos
los dominios son diferentes entre sí, o si es posible establecer grupos homogéneos.
Esta aproximación es complementaria al Subcriterio C3 y permitió ordenar los dominios
según su estado o madurez ecológica, como un apoyo para las políticas ambientales re-
lativas a la vulnerabilidad. Los resultados se presentan como mapas de niveles relativos
de madurez eoclógica.

Los resultados para los sabinares de sabina albar muestran que los dominios (exclu-
yendo DOM7, debido al pequeño tamaño de la muestra) son significativamente distintos
entre ellos (Kruskal-Wallis H=25.98, d.f.=3, p<0,001) en términos de madurez ecológica.
Las comparaciones múltiples demostraron adicionalmente que hay dos subgrupos: por
un lado el DOM2, donde la condición es mejor; por otro, no hay diferencias estadísticas
entre DOM4, DOM6 y DOM8, aunque este orden refleja una condición creciente. Hay una
correspondencia evidente con los niveles de riesgo UICN obtenidos.

4VCDSJUFSJP$QFSÓPEPEFB×PTJODMVZFOEPQSFTFOUFZGVUVSP
La determinación de tendencias en 2dRUE se basa en regresiones paso a paso prac-
ticadas para cada celda ráster de 1 km2. La variable dependiente es la biomasa anual
(por ejemplo, NDVI/12), y los predictores son el año y la aridez de ese año (calculada,
siguiendo la recomendación de CNULD, como cociente entre los totales anuales de
Evapotranspiración Potencial y Precipitación: P/PET). El procedimiento paso a paso y
el análisis de significación subsiguiente determinan la contribución individual de cada
predictor. Esta resulta en términos de coeficiente normalizados de regresión parcial (la
cantidad de desviaciones típicas del predictor necesarias para causar un cambio de
1 desviación típica en la biomasa), de modo que si ambos efectos son detectados,
puedan compararse. Así, la respuesta en el tiempo detectada puede interpretarse como
tendencia intrínseca del sitio en cuestión, excluyendo variaciones debidas a oscilacio-
nes interanuales de aridez. Ver del Barrio et al. (2010) para más detalles.

En su uso normal, la interpretación de las tendencias se restringe a lo sucedido du-


rante el período de observación. Una tendencia temporal positiva, cualquiera que sea
la respuesta a la aridez interanual, es interpretada como biomasa Aumentando, lo que
suele deberse a una sucesión ecológica secundaria o, en su caso,Degradándose. Si
solo hay respuesta a la aridez pero no hay tendencia temporal, el sitio se considera
Fluctuando. Y finalmente, la ausencia de respuesta detectada conduce a considerar el
sitio como Estático.

El Subcriterio C2 fue calculado mediante extrapolación de las tendencias encontra-


das durante el período 1998-2008, a un momento situado 50 años después. Es im-
portante señalar que este ejercicio tuvo carácter exploratorio, no predictivo. Se basó
en estimaciones de biomasa solo para los sitios de cada ecosistema que fueron en-
contrados Degradándose durante la década de análisis, y suponiendo que la aridez,
cuando producía respuestas significativas, no cambiaría y mantendría sus efectos.
Mantener la aridez de esta forma permite una vía de exploración para un escenario
de cambio climático.

Las regresiones resultantes de 2dRUE son lineales. Pero para mejorar el realismo de la
exploración, es decir, para reflejar que la variación de biomasa esperada depende de la
biomasa inicial, fueron convertidas a regresiones exponenciales aplicando logaritmos.
De ese modo, la biomasa de los sitios Degradándose tiende a cero a (muy) largo plazo,
con una intensidad que depende de la biomasa que haya en cada momento. Los sitios

86
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

que fueron detectados como Aumentando no fueron evaluados. Primero, porque a priori Tendencias de condición de
no suponen un problema de conservación. Y segundo, porque requerirían una regresión la tierra, que representan
variación neta de biomasa
logística (no una simple regresión exponencial) cuya parametrización excedería el ámbito en el curso del tiempo
de este estudio. tras descartar el efecto de
fluctuaciones climáticas
interanuales.
Las regresiones así obtenidas fueron usadas para producir dos indicadores inmediatos. Período 1998-2008. Extraído
Uno, el porcentaje de la biomasa actual esperable en el año 2052. ‘Actual’ se refiere aquí del producto 2dRUE-Magreb
justo al centro del período 1998-2008. Como 2dRUE-Magreb usa años hidrológicos (de (Sanjuán et al., 2010).

septiembre a agosto), ese momento corresponde al año 2002. La proyección se hace por
tanto a un momento situado 50 años más tarde. El segundo indicador fue el año en que
la biomasa actual se reducirá a la mitad (50% de la biomasa actual).

Esos indicadores dieron una idea de la intensidad de la degradación experimentada


en cada sitio, pero todavía no responden al Subcriterio C2, que se refiere a variacio-
nes esperables en el futuro de la extensión ocupada por ciertos niveles de severidad
relativa. La implementación realizada en este estudio asumió dos supuestos para con-
siderar viable el incremento de extensión de cualquier nivel de severidad relativa. Pri-
mero, solo podría ser causado por sitios (celdas ráster) que se encuentran actualmen-
te con la tendencia Degradándose. Segundo, y adicionalmente al anterior, el aumento
futuro de extensión de un nivel de severidad relativa dado solo puede producirse a
expensas de sitios que se encuentran actualmente en niveles de severidad inferiores
(por ejemplo, el aumento futuro de la superficie ocupada por una severidad relativa
≥80% solo podría deberse a la degradación de sitios que pertenecen actualmente a
los niveles ≥50% o ≥30%).

87
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

El algoritmo fue el siguiente:

1. Paso 1: comprobar la existencia de degradación actual.


a) Hay celdas con tendencia Degradándose en la distribución del ecosistema?
b) Si no, C2 = 0 (no se calcula). De otro modo, siguiente paso;

2. Paso 2: comprobar niveles de riesgo individualmente para cada nivel de


severidad.
a) Obtener el porcentaje de celdas Degradándose en la distribución del ecosistema
b) Añadirlo al porcentaje de extensión ocupado por cada nivel de severidad.
c) Si no, C2 = 0. De otro modo, siguiente paso;

3. Paso 3: comprobar umbrales de riesgo para los niveles de severidad que


dieron positivo en el paso anterior.
a) Obtener la distribución de frecuencias de celdas Degradándose por estados
de condición y niveles de severidad relativa (correspondencia según el patrón
específico para ese ecosistema, ver sección anterior).
b) Para cada nivel de severidad relativa, obtener el porcentaje acumulado de celdas
Degradándose en el nivel o niveles inferiores.
c) ¿Es ese porcentaje suficiente para traspasar algún umbral de riesgo en algún nivel?
d) Si no lo es para todos los niveles, C2 = 0. De otro modo, siguiente paso;

4. Paso 4: definir y valorar escenarios de cambio.


a) Escenario de degradación intensa: todas las celdas en los niveles de severidad
inferiores se degradarán, pasando al nivel de severidad en cuestión. Por ello
incrementarán su extensión y traspasarán su umbral de riesgo correspondiente.
Las cantidades ya fueron obtenidas en el Paso 3c. Si hay más de un nivel de
severidad en esta situación, seleccionar la configuración de mayor riesgo.
b) Escenario de degradación atenuada: la degradación de las celdas continuará en
el futuro, pero a una tasa temporal suficientemente lenta como para no producir
un número relevante de transiciones a un nivel de severidad superior. Las canti-
dades fueron obtenidas en el Paso 3a.
c) Usar los dos indicadores descritos más arriba, porcentaje de la biomasa actual
esperable en 2052 y año en que la biomasa actual se reducirá a la mitad, para
razonar la intensidad de la degradación y con ello la verosimilitud de cada esce-
nario. Recurrir a fuentes externas si es apropiado. Sin cálculos.

El algoritmo opera con detalle progresivo. En particular, la diferencia entre los pasos 2c y 3c es
que el primero supone que todos los sitios Degradándose pueden contribuir a elevar el riesgo
de cualquier nivel de severidad, mientras que el último usa solo los sitios que realmente pueden
hacer esa contribución. La razón para ello es doble. Primero, este procedimiento facilita el con-
trol por el operador, cuyo juicio es requerido para razonar el resultado final en el paso 4c. Se-
gundo, la proporción de tierra degradándose es habitualmente baja en las aplicaciones 2dRUE
(por ejemplo, 0,4% para el Magreb, 1% para Iberia, 1,1% para el Nordeste de Brasil, 3.,9% para
la Región IV de Chile, y hasta 19% para Mozambique), por lo que explorar en el paso 2 si la
degradación total tiene el potencial de elevar el nivel de riesgo ahorra tiempo y cálculos.

Ejemplo de cálculo del Subcriterio C2

Seguridad relativa (%) ≥ 80 % ≥ 50 % ≥ 30 %


≥ 80 % CR EN VU
Extensión (%)

≥ 50 % EN VU LC
Tabla 4.6 Aplicación del
Subcriterio C2 según el
≥ 30 % VU LC LC procedimiento definido por la
UICN (versión 2.0).

88
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Presente (2002) Proyección para 2052


Cambio a Cambio a Cambio a

≥80% ≥50% ≥30%


Estados de condición %_ass_T0 %_Deg_T0 %_ass_T1 %_ass_T1 %_ass_T1
Anomalía de bajo rendimiento 0 0 0 0 0
Rendimiento basal 0 0 0 0 0
Muy degradado 0 0 0 0 0
Degradado 0 0 0 0 0
Productivo de baja biomasa 0 0 34 0 0
Productivo de alta biomasa 4 2 2 4 4
Submaduro 16 11 6 38 16
Maduro 21 8 13 13 35
Rendimiento de referencia 17 6 11 11 11
Anomalía de alto rendimiento 42 7 34 34 34
Total (%) 100 34 100 100 100

Paso 2 Paso 3
C2_T0 C2_T0+Deg C2 C2 C2
Severidad relativa %_cumul. % (explor.) %_cumul. %_cumul. %_cumul.
≥ 80 % 0 34 34 0 0
≥ 50 % 20 53 41 41 20
≥ 30 % 41 75 55 55 55

Degradación proyectada

(Regresión exponencial)
% de biomasa en año 2052 43%
Año para 50% de la biomasa
presente 2043

Tabla 4.7. Cálculo del Subcriterio C2 aplicado a Bosques


de araar (Tetraclinis articulata) del Dominio semiárido de la
costa Atlántica. Las cantidades sombreadas en verde son
los datos de entrada: porcentaje de los estados de condición
encontrados en la distribución del ecosistema en el presente
(%_ass_T0), y su proporción correspondiente a sitios
Degradándose (%_Deg_T0). Ver explicación en el texto.

89
4 APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS DE UICN EN MARRUECOS

Pasos del algoritmo:

1. Paso 1
t La degradación activa afecta al 34% de la distribución del ecosistema.

2. Paso 2
t La severidad relativa en el presente, ajustada según la correspondencia entre
estados y niveles de severidad descrita en la sección precedente (C2_T0) tiene
extensiones de 0%, 20% y 41% para los tres niveles ≥80%, ≥50% y ≥30% res-
pectivamente. El ecosistema resultaría como LC.
t Sin embargo, cuando se suma separadamente la degradación total a las exten-
siones anteriores (C2_T0+Deg), los niveles de severidad relativa ≥80% y ≥50%
superarían respectivamente los umbrales del 30% y 50% de extensión, cualifi-
cando para un nivel de riesgo VU.
t Los porcentajes anteriores no pueden usarse como tales, porque la degrada-
ción total solo puede sumarse una vez. Pero la operación ilustra rápidamente si
existe el potencial de traspasar algún umbral de riesgo.

3. Paso 3
t Para este ecosistema en particular, la severidad relativa ≥80% abarca desde
Anomalía de bajo rendimiento hasta Productivo de baja biomasa (sombreado en
marrón oscuro en la primera columna).
t Si todos los sitios Degradándose que se encuentran actualmente en un estado
superior se convierten a (al menos) Productivo de baja biomasa, la extensión del
nivel de severidad ≥80% aumentaría proporcionalmente. Esto se refleja en la co-
lumna ‘Cambio a ≥80%’. El nuevo porcentaje de extensión de este estado (resalta-
do en negrita) es la suma de la extensión actual (0%) y los porcentajes de celdas
Degradándose de todos los estados superiores (34%=2+11+8+6+7). Consistente-
mente con ello, los nuevos porcentajes de esos estados superiores se ven redu-
cidos en sus proporciones respectivas de celdas Degradándose. Por ejemplo, la
nueva extensión de Maduro sería 13% (=21-8) bajo esta simulación
t El mismo ejercicio se realiza para simular posibilidades alternativas de cambio,
a ≥50% y a ≥30% en las dos últimas columnas.
t Tras calcular los valores exploratorios correspondientes para el Subcriterio C2,
resulta que la severidad relativa ≥80% podría alcanzar un riesgo de VU en 2052.

4. Paso 4
t Los pasos anteriores dan lugar a dos escenarios:
i] Degradación intensa: todas las celdas que están ahora Degradándose
realizarán la transición a (al menos) Productivo de baja biomasa. El nivel de
riesgo se elevará de LC en el presente a VU en 2052.
ii] Degradación atenuada: no ocurrirían suficientes transiciones y la
degradación, aunque activa, no elevaría de forma relevante la extensión de
ningún nivel de severidad.
t Los resultados de las regresiones exponenciales pueden ayudar a evaluar esos
escenarios. Primero, el 34% de degradación activa observada es un orden de
magnitud superior a la proporción de esta misma tendencia en todo el área de
estudio (1,4%). Segundo, la biomasa actual del ecosistema podría reducirse a la
mitad en 2043. Y tercero, la proyección para este ecosistema en 2052 es que su
biomasa solo sería el 43% de la actual.
t Referencias independientes (ver la ficha del ecosistema) consideran los bosques de
araar como profundamente ligados a la vida rural, con amenazas contrastadas que
se relacionan con la industria de labrado de la madera y el incremento del turismo.
t En vista de los puntos anteriores, tanto las tendencias intrínsecas como las pre-
siones exógenas se consideran justificadas. La recomendación es aceptar el peor
escenario (C2=VU).

90
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

4.5
Criterio D. Alteración de procesos
e interacciones bióticas
Según argumenta Keith et al. (2013), la persistencia de la biota en los ecosistemas de-
pende de procesos bióticos e interacciones tales como la competitividad, la predación,
la facilitación, el mutualismo y otros procesos como las relaciones tróficas o patógenas.

Efectivamente, el tipo de especies que conforman un ecosistema (generalistas, dominan-


tes, especialistas, oportunistas, invasoras) y la red o arquitectura de conexiones que se
establece son un aspecto crucial también para caracterizar el estado sano o la condición
de referencia de un ecosistema. Sin embargo, este tipo de estudios es probablemente
menos habitual que el relacionado con la caracterización estructural y composicional de
los ecosistemas.

Los cambios que se puedan producir en especies clave, como especies dominantes
(biomasa arbórea), herbívoros o predadores, pueden significar cambios drásticos tam-
bién en la dinámica del ecosistema. En este sentido, por ejemplo, la desaparición de
especies de la macrofauna norteafricana como gacelas, muflones, rapaces, leones, leo-
pardos (incluso elefantes) indica ya, claramente, una profunda transformación histórica
de las interacciones y dinámica de los ecosistemas (Charco, 1999).

En cualquier caso, este criterio no ha sido aplicado en el presente trabajo porque, ade-
más de no contar con información, no se dispone de un procedimiento más o menos
normalizado que permita un análisis objetivo.

En un futuro próximo, sería interesante aplicar este criterio a las unidades descritas, ana-
lizando tasas de decaimiento o falta de regeneración (reclutamiento). Este problema es
localmente común en ciertas regiones, y esta información está previsto que forme parte
de la contenida en una próxima revisión del IFN (en curso).

4.6
Criterio E. Estimaciones cuantitativas del
riesgo de colapso de los ecosistemas
Este criterio se refiere a la simulación con modelos de dinámica de ecosistemas, que
permiten la exploración de interacciones y sinergias potenciales entre múltiples meca-
nismos causantes de colapso. Este aspecto lo diferencia de los otros criterios, que se
conciben para evaluar el riesgo de colapso atendiendo a mecanismos separados a tra-
vés de síntomas particulares.

La aplicación de este criterio requiere la puesta en marcha de unos procedimientos que


trascienden el alcance de este trabajo y, por consiguiente, fue descartado ya desde el
inicio, al no poder aplicarse a ninguna de las unidades descritas.

91
5 Resumen de
evaluaciones
de las principales
formaciones
vegetales

92
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

En este capítulo se presentan los resultados obtenidos al aplicar los criterios descritos
en el Capítulo 4 a las unidades ecosistémicas de Marruecos. Tal y como se ha descrito
en el Capítulo 4, para este trabajo dichas unidades se han definido como formaciones de
vegetación con presencia significativa (estadística) en cierta clase climática en el nivel de
ecozona, ecoregión o dominio, y también formaciones que, no siendo “significativas”, han
sido consideradas relevantes para la conservación, ya sea porque su presencia es res-
tringida o porque su extensión es considerable en la unidad de territorio correspondiente.
Esta diferencia se indica en las fichas con los superíndices s (significativo) o r (relevante).

Las formaciones de vegetación que han servido de base para definir las unidades eco-
sistémicas constituyen la leyenda unificada, generada a partir de las fuentes cartográfi-
cas utilizadas: el mapa de Metro (1958) y el Inventario Forestal Nacional (IFN) de Marrue-
cos (1996), además del apoyo interpretativo que brinda el mapa de Emberger (1939). Son
las siguientes:

5.1 PINSAPARES

5.2 ESPARTALES

5.3 ARGANALES

5.4 CEDRALES

5.5 SABINARES NEGRALES

5.6 SABINARES ALBARES

5.7 PINARES DE PINO NEGRAL

5.8 PINARES DE PINO CARRASCO

5.9 ENCINARES

5.10 ALCORNOCALES

5.11 BOSQUES DE ARAAR

5.12 QUEJIGARES

5.13 MELOJARES

5.14 FORMACIONES DE CIPRESES

93
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Han quedado excluidas del análisis, por tanto, aquellas formaciones no comparables entre Inventario Forestal
las distintas fuentes, como son la “vegetación desértica”, las “frondosas” y otras clases Nacional (IFN, 1996) del
Alto Comisionado de
(matorral, repoblación frondosas, repoblación coníferas, resinosas, resinosas mixtas). Bosques y Lucha contra la
Tampoco se han analizado las formaciones de acacias saharianas, ya que la mayor parte Desertificación mostrando
de su área de distribución queda fuera del área de estudio. En cambio, sí se han incluido únicamente las formaciones
estudiadas.
en el análisis las formaciones de cipreses del Atlas ya que, aunque no se cartografiaron en
el mapa de Metro, se consideran formaciones importantes desde el punto de vista de su
conservación.

Los resultados se presentan en una ficha descriptiva para cada una de las 14 formaciones
de vegetación analizadas, en las que se agrupan las diferentes unidades ecosistémicas.
Cada ficha incluye el siguiente contenido: resumen, descripción geobotánica, área de
distribución, presiones y amenazas, evaluación de criterios y referencias bibiográficas.

94
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.1
PINSAPARES (Abies pinsapo subsp. Maroccana)
Resumen Los pinsapares son una de las formaciones biogeográficamente más singulares de
Marruecos. El pinsapo es una especie relicta, endémica a nivel de subespecie (relacionada
con los abetos de España y Argelia), y de gran importancia forestal. Solo aparecen en el
Dominio húmedo del Rif, entre 1.400 y 2.100 m de altitud sobre sustratos calcáreo-dolomíticos
en contacto con encinares, cedrales y pinares de Pinus pinaster. Ocupan unas 3.000 ha.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Pinsapares EN EN EN LC LC EN

Ø de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar EN LC LC EN

§ de la Ecoregión Rifeñar EN LC LC EN

o del Dominio húmedo del Rifr VU LC LC VU

Los pinsapares se encuentran globalmente En Peligro (EN) por los Subcriterios A1, B1c y
B2c, principalmente debido a la reducción de su superficie acaecida en los últimos 50 años,
especialmente entre los años 60 y 80, y por su reducida extensión actual: se encuentra en
sólo dos localidades muy próximas entre sí.

