STC9197 2024

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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

Magistrado ponente

STC9197-2024
Radicación nº 11001-02-03-000-2024-00884-02
(Aprobado en sesión de veinticuatro de julio de dos mil veinticuatro)

Bogotá D.C., veinticuatro (24) de julio de dos mil


veinticuatro (2024).

Se resuelve la tutela que Arturo Bello Sarmiento le


formuló a la Sala Civil Familia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Cartagena y el Juzgado Séptimo Civil del
Circuito de la misma ciudad, extensiva a las autoridades,
partes e intervinientes en el «proceso ejecutivo mixto» que el
Banco Caja Social BCSC S.A. promovió contra el accionante
(rad.) 13001-31-03-007-2002-00075-00.

ANTECEDENTES

1.- El accionante protestó porque el juzgado, luego de


que la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de
Cartagena cancelara el registro del embargo del inmueble de
su propiedad, decretó nuevamente la medida y remató el
bien. Adujo que la «renovación» de la cautela no cumple con
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los requisitos contemplados en el artículo 64 de la Ley 769


de 2012.
Alegó, también, que almoneda se llevó a cabo «sin estar
ejecutoriado el recurso de queja concedido mediante el auto 31
de Enero de 2024, donde se solicita la terminación del proceso
con fundamento en el art. 42 de la ley de Vivienda 1.999».

Igualmente, denunció que la obligación materia de


recaudo no fue reestructurada, pese a que debía serlo
conforme lo previsto en la Ley 546 de 1999 y la
jurisprudencia de las Altas Cortes.

A la protesta sirven de sustento los hechos que a


continuación se compendian.

El Banco Colmena, hoy Banco Caja Social BCSC S.A.,


formuló demanda ejecutiva contra el aquí accionante para
recaudar el importe de dos pagarés, cuyo pago fue pactado
en UPAC. Con ese fin, ejerció la acción derivada de la
hipoteca que el demandado constituyó respecto del inmueble
identificado con el folio de matrícula n° 060-133975 de la
Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Cartagena,
y, además, en el ejercicio de la acción personal, pidió el
embargo de otros bienes del ejecutado. El crédito fue
transferido a Luz Mery Tapías Acosta, quien es la actual
demandante y adquirente del predio gravado.

El juzgado, el 19 de septiembre de 2005, dictó sentencia


en la que ordenó seguir adelante con la ejecución, rematar,
previo avalúo, el inmueble hipotecado y los demás bienes que

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se llegaren a embargar, y practicar las liquidaciones de


crédito y costas.
Embargado (3 abr. 2002), secuestrado (19 sep. 2005) y
avaluado el predio, a solicitud de la impulsora del litigio, se
fijó fecha para subastarlo (13 sep. 2023). Contra esa
decisión, el actor formuló reposición y, en subsidio,
apelación, apoyado en que el crédito no había sido
reestructurado, conforme a lo demandado en la Ley 546 de
1999. Por otro lado, la ejecutante pidió «renovar la medida
cautelar de embargo», luego de que la Oficina de Registro de
Instrumentos Públicos de Cartagena comunicara a la agencia
judicial que había cancelado la inscripción de la medida por
su caducidad.

Mediante proveído de 22 de noviembre de 2023, el


despacho i) ratificó el auto que señaló fecha para la
almoneda, apoyado en que el punto de la reestructuración se
había desestimado en diversas oportunidades; ii) negó la
alzada propuesta contra esa resolución y remitió copias del
expediente al superior para que tramitara el recurso de
queja; iii) negó la petición de «renovar» el embargo y, en su
lugar, decretó, de «oficio», nuevamente la medida. Para esto
último, advirtió que «la solicitud hecha por el apoderado
demandante fue indebidamente presentada, pues ante el
acaecimiento de la caducidad de la medida, lo procedente era
solicitar el nuevo decreto de la misma»; no obstante, en aras
de proteger el crédito, procedería como se debía.

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El Tribunal, por su parte, el 26 de febrero de 2024,


declaró bien denegada la alzada frente al auto que fijó fecha
para el remate, y el 27 siguiente, ratificó el nuevo embargo.