Descripción El pinsapo (Abies pinsapo subsp. maroccana), endémico de Marruecos, conforma unos
geobotánica ecosistemas forestales de una belleza excepcional. Situados en el Rif, cerca de Chefchaouen,
entre 1.400 y 2.100 m, en las cumbres y altas laderas de la parte oriental de la Dorsal calcárea-
dolomítica, estos ecosistemas ofrecen una gran riqueza florística, así como una espléndida
arquitectura paisajística. Son típicos del pinsapar Acer granatensis, Paeonia maroccana,
Lonicera arborea var. kabylica y otras especies. El nivel inferior está salpicado localmente por
especímenes aislados o en bosquetes de Pinus clusiana var. mauretanica.

Nivel de
conservación
(Sub-criterio C3)
de los Pinsapares:
No se puede evaluar
si hay diferencias
entre Dominios
en términos de
grados de madurez
ecológica ya
que solo están
presentes de manera
significativa en el
Dominio 12. Su
estado es LC en el
sub-criterio C3.

95
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Fitosociológicamente, el pinsapar marroquí presenta una única asociación, en la que se


pueden observar tres subasociaciones que corresponden a tres subseries de vegetación:
t VOBTVCBTPDJBDJØOTVQSBNFEJUFSSÈOFBDPOBMHVOPTRVFKJHPT Quercus faginea) y encinas
(Quercus rotundifolia).
t VOBTVCBTPDJBDJØOQVSB BMBRVFOPQFSUFOFDFOMPTQuercus, y que ocupa la zona superior
del piso supramediterráneo.
t VOBTVCBTPDJBDJØOFOBMUJUVEDPODFESPTEFM"UMBT Cedrus atlantica) presente en el piso
oromediterráneo.

El pinsapar, que se extiende sobre una superficie total de menos de 4.000 ha, presenta
diferentes facies forestales moduladas por los pisos altitudinales y el dinamismo relacionado
con el pastoreo y la pasada extracción maderera o de leñas. Los que están en mejor estado
de conservación constituyen un bosque denso de gran belleza, dominado por árboles
maduros. En otras zonas se presenta una pujante regeneración tras pasadas talas y son
frecuentes las áreas en que el dosel arbóreo presenta una elevada diversidad con quejigos,
pinos, cedros, arces, acebos o tejos. En los claros se desarrolla un matorral muy rico,
dominado por genisteas, cistáceas y labiadas.

Desde el punto de vista ecológico, el pinsapar se desarrolla en las variantes frescas y


sobre todo frías y excepcionalmente muy frías de los bioclimas húmedos y perhúmedos. Se
encuentra en suelos de tipo forestal pardo o pararendzinas pardificadas o rubefactadas o en
suelos pardos fersialíticos.

Pinsapar de Talasemtane, Pinus nigra. © H. Sainz

96
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Área de Distribución potencial en Marruecos según Emberger: 20.400 ha, de las cuales un 96,1% en el
distribución Dominio húmedo del Rif.

La mayor parte de los pinsapares marroquíes están protegidos actualmente dentro un Parque
Nacional (Talassemtane) que reúne sus dos núcleos principales (Tazaot y Talassemtane). Se
perdió más de la mitad de su superficie entre 1958 y 1988. No se cuenta con datos precisos
sobre la evolución en los últimos 20 años, aunque es evidente que se ha frenado la velocidad
de deforestación.

Superficie en 1958 (Metro): 6.600 ha


Superficie en 1988 (IFN): 2.944 ha

Presiones En la actualidad, el pinsapar constituye la zona central del Parque Nacional de Talassemtane,
ZBNFOB[BT incluido en la lista indicativa del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En su conjunto, el pinsapar se
encuentra relativamente bien protegido aunque sus manifestaciones presentan una fragmentación
preocupante que continúa en la actualidad. Se aprecia una regeneración aceptable y zonas en
que constituye bosques mixtos muy interesantes con pinos, cedros, encinas y quejigos.

Hay zonas que han sufrido el efecto de los fuegos por lo que el riesgo de incendios forestales
ha de considerarse como un problema potencial. También la extensión de los cultivos de
Cannabis fragmenta y amenaza la continuidad de los rodales de pinsapar (Esteban et al.,
2010), aunque afecta en mayor grado a los pinares de Pinus pinaster circundantes. Hay zonas
en que estos cultivos se realizan bajo los propios pinsapos, modificando drásticamente la
composición florística de la formación y simplificando peligrosamente el ecosistema, lo que
provoca también la deforestación y erosión acelerada de los suelos (McNeil, 1992).

Los pinsapares son formaciones muy exigentes en humedad, que viven en el límite de sus
posibilidades en las montañas del Rif. Dependen de las precipitaciones extraordinarias que
generan los vientos del estrecho de Gibraltar, por lo que constituyen un ecosistema muy frágil
frente a cualquier cambio climático que conlleve desecación. Aunque existe pastoreo en el
seno de los bosques de pinsapos, este parece mantenerse en niveles aceptables.

Los pinsapares de Marruecos están presentes en dos masas relativamente continuas (Tazaot
y Talassemtane), que frente a efectos de plagas o fuegos pueden ser consideradas como dos
localidades.

Evaluación Criterio A. Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.

Puesto que no se dispone de información concreta sobre su superficie en 2008, se proponen


tres supuestos:

t Escenario estable (más probable). La superficie en 2008 = La superficie en 1988


(Reducción 56% EN)
t Escenario pesimista: La pérdida de superficie ha continuado, pero a un ritmo 50% inferior
al período anterior. (Reducción 75% EN)
t Escenario optimista: La superficie ha aumentado un 2% desde 1988 (FAO, 2009)
(Reducción 55% EN)

Se ha asumido la suposición más probable (escenario estable desde 1988), con lo que la
superficie en 2008 sería de 2.944 ha. En consecuencia, la pérdida de superficie acumulada
desde 1958 sería del 55%, lo cual supone categorizarlo como En Peligro (EN).

97
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

8000

6000

4000 Optimista

2000 Pesimista

0 Estable

2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

Esta situación es idéntica si se realiza un análisis a otros niveles de la escala jerárquica,


como en la Ecozona Mediterráneo-Oceánica y la Ecoregión Rifeña en la que se concentra
su distribución. Sin embargo, en el Dominio húmedo del Rif, donde se encuentran todos
los pinsapares en la actualidad, el análisis indica que se encuentran únicamente en estado
Vulnerable (VU). Esta particularidad (menor nivel de riesgo en escalas inferiores) se debe
a la desaparición de todos los pinsapares del Dominio subhúmedo del pedimento del Rif
occidental (1.400 ha según Metro en 1958). Si se demostrase que dicha desaparición se debe
a un error de asignación por parte de Metro, el nivel de riesgo por el Subcriterio A1 pasaría a
ser Vulnerable en todas las clases climáticas.

Criterio B. Distribución restringida.


Los pinsapares tienen una distribución muy restringida (menos de 3.000 ha) en el Norte de
África puesto que son endémicos de Marruecos. Su extensión de presencia es de 64 km2
y su área de ocupación es de tres celdas de 10x10 km, ocupando dos localidades (dos
núcleos separados una treintena de kilómetros). Aunque se ha producido una disminución
de superficie entre 1958 y 1988, no podemos afirmar que dicha disminución haya continuado
(ha habido posiblemente una recuperación en los últimos 20 años), por lo que no se cumple
el Subcriterio Ba(i). Se puede considerar, no obstante, el subcriterio Bc de nº reducido de
localidades:
t #D MPDBMJEBEFTZ&00LN2): En Peligro (EN)
t #D MPDBMJEBEFTZ"00 &O1FMJHSP &/ 

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra).


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro Las proyecciones
de degradación activa muestran que los pinsapares no se están degradando, sino que en su
mayoría se encuentran mejorando o en situación estática (Tendencias totales: 9,8% fluctuando;
29,1% aumentando; 61,1% estática). Grado de amenaza: Preocupación Menor (LC).

Subcriterio C3. Estado de degradación Los pinsapares se encuentran poco amenazados


según este subcriterio en el territorio marroquí objeto de estudio y en las unidades climáticas
en las que se hayan presentes. En su mayor parte se encuentran en estado Maduro (44%) y
Submaduro (53%), por lo que se encuentran en el nivel Preocupación Menor (LC).

98
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.2
ESPARTALES (Stipa tenacissima)
Resumen El esparto es una gramínea amacollada vivaz que da lugar a extensas formaciones estépicas,
casi desprovistas de árboles, en el Norte de África. En Marruecos los espartales ocupan
grandes superficies, sobre todo en la zona continental de las Altas Mesetas orientales, al sur
de las cadenas montañosas y hasta el borde del Sáhara. Los espartales aparecen a menudo
salpicados o en mosaico con rodales de Ziziphus lotus, Rhus pentaphyllus o Pistacia atlántica
y matorrales de chih (Artemisia inculta = A. herba-alba).

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Espartales LC LC LC LC VU VU

Ø de la Ecozona Mediterráneas LC LC EN EN

§ de la Ecoregión Mediterránea r LC LC VU VU
o del Dominio semiárido de llanuras
LC LC VU VU
y mesetasr
o del Dominio semiárido de zonas mediasr VU LC VU VU

§ de la Ecoregión de las Altas Mesetass LC LC EN EN


o de la Zona transicional semiárida del
LC LC EN EN
Atlas y de las Altas Mesetas orientaless
o del Dominio pre-Sahariano de las Altas
LC LC EN EN
Mesetas orientaless
Ø de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar LC EN

§ de la Ecoregión Oceánicar LC EN
o del Dominio semiárido de la costa
LC EN
Atlánticar
Ø de la Ecozona Saharianar LC LC EN EN

§ de la Ecoregión Saharianar LC LC EN EN

o de la Zona transicional
LC LC EN EN
Mediterráneo-Saharianar

Los espartales se encuentran en situación Vulnerable (VU) en Marruecos, y En Peligro (EN)


en muchas de sus regiones climáticas, principalmente por la degradación histórica de un
elemento abiótico: el suelo. No obstante, esta tendencia parece haberse revertido en la
actualidad y el Subcriterio C2 de tendencia en los próximos 50 años indica una situación de
Preocupación Menor (LC).

Descripción Esta gramínea vivaz conforma ecosistemas prácticamente desprovistos de árboles y


geobotánica se extiende en grandes superficies en la zona oriental árida de Marruecos. En su
conjunto, estas formaciones esteparias de esparto (Stipa tenacissima) se desarrollan en
suelos bien drenados y más o menos rocosos, para dejar paso a estepas de artemisas
(Artemisia inculta) en los suelos limosos.
Las comunidades de esparto son principalmente climácicas. Son escasas aquellas que
derivan de la degradación de formaciones preestépicas de sabina negral (Juniperus
phoenicea), de pino carrasco (Pinus halepensis) o de araar (Tetraclinis articulata).

99
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
espartales: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes (*).

Área de Las matas de esparto alteran la distribución y desarrollo de un gran número de organismos,
distribución como plantas vasculares, musgos y líquenes (Maestre, 2007), por lo que su buen estado de
conservación contribuye a la diversidad de estas comunidades.

Aunque la distribución potencial en Marruecos según cartografía de Emberger es de


9.825.400 ha, esta cifra debe tomarse con precaución, ya que no se refiere sólo a los
espartales; Emberger cartografiaba juntos los espartales, las formaciones de artemisia y
las formaciones de azufaifos, almácigos y acacias (gomeros) por lo que esta superficie es
prácticamente todo el área semiárida más o menos continental.

%JTUSJCVDJØOQPUFODJBMFOMPTEPNJOJPTDMJNÈUJDPTEFMQSPZFDUP
Dominio pre-Sahariano de las Altas Mesetas orientales (36,4%), Dominio semiárido de
llanuras y mesetas (30,5%), Zona transicional Mediterráneo-Sahariana (14,0%), Dominio
semiárido de zonas medias (8,8%), Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas
Mesetas orientales (5,4%).

Superficie en 1958 (Metro): 2.566.600 ha


Superficie en 1988 (IFN): 2.038.050 ha

El Harradji (1997) menciona que a partir de los años veinte del siglo pasado la explotación
de los espartales como combustible para fines industriales produjo unas pérdidas estimadas
en 15.000 ha.

Presiones Las formaciones esteparias de esparto tuvieron una gran importancia etnobotánica desde
ZBNFOB[BT época romana al ser utilizadas por la población para la fabricación de recipientes y múltiples
enseres (alpargatas, serones, albardas, esteras, etc.). La deforestación de sabinares negrales,
araares y formaciones de almácigos pudo extender históricamente la superficie de los
espartales, que se consideraban una formación de gran utilidad. Hoy, la utilidad del esparto se
limita al uso artesanal local y a la ganadería.

(*). El contraste (Kruskal-Wallis H = 341.6, d.f. = 4, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre Dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del sub-criterio C1 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D5), intermedia (D9 y D4)
a mejor (D2 y D1). Hay correspondencia con las categorías asignadas en el Criterio C3.

100
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

El esparto precisa de suelos limosos finos bien conservados, por lo que la erosión le afecta
gravemente. Se trata de una formación que representa una antesala o banda transicional al
desierto. La aridificación creciente del clima, consecuencia del recalentamiento y cambio
global, reduce de modo progresivo la distribución de los espartales. Otras causas de
degradación son el sobrepastoreo, los incendios, o los desbroces para sustituir el esparto por
Atriplex nummularia, especie forrajera, en el marco de proyectos de mejora pastoral.

La sobreexplotación de las estepas herbáceas por el pastoreo y recolección para celulosa


y combustible, ha causado la progresiva invasión de especies de matorral como Artemisia
herba-alba, Artemisia campestris, Retama sphaerocarpa, Anthyllis cytisoides y Rhanterium
suaveolens. Esta lignificación, acelerada por el cultivo y el abandono de los suelos
degradados, puede eliminar irreversiblemente el esparto (Puigdefábregas et al., 1998).

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.

Al desconocerse la superficie actual (2008) del espartal, se han planteado dos supuestos:
t Escenario pesimista: la tasa de pérdida superficial se ha mantenido constante desde
1988. Como resultado, la superficie en 2008 es de 1.685.683 ha (reducción 34%- VU)
t Escenario estable (más probable): se ha frenado la reducción superficial: Superficie 1988
= Superficie 2008: 2.038.050 ha (reducción 21%- LC)

Espartal cerca de Midelt © H. Sainz

101
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

3.000.000

2.500.000

2.000.000

1.500.000

1.000.000

Estable
500.000

0 Pesimista

2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

Incluso en el escenario estable, la pérdida de superficie desde 1958 es superior al 30% en


el Dominio semiárido de zonas medias (Ecoregión Mediterránea), por lo que esta unidad
ecosistémica se clasifica en la categoría (VU). En el Dominio presahariano de las Altas
Mesetas orientales (Ecoregión Atlásica), el más genuino de la formación, su situación es de
Preocupación Menor (LC), pero próxima a la vulnerabilidad (regresión del 27%).

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Las formaciones estépicas y los espartales tienen una extensión de presencia en el área de
estudio de unos 114.300 km2 y un Area de Ocupación de 507 celdas 10x10 km por lo que se
clasifican según este criterio como Preocupación Menor (LC).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. A pesar de
encontrarse en un estado de degradación importante fruto de procesos históricos, los
espartales marroquíes no presentan una tendencia al aumento de la degradación en los
próximos años.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Los espartales se encuentran en situación


Vulnerable (VU) por este subcriterio para el total del territorio marroquí objeto de estudio,
así como en dos de los dominios. En otros tres dominios (incluyendo los dos con presencia
significativa) se consideran En Peligro (EN).

102
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.3
ARGANALES (Argania spinosa)
Resumen Los arganales están manejados desde antiguo por el hombre dada su utilidad (forraje y frutos
con un aceite muy valorado). Presentan una estructura abierta, generalmente adehesada, y se
localizan en el litoral y en el valle del Souss, extendiéndose hasta los flancos occidentales del
Gran Atlas y el Anti Atlas.

Los arganales no se encuentran amenazados para el total de la zona de estudio pero sí


lo están las diferentes unidades ecosistémicas, a excepción de los arganales del Dominio
semiárido de llanuras y mesetas. Se asignan a la categoría EN en la Ecoregión y Ecozona
Mediterránea (Subcriterio C2) y en el Dominio árido de la costa Atlántica (Subcriterio A1).

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Arganales LC LC LC LC LC LC

de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicas VU LC LC VU

de la Ecoregión Oceánicas VU LC LC VU

o del Dominio semiárido de la costa Atlánticas VU LC LC VU

o del Dominio árido de la costa Atlánticas EN LC LC EN

de la Ecozona Mediterranear LC EN LC EN

de la Ecoregión Mediterráneas LC EN LC EN

o del Dominio semiárido de llanuras y mesetass LC LC LC LC

o del Dominio semiárido de zonas mediasr LC LC VU VU

Descripción Los ecosistemas de argán (Argania spinosa, especie endémica marroquí de origen tropical),
geobotánica esencialmente vinculados al inframediterráneo, son sin duda los más extensos, originales
y diversificados de este piso. Algunos se han localizado, de manera excepcional, en el

Nivel de conservación de los arganales:


pérdida de biomasa en el tiempo no relacionada
con fluctuaciones climáticas interanuales durante
el periodo 1998-2008. Resulta de aplicar una
regresión lineal múltiple entre la biomasa, el índice
de aridez y el tiempo.

103
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
arganales: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes (*).

termomediterráneo. Se encuentran a lo largo del litoral entre Safi e Ifni, en el valle del Souss y
en las laderas de las zonas occidentales del Alto Atlas y Anti-Atlas. Estas poblaciones están
generalmente esparcidas y presentan una gran amplitud ecológica, ya que se encuentran
entre el nivel del mar y una altura de hasta 1.400 m. Se desarrollan en bioclimas áridos y
semiáridos cálidos y templados, en todo tipo de sustrato geológico y con precipitaciones
medias anuales de entre 100 y 400 mm.

Desde el punto de vista fitosociológico, el arganal se identifica por varias asociaciones, cuyas
características ecológicas y sobre todo florísticas y fisionómicas confieren a los paisajes del
sector una singularidad excepcional. Los límites de los ecosistemas de argán son colindantes
con los del araar, de mayor altura, con los de la sabina negral en las zonas de marcada
continentalidad, con los de la encina o con los grupos saharianos de Acacia.

Entre las especies características que permiten diferenciar el arganal, cabe destacar: Acacia
gummifera, Asparagus altissimus, Bupleurum dumosum, Chamaecytisus albidus, Linaria
sagittata, Rhus tripartitum, Warionia saharae, Periploca laevigata.

Debe mencionarse que los complejos florísticos de los arganales muy aislados - el de Oued
Grou al sureste de Rabat y el de los alrededores de Berkane - no se diferencian de los grupos
forestales cercanos.
* Arganales del litoral: Corresponden a varias asociaciones que se caracterizan, a nivel
fisionómico y florístico, por especies de cactáceas y crasuláceas, y se ven fuertemente
influenciadas por la cercanía del océano. Se trata de estructuras preestépicas claras, cuya
cobertura arbórea se eleva hasta el 70% en los hábitats bien conservados; los arganales
suelen alcanzar una altura de unos diez metros. Las especies que caracterizan estos
arganales son: Euphorbia beaumierana, Euphorbia echinus, Euphorbia regis-jubae, Salsola
longifolia, Salsola vermiculata.
* Arganales de la zona interior: Las asociaciones de la zona interior que se forman en torno
al argán son más diversificadas que las del litoral. Las especies comunes a los arganales
siguen estando presentes pero su número se reduce, más aún cuando la influencia del mar

(*). El contraste (Kruskal-Wallis H = 365.3, d.f. = 3, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D2 y D1), intermedia (D13)
y mejor (D14).