El 7 de febrero de este año se celebró la subasta y se


adjudicó el inmueble a la ejecutante, por cuenta del crédito;
el 21 de marzo siguiente se impartió aprobó la diligencia y el
13 de junio el estrado ratificó esa directriz.

2.- Esta Corporación desató el resguardo, inicialmente,


mediante sentencia STC3158-2024 (20.mar). Impugnada esa
resolución por el accionante, el expediente fue remitido a la
Sala de Casación Laboral, Magistratura que anuló lo actuado
a fin de que se vinculara al Banco Caja Social BCSC S.A.,
impulsora del proceso objeto de queja constitucional, y a Luz
Mery Tapias Costa, ejecutante rematante en el asunto
acusado (ATL1819 de 24 de abril de 2024).

4.- Subsanada la omisión, el Banco Caja Social S.A. por


conducto de apoderado, solicitó su desvinculación porque no
hace parte del proceso ejecutivo desde julio de 2007, cuando
cedió el crédito. Por su parte, las autoridades convocadas
defendieron su actuación.

CONSIDERACIONES

1.- El amparo reclamado deviene infértil, pues el remate


del inmueble de dominio del promotor no es arbitrario, es el
resultado de las actuaciones previstas en la ley para su
materialización. A su vez, la caducidad de la inscripción del

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embargo del bien no era un impedimento para la realización,


como tampoco la alegada falta de reestructuración del
crédito, como pasa a exponerse.

2.- De la caducidad de la inscripción de las medidas


cautelares que afectan la propiedad inmueble, prevista en
el artículo 64 de la Ley 1579 de 2012: sus efectos y las
vías para conjurarlo.

Por regla general, la efectividad de las medidas


cautelares, debido a su carácter instrumental, están atadas
a la existencia y finalidad del proceso en el cual fueron
decretadas. Por eso, por ejemplo, en los juicios declarativos
el juez las debe levantar una vez emita la sentencia que los
defina1; en los ejecutivos, luego de que el demandado pague
la totalidad de la obligación 2 , o en ambos si hay lugar a
terminarlos por desistimiento tácito3.

No obstante, esa regla admite excepciones, como la


prevista en el artículo 64 de la Ley 1579 de 2012, «por la cual
se expide el estatuto de registro de instrumentos públicos y se
dictan otras disposiciones», pues contempla la posibilidad de

1
En ese sentido, el inciso final del artículo 591 del Código General del Proceso dispone sobre la medida
cautelar de la inscripción de la demanda, que «si la sentencia fuere favorable al demandante, en ella se
ordenará su registro y la cancelación de las anotaciones de las transferencias de propiedad,
gravámenes y limitaciones al dominio efectuados después de la inscripción de la demanda, si los
hubiere; cumplido lo anterior, se cancelará el registro de éste, sin que se afecte el registro de otras
demandas. Si en la sentencia se omitiere la orden anterior, de oficio o a petición de parte, la dará el
juez por auto que no tendrá recursos y se comunicará por oficio al registrador».
2
Al respecto, el artículo 461 del estatuto adjetivo enseña en su inciso primero que «[s]i antes de iniciada
la audiencia de remate, se presentare escrito proveniente del ejecutante o de su apoderado con facultad
para recibir, que acredite el pago de la obligación demandada y las costas, el juez declarará terminado
el proceso y dispondrá la cancelación de los embargos y secuestros, si no estuviere embargado el
remanente».
3
Así lo dispone el literal e) del artículo 317 del estatuto comentado, al prescribir que «[d]ecretado el
desistimiento tácito quedará terminado el proceso o la actuación correspondiente y se ordenará el
levantamiento de las medidas cautelares practicadas».

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que las cautelas que recaen sobre la propiedad inmueble


pierdan efectos por el paso del tiempo, al margen de si el
litigio con ocasión del cual fueron decretadas se encuentra o
no finalizado. En efecto, a voces de dicha regla:
«[l]as inscripciones de las medidas cautelares tienen una vigencia
de diez (10) años contados a partir de su registro. Salvo que antes
de su vencimiento la autoridad judicial o administrativa que la
decretó solicite la renovación de la inscripción, con la cual tendrá
una nueva vigencia de cinco (5) años, prorrogables por igual
período hasta por dos veces.