104
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

se atenúa. Los elementos florísticos propios de las asociaciones de la zona interior son:
Olea maroccana (endémico de aspecto singular), Polygala balansae, Chamaecytisus albidus,
Ephedra cossonii, Hesperolaburnum platycarpum, Globularia arabica, Withania adpressa,
Jasonia hesperida, Fagonia zilloides...

Área de Distribución potencial en Marruecos según Emberger: 3.091.300 ha. El propio Emberger
distribución estima que en 1939 restan 650.000 ha de arganales. En un estudio posterior, Boudy (1948)
calcula un área potencial de 2.128.000 ha, de la que perduran 700.000 ha.

Superficie en 1958 (Metro): 866.500 ha


Superficie en 1988 (IFN): 666.488 ha

El territorio potencial fue estimado por Emberger o Boudy, posiblemente conectando


las diversas manifestaciones de arganales por ellos detectadas, por lo que es bastante
extenso. De acuerdo con esos datos los arganales habrían perdido entre un 78% y un 69%
de su superficie potencial. La aparente expansión de estas formaciones entre 1939-1948 y
1958 pudiera deberse a diferencias de criterio a la hora de identificar este tipo de bosques
adehesados abiertos, generalmente con árboles muy dispersos. No obstante, al ser especies
de gran utilidad para la población rural, no es descabellado pensar en una expansión entre
1939 y 1958 y una moderada regresión (23,1%) posterior. En los últimos años se ha producido

Arganales, Tiznit © H. Sainz

105
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

un repunte en el interés de la población local por estas formaciones gracias a las ayudas para
la extracción y comercialización del aceite de argan y otros productos derivados (jabones,
cosméticos, etc).

Presiones Los arganales en mejor estado de conservación son aquellos del Alto Atlas y Anti-Atlas,
ZBNFOB[BT en particular los que se encuentran en los alrededores del paraje de los dragos (Dracaena
draco var. ajgal). Es precisamente en estas zonas en las que la regeneración natural
del argán se produce de manera espectacular. Desafortunadamente, los arganales de
llanura están deteriorados e invadidos por pastos pobres anuales. Cuando se observan
en grandes extensiones, aparecen muy homogéneos debido a la explotación intensiva
por el hombre. Su sotobosque ha desaparecido por completo por culpa de los desbroces
llevados a cabo para favorecer los cultivos. Los arganales del valle del Souss han
experimentado una importante regresión, provocando el inicio de unos procesos de
desertificación importantes. Entre Aït-Melloul e Ida-Ou-Mennou han sido prácticamente
destruidos, especialmente por la construcción del aeropuerto de Agadir (El Yousfi &
Benchekroun, 1992 ; M’Hirit et al., 1998).

La explotación tradicional de estos bosques consistía en la poda de las ramas para


combustible doméstico, el pastoreo -fundamentalmente de ganado caprino- y la
recolección del fruto para la obtención de aceite para su consumo. A principios del
siglo XX, se incrementó la extracción de madera cortando ramas y árboles enteros para
la obtención de carbón con el que suministrar a las grandes ciudades, principalmente
Casablanca, Marrakech y Safi. Más de 200.000 ha fueron destruidas con estos fines.
En 1925 fue aprobada una ley con el fin de evitar la total destrucción de estos bosques.
A partir de los años 50, se eliminó progresivamente el sotobosque de los arganales,
fundamentalmente en tierras bajas para el cultivo de cereales como cebada. No obstante,
el labrado de las tierras, realizado con técnicas tradicionales, no produjo un fuerte
impacto negativo en las raíces. Pero en los años 80, con la implementación de los cultivos
intensivos bajo regadío, se ha producido una fragmentación severa y pérdida de superficie
de estos bosques, especialmente en la llanura del valle del Souss, con plantaciones de
olivos y cítricos (Vernon et al., 2005).

Estos desbroces ya no se practican con la misma intensidad y el impacto negativo del


sobrepastoreo se ha reducido considerablemente. En cambio, la urbanización se ha
extendido sobre los territorios del argán y los incendios de pastos son cada vez más
frecuentes en el caso de los arganales con pastos terofíticos.

En algunos territorios marginales de su distribución, especialmente hacia el desierto y


en el dominio árido de la costa atlántica, los arganales experimentan graves daños por la
aridificación-desertización creciente. Son ecosistemas frágiles en un equilibrio ambiental
precario, susceptible de romperse por el cambio global y la desertización.

Evaluación Los datos disponibles no han permitido aplicar el Criterio D (alteración de procesos e
de criterios interacciones bióticas), pero éste parece sin duda el más apropriado para evaluar el estado
actual de los arganales y tener en consideración las amenazas expuestas, incluyendo la
falta de regeneración. Previsiblemente, el nivel de amenaza aumentaría si se dispusiera de
información suficiente para aplicar este criterio.

$SJUFSJP"Reducción en la distribución
Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Puesto que se desconoce la superficie de estos ecosistemas en 2008 se ha procedido a una
serie de estimaciones de la evolución entre 1988-2008:
t Escenario pesimista: se mantiene la tasa de deforestación observada entre 1958 y 1988.
Superficie inferida 2008: 533.147 ha; reducción del 38% desde 1958-VU

106
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

1.000.000

800.000

600.000

400.000 Moussouris

200.000 Pesimista

0 Estable

2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

t Escenario basado en las estimaciones de Moussouris & Pierce (2000): Las


estimaciones de regresión para los arganales son de 600 ha/año. Esta regresión se debe
a la extracción de leña, sobrepastoreo, labrado en profundidad y agricultura intensiva.
Implica una reducción del 24% desde 1958-LC..
t Escenario estable (opción elegida): Desde 1988 hasta 2008 la superficie se mantiene
constante. Reducción del 23% -LC.

A niveles territoriales inferiores, estas formaciones adehesadas han permanecido estables en


la Ecozona Mediterránea (LC) pero su estado es Vulnerable (VU) en la Ecozona Mediterráneo-
Oceánica, donde entre 1958 y 1988 se registró una pérdida de más de 200.000 ha, el 34,6%
de la superficie que ocupaban en 1958. La situación es particularmente grave para los
arganales del Dominio árido de la costa Atlántica.
$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los arganales tienen una extensión de presencia (EOO) en Marruecos de unos 62.000 km2
y un área de ocupación (AOO) de 225 celdas 10x10 km. Dada la gran superficie que ocupan,
según este criterio su nivel de amenaza se sitúa en Preocupación Menor (LC).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra)


Los arganales del bajo Souss (Dominio árido de la costa Atlántica) han sido reemplazados por
cultivos de olivos y cítricos. El proceso ha sido acelerado con pérdidas de superficies muy
importantes (Vernon et al., 2005). Estos arganales no elevan el riesgo en el Criterio C debido a
los cultivos en que están inmersos.
Solo en la provincial de Taroudant, entre 1970 y 2007 se produjo un declive en su densidad del
40%. Esta reducción fue provocada por una combinación de dos factores: el aumento de la
aridez y de las talas por demanda local de combustible (Le Polain & Lambin, 2012).

Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones


de degradación activa muestran que los arganales se están degradando en un 6,7% del
territorio. Las previsiones realizadas indican que en los próximos 50 años superarán el
umbral de severidad relativa que les confiere la categoría de En Peligro (EN) en la Ecozona y
Ecoregión Mediterráneas, donde su estado de degradación actual es mayor.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Se clasifican como Vulnerable (VU) únicamente en el


Dominio semiárido de las zonas medias, mientras que en el resto del territorio de estudio su
estado de degradación es de Preocupación Menor (LC).

107
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

5.4
CEDRALES (Cedrus atlantica)
Resumen Los cedrales son los bosques más característicos y singulares de las montañas de
Marruecos. Son exigentes en humedad, se situan entre 1.400 y 2.500 m de altitud y a menudo
se presentan integrando formaciones mixtas con encinares. Se extendieron en el óptimo
climático del Holoceno (hace 5.000-3.000 años). Indiferentes respecto a la litología, pueden
reconocerse variantes silícicolas, calcícolas y de suelos volcánicos muy ricos. Se presentan
en el Rif y el Tazekka, en el Medio Atlas central oceánico sobre sustratos basálticos (los más
húmedos, más de 60.000 ha), en el Medio Atlas plegado y el Alto Atlas oriental. El 76% de
las 130.000 ha que ocupa en Marruecos, por tanto, se concentra en la Ecoregión Atlásica.
Sensibles al cambio climático y a la desertización en sus localidades más meridionales, donde
están en situación finícola y parecen estar desapareciendo.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Cedrales VU LC LC LC LC VU

de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar VU EN LC EN

de la Ecoregión Rifeñas VU EN LC EN

o del Dominio húmedo del Rifs VU EN LC EN

de la Ecozona Mediterráneas VU LC VU VU

de la Ecoregión Atlásicas VU LC VU VU

o del Dominio subhúmedo del Atlas s


VU LC VU VU

o del Dominio de Alta Montaña del Atlasr LC LC LC LC

o del Dominio semiárido del Atlas s


LC LC VU VU

de la Ecoregión de las Altas Mesetasr LC LC LC LC

o de la Zona transicional semiárida del


LC LC LC LC
Atlas y de las Altas Mesetas orientaless

Los cedrales se encuentran amenazados tanto a nivel de toda la zona de estudio como en gran
parte de las diferentes clases climáticas. En el área de estudio se asignan a la categoría VU por
reducción del 38% de la superficie en el período evaluado (Subcriterio A1). Se encuentran En
Peligro los cedrales del Dominio húmedo del Rif en aplicación del Subcriterio C2 (proyección de
degradación activa en los próximos 50 años).

Descripción El cedro del Atlas (Cedrus atlantica) conforma diferentes ecosistemas localizados en el
geobotánica Rif central, el Medio Atlas y el Gran Atlas oriental a nivel del piso supramediterráneo y
oromediterráneo, entre 1.400 y 2.500 m de altitud. Se desarrollan en todo tipo de sustratos
aunque crecen mejor en aquellos más bien ácidos.
Con esta amplitud altitudinal, los cedrales presentan 3 tipos de series de vegetación:
t las del supramediterráneo, con bosques de Quercus esclerófilos o caducifolios.
t las del horizonte inferior del oromediterráneo suelen ser densas y se mezclan a menudo
con los encinares.
las del horizonte superior del oromediterráneo están esparcidas y compuestas por especies
de pastos psicro-xerófilos o sabinares.

Desde el punto de vista fitosociológico y fitodinámico, los cedrales marroquíes presentan

108
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Nivel de
conservación de los
cedrales: pérdida
de biomasa en el
tiempo no relacionada
con fluctuaciones
climáticas
interanuales durante
el periodo 1998-2008.
Resulta de aplicar
una regresión lineal
múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y
niveles relativos
de madurez de
los cedrales:
resultados del
análisis estadístico
entre los estados
del ecosistema
y sus dominios
significativos o
relevantes (*).

diversos grupos climácicos que corresponden a numerosas series de vegetación organizadas


según las condiciones ecológicas existentes.

$FESBMFTEFM3JGZEFM5B[FLLBen la zona central del Rif, los ecosistemas de cedros son


los más dinámicos debido a las condiciones climáticas favorables. Los cedros crecen muy
rápidamente en esta zona, donde se aprecia bien su regeneración natural, que resulta espectacular
en los lugares donde las actividades perturbadoras se ven atenuadas. Sin embargo, en la zona
rifeña, cabe destacar la presencia de dos grandes tipos de cedrales, cuyo reparto resulta desigual:

a. Los cedrales calcícolas: agrupados en poblaciones aisladas, cuyo complejo florístico es muy
diferente al de los cedrales silicícolas, exiguos y de estructura moldeada por condiciones
ecológicas particulares (vientos violentos, permeabilidad excesiva de los sustratos
ecológicos). Los cedros son pequeños, robustos y de una altura media de 10-12 m.

(*). El contraste (Kruskal-Wallis H = 17.28, d.f. = 3, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D8), intermedia (D6 y D4)
y mejor (D12).

109
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

b. Los cedrales silicícolas: constituyen el conjunto de las poblaciones del Alto Rif central
silíceo y del macizo de Tazekka. Se trata de un monte con árboles bien desarrollados.
Las poblaciones son densas y compuestas por árboles de 25 a 30 m de altura media. Las
series supramediterráneas que se constituyen en torno al cedro forman unos bosques
muy ricos compuestos por el melojo (Quercus pyrenaica), el quejigo (Quercus faginea) o el
alcornoque (Quercus suber). Hacia el este, dejan paso a las encinas (Quercus rotundifolia).

$FESBMFTEFM"UMBT.FEJPDFOUSBMPDFÈOJDPestos macizos forestales de cedros son los más


importantes. Las agrupaciones climácicas son ricas y densas. Bajo los cedros, habitualmente
muy dominantes, se puede observar el quejigo (Quercus faginea), la encina (Quercus rotundifolia),
Acer monspessulanum, así como muchas otras plantas que forman una masa forestal frondosa.
Los grados de madurez más avanzados se observan a nivel de las series supramediterráneas
presentes entre 1.600 y 2.000 m en sustratos basálticos, cuyos balances hídricos edáficos son
muy favorables, y en vertientes norte. En otras zonas, la densidad de los cedrales en mejor
estado de conservación disminuye progresivamente bajo el efecto negativo de los factores
topoclimáticos e hidro-edáficos: vertientes sur, sustratos filtrantes calcáreos o dolomíticos. En
estas condiciones, el cedro no llega a dominar del todo a la encina.
En esta zona, el deterioro de las condiciones ecológicas estacionales bajo los efectos de los
diferentes factores de perturbación ha dado lugar a la aparición de bosques compuestos de
encinas, cuyas poblaciones crean un entorno que sigue siendo favorable a la regeneración
natural del cedro. Aparecen entonces masas de encinas con zonas esparcidas y más o menos
densas de cedros jóvenes.

$FESBMFTEFM"UMBT.FEJPQMFHBEPZEFM"MUP"UMBTPSJFOUBMSalvo algunas vertientes


orientadas al norte y al oeste, que todavía albergan bonitos cedrales, prácticamente toda esta
zona montañosa presenta condiciones climáticas marginales, que resultan poco favorables
al buen desarrollo de los ecosistemas forestales, en los que el cedro siempre convive con
la encina. La composición florística y las estructuras de vegetación de este lugar, incluso
aquellas que siguen en buen estado de conservación, constan de Fraxinus dimorpha,
Berberis hispanica, Buxus balearica, además de numerosos elementos esteparios espinosos,
que acaban por invadir el bosque en caso de degradación.

Área de El 80% de la superficie total de los cedrales está localizada en el Atlas Medio (Benabid, 1994),
distribución lo cual coincide con la regionalización llevada a cabo en el marco de este estudio, donde
la mayoría de los cedrales se ubican potencialmente en el Dominio subhúmedo del Atlas
(58,3%), la Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales (19,1%), el
Dominio semiárido del Atlas (8,6%), y el Dominio húmedo del Rif (6,5%).
Las estimaciones dadas por Emberger (1939) son de un área potencial de 545.700 ha y
una superficie remanente de 215.000 ha, mientras que Boudy (1948) estima 456.000 ha
potenciales y 115.000 reales.

Superficie en 1958 (Metro): 204.200 ha


Superficie en 1988 (IFN): 127.369 ha

El Dominio de la Alta Montaña del Atlas, donde Emberger también daba potencialidad para los
cedrales, es el que más ha perdido por estar en situación marginal en un ambiente muy árido
y ya sin posibilidad de migración altitudinal. Ahí los cedros persistían como relictos desde el
último periodo glaciar, pero no han podido resistir el cambio climático, unido a las cortas, la
extracción de leñas y el sobrepastoreo nómada. En el Rif, aunque hay bastante presión humana,
las condiciones climáticas con elevadas precipitaciones son más favorables para los cedrales.

Presiones Cuando se mantienen en un buen estado de conservación (Rif y Atlas Medio oceánico),
ZBNFOB[BT estos ecosistemas destacan en el paisaje por su extensión y por la altura de sus árboles. En
cambio, los cedrales muy deteriorados y debilitados de las zonas con condiciones climáticas

110
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Amenaza la tormenta marginales (Atlas Medio plegado y Alto Atlas oriental) presentan un paisaje muy desolado.
en el Cedral del Jbel Las actividades antropozoógenas (despunte, escamonda, tala, sobrepastoreo...) han tenido
Hebri © H. Sainz
los efectos más devastadores en los cedrales que sobreviven en un equilibrio muy frágil.
Estas regiones presentan grandes extensiones de cedros muy deteriorados o muertos en
pie. Se trata aquí de un auténtico proceso de desertificación que se inicia con una profunda
perturbación de las estructuras y arquitecturas de los ecosistemas, que se transforman en
estepas áridas, debido a la erosión del suelo, el cual se vuelve rocoso y pierde por completo
su capacidad de retención de aguas pluviales. La última fase de la desertificación se traduce
por la desaparición de los cedrales, como consecuencia de la pérdida del suelo y de la
cubierta forestal que lo protegía y alimentaba.

Las talas, a menudo excesivas y a veces incontroladas, y el sobrepastoreo afectan en gran parte
de su área a los cedrales, lo que genera problemas de erosión y fragmentación. No obstante,
el principal proceso que afecta a los cedrales es el cambio climático. Al ser formaciones muy
exigentes en humedad, que ocupan enclaves privilegiados, el calentamiento y la reducción
de precipitaciones los coloca en situación crítica. A menudo son sustituidos por encinares o
sabinares albares cuando los ambientes montanos son demasiado áridos. El calentamiento
les impulsaría a subir en montaña pero sobre todo en el Gran Atlas las zonas superiores son
áridas, más favorables para los sabinares albares, por lo que se ven encerrados entre hábitats
incompatibles sin escape posible frente al cambio climático. En el Rif y el Atlas Medio la
situación es menos preocupante pero en ambas zonas se sitúan ya en las cumbres por lo que
tienen poca flexibilidad para encarar el cambio climático actualmente ya muy evidente.

Hay estudios que relacionan el declive de los cedrales con el cambio climático reciente, y también
con la sustitución de manchas puras por bosque mixtos de cedros y encinas (Linares et al., 2011).

111
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

250.000

200.000

150.000 Optimista

100.000 Pesimista

0 Estable

2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Puesto que se desconoce la superficie exacta en 2008, se ha procedido a una serie de
estimaciones de la evolución entre 1988 y 2008:
t Escenario pesimista: se mantiene tasa de deforestación. Superficie inferida 2008: 76.145
ha. Reducción desde 1958: 63%-EN.
t Escenario estable (opción elegida): desde 1988 hasta 2008 la superficie se mantiene
constante. Reducción 38% -VU
t Escenario optimista: se incrementa en 2% la superficie. Superficie inferida 2008: 129.914
ha. Reducción 36%- VU.
Los cedrales quedan asignados a la categoría VU por una reducción superior al 30% en el
conjunto del área de estudio (38%). En el Dominio húmedo del Rif la reducción es del 49%
por lo que casi podrían considerarse En Peligro. Tanto más si se tiene en cuenta el estudio
de Moore et al. (1998) para la provincia de Chefchaouen quienes estiman que los cedrales
han perdido ¾ de su superficie en esa zona, tomando como referencia los informes de Boudy
(1951, 15.000 ha) y DPA (1994, 4.000 ha),.
Aunque hayan quedado clasificados según este subcriterio como Preocupación Menor, la
reducción es casi del 30% en el Dominio semiárido del Atlas (27%) y la Zona transicional
semiarida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales (26%).

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los cedrales tienen una extensión de presencia en Marruecos de unos 30.000 km2 y un área
de ocupación de 80 celdas 10x10 km. Puesto que no podemos aseguar que la disminución
observada de extensión espacial (-37,6% entre 1958 y 1988), sea contínua hasta el presente
(hipótesis projeccion constante), se consideran como LC. Si nueva información permitiese
contrastar el supuesto de declive continuo, podríamos considerar que los cedrales son
Vulnerables en el país de acuerdo con el Subcriterio B1a(i).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las
proyecciones de degradación activa muestran que los cedrales se están degradando en
un 3% de su superficie en Marruecos, con lo que la evaluación general de este subcriterio
es Preocupación Menor (LC). Sin embargo, esta variable alcanza el 24% en el Dominio
húmedo del Rif, con lo que las proyecciones realizadas para los próximos 50 años para este
dominio indican que estos cedrales, que actualmente se encuentran en la categoría LC por
el Subcriterio C3, se encontrarán mucho más degradados en el futuro, lo que motiva su
calificación como En Peligro (EN).
Subcriterio C3. Estado de degradación. Se califican como Vulnerables (VU) los cedrales de
los Dominios subhúmedo del Atlas y semiárido del Atlas, de la Ecoregión Atlásica y Ecozona
Mediterránea.