Vencido el término de vigencia o sus prórrogas, la inscripción será


cancelada por el registrador mediante acto administrativo
debidamente motivado de cúmplase, contra el cual no procederá
recurso alguno; siempre y cuando medie solicitud por escrito del
respectivo titular(es) del derecho real de dominio o de quien
demuestre un interés legítimo en el inmueble.

Parágrafo. El término de diez (10) años a que se refiere este


artículo se empieza a contar a partir de la vigencia de esta ley,
para las medidas cautelares registradas antes de la expedición
del presente estatuto.

De allí que puede acontecer que un juicio, en trámite,


se quede desprovisto de la medida cautelar practicada desde
sus inicios para garantizar sus resultados.

2.- Por supuesto, la caducidad de la inscripción de la


cautela, que no es otra cosa que la pérdida de su eficacia4,
genera perjuicios al gestor del litigio, ya que, tras su

4
El Diccionario de la Lengua Española señala que sinónimo «caducidad» es «terminación»,
«extinción», y define «caducar» como la acción de «perder eficacia o virtualidad».

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cancelación por el registrador de instrumentos públicos,


dejará de cumplir los fines para la cual fue decretada.

Memórese que el mérito probatorio y la publicidad de


las medidas cautelares respecto de inmuebles están atadas
a su asiento registral, de suerte que sus efectos despuntan
cuando éste se realiza. Por eso, el artículo 46 de la citada Ley
1579 enseña que «[n]inguno de los títulos o instrumentos
sujetos a inscripción o registro tendrá mérito probatorio, si no
ha sido inscrito o registrado en la respectiva Oficina, conforme
a lo dispuesto en la presente ley (…)», y el precepto 47 del
mismo estatuto señala que «[p]or regla general, ningún título
o instrumento sujeto a registro o inscripción surtirá efectos
respecto de terceros, sino desde la fecha de su inscripción o
registro».

Así, si se trata de un embargo, una vez cancelada la


inscripción, se podrán realizar transacciones sobre él sin
condicionamiento alguno. Es lo que se desprende del canon
34 de la cita Ley 1579, al prescribir

[e]l Registrador no inscribirá título o documento que implique


enajenación o hipoteca sobre bienes sujetos a registro, cuando en
el folio de matrícula aparezca registrado un embargo, salvo
que el juez lo autorice o el acreedor o acreedores consientan en ello
de conformidad con lo dispuesto en el artículo 1521 del Código
Civil, evento en el cual adicionalmente, el interesado presentará a
la Oficina de Registro la certificación del Juzgado respectivo,
referida a la inexistencia de embargo de remanentes.

En fin, tras la caducidad de la inscripción de la cautela,


ésta pierde efectos y, por tanto, deja de prestar al proceso el
servicio para el cual fue decretada.

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2.1.- Ahora, lo anterior, en manera alguna afecta el


trámite del proceso donde ha quedado sin efecto el registro
del embargo, ni mucho menos el derecho que se está
haciendo valer a través de él, como tampoco las facultades
que la ley ha establecido para su ejercicio.

En efecto, el legislador no previó una secuela de esa


naturaleza, lo que se explica porque la caducidad de la
inscripción de las cautelas que afectan la propiedad
inmueble atañe al derecho registral y no al sustancial,
sumado a que la figura tiene por objetivo, entre otros fines,
reintegrar ágilmente al mercado inmobiliario los predios
afectados, luego de que su tráfico jurídico ha estado
restringido o limitado por un periodo significativo de tiempo,
a causa de una medida, cuya esencia es transitoria. Nótese
que la cancelación del registro es fruto de un procedimiento
sumario, inicia a solicitud del titular del titular del derecho
dominio o de un tercero con interés legítimo en el bien, y
termina con un acto administrativo del registrador de
instrumentos públicos, en el que constata los supuestos para
de la caducidad de la inscripción de la cautela. Sobre el
particular, en las deliberaciones del Congreso de la República
en torno a dicha disposición consta lo siguiente:

Con alguna frecuencia se observa en el folio de matrícula


inmobiliaria anotaciones de medidas cautelares, embargos,
prohibiciones judiciales, demandas que tienen varios años de
inscritos. En ocasiones los despachos judiciales que las ordenan
han desaparecido por restructuración o supresión y los
perjudicados no tienen conocimiento de adónde acudir para obtener
la orden de cancelación de la inscripción, con los perjuicios que
esto genera en el comercio inmobiliario. Los sistemas de

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registro técnicos y modernos de otros países establecen la


caducidad de las anotaciones que por naturaleza son
temporales por ejemplo las medidas cautelares con base en la
prescripción de los derechos, la caducidad de las acciones y
perención de los procesos5.

Por eso, no es extraño encontrar normas similares en


legislaciones foráneas, como la española, la cual, por un lado,
se refiere a «anotaciones preventivas» para dar cuenta, en su
mayoría, de medidas cautelares y de su carácter provisional,
y por otro, prevé su «caducidad» luego de un plazo
determinado.

Así, en el artículo 42 de la llamada «Ley Hipotecaria»6,


se establece que «[p]odrán pedir anotación preventiva de sus
respectivos derechos en el Registro correspondiente»

Primero. El que demandare en juicio la propiedad de bienes


inmuebles o la constitución, declaración, modificación o extinción
de cualquier derecho real.
Segundo. El que obtuviere a su favor mandamiento de embargo
que se haya hecho efectivo en bienes inmuebles del deudor.
Tercero. El que en cualquier juicio obtuviese sentencia ejecutoria
condenando al demandado, la cual deba llevarse a efecto por los
trámites establecidos en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Cuarto. El que, demandando en juicio ordinario el cumplimiento de
cualquiera obligación, obtuviere, con arreglo a las leyes,
providencia ordenando el secuestro o prohibiendo la enajenación
de bienes inmuebles.
Quinto. El que propusiere demanda con objeto de obtener alguna
de las resoluciones judiciales expresadas en el número cuarto del
artículo segundo de esta Ley.
Sexto. Los herederos respecto de su derecho hereditario, cuando
no se haga especial adjudicación entre ellos de bienes concretos,
cuotas o partes indivisas de los mismos.

5
Gaceta del Congreso 88 de 21 de marzo de 2012, «Ponencia para Primer Debate al Proyecto de Ley
No. 122 de 2011, Cámara, 242 de 2011, Senado».
6
«Decreto de 8 de febrero de 1946 por el que se aprueba la nueva redacción oficial de la Ley
Hipotecaria».

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Séptimo. El legatario que no tenga derecho, según las leyes, a


promover el juicio de testamentaría.
Octavo. El acreedor refaccionario, mientras duren las obras que
sean objeto de la refacción.
Noveno. El que presentare en el Registro algún título cuya
inscripción no pueda hacerse por falta de algún requisito
subsanable o por imposibilidad del Registrador.
Décimo. El que en cualquiera otro caso tuviese derecho a exigir
anotación preventiva, conforme a lo dispuesto en ésta o en otra
Ley.

Luego, en el precepto 86 siguiente prevé que:

Las anotaciones preventivas, cualquiera que sea su origen,


caducarán a los cuatro años de su fecha, salvo aquellas que
tengan señalado en la Ley un plazo de caducidad más breve. No
obstante, a instancia de los interesados o por mandato de las
Autoridades que las decretaron, podrán prorrogarse por un plazo
de cuatro años más, siempre que la prórroga sea anotada antes
de que caduque el asiento.

La caducidad de las anotaciones preventivas se hará constar en


el Registro a instancia del dueño del inmueble o derecho real
afectado.

Otro ejemplo es el caso de Uruguay, que en la Ley 16871


de 28 de septiembre de 1997, «Ley de Registros Públicos»,
establece que caducarán en cinco (5) años, entre otros actos,
«[l]os embargos específicos y demás medidas cautelares a que
refieren el numeral 9) del artículo 177 y el literal D) del artículo
25 de la presente ley8, salvo las que tengan su propio plazo
establecido judicialmente conforme a los artículos 313 y 316

7
«[s]e inscribirán en la Sección Inmobiliaria del Registro de la Propiedad (…):
[l]os embargos específicos y demás medidas cautelares que dispongan los Jueces, siempre que tengan
relación con bienes de naturaleza inmueble».
8
«[e]n el Registro Nacional de Vehículos Automotores se inscribirán los actos jurídicos que recaigan
sobre vehículos automotores con aptitud registral. Se entienden contenidos en este concepto los
automóviles, tractores para remolque y semiremolque, camiones, camionetas, "pick up", chasis de
cabina, ómnibus, micro-ómnibus y similares.
Los actos inscribibles serán (…):
[l]os embargos específicos y demás medidas cautelares que dispongan los Tribunales, que afecten los
poderes de disposición de los titulares de derechos inscriptos».