112
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.5
SABINARES NEGRALES (Juniperus phoenicea)
Resumen Los sabinares negrales tienen un amplio territorio potencial en los hábitats semiáridos
continentales, especialmente en la vertiente meridional de los sistemas montañosos de
Marruecos. Es el cuarto bosque con mayor nicho potencial en Marruecos tras las formaciones
de araar, los arganales y los encinares. La plasticidad y resistencia ambiental de la sabina
negral le permite colonizar todo tipo de sustratos, en hábitats muy extremos.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Sabinares negrales LC LC LC LC LC

de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar VU LC VU
de la Ecoregión Oceánicas VU LC VU
odel Dominio semiárido de la costa Atlánticar VU LC VU
de la Ecozona Mediterráneas LC LC LC
de la Ecoregión Mediterránear LC LC LC
odel Dominio semiárido de zonas mediass LC LC LC
de la Ecoregión Atlásicar LC VU VU
odel Dominio semiárido del Atlass LC VU VU
de la Ecoregión de las Altas Mesetasr LC VU VU
ode la Zona transicional semiárida del
LC VU VU
Atlas y de las Altas Mesetas orientaless
odel Dominio pre-Sahariano de las
LC LC LC
Altas Mesetas orientaless

Los sabinares negrales no se encuentran amenazados en el conjunto del área de estudio


(Preocupación Menor-LC) pero sí se encuentran en la categoría VU por el Criterio C en tres
dominios, tres ecoregiones y la Ecozona Mediterráneo-Oceánica. La cartografía de estos
ecosistemas, especialmente en lo que respecta al mapa de Metro (1958), no se considera
fidedigna por lo que no se ha aplicado el Subcriterio A1.

Descripción Los sabinares negrales se reparten en dos medios distintos:


geobotánica Las dunas del litoral: se componen de formaciones preforestales propias de los bioclimas
semiáridos, subhúmedos y húmedos. Pueden observarse desde Essaouira al sur, hasta Saïda
en el extremo noroeste. La sabina negral convive con las especies siguientes: Chamaecytisus
albidus, Senecio anteuphorbium, Periploca laevigata, Prasium majus, Clematis cirrhosa,
Ephedra fragilis, Rhamnus atlanticum, Quercus coccifera...
La degradación de estos sabinares da lugar a formaciones dominadas por la Retama
monosperma.

Los sabinares continentales: Estos ecosistemas preestépicos se observan desde el


termomediterráneo hasta el supramediterráneo, pero alcanzan su estado óptimo en el piso
mesomediterráneo. En efecto, sustituyen o bien los ecosistemas de araar en las zonas
demasiado continentales para estos últimos, o bien los de encina o de fresno dimorfo cuando
las precipitaciones son insuficientes para estos árboles frondosos.
La plasticidad y la resistencia de esta conífera le permiten colonizar los diferentes tipos de

113
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Nivel de
conservación de los
sabinares negrales
y enebrales: pérdida
de biomasa en el
tiempo no relacionada
con fluctuaciones
climáticas interanuales
durante el periodo
1998-2008. Resulta de
aplicar una regresión
lineal múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
sabinares negrales y
enebrales: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes (*).

sustratos en las laderas soleadas del Atlas Medio y sobre todo del Gran Atlas y Anti-Atlas.
Se encuentra en una franja altitudinal comprendida entre 1.000 y 2.200 m, bajo bioclimas
semiárido y árido superior, frescos, fríos y muy fríos.
Estos ecosistemas, que se desarrollan en tales condiciones ecológicas, son muy abiertos.
Están compuestos por elementos esteparios que les confieren una estructura bien despejada.

En marruecos se dan formaciones mixtas de sabninares negrales con enebros (Juniperus


oxicedrus), con dominancia de uno u otro. Dada su ecología más o menos coincidente y la
ausencia de una tipología específica para Enebros, parece lógico pensar que bajo el epígrafe
“sabinares negrales” todos los autores han incluido también los enebrales.

(*) El contraste (Kruskal-Wallis H = 168.8, d.f. = 4, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre Dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D8), intermedia (D5 y D4)
y (D2) a mejor (D13).

114
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Área de Según Emberger, la distribución potencial de los sabinares negrales en Marruecos es de


distribución 2.195.300 ha, repartidos como sigue:
Dominio presahariano de las Altas Mesetas Orientales (40,9%), Dominio semiárido del Atlas
(23,2%), Dominio semiárido de zonas medias (22,1%), Zona transicional semiárida del Atlas y
de las Altas Mesetas Orientales (7,5%), Zona transicional mediterráneo-sahariana (4,1%).

Superficie en 1958 (Metro): 3.100 ha. Esta cifra es incomprensiblemente baja, quizás debido
a una confusión con Tetraclinis y/o Juniperus oxycedrus. Por ejemplo, una estimación
alternativa dada por Boudy en 1948 es de 200.000 ha.
Superficie en 1988 (IFN): 291.963 ha.

Presiones Los sabinares negrales son formaciones abiertas que ocupan principalmente hábitats
ZBNFOB[BT semiáridos continentales; en ellos la presión antropozoógena (tala, extracción de leñas,
despunte, sobrepastoreo) constituye su principal amenaza. Lo que queda ocupado por
sabinares son zonas con escaso interés agrícola. Actualmente ya no son frecuentes las
roturaciones pero persiste la excesiva presión ganadera.

En el caso de los sabinares litorales, menos comunes, la principal amenaza deriva de los
procesos urbanizadores relacionados con el turismo, dada su localización litoral, a menudo
en áreas acantiladas con buenas vistas o sobre sistemas dunares. Lo ocurrido en la zona de
Essaouira ilustra bien el proceso que afecta a estos sabinares costeros.

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
La información disponible para este ecosistema es muy escasa. El Mapa de Metro de
1958 parece inverosímil ya que, inexplicablemente, sólo hay delimitadas 3.100 ha de esta
formación. Parece que los equipos que participaron en esa cartografía no diferenciaban

Sabinares negrales
(Juniperus
phoenicea), en las
dunas de Essaouira
© A. Benabid

115
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

adecuadamente las distintas especies del género Juniperus (J. phoenicea, J. thurifera y J.
oxycedrus), existiendo incluso en ocasiones confusiones con Cupressus y Tetraclinis. Por
otro lado, el Mapa de IFN 1996 también contenía manchas confusas, y se llevaron a cabo
ligeras correcciones (sugeridas por A. Benabid) para reasignar polígonos entre especies
de Juniperus. En consecuencia, se desestimó la información de Metro por considerarla no
fidedigna y no se aplicó el Criterio A por deficiencia de datos.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los sabinares negrales tienen una extensión de presencia en Marruecos de 220.000 km2 y
un área de ocupación de 238 celdas 10x10 km. Por ello, no se consideran amenazados (LC-
Preocupación Menor).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro.Las proyecciones
de degradación activa muestran que los sabinares negrales se están degradando en un 2,7%
de su superficie, pero hasta en un 39% de su territorio en el Dominio semiárido de la costa
Atlántica. Esta situación hace prever que en los próximos 50 años superarán el umbral de
severidad relativa que les confiere la categoría de Vulnerable (VU) en este dominio y en las
Ecozonas y Ecorregiones correspondientes.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Los sabinares negrales se clasifican en Preocupación


Menor (LC) en el territorio estudiado, aunque se alcanza el nivel Vulnerable (VU) en dos
dominios y dos ecoregiones (Atlásica y de las Altas Mesetas).

116
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.6
SABINARES ALBARES (Juniperus thurifera)
Resumen Los sabinares albares se localizan en Marruecos en alta montaña, habitualmente por
encima de los 2.000 m de altitud, pudiendo llegar hasta los 3.200 m. Ocupan un piso de alta
montaña continental en el Alto Atlas (89% en la Ecoregión Atlásica) muy frío y semiárido,
por encima del nivel de máximas precipitaciones donde se ubican encinares o cedrales.
Los sabinares albares son formaciones abiertas; entre los árboles aparecen formaciones
estépicas de alta montaña dominadas por matorrales almohadillado-espinosos y pastos
psicro-xerófilos (pelouses ecorchées).

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Sabinares albares VU LC LC VU VU

de la Ecozona Mediterráneas LC VU VU
de la Ecoregión Mediterránear LC LC LC
o del Dominio semiárido de zonas mediasr LC LC LC
de la Ecoregión Atlásicas LC VU VU
o del Dominio subhúmedo del Atlasr LC VU VU
o del Dominio de Alta Montaña del Atlasr LC VU VU
o del Dominio semiárido del Atlasr LC VU VU
de la Ecoregión de las Altas Mesetasr LC VU VU
o de la Zona transicional semiárida del Atlas
LC VU VU
y de las Altas Mesetas orientalesr

La gran mayoría de las unidades ecosistémicas quedan asignadas a la categoría VU por el


Subcriterio C3. No se ha considerado adecuado aplicar el Subcriterio A1 porque se duda
de la veracidad de la cartografía de Metro (1958) en lo que respecta a la delimitación de los
sabinares de sabina albar y de otras formaciones. El estado degradado y una extensión de
presencia inferior a los 50.000 km2 (32.700 km2) en Marruecos conllevan una categoría de VU
en aplicación del Subcriterio B1.

Descripción Es de las pocas formaciones arbóreas que se desarrollan en áreas de climas extremos,
geobotánica estableciéndose en laderas con fuertes pendientes. Gracias a la capa de humus que
genera bajo su copa y a la protección que ofrecen sus raíces a las partículas finas del
suelo ante los efectos del viento y la lluvia, la sabina albar (Juniperus thurifera) juega un
importante papel ecológico como agente controlador de la erosión en ladera (Gauquelin
et al, 1999). En consecuencia, la degradación de las sabinas conlleva la pérdida de su
capacidad protectora, creándose laderas erosionadas. Además de estos efectos locales,
las partículas movilizadas por el viento son arrastradas hacia el sur de las montañas del
Atlas. Algunos autores defienden que las partículas minerales responsables de la intrusión
de arena, provienen principalmente de las laderas deforestadas del Atlas más que del
Sahara (Dembner, 1987).

La sabina albar es un árbol extremadamente robusto que conforma ecosistemas donde ninguna
otra especie forestal puede desarrollarse. Estos sabinares albares se extienden en prácticamente
todas las altas cumbres del Atlas Medio plegado y del Gran Atlas, salvo las de Seksaouas y

117
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Distribución y niveles
relativos de madurez
de los sabinares
albares: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes. (*)

Saghro. Se desarrollan en bioclimas semiáridos y subhúmedos muy fríos y extremadamente fríos,


así como en cualquier tipo de sustrato. Los suelos son poco profundos y muy erosionados.

Sus poblaciones presentan estructuras bien despejadas, en las que las sabinas se distribuyen
de manera dispersa en formaciones esteparias a grandes alturas. La regeneración natural de
la especie no se produce ni en el Atlas Medio ni en la parte occidental del Alto Atlas, donde
los sustratos son silíceos. En algunas otras zonas se observan plántulas diseminadas.

Área de La distribución potencial de los sabinares albares en Marruecos según Emberger es de


distribución 834.900 ha, valor mucho mayor que el dado por Boudy (327.000 ha). Esta distribución se sitúa
en su totalidad en la Ecozona Mediterránea y, en su gran mayoría, en la Ecoregión Atlásica
(89,5%), y en el Dominio semiárido del Atlas (76,2%). Además, se encontrarían en el Dominio
de Alta Montaña del Atlas (7,5%), Dominio subhúmedo del Atlas (5,8%), Zona transicional
semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales (5,4%), y Dominio semiárido de zonas
medias (2,6%). Actualmente, es en este último dominio donde se conserva el 18,1% de los
sabinares albares remanentes en Marruecos.

Superficie en 1958 (Metro): 49.300 ha


Superficie en 1988 (IFN): 54.463 ha

Presiones De acuerdo con los datos de Emberger, los sabinares albares han perdido el 93,5%
ZBNFOB[BT de su territorio potencial. Por regla general, los ecosistemas de sabina albar están
muy deteriorados en la mayor parte de sus manifestaciones, especialmente en el Atlas
Medio y Alto Atlas occidental. En otras zonas, su desarrollo parece más o menos
normal. La presión antropozoógena (tala, despunte, sobrepastoreo) ha constituido su
principal amenaza. En las zonas de alta montaña su equilibrio es precario debido al
clima muy duro, frio y continental, y sufren una presión insostenible por extracción de
leñas y desmoche para usar el ramón como complemento de la dieta del ganado. En
estas zonas, donde el gas natural es demasiado caro para la población, se cocina y se
calientan con madera de sabina, dado que no existen otras posibilidades. Muchos de los

(*) El contraste (Kruskal-Wallis H = 25.98, d.f. = 3, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del sub-criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D4, D6 y D8) a mejor (D2).
El D7 no ha sido evaluado en el análisis por no tener datos suficientes en la muestra.

118
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Sabinar albar en la
subida hacia Tarkeddid,
macizo del Mgoun
© H. Sainz

sabinares albares presentan un aspecto fantasmagórico provocado por los constantes


desmoches y talas.

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Los sabinares albares aparecen como formaciones en expansión en el período 1958-1988,
dado que la superficie cartografiada en el IFN (1996) es mayor que la dada por Metro en 1958.
Estas cifras no parecen verosímiles y parecen derivar de una deficiente cartografía de esta
formación de alta montaña en Metro, por lo que estimamos que no puede aplicarse el criterio
de análisis basado en perdida de superficie en los últimos 50 años a esta formación por falta
de datos.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los sabinares albares tienen una extensión de presencia en Marruecos de 32.700 km2 y un
área de ocupación de 55 celdas de 10x10 km. En la mayor parte de su superficie no hay datos
calculados de disminución continua de su extensión. No obstante, nuestras observaciones
personales aprecian una regresión generalizada de estas formaciones, sobre todo por la
extracción de leña de las poblaciones bereberes de la alta montaña del Atlas. Aceptando ese
declive, resultarían vulnerables (VU) en Marruecos, al cumplir el Subcriterio B1a(i).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones
de degradación activa no son preocupantes (LC) para los sabinares albares en Marruecos.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Los sabinares albares se encuentran en la categoría VU


en el territorio marroquí objeto de estudio y en los distintos niveles climáticos, a excepción de
los sabinares del Dominio semiárido de zonas medias y de los de la Ecoregión Mediterránea.
Aunque los datos existentes no han permitido aplicar el Criterio D (degradación por
interacciones bióticas), sería muy interesante poder evaluarlo, ya que muchos autores afirman
que los sabinares albares están fuertemente amenazados por la sobreexplotación de su
madera, el sobrepastoreo (Quézel & Pesson 1980; Auclair 1996; Montés et al., 2000, 2002)
y la falta de las plántulas y ejemplares jóvenes (Romo, 2005). La práctica totalidad de las
poblaciones de Marruecos no tienen plántulas ni individuos jóvenes (Romo, 2012). En el Atlas,
aparecen como rodales extensos, pero extremadamente degradados (Fromard & Gauquelin,
1993). Estas consideraciones hacen pensar que una evaluación de este criterio elevaría el
nivel de amenaza de este ecosistema.

119
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

5.7
PINARES DE PINO NEGRAL
(Pinus pinaster subsp. hamiltonii var. magrebiana)

Resumen Los pinares de pino negral o resinero tienen varios orígenes en Marruecos que la cartografía
no diferencia. Unos son formaciones relictuales naturales, en la costa atlántica, el Rif
(asentados sobre calcarenitas dolomíticas muy singulares) o el Atlas, mientras otros derivan
de repoblaciones forestales iniciadas por los franceses y españoles. Además localmente
pueden comportarse como etapas de sustitución, sobre todo de encinares y alcornocales.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Pinares de pino negral EN EN LC LC EN

Ø de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar LC LC LC

§ de la Ecoregión Rifeñar LC LC LC

o del Dominio húmedo del Rifr LC LC LC


o del Dominio subhúmedo del pedimento
LC LC LC
del Rif occidentalr
Ø de la Ecozona Mediterránear VU VU VU

§ de la Ecoregión Atlásicar VU VU VU

o del Dominio subhúmedo del Atlasr VU VU VU

§ de la Ecoregión de las Altas Mesetasr LC VU VU

o de la Zona transicional semiárida del


LC VU VU
Atlas y de las Altas Mesetas orientalesr

El estado degradado, una extensión de presencia inferior a los 20.000 km2 y un área de ocupación
inferior a las 20 celdas (10 x 10 km) implica la categorización En Peligro (EN) por los Subcriterios
B1 y B2 para el conjunto del área de estudio. Al no poderse discriminar en la cartografía el origen
(natural-repoblado) de estos pinares, no se ha considerado adecuado aplicar el Subcriterio A1.

Los pinares de pino negral se encuentran en un estado Vulnerable (VU) en una de las dos ecozonas
en las que se encuentran y en las dos ecoregiones que engloban la mayoría de su extensión: la de
las Altas Mesetas (6%) y la Atlásica (60%), así como en los dominios que las componen.

Descripción Los ecosistemas de pino negral (“Pin maritime” en francés, Pinus pinaster subsp. hamiltoni
geobotánica var. magrebiana y var. iberica) son mucho menos extensos que los de pinos carrascos. Los
más importantes se encuentran en la zona oriental y central del Atlas Medio, si bien presenta
varios enclaves en el Rif y en la parte oriental y central del Alto Atlas.
Las principales especies forestales cuyas poblaciones conviven con las del pino negral son
la encina, el alcornoque, el quejigo y el cedro. Su sotobosque está dominado por Thymelaea
tartonraira, Rosmarinus officinalis, Cistus albidus, Ampelodesma mauritanica, Euphorbia
characias, Berberis hispanica...

Área de Emberger estima una superficie potencial de 40.300 ha para los pinares de pino negral en
distribución Marruecos, con la siguiente distribución: Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas
orientales (49,4%), Dominio subhúmedo del Atlas (16,6%), Dominio semiárido del Atlas (11,4%),
Dominio húmedo del Rif (9,9%), Dominio semiárido o subhúmedo-seco de zonas altas (6,0%).

120
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Nivel de
conservación de
los pinares de pino
negral: pérdida de
biomasa en el tiempo
no relacionada
con fluctuaciones
climáticas interanuales
durante el periodo
1998-2008. Resulta de
aplicar una regresión
lineal múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
pinares de pino
negral: resultados del
análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes. (*)

Las estimaciones de Boudy son algo inferiores: 30.000 ha potenciales y 15.000 ha remanentes en 1948

Superficie en 1958 (Metro): 12.900 ha (incluye las repoblaciones iniciadas en la época de “los
Protectorados”).
Superficie en 1988 (IFN): 8.019 ha

Presiones El principal problema de los pinares de pino negral es la facilidad con que se queman durante
ZBNFOB[BT la época seca, dado que su resina, madera, piñas y grandes acículas, que se acumulan
secas en el suelo, son muy inflamables. En el Rif sufren la roturación y cultivo intercalado de
Cannabis sativa, lo que genera la fragmentación y tala generalizada de sus formaciones. La
madera se usa en construcción rural de forma ilegal. En los pinares autóctonos del Rif, aunque
están legalmente protegidos de las talas, se ha detectado un declive en el reclutamiento

(*) El contraste (Kruskal-Wallis H = 8.02, d.f. = 2, p > 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios no presentan diferencias (a = 0.05) en cuanto a madurez ecológica.

121
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Los cultivos de
Cannabis reducen el
área de los pinares de P.
pinaster de Talasemtane
© H.Sainz

que puede representar un problema para su persistencia futura. Los estudios diamétricos
realizados indican una tendencia al envejecimiento del bosque (Ajbilou et al., 2003).