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del Código General del Proceso9» (artículo 78), y en el canon


siguiente consagra que:

La caducidad de una inscripción determina la extinción de pleno


derecho de todos los efectos jurídicos propios, por el solo
transcurso del término en que la misma se opere. La inscripción
fuera del término se considerará nueva inscripción y estará
sujeta, en cuanto a sus requisitos y efectos, a los principios y
normas de la presente ley y a las que rijan el acto o negocio jurídico
de que se trate.

Como puede verse, la caducidad de la inscripción de


una cautela sobre un inmueble, con fundamento en el
artículo 64 de la Ley 1579 de 2012, sólo afecta su registro y,
por tanto, sus efectos, sin perjudicar el curso de la causa
donde se decretó ni el derecho que es su objeto, el cual
subsiste, al margen de la vigencia de la medida. Por
supuesto, el interesado en la efectividad de la cautela, en
todo caso, estará sometido a las vicisitudes que puedan
ocurrir desde la cancelación de su registro hasta su
renovación, si ella resulta procedente, las cuales,
determinará el fallador en cada asunto, en concreto,
atendiendo sus particularidades.

Eso sí, si aquél anhela recobrar los efectos de la cautela


deberá provocar del juez un pronunciamiento que genere una
nueva inscripción, como podría ser decretar por segunda vez
la cautela u ordenar nuevamente el registro de la
inicialmente decretada. Cualquiera de los dos caminos es
apropiado. Fíjese, que lo que exige el artículo 63 del estatuto
registral para que una inscripción recobre su vigencia es un

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Dichas disposiciones se refieren a las cautelas que el tribunal puede decretar en los procesos, a las
cuales debe fijarles un plazo.

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mandato de la autoridad competente, pues reza: «[e]l registro


o inscripción que hubiere sido cancelado carece de fuerza legal
y no recuperará su eficacia sino en virtud de decisión judicial
o administrativa en firme».

Y es que por ambas vías se logra el fin perseguido por el


interesado en el embargo, consistente en que el inmueble
quede nuevamente a órdenes del proceso de que se trate.
Fíjese cómo, en ambos casos, mediará una orden judicial en
la que se le informará al registrador la existencia de la
cautela, y en ambas situaciones, se generará una nueva
inscripción en el respectivo folio de matrícula, con la cual
quedará perfeccionado el embargo y despuntarán sus
efectos.

Ahora, no es cierto, que, de admitirse la posibilidad de


decretar un nuevo embargo, se estaría ante una «coexistencia
de embargos», por concurrir aquél cuyo registro caducó y el
nuevo, y que ello generaría la extinción de la medida, como
lo contempla el numeral 9° del artículo 597 del Código
General del Proceso.

Dicha regla se refiere a embargos vigentes, debidamente


consolidados mediante la respectiva anotación en la oficina
de registro, lo que no ocurre en la hipótesis propuesta, ya
que, en ese evento, simplemente habría dos decisiones
judiciales en el mismo sentido -decretar el embargo del bien-
una antigua y la otra nueva, de las cuales, sólo la última
generaría una nueva inscripción en el respectivo folio de
matrícula. Es que, para afirmar que una finca raíz está

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debidamente embargada y, por ende, que no es posible


enajenarlo o gravarlo, no basta la existencia de una decisión
judicial, es necesario, su inscripción en el registro
inmobiliario, como arriba se indicó.

Así que, ninguna consecuencia procesal relevante se


produce si hay dos órdenes de embargo en el proceso, una
vieja, cuya inscripción caducó, y otra, que no es más que una
reiteración de la anterior, la cual será objeto de inscripción.
Y tampoco sucede nada si la agencia judicial ordena
comunicar que se inscriba otra vez la cautela original. Se
insiste, con cualquiera de esas opciones se alcanza el mismo
resultado.

2.2.- Desde esa perspectiva, en el caso, no es arbitrario


que el juzgado, luego de la caducidad de la inscripción del
embargo del inmueble de propiedad de accionante, y en
virtud de la solicitud del ejecutante, decretara la cautela por
segunda vez, con miras a provocar una nueva inscripción con
la que se generarán los efectos contemplados en el artículo
34 de la Ley 1579 de 2012. Y, comoquiera que ésta se
concretó el 29 de noviembre de 2023, mediante el asiento
registral No. 25 del folio de matrícula No. 060-133975 de la
Oficina de Registro de Instrumentos Públicos de Cartagena,
nada obstaba para que la almoneda fuera realizada el 7 de
febrero de 2024, como ocurrió.

Sobre el tópico, el Tribunal convocado al confirmar la


providencia mediante la cual el estrado decretó nuevamente
el embargo del inmueble, señaló:

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Ahora bien, hay que decir que ni en la Ley 1579 de 2012, ni en


ninguna otra disposición especial, se prohíbe expresa o
tácitamente que el inmueble pueda ser objeto de la misma medida
cautelar cuya inscripción se cancela.

Dicho de otro modo, con el levantamiento de la medida cautelar


que regula la norma en mención, el bien recupera su carácter
negociable y retorna al comercio, pero si se pide nuevamente su
embargo, por el mismo acreedor o por otro, y si el bien sigue siendo
propiedad del demandado, la cautela resulta procedente, en tanto
que afecta un activo que aún hace parte del patrimonio del deudor
y que, por lo mismo, mantiene su condición de prenda general de
garantía.

En lo que al presente asunto respecta, se observa que el 10 de


octubre de 2023 la Oficina de Registro de Instrumentos Públicos
de Cartagena puso en conocimiento del a quo que a través de la
Resolución No. 359 de 27 de septiembre de 2023, ordenó la
cancelación de la inscripción del embargo decretado en este juicio.
Con ello, quedó sin efectos fue la inscripción del embargo
registrado el 30 de abril de 2002, con las consecuencias jurídicas
que de allí se podrían derivar. No obstante, esa circunstancia no
era impedimento para afectar nuevamente el bien con un embargo
posterior, así sea que haya sido decretado en el mismo proceso.

En suma, pues, tras verificarse que el mencionado inmueble es de


propiedad del demandado, la cautela ordenada por el a quo en el
auto impugnado resultaba procedente, conforme se desprende el
artículo 599 del C. G. del P.

2.3.- En suma, en el caso, nada obstaba para que la


agencia judicial querellada, tras la pérdida de efectos del
registro del embargo decretado en 2002, decretara

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nuevamente la cautela y, en virtud de su inscripción en 2023,


adelantara el remate del inmueble objeto de la medida.

3.- De la improcedencia de la reestructuración del


crédito hipotecario.

3.1.- Ahora bien, el accionante acusa a la agencia


judicial de origen de haber omitido la ausencia de
reestructuración del crédito en UPAC, prevista en la Ley 546
de 1999 para los créditos de vivienda, lo que conllevaría la
necesaria terminación del proceso.

Empero, del análisis detallado de las determinaciones


adoptadas dentro del trámite ejecutivo, se observa que dicho
asunto fue ventilado en sendas oportunidades, recursos y
solicitudes de nulidad propuestos por el promotor ante el
estrado convocado.

De lo anterior, se resaltan los pronunciamientos del 15


de febrero de 2017, confirmado por el Tribunal Superior, del
10 de abril de 2018, 4 de agosto de 2021, 9 de marzo de 2022,
22 de noviembre de 2023 y 18 de enero de 2023, entre otros,
proferidos por el Juzgado Séptimo Civil del Circuito de
Cartagena, en los cuales ante el mismo argumento se ha
señalado que:

‘‘ (…) el crédito de vivienda adquirido por el ejecutado con la parte


ejecutante en el año 1997 surgió dentro del sistema UPAC, no es
menos cierto que de acuerdo a lo afirmado en la demanda, se
recibió el alivio del Gobierno a través del Fondo de Garantías
Fogafín y suscribió el pagaré No. 24160 y para ello aporta el
original de los referidos pagarés, que en su momento no fueron
cuestionados ni tachados por el demandado.