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
A pesar de los datos suministrados en el apartado anterior sobre distribución, no ha podido
discriminarse en la cartografía existente el origen de estos pinares (bosques naturales vs.
repoblados) por lo que no se ha considerado adecuado aplicar este criterio.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Estos pinares tienen una extensión de presencia en Marruecos inferior a los 20.000 km2 (de casi
17.000 km2) y su área de ocupación es de 13 celdas de 10 x 10 km. Dado que se ha producido
una disminución continua de extensión espacial (aunque ésta no sea suficientemente precisa
para aplicar el Criterio A, sí se puede afirmar que existe), podemos considerar que se encuadran
en la categoría En Peligro (EN), al cumplir tanto el Subcriterio B1a(i) como el B2a(i).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra).


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones
de degradación activa muestran que los pinares negrales están degradándose en un 8,6%
del territorio. Esta situación hace prever que en los próximos 50 años superarán un umbral
de severidad relativa, lo que les confiere la categoría de Vulnerables (VU) en el Dominio
subhúmedo del Atlas, en la Ecoregión Atlasica y en la Ecozona Mediterránea.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Los pinares de pino negral se encuentran en la


categoría Preocupación Menor (LC) en el conjunto del territorio marroquí objeto de estudio,
aunque su situación es Vulnerable (VU) en los dominios y ecoregiones de la Ecozona
Mediterránea donde se encuentran presentes.

122
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.8
PINARES DE PINO CARRASCO (Pinus halepensis)
Resumen El pino carrasco es una especie circunmediterránea muy frugal, indiferente edáfica y bien
adaptada a los ambientes semiáridos. Es el “rellena huecos” (bouche-trou) de los hábitats áridos.
Los pinares de pino carrasco tienen diversos orígenes en Marruecos. Unos son formaciones
relictuales naturales en el Rif o el Alto Atlas (valles interiores secos), otros se comportan como
etapas de sustitución, sobre todo de encinares, y finalmente una parte bastante importante
procede de repoblaciones forestales iniciadas por los franceses y españoles.

Aunque no son muy extensas, estas formaciones están ampliamente distribuidas en


Marruecos dada su buena adaptación a los ambientes semiáridos. Si se toman en cuenta
las repoblaciones, los pinares de pino carrasco son una de las pocas formaciones que han
aumentado su área respecto a la distribución potencial.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Pinares de pino carrasco LC LC LC VU VU

de la Ecozona Mediterráneas LC VU VU

de la Ecoregión Mediterráneas LC LC LC

o del Dominio semiárido de zonas medias s


LC LC LC

o del Dominio semiárido o subhúmedo


LC VU VU
seco de zonas altass

de la Ecoregión Atlásicas LC VU VU

o del Dominio semiárido del Atlas s


LC VU VU

de la Ecoregión de las altas mesetass LC VU VU

o de la Zona transicional semiárida del


LC VU VU
Atlas y de las Altas Mesetas orientaless

Los pinares de pino carrasco se encuentran en la categoría VU en el área de estudio y


en todos los niveles a excepción de los pinares del Dominio semiárido de zonas medias
(Ecoregión Mediterrámea) por el Subcriterio C3. .No ha podido aplicarse el Subcriterio A1
por la imposibilidad de diferenciar cartográficamente los distintos orígenes (repoblación y
bosques naturales) que ponen en duda la fiabilidad de los datos.

Descripción Los ecosistemas puros de pino carrasco (Pinus halepensis) son poco habituales. La especie
geobotánica suele convivir con el araar, la sabina negral, la encina, el alcornoque o la coscoja, con los que
conforma ecosistemas preforestales o preestépicos.

El pinar de pino carrasco no posee ningún complejo florístico especial. Se desarrolla a menudo en
formaciones preforestales o en conjuntos de matorrales o estepas compuestos por: Globularia alypum,
Ebenus pinnata, Rosmarinus officinalis, Cistus clusii, Cistus villosus, Rosmarinus tournefortii y otras especies.

Área de Emberger estimó una distribución potencial en Marruecos de 26.700 ha, posiblemente
distribución refiriéndose a las principales manifestaciones naturales, mientras que Boudy estimó una
superficie potencial de 150.000 ha, de la que restaban unas 65.000 ha en 1948.

La distribución potencial estimada por Emberger se reparte de la siguiente manera en los

123
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Nivel de conservación
de los pinares de pino
carrasco: pérdida de
biomasa en el tiempo
no relacionada con
fluctuaciones climáticas
interanuales durante
el periodo 1998-2008.
Resulta de aplicar una
regresión lineal múltiple
entre la biomasa, el
índice de aridez y el
tiempo.

Distribución y niveles
relativos de madurez
de los pinares de pino
carrasco: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos o
relevantes. (*)

dominios de este trabajo: Dominio semiárido de zonas medias (27,3%), Dominio semiárido de
llanuras y mesetas (20,6%), Dominio semiárido o subhúmedo seco de zonas altas (12,7%),
Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales (12,0%), Dominio
subhúmedo del pedimento del Rif occidental (8,6%), Dominio semiárido del Atlas (7,9%),
Dominio subhúmedo del Atlas (4,9%), Dominio presahariano de las Altas Mesetas orientales
(4,5%).

Superficie en 1958 (Metro): 94.800 ha (incluye las repoblaciones iniciadas en la época de “los
Protectorados”)
Superficie en 1996 (IFN): 79.713 ha

El contraste (Kruskal-Wallis H = 21.09, d.f. = 3, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre Dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del sub-criterio C3 asignadas a
la unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D4, D8 y D3) a mejor
(D2). El Criterio C3 considera a los Pinares de Pino carrasco como Vulnerables en D4, D8 y D3 y preocupación menor
en D2.

124
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Pinares naturales de
pino carraco en el valle
del Tessaout
© H. Sainz

Presiones Los pinares de pino carrasco tienen predisposición a arder durante la época seca, si bien
ZBNFOB[BT no suelen presentar incendios de importancia en sus manifestaciones naturales, como en el
valle del río Tessaout o en el Rif (Aknul), dado el valor que les concede la población local, que
actua como guardianes del bosque. El proceso de desertización creciente que se produce
en los límites del Sáhara afecta también a algunos pinares de pino carrasco con sotobosque
estepario que tienden a perder su dosel arbóreo.

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Las repoblaciones forestales y la capacidad expansiva en los territorios potenciales de otras
especies explican el que los pinares de pino carrasco sean una de las pocas formaciones
que han aumentado su área respecto a la distribución potencial. No ha podido aplicarse el
Subcriterio A1 al no haber sido posible diferenciar los orígenes (natural o repoblado) de las
distintas teselas cartografiadas.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Estos pinares tienen una extensión de presencia en Marruecos de casi 60.000 km2 y su área
de ocupación es de 61 celdas de 10x10 km por lo que no están amenazados en la zona de
estudio por el Criterio B.

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra).


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones
de degradación activa muestran que los pinares de pino carrasco se están degradando
únicamente en un 0,3% del territorio, por lo que se asignan a la categoría Preocupación
Menor (LC) por este subcriterio.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Los pinares de pino carrasco se encuentran en la


categoría VU en el territorio marroquí objeto de estudio y en todos los niveles a excepción de los
pinares del Dominio semiárido de zonas medias y de la Ecoregión Mediterránea.w

125
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

5.9
ENCINARES (Quercus ilex subsp. rotundifolia)
Resumen Los encinares son los bosques densos con mayor superficie potencial en Marruecos tras las
formaciones de araar y de argán. Son los más extendidos en la actualidad: ocupan más de un cuarto
de la superficie forestal del pais. La encina tiene una gran plasticidad ecológica y se comporta en
Marruecos, en palabras de Emberger (1939), “tapando agujeros o rellenando huecos” (bouche-trou).
Los encinares son formaciones muy frecuentes en Marruecos que ocupan áreas montanas desde los
600 m hasta los 2.700 m de altitud dando lugar a formaciones muy diversas, en un gran abanico de
ambientes y dominios climáticos. Casi toda su superficie se encuentra en la Ecozona Mediterránea.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Encinares LC LC LC LC LC LC

de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar LC LC LC LC

de la Ecoregión Rifeñar LC LC LC LC

o del Dominio húmedo del Rifs LC LC LC LC

de la Ecozona Mediterráneas LC LC LC LC

de la Ecoregión Mediterráneas LC LC LC LC
o del Dominio semiárido de llanuras
LC EN LC EN
y mesetasr
o del Dominio semiárido de zonas mediass LC LC LC LC
o del Dominio semiárido o subhúmedo s
LC LC LC LC
eco de zonas altass
de la Ecoregión Atlásicas LC LC VU VU

o del Dominio subhúmedo del Atlass LC LC VU VU

o del Dominio de Alta Montaña del Atlasr CR LC VU CR

o del Dominio semiárido del Atlass VU LC VU VU

de la Ecoregión de las Altas Mesetas s


LC LC VU VU

o de la Zona transicional semiárida del


LC LC VU VU
Atlas y de las Altas Mesetas orientaless

Los encinares no se encuentran amenazados ni en el conjunto del área de estudio ni en los dominios
de la Ecoregión Rifeña y de la Ecoregión Mediterránea, a excepción del Dominio semiárido de
llanuras y mesetas, donde se encuentran En Peligro (EN) por el Subcriterio C2. Los encinares de las
Ecoregiones Atlásica y de las Altas Mesetas están en la categoría VU por el Subcriterio C3. Además,
los encinares del Dominio de Alta Montaña del Atlas se encuentran en Peligro Crítico (CR) por una
pérdida del 80% de su superficie en los últimos 50 años (Subcriterio A1).

Descripción En Marruecos, los ecosistemas de encina (Quercus ilex subsp. rotundifolia) ocupan más de
geobotánica un cuarto de la superficie forestal. Se encuentran en todas las regiones de Marruecos cuyas
condiciones ecológicas les son favorables. La plasticidad y la resistencia de la encina le permiten
colonizar todo tipo de sustratos geológicos y asentarse en zonas bioclimáticas semiáridas,
subhúmedas, húmedas y perhúmedas, de templadas a extremadamente frías. En cuanto a su
zonificación altitudinal, los ecosistemas de la encina se sitúan entre 600 y 2.700 m de altitud; es
decir que aparecen en el horizonte superior del termomediterráneo y desaparecen en la parte
inferior del oromediterráneo. Sin embargo, los encinares en mejor estado de conservación se
observan a nivel del mesomediterráneo y supramediterráneo húmedo y perhúmedo. Se pueden
diferenciar las siguientes tipologías:

126
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Nivel de conservación
de los encinares
pérdida de biomasa
en el tiempo no
relacionada con
fluctuaciones
climáticas interanuales
durante el periodo
1998-2008. Resulta de
aplicar una regresión
lineal múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
encinares: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes. (*)

t Encinares termomediterráneos: muy poco extendidos. Su complejo florístico está


dominado por especies termófilas. Los que se encuentran en los bioclimas húmedos y
subhúmedos están bastante bien desarrollados. En cuanto a los del bioclima semiárido,
constituyen bosques bajos y poco densos de pequeños árboles con el tronco torcido.
t &ODJOBSFTNFTPNFEJUFSSÈOFPTZTVQSBNFEJUFSSÈOFPT ocupan un lugar predominante
en el paisaje forestal marroquí y son los mejor conservados, sobre todo en bioclimas
húmedos. En las regiones muy húmedas, como en el Atlas Medio central, los encinares se
desarrollan en montes altos, muy densos y en suelo profundo. Su complejo florístico es
muy similar al de los cedrales vecinos. Entre sus elementos florísticos más importantes,
cabe destacar: Viburnum tinus, Sorbus torminalis, Lonicera etrusca, Taxus baccata, Pistacia

(*) El contraste (Kruskal-Wallis H = 589.54, d.f. = 7, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos
de grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D7 y D8), intermedia (D6,
D1, D3 y D4) y mejor (D12 y D2).

127
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Encinares
desmochados valle
Agouti © H. Sainz

terebintus, Cotoneaster nummularia, Daphne laureola. En las regiones menos húmedas, de


bioclima subhúmedo inferior o semiárido, los encinares son mucho menos frondosos.
t &ODJOBSFTPSPNFEJUFSSÈOFPT su desarrollo está limitado por condiciones climáticas
severas. Por lo general, conforman unos bosques de pequeña altura, poco densos y
compuestos de elementos esteparios de alta montaña y elementos florísticos que les confieren
un aspecto xerófilo. La encina convive con otras especies como la sabina albar (Juniperus
thurifera), la sabina negral (Juniperus phoenicea) y el enebro (Juniperus oxycedrus).

Área de La distribución potencial de los encinares en Marruecos según Emberger es de 2.836.900 ha,
distribución distribuidas de la siguiente manera: Dominio semiárido de zonas medias (23,3%), Dominio
semiárido-subhúmedo seco de zonas altas (22,3%), Zona transicional semiárida del Atlas
y de las Altas Mesetas orientales (16,5%), Dominio semiárido del Atlas (14,4%), Dominio
subhúmedo del Atlas (10,7%), Dominio semiárido de llanuras y mesetas (8,1%).

Superficie en 1958 (Metro): 1.583.800 ha


Superficie en 1996 (IFN): 1.356.288 ha

Presiones La gran amplitud ecológica de la encina hace que pueda reaccionar positivamente frente al cambio
ZBNFOB[BT climático. Los principales factores de degradación de los ecosistemas de encinas son antropozoógenos
y han derivado históricamente de los cambios de uso, especialmente las roturaciones para extensión de
los cultivos, con talas a “mata-rasa” que se produjeron desde el inicio de la colonización en Marruecos
y que en algunos casos aún se practican en nuestros días. Estas explotaciones han permitido cubrir
prácticamente todas las necesidades de leña y carbón vegetal en el mundo rural marroquí. El impacto
negativo de estas labores se traduce por la profunda perturbación de estos ecosistemas y su posterior
desaparición. Este impacto se multiplica en los límites inferiores y superiores de los encinares, donde la
especie dominante es menos pujante y encuentra mayor competencia de otros árboles:

- A bajas alturas, los ecosistemas están generalmente muy deteriorados por los rebaños y la
tala ilegal (despunte, escamonda, poda…) efectuados por el hombre.

128
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

- En los niveles superiores de las grandes alturas, donde las condiciones ecológicas son
extremadamente severas, la explotación abusiva ha provocado una profunda perturbación de
estos ecosistemas, reduciendo considerablemente su extensión.
La regresión de los encinares facilita a la larga la expansión de otras formaciones menos exigentes
en precipitaciones. Se trata generalmente de formaciones preforestales y abiertas. En las zonas más
bajas son enebrales de Juniperus oxycedrus, sabinares negrales y bosques de araar mientras que
hacia la alta montaña son matorrales estépicos almohadillado-espinosos o bosquetes de sabina albar.
thurifera), la sabina negral (Juniperus phoenicea) y el enebro (Juniperus oxycedrus).

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Puesto que se desconoce la superficie exacta en 2008 se ha procedido a una serie de
estimaciones de la evolución entre 1988 y 2008:
t Escenario pesimista: Se mantiene tasa de deforestación: Superficie inferida 2008:
1.204.613 ha (Reducción del 24%-LC)
t Escenario estable: Desde 1988 hasta 2008 la superficie se mantiene constante
(Reducción del 14% -LC)
t Escenario optimista: Se incrementa en 2% la superficie: Superficie inferida 2008:
1.383.414 ha (Reducción del 13%- LC)

2.000.000

1.500.000
Optimista
1.000.000

Pesimista
500.000

0 Estable
2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

En cualquiera de los supuestos de inferencia de superficie a 2008, ésta se ha reducido en


menos del 30% en los últimos 50 años, por lo que no están amenazados (Preocupación Menor,
LC) en el conjunto del país por el Subcriterio A1. Esta situación es similar en las distintas
regiones, excepto en el Dominio de Alta Montaña del Atlas (0,2% de la superficie de encinares
en Marruecos) donde se encuentran en Peligro Crítico (CR).
$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los encinares tienen una extensión de presencia en Marruecos de unos 175.000 km2 (muy dispersa
en 586 celdas 10x10 km). Por tanto, no están amenazados en Marruecos por el Criterio B.

Criterio C. Degradación de un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones de
degradación activa muestran que los encinares se están degradando en 1,8% de su territorio. No
obstante esta degradación activa es del 9,1% en el Dominio semiárido de llanuras y mesetas, con
un aumento en el nivel de severidad relativa que los sitúa En Peligro (EN) por este subcriterio.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Sólo se encuentran amenazados (categoría VU) por
este subcriterio los encinares de los tres dominios de la Ecoregión Atlásica y los de la Zona
transicional semiárida del Atlas y de las Altas Mesetas orientales (Ecoregión de las Altas
Mesetas), en donde más del 90% de la superficie registra una severidad relativa superior al 50%.

129
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

5.10
ALCORNOCALES (Quercus suber)
Resumen Los alcornocales se localizan principalmente en zonas subhúmedas y húmedas del
cuadrante noroccidental de Marruecos, sobre todo en el entorno de la cordillera del Rif.
Aisladamente aparecen también en el Medio Atlas oriental y en enclaves del Alto Atlas. En
zonas sublitorales atlánticas con precipitaciones horizontales pueden vivir en ambientes
formalmente semiáridos.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Alcornocales LC LC LC LC LC LC

Ø de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicas LC LC LC LC

§ de la Ecoregión Rifeñas LC LC LC LC

o del Dominio húmedo del Rifs LC LC LC LC


o del Dominio subhúmedo del pedimento
LC LC LC LC
del Rif occidentals
§ de la Ecoregión Oceánicas VU LC LC VU
o del Dominio semiárido de la costa
VU LC LC VU
Atlánticas
Ø de la Ecozona Mediterránear LC LC LC LC

§ de la Ecoregión Mediterránea r
VU LC LC VU
o del Dominio semiárido de llanuras
LC LC LC LC
y mesetasr
o del Dominio semiárido o subhúmedo
VU LC LC VU
seco de zonas altass

Tras aplicar los Criterios A, B y C, podemos concluir que los bosques de alcornoques no
están amenazados (LC) en el conjunto del territorio de Marruecos. Las reducciones de
superficie sufridas en los últimos 50 años (Subcriterio A1) hacen que los alcornocales del
Dominio semiárido de la costa Atlántica (24.3%), de la Ecoregión Oceánica, del Dominio
semiárido o subhúmedo seco de zonas altas (14,9%) y de la Ecoregión Mediterránea, estén en
situación Vulnerable (VU).

Descripción Salvo algunos enclaves repartidos a lo largo del Alto Atlas y los alcornocales del Medio Atlas
geobotánica oriental, el alcornoque (Quercus suber) se localiza principalmente en la parte septentrional
occidental de Marruecos. Esto se corresponde con las zonas bioclimáticas subhúmeda,
húmeda y perhúmeda cálidas, templada y fresca, excepcionalmente semiárida cálida y
templada. Sin embargo, el clima de estas zonas está sometido a una fuerte influencia
oceánica que compensa la falta de precipitaciones del último caso mencionado. Desde el
punto de vista edáfico, los alcornocales se limitan a los sustratos silíceos, lo cual reduce
de manera considerable el número de especies del complejo florístico. Estos criterios
ecológicos permiten explicar por qué los alcornocales situados a la misma altitud y en
condiciones climáticas similares tienden a ser homogéneos.