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(…) Y en fin, con posterioridad, todas las providencias proferidas


dentro del trámite que nos ocupa han sido atacadas por la
apoderada de la parte ejecutada con el mismo fundamento, siendo
resueltas todas y cada una de ellas de manera desfavorable por
el despacho.

Por lo anterior, concluye el despacho que con relación al nuevo


recurso formulado por medio del cual la parte ejecutada insiste en
que se dé por terminado el proceso de la referencia por falta de
reestructuración del crédito y por la imposibilidad de seguir el
trámite por falta de exigibilidad de los títulos aportados, el
Juzgado se abstiene de reponer la providencia atacada con
fundamento en que este asunto ya fue debatido en diversas
providencias, por lo que, en ese sentido, la solicitante deberá
atenerse a lo resuelto en los anteriores autos.

En suma, por esta vía no es posible reexaminar las decisiones que


en su momento se adoptaron, ni cabe plantear nuevas
inconformidades contra lo resuelto, pues se prolongaría
indefinidamente un debate que ya se encuentra clausurado.’’
(Auto del 22 de noviembre de 2023).

En este sentido, en la más reciente providencia que


abordó el asunto del 18 de enero de 2023, se concluyó
razonablemente que no se trataba de un crédito para la
adquisición de vivienda de interés social pues el inmueble fue
comprado en abril de 1994 y el crédito fue otorgado el día 23
de abril de 1997, lo cual fue verificado por esta Sala:

[s]umado a lo señalado por la parte actora que el presente crédito


fue de consumo, más no para compra de vivienda de interés social,
dado que el inmueble fue comprado por el demandado el 18 de
abril de 1994, mientras que el crédito fue otorgado el día 23 de
abril de 1997, es decir, tres (3) años después de haber comprado
el bien inmueble. Indicativo efectivamente que el crédito adquirido
fue un crédito de consumo y no de vivienda.

(…) Finalmente, señala el Juzgado que este mismo tema ya ha sido


debatido tanto por el Juzgado en primera instancia, como por el
superior jerárquico en segunda instancia. En las que se ha
concluido que el demandado a la fecha de presentación de la
demanda o mejor al momento de hacer la restructuración del
crédito, no contaba con solvencia económica y en razón a ello la
obligación contenida con posterioridad a la reliquidación era
exigible.

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Siendo ellos así, el Despacho se mantiene en lo decidido en auto


adiado 4 de agosto de 2021 y reitera la no posibilidad de decretar
la terminación del proceso de acuerdo con los lineamientos
trazados por las altas cortes. (Auto del 18 de enero de 2023).

3.2.- Por otra parte, se precisa, en atención al reparo,


según el cual, la almoneda no podía realizarse porque el
Tribunal no había decidido el recurso de queja, que el trámite
de ese medio de impugnación no era un obstáculo para
materializar la diligencia, pues, es regla general, que el
trámite de las apelaciones no suspende la providencia
recurrida ni el curso del proceso 10 . De modo que, con
independencia de los resultados del recurso de queja, el
juzgador accionado debía proseguir con la actuación.

4.- En conclusión, las actuaciones acusadas no


merecen reproche alguno, reservado como se encuentra para
casos de indiscutible arbitrariedad.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, Agraria y Rural, administrando
justicia en nombre de la República de Colombia y por
autoridad de la ley, resuelve NEGAR el amparo.

Infórmese a los participantes por el medio más expedito


y remítase el paginario a la Corte Constitucional para su

10
A voces del inciso tercero del numeral 3° del artículo 323 del Código General del Proceso, La
apelación de los autos se otorgará en el efecto devolutivo, a menos que exista disposición en contrario.

17
Radicación nº 11001-02-03-000-2024-00884-02

eventual revisión, en caso de no ser impugnada esta


resolución.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

FERNANDO AUGUSTO JIMÉNEZ VALDERRAMA


Presidente de Sala

HILDA GONZALÉZ NEIRA

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

18
Firmado electrónicamente por:

Fernando Augusto Jiménez Valderrama


Presidente de la Sala

Hilda González Neira


Magistrada

Martha Patricia Guzmán Álvarez


Magistrada

Octavio Augusto Tejeiro Duque


Magistrado

Francisco Ternera Barrios


Magistrado

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en artículo 103 del Código General del Proceso y el artículo 7 de la ley 527 de 1999

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