En Marruecos, los alcornocales se desarrollan entre el nivel del mar y una altitud de 1.600
m, es decir que se reparten entre los pisos termomediterráneo, mesomediterráneo y
supramediterráneo, con un mejor grado de conservación en los dos primeros. De hecho,
es prácticamente la única especie que todavía presenta, en numerosas localidades,

130
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Nivel de
conservación de
los alcornocales:
pérdida de biomasa
en el tiempo no
relacionada con
fluctuaciones
climáticas
interanuales durante
el periodo 1998-2008.
Resulta de aplicar
una regresión lineal
múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y
niveles relativos
de madurez de
los alcornocales:
resultados del
análisis estadístico
entre los estados
del ecosistema
y sus dominios
significativos o
relevantes. (*)

formaciones de tipo forestal en el piso termomediterráneo. Por todas estas razones, son
escasos los tipos de alcornocal en Marruecos:
t "MDPSOPDBMFTUFSNPNFEJUFSSÈOFPT ocupan las llanuras y bajas alturas, donde los
sustratos son silíceos. En las regiones muy húmedas, los alcornocales aún en buen estado
de conservación ofrecen un complejo florístico dominado por ericáceas o cistáceas,
cuya extensión es favorecida por la apertura de las poblaciones de alcornoque. Arbutus
unedo, Erica arborea, Crataegus monogyna figuran entre los mejores bioindicadores del
entorno forestal creado por las poblaciones de alcornoque. Estos paisajes forestales de las
zonas húmedas o subhúmedas dan paso, en las zonas menos húmedas como la Mamora

(*) El contraste (Kruskal-Wallis H = 88.2, d.f. = 4, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre Dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D3, D12 y D1) a mejor
(D13 y D11). La categoría para todos los Dominios es de LC por el criterio C3.

131
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

y las bajas alturas de la Meseta Central, a ecosistemas en los cuales las estructuras y
arquitecturas de las fitocenosis son mucho menos frondosas. Cuando aún sigue en buen
estado, su sotobosque en la Mamora se compone principalmente de Teline linifolia, Pistacia
lentiscus, o Thymelaea lythroides. En otras zonas, las cistáceas son dominantes.
t "MDPSOPDBMFTNFTPNFEJUFSSÈOFPTZTVQSBNFEJUFSSÈOFPT se desarrollan en un
entorno bioclimático húmedo y perhúmedo, cuyas condiciones explican la gran densidad
de las poblaciones, cuando aún se encuentran en buen estado de conservación. En las
zonas más húmedas, el alcornoque tiende a mezclarse con robles caducifolios. Desde el
punto de vista florístico, estos alcornocales se reconocen por un sotobosque de Arbutus
unedo, Erica arborea, Cytisus triflorus, Viburnum tinus... Los claros están cubiertos de
matorrales de degradación dominados por las cistáceas y ericáceas, que nos ofrecen una
magnífica estampa en época de floración.

Área de La distribución potencial en Marruecos según Emberger alcanza las 1.892.700 ha, repartidas
distribución de la siguiente manera: Dominio semiárido de llanuras y mesetas (26,4%), Dominio
subhúmedo del pedimento del Rif occidental (24,7%), Dominio semiárido de la costa Atlántica
(24,3%), Dominio semiárido-subhúmedo seco de zonas altas (14,9%), Dominio húmedo del Rif
(7,8%)

Emberger estimaba que sólo quedaban unas 500.000 ha en 1939, mientras que la estimación
de Boudy para el año 1948 era de 367.000 ha.

Superficie en 1958 (Metro): 478.700 ha


Superficie en 1988 (IFN): 385.338 ha

Presiones Existen considerables diferencias en los procesos amenazantes según localidades. El


ZBNFOB[BT bosque de la Mamora se encuentra en un estado de degradación muy avanzado. Se trata de
alcornocales situados en condiciones ecológicamente “al límite”, en hábitats globalmente
excesivamente áridos, donde sólo sobreviven gracias a la existencia de precipitaciones
horizontales provocadas por la humedad ambiental que genera la proximidad del Atlántico.
En el pasado, algunos planes de ordenación forestal promovieron la transformación
de alcornocales claros en poblaciones artificiales compuestas por pinos o especies
exóticas (acacias y eucaliptos). Los alcornocales remanentes presentan actualmente unas
estructuras muy antropizadas en su conjunto debido al impacto negativo de los diferentes
planes de ordenación llevados a cabo, pero también del sobrepastoreo: la desaparición
del sotobosque, el deterioro de los árboles y la invasión del bosque por especies nitrófilas
y ruderales. Por lo tanto, ya no existen condiciones favorables a la regeneración y el
fenómeno de desertificación se ha acelerado. Sería muy interesante en el futuro llevar a
cabo una evaluación por Criterio D de este ecosistema, pero por el momento se carece de
los datos necesarios.

En la zona central del Rif, la principal amenaza a los ecosistemas de alcornoque son las tareas
ilegales de desmonte realizadas para el cultivo del kif (Cannabis indica), aceleradas durante
los últimos veinte años del siglo XX. Las consecuencias son catastróficas: destrucción del
suelo por aceleración de la erosión, alteración del ciclo hidrológico y empobrecimiento de la
biodiversidad en las zonas perturbadas.
Los demás alcornocales marroquíes se mantienen en un estado mucho más favorable de
conservación, aunque el sobrepastoreo condiciona la regeneración en todos ellos. Según
Torres Álvarez (2003), la falta de regeneración es el problema más grave que presentan estos
bosques. Desde los años 50 se vienen realizando estudios relativos a la regeneración de
los alcornocales en la Mamora. El pastoreo y la recolección de bellotas para el consumo
humano que se ha venido practicando durante años han sido factores negativos para que la
regeneración se produzca. Por otra parte, los autores señalan la importancia de la existencia
de un estrato arbustivo medio como factor positivo para la regeneración.

132
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Alcornocal del Rif, Bouhachem © H.Sainz

A pesar de las protecciones de corcho características del alcornoque, los incendios forestales
constituyen otra amenaza de destrucción de los ecosistemas de alcornoques.

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Puesto que se desconoce la superficie exacta en 2008 se procede a una serie de
estimaciones de la evolución entre 1988-2008:
t Escenario pesimista: Se mantiene la tasa de deforestación: Superficie inferida 2008:
323.097 ha (Reducción 33%-VU)
t Escenario estable (opción elegida): Desde 1988 hasta 2008 la superficie se mantiene
constante. (Reducción 20% -LC)
t Escenario optimista: Se incrementa en un 2% la superficie: Superficie inferida 2008:
393.045 ha (Reducción 18%- LC)

Asumiendo el escenario estable para el período 1988-2008, la reducción espacial es


del 19,5% en los últimos 50 años, por lo que no están amenazados (LC) en el conjunto
del país por el Subcriterio A1. Sin embargo, son Vulnerables por este subcriterio en
la Ecozona Mediterránea pero no así en la Ecozona Mediterráneo-Oceánica, donde
disponen de mayor humedad.

133
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

600.000

500.000

400.000

300.000
Optimista
200.000

Pesimista
100.000

0 Estable

2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

Asimismo, los alcornocales del Dominio semiárido de la costa Atlántica (donde está el famoso
alcornocal de La Mamora, sobre arenales sublitorales), y del Dominio semiárido o subhúmedo
seco de zonas altas son también Vulnerables (VU) por el Subcriterio A1. Este proceso ha sido
además documentado por numerosos autores como Goujon para FAO:
… “El bosque de la Mamora, en otro tiempo era mucho más extenso que ahora, pero las
muchas talas que el hombre ha hecho en su interior han disminuido su superficie. Hace
algunos años los forestales pensaron que era necesaria la reproducción artificial e incluso que
el alcornoque debería sustituirse con especies de crecimiento rápido y resistentes a la sequía.
La mejor sería el eucalipto, especialmenteEucalyptus camaldulensis, que crece bien en los
suelos no calcáreos, arenosos”.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los alcornocales tienen una extensión de presencia en Marruecos de unos 70.000 km2 y un
área de ocupación de 217 celdas 10x10 km, por lo que no están amenazados en Marruecos
por este criterio.

Criterio C. Degradación de un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones
de degradación activa muestran que los alcornocales se están degradando en un 3,5% de su
territorio. Esta situación es algo peor en el Dominio semiárido de la costa Atlántica (4,7%) y
en el Dominio húmedo del Rif (5,7%), si bien se clasifican como Preocupación Menor (LC) en
todos los casos por este subcriterio.

Subcriterio C3. Estado de degradación. Los alcornocales no se encuentran amenazados en el


ámbito marroquí objeto de estudio por el Subcriterio C3.

Aunque actualmente se carece de datos suficientes para ello, sería muy interesante aplicar el
Criterio D para evaluar la severidad relativa de la disfuncionalidad en la interacciones bióticas
(por ejemplo, la falta de regeneración por alteraciones en estrato arbustivo), que no han
podido analizarse en el presente estudio.

134
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.11
BOSQUES DE ARAAR (Tetraclinis articulata)
Resumen El araar o tuya de Berbería es una especie típica del mediterráneo suroccidental, del Maghreb. Es
en Marruecos donde esta especie presenta las formaciones más extensas y diversificadas (más de
una docena de asociaciones fitosociológicas diferenciadas) que viven sobre todo tipo de sustratos
geológicos. Los bosques abiertos de araar se localizan principalmente en ambientes térmicos y
semiáridos con escasas heladas. Son el tipo de bosque con mayor superficie potencial en Marruecos.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Bosques de araar VU LC LC VU LC VU

de la Ecozona Mediterráneas LC LC VU

de la Ecoregión Mediterráneas LC LC VU
o del Dominio semiárido de llanuras
LC LC VU
y mesetass
o del Dominio semiárido de zonas mediass LC LC VU
o del Dominio semiárido o subhúmedo
LC LC VU
seco de zonas altass
de la Ecoregión de las Altas Mesetasr LC VU VU
o de la Zona transicional semiárida del
LC VU VU
Atlas y de las Altas Mesetas orientalesr
o del Dominio presahariano de las Altas
LC VU VU
Mesetas orientalesr
de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar LC LC LC

de la Ecoregión Oceánica s
LC LC LC
o del Dominio semiárido de la costa
VU LC VU
Atlánticas

Los bosques de araar pueden asignarse a la categoría VU para el conjunto del territorio
analizado al haberse producido una reducción del 41% de su superficie en los últimos 50 años
(Subcriterio A1), y estimarse un incremento del nivel de severidad relativa en la degradación
activa en los próximos 50 años (Subcriterio C2).También se encuentran en esta categoría los
bosques de araar de los dominios de la Ecoregión de las Altas Mesetas (Criterio C3) y los del
Dominio semiárido de la costa Atlántica (Subcriterio C2).

Descripción Marruecos posee los ecosistemas de araar (Tetraclinis articulata) más extensos y diversificados.
geobotánica Se reparten en diferentes áreas naturales, como la zona oriental del país, la meseta central
y el sector del argán. Se han adaptado muy bien a las variantes cálidas y templadas del
termomediterráneo semiárido y localmente subhúmedo inferior. Penetran incluso en el
inframediterráneo cuando las condiciones ecológicas lo permiten. La plasticidad y la resistencia
del araar le permiten colonizar todo tipo de sustrato geológico, ocupando una franja altitudinal
comprendida entre el nivel del mar y una altitud de 1.000 m en la zona septentrional de Marruecos,
llegando a alcanzar los 1.600 m en la parte meridional. De ahí la gran diversidad de ecosistemas
que se crea en torno a esta conífera. En efecto, más de una quincena de asociaciones y otras
tantas series de vegetación ligadas al araar han sido identificadas a día de hoy. Algunas son
claramente forestales ya que crecen en un bioclima subhúmedo inferior en la parte septentrional
de Marruecos. Las demás son preforestales o localmente preestépicas en el sur de Marruecos.

Desde el punto de vista fisionómico, los bosques de araar pueden alcanzar 10 a 15 m de altura,
si bien son frecuentes montes bajos generalmente densos de 6 a 8 m de altura. Entre les

135
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Nivel de
conservación de
los araares: pérdida
de biomasa en el
tiempo no relacionada
con fluctuaciones
climáticas interanuales
durante el periodo
1998-2008. Resulta de
aplicar una regresión
lineal múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
araares: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes. (*)

especies que conforman los bosques de araar, cabe destacar aquellas que le acompañan en el
conjunto de su territorio. Se trata en particular de Ceratonia siliqua, Olea oleaster, Phillyrea media,
Rhamnus oleoides, Osyris lanceolata, Genista tricuspidata... Los demás elementos florísticos que
desempeñan un papel importante en la organización de las series y asociaciones vegetales dotan
de características específicas a las diferentes regiones de araar. Entre ellos, cabe mencionar:
- Rosmarinus officinalis, Rosmarinus tournefortii, Anthyllis cytisoides, Genista retamoides...
que aparecen en algunas asociaciones de la parte septentrional de Marruecos.
- Rhus pentaphylla, Cistus monspeliensis, Withania frutescens, Coronilla viminalis... que se
encuentran en los bosques de araar de la Meseta Central.

El contraste (Kruskal-Wallis H = 269.2, d.f. = 5, p < 1E-03) evalúa si hay diferencias entre Dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios presentan diferencias con una gradación que va de peor (D4), intermedia (D5, D3,
D2 y D1) y mejor (D13).

136
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

- Olea maroccana, Argania spinosa, Periploca laevigata, Acacia gummifera, Euphorbia


beaumierana, Euphorbia echinus... típicos de los paisajes de araar en el Alto Atlas occidental
y el Anti-Atlas occidental.

Área de Emberger estima una superficie potencial para estos ecosistemas de 3.698.700 ha, distribuida
distribución de la siguiente manera: Dominio semiárido de llanuras y mesetas (46,4%), Dominio semiárido
de zonas medias (26,2%), Dominio semiárido-subhúmedo seco de zonas altas (11,8%),
Dominio semiárido de la costa Atlántica (6,8%), Zona transicional semiárida del Atlas y de las
Altas Mesetas orientales (5,0%).

Esta cifra es prácticamente el doble de la estimación de superficie potencial Boudy (1.860.000 ha).
En todo caso, ambos autores estiman una superficie remanente similar: 665.000 ha (Emberger,
1939) y 740.000 ha (Boudy, 1948). Estos datos chocan con las cifras aportadas por Metro (1958) de
1.229.400 ha. Creemos posible que Metro incluyera por error aquí parte de los sabinares negrales,
cuyas cifras son ridículas. Por tanto, parece más realista suponer que la superficie en 1958 estaba
en torno a 700.000 ha (media de los valores estimados por Emberger y Boudy).

Superficie en 1988 (IFN): 411.331 ha

Presiones Los bosques abiertos de araar se presentan como un mosaico paisajístico, fruto del uso y las
ZBNFOB[BT perturbaciones que han sufrido, así como de su propia dinámica y gran diversidad florística. Los
ecosistemas de araar muestran una gran resiliencia que les permite regenerarse rápidamente,
si las condiciones ecológicas lo permiten, después de cualquier perturbación razonablemente
moderada. Brota de cepa con vigor cuando se tala o arde en incendios forestales. Es una de las
pocas coníferas capaz de brotar de cepa y que carece de parásitos conocidos.

El principal proceso que amenaza a estas formaciones tan pujantes son los cambios drásticos de
uso. Los bosques de araar son compatibles con una explotación ganadera extensiva y una extracción

Tetraclinis articulata
© H. Sainz

137
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

moderada de leñas pero, lógicamente, no soportan la roturación o el descuaje para puesta en cultivo.
Su termofilia y buena adaptación a los ambientes semiáridos hace pensar en que pueden tolerar bien
las tendencias previstas del cambio climático, salvo quizá en las zonas de transición al desierto.

En Marruecos, el araar ha sido usado históricamente para la construcción, mobiliario, lacas


y barnices. Adicionalmente, el incremento del turismo en la costa Atlántica ha revitalizado la
fabricación y comercio de objetos decorativos confeccionados con la madera y raíces de esta
especie, provocando incluso una reconversión desde oficios tradicionales como la pesca a
este tipo de artesanía (Moussouris & Pierce, 2000).

Evaluación
de criterios $SJUFSJP"Reducción en la distribución
Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Dado el probable error registrado en la cartografía de Metro con respecto a estos bosques,
no ha sido posible evaluar este subcriterio para los Dominios, Ecoregiones y Ecozonas. No
obstante, sí se considera aceptable la cifra aproximada de 700.000 ha (media de los valores
estimados por Emberger y Boudy) como estimación de su superficie en 1958 para el conjunto
de Marruecos.

Puesto que se desconoce la superficie exacta en 2008 se procede a estimar la evolución entre
1988-2008:
t Escenario pesimista: la degradación ha continuado al mismo ritmo que en 1958-1988.
Pérdida del 69% de la superficie existente en 1958 (EN)
t Escenario estable: no hay cambios de superficie entre 1988 y 2008. Pérdida del 41% de la
superficie existente en 1958 (VU)
Tomando el escenario estable, más probable, los bosques de araar se clasifican como
Vulnerables (VU) en Marruecos según este subcriterio.

1.000.000
Estable
500.000

0 Pesimista
2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los bosques de araar tienen una extensión de presencia en Marruecos de unos 210.000 km2
y un área de ocupación de 261 celdas 10x10 km, por lo que no se encuentran amenazados en
Marruecos por este criterio.

Criterio C. Degradación de un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones
de degradación activa muestran que estos ecosistemas están degradándose en un 15,4 % de
su territorio. Esta situación hace prever que en los próximos 50 años superarán el umbral de
severidad relativa que les confiere la categoría de Vulnerables (VU) por el Subcriterio C2 para
toda la zona de estudio. Igualmente, se clasifican como Vulnerables en el Dominio semiárido
de la costa Atlántica, con una degradación activa que afecta al 33,7% de su superficie.
Subcriterio C3. Estado de degradación. Los araares no se encuentran amenazados por su
estado de degradación en el conjunto de Marruecos, pero sí lo están en la Ecoregion de las
Altas Mesetas y en sus dos dominios: Zona transicional semiárida del Atlas y de las Altas
Mesetas orientales, y Dominio presahariano de las Altas Mesetas orientales.

138
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.12
QUEJIGARES (Quercus faginea)
Resumen Los quejigares son bosques con altas exigencias hídricas, por lo que a menudo están
relacionados con los cursos de agua y los suelos más profundos de la parte norte del país.
Tienen una distribución restringida en Marruecos (7.500 ha), sobre todo en el Rif y el Medio
Atlas, desde el nivel del mar hasta los 1.600m. Aunque colonizan diversos sustratos tienen
preferencia por los suelos profundos de naturaleza silícea.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Quejigares VU VU EN LC LC EN

Ø de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar LC LC LC LC

§ de la Ecoregión Rifeñar LC LC LC LC

o del Dominio húmedo del Rifr VU LC LC VU


o del Dominio subhúmedo del pedimento
EN LC EN EN
del Rif occidentalr
Ø de la Ecozona Mediterránear LC LC LC LC

§ de la Ecoregión Mediterránear LC LC LC LC
o del Dominio semiárido o subhúmedo
LC LC LC LC
seco de zonas altasr
§ de la Ecoregión Atlásicar CR LC LC CR

o del Dominio subhúmedo del Atlasr CR LC LC CR

Los quejigares se encuentran En Peligro (EN) en el conjunto de Marruecos, ya que tienen


un Área de Ocupación muy reducida asociada a una disminución observada en calidad de
las masas por falta de regeneración y envejecimiento demográfico. Su distribución es muy
dispersa, en pequeños núcleos higrófilos, por lo que en algunos dominios están en Peligro
Crítico (CR). Su estado de degradación sólo es preocupante (EN) en el Dominio subhúmedo
del pedimento del Rif occidental. uno de los tres dominios con presencia relevante.

Descripción Los ecosistemas de quejigos (Quercus faginea s.l. incl. Q. canariensis) se localizan desde el nivel
geobotánica del mar hasta una altitud de 1.800 m en el Rif y el Medio Atlas, en los pisos termomediterráneo,
mesomediterráneo y supramediterráneo. Aunque colonizan diversos sustratos, tienen
preferencia por los suelos profundos y frescos de naturaleza silícea. Se desarrollan bajo
bioclimas subhúmedo, húmedo y perhúmedo, cálidos, templados, frescos y fríos. Los bosques
que crecen en bioclima húmedo y perhúmedo se asemejan, por su densidad y estructura, a los
de las zonas templadas: los árboles son esbeltos, el sotobosque poco desarrollado y el suelo
completamente cubierto de humus de tipo mull.

t Quejigares termomediterráneos: aparecen formando manchas en el Rif occidental


y en particular en la península tingitana. Los árboles alcanzan una altura de 20 a 25 m,
aunque no mantienen una cobertura continua, favoreciendo así el desarrollo de lianas:
Smilax aspera, Lonicera periclymenum, Hedera helix. Éstas dan un aspecto muy frondoso e
impenetrable a la vegetación.
t 2VFKJHBSFTNFTPNFEJUFSSÈOFPTZTVQSBNFEJUFSSÈOFPT conforman unas magníficas
poblaciones que crecen en suelos profundos. Los árboles tienen una altura de 20 a 25 m y
alcanzan los 30 m en algunas zonas, formando una cobertura continua. El estrato arbustivo
se compone típicamente de Arbutus unedo, Erica arborea y también de Cytisus triflorus.

139
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Nivel de conservación
de los quejigares:
pérdida de biomasa
en el tiempo no
relacionada con
fluctuaciones
climáticas interanuales
durante el periodo
1998-2008. Resulta de
aplicar una regresión
lineal múltiple entre la
biomasa, el índice de
aridez y el tiempo.

Distribución y niveles
relativos de madurez
de los pinares de los
quejigares: resultados
del análisis estadístico
entre los estados del
ecosistema y sus
dominios significativos
o relevantes. (*)

Área de Según Emberger, los quejigales ocuparían potencialmente 85.500 ha en Marruecos, en los
distribución siguientes dominios: Dominio húmedo del Rif (31,3%), Dominio subhúmedo del Atlas (25,4%),
Dominio semiárido subhúmedo-seco de zonas altas (19,4%), Dominio subhúmedo del
pedimento del Rif occidental (13,7%), Dominio semiárido de zonas medias (6,7%)

Superficie en 1958 (Metro): 11.700 ha


Superficie en 1988 (IFN): 7.419 ha

El contraste (Mann-Whitney U Test, p > 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos de grados de
madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la unidad
ecosistémica. Los dominios no presentan diferencias (a = 0.05) en cuanto a madurez ecológica. El D6 no ha sido
evaluado en el análisis por no tener datos suficientes en la muestra.

140
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Presiones Aunque aún presenten un buen estado de conservación en el Atlas Medio central y el Tazekka,
ZBNFOB[BT los quejigares fueron arrasados en el Rif en vísperas de la independencia de Marruecos,
por culpa de la explotación destructiva de estos bosques por parte de la administración
española para construir las líneas de ferrocarril en España. Estudios palinológicos realizados
en el medio Atlas (Lamb et al, 1991) señalan que el patrón de la distribución de los taxones
no ha cambiado en respuesta a la explotación humana, aunque si se ha producido una gran
alteración en la abundancia, diversidad y estructura de la vegetación en respuesta a dicha
explotación. El autor destaca como especialmente severas las alteraciones producidas
sobre los bosques de Quercus canariensis del Atlas medio, que se han visto reducidos
drásticamente tanto en abundancia como en área de ocupación.

Los quejigares son formaciones relícticas de tendencia subtropical, muy exigentes en


humedad, por lo que aparecen en las montañas más húmedas del norte de Marruecos en
condiciones límite. Sus exigencias hídricas son similares a las de los pinsapares, melojares
y cedrales pero son algo menos resistentes al frío, sobre todo los bosquetes de Quercus
canariensis que aparecen en el Rif, que no toleran las heladas. Estas características los hacen
acreedores de fuertes amenazas frente a cualquier perturbación, en especial el aclareo del
dosel de copas, la entrada de luz en el ecosistema -que favorece la matorralización- y la
erosión de los suelos.

Los quejigares de las zonas bajas se encuentran en lugares húmedos y protegidos. Se


observa falta de regeneración en estas poblaciones. En las zonas altas del Rif sufren rozas del
sotobosque y sobrepastoreo, lo que causa su envejecimiento demográfico. En las zonas más
inaccesibles, forman masas continuas monoespecíficas (Ajbilou et al, 2003).

Viejos quejigos en la Khaloa de Sidi Daoud © H. Sainz

141
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Puesto que se desconoce la superficie exacta en 2008, se han valorado dos supuestos:
t &TDFOBSJPFTUBCMF PQDJØOFMFHJEB  Superficie constante entre 1988 y 2008 (7.419 ha,
pérdida del 37%, VU)
t Escenario pesimista: La degradación ha contiuado al mismo ritmo (superficie en
2008=4.500 ha, pérdida del 61%, EN)
Según el escenario estable, los quejigares han perdido el 36,6% de su superficie en los
últimos 50 años, lo que los sitúa como Vulnerables (VU) en el conjunto del país por el
Subcriterio A1. En algunos dominios están en Peligro Crítico (CR) como en el Dominio
subhúmedo del Atlas, donde han perdido el 88% de la superficie en 50 años, o en el Dominio
subhúmedo del pedimento del Rif occidental, donde se encuentran En Peligro (EN). En el
Dominio húmedo del Rif, donde se concentra el grueso de la distribución de estos bosques,
son Vulnerables (VU) por este subcriterio.

15.000

10.000
Estable
5.000

0 Pesimista
2000

2007
1965

1986

1993
1958

1979
1972

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los quejigares tienen una extensión de presencia en Marruecos de unos 30.000 km2, pero
su área de ocupación es de sólo 14 celdas 10x10 km al ser una formación relicta ligada a
hábitats húmedos favorables (edáfica o microclimáticamente). No podemos aseguar que la
disminución constatada de extensión espacial (del 36,6% entre 1958 y 1988) sea contínua
hasta el presente, aunque sí se constata la degradación ambiental que induce la falta de
regeneración, podemos considerar que están En Peligro (EN) en el país de acuerdo con el
Subcriterio B2a(ii).

Criterio C. Degradación de un componente abiótico (condición de la tierra)


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Las proyecciones
de degradación activa muestran que los quejigares se están degradando en el 2,8% del
territorio, por lo que se sitúan como Preocupación Menor (LC) por este subcriterio.
Subcriterio C3. Estado de degradación. Los quejigares sólo se encuentran amenazados
(categoría EN) en uno de los tres dominios con presencia relevante: Dominio subhúmedo del
pedimento del Rif occidental, donde el 100% de la superficie de quejigar presenta un estado
de degradación con una severidad relativa superior al 50%.

142
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

5.13
MELOJARES (Quercus pyrenaica)
Resumen Los melojares son silicícolas, muy exigentes en humedad, y sólo aparecen en Marruecos en
la zona rifeña. El melojo es una especie submediterránea ibérica que debió llegar a Marruecos
desde la Península Ibérica, donde se encuentra bien representado, en episodios fríos de
finales del Terciario o Cuaternario, quizás en momentos relacionados con la desecación del
Estrecho de Gibraltar a finales del Mioceno.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Melojares EN EN LC VU EN

de la Ecozona Mediterráneo-Oceánicar LC VU VU

de la Ecoregión Rifeñar LC VU VU

o del Dominio húmedo del Rifr LC VU VU

o del Dominio subhúmedo del pedimento


LC EN EN
del Rif occidentalr

de la Ecozona Mediterránear LC VU VU

de la Ecoregión Mediterránear LC VU VU

o del Dominio semiárido o subhúmedo


LC VU VU
seco de zonas altasr

Debido a su distribución muy restringida en el Norte de África (menos de 1.000 ha y solo dos
localidades) y con una disminución continua observada de extensión espacial, se encuadran
en la categoría en Peligro Crítico por los Subcriterios B1 y B2. Dado su estado de degradación
(Subcriterio C3) los melojares son Vulnerables (VU) en Marruecos, y se encuentran incluso En
Peligro (EN) en el Dominio subhúmedo del pedimento del Rif occidental.

Descripción En Marruecos, los ecosistemas de melojo (Quercus pirenaica) sólo aparecen en la zona
geobotánica centro-occidental del Rif. Se desarrollan en los pisos mesomediterráneo y supramediterráneo,

Distribución y
niveles relativos
de madurez de los
melojares: No se
puede evaluar si hay
diferencias entre
Dominios en términos
de grados de madurez
ecológica ya que solo
están presentes de
manera significativa
en el Dominio 12.

143
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

Melojares (Quercus pyrenaica), Jbel Outka, Taounate, Rif © A. Benabid

húmedos y perhúmedos. Tienen preferencia por los sustratos silíceos. En estas condiciones
climáticas favorables a los robledales semicaducifolios, los melojares pueden entrar en contacto
con los quejigares. Éstos últimos prefieren, sin embargo, colonizar los suelos profundos
coluviales, mientras que los melojares ocupan generalmente suelos medianamente profundos
pero frescos gran parte del año.

Los melojares son bosques densos y cerrados, con una estructura en dos estratos: el estrato
arbóreo se compone de árboles de 10 a 12 m de altura y el estrato arbustivo, formado
principalmente por retoños del melojo, no más alto que 1 m. Estos retoños son una seria
competencia para las especies del sotobosque: Cytisus triflorus, Viola munbyana, Geranium
malviflorum, Stellaria holostea, Geum silvaticum, etc. En las cimas, el melojo convive a veces
con el alcornoque (Quercus suber) o la encina (Quercus rotundifolia). Desde el punto de
vista fitosociológico, en el lugar donde conviven los melojares con los quejigares, sólo las
subasociaciones permiten distinguirlos.

Área de Las 17.500 ha que potencialmente podrían ocupar los melojares en Marruecos según
distribución Emberger, se encuentran en el Dominio húmedo del Rif (58,3%), Dominio subhúmedo del
pedimento del Rif occidental (34,3%), Dominio semiárido o subhúmedo seco de zonas
altas (7,4%)
Superficie en 1958 (Metro): 2.700 ha
Superficie en 1988 (IFN): 944 ha

144
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Presiones Los melojos o rebollos rebrotan bien de cepa y raíz, por lo que sus ecosistemas poseen
ZBNFOB[BT una gran capacidad de resiliencia para soportar las perturbaciones actuales, a pesar de
ser formaciones relictas en límite de área en Marruecos. La principal amenaza deriva de la
roturación para la extensión de cultivos y urbanización.,

Hay evidencias palinológicas (Reille, 1977) que indican una mayor dominancia de melojares y
quejigares en tiempos remotos. Los estudios de su distribución diamétrica indican declives en
la regeneración (Ajbilou et al., 2003).

Evaluación $SJUFSJP"Reducción en la distribución


de criterios Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
Los melojares son formaciones muy localizadas en Marruecos que actualmente sólo ocupan
unas 1.000 ha en las zonas más húmedas del Rif. En comparación con la cartografía de
Metro (1958) parece haberse producido una drástica disminución de superficie, por ejemplo
en las zonas de Bab-Berret y Lalla-Outka. Sin embargo, en dicho mapa gran parte de las
poblaciones de Quercus pyrenaica se representan por medio de símbolos que indican
presencia dispersa, sin definir teselas. En consecuencia, se considera que no es posible
aplicar este criterio.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Los melojares tienen una distribución muy restringida en el Norte de África puesto que sólo
se encuentran en Marruecos, principalmente en la Ecoregión Rifeña y el Dominio húmedo
del Rif. Su extensión de presencia es de 90 km2 y su área de ocupación es de dos celdas de
10x10 km, ocupando dos localidades, por lo que podemos considerar que se encuadran en
la categoría En Peligro (EN) por B1c y B2c. Si se demostrase que el declive observado entre
1958-88 es continuado, se encontraría en Peligro Crítico por subcriterios: B1a(i) y B2a(i).

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra).


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro. Los melojares
están en situación de Preocupación Menor (LC) para todas las unidades estudiadas por el
Subcriterio C2.
Subcriterio C3. Estado de degradación. Los melojares se encuentran amenazados (Categoría
VU) en el territorio marroquí objeto de estudio, al alcanzarse una severidad relativa superior
al 50% en el 97% del territorio. Además, en el Dominio subhúmedo del pedimento del Rif
occidental están En Peligro (EN), ya que toda la superficie de quejigar en este dominio
presenta una severidad relativa superior al 70%.

145
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

5.14
FORMACIONES DE CIPRESES (Cupressus atlantica)
Resumen El ciprés del Atlas es un taxón endémico de Marruecos, que sólo aparece en varias localidades
del valle de N’Fiss en el Alto Atlas occidental, entre 900 y 1.400 m. Sus poblaciones están
intercaladas con enebros, sabinas negrales y encinas. Ocupan unas 6.500 ha.

Criterios A1 B1 B2 C2 C3 RESUMEN

Formaciones de cipreses LC CR EN LC VU CR

de la Ecozona Mediterráneas LC VU VU

de la Ecoregión Mediterránear LC VU VU

o del Dominio semiárido de zonas medias r


LC VU VU

o del Dominio semiárido o subhúmedo


LC VU VU
seco de zonas altasr

de la Ecoregión Atlásicar LC LC LC

o del Dominio semiárido del Atlasr LC LC LC

Su limitada distribución les hace acreedores de la categoría en Peligro Crítico (CR) por
el Criterio B. Su estado de degradación hace que sean Vulnerables (VU) en la Ecozona y
Ecoregión Mediterráneas y en dos de los tres dominios en los que se encuentran.

Descripción El ciprés del Atlas (Cupressus atlantica), endemismo marroquí, es la especie dominante en
geobotánica ecosistemas preestépicos situados en el valle de N’Fiss del Alto Atlas occidental, entre 900
y 1.400 m. Esta localización corresponde al nivel superior del piso termomediterráneo y a un

Distribución y
niveles relativos
de madurez de
las formaciones
de cipreses del
atlas: resultados del
análisis estadístico
entre los estados
del ecosistema
y sus dominios
significativos o
relevantes. (*)

(*) El contraste (Kruskal-Wallis H = 1.0, d.f. = 2, p > 1E-03) evalúa si hay diferencias entre dominios en términos de
grados de madurez ecológica (estados). El resultado se relaciona con las categorías del criterio C3 asignadas a la
unidad ecosistémica. Los dominios no presentan diferencias en cuanto a madurez ecológica.

146
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

Formaciones de Cipreses (Cupressus atlantica), Ijoukak, Alto Atlas Occidental-. © A. Benabid

entorno bioclimático semiárido y localmente subhúmedo. Coloniza todos los sustratos de su


territorio, y alcanza una superficie que no excede las 5.000 ha.

Sus ecosistemas presentan diversos facies: de encina (Quercus rotundifolia) a niveles


altitudinales superiores, de sabina negral (Juniperus phoenicea subsp. phoenicea) y
de enebro (Juniperus oxycedrus) a niveles de altitud media. En el límite inferior de su
territorio, la especie convive con el araar (Tetraclinis articulata). El ciprés del Atlas es sin
duda el elemento florístico más destacado en estos ecosistemas, dándole un encanto
especial a la arquitectura paisajística de esta zona. Con una altura de entre 25 y 30 m, una
copa piramidal y ramillas péndulas de un bonito color verdoso, estos árboles conforman
magníficos montes en aquellas zonas donde siguen en buen estado de conservación.

Según Emberger, las formaciones de cipreses tienen una distribución potencial de 10.900 ha
Área de en Marruecos, principalmente en dos dominios: Dominio semiárido del Atlas (56,9%), Dominio
distribución semiárido de zonas medias (42,2%). El propio Emberger estima una superficie remanente de
10.000 ha en 1939.

El caso de las formaciones de ciprés es excepcional porque no aparecen representadas en el


mapa de Metro, ni tampoco diferenciadas en el IFN. Por ello, los datos de distribución observada
fueron obtenidos del trabajo de S kiewicz et al. (2014). Estos autores reconocen el sector central
del Alto Atlas (valle de N’Fiss) como área principal de las poblaciones de ciprés, que inventariaron
entre 2005 y 2008. Dicho intervalo es, por tanto, la referencia temporal para estos datos.

147
5 RESUMEN DE EVALUACIONES DE L AS PRINCIPALES FORMACIONES VEGETALES

El artículo citado contiene un apéndice con la georeferencia de poblaciones, manchas de


árboles y pies aislados de ciprés, con una precisión de 0.001º (aproximadamente 111 m).
Esos puntos se distribuyen contagiosamente en cuatro núcleos principales que fueron
delimitados a mano alzada para el presente estudio. Los polígonos resultantes cubren
una extensión de 6.675 ha. Este valor es casi tres veces mayor que las 2.189 ha medidas
por S kiewicz et al. (2014) para formaciones de ciprés en el área. La diferencia se debe al
procedimiento, que en el caso de ese trabajo de campo solo considera manchas continuas
con una precisión de 0.05 ha y excluye árboles o grupos de árboles menores que 20 x 20
m. La generalización aplicada aquí, que mide la extensión de los menores polígonos en
los que la presencia de cipreses es probable, es más consistente con el tratamiento de
ecosistema que se da a la especie en este estudio. Esa interpretación parece haber sido
seguida también por Charco (1999), que estima en 6.000 ha la extensión de formaciones de
ciprés en el área.

A pesar de tener una corología restringida, las formaciones de ciprés aparecen asociadas
a tres de los dominios climáticos: Dominio semiárido en zonas medias, Dominio semiárido
o subhúmedo seco de zonas altas y Dominio semiárido del Atlas. Esa heterogeneidad fue
también detectada por Alifriqui et al. (1995), que considera el área como la frontera entre dos
regímenes pluviométricos distintos.

En el conjunto del territorio, los ecosistemas de ciprés del Atlas poseen una gran
Presiones capacidad de resiliencia frente a los factores de degradación. No obstante, la degradación
ZBNFOB[BT ha ido transformado los ecosistemas en estepas áridas de alta montaña con especies
almohadillado-espinosas, más resistentes a la herbivoria, que se han desarrollado en los
claros o entre los viejos cipreses.

En lo que concierne a las amenazas, la mayoría proceden de la degradación del hábitat,


el sobrepastoreo y, en cierta medida, la explotación de las leñas. Inventarios realizados
en 1997 no detectaron regeneración natural de los cipreses (datos de www.conifers.org).
La regeneración es crítica, y por ello las autoridades forestales de Marruecos iniciaron un
programa de investigación a largo plazo, que incluye la identificación de pies apropiados para
la recolección de semillas (Stewart, 1981).

$SJUFSJP"Reducción en la distribución
Evaluación Subcriterio A1. Pérdida de superficie en los últimos 50 años.
de criterios La pérdida de superficie reciente no puede calcularse con precisión dado que las
formaciones de ciprés no fueron reconocidas en la cartografía de Metro (1958). No obstante,
utilizando alternativamente la información de superficie relictual identificada por Emberger
en 1939 (10.000 ha) y suponiendo un declive constante entre 1939 y 2008, la superficie
inferida en 1958 sería de 9.068 ha. Esto supondría una pérdida reciente (últimos 50 años) del
27% de su superficie y, por tanto, les corresponde la categoría de Preocupación Menor (LC)
por el Subcriterio A1.

$SJUFSJP#Distribución restringida.
Las formaciones de cipreses tienen una distribución muy restringida (menos de 7.000 ha)
en el Norte de África puesto que son endémicas de Marruecos. Están localizadas en el Alto
Atlas, su extensión de presencia es de 300 km2 y su área de ocupación es de 5 celdas de
10x10 km, ocupando cuatro localidades dentro de un mismo valle. Su limitada distribución y
la disminución geográfica inferida les hace acreedoras de la categoría en Peligro Crítico (CR),
por el Subcriterio B1 y En Peligro (EN) por el Subcriterio B2.

Criterio C. Degradación en un componente abiótico (condición de la tierra).


Subcriterio C2. Tendencia de degradación 1998-2008 extrapolada al futuro.Las proyecciones
de degradación activa muestran una estabilidad frente a la degradación, por lo que se
encuadran en la categoría Preocupación Menor (LC) por este subcriterio.

148
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

12.000

10.000
9.064
8.000
6.600
6.000

4.000

2.000

2002
1960

1988

1995
1939

1953
1946

1967

1981
1974
Subcriterio C3. Estado de degradación.Las formaciones de cipreses se clasifican como
Vulnerables (VU) en el conjunto de Marruecos, y en dos de los tres dominios en los que se
encuentran: Dominio semiárido de zonas medias y Dominio semiárido o subhúmedo-seco de
zonas altas. En el Dominio semiárido del Atlas la situación es de Preocupación Menor (LC).

Nota: IUCN (2006) considera la especie dominante (el ciprés del Atlas) como En Peligro (A1bc,
B1+2b)

149
6 Discusión y
perspectivas
de futuro

150
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

La evaluación del riesgo de colapso de los ecosistemas es una tarea compleja por la Alcornocales cultivados tras
la roturación del sotobosque,
dificultad de analizar este nivel de organización biológica. Por una parte, la flexibilidad Bab Berred, Rif
del concepto ecosistema propicia la posibilidad de que puedan generarse distintas con- © A. Benabid
cepciones tipológicas y, por tanto, condiciona el proceso metodológico de evaluación
y los resultados obtenidos. Por otra, la necesidad de determinar tasas de cambio en el
estado, en intervalos de tiempo suficientemente amplios, requiere un marco conceptual
de caracterización y funcionamiento ecológico con series largas de datos relativas a la
extensión, a la organización y a la función.

En este trabajo se ha hecho un esfuerzo importante en formalizar ambos aspectos aunque,


como suele ser habitual, la información disponible es un limitante de primera magnitud.

CLASIFICACIÓN: En lo que se refiere a la concepción tipológica, se ha considerado re-


comendable trabajar a escala de paisaje (comunidades zonales) y se ha tratado de tras-
cender una perspectiva exclusivamente fitogeográfica. Así, la leyenda unificada de los
tres mapas de vegetación disponibles y la regionalización climática se han combinado
para conseguir una clasificación jerárquica del territorio que comprende unidades eco-
sistémicas espacialmente explícitas en tres niveles, definidas por una biota determinada
(especies vegetales de carácter zonal) y por unas clases de clima. Las dos limitaciones
principales de esta clasificación son la concepción hipotética del mapa de Emberger y
el insuficiente número de estaciones climáticas en algunas zonas. Sin embargo, estos
limitantes no afectan tanto a la definición y significado ecológico de las unidades eco-
sistémicas como a su distribución espacial. Esto quiere decir que tanto las especies o
comunidades que definen el mapa de Emberger (unidades de la leyenda) como las cla-
ses de clima obtenidas, son claramente representativas de la realidad del territorio obje-
to de estudio y, por tanto, constituyen un buen armazón conceptual como clasificación
jerárquica de los ecosistemas marroquíes. La aplicación estricta de la metodología de
UICN requiere definir la biota nativa característica de cada unidad de ecosistema. Este
trabajo ha diseñado la estructura de clasificación jerárquica que deberá ser completada
en el futuro con dicha información.

METODOLOGÍA: Lista Roja de Ecosistemas de UICN: El conjunto de cinco crite-


rios que define la UICN (versión 2.0) para identificar ecosistemas en diferente riesgo
de colapso, está concebido para ser aplicado a cualquier grupo de comunidades y a
escala mundial, en tres periodos de tiempo (histórico, actual y futuro). Dos criterios
(A y B) evalúan la distribución, otros dos evalúan la organización y función (C y D) y el
último se basa en la modelización de efectos sinérgicos (E). Cada criterio discrimina
las distintas categorías de amenaza en función de unos valores umbrales para cada
intervalo de tiempo.

151
6 DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS DE FUTURO

Dos limitaciones de este tipo de métodos globales, como el propuesto por UICN, son la
dificultad en establecer los valores umbrales y su utilidad a una escala distinta a la mun-
dial. Establecer unos valores discretos y únicos para todos los grupos de ecosistemas
facilita una visión contrastable, pero posibilita diagnósticos similares (probabilidades)
a ecosistemas con distinto riesgo de colapso real. La utilidad a una escala distinta a la
mundial depende fundamentalmente de la extensión y singularidad ecológica del ámbito
geográfico en el que se apliquen los criterios. No obstante, el hecho de que los valores
umbrales sean porcentuales en cuatro criterios mitiga en parte esta problemática. El
único criterio que puede provocar una seria distorsión al ser aplicado a escalas no mun-
diales es el que identifica riesgo de amenaza por distribución restringida (al establecer
valores umbrales absolutos). En este caso concreto se ha optado por aplicar este criterio
(y sus umbrales) únicamente a escala de Marruecos, dejando fuera los distintos niveles
de ecozonas, ecoregiones o dominios.

El método de evaluación implica combinar los resultados obtenidos para los criterios
individuales, de modo que el nivel final de riesgo atribuido a cierto ecosistema es el máxi-
mo de los encontrados. Esta equipotencialidad es razonable desde el punto de vista de
la conservación, pero puede conllevar sesgos importantes si los errores asociados a los
distintos criterios no son comparables, como se discute más abajo.

Con respecto a la necesidad de determinar tasas de cambio en el estado de los ecosis-


temas, hay que diferenciar el procedimiento para evaluar los cambios en la distribución
y el que evalúa cambios en la organización y función ecológica.

Los cambios en la distribución de las unidades ecosistémicas han podido cuantifi-


carse gracias a que en Marruecos existen el Mapa de Metro (1958) y el Inventario Forestal
Nacional (IFN, 1996). En conjunto, proporcionan dos situaciones distintas que permiten
un análisis sistemático tanto global como particular de cada una de las unidades eco-
sistémicas. Esto es especialmente adecuado para el intervalo de tiempo 1958-1988, ya
que se cuenta con un inventario real de las formaciones forestales. Las considerables
semejanzas entre las leyendas de los dos mapas han permitido generar una leyenda
unificada que resulta operativa para gran parte de las especies-comunidades. No obs-
tante, el cruce entre los tres mapas (incluyendo el Mapa de Emberger de vegetación
potencial) ha permitido detectar la existencia de discrepancias más o menos relevantes
según los casos, que pueden deberse principalmente a las dificultades en diferenciar
algunas especies de otras y a la dinámica natural y/o antrópica que haya acontecido.
En este sentido, sería necesario llevar a cabo un análisis detallado de la significación de
tales discrepancias1.

Un aspecto ciertamente problemático es la cuantificación de la reducción histórica de


la distribución. El Subcriterio A3 establece 1750 como fecha de inicio para estimar la
pérdida histórica, considerando que todavía no era muy intensa la transformación de
los ecosistemas por parte del hombre. Esta fecha, que parece relevante en países como
Australia, Estados Unidos, Canadá o Sudáfrica, en los que coincide con una inflexión en
la intensidad de la colonización, no tiene el mismo significado en los países de la cuenca
mediterránea, donde el proceso de deforestación fue muy anterior. Está constatado que
los ecosistemas forestales, preforestales y estépicos de toda la cuenca Mediterránea,
incluyendo Marruecos, se han alterado desde tiempo inmemorial, y con particular inten-
sidad a partir de los inicios del neolítico (hace 5.500 a 4.500 en África del Norte), con
las sucesivas civilizaciones fenicia, romana, cartaginesa y árabe. En todo caso, parece

1 El mapa de Metro (1958), por ejemplo, no parece fiable en los datos que presenta acerca de las formacio-
nes de cupresáceas (Juniperus thurifera, J. phoenicea y Tetraclinis articulata). Mientras los araares parecen
sobredimensionados (1.229.400 ha frente a una superficie remanente estimada por Boudy en 1948 de 740.000
ha), los sabinares negrales están claramente infravalorados (3.100 ha, frente a 291.963 ha en IFN). Parece haber
confusión entre estas dos formaciones.

152
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

que la estructura del bosque no fue afectada seriamente hasta el Siglo II. En términos Encinar (Quercus rotundifolia)
en Alto Atlas cerca de Imilchil
generales, puede decirse que a inicios del Siglo XX el dominio de los bosques ocupaba © A. Benabid
unos 5 millones de hectáreas en Marruecos, con una pérdida estimada de 4,8 millones
de hectáreas (Mhirit & Benchekroun , 2006).

Teniendo en cuenta esta problemática, se consideró inicialmente que una opción razo-
nable sería abordar el Subcriterio A3 cuantificando las diferencias entre el Mapa Fito-
geográfico de Emberger y el IFN. Este análisis tenía sus limitaciones ya que el mapa
de Emberger es un mapa de vegetación potencial estimada o deducida. Tras realizar
el análisis y consultar los resultados obtenidos con expertos marroquíes, se decidió no
utilizar dicho análisis como base para evaluar el Subcriterio A3 de forma sistemática. El
mapa de Emberger, en todo caso, ha servido como fuente de información adicional para
estimar la tensión de los distintos ecosistemas.

En este sentido, sería interesante cuantificar en el futuro este proceso de reducción


histórica. Existen estimaciones de área potencial y actual (1940) realizadas por Boudy
en 1948 (Quezel & Barbero, 1990). Los datos generales implican una pérdida del 70%
(4.100.000 ha frente a 13.500.000 ha potenciales). El análisis de contraste entre el Mapa
de Emberger y el IFN produce unos resultados todavía más llamativos, ya que dicho
porcentaje, para el total de las comunidades estudiadas, es del 78%. Los bosques me-
diterráneos, que suponían potencialmente según Emberger alrededor de un 52% del
territorio estudiado, actualmente no ocupan más que un 9,1%, lo que representa sólo el
17,7% de la superficie forestal potencial2.

El estado y tendencias de degradación del suelo, cuantificados por el método 2dRUE,


muestran que en todo el territorio marroquí hay evidencias de degradación ecológica,
variable según los ecosistemas. Este método ha sido aplicado examinando la propor-
ción de un ecosistema zonal que se aparta de sus fases de mayor madurez ecológica.
La degradación, en sus fases iniciales, corresponde simplemente a una intervención
humana para aumentar la productividad primaria neta sin pérdida irreversible de bio-
masa. En fases avanzadas, sin embargo, tanto la productividad como la biomasa caen
bajo niveles difíciles de recuperar. Esta distinción ha sido aplicada de forma específica

2 Entre los que más han visto reducida su superficie han de citarse los araares (que han pasado de ocupar el
10% del territorio al 1,1%) y los sabinares negrales (del 6,1% al 0,8%) o sabinares albares (del 2,3% al 0,1%).
En el extremo opuesto se encuentran los encinares que han disminuido en mucha menor medida (del 7,8%
potencial al 3,7% actual). En posiciones intermedias se sitúan los arganales (del 10% al 1,8%), los cedrales (del
1,5% al 0,3%) o los alcornocales (del 5,2% al 1,1%). Las formaciones que ya eran potencialmente raras como
pinsapares, melojares, quejigares, formaciones de cipreses y pinares de pino negral o de pino carrasco, tam-
bién han perdido presencia en los paisajes, y su situación general es crítica, con excepción del pino carrasco,
que ha compensado las pérdidas en sus masas relictas naturales con algunas repoblaciones. La comparación
de estos resultados con los bosques remanentes en España (WWF, 2009, 2012) resulta muy llamativa.

153
6 DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS DE FUTURO

para cada ecosistema. El paisaje marroquí se encuentra bajo algún tipo de gestión en su
práctica totalidad, y así lo refleja el Subcriterio C3. Los resultados muestran que buena
parte de la degradación que afecta a los ecosistemas considerados está asociada a su
uso histórico. Esa degradación inicial carece en muchos casos de trascendencia para la
conservación, y por ello los resultados del Subcriterio C3 son moderados.

Respecto a las tendencias, los resultados muestran que la degradación activa, es decir,
la pérdida de biomasa con una tasa temporal significativa, es un proceso muy restringi-
do. Los resultados de 2dRUE detectan 5.357 km2 (1,5% de la extensión total) para todo
el área de estudio. Estos valores son consistentes con los encontrados para el conjunto
del Magreb occidental y también con los de otras regiones, y demuestran la importancia
de separar estados de tendencias.

La consecuencia inmediata de la baja incidencia de la degradación activa es que la ma-


yoría de los ecosistemas han resultado poco sensibles al Subcriterio C2, porque no se
esperan cambios en su severidad relativa en el período extrapolado de 50 años. Existen
algunas excepciones, como los bosques de araar del Dominio semiárido de la costa
Atlántica, con una degradación activa del 33,7% y un incremento del nivel de severidad
relativa en la proyección de 50 años, lo que implica que se encuentren en la categoría
de Vulnerable. Se registran circunstancias similares en algunas unidades ecosistémicas
de arganales (EN), cedrales (EN), pinares de pino negral (VU) y sabinares negrales (VU).

Errores sistemáticos: Los resultados obtenidos en el trabajo deben ser considerados


teniendo en mente el error sistemático de los métodos respectivos. Esto afecta especial-
mente a los Criterios A y C, los cuales arrojan diferencias cuantitativas relevantes entre
sus valoraciones respectivas de niveles de riesgo.

El Criterio A incurre en el error asociado a comparar mapas de escalas distintas. Tal


como se explica en la Sección 5.1.1., la estimación del error asociado a dicha compara-
tiva resulta aceptable.

Por su parte, el Criterio C se calcula de forma auto-contenida, operando sobre una única
fuente de datos (series temporales archivadas de vegetación y clima). Ello no le exime
de errores sistemáticos, como por ejemplo, sobreestimar la densidad de la vegetación
en formaciones vegetales dispersas de ambientes secos. Sin embargo, dichos errores
se anulan en el propio diseño del método 2dRUE, donde cada sitio es comparado con
otros sitios de referencia dentro de la misma clase climática (Subcriterio C3) o consigo
mismo (Subcriterio C2).

El principal error sistemático que se comete en el Subcriterio C3 es la selección estadís-


tica de sitios de referencia, basada en detectar el percentil 95 de Eficiencia en el Uso de
la Lluvia para cada clase climática. Si los mejores sitios de cada formación están, a pesar
de todo, explotados o degradados, el estado de la vegetación tenderá a sobreestimarse.
Sin embargo, no cabe esperar que esto haya sucedido en Marruecos, donde casi siem-
pre existe algún reducto de vegetación que pueda ser propiamente considerado como
referencia para cada nivel de aridez. El C2, por su parte, es extremadamente cauteloso
asignando tendencias temporales a la vegetación, para lo que separa primero la compo-
nente de variación climática interanual y opera con niveles de significación estadística.

Cómo utilizar estos resultados en políticas de conservación

Es necesario subrayar que la discusión precedente se refiere a errores sistemáticos, no


a las magnitudes principales. Toda medida implica un error, y si éste es sistemático se
facilita su corrección y el uso apropiado de los resultados. Cada criterio tiene, por tanto,
unas particularidades asociadas con su método subyacente. En este estudio, la reco-

154
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

mendación metodológica de UICN, consistente en asignar el mayor nivel de riesgo en- Euphorbia resinifera
y sabinas negrales
contrado entre todos los criterios, motiva que el Criterio C explique el nivel final atribuido Ouaouizarht
a la mayoría de los ecosistemas amenazados. © H. Sainz

A pesar de lo anterior, se da un grado razonable de acuerdo cualitativo entre las valora-


ciones obtenidas por los Criterios A y C para Marruecos. Ello aconseja usar sus ventajas
y errores respectivos para definir su aplicación en políticas de conservación. Por ejem-
plo, el Subcriterio C2 es probablemente el más preciso y refleja tendencias temporales
durante la década de estudio. Sus resultados pueden orientar la detección de puntos ca-
lientes en los que es necesaria una intervención inmediata para revertir eventuales ten-
dencias negativas (o positivas, donde impliquen la sustitución de un ecosistema nativo).
A continuación, el C3 es también muy preciso y refleja el estado medio de degradación
de los ecosistemas durante la misma década. Por ello, puede ser usado para orientar
políticas de gestión territorial que compensen los desequilibrios observados bajo el es-
quema histórico de sistemas de usos del suelo.

Gran parte de los ecosistemas analizados en este trabajo quedan incluidos en catego-
rías de amenaza (VU, EN, CR). A nivel del conjunto del territorio objeto de estudio, Ce-
drales, Formaciones de cipreses, Pinares negrales, Pinsapares, Quejigares, Melojares o
Bosques de araar son claros ejemplos de unidades ecosistémicas que requirieren una
especial atención en un marco estratégico de conservación global de los ecosistemas
mediterráneos. En este sentido, se sugiere tener en cuenta los resultados de la vigilancia
del estado de conservación de los Tipos de Hábitat de Interés Comunitario que se está
realizando en la Unión Europea. Así por ejemplo, el estado desfavorable en el que se
encuentran determinados tipos en España, como son los sabinares albares, los pinares
negrales, los encinares, los araares o los pinsapares, debería alertar sobre el riesgo de
colapso de estos ecosistemas en un ámbito mundial. La Reserva de la Biosfera Inter-
continental del Mediterráneo (RBIM) entre Andalucía y Marruecos constituye un marco
inmejorable para esta colaboración, y para la planificación conjunta de prioridades de
conservación.

Un seguimiento futuro del estado de los ecosistemas estudiados debería establecerse


mediante una consolidación de la clasificación jerárquica aquí presentada y el aporte
de otra información ecológica relevante. Con respecto a la primera cuestión, puede ser
conveniente definir con mayor precisión las unidades ecosistémicas, especialmente en
lo que se refiere a la indicación de la biota característica y a la estructura que determinan
las especies dominantes en los distintos niveles. En relación al aporte de nueva infor-
mación, sería deseable obtener datos de variables estructurales y de funciones clave,
provenientes por ejemplo del Inventario Forestal Nacional, así como datos que reflejen
el impacto de las actividades humanas, incluyendo el cambio climático y los procesos

155
6 DISCUSIÓN Y PERSPECTIVAS DE FUTURO

Pinsapar (Abies maroccana), Tazaout, PN de Talassemtane © A. Benabid

156
LIBRO ROJO DE LOS ECOSISTEMAS FORESTALES DE MARRUECOS

de fragmentación. Este conjunto de información sería un complemento importante a los


datos obtenidos por el procedimiento 2dRUE, el cual debería seguir empleándose en las
siguientes décadas.

La incorporación de otras sectorizaciones territoriales, basadas en elementos abióticos


como son los suelos o las unidades de relieve, podría contribuir a caracterizar mejor la
heterogeneidad ambiental y, por ende, las unidades ecosistémicas. Así mismo, la selec-
ción de especies indicadoras o discriminantes de diferentes grupos sistemáticos, contri-
buiría a una mejor definición y delimitación cartográfica de los ecosistemas. En cualquier
caso, se desaconseja la utilización de clasificaciones que discriminen numerosos tipos
de comunidades de diferente significación ecológica, que representen distintos grados
de alteración por condicionantes dinámicos, tanto naturales como antrópicos.

Finalmente, los autores creen apropiado destacar el esfuerzo realizado en este trabajo
para asegurar la objetividad y el potencial de actualización de los resultados obtenidos
en Marruecos, así como para desarrollar un protocolo potencialmente aplicable a otros
países mediterráneos.

Ello se refiere, por un lado, al uso de datos de entrada procedentes de bases de datos
públicas, gratuitas y normalizadas. Todos los datos que sustentan la regionalización cli-
mática y el producto 2dRUE-Magreb tienen alcance global y cumplen directamente esos
requisitos. Respecto a los datos sobre distribución de ecosistemas terrestres, Marrue-
cos presentaba recursos bibliográficos especialmente ricos y detallados, que hubiera
sido absurdo desaprovechar. Pero esa clase de datos es objetivo de una cantidad cre-
ciente de productos regionales o globales. Por ejemplo, la vegetación potencial podría
ser apropiadamente incorporada por el Mapa de Ecosistemas Terrestres Normalizados
de Africa (Sayre et al., 2013), desarrollado recientemente mediante modelos numéricos
a 1 km de resolución espacial. De forma equivalente, la vegetación actual podría ser
aproximada mediante el producto GLOBCOVER de la Agencia Espacial Europea, un
mapa global de cobertura terrestre a 300 m de resolución espacial.

Por otro lado, este trabajo ha desarrollado un protocolo metodológico que aplica los
criterios UICN de forma objetiva y repetible, separando netamente los procesos de cóm-
puto de las decisiones que requieren una estimación experta. Ello facilita la revisión de
dichas decisiones e incrementa la consistencia de los resultados incluso si fueran ob-
tenidos por equipos diferentes. Lejos de sustituir la intuición y experiencia de personas
conocedoras del ambiente ecológico de la zona estudiada, los autores creen que este
modo de trabajo les provee de recursos objetivos mientras que se garantiza la coheren-
cia de los resultados en los niveles regional y global.

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7 Referencias
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